HACIA UNA ESCUELA INCLUSIVA
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
UNA GUÍA DE INTERVENCIÓN EN LA ESCUELA
-1-
-2-
HACIA UNA ESCUELA INCLUSIVA
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
guía práctica
UNA GUÍA DE INTERVENCIÓN EN LA ESCUELA
-3-
-4-
PRESENTACIÓN
4
GRUPO DE TRABAJO
6
INTRODUCCIÓN
7
PRIMERA PARTE: LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA EN LA ETAPA ESCOLAR
11
1. PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
1.1. Conceptualización: consideraciones previas
1.2. Definición y clasificación
1.3. Epidemiología
1.4. Factores de riesgo y protectores
1.5. Modelos psicológicos explicativos
2. REFLEXIONES SOBRE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
3. El MODELO DE INTERVENCIÓN: LA PERSPECTIVA CONDUCTUAL DE
SISTEMAS
13
14
17
27
28
30
41
SEGUNDA PARTE: INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA EN LOS TRASTORNOS
DE LA CONDUCTA
4. CONDUCTAS DISRUPTIVAS, ALUMNOS CON TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
E INTERVENCIÓN EDUCATIVA
5. PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA EN ALUMNOS CON
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
5.1. FASE 1: Recogida de la demanda
5.2. FASE 2: Recogida de información y evaluación
5.3. FASE 3: Intervención
5.4. EVALUACIÓN DEL PROCESO
45
53
55
59
62
63
66
92
6.CONCLUSIONES
93
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
99
ANEXOS:
ANEXO 1: Entrevista con el tutor
ANEXO 2: Entrevista familiar
ANEXO 3: Instrumentos de evaluación del alumno
ANEXO 4: Instrumentos de evaluación familiar
ANEXO 5: Recursos comunitarios
-5-
109
111
117
125
135
141
PRESENTACIÓN
L as
diversas actuaciones que se desarrollan en los centros educativos van encaminadas no sólo
al aprendizaje y adquisición de conocimientos sino muy especialmente al pleno desarrollo de la
personalidad y de las capacidades de los alumnos.
Una de las situaciones de riesgo que puede vulnerar el desarrollo armónico e integral de nuestros
niños y jóvenes viene determinada por un variado conjunto de conductas que por su topografía,
características y consecuencias derivadas, son conceptualizadas bajo el término de trastornos
de la conducta o trastornos de comportamiento perturbador.
Como se indicará más adelante en esta publicación, los trastornos del comportamiento
perturbador suponen uno de los diagnósticos más frecuentes en las unidades de salud mental
infanto-juvenil, donde equivale a algo más de la mitad de las consultas, estimándose su
prevalencia en la población general, según las distintas investigaciones, entre un 2% y un 16 %.
La presencia de este trastorno en nuestros niños y jóvenes puede tener como consecuencia
severas implicaciones en su aprendizaje, éxito escolar y en la adecuada convivencia y relación
social con los compañeros y profesores de sus centros educativos.
Por todo ello podemos felicitarnos por la iniciativa que a través de estas líneas tengo la
oportunidad de presentar. En ella podremos adentrarnos tanto desde el punto de vista teórico
como práctico en el complejo campo de los trastornos de la conducta.
De este modo podemos comprobar como a lo largo de sus páginas nos presentan los autores una
visión actualizada y científica de los aspectos conceptuales de dichos trastornos. Alrededor de
esta problemática suelen confluir diferentes visiones y enfoques que en ocasiones dificultan una
acertada comprensión y explicación de las situaciones planteadas. Así podemos encontrarnos
desde explicaciones casi mágicas y fatalistas a otras de carácter exclusivamente moral. Por ello
la posibilidad de contar con un cuerpo conceptual teórico fuerte puede permitir una concepción
acertada de la naturaleza de estos trastornos y, como consecuencia de ello, adoptar la orientación
necesaria que permita el diseño de las estrategias de intervención más adecuadas.
Por otra parte, los autores de la guía nos presentan un modelo práctico de intervención,
contextualizado a las características organizativas y funcionales de los centros educativos.
Esta aportación, que supone el valor principal de la guía, ha surgido del trabajo conjunto y
colaborador de los autores, todos ellos profesionales de la orientación educativa de nuestra
-6-
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Comunidad Autónoma. A través de un proceso reflexivo y crítico de investigación-acción, han
ido diseñando una propuesta que los autores denominan de «buenas prácticas» en el sentido
de implicar a todos los estamentos de los centros para la intervención con los alumnos que
presentan trastornos de la conducta en los centros educativos. Como decía anteriormente, si
bien contamos con aproximaciones de carácter clínico y ambulatorio en la literatura científica
dedicada a este tema, la propuesta de un modelo desde una perspectiva conductual de sistemas
aplicable en los entornos educativos puede considerarse la aportación original y de mayor valor
de esta publicación.
Tengo la confianza de que los profesionales a los que va destinada esta guía encontrarán en ella
valiosos recursos y propuestas que permitirán abordar esta compleja y difícil problemática en
sus centros educativos, con mayores garantías de implicación y de éxito. Todo ello orientado a
conseguir que nuestras chicas y chicos consigan con la contribución de las acciones educativas
desarrolladas en los centros escolares, el óptimo desarrollo personal y social que les permita
vivir en la nueva sociedad del conocimiento y poder afrontar los retos que de ello se derivan.
DOLORES SERRAT MORÉ
Consejera de Educación, Universidad, Cultura y Deporte
-7-
GRUPO DE TRABAJO
COMPONENTES DE LA REDACCIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO:
Ángel García Romera (coordinador)
• Ana Belén Arnal Gimeno
• Miren Elisabet Bazanbide Bidaburu
• Cristina Bellido Gómez
• M. Belén Civera Marín
• M. Pilar González Ramírez
• Rosa Ana Peña Capapey
• Marta Pérez Aldaz
• M. Aránzazu Vergara Arroniz
COLABORACIÓN ESPECIAL: Gloria Martínez Lanzán, licenciada en Filología Hispánica e Inglesa por la
Universidad de Zaragoza y en Traducción e Interpretación por la Universidad de Valladolid.
AGRADECIMIENTOS: El grupo de redacción quiere agradecer a todos aquellos que han contribuido con
su esfuerzo y dedicación a que sea posible la elaboración y redacción de esta guía:
- Asesoría de Atención a la Diversidad de la Unidad de Programas Educativos del Servicio Provincial
de Zaragoza por favorecer la creación del grupo de trabajo.
- Inmaculada Moreno García (Profesora Titular del Departamento de Personalidad, Evaluación y
Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Sevilla), por el ánimo que ha dado al grupo para seguir
adelante en sus objetivos.
PARTICIPANTES EN EL GRUPO DE TRABAJO, sin cuyas aportaciones hubiera sido imposible esta guía:
• Ricardo Arguís Rey
• Berta María Landa Santesteban
• Silvia Bolea Viñuales
• M. Jesús Larraga Cubero
• Mercedes del Calvario Pérez
• Rafael Lizandra Laplaza
• Elisa Calvo Gómez
• M. Jesús Mainer Casanova
• Lourdes García Pérez
• Irene Martínez Mesas
• M. del Rosario González Parra
• María Morell Sanz
-8-
• M. Ángeles Rivera Moreu
• M. Pilar Rubio Moreno
• M. Dolores Rubio Rubio
• Raquel Sastre Espallargas
• M. Ángela Simón Rubio
• Silvia Torguet Sabes
• Estrella Vargas Simal
INTRODUCCIÓN
00
-9-
INTRODUCCIÓN
L os denominados problemas de conducta se están convirtiendo en una fuente de preocupación
para las familias, la escuela y la sociedad en general. Aparecen cuando los niños –o adolescentestienen que cumplir ciertas normas y someterse a un cierto grado de disciplina (Díaz, Jordán,
Vallejo y Comeche, 2006) que les suponga no conseguir una satisfacción inmediata.
Algunas conductas de oposición son, en determinados momentos, importantes para el desarrollo
y la formación de la propia identidad y la adquisición de habilidades de autocontrol y desarrollo
personal. Sin embargo, hay niños y niñas en los que la frecuencia y la intensidad de sus emociones
están claramente por encima de lo que podría considerarse normal para su edad o grupo de
referencia.
La mayor parte de los problemas de conducta que muestran los niños pueden explicarse como
un desajuste dentro de su contexto familiar, escolar o social, pero si éste permanece en el
tiempo, los niños que lo presentan pueden ser señalados como problemáticos con la consiguiente
etiqueta que, además, suele ir acompañada de otros problemas que dificultarán las posibilidades
de adaptación y normalización de su desarrollo.
Los cambios sociales de valores y normas se producen actualmente a una velocidad vertiginosa.
Están en alza el individualismo y la consecución del bienestar inmediato y permanente mientras
que el esfuerzo y el trabajo a largo plazo están claramente a la baja. Como consecuencia,
suele aparecer una escasa resistencia a la frustración que puede desencadenar conductas de
descontrol en el ámbito familiar, escolar y social. Esta situación es uno de los factores que está
generando un incremento constante de alumnado con problemas de conducta o emocionales
que interfieren en su desarrollo educativo afectando de manera relevante al profesorado y a
sus propios compañeros.
Por otra parte, la gravedad o intensidad de los problemas de conducta es amplia y va desde
problemas cotidianos más o menos intensos o incómodos hasta los desórdenes del comportamiento recogidos en las clasificaciones internacionales. Gran parte de estos problemas se presenta
ya desde la infancia y en muchos de ellos puede observarse la progresión de su gravedad. Por
tanto, las pautas educativas y los momentos de intervención son un elemento importante en
la prevención o desarrollo de dichos problemas. Esta guía está diseñada para abordar estos
problemas.
- 10 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
El abordaje de los niños con desórdenes de la conducta o comportamiento perturbador es
siempre complejo y en la mayoría de los casos constituye un reto. Las dificultades se presentan
en muchos ámbitos: situaciones y problemas en general complicados, falta de cooperación
de los propios niños y de los adultos implicados o escaso apoyo institucional, entre otros. Las
intervenciones suelen ser largas y costosas ya que suponen un cambio en las actitudes y en
los patrones de comportamiento. Además, los profesionales implicados no siempre tienen la
preparación suficiente ni pueden dedicar el tiempo y la atención necesarios. Sin embargo, el
tratamiento de esta problemática supone una oportunidad para el cambio y una mejora tanto
para el niño como para los compañeros y adultos que conviven con él.
Las intervenciones en los problemas de conducta requieren un trabajo coordinado y conjunto por
parte de todos los agentes implicados en el desarrollo psicosocial del niño. En el nivel preventivo
son necesarias actuaciones y programas dirigidos a los padres y al ámbito escolar que faciliten
al niño un entorno sano y acogedor. Estos programas suelen ser efectivos, sobre todo los que
se basan en datos empíricos (Kazdin, 1995; Kazdin y Buela–Casal, 1994), y están encaminados a
mejorar el autocontrol, prevenir la violencia, promocionar estrategias adecuadas de resolución
de conflictos, desarrollar un autoconcepto positivo, mejorar la competencia social y escolar e
incrementar la tolerancia y el respeto a la diversidad.
Cuando se presenta el problema, la intervención dependerá de diversos aspectos y circunstancias tales como la edad del niño, su estado general, los síntomas que aparecen además
de la topografía y funcionalidad de las conductas. Los objetivos de la intervención irán
encaminados a aumentar la competencia del niño para resolver sus propios problemas, mejorar
sus habilidades comunicativas y manejar sus conductas impulsivas. Por lo que respecta a la
familia, las intervenciones se dirigirán a introducir cambios en la dinámica familiar, mejorar la
comunicación entre sus miembros y reducir las conductas desadaptadas. En el contexto escolar,
las actuaciones se encaminarán a incrementar las habilidades comunicativas del profesorado
respecto a las relaciones con sus alumnos, así como a aumentar el conocimiento y competencia
en la identificación y el manejo de los problemas de conducta de manera eficaz. Al mismo
tiempo será necesario desarrollar un trabajo específico con el grupo de compañeros que, inevitablemente, están implicados en el problema. Esta mejora de la socialización en el grupo es
algo indispensable ya que, en definitiva, los problemas de comportamiento suponen un fracaso
en el proceso de socialización del individuo. Este tipo de intervención se convertirá en una
poderosa herramienta en la prevención y el manejo de los problemas de conducta.
- 11 -
INTRODUCCIÓN
Esta guía consta de dos partes bien diferenciadas: en la primera se expone la definición de
los trastornos de conducta siguiendo las clasificaciones internacionales, su epidemiología,
prevalencia, factores de riesgo y algunos modelos psicológicos explicativos y se concluye con un
modelo teórico denominado «perspectiva conductual de sistemas» desde el que se propone una
intervención contextualizada y dirigida al centro escolar en el que haya alumnos con desórdenes
de la conducta. En la segunda parte se hace un primer planteamiento para diferenciar entre
alumnos con conductas problemáticas o trastornos de conducta y tomar decisiones al respecto.
Se continúa con la descripción de un modelo de intervención que los autores han denominado
de «buenas prácticas» y un protocolo de intervención detallado y secuencial que pretende ser
un recurso para la intervención educativa con niños que presentan trastornos de conducta
Los autores han planteado una intervención educativa en el centro escolar con los alumnos con
desórdenes de conducta en la que puede y debe trabajarse conjuntamente con otros estamentos
y especialistas a la hora de abordar esta problemática tan compleja, preocupante y retadora
para la convivencia escolar.
La finalidad última de esta guía es proporcionar a los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica (EOEP) y a los Servicios de Orientación de los Centros que actúan en las diferentes
etapas educativas un protocolo de intervención que sea de utilidad y guíe su actuación en
situaciones de conflicto con alumnos con trastornos de la conducta (TC) que se plantean cada
vez con mayor frecuencia en los centros educativos.
Esta guía va acompañada de unos anexos en los que se incluyen otros documentos complementarios que pueden servir de recursos para ayudar a los profesionales que intervienen en los
centros educativos en los que pueda presentarse esta problemática.
- 12 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
PRIMERA PARTE:
LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
EN LA ETAPA ESCOLAR
- 13 -
- 14 -
PANORAMA GENERAL DE
LOS TRASTORNOS DE
CONDUCTA
01
- 15 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
E n esta primera parte se recogen y resumen algunos de los aspectos más relevantes de los
desórdenes de la conducta y del comportamiento perturbador. Se han seguido las publicaciones
de distintos especialistas que los autores de esta guía consideran más significativas dentro del
modelo cognitivo-conductual.
Se describen las características de los trastornos perturbadores de la conducta según los
criterios de las clasificaciones internacionales. Posteriormente se incluyen algunos de los
modelos psicológicos explicativos de estas conductas y se finaliza con la exposición del
modelo denominado «perspectiva conductual de sistemas», que los autores han considerado
más adecuado y que guía la intervención psicopedagógica en el centro educativo.
2005; Méndez, Espada, y Orgilés, 2006).
Entre estos factores figuran la edad del niño,
su nivel de desarrollo cognitivo, su ambiente
familiar y otros aspectos socioculturales.
1.1. CONCEPTUALIZACIÓN. CONSIDERACIONES PREVIAS
1.1.1. DESARROLLO Y FACTORES INFLUYENTES
EN LA PERCEPCIÓN DEL TRASTORNO
Las conductas valoradas como síntomas
de un trastorno en una determinada edad
pueden ser evaluadas como normales en
otra. De la misma manera, conductas potencialmente problemáticas suelen presentarse
en distinto grado a lo largo del tiempo y su
manifestación varía en función de la edad.
Los
trastornos
del
comportamiento
perturbador –trastornos de la conducta– en
la infancia y en la adolescencia engloban
un conjunto de conductas que implican
oposición a las normas sociales y a los
avisos de las figuras de autoridad, cuya
consecuencia más destacada es el fastidio o
la perturbación, más o menos crónica, de la
convivencia con otras personas: compañeros,
padres, profesores y personas desconocidas
(Fernández y Olmedo, 1999).
La edad y el nivel de desarrollo cognitivo
influyen en la forma en la que un determinado
comportamiento es percibido e interpretado
por los adultos. Por ejemplo, es poco
probable que las conductas agresivas de
niños de dos o tres años sean percibidas por
sus padres de manera problemática (Díaz
et al., 2006). Los padres de niños de dos o
tres años suelen quejarse de las rabietas,
pataletas o agresiones de sus hijos, pero las
consideran algo transitorio, contrariamente
En la definición de estos trastornos influyen
una serie de factores propios de la psicopatología infantil que complican la caracterización de los problemas, su curso y su
resultado final (Luciano, 1997; Olivares
y Mendez, 1998; Mash y Graham, 2001;
Moreno, 2002, 2005; Díaz y Díaz-Sibaja,
- 16 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
a lo que suele suceder cuando los niños son
mayores (Fernández y Olmedo, 1999).
existe otro factor a tener en cuenta: algunas
conductas problemáticas son características de una etapa concreta en el desarrollo
normal del niño y tienden a desaparecer en
momentos evolutivos más avanzados.
Otro de los factores que influye en la
valoración de la existencia de un trastorno
de conducta en los hijos es la familia. Una
buena parte de los niños que acuden a una
consulta especializada lo hacen porque sus
padres, un profesor o un médico han mostrado
algún tipo de preocupación por ellos (Moreno
2002, 2005). En la mayoría de los casos, el
niño no suele tener conciencia del problema
ni experimentar problema alguno. El grado
de tolerancia de los padres hacia este tipo
de conductas es muy variable: algunos
padres son capaces de justificar una serie
de comportamientos destructivos, agresivos
e inadecuados como algo «propio de los
niños», mientras que otros son incapaces de
aceptar la más mínima pataleta o un simple
desafío de un niño pequeño y solicitan ayuda
profesional inmediatamente. Por tanto, la
tolerancia de los padres, su estilo educativo
y sus habilidades para hacer frente a estas
situaciones desempeñan un papel relevante
en la propia definición de los problemas
infantiles.
Las conductas antisociales que surgen de
manera aislada no suelen tener significación
clínica ni social para la mayoría de los
niños. Sin embargo, si esas conductas se
presentan de manera extrema y no remiten
con el tiempo pueden tener repercusiones
importantes tanto para el niño como para
su entorno. Uno de los requisitos más
determinantes que permite hablar de un
problema de conducta es el mantenimiento
en el tiempo de estas conductas antisociales
aunque en su inicio se hayan considerado
dentro de los límites de la normalidad. La
persistencia en el tiempo de estas conductas
lleva implícita su intensificación y su
carácter extremo como consecuencia de las
nuevas condiciones de desarrollo del niño y
del adolescente y por la relevancia social y
legal que éstas puedan tener.
En definitiva, la mayoría de los niños muestra
en algún momento y circunstancia conductas
desadaptadas. El diagnóstico de trastorno
de conducta se atribuirá a aquellos niños
que exhiban pautas extremas de dichas
conductas. En concreto, se aplicará a niños
y adolescentes que evidencien de manera
frecuente conductas antisociales, a aquéllos
que muestren un desajuste significativo en el
1.1.2. DESARROLLO NORMAL Y CONDUCTAS
PERTURBADORAS
La definición de las conductas perturbadoras
va a depender, por un lado, de la edad del
niño y, por otro, de la valoración que realicen
los padres u otros adultos significativos. Pero
- 17 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
funcionamiento diario en casa, en el colegio
y a aquéllos que son considerados como incontrolables por padres y profesores.
del curso del desarrollo normal.
Además, hay que considerar que ciertas
conductas perturbadoras cumplen una
función en las distintas etapas del desarrollo
(Díaz y Díaz-Sibaja, 2005). La consecución
de la independencia es una de las tareas
evolutivas de la primera infancia. Los niños
experimentan el cambio que va de ser
dependientes a ser unos niños verbales,
dinámicos, exploradores del mundo que les
rodea y actores fuera del ámbito familiar.
El desarrollo cognitivo del niño es rápido,
desarrolla el concepto de sí mismo, aprende
que sus conductas tienen consecuencias en
los demás y comprueba sus propios límites.
Los padres potencian la independencia en
ciertos hábitos y áreas, pero su autonomía en
otras puede ser vivida como problemática.
Estos criterios no formales son los que,
en muchas ocasiones, deberían tenerse
en cuenta, ya que los estudios realizados
hasta el momento no dejan clara la
prevalencia de determinadas conductas
en periodos específicos del desarrollo,
aunque sí han permitido deducir algunas
conclusiones: por una parte, a conductas
oposicionistas –habituales en ciertos
momentos del desarrollo– no se les puede
atribuir significación clínica o legal, ni
son predictivas de patologías posteriores
a pesar de darse con cierta intensidad en
algunos momentos; por otra parte, algunas
conductas antisociales declinan a lo largo
- 18 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
1. 2. DEFINICIÓN. CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
adolescencia (Z 72.8), trastorno negativista
desafiante (F 91.3) y trastorno disocial (F
91.8).
La categorización del «trastorno del comportamiento perturbador en la infancia y
adolescencia» hace referencia a la presencia
de un patrón de conducta persistente,
repetitivo e inadecuado a la edad del menor.
Se caracteriza por el incumplimiento de las
normas sociales básicas de convivencia y
por la oposición a los requerimientos de las
figuras de autoridad, generando un deterioro
en las relaciones familiares o sociales
(Fernández y Olmedo, 1999).
Aunque todos los problemas indicados más
arriba pueden ser, y de hecho son, objeto
de intervención clínica, el negativismo
desafiante y el trastorno disocial son los
trastornos que mayor repercusión social
tienen y, debido a sus características y
consecuencias, constituyen los diagnósticos
más frecuentes en las unidades de salud
mental y en las consultas especializadas.
No todos los comportamientos perturbadores
son similares ni tienen la misma intensidad.
Las conductas englobadas en estas categorías
son muy dispares: agresión física o verbal,
desobediencia, absentismo escolar, consumo
de drogas o robos. Muchos investigadores consideran que existe un continuo en
cuanto a intensidad, severidad, frecuencia
y cronicidad de las conductas incluidas
dentro del trastorno del comportamiento
perturbador. En este sentido, las clasificaciones internacionales (DSM y CIE), a pesar
de ser clasificaciones de tipo categorial,
reflejan en cierta medida la existencia de
este continuo al distinguir entre cuatro
trastornos dentro de esta categoría, que, de
menor a mayor gravedad, pueden ordenarse
así: problemas paterno-filiales (Z 63.1, si el
objeto de la atención clínica es el menor),
comportamiento antisocial en la niñez o
1. 2. 1. TRASTORNO NEGATIVISTA
DESAFIANTE. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este trastorno se engloba, en el DSM-IV-TR,
dentro de una categoría diagnóstica más
amplia que, bajo el epígrafe de «Trastornos
por déficit de atención y comportamiento perturbador» incluye –además del ya
mencionado– el trastorno por déficit de
atención con hiperactividad y el trastorno
disocial. Los criterios establecidos para este
trastorno son los siguientes:
- 19 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
TABLA 1.1. CRITERIOS PARA EL DIAGNÓSTICO DEL TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE.
DSM-IV-TR (APA, 2002).
A. Un patrón de comportamiento negativista hostil y desafiante que dura por lo menos
seis meses, estando presentes cuatro (o más) de los siguientes comportamientos:
1. a menudo se encoleriza e incurre en pataletas;
2. a menudo discute con adultos;
3. a menudo desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir órdenes;
4. a menudo molesta deliberadamente a otras personas;
5. a menudo acusa a otros de sus errores o mal comportamiento;
6. a menudo es susceptible o fácilmente molestado por otros;
7. a menudo es colérico y resentido;
8. a menudo es rencoroso o vengativo.
Nota: Considerar que se cumple un criterio sólo si el comportamiento se presenta con
más frecuencia de la observada en sujetos de edad y nivel de desarrollo comparables.
B. El trastorno de conducta provoca deterioro clínicamente significativo en la actividad
social, académica o laboral.
C. Los comportamientos en cuestión no aparecen exclusivamente en el transcurso de un
trastorno psicótico o un trastorno del estado de ánimo.
D. No se cumplen los criterios de trastorno disocial y, si el sujeto tiene 18 años o más,
tampoco los de trastorno antisocial de la personalidad.
La CIE 10 (OMS, 1992) considera los trastornos del comportamiento perturbador como
una categoría única que incluye el trastorno disocial limitado al contexto familiar en niños
socializados, en niños no socializados, y donde incluye lo que denomina «trastorno disocial
desafiante y oposicionista».
- 20 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
TABLA 1.2. TRASTORNO DISOCIAL DESAFIANTE Y OPOSICIONISTA. CIE 10 (OMS, 1992; 2001).
El trastorno disocial es característico de niños con edades por debajo de los 9 ó 10
años. Viene definido por la presencia de un comportamiento marcadamente desafiante,
desobediente y provocador y por la ausencia de otros actos disociales o agresivos más
graves que violan la ley y los derechos de los demás. El trastorno requiere que se satisfagan
las pautas generales de F91.0. Un comportamiento malicioso o travieso grave no es en
sí mismo suficiente para el diagnóstico. Muchos autores consideran que las formas de
comportamiento de tipo oposicionista desafiante representan una forma menos grave
de trastorno disocial, más que un tipo cualitativamente distinto. No hay datos experimentales sobre si la diferencia es cuantitativa o cualitativa. Sin embargo, los hallazgos
actuales sugieren que si se tratara de un trastorno distinto, éste se manifestaría principal
o únicamente en los niños más pequeños. Esta categoría debe utilizarse con cautela,
sobre todo, con los niños de mayor edad. Los trastornos disociales clínicamente significativos en los niños mayores suelen acompañarse de un comportamiento disocial o agresivo
que va más allá del desafío, la desobediencia o la subversión, aunque con frecuencia
suele precederse de un trastorno disocial oposicionista en edades más tempranas. Esta
categoría se incluye para hacerse eco de la práctica diagnóstica habitual y facilitar la
clasificación de los trastornos que aparecen en los niños pequeños.
PAUTAS PARA EL DIAGNÓSTICO
A. Deben cumplirse los criterios generales para el trastorno disocial F91.
B. Deben estar presentes cuatro o más síntomas del criterio G1 de F91 aunque no
pueden estar presentes más de dos síntomas de los ítems 9-23.
C. Los síntomas del criterio B deben ser maladaptativos o inadecuados para el nivel de
desarrollo del niño.
D. Al menos cuatro de los síntomas deben estar presentes durante seis meses como
mínimo.
- 21 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
El rasgo esencial de este trastorno es una forma de comportamiento persistentemente negativista, hostil, desafiante, provocador y subversivo que está claramente
fuera de los límites normales del comportamiento de los niños de la misma edad y
contexto sociocultural y que no incluye las violaciones más importantes de los derechos
ajenos que se reflejan en el comportamiento agresivo y disocial especificado para las
categorías de trastornos disociales F91.0 a F91.2. Los niños con este trastorno tienden
frecuentemente a oponerse activamente a las peticiones o reglas de los adultos
y a molestar deliberadamente a otras personas. Suelen tender a sentirse enojados,
resentidos y fácilmente irritados por aquellas personas que los culpan de sus propios
errores o dificultades. Generalmente tienen una baja tolerancia a la frustración y
pierden el control fácilmente. Lo más característico es que sus desafíos sean en forma
de provocaciones que dan lugar a enfrentamientos. Por lo general, se comportan con
niveles excesivos de grosería y falta de colaboración resistencia a la autoridad.
