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Obra | Proceso: creación musical

2022, Boletín Informativo ANC

Artículo Publicado en el Boletín Informativo de la Asociación Nacional de Compositores (Chile). Septiembre-Octubre, 2022. ISSN 2452-5073

https://anc-chile.cl/boletines/boletin-informativo-anc-n25-2022/ Obra | Proceso: creación musical Título obra: Aire (2019) Compositor: Francisco Pardo (1984) Intérprete: Quarto Ensamble, director Felipe Alarcón Escribo estas líneas con el ánimo de invitar a la discusión sobre un tema que me entusiasma y del que los creadores musicales hablamos poco. En las artes visuales, la conversación sobre el valor de los procesos creativos está instalada hace tiempo. Es más, uno puede observar que en la actualidad hay quienes otorgan un relieve especial al proceso, a veces incluso mayor a la evaluación de la propia obra. Dejando para más adelante una reflexión sobre esta polaridad, destaco que en las artes visuales existe una preocupación sobre este asunto. Como de costumbre, el ejercicio conceptual y discursivo en ellas aventaja al de las artes musicales por años o quizás décadas. Otro ejemplo: la práctica curatorial lleva treinta años vigente en las artes visuales; en las artes musicales, comenzamos a ver atisbos recientes. El interés por el proceso es también fuerte en la literatura. Es posible que la imagen y el texto sean más afines a la documentación y socialización de sus etapas de producción que la música ya que esta requiere —la mayor parte del tiempo— de un despliegue performático en tiempo real o, en otras palabras, la obra —y sus procesos— se materializan a través de otros procesos. La experimentación y la improvisación son ámbitos fundamentales en los procesos de creación musical. Sin embargo, hay propuestas donde ellas no se orientan selectivamente hacia la consecución de una obra, sino que son la obra en sí. Es decir, existen músicos que “componen” en tiempo real —es el caso de la improvisación— y/o presentan un trabajo que se constituye como experimento en escena —u otro soporte— en oposición a la exposición de un resultado probado o predeterminado, más vinculado a la noción tradicional de obra. En ocasiones, experimentación e improvisación se unen. Ambas son propuestas en gerundio; la improvisación, se materializa a través de un devenir sonoro no teleológico y la experimentación, mediante la muestra de una creación abierta en potencial proceso de modificación, sin pretensión de completitud. Esta condición transitoria también puede darse en obras fijas con un altísimo grado de control y acabado. Es el caso de Boulez y su “obra en progreso”, tanto en la dimensión de un corpus creativo interrelaccionado —una gran obra dividida en entregas parciales—, como en la constante revisión de trabajos previos o en el reciclaje de material de descarte. Selección realizada por David Cortés ¿Qué es la experimentación y cuál es su rol en los procesos de creación musical? En la medida en que lo experimental deviene en género, deja de ser experimental. Por esto, la experimentación es —ante todo— una actitud, una predisposición que guía la creación con un espíritu de búsqueda, de prueba y error y, eventualmente, de síntesis y generación de conocimiento. Es parte de lo que sucede en la práctica como investigación y otros enfoques afines donde el proceso adquiere relevancia documental e investigativa. 13 Ahora, desde el punto de vista de las audiencias, ¿dónde radica el interés por presenciar un experimento, un proceso “a medio camino”, una bitácora de creación o una creación en tiempo real en lugar de una obra concluida? Mucha de la música que recordamos y atesoramos, funciona fundamentalmente sobre la memoria y las escuchas reiteradas, ya sea a través de grabaciones como de interpretaciones en vivo. En ejecuciones de una misma obra siempre hay diferencias, pero cuando nos enfrentamos a músicas escritas o composiciones fijas, la variación es relativamente marginal. La improvisación, por el contrario —sobre todo en su vertiente más libre, lejana al jazz o estilos—, es efímera: ahí radica tanto su belleza y novedad como su fragilidad para convertirse en objeto artístico —una discusión sobre dicha categoría queda pendiente— aunque se plasme en grabación. Algo más inmediato sería discutir si el hecho de que una obra esté compuesta en tiempo real o diferido influye en su calidad. Es decir, ¿garantiza la composición un mejor resultado que la improvisación? De la misma manera, ¿asegura la obra cerrada un mejor efecto que la obra abierta o en proceso? Creo que esas preguntas, en rigor, deben ser respondidas por las audiencias, pero me atrevo a decir que los procesos y la experimentación, en general, interesan más a los especialistas que a quienes se ubican frente al escenario. Eso sí, depende bastante de una adecuada mediación la valoración de los procesos y esto queda demostrado, por ejemplo, mediante el vivo interés que despierta una exhibición de grabado junto a sus matrices. Título obra: Calmo (2019) Compositor: Cristian Mezzano (1978) Intérprete: Quarto Ensamble, director Felipe Alarcón En educación encontramos la distinción entre la escritura como producto vinculada a la reproducción de formatos y fórmulas con énfasis en resultados, y la escritura como proceso con énfasis en las ideas —más que en la forma en que estas se organizan—, alimentada por dinámicas creativas y donde el acto escritural es también un ejercicio de pensamiento. Quizás esta definición sirva de perspectiva para la discusión planteada. Una obra entendida como producto velará por un resultado de calidad a la vez que una creación entendida como proceso es fundamental para su [auto]análisis, reflexión y desarrollo. Felipe Pinto d’Aguiar Compositor www.pintodaguiar.net Selección realizada por David Cortés 14 15