PRESENCIA DE LA ESPAÑA
DEL SIGLO XX
David Jorge
E l C o l e g i o d e M éx i c o
introducción
L
a presente contribución busca ofrecer un balance cuantitativo y cualitativo de la –en términos comparativos con otros
países– muy sustanciosa presencia de España y de lo español en
el siglo xx durante las siete décadas de trayectoria de la revista
Historia Mexicana; es decir, una trayectoria iniciada en el ecuador mismo de la centuria que abordan estas líneas.
Omitiendo los trabajos que, aun estando lo español presente y explicitado en ellos, tengan como marco cronológico un
periodo anterior al de la consolidación de España (así como de
México), resulta notable el predominio del siglo xix (la revista no
ha publicado por el momento trabajo alguno relativo a las dos
primeras décadas del presente siglo, al margen de alguna reseña
con referencias al respecto).
balance cronológico y temático e interpretación
de los focos de atención académica
En una aproximación mediante el buscador de la revista (excluyendo reseñas y salvando ciertas deficiencias, en cuanto a
HMex, LXXI: 1, 2021
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DAvID JORGE
referencias duplicadas, ensayos de diferente naturaleza en cuanto a extensión u objeto de estudio, o vinculación no relevante
en términos mínimos con lo español), los trabajos relativos al
siglo xix son dominantes. Entre los artículos referenciados en
torno a la época contemporánea, el porcentaje de trabajos dedicados al siglo xix dobla al correspondiente al siglo xx. Casi una
cuarta parte de los trabajos cabalga entre ambos periodos, un
porcentaje comprensible dado que el salto de siglo tanto en España como en México estuvo marcado por dos continuidades
como lo fueron el régimen de la Restauración, por un lado, y el
porfiriato, por el otro. Además, tanto la relación bilateral como
la presencia española en México durante tal periodo ha concentrado una significativa atención académica, particularmente en
el ámbito de las universidades mexicanas.
La bisagra intersecular concentra pues, en términos cronológicos, la mayor parte de las contribuciones relativas al siglo xx
español. Le siguen, como segundo gran bloque concentrador
de trabajos, las décadas de 1930 y 1940, con motivo del gran
punto de encuentro histórico entre ambos países en la época
contemporánea, como fue la Guerra de España con el consecuente exilio republicano en México, derivado del activo papel
del cardenismo en ambos episodios.
Los temas estrella son tres: la historia de las relaciones bilaterales
entre México y España en términos político-diplomáticos, el nacionalismo –intrínseco al bilateralismo anterior– y el exilio republicano español en México. Si bien en menor medida que las temáticas
anteriores, ámbitos como la historiografía, la historia económica
y la historia cultural tienen también una visibilidad importante.
la españa de la restauración y los gachupines,
entre el porfiriato y la revolución
No cabe duda de que, tras el considerable paralelismo histórico que se puede trazar entre el porfiriato y la España de la
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Restauración entre finales del siglo xix e inicios del xx, la revolución mexicana iniciada en 1910 marcó un punto de inflexión
en todos los órdenes. La relación bilateral México-España, así
como la situación de los españoles residentes en México, iban
a cambiar radicalmente, toda vez que el marco ideológico bajo
el cual se escudaron las diferentes familias revolucionarias pasaba por un nacionalismo a ultranza, de reivindicación indigenista,
en el cual poca cabida se le otorgaba al componente peninsular de
la mexicanidad. El nacionalismo revolucionario marcó de forma
indeleble la evolución histórica de las mencionadas relaciones
y, como no puede ser de otra manera, así quedó reflejado en los
trabajos plasmados en las páginas de Historia Mexicana.
