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Edähi Boletín Científico de Ciencias Sociales y Humanidades del ICSHu
ISSN: 2007-4581
Publicación semestral, Vol. 10, No. 19 (2021) 56-59
El mundo prehispánico
Reseña del libro El mundo prehispánico para gente con prisa de Enrique Ortiz
(Tlatoani Cuauhtémoc)
The prehispanic world
Book Review The Prehispanic World for People in a Hurry by Enrique Ortiz
(Tlatoani Cuauhtémoc)
Raquel Barceló Quintal a
Abstract:
This paper presents a review of the book: The Prehispanic World for People in a Hurry, by Enrique Ortiz (Tlatoani Cuauhtemoc).
The central objective of this work is the dissemination of the daily life of the Mexica, through short stories, who inhabited the
Valley of Mexico. The book is written to bring Prehispanic history closer to a general public and as a comunicator he manages to
establish the strategy of written comunication with a wide population, in this sense, the book fulfills its misión in these times that
life has accelerated: “For people in a hurry”.
Keywords:
Mexica, daily life, myths, rituals
Resumen:
Este trabajo presenta una reseña del libro: El mundo prehispánico para gente con prisa, de la autoría de Enrique Ortiz (Tlatoani
Cuauhtémoc). El objetivo central de esta obra es la diffusion, mediante relatos cortos, de la vida cotidiana de los mexicas que
habitaron el Valle de México. El libro está escrito para acercar la historia prehispánica a un público en general donde el autor, como
comunicador, logra establecer la estrategia de la comunicación escrita con una población amplia. En este sentido, el libro cumple su
cometido, sobre en estos tiempos que la vida se ha acelerado: “Para gente con prisa”.
Palabras Clave:
Mexicas, vida cotidiana, mitos, rituales
Introducción
El autor es un escritor-divulgador de la historia, de
profesión Diseñador Gráfico, por la Universidad
Iberoamericana, cuenta con una Maestría en Marketing
Publicidad, por la Universidad de Anáhuac del Norte, es
experto en comunicación gráfica y publicidad, con ocho
años de trabajo en diversas agencias de publicidad; está
acreditado como guía federal de turismo en espacios
como el Bosque y el Castillo de Chapultepec, el Palacio
Nacional, el Museo de Antropología y las calles del
Centro Histórico de la Ciudad de México.
Apasionado de la historia de México, sobre todo del
periodo prehispánico, es un ávido lector de trabajos
académicos y fuentes del siglo XVI que le han permitido
escribir la novela épica Las águilas de Tenochtitlán y
varios artículos en línea entre ellos: “El comercio entre
los mexicas”, “500 años de la Noche Triste, la crónica”,
“Los 500 años del Día de la Raza en San Cristóbal de las
Casas”, “A 500 años de la matanza del Templo Mayor”
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
a
Autor de correspondencia. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2787-1194
Email:
[email protected]
Fecha de recepción: 30/08/2021, Fecha de aceptación: 12/10/2021, Fecha de publicación: 05/12/2021
Publicación semestral, Edähi Boletín Científico de Ciencias Sociales y Humanidades del ICSHu, Vol. 10, No. 19 (2021) 56-59
“La educación entre los mexicas”, “Los mitos del origen
del pulque”, “Los insultos entre los antiguos mexicas”,
“Nariz Curva y Rana Humeante, la epopeya
teotihuacana”, entre otros; y que algunos de éstos
incluyó en el libro que se reseña.
Este libro reseñado El mundo prehispánico para gente
con prisa entra dentro de la difusión y la divulgación de la
historia, ambas son un acto de comunicación, donde el
autor se ha especializado. Hoy en día la divulgación de la
historia está de moda, aunque no es un fenómeno
nuevo, en la actualidad ha crecido exponencialmente de
tal manera que visibiliza y posiciona a la historia ante los
ojos de un público ajeno a las formalidades académicas,
pero ávido de conocer el pasado.
