CIENCIA Y METAFÍSICA EN LA FILOSOFÍA DE KARL R. POPPER*
SCIENCE AND METAPHYSICS IN THE KARL R. POPPER`S PHILOSOPHY
HÉCTOR F. GIRALDO B.†
Universidad Católica de Manizales- Colombia
Φ
«Rechazo, sobre todo, el dogma de que la metafísica tiene que ser
absurda. Porque como hemos visto, algunas teorías, como el
atomismo, fueron durante mucho tiempo incontrastables e
irrefutables (e, incidentalmente, no verificables, también) y,
mientras tanto, “metafísicas”. Pero más tarde pasaron a formar
parte de la ciencia.»
K. R. Popper
Resumen
En el presente trabajo abordaré el tema de la ciencia y la metafísica en la filosofía de Karl R. Popper, en
especial, la cuestión de si los enunciados metafísicos tienen o no sentido. En primer lugar, a partir del texto
Metafísica: ¿con sentido o sin sentido?, desarrollaré las críticas que Popper le hace a la tesis del positivismo
lógico según la cual los enunciados metafísicos carecen de sentido, y la manera como reivindica el sentido de
estos enunciados. En segundo lugar, mostraré el criterio popperiano de demarcación entre ciencia y
metafísica; su criterio es la falsabilidad y no la verificabilidad. Finalmente, defenderé la postura de que la
metafísica es un presupuesto importante para el desarrollo de la ciencia. Para lograr esto, me remitiré a
Alexandre Koyré, quien muestra en sus Estudios de la historia del pensamiento científico algunos casos en los
cuales los proyectos científicos tienen su matriz originaria en ideas metafísicas o filosóficas.
Palabras clave: Ciencia, metafísica, Karl R. Ppper, demarcación, falsabilidad, verificabilidad.
Abstract
In this paper I will address the topic of science and metaphysics in the philosophy of Karl R. Popper, in
particular the question of whether metaphysical statements have or do not have sense. First, from the text
Metaphysics: meaningful or meaningless? I will develop the criticism Popper makes to the thesis of logical
positivism according to which metaphysical statements are meaningless, and how the meaning of these
statements are claimed. Second, I will show the Popperian criteria of demarcation between science and
metaphysics, his criteria is falsifiability but not the verification. Finally, I will defend the view that
metaphysics is a significant premise for the development of science. To accomplish this, I will refer to
*
†
Recibido: 11 de marzo 2011 y aprobado el 13 de abril de 2011
Contacto:
[email protected]
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Revista Disertaciones N°2. Año 2. ISSN: 2215-986X. Pp. 81-94
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Ciencia y metafísica en la filosofía de Karl R. Popper
Alexandre Koyré who shows in his Studies in the history of scientific thought some cases in which scientific
projects have their original matrix in metaphysical and philosophical ideas.
Keywords:
Science,
metaphysics,
Karl
R.
Popper,
demarcation,
falsifiability,
verification.
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Ciencia y metafísica en la filosofía de Karl R. Popper
I
El programa de investigación de R. Carnap implica la eliminación de la metafísica
mediante el análisis lógico del lenguaje. Él considera que, en sentido estricto, solo existen dos
tipos de enunciados con significado: i) los analíticos ―las proposiciones de la lógica y de las
matemáticas― y ii) los sintéticos ―las proposiciones de la ciencia empírica―. Y dado que los
enunciados de la metafísica no son ni analíticos ni sintéticos, entonces no son proposiciones con
significado, sino pseudo-proposiciones.
El criterio de demarcación propuesto por los positivistas lógicos es la verificabilidad,
mediante la cual distinguían las teorías científicas de las no-científicas o metafísicas. Por el
contrario, Popper propone la falsabilidad como criterio de demarcación, y considera que no es
gracias a la verificación que una teoría se puede considerar como científica, sino que es por su
posibilidad de ser falsada que se puede considerar como tal.
82
Carnap considera que el desarrollo de la lógica moderna ha posibilitado, mediante el
análisis lógico de los enunciados científicos, una respuesta más precisa al problema de la validez
y justificación de la metafísica. Esta respuesta tiene un sentido positivo y otro negativo.
