frontera dermatológica
La nutrición como condicionante de la salud
de la piel
Venancio Martínez
Suárez
Pediatra. Centro de Salud
El Llano. Gijón (Asturias).
Alejandra Méndez
Sánchez
MIR de Pediatría.
Hospital Universitario
Central de Asturias.
Oviedo (Asturias).
Belén Pérez
Basterrechea
MIR de Pediatría.
Hospital Universitario
Central de Asturias.
Oviedo (Asturias).
Una gran variedad de factores influyen tanto en la integridad estructural como en las diversas funciones de
la piel. La carga genética, la exposición a la luz solar y a determinados
ambientes, el padecimiento de enfermedades crónicas, el consumo de
medicamentos y la aplicación de terapias hormonales, la higiene y el estrés,
son todas ellas circunstancias que se
han relacionado con determinados
estados patológicos y de perturbación
de su normalidad. Entre ellos, la nutrición ha sido considerada históricamente como uno de los primeros y
más importantes condicionantes de
la salud de la piel. No obstante, su
impacto sobre la fisiología normal y
los mecanismos implicados en algunas alteraciones son todavía motivo
de controversia1,2.
PRINCIPALEs NuTRIENTEs
IMPLICADOs EN LA sALuD
DÉRMICA
Existe poca información suficientemente contrastada sobre los efectos
en la piel de los aportes de los diferentes nutrientes2,3. El agua representa
aproximadamente el 70 % de su composición, a la que en su variación pueden acompañarla diversas sales con
valor nutricional. De hecho, el estado de hidratación se considera un
parámetro de gran relevancia, tanto
en condiciones de salud como en
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situaciones de enfermedad o fisiológicas especiales; repercute además de
forma fundamental en el bienestar
de la persona. La piel es un elemento clave del balance acuoso del individuo, y las pérdidas insensibles están
aumentadas significativamente durante los estados de hiperventilación, la
sudoración profusa o en condiciones
ambientales de baja humedad y elevada temperatura4. A la hora de alimentarse, los hidratos de carbono complejos deben dominar sobre los
simples, aunque teniendo en cuenta
el papel nutritivo esencial de la lactosa en los primeros años de vida. Si
bien los azúcares no desempeñan una
función particular en la piel, la glucosa es la primera fuente de energía
para sus diferentes tipos celulares; proporcionan, además, sustrato para la
glicosilación de las proteínas y lípidos que componen el medio extracelular y forman parte de elementos
plásticos esenciales de sus diferentes
células. Desde hace años sabemos que
los niveles alterados de glucosa en la
piel pueden causar cambios estructurales y en las funciones de barrera5, siendo la concentración elevada
inhibidora de la proliferación de queratinocitos, con las consecuencias que
esto pueda tener en los procesos de
proliferación reparadora y cicatrización, tal como ocurre en la diabetes.
A través de los estudios de las situaciones de desnutrición, hemos ido
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conociendo que la falta de proteínas en la dieta
da lugar a hipotrofia y distrofia dérmica, a pelo
frágil, despigmentado, fácilmente desprendible y
que crece más lentamente, con puntas abiertas y
delgado. Y diferentes aminoácidos han mostrado
una función estimuladora de la síntesis de colágeno dérmico: la prolina y su precursor, el glutamato, aumentan de manera significativa la síntesis de esta proteína por los fibroblastos humanos1.
Esta actividad de ambas moléculas podría tener
algún papel in vivo en la protección de la piel frente a los daños de la irradiación ultravioleta (UV),
su envejecimiento precoz y retraso en la cicatrización de heridas, aunque los resultados de los
estudios publicados son dispares. En cuanto al
componente graso, aparte de su función energética
(la piel es lugar de síntesis y almacenaje), debe
señalarse la importancia de algunos lípidos en la
síntesis de mediadores locales a los que se les va
atribuyendo una relevancia funcional cada vez
mayor. Las principales moléculas que se han relacionado con la salud dérmica son la ceramida, el
colesterol y algunos ácidos grasos. En particular,
la ceramida es un componente clave de los lípidos de función barrera y condicionante de la permeabilidad en el dominio extracelular de la capa
córnea6. Junto a sus metabolitos, parece intervenir en las funciones de señalización celular, pro-
liferación, diferenciación y apoptosis en queratinocitos epidérmicos. Igualmente, se ha referido
su participación en el desarrollo de ciertas enfermedades que cursan con alteración de la barrera
permeable, como la dermatitis atópica y la psoriasis. Se ha probado que dos de sus metabolitos
(la ceramida-1-fosfato y la esfingosina-1-fosfato)
estimulan la producción por los queratinocitos
de sustancias que participan en la inmunidad innata (betadefensinas y catelicidina, péptido antimicrobiano)6, por lo que se les atribuye algún papel
en la defensa dérmica local7.
