PARTE II. ESTILOS DE VIDA
El estrés en una sociedad instalada en el cambio
Lucía Artazcoza,b,c / Vicenta Escribà-Agüirb,d / Imma Cortèsa,b,c
a
Agència de Salut Pública de Barcelona. Barcelona. España.
b
Red temática de investigación de salud y género.
c
Red de centros de epidemiología y salud pública.
d
Escola Valenciana d’Estudis per a la Salut (EVES). Conselleria de Sanitat. Generalitat Valenciana. Valencia. España.
(Stress in a changing society)
Resumen
El objetivo de este estudio es describir los modelos explicativos del estrés laboral y algunos estresores del ámbito extralaboral, su influencia en la salud y su magnitud en España. Las fuentes de información utilizadas son publicaciones
científicas, informes y estadísticas oficiales, fundamentalmente
de la última década. Además se aportan datos originales procedentes del análisis de la V Encuesta Nacional de Condiciones del Trabajo (ENCT).
En el ámbito laboral el análisis del estrés se basa en dos
modelos complementarios, el basado en las exigencias psicológicas, el control y el apoyo social (modelo de Karasek) y
el centrado en el equilibrio entre el esfuerzo y la recompensa (modelo de Siegrist). En España, el 15% de los varones
y el 22% de las mujeres han tenido en los últimos 3 meses
una cantidad de trabajo excesiva que les ha hecho sentirse
agobiados. La cuarta parte de la población ocupada tiene poca
autonomía y el 48% de los varones y el 32% de las mujeres
trabajan en ocupaciones que no requieren ningún tipo de conocimiento especial, sólo práctica en el puesto. Además, España es el país de la Unión Europea de los 15 con más paro
e inestabilidad laboral.
La incorporación de la mujer al mercado de trabajo se traduce en dificultades para la conciliación de la vida laboral y
familiar. Además el trabajo remunerado proporciona poder y
autonomía económica y hace viable para la mujer la separación y el divorcio, que han aumentado de forma significativa
en los últimos años, y se incrementa así la proporción de hogares monoparentales (el 89% de los responsables son mujeres), situación a menudo difícil y generadora de estrés.
La respuesta a los problemas relacionados con el estrés derivados de la globalización, la terciarización de la economía
y otros cambios sociales es insuficiente, bien porque los profesionales sanitarios ignoran las causas del estrés y medican
las consecuencias o bien porque desde otros sectores no se
tienen en cuenta las consecuencias en salud de las nuevas
tendencias sociales y económicas.
Palabras clave: Estrés. Salud laboral. Género. Características familiares.
Abstract
The objective of this study is to describe the job stress models and non-work stressors, their influence on health and magnitude in Spain. Data come from scientific publications, reports
and official statistics, primarily of the last decade. Moreover,
original data are provided from the analysis of the 5th Spanish Working Conditions Survey.
Job stress analysis is based on two complementary models,
that based on psychological demands, control and social support (Karasek’s model) and another based on the effort-reward
unbalance (Siegrist’s model). In Spain 15% of men and 22%
of women have had an excessive workload that have made
them feel tired in the last three months. A quarter of workers
have low autonomy and 48% of men and 32% of women work
in occupations that do not require special abilities, just experience. Moreover, Spain has the highest unemployment and
temporary contracts rates in the 15-European Union.
The entrance of women into the labour market implies difficulties in reconciling job and family life. Moreover, paid work
provides women with power and economic autonomy, therefore making possible the divorce that has significantly increased in Spain as well as the lonely parents families, these being
difficult and stressing situations. Additionally the higher economic autonomy and power among women is considered as
one of the causes of the gender violence as well.
Response to stress-related problems derived from the globalisation, the increasing importance of the tertiary sector and
other social changes is insufficient either because health professionals ignore the causes of the problem and treat pharmacologically the consequences or because health consequences of these new social and economic tendencies are not
taken into account in other sectors.
Key words: Stress. Occupational health. Gender. Family characteristics.
