miscellanées
¿Abalorios de calzado romano
en Augusta Emerita?
Apuntes sobre su artesanado
a partir de recientes hallazgos
Macarena Bustamante-Álvarez, Ana María Bejarano Osorio
Universidad de Granada; Consorcio de Mérida
217
Se presenta un depósito funerario localizado en una zona de necrópolis
de la antigua capital de la Lusitania, Augusta Emerita (Mérida, Badajoz).
Gracias al estudio contextual y estratigráfico de la intervención, este conjunto ha podido ser datado a fines del primer siglo d.C. En él, además de
piezas cerámicas, vítreas y metálicas se localizó una pareja de abalorios
fitomorfos en nácar que vinculamos al «excéntrico» ornato que se desarrolló en el calzado en la época antigua. Además de un análisis íntegro del
hallazgo, se aprovecha la ocasión para abordar de manera arqueológica
la problemática del artesanado del calzado en la Antigüedad. Para ello,
además de realizar una búsqueda de paralelos de las piezas, se analiza iconográficamente la estatuaria mayor y se rastrean las evidencias textuales
sobre el calzado y su ornato.
Palabras clave: Alto Imperio, Augusta Emerita, calzado, depósito
funerario, nácar
Pour citer cet article / Para citar este artículo / To quote this article
Macarena Bustamante-Álvarez, Ana María Bejarano Osorio, «¿Abalorios de calzado romano en Augusta
Emerita? Apuntes sobre su artesanado a partir de recientes hallazgos», en Christian Rico y Almudena Orejas
(coord.), Los metales preciosos: de la extracción a la acuñación (Antigüedad - Edad Media), Dossier des Mélanges de la
Casa de Velázquez. Nouvelle série, 48 (1), 2018, pp. 217-236.
Mélanges de la Casa de Velázquez. Nouvelle série, 48 (1), 2018, pp. 217-236. ISSN : 0076-230X. © Casa de Velázquez.
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Des ornements de chaussures trouvés à Augusta Emerita ?
Notes sur l’artisanat de la chaussure à l’époque romaine,
à partir de découvertes récentes
218
Un dépôt funéraire situé dans une nécropole de l’ancienne capitale de
la Lusitanie, Augusta Emerita (Mérida, Badajoz), est présenté dans cet
article. Grâce à l’étude contextuelle et stratigraphique de l’opération, cet
ensemble a été daté de la fin du ier s. après J.-C. Outre le mobilier en céramique, en verre et en métal, a été également trouvée une paire de perles
phytomorphes que nous associons à un ornement « excentrique » de
chaussure, qui se serait développé dans l’Antiquité. En plus d’une analyse
complète de la découverte, cette étude nous offre la possibilité d’analyser
de façon plus globale les chaussures et leur artisanat. À cet effet, nous
analysons non seulement d’autres découvertes archéologiques similaires,
mais étudions également la grande statuaire ainsi que les données iconographiques et textuelles sur les chaussures et les ornements.
Mots-clés : Augusta Emerita, chaussures, dépôt funéraire, Haut
Empire, nacres
Roman footwear adornments at Augusta Emerita?
Notes on shoemaking from recent finds
Presented here is a burial deposit located in a part of the necropolis of the
ancient capital of Lusitania, Augusta Emerita (Mérida, Badajoz province).
A contextual and stratigraphic study of the dig has made it possible to
date the find in the first century CE. There, in addition to ceramic and
metal objects, there was a pair of phytomorphic adornments in mother-of-pearl which we associated with the «eccentric» ornamentation that
was developed for footwear in ancient times. In addition to a comprehensive analysis of the find, we took the opportunity to address the question
of ancient shoemaking from an archaeological perspective. To that end,
as well as running a search for parallels on the items, an iconographic
analysis was performed on the larger figures, and textual sources on footwear and adornments therefor were examined.
Keywords: Augusta Emerita, burial deposit, footwear, High Roman Empire, mother of pearl
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A
propósito de un interesante depósito funerario hallado en un área
de necrópolis en la actual c/ Barcelona (Mérida), se localizaron en
el año 2015 un par de objetos de nácar que van a centrar el trabajo
que ahora presentamos (fig. 1). Específicamente, el ajuar estaba conformado
por piezas que permitían, junto con el estudio antropológico de los restos
cremados, precisar que estábamos ante una mujer adulta. Entre los materiales
conservados, además de una hucha de cerámica, se hallaron restos de una
caja metálica, varios fragmentos de acus crinalis, un ungüentario Isings 82a1,
una botella Isings 54, una moneda frustra así como un fragmento de cerámica de paredes finas emeritenses con decoración a lúnulas, posiblemente de
una copa del tipo Mayet XLIII. Todas las evidencias parecían apuntar a fines
del i d.C. como fecha del depósito (fig. 2, p. 220).