Para escribir este libro, Enrique Ortiz consultó diferentes
fuentes documentales del siglo XVI e investigaciones
históricas y arqueológicas, para dar a conocer la cultura
del pueblo más poderoso de Mesoamérica: los mexicas,
de filiación nahua, que se asentaron en un islote del lago
de Texcoco, hacia finales del Posclásico temprano (9001200 d.C.), y que en el periodo posclásico tardío, siglo
XV, fue la última cultura que poseía un Estado complejo,
con una política, tradición religiosa, cosmogonía, filosofía
y arte, aprendida y desarrollada por los pueblos de
Mesoamérica. Tema que gusta e interesa a muchos
mexicanos y extranjeros. El título del libro “El mundo
prehispánico para gente con prisa” se refiere de manera
general “antes de la llegada de los españoles”; sin
embargo, el periodo prehispánico abarca tres momentos
históricos: el Preclásico (Temprano, medio y tardío), el
clásico (Temprano y tardío) y el Posclásico (Temprano y
tardío); al final el autor incluye esta la línea del tiempo
como un listado para Mesoamérica, y luego la cronología
mexica, en vez de ubicar (al autor), en el propio título, el
periodo que nos presenta para la cultura mexica; es decir
“Los mexicas en el Posclásico para gente con prisa” o
“Los mexicas antes de la llegada de los españoles para
gente con prisa”.
El mito fundacional
La obra inicia con la fundación de Tenochtitlán, donde el
autor menciona que “los aztecas que abandonaron
Aztlán en 1064 d.C.” (Ortiz, 2001:9), con lo que pretende
romper con el mito fundacional generalizado, cuando los
aztecas localizaron una isla artificial (chinampa) con un
nopal donde un águila, posada en ella, devoraba una
serpiente y sostiene que este hecho nunca sucedió. El
autor se inclina por la interpretación del arqueoastrónomo Jesús Galindo quien afirma, que lo que
ocurrió, el 13 de abril de 1325, fue un eclipse total del Sol
con una duración de cuatro minutos; fenómeno que
causó un gran impacto entre los mexicas, “quienes con
seguridad ajustaron sus registros para asentar la
fundación de la ciudad en esta fecha” (Ortiz, 200: 25).
Era necesario explicar “para la gente con prisa” el uso de
los gentilicios “aztecas” y “mexicas”, que muchos
autores, académicos o no, usan como sinónimos, ya que
son dos grupos distintos, que se sitúan en diferente
tiempo y espacio. Los primeros antecedentes de los
mexicas, eran los habitantes de la mítica Aztlán, que
vivieron una migración que duró casi un siglo y los
mexicas, un grupo que se separó de ellos, en 1325, para
asentarse en Tenochtitlán.
La vida cotidiana en el día y la noche
Para abordar la vida cotidiana, el autor se basó en el
trabajo de Jacques Soustelle, La vida cotidiana de los
aztecas en vísperas de la conquista, donde expone un
día y una noche en la vida cotidiana de los mexicas.
Quizá por esta razón, el autor divide la estructura de la
obra en dos partes, el día y la noche, el primero está
vinculado con el Sol y la segunda, con la Luna, ambos
astros que en la cosmogonía mesoamericana fueron
importantes. El dios Tonatiuh representaba el día, que al
desaparecer la luz solar tenía la misión de combatir con
los seres que habitaban en el inframundo, y al terminar
su batalla, emergía triunfante por el oriente para volver
alimentar a la tierra. La sucesión del día y la noche se
explicaba por las constantes luchas entre la luz y la
obscuridad, que al triunfar la primera, representado por
Huitzilopochtli como el sol naciente, significaba la muerte
de la luna, representada por Coyolxauhqui.
Durante el día el Sol transitaba por el mundo de los vivos
hasta el atardecer, cuando moría para recorrer el
inframundo, al tiempo que fertilizaba la tierra. Al
amanecer renacía triunfante por el Este, generando
esperanza de vida. No hay que olvidar que en el mundo
Mesoamericano, incluyendo a los mexicas, el cosmos se
dividía tanto vertical como horizontalmente, en planos
horizontales. Éstos contaban con cuatro sectores y un
centro, donde se equilibraban las fuerzas cósmicas, que
además integraba el espacio vertical. Este plano con
cinco puntos es conocido con la voz latina de quincunce.
Por lo que “la gente con prisa” tiene derecho de
comprender que existen otras formas de ver la
cosmovisión diferente a la occidental.
