Psicología social
10ª edición
www.fullengineeringbook.net
ISBN 978-84-205-4332-1
Robert A. Baron
Donn Byrne
www.fullengineeringbook.net
10ª EDICIÓN
PSICOLOGÍA SOCIAL
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www.fullengineeringbook.net
10ª EDICIÓN
PSICOLOGÍA SOCIAL
Robert A. Baron
Polytechnic Institute Rensselaer
Donn Byrne
The University at Albany
State University of New York
Traducción
José Vicente Pestana Montesinos
Ángela Castrechini
Departamento de psicología social
Lissette Fernández Núñez
Instituto de Ciencias de la Educación
Universidad de Barcelona
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Revisión técnica y adaptación
Álvaro Rodríguez Carballeira
Departamento de psicología social
Universidad de Barcelona
Madrid • México • Santafé de Bogotá • Buenos Aires • Caracas • Lima •
Montevideo • San Juan • San José • Santiago • São Paulo • White Plains
Datos de catalogación bibliográfica
ROBERT A. BARON; DONN BYRNE
PSICOLOGÍA SOCIAL 10ª EDICIÓN
PEARSON EDUCACIÓN, S.A., Madrid, 2005
ISBN: 84-205-4332-2
MATERIA: Psicología Social 316
Formato: 210 ⫻ 270 mm
Páginas: 608
Todos los derechos reservados.
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución,
comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de la
propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra
la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. Código Penal).
DERECHOS RESERVADOS
© 2005 respecto de la primera edición en castellano por:
PEARSON EDUCACIÓN, S.A.
Ribera del Loira, 28
28042 Madrid (España)
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PEARSON PRENTICE HALL es un sello editorial autorizado de PEARSON EDUCACIÓN, S.A.
ROBERT A. BARON; DONN BYRNE
PSICOLOGÍA SOCIAL 10.ª EDICIÓN
ISBN 10: 84-205-4332-2
ISBN 13: 978-84-205-4332-1
Depósito Legal: M-12964-2006
Traducido de:
Robert. A. Baron - D. Byrne, Social Psychology 10th edition
Copyright 2004 © Allyn & Bacon. Pearson Education, Inc.
ISBN: 0-205-34977-3
Equipo editorial
Editor: Juan Luis Posadas
Técnico editorial: Elena Bazaco
Equipo de producción:
Director: José Antonio Clares
Técnico: José Antonio Hernán
Diseño de cubierta: Equipo de diseño de PEARSON EDUCACIÓN, S.A.
Composición: JOSUR TRATAMIENTOS DE TEXTOS, S.L.
Impreso en México. Printed in Mexico.
Dedicatoria
Para mi hija Jessica, quien definitivamente ilumina mi vida, y a su esposo Ted, ¡que
al unirse a nuestra pequeña familia la ha engrandecido! Y a mis padres, Ruth y Bernard, cuya confianza en mí siempre ha sido un gran “plus” en mi vida.
—RAB
Para Karen, quien me enseñó que el amor es amar con los pies en la tierra.
—DB
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Índice de capítulos*
1
El campo de la psicología social: cómo pensamos acerca
de e interactuamos con los demás
3
2
3
4
5
6
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7
8
9
10
11
Percepción social: comprender a los demás
39
Cognición social: pensar en el mundo social
81
Actitudes: evaluar el mundo social
121
Aspectos de la identidad social: self y género
165
Prejuicio: causas, efectos y formas de contrarrestarlo
215
Atracción interpersonal: conocerse, agradarse, iniciar una relación
263
Relaciones cercanas: familia, amigos, amantes y esposos
307
Influencia social: cambiar el comportamiento de los otros
357
Conducta prosocial: ayudar a otros
397
Agresión: su naturaleza, causas y control
445
* Esta versión castellana no incluye los dos últimos capítulos del original, dedicados a los grupos y a las aplicaciones de la Psicología Social.
Se adoptó esta medida porque en los planes de estudio españoles estos temas suelen desarrollarse más extensamente en asignaturas
independientes, para las cuales existen manuales específicos más propios.
VI
■
Contenido
Secciones especiales
Prólogo de Philip G. Zimbardo
Prefacio
Agradecimientos
Acerca de los autores
1
XVII
XIX
XXI
XXV
XXVII
EL C AMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
CÓMO PENSAMOS ACERC A DE E INTERACTUAMOS CON LOS DEMÁS
■
Psicología social: una definición operativa
La psicología social es científica por naturaleza
La psicología social hace énfasis en el comportamiento de los individuos
La psicología social busca entender las causas del pensamiento y del
comportamiento sociales
La psicología social: en síntesis
3
5
5
8
9
13
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■
■
■
■
Psicología social en el nuevo milenio: nuevas perspectivas, nuevos
métodos
Influencia de la perspectiva cognitiva
Énfasis creciente en la aplicación: exportar la psicología social
Adopción de una perspectiva multicultural: tener en cuenta la diversidad social
Atención creciente al rol potencial de factores biológicos y perspectiva
evolucionista
Responder cuestiones sobre comportamiento social y pensamiento
social: métodos de investigación en psicología social
Observación sistemática: describir el mundo que nos rodea
Correlación: la búsqueda de relaciones
Método experimental: conocimiento a través de la observación sistemática
Interpretar los resultados de la investigación: el uso de estadísticos y los
psicólogos sociales como escépticos perennes
El papel de la teoría en psicología social
14
14
15
16
17
18
19
20
23
27
28
La búsqueda de conocimiento y los derechos individuales:
la búsqueda del equilibrio apropiado
30
Utilizar este libro: un mapa de carreteras para los lectores
33
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Por qué correlación no equivale necesariamente a causalidad
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
35
35
36
37
VII
2
PERCEPCIÓN SOCIAL:
COMPRENDER A LOS DEMÁS
■
■
■
39
Comunicación no verbal: el lenguaje de las expresiones, miradas
y gestos
La comunicación no verbal: los canales básicos
Reconocer el engaño: el rol de las señales no verbales
Atribución: para comprender las causas del comportamiento
de los otros
Teorías de la atribución: marcos para entender cómo intentamos darle
sentido al mundo social
Atribución: algunas fuentes básicas de error
Aplicaciones de la teoría de la atribución: aproximaciones e
intervenciones
Formación y manejo de impresiones: cómo combinamos
y empleamos la información social
Investigación de Asch sobre rasgos centrales y periféricos
Formación de impresiones: una perspectiva cognitiva
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
Del álgebra cognitivo al procesamiento motivado
Otros aspectos de la formación de impresiones: la naturaleza de las
primeras impresiones y nuestros motivos para formarlas
Manejo de impresiones: el fino arte de parecer bueno
La precisión de la percepción social: evidencia de que es mayor de lo que
piensas
41
42
47
50
51
59
63
67
67
69
69
71
72
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CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
76
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Minimizar el impacto de los errores de atribución
77
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
3
78
79
79
COGNICIÓN SOCIAL:
PENSAR EN EL MUNDO SOCIAL
■
VIII
75
81
Esquemas: mapas mentales para organizar —y utilizar— la
información social
El impacto de los esquemas en la cognición social: atención, codificación
y recuperación
Evidencia de la naturaleza autoconfirmatoria de los esquemas: cuándo
—y por qué— las creencias configuran la realidad
Contenido
84
85
87
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■
■
■
Heurísticos y procesamiento automático: cómo reducimos
nuestro esfuerzo en la cognición social
Representatividad: juzgar por la apariencia
Disponibilidad: «si lo recuerdo, debe ser importante»
Procesamiento automático en el pensamiento social: cómo logramos hacer
dos cosas al mismo tiempo
Fuentes potenciales de error en la cognición social: por qué la
racionalidad total es más rara de lo que piensas
Sesgo hacia lo negativo: la tendencia a prestar mayor atención a la
información negativa
Sesgo optimista: nuestra tendencia a ver el mundo con gafas de color
rosa
El coste potencial de pensar demasiado: por qué, a veces, puede estar
justificada nuestra tendencia a hacer el menor esfuerzo cognitivo posible
Pensamiento«contrafáctico»: los efectos de considerar «Lo que podría
haber sido»
Pensamiento mágico: ¿podrías comerte una chocolatina con forma de
araña?
Supresión de pensamiento: ¿por qué algunas veces los esfuerzos para evitar
ciertos pensamientos producen efectos indeseados?
Cognición social: un punto de optimismo
Afecto y cognición: cómo los sentimientos moldean el
pensamiento y cómo éste moldea los sentimientos
La influencia del afecto sobre la cognición
89
89
90
92
94
95
97
99
100
103
104
106
107
108
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
Los efectos del estado de ánimo positivo en el comportamiento y la cognición
social: del «cálido brillo del éxito» a los efectos del estado de ánimo en el
pensamiento heurístico
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La influencia de la cognición sobre el afecto
110
112
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
116
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Combatir los errores de la cognición social
116
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
4
117
119
119
ACTITUDES:
EVALUAR EL MUNDO SOCIAL
■
Formación de actitudes: ¿cómo y por qué se desarrollan las
actitudes?
Aprendizaje social: adquirir las actitudes a partir de los demás
Factores genéticos: algunos hallazgos sorprendentes
Funciones de la actitud: ¿por qué nos formamos nuestras actitudes en el
primer momento?
121
125
125
128
130
Contenido
IX
La relación entre actitud y comportamiento: ¿cuándo y cómo influyen
las actitudes sobre el comportamiento?
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
Estudiando la relación actitud-comportamineto
¿Cuándo las actitudes influyen sobre el comportamiento? Especificidad,
fuerza, accesibilidad y otros factores
¿Cómo influyen las actitudes sobre el comportamiento? Intenciones,
deseo y acción
■
■
■
El fino arte de la persuasión: emplear mensajes para cambiar
actitudes
Persuasión: el enfoque tradicional
El enfoque cognitivo de la persuasión: procesamiento sistemático versus
procesamiento heurístico
Cuando falla el cambio de actitud: resistencia a la persuasión
Reactancia: proteger nuestra libertad personal
Advertencia: conocimiento previo del intento persuasivo
Evitación selectiva
Defensa activa de nuestras actitudes: argumentar contra puntos de vista
opuestos
Asimilación sesgada y polarización de la actitud: «si es contrario a lo que
yo pienso, ¡no es de fiar!»
Disonancia cognitiva: ¿por qué algunas veces nuestro
comportamiento puede influir nuestras actitudes?
Disonancia cognitiva: ¿qué es y cuáles son las maneras (directas e
indirectas) de reducirla?
Disonancia y cambio de actitud: los efectos de la condescendencia
inducida
La disonancia como una herramienta para cambios favorables en el
comportamiento: cuando la hipocresía puede ser una fuerza para el bien
132
133
134
137
141
141
143
145
145
146
146
147
148
149
150
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159
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Resistir la persuasión: algunos pasos útiles
160
161
162
163
ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL:
S E L F Y GÉNERO
165
■
■
X
156
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
5
155
Identidad social: panorama general
167
El self: componentes de nuestra identidad única
Autoconcepto: el esquema básico
Autoestima: actitudes hacia nosotros mismos
Otros aspectos del autofuncionamiento: focalización, vigilancia y eficacia
168
169
177
182
Contenido
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■
Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de
la identidad
Sexo y género
Identidad de género y estereotipos de género
191
191
192
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
Sexo, la revolución del género y temas relacionados
197
Comportamiento de rol-género y reacciones al comportamiento de
rol-género
Cuando hombres y mujeres difieren: ¿biología, roles de género adquiridos
o ambos?
Chicas jóvenes agobiadas por grandes preocupaciones
198
206
207
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
209
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Mejorar las autopercepciones negativas de las mujeres
210
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
6
211
212
213
PREJUICIO:
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C AUSAS, EFECTOS Y FORMAS DE CONTRARRESTARLO
■
■
Prejuicio y discriminación: naturaleza y orígenes
Prejuicio: el rostro de la intolerancia
Prejuicio: por qué persiste
Discriminación: prejuicio en acción
217
217
218
219
Orígenes del prejuicio: diferentes perspectivas
Conflicto intergrupal directo: la competición como fuente del
prejuicio
224
224
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
Épocas de dificultades económicas y violencia hacia grupos minoritarios: desde
los linchamientos en el Sur hasta los crímenes por odio en Nueva York
Experiencias tempranas: el papel del aprendizaje social
Categorización social: el efecto nosotros-ellos y el error final de
atribución
Fuentes cognitivas del prejuicio: estereotipos explícitos e implícitos
Otros mecanismos cognitivos en el prejuicio: correlaciones ilusorias
y homogeneidad del exogrupo
La lucha contra los estereotipos hacia las personas obesas
■
215
Por qué el prejuicio No es inevitable: técnicas para contrarrestar
sus efectos
Romper en círculo del prejuicio: aprender a no odiar
Contacto intergrupal directo: los beneficios potenciales de
conocerse
Recategorización: desplazar la frontera entre «Nosotros» y «Ellos»
226
229
230
234
237
238
240
240
241
243
Contenido
XI
Intervenciones cognitivas: ¿podemos decir simplemente «No» a los
estereotipos?
La influencia social en la reducción del prejuicio
Hacer frente al prejuicio: cómo reaccionan las víctimas
■
Prejuicios basados en el género: naturaleza y efectos
Los sexismos hostil y benevolente: las dos caras del prejuicio basado en el
género
Las bases cognitivas del sexismo: estereotipos de género y respeto
diferencial
Discriminación contra la mujer: sutil y con frecuencia mortal
249
249
251
253
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
257
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Técnicas para reducir el prejuicio
258
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
7
244
246
247
258
260
260
ATRACCIÓN INTERPERSONAL:
CONOCERSE, AGRADARSE, INICIAR UNA RELACIÓN
263
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■
■
■
El comienzo de la atracción: proximidad y emociones
Atracción interpersonal: una mirada general
El poder de la proximidad: los contactos no planificados pueden resultar
en atracción
Emociones positivas y negativas: las bases afectivas de la atracción
267
272
Iniciar una relación: la necesidad de afiliación y el efecto de las
características observables
La necesidad de afiliación
El efecto de las características observables: determinantes inmediatos
del agrado y desagrado interpersonal
281
Hacerse amigos: similitud y agrado mutuo
Similitud: cada oveja con su pareja
293
294
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
¿Similitud, disimilitud o ambas?
Agrado mutuo: nos atraen aquellos a quienes atraemos
278
278
297
299
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
302
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Facilitar las cosas a personas como tú
303
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
XII
265
265
Contenido
304
305
305
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8
RELACIONES CERC ANAS:
FAMILIA, AMIGOS, AMANTES Y ESPOSOS
■
Relaciones interdependientes con familiares y amigos versus
soledad
Familia: las primeras relaciones
Relaciones más allá de la familia: establecer una amistad cercana
Relaciones adultas y estilo de apego
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
La importancia de un estilo de apego adulto en el comportamiento
interpersonal
Soledad: vivir sin relaciones cercanas
■
■
307
309
310
314
315
316
322
Relaciones románticas, amor e intimidad física
Romance: más allá de la amistad
¿Qué es eso llamado amor?
Sexualidad en las relaciones románticas
325
326
329
335
Matrimonio: la relación cercana por excelencia
Éxito y satisfacción matrimonial: similitud, similitud asumida, personalidad
y sexo
Amor matrimonial, carreras profesionales, paternidad y composición
cambiante de las familias
Problemas en las relaciones, reacciones a los problemas y efectos del
fracaso en la relación
340
341
343
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346
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
352
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
¿Todo lo que necesitas es amor?
353
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
9
354
355
355
INFLUENCIA SOCIAL:
C AMBIAR EL COMPORTAMIENTO DE LOS OTROS
■
La conformidad: la influencia de grupo en acción
La investigación de Asch sobre la conformidad: presión social, ¿una fuerza
irresistible?
Factores que afectan la conformidad: variables que determinan la medida
en que seguimos a los demás
Las bases de la conformidad: ¿por qué a menudo elegimos «seguir
a los demás»?
357
359
360
363
366
Contenido
XIII
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
La persistencia de las normas sociales: del fenómeno autocinético a la «Cultura
del Honor»
Resistir las presiones hacia la conformidad: ¿por qué a veces elegimos
no seguir a los demás?
Influencia de la minoría: ¿siempre lleva el mando la mayoría?
■
■
La condescendencia: pedir —a veces— es recibir
La condescendencia: principios subyacentes
Tácticas basadas en la amistad o la simpatía: congraciarse
Tácticas basadas en el compromiso de consistencia: el pie-en-la-puerta
y el amago («low ball»)
Tácticas basadas en la reciprocidad: las técnicas de la puerta-en-la-cara
y «Esto-no-es-todo»
Tácticas basadas en la escasez: la técnica de «ponerlo difícil de conseguir»
y la técnica de la «fecha límite»
Otras tácticas para obtener condescendencia: la técnica de «picar la
curiosidad» y la de «poner a los demás de buen humor»
Formas extremas de influencia social: obediencia a la
autoridad y adoctrinamiento intenso
Obediencia destructiva: ¿dañarías a un desconocido inocente si te lo
ordenaran?
Adoctrinamiento intenso: la influencia social llevada al extremo
367
372
374
377
377
378
378
380
381
383
384
385
390
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
393
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Tácticas para obtener condescendencia
393
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Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
10
394
395
395
CONDUCTA PROSOCIAL:
AYUDAR A OTROS
397
■
Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas
veces ayudan y otras veces son indiferentes?
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
El estudio de la conducta prosocial comenzó con un asesinato
¿Por qué nadie ayudó?
La decisión de ayudar en una emergencia: cinco pasos esenciales
Factores situacionales que estimulan o inhiben la ayuda: atracción,
atribuciones y modelos prosociales
Interés propio, integridad moral e hipocresía moral
■
XIV
Los que ayudan y los que reciben ayuda
Ayudar como una función del estado emocional de los
espectadores
Diferencias disposicionales en la respuesta prosocial
Contenido
400
400
401
403
408
413
416
416
417
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Voluntariado: motivación para la ayuda a largo plazo
¿Quién recibe ayuda y cómo responden las personas al hecho de
recibir ayuda?
