Título del artículo:
Ecología Cosmocena: la redefinición del espacio humano en el cosmos
Autor(es): Vilmar Alves Pereira
Fuente: Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental. Noviembre de 2016. Año 3. Número 5, pp. 74-82.
URL: http://jandiekua.org.mx
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Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental, es una publicación anual editada por la Universidad de
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que permitan crear nuevos escenarios de desarrollo y reelaboración de contenidos y abordajes de los discursos
de la educación ambiental en nuestro país.
Se publican artículos inéditos de investigación y aportes de discusión de problemas o situaciones ambientales
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Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental
Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5
ALEgORíAS
Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental
Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5, pp. 74-82
Ecología Cosmocena: la redefinición
del espacio humano en el cosmos
Vilmar Alves Pereira
Universidad Federal de Río Grande
Resumen
Este ensayo tiene la intención de proponer al campo de la Educación Ambiental una nueva comprensión
de las discusiones con respecto a la relación humanidadnaturaleza. Reconociendo el horizonte de la era Antropocena, que evalúa el impacto de las actividades humanas
como determinantes de los cambios ecológicos en el planeta, se aconseja una Ecología a la cual llamamos Cosmocena, no como una era, sino como una necesidad hermenéutica para reposicionar esta relación. Es un estudio
inspirado en Hermenéutica (Gadamer, 2002); Física
Cuántica y Ecología (Capra, 2006; 2011); Pensamiento
Postmetafísico (Habermas, 2002; Lef, 2006); Astrofísica y Filosofía - Inteligencia Espiritual (Zohar y Marshall,
2012); Ecología y Ética (Bof, 2012); Ecologismo y Medicina (Lovelock, 2010), y Biodiversidad (Wilson, 2008).
Estas referencias nos indican la posibilidad de una ecología con una mayor armonía entre la humanidad y la
naturaleza (a la que pertenecemos), la redeinición de
miradas, experiencias y aprendizajes de y con el cosmos.
Palabras clave: Antropocena, ecología, cosmocena, reposicionamiento, humano.
Abstract
This essay proposes to the field of Environmental Education a new understanding of the discussions on human
being-nature relationship. Recognizing the horizon of an
Anthropocene Era, in which the impact of human activities
is considered as determining the ecological changes of the
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Planet, we suggest an Ecology we call Cosmocene, not as
an era, but as a hermeneutical need to reposition this relationship. This is a study inspired in Hermeneutics (Gadamer, 2002); Quantum Physics and Ecology (Capra, 2006);
Post-Metaphysical Thought (Habermas, 2002; Leff, 2006);
Astrophysics and Philosophy – Spiritual Intelligence (Zohar
y Marshall, 2012), Ecology and Ethics (Boff, 2012), Environmentalism and Medicine (Lovelock, 2010), and Biodiversity
(Wilson, 2008). These references indicate the possibility of an
ecology with greater harmony between human beings and
nature (to which we belong), redefining perspectives, experiences, and lessons learned from and with the cosmos.
Keywords: Anthropocene, ecology, cosmocene, repositioning, human.
1. Del horizonte de discusión
En el momento en que la era antropocena denuncia
quizás la forma más salvaje de la relación humanidad-naturaleza, con restos absurdos que muestran el
agotamiento de los paradigmas clásicos fundados en
una perspectiva antropocéntrica; el desastre ecológico como el inconmensurable evento Mariana (Minas
Gerais - Brasil); las denuncias del genocidio indígena
en favor de los propietarios de la agroindustria (Mato
Grosso do Sul - Brasil); el tsunami de Japón; los tiempos en los que los conlictos ambientales toman proporciones inimaginables, con la aparición de niños
muertos en la playa como consecuencia del horror de
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la radicalidad del Estado Islámico, las guerras políticas y económicas en el Oriente y en otras partes del
mundo; el período en el cual la racionalidad estratégica muestra, sin disimular, todas sus caras en busca
de ganancias y de poder con los aparatos neoconservadores y restrictivos de las garantías democráticas en
Brasil y en todo el mundo; nos toca a nosotros pensar
las bases de otra Educación Ambiental, y pido permiso para, en este texto, proponer una nueva ecología.
