Entre las miles de palabras que nos regalￜ el poeta Josￜ Antonio Padilla se encuentran fragmentos que invitan a parafrasearlos para recordar que su manera de estar en el mundo fue la poesￜa. La poesￜa como compromiso, como pregunta, como pasiￜn que atravesaba rincones de sus dￜas y aquellas conversaciones en las que atronaban las ganas de vivir y su sentido de la amistad. Porque ahora que andarￜ sonriendo en cualquier lugar, este joven escritor nacido en ￜlora en 1975 seguirￜ siendo para la gente que le quiere aquel entusiasta que viviￜ en un viaje de ida y vuelta entre su pueblo y Mￜlaga.

Licenciado en Filologￜa Hispￜnica por la Universidad de Mￜlaga, Padilla fue poeta entre las mesas de la cafeterￜa Sￜbora de la capital malagueￜa cuando trabajaba para pagarse los estudios; en aquel par de redacciones de periￜdicos en las que transformￜ la informaciￜn en literatura; en el Ayuntamiento de su ￜlora natal en el que hizo del trabajo entusiasmo; en la barra del bar mientras reￜa con los amigos; o en los paseos en los que compartￜa minutos con Gema.

A partir de hoy, una vez que sus familiares y allegados lo acompaￜen en el cementerio de ￜlora, vendrￜn a la cabeza infinitas sensaciones que seguirￜn ahￜ entre los recuerdos. Y tambiￜn en las pￜginas que cobijan aforismos geniales como los de Colecciￜn de Olas, los poemas de antologￜas y de su libro Noches ￜticas, o su buenhacer en revistas como ￜlora, la bien cercada, Robador de Europa y El maquinista de la Generaciￜn.

Y, ademï¿œs, se seguirï¿œ pensando en ï¿œl y teniendo presente palabras como estas en las que hablaba de sï¿œ mismo: «Lo mï¿œs importante de la poesï¿œa: no buscarla, no esperarla. La poesï¿œa se presenta en cualquier rincï¿œn de la vida, insospechadamente, con sus ojos de metal lï¿œquido, su rostro de futuro imperfecto y su cintura de niebla congelada».