Este tipo de comportamiento suele ser más evidente en el contacto con los adultos o
compañeros que el niño conoce bien y los síntomas del trastorno pueden no manifiestarse
durante una entrevista clínica.
La diferencia clave con otros tipos de trastornos disociales radica en la ausencia de
violación de las leyes o de los derechos fundamentales de los demás, tales como el
robo, la crueldad, la intimidación, el ataque o la destrucción. La presencia definitiva
de cualquiera de estas formas de comportamiento excluye el diagnóstico. Sin embargo,
el comportamiento disocial oposicionista-desafiante, tal y como se ha perfilado en el
párrafo anterior, se encuentra con frecuencia en otros trastornos disociales.
De acuerdo con las definiciones, ambas clasificaciones coinciden en señalar que los
síntomas de este trastorno son el resultado
de una mala adaptación e inadecuación en el
desarrollo psicosocial normalizado del niño
y establecen una serie de criterios para el
diagnóstico diferencial.
Respecto al diagnóstico diferencial con el
trastorno disocial, ambas clasificaciones
consideran que los síntomas del trastorno
negativista desafiante son de menor gravedad
y no incluyen agresiones hacia otras personas
o animales, destrucción de la propiedad,
robos o fraudes.
- 22 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Así mismo, este trastorno debe diferenciarse
del comportamiento perturbador debido a
la desatención y la impulsividad propia del
trastorno por déficit de atención con hiperactividad. En el caso de que coexistan
los dos trastornos, deben diagnosticarse
ambos.
En cuanto al diagnóstico diferencial con los
trastornos del estado de ánimo, existe una
clara discrepancia entre ambas clasificaciones. El DSM-IV-TR considera que el trastorno
negativista desafiante es una característica
comúnmente asociada a los trastornos del
estado de ánimo en niños y adolescentes
y, por lo tanto, no debe ser diagnosticado
separadamente si los síntomas aparecen
exclusivamente en el transcurso de este
trastorno. Por su parte, la CIE 10 establece
una categoría diagnóstica «trastorno disocial
depresivo» para hacer referencia a la
combinación que habitualmente se produce
entre los comportamientos agresivos,
disociales o retadores y los síntomas de las
alteraciones del estado de ánimo.
1.2.2. TRASTORNO DISOCIAL. CRITERIOS
DIAGNÓSTICOS. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Como se ha indicado anteriormente, el
DSM-IV-TR engloba este trastorno dentro
de la categoría diagnóstica de «trastornos
por déficit de atención y comportamiento
perturbador». Los criterios para establecer
este trastorno son los siguientes:
- 23 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
TABLA 1.3. CRITERIOS PARA EL DIAGNÓSTICO DEL TRASTORNO DISOCIAL SEGÚN EL DSM-IV-TR (APA, 2002)
A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos
de otras personas o normas sociales importantes propias de la edad, manifestándose
por la presencia de tres (o más) de los siguientes criterios durante los últimos 12
meses y, como mínimo, de un criterio durante los últimos 6 meses.
Agresión a personas y animales:
1. a menudo fanfarronea, amenaza o intimida a otros;
2. a menudo inicia peleas físicas;
3. ha utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras personas (p. ej.,
bate, ladrillo botella rota, navaja, pistola);
4. ha manifestado crueldad física con personas;
5. ha manifestado crueldad física con animales;
6. ha robado enfrentándose a la víctima (p. ej., ataque con violencia, arrebatar bolsos,
extorsión, atraco a mano armada);
7. ha forzado a alguien a una actividad sexual.
Destrucción de la propiedad
8. ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar daños graves;
9. ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas (distinto de provocar
incendios).
Fraudulencia o robo
10. ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra persona;
11. a menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar obligaciones (es decir,
«tima» a otros);
12. ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima (p. ej., robos
en tiendas, pero sin allanamiento o destrozos; falsificaciones).
- 24 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Violaciones graves de normas
13. a menudo permanece fuera de casa de noche a pesar de las prohibiciones paternas,
iniciando este comportamiento antes de los 13 años de edad;
14. se ha escapado de casa durante la noche por lo menos dos veces, viviendo en casa
de sus padres o en un hogar sustitutivo (o sólo una vez sin regresar durante un largo
periodo de tiempo);
15. suele hacer novillos en la escuela, iniciando esta práctica antes de los 13 años.
B. El trastorno disocial provoca deterioro clínicamente significativo de la actividad
social, académica o laboral
C. Si el individuo tiene 18 años o más, no cumple criterios de trastorno antisocial de
la personalidad
Calificar en función de la edad de inicio:
Trastorno disocial, tipo de inicio infantil: se inicia por lo menos una de las características-criterio del trastorno disocial antes de los 10 años de edad.
Trastorno disocial, tipo de inicio adolescente: ausencia de cualquier característicacriterio del trastorno antes de los 10 años de edad.
Trastorno disocial, tipo de inicio no especificado: no se sabe la edad de inicio.
Especificar la gravedad:
Leve: pocos o ningún problema de comportamiento exceden de los requeridos para
establecer el diagnóstico y los problemas de comportamiento sólo causan daños
mínimos a otros (p. ej., mentir, hacer novillos, salir fuera de noche sin permiso)
Moderado: el número de problemas de comportamiento y su efecto sobre otras
personas son intermedios entre «leves» y «graves (p. ej., robos con enfrentamiento
con la víctima, vandalismo)
Grave: varios problemas de comportamiento exceden de los requisitos para establecer
el diagnóstico o los problemas de comportamiento causan daños considerables a
otros (p. ej., violación, crueldad física, uso de armas, robos con enfrentamiento con
la víctima, destrozos y allanamientos)
- 25 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
Por otro lado, la CIE 10 define el trastorno disocial prácticamente igual que el DSM-IV-TR
enfatizando que estos comportamientos exceden de la simple «maldad» infantil y de la rebeldía
adolescente.
TABLA 1.4. CRITERIOS PARA EL DIAGNÓSTICO DEL TRASTORNO DISOCIAL SEGÚN LA CIE 10
(OMS, 1992; 2001).
G1. Patrón de conducta repetitivo y persistente que conlleva la violación de los
derechos básico de los demás o de las normas sociales básicas apropiadas a la edad
del paciente. La duración debe ser de al menos 6 meses, durante los cuales algunos
de los siguientes síntomas están presentes (véanse las subcategorías particulares
para los requerimientos en cuanto al número de síntomas).
Nota: los síntomas 11, 13, 15, 16, 20, 21 y 23 necesitan que se produzcan sólo una vez
para que se cumpla el criterio.
El individuo presenta:
1. Rabietas excepcionalmente frecuentes y graves para la edad y el desarrollo del niño.
2. Frecuentes discusiones con los adultos.
3. Desafíos graves y frecuentes a los requerimientos y órdenes de los adultos.
4. A menudo hace cosas para molestar a otras personas de forma aparentemente
deliberada.
5. Con frecuencia culpa a otros de sus faltas o de su mala conducta.
6. Es quisquilloso y se molesta fácilmente con los demás.
7. A menudo está enfadado o resentido.
8. A menudo es rencoroso y vengativo.
9. Miente con frecuencia y rompe promesas para obtener beneficios y favores o para
eludir obligaciones.
10. Inicia con frecuencia peleas físicas (sin incluir peleas con sus hermanos).
- 26 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
11. Ha usado alguna vez un arma que puede causar serios daños físicos a otros (p. ej.,
bates, ladrillos, botellas rotas, cuchillos, armas de fuego).
12. A menudo permanece fuera de casa por la noche a pesar de la prohibición paterna
(desde antes de los trece años).
13. Crueldad física con otras personas (p. ej., ata, corta o quema a sus víctimas)
14. Crueldad física con los animales.
15. Destrucción deliberada de la propiedad ajena (diferente a la provocación de
incendios).
16. Incendios deliberados con la intención de provocar serios daños.
17. Robos de objetos de un valor significativo sin enfrentarse a la víctima, bien en el
hogar o fuera de él (p. ej., en tiendas, casas ajenas, falsificaciones).
18. Ausencias reiteradas al colegio que comienzan antes de los trece años.
19. Abandono del hogar al menos en dos ocasiones o en una ocasión durante más de una
noche (a no ser que esté encaminado a evitar abusos físicos o sexuales).
20. Cualquier episodio de delito violento o que implique enfrentamiento con la víctima
(p. ej., tirones, atracos, extorsión).
21. Forzar a otra persona a tener relaciones sexuales.
22. Intimidaciones frecuentes a otras personas (p. ej., infligir dolor o daño deliberados,
incluyendo intimidación persistente, abusos deshonestos o torturas).
23. Allanamiento de morada o del vehículo de otros.
G2.El trastorno no cumple criterios para trastorno disocial de la personalidad,
esquizofrenia, episodio maníaco, episodio depresivo, trastorno generalizado del
desarrollo o trastorno hiperactivo. (Si cumple los criterios para el trastorno de las
emociones, el diagnóstico deberá ser de trastorno mixto disocial y de las emociones).
Se recomienda especificar la edad de comienzo:
Inicio en la infancia: Al menos un síntoma disocial comienza antes de los 10 años.
Inicio en la adolescencia: No se presentan síntomas disociales antes de los 10 años.
- 27 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
Como se ha comentado más arriba, la CIE
10 considera el trastorno disocial como una
categoría diagnóstica única. Incluye distintos
subtipos que dependerán de la gravedad,
del ámbito donde se producen dichos comportamientos y de la presencia de relaciones
de amistad que la persona mantiene con sus
compañeros. Añade los siguientes subtipos:
- Trastorno disocial desafiante y oposicionista:
comentado anteriormente y que se
corresponde con el trastorno negativista
desafiante del DSM-IV-TR.
También, la CIE 10, coincide con el DSM-IV-TR
en la diferenciación entre el tipo de inicio
infantil o adolescente, así como en su
gravedad (leve, moderada, grave).
- Trastorno disocial limitado al ámbito
familiar: el comportamiento disocial se limita
casi exclusivamente al hogar o a las relaciones
con miembros de la familia nuclear.
El diagnóstico diferencial del trastorno
disocial desafiante y oposicionista se lleva
a cabo teniendo en cuenta la gravedad de
los comportamientos manifestados. Los
referidos al trastorno disocial desafiante son
de menor gravedad y no incluyen agresiones
hacia otras personas o animales, destrucción
de la propiedad o fraudes. Si se cumplen
ambos trastornos, predomina el trastorno
disocial.
- Trastorno disocial en niños no socializados: el
comportamiento disocial lo presentan menores
con una profunda dificultad para establecer
relaciones personales con chicos o chicas.
- Trastorno disocial en niños socializados: este
subtipo se refiere a las personas que, aún
presentando comportamientos disociales, se
encuentran bien integrados en su grupo de
referencia.
En cuanto al diagnóstico diferencial respecto
a los trastornos del estado de ánimo, la CIE
10 establece la categoría diagnóstica de
«trastorno disocial depresivo» para referirse
a la combinación que se da con frecuencia
entre los componentes agresivos, disociales
o retadores y los síntomas de las alteraciones
del estado de ánimo. También se distingue
del trastorno por déficit de atención con
hiperactividad ya que en este trastorno los
comportamientos no van dirigidos a violar
intencionadamente las normas sociales.
Ambos pueden coexistir y, si se dan, deben
ser diagnosticados.
- 28 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
1. 3. EPIDEMIOLOGÍA
Prácticamente todos los investigadores
coinciden en la existencia de un continuo que
va desde la normalidad hasta los trastornos
disociales, pasando por los problemas de
conducta propios del desarrollo evolutivo
normal del niño, los problemas paternofiliales, los comportamientos antisociales
en la niñez o la adolescencia y el trastorno
negativista desafiante. Los factores que
determinarán la presencia y significación de un
trastorno clínico serán la edad, la frecuencia y
la intensidad de las conductas. Por ejemplo, el
trastorno negativista desafiante suele iniciarse
antes de los 8 años de edad, se mantiene de
forma gradual durante meses o años con
conductas leves o poco frecuentes y posteriormente se produce una mayor frecuencia y generalización desde el entorno familiar a otros
contextos, convirtiéndose en un trastorno
del comportamiento. No obstante, no todos
los trastornos negativistas desafiantes se
convierten en trastornos disociales, aunque
sí una cierta proporción. En estos casos habrá
que tener en cuenta los factores de riesgo y los
factores protectores así como una intervención
adecuada cuando se produzcan los problemas.
Como ya se ha apuntado, los trastornos del
comportamiento perturbador suponen uno de
los diagnósticos más frecuentes en las unidades
de salud mental infanto-juveniles tanto en
nuestro país, donde equivale a algo más de la
mitad de las consultas, como en otros países.
Los diferentes autores estiman la prevalencia
del trastorno disocial como del negativista
desafiante entre un 2-16 % según distintas investigaciones (Larroy y De la Puente, 1998;
Fernández y Olmedo, 1999; Aláez, Martínez-Arias y Rodríguez-Sutil, 2000; Caseras,
Fullana y Torrubia, 2002; Koch y Gross,
2002; Luiselli, 2002; Moreno y Revuelta,
2002; Díaz-Sibaja, 2005; López-Soler, Castro
Alcántara, Fernández y López, 2009).
Un dato relevante es que la frecuencia de los
trastornos del comportamiento perturbador,
así como otros diagnósticos psicopatológicos,
aumenta en función de la edad. Los estudios
indican que la prevalencia del trastorno
negativista desafiante o del trastorno disocial
es aproximadamente de un 3 % a los 10 años y
aumenta al 8-9 % a los 16, es decir, se duplica
en la adolescencia.
Por otra parte, cuando las conductas disociales
son graves, como el uso de armas, violaciones,
robos con enfrentamiento o destrozos,
éstas serán consideradas en todos los casos
problemáticas y, por tanto, el objeto de
intervención desde el primer momento aunque
sean conductas aisladas y de baja frecuencia.
Si tenemos en cuenta el sexo, las investigaciones indican que estos trastornos son más
frecuentes entre los chicos que entre las
chicas, en una proporción de tres a uno aunque
las diferencias disminuyen con la edad.
- 29 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
relacionada con otros muchos trastornos
psicopatológicos (Diaz-Sibaja, 2005). Los
factores más aceptados actualmente son:
el género, los factores pre y perinatales, los
factores cerebrales y bioquímicos, la dieta y
los niveles subclínicos de plomo.
1. 4. FACTORES DE RIESGO Y PROTECTORES
Teniendo en cuenta que la mayoría de los
investigadores consideran que los trastornos
del comportamiento perturbador tienen
un origen multicausal, se han dedicado a
investigar los factores de riesgo y protectores
que pueden explicar o dar cuenta de la
probabilidad de estos trastornos. De ahí
que la probabilidad de aparición de estos
trastornos y su gravedad sea proporcional al
balance entre dichos factores.
1. 4.1.2. FACTORES PERSONALES
Los factores que parecen estar relacionados
con los trastornos del comportamiento
perturbador son las variables de personalidad
(temperamento difícil, neuroticismo y
extraversión,
impulsividad,
búsqueda
de sensaciones, inestabilidad afectiva),
cognitivas (dificultad en la solución de
problemas, impulsividad cognitiva, baja
capacidad verbal, atribuciones y distorsiones
cognitivas), déficit de habilidades sociales
y pobre empatía, baja autoestima, pobre
desarrollo moral, bajo rendimiento escolar
y otros trastornos asociados (trastorno por
déficit de atención, consumo de drogas,
trastorno del control de los impulsos)
(Diaz-Sibaja, 2005).
La influencia de los factores de riesgo o
protectores no es sumativa, sino que se
influyen de manera recíproca y también
hay que tener en cuenta el momento de su
aparición (Fernández y Olmedo, 1999). El
estudio, la comprensión y la valoración de su
influencia son importantes tanto para diseñar
estrategias preventivas como para realizar su
evaluación e intervención una vez establecido
el cuadro clínico.
1. 4.1. FACTORES DE RIESGO
Para la descripción de estos factores, tanto
de riesgo como protectores, se ha seguido
básicamente a Fernández y Olmedo (1999) y
Díaz-Sibaja (2005).
1. 4.1.3. FACTORES FAMILIARES
Todos los investigadores coinciden en la
importancia de la influencia de los factores
familiares en el desarrollo o mantenimiento
de los trastornos del comportamiento
perturbador (Diaz-Sibaja, 2005). La familia
es el grupo de referencia por excelencia para
el niño y donde se transmiten las normas,
valores, actitudes y conductas. Las variables
1. 4.1.1. FACTORES BIOLÓGICOS
Si bien se ha demostrado una alta correlación
entre los factores biológicos y el desarrollo de
trastornos del comportamiento perturbador,
ésta resulta ser inespecífica al estar
- 30 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
que se pueden incluir aquí son: psicopatología de los padres (alcoholismo, drogadicción,
conducta antisocial, depresión de la madre),
familias desestructuradas (pérdida de uno
de los padres, conflictos graves de pareja),
estilos educativos (falta de supervisión,
utilización excesiva de medios punitivos,
mala calidad de las relaciones).
Este análisis es fundamental para la
realización de intervenciones preventivas.
Los factores protectores, según la revisión
de Pedreira (2004), que se consideran más
relevantes son:
- Características individuales: una alta
autoestima, un CI elevado y una buena
capacidad para solucionar problemas.
1. 4.2. FACTORES PROTECTORES
- Un soporte familiar adecuado: una
supervisión coherente y mantenida en el
tiempo.
Este tipo de factores actúa amortiguando
o atenuando la influencia que ejercen los
factores de riesgo en el desarrollo de las
alteraciones psicopatológicas en general y de
los trastornos de la conducta perturbadora
en particular. Es importante analizar estos
factores ya que no todas las personas que
presentan factores de riesgo desarrollan
trastornos del comportamiento, ni responden
y evolucionan de la misma manera tras la
intervención (Diaz-Sibaja, 2005).
- Un soporte social funcional y enriquecedor
para el niño o adolescente que favorezca las
relaciones sociales y la práctica de actividades
saludables de ocio y tiempo libre.
- Buena accesibilidad a los servicios
asistenciales específicos, lo que permitiría
un diagnóstico y tratamiento precoz y una
continuidad en la intervención.
- 31 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
1. 5. MODELOS EXPLICATIVOS DE ADQUISICIÓN,
DESARROLLO Y MANTENIMIENTO DE LOS
PROBLEMAS DE CONDUCTA
1. 5.1. MODELO PIRAMIDAL DE DESARROLLO
DE LAHEY Y LOEBER
Todas las hipótesis etiológicas actuales
postulan un origen multicausal de los
trastornos del comportamiento perturbador.
Los modelos explicativos de los últimos años
tratan de dar cuenta de la heterogeneidad
de estos trastornos integrando aspectos
biológicos, psicológicos, familiares y
sociales. En este apartado se presentarán
algunos de los modelos psicológicos que
destacan por ser integradores y que,
por su validez explicativa y su utilidad,
pueden servir de orientación para los
diseños de programas de intervención. Para
esta presentación se han tomado como
referencia las publicaciones de Fernández
y Olmedo (1999) y Díaz-Sibaja (2005).
Lahey y Loeber (1994) parten de la idea de
que no es posible comprender un patrón
conductual desadaptativo sin tener en cuenta
su evolución que, según ellos, no es aleatoria.
Las relaciones entre estos comportamientos
las describen a través de lo que denominan la
«pirámide evolutiva» (figura 1.1.). La dimensión
horizontal de esta pirámide representa la
prevalencia y la vertical, de abajo a arriba,
se refiere a la edad de inicio de las conductas
(Fernández y Olmedo, 1999). En ella las
conductas del trastorno negativista están en la
base y las del trastorno disocial en la cúspide.
Según su modelo, en la población general
muchos niños presentan conductas oposicionistas, pero sólo algunos desarrollarán el número
suficiente de conductas desadaptadas para ser
calificadas como un trastorno de conducta.
1. 5.1.1. LA PIRÁMIDE EVOLUTIVA
- 32 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Conforme vaya aumentando la edad, unos
niños dejarán de presentar estas conductas
y otros las mantendrán. Algunos de los niños
que mantengan estas conductas oposicionistas desarrollarán con el paso del tiempo
conductas más extremas que cumplirán
los criterios de un trastorno disocial. Para
estos autores la progresión evolutiva de un
nivel de gravedad o de desviación a otro es
acumulativa.
Lahey y Loeber (1994) plantean este modelo
como un continuo donde es difícil establecer
límites claros. Así como hay algunas conductas
que se sitúan claramente en un nivel (por
ejemplo, las rabietas), otras resultan de
difícil clasificación (por ejemplo, los robos
que cuando el niño es pequeño pueden ser de
juguetes o algún material escolar y cuando son
más mayores pueden ser coches).
Figura 1.1. Pirámide de desarrollo de los problemas de conducta. (Fernández y Olmedo 1999: 50).
- 33 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
Posteriormente Loeber y Hay (1997) y Loeber
y Stouthamer-Loeber (1998) especifican las
vías de desarrollo de los comportamientos
desadaptativos siguiendo el mismo modelo
de la pirámide evolutiva. Consideran que las
conductas antisociales de distinta gravedad
son manifestaciones de la misma desviación
que se desarrolla a lo largo del tiempo.
Cada vía de desarrollo sería un patrón de
conducta común en un grupo, no compartido
por otro grupo de individuos (Caseras,
Fullana y Torrubia, 2002; Díaz-Sibaja, 2005).
Proponen tres vías de desarrollo: a) una vía
manifiesta, que empezaría con agresiones
menores, seguida de peleas físicas y de
conducta violenta; b) una vía encubierta,
que aparecería antes de los quince años
y que se iniciaría con unas conductas
encubiertas menores, daños a la propiedad,
y terminaría con formas moderadas o graves
de delincuencia; c) una vía de conflicto con
la autoridad, que se iniciaría antes de los 12
años y que consistiría en resistencia, desafío
y evitación de la autoridad.
trastornos. Para ello Lahey y Loeber (1994)
realizan una revisión de diferentes estudios.
Las conductas del trastorno negativista son
las que aparecen más tempranamente, entre
los 4-6 años. En la pirámide evolutiva estas
conductas negativistas se solapan con el
inicio de conductas disociales y finalmente
aparecen las conductas más graves del
trastorno disocial.
Un estudio evolutivo realizado por Lahey et
al. (1993) trata de predecir el desarrollo
evolutivo de estas conductas. Se encontró que
el grado en el que se presentaba un trastorno
de conducta avanzado en niños de 7-12 años
predecía la persistencia de dicho trastorno
de conducta en el tiempo. Es decir, los niños
que reunían un criterio para un trastorno de
la conducta, pero que no habían progresado
al nivel más severo en un primer momento,
no lo hicieron más adelante, e incluso era
probable que bajasen en la pirámide evolutiva
hasta quedar fuera del rango de trastorno de
conducta. Estos datos apoyarían la validez de
la diferenciación entre el nivel intermedio y
severo del trastorno de la conducta.
Sólo una minoría de jóvenes avanzaría hacia
los niveles más graves de cada una de las vías.
Uno de los factores de peor pronóstico sería
el inicio temprano en cualquiera de ellas.
Loeber y Hay (1997) analizan las secuencias
evolutivas indicando que la edad media en
que aparecen los problemas leves es de siete
años, la conducta problemática moderada
tiene lugar sobre los nueve años y medio y
los problemas graves sobre los doce años. En
definitiva (Caseras et al., 2002), parece que
el desarrollo de las conductas antisociales
1. 5.1.2. EDAD DE COMIENZO DE LAS
CONDUCTAS
Uno de los argumentos que justifica este
modelo es la edad de inicio de las distintas
manifestaciones que configuran estos
- 34 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Loeber (1988) ha propuesto distinguir entre
dos formas de trastorno de conducta, una de
inicio en la infancia y otra que empezaría en
la adolescencia. En las sucesivas ediciones
del DSM y la CIE se han diferenciado estos
subtipos basándose en la capacidad del niño
o adolescente para mantener relaciones
sociales, la presencia o ausencia de agresión y
la edad de comienzo. Los jóvenes que inician
en ese momento conductas desadaptadas
presentan un patrón conductual menos severo
y agresivo y con mejor pronóstico que los
niños que presentan conductas antisociales.
se produce de una manera ordenada,
obedeciendo a un patrón de desarrollo
desviado que se inicia con conductas
disruptivas no delictivas.
Loeber y Hay (1997) y Loeber y Stouthamer-Loeber (1998) consideran dos cambios
importantes en la evolución de la conducta
disruptiva: el desarrollo de la conducta
disruptiva se inicia en el hogar y se extiende
posteriormente a la escuela o a la comunidad
y la conducta de lesiones físicas empieza con
los familiares e iguales y se extiende más
adelante a los extraños.
En este modelo Lahey y Loeber (1994)
plantean diferenciar entre los dos subtipos
en base a la edad de inicio y a una mayor
o menor socialización que conllevaría una
menor o mayor agresividad.
1. 5.1.3. SUBTIPOS EVOLUTIVOS DEL
TRASTORNO DE CONDUCTA
Dada la heterogeneidad de los comportamientos incluidos dentro de la categoría del
trastorno de conducta, Lahey y Loeber (1994)
tratan de establecer distintos subtipos en la
búsqueda de una cierta coherencia y etiología
de estas conductas.
Por otro lado, estudios de seguimiento de
adolescentes agresivos (Moffit, 1990) han
ratificado esta subdivisión dando un nuevo
significado a la relación entre agresión y
- 35 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
persistencia del trastorno de la conducta.
Los jóvenes delincuentes calificados como
agresores tienen mayor probabilidad de
cometer en la edad adulta actos violentos
tales como ataques, asesinatos o secuestros.
Otros autores han encontrado que elevados
niveles de agresión a los diez años son
altamente predictivos de criminalidad en
hombres adultos, especialmente los que
implican actos criminales y violentos.
1. 5.1.4. COMORBILIDAD DE LOS
TRASTORNOS
Lahey y Loeber (1994) aseguran que
la evolución y severidad del trastorno
negativista y el trastorno de la conducta están
estrechamente ligados a otras condiciones
como niveles desadaptativos de ansiedad,
depresión y trastorno por déficit de atención
con hiperactividad. Distintos estudios sugieren
que la ansiedad se asocia con la agresión de
una manera compleja que cambia desde la
infancia a la adolescencia y que el trastorno
de atención se relaciona tanto con la edad de
inicio como con la persistencia del trastorno
de la conducta perturbadora.
Este modelo, como reconocen los propios
autores, es muy sugerente y tiene un alto
soporte empírico, pero necesita ser mejorado
con nuevos estudios, sobre todo en lo referente
a la inclusión de las diversas conductas en
los distintos niveles de desarrollo de los
problemas de conducta (trastorno negativista
desafiante, trastorno de conducta intermedio
y avanzado).
El modelo trata de discriminar entre niños
que pueden tener problemas temporales y
aquellos que tienen conductas disruptivas
persistentes. Plantear secuencias evolutivas
diferentes puede ser una contribución
importante a la hora de delimitar subgrupos
de individuos dentro del trastorno de
conducta.