El resultado positivo es elaborado en el campo de la ciencia empírica: se esclarecen
los conceptos de distintas ramas de la ciencia, se explicitan tanto sus conexiones
lógico-formales como epistemológicas. En el campo de la metafísica […], el
análisis lógico ha conducido al resultado negativo de que las pretendidas
proposiciones de dicho campo son totalmente carentes de sentido (Carnap, 1965, p.
66).
Por tanto, Carnap considera que mediante el análisis lógico del lenguaje se elimina
radicalmente la metafísica, y que los enunciados metafísicos carecen de sentido no solo porque
su planteamiento es estéril desde el punto de vista del conocimiento científico, sino porque no
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constituyen una proposición. Según él, en las obras metafísicas solo se encuentran pseudoproposiciones, que son de dos tipos: unas porque contienen palabras a las que con criterio
erróneo se supone un significado, y otras que están mal construidas sintácticamente.
Popper, por el contrario, considera que los enunciados metafísicos no son carentes de
sentido ni son estériles desde el punto de vista cognoscitivo, y propone la contrastación, en lugar
del sentido, como criterio para establecer la cientificidad de una teoría. Dice que
[…] ni la forma lógica de un enunciado, ni el tipo de expresión que aparece en él
son suficientes para determinar si el enunciado es contrastable o incontrastable.
Esta distinción, pues, no es entre enunciados bien formulados y pseudo-enunciados
mal formulados (como suponía el programa positivista lógico). (Popper, 1997, p.
235).
83
Por tanto, él considera que un enunciado es metafísico no porque carezca de sentido o por
su forma lógica, sino porque no se puede contrastar empíricamente. Y si esto es así, entonces
esta manera de concebir la metafísica difiere de la forma en que la concebían los positivistas,
pues para ellos la metafísica no es plenamente verificable.
Popper desarrolla dos argumentos para mostrar que hay enunciados que pueden tener la
misma forma lógica e incluso contener las mismas expresiones, y aún así, uno de ellos ser
contrastable o falsable, y el otro no serlo. Por tanto, critica el análisis lógico del lenguaje como
programa para determinar si una teorías es o no científica. Tales argumentos son la conjetura de
Goldbach y la conjetura de los números primos gemelos (en adelante G y H, respectivamente),
conjeturas existentes en la teoría de las matemáticas puras, que si bien son pertenecientes a las
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ciencias formales,1 pueden ilustrarse con ayuda de enunciados que empleen no solo términos
puramente matemáticos, sino también términos empíricos.2
Si analizamos las dos conjeturas y también las expresiones que las componen, veremos
que son sorprendentemente similares en su forma pero no en su contenido, y que aun así una de
ellas tiene sentido y la otra no. Veamos:
G: (x) (Ey) (P (x + y) & P ((2 + x) – y))3
En palabras sencillas, lo que esta conjetura enuncia es que todo número par mayor que 2
puede escribirse como la suma de dos números primos.
H: (x) (Ey) (P (x + y) & P ((2 + x) + y))
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Esta conjetura postula la existencia de infinitos pares de primos gemelos, lo que equivale
a decir que no existe un par máximo de primos gemelos.
La única diferencia entre ambos enunciados es la aparición de un signo ( – ) en G
donde aparece un signo ( + ) en H. Intuitivamente se puede advertir que si la primera conjetura
tiene sentido, la segunda también lo habrá de tener. Sin embargo, Popper advierte que dado que
lo que interesa en la contrastabilidad, esta pequeña diferencia es toda la diferencia, porque
mientras G es contrastable ―falsable―, H no lo es. «Podemos decidir, de cualquier número x
1
Para Popper este tipo de teorías son poco interesantes porque no se pueden contrastar, dado que carecen de
contenido empírico.
2
Para ver un detenido desarrollo al respecto, véase Popper (1997, pp. 243-244).
3
Respecto a esta forma de plantear la conjetura de Goldbach cito a Popper: «Escribiendo “ P (x)” en lugar de “x
es un primo” y usando el símbolo “(x)” con el significado de “para todo número natural x”, “(Ey)” con el
significado de “existe un número natural y tal que” y “&” con el significado de la conjunción “y”,
podemos escribir la conjetura de Goldbach […]» (1997, p.238). Como se podrá evidenciar, esta misma simbología
la utiliza Popper para escribir la conjetura de los números primos gemelos.
