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Paulo Freire y los valores de la educación

La palabra valor deriva del término latino valere y evoca fuerza, valentía y vigor. Dicha palabra también hunde sus raíces en la expresión griega axios, que tiene que ver con el hecho de ser merecedores, dignos de algo. La noción de valor, dirá Nicola Abbagnano en su Diccionario de filosofía, puede ser agrupada bajo tres grandes perspectivas: a) La que considera que vale algo de acuerdo a nuestro interés; b) la que asegura que las cosas, independientemente del sujeto, son válidas en sí mismas, es decir, dignas de estima o aprecio; y c) la que equipara el valor de algo con su precio. Valor es lo estimable o preferible por cualquiera. Esta última idea de valor predomina en la perspectiva freireana. Según Freire, la educación no sólo es válida y valiosa en sí misma, sino que incluye otros muchos valores...

MAGISTERIO MAYO - JUNIO DE 2007 Dirección General de Educación Normal y Desarrollo Docente 2a. Época Año 5 No. 35 Entrevista a: María Guadalupe Monter Flores Secretaria de Educación Educación del del Gobierno del del Estado de México México Jaime Almazán Delgado “HACIA UNA EDUCACIÓN EDUCACIÓN BASADA EN COMPETENCIAS Y VALORES” Comisionado Comisionado de los Derechos Humanos del Estado de México “RESPONSABILIDAD COMPARTIDA” Ilustración en portada: Omar Huerta MAGISTERIO MAYO-JUNIODE2007 DirecciónGeneraldeEducaciónNormalyDesarrolloDocente2a.ÉpocaAño5No.35 contenido DIRECTORIO Lic. Enrique Peña Nieto Gobernador Constitucional del Estado de México Lic. María Guadalupe Monter Flores Secretaria de Educación Act. Ernesto Héctor Monroy Yurrieta Subsecretario de Educación Básica y Normal Profr. Víctor Carlos Campuzano Millán Director General de Educación Normal y Desarrollo Docente Profr. Luis Ángel Jiménez Huerta Subdirector de Formación y Actualización Docente 1 2 7 10 14 19 MAGISTERIO Profra. Gloria María Concepción García Chavez Profra. Ma. Gracia Leonor Salazar Peña Profr. Inocente Peñaloza García Área Editorial Profr. Víctor Albarrán Pelcastre Profr. Fernando Arévalo Fernández Corrección de Estilo L. en D. G. Consuelo Cardona Estrada L. en D. G. Martín Antonio Garduño Sanchéz Diseño Gráfico CONSEJO EDITORIAL Profr. Víctor Carlos Campuzano Millán Presidente Profr. Luis Ángel Jiménez Huerta Vicepresidente Profra. Gloria María Concepción García Chavez Secretaria Técnica M. en S. Eugenio Martínez Gutierrez, Profra. Ma. Guadalupe Gómez Estrada, Lic. Ricardo Zepeda García, Profra. Leticia García Chávez, Profr. Hedilberto Fuentes Pedroza, Lic. Ma. Magdalena Salgado Contreras, Profra. Ma. Pureza Carbajal Juárez, Mtro. Héctor Marín Rebollo 25 28 30 32 36 39 42 46 52 órgano de difusión de la Dirección General de Educación Normal y Desarrollo Docente. Publicación Bimestral. Tiraje: 8,000 ejemplares. Distribución gratuita. Año 5 Núm. 35 Mayo-Junio de 2007. Número de autorización del Comité Editorial de la Administración Pública Estatal CE: 205/4/047/07/3. Las opiniones contenidas en los artículos son responsabilidad de los autores. No reflejan necesariamente la opinión de la Dependencia. Se autoriza la reproducción de los materiales, siempre que se cite la fuente. Domicilio: Av. José Vicente Villada 112. Primer Piso. Col. La Merced y la Alameda. Toluca, Estado de México. C. P. 50080. Tel. y Fax (722) 2 14 45 35. E-mail: [email protected] EL VALOR DE ELEGIR Bertha Tinoco García EDUCACIÓN EN VALORES: OPORTUNIDAD DE CRECIMIENTO Y DESARROLLO HUMANO Ricardo Nova Carmona LA CONTRIBUCIÓN DE LA ESCUELA NORMAL A LA FORMACIÓN DE VALORES Ana María Jiménez Castañeda LA TOLERANCIA Y SU RELACIÓN CON LA DEMOCRÁCIA Araceli Rodríguez Solano PAULO FREIRE Y LOS VALORES DE LA EDUCACIÓN Germán Iván Martínez Gómez LETRAS Y TRAZOS OBRA PLÁSTICA DE Jorge Monroy Martínez Vocales M agisteri o , EDITORIAL 55 62 64 POESÍA Francisco A. Navarro Ruiz IGNACIO MANUEL ALTAMIRANO ENTREVISTA A MARÍA GUADALUPE MONTER FLORES Secretaria de Educación del Gobierno del Estado de México “HACIA UNA EDUCACIÓN BASADA EN COMPETENCIAS Y VALORES” JAIME ALMAZÁN DELGADO Comisionado de los Derechos Humanos del Estado de México “RESPONSABILIDAD COMPARTIDA” EDUCACIÓN Y VALORES UNA BÚSQUEDA PARA