Cuadernos de Educación y Desarrollo
Vol 1, Nº 10 (diciembre 2009)
http://www.eumed.net/rev/ced/index.htm
¿CUÁL ES LA PSICOLOGÍA DE LOS JUEGOS INFANTILES?
Ana María García Gómez
[email protected]
Resumen:
A lo largo de este artículo hemos podido apreciar que el juego es muy importante en la
edad infantil ya que es una actividad que se realiza para divertirse, jugar y pasarlo bien; a
través del juego se desarrolla la personalidad del niño/a, contribuye a desarrollar el espíritu
crítico, constructivo, la imaginación, fantasía y creatividad. El niño/a se desarrolla afectiva,
social y moralmente, así como desarrolla la psicomotricidad e inteligencia, en definitiva, "es
importante que el niño crezca jugando".
El juego siempre se ha considerado una actividad placentera y voluntaria por lo que
todos los niños/a han sido libres para elegir su manera de jugar, así como la forma de
presentarlos. Todo juego tiene una finalidad en sí mismo y es la de ser autónomos, la de
expresar sus propias emociones y sentimientos, así como establecer relaciones con aquellos
que les rodean, ya sea en el ámbito familiar como en el ámbito escolar. Es bueno que a través
del juego se fomente la comunicación y pueda desenvolverse por sí solos.
Palabras claves: Educación Infantil, Juego, lúdico, imaginación, adulto, tradicionales,
cooperativos.
1. EL JUEGO INFANTIL:
Después de mucho análisis lo primordial es el concepto de juego en educación, a
través de él muchos autores -Chateau, Piaget, Schiller, Claparède, etc.- han investigado el
comportamiento y la figura de los niños desde que nacen hasta que llegan a la época adulta.
Se observa que el juego envuelve toda la vida de los niños, que forma parte de sus intereses y lo
practican como una necesidad psicológica de equilibrio y crecimiento. El juego es posiblemente
una de las actividades fundamentales en la vida del hombre, Schiller describe que "el hombre no
está completo si no juega".
El juego es la actividad más generalizada, significativa e incluso más seria de las que
desempeña el ser humano a lo largo de su vida, además de ser una actividad lúdrica y placentera.
Pero lo más importante es que es un medio de aprendizaje "espontáneo" y de ejercitación de
hábitos intelectuales, físicos, sociales y morales.
El juego comienza a existir desde los primeros meses de vida. Claparède nos define el
juego infantil como "el trabajo, el bien, el deber, el ideal de la vida. Es la única atmósfera en la
cual su ser psicológico puede respirar y, en consecuencia, puede actuar". Otros autores, como
Piaget nos cuenta que la aparición o formación del juego se sitúa sobre el segundo estadio del
período sensoriomotor (respuestas circulares primarias hacia el segundo o tercer mes). En éste
período podemos observar que el niño reproduce determinadas conductas, solamente por el
placer que le ocasiona, como sus sonidos guturales, sus juegos de manos en un campo visual,
tomar, soltar objetos... Estos juegos son simples ejercicios llamados, según Bülher, juegos
funcionales. Este procede de una necesidad sensual y origina una satisfacción sensual: el nene
que tiene necesidad de ejercitar sus cuerdas vocales goza con el ejercicio de gorgoteo.
Ninguno de estos juegos tiene por sí solo un significado; parece que el niño no hace nada, sin
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embargo realiza un trabajo capital, se modela a sí mismo, se ejercita en su movimiento, se
aproxima al lenguaje.
La aparición en el niño de toda función nueva da siempre lugar a múltiples juegos
funcionales como si el niño quisiera probar la función en todas sus posibilidades. Durante el
primer año se caracterizan en que son independientes del material, es decir, el niño hace los
mismos movimientos característicos de su nivel de desarrollo sin cuidarse de la naturaleza del
material que ocupa. Durante un período el niño sacude cualquier objeto, tres semanas más
tarde golpea los objetos los unos contra los otros o los arroja. Es ese un período en el cual el
niño ejerce funciones que se desarrollan, cualquiera que sea el material que manipula.
Para Piaget, el juego es la "asimilación de lo real al Yo", es decir, cuando el niño puede
repetir un hecho para encajarlo y consolidarlo, haciendo de él una conducta conocida. Más
adelante, cuando el niño puede repetir acciones en ausencia de éstas se convertirá en
exploración, con el fin de acomodarse a la realidad y por lo tanto comprenderlas. (Empezará con
ello y por ello la simulación y la simbolización).
En consecuencia, el juego se formará a partir de acciones que el niño o bien no maneja
con suficiente destreza o no comprende, o debido a la adquisición de la madurez de ciertos
órganos o funciones evolutivas; este lo utilizará entrenándose para incorporarlos y dominarlos en
sí y poder seguir creciendo, plena y armoniosamente.
Como hemos podido observar en este manual, Chateau estudia el juego desde la
perspectiva del niño que es la que nos interesa a nosotros como futuros educadores de infantil,
pero también es importante el tratarlo desde la postura del adulto, observando la influencia que
el juego de los niños tiene sobre ellos y viceversa. También se aborda los juegos en grupos
que conlleva una disciplina, un orden, unas reglas que hay que cumplirlas para poder
comunicarse y relacionarse, etc…
Una de las preguntas que más se han repetido por padres a lo largo de la vida es ¿por
qué juega el niño? Varios autores están de acuerdo en que esa pregunta de "por qué el niño
juega equivale a preguntarse por qué el niño es niño".
El niño juega para divertirse, para obtener un goce, le gusta "hacerse el loco"; pero
tiene muy claro que el juego también puede ser serio ya que posee ciertas reglas, comporta
fatigas y a veces hasta conduce al agotamiento. Pero esta seriedad es distinta de la seriedad
de la vida real; esta seriedad implica una desvinculación del ambiente real. El niño parece
olvidar lo real y se mete en un papel, aunque sabe que es un niño. El mundo del juego es una
anticipación del mundo de las ocupaciones serias, es decir, el juego prepara al niño para la
vida seria. Si el niño es serio, se debe a que, por sus aciertos en el juego, afirma su ser,
proclama su poder y autonomía, adquiere esquemas prácticos que se necesitarán para la vida
adulta, por tanto, es una manera de llegar a la vida adulta.
El juego del niño, como el de los adultos, busca el triunfo; el descanso no puede
intervenir en el juego de los pequeños sino como un factor secundario. No puede negarse que
el recreo hace que estos descansen del trabajo de clase, pero si juegan durante los recreos, no
es de ninguna manera con el fin de descansar. Este se revela con toda su frescura y
espontaneidad mientras juega; no sabe esconder nada de los sentimientos que lo animan.
Al igual que en los niños, el juego del adulto tiene a menudo por fuente la búsqueda de
un descanso, pero éste es el remedio contra el aburrimiento, es la ocupación del desocupado,
del ocioso; pero resulta un aspecto negativo ya que no posee el principio en sí mismo y por
tanto se convierten en juegos tristes. No ocurre lo mismo con el juego de los niños que si
poseen el fin en sí mismo, en la afirmación del Yo. Por tanto el juego del adulto queda siempre
a la mitad del camino entre la simple ocupación y el deporte, entre la tristeza y la alegría;
mientras que el juego del niño no tiene más que un aspecto: el engendrar la alegría.