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dado si x tiene la propiedad de Goldbach; pero no si a x le exceden unos números primos
gemelos.» (Popper, 1997, p.239). Además, hay que advertir que si bien una de las conjeturas es
falsable y la otra no, esto no implica que sean verificables: ninguna de las dos lo son y, por
tanto, la verificación no puede ser un criterio correcto para determinar si una teoría es o no
científica.
El propósito de los positivistas es la eliminación total de la metafísica por carecer de
sentido. Sin embargo, Popper critica esto mostrando que los términos metafísicos pueden
definirse incluso a través de términos empíricos. Para demostrarlo, propone argumentos como el
del elixir de la eterna juventud o el referido a la teología racional. Y si bien en esta teología se
pueden definir términos metafísicos mediante términos empíricos, ella sigue siendo metafísica,
no porque carezca de sentido, sino porque sus afirmaciones son incontrastables, son irrefutables.
Aunque Popper establece que podemos definir enunciados metafísicos en términos
empíricos, muchos de los enunciados científicos no se pueden definir en términos de lo que se
puede llamar “fenómenos”. Por eso dice:
En consecuencia, un intento de caracterizar a la ciencia (en contraposición con la
metafísica) por un criterio como la definibilidad empírica de sus términos lleva a
una demarcación que es, al mismo tiempo, demasiado estrecha y demasiado amplia:
se excluirá casi todo lo que se quiera que incluya e incluirá mucho de lo que se
quiere excluir. (1997, p.254).
Así pues, Popper reconoce la importancia que tiene la metafísica para el desarrollo de las
teorías científicas; sugiere incluso que eliminarla implicaría la imposibilidad de este tipo de
teorías. Y propone la idea de que hay que abandonar el dogma según el cual el significado debe
ser entendido como criterio de demarcación.
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Ciencia y metafísica en la filosofía de Karl R. Popper
II
En cuanto a la demarcación entre ciencia y metafísica, Popper propone la falsabilidad
como criterio. Contrariamente al proyecto positivista, él no busca verificar los enunciados de las
teorías con la experiencia, sino contrastarlos, y considera que las teorías científicas no son nunca
verificables empíricamente, aunque sí contrastables con la experiencia. De ahí que diga que el
criterio de demarcación no es positivo sino, más bien, negativo:
[…] no exigiré que un sistema científico pueda ser seleccionado, de una vez para
siempre, en un sentido positivo; pero sí que sea susceptible de selección en un
sentido negativo por medio de contrastes o pruebas empíricas: ha de ser posible
refutar por la experiencia un sistema científico empírico. (Popper, 1980, p.40)
Para Popper la ciencia no es un sistema de enunciados indiscutiblemente verdaderos; por
el contrario, es un sistema de enunciados que busca permanentemente la verdad. De ahí que su
carácter sea conjetural, y que la mejor teoría sea aquella que resista las más exigentes pruebas.
La posibilidad de ser falsadas es una característica que diferencia las teorías científicas de otro
tipo de teorías; de ahí que considere que la irrefutabilidad sea un vicio en lugar de una virtud.
Popper propone su criterio de demarcación basado en una asimetría lógica entre la
verificabilidad y la falsabilidad: sabemos que un enunciado de tipo universal no puede ser
inferido de enunciados particulares, por muchos que estos sean; sin embargo, el valor de verdad
de un enunciado particular puede contradecir un enunciado universal y, en consecuencia,
refutarlo. Popper considera que a partir de inferencias meramente deductivas es posible argüir de
la verdad de enunciados particulares la falsedad de enunciados universales. Y para esto se vale
de la regla lógica de modus tollens.
Por ejemplo, el valor de verdad del enunciado universal “Todos los hombres son
mortales” no puede ser inferido de enunciados del tipo: “x es mortal”, “y es mortal”, “z
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es mortal”, etc.; en otras palabras, no puede ser comprobado por el hecho de haber observado a
miles de hombres que han muerto. Sin embargo, es posible refutarlo empíricamente si logro
mostrar que x hombre no ha muerto tras muchos siglos de existencia.
El modus tollens es la regla fundamental para las ciencias empíricas, pues para demostrar
que una proposición p es falsa es suficiente con demostrar deductivamente su contradictoria ¬p.
