BRENTANO Y NATORP
(“Intentionalität” y “Bewusstheit”)
Mario Ariel González Porta
PUC-SP
Abstract
In this paper we intend to compare Natorp’s and Brentano’s subjectivity theories. As a result, this comparison will bring out an absolute incompatibility between them, which must be established starting from their very basic concepts, i.e. intentionality and
(Bewusstheit), which differently from what one tends to think, are neither equivalent nor parallel. On the contrary, they relate to irreconcilable concepts of subjectivity, especially in the way each of them presents itself in relation to the notion of consciousness and the modern Cartesian tradition.
Resumen
En este trabajo nos proponemos comparar las teorías de la subjetividad de Natorp y Brentano. Resultado de ésta comparación será evidenciar una absoluta incompatibilidad entre ambas, incompatibilidad que debe ser fijada a partir de sus propios conceptos básicos, a saber, intencionalidad y conciencialidad (Bewusstheit), los cuales, contra lo que podría pensarse, no son ni equivalentes ni paralelos, sino que responden a concepciones irreconciliables, principalmente, en el modo en que cada una de ellas se sitúa con respecto a la noción de conciencia y a la tradición cartesiana moderna.
1. INTRODUCCIÓN
El tema
Si, por un lado, la relación Husserl-Natorp ha sido profusamente estudiada, no existe una única monografía que investigue la relación Natorp-Brentano, aún cuando, es claro que la segunda está en la base de la primera y constituye el presupuesto de su adecuada comprensión. Es con el análisis de un aspecto central de la misma que habrán de ocuparse las líneas que siguen.
Mas, si entre Husserl y Natorp existe una polémica expresa, nada similar acontece en el caso de Natorp y Brentano; en ningún momento Natorp critica a Brentano, ni viceversa. Por el motivo anterior, el análisis propuesto no puede efectuarse sobre la forma de una exégesis comparativa sino que debe asumir el carácter de una reconstrucción sistemática. Ésta habrá de focalizarse sobre una base textual limitada: en el caso de Natorp, nos concentraremos en su “Einleitung in die Psychologie” (1888); en el caso de Brentano, en la primera edición de su “Psychologie vom empirischen Standpunkt” (1874)
Referencias a otros textos pueden surgir como oportunas por motivos ocasionales, pero no constituyen el eje de nuestra estrategia argumentativa. Las citaciones de AP tienen un sentido puramente complementar.. Los textos mencionados contienen en su forma más pura aquello que es relevante a los efectos de la comparación propuesta; con posterioridad a la fecha mencionada, Natorp comienza a preocuparse casi exclusivamente con la forma que las ideas brentanianas adquieren en la interpretación de Husserl y, en menor medida, en otros discípulos de Brentano (Twardowski, Kerry, Stumpf, Höfler, etc..)
Fuera de Herbart, que es citado numerosas veces, ningún otro psicólogo del siglo XIX es mencionado en EPs. Como representante de la “moderna psicología” se cita en AP Theodor Lipps (a partir del problema de la distinción Akt-Inhalt (AP,275)), a quien Natorp ya había dedicado una reseña; especial atención le merecerá tambien Vockelt, a quien dedicará una otra reseña. En EPs Natorp no menciona a Brentano. En AP lo menciona en dos ocasiones poco relevantes (AP,274 y 286). En la misma obra, Stumpf es citado una vez (AP,300) y Meinong otra (AP,294), siempre de modo circunstancial. Con Twardowski y Kerry se ocupa por extenso en una revisión bibliográfica. .
Si no existe en Natorp una discusión del texto brentaniano, sí es expresa su crítica de la Aktpsychologie. Dicha critica, obviamente, ofrece material de relevancia para nuestro tema. No obstante, importa no pasar por alto el uso lícito que cabe hacer del mismo. Brentano es una figura decisiva de la Aktpsychologie; es erróneo, no obstante, identificar la misma con su persona o su escuela
Véase por ej. el artículo Aktpsychologie en el diccionario de Ritter (Historisches Wörterbuch der Philosophie. Basel-Stuttgart, 1971ss.).. La Aktpsychologie es una tendencia sumamente extendida a fines del siglo XIX y no todos sus defensores pueden ser considerados “brentanianos”. Cuando Natorp la critica, en ningún momento se dirige específicamente a Brentano y sus discípulos o los toma como albo central, sino que se dirige a la Aktpsychologie en general. Las únicas referencias explícitas son Vockelt y Lipps. Por lo que acabamos de decir, tenemos que separar aquello que es pertinente respecto de la relación específica Natorp – Brentano, de aquello que vale para la Aktpsychologie en general (o para alguna de sus variadas formas particulares no - brentanianas).
1.2. Similitudes y diferencias
1.2.1. Similitudes
En el análisis que sigue habremos de atender en forma primaria a las diferencias entre las posiciones de Natorp y Brentano. Por tal motivo, conviene fijar el marco general común sobre el trasfondo del cual las diferencias consideradas deben ser entendidas.
Natorp y Brentano se proponen efectuar una fundamentación epistemológica de la psicología como ciencia que, en particular, asegure la autonomía de ésta disciplina. A tales efectos, ambos procuran establecer un objeto y un método propios para la misma, siendo que el método habrá de fundarse en el objeto. Dado que finalidad básica de la psicología es tematizar el sujeto en su subjetividad, se sigue de esto una exigencia mínima que deben cumplir método y objeto. Tanto Natorp cuanto Brentano son “antiobjetivistas” y participan de un amplio movimiento que se opone a toda reducción de la psicología a la ciencia natural
Natorp se constituye en uno de los más duros críticos del abordaje “objetivista” de la conciencia, denunciándolo en múltiples formas y anticipando así temas y tesis que después serán leitmotivs en la obra de Husserl (por ej. la dificultad de revertir la tendencia original de la conciencia hacia la objetivación).. El antiobjetivismo de uno y otro, no obstante, diverge en un punto: la posición inicial de Brentano asume un compromiso con el naturalismo, que Natorp, de principio, rechaza
En la 1ª. edición de la PES se trata, en última instancia, de responder a la crítica comtiana respecto de la cientificidad de la psicología introspeccionista manteniendo, no obstante, la validad del concepto positivista de ciencia..
1.2.3. Diferencias
Las similitudes enunciadas son sólo un aspecto de la relación Natorp-Brentano y no pueden situarse correctamente sino en el marco de divergencias irreconciliables. Éstas a) se originan en el propio sentido del proyecto que se proponen (y no meramente en su ejecución) y se manifiestan b) tanto en el análisis de la subjetividad resultante de esos diversos propósitos, c) cuanto en la fijación del objeto y del método de la psicología.
