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. El Castillo de Castro el Viejo

2014, Torreparedones. Investigaciones arqueológicas (2006-2012)

Investigación arqueológica realizada en el castillo de Castro el Viejo o de Torreparedones (Baena, Córdoba) entre los años 2007 y 2012

TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) EL฀CASTILLO฀DE฀CASTRO฀EL฀VIEJO RICARDO CÓRDOBA DE LA LLAVE. E l castillo de Torreparedones se encuentra situado en la Campiña cordobesa, próximo al límite septentrional de los términos municipales de Castro del Río y Baena, cuya divisoria de términos atraviesa el sector occidental de la propia fortaleza. Se puede acceder por la CV149 de Castro del Río a Cañete de las Torres o mejor por la CO-283 de Baena a Cañete de las Torres de la que parte, por su margen norte, la vía pecuaria denominada “camino de Castro del Río a Porcuna” desde la que se accede a la fortaleza. Resulta evidente que la situación del castillo, enclavado sobre la cota más elevada de la zona (Cerro de las Vírgenes, 579.60 m.s.n.m.), tiene un carácter marcadamente estratégico por su dominante posición en la zona sureste de la provincia de Córdoba. Ésta comprende una extensa área desde las Sierras Subbéticas, por el sur, hasta los límites septentrionales de las localidades de Espejo, Baena y Castro del Río, así como el ángulo suroccidental de Cañete de las Torres, por el norte. Se emplaza, igualmente, en el extremo septentrional de la ciudad ibero-romana de Torreparedones (¿Itucci?), coincidiendo con la cota más elevada del relieve, y está construido sobre los restos del anterior asentamiento ibérico. Torreparedones era un poblado antiguo en el momento de la conquista cristiana de esta zona de la Campiña, que debió de producirse entre los años 1240 y 1245, y que contaba ya con parroquia y términos eclesiásticos propios en el año 1300 (Sanz Sancho 1995: 183). Existen muchas dudas sobre el origen de su nombre; quizás proceda del término “el Castro Viejo”, con que podría haber sido conocido en la época debido a la antigüedad de los restos arquitectónicos visibles en el yacimiento; pero la aparición de los topónimos Castro Virgeto o Castro Bigeti en fuentes como el Pasionario de Cardeña, del siglo XI, plantea como hipótesis alternativa la posibilidad de que el nombre fuera utilizado anteriormente y tenga relación con el topónimo Castro de las Vírgenes (López Domech 1999: 388; López Domech 2000: 131). Inicialmente perteneció al dominio del rey castellano Alfonso X quien lo entregó, en septiembre de 1269, a Fernán Alfonso de Lastres, comendador de la Orden Militar de Santia- 130 Torre del homenaje del castillo de Castro el Viejo (Foto: Antonio Galisteo León) go y alcaide del castillo de Baena, de forma que desde sus inicios se constata una relación histórica entre las fortalezas de Baena y Torreparedones (Padilla 1981: 68). El documento de donación lo conocemos por estar contenido en otro, fechado a 12 de noviembre de 1496 y custodiado en la Sección del Registro General del Sello del Archivo General de Simancas. En dicho privilegio Alfonso X hace donación a Fernán Alfonso, “de la torre e castillo de Castro Viejo, con todos sus heredamientos” y le concede la “villa e castillo” de Castro Viejo para que “pueda poner e ponga en el dicho castillo por alcayde a Gonzalo Alfón, su fijo mayor”, atendiendo a “lo mucho que el dicho Fernán Alfonso e Pedro Fernández su fyxo e Pelay Pérez e Garcí Fernández sus hermanos an trabajado estando en las guerras del Andaluzía, e en la toma e en la guerra de Córdoua e de nuestra villa de Baena”; en la concesión el monarca ordena a Fernán Alfonso que “tengáys aguisado el dicho castillo de Castro Viejo e aperçibido de caballos e armas”. (Fig. 01) A finales del siglo XIII, y debido probablemente a la inseguridad política de la frontera que siguió a la consolidación del Reino Nazarí de Granada y a los inicios de la intervención meriní, Gonzalo Alfonso de Lastres, hijo de Fernán Alfonso y apodado “el cautivo”, se vio obligado por su condición de prisionero a vender el castillo para así lograr su liberación. Este hecho lo conocemos gracias a un pleito mantenido, el año 1300, por el nieto de Fernán Alfonso de Lastres, Pe- Fig. 1. Fragmento del documento de donación de Castro el Viejo a Fernando Alfonso de Lastres, realizada por Alfonso X en 1269 (Archivo General de Simancas). 