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DE PEQUEÑAS CAUSAS

1921, La Vanguardia

Esta sentencia la prenuncia Mr. Lloyd George en la Cámara de los Comunes con tono enfático, terminante, y la ajusta con repetidos martillazos del puño sobro el pupitre. Está debatiendo la Cámara diversas palpitantes cuestiones antes de la breve vacación: la huelga de mineros; las dificultades con que tropieza la industria y la vida nacional ante la falta de carbón; el modo de remediar la aflictiva situación de cerca de cinco millones de obreros sin trabajo; la situación de Irlanda. Por fin, separándose del candente horno de la política interior, las preguntas van directamente a la cuestión internacional y entonces el presidente del Consejo, con el asentimiento unánime de la Cámara, pronuncia unas palabras que son la manifestación más clara y más vigorosa que haya podido hacer un político aliado al tratar del barullo internacional, y a continuación dice estas palabras que glosamos, sencillas y verdaderas.

CRÓNICA DE LONDRES DE PEQUEÑAS CAUSAS… Esta sentencia la prenuncia Mr. Lloyd George en la Cámara de los Comunes con tono enfático, terminante, y la ajusta con repetidos martillazos del puño sobro el pupitre. Está debatiendo la Cámara diversas palpitan íes cuestiones antes de la breve vacación: la huelga de mineros; las dificultades con que tropieza la industria y la vida nacional ante la falta de carbón; el modo de remediar la aflictiva situación de cerca de cinco millones de obreros sin trabajo; la situación de Irlanda. Por fin, separándose del candente horno de la política interior, las preguntas van directamente a la cuestión internacional y entonces el presidente del Consejo, con el asentimiento unánime de la Cámara, pronuncia unas palabras que son la manifestación más clara y más vigorosa que haya podido hacer un político aliado al tratar del barullo internacional, y a continuación dice estas palabras que glosamos, sencillas y verdaderas. “Todos estamos convencidos, todos tenemos arraigadísima la creencia de que a menos que se abata y muera el afán de lucha que acogota a Europa, no podrá tornar el mundo al trabajo y a la paz. Es paz y trabajo lo único que precisa, y, sin embargo, lo único que no se llega a lograr. De pequeñas causas grandes efectos. Tras el turbión furioso, de la contienda sangrienta, después de la firma del Tratado de Versalles, Quién iba a creer que el plebiscito de la Alta Silesia pudiera tener la importancia de un hecho capital? Contendían polacos y alemanes, por la posesión de Silesia, y verificado el plebiscito que impuso el Tratado, la mayoría de la región se declara en favor de Alemania. “La cuestión parece terminar aquí; pero a telón corrido, la influencia polaca labora por encender la tacha. En tanto, las conferencias de Londres determinan el ultimátum a Alemania con motivo de las reparaciones. El ejército francés está presto a avanzar en el Ruhr. Alemania se resiste, se defiende, protesta y lucha; Francia, impaciente, de buen grado rompería todo lazo, todo acuerdo, ante tantas enojosas dilaciones, para penetrar en la rica región- minera alemana; pero el pretexto escapa de sus manos, Alemania acepta el ultimátum y se dispone a redactar el compromiso. “Entonces Polonia, alentada por las simpatías francesas, empuja a Korfanty – émulo de D'Annunzio – a repetir en la región silesiana la teatral aventura de Fiume. “Polonia, que en verdad debe al Tratado de Versalles su renacer y su futuro, repudia la acción de Korfanty con el gesto airado de una mano, y con la otra le manda tropas y municiones. Ayer Vilna, hoy Silesia, son dos manifestaciones de demencia de un pueblo que renace a un mundo nuevo y a una vida asegurada por todas las potencias. Y ahora, cuando Alemania se obliga a atender el ultimátum de los aliados y se ajusta a la petición del desarme total, Polonia se lanza a su cuello con el doble objeto de ahogarla y de anexionarlo la rica, región minera silesiana. “Francia, en tanto, anuncia que considerará un casus belli la intervención armada de Alemania para poner paz en la conturbada región; que si Alemania interviene, el ejército francés avanzará sobre el Ruhr; y h aquí con esta doble presión, despojada de los dos regiones ansiadas; el Ruhr, si interviene, Silesia porque Polonia la quiere. “Francia surgirá del río revuelto de este revuelto, con dominio sobre la mayor parte de la riqueza carbonífera europea, el Saar que ya posee, el Ruhr y en cierto modo Silesia. Pero Francia no contaba con la oposición de Inglaterra y ahora ha de afrontarla, porque la oposición es terminante. No veamos en la actitud airada de la Gran Bretaña el gesto celoso de quien vislumbra una futura competencia en el mercado de mi producto de riqueza esencial para el mundo; veamos tan sólo un acto de seca justicia que brota del fondo honesto del pueblo inglés”. Es cierto que Inglaterra, a través de su historia política, nos presenta una extraña modalidad de dos caras: es justo lo justo y lo injusto cuando Inglaterra lo determina y es injusto lo injusto cuando lo extraño lo ejecuta; pero, en este caso las palabras del presidente del Gobierno inglés son la expresión pura de la opinión inglesa, amante del fair play, del juego limpio, y ansiosa de ver al mundo un poco tranquilo. La opinión inglesa, reflejada hasta en las páginas del anti alemán «Morning Post», vislumbra que Francia ha estado jugando con dos barajas y atizado el recuerdo de la cuestión de Silesia con el prurito de justificar el dicho de que las pequeñas causas surgen grandes e inesperados efectos. Es claro que las palabras de Mister Lloyd George levantaran en Francia una brusca oleada de sospecha y de excitación; pero, en el fondo, todo hombre sensato, habrá de reconocer que el político inglés ha puesto el dedo en la llaga sangrante de la cuestión europea. Europa, el mundo, no volverá a la calma y al trabajo mientras no se abata la lucha y el rencor, y es esencial para la vida de todos que haya en el mundo paz y trabajo – ALVARO V. ATIENZA – La Vanguardia, sábado 21 de mayo de 1921, sección “Extranjero”, página 16, de la primera y a la segunda columna