Dejamos para un próximo texto el examen de los puntos a) y c) para limitarnos al b), y a éste, con una importante salvedad. Nos concentraremos en el análisis del sujeto y compararemos ambas concepciones por sí, dejando de lado el esclarecimiento del status metodológico de las mismas, así como su significado para la fundamentación epistemológica de la psicología
El punto de partida del pensamiento natorpiano acerca de la psicología es la descripción pura de las estructuras fundamentales de la conciencia (llamada en AP “fenomenología”). La legitimidad metódica y el significado sistemático de este primer paso es cualquier otra cosa que convincente (sobre todo si se tienen en cuenta los presupuestos del “método trascendental” y el camino que habremos de recorrer posteriormente (o sea, el proceder “reconstructivo”). En Brentano, por el contrario, es claramente establecido, desde un comienzo, el status y función de la “psicología descriptiva” (aún cuando en éste punto su pensamiento experimente mudanzas significativas posteriormente)..
Existen dos diferencias fundamentales entre Brentano y Natorp referentes al modo en que se conceptualiza la subjetividad. En este texto nos ocuparemos con una de ellas
La otra es la afirmación o negación de un auto-conocimiento intuitivo originario del “sujeto”. Por razones de espacio desenvolvemos este tema en otro artículo de próxima aparición.: la relación básica que define el psiquismo en Natorp y Brentano, a saber, la conciencialidad (Bewusstheit) en el primero, la intencionalidad en el segundo.
2. LA TEORÍA DE LA SUBJETIVIDAD EN BRENTANO: LA
NOCIÓN DE FENÓMENO PSÍQUICO
Existen dos tipos irreductibles de fenómenos: psíquicos y físicos. Objeto de la psicología son los primeros, los cuales se definen por las siguientes propiedades (PES,I,136-137).
1. Todos los fenómenos psíquicos (y sólo ellos) contienen en sí algo “como objeto”, o sea, poseen un contenido (Inhalt
En lo que sigue, el término “Inhalt” será siempre empleado como abreviatura de “Bewusstseinsinhalt”. En la época, él también es usado como abreviatura de “Satzinhalt”.) u objeto “intencional” (PES,I,124-125). No hay fenómenos psíquicos no-intencionales, ni fenómenos físicos intencionales.
2. “Fenómenos” son actos o contenidos de actos, siendo que los primeros son siempre psíquicos, los segundos, siempre físicos (PES,I,111).
3. Los términos “contenido” y “objeto” (Gegenstand) son usados como sinónimos.
4. “Intencional” es una cualidad del objeto del acto y solo por derivación de la relación entre ambos.
5. “Intencional” no es sin más sinónimo de “conciente”.
6. Existe una diferencia ontológica (fenomenológicamente constatable) entre acto (Akt) y contenido (es posible distinguir entre el ver el azul y el azul visto).
7. Existen tres tipos de actos, cada uno de los cuales posee su contenido en forma diferente: representación (Vorstellung), juicio (Urteil) y voluntad-afecto (Wille, Lieben-Hassen)
8. Fenómenos psíquicos son representaciones o se fundan en representaciones; fenómenos físicos son lo representado (PES,I,111-112).
9. Si existen dos tipos de fenómenos, existe un único tipo de contenido, el fenómeno físico.
10. Sólo fenómenos psíquicos, o sea, actos, son reales; fenómenos físicos no (PES,I,14,28-29,130).
11. Si todo fenómeno, en cuanto fenómeno, se muestra, no todo fenómeno se muestra de la misma manera. Existen dos formas originarias e irreductibles en que son dados fenómenos físicos y psíquicos y que es momento esencial de la diferencia entre ambos. Fenómenos físicos son dados en la percepción externa, fenómenos psíquicos en la interna. De lo anterior se sigue: hay algo que es dado y, no obstante, no es dado como contenido.
12. Todo fenómeno psíquico se refiere, primariamente, a un objeto y, secundariamente, a sí mismo; de la primera referencia resulta la percepción externa, de la segunda, la interna (PES,I,141ss.: II,138-140).
3. LA TEORÍA DE LA SUBJETIVIDAD EN NATORP: LA NOCIÓN
DE “HECHO DE LA CONCIENCIA” Y SUS ELEMENTOS
Natorp parte del “hecho de la conciencia” (“Tatsache des Bewusstseins”) (EPs,11). La conciencia es considerada como una totalidad en la cual se distinguen tres elementos: el yo puro (reines ich), el contenido (Inhalt) y la relación del “ser-conciente” o “conciencialidad” (Bewusstheit) (AP,24-27; EPs,11ss.; PhP,55ss.).
3.1. El yo puro (reines ich)
1. Natorp distingue el yo puro (reines ich) del yo concreto o individual (konkretes Ich)
En EPs Natorp no establece explícitamente la distinción entre yo puro y empírico. Que la misma, no obstante, estaba presupuesta, puede inferirse de su réplica a la crítica de Vockelt (Vorfrage,582). . En el presente contexto (análisis de los elementos constitutivos del “hecho de la conciencia”) lo que cuenta es el “yo puro”. Este punto no debe ser pasado por alto: Natorp no afirma como necesario al hecho de la conciencia solo la existencia de un “yo”, sino de un “yo puro”. La pregunta inevitable es si la descripción del “hecho de la conciencia” exige este “yo puro” y si no sería suficiente, a todos los efectos, un yo empírico.
2. El yo no es una sustancia o algo en-sí auto subsistente (AP,26; PhP,55).
3. Yo y contenido son absolutamente correlativos, no pudiendo ser disociados uno de otro (“principio de correlación”). La conciencia no contiene un yo como un algo independiente de sus actos, sino como punto de referencia de éstos, así como, por otra parte, tampoco un contenido como algo que persiste al margen de su ser-objeto de la conciencia, sino tan solo como el otro punto de referencia del acto de ser conciente (AP,26). El yo no es otra cosa que mero correlato del contenido, puro “polo egoíco” (Ich-Pol), punto común de referencia de todos los contenidos, que no es él mismo uno de ellos (EPs,11,13).
4. En cuanto común (“gemeinsam”) a todos sus contenidos, el yo es siempre idéntico consigo mismo (“sich selbst gleich”), constante en sus variadas manifestaciones (EPs,13).
5. El yo es algo último, indefinible, absolutamente simple (AP,27).
6. El yo no contiene en sí ningún elemento individualizante; él es vacío de contenido, puramente formal, no cualificado (Vorfrage,585).