Al analizar los debates sobre la crisis de civilización (Lef, 2006), la crisis de sentido (Zohar y Marshall,
2012), la crisis entre la ciencia y la religión (Wilson,
2008) y, como consecuencia, la crisis socioambiental
(Lovelock, 2010; Bof, 2012; Loureiro, 2004), vemos
que el diagnóstico generado por los autores reconoce
que se trata de una crisis de paradigma, en la cual el
paradigma metafísico, portador de signiicado en la
búsqueda del in último del ser humano, se encuentra ahora desencantado, porque las esencias indicadas
por él como verdades pueden ser, y son, en el presente
contexto, relativizadas.
En un estudio reciente acerca de los fundamentos de la educación ambiental (Pereira et al., 2015)
mediante la defensa de la tesis de que "hay rastros de
un cambio profundo en el campo de la Educación
Ambiental (EA) y que este cambio demuestra que la
comprensión ontológica es mayor que la epistemológica en la forma en que se piensa y se siente la EA",
proponemos presentar el horizonte de una Racionalidad Ambiental Postmetafísica. La importancia de este
análisis contribuye a situar los hilos de las discusiones
que culminan en la Ecología Cosmocena.
2. De la conceptualización de la Ecología
Cosmocena
Se propone ver la Ecología Cosmocena como una alternativa viable para pensar las relaciones entre vivos
y no vivos en el sentido de que podemos garantizar
una mejor calidad de vida en el planeta y tal vez en el
universo. Ella nace en medio de esta escena de la desesperación y del miedo, reforzada por la era Antropocena y las consiguientes crisis: de los fundamentos
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de la EA, del paradigma ilosóico metafísico, de la racionalidad occidental y del sujeto, del agotamiento del
sistema capitalista, de la lógica de beneicio y, consiguientemente, las crisis inanciera, política, socioambiental y, fundamentalmente, la crisis del sentido existencial-ontológico con respecto al espacio y sentido
humano en el cosmos. Emerge también de una profunda intuición hermenéutica de que es necesario un
reposicionamiento humano en el cosmos del amplio
conjunto de relaciones que establecemos diariamente
con el universo con el que estamos conectados. Por
lo tanto, puede ser vista también como una ecología
de la expansión de los sentidos, con la intención de
desplegar nuestra dimensión cósmica.
En términos generales, nos encaminamos a una
perspectiva más integral de ser humano y más en
sintonía con los grandes elementos que constituyen
nuestra naturaleza cósmica. Esta ecología se fundamenta desde un enfoque hermenéutico-ontológico,
con base en las siguientes ocho tesis:
1ª.- De la nueva relación Humanidad-Naturaleza
Tradicionalmente esta discusión considera, en el Occidente, la relación de dominio de la naturaleza por la
humanidad. En esta nueva ecología sugerimos que la
humanidad puede reconocer que hay conocimientos
que desde siempre han estado ahí, que vienen desde el
cosmos a los seres humanos y no sólo en sentido inverso. La naturaleza es vista como una otredad-sujeto:
la naturaleza rica, plural, diversa, colorida, fecunda,
hermosa, poética, estética, con sus hechizos y deidades inconmensurables; le corresponde a la humanidad
reconocerse como una parte más de ella, no su propietaria. La reivindicación principal aquí es un reposicionamiento humano: más humilde, atento, abierto
a todo lo que la realidad biodiversa nos presenta a
diario.
Así que nos reconocemos como una especie
más del Universo, y de Gaia, inconmensurable por la
cantidad de especies que viven en ella para mantener
todo en equilibrio. Por ejemplo, se estima que alrededor de 8.7 millones de especies viven en la Tierra
actualmente, y que 1.5 millones solamente de hongos
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contribuyen a dicho equilibrio (Wilson, 2008). De
hecho, muchos son pequeños organismos que no se
reconocen hasta 1988, pero que constituyen la base de
nuestro ecosistema. Todo esto lleva a creer en nuestra
ignorancia acerca de la vida en el planeta con respecto
a nuestro alcance en relación con la existencia de ésta.
Más importante todavía es que la garantía de nuestra vida depende de esas criaturas. Y, además, como
Wilson (2008) señala la gran mayoría de los organismos
terrestres siguen siendo desconocidos para la ciencia.
La Ecología Cosmocena nos muestra que la vida
posee una asimetría fundamental y que es imperfecta.
Y refuerza el descubrimiento de los cientíicos de que
todos los sistemas vivos no son lineales y que operan
como redes. Con tan solo esta información deben
cambiar radicalmente nuestra forma de entender y
actuar en el mundo, lo que requiere de nuevas formas
de relacionarnos con el conocimiento, por ejemplo.
