Rev. Ciencias Sociales 113-114: 97-104 / 2006 (III-IV)
ISSN: 0482-5276
LA SOCIOLOGÍA CRÍTICA DE HENRI LEFEBVRE
Roy Alfaro Vargas*
En lugar de expresar y de reflexionar sobre el movimiento del contenido,
la dialéctica produce ese movimiento.
No es tanto un método de análisis como un método
de construcción sintético y sistemático del contenido...
El materialismo dialéctico
Henri Lefebvre
RESUMEN
Este artículo analiza el rol del concepto de ideología, en la estructuración de la sociología crítica de Henri Lefebvre. Además, se ofrecen algunas características de esta
sociología, en relación con el análisis del espacio realizado por Lefebvre y, también, se
establece la función actual del enfoque lefebvriano.
PALABRAS CLAVES: IDEOLOGÍA * NEGATIVIDAD * FORMA * CONTENIDO * ESPACIO
ABSTRACT
This article analyzes the role of ideology’s concept, into the structuration of Henri
Lefebvre’s critical sociology. In addition, there are some characteristics of this
sociology according to the analysis of space made by Lefebvre and, also, it is
established the present function of Lefebrvian approach.
KEYWORDS: IDEOLOGY * NEGATIVITY * FORM * CONTENT * SPACE
INTRODUCCIÓN
La tesis alrededor de la cual se establece
aquí la discusión sobre el pensamiento lefebvriano es la siguiente: la sociología crítica
lefebvriana se estructura alrededor de su concepto de ideología.
1
[email protected]
Para lograr probar esta tesis, es preciso
cumplir los objetivos señalados a continuación:
1. Definir el concepto de ideología lefebvriano.
2. Señalar la relación teórica entre ideología y
negatividad.
3. Determinar las características de la sociología lefebvriana, en relación con su concepto
de ideología.
Roy Alfaro Vargas
98
4. Indicar la relación entre el concepto de ideología y el análisis del espacio, en Lefebvre.
5. Caracterizar críticamente algunos comentaristas del pensamiento lefebvriano, en relación con la asunción o no-asunción del concepto de ideología.
6. Señalar algunos ámbitos sociales, en donde
el pensamiento lefebvriano sigue siendo aplicable.
En fait, el pensamiento lefebvriano es
poco conocido en Costa Rica1 y este trabajo
quiere ponerlo sobre la mesa de discusión.
1.
EL CONCEPTO LEFEBVRIANO DE
IDEOLOGÍA Y SU RELACIÓN CON LA NOCIÓN
DE NEGATIVIDAD
Lefebvre desarrolla su concepción de
ideología, a partir de una crítica dialéctica (por
Aufhebung2) del principio de identidad de la
lógica aristotélica 3, en tanto que tal principio
es una formalización4, es decir, algo vacío, sin
contenido.
La ideología es, para Lefebvre, la “falsa
conciencia” que se opone al pensamiento dialéctico (1976b: 27), ya que es mediante la dialéctica que se accede al contenido, que es el ser
real determinante del pensamiento negativo
(1974: 91).
Este concepto de ideología se ancla en el
nudo de la oposición dialéctica entre forma y
contenido. Forma que remite a esquemas analíticos de tipo positivista (o fenomenológicos5),
muy arraigados en el contexto francés, desde
donde escribe nuestro autor y que son patentes en el desarrollo estructuralista (conceptos
1
Existe un trabajo de George García (2001), publicado en el país, sin embargo no va enfocado hacia
lo sociológico, sino hacia lo filosófico.
2
Término alemán que indica tanto, y a la vez, superar como conservar. Es la idea de superar conservando lo superado: tesis, antítesis y síntesis.
3
El principio de identidad es A = A .
4
Este mismo esquema es desarrollado por la Escuela
Clásica de Frankfurt; cfr.: la Dialéctica negativa de
T. W. Adorno.
5
La fenomenología es positivismo (cfr.: Villalobos,
1999: 408)
como sincronía, que tiene un anclaje comtiano). Forma que va, según la exigencia positivista, al establecimiento de leyes válidas en todo
lugar y momento. Leyes, que como en el estructuralismo, son vacías, reniegan del contexto y
reducen todo a la funcionalidad.
