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POINS BARDOLFO PETO GADSHILL Mozo de cuadra SIRVIENTE ARRIEROS VIAJEROS La POSADERA doña Prisas FRANCisco, mozo de taberna TABERNERO ALGUACIL Lores, mensajeros, soldados, criados y acompañamiento. LA PRIMERA PARTE DE ENRIQUE IV I.i Entran el REY [Enrique], el príncipe Juan de LANCASTER, el Conde de WESTMORELAND, [sir Walter BLUNT] y otros.
Estudios Públicos
Angeles (UCLA). Ha escrito numerosos artículos y ensayos; entre ellos, Invisible Work. Borges and Translation (2002), un libro sobre el papel de la traducción en la obra de Jorge Luis Borges, e "Yves Bonnefoy and Shakespeare as a French Poet", en The Oxford Handbook to Shakespeare's Poetry, editado por Jonathan Post (2013), un ensayo sobre las traducciones
MACBETH, general del ejército escocés BANQUO, general del ejército escocés MACDUFF, noble escocés LENNOX, noble escocés ROSS, noble escocés ANGUS, noble escocés MENTETH, noble escocés CATHNESS, noble escocés FLEANCE, hijo de Banquo SIWARD, Conde de Northumberland, general de las fuerzas inglesas EL JOVEN SIWARD, su hijo HIJO de Macduff SEYTON, ayudante de Macbeth LADY MACBETH LADY MACDUFF Tres BRUJAS, las Hermanas Fatídicas HÉCATE Otras tres brujas Apariciones Un CAPITÁN del ejército escocés Un MÉDICO inglés Un MÉDICO escocés Un PORTERO Un ANCIANO Una DAMA de compañía de Lady Macbeth ASESINOS (de Banquo) ASESINOS (de Lady Macduff e hijos) Nobles, caballeros, soldados, criados, mensajeros y acompañamiento La acción, en Escocia, menos el fin del acto cuarto, que tiene lugar en Inglaterra. ACTO PRIMERO ESCENA I Un lugar abierto. (Truenos y relámpagos. Entran tres Brujas.) BRUJA PRIMERA -¿Cuándo volvemos a vernos? ¿Bajo lluvia, rayo y trueno?
El CORO ROMEO MONTESCO, su padre SEÑORA MONTESCO BENVOLIO, sobrino de Montesco ABRAHAN, criado de Montesco BALTASAR, criado de Romeo JULIETA CAPULETO, Su padre SEÑORA CAPULETO TEBALDO, su sobrino PARIENTE DE CAPULETO El AMA de Julieta PEDRO criado de Capuleto SANSÓN criado de Capuleto GREGORIO criado de Capuleto Della Scala, PRINCIPE de Verona MERCUCIO pariente del Príncipe El Conde PARISpariente del Príncipe PAJE de Paris FRAY LORENZO FRAY JUAN Un BOTICARIO Criados, músicos, guardias, ciudadanos, máscaras, etc. LA TRAGEDIA DE ROMEO Y JULIETA PRÓLOGO [Entra] el CORO . . CORO En Verona, escena de la acción, dos familias de rango y calidad renuevan viejos odios con pasión y manchan con su sangre la ciudad. De la entraña fatal de estos rivales nacieron dos amantes malhadados, cuyas desgracias y funestos males enterrarán conflictos heredados. El curso de un amor de muerte herido y una ira paterna tan extrema que hasta el fin de sus hijos no ha cedido será en estas dos horas . nuestro tema. Si escucháis la obra con paciencia, nuestro afán salvará toda carencia. [Sale.] I.i Entran SANSÓN y GREGORIO, de la casa de los Capuletos, armados con espada y escudo. SANSÓN Gregorio, te juro que no vamos a tragar saliva. GREGORIO No, que tan tragones no somos. SANSÓN Digo que si no los tragamos, se les corta el cuello. GREGORIO Sí, pero no acabemos con la soga al cuello. SANSÓN Si me provocan, yo pego rápido. GREGORIO Sí, pero a pegar no te provocan tan rápido. SANSÓN A mí me provocan los perros de los Montescos. GREGORIO Provocar es mover y ser valiente, plantarse, así que si te provocan, tú