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Este ensayo tiene la intención de proponer al campo de la Educación Ambiental una nueva comprensión de las discusiones con respecto a la relación humanidadnaturaleza. Reconociendo el horizonte de la era Antropocena, que evalúa el impacto de las actividades humanas como determinantes de los cambios ecológicos en el planeta, se aconseja una Ecología a la cual llamamos Cosmocena, no como una era, sino como una necesidad hermenéutica para reposicionar esta relación. Es un estudio inspirado en Hermenéutica (Gadamer, 2002); Física Cuántica y Ecología (Capra, 2006; 2011); Pensamiento Postmetafísico (Habermas, 2002; Leff, 2006); Astrofísica y Filosofía - Inteligencia Espiritual (Zohar y Marshall, 2012); Ecología y Ética (Boff, 2012); Ecologismo y Medicina (Lovelock, 2010), y Biodiversidad (Wilson, 2008). Estas referencias nos indican la posibilidad de una ecología con una mayor armonía entre la humanidad y la naturaleza (a la que pertenecemos), la redefinición de miradas, experiencias y aprendizajes de y con el cosmos.

Título del artículo: Ecología Cosmocena: la redefinición del espacio humano en el cosmos Autor(es): Vilmar Alves Pereira Fuente: Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental. Noviembre de 2016. Año 3. Número 5, pp. 74-82. URL: http://jandiekua.org.mx Acerca de Jandiekua: Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental, es una publicación anual editada por la Universidad de Guadalajara, la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Universidad de Guanajuato y la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Jandiekua tiene como objetivo general favorecer el análisis crítico y enriquecer la producción de conocimientos que permitan crear nuevos escenarios de desarrollo y reelaboración de contenidos y abordajes de los discursos de la educación ambiental en nuestro país. Se publican artículos inéditos de investigación y aportes de discusión de problemas o situaciones ambientales dando prioridad a aportes sobre México y Latinoamérica. Es un foro plural que posibilita la divulgación de información con perspectiva ambiental desde diferentes enfoques y metodologías concebidos en el campo de la investigación y estudios de caso. Si desea publicar un artículo en Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental, puede consultar los lineamientos en: http://jandiekua.org.mx Correo de contacto: [email protected] y [email protected]. Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5 ALEgORíAS Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5, pp. 74-82 Ecología Cosmocena: la redefinición del espacio humano en el cosmos Vilmar Alves Pereira Universidad Federal de Río Grande Resumen Este ensayo tiene la intención de proponer al campo de la Educación Ambiental una nueva comprensión de las discusiones con respecto a la relación humanidadnaturaleza. Reconociendo el horizonte de la era Antropocena, que evalúa el impacto de las actividades humanas como determinantes de los cambios ecológicos en el planeta, se aconseja una Ecología a la cual llamamos Cosmocena, no como una era, sino como una necesidad hermenéutica para reposicionar esta relación. Es un estudio inspirado en Hermenéutica (Gadamer, 2002); Física Cuántica y Ecología (Capra, 2006; 2011); Pensamiento Postmetafísico (Habermas, 2002; Lef, 2006); Astrofísica y Filosofía - Inteligencia Espiritual (Zohar y Marshall, 2012); Ecología y Ética (Bof, 2012); Ecologismo y Medicina (Lovelock, 2010), y Biodiversidad (Wilson, 2008). Estas referencias nos indican la posibilidad de una ecología con una mayor armonía entre la humanidad y la naturaleza (a la que pertenecemos), la redeinición de miradas, experiencias y aprendizajes de y con el cosmos. Palabras clave: Antropocena, ecología, cosmocena, reposicionamiento, humano. Abstract This essay proposes to the field of Environmental Education a new understanding of the discussions on human being-nature relationship. Recognizing the horizon of an Anthropocene Era, in which the impact of human activities is considered as determining the ecological changes of the 74 Planet, we suggest an Ecology we call