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DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
COMISIÓN NACIONAL PARA EL CONOCIMIENTO Y USO DE LA BIODIVERSIDAD
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DIVERSIDAD BIOLÓGICA
DE SONORA
FRANCISCO E. MOLINA FREANER Y THOMAS R. VAN DEVENDER
EDITORES
MÉXICO 2010
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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
DR. JOSÉ NARRO ROBLES
RECTOR
DR. SERGIO M. ALCOCER MARTÍNEZ DE CASTRO
SECRETARIO GENERAL
DR. CARLOS ARÁMBURO DE LA HOZ
COORDINADOR DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
INSTITUTO DE ECOLOGÍA
DR. CÉSAR AUGUSTO DOMÍNGUEZ PÉREZ-TEJADA
DIRECTOR
DRA. ELLA VÁZQUEZ DOMÍNGUEZ
SECRETARIA ACADÉMICA
COMISIÓN NACIONAL PARA EL CONOCIMIENTO
Y USO DE LA BIODIVERSIDAD
MTRO. JUAN RAFAEL ELVIRA QUESADA
SECRETARIO TÉCNICO
DR. JOSÉ SARUKHÁN KERMEZ
COORDINADOR NACIONAL
MTRA. ANA LUISA GUZMÁN Y LÓPEZ FIGUEROA
SECRETARIA EJECUTIVA
M. EN C. MARÍA DEL CARMEN VÁZQUEZ ROJAS
DIRECTORA TÉCNICA DE EVALUACIÓN DE PROYECTOS
8
DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
Primera edición: febrero de 2010
D. R. © UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Ciudad Universitaria, 04510, México, Distrito Federal
ISBN 978-607-02-0427-2
Esta obra se realizó con apoyo de la Comisión Nacional para el Conocimiento
y Uso de la Biodiversidad (Conabio)
Prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de este libro
sin la autorización por escrito de los editores
Portada:
Fotografía de fondo: Erik F. Enderson (vista de Punta y Estero Sargento
en la costa central de Sonora).
Fotografía superior izquierda: Brad Boyle (matorral desértico con Cylindropuntia bigelovii
y Fouquieria splendens sobre sustrato volcánico en la región del Pinacate).
Fotografía superior derecha: Thomas R. Van Devender (bosque tropical caducifolio con cuajilote,
Pseudobombax palmeri, de la región de Álamos).
Fotografía inferior izquierda: Erik F. Enderson (nubes bajas cubriendo las barrancas
de la Sierra Madre Occidental en la región de Yécora).
Fotografía inferior derecha: Sky Jacobs (pastizal y bosque ripario con álamos, Populus fremontii,
en el rancho Los Fresnos en la cuenca del río San Pedro).
Portada e interiores: José Juan Cantúa
Edición: Mora-Cantúa Editores, S. A. de C. V.
IMPRESO Y HECHO EN MÉXICO
PRINTED AND MADE IN MEXICO
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ÍNDICE
Introducción
Francisco E. Molina-Freaner y Thomas R. Van Devender
13
PRIMERA PARTE
ENTORNO FÍSICO Y BIOLÓGICO
Evolución geológica y disposición del paisaje actual
Carlos M. González-León
19
Localidades de vertebrados fósiles del Neógeno (Mioceno, Plioceno y Pleistoceno):
una evaluación preliminar de la biodiversidad del pasado
Richard S. White, Jim I. Mead, Arturo Baez y Sandra L. Swift
51
Clima
Luis Brito-Castillo, Michael A. Crimmins y Sara C. Díaz
73
Diversidad genética de la biota
Francisco E. Molina-Freaner, Therese A. Markow, Edward J. Pfeiler, Octavio R. Rojas-Soto,
Alejandro Varela-Romero, Adrián Quijada-Mascareñas, Martín Esqueda y Gloria Yépiz-Plascencia
97
Los ecosistemas terrestres: un diverso capital natural
Angelina Martínez-Yrízar, Richard S. Felger y Alberto Búrquez
129
Impactos ecológicos por el uso del terreno en el funcionamiento de ecosistemas áridos
y semiáridos
Alejandro E. Castellanos-Villegas, Luis C. Bravo, George W. Koch, José Llano, Deladier López, Romeo Méndez,
Julio C. Rodríguez, Raúl Romo, Thomas D. Sisk y Gertrudis Yanes-Arvayo
157
SEGUNDA PARTE
DIVERSIDAD BIOLOGICA
Hongos
Martín Esqueda, Martha Coronado, Aldo Gutiérrez, Ricardo Valenzuela, Santiago Chacón, Robert L. Gilbertson,
Teófilo Herrera, Marcos Lizárraga, Gabriel Moreno, Evangelina Pérez-Silva y Thomas R. Van Devender
189
10
DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
Líquenes: el corazón del Desierto Sonorense
Thomas H. Nash III y María de los Ángeles Herrera-Campos
207
Situación del conocimiento sobre los musgos
Claudio Delgadillo M.
211
Pteridofitas
George Yatskievych, Thomas R. Van Devender y Ana Lilia Reina-Guerrero
217
Biodiversidad de las plantas vasculares
Thomas R. Van Devender, Richard S. Felger, Mark Fishbein, Francisco E. Molina-Freaner,
Jesús Sánchez-Escalante y Ana Lilia Reina-Guerrero
229
Helmintos parásitos de vertebrados silvestres
Gerardo Pérez-Ponce de León, Luis García-Prieto y Berenit Mendoza-Garfias
263
Moluscos terrestres
Jim I. Mead, Edna Naranjo-García, Lance Gilbertson y R. Wayne Van Devender
285
Artrópodos terrestres no-hexápodos
Sergio J. Castrezana
293
Biodiversidad de los insectos con especial énfasis en Lepidoptera y Odonata
Richard A. Bailowitz y John Palting
315
Peces dulceacuícolas
Alejandro Varela-Romero y Dean A. Hendrickson
339
Una sinopsis de la herpetofauna con comentarios
sobre las prioridades en investigación y conservación
Erik F. Enderson, Adrián Quijada-Mascareñas, Dale S. Turner, Robert L. Bezy y Philip C. Rosen
357
Avifauna
J. Fernando Villaseñor-Gómez, Osvel Hinojosa-Huerta, Eduardo Gómez-Limón, David Krueper y Aaron D. Flesch
385
11
Mamíferos
Reyna A. Castillo-Gámez, Juan Pablo Gallo-Reynoso, Janitzio Egido-Villareal y William Caire
421
Resumen
Francisco E. Molina-Freaner y Thomas R. Van Devender
437
Autores
445
Galería fotográfica
455
19
EVOLUCION GEOLÓGICA
Y DISPOSICIÓN DEL PAISAJE ACTUAL
CARLOS M. GONZÁLEZ-LEÓN1
RESUMEN. Las
rocas más antiguas de Sonora son metamórficas e ígneas con edades entre 1 800 y 1 100 Ma,
e indican que durante el tiempo Proterozoico la región
sufrió procesos tectónicos y magmáticos que produjeron montañas. Entre 1 100 y 800 Ma la región estuvo
sujeta a la erosión, permitiendo las incursiones marinas donde vivieron los primeros organismos simples
que habitaron la Tierra. En el Período Cámbrico los
mares someros albergaron abundantes formas de vida
como los trilobites, braquiópodos y bivalvos, mientras
que durante el resto de la Era Paleozoica y hasta principios de la Mesozoica, el territorio continuó siendo
invadido por mares tropicales. Durante el Mesozoico,
Sonora estuvo dominado por actividad magmática, pero una última invasión marina ocurrió a finales del Jurásico y principios del Cretácico. A finales del Cretácico en la región se desarrolló un arco magmático y prevaleció un efecto climático de invernadero, el cual está
registrado por las rocas del grupo Cabullona. Para el
Cenozoico se configuró la actual geomorfología del
estado: la Sierra Madre Occidental se formó por volcanismo que ocurrió entre 33 y 27 Ma y la fisiografía de
Sierras y Valles Paralelos se formó por fallamiento que
empezó a los ~27 Ma. La apertura del Golfo de California inició hace ~12 Ma y, asociado a ella, el volcanismo de El Pinacate empezó entre hace 3 a 4 Ma. El
Gran Desierto empezó a formarse hace ~1 Ma cuando
Sonora estaba poblada por una megafauna de vertebrados, y al principio del Holoceno el clima entró a
una época interglacial que permitió el poblamiento de
sus primeros habitantes, los Clovis, y la extinción de la
megafauna.
ABSTRACT.
The oldest rocks of Sonora are metamorphic and igneous rocks with ages between 1 800 and
1 100 Ma, that record tectonic and magmatic processes
1
Universidad Nacional Autónoma de México.
that formed mountains during Proterozoic time. Between 1 100 an 800 Ma the erosive processes leveled the
relief of the region giving way to the first marine incursions where some of the oldest forms of life on Earth
flourished. During Cambrian time an abundant fauna
of trilobites, brachiopods and bivalves lived in those
shallow tropical seas that intermittently continue invading the region during the Paleozoic Era and early
Mesozoic time. During the Mesozoic, Sonora was dominated by magmatic activity but a last marine incursion occurred between Late Jurassic and early Cretaceous. A magmatic arc started to develop by Late Cretaceous time, just when the World was subject to greenhouse conditions whose effect in Sonora are recorded
by rocks of the Cabullona Group. The present geomorphology of the state was erected during the Cenozoic:
The Sierra Madre Occidental was formed by profuse volcanism between 33 and 27 Ma and the Basin and Ranges
physiography started to form by faulting at ~27 Ma. The
opening of the Gulf of California initiated at ~12 Ma and
one of its associated consequences was initiation of
volcanic activity, at ~4 Ma, that formed the El Pinacate volcanic field. The El Gran Desierto started to develop closet to 1 Ma when an abundant vertebrate megafauna was living in Sonora. At the beginning of the
Holocene climate shifted from a glacial to an interglacial stage, the first human Clovis populated the region,
and the megafauna became extinct.
