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Reseñas iberoamericanas

2017

Mechthild Albert (ed.): Saberes (in)útiles. El enciclopedismo literario áureo entre acumulación y aplicación. Madrid/ Frankfurt a. M.: Iberoamericana/Vervuert, 2016. 354 páginas.

DOI: 10.18441/ibam.17.2017.65.289-368 | RESEÑAS IBEROAMERICANAS SERGIO ARLANDIS / M ARÍA JOSÉ B RUÑA B RAGADO / M ARIANA CATALIN / ÁLVARO CEBALLOS VIRO / ALMA D URÁN -MERK / CHITA E SPINO-B RAVO / J UAN C AMILO GALEANO S ÁNCHEZ / CARLOS G ARCÍA / CHARLOTTE GARTENBERG / M ARICIÓ J ANUÉ I MIRET / C ARLOS LARRINAGA / B RET LERAUL / ANTONY P. M UELLER / MARCIO O RSOLINI / J OSÉ A NTONIO P ANIAGUA GARCÍA / JULIO P EÑATE RIVERO / RAMÓN M ANUEL P ÉREZ / M AGDALENA P ERKOWSKA / B ENEDIKT R EIß / F ERNANDO RODRÍGUEZ MANSILLA / JORGE SABORIDO / A NTONIO SÁNCHEZ JIMÉNEZ / JEAN-PIERRE TARDIEU / LUCERO DE V IVANCO /N IKOLAUS W ERZ / JOSÉ ZANCA 1. LITERATURAS IBÉRICAS: HISTORIA Y CRÍTICA Mechthild Albert (ed.): Saberes (in)útiles. El enciclopedismo literario áureo entre acumulación y aplicación. Madrid/ Frankfurt a. M.: Iberoamericana/Vervuert, 2016. 354 páginas. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Una de las insospechadas ventajas que la moda de los “estudios culturales” ha traído al hispanismo ha sido atraer la atención de los críticos sobre algunos temas muy útiles para comprender tanto los textos áureos como la mentalidad con que se escribieron y consumieron. Es el caso de las relaciones entre historia de la ciencia y la literatura áurea, materia sobre la que se han producido libros muy importantes en los últimos años, algunos de ellos obra precisamente de algunos de los autores que contribuyen al volumen que estamos reseñando. Nos referimos a libros como el de Enrique García Santo-Tomás La musa refractada. Literatura y óptica en la España del Barroco. (Madrid/Frankfurt a. M.: Iberoamericana/ Vervuert, 2015), traducido recientemente al inglés (The Refracted Muse. Chicago: The University of Chicago Press, 2017) o los de John Slater Medical Cultures of the Early Modern Spanish Empire (Farnham: Ashgate, 2014) y Todos son hojas. Literatura e historia natural en el Barroco español (Madrid: CSIC, 2010), amén de un sinfín de artículos. No debe sorprender que el hispanismo alemán haya destacado en esta tendencia, pues está alimentado a un tiempo por el afán interdisciplinar de las universidades alemanas y por el cuidado con que en ese país se cultiva la educación filosófica. Por ello, hay varios siglodeoristas alemanes –de nuevo, algunos presentes en este libro– que se han señalado con sus contribuciones a este campo de estudio. Es el caso de la propia editora, Mechthild Albert, de estudiosos como Christoph Strosetzki y Folke Gernert o, ya en el terreno del Bajo Barroco, Helmut Jacobs. Es más, los hispanistas alemanes han producido recientemente diversos volúmenes colectivos en este sentido. Entre ellos podemos destacar el compilado por el propio Strosetzki, Wort und Zahl / Palabra y Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 290 número. (Heidelberg: Winter, 2015), o el más reciente preparado por Wolfram Nitsch y ya dedicado específicamente al Siglo de Oro, Artificios. Technik und Erfindungsgeist in der spanischen Literatur und Kultur der Frühen Neuzeit (Paderborn: Wilhelm Fink, 2016). Es decir, que el libro que nos toca reseñar, Saberes (in)útiles. El enciclopedismo literario áureo entre acumulación y aplicación es otro hito en una fecunda tradición del hispanismo alemán. Y como contribución a esta línea de trabajo, Saberes (in)útiles es un volumen notable. Muchos de los autores pertenecen al grupo de investigación hispano-alemán “Saberes humanísticos y formas de vida en la temprana modernidad” o han participado en congresos de ese grupo y temática. Además, el artículo introductorio que presenta Albert resulta utilísimo como estado de la cuestión acerca de la temática, que la editora enmarca además en el interés actual por el futuro de las humanidades, preocupación que explica el guiño del título del libro al aplaudido (e insuficiente) trabajo de Nuccio Ordine La utilidad de lo inútil (que, por cierto, vuelven a evocar varios de los trabajos del volumen). Sin embargo, Saberes (in)útiles es un libro que nació de un congreso, y estos suelen estar sujetos a azares que, a la hora de compilar el volumen, pueden dar lugar a ciertas incongruencias. Mechthild Albert las trata de solventar alegando que ha elegido estudiar “los géneros narrativos más apropiados a la difusión de saberes, como son la novela picaresca y la novela corta, pero también el teatro” (p. 11). Por supuesto, el aserto es gratuito, pero además el contenido del libro se encarga rápidamente de desmentirlo. No en vano, los autores dedican muy interesantes reflexiones (e incluso un artículo completo) a otros géneros áureos como los libros pastoriles, uno de los cuales examina el trabajo de Ulrike Becker. Pese a este tipo de lunares, el lector agradece el esfuerzo de la editora por organizar de modo coherente el volumen. Albert lo ha dividido en diversas secciones. La primera, dedicada a “Enciclopedismo y humanismo”, recoge artículos de Strosetzki, Emilio Blanco, Frank Nagel, Abraham Madroñal y André Gallego Barnés. Aunque stricto sensu el de Madroñal no parece caber bajo el marbete, compensa con creces la anomalía por su excepcional contenido, que hace de él uno de los más valiosos del libro. De hecho, Madroñal revela hasta qué punto el jesuita falsario Román de la Higuera influyó en la literatura española de la época merced a su alianza con Lope de Vega y a la más que posible parodia que sufrió en el Quijote, aspectos sobre los cuales Madroñal aporta datos novedosos y de peso. Por su parte, Strosetzki se centra en la curiositas, que explica ayudándose de la filosofía alemana del siglo xix y, en general, de la evolución del concepto de dogmatismo. En cuanto a Blanco, su profundo conocimiento del humanismo español le permite escoger una figura absolutamente relevante para comprender el uso de la erudición como es Antonio de Guevara, célebre por la laxitud con que empleaba las autoridades y, sobre todo, objeto de diversos y eruditos estudios del propio Blanco. Por su parte, Nagel se dedica a uno de los coloquios de otro célebre humanista, Pedro Mejía. Concretamente, el texto elegido es el “Coloquio del porfiado”, que Nagel usa para reflexionar sobre las ideas hermenéuticas del momento. Por 291 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 pues se dedica al “Enciclopedismo y géneros literarios”. Se abre con un valioso artículo de Miguel García-Bermejo Giner sobre el teatro de Lucas Fernández, en el que estudia fórmulas de enumeración y abundancia que revelan al dramaturgo como lo que el autor denomina un “intelectual intermediario”, preocupado por la difusión de los saberes humanísticos, aunque sin ser en absoluto un humanista. Además, el artículo resulta estimulante por proponer una división entre Edad Media y Humanismo basado en la argumentación: centrada en el logos en el orador medieval (y aderezada con material clásico que puede servir como prueba o como auctoritas), más bien preocupada por el pathos en el caso de los humanistas. Es una división que evoca también el artículo siguiente, el de la conocida experta en humanismo Asunción Rallo Gruss, centrado en las intercalaciones en la novela corta áurea (Zayas, Tirso, Eslava) y en el diálogo renacentista. También se dedica a las digresiones en la novela corta Isabel Colón Calderón, de nuevo una reconocida autoridad en el género, que elige como objeto de estudio las Experiencias de amor y fortuna de Francisco de Quintana. Por su parte, Albert contribuye al libro con un trabajo que estudia la relación entre enciclopedismo y moralización. Es un tema ya tocado en los artículos sobre el Guzmán, que Albert examina en las conocidas obras “costumbristas” de Juan de Zabaleta (El día de fiesta por la mañana y El día de fiesta por la tarde) y Francisco Santos (Día y noche de Madrid), por lo demás claramente relacionadas y muy populares en la segunda mitad del siglo. La sección final se titula “El enciclo- RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS último, Gallego Barnés presenta un valiosísimo estudio sobre la ratio studiorum ideada por Juan Lorenzo Palmireno. Gallego Barnés la contextualiza con unas páginas sobre oratoria y educación que son esenciales para comprender el uso de la erudición en la época, hasta el punto que sirven de excelente complemento a la introducción del volumen. En cuanto a la segunda sección, se dedica al “Enciclopedismo en el Guzmán de Alfarache”, obra que la editora considera “emblemática en cuanto ejemplo de ficcionalización y narrativización del enciclopedismo áureo” (p. 13). Esta vez no podemos menos que estar de acuerdo, y aplaudir, además, los trabajos aquí incluidos: el de Folke Gernert (sobre cómo el Guzmán y el Baldo construyen sus digresiones morales) y el de Wolfgang Matzat (sobre las reflexiones morales acerca de la caridad en los excursos de Alemán). Son estudios que aportan mucho a un tema tan esencial para comprender la narrativa áurea como el de la digresión, que tal vez podría haber merecido alguna sección (sobre la relación entre enciclopedismo y digresión) o artículo en el libro, aunque es cierto que muchos de los trabajos en él incluidos abordan el tema con mucha erudición. En tercer lugar hay una sección dedicada a “Cristóbal Suárez de Figueroa: enciclopedista y novelista”. Incluye dos interesantes trabajos: uno de Mauricio Jalón (un completo análisis sobre cómo el novelista español adaptó el material de acarreo de la Piazza universale) y otro de la mencionada Becker, que se centra en una obra menos conocida de Suárez de Figueroa, su novela pastoril La constante Amarilis, cuyo material erudito examina. La cuarta sección es más variopinta, Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 292 pedismo entre los siglos” y presenta tres valiosísimos artículos. El primero es obra de una participante habitual en los coloquios del grupo de investigación arriba mencionado que, además, es una reconocida experta en temas de censura y de formación de la conciencia áurea: María José Vega. Su trabajo sobre el Theatrum vitae humanae de Theodor Zwinger se centra precisamente en esa temática, en cómo el saber enciclopédico de la época está “ideológicamente intervenido” (p. 288), es decir, determinado por la ideología dominante y por las polémicas religiosas del momento, por muy neutral que parezca su contenido. A continuación, Alfredo Alvar aporta un trabajo sobre la biblioteca de López de Hoyos que sorprende por la oralidad del estilo –obvio reflejo del congreso en que surgió el artículo– y que examina en detalle el decepcionante inventario de la biblioteca del humanista y maestro de Cervantes. Por último, el volumen se cierra con un artículo del mencionado Slater sobre la sabiduría alquímica del poco conocido Luis Aldrete y Soto, cuyo uso de las imágenes circulares, muy relacionadas con las innovaciones científicas del momento, estudia el autor. En suma, Saberes (in)útiles es un libro muy completo que funge perfectamente como introducción al tema del enciclopedismo áureo gracias a los esfuerzos de la editora, y que además contiene verdaderas joyas. Es un volumen muy recomendable para los estudiosos del Siglo de Oro y los interesados en la historia de la ciencia española. Antonio Sánchez Jiménez (Université de Neuchâtel) Antonio Castillo Gómez: Leer y oír leer. Ensayos sobre la lectura en los Siglos de Oro. Madrid/Frankfurt a. M.: Iberoamericana/Vervuert, 2016 (Tiempo Emulado. Historia de América y España, 50). 231 páginas. Este libro es una recopilación de ensayos que ya ha visto la luz en sendas traducciones, al italiano y al portugués, mas ahora aparece con un capítulo añadido (el sexto) y una revisión bibliográfica completa. Antonio Castillo Gómez, profesor en la Universidad de Alcalá de Henares, lleva estudiando la historia del libro y la lectura desde hace décadas y ha sido testigo de la evolución de su especialidad, sus agendas, cambios de perspectiva y desafíos. Como él mismo lo señala, el enfoque tradicional de estos estudios se basaba en la sociología y la estadística aplicada a los testimonios documentales. Un ejemplo paradigmático de este tipo de trabajo sería el clásico Lectura y lectores en la España de los siglos XVI y XVII de Maxime Chevalier (1976), del cual el mismo hispanista francés hizo balance crítico años más tarde, revelando las limitaciones del método: no había correspondencia directa y homogénea entre ciertos grupos sociales y determinados géneros, por ejemplo. Castillo Gómez nos recuerda que, a partir de la década de 1980, se introdujo un giro en el análisis, según el cual la mirada del investigador debía situarse ahora en las condiciones de la práctica de la lectura, en el mismo acto de leer, siguiendo los postulados de la estética de la recepción. El enfoque estadístico de raigambre sociológica no ha sido del todo abandonado, ya que aún aporta información relevante de conjunto, pero es acompañado ahora de un particular en- 293 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 copilar sentencias, frases y material propio de miscelánea o poliantea, que emplearán para su trabajo intelectual. Los cuadernos que elaboran recogiendo el fruto de su lectura tienen un afán inicialmente nemotécnico, pero también nos demuestran el objetivo pragmático que encuentran en la lectura, por encima del mero placer o gusto literario. El capítulo III explora otro perfil de lector: el preso de la Inquisición, quien lee básicamente para luchar contra la soledad y la melancolía en medio de su desgracia. El capítulo IV desarrolla el concepto de “comunidad de lectura” a través del estudio de grupos de lectores que se cohesionan alrededor de determinados textos, generalmente de carácter religioso: los moriscos que practican en secreto el Islam y convierten al único que sabe leer el texto sagrado en su alfaquí; las beatas que se dedican, también con una líder, a la lectura de obras piadosas que les ayuden a practicar mejor la vida que han elegido; las monjas que leen a Santa Teresa como su paradigma de conducta conventual; la lectura de un adulto que guía la formación religiosa de los niños dentro de la casa. Se trata en todos los casos de actos de lectura en la que convergen los lectores y sus oyentes en un espacio privado. Como contraste, el siguiente capítulo de Leer y oír leer se ocupa de las lecturas que se realizaban en la calle, mediante panfletos, coplas o avisos que se distribuían y leían sin mayor regulación. El corpus con el que trabaja Castillo Gómez es de un valor cultural muy rico: un panfleto antisemita como el Alborayque, el anuncio de un ilusionista en la corte madrileña o un pasquín contra el Santo Oficio. Son textos que, por su naturaleza y circulación, RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS foque en individuos o comunidades lectoras para indagar en torno a la forma en qué leen. Así, interesa revelar la apropiación del libro de parte del lector, a través de la lectura, más que la mera posesión del objeto. Bajo este principio, Leer y oír leer propone, a lo largo de sus seis capítulos, algunas calas que pueden ilustrar el panorama de la lectura en la España del Siglo de Oro. El primer capítulo (“La lectura entre norma y transgresión”) delinea bien las diversas percepciones de la lectura en la época: las principales críticas a ciertas lecturas, consideradas frívolas y fantasiosas, frente a las otras lecturas, las recomendables o “útiles” para el cultivo del espíritu. Entre ambos extremos, las lecturas censurables y las elogiadas, se encuentran el lector y el mercado editorial, ambos con sus propias presiones e intereses. Castillo Gómez anota, con sagacidad, la existencia de la transgresión del lector a partir de la insistencia de los moralistas en evitar aquellas “malas lecturas”: “la prescripción revela en sí misma la existencia de la realidad que prescribe. De no haber sido por lo frecuente y habitual de las transgresiones lectoras, ¿qué sentido tendría tanta insistencia en los vicios e inmoralidades provocados por determinados libros?” (p. 43). De esta forma, el investigador se propone rehuir cualquier maniqueísmo crítico, que deformaría una realidad mucho más compleja, según los siguientes capítulos demostrarán. El capítulo II se dedica a analizar la lectura que practica el erudito, la cual está basada en el hábito de “notar y apuntar”. Castillo Gómez comenta varios casos de lectores educados (estudiantes, religiosos y letrados) que leen atentamente para re- Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 294 nos proponen experiencias de lectura y de apropiación muy distintas a las vistas anteriormente. El último capítulo de este volumen se titula “Lectura y autobiografía” e indaga en torno a las referencias al acto de leer que pueden hallarse en textos de corte autobiográfico (en el sentido más amplio de autobiografía) en los siglos xvi y xvii. Castillo Gómez pasa revista a diferentes tipos de autobiógrafo y lector, del erudito al soldado, pasando por la religiosa o el humilde artesano. Interesa, en este análisis, el concepto de “biblioteca interior” que esboza el investigador: aquellos libros que, para el autor de su propia vida, han tenido un impacto en la conformación del sujeto hasta inspirarle un modelo de conducta. Esta “biblioteca interior”, por ejemplo, está conformada por literatura hagiográfica para quienes tienen una vocación religiosa o por vidas de soldados para quienes persiguen la gloria en la milicia. En conclusión, por la variedad de textos y documentos que emplea, así como por los conceptos que elabora y su perspectiva crítica, Leer y oír leer constituye una contribución relevante a la historia de la lectura durante el Siglo de Oro. Se trata de un trabajo muy útil para el investigador de este periodo, tanto en el terreno de la filología como en la historia cultural, debido a la calidad del análisis y al acopio bibliográfico que supone. Esta colección de ensayos se lee con agrado y curiosidad por su rigor, creatividad y agudeza crítica. Fernando Rodríguez Mansilla (Hobart and William Smith Colleges Geneva, New York) Rebeca Martín/Joaquim Parellada (eds.): Una horma para el cuento. Del relato legendario e histórico al cuento moderno en la prensa española del siglo XIX. Madrid/ Frankfurt a. M.: Iberoamericana/Vervuert, 2016. 173 páginas. La narrativa breve se presenta en el siglo xix español bajo las denominaciones más variopintas, todas las cuales comparten una importante cantidad de rasgos, entre ellos su aclimatación a los ritmos y espacios de la prensa periódica, en la que los cuentos, leyendas y novelas cortas reemplazaron paulatinamente –como demostró en su día Cecilio Alonso– al cuadro de costumbres. Esa ficción decimonónica, menor en tamaño pero no en significaciones, ha sido objeto de importantes estudios de conjunto, empezando por las acreditadas monografías de Mariano Baquero Goyanes (1949, 1963, 1988). En 1992 se publicó a título póstumo El cuento español: del Romanticismo al Realismo, del mismo, pero también El cuento de la prensa y otros cuentos, obra de Ángeles Ezama sobre la narrativa breve durante la última década del siglo; El cuento español del siglo XIX (2003), de Esteban Gutiérrez Díaz-Bernardo, puso a nuestra disposición un utilísimo panorama general, con las flaquezas propias del que mucho abarca; Montserrat Amores ha publicado varios e importantes trabajos sobre el cuento español de transmisión oral y su conexión con las narraciones de circuito letrado. Estos son algunos de los referentes más visibles dentro de un panorama crítico ya considerablemente extenso, como puede comprobar quien hojee la bibliografía que Lídia Jané compiló en Estudios sobre el cuento español del siglo XIX 295 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 bresalientes, Barjau identifica en ellos una nítida reivindicación de la clase media y de las virtudes pequeñoburguesas, y señala las principales influencias de las que son deudores: junto a Eugène Scribe y Théodore Leclercq, los sainetes de Ramón de la Cruz y de Bretón de los Herreros. Se constata así una vez más la importancia del teatro breve en la adopción de la estética realista por la literatura española. La contribución de Beatriz Ferrús está consagrada a los nuevos modelos de mujer que proponen las leyendas de Gertrudis Gómez de Avellaneda. La argumentación, rápida y límpida, conduce a la conclusión siguiente: “Mientras las leyendas europeas [esto es, las leyendas de Gómez de Avellaneda ambientadas en localidades europeas] denuncian las leyes sociales injustas, los principios ‘construidos’ desde los que la mujer ha sido oprimida, buscando el progreso y la transformación, los relatos americanos versionan la historia oficial para darle el protagonismo siempre omitido, para preguntarse por su papel en la misma” (p. 141). Siwen Ning, que ya había dedicado un artículo a la representación de China en El Mundo Pintoresco, dirige ahora su atención a tres relatos publicados en aquel periódico entre 1859 y 1860, salidos los tres del magín de José González de Tejada. Dos de ellos, “El eclipse” y “Una excursión a Aranjuez”, tienen bastante de escena de costumbres con ocasionales ribetes alegóricos. Llama mucho más la atención el tercero, un sueño festivo y deliciosamente disparatado que se tituló “Un amor hasta la China. Novela de costumbres”, donde las costumbres eran por completo fabulosas. La autora hace bien en subrayar el aprovechamiento en estas ficciones de te- RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS (2008), volumen colectivo coordinado por Montserrat Amores y Rebeca Martín. Varios de los autores –mayoritariamente autoras– que participaron en esta última empresa forman parte del Grupo de Investigación del Cuento Español del Siglo xix y reúnen en el libro que ahora nos ocupa siete estudios de caso. Los comentaré de manera sucinta y en un orden que responde únicamente a conveniencias expositivas. Comencemos por la ya mencionada Montserrat Amores, excelente conocedora del cuento decimonónico que dedica aquí al Museo de las Familias un artículo solvente y descriptivo. En él estudia la política editorial de la publicación y reconstruye en detalle la nómina de sus colaboradores. Esto es sobre todo interesante para la segunda época del Museo (que va de 1855 a 1870), menos conocida que la primera. La autora previene contra la asimilación de esta revista a las Ilustraciones –bastante más informativas– y enfatiza el peso que tuvieron en aquélla las “traducciones oficiosas”, es decir, los artículos plagiados de periódicos extranjeros. El Museo de las Familias “defend[ía] claramente el Romanticismo cristiano y conservador” (p. 56) y –concluye Amores– cuando deja de publicarse hacía ya mucho tiempo que representaba estéticas periclitadas (si es que el Romanticismo llegó a periclitar alguna vez, lo que sería interesante discutir). Admirado por Francisco Giner de los Ríos y por Benito Pérez Galdós, Ventura Ruiz Aguilera continúa revelándose como uno de los escritores más sugestivos de los años centrales del xix. Teresa Barjau estudia los Proverbios ejemplares que Ruiz Aguilera fue publicando en otro “museo”, El Museo Universal, antes de reunirlos en volumen. Tras resumir los relatos más so- Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 296 mas y motivos aparecidos anteriormente en secciones informativas de las mismas cabeceras: una interesante práctica autorreferencial a la que no son ajenos los medios actuales. Este es, junto con algunas páginas del capítulo de Amores, de los pocos momentos en que se aborda la especificidad del medio periodístico y su influencia en la producción y consumo de la narrativa breve, y que debería llevar a estudiar aspectos como las estrategias seriales, la relación con la actualidad y con el calendario, la función de la ficción dentro de un producto cultural misceláneo, el diálogo con ilustraciones u otros elementos paratextuales, la adecuación de los relatos a la línea ideológica de la cabecera, etc. Lídia Jané estudia las 22 leyendas sobrenaturales publicadas en el Semanario Pintoresco Español, de las cuales 10 eran traducciones. La argumentación, claramente estructurada y avalada por extensas lecturas, comienza conceptualizando la leyenda romántica y enlazándola con las hagiografías tradicionales. Jané estudia los procesos de adaptación y traducción, subraya la justificación de lo sobrenatural a partir de una Weltanschauung cristiana y se detiene a considerar los dispositivos narrativos en que se sustenta la verosimilitud de esos relatos. Raquel Gutiérrez Sansebastián y Borja Rodríguez Gutiérrez analizan dos de los cuentos que Mariano Roca de Togores publicó en aquel mismo Semanario en 1836. Los autores leen como motivos teatrales los diálogos y los monólogos de esos relatos, lo que los adscribiría al subgénero del “cuento dramatizado”, que sería –¿por qué?– la “fórmula narrativa romántica más perfecta” (p. 17). Sin negar la probable influencia de los dramas románticos en la prosa del momento, me parece que entender como “dramáticos” textos con diálogos o monólogos es simplificar demasiado las cosas, negando a la narrativa la capacidad de gestionar voces ajenas de manera directa. Como ha explicado Luis Beltrán Almería en Palabras transparentes, sería después de las fechas en las que escribía Roca de Togores cuando se complicase el discurso referido en la narrativa occidental, con la proliferación de estrategias tales como el discurso indirecto libre, la psico-narración, el flujo de conciencia, etc. En abono de la hipótesis teatral, los autores de este artículo escanden las declaraciones de uno de los personajes de Roca de Togores, que tienen “inequívoco sabor escénico” (p. 21), lo que resulta en una tirada de versos blancos anisosilábicos: en 1836 pocas personas habrían reconocido algo así como “versos”, y aun cuando lo hubieran hecho, en nada se habrían asemejado a los versos empleados entonces en el teatro. Cerrando el volumen, Jaume Pont comenta tres relatos de Antonio Ros de Olano, autor sobre el que ya ha escrito en otras ocasiones. Estas narraciones, publicadas entre 1877 y 1879 en la Revista de España, son barrocas tanto en la elección de motivos como en el tratamiento de los mismos, pero al mismo tiempo están impregnadas de una ironía netamente romántica. Cuesta decidir si Ros de Olano es un fósil de edades remotas o un adelantado a su tiempo: sabroso dilema que quizá no sea indispensable resolver. El volumen se encuentra atravesado por un interés por las formas en las que estos cuentos justificaban o dejaban de justificar la ficción. Se entiende que para el católico lector del Semanario Pintoresco Español se diga, el otro relato que Roca publicó en 1836 en el Semanario se presentaba como una paráfrasis de un episodio histórico reportado por Juan de Mariana. Los narradores autodiegéticos de Ros de Olano, en fin, serían los poco fidedignos garantes de la veracidad de una materia harto improbable. Todas estas cautelas, que hoy pueden parecernos superfluas o inocentes, delatan una escrupulosa sensibilidad para distinguir entre varios estatutos de ficción y una constante preocupación por darle el marco que convenga en cada caso, que haga aceptable la ficción ante un lector ideal que parece necesitar todavía que se la justifiquen. La introducción de este volumen concluye invitándonos a leer a todos estos escritores “menores” para apreciar mejor la calidad de los “mayores”, lo cual representa una pobre vindicación. Un investigador no tiene por qué hacerse valedor de su objeto de estudio, claro está, pero me pregunto si considerar que los relatos de Ruiz Aguilera o de Gómez de Avellaneda son tributarios de los de Bécquer o Galdós no implicará dejar de ver lo mucho que en aquéllos vieron respectivamente Galdós y Bécquer. Javier Varela: El último conquistador: Blasco Ibáñez (1864-1928). Madrid: Tecnos, 2015. 