Cornvcopia
[Antología poética]
Cornvcopia
[Antología poética]
Cuerno de la abundancia:
Flores de hoy
Fotografía:
Gerardo Ballesteros
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Pedro J. Plaza
Naufragué en las aguas del mundo, bajo el sol meridional de Málaga, el 4 de abril de 1996, y era aquel día,
curiosamente, Jueves Santo. Tal vez por eso he pasado buena parte de mi vida buscando a Dios —entre
la niebla—, a quien todavía, esquivo e inasible, no he
logrado encontrar en mi eterno vagar. Mi infancia,
escasa, transcurrió en la villa de Alhaurín el Grande.
Luego, a causa del violento divorcio de mis padres, me
mudé, pedazo a pedazo, al pueblo vecino —y sano rival, claro—, Alhaurín de la Torre, y desde entonces
he vencido las estaciones yendo y viniendo de uno a
otro municipio, de una a otra realidad, de uno a otro
corazón. Cuánto habré perdido en el camino…
Empecé a escribir, movido melancólicamente
por los males de amor, allá en mi adolescencia, y ya
nunca pude dejar de hacerlo, de soñarlo: me convertí
en poeta del amor, sembrado siempre de contradicciones. Publiqué, en aquel tiempo joven, algunos artículos y poemas en la revista La Fontana; atendí al
magisterio de Santiago Rueda y de Juan Cuadra; y,
además, obtuve algún que otro premio a nivel local y
provincial mientras estudiaba y crecía en el I.E.S. Gerald Brenan.
La vida me permitió, más tarde, estudiar Filología Hispánica en la Universidad de Málaga, aprender a debatir de la mano de Jesús Baena Criado y,
asimismo, realizar un par de másteres —de cuyos
nombres no preciso acordarme— para completar mi
formación, la cual se ha desarrollado bajo el cálido pu227
pilaje filológico de José Lara Garrido y Belén Molina
Huete. También me concedieron, en algún momento,
un inesperado accésit al V Premio Cero de Poesía de
«Los Lunes del Pimpi», por el poema «We Will Meet
Again», el cual se publica por primera vez aquí, en
esta hermosa y única antología; y resulté ganador del
III Premio Alborán de Microrrelato, organizado por la
asociación cultural Amigos de la Barca de Jábega, con
una composición titulada «Viento cruzado», la cual se
acabaría publicando, a la postre, en el número 43 de
los Cuadernos del Rebalaje.
En 2017 tuve la fortuna y el atrevimiento de publicar, junto a mi profesor y amigo Giovanni Caprara,
la traducción de los Cantos suspendidos entre la tierra y
el cielo, obra del gran poeta italiano Silvestro Neri. Esta
fue acogida, con cariño, por la malagueña Editorial
Independiente en una bella edición bilingüe. Gracias
a la invitación y a la amistad inestimable de Silvestro
Neri y Lorenzo Cittadini, en 2018 publiqué, rodeado
de dos de mis poetas favoritos y dos de mis mejores
amigos, Alberto Escabias y Jesús Baena, dos poemas
en el primer volumen de los Quaderni Mediterranei:
«Las Ínsulas Baratarias» y «El héroe derrotado». He
prologado, hace poco, Alas vividas (Editorial Independiente, 2019), poemario emocionante y sincero de Alberto Escabias Ampuero.
De otra parte, a mi cuidado quedó la edición
de algunos de los libros de poesía de mi maestro, José
Lara Garrido, por ejemplo, Cancionero del amor fruitivo
(Cancioneros Castellanos, 2018) o Baraja de complementarios (Cancioneros Castellanos, 2019); y la edición de
Desde el Sur te lo digo (Rafael Inglada Ediciones, 2019),
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joya artesanal que reúne todos los poemas que Antonio Gala ha dedicado a Málaga, para Málaga, desde
Málaga. A este autor tan querido y a su lírica tan íntima consagro, actualmente, mi incipiente tesis doctoral, que se titula Tradición y modernidad en la poesía de
Antonio Gala: Exégesis y relección desde su obra total.