INTRODUCCIÓN
La región noroeste de México que incluye Sonora
ha sido el escenario de complejos cambios geológicos, bióticos y climáticos que han ocurrido desde la formación de su primera corteza terrestre, durante el Eón Proterozoico, hace cerca de dos mil
González-León, C.M. 2010. Evolución geológica y disposición del paisaje actual. En: F.E. Molina-Freaner y T.R. Van Devender, eds.
Diversidad biológica de Sonora. UNAM, México, pp. 19-49.
20
DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
millones de años (Ma). Desde entonces, y puesto
que la corteza terrestre (que aloja a los continentes) es dinámica debido al proceso de la tectónica
de placas, la región de Sonora ha ocupado distintas latitudes geográficas formando parte de diversos continentes. La compleja historia geológica que
registran las rocas de esta región empieza cuando
sus rocas más antiguas, que son graníticas y metamórficas, pertenecían al paleo-continente llamado Columbia (figura 1A). Estas rocas, al ser fechadas por métodos isotópicos, han proporcionado
edades entre 1 600 y 1 800 Ma (Anderson y Silver,
2005). El continente Columbia aglutinaba a núcleos de las rocas más antiguas alrededor de los
cuales fueron creciendo los continentes actuales,
pero posteriormente sus placas tectónicas se reorganizaron para formar un nuevo y más extenso
continente llamado Rodinia, que se consolidó hace
1 100 Ma (figura 1B).
El presente trabajo se propone dar una semblanza general de la compleja evolución geológica que
ha experimentado la región de Sonora, desde los
tiempos de formación de sus primeras rocas hasta
el actual: una historia de aproximadamente 1 800
Ma. Dicha historia, que está escrita en las rocas
que afloran en sus valles y sierras, ha sido hurgada,
descifrada y reportada por muchos naturalistas,
geólogos y paleontólogos, cuyo trabajo acumulado ha contribuido a su conocimiento. Entre los
primeros de ellos están el de un minero de nombre A. Rémond de Corbineau, quien, en 1866, notó la presencia de carbón y plantas fósiles del triásico en la localidad de Los Bronces, cerca del poblado de San Javier en el centro de Sonora (en Burckhardt, 1930), el del paleontólogo W. M. Gabb,
quien, en 1869, publicó un trabajo con ilustraciones de los fósiles cretácicos del cerro Las Conchas
de Arivechi, el del médico G.E. Goodfellow, quien,
en 1887, reportó el temblor del 3 de mayo de 1887
en la región de Bavíspe y el del geólogo José G.
Aguilera, quien, un año después, en 1888, publicó
el primer mapa geológico de Sonora (Suter, 2007).
Un primer esfuerzo para compilar ampliamente la
historia geológica de Sonora fue realizado por el geólogo A. Escárcega-Escárcega en 1985. Aunque el
enfoque y propósito del presente trabajo no permite hacer una revisión exhaustiva de las numerosas contribuciones a este conocimiento, a lo largo
del texto se mencionan algunas de las publicaciones más importantes sobre las que basamos buena
parte del conocimiento actual.
ERA NEOPROTEROZOICA
Las rocas que constituyen el basamento de Sonora
son rocas metamórficas e ígneas intrusivas de carácter granítico que registran los procesos geológicos más antiguos que ocurrieron en esta región.
Estas rocas pertenecen al Eón Proterozoico y fueron formadas entre 1 800 y 1 600 Ma. Las rocas
metamórficas fueron originalmente rocas sedimentarias y volcánicas que se agregaron a los supercontinentes Columbia y Rodinia por procesos tectónicos. Estos procesos las deformaron, plegándolas,
fallándolas y metamorfizándolas y, finalmente, dieron lugar a su levantamiento para formar grandes
cordilleras y montañas. Contemporánea a esa deformación debió haber ocurrido actividad ígnea
que se continuó hasta hace 1 100 Ma, tal como se
infiere por la presencia de cuerpos de rocas graníticas con edades de 1 700, 1 400 y 1 100 Ma que
cortan a las rocas metamórficas (figura 2A). Estos
cuerpos graníticos corresponden a cámaras magmáticas que alimentaron a volcanes cuyos productos (rocas volcánicas) deben haber sido erosionados, ya que no se observan en la región.
Durante los aproximadamente 300 Ma que siguieron a estos eventos tectónicos y magmáticos la
región muy probablemente permaneció emergida
y en quiescencia (sin movimientos tectónicos) y
en una paleolatitud cercana al Ecuador. Durante
ese tiempo, que va de entre ~1 100 a 800 Ma (figura 1B), los procesos erosivos debieron haber causado la degradación del relieve montañoso y transformado la región en una gran planicie con altitud
cercana al nivel del mar.
Hace aproximadamente 800 Ma, todavía durante el tiempo Proterozoico, el supercontinente Rodinia empezó de nuevo a fragmentarse (Meert y
EVOLUCION GEOLÓGICA Y DISPOSICIÓN DEL PAISAJE ACTUAL
Torsvik, 2003) para formar dos grandes masas terrestres llamadas Laurencia y Gondwana (figuras
1C y D), pero Sonora permaneció en Norteamérica dentro del continente Laurencia. Este reajuste
de placas continentales fue probablemente una de
las causas de las oscilaciones del nivel del mar que
provocó que la región de Sonora sufriera varias incursiones marinas durante los siguientes 540 Ma,
desde finales del Proterozoico (Neoproterozoico)
hasta el Período Pérmico en la Era Paleozoica, esto
es, entre aproximadamente 800 y 260 Ma.
Las primeras invasiones marinas se dieron del
Neoproterozoico al período Cámbrico (entre 800
Ma y 500 Ma). Durante ese tiempo los mares cubrieron periódicamente gran parte del occidente
de Norteamérica y en el territorio de Sonora se extendieron desde la región de Caborca hasta Sahuaripa, pasando por los alrededores de Hermosillo,
tal como lo prueba la presencia de rocas sedimentarias que se formaron en los fondos de esos mares
(figura 2A). Los fondos marinos, sin embargo, no
alcanzaron grandes profundidades y la región permaneció bajo aguas someras donde predominaban
ambientes costeros, de intermareas y playa. Periódicamente las invasiones marinas alternaban con
regresiones marinas (es decir, períodos en que el
mar se alejaba del continente) y durante esos tiempos se desarrollaban ríos y localmente áreas con
ambientes desérticos donde se depositaban sedimentos que ahora se preservan como rocas sedimentarias.
El registro estratigráfico y fósil de estas primeras incursiones marinas está bien documentado en
la región central de Sonora por las rocas sedimentarias (conglomerados, areniscas, limolitas, calizas
y dolomitas que alcanzan ~3 000 m de espesor) de
los grupos Las Víboras y El Águila, que fueron formadas principalmente en ambientes marinos someros, entre aproximadamente 800 y 700 Ma (Stewart
et al., 2002). Un poco después siguió el depósito de
los sedimentos que forman el Grupo Las Bolas en
la región de Sahuaripa y que afloran en la Sierra Chiltepín (localizada a diez kilómetros al poniente de
Sahuaripa). El Grupo Las Bolas alcanza 2 600 m
de espesor y está formado por calizas, dolomitas y
21
areniscas que se formaron en ambientes de intermareas y ríos. Contiene además un paquete de diamictitas (rocas formadas por procesos glaciales) que
se correlaciona con niveles semejantes que están presentes en rocas del suroeste de Estados Unidos, donde se considera tienen entre 760 y 700 Ma de edad.
Otra sucesión de rocas, un poco más jóvenes,
que fueron formadas durante la transición del Neoproterozoico al Cámbrico, es la que aflora en la
región entre Hermosillo y Caborca y que alcanza
un espesor de al menos 3 300 m (figuras 2A y 3).
Estas rocas sedimentarias fueron formadas en ambientes marinos de aguas someras, cálidas y ecuatoriales y se dividen en varias formaciones (figura 3;
Stewart et al., 1984). Fue en esos ambientes marinos de Sonora y de otras regiones de la Tierra donde empezaron a desarrollarse algunas formas de vida
primitivas que después dieron origen a organismos
más avanzados.
Las primeras trazas de vida que aparecieron sobre la Tierra pertenecen a cianobacterias, también
llamadas algas «azul-verde». Éstas son formas de carácter unicelular, acuáticas y fotosintéticas que se han
encontrado fosilizadas en rocas de hasta ~3 500
Ma. Aunque las cianobacterias existen todavía formando uno de los grupos importantes de las bacterias, en el Arqueano fueron responsables de formar la primera atmósfera oxigenada de la Tierra.
Sus abundantes acumulaciones en los fondos marinos del Proterozoico constituían estructuras biogénicas en forma de carpetas y montículos, muchas
de las cuales se preservaron, por lo que ahora las
encontramos fósiles y se conocen con el nombre
de estromatolitos. Los estromatolitos son los macrofósiles más antiguos que conocemos y son comunes en las rocas sedimentarias que se formaron
a partir de hace 1 000 Ma.
Algunas formaciones de las rocas Neoproterozoicas de Sonora tienen capas o niveles donde los
estromatolitos son abundantes. Los más antiguos
ocurren en capas dolomíticas del grupo Las Bolas
(formaciones Año Nuevo y Monteso) y en las formaciones Gamuza y Papalote de la región de Caborca (figura 3). Los estromatolitos de la formación Gamuza pertenecen a los géneros Conophyton,
22
DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
Jacutophyton y Platella (figura 4A) (Weber y Cevallos-Ferriz, 1980; Cevallos-Ferriz y Weber, 1980;
Cevallos-Ferriz et al., 1981; Weber et al., 1979).
También, en la misma secuencia de rocas Neoproterozoicas de la región de Caborca y en capas de
caliza de la formación El Arpa (figura 3) se descubrió una microbiota de filamentos tipo algales, entre las que se distingue el género Eomycetopsis(?)