2ª.- De la desaceleración del tiempo como una garantía de vida
El concepto de tiempo es quizás uno de los conceptos
más caros para una época en la que a menudo se escucha la expresión de una generación que se queja por
no tener tiempo. De esta manera la Ecología Cosmocena considera "urgente" redeinir el concepto de tiempo y, básicamente, la forma en que se procesa en nuestras agendas de consumo material. Somos herederos
del concepto moderno de tiempo. En ese horizonte,
el tiempo se manifestaba claramente en tres etapas:
pasado, presente y futuro. Desde esta perspectiva, los
proyectos modernos incorporaron una visión muy
optimista sobre el futuro. Por lo tanto, las direcciones
siempre apuntaron a los valores y garantías universales en busca de una sociedad mejor, desde una perspectiva de bienestar.
A diferencia de ese horizonte, el tiempo está
marcado, y se llama presentismo, por el pesimismo sobre el futuro y por la intensiicación del presente como
la única garantía, trayendo cambios e implicaciones
directas en el ámbito de nuestras relaciones. Otra consecuencia es presentada por Santos (2000) cuando se
discute el diagnóstico de esa aceleración intensiicada,
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el llamado vértigo de la aceleración y el consiguiente
bloqueo de la creatividad y del logro de otras experiencias estéticas, cognitivas y místicas. Somos una generación rápida, ansiosa, angustiada y poco creativa.
El tiempo de la Ecología Cosmocena da tiempo al
tiempo. Ella reconoce, como el poeta del sur del Brasil, Mario Quintana, que "el pasado no reconoce su
lugar... siempre está presente”, y como apuntó el poeta
argentino Martín Fierro, que "el tiempo es la tardanza
de lo que se espera.” Así, la Ecología Cosmocena reconoce la importancia de los conceptos más amplios
de tiempo y que dan cuenta de los signiicados más
amplios de nuestra existencia. La redeinición de ese
tiempo requiere la sintonía y la profunda relexión sobre la validez de nuestras prácticas intensas y aceleradas, muy diferentes del tiempo de las comunidades
tradicionales que con su conocimiento nos enseñan
una relación que no se aligera.
La Ecología Cosmocena reclama tiempo, para
cuidar de nosotros, de la Madre Tierra, de nuestras
místicas; para amar, para cultivar amistades, para el
silencio, para charlar, tiempo para escuchar. Somos
una civilización que escucha demasiado poco, con
muchos ruidos de comunicación. Necesitamos tiempo para frenar. Nos permitimos programar incluso el
tiempo del in de semana y las vacaciones, ya hemos
perdido la calma para escapar de la rutina y desconectarnos de las redes sociales. Un Cacique Guaraní comentó en una ocasión que "las redes sociales acercan
a las personas que están lejos y distancian aquellos a
su alrededor."
3ª.- De la sintonía con nuevas sabidurías
La sabiduría de Gaia respeta los ciclos y las dinámicas
particulares de los diferentes fenómenos de las sociedades y civilizaciones en el mundo. Esas se llaman civilizaciones de base, que tenían hace cinco mil años,
referencias muy diferentes de las nuestras.
La Ecología Cosmocena cree que el entendimiento humano es todavía demasiado limitado para explicar la inmensidad cósmica. Esta airmación no es una
crítica nihilista del ser humano, por el contrario, considera que todavía tenemos mucho que aprender de
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este vasto universo. La initud humana es reconocida
por el cosmos. Este es ilimitado en sus interrelaciones
en los increíbles procesos de la naturaleza. La amplitud cósmica conlleva la sabiduría de reconocernos a
nosotros mismos como un punto diminuto en este
universo, de ahí el aprendizaje de la humildad en relación con el lugar que ocupamos. Un ejercicio sencillo
sería imaginar el reino de las galaxias a ocho mil millones de años luz de casa. En el reino de las galaxias
las medidas comunes de distancia son insuicientes
para dar sentido a la realidad.
