En Road Town, encima de una farmacia, un bufete de abogados proporciona la dirección a las empresas de los clientes de Jorge Mendes
El edificio por donde se han esfumado los 150 millones de euros que Cristiano Ronaldo desvió por sus ingresos en derechos de imagen entre 2009 y 2020 es un lugar misterioso. En la planta baja hay una farmacia en la que una anciana compra medicamentos contra el dolor de espalda. En el tejado revolotean docenas de gallinas. Algunas de ellas saltan a la calle, otras campan por la escalera exterior que conduce al primer piso. Es el lugar donde se esconde uno de los mayores secretos del fútbol.
El bufete de abogados Icaza, Gonzalez Ruiz & Aleman tiene sus oficinas en esta planta. Las persianas están bajadas. El lugar emana confidencialidad, opacidad, secretismo. Algo que forma parte del modelo de negocio del bufete donde están registradas empresas de varios astros del fútbol.
Bienvenidos a uno de los grandes paraísos financieros del mundo. Bienvenidos a las Islas Vírgenes Británicas, epicentro del escándalo de Football Leaks.
Las Islas Vírgenes Británicas es un archipiélago de cerca de 60 islas situadas a unos 100 kilómetros al este de Puerto Rico. Un oasis en medio del Caribe, con apenas 30.000 habitantes, sol abundante y playas paradisíacas. Pero su cara oscura muestra otra realidad. Unas 600.000 empresas fantasma están registradas en este lugar. Un negocio multimillonario que opera sin escrúpulos. Miles de estas empresas son utilizadas deliberadamente para eludir impuestos y conducir a los inspectores que siguen la pista del dinero evadido hacia un callejón sin salida.
Pero el trabajo de los evasores fiscales se ha vuelto en los últimos años cada vez más complicado. El secreto bancario hizo aguas, y desde que la crisis financiera hiciera mella en las cuentas públicas de algunos países, la evasión de impuestos se persigue con más y mejores recursos. Las aduanas han reforzados sus controles, los inspectores fiscales compran datos recabados por hackers e investigan miles de cuentas en busca de tajada. Además, últimamente se han acordado numerosos convenios de doble imposición. La presión contra los países que no colaboran ha aumentado enormemente.
Por tanto, cada vez se exige más creatividad -pero la misma motivación criminal- para esconder el dinero de las autoridades.
Y ahí entran en juego los paraísos fiscales. Como las Islas Vírgenes.
Al caminar calle abajo Waterfront Drive, la principal avenida de la menuda ciudad de Road Town, uno siente que en este lugar el dinero se encuentra cómodo. Las pequeñas casas alineadas a los lados de la calle siguen el mismo patrón: en la planta baja, una tienda de deportes, una joyería o una farmacia.
Todoterrenos y maletines
Pero en las primeras plantas, donde tienen su sede bancos, auditorías, bufetes de abogados o empresas fiduciarias, apenas entran ni los mosquitos. Las ventanas permanecen casi siempre cerradas, muchas oficinas cuentan con cámaras y sus puertas solo se pueden abrir mediante un chip. La mayoría de las empresas no tienen buzón. Aquí, los sobres y los documentos importantes se dan en mano. Una imagen que se puede ver varias veces al día: llega un lujoso todoterreno, se baja un mensajero con un maletín, entra a la oficina y sale a los pocos minutos. Muchos de ellos son asiáticos.
Se estima que en las Islas Vírgenes Británicas se administran unos 50.000 millones de dólares. Su condición de paraíso financiero no es casual. Aquí se paga en dólares, lo que ayuda a las operaciones monetarias internacionales. El archipiélago es una región británica de ultramar, y sus leyes son a menudo idénticas a las inglesas. Domina la estabilidad política, lo que resulta del agrado del dinero ilegal. Además, sus registros son opacos e inaccesibles para los investigadores fiscales europeos. Crear una empresa es fácil: basta un capital mínimo de 75 euros y su registro dura entre tres y cinco días. Pero el dato clave es que para estas empresas, las rentas que llegan desde el extranjero no están sometidas a impuestos.
Liz B. sabe cómo funciona todo esto. Una mañana de noviembre baja de su todoterreno temprano, poco antes de las nueve. La joven abogada aún parece dormida. Liz es una experta en sociedades fantasma y trabaja para el despacho que tramita el dinero de Cristiano Ronaldo y otros clientes de Jorge Mendes como José Mourinho. Tres de las empresas que usó el futbolista portugués, Tollin, Adifore y Arnel, están gestionadas por el bufete en el que está empleada. La abogada rehúsa dar declaraciones y se muestra esquiva, alza la mano con actitud defensiva y se esfuma tras la puerta.
Gestifute, la empresa de Mendes, informó el sábado que el jugador portugués está «al corriente de pago con la Agencia Tributaria», una afirmación de escaso valor. Además, añadió que nunca había tenido antes problemas con Hacienda. En caso de conflicto con el Fisco, siempre se había llegado a un acuerdo sin que fuera necesario aplicar medidas legales, dicen.
¿Cuánto sabían las autoridades de la evasión fiscal del jugador? La cuestión sigue en aire. Football Leaks ha podido analizar varios emails de los abogados de Ronaldo.
Una cosa temen por encima de todas: que Hacienda investigue sobre todo la empresa Tollin. Si los inspectores españoles viajan al edificio de Road Town, donde sobre una farmacia el jugador protegió sus derechos, éste tendrá un problema.
* Adaptación para EL MUNDO del artículo publicado en 'Der Spiegel'. Autores: Rafael Buschmann, Jürgen Dahlkamp, Stephan Heffner, Christoph Henrichs, Andreas Meyhoff, Nicola Naber, Jörg Schmitt, Alfred Weinzierl y Michael Wulzinger.
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