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Un porfirista de siempre. Victoriano Salado Álvarez, 1867-1931

2013, Boletin Del Instituto De Investigaciones Bibliograficas

Andrés Ordóñez Vital, Alberto. zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJ Un porfirista de siem pre. Victoriano Salado Álvarez, 1 8 6 7 - 1 9 3 1 . México: uNAM-I wilológicas-Centro de Estudios Literarios / Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2002, 305 p., il. I SBN 970-32-0272-1 zyxwvutsrqpo F ormado en la tradición germana La obra académica de Alberto Vi- de la filología hispano-mexicana y tal tiene su continuación (io tal vez zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA doctorado por la universidad alemana de Constanza en Hamburgo, Alberto Vital es una de las figuras destacadas en la academia mexicana contemporánea. E specialista en la obra de Juan Rulfo, es autor de Lenguaje y poder en Pedro Páramo (uNAm, 1993), una inmersión en el contexto extraliterario de esa importante novela, y El arriero en el Danubio (uNAm, 1994), este último un estudio sobre la influencia del escritor mexicano sobre la narrativa alemana de la segunda posguerra. Asimismo, su autoridad en la materia es manifiesta en la obra de compilación Aire de las colinas (Plaza y Janés, 2000), libro en el que reúne la correspondencia íntima de Rulfo con su esposa Clara, y en la biografía de ese autor que en breve saldrá a la luz. debiera decir su origen?) en una cultivada vocación para la creación literaria. E n 1991 aparece en la imprenta de la zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXW UNAM, Lejos de las fiestas. Siete años más tarde Vital inició su fase novelística con Jardín errante (Siglo Veintiuno E ditores), a la cual le siguió en 2002 su novela más reciente, Tractatus vitae (Fundación Juan Rulfo). De un lenguaje decantado, la pulcritud narrativa de Alberto Vital no es un plato digno de cualquiera. Amparado en el sólido andamiaje de su formación literaria, los textos de Vital, al tiempo de rendir homenaje a los caminos desvelados por Mann, Proust y Broch, así como a la sutileza de Rilke, rechazan las fórmulas en boga. Vital se entrega a la búsqueda de formas y estructuras capaces de contener la expre- Boletín, vol. vn, núms. 1 y 2, México, primer y segundo semestres de 2002 303 zyxwvutsrq Andrés Ordóñez zyxwvut sión de la realidad contemporánea, a cana. Durante el siglo xx la academia partir del conocimiento y del dominio mexicana y el discurso generado por pleno de las formas fundacionales de la la intelectualidad orgánica al poder narrativa, que en su momento fue reno- revolucionario, asimiló sus enseñanvadora y que hoy se antoja insuficiente. zas, pero prefirió escabullirles sus méHay en la obra académico-literaria ritos. Aun los intentos de revaloración llevados a cabo por algunos distinguide Vital una notable coherencia a lo largo de los años, la cual está íntimamen- dos estudiosos (como José E milio Pate ligada a la constante vinculación checo en el caso de Federico Gamboa), entre la particularidad del objeto de se vieron entorpecidos por la falta de su reflexión y el contexto universal en el una distancia crítica con el poder domique el autor y su esfuerzo se encuen- nante y, en consecuencia, no pudo tran inscritos. Pero en la dinámica de su despojarse de la visión estereotipada obra también está implícita la dialéc- sobre el porfiriato y el papel y circunstica del diálogo nacional/universal que tancia de sus protagonistas intelectualleva a cabo en su labor. E n esta lógica les. Resulta significativo que durante resulta natural que Alberto Vital se en- los últimos años del siglo xx una nuecuentre empeñado en la revisión de la va generación haya tomado la determinación de llamar a cuentas el pasatradición cultural reciente y, aún más, que esa revisión implique la explora- do reciente y, dotados —éstos sí— de ción de un ámbito que apenas el día la distancia crítica que el derrumbe de hoy comienza a liberarse del este- de la mitología de la Revolución mexireotipo al que fue confinado durante cana hace factible, se lancen al examen casi cien años. Tal es el contexto en el desprejuiciado de las obras y las personas que se ubica su obra crítica más recien- que durante casi un siglo permaneUn porfirista de siempre. Victoriano cieron ignoradas. te, zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA E l libro de Vital marca también un Salado Álvarez, 1867-1931, publicada por la Universidad Nacional Autóno- viraje importante en la actitud tradicional ma de México en coedición con la de la academia literaria mexicana. Universidad Autónoma de Aguas- Durante décadas los estudiosos de la literatura en los centros de investicalientes. Salado Álvarez pertenece a la plé- gación a todo lo largo y ancho de la yade de intelectuales nacionalistas geografía universitaria nacional, asumieron la faceta literaria de los