(McMenamin et al., 1983). En las rocas de la formación Clemente (figura 3) se han encontrado trazas de fósiles que pudieran pertenecer a los organismos eucariontes más antiguos, los cuales son conocidos como la biota Ediacara (McMenamin, 1996).
El surgimiento de la biota Ediacara en la Tierra,
que ocurrió entre los 575 y 542 Ma (Narbonne,
2005), es un parteaguas en la evolución de la vida,
ya que, en contraste con las formas microscópicas
que dominaron la vida anterior, ésta contiene los
primeros organismos macroscópicos y de organización compleja que existieron. Los organismos
Ediacara fueron marinos, diversos, abundantes y
cosmopolitas, tal como lo prueba su presencia en
varias localidades de los cinco continentes (Narbonne, 2005). La biota Ediacara la forman principalmente impresiones dejadas por organismos de
cuerpos blandos (entre los que se tienen esponjas y
cnidarios), sus huellas y perforaciones (algunas fueron de gusanos) y, en menor proporción, restos de
sus partes duras. Los fósiles tipo Ediacara reportados de la formación Clemente (figura 3) (McMenamin, 1996; McMenamin y D´Ambrosio, 1997;
McMenamin, 2001) pertenecen a Evandavia aureola (McMenamin, 2001) (figura 4E) y Sekwia
(figura 4D) y las trazas o huellas clasificadas como
Lockeia, Palaeophycus tubularis y Vermiforme antiqua. McMenamin (1996) consideró esta fauna
como la más antigua de Ediacara y le asignó una
edad aproximada de 600 Ma.
Otra fauna del tipo Ediacara ocurre en rocas sedimentarias de la formación La Ciénega (figura 3)
de la región de Caborca (McMenamin et al., 1983;
Stewart et al., 1984). La forman conchas de formas tubulares y cónicas de tamaños milimétricos
que ocurren en dolomitas arenosas de esa formación y que pertenecen a los géneros Cloudina (fi-
gura 4B) (Sour-Tovar et al., 2007), Sinotubulites
ciengensis, Turcutheca? y probablemente el fósil traza
?Rusophycus (Stewart et al., 1984; McMenamin y
D’Ambrosio, 1997). A esta fauna se le da también
el nombre de «pretrilobítica», ya que anuncia el
pronto advenimiento de una «explosión biótica»
de organismos superiores que ocurrió durante el período Cámbrico. A diferencia de las trazas y moldes
dejados por la fauna Ediacara, los organismos con
los que se inició (hace aproximadamente 542 Ma)
y continuó después el período Cámbrico dejaron
fósiles de las partes duras de sus cuerpos. Su inicio
es considerado por los paleontólogos con la aparición por primera vez del fósil Treptichnus pedum
(figura 4C). Este fósil ocurre en la parte inferior de
la formación Puerto Blanco en el cerro La Ciénega
al sur de Pitiquito (figura 3), mientras que en los
estratos que siguen hacia arriba empiezan a dominar macrofósiles de los primeros trilobites, braquiópodos y arqueociatidos (tipo de esponjas) (figura 3)
que fueron organismos abundantes, diversos y cosmopolitas durante principios de la Era Paleozoica.
ERA PALEOZOICA
En Sonora, el límite entre las eras Neoproterozoica y Paleozoica de la historia de la Tierra, el cual
además coincide con el inicio del período Cámbrico, se ubica muy probablemente en la parte inferior del paquete de rocas sedimentarias que corresponde a la formación Puerto Blanco (figura 3)
(Sour-Tovar et al., 2007). Los primeros macrofósiles cámbricos aparecen en la parte media de esa formación, a ~420 m por encima de la fauna pretrilobitica de la formación La Ciénega (figura 3).
Hacia la parte superior de la columna sedimentaria cámbrica de la región de Caborca la fauna fósil
se vuelve más abundante y diversa dentro de las formaciones Proveedora, Buelna, Cerro Prieto, Arrojos y El Tren (figura 3) y consiste de braquiópodos, trilobites, bivalvos, arqueociátidos y gasterópodos. De ella, en 1952 Christina Lochman Balk
identificó diversas especies nuevas de trilobitas a
las cuales les asignó nombres científicos que hacen
EVOLUCION GEOLÓGICA Y DISPOSICIÓN DEL PAISAJE ACTUAL
referencia a características regionales y nacionales
obvias. Ejemplos de éstas son: Caborcella arrojosensis, Bonnia sonora, Albertella proveedora, Alokistokare mexicana, Arellanella caborcana, Arellanella
sonora, Mexicaspis difuntosensis, Mexicella mexicana, Olenellus puertoblancoensis, Onchocephalus mexicanus y Sombrerella mexicana, entre otras (figuras
5A-H). Aparte de éstas, las rocas cámbricas de Sonora también están distribuidas en la parte central, oriental y norte del estado (figura 2B), donde
se distinguen otras formaciones (figura 6A) cuya
fauna fósil es igualmente abundante.
Durante el resto de la Era Paleozoica los mares
someros y tropicales continuaron cubriendo intermitentemente a la parte norte y central de Sonora,
pero hacia la parte sur del estado éstos se volvían de
aguas profundas. Sin embargo, las rocas que en ellos
se formaron afloran en pocos lugares, aunque localmente alcanzan grandes espesores (figuras 2B y 3).
Al Período Ordovícico lo representan rocas sedimentarias que en la parte central del estado alcanzan hasta 3 500 m de espesor y cuyos fósiles indican que se formaron entre ~480 y ~450 Ma (figura 3). En los fondos de los mares someros de ese
tiempo se depositaron sedimentos ricos en carbonato de calcio que formaron roca caliza y los fósiles más comunes en ellas son braquiópodos, trilobites, conodontos, gasterópodos, cefalópodos, briozoarios y crinoides (Peiffer-Rangin et al., 1980;
Almazán-Vázquez et al., 2006). Las formaciones
Las Norias y Pozo Nuevo en los alrededores de
Hermosillo (Vega-Granillo y Araux-Sánchez, 1987;
Page et al., 2003; Almazán-Vázquez et al., 2006)
son unidades distintivas que representan a las rocas del Ordovícico Temprano (figura 3). Hacia la
parte sur del estado los mares ordovícicos fueron
profundos y los sedimentos que en ellos se depositaron están representados por rocas de las formaciones El Quemado, El Mezquite, El Pedernal, El
Yaqui (figura 6B) y la Caliza Torote que consisten
de lutitas negras, pedernal, calizas y areniscas. Estas unidades tienen una fauna fósil de braquiópodos, graptolites, conodontos y radiolarios, típica de
ambientes marinos de aguas profundas (Poole et
al., 2000 y 2005). A finales del Período Ordovíci-
23
co (~450 Ma) los mares se retiraron durante casi
30 Ma y regresaron de nuevo a finales del período
Silúrico, tiempo durante el cual se depositaron las
rocas de la formación Dolomita San Antonio
(Poole et al., 2000). En esos mares existieron arrecifes con abundantes corales cuyos fósiles se han
preservado en las rocas de esa unidad. No obstante, las rocas sedimentarias que representan a este
período solamente se conocen en la localidad de
Sierra López (Rancho Placeritos, ubicado a 40 km
al noroeste de Hermosillo) y su escasa presencia se
debe a que después de su depositación los mares se
retiraron de nuevo y la región quedó expuesta a la
erosión durante otro largo período de ~30 millones de años (figura 3).
De finales del período Silúrico y hasta finales
del Devónico Medio la región de Sonora permaneció emergida y no se tiene registro de los eventos que entonces ocurrieron. Sin embargo, durante el Devónico Tardío los mares volvieron a invadir todo el estado y la sedimentación se reanudó
en la cuenca marina. En la parte norte y central de
Sonora se conocen varias localidades donde las rocas de esta edad están compuestas principalmente
por rocas carbonatadas (calizas y dolomitas), areniscas y lutitas que alcanzan hasta 400 m de espesor. En la región de Cananea-Agua Prieta aflora la
Caliza Martin (figura 6A) que contiene una abundante fauna fósil arrecifal de corales coloniales, estromatopóridos, braquiópodos y briozoarios (González-León, 1986). En la región de Caborca se tiene a la formación Murciélagos (Brunner, 1975) y
en el centro de Sonora a las formaciones San Miguel (Poole et al., 2000) y La Sata (Almazán-Vázquez, 1989). Simultáneamente, en la parte sur de
Sonora ocurría sedimentación en un ambiente de
mar profundo donde se acumulaban sedimentos como pedernal, lutita, limolita, arenisca, caliza y barita que ahora están representados por la formación Los Pozos (Poole et al., 2005) que tiene fósiles de graptolites, radiolarios, braquiópodos y conodontos.
Los mares se retiraron a finales del período Devónico para retornar y permanecer durante todo el
Misisípico Temprano, tiempo durante el cual se de-
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DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
positó una columna de rocas sedimentarias de casi
800 m de espesor dominada por calizas (figura 3).
Estos mares tropicales y someros de la parte central y norte del estado estaban poblados por abundantes organismos como corales y crinoides que formaban arrecifes, y por braquiópodos, esponjas,
briozoarios y foraminíferos, entre los que predominaban los fusulínidos. La formación Escabrosa es
unidad típica que representa la sedimentación marina formada durante el período Misisípico en el norte de Sonora (figura 6A) y la formación Placeritos
la representa en el centro del estado (figura 3).
Hacia la parte sur del estado continuó predominando la sedimentación marina profunda y las rocas Misisípicas están representadas por la parte superior de la formación Los Pozos y por la Caliza
Cerro Tasajo. La litología de lutita, pedernal, limolita, arenisca, caliza y barita y los fósiles de radiolarios y conodontos de estas últimas unidades indican que fueron depositadas por grandes abanicos
submarinos dentro de un mar profundo (Poole et
al., 2005).
