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LECTIO DIVINA NOVIEMBRE 2021
LECTIO DIVINA NOVIEMBRE 2021
Lunes, 1 de noviembre de 2021
Martes, 2 de noviembre de 2021
Miércoles, 3 de noviembre de 2021
Jueves, 4 de noviembre de 2021
Viernes, 5 de noviembre de 2021
Sábado, 6 de noviembre de 2021
Domingo, 7 de noviembre de 2021
Lunes, 8 de noviembre de 2021
Martes, 9 de noviembre de 2021
Miércoles, 10 de noviembre de 2021
Jueves, 11 de noviembre de 2021
Viernes, 12 de noviembre de 2021
Sábado, 13 de noviembre de 2021
Domingo, 14 de noviembre de 2021
Lunes, 15 de noviembre de 2021
Martes, 16 de noviembre de 2021
Miércoles, 17 de noviembre de 2021
Jueves, 18 de noviembre de 2021
Viernes, 19 de noviembre de 2021
Sábado, 20 de noviembre de 2021
Domingo, 21 de noviembre de 2021
Lunes, 22 de noviembre de 2021
Martes, 23 de noviembre de 2021
Miércoles, 24 de noviembre de 2021
Jueves, 25 de noviembre de 2021
Viernes, 26 de noviembre de 2021
Sábado, 27 de noviembre de 2021
Domingo, 28 de noviembre de 2021
Lunes, 29 de noviembre de 2021
Martes, 30 de noviembre de 2021
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Lunes, 1 de noviembre de 2021
Las Bienaventuranzas
Mateo 5,1-12
1. Escucha del texto
a) Oración inicial:
¡Oh, Señor!, buscar tu Palabra, que nos lleva al encuentro con Cristo, es todo el sentido
de nuestra vida. Haznos capaces de acoger la novedad del evangelio de las
Bienaventuranzas, que así es como mi vida puede cambiar. De ti, Señor, no podría
saber nada, si no existiese la luz de la Palabra de tu Hijo Jesús, venido, para “contarnos”
tus maravillas. Cuando soy débil, apoyándome en Él, Verbo de Dios , me hago fuerte.
Cuando me comporto como un ignorante, la sabiduría de su evangelio me restituye el
gusto de Dios, la suavidad de su amor.
Y me guía por los senderos de la vida. Cuando aparece en mí cualquier deformidad,
reflexionando en su Palabra, la imagen de mi personalidad se hace bella. Cuando la
soledad me tienta para dejarme sin vigor, uniéndome a Él en matrimonio espiritual mi
vida llega a ser fecunda. Y cuando me hallo en cualquier tristeza o infelicidad, el pensar
en Él como mi único bien, me abre el sentido del gozo. Un texto que resume
fuertemente el deseo de la santidad, como búsqueda intensa de Dios y escucha de los
hermanos, es el de Teresa del Niño Jesús: “Si tú eres nada, no olvides que Jesús lo es
todo. Debes por tanto perder tu poca nada, en su infinito todo y no pensar nada más
que en este todo totalmente amable…” (Cartas, 87, a María Guerin).
b) Lectura del evangelio:
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. 2 Y,
tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 3 «Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos. 4 Bienaventurados los mansos, porque ellos
poseerán en herencia la tierra. 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán
consolados.6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos
serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
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Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino
de los Cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 12Alegraos y regocijaos, porque
vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a
los profetas anteriores a vosotros.
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c) Momentos de silencio orante:
Para ser alcanzados por la Palabra de Cristo y para que la Palabra, hecha carne, que es Cristo,
pueda habitar en nuestros corazones y nos podamos unir a ella, es necesario que se haya
escuchado en silencio profundo. Sólo en los corazones silenciosos la Palabra de Dios puede
nacer también en esta Solemnidad de los Santos y, también hoy, tomar carne.
2. La Palabra se ilumina (lectio)
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a) Contexto:
La Palabra de Jesús sobre las Bienaventuranzas que Mateo recoge de sus fuentes,
estaba condensada en breves y aisladas frases y el evangelista las ha colocado dentro
de un discurso de más amplio respiro; es lo que los peritos de la Biblia llaman “ discurso
de la montaña” (capítulos 5-7). Tal discurso viene considerado como elEstatuto o la
Carta Magna que Jesús ha confiado a su comunidad como palabra normativa y
vinculante para definirse cristiana.
Los varios temas de la palabra de Jesús contenidos en este largo discurso no son una
suma o aglomerado de exhortaciones, sino más bien indican con claridad y radicalidad
cual debe ser la nueva actitud que hay que tener con Dios, con nosotros mismos y con
nuestros hermanos.
Algunas expresiones de esta enseñanza de Jesús pueden aparecer exageradas, pero
son utilizadas para dar una imagen más viva de la realidad y por tanto realista en el
contenido, aunque no en la forma literaria: por ejemplo en los vv. 29-30: “Si tu ojo
derecho te es ocasión de escándalo, sácatelo y arrójalo fuera de ti: es mejor que perezca
uno de tus miembros, que todo el cuerpo sea arrojado a la Gehenna. Y si tu mano
derecha te es ocasión de escándalo, córtatela y arrójala lejos de ti; es mejor que perezca
uno de tus miembros, que todo el cuerpo termine en la Gehenna”. Tal modo de
expresarse es para indicar el efecto que se quiere crear en el lector, el cual debe
entender rectamente la palabra de Jesús para no trastocar el sentido.
Nuestra atención por exigencias litúrgicas se detiene en la primera parte del “discurso
de la montaña”, aquella precisamente que se abre con la proclamación de las
bienaventuranzas (Mt 5,1-12)
b) Algunos particulares:
Mateo prepara al lector a escuchar las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús con
una rica concentración de detalles particulares. Ante todo se indica el lugar en el cual
Jesús pronuncia su discurso: “Jesús subió al monte” (5,1). Por este motivo los exegetas lo
definen como el “sermón del monte” a diferencia de Lucas que lo inserta en el contexto
de un lugar llano (Lc 6,20-26). La indicación geográfica “del monte” podría aludir
veladamente a un episodio del AT muy semejante al nuestro: es cuando Moisés
promulga el decálogo sobre el Monte Sinaí. No se excluye que Mateo intente presentar
la figura Jesús, nuevo Moisés, que promulga la ley nueva.
Otro particular que nos llama la atención es la posición física con la que Jesús
pronuncia sus palabras: “se sentó”. Tal postura confiere a su persona una nota de
autoridad en el momento de legislar. Lo rodean los discípulos y las “muchedumbres”:
este particular intenta demostrar que Jesús al pronunciar tales palabras se ha dirigido
a todos y que se deben considerar actuales para todo el que escucha. Hay que notar
que el discurso de Jesús no presenta detalles de formas de vida imposibles, o que están
dirigidas a un grupo de personas especiales o particulares, ni intenta fundar una ética
exclusivamente para el interior. Las exigentes propuestas de Jesús son concretas,
comprometidas y decididamente radicales.
Alguien ha estigmatizado así el discurso de Jesús: “Para mí, el texto más importante de
la historia humana. Se dirige a todos, creyentes o no, y permanece después de veinte
siglos, como la única luz que brilla todavía en las tinieblas de la violencia, del miedo, de
la soledad en la que ha sido arrojado el Occidente por su propio orgullo y egoísmo”
(Gilbert Cesbron) El término “beati” (en griego makarioi) en nuestro contexto no
expresa un leguaje “plano” sino un verdadero y preciso grito de felicidad, difundidísimo
en el mundo de la Biblia. En el AT, por ejemplo, se definen personas “felices” a aquellos
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que viven las indicaciones de la Sabiduría (Sir 25,7-10). El orante de los Salmos define
“feliz” a quien teme, o más precisamente, a quien ama al Señor, expresándolo en la
observancia de las indicaciones contenidas en la Palabra de Dios (Sal 1,1; 128,1).
La originalidad de Mateo consiste en la unión de una frase secundaria que especifica
cada bienaventuranza: por ejemplo, la afirmación principal “bienaventurados los
pobres de espíritu” se ilustra con una frase añadida “porque de ellos es el reino de los
cielos”. Otra diferencia respecto al AT: la de Jesús anuncian una felicidad que salva en el
presente y sin limitaciones. Además, para Jesús, todos pueden acceder a la felicidad, a
condición de que se esté unido a Él.
c) Las tres primeras bienaventuranzas
i) El primer grito va dirigido a los pobres: “Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos”. El lector queda desorientado: ¿cómo es posible
que los pobres puedan ser felices? El pobre en la Biblia es aquel que se vacía de si
mismo y sobre todo renuncia a la presunción de construir su presente y futuro de
modo autónomo, para dejar, por el contrario, más espacio y atención al proyecto de
Dios y a su Palabra. El pobre, siempre en sentido bíblico, no es un hombre cerrado en sí
mismo, miserable, sino que nutre una apertura a Dios y a los demás. Dios representa
toda su riqueza. Podríamos decir con Santa Teresa de Ávila: felices son los que hacen la
experiencia del “¡Sólo Dios basta!”, en el sentido de que son ricos de Dios.
Un gran autor espiritual de nuestro tiempo ha descrito así el sentido verdadero de la
pobreza: “ Hasta que el hombre no vacía su corazón, Dios no puede rellenarlo de sí. En
cuanto y en la medida que de todo vacíe su corazón, el Señor lo llena. La pobreza es el
vacío, no sólo en lo referente al futuro, sino también en lo que se refiere al pasado.
Ningún lamento o recuerdo, ninguna ansia o deseo. Dios no está en el pasado. Dios no
está en el futuro. ¡Él es la presencia! Deja a Dios tu pasado, deja a Dios tu futuro. Tu
pobreza es vivir en el acto que vives, la presencia pura de Dios que es la Eternidad”
(Divo Barsotti) Es la primera bienaventuranza, no sólo porque da inicio a la serie, sino
porque parece condensar las variedades específicas de las otras.
ii) ”Bienaventurados los mansos porque poseerán la tierra”. La segunda
bienaventuranza se refiere a la mansedumbre. Una actitud, hoy, poco popular. Incluso
para muchos tiene una connotación negativa y se entiende como debilidad o por
aquella imperturbabilidad de quien sabe controlar por cálculo la propia emotividad.
¿Cuál es el significado de “mansos” en la Biblia? Los mansos se perfilan como personas
que gozan de una gran paz (Salmo 37,10), son considerados como felices, benditos,
amados por Dios. Y al mismo tiempo son contrapuestos a los malvados, impíos, a los
pecadores. De aquí que el AT presenta una riqueza de significados que no nos
permiten una definición unívoca.
En el NT el primer texto que encontramos es Mt 11,29: “Aprended de mí que soy manso
y humilde de corazón”. Un segundo texto está en Mt 21,5. Mateo cuando quiere narrar
la entrada de Jesús en Jerusalén, cita la profecía de Zacarías 9,9: “He aquí que tu siervo
viene a ti manso” En verdad, el evangelio de Mateo pudiera ser definido el evangelio de
la mansedumbre.
También Pablo recuerda la mansedumbre como una actitud específica del ser
cristiano. En 2 Corintios 10,1 exhorta a los creyentes “por la benignidad y mansedumbre
de Cristo”. En Gálatas 5,22 la mansedumbre es considerada un fruto del Espíritu Santo
en el corazón de los creyentes y consiste en ser mansos, moderados, lentos para herir,
dulces, pacientes con los demás. Y todavía en Efesios 4,32 y Colosenses 3,12 la
mansedumbre es un comportamiento que deriva de ser cristiano y es una señal que
caracteriza al hombre nuevo de Cristo.
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Y finalmente, una indicación elocuente nos viene de la 1 Pedro 3,3-4: “ Vuestro ornato
no ha de ser el exterior, cabellos rizados, ataviados con collares de oro o la compostura
de los vestidos, tratad más bien de adornar el interior de vuestro corazón con un
espíritu incorruptible lleno de mansedumbre y de paz que es lo precioso delante de
Dios”.
En el discurso de Jesús ¿qué significado tiene el término “mansos”? Verdaderamente
iluminadora es la definición del hombre manso que nos ofrece el Card. Carlo Maria
Martín: “ El hombre manso según las bienaventuranzas es aquel que, a pesar del ardor
de sus sentimientos, permanece dúctil y libre, no posesivo, internamente libre, siempre
sumamente respetuoso del misterio de la libertad, imitador en esto de Dios, que hace
todo en el sumo respeto por el hombre, y mueve al hombre a la obediencia y al amor
sin usar jamás la violencia. La mansedumbre se opone así a toda forma de prepotencia
material y moral, es la victoria de la paz sobre la guerra, del diálogo sobre el atropello”.
A esta sabia interpretación se añade la de otro ilustre exegeta: “La mansedumbre de la
que habla las bienaventuranzas no es otra cosa que aquel aspecto de humildad que se
manifiesta en la afabilidad puesta en acto en las relaciones con el prójimo. Tal
mansedumbre encuentra su ilustración y su perfecto modelo en la persona de Jesús,
manso y humilde de corazón. En el fondo nos aparece como una forma de caridad,
paciente y delicadamente atenta para con los demás”. (Jacques Dupont)
iii) “Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados”.Se puede llorar por
un gran dolor o sufrimiento. Tal estado de ánimo subraya que se trata de una situación
grave, aunque no se indiquen los motivos para identificar la causa. Queriendo
identificar hoy la identidad de estos “afligidos” se podría pensar en todos los cristianos
que desean con vehemencia la llegada del Reino y sufren por tantas cosas negativas en
la Iglesia; al contrario de preocuparse de la santidad, la Iglesia presenta divisiones y
heridas. Pueden ser también aquellos que están afligidos por sus propios pecados e
inconsistencias y que, en algún modo, vuelven al camino de la conversión. A estas
personas sólo Dios puede llevarles la novedad de la “consolación”.
3. La palabra me ilumina (para meditar)
a) ¿Sé aceptar aquellos pequeños signos de pobreza que a mí me suceden? Por
ejemplo, ¿ la pobreza de la salud, las pequeñas indisposiciones? ¿Tengo grandes
pretensiones?
b) ¿Sé aceptar cualquier aspecto de mi pobreza y fragilidad?
c) ¿Sé rezar como un pobre, como uno que pide con humildad la gracia de Dios, su
perdón, su misericordia?
d) Inspirado por el mensaje de Jesús sobre la mansedumbre ¿sé renunciar a la
violencia, a la venganza, al espíritu de revancha?
e) ¿Sé cultivar, en familia y en mi puesto de trabajo, un espíritu de dulzura, de
mansedumbre y de paz?
f) ¿Respondo con el mal a las pequeñas ofensas, a las insinuaciones, a las alusiones
ofensivas?
g) ¿Sé estar atento con los débiles, que son incapaces de defenderse? ¿Soy paciente
con los ancianos? ¿Acogedor con los extranjeros, los cuales a menudo son explotados
en su trabajo?
4. Para orar
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a) Salmo 23:
El salmo parece rotar en torno a un título “El Señor es mi pastor”. Los santos son
imágenes del rebaño en camino: ellos están acompañados por la bondad de Dios,
hasta que lleguen definitivamente a la casa del Padre (P. Alonso Schökel, Los salmos de
la confianza, Dehoniana libri, Bolonia 2006, 54)
Yahvé es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas,
allí reparo mis fuerzas.
Me guía por cañadas seguras
haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso,
ningún mal temería,
pues tú vienes conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas ante mí una mesa,
a la vista de mis enemigos;
perfumas mi cabeza,
mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa de Yahvé
un sinfín de días.
b) Oración final:
Señor Jesús, tú nos indica la senda de las bienaventuranzas para llegar a aquella
felicidad que es plenitud de vida y de santidad. Todos estamos llamados a la santidad,
pero el tesoro para los santos es sólo Dios. Tu Palabra Señor, llama santos a todos
aquellos que en el bautismo han sido escogidos por tu amor de Padre, para ser
conformes a Cristo. Haz, Señor, que por tu gracia sepamos realizar esta conformidad
con Cristo Jesús. Te damos gracias, Señor, por tus santos que has puesto en nuestro
camino, manifestación de tu amor. Te pedimos perdón porque hemos desfigurados en
nosotros tu rostro y renegado nuestra llamada a ser santos.
Martes, 2 de noviembre de 2021
El pan de la vida
Juan 6, 37-40
1. LECTIO
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a) Oración inicial:
Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos para que revivan (Ez
37,9), ven Espíritu Santo, sopla sobre nuestra mente, sobre nuestro corazón, sobre
nuestra alma, para que seamos en Cristo una nueva creación, primicia de la vida
eterna. Amén
b) Lectura del Evangelio:
En aquel tiempo, les dijo Jesús: 37«Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que
venga a mí no lo echaré fuera; 38 porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad,
sino la voluntad del que me ha enviado. 39 Y esta es la voluntad del que me ha enviado:
que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. 40
Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga
vida eterna y que yo le resucite el último día.»
c) Momentos de silencio orante:
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas
2. MEDITATIO
a) Clave de lectura:
En el evangelio de Juan, el punto de vista fundamental sobre Jesús y su misión es que
el Verbo hecho carne ha sido enviado por el Padre al mundo para darnos la vida y
salvar lo que estaba perdido. El mundo por su parte rechaza al Verbo encarnado. El
prólogo del Evangelio nos presenta este pensamiento (Jn 1, 1-18), que sucesivamente el
evangelista continuará elaborando en el relato evangélico. También los evangelios
sinópticos, a su modo, anuncian esta novedad. Piénsese en las parábolas de la oveja
extraviada y del drama perdido (Lc 15, 1-10), o en la declaración: no he venido a llamar a
los justos, sino a los pecadores (Mc 2, 17).
Esta línea de pensamiento lo encontramos también en este pasaje: He bajado del cielo
no para hacer mi voluntad, sino la voluntad delque me ha enviado (Jn 6,38) . Y esta es la
voluntad de mi Padre, que quien vea al Hijo y crea en Él tenga la vida eterna (Jn 6,40).
Palabras claves del evangelio de Juan son: ver y creer. Ver, implica y significa
automáticamente creer en el Hijo enviado por el Padre. Con esta forma de fe el
creyente posee ya la vida eterna. En el evangelio de Juan, la salvación del mundo se
cumple en la primera venida de Cristo a través de la encarnación y con la resurrección
de aquél que se deja elevar en la cruz. La segunda venida de Cristo en el último día será
el complemento a este misterio de salvación El pasaje del evangelio de hoy está sacado
de la sesión que habla del ministerio de Jesús (Jn 1, 12). El texto nos lleva a la Galilea, al
tiempo de la Pascua, la segunda vez en el texto juaneo: Después de estos hechos, Jesús
partió a la otra orilla del mar de Galilea...Estaba vecina la Pascua, la fiesta de los Judíos
(Jn 6, 1, 4). Una gran muchedumbre lo seguía (Jn 6,2) y Jesús viendo a la gente que lo
seguía multiplica los panes. La gente lo quiere proclamar rey, pero Jesús huye y se
retira a la montaña Él solo (Jn 6,15). Después de una breve pausa que nos hace ver al
Señor caminando sobre las aguas (Jn 6, 16-21), el relato sigue al otro día (Jn 6, 22), con la
gente que continúa esperando y buscando a Jesús. Sigue después el discurso sobre el
pan de la vida y la amonestación de Jesús a buscar el alimento que siempre perdura
(Jn 6, 22). Jesús se define a sí mismo como el pan de la vida, haciendo referencia al
maná dado al pueblo por Dios mediante Moisés, como una figura del verdadero pan
que desciende del cielo y da la vida al mundo (Jn 6, 30 -36). En este ámbito se desarrolla
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las palabras de Jesús que nosotros estamos usando para nuestra Lectio (Jn 6, 37-40).
En este contexto encontramos una nueva oposición y un nuevo rechazo de la
revelación de Cristo como el pan de la vida (Jn, 6, 41-66).
Las palabras de Jesús sobre el que viene a Él, hacen eco de la invitación de Dios a
participar en los bienes del banquete de la alianza (Is 55, 1-3). Jesús no rechaza a los que
van a Él, sino que les da la vida eterna. Su misión es precisamente buscar y salvar lo que
estaba perdido (Lc 19, 27). Esto nos recuerda el relato del encuentro de Jesús con la
Samaritana junto al pozo de Jacob (Jn 4, 1- 42). Jesús no rechaza a la Samaritana, sino
que comienza con ella un diálogo "pastoral" con la mujer que viene al pozo por el agua
material y encuentra el hombre, el profeta y el Mesías que le promete el agua de la vida
eterna (Jn 4, 13-15). Tenemos pues en el relato la misma estructura: de una parte la
gente busca el pan material y de la otra, por el contrario, se hace por parte de Jesús
todo un discurso espiritual sobre el pan de la vida.
También el testimonio de Jesús, que come el pan de la voluntad de Dios (Jn 4, 34),
reconfirma lo que el Maestro enseña en este pasaje evangélico (Jn 6, 38).
En la última cena vuelve a tomar una vez más todo este discurso en el capítulo 17. Es Él
el que da la vida eterna (Jn 17, 2), conserva y guarda a todos los que el Padre le ha dado.
De éstos ninguno se ha perdido, sino el hijo de la perdición (Jn 17, 12-13)
b) Algunas preguntas:
para orientar la meditación y actualizarla.
* El Verbo hecho carne es enviado por el Padre al mundo para darnos vida, pero el
mundo rechaza al Verbo encarnado. ¿Acepto en mi vida al Verbo encarnado que da la
vida eterna? ¿Cómo?
* He bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de aquél que me ha
enviado (Jn 6, 38). En Jesús vemos la obediencia a la voluntad del Padre ¿Interiorizo
esta virtud en mi vida para vivirla cada día?
* Quienquiera que ve al Hijo y cree en Él tendrá la vida eterna (Jn 6, 40). ¿Quién es Jesús
para mí? ¿Trato de verlo con los ojos de la fe, escuchando sus palabras contemplando
su modo de ser? ¿Qué significa para mí la vida eterna?
3. ORATIO
a) Salmo 22:
Yahvé es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas,
allí reparo mis fuerzas.
Me guía por cañadas seguras
haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso,
ningún mal temería,
pues tú vienes conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan.
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Preparas ante mí una mesa,
a la vista de mis enemigos;
perfumas mi cabeza,
mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa de Yahvé
un sinfín de días.
b) Oración final:
Oh Dios, que nos nutre en la mesa de tu palabra y del pan de la vida para hacernos
crecer en el amor. Concédenos acoger tu mensaje en nuestro corazón para llegar a ser
en el mundo levadura e instrumento de salvación. Por Cristo Nuestro Señor Amén.
4. CONTEMPLATIO
La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con
su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre su voluntad.
“Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17).
Miércoles, 3 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Señor de poder y de misericordia, que has querido hacer digno y agradable por favor
tuyo el servicio de tus fieles; concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que pos
prometes.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 14,25-33
Caminaba con él mucha gente y, volviéndose, les dijo: «Si alguno viene junto a mí y no
odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y
hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos
de mí, no puede ser discípulo mío. «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una
torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que,
habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se
pongan a burlarse de él, diciendo: `Éste comenzó a edificar y no pudo terminar.' O
¿qué rey, antes de salir contra otro rey, no se sienta a deliberar si con diez mil puede
salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía
lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera,
cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.
Reflexión
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•
El evangelio de hoy habla del discipulado y presenta las condiciones para que
alguien pueda ser discípulo o discípula de Jesús. Jesús está camino de Jerusalén,
donde va a morir en la Cruz. Este es el contexto en que Lucas coloca las palabras de
Jesús sobre el discipulado.
•
Lucas 14,25: Ejemplo de catequesis. El evangelio de hoy es un ejemplo bonito de
cómo Lucas transforma las palabras de Jesús en catequesis para la gente de las
comunidades. Dice: “Caminaba con él mucha gente. Y volviéndose les dijo”. Jesús
habla a grandes multitudes, esto es, habla a todos, inclusive a la gente de las
comunidades del tiempo de Lucas y nos habla también a nosotros hoy. En la
enseñanza que sigue, pone las condiciones para que alguien sea discípulo de Jesús.
•
Lucas 14,25-26: Primera condición: odiar al padre y a la madre. Algunos le quitan
fuerza a la palabra odiar y la traducen con “dar preferencia a Jesús por encima de los
padres”. El texto original usa la expresión “odiar a los padres”. En otro lugar Jesús
manda amar y honorar a los padres (Lc 18,20). ¿Cómo explicar esta contradicción?
¿Es una contradicción? En el tiempo de Jesús, la situación social y económica llevaba
las familias a encerrarse en sí mismas y les impedía cumplir con la ley del rescate
(goel), esto es, socorrer a los hermanos y hermanas de la comunidad (clan) que
estaban amenazados de perder su tierra o de caer en la esclavitud (Cf. Dt 15,1-18; Lev
25,23-43). Encerradas en sí mismas, las familias debilitaban la vida de comunidad.
Jesús quiere rehacer la vida en comunidad. Por esto, pide que se rompa la visión
estrecha de la pequeña familia que se encierra en sí misma y pide que las familias se
abran entre sí en la gran familia, en la comunidad. Este es el sentido de odiar el padre
y la madre, la mujer, los hijos, los hermanos y hermanas. Jesús mismo, cuando los
parientes de su pequeña familia quieren llevarlo de nuevo a Nazaret, no atiende su
petición. Ignora u odia su petición y alarga la familia diciendo: “Mi hermano, mi
hermana, mi madre son todos aquellos que hacen la voluntad del Padre” (Mc 3,2021.31-35). Los vínculos familiares no pueden impedir la formación de la Comunidad.
Esta es la primera condición.
•
Lucas 14,27: Segunda condición: cargar la cruz “El que no lleve su cruz y venga en pos
de mí, no puede ser discípulo mío.”. Para entender bien el alcance de esta segunda
exigencia debemos mirar el contexto en que Lucas coloca esta palabra de Jesús.
Jesús está yendo hacia Jerusalén donde será crucificado y morirá. Seguir a Jesús y
llevar la cruz detrás de él significa ir con él hasta Jerusalén donde para ser crucificado
como él. Esto evoca la actitud de las mujeres que “habían seguido a Jesús y le habían
servido desde cuando estaba en Galilea. Muchas otras estaban allí, pues había subido
con Jesús a Jerusalén” (Mc 15,41). Evoca también la frase de Pablo en la carta a los
Gálatas: “Cuanto a mí, jamás me gloriaré a no ser en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo” (Gál 6,14)
•
Lucas 14,28-32: Dos parábolas. Las dos tienen el mismo objetivo: llevar a las personas
a pensar bien antes de tomar una decisión. En la primera parábola dice: “Porque
¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los
gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no
pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: ¡Éste
comenzó a edificar y no pudo terminar!” Esta parábola no necesita explicación, habla
por sí sola: que cada uno reflexione bien sobre su manera de seguir a Jesús y se
pregunte si calculó bien las condiciones antes de tomar la decisión de ser discípulo
de Jesús.