Cosmocene, not as an era, but as a hermeneutical need to reposition this relationship. This is a study inspired in Hermeneutics (Gadamer, 2002); Quantum Physics and Ecology (Capra, 2006); Post-Metaphysical Thought (Habermas, 2002; Leff, 2006); Astrophysics and Philosophy – Spiritual Intelligence (Zohar y Marshall, 2012), Ecology and Ethics (Boff, 2012), Environmentalism and Medicine (Lovelock, 2010), and Biodiversity (Wilson, 2008). These references indicate the possibility of an ecology with greater harmony between human beings and nature (to which we belong), redefining perspectives, experiences, and lessons learned from and with the cosmos. Keywords: Anthropocene, ecology, cosmocene, repositioning, human. 1. Del horizonte de discusión En el momento en que la era antropocena denuncia quizás la forma más salvaje de la relación humanidad-naturaleza, con restos absurdos que muestran el agotamiento de los paradigmas clásicos fundados en una perspectiva antropocéntrica; el desastre ecológico como el inconmensurable evento Mariana (Minas Gerais - Brasil); las denuncias del genocidio indígena en favor de los propietarios de la agroindustria (Mato Grosso do Sul - Brasil); el tsunami de Japón; los tiempos en los que los conlictos ambientales toman proporciones inimaginables, con la aparición de niños muertos en la playa como consecuencia del horror de Noviembre de 2016 • Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5, pp. 74-82 la radicalidad del Estado Islámico, las guerras políticas y económicas en el Oriente y en otras partes del mundo; el período en el cual la racionalidad estratégica muestra, sin disimular, todas sus caras en busca de ganancias y de poder con los aparatos neoconservadores y restrictivos de las garantías democráticas en Brasil y en todo el mundo; nos toca a nosotros pensar las bases de otra Educación Ambiental, y pido permiso para, en este texto, proponer una nueva ecología. Al analizar los debates sobre la crisis de civilización (Lef, 2006), la crisis de sentido (Zohar y Marshall, 2012), la crisis entre la ciencia y la religión (Wilson, 2008) y, como consecuencia, la crisis socioambiental (Lovelock, 2010; Bof, 2012; Loureiro, 2004), vemos que el diagnóstico generado por los autores reconoce que se trata de una crisis de paradigma, en la cual el paradigma metafísico, portador de signiicado en la búsqueda del in último del ser humano, se encuentra ahora desencantado, porque las esencias indicadas por él como verdades pueden ser, y son, en el presente contexto, relativizadas. En un estudio reciente acerca de los fundamentos de la educación ambiental (Pereira et al., 2015) mediante la defensa de la tesis de que "hay rastros de un cambio profundo en el campo de la Educación Ambiental (EA) y que este cambio demuestra que la comprensión ontológica es mayor que la epistemológica en la forma en que se piensa y se siente la EA", proponemos presentar el horizonte de una Racionalidad Ambiental Postmetafísica. La importancia de este análisis contribuye a situar los hilos de las discusiones que culminan en la Ecología Cosmocena. 2. De la conceptualización de la Ecología Cosmocena Se propone ver la Ecología Cosmocena como una alternativa viable para pensar las relaciones entre vivos y no vivos en el sentido de que podemos garantizar una mejor calidad de vida en el planeta y tal vez en el universo. Ella nace en medio de esta escena de la desesperación y del miedo, reforzada por la era Antropocena y las consiguientes crisis: de los fundamentos • Noviembre de 2016 de la EA, del paradigma ilosóico metafísico, de la racionalidad occidental y del sujeto, del agotamiento del sistema capitalista, de la lógica de beneicio y, consiguientemente, las crisis inanciera, política, socioambiental y, fundamentalmente, la crisis del sentido existencial-ontológico con respecto al espacio y sentido humano en el cosmos. Emerge también de una profunda intuición hermenéutica de que es necesario un reposicionamiento humano en el cosmos del amplio conjunto de relaciones que establecemos diariamente con el universo con el que estamos conectados. Por lo tanto, puede ser vista también como una ecología de la expansión de los sentidos, con la intención de desplegar nuestra dimensión cósmica. En términos generales, nos encaminamos a una perspectiva más integral de ser humano y más en sintonía con los grandes elementos que constituyen nuestra naturaleza cósmica. Esta ecología se fundamenta desde un enfoque hermenéutico-ontológico, con base en las siguientes ocho tesis: 1ª.