sales corriendo. SANSÓN Los perros de los Montescos me mueven a plantarme. Con un hombre o mujer de los Montescos me agarro a las paredes. GREGORIO Entonces es que te pueden, porque al débil lo empujan contra la pared. SANSÓN Cierto, y por eso a las mujeres, seres débiles, las empujan contra la pared. Así que yo echaré de la pared a los hombres de Montesco y empujaré contra ella a las mujeres. GREGORIO Pero la disputa es entre nuestros amos y nosotros, sus criados. SANSÓN Es igual; me portaré como un déspota. Cuando haya peleado con los hombres, seré cortés con las doncellas: las desvergaré. GREGORIO ¿Desvergar doncellas? SANSÓN Sí, desvergar o desvirgar. Tómalo por donde quieras. GREGORIO Por dónde lo sabrán las que lo prueben. SANSÓN Pues me van a probar mientras este no se encoja, y ya se sabe que soy más carne que pescado. GREGORIO Menos mal, que, si no, serías un merluzo. Saca el hierro, que vienen de la casa de Montesco. Entran otros dos criados [uno llamado ABRAHAM . SANSÓN Aquí está mi arma. Tú pelea; yo te guardo las espaldas. GREGORIO ¿Para volver las tuyas y huir? SANSÓN Descuida, que no. GREGORIO No, contigo no me descuido. SANSÓN Tengamos la ley de nuestra parte: que empiecen ellos. GREGORIO Me pondré ceñudo cuando pase por su lado, y que se lo tomen como quieran. SANSÓN Si se atreven. Yo les haré burla . , a ver si se dejan insultar. ABRAHÁN ¿Nos hacéis burla, señor? SANSóN Hago burla. ABRAHÁN ¿Nos hacéis burla a nosotros, señor? SANSÓN [aparte a GREGORIO] ¿Tenemos la ley de nuestra parte si digo que sí? GREGORIO [aparte a SANSÓN] No. SANSÓN No, señor, no os hago burla. Pero hago burla, señor. GREGORIO ¿Buscáis pelea? ABRAHÁN ¿Pelea? No, señor. SANSÓN Mas si la buscáis, aquí estoy yo: criado de tan buen amo como el vuestro. ABRAHÁN Mas no mejor. SANSÓN Pues... Entra BENVOLIO. GREGORIO [aparte a SANSóN] Di que mejor: ahí viene un pariente del amo . . SANSÓN Sí, señor: mejor. ABRAHÁN ¡Mentira! SANSÓN Desenvainad si sois hombres. Gregorio, recuerda tu mandoble. Pelean. BENVOLIO [desenvaina] ¡Alto, bobos! Envainad; no sabéis lo que hacéis. Entra TEBALDO. TEBALDO ¿Conque desenvainas contra míseros esclavos? Vuélvete, Benvolio, y afronta tu muerte. BENVOLIO Estoy poniendo paz. Envaina tu espada o ven con ella a intenta detenerlos. TEBALDO ¿Y armado hablas de paz? Odio esa palabra como odio el infierno, a ti y a los Montescos. ¡Vamos, cobarde! [Luchan.] Entran tres o cuatro CIUDADANOS con palos. CIUDADANOS ¡Palos, picas, partesanas! ¡Pegadles! ¡Tumbadlos! ¡Abajo con los Capuletos! ¡Abajo con los Montescos! Entran CAPULETO, en bata . , y su esposa [la SEÑORA CAPULETO]. CAPULETO ¿Qué ruido es ese? ¡Dadme mi espada de guerra! SEÑORA CAPULETO ¡Dadle una muleta! -¿Por qué pides la espada? Entran MONTESCO y su esposa [la SEÑORA MONTESCO]. CAPULETO ¡Quiero mi espada! ¡Ahí está Montesco, blandiendo su arma en desafío! MONTESCO ¡Infame Capuleto! -¡Suéltame, vamos! SEÑORA MONTESCO Contra tu enemigo no darás un paso. Entra el PRINCIPE DELLA SCALA, con su séquito. PRÍNCIPE ¡Súbditos rebeldes, enemigos de la paz, que profanáis el acero con sangre ciudadana! -¡No escuchan! -¡Vosotros, hombres, bestias, que apagáis el ardor de vuestra cólera con chorros de púrpura que os salen de las venas! ¡Bajo pena de tormento, arrojad de las manos sangrientas esas mal templadas armas