El juego es imitar la vida cotidiana, constituye así un mundo aparte del mundo de los
adultos, es un universo distinto. Cuando éste llega a realizarse plenamente, corta todos los
lazos entre el dominio lúdico y el universo, es una separación tan profunda que el niño llega a
actuar en otro mundo, a no saber quien es ni reconocer sus juguetes; pero siempre no se da
así puesto que la mayoría de las veces conserva el sentimiento del ambiente, sabe que juega y
que tendrá que hacer otra cosa. El juego se mueve entre la pura ficción del sueño y la realidad.
La infancia sirve para jugar y para imitar. No se puede imitar la infancia sin sus risas y
sus juegos. Gracias a éste crecen el alma y la inteligencia, mientras que esa tranquilidad, ese
silencio que a veces complace a los padres, se anuncia a menudo en el niño graves
deficiencias mentales. "Un niño que no sabe jugar, un pequeño viejo, será un adulto que no
sabrá pensar".
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La infancia es, por consiguiente, el aprendizaje necesario para la edad madura.
Estudiar en el niño sólo el crecimiento, el desarrollo de las funciones, sin tener en cuenta el
juego, sería descuidar ese impulso irresistible por el cual el niño modela él mismo su propia
estatua. No se debería decir de un niño solamente que "crece", habría que decir que "se
desarrolla por el juego".
Se han realizado comparaciones entre monos y niños, y se ha comprobado que los
monos tienen una infancia mucho más corta que los niños, esto se debe a que su infancia dura
desde el nacimiento hasta los dos años y medio, mientras que el de los niños termina más
tarde. Esto es perjudicial ya que no favorece a la inteligencia. "Cuanto más larga es la infancia,
tanto más aumenta el período de plasticidad durante el cual el animal juega, imita,
experimenta", es decir, multiplica sus posibilidades de acción y enriquece con el fruto de su
experiencia individual el demasiado débil capital que le fue transmitido en herencia.
Otra diferencia de este estudio es la desigualdad que hay en el juego del niño con
respecto al juego animal, este último depende de los instintos propios de cada especie, y por
eso preparan la actividad adulta adiestrando al animal a través de ejercicios.
Según Lee, "el crecimiento de cada niño es la historia de la Bella Durmiente del
Bosque, en la cual el juego representa el papel del Príncipe. Existe un cuerpo virtual, pero su
existencia en el acto depende de su uso, y su uso está prescrito en el instinto del juego".
El juego es parte importantísima del desarrollo armónico infantil y de importancia tal que el
conocimiento de los intereses lúdicos, su evolución y observación sistemática se hace
imprescindible a todo el que se dedique a trabajar con niños y para ellos. Este depende de una
personalidad flexible que se afirma de múltiples maneras por nuevas actividades.
2. EL JUEGO Y EL OTRO:
A. LA ATRACCIÓN DEL MAYOR:
El niño se afirma por el juego porque es ajeno al mundo del trabajo, por lo tanto se puede
considerar como un sustituto del trabajo. La mayor ilusión de un niño es poder realizar las
tareas de los adultos, pero éstos no llegan a ese sueño ya que cualquier trabajo que le sea
permitido hacer es un trabajo menor y suelen vigilarlo de cerca sin dejar lugar a la autonomía.
Este depende indirectamente de la actividad de los adultos.
Al no poder trabajar con los adultos, el niño va a imitar primero esas actividades; por eso
en los juegos de imitación, frecuentes entre los tres y los siete años, las escenas imitadas son
casi únicamente escenas de la vida adulta. Es una copia insípida del mundo de los adultos.
El niño busca el contacto con los adultos y por eso le aceptan fácilmente en sus juegos, lo
reclama y llama su atención; pero éste todavía no comprende que el mundo del adulto difiere
de su propio mundo, que el adulto tiene cosas más importantes que hacer que jugar con él, le
parece que el adulto no es más que un niño grande.
Hacia los 6 o 7 años, la sonrisa infantil se borra y el rostro se cierra ante la intrusión del
adulto. Las imitaciones de adultos son reemplazadas por otras imitaciones: de perro, osos,
trenes, autos, etc. Pasado el tiempo, los niños suelen reemplazar los juegos de imitación por
otros juegos especiales, tratan de reemplazar al padre por el hermano mayor, y buscan juegos
que se asemejen a los de los mayores. Los primeros que suelen aparecer son los juegos de
ensueños, juegos solitarios, los niños comienzan a inventarse historietas con relación a héroes
y monstruos representando un papel en ese mundo imaginario. A esta misma edad comienzan
los lenguajes secretos, se construye su mundo aparte, tiene su jardín secreto en el que no
penetran más que los iniciados. Estos juegos presentan un lado positivo -crea una superioridad
sobre los adultos porque el lenguaje es suyo y nadie lo conoce, es un triunfo sobre el adulto - y
un lado negativo -una vía de escape, huida-. Después de los 6 o 7 años, el Yo se afirma de otra
manera, se encuentran una clase de juegos más extensos.
Una de las mayores alegrías de los pequeños es jugar con los grandes, siempre que
puedan van a aceptar representar un papel en el juego de los mayores, aunque sea malo; pero
también suele ocurrir que aparezca una sensación de miedo o timidez y los rehuya.
Los juegos que van a significar mucho en sus vidas son los juegos para hacer rabiar, los
hay de varias clases:
- Uno de ellos es la búsqueda de la compensación: el niño ofendido por otro se venga de él
jugándole una mala pasada.
- Otro suele ser el de dominación: el niño mayor envía al pequeño a cualquier lugar para
hacer travesuras, esto creará una cierta hostilidad y grandes desafíos.
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La atracción del mayor es el motor esencial de la infancia. Esta atracción aparece a partir
de los 10 años de una manera oculta, pero se debe a que toma una forma particular en los
juegos tradicionales en los que el Mayor está representado por la regla del juego y es él quien
hereda esas reglas. Pero al final de la infancia -13 a 14 años-, el Mayor pierde poco a poco su
naturaleza concreta y precisa, ya que el pensamiento del niño va de operaciones concretas a
operaciones abstractas.
La actividad del juego es una actividad de significación moral, es decir, el juego encierra
una moralidad. El niño comienza a buscar su independencia en modelos extraños, pero tal
moralidad sigue siendo conservadora y rígida. Para liberarse de la moralidad heterónoma y
conservadora, será menester que el niño haga un violento giro sobre sí mismo, para ello será
necesario que él mismo busque vías nuevas fueras de las reglas tradicionales.
B. FORMACIÓN DEL GRUPO:
Una de las ventajas más importantes de la infancia reside en la existencia de un grupo
que constituye una verdadera sociedad. El hombre es un ser social, de infancia prolongada, y
eso permite a los pequeños hacer en una sociedad infantil el aprendizaje de la sociedad adulta
en la cual participarán más tarde.