Así, por ejemplo, si conseguimos demostrar:
[(p → q) ˄ ¬q] → ¬p
entonces se logra el objetivo de refutar p.
Echeverría dice que
87
[…] la hipótesis p ha de ser eliminada (quitada, tollere) porque si la admitimos,
dado que de ella se deduce q y q es falsa (por ejemplo, porque comprobamos
empíricamente que no ocurre q) llegamos a un absurdo; luego hemos de aceptar la
falsedad de p en virtud de que de lo verdadero nunca se deduce lo falso. (1989,
p.86).
En otras palabras, de la verdad del todo se deduce la verdad de la parte, y de la falsedad
de esta, se sigue la falsedad del todo.
Por lo tanto, Popper considera que la facilidad para la falsación empírica caracteriza el
saber científico, y por lo mismo cabe distinguir grados de contrastabilidad en unas teorías u
otras. Esto muestra que el criterio de demarcación no es totalmente tajante como lo suponía el
positivismo lógico, sino que tiene grados: unas teorías son testables, algunas lo son apenas y
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otras no lo son. Estas últimas, las que no se pueden testar, al decir de Popper, « […] carecen de
todo interés para los científicos empíricos. Se las puede llamar metafísicas.» (1972, p.313).
Popper dice que hacia 1919 se enfrentó por vez primera con el problema de trazar una
línea de demarcación entre los enunciados que se pueden caracterizar como científicos y
aquellos que son pseudo-científicos o metafísicos. Y plantea que la concepción más difundida
era aquella según la cual la ciencia se caracterizaba por su base observacional o por su método
inductivo, mientras que las pseudo-ciencias se distinguían por su método especulativo o por el
hecho de que operan con anticipaciones de la mente, algo similar a la hipótesis.
Él manifiesta su desacuerdo con esto y muestra que Newton estaba equivocado al pensar
que su teoría de la dinámica derivaba de la experiencia. Según Popper4, se pueden exponer tres
razones para criticar la afirmación según la cual “la teoría de Newton deriva de las
observaciones”. La primera es que esta afirmación no es intuitivamente creíble, pues la teoría
newtoniana es bien diferente de todo enunciado de observación, porque las observaciones son
siempre inexactas mientras que la teoría hace afirmaciones exactas, y es lógicamente imposible
derivar enunciados exactos y precisos (como son los de la teoría) de enunciados inexactos e
imprecisos. Además, las observaciones son siempre concretas mientras que la teoría es abstracta;
por ejemplo, nunca observamos masas puntuales, sino planetas extensos.
La segunda razón es que tal afirmación históricamente es falsa. Para mostrarlo, Popper
recurre a los precursores de Newton: Copérnico, Brahe y Kepler.
De Copérnico dice que la base de su revolución no fueron las observaciones, sino que fue,
más bien, una idea mística o religiosa: la idea platónica de que el Sol debe ocupar el centro,
4
Cfr. Popper (1972, pp. 231-236).
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pues su papel en el mundo sensible es similar al papel que cumple la idea de bien en el mundo
de las ideas.
A menudo estas hermosas pero descabelladas ideas han sido defendidas por grandes
pensadores, e igualmente a menudo por maniáticos. Pero Copérnico no era un
maniático. Era sumamente crítico frente a sus propias intuiciones místicas, a las
que examinaba rigurosamente a la luz de observaciones astronómicas
reinterpretadas mediante la nueva idea. (Popper, 1972, p.233).
Esto muestra que si bien Copérnico consideraba las observaciones como de suma
importancia, ellas no eran la fuente de su idea; por el contrario, las observaciones debían ser
interpretadas a la luz de esta.
Por su parte, Kepler no pudo armonizar las observaciones de Tycho Brahe con su creencia
de que Marte giraba alrededor del Sol en círculos perfectos. Encontraba, por el contrario, que
estas observaciones refutaban la tesis del círculo. Entonces Kepler planteó nuevas hipótesis, y
dio con la elipse. Y esta es la razón por la cual la teoría no deriva de las observaciones: una vez
más estas son interpretadas a la luz de la nueva idea.