131 TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) dro Fernández, con el concejo de Baena y contenido en un documento fechado en 13 de agosto de dicho año y conservado también en el Archivo General de Simancas. En él Pedro Fernández, hijo de Gonzalo Alfonso y vecino de Baena, alega estar exento del pago de la moneda forera por su condición de hidalgo, para demostrar la cual alude a su ascendencia familiar, declarando ser hijo de Gonzalo Alfon, “que fue tenente de Castro Viejo e lo vendió a Payo Arias de Castro”, y nieto de Fernán Alfon, alcaide del castillo de Baena, a quien el rey había hecho merced del dicho castillo de Castro Viejo y de su jurisdicción. En virtud de esta venta, desde finales del siglo XIII el nuevo propietario fue Pay Arias, alcalde de Córdoba y señor de Espejo, quien en esos momentos estaba formando su patrimonio territorial en el área de la campiña oriental cordobesa y quien a raíz de la adquisición de Torreparedones cambió su título por el de Pay Arias de Castro (Padilla 1981: 65; Cabrera 1982: 223). Sin embargo, el 3 mayo de 1328 el rey Alfonso XI, atendiendo una petición del concejo de Córdoba (“a lo que desides del castillo de Castro Viejo, que resçibides muchos agrauios de tomas e males del que lo tiene agora, e que lo mandase dar a un vesino de y de la villa que lo touiese por mí”), ordenó desposeer de la tenencia de la fortaleza a Pedro Díaz de Aguayo y entregar la alcaidía de Castro el Viejo a Fernando Alfonso, Alguacil Mayor de Córdoba (Nieto 1986: 38). Este cambio de alcaide al frente del castillo permitiría sospechar que en esa fecha la fortaleza, y quizá la propia aldea de Castro el Viejo, se hallaba ya bajo la jurisdicción de Córdoba, aunque las noticias que poseemos sobre la jurisdicción del castillo en la primera mitad del siglo XIV son contradictorias. Por una parte, según Maraver y Alfaro, en estos años de principios del siglo XIV el linaje de los Valenzuela se unió con el del señorío de Espejo gracias al matrimonio de Urraca Sánchez de Valenzuela con Martín Sánchez de Castro, que es mencionado como señor de Castro el Viejo, y que era hijo segundo de Pay Arias de Castro; y el hijo de ambos, Juan Pérez de Valenzuela, V señor de Valenzuela, quien recibió de Alfonso XI en 1332 la Alcaidía de Baena y el Alguacilazgo Mayor de Córdoba, continuaba declarándose señor de Castro el Viejo (Maraver s.d.: s.f.). Por otra parte, la sentencia dictada por el juez de términos de Pedro I, Gómez Fernández de Soria, el 5 de octubre de 1352, declaraba a Castro el Viejo como castillo de Córdoba y delimitaba con exactitud los límites territoriales de la población indicando “que esta dicha tierra e término lo ayan por suyo los del dicho lugar de Castro el Viejo” (Cabrera 1976: 70). 132 Aunque a lo largo del siglo XV Castro el Viejo permaneció vinculado al dominio jurisdiccional de Córdoba, se registra un último cambio de señorío con motivo del enfrentamiento entre Enrique IV y su hermano el infante don Sancho entre los años 1465 y 1468. A consecuencia de los disturbios protagonizados contra el monarca en la ciudad de Córdoba y de haberse alineado ésta inicialmente con el infante, Enrique IV concedió la jurisdicción de Castro del Río y de su término al Conde de Cabra por privilegio fechado en Olmedo a 30 de noviembre de 1464 (AHN Sección Nobleza, Fondo de Baena, Caja 45, doc. 18), concesión en la que se incluyó con casi total seguridad el lugar de Castro el Viejo. De esta forma, entre los años 1465 y 1469 Diego Fernández de Córdoba mantuvo la posesión de ambos lugares, aunque tuvo que devolverlos a Córdoba cuando la ciudad se reconcilió con el monarca en 1469, quien en compensación entregó al Conde la Alcaidía de la fortaleza de Alcalá la Real. Es probable que durante esos años el Conde de Cabra realizara obras de reforma y mantenimiento en el castillo de Castro el Viejo, como señal de posesión de la fortaleza, pues en junio de 1469 el monarca ordenaba al