Correspondencia: Lucía Artazcoz.
Agència de Salut Pública de Barcelona.
Pl. Lesseps, 1. 08023 Barcelona. España.
Correo electrónico:
[email protected]
71
Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):71-8
PARTE II. ESTILOS
les esferas en las que hasta hace poco se dividía de
manera rígida la vida social: el trabajo remunerado y
la vida familiar.
Sin embargo, el mercado laboral todavía mantiene
una profunda segregación de sexo, tanto horizontal como
vertical, y en la familia los papeles de mujeres y varones cambian poco. Así, el problema de la conciliación
de la vida laboral y la familiar surge al intentar compaginar la familia y el trabajo remunerado, sin que se haya
completado la transición hacia un modelo nuevo sustentado en un reparto equilibrado de los papeles de los
varones y de las mujeres en el ámbito familiar y un Estado proveedor de recursos suficientes para el cuidado de las personas dependientes. Por otro lado, la evolución hacia una sociedad con una menor influencia de
la iglesia católica6 y la autonomía económica que proporciona el empleo a las mujeres se acompaña de un
incremento de separaciones y divorcios, así como de
familias monoparentales, lo que supone un aumento de
situaciones estresantes ligadas al ámbito familiar. Los
mayores poder y autonomía de las mujeres pueden estar
también en la base del creciente problema de la violencia contra las mujeres.
A continuación se describen los principales modelos teóricos utilizados en el abordaje del estrés laboral
y se presentan datos sobre la situación en España. Posteriormente se analiza el papel del ámbito extralaboral, fundamentalmente de la vida familiar, como generador de estrés. Las fuentes de información utilizadas
son publicaciones científicas, informes y estadísticas oficiales, especialmente de la última década. Además se
aportan datos originales procedentes del análisis de la
V Encuesta Nacional de Condiciones del Trabajo
(ENCT)7.
Introducción
esde que en 1926 Selye1 introdujera el concepto de estrés en el ámbito de la salud este término ha sido muy utilizado tanto por los profesionales de las ciencias de la salud como en el
lenguaje coloquial. Sin embargo, aún existe una gran
controversia sobre su definición. Las distintas definiciones se han clasificado en función de la conceptualización del estrés como estímulo, como respuesta, como
percepción o como transacción. Para resolver este estado de confusión, se reserva el término general de estrés para designar el área o campo de estudio. Los conceptos relacionados con este ámbito son: a) el estresor,
aplicado a cualquier estímulo o situación que provoca
una respuesta de estrés; b) la respuesta de estrés ante
cualquier demanda (interna o externa) que se hace al
individuo; y c) los efectos o las consecuencias del estrés sobre la salud a corto y largo plazo por la emisión
de una respuesta de estrés2,3. Aunque existen diferencias individuales en la percepción y reacción frente a
los estresores, este capítulo se centra en el análisis del
entorno laboral y el extralaboral en un contexto de grandes cambios económicos y sociales que en los últimos
años se han producido de forma extraordinariamente
rápida y han convertido el estrés en un problema de
salud pública de interés creciente.