7. El yo es inconmensurable con todo contenido (EPs,11); él no es contenido ni puede jamás devenir tal (EPs,13).
8. El yo no es descriptible.
9. La relación de los contenidos al yo es asimétrica; el yo es conciente de sus contenidos, los contenidos son aquello de lo cual él es conciente. Otras cosas pueden ser concientes al yo, mas el yo no puede ser conciente a nada, tampoco, pues, a sí mismo (EPs,13).
10. El yo es sujeto que nunca puede ser objeto (aún cuando por razones diferentes) ni para otro, ni para sí (EPs,11-12,15; AP,28-29,29-30).
a) El yo no puede ser objeto para sí, porque no puede haber identidad sujeto-objeto. Toda pretendida auto-objetivación (“Selbstvorstellung”) es una contradicción de términos (Vorfrage,582-583).
b) Si el yo fuese objeto para sí mismo (si existiese una Selbstvorstellung), un regreso al infinito sería inevitable
El problema del regreso al infinito contenido en el auto-conocimiento es originariamente colocado por Fichte, a quien Natorp se expresamente remite (EPs, 30). (EPs,14; Vorfrage,584).
c) El yo no puede ser objeto por no ser sino aquello para lo cual toda otra cosa es objeto (EPs,11,14). El yo no es jamás una apariencia (Erscheinung), sino aquello a lo cual todo aparece (erscheint), el hecho mismo del aparecer (erscheinen) (AP,29).
d) La objetivación del yo sólo puede ser efectuada al precio de una deformación en la cual el pierde su carácter específico de sujeto (EPs,13-14).
e) Si, no obstante, y pese a todo, en un cierto sentido, el yo puede ser “objetivado”, esto solo es posible si lo que obtenemos como resultado ya no es el yo puro. Existe un cierto saber reflexivo del yo con respecto a sí mismo, pero éste no proporciona al yo en cuanto yo, sino tan sólo en cuanto objetivado. La interpretación usual del saber reflexivo es errónea (EPs,15; Vorfrage, 582; AP,29-30).
11. Fuera de la conciencia del contenido percibido, no existe una conciencia propia y específica del acto de percibir (EPs,15).
12. El yo no puede ser separado de sus contenidos, ni es accesible fuera de ellos. Lo único que puede ser captado no es el yo puro sino su reflejo en el contenido (EPs, 30; Vorfrage 583; AP,30; PhP,55).
3.2. El ser-conciente: la conciencialidad
1. La noción de “conciencialidad” (Bewusstheit) es introducida en la escuela de Marburgo por Cohen, quien la opone a la de “conciencia” (Bewusstsein) con el objetivo de diferenciar las instancias lógico-objetivas (entre las cuales se incluye la “apercepción trascendental”) de las psicológicas. La “Einleitung in die Psychologie” retoma el distingo coheniano.
2. Natorp define la conciencialidad como el “ser-conciente” o relación del contenido al yo (EPs,11-12; AP,27).
3. Dado que los conceptos de yo y conciencialidad son fijados de forma negativa y funcional mediante su comparación con el contenido, lo que tenemos a decir con respecto a ambos, es básicamente lo mismo:
a) La conciencialidad es inconmensurable con todo contenido y no puede nunca devenir tal (EPs,13).
b) La conciencialidad no puede ser objetivada (EPs,12-15,17).
c) Toda objetivación de la misma implica su asimilación a contenidos y, en tal sentido, una deformación (EPs,13,15).
d) La conciencialidad es propiamente el hecho del aparecer (erscheinen), pero ella misma no aparece (erscheint).
No obstante las similitudes, también existen diferencias decisivas entre conciencialidad y yo, las cuales derivan de que en un caso estamos frente a un elemento, en otro frente a una relación.
4. La conciencialidad es una relación entre dos términos, la relación del ser-conciente. Ahora, en qué consista propiamente ésta relación, no es ulteriormente clarificable. Ella es una relación sui generis que no puede ser reducida a ninguna otra (EPs,11,12,14; AP,27-28).
5. La conciencialidad no sólo es irreducible a todo otro tipo de relación porque es sui generis, sino también porque es absolutamente simple, no pudiendo ser analizada en modo alguno y, por tanto, especificada o descripta ulteriormente (AP,37)
Obsérvese: simplicidad y auto-identidad no se implican recíprocamente de modo necesario. La relación de los contenidos al yo podría ser una y la misma y, no obstante, no ser simple. .
6. La conciencialidad no admite pluralidad; ella es idéntica, siempre la misma (EPs,11; AP,27). Todos los contenidos, independientemente de su naturaleza específica, tienen la misma relación con el yo: el ser-conciente. Esta relación no se altera en nada por el hecho de cuál sea el contenido específico en cada caso (EPs,19; Vorfrage,585; PhP,55)
Natorp atribuye no sólo al yo, sino también a la conciencialidad un carácter constante y, de hecho, no diferencia (como sería deseable) entre uno y otro. Mas, una cosa es que todos los contenidos tengan relación a un yo idéntico, otra es que tengan la misma. En principio, no sería contradictorio que todo contenido tuviese una relación al mismo yo, más no la misma..
7. Decir que la relación de todos los contenidos al yo es siempre la misma, es negar la existencia de “actos” (EPs,19). Esta tesis es fundamental por dos motivos:
a. porque deriva del carácter básico que se atribuye a la noción de conciencia y conciencialidad (si se toma el concepto de conciencia como primitivo, es obvio que la relación de algo a la conciencia tiene que ser, por su propia naturaleza, siempre la misma; si existen diferentes formas de conciencia, lo cierto es que ellas no pueden ser heterogéneas en cuanto conciencias);
b. porque de ella deriva una concepción peculiar del objeto de la psicología, que no deja de contener en sí algo de paradójico: la conciencialidad es el rasgo específico de los fenómenos psíquicos y, en tal sentido, el hecho fundamental (Grundtatsache) de la psicología; no obstante, ella no constituye su objeto (EPs,11-12,14; AP,19).
7. Una importante diferencia en el vínculo del contenido al yo, por un lado, y a la conciencialidad, por otro, se establece cuando introducimos las nociones de relación y unión (Beziehung y Verbindung). La exigencia de un rasgo distintivo de una relación en cuanto ella acontece con conciencia, carece de sentido. Toda relación tiene lugar en y por la conciencia. Relación en general (überhaupt), es justamente el carácter primero de la conciencia (EPs,30; AP,27,34). Existe un vínculo indisoluble entre la conciencialidad, o sea, la relación (Beziehung) del yo a sus contenidos y la unión (Verbindung) necesaria entre los contenidos mismos. (EPs,30; PhPP,164ss.; PhP,55; AP,25)
La indisolubilidad de éste vínculo, aún cuando comprensible sobre el trasfondo de la deducción trascendental, no deja de resultar cuestionable..