y oíd la decisión de vuestro Príncipe! Tres refriegas, que, por una palabra de nada, vos causasteis, Capuleto, y vos, Montesco, tres veces perturbaron la quietud de nuestras calles e hicieron que los viejos de Verona prescindiesen de su grave indumentaria y con viejas manos empuñasen viejas armas, corroídas en la paz, por apartaros del odio que os corroe. Si causáis otro disturbio, vuestra vida será el precio. Por esta vez, que todos se dispersen. Vos, Capuleto, habréis de acompañarme. Montesco, venid esta tarde a Villa Franca . , mi Palacio de Justicia, a conocer mis restantes decisiones sobre el caso. ¡Una vez más, bajo pena de muerte, dispersaos! Salen [todos, menos MONTESCO, la SEÑORA MONTESCO y BENVOLIO]. MONTESCO ¿Quién ha renovado el viejo pleito? Dime, sobrino, ¿estabas aquí cuando empezó? BENVOLIO Cuando llegué, los criados de vuestro adversario estaban enzarzados con los vuestros. Desenvainé por separarlos. En esto apareció el fogoso Tebaldo, espada en mano, y la blandía alrededor de la cabeza, cubriéndome de insultos y cortando el aire, que, indemne, le silbaba en menosprecio. Mientras cruzábamos tajos y estocadas, llegaron más, y lucharon de uno y otro lado hasta que el Príncipe vino y pudo separarlos. SEÑORA MONTESCO ¿Y Romeo? ¿Le has visto hoy? Me alegra el ver que no ha estado en esta pelea. BENVOLIO Señora, una hora antes de que el astro rey asomase por las áureas ventanas del oriente, la inquietud me empujó a pasear. Entonces, bajo unos sicamores que crecen al oeste de Verona, caminando tan temprano vi a vuestro hijo. Fui hacia él, que, advirtiendo mi presencia, se escondió en el boscaje. Medí sus sentimientos por los míos, que ansiaban un espacio retirado (mi propio ser entristecido me sobraba), seguí mi humor al no seguir el suyo . y gustoso evité a quien por gusto me evitaba. MONTESCO Le han visto allí muchas mañanas, aumentando con su llanto el rocío de la mañana, añadiendo a las nubes sus nubes de suspiros. Mas, en cuanto el sol, que todo alegra, comienza a descorrer por el remoto oriente las oscuras cortinas del lecho de Aurora, mi melancólico hijo huye de la luz y se encierra solitario en su aposento, cerrando las ventanas, expulsando toda luz y creándose una noche artificial . . Este humor será muy sombrío y funesto si la causa no la quita el buen consejo. BENVOLIO Mi noble tío, ¿conocéis vos la causa? MONTESCO Ni la conozco, ni por él puedo saberla. BENVOLIO ¿Le habéis apremiado de uno a otro modo? MONTESCO Sí, y también otros amigos, mas él sólo confía sus sentimientos a sí mismo, no sé si con acierto, y se muestra tan callado y reservado, tan insondable y tan hermético como flor comida por gusano antes de abrir sus tiernos pétalos al aire o al sol ofrecerle su hermosura. Si supiéramos la causa de su pena, le daríamos remedio sin espera. Entra ROMEO. BENVOLIO Ahí viene. Os lo ruego, poneos a un lado: me dirá su dolor, si no se ha obstinado. MONTESCO Espero que, al quedarte, por fin oigas su sincera confesión. Vamos, señora. Salen [MONTESCO y la SEÑORA MONTESCO]. BENVOLIO Buenos días, primo. ROMEO ¿Ya es tan de mañana? BENVOLIO Las nueve ya han dado. ROMEO ¡Ah! Las horas tristes se alargan. ¿Era mi padre quien se fue tan deprisa? BENVOLIO Sí. ¿Qué tristeza alarga las horas de Romeo? ROMEO No tener lo que, al tenerlo, las abrevia. BENVOLIO ¿Enamorado? ROMEO Cansado. BENVOLIO ¿De amar? ROMEO De no ser correspondido por mi amada. BENVOLIO ¡Ah! ¿Por qué el amor, de presencia gentil, es tan duro y tiránico en sus obras? ROMEO ¡Ah! ¿Por qué el amor, con la venda en los ojos, puede, siendo ciego imponer sus antojos? ¿Dónde comemos? . . ¡Ah! ¿Qué pelea ha habido? No me lo digas, que ya lo sé todo. Tumulto de odio, pero más de amor. ¡Ah, amor combativo! ¡Ah, odio amoroso! ¡Ah, todo, creado de la nada! ¡Ah, grave levedad, seria vanidad, caos deforme de formas hermosas, pluma de plomo, humo radiante, fuego glacial, salud enfermiza, sueño desvelado, que no es lo que es! Yo siento este amor sin sentir nada en él. ¿No te ríes? BENVOLIO No, primo; más bien lloro. ROMEO ¿Por qué, noble alma? BENVOLIO Porque en tu alma hay dolor. ROMEO Así es el pecado del amor: mi propio pesar, que tanto me angustia, tú ahora lo agrandas, puesto que lo turbas con el tuyo propio. Ese amor que muestras añade congoja a la que me supera. El amor es humo, soplo de suspiros: se esfuma, y es fuego en ojos que aman; refrénalo, y crece como un mar de lágrimas. ¿Qué cosa es, si no? Locura juiciosa, amargor que asfixia, dulzor que conforta. Adiós, primo mío. BENVOLIO Voy contigo, espera; injusto serás si ahora me dejas. ROMEO ¡Bah! Yo no estoy aquí, y me hallo perdido. Romeo no es este: está en otro sitio. BENVOLIO Habla en serio y dime quién es la que amas. ROMEO ¡Ah! ¿Quieres oírme gemir? BENVOLIO ¿Gemir? No: quiero que digas en serio quién es. ROMEO Pídele al enfermo que haga testamento; para quien tanto lo está, es un mal momento. En serio, primo, amo a una mujer. BENVOLIO
Clase del 11 de agosto de 2014 Facultad de Filosofía y Letras (UBA) Prof. Elina Montes [Escriba texto] Tema: Twelfth Night.
Sir Piers EXTON LORD MARISCAL HERALDOS CAPITÁN del ejército galés DAMAS de compañía de la reina JARDINERO AYUDANTES del jardinero CRIADOS CARCELERO de la prisión de Pomfret MOZO de cuadra Nobles, soldados, guardias, acompañamiento. VIDA Y MUERTE DEL REY RICARDO II I.i Entran el rey RICARDO y Juan de GANTE, con otros nobles y acompañamiento. RICARDO Anciano Juan de Gante, venerado Lancaster, ¿has traído a tu audaz hijo, Enrique de Hereford, según tu juramento y compromiso, para que pruebe la violenta acusación, que mis tareas me impidieron atender, contra el Duque de Norfolk, Tomás Mowbray? GANTE Sí, Majestad. RICARDO Dime también: ¿Le has sondeado para ver si acusa al duque por viejo rencor o dignamente, como cumple a un buen vasallo, por hechos conocidos de traición? GANTE Por lo que he podido tantearle, le acusa por un claro peligro contra vos que ha visto en él, no por rencor obstinado. RICARDO Traedlos, pues, a mi presencia. Cara a cara y ceño contra ceño, ante nos libremente hablarán acusador y acusado. Ambos son altivos y, en su ensañamiento, sordos como el mar, prontos como el fuego. Entran BOLINGBROKE y MOWBRAY. BOLINGBROKE ¡Viva muchos años de felices días mi augusto soberano, mi afable Majestad! MOWBRAY ¡Cada día más feliz que el anterior, hasta que el cielo, envidiando la suerte de la tierra, añada un título eterno a vuestra corona! RICARDO Gracias a ambos; mas uno de los dos me adula, a juzgar por el pleito que aquí os trae: acusar de alta traición el uno al otro. Primo Hereford, ¿cuáles son tus cargos contra el Duque de Norfolk, Tomás