Desde mediados de los años setenta las sociedades occidentales se encuentran en un proceso de cambio del modelo económico que está comportando importantes transformaciones en el sistema productivo y
en las relacionales laborales. Uno de los cambios de
mayor trascendencia ha sido la globalización económica
entendida como la facilidad y rapidez con que las empresas pueden invertir en uno u otro país –deslocalizarse–, intercambiar productos y servicios4. Un segundo
cambio es la terciarización de la economía y de la población activa en los países desarrollados. Esta tendencia se acompaña de la mayor valoración del conocimiento y de la formación, de manera que en la
actualidad cada vez menos empleos se caracterizan por
las exigencias físicas; la mayoría lo hacen por las demandas mentales o emocionales. Una tercera tendencia viene marcada por el cambio tecnológico constante y acelerado representado sobre todo por las
tecnologías de la información. También se producen nuevas formas de organización del trabajo y de la producción
que tienen como elemento central la idea de la flexibilidad como forma de mejorar la productividad de los trabajadores y su adaptación a los cambios tecnológicos
y a la globalización creciente5. Finalmente, la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo hace entrar en crisis el modelo tradicional de división sexual del
trabajo, comporta importantes transformaciones sociales
y está exigiendo una adaptación de las dos principa-
D
Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):71-8
DE VIDA
El estrés laboral
Según la V ENCT, en 2003 el 16% de las mujeres
ocupadas y el 14% de los varones afirmaban que últimamente les costaba dormir o dormían mal, el 21%
de las mujeres y el 10% de los varones que sufrían
dolores de cabeza y el 17% de las mujeres y el 10%
de los varones que tenían una sensación continua de
cansancio (tabla 1). Todos ellos son síntomas psicosomáticos frecuentes en la población ocupada que en
buena medida son atribuibles al estrés laboral. En la
actualidad dos modelos de estrés laboral reciben particular atención: el modelo exigencias-control-apoyo
(modelo de Karasek)8 y el modelo esfuerzo-recompensa (modelo de Siegrist)9. A continuación se describe la situación actual en relación con estos modelos y se presentan datos correspondientes a la
población ocupada española a partir del análisis de
la V ENCT.
72
Artazcoz L et al. El estrés en una sociedad instalada en el cambio
presas intentan implantar con el fin de ampliar tanto los
horarios de trabajo como su adaptación a los nuevos
modelos sociales. Se amplían los horarios a fin de semana, se incrementan los horarios irregulares con unas
horas de trabajo impredecibles (lo que dificulta la organización de la vida privada) y se extienden los horarios demasiado prolongados (horas extraordinarias involuntarias). En la tabla 2 se muestran datos que ilustran
la magnitud de algunos indicadores relacionados con
la flexibilidad horaria determinada por las empresas en
la población ocupada española. Según datos de la V
ENCT, el 14% de los varones y el 5% de las mujeres
trabajan 45 h semanales o más y en torno al 10% de
los trabajadores, sin diferencias de sexo, trabaja en sábados o en domingos y festivos. Destaca la alta proporción de personas que prolongan habitualmente su
jornada de trabajo (el 49% de los varones y el 41% de
las mujeres). Aunque el 30% de los varones y el 13%
de las mujeres alargan su jornada con compensaciones económicas, una proporción significativa de personas, superior entre las mujeres, la prolonga sin compensaciones económicas (el 28 frente al 19%). Además,
para el 75% de las personas que lo hacen, la razón de
prolongar la jornada es la sobrecarga de trabajo.
Pese a que la evolución del mercado de trabajo se
orienta hacia unas mayores exigencias mentales, emocionales y de conocimiento, el 48% de los trabajadores españoles y el 32% de las trabajadoras consideran que su trabajo no requiere ningún conocimiento
especial, sólo práctica en el puesto. Así, alrededor del
10%, sin diferencias de sexo, señala que no tiene ninguna oportunidad para aplicar sus capacidades o conocimientos o que su trabajo nunca requiere aprender
cosas nuevas. Aunque las organizaciones tienden a
adoptar formas de gestión menos jerárquicas que implican la transferencia de responsabilidad y autonomía
a los trabajadores, aproximadamente la cuarta parte de
los trabajadores españoles tiene poca autonomía: no
puede elegir o modificar el orden de las tareas, el método de trabajo, el ritmo de trabajo o la distribución y
duración de las pausas del trabajo (tabla 3).
En general, las relaciones con los superiores, los
compañeros y los subordinados son buenas, mejores
entre las mujeres. Destaca el 9% de los varones y el
6% de las mujeres con relaciones regulares, malas o
muy malas con sus superiores (tabla 4). Una forma extrema de falta de apoyo en el trabajo es la violencia física o psicológica por parte de compañeros o superiores.
