ARQUEOLOGÍA DEL
OCCIDENTE DE MÉXICO
María Teresa Cabrero G.
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 • ISSN 2254–187X
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE
DE MÉXICO
La Florida: un centro de control en la región de Bolaños, Zacatecas y Jalisco (pág. 4)
Los textiles recuperados en la cultura Bolaños, Jalisco (pág. 19)
Algunas menciones en las fuentes etnohistóricas de las minas de Chalchihuites en el noroeste
de Zacatecas (pág. 32)
Presencia de la cerámica seudo-cloisonné en la cultura Bolaños, Jalisco y Zacatecas
(pág. 41)
Cascabeles de cobre en la cultura Bolaños, Jalisco (pág. 55)
La concha en la cultura Bolaños (pág. 68)
La cerámica decorada del cañón de Bolaños (pág. 83)
Entierros intencionales de perros en la cultura Bolaños, Jalisco (pág. 97)
Presencia teotihuacana en la cultura Bolaños (pág. 109)
La cosmovisión del Occidente de México en la tradición de tumbas de tiro con énfasis en la
cultura Bolaños (pág. 118)
Las figurillas de piedra y tepalcate en la cultura Bolaños, Jalisco (pág. 137)
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 • ISSN 2254–187X
Serie de Monografías/Monograph Series
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Edited & Published by Pascual Izquierdo-Egea in Graus, Spain
© De esta edición, Pascual Izquierdo Egea, 2016. Licencia CC BY 3.0 ES.
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
PREFACIO
EN ESTA RECOPILACIÓN DE LOS ARTÍCULOS DE INVESTIgación auspiciada por Conacyt y UNAM, se expone la trayectoria del Proyecto Arqueológico en el
cañón de Bolaños, ubicado en el norte de Jalisco,
México. Durante las excavaciones se recuperaron
los vestigios materiales que se conservaron de los
creadores de esta cultura a la que denominamos
cultura Bolaños por ser la región donde se asentó y
desarrolló.
Se consideró tratar los artículos de acuerdo al
orden en que se analizaron los distintos materiales,
con la finalidad de recrear en lo posible su forma
de vida en los aspectos sociales, económicos e ideológicos.
La serie se inició con el sitio La Florida: un centro
de control en la región de Bolaños, Zacatecas y Jalisco
(2009), donde se expone la organización económica que dio sustento a su desarrollo a través de una
ruta de intercambio comercial cuya finalidad era la
de establecer contacto con la cultura Chalchihuites
(noroeste de Zacatecas), en la cual se explotaba la
preciada piedra verde considerada sagrada en todo
el mundo prehispánico.
La existencia de una gran cantidad de minas de
túnel en el noroeste de Zacatecas fue considerada
de origen prehispánico. Sin embargo, en el artículo Algunas menciones en las fuentes etnohistóricas de
las minas de Chalchihuites en el noroeste de Zacatecas
(2011) demostré que los nativos mexicanos no
emplearon este tipo de minas, por lo que estas fueron abiertas por los hispanos recién llegados al territorio zacatecano durante el siglo XVI.
Con base en el análisis de los diversos materiales
arqueológicos recuperados, se han tratado diversos
aspectos de la vida de sus creadores, lo que ha permitido introducirse en la vida cotidiana, sus costumbres e incluso su ideología.
Se analizaron los textiles (2010), materiales que
escasamente se conservan a través de los años debido a su condición deleznable. En 2012 se estudió
la presencia de la cerámica con decoración cloisonné
característica de la cultura Chalchihuites, demostrando con ello la estrecha relación de Bolaños con
dicha cultura. Como complemento a este artículo,
se analizó la cerámica decorada elaborada por la cultura Bolaños (2014) con la finalidad de mostrar la
creatividad de sus creadores.
Entre los materiales que llegaron del exterior, se
publicaron los cascabeles de cobre (2013) y la presencia teotihuacana (2015), demostrando con ello
el intercambio mercantil que se mantuvo a través
de la ruta comercial. Dentro de este rubro, se estudió la concha marina (2014); la cual, al exhumar
un taller en el sitio donde se efectuarían las transacciones mercantiles, se descubrió que fue trabajada en la localidad también con fines comerciales.
Posteriormente, me aventuré a penetrar en la
ideología de este pueblo incluyendo, en esta ocasión, la tradición de tumbas de tiro, publicando La
cosmovisión del Occidente de México en la tradición
de tumbas de tiro con énfasis en la cultura Bolaños
(2016). Dentro de ese tenor, se trató el entierro
intencional de perros (2015) y la presencia de siluetas humanas elaboradas en piedra (2016).
Quedan muchos materiales por estudiar de este
grupo humano asentado en un medio hostil semidesértico, que supo adaptarse a las circunstancias
ambientales con excelente resultado. Espero que en
los años venideros pueda aportar nuevos conocimientos acerca de su vida así como de su desempeño en la problemática prehispánica del Occidente
de México.
María Teresa Cabrero García
15 de diciembre de 2016
–3–
© ARQUEOLOGIA IBEROAMERICANA 3 (2009), 5–19. ISSN 1989–4104.
LA FLORIDA: UN CENTRO DE CONTROL EN LA REGIÓN
DE BOLAÑOS, ZACATECAS Y JALISCO
María Teresa Cabrero G.* y Carlos López C.**
* Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM (México) ** Centro INAH Jalisco (México)
RESUMEN. Las excavaciones en el sitio arqueológico
La Florida, Zacatecas, tuvieron como objetivo confirmar que la hipótesis planteada al inicio del proyecto arqueológico fue correcta al sugerir que un grupo procedente del centro de Jalisco ocupó el cañón de Bolaños
con el propósito de establecer una ruta de intercambio
comercial que uniera el centro de Jalisco con el norte de
México. Dicha hipótesis se basó en la presencia de un
patrón arquitectónico circular y tumbas de tiro, ambos
rasgos presentes tanto en el cañón de Bolaños como en
el centro de Jalisco. Las investigaciones en otros sitios
de este cañón dieron a conocer que la población pertenecía a un mismo grupo biológico ya que mostraba una
patología craneal (engrosamiento del frontal) generalizada.
PALABRAS CLAVE: La Florida, cultura Bolaños, Mesoamérica.
Recibido: 20-05-2009. Aceptado: 23-09-2009.
TITLE: La Florida: A control center in the region of
Bolaños, Zacatecas and Jalisco.
ABSTRACT. The objective of the archaeological diggings
conducted in La Florida, Zacatecas, Mexico site, was to
confirm that the hypothesis suggested originally was correct. It was that a group of people from the State of Jalisco relocated and settled in the Bolanios Canyon to establish a commercial route between the center of the State
and the North of Mexico. This hypothesis is based on the
circular architectonic pattern and the shaft tombs which
are representative of the Bolanios Canyon and the center of the State of Jalisco. Because of generalized pathology of skulls (thickening of the frontal bone) conducted
by other research projects along the Bolaños Canyon,
we know now that these people originated from the same
ethnic group.
KEYWORDS: La Florida, Bolaños Culture, Mesoamerica.
INTRODUCCIÓN
L
AS EXCAVACIONES QUE SE LLEVARON A CABO EN EL SITIO
arqueológico de La Florida, Zacatecas, tuvieron
como objetivo buscar las evidencias arqueológicas que confirmaran la hipótesis general del proyecto
propuesta inicialmente. Dicha hipótesis se refería a que
la región de Bolaños fue habitada por un mismo grupo
proveniente, probablemente, del centro de Jalisco donde
acostumbraron a enterrar a sus muertos en tumbas de tiro
y construir conjuntos arquitectónicos circulares que funcionaban como centros cívico-ceremoniales. La hipótesis se basó en la presencia de ambos rasgos arqueológicos a lo largo del cañón de Bolaños. La ocupación de
esta región tendría un doble propósito: 1) establecer una
ruta de intercambio comercial que llegara a la zona de
Chalchihuites donde se explotaban diversos minerales,
entre ellos, la preciada piedra azul-verde que en el mundo prehispánico formó parte de su cosmovisión y 2) servir de puente de comunicación entre el centro de Jalisco
y el norte de México.
El cañón de Bolaños se ubica en la Sierra Madre Occidental, el paisaje es muy accidentado hasta su desembocadura en la confluencia de río Grande de Santiago; por
lo que sería más fácil aprovechar el curso fluvial navegando que caminar entre las montañas que forman la sierra; esta sería un excelente factor para el establecimiento
de la ruta de intercambio comercial y de este modo entablar contactos con el norte de México (fig. 1).
EL SITIO DE LA FLORIDA
Se ubica en el valle de Valparaíso, en el suroeste de
Zacatecas. Formó parte importante de la problemática
regional, funcionando muy probablemente como centro
de control situado en la entrada al cañón (fig. 2), desde
donde podía visualizarse a gran distancia la afluencia de
los grupos que integraban las caravanas comerciales procedentes del área de Chalchihuites y del centro de Jalisco. Su cercanía con la ruta del interior propuesta por
Editor (Publisher): Pascual Izquierdo Egea. Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede redistribuirse sin permiso.
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Fig. 1. Mapa de localización del cañón de Bolaños, Jalisco y Zacatecas.
Fig. 2. Entrada al cañón en el valle de Valparaíso, Zacatecas. En la parte superior del lado izquierdo se encuentra el sitio de La Florida.
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Fig. 3. Planimetría del sitio de La Florida con el número de las estructuras excavadas.
Kelley (1976, 1980) favorecería el contacto (esporádico)
con las caravanas procedentes del centro de México cuyo
destino final serían los yacimientos de turquesa en Nuevo México.
El control en La Florida tendría el propósito de vigilar, revisar e iniciar el trueque de mercancías y materias
primas. Una vez efectuadas las transacciones comerciales, los integrantes de La Florida permitirían el paso hacia el cañón donde las caravanas realizarían otros trueques en cada pueblo establecido a lo largo de la ruta hasta llegar al centro de Jalisco y viceversa.
El sitio, ubicado sobre la meseta del lado este, justo
donde principia el cañón, comprende el conjunto arquitectónico principal con una plataforma circular en el centro y ocho montículos rectangulares alrededor, un segundo conjunto semicircular adosado al anterior cuyo acceso es a través de dos estructuras paralelas situadas hacia
el este, áreas de habitación en las inmediaciones y 5 tumbas de tiro (pozo) en la ladera este (fig. 3).
El sitio se encuentra en un avanzado estado de saqueo
y deterioro; sin embargo, se excavaron varias estructuras
con el propósito de conocer su probable función, la forma que tuvieron y sus dimensiones.
Las excavaciones proporcionaron el descubrimiento
de dos ocupaciones superpuestas: la más antigua fue contemporánea a las tumbas de tiro (cal. 50-400 d. C.) y la
segunda posterior a esta costumbre mortuoria (cal. 520650 d. C) (tabla 1). Dentro del área de habitación hay
unidades correspondientes a ambas ocupaciones.
En la etapa representada por las tumbas de tiro, la periodización puede subdividirse en una primera fase que
abarca de 50 a 220 d. C., encontrada en las estructuras 2,
6, 9 y 10 de los niveles más profundos. El segundo periodo, posterior a las tumbas de tiro, está representado en
las estructuras 3, 5 y 10 —conteniendo esta última ambos periodos.
Las características del sistema constructivo de cada
ocupación son diferentes; el contemporáneo a las tumbas de tiro usa piedras bien recortadas mientras que el
posterior emplea piedras con poca o ninguna preparación.
METODOLOGÍA
La metodología de excavación consistió en cuadricular completamente la zona seleccionada en unidades de 2
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Tabla. 1. Muestras de 14C de La Florida, Zacatecas. Laboratorio de referencia: Beta Analytic, Inc. (Miami, Florida, EE.UU.).
MUESTRA NÚMERO
ESTRUCTURA
FECHA CAL. 2 SIGMA
175100
2
30 a 220 D. C.
175101
2
30 a 220 D. C.
175102
2
30 a 220 D. C.
175103
2
340 a 320 A. C y 210 A. C. a 350 D. C.
175104
3
460 a 480 D. C.
175105
5
380 a 540 D. C.
175106
6
190 A. C. a 400 D. C.
175107
9
360 a 290 A. C. y 230 A. C. a 240 D. C.
175108
10
50 A. C. a 110 D. C.
por 2 m. Las áreas de saqueo se limpiaron llevando un
control sistemático del material en ambos casos.
El análisis de la cerámica se basó en el método tipovariedad donde se reúnen los rasgos similares hasta la
formación de un tipo.
DISTRIBUCIÓN DE LA PRIMERA
OCUPACIÓN (50-400 D.
C.)
lo que no se pudo rescatar ningún dato sobre su forma y
dimensión.
La segunda estructura, situada en el extremo este del
conjunto, presentaba un enorme pozo de saqueo en la
parte superior (se denominó estructura 2). Consistía en
una plataforma baja sobre la cual se colocó una habitación. En la parte posterior, se descubrió una primera etapa constructiva que comprendía dos cuartos cuyos cimien-
Comprende el conjunto arquitectónico circular y el semicircular, ambos situados en la parte central de la meseta; en el primero, se
excavaron 4 estructuras y, en el
segundo, 2.
En el conjunto circular principal se excavaron 4 montículos. El
principal, situado al sur del conjunto, era el de mayor tamaño y,
por consiguiente, fue el más atractivo para los saqueadores, quienes
lo destruyeron completamente por
Fig. 4. Cuarto posterior de la estructura 2,
en cuyo interior se encontraron los entierros extendidos.
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Fig. 5. Fachada de la estructura 2.
tos se colocaron directamente sobre el terreno natural (fechas cal. 50-110 d. C). Posteriormente, fueron cubiertos
durante la remodelación del edificio; ésta consistió en
nivelar y elevar el terreno hasta dejar una plataforma baja
sobre la cual se colocó una habitación (fechas cal. 210-350 d. C.). En la parte frontal, se construyó una fachada con tres escalones que accedían al cuarto. Ambas
etapas constructivas pertenecieron a la
primera ocupación (figs. 4, 5 y 6).
El montículo situado en el extremo
oeste del conjunto circular (se denominó
estructura 9) correspondía a un cuarto
ubicado sobre una pequeña plataforma;
a pesar de encontrarse muy saqueada, se
conservó parte de una caja de piedra revestida con lodo aplanado, situada en el
interior del cuarto. El hallazgo de múltiples fragmentos óseos humanos encima
del saqueo sugirió que había sido un recipiente mortuorio (fechas cal. 230-360
d. C.) (figs. 7, 8 y 9).
La última estructura excavada perteneciente al conjunto circular fue un montículo bajo y alargado (estructura 10) situado hacia el norte del conjunto; comprendió un cuarto grande con un cuadrete adjunto, correspondientes a la ocupación antigua (fecha de 50-110) y dos cuar-
tos más superpuestos pertenecientes a la segunda ocupación
(fecha probable entre cal. 540 y
cal. 650 d. C.) (figs. 10 y 11).
En el conjunto semicircular se
excavó el montículo colocado
hacia el oeste (estructura 6). Consistía en una plataforma baja sobre la cual se colocó una habitación (fechas cal. 190-400 d. C.).
Este cuarto mostró un agujero de
saqueo que abarcaba toda la unidad, por lo que únicamente se logró conocer la fachada consistente en un cimiento hecho con una
piedra clavada y, posiblemente,
un escalón que accedía al cuarto
superior (figs. 12 y 13). Además,
se identificó un muro de contención, situado en la parte
posterior, que delimitaba el conjunto.
Se excavó también parte de la habitación ubicada al
sur de este conjunto (estructura 7) situado bajo un círcu-
Fig. 6. Planta de la estructura 2.
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Fig. 7. Caja descubierta en el interior de la estructura 9.
Fig. 8. Revestimiento de bajareque (recubrimiento de barro aplanado) de la caja en la estructura 9.
lo pequeño de piedras (2 m de diámetro) colocado en
superficie. Parte de la habitación se destruyó al superponer el círculo. De acuerdo con las fechas, el círculo de
piedra correspondió a la segunda ocupación (cal. 540 d.
C.) mientras que los cuartos y la estructura adjunta pertenecieron a la primera (cal. 380 d. C.).
DISTRIBUCIÓN DE LA SEGUNDA
OCUPACIÓN (520-650 D. C.)
ENTIERROS PERTENECIENTES A LA
PRIMERA OCUPACIÓN
En el interior del cuarto más antiguo de la estructura
2, se descubrieron 8 entierros directos (4 primarios y 4
secundarios) en posición extendida dorsal.
Uno de ellos (entierro 13 infantil, de 4 a 5
años con el cráneo orientado hacia el norte)
presentó un collar de caracolillos (Olivella
sp.) con una cuenta esférica de piedra verde
y otra de concha marina; otro (entierro 14
femenino, adulto joven de 33 a 35 años),
sin cráneo, fue acompañado por un punzón
de hueso y un hacha de piedra colocados
cerca del brazo derecho; y un tercero (entierro 16 infantil, de 2 a 3 años con el cráneo orientado hacia el norte) presentó un
collar de caracolillos (Persicula bandera);
los demás carecían de ofrenda (figs. 14, 15
y 16).
Esta constante en la posición extendida
dorsal confirma la tesis ya expuesta en trabajos anteriores (Cabrero y López 2002) de
haber sido la posición dominante del grupo
de poder durante el periodo de tumbas de
tiro.
Se encontró superpuesta a la ocupación anterior mostrando un sistema constructivo con menor trabajo preparatorio en las piedras que formaban los cimientos, aun
cuando algunas de ellas presentaban recorte en la cara
anterior. Se excavaron dos estructuras situadas al sur del
conjunto circular (estructuras 3 y 5), una al norte (estructura 1) y otra superpuesta en la estructura noreste del conjunto principal (estructura 10). Todas correspondían a
unidades de habitación.
Fig. 9. Planta de la estructura 9.
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Fig. 10. Cuartos correspondientes a la primera ocupación de la estructura 10.
Fig. 12. Vista de la estructura 6.
La estructura 1, situada muy cerca del límite norte de
la meseta, consistía en una habitación rectangular con
cimientos de una piedra clavada cuyo desplante partía
directamente del suelo (figs. 17 y 18).
La estructura 3 fue una habitación de grandes dimensiones con piso empedrado en el interior y cimientos de
una piedra clavada (fechas cal. 460-650 d. C.); en ambos
extremos posteriores, presentaba un saliente como elemento arquitectónico. Hacia el este había una serie de
Fig. 11. Planta de la estructura 10 mostrando ambas ocupaciones.
Fig. 13. Planta de la estructura 6.
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figs. 14. Entierro en posición extendida correspondiente a la primera ocupación, descubierto en la estructura 2.
Fig. 16. Ofrenda que acompañaba a los entierros.
hileras de piedras clavadas separadas 50 cm una de otra.
Este elemento aparece con frecuencia en este sitio pero,
a pesar de haberse excavado no se ha podido conocer su
funcionamiento ya que entre ellas no aparece ningún
material diagnóstico (figs. 19-20).
La estructura 5 comprendió varios cuartos separados
por un cimiento de piedra colocada en forma horizontal.
Hacia el extremo este se construyó un cuadrete empedra-
do con función desconocida (fecha cal. 380 d. C.). En el
extremo oeste se descubrió (sobre la construcción de la
etapa anterior) un círculo de piedras de 2 m de diámetro
(estructura 7, fecha cal. 540 d. C.). Hacia el sur, en el
exterior del conjunto de cuartos, se halló una segunda
hilera de piedras (figs. 21 y 22).
En la estructura 10 se encontraron ambas ocupaciones, la más antigua (fechas cal. 50-110 d. C.) formaba
parte del conjunto circular principal; se trató de un cuarto y adosado a éste había un cuadrete de piedra recortada. La segunda ocupación (fecha probable 650 d. C.) se
encontró superpuesta a la anterior. Se trataba de dos cuartos rectangulares unidos que habían sido construidos sobre la habitación más antigua. En ambos extremos de estas habitaciones se descubrió un entierro directo en posición flexionada (fig. 22).
ENTIERROS PERTENECIENTES A LA
SEGUNDA OCUPACIÓN
En el interior de la estructura 3 se depositaron 5 entierros primarios y en la 5 se descubrieron 4, todos en posición flexionada.
En la parte central del cañón se conoce que, a partir
del 500 d. C. aproximadamente, cesa la costumbre de tumbas de tiro y los entierros se depositaron en posición
flexionada, fenómeno que se confirma en La Florida al
corresponder este tipo de inhumaciones a fechas entre
460 y 650 d. C. (fig. 23).
LAS TUMBAS DE TIRO
Fig. 15. Entierro en posición extendida correspondiente a la primera
ocupación, descubierto en la estructura 2.
El contenido humano y cultural de las tumbas de tiro
de La Florida se conoce escasamente debido a que fue-
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Fig. 17. Vista de la estructura 1.
Fig. 19. Vista de la estructura 3.
ron saqueadas hace varias décadas; sin embargo, la forma y dimensiones de las 5 tumbas se conservan intactas.
El suelo presenta una capa de toba volcánica profunda y
compacta que permitió reproducir estos monumentos funerarios como los del centro de Jalisco (figs. 24-27).
La menor de las tumbas es la 2, que mide 3,50 m de
largo por 2,50 de ancho por 1,30 de altura; y la mayor es
la 1, que mide 4,70 m de largo por 3 de ancho por 1,70
de altura. El tiro (pozo) de las 5 tumbas es de forma circular y mide 85 cm de diámetro; la profundidad varía de
2,20 m a 1,50 dependiendo de la pendiente de la ladera.
En 1979, la delegación belga, con Marie Hers al frente, llevó a cabo la limpieza de las tumbas 4 y 5 mencionando el hallazgo de caracolillos Persicula bandera en
el interior de las cámaras (en Manzo 1983).
INFERENCIAS E INTERPRETACIÓN DE
LOS HALLAZGOS EN LA FLORIDA
Fig. 18. Planta de la estructura 1.
Las excavaciones en este sitio permitieron hacer varias inferencias con relación a su funcionamiento y compararlo con otros excavados en la región de Bolaños.
1. La Florida es contemporáneo de los sitios ubicados
en la parte central del cañón. Las fechas de 14C obtenidas
en La Florida son 50-110 d. C. para el periodo de tumbas
de tiro y 460-650 d. C. para el momento posterior a ellas.
En la parte central, el periodo de tumbas de tiro se inicia
en 80 d. C. y se prolonga hasta 440 d. C. —ambas fechas
fueron obtenidas en el interior de las tumbas—. Se tiene
una fecha más temprana (30 d. C.) proveniente del sitio
de Pochotitan, confirmando que los colonizadores de esta
región se asentaron inicialmente en el valle de San Martín de Bolaños por ser el primero que encontraron a partir del centro de Jalisco. El periodo posterior al de tumbas de tiro se iniciaría a partir de 500 d. C. aproximadamente, prolongándose en El Piñón hasta alrededor de 1260
d. C. En el conjunto circular de Pochotitan se tiene una
fecha terminal de 640 d. C. El sitio se abandona completamente hasta alrededor de 1260 d. C., momento en el
cual se construyen varias habitaciones sobre las ruinas
de la ocupación anterior. En La Florida sólo se identificó
la parte inicial de este segundo periodo, sin que signifique su abandono; es probable que no se haya encontrado
– 12 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Fig. 20. Planta de la estructura 3.
debido tal vez al destrozo tan avanzado que muestra el
sitio.
2. La Florida presenta los mismos elementos arquitectónicos que los sitios del centro de Jalisco: patrón circular y tumbas de tiro con cámara rectangular y escalón de
acceso. Este modelo de asentamiento (circular) se generalizó en toda la región de Bolaños durante el tiempo en
que era costumbre enterrar a los muertos en tumbas de
tiro. Se hace notar que la arquitectura es modesta sin llegar a la monumentalidad de los sitios del centro de Jalisco; esto podría deberse a las condiciones del paisaje tan
accidentado con superficies limitadas, aunque también
cabe la posibilidad de que el grupo colonizador careciera
de recursos económicos suficientes para construir edificios con arquitectura monumental.
3. En La Florida existe una coincidencia en la costumbre mortuoria con respecto al comportamiento de los sitios de la región mencionados. La posición extendida dorsal de los entierros domina en los pertenecientes a la ocupación más antigua, y la flexionada lateral lo hace en los
de la segunda ocupación.
4. Similitud en los tipos cerámicos con otros sitios de la región.
En La Florida se encontraron tiestos con la técnica cloisonné similar a los descubiertos en la parte
central del cañón y en Chalchihuites (cabe señalar que aquí aparece
esta técnica decorativa dentro de
un lapso muy posterior). Se ratificó la presencia de los tipos decorados con cepillado e incisión que
se encuentran en Chalchihuites,
como había sido señalado en trabajos anteriores (Cabrero 1989). La influencia de esa zona norteña (Chalchihuites) sobre la región de Bolaños, y en especial en La Florida, está
presente y confirma que el contacto
tuvo su probable origen en el establecimiento de la ruta comercial.
5. Presencia de concha marina (caracolillos) trabajados con sencillez,
colocados como ofrenda en los entierros directos (familia Olividae y
Persicula bandera) y presencia de
valvas completas de la especie Argopecten circularis —especies descubiertas en la parte central de la región de Bolaños—. Estos organismos provienen del océano Pacífico y sólo puede explicarse su presencia en los asentamientos de Bolaños a través de una
ruta de intercambio comercial.
6. Presencia de piedra azul-verde proveniente de la zona
de Chalchihuites. La ofrenda del entierro directo de la
estructura 2 presentó una cuenta que formaba parte de un
collar con caracolillos. En la parte central, se recuperaron algunos fragmentos de este tipo de mineral asociados también a entierros directos.
7. Presencia como ofrenda de un hacha de piedra y de
un punzón de hueso de animal (venado). En la parte central, algunos entierros directos y tumbas de tiro mostraron similar ofrenda.
La ubicación estratégica del sitio de La Florida sugiere que se mantuvo en funcionamiento hasta que la ruta
comercial decayó; se tiene la certeza de que durante el
periodo de tumbas de tiro fue un centro de control que
daba acceso al cañón en conjunción con su imagen con-
Fig. 21. Planta de las estructuras 5 y 7.
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Fig. 22. Hileras de piedra cuya función se desconoce.
Fig. 23. Entierro en posición flexionada correspondiente a la segunda ocupación.
trapuesta, el sitio de Las Pilas del Álamo, cuyo centro
cívico-ceremonial está situado sobre la meseta contraria
y su población ocupaba la ladera posterior a ella —la
evidencia proviene de las excavaciones llevadas a cabo
en este sitio (Cabrero 1989)—. Sin embargo, la presencia de tumbas de tiro sugiere que en La Florida se concentraría el grupo de poder con el gobernante a la cabeza, mientras que en Las Pilas del Álamo se asentaría la
población en general teniendo su propio centro cívicoreligioso.
Lo anterior explicaría la ausencia de tumbas de tiro en
Las Pilas del Álamo y justificaría su presencia en La Florida, así como el conjunto arquitectónico circular de mayores dimensiones en comparación con el círculo del otro
sitio. El comportamiento sociocultural es semejante a los
sitios de la parte central, motivo por el cual se reafirma la
presencia de una misma cultura que ocupó toda la región.
Habrá que explicar la diferencia en forma y dimensiones de las tumbas de tiro de La Florida y las descubiertas
en la parte central de la región. En los sitios de El Piñón
y Pochotitan no existe la toba volcánica y el suelo carece
de consistencia; se trata de un conglomerado de tierra y
piedras que se desprenden con facilidad impidiendo la
horadación profunda de cámara y tiro. Esas tumbas muestran pozos de 1 m de profundidad y cámaras semicirculares de pequeñas dimensiones.
Sólo en una de las laderas de la parte central del cañón
existe un lugar con una capa de toba volcánica semejante
en grosor pero menos compacta que en La Florida. En
ese lugar construyeron una tumba de dos cámaras de forma semicircular, que se encuentran interconectadas mediante un pasillo. Ambas cámaras exhiben un tiro lateral
de 2 m de profundidad, pero existe un tercer pozo que
accede a una de las cámaras desde la parte central de la
bóveda. Hasta la fecha, este rasgo es único dentro de esta
tradición mortuoria. Consideramos que la presencia del
tercer tiro se debió, posiblemente, a la construcción en
superficie de un edificio cuyos cimientos bloqueaban los
pozos (la evidencia se descubrió al limpiar la superficie),
por lo que decidirían abrirlo sobre la bóveda de una de
las cámaras con el propósito de introducir un nuevo contenido humano.
Este comportamiento justifica que la consistencia del
suelo fuese fundamental y decisiva para la construcción
de este tipo de monumentos funerarios. Por otra parte,
confirma el postulado de la reutilización de las tumbas
de tiro (Cabrero 1989, Cabrero y López 2002).
INTERPRETACIÓN DEL
COMPORTAMIENTO SOCIO-CULTURAL
DE LA REGIÓN DE BOLAÑOS
Los elementos culturales descubiertos en La Florida
demuestran que perteneció a la cultura Bolaños desde
Fig. 24. Vista del pozo de una de las tumbas de tiro.
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Fig. 25. Acceso a la cámara de la tumba de tiro.
sus orígenes y, a su vez, prueban que el comportamiento
sociocultural de la región fue homogéneo, derivado de
un mismo grupo físico que se desarrolló a partir del primer siglo de la era cristiana hasta el siglo VI; compartiendo similar organización social, política e ideológica
basada en una economía de intercambio
comercial.
Es probable que a partir del siglo VI
se hayan mezclado con un grupo distinto
cuyo origen se desconoce. Consideramos
que debió provenir de La Quemada o del
área de Chalchihuites por dos razones:
la presencia en La Quemada de estilos
decorativos en cerámica provenientes de
Bolaños y, a su vez, la persistencia en la
región de Bolaños de estilos decorativos
en cerámica provenientes de Chalchihuites. En ambas zonas, se acostumbraba a
enterrar a los muertos en forma directa y
en posición flexionada; si efectivamente
penetraron en la región de Bolaños, es
factible que interrumpieran la costumbre
de enterrar en tumbas de tiro y generali-
zaran para toda la población (grupo de poder y gente del
pueblo) los entierros directos en posición flexionada.
Este fenómeno no debió de ser tan simple como en
apariencia se expone; tendrían que intervenir otros factores para tomar una decisión tan drástica como lo era
cambiar su costumbre funeraria. Hemos pensado en que
una de las razones estaría vinculada con la situación económica de la población en la región de Bolaños. Ésta debió
debilitarse por haberse mantenido dentro de un ámbito
reducido. La intrusión pacífica de un nuevo grupo representaría una buena oportunidad para aliarse con ellos;
con ella obtendrían la posibilidad de reforzar su economía, además de beneficiarse con la apertura hacia las culturas vecinas, con las cuales adquirirían una mayor variedad de mercancías. Lo anterior se refleja en la intensificación de la producción de artefactos de obsidiana y en
el trabajo de la concha que se vuelve más complejo; la
exportación de ambos productos, a través del intercambio en la ruta comercial, propició un nuevo auge en su
economía (Cabrero 2005). Por otra parte, en la zona central del cañón aparecen tipos cerámicos de origen foráneo provenientes de Nayarit (Amapa), la cuenca de Sayula (sur de Jalisco) y de Michoacán (vasijas con la técnica champlevé); todos ellos llegados a Bolaños mediante el trueque dentro de la ruta comercial.
La intrusión de este nuevo grupo debió de ser pacífica
pero contundente ya que no hay evidencias de enfrentamientos bélicos. Este grupo debió de interesarse por el
funcionamiento de la ruta comercial regional y desearía
su control o, cuando menos, su intervención.
Lo anterior explicaría el abandono de la costumbre
funeraria de tumbas de tiro, ya que resultaba un gasto de
Fig. 26. Perfil de la tumba de tiro.
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ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Fig. 27. Planta de la tumba de tiro.
energía y trabajo en grupo que ya no podrían sostener,
por lo que optarían por adoptar el sistema mortuorio del
nuevo grupo. El ejemplo más obvio del cambio ocurrido
en el sistema funerario se tiene en El Piñón, donde los
personajes más importantes de la sociedad fueron enterrados en forma directa y acompañados por ricas ofrendas de objetos de concha marina. Lo anterior se explica
por representar el centro rector de la región donde residió el gobernante desde la fundación del pueblo, acción
que permaneció sin cambio a lo largo de toda la ocupación. Con el propósito de destacar el depósito directo de
los personajes principales, se eligió un lugar selecto dentro de la plaza principal del centro ceremonial. En este
espacio se cavaron fosas pequeñas, dentro de las cuales
se colocaron los cuerpos de hombres y mujeres acompañados con objetos de concha muy elaborados (Cabrero
2004).
Tanto en La Florida como en El Piñón y Pochotitan se
descubrieron entierros directos en posición extendida
durante el periodo de tumbas de tiro, y únicamente flexionados después de dicho periodo. Se considera que los
entierros en posición extendida pertenecieron al grupo
de poder sin derecho a ser depositados dentro de una tumba de tiro, por no pertenecer al linaje del gobernante, costumbre que se pierde en el periodo posterior (Cabrero y
López 2002).
La configuración topográfica del cañón explica la importancia sociopolítica y económica de los sitios. Si, efectivamente, la ocupación del cañón fue realizada por un
grupo humano procedente del centro de Jalisco, el valle
de San Martín de Bolaños sería el primero que se encontrarían. Este valle es el de mayores dimensiones, por lo
que tendrían la oportunidad de establecerse fundando los asentamientos
más grandes e importantes para un
mejor control de la región.
Lo anterior justifica la presencia
del sitio de El Piñón como centro cívico-ceremonial rodeado por áreas de
habitación donde residiría el gobernante y su linaje, el grupo de poder,
los artesanos y el campesinado; así
como la de Pochotitan como centro
administrativo donde se llevarían a
cabo las transacciones comerciales de
los bienes que posteriormente se redistribuirían entre los diversos asentamientos periféricos dependientes
de ambos sitios, además de controlar
la vía de intercambio comercial.
A lo largo de la ruta, existen otros centros de control
(siempre por pares) que funcionarían de la misma manera, es decir, redistribuirían hacia su periferia dependiente los productos adquiridos mediante el intercambio. Dichos centros dependerían a su vez de El Piñón como núcleo rector, y las transacciones comerciales se llevarían a
cabo en el sitio más accesible al río (Pochotitan).
La Florida representaría un centro de control muy importante para la afluencia de las caravanas que entraban
o salían del cañón. Desde ese lugar, se supervisarían las
mercancías que interesarían a los sitios ubicados en el
interior del cañón. De esa forma, se estableció la red que
dio coherencia política, social y económica a la región.
La composición social de cada centro de control sería
semejante al principal, albergando al grupo de poder, los
artesanos y el campesinado; estando todos ellos supeditados al de mayor jerarquía (El Piñón) en determinadas
acciones económicas.
Lo anterior explicaría que los centros de producción
más importantes de la región fueran El Piñón y Pochotitan. En el primero, destaca el control de la producción
masiva de puntas de proyectil y, en el segundo, la elaboración intensiva de objetos de concha —ambas materias
primas introducidas a través del intercambio—. También
se justificaría la presencia de objetos en cerámica procedentes del exterior, lo cual no sucede en los otros centros
de control intermedios ni en La Florida.
Para reafirmar la hegemonía cultural de la región, se
observa la homogeneidad de la ideología. Durante un primer periodo, la costumbre funeraria se basó en las tumbas de tiro y, posteriormente, cambió a entierros directos
– 16 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
en posición flexionada; en ambos casos, los individuos
fueron acompañados con ricas ofrendas.
Los hallazgos recuperados en La Florida reafirmaron
la hipótesis, además de descubrir que: a) de acuerdo con
las fechas de 14C (50-110 d. C), el sitio fue ocupado dentro de un lapso muy corto en relación con los centros de
control más importantes de la región situados en la parte
central del cañón (30 a. C.-80 d. C); b) el análisis osteológico determinó que pertenecían al mismo grupo físico
de acuerdo con cierta patología encontrada en el cráneo
(engrosamiento de los frontales); c) el empleo de conjuntos circulares semejantes a los del centro de Jalisco
(Weigand 1985) y los de la parte central del cañón (Cabrero y López 2002); d) la costumbre de enterrar a sus
muertos en tumbas de tiro.
CONCLUSIONES
De acuerdo con lo anterior y con los hallazgos obtenidos en el sitio de La Florida y los demás sitios excavados
en la parte central del cañón (El Piñón, Pochotitan), se
puede afirmar que:
1. La región de Bolaños fue habitada, inicialmente, por
una población con una misma afinidad biológica que acostumbraba a enterrar a sus muertos dentro de tumbas de
tiro y a construir conjuntos arquitectónicos circulares
como centros cívico-ceremoniales.
2. Su economía se basó en el control de una ruta de
intercambio comercial que atravesaba el cañón utilizando el río como vía de comunicación. La carencia de superficies planas dedicadas al cultivo obligó a los habitantes del cañón de Bolaños a buscar estrategias que suplieran los productos cosechados, que apenas les alcanzarían para el consumo local, e introducirlas en el sistema de intercambio comercial. La solución fue la elaboración de objetos de concha marina y obsidiana, ambas materias primas inexistentes en la región pero que llegaban
a ellos a través de la ruta comercial. De esa manera, tendrían mercancías para intercambiarlas por otras materias
primas necesarias para su consumo. Se ha pensado en
algunas de ellas como la sal, el tabaco y el algodón entre
las principales. A excepción de la sal como materia primordial en la vida humana, la cual no deja huellas, durante las excavaciones se recuperaron evidencias del uso
del tabaco en el hallazgo de figurillas en acción de fumar
entre las ofrendas de las tumbas de tiro selladas; para el
algodón, la existencia de malacates y los restos de tejido
elaborado con fibras de este vegetal encontrado en uno
de los edificios de El Piñón. La inexistencia de yacimientos de obsidiana en la región de Bolaños obligaría a sus
habitantes a importarla de Huitzila, situado al noreste de
la zona (Darling 1998: 345-364) y del volcán de Tequila,
situado en el centro de Jalisco (Weigand y Spence 1982:
175-188). Esta materia prima fue muy apreciada, por lo
que se aprovechaba en su totalidad. Con ella, se elaboraban distintos artefactos, sin embargo, la evidencia arqueológica que se tiene son puntas de proyectil de distintos
tipos. En El Piñón se localizaron talleres de obsidiana y,
durante las excavaciones, se recogieron cerca de 3000
puntas de proyectil. De forma similar, utilizaron la concha marina que llegaba al cañón desde el océano Pacífico (Cabrero 2004: 261-282). En Pochotitan se descubrió
un taller con cientos de cuentas y deshechos de este material. Así se explica que ambas materias primas se utilizaran a manera de mercancías para su introducción en la
ruta de intercambio comercial.
3. Los asentamientos más importantes se distribuyeron a lo largo del cañón, ocupando las mesetas situadas
en las cercanías del río con el probable propósito de controlar el paso de las caravanas comerciales que lo atravesaban. El trueque de diversas mercancías y materias primas como las mencionadas, y tal vez algunas más ausentes en el registro arqueológico, favoreció un desarrollo
sociocultural complejo (Hirth 1978: 35, Hirth 1984: 281302, Renfrew 1975).
4. La organización sociopolítica de la región se concentraba en los centros de control donde se llevaban a
cabo las transacciones comerciales. Controlarían la producción local, las mercancías (productos y materias primas) adquiridas de las caravanas y la redistribución entre sus comunidades periféricas dependientes de cada
centro. A su vez, estas últimas acudirían a los centros de
control con sus productos locales para intercambiarlos
por mercancías inexistentes pero necesarias o deseadas
(Polanyi 1957). Este proceso económico propició la hegemonía regional y el auge sociocultural que perduró durante varios siglos (I a XII d. C.) (Cabrero y López 2002).
5. Con lo anterior, se explica el objetivo principal de
la excavación del sitio de La Florida, proponiendo que
este sitio tendría el propósito de vigilar y controlar la
entrada al cañón de las caravanas comerciales que pretendían cruzar la región.
Estamos convencidos de que las excavaciones en La
Florida confirmaron algunas hipótesis planteadas en trabajos antecesores del aquí presentado, respecto al comportamiento sociocultural de la región y el importante
papel que ésta representó dentro de la problemática prehispánica del norte y el occidente de México.
MARÍA TERESA CABRERO GARCÍA es Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), Investigadora Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Academia Mexicana
de Ciencias Antropológicas y de la Society for Ameri-
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ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
can Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones,
publicando media docena de libros y más de 40 artículos
(
[email protected]).
CARLOS LÓPEZ CRUZ (1964) es Investigador Titular adscrito a la sección de Arqueología del centro INAH, Jalisco. Posee la licenciatura y maestría en Arqueología y
se está doctorando en el Instituto de Investigaciones
Antropológicas de la UNAM.