Durante el Misisípico medio empezó una colisión o choque tectónico entre la parte sur del continente Laurencia y la parte norte de Gondwana
que condujo a la formación del nuevo supercontinente llamado Pangea (figura 1E). Esta colisión
produjo que las rocas paleozoicas previamente formadas en la parte sur de Sonora se levantaran, deformaran, en parte se erosionaran y que los mares
se retiraran de la región durante ese tiempo. Sin
embargo, la presencia marina se reanudó a finales
del período Misisípico y principios del Pensilvánico y continuó intermitentemente hasta principios
del período Pérmico (hasta ~280 Ma). En la parte
central y norte de Sonora estos fueron de nuevo
mares tropicales someros, de aguas claras y templadas que depositaron sedimentos carbonatados
(caliza) y en menor proporción lodosos (lutita) y
arenosos (arenisca), los cuales actualmente forman
un paquete de rocas sedimentarias de aproximadamente 1 500 m de espesor dentro del cual se distinguen a las formaciones Horquilla, Earp, Colina, Concha y Epitaph en la parte noreste de Sonora (figura 6A). En esos mares florecieron los arreci-
fes formados por crinoides y corales y vivían abundantes braquiópodos, briozoarios, gasterópodos, foraminíferos y algas. En la región de Caborca (sierra del Álamo) se tiene a la formación Monos, del
Pérmico Medio, cuyas rocas calizas tienen abundantes fósiles, entre los que destaca la presencia de
braquiópodos (figuras 5I-L), corales y fusulínidos.
En la parte sur de Sonora la sedimentación contemporánea ocurría en una cuenca marina de aguas
profundas donde se depositaron lutitas, limolitas,
areniscas, conglomerados, pedernal, barita y caliza
con una fauna fósil de radiolarios, conodontos y
fusulínidos. Estos sedimentos forman actualmente una pila de rocas de más de 2 000 m de espesor
que se conoce como formaciones Rancho Nuevo
y Mina México, las cuales se depositaron durante
la deformación tectónica que empezó en el Misisípico Medio y terminó hasta el Pérmico Tardío
(Poole et al., 2005).
ERA MESOZOICA
Posterior al choque entre los continentes Laurencia
y Gondwana, éstos continuaron unidos formando
el supercontinente Pangea que empezó de nuevo a
disgregarse durante el período Jurásico (figura 1F).
Al principio de la Era Mesozoica la región continuó recibiendo incursiones marinas durante todo
el período Triásico y hasta principios del Jurásico.
Sin embargo, desde el comienzo del Mesozoico (hace 251 millones de años) la geografía de Sonora
empezó a cambiar y, de ser la tierra de relativa estabilidad tectónica y con notable presencia marina
de la Era Paleozoica, pasó a ser el lugar donde la
actividad tectónica y magmática empezó a predominar como fenómeno geológico. Este cambio determinó también un cambio en la geografía, climas
y el tipo de organismos que poblaron la región.
El mar triásico cubrió a Sonora de 250 a ~180
millones de años y en sus fondos depositó una pila
de sedimentos que ahora están representados por
las rocas del Grupo El Antimonio (González-León
et al., 2005) que alcanza un espesor de >3 000 m.
Este mar alternó entre niveles de aguas someras y
EVOLUCION GEOLÓGICA Y DISPOSICIÓN DEL PAISAJE ACTUAL
profundas donde vivieron abundantes organismos
como amonitas, bivalvos (figuras 7A-K), braquiópodos, corales, esponjas, gasterópodos, crinoides
y hasta grandes reptiles marinos como los ictiosaurios (Callaway y Massare, 1989).
Durante ese mismo tiempo, en la parte central
del estado se desarrollaban grandes deltas, ríos, lagos y pantanos en lugares costeros del mar triásico,
los cuales depositaron gruesos espesores (>3 000 m)
de sedimentos del Grupo Barranca. El Grupo Barranca (Alencáster, 1961a y 1961b) está compuesto por las formaciones Arrayanes, Santa Clara y Coyotes que consisten de areniscas, carbón, lutitas y
conglomerados. En esos lugares tropicales floreció
una abundante vegetación cuyos restos atrapados
en los sedimentos pantanosos de la formación Santa
Clara constituyeron los importantes depósitos de
carbón y grafito de Sonora. Sus restos mejor preservados los encontramos como hojas, tallos y frutos que atestiguan la diversidad florística que pobló a los bosques del período Triásico en Sonora
(figura 8).
Durante el Jurásico Medio (entre 180 y 160 Ma)
la región se vio sujeta a una fuerte actividad tectónica que produjo volcanismo y levantamiento, lo
que hizo que los mares se retiraran de ella. Fue un
tiempo donde predominaron los ambientes continentales en los que se acumularon enormes pilas
de rocas ígneas producto de la erupción de varios
centros volcánicos, así como sedimentos formados
por procesos fluviales. Localmente también existieron desiertos donde se acumularon arenas en dunas eólicas. Las rocas producto de estos eventos afloran ampliamente en las serranías de la parte norte
de Sonora, desde Sonoita hasta Nacozari, y localmente se les conoce con varios nombres, como la
formación Elenita (figuras 2 y 3) en las sierras alrededor de Cananea. Su edad Jurásica Media se ha determinado por numerosos fechamientos isotópicos
de estas rocas (por ejemplo, Anderson et al., 2005).
El tiempo Jurásico Medio-Tardío fue cuando el
supercontinente Pangea empezó a separarse en las
dos grandes masas continentales de Laurencia y
Gondwana (figura 1E). Su separación dio inicio a
la formación del Golfo de México y del océano
25
Atlántico del norte y como parte de este proceso las
aguas tropicales del mar Tethys (figura 1F) llegaron
hasta Sonora durante el Jurásico Tardío (~160 Ma)
(Villaseñor et al., 2005). Esta nueva invasión marina trajo además una rica diversidad de organismos (figura 7), que dominó la biota marina hasta
el Cretácico Temprano. Dicha incursión marina ocurrió a lo largo de cuencas o depresiones producidas
por fallamiento que estuvo probablemente relacionado a la apertura del Golfo de México (Dickinson et al., 1986) y en ellas se acumularon sedimentos tanto de origen continental como marinos. En
la región de Cananea-Agua Prieta las primeras acumulaciones las produjeron ríos y abanicos aluviales que depositaron conglomerados, areniscas y
rocas volcánicas del Conglomerado Glance, mientras que en la región central de Sonora ocurrió acumulación de sedimentos marinos de la Formación
Cucurpe (figuras 2, 3 y 6C). Estos últimos corresponden a lutitas y areniscas en las cuales se encuentran abundantes fósiles de amonitas, bivalvos
y belemnitas, indicios de la abundante fauna de
esos mares (Villaseñor et al., 2005). Hace aproximadamente 145 Ma los mares se retiraron de Sonora debido probablemente a un evento de deformación tectónica que afectó a la región, pero una
nueva y última incursión marina que inició hacia
~130 Ma se prolongó, aunque intermitentemente, por treinta millones de años más, dando origen
a los depósitos sedimentarios del Grupo Bisbee a
inicios del período Cretácico (figura 3). En ese tiempo se depositaron lutitas, areniscas y calizas de la
formación Mural (figuras 3 y 6D) dentro de un
mar somero que cubría el norte de Sonora y que
hacia el oriente del estado se volvía más profundo
y depositaba allí las rocas del grupo Lampazos. El
mar somero formaba una amplia plataforma donde se desarrollaban arrecifes de corales y rudistas
(género de bivalvos) con una fauna asociada de gasterópodos, crinoideos, equinodermos, briozoarios
y foraminíferos (González-León et al., 2008).
Esta última invasión marina en territorio de Sonora se terminó hace ~100 Ma, casi al tiempo que
empezaba el Cretácico Tardío y se debió al inicio
de una nueva fase de actividad tectónica que mo-
26
DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
dificó drásticamente el paisaje preexistente (Rangin, 1986). Este evento tectónico levantó y deformó (por plegamiento y fallamiento) a las rocas preexistentes y las erigió en cordilleras y montañas.
La elevación del relieve fue también el resultado de
una profusa actividad volcánica contemporánea
que abarcó todo el estado de Sonora (figura 2D).
Así, durante el Cretácico Tardío y en los tiempos
cuando el globo terrestre estaba afectado por climas calientes y húmedos producto de un efecto
invernadero que lo envolvía, Sonora pasó a ser tierra montañosa con abundantes volcanes, enormes
ríos y extensos lagos. Uno de estos sistemas lacustres fue el que se desarrolló en la región de NacoFronteras, en la parte noreste de Sonora, dentro de
la cuenca de Cabullona.
Entre los ~80 y 70 Ma la cuenca de Cabullona
fue una región de vegetación profusa y grandes lagos donde desembocaban ríos y deltas cargados de
abundantes sedimentos. Las rocas producto de estos procesos sedimentarios afloran allí actualmente formando un paquete de >2 500 m de espesor
de lutitas, areniscas y conglomerados y al cual llamamos grupo Cabullona (figuras 6E y F) (Taliaferro, 1933; González-León y Lawton, 1995). En
esos ambientes lacustres y fluviales vivieron dinosaurios, cocodrilos, tortugas y peces cuyos restos
fósiles se encuentran actualmente en las formaciones del grupo Cabullona (figuras 3 y 9) (Lucas et
al., 1995). Los restos de dinosaurios consisten de
abundantes vértebras, dientes y huesos de hadrosaurios, ceratópidos y terópodos e incluyen representantes de los temibles Tiranosaurios. Tanto los
dinosaurios herbívoros como los carnívoros alcanzaban tamaños gigantescos y los de Sonora fueron
de los últimos representantes de dicho grupo en la
Tierra, ya que su extinción ocurrió hace 65 Ma,
justo al límite entre los períodos Cretácico y Cenozoico.