Respecto al papel que puedan desempeñar algunos micronutrientes (tabla 1)1,3, en los últimos
años se ha prestado gran atención a las alteraciones y enfermedades de la piel debidas al déficit de algunas vitaminas. Se ha reconocido para
la vitamina A y sus derivados (retinoides y carotenoides) un papel importante en la regulación
de la proliferación, diferenciación y apoptosis
de diferentes tipos celulares, incluyendo células
de la piel. Investigaciones recientes han demostrado que los retinoides podrían potenciar la reparación de la piel dañada por la radiación UV,
aumentando la multiplicación de queratinocitos
epidérmicos y fibroblastos dérmicos y mediante
la inhibición de la expresión de metaloproteasas
que degradan la matriz extracelular, dando lugar
Tabla 1. Trastornos de la piel asociados a deficiencias específicas de micronutrientes*
Deficiencia
Trastorno dérmico
Vitamina A
Dermatitis atópica, retraso en la reparación de las heridas
Vitamina C
Adelgazamiento del estrato córneo, hemorragias subcutáneas y retraso en la curación
de las heridas
Vitamina D
Dermatitis atópica
Vitamina E
Ulceraciones dérmicas, cambios en el entrecruzamiento de las fibras de colágeno
Zinc
Epidermólisis ampollosa, dermatitis atópica
Cobre
Enfermedad de Menkes
Selenio
Psoriasis, epidermólisis ampollosa y ciertos tumores de piel
*Resumen
20
de las referencias citadas en el texto.
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a aumento de la proteína total y su concentración en ella. También podrían modular la proliferación epidérmica en la piel en estado hiperproliferativo, tal como ocurre en la psoriasis. De
hecho, se les ha asignado un potencial significativo en la prevención y tratamiento de otras enfermedades de la piel, tales como la ictiosis, cáncer
de piel y acné. Por el contrario, la hipovitaminosis A también se asocia con retraso en la cicatrización de las heridas. Respecto a la vitamina C,
es un potente antioxidante soluble en agua que
parece atenuar los daños de la irradiación solar
en la piel. Disminuye significativamente la producción de radicales libres tras la exposición a
la luz UV, protegiendo las células del estrés oxidativo, y tiene una función adicional en la cicatrización de heridas mediante el aumento de procolágeno y la síntesis de colágeno, que estimulan
la formación de la barrera de la piel. Se ha relacionado, además, con un aumento significativo
del contenido acuoso de la epidermis, mejorando la hidratación de la piel. Aparte de las fuentes alimentarias naturales, la vitamina D se sintetiza en la piel humana después de la irradiación
UV B8, donde como función biológica primaria
su metabolito activo 1,25-dihidroxivitamina D 3
estimula la defensa antimicrobiana mediante el
aumento de los niveles del catelicidina. Además,
inhibe selectivamente la proliferación de queratinocitos y podría modular la inflamación, la angiogénesis y la cicatrización de heridas mediante la
regulación de la producción de AMPc. Por otra
parte, estudios recientes han relacionado los niveles de vitamina D con la gravedad del eccema atópico. Otra vitamina liposoluble, la vitamina E, es
un antioxidante que modula los daños producidos por radicales libres originados tras la exposición a la irradiación UV e inhibe significativamente la degradación del colágeno. Junto con
sus propiedades antioxidantes, podría regular
negativamente la inflamación de la piel atenuando la producción de prostaglandinas, citocinas
proinflamatorias, ciclooxigeneasa-2 y NADPH oxidasa1,3.
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Entre los minerales, el zinc, el cobre y el selenio podrían tener una función importante en la
preservación de una piel sana1. El zinc es un
nutriente esencial y cofactor de numerosas metaloenzimas, que protege contra el daño solar
mediante la absorción de la irradiación UV y limita su penetración intradérmica. Por otra parte, la
deficiencia de zinc se ha observado en la epidermólisis ampollosa, y en pacientes con dermatitis
atópica se halló una disminución significativa en
los niveles de este metal. Una enfermedad congénita poco frecuente, conocida como acrodermatitis enteropática (dermatitis grave, déficit en
el crecimiento y diarrea) se debe a la incapacidad
del niño para absorber en forma adecuada el zinc,
es potencialmente mortal y responde satisfactoriamente a su reposición mediante suplementos.
