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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Galindo, Jairo Alberto
Ciudadanía digital
Signo y Pensamiento, Vol. XXVIII, Núm. 54, enero-junio, 2009, pp. 164-173
Pontificia Universidad Javeriana
Colombia
Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=86011409011
Signo y Pensamiento
ISSN (Versión impresa): 0120-4823
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Digital Citizenry
To think the city under the spectrum of it penetration,
forces us to consider aspects such as the constitution
(in it-self) of concepts like citizen and citizenship. In
this document some particularities of this approach
are considered, and it purports that teachers, as digital
citizens, should encourage this approach in order to
continue the education process outside the classroom,
in the city, as a proper space to build an information
and knowledge society.
La construcción de ciudad bajo el espectro de la penetración de las tic obliga a considerar aspectos como
la propia constitución de los conceptos ciudadano y
ciudadanía. En este artículo se abordan algunas particularidades de esta aproximación y se busca que el
docente, como ciudadano digital, fomente este enfoque
para continuar con la educación fuera de las aulas, en la
ciudad, como espacio de construcción de una sociedad
de la información y del conocimiento.
Keywords: City, digital, information society, digital
citizenry, education.
Submission date: October 27, 2008
Acceptance date: November 15, 2008
Palabras Clave: Ciudad, digital, sociedad de la información, ciudadanía digital, educación.
Recibido: Octubre 27 de 2008
Aceptado: Noviembre 15 de 2008
Origen del artículo
El artículo surgió de la reflexión sobre los espacios de enseñanza y aprendizaje del docente dentro del concepto
de ciudad como espacio posible y tic como recurso aprovechable.
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Jairo Alberto Galindo*
Ciudadanía digital
Cómo es verdaderamente la ciudad bajo esta
apretada envoltura de signos, qué contiene o esconde,
el hombre sale de Tamara sin haberlo sabido.
Italo Calvino, Las ciudades invisibles
Los medios, que me permiten jugar al simulacro de ser individuo en la multitud, destruyen mi
unidad y me convierten en un nodo de las redes,
un punto más que recibe y emite, un conector entre
* Jairo Alberto Galindo. Colombiano. Magíster en Lingüística Hispanoamericana, Seminario Andrés Bello, Instituto Caro y
Cuervo, Bogotá, Colombia; licenciado en Filología e Idiomas, Universidad Nacional de Colombia. Docente de la Facultad
de Ciencias de la Educación, Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia. Secretario general de la Sociedad Colombiana de Semiótica y Comunicación. Miembro de la Federación Latinoamericana de Semiótica. Correo electrónico:
[email protected].
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Jairo A. Galindo | Signo y Pensamiento 54 · volumen XXVIII · enero - junio 2009
fuerzas de una totalidad indeinida, móvil, en
constante transformación. Navegante nómada en
un mar sin forma, navegante en la información soy
información yo también.
Juan Carlos Pérgolis. Ciudad deseada
Así como para el hombre de las Ciudades invisibles que describe Calvino, es muy difícil para el
ser humano corriente descubrir la cantidad de
conexiones y posibilidades que le ofrece la ciudad
para vivir y desarrollarse como tal. Varios estudios y
anotaciones de Armando Silva, Juan Carlos Pérgolis
e, incluso, Rogelio Salmona, entre otros, han discutido y sacado a la luz, desde distintas perspectivas,
parte de la riqueza que tiene para el “habitante de
la ciudad” esta declarada red de signos.
Desde el grafiti, los modelos de urbanismo y el
cine “metropolitano”, hasta la música y la arquitectura, todos identifican en la ciudad estructuras simbólicas que le permiten construirse y deconstruirse
en diversos escenarios y hábitats intemporales para sus
huéspedes. El objetivo de este espacio es comentar la
perspectiva que ofrece la inevitable penetración de las
tecnologías de la información y comunicación en la
deconstrucción de ciudad, de ciudadanía digital.
Para hacerlo, partiremos de conceptos comunes
a todos como ciudad, ciudadano y ciudadanía;
ubicaremos a la sociedad como el escenario en el
que la ciudadanía se fragmenta y se reconstruye
permanentemente. Luego, nos transportaremos al
ámbito de las tecnologías, comenzando con la definición de los conceptos de digital y de sociedad de la
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información. A continuación, observaremos algunos
hechos como redes y ciudades en red, para finalizar
con el ejercicio de la ciudadanía digital, por medio
de aplicaciones y herramientas. Este texto termina
con una invitación a quien cumple la función de
educador (padre de familia, líder comunitario, coordinador de procesos sociales, etc.), para que, como
ciudadano digital, afronte su reto pedagógico ante
las tecnologías, a partir de su constitución como un
espacio de enseñanza y aprendizaje corriente para
las nuevas generaciones.