Mowbray? BOLINGBROKE Primero -el cielo atestigüe mis palabras -, con lealtad fervorosa de vasallo, mirando por la seguridad de mi príncipe y libre de rencores ilegítimos, ante vos comparezco como acusador. -Ahora, Tomás Mowbray, me vuelvo hacia ti, y advierte el tratamiento, pues mis cargos mi cuerpo ha de probarlos en la tierra o mi alma defenderlos en el cielo. Eres un traidor y un desleal, muy noble para serlo y muy ruin para estar vivo: cuanto más claro está el cielo y más relumbra, más horribles son las nubes que lo surcan. Una vez más, agravando tu baldón, hundo en tu garganta el nombre de traidor y, antes de partir, quiero, con la venia, demostrarlo con mi espada justiciera. MOWBRAY Que mi calma no desmienta mi lealtad. No es el forcejeo de una riña de mujeres, el estrépito de lenguas afiladas, lo que va a decidir nuestra querella. Aún hierve la sangre que la muerte ha de enfriar. Mas tampoco puedo blasonar de una dulzura que me hace callar y no decir palabra. Primero, el respeto que os profeso me impide dar rienda y espuela a mi discurso, que volaría para hundir en su garganta, redoblados, esos cargos de traición. Descartando la grandeza de su sangre y cual si no fuera pariente de mi rey, yo aquí le desafío y le escupo, y le llamo ruin, calumniador y cobarde. Para mantenerlo, le daré ventaja y le haré frente, aunque tenga que correr hasta las crestas heladas de los Alpes o cualquier otra tierra inhabitable que nunca inglés alguno haya pisado. Mientras, juro, defendiendo mi lealtad, que ha mentido con rotunda falsedad. BOLINGBROKE Cobarde tembloroso, ahí te arrojo el guante, despojándome de parentesco con el rey y descartando la grandeza de mi sangre, que por miedo y no respeto has invocado. Si el temor culpable te ha dejado fuerzas para coger la prenda de mi honor, agáchate. Por éste y demás ritos de la caballería, con mi brazo he de probarte cuanto he dicho frente a la peor de tus mentiras. MOWBRAY La recojo, y te juro por la espada que noblemente me hizo caballero que voy a responderte conforme a razón o en combate, según manda la caballería. Una vez montado, que yo muerto caiga si soy un traidor o injusta es mi causa. RICARDO ¿Qué le imputa a Mowbray mi pariente? Muy grave ha de ser lo que me transmita una sombra de duda sobre él. BOLINGBROKE Con mi vida responderé de mis palabras: Mowbray ha recibido tres mil libras como adelanto para vuestra real hueste y las ha retenido con fines innobles cual falso y perverso traidor. Además, digo, y lo probaré en combate, aquí o donde sea, hasta el confín más remoto que ojos ingleses hayan divisado, que todas las traiciones de estos dieciocho años fraguadas y urdidas en este país manan y brotan del falso Mowbray. También digo y también me propongo mantenerlo sobre su ruin vida, que él tramó la muerte del Duque de Gloucester, tentó a sus bien dispuestos enemigos y después, cual cobarde y vil traidor, vació su alma inocente en un río de sangre que, como la del inmolante Abel, desde las fosas mudas de la tierra a mí clama justicia y duro castigo. Por mi clara estirpe y por su valía, que lo hará mi brazo o cesará mi vida. RICARDO De muy alto vuelo es su decisión. Tomás de Mowbray, ¿qué dices a esto? MOWBRAY Que mi soberano desvíe la mirada y por un momento haga oídos sordos hasta que le diga a esta infamia de su sangre