La suerte de los debutantes: Sant Antoni pesca dos décimos del cuarto premio

La suerte ha asomado por Sant Antoni de Portmany, aunque solo sea un poquito: el despacho mixto de la plaza España ha vendido dos décimos de un cuarto premio, el 77.768 (20.000 euros cada décimo). Puede parecer poco, pero es el primer premio que reparte la nueva propietaria de esta oficina, y la alegría ha sido máxima.

Cristina Recio, en el centro de la imagen, sostiene el folio que acredita que ha vendido el cuarto premio.

Cristina Recio, en el centro de la imagen, sostiene el folio que acredita que ha vendido el cuarto premio. / D.V.

David Ventura

David Ventura

Ha sido su primer año completo al frente del despacho mixto de lotería situado en la plaza España de Sant Antoni, y ha sido también el primer premio que reparte en el Sorteo de Navidad. Para Cristina Recio, este domingo ha sido un día muy especial y está un poco aturdida por tantas emociones. En este despacho ha caído un cuarto premio, el 77.768. «Creo que he vendido cuatro o cinco décimos», comentaba pocos minutos después de conocerse el premio. Finalmente, una llamada de Loterías le confirma que en esta ventanilla se han vendido solo dos. Da igual, dos vecinos del pueblo se han llevado un décimo que vale 20.000 euros. La alegría no se la quita nadie.

«He venido a la oficina para seguir el sorteo en directo con dos amigas», explica la propietaria del despacho. Las dos amigas son Lenis Agudelo y Mónica Torres, que están exultantes. «Yo sabía que iba a tocar algo. Además, yo soy una persona muy positiva. Doy suerte a la gente. Sabía que si venía tocaría algo», dice Agudelo. Mónica Torres confirma que sí, que su amiga «es muy generosa y positiva y vive rodeada de suerte». Ha traído una caja de polvorones y otra de bombones para endulzar la celebración.

La ilusión del primer año

Cristina Recio es novata en el oficio de repartir suerte. Después de estar 25 años trabajando como dependienta en el comercio La Sirena de la plaza España de Sant Antoni, vio que el despacho de lotería que se encontraba a escasos metros de su lugar de trabajo se traspasaba por jubilación: «Decidí hacer un cambio de vida. Vi el cartel en que decían que buscaban comprador. Les llamé y llegamos a un acuerdo. Yo estaba acostumbrada a trabajar de cara al público y estoy muy contenta con el cambio».

En el núcleo urbano de Sant Antoni solo hay dos despachos de lotería, con lo que Recio se ha convertido en una persona popular y conocida en el pueblo: «Al ser nuevos en esta regencia se ha acercado mucha gente con curiosidad, para ver cómo éramos. Hemos tenido muy buena aceptación. Me siento muy bien tratada por todo el mundo».

La dueña de la oficina está un poco nerviosa por tantas novedades, pero, por suerte, pronto vienen a echarle una mano Carmen Gallardo y Andrés Navarro, los anteriores propietarios del despacho, que estuvieron vendiendo lotería aquí durante treinta años. Carmen rápidamente se pone a organizar el asunto: «Hay que imprimir el boleto en un dinA3. Las entrevistas para la tele las haces en la puerta en el lado que se vea el logo de la lotería. Es bonito este día, ¿verdad? ¿A que estás que no te lo crees?».

Gallardo está pletórica, como si fuese ella quien hubiera vendido el premio: «Han sido muchos años aquí, tengo mucha implicación emocional con este sitio», comenta. Señala la pantalla desde donde se retransmite el sorteo: «Mientras que están cantando, hay que mantener la esperanza». Su marido, Andrés Navarro, enseña orgulloso todos los premios que han repartido: «Un quinto en el 2017, otro quinto en el 2018. Seis grandes premios de la Bonoloto. Un segundo en el del Niño. Aquí siempre ha tocado mucho porque viene mucha clientela que nos tenía confianza».

La hora de celebrar

Recio no tiene ni idea de a quién y cuándo vendió los dos décimos ganadores, solo sabe que fue en ventanilla. Es muy improbable que los dos ganadores se pasen hoy por la oficina. Quienes sí vienen, poco a poco, son los familiares, amigos, vecinos, curiosos y clientes habituales, la gran familia que conforma la parroquia de este despacho. Uno de ellos es Mike Ayubas, que acude a saludar a sus amigas: «El número me suena, pero no lo tengo. ¿Puedo coger un bombón?».

Evidentemente, se abren dos botellas de cava y la caja de polvorones. Posan, ríen, celebran. Es su gran día. Sin embargo, la suerte no siempre es generosa, como atestigua Juan José Muñoz, otro de los amigos de la casa: «No me ha tocado por un solo número», comenta resignado, y muestra una fotografía de su décimo: el 72.768. Si hubiera jugado por el 77.768 habría ganado 20.000 euros. Pese a esta broma cruel del destino, intenta forzar una sonrisa: «Me vine corriendo porque tenía dudas por el número. Al final, pues nada… Así es la suerte, ¿no?».

José Martín es otro vecino que se ha acercado a comprar la Bonoloto y que se ha encontrado la fiesta inesperadamente: «Yo no sé nada, vengo de comprar el pan. ¿De verdad que ha tocado aquí? Vaya, pues ese número no lo llevo». Se acerca también la hermana de la propietaria de la oficina, Adri Recio, y la sobrina de su marido, Alejandra García, que se vienen a arropar a sus familiares. Entre todo este jolgorio, el único que parece mantener la calma es Álex Escandell, marido de Cristina Recio, y que aunque trabaja en Gesa, en los días que hay picos de faena se pone detrás de la ventanilla para echar una mano a su esposa. «Vengo de un turno de noche y no he dormido demasiado», admite: «Ni me he enterado que nos había tocado, me lo han dicho después». En un estado que mezcla el cansancio por la falta de sueño con el cúmulo inesperado de emociones, Escandell intenta digerir todas las novedades: «La verdad es que ha estado muy bien. Es una gran cosa, esto de dar alegría a la gente».

Un grupo de vecinos que pasea por la plaza llegan al despacho atraídos por el movimiento de gente. «¿Qué ha pasado?», preguntan. Cuando les informan de que hay botellas de cava, deciden sumarse a la fiesta con entusiasmo. Con estas nuevas incorporaciones, ya se forma un grupo suficientemente numeroso como para reproducir la imagen de alegría multitudinaria que aparecerá en los medios de comunicación. Los periodistas presentes, con la ayuda de la veterana exvendedora de lotería, Carmen Gallardo, organizamos al grupo y coreografiamos lo que deben hacer. «¡Ahora brindad!», «ahora toca saltar de alegría», «que se os vea contentos». Todo el mundo obedece y se presta con entusiasmo a repetir el ritual de representar la alegría por el Sorteo de Navidad, que tantas veces han visto como espectadores por la televisión.

Cuando la gente se dispersa, la antigua propietaria del despacho observa las paredes de la oficina con nostalgia y confiesa: «¡Nos lo hemos pasado tan bien aquí! Lo he disfrutado muchísimo. Pero llegó el momento de dejar que fuera otra persona quien diera la suerte». Se despide, consciente de que una parte de ella misma permanecerá siempre aquí.

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