El volcanismo del Cretácico Tardío se continuó
hasta principios de la Era Cenozoica y las rocas
formadas por este evento, que llamamos Formación Mesa y Formación Tarahumara (Valentine,
1936; Wilson y Rocha, 1949), están ampliamente
distribuidas en casi todas las sierras de Sonora, don-
de tienen espesores de >2 000 m. Localmente éstas incluyen niveles con plantas fósiles que indican
que dentro de la cadena volcánica coexistían lagos
(Chacón-Baca et al., 2002; Hernández-Castillo y
Cevallos-Ferriz, 1999). Todos estos elementos indican que durante el Cretácico Tardío la región estuvo afectada por un clima tropical, caliente y lluvioso, donde florecía una abundante vegetación que
soportaba la existencia de una rica fauna acuática y
terrestre.
ERA CENOZOICA
La actividad volcánica que empezó en Sonora hace
aproximadamente 100 Ma disminuyó hace ~50 Ma,
ya a finales de la época Paleocénica, en la Era Cenozoica. Sin embargo, las enormes cámaras magmáticas que alimentaron al volcanismo durante 50 Ma
continuaron enfriándose a varios kilómetros debajo de la superficie terrestre y las últimas terminaron de hacerlo hace ~40 Ma (Valencia-Moreno
et al., 2006a). El magma de esas cámaras formó
rocas graníticas, pero antes, y asociado a tal actividad magmática, se formaron los principales yacimientos minerales de Sonora. Los fluidos hidrotermales provenientes de las cámaras magmáticas
eran ricos en elementos minerales y, mientras migraban, encontraron como los sitios más apropiados para descargar sus componentes metálicos a
las rocas de la formación Tarahumara (figura 3).
Cuando eso ocurrió y llegaron a acumularse en gran
cantidad, dieron origen a depósitos minerales importantes que, tiempo después, al quedar expuestos en la superficie terrestre o cerca de ella, el hombre los minaría para su beneficio.
Actualmente algunas de las cámaras magmáticas que han quedado expuestas por levantamientos tectónicos y por la erosión forman grandes sierras de rocas graníticas, como es el caso de las sierras de Baviácora-Aconchi, donde geológicamente
se les conocen como Batolitos de Aconchi y El Jaralito (Roldán Quintana, 1991) (figura 6H). La mayor parte de los yacimientos con mineralización
asociada de Cobre, Plata, Plomo, Zinc, Molibde-
EVOLUCION GEOLÓGICA Y DISPOSICIÓN DEL PAISAJE ACTUAL
no, Tungsteno y Oro de Sonora (por ejemplo las
grandes minas de Cananea y La Caridad) tienen
edades entre 60 y 50 Ma y fueron también formados durante este gran evento magmático (Valencia-Moreno et al., 2006b).
La época Eocénica que sigue a la Paleocénica
no tiene un registro geológico significativo en Sonora. Al parecer fue un tiempo durante el cual prevaleció la actividad tectónica que mantuvo a la región levantada y sus rocas sujetas a la erosión y quizá es durante este tiempo que fueron expuestas las
cámaras magmáticas mencionadas. Sin embargo,
al iniciar la Época Oligocénica comenzó otro período de actividad volcánica de la mayor importancia que se extendió por toda la costa del Pacífico mexicano. Este evento, y los que posteriormente siguieron hasta el presente, son los que modelaron el panorama actual de Sonora y, aunque todavía pertenecen al Cenozoico, se discuten por separado en el siguiente apartado.
EVENTOS GEOLÓGICOS RECIENTES
Y EL PANORAMA ACTUAL
La morfología actual de Sonora (figura 10) está definida por varias provincias fisiográficas que, según Raisz (1964), incluye las siguientes del oriente al poniente: la provincia de la Sierra Madre Occidental, la de Sierras Alargadas, la de Sierras Enterradas, la del Desierto y la de los Deltas. Antes,
Robert E. King, geólogo explorador y pionero de
la geología de Sonora, en 1939 también había advertido que la fisiografía del estado está formada
por las provincias de la Sierra Madre Occidental
con sus subprovincias de Mesetas y de Barrancas,
la de Sierras y Valles Paralelos y la del Desierto. Los
eventos geológicos y bióticos que contribuyeron
al modelado de este paisaje y que se describen de
forma breve, de más antiguo a más joven, son los
siguientes: 1) la formación de la Sierra Madre Occidental, 2) el evento de fallamiento de Sierras y
Valles Paralelos, 3) la formación del Golfo de California, 4) el volcanismo de la región del Pinacate
y de otros valles del estado, 5) la formación del Gran
27
Desierto, 6) la presencia de la megafauna, 7) los
primeros humanos en la región y, 8) la sismicidad
activa.
La Sierra Madre Occidental y la Provincia
de Sierras y Valles Paralelos
Los elementos principales del relieve actual de Sonora fueron determinados a partir del Oligoceno,
hace aproximadamente 33 Ma, cuando, adyacente
a la costa del Pacífico mexicano, empezó una época de intenso volcanismo continental que formó
una de las provincias volcánicas más grandes de la
Tierra. Este evento se prolongó hasta aproximadamente los 27 Ma y, pese a que fue de corta duración, produjo tal acumulación de rocas volcánicas
que llegaron a formar la elevada meseta de la actual Sierra Madre Occidental (Ferrari et al., 2005).
Aunque en Sonora dicho evento volcánico cubrió
gran parte del estado, fue en su región oriental
donde se centró con mayor intensidad y donde sus
lavas y productos volcánicos alcanzaron espesores
de hasta 1 000 m (Cochemé y Demant, 1991). El
volcanismo de esa época fue de carácter explosivo,
tal como lo prueban las calderas de hasta 20 km de
diámetro que actualmente se distinguen en la Sierra Madre Occidental (por ejemplo las de Tepoca
y Yécora en Sonora y la de Tomóchic en Chihuahua), que fueron algunos de los centros de las erupciones volcánicas. Las rocas que forman esta meseta volcánica han permanecido elevadas y en posición casi horizontal desde su formación (figuras
6G y 14B) debido al limitado efecto que les ha
causado el fallamiento más reciente, aunque no han
podido escapar al poder erosivo del agua que le ha
cavado cañones profundos. Las altitudes en la Sierra Madre Occidental rondan los dos mil metros
sobre el nivel del mar (msnm), pero algunas sierras
del noreste del estado, como las de San Luis, Hachita Hueca y El Palomo alcanzan entre 2500 y
2700 msnm (figura 10).
Casi al finalizar el evento volcánico que formó
a la Sierra Madre Occidental, la región de Sonora
estuvo sujeta a un evento de fallamiento extensional que produjo bloques levantados y hundidos
28
DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
alargados en dirección norte-sur. Dicho evento, que
es conocido como de Sierras y Valles Paralelos, empezó a los ~27 Ma y terminó a los ~10 Ma (Stewart
y Roldán-Quintana, 1994). Los bloques levantados formaron las actuales sierras de Sonora, mientras que los bloques hundidos formaron los valles
principales (figura 10) a lo largo de los cuales empezaron a desarrollarse los ríos más importantes.
Las rocas expuestas en los bloques levantados fueron erosionadas y sus productos, gravas y arenas,
fueron transportados hacia los valles por corrientes de aguas donde fueron depositadas en abanicos
aluviales, ríos y ocasionalmente en lagos. Este proceso acumuló importantes paquetes de sedimentos que, al consolidarse, formaron conglomerados,
areniscas y limolitas de hasta 2 km de espesor y a
los que se les conoce con el nombre de Formación
Báucarit (King, 1939; McDowell et al., 1997) (figura 6I).
Golfo de California
Casi de forma contemporánea con el evento de
Sierras y Valles Paralelos, entre los 23 y los 6 Ma, y
a lo largo de lo que actualmente es la costa de Sonora y la costa oriental de Baja California, continuó ocurriendo volcanismo (Mora-Álvarez y McDowell, 2000). Dicha actividad magmática anunciaba la próxima formación del Golfo de California. Este volcanismo se distribuyó en ambas regiones cuando formaban una sola entidad, ya que en
ese tiempo la Península estaba unida al continente
y el Golfo de California todavía no se individualizaba. En Sonora, las rocas volcánicas de este evento se localizan principalmente en la región costera
ubicada entre Guaymas y Puerto Peñasco y en la
Isla del Tiburón, donde forman algunas serranías.
La formación del Golfo de California empezó
hacia los 12 Ma cuando una cuenca empezó a abrirse en su parte sur debido a la fragmentación de la
corteza continental, lo que causó su adelgazamiento
y la formación allí de una dorsal oceánica (figura 10)
(las dorsales son regiones de los fondos marinos
donde ocurre separación entre placas tectónicas y
crecimiento de nueva corteza terrestre debido a la
continua actividad volcánica que las caracteriza;
estas se presentan desplazadas por fallas transformantes). Sin embargo, no fue sino hasta los 6 Ma
cuando la dorsal se extendió hacia el norte dando
lugar a la apertura continental entre la Isla del Tiburón y el Delta del Río Colorado (Oskin y Stock,
2003). En este proceso de apertura y separación,
Baja California se convirtió en una península,
mientras que la depresión fue invadida por aguas
del océano Pacífico para formar el Golfo de California. La separación de la Península, que a la fecha se ha distanciado (~300 km) de Sonora, aún
continúa a razón de ~5 cm por año y la dorsal activa localizada en el fondo del Golfo ha avanzado
hasta cerca de la región del delta del Río Colorado, donde forma la Cuenca Wagner (figura 10).
Allí, la dorsal termina y es reemplazada por fallas
transformantes que se extienden en dirección noroeste hasta la bahía de San Francisco, en California, formando la gran zona de fallamiento activo
conocida como falla de San Andrés; la falla Cerro
Prieto en Sonora es una falla que pertenece a ese
sistema (figura 10).