219
1.- C/ Barcelona
2.- C/ Cabo Verde
3.- C/ Almendralejo 41
4.- Avda. Vía de la Plata
Fig. 1. — Plano de ubicación de los hallazgos referidos en el trabajo
Plano de base, autoría Y. Picado. © M. Bustamante-Álvarez, A. M. Bejarano Osorio.
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Fig. 2. — Detalle de los dos abalorios localizados
en la tumba de la c/ Barcelona (Mérida)
© Consorcio de Mérida, M. Bustamante-Álvarez, A. M. Bejarano Osorio.
Sin embargo, junto con estos materiales, se localizaron dos piezas fitomorfas realizadas en nácar o madreperla. Inicialmente, se pensó como hipótesis
de trabajo que estábamos ante dos abalorios para pender del cuello a modo
de collar. Sin embargo, un análisis más pormenorizado de los mismos nos
inclina hacia la sugestiva hipótesis que ahora proponemos, que fueran parte
del ornato del calzado que la difunta portaba en el momento de su sepultura.
Ante esto decidimos ahondar en una temática hasta el momento poco
tratada en Hispania, como es la ornamentación de calzado con objetos suntuosos, más concretamente, con perlas. En esta ocasión, las evidencias materiales localizadas en el antiguo solar emeritense nos permiten confirmar lo
que las fuentes textuales reproducen; un excéntrico uso de determinados
abalorios en los zapatos durante la época romana.
Estudio tipológico de las piezas
Durante el proceso de excavación de este enterramiento, se documentaron, en la zona que correspondería a los miembros inferiores, dos pequeños
objetos de nácar muy cercanos en el espacio. Concretamente son dos pequeñas piezas fitomorfas, que asociamos a dos hojas de vid, de forma cordada y
límite carenado. Fueron practicadas sobre una concha con sección curvada,
como se desprende de la concavidad que presentan (fig. 3).
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Fig. 3. — Depósito funerario donde han aparecido los abalorios (3512/179)
© Consorcio de Mérida.
Las piezas se localizaron en un estado de conservación óptimo que nos permitió realizar un extenso análisis de las mismas. La primera presenta 2,7 cm
de altura, 3,25 cm de anchura máxima y 0,2 cm de grosor y, la segunda, aunque con similar aspecto, mostraba una leve oscilación en las dimensiones fruto
de la imprecisión del trabajo manual y su adaptación al soporte, 2,8 cm de
altura, 2,9 cm de anchura máxima, 0,2 cm de grosor. Además del contorno de
ambas piezas, que intenta emular directamente la forma de una hoja de parra,
el artesano imprimió en el objeto una serie de detalles que le otorgaran un
mayor realismo y cercanía al objeto al que querían imitar. Concretamente, a
partir del pediolo se practicaron tres incisiones —una central y dos laterales—
que intentaban emular los nervios que presentan estas piezas.
La parte trasera no muestra incisiones ni decoración alguna. Es aquí donde
más se aprecia la curvatura del soporte. En la zona superior, en lo que correspondería al pediolo de la parte delantera, durante su talla, se dejó un saliente
a modo de protuberancia rectangular. En ella, y de manera descentrada, se
practicaron dos orificios paralelos desde un plano vertical con un trépano.
El análisis de este objeto nos permite sugerir la hipótesis de cómo se manufacturó. Ya hemos indicado que ambas piezas presentaban la curvatura propia
del soporte. Esto constituiría, por un lado, un hándicap para su manufactura,
dificultando la existencia de un plano horizontal que ayudase al trabajo, pero,
por otro, una vez concluido este paso, le imprimiría un aspecto realista.
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La pieza fue recortada con una sierra muy fina para delimitar su contorno.
A continuación, los límites fueron pulidos de tal manera que hoy en día es
imperceptible cualquier traza de la herramienta usada. Una vez perfilada la
forma, se procedió a la talla en sus dos caras. En primer lugar, de manera
lógica, se habría comenzado por su reverso, ya que una vez practicados los
orificios posteriores el artesano no podría haber inmovilizado la pieza. El
tallado se habría dado de forma vertical con un punzón romo o quizás a
partir de un taladro a similitud de los artesanos de los entalles o camafeos.
En esta parte delantera la pieza se concluiría con la incisión de las líneas del
haz a partir de un buril de punta fina y posiblemente en caliente con el fin
de hacer más maleable el soporte. La parte trasera, sin embargo, presenta un
plano de talla distinto, ahora de manera horizontal como se desprende de
las líneas de trabajo. Esta dirección favorecería la delimitación del espacio
cuadrangular saliente donde se practicarían los dos orificios centrales.