- De la nueva relación Humanidad-Naturaleza Tradicionalmente esta discusión considera, en el Occidente, la relación de dominio de la naturaleza por la humanidad. En esta nueva ecología sugerimos que la humanidad puede reconocer que hay conocimientos que desde siempre han estado ahí, que vienen desde el cosmos a los seres humanos y no sólo en sentido inverso. La naturaleza es vista como una otredad-sujeto: la naturaleza rica, plural, diversa, colorida, fecunda, hermosa, poética, estética, con sus hechizos y deidades inconmensurables; le corresponde a la humanidad reconocerse como una parte más de ella, no su propietaria. La reivindicación principal aquí es un reposicionamiento humano: más humilde, atento, abierto a todo lo que la realidad biodiversa nos presenta a diario. Así que nos reconocemos como una especie más del Universo, y de Gaia, inconmensurable por la cantidad de especies que viven en ella para mantener todo en equilibrio. Por ejemplo, se estima que alrededor de 8.7 millones de especies viven en la Tierra actualmente, y que 1.5 millones solamente de hongos 75 Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5, pp. 74-82 contribuyen a dicho equilibrio (Wilson, 2008). De hecho, muchos son pequeños organismos que no se reconocen hasta 1988, pero que constituyen la base de nuestro ecosistema. Todo esto lleva a creer en nuestra ignorancia acerca de la vida en el planeta con respecto a nuestro alcance en relación con la existencia de ésta. Más importante todavía es que la garantía de nuestra vida depende de esas criaturas. Y, además, como Wilson (2008) señala la gran mayoría de los organismos terrestres siguen siendo desconocidos para la ciencia. La Ecología Cosmocena nos muestra que la vida posee una asimetría fundamental y que es imperfecta. Y refuerza el descubrimiento de los cientíicos de que todos los sistemas vivos no son lineales y que operan como redes. Con tan solo esta información deben cambiar radicalmente nuestra forma de entender y actuar en el mundo, lo que requiere de nuevas formas de relacionarnos con el conocimiento, por ejemplo. 2ª.- De la desaceleración del tiempo como una garantía de vida El concepto de tiempo es quizás uno de los conceptos más caros para una época en la que a menudo se escucha la expresión de una generación que se queja por no tener tiempo. De esta manera la Ecología Cosmocena considera "urgente" redeinir el concepto de tiempo y, básicamente, la forma en que se procesa en nuestras agendas de consumo material. Somos herederos del concepto moderno de tiempo. En ese horizonte, el tiempo se manifestaba claramente en tres etapas: pasado, presente y futuro. Desde esta perspectiva, los proyectos modernos incorporaron una visión muy optimista sobre el futuro. Por lo tanto, las direcciones siempre apuntaron a los valores y garantías universales en busca de una sociedad mejor, desde una perspectiva de bienestar. A diferencia de ese horizonte, el tiempo está marcado, y se llama presentismo, por el pesimismo sobre el futuro y por la intensiicación del presente como la única garantía, trayendo cambios e implicaciones directas en el ámbito de nuestras relaciones. Otra consecuencia es presentada por Santos (2000) cuando se discute el diagnóstico de esa aceleración intensiicada, 76 el llamado vértigo de la aceleración y el consiguiente bloqueo de la creatividad y del logro de otras experiencias estéticas, cognitivas y místicas. Somos una generación rápida, ansiosa, angustiada y poco creativa. El tiempo de la Ecología Cosmocena da tiempo al tiempo. Ella reconoce, como el poeta del sur del Brasil, Mario Quintana, que "el pasado no reconoce su lugar... siempre está presente”, y como apuntó el poeta argentino Martín Fierro, que "el tiempo es la tardanza de lo que se espera.” Así, la