El reconocimiento de que la vida surge en la Tierra hace cuatro millones de años y el ser humano hace
solo doscientos mil, es una revelación más de la nueva sabiduría. Mirando con un poco más de atención,
veremos que desde hace miles de años, poco hemos
intervenido en el cosmos. Los registros muestran que
una de las primeras intervenciones de mayor impacto
ocurrió por la agricultura, hasta las formas más salvajes de explotación de la tierra. Todo esto se hace en los
últimos sesenta años, cuando la población mundial
se ha casi triplicado. Más de la mitad de la población
mundial vive en ciudades (UNFPA, 2007). Hemos venido a habitar espacios inimaginables en las ciudades,
y producimos mucho en el campo. Sin embargo, esta
producción no es principalmente para la alimentación
humana.
Poco nos damos cuenta de las relaciones más
amplias que tienen lugar en el cosmos. Hace cien
años, había 1.5 miles de millones de personas en la
Tierra. Actualmente, somos más de siete mil millones.
Sin embrago, por fortuna, hay lugares aun prístinos
a los que ser humano no se ha acercado, ni en pensamiento. A medida que la Tierra gira alrededor del
Sol, muchos bosques comienzan a morir, poblaciones
enteras se ven obligadas a recorrer grandes distancias
en busca de agua, alimento y mejores climas. En lugar
de redeinir nuestra visión del cosmos como un proceso de aprendizaje, nos encontramos inmersos en el
Cosmocyber, como alerta E. O. Wilson: "Nos estamos
ahogando en información, mientras tenemos hambre
de sabiduría." El paradigma de la información acelerada no se ha traducido en un proceso de aprendizaje
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y construcción del conocimiento, mucho menos de
sabiduría.
4ª.- Del consumo desenfrenado al desaprender para
reaprender a cuidar y cuidarnos
La Ecología Cosmocena reconoce que el cosmos cuida de nosotros más de lo que nos afecta; sirve de dirección, nos protege y enseña valores como: el amor,
la hospitalidad, la custodia, la elevación y el encantamiento. Por otra parte, la perspectiva antropocena
se caracteriza por actitudes humanas desenfrenadas
que nos atacan, nos violan, nos hacen competir por
espacios que no son nuestros, sino prestados por el
corto tiempo de permanencia en este mundo, como
ocupantes y, a veces, como invasores.
La lógica capitalista de consumo no cuida de
nosotros. Ella estimula la competencia desenfrenada
y la persecución a toda prisa de recompensas prefabricadas. En busca de tener más, vaciando el signiicado ontológico de la existencia humana. En este vacío
generado por la falta de cuidado y sentido existencial,
nos olvidamos de otra escala axiológica que nos muestra como válido el uso adecuado de la inteligencia, de
los conocimientos, y fundamentalmente de la moral.
El estudio de Bof (1999) reconoce el cuidado
como fuerza original que continuamente se plantea el
ser humano. Sin embargo, según él, la atención es "un
a priori ontológico" y se maniiesta en ese sentimiento
que nos hace personas. Si pudiéramos elegir entre las
múltiples formas de atención, priorizaríamos el cuidado de la Tierra, de los pobres y de los excluidos del
planeta. La Tierra por ser nuestro hogar, nuestra casa,
nuestra guarida; los pobres y los excluidos, porque reconocemos que en un mundo tan rico, plural y abundante, ya no podemos soportar la miseria de tantas
personas que no cuentan en la economía del país.
La Ecología Cosmocena denuncia los excesos
de la lógica consumista y nos llama a desarrollarnos
como seres humanos, a vivir las múltiples formas de
la sensibilidad: poética, estética, afectiva, ecológica y
espiritual, para el cuidado de unos a otros. En general,
la naturaleza no humana cuida de nosotros. Ella sólo
emite la alerta como grito de ayuda. La falta de aten77
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ción y cuidado es responsable de las inundaciones, los
desastres ambientales, los nuevos eventos biofísicos
que alteran los compartimentos geográicos de todo
el mundo, originados por la codicia motivada por la
lógica del capital. Nos descuidamos tanto que terminamos perjudicando a los otros.
Y una de las trágicas derivaciones de ese horizonte son las diferentes guerras en todo el mundo:
económicas, sociales, políticas, ambientales, raciales
y religiosas. Llegamos a ser intolerantes y a perder la
sintonía con la sabiduría del cosmos, que nos invita a
una cultura de resistencia de esa lógica, para sustituirla por una cultura de paz.
Cuando vemos, en el siglo XXI, el escape de Siria a Turquía, Grecia y más tarde hacia toda Europa;
el alarmante aumento del suicidio, considerado como
uno de los problemas de salud pública por la Organización Mundial de la Salud (OMS); el incremento de
los fenómenos migratorios de haitianos, nigerianos y
senegaleses a América del Sur, se refuerza aún más la
necesidad de una mayor atención de los seres humanos como condición para la convivencia y respeto a la
alteridad en la perspectiva ecológica Cosmocena.