Una autopsia arqueomalacológica de estas piezas apunta a que estamos ante
un fragmento de halliotis tuberculata o coccinea comúnmente conocida como
oreja de mar, señorina o peneira1. Esta especie es característica de las zonas
costeras de carácter rocoso de la franja atlántica, desde prácticamente el canal
de la Mancha hasta el estrecho de Gibraltar. Esta pieza fue altamente explotada en la Antigüedad y prácticamente este aprovechamiento dura hasta nuestros días. Este molusco, de carácter bivalvo, podía llegar a alcanzar los 10 cm
de tamaño en su género masculino y presentaba dos caras, una externa de
coloración pardusca y con protuberancias muy irregulares y una capa interna
de madreperla. Es decir, que las piezas que presentamos se caracterizan por
haberle sido obliterada su parte externa así como el animal propiamente dicho.
Desde época moderna se tiene atestiguado su cultivo, sin embargo, no sabemos
si la acuicultura antigua, ampliamente desarrollada, se centró en este molusco.
Es evidente que la materia prima es alóctona al solar de la antigua Mérida,
sin embargo, la circulación de especies malacológicas en esta ciudad ya está
atestiguada arqueológicamente2. De igual modo, este tipo de material ya fue
explotado desde época prehistórica. Quizás el alto componente de aragonito que presentan los restos malacológicos, como es el nácar, le aportan una
durabilidad extrema apreciada por sus consumidores.
Paralelos formales de este tipo de piezas
La aparición en Mérida de piezas con perlas o nácar no es algo habitual.
Escasamente podemos apuntar a seis piezas depositadas en la actualidad
1
Agradecemos los datos de identificación aportados por los Drs. Izquierdo López, Viera
Toledo y Courtois de Viçose de la Universidad de la Laguna y al Dr. Cantillo Duarte de la
Universidad de Cádiz. Mgaya, 1995.
2
Rodríguez Hidalgo et alii, 2013.
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en los almacenes del Consorcio de la Ciudad de Mérida. Este dato evidencia el escaso impacto que el consumo de este tipo de piezas tuvo en la vida
cotidiana local. Son varias las piezas que, asociadas casi exclusivamente a
depósitos de carácter funerario, se vinculan con adornos o elementos decorativos. Empezando por aquellas que no presentan similitud con las piezas
localizadas, hay depositado un vástago metálico en el que se engarzaron
tres perlas procedentes de una intervención de la c/ Calderos. A priori,
podemos definirlo como una posible lágrima de un pendiente del tipo crótalo, una de las formas más difundidas en época romana altoimperial. El
siguiente, correspondería a una pareja formada por una plaquita rectangular de 3,2 cm de largo por 1,8 cm de alto que aparece ricamente decorada
por incisión (9008/00/18). En concreto, se delimitan un marco exterior y
tres círculos concéntricos reiterados en tres ocasiones que enmarcan un
orificio, el cual, serviría para posicionar el clavo con el que sujetarlo posiblemente a una cajita o elemento mueble. Se acompaña con un trébol con
nervios incisos y de nuevo aparecen orificios, en esta ocasión centrados en
cada uno de los lóbulos.
Junto a estas piezas, además habría que añadirles cuatro hojitas similares a
las aquí presentadas (fig. 4, p. 224). Todas ellas proceden de depósitos funerarios, asociadas a otros elementos tanto de tocador como de ornamento. Dos
de ellas aparecen en una sepultura de incineración, ustrinum, cuyo completo
depósito funerario nos remite a una sepultura femenina fechada en la primera mitad del s. i d.C. localizada en la avda. de la Plata-solar de Profode,
— número de intervención 8057/74/13 y 143—. En esta ocasión, presenta una
altura similar entre 2,8 y 2,9 cm, aunque la anchura es más reducida, de escasamente 2 cm. Su estado de conservación es más deficitario con una fuerte
capa de concreción tanto en su parte delantera como trasera. El contorno es
mucho más simple sin presentar las incisiones laterales que diferenciaban
los lóbulos de la hoja, pero en esta ocasión sí se advierte todo un serrado que
habría supuesto un mayor detenimiento en su factura. De nuevo, se observa
la incisión del haz central de la pieza y un leve pedúnculo en la parte superior.
La curvatura que presenta es aún mayor que la vista para los otros ejemplares. Esto hablaría de una concha de reducidas dimensiones, posiblemente de
género femenino. Debemos resaltar que una de ellas presenta un solo orificio
en la parte trasera, mientras que la otra presenta dos con la misma técnica
que los otros ejemplares aquí localizados.