946 páginas. En 2017 se cumple siglo y medio del nacimiento de Vicente Blasco Ibáñez, y el año ha comenzado con la publicación de la biografía, largo tiempo inédita, que Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Álvaro Ceballos Viro (Université de Liège) 297 RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS los milagros son circunstancias extraordinarias pero verosímiles, lo que excusa explicaciones suplementarias –como sentenciaba un personaje de Fernán Caballero, “[e]sto no se explicó nunca para los incrédulos, pero sí muy luego a las almas creyentes” (en “La hija del sol”, La Ilustración, 18 de julio de 1849)–. Tampoco ofrecen especiales garantías los narradores omniscientes y moralistas de los Proverbios ejemplares, acaso por considerarse evidente su carácter fabulístico. En cambio, la materia improbable pero verosímil es avalada muchas veces por la tradición o la autoridad de una crónica escrita, como llevaba haciéndose en la prosa de entretenimiento desde la alta Edad Media. Muchas leyendas –incluyendo las de Bécquer– presentan a un cronista externo a lo narrado que se limita a transcribir lo que otros le han contado, lo que se dice, inhibiéndose por lo tanto en lo que atañe a su veracidad. Ese marco legitimador, no obstante, se irá perdiendo poco a poco (p. 131), como ilustran en el último tercio del siglo xix las leyendas de Gómez de Avellaneda, que con frecuencia se ofrecen al lector como textos factuales, y en los cuales ocasionalmente lo maravilloso es objeto de una explicación racional (p. 138). Algunos de los relatos de Mellado o de Roca de Togores se presentan asimismo como sucesos históricos. Uno de los de Roca sería objeto de una compleja y muy sintomática adenda al incluirse en un volumen de obras completas mucho tiempo después de la publicación original, adenda en la que se justificaba la elaboración artística de una vida de santo y se daba por ficticio lo que pudiera empañar su memoria –pasando por verdadero lo que no la dañase, por fabuloso que pudiera parecer– (p. 28). Aunque aquí no Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 298 la hija del escritor redactó en el exilio mexicano. Es la más reciente de una serie considerable de tentativas biográficas, desde aquella que en 1921 le dedicase el hispanista Camille Pitollet, cuyo texto fue intervenido de cerca por el propio Blasco. En 1957 Emilio Gascó Contell echó su cuarto a espadas con una “piedad casi filial” y por momentos testimonial, aunque no se le escapasen los claroscuros del protagonista. Algo así como una biografía de Blasco Ibáñez era también el primer tomo de una errática y equilibrista obra de Martín Domínguez Barberá que se tituló El tradicionalismo de un republicano (1961). José Luis León Roca publicó en 1967 su vida del valenciano, muy detallada y pródiga en fotografías, pero también parcial hasta rayar en lo hagiográfico. Le siguen la semblanza superficial, subjetiva y fundamentalmente literaria de Mauricio Xandró (1971) y el intento, mucho más desapasionado y documentado, de Pilar Tortosa (1977). Concepción Iglesias, aunque prolija y sistemática, optó por identificar muchos momentos de la vida privada del novelista con pasajes de sus relatos de ficción (1985). Como biografía política propuso en 1999 Vicente Alós un recorrido a través de los artículos de prensa y de las intervenciones parlamentarias de Blasco anteriores a 1907. De 2002 data, en fin, la vigorosa contribución de Ramiro Reig a la colección de biografías de Espasa. Podría decirse que desde 1950 cada década ha tenido su Blasco Ibáñez, y a veces más de uno. El volumen de Javier Varela que aquí reseñamos no es, por lo tanto, la única y ni siquiera la última de las biografías que se han consagrado al egregio novelista, pero probablemente sí sea la más com- pleta y circunspecta. Sin duda es también la más larga, alimentada como está por vastas lecturas de prensa de la época, de papeles personales y de materiales de archivo. Javier Varela, profesor de Ciencias Políticas de la UNED, ha solicitado, entre otros fondos, los de la Hispanic Society de Nueva York y los registros administrativos de la Provincia de Corrientes, cruciales para despejar algunas incógnitas relativas a las estancias estadounidense y argentina de Blasco Ibáñez. También ha revisado los materiales conservados por la nieta del escritor, Gloria Llorca Blasco-Ibáñez, entre los que se encuentran libretas de apuntes que recogen impresiones pasajeras de sus viajes o dan noticia del proceso de composición de sus novelas: Gascó Contell transcribió de uno de esos cuadernillos en su biografía, pero nunca antes se habían explotado de manera tan sistemática. Con un estilo garboso y ameno, el profesor Varela subraya la importancia de la experiencia de la III República francesa, que Blasco visitó entre 1890 y 1891, tanto en la conformación de los ideales republicanos del novelista como en sus novedosas ideas de organización electoral: la escenografía multitudinaria y la agitación callejera que distinguen el republicanismo radical de otras sensibilidades republicanas coetáneas. Aunque constante en su republicanismo, los planteamientos políticos de Blasco estuvieron sujetos a bruscos volantazos: su rechazo inicial y total al sistema de turno de partidos, que se traducía en una defensa de la abstención, fue reemplazado por el entusiasta concurso a las elecciones desde 1897, año en que fundó con Salmerón la Fusión Republicana. Los excelentes resultados electorales en Valencia no lo disuadieron de 299 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 federalista, de comunidades reducidas trabadas por lazos culturales inveterados; ante las clases letradas de la América hispana, en cambio, procedía al enaltecimiento del pasado imperial español, en el que su auditorio hallaba argumentos que oponer al imperialismo yanqui; pero no bien había pisado Nueva York cuando Blasco daba a las prensas los artículos que más adelante reuniría en Mexico in Revolution y que confirmaban los prejuicios estadounidenses sobre sus vecinos meridionales en términos poco menos que racistas... En lo que importa para la ubicación de Blasco dentro de la historiografía literaria, Varela nos recuerda algo que ya había señalado en su momento Edmundo González Blanco, y que es el hecho de que en la obra blasquiana el pueblo suele ser representado como un colectivo brutal e ignaro, en abierta contradicción con la movilización constante de la noción de “pueblo” en las intervenciones políticas del escritor. A despecho de algunos de sus críticos, Blasco no se consideraba naturalista, o solo admitía que lo fueran sus primerísimas novelas, que además trató tan consciente como vanamente de “desnaturalizar” en ediciones tardías mediante la inclusión de ilustraciones esteticistas. Varela nos descubre igualmente que la difusión de folletines franceses en la prensa republicana –al menos en la que dependía de Blasco– respondía al gusto personal del director, más que a un análisis sosegado y estratégico de los contenidos. Aquí y allá se consignan datos interesantísimos para el estudio crematístico de la literatura, con las cifras precisas de lo que Blasco cobraba en distintas épocas por sus artículos, por los derechos de sus películas, por las traducciones, etc. Un cuento para RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS abogar por una ruptura pretoriana de la Restauración, lo que continuó haciendo hasta los últimos meses de su vida (esta posición era, por otra parte, frecuente en el republicanismo español anterior a 1931, y se sustentaba en la muy plausible suposición de que el monarca jamás ratificaría una victoria electoral republicana). El prócer se retiró de la política activa en 1907, pero la base pequeñoburguesa y menestral del blasquismo continuó dedicándole recibimientos apoteósicos hasta el final de sus días. Esas imponentes manifestaciones de afecto se fueron espaciando, ya que, gracias al éxito tan prodigioso como inesperado que le procuró la novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Blasco repartió su última década entre los viajes exóticos y su mansión de la Costa Azul. Desde allí, y solo a finales de 1924, volvería a terciar en la política española con un hiriente panfleto enderezado contra Alfonso XIII; el folleto, explica Varela, contenía bastantes infundios, pero las indignadas protestas que suscitó entre las filas monárquicas le hicieron soñar a Blasco más de una vez con la presidencia de una futura y todavía hipotética república española. Lo significado de su actividad política no le impidió aceptar en otras ocasiones la posibilidad de una monarquía democrática, ni hacer declaraciones más favorables al rey en ejercicio, ni alternar en Niza con el pretendiente reaccionario Jaime de Borbón. Los meandros ideológicos del valenciano se ponen en evidencia en esta biografía que, con pocas excepciones, sigue una cronología lineal y documenta con exactitud a veces diaria los movimientos del autor. Ante los trabajadores valencianos Blasco hacía el apólogo, típicamente Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 300 una revista norteamericana, por ejemplo, podía reportarle en su mejor momento 2.000 dólares, cifra astronómica en comparación con lo que cobraban los mejores de sus contemporáneos españoles. En El último conquistador se hace patente el genio, el nervio, la laboriosidad y el talento organizativo de Blasco Ibáñez, pero no se oculta su carácter fantasioso, ni sus clamorosas y frecuentes fanfarronadas, ni sus arranques machistas. No es raro que el biógrafo, después de verificaciones escrupulosas, presente datos o testimonios fidedignos que desmienten las afirmaciones del biografiado. Así, Varela descarta numerosos detalles románticos y rectifica varios bulos que el propio Blasco se encargó de difundir y que dieron por buenos biógrafos anteriores: por ejemplo, que hubiera arrostrado graves peligros durante su periplo austral, o que siempre hubiese sido favorable a la independencia de las colonias, o que tuviera terminada en un cajón la novela mexicana El águila y la serpiente, o que los periódicos mexicanos hubieran desfigurado sus declaraciones. Tampoco parece que se pueda llegar más al fondo en lo que atañe a las causas del fracaso de las dos colonias que Blasco fundó en Argentina entre 1911 y 1913, causas mucho más turbias que la simple crisis económica y la quiebra del banco de la Provincia de Corrientes, como había pretendido algún otro biógrafo. El esfuerzo por trazar el perfil exacto de un personaje tan mistificador y polémico es, por lo tanto, notabilísimo y digno de aplauso. Teniendo en cuenta, no obstante, que el empeño no era inédito, podría haberse optado por una redacción más sintética y menos descriptiva. No me parece que fuera necesario dedicar una página al estado del deporte en Valencia, ni dos a la desazón que sentía Unamuno en París, ni casi cuatro a la historia y protocolo de los lances de honor, ni seis a las fallas... A cambio, habría podido incluirse un índice onomástico o analítico que facilitase las consultas puntuales de una obra de tamaña envergadura. Como ha señalado también alguno de los recensores que me han precedido en la lectura, se echa en falta el diálogo con las biografías anteriores del prohombre republicano y con algunas publicaciones académicas recientes. Más incómoda y hasta algo preocupante me parece la ausencia de fuentes para muchas de las citas y datos que se reproducen. Con eso y con todo, cualquiera que se interese seriamente por el autor de La barraca deberá estudiar con atención El último conquistador, donde hay Blasco para más de una década. Álvaro Ceballos Viro (Université de Liège) Dorota Heneghan: Striking Their Modern Pose. West Lafayette: Purdue University Press (Purdue Studies in Romance Literatures, 65), 2015. 168 páginas. Dorota Heneghan presents, in Striking Their Modern Pose, a very interesting study on Spanish fashion at the end of the 19th century. Heneghan intelligently demonstrates how Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, and Jacinto Octavio Picón used sartorial fashion in their novels to express how difficult it was for Spain to become a completely modernized country. At the same time, these novelists used fashion to show the need for the redefini- 301 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Heneghan believes Galdós wanted to redefine the dominant construction of femininity with Isidora Rufete in La desheredada (1881). Isidora’s consumption of fashion is not merely a critique of her female vanity, it is also an open resistance to traditional ideals of womanhood and an attempt to assert her independence in the masculine public sphere. Galdós wanted to portray Spanish women’s limitations to access the public sphere at the end of the 19th century. This was a way of expressing his own dissatisfaction with this situation, and Heneghan concludes this showed the incompleteness of Spain’s modernization. It also shows Galdós’ desire for a better future in Spain. Galdós criticized Spain’s irregular process toward modernization, and he did so by presenting a female character and her consumerism of sartorial fashion. Galdós exposed Spanish bourgeoisie’s dependence on foreign ideals of masculinity as well. He denounced their lack of energy and initiative to move away from fixed structures and values of the Ancien Regime (p. 15). The middle-class was too focused on sartorial fashion, on the fashion trends, which for Galdós only meant a superficial idea of modernity. He criticized the middle-class for having bad taste and for overspending on fashion. At the same time, fashion allowed Galdós to present contradictions of gender. Consumerism had a very important role in Galdós’ presentation of the problematic development of femininity in Spain. In chapter two, Heneghan uses Galdós’s novel La de Bringas (1884) to study a male character, Joaquinito Pez, and his relation to the classical dandy and his use of sartorial fashion. Fashion was not exclusive of women and by presenting a RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS tion of the established ideals of femininity and the reconfiguration of masculinity in Spanish society, so the country would better transition into modernity. Fashion would serve as an effective device to dramatize the novelists’ views on gender issues at the end of the 19th century in Spain (p. 10). Heneghan studies three Spanish novels by the authors mentioned above and the use of fashion by their main characters to create new different feminine and masculine gender roles. These new gender roles would allow Spain transition better into modernity. Heneghan explains that in the 1830s, Madrid, like other European cities of that time, was entering modernity, and the three key elements for this were mass culture, consumerism, and urban spectacle (p. 1). Heneghan explains that the participation of fashion in the creation of modern Spanish society did not escape the attention of Spanish novelists of the 19th century (p. 2). Therefore, stylish fashion was an important element of the development of the Spanish bourgeois world. The novelists Heneghan studies used sartorial fashion to express their view on consumerism, social class, urbanization, and gender. The purpose of Heneghan’s book is to demonstrate how Galdós, Pardo Bazán, and Picón used fashion to deal with shifting notions of gender, and Heneghan uses four novels to serve her purpose: La desheredada (Galdós), La de Bringas (Galdós), Insolación (Pardo Bazán), and Dulce y sabrosa (Picón). In chapter one, Heneghan explores how Galdós uses the protagonist’s use of fashion to make her a defiant character of traditional ideals of womanhood. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 302 man that followed fashion trends, Galdós was reconstructing the ideals of masculinity in Spain. Heneghan defines the term dandy and explains about his consumption of fashion. She argues that the Spanish middle-class man, even though he disliked the dandylike character and what he symbolized, adopted many of the features of the dandy to create the new modern man, a necessary element needed to modernize Spain, but this new modern man remained a gentleman. Heneghan makes a clever comparison of the dandy figure and Pez in this chapter, concluding that Pez is not the classical dandy, since he does not set fashion trends, but only follows them. This way, she argues, Galdós created a character that was ambiguous in adhering to conventional masculinity. Heneghan reaches the conclusion that the deficiency of cultural value, like frugality, individualism, or hard work, the political stagnation and the low economic growth in Spain were the causes for Spain’s problematic transition to modernity (p. 54). Heneghan demonstrates that by portraying the character of Pez as a follower of fashion, Galdós was criticizing the Spanish middle-class for their dependence on foreign ideals, who failed to create their own. This was part of the problem Spain faced during the process of transition into modernity. In chapter three, Heneghan analyzes the main character Asís Taboada from Insolación (1889) and her use of clothes and toilettes. Heneghan believes Pardo Bazán used her knowledge of sartorial fashion in this novel to convey her own views on changing ideals of femininity in Spain at the end of the 19th century (p. 59). Heneghan explains that at the end of the 19th century in Spain, the new fashion for women that was developing extremely fast and the feminist movement were not viewed positively. Pardo Bazán was a defender of the divided skirt, which was the embryo of the contemporary trousers for women. Heneghan explains that the divided skirt showed the shifting nature of traditional gender roles in Spain. For Heneghan, Pardo Bazán uses her female protagonist Asís and her toilettes and use of fashion to create the modern woman, and to reinforce and subvert the established gender order of Spanish society. She also studies which beauty products, clothes, and accessories were used in Insolación to signal the ambivalent nature of femininity at the end of the 19th century in Spain. I found his chapter particularly interesting because of what we readers learn from how fashion was used by women of the 19th century to create their own space in Spanish society. Heneghan explains that cosmetics and sartorial fashion were now available to women of all social classes, and even though traditional commentators of the time did not like cosmetics nor women using them, it became an effective visual means for women’s self-expression, and a very important element in the construction of female identity (p. 61). For Heneghan, Pardo Bazán showed the ambivalent and changing nature of Spanish womanhood at the end of the 19th century in Insolación. Chapter four deals with Pardo Bazán’s male character, Diego Pacheco, lover of Asís Taboada in Insolación (1889). Heneghan studies the sartorial fashion this character uses in this novel and his behavior to determine that he is the embodiment of the 19th century “señorito”, 303 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 agant consumption of women’s lingerie in Spain. However, women’s underwear were never mentioned in magazines nor store catalogs until the 1930s. Spain did not speak about women’s lingerie, because it was a taboo subject in fashion magazines and conduct manuals, but even so, women’s underwear became an essential part of women’s toilette and a sign of refinement (p. 99). Picón allowed the reader of his time to be part of Cristeta’s toilette and intimate apparel. We learn that a virtuous woman could only wear a white corset, never a black one, and that black stockings were related to women who were perverse (p. 100). In using rich sartorial fashion and intimate apparel when describing Cristeta, Picón managed to emphasize her feminine qualities, that is, her sensuality, her beauty, and her charm. Heneghan argues that Picón agreed with feminist ideas on the “woman question” in his views on moral issues, but he criticized women’s innocence in glamorizing the idea of women working in the public sphere without considering the consequences of this act (p. 106). Picón was sympathetic with the woman cause, but he did not agree with all their demands, nor did he believe women would be able to be economically independent nor work in the public sphere. Despite Picón’s ambiguous position on this issue, Heneghan argues he was able to create an uncommon image of the New Woman, who chose free union over marriage. He elegantly conveyed the tension and anxiety the new ideal of femininity created in Spanish society at the end of the 19th century. Picón’s novel was too radical for the conservative middle-class, because it questioned the value of marriage. At the RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS the predecessor of the New Man (p. 78). Heneghan concludes that Pacheco, although similar to the traditional dandy, or the Don Juan, or the New Man, really resembles none of these types of men. Heneghan argues that Pardo Bazán uses her knowledge of men’s fashion to present an alternative construction of the masculine role in Spain. This use of fashion allowed Pardo Bazán an effective way to challenge patriarchal gender ideology, and Pacheco was a character that explored new masculine behaviors (p. 81). Heneghan concludes that the character of Pacheco was at ease with blending and blurring the conventional and the modern in his use of sartorial fashion (p. 90). Pardo Bazán’s construction of the new man was as necessary as the construction of the new woman to allow Spain to fully enter modernity. Both gender roles needed to be redefined in Spain at the end of the 19th century. Chapter five explores a less known novel. Heneghan examines sartorial fashion in Dulce y sabrosa (1891) by Jacinto Octavio Picón. The female protagonist, Cristeta, uses fashion to reconquer Don Juan. Heneghan studies how Picón used the language of fashion to stimulate his readers, and to address the patriarchal anxieties Spanish society of the 1890’s had with respect to the “woman question” and the New Woman in Spain (p. 96). I found this chapter extremely interesting, since Heneghan shows how Picón used sartorial fashion to present his neither entirely feminist nor entirely patriarchal ideas. One of the sartorial items that Picón used in this novel is intimate apparel. We learn from Heneghan that from 1890 to 1913 there was an extrav- Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 304 same time, Heneghan concludes, it was too utopian for the liberal audience, and did therefore receive insufficient attention from critics and readers at the end of the 19th century in Spain. Chita Espino-Bravo (Fort Hays State University, Kansas) Pilar Molina Taracena: La poética de la poesía de la Guerra Civil española. Bern: Peter Lang, 2016. 241 páginas. No le falta razón a Pilar Molina Taracena, autora de La poética de la poesía de la Guerra Civil española, cuando dice que en los manuales de la historia literaria nacional siempre se hace un breve –pero muy largo al mismo tiempo– paréntesis de silencio llegados a la altura de 1936 y 1939. Una guerra acaba con todo, incluso con el criterio académico a la hora de fundar un canon que sea capaz de salvar tan horrible escollo. Quizá también no sea tanto un silencio intencionado como una sutil respuesta al trabajo que autores como Serge Salaün, por ejemplo, dejaran como casi insuperables para el resto de los estudiosos, con aquel La poesía de la guerra de España publicada en 1985. Pero no nos pongamos nostálgicos: la tarea de Molina Taracena era necesaria, pues parece abusivo que la literatura española escrita durante el período bélico haya quedado tan escorada entre los intereses lectores para que sigamos recurriendo a textos ya un tanto añejos, como el de Salaün, para completar aquellos años como activa encrucijada estética. Tampoco es que necesitáramos un ajuste de cuentas, pero sí una mayor profundización en algunos aspec- tos ¿y consigue esto mismo el estudio de Molina Taracena? Creo que la profesora, afincada en Dublín, ha querido canalizar buena parte de su investigación en un libro que la aglutinara por primera vez, y esto se transparenta en la textura del volumen, que parece, en algunos casos, tener ligeros saltos temáticos, muy próximos a los que alguien da en una tesis, donde se quiere decir mucho pero sin caer en la excesiva proliferación de citas, análisis, palabras. Y eso parece ser el libro en cuestión: un interesante recorrido investigador que ha querido hacerse libro antes que tesis, pero sin perder del todo su rigor de fondo, su inevitable aroma académico. Eso lo tiene, indiscutiblemente. Tiene calidad, mucha. Y tiene igualmente buena prosa. Quizá, al conjunto de cinco capítulos más su introducción y su innecesario Anexo con una suma arbitraria de poemas (pues hay valiosísimas antologías al respecto, muy actuales como sí recoge en una sección bibliográfica aparte), necesita más análisis detallado de los versos citados, que quedan como soslayados, casi pretextos de una idea teórica, bien defendida y articulada pese a todo. Pero el libro instruye eficientemente sin desfallecer en ese tránsito de capítulo a capítulo. Sinceramente, hay algo muy valioso del estudio: la eliminación de la distinción entre un bando y otro, pues todos fueron víctimas y a todos les afectó la guerra por igual, obligando a hacer un cambio de rumbo drástico. Se acabó, pues, esa visión victimista de la poesía de izquierdas (si es que este concepto, como tal, existe) así como ese olvido, quizá porque existía ese mal de conciencia posterior, de los poetas del bando nacional, que Sergio Arlandis (Universitat de València) 305 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 que tiene, que son muchas y muy buenas. Desde luego, este volumen debe ser considerado como referencia bibliográfica a la hora de abordar la plural geografía poética española durante la Guerra Civil. Y quizá también sería útil haber apuntado esa misma distribución espacial de los escritores, con los focos valencianos y madrileños, así como los andaluces y los catalanes, porque esa misma distribución, así como la suma del desarrollo de cómo fue el proceso bélico en sí, hubiera aportado una interesante y novedosa visión crítica; podríamos añadir, en clara respuesta, que para eso siempre hay tiempo por delante y académicos que lo lleven a la práctica en el futuro. Por suerte, sinceramente creo que el libro de Pilar Molina tiene muchas más luces que otra cosa, quizá alguna pequeña sombra, ya apuntada, entendiendo que su indicación no puede desmerecer el importante trabajo que la editorial Peter Lang ha publicado esta vez con agudo sentido editorial. Hay que celebrar que la memoria histórica no solo es un proyecto que desentierra huesos, sino que además quiere sacar a la luz nombres y textos y este libro es un paso fundamental en tan loable tarea. Celebremos, pues, quienes hemos elegido el estudio de la poesía española del siglo xx, este libro que está llamado a abrir nuevas ventanas para que respiren muchos de los poemas y de los poetas que se quedaron atrapados, sin aire, durante y después de la guerra en la siempre angustiosa oquedad de los grandes epígrafes que todo y nada dicen. RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS fueron muchos, por otro lado. También es un enorme acierto ese recorrido por las diferentes poéticas, en cuanto a diseño ideológico-estético, que fueron emergiendo dentro, o desde el seno, de la contienda. No solo fue una cuestión de urgencias y de propaganda, también de reafirmación, como si la poesía también nos pusiera los pies sobre la realidad frente al horror y la pesadilla. Luego, la tematología como telón de fondo de la guerra: los famosos temas propios de la época bélica, y los personajes y los escenarios que la autora llama coordenadas espacio-temporales. Si bien lo vemos, se trata de un escenario, de una representación de la historia y de la estética, donde la poesía juega un papel cohesionador entre esos temas, esos personajes y esas coordenadas. La idea está bien pesada y bien desarrollada. Podríamos preguntarnos, a todo esto, ¿qué importancia tiene la religión católica en este espectáculo tan deplorable de la guerra? Pues pasa un tanto desapercibido en el libro, con apenas tres páginas dedicadas a tan decisiva y trascendental estancia temática e incluso más allá de la notoria (y ausente) bibliografía publicada al respecto. Y es que no se trata de redundar en un tema más o menos manoseado ya, sino que resulta tan importante que no puede quedarse en un lugar un tanto marginal, aunque las miras críticas y exegéticas estén puestas en otro foco. Tampoco sabemos muy bien sobre qué concepto de héroe levanta Molina Taracena su teoría, pero no se echa de menos tal aclaración, a pesar de que casi el centro de su método crítico se fundamente sobre la tematología. Pero parece más fácil hablar de las cosas que no tiene el libro que de las cosas Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 306 Elisa Ruiz García: Cartas a una mujer. Mathilde Pomès (1886-1977). Madrid: Biblioteca Nacional de España, 2016. 301 páginas. Las relaciones entre España y Francia son un amplio campo de estudio, no siempre exento de malentendidos. También lo es el más específico de las relaciones literarias (tan sometidas, a ambos lados de la frontera, a los caprichosos vaivenes de la moda) y, dentro de ellas, el de las traducciones entre textos de ambas lenguas. No cuesta constatar una mayor influencia de libros en francés (originales o traducidos) en España que a la inversa. Con la literatura del siglo xx hay una especie de renacimiento del interés galo por lo español. La pléyade de traductores franceses que en la primera mitad del siglo tradujo a su lengua obras españolas contemporáneas está conformada mayormente por hombres: Jean Cassou, Valery Larbaud, Francis de Miomandre, Georges Pillement... La única mujer de peso en ese círculo fue Mathilde Pomés (1886-1977), ella misma poeta. El poeta que traduce para sí es, en primera instancia, un lector, un lector atento, pero limitado dentro de su visión del mundo, de su manera de entender la vida, la literatura. Hasta ahí, solo se trata de una cuestión íntima de la persona que traduce. La traducción publicada es muy otra cosa: la Weltanschauung de una persona es reproducida e influye decisivamente en la recepción que otros harán del autor traducido, en su manera de leerlo. El asunto se complica una vez más al tratarse de poesía. La poesía es el mayor desafío a la traducción, a la idea misma de traducibili- dad. Es, por eso, práctica antigua medir con ella los logros y los límites de esa oscilante disciplina, que participa de la ciencia y del arte. No es cuestión aquí de reproducir la discusión al respecto, ni siquiera brevemente, sobre todo porque ni está concluida ni parece poder estarlo alguna vez. El volumen aquí comentado es el catálogo de una exposición, realizada en la Biblioteca Nacional de España (Madrid), entre el 30 de septiembre de 2016 y el 8 de enero de 2017, comisariada por Elisa Ruiz García, catedrática de Paleografía de la Universidad Complutense. En la selección se mostraron 40 cartas y varios de los libros mencionados en las correspondencias. Se mezclan en el catálogo, pues, traducción y correspondencias: dos géneros que se suelen considerar menores. No lo veo así: sin entrar en detalles, basta imaginar el estado de nuestra cultura, de la cultura universal, si no existiesen traducciones. Y en cuanto a las correspondencias entre artistas o literatos, han venido recibiendo una sensata revalorización en los últimos tiempos. Volvamos un paso atrás: Pomès había donado su “correspondencia con los escritores y amigos de habla hispana” (p. 9) a Manuel Sito Alba. Su viuda, Elisa Ruiz, ha legado ahora ese invaluable material a la Biblioteca Nacional de España, que dispone de este modo de una nueva e importante colección, que “comprende aproximadamente un millar de misivas, originales e inéditas, y redactadas por 160 corresponsales” (p. 17). El catálogo contiene una selección de esas cartas y postales y además, descontando los textos institucionales de rigor, 307 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 cado un libro por separado, con todos los documentos y con anotación más copiosa. Digo “con todos los documentos”, por que debe llamarse la atención sobre un aspecto no mencionado, hasta donde alcanzo a ver, expresamente: ni en este caso ni en muchos otros se reproducen todas las misivas conservadas de las personas en cuestión. Muchas de ellas son reproducidas de manera abreviada; varias faltan. Ello es debidamente señalado: con el signo “[...]” para las elisiones, y, si se presta atención, de manera indirecta, con la numeración de las cartas. Así, por ejemplo, en el caso de Bonmatí, donde se pasa de la carta “[5]” a la “[9]”, etc. De Zenobia Camprubí, se reproducen tres de un total de cinco. De Guillermo de Torre una de cuando menos dos. De Alfonso Reyes tres de 31 o 41 (esto no queda del todo claro, porque hay un desfasaje entre la numeración de la carta, “31”, y la signatura citada al pie, “41”). De Ramón se incluyen dos cartas, 24 y 35 de un corpus de cantidad desconocida, surgido entre 1921 y 1938. Afortunadamente, se nos informa en página 17 que la “edición completa de este fondo inédito está en curso de preparación”. La editora agrega más tarde: “la lectura del epistolario en su totalidad produce ciertamente el mismo efecto cinestésico que oír una inspirada composición polifónica” (p. 17). Aunque a un nivel menor, esa sensación ya se da en el caso del volumen que no ocupa. Retomemos el comentario a su contenido: Juan Manuel Bonet se ocupa con su habitual rigor de la relación entre Pomès y Ramón Gómez de la Serna (a la que agrega un testimonio procedente de una RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS una introducción de la curadora de la exposición, así como colaboraciones de Juan Manuel Bonet, Carlos Marichal Salinas, Margarita Martín Velasco y Manuel J. Ramos Ortega. Bonet hace en su trabajo un impresionante recuento de las relaciones españolas de Pomès, que incluye a miembros de la generación del 98, “la gente del 14”, el ultraísmo, “el 27 y sus aledaños”, “y luego figuras más sueltas”, así como latinoamericanos y franceses (pp. 130131). No queda casi persona de rango literario o intelectual fuera de la lista... La “Antología del Epistolario” que enriquece el libro está ordenada alfabéticamente según el apellido de los corresponsales. Se hace una excepción con cuatro autores hispanoamericanos (Mariano Brull, Carlos Morla Lynch, Alfonso Reyes, Ángel Zárraga-Argüelles) que son relegados, sin explicación, a un apéndice final. Merece ser resaltado, por su novedad y extensión, el epistolario de Margarita Bonmatí de Salinas (1883-1953): el corpus consta de 55 cartas que abarcan el periodo 1924-1952. Este intercambio es el más abundante del volumen, y recibe un trato especial: es comentado en sendos textos por Elisa Ruiz y Carlos Marichal Salinas. Estamos ya acostumbrados a leer toda clase de epistolarios de Pedro Salinas (yo mismo preparo, con Juana María González, Madrid, el suyo con Guillermo de Torre), pero la “voz” de su esposa era aún desconocida, al menos en esta medida. El contenido de esta correspondencia es tan novedoso e interesante, aun considerado independientemente del ilustre esposo, que bien podría habérsele dedi- Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 308 colección particular, presumiblemente la suya), mientras Ramos Ortega escribe sobre “Las cartas del 27 a Mathilde Pomès”. Puesto que en los créditos se dice que Margarita Martín Velasco ha sido responsable de la “Documentación”, imagino que la parte “III. Apéndices” estuvo a su cargo, aunque carece