cuánto odian Dios y el hombre a un vil embustero. RICARDO Mowbray, imparciales son mis ojos y oídos. Aunque él fuera mi hermano o el príncipe heredero, y no el hijo del hermano de mi padre, juro por la obediencia debida a mi cetro que la proximidad a mi sagrada sangre en nada ha de torcer o perturbar la erguida firmeza de mi rectitud. Igual que tú, Mowbray, él es mi vasallo; habla libremente: no tengas reparo. MOWBRAY Entonces, Bolingbroke, desde el fondo del pecho hasta tu falaz garganta, mientes. Tres partes de lo que recibí para Calais las pagué debidamente a los soldados. Me quedé con la otra parte por acuerdo, pues conmigo estaba en deuda nuestro rey por el resto de una cuenta de valor desde que de Francia le traje a su esposa. Trágate tu mentira. Respecto a Gloucester, yo no le maté, aunque, para mi deshonra, descuidé mi lealtad en este caso. -En cuanto a vos, mi señor de Lancaster y honorable padre de mi enemigo, una vez os quise matar en emboscada, pecado que atormenta mi conciencia. Pero antes de tomar el sacramento yo lo confesé, y expresamente pedí vuestro perdón, que espero haber tenido. Ésta es mi culpa. Las demás imputaciones emanan del rencor de un depravado, de un traidor degenerado y cobarde; lo cual defenderé con valentía, y en respuesta arrojo aquí mi guante a los pies de este fatuo desleal para probar mi fe de caballero haciéndole verter su mejor sangre. Vivamente pido, pues siento impaciencia, que mi rey señale el día de la prueba. RICARDO Airados señores, haced lo que os diga: purgad vuestra bilis sin sacaros sangre. Ésta es mi receta, aunque no sea médico, que el hondo rencor saja muy adentro. Haya olvido, paz, perdón y armonía: no es mes, dice el sabio, para las sangrías. Buen tío, que todo vuelva a su principio. Yo calmo al Duque de Norfolk; tú, a tu hijo. GANTE El pacificar, bien le cuadra a un viejo. El guante del duque, hijo, tira al suelo. RICARDO ¡Mowbray, tira el suyo! GANTE Enrique, ¿te obstinas? La obediencia manda que no lo repita. RICARDO ¡Arrójalo, Mowbray! Te lo manda el rey. MOWBRAY Yo me arrojo, Majestad, a vuestros pies. Mandáis en mi vida, pero no en mi honor. Mi vida se os debe; mi buen nombre, no, pues, cuando yo muera, sobrevivirá, y para el oprobio no os lo voy a dar. Me acusan, me afrentan, me hieren el alma con el dardo venenoso de la infamia, cuya sola cura es la sangre del pecho que exhala ponzoña. RICARDO La ira frenemos. Dame el guante: el león doma al leopardo. MOWBRAY Sin cambiar sus manchas. Quitadme el agravio y entregaré el guante. Mi amado señor, en nuestra existencia la joya mayor es un nombre limpio. Si nos lo arrebatan, el hombre no es más que arcilla dorada.
Transform Italia- 3 gennaio 2024, 2024
Renewable Energy and Power Quality Journal, 2007
Multidisciplinary Respiratory Medicine, 2015
Journal of Biomechanics, 2007
Frontiers in Microbiology
American Journal of Preventive Medicine, 2006
Newspaper Research Journal, 2006
Science and Faith in Dialogue. Pierre Teilhard de Chardin and Pavel Florensky (Matarial Conference: “Cardinal Pietro Maffi. Science as an Instrument of Dialogue,” Italy, Pisa, December 10-11, 2004)., 2004
Revista Brasileira de Medicina do Esporte, 2014
Journal of Agricultural Economics and Social Sciences, 2004
Journal des anthropologues, 2006
International journal of Nursing Didactics, 2015