Las dos piezas restantes aparecen sin pareja en distintos solares de la ciudad. La primera de ellas se vincula a una inhumación en fosa simple localizada en la confluencia entre la c/ Cabo Verde y el Cuartel Hernán Cortés
(8067/103/1) y fue hallada a los pies del esqueleto junto a una cuenta de
3
Chamizo, 2006, pp. 24-25, fig. 12, y 33-34, figs. 29a y 29b.
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Fig. 4. — Paralelos localizados en Mérida
© Consorcio de Mérida, M. Bustamante-Álvarez y A. M. Bejarano Osorio.
a. y b.- ejemplares (8057/74/13 y 8057/74) procedentes de la intervención avda. Vía de la Plata/Profodes;
c.- abalorio (8101/785) hallado en la c/ Almendralejo, 41; d.- pieza (8067/103/1) localizada en la c/ Cabo
Verde s/n esquina Cuartel Hernán Cortes.
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fayenza, una de hueso y tres de cornalina (fig. 5)4. Ésta presenta una concha mucho más traslúcida con similar morfología a los ya vistos. En esta
ocasión mide 3,15 cm de ancho por 3,1 cm de ancho y un grosor de 0,2 cm.
Decorativamente, se ha producido la indicación de los lóbulos y, en la parte
inferior de la hoja, exhibe la línea serrada como ya se ha definido para la
c/ Calderos. Además de esta línea dentada, presenta la diferenciación con
respecto a las ahora presentadas, que el pedúnculo no está exento de la pieza,
sino que se define por dos incisiones oblicuas. De interés resulta la parte trasera donde se observa el trabajo de la concha a partir de dos planos de labor
perpendiculares entre sí. De nuevo, tiene dos orificios practicados verticalmente sobre el resalte trasero.
La última, también desparejada, se localiza en el solar de la c/ Almendralejo 41
(8101/785- 4) en una sepultura altoimperial vinculada a una cremación. Las
dimensiones vuelven a ser similares, 3,15 cm de alto por 3,1 cm de ancho y
0,2 cm de espesor. De igual modo, presenta protuberancia en la parte trasera
con dos orificios paralelos.
Fig. 5. — Abalorios localizados junto con la hoja de parra
en la c/ Cabo Verde s/n, esquina Cuartel Hernán Cortes
© Consorcio de Mérida, M. Bustamante-Álvarez, A. M. Bejarano Osorio.
a.- cuenta de bronce; b.- cuenta de hueso; c., d. y g.- cuentas de cornalina; e.- cuenta de fayenza;
y f.- hoja de nácar.
4
Márquez, Pérez, 2005, pp. 533-545.
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Hipótesis funcional
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Es evidente que las piezas, debido a la aparición de los orificios posteriores, estarían destinadas a pender o a ser aprehendidas. La inicial duda era
la procedencia. La primera impresión que tuvimos fue que eran abalorios
de un collar cuyo filamento de agarre había desaparecido. Otra posibilidad
planteada era que hubieran formado parte de ropajes o abanicos. De estos
últimos se conocen algunos con piedras preciosas5, de oro —aurata flabella— y, en muchas ocasiones, decorados con madreperlas.
Sin embargo, la presencia de un doble orificio indica que estamos ante
un sistema de amarre más sofisticado. Ya que, para un abalorio de collar,
simplemente, se habría precisado de un único orificio. También, el que haya
aparecido por parejas hasta en dos ocasiones es algo definitorio para descartar su uso como piezas de collar, ya que los dos orificios anularían que un
mismo hilo captara los dos abalorios sin estorbarse entre ellos.
Este dato empírico, unido al hecho de que en dos ocasiones se ubicaran en
la parte del enterramiento coincidente con los miembros inferiores del cadáver, hizo avanzar en la hipótesis de que estábamos ante posibles abalorios
decorativos que formarían parte del calzado (fig. 6). Este dato, como veremos
a continuación, también se infiere del análisis iconográfico de la escultura
mayor, siendo esta hipótesis la que creemos más plausible para estas piezas.
La excentricidad del mundo del lujo y la ostentación de la época romana
generó que este tipo de material —el nácar, hecho extensible a las perlas—,
estuviera circunscrito a determinados miembros de la sociedad romana.
Un hito histórico concreto, la entrada triunfal de Pompeyo en Roma con
ingentes cantidades de madreperla, hizo que el consumo de la misma quedase reducida a las clases más ricas. Esto generó una carrera por controlar y
explotar los caladeros de este material tan afamado. De hecho, ante el interés suscitado, el poder romano tomó el control y el monopolio directo de la
explotación de estas pesquerías localizadas en el mar Rojo. También, ante la
extensión del lujo y la ostentación, impulsó todo una serie de leyes que frenaron la expansión de su uso quedando muy reducido el mismo a las clases
más pudientes de la sociedad6.