- 36 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
1. 5. 2. MODELO DEL PROCESAMIENTO DE LA
INFORMACIÓN SOCIAL DE DODGE
modelos agresivos, apego inseguro o abuso
físico, concebirá el mundo como un lugar
hostil que requerirá de conductas agresivas
para conseguir sus metas (Fernández y
Olmedo, 1999). La repetición de estas
experiencias fortalece las estructuras
de conocimiento previas haciendo estos
patrones más automatizados, lo que
conduce a un trastorno de la conducta,
a no ser que pueda experimentar otras
situaciones o experiencias que pongan en
duda estas estructuras.
En los últimos años ha aumentado el interés
por el papel que juegan los aspectos
cognitivos en la psicopatología infantil
y, en concreto, en los trastornos de la
conducta. El punto de partida es la idea
de que las personas responden al ambiente
primariamente en base a las representaciones cognitivas de ese ambiente y de las
experiencias mantenidas con el mismo.
Dodge (1993) propone un modelo
explicativo de la agresión y del
mantenimiento de los trastornos de
conducta basado en el procesamiento de la
información. Según Dodge, las experiencias
infantiles interactúan en la memoria con
las estructuras de conocimiento. Estas
estructuras son esquemas derivados de
experiencias tempranas, expectativas
sobre sucesos futuros y vulnerabilidad
afectiva. Cuando el niño o adolescente
se expone a un estímulo social concreto,
las estructuras de conocimiento organizan
el proceso en esta situación. Estos procesamientos cuando son inadecuados y
sesgados dan lugar a una conducta desviada
o agresiva.
Su persistencia en el tiempo puede dar lugar
a un trastorno de la conducta (figura 1.2.).
Dodge plantea que si el niño está expuesto
a experiencias tempranas de exposición a
- 37 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
EXPERIENCIAS
TEMPRANAS
1. Abuso físico
2. Modelos agresivos
3. Apego inseguro
ESTRUCTURAS
CONOCIMIENTO
PROCESAMIENTO
INFORMACIÓN SOCIAL
1. Esquema de
mundo hostil
2. Metas autodefensivas
3. Repertorio de
respuestas agresivas
1. Hipervigilancia de
señales hostiles
2. Sesgo atribucional
hostil
3. Acceso a respuestas
agresivas
4. Anticipación de resultados positivos de la agresión
CONDUCTA
1. Conducta
agresiva
TRASTORNO
DE CONDUCTA
Figura 1.2. Modelo de desarrollo del trastorno de conducta desde la perspectiva del procesamiento de la
información, adaptado de Dodge (1993) en Fernández y Olmedo (1999: 57).
Este autor propone que experiencias
tempranas de abuso físico, exposición a
modelos agresivos y patrones de apego
inseguros conducen al desarrollo de
estructuras de memoria en el niño que le
hacen concebir el mundo como un lugar
hostil que necesita una conducta coercitiva
para lograr los resultados deseados. Mas
adelante, cuando se enfrenta a situaciones
sociales provocadoras, estas estructuras
de conocimiento le llevan a atender a los
aspectos hostiles de las señales y a interpretarlas como una amenaza (Fernández y
Olmedo,1999).
1.5.3. MODELO DE PATTERSON DE
INTERACCIÓN COERCITIVA
Patterson (1982) describe un modelo
de interacción familiar que denomina
«coercitivo». Según Patterson, el análisis de
las secuencias de interacción familiar muestra
que la presencia de conductas relativamente
triviales (desobediencia, quejas, burlas o
gritos, entre otras) que pueden entrar en la
categoría más leve del trastorno perturbador
proporcionan una base de aprendizaje para
conductas agresivas de mayor amplitud. Este
progreso está determinado por los reforza-
- 38 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
mientos proporcionados por los miembros
de la familia en distintas secuencias de
interacción (Koch y Gross, 2002). La secuencia
de las etapas de reforzamiento negativo
(ataque o demanda de la madre, conducta
coercitiva del niño y resultado positivo para
el niño por eliminación de la demanda de la
madre y para la madre por eliminación de la
conducta coercitiva del niño) puede ocurrir
cientos de veces diariamente.
Se incluye aquí este modelo dada la ventaja
que supone para la explicación de la
influencia familiar y del entorno social ya que
permite el desarrollo de procedimientos de
entrenamiento de padres que van destinados
a modificar las interacciones familiares
coercitivas (Fernández y Olmedo,1999). En
este sentido, una intervención temprana
que identifique las primeras secuencias
conductuales coercitivas puede ser un buen
momento para prevenir la escalada hacia un
comportamiento agresivo.
Este aprendizaje es progresivo: al principio
aprenden a utilizar altas tasas de conductas
coercitivas como un tipo de habilidad social
sustitutiva de otras menos perturbadoras.
A medida que los padres adquieren estas
habilidades, las cadenas de intercambios
coercitivos se hacen más largas, terminando
finalmente por ser reforzadas de manera
similar a las conductas coercitivas más leves.
1. 5. 4. MODELO DE LYNAM BASADO EN EL
PATRÓN COMÓRBIDO DE PROBLEMAS DE
CONDUCTA E HIPERACTIVIDAD
Este modelo se centra en la necesidad
de predecir qué niños con problemas de
conducta seguirán desarrollándolos con
mayor gravedad en la edad adulta, tanto
por la dinámica propia de la progresión
evolutiva, como por la propia naturaleza de
los trastornos que engloba.
Otro factor importante en la continuidad
de este tipo de conductas y en la escalada
hacia un comportamiento antisocial es el
rechazo que estas conductas provocan en
sus compañeros y en sus padres. Este autor,
además, propone otros factores importantes
en su modelo que son el bajo rendimiento
académico y la baja autoestima. Estos factores
pueden convertirse en determinantes de un
contacto inicial, que puede hacerse habitual,
en un grupo de compañeros similares a él, lo
que puede desembocar en el mantenimiento
e incluso en el aumento de conductas
antisociales.
Lynam (1996) trata de identificar a los
niños que pueden desarrollar conductas
antisociales dentro de la gran cantidad de
niños que en un momento dado pueden
presentar conductas antisociales en la
infancia. Para este autor, una de las
dificultades que se encuentra para la identificación de los niños agresivos es la gran
prevalencia de los actos antisociales en
el curso de su vida. Por tanto, uno de los
- 39 -
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
grupos y, finalmente, propone un modelo
que sugiere que la concurrencia de la hiperactividad y los problemas de conducta
pueden representar un subtipo de trastorno
de la conducta perturbadora que puede
describirse como «psicopatía incipiente».
objetivos de su investigación es la identificación de la minoría de niños que muy
probablemente persistirán en su conducta
antisocial de entre la multitud de niños
que manifiestan conductas antisociales
(Fernández y Olmedo, 1999). Específicamente propone que el niño que es hiperactivo y
antisocial tiene un alto riesgo de perseverar
en su conducta antisocial y convertirse
en un adulto antisocial desarrollando una
psicopatía. Lynam revisa estudios longitudinales, trasversales y de familias encontrando
evidencia de que el niño hiperactivo y
antisocial tiene peor pronóstico que aquel
que sólo manifiesta uno de los dos trastornos.
Además, relaciona la hiperactividad, la
conducta antisocial del niño y la psicopatía
en los adultos basándose en estudios psicofisiológicos y otros de rendimiento en ambos
Una de las dificultades que se ha encontrado
en la investigación de los problemas de
conducta y que dificulta la elaboración
de conclusiones fiables es la alta tasa de
solapamiento existente entre los problemas
de conducta y el conglomerado compuesto
por la hiperactividad-impulsividad-falta
de atención. De hecho, algunos autores
(Lilienfeld y Waldman, 1990) indican que
la asociación entre hiperactividad-impulsividad-falta de atención y posterior
criminalidad es debida al solapamiento que
existe con el trastorno de conducta.
- 40 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
De los estudios que han relacionado psicopatía
en adultos y niños con hiperactividad-impulsividad-falta de atención se concluye que la
mayoría de los déficits encontrados en los
adultos aparecen también en algunos grupos
de estos niños. Por tanto, se puede sugerir
que los psicópatas del mañana podrían
encontrarse entre un subgrupo de niños
con hiperactividad-impulsividad-falta de
atención, en concreto entre los que muestran
también un trastorno de la conducta. Los
estudios que han distinguido entre niños con
hiperactividad-impulsividad-falta de atención
y niños que, además, presentan un trastorno
de conducta sugieren que este último grupo
es el responsable de las similitudes con la
personalidad antisocial y la psicopatía. En
este sentido, se puede defender una relación,
aunque sea endeble, entre hiperactividad impulsividad - falta de atención y trastorno
de conducta y psicopatía.
en profundidad del tratamiento que
actualmente se ofrece para estos trastornos.
Este subgrupo parece ser diferente desde
el punto de vista etiológico y patológico.
Si además, como se ha encontrado en
algunos estudios, la patología correspondiente a este subgrupo puede que consista
en un déficit de ciertas vías serotoninérgicas, el tratamiento farmacológico indicado
debería ser la administración de ansiolíticos
que operan en este sistema, en lugar de
estimulantes. También puede entrenarse al
niño a identificar situaciones problemáticas
y a desarrollar técnicas adecuadas para
detenerse y examinar su ambiente en busca
de señales relevantes para su conducta.
Así mismo, resulta especialmente importante
una intervención temprana (Fernández
y Olmedo, 1999). Sería plausible lograr
identificar este subgrupo antes de que se
desarrollara un trastorno de la conducta y
debería identificarse en base a la sintomatología exteriorizada, sobre todo en la variable
de impulsividad
Una de las consecuencias relevantes de
este modelo es la puesta en marcha de
estrategias eficaces de intervención. Para
ello será necesario conocer la peculiaridad
del desorden que se esté analizando. Es
importante conocer la naturaleza de las
relaciones entre hiperactividad-impulsividad-falta de atención, trastorno de conducta
y psicopatía lo que posibilitará estrategias
preventivas ante la personalidad antisocial y
la psicopatía.
1. 5. 5. MODELO ECOLÓGICO DE FRÍAS
-ARMENTA Y COLABORADORES
Este modelo, basado en el modelo ecológico
propuesto por Bronfenbrener (1987) para
explicar el desarrollo de la conducta humana,
concibe el ambiente ecológico del individuo
como un conjunto de sistemas sociales
estructurados en distintos niveles:
Este modelo implica también una revisión
- 41 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
PANORAMA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA
Según Frías-Armenta, López-Escobar y
Díaz-Méndez (2003) los trastornos de la
conducta vienen explicados directamente en
un 56% por el microsistema, e indirectamente
por el exosistema y el macrosistema.
- Microsistema: es el nivel social más
inmediato a la persona, incluyendo a la
familia y a las relaciones interpersonales más
estrechas.
- Exosistema: lo constituyen los estratos
sociales próximos a la persona, después del
familiar. Abarcan el trabajo, la escuela, el
vecindario, la iglesia, las asociaciones o las
instituciones recreativas, entre otros. Dentro
del exosistema se encuentra el mesosistema
que incluye las relaciones en las que la
persona participa activamente.
El conjunto de creencias y normas sociales
influyen en el comportamiento de los
individuos dentro de su contexto social;
al mismo tiempo, la familia, el barrio y la
escuela, es decir, el ambiente donde se
desarrolla el niño, determinará la probabilidad
de aparición de trastornos de la conducta.
Frías-Armenta et al. (2003) consideran que
las intervenciones individuales no resultarán
efectivas si no se tienen en consideración
todos los factores contextuales en los que se
encuentra inmersa la persona.
- Macrosistema: engloba al resto de sistemas
y se refiere a la cultura que envuelve al
individuo. Incluye las formas de organización
social, los sistemas de creencias, los estilos
de vida, las normas sociales y las costumbres.
Ambiente
barrio
Ambiente
escolar
MACROSISTEMA
Conducta
escolar
Alcohol
materno
Ambiente
casa
Violencia
materna
Violencia
paterna
Abuso
paterno
Abuso
paterno
EXOSISTEMA
MICROSISTEMA
Factores individuales
Trastorno de conducta
- 42 -
Figura 1.3. Modelo
ecológico de
predictores de
conducta antisocial de
Frías-Armenta, López
Escobar y Díaz-Méndez
(2003) en Díaz-Sibaja
(2005: 482).
02
REFLEXIONES SOBRE LOS
TRASTORNOS DE
LA CONDUCTA
- 43 -
REFLEXIONES SOBRE LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Parece que las diferentes clasificaciones inter-
que explique el desarrollo, la interacción y la
diferenciación entre todas ellas.
nacionales de los trastornos de la conducta
coinciden en aspectos básicos, pero difieren
en la concreción de los criterios para
establecer un determinado trastorno, como
se ha comentado anteriormente.
Uno de los objetivos compartidos por
todos los investigadores en este campo es
la detección temprana y la búsqueda de
elementos diferenciadores entre los distintos
grupos de niños que pueden presentar un
comportamiento perturbador para poder
realizar una intervención lo más temprana y
preventiva posible.
Por otra parte, el hecho de que en la infancia
uno de los aspectos a tener en cuenta sea el
desarrollo evolutivo del niño complica todavía
más si cabe la definición de los trastornos.
Otra de las dificultades que presentan las
clasificaciones de estos trastornos es la
propia estructura de las clasificaciones internacionales que, al ser categoriales y no
dimensionales, producen distorsiones. En
este sentido, los intentos de los investigadores a la hora de incluir ciertas conductas
dentro de un trastorno o de otro y tratar de
estudiar su evolución, por ejemplo, en la
pirámide evolutiva de Lahey y Loeber (1994,
1998) pueden resultar interesantes para
mejorar los criterios diagnósticos aunque el
propio sistema de clasificación lo hace más
difícil.
Lo que parece evidente es que las conductas
incluidas en los distintos criterios de
clasificación para el trastorno de atención
con hiperactividad, el trastorno negativista
desafiante y el trastorno disocial son suficientemente dispares y heterogéneas como para
considerar necesaria la realización de nuevos
estudios que traten de buscar un hilo conductor
- 44 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
En este sentido, los estudios realizados
por Lynam (1996) merecen un comentario
aparte. La búsqueda de un subtipo dentro de
las conductas perturbadoras que explique la
evolución de algunos niños con trastornos
de atención y con problemas de conducta
que posiblemente puedan desarrollar en
el futuro un trastorno antisocial de la
personalidad es una línea de investigación
muy interesante, aunque incompleta
(Romero, 2001; Vinet, 2010). Si esto fuera
cierto y tuviera el suficiente apoyo empírico,
sería un gran paso adelante en la detección
temprana de estos patrones conductuales y
en la intervención preventiva que impidiera
el desarrollo de esta posible patología,
que además, como ya se ha indicado,
supondría un cambio radical añadido en
los tratamientos farmacológicos de algunos
niños con hiperactividad y trastorno de la
conducta. En otros estudios diferentes,
citados por Romero (2001) y Vinet (2010) se
analizan las características específicas de
la psicopatía referentes a los componentes
de la personalidad, emocionales e interpersonales, como es la dimensión denominada
dureza/insensibilidad (falta de sentimientos
de culpa, emociones superficiales, falta de
empatía), para tratar de identificar en la
infancia estas características y así poder
intervenir de una manera preventiva.
En definitiva, en este campo queda
mucho por hacer y, aunque hay algunos
acuerdos que permiten establecer un cierto
pronóstico, como la especificación del inicio
temprano del trastorno y la importancia
en la intervención en ese momento, en
otros muchos aspectos serán necesarios
posteriores desarrollos de la investigación.
Para finalizar, a la hora de trabajar en la
práctica con estos niños hay que considerar
que la inmensa mayoría de los investigadores coincide en que estos trastornos son
multicausales, por lo tanto, la intervención
debería realizarse en todos los ámbitos de
desarrollo del niño: individual, familiar,
escolar y social.
- 45 -
- 46 -
EL MODELO DE
INTERVENCIÓN: LA
PERSPECTIVA CONDUCTUAL
DE SISTEMAS
03
- 47 -
EL MODELO DE INTERVENCIÓN
La infancia es una etapa de la vida que destaca
En la infancia, la especificidad ambiental
de las conductas, la contextualización del
tratamiento en el ámbito donde se presentan
y se mantienen los problemas y las garantías
de la intervención por parte de los adultos
relevantes para el niño contribuirán, en
mayor o menor medida, a generar y mantener
las conductas ya sean éstas alteradas o
adaptadas.
por la rápida evolución y desarrollo de las
personas, lo que supone tener muy en cuenta
las evoluciones que puedan considerarse
normalizadas o tópicas a la hora de establecer
cualquier tipo de desviación. La diferenciación entre desarrollo normal y desadaptativo
supone, en muchos casos, un reto para los
profesionales dedicados a la intervención en
este campo (Luciano, 1997). La importancia de
la psicología evolutiva y los distintos modelos de
desarrollo constituyen un elemento relevante
a la hora de conceptualizar y delimitar los
comportamientos desadaptativos o patológicos
(Silva, 1995; Olivares, Servera y Rosa, 2002).
El hecho de tener en cuenta los distintos
momentos del desarrollo del niño es uno de
los aspectos que prácticamente todos los
profesionales dedicados a estos temas incluyen
(Del Barrio, 1995; Ezpeleta, 2001; Llabrés,
Servera y Moreno, 2002; Moreno, 2002; Díaz,
Díaz-Sibaja, 2005, Ezpeleta, 2005; Moreno,
2005; Méndez, Espada y Orgilés, 2006).
Esta mayor importancia del contexto conlleva,
tanto para la delimitación de los problemas
como para su evaluación e intervención, la
necesidad de tener en cuenta los agentes
que van a participar en la solución de estas
situaciones: padres, profesores, psicólogos
educativos o cuidadores. En definitiva, se
plantean cuestiones tales como las apuntadas
por Llabrés, Servera y Moreno (2002) y
Moreno (2002, 2005): ¿quién es el paciente?,
¿cuál ha de ser el foco de la intervención?,
¿pueden aplicarse tratamientos a los niños
sin la participación activa de los adultos? o
¿qué factores determinan la participación de
padres y profesores en los tratamientos en la
infancia?
Una de las características más relevantes de
esta etapa es la importancia del contexto en
el que se producen los cambios. Los modelos
actuales de desarrollo psicológico tienen en
cuenta este aspecto, pero sobre todo lo resaltan
en la infancia. Los autores antes mencionados
hacen hincapié en este aspecto, por ejemplo,
Silva (1995) indica que es evidente que el niño
está bajo mayor control del ambiente físico y
del entorno social que el adulto.
Los modelos de intervención a la hora
de abordar los problemas en la infancia
han
evolucionado
considerablemente.
Existen nuevas aportaciones conceptuales,
metodológicas y sociales que han modificado
el enfoque de los tratamientos. Los autores
se han centrado en el estudio y análisis del
modelo de terapia de conducta infantil, que
- 48 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
evaluación y los programas requieren tanto investigadores como profesionales cualificados.
ha demostrado contar con el mayor apoyo
empírico (Llabrés y Tortella-Feliu, 2002;
Marinho, 2002; Moreno, 2002). Estos avances
y aportaciones han supuesto la necesidad de
adaptar la investigación y la intervención al
conjunto de interrelaciones de sistemas en
los que se desarrolla la conducta del niño.
- La intervención conductual en la infancia
ha ampliado sus objetivos terapéuticos.
Actualmente va más allá de la reducción
de conductas inadaptadas y se centra en el
desarrollo de habilidades, competencias,
etc. y se dirige no sólo al niño sino también al
ambiente familiar y social que le rodea.
La investigación y creciente complejidad
en la intervención en los problemas de la
infancia ha dado lugar a un nuevo marco
teórico denominado «perspectiva conductual
de sistemas» (Mash, 1998; Servera, 2002).
Citando a Mash (1998), Servera (2002: 94-96)
apunta los factores que han dado lugar a este
cambio:
- Así mismo se hace cada vez más necesaria
una perspectiva multidisciplinar a la hora de
intervenir en problemas de la infancia. Es
preciso contar con las bases de conocimientos
de las ciencias biológicas y sociales para
mejorar las intervenciones.
- La extensión de las intervenciones de
corte cognitivo-conductual a nuevas áreas:
competencia social, abuso sexual, depresión,
abuso de sustancias, etc. En todas ellas
se aprecia un triple sistema de respuestas
compuesto por las conductas del niño, los
subsistemas familiares y los subsistemas
contextuales, tales como el centro educativo.
- La generalización del uso de tratamientos
multimodales y combinados en la infancia a
fin de incrementar la significación clínica y la
generalización de los resultados.
Finalmente se ha constatado la ampliación
del modelo y los objetivos de la intervención
en la infancia. Diferentes problemas pueden
requerir diferentes soluciones. Así pues, dada
la complejidad de algunos problemas en la
infancia y su persistencia a través del tiempo
y de distintos ambientes, se hace necesaria
una mayor amplitud de miras.
- La creciente necesidad de especialización
de los terapeutas infantiles en el abordaje
de trastornos o grupos de trastornos, ya que
la complejidad de los modelos explicativos,
los factores implicados, los sistemas de
- 49 -
EL MODELO DE INTERVENCIÓN
Todo ello ha dado lugar a una perspectiva
conductual de sistemas en la que la
intervención y los modelos que la sustentan
parten de la posibilidad de trabajar con
distintos agentes –padres, educadores,
hermanos y compañeros, entre otrosen distintos ambientes –casa, colegio,
comunidad, etc.- y en distintas fases
del desarrollo del niño. Además, dicha
intervención deberá estar muy atenta a
las necesidades sociales que se detecten,
desde el ámbito de la prevención hasta el
tratamiento propiamente dicho.
sistemas coincide con la teoría general de
sistemas en la concepción de los trastornos
como una red de relaciones, cuya cuantificación y valoración clínica resulta determinante
para la intervención.
Aunque algunos autores puedan ver
esta perspectiva como una especie de
«maquillaje» actualizado de la terapia de
conducta, su aspecto novedoso radica en el
desarrollo de vías plausibles de aplicación de
estos principios en la práctica profesional.
Según Mash, en Servera (2002:100), la
perspectiva conductual de sistemas asume lo
siguiente:
Algunas de las señas de identidad de esta
perspectiva conductual de sistemas son:
- No es asimilable a las teorías y terapias
de sistemas desarrolladas desde el ámbito
psicodinámico y la escuela gestaltica en
concreto. Aunque pueda tener algunos
orígenes similares, como la teoría general de
sistemas, hace especial hincapié en el método
científico-experimental y esta perspectiva no
es ecléctica, sino que implica integración de
conocimientos.
1. La visión de los trastornos del niño y la
familia se considera una constelación interrelacionada de sistemas y subsistemas de
respuesta.
2. La necesidad de considerar al niño y a la
familia como una situación global cuando se
evalúa el impacto de alguna variable única.
3. La idea de que conductas-problema
similares pueden depender de factores
precipitantes distintos.
4. El reconocimiento de que las intervenciones pueden llevarnos a múltiples resultados,
incluyendo un reajuste de las relaciones
dentro del sistema familiar.
5. La noción de que los sistemas familiares
son subsistemas que poseen propiedades
dinámicas que cambian constantemente a lo
largo del tiempo.
- La teoría general de sistemas intenta
proporcionar
una
mayor
capacidad
conceptual a las ciencias sociales y comportamentales con carácter general. En cambio,
la perspectiva conductual de sistemas trata
de buscar explicaciones y tratamientos para
las alteraciones comportamentales en la
infancia. Teniendo en cuenta estos rasgos
diferenciales, la perspectiva conductual de
- 50 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Algunas de las características definitorias,
siguiendo a Servera (2002: 101-104), se
resumen a continuación:
facilitando ciertos comportamientos, tanto
adaptados como desadaptados.
- Otro elemento importante en la planificación
de la intervención es la participación de los
agentes implicados en el contexto en el que
se producen las dificultades. Por tanto, la
información y formación de estos agentes
resulta esencial para conseguir la adherencia
a las pautas de trabajo y la persistencia a
lo largo del tiempo a pesar de las posibles
dificultades que puedan presentarse. En este
sentido, la participación de la familia, así
como de los profesores y otros agentes de
socialización del niño asegurará la generalización de los aprendizajes a varios contextos,
modificará los sistemas de comunicación
y mejorará las probabilidades de éxito. El
hecho de que estos agentes estén implicados
en la intervención y acepten el plan supone,
según las investigaciones, una fuerte relación
con el éxito del mismo.
- La adherencia al modelo cognitivo-conductual y su compromiso con los principios
científicos. Estos principios definen la
intervención basada en un modelo a largo
plazo centrado más en un modelo educativo
que en uno «estrictamente curativo».
- La conceptualización de los trastornos
infantiles es vista como un problema de
adaptación a su entorno y el objetivo de
la intervención es la corrección de esta
disfunción comunicativa.
- En este enfoque los distintos sistemas,
tanto internos como externos, influyen y se
determinan recíprocamente. Los tratamientos
se basan en teorías bien documentadas y en
tratamientos con base empírica, así como en
la experiencia y conocimientos de las personas
y profesionales que los llevan a cabo.
- Desde esta perspectiva se insiste en la
importancia de los procesos cognitivo-sociales y de la autorregulación como uno de los
objetivos básicos de los tratamientos y de
los aprendizajes. Esto supondrá una mayor
independencia del entorno y posibilitará el
mantenimiento de los cambios a más largo
plazo.
- Desde esta perspectiva, es fundamental la
evaluación y debe tener en cuenta todos los
sistemas que actúan e influyen en el niño.
Esta evaluación debe estar presente en todo
el proceso de intervención. Este enfoque
se centra en la situación individual, ya que
dentro de una misma categoría diagnóstica
hay, de hecho, distintos condicionantes.
- Se enfatiza la importancia de los eventos
contextuales que pueden modular las
respuestas de las personas, inhibiendo o
- Así mismo, se tienen en cuenta los factores
constitucionales con influencia genética que
pueden estar en la base de los principios
- 51 -
EL MODELO DE INTERVENCIÓN
psicológicos que producen tanto las
conductas adaptativas como las disruptivas.
Esto supone tener en cuenta la colaboración
interprofesional para la valoración de
aspectos bioquímicos que pueden resultar
relevantes en el abordaje de los problemas.
y educativa más a largo plazo en prácticamente
todas las alteraciones comportamentales
infantiles.
Todos estos factores mantienen una relación
sistémica, lo que obliga a una evaluación
más compleja y acorde con la realidad y a
una perspectiva preventiva a largo plazo en
la intervención de las alteraciones comportamentales. Esta relación entre los distintos
sistemas es dinámica y su influencia en el
inicio y configuración de los trastornos de
conducta proporciona una visión evolutiva y
global (Mash y Dozois, 2003) que le confiere
una mayor validez social, así como requiere
de una evaluación de todos los sistemas y
de su interacción (Mash y Hunsley, 2007)
que proporcionarán una mayor validez a los
tratamientos.
Según Servera (2002: 105):
En resumen, la perspectiva conductual de
sistemas en la terapia de conducta en la infancia
pretende interrelacionar los modelos y las
técnicas propias del modelo conductual (con
preponderancia del enfoque cognitivo-conductual) con otros aspectos fundamentales en la
comprensión del comportamiento del niño: la
perspectiva evolutiva y los factores neurofisiológicos, el sistema de comunicación en el hogar,
el funcionamiento en la escuela, las condiciones
socioculturales, etc. La constelación de variables
mantiene entre sí una relación sistémica por la
cual la alteración de una de ellas puede producir
efectos en el conjunto, o en parte del conjunto.