RECONSTRUIR LA CONVIVENCIA Bonifacio Barba IDENTIDAD PROFESIONAL Y ÉTICA Acacia Sandoval Rebollo CONOCIMIENTO, VALORES Y VIDA PRÁCTICA: APORTES DE LA HERMENÉUTICA PARA LA EDUCACIÓN MORAL César A. Gordillo Pech LOS ACUERDOS EN LOS VALORES Roberto Rodríguez García CÓMO EVITAR LAS RELACIONES DESTRUCTIVAS ENTRE LOS SERES HUMANOS, UNA REFLEXIÓN PERSONAL Freslinda García Vera EDUCACIÓN EN VALORES: ORIENTANDO CON IGUALDAD, RESPETO Y TOLERANCIA Educando CUENTO Leonardo Paulo Freire y los valores de la educación Germán Iván Martínez Gómez Escuela Normal de Tenancingo, Estado de México. [email protected]. L a palabra valor deriva del término latino valere y evoca fuerza, valentía y vigor. Dicha palabra también hunde sus raíces en la expresión griega axios, que tiene que ver con el hecho de ser merecedores, dignos de algo. La noción de valor, dirá Nicola Abbagnano en su Diccionario de filosofía, puede ser agrupada bajo tres grandes perspectivas: a) La que considera que vale algo de acuerdo a nuestro interés; b) la que asegura que las cosas, independientemente del sujeto, son válidas en sí mismas, es decir, dignas de estima o aprecio; y c) la que equipara el valor de algo con su precio. Las dos primeras nociones de valor corresponden a posturas filosóficas, mientras que la tercera es propia de la economía. Respecto a la educación, Fernando Savater afirma que el valor de ésta se da en un doble sentido: 1°. Porque es una actividad válida y valiosa en sí misma pues contribuye al mejoramiento de la persona y 2°. Porque ella misma es una empresa que exige coraje y valentía. Bajo su óptica, 1 el valor de algo es independiente a la percepción que tiene de él el sujeto. En este sentido, valor es lo estimable o preferible por cualquiera. Esta última idea de valor predomina en la perspectiva freireana. Según Freire, la educación no sólo es válida y valiosa en sí misma, sino que incluye otros muchos valores. A ellos nos referimos a continuación. a) La libertad Paulo Freire concibe la libertad como una cualidad natural del ser humano; pero va más allá, pues afirma que “[…] forma parte de la naturaleza de la vida, sea ella animal, sea ella vegetal”.1 Sin embargo sólo la libertad humana se hizo consciente y al hacerlo, dotó al ser humano de la facultad de responder por el uso de esa libertad, es decir, lo hizo simultáneamente responsable. En una educación democrá- Freire, Paulo. La educación en la ciudad. p. 104. MAGISTERIO 19 tica, dice Freire, la defensa de la libertad es una cuestión imprescindible, porque “[…] La autoridad coherentemente democrática, que reconoce la eticidad de nuestra presencia, la de las mujeres y la de los hombres en el mundo, reconoce, también y necesariamente, que no se vive la eticidad sin libertad […]”.2 Porque precisamente ésta es la que garantiza su existencia. La libertad, afirma Oliveros F. Otero, “[…] es aquel valor sin el cual la educación no sería posible. Es decir, sin el cual no podría el ser humano crecer en valores”.3 Este proceso de crecer, dirá Freire, no puede entenderse sin el proceso de saber. “No es posible saber sin una cierta dosis de crecimiento”.4 De esta forma, a partir del conocimiento y reconocimiento de los verdaderos valores, los individuos no sólo dejarán de serlo para constituirse en personas sino que, mediante su ejercicio, podrán contribuir en el mejoramiento de la vida social. Freire concibe la libertad como una condición natural que sólo en el hombre y en la mujer 20 MAGISTERIO cobró verdadero sentido. Esto último, a razón de que sólo ellos poseen la facultad de intervenir en su proceso de crecimiento, es decir, porque sólo ellos pueden educarse. Desde esta perspectiva la educación no solamente no debe restringir ni imponer, sino que el maestro y el alumno no pueden entablar una verdadera relación sin este valor. La libertad, como exigencia y fundamento de la vocación dialógica y del ejercicio pedagógico, debe permitir tanto al profesor como al alumno verter, sin restricción, su pensamiento y sus emociones, sus dudas, sus gustos, sus temores. Esta misma libertad debe dotar al educador de valentía para denunciar el ambiente que le asfixia. Lo debe orillar a protestar en contra de las injusticias