Reconocidas alternativas emergen desde la perspectiva de la ética del cuidado y de la cultura de la paz
por los principales líderes mundiales, tales como las
relaciones Cuba-Estados Unidos y el caso de la Encíclica “Laudato Si” del Santo Padre Francisco Sobre el
Cuidado de la Casa Común.
5ª.- De la descolonización del mundo de la vida
El mundo de la vida fue pensado inicialmente por
Husserl y más tarde por Habermas, cuando éste considera en su Teoría de la Acción Comunicativa que el
mundo de la vida se reiere al espacio en el que mantenemos nuestras reservas de las dimensiones subjetivas, individuales, emocionales y culturales que refuerzan los primeros eslabones de nuestras estructuras
comunicativas en y con el mundo.
Para Habermas, el mundo de la vida sufre las
consecuencias de la racionalidad moderna instrumental, y del sistema capitalista orientado con ines
económicos, derivado de la primera. Esta raciona78
lidad penetra en las estructuras comunicativas del
mundo de la vida causando trastornos en la reproducción simbólica de éste, y colonizándolo a través
de nuevas normas morales y estéticas. Esta forma de
control interiere directamente en las relaciones entre
las personas, en la familia, en la cultura, en la organización de nuestro tiempo libre y en la escuela.
Resalta el reconocimiento de la descolonización
como parte fundamental de la Ecología Cosmocena, en
particular, a partir de la idea ya mencionada de que
somos una sociedad de consumidores, del predominio mundial del sistema sobre el mundo de vida, pero
sobre todo por la intensiicación y por el espacio que
las redes sociales ocupan en nuestra vida diaria. No se
trata de un reclamo por un mundo sin redes sociales,
sino de mostrar que parte de la esencia de la Ecología Cosmocena es contribuir a la relexión sobre los
cambios producidos en el horizonte de estas nuevas
relaciones.
El diagnóstico de Zygmunt Bauman sobre la
sociedad de consumo presenta algunas referencias
que tienen consecuencias directas en la colonización
de nuestro mundo de la vida. En su libro Vida para
el Consumo, Bauman airma que “a los consumidores
los mueve la necesidad de convertirse ellos mismos en
productos –reconstruirse a sí mismos para ser productos atractivos– y se ven obligados a desplegar para la
tarea las mismas estratagemas y recursos utilizados por
el marketing. Forzados a encontrar un nicho en el mercado para los valores que poseen o esperan desarrollar,
deben seguir con atención las oscilaciones de la oferta y
la demanda, y no perderles pisada a las tendencias de
los mercados, una tarea nada envidiable y por lo general agotadora, dada su bien conocida volatilidad.”
La Ecología Cosmocena, alerta a estas relaciones, se pregunta qué tanto ocupan nuevos espacios en
nuestras vidas, y si ello promueve la apertura a nuevas
conexiones de conocimiento; señala, así mismo, que
dichas relaciones en la sociedad de consumo adquieren la inestabilidad de la propia acción de consumir;
nosotros también nos convertimos en productos que
pueden ser desechados por otros.
En esta sociedad, una de las emociones que más
reclamamos es la felicidad. Creamos estrategias para
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engañar, y engañarnos, todos los días. Sentimos la
necesidad de hablar, escuchar, hacer frente a las frustraciones, buscar la capacidad de recuperación por la
pérdida de las primeras experiencias emocionales y de
comunicación, que forman parte de las dimensiones
del mundo de la vida.
En un horizonte fetichista nos sentimos felices
por el número de amigos en la red social, de seguidores en Twitter, de “me gusta” en nuestras publicaciones, y de vistas en Youtube. A medida que aumenta
ese número, un vídeo en el ámbito íntimo y personal,
puede convertirse en un producto vendible en las redes sociales. Por lo tanto, estimula la creatividad para
algo que llame la atención y, en ciertas situaciones,
vemos escenas que rayan en la banalidad de la esfera
privada en busca de la fama. Y así actuamos como si
ello fuera garantía de la seguridad, de la conquista y
del reconocimiento en las relaciones; sin embrago, en
el fondo estamos fomentando, sin darnos cuenta, el
establecimiento de relaciones frágiles.