escricomo Carlos Pereyra, Federico Gamboa, Jorge Vera Estañol, Genaro García tores mexicanos como algo ajeno a su acción política. De igual modo, el disy tantos más, cuya honestidad y congruencia con su filiación porfirista los curso académico en el área de la cienhizo merecedores del estigma del dis- cia política ha sido incapaz de articucurso intelectual de la Revolución mexi- lar en su objeto de estudio la vertiente 304 Un porfirista de siempre. zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCB Reseña: zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA Vict oriano Salado Álvarez... zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXW estética. Por largo tiempo el discurso cultural mexicano exhibió sin pudor una esquizofrenia galopante: oficialmente se preciaba de que la alta burocracia se nutriera de lo más decantado de nuestra intelectualidad y, al mismo tiempo, se mostró incapaz de explicar la interacción entre intelecto y poder. El afán integrador del libro de Alberto Vital revela la consolidación de una visión distinta en el mundo de los estudios literarios. Ello, sin duda alguna, es muestra de los aires de cambio que soplan en nuestra castigada Universidad Nacional Autónoma de México, y signo de una percepción más amplia en un lugar fundamental para la historia de la literatura mexicana como es Aguascalientes. Un porfirista de siempre no es solamente una biografía intelectual de Victoriano Salado Álvarez, es también el itinerario de la generación ubicada entre aquélla que se agrupó en tomo al periódico La Libertad, dirigido por Justo Sierra, y la del Ateneo de la Juventud. A ese conjunto de brillantes intelectuales mexicanos le tocó en suerte acabar víctima de su propia congruencia política: ellos apostaron por la restauración de una época perdida y el respaldo al régimen del general Victoriano Huerta les significó (con las contadas excepciones de personajes de inusitada maestría cortesana como Genaro Estrada) el destierro del parnaso nacional. Vital examina en su obra las circunstancias culturales, familiares y políticas de Salado Álvarez hasta el momento culminante en su ejercicio del poder. El autor explica en detalle la situación material del centro occidente del país en las primeras décadas posteriores al triunfo definitivo de la doctrina liberal en México. En ese marco, ubica el entorno en el que se desarrollaron los primeros años de Victoriano Salado Álvarez, cuyo nacimiento tuvo lugar el 30 de octubre de 1867, es decir, prácticamente al momento mismo del triunfo definitivo del republicanismo en México. Salado Mvarez, como la casi totalidad de los intelectuales de su generación, creció imbuido en los ideales del liberalismo triunfante y de la mística nacionalista consolidada por la derrota del Segundo Imperio Mexicano. En ese sentido, el modelo intelectual de sus años de formación lo constituyeron las personalidades y obras de los intelectuales de la restauración, señaladamente Ignacio Manuel Altamirano. Muy joven se inicia en el periodismo de su natal Teocaltiche, Jalisco, y con ello en la incesante actividad del polemista. Desde épocas tan tempranas fueron sus interlocutores personalidades como Enrique González Martínez, José López Portillo y Rojas, Luis González Obregón, Rafael Reyes Spíndola, Carlos Pereyra, Nemesio García Naranjo, Querido Moheno y José Juan Tablada, entre muchos. 1900 marca el apogeo creativo de Salado Álvarez. Ello coincide con el establecimiento de su domicilio en la zyxwvutsrq 305 Andrés Ordóñez zyxwvu capital del país. E n ese periodo, que corre hasta 1911, publica su ciclo de novelas y encuadra también su ascenso político, primero como diputado, luego como secretario de gobierno de Chihuahua bajo la tutela del gobernador E nrique Creel y, a partir de 1906, en el aparato diplomático mexicano, en el cual llegó a desempeñarse en el nivel de subsecretario de E stado. Durante el último decenio del porfiriato Victoriano Salado Álvarez se inserta en la cúpula del grupo de tecnócratas porfirianos conocido como los Científicos. Para los efectos de su análisis, Alberto Vital lleva a cabo un cuidadoso y, en no pocas ocasiones, erudito examen de las determinantes históricas y filosóficas de los Científicos. No obstante, nos parece que el análisis de Vital se priva de un elemento decisivo que le obstaculiza una clara visión de la cercanía entre el pensamiento conservador y la visión de los Científicos. Me refiero al hecho de que para 1875 en E uropa estaba en marcha la creciente identidad entre los intereses conservadores y los liberales; para esas fechas era de general aceptación la necesidad apremiante de poner un coto eficaz a la democracia igualitaria, precisamente en el momento en que comenzaban a tomar fuerza los movimientos colectivistas obreros. E n ese sentido, la realización del corporativismo político corría el riesgo de convertirse en un colectivismo