Durante el día, el autor ubica los temas: “El día de un
tenochca”, “El mito de las cinco eras cósmicas”, “Los
habitantes de Tenochtitlán”, “Saludos, indultos y
ofensas”, “Temazcales y laboratorios; hábitos de
limpieza”, “Tatuajes, expansiones y modificaciones
craneales”, Maquillaje y huipiles: los arreglos femeninos”,
“Estudios para honrar a los dioses”, “Los gremios del
comercio: los pochtecah”, “El gran mercado de Tlatelolco
y sus secretos”, “Alimentos mesoamericanos para el
mundo”, “El pulque, bebida para alegrar el corazón”, “Los
tamales, bocadillos para los dioses de la lluvia”, “Aquellos
por quienes vivimos: las deidades” y “Casamenteras y
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banquetes: los matrimonios de los nahuas”. Para la
noche desarrolló los temas: “La llorona y otros espectros
nocturnos”, “Entre tecolotes y estrellas: magos y
hechicería”, “Las alegradoras: la prostitución en
Tenochtitlán”, “Transgresiones sexuales”, “Aves de mal
agüero, designios y portentos divinos”, “Ofrendas de
copal y sangre: religión”, “El tiempo y los destinos:
calendarios mexicas”, “Oro y turquesas: la entronización
del Huey Tlatoani”, “Disputas, infracciones y castigos: la
justicia en Tenochtitlán”, “Dardos y flechas: el armamento
mexica”, “Flores y sangre: las guerras floridas”, “Rituales
funerarios para el viaje del más allá”, “Exequias
imperiales: la muerte del Huey Tlahtoani”, “Los paraísos
después de la muerte”, “Xolos y jades: el camino al
Mictlán” y “Cae la noche en Tenochtitlán”.
Con la división anterior, el autor da a entender una
dualidad, que en el día, con la luz del Sol, comenzaba la
vida activa de los mexicas, y en la noche, con la
obscuridad, los habitantes tenían que resguardarse por
los espectros nocturnos, los pájaros nocturnos de mal
agüero, los magos y hechiceros, las transgresiones, los
rituales funerarios, etcétera. Lo que acontecía durante la
noche tiene una fuerte carga simbólica negativa.
Dualidad que puede ser mal interpretada por algunos
lectores al considerar que en el día (lo masculino)
acontece lo bueno y en la noche (lo femenino) lo malo.
El día y la noche eran importantes, aunque con más
actividad en el primero que en el segundo, pero también
de mucha importancia por el descanso y los rituales
nocturnos. Alfonso Caso, en su obra Los calendarios
prehispánicos, expone que los dioses son figuras
centrales en los calendarios o tonalamatl, que cargaban
el año, donde cada día tenía dos acompañantes, uno
comenzaba su viaje a media noche con un símbolo
cargado de augurios; el otro los sustituía a mediodía y
viajaba hasta la medianoche (Caso, 1967:112). Nacer en
determinado mes, día y hora marcaban la vida una
persona. El día y la noche y la estratificación social
enmarcan las reglas de conducta que aplicaban para
comer, vestir, los hábitos de limpieza y de salud, el
saludo, los insultos y las ofensas.
Estamos acostumbrados a manejar el tiempo absoluto de
Newton, en el sentido de fluir de forma continua y
regular, y condicionado en un espacio, es una
concepción occidental que no funcionaba de esta
manera en la cultura mexica, en particular, y la cultura
mesoamericana, en general. Este tiempo lineal, que usan
la mayoría de los arqueólogos e historiadores, se debe a
la proyección de nuestra cultura occidental del manejo
del tiempo, pero la concepción de éste y del espacio es
mucho más complejo. Siguiendo a Michel Graulich, quien
opina que los mexicas tenían el modelo del día, de la
alternancia de la luz y la oscuridad, del ascenso al cenit,
del ocaso y el descenso del nadir, el Sol iniciaba su
renacimiento a la media noche y al mediodía empezaba
su proceso de marcha atrás, dice: “el Sol verdadero sólo
se muestra por la mañana. Llegado al cenit, al mediodía,
da marcha atrás hacia el oriente para sólo volver al otro
día. Lo que se ve por la tarde sólo es la luz del Sol o,
más bien, su reflejo” (Graulich, 1987:70-71).