6ª.- De la necesidad de reconocimiento de un mundo
diverso y sin prejuicios
La pluralidad de formas no es una categoría ilosóica
y menos humana; ella parte del cosmos. El universo es
tan plural que la razón humana no puede expresar la
inmensidad de formas. Nuestra razón es limitada. En
la diversidad Cosmocena coexisten especies y formas
sin in. Y pensar que hay seres humanos que tienen
el prejuicio de la raza, el color, el género, la religión,
la clase social; prejuicios epistemológicos, tan sólo
porque en este cosmos tan diverso se piensa y se es
diferente.
La Ecología Cosmocena nos hace un llamado a
la transvaloración de los pensamientos, acciones y
sentimientos que pauperizan la condición existencial
humana. En este sentido, indica como actitud hermenéutica la apertura de la mirada, del corazón, de las
creencias, de la cultura, destinada a superar las epistemologías de las fronteras y la negación de la condición ontológica del ser humano. Éste, más abierto
y conectado con el cosmos, ahora se reconoce como
un ser plural y múltiple. Sólo uno más en este uni• Noviembre de 2016
verso de ininitas posibilidades. Considera que no
hay más espacio para pequeñeces, miradas estrechas
y provinciales. La superación de los prejuicios apunta
a la diversidad de formas, ideas, sensaciones, colores,
sabores, especies, razas, géneros, creencias y culturas.
7ª.- De la condición de incompletitud
Hemos aprendido con la ilosofía que somos del tamaño de lo que pensamos, y más recientemente, con
la psicología y la física, que somos del tamaño de lo
que sentimos. Aprendemos de la Ecología Cosmocena
que somos seres cósmicos y, al mismo tiempo, initos
y limitados. La Ecología Cosmocena nos reclama reevaluar nuestra condición existencial. ¿Quién soy yo?
Vuelve como una cuestión fundamental en tiempos
en los que hemos perdido la dirección de nosotros
mismos.
La superación de la lógica del conocimiento en
rodajas. Estamos llamados a entendernos a nosotros
mismos como seres no concluyentes, con multideterminaciones. Esa apertura de miradas y de sentidos está
habitada por nuestra condición ontológica de ser más.
En este horizonte, se presentan con optimismo
los esfuerzos actuales de sugerir una nueva alianza
entre la ciencia y la religión, como propugna Wilson
(2012). La Ecología Cosmocena considera fundamentalmente los elementos de la inteligencia espiritual
que, como Zohar y Marshall (2012: 22-23) señalan, no
debe ser entendida como la inteligencia religiosa, sino
como "la capacidad interna, cerebral innata y de la psique humana, extrayendo sus recursos más profundos
del núcleo del propio universo.”
En este sentido, la perspectiva Cosmocena propone que el coeiciente espiritual (CE) contribuya con
alternativas a la crisis del sentido existencial, que no
puede ser resuelta por la ciencia, la inteligencia y las
emociones, sino por el espacio no colonizado del CE.
Es una especie de brújula moral que contribuye signiicativamente a la comprensión de quién soy.
También se asocia a nuestra no completitud.
Contamos actualmente con la hipótesis planteada por
Hamerof y Chopra (2012) quienes proponen a partir
de sus estudios que el alma sí existe, y la describen
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como un conjunto de las relaciones cuánticas entre las
partículas dispersas en el universo; representación que
parte de la posibilidad de que existan dentro de cada
neurona cien millones de microtúbulos: tubos muy
pequeños hechos de una proteína llamada tubulina.
Al parecer, cuando el cerebro muere, la información
cuántica (generada en los microtúbulos) no se detecta,
ésta se disipa en el espacio-tiempo. En concordancia,
cuando alguien nace, esta difusión de información en
el universo podría entrar en los microtúbulos.
En esta apertura de la nueva ecología, se reconigura la concepción de la colonización de espacios y
fronteras, con vistas limitadas de un ser humano fragmentado en diferentes partes, que genera una perspectiva estrecha del espacio humano en el cosmos.
La Ecología Cosmocena reconoce esas otras
dimensiones como pertenecientes a las fuerzas del
universo y sugiere el reconocimiento tanto de esa
inteligencia -la espiritual-, a la que se tiene acceso en
muchos aspectos desde de las primeras civilizaciones,
como de la existencia del alma, en su concepción más
reciente. En estas nociones hay un rasgo común: la
búsqueda de un sentido más grande a la vida superior.