Y la tercera razón de Popper para mostrar que no es cierto que la teoría de la dinámica de
Newton deriva de observaciones, es que esta afirmación es imposible lógicamente. Para explicar
esto recurre a Hume, quien despertó del sueño dogmático a Kant al criticar la validez de las
inferencias inductivas. Popper le reconoce a Kant el hecho de haber sido el primero en
percatarse de que la historia había refutado el “mito baconiano” de que debemos comenzar
con observaciones para luego derivar de ellas las teorías, y de que es lógicamente imposible
derivar estas de aquellas. El siguiente pasaje del segundo prólogo de la Crítica de la Razón Pura
muestra que fue Kant quien descubrió el llamado enigma de la experiencia o paradoja de las
ciencias empíricas:
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Cuando Galileo hizo rodar sus esferas sobre un plano inclinado con una gravedad
elegida por él mismo, cuando Torricelli hizo que el aire soportara un peso del cual
sabía, por haberlo calculado de antemano, que era igual al de una columna de agua
de altura conocida… entonces una luminosa revelación se ofreció a todos los
filósofos naturales. Comprendieron que la razón solo ve lo que crea de acuerdo con
su propio esquema: que debemos obligar a la naturaleza a responder a nuestras
preguntas, y no colgarnos de ella y dejar que nos guíe. Pues las observaciones
puramente accidentales, realizadas sin un plan concebido de antemano, no pueden
ser conectadas por una… ley, que es lo que la razón busca. (B XIII).
Todo esto para mostrar que la concepción tradicional para diferenciar lo científico de lo
pseudo-científico, concepción que se remonta a Bacon ―y según la cual la ciencia se
caracteriza por su base observacional o por su método inductivo, mientras que las pseudociencias se distinguen por su método especulativo o por el hecho de que operan con
anticipaciones de la mente―, es falsa. Además, para mostrar que la verificabilidad, criterio de
demarcación que tiene a su base la inducción, es incorrecta.
Debo decir, para terminar esta segunda sección, que una de las posiciones más tajantes
respecto al criterio de demarcación es la línea que trazan los positivistas entre los enunciados
científicos y los metafísicos. Esta línea en Popper no tiene este carácter tajante, pues dice que
hay grados de testabilidad. El criterio positivista, además de eliminar la metafísica, elimina la
posibilidad de la ciencia, pues la historia de la ciencia muestra, como veremos en la parte final
de este trabajo, que toda teoría científica tiene un origen metafísico. De ahí que la relación entre
metafísica y ciencia sea heurística.
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III
Finalmente, quiero defender la tesis de que la metafísica es un presupuesto necesario para
el desarrollo de la ciencia. Para hacerlo, me referiré a la revolución científica del siglo XVII.
Copérnico no solo centra el universo en el sol porque esto daba lugar a una explicación más
simple y racional de los movimientos planetarios, sino, además, por prejuicios estéticos: era
apenas justo que el sol, que era fuente de vida, ocupara el sitial hegemónico del universo. Al
respecto dice Koyré:
Pienso, por mi parte, que si Copérnico no se detuvo en el estadio tycho-brahiano
―admitiendo que lo hubiera considerado alguna vez―, fue por una razón estética o
de metafísica, por consideraciones de armonía. Siendo el Sol la fuente de la luz, y
siendo la luz lo más bello y mejor del mundo, le parecía conforme a la razón que
rige al mundo y que lo crea, que esta luminaria estuviera colocada en el centro del
universo que se encarga de iluminar. Copérnico lo dice expresamente y creo que no
hay ninguna razón para no creer en su adoración al Sol, sobre todo cuando el gran
astrónomo que es Kepler, el que inaugura verdaderamente la astronomía moderna,
es todavía más heliólatra que Copérnico. (1977m p.83).
Esto me hace pensar que en el fondo de los cambios científicos hay presupuestos
metafísicos que para nada se identifican con lo estrictamente científico. En efecto, el mismo
Koyré en su libro Pensar la ciencia dedica un capítulo a la influencia de las concepciones
filosóficas en las teorías científicas. Allí propone que es demasiado difícil, por no decir que
imposible, hacer teorías científicas sin un sistema o pensamiento filosófico de fondo. Lo que le
hace pensar esto son los tres postulados que la historia del pensamiento científico enseña y que
él mismo nombra:
1.
El pensamiento científico nunca ha estado enteramente separado del
pensamiento filosófico.
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2.
Las grandes revoluciones científicas siempre han sido determinadas por
conmociones o cambios de concepciones filosóficas.