proletario que echaba mano de un instrumento antes reservado para la elite educada: el de306 recho de voto. Esta nueva situación exi_ gió una nueva estrategia que, a la vez, reclamó nuevos instrumentos teóricos y técnicos. E stos instrumentos encontraron sustento en las aportaciones doctrinarias del evolucionismo de Charles Darwin y Herbert Spencer, así como en el utilitarismo de John Stuart Mill y, por supuesto, el positivismo de Auguste Comte. De lo anterior se desprende lo que a nuestros ojos constituye un elemento que la segunda edición de Un porfirista de siempre podría atender, esto es, la comprensión profunda del liberalismoconservador, base ideológica fundamental del porfiriato, a cuya formulación los jóvenes de La Libertad, capitaneados por Justo Sierra, habrían de contribuir decisivamente. Nos parece que una identificación más precisa de las implicaciones y alcances de dicha doctrina arrojaría más luz para apreciar mejor la dimensión y el sentido de elementos como el hispanismo y ciertas manifestaciones usualmente vinculadas al mal llamado conservadurismo porfiriano. Igual que Federico Gamboa, Carlos Pereyra, Jorge Vera E stañol y muchos otros, Victoriano Salado Álvarez continúa la senda de los intelectuales de La Libertad y prefigura el papel que d e sempeñarían las generaciones del Ateneo y de 1915 pocos años más tarde. Sin embargo, los integrantes de esa generación intermedia a la que Salado perteneció, vieron sus vidas atenazadas por un cambio de época que irreme- zyxwvu Reseña: zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA Un porfirist a de siem pre. Vict oriano Salado Álvarez... zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVU diablemente los rebasó. Tras jugar un papel destacado en el caso de E l Chamizal, Salado Álvarez deja la Subsecretaría de Relaciones Exteriores a fines de junio de 1911. Ya iniciada la transición hacia el México revolucionario, Francisco León de la Barra le encomienda la redacción de la primera Ley Orgánica del Servicio E xterior Mexicano del siglo xx, y al poco tiempo lo nombra embajador en Centroamérica. En noviembre del mismo año toma el poder Francisco I. Madero, quien en marzo de 1912 lo nombra ministro plenipotenciario en Brasil. Copartícipe del extendido escepticismo hacia la persona de Madero, pese a su nombramiento diplomático en Río de Janeiro, Salado Álvarez toma sus precauciones y manda a su familia a residir en Bruselas. Agobiado por el caos en el que el país se precipita tras la muerte de Madero, y por el cansancio de meses de intenso trabajo, el escritor solicita dos meses de licencia. Concedida ésta, viaja a Bruselas para reunirse con los suyos. Regresa a Río de Janeiro el 25 de abril y en agosto de ese año el antiguo porfiriano antimaderista, ahora autonombrado Primer Jefe de la Revolución, Venustiano Carranza, cesa al cuerpo diplomático mexicano en su totalidad. Salado Álvarez pierde su casa en México, el empleo en el extranjero y comienza el primero de sus exilios políticos. Este primer exilio lo llevó a Centroamérica y California, y concluyó en 1923. Igual que Alfonso Reyes en su momento, zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZY Salado emprendió su adecuación a las condiciones que los gobiernos de los sonorenses le exigían Victoriano Salado Álvarez, como Gam: boa, De la Peña y Reyes, López Portillo y Rojas y otros distinguidos porfirianos, se acogió al abrigo de la Academia Mexicana de la Lengua y de la E scuela Nacional Preparatoria. No obstante, la raíz de Salado Álvarez, asentada profundamente en Teocaltiche, lo habría de jalar con fuerza gravitacional hasta involucrarlo en la que para algunos es la última etapa de la Revolución mexicana: la guerra cristera. Así las cosas, el escritor sale de nuevo al exilio la noche del 12 de octubre de 1927. E ste segundo exilio duraría dos años, mismos que transcurrirían entre Los Ángeles y Nueva York. Regresa definitivamente a México a fines de 1929, pero, como él mismo le escribe a su nieta recién nacida, "tiene ya sus maletas en la estación para emprender el viaje largo." E n agosto de 1931, el Diario de Yucatán le pide dejar de enviar textos que nunca publicaría. Dos meses más tarde una muela mal tratada desencadenaría la crisis que, finalmente, acabaría con su vida. No podemos sino celebrar la publicación de Un porfirista de siempre en la medida en que el libro es un acto de justicia hacia un hombre y una generación soslayada y vituperada por el discurso oficial del siglo xx. Al valor intrínseco de ese esfuerzo se suma el nivel de excelencia en el que éste es realizado y, por si no fuese suficiente, la 307 Andrés Ordóñel zyxw trascendencia que constituye en el mundo de los estudios literarios una visión integral de semejante amplitud. La obra de Alberto Vital abre hoy una nueva senda en los estudios literarios mexicanos. zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA 308