El contenido, mientras tanto, remite a la
aprehensión del movimiento; ese espacio donde
la ley positiva es negada, superada por lo real
concreto, en tanto espacio de la praxis. Esto en
un proceso donde a una forma (lo abstracto, lo
elaborado) deviene concreta (lo conocido), para
elevarse a una nueva forma. Por tanto, aunque
“la forma pueda abstraerse del contenido, y el
contenido de su forma, no quiere decir que sean
indiferentes” (Lefebvre, 1976b: 7). La forma, en
un sentido positivo, no es algo abstracto, sino
algo abstraído: la forma se petrifica como un
saber absoluto o sustancia inicial, en donde el
objeto y el sujeto son erigidos en verdades metafísicas, proyectados como transparencia (Lefebvre,
1976b: 34); la forma es Unmittelbarkeit (inmediatez); la forma es ideología; es no-cambio; es
una mónada; es la res cogitans de Descartes; es
la no-praxis, es idealismo.
El contenido, por su parte, es praxis. El
contenido es el movimiento de lo dado (lo positivo) a lo posible (lo negativo). El contenido es la
destrucción de la ideología que desea perpetuar
lo establecido; la anulación de aquello que retarda el devenir; el contenido es utopía, en tanto
manifestación de la negatividad6; pero también
es forma. El contenido es forma, porque histórica y socialmente siempre se “institucionaliza”.
2.
IDEOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA EN LEFEBVRE
El sociólogo marxista ha de seguir el
surgimiento de las formas. Ha de estudiar el efecto de retorno de las formas
sobre los contenidos, de las estructuras
sobre los procesos.
Sociología de Marx
Henri Lefebvre
6
Con la negatividad, el principio de identidad aristotélico (A=A) deviene en un “principio”, en el cual A
llega a ser su opuesto, es decir, no-A ; pero conservando el término A .
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La sociología crítica de Henri Lefebvre
Si bien toda ideología formaliza una serie
de representaciones deformadas y deformantes
(Lefebvre, 1969: 107), ya que tiende a la institucionalización (vaciamiento) de los procesos
sociales; también es cierto que la ideología
conserva una relación con lo “real” (lo práxico),
como un medio para aparecer de modo verdadero7 (Lefebvre, 1969: 107). Y es en este intersticio en donde se inserta la labor del sociólogo
dialéctico, ya que su objeto es la praxis social
(el contenido) y, por consiguiente, su propósito
es romper con la formalización de lo “real”.
La sociología lefebvriana tiende a la desformalización e in-formalización de aquellos
procesos o contenidos que han alienado 8 al
hombre. Esta es una sociología que sociologiza
la historia, pero que, en un mismo movimiento,
historiza la sociología (Lefebvre, 1973c: 132), ya
que el aspecto sociológico permite aprehender
las formas, mediante el concepto de institución,
y el aspecto historizante permite acceder a los
procesos, que, en tanto contenido, conllevan
la creación o desaparición de nuevas formas y,
también, el mantenimiento de viejas formas
detentantes de nuevos contenidos.
Esta sociología crítica aprehende el pasado, para atender el presente y, luego, construir
lo posible, en cuanto expresión de lo práxico.
Hay, sin embargo, otro elemento fundamental en el inventario de este enfoque sociológico: la filosofía. Esto debido a que “... la
sociología solo podía ser crítica inscribiéndose
en una interrogación más ambiciosa de orden
filosófico” (Trebitsch, 2004)9. Es mediante la
filosofía que el aspecto parcelario de análisis
de la realidad de la sociología o la historia,
desaparece tras la exigencia de Totalidad10 de
la reflexión filosófica, que hace, del objeto de
estudio científico de cada una de estas especialidades, una reflexión antropológica total.
99
La integración de historia, sociología y
filosofía en esta sociología crítica, permite a
Lefebvre la asunción del tiempo, del espacio
(principalmente en la figura del Estado, que
organiza el espacio cotidiano) y del fenómeno
humano, que, en tanto infinitud, es el espacio
de realización de lo práxico-poiético11.
El enfoque lefebvriano se inserta en la
posibilidad de construcción de un orden lejano, en donde el “hombre unidimensional”
(Marcuse) devenga hombre total, Übermensch
(Nietzsche). Es una sociología alejada del afán
descriptivo-funcional de la sociología positivista
e imbuida en un esquema propositivo, utópico,
ya que, el contenido no se substancializa, más
bien se pone en movimiento, es transductivo12.
Contenido que se materializa, en
Lefebvre, en la cuestión del espacio.
3.