Como el zinc y las vitaminas C y E, el cobre también actúa como antioxidante, protegiendo la piel
del daño causado por la radiación UV. Además,
parece estimular la maduración de colágeno, lo
que podría ser crítico para mejorar la elasticidad
de la piel y su espesor. Participa en la síntesis de
melanina, favoreciendo la pigmentación de la piel
y el cabello. El síndrome de Menkes, también denominado del cabello «acerado» (pelo blanco y plata) o «ensortijado», es una enfermedad metabólica multisistémica grave causada por la deficiencia
en el transporte transmembrana de cobre, con
piel arrugada especialmente en el cuello, pelo áspero y quebradizo. En relación con el selenio, se le
considera protector de la piel frente al estrés oxidativo de los rayos UV a través de la estimulación
de las enzimas antioxidantes glutatión peroxidasa y tiorredoxina reductasa, presentes en la membrana plasmática de los queratinocitos epidérmicos. Ha sido considerado para el tratamiento de
la psoriasis, que muestra disminución de los niveles de glutatión peroxidasa9. Su deficiencia se ha
detectado en pacientes con epidermólisis ampollosa distrófica recesiva, por lo que su nivel plasmático se acepta como un marcador en esta enfermedad. Por otra parte, su deficiencia se asocia con
un mayor riesgo de cáncer de piel.
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Como comentario final, respecto a la utilidad
de los probióticos en la dermatitis atópica, los estudios realizados han sido múltiples y con resultados contradictorios. Puede afirmarse que no existen datos suficientes sobre su valor preventivo o
terapéutico10, aunque desde la información proveniente en otro tipo de patologías se puede aceptar una buena tolerancia y la ausencia de efectos
nocivos significativos.
RELACIÓN CON LA DIETA
DE ALGuNAs ENfERMEDADEs DE
LA PIEL
Dermatitis atópica (DA). El papel de la alergia
alimentaria en la patogenia de la DA continua siendo controvertido. Sin embargo, los estudios apuntan a que en lactantes y niños pequeños, los alérgenos alimentarios pueden provocar o agravar
lesiones de DA en la piel. En los adultos, la alergia alimentaria como causa desencadenante es
muy rara. Sin embargo, en pacientes con alergia
alimentaria que tienen DA, la ingestión del alimento puede provocar todo el espectro de síntomas mediados por IgE, síndrome de alergia oral
y shocks anafilácticos. El 90 % de las alergias alimentarias se producen por seis alimentos: trigo,
leche, soja, pescado, huevos y cacahuetes. Una
revisión de la Cochrane publicada en 2008 señaló que no parece haber ningún beneficio en la
eliminación del huevo y la leche de la dieta en
los participantes con eccema atópico11. Por último, la administración de suplementos en la dieta de aceite de onagra y de DHA (ácido docosahexaenoico, un ácido graso omega-3) pueden
aportar algún beneficio clínico.
Acné vulgar. El estado actual de la relación entre
la dieta y el acné no es claro y es motivo frecuente de debate en los foros dermatológicos. Por un
lado, la Academia Americana de Dermatología
publicó sus recomendaciones en 2007, en las que
sugería que la restricción calórica no tiene ningún beneficio en el tratamiento del acné y que
no hay pruebas suficientes para vincular el acné
con el consumo de ciertos «alimentos enemigos».
22
En el año 2011 se publicó un metaanálisis acerca
del impacto de la dieta en el acné. Los factores
dietéticos12, incluyendo un alto índice glucémico, leche, chocolate, sal, aceite y comidas con alto
porcentaje en grasas, han sido evaluados y comparados, hallándose una fuerte relación entre la
ingesta de alimentos con alto índice glucémico y
el acné. En el caso de la relación entre las dietas
con alto contenido graso y acné, la evidencia científica es menos robusta.
Dermatitis herpetiforme. Existe una relación
directa entre la dieta y la dermatitis herpetiforme. Su expresión es gluten-dependiente; por tanto, una dieta sin gluten es la base de su tratamiento,
y alivia además los síntomas gastrointestinales que
pudieran estar presentes, la malabsorción de
nutrientes (de hierro, vitamina B12 y ácido fólico) y la manifestación dermatológica13.
Psoriasis. Los factores dietéticos que se han relacionado con la enfermedad psoriásica se resumen
en la tabla 214. Faltan estudios que demuestren la
relación entre psoriasis y nutrición, pero hay una
serie de alimentos que se debe recomendar eliminar de la dieta porque podrían agravar la enfermedad existente o actuar como disparador en su
inicio: café y té negro, chocolate, yerba mate,
pimienta, comidas ahumadas, ternera y glutamato monosódico, además del tabaco y el alcohol.