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LOS TEXTILES RECUPERADOS EN LA CULTURA
BOLAÑOS, JALISCO
María Teresa Cabrero G.
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México
RESUMEN. En el México prehispánico, el hallazgo de
textiles es sorprendente ya que deben reunirse determinados factores de clima y suelo para su conservación.
Durante las excavaciones en El Piñón, sitio arqueológico perteneciente a la cultura Bolaños situada en el norte
de Jalisco, México, se descubrieron varios fragmentos
de telas elaboradas con fibras de algodón cuya antigüedad es de 1500 años. Dar a conocer este hallazgo resulta de gran importancia por ser una región inhóspita, poco
conocida y alejada de las grandes urbes mexicanas.
PALABRAS CLAVE: textiles, tejidos, cultura Bolaños,
México, Mesoamérica.
Recibido: 3-4-2010. Modificado: 20-8-2010. Aceptado:
2-9-2010.
TITLE: Textiles recovered from the Bolaños culture, Jalisco.
ABSTRACT. It is very uncommon to find textile remains
dated before the Spanish conquerors arrived in Mexico
because numerous taphonomic factors, especially those
pertaining to local climatic and soil chemistry conditions,
must coincide to in order to preserve textiles. We found a
series of cotton cloth fragments dated about 1500 years
old during the archaeological recovery at the site of El
Piñon, which is part of the Bolaños culture located in the
North of Jalisco, Mexico. Publishing these data is very
important due to the inhospitable geography and climate
of the region, the fact that the site is not well known and
is at a substantial distance from the closest Mexican urban centers.
KEYWORDS: textiles, weaving, Bolaños Culture, Mexico, Mesoamerica.
E
NTRE LAS CULTURAS DEL MÉXICO PREHISPÁNICO ES EX-
tremadamente raro encontrar textiles en contextos arqueológicos debido a varios factores tales
como el clima extremoso y cambiante, el tipo de suelo y
otros agentes orgánicos. A decir de los expertos, los pocos que se conservan se deben a su asociación con el
cobre que, al corroerse, produce sales que inhiben la actividad de microorganismos (Mastache 1971: 8).
La evidencia más frecuente del uso de textiles la encontramos en las representaciones de figurillas, pinturas
murales, vasijas decoradas, códices y esculturas en piedra; todas ellas muestran la vestimenta propia de la cultura a la cual pertenecieron y, por lo general, van acompañadas de adornos corporales, armas o vasijas.
Otra fuente que se tiene para conocer el empleo de
fibras vegetales en el mundo prehispánico son los relatos
de los cronistas españoles del periodo inmediato a la conquista; el trabajo que recopilaron, en especial los frailes,
posee verdadero valor etnográfico.
Dependiendo del área cultural, varían los materiales y
las técnicas con los que se elaboraban los textiles; por
ejemplo, se confeccionaban con fibras vegetales como la
yuca o el maguey, pero los más codiciados eran los de
algodón, incluso compuestos con plumas o pelaje de animal. Con este último, se elaboraban vestimentas y mantas que, además de usarse para resguardarse del frío, se
emplearon para amortajar los cadáveres, práctica muy extendida en el México prehispánico (Zingg 1940: 57).
En el occidente del México prehispánico es común el
hallazgo de figurillas huecas y sólidas; existe un alto porcentaje en que se encuentran totalmente desnudas1 o con
determinados adornos corporales, pero también existen
otras, de ambos géneros, que exhiben vestimentas, adornos corporales y armas (Von Winning 1972). Paul Kirchoff fue uno de los primeros investigadores que observaron la presencia de representaciones desnudas y con
vestimentas en esta zona cultural; las clasificó como Los
Desnudos y Los Vestidos polícromos con pintura facial
1
Considero que la desnudez está relacionada con rituales religiosos, ya que se han encontrado asociadas a contextos funerarios que
de alguna manera debían seguir cánones específicos. Furst (1966;
1998: 169-189) menciona algunas posibles acciones antes de la ceremonia fúnebre, tal como la abstinencia sexual y señala la posibilidad de que la representación desnuda sea algún tipo de simbolismo
purificatorio: tal como se nace, así se muere.
Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. Esta publicación es para uso estrictamente personal y no puede redistribuirse sin permiso.
All rights reserved. This publication is intended strictly for personal use and may not be redistributed without permission. http://www.laiesken.net/arqueologia/.
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Fig. 1. Conjunto A.
describiendo, en estos últimos, los diferentes tipos de vestimentas de hombres y mujeres (Kirchhoff 1946: 49-69).
Con lo anterior, se tiene la certeza del uso del algodón
y fibras de agave para la elaboración de textiles tanto en
Mesoamérica como en el occidente de México. En este
trabajo, trataremos de contextualizar social y culturalmente el hallazgo de algunos fragmentos de textiles en la
estructura 19 del sitio de El Piñón, lugar ubicado en la
parte central del cañón de Bolaños, perteneciente al estado de Jalisco.
nes ambientales de tipo semidesértico favorecieron su preservación.
De acuerdo a las características observadas, los fragmentos de textil fosilizado se agruparon en tres conjuntos, los cuales se denominaron A, B y C. Los tres fueron
elaborados con la técnica del tafetán (1:1) o tejido (llano
o liso) sencillo donde un hilo de urdimbre se entrecruza
con uno de trama; se observaron a través del microscopio logrando identificar que se trataba de fibra de algodón.2
Conjunto A (fig. 1)
CARACTERÍSTICAS DE LOS
FRAGMENTOS DE TEXTIL
Se recuperaron un total de 36 fragmentos pequeños de
textil fosilizado en uno de los pozos de la estructura 19
del sitio El Piñón. Todos provienen del mismo depósito
cuyo contenido había sido expuesto al fuego. Los fragmentos estaban muy deteriorados, presentando concreciones calcáreas; sin embargo, se logró identificar la trama y la urdimbre que se entrelazan para formar el ligamento o técnica del tejido.
Cabe señalar que, en este caso, no se encontraron en
asociación con objetos de cobre por corresponder a una
cronología más temprana a la aparición del uso de los
metales (240 a 440 cal. d. C., fecha de 14C); sin embargo,
la constitución del suelo mineralógico donde se incluye
la presencia de cobre nativo (SPP 1981) y las condicio-
Comprende 19 fragmentos de forma irregular con dimensiones que van de 5 a 10,2 cm. Fibra: el color base es
Black U o 46 U extraído de la Pantone 199 color formula
guide. Este color se debe a la fosilización que presentan
los fragmentos. Hilos: la urdimbre y la trama muestran
similares características pues los hilos constituyen un solo
haz de fibras de algodón. No presenta número de cabos.
La dirección de la torsión es «S» a la izquierda, sin poder
determinar el grado de torsión debido a la concreción. El
diámetro aproximado del hilo es de 1 mm, incluyendo la
concreción. Los orillos no son visibles; el cierre o juntura es imposible de ver. El tipo de ligamento es tafetán
2
El estudio minucioso se llevó a cabo por la restauradora Lorena
Román, maestra del taller de textil de la Escuela Nacional de Restauración y Conservación de México.
– 20 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Fig. 2. Conjunto B.
(tejido llano) 1:1, abierto, balanceado y con poca densidad; el tipo de tejido es flojo y transparente. La densidad
de la trama es de 7 hilos y la de la urdimbre de 8 hilos.
Conjunto B (fig. 2)
Comprende 9 fragmentos de forma irregular con dimensiones que van de 2,2 a 5,5 cm. Fibra: similar a la del
conjunto anterior, el color base es Black U o 46 U extraído de la Pantone 199 color formula guide. Este color se
debe a la fosilización que presentan los fragmentos. Hilos: la urdimbre y la trama presentan un solo haz de fibra
de algodón, incluyendo la concreción, no muestran cabos. La dirección de la torsión es «S» a la derecha; el
grado de torsión es fuerte con diámetro aproximado de 5
mm. La técnica es tafetán (tejido llano) 1:1, la densidad
del tejido lo hace muy fino, apretado (opaco).
Conjunto C (fig. 3)
Este conjunto presenta 8 fragmentos de forma irregular con dimensiones que van de 0,5 a 4 cm y dos orillos
de 2 por 6 cm y 3,9 por 5,5 cm. Fibra: similar a la de los
conjuntos anteriores, el color base es Black U o 46 U
extraído de la Pantone 199 color formula guide. Este color se debe a la fosilización que presentan los fragmentos. Hilos: la urdimbre muestra un solo haz de fibras sin
poder identificar el número de cabos. La torsión presenta
una dirección en «S» a la derecha y su grado es mediano
con diámetro aproximado de 1 mm. Trama: el número de
hilos es menor a los de la urdimbre con un solo haz de
fibra sin cabos. La torsión tiene una dirección en «S» y
un grado mediano con diámetro aproximado de 1 mm.
Orillos: los fragmentos 1 y 2 presentan orillos que pueden ser laterales y simples. La técnica del tejido es tafetán (tejido llano); el tipo de ligamento es tafetán con cara
de urdimbre (mayor que la trama); la densidad es apretada y el tipo del tejido, cerrado.
El análisis de la especialista en textiles prehispánicos
coincide con la descripción de Mastache (1971), Weitlaner-Johnson (1971, 1977) y Mirambel y Sánchez (1986),
quienes señalan la técnica tafetán (tejido llano) como la
más sencilla. En el caso de Bolaños, es posible que el
conjunto A represente los primeros textiles después de
aprender la técnica de tejer y los conjuntos B y C constituyan el dominio total de la misma. A pesar de que los
textiles se encontraron en un mismo basurero, cabe la
posibilidad de provenir de distintas épocas al suponer que
proceden del interior de una de las tumbas de tiro donde
se quemaba el contenido de depósitos anteriores, acción
no repetida en los contextos de habitación (Cabrero 1999).
LAS EVIDENCIAS DEL USO DE TEXTIL
EN LA CULTURA BOLAÑOS
Las evidencias arqueológicas del uso de textil fueron
muy escasas; la gran mayoría de las figurillas de terraco-
– 21 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Fig. 3. Conjunto C. Los números 1 y 2 muestran orillos.
ta muestran una desnudez total; únicamente se encontraron unas figurillas femeninas en las que se pintó de blanco una especie de manto atravesado en el cuerpo (fig. 4).
En forma semejante se presentaron las figurillas huecas
provenientes de las tumbas de tiro, donde la mayoría de
los ejemplares de ambos sexos aparecen desnudos, con
adornos corporales pintados sobre cara y cuerpo. Sólo se
tiene un ejemplar, posiblemente de sexo masculino, que
exhibe adornos corporales pintados y una especie de «botas» pintadas en negro que llegan hasta las rodillas (fig.
5).
Lo anterior supone la importancia que reviste el descubrimiento de fragmentos de textiles hechos con algodón, aun cuando no se lograra identificar el tipo de algodón (blanco o café) debido al deterioro y la fosilización
que muestran los fragmentos. Aunado a lo anterior, se
reafirma el conocimiento de tejer con la presencia de malacates, artefactos empleados para torcer las fibras del
algodón. Por otra parte, los orillos descubiertos en los
fragmentos son evidencia definitiva del uso del telar de
cintura, forma muy antigua y común de tejer la fibra de
algodón entre los pueblos prehispánicos (Mastache 1971).
La región estudiada permaneció ignorada por la arqueología hasta este proyecto; el único antecedente que se
tiene es la investigación que realizó Ales Hrdlicka en
1902, quien llevó a cabo pequeñas excavaciones en el
sitio de Totuate, ubicado en el valle de Mezquitic en la
parte norte de la región de Bolaños. Este autor reporta la
presencia de textiles con un señalamiento breve:
– 22 –
«The remnants of cremated bodies were closely packed in three of the central rooms [...] There were also
charred remnants of well woven cloth» (Hrdlicka 1903:
394).
Fig. 4. Mujer con manto atravesado.
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Fig. 5. Personaje vestido.
De acuerdo a esta descripción, los textiles se asociaban a la cremación de huesos humanos como fue el caso
de los hallazgos en la estructura 19 de El Piñón (Cabrero
y López 2002).
ANTECEDENTES AMBIENTALES Y
ARQUEOLÓGICOS DEL CAÑÓN DE
BOLAÑOS, JALISCO Y ZACATECAS
La región del cañón de Bolaños se encuentra situada
en el norte de Jalisco y abarca una pequeña fracción del
suroeste de Zacatecas. Comprende una extensión de 500
km2, aproximadamente. El paisaje es agreste ya que forma parte de la Sierra Madre Occidental. El cañón está
delimitado por dos elevadas cordilleras paralelas; entre
ellas, corre el río Bolaños cuyo nacimiento se encuentra
en el valle de Valparaíso (Zacatecas), lugar donde comienza el cañón y se extiende en dirección noroeste-suroeste hasta su desembocadura en la confluencia con el
río Grande de Santiago, en los límites de los estados de
Jalisco y Nayarit (fig. 6).
Comprende tres pequeños valles separados por tramos
de cañón; observando de norte a sur, el primero se denomina valle de Valparaíso; el cañón penetra en el estado
de Jalisco hasta desembocar en el valle de Mezquitic,
vuelve el paisaje a encañonarse hasta encontrar el valle
de San Martín de Bolaños y continúa el cañón hasta desembocar en el río Grande de Santiago. El clima es templado en la parte norte y cálido en las demás áreas de la
región. La vegetación, en toda la zona, es de cactáceas y
espinosas, salvo en las partes altas de la sierra donde exis-
ten bosques de pino-encino aún en la actualidad. En la
zona se explotan, hasta el presente, minas de plata principalmente, que van asociadas a diferentes minerales tales como cobre nativo, galena o zinc entre otros. Es importante señalar la presencia de minerales en esta región
porque sería uno de los factores que determinarían, probablemente, la preservación de los fragmentos de textil.
En 1982 dio comienzo el proyecto arqueológico bajo
mi responsabilidad. El objetivo principal era conocer la
presencia de asentamientos prehispánicos y profundizar
en su problemática sociocultural, puesto que constituía
una zona desconocida para la arqueología mexicana. El
estudio se inició en el valle de Valparaíso por ser la zona
norteña y avanzó hacia el sur localizando los sitios. Hasta la fecha, se han registrado 114 sitios arqueológicos de
distinto tamaño, temporalidad, complejidad social y arquitectónica. A pesar de esta distinción, los sitios constituyen una sola unidad cultural ya que presentan un patrón de asentamiento, cerámica, artefactos líticos y de
concha muy semejantes. La pauta de asentamiento dominante es la circular, formada por estructuras rectangulares alrededor.3
Hasta la fecha, se han excavado 10 sitios que fueron
seleccionados con distintos objetivos:
1. Conocer la función y la temporalidad del sitio ubicado a la entrada del cañón (La Florida) dentro de la problemática regional.
2. Conocer el comportamiento de dos conjuntos circulares situados en la mesa alta de Cerro Prieto: la forma
exacta de sus componentes arquitectónicos, su probable
función ideológica (debido a la ubicación geográfica) y
temporalidad dentro del valle de Mezquitic.
3. Conocer la función y la temporalidad de los sitios
más grandes y complejos de la región y el papel que desempeñaron dentro de la ruta de intercambio comercial
regional (El Piñón y Pochotitan).
4. Conocer el comportamiento de sitios menores considerados de tipo doméstico con el objetivo de distinguir
la vida rural de la de la élite o grupo dominante (La Mezquitera, Arroyo Seco, La Lagunilla y La Manga).
El análisis de los hallazgos durante las excavaciones
ha permitido proponer que la región de Bolaños prosperó gracias al establecimiento de una ruta de intercambio
comercial, que comunicaba el centro de Jalisco4 con el
3
Se denomina «estructura» a los cimientos que se conservan ya
que no existe arquitectura monumental.
4
Centro de Jalisco se refiere al área alrededor del lago Magdalena
situada al norte de la ciudad de Guadalajara. En esta zona existió un
desarrollo cultural muy avanzado. El sitio mejor estudiado se llama
Teuchitlán y hay presencia de conjuntos circulares con arquitectura
monumental, juegos de pelota muy grandes, diversos yacimientos de
obsidiana que fueron explotados y tumbas de tiro, entre muchos otros
rasgos (Weigand 2008: 29-62).
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Fig. 6. Mapa de localización del cañón de Bolaños.
área de Chalchihuites en el norte de México,5 donde se
explotaban minas de piedra azul-verde, cinabrio y hematina, minerales muy apreciados en el mundo prehispánico (Cabrero 2007: 217-243). El paisaje tan agreste del
cañón de Bolaños impediría transitar por tierra, por lo
que optarían por usar el río como vía de comunicación.
Esta ruta propició el desarrollo de la cultura Bolaños,
cuya base económica fue el comercio aprovechando, principalmente, la obsidiana y la concha marina que circulaban como materias primas de trueque, transformándolas
en objetos y artefactos de manufactura local para introducirlas en el intercambio.
Los asentamientos más antiguos se encuentran en la
parte central de la región de Bolaños (30 a. C.) y en la
zona donde comienza el cañón (50 d. C.).6 Ambos confirman la hipótesis de que la ocupación inicial de la región de Bolaños provino muy posiblemente del centro de
Jalisco. Por otra parte, en el área central, el asentamiento
(El Piñón) se prolongó hasta 1260 d. C. mientras que el
sitio emplazado en el principio del cañón (La Florida)
coincide con el abandono de la costumbre funeraria de
5
El área de Chalchihuites se ubica en el norte del estado de Zacatecas. Ha sido estudiada por Charles Kelley (1980: 153-164) durante
varios años, quien excavó Alta Vista, el sitio más importante de la
zona y propuso la existencia de relaciones comerciales con Mesoamérica.
6
Las fechas que se presentan en este artículo están publicadas con
anterioridad en Cabrero y López (2002).
las tumbas de tiro7 y la penetración de un nuevo grupo
que se distribuyó a lo largo del cañón (Cabrero y López
2002, 2009).
La problemática sociocultural de la cultura Bolaños
—como así se denominó a falta de conocer su filiación
étnica y, por ende, el idioma de sus habitantes— se puede resumir en los siguientes términos. La hipótesis que
se ha manejado se refiere a que el desarrollo avanzado
del centro de Jalisco, con el sitio de Teuchitlan como el
más sobresaliente (Weigand 2008), requería, como la
mayoría del mundo prehispánico, abastecerse de piedra
azul-verde, hematina y cinabrio destinado, principalmente, para fines ideológicos (la piedra azul-verde) y artesanales (elaboración de cerámica decorada), siendo la zona
de Chalchihuites el lugar donde se explotaba. El camino
más directo para alcanzar esta área era atravesando el
cañón de Bolaños, casi despoblado debido al paisaje y al
ambiente natural, por lo que los gobernantes del centro
de Jalisco enviarían un grupo a asentarse a lo largo de
esta región y establecer una ruta de intercambio comercial, con el propósito de controlar los minerales codiciados y demás mercancías enviadas a cambio. Este grupo
tendría a la cabeza a uno de los parientes directos del
7
Hacia 500 d. C. se notó un cambio en la costumbre funeraria
destinada a preservar la memoria de los gobernantes: se abandonó la
construcción de tumbas de tiro y se adoptó la de entierros directos en
posición flexionada dentro de un espacio selecto (Cabrero y López
2002).
– 24 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
gobernante. Si fuera verdad esta hipótesis,8 se justificaría la presencia del centro rector más importante de la
región situado en el primer valle (San Martín de Bolaños), que encontraron al partir del centro de Jalisco hacia
el cañón. En ese lugar fundaron el pueblo denominado
El Piñón (por así llamarse el cerro donde está asentado el
sitio). El nuevo gobernante del cañón de Bolaños enviaría un segundo grupo hacia el norte, encabezado también
por algún pariente directo, siguiendo el cauce del río hasta
llegar al valle de Valparaíso, donde fundaron un segundo pueblo sobre la mesa de la elevación en la cual comienza el cañón. Este sitio se conoce como La Florida
(Cabrero y López 2009). Se explicaría también la presencia de tumbas de tiro en ambos asentamientos y, en
esta forma, controlarían el paso de las caravanas que entraban y salían del cañón.
Los indicadores arqueológicos que sustentan esta hipótesis son: la presencia de un similar patrón de asentamiento (conjuntos arquitectónicos circulares adaptados
a las nuevas condiciones del paisaje), la de tumbas de
tiro (las de La Florida son similares a las existentes en el
centro de Jalisco, las de El Piñón son distintas debido a
la constitución del suelo natural),9 la de material cerámico similar al del área de Chalchihuites; la de artefactos
elaborados en obsidiana procedente de los yacimientos
del volcán de Tequila, situado en el centro de Jalisco
(Weigand y Spence 1982: 175-188) y las fechas de 14C
que apoyan la secuencia ocupacional y el probable establecimiento de la ruta de intercambio comercial.
Con base en lo anterior, se puede proponer que en la
región de Bolaños se reprodujo la forma de vida de los
habitantes del centro de Jalisco, adaptada a las nuevas
condiciones ambientales y de paisaje. Mientras que, en
esta última zona, los sitios se encuentran en terreno plano, cerca de una laguna, con una amplia variedad de vegetación propicia para la vida humana que les permitía
una agricultura de excedente; en la región de Bolaños,
son escasas las áreas de terreno plano donde asentarse y
cultivar, aunado a la restringida variedad de vegetales y
8
En la región de Bolaños se comprobó, a través del hallazgo de
tres tumbas de tiro selladas, que este monumento funerario se destinaba al depósito del gobernante y su linaje exclusivamente (Cabrero
y López 2007: 239-257).
9
Las tumbas de tiro fueron excavadas sobre un suelo de toba
volcánica debido a su dureza para sostener tanto el tiro como la cámara subterránea. En Bolaños, dichas tumbas son de una sola cámara; las de La Florida fueron horadadas en toba volcánica pero, en El
Piñón, existe un suelo de conglomerado poco resistente a su horadación y, debido a ello, sus creadores se vieron en la necesidad de reducir tanto la profundidad del tiro como las dimensiones de la cámara.
Una tumba de tiro es un monumento funerario cuya distribución se
supedita a los estados de Jalisco, Colima y Nayarit; consta de un tiro
o pozo vertical de profundidad variable y una o más cámaras subterráneas donde se depositaban uno o más cuerpos humanos.
clima cálido seco. A lo anterior se debe el aprovechamiento de las mesas de los cerros para asentarse, sembrar en las laderas donde construyeron terrazas para evitar los deslaves de tierra y obtener cosechas, que alcanzarían únicamente para su subsistencia mientras el agua
la conseguían del río, arroyos y manantiales existentes
en la zona. También explicaría que la base de su economía fuera el intercambio de productos y materias primas
que llegaban a través de la ruta comercial, recibiendo a
cambio otros inexistentes en la región como lo serían la
sal, el algodón, el tabaco, etcétera.10
El bagaje cultural que traían los colonos asentados en
la región de Bolaños incluía la costumbre mortuoria de
enterramientos en tumbas de tiro, cuya duración se prolongó hasta alrededor del 500 d. C., periodo en que se
abandona y cambia hacia enterramientos directos dentro
de fosas naturales. Los gobernantes fueron así enterrados en un lugar selecto dentro del centro ceremonial,
acompañados por una rica ofrenda de objetos hechos en
concha marina.11 En este segundo periodo se intensifica
el comercio y se nota una expansión hacia las regiones
adyacentes tales como la cuenca de Sayula en Jalisco,
Amapa en Nayarit y persiste la influencia de Chalchihuites ahora con nuevos tipos cerámicos. Cabe la posibilidad de que el cambio se debiera a la intrusión y adhesión
a los habitantes del cañón de grupos provenientes del norte
de Chalchihuites,12 al notarse la similitud del patrón de
asentamiento en Mezquitic y El Piñón, la de la cerámica
doméstica y la coincidencia cronológica (Cabrero 2010).
Una vez explicada brevemente la problemática sociocultural que guardaba la cultura Bolaños, procederemos
a describir El Piñón como centro rector de la región y
justificar el nivel socio-económico atribuido a este sitio
arqueológico. También mencionaremos la intervención
en la ruta comercial del sitio de Pochotitan,13 ubicado sobre la primera terraza de la margen del río y frente a El
Piñón.
10
A excepción de la sal como materia prima perecedera, durante
las excavaciones se recuperaron los fragmentos de textil elaborados
en algodón, malacates para torcer el hilo y una figurilla hueca en
actitud de fumar un cigarro.
11
Se trata del vivalvo Spondilus sp. proveniente del océano Pacífico.
12
Nos referimos a la cultura Loma San Gabriel estudiada por M.
Foster (1979: 175-182).
13
Pochotitan es un conjunto circular delimitado por un muro en
el interior de un patio hundido y 12 habitaciones rectangulares de
grandes dimensiones, con doble cimiento de piedra alrededor del muro
y una plataforma circular en el centro. Las características de este
conjunto arquitectónico y su ubicación a la orilla del río sugieren
que fue allí donde se efectuaban las transacciones comerciales, además de ser lugar de descanso para los integrantes de las caravanas
comerciales, debido a las dimensiones de las habitaciones y al hallazgo de grandes cantidades de tiestos provenientes de ollas así como
de un taller de concha en la plataforma central.
– 25 –
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Fig. 7. Excavación en la estructura 19.
En la parte superior del cerro de El Piñón existen dos
elevaciones laterales y una mesa central; en los promontorios se construyeron unidades de habitación de pequeñas dimensiones. En la mesa central, edificaron el centro
cívico-ceremonial de acuerdo a la configuración natural
del paisaje; en la parte central había un juego de pelota y,
en la parte norte del conjunto, una estructura que, por los
rasgos arqueológicos descubiertos, se consideró una especie de templo.14
La plaza estuvo rodeada por unidades de habitación
de mayores dimensiones que las de las elevaciones laterales; según su ubicación con respecto al centro ceremonial y los hallazgos rescatados de su interior, se identificaron como unidades domésticas pertenecientes al grupo
dominante que ejercía el poder.
Las unidades de habitación que rodeaban el centro cívico-ceremonial, asentadas en las terrazas artificiales de
ambas elevaciones laterales, se interpretaron como viviendas pertenecientes a los artesanos que elaboraban ar14
Este edificio sostuvo varias remodelaciones a lo largo del periodo de ocupación del sitio; fue el único lugar donde se encontraron
huellas de poste que indicaron la techumbre de palma del edificio y,
en su interior, se descubrieron dos cajas de piedra llenas de ceniza,
probable lugar donde se incineraban los huesos humanos procedentes del interior de las tumbas de tiro (Cabrero 2007: 237-257).
tefactos líticos, ya que se descubrieron pequeños talleres
de desechos de obsidiana situados en la parte delantera
de cada habitación.15
Sobre la primera terraza de la plaza, se localizaron dos
tumbas de tiro, una saqueada y otra sellada y, encima de
la mesa de la elevación oeste, se encontraron dos tumbas
de tiro más selladas (Cabrero 2007). Estos afortunados
hallazgos permitieron el conocimiento de los detalles
mortuorios locales de este singular sistema de enterramiento, ya que la costumbre mantiene variantes locales
como se pudo observar con el hallazgo de la tumba de
Huitzilapa y las de Guadalajara (López y Ramos 1998;
Schondube y Galván 1978).
En este sitio se excavaron 19 estructuras situadas alrededor del centro cívico ceremonial. A pesar de que en
cada una se recuperaron múltiples materiales de diversa
índole e importancia, los más relevantes fueron las tumbas de tiro selladas y los textiles descubiertos en la estructura 19.
15
Cabe aclarar que dentro de este conjunto de habitaciones existe
un rango temporal; algunas corresponden a una cronología más antigua que otras, lo cual permite conocer una aproximación a los cambios que hubo en este desarrollo cultural.
– 26 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
DESCRIPCIÓN DEL EDIFICIO DONDE
SE ENCONTRARON LOS TEXTILES
La estructura 19 (fig. 7) constituye uno de los edificios más importantes de este sitio. Al ser excavada, se
descubrieron varias etapas de ocupación y remodelación.
La avanzada destrucción que presentaba en superficie impidió conocer con exactitud su forma, sin embargo, se
lograron varias aproximaciones. La excavación fue parcial con el propósito de no destruir completamente el
edificio, por lo que produjo el conocimiento fragmentario de tres etapas constructivas que fueron fechadas por
14
C. La más antigua consistía en un cimiento circular formado por piedras colocadas en forma vertical que suministró una datación entre 100 cal. a. C. y 110 cal. d. C.; la
segunda correspondía a un cuarto con cimientos sencillos (una piedra colocada en forma horizontal) y se fechó
de 240 a 440 cal. d. C., (figs. 8 y 9); y la tercera, que se
dató de 330 a 550 cal. d. C., se encontraba sobre la superficie y procedía de un edificio de dos cuerpos al que se
accedía mediante una pequeña escalera. La presencia de
una escalinata y dos cuerpos como únicos elementos arquitectónicos del sitio, sugiere que esta tercera etapa constructiva correspondió a la vivienda de algún mandatario
durante y después del periodo de las tumbas de tiro.
Cabe la posibilidad de que el cuarto asociado a la segunda etapa constructiva representase, durante el periodo de tumbas de tiro, una especie de templo en cuyo interior depositaron, a manera de ofrenda, los huesos, los textiles y demás objetos procedentes del interior de las cámaras de las tumbas de tiro, ya que el conjunto se encontraba cremado.16
El descubrimiento de este depósito cremado fuera de
la tumba de tiro supone que parte del contenido del interior de una de las cámaras quedó excluido de las ollas
funerarias,17 pero buscaron un lugar «sagrado» donde colocarlos, de ahí que consideremos la posibilidad de que
16
La acción de cremar el contenido humano y cultural de las cámaras tenía como objetivo, posiblemente, desalojar el espacio de éstas para volver a ocuparlas con nuevos depósitos de cuerpos y ofrendas. Las fechas de 14C y el número de individuos depositados en cada
cámara señalan claramente la reutilización de cada tumba de tiro
(Cabrero y López 1997: 228-241). Por otra parte, en la estructura 3
se descubrieron dos cajas hechas con piedra, en cuyo interior había
varias capas de arcilla quemada que sellaban los fragmentos de huesos cremados y ceniza. Se planteó con anterioridad que se limpiaban
las cámaras debido a su limitado espacio, cremando el contenido de
los depósitos anteriores; una vez cremados, se colocaban dentro de
grandes ollas y éstas se volvían a introducir en las cámaras (Cabrero
1999: 105-113).
17
El contenido de cada cámara incluía huesos humanos acompañados por ofrendas de vasijas y grandes ollas llenas de huesos, puntas de proyectil, cuentas y huesos de animal cremados provenientes
de depósitos anteriores.
el cuarto haya mantenido funciones religiosas. Por otra
parte, este depósito constituyó un solo evento que en apariencia no se repitió en todo el sitio.
El depósito de materiales arqueológicos comprendía
huesos (humanos y de animal), fragmentos de textil fosilizado revueltos con un tope de átlatl (lanzadera de dardos) decorado, hecho en cerámica, colgantes en forma
de discos realizados con concha nácar y tiestos decorados con el estilo de las tumbas de tiro.
ALGUNAS DE LAS FUENTES
ETNOHISTÓRICAS QUE MENCIONAN
LA INDUMENTARIA PREHISPÁNICA
Las relaciones geográficas novohispanas del siglo XVI
son los documentos que el rey mandó hacer para la descripción del nuevo territorio conquistado en América. Los
virreyes debían enviar a las autoridades (virreyes, gobernadores, corregidores y religiosos) las Instrucciones (documento dirigido a las personas encargadas de hacer la
relación) y la Memoria, documento que contenía 50 puntos que debían responderse en cada pueblo (Acuña 1988:
17-22). El punto 15 de la Memoria se refería a:
«Cómo se gobernaban y con quien traían guerra y
cómo peleaban, y el hábito y traje que traían y el que
ahora traen, y los mantenimientos de que usaban y ahora usan, y si han vivido más o menos sanos antiguamente que ahora, y la cusa que dello se entendiere» (Acuña
1988: 19).
Sin embargo, resulta muy escueta la descripción asentada en este punto de las relaciones geográficas. Aún así,
no deja de ser muy importante para constatar el conocimiento y uso del algodón para vestimentas entre los pueblos prehispánicos. Para ilustrar la información que se
conserva seleccioné algunas por corresponder al occidente
mexicano y añadí algunos ejemplos del centro de México.
Las relaciones geográficas correspondientes al centro
de México describen las provincias principales; tratan
múltiples actividades y las distintas clases sociales donde se aprecia la indumentaria. Por ejemplo, en la Relación de Tezcoco (Acuña 1986: 97) se dice:
– 27 –
«El hábito que traían: en tiempo de su infidelidad,
traían por vestido y hábito, los principales y señores,
como se ha dicho, una manta de algodón, blanca y llana, cuadrada, y atada al hombro, y unos lienzos por pañetes con que cubrían los miembros vergonzosos. Y las
mujeres traían naguas a manera de faldellines, sobre que
se fajaban y una camisas que llamaban huipiles, de al-
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Fig. 8. Depósito cremado en donde se encontraron los textiles.
godón de diferentes colores [...] La gente común traía
las mantas de henequén de maguey y, de lo mismo, los
pañetes [...]» (Acuña 1986: 98).
Los mexicas apreciaban en gran medida el tejido de
algodón. En la Matrícula de Tributos o Códice Mendocino se asienta la cantidad de fardos y mantas que tributaban distintos pueblos. En este mismo códice se ilustra la
técnica del hilado del algodón con huso y malacate18 en
la lámina 59 (Corona Núñez 1964: lám. III, intérprete del
códice). Sahagún, por su parte, resalta el aprecio que se
tenía por el tejido de algodón (1956, III: 141), que venía
de varias provincias sojuzgadas por los mexicas.
En los ejemplos señalados se observa el uso cotidiano
del algodón, que es precisamente lo que se deseaba hacer
notar; es decir, la población prehispánica del grupo dominante acostumbraba a vestirse con telas de algodón y,
entre algunos grupos, la gente común vestía con telas de
henequén. Debemos hacer notar que en los ejemplos se
trata de sociedades contemporáneas a la penetración española, donde hubo la oportunidad de dejar testimonios
escritos del periodo inmediatamente anterior a la conquista, además de que sus autores eran de origen ibérico
con distinta ideología cultural.
La región de Bolaños correspondía a la Nueva Galicia, sin embargo, constituyó una zona muy distante de
cualquier pueblo o ciudad, por lo que no existe ninguna
mención en este tipo de documentos. No obstante, se seleccionaron algunas pertenecientes a Jalisco con el propósito de ilustrar el empleo del algodón como fibra textil.
En la Relación de Amula se asienta que en Zapotitlan
los señores:
«[...] andaban vestidos de muy buenas ropas de algodón, de muchos colores y pinturas [...] Y el dicho traje que traían era como jobones y unas camisas largas,
las faldas de fuera y con unos bonetes de pluma [...]»
(Acuña 1988: 64).
18
Se utilizaba a manera de huso un palo delgado y, como peso o
volante que lo hiciera girar, se le agregaba un disco perforado en
medio llamado malacate (Mastache 1971: 26). En Mesoamérica se
utilizó el «telar de cintura», el nombre se debe a que uno de los extremos del telar lleva una banda que se coloca en la cintura del tejedor
con el propósito de mantener tensa la urdimbre y el otro extremo se
mantiene amarrado a un punto fijo (Mastache 1971: 34).
La Relación de Compostela dice que «andaban desnudos y las mujeres cubiertas desde la cintura hasta las rodillas…» Además, menciona la utilización del algodón,
que lo daban al «señor» y ofrecían mantas a sus dioses
(Acuña 1988: 91). La descripción más cercana al cañón
– 28 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Fig. 9. Textil in situ.
de Bolaños es la de Tlaltenango, donde se asienta que
andaban «en cueros» (desnudos) (Acuña 1988: 146).
Uno de los cronistas españoles que describió la Nueva Galicia fue Lázaro Arregui, quien mencionó:
«[...] En el avito del
vestido como en todo lo
demás se parezen mucho
los Yndios los unos a
otros, y el que usan los
deste reyno [se refiere a
Nueva Galicia] es al modo
de los de la Nueva España [...] Y el de las Yndias se
diferencia solo en que los guipiles que allá traen largos,
acá son tan cortos que apenas passan la cintura, y se
llaman jolotones, y son a modo de un costal quadrado
con un agujero grande por donde sacan la caveza, y dos
por donde sacan los brazos holgadamente [...] ellas los
traen de manta de algodón [...] Y las naguas [...] son
como otro costal más ancho y largo que rrebujado o fajado por la zintura les suve hasta los pies [...]» (Arregui
1946: 31).
«[...] Hilan ellas tamvien el algodón, y en este reyno
se hila con unos palitos largos que sirven de husos, y la
una punta ponen entre los dedos del pie, estando sentadas, y la otra sobre un palo o piedra llana donde con la
palma de la mano le hazen torcer apriessa, y ellas tejen
unas mantas de algodón harto buenas para su menester»
(Arregui 1946: 36).
que su descripción corresponde al periodo posterior a la
entrada de los españoles, de ahí los términos usados en la
lengua náhuatl y se deduce que la vestimenta atañe a la
influencia española.
En todas las relaciones se menciona que, después de la
entrada de los españoles, iban vestidos con mantas de
algodón, lo cual significa que se conocía el uso del algodón con anterioridad y es posible que las entrevistas a los
naturales que se hicieron en el siglo XVI no sean tan exactas. En una región como la de Bolaños, con escasa importancia para la Corona española (debido al paisaje tan
agreste y a la escasa población que mantenía para ese
momento), existe la relación geográfica «compuesta» que
daba información sobre las alcaldías mayores de Minas
de Tepeque y de Xuchipila.
Vargas Rea (1952, 5: 8-10) publicó la Relación de los
pueblos de su magestad del reino de Nueva Galicia donde se menciona:
Un segundo cronista de la Nueva Galicia fue el fraile
Antonio Tello, quien menciona la fundación del convento de Chimaltitan, pueblo ubicado en la parte central del
cañón de Bolaños y la sierra de Tepeque (como se denominó al cañón de Bolaños), que, al referirse a la vestimenta, señaló:
«Las minas de Tepeque [...] estaban despobladas por
ser tierra de guerra; prouéhese un alcalde mayor destas
minas: no reside en ellas por estar despobladas y ser
tierra de guerra. Dásele por corregimiento a este alcalde
mayor de Nuchistlan que está en la real Corona [...]»
(Vargas Rea 1952, 5: 7).
«[...] las indias, demás de vestir naguas y luego un
guipilillo corto que llaman izquimil o xolotón, se visten
de otro género de vestidura entera y zerrada, que les
cubre desde los hombros hasta la media pierna, que llaman huipil [...]» (Tello 1968: 15).
Las minas de Tepeque se encuentran dentro del cañón
de Bolaños y son muy posiblemente las minas situadas
en la población reconocida como el pueblo de Bolaños,
donde aún se explotan. El fraile franciscano Antonio Tello las mencionó también, confirmando lo dicho en la
relación antes mencionada (Tello 1984: 459). Sin embargo, salvo la descripción general que hizo de la provincia de Nueva Galicia, no le pareció importante referir la
Se deberá tomar en cuenta que el documento de Tello
data de fines del siglo XVI o principios del XVII, por lo
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indumentaria de la población prehispánica de la región
de Bolaños o Tepeque.
CONCLUSIONES
El hallazgo de los textiles en la cultura Bolaños es inusitado debido a la naturaleza del material con el que fue
elaborado. Sin duda, se conservó gracias a las condiciones climáticas de la zona y a la composición mineralógica del suelo que incluye la presencia de cobre nativo. El
algodón debió de ser introducido en el cañón de Bolaños
a través de la ruta comercial, como una de las mercancías
empleadas en el intercambio (Cabrero 2007: 217-245).
Los textiles representan la prueba fehaciente del uso
de indumentaria entre los habitantes de la cultura Bolaños y del empleo del algodón como materia prima para
elaborar telas. Con ello, reafirmamos la presencia de una
sociedad compleja en una región que se desarrolló con
base en una economía de intercambio comercial.
Creemos que la recuperación de estos fragmentos de
textil constituye una aportación valiosa para el conocimiento de las sociedades desaparecidas en México y, en
especial, para el occidente mexicano, donde los pocos
textiles prehispánicos se conservan en el Museo Regional de Guadalajara, pero carecen de procedencia y de
contexto arqueológico que nos permitan introducirnos en
la forma de vida y los adelantos tecnológicos que alcanzaron las sociedades que los crearon.
Sobre la autora
MARÍA TERESA CABRERO GARCÍA es Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), Investigadora Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Academia Mexicana
de Ciencias Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones,
publicando media docena de libros y más de 40 artículos
(
[email protected]).