del sistema; en contra de los salarios escasos y del despojo del cual ha sido objeto en relación con el proceso enseñanzaaprendizaje. Sólo mediante el ejercicio de la libertad, dice Freire, el educador es verdaderamente libre; y sólo ejercitando su libertad, la enseña. b) La responsabilidad Decíamos que la libertad conlleva la responsabilidad. Sólo quien es libre, es decir, sólo quien busca satisfacer su vocación ontológica, su llamado a ser, puede ser realmente responsable. La responsabilidad surge en el momento en el que, después de haber elegido libremente nuestra opción, respondemos por ella. “Es en el dominio de la decisión, de la evaluación, de la libertad, de la ruptura, de la opción, donde se instaura la necesidad de la ética y se impone la responsabilidad”.5 En una escuela democrática, piensa Freire, la responsabilidad debe llevar al maestro y al alumno a responder por el compromiso que han asumido no sólo consigo mismos sino con la sociedad. Responder por nuestra opción, dar cuenta de nuestros Freire, Paulo. Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. p. 90. 3 Oliveros F., Otero. La educación como rebeldía. p.153. 4 Freire, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. p. 134. 5 Freire, Paulo. Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. p. 20. 2 actos asumiéndolos, es propio de una actitud ética responsable. Así, tanto uno como otro deben cumplir cabalmente con su deber. El primero, capacitándose interminablemente para estar a la vanguardia de los acontecimientos mundiales; el segundo, esforzándose por conocer la historia y el pensamiento, pues sólo éstos nos permiten descifrar el tipo de vida que llevamos y vislumbrar el sendero que habremos de seguir. Freire sostiene: “Un profesor que no toma en serio su práctica docente, que por eso mismo no estudia y enseña mal lo que mal sabe, que no lucha por disponer de las condiciones materiales indispensables para su práctica docente, no coadyuva la formación de la imprescindible disciplina intelectual de los estudiantes [y no fomenta con el ejemplo la responsabilidad]. Por consiguiente, se anula como profesor”.6 La responsabilidad, como el resto de valores, se aprenden y se enseñan principalmente en el hogar pero se extienden a la escuela y la sociedad. Por eso, la enseñanza de la responsabilidad es un valor imprescindible para el establecimiento de una escuela y una sociedad democráticas. Debemos educar nuestra responsabilidad viviéndola diariamente. Ayunando mezquindad y autosuficiencia. c) La tolerancia Dice Paulo Freire que la tolerancia es una virtud que nos enseña a convivir con lo diferente, a respetar lo diferente, a asumir lo diferente en todo cuanto vale. Sin esta virtud, sostiene, “[…] es imposible realizar un trabajo pedagógico serio; sin ella es inviable una experiencia democrática auténtica; sin ella, la practica educativa progresista se desdice”.7 Sólo la tolerancia, que permite la convivencia con lo desemejante, nos dota también de la fuerza necesaria para respetar el derecho que se tiene para pensar de otra forma. Porque “Quien tiene algo que decir tiene igualmente el derecho y el deber de decirlo”.8 Por ello, en una educación democrática no sólo debe prevalecer el respeto de quien opinando opina distinto que nosotros, sino que debe existir el ambiente propicio para que este derecho y este respeto verdaderamente se den. Respeto que involucra a todos los actores de la educación: alumnos, profesores, padres de familia, autoridades, etc. Y que se puede plasmar de muchas formas: “[respeto] a los niños, a sus maestros, a su escuela, a sus padres, a su comunidad; [respeto] a la cosa pública, tratándola con decencia […] respeto también a los escritorios, a las paredes de la escuela, a sus puertas. [Porque] Sólo así –dice Freire– podemos hablar de principios, de valores. [Y porque, inevitablemente] Lo ético está muy ligado a lo estético”.9 De esta forma, cualquier maltrato de los recursos que intervienen en la enseñanza, cualquier discriminación o acto violento que impida la realización de la vocación humana de ser más, rompe con el valor de la tolerancia y afea el mundo. La tolerancia exige respeto a la autonomía y dignidad tanto