3.
El pensamiento científico [...] no se desarrolla in vacuo, sino que siempre
se encuentra en el interior de un cuadro de ideas, de principios fundamentales, de
evidencias
axiomáticas
que
habitualmente
han
sido
consideradas
como
pertenecientes a la filosofía. (Koyré, 1994, p.51).
Por tanto, el prejuicio metafísico de Copérnico y Kepler debe tomarse como un axioma
perteneciente al campo filosófico que influye en la formulación de nuevas teorías científicas.
Este prejuicio es igual de importante que estas en el progreso de la ciencia. Un ejemplo que nos
ilustra esto de mejor manera se puede obtener del mismo E. A. Burtt (1960), quien considera
que las concepciones filosóficas influyen positivamente en la evolución de la ciencia. Burtt ve
en ellas andamios o soportes que ayudan al científico a formar y formular sus concepciones
científicas; sin embargo, considera que una vez concluida la teoría científica se puede
prescindir de ellos, es decir, pueden ser eliminados. Pero, ¿no se equivoca Burtt? ¿No lo hace al
decir que una vez terminada una construcción teórica se puede no contar con aquellas
concepciones metafísicas que le sirvieron de base y la hicieron posible? ¿Al quitar la base no se
viene consigo todo el edificio? Esto le sirve a Koyré para plantear que la concepción metafísica
es igual de importante tanto antes como después del constructo teórico.
Koyré propone su argumento. Aunque no sepamos en qué consiste el universo
newtoniano, este es un claro ejemplo que muestra la importancia de la concepción extracientífica (metafísica) en la formación y sostenimiento de la teoría científica. Para Newton y su
mundo la medida de todas las cosas no es el hombre sino Dios; entonces, si tenemos en cuenta
a Burtt, el mundo newtoniano, como constructo, puede prescindir del presupuesto metafísico de
Dios. Pero se equivoca:
Los sucesores de Newton pudieron olvidar, pudieron creer que no tenían la
necesidad de la hipótesis de Dios, en adelante andamio inútil de una construcción
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que se sostenía por sí misma. Se equivocaron. Privado de su soporte divino, el
mundo newtoniano se reveló inestable y precario. Tan inestable y tan precario como
el mundo de Aristóteles que había reemplazado. (Koyré, 1994, p.62).
Considero, para terminar, que en la historia de la ciencia podemos encontrar cantidad de
argumentos a favor de la postura popperiana de que la metafísica ha influido profunda y
constantemente a las teorías científicas. No veo por qué eliminarla si los grandes sistemas
científicos han tenido en ella su matriz y de ella se han nutrido. Los ejemplos que recojo de
Koyré son apenas una pequeña muestra que nos ilustra bien cuál ha sido el papel y la
importancia de la metafísica para el desarrollo del conocimiento científico. El mismo Popper
manifiesta lo siguiente:
En lo que respecta a la ciencia y a la metafísica, yo no creo, ciertamente, en una
demarcación precisa. La ciencia, en todas las épocas, ha sido profundamente influida por las
ideas metafísicas; ciertas ideas y problemas metafísicos […] han dominado el desarrollo de la
ciencia durante siglos, como ideas reguladoras; mientras que otras […] se han transformado
gradualmente en teorías científicas. (1997, pp.199-200) Φ
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Referencias
Burtt, E. A. (1960). Los Fundamentos Metafísicos de la Ciencia Moderna. Buenos Aires:
Sudamericana.
Carnap, R. (1965). “La superación de la metafísica mediante el análisis lógico”. En: Ayer, A.
J. (comp.). El positivismo lógico. México: FCE.
Echeverría, J. (1989). Introducción a la Metodología de la Ciencia: La Filosofía de la Ciencia en
el siglo XX. Barcelona: Barcanova.
Koyré, A. (1977). Estudios de la historia del pensamiento científico. México: Siglo XXI.
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________. (1994). Pensar la ciencia. Bercelona: Paidós.
Popper, K. R. (1972). Conjeturas y refutaciones: El desarrollo del conocimiento científico.
Barcelona: Paidós.
________. (1980). La lógica de la investigación científica. Madrid: Tecnos.
________. (1997). Realismo y el objetivo de la ciencia. Madrid: Tecnos.
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