El tiempo mesoamericano
Cuando el autor aborda el tema calendario solar, no
aclara que la existencia del “calendario” maya data
desde el Período Clásico (200 a 900 d C.), en otras
palabras, el uso del sistema de contar el tiempo ya era
común en la cultura prehispánica. En cuanto al concepto
de “calendario”, para el mundo mesoamericano no
existía; para éste era un sistema de tres cuentas que
estaban combinadas, formando un todo. Sin embargo, lo
que se dice sobre el “calendario” mexica no debe
aplicarse para las otras culturas y viceversa. Estudios
especializados en la actualidad han establecido
diferencias que demuestran que no necesariamente
estaban sincronizados, para el caso de los mexicas éstos
tenían tres cuentas que en náhuatl denominaban
cempohuallapohualli o “cuenta del año”, el tonalpohualli o
“cuenta adivinatoria” y el citlallapohualli o “cuenta
venusina” (Kruell, 2017:141). Al igual que los mayas, la
cuenta del tiempo mexica estaba basada en los ciclos de
la Tierra y Venus alrededor del Sol y de la Luna
alrededor de la Tierra. Sobre este sistema de cuentas del
tiempo existen incomprensiones acerca de su
funcionamiento, debido a que hay más interés en
reutilizarlo en vez de entenderlo.
La difusión de la historia, aunque esté destinada a un
público que se acerca por primera vez a un hecho
histórico, para cualquier cultura del mundo, es importante
matizar su temporalidad, ya que cada hecho tiene
diferentes temporalidades. Respecto al tiempo, como
bien comenta Anthony F. Aveni, llevó siglos de
observación astronómica y muchas generaciones para
que surgiera un sistema exacto, desde luego la
determinación exacta del año trópico, los meses
sinódicos de la Luna, los ciclos de eclipse de Sol y Luna,
el ciclo de Venus, etc. De esa manera humanizamos a
los hombres del pasado.
La crítica a las fuentes escritas en el siglo XVI es
importante, porque los europeos que llegaron a América,
en ese siglo, traían como parte de su cultura el
calendario Juliano, creado por Julio César, en el año 46
a C., que comprendía un año regular de 365 días
divididos en 12 meses y agregaba un día bisiesto cada
cuatro años; que perdía alrededor de tres días cada
cuatros siglos. No fue hasta 1582 cuando el Papa
Gregorio XVIII emitió la bula Inter Gravissimas, donde
pone en efecto el proyecto propuesto por la “Comisión
del Calendario”, elaborado en la Universidad de
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Salamanca; como compromiso adquirido en el Concilio
de Trento para corregir el desfase: En 1583, Felipe II
aceptó el calendario Gregoriano, llamado así en honor al
Papa, para todos sus territorios, éste establecía como
años bisiestos los múltiplos de 4, exceptuando los años
múltiplos de 100, para nivelar el desajuste temporal.
Hoy se sabe que el calendario gregoriano no corrige las
discordancias temporales propias de la astronomía, se
han observado cambios cada 3.000 años debido a que
los sistemas planetarios están en continuo movimiento
en el Cosmos, y al tiempo que los de rotación y traslación
van disminuyendo su velocidad, y eso hace que se
incurra de nuevo en desajustes.
La divulgación de la historia
El historiador Álvaro Vázquez Mantecón, quien es autor
de un texto sobre divulgación de la historia, considera
que ésta es por necesidad multidisciplinaria y colectiva
(Vázquez, 2002) lo cual implica que el divulgador de la
historia debe sumar su conocimiento al de guionistas,
museógrafos, diseñadores, realizadores y editores. En
este sentido, Enrique Ortiz, aunque no es de profesión
historiador, como diseñador ha sabido conjuntar su
interés de la historia con su preparación académica.
Cabe reconocer que se ha documentado para escribir
este periodo de la historia de México, labor que los
profesionales de la disciplina histórica han descuidado
por estar sujetos a evaluaciones académicas, donde la
labor de la divulgación no es valorada, por esta razón, la
difusión de la historia es vista como secundaria, frente a
otras más privilegiadas como la investigación o la
docencia (Fuente Cid, 2021). Ante este abandono, la
labor divulgativa ha sido conducida por personas que no
necesariamente son historiadores.