Por último, pienso, honestamente, que lo mejor que puedo decir sobre mí mismo es que soy parte
del equipo de Cornvcopia, junto a Jesús Baena, Beatriz
Domingues y, recientemente, James Smith. Participar
en esta aventura y conocer, humana y profesionalmente, a los compañeros y ahora amigos de El Toro
Celeste —Rafael Ballesteros, Juan Ceyles y Gerardo
Ballesteros— ha sido, sin duda, un regalo inmerecido de valor incalculable. Al igual que Walt Whitman,
propugno que no hay que dejar de creer que las palabras y la poesía sí pueden cambiar el mundo, y por
esa causa, adentrándome en las ficciones para transformar la realidad, lucho.
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PECES DE COLORES
«Éramos como extraños
que se conocían muy bien»
Big Fish
Te contaré una y mil veces las cosas,
respiraré en silencio tus historias
de antaño. Beberé de tus memorias,
secaré tus miradas hoy llorosas
al fuego del amor que tú rebosas.
Sumergiré tus risas transitorias
y tu cautiva fe en amatorias
imágenes de cirios y de rosas
en las que yo jamás podré creer,
burbuja sin milagros. Y aunque todo
lo olvides, besa el agua de tu ser,
que siempre, en mi mar, yo recordaré
que no nos hace peces nuestro modo
de olvidar. Crece; crece y te querré,
pez de color, pez grande, pez de miel.
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RECUERDO UNOS OJOS
Por y para Francisco
Recuerdo unos ojos,
y cómo duele recordarlos.
Recuerdo unos ojos marrones,
melados, infantiles, profundos.
Recuerdo su luz aterciopelada,
y recuerdo la sombra suave
de su sueño cada noche.
Recuerdo unos ojos durmiendo
en la habitación de al lado,
cuando la vida era posible,
cuando vivíamos juntos.
Recuerdo unos ojos fraternos,
y cuánto, cómo los extraño.
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JUEGOS DE SOLEÁ
I
Él, de entre sus soledades,
surgió. Y ella, Soledad,
sesgó sus solos pesares.
II
Ser solía un solitario
soldado sudando sol.
Sí, su savia lo ha salvado.
III
Soledad, si tu soleá
susurra —sopla en el aire—,
sola la mía se va.
IV
Si tu sola faz solaz
asoma, serpea —¡sueña!—
mi sangre su oscuridad.
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V
La sorpresa con solera
de reír a diario sonrisas
de ser, de miel y de seda.
VI
Si eres, como soy, un alma
soltera, sal del secreto:
siente, sana, besa, abraza.
VII
Un crisol de sentimientos
sale, sube, absorbe, siempre
fluye de fuera hacia dentro.
VIII
Con un solsticio de sal,
de sol, vaciaré cualquier
mar, el mar, la mar, tu mar.
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IX
¿Será esa? Sea la salida:
saltar solos, pero juntos,
en silencio, hacia arriba.
X
Tu solecismo: ¿sintaxis
sencilla y sensacional
al corazón con psoriasis?
XI
Suena la sal, suena el son,
suena en el suelo sombreado
nuestra sólida canción.
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VÍAS DE BUEN AMOR
Porque sabes de Dios, de su forma secreta;
porque atrapas recuerdos nuestros en tu libreta.
Porque eres mi milagro, en esperanza neta;
porque eres el camino y la victoriosa meta.
Porque te sacrificas, por entero, en tus besos;
porque nos conmocionas, ya no entramos ilesos.
Porque siempre me calas, cicatrizas mis huesos;
porque avanzo contigo contra los retrocesos.
Porque eres, en silencio, mi Soledad sonora;
porque eres una herida desde dentro indolora.
Porque antes fuiste tú, serás luego, eres ahora:
hoy mi cuerpo tu cuerpo abraza y atesora.
Por eso, amor; amor, por eso, yo te quiero,
y comulgo en tus labios de ínsula y de velero.
Por eso, amor; amor, por eso, yo te espero
en movimiento suave rumbo a nuestro sendero.
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HAINETO INTERESTELAR.