Hacia los 5 meses la sociabilidad infantil llega a ser activa, y ya entrando a los 6 y 7
meses el niño trata de incluir en su juego a toda persona presente. Los objetos son dados o
recibidos y el niño disfruta con los juegos que implica un compañero -escondida, intercambio
de juguetes, etc.Si se observa en los jardines de infancia, los niños pequeños de 3 años quedan
completamente aislados, ellos se divierten jugando solos, más tarde se observa, hacia los 4
años, los primeros grupos de dos; pero es necesario esperar hasta los 5 años para que
aparezca la necesidad de compañeros de juego. Después de los 5 años, el niño busca un
compañero, pero no para jugar con él sino para no jugar solos, ellos prefieren jugar
independiente pero en presencia de otros niños; es decir, los niños juegan los unos al lado de
los otros, haciéndose participes de sus aciertos, pero no juegan generalmente juntos. A veces
suelen formar grupos de cooperación -sillita de oro, la carreta -, pero son limitados.
Los niños de 6 a 10 años aproximadamente son incapaces de reemplazar el grupo
segmentario por una verdadera sociedad organizada en la cual cada uno tendría su función.
Pero a veces, suele pasarse de un grupo segmentario a un grupo de cooperación, por ejemplo,
cuando los niños están en el recreo jugando a ser aviones, todos están con los brazos
extendidos volando aisladamente, pero hay aviones que chocan uno contra el otro, por lo que
nace ahí un combate de aviones, en este caso se forma un juego cooperativo. O cuando están
jugando a ser gallinas, cuando una de ellas pone un huevo, las demás corren detrás de ella a
poner otro huevo, en ese momento están colaborando entre ellos.
Suele ocurrir lo mismo, pero de una manera más sensible, en los juegos de
competencia ya que si un niño se pone a correr justo al lado de otro que también está corriendo
aisladamente, pronto nace una rivalidad, es decir, "el juego contra el…." ha reemplazado "al
juego al lado de.…".
Si los pequeños aprenden a cooperar entre sí, es de los grandes que lo aprenden y en
los juegos de los grandes. Es necesario, por lo tanto, ver cómo los pequeños son aceptados en
los juegos de los mayores y de qué manera se conducen en ellos. Por tanto, la competencia
prepara la entrada del pequeño en el juego de los grandes.
Los juegos de competencia son aún inferiores, pertenecen a la tercera infancia (antes
de los 10 años) más que a la cuarta. Son los juegos tradicionales los que permiten el
nacimiento de una verdadera sociedad infantil; los pequeños tratan de pasar del papel del
espectador al juego del actor, pero suele ocurrir que estos nunca son los protagonistas,
siempre juegan un papel subalterno.
En estos juegos siempre suele aparecer un conductor que es aquel jugador que ha
importado el juego y lo ha dado a conocer a los demás, es él quien manda sobre los pequeños,
interviene en el juego y es quien decreta quien va a jugar fijando el papel de cada jugador y a
qué se va a jugar, es quien dirige cualquier movimiento de la pandilla. El conductor puede ser
reemplazado por lugartenientes que son quienes les ayuda en su trabajo, todos estos
constituyen el núcleo del grupo dejando en la periferia a los pequeños.
A partir de los 11 años aparecen las bandas cuyo mayor atractivo reside en el secreto,
el cual enorgullece a cada uno de los niños, pero su constitución es frágil ya que anuncia la
inestabilidad de la adolescencia y al mismo tiempo su necesidad de afecto y de amistad.
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C. LA DISCIPLINA DEL JUEGO:
Dentro del juego infantil, concretamente en los juegos tradicionales, los niños mayores
de 10 años se enfrentan con una moralidad social, el niño se encuentra con unas reglas un
orden que tiene que obedecerlas sin discutirlas, estas reglas tienen valor porque forman parte
integrante de la sociedad y el niño a través de las reglas trata aún de afirmar su propio Yo.
Desde los primeros juegos representativos el niño recurre a una regla embrionaria, la
concepción que el niño tiene del modelo es como la regla del juego. Esta es el instrumento de
la personalidad del niño.
Gracias a la educación se crea un ser completamente nuevo, el niño no es una tabla
rasa sobre la cual podemos inscribir cualquier cosa, no podemos llegar enteramente a él. En
varias investigaciones se ha comprobado que el niño de dos años tiene una necesidad de
orden que lo impulsa a volver a poner las cosas en su lugar, ya que le hace temer lo no
familiar. El juego nos ofrece repeticiones que son como un esbozo de orden, otros llegan a ser
verdaderas obsesiones y los ritmos son una repetición muy precoz amada por el niño y que
más tarde acompañará a muchas actividades escolares.
No es sorprendente que el juego de los niños mayores sea regido sin cesar por ese
gusto del ritmo y la repetición. Una de las manifestaciones más llamativas de la repetición se
encuentra en el dibujo infantil ya que el niño se dedica a dibujar constantemente objetos
semejantes unos al lado de otros. El jugar a contar sería otra de las manifestaciones
importantes que se dan en la infancia ya que el niño siente simpatía por los números. Según
Montessori, el orden es una necesidad que corresponden a una verdadera alegría de la vida.
Hay un geometrismo infantil tan notable como el aritmetismo. El niño del jardín de
infantes llega pronto a dibujar figuras geométricas con objetos que están a disposición de él
como por ejemplo con los monigotes.
El gusto de los ritmos, repeticiones, el aritmetismo y el geometrismo no son sino
manifestaciones especiales de la necesidad del orden que se volverá a encontrar igualmente
en el gusto del niño por las colecciones. Se podrían diferenciar dos nociones de orden, por una
parte un orden objetivo como el orden de los números, y por otra parte un orden subjetivo, el
que pone el niño para facilitar el juego en sus actos y pensamientos.
Todo juego de imitación contiene así reglas implícitas, pero esas reglas no están
desprevenidas aun del modelo concreto -la madre, la maestra.-, después aparecen las reglas
arbitrarias y es con estas reglas elementales que se precisa la noción de regla. Hay en el niño
de 5 a 7 años una multitud de juegos rápidamente inventados y rápidamente olvidados que
consisten en seguir tales reglas. Esos juegos parecen constituir una actividad menor puesto
que por lo común son completamente olvidados.
El niño inventa sin cesar juegos extremadamente simples como seguir límites del patio
para cruzarlos o de girar sobre sí mismo. Tal regla es impuesta desde dentro, para formularlas
el niño puede tener en cuenta muy bien la situación.
Los juegos de reglas son como un entreacto entre dos actos en los que interviene el
Mayor; aparecen muy pronto pero no se desarrollan verdaderamente hasta que no se declinan
las imitaciones de la vida del adulto, al final de los 5 a 8 años. A partir de aquí empieza una
época en la que el niño deja poco a poco el culto de los adultos para contentarse con el culto
de los grandes y a medida que la abstracción del grande toma más fuerza ceden el sitio a
juegos de otra clase, como son los juegos de competición y otros imitados de los juegos
tradicionales.
Más tarde la regla se convierte más o menos en algo social que imponen reglas
estrictas y estas reglas tradicionales provienen de la sociedad infantil.
Con respecto a las reglas hay que decir que existen dos clases muy diferentes: una es
la arbitraria que proviene del ser autónomo y la otra exterior que consagra la heteronomía del
ser.