Dado el número de trabajos relativos al medio siglo comprendido entre las décadas de 1870 y 1920, resulta inviable comentarlas
aquí de forma individualizada. El tema estrella del periodo, como
es lógico, es el del nacionalismo. En tal sentido se pueden encontrar artículos que introducen muy bien la problemática por parte
de un referente ineludible en la materia como Tomás Pérez vejo,
autor de “La conspiración gachupina en El hijo del Ahuizote”, así
como “Reconquistar América para regenerar España. Nacionalismo español y Centenario de las independencias en 1910-1911”,
de Javier Moreno Luzón y, en un espectro más amplio en cuanto
al periodo y más específico en el ámbito estudiado, “¿Negar o
reescribir la Hispanidad? Los nacionalismos subestatales ibéricos
y América Latina, 1898-1936”, de Xosé Manoel Núñez Seixas.
Por último, siguiendo la estela del nacionalismo y su repercusión
en la bilateralidad México-España, encontramos para periodos
posteriores trabajos como “La colección de Etnografía e Historia
de América y el embajador Roberto Levillier en México, 19341939”, de Alexandra Pita González, o “¿Nosotros, ustedes o
ellos?: lo español en la memoria nacionalista de la arquitectura
mexicana”, de Johanna Lozoya.
El fervor nacionalista afectó naturalmente a cuestiones migratorias y al ámbito de las relaciones diplomáticas entre ambos
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DAvID JORGE
países (segundo tema predominante en cuanto a foco académico). En el primer campo se encuentran trabajos como “La
repatriación gratuita de inmigrantes españoles durante la Revolución Mexicana, 1910-1920”, de Alicia Gil Lázaro. En cuanto
a diplomacia bilateral, la cobertura es idónea, toda vez que se
pueden hilar en sintonía cronológica –para todo el periodo referido– tres artículos: “España y México: relaciones diplomáticas,
negocios y finanzas en el Porfiriato”, de Clara E. Lida; “México
y España: de la representación diplomática oficial a los agentes
confidenciales, 1910-1915”, de Josefina MacGregor, y “La diplomacia española en la época de Carranza: iberoamericanismo
e hispanoamericanismo, 1916-1920”, de Marina Zuloaga Rada.
En el ámbito de la historia económica, destaca el estudio comparativo, por medio de dos ciudades emblemáticas en el desarrollo industrial de México y España, elaborado por Mario Cerutti
y Jesús María valdaliso: “Monterrey y Bilbao (1870-1914). Empresariado, industria y desarrollo regional en la periferia”.
callismo, cardenismo y avilacamachismo
ante una españa en guerra y exilio
El periodo de entreguerras significó un parteaguas histórico en
España, al tiempo que un periodo trascendental en la vida política del México posrevolucionario. Pero significó asimismo un
momento esencial en la relación bilateral en todos los ámbitos:
político, diplomático, cultural y social. La proclamación de la
II República Española había motivado la elevación al rango
de embajador del nivel de relaciones diplomáticas entre ambos
países, con un periodo especialmente feliz en las mismas, el
bienio 1931-1933 (con el embajador Julio Álvarez del vayo en
México). Tras una prosaica rebaja de dicha cercanía durante
el bienio radical-cedista entre finales de 1933 e inicios de 1936,
la victoria del Frente Popular en España auguraba unos nuevos tiempos, especialmente cordiales con el cardenismo. Sin
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embargo, el inicio de la guerra en España en julio de 1936 iba
a alterar por completo la naturaleza de la relación. Desde un
primer momento, México se erigió (por medio de diplomáticos
como Narciso Bassols o Primo villa Michel, que dignificaron
la política exterior mexicana haciendo lo correcto tanto legal
como moralmente) en el actor que mejor comprendió el carácter
de la contienda, concibiéndola como una guerra internacional
confinada a suelo español, aparte de la guerra civil en sí misma.
Dicha vertiente internacional era la que situaba el conflicto en
la dinámica de la crisis general de entreguerras, con las consecuencias jurídicas que un acto de agresión y una violación a la
integridad territorial y a la independencia política de un Estado
implicaban en términos del derecho internacional de la época.