Ello obliga a definir procesos de evaluación y
tratamiento más complejos, más acordes con la
realidad y ligados a una perspectiva preventiva
Esta guía propone una manera de intervenir
que se ha denominado «de buenas prácticas»
centrada en el contexto educativo en el
que se incentive la implicación de todo el
centro: el Equipo Directivo, la Comisión
de Coordinación Pedagógica, los Equipos
Docentes, el Servicio de Orientación, la
familia y los Servicios Externos. Las intervenciones en los problemas de conducta
requieren un trabajo coordinado y conjunto
de todos los agentes comprometidos en el
desarrollo psicosocial del niño, tal y como
se indica en la figura 3.1.
- 52 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
MARCO GENERAL DE INTERVENCIÓN
SERVICIOS DE SALUD
PEDIATRÍA
FAMILIA
USM I-J
TAREAS:
- Evaluar (nivel clínico)
- Diseñar la intervención
- Intervenir a nivel clínico
NIÑOS CON TRASTORNO
DE LA CONDUCTA
TAREAS:
- Detectar
- Informar
- Colaborar en la evaluación
- Participar en la intervención
CENTRO EDUCATIVO
SERVICIOS CLÍNICOS
PRIVADOS
SERVICIOS / RECURSOS SOCIALES
ÁMBITO:
- Municipal
- Comarcal
- Provincial
- Autonómico
TAREAS:
- Detectar
- Realizar evaluación
psicopedagógica
- Intervenir a nivel escolar
- Derivar y coordinarse
con servicios sanitarios
y sociales
TAREAS:
- Detectar
- Participar en evaluación e intervención
- Aportar recursos sociales
Figura 3.1. Marco general de intervención en alumnos con trastorno de la conducta.
- 53 -
- 54 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
SEGUNDA PARTE:
INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
EN LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
- 55 -
- 56 -
CONDUCTAS
DISRUPTIVAS,
ALUMNOS CON
TRASTORNO DE
LA CONDUCTA E
INTERVENCIÓN
EDUCATIVA
04
- 57 -
CONDUCTAS DISRUPTIVAS, TRASTORNO DE CONDUCTA E INTERVENCIÓN EDUCATIVA
La
Sin embargo, este tipo de actuaciones
necesarias para que el centro escolar pueda
desarrollar su labor educativa con todos los
alumnos, no incide en las variables que
mantienen la alteración conductual. Como
se destacaba en la introducción, las intervenciones en los problemas de conducta
requieren de un trabajo coordinado y
conjunto de todos los agentes implicados
en el desarrollo psicosocial del niño. Para
realizar con eficacia su intervención en los
problemas de conducta, la escuela tiene
que adoptar una estrategia de intervención
que permita trabajar conjuntamente con
otros estamentos y especialistas a la hora
de abordar una problemática tan compleja,
preocupante y retadora de la convivencia
escolar. En el Protocolo elaborado por los
autores de esta guía se propone una manera
de intervenir centrada en el contexto
escolar en la que a través de la implicación
de todo el centro -Equipo Directivo,
Comisión de Coordinación Pedagógica,
Equipos Docentes y Servicio de Orientaciónse actúe de forma conjunta con la familia y
los Servicios Externos.
detección en la escuela de alumnado
con posible Trastorno de la Conducta (TC)
surge, generalmente, como consecuencia de
conductas disruptivas en el centro escolar y,
frecuentemente, la solicitud de intervención
a los EOEP o a los Servicios de Orientación
del centro se propone en los momentos
y estados de conflicto que generan estas
situaciones en la dinámica de aprendizaje y
convivencia.
Estos conflictos derivados de situaciones
graves de agresión, falta de respeto grave
a la autoridad de un adulto, daño físico
grave, etc. requieren la adopción de una
medida inmediata. En estos últimos años se
han elaborado diversos documentos y guías
de actuación (Fernández, 2002; Torrego y
Moreno, 2003, Torrego, 2008) que proponen
medidas encaminadas a que los centros
gestionen los conflictos dentro del marco de
convivencia y de régimen interno que tengan
diseñados. Son protocolos de actuación
que presentan secuencias ordenadas de
actuaciones encaminadas a la resolución
colectiva de los conflictos. Estos documentos
orientativos necesitan ser contextualizados y adaptados a los centros y su entorno,
promoviendo un tratamiento integrado y
global de la convivencia y precisan de la corresponsabilidad de la comunidad educativa
en la gestión de los conflictos y la adopción
de medidas preventivas que mejoren el
clima general del centro.
En el gráfico que se presenta a continuación
se representan los criterios y pasos a seguir
a la hora de tomar decisiones sobre la
intervención con alumnos disruptivos en el
centro escolar:
- 58 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
RECOGIDA DE INFORMACIÓN
EVALUACIÓN
Características cognitivas, conductuales
y emocionales del alumno.
Contexto sociofamiliar y escolar
¿PRESENTA UN TRASTORNO DE CONDUCTA?
SÍ
NO
TRASTORNO DE CONDUCTA
Designación coordinador
Programa intervención:
- Profesores aula-centro
- Familia
- Alumno
Coordinación servicios externos:
- Salud mental infanto-juvenil
- Recursos sociales
ALTERACIÓN CONDUCTUAL
Medidas ordinarias de actuación:
- Normas aula-centro
- Programas preventivos de convivencia
- Coordinación profesores sobre respuestas
a conductas alteradas
- Medidas de tutoría específicas con el alumno
para promoción de conductas adaptadas
- Orientación familiar
NO
SÍ
¿PERMANECE LA
ALTERACIÓN CONDUCTUAL?
Gráfico 4.1. Esquema de toma de decisiones en la intervención con alumnos disruptivos.
- 59 -
CONDUCTAS DISRUPTIVAS, TRASTORNO DE CONDUCTA E INTERVENCIÓN EDUCATIVA
El Protocolo que los autores han denominado de
«buenas prácticas» (García et al. en prensa),
que se presenta en el capítulo siguiente,
propone un procedimiento de actuación en
el que se diferencian tres fases: análisis de
la demanda, evaluación e intervención. En
todas las fases participan todos los agentes
implicados (familia, profesorado, personal
de servicios, compañeros y alumno) y en
la fase de evaluación e intervención van a
adquirir gran relevancia todos los sistemas
que actúan e influyen en el niño, las
posibilidades de coordinación y los cambios
que se implementen para la mejora de su
capacidad y competencia psicosocial.
contexto escolar, familiar y social así como
de las características evolutivas, cognitivas,
emocionales, sociales y conductuales del
alumno. La síntesis de la evaluación situará
a los profesionales ante la dimensión de
la demanda planteada por el centro. La
presencia de conductas compatibles con
los criterios diagnósticos establecidos para
los trastornos de la conducta (trastorno
negativista desafiante, trastorno disocial), la
comorbilidad o la presencia de características
conductuales asociadas a factores de riesgo
de que en un futuro desarrolle dicho trastorno
determinarán la línea de intervención que se
lleve a cabo con el alumno.
La participación de los diversos agentes
educativos necesariamente conlleva la
designación de un Coordinador desde la
primera fase del protocolo de intervención.
Las funciones concretas que éste va a
desarrollar dependerán tanto de las características y los recursos del centro como de
la problemática del alumno. Independientemente de esa concreción de funciones, los
autores consideran que el coordinador del
proceso debe ser un profesor que permanezca
durante toda la jornada escolar en el centro
y que disponga de una dedicación temporal
concreta para desarrollar las funciones que
se le asignen.
En las situaciones en las que se descarte un
trastorno de conducta como origen de la
demanda planteada, los autores sugieren la
puesta en marcha de un plan de intervención
que se fundamente en las medidas ordinarias
de convivencia y tutoría de alumnos complementadas con la puesta en marcha de
actuaciones que den respuesta a las características del alumno.
El plan de intervención que se desarrolla en
la tercera fase del Protocolo está previsto
para alumnos con trastornos de la conducta o
aquéllos que, sin presentar todos los criterios
establecidos, se considere que, por sus características personales y los factores de riesgo
en su contexto, sea necesaria una actuación
con la intensidad que se propone en este
Protocolo.
Desde la perspectiva conductual de sistemas
la evaluación se realizará recogiendo
información de los distintos elementos del
- 60 -
PROTOCOLO DE
INTERVENCIÓN
PSICOPEDAGÓGICA
EN ALUMNOS CON
TRASTORNOS DE
LA CONDUCTA
05
- 61 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
El protocolo propuesto por el grupo de trabajo se fundamenta en un modelo teórico de
intervención cuyas líneas prioritarias se enmarcan en una perspectiva ecológica-contextual que
considera el contexto del niño como referencia y meta de la intervención de manera que la
implicación del centro educativo resulta fundamental. Así mismo, es necesaria la designación
de un Coordinador especialista de todo el proceso y la colaboración del Servicio de Orientación
que tendrá, en todo momento, una labor de asesoramiento y apoyo en la toma de decisiones y
seguimiento de las actuaciones.
MODELO DE INTERVENCIÓN EN EL MARCO EDUCATIVO
El CONTEXTO del niño como referencia
y como ámbito de intervención
Necesidad de la
implicación del centro
Marco ECOLÓGICO-CONTEXTUAL. Contar con los
distintos ámbitos/contextos de desarrollo del alumno
Coordinador especialista
del centro
Asesoramiento del EOEP y
Servicios de Orientación
PRINCIPIOS DE INTERVENCIÓN
Cuadro 5.1. Principios generales de intervención.
- 62 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
En este Protocolo se contemplan tres fases de intervención y un proceso de evaluación continuo
y transversal en todo el desarrollo del mismo.
FASES DE LA INTERVENCIÓN
1ª FASE: Recogida inicial
de la demanda y toma de
decisiones
2ª FASE: Recogida de
información y evaluación
Primer análisis
de la demanda
Designación del
Coordinador
3ª FASE: Intervención por
programas
Del contexto escolar
Con profesores
Del alumno
Con alumno y
compañeros
Del contexto
socio-familiar
Con la familia
Síntesis de la
evaluación
EVALUACIÓN DEL PROCESO: continua y trasversal
Cuadro 5.2. Intervención y fases.
- 63 -
Con Servicios Sociales
y de Salud
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
5.1. PRIMERA FASE: RECOGIDA DE LA DEMANDA
medidas a adoptar en lugares comunes tales
como el comedor, el recreo, la vigilancia en
las filas, en los pasillos o en los baños.
5.1.1. ANÁLISIS DE LA DEMANDA
Una vez recibida la demanda de intervención,
se plantea llevar a cabo un análisis de la
misma a fin de formular una hipótesis del
caso.
Por último, es promordial llegar a acuerdos
en cuanto a la priorización de las diferentes
actuaciones planteadas, así como sobre los
contextos de intervención, concretando al
máximo aspectos como los tiempos en que se
llevarán a cabo, los responsables, etc.
En primer lugar, es necesario el conocimiento
inicial del caso mediante una primera
entrevista con el Equipo Directivo, el Tutor y
el Equipo Docente en el que se abordarán los
siguientes aspectos:
Realizada esta primera valoración, será
necesaria una comunicación a la familia del
alumno, por parte del Equipo Directivo del
centro, del proceso de actuación que se va a
iniciar, resaltando el carácter de propuesta
de mejora con respecto a las conductas de
adaptación de su hijo y enfatizando la imprescindible participación de los padres en
todas las fases de este Protocolo. Además,
es importante trasmitirles que todos los
implicados (familia y centro escolar)
participarán buscando el consenso y espacios
de colaboración.
- concretar la finalidad de la demanda;
- valorar la gravedad de la situación, el grado
de generalización de las conductas problema
identificando los contextos implicados y la
historia escolar y personal del niño.
Es necesario que en esta primera valoración
participen todos los implicados en el
contexto escolar (profesores, familia, etc.)
para que todos ellos aporten información
desde su perspectiva y, a su vez, todos estén
al tanto de cómo está la situación y cómo es
percibida por el resto de implicados. Además,
es importante que todos ellos participen en
la toma de decisiones buscando el consenso.
5.1.2. DESIGNACIÓN DEL COORDINADOR
El siguiente paso es designar de forma
consensuada a un Coordinador de todo el
proceso de intervención y establecer las
funciones y tareas a desempeñar.
Junto con esta puesta en común y reflexión
inicial, se determinará si es preciso adoptar
medidas concretas de carácter inmediato en
el ámbito del centro previas a la elaboración
y desarrollo del programa de intervención,
por ejemplo: posibles cambios de horarios y
Se considera fundamental la existencia de
esta figura dentro del centro para coordinar
todas las actuaciones y regular el proceso,
al tiempo que, al pertenecer al centro,
tendrá información diaria y actualizada de
- 64 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
lo que suceda y posibilidad para adaptar las
diferentes medidas en cualquier momento,
en función de las distintas incidencias. De
este modo, el Coordinador constituye una
figura central que se especializa en el caso y
se convierte en su referente.
semiestructurada (Anexo 1: Entrevista con
el Tutor). La información más relevante a
obtener será la descripción precisa de las
conductas manifestadas por el alumno,
sus antecedentes y consecuentes, el estilo
atribucional del tutor y las expectativas
hacia el niño, las reacciones de compañeros y
del tutor ante dichas conductas y los aspectos
positivos del alumno que se puedan fomentar.
La designación del Coordinador, así como las
funciones y tareas que va a desempeñar, se
llevará a cabo de forma consensuada entre el
Tutor, el Equipo Docente y el Equipo Directivo.
En la recogida de información del equipo
de profesores se valorará la conveniencia
de realizarla de forma independiente con
cada profesor para evitar así, en la medida
de lo posible, el contagio con respecto a la
percepción del alumno en cuestión, es decir,
que pudiesen contagiarse las expectativas
negativas/positivas en torno al niño y una
visión negativa y sesgada de las conductas
a evaluar. En el Anexo 2 se recogen, entre
otros instrumentos, el cuestionario ACE y los
cuestionarios de Barkley (1998) que aportan
una visión complementaria de la evaluación
de las conductas-problema entre los distintos
profesores.
5.2. SEGUNDA FASE: RECOGIDA DE
INFORMACIÓN Y EVALUACIÓN
En esta segunda fase, se trata de profundizar
en el conocimiento amplio del caso. Para
ello, se obtendrá información y realizará
un análisis posterior de la misma, tanto de
los contextos en los que se desenvuelve el
alumno, fundamentalmente en el centro
escolar y en la familia, así como del desarrollo
individual de éste.
5.2.1. EVALUACIÓN DEL CONTEXTO ESCOLAR
Para la valoración del contexto escolar hay
que considerar la recogida de información de
los diferentes profesionales implicados (tutor
del alumno y equipo de profesores), así como
del propio funcionamiento y organización del
centro escolar.
Respecto a las características y dinámicas
del propio centro educativo, se considera
que éstas son igualmente importantes para
plantear una intervención. Así, habrá que
tener en cuenta las actuaciones previstas
en el Plan de Convivencia, la concreción
de normas y las posibles sanciones, el
modo de comunicación y la coordinación
de los Equipos Docentes (celebración de
Para recoger información del Tutor se plantea
llevar a cabo una entrevista con éste. Con el
fin de obtener mayor y mejor información
se propone la utilización de una entrevista
- 65 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
atribucional,
creatividad,
estilo
de
pensamiento, autoconcepto, autoestima,
con aquellos instrumentos específicos que
se consideren más adecuados en función de
las características del niño (algunos de los
cuales se indican en el Anexo 3).
las reuniones, funcionalidad de las mismas,
grado de consenso) y valorar qué actuaciones
se han puesto en marcha con anterioridad y su
grado de éxito. Se analiza el papel que adopta
el Equipo Directivo en el desarrollo de sus
funciones, la dotación de recursos personales
del centro y la competencia de los profesores,
así como el modo en que están organizados
los servicios de comedor, los recreos y las
filas. Todos ellos serán elementos que van
a posibilitar un diseño de la intervención
adaptado a la cultura propia del centro.
Por último, se considerará también la
valoración de las capacidades emocionales
y habilidades sociales del alumno. Tienen
especial relevancia las características de las
interacciones del alumno con sus iguales y con
los adultos, su estilo comunicativo, su grado
de ajuste y su competencia social (Anexo 3).
5.2.2. EVALUACIÓN DEL ALUMNO
De forma paralela a la evaluación del entorno
escolar, se realiza una valoración individual
del alumno.
5.2.3. EVALUACIÓN DEL CONTEXTO SOCIOFAMILIAR
Siguiendo con el modelo sistémico-contextual de evaluación e intervención, el
contexto familiar como fuente primera de
socialización de los alumnos constituye un
aspecto fundamental en la valoración e
intervención que plantean los autores. Es
en la familia donde se realizan los primeros
aprendizajes sobre relaciones sociales y se
adquieren los valores que continuarán desarrollándose posteriormente.
En primer lugar, se analizan cuáles son las características básicas de su patrón conductual
a través de una descripción topográfica y un
análisis funcional del mismo: qué conductas–
problema son las más habituales, qué posibles
desencadenantes aparecen ante dichas
conductas y cuáles son las consecuencias
inmediatas, a medio y a largo plazo. Tras este
primer análisis, se establecerán las primeras
hipótesis de trabajo.
Así mismo, se considera que la familia es un
subsistema dentro de otros sistemas sociales
más amplios: barrio, localidad, etc., por
tanto, resulta esencial coordinarse con otros
servicios de su entorno próximo para poder
obtener una mayor información y conocer
todos los recursos con los que se cuenta.
Además de la conducta del alumno, se
realiza una evaluación completa de su
historia personal, de sus capacidades
cognitivas: perfil de aptitudes y desarrollo
cognitivo, capacidad atencional, grado
de
impulsividad/reflexividad,
estilo
- 66 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
prestando y, quizás, de algunas informaciones
desde un punto de vista diferente al de la
propia familia. Así mismo, puede llegarse a
acuerdos de intervención.
En relación con la evaluación de la familia,
(ver guión de la entrevista familiar en el
Anexo 2 e instrumentos de evaluación en el
Anexo 4) deberán considerarse los siguientes
aspectos:
- Servicios Sanitarios: aportarán la necesaria
información sanitaria sobre el caso que
enriquecerá la intervención a realizar.
Resulta fundamental conocer qué intervenciones se están realizando a este nivel para
poder llevar a cabo un trabajo conjunto y
complementario.
- Se analizan y valoran todas las características familiares: su estructura y composición,
su historia previa sobre diferentes aspectos,
sus estilos de crianza -sobreprotector,
autoritario, permisivo, asertivo- (Fernández,
2009) así como las expectativas y atribuciones
de los padres sobre lo que es y hace su hijo y
lo que éste puede llegar a ser y a hacer.
- Otros espacios sociales: de ocio, deporte,
ludotecas, etc. Muy relevantes igualmente
dado que forman parte de la vida socioemocional y del entorno del alumno.
- Se valoran y ponderan qué factores de
riesgo presenta la familia en relación con el
comportamiento de su hijo.
Las actuaciones a realizar con estos servicios
serán siempre de intercambio de información
y de cooperación tanto en la fase de evaluación
como en la posterior intervención.
- Se analiza y valora con qué factores
protectores cuenta la familia con la intención
de utilizarlos y fomentarlos para favorecer la
evolución positiva de la problemática de la
misma.
5.2.4. SÍNTESIS DE LA EVALUACIÓN
Por último, como en cualquier otro tipo de
evaluación, éste es el momento en el que se
debe hacer un esfuerzo por sintetizar, no sólo
la información obtenida, sino también las
conclusiones de la valoración de la misma.
El análisis y valoración de todo lo anterior
servirá para determinar la necesidad de
intervenir así como de decidir y priorizar las
actuaciones a llevar a cabo.
En cuanto a la obtención de información de
otras fuentes del entorno social de la familia,
resulta imprescindible recabar información
de:
La síntesis de la evaluación consiste en
recoger por escrito las variables observadas y
las posibles relaciones identificadas así como
definir las diferentes líneas de intervención.
Esta síntesis debería dar respuesta a algunas
preguntas básicas tales como: ¿qué está
- Servicios Sociales: se obtendrá información
del tipo de ayudas y servicios que se están
- 67 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
5.3. TERCERA FASE: INTERVENCIÓN
pasando exactamente con el alumno y cómo
está respondiendo el centro escolar?, ¿cómo
es este alumno y cómo se comporta y se
relaciona?, ¿cómo es la familia y sus relaciones,
sus límites, su estilo educativo?, ¿qué servicios
están interviniendo en esta situación y qué
posibilidades de colaboración existen?
5.3.1. SUPUESTOS BÁSICOS
Los autores consideran que la intervención
más adecuada para dar respuesta a los
trastornos de conducta debe realizarse
a través de programas por tratarse de
un modo de actuación protocolizado que
permite llevar a cabo una intervención
completa y amplia desde los diferentes
ámbitos y contextos, y en el que se implica
a los distintos agentes que intervienen con
el niño. La evaluación de estos programas
se considera un eje fundamental para
determinar los progresos y la necesidad de
modificaciones.
Cuadro 5.1. Síntesis de la evaluación.
• Características del alumno: historia
personal, capacidades, estilos cognitivos,
relaciones sociales, puntos fuertes y débiles.
• Características y funcionalidad de las
conductas problemáticas.
• Características del contexto escolar:
generales
del
centro,
grupo-clase,
programas desarrollados, medidas llevadas
a cabo y su eficacia.
La intervención con el alumno se centrará
en aumentar sus habilidades para identificar
y reconocer sus dificultades y problemas,
mejorar sus habilidades de autorregulación
y comunicación y manejar sus conductas
desadaptadas.
• Características de la familia: estructura,
estilo educativo, factores protectores y de
riesgo, etc.
• Contexto social y recursos implicados.
El objetivo con la familia será introducir
cambios que mejoren su coherencia y
habilidades educativas, la comunicación
entre sus miembros, la potenciación de las
conductas adaptadas y la reducción de las
desadaptadas.
• Contexto sanitario, intervenciones y grado
de eficacia.
• Realización de un análisis diferencial para
distinguir entre un problema de conductas
disruptivas debido a la dificultad en el
cumplimiento de normas de funcionamiento general del centro educativo y un alumno
con un trastorno de la conducta y, en su caso,
el análisis de una posible comorbilidad.
En el centro educativo la intervención se
dirigirá a incrementar las habilidades de
relación del profesorado con sus alumnos, a
mejorar la gestión de sus aulas y a aumentar
el conocimiento y práctica en la identifica-
- 68 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
ción y manejo de los problemas de conducta,
tanto de manera individual como en la clase.
Este trabajo con el conjunto de la clase
para la mejora de la socialización de los
alumnos se considera indispensable ya que
los problemas de comportamiento son conceptualizados como un fracaso del proceso
de socialización del individuo. Estas intervenciones serán una poderosa herramienta
en el abordaje y el manejo de los trastornos
de la conducta.
A) Intervenir con el alumno en el centro
donde se manifiesta la problemática:
- De manera individual con el alumno a
través de autorregistros de conducta,
contratos, programas de autorregulación,
entrenamiento en habilidades sociales,
control emocional, etc.
B) Intervenir en diferentes niveles dentro
del centro:
- En el aula: con el trabajo desde la acción
tutorial y la formación–implicación del
profesorado en el manejo de contingencias
sobre las conductas manifestadas en el aula
y en el seguimiento curricular o implementación de su adaptación curricular individual,
si así se requiere.
5.3.2. ESPACIO DE INTERVENCIÓN
Partiendo, como se ha especificado
anteriormente, de que el contexto mantiene
las conductas y que la intervención ha de
realizarse dentro de un marco ecológicocontextual, los autores consideran que la
creación de aulas específicas para alumnos
con trastornos de la conducta no es la mejor
opción inicial ya que a ellas pueden llegar
alumnos procedentes de otros centros, y
por tanto, de zonas diferentes, alejadas del
contexto normalizado de desarrollo del propio
alumno. Además, intervenir en el contexto
concreto donde se manifiestan las conductas
desadaptadas (centro educativo y familia) es
el mejor modo de asegurar un cambio real
y socialmente relevante. Lo que interesa es
que el niño controle sus conductas dentro de
su contexto en situaciones cotidianas.
- En los lugares comunes del centro:
• Recreo: vigilancia del alumno con
seguimiento ocular y planificación de
actividades dirigidas de juego grupal.
• Comedor: pautas básicas de control de
conducta a los monitores de comedor.
• Pasillos: refuerzo de las líneas de
organización del centro en los cambios de
profesorado y desplazamientos del grupo.
- Actividades complementarias: la posibilidad
de que el alumno participe con su grupo
en estas actividades es un reforzador de
sus conductas adaptadas. En este caso, es
necesario el control conductual por parte del
tutor o profesor responsable de la actividad.
Por tanto (como se refleja en el cuadro 5.3.)
se plantea:
- 69 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
- Actividades extraescolares: al ser una
opción voluntaria para las familias, en el
caso de que el alumno participe en ellas, es
esencial que el monitor responsable conozca
las líneas básicas de intervención pudiendo
generalizar las estrategias implementadas en
el horario escolar.
- Flexibilidad: respecto al tiempo de
permanencia del alumno en él y de los
objetivos que se persiguen: facilitar
aprendizajes escolares, permitir el desarrollo
de la capacidad de autocontrol, promover
el desarrollo de habilidades relativas a la
interacción social, etc.
C) El alumno permanecerá en su aula de
referencia los periodos que se determinen en
su programa de intervención y se plantea la
utilización de un «espacio» fuera del aula con
las siguientes características:
- Permeabilidad: respecto al tiempo de
ocupación combinándolo lo más posible con
los contextos ordinarios del centro: aula
ordinaria, recreo, gimnasio, etc.
- 70 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Actividades
extraescolares:
Monitor de
actividades
Espacio
pedagogía
terapéutica:
P.T.
- Programa de
modificación de
conducta
- Habilidades
sociales y
emocionales
- Seguimiento
curricular
- Acuerdos
conductuales
con el alumno
Aula: Profesores
- Control
contextual
- Programa de
contingencias
conductuales
- Seguimiento
curricular
- Posible cambio
de grupo y de
profesorado
CONTROL DE POSIBLES ALTERACIONES CONDUCTUALES
DEL ALUMNO EN EL CENTRO ESCOLAR
Actividades
complementarias:
Profesor
responsable
- Control
conductual
del alumno
Recreo:
Profesores
Pasillos:
Profesores
- Seguimiento
ocular
- Regulación y
control de
desplazamientos
- Seguimiento
ocular y
vigilancia
- Actividades
dirigidas de
juego grupal
Comedor:
Monitores
- Pautas básicas
de control
conductual
Cuadro 5.3. Intervención en el centro escolar, profesionales implicados y tareas.
- 71 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
considerará necesario analizar la posibilidad
de dotar temporalmente al centro de un
recurso personal que permita el ejercicio de
coordinación por parte de un profesor del
centro educativo.