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•
La segunda parábola: “O ¿qué rey, antes de salir contra otro rey, no se sienta a
deliberar si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y
si no, cuando el otro está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones
de paz”. Esta parábola tiene el mismo objetivo que la anterior. Algunos se preguntan:
“¿Cómo es que Jesús se puso a usar un ejemplo de guerra?” La pregunta es
pertinente para nosotros que conocemos las guerras de hoy. Sólo la segunda guerra
mundial (1939 a 1945) causó 54 millones de muertos. En aquel tiempo, las guerras
eran como la competitividad comercial entre las empresas de hoy que luchan para
obtener más beneficios.
•
Lucas 14,33: Conclusión para el discipulado. La conclusión es una sola: seguir a Jesús
es una cosa seria. Hoy, para mucha gente, ser cristiano no es una opción personal, ni
una decisión de vida, sino un simple fenómeno cultural. No se les pasa por la cabeza
tomar una opción. Quien nace brasileño, es brasileño. Mucha gente es cristiana
porque nació así y muere así, sin haber tenido nunca la idea de optar y de asumir lo
que ya es por nacimiento.
Para la reflexión personal
•
Ser cristiano es cosa seria. Tengo que calcular bien mi manera de seguir a Jesús.
¿Cómo acontece esto en mi vida?
•
“Odiar a los padres”; Comunidad o familia. ¿Cómo combinas las dos cosas?
¿Consigues armonizarlas?
Oración final
Yahvé es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
Yahvé, el refugio de mi vida,
¿ante quién temblaré? (Sal 27,1)
Jueves, 4 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Señor de poder y de misericordia, que has querido hacer digno y agradable por favor
tuyo el servicio de tus fieles; concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que pos
prometes.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 15,1-10
Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle. Los fariseos y los
escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos.»
Entonces les dijo esta parábola: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una
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de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta
que la encuentra? Cuando la encuentra, se la pone muy contento sobre los hombros y,
llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos y les dice: `Alegraos conmigo, porque
he hallado la oveja que se me había perdido.' Os digo que, de igual modo, habrá más
alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos
que no tengan necesidad de conversión. «O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si
pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta
que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas y les dice:
`Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.' Pues os digo que,
del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se
convierta.»
Reflexión
•
El evangelio de hoy nos trae las primeras tres parábolas enlazadas entre sí por la
misma palabra. Se trata de tres cosas perdidas: la oveja perdida (Lc 15,3-7), la moneda
perdida (Lc 15,8-10), el hijo perdido (Lc 15.11-32). Las tres parábolas son dirigidas a los
fariseos y a los doctores de la ley que criticaban a Jesús (Lc 15,1-3). Es decir que son
dirigidas al fariseo o al doctor de la ley que existe en cada uno de nosotros.
•
Lucas 15,1-3: Los destinatarios de las parábolas. Estos tres primeros versos describen
el contexto en el que fueron pronunciadas las tres parábolas: “Todos los publicanos
y los pecadores se acercaban a él para oírle. Los fariseos y los escribas murmuraban”.
De un lado, se encontraban los cobradores de impuestos y los pecadores, del otro los
fariseos y los doctores de la ley. Lucas dice con un poco de exageración: “Todos los
publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle”. Algo en Jesús atraía. Es la
palabra de Jesús la que los atrae (Cf. Is 50,4). Ellos quieren oírlo. Señal de que no se
sienten condenados, sino acogidos por él. La crítica de los fariseos y de los escribas
era ésta: "¡Este hombre acoge a los pecadores y come con él!". En el envío de los
setenta y dos discípulos (Lc 10,1-9), Jesús había mandado acoger a los excluidos, a los
enfermos y a los poseídos (Mt 10,8; Lc 10,9) y a practicar la comunión alrededor de la
mesa (Lc 10,8).
•
Lucas 15,4: Parábola de la oveja perdida. La parábola de la oveja perdida empieza con
una pregunta: "¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no
deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta que la
encuentra?” Antes de que él mismo diera una respuesta, Jesús tiene que haber
mirado a los oyentes para ver cómo respondían. La pregunta es formulada de tal
manera que la respuesta no puede que ser positiva: “Sí, ¡él va en búsqueda de la oveja
perdida!” Y tú ¿cómo responderías? ¿Dejarías las 99 ovejas en el campo para ir detrás
de la única oveja que se perdió? ¿Quién haría esto? Probablemente la mayoría habrá
respondido: “Jesús, entre nosotros, ninguno haría una cosa tan absurda. Dice el
proverbio: “¡Mejor un pájaro en mano, que ciento volando!”
•
Lucas 15,5-7: Jesús interpreta la parábola de la oveja perdida. Ahora en la parábola el
dueño de las ovejas hace lo que nadie haría: deja todo y va detrás de la oveja perdida.
Sólo Dios mismo puede tener esta actitud. Jesús quiere que el fariseo y el escriba
que existe en nosotros, en mí, tome conciencia. Los fariseos y los escribas
abandonaban a los pecadores y los excluían. Nunca irían tras la oveja perdida.
Dejarían que se perdiera en el desierto. Prefieren a las 99 que no se perdieron. Pero
Jesús se pone en lugar de la oveja que se perdió, y que en aquel contexto de la
religión oficial caería en la desesperación, sin esperanza de ser acogida. Jesús hace
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saber a ellos y a nosotros: “Si por casualidad te sientes perdido, pecador, recuerda
que, para Dios, tú vales más que las 99 otras ovejas. Dios te sigue. Y en caso de que
tú te conviertes, tiene que saber que “habrá más alegría en el cielo por un solo
pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad
de conversión."
•
Lucas 15,8-10: Parábola de la moneda perdida. La segunda parábola: "O, ¿qué mujer
que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y
busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a
las amigas y vecinas y les dice: `Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que
había perdido.' Pues os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de
Dios por un solo pecador que se convierta.» Dios se alegra con nosotros. Los ángeles
también se alegran con nosotros. La parábola era para comunicar la esperanza a
quien estaba amenazado de desesperación por la religión oficial. Este mensaje evoca
lo que Dios nos dice en el libro del profeta Isaías: “Te tengo grabado en la palma de
mi mano” (Is 49,16). “Tú eres precioso a mis ojos, yo te amo” (Is 43,4)
Para la reflexión personal
•
¿Tú irías detrás de la oveja perdida?
•
¿Piensas que la Iglesia de hoy es fiel a esta parábola de Jesús?
Oración final
¡Buscad a Yahvé y su poder,
id tras su rostro sin tregua,
recordad todas sus maravillas,
sus prodigios y los juicios de su boca! (Sal 105,4-5)
Viernes, 5 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Señor de poder y de misericordia, que has querido hacer digno y agradable por favor
tuyo el servicio de tus fieles; concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que pos
prometes.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 16,1-8
Decía también a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador a
quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda. Le llamó y le dijo: `¿Qué oigo decir
de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no seguirás en el cargo.' Se dijo
entre sí el administrador: `¿Qué haré ahora que mi señor me quita la administración?
Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que
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cuando sea destituido del cargo me reciban en sus casas. '«Y llamando uno por uno a
los deudores de su señor, dijo al primero: ` ¿Cuánto debes a mi señor?' Respondió:
`Cien medidas de aceite.' Él le dijo: `Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe
cincuenta.' Después dijo a otro: `Tú, ¿cuánto debes?'
Contestó: `Cien cargas de trigo.' Dícele: `Toma tu recibo y escribe ochenta.'«El señor
alabó al administrador injusto porque había obrado con sagacidad, pues los hijos de
este mundo son más sagaces con los de su clase que los hijos de la luz.
Reflexión
•
El evangelio de hoy nos presenta una parábola que trata de la administración de los
bienes y que encontramos sólo en el evangelio de Lucas. Se la conoce como La
parábola del administrador deshonesto. Parábola desconcertante. Lucas dice: “El
Señor alabó al administrador injusto porque había obrado con sagacidad”. El Señor
es Jesús mismo y no el administrador. ¿Cómo es que Jesús puede elogiar a un
empleado corrupto?
•
Lucas 16,1-2: El administrador es amenazado de despido. “Había un hombre rico que
tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda. Le llamó
y le dijo: ` ¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no
seguirás en el cargo.'” El ejemplo, sacado del mundo del comercio y del trabajo, habla
por sí solo. Alude a la corrupción que existía. El dueño descubrió la corrupción y
decidió despedir al administrador deshonesto. Este, de repente, se ve en una
situación de emergencia y obligado por las circunstancias imprevistas a encontrar
una salida para poder sobrevivir. Cuando Dios se hace presente en la vida de una
persona, allí, de repente, todo cambia y la persona entra en una situación de
emergencia. Tendrá que tomar una decisión y encontrar una salida.
•
Lucas 16,3-4: ¿Qué hacer? ¿Qué salida tomar? “Se dijo entre sí el administrador: ¿Qué
haré ahora que mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar,
me da vergüenza”. Y empieza a reflexionar para descubrir una salida. Analiza, una
por una, las posibles alternativas: cavar o trabajar la piedra para sobrevivir, pero para
esto no tiene fuerzas. Mendigar le da vergüenza. Analiza las cosas. Calcula bien las
posibles alternativas. “Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea destituido del
cargo me reciban en sus casas”. Se trata de garantizar su futuro. El administrador
deshonesto es coherente con su modo de pensar y de vivir.
•
Lucas 16,5-7: Realización de la solución encontrada. “Y llamando uno por uno a los
deudores de su señor, dijo al primero: ` ¿Cuánto debes a mi señor?' Respondió: `Cien
medidas de aceite.' Él le dijo: `Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe
cincuenta.' Después dijo a otro: `Tú, ¿cuánto debes?' Contestó: `Cien cargas de trigo.'
Dícele: `Toma tu recibo y escribe ochenta. ". Dentro de su total falta de ética el
administrador fue coherente. El criterio de su acción no es la honestidad y la justicia,
ni el bien del dueño de quien va a depender para vivir y sobrevivir, sino su propio
interés. El quiere la garantía de tener a alguien que lo reciba en su casa.
•
Lucas 16,8: El Señor elogió al administrador deshonesto. Y ahora viene la conclusión
desconcertante: “El Señor alabó al administrador injusto porque había obrado con
sagacidad, pues los hijos de este mundo son más sagaces con los de su clase que los
hijos de la luz.” La palabra Señor se refiere a Jesús y no al dueño, al hombre rico. Este
jamás alabaría a un empleado deshonesto con él en el servicio y que ahora, roba más
de 50 barriles de aceite y 20 sacos de trigo. En la quién alaba es Jesús. Y Jesús no
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alaba el robo, sino la presencia de espíritu del administrador. Sabe calcular bien las
cosas y sabe encontrar una salida, cuando de repente se ve sin trabajo. Así, como los
hijos de este mundo saben ser expertos en sus cosas, así los hijos de la luz deben
aprender de ellos a ser expertos en la solución de sus problemas, usando los criterios
del Reino y los criterios de este mundo. “Sean expertos como las serpientes y simples
como las palomas” (Mt 10,16).
Para la reflexión personal
•
¿Soy coherente?
•
¿Cuál es el criterio que uso en la solución de mis problemas?
Oración final
Una cosa pido a Yahvé,
es lo que ando buscando:
morar en la Casa de Yahvé
todos los días de mi vida,
admirar la belleza de Yahvé
contemplando su templo. (Sal 27,4)
Sábado, 6 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Señor de poder y de misericordia, que has querido hacer digno y agradable por favor
tuyo el servicio de tus fieles; concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que pos
prometes.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 16,9-15
«Yo os digo: Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os
reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo insignificante, lo es también en lo
importante; y el que es injusto en lo insignificante, también lo es en lo importante. Si,
pues, no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no
fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? «Ningún criado puede servir a dos
señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y desdeñará
al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.» Estaban oyendo todas estas cosas los
fariseos, que son amigos del dinero, y se burlaban de él. Y les dijo: «Vosotros sois los que
os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones;
porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios.
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Reflexión
•
El evangelio de hoy nos presenta unas palabras de Jesús alrededor del uso de los
bienes. Son palabras y frases sueltas, de las que no conocemos el contexto exacto en
el que fueron pronunciadas. Lucas las coloca aquí para formar una pequeña unidad
alrededor del uso correcto de los bienes de esta vida y para ayudar a entender mejor
el sentido de la parábola del administrador deshonesto (Lc 16,1-8).
•
Lucas 16,9: Usar bien el dinero injusto "Yo os digo: Haceos amigos con el dinero
injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas”. Otros
traducen “riqueza inicua”. Para Lucas, el dinero no es algo neutral, es injusto, es
inicuo. En el Antiguo Testamento, la palabra más antigua para indicar al pobre (ani)
significa empobrecido. Viene del verbo ana, oprimir, rebajar. Esta afirmación, evoca
la parábola del administrador deshonesto, cuya riqueza era inicua, injusta. Aquí se
hace patente el contexto de las comunidades del tiempo de Lucas, esto es, de los
años 80 después de Cristo. Inicialmente, las comunidades cristianas surgieron entre
los pobres (cf. 1Cor 1,26; Gál 2,10). Poco tiempo después fueron entrando personas
más ricas. La entrada de los ricos trajo consigo problemas que están evidenciados en
los consejos dados en la carta de Santiago (Sant 2,1-6;5,1-6), en la carta de Pablo a los
Corintios (1Cor 11,20-21) y en evangelio de Lucas (Lc 6,24). Estos problemas se fueron
agravando al final del siglo primero, como atesta el Apocalipsis en su carta a la
comunidad de (Ap 3,17-18). Las frases de Jesús que Lucas conserva son una ayuda
para aclarar y resolver este problema.
•
Lucas 16,10-12: Ser fiel en lo pequeño y en lo grande. “El que es fiel en lo insignificante,
lo es también en lo importante; y el que es injusto en lo insignificante, también lo es
en lo importante. Si, pues, no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo
verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro?” Esta frase
aclara la parábola del administrador deshonesto. El no fue fiel. Por esto fue sacado
de la administración. Esta palabra de Jesús trae también una sugerencia de cómo
realizar el consejo de hacerse amigos con dinero injusto. Hoy ocurre algo similar. Hay
personas que dicen palabras muy lindas sobre la liberación, pero que en casa
oprimen a la mujer y a los hijos. Son infieles en las cosas pequeñas. La liberación en
lo macro empieza en lo micro, en el pequeño mundo de la familia, de la relación
diaria entre las personas.
•
Lucas 16,13: No podéis servir a Dios y al dinero. Jesús es muy claro en su afirmación: “.
“Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro;
o bien se dedicará a uno y desdeñará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.” Cada
uno, cada una tendrá que optar. Tendrá que preguntarse: “¿A quién, qué pongo en
el primer lugar en mi vida: a Dios o al dinero?” En lugar de la palabra dinero cada cual
puede colocar otra palabra: coche, empleo, prestigio, bienes, casa, imagen, De esta
opción dependerá la comprensión de los consejos que siguen sobre la Providencia
Divina (Mt 6,25-34). No se trata de una opción hecha sólo con la cabeza, sino de una
opción bien concreta de la vida que abarca también actitudes.
•
Lucas 16,14-15: Crítica a los fariseos que aman el dinero. “Estaban oyendo todas estas
cosas los fariseos, que son amigos del dinero, y se burlaban de él. Y les dijo: “«Vosotros
sois los que os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros
corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios.”.
En otra ocasión Jesús menciona el amor de algunos fariseos al dinero: “… mientras
devoran las casas de las viudas y simulan largas oraciones…” (Mt 23,14: Lc 20,47; Mc
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12,40). Ellos se dejaban llevar por la sabiduría del mundo, de quien Pablo dice: “Y si
no, mirad, hermanos vuestra vocación; pues no hay entre vosotros muchos sabios
según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Antes eligió Dios la necedad
del mundo para confundir a los sabios y eligió Dios la flaqueza del mundo para
confundir a los fuertes. Y lo plebeyo del mundo, el desecho, lo que no es nada, lo
eligió Dios para anular lo que es” (1Cor 1,26-28). A algunos fariseos les gustaba el
dinero, como hoy a algunos sacerdotes les gusta el dinero. Vale para ellos la
advertencia de Jesús y de Pablo.
Para la reflexión personal
•
¿Tú y el dinero? ¿Por qué optas?
•
¿Fiel en lo pequeño? ¿Cómo hablas del evangelio y cómo vives el evangelio?
Oración final
¡Dichoso el hombre que teme a Yahvé,
que encuentra placer en todos sus mandatos!
Su estirpe arraigará con fuerza en el país,
la raza de los rectos será bendita. (Sal 112,1-2)
Domingo, 7 de noviembre de 2021
Jesús, los escribas y la viuda
La contabilidad diversa del Reino de los cielos
Marcos 12,38-44
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo
con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la
Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los
acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final
de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu
palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén.
2. Lectura
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a) Clave de lectura:
El texto del evangelio de este domingo presenta dos hechos opuestos, ligados entre sí:
por un lado la crítica de Jesús contra los escribas que usaban la religión para arruinar a
las pobre viudas y, por el otro, el ejemplo de la viuda pobre que daba al Templo hasta lo
que le era necesario. ¡Hecho éste muy actual, incluso hoy!
b) Una división del texto para ayudar en la lectura
Marcos 12,38-40: La crítica de Jesús contra los intereses de los escribas
Marcos 12,41-42: Jesús observa a la gente que pone la limosna en el tesoro del templo
Marcos:12,43-44: Jesús revela el valor del gesto de una pobre viuda
c) El texto:
Decía también en su instrucción: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con
amplio ropaje, ser saludados en las plazas, 39 ocupar los primeros asientos en las
sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; 40 y que devoran la hacienda de las
viudas so capa de largas oraciones. Ésos tendrán una sentencia más rigurosa.»
38
Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en
el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. 42 Llegó también una viuda pobre y
echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. 43 Entonces, llamando a sus
discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos
los que echan en el arca del Tesoro. 44 Pues todos han echado de lo que les sobraba,
ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía
para vivir.»
41
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto de este texto que más te ha gustado y ha llamado más tu
atención? ¿Por qué?
b) ¿Qué critica Jesús en los doctores de la Ley, y por qué cosa los alaba?
c) ¿Qué desigualdad y religiosa de aquella época aparecen en el texto?
d) Cómo puede ser que dos céntimos de la viuda puedan valer más que lo echado por
los ricos?
e) Observa bien el texto y descubre cuanto sigue: “¿Por qué Jesús elogia a la pobre
viuda?
f) ¿Cuál es el mensaje de este texto para nosotros hoy?
5. Para aquéllos que desean profundizar más en el
tema
a) Contexto de ayer y de hoy:
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* El contexto en tiempos de Jesús.
El texto de Marcos 12,38-44 relata la parte final de las actividades de Jesús en Jerusalén
(Mc 11,1 a 12,44). Fueron días muy intensos, llenos de conflictos: expulsión de los
mercaderes del Templo (Mc 11,12-26), y muchas discusiones con las autoridades: (Mc
11,27 a 12,12), con los fariseos, con los herodianos y saduceos (Mc 12,13-27) y con los
doctores de la ley (Mc 12,28-37). El texto de este domingo (Mc 12,38-44) nos presenta
una última palabra crítica de Jesús respecto al mal comportamiento de los doctores de
la ley (Mc 12,38-40) y una palabra de elogio respecto al buen comportamiento de la
viuda. Casi al término de su actividad en Jerusalén, sentado delante del tesoro donde
se recogía las limosnas del Templo, Jesús llama la atención de los discípulos sobre el
gesto de una pobre viuda y les enseña el valor del compartir (Mc 12,41-44)
* El contexto en tiempos de Marcos
En los primeros cuarenta años de la historia de la Iglesia, desde los años 30 al 70, las
comunidades cristianas eran, en su mayoría, formadas por gente pobre (1Cor 1,26). Poco
después se les agregaron también otras personas más ricas o que tenían varios
problemas. Las tensiones sociales, que marcaba el imperio romano, comenzaron
también a despuntar en la vida de las comunidades. Estas divisiones, por ejemplo,
surgían, cuando las comunidades se reunían para celebrar la cena (1Cor 11,20-22) o
cuando había alguna reunión (Sant 2,1-4). Por esto, la enseñanza del gesto de la viuda
era para ellos actual. Era como mirarse al espejo, porque Jesús compara el
comportamiento de los ricos y el comportamiento de los pobres.
* El contexto hoy
Jesús elogia a una pobre viuda porque sabe compartir más y mejor que todos los ricos.
Muchos pobres de hoy hacen la misma cosa. La gente dice: "El pobre no deja nunca
morir de hambre a otro pobre." Pero a veces ni siquiera esto es verdad. Doña Crisanta
una señora pobre de la campiña se trasladó a la periferia de una gran ciudad, decía:
"Allí, en la campiña, yo era muy pobre, pero tenía siempre algo para compartir con un
pobre que tocaba a la puerta. Ahora que me encuentro en la ciudad, cuando veo a un
pobre que viene a llamar a mi puerta, me escondo por la vergüenza porque no tengo
nada que compartir”. Por un lado la gente rica que tiene de todo y por otro la gente
pobre que no tiene casi nada para compartir, excepto lo poco que tienen.
b) Comentario del texto:
Marcos 12,38-40: Jesús critica a los doctores de la ley
Jesús llama la atención a los discípulos sobre el comportamiento hipócrita y
aprovechado de algunos doctores de la ley. “Doctores” o Escribas eran aquellos que
enseñaban a la gente la Ley de Dios. Pero enseñaban de palabra, porque el testimonio
de sus vidas mostraba lo contrario. A ellos les gustaba deambular por las plazas con
largas túnicas, recibir el saludo de la gente, ocupar los primeros puestos en las
sinagogas y en los banquetes. Eran personas que querían aparentar ser gente
importante. Usaban su ciencia y su profesión como medio para subir la escala social y
enriquecerse, y no para servir. A ellos les gustaba entrar en las casa de las viudas y
recitar largas oraciones en cambio de dinero. Y Jesús termina diciendo: ¡Esta gente
recibirá un juicio severo!”
Marcos 12,41-42: La limosna de la viuda
Jesús y os discípulos, sentados ante el tesoro del Templo, observaban a las personas
que colocaban en el tesoro sus limosnas. Los pobres echaban pocos centavos, los ricos
arrojaban monedas de gran valor. El tesoro del templo se colmaba de dinero. Todos
aportaban algo para el mantenimiento del culto, para sostener a los sacerdotes y para
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la conservación del Templo mismo. Parte de este dinero era usado para ayudar a los
pobres, porque entonces no existía la asistencia social. Los pobres dependían de la
caridad pública. Los pobres más necesitados eran los huérfanos y las viudas. Ellos no
poseían nada. Dependían del todo de la caridad de los otros. Pero aunque no tenían
nada se esforzaban para compartir con los otros lo poco que tenían. Así pues, una viuda
muy pobre deposita su limosna en el tesoro del templo. ¡Sólo unos céntimos!
Marcos 12, 43-44: Jesús muestra dónde se manifiesta la voluntad de Dios
¿Qué vale más: los dos céntimos de la viuda o las miles de monedas del rico? Para los
discípulos, las miles de monedas de los ricos eran mucho más útiles para hacer caridad,
que los dos céntimos de la viuda. Ellos pensaban que el problema de la gente se podría
resolver con mucho dinero. Cuando la multiplicación de los panes, ellos habían dicho a
Jesús: “Señor, ¿qué quieres que compremos con doscientos denarios para dar de
comer a tanta gente?” (Mc 6,37). En efecto, para aquéllos que piensan así, los dos
céntimos de la viuda no servía para nada. Pero Jesús dice: “Esta viuda ha echado en el
tesoro más que todos los otros”. Jesús tiene criterios diversos. Llamando la atención de
los discípulos sobre el gesto de la viuda, enseña dónde ellos y nosotros debemos
buscar la manifestación de la voluntad de Dios, a saber, en el compartir. Si hoy
compartiésemos nuestros bienes, que Dios ha puesto en el Universo a disposición de la
humanidad, no habría ni pobres, ni hambre. Habría suficiente para todos y sobraría
también para muchos otros.
c) Ampliando informaciones: Limosnas, compartir, riquezas
La práctica de dar limosna era muy importante para los judíos. Era considerada “una
buena acción” (Mt 6,1-4), porque la ley del Viejo Testamento decía: “Puesto que los
necesitados no faltarán nunca en el país; por esto yo te doy este mandato y te digo:
Abre generosamente la mano a tu hermano pobre y necesitado en tu país” (Dt 15,11).
Las limosnas, puestas en el tesoro del templo, tanto para el culto como para el
mantenimiento del templo o para los necesitados, los huérfanos y las viudas, eran
consideradas como acciones gratas a Dios. Dar limosnas era una forma de compartir
con los otros, un modo de reconocer que todos los bienes y dones pertenecen a dios y
que nosotros somos administradores de estos bienes, de modo que haya vida en
abundancia para todos.
Fue a partir del Éxodo cuando el pueblo de Israel se dio cuenta de la importancia de la
limosna, del compartir. La caminata de cuarenta años a través del desierto fue
necesaria para superar el proyecto de acumulación que venía desde el faraón de
Egipto y que era bien presente en la cabeza de la gente. Es fácil salir del país del faraón.
Pero es difícil librarse de la mentalidad del faraón. La ideología de los grandes es falsa y
engañosa. Ha sido necesario experimentar el hambre en el desierto para aprender que
los bienes necesarios para la vida son para todos. Y esto es la enseñanza del Maná:
“Aquel que había cogido de más, no tenía mucho, aquel que había cogido de menos no
le faltaba” (Éx 16,18).
Pero la tendencia a la acumulación era continua y muy fuerte. Y renace casi siempre en
el corazón humano. Precisamente en esta tendencia a la acumulación se formaron los
grandes imperios de la historia de la humanidad. El deseo de poseer y de acumular
está en el corazón de estos imperios y reinos humanos. Jesús muestra la conversión
necesaria para entrar en el reino de Dios. Dice al joven rico: “Ve, vende todo lo que
tienes, dalo a los pobres” (Mc 10,21). Esta misma exigencia se repite en los otros
evangelios: “Vended lo que tenéis y dadlo en limosnas; haceos bolsas que no
envejecen, un tesoro inexhausto en los cielos, donde los ladrones no llegan y no lo
consume el moho. (Lc 12,33-34; Mt 6,9-20). Y añade una razón a esta exigencia: “Porque
donde está tu tesoro, allí estará también vuestro corazón”
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La práctica del compartir, de la limosna y de la solidaridad es una de las características
que el Espíritu de Jesús, comunicado en Pentecostés (Act 2,1-13), quiere realizar en las
comunidades. El resultado de la efusión del Espíritu es precisamente esto: “Ninguno
entre ellos pasaba necesidad, porque cuantos poseían haciendas o casas las vendían,
llevaban el importe de todo lo vendido y lo dejaban a los pies de los apóstoles” (Act
4,34-35ª; 2,44-45). Estas limosnas recibidas por los apóstoles no se acumulaban, sino
que ”se distribuía a cada uno según su necesidad” (Act 4,35b; 2,45).