■
424
428
432
433
435
Explicar la conducta prosocial: ¿por qué las personas ayudan?
Empatía-Altruismo: ayudar a quien lo necesita hace sentirse bien
Alivio de un estado negativo: ayudar puede reducir tu afecto negativo
Alegría empática: ayudar puede hacerte sentir mejor —si sabes que
lograste algo
Determinismo genético: ayudar a otros maximiza la supervivencia
de los genes
436
436
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
439
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Ser un espectador sensible
440
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
11
441
442
442
AGRESIÓN:
SU NATURALEZA, C AUSAS Y CONTROL
445
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■
■
Perspectivas teóricas sobre la agresión: en búsqueda de las raíces
de la violencia
El rol de los factores biológicos: desde los instintos hasta la perspectiva
psicológica evolucionista
Teorías del impulso: el motivo para dañar a otros
Teorías modernas de la agresión: teniendo en cuenta el aprendizaje, las
cogniciones, el estado de ánimo y la activación
Determinantes de la agresión humana: sociales, personales,
situacionales
Técnicas para estudiar la agresión humana: ¿dañar sin riesgo?
Determinantes sociales de la agresión: frustración, provocación, agresión
desplazada, violencia en los medios de comunicación y activación
aumentada
Causas personales de la agresión
Determinantes situacionales de la agresión: los efectos de las altas
temperaturas y el consumo de alcohol
■
447
449
450
451
452
454
463
467
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO:
Estudio del calor y la agresión: del laboratorio a los registros policiales de asaltos
■
447
468
Agresión en las relaciones a largo plazo: bullying y violencia en el
lugar de trabajo
Bullying: escoger a otros para abusar de ellos sistemáticamente
Violencia en el lugar de trabajo
471
471
474
La prevención y el control de la agresión: algunas técnicas
útiles
476
Contenido
XV
Castigo:¿una disuasión efectiva para la violencia?
Catarsis: ¿sacar la ira fuera realmente ayuda?
Intervenciones cognitivas: disculpas y superar los déficits cognitivos
Otras técnicas para reducir la agresión: exposición a modelos no agresivos,
entrenamiento en habilidades sociales y respuestas incompatibles
476
478
479
479
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
481
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!:
Causas de la agresión
482
Sumario y revisión de los puntos clave
Palabras clave
Para más información
483
484
484
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XVI
Contenido
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■
Secciones especiales
PSICOLOGÍA SOCIAL:TREINTA AÑOS DE PROGRESO
■
Del álgebra cognitivo al procesamiento motivado
■
Los efectos del estado de ánimo positivo en el
comportamiento y la cognición social: del «cálido
brillo del éxito» a los efectos del estado de ánimo
en el pensamiento heurístico
112
■
Estudiando la relación actitud-comportamiento
132
■
■
■
Estudio del calor y la agresión: del laboratorio a los
registros policiales de asaltos
468
69
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR!
Por qué correlación no equivale necesariamente a
causalidad
35
■
Minimizar el impacto de los errores de atribución
77
Sexo, la revolución del género y temas relacionados 197
■
Combatir los errores de la cognición social
116
Épocas de dificultades económicas y violencia hacia
grupos minoritarios: desde los linchamientos en el
Sur hasta los crímenes por odio en Nueva York
■
Resistir la persuasión: algunos pasos útiles
160
■
226
Mejorar las autopercepciones negativas de las
mujeres
210
■
¿Similitud, disimilitud o ambas?
297
■
Técnicas para reducir el prejuicio
258
■
La importancia de un estilo de apego adulto en el
comportamiento interpersonal
■
316
Facilitar las cosas a personas como tú
303
■
¿Todo lo que necesitas es amor?
353
■
La persistencia de las normas sociales: del fenómeno
autocinético a la «Cultura del Honor»
367
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■
■
El estudio de la conducta prosocial comenzó con un
asesinato
400
■
Tácticas para obtener condescendencia
393
■
Ser un espectador sensible
440
■
Causas de la agresión
482
XVII
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■
Prólogo
L
a psicología social se ha desplazado hasta el centro neurálgico de la Psicología moderna, desde la posición periférica que ocupaba en sus inicios remotos; ello se debe a que ilumina el funcionamiento de la mente
del individuo y enriquece el alma de nuestra sociedad. A través de investigaciones
rigurosas de laboratorio y de campo, los psicólogos sociales han demostrado que
para entender en su totalidad el comportamiento es necesario reconocer la importancia del contexto, el contenido y la cultura. Hemos demostrado el poder de las
variables situacionales en la transformación del comportamiento, lo que difícilmente podía predecirse desde una simple comprensión del «interior» del individuo (es decir, sus disposiciones heredadas o aprendidas). Las situaciones sociales
van más allá de las variables o estímulos externos de los conductistas radicales:
comprenden los significados compartidos de la realidad, construcciones subjetivas que creamos y transmitimos a los demás. Asimismo, quienes investigan aspectos teóricos y empíricos de la psicología social han mostrado que, en ocasiones, las
personas son menos racionales y más racionalizadoras de lo que creen, y que la
intuición humana suele ser fuente de errores. A diferencia de otros ámbitos de la
Psicología, en los que la unidad de análisis se centra fundamentalmente en el individuo, los psicólogos sociales exploran el comportamiento en su contexto social,
los patrones de relaciones interpersonales y dinámicas de grupos. Al investigar
cómo interactúan personas y situaciones para generar pensamientos significativos, sentimientos y acciones, los psicólogos sociales contribuyen a tejer el más rico
de los tapices de la naturaleza humana. También ayudamos a expandir los límites
de la Psicología —procesos cerebrales y mecanismos culturales incluidos—, al trasladar los conocimientos de nuestras investigaciones al terreno de las aplicaciones
prácticas. Los psicólogos sociales hemos abierto la Tienda de Psicología, desde la
cual «ofrecemos la Psicología al público» de forma gratuita y de la manera en que
las personas de a pie pueden apreciar y hacer uso de nuestra disciplina en la vida
diaria.
Al conmemorar el 30º aniversario de este texto excepcional, mis colegas psicólogos sociales y yo felicitamos a Robert Baron y Donn Byrne por nutrir nuestra disciplina con investigación original y prosa inspirada. El conjunto de su
investigación nos ha informado acerca de algunos de los aspectos fundamentales del comportamiento interpersonal: el sexo y la agresión; por qué las personas
se sienten atraídas entre sí y se hieren unas a otras. Han realizado contribuciones vitales a la teoría, como es el caso de las ideas de Byrne sobre los estilos de
apego; por lo que se refiere a la aplicación de la psicología social, valga citar los
trabajos de campo de Baron sobre la reducción del conflicto en las organizaciones y el desarrollo de la cooperación en entornos laborales. Ambos están en el
«negocio de la exportación» de perspectivas y métodos de la psicología social a
otros ámbitos, como ocurre con el puente que ha tendido Baron hacia el mundo
de la empresa y los negocios. En éstos y otros sentidos, Robert Baron y Donn
Byrne representan lo mejor de la investigación en psicología social: curiosidad
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XIX
aventurera, abrirse a nuevos horizontes, hacerse grandes preguntas y responderlas con métodos creativos, sin descuidar las diferencias con el «mundo real».
Ambos autores también han realizado una importante contribución pedagógica con la creación y actualización sistemática de su exitoso libro a lo largo de
tres décadas. Pienso que el secreto de su éxito ha sido su habilidad para entretener a los lectores mientras los forman, contando historias apasionantes plenas
de mensajes con sentido, y al añadir nuevas canciones y pasos de baile a un repertorio tentador.
Lo que reciben los estudiantes es la voz clara y personal de maestros que comparten la pasión por su ámbito de conocimiento. Baron y Byrne hablan directamente a sus lectores, nunca por encima o por debajo del hombro. Sus
personalidades y estilos únicos se hacen palpables en sus ejemplos, de los que
logran extraer principios y aplicar conceptos abstractos con profusión. Otros autores tienen en mente un público formado por colegas a quienes desean impresionar; a diferencia de esta clase de autores, Baron y Byrne jamás pierden de vista
a los jóvenes estudiantes universitarios que se preparan para iniciar una excursión por la psicología social.
Otro ingrediente que contribuye con su éxito es la sinergia entre los estilos
de enseñanza y escritura en ambos autores. Los dos son maestros privilegiados
que aprenden constantemente de sus interacciones en clase, de las cuales extraen
ejemplos, demostraciones y nuevas explicaciones que, si funcionan bien en
clase, encuentran su lugar en el libro. De manera recíproca, el aula de clases
constituye el terreno para poner a prueba la forma de contar historias que se encuentra en las versiones iniciales del texto. Es el yin y el yang del maestro-autor
que sintetiza dos tareas, con lo que se convierte en pedagogo y escritor profesional sin solución de continuidad. Y debido a que los grandes maestros reinventan sus cursos constantemente, estos autores buscan la perfección con cada
entrega de su material, de ahí que cada revisión implique cambios sustanciales
en el texto. Mantener lo mejor y arrojar al mar cargas inútiles pareciera ser el
norte de quienes navegan siempre en nuevas aguas.
Al afrontar una nueva revisión de libros de texto, la mayor dificultad para los
autores estriba en cómo equilibrar el flujo de información nueva por añadir,
cuando la presentación de una disciplina requiere mantener a los viejos y buenos clásicos. De entre todos los autores de textos de Psicología, Baron y Byrne
han conseguido un especial equilibrio al incorporar sin que se note lo mejor de
lo nuevo junto a contribuciones pasadas que han sido comprobadas y verificadas. Así, esta 10ª edición se caracteriza, entre otros aspectos, por una descripción de «Treinta años de progreso» que promete deleitar por igual a estudiantes
lectores y colegas autores.
Así que ¡bravo! Bob y Donn, por un trabajo magistral y bien realizado que ha
hecho de la psicología social una tentación para cada nueva generación de estudiantes. Podéis continuar alimentándolos con la abundancia y distinción que
cabe esperar de vuestra mágica colaboración.
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—Dr. Philip G. Zimbardo
STANFORD UNIVERSITY
XX
Prólogo
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■
Prefacio
REFLEXIONES ANTE LA 10ª EDICIÓN: OBSERVAR Y PARTICIPAR
EN TREINTA AÑOS DE PROGRESO
T
reinta años: ha sido un largo, largo tiempo. Pero es precisamente
lo que hemos empleado en escribir este libro. Cuando empezamos, hacia 1972, el mundo era un lugar muy diferente al que es
hoy. Nixon era presidente pero la palabra «Watergate» era aún desconocida para
la mayoría de estadounidenses. Los PC estaban a unos doce años vista en el futuro, y maravillas electrónicas que nos resultan comunes como los teléfonos móviles, los discos compactos y los computadores de mano existían en el terreno
de la ciencia ficción. La moda era también muy diferente: la minifalda era el último grito para las mujeres, mientras que patillas largas, corbatas muy anchas y
pantalones acampanados eran lo definitivamente «in» para los hombres.
La psicología social también era muy diferente. Algunos de los temas que figuraban en el índice de la primera edición siguen presentes en ésta: por ejemplo,
la agresión, la atracción y las actitudes. Pero otros temas hoy fundamentales en
la psicología social no estaban incluidos: es el caso de la cognición social, el papel
que desempeñan el género y la diversidad cultural, las relaciones duraderas y el
self. Asimismo, los métodos de investigación usados por los psicólogos sociales
han cambiado, y en la actualidad son más sofisticados y efectivos que nunca.
No obstante, hay una cosa que no ha cambiado, y es nuestro concepto de lo
que debe ser este libro. Cuando empezamos a trabajar en la primera edición estábamos absolutamente convencidos de que el texto tenía que reflejar la psicología social moderna tal como existe en la actualidad. Jamás hemos alterado esta
creencia, por lo cual a lo largo de los años, y en sucesivas ediciones, este libro
ha ido cambiando para estar en sintonía con el progreso acelerado de nuestra disciplina. Muy pocos libros sobreviven hasta una décima edición, y menos aún siguen siendo populares durante este periodo de tiempo. Nos llena de orgullo decir
que este texto se ha mantenido en estos años como el más ampliamente leído;
de hecho, a fecha de hoy ha sido utilizado por unos dos millones de estudiantes.
Atribuimos la longevidad del texto fundamentalmente a tres factores. En primer lugar, realizamos grandes esfuerzos por mantenerlo al día, y reflejar los últimos hallazgos y teorías en psicología social. En segundo lugar, escuchamos a
nuestros colegas: cuando nos envían sus comentarios sobre la edición existente
y nos realizan sugerencias para mejorarla, les prestamos especial atención y a
menudo realizamos los cambios recomendados. En tercer lugar, que no por ello
menos importante, ambos hemos continuado participando en el progreso de la
psicología social, lejos de conformarnos con la simple observación o registro de
este progreso. Ciertamente, los temas que estudiamos en nuestras propias investigaciones han cambiado. Por ejemplo, en la actualidad Robert Baron investiga las causas y efectos de la agresión en el lugar de trabajo, en vez de la agresión
en general; además, está orientado hacia la identificación de factores cognitivos
y sociales que inciden en el éxito de los empresarios. Por su parte, Donn Byrne
concentra sus esfuerzos en los efectos de los patrones de apego de los adultos en
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XXI
las interacciones interpersonales, antes que en las reacciones delante de extraños; asimismo, investiga los factores que determinan la sexualidad coactiva.
Aunque el contenido específico de nuestros estudios ha cambiado, la investigación en sí misma permanece anclada firmemente en la corriente actual de la psicología social. Esto, a su vez, nos ayuda a entender la investigación de otros
psicólogos sociales y contribuye a que alcancemos nuestra meta principal: hacer
que este libro constituya una visión general de la psicología social actual que resulte amplia, legible, y estimulante (¡así lo esperamos!).
Cambios realizados para mantener actualizada
esta 10ª edición
¿Qué hemos hecho para que esta 10ª edición mantenga actualizados los
contenidos e incorpore una reflexión sobre los hallazgos más recientes en nuestra disciplina? Varias cosas. En primer lugar, y como ya es costumbre, hemos puesto al día
cada capítulo. Como resultado de esto, encontrarás en sus páginas —literalmente—
cientos de nuevas referencias de los años 2000 y 2001. En cada capítulo, además, hemos
incluido nuevas secciones que dan cuenta de importantes avances en diversos temas,
y consideran líneas de investigación emergentes. He aquí una muestra:
Capítulo 1: La importancia cada vez mayor de la psicología evolucionista,
lo que incluye el desarrollo de mecanismos psicológicos.
Capítulo 2: El uso de señales no verbales para reconocer el engaño; la teoría
del foco de autorregulación.
Capítulo 3: El sesgo hacia lo negativo, cómo nos preparamos para lo peor.
Capítulo 4: La ambivalencia en las actitudes; la disonancia como un estado
desagradable.
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Capítulo 5: Los hallazgos recientes sobre el autoesquema sexual; datos referidos a la observación de diferencias en los padres al hablar de temas «masculinos» como la ciencia, según se dirijan a sus hijos o a sus hijas.
Capítulo 6: El prejuicio implícito y los estereotipos; el contraste entre los sexismos hostil y benevolente.
Capítulo 7: El acento en los aspectos biológicos de la atracción interpersonal; nuevos hallazgos relacionados con el atractivo de las caras
compuestas.
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P S I C O L O G Í A S O C I A L : T R E I N TA A Ñ O S D E P RO G R E S O
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L O S E F E C TO S D E L E S TA D O S D E Á N I M O P O S I T I VO E N E L
C O M P O RTA M I E N TO Y L A C O G N I C I Ó N S O C I A L : D E L “ C Á L I D O
B R I L L O D E L É X I TO ” A L O S E F E C TO S D E L E S TA D O D E Á N I M O
E N E L P E N S A M I E N TO H E U R Í S T I C O
C
uando comenzó la investigación
sobre los efectos de los estados
de ánimo aún no había sucedido la “revolución cognitiva” en la Psicología Social. Ciertamente los psicólogos
sociales estaban interesados en la cognición
social, pero no la habían percibido aún
como central para el resto de los temas
estudiados. Por esta razón, los primeros
estudios sobre los efectos de los estados
afectivos se centraron en el impacto que
causaban en el comportamiento social más
que en el pensamiento social. Entre estos
trabajos el más influyente fue el de Alice
Isen. Ella estaba interesada en un tema que
había intrigado a los psicólogos sociales
desde siempre: ¿Estar en un buen estado
de ánimo incrementará nuestro deseo de
ayudar a otros? Isen pensó que ayudar a
otros es un comportamiento positivo que
“encaja” con estar de buen ánimo.
Además, cuando estamos de buen ánimo
queremos mantenerlo y una forma de hacerlo es ayudando a otros: esto ayuda a
nuestra autoimagen y hace que nos sintamos bien con nosotros mismos.
Para ver si estar de buen ánimo de hecho
incrementaba la ayuda, Isen realizó varios
estudios en los cuales empleó ingeniosas técnicas para poner a la gente de buen ánimo.
En el primero (Isen, 1970) indicó a los participantes (maestros de escuela) que habían
realizado muy bien o muy mal una serie de
tareas. Ella pensó que aquellos a quienes se
les había dicho que lo habían hecho muy
bien podrían experimentar “el cálido brillo
del éxito” y podrían estar de mejor ánimo. La
medición del altruismo fue la cantidad de
dinero que donaron los participantes para
financiar la compra del aire acondicionado
para una escuela local. Los resultados indicaron que aquellos con un buen estado de
112
XXII
ánimo de hecho dieron más —un promedio
de cuarenta y seis céntimos de dólar frente
a sólo siete céntimos de aquéllos a quienes
se les dijo que habían realizado de manera
deficiente las tareas y quienes presumiblemente estaban en un estado de ánimo
menos positivo.