5.3.3. RECURSOS ESPECÍFICOS EN EL CENTRO
EDUCATIVO
El protocolo de intervención propuesto implica
la actuación simultánea de diferentes agentes
educativos, servicios y estructuras docentes y
extraescolares. Para garantizar una intervención
eficaz se considera conveniente nombrar a
un profesor que asuma de forma coordinada
la respuesta a las necesidades educativas
y personales del alumno. El perfil de este
profesional se concreta del siguiente modo:
5.3.4. FUNCIONES DEL COORDINADOR DEL
PROCESO DE INTERVENCIÓN
Las funciones del Coordinador del proceso de
intervención serán las siguientes:
- Coordinar e informar a los profesores
del centro de las medidas curriculares,
organizativas, los sistemas de motivación,
las contingencias y las comunicaciones a
llevar a cabo por parte de los implicados.
- Maestro con especialidad en Pedagogía
Terapéutica.
- El profesional, con un compromiso formativo
y motivacional, asume la naturaleza de su
intervención.
- Horario repartido en el desempeño de las
siguientes funciones:
• Respuesta educativa al alumno con trastorno
de la conducta.
• Tareas relacionadas con la coordinación de la
respuesta educativa del alumno con trastorno
de la conducta pudiendo desempeñar la
función de Coordinador del Proceso de
Intervención.
• Respuesta específica a otras necesidades
educativas.
• Contar con todos los ámbitos de desarrollo en
los que se desenvuelve el alumno.
Cuando la intensidad de las conductas que
presenta el alumno o la dotación de recursos
personales del centro así lo requieran, se
- Centralizar la información de la conducta
del alumno en diferentes contextos.
- Mantener una relación directa y estrecha
con el Equipo Directivo: intercambiar
información, tomar decisiones, etc.
- Relacionarse directamente con el contexto
sociofamiliar: intercambiar información y
proponer actuaciones.
- Tomar decisiones de forma coordinada y
conjunta.
- Mantener una relación directa con el
Servicio de Orientación del centro.
5.3.5. INTERVENCIÓN DIRECTA CON EL
ALUMNADO
Las intervenciones en los problemas de
conducta requieren un trabajo coordinado
- 72 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
y conjunto de todos los agentes implicados
en el desarrollo psicosocial del niño. En el
nivel preventivo y de intervención se precisan
actuaciones y programas dirigidos a los padres
y al entorno escolar para facilitar al niño un
entorno sano y acogedor. Estos programas suelen
ser efectivos y están encaminados a mejorar el
autocontrol, prevenir la violencia, promocionar
estrategias adecuadas de resolución de
problemas, desarrollar un autoconcepto
positivo, mejorar la competencia social y escolar
e incrementar la tolerancia y el respeto a la
diversidad.
La intervención con el alumno se desarrollará a
través de programas de contingencias de corte
cognitivo-conductual encaminados a mejorar
su autocontrol, desarrollar su capacidad de
introspección, incrementar sus conductas
adaptadas y disminuir las inadecuadas, potenciar
sus habilidades sociales y de interacción
adecuadas con sus iguales y los adultos.
de sus recursos a la hora de gestionar su aula y,
por otra parte, la regulación de las conductas
de los alumnos en el aula. La eficacia de estas
intervenciones va a estar relacionada con el
grado de coherencia en su aplicación por parte
de todos los adultos que interactúan con el
alumnado.
5.3.5.1. LOS PROGRAMAS ESPECÍFICOS QUE SE
PROPONEN SON:
1. PROGRAMA DE INTERVENCIÓN EDUCATIVA
PARA AUMENTAR LA ATENCIÓN Y REFLEXIVIDAD
(PIAAR)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Gargallo, B.
EDITORIAL, CIUDAD TEA Ediciones, Madrid
Al mismo tiempo se desarrollarán programas
en el aula encaminados a planificar su gestión,
se establecerá un programa de contingencias
(Miranda, et al., 1999), se aumentará la
reflexividad (Gargallo, 1997; Servera, Bornas y
Galván, 2000; Calderón, 2003), la resolución de
problemas (García y Magaz, 1997; Camp y Bash,
1998) y las habilidades sociales (Monjas, 1999).
La implementación de estos programas va a
posibilitar, por una parte, la implicación de
los profesores en la aplicación de programas
bien establecidos empíricamente y la mejora
- 73 -
AÑO PUBLICACIÓN
1997
EDAD DE
APLICACIÓN
Nivel 1: dirigido a niños
de 7 a 11 años
Nivel 2: dirigido a niños
de 12 a 14 años
MODO APLICACIÓN
Individual o Grupal
OBJETIVO
Potenciar la reflexividad
reforzando las funciones
básicas de discriminación,
atención, razonamiento,
demora de respuestas,
autocontrol verbal,
análisis de detalles, uso
de estrategias cognitivas y
de escudriñamiento.
SESIONES
25 sesiones (nivel 1)
30 sesiones (nivel 2)
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
Ambos niveles exigen un mínimo esfuerzo
y pueden incorporarse perfectamente a la
dinámica de la clase. El programa se centra en:
1. La atención.
2. La discriminación.
3. La capacidad de demora de respuestas.
4. El autocontrol, a través del habla interna
autodirigida a través de la autorregulación.
5. La capacidad de analizar y escudriñar los
detalles.
6. La capacidad para solucionar problemas.
Programa
de
Intervención
Educativa
estructurado secuencialmente en forma de
diversas actividades guiadas por el profesorado.
Es un valioso recurso para prevenir la aparición
de problemas tan frecuentes como la falta de
atención, la impulsividad o la hiperactividad,
aunque puede resultar útil también para tratar
dichos problemas una vez que éstos han aparecido.
CONTENIDOS:
1. Presentación.
2. Cómo utilizar este programa. El sistema
de autorregulación y los procesos que lo
configuran.
2.1. Identificación de las demandas.
2.2. Autodeterminación de objetivos y
criterios.
2.3. Planificación de la acción:
2.3.1. Generación de alternativas.
2.3.2. Previsión de consecuencias y
toma de decisión.
2.3.3. Elaboración de la solución.
2.4. Planificación de la acción:
2.4.1. Autoinstrucciones.
2.4.2. Autoobservación.
2.4.3. Autoevaluación continua.
2.4.4. Autoevaluación final.
2.4.5. Autorreforzamiento.
3. Actividades y metodología.
3.1. Listado de actividades por procesos y
criterios de edad.
3.2. Listado de actividades en función de
su principal aplicación.
3.3. Actividades 1 a 36.
4. Lecturas recomendadas.
2. PEMPA: PARA, ESCUCHA, MIRA, PIENSA Y
ACTÚA. PROGRAMA PARA EL DESARROLLO DE
LA REFLEXIVIDAD Y EL AUTOCONTROL
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Bornas, X., Servera, M.,
Galván, Mª R.
EDITORIAL, CIUDAD Grupo Albor-Cohs, Bilbao
AÑO PUBLICACIÓN
2002
EDAD DE
APLICACIÓN
Niños de Educación Infantil
y Primaria en general
(desde los 4 años)
MODO APLICACIÓN
Individual o Pequeño grupo
OBJETIVO
Reducir el comportamiento impulsivo sustituyéndolo por la reflexión
sistemática antes de
tomar decisiones a
través de la adquisición
progresiva de destrezas
cognitivas de autorregulación del comportamiento.
SESIONES
36 sesiones
- 74 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
1. Programa cognitivo-conductual de Kendall,
Padawer y Zupan.
2. Entrenamiento en auto instrucciones verbales de Kirby y Grimley.
3. Modelo cognitivo-conductual integrado de
Goldstein.
4. Programa de entrenamiento en solución de
problemas de grupo de Goldstein y Pollock.
5. Programa de entrenamiento en habilidades
sociales de Goldstein y Pollock.
6. Programa de intervención en el aula de
Miranda, Presentación, Gargallo, Soriano,
Gil y Jarque.
7. Programa de intervención educativa para
aumentar la atención y la reflexividad de
Gargallo.
8. Programa de entrenamiento en habilidades
para niños con problemas de conducta de
Bloonquist.
9. Programa de orientación y entrenamiento
a padres de Barkley.
- Segunda parte: Un programa de intervención
cognitivo-conductual, manual práctico:
3. PROGRAMA DE INTERVENCIÓN COGNITIVOCONDUCTUAL PARA NIÑOS CON DÉFICIT DE
ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Orjales, I. y Polaino, A.
EDITORIAL, CIUDAD CEPE, Madrid
AÑO PUBLICACIÓN
2007
EDAD APLICACIÓN
Niños de 6 a 12 años
MODO DE
APLICACIÓN
Individual o Pequeño
grupo
OBJETIVO
Lograr en los niños con
TDAH autonomía cognitiva
y emocional en la
regulación de su comportamiento.
SESIONES
30 sesiones
Tras un recorrido por las características de
diversos programas cognitivo-conductuales
existentes (Kendall, Padawer y Zupan; Kirby;
Goldstein y Pollock, Gargallo, Bloonquist,
Barkley), los autores presentan su propio
programa de intervención con materiales
elaborados al respecto.
1. Cómo utilizar este manual.
2. Información previa a la aplicación de este
programa de intervención.
3. Cuadro resumen de las sesiones.
4. Materiales.
5. Programa de intervención cognitivo-conductual: desarrollo de las sesiones.
6. Índice de fichas.
7. Índice de cuadros.
8. Índice de figuras.
9. Bibliografía.
CONTENIDOS:
- Introducción a los tratamientos cognitivoconductuales. Algunas consideraciones
sobre dichos tratamientos cognitivo-conductuales.
- Primera parte: Programas de intervención
cognitivo-conductual:
- 75 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
dimientos y materiales que deben utilizarse
y guía al profesor paso a paso a través de
las actividades. Las lecciones progresan
suavemente de un paso a otro a medida que las
habilidades que las integran son desarrolladas
de forma gradual y, más tarde, utilizadas a
través de todo el programa.
CONTENIDOS:
1. Introducción del juego «El gato copión».
2. Introducción de Piensa en Voz Alta.
3. Desarrollo de los planes alternativos.
4. Etiquetado verbal en la resolución de problemas.
5. Solución de problemas auditivos.
6. Introducción a la solución de problemas interpersonales.
7. Introducción a la causalidad y la categorización.
8. Reconocer la causalidad y ejercitar el autocontrol.
9. Pensar susurrando en voz alta.
10. Generar soluciones para los problemas interpersonales.
11. Categorización y práctica auditivas al generar soluciones.
12. Categorización auditiva y expansión de las
categorías resolutivas.
13. Predecir consecuencias.
14. Generar consecuencias para los problemas
interpersonales.
15. Inhibición y práctica auditiva al generar
consecuencias.
16. Inhibición auditiva y más práctica al generar consecuencias.
4. PIENSA EN VOZ ALTA. HABILIDADES
COGNITIVAS Y SOCIALES EN LA INFANCIA. UN
PROGRAMA DE RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
PARA NIÑOS
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Camp, B.W., Bash, M.A.S.
EDITORIAL, CIUDAD Promolibro, Valencia
AÑO PUBLICACIÓN
1998
EDAD DE
APLICACIÓN
Niños con problemas de
agresividad de 6 a 8 años
MODO DE
APLICACIÓN
Individual o Pequeño
grupo
OBJETIVO
Promover el desarrollo
de las habilidades de
resolución de problemas
del niño para resolver
sus dificultades a través
del entrenamiento de
la mediación verbal en
problemas sociales y
cognitivos.
SESIONES
23 sesiones
Camp y Bash ofrecen un programa para alumnos
que puede ayudarles a pensar de manera más
efectiva y actuar reflexivamente. Los beneficios
varían desde lo educacional y preventivo
hasta lo terapéutico. El programa puede ser
utilizado con cualquier niño que tienda a
responder sin haber pensado adecuadamente
en las consecuencias de su acción y carezca de
un sentido de dirección o un repertorio para
abordar problemas de forma efectiva.
Cada lección describe claramente los proce-
- 76 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
17. Evaluar según la seguridad y pensar de
manera inductiva.
18. Evaluar según lo justo y pensar de manera
inductiva.
19. Evaluar según los sentimientos.
20. Evaluar según la efectividad.
21. Evaluar soluciones para los problemas
interpersonales.
22. Práctica al evaluar soluciones.
23. Más práctica al evaluar soluciones.
A lo largo de las unidades didácticas,
desarrolladas en forma de juegos grupales,
se enseña a los alumnos a:
1. Identificar situaciones de interacción
social que constituyen un problema.
2. Definir de manera concreta los problemas.
3. Generar un amplio repertorio de
alternativas.
4. Anticipar
múltiples
y
variadas
consecuencias a corto y largo plazo (para
sí mismo y para los demás).
5. Tomar decisiones.
6. Planificar la ejecución de una decisión.
5. ESCePI: ENSEÑANZA DE SOLUCIONES
COGNITIVAS PARA EVITAR PROBLEMAS INTERPERSONALES. PROGRAMA DE ENSEÑANZA
DE HABILIDADES SOCIALES Y EDUCACION EN
VALORES PARA LA CONVIVENCIA
6. PROGRAMA DE ENSEÑANZA DE HABILIDADES
DE INTERACCIÓN SOCIAL (PEHIS)
FICHA TÉCNICA
FICHA TÉCNICA
AUTORES
García, E. M., Magaz, A.
EDITORIAL, CIUDAD
Grupo Albor-Cohs, Bilbao
AUTORES
Monjas, Mª. I.
AÑO DE PUBLICACIÓN
1997
EDITORIAL, CIUDAD
CEPE, Madrid
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 4 - 10 años
AÑO DE PUBLICACIÓN
2006
MODO DE APLICACIÓN Individual o Grupal
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 4 a 10 años
MODO DE APLICACIÓN Niños y adolescentes
OBJETIVO
Mejorar la reflexividad,
las destrezas sociales
y valores para la
convivencia. Facilitar
a los profesores un
material que les
permita desarrollar
estas enseñanzas
trasmitiendo los valores
de respeto y convivencia
democrática.
OBJETIVO
Promover la
competencia
interpersonal. Se
pretende que los
alumnos aprendan a
relacionarse positiva y
satisfactoriamente con
otras personas, ya sean
sus iguales o los adultos.
SESIONES
31 sesiones
SESIONES
30 sesiones
- 77 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
El PEHIS es una intervención psicopedagógica global para enseñar directa y sistemáticamente habilidades sociales a niños en
edad escolar. La enseñanza se lleva a cabo
en dos contextos, colegio y casa, y se hace a
través de personas significativas en el entorno
social: sus compañeros, el profesorado y los
padres.
El Programa comprende 30 habilidades
sociales agrupadas en torno a 6 áreas.
Para su aplicación se utiliza un paquete de
entrenamiento en el que se contemplan
técnicas conductuales y cognitivas. Para
la puesta en práctica, existe un soporte
material que son las fichas de enseñanza para
el colegio y las fichas de enseñanza para casa.
Promolibro, Valencia
1998
OBJETIVO
Disminuir/eliminar la
conducta agresiva de
los niños a través del
autocontrol de la ira y
la frustración.
SESIONES
12 sesiones
Este programa de intervención centra su
atención en la conducta agresiva de los
niños para intentar controlar la ira y la
frustración de forma autónoma (Kendall
et al., 1980). Parte del hecho de que los
niños hiperactivos agresivos tienen un
problema adicional a la hora de enfrentarse
a situaciones sociales. Su agresividad les
impide analizar adecuadamente la situación
y les lleva a responder inmediatamente
con conductas violentas y agresivas. Este
programa pretende enseñarles a dominar la
ira inicial para poder hacer un análisis autoinstruccional de la situación problemática
que les lleve a una solución positiva.
FICHA TÉCNICA
EDITORIAL, CIUDAD
AÑO DE PUBLICACIÓN
También se entrena en la resolución de
problemas interpersonales siguiendo a
Bloomquist (1991).
7. PROGRAMA DE CONTROL DE LA IRA
Miranda, A. et al.
Estudiantes con
deficiencias
atencionales
Basado en el programa de Kendall (1980),
consta de 12 sesiones que incluyen
razonamiento, reestructuración cognitiva de
autoinstrucciones y relajación.
CONTENIDOS:
1. Conductas de interacción.
2. Inicio, desarrollo y mantenimiento de
relaciones positivas.
3. Inicio, desarrollo y mantenimiento de
conversaciones.
4. Aumento de la asertividad.
5. Solución de problemas interpersonales.
6. Interacción social positiva con los adultos.
AUTORES
TÍTULO LIBRO
- 78 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Es un tratamiento de problemas derivados de
la impulsividad compuesto por 22 sesiones que
combinan las autoinstrucciones, el modelado
y las contingencias. Hay 15 sesiones aplicadas
al desarrollo de la atención y la reflexión y 7
a la solución de situaciones interpersonales.
8. PROGRAMA PÁRATE Y PIENSA
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Kendall, Ph. C.
(adaptación de Miranda
Casas, A. et al., 1998)
AÑO DE PUBLICACIÓN
1980
OBJETIVO
Mejorar la
concentración y la
reflexividad.
SESIONES
12 sesiones
5.3.5.2. TÉCNICAS DE MANEJO DE
CONTINGENCIAS
Conjuntamente con la implementación de
estos programas, la aplicación de programas
y técnicas cognitivo-conductuales facilitará
un contexto de cambio de las conductas
del alumno. Hay que tener en cuenta que
la implementación de estas técnicas debe
estar contemplada en un programa bien
elaborado y estructurado. En la explicación
de este apartado se han seguido algunas de
las definiciones de Olivares y Méndez (1998b),
las más habituales de las cuales se incluyen a
continuación:
Adaptado por Miranda et al. (1998), combina
técnicas conductuales y cognitivas.
Se procura el desarrollo del pensamiento
secuencial a partir de la función reguladora
del lenguaje mediante el uso de autoinstrucciones. Para ello se modelan en voz alta los
pasos a seguir.
- 79 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
- La alabanza: debe ser descriptiva e incluir
comentarios positivos y motivadores. Deben
reconocerse los comportamientos positivos,
aunque parezcan poco importantes. Además,
la alabanza debe ser sincera.
A) TÉCNICAS PARA MANTENER E
INCREMENTAR CONDUCTAS DESEABLES
1. REFUERZO POSITIVO
Los refuerzos positivos son unos potentes
motivadores en el aumento o mantenimiento de
conductas adecuadas. Sin embargo en muchos
momentos no son utilizados al considerar que
muchas de esas conductas deberían producirse
de forma habitual. Por tanto, es conveniente
que los profesores presten suficiente atención
a estas conductas si quieren que se mantengan
en sus alumnos y lleguen a formar parte de su
repertorio habitual.
- La atención: es un potente reforzador
de aplicación rápida y fácil. La mirada, la
sonrisa, un comentario rápido o pregunta, una
conversación breve, la realización conjunta
de alguna actividad pueden ser potentes
reforzadores.
Los profesores deben ser conscientes de la
importancia que tiene la atención que prestan
a sus alumnos y no reforzarles las conductas
inadecuadas por la atención que les prestan.
- El contacto físico: es un reforzador muy
poderoso, especialmente con niños muy
pequeños.
Un reforzador positivo es un evento o
consecuencia que, cuando se presenta inmediatamente después de una conducta, provoca
que ésta aumente su frecuencia. La utilización
del refuerzo positivo tiene que ser consistente,
inmediata y contingente a la conducta que se
quiera incrementar. El reforzamiento positivo
establece que si, en una situación determinada
una persona hace algo que se sigue de un
reforzador positivo, es más probable que esa
conducta aumente.
- Las recompensas y los privilegios:
es necesario identificar cuáles son las
recompensas y privilegios apropiados para
cada niño. Hay que tener cuidado para que su
uso no incremente conductas desadaptadas.
Deben darse sólo inmediatamente después
de la conducta adecuada, nunca antes. Por
último, hay que tener en cuenta que rara
vez producen un cambio inmediato en la
conducta del niño sino que funcionan con
lentitud. Por esa razón, los profesores deben
mostrarse consistentes en reforzar cada vez
que el niño realice la conducta concreta que
se desea incrementar.
Los reforzadores no son universales ni
automáticos, es necesario buscar aquéllos que
son significativos para cada alumno. Para ello,
es fundamental identificar qué reforzadores
son los más valorados por el alumno, si bien,
con carácter general, se pueden utilizar:
- 80 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
2. ECONOMÍA DE FICHAS
Este es un programa de reforzamiento que
se basa en fichas que son reforzadores
secundarios generalizados. Esta es una
técnica muy potente que ofrece importantes
ventajas: se potencia el valor de los
reforzadores debido a su amplia gama,
se maneja la demora del refuerzo y se
evitan interferencias con otras formas de
reforzamiento. Se puede individualizar y
flexibilizar en su aplicación.
4. MODELADO
Una conducta se aprende observando la
conducta nueva que se desea conseguir en una
persona significativa y comparable al alumno.
El niño «copia» la conducta que le presenta
el modelo inmediatamente o tras un intervalo
de tiempo muy breve. Es fundamental que la
conducta que se observa y se emite después
sea reforzada positivamente.
5. MOLDEAMIENTO
Se utiliza para adquirir nuevas respuestas
que se encuentran ausentes o presentes de
forma elemental en el repertorio del alumno.
Consiste en el desarrollo de una nueva conducta
mediante reforzamiento sucesivo de las aproximaciones más parecidas a la conducta final
deseada y la extinción de las respuestas que
son muy distintas a la conducta meta.
Consiste básicamente en que el niño consigue
fichas, tarjetas o puntos por conductas
concretas especificadas con anterioridad
o puede perderlas si emite conductas no
adecuadas. Estas fichas se acumulan y el
alumno podrá cambiarlas por una variedad
de recompensas o actividades deseadas y
especificadas previamente en el programa
elaborado entre el alumno y su profesor.
6. CONTRATOS DE CONDUCTA
Es un procedimiento de cambio conductual en
el que se llega a un acuerdo entre las personas
que desean que una conducta cambie (padres,
profesores) y las personas cuya conducta se
quiere cambiar (hijo, alumno) o entre dos o más
personas en el que cada uno desea un cambio
del otro. Los contratos reflejan por escrito un
compromiso entre el niño y sus educadores
en el que se especifican las consecuencias
positivas o negativas que supone el adquirir la
meta propuesta. Es un método fundamental para
comprometer al niño y a todos los implicados en
la modificación de sus comportamientos.
3. REFUERZO NEGATIVO
Consiste en el incremento en la frecuencia
de una respuesta por la terminación de un
estímulo aversivo inmediatamente después
de que se ejecute la respuesta adecuada.
Las conductas se mantienen o incrementan
si existe la posibilidad de la desaparición
de la situación desagradable. Dado que en
estos casos es necesaria la presencia de un
estímulo aversivo, este tipo de reforzador
se utiliza poco y hay que ser muy cuidadoso
en su aplicación.
- 81 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
de hacer que el niño pase unos minutos en
un rincón o en cualquier otro sitio aburrido
donde no pueda encontrar ninguna cosa
divertida ni estimulante inmediatamente
después de un comportamiento incorrecto.
Algunas características de esta técnica son:
resulta eficaz para niños de 2 a 10 años,
el niño sabrá perfectamente el tiempo que
permanecerá en ese lugar (se recomienda
un minuto por cada dos años de edad del
niño; para niños mayores de 6 años, con 5
minutos es suficiente, ya que si el niño se
habitúa o adapta, el aislamiento pierde su
valor). Este procedimiento ha demostrado
ser especialmente útil cuando se utiliza
en vez del castigo o de las regañinas y
cuando los procedimientos de extinción son
mínimamente efectivos en la reducción de
las conductas indeseables.
B) TECNICAS PARA DISMINUIR
CONDUCTAS NO-DESEABLES
1. EXTINCIÓN
Este principio establece que si en una situación
determinada alguien emite una respuesta
reforzada previamente y la respuesta no
se sigue de una consecuencia reforzante,
entonces es menos probable que se emita
la respuesta en la misma situación. Supone
la retirada sistemática de la atención que
sigue inmediatamente a un comportamiento no deseado. Se procura no hacerle caso al
niño, excepto si tuviera conductas agresivas
hacia sí mismo o los demás. Al implantar
la extinción es probable que se produzcan
reacciones emocionales y agresivas. En un
primer momento se producirá un aumento de
la respuesta inadecuada. Este procedimiento
de extinción es más lento que otros métodos
de reducción de conductas. Además, hay
que identificar bien los reforzadores que
mantienen la conducta que se desea eliminar.
Si el procedimiento se realiza correctamente
sus resultados pueden ser duraderos.
3. CASTIGO
Consiste en aplicar una consecuencia
desagradable tras la aparición de conductas
que se quieren eliminar. Se puede realizar
de dos formas, bien retirando un privilegio
o algo agradable para el alumno o
presentado una situación molesta para él.
Es necesario que el castigo esté incluido en
un programa en el que se acompañe de la
aplicación de reforzadores positivos. Este
procedimiento tiene efectos secundarios
como provocar daños físicos, facilitación
de modelos agresivos o provocar reacciones
negativas hacia la persona que lo aplica,
2.- TIEMPO FUERA DE REFORZAMIENTO O
«TIME-OUT»
El tiempo fuera de reforzamiento consiste en
la supresión contingente de la oportunidad
de obtener reforzamiento positivo durante
un determinado periodo de tiempo. Se trata
- 82 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
por lo que su utilización debe considerarse
con mucho cuidado y debe ir acompañada
de otras estrategias que aumenten la
frecuencia de conductas deseadas.
- Reforzamiento diferencial de otras conductas:
se administra el refuerzo por la no emisión
de una conducta inadecuada determinada
durante un periodo de tiempo. El refuerzo
que se pueda aplicar en ese momento a otras
conductas debe tener en cuenta que sea
aplicado a las conductas adecuadas.
4. REFORZAMIENTO DIFERENCIAL
Este tipo de reforzamiento es un enfoque
positivo para la reducción de conductas. Posee
la ventaja de que depende de la aplicación del
reforzamiento y resalta la forma de conseguir
la eliminación de conductas inadecuadas
mediante
procedimientos
constructivos.
En esta técnica se utiliza el reforzamiento
positivo para disminuir conductas inadecuadas
como las disruptivas o agresivas. Existen varios
procedimientos de reforzamiento diferencial:
5. CONTROL DE ESTÍMULOS
Si un estímulo está siempre presente cuando se
refuerza una respuesta (y ausente cuando no
se refuerza), la conducta en cuestión se emite
con mayor probabilidad ante dicho estímulo.
Aunque en un principio estos estímulos sean
neutrales, como consecuencia del hecho de
estar presentes siempre que una conducta
es reforzada, adquieren control sobre ella;
por tanto, si se modifican los antecedentes
conductuales, se modificará la conducta.
- Reforzamiento diferencial de tasas bajas: se
utiliza con conductas que se desean debilitar,
pero no suprimir totalmente. El reforzamiento
contingente se aplica después de pasado
un tiempo de la última respuesta. Se trata
de trasmitir al alumno que su conducta es
adecuada siempre que no se realice en exceso.
6. SOBRECORRECIÓN
Este método supone la administración
contingente de consecuencias aversivas que
se relacionan con la conducta inapropiada a
la que siguen. Se utiliza cuando se produce
una perturbación ambiental. Se penaliza la
conducta no deseada con dos actuaciones:
- Reforzamiento diferencial de conductas
incompatibles: se refuerzan conductas topográficamente incompatibles con las que
se quieren eliminar. Para ello es necesario
identificar la conducta que se quiere eliminar
y posteriormente considerar las alternativas
que disminuirán la probabilidad de aparición
de la conducta inapropiada para reforzarla a
continuación.