concejo cordobés restituir al Conde los maravedíes que hubiera gastado en las labores realizadas durante el tiempo en que el castillo se halló bajo su jurisdicción. Durante el siglo XV aparecen citados diversos alcaides de la fortaleza de Castro el Viejo en la documentación notarial. Entre 1477 y 1490, Antón de Córdoba; ya en el siglo XVI, Gonzalo Carrillo (1505) o Francisco Pacheco (1506), que denunciaron durante esos años que la fortaleza estaba “caída y maltratada”, solicitando al concejo de Córdoba que la “mandase adobar” para su conservación. A partir de entonces, y durante la Edad Moderna, el espacio ocupado por el asentamiento quedaría dividido entre los cortijos de Castro el Viejo, Paredones de Medina y las Vírgenes, que junto con los de Pérez Estrella y Butaguillos, formaban parte de los bienes de propios de la ciudad de Córdoba y se arrendaban a particulares para su explotación. Ya bien entrado el siglo XIX, y como consecuencia de las medidas desamortizadoras, dichos cortijos fueron vendidos a particulares. En definitiva, entre los siglos XIII y XV el castillo y la población de Castro el Viejo conocieron su período de mayor desarrollo dentro del Medievo, probablemente como consecuencia de la proximidad de la frontera castellano-nazarí y del papel defensivo que el recinto fortificado jugó en la defensa de la Campiña oriental de Córdoba. Desde finales del siglo XV parece que la localidad se despuebla y el castillo se arruina; y todo parece indicar que hacia mediados del siglo medieval en multitud de regiones, y responden a la misma necesidad de agrupamiento de la población y de utilización de la orografía como recursos defensivos ante el período de inestabilidad política y social que siguió a la desaparición del dominio romano en el Mediterráneo occidental. Ese es el caso de la Italia Central, donde Chris Wickham llegó a acuñar el término hill top villages para referirse a este modelo de población situada en altura; o el del Levante andalusí, donde han sido bien estudiados por investigadores de la Casa de Velázquez (Bazzana, Guichard y Cressier 1988). XVI el lugar quedaría definitivamente abandonado, pues a partir de entonces solo encontramos referencias a los cortijos situados en su entorno y no al propio asentamiento. En 1566 ya no se cita siquiera como donadío entre los lugares que pagan diezmos en los arcedianatos de Córdoba y Castro del Río (1566.08.23, AH Nobleza, Fondo de Baena, C-48, D. 9). Como asentamiento bajomedieval, Castro el Viejo constituye un típico ejemplo de poblado edificado en altura y de fortaleza de carácter estratégico situada en primera línea de frontera. Si observamos el plano general del yacimiento, delimitado por el recinto amurallado ibero-romano, vemos que se trata del típico poblado en altura, asociado con una fortaleza que ocupa a su vez la parte más elevada y mejor defendida del enclave. Provisto de una ladera meridional (solana) más suave que la septentrional, ésta última (umbría) se defendería casi por sí misma gracias a lo escarpado del relieve, mientras que en la Sur se dispondría el barrio de viviendas, como parecen evidenciar las prospecciones topográficas llevadas a cabo en el yacimiento y los sondeos efectuados por el primer equipo que excavó en el yacimiento (Cunliffe y Fernández 1999: 241). (Fig. 02) Asentamientos pertenecientes a este modelo han sido estudiados para la época Como es habitual en este modelo poblacional, la aldea suele estar ligada a una fortificación que, como hemos indicado, ocupa el lugar que ofrece mayor control estratégico del territorio y facilidades de defensa, en contacto visual con otras fortalezas y eventuales enclaves estratégicos como torres vigías. El caso que nos ocupa constituye un buen ejemplo: la fortaleza está emplazada en la parte superior del cerro, defendida por la orografía en su ladera Norte, rodeada por un foso por los lados Este y Sur (los peor defendidos y más en contacto con la población) y asociada a una gran Torre del Homenaje que sirve, a su vez, de último refugio y torre vigía. El lienzo Norte de la fortaleza apoya, de hecho, sobre la muralla ibero-romana que aquí sirve de límite al asentamiento