de firma. Contiene los siguientes apartados: “Bibliografía”, “Índice de cartas de la Antología del Epistolario” (con su respectiva fecha y signatura), “Índice de nombres propios citados en la Antología del Epistolario”, “Índice de obras y publicaciones citadas en la Antología del Epistolario”, “Índice de obras de Mathilde Pomès” (“Producción científica”, “Producción poética”, “Traducciones al francés de autores españoles”, “Traducciones de otros autores extranjeros”, “Traducciones del francés al español”), “Relación de obras expuestas” (“Cartas”, “Carteles”, “Libros”, “Otros escritos”, “Retratos y fotografías”, “Revistas”, “Vestuario”). He citado el título de todos los apartados, a riesgo de parecer prolijo, porque todo ello es muy útil y está hecho con buena mano. También esta clase de trabajo merece atención y respeto, ya que conforma la base y puede servir de sustrato a obras de investigación y creación. Todo en este volumen está hecho con gran solvencia. La parte estética del libro es perfecta: agradable a la vista y al tacto, pulcra la impresión y elegante la diagramación, buena la elección de imágenes y claras las reproducciones facsimilares. Ya la cubierta, que reproduce en sabio desorden retazos de cartas y postales, es una delicia, y nos hace temer ese aciago futuro en que ya no contaremos con textos manuscritos. Sólo resta abogar por que la Biblioteca Nacional dé más a menudo a luz trabajos como este en base a los invaluables fondos que cobija. Echo de menos un repaso crítico de la labor específica de traducción llevada a cabo por Pomès: ¿En qué sentido fue lograda o fallida? ¿Cuáles han sido sus traducciones más logradas? ¿Cómo juzgaron los traducidos su trabajo? ¿Qué recepción tuvieron sus traducciones, qué circulación tuvieron sus libros en Francia? Es cierto que estos temas quizás quepan mejor en una monografía (recordemos que el volumen comentado es un catálogo de exposición). Solo me permito mencionar en este contexto la fraternal y abierta crítica que hizo Guillermo de Torre en la prensa de Madrid de Poètes espagnols d’aujourd’hui (Paris/ Bruxelles: Éditions Labor, 1934), de Pomès. Una última observación: el título de la obra (Cartas a una mujer) me parece poco feliz: comprendo que se subraye la condición de mujer de Mathilde Pomès, ya que aún hoy se tiende aquí y allá a subestimar el papel de las mujeres en el campo cultural. Pero las cartas que aquí se reproducen muestran que Pomès era, más allá de toda cuestión de género, algo especial: una persona inteligente, sensible, culta, trabajadora. Carlos García (Hamburg) 2. LITERATURAS LATINOAMERICANAS: HISTORIA Y CRÍTICA Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 La recopilación de trabajos reunidos por el profesor Gabriel Inzaurralde en este volumen responde al delicado estado de salud de su práctica académica, tal como el autor manifiesta en el capítulo inicial. El germen de esta fractura se encuentra en el colapso, la imposibilidad de sistematización e, incluso, la prescindencia de la crítica literaria para la conservación y continuidad de la literatura. Sin embargo, afirma Inzaurralde, esta coyuntura, unida a la pérdida de interés para el lector y el mercado, son las circunstancias que favorecen la recuperación de dos principios fundamentales: la “invención” de nuevos conceptos y metodologías, y la “profanación” de los juicios que regulan la mirada sobre el arte latinoamericano (p. 11). Esta síntesis preliminar anticipa el riesgo que entraña la elección del material agrupado en los cinco artículos que componen el libro, dado que se trata de obras de primer orden en los debates culturales de las últimas décadas. El segundo capítulo inaugura este recorrido con el examen de dos cuentos de Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti (“El otro cielo” y “Un sueño realizado”, respectivamente). Inzaurralde rescata aquí la presencia en ambos textos de una imaginación que disloca las magnitudes lógicas y temporales e introduce originales nexos que conectan espacios reales y fabulados, tiempos históricos y oníricos, presente y memoria (pp. 17-21). Acerca de Cortázar, el investigador aborda la violencia y su percepción de manos de un protagonista ingenuo dotado de una asombrosa capacidad para capturar y asimilar la pertenencia de toda la humanidad a una crueldad que adopta dimensiones colectivas. Se problematiza también, en último término, la naturalización de las ficciones históricas (p. 27). En cuanto al relato de Onetti, el análisis destaca el cuestionamiento, a través de extraños juegos literarios con el tiempo real y figurado, de aquello que se entiende como “acontecimiento” en las discontinuidades de la historia, con el propósito de reformular el presente y alterar prospectivamente el mundo (p. 47). El tercer capítulo dedica sus páginas a repensar la memoria y la violencia en la novela Plata quemada, del escritor argentino Ricardo Piglia. Este trabajo, el más extenso de todos, concentra en su mayoría los enfoques y temas que Inzaurralde considera de interés general a lo largo del volumen. En consecuencia, el estudio de esta obra se encuentra precedido por una revisión de algunas lecturas que estima erróneas, fruto del consenso de la crítica: desde las sospechas de una complacencia con la mercadotecnia, la falta de apreciación de la hibridez genérica de la novela, hasta el exceso de asimilación de su escritura con la literatura de Roberto Arlt, y otros asuntos no despreciables, como la autoría en el interior de la narración o la presencia del mito (pp. 49-63). Por consiguiente, se constata que la “profanación” mencionada en el capítulo ini- RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS Gabriel Inzaurralde: La escritura y la furia: ensayos sobre la imaginación latinoamericana. Leiden: Almenara, 2016. 290 páginas. 309 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 310 cial avanza de forma segura por la ruta marcada. Este artículo pretende demostrar la importancia de las relaciones de la ficción con la represión social en la novela a partir de los motivos que la componen: un particular esquema narrativo (citas, confesiones, documentos, escuchas); sus similitudes y desemejanzas con el proyecto literario de Arlt; los discursos del poder relacionados con las instancias de la clínica, la policía y el periodismo; y, por último, el empleo de la violencia como reverberación de un juego de alianzas y traiciones al poder y a toda la sociedad, y aviso premonitorio de los constreñimientos políticos que aún están por llegar. Como ya se ha indicado, este capítulo expone muchas de las características que subyacen en el conjunto de la investigación: un reducido número de materiales de análisis, una estructuración precisa y clara de contenidos y la acumulación de exámenes sintéticos, reflejada en la abundancia de epígrafes. Asimismo, destacan la discusión bibliográfica detallada, fundamentada en extensas citas, y un despliegue recurrente de fuentes que aseguran la continuidad entre los ensayos, redactados en diferentes etapas de formación académica. El cuarto trabajo explora la novela La Virgen de los Sicarios, del escritor colombiano Fernando Vallejo, en relación con el motivo de la “ciudad letrada” en el marco de la globalización. En este acoplamiento, “las palabras de la ciudad letrada se deconstruyen desde su interior al mezclarse con los saberes urbanos de los medios y los murmullos de la muchedumbre” (p. 142). Así, se revela una conexión de la violencia con el habla del protagonista que opera “una reducción sistemática de toda su herencia cultural y moral”. La tesis de Inzaurralde, quizás desconcertante para algunos, sin lugar a dudas, es una de las más brillantes de todo el volumen. Se trata de la interpretación de la obra de Vallejo como un modelo de eclosión en tiempos de globalización de una retórica urbana, opresiva y discriminadora que se habría mantenido latente en el discurso letrado durante dos siglos. Además, el ensayo examina en detalle la posición fronteriza de Fernando, el protagonista, en su tarea de traductor, mediando entre las comunas por las que transita (y a las que no pertenece), y el interlocutor cuyo lenguaje y claves de lectura conoce de primera mano (p. 160). Esta labor de flamante gramático, al fin, “permite leer retrospectivamente la historia de la ciudad letrada como la historia de una pureza imposible” (p. 193). El siguiente capítulo inspecciona la prosa del narrador chileno Roberto Bolaño desde una óptica articulada en dos valores manifestados por la crítica precedente: la oposición de su escritura a las políticas de la (des)memoria surgidas a partir de la llegada de las democracias neoliberales del Cono Sur, y, por otro lado, su indagación en el terror ejercido por el discurso epistemológico de la modernidad. Desde este planteamiento, Inzaurralde aborda la condición exiliar en su literatura como espejo de la derrota del tiempo “que avanza […] hacia un futuro sin promesas” (p. 217), para quienes participaron de una subjetividad que agotó sus esperanzas de resistencia e instauró el “mal” como cotidianidad. Sin embargo, las apuestas más prove- José Antonio Paniagua García (Universidad de Salamanca) 311 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 tionamiento del estatuto de la realidad” (p. 274). Así, este capítulo ofrece una de las lecturas más sugestivas de todo el conjunto de trabajos. Para terminar, si bien Gabriel Inzaurralde no incluye un apartado de conclusiones en el volumen, esto no impide advertir la coherencia interna de su proyecto, que cumple fielmente lo prometido en el título. Así pues, sobre la relación entre la violencia y la literatura, se reabren los debates fundamentales que han tenido lugar en América Latina a partir de los últimos años del siglo xx en adelante: desde la responsabilidad individual en el empleo de la fuerza política o las continuidades entre los regímenes dictatoriales y las prácticas del neoliberalismo y la globalización, hasta las implicaciones del intelectual en el contexto de una “ciudad letrada” desoladora, y la significación de la derrota y la melancolía como derivas epistemológicas en el mundo contemporáneo. A su vez, estos ensayos son el espacio de descubrimiento de una imaginación alternativa que se fragua en la escritura de los autores seleccionados. Es por esto por lo que el trabajo de Gabriel Inzaurralde, atravesado por la instancia de una “profanación” de la crítica, se distingue por su voluntad de extraer de estos referentes de la literatura latinoamericana la unanimidad de sus diferencias. O lo que es lo mismo, la creencia en las posibilidades efectivas de una reformulación del presente que reabrirá nuevos diálogos en los que el Estado, el mercado, los creadores y cada lector deberán poner en juego, una vez más, sus dados. RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS chosas del artículo se encuentran en dos juicios aparte. Por un lado, en la proposición del desplazamiento como el modo en que la narrativa de Bolaño se enfrenta al contexto esgrimido; es decir, “el viaje y la escritura son, en última instancia, formas entrelazadas de invención y en un sentido específico, de insumisión” (p. 227). Y, por otro lado, en el sutil pero iluminador descentramiento del eje de recepción desde la caída de las utopías hacia la contingencia de imaginar “una nueva ficción emancipadora” (p. 249). El sexto y último capítulo, de mayor brevedad, acomete el estudio de La novela luminosa, de Mario Levrero. Para ello, Inzaurralde sugiere un triple eje temático: la muerte, la subjetividad melancólica y lo que él denomina las “experiencias luminosas”. Estos tres elementos estructuran las tensiones que atraviesan la obra. El recurso del diario personal, por su parte, brinda una “vaga sensación de ‘incompletitud’”, e incluso de pereza, no a causa del registro mecánico de los hechos vividos sino, al contrario, en la medida en que la consciencia de la sucesión temporal es lo único relevante, aun cuando no haya nada que anotar (p. 261). El vacío metafísico, se concluye, es el resultado de una percepción indudable de la proximidad del momento en que el devenir natural se encuentra de frente con la muerte. Por otro lado, la “experiencia luminosa” adopta el papel complementario al par anterior, dinámica que Inzaurralde estima presente en toda la producción última de Levrero. A través de ella, el “cortocircuito” entre un yo consciente y un yo trascedente produce una captura subjetiva de imágenes que se proponen apuntar al “cues- Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 312 Dan Russek: Textual Exposures. Photography in Twentieth-Century Spanish American Narrative Fiction. Calgary: University of Calgary Press, 2015. 229 páginas. En el artículo “Photography as Critical Idiom and Intermedial Criticism”, que forma parte de un número especial de la revista Poetics Today dedicado a las interacciones de literatura y fotografía (2008), Liliane Louvel explora cómo la fotografía ha renovado la ficción. Por un lado, la autora examina una poética de lo visual fotográfico en la literatura y, por otro, propone considerar la imagen fotográfica como un medio para explorar la ficción, es decir, un dispositivo metatextual. Las diferentes modalidades y grados de interacción entre literatura y fotografía que comenta en su ensayo tienen ya una larga historia, que se inicia muy poco tiempo después de la invención de la fotografía en 1839. Al comienzo, se trata más bien de actividades convergentes entre escritores y fotógrafos o la fotografía (numerosos escritores se hacen retratar por un fotógrafo famoso o devienen fotógrafos aficionados) y de un espacio ‘interdisciplinario’ de reflexión: los escritores teorizan la fotografía, mientras que los fotógrafos incursionan en el campo de literatura. Muy pronto, se produce sin embargo una serie de interacciones o transacciones de la fotografía con y en la literatura: primero, la fotografía se incorpora verbalmente en el texto literario como tema, motivo, dispositivo estructural o función semántica; más tarde, aparecen obras en las que las imágenes fotográficas se conjugan con el texto. A partir de la década de los noventa del siglo xx, la historia de estas transacciones ha sido el objeto de interés crítico que se materializó en antologías y estudios (Rabb, Hunter, Brunet, Bryant, Edwards, Ortel, Grojnowski, Noble y Hughes). Sin embargo, escritos en inglés o francés, estos trabajos o compilaciones restringen el ámbito de consideración a la producción literaria en estas lenguas, limitando la contribución de la literatura latinoamericana en español a un puñado de textos, entre los cuales se destaca el cuento de Julio Cortázar “Las babas del diablo”, popularizado fuera de su ámbito lingüístico gracias a la versión cinematográfica de Antonioni. Esta ‘subexposición’ de textos latinoamericanos no rinde justicia a la abundancia y variedad de transacciones literario-fotográficas en el continente, cuya larga historia se inicia en el siglo xix. Es en este contexto de la invisibilidad de la producción latinoamericana para la crítica anglosajona y francesa donde Textual Exposures. Photography in Twentieth-Century Spanish American Narrative Fiction de Dan Russek resulta no solo oportuno, sino fundamental. El estudio de Russek examina la relación entre la ficción latinoamericana del siglo xx (1895-1985) y la fotografía, incluyendo las interacciones con otras tecnologías visuales que estética e históricamente están vinculadas a la fotografía, como los rayos X, el cine, la televisión, el video o el periodismo ilustrado; y también diversas prácticas culturales cuyo fundamento es el acto fotográfico (el retrato, el álbum familiar, la fotografía de viaje). Según explica el autor en la introducción, con pocas excepciones (Cortázar, Sarduy), su trabajo se concentra en representaciones verbales de fotografías 313 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Martínez (1985). En las conclusiones, Russek extiende su reflexión a la fotografía digital mediante un breve comentario de la novela Sueños digitales de Edmundo Paz-Soldán (2000), señalando exploraciones literarias de las tecnologías visuales y universos mediáticos más recientes, en una sociedad donde la imagen digital es a la vez un producto y un instrumento de las dinámicas neoliberales. Si bien el diseño conjunto de la investigación es claramente cronológico (de 1896 a 1985 y 2000), cada uno de los capítulos se organiza en torno a un tema común y una constelación diferente de textos y fechas, por lo que el lector descubre una óptica crítica que negocia entre la continuidad y las transformaciones de las interacciones entre literatura y fotografía. El primer capítulo, “Uncanny Visions”, analiza el aspecto demoniaco de la fotografía en los cuentos “Verónica” de Darío (1896), “Las babas del diablo” y “Apocalipsis de Solentiname” de Cortázar (1959 y 1977), y la novela experimental Farabeuf de Salvador Elizondo (1965). Echando mano de la noción freudiana de unheimlich, Russek examina el uso de la fotografía, en el doble sentido de técnica y representación, para producir una sensación de extrañeza que conduce al colapso de la racionalidad. El autor propone leer “Verónica”, escrito en Buenos Aires un año después de la invención de los rayos X (1895), como un relato que inaugura en América Latina la tradición de incorporar la fotografía como un motivo literario en un texto ficcional. A través del personaje de monje-fotógrafo, fascinado y obsesionado con la posibilidad de sacar una radiografía de la hostia, el cuento explora los peligros de un campo de visión RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS imaginadas o ficcionales que constituyen nudos textuales o pliegues narrativos; en su lectura, estas imágenes vuelven más compleja la puesta en escena que se devela en los textos (p. 9). Con este objetivo en mente, Russek recurre al concepto de écfrasis como herramienta interpretativa para indagar en los vínculos entre lo verbal y lo visual en el plano literario. Por un lado, su investigación enfatiza las marcas temáticas, estructurales, culturales y políticas que el medio fotográfico deja en los textos narrativos, mientras que, por el otro, explora la(s) forma(s) textual(es) que elaboran los autores de ficciones literarias para sondear a través de ellas el poder y las limitaciones de la fotografía como medio de representación y comunicación, interrogando al mismo tiempo sus convenciones y premisas representacionales. Por medio de minuciosos análisis textuales, Russek revela que las imágenes fotográficas (imaginarias o no) representadas en textos literarios están dotadas de un exceso de significación y una intensidad afectiva que superan sus límites representacionales y trascienden el contexto verbal en el que se inscriben y que las hace posibles. Además de la introducción, en la que el autor presenta un detallado estado de la cuestión, define su metodología y justifica el corpus seleccionado para el estudio, Textual Exposures comprende tres capítulos donde se estudian ocho casos textuales que muestran la evolución en el uso del motivo fotográfico en la literatura. El arco crítico que configura Russek abarca un siglo y textos que van desde un poco conocido cuento fantástico de Rubén Darío (“Verónica”, 1896) hasta La novela de Perón del argentino Tomás Eloy Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 314 extendido, en el que las representaciones visuales no solo muestran lo invisible, sino que evidencian también la existencia de una esfera espiritual y divina, capaz de trascender los límites de la visión y la inmovilidad de la imagen, para tocar (y matar por extrañeza) al sujeto observador. En los cuentos de Cortázar, la fotografía se usa como un elemento composicional de la trama y el medio que contribuye al desenlace fantástico de ambos relatos, donde se revela el poder de las imágenes como presencias fantasmáticas y acechantes. A su vez, en la novela de Elizondo, una sola imagen fotográfica que reproduce una perturbadora performance de violencia es el principio que organiza la compleja red de conexiones entre memoria, percepción y representación, donde interactúan lo táctil, lo visual y lo textual. En el capítulo dos, titulado “Family Portraits”, Russek examina retratos individuales y álbumes de familia textuales en los cuentos “La cámara oscura” de Horacio Quiroga (1920), “Las fotografías” y “La revelación” de Silvina Ocampo (1959 y 1961), y “El álbum” de Virgilio Piñera (1944), además de un fragmento de la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo (1955), en el que se describe un retrato fotográfico de la madre de Juan Preciado. Explorando pliegues narrativos producidos por fotografías imaginarias que pertenecen a algunos de los géneros más convencionales de la fotografía, el autor indaga la ambigüedad de la memoria, la (tensa) relación entre la fotografía y las convenciones sociales, las ceremonias (públicas o privadas) de conmemoración y el poder ilusorio que se le atribuye a la fotografía en contrarrestar el poder de la muerte. El excelente análisis del pasaje ‘fotográfico’ en Pedro Páramo expone el poder que tiene una imagen textual de condensar –a manera de una puesta en abismo visual− el vacío y la ansiedad que caracterizan el mundo rulfiano, junto con la retórica de silencios y la poética de ruinas que constituyen su escritura. El tercer capítulo, “Politics of the Image”, aborda tres textos de Cortázar (La vuelta al día en ochenta mudos, 1967; Último round, 1969; y “Apocalipsis de Solentiname”, 1977) y La novela de Perón de Tomás Eloy Martínez (1985) para estudiar la dimensión política que la presencia fotográfica, modelada en los usos del periodismo ilustrado de la segunda mitad del siglo xx, imprime a los textos literarios de la misma época. Russek describe la novela de Martínez como un álbum de momentos ecfrásticos (p. 138) y una puesta en escena de la competencia entre diversos medios de comunicación (p. 136) que participan en la construcción del relato histórico y de las figuras históricas. Las estrategias ecfrásticas del texto, que representan tanto fotografías como imágenes televisivas, enfrentan sin cesar imágenes y narración, señalando el papel prominente que tienen la fotografía y las tecnologías visuales en la producción del significado y la pugna de imágenes en la política de representación. Considerados en conjunto, los textos estudiados en Textual Exposures iluminan una serie de temáticas e inquietudes comunes, proporcionando pautas para leer fotografías desde lo literario y proponiendo una visión nueva de la literatura desde una poética de lo visual fotográfico. Russek estudia a escritores canónicos, aunque no siempre se dedica a sus obras más conocidas. La justificación cronológica Magdalena Perkowska (Hunter College y The Graduate Center, CUNY) 315 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 verbal constituye un nudo textual que expone la problemática de género, institución familiar y convenciones sociales. Los últimos dos títulos complementarían de manera iluminadora la sección del capítulo 2 dedicada a Silvina Ocampo, quien era contemporánea de Lange y es la única autora en el corpus examinado por Russek. A pesar de estas zonas sub y sobreexpuestas, Textual Exposures es un estudio meritorio: Russek propone en él una mirada intermedial que encuadra con precisión la riqueza de interacciones textuales entre fotografía y literatura. La dinámica crítica que se desarrolla cuando la presencia de lo fotográfico produce pliegues o nudos que iluminan procedimientos literarios mientras que, a la vez, abren espacios para una reflexión sobre las prácticas fotográficas desde lo literario, es fértil y conduce a lecturas que interrogan las prácticas e ideologías de representación en ambos medios y entre ellos. Los análisis textuales del autor son realizados con una riqueza de detalles que revela a un lector/espectador sensible y atento, quien maneja también un coherente aparato teórico-crítico, tanto desde el punto de vista de estudios literarios como de los estudios visuales. En este sentido, Textual Exposures es una contribución valiosa a ambos campos, no solo por visibilizar las transacciones literario-fotográficas latinoamericanas para otras tradiciones críticas, sino también por ampliar el campo de visión de la propia crítica latinoamericana. RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS resulta algo arbitraria, sobre todo en relación al punto final que parece adaptarse a la fecha de publicación de la novela de Martínez. Resalta también la prominencia de Cortázar, a cuya obra el autor dedica 40 páginas (entre el capítulo primero y tercero; un 25% de la extensión total del texto crítico) a pesar de que, como él mismo lo observa, sus textos con motivos fotográficos o con fotografías son los únicos (re)conocidos por la crítica francesa y anglosajona con la que se propone dialogar para aumentar la visibilidad de la producción latinoamericana. Russek anticipa este juicio en la introducción, cuando describe el papel de la obra cortazariana en su estudio como el de bisagra que conecta varios temas comunes y estrategias textuales (p. 13). No obstante, ‘una bisagra’ de 40 páginas resulta algo aplastante, sobre todo en relación a los títulos menos conocidos. No cabe duda de que esta ‘sobreexposición’, que el autor considera obvia debido a la centralidad de lo fotográfico en la obra de Cortázar (y Elizondo, p. 13), oblitera o excluye los textos de otros autores, relegados a las notas al calce o ausentes. Pienso, en particular, en el excelente cuento “Las fotos” de Rodolfo Walsh (1965), que conjuga e interroga de manera penetrante los temas de la muerte, memoria y convenciones sociales; o la novela Los dos retratos, de Norah Lange (1956) en la que los dos retratos titulares estructuran una narración y una reflexión sobre la memoria y lo que Marianne Hirsch llama familial gaze (The Familial Gaze), una mirada (ideológica) que organiza la narrativa dominante sobre la familia como institución. También en el cuento “La cámara oscura” de Angélica Gorodischer (1983), una fotografía Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 316 Adriana Churampi Ramírez: Heraldos del Pachakuti. La pentalogía de Manuel Scorza. Leiden: Almenara, 2014. 246 páginas. La publicación de Adriana Churampi Ramírez constituye una propuesta de lectura cercana a la saga literaria del escritor peruano Manuel Scorza (1928-1983), conjunto de cinco novelas que, como se recordará, está conformado por los títulos Redoble por Ranchas (1970), Garabombo, el invisible (1972), El jinete insomne (1977), Cantar de Agapito Robles (1977) y La tumba del relámpago (1979). Desde un punto de vista teórico general, Churampi se aproxima a La guerra silenciosa –como el propio Scorza llamó a las ficciones que componen esta pentalogía– apropiándose de las perspectivas del Nuevo Historicismo, cuyo planteamiento “parte de una concepción que refuta la ilusión de autonomía de los textos literarios, integrándolos de esa manera al contexto social” (p. 16). El ensayo corre, en este sentido, articulando la ficción imaginada del narrador peruano con los acontecimientos a los que sus novelas hacen referencia, a saber, los movimientos campesinos por la reivindicación de tierras que se extendieron a lo largo del siglo xx en el Perú, y cuya radicalización se hizo notoria en una fase violenta en las décadas del cincuenta y sesenta. Acorde con esta perspectiva, en el primer capítulo, “El relato histórico y las movilizaciones campesinas”, quedan establecidos los eventos del contexto histórico que dan el marco de realidad a las novelas. Para Churampi, esta contextualización tiene como propósito no solo destacar algunos de los acontecimientos de la his- toria sin los cuales las novelas ofrecerían posibilidades más restrictivas de comprensión, sino también “descubrir hasta qué punto los relatos de Manuel Scorza se revelan como productos intelectuales de las corrientes y eventos de su tiempo” (p. 25), aspecto que es crucial para la interpretación que la autora realiza de la última novela de la saga. El capítulo muestra, al mismo tiempo, cómo se van incorporando las marcas identitarias –el legado cultural, el patrimonio simbólico, la otredad indígena– en el sistema de resistencias que las comunidades campesinas ofrecen al proceso de modernización hegemónica liderada por el Estado. Algo, por lo demás, constante a lo largo del ensayo. El capítulo II y el capítulo III, titulados “El enfrentamiento con la historia oficial” y “Los símbolos patrios”, están dedicados a demostrar una de las dos líneas argumentativas en función de las cuales discurre este ensayo: la deconstrucción de la historia oficial y de los símbolos patrios es llevada a cabo por Scorza a partir de la representación de las comunidades campesinas, en la medida en que estas están concebidas en términos de una otredad. En estos capítulos, por lo tanto, se presentan versiones “alternativas” a la Historia oficial; versiones que la contradicen, corrigen o amplían en aspectos fundacionales de la nación y constitutivos de “lo histórico nacional”, poniendo “en tela de juicio la sacralidad de la patria en que se vive” (p. 67). Al respecto, afirma Churampi, “las obras de Scorza parten de la evidencia de que el país cuenta con una manera tradicional de narrar el pasado”, lo que permite cuestionar “la legitimidad de dicha narración” (p. 56). Así, Churampi va repasando los diversos episodios que 317 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 En el primer caso, el universo nocturno de Chacón, el nictálope, es un universo hecho de abuso y humillación, ante el cual “el indígena reacciona con la pasividad e incluso con la humildad del agradecimiento” (p. 117). La capacidad singular del nictálope está constituida, entonces, como una “forma de visibilidad/conocimiento” que Chacón pone al servicio de una causa: hacer nacer la ira y “liberar a la comunidad de la opresión” (p. 124). En el segundo caso, la invisibilidad de Garabombo es también parte del sistema hegemónico de exclusión, en la medida en que se materializa en “la interesada incapacidad de los terratenientes de tolerar toda queja o protesta inoportuna e inadecuada” (p. 152), pero también en la invisibilidad construida a partir del no querer ver al indio, bajo el supuesto –el “mito”– de su incapacidad, su inutilidad. Garabombo, por lo tanto, se esconde bajo ese mito y se hace invisible; utiliza la ausencia de mirada del otro para maniobrar desde allí su liderazgo subversivo. Por último, en el tercer caso, el simbolismo de Raymundo Herrera, el Jinete insomne, es equivalente al de los héroes de las dos novelas recién mencionadas: si “el sueño alude a una especie de adormecimiento ante la injusticia y la opresión, el insomnio viene a ser el estado de vigilia o de toma de consciencia que antecede a la sublevación” (p. 188). El capítulo VII, “La tumba del relámpago: la tumba de la epopeya”, está dedicado a la última novela de la pentalogía scorciana. La reflexión de Churampi tiene aquí como punto de partida el tono de fracaso –un epitafio– que titula y cierra esta novela, distinguiéndola del resto de la pentalogía. Lo interesante es la interpretación que hace Churampi de este hecho. RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS pretenden validarse como discursos unívocos dentro de la construcción hegemónica de la nación –la batalla de Junín, la proclama de independencia, los próceres y héroes de la patria, la guerra con Chile– y de sus símbolos –la bandera, el himno, el uniforme militar– para demostrar que en las novelas de Scorza “no sólo se cuestiona la visión homogenizante del devenir histórico en el país, sino también el contenido de lo republicano” (p. 65). Churampi nos muestra, no obstante, que Scorza no pretende dejar el relato nacional vacío de palabras. “La labor del escritor no es sólo destructiva o irreverente, también emerge una contrapropuesta con imágenes positivas, héroes con valores propios, gestas llenas de sacrificio, procesos de toma de conciencia” (p. 76), que permiten visibilizar las exclusiones históricas y construir una historia otra, más inclusiva, que considere el aporte y los valores tradicionales de la población indígena. Los capítulos IV, V, y VI, titulados, respectivamente, “Redoble por Rancas: Héctor Chacón, El Nictálope”, “Garabombo el invisible” y “Raymundo Herrera, el Jinete Insomne”, están dedicados a demostrar la segunda de las líneas argumentativas de este ensayo: mediante la naturaleza de los héroes scorcianos se denuncia la oscuridad –en el sentido de Rancière, la insignificancia política– a la que han sido confinados los indígenas en el Perú. Siguiendo esta lectura, Churampi dilucida el simbolismo que sostiene la asociación de los distintos héroes de la pentalogía con el campo semántico de “la noche”; asociación materializada en los epítetos de los protagonistas: el “nictálope” (que ve mejor de noche que de día), el “invisible”, el “insomne”. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 318 La autora toma nota de la incompatibilidad entre la lectura que hacen los indígenas del resultado de su intento de recuperación de tierras y la lectura en términos de fracaso que de este resultado hace Genera Ledesma, un personaje extraído de la historia, importante líder de la izquierda peruana. Mientras que los campesinos parecen contentarse con “existir”, con “estar vivos” después de la batalla, Ledesma –formado en el pensamiento de Mariátegui– diagnostica un fracaso en la brecha que existe entre, por un lado, el esfuerzo de las comunidades y, por otro lado, las teorías marxistas de la lucha social. Pero, “¿por qué no hablar –se pregunta Churampi– de la culminación de una fase más en la resistencia del pueblo, en vez de fracaso y de una batalla final?” (p. 212). Porque, contesta la autora, “a lo largo del siglo xx la necesidad de transformaciones drásticas y radicales sintetizada en el ideal revolucionario no podía funcionar al margen de la idea de la toma del poder estatal” (p. 225); mientras que, para los indígenas, una colectividad permanentemente amenazada con la extinción, “la resistencia es la medida que define su lucha” (p. 211). Con esta interpretación, Churampi define a Scorza como un “ser político de su tiempo”, para quien “la lucha campesina en términos ajenos a la toma del poder” (p. 225) debe haber sido impensable. Finalmente, en el octavo y último capítulo, “El lugar de las comunidades”, Churampi profundiza en la pregunta de si “existe una propuesta, políticamente válida, que no considere la toma del poder como su meta final” (p. 227), y explora en otras lógicas posibles de concebir el poder, que no necesariamente incluyan la conquista del Estado nacional. En este sentido, la lectura que Churampi ha realizado a la pentalogía “descubre en ella el germen de lo que postulará luego la irrupción de [los] nuevos movimientos indígenas” (p. 237) de finales del siglo xx, como los del Ecuador, Bolivia y México. Churampi escribe en el prefacio de este lúcido y necesario libro que “Scorza requiere un lector esforzado, atrevido y dispuesto, no simplemente a presenciar la casi inhumana condición del otro, sino sobre todo a identificar en sí mismo aquello que limita su entendimiento con ese extraño” (p. 9). Y esa es la senda por la que Churampi nos hace transitar: el lector de Los heraldos del Pachakuti no solo queda con un saber nuevo respecto de la obra central del escritor peruano Manuel Scorza –por cierto, un narrador no suficientemente atendido por la crítica académica–, sino que también se beneficia de un enriquecimiento personal, al habérsele ampliado el horizonte de comprensión del mundo diverso y heterogéneo en el que vivimos. Lucero de Vivanco (Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile) Álvaro Quiroga-Cifuentes: The Colombian Political Novel 1951-1987: A Critical Contribution. Bern: Peter Lang AG International Academic Publishers 2015. (Hispanic Studies: Culture and Ideas, 71). 263 páginas. El primer desafío que Álvaro Quiroga-Cifuentes propone en su texto The Colombian Political Novel 1951-1987: A Critical Contribution se encuentra en resolver varias cuestiones que, para los estu- 319 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 (1962) de Gabriel García Márquez, por otra parte, vehiculan el análisis de la cuestión económica desde las redes de apoyo local, las relaciones con los terratenientes y la resistencia a los mismos. Asimismo, el autor se vale de Años de fuga (1979) de Plinio Apuleyo Mendoza y de Una y muchas guerras (1985) de Alonso Aguilar para hablar sobre el nivel de vinculación del ciudadano de pie con los imaginarios que le vende el partido y las distintas maneras como esta relación puede llegar a generar profundas contradicciones entre la realidad y la aspiración política. El texto cierra con Bulevar de los héroes (1987) de Eduardo García Aguilar como dispositivo de análisis de la ideología de los letrados y los proyectos políticos sofocados por la imperecedera maquinaria oligárquica de la nación colombiana. Teóricamente, el trabajo de Quiroga-Cifuentes se apuntala en pensadores clásicos del análisis de las ideologías como Terry Eagleton, Antonio Gramsci y Raymond Williams, amén de asumir la obra literaria como producto de contingencias históricas, a la manera que lo trabaja Jane Tompkins y, por supuesto, para la caracterización de la posición del letrado dentro de la escritura latinoamericana de los últimos dos siglos, acude a Ángel Rama. Por otro lado, el análisis histórico de La Violencia y los acontecimientos civiles y políticos que la rodearon se vale de las obras de Daniel Pécaut, Marco Palacios y James Henderson, imprescindibles en el estudio de la historia reciente de Colombia. Finalmente, en lo referido a la crítica literaria, el autor hace consultas a Antonio Curcio Altamar, a Rafael Gutiérrez Girardot y a Raymond Leslie Williams –de quien, sin embargo, toma señera RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS diosos de la narrativa colombiana, suenan tanto a discusión bizantina como a tarea inconclusa: ¿qué es la ‘novela de La Violencia’?, ¿a qué período de la historia de Colombia corresponde?, ¿cuáles son sus características temáticas? Quiroga-Cifuentes, apartándose de las caracterizaciones más reputadas del subgénero, como las de Augusto Escobar, Marino Troncoso, Gustavo Álvarez Gardeazábal, Laura Restrepo y Lucila Inés Mena y dándole la espalda a las propuestas de Pablo González Rodas y Óscar Osorio, entre otras, construye un corpus de nueve textos que usa como dispositivos de análisis político e ideológico de la Colombia de la segunda mitad del siglo xx. Para el autor, el factor vinculante de las obras que analiza se encuentra más allá del confinamiento al que la etiqueta de ‘novela de La Violencia’ las ha condenado y prefiere atender a aquellos factores que, arraigados en las representaciones sociales y políticas de la época, dan cuenta de la complejidad de la situación del país amén de la vasta erudición de los autores. Tras una necesaria contextualización histórica, al mejor estilo de los textos que indagan en las intersecciones entre la historia, la política y la literatura, el trabajo de Quiroga-Cifuentes aborda las novelas para analizar las posturas que, en diversas materias, se representan dentro de ellas. Así, El 9 de abril (1951) de Pedro Gómez Corena, El día del odio (1952) de José Antonio Osorio Lizarazo y Viernes 9 (1953) de Ignacio Gómez Dávila son utilizados para aproximarse al núcleo del debate político: el bipartidismo, el populismo y el anticomunismo. El Cristo de espaldas (1952) y Siervo sin tierra (1954) de Eduardo Caballero Calderón y La mala hora Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 320 distancia–, para caracterizar la tradición dentro de la que se ubican los textos. En términos generales, puede afirmarse que el autor acude a las fuentes de rigor, salvo el par de casos que se enunciaron unas líneas atrás, y que los aportes de su propia cosecha son relevantes dentro del campo de estudio específico de que la literatura colombiana. En sus consideraciones específicas cabe, sin embargo, hacer algunas observaciones. Aunque Quiroga-Cifuentes se distancia de aquellas posturas críticas que ensalzan a ciertos autores mientras menosprecian otros –verbi gratia Seymour Menton con sus “planetas y satélites”– para justificar la selección de su corpus, parece no dimensionar que las obras que analiza, aun cuando no ostenten un lugar de preeminencia, no puede afirmarse que hayan sido ninguneadas por la crítica o que su distancia del canon obedezca a que sus autores pertenecieran a grupos oprimidos, como sí fue el caso de muchos otros escritores y escritoras de novelas en torno a La Violencia o a los fenómenos políticos y sociales relacionados con la misma. Ha lugar insistir en que el autor está trabajando con textos escritos por miembros de la élite colombiana, todos ellos hombres, blancos, de clase media o alta, con estudios universitarios y con vínculos, declarados o no, con los mismos partidos políticos enfrentados en la época de La Violencia. Así las cosas, lejos de perseguir una reformulación sobre cómo catalogar las narrativas surgidas como respuesta a la misma, Quiroga-Cifuentes prefiere desclasificar las obras que va a analizar para mostrar sus particularidades más allá de los fenómenos asociados al nefasto período. Sobre esta premisa es posible afirmar que hay tanto un acierto como un infortunio: por un lado, el autor es claro en las razones por las cuales las reflexiones crítico-literarias en torno a las ‘novelas de La Violencia’, especialmente aquellas que se limitan a analizar el bipartidismo como llave maestra de todos los textos, son insuficientes para hacer una lectura crítica de los textos que ha seleccionado. Sin embargo, por otra parte, dado que el texto está escrito en inglés y dirigido a un público que, presumiblemente, no tiene elementos de juicio suficientes para determinar por qué esos textos precisan ser aislados para analizarlos con mayor acierto, se echa de menos una caracterización más amplia de La Violencia como fenómeno social con consecuencias literarias que, a su vez, engendró un amplísimo corpus cuya calidad escritural se debate entre las antípodas de la creación inmortal y el panfleto que cuenta las violencias padecidas por los miembros de uno u otro partido político. En similar sentido, dado que The Colombian Political Novel 19511987: A Critical Contribution capitaliza de que los autores que en él se analizan son figuras públicas, y sin llegar hasta el extremo de exigir al autor la realización de una biografía de cada uno de ellos, se extraña una caracterización más amplia de sus posturas políticas y de los diálogos autor-narrador-personaje que se podrían haber presentado dentro de sus novelas. Sin desconocer la libertad que le asiste al investigador a la hora seleccionar sus objetos de estudio, es claro que las ‘novelas de La Violencia’ son piedra angular de la narrativa colombiana contemporánea, de modo que sus clásicos son pasos obligados para cualquiera que se adentre en 321 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 por lo difícil que puede resultar el abordaje un subgénero que estudiado pero tan poco comprendido como la ‘novela de La Violencia’. Sobre este punto vale la pena destacar la forma como el autor intersecta el concepto de la “Revolución en Marcha”, del gobierno de Alfonso López Pumarejo, con las tensiones sociales que se representan en Siervo sin tierra; el concienzudo análisis que, partiendo de lo propuesto en Años de fuga, hace a la compleja figura del cura-guerrillero Camilo Torres y, muy especialmente, las diversas formas de diseminación de la información de las que se valió el bipartidismo para inflamar a las masas, desde la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, como se deduce de la lectura que el autor propone de El día del odio y El 9 de abril. De igual modo, es importante destacar que el texto, en términos literarios, invita a la consideración de obras, como Una y muchas guerras y Bulevar de los héroes, que no han recibido la atención debida por parte del público lector y apenas si han logrado abrirse un espacio en la academia, de la misma manera que estimula la relectura de novelas clásicas como las de Caballero Calderón y la de García Márquez que, a pesar de ser piezas clásicas de la literatura colombiana, apenas si han sido objeto de análisis políticos, económicos y sociales como el propuesto por Quiroga-Cifuentes. The Colombian Political Novel 19511987: A Critical Contribution de Álvaro Quiroga-Cifuentes se constituye, en fin, en una pieza de análisis que, rompiendo con las tradiciones crítico-literarias más ortodoxas, abre la puerta para la consideración interdisciplinaria de un grupo de narrativas producidas bajo el signo del conflicto interno en Colombia. Su lectura RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS las honduras de su propuesta textual, así sea a través de muestras significativas. En este orden de ideas, a pesar de que Quiroga-Cifuentes es convincente sobre lo particular de las obras que analiza, no precisa por qué el material que se quedó en la criba no resiste un análisis como el que su trabajo propone. En otras palabras, de la misma manera que el autor explicitó las razones por las cuales se aparta de la crítica canónica sobre el subgénero, pudo dedicar unas cuantas líneas a dialogar con otros textos de esta tradición en aras de no dejar lugar a dudas sobre la singularidad de su trabajo. Así pues, aun cuando la selección del autor sirve a su propósito de trabajar solo con obras de miembros de la “ciudad letrada”, el que textos tan relevantes como El gran burundún-burundá ha muerto (1952) de Jorge Zalamea, Viento seco (1953) de Daniel Caicedo, La calle 10 (1960) de Manuel Zapata Olivella, El día señalado (1964) de Manuel Mejía Vallejo y Cóndores no entierran todos los días (1972) de Gustavo Álvarez Gardeazábal, se queden en la simple enunciación aun cuando todos los autores eran, de igual manera, miembros de la “ciudad letrada”, levanta la suspicacia de que el autor está tratando de rebelarse contra el canon sin una haber una necesidad para hacerlo, o al menos no una que pueda encontrarse más allá de la imposición académica de la novedad. En términos políticos, el valor del análisis de Quiroga-Cifuentes es absolutamente indiscutible y su aproximación a las narrativas de Gómez Corena, Gómez Dávila, Osorio Lizarazo, Caballero Calderón, García Márquez, Mendoza, Aristizábal y García Aguilar resulta, sin lugar a dudas, novedosa y original, en particular Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 322 en el momento histórico que vive el país es, sin duda, necesaria para entrar en la cultura de la denominada “era del posconflicto”. Juan Camilo Galeano Sánchez (University of Cincinnati) Samuel Steinberg: Photopoetics at Tlatelolco: Afterimages of Mexico, 1968. Austin: University of Texas Press, 2016. 253 páginas. A primera vista, el primer libro de Samuel Steinberg es un importante estudio sobre la masacre de los manifestantes en la Plaza de las Tres Culturas cometida por el estado mexicano priista el 2 de octubre 1968. Aunque sea importante, propiamente dicho no es un estudio sobre lo que pasó ese día infame, sino sobre su archivo. Porque del mismo modo que la provocativa sentencia de Gilles Deleuze sobre el Mayo Francés, Steinberg sostiene que Tlatelolco no aconteció (p. 6). Específicamente, el autor argumenta contra “the hegemonizing impulse to consign it to a classifiable body, or a legible image, and produce its archive [el impulso hegemonizador a consignarle un cuerpo clasificable, o imagen legible, y así producir su archivo]” (p. 5). Este impulso, ejecutado por el Estado mexicano y su ideología mexicanista, que hasta el 68 hacía corresponder el arte mexicano y el pueblo étnico-nacional (pp. 181-183), sepulta los actos criminales del Estado bajo el monumento de Tlatelolco y, así, convierte la masacre en el sacrificio fundante de tres décadas largas de transición democrática y neoliberal (p. 5). Más bien, Steinberg ofrece una lectura “secula- rizante” que habita el archivo del 68 para reflejarlo según un principio anarchivista (p. 14). En mi opinión, este método anarchivista constituye la intervención principal de Photopoetics at Tlatelolco, intervención que es también una toma de posición política dentro de las cúpulas de la academia norteamericana. Entre los muchos hilos que componen el libro, destacan tres: 1) la conformación de su propio archivo y el modo de su lectura, 2) el diálogo con la teoría de los medios de comunicación y 3) el diálogo con la teoría política. Steinberg lee a fondo un gran abanico de representaciones, es decir, capas del archivo, siendo unas más canónicas y otras más promiscuas por estar más alejadas –tanto temporalmente como temáticamente– del acontecimiento-archivo de la masacre: la crónica Días de guardar (1970) de Carlos Monsiváis, el testimonio La noche de Tlatelolco (1971) de Elena Poniatowska, la película Rojo amanecer (1988) de Jorge Fons, la novela El fin de la locura (2011) de Jorge Volpi y varias performances del artista conceptual Francis Alÿs. Sobre ellos Steinberg lleva a cabo una lectura pormenorizada, o close reading, que se inscribiría en la consagrada tradición norteamericana, un método desarrollado primero por la Nueva Crítica y luego, por la desconstrucción. Los capítulos sobre Monsiváis, Poniatowska y Fons interrogan el archivo ya constituido y forman un argumento coherente. Los capítulos sobre Volpi y Alÿs construyen otro archivo del 68, producto de una labor archivista que se podría cuestionar en términos del método que Steinberg se empeña en desarrollar en los capítulos anteriores. A pesar de esta posible queja, 323 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 dad de las imágenes (p. 91), Poniatowska explota la analogía entre la fotografía y el testimonio basada en su supuesta veracidad para reconstruir la memoria irrefutable del 68 (p. 85). Así, la novela testimonial, en tanto escritura fotogénica, “escenifica la verdad de un momento pasado” que viene a reemplazar la cosa que documenta, acorde a las sentencias de André Bazin acerca de la fotografía (p. 97). Según Steinberg, la tarea narrativa de La noche de Tlatelolco se puede vislumbrar en su estructura: la multiplicidad de voces que constituyen la primera parte dan paso a la narración unívoca de una sola imagen traumática en la segunda (p. 101); del mismo modo, la obra une la multitud constituyente del movimiento en un pueblo unido bajo su aspecto de sociedad civil (p. 84). Así, mortifica y encubre la política del acontecimiento del movimiento, con su memoria-imagen traumática y, por lo tanto, verídica, cuyo efecto es el restablecimiento de la lógica sacrificial que funda el estado mexicano por encima de sus ciudadanos muertos (p. 112). Con el cuarto capítulo, “Exorcinema”, Steinberg da un salto a los años ochenta y a un México en plena transición neoliberal. El autor justifica el salto en términos formales desde una escritura fotopoética surgida en los años inmediatamente después del 68, hacia el cine de la transición ochentera. El cine consume los documentos testimoniales y se apropia de la veracidad del trauma atestiguado, de la misma manera que inserta las tomas fotográficas en la continuidad de la cinta cinematográfica (pp. 115-118). De esta forma, según Steinberg, el cine deviene “máquina de la transición”, por lo cual la recreación performativa del acontecimiento político RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS las lecturas son atentas y los argumentos de amplio alcance. Aquí el libro muestra su fuerza. El segundo capítulo, “Postponed Images [Imágenes postergadas]”, sostiene que Monsiváis elabora una foto-estética que evita nombrar Tlatelolco en sus escritos sobre el 68. Este método consiste en diferir la representación, lo que Steinberg acuña en palabras de Monsiváis: “la plenitud de lo incompleto”. Refuta el luto por el 68 y su lógica de la redención sacrificial, a la vez que preserva en la incalculabilidad, el acontecimiento del movimiento obrero-estudiantil para así demandar una repuesta propiamente política (pp. 72-73). El problema, según Steinberg, se encuentra en la estructura de la demanda que mantiene abierta la posibilidad de una política, pero solo como posibilidad, como política mesiánica. La plenitud de lo incompleto se arriesga a convertirse en “an image-fetish that conceals what cannot be made present in the image, the still uncounted dead [un imagen-fetiche que encubre lo que no se puede presenciar en la imagen, los muertos todavía no contados]”, con el resultado de que niega consignar al archivo a costa de negar la mirada a lo acontecido (p. 72). A espaldas de su gesto anarchivista, Monsiváis termina estableciendo la lectura dominante del 68 que la sacraliza, aunque a la manera de una teología negativa (pp. 51, 73). El capítulo tercero, “Testimonio and the Future without Excision [Testimonio y el futuro sin escisión]”, propone La noche de Tlatelolco como complemento a la obra de Monsiváis. Si la fotopoética en esta hace hincapié en lo negativo del recorte fotográfico y la imposibilidad de reinsertarlo por completo en la continui- Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 324 apunta hacia un futuro más allá de la memoria de Tlatelolco (pp. 118, 123). En la misma línea, Rojo Amanecer, de Jorge Fons, consume la memoria de Tlatelolco. Sustituye la masacre que nunca muestra por la las reacciones de una familia burguesa que la presencia porque vive en uno de los edificios cercanos. La película no reconstruye la manifestación y la masacre, sino el acto de testimoniarlos. Esta reconstrucción, según Steinberg, termina sustituyendo la memoria traumática por el acontecimiento del 68. El quinto capítulo propone El fin de la locura de Jorge Volpi como aspirante al título de novela del 68. La crítica ácida que hace Steinberg del libro, así como de la generación del Crack (pp. 154-157), es también una crítica del principio hegemónico que rige el campo cultural. Según el autor, Volpi intenta restaurar la literatura junto con el Estado nacional-popular, que antaño le otorgaba a la misma su privilegio social, por el acto definitivo de consignar el 68 como causa histórica de la transición mexicana (p. 150). Pero a espaldas del autor, según Steinberg, la denuncia en la novela de la “locura” de los 60 confirma la experimentación de la década como condición para la renovación artística y política (p. 168). Es tal vez revelador que en el seno del revanchismo político cultural que representa la novela de Volpi, Steinberg identifica el gesto hacia una política poshegemónica, una infrapolítica. Steinberg concluye con una lectura de la obra del artista flamenco-mexicano Francis Alÿs, que le sirve como único ejemplo incorrupto de un pensamiento anarqueológico. Steinberg parte del lugar común según el cual las acciones de arte como las de Alÿs requieren la documentación y, así, participan en la fotopoética, lugar común que deja de lado para concentrarse en la indagación del artista en el campo de lo performativo: las recreaciones, los ritos, en fin, el trabajo del artista y de sus suplentes. De este modo, Steinberg puede declarar que el trabajo artístico de Alÿs anuncia el retorno de la obra de arte como anticipación de una posible política emancipadora (pp. 173-174). Por ejemplo, Steinberg lee Cuando la fe mueve montañas (2002) –obra en la que Alÿs contrató a 500 estudiantes limeños para ‘mover’ una colina con palos– como una reflexión anarchivista sobre el 68 que deja aparecer una fe política en el futuro en la discrepancia temporal –de la reproducción y representación– que constituye la obra (p. 175). El primer fulcro de la lectura de Steinberg yace en la indistinción entre los estudiantes y los trabajadores, común al movimiento del 68 y a la obra de Alÿs (pp. 176, 199). El segundo es la “inoperatividad” del trabajo de los participantes (p. 198): cavan, pero no excavan porque no hay nada por debajo del trabajo colectivo ni la fe, que sí hay (p. 177). Hasta ahí el archivo anarchivista de Photopoetics at Tlatelolco. El segundo hilo que querría destacar es el diálogo con la teoría de los medios de comunicación. Aunque el libro está estructurado genéricamente (p. 15) –ensayo, crónica, testimonio, cine, novela, artes performativas, en este orden– no explicita la diferencia entre género y medio, ni el vínculo entre la especificidad genérica y mediática de sus objetos y el principio archivista que quiere desconstruir. Más bien los reduce todos a su aspecto ‘fotopoético’, a veces obvio –como en 325 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 of the Mexican present founded in the symptomatic reading of 1968’s afterimage [algo como una teoría del presente mexicano basado en la lectura sintomática de la post-imagen de 1968]” (p. 15). En este registro, la tecnología de la apariencia (singular) y la post-imagen de 1968 (singular) funcionan más como metáforas del archivo (singular) –que es a la vez metáfora de una represión política difusa e innombrada– con el resultado de que la teoría mediática deviene teoría de la metáfora y la materialidad del medio se esfuma en su reflejo escrito. El tercer hilo que se debe identificar es el de la teoría política. Si bien toma como punto de partida a Deleuze, Steinberg interviene en la teoría política con la ayuda del Derrida más tardío, el de Espectros de Marx, Mal de archivo y Canallas. Con ello se une a los debates más actuales de la teoría política latinoamericanista en los contextos académicos de Estados Unidos, España y Chile, cuya emergencia, fruto de la disolución del Latin American Subaltern Studies Group a principios de los 2000, se consolidó alrededor de términos clave como post-hegemonía, infra-política e anarqueología. (Cabe destacar que el libro de Steinberg se ha publicado en la serie “Border Hispanisms” de la editorial de la Universidad de Texas, serie cuyos editores, Jon Beasley-Murray, Alberto Moreiras y Gareth Williams, son las principales voces de esta onda teórica.) Aunque la teoría política infunde el libro entero, queda explícito en el primer capítulo, “Archive and Event [Archivo y acontecimiento]”, donde Steinberg atraviesa con delicadeza el campo minado de la teoría política contemporánea. Por ejemplo, a través de una lectura de Paz, RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS los estudios sobre las películas de Fons y Reygadas– a veces menos obvio –como en los casos de la escritura ‘foto-genética’ de Monsiváis (p. 77) y Poniatowska (p. 91) o el hacer-para-documentar (o no) de los performances de Alÿs– y a veces ausente –como en el estudio sobre Volpi–. Esta inconsistencia del hilo mediático sorprende porque es central a la intervención de Steinberg en la teoría política, que en última instancia constituye el horizonte de su empresa. No sólo el acontecimiento deviene cognoscible gracias a su reproducibilidad tecnológica, nos dice Steinberg acorde al crítico Eduardo Cadava (p. 38). También la subjetividad política subalterna –cuya elaboración dentro de los estudios latinoamericanos en Norteamérica forma la prehistoria de los debates políticos en los cuales Steinberg participa– se presenta como efecto textual, según el historiador Gyan Prakash (p. 21). Los dos, el acontecimiento y la subjetividad que ése deja aparecer –y no exclusivamente la subalterna– son “secondary effect[s] of all attempts to authorize an archive […] effect[s] of a certain technology of appearance [efectos secundarios de todo intento por autorizar un archivo […] efectos de cierta tecnología de la apariencia]” (p. 21). Dado la estructura del libro, cabe preguntar si la fotografía, la escritura, el cine, y la performance conforman una sola tecnología de la apariencia, por no mencionar la elisión de la diferencia genérica dentro de la tecnología escrituraria. La subsunción de la especificad mediática-genérica a una sola tecnología de la apariencia, a la fotopoética, corresponde a la univocidad de un proyecto con fines de desarrollar “something like a theory Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 326 Steinberg argumenta, acorde con Gareth Williams, contra la lógica sacrificial que anima la memoria del 68 (pp. 24-25). Asimismo, argumenta contra la hegemonía del populismo laclauiana, donde por hegemonía se entiende el cálculo, la nominación y, por lo tanto, la consignación al archivo (pp. 26-28). Y, a través de su lectura de Alain Badiou y Bruno Bosteels, Steinberg argumenta, de nuevo con Williams, contra la política del acontecimiento como proceso de subjetivación por ser una política del nombre, es decir, del archivo (pp. 40-44). Steinberg nos incita “to pursue a politics infinitely unbound from every arkhē, untethered to events [a perseguir una política infinitamente suelta de cada arkhē, desligada de los acontecimientos]” (p. 43). O, más bien, nos incita a abandonar una política desligada del acontecimiento badiouano, a favor de una política ligada a un acontecimiento derrideano entendido como la apertura al encuentro aleatorio con el otro (pp. 42-43). El libro de Steinberg constituye una sofisticada indagación en el archivo del 68, la teoría de los medios de comunicación, y la teoría política contemporánea. Aun así, parece perderse en el laberinto intrincado de su propio archivo, a pesar de su método anarchivista, o quizás a causa de él. Es decir, no ofrece respuesta a la aporía innombrable de su propia escritura: ¿cómo escribir un texto anarchivista, atópico y anómico cuando la escritura participa irremediablemente en el nombre y la ley (nomos), en la referencia (topos) y la retórica (tropos) y, por lo tanto, archiva sin parar? Me pregunto si la crítica anarchivista no será simplemente meta-archivista –pregunta que Steinberg dirige a Bosteels con respecto de su entendimiento del acontecimiento, en términos de un proceso de subjetivación, una prótesis no del archivo del estado mexicano pero tal vez sí del archivo de la universidad estadounidense. Dicho de otro modo, Photopoetics at Tlatelolco no puede sino participar de esa estructura de negación por la cual la represión en forma de archivo indica el ser del acontecimiento que aquel requiere. Tal vez el método anómico, atópico, anarchivista no desembocaría en un libro de crítica sino en una actividad política, o por lo menos en un libro que esboza una teoría política de la cual esa actividad se podría servir. El libro de Steinberg es ambicioso, quizás demasiado. Sin lugar a dudas merece la lectura atenta porque deja mucho que pensar. Bret Leraul (Cornell University, Ithaca, NY) Brigitte Adriaensen/Gonzalo Maier: Todos los mundos posibles. Una geografía de Daniel Guebel. Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 2015. 