- Restitución: el individuo restaura el
ambiente hacia un estado mucho mejor que
el que existía anteriormente a los efectos
ambientales de la conducta inapropiada.
- Práctica positiva: se realiza de manera
repetitiva la conducta adecuada.
- 83 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
La restitución y la práctica positiva se
combinan en ocasiones y otras veces se
emplean solas dependiendo de las conductas
que se quieran eliminar.
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
- El niño realiza la misma tarea siguiendo las
instrucciones del modelo.
- El niño realiza la tarea mientras se da a sí
mismo sus propias instrucciones.
- El niño realiza la tarea mientras se da a sí
mismo en voz baja las instrucciones.
- El niño se dice a sí mismo, mediante autoinstrucciones encubiertas, las instrucciones
necesarias para ejecutar la tarea.
7. SACIACIÓN
Se suprime el valor del reforzador que
mantiene la conducta negativa porque
aumentando de manera excesiva la administración de reforzamiento se consigue que
el reforzador pierda su valor. Así, exigir la
realización continuada de una actividad en
principio agradable puede convertirla en
desagradable.
2. DETENCION DEL PENSAMIENTO
Procedimiento desarrollado para desechar de
la mente del niño los pensamientos obsesivos
que pueden actuar como detonantes de la
conducta agresiva.
Se enseña al niño a centrar su atención sobre
el pensamiento negativo durante unos quince
segundos y a detener su presencia mediante
un gesto o palabra que cambie su centro de
atención.
Requiere un entrenamiento previo en la identificación de dichos pensamientos negativos
así como en la de las expresiones e imágenes
utilizadas.
Este procedimiento se utiliza con niños
mayores.
C) TECNICAS COGNITIVAS
1. AUTOINSTRUCCIONES
Son verbalizaciones internas que van dirigidas
a uno mismo para guiar la propia conducta.
El entrenamiento en autoinstrucciones es una
técnica cognitivo-conductual que modifica
las autoverbalizaciones (pensamientos) que
el sujeto ejecuta antes, durante y después de
una tarea o enfrentamiento a una situación
difícil para él. A través de este entrenamiento
se espera que un cambio en las autoinstrucciones produzca un cambio en la conducta
manifiesta del sujeto.
3. RESOLUCION DE PROBLEMAS
Se enseña a los niños a generar distintas
soluciones alternativas ante un problema, a
evaluar las consecuencias de esas soluciones
y a planear las acciones necesarias para
alcanzar la meta.
Pasos:
- El modelo realiza la tarea mientras describe
en voz alta las instrucciones necesarias
para ejecutarla.
- 84 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
4. AUTOCONTROL
Su utilización parte de la idea de que ante
una situación conflictiva, los niños muestran
reacciones emocionales que les impulsan
a responder con conductas agresivas. El
objetivo de las técnicas de autocontrol es
regular las conductas desde el propio alumno
ante situaciones conflictivas y controlar
la expresión de las emociones negativas.
Algunos ejemplos pueden ser:
torrefuerzos contingentes a la realización
de tareas adecuadas. Mediante estos procedimientos el niño llega a tener conciencia
de sus propios problemas ya que presupone
saber pensar, saber preguntarse cuál es el
problema o qué es lo que está pasando.
La adquisición de este autocontrol permitirá
al niño una menor dependencia de su entorno
y puede ser una ayuda para consolidar comportamientos aprendidos mediante otras
estrategias más conductuales.
Este procedimiento es utilizado cuando
ya se ha modificado la conducta del niño y
se pretende que se mantenga el cambio
conductual.
- Relajación: pretende contrarrestar la
excitación y la tensión que se muestran ante
situaciones conflictivas. Existen distintas
técnicas: relajación progresiva muscular
de Jacobson, de Cautela (para niños más
pequeños) o la técnica de la tortuga.
2.3.6. ASESORAMIENTO E INTERVENCIÓN CON
FAMILIAS
La intervención del EOEP o del Servicio de
Orientación del centro se contemplará dentro
de sus funciones de atención preferente.
Su actuación se centrará en los siguientes
aspectos:
A. Promover la prevención de los trastornos
de la conducta.
B. Asesorar directamente a las familias.
C. Asesorar al Tutor, Coordinador y Equipo
Directivo en su relación con las familias.
D. Informar y asesorar al Coordinador acerca
de diferentes técnicas y estrategias
de intervención que recogen algunos
programas para las familias con niños que
presentan trastornos de la conducta.
- Respiración: el objetivo de las técnicas de
respiración es facilitar su control voluntario
y automatizarlo para que el niño pueda
mantenerlo en situaciones de estrés.
5. REESTRUCTURACION COGNITIVA
Esta técnica modifica los pensamientos
erróneos del niño que acompañan a sus estados
emocionales negativos. Para ello, se enseña al
niño a identificar cómo influyen los pensamientos
en su conducta, a reconocerlos, analizarlos y
buscar pensamientos más adecuados.
6. AUTORREGULACION
Este método se utiliza para que el niño
aprenda a regular su conducta mediante la
autoobservación, los autorregistros y los au-
- 85 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
E. Coordinarse con los Servicios Sanitarios y
Sociales.
F. Coordinarse con otros servicios.
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
estableciendo y cuidando los vínculos
creados entre los mismos, atendiendo a
las posibles problemáticas que surjan de
esta interrelación y favoreciendo la óptima
vinculación del sistema familiar con el resto
de sistemas, en nuestro caso, con la escuela.
Se atenderá, siempre que sea posible, más a
la prevención y educación.
A. Promover la prevención y la comunicación
entre los agentes educativos del niño
Uno de los objetivos principales de los distintos
miembros de los EOEP y de los Servicios de
Orientación de los centros respecto a la
familia es el asesoramiento que se puede
realizar siguiendo diferentes modalidades, por
ejemplo, mediante entrevistas individuales,
sesiones generales convocando a todos los
padres del centro o escuelas de padres en
grupos más reducidos. En todas las intervenciones el objetivo principal es la prevención
y la comunicación facilitando un espacio de
reflexión entre todos los implicados en la
educación del niño. Es una oportunidad para
intercambiar puntos de vista y escucharse
unos a otros.
Algunas premisas incondicionales a considerar
sobre el trabajo con las familias son las
siguientes (Planas, 2003):
1. Legitimar el funcionamiento familiar, ya
que la familia suele actúar de la mejor
manera que sabe.
2. Reconocer las capacidades del sistema
familiar para seguir adelante.
3. Asegurar los mecanismos de inclusión
de todos los miembros que participan
evitando cualquier tipo de exclusión.
4. Tener en cuenta en todo momento la
importancia del contexto en la lectura de
los comportamientos.
5. Saber priorizar en cada momento lo que
es importante y lo que está preocupando
a la familia. Es inútil trabajar con quien
no está preocupado, por tanto, hay que
crear esa necesidad antes de pedir la
colaboración.
6. Prestar más atención a los esfuerzos
que está realizando la familia que a los
«resultados», pues esto les capacita y
estimula para seguir mejorando.
Algunos de los temas más frecuentes que se
tratan en estos encuentros son: la inteligencia
emocional, las normas y los límites, los estilos
educativos, la asertividad, la comunicación,
la resolución de conflictos o la psicología
positiva, entre otros.
B. Asesorar directamente a las familias
La orientación familiar desde los EOEP y
Servicios de Orientación se plantea como
un proceso de estimulación del crecimiento
del grupo familiar y de sus miembros,
- 86 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
7. Hablar el mismo «lenguaje» que la familia.
Si no se consigue, difícilmente será posible
la comunicación.
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
- Enfatizar y reforzar las características
personales y conductas positivas del niño,
ya que tendemos a fijarnos y resaltar
únicamente lo negativo, dando por supuesto
que el niño debe portarse bien, sabe lo que
se espera de él y, por lo tanto, no hay que
comunicárselo constantemente.
Algunas de las pautas de actuación
recomendadas a los padres en la relación con
los niños con problemas de conducta son las
siguientes:
- Conocer información científica sobre el
trastorno, así como asimilar las características y comportamientos que lo definen.
- Pedir la ayuda psicológica necesaria tanto
para aceptar el diagnóstico recibido como
para adaptarse al mismo si es indispensable.
- Empatizar con los sentimientos del niño
para lograr una mayor comprensión de
determinadas situaciones y conductas,
manifestándole que el afecto hacia él es
incondicional y no depende de su conducta.
- Reforzar los esfuerzos por parte del niño
para modificar su conducta.
- No categorizar a la persona («eres tonto, eres
malo,…») ante una conducta inadecuada,
sino concretarla y ofrecer una alternativa
de actuación expresada con un lenguaje
apropiado.
- Reflexionar sobre las estrategias de
resolución de problemas utilizadas hasta
el momento para ser conscientes de la
necesidad de adquirir nuevas técnicas que
permitan un afrontamiento y resolución de
problemas más eficaz y positivo.
- Favorecer una comunicación verbal, no
verbal y escucha activa adecuadas, que
repercutan en el desarrollo de unas buenas
habilidades sociales que funcionen como
factor preventivo.
- Distribuir los espacios de tiempo de
los miembros de la familia de manera
que permitan disfrutar de actividades
compartidas tanto en familia, exclusivas
con el niño, en pareja o con amigos.
- Establecer unas normas, rutinas y límites
claros y concretos en la vida diaria adaptados
a la posibilidad de cumplimiento haciendo
al niño participe y conocedor de los mismos,
para que sea capaz de comprender y
anticipar las consecuencias de sus actos.
- Mantenerse firmes en los límites y sus
consecuencias establecidas previamente
con el niño.
- Establecer una buena coordinación e
intercambio de información entre los
distintos agentes educativos y sanitarios
implicados
(padres,
profesores,
orientadores, sanitarios) sin caer en
actitudes culpabilizadotas y destructivas.
- 87 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
C. Asesorar al Tutor, Coordinador y Equipo
Directivo en su relación con las familias
1. La familia responsabiliza de los problemas
que presenta su hijo al centro educativo
y, a la vez, considera y espera que dicha
institución y, más específicamente el
profesorado, resuelva el problema y lleve
a cabo las actuaciones o los cambios
necesarios que permitan que su hijo deje
de ser un «niño problemático».
2. El profesor responsabiliza a la familia de los
problemas que presenta el niño y considera
que con una familia con ciertas características o circunstancias es difícil conseguir
cambios en el menor.
3. Padres y profesores consideran que el
problema es de tipo intrapsíquico (problema
de personalidad, de temperamento, de
carácter, etc.), es decir, el problema es
sólo del niño y requiere intervenciones
estrictamente individuales.
Según contempla Cagigal en el Proyecto
METRA (2004), por lo que respecta a la relación
entre la familia y el centro educativo, es
muy importante considerar algunas premisas
ya que debido a los cambios sociales que se
están produciendo existen diversos factores
que dificultan la comprensión y relación entre
padres y educadores y que perjudican la
educación de los menores. Entre los factores
que obstaculizan esta relación, la autora
apunta a la falta de referencia en la tarea
educativa en las actuales generaciones debido
al rápido cambio social, a la equiparación de
valores muy diferentes en la sociedad, a la
lectura que nuestra sociedad suele hacer de
la crisis como fracaso y al incremento de la
exigencia sobre las habilidades educativas
de los padres y de los profesores que pone
el énfasis en lo bien que todos ellos deben
llevar a cabo su tarea educativa.
En cualquiera de estas tres situaciones, el
resultado es que el menor queda en una
posición llamada de triangulación. En los dos
primeros casos, la familia y la escuela entran
en conflicto para demostrar al niño quién
tiene la razón. En el tercer caso, se pierde la
comprensión profunda del problema puesto
que interpretar los problemas como fruto
de la realidad intrapsíquica del menor, con
frecuencia con una perspectiva genetista,
dificulta el planteamiento de un cambio que
implique un contexto más amplio que el del
propio alumno.
Independientemente de cualquiera de las
Todo ello está influyendo negativamente en
las relaciones entre familia y escuela, de
manera que, con frecuencia, dos sistemas
que deberían compartir los objetivos
básicos de la educación de los menores se
ven enfrentados cayendo en culpabilizaciones recíprocas y rivalidades. En el Proyecto
METRA (2004) se describen tres posiciones
que la familia y la escuela suelen adoptar
cuando existe un problema de conducta del
niño (Dowling, 1996):
- 88 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
- En general, pretenden modificar las pautas
habituales que marcan las interacciones
familiares y fomentar en su lugar la
adquisición de habilidades que favorezcan
relaciones más adaptadas.
tres posturas que se adopte, está claro que
detrás de todas ellas subyace el convencimiento propio de que cada uno está actuando
de la mejor manera que sabe y puede en la
educación del niño. Por eso, la comunicación
y el asesoramiento se establecerá de forma
prioritaria entre el Servicio de Orientación, el
Coordinador y el Tutor del alumno con objeto
de favorecer una comunicación fluida entre la
escuela y la familia asesorando acerca de cómo
resolver conflictos, técnicas de entrevista,
comunicación verbal y no verbal, etc.
- La intervención del experto con los adultos
está focalizada en tratar de modificar pautas
de comportamiento anómalas que éstos
adoptan en su respuesta ante los comportamientos disruptivos del niño, tales como
el empleo excesivo de procedimientos
coercitivos y hostiles para controlar dichos
comportamientos, la adopción de normas
inconsistentes respecto a las conductas del
menor, etc. En su lugar, se hace especial
hincapié en la necesidad de poner en práctica
habilidades eficaces relacionadas con atender
a las señales que marcan el inicio del comportamiento anómalo del niño, apoyar y prestar
atención a sus comportamientos adaptados y
dar instrucciones eficaces.
D. Informar y asesorar al Coordinador sobre
los programas que puede llevar a cabo con
las familias
Los programas que a continuación se exponen
son generalmente de corte clínico. Conviene
recordar en este punto que la intervención
desde el ámbito educativo no pretende ser
clínica. Por ello, no se espera que sea el
Coordinador (ni el Servicio de Orientación)
quien ponga en práctica estos programas con
objetivo terapéutico, ya que no corresponde
al ámbito educativo y se encontraría con
múltiples limitaciones a la hora de aplicarlos
por falta de formación, competencia en un
programa en concreto o falta de tiempo, pero
puede resultar formativo, práctico y efectivo
proporcionar como referente las estrategias y
técnicas que estos programas proponen.
Los elementos comunes que presentan los
distintos programas según Moreno y Revuelta
(2002) son los siguientes:
- Los padres reciben, por un lado, información
sobre los principios de aprendizaje que
regulan el comportamiento infantil y, por
otro, entrenamiento específico en habilidades
de observación y seguimiento de la conducta
del niño, en dar órdenes eficaces, establecer
límites y poner en práctica procedimientos
para apoyar los comportamientos adaptados
y eliminar las conductas problemáticas.
- El experto encargado de llevar a cabo el
entrenamiento emplea, entre otros procedimientos: técnicas de modelado, ensayos
- 89 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
conductuales, reforzamientos y asignación de
tareas para casa con el propósito de conseguir
los objetivos antes mencionados.
Se comienza siempre por lo positivo,
recordando a los padres cómo usar la atención
y los incentivos para posteriormente pasar a
lo negativo sólo cuando los aspectos positivos
están funcionando.
El programa consta de ocho pasos progresivos,
cada uno de ellos está diseñado para que
se construya sobre el precedente. El orden
dichos pasos es:
1. ¡Preste atención!
2. Consiga paz y cooperación con el elogio.
3. Cuando el elogio no sea suficiente, ofrezca
recompensas.
4. Use formas de disciplina moderadas,
tiempo fuera y otras.
5. Utilice el tiempo fuera con otros
problemas de conducta.
6. Piense en voz alta y piense en el futuro.
¿Qué hacer en público?
7. Ayude al maestro para que ayude al niño.
Programas específicos que se proponen:
1. PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO DE PADRES.
MIRANDO HACIA ADELANTE PASO A PASO
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Barkley, R. A. y Benton,
Ch. M.
EDITORIAL, CIUDAD
Paidos, Barcelona
AÑO DE PUBLICACIÓN
2002
MODELO TEÓRICO
Cognitivo-conductual
EDAD DE APLICACIÓN
Padres de niños de 2 a
11 años con trastorno
negativista desafiante,
trastorno por déficit de
atención con hiperactividad y trastorno
disocial.
MODO DE APLICACIÓN Individual o Grupal
PERIODICIDAD
2. PROGRAMA PARA NIÑOS CON DESÓRDENES
DE CONDUCTA. (Fuente: Cagigal (2004).
Proyecto METRA)
Sesiones semanales de
aproximadamente 2
horas
FICHA TÉCNICA
La metodología que sigue el programa empieza
por revisar la posibilidad de que existan
problemas familiares previos, situaciones
personales, familiares o de pareja que
dificulten una disposición emocional adecuada.
No se recomienda iniciar el programa tratando
de cambiar el comportamiento del hijo sin
atender primero a los propios problemas
personales o del contexto familiar.
AUTOR
Bloomquist, M. L.
EDITORIAL, CIUDAD Guilford, New York
- 90 -
AÑO PUBLICACIÓN
1996
MODELO TEÓRICO
Cognitivo-conductual
EDAD APLICACIÓN
Padres niños entre 2-12 años
MODO APLICACIÓN
Individual o Grupal
PERIODICIDAD
Sesiones semanales
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
10. Bienestar emocional y nivel de autoestima
en los niños.
La metodología del programa está
secuenciado de la siguiente manera: en
primer lugar se proporciona información a
la familia sobre el concepto de desórdenes
de conducta, tipos, identificación, etc. Posteriormente, el programa se centra en las
habilidades y recursos de los padres que
pueden serles útiles para incrementar las
destrezas parentales y familiares. En tercer
lugar, se ofrecen instrucciones a los padres
para que mejoren las habilidades infantiles.
Por último, se trabaja sobre las estrategias a
utilizar para el mantenimiento y generalización de los resultados.
3. EL PROGRAMA EDUCA. ESCUELA DE PADRES.
EDUCACIÓN POSITIVA PARA ENSEÑAR A TUS
HIJOS
FICHA TÉCNICA
El programa comienza con un cuestionario
para los padres en el que se les hace
reflexionar sobre cada una de las diez áreas
en las que se interviene:
1. El estrés de los padres.
2. Los pensamientos de los padres.
3. Participación de los padres y refuerzo
positivo.
4. Interacciones familiares.
5. La disciplina relacionada con la aceptación
y seguimiento de reglas en los niños.
6. Habilidades sociales en los niños.
7. Habilidades de solución de problemas
generales y sociales en los niños.
8. La habilidad de los niños para hacer frente
a la cólera.
9. La habilidad de los niños para hacer frente
a sus actividades académicas de forma
autodirigida.
AUTOR
Díaz–Sibaja, M. A.,
Comeche, M. y Díaz, M.
EDITORIAL, CIUDAD
Pirámide, Madrid
AÑO DE PUBLICACIÓN
2009
MODELO TEÓRICO
Cognitivo-conductual
EDAD DE APLICACIÓN
Padres de niños de 2 a
12 años
MODO DE APLICACIÓN Individual o Grupal
PERIODICIDAD
Semanalmente
Se caracteriza por ser un programa con una
metodología eminentemente psicoeducativa, cuyo objetivo consiste en enseñar una
variedad de técnicas conductuales y cognitivas
de demostrada eficacia que permita a los
padres desarrollar de manera más adecuada
sus funciones educativas y socializadoras. Así
mismo, resulta fácil de aprender y de poner en
práctica por padres y terapeutas. El programa
se presenta de forma progresiva.
Tanto en un caso como en otro, las sesiones de
tratamiento presenciales se complementan con
la lectura de un manual de autoayuda que lleva
por título: Programa EDUCA. Escuela de Padres.
Educación positiva para enseñar a los hijos.
- 91 -
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
El programa EDUCA consta de nueve sesiones
organizadas en dos grandes bloques. El
primero consta de tres sesiones que tratan
algunos aspectos teóricos y metodológicos
con el objetivo de fomentar en los padres
un cambio de actitud hacia una perspectiva
más positiva y constructiva de la educación.
El segundo proporciona a los participantes
del grupo el conocimiento de una serie
de estrategias basadas en el modelo de
modificación de conducta. La secuencia de
las sesiones es la siguiente:
- El contexto familiar es un marco clave en
la génesis y progresión de los problemas de
conducta.
- En la revisión de los programas de
entrenamiento para padres con hijos que
presentan problemas de conducta, Robles
y Romero analizan las revisiones realizadas
de las dos grandes orientaciones teóricas:
a. La aproximación «conductual» en la que
los padres son instruidos en los fundamentos
teóricos de la modificación de conducta y
son provistos de estrategias basadas en los
principios del aprendizaje social.
1. Presentación del programa EDUCA.
2. Actitud positiva para ser padres.
Educación positiva.
3. ¿Qué tengo que saber antes de actuar?
4. Los instrumentos imprescindibles.
5. Cuando el niño no sabe, ¿quién le
enseñará?
6. Cuando el comportamiento es inadecuado,
¿quién le corregirá? I.
7. Cuando el comportamiento es inadecuado,
¿quién le corregirá? II.
8. Cuando el niño sabe y no lo hace, ¿quién
le motivará?
9. El final del principio. Aplicación conjunta
de las técnicas.
b. La aproximación «democrática» o «basada
en las relaciones interpersonales» que se
apoya en teorías humanistas y adlerianas
y basa su intervención en la comunicación
familiar y en los procesos de interacción entre
los miembros de la familia. Además existen
otras fuentes, como la teoría psicodinámica
y de sistemas familiares, de las que ha
tomado el papel de las interacciones dentro
de la familia y el rol de las variables extrafamiliares y cognitivas en el mantenimiento de
los problemas de conducta.
Los aspectos más relevantes de este estudio
son:
Para concluir este apartado se exponen
algunas de las reflexiones elaboradas
por Robles y Romero (2011) a partir de la
revisión de distintos modelos de programas
de intervención familiar:
- Los programas de entrenamiento son
considerados intervenciones eficaces en
la promoción de cambios positivos tanto
en la conducta del niño como en la de los
padres, en la mejora de la comunicación
- 92 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
entre padres e hijos, en el incremento de
las habilidades parentales, en la reducción
de los problemas de conducta, en la
mejora de la depresión materna y en la
disminución del estrés parental.
- En los resultados de estos programas de
tratamiento parecen influir la edad del
niño, la severidad de los síntomas y el nivel
de estudios y sociocultural de los padres.
- La intervención en edades preescolares
es la que ha mostrado resultados más satisfactorios, antes de que el comportamiento del niño se asocie con tendencias
antisociales y fracaso académico.
- Los programas de entrenamiento de padres
son considerados como la intervención
«mejor establecida» siguiendo los criterios
internacionales de programas con base
empírica.
E. Derivación y Coordinación con los Servicios
Sanitarios y Sociales implicados
- Las mejoras en las prácticas parentales
incluyen reducciones en la conducta hostil
de los padres y en el castigo físico, un mayor
número de respuestas contingentes hacia
la conducta inapropiada y un incremento
de las expresiones de afecto hacia el niño.
El contexto de intervención de la Orientación
Educativa Familiar se complementa desde
diferentes niveles, modelos y perspectivas
en los que actúan múltiples disciplinas y
profesionales (Servicios Sanitarios, Servicios
Sociales).
- La eficacia de los programas conductuales
se vería incrementada si se incorporaran
más contenidos enfocados a la mejora
de aspectos como las habilidades de
comunicación, la empatía y la resolución
de conflictos interpersonales. De este
modo, se aumentaría la calidad del funcionamiento familiar y de la interacción entre
padres e hijos y el mantenimiento de los
resultados obtenidos sobre la conducta.
- El formato grupal brinda a los padres
la oportunidad de debatir y compartir
experiencias. Parece ser el más apropiado
en cuanto a costes-beneficios, además de
resultar más atractivo para las familias
cuando va compaginado con vídeos que
estimulan el debate grupal.
Partiendo de una perspectiva ecológica y
sistémica es fundamental que se produzca
un intercambio continuo y bidireccional
de información y toma de decisiones
compartidas entre los distintos servicios
que intervienen con el alumno. Además,
la coordinación con los Servicios Sanitarios
resulta esencial ya que serán éstos los que
en la mayoría de las ocasiones desarrollen
de forma más sistemática alguno de los
programas de intervención clínica que se
han descrito en el apartado D.
En el Anexo 5 se ofrece un listado de los
Centros de Salud Infanto-Juvenil de la
- 93 -
EVALUACIÓNDE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA
PROTOCOLO
Comunidad Autónoma, así como información
sobre el programa de apoyo familiar de
Servicios Sociales del Ayuntamiento de
Zaragoza y de la Asociación ADCARA.
protocolo de intervención.
Para llevarla a cabo se establecerán
tiempos concretos a lo largo del proceso de
intervención en los que se reflexionará sobre
la manera de proceder y el progreso del caso
para tomar decisiones que permitan ajustar
de un modo más adecuado la respuesta en la
intervención.
F. Derivación y Coordinación con
otros
servicios deportivos, asociaciones y entidades
del entorno
Partiendo de esta misma perspectiva, resulta
esencial la comunicación bidireccional con
otros recursos de la zona en los que el alumno
ya participa o a los que puede ser derivado
para su participación.
En estas evaluaciones participarán todos
los agentes implicados en los distintos
contextos y se analizará en qué medida se
están alcanzando los objetivos propuestos
a través de la realización de las distintas
actuaciones.
La
inserción del alumno en actividades
compatibles con su perfil motivacional es
un reforzador que potencia la eficacia de
las medidas de desarrollo de conductas
adaptativas.
5.4. EVALUACIÓN DEL PROCESO
Uno de los elementos básicos que permitirá
establecer si los procesos iniciados y las
actuaciones emprendidas van a ser adecuadas
y válidas socialmente es la evaluación que
se realizará desde el establecimiento de las
hipótesis iniciales y perdurará durante todo
el proceso de intervención.
Se realizará de manera específica en cada
proceso iniciado y mantenido y de manera
global en todas las intervenciones, en su
coordinación y finalidad. Esta evaluación
continua y trasversal permitirá ajustar y
modificar las medidas a tomar dentro del
- 94 -
CONCLUSIONES
06
- 95 -
CONCLUSIONES
En los dos últimos años los autores han llevado
- La formación previa, el conocimiento
y la aplicación de dicho profesional de
habilidades y estrategias sobre el manejo de
contingencias es valorado positivamente por
el claustro de profesores, siendo ésta una de
las condiciones que inicialmente se muestra
como un factor favorecedor de la puesta en
marcha del Protocolo y, como consecuencia,
de su eficacia. Esta observación permite
a los autores destacar la importancia del
papel de los Servicios de Orientación en
el asesoramiento a los centros sobre estos
asuntos y, por consiguiente, en la necesidad
de que estos profesionales dispongan de
formación continuada sobre técnicas de
intervención con alumnos con trastornos de
la conducta en contextos educativos.
a cabo algunas intervenciones que están
permitiendo detectar las condiciones previas
que determinan la eficacia del Protocolo.