IDEOLOGÍA Y ESPACIO EN LEFEBVRE
Dentro de la sociología crítica lefebvriana, el estudio del espacio es fundamental, por cuanto “la falsa conciencia capitalista no es falsa conciencia del tiempo, sino del
espacio”.(www.notbored.org/space.html). El
tiempo no es falsiable, en tanto las relaciones
de producción determinan su eficiencia y su
eficacia, en relación con el “aprovechamiento”
del tiempo; mientras que el espacio, topós de
la praxis (que comprende las relaciones entre
los seres humanos —Lefebvre, 1969: 41—), en
tanto inmediatez, es consumido como transparencia; como escenario de la representación
(Vorstellung) de la cotidianidad13, en donde la
11
Lo práxico refiere a las relaciones entre seres humanos y lo poiético a la apropiación sensible de la naturaleza, en formas humanas. (Lefebvre, 1969: 41).
7
La ideología no es verdadera, es verosímil.
12
8
Lefebvre descubre que no solamente las relaciones de producción alienan al hombre, sino que,
asimismo, todos los aspectos de la vida contienen
un significado alienante, en forma de artículos de
consumo.
Trans-ducción es “la lógica del objeto posible y / o
imposible.” (Lefebvre, 1976b: 18). Es un salto, que
no es ni deductivo, ni inductivo; es Aufhebung.
13
Lefebvre establece la oposición dialéctica entre
cotidianidad y vida cotidiana. La cotidianidad es
esencia pura, que separa forma y contenido, en
tanto producto de las relaciones de producción
actuales (Lefebvre, 1972a: 218-222). La vida cotidiana es el centro real de la praxis, a partir del cual
es pertinente realizar lo posible (Lefebvre, 1972a:
44 y 24).
9
Las traducciones de los textos en inglés o francés,
aparecidas en la bibliografía, son mías.
10
El concepto de Totalidad es abordado, por otros
autores marxistas (cfr.: Lukács, 1975).
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Roy Alfaro Vargas
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alineación le arranca su riqueza a lo cotidiano
(Lefebvre, 1972a: 47).
El espacio, en las ciudades, se experimenta, en el diario vivir, como el material empírico
que sustenta las relaciones de producción (es
lugar de tránsito, de circulación de bienes), el
espacio como cotidianidad ya no es el enclave de
la praxis, se formaliza y formaliza, a la vez, las
relaciones humanas. Es decir, el contacto humano pasa por el tamiz del consumo de espacialidades: el bar, el cine, el auto, etc., en donde el cuerpo y las emociones se convierten en objetos de
consumo de segundo orden; los de primer orden
son aquellos productos humanos (experimentados como ajenos14) que tienen un valor agregado
en la sociabilidad: el status. Tengo, luego soy;
pura formalidad, pura apariencia. Idealismo,
inversión, reducción del Ser al Tener15.
Lefebvre centra su análisis en el estudio
de la ciudad y lo urbano. Ciudad que remite al
dato sensible de carácter arquitectónico, opuesto a lo urbano que es el espacio relacional aprehensible por medio del pensamiento (Lefebvre,
1978b: 67).
La ciudad y lo urbano se juegan en una
serie de procesos de integración-segregación16,
los cuales responden a los valores de cambio17
de la ciudad como bien arquitectónico y a los
valores de uso de la praxis de la vida cotidiana,
en tanto espacio relacional de los seres humanos y en cuanto espacio transductivo.
La ciudad integra en un espacio determinado al capitalista y al obrero, al intelectual
y al lego, con lo cual se accede a un proceso de
construcción identitaria, que permite homogenizar18 las diferencias estructurales: capitalista
14
De trasfondo se está pensando aquí en el concepto
de enajenación de Marx (cfr.: Marx, 1968: 73-88).
15
Aquí es obvia la influencia del freudomarxismo,
en nuestra interpretación: Fromm, Marcuse,
Mitscherlich, etc.
16
Cfr.: (Lefebvre, 1978b: 80).
17
“El valor de uso corresponde a la necesidad, a
la espera, a la deseabilidad. El valor de cambio
corresponde a la relación de esta cosa con las
demás, con todos lo objetos y todas las cosas en el
‘mundo de la mercancía’” (Lefebvre, 1973b: 125).
18
Los procesos identitarios no precisamente implican
el rescate de la différence; en ocasiones conllevan
y obrero comparten el gentilicio o la denominación propia de los habitantes de su ciudad;
luego, ambos deben “luchar” por el mantenimiento de su ciudad. La ciudad formaliza (vacía
de su contenido) la lucha de clases19.