Un marco legal de aspiraciones supranacionales cuyo eje rector
era el Pacto de la Sociedad de Naciones, organismo multilateral
mediante el cual los delegados mexicanos expusieron tan firme
como repetidamente su postura. El desdén por el marco de convivencia internacional acordado tras la primera guerra mundial
tendría la consecuencia más funesta: allanar el camino hacia
una segunda guerra mundial. Evitar tal escenario había sido el
objetivo primordial de quienes configuraron el nuevo orden
internacional de la primera posguerra mundial. Menos de dos
décadas después –es decir, apenas un suspiro en términos históricos–, todo aquello se había desmoronado entre prejuicios,
temores y nuevo abandono de un sentido de la colectividad más
allá de las fronteras.
La tan activa e impecable como solitaria posición mexicana no
sirvió para alterar la balanza de fuerzas internacionales a favor de
la causa democrática española. Pero, sin embargo, sí sirvió para
salvar incontables vidas y acoger solidariamente a más de 20 000
exiliados republicanos en suelo mexicano. Entre las consecuencias de aquel éxodo, masivo y heterogéneo, estuvo la creación
de La Casa de España en 1938 y su reestructuración como El
Colegio de México a partir de 1940. Alfonso Reyes y Daniel
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DAvID JORGE
Cosío villegas fueron los principales artífices de dicha iniciativa
(y el segundo, gran impulsor de esta revista en su concepción
primigenia), que dio acogida a muchos representantes del mundo académico, intelectual y cultural español que, durante el
primer tercio del siglo xx, representaron la hasta aquel entonces
mejor generación de la historia de España en tales ámbitos. De
alguna forma, sus aportaciones a la vida mexicana contribuyeron
a paliar la deuda contraída por los demócratas y antifascistas
españoles con la solidaria acogida mexicana en dramáticas circunstancias tanto a escala individual como colectiva.
Sobre el papel mexicano en la Sociedad de Naciones, que
reflejó un continuum en materia de política exterior desde antes
ya del inicio de la guerra en España (estreno con motivo de la
agresión de la Italia fascista en Etiopía), ha trabajado en profundidad –desde una posición bastante más realista que idealista en
cuanto al balance en las motivaciones de los dirigentes mexicanos– Fabián Herrera León. En esta revista publicó un trabajo,
“México y la Sociedad de Naciones: Sobre su exclusión e ingreso
(1919-1931)”, trabajo que refleja las primeras raíces de su línea
de investigación, que se prolongaría en el tiempo hasta el periodo que nos ocupa.
No obstante la extraordinaria importancia de la relación
bilateral en el periodo 1931-1945, no abundan los artículos directos en Historia Mexicana. Si para el sexenio cardenista llama
especialmente la atención la ausencia de trabajos, para la relación
de Calles (menos estudiado desde la academia que Cárdenas)
y España solamente tenemos el trabajo de Lorenzo Meyer, en
tanto que para la presidencia de Ávila Camacho (para su primera
mitad, específicamente) contamos con el de Abdón Mateos.