En centros educativos en los que se conjugan
un número elevado de alumnos con trastornos
de la conducta y agentes educativos sin una
sólida formación en habilidades y estrategias
de modificación de conducta, se hace inviable
la implementación de este Protocolo. Como
medida inmediata y para salvaguardar el
funcionamiento de la propia institución
educativa, puede ser necesaria, a veces,
la adopción de medidas que disminuyan el
impacto de las conductas perturbadoras
en el contexto escolar (aumento de las
medidas encaminadas a mejorar el control
del alumno). Estas medidas de actuación
inmediata sirven como punto de partida de
un programa preventivo que fortalezca las
propias estructuras del centro.
Aunque las intervenciones realizadas
siguiendo el Protocolo de «Buenas Prácticas»
no permiten todavía seleccionar, de forma
contrastada, las condiciones y variables más
significativas relacionadas con la eficacia
de este procedimiento, los autores han
detectado algunas condiciones que pueden
estar relacionadas con la mayor o menor
eficacia de dicho Protocolo.
- La figura del Coordinador en el centro
educativo es una de las condiciones más
relevante en la aplicación del Protocolo.
- 96 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
- En los casos en los que se ha puesto en
práctica el Protocolo de «Buenas Prácticas»
se ha observado que las actuaciones
realizadas en la fase de intervención inciden
y mejoran la educación socioemocional de
los alumnos del grupo-clase y favorecen el
desarrollo y cambio de la normativa interna
de funcionamiento escolar fortaleciendo la
estructura de los centros educativos. Esta
consecuencia, no planificada inicialmente
en la elaboración del Protocolo, es uno
de los aspectos que anima a los autores a
realizar una aplicación más generalizada de
este procedimiento.
proceso de evaluación como de intervención,
la coordinación de todos los agentes que
forman parte del contexto sociofamiliar del
alumno. Este hecho, siendo positivo, conlleva
dificultades añadidas debido a los distintos
modelos de intervención, organización y
sectorización de los distintos profesionales
que intervienen, pero se presenta como un
reto más a resolver en la compleja y difícil
tarea de la intervención con los alumnos
con trastornos de la conducta.
Pese a las condiciones reseñadas en los
párrafos anteriores, los autores concluyen
que la implementación de este Protocolo
está permitiendo el control y revisión de
los planes de intervención con alumnos
con trastornos de la conducta, así como
la adopción de un modelo de trabajo
común y eficaz para los profesionales de la
Orientación Educativa.
- Fuera ya del centro educativo es muy
habitual que las familias de estos alumnos
con trastornos de la conducta reciban
asesoramiento e intervención por parte de
los Servicios Sociales o Sanitarios de la zona.
Así, este Protocolo contempla, tanto en el
- 97 -
CONCLUSIONES
Cuadro resumen. Protocolo de intervención psicopedagógica con alumnos con trastorno de la conducta.
ALUMNO
Inicio de los problemas de conducta
Mediante la
acción tutorial
Entrevista y orientación
familiar
Entrevista alumno
Programas preventivos
de convivencia
Normas aula-centro
Coordinación profesores
¿PERSlSTE EL PROBLEMA?
NO
Seguimiento por parte del tutor
Demanda del profesor
SÍ
Recogida de la demanda
por parte del Jefe de Estudios
Entrega de la demanda
al Orientador
EVALUACIÓN PSICOPEDAGÓGICA
Contexto sociofamiliar
Alumno: características evolutivas,
cognitivas, conductuales y emocionales
Contexto escolar
¿PRESENTA UN TRASTORNO DE CONDUCTA?
NO
ALTERACIÓN CONDUCTUAL
- 98 -
SÍ
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Intervención clínica
Intervención social
Diagnóstico clínico
Diagnóstico social
Servicios clínicos privados
Servicios de Salud
Servicios Sociales
Otros
tuales y emocionales
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
EN EL CENTRO
1. DESIGNACIÓN CONSENSUADA DEL COORDINADOR:
preferiblemente especialista P.T.
2. RELACIÓN DIRECTA: con el alumno, familia, tutor,
profesores, Equipo Directivo, EOEP, Servicios de Orientación.
3. COORDINACIÓN del proceso de intervención.
1. COORDINADOR
4. FORMACIÓN PARA
PADRES Y PROFESORES
1. FORMACIÓN Y ORIENTACIONES GENERALES
2. PROGRAMAS ESPECÍFICOS:
- Programa de entrenamiento de padres.
«Mirando hacia adelante paso a paso».
- Programa para niños con desórdenes de conducta.
- El programa EDUCA. Escuela de padres. Educación
positiva para enseñar a tus hijos.
Medidas urgentes, protocolos de actuación concretos en el
comedor, recreos, filas, en las situaciones de crisis...
2. IMPLICACIÓN DE
TODO EL CENTRO ESCOLAR
3. INTERVENCIÓN CON
EL ALUMNO
1. PROGRAMAS ESPECÍFICOS:
1. PIAAR.
2. PEMPA.
3. Programa de intervención cognitivo-conductual
para niños con déficit de atención con hiperactividad,
habilidades cognitivas y sociales en la infancia.
4. Piensa en voz alta.
5. ESCePI.
6. PEHIS.
7. Programa de control de la ira.
8. Programa Párate y piensa.
2. TÉCNICAS DE MANEJO DE CONTINGENCIAS
3. TÉCNICAS COGNITIVAS
- 99 -
EVALUACIÓN CONTINUA DEL PROCESO
DERIVACIÓN Y COORDINACIÓN CON
SERVICIOS EXTERNOS
- 100 -
08
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
- 101 -
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
American Psychiatric Association (APA) (2002). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales. Texto revisado (DSM-IV-TR). Barcelona: Masson, S. A.
Aláez, F. M., Martínez-Arias, R. y Rodríguez-Sutil, C. (2000). Prevalencia de trastornos psicológicos en
niños y adolescentes, su relación con la edad y el género. Psicothema, 12, 525-532.
Barkley, R. A. (1997). Niños desafiantes. Materiales de evaluación y Folletos para los padres. (Traducción
al español: J. J. Bauermeister y asociados). New York: Guilford.
Barkley, R. A., Edwards, G. H. y Robin, A. L. (1999). Defiant Teens. A Clinician´s Manual for Assessment
and Family Intervention. New York: Guilford.
Barkley, R. A. y Benton, Ch. M. (2002). Hijos desafiantes y rebeldes. Barcelona: Paidos. (Original 1998).
Barkley, R. A. y Robin, A. L. (2008). Your Defiant Teen. 10 Steps to Resolve Conflict and Rebuild Your
Relationship. London: Robinson.
Bartau, I, Maganto, J. y Etxeberría, J. (2005). Los programas de formación de padres: una experiencia
educativa. Revista Iberoamericana de Educación. nº 25, Enero-Abril (1-17). Departamento de Métodos de
investigación y diagnóstico en educación. Universidad del País Vasco.
Bloomquist, M. L. (1996): Skills Training for Children with Behavior Disorders. New York: Guilford.
Borges, C. (2005). La evaluación clínica del comportamiento agresivo en niños. En Caballo, V. (Dir.):
Manual para la evaluación clínica de los trastornos psicológicos. Trastornos de la edad adulta e informes
psicológicos. (pp. 437-449) Madrid: Pirámide.
Bornas, X., Servera, M. y Galván M. R. (2002): PEMPA: Para, Escucha, Mira, Piensa y Actúa. Programa para
el desarrollo de la reflexividad y el autocontrol. Bilbao. Albor-Coshs.
Bronfenbrener, U. (1987). La ecología del desarrollo humano. Barcelona: Paidós.
Buela-Casal, G, Carretero-Dios, H. y Santos-Roig, M. (2002). El niño impulsivo. Estrategias de evaluación,
tratamiento y prevención. Madrid: Pirámide.
Cagigal, V. (2004). Colaboración y actuación con familias de niños con problemas de conducta. (Instituto
Universitario de la Familia-Proyecto METRA. Universidad Pontificia Comillas). Encuentro anual de equipos
de orientación, problemas de conducta y trastorno disocial, Consejería de Educación, Comunidad de
Madrid, 31 de marzo - 1 de abril de 2004.
Calderón, C. (2003). Trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Programa de Tratamiento
Cognitivo Conductual. Tesis doctoral: Universidad de Barcelona.
- 102 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Calvillo, M y Fernández, A. (2003).Tratamiento del comportamiento perturbador de niños preescolares
basado en su análisis funcional. Psicología Conductual. Vol. 11, nº 1, 115-133.
Camp, B. W. y Bash, M. A. S. (1998). Piensa en voz alta. Habilidades cognitivas y sociales en la infancia.
Un programa de resolución de Problemas para niños. Valencia: Promolibro-Cinteco.
Caseras, X., Fullana, M. A. y Torrubia, R. (2002).El trastorno disocial. En Servera, M. (Coord.). Intervención
en los trastornos del comportamiento infantil. Una perspectiva conductual de sistemas. (pp. 277-302)
Madrid: Pirámide.
Cerezo, F. (2002). Conductas agresivas en la edad escolar. Madrid: Pirámide.
Cervell, M. (2005). Orientación e intervención familiar. Educación y futuro: revista de investigación
aplicada y experiencias educativas, Nº 12, 131-140.
Del Barrio, V. (1995). Evaluación clínica infantil y adolescente. En Silva, F. (Ed.) Evaluación psicológica en
niños y adolescentes. (pp. 461-530) Madrid: Síntesis.
Díaz, M. I.; Jordán, C.; Vallejo, M. A. y Comeche, M. I. (2006). Problemas de conducta en el aula: una
intervención cognitivo-conductual. En Méndez, F. X., Espada, J. P. y Orgilés, M. (Coords.) Intervención
psicológica y educativa con niños y adolescentes. Estudio de casos escolares. (pp.119-149) Madrid:
Pirámide.
Díaz, M. I. Díaz-Sibaja, M. A. (2005). Problemas cotidianos del comportamiento infantil. En Comeche, Mª.
I. y Vallejo-Pareja, M. A.: Manual de terapia de conducta en la infancia. (pp. 419-463) Madrid: Dykinson.
Díaz-Sibaja, M. A. (2005). Trastornos del comportamiento perturbador: trastorno negativista desafiante
y trastorno disocial. En Comeche, Mª. I. y Vallejo-Pareja, M. A.: Manual de terapia de conducta en la
infancia. (pp. 465-517) Madrid: Dykinson.
Díaz-Sibaja, M. A., Comeche, M. I. y Díaz, M. I. (2009). PROGRAMA EDUCA. Escuela de padres. Educación
positiva para enseñar a tus hijos. Madrid: Pirámide.
Dodge, K.A. (1993). Social-cognitive mechanisms in the development of conduct disorder and depression.
Annual Review of Psychology, 44, 559-584.
Dowling, E, y Elsie, O. (1996). Familia y escuela. Una aproximación conjunta y sistémica a los problemas
infantiles. Barcelona: Paidós Ibérica.
Espinosa, M. J. (1995). La evaluación del ambiente familiar. En Silva, F. (Ed.) Evaluación psicológica en
niños y adolescentes. (pp. 111-169) Madrid: Síntesis.
- 103 -
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ezpeleta, L. (2001). La entrevista diagnóstica con niños y adolescentes. Madrid: Síntesis.
Ezpeleta, L. (2005). La evaluación de los trastornos infantiles. En Comeche, Mª. I. y Vallejo-Pareja, M. A.
Manual de terapia de conducta en la infancia. (pp. 69-104) Madrid: Dykinson.
Fariz, M. D., Mías, C. D. y Borges de Moura, C. (2002). Comportamiento agresivo y terapia cognitivoconductual en la infancia. En Caballo, V. E. y Simón M. A. (Dirs.). Manual de psicología clínica infantil y
del adolescente. Trastornos específicos. (pp. 57-76) Madrid: Pirámide.
Fernández, Mª. P. (2009). Los estilos educativos de los padres y madres. Innovación y experiencias
educativas, nº 16, marzo (1-9) Disponible en: <http://www.csi-csif.es/andalucia/modules/mod_ense/
revista/pdf/Numero_16/PILAR_FERNANDEZ_2.PDF> (consulta: 16 de diciembre de 2010)
Fernández, I. (Coord.) (2001). Guía para la convivencia en el aula. Barcelona: Cisspraxis.
Fernández, E. y Olmedo, M. (1999). Trastorno del comportamiento perturbador. Madrid: UNED-FUE.
Fernández, A. y Muñoz, L. (2005). Evaluación de los trastornos por déficit de atención y del comportamiento perturbador. En Caballo, V. (Dir.). Manual para la evaluación clínica de los trastornos psicológicos.
Estrategias de evaluación, problemas infantiles y trastornos de ansiedad. (pp.279-311) Madrid: Pirámide.
Froján, M. X., Calero, A., Montaño, M. (2006). Análisis de un caso de conductas disruptivas en la infancia.
En Méndez, F. X., Espada, J. P. y Orgilés, M. (Coords.) Terapia psicológica con niños y adolescentes.
Estudio de casos clínicos. (pp. 343-364) Madrid: Pirámide.
Frías-Armenta, M., López-Escobar, A. y Díaz-Méndez, S (2003). Predictores de la conducta antisocial
juvenil: un modelo ecológico. Estudios de Psicología, 8, 15-24.
García, A., Arnal, A., Bazanbide, E., Bellido, C., Calvario, M., Civera, B., González, P., Peña, R. A., Pérez,
M., Vergara, A. (en prensa). Un protocolo de «buenas prácticas» en la intervención con alumnos con
trastornos de la conducta en centros educativos. Apuntes de psicología.
García, M. y Magaz, A. (1997). ESCePI. Enseñanza de Soluciones Cognitivas para Evitar Problemas Interpersonales. Programa de entrenamiento en resolución de conflictos. Madrid-Bilbao, ALBOR-COHS.
Gargallo, B. (1987, 1997). PIAAR. Programa de intervención educativa para aumentar la atención y
reflexividad. Madrid: TEA.
Kazdin, A. E. (1993). Tratamientos conductuales y cognitivos de la conducta antisocial en los niños:
Avances de la investigación. Psicología Conductual. Vol. 1, nº 1, 111-144.
- 104 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Kazdin, A. E. (1994). Adversidad familiar, desventajas socioeconómicas y estrés en los padres: variables
contextuales relacionadas con la terminación prematura de la terapia conductual infantil. Psicología
Conductual. Vol. 2, nº 1, 5-21.
Kazdin, A. E. (1995). Terapia de habilidades de solución de problemas para niños con trastornos de
conducta. Psicología Conductual. Vol. 3, nº 2, 231-250.
Kazdin, A. E. (1997). Evaluación de los problemas emocionales y conductuales en niños. En Buela-Casal,
G. y Sierra, J.C. (Dirs.): Manual de evaluación psicológica. Fundamentos, técnicas y aplicaciones.
(pp.791-825) Madrid: Siglo XXI.
Kazdin, A. E. y Buela-Casal, G. (1994). Tratamiento de la conducta antisocial en la infancia y la
adolescencia. Madrid: Pirámide.
Koch, L.M. y Gross, A.M. (2002). Características clínicas y tratamiento del trastorno disocial. En Caballo,
V. E. y Simón M. A. (Dirs.) Manual de psicología clínica infantil y del adolescente. Trastornos específicos.
(pp. 23-38) Madrid: Pirámide.
Lahey, B. B., Loeber, R., Green, S.M., Applegate, B., Hart, E.L:, Hanson, K.L. y Frick, P.J. (1993).
Four-year Longitudinal Study of Conduct Disorder in Boys: II. Background and developmental predictors
of persistence. Unpublished manuscript. University of Georgia.
Lahey, B. B. y Loeber, R. (1994). Framework for a developmental model of oppositional defiant disorder
and conduct disorder. En D.K. Routh (Ed.), Disruptive behaviour disorders in childhood. (pp.139-180) New
York: Plenum.
Larroy, C. y De la Puente, M. L. (1998). Trastornos de conducta en los niños. En Vallejo-Pareja, M. A.
Manual de terapia de conducta. Vol. II. (pp. 463-496) Madrid: Dykinson.
Lilienfeld, S. O. y Waldman, I. D. (1990). The relation between childhood attention-deficit disorder and
adult antisocial behavior re-examined: The problem of heterogeneity. Clinical Psychology Review, 10,
699-725.
Loeber, R. (1988). Natural histories of conduct problems, delinquency, and associated substance abuse
use. En Lahey, B. B. y Kazdin, A. E., Advances in clinical child psychology (vol. 11) (73-124) New York:
Plenum.
Loeber, R. y Hay, D. F. (1997). Key issues in the development of aggressive and violence from childhood
to early adulthood. Annual Review of Psychology, 48, 497-523.
Loeber, R. y Stouthamer-Loeber, M. (1998). Development of juvenile aggression and violence. Some misconceptions and controversies. American Psychologist, 53, 242-259.
- 105 -
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BIBLIOGRAFÍA
López-Soler, C., Castro, M., Alcántara, M., Fernández, V. y López, J. A. (2009). Prevalencia y características de los síntomas externalizantes en la infancia. Diferencias de género. Psicothema, 21, 353-358.
Luiselli, J. K. (2002). Características clínicas y tratamiento del trastorno desafiante por oposición. En
Caballo, V. E. y Simón M. A. (Dirs.). Manual de psicología clínica infantil y del adolescente. Trastornos
específicos. (pp. 39-55) Madrid: Pirámide.
Luciano, C. (1997). Características del comportamiento en la infancia y la adolescencia. En Luciano, C.
Manual de psicología clínica. Infancia y adolescencia. 2ª edición (pp. 21-70) Valencia: Promolibro.
Lynam, D. R. (1996). The early identification of chronic offenders: Who is the fledgling psychopath?
Psychological Bulletin, 120, 209-234.
Llabrés, J., Servera, M. y Moreno, I. (2002). Aspectos diferenciales de la terapia de conducta en la
infancia. En Servera, M. (Coord.) Intervención en los trastornos del comportamiento infantil. Una
perspectiva conductual de sistemas. (pp.27-42) Madrid: Pirámide.
Llabrés, L. y Tortella-Feliu, M. (2002). Tratamiento con apoyo empírico para la infancia y la adolescencia.
En Servera, M. (Coord.) Intervención en los trastornos del comportamiento infantil. Una perspectiva
conductual de sistemas. (pp. 111-132) Madrid: Pirámide.
Mash, E. J. (1998). Treatment of Child and Family Disturbance: A Behavioral Systems Perspective. En Mash
E. y Barkley, R. (Eds.) Treatment of childhood disorders (2ª Ed.) (pp. 3-54) New York: Gilford.
Mash, E.J. y Graham, S.A. (2001). Clasificación y tratamiento de la psicopatología infantil. En Caballo,
V. E. y Simón M. A. (Dirs.) Manual de psicología clínica infantil y del adolescente. Trastornos generales.
(pp. 29-56) Madrid: Pirámide.
Mash, E.J. y Dozois, D.J.A. (2003): Child Psychopathology: A Developmental-Systems Perspective. En
Mash, E.J. y Barkley, R.A. (Eds.) Child Psychopathology (2ª Ed.) (pp. 3-71) New York: Gilford.
Mash, E.J. y Hunsley, J. (2007): Assessment of Child and Family Disturbance: A Developmental-Systems
Approach. En Mash, E.J. y Barkley, R. A. Assessment of childhood disorders, (4ª Ed.) (pp. 3-50) New York:
Guilford.
Marinho, M. L. (2002). Un programa estructurado para el entrenamiento de padres. En Caballo, V. E. y
Simón M. A. (Dirs.). Manual de psicología clínica infantil y del adolescente. Trastornos específicos. (pp.
417-443) Madrid: Pirámide.
- 106 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Méndez, F. X., Espada, J. P. y Orgilés, M. (2006). Intervención con niños y adolescentes. En Méndez, F.
X., Espada, J. P. y Orgilés, M. (Coords.). Intervención psicológica y educativa con niños y adolescentes.
Estudio de casos escolares. (pp. 21-49) Madrid: Pirámide.
Miranda, A., Roselló, B. y Soriano, M. (1998). Estudiantes con deficiencias atencionales. Valencia:
Promolibro.
Miranda, A., Presentación, M. J., Gargallo, B. Soriano, M., Gil, M. D. y Jarque, S. (1999). El niño hiperactivo
(TDA-H). Intervención en el aula, un programa de formación para profesores. Castelló de la Plana:
Universitat Jaume I.
Moffit, T. E. (1990). Juvenile delinquency and attention deficit disorder: Boys´ developmental trajectories
from age 3 to age 15. Child Development, 6, 674-701.
Moreno, I. (2002). Terapia de conducta en la infancia. Guía de intervención. Madrid: Pirámide.
Moreno, I. (2005). Características de la intervención terapéutica en la infancia. En Comeche, Mª. I. y
Vallejo-Pareja, M. A. Manual de terapia de conducta en la infancia. (pp. 25-68) Madrid: Dykinson.
Moreno, I. y Revuelta, F. (2002). El trastorno por negativismo desafiante. En Servera, M. (Coord.).
Intervención en los trastornos del comportamiento infantil. Una perspectiva conductual de sistemas.
(pp. 255-276) Madrid: Pirámide.
Moreno, M. D., Parellada, M., Naene, C. y Arango, C. (2003). Impulsividad en la infancia y adolescencia.
En Ros, S., Peris, M. y Gracia, R. Impulsividad. (pp. 141-161) Barcelona: Ars Médica.
Olivares, J. y Méndez, F. X. (1998a). Características de la intervención clínica en niños y adolescentes. En
Vallejo-Pareja, M. A. Manual de terapia de conducta. Vol. II. (pp. 431-461) Madrid: Dykinson.
Olivares, J. y Méndez, F. X. (1998b). Técnicas de modificación de conducta. Madrid: Biblioteca Nueva.
Olivares, J., Méndez, F. X. y Ros, M. C. (2002). El entrenamiento de padres en contextos clínicos y de
la salud. En Caballo, V. E. y Simón M. A. (Dirs.). Manual de psicología clínica infantil y del adolescente.
Trastornos específicos. (pp.365-385) Madrid: Pirámide.
Olivares, J., Servera, M. y Rosa, A. I. (2002). El modelo conductual infantil: aspectos conceptúales e
históricos. En Servera, M. (Coord.). Intervención en los trastornos del comportamiento infantil. Una
perspectiva conductual de sistemas. (pp. 43-81) Madrid: Pirámide.
Organización Mundial de la Salud (OMS) (1992). Trastornos mentales y del comportamiento. Descripciones
clínicas y pautas para el diagnóstico. (10ª ed.). (CIE-10). Madrid: Meditor.
- 107 -
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Organización Mundial de la Salud (OMS) (2001). Clasificación mulitalxial de los trastornos psiquiátricos en
niños y adolescentes. Clasificación de la CIE 10 de los trastornos mentales y del comportamiento en niños
y adolescentes. Madrid: Panamericana.
Patterson, G. R. (1982). Coercive Family Process. Eugene, OR: Castalia.
Pedreira, J. L. (2004). Introducción: agresión y comportamiento en la adolescencia. Monografías de
psiquiatría: Los trastornos del comportamiento en la adolescencia, 1, 1-20.
Planas, M. (2003). Cooperar amb les famílies dels alumnes amb necessitats educatives especials:
aproximació a un model relacional en un centre educatiu (llicència d´estudis 2002-03).
Rollán, C., Maseda, P., Sánchez, J.C., Ruiz, C. y Presa, M. (2008). De la investigación intercultural a la
acción preventiva en la familia: la mejora del autoconcepto y la adaptación social. Estilos educativos de
los padres y adaptación familiar de los hijos. Educación y futuro digital, nº 3, 1-6. Disponible en: <http://
www.cesdonbosco.com/revista/foro/16-Chelo%20Rollan.pdf> (consulta: 16 de diciembre 2010).
Rey, C. A. (2010). Trastorno disocial. Evaluación, tratamiento y prevención de la conducta antisocial en
niños y adolescentes. Bogotá: Manual Moderno.
Reeves, C. R. y Gross A. M. (2005). La entrevista conductual con niños. En Caballo, V. (Dir). Manual para
la evaluación clínica de los trastornos psicológicos. Estrategias de evaluación, problemas infantiles y
trastornos de ansiedad. (pp. 63-75) Madrid: Pirámide.
Robles, Z. y Romero, E. (2011). Programas de entrenamiento para padres de niños con problemas de
conducta: una revisión de su eficacia. Anales de psicología, vol. 27, nº 1, 86-101.
Romero, E. (2001). El constructo en psicopatía en la infancia y la adolescencia: del trastorno de conducta
a la personalidad antisocial. Anuario de psicología. Vol. 32, nº 3, 25-49.
Sanders, M. S. (2002). Una estrategia de intervención conductual familiar en niveles múltiples para la
prevención y el tratamiento de los problemas de comportamiento infantiles. En Caballo, V. E. y Simón M.
A. (Dirs.) Manual de psicología clínica infantil y del adolescente. Trastornos específicos. (pp. 387-415)
Madrid: Pirámide.
Sanchez-Meca, J., Mendez, X., Olivares, J., Espada, J. P., Inglés, C. J. y Rosa, A. I. (2002). Tratamiento
psicológico en la infancia y adolescencia: una revisión de su eficacia desde el meta-análisis. Psicología
Conductual. Vol. 10, nº 3, 451-479.
Serrano, I. (1996). Agresividad infantil. Madrid: Pirámide.
- 108 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Serrano, I. (2006). Un caso de comportamiento agresivo. En Méndez, F. X., Espada, J. P. y Orgilés, M.
(Coords.) Intervención psicológica y educativa con niños y adolescentes. Estudio de casos escolares.
(pp.151-170) Madrid: Pirámide.
Servera, M. (2002). El marco teórico: la perspectiva conductual de sistemas. En Servera, M. (Coord.).
Intervención en los trastornos del comportamiento infantil. Una perspectiva conductual de sistemas.
(pp. 85-109) Madrid: Pirámide.
Silva, F. (1995). La evaluación infantil y adolescente en su contexto. Cuestiones preliminares. En Silva, F.
(Ed.). Evaluación psicológica en niños y adolescentes. (pp. 23-42) Madrid: Síntesis.
Silva, F. y Martorell, C. (1995). Un paquete de instrumentos para la evaluación de la personalidad infantil
y adolescente. En Silva, F. (Ed.). Evaluación psicológica en niños y adolescentes. (pp. 571-598) Madrid:
Síntesis.
Torrego, J. C. y Moreno J. M. (2003). Convivencia y disciplina en la escuela: el aprendizaje de la
democracia. Madrid: Alianza.
Torrego, J. C. (2008). Plan de convivencia: fundamentos y recursos para su elaboración y desarrollo.
Madrid: Alianza.
Vinet, E. V. (2010). Psicopatía infanto-juvenil: avances en la conceptualización, evaluación e intervención.
Terapia Psicológica. Vol. 28, nº 1, 109-118.