Otras enfermedades de la piel podrían beneficiarse de un control alimentario15, entre ellas el
pénfigo (enfermedad autoinmunitaria de la piel y
las mucosas que causa vesículas, bullas y úlceras
cutáneas): algunos estudios indican que las comidas ricas en tioles y taninos pueden llevar a su exacerbación. La urticaria y el prurito generalizado:
casi dos de cada tres reacciones urticariales pueden ser causadas por alergia a algún alimento;
deberían realizarse estudios en dichos pacientes
para reconocer el elemento de la dieta responsable e iniciar su exclusión. La restricción de proteínas en la dieta ha resultado reducir los síntomas en el prurito urémico y se ha postulado que
la suplementación con PUFA (ácidos grasos poliinsaturados) en la dieta del prurito colestásico podría
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Tabla 2. Factores dietéticos que se han asociado con el desarrollo y actividad de la
psoriasis*
Ingesta calórica/obesidad
La obesidad se relaciona con una mayor incidencia y gravedad de la psoriasis;
también influye en una peor respuesta al tratamiento. Se debe intervenir en
su prevención y control
Alcohol
Su consumo agrava las lesiones cutáneas, además de acompañarse
frecuentemente de dietas y modos de vida que favorecen la obesidad
LPufA
Aunque con poca consistencia todavía, algunos estudios señalan que el
consumo de pescado y omega-3 mejoran la psoriasis cutánea
Gluten
La dieta sin gluten en pacientes psoriásicos y anticuerpos antigliadina
positivos puede ser beneficiosa
Estrés oxidativo
El consumo de frutas y verduras ricas en antioxidantes (vitaminas C y E,
betacaroteno y selenio) podría ser beneficioso
*Resumido
de la referencia bibliográfica 1.
LPUFA: ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga.
ser beneficiosa. En la rosácea, el té, el café, las
bebidas calientes, el tabaco, el alcohol y la comida picante son responsables de precipitar episodios de flushing. En casos de vitíligo se ha descrito
que suplementos orales con antioxidantes (ácido
alfa-lipoico y vitamina B12) antes y durante la fototerapia con UV B mejora significativamente los
resultados de esta última. En el herpes se ha publicado que la recurrencia de lesiones podría estar
en relación con la ingesta de azúcar refinado o
comida rica en arginina, aunque falta todavía evidencia científica. Y para la esclerodermia, algunos
autores aconsejan evitar en la dieta la presencia
de fibra; además, se ha observado una mejoría en
la piel de estos pacientes cuando se les administran suplementos de vitamina E.
Existen múltiples trastornos nutricionales con
manifestaciones dermatológicas. Son tanto trastornos carenciales como superávits alimentarios.
Entre los primeros destacan el kwashiorkor, el marasmo, la pelagra y el escorbuto. Estas patologías se
han estudiado en períodos de carencias nutricionales, aunque actualmente persisten en los países pobres. Entre los problemas del superávit alimentario podemos destacar: la carotenemia por el
consumo excesivo de zanahorias y naranja; la licopenemia, afección cutánea poco frecuente, pro-
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ducida por el consumo excesivo de tomates o
caquis. Ambas presentan una coloración anaranjada en palmas y plantas por la lenta conversión
de caroteno a vitamina A y que desaparece al cambiar los hábitos alimentarios. La hiperlipidemia, que
produce un aumento de la incidencia de xantelasmas. La enfermedad de Refsum se produce por
aumento del ácido fítico, muy importante en la
dieta de determinadas culturas, y produce ictiosis, trastornos neurológicos y visuales.
En la relación de la piel y la obesidad16 existen una
serie de manifestaciones dérmicas más frecuentes
en pacientes obesos y que se enumeran según su
mecanismo fisiopatológico en la tabla 3.
Cualquier alteración de la dieta en forma de deficiencia nutricional o exceso de algunos componentes pueden perturbar el equilibrio de la piel.
Las modificaciones dietéticas pueden ayudar en
la prevención de recurrencias de algunas patologías cutáneas y en el alivio de sus síntomas. Esto
es algo que el dermatólogo y cualquier médico
deben conocer, ya que la prescripción de recomendaciones alimentarias, de normas directas y
consejos nutricionales pueden ayudar a su paciente a mejorar su estado de salud y a mantener una
piel sana.
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Tabla 3. Alteraciones dérmicas en la obesidad y sus condicionantes fisiopatológicos*
Acatosis nigricans, fibromas péndulos o blancos,
acrocordones o verrugas alargadas
Por resistencia a la insulina
Acné, hirsutismo y alopecia androgénica
Por hiperandrogenismo en mujeres
Intertrigo candidiásico o con sobreinfección bacteriana
Por aumento de pliegues corporales, dificultades para
la higiene corporal
Estrías por distensión, lipodistrofia benigna,
hiperqueratosis plantar, insuficiencia venosa periférica,
linfedema
Por causas mecánicas
Úlceras por presión, cicatrización lenta
Por hospitalización y sedentarismo
Envejecimiento cutáneo precoz
Por aumento de la adiposidad general y localizada,
desequilibrios metabólicos asociados
*Resumido
de las referencias bibliográficas 1 y 16.
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