En “Calles vs. Calles. El ‘Jefe Máximo’ con la República, el
exiliado con Franco. Contradicciones de la élite revolucionaria
mexicana”, Meyer analiza el giro de 180° por parte del expresidente Calles hacia la República española. Si durante el Maximato se habían elevado las relaciones diplomáticas al rango de
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embajada y se vivió el mejor episodio entre ambos países en sus
trayectorias históricas como estados independientes, el enfrentamiento abierto entre Calles y Cárdenas a partir de la llegada
a la presidencia del segundo motivó un giro en la apropiación
de la causa republicana por parte de la élite revolucionaria
mexicana. A ello se sumaba el dejarse querer por parte de Calles
respecto a la derecha y el conservadurismo nacionales, dada la
polarización del país a partir de las decididas reformas sociales
implementadas por el cardenismo. Todo ello llegó a su punto
álgido con motivo de la elección presidencial de 1940, con la
candidatura de Juan Andrew Almazán con serias posibilidades
de llegar al poder. Al margen de ello, abonaba un elemento ideológico previo presente ya en Calles desde sus años en el poder:
su marcado anticomunismo. Pese a que Calles llegó a acercarse
al régimen franquista con el fin de dar un golpe contra el cardenismo, la política conciliadora de Manuel Ávila Camacho una
vez asumida la presidencia apaciguó a Calles, repatriándolo y
reinsertando su figura dentro del relato revolucionario. Como
bien señala Meyer, la posición de Calles hacia España “no es más
que una ilustración extrema de la ambigüedad y contradicción
ideológica de la élite revolucionaria mexicana”. Y también una
ilustración extrema, cabría añadir, del papel definitorio de las
luchas personalistas y las circunstancias concretas, propias, nacionales e internacionales, a la hora de configurar y reconfigurar
la evolución ideológica.
Mateos centra su trabajo, “Tiempos de guerra, tiempos de
desesperanza. La política de Ávila Camacho hacia España y el
exilio republicano en México, 1940-1943”, en la primera fase
del exilio republicano en México, coincidente con la primera
fase de la segunda guerra mundial, en la que México ingresaría a
mediados de 1942. El artículo narra las dificultades, divisiones,
reacomodos, discretas inserciones en el mundo político y sindical mexicano y derivas político-ideológicas de los exiliados
republicanos en México durante el mencionado periodo. Se
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pone un especial énfasis en la jare y en las restricciones migratorias implementadas por el gobierno de Ávila Camacho, menos
decidido que el cardenista a la hora de concebir las libertades de
los exiliados en suelo mexicano, y dentro de cuya Secretaría
de Relaciones Exteriores (Ezequiel Padilla) se llegó a barajar la
posibilidad de establecer relaciones diplomáticas con el régimen
franquista.
En un amplio trabajo titulado “Mexicanos por naturalización
en la primera mitad del siglo xx. Un acercamiento cuantitativo”,
Pablo Yankelevich presta especial atención al caso de españoles
naturalizados en el marco cronológico correspondiente al primer lustro del exilio republicano en México. Dado que el propio
autor contribuye en este mismo número con una aportación relativa a la presencia del tema migratorio en las páginas de esta
revista, huelga aquí hacer mayor énfasis específico en el tema.
Dos extensos trabajos, de diferente naturaleza, giran en torno
al famoso yate Vita y su significación en el devenir y divisiones
del exilio republicano. Carlos Sola Ayape, en “El exilio puesto
a prueba: la polémica periodística entre Indalecio Prieto y Alfonso Junco en torno al oro del Vita”, se basa esencialmente
en fuentes hemerográficas para analizar y contextualizar la
polémica periodística entre el escritor mexicano Alfonso Junco
y el factótum del exilio republicano en México, el exministro
socialista Indalecio Prieto (al frente de la jare y enfrentado al
otro gran sector del exilio republicano, liderado –en la distancia– por el presidente Negrín y organizado con los más exiguos
recursos del sere). La posición de Junco sería un elemento más
en el lado de la reacción de la derecha mexicana ante la llegada
de los supuestos “rojos” españoles, que en su sector mayoritario
tenían bien poco de comunistas, pero cuya fuerte división abonó
su debilidad desde los primeros días del exilio. La consecuencia de tal división no fue otra que una ayuda vital de cara a la
consolidación del general Franco en el poder después de 1945,
derrotados sus aliados nazis y fascistas. Aurelio velázquez
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Hernández, por su parte, profundiza por medio de material de
archivo inédito hasta entonces en “En torno del asunto del yate
Vita. Los recursos de la Junta de Auxilio a los Republicanos
Españoles”. Analiza asimismo velázquez el entorno de Prieto,
identifica a actores no tan reconocibles de aquel primer exilio,
presenta una visión novedosa de la jare y sus actividades y, lo
más relevante, desmitifica –por medio de un pormenorizado
estudio cuantitativo– diversos mitos creados y asentados en la
historiografía en torno al Vita.