3.3. El contenido
3.3.1. La noción de contenido en Natorp
Existen dos definiciones de contenido en Natorp. Ellas están relacionadas entre sí y no son contradictorias, aún cuando tampoco idénticas
Existe aún una tercera, puramente negativa: contenido es todo lo que no es conciencialidad. El percurso seguido por Natorp en este caso es: conciencia incluye conciencialidad y contenido siendo que todo lo que no es lo uno, es lo otro (Vorfrage,387). Esta definición es insuficiente pues no hace ninguna mención del tercer elemento: el yo.:
1) contenido es todo lo que, en la conciencia, está referido al yo (EPs,12),
2) contenido es todo aquello “dado” a la conciencia (o de lo cual se es conciente)
Por tal razón, un deseo (Begehren) o un sentimiento (Gefühl) son “contenidos”..
La primera definición es puramente funcional: contenido y yo son estrictamente correlativos (EPs,15; AP,153). No hay contenido sin relación al yo, ni tampoco yo sin relación al contenido. Contenido es siempre contenido de conciencia (Bewusstseinsinhalt); conciencia es siempre conciencia del contenido. La segunda definición parece ir más allá del mero plano funcional; no obstante, ella presenta otra dificultad: en ciertos momentos Natorp afirma que si bien es cierto que no hay contenido fuera de la relación al yo, contenidos no siempre son concientes (EPs,20).
3.3.2. Contenido: materia y forma
“Contenido” no es sinónimo de “materia” (Vorfrage,590). El contenido nunca constituye una unidad indivisa sino que, de alguna manera, es internamente articulado; siempre hay en él dos momentos heterogéneos: la materia (Materie) y la forma (Form). Forma es unión (Verbindung). Por lo tanto, existen diferentes tipos de formas, de acuerdo a los diferentes modos posibles de unión entre contenidos
Una de ellas, de particular relevancia, es la temporalidad (EPs,20)..
Pese a toda la diversidad posible entre contenidos, ellos poseen en común dos notas (Merkmale) que los constituyen como tales (EPs,23ss.), a saber, la unión (Verbindung) y la unidad (Einheit) (EPs,24; AP,25, PhP,56). Las dos caracterizaciones son complementarias. A través de la unión se produce la “unidad de lo múltiple” (Einheit der Mannigfaltigkeit) (EPs,20). No existen contenidos “atómicos”, sino que ellos siempre se presentan como partes de un todo que los engloba (de una Gesamtmasse).
Toda materia es, en última instancia, proporcionada por la sensación (Empfindung). Esta no es propiamente una conciencia (Bewusstsein) pues en ella no hay un contenido, sino tan solo una materia (un ser-dado (Gegebensein) en cuanto mero estar a disposición (Bereitliegen)) que, en sí misma, no constituye objeto alguno. La diferencia entre materia y forma es correlativa de la diferencia sensible-intelectual (EPs,22ss.).
Conciencia y unidad de lo múltiple están en estrecha relación. Sólo hay conciencia como unidad de lo múltiplo; sólo hay unidad de lo múltiplo como conciencia. Diversidad pura, sin unidad, no puede ser contenido, pues no puede ser objeto de conciencia. Existe un vínculo interno entre la relación necesaria del yo a un contenido (en la cual ambos son estrictamente correlativos) y el hecho de que en ésta relación sea esencial la unidad de una multiplicidad (EPs, 23, 30-31; PhP,55-56).
3.3.3. Contenido y diversidad
Toda diversidad cualitativa en la conciencia proviene del contenido (EPs,19). La distinción materia-forma introduce en él una plasticidad que posibilita que lo mismo sea configurado de diferentes modos.
Si el contenido, por proporcionar toda diversidad, tiene una posición de destaque frente al yo y al ser conciente, esto no quiere decir que él sea autónomo frente a los otros dos elementos. El contenido depende del todo que también integran yo y conciencialidad, tanto cuanto el yo y la conciencialidad mismos. No solo el contenido y el yo son correlativos, sino que los tres momentos son indisociables (PhP,55).
3.4. El acto
3.4.1. Contenido – acto – objeto
El concepto de “contenido” aparece en el discurso natorpiano bajo la forma de dos oposiciones decisivas, a saber, contenido y objeto (Inhalt – Gegenstand), por un lado, y contenido y acto (Inhalt – Akt), por otro. El eje de la discusión de Natorp con la Aktpsychologie se desplaza con el tiempo (a medida que se intensifica su polémica con Husserl) del cuestionamiento de la distinción contenido – acto al cuestionamiento de la distinción contenido – objeto (la cual, inicialmente, no era punto de conflicto) (PhP,55). En EPs la polémica natorpiana gira en torno a la primera distinción, en AP en torno a la segunda.
Yo, contenido y conciencialidad son parte del repertorio conceptual básico de Natorp; la noción de acto, sin embargo, es retomada (en el marco de la oposición acto – contenido) de las teorías a las cuales critica. Ahora bien, Natorp no percibe que, al introducir en su discurso tal noción (aún cuando con el objetivo de refutarla), remite a un otro modelo de subjetividad y que, en consecuencia, termina superponiendo y asimilando sin más el esquema de análisis del sujeto que defiende con aquel que critica. Esto produce ambigüedades tanto en las tesis y en el modo en que éstas deben ser situadas en su sistema de conceptos, cuanto en los argumentos que las sustentan.
3.4.2. Los problemas
La ambigüedad en tesis y argumentos no puede ser superada por simple enumeración de los mismos, sino que se torna necesario diferenciar los propios problemas a los cuales están referidos
Ya en la fijación de los mismos, Natorp y Brentano coinciden y discrepan..
Comencemos por distinguir, en la relación acto – contenido, el problema ontológico del epistémico (EPs,16-17). Con respecto al primero, diferenciemos dos preguntas.
1. ¿Existen actos?
2. Caso existan actos, ¿cómo existen? ¿Son acto y contenido separables o es el acto dependiente del contenido y, por tanto, inseparable del mismo?
Con respecto al problema epistémico, tenemos un equivalente de las cuestiones anteriores en la pregunta:
3. ¿puedo captar actos por sí y para si o sólo puedo captarlos en su unión con el contenido?