La entrada de los ricos en la comunidad cristiana, por un lado hacía posible la
expansión del cristianismo, ofreciendo mejores condiciones al movimiento misionero,
Pero de la otra, la acumulación de bienes blocaba el movimiento de solidaridad y del
compartir provocado por la fuerza del Espíritu en Pentecostés. Santiago quiere ayudar
a algunas personas a entender el camino errado que han emprendido: “Y ahora
vosotros ricos; llorad y gritad por las desventuras que os sobrevendrán. Vuestras
riquezas están podridas, vuestros vestidos serán devorados por la polilla” (Sant 5,1-3).
Para aprender el camino del Reino, todos tienen necesidad de convertirse en alumnos
de aquella pobre viuda, que compartió lo que tenía, lo necesario para vivir.
6. Oración de un Salmo 62 (61)
Dios es fuerza y es amor.
Sólo en Dios encuentro descanso,
de él viene mi salvación;
sólo él mi roca, mi salvación,
mi baluarte; no vacilaré.
¿Hasta cuándo atacaréis a un solo hombre,
lo abatiréis, vosotros todos,
como a una muralla que cede,
como a una pared que se desploma?
Sólo proyectan doblez,
les seduce la mentira,
con la boca bendicen
y por dentro maldicen.
Sólo en Dios descansaré,
de él viene mi esperanza,
sólo él mi roca, mi salvación,
mi baluarte; no vacilaré.
En Dios está mi salvación y mi honor,
Dios es mi roca firme y mi refugio.
Confiad siempre en él, pueblo suyo;
presentad ante él vuestros anhelos.
¡Dios es nuestro refugio!
Un soplo son los plebeyos,
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los notables, pura mentira;
puestos juntos en una balanza
pesarían menos que un soplo.
No confiéis en la opresión,
no os atraiga la rapiña;
a las riquezas, si aumentan,
no apeguéis el corazón.
Dios ha hablado una vez,
dos veces, lo he oído:
que de Dios es el poder,
tuyo, Señor, el amor;
que tú pagas al hombre
conforme a sus obras.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del
Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo
que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no
sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el
Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Lunes, 8 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien
dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 17,1-6
Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no haya escándalos; pero, ¡ay de aquel por
quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y le arrojen al
mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Andad, pues, con cuidado. «Si tu
hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces
al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: `Me arrepiento', le perdonarás.» Dijeron los
apóstoles al Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor dijo: «Si tuvierais una fe como un grano
de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: `Arráncate y plántate en el mar', y os
habría obedecido.»
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Reflexión
•
El evangelio de hoy nos presenta tres distintas palabras de Jesús: una sobre cómo
evitar el escándalo de los pequeños, la otra sobre la importancia del perdón y una
tercera sobre el tamaño de la fe en Dios que debemos tener.
•
Lucas 17,1-2: Primera palabra: evitar el escándalo. “Dijo a sus discípulos: «Es imposible
que no haya escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le
pongan al cuello una piedra de molino y le arrojen al mar, que escandalizar a uno de
estos pequeños”. El escándalo es aquello que hace que una persona se tropiece y
caiga. A nivel de fe, significa aquello que desvía a la persona del buen camino.
Escandalizar a los pequeños quiere decir ser el motivo por el cual los pequeños se
desvían del camino y pierden la fe en Dios. Quien hace esto recibe la siguiente
sentencia: “Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y le arrojen al
mar. ¿Por qué tanta severidad? Porque Jesús se identifica con los pequeños, con los
pobres (Mt 25,40.45). Son sus preferidos, los primeros destinatarios de la Buena
Nueva (cf. Lc 4,18). Quien les hace daño, hace daño a Jesús. a lo largo de los siglos,
muchas veces, nosotros los cristianos, por nuestra manera de vivir la fe hemos sido
el motivo por el cual los pequeños se han alejado de la Iglesia y se han ido hacia otras
religiones. No lograban creer, como decía el apóstol en la carta a los Romanos,
citando al "Por vuestra causa, el nombre de Dios es blasfemado entre los paganos."
(Rom 2,24; Is 52,5; Ez 36,22). ¿Hasta dónde nosotros somos culpables? ¿Merecemos
una piedra de molino al cuello?
•
Lucas 17,3-4: Segunda palabra: Perdonar al hermano. “Andad, pues, con cuidado. Si
tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete
veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: `Me arrepiento', le perdonarás”.
Siete veces al día. ¡No es poco! ¡Jesús pide mucho! En el evangelio de Mateo, dice que
debemos perdonar hasta ¡setenta veces siete! (Mt 18,22). El perdón y la reconciliación
son uno de los asuntos en que Jesús más insiste. La gracia de poder perdonar a las
personas y reconciliarlas entre ellas y con Dios se le dio a Pedro (Mt 16,19), a los
apóstoles (Jn 20,23) y a la comunidad (Mt 18,18). La parábola sobre la necesidad de
perdonar al prójimo no deja lugar a dudas: si no perdonamos a los hermanos, no
podemos recibir el perdón de Dios (Mt 18,22-35; 6,12.15; Mc 11,26). Pues no hay
proporción entre el perdón que recibimos de Dios y el perdón que debemos ofrecer
al prójimo. El perdón con que Dios nos perdona gratuitamente es como diez mil
talentos comparados con cien denarios (Mt 18,23-35). Diez mil talentos son 174
toneladas de oro; cien denarios no pasan de 30 gramos de oro.
•
Lucas 17,5-6: Tercera palabra: Aumentar en nosotros la fe. “Dijeron los apóstoles al
Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor dijo: «Si tuvierais una fe como un grano de
mostaza, habríais dicho a este sicómoro: `Arráncate y plántate en el mar', y os habría
obedecido”. En este contexto de Lucas, la pregunta de los apóstoles aparece como
motivada por la orden de Jesús de perdonar hasta siete veces al día, al hermano y a
la hermana que peca contra nosotros. Perdonar no es fácil. El corazón queda
magullado y la razón presenta mil motivos para no perdonar. Solo con mucha fe en
Dios es posible llegar hasta el punto de tener un amor tan grande que nos haga
capaces de perdonar hasta siete veces al día al hermano que peca en contra de
nosotros. Humanamente hablando, a los ojos del mundo, perdonar así es una locura
y un escándalo, pero para nosotros esta actitud es expresión de la sabiduría divina
que nos perdona infinitamente más. Decía Pablo: “Mientras que nosotros
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anunciamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los paganos.
(1Cor 1,23).
Para la reflexión personal
•
En mi vida, ¿he sido alguna vez motivo de escándalo para mi prójimo? O alguna vez
los demás ¿han sido motivo de escándalo para mí?
•
¿Soy capaz de perdonar siete veces al día al hermano o a la hermana que me ofende
siete veces al día?
Oración final
¡Cantadle, tañed para él,
recitad todas sus maravillas;
gloriaos en su santo nombre,
se alegren los que buscan a Yahvé! (Sal 105,2-3)
Martes, 9 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien
dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Juan 2,13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo
a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los
bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que
vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la casa de mi Padre una casa de
mercado.» Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito:
Los judíos entonces replicaron diciéndole: «Qué signo nos muestras para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruid este santuario y en tres días lo levantaré.» Los judíos le
contestaron: «Cuarenta y seis años se ha tardado en construir este santuario, ¿y tú lo
vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del santuario de su cuerpo. Cuando fue
levantado, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho
eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
Reflexión
•
El Contexto. Nuestro pasaje contiene una enseñanza clara e inequívoca de Jesús en
el templo. Anteriormente, Juan Bautista había dado testimonio de Jesús diciendo
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que era el mesías (1,29); los primeros discípulos, tras la indicación del Bautista, lo
reconocen como el Cordero de Dios, que era una nota mesiánica: inaugurar una
nueva pascua y una nueva alianza, realizar la definitiva liberación del hombre (Jn 1,3551); en Caná, Jesús hace su primer milagro para manifestar su gloria (Jn 2,1-12): la
gloria se torna visible, puede ser contemplada, es decir, se manifiesta. Es la gloria del
Padre, presente en la persona de Jesús, manifestada al inicio de su actividad, como
anticipo de su “ora” (17,1). ¿En qué manera se manifiesta su gloria? Dios establece
gratuitamente con el hombre una nueva relación; lo une íntimamente a él dándole
la capacidad de amar como Él por medio del Espíritu que purifica el corazón del
hombre y lo hace hijo de Dios. Es necesario, sin embargo, reconocer el amor
inmutable de Dios manifestado en Jesús, respondiendo con fe, o sea, con una
adhesión personal.
•
Jesús y el templo. Ahora Jesús se encuentra en Jerusalén, en el templo, y, dando
cumplimiento a la profecía de Malaquías (Ml 3,1-3), se proclama mesías. Esta
presencia de Jesús y sobre todo su enseñanza produce una tensión. Ahora
comprenderá el lector que las grandes disputas con los judíos tengan lugar siempre
en el templo; en este lugar proclama Jesús sus denuncias sustanciales; su misión es
conducir al pueblo fuera del templo (2,15; 10,4). En el fondo, Jesús es condenado
porque representa un peligro para el templo y para el pueblo. Jesús va a Jerusalén
con ocasión de la Pascua de los judíos: es una ocasión clamorosa para manifestarse
en público y para revelar a todos que él es el mesías. En aquella fiesta Jerusalén está
llena de peregrinos llegados de todas partes y por tanto su proceder habría tenido
resonancia en toda Palestina. Llegando a Jerusalén, se traslada rápidamente al
templo donde realizan su trabajo diversos tipos de vendedores y cambistas… El
encuentro en el templo no se realiza con personas que buscan a Dios, sino con
comerciantes de lo sagrado: el importe por instalar los puestos de venta era
entregado al sumo sacerdote. Jesús escoge esta ocasión (la pascua) y este lugar (el
templo) para ofrecer un signo. Toma un látigo, instrumento que simbolizaba al
mesías castigando los vicios y las prácticas malvadas, y expulsa a todos del templo
junto con las ovejas y los bueyes. Es digna de notar su polémica contra los
vendedores de palomas (v.12). La paloma era un animal que se usaba en los
holocaustos propiciatorios (Lv 1,14-17), en los sacrificios de expiación y de purificación
(Lv 12,8; 15,14.29), sobre todo si los que lo ofrecían eran pobres (Lv 5,7; 14,22.30ss). Aquí,
los comerciantes venden las palomas, es decir, venden por dinero la reconciliación
con Dios.
•
La casa de mi Padre. La expresión indica que, en su obrar, Jesús se comporta como
Hijo, que Él representa al Padre en el mundo. Han transformado el culto a Dios en
comercio. El templo no es ya el lugar del encuentro con Dios, sino un mercado donde
vige la presencia del dinero. El culto se ha convertido en pretexto para el lucro. Jesús
ataca la institución central de Israel, el templo, símbolo del pueblo y de la elección.
Denuncia que ha sido usurpada al templo su función histórica: ser símbolo de la
morada de Dios en medio de su pueblo. La primera reacción al gesto de Jesús viene
de parte de los discípulos, que lo asocian al salmo 69,10: “el celo por tu casa me
devorará”. La segunda reacción viene de parte de los sumos sacerdotes, que
reaccionan en nombre de los vendedores: “qué señal nos muestras para hacer estas
cosas” (V.18). Le piden un signo; él les da el de su muerte: “destruid este templo y en
tres días lo reedificaré” (v.19). Jesús es el templo que asegura la presencia de Dios en
el mundo, la presencia de su amor; la muerte en cruz hará de Él el templo único y
definitivo de Dios. El templo construido por manos de hombre ha caído; Jesús lo
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sustituirá, porque Él es ahora la presencia de Dios en el mundo; en Él está presente
el Padre.
Para la reflexión personal
•
¿Has comprendido que el signo del amor de Dios para ti no es ya el templo sino una
persona, Jesús crucificado?
•
¿Sabes que este signo se te ofrece personalmente para tu liberación definitiva?
Oración final
Dios es nuestro refugio y fortaleza,
socorro en la angustia, siempre a punto.
Por eso no tememos si se altera la tierra,
si los montes vacilan en el fondo del mar. (Sal 46,2-3)
Miércoles, 10 de noviembre de 2021
Oración inicial
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien
dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 17,11-19
De camino a Jerusalén, pasó por los confines entre Samaría y Galilea. Al entrar en un
pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y,
levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Al verlos, les
dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.
Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, y, postrándose
rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la
palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?» Y le dijo:
«Levántate y vete; tu fe te ha salvado.»
Reflexión
•
En el Evangelio de hoy, Lucas cuenta como Jesús cura a diez leprosos, pero uno sólo
le agradece. ¡Y era un samaritano! La gratitud es otro tema muy propio de Lucas: vivir
con gratitud y alabar a Dios por todo aquello que recibimos de él. Por esto, Lucas
habla muchas veces de que la gente quedaba admirada y alababa a Dios por las
cosas que Jesús hacía (Lc 2,28.38; 5,25.26; 7,16; 13,13; 17,15.18; 18,43; 19,37; etc.). El
evangelio de Lucas contiene varios cánticos e himnos que expresan esta experiencia
de gratitud y de reconocimiento (Lc 1,46-55; 1,68-79; 2,29-32).
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•
Lucas 17,11: Jesús, camino hacia Jerusalén. Lucas recuerda que Jesús estaba de
camino hacia Jerusalén, pasando por Samaría para ir a Galilea. Desde el comienzo
del viaje (Lc 9,52) hasta ahora (Lc 17,11), Jesús va por Samaría. Sólo ahora está saliendo
de Samaría, pasando por la Galilea para poder llegar a Jerusalén. Esto significa que
las importantes enseñanzas, dadas en estos capítulos de 9 a 17, fueron dadas todas
en un territorio que no ero judío. El oír esto tiene que haber sido motivo de mucha
alegría para las comunidades, venidas del paganismo. Jesús, el peregrino, sigue su
viaje hasta Jerusalén. Sigue eliminando las desigualdades que los hombres han
creado. Sigua el largo y doloroso camino de la periferia hacia la capital, de una
religión cerrada en sí misma, a una religión abierta que sabe acoger a los otros como
hermanos y hermanas, hijos e hijas del mismo Padre. Esta apertura se verá en la
acogida dada a los diez leprosos.
•
Lucas 17,12-13: El grito de los leprosos. Diez leprosos se acercan a Jesús, se paran a
distancia y gritan: "Jesús, maestro, ¡ten piedad de nosotros!" El leproso era una
persona excluida. Era marginado y despreciado, sin el derecho a vivir con su familia.
Según la ley de la pureza, los leprosos debían de ir con ropa rota y el cabello suelto
gritando: “¡Impuro! ¡Impuro!” (Lv 13,45-46). Para los leprosos, la busca de un
tratamiento significaba lo mismo que buscar la pureza para poder ser reintegrados
en la comunidad. No podían acercarse a los otros (Lv 13,45-46). Si un leproso tocaba
a alguien le causaba impureza y creaba un impedimento para la que la persona
pudiera dirigirse a Dios. A través de este grito, ellos expresaban la fe en que Jesús
podía curarlos y devolverles la pureza. Obtener la pureza significaba sentirse, de
nuevo, acogido por Dios y poderse dirigir a El para recibir la bendición prometida a
Abrahán.
•
Lucas 17,14: La respuesta de Jesús y la sanación. Jesús responde:"¡Vete a mostrar a los
sacerdotes!" (cf. Mc 1,44). Era el sacerdote que debía verificar la curación y dar el
atestado de pureza (Lv 14,1-32). La respuesta de Jesús exigía mucha fe de parte de los
leprosos. Deben ir donde el sacerdote como si ya estuvieran curados, cuando, en
realidad, su cuerpo seguía cubierto de lepra. Pero ellos creen en la palabra de Jesús
y van donde el sacerdote. Y ocurre que mientras van de camino, se manifiesta la
curación. Quedan purificados. Esta curación evoca la historia de la purificación de
Naamán de Siria (2Re 5,9-10). El profeta Eliseo mandó al hombre que se lavara en el
Jordán. Naamán tenía que creer en la palabra del profeta. Jesús ordena a los diez
leprosos que se presenten a los sacerdotes. Ellos tenían que creer en la palabra de
Jesús.
•
Lucas 17,15-16: Reacción del samaritano. “Uno de ellos, viéndose curado, se volvió
glorificando a Dios en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le
daba gracias; y éste era un samaritano”. ¿Por qué los otros no volvieron? ¿Por qué
sólo el samaritano? En la opinión de los judíos de Jerusalén, el samaritano no
observaba la ley como era debido. Entre los judíos había la tendencia a observar la
ley para poder merecer o conquistar la justicia. Por la observancia, ellos iban
acumulando créditos ante Dios. La gratitud y la gratuidad no forman parte del
vocabulario de las personas que viven así su relación con Dios. Tal vez sea por esto
que no agradecieron el beneficio recibido. En la parábola del evangelio de ayer, Jesús
había formulado la pregunta sobre la gratitud: “¿Acaso tiene que dar las gracias al
siervo porque hizo lo que le mandaron?” (Lc 17,9) Y la respuesta era: ¡No! El
samaritano representa a las personas que tienen la conciencia clara de que nosotros,
los seres humanos, no tenemos mérito, ni crédito ante Dios. Todo es gracia,
empezando por el don de la vida.
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•
Lucas 17,17-19: La observación final de Jesús. Jesús se extraña: “¿No quedaron limpios
los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a
Dios sino este extranjero?” Para Jesús, agradecer a los demás por el beneficio
recibido es una manera de dar a Dios la alabanza que le es debida. En este punto, los
samaritanos deban lecciones a los judíos. Hoy son los pobres los que desempeñan el
papel del samaritano y nos ayudan a redescubrir esta dimensión de la gratuidad de
la vida. Todo lo que recibimos tiene que ser visto como un don de Dios que viene
hasta nosotros a través del hermano, de la hermana.
•
La acogida dada a los samaritanos en el evangelio de Lucas. Para Lucas, el lugar que
Jesús daba a los samaritanos es el mismo que el que las comunidades tenían que
reservar a los paganos. Jesús presenta al samaritano como un modelo de gratitud
(Lc 17,17-19) y de amor al prójimo (Lc 10,30-33). Esto debía ser muy chocante, pues
para los judíos, samaritano o pagano, era la misma cosa. No podían tener acceso a
los atrios interiores del Templo de Jerusalén, ni participar del culto. Eran
considerados portadores de impureza, impuros desde la cuna. Para Lucas, pero, la
Buena Nueva de Jesús se dirige, en primer lugar, a las personas y a los grupos
considerados indignos de recibirla. La salvación de Dios que llega hasta nosotros en
Jesús es puro don. No depende de los méritos de nadie.
Para la reflexión personal
•
Y tú, ¿sueles agradecer a las personas? ¿Agradeces por mera costumbre o por
convicción? Y en la oración: ¿agradeces u olvidas?
•
Vivir en la gratitud es una señal de la presencia del Reino en medio de nosotros.
¿Cómo transmitir para los demás la importancia de vivir en la gratitud y en la
gratuidad?
Oración final
Yahvé es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas. (Sal 23,1-2)
Jueves, 11 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien
dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 17,20-25
Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: «La
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venida del Reino de Dios no se producirá aparatosamente, ni se dirá: `Vedlo aquí o allá',
porque, mirad, el Reino de Dios ya está entre vosotros.»Dijo a sus discípulos: «Días
vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y
os dirán: `Vedlo aquí, vedlo allá.' No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago
fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su
Día. Pero antes tendrá que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.
Reflexión
•
El evangelio de hoy nos trae una discusión entre Jesús y los fariseos sobre el
momento de la venida del Reino. Los evangelios de hoy y de los próximos días tratan
de la llegada del fin de los tiempos.
•
Lucas 17,20-21: El Reino en medio de nosotros. “Habiéndole preguntado los fariseos
cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: «La venida del Reino de Dios no se
producirá aparatosamente ni se dirá: `Vedlo aquí o allá', porque, mirad, el Reino de
Dios ya está entre vosotros". Los fariseos pensaban que el Reino podía llegar
solamente si la gente llegaba a la perfecta observancia de la Ley de Dios. Para ellos,
la venida del Reino sería la recompensa de Dios al buen comportamiento de la gente,
y el mesías llegaría de forma solemne como un rey, recibido por su pueblo. Jesús dice
lo contrario. La llegada del Reino no puede ser observada como se observa la llegada
de los reyes de la tierra. Para Jesús, el Reino de Dios ¡ha llegado! Ya está en medio de
nosotros, independientemente de nuestro esfuerzo o de nuestro mérito. Jesús tiene
otro modo de ver las cosas. Tiene otra mirada para leer la vida. Prefiere al samaritano
que vive en la gratitud a los nueve que piensan que merecen el bien que reciben de
Dios (Lc 17,17-19).
•
Lucas 17,22-24: Señales para reconocer la venida del Hijo del Hombre. “Días vendrán
en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán:
`Vedlo aquí, vedlo allá.' No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago
fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su
Día.”. En esta afirmación de Jesús existen elementos que vienen de la visión
apocalíptica de la historia, muy común en los siglos antes y después de Jesús. La
visión apocalíptica de la historia tiene la siguiente característica. En épocas de gran
persecución y de opresión, los pobres tienen la impresión de que Dios perdió el
control de la historia. Ellos se sienten perdidos, sin horizonte y sin esperanza de
liberación. En estos momentos de aparente ausencia de Dios, la profecía asume la
forma de apocalipsis. Los apocalípticos, tratan de iluminar a la situación
desesperadora con la luz de la fe para ayudar a la gente a no perder la esperanza y
para que siga con valor la caminada. Para mostrar que Dios no ha perdido el control
de la historia, ellos describen las varias etapas de la realización del proyecto de Dios
a través de la historia. Iniciado en un determinado momento significativo en el
pasado, este proyecto de Dios avanza, etapa por etapa, a través de la situación actual
vivida por los pobres, hasta la victoria final al final de la historia. De este modo, los
apocalípticos sitúan el momento presente como una etapa ya prevista dentro del
conjunto más amplio del proyecto de Dios. En general, la última etapa antes de la
llegada del final se presenta como un momento de sufrimiento y de crisis, del que
muchos quieren aprovechar para ilusionar a la gente diciendo: “Está aquí' o: 'Está allí'.
No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un
extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.” Con la mirada de fe
que Jesús comunica, los pobres van a poder percibir que el reino está ya en medio
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de ellos (Lc 17,21), como un relámpago, sin sombra de duda. La venida del Reino trae
consigo su propia evidencia y no depende de los pronósticos de los demás.
•
Lucas 17,25: Por la Cruz hasta la Gloria. “Pero antes tendrá que padecer mucho y ser
reprobado por esta generación”. Siempre la misma advertencia: la Cruz, escándalo
para los judíos y locura para los griegos, pero para nosotros es expresión de la
sabiduría y del poder de Dios (1Cor 1,18.23). El camino para la Gloria pasa por la cruz.
La vida de Jesús es nuestro canon, es la norma canónica para todos nosotros.
Para la reflexión personal
•
Jesús dice: “¡El reino está en medio de vosotros!” ¿Has descubierto alguna señal de
la presencia del Reino en tu vida, en la vida de tu gente o en la vida de tu comunidad?
•
La cruz en la vida. El sufrimiento. ¿Cómo ves el sufrimiento y qué haces con él?
Oración final
Dios guarda por siempre su lealtad,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
Yahvé libera a los condenados. (Sal 146,6-7)
Viernes, 12 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien
dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 17,26-37
Y dijo Jesús a sus discípulos: “Como sucedió en los días de Noé, así será también en los
días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que
entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucedió en los
días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día
que salió Lot de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo que los hizo perecer a todos. Así
sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. «Aquel Día, el que esté en el
terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y, de igual modo, el que esté
en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su
vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán
dos en un mismo lecho: al uno tomarán y al otro le dejarán; habrá dos mujeres
moliendo juntas: a una la tomarán y a la otra la dejarán.» Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?»
Él les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres.»
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Reflexión
•
El evangelio de hoy sigue la reflexión sobre la llegada del fin de los tiempos y trae
palabras de Jesús sobre cómo preparar la llegada del Reino. Era un asunto candente,
que en aquel tiempo, causaba mucha discusión. Quien determina la hora de la
llegada del fin es Dios. Pero el tiempo de Dios (kairós) no se mide por el tiempo de
nuestro reloj (chronos). Para Dios, un día puede ser igual a mil años, y mil años igual
a un día (Sal 90,4; 2Pd 3,8). El tiempo de Dios corre de forma invisible dentro de
nuestro tiempo, pero es independiente de nosotros y de nuestro tiempo. Nosotros
no podemos interferir en el tiempo, pero debemos estar preparados para el
momento en que la hora de Dios se hizo presente en nuestro tiempo. Puede ser hoy,
puede ser de aquí a mil años. Lo que da seguridad, no es saber la hora del fin del
mundo, sino la certeza de la presencia de la Palabra de Jesús presente en la vida. El
mundo pasará, pero su palabra no pasará jamás (Cf. Is 40,7-8).
•
Lucas 17,26-29: Como en los días de Noé y de Lot. La vida corre normalmente: comer,
beber, casarse, comprar, vender, plantar, construir. La rutina puede envolvernos de
tal forma que no conseguimos pensar en otra cosa, en nada más. Y el consumismo
del sistema neoliberal contribuye a aumentar en muchos de nosotros esta total
desatención a la dimensión más profunda de la vida. Dejamos entrar la polilla en la
viga de la fe que sustenta el tejado de nuestra vida. Cuando la tormenta derriba la
casa, muchos dan la culpa al carpintero: “¡Mal servicio!” En realidad, la causa de la
caída fue nuestra prolongada desatención. La alusión a la destrucción de Sodoma
como figura de lo que va a suceder al final de los tiempos, es una alusión a la
destrucción de Jerusalén de parte de los romanos en el año 70 dC (cf Mc 13,14).
•
Lucas 17,30-32: Así será en los días del Hijo del Hombre. “Así sucederá el Día en que
el Hijo del hombre se manifieste.”. Difícil para nosotros imaginar el sufrimiento y el
trauma que la destrucción de Jerusalén causó en las comunidades, tanto de los
judíos como de los cristianos. Para ayudarlas a entender y a enfrentar el sufrimiento,
Jesús usa comparaciones sacadas de la vida: “Aquel Día, el que esté en el terrado y
tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y, de igual modo, el que esté en el
campo, no se vuelva atrás”. La destrucción vendrá con tal rapidez que no merece la
pena bajar a la casa para buscar algo dentro (Mc 13,15-16). “Acordaos de la mujer de
Lot” (cf. Gén 19,26), esto es, no miréis atrás, no perdáis tiempo, tomad la decisión e id
adelante: es cuestión de vida o de muerte.