Para finalizar, cabe señalar dos breves pero clarificadores
trabajos: el artículo de José Miranda –publicado de forma
póstuma, a finales de los años sesenta– acerca de “La Casa de
España”, germen de El Colegio de México (una vez que la
medida, provisional en su origen, se consolidó en el tiempo
–particularmente en vistas a los posibles riesgos derivados del
cambio presidencial de 1940– en forma de definitividad). En
él se señalan los orígenes de una iniciativa de acogida académica
de carácter extraordinario, fruto de la solidaridad del régimen
cardenista hacia los perseguidos republicanos españoles, así
como de la voluntad de aprovechar su talento en beneficio del
progreso cultural de México.
Cabría añadir que se trató de una contribución que paliaba
la deuda, imposible de saldar, contraída por la solidaria acogida
mexicana y en la que, además de a través de la propia Casa de
España/El Colegio de México, tendrían asimismo un papel
importante refugiados de diferentes generaciones en diferentes
instituciones académicas y educativas en México (Universidad
Nacional Autónoma de México, Instituto Politécnico Nacional, Instituto Luis vives, Colegio Madrid, etc., e incluso una
iniciativa bastante posterior como el Centro de Investigación y
Docencia Económicas, concebido por la economista Trinidad
Martínez Tarragó).
Por otro lado, destaca el muy temprano trabajo de Clara E.
Lida en torno a la producción sobre historia de España desde
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México, una vez llegado el contingente de exiliados republicanos
y, entre ellos, numerosos académicos que se insertaron en las
universidades y el panorama intelectual del mundo mexicano.
Lida no sólo se limita a constatar dicha producción –escasa
en número–, sino que valora la labor formativa y la influencia
intelectual de dichos profesores españoles entre sus alumnos
en las universidades mexicanas. El texto hace un balance de las
aportaciones por parte de reconocidas figuras de la historiografía española, como el geógrafo Leonardo Martín Echeverría,
Américo Castro, Antonio Ramos Oliveira, Rafael Altamira,
Juan Marichal, José Moreno villa, Rafael Segovia, Anselmo
Carretero, Ceferino Palencia, Pedro Bosch Gimpera, Alberto
Jiménez, Ramón Iglesia o Joaquín Xirau, entre otros, para culminar en los significativos trabajos de José Gaos en torno a su
maestro José Ortega y Gasset.
presencias biográficas
En el artículo “De la banca privada a la gran banca. Antonio
Basagoiti en México y España, 1880-1911”, Carlos Marichal
Salinas presenta la figura de un exitoso banquero (originario de
la franja cantábrica del norte de España, contingente migratorio
mayoritario en el México de la época) en el marco de sendos
procesos de transformación y expansión económica aceleradas
y paralelas en México y España. Para ello se analizan los factores biográficos, sociales y políticos cuya concatenación permite
comprender mejor el éxito de una categoría de migrantes españoles durante el porfiriato. El caso de Basagoiti, fundador del
Banco Hispano Americano, es asimismo significativo como
ejemplo para explicar los cambios fundamentales y la modernización de las prácticas que afrontó el mundo empresarial de la
época, así como el tránsito profesional de comerciantes (categoría estrella de los gachupines en el México del siglo xix) a banqueros privados y directivos de la gran banca y la heterogénea
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naturaleza de sus funciones, entre las cuales no estuvo un rol determinante en la configuración de los lazos hispano-mexicanos
e hispano-americanos en general.