Los estudios que hasta el momento han abordado esta temática se han
centrado, sobre todo, en el trazado de las rutas seguidas así como en la figura
y entidad de los comerciantes, fundamentalmente sitos en Roma7. También hay un gran interés por parte de la historiografía en la posible relación
existente entre los cultos metróacos —concretamente de la Magna Mater y
Attis— y el comercio y uso de estos productos8.
5
6
7
8
Croom, 2002, p. 109.
Cariño, Monteforte, 2007, p. 98.
Tassini, 1992, pp. 690-692; Pérez, 2014.
Vermassen, 1977, pp. 38-39 y 296.
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ISSN : 0076-230X. © Casa de Velázquez.
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Fig. 6. — Representaciones ideales (a. y b.) del posible uso de los abalorios referidos
Dibujo de Joaquín Suárez, © Dpto. de Didáctica y Comunicación CCMM.
Para la península ibérica, aunque se tiene constancia del consumo de este
tipo de materiales, el artesanado vinculado a su laboreo no se conoce en
amplitud. De interés resulta que la única evidencia de este tipo de artesanos
corresponde a una inscripción recogida de antiguo en el solar de Augusta
Emerita y ubicada en el castillo de las Navas del Marqués. Concretamente es
una lápida funeraria de un Margaritarius de nombre Silvanus y que reproducimos a continuación:
D(is) M(anibus) s(acrum) / Silvanus Aris/taeì fil(ius) an(norum)
LXXX / margaritarius / Pr[ot]is lib(erta) et heres / patrono bene
mer(enti) / [f(aciendum)] c(uravit) h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra)
l(evis)9.
9
CIL II, 496, Mérida.
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Uno de los ámbitos donde mayormente se percibió la suntuosidad fue en
el aditamento de perlas y nácares a las piezas de indumentarias10. En este
sentido, el calzado no quedó al margen de este fenómeno. El ornato extremo
de las sandalias, tanto femeninas como masculinas, se expandió por Roma.
Además de presentar partes policromadas, el uso de pequeños abalorios en
metales preciosos, gemas y nácares está ampliamente documentado en estas
piezas11. Disponemos de textos clásicos que hacen referencia a este fenómeno.
Un ejemplo es el aportado por Plinio12, quien afirma en su capítulo dedicado
a los tipos y usos de estos materiales que
una perla es, en público, el acompañante de una mujer. También las
llevan en los piés, ellas no sólo adornan los cordones de los zapatos,
sino todos los zapatos. Sólo le falta ir bajo ellas.
228
Este autor no fue el único que hizo alusión a este fenómeno13. Otros autores como Petronio14 ridiculizan esta práctica también. En el edicto de Diocleciano las sandalias doradas costaban 75 denarios y las planas con lana 50
denarios. Es decir, el calzado, como Artemidoro15 deja patente, se convirtió
pronto en un símbolo de ostentación social yendo, en múltiples ocasiones,
al son de los ropajes. Otros autores, incluso, llegan a criticar el hecho de que
los amplios trajes no dejaran ver las verdaderas obras de arte que calzaban
los romanos. Ejemplo de esto mismo y donde, concretamente aparecería o,
al menos, se atisbaría una hoja de las que centran nuestro estudio, sería la
estatua de una Musa tipo Piccola Ercolanese localizada en el Palatino16.
La artesanía del calzado pronto se convirtió en una industria en alza. De
hecho, en la actualidad, uno de los únicos barrios gremiales asociados a
estos menesteres que se conocen son los de Roma. En la urbs, estas officinae
se posicionaron en las zonas cercanas al templo de Castor17 formando una
especie de barrio gremial. En algunos casos se especifica la aparición de
un vicus sandalarius o sutrina18 situado en una zona prominente de la ciudad. A pesar de que la industria del calzado estaba muy diversificada, con
individuos altamente especializados, en Hispania las alusiones epigráficas
únicamente se centran en la figura de sutor o sutora.
10
Su uso también está atestiguado en otros puntos del Imperio para el ornato de los paramentos. Dubois-Pelerin, 2007, p. 196 o, para la península ibérica, véase Reyes et alii, 2016.
11
Chapot, 1904, s.v. «sole», p. 1389.
12
Plinio el Viejo, Hist. Nat., IX, 56.
13
Séneca, Epist., 86.7, habla también del uso de materiales suntuosos en el calzado. Interesantes resultan estas alusiones a la hora de interpretar los abalorios de fayenza, hueso y
ámbar localizados junto con la flor en la excavación de la c/ Cabo Verde.
14
Petronio, Sat., LV.
15
Artemidoro, Sueños, II, 5.
16
Gasparri, 2007-2013a, pp. 390-391.