Según la V ENCT, el porcentaje de trabajadores españoles que dicen haber padecido agresiones físicas
por parte de otros trabajadores de su empresa en el
último año no llega al 1%. Aunque la violencia psicológica también afecta a una pequeña proporción de empleados, es más frecuente que la física. El 3% de las
mujeres y el 1,5% de los varones afirman que en el último año les han puesto dificultades para comunicar-
Tabla 1. Prevalencia de síntomas psicosomáticos en la
población ocupada según el sexo (%). V Encuesta Nacional de
Condiciones del Trabajo 2003
Le cuesta dormir o duerme mal
Tiene sensación continua de cansancio
Sufre dolores de cabeza
Le cuesta concentrarse, mantener la atención
Le cuesta acordarse de las cosas o las olvida
con facilidad
Se nota tenso, irritable
Tiene bajo estado de ánimo
Varones
(n = 3.312)
Mujeres
(n = 1.924)
13,3
9,8
10,0
3,0
5,9
16,4
16,6
21,3
5,1
8,2
7,3
5,8
10,4
7,8
El modelo exigencias-control-apoyo
El modelo propuesto por Karasek considera como
estresores el exceso de exigencias psicológicas (volumen de trabajo, presión de tiempo e interrupciones), el
bajo control sobre el trabajo (oportunidad de desarrollar las habilidades y autonomía sobre el trabajo) y el
bajo apoyo de los compañeros y de los superiores. Como
se aprecia en la tabla 2, en España el alto ritmo de trabajo es muy frecuente y significativamente superior en
las mujeres. El 44% de los varones y el 50% de las mujeres afirman trabajar siempre o casi siempre con plazos ajustados y el 38% de los varones y el 45% de las
mujeres consideran que su ritmo de trabajo es elevado durante más de media jornada. Además, el 15% de
los varones y el 22% de las mujeres dicen haber tenido en los últimos 3 meses una cantidad de trabajo excesiva que les ha hecho sentirse agobiados.
En los últimos años asistimos a un nuevo tipo de
exigencias, la creciente flexibilidad horaria que las em-
Tabla 2. Exigencias del trabajo según el sexo (%). V Encuesta
Nacional de Condiciones del Trabajo 2003
45 h de trabajo semanal o más
Trabajo en sábados siempre o frecuentemente
Trabajo en domingos o festivos siempre
o frecuentemente
Cantidad de trabajo excesiva
en los últimos 3 meses
Trabajo con plazos ajustados siempre
o frecuentemente
Ritmo de trabajo elevado más de media jornada
Prolongación de la jornada habitualmente
Con compensación económica
Sin compensación económica
Varones
(n = 3.312)
Mujeres
(n = 1.924)
14,3
12,5
15,7
5,1
8,1
7,7
15,4
21,9
43,5
49,8
37,7
45,0
29,8
19,4
13,4
27,9
73
Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):71-8
PARTE II. ESTILOS
Tabla 5. Porcentaje de paro entre la población activa y de
contratación temporal en la asalariada en la Unión Europea-15.
Año 2003
Tabla 3. Falta de control sobre el trabajo según el sexo (%).