Por su parte, Andrés Lira da cuenta en “El hombre Ramón y
otros papeles” de las tribulaciones y perturbaciones del historiador y profesor exiliado español Ramón Iglesia. Lo hace a partir
de dos expedientes, localizados uno en el Archivo Histórico de
El Colegio de México y otro en el de la jare, que revelan el calvario del personaje tras su arribo a Berkeley-California y que, tras
conducirlo del hospital a un centro psiquiátrico, tuvo un trágico final, ya como profesor en Madison-Wisconsin, en forma
de aparente suicidio a sus 42 años. El texto expone, por medio de
su correspondencia con Alfonso Reyes y Daniel Cosío villegas
(pues nunca interrumpió su vinculación con El Colegio de México), a un historiador sobrepasado mentalmente por la carga
de trabajo autoimpuesta y que malamente disimula su angustia.
Lira, al igual que otros historiadores mexicanos como Álvaro
Matute, profundizarían en el estudio de la figura de Iglesia, quien
pese a su demasiado corto periplo contribuyó notablemente a la
renovación de la historia de la historiografía en México.
ausencias: temas por abordar en las relaciones
méxico-españa en el siglo xx
En cuanto a los temas especialmente relevantes dentro del siglo xx y que están ausentes de las páginas de Historia Mexicana,
destacan fundamentalmente los cinco bloques siguientes:
1. La relación bilateral durante los años veinte y treinta (previos al inicio de la guerra en España, en el verano de 1936).
Pese a la abundancia, tanto por medio de libros como de
publicaciones en otras revistas académicas, de trabajos
relativos al papel mexicano en torno a la contienda española, así como cierta presencia de la relación durante el
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2.
3.
4.
5.
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primer bienio republicano (1931-1933), sigue dándose una
ausencia general de trabajos relativos a la relación MéxicoEspaña durante los años veinte (mandatos presidenciales
de Obregón y Calles en México, crisis del régimen de la
Restauración y dictadura de Primo de Rivera en España)
y durante el periodo 1933-1936 (bienio radical-cedista y
frente popular en España, y final del Maximato e inicios
del sexenio cardenista en México), previo al estallido de
la guerra;
la vinculación y acción transnacional conjunta (MéxicoEspaña-México) de determinados actores del movimiento
comunista internacional, desde los orígenes mismos de
los partidos comunistas de ambos países –a inicios de los
años veinte–, y la proyección de la Komintern en los mismos –durante el periodo de entreguerras y la segunda
guerra mundial–;
la relación bilateral en términos comerciales y culturales
–ya que las relaciones diplomáticas fueron inexistentes,
dado que el régimen priista nunca reconoció al franquista–
durante la larga dictadura en España;
las diversas relaciones mantenidas entre emisarios de los
sucesivos gobiernos mexicanos y personalidades de la
oposición antifranquista durante los años finales de la dictadura y los inicios del proceso de transición hacia la democracia en España;
en un terreno de relaciones bilaterales y estudio comparativo, los virajes hacia la “modernidad” (entendida con
matices diferentes pero esencias comunes, como el abrazo
al neoliberalismo victorioso en la dialéctica bipolar de la
Guerra Fría) que tuvieron lugar en 1982 (con los cambios
de gobierno en ambos países y los giros en materia de política económica y exterior) y 1986 (ingresos respectivos en
el gatt y en la Unión Europea, concebidos ambos como
inmersiones naturales en virtud del entorno geopolítico a
PRESENCIA DE LA ESPAÑA DEL SIGLO XX
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un lado y otro del Atlántico) en los dos países, así como la
“economización” de la relación bilateral, perdiendo fuelle
en materia de diplomacia y política exterior –no en el ámbito cultural–.
Pero si hay un terreno especialmente virgen por explorar es
el de los dos últimos puntos, que abarcan el último medio siglo.
