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Navidad churretera Navidad churretera
EFE

Navidad churretera

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Javier Lizaga
Asumámoslo, esta Navidad va a ser una mierda. Se me ha pasado, otra vez, ir el puente a Madrid a ver las luces, a Vigo que vaya su padre, me siento más próximo a un pueblo de Cantabria que dijo el alcalde el otro día que montaron un Belén enorme y fue tanta gente que no lo montan más. Fui a ver el del Seminario, y ya no la profecía de Isaías, es que suena exótico hasta el ceramista con su torno.

Tampoco he reservado para una sesión fotográfica en familia, cuando no trabajamos el uno, el otro y con los entrenos… no cuadra por las tardes. Espero que me quede algo de turrón en Muñoz, de lo que haya.

Envidio a Jabois que contó en la radio que ha pillado un virus y confía esquivar un par de cenas navideñas. Solo me he puesto un gorro de Papa Noel una vez, que había un striptease (supongo que esto ya no se puede decir, tampoco lo de que somos cada vez más gilipollas) y parece que desentonaba.

He tenido navidades felices, no soy un grinch. Recuerdo un año las risas de mi abuelo cuando puse un villancico de los Mojinos. Las gambas del vermú con los currantes del taller, aunque luego tocaba volver a barrer las naves. El almuerzo con periodistas del día de la lotería, cuando si no tocaba, no había noticia. Recuerdo la misa del gallo, que un año nos volvimos que se dejó el bolso mi tía y aun echamos otra sidra.

Mirando las redes estos días me acuerdo de los corrillos que se hacían arreglando borraja. Como Almodóvar, me precio de haber escuchado siempre a las mujeres, y allí, mientras se limpiaban las matas, se repasaban las penurias, propias y ajenas, y, al final, te ibas con los dedos negros y el ánimo arriba, nada era para tanto.

Ahora parece que todo el mundo es súper feliz y tienen historias y aventuras maravillosas, casas de película y, como en el fútbol, todos tienen razón, aunque digan cosas contrarias. Por eso decía que la mía es una Navidad muy normalita, y, me sabe mal decirlo, hasta me gusta.