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© 2011 ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA 11: 27–35. ISSN 1989–4104. http://www.laiesken.net/arqueologia/.
ALGUNAS MENCIONES EN LAS FUENTES ETNOHISTÓRICAS
DE LAS MINAS DE CHALCHIHUITES EN EL NOROESTE
DE ZACATECAS
María Teresa Cabrero G.
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México
RESUMEN. Se ha creído que las minas que existen en
el valle del río Súchil, en el noroeste de Zacatecas, fueron creación de la gente que vivió antes de la llegada de
los conquistadores durante el siglo XVI; sin embargo,
no hay evidencia de que el mundo prehispánico que habitó el territorio mexicano conociera la tecnología para
construir minas con pozos, túneles y galerías. Las fuentes del siglo XVI mencionan la «fiebre» que se desató en
la búsqueda de oro y plata y las vicisitudes que tuvieron
que vivir los mineros de origen español para extraer la
plata y, en mucha menor cantidad, el oro. En este artículo se comentan algunos pasajes de la historia que dejaron los misioneros religiosos y sus apreciaciones de la
vida recién iniciada por los colonos extranjeros en su
búsqueda inagotable de los metales preciosos. Por último, se exponen las dudas sobre los creadores de las minas que aún permanecen en esta parte de Zacatecas.
PALABRAS CLAVE: Chalchihuites, minas, etnohistoria, Zacatecas, México, Mesoamérica.
Recibido: 2-12-10. Modificado: 24-2-11. Aceptado: 309-11.
TITLE: Some references in ethnohistorical sources to
the Chalchihuites mines in northwestern Zacatecas.
ABSTRACT. Is believed that the existing mines located
in the Suchil river valley in northwest Zacatecas, Mexico, were constructed by people settled there before the
conquerors’ arrival during the 16th century. However,
there is no evidence linking the technology to build mines with wells, tunnels and galleries to prehispanic
people. 16th century bibliographic sources describe the
gold and silver rush that caused all kinds of difficulties
for Spanish miners seeking silver and the even more rare
gold. This article mentions a few stories left by religious
miners concerning their way of living and that of the foreign pioneers during their constant search for precious
metals. Last but not least, doubts emerge about who were
the real creators of these mines.
KEYWORDS: Chalchihuites, mines, ethnohistory, Zacatecas, Mexico, Mesoamerica.
INTRODUCCIÓN
E
XVI FUE DRÁSTICO PARA EL MUNDO PREHISPÁnico del territorio mexicano. La llegada de los conquistadores españoles diluyó las estructuras sociales, políticas, religiosas y redujo la población indígena
como consecuencia de los enfrentamientos bélicos, las
enfermedades y las imposiciones religiosas.
Uno de los factores más sobresalientes fue el descubrimiento, por parte de los hispanos, de la presencia de
metales preciosos, oro y plata, en casi todo el territorio
recién descubierto; lo cual desató una «fiebre» por encontrarlos y explotarlos. Los yacimientos de oro en México son pequeños y están dispersos, por lo que no se
considera un país rico en este mineral.
En la época prehispánica se obtuvo el oro a través de
«placeres»; es decir, se recolectaba como pepitas en arroyos y ríos; en esta forma fue aprovechado por los mixtecos asentados en el estado de Oaxaca, quienes fueron diestros orfebres (Grinberg 2004; Langenscheidt 1993). Para
el mundo mesoamericano, el oro tuvo un concepto muy
diferente al europeo; llamaba su atención por su brillantez y color, por ello se le llamó teocuitlatl coztic, que en
náhuatl significa «excremento amarillo de dios», pero no
tenía el valor que tuvo para los europeos.
Los mexicas (reconocidos por algunos como aztecas),
siendo el pueblo más poderoso a partir del siglo XIII,
conquistaron gran parte de las demás culturas e impusieron como tributo los objetos de oro que producían los
grupos que lo trabajaban. Esta evidencia se encuentra
asentada en la Matrícula de Tributos o Códice Mendocino, donde se detallan los objetos entregados al tlatoani o
L SIGLO
Editor (Publisher): Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. http://www.laiesken.net/arqueologia/.
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
gobernante mexica. Otra manera de obtener objetos labrados en oro fue el mercado de Tlatelolco, ubicado en
Tenochtitlan y lugar para intercambiar todo tipo de mercancías. Sahagún, en su tratado sobre las costumbres de
los mexicas menciona a los orfebres (sin citar su origen)
que trabajaban el oro en Tenochtitlan; describe las técnicas empleadas para elaborar objetos en oro y menciona
la manera de obtenerlo «… buscaban el oro en los arroyos… y así hallaban granos de oro, unos tan grandes como
granos de maíz, otros menores, otros como arena…» (Sahagún 1975: 696).
La plata se trabajó muy poco y, de acuerdo con Sahagún, no fue hasta los albores de la colonia cuando se desarrolló la explotación de este metal (1975: 696). Durante el siglo XVI, los hallazgos de oro fueron colaterales a
los de plata, dominando esta última y siempre se lograron a través del trabajo minero. Una de las minas más
famosas de obtención de plata y, en pequeñas cantidades, de oro se encuentra en Guanajuato, conocida como
La Valenciana. La existencia de plata en México fue la
inversa al oro; existieron y aún existen yacimientos muy
ricos de este mineral distribuidos por todo el territorio.
Para los mexicas y otros pueblos prehispánicos, la plata
fue considerada de poco valor, denominándola teocuitlatl izta que, en náhuatl, significa «excremento blanco de
dios».
El cobre fue otro mineral muy explotado en Michoacán
y Guerrero a partir del 600 d. C.; sin embargo, no lo extrajeron desde minas sino que buscaban la zona donde la
veta llegaba a la superficie y cavaban para extraer el mineral (Grinberg 2004; Hosler 1997). Realmente, se desconoce la presencia de minas de túneles y tiros anteriores al siglo XVI; los estudiosos de la metalurgia prehispánica consideran que el mundo prehispánico no llegó al
nivel tecnológico adecuado para explotar los minerales
construyendo minas (Grinberg 2004). Lo anterior explica el proceder de los primeros colonos europeos que penetraron en territorio mexicano ya que, al obtener información de los naturales sobre la presencia de cobre nativo, supieron que había oro y plata asociados a ese mineral. En base a ello, se dedicaron a excavar minas como lo
habían hecho en Europa, creyendo que encontrarían oro
en abundancia; sin embargo, los hallazgos más importantes fueron de plata y, de forma extraordinaria, obtendrían un mínimo de oro.
El norte del país fue uno de los campos más propicios
para tal fin y, en 1546, Juan de Tolosa descubrió el yacimiento de plata más rico de Zacatecas, situado en el Cerro de La Bufa (ubicado en la ciudad de Zacatecas). Cuatro años después, Ginés Vázquez de Mercado comprobó
la existencia de otros veneros del codiciado mineral en
diversas poblaciones; entre ellas, las que nos interesan
en este trabajo fueron Chalchihuites, San Martín y Som-
brerete (Amador 1982: 196-200). La extracción del mineral en esta región, específicamente la cuenca del río
Súchil en el noroeste de Zacatecas, exigió cuantiosas inversiones en pozos, galerías, ingenios de molienda y hornos de fundición.
Muchos mineros se vieron obligados a abandonar el
trabajo de la horadación de las minas recién abiertas,
debido a la carencia de fondos económicos, dejando túneles y redes de túneles a medio construir (Arregui 1946).
Considero que muchas de esas minas que existen en esta
región de Chalchihuites (fig. 1) corresponden al periodo
inicial de la colonia en el siglo XVI y no exactamente al
periodo prehispánico. Los geólogos que han explorado
las posibilidades de una explotación anterior al siglo XVI
no han encontrado ninguna evidencia geológica, ni tiestos prehispánicos, para sostener la creencia de que los
naturales fueron los creadores de estas redes de túneles
(Langenscheidt 2009). Si se piensa en minas correspondientes al siglo XVI, se justifica la presencia de artefactos de piedra que, según ese autor, se encontraban en el
interior de ellas. La carencia de posibilidades económicas de los recién llegados obligaría a improvisar herramientas hechas con la materia prima más común en la
región (piedra volcánica), además de la premura por encontrar los metales preciosos, pero al no encontrarlos
debieron de optar por abandonarlas.
ESTUDIO ARQUEOLÓGICO EN LA
REGIÓN DEL RÍO SÚCHIL, ZACATECAS
Charles Kelley se dedicó durante dos décadas al estudio de la cultura Chalchihuites,1 como así la denominó;
se enfocó, principalmente, al sitio de Alta Vista, por ser
el mayor y más importante representante de dicha cultura. Además, localizó una serie de sitios distribuidos en la
región y creyó que constituían una avanzada teotihuacana y un lugar donde pasaban las caravanas en busca de la
preciada turquesa, cuyos yacimientos se encuentran en
Nuevo México, EE. UU. (Kelley 1976, 1980). Su creencia se basaba en la presencia de un observatorio en Alta
Vista que coincidía directamente con un cerro llamado
Chapín, donde había una roca con 260 agujeros (calendario ritual mesoamericano), por lo que siempre consideró esta cultura como una avanzada teotihuacana.
Sin embargo, no existen evidencias arqueológicas suficientes para considerar esta cultura como avanzada teotihuacana; por lo que se ha llegado a la conclusión de que
1
El pueblo se llama Chalchihuites debido a la presencia en la
zona de yacimientos en superficie de este tipo de roca (carbonato de
cobre de color verde como la malaquita). La palabra chalchihuitl es
de origen náhuatl y significa piedra preciosa. Para muchos pueblos
prehispánicos fue considerada como algo sagrado.
– 33 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Fig. 1. Localización de la región de Chalchihuites.
se trata de un desarrollo local con ciertos contactos mesoamericanos llegados a través de la ruta de intercambio
comercial que atravesaba el país hasta Nuevo México.
Kelley (1985: 263-287) propuso una secuencia cronológica de la región que abarca desde 200 d. C. hasta 950 d.
C en la rama Súchil como así la denominó. El resultado
de las investigaciones del Dr. Kelley en la cuenca del río
Súchil, lugar donde se fundó el pueblo de Chalchihuites,
despertó nuestro interés por conocer, como antecedentes
históricos, las descripciones acerca de la presencia de las
minas, supuestamente prehispánicas, y algunas otras
menciones relacionadas con los habitantes y sus costumbres durante el siglo XVI como parte de la Nueva Galicia, como así denominó la Corona española a este vasto
territorio norteño. La información que se conserva se debe
a los cronistas franciscanos Lázaro Arregui y José Arlegui, que penetraron a partir del descubrimiento de las minas de Zacatecas a mediados del siglo XVI, a las relaciones geográficas y, posteriormente, al historiador Matías
de la Mota y Padilla, quien retoma la información de los
anteriores. Por último, me referiré al historiador del siglo XIX Elías Amador, quien plasma su versión de la
historia zacatecana desde los primeros habitantes hasta
el siglo XIX. Antes de señalar las menciones que se conservan de la zona, deseo exponer la descripción más antigua de que se tiene noticia acerca de los vestigios prehispánicos de la región, extraída del libro de Amador
(1982). En 1882, se publicó, en un diario zacatecano, la
– 34 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
descripción de los principales sitios que durante la década de los 70 del siglo XX reportó el Dr. Charles Kelley.
La persona que publicó en el diario zacatecano era un
aficionado oriundo de Chalchihuites, interesado en dar a
conocer las «ruinas prehispánicas» hasta entonces descubiertas para su integración en la historia de Zacatecas.
Mencionó las más importantes por su extensión y arquitectura visibles desde la superficie, tales como Cerro Pedregoso, Cerro Chapín y el Cerro de Moctezuma,2 vestigios que el autor consideró de origen «azteca» (Amador
1982: 235-241).
Este mismo autor describe en su artículo la presencia
de las minas en la región:
«Existen también, inmediatas a los riachuelos mencionados, huellas de pueblos trogloditas que suponemos
habitaron posteriormente a las otras razas. Son extensas
cuevas, algunos verdaderos laberintos con gran número
de galerías comunicadas entre sí por varios cañones y la
entrada ingeniosamente labrada de tal suerte que una
sola persona puede evitar el paso a centenares. Las más
notables de éstas están en los ranchos del Maguey y La
Escondida y en la Hacienda del Vergel; nosotros hemos
explorado varias, pero no hemos encontrado ningún objeto, ni indicio alguno que nos revele algo del carácter
de sus moradores» (Amador 1982: 239-240).
Termina su artículo señalando:
«Es indudable que trabajaban las minas para extraer
el plomo empleado en los esmaltes de los mencionados
objetos de barro, pues se han encontrado huellas del fuego en algunas vetas, y como se sabe, era el procedimiento
empleado para elaborarlas en aquellos tiempos…»
(Amador 1982: 241).
Lo anterior nos indica que en algún momento se explotaron las minas sin llegar a precisar el periodo del trabajo minero, por lo que surge la duda de si fueron explotadas durante el periodo prehispánico, como afirma Phil
Weigand, o son vestigios coloniales del siglo XVI durante la entrada inicial de españoles a la región. Cabe
hacer notar que el periodista chalchihuita confundió el
uso de plomo como base para el «esmalte» utilizado en
la cerámica prehispánica. Ahora sabemos que solo fue
el pulimento del barro para dar un terminado lustroso.
Sin embargo, durante la colonia se pulían las vasijas con
plomo; ese conocimiento derivó del uso del plomo en la
cerámica prehispánica.
2
A mediados del siglo XX, Charles Kelley fue el primer arqueólogo que inició un estudio sistemático en la región y, debido a la
diferencia de idioma, denominó Moctehuma al sitio de Moctezuma.
LA PROBLEMÁTICA QUE PRESENTAN
LAS MINAS EN LA REGIÓN
Phil Weigand, colaborador de Kelley, reportó a fines
de la década de los 60 la existencia de minas prehispánicas en el valle del río Súchil. De acuerdo con este investigador, hay seis grupos de minas, señalando que, posiblemente, se explotaban la hematita, la riolita y el pedernal temporizado, denominado por él wheathered chert
flint que, según este autor, es de color blanco con partículas rojas o negras (1968: 50). También señaló que, dentro de los túneles, aún se conservaban teas de ocote y
otros artefactos de piedra (hachas de garganta y martillos) utilizados para la explotación de dichos minerales.
Calculó un número aproximado de 750 minas distribuidas por la región. En la Cueva de María Lizardo (como
se conoce a esta mina), ubicada cerca del río San Antonio, afluente del Súchil, descubrió varias teas a medio
consumir que estaban sobre un montón de desecho de
construcción en el exterior de la mina; dos de ellas se
enviaron a analizar por 14C, dando dos fechas muy distintas, la primera de 390 d. C y la segunda de 600 d. C.
(1982: 116). La diferencia temporal dentro de un mismo
contexto de desperdicio sugiere la posibilidad de que las
teas no proviniesen del interior de la mina, como se creyó, sino de una construcción exterior con filiación prehispánica.
Los supuestos «minerales» que reporta este autor son
comunes a nivel superficial en esa región, por lo que permanece la duda de para qué se cavaron túneles si tenían
los materiales en superficie, además de no existir ningún
otro antecedente de minería prehispánica en todo el territorio mexicano. En esta región también existen, hasta la
actualidad, yacimientos superficiales de piedra verde (crisocola y malaquita) asociados al cobre nativo. Por otra
parte, el análisis de dos teas de madera a medio consumir, encontradas en el exterior de la mina, resulta una
muestra muy reducida como para situar 750 minas dentro de esa misma temporalidad, por lo que permanece la
duda de si fueron realmente prehispánicas o pertenecen
al periodo colonial.
DOCUMENTOS HISTÓRICOS QUE
MENCIONAN LA REGIÓN DE LA
CUENCA DEL RÍO SÚCHIL Y LAS
ZONAS ALEDAÑAS
El norte de México es rico en minerales explotados
desde el siglo XVI a partir del descubrimiento de las minas de Zacatecas por Juan de Tolosa en 1546 (Arregui
1946: XXVIII). Los frailes franciscanos Domingo Lázaro de Arregui, cuyo manuscrito data de 1736, y José Ar-
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ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
legui, quien escribió en 1612, dejaron para la posteridad
sus crónicas con descripciones generales de la forma de
vida de los indígenas de esta parte de la Nueva Galicia,
el descubrimiento de la plata, su explotación, el proceso
evangelizador y los enfrentamientos bélicos con los naturales que se suscitaron a partir de la llegada de los ibéricos a este enorme territorio mexicano. A esta información se añaden las relaciones geográficas que el rey de
España ordena realizar en todo el territorio de la Nueva
España y, en este caso específico, de la Nueva Galicia.
Estos documentos contienen 50 preguntas para responder por indios y españoles (laicos y religiosos) enfocadas
en la descripción de los diversos acontecimientos que se
sucedían en aquel entonces. Incluían el medio ambiente,
la ubicación geográfica de la zona de que se tratara y
algunas menciones sobre los indígenas que la habitaban,
sus costumbres y las condiciones en que vivían. Como es
natural, los frailes añadieron a sus observaciones los acontecimientos religiosos más sobresalientes. En este caso
concreto, las fuentes etnohistóricas mencionadas ponen
especial énfasis en el descubrimiento de las minas de plata
en todo el territorio norteño, comprensible por ser el de
mayor interés de los españoles. La Nueva Galicia abarcaba un extenso territorio mexicano; se extendía por los
estados de Zacatecas, Jalisco, parte de San Luis Potosí y
una pequeña porción de Durango.
Aclarado lo anterior, pasaré a las menciones relevantes que conciernen a la zona circundante a la cuenca del
río Súchil, con el propósito de ofrecer una mayor perspectiva de los sucesos que acontecieron a partir de la llegada de los ibéricos a la región. En la actualidad, existen
las siguientes poblaciones que interesan en este trabajo
por estar situadas dentro o en los alrededores del valle
del río Súchil: Sombrerete, llamado Villa Llerena, y San
Martín en el siglo XVI y Chalchihuites. La relación de
San Martín y Llerena señala:
«[...] hasta tanto que el año de 1556 [...] Martín Pérez de Uranzu y Martín de Rentería y Martín de Urrutia
y Martín de Oñes y Martín de Zúrraga, vascongados, y
Miguel de Castro y Pedro de Hermosilla y Martín de
Gamón, y Juan Navarro y Juan de Loera y Diego Verdugo de Vega y Diego de Villalobos y Juan de Zumaya
y el licenciado Juan García, presbítero canónigo en la
santa iglesia catedral [...] entraron por estas tierras yermas y despobladas [...] adonde descubrieron cantidad
de metales de plomo y plata [...]
»Y, ansí se poblaron estas dichas minas entre tres
cerros grandes [...] y el otro cerro que es mas pequeño y
que está hacia la parte del sur, se llama de San Martín,
porque la mayor parte de los dichos descubridores tenían nombre de Martín. Y, así, fue este cerro la causa
porque en la mayor parte del ay munchas minas [...] Y
en el año de 1571 los dichos vecinos pidieron a la dicha
real Audiencia deste reino les diese título de villa y, así,
la dicha real Audiencia se los dio y se llama la villa de
San Martín [...]» (Acuña 1988: 244-246).
El fraile Tello menciona:
«[...] Año 1558. El descubrimiento de las minas de
San Martín por Martín Pérez y fueron tan ricas que llegó mucha gente española y descubrieron las minas de
los Ranchos y Chalchihuites, Sombrerete, Abino, Santiago y las Nieves» (Tello 1984: 25).
Mota y Padilla, retomando a Tello, indica el descubrimiento de las minas de San Martín en el año de 1558:
«[...] Y por el año de 1558 se descubrieron las minas de San Martín, por Martín Pérez, y después las de
Fresnillo, Ranchos y Chalchihuites, Sombrerete, Aviño, Santiago y Nieves, que tanta riqueza han dado al
reino» (Mota y Padilla 1973: 203).
Después de describir la extensión de la Nueva Galicia,
dice que descubiertas esas minas:
«[...] el alcalde mayor de Zacatecas extendió su jurisdición hasta dichas minas y se nombró alcalde mayor
de San Martín a Diego de Colio quien fundó la villa de
Nombre de Dios en 1562 [...]» (Mota y Padilla 1973:
207).
Y sigue diciendo que las minas que producen más riquezas son las de Galicia y Vizcaya (Mota y Padilla 1973:
317). El territorio de la Nueva Vizcaya abarcaba Durango y Chihuahua:
«[...] Era tanta la plata que extraían que motivaron a
que se fundase caja en la villa de Yerena» (Mota y Padilla 1973: 316).
Volviendo a la relación geográfica de Villa Llerena:
«[...] Al octavo capítulo, se dice que esta villa y minas de San Martín […] fue la primera poblazón [...] desde las minas de Zacatecas a esta parte, dende las cuales
se salieron a descubrir y poblar, y se poblaron las minas
de los Chalchihuites, que estará a seis leguas de esta
villa[...] (Acuña 1988: 251).3
3
Cito a René Acuña, quien publicó las relaciones geográficas
originales comentadas. Algunas las reprodujo de las de Vargas Rea y
otras del Archivo General de Indias en Sevilla, España.
– 36 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
En este párrafo, se mencionan por primera vez las minas de Chalchihuites, que conservaron su nombre desde
la fundación del pueblo:
«[...] Y este dicho pueblo y minas están puestos en
resguardo de un valle que está poblado a obra de legua
y media destas dichas minas, que se dice el valle de Súchil porque había, cuando se descubrió, mucha cantidad de flores en él [...] Al principio deste valle está un
ojo de agua del cual nace un arroyo [...]» (Acuña 1988:
252).
le dijeron haber visto estas piedras en el reino de León
(hoy Durango) y creo que se trata de la turquesa de Nuevo México, ya que añade que se labran y parecen esmeraldas (Mota y Padilla 1973: 160).
De acuerdo con las menciones antes expuestas, el uso
de la piedra verde o chalchihuite era común. Es posible
que los hispanos creyeran que dicha piedra se obtenía en
minas tal como las concebían y no de yacimientos superficiales. La relación vuelve a referirse a Sombrerete o
Villa Llerena:
«[...] Y asimismo, de los vecinos de la dicha villa de
San Martín salieron a poblar y poblaron las minas del
Sombrerete [...] Estas minas tienen hacia la parte norte,
un cerro alto y pelado y encima del en la corona de peñas, una como a manera de copa de sombrero, por lo
cual se llamaron las dichas minas de Sombrerete (Acuña 1988: 254).
»[...] Las cuales dichas minas dende el principio, se
llamaban real y minas del Sombrerete y el año de setenta y uno, se pidió por los vecinos dellas en la Real Audiencia deste reino, que se les diese título de villa; y así
se le dio por la dicha Real Audiencia, y se llama la Villa
de Llerena [...]» (Acuña 1988: 256).
En este último párrafo, menciona el río Súchil que le
dio nombre al valle y agrega que hay diez estancias (se
refiere a casas) cuyos propietarios no pueden labrar la
tierra porque hay muchos indios que los atacan y roban
su ganado. Más adelante, explica la razón por la cual lleva el nombre de Chalchihuites:
«[...] Y a las dichas minas de Chalchihuites, se les
puso este nombre por causa de una mina que hay en su
comarca, de la cual se sacan unas piedras verdes, que
no son de ningún valor ni provecho» (Acuña 1988: 252).
La relación menciona que la piedra verde se extraía de
una mina; sin embargo, cabe aclarar que se trata de yacimientos superficiales que no requerían cavar una mina
como la conocemos, es decir, abrir túneles para extraer
el mineral. Más adelante, la misma relación describe,
como ya dije, la presencia de una iglesia que, de acuerdo
con el criterio del fraile, es digna de mencionar:
«Y en las minas de los Chalchihuites, hay una iglesia razonable con sus ornamentos, que han dejado desamparada y está poblado un monasterio de frailes de la
Orden del Señor San Francisco [...]» (Acuña 1988: 253).
Mota y Padilla también menciona la presencia de la
piedra verde como parte del atuendo de las mujeres:
«[...] Estiman en mucho los cabellos; y así los traen
muy peinados [...] y dejan la punta del cabello levantado como plumajes y en unas tablillas de hasta tres dedos
fijan con pegamentos unas piedras verdes que llaman
chalchihuites, de que se dice hay minas [...]» (Mota y
Padilla 1973: 160).
Hasta aquí alcanza la relación de San Martín y Llerena; se habrá notado que los ibéricos llegan a la región
guiados por la presencia de la plata que, a pesar de haber
mucha no se puede explotar por la gran cantidad de indios de guerra, salteadores que robaban y mataban y de
la pobreza que traían. El relato separa la villa de Llerena
de las minas de Sombrerete. Posteriormente, se fusionan
ambos nombres y únicamente permanece el de Sombrerete. Por otra parte, destaca el valle de Súchil, la fundación del pueblo de Chalchihuites, su iglesia y el origen
del nombre que se le otorga al pueblo y a las minas.
La obra de Lázaro Arregui, escrita años antes de 1621,
fue comentada por François Chevalier, quien trata de explicar el manuscrito. Seleccionamos los párrafos que aluden al tema de este trabajo y notamos algunas discrepancias en la información con la relación y con Mota y Padilla. Arregui indica que en la alcaldía mayor de las minas
del Sombrerete y Villa de Llerena:
Y, además, señala que Ginés Vázquez Coronado, al
referirse a la provincia de «Tigues», cita que las mujeres
usan piedras verdes como adornos corporales, llamadas
chalchihuites y extraídas de minas locales «... como también se dice las hubo cerca de Sombrerete, en un real de
minas que se nombra Chalchihuites…». Menciona que
– 37 –
«Al poniente de Zacatecas y de la jurisdicción del
Fresnillo está la villa de Llerena y minas de Sombrerete
[...] y [...] San Martín, minas de la municipalidad de Sombrerete, a 12 km al oeste» (Arregui 1946: 129).
Y añade:
«[...] Tiene esta jurisdicción muchas y muy buenas
tierras, como son San Martín, el valle de Súchil, Chal-
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
chiguitis que son muy fértiles y bien pobladas y tiene
muchos reales de minas [...]» (ibíd.: 129).
Arlegui hace mención de la entrada, por primera vez,
de fray Jerónimo, quien después de bajar la sierra llamada Calabazal encontró un río llamado Súchil donde «halló mucha cantidad de indios zacatecos de quienes fue
bien recibido y aún admirado...» (Arlegui 1737: 24). Según este autor, la mayor parte de las minas de esta región
fueron descubiertas en 1554 y durante los años siguientes por Francisco Ibarra; sin embargo, en la relación se
habla de 1556 descubiertas por varias personas como se
mencionó con anterioridad y añade que Sombrerete fue
fundado por D. Juan de Tolosa sin aclarar el año (Arlegui 1737: 53). José Arlegui también se refiere a la fundación de los conventos:
«El convento de San Mateo de Sombrerete o Villa
de Llerena fue el quinto fundado en 1567. Juan de Tolosa descubrió el mineral de Sombrerete en el año de 1558
y el convento se erigió en 1567. El convento de San
Francisco de Chalchihuites es el onceavo y se erigió en
1583» (Arlegui 1737: 58, 67).
Añade los decesos de otros frailes como un acontecimiento digno de mencionar, tales como el de fray Juan
de Herrera murió en Chalchihuites en 1599 y fue enterrado en el convento. Y el de fray Francisco Loranca, que
también fue enterrado en el convento de Chalchihuites
pero no dice el año (Arlegui 1737: 298, 300). Al hablar
de la fundación del pueblo de Chalchihuites, manifiesta:
«[...] y sus habitadores eran tan bárbaros que fue necesario traer al pueblo muchas familias de indios tlaxcaltecas en 1591 [...] se han propagado y tienen un pueblo muy ameno» (Arlegui 1737: 67).
Tratando otro aspecto de gran interés, ya que el mito
general es que los indios andaban «desnudos», es el que
el fraile Arregui describe acerca de la forma de vestir de
los naturales de la Nueva Galicia:
«En el ávito y vestido como en todo lo demás, se
parezen mucho los indios los unos a otros, y el que usan
los deste reyno es al modo de los de la Nueva España
[...] Y el de las Yndias se diferencia solo en que los
guipiles que allá traen largos, acá son tan cortos que
apenas passan de la cintura, y se llaman jolotones y so a
modo de un costal cuadrado con un agujero grane por
donde sacan la caveza, y dos por donde sacan los brazos
holgadamente, por donde medio tapan de la cintura arriva
sin otra cosa que sirva de camisa no otra cosa de bestido
[...] Y las naguas que sirven de mantillas o saya, que
son como otro costal más ancho y largo que rrebujado o
fajado por la zintura les suve hasta los pies [...] Los cavellos se atan con cintas de algodón [...]» (Arregui 1737:
31).
Describe también la forma de adornarse que tenían para
las batallas, cuyo propósito era «parecer fieros»: «… se
pintan con rayas la cara, los brazos, los ojos, los pechos,
los muslos y las piernas... unas azules, otras negras, otras
verdes y coloradas», además se «ponen en la frente plumas de urracas y guacamayas». En esta descripción, el
fraile resalta el uso de pigmentos, seguramente de origen
mineral, que usarían también para la decoración de las
vasijas en tiempos prehispánicos. Sería de gran interés
conocer el origen de los pigmentos, pero por el momento
se desconoce.
Por último, Arregui describe los animales de la Nueva
Galicia, en general resaltando una alta presencia del venado, animal preferido en la alimentación de los aborígenes (Arregui 1946: 42-49). Por su parte, Arlegui relata la
cacería del venado:
Esta cita es muy interesante, ya que nos da a conocer
que el pueblo de Chalchihuites ya existía y era habitado
por indígenas propios de la región, siendo reocupado por
españoles e indios tlaxcaltecas.
El padre Arlegui menciona que el mineral se procesaba con azogue,4 muy difícil de conseguir, y que en el real
de Chalchihuites sacaban mucha plata (Arlegui 1737: 124,
125, 172). También señala que los indios no querían decir dónde estaban las minas por temor a morir, ya que las
consideraban lugares sagrados. En la relación de Villa
Llerena se indica que de las salinas que hay, la salmuera
que de ellas se saca sirve para incorporarse al azogue
(Acuña 1988: 266).
4
El azogue es el mercurio y se utilizaba para procesar la plata.
«[...] Para la caza de venados y otros animales de
que continuamente se sustentan, tienen notables astucias: cogen la cabeza de un venado muerto, y poniendole en los ojos una frutilla que viva y naturalmente los
representa, escondiéndose entre las crecidas yerbas, descubren solamente la cabeza y fingiendo la voz de los
simples animales con propiedad, engañados del reclamo se vienen a ellos, donde los matan a flechazos y son
en esto tan diestros [...] en menos de una hora, entre
pocos, mataron cinco venados, que es prueba de la facilidad y destreza de cazarlos» (Arlegui 1737: 169).
Aquí se trató, en síntesis, lo más importante que mencionan los cronistas acerca de la situación social y económica del noroeste de Zacatecas, correspondiente, en-
– 38 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
tonces, a la Nueva Galicia. Los enfrentamientos bélicos
se suscitaban constantemente entre los indígenas zacatecos y tepehuanes y los colonos españoles. Los indígenas
arrasaban las rancherías llevándose el ganado para comer y los españoles se trasladaban con frecuencia hacia
núcleos de población más grandes y seguros. Aunado a
lo anterior, se abandonaba el trabajo minero por carecer
de recursos económicos y alimenticios, dejando las minas sin explotar.
Estas noticias nos conducen nuevamente a la presencia de las minas en la región del valle del río Súchil, por
lo que vuelvo a preguntar si las minas que ahora se conocen son testigos de esa época difícil para los colonizadores de la zona o, en realidad, se explotaron durante el
periodo prehispánico. Si fuera cierto esto último, cabe
preguntarse qué tipo de rocas buscaban en ellas, ya que
hasta la fecha no existe ninguna evidencia de que la gente prehispánica explotara plata, oro o cobre y lo beneficiara. Por otra parte, el trabajo minero realizado es muy
complejo solo para extraer posiblemente la crisocola
(mineral de color verde-azul del grupo de los silicatos)
teniendo yacimientos de malaquita (mineral de color verde) en superficie, ya que ambos minerales se asocian al
cobre abundante en la región y fueron utilizados por la
gente prehispánica como símbolo de distinción.
Debo aclarar que, a pesar de ser escasas, las noticias
de esta época resultan muy interesantes para comprender
la dinámica social y económica del siglo XVI. El tema
más importante del que hablan los documentos es el inicio y descubrimiento de la explotación de las minas y la
fundación de los conventos como parte del proceso de
evangelización; lo cual resulta comprensible, dado que
el mayor interés de los españoles era, precisamente, la
explotación de la plata. Las menciones de la región bajo
estudio fueron escasas, pero resaltaron la fertilidad de la
tierra y la explotación de la piedra verde o chalchihuitl,
de lo que se tiene evidencia arqueológica en objetos diversos. Finalmente, Mota y Padilla describe la manera
en que se peinaban las indias narrando el uso de la piedra
verde:
«[...] y dejan la punta del cabello levantado como
plumajes y en unas tablitas de hasta tres dedos, fijan
con pegamentos unas piedras verdes que llaman chalchihuites, de que se dice hay minas, como también se
dice las hubo cerca de Sombrerete, en un real de minas
que se nombra Chalchihuites, por esta razón y persona
de verdad me ha asegurado haber visto en el reino de
León muchas de estas piedras y haber entendido que si
se labrasen, fueran parecidas a las esmeraldas, con dichas piedras forman sortijas que con unos palillos fijasen sobre el cabello como ramillete [...]» (Mota y Padilla 1973: 160).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
En este estudio se trató de presentar una visión general de la situación social, económica y algunos acontecimientos religiosos de la región de Chalchihuites, Zacatecas, durante el siglo XVI. También se esbozaron los antecedentes arqueológicos de la zona y, sobre todo, se abordó la polémica presencia de minas en la región que supuestamente se consideraron prehispánicas.
Se presentó la carencia de evidencias arqueológicas
para señalarlas como el producto del trabajo de gente
perteneciente a la cultura Chalchihuites y, menos aún,
como base de la economía de dicha cultura como se ha
querido suponer. Reitero mi suposición de que el conjunto de minas formó parte de la dinámica establecida
por los conquistadores españoles para obtener el preciado mineral de plata. Si bien es cierto que la malaquita, la
crisocola y la azurita fueron muy apreciadas por el mundo prehispánico, de acuerdo con los estudios de la metalurgia prehispánica, esta gente no llegó a alcanzar el nivel tecnológico para explotar la plata, el oro y aún el cobre mediante la minería de túneles, galerías y pozos verticales. De acuerdo con lo anterior, reafirmo la importancia de las noticias que nos dejaron para la posteridad estos cronistas, quienes describen con cierto detalle la búsqueda de plata mediante horadaciones mineras.
Sin lugar a dudas, la avaricia de los colonizadores españoles por obtener plata los llevó a su extinción pasajera, debido al embate de los indígenas tepehuanes y zacatecos y a la carencia de recursos económicos. Pero la persistencia en obtener la tan codiciada plata tuvo su recompensa al lograr su explotación masiva y, así, dar renombre a la Nueva Galicia, que fue recordada por la extracción de este precioso mineral.
Sobre la autora
MARÍA TERESA CABRERO GARCÍA es Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), Investigadora Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Academia Mexicana
de Ciencias Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones,
publicando media docena de libros y más de 40 artículos
(
[email protected]).
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ARQUEOLOGÍA MEXICANA
PRESENCIA DE LA CERÁMICA SEUDO-CLOISONNÉ EN LA
CULTURA BOLAÑOS, JALISCO Y ZACATECAS
María Teresa Cabrero G.
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México
RESUMEN. La cerámica seudo-cloisonné tuvo una amplia distribución en el mundo prehispánico mexicano a
partir de 200 d. C. Se denominó así por la semejanza en
la técnica decorativa con el verdadero cloisonné elaborado sobre metal. La presencia de esta técnica poscocción en la cultura Bolaños, ubicada en parte de los estados de Jalisco y Zacatecas, constituyó una prueba más
del contacto comercial que existió con la cultura Chalchihuites (noroeste de Zacatecas); a la cual le llegó a
través de la ruta de intercambio comercial que partía
desde Teotihuacan hacia el norte, en búsqueda de la preciada turquesa cuyos yacimientos se encuentran en Nuevo México. La decoración de las vasijas empleando esta
técnica demostró la presencia de artesanos especialistas dentro de una sociedad con un avanzado desarrollo;
los motivos señalan la ideología de sus creadores al plasmar representaciones de la fauna, la flora y personajes
distinguidos dentro de la sociedad.
PALABRAS CLAVE: seudo-cloisonné, cultura Chalchihuites, norte de México, cultura Bolaños.
TITLE: Presence of the Pseudo-cloisonné Pottery in the
Bolaños Culture, Jalisco and Zacatecas.
ABSTRACT. The pseudo-cloisonné pottery was widely
distributed among the prehispanic world in Mexico from
200 AD. These objects are described as pseudo-cloisonné
because of similarities to the decorative technique employed by the true cloisonné made of metal. The presence of this technique post-firing in the Bolaños culture,
which is located among the states of Jalisco and Zacatecas, is further evidence of the commercial contact that
took place with the Chalchihuites culture (Northeast Zacatecas). These objects arrived to Chalchihuites through
the commercial exchange that began in Teotihuacan and
traveled northward in search of the valuable turquoise
mines located in New Mexico. The decoration on these
objects using this technique shows evidence of the existence of highly skilled people specialized in this technique
among this society. The decoration in general represents
the ideology of the craftsmen when they embedded the
features of nature as well as distinctive people among
their society.
KEYWORDS: Pseudo-cloisonné, Chalchihuites Culture, North of Mexico, Bolaños Culture.
INTRODUCCIÓN
L
A CERÁMICA PREHISPÁNICA TIPO SEUDO -CLOISONNÉ 1
ES UNA TÉCNICA DECORATIVA POSCOCCIÓN DE ELABO -
RACIÓN COMPLEJA, QUE APARECE EN VASIJAS HECHAS EN
barro con una amplia distribución geográfica y temporal
en el mundo prehispánico de México. Su clasificación se
debió a la similitud de esta técnica con la original aplicada sobre metales. Dentro de este tipo decorativo, existen
discrepancias tanto en el reconocimiento de la forma de
llamarla como en las variantes secundarias que se presentan y aun en su posición cronológica.
A pesar de ser una técnica muy elaborada, los arqueólogos se han limitado a mencionar su presencia con descripciones someras y, sobre todo, no han logrado asociarla en contextos arqueológicos que denoten el papel
que desempeñó dentro de las sociedades. La complejidad de la técnica y los motivos decorativos que presenta
sugieren que se utilizó entre los estratos sociales altos,
1
El término cloisonné significa «tabiquear, hacer celdas sobre la
superficie de una pieza valiéndose de finos hilos de alambre que son
soldados formando motivos». Originalmente, se aplicó a la decoración de superficies metálicas mediante mezclas de vidrios opacos.
Uno de los ejemplos más antiguos se encuentra en la cultura micénica de Chipre (Castillo 1968: 20).
Recibido: 21-2-2012. Modificado: 20-9-2012. Aceptado: 16-11-2012. Publicado: 31-12-2012.
Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Licencia/License CC BY 3.0.
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
asociada a un complejo religioso (Sejourné 1966; Kelley
1971).
CERÁMICA SEUDO-CLOISONNÉ EN LA
CULTURA BOLAÑOS
La cultura Bolaños ocupó el cañón de Bolaños que
principia en el suroeste de Zacatecas, y penetra en Jalisco con dirección suroeste hasta la desembocadura del río
Grande de Santiago, en los límites de Jalisco y Nayarit
(Cabrero y López 2002). El suelo es de tipo mineralógico con presencia de plata, cobre, zinc y, en pequeñas cantidades, oro (INEGI). A lo largo del cañón se localizaron
más de cien sitios dispuestos sobre las mesetas que lo
delimitan, siempre con amplia visibilidad hacia el río.
Representa una región arqueológica hegemónica, con duración a partir del inicio de la era cristiana hasta alrededor de 1260 d. C., momento en que la zona fue abandonada totalmente. La mayor parte de los sitios presentan
un patrón de asentamiento de conjuntos circulares con
estructuras rectangulares que varían en número; en la parte
central del conjunto muestran una estructura circular a
manera de posible altar.
Este patrón se encuentra en el centro de Jalisco (cuenca del lago Magdalena), con grandes dimensiones; en la
región de Bolaños, debido posiblemente a la conformación del paisaje tan accidentado y a una economía menor
a la del centro de Jalisco, los conjuntos circulares muestran dimensiones menores. La hipótesis planteada para
la ocupación de la región se refiere a que los dirigentes
del o de los centros rectores del centro de Jalisco enviaron un grupo de personas hacia el cañón de Bolaños, que
en esos momentos estaba deshabitado; debido al interés
por establecer relaciones comerciales con la cultura de
Chalchihuites, donde se explotaba la piedra verde, materia prima muy codiciada por el mundo prehispánico.