En tal sentido, la lucha en torno a la apertura de archivos es una
batalla que los historiadores, y el mundo académico e intelectual
en su conjunto, todavía tienen por delante. Mantener cerrados a
cal y canto los archivos correspondientes no puede responder ya
a ningún riesgo relativo a la seguridad nacional o la respetabilidad
internacional. La salud democrática de ambos países se beneficiaría de la transparencia y las facilidades a la hora de reconstruir
los hechos de un pasado ya lo suficientemente lejano como para
comenzar a ser explorado bajo una perspectiva histórica.
conclusiones
Dada la naturaleza de Historia Mexicana, en la que lo mexicano
debe estar presente en una medida significativa en cada contribución, la presencia de España en la revista resulta especialmente
relevante. Y, en términos nacionales, únicamente comparable a
la de una potencia vecina como Estados Unidos, cuyo papel ha
sido decisivo y cuasi permanente en el desarrollo histórico del
México contemporáneo.
Si bien para periodos anteriores a la época contemporánea
lo español ha tenido una presencia inmensa en la publicación,
dados los íntimos lazos compartidos a lo largo de tres siglos entre novohispanos y peninsulares, los vínculos entre México y
España como Estados nacionales independientes han seguido
gozando de una posición privilegiada en la atención de los historiadores de este país. También en la atención de los académicos
españoles, si bien en menor grado (en buena medida debido a la
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DAvID JORGE
intrínseca vinculación, ya sea más o menos justificada, con que
se presenta el proceso de modernización español en el marco
de la integración comunitaria europea). No obstante, en la historiografía española también se ha privilegiado la especificidad
mexicana por encima de otros países latinoamericanos. El grado
de atenciones mutuas no es sino el reflejo de una relación excepcional a escala mundial, sin parangón en términos intercontinentales, tanto por la duración y profundidad de los vínculos como
por la diversa naturaleza –en extremo compleja y heterogénea–
de los mismos.
DE PRÓXIMA APARICIÓN
281
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VOLUMEN LXXI
NÚMERO 1
JULIO-SEPTIEMBRE 2021
281
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2021
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6. Todas las ilustraciones y gráficas deberán estar preparadas para reproducción y numeradas consecutivamente. Su colocación en el texto deberá
indicarse con claridad.
7. Los cuadros y tablas se numerarán de modo consecutivo y su colocación en el texto se señalará claramente. Cuando su extensión lo requiera, irán
en páginas aparte.
8. Las notas se reducirán siguiendo el formato establecido por Historia
Mexicana. Éstas irán al final del texto, con paginación corrida, antes de la bibliografía; estarán numeradas de manera consecutiva con números arábigos volados.
9. Todas las siglas y referencias que aparezcan mencionadas se incluirán
completas al final del texto, en orden alfabético, en la sección de Siglas y
Referencias; la paginación será corrida. En todos los casos se deberá seguir el
formato ya establecido por Historia Mexicana.
10. Al inicio de los artículos se deberán indicar claramente después del
título, el nombre del autor y el de la institución a la que pertenece. En los
testimonios, critica de libros, archivos y documento, reseñas, etc., estos datos
se colocarán al final del texto.
11. Las reseñas tendrán una extensión de 1 500 palabras (aproximadamente 4 páginas) y al final de la misma debe aparecer el nombre completo del autor
de la reseña y la institución a la que pertenece. La ficha bibliográfica del libro
reseñado debe estar completa (nombre, título, lugar de publicación, editorial,
año, número de páginas e ISBN).
12. No se admitirá ninguna colaboración que no se atenga a estas Normas.
13. La redacción acusará recibo de los originales en un plazo de 7 días
hábiles a partir de su recepción.
14. No se aceptará ningún cambio en el texto después de aprobada la
colaboración.
15. En ningún caso se devolverán los trabajos recibidos por Historia
Mexicana.
Advertencia: se solicita que las editoriales y los autores que deseen enviar
libros para reseñar, lo hagan a la Redacción de la revista Historia Mexicana a
la siguiente dirección postal:
Carretera Picacho Ajusco núm. 20, Ampliación Fuentes del Pedregal,
Delegación Tlalpan, 14110 Ciudad de México.
Toda obra aparecerá citada anualmente en una lista de Publicaciones Recibidas.