•
Lucas 17,33: Perder la vida para ganar la vida. “Quien intente guardar su vida, la
perderá; y quien la pierda, la conservará”. Sólo se siente realizada la persona que es
capaz de darse enteramente a los demás. Pierde la vida la que la conserva sólo para
sí. Este consejo de Jesús es la confirmación de la más profunda experiencia humana:
la fuente de la vida está en la entrega de la vida. Dando, se recibe. “En verdad os digo:
el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo. Pero si muere, da mucho fruto”
(Jn 12,24). Lo importante es la motivación que añade el evangelio de Marcos: “Por mí
y por el Evangelio” (Mc 8,35). Al decir que nadie es capaz de conservar su vida con su
propio esfuerzo, Jesús evoca el salmo donde se dice que nadie es capaz de pagar el
precio del rescate de la vida: “Nadie puede rescatar al hombre de la muerte, nadie
puede dar a Dios su rescate; pues muy caro es el precio de rescate de la vida, y ha de
renunciar por siempre continuar viviendo indefinidamente sin ver la fosa”. (Sal 49,810).
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•
Lucas 17,34-36: Vigilancia. “Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo
lecho: al uno tomarán y al otro le dejarán; habrá dos mujeres moliendo juntas: a una
la tomarán y a la otra la dejarán.” Evoca la parábola de las diez vírgenes. Cinco eran
prudentes y cinco necias (Mt 25,1-11). Lo que importa es estar preparado/a. Las
palabras: “Una la tomarán y otra la dejarán” evocan las palabras de Pablo a los
Tesalonicenses (1Tes 4,13-17), cuando dice que en la venida del Hijo seremos
arrebatados al cielo junto con Jesús. Estas palabras “dejados atrás” proporcionan el
título de una terrible y peligrosa novela de extrema derecha fundamentalista de
Estados Unidos: “Left behind!” Esta novela no tiene nada que ver con el sentido real
de las palabras de Jesús.
•
Lucas 17,37: ¿Dónde y cuándo? “Los discípulos preguntaron: "¿Señor, dónde ocurrirá
esto?" Jesús respondió: "Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres".
Respuesta enigmática. Algunos piensan que Jesús evoca la profecía de Ezequiel,
retomada en el Apocalipsis, en la cual el profeta se refiere a la batalla victoriosa final
contra los poderes del mal. Las aves de rapiña o los buitres serán invitadas a comer
la carne de los cadáveres (Ez 39,4.17-20; Ap 19,17-18). Otros piensan que se trata del
valle de Josafat, donde tendrá lugar el juicio final según la profecía de Joel (Joel
4,2.12). Otros piensan que se trata simplemente de un proverbio popular que
significaba más o menos lo mismo que dice nuestro proverbio: “¡Cuando el río suena,
agua lleva!”
Para la reflexión personal
•
¿Soy del tiempo de Noé y de Lot?
•
Novela de extrema derecha. ¿Cómo me sitúo ante esta manipulación política de la
fe en Jesús?
Oración final
Dichosos los que caminan rectamente,
los que proceden en la ley de Yahvé.
Dichosos los que guardan sus preceptos,
los que lo buscan de todo corazón. (Sal 119,1-2)
Sábado, 13 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien
dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad.
Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 18,1-8
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Les propuso una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer:
«Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en
aquella misma ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: `¡Hazme justicia contra mi
adversario!' Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo:
`Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa
molestias, le voy a hacer justicia para que deje de una vez de importunarme.'» Dijo,
pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; pues, ¿no hará Dios justicia a sus
elegidos, que están clamando a él día y noche? ¿Les hará esperar? Os digo que les hará
justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la
tierra?»
Reflexión
•
El evangelio de hoy nos relata otro asunto muy importante para Lucas, a saber: la
oración. Es la segunda vez que Lucas nos trae palabras de Jesús para enseñar a rezar.
(Lc 11,1-13). Nos ha enseñado el Padre Nuestro y, por medio de comparaciones y de
parábolas, nos enseña que debemos rezar con insistencia, sin desfallecer. Ahora, esta
segunda vez, recurre de nuevo a una parábola sacada de la vida para enseñar la
insistencia en la oración (Lc 18,1-8). Es la parábola de la viuda que incomoda al juez
sin moral. La manera de presentar la parábola es muy didáctica. Primero, Lucas da
una breve introducción que sirve de llave de lectura. Luego cuenta la parábola. Al
final, Jesús mismo la aplica.
•
Lucas 18,1: La introducción. Lucas introduce la parábola con la siguiente frase: " Les
propuso una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer".
La recomendación a “orar Sin desfallecer” aparece muchas veces en el Nuevo
Testamento (1 Tes 5,17; Rom 12,12; Ef 6,18; etc.). Este es un rasgo característico de la
espiritualidad de las primeras comunidades cristianas.
•
Lucas 18,2-5: La parábola. Luego Jesús presenta dos personajes de la vida real: un juez
sin consideración para Dios y sin consideración para las personas, y una viuda que
lucha por sus derechos ante el juez. El simple hecho que Jesús presenta estos dos
personajes revela la conciencia crítica que tenía de la sociedad de su tiempo. La
parábola presenta a la gente pobre luchando en el tribunal por sus derechos. El juez
decide atender a la viuda y hacerle justicia. El motivo es éste: dejaré libre de la
obstinación de la viuda y ésta deje de importunarle. Motivo bien interesado. ¡Pero la
viuda obtuvo lo que quería! Es éste el hecho de la vida diaria del que Jesús se sirve
para enseñar cómo rezar.
•
Lucas 18,6-8: La aplicación. Jesús aplica la parábola: " Oíd lo que dice el juez injusto;
pues, ¿no hará Dios justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche? ¿Les
hará esperar? Os digo que les hará justicia pronto”. Si no fuera Jesús, nosotros no
tendríamos el valor de comparar a Dios con un Juez inmoral. Al final Jesús expresa
una duda: " Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»
Es decir, ¿vamos a tener el valor de esperar, de tener paciencia, aunque Dios se
demora en atendernos?
•
Jesús orante. Los primeros cristianos tenían una imagen Jesús orante, en contacto
con el Padre. De hecho, la respiración de la vida de Jesús era hacer la voluntad del
Padre (Jn 5,19). Jesús rezaba mucho e insistía para que la gente y sus discípulos
rezaran también. Pues es en la confrontación con Dios donde aparece la verdad y la
persona se encuentra consigo misma en toda su realidad y humildad. Lucas es el
evangelista que más nos informa sobre la vida de oración de Jesús. Nos presenta a
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Jesús en constante oración. He aquí algunos de los momentos en los que Jesús
aparece rezando. Tú puedes completar la lista:
- A los doce años de edad va al Templo, a la Casa del Padre (Lc 2,46-50).
- Reza cuando es bautizado y asume la misión (Lc 3,21).
- Cuando inicia la misión, pasa cuarenta días en el desierto (Lc 4,1-2).
- En la hora de la tentación, se enfrenta al diablo con textos de la Escritura (Lc 4,3-12).
- Jesús tiene costumbre de participar en las celebraciones en las sinagogas, los
sábados (Lc 4,16)
- Busca la soledad del desierto para rezar ( Lc 5,16; 9,18).
- La víspera de elegir a los doce Apóstoles, pasa la noche en oración (Lc 6,12).
- Reza antes de comer (Lc 9,16; 24,30).
- Cuando explica la realidad y habla de su pasión, reza (Lc 9,18).
- En la hora de la crisis sube al Monte para rezar y es transfigurado cuando reza (Lc
9,28).
- Ante la revelación del Evangelio a los pequeños, dice: “¡Padre, yo te alabo!” (Lc 10,21)
- Rezando, despierta en los apóstoles la voluntad de rezar (Lc 11,1).
- Reza por Pedro para que no desfallezca en la fe (Lc 22,32).
- Celebra la Cena Pascual con sus discípulos (Lc 22,7-14).
- En el Jardín de los Olivares, reza, sudando sangre (Lc 22,41-42).
- En la angustia de la agonía, pide a los amigos que recen con él (Lc 22,40.46).
- En la hora de ser clavado en la cruz, pide perdón por los ladrones (Lc 23,34).
- En la hora de la muerte, dice "¡En tus manos entrego mi espíritu!" (Lc 23,46; Sal 31,6)
- Jesús muere soltando el grito del pobre (Lc 23,46).
•
Esta larga lista indica lo siguiente. Para Jesús, la oración estaba íntimamente unida
a la vida, a los hechos concretos, a las decisiones que debía tomar. Para poder ser fiel
al proyecto del Padre, trataba de quedarse a solas con él. De escucharlo. En los
momentos difíciles y decisivos de su vida, Jesús rezaba los Salmos. Al igual que todo
judío piadoso, los conocía de memoria. La recita de los Salmos no mató en él la
creatividad. Por el contrario, Jesús llega a componer él mismo un Salmo que nos
transmite. Es el Padre Nuestro. Su vida era una permanente oración. “No busco mi
voluntad, sino la voluntad de Aquel que me envió." (Jn 5,19.30) A él se aplica lo que
dice el Salmo: "¡No hago más que orar!" (Sal 109,4)
Para la reflexión personal
•
Hay gente que dice que no sabe rezar, pero conversa con Dios todo el día. ¿Conoces
a personas así? Cuenta cómo son. Hay muchas maneras que la gente usa para
expresar su devoción y oración. ¿Cuáles son?
•
¿Qué nos enseñan estas dos parábolas sobre la oración? ¿Qué nos enseñan sobre la
manera de ver la vida y las personas?
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Oración final
¡Dichoso el hombre que teme a Yahvé,
que encuentra placer en todos sus mandatos!
Su estirpe arraigará con fuerza en el país,
la raza de los rectos será bendita. (Sal 112,1-2)
Domingo, 14 de noviembre de 2021
Discurso final
Marco 13,24-32
1. Oración inicial
Shadai, Dios de la montaña,
que haces de nuestra frágil vida
la roca de tu morada,
conduce nuestra mente
a golpear la roca del desierto,
para que brote el agua para nuestra sed.
La pobreza de nuestro sentir
nos cubra como un manto en la obscuridad de la noche
y abra el corazón para acoger el eco del Silencio
para que el alba
envolviéndonos en la nueva luz matutina
nos lleve
con las cenizas consumadas por el fuego de los pastores del Absoluto
que han vigilado por nosotros junto al Divino Maestro,
el sabor de la santa memoria.
2. Lectio
a) El texto:
«Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no
dará su resplandor, 25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los
cielos serán sacudidas. 26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes
con gran poder y gloria; 27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos
a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 28 «De la higuera
aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis
que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed
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que Él está cerca, a las puertas. 30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta
que todo esto suceda. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.32 Mas
de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el
Padre.
b) Momento de silencio:
Dejamos que la voz del Verbo resuene en nosotros.
3. Meditatio
a) Algunas preguntas:
- Después de aquella tribulación. La vida humana lleva las señales del trabajo, el sello
de la muerte preñada de vida nueva: ¿Podemos contarnos entre los elegidos que serán
reunidos desde los cuatro vientos?
- El Hijo del hombre viene sobre las nubes: ¿Seremos capaces de levantar la mirada
desde nuestra miseria para verlo llegar sobre el horizonte de nuestra vida?
- Aprended de la higuera: El hombre tiene tanto que aprender y no debe buscar quién
sabe en dónde. La naturaleza es el primer libro de Dios. ¿Tenemos voluntad para
abrirlo, o quizás le rompemos las páginas creyendo que es nuestro?
- Todo pasa, sólo la Palabra de Dios permanece para siempre. Cuántas palabras vanas,
cuántos sueños y placeres arrebatados por el tiempo que inexorablemente se lleva
todo lo que tiene fin. La roca sobre la que habíamos construido a nosotros mismos ¿es
la roca de la Palabra del Dios viviente?
- Aquel día y aquella hora ninguno la conoce: no está en nosotros el saberlo. El Padre lo
sabe. ¿Estamos dispuestos a creerlo?
b) Clave de lectura:
El profundo cambio del cosmo descrito por Marcos entre metáforas y realidades
anuncia la inminencia del fin que nos introduce en una inmensa novedad. La aparición
del Hijo sobre las nubes abre a la humanidad a la dimensión celeste. Él no es un juez
inapelable, sino un Salvador potente, que aparece en el esplendor de su gloria divina,
para reunir a los elegidos, para hacerlos partícipes de la vida eterna en el reino dichoso
del cielo. No hay en Marcos escena de juicio, amenaza o condena...queriendo suscitar la
esperanza y alimentar la espera, se anuncia la victoria final.
vv. 24-25. Después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá... a la gran tribulación se
opone una nueva realidad. El evangelista considera vecina la parusía, aunque
permanece oculta la hora. La desintegración del cosmo está descrito con expresiones
típicas del leguaje apocalíptico, con una forma estilística cuidada: los cuatro elementos
están dispuestos de dos en dos, recurriendo al paralelismo. Es evidente el reclamo a Is.
13,10 cuando se habla de oscurecerse tanto el sol como la luna, y a Is. 34, 4 cuando se
habla de la convulsión de las potencias que están en los cielos.
v. 26. Entonces verán al Hijo del Hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria.
Es el punto culminante del discurso escatológico de Marcos. El tiempo de la espera se
cumple, llega el momento de la recapitulación de todo en Cristo. El fin del mundo no
es otra cosa que premisa de la parusía gloriosa del Hijo del hombre prevista por Daniel
7,13. Las nubes indican la presencia de Dios que en las teofonías le sirven para
descender sobre la tierra. Los atributos de la soberanía divina, el poder y la gloria,
recordados por Jesús ante el sanedrín (14, 62), no son una amenaza para el hombre,
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sino la proclamación solemne de la dignidad mesiánica que trasciende la humanidad
de Cristo.
v. 27. Entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos,
desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Con este primer acto del Hijo
del hombre, aparece el verdadero significado de la parusía: la salvación escatológica del
pueblo de Dios , disperso por el mundo. Los elegidos serán todos reunidos. Ninguno
será olvidado. No se habla de castigo para los enemigos ni de catástrofes punitivas, sino
de unificación. Y existirá un lugar extraño a esto, porque desde la extremidad de la
tierra hasta la extremidad del cielo, los ángeles reunirán a los hombres en torno a
Cristo. Es un encuentro glorioso. v.
28. De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan
las hojas, sabéis que el verano está cerca. La parábola de la higuera nos viene a decir la
certeza y la proximidad de los sucesos anunciados, y de modo particular la venida del
Hijo del hombre, prefigurada en la cercana pasión, muerte y resurrección. El mandato
dirigido a los oyentes: ¡Aprended! revela el sentido parentético de la semejanza: es una
invitación a penetrar profundamente en el sentido de las palabras de Jesús para
comprender el proyecto de Dios sobre el mundo. El árbol de la higuera que pierde sus
hojas en el avanzado otoño y le renacen ya tarde con respecto a las otras plantas,
pasada la primavera, anuncia la llegada del verano.
v. 29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que Él está cerca, a las
puertas. El hombre puede conocer el diseño de Dios por las cosas que acontecen.
¿Cuáles son las cosas que acontecen? Marcos ha hablado en el v. 14 de la abominación
de la desolación. Esta es la señal, la señal del fin, o sea de la parusía, de la aparición del
Hijo del hombre. Estas cosas que son el principio de los dolores, nos llevarán a un nuevo
nacimiento, porque Él está cerca, a las puertas.
v.30. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. Se han
hecho muchas hipótesis sobre el significado de esta generación. Más que de una
afirmación cronológica se trata de una expresión cristológica. La Iglesia primitiva
siempre ha afirmado, aun esperando una venida en breve término del Señor, lo incierto
del momento preciso. Todo creyente que lee esto, en cualquier tiempo, puede creerse
como haciendo parte de esta generación.
v.31. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. La certeza de que las
palabras del Señor no pasarán jamás, infunde confianza a cualquiera que reflexione
sobre la caducidad del mundo y de las cosas del mundo. Construirse sobre la Palabra
de Dios permitirá que no subsista la abominación de la desolación y que el sol, la luna y
las estrellas no pierdan su esplendor. El hoy de Dios se convierte para el hombre en la
única vía para llegar a si mismo, porque si en su palabras no existe ni el ayer ni el
mañana, no deberá temer ya la muerte.
v. 32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino
sólo el Padre. El final es cierto, pero el conocimiento de cuando vendrá, está reservado
al Padre. Jesús no ha dicho nunca nada de preciso sobre esto. Por tanto, si alguno
pretende referirse a una presunta enseñanza de Jesús, miente. El final hace parte de
los secretos insondables que configuran el misterio de Dios. La misión del Hijo es la
actuación del Reino, no la revelación del cumplimiento de la historia humana. Jesús
comparte así, hasta el fondo, su condición humana. Con su kénosis voluntaria está muy
bien de acuerdo la posibilidad de ignorar el día y la hora del fin del mundo.
c) Reflexión:
La tribulación como pan cotidiano para la vida del hombre es señal de la venida del
Hijo de Dios. Una vida preñada de un rostro nuevo tiene que conocer los dolores del
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parto. Dispersos hasta la extremidad de la tierra, lejos los unos de los otros, los hijos del
Altísimo serán reunidos de los cuatro vientos, por el espíritu divino que recorre la tierra.
El Hijo del hombre viene sobre las nubes, mientras nuestra mirada está fija en la tierra,
en nuestras obras de fango, perdido entre las lágrimas de la disolución y del engaño.
Cuando seamos capaces de levantar la mirada desde nuestra miseria para verlo llegar
al horizonte de nuestra historia, la vida se llenará de luz, y aprenderemos a leer su
escritura sobre la arena de nuestro pensar y querer, de nuestro caer y soñar, de nuestro
caminar y aprender. Cuando tengamos el valor de deshojar las páginas de la vida de
cada día y recoger las semillas de la Palabra eterna arrojadas sobre los surcos de
nuestro ser, encontrará paz nuestro corazón. Y las vanas palabras, los placeres tragados
por el tiempo, no será sino un recuerdo perdido porque la roca sobre la cual nos hemos
construidos a nosotros mismos será la Palabra del Dios viviente. Si aquel día y aquella
hora ninguno la sabe, no es para nosotros el indagar. El Padre la sabe y nosotros nos
fiamos de Él.
4. Oratio
Sabiduría 9,1-6,9-11
«Dios de mis antepasados, Señor de misericordia,
que hiciste todas las cosas con tu palabra,
y con tu sabiduría formaste al hombre
para que dominase sobre tus criaturas,
gobernase el mundo con santidad y justicia
y juzgase con rectitud de espíritu;
dame la Sabiduría entronizada junto a ti,
y no me excluyas de entre tus hijos.
Porque soy siervo tuyo, hijo de tu esclava,
un hombre débil y de vida efímera,
incapaz de comprender el derecho y las leyes.
Pues, aunque uno sea perfecto entre los hombres,
si le falta la sabiduría que viene de ti, será tenido en nada.
Contigo está la Sabiduría que conoce tus obras,
que estaba a tu lado cuando hacías el mundo,
que conoce lo que te agrada
y lo que es conforme a tus mandamientos.
Envíala desde el santo cielo,
mándala desde tu trono glorioso,
para que me acompañe en mis tareas
y pueda yo conocer lo que te agrada.
Ella, que todo lo sabe y comprende,
me guiará prudentemente en mis empresas
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y me protegerá con su gloria.
5. Contemplatio
Señor, miro la rama tierna de la higuera que es mi vida y espero. Mientras las sombras
de la tarde se alargan sobre mis pasos, recapacito en tus palabras. Cuánta paz en el
corazón mientras la mente deja vagar el pensamiento sobre ti. En tu tiempo mi espera
de ti se cumple.
En mi tiempo tu espera de mi se cumple. El tiempo, como un misterio de pasado y
futuro, de eterno presente. Las olas del hoy se quiebran en las experiencias llameantes
de tu Presencia y me recuerdan a los juegos sobre la arena que puntualmente el mar
me destruye. Y sin embargo soy feliz. Feliz de mi nada, de mi arena que no queda en
pie, porque una vez más tu Palabra escribe. Tratamos de pararnos en el tiempo,
escribiendo y hablando, realizando obras excelsas que resistan la intemperie de los
siglos. Y tú, sin embargo, te paras a escribir sobre la arena, para realizar obras de amor
que tienen el perfume de una lepra acariciada y no temida, el sonido de voces roncas y
sin forma como subfondo de cada día. El sabor de una venganza esfumada y de un
abrazo dado de nuevo... obras que no quedan sino en el corazón de Dios y en la
memoria de aquéllos que viven, atentos a las huella del vuelo de una paloma en el cielo
de la propia existencia. Que yo pueda mirar cada día las nubes y consumarme en la
nostalgia de tu regreso, tierno amor del alma mía. Amén.
Lunes, 15 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte
a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 18,35-43
Cuando se acercaba a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo
limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba
Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de
mí!» Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho
más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo, y mandó que se lo
trajeran. Cuando se acercó, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» Él dijo: «¡Señor,
que vea!» Jesús le dijo: «Recobra la vista. Tu fe te ha salvado.» Y al instante recobró la
vista y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
Reflexión
•
El evangelio de hoy describe la llegada de Jesús a Jericó. Es la última parada antes
de la subida a Jerusalén, donde se realiza el “éxodo” de Jesús según había anunciado
en su Transfiguración (Lc 9,31) y a lo largo de la caminada hasta Jerusalén (Lc 9,44;
18,31-33).
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•
Lucas 18,35-37: El ciego sentado junto al camino. “Cuando se acercaba a Jericó,
estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente,
preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús”. En el evangelio de
Marcos, el ciego se llama Bartimeo (Mc 10,46). Al ser ciego, no podía participar en la
procesión que acompañaba a Jesús. En aquel tiempo, había muchos ciegos en
Palestina, pues el sol fuerte golpeando contra la tierra pedregosa emblanquecida
hacía mucho daño a los ojos sin protección.
•
Lucas 18,38-39: El grito del ciego y la reacción de la gente. “Entonces el ciego gritó:
"Jesús, hijo de David, ¡ten piedad de mí!" E invoca a Jesús usando el título de “Hijo de
David”. El catecismo de aquella época enseñaba que el mesías sería de la
descendencia de David, “hijo de David”, mesías glorioso. A Jesús no le gustaba este
título. Citando el salmo mesiánico, él llegó a preguntar: “¿Cómo es que el mesías
puede ser hijo de David si hasta el mismo David le llama “mi Señor” (Lc 20,41-44) ? El
grito del ciego incomodaba a la gente que acompañaba a Jesús. Por esto, “Los que
iban delante le increpaban para que se callara”. Ellos trataban de acallar el grito, pero
él gritaba mucho más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Hoy también, el
grito de los pobres incomoda la sociedad establecida: migrantes, enfermos de SIDA,
mendigos, refugiados, ¡tantos!
•
Lucas 18,40-41: La reacción de Jesús ante el grito del ciego. Y Jesús ¿qué hace? “Jesús
se detuvo y mandó que se lo trajeran”. Los que querían acallar el grito del pobre,
ahora, a petición de Jesús, se ven obligados a ayudar al pobre a que llegue hasta
Jesús. El evangelio de Marcos añade que el ciego dejó todo y se fue hasta Jesús. No
tenía mucho. Apenas un manto. Pero era lo que tenía para cubrir su cuerpo (cf. Es
22,25-26). Era su seguridad, ¡su tierra firme! Hoy también Jesús escucha el grito de
los pobres que a veces nosotros no queremos escuchar. Cuando se acercó, le
preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” No basta gritar. ¡Hay que saber porqué se
grita! Él dijo: “¡Señor, que vea!”.
•
Lucas 18,42-43: “Recobra tu vista.” Jesús dice: "Recobra tu vista Tu fe te ha salvado. Y
al instante recobró la vista y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo,
alabó a Dios”. El ciego había invocado a Jesús con ideas no totalmente correctas,
pues el título de “Hijo de David” no era muy exacto. Pero él tiene más fe en Jesús que
en sus ideas sobre Jesús. Dio en el blanco. No expresa exigencias como Pedro (Mc
8,32-33). Sabe entregar su vida aceptando a Jesús sin imponer condiciones. La
curación es el fruto de su fe en Jesús. Curado, sigue a Jesús y sube con él a Jerusalén.
De este modo, se vuelve discípulo, modelo para todos nosotros que queremos
“seguir a Jesús por el camino” hacia Jerusalén: creer más en Jesús que en nuestras
ideas sobre Jesús. En esta decisión de caminar con Jesús está la fuente de valor y la
semilla de la victoria sobre la cruz. Pues la cruz no es una fatalidad, ni una exigencia
de Dios. Es la consecuencia del compromiso de Jesús, en obediencia al Padre, de
servir a los hermanos y no aceptar privilegios.
•
La fe es una fuerza que transforma a las personas. La Buena Nueva del Reino estaba
escondida entre la gente, escondida como el fuego bajo las cenizas de las
observancias sin vida. Jesús sopla sobre las cenizas y el fuego se enciende, el Reino
aparece y la gente se alegra. La condición es siempre la misma: creer en Jesús. La
curación del ciego aclara un aspecto muy importante de nuestra fe. A pesar de
invocar a Jesús con ideas no del todo correctas, el ciego tuvo fe y fue curado. Se
convirtió, lo dejó todo y siguió a Jesús por el camino del Calvario. La comprensión
total del seguimiento de Jesús no se obtiene por la instrucción teórica, sino por el
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compromiso práctico, caminando con él por el camino del servicio, desde Galilea
hasta Jerusalén. Aquel que insiste en mantener la idea de Pedro, esto es, del Mesías
glorioso sin la cruz, no va a entender nada de Jesús y no llegará nunca a tomar la
actitud del verdadero discípulo. Aquel que sabe creer en Jesús y se entrega (Lc 9,2324), que acepta ser el último (Lc 22,26), beber el cáliz y cargar con su cruz (Mt 20,22;
Mc 10,38), éste, al igual que el ciego, aún teniendo las ideas no enteramente justas,
“seguirá a Jesús por el camino” (Lc 18,43). En esta certeza de caminar con Jesús está
la fuente de la audacia y la semilla de la victoria sobre la cruz.
Para la reflexión personal
•
¿Cómo veo y siento el grito de los pobres: migrantes, negros, enfermos de SIDA,
mendigos, refugiados, tantos?
•
¿Cómo es mi fe: me fijo más en las ideas sobre Jesús o en Jesús?