Con la apertura del Golfo de California los ríos
que corrían por los valles de Sonora y que se iniciaron durante el evento de Sierras y Valles Paralelos empezaron a fluir hacia esa depresión marina
depositando sus sedimentos en deltas de la región
costera. Al consolidarse, dichos sedimentos se convirtieron en los reservorios de los importantes acuíferos de la región. Del mismo modo, los sedimentos que dichos ríos (como el Asunción –o Magdalena–, Sonora, Yaqui, Mayo y otros de menor magnitud) han continuado transportado desde entonces provienen de la erosión de las topografías altas
del estado, proceso que lentamente ha rebajado y
modelado al actual paisaje sonorense.
El delta más grande de Sonora es el formado por
el río Colorado en la parte norte del Golfo. Éste
empezó a formarse entre hace ~5 y 4 Ma (Winker
y Kidwell, 1986) y es todavía sitio de acumulación
de sedimentos. El espesor del paquete sedimentario que allí se ha depositado es de casi 5.5 km y
consiste de lutitas, limolitas, areniscas y conglomerados (Pacheco et al., 2006).
EVOLUCION GEOLÓGICA Y DISPOSICIÓN DEL PAISAJE ACTUAL
El Golfo de California continúa siendo una región tectónicamente activa y el fallamiento reciente
ha levantado, en algunas regiones, terrazas marinas de aproximadamente cien mil años de edad
(Ortlieb, 1991). En la costa de Sonora, sin embargo, se observan terrazas marinas emergidas que exponen restos de organismos marinos bien preservados (figuras 11A y 11B) y cuyo levantamiento
fue producido por cambios globales en el nivel del
mar (Ortlieb, 1991).
Actividad volcánica reciente
y el Gran Desierto de Sonora
En Sonora ha ocurrido actividad volcánica reciente, principalmente en el campo volcánico El Pinacate y en el campo volcánico de Moctezuma. Otros
derrames volcánicos de menor importancia se ubican en los valles de Sonora, como en el de San
Bernardino en la parte norte del estado (figura 10).
La actividad volcánica en el campo El Pinacate,
localizado en la parte norte del Golfo de California, se estima que empezó entre 3 y 4 Ma, aunque
la edad más antigua que se ha fechado de sus lavas
es de ~1.2 Ma (Gutmann, 2002 y J. Gutmann,
com. per., enero, 2007). El volcanismo de dicho
campo es de carácter basaltico y los derrames de
sus lavas cubren un área de más de 1 500 km2;
tiene ~400 conos volcánicos de tamaño pequeño
pero sólo once de ellos poseen cráteres de tamaño
considerable. De estas estructuras, el cráter Elegante
es el de mayor tamaño, ya que mide 1 600 m de
diámetro y 244 m de profundidad (figura 12 A).
Lo siguen en tamaño los cráteres McDougal, Cerro Colorado, Sykes y Molina (figura 12). Los derrames volcánicos más antiguos del cráter Elegante tienen una edad de ~32 600 años (Gutmann,
2006) y los depósitos sedimentarios de un lago que
existió en su fondo tienen edades entre ~13 000 a
~17 000 años (en Gutmann, 1976). Las rocas volcánicas más jóvenes que en él se han fechado provienen del cerro La Laja con edad de 12 400 años
(Gutmann et al., 2000). De esta manera, el volcanismo en el campo El Pinacate está actualmente
activo y su origen se relaciona a los procesos tectó-
29
nicos activos que están conduciendo a la separación de la Península de Baja California del continente americano.
En el valle de Moctezuma, entre el poblado del
mismo nombre y el de Tepache (figura 10), se presentan derrames basálticos en posición horizontal,
los cuales sobreyacen a rocas de la formación Báucarit. Éstos fueron producto de actividad volcánica relacionada a fallamiento reciente que ocurre
en la margen occidental del valle (Paz-Moreno,
1985) y son contemporáneos con el volcanismo
de El Pinacate. Sin embargo, y a diferencia de este
último, el volcanismo de Moctezuma-Tepache no
fue producto de actividad magmática explosiva,
sino que los derrames se originaron a través de fisuras de la corteza terrestre por las que el magma
fluyó hacia la superficie. En este campo sólo se distinguen cinco conos volcánicos de poca altitud que
produjeron lavas y que se localizan en los cerros
Villalobos, Mogote de Corrales, El Barril, Los Fierros y Cerro Blanco (Paz-Moreno et al., 2003).
Fechamientos isotópicos realzadas en las rocas volcánicas más antiguas de este campo indican que la
actividad empezó alrededor de 1.7 Ma y continuaba todavía hasta hace ~300 000 años (Paz-Moreno
et al., 2003; Mead et al., 2006).
El Gran Desierto de Sonora es el campo de dunas activas más grande de Norteamérica y se localiza al poniente del campo El Pinacate, donde cubre un área aproximada de 5 700 km2 (Blount y
Lancaster, 1990). Gran parte de las arenas que forman sus dunas fueron transportadas por los sistemas de vientos que afectan la región y provienen
de los sedimentos depositados en el delta por el río
Colorado, de las playas del Golfo y, en menor proporción, son derivadas del campo volcánico El Pinacate. El viento que transporta la arena es también el agente de formación de las dunas y llega de
las siguientes direcciones: durante el invierno proviene del noroeste, durante la primavera llega del
oeste y los vientos del verano llegan del suroeste.
En la parte oriental del Gran Desierto existe un
campo de dunas crescénticas con alturas de entre
10 y 80 m que están formadas por granos bien redondeados de arena de tamaño fino a grueso, cons-
30
DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
tituidos de cuarzo y en menor proporción de carbonatos y plagioclasas. Por otra parte, en la parte
occidental del desierto se desarrollan dunas en forma de estrella con alturas de entre 80 y 150 m (figura 11C).
El Gran Desierto empezó a formarse durante el
Pleistoceno Medio (hace menos de 1.0 Ma), ya que
sus dunas más antiguas sobreyacen a sedimentos
del Delta del Río Colorado, donde se han encontrado restos de mamíferos de esa edad (por ejemplo, osos hormigueros; Shaw y McDonald, 1987).
La megafauna y los primeros humanos
Durante el último millón de años (del Pleistoceno
Medio al Tardío) la Tierra se vio afectada por no
menos de diez grandes glaciaciones (períodos glaciales) de aproximadamente cien mil años de duración cada una, las cuales se alternaron con épocas de climas más cálidos, o períodos interglaciales, de aproximadamente la misma duración. La
más reciente de esas glaciaciones, a la cual se le conoce con el nombre de Wisconsin, empezó hace
~100 000 años y terminó con el retiro de los últimos glaciales (que llegaron a cubrir hasta la parte
central de Estados Unidos) hace aproximadamente diez mil años. Así como el clima, durante ese
tiempo la fauna en Norteamérica fue diferente a la
actual. En ese entonces existían grandes mamíferos como los mamuts, mastodontes, gomfoterios
y gliptodontes, entre otros, por lo que se le ha dado
el nombre de megafauna. Existían también bisontes, camellos, llamas, tigres dientes de sable, caballos, osos hormigueros, armadillos gigantes y tapires. En Sonora se han encontrado restos de megafauna asociada con fauna menor en las localidades
del golfo de Santa Clara (Shaw et al., 2005), Rancho La Brisca (Cucurpe) (Van Devender et al.,
1985) y en Térapa (Moctezuma) (Mead et al.,
2006) (figura 10), de donde se han colectado restos de camellos, bisontes, gomfoterios, mamuts,
caballos, tigres diente de sable, armadillos, milodontes, antílopes, anfibios, peces, reptiles y aves.
Esta fauna se ha encontrado en sedimentos que indican ambientes de ríos y lagos con climas cálidos
que indicaría que prosperó durante períodos interglaciares. Su edad se considera del Pleistoceno
Medio al Tardío, y la de Moctezuma se constriñe
entre los ~500,000 y ~300,000 años (Mead et al.,
2006). Algunos restos más escasos de megafauna
han sido encontrados en otros lugares aislados de
Sonora (figura 13).
En tiempos más recientes, pero todavía en coexistencia con la megafauna, llegaron a América
los primeros humanos provenientes de Asia. Éstos
fueron los clovis cazadores que entraron por el estrecho de Bering (Beringia) hace ~13,500 años. Lo
hicieron aprovechando un puente terrestre que se
formó entre Siberia y Alaska a finales de la glaciación Wisconsin. En ese tiempo, el nivel del mar se
encontraba hasta 100 m por debajo del actual, debido a que parte del agua de los océanos se acumulaba en glaciares. Antes de los clovis, el mismo viaje migratorio ya lo habían realizado varias especies
de animales nativas de Asia a las cuales siguieron
los humanos para alimentarse de ellas. En oposición, especies nativas de América como los caballos y camellos migraron hacia el viejo continente
por los mismos puentes terrestres. También, durante la glaciación Wisconsin y para hace ~40 000
años los humanos modernos (Homo sapiens sapiens)
ya se habían individualizado. Durante el breve período comprendido entre los 11 500 y 10 000 años
que siguió a la entrada de los clovis, en Norteamérica se extinguieron 15 géneros de la megafauna.
Esto ocurrió posiblemente debido a la acción depredadora de esos habitantes o quizá por el cambio climático caracterizado por los climas más cálidos y secos en los que todavía vivimos y que ocurrió a la entrada de la nueva época interglacial.
Dicha extinción incluyó a los mamuts, mastodontes, gomfoterios (con el género Cuveronius; figura
13), megaterios, esmilodontes (Smilodon fatalis) y
gliptodontes, así como a los caballos, camellos, osos
gigantes (de tamaños mayores al actual Grizzly),
leones americano (Panthera leo atrox), lobo gigante (Canis dirus) y algunas especies de aves gigantes.
Los caballos no regresarían al continente sino hasta que los españoles los trajeron de nuevo durante
la conquista de América.