328 páginas. En 1990, se publica La perla del emperador, la segunda novela de Daniel Guebel. La revista Babel, ese comienzo que de tantas veces citado adquiere por momentos carácter mítico, la recibe con bombos y platillos: la consagra en el número 18 (agosto 1990) como “Libro del mes”. El exotismo que envuelve las historias que se condensan en torno a “la perla de Labuán” es funcional a la genealogía que le interesa armar a la revista y al grupo que de manera problemática desarrolla una formación lábil e imprecisa en torno En esta escena inicial e iniciática se condensa, casi a la manera de un resto que sin formar parte de la memoria se recuerda, la paradójica ubicación que Guebel irá ganando en la literatura argentina actual: no adentro ni afuera, sino a la vez adentro y afuera; impugnando desde los márgenes el centro y desde los límites mostrando que ni el centro ni los mismo márgenes construyen otra cosa que posiciones de valor que podrán tener mucho que ver con la literatura como Institución pero poco con el Arte como acontecimiento. Guebel, entonces, en este comienzo, efectivo, efectista, potente, fracasado. Si hay algo que Todos los mundos posibles. Una geografía de Daniel Guebel logra es retener en su acercamiento esta ubicuidad. A pesar de la gran cantidad y variedad de producciones que Guebel ha publicado desde ese entonces, el abordaje que coordinan Brigitte Adriaensen y Gonzalo Maier es el primero en ocuparse de manera integral de esta obra multifacetica. En esta falta convergen múltiples factores. Eso que la compilación retiene incluso a pesar de sí misma es sin duda uno de ellos. Y este es el punto de partida que inteligentemente deciden destacar en la introducción los compiladores. Elogio acorde a los modos que para constituirse experimenta el objeto a la vez que precisa descripción del mismo. Adriaensen y Maier nos lo advierten: “La publicación de un libro que celebra la obra de Daniel Guebel supone una ironía imperdonable: condenarlo a ser un pésimo escritor” (p. 9). A partir de esta ironía inicial, el prólogo genera anclajes en el mapa, an- 327 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Alguien me dijo: “Lo bueno que tiene tu libro es que no tiene vulgaridades”. En ese momento sentí que se me iba el alma al piso (...) ¿Cómo podía ser que me hubiera equivocado tanto? Después me consolé: quizá la vulgaridad que La perla… omite sea la promesa eterna –ese mundo de esferas y de líquidas disoluciones en las que me gusta ir rolando– que alcanzarán otros libros que iré escribiendo (Babel 1990: 18). RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS a ella. La reseña, que a manera de carta, escribe Daniel Link en ese número permite entrever la resistencia que generó La perla... y, a la vez, cómo Babel utilizó esa resistencia a su favor. Link sostiene que a la novela se la ha acusado de posmoderna, reaccionaria y decadente: un “mero ejercicio de un universitario frustrado”, premiada por narcisismo de unos y culpabilidad de otros. Inmediatamente, diseña un contraataque. Pero el mismo y el pequeño manifiesto que Guebel publica en ese número, no apuntan a lo esperable. Lejos de tan solo reivindicar el preciosismo o el imperativo de narrar con el que todas esas acusaciones están ligadas, desplazan la cuestión. Link sostiene que La perla… “es la fosforescencia que parece iniciar un estallido”, fosforescencia que logra un “efecto de verdad” que está lejos de hacer del deconstructivismo su estrategia principal. El movimiento que realiza Guebel es aún más complejo. Pone en el origen del nacimiento de su novela la parodia al realismo, aquello a lo que a Babel le interesaba atacar, pero luego la desplaza mostrándola inconducente. Confronta mediante la ironía a los que solicitan color local pero a la vez pone en jaque el problema, pensando no solo en los modos de la continuación sino también en lo que esos modos, materialmente, le permiten abordar. Y culmina con un paso de comedia, que vehicula el riesgo del fracaso: Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 328 clajes que se tensionan siempre entre su capacidad de convertirse en lugares y su pareja potencia de desterritorialización: el exotismo, la necesidad de agotar todos los géneros, el gusto por la controversia, la relación con el discurso político caracterizada por la burla, la ironía y la farsa, la apropiación gozosa de lo kitsch, del melodrama y de lo mediocre son caminos que se abren para penetrar en el mundo del autor. A partir de esta cartografía inicial el libro se divide en tres países, división que antes que agotar el trazado parece valientemente ponerlo en contacto con su misma imposibilidad: “El país de los libros”, “El país de la política”, “El país de los otros”. “El país de los libros” tiene como núcleo el “ejercicio digresivo del elogio” que moviliza los textos de Alan Pauls y Luis Chitarroni. Ambos vuelven sobre el origen y complejizan la idea de grupo. Ambos, también, repiensan el imperativo condensado en la exigencia de narrar. Pauls lo desprende del exotismo y lo relaciona con el desastre y la duración: para narrar, en los mundos Guebel, todo escritor debe estar en situación de desastre y el narrador, en un movimiento que supone intensidad de contemporaneidad no mera actualidad, es por definición el que pierde el rumbo. Chitarroni, por su parte, consagra a Guebel como “el mejor novelista de su –mi– generación”, volviendo productivo en el devenir posterior del ensayo ese concepto que la crítica ha insistido en declarar como caduco. Entre la anécdota y la exacerbación de las genealogías, analiza la relación de Guebel con el mercado, los géneros, la firma, la vulnerabilidad, la innovación. La virtuosa superioridad de Guebel en certámenes que no lo incluyen, es una de las fórmulas irreverentes con las que este análisis nos deja en suspenso. Los núcleos en los que Pauls y Chitarroni insisten reaparecen en los otros recorridos. María Paz Oliver se ocupa de Mis escritores muertos y de cómo Guebel subvierte el sentido teleolólogico y pone en jaque la noción de trama haciendo del desvío el fin mismo de su narrativa. El concepto de generación es a la vez validado y puesto en jaque en el corpus que Alberto Giordano compone en torno a la categoría “novela del yo” bajo la cual incluye a Derrumbe pero también a producciones de Pauls, Sergio Bizzio y Sergio Chejfec publicadas el mismo año. A diferencia de lo que el uso de la primera persona obligaría a esperar, estas novelas no des-inventan sino que ensayan “formas de poner el arte en contacto con la vida para que se fortalezcan y acrecienten en cada uno las posibilidades de reinvención” (p. 52). Derrumbe entre sus impulsos destructivos y el salvataje de núcleos sentimentales experimenta con las posibilidades anómalas de lo autobiográfico poniendo en juego los límites y potencialidades de la figura de Payaso pero también la posibilidad de confrontar con la dimensión radical del fracaso. Martín Kohan retoma El caso Voynich y pone en el centro una cuestión que recorre desde el título todo el libro: Guebel y su impulso de totalidad. La conversión de la tradición en tradiciones que antes que evitar hay que saber soltar a tiempo; el someter la plenitud al asecho de la nada son claves del buscar sin encontrar que Guebel propondría para el artista. Este país se cierra con el rescate del texto de Libertella. Si los ensayos previos cartografiaban los modos en que Guebel homenajeaba a Libertella, 329 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 nima enfatizando el gesto irónico, pero también los factores que, como la desrealización del tiempo histórico, imposibilitan estabilizar el sentido. Por su parte, Susana Rosano se sostiene en la tensión: la escritura melodramática, que pone en acción la narrativa de Guebel, “permite desmontar los resortes enmohecidos del relato oficial peronista pero también del libreto antiperonista” (p. 156). La autora diseña dos series para observar los modos en que se articula la figura de Eva Perón en la literatura argentina, “la máquina deseante” y “la escritura cadavérica”, pero La carne de Evita queda fuera de ambas: la burla distancia y esa distancia pulveriza la afectividad (política) y convierte todo en pastiche. Sin embargo, el tono de insoportable levedad que ese armado pone en juego no queda totalmente desligado y ahí sí, para Rosano, reaparece al agobio propio de la tradición liberal. Finalmente, Paola Ehrmantraut mueven un poco el núcleo temático hacia la cuestión de la guerra de Malvinas para observar los cuestionamientos que Guebel realiza al nacionalismo territorial. Así, el recorrido por este país no sólo nos otorga aquello que se prometía en la introducción, el desarme del lugar común del apoliticismo que marcaría la narrativa de Guebel (y de su grupo), sino que antes bien, a través de la confrontación de la diversidad que vehiculan los diferentes acercamientos, cuestiona los modos en que se debe pensar la relación entre dominios y la misma posibilidad de adjetivación. “El país de los otros” dibuja su frontera sobre el ensayo de Chitarroni: lo que era exacerbación se vuelve detalle y el armado de genealogías, eso que en el comienzo casi mítico que diseñábamos era modo de RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS acá es Libertella el que expone su voz y la expone para trasladar la pregunta del ¿para qué sirve la literatura? al para ¿qué vale? Y allí no solo se descubre la obra de Guebel como “invalorable”, sino que se logra una definición precisa de la ubicuidad que la compilación busca poner en primer plano: “entre una fantasía de sobrevivencia, una voluntad de poder, una necesidad de identificación personal con el mercado y un deseo de diferencia” (p. 106) se diseñan las fronteras de guerra de la geografía Guebel. “El país de la política” tiene un claro núcleo temático: la relación de Guebel con el peronismo, en particular, y con ciertos eventos, personajes y discursos de la historia reciente ligados al mismo, en general. Y lo que se destaca es la multiplicidad de matices con que se aborda este problema común. Conviene comenzar el recorrido por la operación de Juan José Becerra que muestra cómo la figura de Perón se convierte para Guebel en una “fuente de operaciones formales” que, desarmando lo esperable, relega el juicio ideológico y político, convirtiéndose en un “Objeto Eterno”: esos lugares de la narrativa del autor sobre los que la interpretación se abre sin cerrarse nunca y que concentran un problema fundamental, la pregunta por la llama que enciende la literatura. En el otro extremo, Jorge Reati pone en juego, para el análisis de La vida por Perón, conceptos como simulacro, mitología, retórica y teatralidad que enfatizan las distancias volviéndose además claramente valorativos del objeto al que se abocan. En esta línea, Silavana Mandolessi y José Di Marco trabajan sobre los modos en que se vuelve ambiguo el término “terrorista” en la novela homó- Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 330 intervención, se analiza detenidamente y se compone no sólo mediante nombres sino también mediante géneros, repensando los modos de la cita. José Amicola retoma las figuras de Borges, Arlt y Aira, pero también la de Puig, para repensar cómo funcionan en La perla… el exotismo, el pastiche y el principio constructivo de mise en abyme, poniendo en el centro un malentendido puntual que habilita en el artículo un interesante cruce de los problemas del género narrativo con la teoría del gender. Nancy Fernández retoma, para ocuparse fundamentalmente de Los padres de Sherezade, la figura de Borges y, entre la condensación borgeana y la expansión de Guebel, analiza la transfusión de géneros y saberes, la recuperación que realiza de la figura del narrador, el funcionamiento de la fragmentariedad como matriz para la generación de nuevas historias y los modos de la traducción. Por su parte, David Comte parte de un lugar ligeramente diferente: dando por sentado el juego con los géneros narrativos como característico de la geografía Guebel, se interroga sobre los peligros que supone asomarse a ese paisaje, intentando y a la vez interrogándose por la posibilidad de taxonomizar la obra de Guebel. Es desde ahí desde donde el impulso genealógico se desvía a las relaciones con la ciencia ficción y el fantástico a propósito de El perseguido. La cartografía que diseña Todos los mundos posibles se cierra con una entrevista al creador del mundo que se ha explorado y con un microensayo de César Aira. La charla de Michel Lafon con el autor vuelve sobre una de las ideas centrales de la introducción y cierra el círculo: Guebel ronda allí, como en intervenciones previas, en torno a la idea de totalidad. Pero dicha exploración se tensiona entre dos matices que, de manera imprevista, exponen la autofiguración a sus quiebres. Por una parte, se reflexiona sobre la historia total pero inagotable: “[Ben-Hur] parecía una obra interminable y ahí ya estaba contenido y resumido parte de mi programa de escritor. Pasan los años y todavía sigo alentando la ilusión infantil de escribir todos los libros, atravesar todos los estilos, ser todos los autores” (p. 276). Pero, por otra parte, ese asedio de la totalidad vehicula una posibilidad menos esperable y más riesgosa (y por lo tanto, tal vez, más potente): la necesidad de aniquilación, no de lo propio sino de lo otro. Ante la pregunta por si existe en él la obsesión de transformar en ficción los relatos ajenos, Guebel responde lo siguiente: “tengo la tentación de resumir todas las historias y los estilos y todas las obras en una que los supere y aniquile” (p. 285). Así, los términos “todos” y “geografía” con los que perspicazmente Adriaensen y Maier eligen titular el acercamiento no solo refieren a lo que al autor le interesa que sepamos de él sino que pierden el carácter simplemente metafórico y se vuelven necesarios al llamar la atención sobre ese impulso íntimo que se activa entre la ilusión y la tentación y que alternativamente diseña y consolida lugares para apenas un instante después mostrarlos inconducentes (la envidia, el otro núcleo que de manera alucinante construye y a la vez quiebra la autofiguración tensionando el gesto irónico con el efecto de verdad y verdadero del rencor; la envidia, el otro impulso íntimo relacionado con la tentación de aniquilación, hubiera resultado inaprensible). La reseña de Aira, en intensa conexión con la mención del autor en Mariana Catalin (IECH, UNR-CONICET, Rosario) Alberto Ribas-Casasayas/Amanda L. Peterson (eds.): Espectros: Ghostly Hauntings in Contemporary Transhispanic Narratives. Lewisburg/Lanham: Bucknell University Press/Rowman & Littlefield, 2016. 243 páginas. 331 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 This collection fits in with a recent trend in critical work of examining the use of specters and ghosts as a means of understanding our relationships with the past and reality, as a means of relating them and relating to them. In the last few decades – especially since Jacques Derrida’s The Specters of Marx (1994) and Avery Gordon’s Ghostly Matters (1997), but reaching fever pitch in María del Pilar Blanco and Ester Peeren’s The Spectralities Reader: Ghosts and Haunting in Contemporary Cultural Theory (2013) –, specters have become a favorite symbol for addressing sometimes disparate but often overlapping themes. These are not the phantasmagoric ghosts of the Gothic period (although they have some of the same roots); rather they are melancholy, insistent metaphors pressing at metaphysical and ethical questions. Alberto Ribas-Casasayas, Amanda L. Petersen and their contributors bring the persisting themes of these haunting beings to an ex- amination of their ever-growing instantiations in contemporary transhispanic film, fiction and art. The majority of these ghosts have to do with history and surround how we negotiate the remains of the past as they exist in our everyday. They arise out of trauma, violence and erasure. They demand justice by reminding us that something is unresolved, block forgetting by preserving that which is thought to be over, and signal absences by pointing to what is unknown. That which haunts reveals preoccupations with the transmission of memory and, as the many references to Marianne Hirsch’s concept of postmemory throughout these articles well demonstrate, exhibits the difficult position of inheriting trauma at both the individual and national level. But ghosts are more than the horrifying affects and demands they bring; they are also the voices of possible redemption. As the editors of this collection put it, “the ghost allows for the possibility of a transgenerational ethics, as it reveals an obligation to victims whose presence has been excluded from the historical record and hegemonic discourse” (p. 3). Both present and absent, ghosts and specters symbolize not only remnants of that which is dead but not gone but also those who are ostracized and silenced but still present. Their power derives from their liminal position. As haunting, interstitial figures, ghosts and specters wreak havoc on the sense of certainty which undergirds regimes (political as well as aesthetic) that erase and enfeeble the marginalized. They trouble time, imbue objects with uncanny properties and throw our most basic modes of representation into question. RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS la entrevista, completa el movimiento de apertura del impulso íntimo: crítica antes que elogiosa vuelve a poner en el centro la ubicuidad de la obra de Daniel Guebel, eso con lo que los diversos artículos de la compilación han intentado poner en contacto al lector. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 332 In this volume, Ribas-Casasayas and Petersen, along with their contributors, bring this much needed lens to the transhispanic context, focusing our attention on an already prominent aesthetic in contemporary work in Latin America and Spain. Their introduction provides a lucid and concise starting point for considering these long-studied but recently repopularized concepts. They summarize key works in spectral studies, like those mentioned above, draw on texts about trauma, by authors like Cathy Caruth and Dominick LaCapra, and turn to work on the politics of memory and the limits of transmission, such as that undertaken by Giorgio Agamben, which focuses on the status of the archive and representing past horrors like the Holocaust. Perhaps most helpful is how they highlight theory specific to Latin American and Spanish art and experience, underscoring that while the ghosts and specters we find in these various countries may share much with these prominent Western analyses (and they are much cited even throughout this collection), they also grow out of particular background already being addressed critically in these places. They note that the “contrarian aesthetics” of specters and ghosts “have been theorized from different yet interrelated frames of reference: rupture (Nelly Richard), the wound (Cristina Moreiras), and haunting (Jo Labanyi)” (p. 6). The first frame advocates an aesthetic that is purposefully disruptive, that troubles dominant discourse. The second is related – it seeks to prevent foreclosure of the past into tidy narratives – but encourages us to look at the interstices of institutional culture and discover the residues left by histories of violence and erasure. The last specifically privileges haunting as a means of allowing ruptures and wounds to heal while still preserving a productive dialogue with the past. These approaches, like the articles contained in this volume, arise out of similar recent histories – of violence, dictatorship and attempts to move forward through forgetting – as well as shared contemporary realities, especially those wrought by the alienation endemic to neoliberalism and ubiquitous capitalism. Like Pilar Blanco and Peeren’s volume, Espectros attempts to account for the many facets activated in considering haunting by dividing its treatment into various sections. These are “Ghostly Encounters: Haunted Histories”, “The Persistence of Violence: Trauma as Haunting”, “Still Images: The Living and the Dead” and “Invisible Hands: Specters of the Market Economy.” Knowing it would be impossible (and ill-advised) to separate spectral themes entirely, Ribas-Casasayas and Petersen introduce each section in order to provide sign posts that help to frame the ensuing pieces and guide the reader. The first part turns our attention to the ghost’s ability to produce disjointed times, to affect our equilibrium and disturb any easy connection between narrative and history. Included here are articles that look at the uses of specters and ghosts to relate how national histories of violence remain in the contemporary consciousness. Isabel Cuñado’s “The Bright Future of the Ghost: Memory in the Work of Javier Marías” traces the presence of ghosts throughout the Spanish author’s œuvre, which spans four decades. It reads more like an overview of her 2004 monograph and touches on 333 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 of Karen Wooley Martin’s “Apparitions and Absence: Spectrality in Contemporary Novels of the Disappeared”, which centers on two novels that address how children deal with legacies of guilt and are haunted by, but learn to live with, their fathers’ involvement with dirty wars in the Southern Cone. Charles St-Georges’s “The Literalization of Trauma’s Specter and the Problematization of Time in Aparecidos” covers the same topics, but its tight focus on one film and its treatment of a particular theme of haunting – that is, its ability to produce many, disjointed notions of time – provides a nuanced perspective that opens out to numerous potential connections. Another high point of this section is Juliana Martines’s “Fog Instead of Land: Spectral Topographies of Disappearance in Colombia’s Recent Literature and Film”, which despite taking on too many objects of study, is the only article in the collection to specifically treat the spatial aspect of haunting by combining Gilles Deleuze and Félix Guattari’s articulation of space with Derrida’s ideas on the specter to examine histories and representations of violence in Colombia. Part three moves more deliberately into metaphysical questions that the presence of specters and ghosts brings up. Looking at films and photographs, it probes documentary practice and examines the status of objects and the legitimacy of archival practices. In “Memento Mori: Photography and Narrative in Cristina Rivera Garza’s Nadie me verá llorar”, Marta Sierra discusses a novel which itself contains no photographs yet still manages to call on their haunting quality and their ambivalent abilities RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS ideas about ghosts and alternative time, approaches to memory and the ghost as a bridge between and transgressor of separate spheres. Megan Corbin’s “The Museum of Memory: Spectral Presences and Metaphoric Re-Memberings” is a particular highlight of the collection because in looking at various types of art created after Argentina’s dictatorship, from literature to virtual exhibitions, it too addresses general questions of how we remember trauma and delves more deeply into the particular role objects play and the “spectral testimony” they provide (p. 18). In “The Spectrality of Political Violence: Exhuming Guatemala’s Haunted Past in Tanya María Barrientos’s Family Resemblance and Sylvia Sellers’s When the Ground Turns in its Sleep”, Susana S. Martínez qualifies that there are no actual specters in the works she examines but explains an important vector in dealing with the aftermath of violent tragedy, that is, the feeling of haunting produced in the children of those who experienced trauma, children who are at a temporal, and sometimes territorial, remove from these events. The second section has much in common with the first but purports to bring the focus from a national perspective to a more individual one. Despite wanting to set off what may seem like more personal stories – underlining authors’ and characters’ experiences of trauma and its uncanny affects rather than grounding the introduction in theories of history –, this section contains a significant amount of overlap with the themes of the first, most significantly in its focus on the inheritance of trauma by subsequent generations. This is especially true Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 334 to evoke memory and exact violence. N. Michelle Murray’s “Framing and Feeling Immigration: Haunting Visuality and Alterity in Ramito de hierbabuena” spends a great deal of time examining the cover photograph of this Spanish novel to explain how political ghosts are often made more ghostly in attempts to give them visibility. Depicting a dead Maghrebian immigrant washed up on the beach, the cover is a graphic reminder of the opposing capacities of photography to both expose fissures in official history and to sustain hegemony through a sexualization of subjects who merit political attention. These ideas present a good segue to the final section which looks more explicitly at how current market structures cause certain populations to inhabit and aspire to nothing more than ghost lives. It is not just history and trauma which give birth to specters and ghosts but also the “phantasmatic character of the consumerist experience” (Ribas-Casasayas and Petersen p. 165) and its presentism (that is, the perpetual now of capitalism that unmoors us from history and keeps us ever seeking the possession of new things). The strongest article of this section closes the book. In “Haunting Capitalism: Biutiful, the Specter, and Fantasies of the Global Market”, Victoria L. Garrett and Edward M. Chauca see a world of specters in this 2010 Spanish film, each invoking a different critical angle. Haunting fathers and remnants of the trauma of Francoism are the background to the detection of specters of the dominant power structure and the ghosts it makes of immigrants and those of lesser means. While it would be impossible to treat these subjects thoroughly in an article of this length, this article gives a coherent and inspiring introduction. Ultimately, this collection is a welcome contribution to its field, as it provides convincing summaries for some of the key aspects of theory relating to specters and brings together a number of intelligent articles that capture a noteworthy rise in themes of haunting among transhispanic narratives. It attempts to relay subtle distinctions in approaches to these concepts with no pretense of being the last word on the subject. Casting a wide net across both a theoretical and a territorial perspective, Espectros handles ghosts and specters just as they might demand, with respect and attention but without a sense of definitiveness or foreclosure. Charlotte Gartenberg (CUNY, Graduate Center, New York) Adélaïde de Chatellus: Hibridación y fragmentación. El cuento hispanoamericano actual. Madrid: Visor Libros, 2015. (Biblioteca Filológica Hispana 165). 286 páginas. La tesis en torno a la que gira el presente ensayo sostiene que la diversidad viene a ser la categoría central de la literatura escrita en el ámbito latinoamericano durante los últimos quince años: al contrario de lo que se ha podido observar anteriormente, hoy día no cabe hablar de estéticas ni de escuelas comunes con rasgos suficientemente caracterizadores. Si esa situación es válida para el campo de las letras en general, también lo ha de ser en el caso concreto del cuento literario. Para 335 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 inicio, la estructuración tripartita, sin olvidar elementos tales como los silencios del texto, la captación de “las dos historias” (teorizadas, entre otros, por Ricardo Piglia) o la reducción expositiva máxima de la diégesis a través del microrrelato. A propósito de los temas, la autora del ensayo retiene particularmente algunos que pueden ser útiles para el lector interesado en los perfiles del cuento hispanoamericano de hoy. Citemos, por ejemplo, la tendencia, en una parte de los escritores, a situar los textos en un marco impreciso (urbano o rural) para tratar una temática de pretensión universalista acorde con la globalización del mundo actual, la importancia dada a la sensualidad y al cuerpo, el privilegio de preocupaciones individuales y limitadas por lo general al presente frente a los ideales colectivos y con perspectivas de futuro de las generaciones anteriores. No obstante, otros autores, motivados por una intención de denuncia según de Chatellus, sitúan sus relatos en lugares concretos de América para tratar asuntos especialmente graves como la violencia, la inmigración o la guerra. Esta tendencia se manifiesta sobre todo en cuentistas radicados en un país extranjero, particularmente en los Estados Unidos, aunque siempre con las debidas excepciones. En cambio, parece haber una preferencia bastante generalizada por el abandono de ciertos grandes temas de los años anteriores como lo fantástico, lo sobrenatural o lo real maravilloso. Por otro lado, en el libro se plantea la coherencia del conjunto a estudiar, puesto que si lo fundamental es su diversidad, semejante pertinencia puede resultar problemática y, por consiguiente, carecer de sentido la noción misma de “cuento his- RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS probarlo, y teniendo en cuenta la imposibilidad de determinar un hipotético corpus general de autores, Adélaïde de Chatellus realiza una selección de nombres representativos del momento actual del relato breve en América Latina, procurando abarcar a buena parte de los países hispanos (aunque sin rehuir la presencia de varios del mismo país). Daniel Alarcón, Roberto Bolaño, Junot Díaz, Jorge Franco, Fernando Iwasaki, Juan Carlos Méndez Guédez, Andrés Neuman, Edmundo Paz Soldán, Ricardo Piglia, Jorge Volpi, entre otros, figuran en una lista de autores relativamente amplia y, según nuestro parecer, bastante equilibrada. A continuación, dicha variedad aparece estudiada desde tres perspectivas complementarias: en primer lugar, los temas, dentro de los cuales se privilegian los de la ubicación espacial de los relatos y las ideologías subyacentes a los mismos en el terreno político, en el moral y en el religioso. En segundo lugar, se aborda la variedad formal, que abarca, por un lado, la lengua empleada (los autores hispanos que escriben en inglés o castellano y los no hispanos que utilizan esta última lengua) y, por otro lado, el uso que se hace de los distintos géneros, caracterizado básicamente por la hibridación (cuento con teatro o con poesía, estética del fragmento, el mismo rechazo a la noción de género, etc.). Finalmente, la tercera sección de la obra analiza la variedad de papeles confiados al lector, del que se espera una actitud particularmente activa, alerta y disponible ante las múltiples configuraciones discursivas que se le presentan: relatos que empiezan por el final de la historia, ruptura de componentes clásicos como la unidad de efecto, el relieve del Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 336 panoamericano” en la que se basa el ensayo. A este propósito, importa destacar la toma de posición de Adélaïde de Chatellus respecto a la lengua, incorporando a su corpus tanto autores que utilizan el inglés (Daniel Alarcón, Junot Díaz), como otros de origen no hispánico: Estanislaw Jaroszek (polaco) y Ana Kazumi Stahl (norteamericana) por tener una producción notable en castellano, lo cual es una forma de sugerir la relatividad actual de la noción de frontera o de origen lingüístico: recuérdense los precedentes de Héctor Bianciotti y de Jorge Semprún. Como resultado de su investigación, de Chatellus propone cuatro criterios de pertenencia a la literatura hispanoamericana: país de nacimiento, lugar de residencia, lengua utilizada y asuntos abordados. Además, considera que, si bien un autor de las generaciones anteriores podía fácilmente acumular varios criterios e incluso los cuatro, hoy es suficiente poseer uno de ellos para ser incluido en dicha literatura. No es este el lugar para determinar lo exhaustivo o lo pertinente de tal categorización, pero sin duda constituye una base de reflexión sobre un aspecto que cada día cobra mayor actualidad. Un tercer aspecto a destacar es la atención dedicada por la autora del estudio a la inclinación, cada vez más marcada, no solamente a la ruptura de las fronteras genéricas sino también a la recuperación de textos en principio no literarios como ingredientes del relato cuentístico. Puede tratarse tanto de un mensaje electrónico como de una receta de cocina, de un breve sms, de una lista de compras, etc., una recuperación en consonancia con la multiplicidad de las variantes discursivas que hoy forman parte de la comunicación cotidiana. Naturalmente que no se trata de una novedad absoluta (baste recordar la riqueza de las aportaciones de Julio Cortázar o de Álvaro Mutis en este campo) sino de la intensificación de un fenómeno ya existente y de su enriquecimiento con nuevas modalidades, como tampoco es rigurosamente nuevo el recurso a la parodia de textos de las generaciones precedentes o la ruptura con ciertas “leyes” tradicionales del cuento como el final sorpresivo, el rechazo de la digresión, etc. La base de las transformaciones observadas en el relato breve y en la narrativa hispanoamericana en general se encuentra asentada en la realidad cultural y social que los enmarca: la América del siglo xxi ya no es la del xx; por lo tanto, no ha de extrañar que la literatura tampoco lo sea. De Chatellus da incluso voz (pp. 57-60) a las conocidas tesis de Jorge Volpi en torno a la inexistencia de América tras la desaparición de lo que la caracterizaba en el siglo anterior (tal vez sin tomar demasiado en cuenta lo surgido o por surgir en el actual y que le podría dar una vigencia total o parcialmente nueva pero real). No obstante, más que la radicalidad o la provocación de la tesis volpiana, lo que interesa aquí es la constatación de modificaciones, más o menos substanciales, operadas en el continente americano durante este periodo para estar advertidos sobre las que están por venir. Nótese, por otra parte, que Adélaïde de Chatellus a le courage de ses opinions, una honestidad intelectual que siempre es de agradecer ya que, al margen de su carácter irreprochable o no, permite aportar al debate de ideas los elementos que realmente las pueden hacer avanzar. Ejemplo de ello son las reflexiones de Jorge Volpi antes aludidas, la tesis del abandono de los géneros como el rasgo característico de la Conviene añadir un breve apunte sobre las circunstancias en las que se ha publicado el presente ensayo. Según precisa la nota preliminar, la autora falleció en mayo de 2014 sin llegar a editar su texto, preparado durante largos meses a pesar de una salud deficiente. La publicación de ahora se debe a la iniciativa de amigos y de colegas que percibieron el interés de la obra. Por tal motivo, el ensayo se abre con los homenajes de tres de los escritores analizados: Fernando Iwasaki, Juan Carlos Méndez Guédez y Andrés Neuman. Tras la lectura del libro, podemos afirmar que el hispanismo se ha visto privado de una investigadora seria, metódica y que tenía en sus manos los medios para hacer avanzar de manera relevante la historia y la teoría del campo que aquí ha abordado con brillantez y rigor. Sólo queda esperar que los estudiosos valoren adecuadamente el interés de su aportación en estas páginas. 