V Encuesta Nacional de Condiciones del Trabajo 2003
Trabajo que no requiere ningún conocimiento
especial, sólo práctica en el puesto
Ninguna oportunidad para aplicar
las capacidades o conocimientos
Trabajo que no requiere nunca aprender
cosas nuevas
Nunca puede elegir o modificar el orden
de las tareas
Nunca puede elegir o modificar el método
de trabajo
Nunca puede elegir o modificar el ritmo
de trabajo
Nunca puede elegir o modificar la distribución
o duración de las pausas en el trabajo
Varones
(n = 3.312)
Mujeres
(n = 1.924)
47,8
32,2
11,5
11,5
8,5
9,4
22,2
14,4
30,4
28,2
25,3
25,1
27,8
22,3
Paro
Unión Europea
Bélgica
Dinamarca
Alemania
Grecia
España
Francia
Irlanda
Italia
Luxemburgo
Holanda
Austria
Portugal
Finlandia
Suecia
Reino Unido
Tabla 4. Relaciones regulares, malas o muy malas en el
entorno de trabajo (%). V Encuesta Nacional de Condiciones
del Trabajo 2003
Superiores
Compañeros
Subordinados
Varones
(n = 3.312)
Mujeres
(n = 1.924)
8,6
3,9
3,5
5,6
2,7
1,8
Contratación temporal
Varones
Mujeres
Varones
Mujeres
7,4
7,4
5,1
10,2
6,0
7,9
7,5
4,8
6,9
3,0
3,5
3,9
5,2
11,0
6,1
5,4
8,9
8,0
5,7
9,3
14,3
15,8
9,5
4,0
11,9
4,6
3,8
4,3
7,2
9,9
5,0
4,0
8,3
4,2
5,0
6,3
8,5
24,1
7,2
2,1
6,4
1,5
8,0
2,1
15,5
9,0
9,2
4,1
10,6
9,1
8,6
6,8
11,9
29,2
10,8
3,6
10,4
3,5
11,8
3,3
18,7
16,4
12,6
5,8
Fuente: Eurostat. Disponible en: http://europa.eu.int/comn/eurostat
o cuando los trabajadores tienen limitaciones para la movilidad geográfica. De acuerdo con este abordaje, la experiencia de una falta de reciprocidad, de altos «costes» y bajas «ganancias», provoca emociones negativas
en las personas expuestas. El sentimiento de no ser valorado de forma adecuada o de ser tratado de forma injusta se acompaña de reacciones sostenidas de tensión.
A largo plazo el desequilibrio entre el alto esfuerzo y las
bajas recompensas en el trabajo incrementa la susceptibilidad a las enfermedades como resultado de la
continuada reacción de tensión11.
El modelo esfuerzo-recompensa no sólo se limita
a considerar variables estructurales del ambiente de trabajo (como en el caso del modelo de Karasek), sino que
también integra variables personales. Propone que las
personas caracterizadas por un patrón motivacional de
excesivo compromiso con el trabajo y una alta necesidad de aprobación tienen mayor riesgo de tensión derivada del intercambio asimétrico y su susceptibilidad
a la frustración de la recompensa es superior.
Los contratos asimétricos, donde el esfuerzo de los
trabajadores es superior a las compensaciones que reciben, pueden hacerse cada vez más frecuentes en un
contexto de economía globalizada que se caracteriza
por la inestabilidad laboral, la movilidad laboral forzada, los contratos temporales de corta duración y el incremento de la competitividad12. Desde esta perspectiva la situación española es preocupante. España era
en 2003 el país de su entorno con mayor proporción
de población parada y con contratos temporales, sobre
todo entre las mujeres (tabla 5). El paro alcanzaba al
se al menos una vez por semana o diariamente; el 2%
de las mujeres y el 1% de los varones que los han desacreditado profesional o personalmente, y menos del
1% que han recibido amenazas.
El modelo esfuerzo-recompensa
El modelo de Siegrist asume que el esfuerzo en el
trabajo es parte de un contrato basado en la reciprocidad social donde las recompensas se proporcionan en
términos de reconocimiento, salario y oportunidades en
la carrera profesional. Las amenazas a la carrera profesional incluyen la inestabilidad laboral, la falta de perspectivas de promoción, los cambios no deseados y la
inconsistencia de estatus (trabajar por debajo de la propia cualificación)10. El modelo asume que los contratos
de trabajo a menudo no proporcionan un intercambio
simétrico con una completa equivalencia entre el esfuerzo
y las compensaciones. Esto puede suceder con más frecuencia cuando existen pocas alternativas en el mercado laboral como sucede con los trabajadores poco cualificados, cuando el paro y la temporalidad son elevados
Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):71-8
DE VIDA
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Artazcoz L et al. El estrés en una sociedad instalada en el cambio
16% de las mujeres y al 8% de los varones españoles,
mientras los porcentajes correspondientes en la Unión
Europea de los 15 (UE-15) eran 9% y 7%, respectivamente. El mismo año, entre los asalariados españoles,
el 29% de las mujeres y el 24% de los varones trabajaban con contratos temporales; en la UE-15 las proporciones eran del 11 y el 8%, respectivamente. Además, según la V ENCT, el 24% de los varones y el 32%
de las mujeres no han promocionado nunca en la empresa ni esperan hacerlo.
talidad, mala salud mental, limitación en las relaciones
sociales y dolor18.