Por lo tanto, contribuyendo a la superación de la crisis
de sentido, permiten una extensión comprensiva de
nuestro papel en el universo, en una perspectiva menos competitiva, y más humilde y cooperativa.
intervención política y, sobre todo, de la económica,
de esa economía que limita las formas de la vida en
el planeta.
La EA puede y debe contribuir al fortalecimiento de las redes globales de resistencia a la lógica antropocéntrica industrial y inanciera que todavía sostiene
y alimenta la guerra por los recursos naturales. Ella
puede servir como una alternativa para pensar en un
desarrollo más amplio del ser humano, que sólo la estrechez de la lógica inanciera. Es decir, el desarrollo
cultural, intelectual y espiritual de las personas en sus
múltiples dimensiones, que pueden garantizar la calidad de vida digna. Es lo que Capra llama crecimiento
cualitativo.
Mi sueño, en particular, es que la EA pueda contribuir a que esa ecología que vislumbramos llegue a
las escuelas, en el entendido de que la escuela sigue
siendo un lugar privilegiado para la formación socioambiental.
El mayor desafío de la EA es la profunda inversión axiológica que amplia aún más los horizontes
educativos, y aumenta el sentido y la búsqueda de la
comprensión de la condición humana en el universo:
la comprensión cósmica. Ella puede contribuir fundamentalmente a la realización de un nuevo acuerdo humanidad-naturaleza, a favor de la vida en el universo.
8ª.- Del lugar de la Educación Ambiental en la Ecología Cosmocena
3. Movimientos comprensivos
En este contexto, la EA siempre será el espacio para la
relexión crítica. De las interrogantes, del reposicionamiento de los cuestionamientos sobre el signiicado
de ser humano demasiado humano. De la ampliación
de la conciencia y los sentidos de la industria en las
direcciones que buscan empobrecer la existencia humana. Son hombres y mujeres que por la racionalidad
estratégica contribuyen a la muerte y la contracción
de la vida en el planeta.
La EA parece un pequeño punto en este universo, sin embargo, asume el papel principal de resituarnos sobre los caminos que dibujamos. Esta amplia
discusión no se desconecta, ni se desentiende, de la
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Los argumentos y sentimientos expuestos en el presente documento para reclamar el horizonte de la Ecología Cosmocena y el reposicionamiento de los seres
humanos en el cosmos, movilizan ontológicamente a
horizontes comprensivos de mayor apertura: la sensibilidad, la capacidad de aprendizaje y la armonía con
nuestro ser múltiple.
Esto no es una nueva metafísica, mucho menos
una visión armónica y debilitada. Es una actitud de
gran humildad y reconocimiento de que nuestros ancestros, por medio de las comunidades tradicionales,
nos enseñaron una relación de más sintonía y respeto
al universo. La lógica del consumo nos ha alejado de
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nuestra dimensión cósmica. Por lo tanto, nosotros habitamos en el universo de modo extraño e inconexo.
Para hacer frente a esa situación de grandes crisis y, fundamentalmente, a la crisis de sentido, es que
la Ecología Cosmocena surge como una alternativa
viable en la lucha por una vida digna, por la expansión de los signiicados y la mejora de los medios de
convivencia en la relación entre los seres humanos y
el cosmos. Esa ecología es abierta, menos intolerante
y con menos ego, cooperativa, pacíica, sabia, sensible, atenta, humilde, amorosa en sus lazos, da tiempo
al tiempo y repone al ser humano la garantía de una
oportunidad más de vida en este universo de múltiples posibilidades. Este es el llamado que deseo hacerle, querido lector, querida lectora. Es una invitación a
que construyamos juntos este nuevo paradigma, y a
participar, más allá de los fundamentos de la EA, en la
construcción de un futuro mejor para nuestro planeta.
Por último, me gustaría hacer hincapié en que
una Ecología Cosmocena está a nuestro alcance, como
una ontología del medio ambiente y un horizonte hermenéutico, que deben contribuir al desarrollo de una
epistemología comprensiva, en la que se entrelazan
todos los elementos de nuestra extensa experiencia,
reconociendo los múltiples espacios ontológicos y
psicológico-culturales. En esta perspectiva, existe una
fuerte demanda de una comprensión de los problemas
ambientales desde una concepción del ser humano integral, señalando su condición ontológica más amplia.
Referencias
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