En los estudios siguientes, Isen varió los
estados de ánimo de los participantes a través de técnicas tales como darles galletas
(Isen y Levin, 1972) e incluso colocando una
moneda en una cabina telefónica de
manera que la gente que entraba la encontraba allí (Isen y Levin, 1972). No importaba
cómo cambiaba el estado de ánimo, Isen
encontró el mismo resultado: las personas
en un buen estado de ánimo fueron más
altruistas hacia otros que cuando no lo estaban. La investigación subsiguiente ha confirmado este hallazgo; por ejemplo, incluso
olores placenteros en un centro comercial
incrementaron el deseo de un visitante de
ayudar a un extraño (Baron, 1997a). Sin
embargo, otras investigaciones indican
que estar de buen ánimo no siempre incrementa el altruismo. Si, por ejemplo, los costes de ayudar son altos o si la ayuda puede
tender a deteriorar el buen estado de
ánimo de la persona, las personas en un
buen estado de ánimo no siempre serán
más altruistas (por ejemplo, Isen, 1984).
Aunque la investigación sobre los efectos del estado de ánimo en el comportamiento social ha continuado (lo
describiremos en el Capítulo 10), muchos
psicólogos sociales se han centrado, en cambio, en el tema que hemos venido discutiendo en este capítulo: ¿Cómo los estados
afectivos influyen la cognición social? Las
investigaciones sugieren que tendemos a
cambiar nuestro pensamiento social hacia el
uso de los heurísticos —atajos mentales que
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
reducen el esfuerzo— cuando estamos de
buen ánimo. Una clara ilustración de tal
efecto es proporcionado por la investigación
realizada por Park y Banaji (2000).
Sobre la base de estudios previos, Park
y Banaji predijeron que estar de buen ánimo
podría llevar a los individuos a confiarse
excesivamente en los estereotipos porque
estos marcos mentales de hecho reducen el
esfuerzo mental y cuando la gente está de
buen ánimo no quiere que nada les afecte.
Dado que el pensamiento sistemático y cuidadoso es un trabajo duro, la gente en un
buen estado de ánimo evitará tal esfuerzo.
Para probar esta idea, los investigadores le
pidieron a los participantes que indicaran si
varios nombres —algunos de ellos de origen afroamericanos— pertenecían a la categoría “criminal” o a la categoría “político”. La
mitad de los participantes fueron inducidos
a un buen estado de ánimo a través de la
exposición de un segmento de una comedia de TV mientras que la otra mitad fue
inducida a un estado de ánimo más neutral
a través de la exhibición de escenas de montañas, ríos, etc. Park y Banaji (2000) predijeron que estar de buen ánimo podría
incrementar el uso de los estereotipos. Por
tanto, los participantes con un buen estado
de ánimo podrían mostrar una marcada tendencia a situar los nombres afroamericanos
en la categoría “criminal” y una tendencia
mayor a situar los nombres europeo-americanos en la categoría “políticos”. Esto es
precisamente lo que ocurrió: las personas
con un buen estado de ánimo fueron de
hecho más propensas a mostrar este patrón
en comparación con las personas con un
estado de ánimo neutral.
En los estudios siguientes Park y Banaji
(2000) encontraron que esta mayor sujeción a los estereotipos en las personas con
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Prefacio
Capítulo 8: Nuevas evidencias que respaldan una base evolucionista
en la necesidad de establecer relaciones; datos que señalan que un
apego seguro se asocia con la satisfacción en las relaciones.
Capítulo 9: La persistencia de las normas sociales; las formas extremas de influencia social, entre las que se cuenta el adoctrinamiento
intenso.
Capítulo 10: Informaciones relacionadas con las bases biológicas de
la empatía; la nueva conceptualización de las seis funciones básicas
de la actividad voluntaria.
Capítulo 11: La agresión desplazada y las provocaciones triviales; el
bullying.
En segundo lugar, y a objeto de destacar los principales avances de la
psicología social en las últimas tres décadas, hemos incluido una sección titulada psicología social: Treinta años de progreso. En ella se
comparan las investigaciones realizadas hace treinta años (época en la
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que escribíamos la primera edición del libro) con el tratamiento que se da a los
mismos temas (o similares) en la actualidad. De este modo, pretendemos resaltar las diversas maneras en que la investigación en psicología social ha hecho
posible que tengamos una comprensión mayor de aspectos importantes del comportamiento y el pensamiento sociales. Por ejemplo:
Capítulo 2: Del álgebra cognitiva al procesamiento motivado
Capítulo 3: Los efectos del estado de ánimo positivo en el comportamiento
y la cognición social: Del «cálido brillo del éxito» a los efectos del estado de
ánimo en el pensamiento heurístico
Capítulo 4: Estudiando la relación actitud-comportamiento
Capítulo 5: Sexo, la revolución del género y temas relacionados
Capítulo 6: Épocas de dificultades económicas y violencia hacia grupos minoritarios: Desde los linchamientos en el Sur hasta los crímenes por odio en
Nueva York
Capítulo 7: ¿Similitud, disimilitud o ambas?
Capítulo 8: La importancia de un estilo de apego adulto en el comportamiento interpersonal
Capítulo 9: La persistencia de las normas sociales: Del fenómeno autocinético a la «Cultura del Honor»
Capítulo 10: El estudio de la conducta prosocial comenzó con un asesinato
Capítulo 11: Estudiando el calor y la agresión: del laboratorio a los registros
policiales de asaltos
Qué se ha mantenido
www.fullengineeringbook.net
Si bien hemos introducido diversos cambios, nuestro objetivo básico
al escribir el libro continúa siendo el mismo: hemos hecho un gran esfuerzo para
hacer del texto un reflejo preciso de la naturaleza y contenidos de la psicología social
moderna, que sea al mismo tiempo fácil de leer y de utilidad para los estudiantes.
En este sentido, hemos considerado las siguientes características:
■
■
■
Cada tema comienza con una introducción que, a modo de «mapa
de carreteras», señala las secciones principales del capítulo. En el
propio texto, las palabras clave están resaltadas en negrilla, con las
definiciones correspondientes a continuación. Estas palabras clave,
además, están definidas en un glosario que figura en los márgenes del
texto, y que figura en su totalidad al final del libro. Para facilitar la
comprensión de lo leído, a cada sección principal le sigue una lista
de puntos clave, que consiste en un breve resumen de los principales conceptos y hallazgos experimentales. Estamos convencidos que
revisar cuidadosamente esta sección puede ser de gran ayuda al estudiar los diferentes temas.
Al final de cada capítulo tendrás una serie de ¡Ideas para llevar contigo y utilizar!, con conceptos importantes que debes recordar e ideas
que puedes utilizar más allá del propio curso de psicología social.
Creemos que estos principios te serán de gran ayuda en muchos contextos durante los años venideros.
l
IDEAS
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
MINIMIZAR EL IMPACTO DE LOS ERRORES DE ATRIBUCIÓN
L
a atribución está sujeta a
muchos errores y estos pueden
resultar costosos tanto para ti
como para la gente con la cual interactúas; por tanto bien vale el esfuerzo evitar tales trampas. Aquí están nuestras
sugerencias para reconocer —y minimizar— varios errores atribucionales
importantes.
El sesgo de correspondencia:
El error fundamental de
atribución
Tenemos una fuerte tendencia a atribuir el comportamiento de los otros a
causas internas (disposicionales) incluso
cuando están presentes fuertes factores
externos (situacionales) que pueden
estar influyendo en el comportamiento.
Para reducir este error, intenta siempre
ponerte en los zapatos de la persona
cuyo comportamiento estás intentando
explicar. En otras palabras, intenta mirar el
mundo a través de sus ojos. Si lo haces
probablemente te darás cuenta de que,
desde su perspectiva, existen muchos factores externos que jugaron un papel en su
comportamiento.
Encontrarás iconos especiales en aquellas partes del texto que tengan una orientación evolucionista
, o bien consideren la
El efecto actor-observador:
“Yo me comporté así debido a
causas situacionales; tú te
comportaste así porque eres
ese tipo de persona”.
Consistente con el error fundamental
de atribución tenemos una fuerte tendencia a atribuir nuestro propio comportamiento a causas externas y el de los
otros a causas internas. Esto puede llevarnos a generalizaciones falsas sobre los otros
y los rasgos que poseen. Para minimizar
este error, intenta imaginarte a ti mismo en
su lugar y pregúntate, “¿Por qué habría
actuado yo de esa manera?”. Si lo haces, te
darás cuenta rápidamente de que los factores externos pueden haber influido tu
comportamiento. De modo similar, pregúntate, “¿Me comporté de esa manera
porque haciéndolo reflejaba rasgos o motivos de los cuales no soy muy consciente?”.
Esto puede ayudarte a apreciar las causas
internas de tu propio comportamiento.
El sesgo de autobeneficio: “
Yo soy bueno; tú tienes suerte”
Quizás, el error atribucional más fuerte
que cometemos es el de atribuir resultados
positivos a las causas internas tales como
nuestras habilidades o esfuerzos y los resultados negativos a los factores externos
tales como la suerte o fuerzas fuera de tu
control. Esto puede llevarnos a sobrevalorar nuestras propias contribuciones en
los proyectos grupales produciendo, por
tanto, una fricción innecesaria con los otros.
Puede incluso reducir las oportunidades de
que podamos aprender cosas valiosas de
los resultados negativos, por ejemplo,
¡podríamos hacerlo mejor la próxima vez!
Puedes ayudar a minimizar este error
siendo, simplemente, consciente de él; una
vez que sabes que existe, puedes darte
cuenta de que todos tus resultados positivos no provienen de causas internas y
que puedes haber jugado un rol en la producción de los resultados negativos. Además, intenta recordar que otra gente está
sujeta al mismo tipo de error; hacerlo
puede ayudarte a recordar que ellos también quieren obtener tanto crédito de los
resultados positivos como tú, así como culpar a las causas externas de los resultados
negativos.
Ideas
Prefacio
77
XXIII
perspectiva de la diversidad
. Nos interesa llamar tu atención en ambos
temas, dado su interés cada vez mayor para la psicología social.
En el diseño de figuras y tablas ha prevalecido la claridad y la sencillez; así,
la mayoría contienen rótulos y notas cuyo propósito es facilitar la comprensión
del contenido de las mismas.
Sitio en la red
A esta 10ª edición acompaña un sitio de Internet diseñado ad hoc. Una visita
a www.ablongman.com/baronbyrne te permitirá conocer detalles al respecto.
Comentarios finales
Para finalizar, queremos pedir tu ayuda una vez más. Tal como ha
ocurrido en ocasiones anteriores, no hemos escatimado esfuerzos para hacer de ésta
la mejor de las ediciones. No obstante, aun cuando los seres humanos pueden imaginar la perfección, lejos están de alcanzarla. Por ello, sabemos que siempre hay la
posibilidad de mejorar las cosas. En este sentido, te pedimos tu más sincera opinión.
Si piensas que hay algo que pudiera mejorarse, por favor háznoslo saber. Escríbenos, llámanos, envíanos un fax o un mensaje por correo electrónico a los números
o direcciones que figuran más abajo. Nos alegrará conocer tu opinión, y lo que es
más importante, ¡la escucharemos! De antemano, muchas gracias por tu colaboración.
Robert A. Baron
Pittsburgh Building
Rensselaer Polytechnic Institute
Troy, NY 12180-3590
Tel.: (00-1-518) 276-2864
Fax: (00-1-518) 276-8661
Correo-e:
[email protected]
Donn Byrne
Department of Psychology
University at Albany, SUNY
Albany, NY 12222
Tel.: (00-1-518) 768-2643
Fax: (00-1-518) 442-4867
Correo-e:
[email protected]
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XXIV
Prefacio
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■
Agradecimientos
SIMPLEMENTE, GRACIAS
C
ada vez que escribimos este libro, apreciamos aún más un hecho
indiscutible: no podríamos llevar a cabo esta tarea sin la ayuda y
dedicación de personas talentosas. No nos es posible agradecer a
cada uno de ellos en particular por cada aportación realizada; sin embargo, queremos hacer un reconocimiento general a aquellos cuya colaboración ha sido de
la mayor utilidad.
En primer lugar, las más sinceras gracias a los colegas que figuran a continuación, por responder a nuestra solicitud en relación con sugerencias para mejorar esta 10ª edición. Sus contribuciones fueron de incalculable valor a la hora
de diseñar esta nueva entrega.
Charles A. Alexander, Rock Valley College
Linda J. Allred, East Carolina University
Lisa M. Bohon-Hock, California State University, Sacramento
Robert F. Bornstein, Gettysburg College
David M. Bush, Utah State University
Winona Cochran, Bloomsburg University
Diana I. Cordova, Yale University
Curt Dunkel, Illinois Central College
Edward Fernandez, East Carolina University
Susan E. O. Field, Georgian Court College
Lisa Finkelstein, Northern Illinois University
Phillip Finney, Southeast Missouri State University
Stella D. Garcia-Lopez, University of Texas, San Antonio
Barry Gillen, Old Dominion University
Drusilla D. Glascoe, Salt Lake Community College
Nicole Goulet, University of Albany, SUNY
Lana Hamilton, Kent State University
Jay Hewitt, University of Missouri, Kansas City
Matthew Hogben, Centers for Disease Control and Prevention
Tony Johnson, LaGrange College
Paul Kwon, Washington State University
Jeffrey Scott Mio, California Polytechnic Institute, Pomona
Mitchell S. Nesler, Excelsior College
Darren Newtson, University of Virginia
Virginia Norris, South Dakota State University
Robert J. Pellegrini, San Jose State University
Jacqueline Pope, Western Kentucky University
Brad Redburn, Johnson County Community College
Debra Steele-Johnson, Wright State University
Michel Strube, Washington University
Ann L. Weber, University of Nort Carolina, Asheville
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XXV
También deseamos agradecer a los revisores que leyeron los capítulos de la
9ª edición y que realizaron comentarios de gran utilidad para nuestro trabajo en
esta 10ª.
Julie A. Allison, Pittsburg State University
David Barkmeier, Northeastern University
Bruce D. Bartholow, University of North Carolina, Chapel Hill
Thomas W. Britt, Clemson University
Brad J. Bushman, Iowa State University
Stella Garcia-Lopez, University of Texas, San Antonio
Scott Geller, Virginia Polytechnic and State University
Jeff L. Greenberg, University of Arizona
Lauri Hyers, University of Tennessee, Chattanooga
Craig Johnson, Hofstra University
Cheryl Kaiser, University of Vermont
Darren L. Newtson, University of Virginia
Carol K. Oyster, University of Wisconsin-La Crosse
Derrick Proctor, Andrews University
George Schreer, Manhattanville College
Charles Stangor, University of Maryland
Yvonne Wells, Suffolk University
En segundo lugar, deseamos ofrecer las más sinceras gracias a Carolyn Merril.
Fue de gran ayuda a lo largo de todo el proyecto, por lo que la continuamos
viendo como una amiga antes que como una simple editora.
En tercer lugar, muchas gracias a Anne Weaver, cuyos oportunos consejos hicieron posible mejorar este libro de muchas más formas de las que podríamos
describir aquí; de ahí nuestro agradecimiento a su gran ayuda.
En cuarto lugar, gracias a Kris Smead por su cuidadosa labor de edición. Sus
estimulantes comentarios fueron de incalculable valor para mejorar y clarificar
nuestras palabras.
En quinto lugar, gracias a quienes participaron en las distintas etapas del proceso de producción: Helane Prottas en la búsqueda de fotografías, al Seventeenth
Street Studios por el trabajo de diseño, y a Susan Paradise por el diseño de la portada.
También queremos agradecer a todos los colegas que nos enviaron ejemplares y reimpresiones de sus trabajos. Estas personas son demasiadas para poder
incluirlas aquí, lo que no excluye nuestro inmenso agradecimiento.
Nuestras sinceras gracias a George Schreer del Manhattanville College por su
excelente trabajo y a Eric Miller por su ayuda con el banco de ítems y la guía
para estudiantes.
Para todas estas personas fuera de serie, así como para muchos otros, nuestras mejores consideraciones y el más cálido de los agradecimientos.
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XXVI
Agradecimientos
www.ablongman.com/baronbyrne
■
Acerca de los Autores
R
obert A. Baron es profesor de psicología y Gestión de las Organizaciones en el Rensselaer Polytechnic Institute. En 1968 obtuvo
el grado de Doctor en la University of Iowa. El profesor Baron ha
desempeñado diversos cargos en facultades de universidades como Purdue University, University of Minnesota, University of Texas, University of South Carolina y Princeton University. En 1982 fue profesor visitante en Oxford
University. Entre 1979 y 1981 desempeñó el cargo de director de programa en la
National Science Foundation (Washington, DC). Ha sido miembro del comité
de la American Psychological Association y en la actualidad lo es de la American Psychological Society. En 2001 obtuvo una beca del gobierno francés para
investigadores expertos, la cual llevó a cabo en la Université des Sciences Sociales en Tolouse, Francia.
El profesor Baron ha publicado más de noventa y cinco artículos en revistas
especializadas y treinta y siete capítulos en obras conjuntas. Es autor o coautor
de treinta y ocho libros, entre los que se cuentan Behavior in Organizations (8ª
ed.), Human Aggression (2ª ed.), Understanding Human Relations (4ª ed.) y Psychology (5ª ed.) Los libros de texto del profesor Baron han sido utilizados por más
de tres millones de estudiantes en universidades de todo el mundo.
Ha sido miembro del Comité Directivo de la Albany Symphony Orchestra
(1993-1996) y presidente de la Innovative Environmental Products Inc., empresa
www.fullengineeringbook.net
Robert A. Baron (izquierda)
y Donn Byrne
■
XXVII
dedicada al diseño de equipamientos para la mejora del entorno físico en los ámbitos laboral y de la vida diaria (por ejemplo, filtros de aire, control de ruidos, etc.). Es propietario de tres patentes en Estados Unidos.
En la actualidad, las investigaciones del profesor Baron se orientan fundamentalmente hacia los factores cognitivos y sociales de los emprendedores, la
violencia y la agresión en el lugar de trabajo, y el impacto del medio ambiente
físico (por ejemplo, iluminación, calidad del aire, temperatura) en el comportamiento social y la ejecución de tareas.