El niño tiene mucho más conciencia de agrandarse obedeciendo a esa regla tradicional
que inventando reglas arbitrarias diferentes entre el juego verdadero en el que se juega de
verdad y las variantes que éste puede inventar ocasionalmente, para él sólo tiene valor las
reglas del juego verdadero.
Existen unos obstáculos o factores internos que retardan la constitución de un juego
disciplinado y el nacimiento de la sociedad infantil. Estos factores son:
a. La inestabilidad: se da cuando los niños participan en juegos con los grandes,
estos se aburren a menudo y buscan otra ocupación. Dejan el juego para ir a ver
otra cosa.
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Bertrand y la señora Cornet encuentran que la persistencia de un niño en un
juego va de un promedio de 10 minutos para los niños de 3 a 4 años, a 26 minutos
para los niños de 6 años. Bühler opina que para la misma edad llega a promedios
aplicables también a juegos particulares -de 24 a 48 minutos para los juegos de
construcción y de 15 a 78 minutos para los juegos de clasificación-. El número de
distracciones en el transcurso de un mismo juego pasaría de 12,4 de promedio
entre los 3 y 4 años a 6,4 entre 5 y 6 años.
La inestabilidad puede ser un gran obstáculo para la organización de un juego
de grupo donde cada uno debe tener un lugar determinado. El juego de conjunto
sólo puede progresar lentamente a medida que decrece la inestabilidad.
b. Incapacidad fisiológica de los niños para practicar juegos. No se puede comenzar
una actividad deportiva a cualquier edad, ya que no sería igual de satisfactorio,
también ocurre lo mismo con el sexo, las jóvenes son más precoces en dos años
por lo menos, pero los en los juegos de grupos fracasan por simples razones
fisiológicas.
c.
Egocentrismo: consiste en no poder considerar el mundo de otro modo que desde
un centro que es el Yo y en atenerse a una única perspectiva, la suya propia
desvinculando todas las demás. El egocentrismo reside en una incapacidad de
cumplir esos viajes de exploración imaginaria, en una incapacidad de cambiar de
puntos de vista, comporta una rigidez del pensamiento, una falta de ductilidad
intelectual.
El egoísmo puede a menudo originar el egocentrismo, pero no siempre ocurre
esto ya que le es útil al egoísta conocer el punto de vista del adversario. El
pensamiento naciente del niño sigue siendo por mucho tiempo incapaz de
apartarse de la perspectiva concreta y egocéntrica que es la del ser ignorante de la
representación.
La dificultad del pensamiento infantil de cambiar de perspectiva debe ser una
gran molestia para los juegos en los que hay que colaborar. Muchos juegos
infantiles exigen solidaridad; cuando los niños del jardín de infancia quieren hacer
una carrera, cada uno corre para sí mismo sin importarles los demás. Aunque no
se piensa que es necesario dar en el juego mucha importancia al egocentrismo se
equivocan porque en el juego es imprescindible colaborar con los demás ya que es
una vía de entrada para las relaciones sociales. Normalmente existe un conductor
en el juego que es el cabeza, el que guía a todos los demás, cuando existe este
conductor el niño es capaz de cooperar pasivamente ya que la activa aparece más
lentamente y no se desarrolla verdaderamente hasta la adolescencia.
d. Arrebato: Es una especie de comportamiento que se excita a sí mismo, toma una
fuerza singular durante la tercera infancia y se puede considerar como el resultado
de una energía movilizada por el acto mismo y que desborda dando a los
ademanes más rapidez, más violencia, más rigidez, etc..
El arrebato siempre suele ser torpe y sin mesura, desorganiza los juegos,
perturba su disposición y somete a los conductores a rudas pruebas. Para los
pequeños la marcha se convierte en corrida, el canto en grito y la disciplina en
anarquía. Ese arrebato se encuentra en los juegos solitarios de ciertos individuos
de edades comprendidas entre 7 a 10 años.
Estos factores pueden variar de niño a niño, como puede variar de edad en edad. Para
que el juego sea disciplinado es menester que el grupo sea limitado y que el juego practicado
sea uno de esos juegos tranquilos que impiden todos estos factores, en especial el arrebato.
Pero también existen otros factores que actúan desde el exterior como son el objeto, el
adulto y el grupo infantil. El objeto exterior es tan importante que nuestros actos son como
regidos por él. Este desempeña el papel de soporte para la imaginación, es un gancho del cual
se cuelgan los ensueños, por ejemplo un bastón puede ser un fusil, un caballo, una varita
mágica, etc.. En el género femenino son muy frecuentes sobre todo los juegos que tienden
hacia el trabajo como son las comiditas; pero poco a poco el jugador siente la necesidad de
una materia menos abstracta.
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La regla del juego nace espontáneamente de un gusto por el orden y del deseo de
afirmar la personalidad; ésta es un objeto de amor, todo el comportamiento lúdrico de los niños
lo proclama.
El papel del adulto parece bastante escaso en la disciplina del juego ya que en la edad
juvenil se acostumbra al niño a cierta cooperación, pero más tarde puede enseñarles algunas
reglas. Se puede comparar la regla estricta del juego con las reglas estrictas que el adulto da al
niño.
Después de los 10 años, el niño puede asimilar más o menos las reglas del juego a las
reglas de los adultos, imaginan que las reglas del juego provienen de los adultos y esto les
hace remontar su origen a los antiguos. Por tanto, hay que buscar en otra parte el factor
esencial en la disciplina del juego.
Los juegos tradicionales son a veces extremadamente estrictos y su disciplina tiende a
la rigidez de las reglas, rigidez que hace respetar la autoridad del grupo. Mientras que el juego
de un chico de 5 años es libre, el juego de un niño de 12 años está sometido a un gran número
de prescripciones rituales.
Hay juegos de niños que forman los llamados grupos infantiles que se prestan a mucha
iniciativa como "el del gavilán", son reglados y se complace en el formalismo. Los juegos de
niñas son reglados en los más pequeños pormenores, como son los juegos de cuerda y de
pelota donde el ritmo de la canción y las palabras tradicionales unen su influencia a la del
objeto.
Otros juegos estrictos son los juegos de manos ya que tienen que concentrarse para
llevar el compás de las manos y la canción. Pero los mejores testimonios son los juegos de
rondas y las ceremonias, las rondas valen por el simple comportamiento que consiste en girar
en círculo según un ritmo que da la canción.
D. ORIGEN DE LAS REGLAS DEL JUEGO:
Existen ciertos juegos infantiles que no son más que antiguos juegos abandonados por
los adultos, existe un gran número de juegos de niños que tienen por origen actividades más
nobles, religiosas o mágicas. Por ejemplo, el tambor tiene, en los primitivos, un papel religioso
y los creyentes atribuyen al sonido del tambor virtudes misteriosas; el trompo parece haber
tenido un papel mágico al igual que la cometa la cual tiene un papel mágico que representa el
alma y desempeña un importante papel en las fiestas; el sonajero tenía un papel misterioso
que los indios lo adoraban; en la gallina ciega, la gallina sería en su origen el diablo y el juego
se vincularía con las solemnidades paganas., etc.. Pero la pregunta que nos hacemos es cómo
los ritos adultos han podido llegar a ser simples juegos infantiles.