al coincidir con el inicio del desnivel orográfico septentrional (Morena 2002: 165). (Fig. 03) Junto al flanco oriental del castillo se extiende una explanada situada a una altura algo inferior a la del propio castillo, rodeada por un recinto amurallado que conectaba con él en el ángulo sureste, junto a la Torre del Homenaje, y en el ángulo noreste junto a la torre angular allí situada. En este recinto, que ha sido objeto de excavación en 2013, se conservan los restos de un edificio de planta rectangular que ocupa el extremo oriental de la explanada y tiene una datación anterior a la muralla circundante, de forma que quizás constituya los restos de una fortificación más antigua, de origen almohade; y de un horno de pan que se mantuvo en uso hasta el momento final de ocupación del asentamiento. Por lo que res- 133 TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) del Homenaje), derruidas en el occidental, y su organización responde a modelos bien conocidos y ampliamente usados en la arquitectura defensiva medieval (Mora Figueroa 1994). La Torre del Homenaje está emplazada en el ángulo sureste, apoyada sólidamente sobre un basamento o plataforma de sillería de 5 x 3 m de planta y 2,50 m de altura, que le sirve de cimentación; cuenta con planta cuadrangular de 4 x 5 m, 14 m de altura y presenta las esquinas redondeadas (una solución habitual en las fortalezas de época bajomedieval que suele aparecer en obras datadas a fines del siglo XIII o durante la primera mitad del XIV). Está articulada en su interior con una doble planta apoyada sobre bóveda de crucería, que habilita dos cámaras diferentes a las que se accedería desde el adarve o bien a través de un acceso de madera desde el espacio situado en el ángulo sureste del patio de armas. (Fig. 04) Fig. 3. Fotografía aérea del estado actual del castillo, en octubre de 2013, en la que se aprecia la planta de la torre noroeste Fig. 4. Vista de la Torre del Homenaje y lienzo meridional del castillo desde el norte, donde se aprecian los accesos en estado anterior al derrumbe acaecido en 2010 pecta a su organización defensiva, el castillo presenta planta trapezoidal, casi cuadrada a simple vista, dotada de torres angulares de planta también cuadrangular, bien conservadas en su lado oriental (la del ángulo sureste es la propia Torre 134 En la fachada septentrional de la Torre y a la altura del adarve aparecen dos vanos que permiten la entrada a las cámaras, de los que conservamos un buen dibujo atribuido a Aureliano Fernández Guerra en 1834. El ubicado hacia el Este de dicha cara Norte tiene 1 m de altura por 60 cm de anchura y da paso a dos peldaños descendentes en el pequeño pasillo que se articula para atravesar el muro, pasillo cubierto en su parte superior por un techo de losas de piedra planas con acusada inclinación hacia el interior de la torre; esos escalones podrían unirse a una escalera de caracol, de la que parecen quedar huellas en el interior del muro Norte de la torre, actualmente derruida, en una solución constructiva que pudo tener alguna similitud con la escalera de caracol y acceso documentados en la Torre de Canela de Ayamonte (Carriazo y Cuenca 2004: 257). Esta cámara inferior de la Torre serviría de almacén o silo puesto que en su parte baja se han hallado un suelo de paja propio de los graneros, cubierto por miles de pequeños fragmentos de huesecillos de roedores o aves, fragmentos de grandes tinajas con restos de mortero para asentarlas sobre el terreno, así como una lumbrera que facilita la entrada de luz desde la fachada meridional. El otro vano, de mayor anchura y altura (1,50 x 1m), va provisto de dos canecillos de piedra delanteros, colocados bajo dicho acceso, que debieron servir como apoyo de la estructura de madera que permitía el acceso a la Torre. Este segundo vano permite el acceso a la cámara superior de la torre, de carácter más residencial, donde se conserva una bóveda de crucería que le sirve de sostén y dos vanos de sección rectangular, abiertos en las fachadas Este y Sur de la Torre, que permiten la iluminación interior y el control del entorno. (Fig. 05) Al resto de torres angulares, las situadas en