Ecología Cosmocena reconoce la importancia de los conceptos más amplios de tiempo y que dan cuenta de los signiicados más amplios de nuestra existencia. La redeinición de ese tiempo requiere la sintonía y la profunda relexión sobre la validez de nuestras prácticas intensas y aceleradas, muy diferentes del tiempo de las comunidades tradicionales que con su conocimiento nos enseñan una relación que no se aligera. La Ecología Cosmocena reclama tiempo, para cuidar de nosotros, de la Madre Tierra, de nuestras místicas; para amar, para cultivar amistades, para el silencio, para charlar, tiempo para escuchar. Somos una civilización que escucha demasiado poco, con muchos ruidos de comunicación. Necesitamos tiempo para frenar. Nos permitimos programar incluso el tiempo del in de semana y las vacaciones, ya hemos perdido la calma para escapar de la rutina y desconectarnos de las redes sociales. Un Cacique Guaraní comentó en una ocasión que "las redes sociales acercan a las personas que están lejos y distancian aquellos a su alrededor." 3ª.- De la sintonía con nuevas sabidurías La sabiduría de Gaia respeta los ciclos y las dinámicas particulares de los diferentes fenómenos de las sociedades y civilizaciones en el mundo. Esas se llaman civilizaciones de base, que tenían hace cinco mil años, referencias muy diferentes de las nuestras. La Ecología Cosmocena cree que el entendimiento humano es todavía demasiado limitado para explicar la inmensidad cósmica. Esta airmación no es una crítica nihilista del ser humano, por el contrario, considera que todavía tenemos mucho que aprender de Noviembre de 2016 • Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5, pp. 74-82 este vasto universo. La initud humana es reconocida por el cosmos. Este es ilimitado en sus interrelaciones en los increíbles procesos de la naturaleza. La amplitud cósmica conlleva la sabiduría de reconocernos a nosotros mismos como un punto diminuto en este universo, de ahí el aprendizaje de la humildad en relación con el lugar que ocupamos. Un ejercicio sencillo sería imaginar el reino de las galaxias a ocho mil millones de años luz de casa. En el reino de las galaxias las medidas comunes de distancia son insuicientes para dar sentido a la realidad. El reconocimiento de que la vida surge en la Tierra hace cuatro millones de años y el ser humano hace solo doscientos mil, es una revelación más de la nueva sabiduría. Mirando con un poco más de atención, veremos que desde hace miles de años, poco hemos intervenido en el cosmos. Los registros muestran que una de las primeras intervenciones de mayor impacto ocurrió por la agricultura, hasta las formas más salvajes de explotación de la tierra. Todo esto se hace en los últimos sesenta años, cuando la población mundial se ha casi triplicado. Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades (UNFPA, 2007). Hemos venido a habitar espacios inimaginables en las ciudades, y producimos mucho en el campo. Sin embargo, esta producción no es principalmente para la alimentación humana. Poco nos damos cuenta de las relaciones más amplias que tienen lugar en el cosmos. Hace cien años, había 1.5 miles de millones de personas en la Tierra. Actualmente, somos más de siete mil millones. Sin embrago, por fortuna, hay lugares aun prístinos a los que ser humano no se ha acercado, ni en pensamiento. A medida que la Tierra gira alrededor del Sol, muchos bosques comienzan a morir, poblaciones enteras se ven obligadas a recorrer grandes distancias en busca de agua, alimento y mejores climas. En lugar de redeinir nuestra visión del cosmos como un proceso de aprendizaje, nos encontramos inmersos en el Cosmocyber, como alerta E. O. Wilson: "Nos estamos ahogando en información, mientras tenemos hambre de sabiduría." El paradigma de la información acelerada no se ha traducido en un proceso de aprendizaje • Noviembre de 2016 y construcción del conocimiento, mucho menos de sabiduría. 4ª.