***
La red comienza ofreciéndonos los conceptos
que requerimos para comenzar nuestro recorrido.
El Diccionario de la Real Academia Española
define ciudad como:
“1. f. Conjunto de edificios y calles, regidos por
un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa
se dedica por lo común a actividades no agrícolas.
2. f. Lo urbano, en oposición a lo rural”.
Sin mencionar lo probablemente ambiguo de
la definición, nos queda la idea de que una ciudad
se trata de un conjunto de elementos que guardan
relación de algún tipo, en oposición a otros.
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De la misma forma, tenemos la definición
de ciudadano: “ 1. m. Hombre bueno. 2. m. y
f. Persona considerada como miembro de un
Estado, titular de derechos políticos y sometido
a sus leyes”.
La primera acepción nos
permitiría decir que, por extensión, todo hombre bueno es un
ciudadano de alguna parte o
por algún motivo, mientras
que un hombre malo es
un… ¿apátrida? Sería,
entonces, considerar, respecto a esta
primera acepción, qué concepto se podría
definir como “X
Hombre malo”.
La segunda sí nos
permite definir una
relación de cierto tipo,
esta vez con un Estado, de la que se derivan privilegios y deberes. En síntesis, se trata de un sujeto
que se hace miembro de una ciudad, porque se
comporta “en relación” con ella.
Finalmente, ciudadanía significa: “1. f. Cualidad y derecho de ciudadano. 2. f. Conjunto de los
ciudadanos de un pueblo o nación. 3. f. Comportamiento propio de un buen ciudadano”.
Al igual que con el primero, no es más diciente
este conjunto de definiciones. Es más, comienza a
encontrarse un pleonasmo por el que un concepto
termina definiendo otro. Recurriendo al sentido
común, podríamos acuñar una definición de
ciudadanía como sigue:
Ciudadanía: ejercicio de los derechos y los deberes
dictados, implícita o explícitamente, por la ciudad.
En todos los casos, para la definición de ciudad, de ciudadano y de ciudadanía, encontramos
un denominador común: todos comprenden, en
su base, procesos de relación y subordinación,
procesos de comunicación.
Como en casi todos los artículos de este
espacio, se puede constatar que los procesos de
| Ciudadanía digital
comunicación son permeados por procesos de
“tecnologización” o aplicación de herramientas
tecnológicas en su mediación, lo que ha provocado,
en parte, el surgimiento de las omnipresentes
tecnologías de la información y la comunicación.
Si reconocemos esta omnipresencia es, precisamente, porque acabamos de recibir o hacer una
llamada por celular o leer un mensaje por correo
electrónico, o porque recordamos que nuestro
banco nos invita permanentemente a pagar los
servicios públicos por Internet.
Los estudios del graffiti, de la música o,
incluso, de la danza urbana, tendrán algún día un
espacio de estudio desde una perspectiva digital. Es
necesario profundizar en todos aquellos aspectos
que se incorporan o modifican en la ciudad desde
la aplicación o vinculación de las tic; incluso, los
que ahora nos comprometen, los de la ciudad y la
ciudadanía digital.
Significado de digital, según el Diccionario de
la Real Academia Española: “(Del lat. digit lis). 1.
adj. Perteneciente o relativo a los dedos”.
Y no posee más acepciones. Quizá porque se
encuentra en otro de los diccionarios; quizá porque
su definición es aún demasiado “digital” y no se
hace tangible en manos de quienes preparan los
diccionarios.
Si buscamos fuera del Diccionario, y construimos nuestro propio concepto, podemos acuñar que
digital es un adjetivo que adquieren los elementos
que se representan mediante signos abstractos (en
código binario), que no tienen ninguna similitud
con la realidad que representan (en forma analógica). Para interpretar la información digital
hay que conocer los códigos que especifican el
significado de los signos.
Ciudad, ciudadano, ciudadanía; todos, para
conformarse, requieren un espacio de comunicación, un espacio de diálogo, que permite la
construcción y conformación de derechos y deberes
comunes. Este espacio de diálogo es lo que podemos denominar sociedad.