Estudios realizados en nuestro entorno muestran el
efecto en la salud mental de la amenaza que para la
continuidad de la vida laboral significa perder el empleo
o trabajar con contratos temporales. Un estudio basado en la Encuesta de Salud de Catalunya de 199419 documentaba el efecto negativo para la salud mental de
perder el empleo, con patrones diferentes en varones
y mujeres. Es importante señalar que globalmente este
impacto desaparece cuando la persona en situación de
paro recibe prestaciones de desempleo20. Otro estudio
sobre la relación entre la contratación temporal y el estado de salud mental, basado en la Encuesta de Salud
de Catalunya de 200221, demuestra el efecto negativo
de la temporalidad, más marcado en los contratos temporales de obra y servicio –donde con más frecuencia
se dan situaciones de abuso– y en los trabajadores más
desfavorecidos –mujeres y varones trabajadores manuales–22.
El impacto del estrés laboral en la salud
Numerosos estudios basados en estos dos modelos han puesto de manifiesto que la exposición a largo
plazo a factores de riesgo psicosocial en el trabajo tiene
efectos negativos, sobre todo en la salud cardiovascular y la salud mental, entre un amplio abanico de trastornos de salud menos estudiados3,9. Además se ha demostrado que ambos modelos no son excluyentes sino
complementarios13.
Estudios prospectivos y retrospectivos ponen de manifiesto que los trabajadores con altas demandas psicológicas y bajo control sobre el trabajo tienen un mayor
riesgo de desarrollar trastornos cardiovasculares2,14. Aunque hay menos estudios que hayan utilizado el modelo esfuerzo-recompensa que el demanda-control-apoyo,
recientes hallazgos muestran que la falta de equilibrio
entre el esfuerzo y la recompensa del trabajo aumentan la probabilidad de sufrir trastornos cardiovasculares10,11,13.
Los factores de riesgo psicosocial son importantes
precursores de alteraciones del bienestar psicológico.
La exposición aguda a estos factores contribuye a la
aparición de síntomas de distrés psicológico relacionados con la ansiedad. Su exposición prolongada contribuye a la aparición de síntomas depresivos y trastornos
depresivos mayores15.
Un trabajo considerado tradicionalmente como muy
estresante es el del personal sanitario que está muy
expuesto a diferentes factores de riesgo psicosocial
como la falta de apoyo social, los horarios irregulares,
la violencia en el trabajo o el contacto con el sufrimiento
y la muerte. Estos factores de riesgo tienen consecuencias importantes en su salud mental. Se ha documentado que la prevalencia de síntomas de distrés
psicológico (medidos con el GHQ-12) en médicos especialistas británicos es del 27%16. En España la prevalencia de estos síntomas era del 24% en una muestra aleatoria de médicos especialistas hospitalarios17.
En un estudio realizado en médicos y enfermeras españoles que trabajaban en urgencias y emergencias se
observa que la exposición a altas exigencias psicológicas, y el bajo apoyo de los supervisores y de los compañeros aumentan la probabilidad de presentar baja vi-
El estrés extralaboral
Mientras en el ámbito laboral los dos modelos de
riesgo psicosocial descritos han mostrado de forma consistente su capacidad para explicar los trastornos asociados al estrés en el trabajo, se ha avanzado menos
en el desarrollo de modelos teóricos explicativos de los
factores extralaborales relacionados con el estrés.