El grupo colonizador debió de estar encabezado por
un pariente cercano del gobernante de uno de los centros
rectores ya que, al fundar lo que sería más tarde el centro
de control de la región de Bolaños, construyeron 4 tumbas de tiro dentro del centro cívico-ceremonial.2 Dicho
grupo se asentó en el primer valle que encontraron (el de
San Martín de Bolaños), ocupando la mesa alta de un
cerro situado a la orilla del río y que se reconoce hoy día
como El Piñón.
Frente a El Piñón, sobre la margen del río, construyeron el primer conjunto circular (sitio de Pochotitán), cuya
2
En la región de Bolaños se identificó que cada tumba fue reutilizada en diversas ocasiones. Hubo cremación de los huesos de depósitos anteriores, que se colocaron en el interior de grandes ollas,
volviéndose a disponer en la cámara de la tumba.
función principal sería la de recibir a las caravanas de
comerciantes que pasaban por el río y, así, realizar las
transacciones comerciales. Otro grupo derivado del fundador continuaría hacia el norte de la región de Bolaños,
hasta el inicio del cañón en el valle de Valparaíso, Zacatecas, donde fundaron dos asentamientos: el primero, sobre la meseta este, reconocido como La Florida, y el segundo, sobre la mesa oeste, conocido como Las Pilas del
Álamo. Todo lo anterior se encuentra respaldado por fechas de 14C. Para El Piñón y Pochotitán, la datación más
antigua es de 30 a. C. y, para La Florida, 50 d. C. Habrá
que notar la coincidencia de las fechas para la hipótesis
de la fundación de estos asentamientos, además de que
los tres muestran presencia de tumbas de tiro; lo cual fundamenta la tesis de que dentro del grupo colonizador venía un pariente cercano del gobernante de los asentamientos en el centro de Jalisco. Las tumbas de tiro fueron reutilizadas en diversas ocasiones, siendo la fecha más antigua 110 d. C. y, la más tardía, 440 d. C. Se encontraron
en los tres sitios mencionados: El Piñón, Pochotitán y La
Florida.3
Las evidencias arqueológicas4 señalan que la región
funcionó como una ruta de intercambio comercial que
conectaba, al norte del cañón, con la cultura Chalchihuites y, al sur, con el centro de Jalisco, empleando el río
que lo atraviesa como vía de comunicación. En esta ruta
se transportaban diversas mercancías (sal, tabaco, algodón)5 y materias primas6 —concha marina, obsidiana, piedra azul verde (malaquita, crisocola, azurita)— que abastecían a las comunidades existentes dentro del cañón, así
como a las del norte de la región (Chalchihuites y La
Quemada) y sur del cañón de Bolaños (centro de Jalis3
Para mayor información, remitirse al libro de Cabrero y López
(2002): Civilización en el Norte de México.
4
Algunas de estas evidencias son la carencia de murallas que
denoten sucesos bélicos y la cercanía de todos los sitios al río. Una
tercera evidencia sería la presencia de pequeños talleres de obsidiana
en la parte externa y frontal de las habitaciones de menor tamaño,
situadas en las terrazas laterales del cerro de El Piñón; lo cual sugiere la existencia de artesanos dedicados a la elaboración de artefactos
destinados a la introducción, como mercancía, en la ruta de intercambio comercial. Los mismos tipos de puntas de proyectil, recuperadas principalmente en El Piñón, se han encontrado en Chalchihuites, San Luis Potosí y Durango.
5
Estas tres materias primas son de naturaleza deleznable; sin embargo, la sal es vital para la vida humana; el tabaco es el alucinógeno
utilizado por el chamán, brujo o sacerdote durante los ritos religiosos; existen dos figurillas huecas procedentes de las tumbas de tiro
con un cigarro en la boca en actitud de fumar, y algodón, utilizado
para las vestimentas que se recuperaron durante las excavaciones y
en las tumbas de tiro.
6
La concha marina provenía del océano Pacífico, de acuerdo al
resultado del análisis. No existen yacimientos de obsidiana en la región de Bolaños, así que ambas materias primas fueron introducidas
y trabajadas en la región de Bolaños. La malaquita, la crisocola y la
azurita abundan y fueron explotadas en la región de Chalchihuites.
– 42 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 1. Tiestos seudo-cloisonné de
La Florida.
co)7 (Cabrero 2005; Cabrero y López 2002). El contacto
comercial permitió a los moradores del cañón de Bolaños la adopción de rasgos propios de los pueblos del exterior. En esa forma se explica la presencia de estilos cerámicos propios de las culturas de Chalchihuites, La Quemada y Nayarit, así como las tumbas de tiro características de las culturas de Nayarit, Jalisco y Colima (Kan,
Meighan y Nicholson 1970; Kelley 1971).
Una vez expuestos algunos rasgos de la cultura Bolaños, pasaremos al tema que interesa en este trabajo. En la
cultura Bolaños, el tipo cerámico seudo-cloisonné apareció, con muy bajo porcentaje, en dos sitios importantes
de la región para la ruta comercial; el primero se ubica a
la entrada del cañón y el segundo está situado en la parte
central del cañón llamada Pochotitán.
Cabe la posibilidad de haberse recuperado una mayor
cantidad de tiestos de este tipo; sin embargo, su compleja elaboración y su fragilidad para conservar la decoración impidieron identificar más tiestos. Lo importante es
su presencia, ya que constituye una prueba fehaciente del
contacto profundo que existió con la zona de Chalchihuites, específicamente con el sitio de Alta Vista y, hacia
el sur, con el centro de Jalisco; todos ellos aledaños a la
cultura Bolaños y con presencia de esta técnica. El sitio
reconocido como La Florida, situado a la entrada norte
del cañón de Bolaños, fue el lugar donde mayor cantidad
de tiestos se recuperaron —7 tiestos y una vasija completa procedente del saqueo local— (figs. 1-3). En la parte
central del cañón se encontró únicamente en uno de los
sitios llamado Pochotitán (se recuperaron 4 tiestos) que,
7
En el sitio de Pochotitán se descubrió un taller de concha y, en
El Piñón, diversos talleres de obsidiana, ambas materias primas inexistentes en la región de Bolaños. También se recuperaron varias cuentas de malaquita, azurita y turquesa.
a juzgar por las evidencias arqueológicas, fue el lugar más
importante para realizar el intercambio comercial8 (Cabrero y López 2002; 2009: 5-19).
Los tiestos de Pochotitán
muestran restos de la decoración por ambos lados de la vasija; en uno de ellos se conservó parte de la capa base de color rosa. En el tiesto aparece un
símbolo rectangular de color
rojizo delimitado por una línea
negra que lo divide en dos partes; continúan tres rectángulos del mismo color que el anterior (rojizo), más delgados y pequeños, con una línea negra que los delimita.
En los otros tiestos se observan restos de una capa blanca y líneas negras (figs. 4-5). Cinco de los tiestos recuperados en el sitio de La Florida muestran decoración en
ambos lados (interior y exterior) y dos únicamente en el
interior; su tamaño impide conocer los elementos pictóricos que intervinieron en la decoración, solo se tiene la
técnica decorativa. Uno de ellos es un fragmento de vasija con base anular que fue decorada en el interior; la decoración observa elementos geométricos y rectángulos
en color blanco y verde separados por líneas negras; en
este fragmento se aprecia que el exterior tiene una capa
de engobe del mismo color que el barro, al cual se añadió
un franja de color rojo. El segundo tiesto conserva únicamente una gruesa capa base de color rosa. Otros tiestos
pequeños muestran franjas delgadas en color blanco, verde y rojo, separadas por líneas negras.
DESCRIPCIÓN DE LA VASIJA
COMPLETA
Se trata de un cajete con base anular con decoración
exterior. El interior no presenta decoración y únicamente
fue alisado y pulido con engobe del mismo barro. Se so8
El sitio de Pochotitán consiste en un conjunto circular con doce
habitaciones rectangulares alrededor; cada habitación es de grandes
dimensiones, construida con cimientos dobles de piedra; lo cual sugiere que su función sería la de almacenes donde se guardaban las
grandes ollas y cuencos decorados al negativo, utilizados para el intercambio comercial. Se recuperaron cientos de tiestos de ambos tipos cerámicos durante las excavaciones en este sitio. Se han encontrado ollas y cuencos semejantes en Nayarit y Los Altos de Jalisco.
– 43 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 2. Fragmento de copa con decoración seudo-cloisonné de La Florida.
metió a un tratamiento de restauración, logrando resaltar
los motivos decorativos consistentes en elementos simbólicos, que representan posiblemente penachos, víboras y otros motivos vegetales. El tratamiento que se utilizó en esta vasija fue colocar una gruesa capa de cal de
color rosa, sobre la cual se entresacaron los elementos
decorativos en color rojo, verde y blanco delimitados por
líneas negras. Con este repertorio de material cultural se
tratarán de mencionar algunas derivaciones sociales, económicas e ideológicas en torno a este tipo cerámico.
TÉCNICA DE ELABORACIÓN DE LA
CERÁMICA SEUDO-CLOISONNÉ
este tipo de cerámica. La autora denominó esta decoración como seudo-cloisonné; analizó 117 muestras procedentes de 19 sitios distribuidos en todo el territorio mexicano, que incluyen Chalchihuites y La Quemada. Señala
los pasos que existen en la elaboración de esta cerámica
y los divide en dos técnicas con base en la calidad y el
aspecto de la superficie (capa base), sobre la que se aplicó la decoración poscocción (Castillo 1968: 33).
A la técnica I corresponde la cerámica de Alta Vista
en Chalchihuites, la de La Quemada y, de acuerdo con
las características que muestran los tiestos de Bolaños,
se incluirán dentro de esta misma técnica.
Técnica I
La decoración se caracteriza por colocar una capa de
uno o varios milímetros de barro fino o cal después del
cocimiento de la vasija; esta capa era excavada con un
instrumento agudo hasta formar figuras y motivos diversos, los cuales eran rellenados con pigmentos de diferentes colores separados por una línea negra (Noguera 1965:
29; Castillo 1968). El único estudio de este tipo de cerámica se debe a Noemí Castillo, quien publicó en 1968
los resultados del análisis químico y petrográfico sobre
– 44 –
«Sobre la superficie de la vasija se aplicó una capa
de 1 mm de espesor compuesta de cal, carbón vegetal
como colorante y algún medio no identificado. Sobre
dicha capa base de color gris a negro se marcaron, recortaron y sacaron los motivos decorativos […] quedando líneas angostas de 1 a 3 mm de ancho […] Los espacios sacados fueron rellenados o embutidos de diferentes mezclas coloreadas, siendo sus componentes principales la cal y los pigmentos minerales. En ciertas oca-
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 3. Vasija restaurada con decoración seudo-cloisonné.
siones la cal fue substituida por material arcilloso» (Castillo 1968: 48).
Castillo dividió esta técnica en seis variantes (A, B, C,
D, E, F) de acuerdo al modo de embutir las mezclas coloreadas y a la base de cal o arcilla. Las muestras de La
Quemada comprenden las variantes A, B, C, D y E; sin
embargo, la diferencia entre ellas es mínima en cuanto a
la aplicación de los pigmentos. A la cerámica de Chalchihuites le asignó la variante «E», que se distingue por
tener el color rojo cuyo origen es el cinabrio aplicado a
todos los espacios sacados de la capa base. Añade que
los cortes de la capa base fueron en bisel inclinado y los
instrumentos empleados fueron, probablemente, varas de
otate (Castillo 1968: 48).
La autora señaló que los elementos empleados en la
decoración de esta técnica, en todas las muestras siempre fueron los mismos pigmentos minerales identificados a través de la observación al microscopio y los análisis químicos y petrográficos (Castillo 1968: 25). En el
uso de los amarillos se empleó la limonita; para los ver-
des, la malaquita y la crisocola; para los rojos, la hematita y el cinabrio en mucha menor proporción. Añade que
las formas predominantes fueron la copa de pedestal y
cuencos sin soportes en todas las muestras analizadas
(Castillo 1968: 37). La limonita y la hematita son minerales asociados y derivados del hierro; la malaquita, la
crisocola y la azurita son minerales asociados al cobre;
el cinabrio está vinculado al plomo. Todos ellos son minerales presentes en el norte de México y, específicamente, los derivados del cobre abundan en la zona noroeste de Zacatecas (INEGI). Los divisores fueron hechos a base de carbón vegetal (Castillo 1968: 25).
ANTECEDENTES DE ESTE TIPO DE
CERÁMICA EN EL NORTE Y
OCCIDENTE DE MÉXICO
Manuel Gamio reportó en 1910, durante sus exploraciones en Alta Vista, Zacatecas, la presencia de cerámica
cloisonné describiéndola como:
– 45 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 4. Tiesto de Pochotitán.
«Una forma primitiva de barro poroso y oscuro sobre cuyas paredes exteriores está adherida una capa de
arcilla de diversos colores. Se nota primero una serie de
contornos de arcilla negra de 2 a 4 mm y de 0.5 mm de
espesor, los espacios libres presentan figuras humanas,
de animales, frutos, flores, formadas por arcillas incrustadas en los espacios con colores: azul, verde, rojo y
blanco» (Gamio 1910: 486).
En 1971, Charles Kelley publicó los resultados de la
clasificación cerámica decorada recuperada durante varios años de exploración en el sitio de Alta Vista, situado
en los alrededores del pueblo de Chalchihuites, Zacatecas. De las excavaciones realizadas en este sitio, reporta
el hallazgo de piezas completas con decoración cloisonné, las cuales denomina Vista Paint Cloisonné y las describe como sigue. Las formas son copas con base anular
y decoración tanto al exterior como al interior; los diseños se encuentran en el exterior y/o en el interior. Después del cocimiento se aplicó una gruesa capa de pigmento gris oscuro o negro en la superficie basal. Sobre
esta capa se cortaron los diseños y se excavaron dejando
una línea delgada como «divisores». Las cavidades que
formaban los diseños se rellenaron con pigmentos de
varios colores: rojo, rosa, amarillo, verde, rojizo-amarillo, púrpura y blanco. El autor nunca llegó a su identificación mineralógica (figs. 6-9).
Este autor, al describir la decoración, mencionó que
presenta bandas alrededor del borde de la pieza, dentro
de las cuales ejecutaron elementos geométricos y formas
vivientes, incluyendo humanas; y señaló una cronología
de 200-500 d. C. correspondiente a la fase Canutillo (Kelley 1985). En el centro de Jalisco existen diversos hallazgos de este tipo de cerámica; por desgracia, el material permanece sin publicar. El más espectacular y publicado es el de la tumba de tiro sellada descubierta en Huitzilapa, donde se recuperaron varios caracoles muy grandes decorados con esta técnica, que fueron depositados
sobre el personaje principal (López y Ramos 1998). Se
hace la aclaración que la técnica empleada en la decoración de estos caracoles es semejante a la utilizada en las
vasijas de barro.
– 46 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 5. Tiestos de Pochotitán.
Ales Hrdlicka fue el primer investigador que penetró en el cañón de Bolaños;
durante sus excavaciones
en Totuate, situado en la
parte norte del cañón, descubrió varios tiestos con
este tipo decorativo; sin
embargo, solo menciona
«… que son únicos…» e
ilustra dos vasijas completas sin citar su procedencia
(1903: 396). Al describir el
sitio de La Quemada, menciona el hallazgo de cerámica con decoración «incrustada» semejante a la de
Totuate (Hrdlicka 1903: 437).
La región de Bolaños permaneció ignorada hasta 1982,
en que se inició mi proyecto. En esa ocasión, se realizaron pequeñas excavaciones en el sitio La Florida —ubicado a la entrada del cañón, en la parte norte, correspondiente al estado de Zacatecas—, descubriéndose un tiesto con decoración seudo-cloisonné. En 2002 regresamos
al mismo lugar, realizándose excavaciones extensivas en
todo el sitio. En la estructura más importante del conjunto circular principal, recuperamos varios tiestos pequeños que presentaban este tipo de decoración (Cabrero y
López 2009). También se recuperó una vasija completa
proveniente, supuestamente, de una de las tumbas de tiro
saqueadas hace más de 50 años. En esa ocasión, se obtuvieron fechas de carbono 14, las cuales señalaron el intervalo 50-150 d. C. asociado a este tipo cerámico. Los
tiestos procedentes del sitio de Pochotitán se asocian a
una cronología de 240-280 d. C. Cabe la posibilidad de
que los tiestos de La Florida correspondan a una fecha
un poco posterior y se puedan datar hacia el segundo siglo de la era cristiana, como hizo Kelley con este tipo
cerámico en Chalchihuites.
DISCUSIÓN
La decoración seudo-cloisonné, con las variantes observadas por Castillo (1968), mantuvo una amplia distribución que abarca desde el 200 d. C. hasta el 1200 d. C.,
demostrando con ello la alta estima que tuvo este estilo
decorativo en diversas culturas distribuidas a todo lo largo del territorio mexicano.
En el caso de su presencia en el norte de México, cabe
la posibilidad de haberse originado en Teotihuacan (donde
esta técnica fue empleada profusamente con motivos humanos, vegetales y animales); exportándose hacia el norte a través de la ruta de intercambio comercial del interior, que buscaba piedra azul-verde en los yacimientos
cercanos a Alta Vista, y siguiendo hacia el norte para
obtener la turquesa de Nuevo México, donde existen múltiples yacimientos de este tipo de roca (Kelley 1980: 54).
Se notó la preferencia de emplear una misma técnica,
de acuerdo con Castillo (1968) en La Quemada y Chalchihuites, la misma que se encontró en la cultura Bolaños. La presencia del seudo-cloisonné en La Florida, alrededor de 150 d. C., se explicaría también por el contacto con los integrantes de la ruta de intercambio procedente de Teotihuacan propuesta por Kelley (1980: 5457). Dicha ruta de intercambio pasaría, según Kelley,
cerca de La Quemada, por lo cual los habitantes de La
Florida tendrían acceso a las caravanas de comerciantes
teotihuacanos con el propósito de intercambiar no solo
objetos sino también copiar estilos y técnicas.9
Una segunda posibilidad sería el intercambio de concha marina y obsidiana —que explotaban los pobladores
del cañón de Bolaños— con la cultura Chalchihuites, la
cual aportaría, entre otras mercancías, vasijas con decoración seudo-cloisonné. La entrada al cañón se encuen9
El sitio de La Florida se encuentra a 40 km en línea recta del
sitio de La Quemada, por lo que sería fácil coincidir con las caravanas teotihuacanas. En el sitio de El Piñón se descubrió una máscara
de mosaico de concha con una nariguera que representaba una serpiente bífida emplumada y una orejera con la representación de Tláloc.
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ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 6. Plano del sitio arqueológico de Alta Vista, Zacatecas (foto tomada del libro Alta Vista).
tra, en línea recta y sin obstáculos naturales pronunciados, a 60 km aproximadamente del área de Chalchihuites. La cultura Bolaños se caracterizó por la adquisición
de concha marina y obsidiana con el propósito de elaborar objetos en ambas materias primas producto del intercambio con el centro de Jalisco. En los artefactos de obsidiana, existe una semejanza profunda con los de Chalchihuites y, a pesar de conocer la existencia de objetos
elaborados en concha marina, en este sitio (Chalchihuites) todavía no existen estudios de esta materia prima
que señalaran su procedencia de origen ni su técnica de
elaboración.
Interpretaciones ideológicas
Charles Kelley ha sido el único autor que mencionó
que esta decoración representa un complejo ceremonialismo mesoamericano que incluye deidades y gobernantes semejantes a los presentes en los códices y los murales de Teotihuacan. Dicha creencia radica en el supuesto
– 48 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 7. Copa de Alta Vista, Zacatecas (foto tomada del libro Alta Vista).
emitido por este autor de que el área de Chalchihuites,
cuyo sitio principal fue Alta Vista, constituyó una avanzada teotihuacana (Kelley 1976, 1980). Por último, añade que esta cerámica debió de ser elaborada por artesanos especialistas foráneos, llegados a la región a través
del comercio entre 300 y 500 d. C. (Kelley 1971: 161162) (fig. 10).
Interpretaciones iconográficas
Determinar el estilo e interpretar la iconografía que
presentan las vasijas y copas con este tipo decorativo en
la cultura Chalchihuites y la de Bolaños resulta una tarea
ardua y aventurada; sin embargo, se tratará de señalar
algunos aspectos al respecto, con base en la comparación
de las interpretaciones hechas en la pintura mural de Teotihuacan (De la Fuente 1996) y mi propia interpretación.
El estilo es la unidad de sentido que existe en forma
constante en las expresiones plásticas de un grupo social; esta unidad conserva un determinado orden en la
composición de temas e imágenes (Lombardo 1996: 3).
Angulo señala que el mensaje iconográfico puede ser leído
o interpretado considerando los elementos representados:
«puede ser un mensaje directo que revela una situación
socioeconómica político-religiosa. O puede ser un men-
saje sociopolítico que expresa diversos rangos dentro de
la estratificación social» (Angulo 1996: 71). Por su parte, González Quintero (1996: 73) resalta que el ambiente
natural siempre va ligado a las representaciones plásticas y pictóricas. En el caso de Chalchihuites, se aprecia
un predominio de símbolos geométricos acompañados,
en ocasiones, por un personaje central; a veces, este es
humano o animal (figs. 7-9).
En la cultura Bolaños solo se tiene un ejemplo con
repetición de figuras que pudieran simbolizar algún tipo
de vegetal, un atado de plumas y un personaje humano
sentado con tocado; de su boca sale un gancho o posible
vírgula (fig. 11). Existen dos representaciones vegetales
semejantes; una se encuentra colocada en sentido vertical, con un par de flores encima de cuatro triángulos invertidos —de abajo arriba: uno blanco, dos rojos y uno
verde— que se unen en la parte media de la base. Y, en la
segunda, tiene seis triángulos invertidos (tres blancos y
tres rojos); se presentan en sentido horizontal y muestran
encima una secuencia de ganchos en color rojo, que pudieran representar un torrente de agua de río de acuerdo
a las interpretaciones de la pintura mural de Teotihuacan
(González Quintero 1996: 75) (figs. 3 y 12-14).
La representación vegetal es similar a la representación de una biznaga floreando como se interpretó en Teo-
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Figura 8. Dibujo de una copa de Alta
Vista (foto tomada del libro de J. C.
y E. A. Kelley).
tihuacan en el mural de Atetelco (Luna 1996: 373). El
atado de plumas de color rojo se repite una vez, asociado
a la representación vegetal, y otra al pie del personaje
sentado sobre un banquillo con patas. El personaje muestra un tocado doble semicircular compuesto de una doble
hilera de cajones pequeños, en colores blanco y verde
separados por líneas negras; del segundo tocado sale una
gran hoja cuyo tallo central es de color blanco y secciones en color rojo separadas por líneas negras.
Los tiestos muestran espacios de color blanco, rojo y
verde separados por líneas negras. En ese sentido se ob-
serva la técnica decorativa seudo-cloisonné aplicada a los
motivos geométricos dominantes en la cerámica pintada, esgrafiada e incisa con adición
de elementos humanos, vegetales y animales característicos
de la región como son las biznagas, el águila y la serpiente.
Los personajes portan grandes
tocados sin llegar a tener la
magnificencia de los teotihuacanos. Lo anterior podría deberse, como antes señalé, a la
manera en que acostumbraba
a vestirse y adornarse la gente
chalchihuita, lo cual nos conduce a pensar que son representaciones locales de la sociedad que las creó.
El motivo dominante es la
repetición de ganchos con un
extremo escalonado; estos motivos forman una cenefa que
circunda la vasija en la parte
extrema, dejando la parte central para resaltar el motivo
principal. ¿Los ganchos representan la corriente de agua del
río? El río constituía la fuente
principal del líquido vital, por
lo cual, al quedar plasmados en
la decoración estarían, de alguna forma, invocando a los
dioses para conservarla.
En los ejemplos que ilustró
Kelley (1971), se aprecia en un
caso un personaje de pie ricamente ataviado y, en otro,
un águila con las alas desplegadas que sostiene una posible serpiente en el pico. La representación del personaje
se refiere, sin duda, al gobernante o al sacerdote principal. El águila sosteniendo una posible serpiente en el pico
podría representar el símbolo de dos de los animales más
frecuentes en la región. En otras regiones del México prehispánico se han interpretado estos dos animales en distinta forma, de acuerdo a la cultura de que se trata y del
tiempo en que floreció (De la Garza 1999). Sin embargo,
expongo una interpretación muy personal basada en mi
– 50 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
los astros observados a través del probable observatorio
en Alta Vista, de acuerdo a la interpretación de Aveni,
Hartung y Kelley (1982). En cuanto al águila sosteniendo una posible serpiente en el pico, la primera representaría la libertad, ya que puede volar y dirigirse en todas
direcciones; y la segunda, la serpiente, sería símbolo de
respeto hacia el peligro de muerte debido al veneno producto de su mordedura. En ambas regiones (Bolaños y
Chalchihuites) abundan, hasta hoy día, el águila y la serpiente de cascabel, por lo que bien podrían representar la
libertad del águila volando en el cielo donde moran los
astros, siempre con la precaución del peligro de muerte
representado en la serpiente.
El pedestal de otra vasija muestra una cenefa donde se
observa la cara de un personaje con brazos extendidos
sosteniendo en la manos una especie de sonaja; el cuerpo
lo tiene en forma de un rombo y, debajo de este, muestra
ambas piernas abiertas semiflexionadas. A manera de especulación, señalo que el conjunto podría tener una relación, o ser el antecedente del «ojo de dios» (Tsikuri) del
grupo étnico huichol que simboliza los cuatro puntos cardinales. El sitio de Alta Vista, lugar de donde proviene la
vasija, incluye un posible observatorio desde donde se
puede ver el equinoccio de primavera, justificando la aseveración anterior de Aveni, Hartung y Kelley (1982).
Interpretaciones económicas
Figura 9. Dibujo de copa con la representación de un águila (foto tomada del libro de J. C. y E. A. Kelley).
La difusión de este tipo de cerámica en las culturas
adyacentes a la de Chalchihuites demuestra que en esta
última existieron los artesanos especializados dedicados
a su fabricación; sin embargo, se desconoce si dichos artesanos eran originarios de Teotihuacan y llegaron a tra-
experiencia de las culturas en
las regiones de Chalchihuites
y de Bolaños, de su medio
ambiente y su propio desarrollo; lo anterior no significa la
veracidad de la realidad pasada, simplemente mi especial forma de ver las culturas
en cuestión. Aun cuando reconozco la presencia de un
complejo ceremonialismo religioso en estas representaciones pictóricas, también pienso que tendrían como base su
entorno natural asociado con
Figura 10. Mapa del comercio regional.
– 51 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 11. Personaje con una posible vírgula en la vasija de La Florida.
Figura 12. Posible representación de una biznaga de acuerdo con la
interpretación de un mural de Teotihuacan.
vés del intercambio comercial. Me inclino a pensar que
originalmente serían teotihuacanos que enseñaron la técnica a los locales, quienes la asimilaron completamente
y desarrollaron su propio estilo siguiendo los cánones
ideológicos propios de la cultura Chalchihuites.
lares pigmentos: malaquita, crisocola, azurita, limonita,
hematita y, en menor proporción, cinabrio; y para la capa
base, en ocasiones, cal o cal rosa. Lo anterior es comprensible debido a la obtención de los minerales.
La antigüedad de los tiestos descubiertos en el sitio de
La Florida, perteneciente a la cultura Bolaños, asociados
a una fecha de 50-150 d. C., y el hallazgo de caracoles
(Strombus) trompeta decorados con seudo-cloisonné en
el interior de la tumba de tiro descubierta en Huitzilapa,
en el centro de Jalisco, fechada en 75 d. C. (López y Ramos 1998), sugieren varias posibilidades:
a) Si se estuviera en lo correcto, podríamos apuntar
que, en el caso de Chalchihuites, la cerámica seudocloisonné llegaría desde Teotihuacan a través de la ruta
de intercambio.
b) O bien que entró en el cañón de Bolaños desde el
centro de Jalisco y llegó a Chalchihuites y a Teotihuacan
a través del contacto con las rutas de intercambio mencionadas con anterioridad.
Interpretaciones sociales
Sin lugar a dudas, este tipo de cerámica debió utilizarse entre los estratos altos de todas las sociedades a las
cuales llegó, como símbolo de prestigio y religioso. Su
uso debió de estar restringido al desarrollo de ceremonias propiciatorias en las cuales se pediría a los dioses
buenas cosechas, buena caza y agua abundante. Durante
una época de sequía,10 el medio natural impediría la obtención de los medios de subsistencia necesarios para
cubrir a toda la población. Por lo que los sacerdotes y
demás encargados de comunicarse con los dioses pondrían buen cuidado de mantenerlos contentos y satisfechos, ofreciendo diversas sustancias colocadas en el interior de las vasijas. Lo anterior se refleja en los motivos
decorativos que plasmaban en las vasijas, ya que todos
están relacionados con el medio natural: animales característicos como son la serpiente y el águila, vegetales como
la biznaga y, sobre todo, la representación del agua como
líquido esencial para la vida.
CONCLUSIONES
De acuerdo con los análisis de Castillo (1968), en todos los casos de las zonas estudiadas se emplearon simi10
Hasta hoy día, ambas zonas sufren periodos de sequía prolongados documentados en la síntesis geográfica de Zacatecas y Jalisco.
Figura 13. Palacio Atetelco en Teotihuacan. Mural con representación de biznaga. Foto: Pedro Cuevas (1992).
– 52 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
c) O bien que, de acuerdo con la antigüedad de este
hallazgo en el cañón de Bolaños y en la tumba de tiro del
centro de Jalisco, cabe sugerir que en el Occidente se
inventó esta técnica y pasó hacia Teotihuacan, la cual la
transmitió a su vez a Chalchihuites a través de la ruta de
intercambio.
Será muy difícil dilucidar esta incógnita por múltiples
razones conocidas por todos; sin embargo, dejo muy claro que los artesanos del mundo prehispánico alcanzaron
un nivel muy alto de especialización en el manejo de las
técnicas para elaborar y manejar la cerámica.
Agradecimientos
Agradezco a PAPITT-UNAM por el apoyo económico que me brindó para la realización de esta investigación.
Figura 14. Palacio Atetelco en Teotihuacan. Representación de una
biznaga. Dibujo: José Francisco Villaseñor.
Sobre la autora
MARÍA TERESA CABRERO G.. (
[email protected]) es Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Investigadora Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones, publicando media docena de libros y más
de 40 artículos.
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ARQUEOLOGÍA MEXICANA
CASCABELES DE COBRE
EN LA CULTURA BOLAÑOS, JALISCO
Copper Bells in the Bolaños Culture, Jalisco
María Teresa Cabrero G.* y José Luis Ruvalcaba Sil**
* Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México; ** Instituto de Física, UNAM, México
RESUMEN. En el sitio de El Piñón, perteneciente a
la cultura Bolaños, se recuperaron siete cascabeles
pequeños de forma globular elaborados en cobre nativo y elementos traza de arsénico y plata. Como en
otros sitios del occidente de México, se encontraron
asociados a entierros, lo cual sugiere una relación
religiosa enfocada a la muerte. Las circunstancias
sociales y económicas de este hallazgo, en especial
dentro de la cultura Bolaños y en el centro rector de
la región como lo fue El Piñón, es probable que representaran objetos de muy alto valor que llegaron
al sitio como un regalo destinado al grupo de poder,
como lo atestiguan los entierros donde fueron encontrados.
PALABRAS CLAVE: cascabeles de cobre, cultura
Bolaños, Jalisco, México, Mesoamérica.
ABSTRACT. At the site of El Piñon, belonging to
the Bolaños Culture, seven small globular bells made
in native copper were recovered. The bells have trace
elements of arsenic and silver. Like other sites in
western Mexico, these objects were associated with
burials, suggesting a religious relationship focused
on death. The social and economic circumstances of
this find, particularly within the Bolaños Culture and
given El Piñon’s location near the governing center
of the region, likely represent very high value items
that reached the site intended as a gift for the group
in power, as evidenced by the burials where the bells
were found.
KEYWORDS: Copper Bells, Bolaños Culture, Jalisco, Mexico, Mesoamerica.
INTRODUCCIÓN
E
L DESCUBRIMIENTO DE LA METALURGIA EN EL MUN-
do prehispánico de México ha llevado a los
investigadores a diversas conclusiones:
a) Se notó que no había evidencias de un proceso
de experimentación para trabajar los minerales: oro,
plata y cobre.
b) El mineral más antiguo utilizado fue el cobre.
c) Hasta la actualidad no se han descubierto minas
prehispánicas con túneles; solo son a tajo abierto, es
decir, al descubrir una veta de cobre se desprendía el
mineral con herramientas de piedra o astas de venado; se molía en morteros de piedra con mazos de piedra para luego fundirlo en crisoles como lo ilustran
los códices Mendocino, Florentino y el Lienzo de
Jucutácato (Grinberg 2004).
d) Donde aparece primero el trabajo de la metalurgia, en específico en cobre, fue en el occidente de
México: Michoacán, Colima y Nayarit.
Lo anterior dio pie a considerar la posibilidad de
que el trabajo de la metalurgia llegase a las costas
del Occidente desde América del sur, posiblemente
del Ecuador, donde ya se conocía a partir del 1000 a.
C. Además, las técnicas y los objetos manifiestan una
gran similitud con las del occidente de México.
Hosler (2005) realizó un estudio sobre la metalurgia mexicana en tiempos prehispánicos. Con base en
comparaciones estilísticas y análisis químicos de algunos objetos de cobre y crónicas del siglo XVI, fundamenta la posibilidad de que navegantes marítimos
procedentes de Ecuador llegaran a las costas del occidente de México trayendo las técnicas metalúrgicas del trabajo en cobre. Esta idea no es nueva, pues
Recibido: 21-8-2013. Aceptado: 20-9-2013. Publicado: 31-10-2013.
Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Licencia/License CC BY 3.0.
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 1. Probable transmisión del trabajo del metal.
Mountjoy (1969) y varios otros (Lothrop 1977; Rivet 1921) propusieron también la posibilidad de que
el conocimiento de la metalurgia viniese de América
del Sur, notando la similitud de algunos objetos ela-
borados en cobre, y añadió que era significativa la
ausencia de un proceso de aprendizaje para trabajar
los metales. La razón principal por la cual navegantes de América del Sur se atrevieron a explorar las
– 56 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
costas del océano Pacífico era la búsqueda del Spondylus, molusco muy apreciado entre las culturas, primero de Ecuador y posteriormente de Perú, cuya
extracción masiva disminuyó sustantivamente en el
golfo de Guayaquil, Ecuador. El Spondylus sp. es un
bivalvo que vive en las costas del océano pacífico,
cuyo colorido de las conchas fue muy apreciado entre las culturas mexicanas también. Se elaboraban con
él cuentas, pendientes y fragmentos rectangulares y
circulares utilizados para formar mosaicos de diversa índole. Los usaba el grupo de poder y estaban asociados a fines religiosos y ceremoniales. Los estudios
de Murra (1982: 265-273) sobre documentos históricos demostraron que en los Andes centrales se intercambiaban objetos de cobre por el mullu (es el bivalvo
Spondylus en lengua quechua).
Los documentos del siglo XVI mencionan que
había balsas grandes en las que cabían hasta 20 navegantes que se aventuraban hacia el norte costeando por el océano Pacífico. Los estudios de las
corrientes marinas demuestran que estas son muy
fuertes para navegar en mar abierto (Murphy 1939:
14), pero costeando sí sería posible. En esa forma, se
establecería un comercio a larga distancia para intercambiar mercancías y obtener a cambio el codiciado
bivalvo. Existe una carta del contador Rodrigo Albornoz dirigida al rey, fechada en 1525, en la que
relata la existencia de grandes canoas que venían del
sur (sin especificar el lugar de salida) a comerciar en
Zacatula, lugar situado en la desembocadura del río
Balsas.1 Menciona también que «… algunas veces,
cuando la mar andaba braba… se quedaban los que
venían acá cinco o seis meses, hasta que venía el
buen tiempo, e se sosegaba la mar e se tornaban a
ir…» (Colección de Documentos Inéditos de Indias
13: 45-84) (fig. 1).
El occidente de México cuenta con dos grandes
corrientes fluviales: el río Balsas y el sistema Lerma-Santiago; este último desemboca en los límites
de Nayarit.2 Posiblemente, emplearon ambas corrientes fluviales para viajar tierra adentro y, en esta forma, llegar a los pueblos asentados desde épocas muy
tempranas como lo atestigua la cerámica Capacha situada en las costa de Colima,3 que data del 1400 a. C.
y cuyas formas son semejantes a las de Ecuador (Me1
El río Balsas desemboca en el océano Pacífico en los límites de Guerrero y Michoacán (ver fig. 1).
2
Ambos sistemas fluviales recorren una extensión muy grande del país, por lo cual conectan diversas regiones donde se
desarrolló una amplia variedad de culturas en diferentes épocas (ver fig. 1).
3
Ver fig. 1.
ggers 1965; Evans 1966). Consideramos que, a través del comercio a larga distancia desde las costas
de América del Sur, penetraron los viajeros periódicamente en las costas del occidente de México; teniendo como testigo la tradición de tumbas de tiro
originarias, probablemente, de Ecuador, Colombia y
Perú, donde muestran una antigüedad mucho mayor
(1400 a. C.). En ellas se descubrieron objetos de oro
y cobre. Esta singular costumbre funeraria solo se
encuentra en el occidente de México.
Otro rasgo que sugiere la penetración de viajeros
sudamericanos es la presencia del trabajo en cobre
en Michoacán. Tanto la metalurgia como la gente que
vivió en este estado (Michoacán) provienen muy probablemente de América del Sur. A pesar de que la
lengua purépecha contiene algunos términos con significación semejante a la lengua aimara, lo que sugeriría nexos con dicha lengua (hablantes prehispánicos en Colombia), no existe evidencia lingüística para
señalar su parentesco. Tampoco existen evidencias
de un proceso experimental metalúrgico sino que aparece ya desarrollado, además de que los objetos son
muy semejantes a los de Colombia, Perú y Ecuador
(Meighan 1969; Mountjoy 1969).
Lo anterior son las bases históricas en que se fundamenta la teoría de que la metalurgia provino de
América del Sur a través de los navegantes marinos.
Por otra parte, se han realizado estudios de las corrientes marinas (Clinton 1969) que afirman que costeando es muy factible poder navegar desde las costas de América del Sur. Además, se han realizado
estudios comparativos de los objetos de cobre de estos países sudamericanos y los descubiertos en Michoacán, resultando una profunda similitud estilística (Meighan 1969).
Con estos breves antecedentes sobre el origen de
la metalurgia en el México prehispánico, nos enfocaremos en los cascabeles descubiertos durante las
excavaciones en el sitio de El Piñón, perteneciente a
la cultura Bolaños. Trataremos de exponer su composición química y el contexto arqueológico dentro
del cual aparecieron para, posteriormente, proponer
algunas conclusiones sobre su presencia dentro de
esta cultura.
LA CULTURA BOLAÑOS
La única investigación que se ha realizado en la
región de Bolaños se debió al proyecto arqueológico
bajo la dirección de la Dra. Cabrero con duración de
20 años. La denominación hecha para esta cultura se
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Figura 2. Croquis de El Piñón.
basó en la región en que se desarrolló. Se trata del
cañón que lleva su nombre, situado dentro de la provincia Mesetas y Cañadas de la Sierra Madre Occidental. Corre en dirección noroeste-suroeste con extensión de más de 180 km en línea recta. Dicho cañón
limita en ambos lados con una alta serranía. En el
fondo corre el río que lleva su nombre. Principia en
el valle de Valparaíso, Zacatecas, internándose en el
estado de Jalisco hasta desembocar en el río Grande
de Santiago, en los límites con Nayarit. La región
presenta tres pequeños valles que, de norte a sur, son
Valparaíso, Mezquitic y San Martín de Bolaños, en
este último es donde se encuentran los sitios rectores
de la región arqueológica, llamados El Piñón y Po-
chotitan (Cabrero y López 2002) (fig. 2). A pesar del
desconocimiento total de la filiación étnica y la lengua que hablaron los habitantes que vivieron a lo largo del cañón, hemos propuesto, con base en la similitud del patrón de asentamiento y la presencia de las
tumbas de tiro, que su origen se encuentra en el centro de Jalisco, donde existen ambos rasgos con un
desarrollo espectacular. Los conjuntos circulares
muestran grandes dimensiones, juegos de pelota con
cabezales y tumbas de tiro con dos o tres cámaras y
profundos tiros; por ello, se ha sugerido que fue en
esta zona donde se originó esta «tradición», como ha
sido catalogada por Weigand (Weigand 1996). Los
asentamientos del cañón de Bolaños carecen de es-
– 58 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 3. Planta de la estructura 15.
pectacularidad debido, probablemente, a dos factores principales. Primero porque el paisaje agreste no
se prestaba para construir los conjuntos circulares de
grandes dimensiones, y segundo porque las condiciones económicas y sociales de los grupos recién
llegados serían poco estables ya que procedían de un
ambiente muy diferente. Mientras que en el centro
de Jalisco existían grandes espacios planos aprovechables y agua en abundancia, en el cañón era lo
opuesto, se encontraron que los espacios planos solo
se tenían en las mesas altas de los cerros y la fuente
principal de agua era el río; por ello tendrían un periodo de adaptación al nuevo ambiente natural para
construir con los materiales existentes a su alcance.