Si lo ubicamos en un plano o contexto digital,
esta sociedad adquiere una nueva dimensión y
encuentra que aquello que privilegia no es ni
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la tierra, ni la posesión de riqueza; lo que prevalece es la información. La información como
recurso intangible es reconocida, entonces, como
el elemento de cohesión y mayor valor para la
constitución de sociedad.
De esta manera, la existencia y relación entre
ciudad y ciudadano sólo es posible, por correlación,
en una esfera en la que estos conceptos se encuentran inmersos: en una sociedad de la información.
Una sociedad de la información puede ser definida como una sociedad
informada, que construye
conocimiento gracias a la
asimilación de tecnología
por parte de todos sus
ciudadanos, de forma que
quede incorporada a sus
vidas diarias.
Entonces, ya hemos
abordado los conceptos de
ciudad, ciudadano y ciudadanía, y, bajo el marco
de una sociedad de la
información, comenzamos
a plantear el concepto de
ciudadanía digital.
Ahora bien, una sociedad comprende más que
a sus individuos, involucra la obligación con deberes
y la prestación de servicios. Si hacemos una enumeración, encontramos que los más importantes
son la salud, el comercio, la cultura, la seguridad,
la formación, el turismo, el ocio, la formación y la
administración. Sin importar lo avanzada que sea,
toda sociedad desea que sus individuos prosperen y
se desarrollen de forma íntegra; para ello, busca que
la mayor cantidad de servicios lleguen con la mayor
cobertura a toda su población. La mejor forma de
hacerlo, de llegar al ciudadano, es a través de algún
medio de comunicación, de alguna interfaz.
McLuhan, en un tiempo donde no existían
Internet ni computadores como hoy en día los cono168
cemos, en 1967, afirmaba: “La ciudad no existe ya,
excepto en forma de centro cultural para turistas.
Cualquier parador de carretera con aparato de
televisión, periódico y revista es tan cosmopolita
como Nueva York o París”. Esta afirmación nos
permite llegar a decir que esa difusión de información a través de los medios de comunicación, de
las interfaces, no es una forma nueva de generar
ciudadanía; más bien, responde a la necesidad
de cada ciudad de “llamar a sus filas” a la mayor
cantidad de individuos, para
que, en pleno ejercicio de sus
deberes y derechos como seres
que están en relación con los
demás individuos y con los
entes “ciudadanos”, paguen
sus impuestos y se beneficien
de las ventajas de la sociedad
de la que hacen parte.
Teniendo claro que la
ciudadanía se construye en
la interrelación que las instituciones generan con sus
ciudadanos en un contexto
y por un medio en particular, y que ésta se realiza
en varios ámbitos salud,
comercio, turismo, cultura,
ocio, seguridad, formación
y administración, resulta
sencillo calcular que si vamos a vincular esta relación con el aspecto digital que nos compromete,
vemos surgir la nominación y funcionamiento de
esos ámbitos con adjetivos como digital o electrónico, y, en el más abreviado de los casos, con la
partícula “e” precediendo la americanización del
concepto: e-administración, e-gobierno o e-turismo; por administración electrónica, gobierno
electrónico o turismo electrónico, entre otros.
Si el gobierno en sentido llano se reconoce en la
presencia física de sus instituciones y la ciudadanía
se ejerce cuando el habitante de la ciudad establece
comunicación con ellas, el gobierno digital o electrónico hará referencia a la visión sinónima de las
formas de interacción con el ciudadano. Y, de este
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modo, el concepto de ciudad digital surge como el
espacio en el que los propios ciudadanos (incluyéndose aquí empresas, instituciones, administración,
etc.) han desarrollado la posibilidad de relacionarse
entre sí y con el resto de la sociedad utilizando
todo el potencial que ofrecen las tecnologías de la
información y las comunicaciones.
***
Ciudades digitales
En Bogotá ya podemos empezar a encontrar esta
identificación y el esfuerzo de ciudad digital. En
la Figura 1, imagen tomada del sitio oficial de la
ciudad de Bogotá, se observa cómo el adjetivo
“digital” es atribuido a la ciudad, en virtud de la
implementación de espacios donde el ciudadano
puede comunicarse por medio de las tecnologías
de la información y la comunicación.
No obstante, recibir la nominación de ciudad
digital comporta superar problemáticas como la
“alfabetización digital”, el desarrollo de “competencias en el manejo de la información” y “el uso
de la tecnología para la construcción de ciudad”.
Figura1.