17
Plinio el Viejo, Hist. Nat., X, 60.
18
Varrón, De Ling. Lat., VIII, 30, 2.
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Plinio19 recoge un pasaje en el que un zapatero se acerca al pintor de cámara
de Alejandro Magno, Apelles de Kos, para indicarle que había cometido un
defecto a la hora de pintar una sandalia/crepida en uno de sus cuadros. Ante
este error, el zapatero continuó sacando defectos a la obra, hecho por el que
enfureció Apelles que pronunció una frase lapidaria: «sutor, ne ultra crepidam». Esta locución, «zapatero, a tus zapatos», prácticamente ha quedado
cristalizada hasta nuestros días. Sin embargo, en origen incidía en la idea de
que el ars sutoria era un oficio muy específico y complicado.
Ejemplo de la variedad de calzados y sus artesanos serían los caligarii20
dedicados a la producción de caligae, los crepidarii21 dedicados a la manufactura de las sandalias con mucho correaje y redes, los fabri soliarium baxiarium22 que producían una especie de zueco de madera, y los solatarii23 que se
focalizaban en exclusividad a las solae, sandalias muy refinadas destinadas a
mujeres de la alta sociedad24. Junto con éstas existían unas plataformas que
tenían la suela de corcho (cothurni) que fue un recurso ampliamente usado
por las mujeres que querían enaltecer su figura. Éstos también eran usados
por los figurantes de tragedias25; sin embargo, en algunas ocasiones esta
imagen fue ridícula a sus coetáneos por lo excéntrico del mismo. Concretamente, Petronio26 se ríe de Fortunata llamándola fulcipedia por el uso de
altos tacones. Este mismo autor también da buena prueba del variado gusto
que, en relación a la zapatería, se daba en Roma. En concreto, para Petronio,
los zuecos de madera eran uno de los calzados desiguales y «estorbos»27.
Otro tipo de calzado femenino serían los socci, unas babuchas caseras asociadas a los actores cómicos griegos28. Suetonio29 critica a Calígula por usar
algunos con apariencia femenina. También había botas o calcei, tanto para
hombres como para mujeres, aunque existía un tipo con suela de corcho y
elevada más asociado a mujeres para la estación invernal30. Apuleyo31 habla
también de un espécimen de calceus blanco para mujeres de la alta sociedad.
Arqueológicamente, los ejemplares de zapatos documentados son escasos y suelen ser prototipos de caligae militares. Ejemplo de lo indicado es
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
Plinio el Viejo, Hist. Nat., XXXV, 35.
CIL VI, 9925a.
CIL VI, 9284.
CIL VI, 9404.
CIL VI, 9897.
Goldman, 1994, pp. 105-111.
Olson, 2008, p. 56, fig. 1.26.
Petronio, Sat., LXXV.
Ibid., XCV.
Goldman, 1994, p. 125.
Suetonio, Caligula, 52.
Plinio el Viejo, Hist. Nat., XVI, 13.
Apuleyo, Met., VII, 8.
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el cargamento de Comacchio en las costas italianas32 o los hallazgos de los
enclaves del limes renano-danubiano33, donde se dan las características de
conservación óptimas para la preservación de estos calzados.
Sin embargo, las piezas que más datos aportan sobre la funcionalidad que
otorgamos a estos abalorios corresponden a la estatuaria mayor. Concretamente, nos referimos bien a solae, es decir, sandalias femeninas o bien a
calcei o botines ricamente decorados en los que, a menudo, en la intersección de las cintas que confluyen entre los dedos índice y pulgar, aparece este
tipo de hojitas y, en algunos casos, con forma de peltas. Como es de esperar
en estos ejemplos, estas piezas aparecen cristalizadas en mármol y no en el
material objeto de este estudio.
Son muchos y variados los ejemplos. No obstante, quizás por ser actual
y más representativo presentamos el miembro inferior de una estatua colosal encontrada recientemente en Sagalasos que ha sido interpretado como
del emperador Adriano (actualmente depositado en el Museo de Burdur)34.
También en una estatua imperial, tenemos la representación de Agripina
sedente con los brazos posicionados en el regazo y las piernas cruzadas avanzadas35. De nuevo en ella aparece la presentación de una hoja lanceolada.
El análisis relacionado con la estatuaria de las musas nos permite nuevamente vislumbrar similar decoración. En concreto, es resaltable una escultura sedente procedente del teatro de Pompeyo, depositada en los Museos
Capitolinos y datada en la segunda mitad del primer siglo a.C. En esta
ocasión aparece una posible baxa, un calzado plano ampliamente usado
por los filósofos y que sería similar a nuestras actuales «chanclas». En la
intersección de los dedos de la Musa es donde aparece la hoja, en esta ocasión muy estilizada36. Del siglo i a.C. tenemos igualmente un ejemplo de
una Atenea Diademada del tipo Koré, depositada en el Museo del Louvre
que nos hablaría de una larga tradición en la aparición de este tipo de piezas37. Elementos similares aparecen, por último, en las representaciones
de Amazonas o jinetes heroicos38 o en una representación de un Genio
localizada en Roma39.