- Del consumo desenfrenado al desaprender para reaprender a cuidar y cuidarnos La Ecología Cosmocena reconoce que el cosmos cuida de nosotros más de lo que nos afecta; sirve de dirección, nos protege y enseña valores como: el amor, la hospitalidad, la custodia, la elevación y el encantamiento. Por otra parte, la perspectiva antropocena se caracteriza por actitudes humanas desenfrenadas que nos atacan, nos violan, nos hacen competir por espacios que no son nuestros, sino prestados por el corto tiempo de permanencia en este mundo, como ocupantes y, a veces, como invasores. La lógica capitalista de consumo no cuida de nosotros. Ella estimula la competencia desenfrenada y la persecución a toda prisa de recompensas prefabricadas. En busca de tener más, vaciando el signiicado ontológico de la existencia humana. En este vacío generado por la falta de cuidado y sentido existencial, nos olvidamos de otra escala axiológica que nos muestra como válido el uso adecuado de la inteligencia, de los conocimientos, y fundamentalmente de la moral. El estudio de Bof (1999) reconoce el cuidado como fuerza original que continuamente se plantea el ser humano. Sin embargo, según él, la atención es "un a priori ontológico" y se maniiesta en ese sentimiento que nos hace personas. Si pudiéramos elegir entre las múltiples formas de atención, priorizaríamos el cuidado de la Tierra, de los pobres y de los excluidos del planeta. La Tierra por ser nuestro hogar, nuestra casa, nuestra guarida; los pobres y los excluidos, porque reconocemos que en un mundo tan rico, plural y abundante, ya no podemos soportar la miseria de tantas personas que no cuentan en la economía del país. La Ecología Cosmocena denuncia los excesos de la lógica consumista y nos llama a desarrollarnos como seres humanos, a vivir las múltiples formas de la sensibilidad: poética, estética, afectiva, ecológica y espiritual, para el cuidado de unos a otros. En general, la naturaleza no humana cuida de nosotros. Ella sólo emite la alerta como grito de ayuda. La falta de aten77 Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5, pp. 74-82 ción y cuidado es responsable de las inundaciones, los desastres ambientales, los nuevos eventos biofísicos que alteran los compartimentos geográicos de todo el mundo, originados por la codicia motivada por la lógica del capital. Nos descuidamos tanto que terminamos perjudicando a los otros. Y una de las trágicas derivaciones de ese horizonte son las diferentes guerras en todo el mundo: económicas, sociales, políticas, ambientales, raciales y religiosas. Llegamos a ser intolerantes y a perder la sintonía con la sabiduría del cosmos, que nos invita a una cultura de resistencia de esa lógica, para sustituirla por una cultura de paz. Cuando vemos, en el siglo XXI, el escape de Siria a Turquía, Grecia y más tarde hacia toda Europa; el alarmante aumento del suicidio, considerado como uno de los problemas de salud pública por la Organización Mundial de la Salud (OMS); el incremento de los fenómenos migratorios de haitianos, nigerianos y senegaleses a América del Sur, se refuerza aún más la necesidad de una mayor atención de los seres humanos como condición para la convivencia y respeto a la alteridad en la perspectiva ecológica Cosmocena. Reconocidas alternativas emergen desde la perspectiva de la ética del cuidado y de la cultura de la paz por los principales líderes mundiales, tales como las relaciones Cuba-Estados Unidos y el caso de la Encíclica “Laudato Si” del Santo Padre Francisco Sobre el Cuidado de la Casa Común. 5ª.- De la descolonización del mundo de la vida El mundo de la vida fue pensado inicialmente por Husserl y más tarde por Habermas, cuando éste considera en su Teoría de la Acción Comunicativa que el mundo de la vida se reiere al espacio en el que mantenemos nuestras reservas de las dimensiones subjetivas, individuales, emocionales y culturales que refuerzan los primeros eslabones de nuestras estructuras comunicativas en y con el mundo. Para Habermas, el mundo de la vida sufre las consecuencias de la racionalidad moderna instrumental, y del sistema capitalista orientado con ines económicos, derivado de la primera. Esta raciona78 lidad penetra en las estructuras comunicativas del mundo de la vida causando trastornos en la reproducción simbólica de éste, y colonizándolo a través de nuevas normas morales y estéticas. Esta forma de control