Para comprender el origen de las reglas del juego es necesario recurrir a la imitación
del adulto, en ella encontramos también esa atracción del Mayor que es el principio esencial de
la actividad infantil. Pero esa atracción del Mayor no impulsa solamente a imitar las ceremonias
más austeras. Todo lo que parece precioso al adulto parece tanto más precioso al niño.
Los juegos se pueden clasificar teniendo en cuenta la edad de los niños, en un primer
momento los juegos que aparecen provienen de un impulso como son los juegos funcionales, a
continuación aparecen los juegos inventados que testimonian una intervención de la
espontaneidad intelectual. Más tarde aparecen los juegos de imitación que provienen de otro,
pero el jugador ha elegido él mismo el objeto que hay que imitar y su imitación depende de la
visión que tiene de ese objeto. Por el contrario, el juego tradicional depende solamente del otro,
de aquel que ha aprendido como se juega.
Como
diferentes:
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•
•
•
hemos visto anteriormente, existen 4 tipos de juegos cuyas fuentes son muy
Juegos Funcionales.
Juegos Inventados.
Juegos de Imitación.
Juegos Tradicionales.
Todos ellos concurren a menudo en un mismo juego y es inevitable que se encuentre
en ciertos juegos una mezcla de elementos primitivos e inventados.
1) Juegos Funcionales: Es una necesidad interna de gastar energía por alguna vía, ya
sea pataleando, gritando, manipulando, etc. Estos juegos son simples ejercicios de
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una función que brota y no comportan de ninguna manera la conciencia de su
naturaleza. Dan origen a juegos en los que aparecen juntas la imitación y la
invención, y se puede considerar como juego de imitación el primer juego
representativo -el niño finge dormir-.
2) Juegos Inventados: Suelen aparecer en cada uno de los tipos de juegos que
existen por lo que no se puede considerar un juego aislados de los demás, suelen
ser espontáneos y de carácter interno. La invención está en primer plano en los
juegos de regla arbitraria. El niño puede usar esquemas ya utilizados y
procedimientos experimentados en otros juegos. No se inventa partiendo de la
nada, sino que casi siempre se aplica a un caso nuevo una regla ya conocida.
Si la invención aparece en la imitación, se diría que con mayor razón debe
aparecer en los juegos que no son regidos por un modelo y en los que la
imaginación es más libre.
3) Juegos de Imitación: Es un hecho bien conocido en la cual el niño tiende a imitar
extremadamente cualquier cosa -padres, sirvientas, maestras, etc.-. Más tarde todo
acontecimiento más o menos singular le dará la ocasión para un juego nuevo. Los
grandes acontecimientos nacionales suelen presentarse a imitaciones; así como
otras circunstancias accidentales pueden originar un juego de imitación, por
ejemplo el maestro habla del tren y el niño juega al tren eléctrico.
Pero éstas imitaciones no carecen a veces de realismo ya que todo está
tomado de la realidad, por ejemplo, la imitación del herrero copia el verdadero
herrero que se ve desde su patio. Estas imitaciones se hacen servil cuando se trata
de juegos que se inspiran en el trabajo -pesca, cocina, carpintería, etc.-, estas
tienden cada vez a aproximarse a sus modelos con los que terminaran por
identificarse más tarde.
Pero en ocasiones, el niño no puede reproducirlo todo ya que las
imperfecciones de su percepción y de su memoria traen como consecuencia la
imperfección de sus imitaciones. La simplicidad de muchos objetos que ilusionan al
niño proviene en primer lugar de la ignorancia de éste, pero la ignorancia no basta
para explicar la simplicidad de la estructura que se da al ser imitado, se debe a
menudo a que carece de medios de figuración. Aunque a veces no se preocupa
por perfeccionar su representación. Para que exista más veracidad en la copia es
necesario llegar al final de la infancia.
4) Juegos Tradicionales: En estos juegos normalmente existe una tensión más o
menos frecuente; cuando esa tensión es fuerte, las reglas son perfectamente
respetadas ya que toda infracción puede suscitar protesta. En cambio, cuando la
tensión se relaja, el respeto por la regla disminuye y se la puede dejar por una
regla nueva; pero esa regla no es tomada en serio y desaparece a menudo muy
rápidamente y al final siempre se vuelve a las reglas tradicionales.
Hay que reconocer que en el niño todos estos tipos de invención resultan
insuficientes y no saben descubrir un tema general partiendo de un pormenor,
necesita o ir al acaso, o tomar prestado en otra parte un tema que realiza o con el
cual trabaja. Le faltan las amplias vistas del verdadero creador.
Pero a veces, estos juegos aparecen por circunstancias accidentales -por
ejemplo, un niño ha traído a la escuela un trozo de ladrillo y otro niño lo empuja con
el pie, con esto surge el juego de la rayuela-. Las cancioncillas y las fórmulas de
contar pueden mezclarse por lo que es muy frecuente una invención por
contaminación.
Esta pobreza de la invención infantil nos va a ser confirmada por el estudio de
los juegos de una especie algo particular como son los juegos cómicos, los juegos
poéticos y las historias continuadas.
Lo cómico aparece por todas partes en el juego, sobre todo si la tensión lúdrica
se relaja. El juego de los grandes saben de antemano lo que hará reír, pero el
pequeño emplea más payasadas que algún día comprobó que hacían reír sin
comprender el por qué, esto aparece en los niños de tres o cuatro años.
La poesía en los niños no parece valiosa cuando los consejos de los adultos no
intervienen para guiarla. Cuando el niño quiere realmente hacer poesía copia al
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adulto, busca rimas y entonces se asiste muy a menudo al nacimiento de muchos
absurdos, pero a medida que el niño crezca se irá aumentando su conocimiento y
tendrá más posibilidades de hacer poesías. Por ejemplo, un estudio de las rimas
para contar haría resaltar los mismos rasgos de invención infantil.
Tanto la música infantil como las historias continuadas que son como la novela
del niño son muy débiles. Las historias que el niño trata de inventar son aquellas
que plagian el modelo de las que se le cuentan.
3. LOS JUEGOS, LAS EDADES Y LOS CARACTERES:
El juego puede asumir, además de los fines naturales como los preejercicios y afirmación
del Yo, fines artificiales, es decir, se pretende conocer y formar al niño desde diferentes puntos
de vista. Se puede procurar descubrir en cada niño el fondo personal y original que subsiste
durante toda la vida y que hace que cada uno de nosotros aparezca a los demás como una
individualidad cualitativamente distinta de las otras.
El estudio del juego puede hacer aportaciones mostrando cómo los intereses del niño
evolucionan de edad en edad y cómo las tendencias primitivas van diversificándose,
combinándose y complicándose. El juego origina muchas actividades superiores -arte, ciencia,
trabajo, etc.- y constituye el vestíbulo natural de esas actividades; se concibe entonces que se
haya podido buscar en el juego un medio de educación. También es necesario hacer ver hasta
qué punto el juego puede llevar al niño a las puertas de la vida social y hacerle conocer el
trabajo.