los ángulos noreste, noroeste y suroeste del castillo, se ac- cedería directamente desde el propio adarve; en este sentido, suponemos que habría una única subida al adarve, situada en el ángulo suroeste del patio de armas, donde se ha documentado el arranque de una escalera, y que sus cámaras estarían vinculadas a través de dicho adarve. (Fig. 06) El acceso al castillo se hallaba situado en el lienzo oriental, próximo a la esquina noreste de la Torre del Homenaje. Los restos constructivos documentados en este acceso no se corresponden, en cuanto a técnica edilicia y uso de materiales, con los pertenecientes a los muros perimetrales del castillo; se trata de muros edificados con sillares y mampuestos de menor tamaño, trabados mediante un mortero de cal mucho más blanco y de menor resistencia, motivo por el cual el acceso se hallaba derruido. Ello parece indicar que el acceso documentado, aunque sin duda estuvo en uso durante el último período de vida del castillo, no debe de ser el original del siglo XIII, sino fruto de una reforma llevada a cabo a fines de la Edad Media, probablemente en la misma fecha en que se realizó la reforma de las estructuras que se documentan en el interior del patio de armas y que, por la datación de los materiales asociados, parece haber sido efectuada a fines del siglo XV. El acceso se articula mediante un pasillo de 2 m de anchura bajo cuyo suelo discurre una canalización de aguas residuales de lluvia que vierte al sector oriental de la cava y que está protegido mediante dos torres laterales o bastiones de planta cuadrangular (de 4 x 3 m) cuyo alzado ha desaparecido y que se conservan tan solo a nivel de cimentación. Esta solución defensiva, consistente en utilizar una doble torre de planta cuadrada para proteger la puerta, fue muy utilizada en la construcción medieval, como en el castillo onubense de Cumbres de San Bartolomé, donde el acceso principal aparece protegido por este doble bastión entre el que discurre una rampa de acceso al arco apuntado que sirve de entrada (Carriazo y Cuenca 2004: 134). En paralelo con el límite exterior de las torres (oriental), los restos de dos gorroneras parecen indicar la existencia de una puerta exterior del castillo, probablemente asociada a un arco que uniera las torres por su parte superior. Una vez superada la citada puerta exterior, y avanzando por el pasillo que discurre entre ambas torres para dar entrada al castillo, se llega al tramo delimitado por los muros de cierre de la fortaleza, sobre los que correría el adarve, en cuya jamba norte se sitúa parte del fuste de una columna romana reutilizada por los constructores de este acceso para marcar el paso hacia el interior del castillo. (Figs. 07a y 07b) Por lo que respecta a la organización del patio de armas, responde a un esquema organizativo también habitual de las Fig. 5. Bóveda y vanos que separan las cámaras de la Torre del Homenaje Fig. 6. Peldaños situado en el ángulo suroeste del muro occidental de la fortaleza, probable restos de la escalera de acceso al adarve fortalezas medievales, con un espacio abierto central en torno al cual se articulan diferentes estancias o dependencias. De igual forma que ocurre con el sistema de acceso, la técnica edilicia de las estructuras exhumadas en el patio de armas no se corresponde con la que aparece en los muros exteriores del castillo y en su Torre del Homenaje, y ello permite datar en una misma fase constructiva la organización documentada en el acceso oriental y la del patio de armas que, como hemos indicado, se puede establecer en los últimos años del 135 TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) una blanca de rombo de Enrique IV, podemos concluir que los restos constructivos que hoy observamos corresponden a una reforma efectuada a fines del siglo XV, quizá por el Conde de Cabra, que organizaría el espacio interior del patio de armas y su acceso tal y como lo hemos documentado, en sustitución de estructuras más antiguas. Fig. 7. Vista aérea y septentrional de los elementos arquitectónicos documentados en el acceso oriental a la fortaleza Sea de una u otra forma, lo cierto es que tras superarse el pasillo