EVOLUCION GEOLÓGICA Y DISPOSICIÓN DEL PAISAJE ACTUAL
Los clovis parecen haber poblado amplias regiones de Norteamérica, pero en el sureste del estado de Arizona, muy cerca de la frontera con el
de Sonora, se han encontrado varios sitios con
abundantes huesos de mamuts y de otra fauna asociados con puntas de flechas y herramientas hechas por esos cazadores. En Sonora se han encontrado varios sitios con puntas de flecha (MontanéMartí, 1987) de formas típicas clovis, pero el sitio
conocido como El Bajío (figura 10), localizado a
~60 km al noreste de Hermosillo, es el mejor conocido y el que ha proporcionado una cantidad
importante de utensilios (Montané-Martí, 1987).
De acuerdo a Sánchez (2001), este lugar es posiblemente el sitio clovis de mayor tamaño en Norteamérica.
A la entrada del Holoceno (que comprende los
últimos 11 800 años), con el desarrollo de un clima más parecido al actual, y ya sin mucha de la
fauna típica de esos tiempos, los clovis de la región
de Sonora-Arizona empezaron a reunirse en pequeños grupos y, para la mitad del primer milenio, antes de la Era Cristiana (hace 2 500 años)
empezaron a practicar la agricultura; cultivaban
maíz que habían adquirido de las culturas mesoamericanas, así como frijol y calabaza (Reid y
Whittlesey, 1997).
Sismicidad activa
En Sonora existen dos provincias con sismicidad
activa. La primera se localiza en el fondo del Golfo
de California, donde a diario se registra sismicidad
de baja intensidad asociada a la dorsal oceánica que
recorre su parte central, así como a las fallas transformantes que son parte del sistema que continúa
conduciendo la apertura del Golfo (figura 10). Sin
embargo, la sismicidad que ocurre en las fallas continentales, asociadas y pertenecientes al sistema San
Andrés, tal como la de Cerro Prieto (figura 10), llega a ser de mayor magnitud, aunque de menor frecuencia que la del fondo del Golfo.
Otra región con sismicidad activa ocurre en la
región noreste del estado, en el valle San Bernardino, asociada a la falla Pitaycachi o Batepito (figu-
31
ras 10 y 14). El 3 de mayo de 1887 ocurrió allí el
epicentro de un sismo de magnitud 7.5 que causó
grandes daños a las poblaciones de la región y sus
efectos se sintieron hasta el centro del país. El sismo causó la muerte de 42 personas en el pueblo
de Bavispe (Goodfellow, 1887) y dañó severamente a poblados cercanos como Fronteras, Nácori
Chico, Bacadéhuachi, Granados, Huásabas, Villa
Hidalgo, Moctezuma, Sahuaripa y hasta Janos en
Chihuahua. Este sismo es, aparentemente, el de
mayor magnitud que haya afectado a la Provincia
de Sierras y Valles Paralelos (Suter y Contreras,
2002), la cual abarca desde el suroeste de Estados
Unidos hasta la parte central de México. El temblor ocurrió cuando la falla Pitaycachi de tipo normal rompió produciendo una larga traza que todavía puede observarse en el terreno (figura 14).
Dicha traza tiene una longitud de 101 km de largo
y un salto vertical máximo de 5.1 m (Suter y Contreras, 2002). De esta manera, la falla Pitaycachi es
parte del fallamiento que todavía ocurre asociado
a la Provincia de Sierras y Valles Paralelos y a la
apertura del Golfo de California.
La sismicidad ha continuado en la región del
valle San Bernardino y en las áreas adyacentes. El
segundo temblor de importancia en dicho valle
ocurrió el 26 de mayo de 1907 con magnitud 5.2,
además de que frecuentemente se presenta microsismicidad. En la región de Fronteras y al oeste de
la falla Pitaycachi se ha presentado sismicidad entre los años de 1908 y 1989 asociada con fallas de
tipo normal; el evento de mayor importancia en
esa área sucedió el 25 de mayo de 1989 con magnitud de 4.2. Igualmente, en la región de Huásabas-Granados se han presentado sismos importantes como el del 17 de mayo de 1913 (M=5), el del
18 de diciembre de 1923 (M=5.7) y una serie de
temblores con intensidades menor a 4 que se dieron en 1913, 1927 y 1993 (Suter, 2001). Otros
sismos históricamente documentados han ocurrido como eventos aislados en las regiones de los
valles de Sahuaripa, Guaymas, Nacozari, Bacadéhuachi y Magdalena (Suter, 2006), como el de
magnitud de 4.5 ocurrido el 16 de octubre de 1999
en esta última localidad.
32
DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
AGRADECIMIENTOS
Mis agradecimientos a Fred Croxen, Jim Gutman,
Whitey Hagadorn, Hannes Löser, Mark McMenamin, Barney Poole, Jaime Roldán Quintana,
Francisco Sour Tovar y Max Suter, quienes amablemente proporcionaron material fotográfico para
las ilustraciones en este trabajo. Igualmente aprecio los permisos otorgados por el Dr. Roger Thomas a nombre de la Paleontological Society, por el
Dr. Thomas Jorstad del Smithsonian National Museum of Natural History y la Revista Mexicana de
Ciencias Geológicas para usar algunas de las imágenes de fósiles aquí publicadas. Agradezco también a los doctores Luca Ferrari y Dante Morán Zenteno por sus revisiones al trabajo, las cuales fueron
de gran ayuda para mejorarlo.
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37
Figura 1. Mapas paleogeográficos que muestran el movimiento y configuración de las masas continentales, así como la ubicación de Sonora durante diferentes épocas de la historia de la Tierra. A) Supercontinente Columbia entre los aproximadamente
1 800 y 1 300 Ma (de acuerdo a Zhao et al., 2004). B) Supercontinente Rodinia hacia aproximadamente 1 100 Ma (de acuerdo a Meert
y Torsvik, 2003). C) Configuración continental hacia finales de la Era Neoproterozoica y principios de la Paleozoica. D) Diferenciación de los supercontinentes Laurencia y Gondwana a principios de la Era Paleozoica (C y D, según Hoffman, 1991). E) El
supercontinente Pangea a principios del Período Jurásico en la Era Mesozoica y, F) su disgregación en el Jurásico Tardío que dio
origen a los nuevos supercontinentes Laurencia y Gondwana (E y F, según Scotese, 2002).
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DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
Figura 2. Mapas geológicos que muestran las rocas de los diferentes Eras y Períodos que afloran en Sonora. A) Distribución de
las rocas metamórficas, ígneas y sedimentarias del Proterozoico. B) Distribución de las rocas Paleozoicas. C) Distribución de las
rocas metamórficas, volcánicas, ígneas intrusivas y sedimentarias del Mesozoico. D) Distribución de las rocas ígneas intrusivas y
volcánicas del Cretácico Superior y Cenozoico. Las f iguras no muestran las rocas sed imentarias Cenozoicas de edad Mioceno al
Cuaternario que forman el relleno de los valles de Sonora (Geología tomada de González-León et al., 2006. Se muestran localidades mencionadas en el texto).
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Figura 4. Fósiles marinos de las rocas Neoproterozoicas de Sonora. A) Estromatolitos del género Conophyton(?) de la Formación
Gamuza de los cerros al sur de Pitiquito, Sonora. B) Tubos del fósil Cloudina sp. Grant 1990 en capas de dolomita arenosa de la
Formación La Cienega, en los cerros La Ciénega (localizados al sur de Pitiquito). C) Fósil Treptichnus pedum Jensen y Grant 1992
que marca el inicio del Cámbrico y que ocurre en la Formación Puerto Blanco, en cerros La Ciénega (el tamaño de esta muestra
es aproximadamente de dos centímetros de largo). D) Sekwia Hofmann 1981 de la Formación Clemente en Cerros Rajón, sur de
Pitiquito, Sonora. E) Evandavia aureola McMenamin 2001 (Fotos A y B cortesía del Dr. James W. Hagadorn, Ahmrest College,
MA. Fotografía «C» cortesía del Dr. Francisco Sour Tovar, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
Fotos D y E cortesía del Dr. Mark McMenamin, Mount Holyoke College, Massachussets).
Figura 3 (página anterior). Columna estratigráfica representativa que indica la edad, formaciones distintivas y espesor máximo
de las rocas que componen la corteza continental de Sonora. Indica las rocas del Paleoproterozoico (1 700-1 800 Ma) al Reciente
e incluye a las metamórficas, ígneas intrusivas, volcánicas y sedimentarias. No se incluyen las rocas Neoproterozoicas de los
grupos Las Víboras, El Águila y Las Bolas que, en conjunto, tienen un espesor de ~5.6 km. Es una columna compuesta que
también muestra algunos de los principales grupos fósiles de organismos que vivieron en cada uno de los períodos geológicos,
los eventos de mineralización y la formación del Golfo de California (FGC). En este trabajo se usa la escala del tiempo geológico de
la Unión Internacional de Ciencias Geológicas ( IUGS, 2006).
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Figura 5. Trilobites y braquiópodos de las rocas paleozoicas de Sonora. A-H, Trilobites cámbricos de los cerros Proveedora,
Caborca (tomadas de Lochman, 1952): A) Sonoraspis torresi (Stoyanow) Lochman, 1952. B) Vista dorsal de un cefalón de Wanneria mexicana prima Lochman 1952. C) Cranidio de Sombrerella mexicana Lochman 1952. D) Cefalón y tórax casi completos de
Inglefieldia imperfecta Lochman 1952. E) Vista dorsal de dos pigidios de Kootenia exilaxata Deiss 1939. F) Vista dorsal del cranidio de Alokistocarella mexicana Lochman 1952. G) Vista dorsal de cranidio de Arellanella caborcana Lochman 1952. H) Cranidio
de Mexicella mexicana Lochman 1952. I-L, braquiópodos pérmicos de la Formación Monos, parte norte de la Sierra del Álamo,
Caborca (tomados de Cooper, 1952): I) Uncinunellina? pulcra Cooper 1953. J) Composita grandis Cooper 1953. K) Hustedia meekana Shumard 1909. L) Spiriferellina sonorensis Cooper 1953. Las barras de escala son de 1 cm de largo, excepto donde se indica
otra med ida. Fotos cortesía del Smithsonian Institution (enero 8 de 2009).