Fuente: “Bogotá, ciudad digital” (2008), [en línea]
disponible en http://www.bogota.gov.co, recuperado: 26
de septiembre de 2008.
| Ciudadanía digital
La alfabetización digital, citada también
como alfabetización multimedia (Gutiérrez Martín,
2007) y confundida por diversas administraciones
como la dotación de computadores para comunidades que no tienen cómo utilizarlos, es ahora
un área transversal tan o más importante que la
propia alfabetización letrada. Desde digital o desde
multimedia, se trata de “la capacitación básica para
comprender y expresarse con distintos lenguajes y
medios” (Gutiérrez Martín, 2007).
El desarrollo de competencias en el manejo
de la información (cmi), claramente insertada
tanto en la construcción de una sociedad de la
información, como en la construcción de ciudadanía digital, se relaciona con la ingente necesidad
de dominar cantidades cada vez más amplias y
complejas de información. Estas competencias,
en su espectro fundamental y sin obviar habilidades como las que llevan a que el estudiante
convierta datos en conocimiento útil, se pueden
hallar consignadas bajo tres grupos de estándares
de profundización: competencia en el manejo
de la información, aprendizaje independiente y
responsabilidad social.
El último aspecto que se hace necesario
abordar en la construcción de ciudadanía digital
es el del uso de la tecnología para la construcción
de ciudad. Landes y Castells, citados por Cornella,
nos comentan que en el equilibrio entre cultura,
Estado y sociedad se encuentra la clave o “fuerza
motriz para el desarrollo tecnológico de un país”
(2002, p. 13).
La construcción de ciudad (digital), además
de surgir como iniciativa de las instituciones que
gobiernan sus ciudadanos (digitales), parte del
reconocimiento del rol que la tecnología puede
cumplir en la dinamización de los procesos necesarios (existentes o no) para el enriquecimiento
(cultural) de sus diversos actores.
El último paso en la construcción de ciudades
digitales surge de la propia sinergia de sus actores en
la conformación de redes de ciudades. Estas redes,
nacientes a partir de la investigación, de la necesidad
de comunicación entre los ciudadanos digitales
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de cada ciudad-Estado, no podrán
ser entendidas en todos los casos
como conglomerados que agrupen
la totalidad de los escenarios de las
ciudades para ser conectadas a otras;
sino, más bien, serán nodos (centros
comerciales, aeropuertos, malls de tecnología) los que establezcan contacto
con nodos de otras ciudades.
No sobra, por supuesto, afirmar
que sólo en los casos más afortunados, la totalidad de espacios de una ciudad podrá
hallarse conectada a otras en red.
Pero, ¿qué supone que nodos de la ciudad
se conecten entre sí en red?
Sociedad y ciudadanía
El ciudadano hace parte de una sociedad. En su
identificación como ciudadano, establece relaciones con las diferentes instancias del gobierno, la
administración y la comunidad en general, que,
con él, construyen el imaginario de ciudad. Bajo
estas condiciones, el ciudadano se agrupa y es
acogido por instituciones que le representan y
favorecen el cumplimiento de sus derechos y de
sus deberes. Este tipo de sociedad, mediada por
las instituciones, es la denominada sociedad 1.0.
Frente a la 1.0, se encuentra la sociedad 2.0,
que sí permite los procesos de comunicación e
impacto directo entre el individuo y las diferentes
instancias del gobierno. Así, encontramos páginas web desde las que cualquier ciudadano puede
comunicarse con el Estado y sus instituciones, sin
necesidad de recurrir a instancias físicas o agruparse con el fin de ser escuchado o atendido.
La sociedad 2.0 es el ideal del ejercicio de la
ciudadanía digital.
Los fundamentos de la sociedad 2.0 dictan
la esencia de una comunidad que se construye
entre todos, comporta el placer de compartir, es
de carácter horizontal, fomenta el crowdsourcing
y la ética hacker (Calderón, 2007).
Algunas aplicaciones de la sociedad-web 2.0
que responden a la sociedad 2.0 y que fomentan la
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construcción de ciudadano digital
son blogger, Wikipedia, twitter,
Facebook y You Tube.
Problemáticas
Primero, un problema que surge
de esta transformación hacia “lo
digital”, en las formas de comunicación e identificación social, se
plantea cuando parece que prescindimos o nos olvidamos de nuestra parte física
para comunicarnos; somos tan digitales que nos
olvidamos de ser humanos, y las reglas, las leyes
y la interacción se reducen a eso.