337 RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS literatura actual (p. 171), tópicos como el reciente interés de las letras españolas por la literatura fantástica (pp. 148-149), la percepción de la escritura como una tercera lengua (pp. 165-166), la aplicación sistemática al cuento de los rasgos observados en la novela, acaso porque las fronteras entre ambos ya carecen de relevancia dado que el antigénero o el multigénero sería lo definitorio de nuestra época (p. 171) y la justificación de las fechas elegidas como un periodo realmente diferenciado a pesar de la escasa distancia temporal que hoy tenemos para estudiarlo. Lo que no resulta cuestionable es la oportunidad de la amplia bibliografía citada sobre los autores estudiados y sobre el marco historiográfico en el que su producción ha tenido lugar. Teniendo en cuenta lo aquí indicado, sólo cabe aconsejar la lectura de esta obra a los estudiosos del relato breve hispanoamericano de los últimos años. Es más: a partir de ahora resultaría poco menos que inconcebible profundizar en él sin tenerla seriamente en cuenta. Julio Peñate Rivero (Université de Fribourg-Suisse) 3. HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES: ESPAÑA Y PORTUGAL Aunque la vida del cosmógrafo, historiador y marino Pedro Sarmiento de Gamboa (ca. 1530-1592) ha sido ya estudiada desde bien distintas perspectivas: como héroe y como farsante, como sabio y como loco, lo cierto es que de su obra escrita no se puede decir lo mismo, pues escasean ediciones, y menos las hay tan bien documentadas como esta que hizo Joaquín Zuleta de la Sumaria relación. Pedro Sarmiento forma parte de esa clase de visionarios que confrontaron con todo vigor a quienes contradijeron (muchas veces injustamente) sus esfuerzos y Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Pedro Sarmiento de Gamboa: Sumaria relación. Edición de Joaquín Zuleta Carrandi. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert, 2015 (Biblioteca Indiana, 40). 336 páginas. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 338 proyectos, hombres de mar que no escatimaron fuerzas e ingenio a sus empresas aun a costa de navegar por las fronteras más remotas de la ortodoxia: su afición al ocultismo, por ejemplo, le granjeó alguna sentencia condenatoria del Santo Oficio… Tal vez era cosa de marinos, pues el cultivo de la astrología judiciaria no era ajena a este oficio, sea por el necesario estudio de las artes liberales que su actividad implicaba, sea como un intento de dar sentido a los misteriosos y terribles escenarios de la navegación, capaces de intimidar incluso a los espíritus más fuertes.1 La Armada del Estrecho de Magallanes, una de las grandes empresas navales españolas del siglo xvi, tenía el cometido de poblar y fortificar el conjunto de islas más australes del Nuevo Mundo, con el fin de garantizar una parte importantísima del ambicioso proyecto comercial que uniría todos los territorios de la Monarquía Hispana, incluyendo los territorios asiáticos. Pedro Sarmiento de Gamboa había sido el gran impulsor y persuasor ante Felipe II de la fortificación y población del estrecho de Magallanes, aunque tuvo que competir por la dirección de tal proyecto con Diego Flores de Valdés, a quien la Corona dio finalmente el mando de la armada que culminaría la empresa. En 1579 se ordenó la expedición, misma que generó de inmediato (como solía 1 He estudiado al respecto el caso de Pedro Porter Casanate, explorador del golfo de California quien, como Pedro Sarmiento (aunque casi un siglo después), llegó al Nuevo Mundo por la Nueva España y gastó posteriormente sus días sirviendo al rey en las costas chilenas. Véase mi libro Las dos historias de Pedro Porter Casanate, explorador del golfo de California. Estudio y edición de dos relaciones manuscritas del siglo XVII. Hermosillo: El Colegio de Sonora/Universidad de Sonora, 2012. suceder en estos casos) opiniones contrarias: unos apoyaban el proyecto considerándolo una oportunidad de ganar una inmejorable ruta para el comercio entre las posesiones españolas; mientras que otros dudaban del provecho comercial y, en cambio, ponderaban los muchos peligros y el gran gasto que significaba navegar aquel estrecho. La balanza se inclinó finalmente por la conveniencia de realizar el proyecto, dada la importancia y aun urgencia de ganar el paso sur a los piratas y ponerles un definitivo cerrojo hacia el Mar del Sur. Pero los contratiempos comenzaron desde los mismos preparativos de naves y pertrechos, ya que nadie quería arriesgar sus barcos en un proyecto que podía considerarse de alto riesgo, al grado de que el mismo capitán general, Diego Flores, consideró abandonar la empresa aun antes de comenzarla, lo mismo que el duque de Medina Sidonia, quien había organizado la armada y que, ante la tardanza en los preparativos, llegó a decir que “aun con dinero en la mano se halla mal la gente” (p. 63). Se trataba justamente del tipo de prudencia que al parecer más detestaba Pedro Sarmiento y que combatió incesantemente, aunque hay que decir que las prisas tampoco venían bien para esa gran flota de 23 naves y 3.000 tripulantes; de hecho, el mismo duque de Medina Sidonia sería posteriormente inculpado de haber hecho zarpar la expedición con mal tiempo, lo que causaría la primera desgracia con costo de ochocientas vidas. Al fin, venciendo todos los contratiempos iniciales, la armada zarpó en septiembre de 1581, aunque solo a sufrir las grandes desgracias que le esperaban. La historia de esa magnífica e infortunada empresa es, pues, la que escribió magníficas ilustraciones. Por si fuera poco, ofrece también una gran cantidad de noticias sobre textos inéditos encontrados en el Archivo de Indias, en el de Simancas, entre otros, por lo que sin duda será fuente obligada para los estudios posteriores de esta obra y de los varios temas que toca. Se trata pues, en suma, de una edición muy notable, especialmente por su exhaustividad y por su enfoque múltiple, pues no solo atiende cuestiones de carácter filológico, sino que además ofrece muchos e interesantes datos históricos que exceden con creces la mera contextualización de la obra. Finalmente, aunque no con menor importancia, debe decirse que estamos frente a una edición que era necesaria, pues de esta obra solo contábamos con alguna de divulgación; además, pese al despliegue de erudición, es también un libro muy ameno, e incluso divertido. Es decir, no estamos frente a un bestseller comercial, como no pueden serlo ninguno de los libros que importan a la investigación filológica, pero sí ante un raro caso de rigor ameno, que enseña divirtiendo: horaciano en más de un sentido. “Sumaria relación de Pedro Sarmiento de Gamboa, gobernador y capitán general del estrecho de la Madre de Dios, antes nombrado ‘de Magallanes’, y de las poblaciones en él hechas y que se han de hacer por vuestra majestad” (AGI, Patronato 33, núm. 3, R.68 [1]). Ángel Goicoetxea, profesor de Medicina, es autor de varios libros sobre esta materia en el País Vasco. Con este trabajo brinda al lector otra prueba de su apego a su tierra, pero en un dominio muy diferente. Ramón Manuel Pérez (Universidad Autónoma de San Luis Potosí) Ángel Goicoetxea: Los vascos y la trata de esclavos. Madrid: Ópera Prima, 2017. 280 páginas. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 2 339 RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS nueve años después de su inicio Pedro Sarmiento de Gamboa, entre junio y septiembre de 1590, misma que intituló Sumaria relación;2 un documento en el que al final, como demuestra el editor, intervendrían cinco manos diferentes: la del propio Sarmiento de Gamboa, la del escribano, la del enumerador, la de Fernández de Navarrete y la del licenciado Gasca de Salazar. Sin embargo, el texto que ahora llega hasta nosotros precisaba todavía de otra mano más, la del propio editor, Joaquín Zuleta, que lo ha fijado de un modo correcto y lo ha anotado de un modo justo y bien documentado, interpretando la figuración retórica propia de una obra fundamentalmente geopolítica, aportando elementos para comprender bien los arcaísmos, el lenguaje marinero, los muchos términos botánicos y zoológicos que importan para interpretar y comprender el texto en su justa dimensión. Y es que a la comprensión del texto el editor ofrece no solo un magnífico estudio introductorio que apunta muy bien la trama de intereses en que se conduce la empresa militar en cuestión (y con ella la obra de Sarmiento de Gamboa), sin que además se tomó el gran trabajo de aportar algunos felices anexos: un glosario de personajes relacionados con la Armada del Estrecho, un catálogo de las naves que componían la dicha armada (incluyendo información sobre su capacidad, tonelaje, propietario, etc.), un índice de topónimos, una utilísima cronología y unas Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 340 Declara en la introducción que en él “se aborda una parcela muy concreta de la trata de los esclavos, la participación de gentes del País Vasco en el infame negocio de la esclavitud…”. Se trata de un ambicioso estudio, basado en una abundante bibliografía que, pese a unos cuantos huecos, le suministró gran acopio de datos que no dejarían duda alguna, si la hubiera, sobre el importante papel desempeñado por los vascos en materia de trata y comercio de negros en el Nuevo Mundo. Acorde al plan escogido por el autor, no hubo espacio geográfico en la Hispanoamérica colonial donde no se manifestara tal dedicación de parte suya, desde las islas del Caribe hasta Chile, pasando por Nueva España (México). El trabajo de Ángel Goicoetxea escudriña los lugares más apartados y las situaciones más complejas, sean de índole social, económica o religiosa. De modo que es de recalcar la erudición de su libro, fruto de numerosas y atentísimas lecturas. Desde el punto de vista cronológico, se notan frecuentes hiatos entre el siglo xvi y en el xviii, sin explicación alguna. Esto nos lleva a echar de menos una precisa y rigurosa contextualización histórica, que podía presentarse en la introducción. Nos da la impresión de que este libro es el resultado de un reparto por áreas geográficas de fichas de lectura elaboradas con particular escrúpulo. Ahora bien, este método no carece de consecuencias lesivas, con la reiteración de hechos o situaciones (rutas negreras, fuga de esclavos, manumisión, relaciones de los negros con los indios, etc.) o la recurrencia de ciertos personajes como Zuazo, juez de residencia de La Española (Santo Domingo) en el segundo decenio del siglo xvi. Es evidente el efecto acumulativo en las líneas consagradas a Venezuela (p. 146). Al fin y al cabo, adoptan estas páginas un aspecto “caleidoscópico” perjudicial para una demostración auténticamente histórica. El autor experimenta a veces la necesidad de demorarse sobre tal o cual aspecto, sin atreverse sin embargo a ir más allá de generalidades. Citaremos la evocación de la sublevación de los negros, mulatos y zambos de Coro (Venezuela, 1795), preguntándonos qué relación tuvo con los vascos. En cambio se encuentran rápidos desarrollos que, por muy interesantes que sean, no son de gran utilidad para el tema tratado como el “bocabajo” (p. 72), el problema de la abolición (p. 87), la manumisión (p. 107), la ejecución de Caupolicán en Chile por un verdugo negro (según La Araucana de Alonso de Ercilla) (p. 246). Se podrían multiplicar los ejemplos de dicho procedimiento que no consigue ocultar la ausencia de una verdadera problemática. Lo superficial de no pocas referencias linda a veces con el error. El pasaje dedicado al juez Zuazo en La Española daría a entender que se debe a su intervención personal el recurso a la trata negrera en la isla, cuando en realidad actuó bajo la presión de los colonos, igual que el gobierno de los frailes jerónimos (p. 16). No se ve claramente además cómo se pasó de la servidumbre de los indios a la esclavitud de los negros. No faltan los casos en que se manifiesta cierto laxismo. Valgan algunos ejemplos de cierto peso: · solo adoptó el nombre de Haití la parte francesa de Santo Domingo después de la independencia (p. 20); Por fin, el trabajo se acaba ex abrupto, sin conclusión general en lo que toca a: · la evolución del compromiso de los vascos en la trata, merced por ejemplo a las diversas compañías evocadas, como la Guipuzcoana en Venezuela; · las redes formadas por los vascos con este motivo, de tipo económico, familiar, regional, en la península y en América; · su relación con el gobierno central y los gobiernos locales. Jean-Pierre Tardieu (Université de La Réunion) Desde la conmemoración del Quinto Centenario del descubrimiento de América, y en el marco también del desarrollo de los estudios sobre sociabilidad formal que iban teniendo cierta relevancia en algunas tradiciones historiográficas como la francesa, se ha ido prestando un creciente interés a un fenómeno relacionado con la muy amplia emigración española que desde las dos últimas décadas del xix se ha dirigido a América. Nos referimos al entramado asociativo que va adquiriendo relevancia desde los años cuarenta del siglo xix, y especialmente desde los setenta. En la incidencia de la emigración española en las nuevas repúblicas americanas y particularmente en la actividad e influencia que ejercen las numerosas asociaciones que constituye, se centra el libro que comentamos. El presente estudio es fruto una colaboración desde ambos lados del Atlántico entre el profesor de Historia Económica de la Universidad de La Habana, Alejandro García Álvarez, y el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Salamanca, Juan Andrés Blanco Rodríguez. Alejandro García Álvarez es autor de varias obras de importancia sobre el sector azucarero cubano y la burguesía española en Cuba. Juan Andrés Blanco ha publicado varios trabajos sobre la presencia española en Cuba y en el continente americano y ha coordinado asimismo varios encuentros internacionales centrados en distintos aspectos de la emigración española hacía América. 341 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Falta una visión global en relación con el surgimiento y la evolución del “poder vasco” en materia de trata y de comercio de los esclavos negros. El autor disfrutaba de todos los datos necesarios para construir esta coherencia histórica que anuncia el título de su estudio. Ello no impide que el libro de Ángel Goicoetxea sea una mina de referencias en cuanto a los vascos o a los personajes de origen vasco relacionados con “el infamante negocio de la esclavitud”. Juan Andrés Blanco Rodríguez/Alejandro García Álvarez: El legado de España en Cuba. Madrid: Sílex, 2015. 288 páginas. RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS · las Leyes Nuevas son de 1542 y no de 1543 (p. 93); · las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio no concedían la libertad al esclavo que se casaba, sino al siervo que se casaba con una mujer libre (una india) sin que se opusiera su amo (p. 128); · el hecho de que unos negros adquirían una apreciada habilidad en oficios artesanales no era una excepción, hasta tal punto que los gremios intentaban limitar su acceso a los grados (p. 181). Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 342 La obra tiene un especial valor en diversos campos. A destacar lo que constituye sin duda un análisis depurado, a través de diversas fuentes, de la aportación inmigratoria española a la población cubana, abordando el peso proporcional que tuvo este aporte, teniendo en cuenta no solo los nativos españoles, sino también el de sus correspondientes familias nacidas en Cuba. Se establece también su distribución e implantación en las distintas provincias del territorio de la isla. Asimismo, son fruto de análisis las conexiones de esos inmigrantes con respecto al crecimiento de los distintos sectores económicos cubanos, muy especialmente el azucarero. Ambos aspectos constituyen premisas imprescindibles para el estudio central de esta obra, referido a las formas, funciones, lugares y etapas del amplio y extendido fenómeno asociacionista hispano en Cuba. Este tiene especial interés pues permite rebasar los marcos establecidos en buena parte de las investigaciones anteriores a esta obra, que en gran medida han estado centrados (con algunas excepciones) en la descripción individualizada de las distintas asociaciones españolas o en generalizaciones de amplio espectro. En la presente obra se combinan ambas formas de tratamiento, incidiendo en algunas características singulares del asociacionismo español en Cuba en relación al conformado en otras Repúblicas americanas. Especial atención se presta al marcado carácter regional del asociacionismo más pujante, sin obviar la existencia de algunas manifestaciones de proyectos alternativos al nacional-español, como ocurre especialmente dentro de la colectividad catalana, incidencia de un nacionalismo independentista que se circunscribe cuidadosamente en esta obra. Junto a la significación de un amplio asociacionismo microterritorial extraordinariamente dinámico hasta la revolución de 1959 y vigente en la actualidad, se documenta y destaca asimismo otro rasgo del entramado asociativo español en Cuba: su temprana apertura a la incorporación de población nacional cubana (en buena medida por la vía de los lazos familiares), aspecto que será criticado y puesto de manifiesto ya desde los primeros años de la nueva República por las autoridades españolas en la Isla. Se resalta asimismo la mayor representatividad del conjunto de este entramado asociacionista en relación con el total de la colonia española en Cuba, en comparación con lo que ocurre en otras Repúblicas. Sin ocultar que una amplia masa de estos numerosos asociados tendrán una participación en sus sociedades limitada a algunas actividades recreativas y la utilización de ciertos servicios, especialmente los sanitarios. Finaliza la obra con otra aportación de indudable interés: la identificación de los valores aportados por el complejo asociacionismo español al patrimonio material arquitectónico de Cuba así como su evolución funcional y material, como se refleja en un muy interesante apéndice gráfico. En la relación que tras la independencia en 1898 se mantiene entre Cuba y España sin duda está presente el poso de los largos siglos de integración de aquélla en la Corona española pero juega un papel muy importante la presencia del más de un millón de españoles que emigraron a la Isla en la etapa denominada de “emigración en masa” desde los ochenta del Jorge Saborido (Universidad de Buenos Aires) Eduardo Higueras Castañeda: Con los Borbones, jamás. Biografía de Manuel Ruiz Zorrilla (1833-1895). Madrid: Marcial Pons, 2016. 453 páginas. 343 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Hubo un tiempo no tan lejano en que muchos historiadores echábamos de menos la existencia de biografías de los grandes personajes del siglo xix, a la manera de lo que sucedía en Francia o en Gran Bretaña. Afortunadamente, hoy en día las cosas han cambiado drásticamente y cada vez es más frecuente toparnos no solo con excelentes libros dedicados a este género, sino incluso con tesis de doctorado, como la que ha dado lugar a este volumen. De hecho, en los últimos años nos encontramos con jóvenes historiadores, como es el caso, que han realizado excelentes trabajos biográficos. Y, desde luego, este de Higueras Castañeda es uno de ellos. Por lo que, desde ya, pongo sobre aviso al lector de que estamos ante una obra magnífica, tanto en su planteamiento, como en su escritura y en la documentación en que se basa. Pero, además, la elección de Ruiz Zorrilla constituye un acierto en sí mismo, no solo por el personaje, con ribetes muchas veces de novela, sino, sobre todo, por lo que llegó a representar: el tránsito del liberalismo a la democracia. En este sentido, el biografiado puede ser considerado como uno de los políticos de la segunda mitad del siglo xix que mejor encarna esta difícil y conflictiva transición. Al estar hablando de partidos de notables, las facciones eran algo común y la disciplina partidaria menos férrea que en las formaciones políticas actuales. Pues bien, dentro de los dos grandes partidos de mediados del siglo xix, el Moderado y el Progresista, los personalismos y las divisiones no escasearon. Pero incluso las discrepancias ideológicas fueron algo normal dentro de la misma familia moderada o progresista. De ahí que, como muy bien apunta Eduardo Higueras, el progresismo no discurrió en una única corriente. Al contrario, dentro de él convivieron distintas líneas políticas, respondiendo de forma desigual a la evolución de la sociedad española a lo largo de estas décadas. Pues bien, una de esas líneas fue la que representó en su tiempo Ruiz Zorrilla, quien evolucionó desde el progresismo hacia el aperturismo democrático. O lo que es lo mismo, desde la defensa del liberalismo radical y del librecambismo en la década de 1860 hasta el radicalismo democrático y republicano durante la Restauración. Proveniente de una familia acomodada de comerciantes del Burgo de Osma, en la provincia de Soria, Ruiz Zorrilla se identificó pronto con el progresismo. Así, siendo estudiante en la Universidad Central, inició su carrera política en 1854 vistiendo el uniforme de la Milicia Nacional, entre cuyos mandos en Madrid figuraban líderes tan destacados como Sagasta, Calvo Asensio o Joaquín Aguirre, vicerrector de esa institución académica y su tutor en RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS xix hasta finales de los años veinte del pasado siglo, muchos de los cuales se asentaron definitivamente en la Isla, y junto a los que tuvieron estancias más limitadas temporalmente constituyeron un relevante movimiento asociacionista que, aunque ahora ya distinto, sigue vigente. De ahí el interés de esta obra. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 344 la capital. En esos momentos Madrid era un hervidero y los años del Bienio Progresista supusieron un claro impulso para el liberalismo político y económico en España. Baste recordar leyes tan destacadas como la de ferrocarriles, las bancarias o la desamortizadora de Madoz para hacernos una idea de la efervescencia legislativa de esos años y la trascendencia que tuvo para la economía de la época y las clases medias productoras, a las que pertenecía el propio biografiado. Con todo, en estos primeros años Ruiz Zorrilla se identificaba con el Partido Demócrata, el cual terminaría abandonándolo por una cierta deriva socialista, para sumarse ya a las filas del Partido Progresista, donde llegaría a ser uno de sus elementos más importantes. De hecho, tras la Revolución de 1868, Ruiz Zorrilla participó en el gobierno provisional al frente del Ministerio de Fomento. Fue la plataforma ideal, según ha demostrado el autor, sobre la que cimentó su prestigio reformista. De suerte que se empeñó en dar un nuevo giro a la gestión de la enseñanza, a las obras públicas, a la minería, al comercio y a la agricultura, siempre desde postulados claramente liberales. Hasta cierto punto, se trataba de retomar el programa reformista que los progresistas habían visto abortado en 1856, al ser desalojados del poder. Estos años que van hasta la Restauración borbónica fueron, sin duda, los más sobresalientes de su actuación política. Hasta tal punto que, en ciertos momentos, llegó incluso a restar protagonismo al propio Sagasta, del que terminó separándose para fundar el Partido Radical. Defensor acérrimo del sufragio universal masculino, sus planteamientos fueron radicalizándose, al entender que el liberalis- mo en general, y el progresismo en particular, debía avanzar hacia la democracia. Por eso terminó chocando cada vez más con las posturas más “conservadoras” del “viejo pastor”, quien, como se sabe, terminó por aceptar la monarquía parlamentaria de Alfonso XII y, en consecuencia, la restauración de los Borbones. Cosa que Ruiz Zorrilla no hizo. De ahí el acertado título de este libro. Pues, en efecto, tras el derrocamiento de Isabel II, el político soriano no estaba ya dispuesto a volver a ver en el trono español a otro miembro de la familia real. Contrariamente, Amadeo de Saboya representaba otro estilo y había sido el candidato de Prim. Sin embargo, su renuncia al trono, el fracaso de la Primera República y el triunfo de Martínez Campos en Sagunto en favor del regreso de los Borbones hicieron que, por coherencia política, Ruiz Zorrilla terminara desterrado. El gobierno de Cánovas lo consideró demasiado peligroso como para que permaneciera en Madrid. Por tanto, dejando atrás un prestigio público indudable, su casa y sus negocios, emprendió una nueva etapa vital y política en Francia. En el destierro, y ya claramente encuadrado en las filas del republicanismo, se convirtió en acérrimo combatiente de la monarquía borbónica. Desde entonces, su actuación estuvo guiada por la necesidad de la democratización de España, teniendo muy claro que ésta no habría de venir ni de los Borbones ni de Cánovas. Y para ello incluso no dudó en sumarse a la vía insurreccional, tan practicada en el siglo xix en España. Lo cual, hasta cierto punto, no deja de ser algo paradójico, habiendo sido él toda su vida un “hombre de orden”. Aunque, al fin y al cabo, también los progresistas habían accedido al Carlos Larrinaga (Universidad de Granada) El tema de esta investigación son los estereotipos y prejuicios sobre Alemania manifiestos en las prensas conservadora y fascista españolas desde mediados de los 345 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Alexander Reißner: Das Bild der Deutschen in der spanischen faschistischen Presse (1924-1945). Heidelberg: Universitätsverlag Winter Heidelberg, 2016. 183 páginas. años veinte hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Si bien la prensa fascista tiene una presencia mayor en el trabajo, este también considera prensa conservadora y tradicionalista, aunque esto se obvie en el título del libro. Desde el punto de vista teórico-metodológico, el estudio se inserta en la imagología comparativa, que estudia la construcción cultural de la identidad, tanto en la percepción interna como externa, y sus consecuencias. El autor se interesa por el rol que desempeñan las imágenes creadas en las relaciones entre las diferentes nacionalidades, tomando como caso de estudio la española y la alemana. El autor nos dice que quiere mostrar cómo las diversas coyunturas históricas afectan la visión del alemán en España, partiendo de la base de una imagen connotada negativamente. A partir de aquí, quiere mostrar los esfuerzos de la España de Franco por transformar en positivo la visión del alemán ante el público español; aunque ya en el prólogo nos advierte que fracasarán. Las fuentes primarias que utiliza Reißner son publicaciones españolas conservadoras y fascistas de orden muy diverso, desde periódicos locales a nacionales, pasando por publicaciones científicas, hasta libros de poesía y prosa de autores diversos. El autor precisa que su criterio para escoger las publicaciones objeto de su análisis no ha sido la calidad sino el temático. En realidad, el libro que reseñamos está dividido en dos partes claramente diferenciadas, y sólo la segunda, que ocupa aproximadamente dos tercios del libro, se ocupa de lo que acabamos de exponer hasta este punto. El primer tercio del libro constituye un profundo estado de la cuestión sobre tres aspectos relevantes para el análisis del objeto de RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS poder mediante pronunciamientos, pues no les había quedado otra. Pues bien, con pluma ágil y con una excelente apoyatura documental, el autor va analizando todos estos aspectos de su vida, de su ideario político y del tiempo que le tocó vivir, consiguiendo ofrecernos una obra de fácil lectura, que en todo momento mantiene el interés del lector y donde el análisis y el rigor histórico priman, haciendo de esta biografía una de las mejores que he leído en los últimos años. Eduardo Higueras Castañeda nos presenta, en definitiva, un libro soberbio. Porque a veces pasa que un personaje de esta talla es biografiado por un historiador mediocre y su figura queda empequeñecida. Aquí sucede todo lo contrario: el biógrafo hace honor a la talla del personaje. Por lo que estamos, en definitiva, ante un trabajo muy recomendable no sólo para los especialistas en el siglo xix, sino también para los estudiosos de los orígenes de la democracia en España, ya que la aportación de Ruiz Zorrilla a la misma, pese a ser un político prácticamente olvidado en nuestros días, fue determinante. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 346 estudio del libro: las relaciones bilaterales entre Alemania y España a nivel estatal en el período considerado; las características del fascismo español; y la literatura fascista española. Como decíamos, se trata de un análisis claro y riguroso, independientemente de si se comparten o no todas las interpretaciones del autor. Sin embargo, nos preguntamos, si su presentación no es un poco excesiva en cuanto extensión, considerando el objeto del libro y que esta parte contextual constituye una tercera parte. En cuanto a tomas de posiciones relevantes adoptadas por el autor, este considera que el régimen de Franco no es comparable con los fascismos alemán e italiano por el carácter mucho más débil del fascismo español. La bibliografía en que se apoya el contexto histórico que se ofrece en esta primera parte del libro es sólida, aunque con notables ausencias de obras recientes relevantes sobre algunos de los aspectos que trata, particularmente de autores españoles (Hera Martínez, Sesma Landrín, Núñez Seixas…), pero también de alguno alemán (Pöppinghaus, Peter…). La segunda parte del libro, que es la dedicada a la imagen de los alemanes en España, está estructurada en siete apartados. En el primero, analiza Reißner las impresiones sobre Alemania de Julio Camba recogidas en un libro publicado en 1916 y reeditado en 1949. Aunque Camba fue corresponsal en Berlín, si nos atenemos a sus artículos sobre Alemania parece no haber hecho esfuerzo alguno para establecer algún tipo de empatía en su mirada al país germano. El segundo apartado lo dedica el autor a la contraposición que aparece en las obras españolas analizadas entre el tipo nórdico, al que se asocia el alemán, y el mediterráneo, al que se asocia el español. A continuación, trata Reißner la valoración que se hace en las publicaciones españolas de la mitología alemana en cuanto a definidora de un carácter nacional alemán pagano, frente a la esencia católica del español. El cuarto apartado está dedicado a la poesía sobre Alemania de diversos autores relevantes recogidos en un libro editado por Federico de Urrutia en 1940. En este caso, los poemas se caracterizan por la mitificación que hacen de lo alemán y del régimen nacionalsocialista, con el que se establecen diferencias, pero con el que se considera que la España de Franco comparte un valor superior, a saber, la vocación imperial. La siguiente sección, presenta una contraposición históricamente relevante, la del protestantismo, con el que se identifica Alemania, frente al catolicismo español que, según se manifiesta en las publicaciones analizadas, es el único capaz de salvar a Europa del enemigo común, el comunismo bolchevique. El penúltimo apartado está dedicado a las visiones que las publicaciones consideradas ofrecen sobre el alemán, quien, en general, es visto como un extraño, cuyo carácter científico y mecánico, se contrapone al romántico y humano del español. En el último apartado del libro, analiza Reißner una obra de la inmediata postguerra del autor fascista Laín Entralgo, donde este pone de manifiesto su desilusión por los excesos del nacionalsocialismo y por el fracaso del fascismo en España. Reißner no justifica la elección de los temas de los apartados de esta segunda sección del libro, que vemos combinan aspectos temáticos, con análisis de obras concretas de géneros diversos. Tampoco establece una categorización de publicaciones y autores, ni por tipología ñola, el de la Segunda Guerra Mundial, y el desembarco de los aliados en el norte de África. Sería interesante una revisión del análisis de las fuentes consideradas partiendo de una estructura que considere estas tres fases. Con todo, queremos subrayar la relevancia del objeto de investigación de este libro, tanto, en sentido amplio, por la perspectiva cultural que adopta en el estudio de las relaciones internacionales, como, más concretamente, por la visión que ofrece de Alemania en España en la etapa analizada, que constituía hasta este momento un terreno muy poco explorado. 347 RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS de obras, ni por ideología de los autores, ni en relación al público al cual van dirigidos los diversos textos. A pesar de haber manifestado como objetivo la consideración de las diversas coyunturas históricas, éstas no se ven reflejadas en la estructura de su análisis. Pensamos que una reflexión más profunda sobre como estructurar la presentación de la investigación habría permitido al autor sacar más partido de las fuentes analizadas. Sugeriríamos, también, dada la abundante citación de autores, la inclusión de un índice onomástico. Con todo, el establecimiento de una periodización sí está presente en las conclusiones del libro. El autor distingue cuatro etapas marcadas por tres sucesos históricos: el estallido de la Guerra Civil espa- Marició Janué i Miret (Universitat Pompeu Fabra) 4. HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES: AMÉRICA LATINA Felipe Martínez-Pinzón/Javier Uriarte (eds.): Entre el humo y la niebla. Guerra y cultura en América Latina. Pittsburgh: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana (Serie Nueva América), 2016. 345 páginas. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Uno de los méritos más relevantes de Entre el humo y la niebla. Guerra y cultura en América Latina es que cubre una laguna notable en el dominio de los estudios culturales latinoamericanos al instruir con rigor y audacia crítica acerca del complejo espacio real y simbólico de la guerra entendido no exclusivamente en clave de una violencia abstracta y esencial, sino en un sentido más preciso y concreto, más “corpóreo” también, y que nos hace reflexionar sobre la articulación en torno a los conflictos bélicos de la modernidad latinoamericana –siglos xix y xx– de nociones como “nación”, “soberanía”, “sujeto” y, más aún, “animal biopolítico”. La cuestión de la violencia institucionalizada atraviesa, como un relámpago ominoso y, sin embargo, medular, perpetuo, la historia de la humanidad y la historia de América Latina. Esta circunstancia límite de la guerra no sólo la “padece” el ser humano, sino que es intrínseca al mismo en su relación con el estado –la excepcionalidad del fenómeno bélico es obliterada por varios trabajos de este libro– y esto supone la ineludible Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 348 revisión de nuestros referentes y parámetros éticos, implica la interrogación sobre el papel de la propia moral en la construcción nacional. Son numerosas las investigaciones que, más allá de versiones oficiales y de imaginarios territorialistas de vencedores y vencidos característicos de las democracias liberales occidentales, profundizan desde una perspectiva filosófica, histórica, biopolítica en las significaciones y proyecciones de esa violencia que aparece cuando el poder está en peligro, pero que, confiada en su propio impulso, hace desaparecer al poder –a decir de Hannah Arendt–. Con todo, no existía hasta el momento un estudio compilatorio tan completo y multidisciplinar que examinara y resemantizara las dinámicas internas –a menudo contradictorias– de conflictos fronterizos internacionales específicos como la Guerra del Paraguay (1864-1870), la Guerra del Pacífico (1879-1883), la Guerra Colombo-Peruana (1932-1934) o la Guerra de Malvinas (1982), pero también de espacios de inestabilidad interna como la pampa y la Patagonia en Argentina, la Patagonia chilena, la selva de Yucatán, el sertão mineiro y bahiano, la favela, la ciudad de Medellín o la región del Magdalena Medio en Colombia. Los trabajos reunidos en el libro no se conforman con situar estos conflictos, sino que analizan el signo múltiple de sus representaciones desde los estudios culturales y postcoloniales, sin caer en simplificaciones dicotómicas, ya obsoletas teorías de la resistencia heroica, adoctrinamientos estatales o paternalismos enmascarados de alta cultura y configuran así una mirada poliédrica, luminosa, cabal, sólidamente documentada, heterogénea –e inclu- so heterodoxa– sobre la guerra, sobre la violencia institucionalizada como hecho constitutivo del ser humano, como artefacto lingüístico, discursivo, cultural y como objeto de representación. Este volumen es una tentativa de recoger aquello que se le escapa a los centros de poder (Deleuze) y, en una época en la que el capitalismo avanzado trata de espectacularizar la historia, historiza/deshistoriza, con denuedo, inteligencia crítica y exhaustividad, el espectáculo de la guerra (Peris) y su relación estrecha con sujeto y estado en América Latina. El libro, cuidadosamente pensado y editado, como revelan los paratextos que lo acompañan –tanto el sugerente título como la impactante cubierta que reproduce una fotografía de fuerte carga simbólica: la muerte del coronel Palleja–, sigue un criterio cronológico en su ordenación, lo cual me parece otro acierto de cara a la recepción, pues facilita la lectura de los textos sin plegarse a un encasillamiento metodológico, nacional o por disciplinas. De hecho, determinadas categorías teóricas, multifocales pero en muchos casos coincidentes, sobrevuelan casi todos los ensayos y dialogan, aun partiendo de fenómenos particulares y enfrentamientos muy distintos, en una interesante polifonía crítica a lo largo de todo el volumen. Fotografías, novelas, diarios, leyendas tienen cabida aquí y constituyen objetos o prácticas culturales valiosas para aproximarse, desde diferentes ángulos, al nudo gordiano que las une: la guerra. Los especialistas que firman estos trabajos pertenecen a ámbitos académicos múltiples y escriben en las dos lenguas mayoritarias en América Latina –el hecho de que aparezcan trabajos en portugués 349 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 en un ámbito “incomprensible y carente de sentido” durante la Revolución Mexicana y a partir de la novela ¡Vámonos con Pancho Villa! de Rafael Muñoz trabaja en detalle el artículo de Dabove. Márquez Jiménez, por su parte, visibiliza el alzamiento de Escambray, uno de los episodios más desconocidos de disidencia contrarrevolucionaria tras la Revolución Cubana, y lo hace a partir de dos textos ideológicamente antagónicos. Varios trabajos del presente volumen se introducen, desde la biopolítica –sintomáticamente la presencia de Benjamin, Foucault, Arendt y, sobre todo, del concepto “vida nuda” de Agamben es constante– en el terreno de la deshumanización lingüística o la elusión como formas oblicuas y certeras de tratar de decir –balbucear, rodear- la guerra y de tratar de resistir– “el animal se inscribe bajo el signo de una resistencia irreductible: es el cuerpo indómito, ingobernable, que se quiere insumiso a un orden modernizador que disciplina a los sujetos y domestica a los cuerpos” (p. 195), declara Gabriel Giorgi, quien desentraña, con enorme lucidez en su revelador artículo, el texto “Meu tio o iauaretê” de Guimarães Rosa, con menciones a otros de Lugones y Quiroga, a partir de los conceptos “lengua menor” y “desterritorialización” (Deleuze y Guattari) y de la diferencia entre “bios y zoé” (Agamben). Sobre la hipótesis del retorno de lo animal al imaginario político y estético de América Latina ahonda también el trabajo de Rodríguez para relacionarlo con la precarización y exclusión como consecuencias de las políticas del estado neoliberal que decide, finalmente, quién debe vivir y quién debe morir. En la mis- RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS y sobre Brasil es importante y, aunque aparentemente es obvio, debe subrayarse porque seguimos sectarizando y compartimentando el conocimiento con etiquetas absurdas y arbitrarias, lo que entraña inevitables carencias–. Esta diversidad disciplinaria, lingüística y geográfica facilita un rico análisis comparativo, cruzado y diacrónico sobre las causas, significados, improntas y consecuencias de un bueno número de conflictos nacionales e internacionales en América Latina a lo largo de los siglos xix y xx. La guerra es un fenómeno, en primer término, espacial, geográfico. Sin embargo, como bien explican los editores, no sólo se define por el espacio sino que, en un mecanismo doble, contribuye, como dispositivo de nombramiento, a establecerlo, demarcarlo, reconocerlo, construirlo. En esta línea, los ensayos de Martínez-Pinzón, Kohan, Uriarte, Figueroa y Soriano Salkjelsvik indagan con gran claridad expositiva en el borramiento de lo otro que implica la (re) configuración del territorio del Estado-nación en el México o la Argentina del siglo xxi, el Brasil de comienzos del xx –Guerra de Canudos (1902)–, la llamada “Pacificación de la Araucanía” o el conflicto entre Perú y Colombia (19321934) con las implicaciones políticas, raciales, naturales que conlleva, dentro de las fronteras, esa “expropiación” –en multitud de ocasiones utilizadas como excusa por el poder político central o hegemónico para el exterminio étnico o la deforestación de la selva–. Esos proyectos nacionales fueron, con demasiada frecuencia, proyectos de reducción masiva, de aniquilamiento de la otredad. Sobre esa otredad conscientemente situada Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 350 ma línea va el estudio de Penna, centrado en las tres ficciones más importantes de la literatura brasileña que tematizan el tema bélico en el siglo xx: Os sertões (1902) de Euclides da Cunha, Grande Sertaõ: Veredas (1956) de Guimarães Rosa y Cidade de Deus (1997) de Paulo Lins. Por su parte, Julieta Vitullo insiste con pertinencia y un interesante aparato crítico en que lo velado puede ser más incisivo que lo explícito y lo evidencia en su estudio de Ciencias morales y Dos veces junio del escritor Martín Kohan, donde Malvinas aparece siempre como elipsis. También Álvaro Kaempfer explora las dimensiones éticas y biopolíticas de otro texto: El crimen de la guerra de Alberdi y disecciona su deslinde de conceptos como “soberanía” o “ciudadanía”. Otros ensayos se centran en cómo impacta la guerra sobre el lenguaje literario, por ejemplo, el artículo de Díaz-Duhalde que analiza la presencia de la imagen fotográfica, sus procedimientos y técnicas “narrativas” en la escritura de los diarios y crónicas del coronel Palleja; o el de Vecchi, que concluye afirmando que la violencia, cuya relación con la justicia y la moral estudia a lo largo del artículo, puede ser legible gracias a la literatura. En definitiva, que no hay mejor crítica de la violencia que la literatura. Y es que, en última instancia, como afirma Jens Andermann en la contracubierta del volumen, la reflexión más interesante que recorre con sutileza pero de forma persistente todos los trabajos es una reflexión acerca del lenguaje –la esencia de lo humano– y cómo este es modulado, alterado, trastornado, mutado, modificado por la guerra. Tal y como declaran Martínez-Pinzón y Uriarte citando a Mary Louise Pratt en el esclarecedor prólogo, se trata de observar de cerca cómo “el lenguaje puede volverse un arma de conflicto” (p. 7), cómo el lenguaje está incrustado en el mismo conflicto y contribuye, de manera sustancial, a articularlo. A modo de sugerencia y estímulo, se me ocurre que, para conocer la memoria social y cultural, el cómo se construyen y representan los conflictos desarrollados en el área de Centroamérica y Caribe, que es la única zona que voluntariamente descartan los editores, sería deseable una segunda entrega. En cualquier caso, el objetivo principal del libro –“pensar la guerra como manera de entender las dinámicas de poder que constituyen el Estado, y que espacializan la geografía imaginada de las naciones y las regiones que componen América Latina” (p. 26)– está espléndidamente cumplido. En suma, aunque la guerra sea inasible e irrepresentable (Jameson), las aproximaciones incluidas en este volumen contribuyen a cercarla, a despejar el humo y la niebla desde el pensamiento, el lenguaje y, sobre todo, la escritura –se echa de menos algún trabajo más en el marco de los estudios audiovisuales y el cine–; consiguen mostrar las ruinas, los restos para tratar de vislumbrar sus procesos de deshumanización, su instrumentalización o tecnificación y que, al menos, resulte más inteligible la relación de la guerra con el estado y los sujetos y conozcamos de dónde nos viene impuesta esa distinción entre bios y zoé (Agamben) y quién decide si lo que oímos es lenguaje o ruido (Rancière). María José Bruña Bragado (Universidad de Salamanca) 351 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 In December 2014, after 18 months of secret talks, US-President Barack Obama and Cuban President Raúl Castro announced the will to restore full diplomatic relations between their countries, resulting in the reopening of the US embassy in Havana in August 2015. In May 2015 Cuba was erased from the US Department of State’s list of State Sponsors of Terrorism and in December 2015 Cuba negotiated a partly debt cancellation with the Paris Club, in return for the resumption of dept servicing. Although the key factor in Cuban domestic and foreign policies, el bloqueo, the US trade-embargo against Cuba, is still in place, this rapprochement between socialist Cuba and the capitalist “west”, as slow as it may be, could mark yet another major turning point in Cuban history with severe social and economic consequences. The book reviewed here, although already published in 2013, might help to understand the trends in Cuban governance, which could be seen as prerequisite to current developments. Carmelo Mesa-Lago, distinguished service professor emeritus of economics and Latin American studies at the University of Pittsburgh, and Jorge PérezLopez, executive director of the Fair Labor Association in Washington, DC., aim to analyze structural and nonstructural reforms implemented in Cuba between 2006, the year Raúl assumed leadership, and 2012. “Idealist” cycles are characterized by ambitious normative goals, “for instance reaching the highest level of industrial production per capita in Latin America within four years, producing 10 million tons of sugar annually and subsequently reaching annual production of 20 million tons, creating an unselfish ‘new man’, and reaching food self-sufficiency within a five-year period”. According to the authors, none of the goals of idealist cycles were achieved. Instead their pursuit “contributed to adverse economic and social performance and even crises”. “Pragmatist” cycles on the other hand consist of the adoption of market-oriented policies, which raise economic performance and standards of living, thus consolidating political power of the regime, but in turn lead to an increase of unemployment and inequality. In short, “idealist cycles are those dominated by policies that move away from the market, while ‘pragmatist’ cycles are market-oriented”. The first chapter provides a brief overview of economic and social policies since the start of the revolution. Cuban history is thus subdivided into eight “idealist” and “pragmatist” cycles. For each cycle the authors determine internal and external influences, the implemented policies and their socioeconomic consequences. In general, the authors believe that, besides out of “ideological preferences”, Fidel and his comrades initiated “idealist” policies in order to preserve political control while ignoring economic logic. In each case the following respective social and economic deterioration then itself started to endanger the regime’s stability, resulting in reluctant introductions of market-orientated reforms. Additional- RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS Carmelo Mesa-Lago/Jorge Pérez-López: Cuba Under Raúl Castro: Assessing the Reforms. Boulder/London: Lynne Rienner Publishers, 2013. 293 páginas. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 352 ly, the frequent swings between the two concepts of policy-making bred longterm instability and uncertainty. When Raúl Castro came into power in 2006, the “unsustainable” socioeconomic circumstances led him to proclaim, “that structural reforms (pragmatic policies) were the only way to tackle the nation’s problems”. This was, according to the authors, a direct result of the foregoing period, or cycle, of reversal of reforms. From 2003 to 2006 the government pursued a re-centralization of economic policy-making along with strict restrictions for the marginal private sector, while strengthening ties with Venezuela and China, which became Cuba’s main trade partners and financiers. The subsequent change of policies under Raúl Castro, the focal point of the study, is regarded as the eighth “cycle”, or “the third and strongest pragmatist cycle of the revolution”. After the introductory overview the authors turn to a meticulous and comprehensive analysis of developments in the domestic economy, the international economic relations and the social welfare in the period from 2006 to 2012. They compare their findings on the one hand to the reference year of 1989, when Cuba’s economic performance reached a climax before the demise of the USSR, and on the other hand to regional averages for Latin America. With the necessary background given, they recapitulate the Cuban national debate about reforms in all aspects and compile reforms implemented under Raúl, the latter being the “broadest and deepest undertaken in Cuba during the revolution”. Finally Mesa-Lago and Pérez-Lopez evaluate the effects of the reforms, stating that administrative and nonstructural reforms had measurable positive consequences, while structural reforms didn’t show clear positive results, “because of their constraints and disincentives and insufficient depth”. However, it is well noteworthy that sources regarding the end of the investigation period were more scarce and an authoritative evaluation of the reform process probably needs more temporal distance for the reforms to take effect. Lastly, they conclude with a list of recommendations, both from the authors and from “economists and social scientists inside and outside the island”, that would “enhance” the reforms, ranging from economic decentralization over liberalization to elimination of gender discrimination. In summary the sheer amount of statistical data presented makes the book both a thoroughly researched reference for specialists on Cuban economics and somewhat tiresome for the general reader. It highlights key factors and trends in Cuban development up until 2012 and engages in the very lively debate about reforms in Cuba. Of course, the dichotomic perspective of “pragmatist” and “idealist” cycles remains criticizable because of its neoliberalist implications. Since we are still witnessing a gradual but steady opening of Cuban economy, combined with diplomatic approaches to the USA and declining funding from Venezuela, it remains to be seen, if Raúl Castro really put a stop to the swing between “idealist” and “pragmatist” cycles. Benedikt Rieß (Katholische Universität Eichstätt-Ingolstadt) 353 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 No faltan, más bien abundan, libros sobre Venezuela bajo Hugo Chávez. También contamos con varias biografías y largas entrevistas con el ex presidente y autoproclamado comandante. Lo que nos falta es un análisis detallado y crítico de su pensamiento. La tesis de doctorado de Michael Kresse se concentra en estos aspectos usando sobre todo el enfoque de las religiones políticas de Eric Voegelin. El voluminoso trabajo está organizado en cinco capítulos. Después de una introducción bastante breve se tratan las raíces de la ideología chavista, en el tercer capítulo se aplica el concepto de las religiones políticas, el cuarto capítulo tematiza la religiosidad en el bolivarismo chavista y el quinto, resume cortamente algunos resultados. Kresse encuentra la clave para la interpretación de Chávez en el Libro Azul, que salió en 1991, es decir, pocos meses antes del primer golpe de Estado liderado por Chávez. El libro se publicó en una segunda edición con una introducción del actual presidente Nicolás Maduro en 2013. Este Libro Azul junto con un texto en base a una entrevista de Agustín Blanco Muñoz con Chávez publicado justo antes de la victoria electoral de 1998 constituye –según Kresse– el fundamento del bolivarismo del comandante. Su interpretación, según la cual estos textos no habrían sido tenidos en cuenta hasta ahora, es discutible: por lo menos el libro de Muñoz ya forma parte de los primeros análisis de la victoria electoral de Chávez y su toma de posición como presidente en el año 1999. El enfoque elegido implica que el concepto de “socialismo del siglo xxi” no domina en el estudio de Kresse, ya que Chávez empezó a usarlo recién en 2005. Algunos observadores explican esta orientación hacia el socialismo como resultado de la creciente influencia de Fidel Castro y como una reacción a la crisis después del intento de golpe contra el presidente elegido en 2002. Además, la orientación hacia más intervenciones estatales fue facilitada por los altos precios del petróleo en aquel momento. De esta manera, en la interpretación domina el así llamado “árbol de las tres raíces” introducido por Chávez, es decir, las figuras de Simón Rodríguez (1769-1854), “el maestro” del Libertador; Simón Bolívar (1783-1830), “el líder”; y Ezequiel Zamora (1817-1860) como “general del pueblo soberano”. La investigación interpreta sobre todo estos dos textos claves, el Libro Azul y la larga entrevista del sociólogo Agustín Blanco Muñoz y, además, parte de la literatura sobre Chávez y de la historiografía venezolana. Kresse presenta largas citas también en las notas a pie de página. En algunas páginas las notas son casi tan largas como el texto. El autor no analiza detalladamente las apariciones de Chávez en Aló Presidente, un famoso programa de televisión moderado por el presidente de Venezuela, que se transmitía los domingos a partir de las 11.00 y que generalmente terminaba a las 17.00 o más tarde. En un estudio sobre los fundamentos ideológicos y de historia de las ideas no es necesario analizar este aspecto, sin embargo el programa era una forma del líder para comunicarse RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS Michael Kresse: Hugo Chávez‘ Bolivarismus. Eine ideengeschichtliche und historische Analyse. Berlin: Wissenschaftlicher Verlag Berlin, 2015. 476 páginas. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 354 con la población y para imponerse como agenda setter. En un trabajo tan largo hubiera sido interesante tocar este aspecto y también la relación con el concepto del socialismo. Kresse menciona que Chávez estudió a finales de los años ochenta durante dos semestres Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar, recibiendo todos los créditos necesarios, aunque sin entregar el trabajo final en la maestría. Dos de los trabajos escritos por Chávez en aquel entonces con el Prof. Dr. Friedrich Welsch, no mencionados en el libro, indican que los temas del socialismo y de la planificación no fueron ajenos al futuro presidente. Uno de los ensayos entregados era sobre el concepto del partido en Rosa Luxemburgo y el otro, sobre la planificación como proceso social en Carlos Matus. Un alumno de él, Jorge Antonio Giordani, originalmente ingeniero electrónico, profesor y político de origen dominicano e italiano, Giordani hizo un posgrado en Planificación de Desarrollo en el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) de la Universidad Central de Venezuela y luego obtuvo un doctorado en la Universidad de Sussex en Inglaterra. Ya entró en contacto con Chávez cuando este estaba en la cárcel después de su primera intentona de golpe y más tarde formó parte de su gobierno. Giordani fue ministro del Poder Popular para la Planificación del Gobierno venezolano hasta el 17 de junio de 2014. En otras palabras: los temas del estudiante Chávez tuvieron cierta repercusión en la política venezolana. Un problema para este lector es que los temas analizados se repiten en los capítulos 2, 3 y 4 siendo analizados respectivamente desde distintos puntos de vista. Una concentración en algunos términos clave hubiera sido una ventaja para el lector y para el historiador. Con todo, no queda del todo claro en qué consistió el pensamiento del mítico líder y qué rol desempeña el socialismo en él. Nikolaus Werz (Universität Rostock) Ruth Trinidad Galván: Pedagogies of Survival in Rural Transmigrant Mexico. Women Who Stay Behind. Tucson: The University of Arizona Press, 2015. 182 páginas. Si bien los estudios migratorios nos han permitido acercarnos a las experiencias de aquellos que deciden migrar en busca de un futuro mejor, es muy poco lo que sabemos sobre quienes se quedan en las comunidades de origen. Es por ello que, de entrada, el trabajo que Ruth Trinidad Galván presenta en este libro es digno de encomio. Se trata de una etnografía sobre cuatro humildes mujeres quienes se valen de sus propias tradiciones y recursos para lograr una mejor calidad de vida en Sierra Linda, Guanajuato. Creando programas de alfabetización, de concientización, y de ahorro, organizándose localmente, valiéndose de formas autóctonas de espiritualidad, y sobre todo cultivando la convivencia, estas madres de familia unen sus esfuerzos de “sobrevivencia”. Sobrevivencia es entendida por esas mujeres no solo como los esfuerzos para contrarrestar los efectos negativos de la migración masculina hacia los Estados Unidos, de la pobreza, y de las desigualdades de género que prevalecen en sus comunidades, sino que las cuatro mujeres estudiadas pertenezcan a la misma familia crea preguntas sobre la representatividad de los resultados. A pesar de ello, el libro resulta interesante y vívido. Será sin duda de interés para aquellos que estudian los fenómenos migratorios y para quienes estén interesados en procesos pedagógicos. Alma Durán-Merk (Universität Augsburg) 355 RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS Kristine Juncker: Afro-Cuban Religious Arts: Popular Expressions of Cultural Inheritance in Espiritismo and Santería. Gainesville: University Press of Florida, 2014. 