De esa forma, todos los conjuntos circulares del
cañón de Bolaños presentan dimensiones de menor
tamaño, la arquitectura es modesta y los juegos de
pelota son abiertos o cerrados sin cabezales. Ahora
bien, la migración de uno o varios grupos que salieron del centro de Jalisco para colonizar el cañón de
Bolaños vendría integrada por un pariente directo del
gobernante de uno de los sitios principales y gente
del pueblo dispuesta a construir los asentamientos
donde radicarían (Cabrero 2007).4 Así, el primer valle que encontraron desde su salida del centro de Jalisco fue el valle de San Martín de Bolaños, donde
construyeron en la mesa alta del cerro de El Piñón el
centro rector más importante de la región y, en la
margen oeste del río, frente a dicho sitio, construyeron un conjunto circular aprovechando la terraza plana. A este último sitio se le reconoce hoy día con el
nombre de Pochotitan.
EL SITIO DE EL PIÑÓN COMO
CENTRO RECTOR DE LA REGIÓN
DE BOLAÑOS
Nos enfocaremos en este sitio por ser el único donde se encontraron siete cascabeles de cobre durante
las excavaciones. Se ha clasificado como centro rector por ser el único que comprende la total secuencia
temporal de ocupación (30 a. C.-1260 d. C.) en la
región, además de observar una multiplicidad de fun4
Se ha propuesto esta posibilidad por varias razones: la presencia de un dirigente del grupo, perteneciente al mismo linaje
del gobernante principal de los sitios ubicados en el centro de
Jalisco, debido a la presencia de tumbas de tiro en los sitios
rectores del cañón de Bolaños, como lo fueron La Florida, situado en la entrada norte del cañón, y El Piñón y Pochotitan,
situados en el primer valle encontrado a partir del centro de
Jalisco. Se ha propuesto también que las tumbas de tiro se reservaban para el gobernante y su linaje debido a la complejidad y costo de su construcción (Cabrero 2007).
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ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 4. Planta de las estructuras 17 y 18.
ciones sociales, económicas, políticas y religiosas
inferidas desde la arquitectura —tumbas de tiro, entierros directos con ofrendas ricas en objetos de concha marina, entre los cuales destaca el Spondylus sp.;
juego de pelota, talleres de obsidiana, etcétera— y
de la variedad de objetos elaborados en diversas materias primas, algunas de ellas de importación como
la obsidiana y la concha marina de múltiples especies; otras locales como la concha de río, rocas volcánicas (andesita y basalto) y la cerámica. Probablemente, controlaba la ruta comercial hacia el norte
(Chalchihuites y La Quemada) y el paso de las mercancías que transitaban por el río, teniendo como intermediario el sitio de Pochotitan, asentado en la margen oeste del río.
La excavación en este sitio fue de 19 estructuras
(edificios habitacionales de élite, un juego de pelota
cerrado, sin cabezales, y un edificio dedicado al culto o templo). Habrá que señalar que el sitio comprende muchas más estructuras de índole habitacional que
no pudieron excavarse (fig. 2). Los cascabeles se recuperaron en las estructuras 15, 17 y 18. La primera
(estructura 15) se localiza sobre la mesa alta de la
elevación oeste del cerro, con amplia visibilidad hacia el río y el sitio de Pochotitan. Se trata de una habitación colocada sobre una plataforma baja que, al
construirse en 1120 d. C. provocó el desplome de la
bóveda de una tumba de tiro correspondiente a una
temporalidad anterior (250 d. C.). Asociada a esta
habitación se descubrieron 3 entierros directos colocados en posición flexionada, adultos de sexo masculino y acompañados por una ofrenda de brazaletes
de concha, pero solo uno de ellos presentaba un cascabel de cobre (fig. 3).
La segunda (estructura 17) se localiza en la segunda terraza habitacional del lado noroeste, frente a la
plaza principal del sitio. Se descubrieron los cimientos de varios cuartos correspondientes a, por lo menos, dos fases de ocupación; en la más temprana se
encontró un entierro directo en posición extendida
dorsal y en la tardía se recuperaron cuatro entierros
directos asociados cada uno a un cascabel de cobre.
Fueron depositados en posición flexionada, todos
adultos de sexo masculino (figs. 4 y 5).
La tercera (estructura 18) se localiza en un nivel
inferior a la anterior. Se trataba de dos habitaciones,
cada una con una división interna. En una de las habitaciones se descubrieron dos entierros directos en
posición flexionada, adultos de sexo masculino asociados cada uno a un cascabel; pero uno de ellos estaba completamente aplastado, por lo que no se pudo
ver su forma ni tamaño (cascabel n.º 7).
– 60 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 5. Entierros de adultos masculinos, en posición flexionada, asociados a cascabeles de cobre.
OBJETOS DE COBRE
C, corresponden a una temporalidad de 650 d. C.
los cascabeles de las estructuras 17 y 18 y solo el
cascabel recuperado en la estructura 15 corresponde
a una fecha de 1120 d. C (fig. 6). Cinco cascabeles
presentan forma globular, de los cuales uno conserva el badajo o resonador (cascabel n.º 6), y uno piriforme. Ninguno presenta decoración (tabla 1).
14
Se recuperaron 7 cascabeles de cobre asociados a
entierros: uno en la estructura 15 (cascabel n.º 1),
dos en la 18 (cascabeles n.º 2 y 7) y cuatro en la 17
(cascabeles n.º 3, 4, 5 y 6). De acuerdo con la profundidad estratigráfica y su asociación con fechas de
Cuerpo Cascabel Altura (cm) Ancho (cm) Altura Argolla
1 Globular
1,30
1,00
0,50
2 Piriforme
1,70
1,60
0,70
3 Globular
1,40
1,60
0,70
4 Globular
1,10
1,10
0,60
5 Globular
1,10
1,10
0,60
6 Globular
1,70
1,60
0,90
Tabla 1. Forma y tamaño de los cascabeles.
– 61 –
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Figura 6. Cascabeles de cobre de la cultura Bolaños.
TÉCNICA DE MANUFACTURA
En realidad se ignora la técnica de manufactura
empleada para elaborar los cascabeles. Algunos autores han propuesto la técnica de la cera perdida con
base en las ilustraciones de los códices Florentino,
Tlotzin y Mendocino correspondientes a la cultura
mexica, además del lienzo de Jucutácato proveniente de Michoacán. Sin embargo, dichas ilustraciones
muestran la técnica de fundición del mineral a través
del proceso de reducción cuando los minerales son
carbonatos u óxidos de cobre, utilizando la fundición en crisoles como lo ilustran los códices mencionados y, a manera de fuelles, cañutos para soplar y
avivar el fuego (Grinberg 2004). La técnica que seguían los orfebres la describió Sahagún en el Códice
Florentino Libro Nono, donde describe los pasos que
seguían los plateros para elaborar diversos objetos y
especifica la técnica empleada para elaborar objetos
de oro (Códice Florentino Libro Nono, ilustraciones
38, 39, 61-65) (fig. 7).
– 62 –
«De la manera de labrar los plateros
[...] Con carbón con cera diseñaban algo... el que
presidía les repartía carbón [...] lo muelen bien, lo hacen polvo [...] lo mezclan con un poco de lodo de ollero, el que es pegajoso [...] hacen laminillas, las tienden al sol [...] En dos días se secan [...] se endurecen
[...] luego se moldea el carbón [...] se graba [...] la
figura [...] para que en ello salga lo que se quiere hacer [...] así se dispone el carbón al irse raspando, al
irlo labrando cuidadosamente [...] cuando se acaba de
grabar el carbón [...] luego se hierve la cera, mezclándose con incienso blanco de la tierra [copal] con el
cual se endurece bien [...] Enseguida se tamiza para
que con esto caiga su suciedad, su tierra su lodo de la
cera luego en una laja se adelgaza, se hace lámina con
un rodillo de madera [...] luego se pone en el carbón
se extiende sobre la superficie [...] se va cortando [...]
de modo que entre en los huecos [...] se embute donde
se ha labrado el carbón; con un palito se va pegando
[...] luego se tiende polvo de carbón en agua sobre la
superficie de la cera [...] Otra vez se le pone una capa
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 7. Proceso de elaboración de
cascabeles según el Códice Florentino.
con que se reviste por completo
y se cubre enteramente. Esta
capa es carbón mezclado con
barro pegajoso no muy molido
[...] cubierto y revestido lo que
se moldea [...] por dos días aún
se seca y luego se le pone el tubo
para el oro, también hecho de
cera [...] por allí ha de entrar
cuando sea derretido y otra vez
se conecta [...]» (Sahagún 1956,
t. III, pp. 67-70).
Su descripción se ha interpretado como la técnica «a la
cera perdida» como así la llamaron en tiempos modernos.
Hosler (2005: 100) menciona
la descripción de Sahagún
añadiendo «en el caso de objetos huecos, como los cascabeles, se extraía el núcleo interior de arcilla usando una
herramienta filosa». Siguiendo la descripción de Sahagún,
el cascabel quedaría hueco con
su badajo en el interior, tapándolo totalmente con la capa de
arcilla y carbón para que, una
vez fundido, se rompiera la
capa externa y así quedaría el
cascabel hueco sin necesidad
de extraer de su interior nada.
ANÁLISIS DE
ISÓTOPOS DE LOS
CASCABELES
Se llevó a cabo un análisis
de isótopos estables para saber los elementos traza de sus
componentes, resultando:
Cascabel 1: cobre nativo
100 %.
Cascabel 2: cobre nativo
con elementos traza de 0.03 %
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ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
de plata y 0.07 % de arsénico; ambos minerales están presentes en forma natural.
Cascabel 3: cobre nativo con elementos traza de
0.06 % de arsénico y 0.05 % de plata; ambos minerales están presentes en forma natural.
Cascabel 4: cobre nativo con elementos traza de
plata en un 0.08 %, presentes en forma natural.
Cascabel 5: cobre nativo 100 %.
Cascabel 6: cobre nativo 100 %.
Cascabel 7: cobre nativo con elementos traza de
plata en un 0.01 %.
En esta muestra, los cascabeles fueron elaborados
con cobre nativo, con presencia de plata y arsénico
en menos de un 1 %, por lo que significa que venían
en el mineral en forma natural.
POSIBLE INTERPRETACIÓN
Su escasa presencia supone que llegaron a El Piñón a través de la ruta de intercambio comercial como
objetos de alto valor destinados al grupo de poder.
Su asociación con entierros representaría una razón
ideológica similar a la hipótesis ya postulada por otros
autores que plantea una asociación con algún tipo de
ceremonias, debido al sonido que manifestaban con
el resonador y a la naturaleza del material metálico
en que fueron elaborados (Hosler 2005).
Las estructuras en que se depositaron los entierros
pertenecen al estrato alto de la sociedad ya que formaban parte del centro ceremonial del sitio. Por otra
parte, habrá que notar que los cascabeles están asociados con individuos adultos de sexo masculino, lo
cual sugiere una relación estrecha por sexo y edad.
Lo anterior supone que los cascabeles eran símbolos
de poder y prestigio entre los miembros destacados
de esa sociedad, ya fuera por el material en que fueron elaborados o por su sonido o ambos factores.
CASCABELES EN OTRAS PARTES
DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
En todos los sitios —Amapa, Nayarit; varios sitios de Colima; Tuxcacuesco, Jalisco; Chametla, Sinaloa— se descubrió un mayor porcentaje de cascabeles, incluyendo algunos decorados con algún tipo
de personaje o simplemente con alamares. Sin embargo, es significativo el hecho de estar siempre asociados a entierros. En Amapa (Meighan 1976) se realizó el análisis de sus componentes, cuyo resultado
fue de una mayoría de cobre nativo con 0.01 % de
plata y 0.01 % de arsénico, lo que permite pensar
que los cascabeles de ambos sitios (Amapa y Bolaños) fueron elaborados en un mismo lugar. De los
demás sitios únicamente se reporta el hallazgo sin
llegar a realizar un análisis de sus componentes. Por
ejemplo, en El Zalate, Colima, se descubrieron sartas de cascabeles colocados a manera de ofrenda en
varios entierros (Almendros y Ruiz 2008, 2009). En
estos artículos se describe el hallazgo, la forma y se
asientan probables interpretaciones sobre el papel que
jugaron en ese contexto.
PAPEL QUE JUGARON LOS
CASCABELES ENTRE LAS
CULTURAS PREHISPÁNICAS
En todo el mundo prehispánico están presentes los
cascabeles; sin embargo, se desconoce a ciencia cierta
el papel que jugaron. Se ha propuesto que el sonido
que producen fue una de las causas de su utilización;
otra, sus colores; por ejemplo, López Austin (1998)
planteó que el azul-verde y amarillo representan la
vida y la muerte. El azul perteneció a la muerte; el
verde a la vida al renacer la vegetación y el amarillo
al tiempo en que maduran los frutos, y añade que
estos colores están presentes en el pensamiento mesoamericano.
Schulze (2008), en su estudio sobre cascabeles del
Templo Mayor de Tenochtitlan, compara esta interpretación con los colores que producen. Al ser elaborados son amarillos5 y, con el tiempo, se vuelven
de color azul-verde debido a la pátina que se adhiere
al objeto. El autor plantea la posibilidad de que uno
de los simbolismos que tuvieran los cascabeles podría corresponder a la interpretación ya mencionada
de López Austin.
Las fuentes etnohistóricas que tratan sobre el pueblo mexica o azteca son abundantes y con temas muy
diversos, por lo que el investigador interesado tiene
la oportunidad de llevar a cabo interpretaciones basadas en ellas. En los códices y documentos de los
eclesiásticos del siglo XVI abundan las ilustraciones
de dioses, guerreros y nobles luciendo sus atavíos, y
es frecuente que incluyan cascabeles. En ellos se puede observar incluso la manera en que se utilizaban;
así se conoce que, prioritariamente, los usaban en brazos, piernas y torso, casi siempre como sartales
5
El autor señala que los mexicas o aztecas aplicaban el color amarillo a los cascabeles de cobre sin que significara que
fueran de oro ( Schulze 2008: 203).
– 64 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
(Schulze 2008: 204). Entre los mayas no se tiene este
cúmulo de conocimientos, ni se han llevado a cabo
muchos estudios dedicados a los cascabeles. El estudio mejor conocido proviene del hallazgo en el cenote sagrado de Chichen Itzá,6 donde encontraron varios cascabeles de oro, por lo que suponen formaron
parte de las ofrendas depositadas en su interior. Entre los mixtecos, grupo que trabajó el oro, existen
algunos códices en que aparecen deidades y señores
principales usando cascabeles, por lo que se tiene una
fuente confiable de información (Torres y Franco
1996).
A diferencia del occidente de México, donde no
existe este tipo de información ya que se tienen únicamente las figurillas huecas o sólidas que representan a seres humanos de ambos sexos, plantas y animales. Lo anterior supone la ausencia de dioses. Sin
embargo, la complejidad arquitectónica que constituyen las tumbas de tiro y, posteriormente, las tumbas de caja, además de entierros directos, todos acompañados por ricas y variadas ofrendas, señalan la
presencia de una religión bien organizada y desarrollada que, ineludiblemente, debió de incluir un panteón sagrado. Consideramos que el error de los arqueólogos ha sido tratar de identificar deidades con
atributos semejantes a los de las demás culturas mesoamericanas, y si el occidente de México muestra una
idiosincrasia muy particular, su religión debió de
comprender otras manifestaciones religiosas distintas.
Lo anterior podría justificarse por dos principales
y muy importantes razones: la primera porque el desarrollo cultural del occidente de México fue muy
distinto al resto de Mesoamérica, y la segunda porque arqueológicamente se mantuvo olvidado hasta
la década de los 70 cuando se iniciaron las investigaciones sistemáticas, por lo que el conocimiento de
los habitantes prehispánicos apenas se está entendiendo. Ahora se sabe que esta área cultural sostuvo relaciones con el centro de México a través del intercambio, tanto comercial de objetos como de ideas y
conceptos, desde tiempos muy antiguos; sin embargo, mantuvo su propia particularidad o idiosincrasia.
Por ejemplo, una figurilla hueca descubierta en una
de las tumbas de tiro en el cañón de Bolaños, que
representa a un guerrero sosteniendo un escudo al
frente, muestra el símbolo del día dentro de la religión mesoamericana (comunicación personal de A.
López Austin). La máscara de concha marina de un
entierro directo descubierto en El Piñón7 tiene un colgante que representa a una serpiente bífida emplumada semejante a las representaciones teotihuacanas. Ambos ejemplos demuestran que existieron
contactos comerciales con el centro de México sin
que se crea que los teotihuacanos hayan llegado hasta el cañón de Bolaños. Más bien, a través de la ruta
de intercambio comercial del interior propuesta por
Kelley (1980) se realizaría el intercambio, en este
caso, de ideas que reprodujeron los bolañenses en su
localidad.
En resumen, se puede señalar que:
1. La aparición de la metalurgia tuvo lugar en el
occidente de México alrededor del 650 d. C. de acuerdo con las primeras fechas de 14C obtenidas en el cañón de Bolaños.
2. Esta temporalidad había sido propuesta con anterioridad sin estar respaldada por fechas de 14C (Hosler 2005).
3. Existe la posibilidad de que las técnicas para
elaborar objetos de metal hayan sido traídas desde
América del Sur —Colombia y Ecuador, donde se
trabajaba el metal desde por lo menos 1000 años antes— por navegantes que llegaban a la costa del océano Pacífico buscando el Spondylus, concha sagrada
entre las culturas de Ecuador y Perú donde había escaseado por una sobreexplotación.
4. Son pocos los estudios que tratan sobre los cascabeles y menos aún los análisis de sus componentes.
5. El análisis de este tipo de objetos que se realizó
en Amapa, Nayarit, coincide con el análisis hecho en
los cascabeles provenientes de Bolaños; es decir, fueron hechos con cobre nativo y elementos traza de arsénico y plata. A diferencia con los cascabeles del
Templo Mayor, que mostraron, además de un alto
porcentaje de cobre, presencia significativa de arsénico, plomo y estaño como elementos componentes
(Schulze 2008: 277). Lo anterior sugiere distintas
fuentes de extracción del cobre.
6. Las interpretaciones sobre el simbolismo que
encierra este tipo de objetos entre las culturas prehispánicas son escasas; las más confiables son las
relacionadas con la cultura mexica o azteca, donde
se tiene información escrita e ilustrada derivada de
los documentos eclesiásticos del siglo XVI. Sin embargo, dicho simbolismo puede ser diferente en el
occidente de México debido a su desarrollo cultural
particular.
6
Sitio tardío ubicado en la península de Yucatán y uno de
los más importantes de la zona maya.
7
Centro rector de la cultura Bolaños situado en el valle de
San Martín de Bolaños, en el norte de Jalisco.
– 65 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
7. Llama la atención que los hallazgos de cascabeles en los distintos sitios del occidente de México
siempre se asocian con entierros. Lo anterior sugiere
que los cascabeles tenían un simbolismo enfocado
hacia la muerte por tratarse de un objeto de gran valor.
8. Es imposible asignar el significado del sonido y
el color de los cascabeles como Hosler (2005) lo señala, debido al desconocimiento que se tiene todavía
de la religión de estas culturas. Los señalamientos
que hace esta autora se refieren únicamente a los
mexicas o aztecas cuyo panteón religioso está muy
bien definido.
9. Si bien existe una base común para el surgimiento de una religión mesoamericana, como lo afirma
López Austin (comunicación personal) y de ahí, posteriormente, cada cultura adapta y adopta nuevas modalidades creando su propia religión; cada pueblo dará
un significado distinto tanto a sus deidades como a
los objetos sagrados y los de alto valor. Lo anterior
nos lleva a la conclusión de que, en este caso, un
cascabel, no tendrá el mismo significado entre los
mexicas o aztecas que entre los purépechas de Michoacán o los habitantes del resto del occidente de
México.
10. Se hace notar que los entierros asociados a cascabeles fueron adultos de sexo masculino.
CONCLUSIONES
La presencia de cascabeles a partir del 650 d. C. es
común en todo el occidente de México y, hasta donde el conocimiento alcanza, todos se han encontrado
asociados con la muerte en entierros.
El conocimiento incipiente sobre el comportamiento cultural de esta área en tiempos prehispánicos impide sostener interpretaciones sobre el papel social y
religioso que desempeñó este tipo de objetos. Hasta
el momento, solo podemos señalar que tuvieron gran
valor, posiblemente por el material en que fueron elaborados y, muy probablemente, por el sonido que producían.
Sobre los autores
MARÍA TERESA CABRERO G.. (
[email protected]),
Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es Investigadora
Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de
Ciencias, de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones, publicando media docena de libros y más de 40 artículos.
JOSÉ LUIS RUVALCABA SIL es Investigador Científico
del Instituto de Física de la UNAM.
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ARQUEOLOGÍA MEXICANA
LA CONCHA EN LA CULTURA BOLAÑOS
Shell in the Bolaños Culture
María Teresa Cabrero G.
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México
RESUMEN. El trabajo de concha en la cultura Bolaños propició su desarrollo económico y el fortalecimiento de la ruta de intercambio comercial para
proveerse de mercancías tanto de subsistencia como
de estatus. Permitió reafirmar las relaciones sociales, económicas y aún las ideológicas con los pueblos que los rodeaban. El transporte de conchas y
caracoles desde los pueblos costeros sería a través
de las caravanas que atravesaban la región; el poco
peso y volumen facilitó la adquisición de una gran
variedad de pelecípedos y gasterópodos con los que
elaboraron objetos de alta calidad. Se utilizaron
como adornos corporales y simbólicos en las localidades principales de la región; además representaron una fuente económica a través del intercambio
con los pueblos vecinos.
PALABRAS CLAVE: concha, cultura Bolaños,
México.
ABSTRACT. The shell work of the Bolaños culture
boosted its economic development and strengthened
commercial trade routes providing both subsistence
and high status goods. This trade allowed the reaffirming of social, economic and ideological ties with
the towns around them. The caravans that crossed
the region transported shells and conchs from the
coastal towns. The low weight and volume facilitated
the acquisition of a great variety of pelecypods and
gastropods that were used to produce high-quality
objects. These shells were used as body and symbolic ornaments in the main localities of the region;
they also represented an economic resource through
the exchange with neighboring towns.
KEYWORDS: Shell, Bolaños Culture, Mexico.
INTRODUCCIÓN
E
N EL MUNDO PREHISPÁNICO, LA CONCHA FUE UNA
de las materias primas más codiciadas; representó el agua, fuente de la vida; se asoció con
los dioses, con la creación y el nacimiento, con el
inframundo y la muerte, con el sacrificio de humanos y dioses; en pocas palabras, la concha estuvo
presente hasta en los lugares más remotos del mundo prehispánico del continente americano.
A pesar de que la concha estuvo presente en la
mayoría de los estudios arqueológicos, no fue hasta
el interés de la Dra. Lourdes Suárez por esta materia
prima que se empezó a estudiar sistemáticamente; a
ella se debe la clasificación de las especies y la explicación sobre las técnicas de manufactura de los
objetos que emplearon los artesanos que la trabajaron (Suárez 1974, 1977). En este trabajo seguiremos
ambos principios clasificatorios aplicados al trabajo
de concha en la cultura Bolaños.
LA CULTURA BOLAÑOS
La cultura Bolaños (fig. 1) ocupó todo lo largo del
cañón del mismo nombre; desde donde principia en
el valle de Valparaíso, al SW de Zacatecas, hasta la
confluencia con el río Grande de Santiago en los límites de los estados de Jalisco y Nayarit. El clima es
cálido con muy poca precipitación pluvial, por lo que
la vegetación es de tipo semidesértico donde imperan arbustos espinosos y cactáceas. El paisaje es muy
accidentado debido a dos grandes sierras que delimitan el cañón; la única fuente de agua es el río que
corre al fondo entre ambas sierras. A lo largo del cañón existen dos valles de pequeñas dimensiones que,
Recibido: 5-5-2014. Aceptado: 26-5-2014. Publicado: 11-6-2014.
Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Licencia/License CC BY 3.0.
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 1. Mapa de localización de la cultura Bolaños.
de norte a sur, son el de Mezquitic y el de San Martín
de Bolaños. En el valle de Valparaíso, dicho grupo
se extendió en las inmediaciones del valle que pertenece al altiplano central-norte donde no existen sierras altas. Se considera que un mismo grupo colonizó toda la región por la presencia de tumbas de tiro
en el pueblo de San José del Vergel, situado al norte
del valle de Valparaíso, y por la existencia de conjuntos circulares en todos los sitios localizados durante el recorrido de superficie (Cabrero 1989).
Ante el escaso terreno plano que presenta el cañón, sus moradores se vieron en la necesidad de asentarse en la mesa alta de los cerros, fundando sus poblados y desarrollando su cultura a partir del inicio
de la era cristiana hasta alrededor del 1120 —fecha
de ocupación más tardía.
El grupo de colonizadores, posiblemente, penetró
en el cañón desde el centro de Jalisco —zona característica de tumbas de tiro asociadas a conjuntos circulares— y se asentó en el primer valle que encontraron (San Martín de Bolaños); donde fundaron el
más importante poblado de la región ocupando la
mesa alta del cerro de El Piñón, situado en el centro
del valle. En ese lugar residiría el gobernante y su
grupo de poder, rodeados por artesanos y cultivadores que terracearon las laderas con fines agrícolas.
Construyeron el centro cívico-ceremonial rodeado de
las casas-habitación del grupo de poder y cuatro tumbas de tiro destinadas a la memoria de sus gobernantes y su linaje (Cabrero 1999). En diversas ocasiones, el conjunto de edificios se remodeló; se añadieron
otros edificios, entre ellos uno que se dedicó al culto
y un juego de pelota cerrado.
Frente al cerro de El Piñón, hacia el oeste, existe
una extensión plana que constituye la margen del río;
esta fue aprovechada para la construcción de un conjunto circular reconocido, hoy día, como Pochotitan.
Dicho conjunto presentó 12 cuartos rectangulares de
grandes dimensiones, tres de los cuales desaparecieron hoy día debido al embate de las crecidas del río
(Cabrero y López 2002). De acuerdo con las evidencias arqueológicas, las posibles funciones que en este
lugar se desarrollaron fueron las de recibir a los integrantes de las caravanas comerciales que transitaban
por el río, y albergarlos en algunas de las habitaciones durante el periodo en que realizaban el trueque
de las mercancías. Otras habitaciones estarían dedicadas al almacenaje de las mercancías destinadas al
trueque, y en otras más residirían los encargados de
dirigir las funciones del asentamiento bajo la tutela
del gobernante que residía en lo alto del cerro. Estas
inferencias se derivan de los hallazgos que se reali-
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zaron durante las excavaciones. Los cuartos son de
grandes dimensiones. Algunos de ellos conservaban
gran cantidad de tiestos de las ollas, semejantes a las
urnas funerarias y de vasijas con decoración al negativo. Ambos objetos se han encontrado en sitios arqueológicos fuera del cañón (Yoma y López 1994;
López Mestas et al. 1994). En la base interior del
muro que rodeaba y cerraba el conjunto circular, se
descubrió el entierro de un individuo acompañado
por vasijas con decoración al negativo y un hacha
con la efigie de un perro. Dicho hallazgo se interpretó como el entierro del encargado del sitio ya que los
demás entierros descubiertos se encontraron en el
interior de los cuartos y no presentaron ofrendas.
A pesar de ignorar la procedencia étnica de los
colonizadores, la presencia de tumbas de tiro y conjuntos circulares en toda la región sugiere que procedían del centro de Jalisco, donde ambos rasgos son
dominantes (Weigand 2008). Una de las razones por
las cuales ocuparían el cañón debió de ser el establecer contacto con el área de Chalchihuites,1 donde se
explotaban e intercambiaban las piedras azules y verdes (malaquita, azurita) consideradas sagradas en el
mundo prehispánico.
El cañón de Bolaños se encuentra a no menos de
400 km de la costa del océano Pacífico; sin embargo, las condiciones del medio natural (falta de espacios cultivables y vegetación espinosa dominante)
obligaría a sus habitantes a desarrollar otras estrategias para adaptarse y sobrevivir. Por ello recurrieron
a la explotación de dos materias primas inexistentes
en la región: la obsidiana y la concha marina para
usarlas como mercancías de intercambio.
En ese sentido, descubrimos en El Piñón pequeños talleres donde se elaboraban artefactos de obsidiana y un taller de concha en la plataforma central
de Pochotitan. En esta ocasión trataremos únicamente
el trabajo de concha en la región.
PERIODO CRONOLÓGICO
A pesar de haberse propuesto una secuencia cronológica regional (Cabrero y López 2002), para fi1
Chalchihuites se localiza en el suroeste del estado de Zacatecas, en el altiplano central-norte. El sitio más importante se
llama Alta Vista; fue estudiado por Kelley y, de acuerdo con
él, representó un puesto de avanzada para la ruta de intercambio comercial procedente del centro de México para quienes
se dirigían hacia los yacimientos de turquesa en Nuevo México. Según este autor, el sitio tiene implicaciones astronómicas
al estar muy cerca del trópico de Cáncer (Kelley 1976).
nes de este trabajo dividiremos en dos grandes periodos la secuencia temporal de la región de Bolaños: el primero y más antiguo, caracterizado por la
presencia de tumbas de tiro, abarca desde el inicio
de la era cristina hasta 440 d. C., fecha más tardía de
esta singular costumbre funeraria; un segundo periodo, posterior a la desaparición de las tumbas de tiro,
está caracterizado por entierros directos cuyos gobernantes se depositaron en un área específica dentro de la plaza del centro ceremonial de El Piñón (estructura 13). Su fecha más antigua data desde 690
hasta 1120 d. C. En ambos periodos se empleó la
concha profusamente, encontrándose en contextos habitacionales y funerarios (Cabrero y López 2002).
OBJETOS ELABORADOS EN
CONCHA
Durante las excavaciones se recuperaron brazaletes, topes de átlatl, pendientes o colgantes, discos,
botones, una máscara hecha con placas y una gran
cantidad de cuentas de variadas formas en los sitios
El Piñón, Pochotitan y, en menor escala y variedad,
en La Florida —sitio ubicado a la entrada del cañón.
ANÁLISIS DEL MATERIAL
CONQUILIOLÓGICO
El análisis de las conchas lo llevó a cabo el biólogo Gerardo Villanueva García, especialista en este
tipo de material. De acuerdo con su análisis, se identificaron 21 géneros de la clase Pelecypoda (bivalvos) de origen marino, una especie procedente de
agua dulce del río y 28 géneros de la clase gasterópodos (caracoles), todas provenientes del océano Pacífico. Sin embargo, nos enfocaremos más a la forma
del objeto señalando únicamente la especie correspondiente. En la identificación del molusco en su ambiente natural, se recurrió al estudio de Keen (1971),
quien hizo una catalogación de gasterópodos y pelecípedos muy completa.
TALLER DE CONCHA
De acuerdo con Suárez (1986: 121), un taller de
concha requiere un lugar para almacenar la materia
prima, «ya que en la mayoría de los casos, el abastecimiento será cuantioso y periódico… puesto que presenta dificultades serias para su adquisición y trasla-
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Figura 2. Brazaletes de Glycymeris gigantea.
do». Las condiciones para su identificación serán: 1)
un lugar fijo donde se trabaje la materia prima, 2) un
lugar donde se almacene y 3) objetos en proceso, terminados, fragmentos y polvo de concha.
El conjunto circular localizado en Pochotitan presentaba en el centro una plataforma circular; en la
parte central de esta última se descubrió un acumulamiento de cuentas, fragmentos y polvo de concha.
Consideramos que las condiciones que plantea Suárez se cumplen, por lo que la identificación es correcta. Había un lugar fijo de trabajo, un lugar de almacenaje —uno o varios de los cuartos cercanos
debieron de servir de almacén— y objetos terminados, pedacería y polvo de concha.
En el lugar de trabajo se identificaron 1631 objetos provenientes de gasterópodos (univalvos o caracoles) marinos divididos en 9 especies; 2352 objetos
provenientes de la clase pelecípodos (bivalvos) marinos divididos en 10 especies y 1 bivalvo de río (Unio
sp.) con un total de 166 objetos y 517 fragmentos,
todos ellos depositados entre polvo de concha. Especies de gasterópodos (caracoles): Neritina sp., Cerithidea mazatlanica, Strombus sp., Polinices ubre,
Fasciolaria sp., Oliva sp., Olivella semistriata, Persicula bandera, Marginella sp., Euglandina sp. Especies de pelecípedos (bivalvos): Glycimeris gigantea, Lyropecten subnodosus, Pecten vogdesi, Spondylus princeps, Chama echinata, Chama frondosa,
Carditamera sp., Trachycardium senticosum, Laevicardium elatum, Megapitaria squalida, Unio sp.
La especie de gasterópodos marinos más utilizada
fue Strombus sp.; la de pelecípodos también marinos
fue Chama frondosa, y el bivalvo de río Unio sp.
que tuvo una relevante presencia, lo cual indica una
actividad pronunciada hacia el aprovechamiento de
este molusco entre los habitantes de la zona. Lo anterior se reafirma a través del análisis de los restos
óseos humanos en los que se identificó la presencia
de exostosis auditiva2 en una población muy lejana a
la costa marina. El río Bolaños podría considerarse
como un afluente importante del río Grande de Santiago ya que desemboca en él. Su curso fue de tipo
bajo, es decir, caudaloso pero lento. Por estar situado en una zona de precipitaciones irregulares, sufre
el fenómeno de estiaje que consiste en tener fuertes
crecidas en la época de lluvias y bajar su caudal el
resto del año. En la actualidad este fenómeno se ha
intensificado al extremo de quedar casi seco en algunas zonas gracias a la construcción de presas que controlan su agua. En el pasado debió permanecer con
agua durante todo el año; tanto en las pozas que abundan como en el mismo río, el aprovechamiento de su
fauna (camarón, almejas, langostinos) fue en primera instancia una fuente alimenticia segura además de
utilizar la concha de los moluscos para la elaboración de objetos.
2
Crecimiento adicional del hueso que obstruye el canal auditivo, causado por la presión y la baja temperatura del agua
que solo se logra a través del buceo.
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Figura 3. Discos de Pinctada mazatlanica.
Figura 4. Cuentas de Chama echinata.
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Figura 5. Átlatl hecho de Strombus sp.
TÉCNICAS DE MANUFACTURA
La concha es un material frágil que debe
trabajarse con pericia, cuidado y experiencia
previa. De acuerdo con Suárez (1974), existen tres técnicas de manufactura en el trabajo de la concha:
1. Percusión: fragmentar en varias partes
el molusco dándole golpes con algún instrumento (punzón).
2. Presión: astillar presionándolo.
3. Desgaste: quitar poco a poco las partes
sobrantes hasta obtener la forma deseada, que
puede llegar hasta la perforación total del
objeto como lo vemos en las cuentas y pendientes. Habrá que señalar varios tipos de
perforaciones: cilíndricas, tubulares, cónicas,
etcétera.
Figura 6. Pendientes en forma de colmillo de Chama
frondosa sp.
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Figura 7. Pendientes antropomorfos de Strombus sp.
Conociendo lo anterior, se pueden observar a menudo las técnicas de manufactura empleadas en los
objetos arqueológicos. El grupo de poder de las sociedades bolañenses tuvo una predilección especial
hacia el uso de objetos de concha que, por otra parte,
los utilizaron como mercancía de intercambio. El hallazgo de un taller sugiere que se elaboraron en el
lugar y que tenían verdaderos expertos para trabajarla. Los artesanos especialistas debieron de ser entrenados por la gente de la costa, con quienes tendrían
un contacto intenso. La presencia de este tipo de objetos en todas las estructuras excavadas denota una
preferencia sobresaliente para su empleo no solo
como objetos ornamentales sino además como «talismanes» protectores para asegurar la permanencia
del agua, fuente vital en un medio semidesértico como
aquel en el que vivían. El mar constituiría la concentración de agua inigualable, impactante y, al mismo
tiempo, atemorizante; por ello, su fauna representaba la dádiva máxima que los «dioses» ofrecían a los
hombres como fuente alimenticia y su concha sería
el símbolo sagrado. En esa forma, los objetos de concha otorgarían la protección necesaria hacia las fuerzas de la naturaleza y hacia los seres sobrenaturales
malignos. Con esto en mente y la carencia de mercancías para introducirlas en la ruta de intercambio
comercial, desarrollaron esta industria como uno de
los productos más preciados por todas las culturas y,
en especial, las vecinas (por su cercanía), como lo
fueron el Cerro del Huiztle, La Quemada y, posiblemente, Chalchihuites.3
La ruta comercial facilitaba los contactos con los
pueblos costeros; muy probablemente, entablaron relaciones sociales con ellos para que les enseñaran las
3
Figura 8. Pendiente de Unio sp.
Cerro del Huiztle se localiza al noroeste del cañón de Bolaños. En este lugar se descubrieron ofrendas mortuorias ricas
en objetos de concha (Manzo 1983). La Quemada se ubica al
sureste del cañón y representó un sitio amurallado con calzadas que la comunican con varios sitios lejanos (Medina 2003),
y Chalchihuites se ubica al noroeste de Zacatecas a una distancia no mayor de 60 km en línea recta del cañón de Bolaños; fue
un sitio que mantuvo una estrecha relación con el centro de
México a través de la ruta de intercambio comercial del interior que llegaba hasta los yacimientos de turquesa en Nuevo
México (Kelley 1980).
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 9. Botones de Chama frondosa.
técnicas de manufactura de este tipo de materia prima y así iniciar su propia industria en la localidad de
Pochotitan. Si fuera cierto que la ocupación de Bolaños fue la migración de algunos grupos procedentes
del centro de Jalisco, las relaciones sociales con los
grupos costeños no sería difícil ya que hay muchas
evidencias de que los pueblos del centro de Jalisco
mantuvieron relaciones estrechas con ellos. Entre los
rasgos más sobresalientes de esta región están la presencia de tumbas de tiro y la de conjuntos circulares,
que se extienden hasta las costas de Colima, Jalisco
y Nayarit como lo atestiguan los últimos hallazgos
en estos estados mexicanos (Olay 2001, 2004).
OBJETOS ELABORADOS SOBRE
GASTERÓPODOS (CARACOLES)
ciolaria princeps y Turbinella angulata; los de menor tamaño solo se alteraban horadándoles una perforación con el propósito de colgarse a manera de
collares o cosidos en las vestimentas. Se incluyeron
desde los más pequeños como son Neritina sp., Persicula bandera y Persicula hilli, habitantes en la desembocadura de los ríos en el mar. Es muy abundante
la presencia de la familia Olividae que incluye varias
especies y son de talla mediana a chica.
La predilección por el uso de los caracoles se debió a las diferentes formas, tamaños y colores. La
especie Thais triangularis incluida dentro de la familia Muricidae produce un tinte utilizado para dar
color a las fibras de algodón.
OBJETOS ELABORADOS SOBRE
PELECÍPODOS (BIVALVOS)
A excepción de los caracoles de gran tamaño, en
los que se aprovechó la totalidad del molusco; tales
como Strombus sp., Ancistromesus mexicanus, Fas-
Los bivalvos son animales que viven dentro de dos
valvas; como en el caso anterior, se prefirieron los
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Figura 10. Máscara y colgante de Spondylus princeps.
de gran tamaño como Glycymeris gigantea o Anadara grandis. En general,
las especies presentes muestran un colorido muy llamativo como el Spondylus princeps, la familia Pectinidae,
la Cardidae y la Verenidae, con ejemplares de las variadas especies que las
forman o el género Chama.