Oración final
Feliz quien no sigue consejos de malvados
ni anda mezclado con pecadores
ni en grupos de necios toma asiento,
sino que se recrea en la ley de Yahvé,
susurrando su ley día y noche. (Sal 1,1-2)
Martes, 16 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte
a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 19,1-10
Entró en Jericó y cruzaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de
publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente,
porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para
verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo:
«Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» Se apresuró
a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a
hospedarse a casa de un hombre pecador.» Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré,
Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré
cuatro veces más.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque
también éste es hijo de Abrahán, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo
que estaba perdido.»
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Reflexión
•
En el evangelio de hoy, estamos llegando al final de la larga caminada que empezó
en el capítulo 9 (Lc 9,51). Durante esa caminada, no se sabía bien por dónde Jesús
iba. Lo único que se sabía era que iba hacia Jerusalén. Ahora, al final, la geografía
queda clara y definida. Jesús lleva a Jericó, a la ciudad de las palmeras, en el valle del
Jordán. Última parada de los peregrinos, antes de subir para Jerusalén. Allí en Jericó
terminó la larga caminada del éxodo 40 años por el desierto. También el éxodo de
Jesús está terminando. Al entrar a Jericó, Jesús encuentra a un ciego que quería verle
(Lc 18,35-43). Ahora, al salir de la ciudad, encuentra a Zaqueo, un publicano, que
también quiere verle. Un ciego y un publicano. Los dos eran excluidos. Los dos
molestaban a la gente: el ciego con sus gritos, el publicano con sus impuestos. Los
dos son acogidos por Jesús, cada cual a su manera.
•
Lucas 19,1-2: La situación. Jesús entra en Jericó y atraviesa la ciudad. "Había un
hombre llamado Zaqueo, muy rico, jefe de los publicanos". Publicano era la persona
que cobraba el impuesto público sobre la circulación de la mercancía. Zaqueo era el
jefe de los publicanos de la ciudad. Sujeto rico y muy ligado al sistema de dominación
de los romanos. Los judíos más religiosos argumentaban así: “El rey de nuestro
pueblo es Dios. Por esto, la dominación romana sobre nosotros es contra Dios. ¡Quien
colabora con los romanos peca contra Dios!” Así, los soldados que servían en el
ejército romano y los cobradores de impuestos, como Zaqueo, eran excluidos y
considerados como pecadores e impuros.
•
Lucas 19,3-4: La actitud de Zaqueo. Zaqueo quiere ver a Jesús. Siendo pequeño, corre
hacia delante, sube a un árbol, y espera para ver a Jesús que pasa. ¡Tiene enormes
ganas de ver a Jesús! Anteriormente, en la parábola del pobre Lázaro y del hombre
rico, sin nombre, (Lc 16,19-31), Jesús mostraba lo difícil que es para que un rico se
convierta y abra la puerta de separación para acoger al pobre Lázaro. Aquí aparece
el caso de un rico que no encierra en si riqueza. Zaqueo quiere algo más. Cuando un
adulto, persona de peso en la ciudad, sube a un árbol es porque no está de acuerdo
con la opinión de los demás. Algo más importante lo mueve por dentro. Está
queriendo abrir la puerta al pobre Lázaro.
•
Lucas 19,5-7: La actitud de Jesús, reacción del pueblo y de Zaqueo. Al llegar cerca y
viendo a Zaqueo sobre un árbol, Jesús no pregunta ni exige nada. Apenas responde
al deseo del hombre y dice: "Zaqueo, ¡baja pronto! Porque conviene que hoy me
quede yo en tu casa." Zaqueo baja y recibe a Jesús en su casa, con mucha alegría.
Todos murmuraban: "¡Ha ido a hospedarse en casa de un hombre pecador!" ¡Lucas
dice que todos murmuraban! Esto significa que Jesús estaba quedándose solo en su
actitud de acoger a los excluidos, sobre todo a los colaboradores del sistema. Pero a
Jesús no le importan las críticas. Va a casa de Zaqueo y lo defiende contra las críticas.
En vez de pecador, le llama “hijo de Abrahán” (Lc 19,9).
•
Lucas 19,8: Decisión de Zaqueo. "Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si
en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más.” Esta es la conversión en
Zaqueo por la acogida de parte de Jesús. Devolver cuatro veces lo que la ley
mandaba en algunos casos (Ex 21,37; 22,3). Dar la mitad de los bienes a los pobres era
una novedad que producía el contacto con Jesús. Era el compartir que tenía lugar
de hecho.
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•
Lucas 19,9-10: Palabra final de Jesús. "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque
también éste es hijo de Abrahán" La interpretación de la Ley por a Tradición antigua
excluía a los publicanos de la raza de Abrahán. Jesús dice que vino a buscar y a salvar
a lo que estaba perdido. El Reino es para todos. Nadie podía ser excluido. La opción
de Jesús es clara, su llamada también: no es posible ser amigo de Jesús y seguir
apoyando el sistema que margina y excluye a tanta gente. Al denunciar las divisiones
injustas, Jesús abre el espacio para una nueva convivencia, regida por los nuevos
valores de verdad, justicia y amor.
•
Hijo de Abrahán: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es
hijo de Abrahán!" A través de la descendencia de Abrahán, todas las naciones de la
tierra serán bendecida (Gén 12,3; 22,18). Para las comunidades de Lucas, formadas por
los cristianos de origen judaica como de origen pagana, la afirmación de Jesús
llamando a Zaqueo “hijo de Abrahán” era muy importante. En ella encontraban la
confirmación de que, en Jesús, Dios estaba cumpliendo las promesas hechas a
Abrahán, dirigidas a todas las naciones, tanto a los judíos como a los gentiles. Estos
son también hijos de Abrahán y herederos de las promesas. Jesús acoge a los que no
eran acogidos. Ofrece un sitio a los que no lo tienen. Recibe como hermano y
hermana a las personas que la religión y el gobierno excluían y etiquetaban como:
- inmorales: prostitutas y pecadores (Mt 21,31-32; Mc 2,15; Lc 7,37-50; Jo 8,2-11),
- herejes: paganos y samaritanos (Lc 7,2-10; 17,16; Mc 7,24-30; Jn 4,7-42),
- impuras: leprosos e poseídos (Mt 8,2-4; Lc 17,12-14; Mc 1,25-26),
- marginados: mujeres, niños y enfermos (Mc 1,32; Mt 8,16;19,13-15; Lc 8,2-3),
- luchadores: publicanos y soldados (Lc 18,9-14;19,1-10);
- pobres: la gente de la tierra y los pobres sin poder (Mt 5,3; Lc 6,20; Mt 11,25-26).
Para la reflexión personal
•
Nuestra comunidad, ¿cómo acoge a las personas despreciadas y marginadas?
¿Somos capaces de percibir los problemas de las personas y de prestarles atención,
como lo hizo Jesús?
•
¿Cómo percibimos que la salvación entra hoy en nuestra casa y en nuestra
comunidad? La ternura acogedora de Jesús produce un cambio total en la vida de
Zaqueo. La ternura acogedora de nuestra comunidad ¿está provocando algún
cambio en el barrio? ¿Cuál?
Oración final
Te busco de todo corazón,
no me desvíes de tus mandatos.
En el corazón guardo tu promesa,
para no pecar contra ti. (Sal 119,10-11)
Miércoles, 17 de noviembre de 2021
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Tiempo Ordinario
Oración inicial
Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte
a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 19,11-28
Mientras la gente escuchaba estas cosas, añadió una parábola, porque estaba él cerca
de Jerusalén y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo,
pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y
volverse. Llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: `Negociad hasta que
vuelva.' Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que
dijese: `No queremos que ése reine sobre nosotros.' «Cuando regresó, después de
recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos a los que había dado el
dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: `Señor,
tu mina ha producido diez minas.' Le respondió: ` ¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has
sido fiel en lo insignificante, toma el gobierno de diez ciudades.' Vino el segundo y dijo:
`Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.' Dijo a éste: `Ponte tú también al mando
de cinco ciudades. ' «Vino el otro y dijo: `Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido
guardada en un lienzo; pues tenía miedo de tí, que eres un hombre severo; que tomas
lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste.' Dícele: `Por tu propia boca te juzgo,
siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo
que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco?
Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.' Y dijo a los presentes: `Quitadle la
mina y dádsela al que tiene las diez minas.' Dijéronle: `Señor, tiene ya diez minas.' -`Os
digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le
quitará.' «`Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos
aquí y matadlos delante de mí.'» Y dicho esto, marchaba por delante, subiendo a
Jerusalén.
Reflexión
•
El evangelio de hoy nos trae la Parábola de los Talentos, en la que Jesús nos habla de
los dones que las personas reciben de Dios. Toda persona tiene alguna cualidad,
recibe algún don o sabe alguna cosa que puede enseñar a los otros. Nadie es sólo
alumno, nadie es sólo profesor. Aprendemos unos de otros.
•
Lucas 19,11: La llave para entender la historia de la parábola. Para introducir la
parábola Lucas dice lo que sigue: “Mientras la gente escuchaba estas cosas, añadió
una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y creían ellos que el Reino de Dios
aparecería de un momento a otro”. En esta información inicial, Lucas destaca tres
motivaciones que llevan a Jesús a contar la parábola: (a) La acogida que hay que dar
a los excluidos, pues, diciendo “mientras la gente escuchaba estas cosas”, se refiere
al episodio de Zaqueo, el excluido que fue acogido por Jesús (b) La proximidad de la
pasión, de la muerte y de la resurrección, pues decía que Jesús estaba cerca de
Jerusalén donde iba a morir en breve. (c) La llegada inminente del Reino de Dios,
pues las personas que acompañaban a Jesús pensaban que el Reino de Dios llegaría
luego.
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•
Lucas 19,12-14: El inicio de la Parábola. “Dijo, pues: Un hombre noble marchó a un país
lejano, para recibir la investidura real y volverse. Llamó a diez siervos suyos, les dio
diez minas y les dijo: `Negociad hasta que vuelva.' Pero sus ciudadanos le odiaban y
enviaron detrás de él una embajada que dijese: `No queremos que ése reine sobre
nosotros”. Algunos estudiosos piensan que en esta parábola Jesús se refiere a
Herodes quien setenta años antes (40 aC), había ido a Roma con el fin de recibir el
título y el poder de Rey de Palestina. A la gente no le gustaba Herodes y no quería
que fuera rey, pues la experiencia que habían tenido con él como comandante para
reprimir las rebeliones en la Galilea contra Roma fue una experiencia trágica y
dolorosa. Por esto decían: “No queremos que ése reine sobre nosotros” A este mismo
Herodes se aplicaría la frase final de la parábola: “Y a esos enemigos míos, que no
querían que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí.” De
hecho, Herodes mató a mucha gente.
•
Lucas 19,15-19: Rendimiento de cuentas de los primeros empleados que recibieron
cien monedas de plata. La historia nos dice que Herodes recibió el título de rey y
volvió a Palestina para asumir el poder. En la parábola, el rey llama a los empleados
a los que había dado cien monedas de plata, para saber cuánto habían ganado. Se
presentó el primero y dijo: `Señor, tu mina ha producido diez minas.' Le respondió: `
¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo insignificante, toma el gobierno de
diez ciudades. Vino el segundo y dijo: `Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.'
Dijo a éste: `Ponte tú también al mando de cinco ciudades.' Según la historia, tanto
Herodes Magno como su hijo Herodes Antipas, ambos sabían tratar con el dinero y
promover a las personas que los ayudaban. En la parábola, el rey da diez ciudades al
empleado que multiplicó por diez las cien monedas que había recibido, y cinco
ciudades al empleado que las multiplicó por cinco.
•
Lucas 19,20-23: Rendimiento de cuentas del empleado que no ganó nada. El tercer
empleado llegó y dijo: ''Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un
lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no
pusiste y cosechas lo que no sembraste”. En esta frase aflora una idea equivocada de
Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve a Dios como a un dueño severo. Ante
un Dios así, el ser humano siente miedo y se esconde detrás de la observancia exacta
y mezquina de la ley. Piensa que, al actuar así, no será castigado por la severidad del
legislador. En realidad, una persona así no cree en Dios, sino que cree solamente en
sí misma, en su propia observancia de la ley. Ella se cierra en sí misma, se aleja de
Dios y no consigue ocuparse y preocuparse de los otros. Se vuelve incapaz de crecer
como persona libre. Esta imagen falsa de Dios aísla al ser humano, mata la
comunidad, acaba con la alegría y empobrece la vida. “El rey responde: '`Por tu
propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo
que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en
el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” El empleado no fue
coherente con la imagen que tenía de Dios. Si imaginaba a un Dios tan severo,
hubiera tenido que colocar, por lo menos, el dinero en el banco. Así que es
condenado no por Dios, sino por la idea errada que tenía de Dios y que le vuelve
temeroso e inmaduro. Una de las cosas que más influye en la vida de la gente es la
idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos
imaginaban a Dios como a un Juez severo que los trataba de acuerdo con el mérito
conquistado por las observancias. Esto producía miedo e impedía a las personas el
poder crecer. Sobre todo, impedía que las personas pudiesen abrir un espacio dentro
de sí para acoger la nueva experiencia de Dios que Jesús comunicaba.
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•
Lucas 19,24-27: Conclusión para todos. “Y dijo a los presentes: `Quitadle la mina y
dádsela al que tiene las diez minas.' Dijéronle: `Señor, tiene ya diez minas.' -`Os digo
que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”.
El señor manda quitarle las cien monedas y darlas a aquel que ya tenía mil, porque
“a todo el que tiene, se le dará, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. En
esta frase final está la clave que aclara la parábola. En el simbolismo de la parábola,
las monedas de plata del rey son los bienes del Reino de Dios, esto es, todo aquello
que hace crecer a las personas y revela la presencia de Dios: amor, servicio, compartir.
Aquel que se cierra en sí mismo con miedo a perder lo poco que tiene, éste va a
perder lo poco que ya tiene. La persona, pues, que no piensa en sí, sino que se
entrega a los otros, ésta va a crecer y a recibir a su vez, de forma inesperada, todo lo
que entregó y mucho más: “cien veces más, con persecuciones” (Mc 10,30). “Pierde
la vida quien quiere salvarla, gana su vida quien tiene el valor de perderla” (Lc 9,24;
17,33; Mt 10,39;16,25; Mc 8,35). El tercer empleado tiene miedo y no hace nada. No
quiere perder nada y, por esto, no gana nada. Pierde hasta lo poco que tiene. El Reino
es riesgo. Aquel que no quiere correr riesgos, ¡pierde el Reino!
•
Lucas 19,28: Volviendo a la triple llave inicial. Al final, Lucas concluye el asunto con
esta información: “Y dicho esto marchaba por delante, subiendo a Jerusalén”. Esta
información final evoca la triple llave dada al comienzo: acogida a los excluidos,
proximidad de la pasión, muerte y resurrección de Jesús en Jerusalén y la idea de la
inminente llegada del Reino. A los que pensaban que el Reino de Dios estaba por
llegar, la parábola manda mudar la mirada. El Reino de Dios llega, sí, pero a través de
la muerte y de la resurrección de Jesús que acontece en breve en Jerusalén. Y el
motivo de la muerte fue su acogida, la acogida que Jesús daba a los excluidos como
Zaqueo y a tantos otros. Molestaba a los grandes y ellos lo eliminaron condenándolo
a muerte y a una muerte de cruz.
Para la reflexión personal
•
En nuestra comunidad, ¿tratamos de conocer y valorar los dones de cada persona?
A veces los dones de unos generan envidia y competitividad en otros. ¿Cómo
reaccionamos?
•
Nuestra comunidad ¿es un espacio donde las personas pueden explayar sus dones?
Oración final
Alabad a Dios en su santuario,
alabadlo en su poderoso firmamento,
alabadlo por sus grandes hazañas,
alabadlo por su inmensa grandeza. (Sal 150,1-2)
Jueves, 18 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
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Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte
a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 19,41-44
Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: «¡Si también tú conocieras en este
día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días
sobre ti en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán
por todas partes, te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti y
no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita.»
Reflexión
•
El evangelio de hoy nos dice que Jesús, al llegar cerca de Jerusalén, viendo la ciudad,
empieza a llorar y a pronunciar palabras que hacían vislumbrar un futuro muy
sombrío para la ciudad, capital de su pueblo.
•
Lucas 19,41-42 Jesús llora sobre Jerusalén. “Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella,
diciendo: ¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! ¡Pero ahora ha
quedado oculto a tus ojos!”. Jesús llora, pues ama su patria, a su pueblo, la capital de
su tierra, el Templo. Llora porque sabe que todo va a ser destruido por culpa del
pueblo mismo que no sabe percibir ni valorar la llamada de Dios dentro de los
hechos. La gente no percibe el camino que podría llevarlo a la Paz, Shalóm. Pero
ahora esto está oculto a tus ojos. Esta afirmación evoca la crítica de Isaías a la persona
que adoraba los ídolos: “Se alimenta de ceniza, un corazón engañado le extravía y no
salva su alma, diciéndose: ¿No es mentira lo que tengo en mi diestra?" (Is 44,20). La
mentira estaba en sus ojos y por esto se volvieron incapaces de percibir la verdad.
Como dice San Pablo: “Ellos se rebelan a la verdad y obedecen a la injusticia” (Rom
2,8). La verdad se hace presa de la injusticia. En otra ocasión, Jesús lamenta que
Jerusalén no sepa percibir ni acoger la visita de Dios: "¡Jerusalén, Jerusalén!, la que
mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido
reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues
bien, se os va a dejar desierta vuestra casa” (Lc 13,34-35).
•
Lucas 19,43-44 Anuncio de la destrucción de Jerusalén. “Porque vendrán días sobre
ti en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por
todas partes, te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti y
no dejarán en ti piedra sobre piedra.". Jesús describe el futuro que le va a tocar a
Jerusalén. Usa las imágenes de guerra que eran comunes en aquel tiempo, cuando
un ejército atacaba a una ciudad: trincheras, cerco cerrado alrededor, matanza de la
gente y destrucción total de las murallas y de las casas. Así, en el pasado, Jerusalén
fue destruida por Nabucodonosor. Así, las legiones romanas solían hacer con las
ciudades rebeldes y así se hará nuevamente cuarenta años después, con la ciudad
de Jerusalén. De hecho, en el año 70, Jerusalén fue cercada e invadida por los
ejércitos romanos. Todo fue destruido. Ante este trasfondo histórico, el gesto de
Jesús se convierte en una advertencia muy seria a todos los que pervierten el sentido
de la Buena Nueva de Dios. Ellos tienen que escuchar la advertencia final: “Porque
no has conocido el tiempo de tu visita”. En esta advertencia, toda la labor de Jesús
está definida como una “visita”, la visita de Dios.
Para la reflexión personal
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48
•
¿Lloras a veces viendo la situación del mundo? Mirando la situación del mundo,
¿Jesús lloraría ahora? La previsión es sombría. Desde el punto de vista de la ecología,
pasamos ya el límite. La previsión es trágica.
•
La labor de Jesús está visto como una visita de Dios. ¿Has recibido en tu vida alguna
visita de Dios?
Oración final
¡Cantad a Yahvé un cántico nuevo:
su alabanza en la asamblea de sus fieles!
¡Regocíjese Israel en su Hacedor,
alégrense en su rey los de Sión. (Sal 149,1-2)
Viernes, 19 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte
a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 19,45-48
Jesús entró en el Templo y comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está
escrito: Mi Casa será Casa de oración. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de
bandidos!» Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes,
los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban
modo de hacerlo, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.
Reflexión
•
El contexto. Tras describir la subida de Jesús a Jerusalén (17,11-19,28), Lucas lo
presenta ahora realizando su acción en el contexto del templo. Después de la
entrada del enviado del Señor a Jerusalén pasando por la puerta de oriente (19,45), el
templo es el primer lugar en que Jesús lleva a cabo su acción: las controversias que
se narran tienen lugar en este sitio y a él hacen referencia. La subida de Jesús al
templo no es sólo una acción personal sino que afecta también a la “multitud de los
discípulos” (v.37) en su relación con Dios (vv.31-34). Lucas narra ante todo un primer
episodio en el que presenta los preparativos de la entrada de Jesús en el templo
(vv.29-36) y su realización (vv.37-40); sigue después una escena en la que se presenta
a Jesús llorando sobre la ciudad (vv.41-44), mientras que en la siguiente encontramos
la narración de nuestro pasaje de hoy: su presencia en el templo y la expulsión de los
vendedores (vv.45-48).
•
El gesto de Jesús. No tiene un valor político, sino una significación profética. Parecerá
al lector que la meta del gran viaje de Jesús a Jerusalén es su ingreso en el templo.
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49
Es evidente la referencia a la profecía de Malaquías y su cumplimiento con la entrada
de Jesús en el templo: “Y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros
buscáis…” (3.1). Jesús une al gesto de expulsar del templo a los vendedores dos
referencias a la Escritura: Ante todo Is 56, 7: “Mi casa será casa de oración”. El templo
es el lugar en el que Jesús se dirige al Padre. La actividad comercial y especulativa
ha convertido el templo en una cueva de ladrones y lo ha desprovisto de su única y
exclusiva misión: el encuentro con la presencia de Dios. La segunda referencia a la
Escritura está tomada de Jr 7,11: “¿En cueva de bandoleros se ha convertido a
vuestros ojos esta Casa que se llama por mi Nombre?”. La imagen de cueva de
ladrones le sirve a Jesús para condenar el tráfico material en sentido amplio y no sólo
los tráficos deshonestos que de manera velada e ilegal se cometían en el templo.
Jesús exige un cambio de rumbo: purificar el templo de todas aquellas
negatividades humanas y conducirlo a su función originaria: rendir verdadero
servicio a Dios. Expulsando a estos impostores del comercio se cumple la profecía de
Zacarías: “Y no habrá más comerciante en la Casa de Yahvé Sebaot aquel día” (14,21).
Al pronunciarse así Jesús sobre el templo, no se refiere a una restauración de la
pureza del culto, como era la intención de los zelotas. La intención de Jesús va más
allá de la pureza del culto, es más radical, es intransigente: el templo no es una obra
realizada por el esfuerzo humano; la presencia de Dios no está ligada a su aspecto
material; el auténtico servicio a Dios lo realiza Jesús en su enseñanza. Con motivo de
esta predicación “los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo
buscaban matarlo” (v.47). En los límites temporales del espacio del templo, Jesús
lleva a cabo una enseñanza altamente significativa, es más, es justamente en este
lugar tan fundamental para los judíos donde su enseñanza alcanza el vértice, y será
desde aquí desde donde partirá la palabra de los apóstoles (Hch 5,12.20.25.42). La
difusión de la Palabra de gracia de la que Jesús es el único portador se abre como
un arco que tiene su inicio cuando con doce años discute entre los Doctores de la ley
en el templo; continúa con su enseñanza mientras atraviesa Galilea y durante el
camino hacia Jerusalén; y se completa con la entrada en el templo donde toma
posesión de la casa de Dios. En este lugar se echan los fundamentos para la futura
misión de la Iglesia: la difusión de la palabra de Dios. Los principales del pueblo no
pretenden suprimir a Jesús por haber destruido los negocios económicos del
templo, sino que sus motivos alcanzan a toda su anterior actividad docente y se
hacen patentes ante el discurso contra el templo. Jesús reivindica algo que
desencadena la reacción de los sumos sacerdotes y de los escribas. En contraste con
esta actitud hostil aparece la actitud del pueblo “que le oía pendiente de sus labios”.
Jesús es visto como el mesías que, con su Palabra de gracia, reúne en torno a él al
pueblo de Dios.
Para la reflexión personal
•
Tu oración al Señor ¿consiste en una relación sencilla de padre a hijo como fuerza
para comunicarte con Dios, o más bien está recubierta de costumbres y prácticas
con la pretensión de conseguir su benevolencia?
•
Al escuchar la palabra de Jesús, ¿te sientes cogido por su enseñanza como la
multitud que estaba pendiente de sus labios? Es decir, ¿prestas la debida atención
a la escucha del Evangelio para unirte a Cristo?
Oración final
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Considero un bien la ley de tu boca,
más que miles de monedas de oro y de plata.
¡Qué dulce me sabe tu promesa,
más que la miel a mi boca! (Sal 119,72.103)
Sábado, 20 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, te pedimos entregarnos a ti con fidelidad y servirte con
sincero corazón. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 20,27-40
Se acercaron algunos de los saduceos, los que sostienen que no hay resurrección, y le
preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si a uno se le muere un hermano
casado y sin hijos, debe tomar a la mujer para dar descendencia a su hermano. Pues
bien, eran siete hermanos. El primero tomó mujer y murió sin hijos; la tomó el segundo,
luego el tercero; y murieron los siete, sin dejar hijos. Finalmente, también murió la
mujer. Ésta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque fue mujer de
los siete.» Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que
alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los
muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como
ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan
lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de
Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos,
porque para él todos viven.» Algunos de los escribas le dijeron: «Maestro, has hablado
bien.» Pues ya no se atrevían a preguntarle nada.
Reflexión
•
El evangelio de hoy nos informa sobre la discusión de los Saduceos con Jesús acerca
de la fe en la resurrección.
•
Lucas 20,27: La ideología de los Saduceos. El evangelio de hoy comienza con esta
afirmación: “Los saduceos sostienen que no hay resurrección. Los saduceos eran una
élite aristocrática de latifundistas y comerciantes. Eran conservadores. No aceptaban
la fe en la resurrección. En aquel tiempo esta fe comenzaba a ser valorada por los
fariseos y por la piedad popular. Animaba a la resistencia de la gente en contra de la
dominación tanto de los romanos como de los sacerdotes, de los ancianos y de los
saduceos. Para los saduceos, el reino mesiánico estaba ya presente en la situación
de bienestar que ellos estaban viviendo. Así seguían la llamada “Teología de la
Retribución” que distorsiona la realidad. Según esta teología, Dios retribuye con
riqueza y bienestar los que observan la ley de Dios, y castiga con el sufrimiento y la
pobreza a los que practican el mal. Así, se entiende que los saduceos no querían
mudanzas. Querían que la religión permaneciera tal y como era, inmutable como
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Dios mismo. Por esto, para criticar y ridiculizar la fe en la resurrección, contaban
casos ficticios para mostrar que la fe en la resurrección llevaría a la persona al
absurdo.
•
Lucas 20,28-33: El caso ficticio de la mujer que se casó siete veces. Según la ley de la
época, si el marido muere sin hijos, su hermano tiene que casarse con la viuda del
fallecido. Era para evitar que, en caso de que alguien muriera sin descendencia, su
propiedad pasara a otra familia (Dt 25,5-6). Los saduceos inventaron la historia de una
mujer que enterró a siete maridos, hermanos entre sí, y ella misma acabó muriendo
sin hijos. Y le preguntaron a Jesús. “Ésta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la
resurrección? Porque fue mujer de los siete.” Caso inventado para mostrar que la fe
en la resurrección crea situaciones absurdas.