Dado que la noción de acto no forma parte de la tría conceptual básica natorpiana (yo – conciencia – contenido), se impone relacionar explícitamente la una a la otra
La noción de acto se corresponde en parte con la de conciencialidad y en parte con la de yo, sin que, no obstante, se identifique con ninguno de ellas. Si se subraya el elemento de relación, el correlato sistemático del “acto” pareciése ser la conciencialidad; si, inversamente, intentamos colocar lo que Natorp llama “yo” en el esquema de Brentano, sólo resta el acto como único equivalente posible.. Si así lo hacemos, la ya mencionada imposibilidad de separar acto y contenido se desdobla, manifestándose bajo dos formas:
4. ¿puedo separar el contenido del yo, captando éste por sí y para sí?
5. ¿puedo separar el contenido de la conciencialidad, captando ésta por sí y para sí?
6. Son dos problemas diversos el referente a si hay actos y el referente a si hay varios tipos de actos. El primero considera el acto individual aisladamente, situando el acento en la posibilidad de diferenciarlo del contenido; el segundo coloca en el centro de la atención la pregunta por la pluralidad de actos.
Correlativamente a esos dos problemas, debemos distinguir dos tesis (EPs,19): por un lado, la tesis que niega la diferencia entre acto y contenido; por otro, la que niega la diferencia entre tipos de actos (EPs,19). Mas si las dos tesis son diferentes, ellas, no obstante, no son inconexas. Es obvio que si no hay diferencia entre acto y contenido (o sea, si no hay actos) tampoco puede haber tipos de actos y que, inversamente, si hay tipos de actos, entonces hay actos y, en consecuencia, también una diferencia entre acto y contenido. No obstante, en principio, es posible aceptar que acto y contenido son heterogéneos (o sea, aceptar actos) y negar la pluralidad de los mismos. Así, por ejemplo, la noción de conciencialidad niega la existencia de tipos de actos, más no niega (por sí sola) la diferencia entre acto y contenido.
Tanto la tesis: “no puedo captar el acto como diferente del contenido”, cuanto la tesis: “no puedo captar diferentes tipos de actos”, son, en sí mismas, negativas. Ahora, la distinción entre acto y contenido, no menos que entre tipos de actos, surge del intento de conceptualizar un fenómeno que existe y no puede ser negado. En consecuencia, lo único que cabe decir es que dicha distinción lo conceptualiza en forma errónea. Por consiguiente, más allá de la tesis negativa: “no existen actos”, aún queda en abierto la tarea positiva de dar cuenta correctamente de la situación, o sea, ¿qué lleva
7. a introducir la distinción acto-contenido?
8. a admitir una conciencia del acto diferente de la del contenido?
9. y a admitir la existencia de tipos de actos diversos?
La necesidad de ofrecer una respuesta a éstas preguntas es expresamente reconocida por Natorp a partir de las dificultades que enfrenta para contemplar en su esquema los fenómenos del sentir (fühlen) y el aspirar (streben). La solución que habrá de proponer será el reducir la diferencia de estos actos (entre sí y con otros) a una diferencia de contenido.
3.4.3. Las tesis natorpianos al respecto de la noción de acto (Akt)
Una vez diferenciados los problemas que se presentan con respecto a la noción de acto y/o distinción acto-contenido, pasemos a considerar las soluciones que Natorp da a los mismos. Las tesis defendidas por nuestro autor son (PhP,55s.)
En la numeración y orden de exposición de las tesis, seguimos en lo posible aquella ya aplicada a los problemas. No pudimos evitar, sin embargo, ligeros desajustes en el paralelo establecido. :
1. No existen propiamente actos.
2. No puedo separar acto y contenido (nivel ontológico).
3. No puedo captar el acto sin el contenido (nivel epistemológico).
3’. Lo único que “es dado” es el contenido (no hay, además del contenido, otra cosa que sea “dada”).
3’’. No existen formas originariamente diferentes de ser dados el acto y el contenido (no existen dos o más formas de ser-dado, sino sólo una, el ser dado como objeto o como contenido).
En cuanto “acto” no es noción del sistema natorpiano, las tesis que contienen tal concepto son en sí puramente negativas; cuando ellas son referidas al yo y a la conciencialidad, se desdoblan en tesis positivas:
4. No puedo separar el yo del contenido.
5. No puedo separar la conciencialidad del contenido.
4’. No puedo captar el yo independientemente del contenido
5’. No puedo captar la conciencialidad independientemente del contenido.
6. No existen diferentes tipos de actos.
7. Todo pretendido acto y toda pretendida heterogeneidad entre actos se disuelven en el contenido.
7’. No existen formas originariamente diferentes de ser dados el yo, la conciencialidad y el contenido.
8. Toda diferencia en la conciencia es debida al contenido, ya que el yo puro y la conciencialidad son siempre idénticos a sí mismos
Esta importante tesis es simplemente la contracara de la referente a la simplicidad irreducible de la conciencialidad (EPs,19-20). Toda pretendida diferencia entre actos (o en el nexo de los contenidos al yo) se disuelve en una relación entre contenidos..
9. No existen “actividades de la conciencia” (Tätigkeiten des Bewusstseins).
4. COMPARACIÓN BRENTANO – NATORP
La tesis que intentaremos explicitar será que, aún cuando existe (y no debe pasarse por alto) un trasfondo común a los dos autores estudiados (pudiéndose, en consecuencia, indicarse numerosos puntos de contacto entre ambos), en última instancia, estamos frente a dos concepciones incompatibles de la “subjetividad”. Sin embargo, lo que Natorp niega y Brentano afirma, no son simplemente opuestos; la posición que Natorp critica y contra la cual fija la propia, no es sin más aquella que Brentano defiende.
4.1. Conciencia e intencionalidad
4.1.1. El todo y sus partes
Brentano aplica explícita, y Natorp implícitamente, el esquema de todos y partes. En ambos se comienza con un cierto todo, el cual es descompuesto en sus elementos. Mas, éste todo es diferente y es analizado de modos diversos en cada caso.
El todo del cual parte Brentano es el “fenómeno”, eventualmente, el “fenómeno psíquico”; el todo del cual parte Natorp es el “hecho de la conciencia” (EPs,11; AP,24; PhP,55).