Parmeggiani, 1990.
Volken, 2014, p. 88.
34
Opper, 2008, p. 15, fig. 10.
35
Gasparri, 2007-2013b, p. 229.
36
VV.AA., 2007, p. 77. En otra figura de corte mitológico, en concreto una Ménade dormida expuesta en el Museo del Prado, también se representa este tipo de calzado, con similar
aderezo (Schröder, 2004, n. 187). Sin embargo, sobre la datación de este calzado cerniría
la duda al haber sufrido el original clásico del 150-175 d.C. algunos retoques en época decimonónica. Sin lugar a duda, si fuera este dato cierto, hablaría de cómo en el imaginario
colectivo quedó este tipo de zapatos y su ornato asociados a la época clásica.
37
Vigneau, 1935-38, nº 262a.
38
Gasparri, 2007-2013a, pp. 362-363.
39
Id., 2007-2013c, pp. 238-239.
32
33
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ISSN : 0076-230X. © Casa de Velázquez.
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En algunas ocasiones, la exageración en la representación de este elemento
se percibe al acaparar casi todo el empeine del pie. Ejemplo de ello es la Diana
cazadora del museo del Louvre, una copia romana de un original griego
datado en el iv a.C.40 También se ha atestiguado en el calzado asociado al
conocido como Lar Farnese, depositado en el Museo de Nápoles en el cual se
aprecia una hoja acorazonada en la intersección de los dedos41. Similar problemática a la anteriormente comentada es una escultura de Apolo sentado
tipo Ludovisi con cabeza del tipo Chigi de la Colección Farnese42 donde, a
similitud de la anterior la hoja, alcanza dimensiones desorbitadas.
Para la época medieval, aunque no de nácar como es el caso que estudiamos,
sigue apareciendo representado este tipo de motivos fitomorfos, sin embargo ya
no es por aplicación sino por medio del grabado y estampado sobre el cuero43.
La industria del calzado en Hispania
231
A pesar de la importancia, y casi necesidad, de esta artesanía, este oficio
no estuvo bien considerado en Roma. Marcial44 da buena prueba de ello al
hablar de manera despectiva sobre estos artesanos. En Hispania no aparece
el abanico de especialización que sí se observa en otros puntos del Imperio.
Los que aquí aparecen se caracterizan por aludir siempre al mismo término
sutor o sutoria siendo un vocablo que específicamente se refiere al encargado
de coser el zapato45.
La primera de las alusiones epigráficas corresponde a una inscripción de
la Civitas Arabrigensium, es decir, perteneciente a la Lusitania en la que se
percibe la figura de un zapatero difunto. La transcripción sería la siguiente:
D(is) M(anibus) s(acrum) / Fla(vi)o / Sutor/i te(s)tu/dum posu/[(it) - - -]46. La
siguiente también hace alusión a una estela funeraria que procede de Acqua
Flavia, es decir, del conventus Braccarense. En esta ocasión, aparece reflejada
la figura de una mujer, Manlia. De nuevo se ensalza la figura profesional
desarrollada en vida: D(is) M(anibus) / s(e) v(iva) / Manl(ia) Sut(oria) / c(uravit) f(aciendum)47. Se localiza en Trujillo, en el Conventus emeritensis, un ara
en arenisca con orificio central en el que se puede leer: Marti sac(rum) / [.]
Ve[t(t)iu]s Ruf/[us] sutor [v(otum)] / s(olvit) • l(ibens) • a(nimo)48.
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46
47
48
Vigneau, 1935-38, p. 198.
Goette, 1988, Abb. 16.
Gasparri, 2007-2013a, n. 42.
Goubitz, Van Driel, Groenman, 2001, fig. 4.
Marcial, Epigrammaton Libri, 3, 59.
Gimeno, 1988, p. 46.
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miscellanées
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En la Tarraconense, tenemos un ejemplo de un pedestal en que se lee
M(arco) Fulvio / Musaeo / [s]eviro Aug(ustali) / Su[tor]ia(?) / Su[rill]a(?) /
ma[ri]to / optimo49. A estás habría que añadirle tres más en esta ciudad50.