•
Lucas 20,34-38: La respuesta de Jesús que no deja dudas. En la respuesta de Jesús
aflora la irritación de aquel que no aguanta el fingimiento. Jesús no aguanta la
hipocresía de la élite que manipula y ridiculiza la fe en Dios para legitimar y defender
sus propios intereses. Su respuesta tiene dos partes: (a) vosotros no entendéis nada
de la resurrección: "Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que
alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre
los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son
como ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección.” (vv. 34-36). Jesús
explica que la condición de las personas después de la muerte será totalmente
diferente de la condición actual. Después de la muerte no habrá bodas, todos serán
como ángeles en el cielo. Los saduceos imaginaban la vida en el cielo igual a la vida
aquí en la tierra. (b) Vosotros no entendéis nada de Dios: “Y que los muertos resucitan
lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de
Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Y al final concluye: “¡No es un Dios de
muertos, sino de vivos, porque para él todos viven!” Los discípulos y las discípulas,
que estén alerta y aprendan. Quien está del lado de estos saduceos, estará del lado
opuesto a Dios.
•
Lucas 20,39-40: La reacción de los otros ante la respuesta de Jesús. “Algunos de los
escribas le dijeron: «Maestro, has hablado bien.» Pues ya no se atrevían a preguntarle
nada”. Muy probablemente estos doctores de la ley eran fariseos, pues los fariseos
creían en la resurrección (Cf. Hechos 23,6).
Para la reflexión personal
•
Hoy los grupos de poder ¿cómo imitan a los saduceos y arman manifestaciones para
impedir mudanzas en el mundo y en la Iglesia?
•
¿Tú crees en la resurrección? Al decir que crees en la resurrección, ¿piensa en algo
del pasado, del presente o del futuro? ¿Has tenido en tu vida alguna experiencia de
resurrección?
Oración final
Creo que gozaré
de la bondad de Yahvé
en el país de la vida.
Espera en Yahvé, sé fuerte,
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ten ánimo, espera en Yahvé. (Sal 27,13-14)
Domingo, 21 de noviembre de 2021
Jesús es el Rey Mesías
Él nos lleva consigo a su reino del mundo futuro
Junto a su trono, que es la cruz, escuchamos la verdad
Juan 18, 33-37
1. Oración inicial
¡Oh Padre! Tu Verbo ha llamado en la noche a mi puerta; prisionero y atado, sin
embargo hablaba todavía, llamaba todavía, como siempre, y me ha dicho: “¡Levántate
de prisa y sígueme!” Al amanecer, lo he visto prisionero en el pretorio de Pilato, y no
obstante todo el dolor de la pasión, todo el abandono en el que se encontraba, Él
todavía me conocía, me esperaba. Hazme entrar, ¡oh, Padre! con Jesús en el pretorio,
en este lugar de acusación, de condena, de muerte; es mi vida de hoy, mi mundo
interior. Sí, todas las veces que tu Palabra me invita, es casi como entrar en el pretorio
de mi corazón, lugar contaminado y contaminante, que espera la presencia
purificadora de Jesús. Tengo miedo, Tú lo sabes, pero si Jesús está conmigo, no debo ya
temer. Me quedo, Padre y escucho con atención la verdad de tu Hijo que me habla;
miro y contemplo sus gestos, sus pasos, lo sigo, con todo lo que soy, con toda la vida
que tú me has dado. Cúbreme y lléname de tu Santo Espíritu, te lo suplico.
2. Lectura
a) Para situar el pasaje en su contexto:
Estos pocos versículos nos ayudan a entrar más profundamente todavía en el relato de
la Pasión y nos conducen casi hasta la intimidad de Jesús, en un lugar cerrado,
apartado, donde Él se encuentra solo, cara a cara con Pilato: el pretorio. Aquí es
interrogado, responde, pregunta, continúa revelando su misterio de salvación y a
llamarnos para Él. Aquí Jesús se muestra como rey y como pastor. Aquí está atado y
coronado en su condena a muerte, aquí Él nos conduce a las verdes praderas de sus
palabras de verdad. El pasaje forma parte de una sección algo más amplia,
comprendida entre los versículos 28-40 y relata el proceso de Jesús ante el
Gobernador. Después de una noche de interrogatorios, de golpes, desprecios y
traiciones, Jesús es entregado al poder romano y condenado a muerte, pero
precisamente en esta muerte, Él se revela Rey y Señor, Aquel que ha venido a dar la
vida, justo por nosotros injustos, inocente por nosotros pecadores.
b) Para ayudar en la lectura del pasaje:
vv. 33-34: Pilato entra en el pretorio y comienza el interrogatorio a Jesús, haciéndole la
primera pregunta: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús no responde enseguida
directamente, sino que obliga a Pilato a poner en claro lo que tal realeza significa, lo
lleva a caminar a la profundidad. Rey de los Judíos significa Mesías y es en cuanto
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Mesías como Jesús será juzgado y condenado.
v. 35: Pilato parece responder con desprecio a lo que piden los judíos, los cuales
aparecen claramente como acusadores de Jesús, los sumos sacerdotes y el pueblo,
cada uno con su responsabilidad, como se lee en el prólogo: “Vino a los suyos, pero los
suyos no le recibieron” (Jn 1,11) Sigue después la segunda pregunta de Pilato a Jesús;
“¿Qué has hecho?, pero no tendrá respuesta.
v. 36: Jesús responde a la primera pregunta de Pilato y por tres veces usa la expresión:
“mi reino”. Aquí nos ofrece una explicación admirable sobre lo que pueda ser en
realidad el reino y la realeza de Jesús: no es de este mundo, sino del mundo venidero,
no tiene guardias o ministros para la lucha, sino la entrega amorosa de la vida en las
manos del Padre.
v. 37: El interrogatorio vuelve a la pregunta inicial, a la que Jesús sigue dando respuesta
afirmativa: “Yo soy rey”, pero explicando su origen y su misión. Jesús ha nacido para
nosotros, ha sido enviado para nosotros, para revelarnos la verdad del Padre, de la que
obtenemos la salvación y para permitirnos escuchar su voz y seguirla, haciendo que
nos adhiramos a ella con toda nuestra vida.
c) El texto: 33 Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres
tú el rey de los judíos?» 34 Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te
lo han dicho de mí?» 35 Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos
sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» 36 Respondió Jesús: «Mi Reino no
es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para
que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí.» 37 Entonces Pilato le
dijo: «¿Luego tú eres rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy rey. Yo para esto he
nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que
es de la verdad, escucha mi voz.»
3. Un momento de silencio orante
para poder entrar en el pretorio y me dispongo a escuchar profundamente cada palabra que
sale de la boca de Cristo.
4. Algunas preguntas
que me ayuden a acercarme al rey y a entregarle mi existencia entera.
a) Observo los movimientos de Pilato, su deseo de un encuentro con Jesús, aunque él
no sea consciente. Si pienso en mi vida, ¿por qué muchas veces me es difícil entrar,
preguntar, llamar, estar en diálogo con el Señor?
b) El Señor desea una relación personal conmigo. ¿Soy capaz de entrar o de dejarme
atraer en una relación verdadera, intensa, vital con el Señor? Y si tengo miedo de esto
¿por qué? ¿Qué es lo que me separa de Él? ¿Qué es lo que me tiene alejado?
c) “Entregado”. Me detengo en esta palabra y trato de rumiarla y mantenerla en mi
corazón, poniéndola de frente a mi vida, con mis comportamientos de cada día. d) Por
tres veces Jesús repite que su reino “no es de este mundo” invitándome, así, con fuerza,
a pasar a otra realidad. Una vez más Él me desconcierta, proponiéndome otro mundo,
otro reino, otro poder. ¿Qué tipo de reino estoy esperando?
d) La frase final del pasaje es estupenda: “Escucha mi voz”, Yo que estoy absorto en
miles de trabajos, compromisos, reuniones, ¿a dónde dirijo mis oídos? ¿a quién
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atiendo?, ¿en quién pienso? Cada mañana recibo vida nueva, pero en realidad, ¿de
quién me dejo revivir?
5. Una clave de lectura
Jesús, el Rey atado y entregado
Un verbo gramatical emerge con fuerza de estas líneas rebotando ya desde los
primeros versículos del relato de la Pasión: el verbo entregar, pronunciado aquí
primeramente por Pilato y después por Jesús. La “entrega del Cristo” es una realidad
teológica, pero al mismo tiempo vital, de extrema importancia, porque nos conduce a
lo largo de un camino de sabiduría y amaestramiento muy fuerte. Puede ser útil
recorrerlo de nuevo, buscándolo en los signos a través de las páginas de la Escritura.
Ante todo, parece que es el mismo Padre quien entrega a su Hijo Jesús, como un don
para todos y para siempre. Leo en Rom. 8, 32: “Dios, que no perdonó a su propio Hijo,
sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar con Él todas las
cosas?” Al mismo tiempo, sin embargo, veo que es Jesús mismo, en la suprema
libertad de su amor, en la más íntima fusión con la voluntad del Padre, quien se
entrega por nosotros, quien ofrece su vida; dice San Pablo: “Cristo nos ha amado y se ha
entregado a sí mismo por nosotros”. (Ef 5, 2. 25), pero me acuerdo también de estas
palabras de Jesús: “Yo ofrezco mi vida por las ovejas; ninguno me la quita, sino que yo la
ofrezco por mí mismo” (Jn 10,18). Por tanto, más allá y antes de toda otra entrega, está
esta entrega voluntaria, que es solamente entrega de amor y de donación.
En los relatos evangélicos aparece enseguida la entrega malvada por parte de Judas,
llamado por esto el traidor, o sea, el entregador, el que dice a los sumos sacerdotes:
“¿Cuánto queréis darme para que os lo entregue?” (Mt 26, 15); ver también Jn 12, 4; 18,
2.5. Después son los Judíos los que entregan Jesús a Pilato: “Si no fuese un malhechor
no te lo hubiéramos entregado” (Jn 18, 30. 35) y Pilato representa a los gentiles, como Él
había ya anunciado: “El Hijo del Hombre.... será entregado a los paganos” (Mc 10, 33).
Finalmente Pilato lo entrega de nuevo a los judíos, para que sea crucificado (Jn 19, 16).
Contemplo todos esto pasajes, observo a mi rey atado, encadenado, como nos hace
notar el evangelista Juan tanto en 18, 12 como en 18, 24; me pongo de rodillas, me
postro delante de Él y pido al Señor que me sea dado el valor de seguir estos pasajes
dramáticos, pero maravillosos, que son como un único canto de amor de Jesús para
nosotros, su Sí repetido hasta el infinito para nuestra salvación.
El Evangelio me acompaña dulcemente dentro de esta noche única, en la cual Jesús es
entregado por mí, como Pan, como Vida hecha carne, como amor compartido en todo.
“El Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó el pan y dijo: "Esto es mi
cuerpo, que se da por vosotros" (1 Cor 11, 23). Y entonces comprendo que para mí la
felicidad, está escondida también dentro de estas cadenas, estas ataduras, con Jesús,
con el gran Rey y está escondida en estos continuos pasajes, de entrega en entrega, a
la voluntad al amor de mi Padre.
Jesús, el Rey Mesías
El diálogo de Jesús con Pilato: sobre este interrogatorio tan misterioso y extraño es
particularmente conocido que primero Pilato llama a Jesús “el rey de los judíos” y
después sólo “rey”, como si fuese un camino, una comprensión cada vez más plena y
verdadera de Jesús. “Rey de los Judíos” es una fórmula usada con gran riqueza de
significado por el pueblo hebreo y reúne en sí el fundamento, el núcleo de la fe y de la
esperanza de Israel.: significa claramente el Mesías. Jesús es interrogado y juzgado en
lo que mira a si es o no es el Mesías.
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Jesús es el Mesías del Señor, su Ungido, su Consagrado, es el Siervo, enviado al mundo
precisamente para esto, para realizar en Sí en su persona y en su vida, todas las
palabras dichas por los profetas por la ley y por los salmos de Él. Palabras de
persecución, de sufrimiento, de llanto, heridas y sangre, palabras de muerte por Jesús,
por el Ungido del Señor, que es nuestro respiro, aquél a la sombra del cual viviremos
entre las naciones, como dice el Profeta Jeremías (Lam 4, 20). Palabras que hablan de
asechanzas, de insurrecciones, conjuras, (Sal 2,2), lazos. Lo vemos desfigurado, como
varón de dolores; tan irreconocible, si no es sólo por parte de aquel amor, que como Él,
bien conoce el padecer. “¡Sepa pues con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a Jesús a quien vosotros habéis crucificado!” (Ac 2, 36). Sí, es
un rey atado, el mío, un rey entregado, arrojado fuera, despreciado; es un rey ungido
para la batalla, pero ungido para perder, para ser sacrificado, para ser crucificado,
inmolado como un cordero. Este es el Mesías: el rey que tiene como trono la cruz, como
púrpura su sangre derramada, como palacio el corazón de los hombres, pobres como
Él, pero hechos ricos y consolados por una continua resurrección. Estos son nuestros
tiempos, los tiempos de la consolación por parte del Señor, en los cuales Él envía
incesantemente al Señor Jesús, al que nos ha destinado como Mesías.
Jesús Rey mártir
“He venido para dar testimonio de la verdad”, dice Jesús, usando un término muy
fuerte, que contiene en sí el significado de martirio, en griego. El testigo es un mártir, el
que afirma con la vida, con la sangre, con todo lo que es y lo que tiene, la verdad en la
cree. Jesús atestigua la verdad, que es la palabra del Padre (Jn 17,17) y por esta palabra
Él da la vida. Vida por vida, palabra por palabra, amor por amor. Jesús es el Amén, el
Testigo fiel y veraz, el Principio de la creación de Dios (Ap 3,14); en Él existe sólo el Sí, por
siempre y desde siempre y en este Sí, nos ofrece toda la verdad del Padre, de sí mismo,
del Espíritu y en esta verdad, en esta luz, Él hace de nosotros su reino. “Cuantos confían
en Él, conocerán la verdad; y aquellos que le son fieles a su amor vivirán junto a Él” (Sab
3, 18). No busco otras palabras, sino que permanezco solamente junto al Señor, sobre su
seno, como Juan, en aquella noche; así Él se convierte en mi respiro, mi mirada, mi sí,
dicho al Padre, dicho a los hermanos, como testimonio de amor. Él es fiel, Él está
presente, Él es la verdad que yo escucho y de la cual me dejo sólo transformar.
6. Salmo 21 (20)
Canto de acción de gracias por la victoria
que nos viene de Dios
Estribillo: ¡Grande, Señor, tu amor por nosotros!
Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
le colma de alegría tu victoria.
Le has concedido el deseo de su corazón,
no has rechazado el anhelo de sus labios.
Te adelantaste con buenos augurios,
coronaste su cabeza de oro fino;
vida pidió y se la otorgaste,
largo curso de días para siempre.
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Gran prestigio le da tu victoria,
lo rodeas de honor y majestad;
lo conviertes en eterna bendición,
lo llenas de alegría en tu presencia.
Porque el rey confía en Yahvé,
por gracia del Altísimo no vacilará.
¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
cantaremos, celebraremos tu poder!
7. Oración final
Padre, te alabo, te bendigo, te doy gracias porque me has conducido con tu Hijo al
pretorio de Pilato, en esta tierra extranjera y hostil y sin embargo tierra de revelación y
de luz. Solo tú, con tu amor infinito, sabes transformar toda lejanía y toda obscuridad
en un lugar de encuentro y de vida.
Gracias porque has hecho surgir el tiempo santo de la consolación en el cual envías a
tu Cordero, sentado en el trono, como rey inmolado y viviente; su sangre es una
cascada restauradora y unción de salvación. Gracias porque Él me habla siempre y me
canta tu verdad, que es sólo amor y misericordia; quisiera ser un instrumento en las
manos del rey, de Jesús, para transmitir a todos las notas consoladoras de tu Palabra.
Padre, te he escuchado hoy, en este Evangelio, pero te ruego, haz que mis oídos no se
cansen jamás de ti, de tu Hijo, de tu Espíritu. Hazme renacer, así a la verdad, para ser
testigo de la verdad.
Lunes, 22 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Mueve, Señor, los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a
tu gracia, reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 21,1-4
Alzando la mirada, vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio
también a una viuda pobre, que echaba allí dos moneditas, y dijo: «De verdad os digo
que esta viuda pobre ha echado más que nadie. Porque todos éstos han echado como
donativo de lo que les sobra, ésta en cambio ha echado de lo que necesita, de todo lo
que tiene para vivir.»
Reflexión
•
En el Evangelio de hoy, Jesús elogia a una viuda pobre que sabe compartir más que
los ricos. Muchos pobres de hoy hacen lo mismo. La gente dice: “El pobre no deja
morir de hambre al pobre”. Pero a veces, ¡ni esto es posible! Doña Cícera que vivía en
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el interior de Paraíba, Brasil, se fue a vivir a la ciudad y decía: “En el campo, la gente
era pobre, pero siempre había una cosita para dividirla con el pobre que llamaba a la
puerta. ¡Ahora que estoy aquí, en la ciudad, cuando veo a un pobre que llama a la
puerta, me escondo de vergüenza porque no tengo nada en casa para darle!” De un
lado: gente rica que tiene todo, pero que no quiere compartir. Por el otro: gente
pobre que no tiene casi nada, pero que quiere compartir lo poco que tiene.
•
Al comienzo de la Iglesia, las primeras comunidades cristianas, eran de gente pobre
(1 Cor 1,26). Poco a poco fueron entrando también personas más ricas, lo cual trajo
consigo varios problemas. Las tensiones sociales, que marcaban al imperio romano,
empiezan a marcar también la vida de las comunidades. Esto se manifestaba, por
ejemplo, cuando se reunían para celebrar la cena (1Cor 11,20-22), o cuando tenían
reuniones (Santiago 2,1-4). Por esto, la enseñanza del gesto de la viuda era muy
actual, tanto para ellos, como para nosotros hoy.
•
Lucas 21,1-2: La limosna de la viuda. Jesús estaba ante el arca del Templo y observaba
cómo la gente iba echando su limosna. Los pobres echaban pocos centavos, los ricos
monedas de gran valor. Los cofres del Templo recibían mucho dinero. Todos
echaban algo para la manutención del culto, para el sustento del clero y la
conservación del edificio. Parte de este dinero era usada para ayudar a los pobres,
pues en aquel tiempo no había seguridad social. Los pobres vivían de la caridad
pública. Las personas más necesitadas eran los huérfanos y las viudas. Dependían en
todo de la caridad de los demás, pero así mismo, trataban de compartir con otros lo
poco que poseían. Así, una viuda bien pobre, pone su limosna en el arca del Templo.
¡Nada más que dos centavos!
•
Lucas 21,3-4: El comentario de Jesús. ¿Qué vale más: los pocos centavos de la viuda
o las muchas monedas de los ricos? Para la mayoría, las monedas de los ricos eran
mucho más útiles para hacer la caridad que los pocos centavos de la viuda. Los
discípulos, por ejemplo, pensaban que el problema de la gente podía resolverse sólo
con mucho dinero. Cuando la multiplicación de los panes, ellos habían sugerido
comprar pan para dar de comer a la gente (Lc 9,13; Mc 6,37). Felipe llegó a decir:
“¡Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno reciba un pedacito!” (Jn
6,7). De hecho, para aquel que piensa de esa manera, los dos centavos de la viuda no
sirven para nada. Pero Jesús dice: “De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado
más que nadie”. Jesús tiene criterios diferentes. Al llamar la atención de los discípulos
hacia el gesto de la viuda, les enseña a ellos y a nosotros dónde debemos procurar
ver la manifestación de la voluntad de Dios, a saber, en los pobres y en el compartir.
Y un criterio muy importante es el siguiente: “Porque todos éstos han echado como
donativo de lo que les sobra, ésta en cambio ha echado de lo que necesita, de todo
lo que tiene para vivir.»
•
Limosna, compartir, riqueza. La práctica de dar limosnas era muy importante para
los judíos. Era considerada una “buena obra”, pues la ley del Antiguo Testamento
decía: “Nunca dejará de haber pobres en la tierra; por esto te doy este mandamiento:
abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre de tu tierra”. (Dt 15,11). Las
limosnas, colocadas en el arca del Templo, sea para el culto, sea para los necesitados,
los huérfanos o las viudas, eran consideradas como una acción agradable a Dios (Eclo
35,2; cf. Eclo 17,17; 29,12; 40,24). Dar limosna era una manera de reconocer que todos
los bienes y dones pertenecen a Dios y que nosotros no somos que administradores
de esos dones. Pero la tendencia a la acumulación sigue muy fuerte. Cada vez renace
de nuevo en el corazón humano. La conversión es necesaria siempre. Por eso Jesús
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dijo al joven rico: “Va, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres” (Mc 10,21). La
misma exigencia se repite en los otros evangelios: “Vended vuestros bienes y dadlos
en limosna: haceos bolsas que no se gastan, un tesoro inagotable en los cielos,
adonde ni el ladrón llega ni la polilla roe” (Lc 12,33-34; Mt 6,9-20). La práctica del
compartir y de la solidaridad es una de las características que el Espíritu de Jesús
quiere realizar en las comunidades. El resultado de la efusión del Espíritu en el día de
Pentecostés fue éste: “No había entre ellos indigentes, pues cuantos eran dueños de
haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido y lo depositaban a
los pies de los apóstoles” (Hechos 4,34-35ª; 2,44-45). Estas limosnas colocadas a los
pies de los apóstoles no se acumulaban, sino que “y a cada uno se le repartía según
su necesidad” (Hechos 4,35b; 2,45). La entrada de los ricos en las comunidades
cristianas posibilitó, por un lado, una expansión del cristianismo, al ofrecer mejores
condiciones para los viajes misioneros. Pero por otro lado la tendencia a la
acumulación bloqueaba el movimiento de la solidaridad y del compartir. Santiago
ayudaba a las personas a que tomaran conciencia del camino equivocado: “Y
vosotros los ricos, llorad a gritos por las desventuras que os van a sobrevenir. Vuestra
riqueza está podrida; vuestros vestidos, consumidos por la polilla; vuestro oro y
vuestra plata, comidos de orín.” (Sant 5,1-3). Para aprender el camino del Reino, todos
debemos volvernos alumnos de aquella pobre viuda, que compartió con los demás
hasta lo necesario para vivir (Lc 21,4).
Para la reflexión personal
•
¿Cuáles son las dificultades y las alegrías que has encontrado en tu vida para
practicar la solidaridad y compartir con los otros?
•
¿Cómo es que los dos centavos de la viuda pueden valer más que las muchas
monedas de los ricos? ¿Cuál es el mensaje de este texto para nosotros hoy?
Oración final
Sabed que Yahvé es Dios,
Él nos ha hecho y suyos somos,
su pueblo y el rebaño de sus pastos. (Sal 100,3)
Martes, 23 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Mueve, Señor, los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a
tu gracia, reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 21,5-11
Como algunos hablaban del Templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y
ofrendas votivas, él dijo: «De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra
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sobre piedra que no sea derruida.» Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y
¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?» Él dijo: «Mirad, no os
dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: `Yo soy' y
`el tiempo está cerca'. No les sigáis.
Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que
sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.» Entonces les dijo: «Se
levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y
hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales del cielo.
Reflexión
•
En el evangelio de hoy empieza el último discurso de Jesús, llamado Discurso
Apocalíptico. Es un largo discurso, que será el asunto de los evangelios de los
próximos días hasta el final de esta última semana del año litúrgico. Para nosotros
del Siglo XXI, el lenguaje apocalíptico es extraño y confuso. Pero para la gente pobre
y perseguida de las comunidades cristianas de aquel tiempo era la manera que
todos entendían y cuyo objetivo principal era animar la fe y la esperanza de los
pobres y oprimidos. El lenguaje apocalíptico es fruto del testimonio de fe de estos
pobres que, a pesar de las persecuciones y a pesar de lo que veían, seguían creyendo
en que Dios estaba con ellos y que seguían siendo el Señor de la historia.
•
Lucas 21,5-7: Introducción al Discurso Apocalíptico. En los días anteriores al Discurso
Apocalíptico, Jesús había roto con el Templo (Lc 19,45-48), con los sacerdotes y con
los ancianos (Lc 20,1-26), con los saduceos (Lc 20,27-40), con los escribas que
explotaban a las viudas (Lc 20,41-47) y al final vemos en el evangelio de ayer que teje
el elogio de la viuda que dio en limosna todo aquello que poseía (Lc 21,1-4). Ahora, en
el evangelio de hoy, al oír como “algunas personas hablaban del Templo, de cómo
estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas”, Jesús responde anunciando
la destrucción total del Templo: "De esto que veis, llegarán días en que no quedará
piedra sobre piedra que no sea derruida." Al oír este comentario de Jesús, los
discípulos preguntan: "Maestro, ¿cuándo sucederá esto? ¿Y cuál será la señal de que
todas estas cosas están para ocurrir?" Ellos quieren más información. El Discurso
Apocalíptico que sigue es la respuesta de Jesús a esta pregunta de los discípulos
sobre el cuándo y el cómo de la destrucción del Templo. El evangelio de Marcos
informa lo siguiente sobre el contexto en que Jesús pronunció este discurso. Dice
que Jesús había salido de la ciudad y estaba sentado en el Monte de los Olivares (Mc
13,2-4). Allí, desde lo alto del Monte, tenía una vista majestuosa del Templo. Marcos
nos dice que eran sólo cuatro los discípulos que fueron a escuchar el último discurso.
Al comienzo de su predicación, tres años antes, allí en Galilea, las multitudes iban
detrás de Jesús para escuchar sus palabras. Ahora, en el último discurso, hay apenas
cuatro oyentes: Pedro, Santiago, Juan y Andrea (Mc 13,3). ¡Eficiencia y buen resultado
no siempre se miden por la cantidad!
•
Lucas 21,8: Objetivo del discurso: "¡Mirad, no os dejéis engañar!" Los discípulos habían
preguntado: "Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas
estas cosas están para ocurrir?” Jesús empieza su respuesta con una advertencia:
"Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y
diciendo: `Yo soy' y `el tiempo está cerca'. No les sigáis”. En época de mudanzas y de
confusión siempre aparecen personas que quieren sacar provecho de la situación
engañando a los demás. Esto acontece hoy y estaba ocurriendo en los años 80, época
en que Lucas escribe su evangelio. Ante los desastres y guerras de aquellos años,
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60
ante la destrucción de Jerusalén del año 70 y ante la destrucción de la persecución
de los cristianos por el imperio romano, muchos pensaban que el fin de los tiempos
estuviera llegando. Y hasta había gente que decía: “Dios ya no controla los hechos.