Segundo, alguien, desde algún lugar del
mundo (físico), entra a su cuenta de ahorros
(digital) y sustrae todo su capital.
Pregunta: ¿dónde se captura o procesa al
ladrón?
Tercero, usted emprende una compañía
con empleados que no viven en el país, pues se
trata, precisamente, de una modalidad de trabajo
llamada “teletrabajo”.
Pregunta: ¿dónde paga impuestos?, ¿sus
empleados reciben carga prestacional o salud?
Y la educación
La formación de docentes atraviesa permanentemente por el problema de la consolidación de
la autonomía y la posibilidad de condiciones de
autoacceso a los medios tecnológicos. Estos dos
elementos se convierten en la pieza clave de la
educación, ante la cada vez mayor posibilidad de
tener a la mano los datos y la información que
un sistema de evaluación solicita, y, más aún,
cuando este sistema va detrás de los hábitos de
consumo de la tecnología de la información.
Si hemos mencionado que la formación de
un ciudadano digital atraviesa la constitución
de una sociedad 2.0, construida entre todos; el
rol del educador trasciende, entonces, la clase
o asignatura, y fortalece la nominación de los
“espacios académicos” como lugares dentro y
Signo y Pensamiento 54 · pp 164-173 · enero - junio 2009
fuera del aula, en cualquier parte de la ciudad, para
desarrollar ciudadanía, para educar y “civilizar”.
En este sentido, la formación del ciudadano
digital y del educador de este ser “civilizado” debe
superar diversas esferas de apropiación y análisis.
Desde la formación de formadores de ciudadanía,
con principios y conceptos coherentes o contextualizados en el ámbito de “lo digital”, hasta la
permeación de estos conceptos en todos los ámbitos
del currículo.
Visto desde esta perspectiva, la habilitación
de ciudadanos digitales no se logra insertando
tecnologías en todos los espacios académicos, ni
en todos los escenarios de ciudadanía. Se logra al
generar estrategias de aprendizaje y apropiación de
los espacios con autonomía; facilitar las condiciones
de contexto para que el habitante de la ciudad, con
la misma autonomía, ejerza su rol en un entorno
de autoacceso. No sólo cajeros automáticos y edificios inteligentes, sino aulas en línea con tutores
capacitados; no masificación de la educación, sino
formación contextualizada y actualizada para cada
necesidad de la sociedad y del individuo.
Un estudiante que se forma para enseñar a
otros, lo mismo que para ejercer su carácter de
ciudadano, debe dominar, por lo menos, nueve
temas relacionados con el ámbito tecnológico
de su práctica (Ribble y Bailey, 2004): etiqueta,
comunicación, alfabetización, acceso, comercio,
derechos y responsabilidades, legalidad, salud y
bienestar, y, por último, seguridad digital.
Siendo coherentes con esos temas, el educador
deberá, antes que sus estudiantes, conocer y realfabetizarse en estos aspectos, no sólo para conocer
o dominar las aplicaciones que lentamente alimentan la denominada web 2.0, sino para recrear
didácticas innovadoras que beneficien, en los niños
y en los adultos, dicha alfabetización digital y que,
a la vez, desarrollen las cmi necesarias para su
aprovechamiento.
El desafío sobre el uso apropiado de la tecnología va más allá; es necesario pensar en reconstruir una nueva política para el uso público de la
tecnología. Los planteamientos de Ribble y Bailey
podrían implicar visiones diametralmente opues-
| Ciudadanía digital
tas con lo que se quiere lograr. Por un lado, se tiene
la oportunidad de participar en la regulación del
uso de las redes, al reconocer el uso de la tecnología
como un motor para el progreso; pero, por el otro,
se opta por una fragmentación del ciudadano, ya
que “se viste digitalmente” en la red.
Vestidos digitales, “el vestido del rey”
Estos vestidos digitales permiten que cada individuo se ponga su mejor gala para cada escenario,
volviéndose incapaz de reconocer cuál es, finalmente, su identidad en la vida fuera de la red.
José Santiago tiene el correo “barquillo82@
gmail.com”; en SecondLife® se identifica como
“Pancha” y en el foro del periódico sus comentarios
se encuentran bajo el seudónimo de “Voraz90”.
No hay que sorprenderse de que pueda tener una
memoria prodigiosa, las contraseñas para todos
los espacios son la misma. Es necesario advertir
la identidad que adopta José en los distintos
escenarios, dado que, desde la perspectiva de casi
cualquier psicoanalista que no esté familiarizado
con el tema, podría generar serias sospechas.