de acceso al castillo, encontramos una larga estancia de planta rectangular, extendida en sentido Norte-Sur en paralelo con la parte interna del muro de cierre oriental de la fortaleza, carente de suelo pavimentado, cuyas dimensiones y vinculación con la zona de acceso permiten identificarla como cuadra o zona de caballerizas. En su lado Sur, frente por frente al pasillo de acceso desde el exterior, se dispone una estancia de planta cuadrada pavimentada con losas de piedra que sirve de comunicación entre las caballerizas y el patio central del castillo; este pequeño espacio está separado de la cuadra por los restos de dos mochetas o pilares laterales que parecen constituir la zona de apoyo de un posible arco o estructura que soportara una segunda puerta, de acceso directo al patio central, una vez dentro del castillo; viene a confirmar esta hipótesis el hallazgo de un conjunto de clavos de hierro en el ángulo noreste del espacio, junto a la mocheta Norte de esta posible puerta, que quizá formaron parte de sus hojas. (Figs. 08a y 08b) Fig. 9. Restos de pavimento de piedra cubierto de ceniza y rebancos adosados al muro oriental del castillo en el ángulo sureste del patio de armas (posible cocina) Junto a este zaguán de entrada, y situado en su flanco meridional, se documenta un pequeño espacio de planta cuadrada cuyo acceso parece haberse realizado desde el zaguán; muy deteriorado en su mayor parte, conservaba en el ángulo noreste restos de un suelo de ladrillo cubierto por una gruesa capa de ceniza, así como dos banquetas o rebancos de sillería, adosados a la cara interna del muro de cierre oriental del castillo, uno de los cuales dispone en su parte superior de una fina capa de mortero. Aunque la funcionalidad de este espacio es desconocida, podría tratarse de un horno u hogar vinculado a la cocina de la fortaleza. (Fig. 09) siglo XV. Hemos visto cómo entre los años 1465 y 1469 Enrique IV entregó la jurisdicción del castillo al Conde de Cabra, Diego Fernández de Córdoba, y cómo finalizada la contienda con el infante don Sancho el monarca devolvió la jurisdicción de Castro el Viejo al concejo cordobés, a cambio de que abonara al Conde de Cabra los maravedíes que había gastado en las obras realizadas, entre otros castillos, en éste de Castro el Viejo. Parece claro, por tanto, que a finales de 136 los años 60 del siglo XV, incluso hasta principios de los años 70 (Córdoba tardó algún tiempo en volver a ocupar de manera efectiva el castillo), se realizaron obras de consolidación en la fortaleza. Si a ello unimos el hecho de que buena parte de la cerámica aparecida en el patio de armas y en los estratos de relleno asociados a la edificación de sus espacios perimetrales puede datarse a fines del siglo XV y principios del XVI y que la única moneda medieval aparecida en el patio de armas es Una vez traspasado el zaguán se accede, por su ángulo sureste, al patio de armas abierto que ocupa la posición central en la fortaleza. Se trata de un amplio espacio de planta cuadrangular, con 8 x 10 m de extensión, en cuyo ángulo noreste se documenta un aljibe para el almacenamiento de agua del que sobresale tan solo la parte superior de la bóveda. Este aljibe responde a un modelo muy habitual en las fortalezas medievales: planta rectangular, casi 3 m de profundidad, capacidad hídrica de 18000 litros, cubierta de mampostería trabada con Fig. 10. Vista interior del aljibe una vez completadas las labores de limpieza mortero en forma de bóveda de medio cañón y enlucido interior de los muros con mortero hidráulico y revestimiento a la almagra (Córdoba y Rider 1994). (Fig. 10) 137 TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) TORREPAREDONES,฀INVESTIGACIONES฀ARQUEOLÓGICAS฀(2006-2012) con el acceso a los adarves, en función del arranque de escalera documentada. Las cuatro salas cumplen funciones residenciales propias del castillo, aunque no es posible identificar con rotundidad si se trata de dormitorios, almacenes, salas, etc. El acceso a la estancia occidental se llevaría a cabo desde la zona central del patio, donde se conserva un vano junto a cuya jamba meridional aparece labrada en el pavimento la