¡Estamos perdidos!” Por esto, la preocupación principal de los discursos apocalípticos
es siempre la misma: ayudar a las comunidades a discernir mejor los signos de los
tiempos para no dejarse engañar por las conversaciones de la gente sobre el fin del
mundo: "Mirad, ¡no os dejéis engañar!". Luego viene el discurso que ofrece señales
para ayudarlos en el discernimiento y, así, aumentar en ellos la esperanza.
•
Lucas 21,9-11: Señales para ayudar a leer los hechos. Después de esta breve
introducción, empieza el discurso propiamente dicho: “Cuando oigáis hablar de
guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero
estas cosas, pero el fin no es inmediato.» Entonces les dijo: «Se levantará nación
contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en
diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales del cielo.” Para entender
bien estas palabras, es bueno recordar lo siguiente. Jesús vivía y hablaba en el año
33. Los lectores de Lucas vivían y escuchaban en el año 85. Ahora, en los años
cincuenta, entre el año 33 y el año 85, la mayoría de las cosas mencionadas por Jesús
habían acontecido ya y todos las conocían. Por ejemplo, en varias partes del mundo
había guerras, aparecían falsos mesías, surgían enfermedades y pestes y, en Asia
Menor, los terremotos eran frecuentes. En un estilo bien apocalíptico, el discurso
enumera todos estos acontecimientos, uno después de otro, como señales o como
etapas del proyecto de Dios en la andadura de la historia del Pueblo de Dios, desde
la época de Jesús hasta el fin de los tiempos:
1a señal: los falsos mesías (Lc 21,8);
2a señal: guerras y revoluciones (Lc 21,9);
3a señal: nación contra otra nación, un reino contra otro reino, (Lc 21,10);
4a señal: terremotos en varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y señales en el cielo (Lc 21,11);
Hasta aquí el evangelio de hoy. El evangelio de mañana trae una señal más: la
persecución de las comunidades cristianas (Lc 21,12). El evangelio de pasado mañana
trae dos señales más: la destrucción de Jerusalén y el inicio de la desintegración de
la creación. Así, por medio de estas señales del Discurso Apocalíptico, las
comunidades de los años ochenta, época en la que Lucas escribe su evangelio,
podían calcular a qué altura se encontraba la ejecución del plan de Dios, y descubrir
que la historia no se había escapado de la mano de Dios. Todo era conforme con lo
que Jesús había previsto y anunciado en el Discurso Apocalíptico.
Para la reflexión personal
•
¿Qué sentimiento te habitaba durante la lectura de este evangelio de hoy?
¿Sentimiento de miedo o de paz?
•
¿Piensas que el fin del mundo está cerca? ¿Qué responder a los que dicen que el fin
del mundo está cerca? ¿Qué es lo que hoy anima a la gente a resistir y tener
esperanza?
Oración final
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Exulte delante de Yahvé,
que ya viene, viene, sí, a juzgar la tierra!
Juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con su lealtad. (Sal 96,13)
Miércoles, 24 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Mueve, Señor, los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a
tu gracia, reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 21,12-19
«Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las
sinagogas y cárceles y os llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os
sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la
defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni
contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos,
parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros. Todos os odiarán por causa de mi
nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas.
Reflexión
•
En el evangelio de hoy, que es la continuación del discurso iniciado ayer, Jesús
enumera una señal más para ayudar las comunidades a situarse en los hechos y a
no perder la fe en Dios, ni el valor para resistir contra los embates del imperio romano.
Repetimos las cinco primeras señales del evangelio de ayer: 1a señal: los falsos mesías
(Lc 21,8); 2a señal: guerras y revoluciones (Lc 21,9); 3a señal: nación contra otra nación,
un reino contra otro reino, (Lc 21,10); 4a señal: terremotos en varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y señales en el cielo (Lc 21,11); Hasta aquí el evangelio de ayer.
Ahora, en el evangelio de hoy, hay una señal más: 6a señal: la persecución de los
cristianos (Lc 21,12-19)
•
Lucas 21,12. La sexta señal: la persecución Varias veces, en los pocos años que Jesús
pasó entre nosotros, avisó a los discípulos de que iban a ser perseguidos. Aquí, en el
último discurso, repite lo mismo y hace saber que hay que tener en cuenta la
persecución a la hora de discernir los signos de los tiempos: "Pero, antes de todo esto,
os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y cárceles y os
llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis
testimonio”. Y de estos acontecimientos, aparentemente tan negativos, Jesús había
dicho: “No os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el
fin no es inmediato. " (Lc 21,9). Y el evangelio de Marcos añade que todas estas señales
son "¡apenas el comienzo de los dolores de parto!" (Mc 13,8) Ahora bien, los dolores
de parto, aún siendo muy dolorosos para la madre, no son señal de muerte, sino de
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vida. ¡No son motivos de temor, sino de esperanza! Esta manera de leer los hechos
daba mucha tranquilidad a las comunidades perseguidas. Así, leyendo u oyendo
estas señales, profetizadas por Jesús en el año 33, los lectores de Lucas de los años
ochenta podían concluir: "Todas estas cosas están aconteciendo según el plan
previsto y anunciado por Jesús. por tanto, la historia no se escapó de las manos de
Dios. ¡Dios está con nosotros!
•
Lucas 21,13-15: La misión de los cristianos en la época de la persecución. La
persecución no es una fatalidad, ni puede ser motivo de desaliento o de
desesperación, sino que hay que considerarla como una oportunidad, ofrecida por
Dios, para que las comunidades lleven a cabo la misión de testimoniar con valor la
Buena Noticia de Dios. Jesús dice: “esto os sucederá para que deis testimonio.
Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una
elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros
adversarios.”. Por medio de esta afirmación, Jesús anima a los cristianos perseguidos
que vivían angustiados. Hace saber que, aunque perseguidos, ellos tenían que
cumplir una misión, a saber: dar testimonio de la Buena Noticia de Dios y así, ser una
señal del Reino (Hechos 1,8). El testimonio valiente llevaría a la gente a repetir lo que
dijeron los magos de Egipto ante las señales y el valor de Moisés y Aarón: “¡Aquí está
la mano de Dios!” (Ex 8,15). Conclusión: si las comunidades no deben preocuparse, si
todo está en las manos de Dios, si todo estaba ya previsto por Dios, si todo no es que
dolor de parto, entonces no hay motivo para quedarse preocupados.
•
Lucas 21,16-17: Persecución dentro de la familia. “Seréis entregados por padres,
hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros.”. La persecución no
viene de fuera, de parte del imperio, sino que viene de dentro, de la familia misma.
En una misma familia, unos aceptaban la Buena Noticia, otros no. El anuncio de la
Buena Noticia producía divisiones en la misma familia. Había personas que,
basándose en la Ley de Dios, llegaban a denunciar y a matar a sus propios familiares
que se declaraban seguidores de Jesús (Dt 13,7-12).
•
Lucas 21,18-19: La fuente de esperanza y de resistencia. “Pero no perecerá ni un
cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Esta
observación final de Jesús recuerda la otra palabra que Jesús había dicho: “¡ni un
cabello de vuestra cabeza caerá!” (Lc 21,18). Esta comparación era una llamada fuerte
a no perder la fe y a seguir firme en la comunidad. Confirma lo que Jesús había hecho
en otras ocasiones: “Quien quiere salvar su vida, la pierde, pero aquel que pierde su
vida por causa mía, la salvará” (Lc 9,24).
Para la reflexión personal
•
¿Cómo sueles leer las etapas de la historia en tu vida y en la vida de tu país?
•
Mirando la historia de la humanidad de los últimos 50 años, la esperanza ¿aumentó
o disminuyó en ti?
Oración final
Yahvé ha dado a conocer su salvación,
ha revelado su justicia a las naciones;
se ha acordado de su amor y su lealtad
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para con la casa de Israel. (Sal 98,2-3)
Jueves, 25 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Mueve, Señor, los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a
tu gracia, reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 21,20-28
«Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su
desolación. Entonces, los que estén en Judea que huyan a los montes; los que estén en
medio de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no entren en ella;
porque éstos son días de venganza en los que se cumplirá todo cuanto está escrito. ¡Ay
de las que estén encinta o criando en aquellos días! «Habrá, en efecto, una gran
calamidad sobre la tierra y cólera contra este pueblo. Caerán a filo de espada, y serán
llevados cautivos a todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta
que el tiempo de los gentiles llegue a su cumplimiento. «Habrá señales en el sol, en la
luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de la gente, trastornada por el estruendo
del mar y de las olas. Los hombres se quedarán sin aliento por el terror y la ansiedad
ante las cosas que se abatirán sobre el mundo, porque las fuerzas de los cielos se
tambalearán. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y
gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza,
porque se acerca vuestra liberación.»
Reflexión
•
En el evangelio de hoy sigue el Discurso Apocalíptico con más señales, la 7ª y la 8a,
que debían de acontecer antes de la llegada del fin de los tiempos o mejor antes de
la llegada del fin de este mundo para dar lugar al nuevo mundo, al “cielo nuevo y a
la tierra nueva” (Is 65,17). La séptima señal es la destrucción de Jerusalén y la octava
es los cambios en la antigua creación.
•
Lucas 21,20-24. La séptima señal: la destrucción de Jerusalén. Jerusalén era para ellos
la Ciudad Eterna. Y ahora ¡estaba destruida! ¿Cómo explicar este hecho? ¿Dios no
tiene en cuenta el mensaje? Es difícil para nosotros imaginarnos el trauma y la crisis
de fe que la destrucción de Jerusalén causó en las comunidades de tantos judíos y
cristianos. Cabe aquí una breve observación sobre la composición de los Evangelios
de Lucas y de Marcos. Lucas escribe en el año 85. Se sirve del evangelio de Marcos
para componer su narrativa sobre Jesús. Marcos escribe en el año 70, el mismo año
en que Jerusalén estaba siendo cercada y destruida por los ejércitos romanos. Por
esto, Marcos escribió dando una cita al lector: “Cuando vierais la abominable
desolación instalada donde no debe – el que lee entienda – entonces los que estén
en Judea huyan a los montes” (Mc 13,14). Cuando Lucas menciona la destrucción de
Jerusalén, Jerusalén estaba en ruinas desde hace quince años. Por esto él omite el
paréntesis de Marcos. Lucas dice: "Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos,
sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea que
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huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad que se alejen; y los que
estén en los campos que no entren en ella; porque éstos son días de venganza en los
que se cumplirá todo cuanto está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en
aquellos días! Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra y cólera contra
este pueblo. Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que el tiempo de los
gentiles llegue a su cumplimiento”. Al oír a Jesús que anunciaba la persecución (6ª
señal) y la destrucción de Jerusalén (7ª señal), los lectores de las comunidades
perseguidas del tiempo de Lucas concluían: “Este es nuestro hoy. ¡Estamos en la 6ª
señal!”
•
Lucas 21,25-26: La octava señal: mudanzas en el sol y en la luna. ¿Cuándo será el fin?
Al final después de haber oído hablar de todas estas señales que ya habían
acontecido, quedaba en pie la pregunta: “El proyecto de Dios avanza mucho y las
etapas previstas por Jesús se realizaron ya. Ahora estamos en la sexta y en la séptima
etapa. ¿Cuántas etapas o señales faltan hasta que llegue el fin? ¿Falta mucho?” La
respuesta viene ahora en la 8ª señal: "Habrá señales en el sol, en la luna y en las
estrellas; y en la tierra, angustia de la gente, trastornada por el estruendo del mar y
de las olas. Los hombres se quedarán sin aliento por el terror y la ansiedad ante las
cosas que se abatirán sobre el mundo, porque las fuerzas de los cielos se
tambalearán”. La 8ª señal es diferente de las otras señales. Las señales en el cielo y
en la tierra son una muestra de lo que está llegando, al mismo tiempo, el fin del viejo
mundo, de la antigua creación y el comienzo de la llegada del cielo nueva y de la
tierra nueva. Cuando la cáscara del huevo empieza a rasgarse es señal de que lo
nuevo está apareciendo. Es la llegada del Mundo Nuevo que está provocando la
desintegración del mundo antiguo. Conclusión: ¡falta muy poco! El Reino de Dios
está llegando.
•
Lucas 21,27-28: La llegada del Reino de Dios y la aparición del Hijo del Hombre. “Y
entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria.
Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque
se acerca vuestra liberación.” En este anuncio, Jesús describe la llegada del Reino
con imágenes sacadas de la profecía de Daniel (Dan 7,1-14). Daniel dice que, después
de las desgracias causadas por los reinos de este mundo, vendrá el Reino de Dios.
Los reinos de este mundo, todos ellos, tienen figura de animal: león, oso, pantera y
bestias salvajes (Dn 7,3-7). Son reinos animales, deshumanizan la vida, como
acontece con ¡el reino neoliberal hasta hoy! El Reino de Dios, pues, aparece como un
aspecto del Hijo del Hombre, esto es, con un aspecto humano de gente (Dn 7,13). Es
un reino humano. Construir este reino que humaniza, es tarea de la gente de las
comunidades. Es la nueva historia que debemos realizar y que debe reunir a la gente
de los cuatro lados del mundo. El título Hijo del Hombre es el nombre que a Jesús le
gustaba usar. Solamente en los cuatro evangelios, este nombre aparece más de 80
(ochenta) veces. Todo dolor que soportamos desde ahora, toda la lucha a favor de la
vida, toda la persecución por causa de la justicia, todo el dolor de parto, es semilla del
Reino que va a llegar en la 8ª señal.
Para la reflexión personal
•
Persecución de las comunidades. Destrucción de Jerusalén. Desesperación. Ante los
acontecimientos que hoy hacen sufrir a la gente ¿me desespero? ¿Cuál es la fuente
de mi esperanza?
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•
Hijo de Hombre es el título que Jesús gustaba usar. Él quería humanizar la vida.
Cuanto más humano, más divino, decía el Papa León Magno. En mi relación con los
demás, ¿soy humano?
Oración final
Bueno es Yahvé y eterno su amor,
su lealtad perdura de edad en edad. (Sal 100,5)
Viernes, 26 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Mueve, Señor, los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a
tu gracia, reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 21,29-33
Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los demás árboles. Cuando veis que
echan brotes, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis
que suceden estas cosas, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no
pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán.
Reflexión
•
El evangelio de hoy nos trae las recomendaciones finales del Discurso Apocalíptico.
Jesús insiste en dos puntos: (a) en la atención que hay que dar a los signos de los
tiempos (Lc 21,29-31) y (b) en la esperanza, fundada en la firmeza de la palabra de
Jesús, que expulsa el miedo y la desesperanza (Lc 21,32-33).
•
Lucas 21,29-31: Mirad la higuera y todos los árboles. Jesús manda mirar la naturaleza:
"Mirad la higuera y todos los demás árboles. Cuando veis que echan brotes, sabéis
que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas
cosas, sabed que el Reino de Dios está cerca” Jesús pide que la gente contemple los
fenómenos de la naturaleza para aprender de ellos cómo leer e interpretar las cosas
que están aconteciendo en el mundo. Los brotes en la higuera son una señal
evidente de que el verano está llegando. Así también aquellas siete señales son la
prueba de que “¡el Reino de Dios está cerca!” Hacer este discernimiento no es fácil.
Una persona sola no se da cuenta del mensaje. Es reflexionando juntos en
comunidad que la luz aparece. Y la luz es ésta: experimentar en todo lo que acontece
una llamada a no encerrarse en el momento presente, sino mantener el horizonte
abierto y percibir en todo una flecha que apunta más allá, hacia el futuro. Pero la
hora exacta de la llegada del Reino nadie la sabe. En el evangelio de Marcos, Jesús
llega a decir: "Cuanto a ese día o a esa hora, nadie la conoce, ni los ángeles del cielo,
ni el Hijo, sino sólo el Padre." (Mc 13,32).
ocarm.org
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•
Lucas 21,32-33: “Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto
suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Esta palabra de
Jesús evoca la profecía de Isaías que decía: "Toda carne es hierba y toda su gloria
como flor del campo. Sécase la hierba, marchítase la flor cuando pase sobre ella el
soplo de Yahvé. Sécase la hierba, marchítase la flor, pero la palabra de nuestro Dios
permanece para siempre” (Is 40,7-8). La palabra de Jesús es la fuente de nuestra
esperanza. ¡Lo que dice acaecerá!
•
La venida del Mesías y el fin del mundo. Hoy mucha gente vive preocupada con el
fin del mundo. Algunos se basan en una lectura errada y fundamentalista del
Apocalipsis de Juan, y llegan a calcular la fecha exacta del fin del mundo. En el
pasado, a partir de los “mil años” mencionados en el Apocalipsis (Ap 20,7), la gente
solía repetir: “¡El año 1000 pasó, pero el 2000 no pasará!” Por esto, en la medida en
que se iba acercando el año 2000, muchos quedaban preocupados. Hubo hasta
gente que, angustiada con la llegada del fin del mundo, llegó a suicidarse. Pero en
año 2000 pasó y nada aconteció. ¡El fin del mundo no llegó! La misma problemática
estaba viva en las comunidades cristianas de los primeros siglos. Ellas vivían en la
expectativa de la venida inminente de Jesús. Jesús vendría a realizar el Juicio Final
para terminar con la historia injusta del mundo acá abajo e inaugura una nueva fase
de la historia, la fase definitiva del Nuevo Cielo y de la Nueva Tierra. Pensaban que
esto ocurriría dentro de una o dos generaciones. Mucha gente estaría con vida
todavía cuando Jesús iba a aparecer glorioso en el cielo (1Ts 4,16-17; Mc 9,1). Y había
hasta personas que habían dejado de trabajar, porque pensaban que la venida fuera
cosa de pocos días o de semanas (2Tes 2,1-3; 3,11). Así pensaban. Pero hasta ahora, la
venida de Jesús ¡todavía no ha ocurrido! ¿Cómo entender esta demora? En las calles
de la ciudad, la gente ve pintadas en las paredes las palabras ¡Jesús volverá! ¿Viene
o no viene? ¿Y cómo será su venida? Muchas veces la afirmación “Jesús volverá” es
usada para dar miedo a las personas y obligarlas a ir a una determinada iglesia.
En el Nuevo Testamento, el retorno de Jesús es siempre motivo de alegría y de paz.
Para los explotados y oprimidos, la venida de Jesús es una Buena Noticia. ¿Cuándo
vendrá? Entre los judíos, las opiniones eran muy variadas. Los saduceos y los
herodianos decían: “¡Los tiempos mesiánicos llegaron ya!” Pensaban que su
bienestar durante el gobierno de Herodes fuera expresión del Reino de Dios. Por
esto, no querían cambio y estaban en contra de la predicación de Jesús que
convocaba a la gente para cambiar y convertirse. Los fariseos decían: “¡La llegada del
Reino va a depender de nuestro esfuerzo en la observancia de la ley!” Los esenios
decían: “El Reino prometido llegará sólo cuando hayamos purificado el país de todas
las impurezas”. Entre los cristianos había la misma variedad de opiniones. Algunos
de la comunidad de Tesalónica en Grecia, apoyándose en la predicación de Pablo,
decían: “¡Jesús volverá!” (1 Tes 4,13-18; 2 Tes 2,2). Pablo responde que no era tan simple
como se lo imaginaban. Y a los que habían dejado de trabajar decía: “¡Quien no
quiere trabajar, que no coma!” (2Tes 3,10). Probablemente se trataba de gente que a
la hora del almuerzo iba a mendigar comida a casa del vecino. Los cristianos
opinaban que Jesús volvería después que el evangelio fuera anunciado al mundo
entero (Hechos 1,6-11). Y pensaban que cuanto mayor fuera el esfuerzo de
evangelizar, más rápidamente vendría el fin del mundo. Otros, cansados de esperar,
decían: “¡No volverá!” (2 Pd 3,4). Otros basándose en las palabras de Jesús, decían con
acierto: “¡Ya está en medio de nosotros!” (Mt 25,40). Hoy pasa lo mismo. Hay gente
que dice: “Como van las cosas, está bien tanto en la Iglesia como en la sociedad”. No
quieren cambios. Otros esperan el retorno inmediato de Jesús. Otros piensan que
Jesús volverá por medio de nuestro trabajo y anuncio. Para nosotros, Jesús está en
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medio de nosotros (Mt 28,20). Él ya está de nuestro lado en la lucha por la justicia,
por la paz, por la vida. Pero la plenitud no ha llegado todavía. Por esto, esperamos
con firme esperanza la liberación total de la humanidad y de la naturaleza (Rom 8,2225).
Para la reflexión personal
•
Jesús pide que miremos la higuera, para contemplar los fenómenos de la naturaleza.
En mi vida ¿aprendí alguna cosa contemplando la naturaleza?
•
Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mi palabra no pasará”. ¿Cómo encarno
estas palabras de Jesús en mi vida?
Oración final
Señor, dichosos los que moran en tu casa
y pueden alabarte siempre;
dichoso el que saca de ti fuerzas
cuando piensa en las subidas. (Sal 84,5-6)
Sábado, 27 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Mueve, Señor, los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a
tu gracia, reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor.
Lectura del santo Evangelio según Lucas 21,34-36
«Cuidad que no se emboten vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y
por las preocupaciones de la vida y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como
un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en
vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza, logréis escapar y podáis
manteneros en pie delante del Hijo del hombre.»
Reflexión
•
Estamos llegando al final del largo discurso apocalíptico y también al final del año
litúrgico. Jesús da un último consejo convocándonos a la vigilancia (Lc 21,34-35) y a
la oración (Lc 21,36).
•
Lucas 21,34-35: Cuidado para no perder la conciencia crítica. “Cuidad que no se
emboten vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las
preocupaciones de la vida y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un
lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra”. Un consejo
similar Jesús lo había dado ya cuando le preguntaron sobre la llegada del Reino (Lc
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17,20-21). El responde que la llegada del Reino acontece como un relámpago. Viene
de repente, sin previo aviso. Las personas han de estar atentas y preparadas, siempre
(Lc 17,22-27). Cuando la espera es larga, corremos el peligro de quedar desatentos y
no prestar más atención a los acontecimientos “los corazones se embotan por el
libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida”. Hoy, las muchas
distracciones nos vuelven insensibles y la propaganda puede hasta pervertir en
nosotros el sentido de la vida. Ajenos a los sufrimientos de tanta gente del mundo,
no percibimos las injusticias que se cometen.
•
Lucas 21,36: La oración como fuente de conciencia crítica y de esperanza. “Estad en
vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza, logréis escapar y podáis
manteneros en pie delante del Hijo del hombre. . La oración constante es un medio
muy importante para no perder la presencia de espíritu. La oración nos ayuda a
profundizar en nosotros la conciencia de la presencia de Dios en medio de nosotros
y, así, sacar fuerza y luz para aguantar los malos días y crecer en la esperanza.
•
Resumen del Discurso Apocalíptico (Lc 21,5-36). Hemos pasado cinco días, desde el
martes hasta hoy sábado, meditando y profundizando sobre el significado del
Discurso Apocalíptico para nuestras vidas. Los tres evangelios sinópticos traen este
discurso de Jesús, cada uno a su manera. Vamos a ver de cerca la versión que nos
ofrece el evangelio de Lucas. He aquí un breve resumen de lo que meditamos esos
cinco días. Todo el Discurso Apocalíptico es un intento para ayudar a las
comunidades perseguidas a situarse dentro del conjunto del plan de Dios y así tener
esperanza y valor para seguir firme por el camino. En el caso del Discurso
Apocalíptico del evangelio de Lucas, las comunidades perseguidas vivían en el año
85. Jesús hablaba en el año 33. Su discurso describe las etapas o las señales o de la
realización del plan de Dios. En todo son 8 señales o periodos desde Jesús hasta el
final de los tiempos. Leyendo e interpretando su vida a la luz de las señales dadas por
Jesús, las comunidades descubrían en qué medida estaban realizando el plan. Las
siete primeras señales habían acontecido ya. Pertenecían todas al pasado. Pero
sobre todo en la 6ª y en la 7ª señal (persecución y destrucción de Jerusalén) las
comunidades encuentran la imagen o el espejo de lo que estaba ocurriendo en el
presente. He aquí las siete señales:
Introducción al Discurso (Lc 21,5-7)
1a señal: los falsos mesías (Lc 21,8);
2a señal: guerras y revoluciones (Lc 21,9);
3a señal: nación contra otra nación, un reino contra otro reino, (Lc 21,10);
4a señal: terremotos en varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y señales en el cielo (Lc 21,11);
6ª señal: la persecución de los cristianos y la misión que deben realizar (Lc 21,12-19) +
Misión
7ª señal: la destrucción de Jerusalén (Lc 21,20-24)
Al llegar a esta última señal, las comunidades concluyen: “Estamos en la 6ª y en la 7ª
señal”.
Y aquí viene la pregunta más importante: “¿Cuánto falta para que llegue el fin?” A
aquel que está siendo perseguido no le importa el futuro distinto, quiere saber si
estará vivo el día siguiente o si tendrá la fuerza para aguantar la persecución hasta
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el día siguiente. La respuesta a esta pregunta inquietante la tenemos en la octava
señal:
8ª señal: cambios en el sol y en la luna (Lc 21,25-26) que anuncian la llegada del Hijo
del Hombre. (Lc 21,27-28).
Conclusión: falta poco, todo está conforme con el plan de Dios, todo es dolor de parto,
Dios está con nosotros. Nos da fuerza para aguantar. Vamos a testimoniar la Buena
Noticia de Dios traída por Jesús.
En definitiva, Jesús confirma todo con su autoridad (Lc 21,29-33).
Para la reflexión personal
•
Jesús pide vigilancia para que no seamos sorprendidos por los hechos. ¿Cómo vivo
este consejo de Jesús?
•
La última petición de Jesús al final del año litúrgico es ésta: Estad en vela, orando en
todo tiempo. ¿Cómo vivo este consejo de Jesús en mi vida?
Oración final
Un gran Dios es Yahvé,
Rey grande sobre todos los dioses;
Él sostiene las honduras de la tierra,
suyas son las cumbres de los montes;
suyo el mar, que él mismo hizo,
la tierra firme que formaron sus manos. (Sal 95,3-5)
Domingo, 28 de noviembre de 2021
La manifestación del Hijo del Hombre
como principio de nuevos tiempos
¡Atención! ¡Dios puede llegar en cada momento!
Luca 21,25-28.34-36
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo
con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la
Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los
acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final
de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en
nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu
palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
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podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
El texto litúrgico de este domingo nos lleva a meditar el discurso de Jesús sobre el fin
del mundo. Hoy, cuando se habla tanto del fin del mundo, las posiciones son muy
variadas.