El espacio urbano, sin embargo, remite
a la recuperación del contenido. Lo urbano es
el espacio ético, en donde se debe recuperar el
espacio primero: la corporeidad, el cuerpo: se
percibe al Otro como sujeto y no como objeto
de consumo; luego, también uno es sujeto. Las
relaciones humanas se autoconciben como relaciones entre seres humanos y no como relación
de cuerpos de “buena apariencia” o de portadores de status social; la cosificación cede a la
construcción de un humanismo concreto. Lo
urbano contiene la dinámica de la lucha de clases, luego, implica la desaparición del Estado20.
La ciudad es ideología. Lo urbano es el
caldo de cultivo del pensamiento dialéctico; es
pura negatividad21.
un proceso que oculta las diferencias en la detentación de los medios de producción. En otras ocasiones, una identidad sirve para absorber, mediante
un simple discurso, a miembros de clases sociales
opuestas; por ejemplo: en un movimiento feminista
coinciden la mujer cuya preocupación es el sustento
diario, con la mujer de clase alta preocupada por la
libertad sexual. Estos procesos identitarios son una
fetichización de los particularismos, los cuales han
abandonado el concepto de ideología, fundándose
así (el culturalismo) como “un pensamiento débil”
(cfr.: Eduardo Grüner en: Jameson, 2003: 23).
19
No se ha inventado una categoría mejor para
explicar el capitalismo que el de lucha de clases, ya
que con este se muestra la fractura constitutiva de
la sociedad (Jameson, 2003: 34-35 y 39).
20
El Estado, como instrumento de clase, refuerza la
ciudad, en cuanto centralización política; la cual
hace estallar la ciudad: el espacio citadino es una
contradicción (Lefebvre, 1976c: 130).
21
“El estudio del espacio ofrece una respuesta de
acuerdo con la cual las relaciones sociales de producción tienen una existencia social hasta el punto
que ellas tienen una existencia espacial, ellas se
proyectan a sí mismas en un espacio, inscribiéndose en él y en el proceso produciendo este espacio
mismo. Obviando esto, estas relaciones permanecerían en el reino de la ‘pura’ abstracción —es
decir, en el reino de las representaciones y, por
tanto, de la ideología: el reino del verbalismo, de la
verborrea y de las palabras vacías” (Lefebvre,1991:
129) (Traducción mía).
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La sociología crítica de Henri Lefebvre
4.
EL PENSAMIENTO LEFEBVRIANO, SEGÚN
ALGUNOS DE SUS COMENTARISTAS
Dentro del contexto del capitalismo tardío
y globalizado, la crítica ideológica ha caído en
descrédito, por intereses no precisamente científicos o teóricos (Grüner en: Jameson, 2003:
16). En este marco, algunos comentaristas del
pensamiento lefebvriano han desestimado el
alcance y la validez, así como la importancia del
concepto de ideología en esta sociología crítica.
George I. García, por ejemplo, indica muy
brevemente que Lefebvre se ubica dentro de una
concepción dialéctico-negativa (2001: 33 y 71).
Sin embargo, García más allá de plantearse la
reflexión filosófica sobre el método (la negatividad) y su estrechamente interrelacionado concepto de ideología; se enfrasca en el análisis de
la relación cotidianidad-modernidad: “La cotidianidad sería el principal producto de las sociedades burocráticas de consumo dirigido y de su
escenario, la Modernidad” (García, 2001: 118).
En síntesis, García acentúa más la crítica de la
cotidianidad, que el método, lo cual implica una
pérdida en el valor analítico de un discurso pretendidamente filosófico y, además, solapa el eje
de dinamización del contenido: la transducción;
con lo cual el texto parece una apología contra
los detractores del marxismo, envuelta en el clamor de un marxismo aún viviente22.
Alberto Cignoli, por su parte, asume
como centro de su análisis el espacio, en tanto
lugar de acción y del cambio social, o sea, el
espacio como praxis (1997: 83-84). Aquí tampoco se ofrece una reflexión sobre el concepto de
ideología y sobre el de negatividad.
De igual modo, Gabriela de la Peña (2003)
retoma el enfoque lefebvriano para definir el
espacio como producto social, en cuanto relaciones espaciales que amparan relaciones sociales.
Alicia Lindón (2003), por otra parte, analiza el pensamiento lefebvriano, en relación con
la vida cotidiana y su espacialidad, principalmente en función del texto La vida cotidiana
en el mundo moderno de Lefebvre. Así, ella
se refiere a conceptos como vida cotidiana,
cotidianidad, modernidad y, muy someramente, analiza lo que ella denomina “la teoría del
22
No es accidental que el prefacio del libro de García
sea de Helio Gallardo.