interiere directamente en las relaciones entre las personas, en la familia, en la cultura, en la organización de nuestro tiempo libre y en la escuela. Resalta el reconocimiento de la descolonización como parte fundamental de la Ecología Cosmocena, en particular, a partir de la idea ya mencionada de que somos una sociedad de consumidores, del predominio mundial del sistema sobre el mundo de vida, pero sobre todo por la intensiicación y por el espacio que las redes sociales ocupan en nuestra vida diaria. No se trata de un reclamo por un mundo sin redes sociales, sino de mostrar que parte de la esencia de la Ecología Cosmocena es contribuir a la relexión sobre los cambios producidos en el horizonte de estas nuevas relaciones. El diagnóstico de Zygmunt Bauman sobre la sociedad de consumo presenta algunas referencias que tienen consecuencias directas en la colonización de nuestro mundo de la vida. En su libro Vida para el Consumo, Bauman airma que “a los consumidores los mueve la necesidad de convertirse ellos mismos en productos –reconstruirse a sí mismos para ser productos atractivos– y se ven obligados a desplegar para la tarea las mismas estratagemas y recursos utilizados por el marketing. Forzados a encontrar un nicho en el mercado para los valores que poseen o esperan desarrollar, deben seguir con atención las oscilaciones de la oferta y la demanda, y no perderles pisada a las tendencias de los mercados, una tarea nada envidiable y por lo general agotadora, dada su bien conocida volatilidad.” La Ecología Cosmocena, alerta a estas relaciones, se pregunta qué tanto ocupan nuevos espacios en nuestras vidas, y si ello promueve la apertura a nuevas conexiones de conocimiento; señala, así mismo, que dichas relaciones en la sociedad de consumo adquieren la inestabilidad de la propia acción de consumir; nosotros también nos convertimos en productos que pueden ser desechados por otros. En esta sociedad, una de las emociones que más reclamamos es la felicidad. Creamos estrategias para Noviembre de 2016 • Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5, pp. 74-82 engañar, y engañarnos, todos los días. Sentimos la necesidad de hablar, escuchar, hacer frente a las frustraciones, buscar la capacidad de recuperación por la pérdida de las primeras experiencias emocionales y de comunicación, que forman parte de las dimensiones del mundo de la vida. En un horizonte fetichista nos sentimos felices por el número de amigos en la red social, de seguidores en Twitter, de “me gusta” en nuestras publicaciones, y de vistas en Youtube. A medida que aumenta ese número, un vídeo en el ámbito íntimo y personal, puede convertirse en un producto vendible en las redes sociales. Por lo tanto, estimula la creatividad para algo que llame la atención y, en ciertas situaciones, vemos escenas que rayan en la banalidad de la esfera privada en busca de la fama. Y así actuamos como si ello fuera garantía de la seguridad, de la conquista y del reconocimiento en las relaciones; sin embrago, en el fondo estamos fomentando, sin darnos cuenta, el establecimiento de relaciones frágiles. 6ª.- De la necesidad de reconocimiento de un mundo diverso y sin prejuicios La pluralidad de formas no es una categoría ilosóica y menos humana; ella parte del cosmos. El universo es tan plural que la razón humana no puede expresar la inmensidad de formas. Nuestra razón es limitada. En la diversidad Cosmocena coexisten especies y formas sin in. Y pensar que hay seres humanos que tienen el prejuicio de la raza, el color, el género, la religión, la clase social; prejuicios epistemológicos, tan sólo porque en este cosmos tan diverso se piensa y se es diferente. La Ecología Cosmocena nos hace un llamado a la transvaloración de los pensamientos, acciones y sentimientos que pauperizan la condición existencial humana. En este sentido, indica como actitud hermenéutica la apertura de la mirada, del corazón, de las creencias, de la cultura, destinada a superar las epistemologías de las fronteras y la negación de la condición ontológica del ser humano. Éste, más abierto y conectado con el cosmos, ahora se reconoce como un ser plural y múltiple. Sólo uno más en este uni• Noviembre de 2016 verso de ininitas posibilidades. Considera que no hay más espacio para pequeñeces, miradas estrechas y provinciales. La superación de los prejuicios apunta a la diversidad de formas, ideas, sensaciones, colores, sabores, especies, razas, géneros, creencias y culturas. 