LOS OBJETOS MÁS
SOBRESALIENTES
FUERON:
Brazaletes y pulseras (fig.
2)
La mayoría se elaboraron sobre
Glycymeris gigantea (bivalvo). Sin emFigura 11. Cuentas de Persicula bandera.
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Figura 12. Cuentas de Polinices uber.
bargo, se recuperaron varios ejemplares hechos con
el gasterópodo (caracol) Ancistromesus mexicanus,
mejor conocido como «lapa gigante». Estos objetos
son sencillos con solo adornos esgrafiados de ranuras.
Discos (fig. 3)
Se catalogaron como discos los objetos circulares
con poca o nula concavidad y un agujero central grande. Dentro de esta categoría se incluyeron semicírculos con dos perforaciones en cada extremo, fabricados sobre Pinctada mazatlanica, molusco bivalvo
mejor conocido como «madre perla», del cual se extraen las perlas además de ser codiciada su concha
nacarada. Las perforaciones señalan que se colgaban
a manera de pectorales.
grandes y pequeñas, circulares; solo hubo un caso de
cuentas redondas que se elaboraron sobre Astraea sp.
—mejor conocido como «caracol estrella».
Sobre bivalvos se elaboró el mismo tipo de cuentas pero sobre una mayor variedad de especies, como
Spondylus princeps y Spondylus calcifer, Chama
frondosa, Chama echinata y Glycymeris gigantea.
El empleo de este tipo de objetos debió de ser múltiple: como sarta de collares o pulseras, cosidas en las
vestimentas o colgantes y pendientes. Las dos especies de Spondylus y las dos de Chama son muy apreciadas por los colores de tonos rojizos que presentan
sus valvas, y la Glycymeris por el gran tamaño de
sus valvas aprovechable para elaborar objetos.
Topes de átlatl (fig. 5)
El uso del átlatl o lanza dardos fue común en el
mundo prehispánico de México. Consiste en una vara
de madera acanalada en cuyo extremo posterior se
Cuentas (fig. 4)
Entre los gasterópodos se utilizó el Strombus sp.4
(caracol de mediano o gran tamaño). Se elaboraron
cuentas cilíndricas, tubulares, cuadradas, redondas
4
En los casos en que el biólogo no logra identificar la especie, se utilizó sp. ya que reconoce la familia pero no la especie.
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Figura 13. Pendientes de Anadara grandis.
adherían dos semicírculos (elaborados en madera comúnmente) con el objeto de sostener los dedos pulgar e índice. Sobre la canal de madera se colocaba
una flecha y se lanzaba el proyectil con mucha eficacia. El hallazgo de estos dos semicírculos elaborados en concha es lo que se encontró, ya que el resto
del artefacto fue hecho con material deleznable y se
perdió con el tiempo. Los topes de átlatl se recuperaron como ofrenda de entierros pertenecientes a integrantes del grupo de poder, por lo que serían fabricados especialmente para el personaje en cuestión con
limitadas expectativas de uso. Estos objetos fueron
elaborados sobre Strombus sp., caracol de gran tamaño propicio para fabricar este tipo de artefacto.
Pendientes (figs. 6 y 7)
Se denominó pendientes a los objetos que presentaron una o más perforaciones y cuyo posible uso fue
el de colgarse en alguna parte del cuerpo o en vestimentas. Dentro de este grupo, se encontró una gran
variedad de formas elaboradas sobre distintas especies: las ya mencionadas y otras sin mencionar.
Se tienen diversas formas: triangulares, tubulares
largas con una o dos perforaciones, antropomorfas,
cuadradas, etcétera. En este tipo de objetos se utilizó
con frecuencia el bivalvo de río Unio sp. (fig. 8).
Botones (fig. 9)
Se denominó botones por su similitud con los botones actuales. Su empleo se desconoce; sin embargo, pudieron desempeñar la función de botones como
nosotros los consideramos. Estos objetos se elaboraron sobre Glycymeris gigantea y Chama frondosa.
Hallazgo de una máscara con
nariguera hecha de concha marina
(fig. 10)
Dentro de la plaza del centro cívico-ceremonial del
sitio El Piñón, se descubrió una zona de 10 indivi-
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
duos enterrados que, de acuerdo con las ofrendas que
los acompañaban, debieron de pertenecer al estrato
social de mayor envergadura de la sociedad. Lo anterior se basa en que a) fueron depositados en posición flexionada dentro de pequeñas fosas excavadas
en el suelo de la plaza, b) presentaban ofrendas de
concha y c) ocupaban un lugar específico dentro de
la plaza principal.
El entierro más destacado fue un personaje depositado en posición flexionada en decúbito ventral; a
cada lado de su cuerpo, a la altura del tórax, se depositaron 1158 caracolillos de la especie Marginella
curtum en el lado derecho y 346 caracolillos de la
especie Persicula bandera en el lado contrario (izquierdo) (fig. 11). Sobre la parte facial se le colocó
una máscara elaborada con 138 placas de mosaico
proveniente de la especie Strombus sp., coloreadas
con pigmento rojo, y 9 cuentas tubulares con pigmento rojo elaboradas con Fasciolaria princeps. Las
cejas y el contorno de los ojos eran de hueso humano
con una placa ojival para el centro de los ojos. En
ambos lados de la cara se colocó una orejera delgada
en forma de «T» (elaborada con Pinctada mazatlanica). Sobre cada una de ellas se puso una cuenta cuadrada delgada con perforación central, elaborada sobre Spondylus princeps. En la parte inferior de la
máscara salía un colgante con una serpiente cuyo
cuerpo formaba una «C» invertida; la cabeza mostraba un tocado de plumas; la boca abierta dejaba ver
los dientes con la lengua colgando hacia abajo y la
barba. El interior del cuerpo estaba decorado con chalchihuites y sobre este tenía un edificio de dos cuerpos alternados por chalchihuites, de los que brotaba
posiblemente un chorro de agua. Este singular y elaborado colgante fue hecho con Pinctada mazatlanica.
A otro de los entierros se le colocó como ofrenda
una nariguera hecha sobre Pinctada mazatlanica (fig.
10) con forma de un ave estilizada. Los demás entierros de este grupo fueron acompañados por pendientes hechos con caracolillos de las especies Oliva sp.,
Polinices uber, Marginella sp. y cuentas hechas sobre Spondylus princeps y Chama frondosa.
TUMBAS DE TIRO5
El descubrimiento de 3 tumbas de tiro selladas
permitió, por primera vez, conocer dentro de su contexto arqueológico intacto las acciones que comprendía esta singular costumbre funeraria. Habrá que aclarar que en el extranjero catalogan al Occidente del
México prehispánico como representante sin igual
de la costumbre mortuoria en este tipo de monumentos. Sin embargo, nunca antes se había logrado descubrir una tumba sellada y las figurillas huecas que
la caracterizan, que están presentes en un sinnúmero
de museos de todo el mundo, provienen del saqueo y
de colecciones privadas.
Por lo anterior cabe destacar la importancia que
tiene este descubrimiento en la arqueología mexicana. En este sitio (El Piñón), las tumbas de tiro se construyeron por pares y dentro del centro cívico-ceremonial; dos estaban en el lado sur bajo edificios posteriores y las otras dos se descubrieron sobre la mesa
de la elevación oeste, bajo un edificio posterior cuyo
peso provocó el colapso de las bóvedas.
Las tumbas fueron reutilizadas en diversas ocasiones, por lo que el contenido recuperado perteneció al
último depósito fúnebre; sin embargo, la similitud
de los objetos sugiere que las ofrendas correspondientes al depósito inicial se conservaron o, en segunda instancia, solo se añadieron las que se rompían conservando el mismo estilo decorativo en el
caso de las vasijas y el estilo representativo en el de
las figurillas huecas. De acuerdo con las fechas, la
más antigua es de 80 d. C., prolongándose hasta el
440 d. C. la más tardía.
Se recuperaron brazaletes, cuentas y pendientes
utilizando las especies ya mencionadas con dominio
de los caracoles (figs. 12 y 13): Strombus sp., Cerithidea mazatlanica, Agaronia propatula, Polinices
uber, Thais triangularis, Conus sp., Oliva sp., Olivella semistriata, Oliva incrassata, Anadara gradis.
Entre los bivalvos, se utilizaron: Glycymeris gigantea (para brazaletes), Spondylus princeps, Chama
frondosa (para cuentas y pendientes).
Por último, debemos señalar el uso del bivalvo de
río Unio sp. Se utilizó profusamente desde el inicio
del desarrollo de estas sociedades; con este molusco
se elaboraron pendientes de diversas formas fuera y
dentro de las tumbas.
5
Se denomina tumba de tiro por comprender un tiro vertical
de profundidad variable y una o más cámaras subterráneas. Su
origen es desconocido en el territorio mexicano. Sin embargo,
la presencia de estos monumentos en Colombia, Ecuador y Perú
con mayor antigüedad sugiere que llegaron al Occidente de
México a través del comercio marítimo establecido principalmente por Perú y Ecuador ante la necesidad de obtener el Spondylus, molusco considerado sagrado por propiciar la fertilidad
de la tierra y abundante en las costas del océano Pacífico hasta
el mar de Cortés en Baja California y que, por su extrema extracción en el golfo de Guayaquil, escaseaba en Ecuador (Murra 1982).
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CONCLUSIONES
Con todo lo anterior se puede observar que la pesca a través del buceo fue una actividad de gran trascendencia entre los pueblos costeros, quienes mantuvieron contactos comerciales a lo largo y ancho del
territorio mexicano.
Por otra parte, fueron diestros buceadores y conocedores de la fauna marina, mediante la cual abastecieron durante todo el periodo prehispánico a sociedades tan distantes como las del centro, el occidente
y el norte de México. Para los pueblos costeros esta
actividad representó una fuente económica de gran
importancia para su desarrollo. Tuvieron la oportunidad de establecer contactos comerciales con la gran
diversidad cultural que existía en las distintas áreas
geográficas, lo que les permitió abastecerse de muchas mercancías para su subsistencia y para otras
actividades sociales y religiosas. Se han realizado
pocas investigaciones sobre la vida de dichos pueblos; sin embargo, se han logrado recuperar algunos
implementos que utilizaban como pesas y anzuelos,
constatando que la pesca y el buceo fueron la base de
su economía (Beltrán 1994).
En lo que respecta a los habitantes del cañón de
Bolaños, se debe mencionar que una de las actividades más importantes debió de ser el trabajo de la concha con triple finalidad: emplearla como adorno corporal, como amuleto sagrado para asegurar la afluencia del agua como sustancia vital y como mercancía
para introducirla en la ruta de intercambio y, así, adquirir a cambio otras inexistentes en la región.
Reiteramos que el paisaje accidentado y el ambiente semidesértico fue un factor decisivo para la búsqueda de soluciones en el proceso de adaptación al
nuevo ambiente natural, muy diferente al que hasta
entonces habían vivido si, como lo señalan las evidencias arqueológicas —patrón de asentamiento consistente en conjuntos circulares asociados a tumbas
de tiro—, provenían del centro de Jalisco, específicamente de la zona del lago de Magdalena y sus alrededores, donde abundaba el agua y existían grandes
zonas de terreno fértil para sembrar. El interés en ocupar el cañón debió de ser el establecer contacto comercial con la zona de Chalchihuites donde se
explotaba la piedra verde utilizada como símbolo sagrado (chalchiuitl) en la mayoría de las culturas prehispánicas.
El impacto de encontrarse en un ambiente semidesértico, con pocas extensiones de terreno plano aprovechable para cultivar y asentarse, constituyó un proceso largo y difícil de adaptación. Sin embargo,
lograron una respuesta muy positiva al aprovechar
las mesas altas de los cerros para establecer sus asentamientos y utilizar las márgenes del río donde reproducir un conjunto circular como testigo de su bagaje cultural de origen.6
Una vez solucionados los inconvenientes naturales, se enfrentaron al factor económico: si empleaban el río como medio de comunicación, tendrían la
oportunidad de importar una serie de materias primas y mercancías que no existían en la zona. ¿Pero
qué ofrecerían a cambio? Los cultivos apenas les alcanzarían para el consumo local. La respuesta fue
producir uno de los objetos más codiciados en todo
el mundo prehispánico como lo fue la concha marina, a pesar de estar muy distante el mar. Sin embargo, tenía la ventaja de ser una materia prima duradera, de poco peso y volumen y fácil de transportar.
Desde luego, debieron de tener una buena relación
con los pueblos costeros, relación iniciada desde su
lugar de origen en el valle de la laguna de Magdalena (centro de Jalisco), donde empleaban profusamente los objetos de concha de acuerdo con el hallazgo
de la tumba de tiro sellada en esa zona.7
Considero que fue una extraordinaria solución al
problema que se les presentaba ante la imposibilidad
de ofrecer productos de cultivo. La industria de la
concha les permitió mantener una economía próspera capaz de competir entre los integrantes de la ruta
comercial. Establecieron el centro de control en el
primer valle que encontraron a partir de la salida de
la zona del lago Magdalena, hoy llamado El Piñón,8
y como productor a Pochotitan que, gracias a ubicarse en la margen del río, facilitaba las transacciones
comerciales de las caravanas que transitaban (Cabrero
y López 2002).
¿Por qué la decisión de explotar la industria de la
concha al ser una materia prima muy lejana a su entorno? En primera instancia, tenían un bivalvo en el
6
A lo largo del cañón de Bolaños, se localizó un gran número de conjuntos circulares, asociados algunos de ellos a tumbas de tiro.
7
La tumba de Hitzilapa contenía brazaletes, pendientes y
grandes caracoles marinos adornados con la técnica del cloisonné, lo que nos da una idea del conocimiento del trabajo en
este tipo de materia prima.
8
Se desconoce el nombre original del asentamiento prehispánico; sin embargo, en el pueblo de San Martín de Bolaños,
que en la actualidad ocupa ese mismo valle, el cerro se reconoce como El Piñón, por lo que conservamos ese mismo nombre.
Se nombró Pochotitan al pequeño poblado que fundaron los
eclesiásticos franciscanos que llegaron en la segunda mitad del
siglo XVI (Tello 1968), quienes establecieron una iglesia junto a las ruinas prehispánicas
– 80 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
río con el que darían principio a la manufactura de
objetos, auxiliados por la gente costera que les enseñaría a trabajarla. El contacto y la enseñanza de esta
industria los motivaría a extender su industria a la
concha marina, al darse cuenta de la importancia que
tenía en el mundo prehispánico. Con eso en mente,
el trabajo de la concha representaría una oportunidad segura para obtener a cambio la sal, el algodón,
el tabaco (como alucinógeno necesario en los ritos
religiosos), posiblemente maíz, las piedras azules y
verdes y algunas otras mercancías tanto de subsistencia como de ornato y de índole sagrada.
No cabe duda de que la amplia variedad de especies gasterópodas y pelecípedos identificados denotan la importancia que tuvieron en el desarrollo de
esta cultura. Por otra parte, tendrían la oportunidad
de intercambiar regalos con el propósito de reafirmar las relaciones sociales y políticas. Solo así se
explica en El Piñón la presencia de cerámica de origen michoacano, del área de Chalchihuites en Zacatecas, las figurillas con estilo «chinesco» de Nayarit
o figurillas «Cerro García» originadas en la región
salinera de la cuenca de Sayula del estado de Jalisco.
Tendrían la oportunidad también de intervenir en la
ruta comercial del interior9 donde pasaban caravanas
de comerciantes procedentes del centro de México.
Solo así se justifica la presencia de una influencia
del centro de México en la máscara mortuoria descubierta y las orejeras hechas en cerámica con la representación de Tlaloc, encontradas en una de las estructuras de El Piñón.
Solo falta reiterar que la industria de la concha
permitió a los integrantes de la cultura Bolaños entablar relaciones con diversos pueblos vecinos y lejanos establecidos en los cuatro puntos cardinales, imprimiéndoles un sello personal y distintivo.
Agradecimientos
Agradezco a Juan Carlos García haber efectuado
las fotografías de los objetos incluidos en las figuras
del presente artículo.
9
La ruta de intercambio comercial fue propuesta por Kelley
(1956) al señalar algunas semejanzas presentes en Chalchihuites y el centro de México. Propuso que las caravanas que integrarían dicha ruta partirían de Teotihuacan hacia el norte en
busca de la preciada turquesa (piedra verde), cuyos yacimientos se encuentran en lo que hoy es Nuevo México. La ruta pasaría por La Quemada y la zona de Chalchihuites, dejando a su
paso rasgos teotihuacanos.
Sobre la autora
MARÍA TERESA CABRERO G.. (
[email protected]),
Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es Investigadora
Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de
Ciencias, de la Academia Mexicana de Ciencias
Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones,
publicando media docena de libros y más de 40 artículos.
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© 2014 ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA 23: 31–44. ISSN 1989–4104. http://www.laiesken.net/arqueologia/.
ARQUEOLOGÍA MEXICANA
LA CERÁMICA DECORADA DEL CAÑÓN DE BOLAÑOS
The Decorated Pottery from the Bolaños Canyon
María Teresa Cabrero G.
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México
Figura 1. Proyecto arqueológico en la cañada del río Bolaños, Jalisco. Sin escala.
RESUMEN. La cerámica decorada de la cultura
Bolaños expresa la dinámica cultural que desarrolló
este pueblo. No solo reprodujeron los motivos decorativos de las culturas aledañas sino que, además,
les otorgaron un toque distintivo muy particular nunca igualado. En cada tipo se puede identificar el origen de la procedencia, demostrando la actividad que
mantuvo esta cultura a través de la ruta de intercambio comercial como fuente inagotable de sustento
económico. Durante el periodo de las tumbas de tiro,
imprimieron en las vasijas la ideología religiosa mediante la iconografía que la expresa y, posteriormente, los tipos cerámicos identificados son testimonios
de los pueblos con los que mantuvieron contactos de
diversa índole.
PALABRAS CLAVE: cerámica, decorada, cañón,
cultura, Bolaños, México.
ABSTRACT. The decorated pottery from the Bolaños
Culture expresses the cultural dynamics that the people developed. Not only did they reproduce the decorative motifs from neighboring cultures, but they also
added a very particular, unmatched, distinctive
touch. The provenience of these motifs can be identified in each type of pottery, demonstrating the ac-
Recibido: 1-7-2014. Aceptado: 31-7-2014. Publicado: 15-8-2014.
Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Licencia/License CC BY 3.0.
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 2. Fragmento de urna funeraria.
Figura 3. Fragmento de cazuela.
tivities that this culture undertook through their commercial exchange routes as an endless source of economic sustenance. In the period of shaft tombs, the
religious ideology of the Bolaños Culture was
printed on urns. This iconography and the types of
pottery identified are testimony to the people with
whom the Bolaños Culture maintained contact of
various kinds.
negro y blanco; y la cerámica foránea proveniente de
Nayarit y Michoacán con motivos decorativos geométricos.
KEYWORDS: Decorated, Pottery, Bolaños, Canyon, Culture, Mexico.
Tipo rojo/bayo
Pulido con pintura roja con motivos geométricos:
líneas, triángulos, círculos, líneas entrelazadas. Formas: grandes ollas (urnas funerarias), cajetes, platos
y cazuelas (figs. 2 y 3).
INTRODUCCIÓN
L
CERÁMICA CORRESPONDIENTE AL
PERIODO TEMPRANO
CONTEMPORÁNEO DE LAS
TUMBAS DE TIRO
AS REMODELACIONES QUE SOPORTARON LOS EDIFI-
cios de El Piñón, sitio rector de la región de
Bolaños cuya ocupación se prolongó durante
todo el lapso cultural, impidieron conocer con precisión la secuencia cronológica de la cerámica decorada. Sin embargo, se tienen referentes arqueológicos
que ayudaron a colocarla en dos grandes divisiones
temporales: la primera es la presencia de tumbas de
tiro con fechas de 14C cuyo periodo abarca de 80 a
440 d. C. La segunda abarca todo el periodo posterior: 500 a 1120 d. C. aproximadamente. No obstante, con ayuda de la datación de cada estructura y la
comparación de tipos cerámicos semejantes presentes en otras regiones, pudimos obtener un acercamiento un poco más afinado para colocar la cerámica dentro de este gran periodo.
La tipología comprende la cerámica con decoración bícroma —tipos rojo/bayo, negativo (temprano
y tardío), negro/blanco, incisa y esgrafiada—; la cerámica polícroma —tipos rojo y negro/bayo, rojo,
Tipo negativo temprano
Representación antropomorfa, puntos, bandas rojas y negras, grecas y ondulaciones distribuidas en
todo el interior de la vasija; en el exterior, puntos
grandes al negativo. Forma predominante: cajetes
(figs. 4-7). Este negativo se relaciona con los sitios
tempranos investigados en Los Altos de Jalisco (López y Ramos 1994; Bell 1974).
Tipo negro/blanco
Engobe blanco con motivos pintados en negro. Este
tipo es una variante del rojo/bayo empleado como
urnas funerarias en las tumbas de tiro. Formas: ollas
y cajetes (figs. 8 y 9). En Nayarit aparece este mismo
tipo, por lo que se ha pensado que constituyó una de
las mercancías de intercambio en el cañón de Bolaños (Yoma 1994).
– 84 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 4. Personaje con la técnica al negativo.
Figura 5. Plato hondo con técnica decorativa al negativo.
Tipo inciso con pigmento rojo y
motivos geométricos: triángulos,
ondulaciones, grecas
Dentro de las incisiones se rellenó con pigmento
rojo (cinabrio). Este tipo representa una reproducción muy mal hecha de los tipos incisos de la fase
Canutillo de Chalchihuites (Kelley 1971). Los artesanos de Bolaños no lograron la perfección de los de
Chalchihuites; sin embargo, los motivos son semejantes. Formas: cajetes trípodes con soportes cónicos (figs. 10-13).
Tipo rojo/bayo a brochazos
La combinación del rojo y el bayo es muy común
en la cerámica prehispánica; sin embargo, la característica de esta decoración es que de debió aplicarse
con un pincel o brocha pequeña cuyas cerdas estaban disparejas, y el artesano dejó la huella de la pincelada o el brochazo al momento de pintar el color
rojo. Esta técnica se usó en varias culturas prehispánicas, no es exclusiva de Bolaños; Braniff la reporta
en uno de sus escritos (Braniff 1992) y Velasco la
identifica en Zinapécuaro (comunicación personal de
Margarita Velasco) (fig. 14).
Tipo pulido de palillos
El pulido de palillos es una técnica muy antigua
adoptada por los pueblos del centro de México (Noguera 1965: 26). La técnica de manufactura es el pulido de la vasija mediante varas muy delgadas que
dejan huella en el acabado. Aparece en Alta Vista,
Chalchihuites —donde Kelley la incluyó en la cerámica doméstica (Kelley 1971) (fig. 15).
Tipo chinesco
Café/bayo local, reproducción del original de Nayarit. El tipo chinesco se asocia a las tumbas de tiro
de Nayarit donde Furst propone una antigüedad de
Figuras 6 y 7. Cajetes trípode con la técnica decorativa al negativo.
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Figuras 8 y 9. Urnas funerarias decoradas en negro/blanco.
200 a. C. (Furst 1966). En Bolaños se reprodujo localmente; se encontró una vasija completa dentro de
una tumba de tiro fechada en 80 d. C. y en las estructuras más antiguas de El Piñón (Cabrero 2005: 83).
(figs. 16 y 17).
CERÁMICA TARDÍA BÍCROMA (5001120 D. C.)
Tipo rojo/negativo
Formas: cajetes trípodes, soportes con una protuberancia. Este tipo se distingue del negativo tempra-
Figs. 10-13. Cajetes con decoración incisa y pigmento rojo.
– 86 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 14. Cajete rojo/bayo con decoración a brochazos.
Figura 15. Cajete con acabado pulido de palillos.
no por los motivos decorativos que presenta; se trata
de líneas onduladas que a veces llevan picos a intervalos. Una segunda característica son los soportes
con una protuberancia en la parte superior. Mantiene
una distribución amplia en el norte de México (Zacatecas, San Luis Potosí) y Los Altos de Jalisco (Nelson 2014; Braniff 1992; Ramos y López 1999) (figs.
18-21).
que se asocia. Está presente en la región de La Quemada (Nelson 2014), en el área de Chalchihuites
(Kelley 1971) y, en general, en todo el Occidente con
sus respectivas variantes (figs. 22 y 23).
Tipo rojo/bayo tardío
Cajetes con motivos de rayas. Muestra una pasta
fina con motivos lineales que forman paneles de líneas concéntricas, varias líneas formando triángulos
o paneles rojos con líneas o bandas salientes. La utilización del rojo sobre un engobe pulido bayo es muy
común en la cerámica prehispánica. Sin embargo, en
cada región se distingue por sus motivos decorativos
y su acabado además del contexto temporal con el
CERÁMICA POLÍCROMA TARDÍA
Tipo rojo y negro/bayo
Formas: cajetes y molcajetes. Presenta una decoración muy elaborada de paneles con diversos motivos: grecas, «S», círculos en negro o rojo. La forma
predominante son los cajetes con ranuras anchas
empleadas, posiblemente, para la acción de moler;
es decir, molcajetes. Variantes de este tipo se encuentran en La Quemada (Nelson 2014) y en el valle de
Tlaltenango adyacente a la región de Bolaños; también se ha encontrado en el sitio de El Teúl (Solar y
Jiménez 2014) (figs. 24-27).
Figuras 16 y 17. Cajetes con decoración de estilo chinesco.
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Figuras 22 y 23. Cajetes rojo/bayo pulido.
Tipo memo Rojo y blanco/bayo
Este tipo tiene una estrecha relación con los encontrados en el valle de Tlaltenango y el sitio de El
Teúl (Jiménez y Darling 2000). En Bolaños se encontró dentro de estructuras circulares (Cabrero y
López 2002; Cabrero 2005: 75). Los motivos decorativos son bandas anchas con picos delineadas en
color blanco. Aparece también en la región de La
Quemada, Zacatecas (Nelson 2014) (figs. 28 y 29).
TABLILLAS CON MOTIVOS
ESGRAFIADOS
Figuras 18-21. Cajetes trípodes con soporte de trompa de cochino del tipo rojo/negativo.
Se trata de objetos cuya función se desconoce; son
planos o con una leve curvatura y tienen diseños muy
variados: hay paneles en que se combinan dobles líneas ondulantes, formando triángulos, rectángulos,
todos ellos esgrafiados; bandas anchas pintadas, grecas escalonadas, motivos geométricos pintados en
rojo y negro, motivos geométricos o zoomorfos inci-
– 88 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figuras 28 y 29. Tipo memo rojo y blanco/bayo.
sos. Se han encontrado en la región de La Quemada
(Nelson 2014; Trombold 2014), en El Teúl (Solar y
Jiménez 2014) y en el valle de Tlaltenango (Jiménez
y Darling 2000). En el centro de Jalisco se encuentran sin motivos decorativos y de gran tamaño. Javier Galván, investigador del Centro INAH-Jalisco
(comunicación personal) las asoció con el periodo
Grillo de Atemajac, Jalisco (figs. 30-34).
TABLILLAS ROJO/BAYO CON
MOTIVOS GEOMÉTRICOS Y LÍNEAS
INCISAS
Figuras 24-27. Cajetes y plato rojo y negro/bayo.
Una tablilla muy semejante se encontró en El Teúl
(Solar y Jiménez 2014), sitio del valle de Tlaltenango situado en el valle inmediato, hacia el este del
cañón de Bolaños. Es famoso por haber sido escenario de una batalla de la guerra del Mixtón en 1541.
Durante uno de los enfrentamientos, el capitán español Pedro de Alvarado resultó herido por los indíge– 89 –
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Figura 34. Tablilla con decoración geométrica esgrafiada.
nas caxcanes bajo el mando de Tenamaxtle y murió
meses después (Powell 1977). Este sitio está en proceso de investigación por arqueólogos del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia). Los hallazgos demuestran una larga ocupación que se
prolongó hasta la conquista española (Solar y Jiménez 2014). Este tipo de tablilla rojo/bayo aparece también en la región de La Quemada (Nelson 2014) y en
El Teúl (Solar y Jiménez 2014). Fue decorada con
grecas y espirales en pintura roja (figs. 35 y 36).
TABLILLAS CON INCISIÓN
GEOMÉTRICA Y MOTIVOS
ZOOMORFOS
Aparece en la región de La Quemada y en El Teúl.
Se trata de incisiones y puntos formando grecas o
representaciones de animales (figs. 37 y 38).
Figs. 30-33. Tablillas con decoración geométrica esgrafiada.
– 90 –
Figura 35. Tablilla completa rojo y negro/bayo.
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 36. Tablilla con decoración rojo/bayo.
Tipos incisos tardíos: cajetes
trípodes con soportes rectos
Los motivos decorativos que presenta este tipo son
semejantes a los incisos o los esgrafiados tempra-
Figuras 37 y 38. Representaciones zoomorfas y geométricas.
Figs. 39-42. Cajetes con soporte recto y motivos geométricos.
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Figs. 47-48. Cajetes con soporte recto y motivos geométricos.
nos; la diferencia está en carecer de pigmento rojo.
Aparecen con frecuencia en el sitio de La Quemada
(sur de Zacatecas) (Nelson 2014; Trombold 2014) y
en la cultura Chalchihuites (oeste de Zacatecas) (Kelley 1971). Los motivos son grecas escalonadas, líneas onduladas, «eses» o triángulos puntillados. Las
formas son cajetes con soportes rectos (figs. 39-48).
CERÁMICA FORÁNEA TARDÍA
ORIGINARIA DE NAYARIT
Tipo Nayarit rojo y negro/bayo
llamado en Amapa Nayarit tipo
Gavilán
Figs. 43-46. Cajetes con soporte recto y motivos geométricos.
Este tipo se identificó a través de la publicación
del trabajo de investigación que realizó C. Meighan
en Amapa (Meighan 1976), quien lo colocó en la fase
Gavilán 250-500 d. C. Se considera una versión local por carecer del uso del blanco (fig. 49).
– 92 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 49. Tipo Nayarit rojo y negro/bayo.
Tipo negro y rojo/bayo
Se desconoce la procedencia de este tipo, sin embargo, es posible que provenga de Ixtlán del Río en
Nayarit. Los motivos decorativos son grandes cua-
Figuras 52-54. Tipo de Nayarit blanco/rojo.
dros delimitados por bandas rojas y, en su interior,
hay cuadrados cuadriculados. Siguiendo un patrón
decorativo parecido, aparece también una cara humana pintada en negro, delimitada por una banda circular roja (figs. 50 y 51).
Tipos de Nayarit: blanco/rojo y
blanco/negro
Figuras 50 y 51. Olla decorada en rojo y negro/bayo.
Ambos tipos aparecen en Ixtlán del Río asociados
con las tumbas de tiro que existen en ese lugar; sin
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Figura 55. Tipo de Nayarit blanco/negro.
Figura 56. Tecomate con decoración champlevé.
embargo, en Bolaños fueron reproducidos del original (figs. 52-55).
adyacente al cañón de Bolaños. Los cajetes esgrafiados o incisos de las regiones de Chalchihuites y La
Quemada fueron reproducidos en Bolaños; sin embargo, en Bolaños no alcanzaron la perfección especialmente de los de Chalchihuites. Las tablillas aparecen en la región de La Quemada, el valle de
Tlaltenango y El Teúl aun cuando en Bolaños muestran una mayor presencia y variedad.
La diversidad de tipos cerámicos locales y foráneos demuestran la intensidad del intercambio comercial y justifican la importancia que tuvo la ruta
de comercio en la región, teniendo a El Piñón como
eje rector y centro de control principal. Solo así se
explica la presencia de tipos cerámicos originarios
de lugares tan lejanos como Amapa situado en la costa
de Nayarit, de la zona de Sayula situada a orillas del
lago de Chapala, Jalisco o de la región de Michoacán
donde la técnica al seco o champlevé se aplica aún
hoy en día.
Demuestra también las estrategias adaptativas que
logró la población que habitó la zona del cañón de
Bolaños, al provenir de una zona lacustre con abundante vegetación y terreno plano donde cultivar. El
contacto con otras regiones representaba una fuente
muy importante para el desarrollo de su economía,
así como la obtención de materias primas y productos inexistentes en la región tales como la sal (una de
las fuentes es la zona de Sayula), el tabaco en Nayarit y la piedra azul-verde del área de Chalchihuites.
Con Michoacán sería un contacto indirecto a través
Tipo champlevé proveniente de
Michoacán
La técnica decorativa que muestra esta vasija (tecomate) se llama champlevé o decoración al seco. El
procedimiento es el siguiente: a la vasija se le añade
un engobe (capa) de un color específico. Una vez
cocida, se levanta la capa de engobe de acuerdo con
los motivos seleccionados y se pintan de diversos colores (fig. 56).
CONCLUSIONES
La mayor parte de los tipos cerámicos fueron productos locales. Sin embargo, debe aclararse que tienen una fuerte influencia de las culturas que rodearon la región de Bolaños (fig. 57). Por ejemplo, de
los tipos tempranos, el chinesco, el blanco/negro y el
blanco/rojo se presentan asociados a las tumbas de
tiro en Nayarit, cuya fecha más antigua es 100 a. C.
(Furst 1966). El tipo negativo temprano muestra fuertes relaciones con los Altos de Jalisco (López Mestas y Ramos 1994) pero una mayor diversidad de
motivos decorativos en Bolaños. El negativo tardío
mantiene una amplia distribución en el norte de México y en Los Altos de Jalisco. Las urnas funerarias
fueron originarias de la cultura Bolaños; su decoración imita la red en la que se introducía la olla para
cargarla.1 Al parecer, este tipo constituyó una de las
mercancías de intercambio ya que se encontraron en
la presa de Aguamilpa, Nayarit (Yoma 1994), lugar
1
Habrá que recordar que el ambiente natural de Bolaños era
semidesértico y el abastecimiento de agua era difícil de obtener, ya que el río quedaba al fondo del cañón, a unos 200 m
debajo del sitio.
– 94 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 57. Cerámica decorada de Bolaños.
de Zayula; en alguno de los viajes para abastecerse
de sal, se encontrarían componentes de la cultura
Purépecha, obteniendo así la vasija con decoración
champlevé y llevándosela al gobernante de El Piñón
como un regalo extraordinario.
Por último, considero que el desarrollo sociocultural de los habitantes de la región de Bolaños fue
excelente ante las condiciones ambientales y de paisaje a las que tuvieron que enfrentarse. El establecimiento de la ruta de intercambio comercial les permitió alcanzar el nivel de sociedad compleja viviendo
satisfactoriamente.
Sobre la autora
MARÍA TERESA CABRERO G.. (
[email protected]),
Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es Investigadora
Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de
Ciencias, de la Academia Mexicana de Ciencias
Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones,
publicando media docena de libros y más de 40 artículos.
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ARQUEOLOGÍA MEXICANA
ENTIERROS INTENCIONALES DE PERROS
EN LA CULTURA BOLAÑOS, JALISCO
Intentional Dog Burials in the Bolaños Culture, Jalisco
María Teresa Cabrero G. y Juan Carlos García Jiménez
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México
RESUMEN. Los entierros intencionales de perros en
el sitio de Pochotitan, lugar muy importante para el
intercambio de mercancías en la ruta comercial que
atravesó el cañón de Bolaños, constituye la evidencia fehaciente de que este animal desempeñó un
lugar preponderante en la cosmovisión de la cultura Bolaños; a su vez, constata una interrelación con
los pueblos mesoamericanos desde las primeras
centurias de nuestra era.
PALABRAS CLAVE: entierros, intencionales,
perros, cultura, Bolaños, Jalisco, México.
ABSTRACT. Intentional dog burials at the site of
Pochotitan, a very important place for commerce
located on the trade route that crossed the Bolaños
canyon, is convincing evidence that this animal occupied an important place in the Bolaños world view
of culture. At the same time, it supports an existing
connection to the ideology of Mesoamerican people
from the first centuries of our era.
KEYWORDS: Intentional, Dog, Burials, Bolaños,
Culture, Jalisco, Mexico.
INTRODUCCIÓN
E
«COMPAÑEro del hombre» desde hace miles de años,
tanto en el viejo continente como en América y no podía faltar en el mundo prehispánico de
México. Pero nos preguntamos ¿por qué fue precisamente el lobo salvaje el primero que domesticó
el hombre? La domesticación la explican los eruditos en el tema como un proceso largo y continuo,
L PERRO HA SIDO POR EXCELENCIA EL
que se originó cuando los lobos siguieron el deambular del hombre porque éste dejaba desechos de
las presas que cazaba. Los estudios genéticos sobre el perro y el lobo han demostrado su cercanía,
por lo que, hasta donde se puede saber, ambas especies están emparentadas y es muy posible que
el perro sea el descendiente del lobo (Thalmann et
al. 2013).
El perro, ya como tal, aparece en América desde
sus primeros pobladores; algunos consideran que
acompañó al hombre durante su paso de Asia a
América. Las funciones que desempeñaba eran ser
acompañante, ayudante en la caza y, en ocasiones,
servir como alimento (Belknap 2011).
En el mundo prehispánico mexicano se encuentra en contextos arqueológicos y en las únicas referencias escritas derivadas del conocimiento indígena
que recopilaron los clérigos españoles interesados
en conocer el pensamiento, las creencias y la ideología de los pueblos con los que tuvieron contacto
en el siglo XVI. En el trabajo de Fray Bernardino
Sahagún, principalmente, se ilustra una amplia variedad faunística de la que sobresale el perro como
el único animal domesticado, aun cuando algunos
autores mencionan el pavo o «guajolote» como una
segunda opción por estar presente en la dieta diaria (Olivier 1999: 5). Sahagún (Códice Florentino y
en la Historia General de las cosas de la Nueva
España) menciona:
«Libro undécimo, de las propiedades de los animales, aves, peces, árboles, yerbas, flores, metales
y piedras y de los colores. Párrafo sexto. De los ciervos y de diversas maneras de perros que estos señores criaban. Los perros de esta tierra tienen 4 nombres: llámanse chicha y itzcuintli también, xochcoco-
Recibido: 26-V-2015. Aceptado: 2-VI-2015. Publicado: 5-VI-2015. http://purl.org/aia/262.
Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Licencia/License CC BY 3.0 ES.
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Figura 1. Representación de perros descubiertos en las tumbas de tiro, Bolaños.
yotl y también tetlami y también rehuitzotl. Son perros
de diversos colores: hay unos negros, otros blancos,
otros cenicientos, otros buros, otros castaños oscuros, otros morenos, otros pardos, otros manchados.
Hay algunos dellos grandes, otros medianos. Algunos hay de pelo lezne, otros de pelo largo. Tienen largos los hocicos, los dientes agudos y grandes. Tienen las orejas cóncavas y pelosas, cabeza grande.
Son corpulentos, tienen uñas agudas. Son mansos;
son domésticos; acompañan o siguen a su dueño. Son
recocijados; menean la cola en señal de paz; gruñen
y ladran. Abaxan las orejas hacia el pescuezo en señal de amor» (pág. 998).
En contextos arqueológicos, el perro está presente desde épocas muy tempranas. Se encuentra asociado con la muerte humana a manera de ofrenda o
en entierros intencionales con o sin asociación directa con los entierros de personas. Como ofrenda
se encuentra en representaciones plásticas (fig. 1).
Como entierro del animal aparece en diversos sitios
arqueológicos desde épocas muy tempranas; como
ejemplo se tiene Tlatilco en el centro de México
dentro de un periodo entre 3500 y 300 a. C. (García
Moll 2014: 42-47). En el área maya y entre los
mexicas, las representaciones se encuentran principalmente en los códices (De la Garza 2014: 58-
63; Díaz 2014: 64-69), incluyendo su papel de dios
nocturno (Xolotl, hermano gemelo de Quetzalcoatl,
este último dirige el sol en el día y Xolotl lo reemplaza en la noche y dirige el sol hacia el inframundo), y
en el Occidente de México donde aparece dentro de
la tradición de tumbas de tiro principalmente en representaciones plásticas (López Mestas 2014; Olay
2004; García Oropeza 1998; Cabrero y López 2002).
Con base en todo lo anterior, se le asigna un papel relevante en la cosmovisión de las sociedades
prehispánicas, aunado al mito generalizado donde
desempeña el cargo de guiar al hombre muerto
hacia su morada final. Sahagún narra el mito en el
apéndice del libro tercero, capítulo I (De los que iban
al infierno y de sus obsequias):
– 98 –
«… Y las ánimas de los defunctos que iban al Infierno son los que morían de enfermedad hacían al
defuncto llevar consigo un perrito de pelo bermejo, y
al pescuezo le ponían hilo floxo de algodón. Decían
que los defunctos nadaban encima del perrillo cuando pasaba un río del Infierno… Y más decían, que los
perros de pelo blanco y negro no podían nadar y pasar el río… Solamente el perro de pelo bermejo podía
bien pasar a cuestas a los defunctos…Y más dicen
que después de haber amortajado al defuncto… luego mataban al perro del defuncto… donde había de
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 2. Proyecto Cañón del río Bolaños, Jalisco. Sin escala.
ser quemado con el perro juntamente… Y eso hacían
ansí en el enterramiento de los nobles como de la
gente baxa…» (pág. 327).