Es importante saber que no se puede considerar sólo el juego como la expresión de
tendencias ocultas, ya que el psicoanalista tiende a dirigirse preferentemente a juegos
representativos -dibujos, historias, títeres, etc.-. Pero es en este caso donde no se puede
interpretar esa representación simbólica de tendencias ocultas, así como una interpretación
psicoanalítica de toda imitación ya que el niño no representa únicamente los seres con los
cuales quisiera asimilarse y se correría el riesgo de caer en la arbitrariedad cuando se quiere
dar siempre una interpretación de este modo, por lo que se aconseja no buscar siempre un fin
oculto en actividades que se explican más fácilmente. Por ejemplo, cuando el niño se mete en
el papel de un carbonero, un árbol o una sopera, no se puede deducir nada de estas
representaciones ya que el niño está muy lejos de desear ser estos personajes.
Los fines aparentes son muy a menudo los únicos reales. El gusto por el orden y el deseo
de hacerse valer son la sencilla explicación de la mayoría de los juegos infantiles. Se olvida a
menudo que las tendencias ocultas, según los psicoanalistas, no aparecen sino en las
actividades mentales o motrices de débil tensión como el sueño; y si se recurre con tanta
frecuencia al juego, se debe a que se imagina que el juego es relativo al sueño, por lo que se
consideraría también al juego como una actividad de baja tensión.
El juego comporta en el niño una extremada seriedad, es considerado una actividad mayor
por la que se puede afirmar su Yo. El juego funcional expresa solamente el empuje interno de
las impulsiones primitivas. Los juegos de regla arbitraria son practicados con demasiada
seriedad para poder hacernos conocer otra cosa que la tenacidad y la voluntad del niño. En
cuanto a los juegos de proeza y juegos tradicionales tienen una significación bastante clara
para que no haga falta buscar más; el deseo de afirmarse, de conservar lo que ha asimilado
una vez, de detestar los cambios, de adquirir un formalismo rígido y la atracción del mayor se
manifiestan en ellos con suficiente violencia.
El juego depende de factores claros y el estudio del juego puede ilustrarnos sobre la
naturaleza y la intensidad de estos factores. En el juego el niño muestra su inteligencia, su
voluntad, su carácter dominador y su personalidad. Lo esencial es llegar a ponerse en lugar del
niño, es decir, tener "el sentido del niño"; si pudiéramos reencontrar nuestra juventud - amores,
odios, repugnancias y audacias - seríamos capaces de reintegrar la flexibilidad de la
mentalidad infantil y sabríamos leer esas confesiones que hacen los pequeños en sus juegos
en los patios de las escuelas.
Cuando se trata de juegos solitarios y no interviene la atracción de otros niños, la elección
de los juegos es a menudo significativa. Entre los pequeños nos encontramos soñadores que
se cuentan historias y practican juegos de ilusión, pero también nos encontramos con
naturalezas activas llevadas más hacia los triunfos que permiten los juegos de regla arbitraria.
En los juegos solitarios aparecen los juegos denominados de desorden en los que el niño
impone su sello sobre las cosas - cortando las flores de un prado, rompiendo baldosas, etc.- y
son evidentemente testimonio de una mentalidad inferior, para ellos es más fácil dejar una
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huella de sí mismo por el desorden que por la realización de un orden propio. Otra clase de
juegos es el arrebato, un signo precioso natural en los juegos de grupo, pero también hace su
aparición en estos juegos atestiguando un desequilibrio amenazador; hay juegos de arrebato
como juegos de desorden donde gritar lo más fuerte posible, correr hasta perder el aliento,
girar sobre sí mismo con toda rapidez, etc., es lo fundamental. Tales juegos, frecuentes en los
grupos, se consideran raros en el niño solitario.
Teniendo en cuenta los juegos que existen en la edad infantil, se le ha dado una gran
importancia a ciertas variables existentes:
A) COMPARACIÓN DE JUEGOS ENTRE AMBOS SEXOS:
Existen muchos autores que tratan sobre este tema -Terman, Foster, Hattwick, etc.-. y
la simple observación de los juegos con respecto a ambos sexos nos permite señalar
algunas particularidades:
- El juego de las niñas es generalmente mucho más disciplinado que el de los varones;
el arrebato existe, pero raramente. Cuando los varones adoptan los juegos de las
niñas, este juego cambia de caracteres.
- El grupo de las niñas no tiene una jerarquía tan clara como el de los varones, en este
se encuentra varias conductoras, en los varones siempre existe un líder.
- Los grupos de las grandes aceptan más fácilmente a las pequeñas en sus juegos,
muestran más benevolencia; en los varones no ocurre eso ya que consideran a los
pequeños un estorbo.
- Los juegos de las niñas son con frecuencia más tranquilos y hay juegos que exigen
inmovilidad. A veces, el recreo transcurre en simples conversaciones. Los varones se
desinteresan fácilmente por el juego, sobre todo los más pequeños.
- En el juego de las canciones, los grupos de niñas le dan mucha importancia y son más
delicadas y atentas; en los varones, a causa del arrebato, el canto se convierte
rápidamente en grito.
- Los juegos representativos, en las niñas, tienen más duración y les resultan más
atractivos que para los varones.
Jonckheere realizó un estudio en un jardín de infancias donde se observaba
perfectamente cuales eran los juegos favoritos de los niños y de las niñas. Según este
estudio, la señorita Farwell, maestra de niños del jardín de infantes, establece que en los
dos primeros años los niños de ambos sexos preferían materiales de construcción, pero
después de los cuatro años se observó claramente que los niños se decantaban por los
materiales de construcción, mientras que las niñas elegían materiales más adaptables y
más expresivos como la pintura o la pasta para modelar.
Se comprobó que los juegos preferidos por las niñas eran los más tranquilos -juegos
dramáticos-, mientras que los varones preferían los juegos de pelotas, juegos más activos.
Terman realizó una encuesta para determinar qué juegos eran más masculinos y
cuáles eran más femeninos, éste llegó a la conclusión de que casi todos los juegos que
implicaban una actividad violenta eran indiscutiblemente del lado masculino -marcha,
bicicleta, fútbol, lucha, máquinas, baseball, etc.-; mientras que los juegos más tranquilos
eran los de las niñas -muñeca, disfraces, cocina, escuela, danza, costura, etc.-. Después
de tantas investigaciones, Terman sugiere que las niñas muestran más sociabilidad, son
más introvertidas y poseen sentimientos de inferioridad que inhiben a menudo su
participación social.
Otros autores como Lehmann y Witty llegaron a la conclusión que los juegos
masculinos eran los más activos y vigorosos, aquellos que implican destreza, habilidad
muscular y competición, se consideraban juegos mucho más organizados. Por otra parte,
los juegos de las niñas se mostraban más conservadores, participaban más a menudo en
actividades sedentarias que implicaban una acción restringida. Foster encuentra que las
niñas muestran más interés por los juegos dramáticos que los niños.
Hattwick realizó un estudio sobre los comportamientos de los niños en los jardines de
infancia y concluyó diciendo que los varones son más a menudo a arrebatar juguetes, a
atacar a los otros o a rehusar compartir, mientras que las niñas son más dadas a
abstenerse de jugar y a entregarse fácilmente al juego.