Donn Byrne ostenta el título de Distinguished Professor de psicología en la
University at Albany (State University of New York), donde conduce el programa de psicología social y de la personalidad. En 1958 obtuvo el grado de Doctor en la University of Stanford, y ha desempeñado cargos académicos en
California State University (San Francisco), University of Texas y Purdue University; ha sido profesor visitante en University of Hawaii y en Stanford University. Ha presidido la Midwestern Psychological Association y la Society for
the Scientific Study of the Sexuality, así como el departamento de psicología en
Albany. El profesor Byrne es miembro de los comités de la American Psychological Association, la Society for Personality and Social Psychology y la Society
for the Scientific Study of the Sexuality. Es además miembro honorífico de la
American Psychological Society.
El profesor Byrne ha publicado más de 150 artículos en revistas especializadas, veintisiete de los cuales han sido reimpresos en manuales de lecturas básicas. Ha sido autor o coautor de treinta y tres capítulos en obras conjuntas y de
catorce libros, entre otros, Psychology: An Introduction to Behavioral Sciences
(cuatro ediciones, además de versiones en portugués, chino y castellano: psicología. Tratado de las ciencias de la conducta. Barcelona: Labor, 1977), An Introduction to Personality (tres ediciones), The Attraction Paradigm y Exploring
Human Sexuality.
Ha formado parte de los Comités Editoriales de numerosas revistas especializadas, y ha dirigido medio centenar de tesis doctorales. En 1981 fue invitado
para dar la conferencia principal del congreso anual de la American Psychological Association en Los Ángeles, y fue el ponente sobre el estado científico del
tema en la Society for the Scientific Study of Sexuality en la ciudad de Nueva
York. En 1986 fue invitado a participar en la comisión jurídica sobre obscenidad
y pornografía de Houston, y en las jornadas sobre pornografía y salud para médicos. En 1987, el profesor Byrne recibió el premio a la excelencia investigadora
de la University at Albany, y en 1989 el Distinguished Scientific Achievement
Award de la Society for the Scientific Study of Sexuality.
Las investigaciones más recientes del profesor Byrne se centran en los efectos del estilo de apego adulto en el comportamiento interpersonal, las consecuencias de la tendencia a legitimar la agresión en la coacción sexual y otros
actos agresivos, y los determinantes en la atracción interpersonal y sexual.
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XXVIII
Acerca de los Autores
www.ablongman.com/baronbyrne
1
EL C AMPO DE LA
PSICOLOGÍA SOCIAL:
CÓMO PENSAMOS
ACERC A DE E
INTERACTUAMOS CON
LOS DEMÁS
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
Psicología social:
una definición operativa
La psicología social es científica por
naturaleza
La psicología social hace énfasis en
el comportamiento de los
individuos
La psicología social busca entender
las causas del pensamiento y del
comportamiento sociales
La psicología social: en síntesis
Observación sistemática: describir el
mundo que nos rodea
Correlación: la búsqueda de
relaciones
Método experimental:
conocimiento a través de la
observación sistemática
Interpretar los resultados de la
investigación: el uso de estadísticos
y los psicólogos sociales como
escépticos perennes
El papel de la teoría en psicología
social
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Psicología social en el nuevo
milenio: nuevas perspectivas,
nuevos métodos
Influencia de la perspectiva cognitiva
Énfasis creciente en la aplicación:
exportar la psicología social
Adopción de una perspectiva
multicultural: tener en cuenta la
diversidad social
Atención creciente al rol potencial
de factores biológicos y
perspectiva evolucionista
Responder cuestiones sobre
comportamiento social y
pensamiento social: métodos
de investigación en
psicología social
La búsqueda de conocimiento
y los derechos individuales: la
búsqueda del equilibrio
apropiado
Utilizar este libro: un mapa de
carreteras para los lectores
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
por qué correlación no equivale
necesariamente a causalidad
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
C
ada vez con mayor
frecuencia, algún estudiante en clase me pregunta: «Profesor Baron, ¿siempre deseó
ser psicólogo social?». Si he de ser
honesto, la respuesta es «No». Cuando
empecé en la Universidad, pensaba convertirme en psicólogo experimental y
estudiar temas como aprendizaje y
motivación. Pero el destino tenía reservada otra cosa para mí, que en aquel
momento me era desconocida. En la primavera del primer año de carrera tomé
un curso (obligatorio) de psicología social.
No pensaba que lo encontraría interesante, pero para mi sorpresa, la asignatura
se convirtió rápidamente en mi favorita.
En la medida en que discutíamos preguntas como «¿de qué manera se influyen
las personas entre sí?», «¿los grupos
toman decisiones más o menos arriesgadas que las de los individuos?», y «¿por
qué nos atraen unas personas más que
otras?», me di cuenta poco a poco que
éste era el tipo de cuestiones que me
interesaba estudiar en mi futura carrera
profesional. Hacia el final del semestre, fui
con mi profesor tutor e introduje cambios
en mi plan de asignaturas. Puedo decir
con honestidad que nunca he renegado
de tal decisión. La psicología social me ha
hecho emprender un viaje que en prin-
cipio no tenía pensado, pero ¡vaya si ha
sido interesante! Y en realidad, ¿cómo
podría haber sido de otro modo? ¿Cómo
un campo que enfatiza en el lado social
de la vida (cómo pensamos acerca de e
interactuamos con los demás) puede ser
otra cosa sino interesante e importante?
Si necesitas más argumentos para estar
convencido, echa un vistazo a las preguntas de la Tabla 1.1, que presenta una
pequeña muestra de los temas que en la
actualidad están siendo estudiados por
psicólogos sociales. Estoy seguro de que
te inspirarán viva curiosidad y al mismo
tiempo los considerarás muy relevantes
para tu propia vida.
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6
4
T
ras haber ofrecido esta apasionada apología de la psicología social,
a nosotros (Donn Byrne y yo mismo), nos encantaría zambullirnos
de inmediato e iniciar para ti la descripción de hallazgos fascinantes. Sin embargo, antes de comenzar es importante facilitar una información básica
acerca del alcance, naturaleza y métodos de la psicología social. ¿Por qué es importante esta información? Porque resultados de investigación en psicología muestran
que las personas tienen mejores oportunidades de entender, recordar y utilizar nueva
información si se les suministra primero un marco para organizarla. Esto es de lo
que trata este primer capítulo: proveer un marco para interpretar y entender la psicología social. Específicamente, esto es lo que sigue a continuación.
En primer lugar, presentaremos una definición más formal de la psicología social.
Cada disciplina tiene sus supuestos básicos, y entenderlos te ayudará a comprender por
qué los psicólogos sociales estudian unos temas determinados y de una manera en particular. En segundo lugar, describiremos las principales características de la psicología
social en la actualidad: dónde se ubica y hacia dónde pareciera dirigirse en este nuevo
milenio. En tercer lugar, examinaremos algunos de los métodos usados por los psicólogos sociales para responder preguntas sobre el lado social de la vida. Un conocimiento
operativo de dichos métodos básicos te ayudará a entender la manera en que los psicólogos sociales incrementan nuestro saber sobre el pensamiento y el comportamiento
sociales; cómo, en definitiva, se obtuvo el conocimiento que se presenta en este libro.
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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TA B L A 1 . 1 I
Cuestiones investigadas en la actualidad por los psicólogos sociales. Como puede
verse, los psicólogos sociales se preguntan —e intentan responder— cuestiones de interés
sobre el lado social de la vida: cómo pensamos acerca de e interactuamos con los demás.
CAPÍTULO EN QUE SE
P R E G U N TA
C U B R E E S T E A S P E C TO
Quienes estrechan la mano con firmeza, ¿producen mejores impresiones en los
demás?
Capítulo 2
¿Qué ocurre cuando en varias situaciones imaginamos «lo que pudiera haber sido»?
Capítulo 3
¿Pueden cambiar nuestras actitudes debido a información de la que no nos damos
cuenta?
Capítulo 4
Si confiamos en realizar una tarea exitosamente, ¿aumentan las probabilidades de que
eléxtio efectivamente ocurra?
Capítulo 5
¿Han cambiado los estereotipos de género en los últimos años? ¿Seguirán cambiando?
Capítulo 5
¿Existe un prejuicio «antigordura»? ¿Está presente en todos los países?
Capítulo 6
¿Preferimos como parejas románticas a quienes nos ven de manera más favorable,
o a quienes nos ven tal como nos autopercibimos?
Capítulo 7
¿Qué son los celos? ¿Cuáles son sus causas principales?
Capítulo 8
¿Cómo podemos hacer que los demás digan «sí» a nuestros requerimientos?
Capítulo 9
¿Existe algo como el «puro altruismo», es decir, ayudar a los demás sin esperar
nada a cambio?
Capítulo 10
¿Incrementa el calor la agresión? ¿Existen límites para esta relación, a tal punto que cuando
haga mucho calor, las personas se vuelvan menos agresivas?
Capítulo 11
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Psicología social:
una definición operativa
QD
ar una definición formal de casi cualquier disciplina es tarea
compleja. En el caso de la psicología social, esta dificultad
aumenta por dos factores: su amplio espectro y rápida velocidad de cambio. Como se sugiere en la Tabla 1.1, los psicólogos sociales poseen
un gran abanico de intereses. A pesar de ello, la mayoría de estos profesionales se
centran principalmente en la siguiente tarea: entender cómo y por qué los individuos se comportan, piensan y sienten en situaciones sociales que involucran a
otras personas (reales o imaginarias). En respuesta a este hecho, definimos la psicología social como la disciplina científica que busca entender la naturaleza y las
causas del comportamiento y del pensamiento individuales en situaciones sociales. Observemos con detalle diversos aspectos de esta definición.
La psicología social es científica por naturaleza
¿Qué es la ciencia? Muchas personas parecieran creer que este término se refiere sólo a disciplinas como química, física y biología, que utilizan el tipo de
Psicología social: una definición operativa
psicología social:
disciplina científica que busca
entender la naturaleza y las
causas del comportamiento y del
pensamiento individuales en
situaciones sociales.
5
FIGURA 1.1
¿Un equipo impresionante
equivale a ciencia?
Muchas personas tienden a
creer que únicamente las
disciplinas que utilizan un
equipo como éste pueden ser
descritas como «científicas». De
hecho, esto no es así.
■
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equipamiento que se muestra en la Figura 1.1. Si compartes esta opinión, puede quete
desconciertes ante nuestra propuesta de la psicología social como disciplina científica.
¿Cómo un área que busca estudiar la naturaleza del amor, las causas de la agresión,
y todo lo existente entre ambos puede ser científica en el mismo sentido que física,
bioquímica e informática? La respuesta es sorprendentemente simple.
En realidad, el término ciencia no se refiere a un grupo especial de disciplinas muy
avanzadas. Más bien alude a dos cosas: (1) un conjunto de valores, y (2) diversos métodos que pueden usarse para estudiar un amplio conjunto de temas. En el momento
de decidir si una disciplina dada es o no científica, la cuestión fundamental es:
¿Adopta estos valores y métodos? Si lo hace, su naturaleza es científica. En la próxima sección, examinaremos los procedimientos de investigación utilizados por psicólogos sociales; en este apartado nos centraremos en los valores fundamentales que
debe adoptar todo campo para ser considerado de naturaleza científica. De estos valores, los más importantes son:
Exactitud: el compromiso de recoger y evaluar información acerca del mundo
(incluyendo pensamiento y comportamiento sociales) de la manera que mejor
garantice cuidado, precisión y estar libre de errores.
Objetividad: el compromiso de obtener y evaluar dicha información, en lo
humanamente posible, libre de sesgos.
Escepticismo: el compromiso de aceptar hallazgos como precisos sólo en la
medida en que hayan sido verificados una y otra vez.
Ausencia de prejuicios: el compromiso de cambiar la propia visión (por más
fuertemente arraigada que esté), si las evidencias existentes sugieren que estas
ideas preconcebidas no son exactas.
6
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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La psicología social como disciplina está profundamente comprometida con estos
valores, y los aplica en un esfuerzo por entender la naturaleza del comportamiento
y del pensamiento sociales. Por esta razón, resulta lógico pensar en esta disciplina
como de orientación científica. Por el contrario, aproximaciones que no son científicas realizan afirmaciones del mundo y las personas, que no están sujetas a la evaluación y análisis cuidadosos implícitos en los valores descritos anteriormente. En
dichos campos —como astrología o aromaterapia— intuición, fe y fuerzas invisibles son consideradas suficientes (véase Figura 1.2).
«Pero… ¿por qué adoptar una perspectiva científica? ¿Acaso la psicología social
no es simplemente sentido común?» Tras haber enseñado durante muchos años (¡más
de setenta y cinco entre los dos!), nos parece estar oyéndote formular esta pregunta.
Y entendemos por qué te sientes así; después de todo, cada uno de nosotros ha estado
toda la vida interactuando con los demás. Como resultado de esta experiencia, todos
somos psicólogos sociales aficionados. ¿Por qué no nos basamos en nuestra propia
experiencia —o incluso el folklore o «la sabiduría que dan los años»— para entender el lado social de la vida? Nuestra respuesta es franca y directa: porque dichas fuentes proporcionan una guía poco consistente y fiable del comportamiento social.
Por ejemplo, considera la siguiente aseveración del sentido común: «La ausencia aumenta la nostalgia en el corazón». ¿Estás de acuerdo? ¿Es cierto que cuando
las personas se separan de quienes aman, los extrañan y experimentan un ansia creciente por ellos? Muchas personas estarían de acuerdo. Podrían responder: «Sí, es
verdad. Es más, te cuento que cuando tuve que separarme de…». Fíjate ahora en la
expresión «Ojos que no ven, corazón que no siente». ¿Y qué hay de esta expresión?
¿Es cierta? Cuando las personas se separan de quienes aman, ¿encuentran rápidamente otros intereses amorosos? Como puedes ver, estas dos visiones —ambas del
sentido común— son contradictorias. Lo mismo ocurre con muchas otras obser-
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FIGURA 1.2
Ciencia frente a No ciencia:
valores diferentes, métodos
diferentes.
Aproximaciones como la que se
muestra aquí definitivamente no
son científicas: no aceptan el
cuerpo de valores de la ciencia
(precisión, objetividad,
escepticismo, ausencia de
prejuicios) y no utilizan métodos
científicos para evaluar hipótesis
específicas.
■
Psicología social: una definición operativa
7
vaciones informales sobre el comportamiento humano; por ejemplo, «Cada oveja
con su pareja», según la cual la semejanza lleva a la atracción, frente a «Los opuestos se atraen» (lo que seduce son las diferencias). Podríamos continuar con la lista,
pero creemos que queda claro este punto: el sentido común con frecuencia sugiere
una imagen confusa e inconsistente del comportamiento humano. Ésta es una razón
importante por la cual los psicólogos sociales confían en el método científico: produce evidencias mucho más concluyentes.
Ésta no es la única razón para desconfiar del sentido común. Otro argumento tiene
que ver con que, a diferencia del Sr. Spock en Star Trek, no somos máquinas perfectas de procesamiento de información. Por el contrario, tal como veremos una y otra
vez (por ejemplo, en los capítulos 2, 3 y 4), nuestro pensamiento está sujeto a diversos tipos de error que nos pueden llevar por el mal camino. He aquí un ejemplo: imagina que mientras estás en el centro comercial, te encuentras con personas que piden
donativos para una buena causa (por ejemplo, ayudar a las víctimas de un trágico desastre ocurrido recientemente). ¿Cuál es la probabilidad de que realices una contribución?
¿Un 10, 50, 80 por ciento? ¿Y qué ocurre con el resto de clientes del centro comercial?
¿Cuán propensos son a hacer un donativo? Si eres como la mayoría de las personas,
la probabilidad que has estimado para ti será mayor que la establecida para el resto,
en lo que algunos psicólogos sociales denominan el efecto más santo que usía (holier
than thou efect); por ejemplo, Epley y Dunning, 2000. En otras palabras, tendemos a
creer que nosotros somos más propensos que el promedio de las personas a incurrir
de maneras diversas en actos generosos (otro término para esto es el sesgo de autobeneficio; véase Capítulo 3). ¿Por qué lo hacemos? Posiblemente porque al estimar
nuestra tendencia a actuar de buena manera, pensamos: «¡Cuán bueno y generoso
soy!». Pero al estimar el comportamiento de los otros, pensamos en ocasiones previas
en que hemos visto comportarse a los demás (por ejemplo, ignorando las solicitudes
de ayuda), y utilizamos esta información como base de nuestras predicciones. En cualquier caso, ésta es tan sólo una de las maneras en las que —con frecuencia— podemos
cometer errores al pensar en los demás y en nosotros mismos (consideraremos otras
posibilidades en el Capítulo 3). Debido a nuestra propensión a errores de este tenor en
el pensamiento informal sobre el mundo social, no podemos depender de él —o del
sentido común— para solucionar los misterios del comportamiento social. Antes bien
necesitamos evidencia científica, y en esencia, de ello trata la psicología social.
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La psicología social hace énfasis en el comportamiento
de los individuos
Las sociedades difieren en gran medida en sus visiones acerca del cortejo y el matrimonio, e incluso de las personas que se enamoran. De manera similar, las sociedades presentan grandes variaciones en sus niveles generales de violencia,
y en los individuos que llevan a cabo acciones violentas o se abstienen de ello. Estos
mismos argumentos se aplican para prácticamente todos los demás aspectos del comportamiento social, desde el prejuicio hasta la ayuda: las acciones son llevadas a cabo
por, y los pensamientos ocurren en la mente de, los individuos. Debido a este hecho
básico, en psicología social el foco está directamente en los individuos. Por supuesto,
los psicólogos sociales se dan cuenta de que no existimos aislados de las influencias
sociales y culturales (nada más lejos de ello). Pero el mayor interés de la disciplina
reposa en el entendimiento de los factores que modelan acciones y pensamientos
de individuos humanos en escenarios sociales. Esto contrasta claramente con el
campo de la Sociología. La sociología estudia algunos de los mismos temas que la
psicología social, pero no se preocupa del comportamiento y pensamientos de los
individuos; antes bien, se orienta hacia grandes grupos de personas o hacia la sociedad en conjunto. Por ejemplo, tanto la psicología social como la Sociología estudian
el tema de los crímenes violentos. Mientras los psicólogos sociales analizan los fac-
8
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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tores que hacen que personas específicas se impliquen en dicho comportamiento,
los sociólogos están interesados en comparar tasas de crímenes violentos en los distintos segmentos de una sociedad dada (por ejemplo, grupos con ingresos altos y
bajos), o comparar estas tasas en varias sociedades distintas.