176 páginas. A través de un recorrido por Nueva York, Puerto Rico y Cuba, esta investigación sobre el arte religioso afrocaribeño propone analizar el itinerario de cuatro mujeres –Tiburcia, Hortensia, Iluminada y Carmen– durante el siglo xx en dos sistemas de creencias paralelos: el espiritismo y la Regla de Ocha. La tradición afrocaribeña exhibe una amplia variedad cultural, por eso la autora se sirve del concepto de transculturación. No se trata de la adaptación de una cultura “alta” a una “baja”, sino de un proceso de intercambio, desplegado en distintos lugares y tiempos, que da como resultado la emergencia de una renovada dinámica cultural. La autora sostiene que el arte religioso es incomprensible si no se lo vincula a los líderes que lo encarnaron y a sus diversas expresiones. Estas mujeres representaron cuatro generaciones y, si bien sus relaciones no fueron de consanguineidad, heredaron una serie de prácticas que preservaron Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 que también incluye el deseo de vivir de una forma más plena y feliz. Resultado de un trabajo de campo que se extendió por 18 meses, el libro está dividido en ocho capítulos. Cuatro de ellos (1, 3, 5 y 7) presentan las historias de vida de las cuatro mujeres en las que la investigadora centro su trabajo. De forma acertada y novedosa, cada una de estas cuatro mini-etnografías es seguida por un apartado (capítulos 2, 4, 6 y 8) que analiza teoréticamente los fenómenos que es posible identificar en las experiencias narradas por Julieta, Andrea, Carolina y Jovita. El trabajo muestra explícitamente las conexiones entre lo global y lo local, enfatizando al mismo tiempo el potencial de mejoras que conlleva la creación de espacios centrados en las necesidades de las mujeres. Nos invita también a reflexionar sobre hasta qué grado la importación de ideas y capital es sinónimo de mejoras. Las guanajuatenses con quienes Trinidad Galván convivió prefieren valerse de prácticas sociales, de relaciones cercanas, y de su intuición para servir de soporte a los miembros de sus familias –tanto aquellos que se quedaron con ellas como a quienes están al otro lado de la frontera–. Además, y contrariamente al estereotipo de que las poblaciones rurales humildes son apáticas, sumisas y resignadas, las mujeres a las que Trinidad Galván da la palabra muestran una activa resistencia contra la comercialización indiscriminada, luchan por mantener la unidad familiar, y activamente participan en la creación de una mejor vida –más sana y enriquecedora– en sus comunidades. Con todo y los arriba mencionados aciertos, el volumen presenta algunas limitaciones. El hecho, por ejemplo, de Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 356 una tradición a la vez que la reformaron. Aportaron su marca y su creatividad a sus roles como líderes religiosas. Siguiendo a Rita Felski, sostiene que dentro del movimiento espiritista emerge un espacio en el cual las mujeres pueden explorar sus identidades e interpretar su conciencia histórica. Es decir, a diferencia de una mirada tradicional sobre la relación entre género y religión, estaríamos frente a una zona de autonomización. El trabajo se divide en cuatro capítulos. En el primero la autora explora la literatura sobre el arte religioso afrocubano en el siglo xx, incluyendo tratados criminológicos, trabajos académicos, literatura sobre vanguardias y revistas de la cultura popular cubana. La autora comienza con el libro de Fernando Ortiz, Los negros brujos escrito entre 1902 y 1905, quien describía las prácticas religiosas afrocubanas como “criminales”. Prosigue examinando críticamente los aportes de Melville Herskovits, fundador de los estudios afroamericanos, en particular las ideas contenidas en su libro Acculturation de 1936. Finalmente rescata, entre otros, el trabajo de Rómulo Lachatañeré, quien discutió el concepto de brujería de Ortiz, y lo substituyó por el de santería. Al mismo tiempo, cuestionó la teoría de Herskovits y su capacidad para ser aplicada a la situación del arte afrocubano. Como conclusión de este excurso, la autora sostiene que el espiritismo afroatlántico es un espacio de expresión de diferentes creencias. Sus líderes debieron articular numerosos sistemas religiosos para poder interpelar a distintos espíritus de muertos. En contra de quienes creen que la hibridez religiosa es un mito, o que genera más marginalidad en grupos marginalizados, la autora afirma que a existe y que le hibridez fue un mecanismo que las mujeres estudiadas en el texto utilizaron a su favor. El segundo capítulo está dedicado a Tiburcia Sotolongo y Ugarte, y a analizar la trasformación de los roles femeninos a través de su figura, nacida en una plantación y convertida en santera. Luego de la rebelión de 1912 en el este de Cuba fueron detenidos muchos hombres vinculados a organizaciones religiosas afrocaribeñas. Sin embargo, la policía no se preocupó por las mujeres. Esto posibilitó que siguieran desarrollando sus prácticas y ofreciendo sus servicios sin consecuencias. La casa de Tiburcia –escenario de sus prácticas religiosas– es analizada como un conjunto de espacios anidados, en los cuales se desarrollaban el espiritismo, la Regla de Ocha y el catolicismo popular, en diferentes áreas que atendían a sus diferentes clientelas. Esta distribución de altares en diversas habitaciones, sostiene Juncker, refleja una forma de palear las ansiedades de la sociedad negra cubana en lo referente a la identidad, que fue crítica en relación al movimiento religioso afrocaribeño. El tercer capítulo está dedicado a Hortensia Ferrer, quien fuera adoptada por Tiburcia en 1938. Es ella quien legó una serie de fotografías de los altares de su madre. La autora analiza los componentes de los altares para señalar algunos de sus aspectos singulares: el uso de una flora diversa –plantas tradicionales que hablan de la capacidad de Hortensia para curar distintas enfermedades–, la presencia del sincretismo –de santos católicos y afrocubanos–, así como del panafricanismo, una llamada a la solidaridad entre los descendientes de los esclavos. Finalmente El libro argumenta que las mujeres en el temprano siglo xx desempeñaron un papel innovador en la expansión del arte religioso afrocaribeño. Estas mujeres interpelaron a una importante audiencia que pertenecía a tradiciones culturales y religiosas diversas. Por eso, sus prácticas artísticas trabajaron en la unificación de esas diversidades. Utilizaron su conocimiento sobre los imaginarios y el folclore religioso afrocaribeño, reconfigurando viejos materiales en una innovadora, popular y “sublime” producción artística con la cual sus seguidores continuaron identificándose. 357 RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS José Zanca (CONICET/Universidad de San Andrés, Buenos Aires) Alejandro Eujanian/Ricardo Pasolini/ Maria Estela Spinelli: Episodios de la cultura histórica argentina: celebraciones, imágenes y representaciones del pasado: siglos XIX y XX. Buenos Aires: Biblos, 2015. 209 páginas. Institucionales, ortodoxas o revisionistas, intelectuales, centrales o periféricas, vectorizadas a través del arte, la arquitectura o las letras, las memorias han sido un objeto de escrutinio privilegiado en los últimos años. A diferencia de otros enfoques, los trabajos reunidos en la presente compilación intentan ejercer una mirada crítica sobre cada una de las pujas en torno a la administración del recuerdo –y del olvido– que proponen los diversos “episodios”. El concepto de cultura histórica planteado se revela altamente productivo, dado que como señalan los compilado- Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 emerge de este análisis una ideología centrada en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, así como rastros de la cultura hispana. En el cuarto capítulo el escenario se traslada de la isla de Cuba al Harlem hispano. Juncker recorre la experiencia de mujeres obligadas a emigrar a los Estados Unidos, y que debieron sobrevivir en contextos socio labores hostiles. La portorriqueña Carmen Orama y su centro ubicado en Nueva York buscó interpelar a distintos clientes centroamericanos. Allí entró en contacto con Iluminada Sierra Ortiz, quien se había trasladado desde Cuba. Ambas se volvieron muy unidas por sus historias de vida similares y su confluencia en los rituales afrocubanos. El resto del capítulo analiza la constitución de los altares y los componentes significativos del espiritismo y la Regla de Ocha practicada por Carmen, y cómo estos elementos permiten comprender una historia de las mujeres y sus relaciones con el pasado. En las conclusiones, la autora recuerda que mucho del arte religioso perteneciente a Tiburcia, Hortensia e Iluminada fue destruido ritualmente luego de sus muertes. La religión afrocaribeña implica un estricto esfuerzo curatorial en el cual los líderes religiosos y sus seguidores elijen qué objetos sobrevivirán. Muchos de ellos regresarán a su entorno natural y otros buscarán quedarse con algún miembro de la familia religiosa. La destrucción y preservación de objetos es una estrategia importante. Hace las réplicas imposibles y refuerza la agencia individual de la religión afrocaribeña. La destrucción sistemática y la selección de aquellos objetos que sobrevivirán es un mecanismo útil para la creación de memorias. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 358 res, permite reconocer el entramado de voces pertenecientes a distintos segmentos ideológicos, instituciones, intelectuales, historiadores, y que se cristalizan en discursos, monumentos, rituales, íconos, todos ellos en referencia, en un sentido amplio, al pasado. El libro se ha dividido en dos partes, claramente delimitadas. La primera (“Conmemoraciones y monumentos”) recorre las memorias de la Revolución de Mayo de 1810. Los trabajos de esta sección –desde mediados del siglo xix a principios del siglo xxi– analizan las estrategias que distintos agentes estatales y fracciones políticas desplegaron para disputar una memoria “oficial” de las celebraciones mayas. El capítulo de Alejandro Eujanian, que abre la compilación, está dedicado al examen de las celebraciones de mayo en el estado de Buenos Aires entre 1952 y 1860, durante su apartamiento de la Confederación Argentina. De la multiplicidad de tópicos subrayados por el autor, se destaca el deseo expresado en muchos de los rituales por marcar el corte que había producido la caída de Juan Manuel de Rosas en 1852. A partir de septiembre de ese año y con la secesión del estado porteño, los festejos tendieron a destacar el papel de Buenos Aires como punto de partida –y de llegada– de un proyecto de nación. Esta “apropiación” de la memoria de mayo condicionó –señala en forma perspicaz Eujanian– los proyectos futuros de organización estatal. Los trabajos de Antonio Bozzo y Gabriela Couselo se refieren a dos instancias diferentes de los festejos del centenario en 1910. El primero estudia las polémicas en torno a la Comisión Nacional de Festejos del Centenario, en especial por las críti- cas públicas del intelectual nacionalista Leopoldo Lugones. El segundo rescata las vicisitudes de las obras encargadas para el Centenario a la artista tucumana Lola Mora, su destino conflictivo con las distintas administraciones durante la década de 1920, hasta su final emplazamiento en la ciudad de Rosario en los años de 1990. Cierran esta sección dos capítulos que dialogan en forma enriquecedora. Por un lado Julio Stortini, de dilatada experiencia en el estudio del fenómeno revisionista, analiza la relación entre esta corriente historiográfica y el estado a lo largo del siglo xx. Con particular énfasis en la relación entre revisionismo y peronismo, Stortini ausculta la cultura histórica propuesta por los gobiernos kirchneristas. A diferencia de las administraciones estatales previas, durante este último ciclo el revisionismo se convirtió en una cantera de motivos, que en forma recurrente, afloraron en los discursos de los funcionarios públicos, en especial, de la presidenta Cristina Fernández. “Construyendo imágenes y sentidos sobre el pasado nacional” de Nora Pagano y Martha Rodríguez, se desplaza sobre un eje análogo al de Stortini, problematizando las celebraciones del Bicentenario bajo la administración kirchnerista. Partiendo de un substrato teórico similar al resto de los trabajos –la relación entre política y construcción de la memoria– las autoras presentan un mapa plural de esos festejos. A través del análisis de diversas instancias memorialistas –El Mural del Bicentenario del artista Miguel Rep, el Laberinto del bicentenario y la exposición “Muchas voces, una historia”– dejan en claro que las celebraciones no pueden ser acotadas solo al discurso revisionista, aunque muchas estuvieran estructuradas en torno a tópi- 359 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 poco de la tradición liberal –identificando a un mismo panteón de héroes–, en el caso uruguayo las mismas formaciones debieron lanzar una revisión de la historia centrada en el artiguismo, identificándose con una imagen revolucionaria y antiimperialista, y como continuadores de un proyecto frustrado. María Julia Blanco releva las publicaciones de la colección La Siringa, en las que participaron diversos referentes de la izquierda nacional, pero que funcionó, a su vez, como una galería de autores que cristalizaron una muy heterogénea tradición. La lista va desde Ernesto Palacio clamando desde los años de 1930 con su Historia falsificada hasta Jorge Abelardo Ramos con la Historia política del ejército argentino, pasando por Eduardo Astesano, Arturo Jauretche y Fermín Chávez. Cierra la compilación el trabajo de María Estela Spinelli, analizando las condiciones políticas en las que desplegaron las celebraciones del sesquicentenario de la Revolución de Mayo. La autora expone las distintas lecturas esgrimidas en el complejo escenario del gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962). La primera del mismo presidente, utilizando la celebración para convocar a la unidad nacional y al desarrollo; la reivindicación del “mayo liberal” de los herederos de la Revolución Libertadora (1955-1958), que blandían su vocación antiperonista en su oposición al “totalitarismo”; y finalmente mayo como escenario de reivindicación de los derechos y justicia para los sectores populares, enarbolada por peronistas y grupos de izquierda. La presente compilación exhibe un alto grado de coherencia teórica, resultado evidente de la circulación de ideas y diálogo entre los editores y autores. La RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS cos introducidos en el debate público por esa corriente. En la segunda parte del libro (“Apropiaciones e identidades”) el foco se desplaza de los despachos oficiales –y sus intentos por construir, con los instrumentos del estado, una memoria colectiva– a los gabinetes intelectuales. El primer trabajo de esta sección, a cargo de Sofía Seras, emplea una estrategia muy efectiva a la hora de pensar los usos de la memoria y la construcción de una cultura histórica: el recurso a la biografía. Analizando los Recuerdos de un militante socialista, de Enrique Dickmann, la autora compone la imagen de un sujeto que funde su pasado con el del partido, y la de éste con la tradición liberal argentina. Son jalones en ese linaje los protagonistas de la Revolución de Mayo así como los hombres de la generación del 37. En segundo lugar Ricardo Pasolini vuelve sobre la figura de Aníbal Ponce, el destacado intelectual que marcó la cultura de izquierdas de la entreguerras. La mirada de Ponce sobre el pasado se estructuraba en función de una multiplicidad de apropiaciones, entre las que se destacaban las figuras de Romain Rolland y José Ingenieros. Los elementos ético morales y biologicistas se fundían en su discurso sobre el pasado, que se despegaba poco del clivaje “civilización y barbarie” que signó al siglo xix. En “Conmemoraciones sesquicentenarias, aniversarios e izquierdas en la Argentina y Uruguay”, María Elena García Moral repone, a través de las memorias que circularon en publicaciones e intelectuales de la izquierda rioplatense, las diferencias y similitudes en las miradas de socialistas y comunistas respecto del siglo xix. Si la versión del pasado de los argentinos se separó RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 360 centralidad del problema de los “mediadores” en la relación pasado presente, así como el uso de una serie de texto comunes de referencia, nos hablan de un verdadero aporte a la comprensión de las complejas relaciones entre memoria e historia, sus disputas en las voces de intelectuales y políticos, así como la problemática inserción del tema en las políticas estatales. José Zanca (CONICET/Universidad de San Andrés, Buenos Aires) Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 Moira Cristiá: Imaginaire péroniste: esthétique d’un discours politique (19661976). Rennes: Presses Universitaires de Rennes, 2016. 260 páginas. El trabajo de Moira Cristiá representa toda una novedad en su abordaje de un ciclo que ha sido extensamente recorrido por la historiografía argentina de los últimos años. Como señala la autora, el imaginario peronista fue explorado en forma intensa para su periodo “clásico” (1945-1955). Poco se había indagado, sin embargo, sobre la etapa posterior, aquella que va del ascenso de las organizaciones político-militares identificadas con el peronismo (Montoneros, FAP, etc.) hasta la caída del gobierno de María Estela Martínez de Perón en 1976. Para poder hacer un efectivo aporte, la autora ha construido un trabajo integral, que recorre distintos soportes –teatro, historieta, cine, discurso gráfico, fotografía– para dar cuenta de la mutación del imaginario peronista y su diálogo con la cultura popular y la cultura de masas del periodo. La obra se ha organizado en tres partes, delimitadas cronológicamente y divididas, a su vez, en dos capítulos temáticos cada una. La primera transcurre durante el gobierno de la autodenominada “Revolución Argentina”, de junio de 1966 a mayo de 1973; la segunda parte va desde el acceso al poder del tercer gobierno peronista a la muerte de su líder, en julio de 1974; y la última corresponde al periodo que va desde esta “acefalía” política al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Los dos primeros capítulos analizan la circulación internacional y local de imágenes vinculadas a los jóvenes y la contestación social y política. Los materiales analizados son múltiples, desde las intervenciones de colectivos de artistas comprometidos con el clima revolucionario, a manifestaciones político-religiosas, como el caso de la revista Cristianismo y revolución. En esta última –que ha sido objeto de profusos análisis en los últimos años– se encuentran los elementos de una estética heterogénea, en donde se politizan las imágenes del pop art y circulan las escenas –en formas de fotografías o collages– de la guerra de Vietnam y la tricontinental. La autora subraya la estetización de la muerte en la que lee la construcción de la figura del mártir y el héroe, así como un substrato religioso que encuentra en ese tránsito un camino de redención humana. El tercer capítulo está dedicado a la representación de las masas en el imaginario novoperonista de los sesenta y setenta. Esta es leída en los dos sentidos del término: como las formas en las que las masas fueron figuradas en los diversos soportes gráficos y audiovisuales, así como en el deseo de las distintas vertientes del peronismo por hablar en nombre de esas 361 Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 –y a medida que se agudizó el conflicto interno del peronismo– la representación del Leviatán se tornó más clásica: Perón apareció como aquella figura que restauraría el orden, el único capaz de detener la guerra de “todos contra todos”. En el quinto capítulo, Cristiá analiza el despliegue simbólico de la disputa entre ortodoxia e izquierda peronista. La autora propone inscribir el conflicto en la lógica de las “religiones seculares”. En ese plano analiza la “guerra simbólica” a partir de la prospección la revista El Caudillo, una publicación sintomática de la derecha peronista. En ella la identificación del enemigo es coherente con el discurso nativista del peronismo: el otro se asocia a lo antinacional: se trata del bolche, del yanqui, y del judío. En términos políticos es un infiltrado. En términos estéticos es un melenudo, un afeminado. Cristiá pone de relieve la pendiente de la animalización del discurso político. Si los antiperonistas fueron “gorilas” para los peronistas, previamente los justicialistas habían formado un “aluvión zoológico” para sus opositores. Esta identificación de los adversarios políticos con animales supuso una deshumanización del enemigo, lo que facilitó, en el mediano plazo, su eliminación física. El último capítulo se dedica a analizar las estrategias culturales de masas de Montoneros. En primer lugar, la intervención en el campo cultural a través de un género musical fuertemente politizado como el folclore en los años sesenta y setenta. La cantata montonera del grupo musical Huerque Mapu sirve de vector para situar distintos aspectos de la estrategia de difusión masiva de la organización. En segundo lugar, Cristiá analiza las historietas de Héctor Germán Oesterheld, RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS masas. Tanto el teatro, como los cómics, así como las producciones filmográficas son el vehículo que la autora utiliza para pensar las formas de identificación del sujeto “pueblo”. En particular a partir de producciones como Perón: marcha sobre Ezeiza (Nine, 1972) o la obra colectiva Ezeiza. Veinte de junio de 1973 (1973) se destaca una visión sobre el pueblo caracterizado como un constructo singular y homogéneo, destacando su espontaneidad, simplicidad, creatividad y vocación revolucionaria. El cuarto capítulo aborda tres aspectos: por un lado la construcción de una memoria posdictatorial, luego de la llegada al poder de Héctor Cámpora. En segundo lugar se sumerge en las políticas culturales desplegadas durante los primeros meses del gobierno peronista, cuando los sectores de izquierda controlaban lugares expectantes del aparato estatal. Se destacan las figuras de Jorge Alberto Taiana en el ministerio de educación, los cambios en el Ente de Calificación Cinematográfica, a cargo del documentalista Octavio Getino, la creación del Instituto del Tercer Mundo “Manuel Ugarte” en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y la intervención de Juan Carlos Gené en el canal oficial de televisión. El capítulo concluye con un análisis de las representaciones de Perón como un “dios mortal”, análogo al Leviatán. Primero en una lectura más amable, como un actor capaz de armonizar y compatibilizar las diferencias en un movimiento masivo, e identificado con una figura contractualista en la que su liderazgo fungía como el producto de un “pacto” con el pueblo. Pacto en el que las fuerzas de izquierda se atribuían la verdadera representación popular. Luego Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 362 El eternauta, La guerra de los Antares y 450 años de guerra contra el imperialismo. A través de ellas, sostiene la autora, Montoneros buscaba crear una sensibilidad política en sus lectores, valiéndose de una mirada dicotómica a través de figuras de héroes y villanos, propias del género. La temática de la “invasión” –característica de la cultura paranoide de los años de la Guerra Fría– es resemantizada por Oesterheld para identificar a los enemigos como bestias y extraterrestres. Los héroes, por su parte, rompen el esquema clásico encarnándose en sujetos colectivos: el pueblo, argentino o latinoamericano que enfrenta al imperialismo. El capítulo se cierra con la descripción de los escasos films que produjo Montoneros ya bajo la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), Montoneros. Crónica de una guerra de liberación (1977) y Resistir (1978). Nuevamente aquí aparece el vínculo entre el peronismo y cultura popular. Montoneros se auto inscribe en una larga tradición nacional, construyendo una memoria enraizada en los combates políticos del siglo xix. El trabajo de Moira Cristiá significa un verdadero aporte a la historiografía del pasado reciente. Volviendo sobre materiales aparentemente recorridos, pero que bajo la luz de instrumentos analíticos novedosos se revelan en una magnitud distinta, elabora una historia cultural de la violencia política. Entrelineas puede leerse la paradójica relación entre las prácticas culturales y el sustrato teórico del periodo. Si durante los sesenta y setentas el marxismo y el estructuralismo se convirtieron en claves hegemónicas en las lecturas de la nueva izquierda revolucionaria, queda claro que para los actores la cultura no era un mero “reflejo” de las relaciones “reales” de poder, sino un campo de batalla en sí mismo en donde se libraba uno de los aspectos más importantes de la guerra revolucionaria. José Zanca (CONICET/Universidad de San Andrés, Buenos Aires) Peter Birle (ed.): Brasilien. Eine Einführung. Frankfurt am Main: Vervuert Verlag, 2013. 298 páginas. Although Brazil has entered a difficult period since the publication of this collection of essays about Brazil, the book retains its usefulness. In the meantime, Brazil went from boom to bust. The fundamental problems that are addressed in the collection, were not resolved during the boom years, and now they show-up again stronger than before. The contribution by Martin Coy addresses the regional disparities of this vast country. He points out that the economic heartland lies still in the South Eastern region with São Paulo at its center. The size of the geographical extension of Brazil makes it extremely hard to achieve a more balanced regional growth. Not much different as it is in other parts of the world, regional development is marked either by a vicious cycle or by a beneficial cycle. Boom feeds the boom, and bust feeds the bust. Politically and economically, it is often hopeless to reverse these trends and achieve a regionally more balanced development. The contribution of the editor of the collection, Peter Birle, addresses structure and actors of the political system. He zil. Fank Stephan Kohl looks at Brazilian soccer and its role for Brazilian identify in light of the expectations concerning the world championship of 2014. A contribution by Peter Birle about the German-Brazilian relations concludes the collection of articles in this book, which fully lives up to its aim of providing an “introduction” to Brazil to facilitate the understanding of this country. Each individual essay treats one specific aspect of Brazil and serves as an introduction to this specific area. Taken together, the reader obtains a well-grounded perspective about modern Brazil. 363 RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS Antony P. Mueller (Universidade Federal de Sergipe) Brian Wampler: Activating Democracy in Brazil. Popular Participation, Social Justice and Interlocking Institutions. Notre Dame: University of Notre Dame Press, 2015. 299 páginas. Analizar el período reciente de la historia de Brasil requiere experiencia y paciencia, sobre todo por el complejo momento político del país. Lo que se ve ahora es la participación ciudadana, su voz y el propio concepto de democracia debatidos a diario desde los últimos escándalos de corrupción que se profundizan desde 2014, y que tienen han involucrado a todos los nombres fuertes del gobierno, incluido el presidente Michel Temer. Esos temas son los que se discute en Activating Democracy in Brazil. Popular Participation, Social Justice and Interlocking Institutions, pero justamente en un período anterior de análisis, específicamente entre 1988 y 2014. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 provides an analytical description of Brazilian federalism and the peculiar role of political parties in Brazilian politics. He is quite optimistic in respect to the ability of achieving reforms and of maintaining governability of the country. Nevertheless, as is pointed out by the article of Bruno Wilhelm Speck, Brazil’s legal system is still deficient and difficult reforms lies still ahead. This also holds for Brazilian social policy. In her contribution, Claudia Zilla addresses the concept of “growth with inclusion”, which, together with the article by Jacqueline Maria Radtke that analyzes the educational system as the basis, points out the causes and consequences of the enormous social disparities that still afflict Brazil. Hartmut Sangmeister deals in his contribution with the economy. He is quite right to point out that Brazil is still deficient when it comes to technological innovation. The economy thrives on agribusiness yet this is not enough to gain an important place in the modern globalized economy. Corruption and bureaucracy hamper the dynamics of the Brazilian economy. Without a strong economy, the vision of Brazil as a “global player” will remain an illusion. As Peter Birle points out in his contribution about Brazil’s foreign policy, the country has not yet found its proper strategy as it moves away from its traditional partnership with the United States and Europe and moves closer to its peers in Latin America, Asia and Africa. Culture, city life, the media and the music scene are the subjects of the contributions by Horst Nitschack, Marcel Vejmelka, Joachim Michael and Cornelius Schlicke, while Susanne Klengel and Georg Wink describe literary life in Bra- Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368 RE SEÑAS I BE RO AM E RI C AN AS 364 Afortunadamente el autor, Brian Wampler, profesor de Ciencia Política de Boise State University, en Estados Unidos, demuestra una capacidad increíble de comprensión de una situación tan peculiar. Además de entenderla, en su libro, consigue aclarar exactamente su complejidad. El año que viene Brasil celebra 34 años de régimen democrático, tras el período de la dictadura militar de 1964 a 1984. Aunque sean pocos años de democracia plena, el período ha sido marcado por el intento de construir un sistema que representara a los ciudadanos de la mejor manera posible. A la vez, lo más fatídico ha sido la presencia de la corrupción a lo largo de esas tres décadas. A cada página del libro de Wampler se nota una clareza al construir el contexto histórico y una didáctica al presentar los temas que quiere profundizar. Al centrarse en múltiples instituciones democráticas, el libro ilustra cómo el régimen de ciudadanía participativa genera cambios políticos y sociales. Wampler no es un iniciante. Tiene experiencia desde su libro anterior, Participatory Budgeting in Brazil (2007), donde habla de la participación ciudadana en el debate sobre el uso de los presupuestos de las ciudades –ese tema vuelve otra vez en este libro, principalmente sobre cómo se desarrolla en Belo Horizonte, la ciudad que elige como modelo y ejemplo para discutir sus cambios entre 19922008–. El libro se divide en ocho capítulos que llevan al lector poco a poco al universo particular de la sociedad brasileña que se va a presentar. Se hace muy clara la historia que construye, pues el autor empieza con un contexto más general, aclarando los diferentes tipos de partici- pación social según las características de cada gobierno del período analizado. El punto de partido de todo el análisis es la Constitución de 1988, que, según el autor, marca el inicio formal del régimen de ciudadanía participativa, pero lleva en cuenta la variación en la forma en que los ciudadanos y funcionarios públicos la han llevado a cabo. Desde entonces, el poder y la representatividad se distribuyeron para los gobiernos estaduales y municipales, sin estar bajo el dominio de la esfera federal. Ese cambio, teóricamente, hizo con que la población se organizara en las dichas Organizaciones de la Sociedad Civil y de esta manera se quedara más cercana de los actores que tomaban las decisiones políticas. Wampler habla de cinco factores distintos: la formación del Estado, el desarrollo de la sociedad civil, el apoyo gubernamental al uso de voz y voto por parte de los ciudadanos, el grado de recursos públicos disponibles para el gasto en servicios y bienes públicos, las reglas que regulan las formas de participación, representación y deliberación dentro de los espacios participativos. A continuación, lo que hace es aclarar los tipos de régimen y derechos, teniendo siempre en cuenta que el concepto de ciudadano se iba cambiando a lo largo de los años. Es decir, en un primer momento la renta era un criterio que definía quiénes tenían derechos. Solo entonces presenta Belo Horizonte. Aquí, Wampler utiliza un estudio longitudinal cualitativo de la ciudad de la capital del estado de Minas Gerais, con el cual el autor ha mantenido contacto directo e indirecto durante un largo período para abordar una serie de desafíos contemporáneos en el debate de población sobre su propio rol político en la sociedad y la crisis de confianza del gobierno hacen con que el escenario democrático y participativo se vuelva hacia atrás. Aunque así, eso no es exactamente un punto débil del trabajo, sino que una sugerencia para una reflexión más. De todas formas, Wampler tiene en sus manos un gran trabajo para entender el sistema de actuación ciudadano en un país con tan pocos años de democracia, pero con muchas transformaciones en una búsqueda por su identidad. 365 RESEÑAS I BE RO AM E RI C ANAS participación. Tal como hizo en su libro de 2007, el autor reúne entrevistas, observaciones, datos de encuestas e indicadores sociales para contar una historia compleja desde diferentes direcciones. En general el libro tiene un tono optimista. Sin embargo, le falta mencionar que los políticos, de tal forma que los sindicatos, son muy descreditados por la población. A la época de la investigación del autor el país vivía –y sigue viviendo– una época donde las instituciones gubernamentales no tienen crédito y la población pelea por pasiones extremas a corrientes políticas de izquierda y derecha. Claramente la falta de clareza por parte de la Marcio Orsolini (São Paulo) FE DE ERRATAS En el número anterior de Notas, la reseña del libro Sylvia Sellers-García Distance and Documents at the Spanish Empire’s Periphery fue erróneamente atribuida a Adriana María Alzate Echeverri, cuando su verdadera autora fue Alejandra Buenaventura Gómez. Iberoamericana, XVII, 65 (2017), 289-368