De la diferencia del todo del cual se parte, se sigue una diversidad en los elementos en los cuales ése todo es descompuesto. En un primer momento tenemos, tanto en Brentano cuanto en Natorp, tres términos, de los cuales, en ambos casos, dos son elementos y uno es una relación
En realidad, tanto en Natorp cuanto en Brentano, esta relación se desdobla en dos: en el primero, en conciencialidad y reflexividad; en el segundo, en intencionalidad y percepción interna. En consecuencia, tanto en Natorp como en Brentano, hay cuatro, y no tres elementos.. Por tal motivo, en principio se puede establecer entre ambos un cierto paralelo. No obstante, la relación presente en cada caso es diferente porque al menos uno de los términos también lo es. Tanto Brentano como Natorp distinguen tres momentos: el primero, el acto, el contenido y la relación intencional; el segundo el yo, la conciencialidad y el contenido. En principio, si común a ambos, parece ser algo a lo cual llaman “contenido”, no obstante, allí donde en Brentano encontramos el acto, encontramos en Natorp el “yo puro” y allí donde en Brentano encontramos la relación intencional, encontramos en Natorp la “conciencialidad”.
4.1.2. Intencionalidad y conciencialidad
Una comparación sistemática entre Brentano y Natorp tiene que tomar como uno se sus ejes la oposición entre las nociones de “conciencialidad” e “intencionalidad”. Por regla general se tiende a considerar a ambos conceptos como diferentes nombres de lo mismo o, por lo menos, como equivalentes, sin percibirse que responden a contextos teóricos diversos
En su primera obra, Natorp no alude en ningún momento al concepto de intencionalidad. Este concepto ingresa en su pensamiento a partir de su polémica con Husserl.. Conciencialidad e intencionalidad no son sinónimos, sino que remiten a concepciones heterogéneas del psiquismo. Si ellos tienen en común que son relaciones, son relaciones entre cosas diferentes.
Por partir del “hecho de la conciencia” Natorp asume la noción de conciencia como primitiva, presuponiéndola como legítima, clara en sí misma y como fijando adecuada y suficientemente el hecho a ser analizado. Natorp define el fenómeno psíquico por la conciencia (EPs,10; AP,19-20). Conciencia indica tanto el rasgo común a todos los fenómenos psíquicos (por ej. representación, pensamiento, voluntad, sentimiento, etc.), también llamados genéricamente de “vivencias” (Erlebnis), cuanto el límite entre éstos y los fenómenos físicos (EPs,2;7-10; AP,4-5)
Obviamente, la distinción entre fenómenos físicos y psíquicos, así concebida, es remitida a Descartes.. Ahora, si conciencia es dicha rasgo común de todos los fenómenos psíquicos y momento esencial de la misma es el ser-conciente, ésta relación es común a todos los fenómenos psíquicos, no pudiéndose, en consecuencia, diferenciar o especificar entre los mismos tipos de actos (EPs,10; AP,19).
El punto de partida de Brentano es la diferenciación de dos tipos de fenómenos, físicos y psíquicos, siendo que la elucidación del concepto de “fenómeno psíquico” nos lleva a la noción de “acto” y, en última instancia, de “intencionalidad”. La noción de conciencia no juega ningún papel fundamental en éste desarrollo. Más aún, Brentano rechaza expresamente la definición de los fenómenos psíquicos basada en la conciencia, insistiendo en que el concepto de conciencia es vago y, por tanto, no puede ser usado como base de la conceptualidad psicológica (PES,I,141ss.). Intencionalidad no debe ser definido por conciencia sino, en todo caso, conciencia por intencionalidad. La expresión “conciencia” cumple únicamente la función de fijar de un modo abreviado aquello a lo cual nos referimos de modo preciso cuando decimos que los fenómenos psíquicos se definen por el ser intencional del objeto (PES,I,143)
Más con el fin de llamar la atención del lector para el tema que nos ocupa, que de un complemento analítico a lo dicho, dos observaciones:
a) Explícitamente Brentano observa que si por conciencia entendemos conocimiento, entonces no todo fenómeno psíquico es conciencia, pues no todo fenómeno psiquico es cognitivo.
b) La noción de psiquismo en Brentano no es sinónimo de “mental”: no solo el hombre, sino lombrices poseen “intencionalidad”. La importancia de esta precisión no radica en que enriquezca nuestro conocimiento de las lombrices, sino en que precisa en forma decisiva lo que debemos entender por “intencionalidad” y “fenómeno psíquico” en Brentano. .
Como Natorp parte de la noción de conciencia, su análisis conduce sin sobresalto a las nociones de “yo”, “sujeto” y “conciencialidad”, ninguna de las cuales está presente en Brentano. Como, por su vez, Brentano parte del fenómeno psíquico, su análisis se dirige a la noción de acto y a las relaciones entre actos, cuestiones éstas, absolutamente extrañas a la reflexión natorpiana.
4.2. Acto y yo puro (Akt y reines Ich)
Sabidamente, en la primera edición de sus “Investigaciones lógicas” Husserl discute con Natorp la necesidad de admitir un “yo puro”, al cual terminará aceptando en la segunda. No obstante, hay una cuestión previa referente a la propia necesidad de admitir un “yo” como elemento esencial del todo originario del cual se parte. La diferencia de Natorp con Brentano no se sitúa recién en la aceptación de un “yo puro”, sino ya en la mera aceptación de un “yo” como esencial al “fenómeno psíquico”. En el lugar del yo natorpiano encontramos en Brentano el acto y, eventualmente, la totalidad compleja de actos. Aquello que Natorp llama “yo” simplemente no existe como preocupación en Brentano y no juega un rol central en la PES. Justamente por esto, el tiempo está indisolublemente ligado a aquello que Natorp denomina el “hecho de la conciencia”, mas no lo está a aquello que Brentano denomina “fenómeno psíquico”
Inconcebible a partir de Husserl y Heidegger, lo cierto es que en Brentano no se establece un vínculo esencial entre intencionalidad y temporalidad. El análisis de los fenómenos psíquicos es un análisis que “abstrae” de su dimensión temporal y los considera en la perspectiva del “instante”.. Por tanto, si existe en PES el “problema de la unidad de la conciencia”, ciertamente no en la forma de la identidad de un yo a través del tiempo. De lo que se trata es de mostrar que la existencia de una multiplicidad o diversidad en el acto no afecta la unidad del fenómeno psíquico presente en un instante dado. Por el contrario, en Natorp, con la introducción de un yo puro, está colocado el problema de su identidad en el tiempo, el cual remite a la tradición kantiana de la temática de la apercepción trascendental.