La psicología social busca entender las causas
del pensamiento y del comportamiento sociales
El título de esta sección suministra la clave del aspecto central de
nuestra definición. Esto es, los psicólogos sociales están interesados en primer lugar
por los muchos factores y condiciones que conforman el comportamiento y el pensamiento de los individuos —acciones, sentimientos, creencias, recuerdos e inferencias— en relación con otras personas. Obviamente, un gran número de variables
desempeña su papel en este aspecto. Sin embargo, la mayoría de estas variables cae
en uno de los cinco grandes apartados descritos a continuación.
LAS ACCIONES Y CARACTERÍSTICAS DE OTRAS PERSONAS. Imagina los siguientes eventos:
Estás haciendo la cola en la taquilla del cine; de repente, otra persona avanza
y se adelanta para colocarse justo frente a ti.
La persona con la que has estado saliendo en los últimos seis meses te dice
de golpe y porrazo: «Creo que es mejor que lo dejemos e intentemos conocer
a otras personas».
Estás jugando en el computador y dos personas extranjeras muy atractivas se
acercan y comienzan a verte jugar con gran interés.
Estas acciones de los demás, ¿tendrán algún efecto en tu conducta o pensamiento? Indiscutiblemente. Es decir, queda claro que con frecuencia nos vemos
fuertemente afectados por las acciones de otras personas (véase Figura 1.3).
Por añadidura, también estamos bajo la influencia de la apariencia física de los
demás. ¿Te has sentido incómodo ante la presencia de personas con alguna discapacidad? ¿Te comportas distinto frente a personas con gran atractivo físico, en relación con personas de menor atractivo? ¿Y ante personas mayores frente a los jóvenes?
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FIGURA 1.3
El comportamiento de los
demás: un factor
importante en nuestro
comportamiento y
pensamiento sociales.
Como se muestra aquí, con
frecuencia nos afectan las
acciones de los otros, aun
cuando no nos demos cuenta
[FUENTE: © THE NEW YORKER
COLLECTION 2000 MICK STEVENS DE
CARTOONBANK.COM. RESERVADOS
TODOS LOS DERECHOS.]
■
Psicología social: una definición operativa
9
¿Y qué hay de las personas que pertenecen a grupos raciales y étnicos distintos a los
tuyos? Con toda probabilidad, tu respuesta a varias de estas preguntas es sí, dado que
con frecuencia reaccionamos ante características visibles de los demás como la apariencia (por ejemplo, McCall, 1997; Twenge y Manis, 1998). De hecho, hallazgos de
Hassin y Trope (2000) señalan que no podemos ignorar la apariencia de los demás, aun
cuando lo intentemos conscientemente. Estos investigadores mostraron a los participantes de sus estudios fotografías de personas que —se suponía— eran candidatos a varios puestos de trabajo (por ejemplo, administrativo de banco, empleado de
óptica, electricista). También se suministró información acerca de la experiencia previa de los candidatos, y la tarea de los participantes consistía en calificar la idoneidad de las personas para el puesto de trabajo. A la mitad de los participantes se les pidió
que ignorasen las fotos a la hora de tomar una decisión, mientras que el resto no recibió esta instrucción. Las fotografías se eligieron en función de si los aspirantes representaban o no a la persona «típica» que desempeñaba cada empleo (investigaciones
previas habían revelado la apariencia de estas personas «típicas»). Los resultados indicaron que los individuos que lucían en las fotografías como los empleados típicos de
cada puesto recibieron las mayores puntuaciones. Esto ocurrió incluso en los participantes a quienes se advirtió específicamente que ignorasen las fotos al suministrar
las puntuaciones (véase Figura 1.4). Hallazgos como éstos sugieren que nuestras reacciones ante los demás están fuertemente influenciadas por la apariencia externa.
PROCESOS COGNITIVOS. Supón que has quedado con un amigo que llega tarde. De
hecho, tras treinta minutos de espera empiezas a sospechar que tu amigo no llegará
nunca. Finalmente, la persona llega y te dice: «Lo siento... Había olvidado nuestro
encuentro hasta hace unos minutos». ¿Cómo reaccionarías? Imagina que en vez de esto,
tu amigo te dice: «Estoy muy apenado por llegar tan tarde… hubo un gran accidente
de tráfico, y había kilómetros de retenciones en la autovía». ¿Cómo responderías en
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Los aspirantes al empleo que se asemejan
a quienes desempeñan el trabajo son
calificados con puntuaciones más altas aun
cuando se menciona expresamente que
ignoren la apariencia de los aspirantes
FIGURA 1.4
[FUENTE: CON BASE EN
HASSIN Y TROPE, 2002.]
■
7
6,71
6,6
6,5
Puntuaciones del candidato
Evidencia de que no
podemos ignorar la
apariencia de los otros,
aunque lo intentemos.
Los participantes de la
investigación asignaron mayores
puntuaciones a los aspirantes al
empleo que presentaban la
apariencia «típica» de quienes
desempeñan el trabajo, aun
cuando se les indicó
expresamente ignorar el aspecto
de los candidatos.
6,35
6,18
6
5,5
5
Típica
4,5
No típica
4
10
Ignorar apariencia
No instrucciones
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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este caso? Probablemente con menor disgusto, o tal vez no. Si tu amigo suele llegar
tarde y te ha presentado esta misma excusa varias veces, puedes dudar de la veracidad
de su explicación. Por el contrario, si es la primera vez que tu amigo llega tarde, o jamás
había utilizado esta excusa, podrás considerarla verdadera. En otras palabras, nuestras
reacciones en esta situación dependerán mucho de tus recuerdos del comportamiento
de tu amigo, y tus inferencias sobre la veracidad de sus explicaciones. Situaciones como
estas llaman la atención sobre el papel crucial de los procesos cognitivos en el comportamiento y el pensamiento sociales. Los psicólogos sociales tienen muy presente
la importancia de estos procesos, y entienden que para comprender el comportamiento
de las personas en situaciones sociales, debemos comprender su pensamiento en dichas
situaciones (o construcciones, como las denominan con frecuencia los psicólogos sociales; por ejemplo, Killeya y Johnson 1998; Swann y Gill, 1997).
VARIABLES AMBIENTALES: EL IMPACTO DEL MUNDO FÍSICO. ¿Están las personas más propensas a tener un comportamiento impulsivo y salvaje durante la luna llena más
que en otras épocas? (Rotton y Kelley, 1985) ¿Estamos más irritables y agresivos
cuando el clima es caluroso y con bochorno que cuando es fresco y agradable?
(Anderson, Bushman y Groom, 1997; Rotton y Cohn, 2000) ¿La exposición a un olor
agradable en el aire hace que las personas se ayuden más entre sí? (Baron, 1997a)
Resultados de investigaciones demuestran la influencia del entorno físico en nuestros sentimientos, pensamientos y comportamientos; luego las variables ecológicas
forman parte de la psicología social moderna.
CONTEXTO CULTURAL. Cuando estaba en el bachillerato (RAB), la mayoría de las
chicas en películas, anuncios y televisión tenían curvas, para decirlo de una manera
muy simple. Y todas las mujeres que conocía deseaban tener una silueta como la
de Marilyn Monroe. Ahora, las cosas son muy diferentes. Las estrellas del cine y
las modelos lucen, a mi juicio, peligrosamente delgadas. Y hallazgos recientes
demuestran que realmente están muy delgadas. Un estudio reciente sobre modelos de pasarela y chicas de las páginas centrales de Playboy (Owen y Laurel-Seller,
2000) encontró que el 33 por ciento de las chicas de Playboy y un 20 por ciento de
las modelos podían ser clasificadas como anoréxicas (es decir, mostraban signos de
un severo desorden en la alimentación; véase Figura 1.5). No resulta sorprendente
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FIGURA 1.5
Cambio cultural en los
patrones de belleza.
Hasta la década de 1960, los
patrones culturales de la belleza
femenina consideraban más
atractiva una figura con curvas.
No obstante, en los últimos
años, estas definiciones
culturales del atractivo han
cedido el paso a una figura
mucho más delgada. De hecho,
hallazgos recientes indican que
muchas modelos están tan
delgadas que pueden ser
clasificadas como anoréxicas.
■
Psicología social: una definición operativa
11
que muchas mujeres jóvenes expresen el deseo de estar tan delgadas como estos
modelos de belleza femenina. De hecho, ¡niñas de ocho y nueve años expresan su
preocupación por estar demasiado gordas para lucir atractivas!
¿Cómo ha ocurrido este cambio tan enorme? La respuesta implica valores culturales centrales, los cuales, por muchas y muy complejas razones, han hecho el
estar delgado como algo muy deseable (es decir, el énfasis creciente por estar en
forma). Cualesquiera sean las causas, estos cambios dramáticos en lo que se considera atractivo o sexy ilustran, además, otro aspecto importante en el comportamiento social: que éste no ocurre en medio de un vacío cultural. Por el contrario,
suele estar afectado por las normas culturales (reglas sociales referidas a cómo deben
comportarse las personas en situaciones específicas; véase Capítulo 9), la pertenencia a distintos grupos y los cambiantes valores sociales. ¿Quiénes deberían poder
contraer matrimonio? ¿Cuántos hijos se deberían tener? ¿Las reacciones emotivas
deberían ocultarse o manifestarse abiertamente? ¿Cuán cerca debemos estar de los
otros al caminar? ¿Es correcto dar regalos a profesores o a miembros del gobierno?
Estas son pequeñas muestras de los aspectos del comportamiento social que pueden —y de hecho están— influidos por factores culturales. (El término cultura alude
al sistema de significados compartidos, percepciones y creencias que mantienen
las personas que pertenecen a un determinado grupo; Smith y Bond, 1993.)
Como veremos más adelante, atender a los efectos de los factores culturales es
una tendencia cuya importancia va en aumento, por lo cual nuestra disciplina
intenta tomar en cuenta la creciente diversidad cultural en numerosos países.
FACTORES BIOLÓGICOS. ¿Está influido el comportamiento social por procesos biológicos y factores genéticos? Hace diez años, la mayoría de los psicólogos sociales
habrían respondido no, al menos en lo que respecta a la alusión a la genética. Sin
embargo, en la actualidad muchos han venido a creer que nuestras preferencias,
comportamientos, reacciones emocionales, e incluso actitudes están afectadas, en
cierto grado, por nuestra herencia biológica (Buss, 1999; Nisbett, 1990).
La perspectiva según la cual los factores biológicos desempeñan un importante
papel en el comportamiento social proviene del campo de la psicología evolucionista (por ejemplo, Buss, 1995; Buss y Shackelford, 1997). Esta nueva rama de
la psicología sugiere que nuestra especie, como otras tantas del planeta, ha estado
sujeta a un proceso de evolución biológica a lo largo de su historia, y como resultado de este proceso, ahora poseemos un gran número de mecanismos psicológicos
evolutivos que ayudan (o ayudaron en alguna oportunidad) a conducirnos ante
importantes problemas relacionados con la supervivencia. ¿Cómo llegaron estos
mecanismos a formar parte de nuestra herencia biológica? A través del proceso de
evolución, el cual, a su vez, involucra tres componentes básicos: variación, herencia y selección. La variación se refiere al hecho de que los organismos pertenecientes a unas especies dadas varían de forma muy diferente; de hecho, esta
variación es una parte básica de la vida en nuestro planeta. Los seres humanos, tal
como los conocemos en la actualidad, presentan una gran diversidad en formas y
tamaños, y con frecuencia difieren en lo que pareciera ser un sinnúmero de dimensiones.
La herencia hace referencia al hecho de que varios de estos cambios pueden transmitirse de una generación a otra, por medio de complejos mecanismos que apenas
comenzamos a entender en su totalidad. La selección refiere que las variaciones
otorgan una «ventaja» en términos de reproducción a los individuos que las poseen:
son más aptos para la supervivencia, encontrar pareja y transmitir dichas variaciones
a las generaciones posteriores. Como resultado de esto, a lo largo del tiempo, más
y más miembros de las especies poseen dichas variaciones. Estos cambios en las
características de las especies a lo largo del tiempo —en ocasiones en larguísimos
periodos— constituyen el resultado concreto de la evolución (un resumen de este
proceso en la Figura 1.6).
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psicología evolucionista:
nueva rama de la psicología que
busca investigar el rol potencial
de los factores genéticos en
diversos aspectos del
comportamiento humano.
12
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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Variación
Los organismos varían
de diversas formas
Éste es el
resultado crucial
de la evolución
Herencia
Algunas de estas
variaciones pueden
transmitirse
hereditariamente
Selección
FIGURA 1.6
Evolución.
Como puede verse, la
evolución implica tres
componentes básicos:
variación, herencia y
selección.
■
Las variaciones
adaptativas
poco a poco
se vuelven
comunes para
la población
Los psicólogos sociales que adoptan la perspectiva evolucionista sugieren que
este proceso se aplica por lo menos en varios aspectos del comportamiento social.
Por ejemplo, considera la cuestión de la preferencia de pareja. ¿Por qué encontramos
atractivas a ciertas personas? De acuerdo con la perspectiva evolucionista, ello se
debe a que las características que muestran están asociadas con la capacidad para
reproducirse: rasgos faciales simétricos, cuerpos bien formados y tonificados (por
ejemplo, más cadera y menos cintura en las mujeres; Tesser y Martin, 1996), piel
clara, cabello brillante. En otras palabras, estos son signos exteriores de salud interna
y vigor. En consecuencia, la preferencia de estas características de la pareja para
nuestros ancestros incrementaba las posibilidades de una reproducción exitosa; esto,
a su vez, contribuía con una mayor preferencia hacia estas características. (Es interesante notar que aunque estas observaciones parezcan razonables, no han estado
uniformemente confirmadas en los resultados de investigaciones; por ejemplo, Tassinary y Hansen, 1998.)
Debido a que la perspectiva evolucionista realiza diversas e inquietantes predicciones acerca del comportamiento y del pensamiento sociales, ha sido objeto de
un reconocimiento creciente en psicología social. Por ello, tenemos razones para
referirnos a esta perspectiva en diversas partes de este libro. Pero por favor, que no
haya lugar para malentendidos: la perspectiva evolucionista no sugiere que heredemos patrones específicos de comportamiento social; más bien, tiene que ver con
el hecho de heredar tendencias o predisposiciones que pueden o no trasladarse a la
realidad, dependiendo del entorno en el que vivamos. Por ejemplo, considera un
individuo que ha heredado una fuerte tendencia a demostrar un impulso sexual muy
poderoso. ¿Tendrá esta persona una o varias parejas sexuales? Evidentemente, dependerá de dónde vivan él o ella. Si esta persona vive en una cultura en la cual se considera apropiado tener múltiples parejas sexuales, tendrá múltiples amantes; pero
si este individuo vive en una cultura en la que dicho comportamiento cuenta con
una fuerte desaprobación, él o ella podrían tener tan sólo una pareja, o muchas
menos de las que serían posibles, de vivir en un contexto cultural más permisivo.
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La psicología social: en síntesis
En suma, la psicología social se centra fundamentalmente en entender las causas del comportamiento social y el pensamiento social, en la identificación de los factores que conforman nuestros sentimientos, comportamiento, y
pensamiento en situaciones sociales. Intenta cumplir este objetivo mediante el uso
Psicología social: una definición operativa
13
P U N TO S C L AV E
■
■
■
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■
⡤
La psicología social es el campo científico que busca entender la naturaleza y causas del
comportamiento y del pensamiento individuales en situaciones sociales.
La psicología social es científica por naturaleza debido a que adopta valores y métodos
utilizados en otras disciplinas científicas.
Los psicólogos sociales adoptan el método científico porque el «sentido común» proporciona una guía poco fiable del comportamiento social, y porque nuestro pensamiento
está sujeto a la influencia de diversas fuentes potenciales de sesgo.
La psicología social se centra en el comportamiento de los individuos y busca entender las causas del comportamiento y del pensamiento sociales.
Entre las causas importantes del comportamiento y del pensamiento sociales se incluyen: comportamiento y características de otras personas, procesos cognitivos, aspectos del entorno físico, cultura y factores biológicos y genéticos.
de métodos científicos, y tiene muy en cuenta que comportamiento y pensamiento
sociales están bajo la influencia de un amplio espectro de factores sociales, cognitivos, ambientales, culturales y biológicos.
Lo que resta de este texto está dedicado a describir algunos de los hallazgos clave
de la psicología social. Esta información es verdaderamente fascinante, así que estamos seguros de que será de gran interés. Estamos igualmente convencidos, no obstante, de que ciertas evidencias te sorprenderán, y constituirán un desafío a muchas
de tus ideas acerca de personas y relaciones sociales. Así que, por favor, estáte preparado para nuevos y repentinos descubrimientos. Predecimos que después de leer
este libro, jamás volverás a pensar en el comportamiento social de la manera que
lo hacías antes.
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Psicología social en el nuevo milenio: nuevas
perspectivas, nuevos métodos
QA
nteriormente señalamos que el objetivo principal de este
capítulo es suministrar un marco de referencia para entender qué es la psicología social y cómo busca nuevos conocimientos en relación con el comportamiento social y el pensamiento social. Como
continuación de este tema, comentaremos brevemente varios de los principales
aspectos de la psicología social tal como se presentan en la actualidad. Conocer
acerca de ellos resulta útil dado que juegan un importante papel en la formulación
de las preguntas y los temas que estudian los psicólogos sociales, y en la elección
de los métodos de investigación. He aquí varias cuestiones dignas de tu atención.