7ª.- De la condición de incompletitud Hemos aprendido con la ilosofía que somos del tamaño de lo que pensamos, y más recientemente, con la psicología y la física, que somos del tamaño de lo que sentimos. Aprendemos de la Ecología Cosmocena que somos seres cósmicos y, al mismo tiempo, initos y limitados. La Ecología Cosmocena nos reclama reevaluar nuestra condición existencial. ¿Quién soy yo? Vuelve como una cuestión fundamental en tiempos en los que hemos perdido la dirección de nosotros mismos. La superación de la lógica del conocimiento en rodajas. Estamos llamados a entendernos a nosotros mismos como seres no concluyentes, con multideterminaciones. Esa apertura de miradas y de sentidos está habitada por nuestra condición ontológica de ser más. En este horizonte, se presentan con optimismo los esfuerzos actuales de sugerir una nueva alianza entre la ciencia y la religión, como propugna Wilson (2012). La Ecología Cosmocena considera fundamentalmente los elementos de la inteligencia espiritual que, como Zohar y Marshall (2012: 22-23) señalan, no debe ser entendida como la inteligencia religiosa, sino como "la capacidad interna, cerebral innata y de la psique humana, extrayendo sus recursos más profundos del núcleo del propio universo.” En este sentido, la perspectiva Cosmocena propone que el coeiciente espiritual (CE) contribuya con alternativas a la crisis del sentido existencial, que no puede ser resuelta por la ciencia, la inteligencia y las emociones, sino por el espacio no colonizado del CE. Es una especie de brújula moral que contribuye signiicativamente a la comprensión de quién soy. También se asocia a nuestra no completitud. Contamos actualmente con la hipótesis planteada por Hamerof y Chopra (2012) quienes proponen a partir de sus estudios que el alma sí existe, y la describen 79 Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5, pp. 74-82 como un conjunto de las relaciones cuánticas entre las partículas dispersas en el universo; representación que parte de la posibilidad de que existan dentro de cada neurona cien millones de microtúbulos: tubos muy pequeños hechos de una proteína llamada tubulina. Al parecer, cuando el cerebro muere, la información cuántica (generada en los microtúbulos) no se detecta, ésta se disipa en el espacio-tiempo. En concordancia, cuando alguien nace, esta difusión de información en el universo podría entrar en los microtúbulos. En esta apertura de la nueva ecología, se reconigura la concepción de la colonización de espacios y fronteras, con vistas limitadas de un ser humano fragmentado en diferentes partes, que genera una perspectiva estrecha del espacio humano en el cosmos. La Ecología Cosmocena reconoce esas otras dimensiones como pertenecientes a las fuerzas del universo y sugiere el reconocimiento tanto de esa inteligencia -la espiritual-, a la que se tiene acceso en muchos aspectos desde de las primeras civilizaciones, como de la existencia del alma, en su concepción más reciente. En estas nociones hay un rasgo común: la búsqueda de un sentido más grande a la vida superior. Por lo tanto, contribuyendo a la superación de la crisis de sentido, permiten una extensión comprensiva de nuestro papel en el universo, en una perspectiva menos competitiva, y más humilde y cooperativa. intervención política y, sobre todo, de la económica, de esa economía que limita las formas de la vida en el planeta. La EA puede y debe contribuir al fortalecimiento de las redes globales de resistencia a la lógica antropocéntrica industrial y inanciera que todavía sostiene y alimenta la guerra por los recursos naturales. Ella puede servir como una alternativa para pensar en un desarrollo más amplio del ser humano, que sólo la estrechez de la lógica inanciera. Es decir, el desarrollo cultural, intelectual y espiritual de las personas en sus múltiples dimensiones, que