Si queremos profundizar en la oposición entre un análisis que se dirige al yo como elemento originario y otro que lo hace al acto, debemos atender no ya a la diferencia en los elementos, sino en la relación presente entre los mismos: conciencialidad e intencionalidad son definidas como relación del contenido al yo, en un caso, al acto, en otro. La discrepancia entre Brentano y Natorp, por otra parte, no se reduce a que conciencialidad e intencionalidad sean relaciones entre cosas diferentes (en un caso el yo, en el otro el acto), sino que, debido a la heterogénea naturaleza intrínseca de éstos elementos, se trata también de relaciones diferentes. La primera tiene un carácter externo, la segunda interno, siendo que éste carácter interno o externo de la relación en uno y otro caso se vincula a la particularidad del vínculo del yo o del acto con el término restante.
Tanto en Brentano cuanto en Natorp “contenido” nombra un correlato; no obstante, es diferente de qué es correlato y el tipo de correlación en que se encuentra en cada caso. En Brentano el contenido es correlato del acto; en Natorp del yo. La diferencia entre yo y acto condiciona la diversa relación que estos son capaces de mantener con el contenido. La relación del contenido al primero no puede ser del mismo tipo que su relación al segundo. El acto no se “dirige” al contenido, sino que lo “contiene”; el contenido es “parte” de él. De ahí qué, en cierto sentido, no hay tres términos, sino dos y, justamente por eso, es intencionalidad en Brentano (en 1874) una cualidad del objeto (y no de la relación). Ninguna de estas tesis tiene en Natorp un paralelo. Es cierto que el contenido guarda una relación al yo; no por ello, sin embargo, es (en algún sentido) parte del mismo. En Natorp tenemos tres términos, no existiendo duda que la conciencialidad nunca es propiedad del objeto.
La convicción de que la teoría brentaniana es inmanentista ha virado padrón, aún cuando tal lectura diste de ser problemática. Si, por un lado, en su primera teoría de la intencionalidad, es decisivo para Brentano el hecho de que el contenido es parte del acto, por otro, en cuanto correlato intencional, él no es real. El problema del inmanentismo es más complicado en Natorp. EPs sugiere un inmanentismo riguroso en cuanto subraya que contenido y yo son correlativos. Este inmanentismo, no obstante, es desmentido, ya en esta obra, en la crítica a la lectura subjetivista de Kant. Un rumbo diverso, por otra parte, sugiere la reseña a Vockelt con su tesis de que la noción de fenómeno remite a un espacio y a un tiempo únicos y comunes a todas las conciencias.
El hecho de que el ser-conciente sea absolutamente singular, no exime a Natorp de dar cuenta de en qué consiste su singularidad. Aquí el proceder de Brentano es diferente. Si bien él insiste en que el nexo intencional no se deja asimilar a otros, intenta también establecer lo que constituye su especificidad. A tales efectos, modifica, incluso, la teoría general de la relación, introduciendo el concepto de “relativo” (“Relativliches”), el cual contempla la posibilidad de que uno de los miembros de la relación no exista (como en el caso de actos referidos a objetos no-existentes).
4.3. Diferencias en la concepción de “contenido” de Brentano y Natorp
Aún cuando Natorp y Brentano tienen una concepción heterogénea de lo que sea el “objeto” (en Natorp una concepción relativa, en Brentano absoluta), ambos identifican objeto y contenido (Gegenstand e Inhalt) (EPs,16; AP,25).
Más, si hasta ahora la noción de contenido permaneció común a las teorías de Brentano y Natorp, ha llegado el momento de mostrar que también hay diferencias en lo que respecta a:
a) qué entiende cada uno por “contenido”,
b) cuál es el lugar que este concepto ocupa en la descripción de la subjetividad,
c) cuáles son las distinciones que se establecen en su interior,
d) y cuáles las tesis afirmadas con respecto al mismo y, finalmente,
e) cómo él está interrelacionado con los otros elementos del análisis?
En Brentano, en última instancia, dado que todo acto es (o supone) una representación (Vorstellung), el contenido se determina como lo representado (Vorgestelltes). En consecuencia, decir que en el contenido no hay dualidad materia-forma es lo mismo que decir que en lo representado (Vorgestelltes) no hay elementos heterogéneos. La ausencia de un dualismo intrínseco al propio contenido será, en un comienzo, correlativa a la distinción de tipos de actos y, más tarde, de clases de contenidos, en la medida en que se introducen correlatos específicos para los diferentes tipos de actos (por ejemplo, el “estado de cosas” (Sachverhalt) como contenido propio del juicio). Dado que, en el todo que llamamos “fenómenos psíquicos”, acto y contenido son “momentos” (Momente) y no partes (Stücke) y, por tanto, estrictamente correlativos, las mismas exigencias teóricas pueden ser satisfechas tanto por un análisis más elaborado del acto, cuanto del contenido. En el desenvolvimiento de la escuela de Brentano se van a explorar ambas posibilidades.
En el lugar de la distinción brentaniana de tipos de contenidos encontramos en Natorp la dualidad materia-forma y los diversos modos de síntesis. La posición de Natorp presenta una mayor proximidad con aquellas que, en la escuela de Brentano, establecen correlatos específicos para cada tipo de actos. No obstante, hay diferencias decisivas. Si el momento de la diversidad cualitativa está, según la teoría natorpiana, en el contenido, Natorp no subdivide los contenidos en clases (como será la tendencia predominante en la escuela de Brentano). En el lugar de las clases de contenidos tenemos en Natorp, por un lado, tipos de formas y de relación materia-forma, por otro, nada que corresponda a clases de actos
En Natorp hay unión (Verbindung) entre los contenidos, pero no entre los actos..
Por sí misma, la relación intencional no supone necesariamente un monismo; el monismo, por el contrario, es inherente a la conciencialidad. En cuanto es constitutivo del acto el contener en sí el contenido, lo es también (al menos) la posibilidad de contenerlo de modos diferentes. Algo similar no es posible en el caso de la conciencialidad; la naturaleza de los elementos en juego (yo - contenido), no menos que la naturaleza de la propia relación (el ser-conciente), exigen que ella sea siempre una y la misma.