101
devenir”, que no es más que la negatividad
del enfoque lefebvriano. Mas, su análisis no se
complica en el abordaje de los elementos más
filosóficos de Lefebvre: el concepto de ideología
y la negatividad. Asume, también, la parte más
sociológica de Lefebvre.
Michel Trebitsch, en sus préfaces (1991,
2002, 2004), ofrece una muy buena contextualización del pensamiento lefebvriano; pero,
fiel a la función del prefacio, no profundiza en
los diferentes elementos del enfoque filosóficosociológico de Lefebvre. Sin embargo, aborda
conceptos como: cotidianidad, alineación (mistificación), modernidad et autres. Pero, al igual
que los anteriores autores comentados no se
profundiza en la noción de ideología y en la de
negatividad.
Esta pérdida de perspectiva de los
diversos autores, en relación con el término de
ideología y el de negatividad, más que una debilidad de ellos, es una manifestación de un contexto que acentúa peyorativamente el concepto
de ideología. No obstante, este “olvido” puede
permitir una reabsorción de Lefebvre, dentro
del conservadurismo posmoderno23.
5.
EL PENSAMIENTO LEFEBVRIANO EN LA
ACTUALIDAD
Se podría reducir el aporte lefebvriano
al análisis de una mal entendida espacialidad
posmoderna, la cual funcionara como escenario
de representación (Vorstellung) de las diversas
identidades culturales. Podría reducirse la espacialidad lefebvriana al andamiaje de actuación
de la hibridación cultural (al estilo de Néstor
García Canclini). Podríase reducir el análisis de
la ciudad a un espacio que va de lo monológico a
lo dialógico (como en Ángel Rama). Sin embargo, como reducciones, siempre se estaría en
deuda con el rico y amplio enfoque del francés.
23
Autores como: Mario Rui Martins, Kristin Ross,
Stuart Eldon y, principalmente, Edward W.
Soja, presentan a Lefebvre como un precursor
de la posmodernidad (Trebitsch, 2004). Pasa lo
mismo que con la Escuela Clásica de Frankfurt,
la Ideologiekritik se reduce a crítica cultural
(Culturalism). Para ejemplificar cfr.: (Curran,
1998), en donde hay aplicación de elementos de la
teoría crítica, pero sin crítica.
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La espacialidad lefebvriana no puede
enmarcarse en la particularidad de las formas de
manifestación identitaria; detrás de esta espacialidad resuena el Ser como Totalidad. El espacio
es un Todo transductivo, en donde la temporalidad se condensa como praxis: pasado, presente
y futuro se desplazan y condensan en pos de
lo posible. La espacialidad es un aporte importante. Sin embargo, el concepto de ideología es
una salvaguarda contra la substancialización de
cualquier teorización de la realidad, que quiera
asentarse como algo abstraído, como Geist.
La crítica ideológica lefebvriana abre el
candado de una posmodernidad fenomenologizada, que se centra en lo empírico, en tanto
formalidad manifestada en una Identidad que
reniega de la Negatividad. Crítica ideológica
que supera la fractura entre la res cogitans y la
res extensas. Crítica que es un retorno a un Ser
concebido como unidad y lucha de opuestos:
forma y contenido, abstracto y concreto, realidad y posibilidad.
La sociología crítica lefebvriana es un no
al cierre de la Historia y de la historicidad, en
los discursos de los trasnochados neoliberales y
posmodernos, que hablan del fin de la Historia.
Habrá Historia mientras haya praxis, y habrá
praxis mientras el fenómeno humano subsista.
Este enfoque, que hemos presentado,
se resume como el rescate de la materialidad
concreta, en el marco de un humanismo, que
plantea un hombre total. Es un abierto ataque
contra el idealismo posmoderno y sus secuaces (los estudios poscoloniales, el culturalismo
inglés, etc.). Un idealismo que pretende borrar,
en un solo movimiento, la libertad del hombre y
su praxis: todo deviene forma consumible.
La crítica ideológica implica asumir
materialmente la praxis y la libertad del hombre, ya que l’idéalisme est la mort de la liberté
de l’homme.
transductivo de construir un objeto posible: la
utopía del hombre total.
Concepción de la ideología que ataca la
substancialización y no-substancializa: asume
el movimiento del contenido.
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CONCLUSIÓN
El concepto de ideología estructura, en
Lefebvre, el enfoque sociológico crítico, en tanto
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categorial de forma y contenido, de abstracto y
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Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 97-104/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)