Algunos tienen miedo. Otros permanecen indiferentes. Otros comienzan a vivir con
más seriedad. Y todavía otros, cuando oyen una terrible noticia, exclaman: “¡El fin del
mundo está cerca!” ¿Y tú? ¿Tienes una opinión al respecto? ¿Por qué al principio del
año litúrgico, en este primer domingo de Adviento, la Iglesia nos coloca de frente el fin
de la historia?
Teniendo presente estas preguntas, tratemos de leer de modo que nos interpele y nos
interrogue.
Durante la lectura haremos un esfuerzo por prestar atención, no a lo que nos causa
temor, sino más bien a lo que produce esperanza.
b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Lucas 21,25-26. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas
Lucas 21,27: El Hijo del Hombre vendrá sobre una nube
Lucas 21,28: La esperanza que renace en el corazón
Lucas 21,29-33: La lección de la parábola de la higuera Lucas
21,34-36: Exhortación a la vigilancia
c) El Texto:
«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de la
gente, trastornada por el estruendo del mar y de las olas. 26 Los hombres se quedarán
sin aliento por el terror y la ansiedad ante las cosas que se abatirán sobre el mundo,
porque las fuerzas de los cielos se tambalearán.
25
27
Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria.
Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque
se acerca vuestra liberación.»
28
«Cuidad que no se emboten vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y
por las preocupacines de la vida y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, 35 como
un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. 36 Estad en
vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza, logréis escapar y podáis
manteneros en pie delante del Hijo del hombre.»
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3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
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4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué sentimientos has tenido durante la lectura? ¿De miedo o de paz? ¿Por qué?
b) ¿Has encontrado en el texto algo que te haya dado esperanza y ánimo?
c) ¿Qué es lo que hoy empuja a la gente a tener esperanza o a resistir?
d) ¿Por qué al principio del Adviento la Iglesia nos confronta con el fin del mundo?
e) ¿Qué responderíamos a los que dicen que el fin del mundo está cerca?
f) ¿Cómo entender la imagen de la venida del Hijo del Hombre sobre una nube?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quisieran profundizar en el tema
I. El contexto del discurso de Jesús
El texto del Evangelio de este domingo (Lc 21,25-28.34-36) es parte del así llamado
"discurso escatológico” (Lc 28-36). En el Evangelio de Lucas, este discurso está
presentado como respuesta de Jesús a una pregunta de los discípulos. Ante la belleza y
grandeza del templo de la ciudad de Jerusalén, Jesús había dicho: “¡No quedará piedra
sobre piedra!” (Lc 21,5-6). Los discípulos querían que Jesús les diese más información
sobre esta destrucción del templo y pedían: “¿Cuándo sucederá esto, Maestro, y cuáles
serán las señales de que estas cosas están a punto de suceder?” (Lc 21,7).
Objetivo del discurso: ayudar a discernir los acontecimientos
En el tiempo de Jesús (año 33), de frente a los desastres, guerras y persecuciones,
mucha gente decía: “¡El fin del mundo está cerca!” La comunidad del tiempo de Lucas
(año 85) pensaba lo mismo. Además, a causa de la destrucción de Jerusalén (año 70) y
de la persecución de los cristianos, que duraba ya unos cuarenta años, había quien
decía: “¡Dios no controla los acontecimientos de la vida! ¡Estamos perdidos!” Por esto, la
preocupación principal del discurso es el de ayudar a los discípulos y discípulas a
discernir los signos de los tiempos para no ser engañados por estas conversaciones de
la gente sobre el fin del mundo: “¡Atención! ¡No os dejéis engañar!” (Lc 21,8). El discurso
nos da diversas señales para ayudarnos a discernir.
Seis señales que nos ayudan a discernir los acontecimientos de la vida
Después de una breve introducción (Lc 21,5) comienza el discurso propiamente dicho.
En estilo apocalíptico, Jesús enumera los sucesos que sirven de señales. Bueno será
recordar que Jesús vivía y hablaba en el año 33, pero que los lectores de Lucas vivieron
y escucharon las palabras de Jesús alrededor del año 85. Entre el año 33 y el 85
sucedieron muchas cosas de todos conocidas, por ejemplo: la destrucción de Jerusalén
(año 70), las persecuciones, guerras por doquier, desastres naturales. El discurso de
Jesús anuncia los acontecimientos como algo que deberá suceder en el futuro. Pero las
comunidades los consideran algo ya pasados, ya sucedidos:
Primera señal: los falsos Mesías que dirán: “¡Soy yo! ¡El tiempo está cerca!” (Lc 21,8);
Segunda señal: guerras y rumores de guerra (Lc 21,9);
Tercera señal: una nación se alzará contra otra (Lc 21,10);
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Cuarta señal: hambre, peste y terremotos por todas partes (Lc 21,11);
Quinta señal: persecuciones contra aquéllos que anuncian la palabra de Dios (Lc 21,1219);
Sexta señal: asedio y destrucción de Jerusalén (Lc 21,20-24).
Las comunidades cristianas del año 85, al oír el anuncio de Jesús podían concluir:
“¡Todas estas cosas han sucedido ya o están sucediendo! ¡Todo se desarrolla según un
plano previsto por Jesús! Por tanto, la historia no se escapa de las manos de Dios”.
Especialmente por lo que se refiere a las señales quinta y sexta podrían decir: “¡Es lo
que estamos viviendo hoy!” “¡Estamos ya en la sexta señal!” Y después viene la
pregunta: ¿Cuántas señales faltan para que venga el fin?
De todas estas cosas, aparentemente muy negativas, Jesús dice en el Evangelio de
Marcos:” Son apenas los comienzos de los dolores de parto” (Mc 13,8). ¡Los dolores de
parto, aunque sean muy dolorosos para una madre, no son señales de muerte, sino
más bien de vida! ¡No son motivo de temor, sino de alegría y de esperanza! Este modo
de leer los hechos da tranquilidad a las personas. Como veremos, Lucas expresará la
misma idea, pero con otras palabras (Lc 21,28).
Después de esta primera parte del discurso (Lc 21,8-24), vemos el texto que se nos da
en el evangelio de la Misa del primer domingo de adviento:
II. Comentarios del texto
Lucas 21,25-26: Señales en el sol, en la luna y en las estrellas
Estos dos versículos describen tres fenómenos cósmicos: (1) “Habrá señales en el sol, en
la luna y en las estrellas”; (2) el fragor del mar y de las olas”; (3) “las potencias del cielo se
conmoverán”. En los años 80, época en la que escribe Lucas, estos tres fenómenos no
se habían manifestado. Las comunidades podían afirmar:” ¡Este es la séptima y última
señal que falta antes del fin!” A primera vista, parece más terrible que las precedentes,
ya que Lucas dice, que suscita angustia y causa temor en los hombres y en las
naciones. En realidad, aunque su apariencia es negativa, estas imágenes cósmicas
sugieren algo positivo, a saber, el comienzo de la nueva creación que substituirá la
antigua creación (cf Ap 21,1). El comienzo del cielo nuevo y de la tierra nueva, anunciada
por Isaías (Is 65,17). Introducen la manifestación del Hijo de Dios, el comienzo de nuevos
tiempos.
Luca 21,27: La llegada del Reino de Dios y la manifestación del Hijo del Hombre
Esta imagen viene de la profecía de Daniel (Dn 7,1-14). Daniel dice que después de las
desgracias causadas por los cuatro reinos de este mundo (Dn 7, 1-14), vendrá el Reino
de Dios (Dn 7,9-14). Estos cuatro reinos, todos, tienen apariencia animalesca: león, oso,
pantera y bestia feroz (Dn 7,3-7). Son reinos animalescos. Quitan la vida a la vida
(¡incluso hoy!). El Reino de Dios aparece con el aspecto de Hijo de Hombre. O sea, con el
aspecto humano de la gente (Dn 7,13). Es un reino humano. Construir este reino que
humaniza, es tarea de las comunidades cristianas. Es la nueva historia, la nueva
creación, a cuya realización debemos colaborar.
Lucas 21,28: Una esperanza que nace en el corazón
En el Evangelio de Marcos, Jesús decía: ¡Es apenas el comienzo de los dolores de parto!
Aquí, en el Evangelio de Lucas, dice: “Cuando comiencen a acaecer estas cosas, ¡alzad
los ojos y levantad la cabeza, porque vuestra liberación está cerca!” Esta afirmación
indica que el objetivo del discurso no es el de causar miedo, sino sembrar esperanza y
alegría en el pueblo que estaba sufriendo por causa de la persecución. Las palabras de
Jesús ayudaban (y ayudan) a las comunidades a leer los hechos con lentes de
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esperanza. Deben tener miedo aquellos que oprimen y avasallan al pueblo. Ellos, sí,
deben saber que su imperio se ha acabado.
Lucas 21,29-33: La lección de la higuera
Cuando Jesús invita a mirar a la higuera, Jesús pide que analicen los hechos que están
acaeciendo. Es como si dijese: “De la higuera debéis aprender a leer los signos de los
tiempos y poder así descubrir ¡dónde y cuándo Dios entra en vuestra historia! Y termina
la lección de la parábola con estas palabras: “¡El cielo y la tierra pasarán; pero mis
palabras no pasarán!” Mediante esta frase muy conocida, Jesús renueva la esperanza y
alude de nuevo a la creación nueva que ya está en acto.
Lucas 21,34-36: Exhortación a la vigilancia
¡Dios siempre llega! Su venida adviene cuando menos se espera. Puede suceder que Él
venga y la gente no se dé cuenta de la hora de su venida (cf Mt 24,37-39): Jesús da
consejos a la gente, de modo que siempre estén atentos: (1) evitar lo que pueda turbar
y endurecer el corazón (disipaciones, borracheras y afanes de la vida); (2) orar siempre
pidiendo fuerza para continuar esperando en pie la venida del Hijo del Hombre. Dicho
con otras palabras, el discurso pide una doble disposición: de un lado, la vigilancia
siempre atenta del que siempre está esperando y por otro lado la serena tranquilidad
del que siempre está en paz. Esta disposición es signo de mucha madurez, porque
combina la conciencia de la seriedad del empeño y la conciencia de la relatividad de
todas las cosas.
III. Más información para poder entender mejor el texto
a) Cuando vendrá el fin del mundo
Cuando decimos “fin del mundo”, ¿de qué estamos hablando? ¿El fin del mundo del
que habla la Biblia o el fin de este mundo, donde reina el poder del mal que destroza y
oprime la vida? Este mundo de injusticia tendrá fin. Ninguno sabe cómo será el mundo
nuevo, porque nadie puede imaginarse lo que Dios tiene preparado para aquéllos que
lo aman (1 Cor 2,9). El mundo nuevo de la vida sin muerte (Apoc 21,4), sobrepasa a todo,
como el árbol supera a su simiente (1 Cor 15,35-38). Los primeros cristianos estaban
ansiosos o deseaban saber el cuándo de este fin (2 Ts 2,2; Hech 1,11). Pero “no toca a
vosotros conocer los tiempos y los momentos que el Padre ha fijado con su autoridad”
(Hech 1,7). El único modo de contribuir al final "es que nos lleguen los tiempos del
refrigerio de parte del Señor" (Hech 3,20), es dar testimonio al Evangelio en todo
momento y acción, hasta los confines de la tierra (Hech 1,8).
b) ¡Nuestro tiempo! ¡El tiempo de Dios!
“Porque ninguno conoce ni el día, ni la hora; ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo,
sino sólo el Padre” (Mc 13,32; Mat 24,36). Es Dios quien determina la hora del fin. El
tiempo de Dios no se mide con nuestro reloj o calendario. Para Dios un día puede ser
igual a mil años y mil años iguales a un día (Sl 90,4; Pt 3,8). El tiempo de Dios discurre
independientemente del nuestro. Nosotros no podemos interferirlo, pero debemos
estar preparado para el momento en el que la hora de Dios se presenta en nuestro
tiempo. Lo que da seguridad, no es saber la hora del fin del mundo, sino la Palabra de
Jesús presente en la vida. El mundo pasará, pero su palabra no pasará (cf Is 40, 7-8).
c) El contexto en el que se encuentra nuestro texto en el Evangelio de Lucas
Para nosotros, hombres del siglo XXI, el lenguaje apocalíptico es extraño, difícil y
confuso. Pero para la gente de aquel tiempo era el modo de hablar que entendían.
Expresaba la certeza testaruda de la fe de los niños. A pesar de todo y contra todas las
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apariencias, ellos continuaban creyendo que Dios es el Señor de la Historia. El objetivo
principal del lenguaje apocalíptico es animar la fe y la esperanza de los pobres. En
tiempos de Lucas, mucha gente de las comunidades pensaba que el fin del mundo
estaba cerca y que Jesús habría vuelto.
Pero estos individuos eran personas que nunca trabajaban: “¿Para qué trabajar si Jesús
volverá?” (cf Ts 3,11). Otros permanecían mirando al cielo, aguardando la vuelta de Jesús
sobre las nubes (cf Hech 1,11). El discurso de Jesús indica que ninguno sabe la hora de la
última venida. ¡Hoy sucede la misma cosa! Algunos esperan tanto la venida de Jesús,
que no perciben su presencia en medio de nosotros, en las cosas, en los hechos de
cada día.
6. Salmo 46 (45)
Dios es nuestra fortaleza
Dios es nuestro refugio y fortaleza,
socorro en la angustia, siempre a punto.
Por eso no tememos si se altera la tierra,
si los montes vacilan en el fondo del mar,
aunque sus aguas bramen y se agiten,
y su ímpetu sacuda las montañas.
¡Un río! Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
santifican la morada del Altísimo.
Dios está en medio de ella, no vacila,
Dios la socorre al despuntar el alba.
Braman las naciones, tiemblan los reinos,
lanza él su voz, la tierra se deshace.
¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
nuestro baluarte el Dios de Jacob!
Venid a ver los prodigios de Yahvé,
que llena la tierra de estupor.
Detiene las guerras por todo el orbe;
quiebra el arco, rompe la lanza,
prende fuego a los escudos.
«Basta ya, sabed que soy Dios,
excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
nuestro baluarte el Dios de Jacob!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del
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Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo
que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no
sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el
Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Lunes, 29 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario
Oración inicial
Concédenos, Señor Dios nuestro, permanecer alerta a la venida de tu Hijo, para que
cuando llegue y llame a la puerta nos encuentre velando en oración y cantando su
alabanza. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.
Lectura del santo Evangelio según Mateo 8,5-11
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado
yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.» Dícele Jesús: «Yo iré a curarle.»
Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo
digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno,
tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: `Vete', y va; y a otro: `Ven', y viene; y a mi
siervo: `Haz esto', y lo hace.» Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le
seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os
digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán,
Isaac y Jacob en el reino de los Cielos.
Reflexión
El Evangelio de hoy es un espejo. Evoca en nosotros las palabras que repetimos
durante la Misa antes de comulgar: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Mirando al espejo, este texto sugiere
lo siguiente:
•
La persona que busca a Jesús es un pagano, un soldado del ejército romano, que
dominaba y explotaba a la gente. No es la religión, ni el deseo de Dios, sino más bien
el sufrimiento y la necesidad que le impulsan a buscar a Jesús. Jesús no tiene ideas
preconcebidas. No exige nada antes, acoge y escucha la petición del oficial romano.
•
La respuesta de Jesús sorprende al centurión, ya que supera su expectativa. El
centurión no esperaba que Jesús fuera a su casa. Se siente indigno: “Yo no soy digno”.
Quiere decir que consideraba a Jesús como a una persona muy superior.
•
El centurión expresa su fe en Jesús diciendo: “Di una sola palabra y mi siervo sanará”.
El cree que la palabra de Jesús es capaz de sanar. ¿De dónde le nace una fe tan
grande? ¡De su experiencia profesional de centurión! Porque cuando un centurión
da órdenes, el soldado obedece. ¡Tiene que obedecer! Y así se imagina que ocurra
con Jesús: basta que Jesús diga una palabra, y las cosas acontecen según la palabra.
El cree que la palabra de Jesús encierra una fuerza creadora.
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•
Jesús queda admirado y elogia la fe del centurión. La fe no consiste en aceptar,
repetir y declarar una doctrina, sino en creer y confiar en la persona de Jesús.
Para la reflexión personal
•
Si me pongo en el lugar de Jesús, ¿cómo acojo y escucho a las personas de otras
religiones?
•
Si me pongo en el lugar del centurión: ¿cuál es la experiencia personal que me lleva
a creer en Jesús?
Oración final
¡Acuérdate de mí, Yahvé,
hazlo por amor a tu pueblo,
ven a ofrecerme tu ayuda.
Para que vea la dicha de tus elegidos,
me alegre con la alegría de tu pueblo. (Sal 106,4-5)
Martes, 30 de noviembre de 2021
(Mateo 4, 18-22)
El llamado de Andrés y de su hermano;
los primeros discípulos pescadores de hombres.
1. ORACIÓN
Oh Padre, que has llamado a san Andrés de las redes del mundo a la pesca maravillosa
en el anuncio del Evangelio; has que también nosotros podamos gustar siempre más
de la dulzura de tu paternidad, especialmente en el sentirnos amados como hijos
tuyos; que seamos abiertos a Ti con una fe plena toda nuestra vida, para así permitir ser
alcanzados y ser transformados por la mirada y la palabra de tu Hijo amado, nuestro
Señor Jesús; ya que juntos con Él, deseamos llevar la alegre noticia de tu amor
misericordioso a tantos hermanos y hermanas, el cual hace, que nuestra vida sea más
bella.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
2. LECTURA
Del santo Evangelio según san Mateo (4, 18-22)
Mientras Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos: uno era
Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al
mar. 19 Jesús los llamó: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.» 20 Al instante
dejaron las redes y lo siguieron. 21Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago, hijo
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de Zebedeo, con su hermano Juan; estaban con su padre en la barca arreglando las
redes. Jesús los llamó, 22 y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
3. MEDITACIÓN
* “Caminaba a orillas del mar de Galilea”. Jesús ha salido apenas del desierto, después
de cuarenta días de gran soledad y de lucha contra el diablo (cf. Mt 4, 1-11). Él ha salido
victorioso; seguro del amor de su Padre y ha venido a Galilea; una tierra lejana y
despreciada; una tierra fronteriza y de paganos; solo portando consigo mismo su
gran luz y su salvación (cf. Mt 4, 12-16). Y aquí, Él ha iniciado a proclamar su mensaje
de alegría y de liberación: “¡El Reino de los Cielos está ahora cerca! (cf. Mt 4, 17). No
hay más soledad; ni desierto agobiante; no hay ausencia porque el Señor Jesucristo
ha descendido sobre nuestra tierra; la Galilea de los gentiles: en efecto, Él está
cercano; Él es Dios-con-nosotros. Él no está lejano. No se ha quedado ahí parado y
escondido, porque Él mismo “camina”; pasea a orillas del mar; a lo largo de los
costados de nuestras vidas pobres y de hecho aún más allá de nuestros horizontes.
La Galilea, que significa “anillo”: y cuya interpretación nos dice que Él, Jesús, el Amor,
viene a desposarse; a unirse para siempre con Él. Ahora, solo nos resta acogerlo
mientras camina sobre la orilla del mar. Aún en la distancia, Él ya nos ve, y esto lo
sabemos…
* El verbo “ver”, se repite dos veces, primeramente, al referirse a Andrés y a su
hermano, después a Santiago y a Juan; este “ver” porta consigo mismo toda la fuerza
y la intensidad de una mirada proveniente del corazón, de lo más íntimo. Y es en
esta manera, como el Señor nos ve: nos lee a profundidad; con una detenida atención
amorosa hojea paso a paso las páginas de nuestras vidas; conoce cada cosa de
nosotros y todo lo ama.
* No es del nada raro que Mateo utilice muchas veces un vocabulario familiar para
narrar este episodio acerca de la vocación y del encuentro con el Señor Jesús. Ya que
también, encontramos cuatro veces la palabra “hermano”, y dos veces la palabra
“padre”. Somos llevados a casa; a nuestro principio de vida; allá donde de igual forma
nos redescubrimos que somos hijos y hermanos. Jesús entra dentro de esta realidad
nuestra y lo hace en una manera más humana; más nuestra; más cotidiana; entra en
la carne; en el corazón; en toda la vida y viene a rescatarnos para hacernos nacer de
nuevo.
* “Sígueme” y “ven”: son sus palabras sencillas y claras; Él nos pide situarnos en el
camino; movernos de la misma forma que Él. ¡Es agradable sentirse despertar por
esta voz suya! La cual es más fuerte y alcanzable; más dulce qué la voz de las aguas
del mismo mar y del mundo, que a veces tienden a ser ruidosas y confusas. En
cambio, cuando Él habla, lo hace al corazón, todo se convierte en una gran paz y todo
vuelve a la calma. Y después, nos muestra también la ruta, nos señala el camino por
hacer y a seguir y no nos deja perdernos: “Detrás de mí”, dice el Señor. Solo basta
recibir la invitación; solo basta en aceptar que sea Él, para qué saber más; solo
debemos seguirlo, pues Él nos mostrará el camino.
* “dejaron las redes y lo siguieron”. Los dos hermanos, los dos primeros llamados, el
de Pedro y el de Andrés, llegan a ser para nosotros un ejemplo clarísimo, valiente y
convincente al inicio de este camino. Ellos nos enseñan las cosas que hay que hacer,
los movimientos y la elección. “Dejar” y “seguir” llegan a ser los verbos claves y las
palabras escritas en el corazón. Lo son porque quizás frecuentemente pueda que
ocurra el tener que considerar dichas iniciativas en el interior de nuestras vidas; en
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lo secreto del alma; allí donde solo nosotros podemos ver. Allí en donde solo el Señor
es testigo de que incluso para nosotros, se cumplen estas dos maravillosas palabras
del Evangelio, que son tan vivas y fuertes, y que te cambian la vida.
* “En seguida”. Por dos ocasiones, Mateo nos hace ver la prontitud de los discípulos
en la acogida de la invitación del Señor, que pasa; al igual que en Su mirada y en su
voz dirigida hacia ellos. Ellos no ponen obstáculos; no dudan; no tienen miedo; solo
se fían ciegamente a Él; respondiendo en seguida y diciendo si, a aquel Amor.
Además, Mateo nos hace recorrer delante a nuestros ojos todos los elementos que
vivifican aquella escena a la orilla del mar: como por ejemplo, las redes; la barca; el
padre…todo se escurre en el fondo; todo pasa a segundo plano y todo se deja a un
lado. Solo permanece el Señor, que va adelante y, detrás de Él, aquellos cuatro
hombres nuevos, que llevan nuestro nombre y la historia, que Dios ha escrito para
nosotros.
4. ALGUNAS PREGUNTAS
* El panorama de esta narración del Evangelio y por tanto la perspectiva de la gracia
del Señor, que todavía hoy actúa en nosotros; es como la del mar de Galilea; un mar
textual que tiene un nombre y su geografía y que me llevan a considerar preguntas
como: ¿Puedo en este momento ante la Palabra de Dios, dar una cara precisa al
horizonte de mi vida? ¿Tengo la paz interior para dejar al descubierto ante los ojos
de Cristo, mi vida tal como si fuese yo el mar, la Galilea? ¿Tengo, quizás miedo de las
aguas que portan mi corazón, como si mi mar fuese amenazador, oscuro o enemigo?
¿Puedo dejar al Señor caminar a lo largo de mi costado? ¿Puedo dejarme verme yo
también como Andrés, como Simón, Santiago o Juan en este relato?
* ¿Y si guardo silencio en este momento? ¿Y si permito realmente, a que pase Jesús
y se acerque a mí, hasta dejar su huella de amor y de amistad sobre mi pobre arena?
¿Tengo aún y después el valor de dejarme alcanzar por su mirada llena de luz? ¿O
continuo a esconderme un poco más, a empañar y disfrazar cualquier parte de mí,
que yo mismo no deseo ver o aceptar?
Y todavía: ¿dejo que Él me hable; que me diga, quizás por primera vez: “sígueme”?
¿O prefiero continuar escuchando solo el rumor del mar y de sus olas invasoras y
devastadoras?
* Este Evangelio me habla en una manera muy fuerte acerca de la compañía de los
hermanos; me habla de mí ser como hijo; pone al descubierto la parte más profunda
del corazón y entra en lo más íntimo de mi hogar. ¿Tal vez, puede ser que este sea
propiamente el lugar en donde hay más dolor para mí y en donde no me siento
comprendido, escuchado y amado como yo quisiera? ¿Por qué el Señor pone du
dedo en mi herida? Hermanos, padre, madre, compañeros…Jesús es todo esto para
mí y Él es aún más. ¿Lo entiendo verdaderamente yo en esta manera? ¿Hay un
espacio para Él en mi hogar? ¿Cómo es mi relación con Él? ¿Mi relación con Él es
como de hermano, como de amigo o como de hijo? ¿O acaso lo conozco de una
manera lejana, superficial o como un escape?
* Me parece muy claro en este pasaje, que el Señor hace grandes cosas en la vida de
los discípulos: “Los haré pescadores de hombres”, les dice a ellos. ¿Cómo reacciono
ante a este descubrimiento? ¿Deseo también yo el dejarme ser tocado por Él en un
modo verdadero, real? ¿Deseo permitirme cambiar mi estilo de vida? ¿Deseo
ponerme en camino con Él hacia una nueva aventura; a buscar hermanos y
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hermanas que han tenido la necesidad de encontrarlo? ¿Deseo conocerlo? ¿Deseo
sentirme amado o amada de su Amor infinito? ¿Puedo ser pescador de hombres
como Andrés y sus hermanos?
* Por ahora, solo falta una cosa: la decisión, la opción de seguir al Señor, de caminar
detrás de Él. ¿Todavía, intento detenerme un momento más? ¿Qué cosa debo dejar
hoy para dar este paso importante? ¿Qué es lo que me frena, me esconde, que no
me permite moverme? ¿Qué pesar tengo en el corazón, en el alma? ¿Quizás hay en
mí la necesidad de confesarme, de abrir el corazón? ¿Porto ahora dentro en forma
escrita el mensaje de Su mirada que Él ha puesto en mí; Su palabra, qué es más
fuerte que el rumor del mar? ¡No puedo fingir que nada ha pasado! ¡El Señor ha
pasado y ha dejado una señal! Yo no soy más como aquel de primero…quiero decir
sí, como Andrea. Amén.
5. Oración Final
Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino.
Del Salmo 119
¿Cómo un joven llevará una vida honesta?
Cumpliendo tus palabras.
Yo te busco de todo corazón:
No permitas que me aparte de tus mandamientos.
Conservo tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti.
Tú eres bendito, Señor:
Enséñame tus preceptos.
Yo proclamo con mis labios
todos los juicios de tu boca.
Me alegro de cumplir tus prescripciones,
más que de todas las riquezas.
Meditaré tus leyes
y tendré en cuenta tus caminos.
Mi alegría está en tus preceptos:
no me olvidaré de tu palabra.
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