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Figura 6. Afloramientos de rocas. A) Secuencia de rocas Paleozoicas del cerro Caloso de la sierra del Tule (25 km al norte de
Cananea), noreste de Sonora. Afloran las formaciones Cuarcita Bolsa y Cal iza Abrigo del Cámbrico, la Cal iza Martin del Devónico, la Caliza Escabrosa del Misisípico y la Caliza Horquilla del Pensilvánico. B) Lutitas, limolitas y pedernal con barita de las rocas
sedimentarias de cuenca marina profunda de la formación El Yaqui, centro de Sonora (localidad de mina Barita de Sonora;
fotografía cortesía del Dr. F.G. Poole). C) Secuencia de lutitas y areniscas formadas en mar profundo de la Formación Cucurpe
(Jurásico Superior) en el rancho San Francisco del Rincón, región de Cucurpe. D) Formaciones Morita y Mural inclinadas hacia el
norte en la Sierra San José, Naco. E) Capas de arenisca y limolita de origen fluvial de la formación Arenisca Camas del Grupo
Cabullona, región de Naco-Cananea. F) Lutitas negras de origen lacustre de la formación Lutita Packard (Grupo Cabullona,
Cretácico Tardío) en la región de Naco-Cananea. G) Gruesa secuencia de rocas volcánicas del Oligoceno que forman la parte
inferior de la Sierra Madre Occidental al oriente de Huásabas (fotografía cortesía del Dr. Jaime Roldán Quintana, Instituto de
Geología, Universidad Nacional Autónoma de México). H) Intrusivo granítico del Paleoceno (Cenozoico temprano) que forma la
sierra de Aconchi al poniente del poblado de ese mismo nombre. I) Conglomerados y areniscas de la formación Báucarit en el
arroyo El Toro Muerto, valle del río Sonora en Arizpe.
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Figura 7. Fósiles marinos Mesozoicos de Sonora. A-K fósiles del Triásico Tardío de las formaciones Antimonio y Río Asunción,
sierra del Álamo (localizada a 45 km al poniente de Caborca): A) Muestra de roca con amonitas de los géneros Traskites, Clionites
y Simpolycyclus. B y C) Amonitas Clionites fairbanksi Hyatt y Smith 1905 y Simpolycyclus nodifer Hyatt y Smith 1905, respectivamente (A-C, tomadas de Estep et al., 1997). D-G, gasterópodos: D) Eucycloscala subbisertus Münster 1841. E y F) Omphaloptychia sp. G) Promathilda sp. H-K, bivalvos: H) Myophorigonia salasi Alencáster 1961, I) ?Propeamussium cf. Schafhaeutli. J) Xiaoschuiculana tozeri. K) Mysidioptera mexicana (D-H, tomados de Stanley et al., 1994, con permiso de The Paleontological Society;
I-J, tomados de McRoberts, 1997; K, tomado de Damborenea y González-León, 1997); L-M, amonitas jurásicas de la Formación
Sierra de Santa Rosa, Sierra del Álamo, tomadas de Taylor et al., 2001: L) Badouxia mexicana Taylor, Guex y Rakus 2001 (diámetro 4.9 cm). M) Epophioceras wendelli Taylor, Guex y Rakus 2001 (diámetro 11.44 cm). N) Amonita del Cretácico Inferior, Cerro
Las Conchas, Engonoceras sp. (6 cm de diámetro). O y P), microfotografía de corales coloniales Keriophyllia roniewiczae y Preverastrea sp., respectivamente (cortesía del Dr. Hannes Löser). Las barras de escala miden un centímetro de largo, excepto en O y P.
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DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
Figura 8. Plantas fósiles de la Formación Santa Clara del Grupo Barranca (Triásico Superior), centro de Sonora. 1) Ctenophyllum
braunianum Weber 1997. 2) Asterotheca santaclarae Weber 1997. 3) Laurozamites ex. gr. fragilis (Newberry) Weber y ZamudioVarela, 1995. 4) Laurozamites pima Weber y Zamudio-Varela 1995. 5) Laurozamites fragilis (Newberry) Weber y Zamudio-Varela, 1995. 6) Scoresbya pinnata Weber 1995. 7) Cynepteris Ash 1970. 8 y 9) Laurozamites yaqui Weber y Zamudio-Varela 1995
(ilustraciones tomadas de Weber, 1995, 1997; Weber et al., 1980 y de Weber y Zamudio-Varela, 1995. Los especímenes se muestran a su tamaño natural aproximado).
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Figura 9. Vertebrados fósiles del Cretácico Tardío del Grupo Cabullona (véase figura 3). A) Vista media de fémur izquierdo de
dinosaurio hadrosaurio de la formación Corral de Enmedio. B) Vista posterior del mismo ejemplar (tomado de Lucas y GonzálezLeón, 1996a). C) Húmero izquierdo de hadrosaurio de la formación Arenisca Camas. D y E, parte central de una vértebra de
hadrosuario de la Formación Lomas Coloradas; D) vista lateral y E) vista posterior. F) Parte central de vértebra de dinosaurio
ceratópido de la formación Lomas Coloradas (vista lateral). G-I) Dientes de carnosaurios de las formaciones Corral de Enmedio
(H) y Lomas Coloradas (G-I). J) Vértebra de pez de la formación Corral de Enmedio. K) Fragmentos de caparazón de tortuga de
la formación Corral de Enmedio. Las barras de escala miden 1 cm de largo, excepto en figura A.
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DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE SONORA
Figura 10. Mapa de Sonora mostrando las principales sierras y valles con sus nombres, los campos con volcanismo reciente, las
fallas Pitáycachi y Cerro Prieto, el campo de dunas de arena del Gran Desierto, las local idades más importantes con megafauna
del Pleistoceno, las fallas (inferidas con raya d iscontinua) que produjeron la Provincia de Sierras y Valles paralelos, la dorsal y
fallas transformantes asociadas que ocurren en el fondo del Golfo de California y los asentamientos clovis importantes.
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Figura 11. A) Terraza marina de ~100 000 años con elevación de aproximadamente 5 m sobre el nivel marino actual en Punta
Chueca. B) Detalle de las conchas de bivalvos y gasterópodos bien preservados que componen dicha terraza. C) Imagen tomada
de Google Earth; cubre la parte noroccidental del Gran Desierto donde se observan las dunas de formas creciente orientadas
longitudinalmente en dirección noroeste-sureste; en el noreste de la fotografía se observa la sierra Rosario (para localización de
esta área véase figura 10).
Figura 12. Cráteres más importantes del campo volcánico El Pinacate. A) Cráter Elegante, mide 1 600 m de diámetro y 244 de
profundidad. B) Cráter Sykes, mide 1 km de diámetro y 177 m de profundidad.
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Figura 12 (concluye). C) Cráter Colorado y al fondo una colada de lava. D) Cráter McDougal, tiene ~1 600 m de diámetro y 130 de
profundidad; al fondo se observa el cráter Molina (fotos cortesía del Dr. Jim Gutman, Wesleyan University, Connecticut).
Figura 13. Proboscidios fósiles de Sonora. A) Mandíbula inferior de Cuvieronius sp. de la región de Oquitoa, Sonora (tomada de
Lucas y González-León, 1997). Espécimen en exhibición en el Museo de la Universidad de Sonora. Cuvieronius fue el proboscid io
más común durante el Pleistoceno en Norteamérica. B) Mandíbula inferior del proboscidio Rhynchotherium browni (Osborn,
1936) (tomada de Lucas et al., 1997) del Pl ioceno de San José de Pimas, descubierto en 1911 por Barnum Brown y actualmente
resguardado en el Museo de Historia Natural de Nueva York con el número de colección AMNH15550. Rhynchotherium fue un
proboscidio común en Norteamérica durante el Mioceno tardío y el Plioceno tardío, entre ~7 y 2.2 Ma. C) Mandíbula superior
(paladar) con dentadura de Mammuthus imperator Leidy 1858 (tomada de Lucas y González-León, 1996b). Los mamuts emigraron de Asia a Norteamérica entre 1.8 a 1.6 Ma. Ejemplar encontrado en 1929 en la región de Arizpe y actualmente resguardado
en el Museo de Historia Natural de Nueva York.
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Figura 14. Falla Pitáycachi, también llamada falla Batepito. A) Modelo de elevación d igital de la parte noreste de Sonora que
muestra la traza (línea blanca) de la ruptura de la falla Pitáycachi que causó el temblor de 1887; 1, segmento de la falla Pitáycachi
y su continuación con 2, el segmento de la falla Teras; 3, segmento de la falla Otates. A: Agua Prieta, B: Bavispe, D: Douglas, F:
Fronteras, H: Huachineras, V: Villa Hidalgo; a: Río Bavispe, b: Río San Bernard ino fluyendo hacia el sur a lo largo del valle del mismo
nombre, c: Sierra El Tigre, d: Sierra Pilares de Teras; la línea d iscontinua ind ica el límite entre México y Estados Unidos. (fotografía
cortesía del Dr. Max Suter, mod ificada de Suter y Contreras, 2002). B) Superf icie de ruptura de la falla Pitáycachi (de color blanco
ind icada por la flecha) ubicada en el margen oriental del valle San Bernard ino (fotografía tomada desde el valle, viendo hacia el
oriente). La sierra al fondo expone las rocas volcánicas de la Sierra Madre Occidental en posición horizontal y los cañones El Capadero (izquierda) y Pitáycachi (derecha) (fotografía cortesía del Dr. Max Suter). C) Detalle del escarpe o salto de la falla Pitaycachi
(de aproximadamente 4 m de alto) en local idad ubicada a 1 km al sur del rancho El Álamo. Al fondo se observan cal izas de la Formación Mural del Cretácico Inferior en el cerro Caloso.