Gabriel Di Meglio, historiador que cuenta con una larga
carrera en divulgación histórica, opina que como ésta no
se dirige a un público académico o institucionalizado
“sino a públicos en otros espacios donde no
necesariamente hay evaluación o devolución por parte
de los estudiantes, y eso en buena medida determina su
lógica” (Morea y Reclusa, 2016:194).
En ese sentido, en la ética de la divulgación, el
divulgador tiene el compromiso de no transformar al
pasado, en otras palabras, tener un compromiso ético
con esos muertos y con las voces que nos llegan de ellos
y no transformar sus voces en las nuestras. Eso es algo
tan importante en la divulgación como en el trabajo de
investigación científica. En los dos ámbitos ese riesgo
está presente y la ética es fundamental.
La divulgación histórica contemporánea, desde mi
perspectiva, está basada en dos paradigmas la
positivista y la historicista. Seguir estos paradigmas para
la divulgación de la historia es presentarla como historiapasado que caracteriza a la historia nacionalista, hay que
escribirla con reflexión y crítica historiográfica, y que no
pretende construir el conocimiento para llegar a la
verdad. Lo importante de la historia no es la simple
narración de hechos que tienen cierto grado de
veracidad, sino cómo se interpretan los hechos, y no
puede ser que los acontecimientos pasados “hablen por
sí mismos” y que el historiador solamente tenga la tarea
de narrarlos de la manera más exacta y precisa. La tarea
del historiador o divulgador no depende de su talento o
de su capacidad de narración sino de la aplicación del
método histórico y de aplicar las teorías específicas, que
generalmente están implícitas en la narrativa, que utiliza
para explicar, lo que en realidad estaba sucediendo,
donde espacio y tiempo tienen mucha importancia.
Conclusión
La obra El mundo prehispánico para gente con prisa
tiene un doble mérito, por una parte, el autor hizo
muchas lecturas de fuentes e investigaciones para
entender a la cultura mexica y por otra, su escritura es
ágil para llegar a un público amplio. El examen de estas
características hace que pueda concluir que la obra
cumple su función de difusión de la historia. El lector
podrá encontrar en ella relatos que lo acercan a la vida
cotidiana de los mexicas, acerca de sus rituales,
comidas, funcionamiento de los mercados, hábitos de
limpieza, la prostitución, los tatuajes, los saludos, indultos
y ofensas, entre otros aspectos de su cultura; así como
de las clases sociales y la aplicación de la justicia.
Referencias
Caso, Alfonso (1967). Los calendarios prehispánicos, volumen I, México:
Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de
Investigaciones Históricas, Serie de Cultura Náhuatl Monografías, 6,
266 pp.
Fuente Cid, Mario (2021). “La historia y su divulgación, ¿Una
herramienta al servicio del Estado-nación?”, en Este País, véase
https://estepais.com/cultura/la-historia-y-su-divulgacion-unaherramienta-al-servicio-del-estado-nacion/ Consultado 2 de agosto de
2021.
Graulich, Michel (1987). Mythes et rituels du Mexique ancien
préhispanique, Memoires de la clase des lettre, col, in-8, segunda
serie, t. LXVII, fascículo 3, Académie Royale de Belgique Lovain-laNeuve, Bruselas, 463 pp.
Kruell, Gabriel K. (2017). “Algunas precisiones sobre el calendario
náhautl”, en Estudios de Cultura Náhuatl, UNAM, núm. 54, pp. 135164.
Morea, Alejandro y Alejo, Reclusa (2016). “El pasado en cuestión. Cruces
entre la investigación académica y la divulgación popular. Entrevista a
Ezequiel Adamovsky y Gabriel Di Meglio”, en Pasado Abierto,
Revista del CEHis, núm. 4, pp. 189-203.
Ortiz, Enrique (2021). El mundo prehispánico para gente con prisa.
Ciudad de México: Editorial Planeta, 224 pp.
Soustelle, Jacques (1956). La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de
la conquista. México: Fondo de Cultura Económica, 284 pp.
Vázquez Mantecón, Álvaro (2002). “La divulgación de la historia como
problema historiográfico”, en José Ronzón y Saúl Jerónimo (Coord.)
Reflexiones en torno a la historiografía contemporánea. México:
Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 345-354.
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