Otras encuestas sobre niñas de la misma edad demuestran que los varones son más
dados que las niñas a molestar o a comportarse agresivamente, son más peleadoras, más
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combativista y con tendencia dominadora en sus juegos libres. Estos resultados se vuelven
a encontrar a través de toda la infancia y hasta en la adolescencia.
Otras características con relación al sexo, según varios autores, es que los celos están
más desarrollados en las niñas que en los varones y que sueñan más a menudo con los
miembros de su familia o con las personas amadas o detestadas. También participan más
en pequeños grupos de juegos que los varones.
B) COMPARACIÓN DE JUEGOS POR EDADES:
Con relación a esto se puede apreciar la evolución del juego a través del tiempo. En el
juego se pueden distinguir por lo menos cuatro aspectos genéticos:
- El juego incumbe a la sociología, concierne al origen de las reglas tradicionales.
- Las variaciones de los juegos practicados en cada etapa de la infancia: un infante
no juega igual que un niño de trece años.
- El ritmo de sucesión de los juegos a través de las partidas y preguntarse cómo los
juegos se suceden durante un recreo o durante un periodo limitado.
- Todo juego es la expresión de una o varias tendencias.
Es importante hablar algo de las variaciones de los juegos de edad en edad con el fin
de indagar por qué el niño juega y para estudiar la génesis progresiva de la sociedad infantil.
Para ello se recurre a los estudios realizados anteriormente por Jonckheere cuyos resultados
obtenidos por la señorita Farwell establece que el juego con los cubos aparece desde el
segundo año de vida, después se centran en el modelado y finalmente se fijan en el dibujo y la
pintura.
Existen un gran número de trabajos que se refieren al gusto por las colecciones que
varían de un sexo a otro; según Whitley, parece que los intereses de los varones son más
prácticos -bolitas, boletos, objetos, sellos, etc.- que el de las niñas, mientras los intereses de
éstas son más idealistas -trabajos escolares, fotografías, revistas, pinturas, etc.-.
Pero los intereses cambian con las edades, en los varones los objetos preferidos serían
las bolitas -entre los 7 a 9 años-, después entre los 11 a 13 años, predominan sobre los
varones los boletos; en las niñas, después de los 12 años, las colecciones cesan y los objetos
preferidos son las cartas.
Existen unos intereses lúdicos a través de la infancia, y según Terman, en el periodo de
6 a 17 años, se ha establecido para cada juego un índice de madurez; cuando el índice pasa
de 13, el interés por ese juego va creciendo a través de la infancia y el principio de la
adolescencia; si no, el interés va decreciendo. Algunos de esos índices son:
ÍNDICE
ARCO
TROMPO
BICICLETA
DANZA
ESCONDITE
NIÑOS
7
14
25
15
11
NIÑAS
13
16
18
14
7
ÍNDICE
FUTBOL
MUÑECAS
DISFRACES
AJEDREZ
NATACIÓN
NIÑOS
19
13
13
14
18
NIÑAS
16
1
5
17
17
Estos resultados permiten comparar la evolución de los intereses en ambos sexos y en
relación a las edades de cada uno, pero los resultados no son muy precisos ya que el número
de niños interrogados no es siempre suficiente y la intervención de la atracción del mayor
tiende a desplazar todos los intereses.
Los primeros juegos que aparecen en la infancia son juegos sin ninguna regla, estas
aparecen con las primeras imitaciones bajo una forma encubierta e inferior durante el segundo
año. Entre esos juegos no reglados de la primera infancia, los primeros son funcionales,
responden a movimientos espontáneos que el niño repite. Más tarde intervienen los juegos
hedonistas en los cuales el niño busca procurarse un placer, por ejemplo causando un ruido o
procurándose una sensación tactil. Los juegos con algo novedoso manifiestan en el niño
facultades que ignora el animal, de ahí proceden los juegos de exploración y de manipulación,
exploración de su cuerpo y del de otro, juegos con la arena, con los animales, etc. Pero estos
juegos no son más que esbozos del juego humano.
Los juegos de destrucción hay que relacionarlos con los juegos de desorden, por
ejemplo cortar con un bastón las hierbas de un prado es un comportamiento habitual y es un
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deseo de mostrar su habilidad, pero también se puede entender como el hecho de destruir ya
que produce una satisfacción inferior. Romper un objeto, lanzar piedras son comportamientos
ambiguos en los cuales, junto al deseo de mostrar su habilidad y la de satisfacción de triunfar
sobre el otro, se muestra simplemente un placer de destruir.
Estos juegos de destrucción representan a menudo el papel de desquites contra el
adulto. A veces el desquite no se ejerce contra el adulto sino contra otro niño ya que el niño
que acaba de ser reprendido por el adulto va a derrumbar el castillo de arena de otro niño.
Estos juegos pueden ser aproximados a ciertos juegos que molestan y que son
también desquites destructores. El deseo de molestar se expresa muy a menudo por la
búsqueda de un desorden que fastidie a otro. Por ejemplo, el niño trata de desordenar el juego
en el cual participa, rompe la fila, empuja a los demás, etc. Estos juegos no aparecen sino
raramente y cuando la tensión del juego es muy baja.
Junto a los juegos de desorden conviene situar ciertos juegos de arrebato como por
ejemplo empujar lo más posible, gritar lo más fuertemente que pueda, etc. Estos juegos que
podrían llamarse juegos de autoafirmación inferior responden a un estado de espíritu inferior
que reaparecerá a veces en el adulto y en ciertas bromas de gusto dudoso. El desorden y el
arrebato pueden constituir una afirmación de sí mismo.
Con la regla, esta afirmación de sí mismo adquiere un carácter completamente distinto.
Se pueden diferenciar entre los primeros juegos reglados, los juegos de imitación o los de
construcción.
Los juegos de imitación aparecen desde el segundo año, se vinculan en primer lugar al
medio familiar o más ampliamente al medio social inmediato. Ejemplos de este juego son los
de jugar a madre e hija, a ser la maestra, etc. Son los juegos favoritos de los niños de 2 a 4
años. Más tarde las imitaciones reaparecerán pero con otro carácter, los modelos imitados por
los varones de 7 a 8 años ya no son en general modelos humanos, juegan a hacerse los osos,
lobos, conejo, tren, auto, motor. Un poco más tarde, esos juegos de imitación ocasionan una
organización del grupo, se imitan escenas y ya no seres individuales, juegan a la trilla, a la
caravana, etc..
Los juegos de construcción comienzan muy temprano, casi tan temprano como las
primeras imitaciones. Se sabe que atractivo tienen los cubos para los niños de 2 a 4 años. La
realización del esquema de estos juegos no es un esquema concreto sacado de conocimientos
familiares sino abstracto.
Los juegos de regla arbitraria que se desarrollan hacia final de la edad preescolar y
principios de la edad escolar, conservan de los juegos de imitación y de los de construcción la
noción de una regla. El niño puede crear reglas nuevas.
Con la tercera infancia, desde los 7 años aparecen los juegos sociales; los juegos
figurativos y los de regla arbitraria pueden ser utilizados ya por un grupo. En los varones se
observan los juegos de proeza, aunque todavía son pocos capaces de organizar un juego, los
pequeños constituyen lo más a menudo una sociedad segmentaria. Cuando llegan a una
organización rudimentaria, se convierten en juegos de competición y anuncian los deportes
individuales.