En zona maya, Seler (1963: 19-20) menciona que
en los códices Fejervary-Mayer, Laud, Nuttal y Vaticano B aparece el perro con la punta de la oreja
cortada y generalmente pintada de amarillo, que es
el color de la carne muerta. El color amarillo puede
representar también al perro bermejo que menciona Sahagún.
En el Occidente del México prehispánico no existen códices, únicamente se cuenta con las representaciones plásticas ya mencionadas y los restos
óseos asociados al contexto funerario de las tumbas de tiro, como fue el caso de la cultura Bolaños.
Las fechas más antiguas que se tienen para esta
singular costumbre funeraria se remontan desde uno
o dos siglos antes de la era cristiana hasta alrededor del 600 d. C.; todo depende de la zona en que
se encuentran. En la cultura Bolaños las fechas son
a partir del inicio de la era cristiana hasta alrededor
del 500 d. C. En las tres tumbas selladas descubiertas se encontró una representación de perro, ya
fuera como figurilla hueca o hacha de piedra con la
representación en la parte distal además de restos
óseos de dicho animal.
LOCALIZACIÓN DEL CAÑÓN DE
BOLAÑOS, JALISCO
El cañón de Bolaños se inicia en el sur del valle
de Valparaíso, situado en el suroeste de Zacatecas,
y corre hacia el sur hasta la confluencia con el río
Grande de Santiago en los límites de Jalisco y Nayarit (fig. 2). A todo lo largo del cañón existen asentamientos prehispánicos de diversa temporalidad y
distinto tamaño e importancia. En uno de los sitios
excavados, reconocido como Pochotitan, se descubrieron 6 entierros intencionales de perros sin asociación de ofrenda de objetos ni de restos óseos
humanos; sin embargo, creemos que fueron depositados como ofrenda en el muro exterior del conjunto circular de la habitación correspondiente.
BREVE DESCRIPCIÓN DE
POCHOTITAN
Se ubica sobre la margen oeste del río frente al
sitio de El Piñón. Se trata de un conjunto circular de
gran tamaño (39 m de circunferencia) con 9 habitaciones grandes alrededor y, posiblemente, 3 más
que el río destruyó durante una de las crecidas que
acontecen cada año durante la época de lluvias (fig.
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Figura 3. Entierros de perros en Pochotitan.
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Figura 4. Entierro intencional de perro.
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3). Sus funciones fueron de tipo comercial aprovechando su accesibilidad al río. Como dependiente
de El Piñón (centro rector de toda la región), tuvo
como objetivo principal llevar a cabo las transacciones de intercambio con las caravanas que transitaban por el río. Cada habitación que conforma el círculo es de grandes dimensiones y cimientos dobles,
lo cual sugiere que funcionaron a manera de almacenes donde se guardarían distintos objetos destinados al intercambio. Durante la excavación se recuperó una gran cantidad de tiestos cerámicos
provenientes de las grandes ollas que, además de
emplearse como urnas funerarias en la vida cotidiana, fueron contenedores y cajetes con decoración
al negativo, ambos encontrados dentro de las tumbas de tiro. Durante las excavaciones efectuadas en
la presa de Aguamilpa, Nayarit, se recuperaron
abundantes tiestos de dichas ollas y, en Los Altos
de Jalisco, los cajetes con similar decoración al negativo aparecen con una alta frecuencia (Yoma
1994; Ramos y López Mestas 1999).
De acuerdo con las evidencias arqueológicas apoyadas con fechas de carbono 14, la construcción de
Pochotitan se inició de forma simultánea con las primeras y más antiguas habitaciones de El Piñón. Lo
anterior explica la presencia de tumbas de tiro situadas hacia el sur y en la parte externa del círculo arquitectónico (30-440 d. C.). También se pudo identificar el periodo posterior a esa costumbre mortuoria
por el uso del «zoclo» que caracteriza a este periodo en ambos sitios y por la cerámica correspondiente
(500-1120 d. C.). Hacia 1260 d. C. se asentó un grupo pequeño sobre las ruinas del conjunto circular de
Pochotitan y permanece hasta finales del siglo XVI,
momento en que llegaron los religiosos franciscanos a fundar conventos y evangelizar. Con lo anterior se observó que Pochotitan y El Piñón se mantuvieron en funcionamiento a lo largo de todo el
periodo de ocupación, expresando su importancia
dentro de la ruta de intercambio comercial bajo su
control.
y las 5 y 7 se dataron entre 540-640 d. C. (fig. 4).
En este trabajo se describirá en detalle el perro 1
descubierto en la habitación 5 que analizó el licenciado Juan Carlos García J. Los perros 2, 3 y 4 fueron analizados por la bióloga Jimena Manrique
(1998), quien los describió en forma general detallando su posición y los restos óseos recuperados;
ella los clasificó como Canis familiaris. Los perros 2
y 6 fueron analizados por el biólogo Raúl Valadez,
quien llega a la misma clasificación taxonómica que
la bióloga Manrique.
A continuación, se procede a una breve descripción de los perros analizados por Manrique (1998:
19). Perro 2: individuo casi adulto (poco menos de
2 años) enterrado sentado (fig. 5). Perros 3 y 4:
depositados en posición extendida lateral derecha
con la mano derecha cruzada sobre la izquierda (fig.
6); la cabeza del perro 3 apuntaba hacia el norte y
la del 4 hacia el sur. El perro 3 era un individuo juvenil (nueve a diez meses de edad en el momento
de su muerte) y el 4, un adulto plenamente desarrollado.
Valadez tuvo como objetivo la identificación anatómica y taxonómica de los restos óseos. Se identificaron como Canis familiaris tal como ya los había
clasificado la bióloga Manrique. A pesar de darse
una confusión en la localización de los perros en el
estudio, se pudo aclarar con el croquis del sitio hecho por el arqueólogo López Cruz que el perro 1 corresponde al individuo 5 recuperado en la estructura 2 (en Valadez se denominó perro 4) y el perro 1a
en Valadez corresponde al entierro 6 en la estructura 6 según el croquis de López Cruz (ver figura 3).
La descripción de Valadez del perro 1 (individuo 5)
especifica que se descubrió la posición anatómica
pero que había restos óseos de un segundo individuo, de forma similar a lo que afirma en el caso del
perro 4 (individuo 6); la descripción anatómica de los
restos óseos es detallada y, por último, sostiene que
los individuos 1 y 4 se reconocieron como adultos
(Valadez 2009).
ENTIERROS DE PERROS
DESCRIPCIÓN DEL PERRO
ANALIZADO POR GARCÍA JIMÉNEZ
Los restos óseos se numeraron según el orden
en que fueron encontrados: los perros 1 y 2 aparecieron en el muro exterior de la habitación 5; los perros 3 y 4, en el muro exterior de la habitación 4; el
perro 5, en el muro exterior de la habitación 2; y el
perro 6, en el muro externo de la habitación 7. Las
habitaciones 2 y 4 se fecharon entre 235-280 d. C.
Se trató de un perro adulto, de talla mediana, determinado por los huesos largos y los dientes permanentes bien desarrollados. Aun cuando el cráneo
se perdió por la posición en la que fueron encontradas las mandíbulas, se infiere que el individuo fue
depositado con la cabeza flexionada hacia la caja
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 5. Reconstrucción de los perros 2 (arriba), 3 (abajo) y 4 (centro).
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Figura 6. Reconstrucción de perro en posición extendida lateral.
torácica o pecho del perro. La posición del individuo
fue en decúbito lateral derecho; es decir, se depositó echado sobre su costado derecho, con las manos flexionadas. La mano derecha estaba por de-
bajo de la izquierda; la derecha estaba más flexionada, con la parte distal del húmero en contacto con
la primera y segunda costillas del lado izquierdo; a
su vez, la parte distal del húmero y el radio tocaban
– 104 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 7. Excavación y análisis del perro 1.
las mandíbulas. La mano izquierda estaba menos
flexionada, guardando mayor ángulo entre el húmero
y el radio, con las epífisis distales de ambos huesos
en contacto con las mandíbulas. Por último, se rescataron algunos huesos de las manos (metatarsos
y falanges). Las patas traseras no se encontraban
tan flexionadas, lográndose recobrar los fémures, las
tibias y algunas falanges.
Del resto del esqueleto se lograron identificar 8
costillas izquierdas; las vértebras atlas, axis, 3.ª a
7.ª; cervicales; 1.ª a 12.ª torácicas, 1.ª a 6.ª lumbares, 1.ª a 3.ª sacras y 1.ª a 4.ª caudales; ambos
omóplatos (derecho e izquierdo), las clavículas, algunos huesos de la cola y parte de la pelvis, además de algunas uñas. Del cráneo se recuperó una
pequeña porción del hueso occipital, específicamente de la región del foramen mágnum y ambas mandíbulas con todos los dientes: incisivos, caninos,
premolares y molares. Habrá que mencionar que no
se observaron alteraciones o modificaciones en los
huesos que sugieran el padecimiento de alguna
enfermedad o patología, así como alguna modificación que el hombre haya hecho en los huesos (fig.
7).
POSIBLE INTERPRETACIÓN DEL
HALLAZGO DE ENTIERROS
INTENCIONALES DE PERROS
El hallazgo de entierros intencionales de perros
en el sitio de Pochotitan, lugar donde se efectuaba
el intercambio comercial y, por ello, uno de los sitios más importantes de la cultura Bolaños, expresa ineludiblemente la participación de este animal
tanto como ente viviente dentro de la vida cotidiana
del hombre como dentro de un mundo ideológico enfocado no solo al culto a la muerte sino además
como protector contra las fuerzas adversas. La localización de cada entierro, distribuido alrededor y
en la parte externa del muro de las habitaciones que
conformaban el sitio, indica que su función era la de
– 105 –
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proteger el lugar debido al movimiento constante que
debió de mantener con la intrusión de caravanas procedentes de lugares lejanos.
Por otra parte, este rasgo incluye a dicha cultura
dentro de la concepción ideológica que compartieron los pueblos que habitaron el mundo prehispánico sin importar tiempo y espacio. Significa también
que la tradición de tumbas de tiro, a la cual pertenece la cultura Bolaños, incluyó el mito que trata al
perro como guía del hombre muerto hacia su morada final y que se ha identificado como mesoamericano. Sin embargo, su origen se desconoce, por lo
que esta singular costumbre funeraria pudiera haber surgido en el noroeste de América del Sur, donde aparece muchos años antes que en México.
Es sintomático que la presencia de tumbas de tiro
se limiten al Occidente de México, en los estados
de Jalisco, Colima y Nayarit. ¿Su origen se encuentra en las de América del Sur? Pero, ¿cómo llegó
este sistema de enterramiento a territorio mexicano? Una posible respuesta, ya planteada por varios
autores, sería que los pueblos de Perú y Ecuador
establecieron un corredor de intercambio comercial
costeando (Ponce 1872).
Existe evidencia en documentos del siglo XVI que
mencionan que algunos pueblos de Ecuador, como
los manteños, fueron grandes navegantes. Construían balsas remontando hacia el norte hasta llegar a la desembocadura del río hoy llamado Balsas,
situado en los límites costeros de Guerrero y Michoacán, por donde subían tierra adentro con la finalidad de intercambiar diversos productos. Por ello
se llamó a este río «Balsas» (Albornoz 1525; Rivet
y Arsandaux 1946; Oviedo y Valdés 1959). Una de
las mercancías más codiciadas fue el Spodylus princeps (conocido como mullu), bivalvo utilizado masivamente por las culturas sudamericanas y abundante a lo largo del océano Pacífico. La posibilidad de
la convivencia extensa de ambos pueblos (sudamericanos y del Occidente de México) es muy factible.
Los sudamericanos tendrían que esperar en territorio mexicano a la época propicia para navegar (corrientes marítimas y carencia de tempestades).
Durante estos periodos, el contacto se estrecharía
y surgiría intercambio de ideas y conceptos de ambas partes. Existen diversas evidencias en la cerámica del Occidente de México (cultura Capacha en
Colima con fecha de 1400 a. C.) que señalan una
profunda semejanza con las culturas tempranas de
Ecuador.
Lo anterior explicaría la adopción de este singular sistema de enterramiento en el Occidente de
México con la presencia del perro dentro del rito
funerario. Otra adquisición muy importante de origen sudamericano fue la tecnología metalúrgica que
curiosamente apareció en Michoacán (Hosler 2006).
El perro y la metalurgia perduraron a través de todo
el periodo prehispánico y se difundieron ampliamente, mientras que la costumbre de depositar a los
muertos dentro de tumbas de tiro desapareció, debido posiblemente a distintos factores económicos,
sociales e incluso ideológicos.
El perro desempeñó dos tareas muy importantes
en la vida del hombre: la mundana y la sagrada. En
la primera servía como ayudante en la caza, como
compañía en la vida cotidiana y, a veces, como alimento. En la segunda desempeñó un papel sobresaliente ante la incógnita que representa la muerte
para el hombre que se niega a desaparecer una vez
muerto, por lo que siendo el perro su compañero fiel
en vida tendría que serlo después de morir. Solo así
se explica su presencia en el rito mortuorio. El hombre lo sacralizó e incluyó en el panteón religioso, por
lo que pasó a formar parte de la cosmovisión de cada
pueblo (De la Garza 1997).
Entre el contenido de las tumbas de tiro siempre
se incluye el perro, ya sea como representaciones
plásticas o como depósito intencional (sacrificio del
animal). Se dan casos en que aparece en ambas formas como ocurre en las tumbas de tiro de la cultura
Bolaños. El Occidente de México es reconocido
mundialmente por las representaciones plásticas de
perros. Las hay de pie, echados, de patas cortas.
Aparecen en las maquetas que muestran diversas
actividades mundanas e incluso hay perros con una
máscara humana sobrepuesta en su cara, lo cual
indica su asociación con lo sagrado.
Por todo lo anterior subrayamos que el perro ocupó un lugar sobresaliente en el mundo prehispánico desde los primeros asentamientos humanos y,
en determinadas circunstancias, estuvo asociado
con la muerte hasta ser sacralizado (De la Garza
1997). El caso de la cultura Bolaños no fue la excepción, se obtuvo evidencia de haber desempeñado actividades mundanas y sagradas como lo señala su presencia entre el contenido de las tumbas
de tiro y los entierros intencionales en la base del
muro exterior de las habitaciones.
Pochotitan fue el lugar donde se realizaban las
transacciones comerciales por estar en la margen
del río; por ello debió de constituir un lugar de almacenaje de las mercancías destinadas al intercambio
que, en consecuencia, debía ser resguardado. Probablemente esa fue una de las razones por las cua-
– 106 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
les se construyó en esa forma (circular).1 Para ello
se utilizaron los perros en vida y, una vez que morían, se enterraron alrededor con la finalidad de que
continuaran en su función protectora, evitando la
presencia de espíritus malignos que afectaran al
hombre. Consideramos que cada animal murió naturalmente por diferentes razones (por edad, por una
enfermedad, por la mordida de un animal venenoso
o por comer algo descompuesto) y, una vez muerto, continuó protegiendo el lugar. La colocación de
estos animales se interpretó como ofrenda al muro,
por lo que se considera una actividad ligada a la religión del hombre y el animal es considerado sagrado.
CONCLUSIONES
De acuerdo con la evidencia presentada, el Occidente de México compartió la ideología correspondiente al perro con el mundo mesoamericano. Es
más, cabe la posibilidad de que el origen de sacralizar a este animal se encuentre precisamente en el
Occidente de México debido a los contactos con
América del Sur durante la tradición de tumbas de
tiro, de donde lo adoptaron difundiéndose posteriormente hacia el área mesoamericana.
En el caso de Bolaños, específicamente, la evidencia señala que el perro mantuvo funciones mundanas y sagradas, estas últimas enfocadas hacia la
muerte del individuo y, además, como ser protector
contra espíritus malignos. Cabe la reflexión de que
este animal protegió al hombre en vida, por lo que
después de su muerte seguiría protegiéndolo.
Sobre los autores
MARÍA TERESA CABRERO G.. (
[email protected]),
Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es Investigadora
Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de
Ciencias, de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones, publicando media docena de libros y cerca de cincuenta
artículos científicos.
1
En el centro de Jalisco, este patrón de asentamiento de
sitio fue muy empleado con fines de ceremonialismo religioso.
JUAN CARLOS GARCÍA JIMÉNEZ es Licenciado en Antropología Física por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde actualmente cursa la
maestría en la misma especialidad.
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ARQUEOLOGÍA MEXICANA
PRESENCIA TEOTIHUACANA EN LA CULTURA BOLAÑOS
Teotihuacan Presence in the Bolaños Culture
María Teresa Cabrero G.
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México
Figura 1. Localización del cañón de Bolaños y del sitio El Piñón (San Martín de Bolaños). Sin escala.
RESUMEN. El cañón de Bolaños fue ocupado durante el periodo prehispánico por un grupo proveniente, posiblemente, del centro de Jalisco, puesto
que traían dentro de su bagaje cultural la costumbre de depositar a sus muertos en tumbas de tiro y
la construcción de conjuntos circulares como centros ceremoniales. El cañón principia en el altiplano
centro-norte y corre hacia el sur hasta desembocar
en el río Grande de Santiago en el centro de Jalisco. La presencia de una máscara mortuoria hecha
con mosaicos de Spondylus princeps que muestra
una nariguera colgante con la representación de una
serpiente emplumada y, por otra parte, el descubri-
miento de una nariguera con la representación de
Tláloc sugieren un contacto con las caravanas teotihuacanas que transitaban a través de la ruta interior de intercambio comercial propuesta por Kelley.
PALABRAS CLAVE: presencia, teotihuacana,
cultura, Bolaños, Teotihuacan, México.
ABSTRACT. The Bolaños Canyon was occupied
during the pre-Hispanic period by a group—possibly coming from the center of Jalisco—as their cultural background included the custom of depositing
their dead in shaft tombs and the construction of cir-
Recibido: 2-VI-2015. Aceptado: 9-VI-2015. Publicado: 1-VII-2015. http://purl.org/aia/271.
Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Licencia/License CC BY 3.0 ES.
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
cular sets as ceremonial centers. The canyon begins
in the north central high plateau and flows to the
south, ending at the Rio Grande de Santiago in central Jalisco. The presence of a death mask made of
Spondylus princeps mosaic, featuring a nose ring
pendant with the representation of a feathered serpent and, moreover, the discovery of a nose ring with
the representation of Tlaloc, suggest contact with
Teotihuacan caravans that traveled through the inland trade route as proposed by Kelley in 1980.
KEYWORDS: Teotihuacan, Presence, Bolaños,
Culture, Mexico.
INTRODUCCIÓN
La cultura Bolaños se desarrolló a todo lo largo del
cañón del mismo nombre. Ocupó desde el valle de
Valparaíso en Zacatecas, lugar donde da principio
el cañón, hasta la confluencia del río que lo atraviesa con el río Grande de Santiago en los límites de
Jalisco y Nayarit (fig. 1). Se manifiesta en más de
120 sitios arqueológicos de diferentes tamaños e
importancias.
El sitio más importante, considerado como centro rector, fue El Piñón, situado en el primer valle de
sur a norte, llamado hoy día como San Martín de Bolaños (Cabrero y López 2002). En este sitio se descubrieron los objetos con reminiscencias teotihuacanas objeto de este trabajo.
La región abarca, principalmente, dos grandes periodos temporales: el primero, y más antiguo, compartió la tradición de tumbas de tiro, costumbre funeraria que caracteriza al Occidente de México cuya
cronología en la zona de Bolaños abarca a partir del
inicio de la era cristiana hasta alrededor de 500 d.
C., fecha probable en que la tradición de tumbas de
tiro desaparece y, en su lugar, se encuentran los entierros directos en posición flexionada. A los gobernantes de este segundo periodo se les dedicó un
lugar específico dentro de la plaza del sitio y se les
acompañó con ricos objetos hechos en concha
marina. La base de la economía de la cultura Bolaños fue el establecimiento de una ruta de intercambio comercial que tenía el propósito de conectar el
Occidente con el Norte de México, específicamente
con la cultura Chalchihuites situada en el centrooeste de Zacatecas. Su interés era abastecerse de
la codiciada piedra verde o chalchihuitl (malaquita)
que se explotaba en la zona por existir varios yacimientos superficiales.
El cañón de Bolaños representaba el camino más
directo del centro de Jalisco a la zona norteña. Sin
embargo, el camino por tierra resultaba muy difícil
ya que había que atravesar la alta sierra que lo delimita y que forma parte de la Sierra Madre Occidental. La solución adoptada fue utilizar el río como vía
de comunicación ya que constituía un río de caudal
ancho y lento donde podrían navegar con balsas a
contracorriente hasta el inicio del cañón en el valle
de Valparaíso, Zacatecas. Una vez fuera del cañón,
se dirigirían hacia el área de Chalchihuites, situado
en el altiplano norte. La distancia en línea recta es
alrededor de 60 km, extensión sin relieves naturales elevados o difíciles de caminar.
Con esto en mente, los gobernantes del centro de
Jalisco enviarían varios contingentes humanos al
cañón de Bolaños a colonizarlo y establecer la ruta
comercial. En esta región abundaba la riqueza debido al ambiente favorable de la zona (lagunas, tierra fértil y plana donde asentarse), cuyas manifestaciones se concentraron en la tradición Teuchitlán
(Weigand 2008) que incluía la costumbre de tumbas de tiro. Al entrar al cañón de Bolaños, dichos
contingentes humanos se encontraron con un paisaje muy diferente al del centro de Jalisco. Las dos
sierras que lo delimitaban eran de difícil acceso,
había escasos terrenos planos donde asentarse, el
clima y la vegetación eran semidesérticos, el agua
se concentraba en el río que corría al fondo del cañón. Ello dio lugar a ocupar las mesas altas de los
cerros que tenían amplia visibilidad al río, desde
donde podrían controlar el paso de las caravanas
comerciales. El resultado fue la fundación de El Piñón, situado en el primer valle que encontraron a
partir del centro de Jalisco, y se convirtió en el centro rector de la región y asiento de los gobernantes.
Frente a este, en la margen contraria, aprovecharon la extensión plana para fundar Pochotitan, lugar
que se destinaría a realizar las transacciones comerciales utilizando su cercanía al agua, por donde llegarían las caravanas.
Una vez establecida la ruta comercial, las caravanas de comerciantes iban y venían por el río; la
afluencia de gente llegaría con facilidad hasta la
zona de Chalchihuites, donde se encontrarían con
caravanas procedentes del centro de México, en
este caso, de origen teotihuacano. Posteriormente,
la ruta del interior (como así la denominó Kelley)
seguiría funcionando con las manifestaciones subsecuentes (Tula y mexicas).
Kelley (1980) propuso la existencia de una ruta
comercial que cruzaba por el interior del país, es-
– 110 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 2. Orejera de estilo teotihuacano con atributos de Tláloc (hombre-tigre-serpiente u hombre-pájaro-serpiente).
pecíficamente de caravanas teotihuacanas que se
dirigían hacia el norte en busca de la preciada piedra verde de Chalchihuites pero que continuaban
hasta los yacimientos de turquesa en Nuevo México. Lo anterior justifica la presencia de objetos con
estilo teotihuacano en la cultura Bolaños ya que, al
tener oportunidad de establecer contacto con los integrantes de dichas caravanas, habrían tenido la
oportunidad de intercambiar objetos, costumbres,
ideas y conceptos que estos llevaban consigo.
Debo mencionar que dudo mucho que los objetos descubiertos sean originarios de gente teotihua-
cana; considero que el contacto con ellos dio como
resultado su reproducción, por ello hago hincapié en
que son de «estilo teotihuacano».
OBJETOS DE ESTILO
TEOTIHUACANO DESCUBIERTOS EN
EL PIÑÓN
Se trata de tres orejeras hechas en barro cocido
con la representación de un personaje y una máscara realizada en concha marina y hueso humano.
– 111 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 3. Representación de figurilla de estilo teotihuacano con tocado recto y flor en la parte media.
Descripción de las orejeras
a través de una serie de puntos realzados y todo el
conjunto está rodeado por una cenefa con barras
abultadas.
Orejera 1 (fig. 2)
Cara triangular delimitada, ojos rectos, nariz sobresaliente, pómulos abultados, orejeras redondas,
boca abierta, con tocado de banda ancha adornado
con flores, una segunda franja similar a la anterior
y, alrededor de la pieza, una franja de posibles uñas
o serán la representación de olas como indica Caso
(1966: 256).
Orejera 2 (figs. 3-4)
Orejera 3 (fig. 5)
Se trata de la representación clásica de un Tláloc: ojos redondos con anteojeras, bigotera, nariz
abultada, ceja continua, dientes, orejeras redondas
y tocado hecho con una banda ancha con barras
verticales, tres picos encima y uno en cada lado a
la altura de la ceja.
Máscara funeraria (fig. 6)
Cara redondeada con ojos horizontales abultados,
nariz triangular abultada, orejeras circulares y boca
abierta mostrando los dientes. El tocado sobre la
frente es una banda muy ancha que contiene un círculo en la parte media y un rectángulo en ambos
lados. Los tres elementos contienen una barra horizontal en el interior. Las orejeras circulares se unen
La máscara fue elaborada mediante un mosaico
de concha; las cejas y los ojos se delimitaron con
fragmentos de hueso humano y una ojiva de concha en su interior. En la parte baja se colgó una
especie de nariguera hecha en concha también, que
representa una serpiente con plumaje en la cabe-
– 112 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 4. Figurilla teotihuacana con tocado rectangular y orejeras circulares.
za, lengua bífida saliendo de la boca en cuyo interior se muestran los dientes. El cuerpo de la serpiente está decorado con chalchihuites, con la cola rematada por chalchihuites también y la parte externa
con dos edificios de dos cuerpos y otras representaciones de chalchihuites.
POSIBLE INTERPRETACIÓN
ICONOGRÁFICA
Al parecer, los objetos se relacionan con Tláloc,
por lo que me dedicaré a tratar de situarlos dentro
de esa representación religiosa teotihuacana. Se-
journé (1959) creyó identificar el dios de los comerciantes de los mexicas (Yacatecuhtli) en la pintura
mural del palacio de Zacuala en Teotihuacan; consideró que este edificio «… debe ser el correspondiente al Pochtlan, el 49.º de los edificios que se elevaban en el área del templo mayor de Tenochtitlan…».
Siguiendo a la autora, señala que Yacatecuhtli estaba ligado a una antigua advocación de TlálocQuetzalcóatl y asegura que las figurillas con tocado
de banda con una flor en la parte media representan el antecedente de los pochtecas de Tenochtitlan
(Sejourné 1959: 30). ¿Será posible que la orejera 1
sea una representación del dios de los mercaderes
a los que se refiere Sejourné?
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ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 5. Representación de Tláloc con todos sus atributos descubierta en la cultura Bolaños.
Caso menciona que Tláloc puede llamarse «el
hombre-tigre-serpiente» (Caso 1966: 254) debido a
las asociaciones con el tigre y la serpiente (en la
orejera 2 se representa una cenefa de posibles
uñas). Este autor hace notar lo que llama el quinterno que, según él, representa las cinco regiones del
mundo (Caso 1966: 258) (como las que aparecen
en la orejera 3 con representación de Tláloc). La representación de la triple montaña aparece con flores (los tocados de las orejeras 1 y 2 muestran una
banda de flores) y conchas marinas (como las que
aparecen en el colgante de la máscara en el cuerpo
exterior de la serpiente).
Todos estos símbolos se reflejan en los objetos
descubiertos en Bolaños. No es difícil suponer que
se trata de representaciones de Tláloc y, además,
en su advocación como el antecedente de Yacatecuhtli, dios de los mercaderes pochtecas entre los
mexicas (Sejourné 1959: 30); el primero como propiciador de agua incluyendo la marina y el segundo
como protector de los comerciantes.
Lo anterior justifica la presencia de estas dos deidades debido a que en el cañón la única fuente de
agua es la del río, desarrollaron una industria de
concha y su economía se basó en el intercambio
comercial de la ruta que establecieron.
En el análisis de la orejera (número 3), con la inconfundible representación de Tláloc, los elementos que muestra incluyen anteojeras, bigotera, orejeras redondas, tocado de barras y el quinterno como
– 114 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 6. Máscara funeraria con representación de Tláloc (hombre-tigre-serpiente).
lo denomina Caso (1966: 258), interpretado como
las cinco regiones del mundo.
El colgante mortuorio representa una versión local de Tláloc también: se trata del hombre-tigre-ser-
piente (tigre al mostrar los dientes la serpiente). Su
cuerpo curvado muestra las posibles escamas de la
serpiente (con posibilidad de que representen gotas de agua) y está adornado con representaciones
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ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 7. Ruta de intercambio comercial del interior (Kelley 1980).
de posibles chalchihuites en el interior del cuerpo
(que también podrían representar flores como señala Caso); remata la cola con dos conchas. La parte
externa del cuerpo lleva dos montañas sagradas,
dos conchas marinas y dos posibles edificios de dos
cuerpos cada uno. La cabeza de la serpiente exhibe un ojo con un posible caracol junto al mismo;
muestra una lengua bífida, barbas y tocado con dos
bandas rematadas con una serie de barras verticales, que podrían significar chorros de agua, y dos
plumas enmarcando el tocado. El colgante inicia con
cuatro barras anchas, una barra angosta y un triángulo rematado por un lado con una serie de gotas y
por el otro con una concha.
Lo anterior señala claramente que se trata de la
representación del Tláloc teotihuacano en una versión local.
Quedan por analizar las otras orejeras. La orejera 1 muestra un estilo teotihuacanoide: cara triangular, orejeras circulares, tocado hecho con dos bandas con flores y una serie de «uñas» rodeando la
cara. Indudablemente, se trata de la representación
de una deidad en su versión hombre-tigre-serpien-
te siguiendo la interpretación de Caso. Sin embargo, faltan elementos para identificarla.
Se duda si la orejera 2 pertenece a este grupo de
representaciones; sin embargo, muestra algunos
elementos que podríamos señalar como derivados
de las representaciones de Tláloc, como lo serían
el tocado con «flores», los dientes y las orejeras circulares. Tal vez trataron de representar una versión
distinta de Tláloc.
CONCLUSIONES
La presencia de estos objetos en la cultura Bolaños constituye la confirmación de la existencia de
la ruta del interior que propuso Kelley hace casi cuatro décadas. Confirma también el contacto de las caravanas teotihuacanas con las culturas que contactaban. Aun cuando la cultura Bolaños estaba lejos
del paso, sus integrantes las interceptaron con el
propósito de intercambiar mercancías y tomar ideas
que llegaron hasta su religión, por convencerse de
que los dioses que veneraban los teotihuacanos
– 116 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
eran ideales para su propia protección. Con base en
ello, reprodujeron, a su entender, sus atributos tal
como los concibieron de sus creadores, adaptándolos a sus propias necesidades.
El personaje enterrado con la máscara debió de
ser en vida uno de los gobernantes o, tal vez, sacerdote de gran importancia como se observa en el
delicado y extraordinario trabajo tanto de la máscara como del colgante inferior. Las otras tres orejeras se descubrieron en el interior de la estructura situada frente al espacio dedicado a los entierros
directos y junto a la que se consideró como templo.
Esta estructura mostró una entrada a la habitación
delimitada por un metate en la parte media y un entierro en ambos lados; además, se descubrió la cabeza de una figurilla masculina con una cabeza de
tlacuache que le cubría la cabeza hasta la mitad de
la cara. Esta pieza es única en el conjunto de figurillas de la región, por ello supongo que representa a
un sacerdote durante algún tipo de ceremonia. Por
todo lo anterior (orejeras, figurilla y contenido de la
habitación), considero que la estructura habría sido
el asiento de los integrantes religiosos del sitio.
WEIGAND, P. Y C. BEEKMAN, EDS. 2008. Tradición Teuchitlán. El Colegio de Michoacán, México.
Sobre la autora
MARÍA TERESA CABRERO G.. (
[email protected]),
Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es Investigadora
Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de
Ciencias, de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones, publicando media docena de libros y cerca de cincuenta
artículos científicos.
BIBLIOGRAFÍA
CABRERO G., M. T. Y C. LÓPEZ C. 2002. Civilización en el
norte de México II. México: UNAM.
CASO, A. 1966. Dioses y signos teotihuacanos. Sobretiro
de Teotihuacan, Octava Mesa Redonda. México.
KELLEY, J. C. 1980. Alta Vista, Chalchihuites: Port of Entry on the Northwestern Frontier. En Rutas de Intercambio en Mesoamérica y Norte de México, XVI Mesa
Redonda, t. I, pp. 53-64. México: Sociedad Mexicana
de Antropología.
SEJOURNÉ, L. 1959. Un palacio en la ciudad de los dioses
(Teotihuacan). México: INAH.
– 117 –
© 2016 ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA 30: 51–69. ISSN 1989–4104. http://laiesken.net/arqueologia/.
ARQUEOLOGÍA MEXICANA
LA COSMOVISIÓN DEL OCCIDENTE DE MÉXICO EN LA
TRADICIÓN DE TUMBAS DE TIRO CON ÉNFASIS
EN LA CULTURA BOLAÑOS
The Worldview of Western Mexico through the Shaft Tomb
Tradition, with Emphasis on the Bolaños Culture
María Teresa Cabrero G.
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México
Figura 1. Tumbas de tiro del Occidente de México.
Recibido: 19/5/2016. Aceptado: 25/5/2016. Publicado: 31/5/2016.
Edited & Published by Pascual Izquierdo-Egea. The English text was proofread by Jessica MacLellan.
Arqueol. Iberoam. License CC BY 3.0 ES. http://laiesken.net/arqueologia/archivo/2016/30/7.
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 2. Sitio El Piñón, Bolaños, Jalisco.
RESUMEN. Se propone la presencia de deidades
en las tumbas de tiro del Occidente de México a través de una primera interpretación iconográfica de las
figurillas huecas depositadas como ofrenda, tanto en
las tumbas en general como en las descubiertas en
la cultura Bolaños, con base en una posible concepción distinta a la mesoamericana de la cosmovisión
y cosmogonía de los creadores de esta tradición.
PALABRAS CLAVE: cosmovisión, Occidente, México, tradición, tumbas de tiro, cultura Bolaños.
ABSTRACT. The presence of deities in Western
Mexican shaft tombs is proposed through the first
iconographic interpretation of hollow figurines deposited as offerings in the tombs, particularly those of
the Bolaños culture. The creators of the shaft tomb
tradition may have held a worldview and a cosmogony distinct from those of Mesoamerica.
KEYWORDS: Worldview, Western Mexico, Shaft
tombs, tradition, Bolaños culture.
INTRODUCCIÓN
Los estudiosos de las religiones mesoamericanas
se niegan a reconocer que en el Occidente de México existió una religión equiparable a la mesoamericana por no exhibir esta los atributos que muestran las deidades de esta gran área de cultura. Sin
embargo, habrá que pensar que las sociedades que
habitaron el Occidente mantuvieron un desarrollo
muy distinto a las mesoamericanas. Durante el periodo de la tradición de tumbas de tiro, su complejidad llegó al nivel de cacicazgo con estratos sociales definidos y, por lo tanto, debieron de tener una
religión bien establecida (fig. 1). El ejemplo mejor
estudiado es la cultura Bolaños, que se extendió a
lo largo del río Bolaños a partir del inicio de la era
– 119 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 3. Representación de un posible chamán con un cuerno como insignia sobrenatural.
– 120 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 4. Guerreros celestiales. Figurillas de Bolaños.
cristiana hasta alrededor del 500 d. C. (fig. 2), lapso
en que terminó esta tradición. Su economía se basó
en el control de una ruta de intercambio comercial
utilizando el río como vía de comunicación que unía
el norte de México, específicamente el área de Chalchihuites, donde se explotaba la piedra verde (malaquita, muy codiciada en el mundo prehispánico por
considerarla «sagrada»), con el centro de Jalisco,
región de avanzado desarrollo sociocultural desde
donde se redistribuiría dicha piedra verde a otras
zonas del Occidente de México. Habrá que aclarar
que la cultura Bolaños permaneció vigente hasta alrededor del 1120 d. C. con rasgos y elementos diferentes a los de la tradición de tumbas de tiro (Cabrero y López 2002).
Con base en lo anterior, propondré, a manera de
hipótesis, que las representaciones de hombres y
animales provenientes de las tumbas de tiro pueden
contener un simbolismo relacionado con la cosmovisión de los pueblos prehispánicos que habitaron
el Occidente de México.
Es difícil esta tarea, ya que son piezas adquiridas
a través del saqueo, a excepción de las tumbas de
tiro selladas descubiertas en la cultura Bolaños, situadas en el norte de Jalisco, y la tumba de Huitzi-
lapa ubicada en el centro de Jalisco (López y Ramos 1998). Sin embargo, el contexto mortuorio en
que se encontraron y los elementos simbólicos que
exhiben sugieren un contenido relacionado con la
concepción de una cosmovisión distinta a la mesoamericana pero, a su vez, compartida en algunos
aspectos. Lo anterior lleva a pensar en la existencia de contactos entre ambas áreas culturales, sin
poder establecer la intensidad y el tipo de dichos
contactos por falta de investigaciones y estudios
analíticos.
Las representaciones plásticas de hombres y
animales dentro de esta tradición (Kan et al. 1970;
Von Winning 1974) conservan su apariencia mundana sin que ello signifique el carecer de una
simbología divina. Considero que depende del tipo
de cosmovisión que tenían; por ejemplo, se expresan los atributos de los chamanes o sacerdotes y
guerreros celestiales (figs. 3 y 4), todos carentes de
sexo expuesto y algunos pueden presentar un cuerno en la frente. Furst (1966, 1998) señaló que el
cuerno es insignia de poder sobrenatural y la ausencia de genitales expresa la penitencia de abstención
sexual anterior al desarrollo de una ceremonia religiosa. Habrá que aclarar la coexistencia de perso-
– 121 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 5. Ayudante de chamán con sexo expuesto.
Figurilla de Bolaños.
najes que, además de los atributos propios de su
rango muestran su sexualidad; para este caso, Furst
(1966) señala que posiblemente se trate de «ayudantes» del sacerdote o chamán, quienes no han
alcanzado el nivel deseado pero que forman parte
de la ceremonia mortuoria antecesora al depósito del
individuo dentro de la tumba de tiro. En esos casos,
su papel sería el de hacer frente a posibles adversidades negativas que surgieran durante el proceso
del ritual fúnebre. En las tumbas de la cultura Bolaños se recuperó una figurilla con sexo expuesto y
ojos atravesados por líneas como si estuvieran cosidos (fig. 5) y otra que representa a un hombre adulto avanzado sin sexo expuesto, con una urna funeraria entre las piernas (fig. 6); el primero puede
representar al ayudante del sacerdote y el segundo
al sacerdote encargado de colocar las urnas, cuyo
contenido son los restos cremados extraídos de la
cámara que deben ser nuevamente colocados en
ella.
También se tienen representaciones masculinas
que denotan a primera vista algunas actividades
mundanas; sin embargo, aún podemos señalar en
ellas su relación con actividades religiosas. Por
ejemplo, a los cargadores de varios materiales
(agua, alimentos, objetos marinos), personajes con
atavíos de alta jerarquía, es decir, jefes, músicos
tocando diversos instrumentos, hombres bebiendo
algún tipo de líquido, algunos con sexo expuesto,
otros más sin ello, entre otros; podríamos interpretarlos como los portadores divinos de elementos indispensables para trascender el paso de la vida
hacia la muerte del individuo hasta llegar a su destino final (figs. 7 y 8). Si fuera correcta esta suposición, estaríamos ante seres no mundanos que
ejercen tareas fuera del ámbito terrenal, que desempeñan la serie de acciones de tipo religioso contenidas en el ritual mortuorio y no son simplemente
acompañantes de los muertos.
En cuanto a las representaciones femeninas, todas muestran sus rasgos sexuales. Lo anterior podría interpretarse como la diosa madre dadora de
vida, la fecundidad y la continuadora de la especie
entre otras acepciones. Otro rasgo significativo se
encuentra en los adornos corporales que exhiben
hombres y mujeres; incluyen collares, tocados, vestimentas con una variedad de motivos que pudieran
entrañar una simbología religiosa desconocida para
nosotros. Ello conduce a pensar en la presencia de
representaciones divinas con atributos propios y diferentes a las deidades mesoamericanas.