huella de un cerrojo; en su extremo Norte aparece la comunicación con la estancia situada al norte del patio y alineada con el muro septentrional de cierre del castillo. En el ángulo suroeste se halla el vano de ingreso al espacio adosado a la cara interna del muro de cierre meridional y, finalmente, otro espacio se alinea con el lateral Este del patio y con el muro oriental del aljibe, de forma que dicho depósito de agua ocuparía un lugar adosado al muro que separa el patio de dicha estancia. (Fig. 11) Las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en el recinto medieval del yacimiento han ofrecido algunos materiales notables, que permiten fechar la construcción de la arquitectura interior del castillo a fines del siglo XV. Entre ellos destacan los restos de escudillas de oreja de vidriado verde oscuro, alguna decorada con motivos de flor de lis en el asa; cerámica de reflejos metálicos y azul y dorada, de tradición malagueña (los llamados platos de Málaga en los inventarios de la época), quizás de procedencia nazarí o valenciana; platos de tipología bajomedieval con decoración vidriada de manganeso sobre melado; y una blanca de rombo de Enrique IV, acuñada hacia 1472. En el recinto fortificado situado al Este del castillo ha aparecido un pepión de Fernando IV y materiales anteriores al siglo XV, que parecen vincular esta zona del yacimiento con un período de uso anterior, que carece de las reformas efectuadas en ese momento en el interior del castillo, lo cual coincide con la ruptura de su amurallamiento por la cava efectuada ante el lienzo oriental. (Figs. 12a – 12d) Fig. 11. Planta general de elementos documentados durante el proceso de intervención arqueológica de la fortaleza El patio de armas se halla pavimentado mediante losas de perfil irregular y variado tamaño; su buen estado de conservación y su relación con las estructuras murarías que lo rodean permiten afirmar que se trata de una obra de fines del siglo XV, realizada a la par que el resto de estancias del patio de armas. En su zona central (algo desplazado hacia el Sur), y a la cota inferior del patio (que lleva sus corrientes adecuadas en la disposición del pavimento) aparece un desagüe de planta circular, que serviría para la evacuación del agua de lluvia procedente de los muros y cubiertas de las dependencias del castillo y que se halla conectado con la canalización 138 hidráulica documentada en la zona del pasillo de acceso y que desemboca en el tramo oriental del foso. En torno a este espacio central se disponen cuatro estancias que rodean el patio de armas en forma de crujías establecidas en sus lados Norte, Oeste, Sur y Este, aunque en el extremo Norte (en linde con el muro Norte del aljibe) y en el ángulo suroeste se abren sendos huecos sin estancia que conectan el patio directamente con los muros de cierre de la fortaleza. Ambos espacios debieron de tener una funcionalidad bien definida que en el caso del situado al suroeste se debe relacionar En suma, las intervenciones efectuadas en el propio castillo y en el recinto fortificado asociado han permitido documentar de forma bastante completa la organización interior de la fortaleza y su sistema de acceso, así como la organización y estructuras asociadas al recinto oriental, poniendo a disposición de los investigadores no solo datos muy valiosos para llevar a cabo de forma acertada la consolidación y restauración de las estructuras exhumadas, sino para conocer la organización defensiva y doméstica de un castillo de la frontera castellano-nazarí en época bajomedieval, con la virtud de que dicha organización no ha sufrido transformaciones de peso desde principios del siglo XVI y todos los elementos estudiados responden a la configuración bajomedieval de la fortaleza. Fig. 12. Materiales cerámicos recuperados en el interior del patio de armas (asa de oreja con decoración de flor de lis perteneciente a una escudilla vidriada en verde oscuro, fragmentos de cerámica de reflejos metálicos azul y dorada, plato bajomedieval de vidriado manganeso sobre melado y dobla de rombo de Enrique IV) que vinculan el momento de su construcción a los años finales del siglo XV 139