del educador como del educando. Por eso, cuanto más respetemos a los alumnos y a las alumnas independientemente de su color, sexo y clase social, cuantos más testimonios de respeto demos en nuestra vida diaria, en la escuela, en las relaciones con nuestros colegas, con los porteros, cocineras, vigilantes, padres y madres de alumnos, cuanto más reduzcamos la distancia entre lo que hacemos y lo que decimos, tanto más estaremos contribuyendo para el fortalecimiento de las experiencias democráticas.10 d) La autonomía La autonomía es para Paulo Freire la capacidad que poseemos las personas para regirnos por nuestras propias leyes. Esto no quiere decir que el ser humano no reconozca que existen normatividades que regulan su libertad y que limitan sus acciones tanto en lo individual como en lo colectivo. Lo que quiere decir es que tanto el hombre como la mujer deben aprender a valerse por sí mismos y romper con la dependencia y la autosumisión. En una escuela democrática la autonomía debe crearse y recrearse. Debe reconocérsele al alumno y al maestro pero también debe garantizársele. Porque la autonomía implica el ejercicio de la libertad y la responsabilidad y “[…] se funda en la responsabilidad que va siendo asumida”.11 De esta forma, en una educación democrática 6 Freire, Paulo. Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la pedagogía del oprimido. p. 79. 7 Freire, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. p. 64. 8 Freire, Paulo. Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. p. 112. 9 Freire, Paulo. La educación en la ciudad. p. 41. 10 Freire, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. p. 133. 11 Freire, Paulo. Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. p. 91. MAGISTERIO 21 debe privar el derecho que tienen los que en ella intervienen para ser y ser cada vez más. Autonomía no es sólo la capacidad que tenemos de ser legisladores de nosotros mismos, es también esta facultad de autocontrol y regulación inteligente de nuestra conducta. No es un libertinaje que se disfraza de una falsa autonomía; tampoco el no reconocimiento de las autoridades externas a nosotros. Es la conciencia de que estamos insertos en el mundo y que mediante la política y la educación, nos liberamos o nos esclavizamos. e) La humildad La humildad es un valor fundamental dentro del espacio pedagógico. En él, tanto educador como educando deben poseer la virtud de reconocer que nadie es superior a nadie y que, por ello, la relación que se da en el proceso educativo –como cualquier otro tipo de relación– debe fundarse en el hecho de todos somos iguales en tanto que todos valemos lo mismo.12 De esta forma, la escuela debe fomentar la humildad y debe vivirla. El maestro debe asumir que su papel no lo dota de ningún derecho para humillar al alumno ni para asumir una postura de arrogancia. La humildad en la escuela nace precisamente de esa asunción ética de la autoridad del profesor y la libertad de los alumnos. En este sentido, sólo quien es humilde reconoce y se avergüenza de sus transgresiones. Sólo la humildad, “[…] nos hace proclamar nuestro propio equívoco, […] nos hace reconocer y anunciar la superación que sufrimos”.13 De esta manera, sólo quien es humilde es capaz de reconocer que se equivocó pero también, es capaz de resarcir el daño provocado. Por otro lado, sólo la modestia intelectual, el conocimiento humilde, posibilita conocer más porque, como señala Oliveros F. Otero: “[…] sólo cuando, con humildad, se sabe que no se sabe nada, se ha 22 MAGISTERIO comenzado a vencer el demonio mudo y estéril de la suficiencia intelectual y el entendimiento adquiere aquella contemplativa apertura hacia la realidad objetiva, y busca, con temblor y veneración culturales, la verdad”.14 En este mismo sentido dice Freire que “[...] una de las expresiones de la humildad es la seguridad insegura, la certeza incierta y no la certeza demasiado segura de sí misma”.15 f) La verdad En el proceso pedagógico que se basa en una vocación dialógica, la verdad es una exigencia ética. Entre maestros y alumnos debe existir el reconocimiento del saber cuando se sabe y cuando no se sabe; jamás en el intento de aparentar saber, se debe mentir