díatreinta • abril 2016
Yo no sé: una respuesta necesaria
Escribe: David Navarrete - Docente del Departamento de Humanidades y de la Facultad de Comunicaciones
Ilustración: Karolyna Gomez y Saby Pulido – Estudiantes de Comunicación y Publicidad
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abril 2016 • díatreinta
Leí hace muy poco un texto en el que Karl Popper reflexiona
sobre el avance del conocimiento y compara lo que antes se conocía con lo que ahora se conoce. El texto se llama El conocimiento
de la ignorancia y fue un discurso pronunciado por el filósofo en
la Universidad Complutense de Madrid1.En esta conferencia, Popper resalta la sabiduría de Sócrates al reconocer el mismo su propia
ignorancia. Sócrates sabía cuán ignorante era, no porque realmente
lo fuera, sino porque era consciente de que había un mar de conocimientos esperándolo y él, sabio y amante de la sabiduría, deseaba
navegarlo. Bajo esta perspectiva, todos deberíamos ser ignorantes y
conscientes de todo aquello que nos falta conocer. La vieja historia
nos cuenta que Sócrates respondió: Solo sé que nada sé, cuando el dios
Apolo reconoció en él al hombre más sabio.
Otro de los aforismos atribuidos a Sócrates es aquel que aparece
en el frontispicio del templo al dios Apolo: Conócete a ti mismo. Algunos manuales de filosofía agregan: y luego a los demás. Personalmente
creo que el conocerse a sí mismo y luego a los demás no es excluyente;
es decir, no tengo que conocerme, para recién comenzar a conocer
al resto. Por el contrario, uno mismo se conoce en la medida en que
conoce al otro, porque nadie vive solo y aislado, sino en sociedad. Es
necesario recordar, además, que Sócrates fue acusado por “inquietar”
a la juventud cuando pregonaba estos preceptos. Fiel a su palabra, el
amante de la sabiduría aceptó gustoso morir por tan noble causa y se
bebió tranquilamente la venenosa cicuta.
Las sentencias pronunciadas por Sócrates cinco siglos antes de
Cristo no han perdido vigencia; por el contrario, el pensamiento del
filósofo griego ha transcendido en el tiempo y se ha convertido en
una necesidad para el hombre del siglo XXI. En este sentido, es necesario que los hombres de hoy se encuentren a sí mismos en función a
los demás y que reconozcan su ignorancia para que nazca en ellos esa
bendita avidez por el conocimiento; esa suerte de emoción y extrañeza ante las nuevas cosas, pues solo así el hombre podrá ser uno nuevo,
uno que cuestione el orden y que pueda conquistar la verdad, esa que
para Camus es misteriosa, huidiza, pero necesaria.2
En 1636, el filósofo francés René Descartes pone en duda todo
lo que la realidad le ofrece, pues esta es dada, no por la razón, sino por
los intereses del sistema imperante del momento; es decir, la verdad
se subordina a intereses personales. Con este acto, Descartes no solo
nos enseñó que hay que dudar de todo; además nos reveló una gran
verdad: debemos seguir conociendo, buscar las respuestas a aquellas
eternas preguntas que han gobernado al hombre desde el alba de la
civilización. Queda claro, entonces, que tanto Sócrates como Descartes nos invitan a cuestionarnos a nosotros mismos y sobre lo que
conocemos para que a partir de allí transitemos por los sinuosos y
mágicos pasadizos del saber.
Para terminar esta justa reflexión, quiero rescatar las palabras
de Wislawa Szymborka, la poeta polaca que en 1996 ganó el Premio
Nobel de Literatura y que desde el 2012 pasó a formar parte de esa
legión de creadores que viven en ese atávico lugar de señales místicas
reservado para los artistas que ya no están físicamente en este mundo.
Szymborka, en su magistral discurso de aceptación del Nobel, señala
que ella valora esa breve frase que, compuesta por solo dos palabras,
ha sido crucial en nuestra historia. “Este es el motivo por el cual
valoro esta breve frase: “No sé”. Es breve, pero vuela sobre poderosas
alas. Expande nuestras vidas abarcando desde nuestro espacio interior hasta las expansiones externas en qué está suspendida nuestra
diminuta Tierra. Si Isaac Newton nunca hubiera dicho “no sé”, las
manzanas en su jardín podrían seguir cayendo como granizo, y él, en
el mejor de los casos, solamente se inclinaría a recogerlas y comérselas
con fruición. Si mi compatriota Marie Curie nunca hubiera dicho
“no sé”, probablemente habría terminado enseñando química en un
colegio para señoritas de buena familia y en este trabajo, por lo demás
muy respetable, se le hubiera ido la vida. Pero siguió repitiéndose “no
sé” y estas palabras fueron las que la trajeron, no una sino dos veces,
a Estocolmo, donde los espíritus inquietos y en búsqueda constante
son ocasionalmente galardonados con el Premio Nobel”.
1
La conferencia citada se dio con motivo del otorgamiento del doctor “Honoris causa” de la Universidad Complutense de Madrid – España a Karl Popper. La
traducción apareció en Diario 16 de Madrid.
2 Albert Camus señala que “La verdad es misteriosa, huidiza, y siempre hay que tratar de conquistarla” (Esto aparece en el discurso pronunciado el 10 de
diciembre de 1957, el día en que recibió el premio Nobel de Literatura).
3
El discurso en el que Wislawa Szymborka recibe el premio Nobel fue pronunciado el 7 de diciembre de 1996.
Referencias
- Karl Popper, « El conocimiento de la ignorancia », Polis [En línea], 1 | 2001, Publicado el 30 noviembre 2012, consultado el 27 noviembre 2015. URL: http://polis.revues.org/8267
- Los premios Nobel de literatura toman la palabra.
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