Uno de los abordajes más utilizados se basa en el
efecto de los acontecimientos vitales estresantes23. Tradicionalmente la ruptura de una relación de pareja, la
muerte de un familiar o un amigo, las dificultades económicas, los problemas en las relaciones y las agresiones se han considerado como algunos de los estresores psicosociales más importantes de la vida
extralaboral en las personas adultas24. En nuestro entorno deben añadirse además las dificultades para la
conciliación de la vida laboral y familiar para las mujeres. En un estudio realizado en una muestra de personal de dos hospitales de la provincia de Valencia, los
que habían sufrido al menos un acontecimiento desfavorable durante el último año presentaban peor
salud mental, menos vitalidad, más limitación de la función social y limitación del papel por problemas emocionales25. En este apartado se describen algunas de
estas situaciones y se aportan datos de nuestro país.
La ruptura de la pareja
En la escala de acontecimientos vitales estresantes de Holmes y Rahe23, el divorcio y la separación de
la pareja ocupan el segundo y el tercer lugar, respec-
75
Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):71-8
PARTE II. ESTILOS
tivamente, en cuanto a impacto en la salud mental. La
creciente incorporación de la mujer al mercado de trabajo ha favorecido la consolidación del equilibrio de poderes y convierte en una opción real para la mujer la
finalización de una relación de pareja por la vía de la
separación o del divorcio. Como se aprecia en la figura 1, entre 1982 y 2003 el incremento de los divorcios
y las separaciones ha discurrido en paralelo con la incorporación de las mujeres españolas al mercado laboral hasta el punto de que el coeficiente de correlación es de 0,99. En este período el número de divorcios
se ha duplicado y el de separaciones se ha cuadruplicado. Al estrés que supone una separación se añade
a menudo la tensión que implica para muchas personas, sobre todo las mujeres, convertirse en responsables de hogares monoparentales.
res presentaban más riesgo de mal estado de salud
mental (el 26 frente al 16%) y una prevalencia superior de tabaquismo que las madres casadas o que vivían en pareja, lo que parece apuntar a una situación
de estrés crónico en este colectivo.
La conciliación de la vida laboral y familiar
También la combinación de la vida laboral y familiar supone una situación crónica de estrés para muchas mujeres que deben compaginar ambas esferas sin
recursos comunitarios suficientes para el cuidado de las
personas dependientes28 y sin la corresponsabilidad de
sus parejas en el ámbito doméstico. En nuestro medio
se ha documentado el efecto negativo de la sobrecarga que supone la «doble jornada» en la salud de las
mujeres29,30 y se ha señalado que ni los empresarios
ni los sindicatos han integrado la dimensión familiar de
las personas que trabajan en el mercado laboral31. Por
eso, algunas mujeres presionadas entre una esfera laboral muy precaria y una familia que les exige una presencia importante, acaban abandonando su proyecto
laboral o desestiman la posibilidad de promocionarse
y aumentar su cualificación. Pero la mayoría de las mujeres que hoy tienen un trabajo remunerado continúa
en él, sea por necesidades económicas o para mejorar su autoestima y crecimiento personal y social; algunas renuncian a su proyecto de familia32.
Las mujeres responsables de hogares monoparentales
En el último trimestre de 2004 había en España
273.200 personas responsables de hogares monoparentales, de los cuales el 89% estaban a cargo de mujeres. Entre ellas, el 64% eran separadas o divorciadas y el 17% viudas. Sólo el 1% tenía 60 años o más,
mientras el 72% tenía menos de 45 años. La mayoría
de estas mujeres formaban parte del mercado laboral
(83%), bien como población ocupada (69%) o como parada (14%)26.
En un estudio basado en la población ocupada de
Catalunya27 se documentaba la alta proporción de mujeres responsables de familias monoparentales de 25
a 64 años que trabaja en el servicio doméstico (el 22
frente al 9% en el colectivo de mujeres). Estas muje-
Los problemas en las relaciones
El apoyo social es un importante determinante de
la salud física y sobre todo de la mental. Diversos autores señalan que el apoyo social puede tener un efecto moderador de los efectos nocivos de los estresores
sobre la salud mental33,34. En un estudio realizado en
una muestra de mujeres embarazadas de la provincia
de Valencia se evidencia que la falta de apoyo afectivo durante el tercer trimestre del embarazo aumenta
la probabilidad de presentar depresión (resultados disponibles no publicados).