o tergiversar la verdad. Porque “[…] Es tan inmoral tener nuestra voz silenciada o nuestro ´cuerpo prohibido´ como inmoral es usar la voz para falsear la verdad, para mentir, engañar, deformar”.16 Freire afirma que podemos estar de acuerdo con X o Y concepción pedagógica o política; podemos estar o no de acuerdo con determinado autor o autora, con determinada teoría o discurso; podemos hacer pública nuestra postura, los porqués del estar o no de acuerdo; sin embargo lo que no podemos, en nuestra crítica, es mentir.17 Tampoco podemos simular ser lo que no somos, haciendo más distancia entre lo que decimos y hacemos. Paulo Freire entiende que esta distancia entre el decir y el hacer debe hacerse cada vez menor y que tanto una como otra carecen de verdadero sentido si se encuentran aisladas. Porque el simple acto de decir se vuelve un simple verbalismo; mero parloteo descarnado de una práctica real. Por otro lado, el hacer desprovisto del decir, es un activismo sin sentido. Decir y hacer, reflexionar y actuar, teorizar y practicar, deben ir íntimamente unidos si se quiere 12 Esta idea aparece por primera vez con Immanuel Kant. Él, al hablar del valor de la persona, habla de dignidad, es decir, de esa cualidad que hace que el ser humano sea único, irrepetible e irremplazable. 13 loc. cit. p. 49. 14 Oliveros F., Otero. op. cit. p. 11. 15 Freire, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. p. 61. 16 ibídem. p. 98. 17 cfr. Freire, Paulo. Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. p. 18. encarnar esta verdad. Teoría y práctica deben coexistir para que, mediante la coherencia, la verdad sea una realidad. Para que así sea, la verdad no debe ser intrasistémica, como afirma Leonardo Boff18; es decir, no debe obedecer a los intereses de una clase en particular o del sistema capitalista que se basa en la supuesta concentración de la verdad. Debe fundarse en un examen exhaustivo y auténtico del mundo para propiciar los beneficios de esa verdad: la salvación. g) El amor Para Freire el amor es una virtud fundamental en todo quehacer humano; particularmente, en el quehacer educativo. Sin este valor, 18 Retomo a Boff porque, como he escrito ya en otra ocasión, la Teología de la Liberación fue un movimiento no sólo importante sino paralelo a la Filosofía y Pedagogía de la Liberación que Freire encabeza. Por tanto, es Boff una influencia notable en el pensador brasileño. 19 Freire, Paulo. La educación en la ciudad. p. 109. 20 Oliveros, F. Otero. op. cit. p. 25. 21 I Cor. 15, 2. 22 “Superar las opresiones, opción histórica que planteó Freire”. La Jornada, 26 de febrero de 2000. 23 Freire, Paulo. Carta a Guinea Bissau. Apuntes de una experiencia pedagógica en proceso. p. 62. 24 Freire, Paulo. Carta a quien pretende enseñar. p. 70. afirma, todo trabajo pierde significado, porque “[...] lo amoroso, la afectividad, no debilitan en nada, primero, la seriedad de estudiar y de producir; [y] segundo, no obstaculizan en nada la responsabilidad política y social”.19 En este sentido Freire es, según sus términos, “guevariano”, “cheguevariano”; porque como él, no concibe la empresa revolucionaria sin amor. Pero el amor por sí mismo no basta. Es preciso aprender a amar, saber amar. Y en esto la familia juega un papel fundamental. “[...] Es en la familia donde el hombre aprende el dar y el compartir, la estima y la dignidad, el respeto y el cariño. [Por eso] El amor es incapaz de sobrevivir si no es alimentado en la familia. [Y] No podemos dejar que la familia se pudra y se corrompa; de lo contrario, se extinguiría el amor en el mundo”.20 Erich Fromm en el libro La crisis del psicoanálisis se pregunta: “La persona alienada con escaso amor y poco sentimiento de identidad ¿no está mejor adaptada a la sociedad tecnológica de hoy, que una persona sensible de sentimientos profundos?” Seguramente sí. Por eso es fundamental rescatar este valor y colocarlo como la Ítaca a la que han de llegar el resto de valores. El propio Leonardo Boff señala que para Jesús y para todo el Nuevo Testamento, el amor lo es todo, porque Dios es amor y sólo el amor salva. Sin amor nada se es.21 Y sólo el amor incondicional y manifiesto por los pobres y los desposeídos