En Cartago Nova también, se ha localizado una inscripción votiva sobre
caliza gris en la que se puede leer L(ucius) Vergilius / L(uci) l(ibertus) Hilarus / sutor hic / situs est f(aciendum) c(uraverunt) / uxor et libe(r)ti. La datación que han aportado sus investigadores sería la de la primera mitad del
siglo i d.C.51
En la tabula de patronatus de Segisamo también hay una alusión a este
oficio. En concreto ésta es una inscripción fechada en el 239 d.C. sobre una
tessera de bronce con forma de edícula y frontón central culminado por
una rosa multipétala. En ella, además de los patronos (cuatro hombres y
una mujer), se hace referencia a quince individuos de distinta profesión.
Para la temática que ahora nos incumbe resaltamos la figura de Ant(onius)
Missillus sutor52 . Formando parte del mobiliario litúrgico de la ermita de
San Roque en Burgo de Osma —Conventus Cluniensis— se encuentra una
inscripción alusiva a un collegio profesional que aglutinaba a los zapateros, Lugovibus / sacrum / L(ucius) L(icinius) Urci/co colle/gio sutoru/m
d(onum) d(at)53.
En cuanto a la epigrafía jurídica son interesantes las alusiones que aparecen en las denominadas leyes de Vipasca. Concretamente en Vip. I, 4, habría
un epígrafe específico de los sutrini54, es decir, de las zapaterías. Esta artesanía
también aparecía monopolizada por el fisco estableciéndose multas del doble
de lo mercadeado en el momento que se saltara dicho monopolio. Tenían
el monopolio de las calciamenta, es decir, los calzados propiamente dichos,
los clavi o tachuelas típicas del calzado militar, las loramenta o correas, y las
caligae sine clavis, que eran un tipo de calzado sin clavo.
La aparición de mujeres en esta profesión pasó a ser común. En este sentido, las mujeres también jugaron un papel bueno en la producción de calzados, no sólo en Hispania. Ejemplo de esto sería la figura de la producción de
calzados C. Julius Alcimus. Éste tenía 62 libertos de ambos sexos a su cargo.
También resulta interesante la presencia de mujeres en relieves de corte funerario como el de Septimia Stratonice en Ostia55.
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51
52
53
54
55
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Hipótesis final
En este trabajo hemos presentado un conjunto de abalorios realizados
en halliotis tuberculata o coccinea —vulgarmente conocido como nácar— y
localizados en el solar del antigua capital de la Lusitania, Augusta Emerita.
Aunque la idea inicial es que este trabajo se centrara en una pareja localizada en una intervención dirigida por una de las firmantes, un estudio pormenorizado de los fondos del Consorcio de Mérida ha permitido aumentar
la nómina hasta seis. Todas ellas presentan una serie de características morfológicas que, como ya hemos analizado previamente, apuntan a un uso
más complejo que a una simple cuenta de collar.
Tras un análisis pormenorizado de las piezas, el examen de las fuentes clásicas y una contrastación iconográfica con la escultura que podemos caracterizar como mayor, llegamos a la conclusión de que estamos ante abalorios
para ornamentar solae o calcei. Los seis ejemplares localizados han aparecido
en contextos funerarios e insertos en paquetes estratigráficos que pueden ser
datados entre fines del siglo i e inicios del ii d.C.
El enjoyado tanto de la ropa como del calzado fue una práctica ampliamente conocida en la época romana. Los datos que tenemos proceden, por
un lado, de los halagos que algunos autores clásicos hacen y, por otro, de las
críticas a una práctica considerada por otros como excéntrica. Independientemente del calificativo otorgado, no pasó desapercibida tanto por la destreza
del sutor como por el valor intrínseco de algunos de los elementos usados,
como las perlas o madreperlas, cuyo uso quedó, en algunos periodos, limitado a las clases más elevada de la sociedad.
La novedad del estudio radica en que, hasta la actualidad, no se tenía
constancia arqueológica de abalorios de este tipo. Sin embargo, las representaciones escultóricas y las reiteradas alusiones que las fuentes clásicas
hacen a este fenómeno, son lo suficientemente significativas para replantearse la posibilidad de que muchas de las «cuentas de collar», hasta el
momento definidas en las excavaciones arqueológicas, fueran este tipo de
piezas. Sin lugar a dudas, la confusión puede ser plausible por la similitud formal que presentan; sin embargo, en nuestro caso, el hecho de que
algunas aparezcan en parejas, que espacialmente se ubiquen cercanas a los
miembros inferiores y que el sistema de aprehensión sea además más complejo de lo común han sido elementos definitorios para lanzar esta hipótesis de trabajo.
Esperamos que, en un futuro, este tipo de trabajos anime a definir nuevos
elementos con el fin de incrementar la nómina de unas piezas que, a buen
seguro, fueron de lo más común en época romana a tenor de las evidencias
iconográficas y textuales que tenemos.
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