- 109 -
- 110 -
anexos
HACIA UNA ESCUELA INCLUSIVA
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
UNA GUÍA DE INTERVENCIÓN EN LA ESCUELA
- 111 -
- 112 -
ANEXO 1. GUIÓN DE LA ENTREVISTA
CON EL TUTOR
- 113 -
ANEXO 1. GUIÓN DE LA ENTREVISTA CON EL TUTOR
ANEXO 1
GUIÓN DE LA ENTREVISTA CON EL TUTOR
1. Datos personales del alumno:
NOMBRE Y APELLIDOS:
EDAD:
FECHA DE NACIMIENTO:
CURSO/NIVEL DE ESCOLARIZACIÓN:
CENTRO ESCOLAR:
FECHA DE LA ENTREVISTA:
ENTREVISTADOR:
ENTREVISTADO:
ASIGNATURAS Y NÚMERO DE HORAS QUE IMPARTE AL GRUPO:
2. Conductas que le preocupan del alumno:
DIRIGIDAS A LOS OBJETOS
DIRIGIDAS A LOS COMPAÑEROS
DIRIGIDAS A LOS ADULTOS
DIRIGIDAS A SÍ MISMO
OTRAS A DESTACAR
3. Consecuencias, frecuencia y momentos en los que aparecen dichas conductas:
CONDUCTA
CONSECUENCIAS
FRECUENCIA
- 114 -
MOMENTO DE APARICIÓN
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
3.1. Especificar los antecedentes o desencadenantes de dichas conductas:
3.2. ¿Qué ha hecho el tutor en esos casos y cuáles han sido los efectos de las medidas adoptadas?
3.3. ¿Qué ha hecho el resto del profesorado y cuáles han sido los efectos de las medidas adoptadas?
3.4. ¿A qué atribuye el tutor esas conductas?
4. ¿Cuáles son los puntos fuertes y débiles del alumno?
A NIVEL CURRICULAR
A NIVEL SOCIAL
PUNTOS
FUERTES
PUNTOS
DÉBILES
5. Descripción de las relaciones sociales con los compañeros:
6. ¿Respeta las normas básicas del centro y del aula?
- 115 -
ANEXO 1. GUIÓN DE LA ENTREVISTA CON EL TUTOR
7. Tipo de coordinación y relación con la familia, con el Equipo Directivo, con los profesores
especialistas y con otros profesores:
7.1. ¿Lleva a cabo reuniones?
7.2. ¿Con quién?
7.3. Periodicidad de las mismas:
7.4. Finalidad de las reuniones:
8. Estilo de enseñanza del profesor:
8.1. Distribución del aula:
8.2. Reparto de responsabilidades:
8.3. Tipo de agrupamientos para las diferentes tareas:
8.4. Existencia o no de hora de tutoría directa con los alumnos (y tipo de actividades que se
realizan en ella):
- 116 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
8.5. ¿Se llevan a cabo adaptaciones de acceso?
8.6. ¿Se potencia el aprendizaje cooperativo?
8.7. ¿Qué normas de la clase se han establecido y cómo?
8.8. ¿Qué sucede cuándo algún alumno se las salta?
8.9. Castigos y recompensas que se aplican:
8.10. Eficacia de dichas medidas:
- 117 -
- 118 -
ANEXO 2. GUIÓN DE LA
ENTREVISTA FAMILIAR
- 119 -
ANEXO 2. GUIÓN DE LA ENTREVISTA FAMILIAR
ANEXO 2
GUIÓN DE LA ENTREVISTA FAMILIAR
1. DATOS PERSONALES DEL ALUMNO
NOMBRE Y APELLIDOS:
EDAD:
FECHA DE NACIMIENTO:
CURSO/NIVEL DE ESCOLARIZACIÓN:
CENTRO ESCOLAR:
FECHA DE LA ENTREVISTA:
ENTREVISTADOR:
ENTREVISTADOS (Y RELACIÓN CON EL NIÑO):
SITUACIÓN CIVIL (CASADOS, SEPARADOS, DIVORCIADOS, ETC.):
HERMANOS (EDADES):
DIRECCIÓN:
TELÉFONO/S:
2. ANAMNESIS
2.1. Desarrollo del embarazo y del parto:
2.2. Resultados del test de APGAR:
2.3. Temperamento del niño:
2.4. Desarrollo Temprano:
▪ Sentarse sin ayuda:
▪ Gatear:
▪ Caminar sin ayuda:
▪ Decir palabras aisladas:
▪ Poner juntas dos o más palabras:
▪ Controlar la defecación, de día y de noche:
▪ Controlar la vejiga, de día y de noche:
- 120 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
3. HISTORIAL DE SALUD
3.1. Fecha del último examen pediátrico del niño (mes y año):
3.2. ¿Ha tenido alguna vez su hijo alguno de los siguientes problemas? (marcar con una X)
Asma
Alergias
Diabetes, artritis u otra enfermedad crónica
Epilepsia o un desorden convulsivo
Convulsiones febriles
Varicela u otras enfermedades comunes de la infancia
Problemas de corazón o de la presión sanguínea
Fiebre alta
Lesión en la cabeza con pérdida de conocimiento
Cirujía
Hospitalización prolongada
Problemas del habla o del lenguaje
Infecciones crónicas de oído
Dificultades de audición
Problemas de los ojos o de la visión
Dificultades motrices
Problemas de apetito (comer demasiado o muy poco)
Problemas para dormir (quedarse dormido, permanecer dormido)
Problemas de evacuarse encima
Problemas de orinarse encima
Otras dificultades de salud (por favor, describa)
- 121 -
ANEXO 2. GUIÓN DE LA ENTREVISTA FAMILIAR
4. ESTRUCTURA FAMILIAR
4.1. Hijo biológico / Adoptado (indicar):
4.2. Nº Hermanos:
4.3. ¿Quiénes conviven en el domicilio familiar?
4.4. Relación entre los miembros:
4.5. Ocupación de los padres (situación laboral):
4.6. Principales problemas familiares (relación pareja, económicos, espacio):
4.7. ¿Padecen o han padecido los padres y los hermanos problemas psicológicos?
4.8. ¿Existen en su familia antecedentes de problemas psicológicos graves?
- 122 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
5. PRINCIPALES PREOCUPACIONES DE LOS PADRES
5.1. Problemas de conducta en el hogar:
5.2. Problemas emocionales:
5.3. Problemas de desarrollo:
5.4. Problemas y relación con el centro escolar:
5.5. Problemas en las relaciones sociales con la comunidad:
5.6. Otros problemas que les puedan preocupar:
- 123 -
ANEXO 2. GUIÓN DE LA ENTREVISTA FAMILIAR
6. EXPLORACIÓN DIAGNÓSTICA BÁSICA
6.1. ¿A quién han consultado por el problema actual del niño?
6.2. ¿Qué les han dicho?
6.3. ¿Ha recibido su hijo algún tratamiento?, ¿cuánto ha durado?, ¿ha sido eficaz?
7. MÉTODOS DE MANEJO DE CONDUCTAS DE LOS PADRES
7.1. ¿Su hijo cumple sus órdenes habitualmente?, ¿se las tienen que repetir varias veces?, ¿cuántas?,
¿las cumple finalmente?
7.2. ¿Están los padres de acuerdo con el tipo de normas que aplica cada uno?
7.3. ¿Qué hacen cuando quieren corregir el comportamiento de su hijo?
7.4. ¿Suelen utilizar las amenazas para conseguir que su hijo haga lo que le piden?
7.5. ¿Las ponen en práctica si su hijo no les obedece?
- 124 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
7.6. ¿Consideran eficaz este procedimiento para lograr que su hijo les obedezca?
7.7. ¿Le dejan al niño suficientemente claro lo que puede y lo que no puede hacer?
7.8. ¿Qué hace el padre y qué hace la madre habitualmente cuando su hijo se porta o se ha
portado mal?
7.9. ¿Qué hace el padre y qué hace la madre habitualmente cuando su hijo se porta o se ha
portado bien?
7.10. ¿Qué consecuencias suele tener?
7.11. Otros aspectos del comportamiento del padre y la madre: ¿Juegan normalmente con
su hijo cada día o hacen algo juntos?, ¿le ayuda con los deberes?
7.12. ¿Hablan cada día sobre cómo le ha ido en la escuela o en otras actividades?
- 125 -
ANEXO 2. GUIÓN DE LA ENTREVISTA FAMILIAR
8. HISTORIAL ACADÉMICO
8.1. Rendimiento global del niño a lo largo de su escolaridad:
8.2. Rendimiento actual:
8.3. ¿Ha repetido algún curso?
8.4. ¿Tiene problemas de relación con su tutor?
8.5. ¿Tiene problemas de relación con sus compañeros?
8.6. ¿Recibe apoyo dentro o fuera del horario escolar?
8.7. ¿Ha sido expulsado del colegio en alguna ocasión?
- 126 -
ANEXO 3. INSTRUMENTOS DE
EVALUACIÓN DEL ALUMNO
- 127 -
ANEXO 3. INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN DEL ALUMNO
ANEXO 3:
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN DEL ALUMNO
ACE (Alteración del comportamiento en la escuela)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Arias, A., Ayuso, L. M., Gil, G. y González, I.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2010
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 3 a 13 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
10 minutos
QUÉ EVALÚA
1. Despistaje.
2. Orienta si es necesario evaluar posteriormente otros aspectos
significativos.
A-EP (Evaluación de la autoestima en educación primaria)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Ramos, R., Giménez, A. I., Muñoz-Adell, M. A. y Lapaz, E.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2006
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 9 a 13 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Máximo 10 minutos (dependiendo de la capacidad lectora del niño)
QUÉ EVALÚA
Medición global de la autoestima.
- 128 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
BAS 1, 2 y 3 (Batería de socialización)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Silva, F. y Martorell, M. C.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2001
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 6 a 15 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
20 minutos
BAS 1: observación directa del profesor
BAS 2: observación directa de los padres
BAS 3: evaluación de la socialización de niños y adolescentes, en
ambientes escolares y extraescolares
QUÉ EVALÚA
Mide varias escalas de estimación, tales como:
• Cuatro dimensiones facilitadoras de la socialización (liderazgo,
jovialidad, sensibilidad social y respeto-autocontrol).
• Tres dimensiones perturbadoras de la socialización (agresividadterquedad, apatía, retraimiento y ansiedad-timidez).
• Una escala global de adaptación social o criterial (socialización).
- 129 -
ANEXO 3. INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN DEL ALUMNO
BASC (Sistema de evaluación de la conducta de niños y adolescentes)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Reynolds, C. R. y Kamphaus, R. W.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2007
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 3 años hasta adolescentes de 18 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Escala para padres y profesores: 10-20 minutos
Escala de autoevaluación de niños y adolescentes: 30-45 minutos
Sistema de observación del sujeto
Formato de historia clínica
QUÉ EVALÚA
Evalúa aspectos adaptativos (liderazgo, habilidades sociales y para
el estudio, adaptabilidad, relaciones interpersonales, relaciones con
los padres, autoestima y confianza en sí mismo) e inadaptativos
(ansiedad, agresividad, problemas de atención, de aprendizaje, hiperactividad, retraimiento, búsqueda de sensaciones, problemas
externalizados, internalizados, depresión, problemas de conducta,
somatización, actitud negativa hacia el colegio, actitud negativa
hacia los padres, locus de control, estrés social, sentido de
incapacidad) de la conducta del niño.
- 130 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
BFQ-NA (Cuestionario “Big Five” de personalidad para niños y adolescentes)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Barbaranelli, C., Caprara, G. V. y Rabasca, A.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2006
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 8 a 15 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
25–30 minutos
QUÉ EVALÚA
Analiza cinco dimensiones de personalidad: conciencia, apertura,
Extraversión, amabilidad e inestabilidad emocional.
CACIA (Cuestionario de autocontrol infantil y adolescente)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Capafons, A. y Silva, F.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2001
EDAD DE APLICACIÓN
Niños y adolescentes de 11 a 19 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
30–40 minutos
QUÉ EVALÚA
Valora los aspectos implicados en los modelos de autorregulación
y autocontrol: motivación para el cambio, proceso de retroalimentación, procesos de anticipación de consecuencias, procesos de
atribución causal, procesos de juicio y habilidades para la autodeterminación.
- 131 -
ANEXO 3. INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN DEL ALUMNO
CAS (Cuestionario de ansiedad infantil)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Gillis, J. S.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2003
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 6 a 8 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
20–30 minutos
QUÉ EVALÚA
Nivel de ansiedad infantil.
CBCL (Child Behavior Checklist)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Achenbach, T. M. y Edelbrock, C., (1983). Versión para padres
EDITORIAL
Adaptación española de V. del Barrio, M.A. Cerezo y M.J. Cantero.
UNED. IV Congreso de evaluación psicológica. Santiago de Compostela
1994. Incluido en Trastornos del comportamiento perturbador (1999),
Fernández, E. y Olmedo, M. Madrid. UNED-FUE
AÑO DE PUBLICACIÓN
1983
EDAD DE APLICACIÓN
Desde los 4 hasta los 16 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Variable
QUÉ EVALÚA
Evaluación de conducta a través de 9 factores: agresividad,
depresión, obsesión compulsiva, delincuencia, ansiedad somática,
problemas somáticos, delincuencia no asociada, hiperactividad y
retraimiento social.
- 132 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
CPQ (Cuestionario de personalidad para niños)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Porter, R. B. y Cattell, R. B.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
1995
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 8 a 12 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Dos sesiones de unos 40 minutos cada una de ellas
QUÉ EVALÚA
Valoración de catorce rasgos de primer orden y tres de segundo
orden de la personalidad.
EPQ-J (Cuestionario de personalidad para niños)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Eysenck, H. J. y Eysenck, S. B. G.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2000
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 8 a 15 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
20 minutos aproximadamente (variable)
QUÉ EVALÚA
Evalúa tres dimensiones básicas de personalidad (neuroticismo,
extraversión y psicoticismo o dureza) y sinceridad.
- 133 -
ANEXO 3. INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN DEL ALUMNO
ESPQ (Cuestionario factorial de personalidad para niños)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Coan, R. W. y Cattell, R. B.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2008
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 6 a 8 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Entre 1 hora y 1:15 horas (30–40 minutos cada parte)
QUÉ EVALÚA
Personalidad desde la Teoría del Rasgo (concretamente 13 rasgos de
primer orden y 2 de segundo orden)
HSPQ (Cuestionario de personalidad para adolescentes)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Cattell, R. B., Beloff, H. y Coan, R. W.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2001
EDAD DE APLICACIÓN
Niños y adolescentes de entre 12 y 18 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Entre 40 y 50 minutos (variable)
QUÉ EVALÚA
Evaluación de 14 factores primarios de personalidad. Con esta prueba
pueden obtenerse cuatro factores básicos secundarios.
- 134 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
NIÑOS DESAFIANTES
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Barkley, R. A. (Traducción de J. J. Bauermeister y asociados)
EDITORIAL
Guilford
AÑO DE PUBLICACIÓN
1997
EDAD DE APLICACIÓN
Desde niños de educación infantil hasta adolescentes
TIEMPO DE APLICACIÓN
Variable
QUÉ EVALÚA
Evaluación de la conducta de los niños a través de la entrevista con
los padres, encaminada a la intervención posterior.
MFF-20 (Test de emparejamiento de figuras conocidas)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Cairns, E. D. y Cammock, J.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2005
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 6 a 12 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Entre 15–20 minutos (variable)
QUÉ EVALÚA
Evaluación del estilo cognitivo: impulsividad-reflexividad.
- 135 -
ANEXO 3. INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN DEL ALUMNO
STAIC (Cuestionario de autoevaluación, ansiedad, estado rasgo en niños)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Spielberger, C. D.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2001
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 9 a 15 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
15–20 minutos
QUÉ EVALÚA
Ansiedad desde dos aspectos: como estado y como rasgo.
STAXI-NA (Inventario de expresión de ira estado-rasgo en niños y adolescentes)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Del Barrio, V., Spielberger, C. D. y Aluja, A.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2007
EDAD DE APLICACIÓN
Niños y adolescentes de entre 8 y 17 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Entre 15–30 minutos (variable)
QUÉ EVALÚA
Permite obtener una evaluación precisa de los diferentes componentes
de la ira (experiencia, expresión y control) y sus facetas como estado
y como rasgo de un modo ágil y sencillo.
- 136 -
ANEXO 4. INSTRUMENTOS DE
EVALUACIÓN FAMILIAR
- 137 -
ANEXO 4. INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN FAMILIAR
ANEXO 4
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN FAMILIAR
PEF (Escala de identificación de Prácticas Educativas Familiares)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Román, J. M. y Alonso, J.
EDITORIAL
CEPE
AÑO DE PUBLICACIÓN
2003
EDAD DE APLICACIÓN
Niños de 6 a 10 años y padres
TIEMPO DE APLICACIÓN
30 minutos aproximadamente
MODO DE APLICACIÓN
Aplicación individual o colectiva a los padres e individual al alumno
QUÉ EVALÚA
Evalúa la percepción de las prácticas educativas o estilos educativos
más frecuentemente utilizados por las madres y los padres. Recogen
la percepción del adulto y la percepción infantil, por separado, para
posibilitar su contraste.
PEE (Perfil de Estilos Educativos)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Magaz, A. y García, E. M.
EDITORIAL
Grupo Albor
AÑO DE PUBLICACIÓN
1998
EDAD DE APLICACIÓN
Padres de alumnos a partir de 18 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
10-15 minutos (variable)
MODO DE APLICACIÓN
Individual o colectiva
QUÉ EVALÚA
Valora de manera cuantitativa y cualitativa las actitudes y valores
ante la educación de hijos y alumnos.
Variables que evalúa: sobreprotección educativa, inhibición
educativa, punición educativa y aserción educativa.
- 138 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
ECPP. Escalas de Evaluación de la competencia parental:
1- ECPP-p: versión padres
2- ECPP-h: versión hijos
1- Escala de Competencia Parental Percibida (ECPP-p) (versión padres)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Magaz, A. y García, E. M.
EDITORIAL
CEPE
AÑO DE PUBLICACIÓN
2008
EDAD DE APLICACIÓN
Padres con hijos de 3 a 18 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Variable
MODO DE APLICACIÓN
Individual o colectiva
QUÉ EVALÚA
Evalúa las siguientes dimensiones de la competencia parental: la
implicación escolar, la dedicación personal, el ocio compartido, el
asesoramiento/orientación y la asunción del rol de ser padre.
2- Escala de Competencia Parental Percibida (ECPP-h) (versión hijo/a)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Bayot, A. y Hernández, J. V.
EDITORIAL
CEPE
AÑO DE PUBLICACIÓN
2008
EDAD DE APLICACIÓN
Hijos de 10 a 17 años
TIEMPO DE APLICACIÓN
Variable
MODO DE APLICACIÓN
Individual o colectiva
QUÉ EVALÚA
Evalúa las siguientes dimensiones de la competencia parental: la
implicación escolar, la resolución de conflictos y la consistencia
disciplinar.
- 139 -
ANEXO 4. INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN FAMILIAR
TAMAI. Test evaluativo multifactorial de adaptación infantil (destinada a hijos)
FICHA TÉCNICA
AUTORES
Hernández, P.
EDITORIAL
TEA
AÑO DE PUBLICACIÓN
2004 (1ª edición 1983)
EDAD DE APLICACIÓN
De 8 a 18 años y adultos
TIEMPO DE APLICACIÓN
30-40 minutos (variable)
MODO DE APLICACIÓN
Individual o colectiva
QUÉ EVALÚA
Evaluación de la inadaptación personal, social, escolar y familiar así
como de las actitudes educadoras de los padres.
OTRAS PRUEBAS DE INTERÉS
▪ Inventory of Parent and Peer Attachment (IPPA) (Armsden, G. C. y Greenberg, M. T., 1987):
Consiste en un cuestionario de autoinforme para adolescentes que evalúa el afecto a los padres
y a los iguales. El IPPA se compone de tres escalas (confianza, comunicación y alienación)
que, combinadas, dan lugar a una puntuación total de afecto (confianza + comunicación alienación).
▪ Parental Authority Questionnaire (PAQ) (Buri, J. R.,1991):
Está formado por 30 ítems de escala tipo Likert de 5 grados. Evalúa los tres prototipos
parentales de autoridad descritos por Baumrind (1971): permisivo; autoritario y democrático.
El cuestionario lo completan los hijos, y aporta 6 puntuaciones: 3 para los prototipos del
padre y otros 3 para los de la madre.
▪ Escala de Evaluación de los Estilos Educativos (4E) (Palacios, J.,1994):
Es un cuestionario que completan los propios padres, y que consta de 20 ítems con cinco
opciones de respuesta (desde «totalmente en desacuerdo» a «totalmente de acuerdo»). Está
formado por cuatro subescalas compuestas cada una de ellas por entre cuatro y seis ítems.
Las escalas contienen las siguientes dimensiones: comunicación, afecto, nivel de exigencia y
grado de control.
- 140 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
▪ Escala de Afecto (EA) y Escala de Normas y Exigencias (ENE) (ambas de Fuentes, M. J.,
Motrico, E. y Bersabé, R. M., 1999):
- Escala de Afecto (EA): se compone de dos factores: 1) afecto-comunicación y 2) críticarechazo de los padres hacia sus hijos. Cada uno de los factores consta de 10 ítems que se
contestan en una escala tipo Likert con 5 grados de frecuencia (nunca, pocas veces, algunas
veces, a menudo y siempre). La puntuación total de cada factor está comprendida entre 10
y 50.
- Escala de Normas y Exigencias (ENE): consta de 3 factores: 1) forma inductiva, 2) forma
rígida y 3) forma indulgente que tienen los padres de establecer y exigir el cumplimiento
de las normas. Los dos primeros factores tienen 10 ítems, y el tercero se compone de 8.
La escala de respuesta es la misma que en la EA, por lo que la puntuación total de los dos
primeros factores también está comprendida entre 10 y 50. Únicamente la puntuación del
tercer factor varía entre 8 y 40.
Ambas escalas se presentan en dos versiones:
- Una para ser contestada por los hijos (EA-H y ENE-H): En ella el adolescente debe responder
al contenido de cada ítem según la percepción que tiene del estilo educativo de su padre y
de su madre (ej., «Antes de castigarme escucha mis razones»).
- Otra para ser contestada por sus padres (EA-P y ENE-P): Los padres contestan los ítems
refiriéndose a cómo es su conducta concreta con su hijo/a (ej., «Antes de castigarle escucho
sus razones»).
- 141 -
- 142 -
ANEXO 5. RECURSOS
COMUNITARIOS
- 143 -
ANEXO 4. RECURSOS COMUNITARIOS
ANEXO 5
RECURSOS COMUNITARIOS
a) RECURSOS PÚBLICOS DE SALUD MENTAL EN ARAGÓN (HASTA LOS 18 AÑOS)
1.- HUESCA
UNIDAD DE SALUD MENTAL INFANTO-JUVENIL DE HUESCA
C/ Joaquín Costa, 26 bajos. 22002 HUESCA. Tel.: 974 246 448
2.- TERUEL
CENTRO DE SALUD MENTAL INFANTO-JUVENIL DE TERUEL
C/ Ronda de la Liberación, 1. 44002 TERUEL. Tel.: 978 641 157
3.- ZARAGOZA
UNIDAD DE SALUD INFANTO-JUVENIL «ACTUR SUR»
C/ Gertrudis Gómez de Avellaneda, 3. 50015 ZARAGOZA. Tel.: 976 524 845
UNIDAD DE SALUD MENTAL INFANTO-JUVENIL «MUÑOZ FERNANDEZ»
Pº. Sagasta, 52. 50008 ZARAGOZA. Tel.: 976 258 021
UNIDAD DE SALUD MENTAL INFANTO-JUVENIL DEL HOSPITAL CLÍNICO UNIVERSITARIO
«LOZANO BLESA»
C/ San Juan Bosco, 15. 50009 ZARAGOZA.Tel.: 976 556 400
HOSPITAL PROVINCIAL «Nª. Sª. DE GRACIA»
C/ Ramón y Cajal, 60. 50004 ZARAGOZA. Tel.: 976 440 022
CENTRO MUNICIPAL DE PROMOCIÓN DE LA SALUD «AMPARO POCH». CENTRO DE SALUD
MENTAL (DESDE LOS 15 –29 AÑOS)
C/ Añon, 3-5. 50002 ZARAGOZA. Tel.: 976 200 850
- 144 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
b) SERVICIOS SOCIALES DE ARAGÓN: PROGRAMA DE INTERVENCIÓN FAMILIAR
El Servicio de Intervención Familiar se dirige a familias con hijos menores de 18 años en
situaciones derivadas de desestructuración familiar o de ausencia o falta de hábitos de
conducta o de habilidades básicas para abordar crisis familiares, causadas por dificultades
en la relación y convivencia entre todos o alguno de los miembros de la familia.
Para obtener información acerca de la localización del Centro de Servicios Sociales más
próximo se puede consultar la siguiente página:
http://iass.aragon.es/servicios_sociales/servicios_sociales_ssb_a.htm
c) ADCARA: ASOCIACIÓN DE DESARROLLO COMUNITARIO EN ÁREAS DE ARAGÓN
Asociación especializada en el estudio e investigación de la realidad social y pionera en la
detección de situaciones de riesgo o situaciones problema. Desde la Asociación se realiza
intervención con familias en las que se manifiestan problemas de relación entre padres
e hijos y apoyo a las familias para mejorar la convivencia con sus hijos adolescentes.
Para más información se puede consultar la siguiente página:
http://www.adcara.org
- 145 -
CUADERNO DE NOTAS
- 146 -
GUÍA PRÁCTICA: TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
- 147 -
CUADERNO DE NOTAS
- 148 -
EDITA: Gobierno de Aragón. Departamento de Educación, Cultura y Deporte.
DEPÓSITO LEGAL: HU-407/2011
REALIZACIÓN: ACCENTIS
FOTOGRAFÍAS: Archivo ACCENTIS
AUTORES: Ángel García Romera (coordinador)
Ana Belén Arnal Gimeno
Miren Elisabet Bazanbide Bidaburu
Cristina Bellido Gómez
M. Belén Civera Marín
M. Pilar González Ramírez
Rosa Ana Peña Capapey
Marta Pérez Aldaz
M. Aránzazu Vergara Arroniz
- 149 -
as diversas actuaciones que se desarrollan en
los centros educativos van encaminadas no sólo
al aprendizaje y adquisición de conocimientos
sino muy especialmente al pleno desarrollo de la
personalidad y de las capacidades de los alumnos.
Una de las situaciones que puede vulnerar el
desarrollo armónico e integral de nuestros niños
y jóvenes viene definida por un variado conjunto
de conductas que por su topografía, características y consecuencias, son conceptualizadas bajo el
término de trastornos de la conducta o trastornos
de comportamiento perturbador.
Si bien contamos con aproximaciones de carácter
clínico en la literatura científica dedicada a este
tema, la propuesta de un modelo desde una
perspectiva conductual de sistemas aplicable
a los entornos educativos puede considerarse
la aportación original y de mayor valor de esta
publicación.
os autores de esta guía nos presentan un modelo
práctico de intervención, contextualizado a las
características organizativas y funcionales de los
centros educativos. Esta aportación ha surgido
del trabajo conjunto y colaborador de los autores,
todos ellos profesionales de la orientación
educativa de nuestra Comunidad Autónoma. A
través de un proceso reflexivo y crítico de investigación-acción, han diseñado una propuesta
que los propios autores denominan de «buenas
prácticas» con la intención de implicar a todos los
estamentos de los centros en la intervención con
los alumnos que presentan trastornos de conducta
en los centros educativos.
- 150 -