LAS PREGUNTAS NO FORMULADAS
TAMBIÉN NECESITAN RESPUESTAS
Te beso arriba,
se estremece una estrella;
o la luz de ella.
Su fugitiva
señal, que vino, que iba,
que viene, que ya
vendrá, nos sella
en mi retina. Activa
la azul secuencia:
es hoy el lugar
y fue aquí el momento
de mi existencia,
don secular.
Alzo tu mano, intento
traerlos, por turno,
los mil —sin par—
anillos de Saturno.
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WE WILL MEET AGAIN
A Jesús Baena Criado,
hipocentro de este terremoto poético;
a Alberto Escabias Ampuero,
epicentro de mi fenómeno artístico
Hoy me he levantado especialmente poético
o, lo que es lo mismo, especialmente idiota.
He abandonado entre las sábanas la métrica
y la rima, no me parecen necesarias, no,
ni adecuadas ni cómodas: nada. Nada.
También he olvidado el amor y mis amores
en una esquina; de verdad, ya no quiero
querer ni que me quieran. Sin embargo,
nadie se confunda, aún creo en los «para siempre».
Los amigos van y vienen mientras la amistad
siempre se queda, permanece. Con el amor
tres cuartos de lo distinto: los amantes mueren
en tanto que el amor persiste por siempre jamás
pues, como decía aquel genio melenudo,
«podrá no haber poetas pero siempre
habrá poesía». Siempre. La amistad, el amor,
la poesía: los eternos retornos. Lo eterno.
Me gusta pensar que si algún día lejano
(quizá no tan día, quizá no tan lejano)
no tengo donde morirme alguien vendrá
y tendré donde morirme: mis amigos,
mis amigas, ellos me llevarán de regreso a casa.
Go home, porque casa es aquel lugar
en el que sentimos sentirnos libres de todo,
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incluso de nosotros mismos, aquel lugar
en el que el corazón sí es al fin corazón.
Asimismo, aunque camine roto, derruido,
siempre habrá una mirada en la distancia
con la que cruzarse cómplice en los pasillos;
una falda esperada más corta de lo esperado;
un té o un café, una canción, una película,
un libro; puede que un culo respingón y bonito.
Por eso, cada vez que hagas el amor y el amor
te haga será la primera vez, será la última:
el final siempre vuelve para acabar en el principio.
Siempre. Y sigue. Y sigo. La libertad es algo
propio de la persona, no se da, no se quita;
es un regalo de cuanto somos, seremos, fuimos.
La libertad es estar donde quieras, cuando quieras,
con quien quieras; por ello estoy aquí, ahora,
contigo. Tal vez nadie conozca al hombre que soy,
tal vez solo conozcan al hombre que quiero ser.
En ocasiones me echo de menos por perderme
de más y me busco con el acostumbrado miedo
de encontrarme y descubrirme y recordarme:
mi peor recuerdo es mi mejor olvido. Siempre.
Besos a mí, versos a mí. La poesía nació ayer,
vivió hoy para morir y mañana habrá resucitado
como siempre. Siempre… Las letras me persiguen,
la poesía no es métrica, no es rima, no es ritmo.
La poesía sin ser nada ya lo es todo, todo,
porque la poesía es una manera muy concreta
de ver y entender el mundo, de ser y estar
en él, de sentirlo. Y lo pienso y lo digo
y lo muerdo y lo escribo y lo peleo y lo grito.
La amistad, el amor, la poesía; en efecto,
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todo es un juego sin ganadores ni perdedores
pero sí con ganados pero sí con perdidos.
Que el tiempo perdido sea ganado, temps gagné.
Al fin y al cabo lo verdaderamente importante
es participar, llevarse una rodilla despellejada,
un codo hinchado o un corazón partido
que enseñar al mundo tras el feroz combate.
Así es que esperaré, esperaré como siempre
y cuando vuelvan yo ya habré vuelto
porque nunca me habré ido. Y otro silbato
dará comienzo al juego y jugaremos como críos.
Y yo estaré allí, solo, conmigo.
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