pueden garantizar la calidad de vida digna. Es lo que Capra llama crecimiento cualitativo. Mi sueño, en particular, es que la EA pueda contribuir a que esa ecología que vislumbramos llegue a las escuelas, en el entendido de que la escuela sigue siendo un lugar privilegiado para la formación socioambiental. El mayor desafío de la EA es la profunda inversión axiológica que amplia aún más los horizontes educativos, y aumenta el sentido y la búsqueda de la comprensión de la condición humana en el universo: la comprensión cósmica. Ella puede contribuir fundamentalmente a la realización de un nuevo acuerdo humanidad-naturaleza, a favor de la vida en el universo. 8ª.- Del lugar de la Educación Ambiental en la Ecología Cosmocena 3. Movimientos comprensivos En este contexto, la EA siempre será el espacio para la relexión crítica. De las interrogantes, del reposicionamiento de los cuestionamientos sobre el signiicado de ser humano demasiado humano. De la ampliación de la conciencia y los sentidos de la industria en las direcciones que buscan empobrecer la existencia humana. Son hombres y mujeres que por la racionalidad estratégica contribuyen a la muerte y la contracción de la vida en el planeta. La EA parece un pequeño punto en este universo, sin embargo, asume el papel principal de resituarnos sobre los caminos que dibujamos. Esta amplia discusión no se desconecta, ni se desentiende, de la 80 Los argumentos y sentimientos expuestos en el presente documento para reclamar el horizonte de la Ecología Cosmocena y el reposicionamiento de los seres humanos en el cosmos, movilizan ontológicamente a horizontes comprensivos de mayor apertura: la sensibilidad, la capacidad de aprendizaje y la armonía con nuestro ser múltiple. Esto no es una nueva metafísica, mucho menos una visión armónica y debilitada. Es una actitud de gran humildad y reconocimiento de que nuestros ancestros, por medio de las comunidades tradicionales, nos enseñaron una relación de más sintonía y respeto al universo. La lógica del consumo nos ha alejado de Noviembre de 2016 • Jandiekua, Revista Mexicana de Educación Ambiental Noviembre 2016, Año 3, Núm. 5, pp. 74-82 nuestra dimensión cósmica. Por lo tanto, nosotros habitamos en el universo de modo extraño e inconexo. Para hacer frente a esa situación de grandes crisis y, fundamentalmente, a la crisis de sentido, es que la Ecología Cosmocena surge como una alternativa viable en la lucha por una vida digna, por la expansión de los signiicados y la mejora de los medios de convivencia en la relación entre los seres humanos y el cosmos. Esa ecología es abierta, menos intolerante y con menos ego, cooperativa, pacíica, sabia, sensible, atenta, humilde, amorosa en sus lazos, da tiempo al tiempo y repone al ser humano la garantía de una oportunidad más de vida en este universo de múltiples posibilidades. Este es el llamado que deseo hacerle, querido lector, querida lectora. Es una invitación a que construyamos juntos este nuevo paradigma, y a participar, más allá de los fundamentos de la EA, en la construcción de un futuro mejor para nuestro planeta. Por último, me gustaría hacer hincapié en que una Ecología Cosmocena está a nuestro alcance, como una ontología del medio ambiente y un horizonte hermenéutico, que deben contribuir al desarrollo de una epistemología comprensiva, en la que se entrelazan todos los elementos de nuestra extensa experiencia, reconociendo los múltiples espacios ontológicos y psicológico-culturales. En esta perspectiva, existe una fuerte demanda de una comprensión de los problemas ambientales desde una concepción del ser humano integral, señalando su condición ontológica más amplia. Referencias Adorno, T. W., Horkheimer (1985). Dialética do esclarecimen- Habermas, J. (2001). Teoría de la acción comunicativa: racio- to: fragmentos filosóficos. Tradução: Guido Antônio de nalidad de la acción y racionalización social. Madrid: Almeida. Rio de Janeiro: Jorge Zahar. Taurus, v. 1. Adorno, T. W., Horkheimer (1995). Sobre Sujeito e Objeto. En: Habermas, J. (2001a). Teoría de la acción comunicativa: críti- Adorno, T. 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