Por otro lado, se tiene la forma de las tumbas de
tiro que reproducen la vida y la muerte de un individuo durante su paso por este mundo. La cámara simula el útero donde se aloja y desarrolla el niño y el
tiro constituye el canal por donde sale al mundo (vagina). A su muerte, requiere regresar a la madre Tierra en forma similar a la forma en que llegó a este
mundo. Esta concepción refleja la existencia de una
religión bien desarrollada que denota la existencia
de dioses y, a su vez, la cosmovisión de estos pueblos (Cabrero 1999; Furst 1998) (fig. 9, tumbas de
tiro).
En la cultura Bolaños se descubrió, en una de las
tumbas selladas, un cuenco con la representación
en su interior de un personaje dentro de un traje muy
especial con la cara en color negro (técnica en ne-
– 122 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 6. Chamán sosteniendo una urna funeraria. Figurilla de Bolaños.
gativo) y la figura de una flor de peyote sobre su
mano derecha (Cabrero y López 2002) (fig. 10).
Entre el grupo étnico de los huicholes existe una
imagen del sol donde se incluyen las representaciones de un hombre y una mujer en negativo muy
semejantes a la del personaje de la tumba de tiro
(fig. 11). Este hecho lo interpreto como una reminiscencia religiosa del grupo étnico que habita hoy día
en la región de Bolaños. Por otra parte, la presencia del peyote es fundamental entre los huicholes;
lo consideran un elemento sagrado dentro de su
cosmovisión. Podríamos estar ante un rasgo que sobrevive de sus predecesores.
Habrá que notar que la religión de este grupo étnico carece de dioses con atributos mesoamericanos pero refleja una desarrollada complejidad, que
además de sus deidades adoran diversos animales
tales como el venado, el águila, el puma y que conservan el mito del tlacuache como el animal que les
llevó el fuego (López Austin 1996), mito presente en
la religión mesoamericana.
Otra figurilla hueca proveniente de las tumbas de
tiro descubiertas en Bolaños fue la de un hombre
sentado que sostiene en la mano derecha un cigarro que lleva a su boca en actitud de fumar (fig 12).
El personaje carece de sexo expuesto, está ricamente ataviado, lleva un traje que le cubre el cuerpo, una
especie de botas; en los brazos exhibe brazaletes,
en la cabeza muestra un tocado, rasgo que aparece en forma esporádica en otras figurillas huecas;
en las orejas tiene agujeros como para ensartar las
orejeras y en la cara muestra ojos cerrados con
pestañas insinuadas, cejas marcadas con cabellos;
cruza una ancha banda roja en el lado izquierdo que
va desde la frente hasta la barbilla pasando por la
nariz; sobre el pómulo derecho está pintada un ave
con alas desplegadas y cola abierta en dos (Cabrero 2007).
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Figura 7. Pareja con atavíos de alta jerarquía. Figurillas de Nayarit.
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 8. Personajes de alta jerarquía. Figurillas de Jalisco.
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ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 9. Formas de tumbas de tiro.
Esta representación plástica constituye sin duda
un sacerdote por varias razones: carece de sexo;
fuma un cigarro de tabaco, considerado alucinógeno en el mundo prehispánico, con acceso restringido a los sacerdotes; la vestimenta contiene símbolos
desconocidos para nosotros; lleva tocado, atributo
reservado a los sacerdotes dentro de esta cultura y
el ave en la mejilla representa a un animal sagrado.
Uno de los entierros humanos directos descubiertos en Pochotitan tenía el esqueleto de un pato como
ofrenda.
Entre muchos indígenas del mundo prehispánico,
y aquí incluyo los de todo el continente americano,
el ave (águila, colibrí, cuervo y otras) fue considerada como animal sagrado por representar, posiblemente, la libertad de volar al cielo, entre muchos
otros factores.
En la ofrenda de las tumbas de tiro en Bolaños
dominan las figurillas femeninas; algunas presentan
una desnudez total, otras adornos corporales en
cara y cuerpo; incluyen collares, agujeros para orejeras y una de ellas exhibe una especie de botas.
Los motivos abarcan principalmente la cara que, en
ocasiones, la cubren casi por completo, pero se tienen algunas en que los motivos se extienden al cuerpo; se trata de una serie de símbolos desconocidos
para nosotros pero que deben mantener un significado específico vinculado a la religión. En estos
casos, la posible vestimenta y la decoración facial
no incluyen las glándulas mamarias que siempre están al desnudo (fig. 13). La desnudez total en otras
figurillas también tiene que entrañar una simbología
religiosa que, en el contexto mortuorio, pudiera interpretarse como la llegada al mundo de un individuo a través de la madre. En la tradición de tumbas
de tiro es muy frecuente la presencia de desnudos
femeninos, por ello tienen que sostener una simbología religiosa relacionada con la muerte y, a su vez,
con el hecho de trascender a la vida (fig. 14) (Cabrero y López 2002).
– 126 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 10. Personaje al negativo con flor de peyote. Vasija de Bolaños.
Existen también representaciones plásticas que
exhiben defectos físicos. Los mexicas creían que los
individuos con algún defecto físico eran «señalados
por los dioses» (Jaén y Murillo 2005) y se relacionaban con fenómenos naturales como los eclipses
y las tormentas (fig. 15). Estas autoras indican que
los cronistas españoles mencionan que, en ocasiones, eran enterrados con el gobernante (Durán
1984). Entre las figurillas huecas pertenecientes a
esta tradición se tienen con malformaciones; entre
ellas jorobados, con ojos salientes, bocas deformadas o mutiladas, entre otras. Considero que su presencia en la ofrenda de las tumbas de tiro simbolizan a individuos «sagrados» cuya misión sería la de
proteger al individuo muerto contra los poderes
malignos y, por lo tanto, serían seres sobrenaturales que actuaban dentro de la cosmovisión de estos pueblos. Otras representaciones plásticas son
las figurillas esqueléticas (fig. 16). Comparto la interpretación de Furst (1998) al señalar que estas
representaciones son deidades que simbolizan la
creación y la fertilidad tal como las concibieron los
mexicas, bajo la creencia de que los huesos «son
el asiento de la vida» (Furst 1998: 177).
Por último, el empleo de los colores blanco, rojo
y negro debe tener también un significado sagrado.
Todas las figurillas, y aquí se incluyen las representaciones de hombres y animales, exhiben uno o más
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de estos colores. El rojo es el más común; durante
la elaboración de la pieza se añade una capa de
color rojo y posteriormente se pule. Hay representaciones que utilizan el rojo y el negro tales como
las piezas de la cultura Bolaños donde se utilizó la
técnica del negativo para obtener el color negro. La
pieza se rodea con bandas anchas de color rojo; hay
ejemplos que muestran cenefas con determinados
símbolos de color rojo o una combinación de ambos colores. Otras figurillas utilizan los tres colores
en una misma representación. Pero, ¿cuál puede ser
el significado específico de estos colores? El rojo
pudiera emular a un ser vivo ya que al morir pierde
este color, el negro puede significar la oscuridad que
representa la muerte y el blanco puede ser la representación del agua como elemento vital para la vida.
Figura 11. Representación del sol en la artesanía
huichol (A. L. Landa Chávez, 2003).
Figura 12. Personaje en actitud de fumar.
Figurilla de Bolaños.
Figura 13. Figurilla femenina de Bolaños
con adornos en cara y cuerpo.
– 128 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Lo anterior significa un elemento más ligado a la
cosmovisión de estos pueblos.
Habrá que aclarar que la cosmovisión debió de
observar determinados cambios de acuerdo a la cronología y a la región de que se trata; sin embargo,
hay ciertos elementos que se conservaron durante
todo el periodo que duró esta tradición, por lo que
considero que existió una cosmovisión con elementos básicos y cambios regionales a través del tiempo.
LA IMPORTANCIA DE LA FAUNA
DENTRO DE LA TRADICIÓN DE
TUMBAS DE TIRO
Figura 14. Figurillas femeninas desnudas de Bolaños.
Dentro del mundo prehispánico, los animales formaron parte de la cosmovisión y cosmogonía que
ejercía cada cultura; se asocian a las fuerzas naturales y a los astros; la convivencia del hombre con
ellos los convirtió en seres omnipresentes dentro de
un simbolismo religioso. En ese sentido, dentro del
mundo prehispánico, la fauna formó parte de ricas
y complejas concepciones; cada especie sostuvo un
lugar preponderante y un vínculo con todas las deidades.
En los códices existentes del mundo mesoamericano hay multitud de representaciones de animales
asociados a los dioses. Cada especie aparece con
tareas específicas; dichas tareas incluyen mitos so-
Figura 15. Figurilla con defecto físico y chamán aspirando alucinógeno (Furst 1998: figs. 6 y 7).
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Figura 16. Pareja de ancianos esqueléticos (Furst 1998: fig. 11).
bre la creación del hombre, la adquisición del fuego, explicaciones sobre la luna, el sol y algunas
estrellas del universo.
En el Occidente de México, donde no existen códices, se tienen representaciones plásticas que denotan también la importancia que mantuvo la fauna. El acercamiento inicial fue considerarlas como
la convivencia cotidiana de los animales con el hombre (Von Winning 1974; Kan et al. 1970); pero, a través de los estudios que se han hecho entre las culturas mesoamericanas, debemos reconsiderar esta
concepción y proponer que las representaciones de
la fauna debieron sostener perspectivas diferentes
a solo mostrar la fauna existente, máxime si se encuentran en contextos funerarios.
En este tenor, empezaremos con el perro, animal
por demás conocido dentro del mundo prehispánico, en donde su finalidad, además de haberlo elevado a la categoría de un dios, fue guiar al individuo que moría hacia su morada final (Sahagún 2000;
De la Garza 1997; 1999). Diversos estudiosos del
área mesoamericana han ratificado el papel del
perro en el ámbito fúnebre y reconocen su vínculo
con el simbolismo religioso (De la Garza 1997).
Su presencia en la tradición de tumbas de tiro es
significativa. En todas existe este animal en distintas posiciones. Sus representaciones señalan diferentes especies. En la cultura Bolaños el contenido
de las tumbas selladas lo incluyó también; se representó como figurilla hueca, como hacha de piedra
– 130 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 17. Representación de perros. Figurillas de Bolaños.
con una cabeza de perro en la parte distal y, además, se depositó junto al individuo humano como
animal sacrificado. Se tiene también su presencia
en entierros intencionales que rodean la parte exterior del conjunto circular del sitio de Pochotitan, cuya
función fue la de ser el punto clave para el intercambio comercial. Este hecho lo hemos interpretado
como el animal protector del sitio y, además, significa su importancia dentro de la cosmovisión de esta
cultura y, por lo tanto, su papel dentro de la religión
(Cabrero y García 2014) (fig. 17).
Entre las representaciones que comprende la tradición de tumbas de tiro, existe una máscara humana superpuesta en la cara de un perro; tal acción
implica un vínculo con los dioses y, a su vez, con la
cosmovisión de estos pueblos (fig. 18).
Con base en lo anterior me pregunto si la presencia del perro dentro de esta tradición desempeñó un
papel similar al mesoamericano y no únicamente
como guía hacia la morada final; si se estuviera en
lo correcto, implicaría su vínculo con el simbolismo
religioso y la cosmovisión.
Un caso similar se tiene en las representaciones
de otros animales. No es fortuito que en el Occidente
de México sean los mismos que en la religión mesoamericana. Se tiene, además del perro, el tlacuache,
el jaguar que en este caso no existe en el área pero
se reemplaza por el tigrillo y el gato montés (puma),
armadillos, el pato, varios tipos de aves y una serie
de animales marinos: cangrejo, caracol, tortugas, la
estrella marina; todos ellos presentes (fig. 19) en las
acciones que entraña el ritual mortuorio, lo cual indica que el mundo animal presente en el ambiente
natural que los rodeaba formó parte de su cosmovisión, concebida de manera distinta a la de los mesoamericanos pero no por ello menos desarrollada.
Las tumbas de tiro descubiertas en la cultura
Bolaños incluyeron silbatos en forma de aves. Este
objeto reúne los cuatro elementos naturales universales: la «tierra», con la que se elaboró; el «agua»
con que se preparó la arcilla; el «fuego» durante su
cocimiento y el «viento» que al soplarlo produce sonidos musicales. Su significado se traduce en el
ejemplo de una cosmovisión que integra el universo (fig. 20).
Los felinos tigrillo y puma o gato montés y el tlacuache pudieran confundirse con algunos de los
perros dentro de la primera clasificación hecha por
Von Winning en 1974; después de observar detenidamente sus características, algunos pudieran tratarse de felinos o del tlacuache (figs. 21 y 22; Von
Winning 1974: figs. 205 y 88).
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Figura 18. Perro con máscara humana. Figurilla de Colima.
Los animales marinos reflejarían la importancia
que reportó el mar como símbolo sagrado y como
fuente alimenticia; su presencia en los contextos
mortuorios debe contener un simbolismo sagrado
dependiendo de su importancia dentro de las actividades del hombre. El caracol se empleó, además
de funcionar como trompeta dentro del ritual religioso, como símbolo de fecundidad; el ejemplo vívido
y seguro se tiene en el individuo principal de la tumba de tiro sellada descubierta en Huitzilapa, Jalisco
(Ramos y López 1998), en que se colocaron 3 grandes caracoles decorados en sus órganos reproductores y una serie de brazaletes en sus brazos (fig.
23). La ofrenda de esta tumba ha sido la más rica
descubierta hasta ahora; contuvo vasijas, figurillas
huecas y objetos elaborados en distintos tipos de
piedra verde que incluyó la turquesa originaria de
los yacimientos de Nuevo México.
La concha marina tuvo una connotación sagrada
para muchos pueblos americanos, tal es el caso del
bivalvo Spondilus princeps, causante muy probablemente del origen de la tradición de tumbas de tiro
en el Occidente de México. Entre los pueblos de
Perú, Colombia y Ecuador se acostumbró a depositar a sus muertos en tumbas de tiro varios cientos
de años antes de la era cristiana. Por otra parte, era
de vital importancia el empleo del bivalvo en ceremonias propiciatorias para fecundar la tierra. Lo an-
– 132 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 21. Posible representación de tlacuache
(Von Winning 1974: fig. 205).
Figura 19. Personaje humano con máscara de ave
(Von Winning 1974: fig. 42).
terior motivó su extrema explotación en el golfo de
Guayaquil, Ecuador, hasta su próxima extinción, por
lo que se vieron en la necesidad de buscar un nuevo hábitat en el océano Pacífico. Los cronistas de
América del Sur mencionan a los manteños, grupo
de navegantes ecuatorianos expertos que se hicieron a la mar costeando hasta llegar a las costas de
México (Michoacán, Jalisco, Colima y Nayarit), don-
de entablaron contacto con los lugareños costeños
y buceadores experimentados, quienes les proporcionaron el preciado bivalvo (Marcos 2005). Debieron de permanecer largos periodos entre estos pueblos mexicanos, de tal manera que intercambiaron
algunas costumbres e ideas, entre ellas la de enterrar a sus muertos en tumbas de tiro y posiblemente algunos conceptos de su cosmovisión.
Entre los pueblos mesoamericanos también se
apreció mucho la concha marina; era símbolo sagrado integrado en la cosmovisión. En el Occidente
Figura 20. Silbato con forma animal. Figurilla de Bolaños.
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Figura 22. Posible representación de un tlacuache
(Von Winning 1974: fig. 88).
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Figura 23. Personaje masculino con caracoles en sus órganos reproductores. Tumba de Huitzilapa, Jalisco (López y
Ramos 1998).
de México, durante todo el periodo prehispánico, formó parte del contexto mortuorio como símbolo de
alto rango social y de poder (Suárez 1993,1999). En
las tumbas de la cultura Bolaños estuvo presente en
forma de caracol-trompeta (Strombus sp), cuentas
y brazaletes utilizando varias especies además del
Spondylus sp.
El tlacuache (Didelphys marsupialis) es un marsupial que desempeñó un papel muy importante en
la cosmogonía del mundo prehispánico en general;
fue el autor del robo del fuego divino para llevarlo a
los hombres. Este mito está presente en diversos
pueblos prehispánicos y en casi todas las culturas.
El mito trata la manera en que robó el fuego el tlacuache utilizando su bolsa para guardarlo (como
marsupial) y lo llevó a los hombres; este hecho lo
convirtió en héroe venerado y asociado a los dioses,
entre ellos los del inframundo, lugar a donde iban
los muertos (López Austin 1996).
En el sitio El Piñón de la cultura Bolaños se encontró, en la vivienda donde vivían los sacerdotes
(estructura 5), una cabeza humana con una máscara sobrepuesta de un tlacuache (fig. 24). ¿Significa que este grupo compartía la cosmogonía mesoamericana, a sabiendas de que entre los huicholes
todavía existe? Es una prueba más de la presencia
de una religión compleja con contactos mesoamericanos.
Los coras y huicholes comparten el mito del fuego cuyo autor fue el tlacuache, el cual rescata el fuego en beneficio de los humanos (López Austin 1996).
Este autor narra los mitos de dicho animal, conservados hasta la actualidad, en diversos grupos étnicos de México cuyo origen se encuentra en tiempos
prehispánicos. Existen diversas representaciones de
este animal en los códices mexicas y mayas, donde lo equiparan con personajes divinos; en otras culturas como la zapoteca se conservan urnas funerarias con la representación del tlacuache y en el
Occidente de México entre las representaciones
plásticas provenientes de las tumbas de tiro. Por
desgracia, en esta gran área de cultura no existen
estudios que acrediten su papel dentro de la cosmogonía que tenía cada cultura, como es el caso
de las culturas mesoamericanas en las que existen
códices donde apoyarse para su conocimiento. Sin
embargo, su presencia en todas las culturas a tra-
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
abstracta que, para entenderla, deben conocerse
sus preceptos. Lo anterior no significa la inexistencia de una religión bien establecida y desarrollada.
Las religiones mesoamericanas muestran una
cosmovisión extraordinariamente compleja que va
de acuerdo al desarrollo de sus sociedades, mientras que en el periodo de tumbas de tiro en el Occidente de México estas no alcanzaron el mismo nivel. Aunado a ello y a la concepción del universo que
denota ser distinto, utilizaron un simbolismo abstracto para representar a sus dioses sin que ello signifique su ausencia. Con todo lo anterior vuelvo a proponer la existencia de una religión bien desarrollada,
muy diferente pero compartida en algunas concepciones con la cosmovisión y la cosmogonía mesoamericana.
Figura 24. Personaje con máscara de tlacuache y adorno
de peyote en las mejillas. Figurilla de Bolaños.
Sobre la autora
vés de todo el tiempo prehispánico denota la importancia que tuvo este animal.
Lo anterior demuestra que el tlacuache formó
parte importante en la cosmogonía de los pueblos
que habitaron en el mundo prehispánico; fue considerado dentro del panteón religioso debido a las
cualidades maliciosas reverenciadas por el hombre
(López Austin 1996): sagaz, ladrón y embustero.
El desconocimiento total del origen de los habitantes del cañón Bolaños entorpece la investigación
de esta cultura. Sin embargo, con base en el contexto arqueológico, las inferencias podrían ser válidas. La máscara de tlacuache que porta un hombre
en la cultura Bolaños y las representaciones de este
animal existentes dentro de la tradición de tumbas
de tiro (Jalisco, Colima y Nayarit) demuestran que
el Occidente de México compartió determinados elementos con la religión mesoamericana y esta, a su
vez, mantuvo un origen común en todo el mundo prehispánico adoptando determinadas peculiaridades
en cada cultura.
CONCLUSIONES
En resumen, la ausencia de atributos «divinos»
en las representaciones de hombres y animales que
exhibe el panteón mesoamericano no significa que
entre las sociedades del Occidente de México no
haya existido una religión bien desarrollada, simplemente se trata de una concepción diferente en la que
los dioses se representan dentro de una simbología
MARÍA TERESA CABRERO G. (
[email protected]),
Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es Investigadora
Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de
Ciencias, de la Academia Mexicana de Ciencias
Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones,
publicando media docena de libros y numerosos artículos científicos.
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ARQUEOLOGÍA MEXICANA
LAS FIGURILLAS DE PIEDRA Y TEPALCATE
EN LA CULTURA BOLAÑOS, JALISCO
Stone and Sherd Figurines in the Bolaños Culture, Jalisco
María Teresa Cabrero G.
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México
Figura 1. Mapa de localización del cañón de Bolaños. Sin escala.
RESUMEN. El hallazgo de siluetas humanas elaboradas en piedra o en tepalcates dentro de la cultura
Bolaños pudiera representar amuletos, talismanes
o marcadores de un evento trascendental; en el primer caso, su función sería la de proteger al individuo contra los malos espíritus y, en el segundo, dejar testimonio de uno de los ritos de paso.
could represent amulets, talismans or markers of a
transcendental event; in the former case, its role
would be to protect the individual against evil spirits
and, in a secondary capacity, leave testimony of one
of the rites of passage.
KEYWORDS: Stone, Sherd, Figurines, Bolaños
culture, Jalisco, Mexico.
PALABRAS CLAVE: figurillas, piedra, tepalcate,
cultura Bolaños, Jalisco, México.
INTRODUCCIÓN
ABSTRACT. The discovery of human figurines
made of stone or sherds within the Bolaños culture
El hombre, desde su aparición en la Tierra, ha
tenido que enfrentar las fuerzas de la naturaleza sin
Recibido: 1/6/2016. Aceptado: 8/6/2016. Publicado: 15/6/2016.
Edited & Published by Pascual Izquierdo-Egea. The English text was proofread by Daryn Reyman-Lock.
Arqueol. Iberoam. License CC BY 3.0 ES. http://laiesken.net/arqueologia/archivo/2016/30/10.
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
tener las herramientas necesarias para vencerlas;
el temor que le provocaban lo obligó a recurrir a la
magia otorgándoles a sus objetos e imágenes el
poder sobrenatural que le permitiera sentir la seguridad necesaria para desarrollarse y sobrevivir física y espiritualmente en este planeta. En ese sentido
surgen los amuletos y talismanes y posteriormente
las religiones.
Por otra parte, su egocentrismo dio paso a la reproducción de su cuerpo en los distintos materiales
que le brindaba la naturaleza (madera, piedra, pintura, escultura y más tarde cerámica) para dotarlo
de poderes mágicos y, de esa manera, combatir los
fenómenos inexplicables que lo rodeaban:
Como apoyo a lo anteriormente dicho y únicamente a manera de ejemplificarlo, ya que considero que
la religión de la cultura Bolaños nunca llegó a tal
complejidad, mencionaré la obra de Fray Bernardino de Sahagún, religioso franciscano que recopiló
las costumbres y creencias del pueblo mexica durante la conquista española en el siglo XVI. Este religioso, que menciona la presencia de un aparato
religioso muy extenso donde había sacerdotes de
distinto nivel dedicados a una multiplicidad de actividades relacionadas con el culto, cita también la
presencia de brujos buenos y malos:
«… se llama bruxo bueno el que es curioso deste
oficio bien se le entiende cualquier cosa de hechizos y
para usar dellos es agudo y astuto, aprovechan y no
dañan…» (Libro X, cap. IX, pág. 877).
«… El cuerpo es el texto que da sentido a su existencia, la materialidad que le permite expresarse y revelar su parte inmaterial…» (De la Fuente 2004).
Desde las primeras manifestaciones rupestres
que dejó el hombre, aparecen las figuras humanas
asociadas con su entorno natural otorgándole una
connotación mágica: animales, el sol e incluso manos.
Conforme avanzó su potencial tecnológico, a la
par avanzó su ideología y la magia se convirtió en
religión, entendiéndose esta como el conjunto de
creencias propias de cada grupo humano donde se
reconoce una relación directa con uno o más seres
sobrenaturales (Wallace 1966: 5)
Como parte de la humanidad, las culturas prehispánicas de México no pudieron sustraerse a dichos
conceptos, por lo que también manifestaron sus
creencias religiosas legando a la posteridad esculturas (grandes y pequeñas) y pinturas en barro o
murales de las concepciones ideológicas y los seres sobrenaturales que integraban su panteón religioso, teniendo como eje principal el cuerpo humano:
«… La representación del ser humano cumplía esencialmente dos funciones: evocar eventos memorables
y emitir para la sociedad y los individuos significados
específicos… el hombre tuvo que enfrentarse a lo desconocido; el universo con su caudal de fenómenos
como el rayo, el trueno, la noche, el día, el nacimiento,
la muerte. Ante estos hechos el hombre recurrió a la
magia, la cual lo hizo sentirse que era capaz de cambiar a voluntad el curso de la naturaleza. De este modo
al otorgar poder mágico a sus objetos o imágenes el
hombre se fue abriendo paso a su larga lucha por la
supervivencia física y espiritual…» (Arroyo García
2004).
Hace la distinción de brujo o hechicero con los
médicos, tanto hombres como mujeres:
«… DE LOS MEDICOS. El médico suele curar y remediar las enfermedades. El buen médico es entendido, buen conocedor de las propiedades de yerbas, piedras, árboles e raices, experimentando en las curas…»
(Libro X, cap. VIII, pág. 876).
«… La mujer médica es buena conocedora de las
propiedades de yerbas, raíces, árboles, piedras y en
conocellas tiene mucha experiencia, no ignorando muchos secretos de la medicina…» (Libro X, cap. XIV, pág.
889).
Por último, se menciona la presencia de votos y
juramentos (petición a una deidad para que le sea
concedida la solución de un problema) y las ofrendas:
«… Usaban hacer voto a los ídolos de servirlos con
algunos sacrificios y ofrendas cuando algunos de sus
hijos o de su casa caía en enfermedades… Esto hacían
no a uno solo, pero a dos o tres de sus ídolos para que
les ayudasen en aquella necesidad…» (Apéndice del
Libro II, pág. 294).
Con los ejemplos anteriores se desea dar a conocer la existencia de amuletos, votos, ofrendas y
sacrificios como una práctica generalizada de las
creencias del hombre hacia lo incontrolable y su
apego a la religión como un recurso seguro.
En el mundo prehispánico menos complejo que
los mexicas, mayas, zapotecos, mixtecos y purépe-
– 138 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 2. Figurillas de piedra con cabeza delimitada con una incisión y ojos redondos.
chas (mejor conocidos como tarascos), las religiones mantenían un panteón de deidades extenso; es
decir, crearon dioses protectores para contrarrestar
los malos espíritus. Por lo general, las personas dedicadas al culto resolvían las distintas creencias e
incluían la protección de los seres vivos desplegando para ello una serie de acciones y ceremonias.
Entre ellas se conocen las de «paso», en que se
creaban ceremonias y rituales específicos con la finalidad de festejar el nacimiento, la niñez, la adolescencia y llegar a ser adulto con obligaciones específicas (Jáuregui 2002).
Son conocidas también las curaciones de enfermedades, la protección contra seres malignos y las
peticiones y juramentos cumplidos. Lo anterior nos
conduce hacia la serie de acciones que despliega
el hombre ante las fuerzas no controlables desconocidas y mortales tales como la tormenta, el rayo,
terremotos, etcétera y los seres sobrenaturales
malignos.
Ante tales vicisitudes, el hombre recurre a sus
congéneres con dotes sobrenaturales como lo son
los brujos, chamanes, sacerdotes y curanderos; estos últimos incluyen personas del género femenino,
generalmente parteras y curanderas.
En este trabajo se tratarán las manifestaciones
relacionadas con ritos de paso, amuletos y ofrendas
que dejó la cultura Bolaños como respuesta a las
fuerzas incontrolables, muchas veces negativas.
LA CULTURA BOLAÑOS Y SUS
MANIFESTACIONES RELIGIOSAS
Este pueblo se desarrolló a lo largo del cañón de
Bolaños, ubicado en el norte del estado de Jalisco,
a partir del inicio de la era cristiana hasta alrededor
de 1120 d. C. Su economía se basó principalmente
en el intercambio comercial de productos de consumo generalizado tales como la sal, el maíz y materias primas de consumo diferencial tales como la
concha marina, la obsidiana, el tabaco y la piedra
verde entre otros. La obsidiana, la concha y la piedra verde los convirtieron en herramientas y objetos de prestigio, además de emplearlos en los rituales religiosos (fig. 1).
Alcanzaron una organización social a nivel de
cacicazgo donde existían distintos rangos sociales
bien definidos, encabezados por el gobernante rodeado de su grupo de poder incluidos, posiblemente, los individuos dedicados al culto religioso; les
seguían los artesanos y por último se encontraban
los campesinos que, además de sembrar, se ocupaban como mano de obra.
– 139 –
ADVANCES IN ARCHAEOLOGY 2 (2016) • ISSN 2254–187X
Figura 3. Figurillas elaboradas sobre tiestos y piedra.
Durante el periodo más antiguo acostumbraron a
depositar a sus muertos en tumbas de tiro desplegando una serie de acciones y rituales religiosos con
la finalidad de asegurar que el muerto llegara a su
destino final sin contratiempo. Para ello se acompañaba de comida, bebida y representaciones escultóricas con significado religioso; es decir, seres sobrenaturales que lo protegieran de fuerzas malignas
que impidieran su trayecto hacia su nueva morada.
Durante un segundo periodo, esta costumbre funeraria se sustituyó por los enterramientos directos;
el muerto se depositaba en una fosa cavada directamente en el suelo pero siempre acompañado por
las acciones y rituales religiosos (Cabrero y López
2002).
Las evidencias arqueológicas recuperadas en la
cultura Bolaños señalan la existencia de una religión
que engloba los conceptos anteriormente enumerados; y es dentro de este rubro que se enlazan las
figurillas de piedra y tiestos reutilizados descubiertas durante las excavaciones.
De acuerdo a las características que presentaron,
se dividieron en:
a) Figurillas de piedra con cabeza delimitada por
una incisión y ojos marcados por agujeros redondos (fig. 2).
b) Figurillas de silueta elaboradas sobre tiestos
(fig. 3).
c) Figurilla con brazos resaltados doblados hacia
delante (fig. 4).
d) Figurilla con ojos y boca señalada por agujeros redondos, nariz indicada por una raspadura en la roca y brazos laterales insinuados (fig.
5).
e) Figurillas con nariz sobresaliente (fig. 6).
f) Figurillas con una «V» marcada en la parte media de la cabeza (fig. 7).
a) Las figurillas fueron elaboradas sobre trozos de
rocas sedimentarias (arenisca, yeso) a las que se
les dio la forma de una silueta humana; la cabeza
se delimitó por una incisión lateral y en ocasiones,
además, se marca una línea transversal; los ojos
fueron marcados por dos agujeros redondos; los
miembros inferiores son dos prolongaciones pequeñas de la roca; algunas presentan solo una incisión
que marca la división de los miembros inferiores pero
– 140 –
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Figura 5. Figurilla con ojos, nariz y boca
señalados; y brazos marcados.
Figura 4. Figurilla en piedra con brazos
doblados hacia el frente.
hay dos que muestran una incisión extra entre las
piernas.
b) Las figurillas elaboradas sobre tiestos muestran la cabeza delimitada como las de piedra; carecen de ojos y algunas presentan los miembros inferiores a manera de prolongaciones muy pequeñas.
c) La figurilla con brazos resaltados y doblados
hacia delante presenta la cabeza delimitada por una
incisión que la atraviesa, ojos excavados y redondos; las piernas son dos prolongaciones muy pequeñas señaladas por una incisión central.
d) Único ejemplar de este tipo de figurillas; presenta ojos redondos excavados en la piedra, nariz
resaltada, boca hecha con dos agujeros redondos
excavados en la piedra, brazos insinuados hacia
delante, tórax separado de la parte inferior del cuerpo mediante un rebaje en ambos lados y pies insinuados separados por una incisión central.
e) Hay dos figurillas con nariz sobresaliente; la primera muestra la cabeza delimitada por una mues-
ca lateral en cada lado; tiene dos agujeros redondos por ojos y boca señalada por una hendidura
central; los miembros inferiores se elaboraron mediante dos conos sobresalientes dispuestos hacia
delante. La cabeza de la segunda figurilla se delimitó mediante una muesca lateral en ambos lados,
carece de ojos, la nariz fue resaltada y los miembros inferiores son dos prolongaciones pequeñas
separadas por una incisión central.
f) Se desconoce la intención de marcar una «V»
en la parte media de la cabeza de algunas figurillas
elaboradas en piedra y en tiestos; sin embargo,
deben de tener alguna connotación religiosa. La única mención de este elemento se tiene dentro de la
cultura olmeca, donde Covarrubias (1946: 164-165),
Navarrete (1971: 69-82) y Piña Chan (1993) lo asocian al culto del jaguar, característica inconfundible
en esta cultura. Covarrubias menciona que podría
imitar el surco natural del cráneo del jaguar o ser un
símbolo del contacto entre la divinidad y el hombre
por medio de la mollera o la glándula pineal. Navarrete y Piña Chan lo asocian al dios del maíz y de la
lluvia. En el caso de Bolaños no existe ni la más
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Figura 6. Figurillas con nariz sobresaliente.
remota conexión con los olmecas tanto en cronología (las figurillas de Bolaños son mucho más tardías)
como en distancia y medio ambiente natural.
Como se habrá notado y desde el punto de visto
estético, este tipo de figurillas son muy simples; realmente son siluetas humanas; sin embargo, su función dentro de la sociedad debió de ser importante
desempeñando una finalidad específica que, de
acuerdo al contexto arqueológico donde aparecieron, trataré de inferir. La colección proviene de tres
sitios: El Piñón, Pochotitan y La Mezquitera. El primero representa el centro de control de la región, el
segundo tuvo como función el intercambio de mercancía dentro de la ruta comercial y el tercero constituye un asentamiento habitacional. Como se observa, los tres sitios pertenecen a distinto nivel social,
por lo que nos indica que estas figurillas se emplearon en forma generalizada.
La siguiente inferencia se buscará en el lugar
donde se encontraron. En El Piñón aparecieron en
la estructura considerada como templo (3 y 7), en
el juego de pelota (estructura 8), en el temascal (estructura 9), en la unidad habitacional interpretada
como la vivienda de las personas dedicadas al culto (estructura 5) y en distintas unidades habitacionales que forman parte del centro cívico-ceremonial
(10, 11, 17 y 18), consideradas como habitación, pertenecientes al grupo de poder; en la estructura 14,
considerada como lugar de almacenaje de mercancías foráneas; y en la 19, considerada como habitación de un gobernante.
Figura 7. Figurillas de piedra con una incisión con forma de «V» en la cabeza.
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ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
Tabla 1. Total de la colección.
Figurillas completas de piedra
Piñón: estructuras 7, 3, 11, 9, 18, 8, 14, 5
15
Cabeza y parte del torso de piedra
Piñón: estructuras 5, 8, 10, 11, 17, 18, 19
8
Parte inferior del cuerpo de piedra
Piñón: estructuras 3, 7, 8
7
Figurillas completas de tiestos
Piñón: estructura 18; Mezquitera y Pochotitan
6
Figurillas incompletas de tiestos
Piñón: estructuras 8, 10, 11, 18; Mezquitera y Pochotitan
7
Total
43
En Pochotitan se descubrieron en las estructuras
situadas hacia el oeste (3 y 4, consideradas como
habitaciones de almacenaje de mercancías destinadas al trueque) y en La Mezquitera (casas 1 y 2).
Un dato significativo es la presencia de las figurillas elaboradas en piedra en las estructuras relacionadas con la religión. En El Piñón existe una presencia alta en el templo, el juego de pelota; le sigue
la casa de sacerdotes y por último el temascal. Las
figurillas elaboradas sobre tiestos se encontraron
únicamente en las casas de habitación de los tres
sitios. Lo anterior demuestra, posiblemente, que las
figurillas elaboradas sobre tiestos representaban la
importancia que revestía el conservarlas como símbolo de distinción por haber pasado de un estado
social al siguiente (ritos de paso); mientras que las
figurillas elaboradas sobre piedra podrían estar ligadas con la religión a manera de amuleto u ofrenda
para pedir a las deidades su protección.
PROBABLE CRONOLOGÍA
Tabla 2. Presencia de las figurillas de piedra dentro del sitio.
El Piñón
Templo
8
Juego de pelota
8
Temascal
2
Figurillas elaboradas sobre tiestos
Unidades habitacionales
20
Estructura 5
4
Estructura 10
3
Estructura 11
4
Estructura 14
2
Estructura 17
1
Estructura 18
5
Estructura 19
1
Pochotitan
De acuerdo a la cronología de las estructuras de
los tres sitios, las figurillas aparecieron en ambos
periodos: tumbas de tiro (1-440 d. C.), descubiertas
en La Mezquitera y Pochotitan, y en el segundo periodo (500-1120 d. C.), descubiertas en El Piñón; lo
cual indica que se utilizaron a todo lo largo de la ocupación.
PROBABLE FUNCIÓN
Se puede señalar que la silueta humana elaborada sobre tiestos representó una función específica
dentro de esta sociedad y me atrevo a indicar que
estuvo relacionada con creencias sobrenaturales. Es
decir, su probable función constituyó un amuleto que
marcaba las ceremonias de paso o transición (naci-
Estructura 3
1
Estructura 4
3
La Mezquitera
Casa 1
1
Casa 2
1
miento, adolescencia y alcanzar la madurez del
adulto y casamiento); dicho amuleto se le daría al
iniciado como testigo de pasar de un estado al siguiente. Las figurillas de piedra representarían una
segunda posibilidad enfocada a poseer un amuleto
como protección contra malos espíritus, empleados
por individuos relacionados directamente con la religión (sacerdotes) y específicamente con los juga-
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dores de pelota. La presencia de estas figurillas en
el templo, en la casa donde residían los sacerdotes
y en el juego de pelota sería la preparación o «bendición» a través de ellas como protectoras del mal.
Lo anterior equivaldría en nuestro tiempo y dentro
de la religión católica al uso de «medallas de santos, vírgenes y crucifijos».
A pesar de carecer de sexo marcado, hay una
excepción que muestra una tercera incisión en la
separación de los miembros inferiores; ¿será que
indica el sexo femenino? Si fuera así, se tendría la
evidencia de la importancia que observó la mujer
dentro de esta sociedad y su intervención en la religión. Entre las figurillas huecas provenientes de la
tumbas de tiro, destaca una de sexo femenino con
atributos carentes en las demás; muestra la presencia de un tocado y las piernas semiflexionadas;
¿será una curandera? La figurilla de piedra se encontró en el área del templo, por lo que pienso que
debió de realizar actividades similares a la figurilla
hueca de la tumba de tiro; ambas descubiertas dentro de un contexto religioso (Cabrero y López 1997).
Estas figurillas, tanto en piedra como sobre tiestos, se han encontrado en la costa de Jalisco en las
investigaciones de Joseph Mountjoy (2016, comunicación personal) y J. Carlos Beltrán (1994) en Punta Mita, Nayarit; lugares donde se desconoce también la función que desempeñaron en la sociedad.
CONCLUSIONES
El desconocimiento del comportamiento de una
sociedad prehispánica por falta de registros escritos o por antecedentes arqueológicos resulta un
obstáculo para profundizar acerca de las funciones
reales que sostuvieron determinados objetos que
nos legaron. Tal es el caso de las siluetas humanas
descubiertas en la cultura Bolaños. Sin embargo,
con base en el temor que ha tenido el hombre sobre los fenómenos naturales incontrolables, se ha
protegido en seres sobrenaturales inventados que
le dan seguridad para su vida cotidiana. A ello se
debe la amplia gama de religiones que sustentan su
vulnerabilidad. No bastan sus creencias, requiere
algo tangible que lo proteja. Lo anterior explica las
representaciones materiales a las que les confiere
poderes sobrenaturales, la mayoría a su imagen y
semejanza dado su egocentrismo.
Con base en todo lo anterior, expongo en este
análisis conceptual algunas hipótesis de las funciones que pudieron poseer las siluetas humanas descubiertas en la cultura Bolaños.
Sobre la autora
MARÍA TERESA CABRERO G. (
[email protected]),
Doctora en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es Investigadora
Titular del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de
Ciencias, de la Academia Mexicana de Ciencias
Antropológicas y de la Society for American Archaeology. Ha recibido diversas condecoraciones,
publicando media docena de libros y numerosos artículos científicos.
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WALLACE, A. F. C. 1966. Religion: An Anthropological View.
Nueva York: Random House.
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ACABÓSE DE IMPRIMIR
LA PRIMERA EDICIÓN DE LA MONOGRAFÍA
ARQUEOLOGÍA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO
EL DÍA 17 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2016 EN EL
LABORATORIO DE ARQUEOLOGÍA TEÓRICA,
GRAUS, ESPAÑA.