La distinción materia-forma está vinculada en Natorp a que el correlato del contenido es el yo; su ausencia en Brentano, a que el correlato del contenido es el acto. En efecto, la relación del yo o del acto a los contenidos difiere; en un caso encierra una pluralidad, en el otro no. Si al acto (en cuanto acto) le es esencial el vínculo a un contenido, en principio no es contradictorio que éste se presente aislado de todo otro
Si puede haber actos que se vinculen a una multiplicidad de contenidos esto los constituye en actos de un tipo particular, no siendo algo que los caracteriza en su ser actos en cuanto tales.. Diferente es la situación en el caso del yo; a éste le es esencial el estar, al menos potencialmente, referido a una pluralidad de contenidos. Con la diferencia mencionada se vinculan otras dos: a) la ausencia en Brentano y la presencia en Natorp del problema de la unidad del yo; b) la ausencia en Brentano y la presencia en Natorp de la tesis de que la unión es común a todo contenido
En la medida en que el yo se relaciona a una multiplicidad de contenidos, es necesario que estos se vinculen entre sí. Es dudoso que el argumento del cual Natorp dispone para probar esto sea conclusivo, pero no cabe duda que es eso lo que gustaría afirmar..
4.4. Comparación de las tesis natorpianas y brentanianas referentes al acto.
Para finalizar, algunas consideraciones comparativas sobre la teoría del acto en los autores analizados. Ya que las tesis natorpianas respecto del acto fueron sistematizadas en 3.4.3., comencemos por sintetizar las tesis de Brentano
Para facilitar la comparación, la numeración utilizada se mantiene paralela a aquella ya empleada en Natorp. Como consecuencia de ello, y justamente porque la conceptuación natorpiana contiene momentos diversos de la brentaniana, el lector no puede esperar un paralelo pleno entre ambas. Hay tesis de Natorp que no tienen correlato en Brentano. .
1. Existen actos.
2. Ellos no son separables del contenido,
3. ni captables independientemente de él,
3´. más son dados de un modo específico,
6. existiendo una pluralidad de los mismos.
7. Existen formas originales diferentes de ser dados el acto y el contenido.
8. No existen, sin embargo, actividades de la conciencia.
Lo que Natorp niega es propiamente la existencia de actos. No obstante, la argumentación de tal tesis hace pasar a primer plano otros elementos y, por decorrencia, contradice otras tesis brentanianas
La diferencia Natorp-Brentano no es en primera línea ontológica. Aún cuando, por diferentes motivos, ambos niegan que se pueda separar acto y contenido
Para establecer de modo preciso la diferencia entre Natorp y Brentano con respecto a la relación acto-contenido, tenemos que pasar del plano ontológico al epistemológico; ésto, sin embargo, no es posible sin introducir el concepto de percepción interna. Por tal razón, abordamos este punto en otro artículo. . Natorp niega la existencia de actos, no meramente la posibilidad de separarlos del contenido; Brentano afirma la existencia de actos, aún cuando no les conceda un status ontológico independiente del contenido
En principio serían pensables otras dos posiciones diferentes de aquellas que defienden Natorp y Brentano, a saber, que se aceptase tanto que existen actos, cuanto que pueden ser separados del contenido. La distinción es importante, sobre todo porque en la versión negativa de la tesis (a saber, no puedo separar acto y contenido) se superponen como idénticas posiciones que, en el fondo, deben ser distinguidas. La mera negación de la separabilidad ontológica de actos (o de su distinguibilidad epistémica) puede ser conciliada tanto con la afirmación, cuanto con la negación de la existencia de actos..
La separación real entre acto y contenido no es un presupuesto de la Aktpsychologie. Para fijar adecuadamente la tesis brentaniana tenemos que situarla en el marco de la teoría general de todos y partes. Acto y contenido no son todos, sino partes interdependientes de un todo. Su diferencia no se efectúa sobre la base de su separación real, sino sobre la base de su diferente variabilidad. Afirmar su diferencia no quiere decir que uno no pueda existir sin el otro, sino que uno no puede ser variado independientemente del otro.
Según Natorp, no existen diferentes tipos de actos. La contracara de tal tesis la constituye la afirmación de la conciencialidad, como carácter originario del fenómeno psíquico, por un lado, y, por otro, la tesis de que toda diferencia en el yo remite a una diferencia del contenido.
Desde el punto de vista estrictamente sistemático, aceptar una diferencia real entre acto y contenido, implica, de modo necesario, concebir el acto como actividad (Tätigkeit)
Pese a la explícita manifestación de Natorp en contrario en AP, no es cierto que en EPs Akt y Tätigkeit fuesen sinónimos, de modo que todo Akt fuese una Tätigkeit. Si tal igualación era pensada, quedó en las entrelíneas.. Natorp, sin embargo, trata actividades y actos como sinónimos (todo acto es una actividad). No obstante, “actividades de la conciencia” (Tätigkeiten des Bewusstseins) son rechazadas por Brentano no menos que por Natorp. Brentano, cuya noción de acto expresamente remite a la definición aristotélica, diferencia expresamente acto (Akt) y actividad (Tätigkeit), afirmando que aceptar actos no implica aceptar actividades. Ya por tal razón, una crítica a la idea de “Tätigkeiten” no puede pretender sin más referirse a Brentano y ser, eo ipso, una critica a la idea de acto. De hecho Natorp cita a Fichte y Herbart como defensores de la idea de actividades de la conciencia, en ningún momento a Brentano. Sin embargo, es muy posible que crea estar atingiendo también a Brentano y/o a sus discípulos (o, por lo menos, a la “Aktpsychologie” en general) pues los ejemplos usados son aquellos en boga en esta corriente.
Qué significa concebir “actos” como “actividades”? Entre acto y actividad no parece existir tanto una diferencia en sí, cuanto en las consecuencias. La noción de actividad remite a la teoría de la síntesis y con ella, la idea de un yo activo, creando así el peligro de una interpretación psicologista de la filosofía trascendental. Es por ésta razón que Natorp la combate (EPs,12). La mitología de las actividades de la conciencia surge del hecho de que la conciencia es acompañada por un aspirar (streben) y, así, ella aparece como un hacer (tun) y el sujeto como un actor (EPs,16,21,36,37).
5. CONCLUSIÓN
Si Natorp, en su análisis de la “subjetividad”, parte de la noción de conciencia, retomando por tanto una larga tradición que viene de la época moderna, Brentano, con su concepto de intencionalidad, intenta romper con la misma, efectuando así una verdadera revolución cuyo alcance es con frecuencia subestimado. Brentano no meramente “redescubrió” el concepto de intencionalidad, sino que con él substituyó el concepto de conciencia como concepto básico del análisis del psiquismo. Caracterizar la intencionalidad como “direccionalidad de la conciencia”, sólo puede significar, del punto de vista brentaniano, un contrasentido que invierte el correcto “orden de las nociones”. Intencionalidad no es simplemente otro y nuevo nombre para aquello que se intentó conceptualizar con “conciencia”, sino que remite a una tradición y a presupuestos teórico diversos.
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