En las niñas esos juegos de proeza tienen menos importancia ya que estas se
organizan más fácilmente, también tienen un lugar importante los juegos de imitación colectiva
y los juegos tradicionales.
Desde los 10 años aproximadamente, se desarrollan los juegos de grupo organizado,
los juegos tradicionales. Los juegos de proeza originan los juegos tradicionales de competición
cooperativa como el de las cuatro esquinas, la rayuela, etc..
En estos juegos se podrían distinguir aún aquellos juegos en que cada uno juega por
cuenta propia -rayuela y cuatro esquinas- y los juegos más difíciles que importan equipos y
anuncian los deportes colectivos como el juego de policías y ladrones.
Los juegos de imitación originan juegos tradicionales como las ceremonias de las
niñitas, en las cuales se juega a algún gran acontecimiento como pueden ser un casamiento,
batalla, etc. Se encuentran también, aunque más raramente, en los varones.
Las danzas no comportan ninguna imitación, suelen aparecer en las niñas desde el
principio de la tercera infancia, si no desde el jardín de infancia como es el juego de la sillita de
oro.
C) SUCESIÓN DE LOS JUEGOS EN CADA EDAD:
Un factor relevante con respecto a los juegos es saber cuál es la duración media de un
juego en cada edad. Se ha comprobado que las duraciones demasiado cortas son signos de
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inestabilidad excesiva del carácter, mientras que las duraciones demasiado largas aparecen a
menudo en los niños deficientes.
No se tiene ninguna estimación de la duración media de un juego más allá del jardín de
infantes, pero es sabido que esa duración va creciendo y que los niños de 10 años pueden a
veces pasar un recreo de una hora en la misma actividad lúdrica, lo que es común en niños de
12 a 13 años.
A veces un juego reaparece varias veces, en varios periodos durante el año escolar;
los niños tienen la tendencia a atenerse a un juego preferido, pero se cansan de ese juego al
cabo de algunos días y tratan de reemplazarlo por otro.
Los periodos de juego no aparecen más claros en los varones, mientras que en las
niñas los periodos son más dispersos, más flojos y más cortos, como si las niñas se cansaran
más rápidamente.
Pero existe un problema en la repartición de los juegos a través del año, se cree que
cada juego tiene su periodo preferido puesto que el clima favorece la localización de ciertos
juegos; el estudio de estos juegos nos permite captar así la sucesión de los intereses infantiles
y se puede establecer series de juegos, cada serie permite seguir la evolución de una
tendencia particular y ver cómo está, cómo se combinan con otras, cómo se originan formas
más complejas y más precisas. Al mismo tiempo se puede, para cada edad, establecer familias
de juegos que resulten de la intervención nueva de una tendencia que aparece en formas
lúdricas anteriores.
Toda tendencia que no da origen a juegos más que en ciertos países o ciertas épocas,
no puede ser primitiva. Se podría enumerar estas tendencias, enumerando los juegos
universales. Es difícil precisar con certeza la manera de cómo nace y evoluciona cada una de
las tendencias en el juego o actividad lúdrica.
La evolución éstas a través de las actividades lúdricas es orientada, el juego no se
basta a sí mismo, tiende hacia actividades más elevadas que prepara formando y
desarrollando las tendencias fundamentales. Sin el juego no podrían nacer las actividades.
Se ha realizado un estudio donde se demuestra que los niños particularmente dotados
no son de ninguna manera niños cuyas facultades son dirigidas más rápidamente hacia las
actividades adultas, son niños que reemplazan el juego por el trabajo rápidamente. Terman
realizó una investigación sobre niños superdotados y comprobó que si se marca con 100 el
conocimiento medio que los niños tienen de los juegos, el conocimiento medio de los niños
superdotados alcanza un 136, es decir, un niño superdotado de 10 años tiene el mismo
conocimiento de los juegos que un niño de 13 años. "Los superdotados se inclinan a preferir
compañeros de juegos mayores que ellos y prefieren en general los juegos practicados por los
niños mayores".
Es importante saber que el juego origina o da paso a varias actividades como pueden
ser actividades deportivas, artísticas, etc..
El juego es considerado una prueba que no comporta ninguna ejercitación, el niño que
juega puede preparar de hecho sus músculos para tareas futuras. En cambio, el deporte es
esencialmente una preparación, pero por si mismo no tiene ningún fin. Hacer deporte equivale
a prepararse un excelente instrumento de trabajo para el porvenir en un cuerpo flexible y fuerte.
Las danzas, los juegos modelados, de dibujo, los juegos con tierra, juegos con el
cuchillo son llevados a actividades artísticas; sabemos que entre la actitud lúdrica y la actitud
estética la diferencia es a veces bastante escasa. Se hace poesía primero por el juego, sólo
después se hace por oficio; y en el arte queda siempre una parte de juego.
El arte requiere una técnica y adiestramiento, el artista deja una obra duradera,
mientras que el juego no deja ninguna; el niño no puede hacer obras que duren porque
trabajan únicamente para sí y por tanto opera fuera de la sociedad adulta.
Como vemos aquí, la especie humana ha pasado de la actividad lúdrica a la actividad
estética. La infancia descubre por sí misma la danza colectiva y a veces se puede comprobar
que tales danzas existen en los pequeños de jardín de infancia. La religión se encuentra en el
juego colectivo ya que las reglas del juego vienen de los antepasados, de los antiguos como
los ritos religiosos y los mágicos.
El juego linda a la vez con la mitología primitiva y con el sueño, pero en el medio
infantil, estos ensueños no pueden prolongarse porque son nacidos en un grupo de niños
limitados y desaparecen cuando esos niños llegan a la edad adulta. El juego se vuelve hacia el
Yo en lugar de dirigirse hacia el objeto como lo hace la ciencia. Los juegos que se llaman a
veces de experimentación no deben engañarnos ya que lo que el niño busca en ellos no es
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tanto una verdad como un triunfo personal. La curiosidad que manifiesta el juego es una
curiosidad de sí mismo, el niño no llega sino muy lentamente a la búsqueda objetiva.
Existen investigaciones científicas inspiradas en juegos de niños desde hace mucho
tiempo, por ejemplo, la cometa ha inspirado a los aviadores, que en un principio se consideraba
un deporte; el juego llevó a inventar la bicicleta, etc.
Para concluir podemos decir que el arte, la religión, el deporte y la ciencia tienen un
origen en común: el Juego. Por el juego comienza el pensamiento propiamente humano,
comienza a crearse ya no como actividades prácticas o funcionales sino como actividades
gratuitas y teóricas. En el juego contemplamos, proyectamos y construimos y así se va
desarrollando la personalidad del niño. Contribuye a desarrollar el espíritu constructivo, la
imaginación y hasta la facultad de sistematizar como en los juegos de damas o los de
matemáticas.
BIBLIOGRAFÍA:
• CHATEAU, J. (1958): Psicología de los juegos infantiles. Ed. Kapelusz, Buenos Aires.
Argentina.
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