Influencia de la perspectiva cognitiva
Hemos definido la psicología social como la disciplina que estudia
tanto el comportamiento social como el pensamiento social. Esta definición refleja
que los psicólogos sociales siempre han estado interesados en cómo piensan los
individuos de otras personas y situaciones sociales. Sin embargo, ha sido en las últimas décadas cuando el lado cognitivo de la psicología social ha visto crecer su
importancia de forma impresionante. En la actualidad, la mayoría de psicólogos
sociales creen que la manera de actuar de las personas en diversas situaciones sociales está determinada, en buena parte, por los pensamientos relacionados con estas
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CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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situaciones. De ello se desprende que entender el pensamiento social es, sin duda,
una poderosa llave para desentrañar los complejos patrones de nuestras relaciones
sociales con otras personas. Pero por favor, que no haya lugar para malentendidos:
este énfasis en procesos cognitivos no significa que los psicólogos sociales ignoren
el comportamiento social. Por el contrario, la investigación actual busca con frecuencia entender las conexiones entre pensamiento social y comportamiento social
explícito. Por ejemplo, se ha investigado que si los estudiantes concluyesen que han
sido admitidos en la universidad por su género, raza o identidad étnica, ello haría
que se sintieran estigmatizados (esto es, destacados de manera negativa), y experimentarían dudas acerca de sus habilidades (por ejemplo, Steele, 1997). Como resultado, su desempeño se vería afectado. Lamentablemente, resultados de
investigación señalan que esto de hecho ocurre: en estudiantes pertenecientes a
minorías, a mayores sospechas de haber sido admitidos por su raza, más pobre
tiende a ser el desempeño académico (Brown et al., 2000).
La perspectiva cognitiva se refleja en la investigación en psicología social de muy
diversas maneras, pero dos de ellas son posiblemente las más importantes. En primer lugar, los psicólogos sociales han intentado aplicar conocimientos básicos sobre
memoria, razonamiento y toma de decisiones a varios aspectos del pensamiento
y del comportamiento sociales (por ejemplo, Albarracin y Wyer, 2000). Por ejemplo, los investigadores han intentado determinar si los prejuicios provienen, al
menos en parte, de nuestra tendencia a recordar información consistente con los
estereotipos de varios grupos, o bien del hecho de procesar de manera diferente la
información del propio grupo en relación con otros grupos sociales (por ejemplo,
Forgas y Fiedler, 1996).
En segundo lugar, ha habido un interés creciente en la cuestión acerca de cómo
procesamos la información social, de manera «descuidada y rápida» con tal de reducir nuestros esfuerzos (heurísticamente), o de forma más cuidadosa y dedicada (sistemáticamente; por ejemplo, Eagly y Chaiken, 1998; Killeya y Johnson, 1998).
Como veremos en varios capítulos subsiguientes (capítulos 2, 3 y 6), estas diferencias en el procesamiento pueden configurar de manera determinante nuestras
inferencias, conclusiones, decisiones y juicios acerca de los otros, por lo que resultan un aspecto clave de la cognición social.
En suma, los descubrimientos realizados por la perspectiva cognitiva han contribuido grandemente en la comprensión de diversos aspectos del comportamiento
social, y esta aproximación es definitivamente un tema clave de la psicología social
cuanto más avanzamos en el siglo XXI.
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Énfasis creciente en la aplicación:
exportar la psicología social
Un segundo tema fundamental en la psicología social actual es la creciente preocupación por aplicar el conocimiento reunido en la disciplina. Un
número cada vez mayor de psicólogos sociales han dirigido su atención hacia preguntas que conciernen a la salud personal, el proceso legal, el comportamiento
social en situaciones laborales, temas ambientales e incluso el estudio de los
empresarios (por ejemplo, estudios recientes han examinado en empresarios el
impacto de sus habilidades sociales en el éxito que obtengan; Baron y Markman,
2003). En poco tiempo, ha aumentado el interés por aplicar los hallazgos y principios
de la psicología social a la solución de problemas prácticos. Este tema no es ciertamente nuevo en la disciplina: uno de sus fundadores, Kurt Lewin, subrayó en una
oportunidad que «No hay nada tan práctico como una buena teoría», lo que venía
a decir que las teorías sobre pensamiento y comportamiento sociales, desarrolladas a través de investigación sistemática, pueden llegar a ser extremadamente útiles en la solución de problemas prácticos. No hay dudas, pues, sobre el aumento
Psicología social en el nuevo milenio: nuevas perspectivas, nuevos métodos
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en los últimos años del interés por aplicar conocimientos de psicología social en
temas prácticos, con muchos resultados beneficiosos.
Adopción de una perspectiva multicultural:
tener en cuenta la diversidad social
Cuando entré en la Universidad hacia 1964, la psicología social era
con diferencia una disciplina norteamericana: la gran mayoría de psicólogos sociales vivían y trabajaban en Estados Unidos y Canadá. Además, la mayoría de las
investigaciones se realizaban en Estados Unidos con participantes estadounidenses. ¿La consecuencia? Una escasa consideración de la importancia de la diversidad, las diferencias en el comportamiento y las características de los individuos de
diferentes culturas o grupos étnicos. Incluso, ¡existía poco interés en las posibles
diferencias entre hombres y mujeres! El punto de vista que prevalecía entonces daba
relativamente poca importancia a las diferencias culturales o de género. Después
de todo, si la psicología era una ciencia, los principios y leyes que establece se debían
aplicar a todos los seres humanos, con independencia de dónde viviesen, su formación o identidad cultural.
Este punto de vista ya no es el dominante. Si bien los psicólogos sociales no han
abandonado la meta de desarrollar un cuerpo de conocimientos aplicables a todos
los seres humanos, han ido tomando conciencia de la importancia de la diversidad
étnica y cultural, y reconocen que dichas diferencias deben formar parte de nuestros esfuerzos por entender el comportamiento social. Considera por ejemplo el
tema del amor romántico. «Seguramente», estarás tentado a creer, «el amor es igual
en cualquier parte del mundo». Pero piensa en lo siguiente: algunas culturas no
poseen la noción de amor romántico de la manera que lo entendemos en Occidente
(véase la Figura 1.7). Personas de culturas distintas a la nuestra, ¿experimentan el
amor de la misma manera, se enamoran y desenamoran por las mismas razones?
(es decir, del mismo modo que en contextos donde la idea del amor romántico es
popular.) Puede que sí; pero puede que no.
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FIGURA 1.7
Diversidad cultural: un importante aspecto a considerar en psicología social.
En la actualidad, los psicólogos sociales dan cuenta de la fuerte influencia de la diversidad étnica y
cultural en el pensamiento y comportamiento sociales. Por ejemplo, la idea de amor romántico es bien
conocida en muchas culturas occidentales y desempeña un importante papel en el cortejo y el
matrimonio. En otras culturas no ocurre así, dada la existencia de matrimonios arreglados, en parejas
que no consideran necesario el estar enamorados románticamente para contraer nupcias.
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CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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En la medida en que reconocer la importancia de las diferencias de género, cultura y etnia ha ido en aumento, la psicología social ha ido adoptando cada vez más
una perspectiva multicultural, la cual presta especial atención al papel de la cultura y la diversidad humana como factores que influyen en el comportamiento
social y pensamiento social (por ejemplo, Choi y Nisbett, 1998; Crandall et al.,
2000).
Por añadidura, ha ido en aumento por parte de los psicólogos sociales el reconocimiento de que los hallazgos relativos a un género pueden no aplicarse al otro.
Aunque se habían exagerado frecuentemente las diferencias de comportamiento
entre hombres y mujeres, a partir de estereotipos sobre supuestos rasgos de mujeres y hombres (por ejemplo, Diekman y Eagly, 2000), sí que existen diferencias en
lo que respecta al comportamiento social (Feingold, 1994; Oliver y Hyde, 1993). Por
ejemplo, resultados recientes indican que las mujeres muestran mayor aprecio y
comprensión que los hombres hacia sus propias emociones y las emociones de los
demás (por ejemplo, Barrett et al., 2000). Ellas describen las emociones propias y
ajenas en términos más complejos y ricos, son mejores para recordar eventos con
implicaciones emocionales (Davis, 1999), y tienen más éxito en la «lectura» y envío
de mensajes emocionales (por ejemplo, a través de expresiones faciales; Brody y Hall,
1993).
En muchas partes del texto, resaltaremos el creciente interés de la psicología
social en la diversidad. Específicamente, describiremos investigaciones centradas
en los efectos de cultura, etnia o género. En esta labor, destacaremos cómo se relacionan estos hallazgos con otros temas de psicología social. Las secciones en que
discutamos la diversidad social vendrán señaladas en los márgenes con el siguiente
símbolo especial.
perspectiva multicultural:
interés por entender los factores
culturales y étnicos que influyen
el comportamiento socia
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Atención creciente al rol potencial de factores biológicos
y perspectiva evolucionista
Otra importante tendencia en la psicología social moderna —mencionada con anterioridad— es la influencia creciente de la perspectiva biológica o
evolucionista (por ejemplo, Buss, 1999). Un número cada vez mayor de evidencias
sugiere que factores biológicos y genéticos juegan algún papel en muchas formas
de comportamiento social (por una parte, en la atracción física y elección de pareja,
y por otra parte en lo que se refiere a la agresión a los demás; véase capítulos 7, 10
y 11). Como ejemplo de estas investigaciones, considera el curioso estudio de Mueller y Mazur (1996). Estos investigadores mostraron fotos de 434 cadetes de West
Point a participantes que tenían que señalar el grado en que los rostros de los cadetes expresaban un aspecto dominante. La perspectiva evolucionista sugiere que para
los hombres, ser dominante constituye un atributo positivo que permite acceder
a mayor número de parejas y, de esta manera, ayuda a incrementar el número potencial de descendientes. Por el contrario, el aspecto dominante en las mujeres no se
considera una característica deseable; no importa cuántas parejas pueda tener una
mujer, ya que sólo puede producir un número limitado de niños. Con base en este
razonamiento, Muller y Mazur (1996) predijeron que los hombres que tuviesen un
aspecto dominante (es decir, con ciertas características faciales heredadas), escalarían posiciones más altas en el rango militar que aquellos hombres que no parecieran dominantes (véase Figura 1.8). Los resultados del estudio confirmaron esta
hipótesis. Por supuesto que a partir de esta investigación no podemos decir por qué
un aspecto dominante te conduce a una carrera militar exitosa. Pero éste y otros
muchos estudios realizados desde la perspectiva evolucionista sugieren que factores
biológicos y genéticos desempeñan algún papel en muchos aspectos del comportamiento social (véase, por ejemplo, Buss, 1999).
Psicología social en el nuevo milenio: nuevas perspectivas, nuevos métodos
17
FIGURA 1.8
Rostro dominante y éxito profesional: evidencia del
papel de factores genéticos en el comportamiento
social.
Cadetes de West Point con rostros de aspecto dominante
(fotografía de la izquierda) alcanzan rangos militares más altos que
quienes no poseen este aspecto (fotografía de la derecha).
Resultados como estos indican que el ser dominante —o poseer
este aspecto— se asocia con resultados positivos, al menos en los
hombres. Estos hallazgos son consistentes con las predicciones de
la perspectiva evolucionista, cuya influencia en psicología social se
ha hecho patente en los últimos años.
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P U N TO S C L AV E
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Un tema fundamental en la psicología social moderna es la creciente influencia de la perspectiva cognitiva. Esta perspectiva sugiere que la manera de actuar de las personas en
varias situaciones sociales está fuertemente influida por los pensamientos relacionados
con estas situaciones y las demás personas.
Otro aspecto importante de la psicología social es el aumento en el interés por aplicar los conocimientos y hallazgos de la disciplina en la solución de muchos problemas
prácticos.
En la actualidad, la psicología social apuesta por una perspectiva multicultural. Esta perspectiva reconoce la importancia de los factores culturales en el comportamiento social
y en el pensamiento social, y da cuenta de hallazgos obtenidos en una cultura que no
necesariamente pueden generalizarse a otra.
En la psicología social moderna existe un reconocimiento cada vez mayor del rol potencial de factores biológicos y genéticos en el comportamiento social y el pensamiento
social.
Responder cuestiones sobre comportamiento
social y pensamiento social: métodos de
investigación en psicología social
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hora que hemos descrito la situación actual de la psicología
social, podemos volver a la tercera de las tareas mencionadas al principio del capítulo: explicar la manera en que los
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CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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psicólogos sociales intentan responder las preguntas sobre comportamiento y pensamiento sociales; cómo, en definitiva, conducen sus investigaciones. Para darte
información básica sobre este importante tema, examinaremos tres temas relacionados. En primer lugar, describiremos varios métodos de investigación en psicología social. A continuación, consideraremos el papel de la teoría en dicha
investigación. Y finalmente, haremos mención a algunos de los complejos aspectos éticos relacionados con la investigación psicosocial.
Observación sistemática: describir el mundo que nos rodea
Una técnica básica para el estudio del comportamiento social es la
observación sistemática, u observación cuidadosa del comportamiento cuando éste
ocurre. Esta observación es distinta de la observación informal que practicamos
desde nuestra infancia; en una disciplina científica como la psicología social, la
observación se acompaña más bien de mediciones cuidadosas. Por ejemplo, supón
que un psicólogo social desea saber la frecuencia de contactos físicos entre personas
en diferentes contextos. El investigador podría estudiar este tema yendo a centros
comerciales, aeropuertos, campus universitarios y demás lugares en los que podría
estudiar quién toca a quién, en qué forma y con cuánta frecuencia. Esta investigación (que sí que se ha llevado a cabo; véase Capítulo 2) podría emplear lo que se
conoce como observación naturalista, u observación del comportamiento en entornos naturales (Linden, 1992). Cabe destacar que en esta observación, el investigador
o la investigadora simplemente anotarían lo que ocurre en varios contextos; no
intentarían realizar cambios en el comportamiento de las personas que están siendo
observadas. De hecho, dicha observación requiere que el investigador tome medidas para evitar influir a las personas observadas. En consecuencia, el psicólogo intentaría pasar tan desapercibido como fuera posible, y procuraría esconderse tras
barreras como cabinas de teléfono, muros, ¡e incluso arbustos! Esto es lo que hice
hace unos veinte años en un estudio que conduje sobre los efectos de la temperatura en el comportamiento de tocar el claxon por parte de los conductores (Baron,
1976). Acordé con un asistente que condujera hasta un semáforo en rojo y que permaneciera sin avanzar cuando la luz cambiara a verde. Otro asistente, escondido
tras unos arbustos, registró los segundos transcurridos hasta que los conductores
hicieron sonar sus bocinas. Tal como esperábamos, tocaron las bocinas más rápidamente en los días calurosos que en los frescos (véase Figura 1.9).
Otra técnica frecuentemente incluida dentro de la observación sistemática es
el método de encuestas. En este caso, los investigadores inquieren a un gran número
de personas para que contesten preguntas sobre sus actitudes o comportamiento.
Las encuestas son utilizadas con diversos fines, por ejemplo, medir las actitudes
hacia temas específicos. Los psicólogos sociales utilizan este método con frecuencia
para medir actitudes relacionadas con temas sociales; por ejemplo, el sistema nacional de salud o las acciones programadas por diversas instituciones. En otras disciplinas, científicos y médicos utilizan el método de encuestas para medir las
preferencias en el voto con anterioridad a las elecciones, o para evaluar la reacción
de los consumidores ante nuevos productos.
Las encuestas ofrecen diversas ventajas. Puede recogerse información en miles
e incluso cientos de miles de personas con relativa facilidad. Además, debido a que
las encuestas se pueden crear con relativa facilidad, la opinión pública en relación
con diversos temas puede conocerse en cuanto estos temas saltan a la palestra. Sin
embargo, las encuestas deben reunir ciertos requisitos para que constituyan una
herramienta útil para la investigación. En primer lugar, las personas que participen deben ser representativas de la población sobre la que se elaborarán las conclusiones (la cuestión del muestreo). La ausencia de esta condición puede llevar a
errores graves. Por ejemplo, CNN lleva a cabo cada día una consulta sobre un tema
de actualidad; al día siguiente, presenta los resultados. Un tema reciente fue, por
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Responder cuestiones sobre comportamiento social y pensamiento social
observación sistemática:
método de investigación en el
cual el comportamiento es
observado y registrado
sistemáticamente.
método de encuestas:
método de investigación en el
cual un gran número de
personas responde preguntas
acerca de sus actitudes o
comportamiento.
19
FIGURA 1.9
Observación natural en investigación psicosocial.
En un estudio que hizo uso de la observación natural, uno de los autores (RAB) acordó
con un cómplice que éste condujera hasta un semáforo en rojo y permaneciera sin
avanzar cuando la luz cambiase a verde. Un asistente, oculto entre arbustos, registró los
segundos que pasaron hasta que el resto de conductores hizo sonar el claxon.Tal como se
esperaba, los resultados indicaron una respuesta más rápida de los conductores en los días
de más calor.
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ejemplo: «¿Piensa Vd. que pronto habrá una paz duradera en el Medio Oriente?».
Los resultados, mostrados al día siguiente, indicaron que un 92 por ciento de las
personas que habían respondido creían que esto no ocurriría. ¿Podemos confiar en
estos resultados? Probablemente no, ya que simplemente reflejan la opinión de personas que se molestaron en llamar a CNN y expresaron su opinión. Esto no garantiza que las personas constituyan una muestra representativa de la población
general. De hecho, con toda probabilidad es así.