engloba el verdadero mensaje de Jesús a la humanidad. Respecto al amor, es necesario rescatar las palabras de Ana María Araujo, viuda de Freire, quien participó en la ciudad de Guadalajara, Jalisco en un homenaje póstumo en honor del pensador brasileño. En él expresó que “Hablar sobre el corazón de Paulo es hablar acerca del amor y de su capacidad de amar, y al mismo tiempo repetir lo que él dijo en su obra teórica y en su praxis ético-políticapedagógica [...] cuando se quiere leer el mundo para transformarlo, hay que amar más verdadera y profundamente a los otros y a las otras”.22 El amor, sumado a la vocación ontológica de ser más, hacen de la educación un proceso de verdadera significación. Así, la educación que Freire propuso se centra en un profundo sentido personal y colectivo. Y dice: “Es un hecho que una educación orientada hacia la concreción de valores como la solidaridad, la responsabilidad social, la creatividad, la disciplina puesta al servicio del interés común, la vigilancia, el espíritu crítico, no sería realizable si en ella los educandos siguieran siendo, como en la educación colonial, meros recipientes”.23 Es necesaria la ruptura con esta falsa educación y la disposición valiente para cambiar las cosas. Todas estas cualidades –posibles según Freire si se impulsa una educación liberadora–, no son algo con lo que nacemos ni mucho menos el fruto de un decreto o de una disposición dictada desde el exterior. MAGISTERIO 23 Son cualidades que se viven, que se vivencian. Y “Es viviendo [...] la humildad, la amorosidad, la valentía, la tolerancia, la competencia, la capacidad de decidir, la seguridad, la ética, la justicia, la tensión entre la paciencia y la impaciencia [...]”24 como podremos contribuir en la construcción de una escuela democrática, eficaz, responsable, alegre y feliz. Una escuela, dice, que propicie y defienda la conciencia personal y comunitaria; que denuncie la estructura deshumanizante y sea lo suficientemente crítica para anunciar una alternativa posible. Una escuela que, viviendo la democracia, democratice la política. Finalmente, la educación liberadora de Freire está inundada de fe y esperanza. La primera podemos entenderla tal cual la comprendió San Agustín, como un “asentimiento racional”; es decir, como el repliegue de la inteligencia a la creencia. Pero la fe por sí misma no salva, dice Boff, sólo salva la fe que se encuentra bañada de amor. La segunda, la esperanza, el pensador de Pernambuco la concibe como una virtud teologal que le confiere al ser humano plena confianza en Dios y en el proyecto que tiene éste en la salvación de los hombres. Esta virtud, malentendida, conduce a la pasividad y obliga a creer que Dios tiene ya todo previamente establecido. Pero entendida como la entiende Freire, es más bien un ejercicio voluntario que nos hace copartícipes de su obra creadora. La esperanza, dice Emmanuel Levinas recordando a Kant, tiene [...] su origen en el carácter racional de una virtud que concuerda con la felicidad. La felicidad [por su parte] es aceptable si armoniza con aquello que nos hace dignos de ser felices. [...] la esperanza no remite, en calidad de espera, a algo que debe llegar. La espera es el acceso a lo que puede contenerse en un conocimiento. 24 MAGISTERIO Aquí, la esperanza es algo distinto a una presencia, a un deseo de sobrevivirse. Pero dicha esperanza no es tampoco una nostalgia subjetiva. Designa un terreno que es más que un comportamiento humano [...].25 Dicho de otro modo: la esperanza no remite a una añoranza estéril; es más bien la virtud que se funda en una condición que habrá de llegar sólo si nos encaminamos a ella. Porque la esperanza, sentencia Freire, “[...] es una necesidad ontológica [...] un imperativo existencial e histórico”26 que por sí sola no basta, pues también debe ser educada. De esta forma, es difícil separar la fe y la esperanza. Ambas, para Freire, conducen a lo posible; crean y recrean el mundo; lo dotan de significados y resignificados. En síntesis: lo vivifican. BIBLIOGRAFÍA Abbagnano, Nicola. Diccionario de filosofía. FCE. 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Un encuentro con la pedagogía del oprimido. p. 8. 24 25