Si vamos un paso más allá y encontramos
que otro “José”, desde otro lugar del mundo, se
encuentra con “Pancha” y decide formalizar un
encuentro por SecondLife®, veremos que ya ni la
ética ni la moral que todos conocemos funciona;
podemos comenzar a percibir que, en el peor de
171
Jairo A. Galindo | Signo y Pensamiento 54 · volumen XXVIII · enero - junio 2009
los escenarios, la ciudadanía digital es un tema
que necesita reflexión, amplios debates y una
formación desde los primeros años bastante clara,
y sin los dogmas o prejuicios que la educación y la
ciudadanía off-line aún mantiene.
El reto para cada individuo es diferente, pero
para la sociedad es uno solo. Para el individuo,
apropiar las herramientas de comunicación que
le hacen ciudadano de forma coherente con su
sentido de ser humano. Para la sociedad, dar lugar
a los escenarios de e-ciudad, a partir de la permanente construcción de espacios, como sociedad de
la información que construye conocimiento.
El educador frente a la tecnología y en su rol de
ciudadano digital requiere: fortalecer su autonomía,
formación continua, adoptar la profesión como
un diálogo en el que la función de tutor y acompañante de aprendizaje sea cada vez más común.
Y concebirse a sí mismo y a su área de impacto
como un aula abierta, un lugar sin espacio y sin
tiempo, donde la investigación permanente y la
construcción crítica de conocimiento como formas
de autonomía y de autoacceso son sus
herramientas más sólidas y, a la
vez, dinámicas de aproximación
a la realidad que se construye con
la ciudadanía digital.
Conclusiones
Primero, la ciudadanía digital es el punto
de partida para la humanización de las
tecnologías. Es necesario reconocer que
en los procesos de intercambio de información y comunicación con el otro se
funda una comunidad. Esa gran comunidad de ciudadanos ayudará a mantener
un territorio digital más rico en recursos y
más seguro para todos. El único menester
es participar activamente en su reconstrucción. Para ello, se necesita tener en
cuenta el fortalecimiento de la
autonomía del usuario, quien, en
últimas, decide sobre sus acciones en
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la red. Para que dichas acciones se lleven a cabo de
una manera responsable e informada, es importante
preparar a los miembros de la comunidad educativa
(estudiantes, maestros, padres de familia y directivos docentes) para comprender las tic, usarlas de
manera adecuada y participar activamente en los
procesos de implementación y transformación, tanto
en el aula como fuera de ella.
Segundo, el desarrollo de competencias en
tic para docentes es un avance significativo para
la articulación de las tecnologías en la escuela.
Tal como lo plantea la unesco (2008, p. 11), los
estándares (edc-tic) buscan contribuir a reformas
educativas que promuevan el desarrollo sostenible,
y que permitan, a su vez, a los estudiantes, el desarrollo de las competencias para el siglo xxi.
El reto intenta articular componentes del
sistema educativo (currículo, política educativa,
pedagogía, utilización de las tic, organización y
capacitación de docentes) con los tres enfoques para
el desarrollo de competencias en tic para docentes,
que son: nociones básicas de tic, profundización
del conocimiento y generación de conocimiento.
Si se retoma, por ejemplo, el elemento de política
educativa en los tres enfoques, vemos cómo la articulación real sobre el desarrollo de competencias
básicas en tic permitiría que las instituciones y sus
comunidades educativas se prepararan para el uso
de computadores (hardware y software), y contenidos
específicos en la red. Esta decisión política facilitaría
la reestructuración de currículos, al incorporar las
tecnologías, para posibilitar el desarrollo profesional
de los docentes y el aprendizaje permanente de los
estudiantes. El resultado esperado se traduciría en
un verdadero desarrollo económico y social, para el
bienestar de la comunidad.
Epílogo de reflexión
Si la ciudadanía digital requiere:
1. Estrategias de desarrollo.
2. Infraestructura.
3. Desarrollo de e-servicios.
4. Fomento del acceso.
Signo y Pensamiento 54 · pp 164-173 · enero - junio 2009
Y si la información que se transmite es de
índole transnacional, e incluso transestatal, surge
un interrogante similar al de las problemáticas
planteadas durante el texto: el ciudadano digital, ¿es
ciudadano de qué Estado o nación?, ¿a qué derechos
y deberes se ve sometido? Será necesario, entonces,
revisar el Maniiesto del ciudadano digital (2005).
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