Otro aspecto importante con respecto a las encuestas que debe tratarse con cuidado es el siguiente: la manera en que los ítems están redactados puede tener gran
influencia en los resultados obtenidos. Por ejemplo, imagina una encuesta en la que
se pregunte «¿Piensa Vd. que deben ser ejecutados los condenados por asesinatos
múltiples?». Muchas personas estarían de acuerdo; después de todo, los criminales han asesinado a varias víctimas. Pero si en vez de esto, en la encuesta se pregunta
«¿Está Vd. a favor de la pena de muerte?», estaría de acuerdo un menor porcentaje
de individuos. Es decir, la manera en que se formulan las preguntas puede afectar
en gran medida los resultados.
En resumen, el método de encuesta puede ser un enfoque útil para estudiar algunos aspectos de la conducta social, pero los resultados obtenidos solo son precisos
si se abordan cuidadosamente los temas relacionados con el muestreo y los términos
empleados en la redacción de los ítems.
Correlación: la búsqueda de relaciones
Con toda probabilidad, en varias ocasiones has notado que algunos
eventos parecieran estar relacionados con otros: cuando unos cambian, los otros
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CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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lo hacen también. Por ejemplo, puede que hayas notado que las personas que conducen coches más nuevos y costosos tienden a ser mayores que quienes llevan
coches más viejos y económicos, o que cuando suben los tipos de interés, con frecuencia cae el mercado de valores. Cuando dos eventos se relacionan de esta
manera, decimos que están correlacionados o que existe una correlación entre
ambos. El término correlación se refiere a la tendencia a que un evento cambie en
la medida en que el otro lo hace. Los psicólogos sociales se refieren a estos aspectos que cambian como variables, debido a que pueden adquirir diversos valores.
Desde el punto de vista de la ciencia, la existencia de una correlación entre dos
variables puede ser muy útil. Ello se debe a que cuando existe una correlación, es
posible predecir una variable a partir de la información de otra variable o conjunto
de ellas. La habilidad para realizar estas predicciones es una meta importante para
todas las ciencias, incluida la psicología social. El ser capaz de realizar predicciones precisas puede ser muy útil. Por ejemplo, imagina que se observa una correlación entre ciertas actitudes en parte de los individuos (una variable), y la
propensión a cometer posteriormente crímenes como la violación (otra variable).
Esta correlación podría resultar muy útil para identificar personas potencialmente
peligrosas que podrían recibir un tratamiento adecuado, diseñado para prevenir la
incursión en comportamientos dañinos. De manera similar, supón que se observa
una correlación entre ciertos patrones de comportamiento en parejas casadas (por
ejemplo, la tendencia a criticar despiadadamente al otro miembro de la pareja), y
la tendencia a divorciarse. De nuevo, esta información podría ser útil para asesorar a las personas implicadas y, si ellas así lo desean, para salvar la relación. (Véase
en el Capítulo 8 la discusión relacionada con las razones por las que con frecuencia fracasan relaciones a largo plazo.)
¿Con cuánta precisión deben realizarse las predicciones? A mayor fuerza en la
correlación entre las variables en cuestión, predicciones más precisas. Las correlaciones pueden oscilar entre –1,00 y +1,00; a mayor distancia del 0, más fuerte es
la correlación. Los números positivos indican que a medida que una variable
aumenta, la otra hace lo propio. Los números negativos indican que a medida que
una variable aumenta, la otra disminuye. Por ejemplo, existe una correlación negativa entre la edad y la cantidad de cabellos en las cabezas de los hombres; mientras
más mayores, menor cantidad de cabello.
Estos aspectos básicos conforman un importante método que los psicólogos
sociales utilizan con frecuencia: el método correlacional. Con esta aproximación,
los psicólogos sociales buscan determinar si, y hasta qué punto, están relacionadas entre sí distintas variables. Esto conlleva realizar cuidadosas observaciones de
cada variable, y hacer uso de pruebas estadísticas adecuadas para determinar si
existe correlación entre variables y en qué grado. Un ejemplo concreto te ayudará
a entender esto.
Imagina que un psicólogo social desea verificar un tópico de la «sabiduría popular»: la creencia según la cual un fuerte apretón de manos causa una primera impresión más favorable que un apretón débil. (Esta relación se sugiere en los libros de
etiqueta y ha ganado terreno en el mundo de los negocios; pero no había sido estudiada de forma científica hasta que un grupo de psicólogos sociales lo hizo hace
poco: Chaplin et al., 2000.) ¿Cómo podía investigarse esta hipótesis y corroborar
una predicción no verificada hasta ese momento? El investigador concertó parejas
de extraños para que se estrechasen las manos entre sí. Estos participantes tenían
que calificar el apretón de manos de los otros (es decir, en términos de fuerza, vigor,
duración y firmeza general) y la primera impresión que había producido su compañero (es decir, cuán agradable le parecía, lo amigable de su aspecto, etc.). Si se obtenían correlaciones positivas entre los varios aspectos del apretón de manos (su
fuerza, por ejemplo) y estas primeras impresiones, podría comprobarse la hipótesis de la influencia del apretón de manos en nuestras reacciones frente a extraños
cuando los vemos por vez primera.
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Responder cuestiones sobre comportamiento social y pensamiento social
método correlacional:
método de investigación en el
cual un científico observa
sistemáticamente dos o más
variables para determinar si los
cambios en una de ellas se
acompañan de cambios en la
otra.
hipótesis:
predicción sin verificar basada en
una teoría.
21
FIGURA 1.10
Una ilustración del hecho de que correlación no equivale a causalidad.
Cuando un evento antecede a otro, resulta tentador asumir que el primer evento ha
causado el segundo. Como puedes ver en la historieta, ¡estas suposiciones caen
en saco roto!
[FUENTE: REIMPRESO CON PERMISO ESPECIAL DE KING FEATURES SYNDICATE.]
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Supongamos que el investigador encontró dicha correlación (por ejemplo, una
correlación de +.58 entre la fuerza del apretón y lo favorable de la primera impresión).
¿Qué podría concluirse? ¿Que un firme apretón de manos conduce a (es decir, produce, causa) una primera impresión positiva? Es posible; pero esta conclusión, por
razonable que parezca, podría ser totalmente falsa. ¿Por qué? He aquí la razón: podría
darse el caso que las personas que dan un apretón de manos fuerte pueden ser más
amistosas, confiables y llevaderas que quienes dan un débil apretón. Luego puede que
estos factores —y no la fuerza del apretón de manos en sí mismo— puedan generar
primeras impresiones positivas. En otras palabras, si te encuentras a alguien amistoso y confiable, él o ella tenderán a darte un apretón de manos más fuerte que alguien
que no es ni amistoso ni confiable, y a ti podría agradarte esta persona por lo amistosa y confiable, y no por la firmeza con la que esta persona extraña te da un apretón
de manos. Este ejemplo ilustra un importante principio que debes tener muy en
cuenta: El hecho de que dos variables estén correlacionadas, incluso altamente correlacionadas, no garantiza que haya una relación causal entre ambas, esto es, que los
cambios en una produzcan cambios en la otra. De hecho, cualquier correlación puede
ser producto de la casualidad o del azar, o bien los cambios pueden estar relacionados con una tercera variable (véase Figura 1.10). Ejemplos adicionales del hecho de
que fuertes correlaciones entre variables no implican necesariamente causalidad, los
encuentras en la sección ¡Ideas para llevar contigo y utilizar!
A pesar de esta desventaja, el método correlacional de investigación es con frecuencia muy útil para los psicólogos sociales: permite obtener gran cantidad de
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En la observación sistemática, el comportamiento es cuidadosamente observado y registrado. En la observación naturalista, las observaciones se llevan a cabo en los contextos donde el comportamiento ocurre en forma natural.
En el método de encuestas, un gran número de personas responde preguntas acerca
de sus actitudes o comportamiento.
En el método correlacional de investigación, se miden dos o más variables para determinar si una y otra están relacionadas de alguna manera.
La existencia de correlaciones incluso fuertes entre variables no implica que una y otra
variable estén relacionadas causalmente.
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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información en un período de tiempo relativamente corto. Sin embargo, el hecho
de no ser concluyente con respecto a las relaciones causa-efecto constituye un serio
defecto, lo que hace a los psicólogos sociales preferir otro método que veremos a
continuación.
Método experimental: conocimiento a través
de la observación sistemática
Como hemos visto, el método de investigación correlacional es muy
útil desde el punto de vista de una de las metas importantes de la ciencia: ser capaz
de realizar predicciones precisas. Sin embargo, es menos útil en lo que respecta a
alcanzar otra de las metas: la explicación. Ésta es usualmente conocida como la
cuestión del «¿Por qué?», dado que los científicos no sólo buscan describir el mundo
y las relaciones entre las variables que en él se encuentran; desean además explicar estas relaciones. Por ejemplo, si continuamos con la investigación del apretón
de manos: de existir una relación entre la firmeza del apretón de manos y las primeras impresiones, los psicólogos sociales desearían saber el porqué de esto. ¿Un
apretón de manos firme sugiere que las personas que lo dan son más amigables o
están más pendientes de quien recibe este gesto? ¿Es posible que un apretón de
manos firme incremente la activación entre las personas que lo reciben, lo que hace
que presten más atención a quien realiza el gesto?
Con el objeto de alcanzar la meta de la explicación, los psicólogos sociales
emplean un método de investigación conocido como experimentación o método
experimental. Tal como sugiere el título de esta sección, la experimentación implica
la siguiente estrategia: una variable es alterada sistemáticamente, y se miden cuidadosamente los efectos de dichos cambios en otra/s variables. Si los cambios sistemáticos en una variable producen cambios en otra variable (y en tanto se den dos
condiciones adicionales que describimos más adelante), es posible concluir con una
certeza razonable de que existe de hecho una relación causal entre ambas variables:
los cambios en una variable causan en efecto cambios en la otra. Debido a su gran
valor para responder este tipo de cuestiones, el método experimental suele elegirse
frecuentemente en psicología social. Pero por favor, ten presente que no es simplemente el «mejor» método de investigación. Más bien los psicólogos sociales, y
tal como ocurre con otros científicos, eligen el método que consideran más apropiado para estudiar un tema en particular.
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EXPERIMENTACIÓN: SU NATURALEZA BÁSICA. En su forma más elemental, el método
experimental implica dos etapas clave: (1) La presencia o fuerza de alguna variable
cuya alteración sistemática se cree que afecta a algún aspecto del comportamiento
o pensamiento sociales; y (2) la medición cuidadosa de los efectos de dichas alteraciones (si estuvieran presentes). El factor variado sistemáticamente por el investigador es la variable independiente, en tanto que el aspecto estudiado del
comportamiento es la variable dependiente. Así pues, en un experimento simple
distintos grupos de participantes están expuestos a diferentes niveles de la variable independiente (como bajo, moderado y alto). Entonces, el investigador mide el
comportamiento de los participantes para determinar si éste varía con los cambios
de la variable independiente. Si lo hace (y otras dos condiciones —vide infra— se
cumplen), el investigador puede concluir provisionalmente que la variable independiente produce, de hecho, cambios en el aspecto del comportamiento que está
siendo estudiado.
Para ilustrar la naturaleza básica de la experimentación en psicología social, volvamos al ejemplo del apretón de manos. ¿Cómo podría un psicólogo social estudiar
este tema a través de la experimentación? Una posibilidad es la que sigue. El investigador acordaría con unos participantes venir al laboratorio u otro contexto en el
Responder cuestiones sobre comportamiento social y pensamiento social
experimentación (método
experimental):
método de investigación en el
cual uno o más factores (las
variables independientes) son
sistemáticamente variados para
determinar si tales cambios
afectan a otros factores (uno o
varios: las variables
dependientes).
variable independiente:
variable que se cambia (es decir,
varía) sistemáticamente en un
experimento.
variable dependiente:
variable que se mide en un
experimento.
23
A mayor firmeza en el apretón
de manos del asistente, más
favorable resulta la primera
impresión de los participantes
sobre el asistente
8
Puntuación (primera impresión) del asistente
8
7
6
5
5
4
3
2
1
2
Débil
Moderada
Fuerte
Firmeza del apretón de manos
FIGURA 1.11
Un ejemplo de experimentación.
En el estudio ilustrado aquí, los participantes se encuentran
con un asistente que les estrecha la mano. El apretón de
manos podía ser débil, moderado o fuerte. Los resultados
indican que cuando el apretón de manos es más fuerte, es
más favorable la primera impresión que causa el asistente en
el participante.
■
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cual se encontrarían con asistentes que estrecharían sus manos (los participantes
no sabrían que las personas que conocen son asistentes del experimentador). Con
anterioridad, los participantes serían entrenados para estrechar las manos en forma
débil, moderada o firme; dependiendo de la condición experimental, podría suministrarse el apretón de manos requerido para cada participante. A continuación, asistente y participantes posiblemente llevarían a cabo alguna tarea, o mantendrían
alguna conversación (comportamientos de los asistentes que deberían mantenerse
constantes en todas las situaciones). Finalmente, los participantes valorarían su primera impresión de los asistentes.
Si los resultados fuesen similares a los de la Figura 1.11, el investigador podría
concluir, al menos provisionalmente, que un firme apretón de manos produce una
impresión más positiva que los apretones más débiles. Es importante notar que en
la experimentación dicho conocimiento se obtiene a través de una intervención
directa; la firmeza del apretón de manos —variable independiente— es variada sistemáticamente por el investigador. En cambio, en el método correlacional las variables no son alteradas de esta manera; antes bien, los cambios que ocurren en ellas
simplemente son observados y registrados.
24
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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EXPERIMENTACIÓN: DOS REQUISITOS PARA SU ÉXITO. Antes nos hemos referido a dos
condiciones que deben darse antes de que un investigador pueda concluir que los
cambios en una variable independiente han causado los cambios en la variable
dependiente. Consideremos ambas condiciones. La primera se denomina asignación al azar de los participantes a las condiciones experimentales. Este requisito
implica que todos los participantes de un experimento deben tener la misma oportunidad de ser expuestos a cualesquiera niveles de la variable independiente. La
razón para esta regla es muy simple: si los participantes no están asignados al azar
a cada condición, a la postre es imposible determinar si las diferencias en su comportamiento provienen de sí mismos, de la variable independiente, o de ambos. Por
ejemplo, imagina que en el estudio que describimos, uno de los asistentes decide
recoger la información correspondiente al apretón de manos débil un día, y los datos
del apretón firme al día siguiente. Justo sucede que los participantes del primer día
son estudiantes de una escuela de música, y los del segundo día pertenecen a un
club de levantamiento de pesas (en ambos casos los dos grupos son voluntarios).
Los resultados indican que los participantes en la condición de apretón de manos
firme dan puntuaciones más bajas al asistente que los participantes en la condición de apretón de manos débil. ¿Por qué? Una posibilidad es que la hipótesis del
experimentador sea incorrecta: las personas no se forman primeras impresionas más
positivas de extraños que estrechan la mano con firmeza. Pero también puede ocurrir que los hallazgos reflejen diferencias en ambos grupos de participantes: los
levantadores de pesas son tan fuertes, que incluso ven «tonto» el apretón de manos;
en cambio, los músicos agradecen apretones de manos más débiles, ya que los gestos suaves no magullarán sus delicados dedos. De hecho, no podemos decir por qué
han ocurrido los resultados, dado que ha sido violado el principio de asignación por
azar de los participantes a cada condición experimental.
La segunda condición esencial para una experimentación exitosa es la que sigue:
en la medida de lo posible, deben mantenerse constantes todos los factores que,
aparte de la variable independiente, podrían influir en el comportamiento de los
participantes. Para entender a qué se debe esto, considera qué pasaría si en el estudio del apretón de manos, un asistente actuase de manera más amigable en el
momento de dar el apretón de manos fuerte, que no durante apretón de manos débil.
Los hallazgos indican que el apretón de manos fuerte produce una impresión más
favorable en el participante. ¿A qué se debe este resultado? ¿A la firmeza del apretón de manos (la variable independiente), el ser más amigable en esta condición,
o a ambos? Una vez más, no podemos decirlo, y debido a esto se reduce considerablemente el valor del experimento como fuente de nueva información del comportamiento humano. En una situación como esta, se dice que la variable
independiente ha sido confundida por otra variable (que no ha estado sometida a
una investigación sistemática en el estudio). Cuando dicha confusión ocurre, los
hallazgos de un experimento en buena parte quedan sin efecto (véase Figura 1.12).
Puedes estar pensando, ¿pero por qué un psicólogo ocasionaría tal confusión en
un proyecto de investigación? ¿Por qué permitiría el investigador al asistente ser
más amigable en la condición de apretón firme que en la de apretón débil? La respuesta es que ciertamente el investigador no tendría este cometido. Pero supón que
el asistente conoce la hipótesis bajo estudio (que un apretón de manos firme produce mejores impresiones). Esta información podría hacer que el asistente se comportase en forma distinta en cada condición, bien sea en forma consciente (él o ella
desean que los resultados del estudio sean los correctos) o inconsciente (él o ella
cambian su comportamiento sin tan siquiera darse cuenta). Para evitar este efecto
del experimentador —efectos no intencionados del experimentador producidos en
el comportamiento de los participantes—, los psicólogos sociales utilizan con frecuencia el procedimiento de doble ciego, según el cual quienes están en contacto
con los participantes, no conocen la hipótesis bajo estudio. Debido a esto, se reduce
una posible influencia sutil en los resultados.
asignación al azar de los
participantes a las
condiciones experimentales:
requisito básico para conducir
experimentos válidos. De
acuerdo con este principio, los
participantes de la investigación
deben tener la misma
oportunidad de ser expuestos a
cualesquiera niveles de la
variable independiente.
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Responder cuestiones sobre comportamiento social y pensamiento social
efecto del experimentador:
efectos no intencionados del
experimentador producidos en
el comportamiento de los
participantes
25
Nivel de la
variable
independiente
Nivel
de la variable
confusa
Resultado
Apretón
débil
Asistente
menos
amigable
Las puntuaciones del
asistente (primera
impresión) son bajas
Respuesta:
Es imposible
de determinar
Apretón
firme
Pregunta:
¿Cuál es la causa
de esta diferencia?
Asistente
más
amigable
Las puntuaciones del
asistente (primera
impresión) son altas
FIGURA1.12
Confusión de variables: un error fatal en la experimentación.