Los problemas en las relaciones interpersonales
constituyen unas de las principales fuentes de tensión
crónica en el ámbito extralaboral24. Aquí se incluyen las
relaciones íntimas insatisfactorias, los conflictos con los
padres, los parientes, los vecinos y los hijos. Se ha documentado que las personas con problemas en sus relaciones tienen el doble de riesgo de desarrollar un trastorno de salud mental, aunque el riesgo no es tan
inmediato como en el caso de una ruptura de pareja35.
Una situación extrema de problemas en las relaciones es la violencia contra la violencia o la violencia
por parte del compañero íntimo. En España el número de denuncias realizadas por mujeres por malos tra-
Figura 1. Evolución de las sentencias civiles de separaciones
y divorcios y de la población activa femenina en España.
Separaciones y divorcios
Población activa mujeres
9.000.000
8.000.000
7.000.000
6.000.000
5.000.000
4.000.000
3.000.000
2.000.000
1.000.000
0
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
200.000
180.000
160.000
140.000
120.000
100.000
80.000
60.000
40.000
20.000
0
Años
Separaciones más divorcios
Población activa de mujeres
Fuente: Instituto Nacional de la Mujer. Mujeres en cifras26.
Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):71-8
DE VIDA
76
Artazcoz L et al. El estrés en una sociedad instalada en el cambio
Bibliografía
tos producidos por su pareja pasó de 43.313 en 2002
a 57.527 el 200426. Las consecuencias de la violencia
doméstica en la salud mental de las mujeres incluyen
la depresión, la ansiedad, el síndrome de estrés postraumático, los desórdenes de la alimentación, el
abuso de sustancias adictivas y el suicidio36.
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Conclusión
Los cambios sociales producidos en los últimos años
en el ámbito laboral y extralaboral han hecho del estrés un problema de salud pública de importancia creciente. En el trabajo remunerado la flexibilización del
mercado laboral implica la exigencia de una mayor disponibilidad horaria de la población trabajadora y una
alta temporalidad laboral. Por otro lado, la incorporación de la mujer al mercado laboral se acompaña de
dificultades para la conciliación de la vida laboral y familiar, y una mayor autonomía económica. Todo ello junto
con una menor influencia de la moral católica se refleja en un incremento de separaciones y divorcios y un
aumento de los hogares monoparentales, situación que
supone la vivencia de situaciones estresantes con efecto en la salud de la población.
La respuesta a los problemas relacionados con el
estrés generados por estas nuevas situaciones es insuficiente, bien porque los profesionales sanitarios ignoran las causas del problema y medican basándose
en las consecuencias o bien porque desde otros ámbitos no se tienen en cuenta las consecuencias de las
nuevas dinámicas sociales y económicas para la salud.
Es necesario introducir en las políticas económicas y
de trabajo la sensibilidad por el efecto que sus actuales tendencias tienen en el estrés de la población trabajadora. Asimismo, las empresas tienen que incrementar de forma significativa el esfuerzo para abordar
los factores de riesgo psicosocial. Por otro lado, las políticas sociales deben adaptarse a la nueva situación
determinada por la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y, entre otras iniciativas, aumentar los
recursos para el cuidado de las personas dependientes.
Agradecimientos
Trabajo parcialmente financiado por la Red Temática de Investigación de Salud y Género y la Red de Centros de Epidemiología y Salud Pública financiadas por el Instituto de Salud
Carlos III del Ministerio de Sanidad y Consumo y dos ayudas
del FIS (99/0704 y 00/0686).
Agradecemos al Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo la cesión de los datos de la V Encuesta Española de Condiciones del Trabajo.
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PARTE II. ESTILOS
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DE VIDA
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