En un supuesto experimento diseñado para investigar los efectos del apretón
de manos en las primeras impresiones, la firmeza en el apretón (variable
independiente) se confunde con otra variable (cuán amigable se muestra el
asistente). El asistente se comporta de manera más amigable con los
participantes cuando da un fuerte apretón de manos que cuando éste es
débil. Como resultado de esta confusión, es imposible decir si cualquier
diferencia en el comportamiento de los participantes en ambas condiciones
se debe a la variable independiente, a la variable que introduce la confusión,
o a ambas.
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validez externa:
medida en que los hallazgos de
un experimento pueden
generalizarse a situaciones
sociales de la vida real y a
personas posiblemente muy
distintas de quienes han
participado en la investigación.
26
En suma, por diversas razones, la experimentación es la joya de la corona entre
los métodos de investigación en psicología. Ciertamente no es perfecto; por ejemplo, dado que por lo general los experimentos se realizan en el contexto de un laboratorio (muy distinto de los ámbitos en los que ocurre naturalmente el
comportamiento social), surge a menudo la cuestión de la validez externa: ¿Hasta
qué punto los resultados de un experimento pueden generalizarse a situaciones
sociales de la vida real, y a personas posiblemente muy distintas de quienes han participado en la investigación? Cuando la investigación se utiliza hábil y cuidadosamente, sí que puede ofrecer resultados que nos ayuden a responder cuestiones
complejas acerca del comportamiento y pensamiento sociales. Si esto es así, ¿por
qué los psicólogos sociales no utilizan este método todo el tiempo? (Y en cambio,
a veces hacen uso del método correlacional.) La respuesta es ésta: en algunas situaciones, la experimentación simplemente no puede ser utilizada por razones prácticas o éticas. Por ejemplo, imagina que un psicólogo social formula la siguiente
hipótesis: cuanto más sincero parezca un político en sus discursos, es más probable que gane las elecciones. ¿Podría el psicólogo convencer a dos grupos de políticos
para que variaran sus discursos en este sentido, de manera tal que un grupo causase una buena impresión y los otros pareciesen charlatanes? ¡Casi seguro que no!
En consecuencia, si bien en principio esta investigación podría llevarse a cabo, existen barreras prácticas que impiden su puesta en marcha.
En otros casos, imperativos éticos advierten a un investigador sobre las implicaciones de llevar a cabo un estudio que en principio sería plausible. En otras palabras, el estudio se podría realizar, pero hacerlo violaría estándares éticos aceptados
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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por los científicos o la sociedad en general. Por ejemplo, supón que un investigador tiene buenas razones para creer que la exposición a ciertos programas de televisión insta a los adolescentes a incurrir en prácticas sexuales sin la adecuada
protección. Desde el punto de vista ético, ¿podría el investigador dirigir un experimento en este tema, exponiendo o no a grupos de adolescentes a cierta cantidad
de estos programas, y comparar las cifras de relaciones sexuales sin protección? En
principio, la investigación es posible, pero ningún psicólogo con ética lo permitiría, debido a que los participantes podrían resultar perjudicados de maneras diversas y muy serias.
Es en parte por estos, y por otros problemas relacionados, que los psicólogos
sociales a menudo se centran en la observación sistemática y en el método correlacional en su investigación. Así, repetimos. Todos los métodos de investigación
ofrecen un conjunto mezclado de ventajas y desventajas, y los psicólogos sociales
simplemente eligen el método que les parece mejor para estudiar un tema o una
cuestión particular.
P U N TO S C L AV E
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La experimentación implica la alteración sistemática de una o más variables (independientes), con el propósito de determinar si los cambios en estas variables afectan
algún aspecto del comportamiento (variable dependiente).
La utilización exitosa del método experimental requiere la asignación al azar de los participantes a las condiciones experimentales y la constancia en otros factores que pudieran influir en el comportamiento, para evitar la confusión en las variables.
El efecto del experimentador ocurre cuando los investigadores influyen en el comportamiento de los participantes de manera no intencionada. Este efecto puede reducirse
o eliminarse mediante procedimientos de doble ciego.
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A pesar de ser una poderosa herramienta para la investigación, el método experimental
no es perfecto, ya que está afectado por cuestiones de validez externa. Además, en diversas situaciones no puede ser utilizado debido a imperativos prácticos o éticos.
Interpretar resultados de la investigación:
el uso de estadísticos y los psicólogos sociales
como escépticos perennes
Una vez que el proyecto de investigación ha sido completado, los
psicólogos sociales deben orientar su atención hacia una tarea crucial: interpretar los resultados. La cuestión clave es: ¿Cuánta confianza podemos depositar en
los hallazgos? ¿Se trata de correlaciones entre variables, de diferencias observadas
entre condiciones experimentales que resultan reales y en las que podemos confiar por su precisión? En general, para responder esta pregunta, los psicólogos sociales utilizan estadísticos inferenciales, una forma especial de cálculos matemáticos
que permite evaluar si el patrón de resultados tiende a deberse a la casualidad. Para
determinar si los hallazgos de un estudio son en efecto verdaderos —y no producto
del azar—, los psicólogos ponen en marcha análisis estadísticos apropiados con los
datos recogidos. Si los análisis sugieren que la probabilidad de que los resultados
observados se deban al azar es baja —usualmente, en menos de 5 de 100 ocasiones—, los resultados son descritos como significativos. Sólo entonces los resultados
se interpretan como valiosos para ayudarnos a entender algún aspecto del comportamiento social o el pensamiento social. Todos los hallazgos que se reportan
Responder cuestiones sobre comportamiento social y pensamiento social
estadísticos inferenciales:
forma especial de cálculos
matemáticos que permite
evaluar si el patrón de
resultados tiende a deberse a la
casualidad.
27
en este libro han pasado dicho examen, así que puedes confiar en que se refieren
a resultados verdaderos (significativos).
No obstante lo anterior, es importante darnos cuenta que la probabilidad de que
un tipo de resultados se deba al azar nunca es cero. Puede ser muy baja —1 vez en
10.000, por ejemplo— pero nunca puede ser cero. Por esta razón, un resultado específico siempre es por naturaleza tentativo hasta que es replicado, esto es, reportado
por diferentes investigadores en diversos laboratorios. Una vez que los resultados
han pasado este examen adicional, adquieren la confianza de los psicólogos sociales. Sin embargo, aquí aparece un serio problema: muy rara vez los resultados de
la investigación psicosocial producen resultados consistentes. Un hecho común es
que algunos estudios respalden una determinada hipótesis, en tanto que otros no
la confirmen. Por ejemplo, parte de la investigación sobre los efectos del calor en
la agresión sugiere que esta relación tiene ciertos límites: cuando hace un calor
extremo, las personas llegan a estar tan exhaustas o cansadas que no pueden involucrarse en peleas, de ahí que el comportamiento agresivo reduzca su frecuencia
de aparición (por ejemplo, Cohn y Rotton, 1997; Rotton y Cohn, 2000). En contraposición a esto, otra investigación sugiere que la agresión se incrementa cuando
hace más calor, incluso con niveles extremos de temperatura (por ejemplo, Anderson et al., 1997). ¿Por qué aparecen estas discrepancias? En parte debido a que distintos investigadores pueden utilizar métodos diferentes. Por ejemplo, en la
investigación sobre calor y agresión, diversos investigadores pueden utilizar distintas medidas de la agresión (por ejemplo, asesinatos frente a delitos sin consecuencias mortales), o pueden llevar a cabo sus trabajos en regiones con diferentes
condiciones climáticas. Lo que entienden como «calor» los residentes de una localidad, es distinto en Dallas o Bombay que en Boston o Londres. Cualesquiera sean
las causas, el contraste entre resultados de diversas investigaciones trae a colación
un tema que debe ser examinado con cuidado.
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INTERPRETAR RESULTADOS DIVERSOS: EL PAPEL DEL META ANÁLISIS. ¿Qué hacen los psicólogos sociales cuando se confrontan con resultados de diferentes estudios que contrastan entre sí? Una respuesta posible consiste en utilizar la técnica conocida como
meta análisis (por ejemplo, Bond y Smith, 1996). Este procedimiento permite combinar resultados de distintos estudios con el propósito de estimar la dirección y
magnitud de los efectos de variables independientes. Los procedimientos meta analíticos son en principio matemáticos, por lo que eliminan posibles fuentes de error
que pueden aparecer si intentamos examinar los hallazgos de diferentes investigaciones de manera informal; por ejemplo, si contamos cuántos estudios sustentan la hipótesis y cuántos no. Por lo general, el meta análisis es muy útil en la
interpretación de resultados en investigación psicosocial, por lo que en capítulos
sucesivos describiremos muchos estudios que utilizan esta herramienta.
meta análisis:
técnica estadística para combinar
datos de estudios
independientes con el propósito
de determinar si variables
específicas (o las interacciones
entre variables) tienen efectos
significativos en los diferentes
estudios.
teorías:
marcos de referencia
construidos por científicos en
cualquier disciplina para explicar
por qué ocurren de cierta
manera unos eventos o procesos
dados.
28
El papel de la teoría en psicología social
Antes de finalizar, debemos considerar otro aspecto de la investigación
en psicología social. Como mencionamos anteriormente, los psicólogos sociales buscan en sus investigaciones ir más allá de una simple descripción del mundo; además,
desean explicarlo. Por ejemplo, los psicólogos sociales no desean decir sin más que
el prejuicio racial es común en Estados Unidos; desean ser capaces de explicar por qué
algunas personas mantienen estas visiones negativas. En psicología social, y tal como
ocurre en todas las ramas de la ciencia, la explicación implica la construcción de teorías, o marcos para exponer varios eventos o procesos. Por lo general, el procedimiento
que involucra la construcción de una teoría sigue estos pasos:
1.
Sobre la base de una evidencia concreta, se propone una teoría que refleja
esta evidencia.
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2.
3.
4.
5.
Esta teoría, que consiste en conceptos básicos y proposiciones acerca de la
relación entre estos conceptos, ayuda a organizar la información existente
y hacer predicciones sobre eventos observables. Por ejemplo, la teoría puede
predecir las condiciones bajo las cuales los individuos adquieren prejuicios
raciales.
Estas predicciones, conocidas como hipótesis, son entonces evaluadas por
la investigación actual.
Si los resultados son consistentes con la teoría, aumenta la confianza en su
precisión. Si no ocurre así, la teoría se modifica y se realizan nuevas pruebas.
En última instancia, la teoría se acepta por su precisión o se rechaza por inadecuada. Incluso si es considerada precisa, la teoría permanece abierta a sucesivos refinamientos a través de la mejora de los métodos de investigación,
y la obtención de evidencias adicionales de interés para las predicciones de
la teoría.
Esto puede sonar un poco abstracto, así que hagamos uso de un ejemplo. Supongamos que un psicólogo social formula la siguiente teoría: las personas tienen prejuicios hacia determinados grupos (por ejemplo, minorías étnicas o raciales) cuando
concluyen que (1) estos grupos poseen atributos negativos, y (2) dichos grupos son
responsables de estos atributos. Esta teoría conduce de manera lógica a varias predicciones, entre otras: (1) cuanto mayores sean los atributos negativos percibidos
en un grupo, y la percepción de responsabilidad sobre estas características, el prejuicio hacia este grupo será mayor; y (2) si se perciben atributos negativos en un
grupo pero no la responsabilidad del grupo sobre estas características, no habrá prejuicio hacia el grupo, o será mínimo. Este razonamiento nos puede permitir, por
ejemplo, predecir que los estadounidenses o descendientes de europeos que perciban atributos negativos en los afroamericanos, pero consideren que éstos no tienen responsabilidad sobre estas características (por ejemplo, porque después de todo
fueron las infortunadas víctimas de la esclavitud) tendrán menos prejuicios hacia
los afroamericanos que quienes piensen que los afroamericanos sí son responsables de las características negativas percibidas. Si los hallazgos de investigación
son consistentes con éstas y otras predicciones de la teoría, aumentará la confianza
en la teoría. Si los hallazgos no son consistentes con la teoría, será modificada o
posiblemente rechazada, como señalábamos anteriormente. (Véase en el Capítulo
6 una discusión de las causas del prejuicio racial, y la investigación diseñada para
evaluar esta teoría en particular; Crandall et al., 2001).
El proceso de formulación de una teoría, su evaluación, modificación, evaluación
adicional y demás, constituye el núcleo central del método científico, y por ende es
una parte muy importante de la investigación en psicología social (véase Figura 1.13).
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Con miras a determinar si los resultados de un proyecto de investigación son verdaderos
o se deben al azar, los psicólogos sociales utilizan estadísticos inferenciales.
Los resultados se describen como significativos cuando la ocurrencia del azar en los resultados de la investigación es menor del cinco por ciento.
Con el propósito de establecer la dirección y magnitud de los efectos de variables independientes en diferentes estudios, los psicólogos sociales utilizan una técnica estadística conocida como metanálisis.
Las teorías son marcos para explicar varios eventos o procesos. Desempeñan un papel
clave en la investigación psicosocial.
Responder cuestiones sobre comportamiento social y pensamiento social
29
Se confirman
las predicciones
Teoría sobre algún
aspecto del
comportamiento
social
Aumenta
la confianza
en la teoría
Se lleva a cabo
una investigación
diseñada para
evaluar estas
predicciones
Se derivan
predicciones
de la teoría
No se confirman
las predicciones
Disminuye
la confianza
en la teoría
La teoría
es modificada
La teoría
se rechaza
FIGURA 1.13
El papel de la teoría en la investigación psicosocial.
Las teorías organizan el conocimiento existente y realizan predicciones acerca de la ocurrencia futura de
varios eventos o procesos. Una vez que se formula una teoría, las hipótesis que se derivan de ella son
examinadas con sumo cuidado. Si los resultados concuerdan con las predicciones, aumenta la confianza
en la teoría. Si los resultados no están de acuerdo con las predicciones correspondientes, la teoría
puede ser modificada, o en última instancia rechazada por falsa.
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En consecuencia, presentaremos a lo largo del libro muchas teorías relacionadas con
importantes aspectos del comportamiento social y del pensamiento social.
Dos apuntes finales: en primer lugar, las teorías nunca quedan probadas de
manera definitiva. Antes bien, permanecen abiertas a evaluaciones y a una mayor
o menor aceptación, de acuerdo con el peso de la evidencia de que se dispone. En
segundo lugar, la investigación no está comprometida a probar y verificar una teoría; se lleva a cabo para recoger información relevante para la teoría. Si un investigador lo arregla todo para «probar» su teoría favorita, esto constituye una seria
violación de los principios de escepticismo científico, objetividad y ausencia de prejuicios descritos anteriormente.
La búsqueda de conocimiento y los derechos
individuales: la búsqueda del equilibrio
apropiado
QC
on el empleo de experimentación, correlación y observación
sistemática, los psicólogos sociales no se diferencian de investigadores en otras muchas disciplinas. Sin embargo, en la inves-
30
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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tigación en psicología social, una técnica pareciera ser única de esta disciplina: el
recurso del engaño. Esta técnica alude a los esfuerzos de los investigadores por retener u ocultar a los participantes información relacionada con los propósitos del estudio. La razón para utilizar este procedimiento es sencilla: muchos psicólogos
sociales creen que si los participantes conocen los verdaderos propósitos del estudio, su comportamiento se alterará debido a este conocimiento. En consecuencia,
la investigación no suministrará información válida acerca del comportamiento
o pensamiento sociales.
Varios tipos de investigación requieren el recurso del engaño temporalmente.
Por ejemplo, imagina que en un estudio diseñado para medir los efectos del calor
en la agresión, se informe a los participantes de este propósito. ¿Reaccionarán en
forma distinta que si no hubieran tenido esta información? Es posible, por ejemplo, que evitaran al máximo ponerse irritables o agresivos en aras de demostrar al
investigador que son ellos —y no factores ambientales— los que controlan su propio comportamiento. Asimismo, también podrían usar esta información como
excusa para ser muy agresivos; después de todo, ¡es lo que el experimentador espera
y desea! En éstos como en otros casos, los psicólogos sociales se sienten obligados
a utilizar temporalmente el recurso del engaño en sus investigaciones (Suls y Rosnow, 1988). No obstante, el recurso del engaño trae consigo cuestiones éticas importantes que no deben ser ignoradas.
En primer lugar, existe una posibilidad (mínima), de que el engaño pueda ocasionar algún tipo de perjuicio en las personas expuestas a él. Pueden sentirse disgustadas por los procedimientos utilizados o por sus reacciones ante ellos. Por
ejemplo, en diversos estudios sobre la ayuda en emergencias, se expuso a los participantes a situaciones de emergencia simuladas pero de aspecto bastante realista.
Un caso (por ejemplo, en Darley y Latané, 1968) consistió en oír de pasada lo que
sonaba como una emergencia médica (alguien parecía sufrir un ataque). Muchas personas se sintieron contrariadas por las situaciones escenificadas, y otras se alteraron
por el hecho de haber reconocido que alguien necesitaba ayuda, y no haberla suministrado. Evidentemente, el que los participantes experimenten alteraciones emocionales pone de manifiesto importantes aspectos éticos en relación con cuán lejos
deben llegar los experimentadores cuando estudian temas importantes como el
mencionado aquí.
Nos urge destacar que este tipo de investigación representa un uso extremo del
engaño; por lo general, el uso del engaño adquiere formas mucho más inocuas. Por
ejemplo, un extraño (en complicidad con los investigadores) puede pedir a los participantes una ayuda puntual, ¡o incluso un apretón de manos!; o se puede informar a los participantes acerca de una opinión generalizada del resto de estudiantes
que puede no ser cierta. No obstante, incluso en estos casos existe el riesgo de un
perjuicio potencial en los participantes, lo que constituye un severo inconveniente
del recurso del engaño.
En segundo lugar, existe la posibilidad de que a los participantes les moleste sentirse «tontos» durante un estudio, y como consecuencia de ello, adquieran actitudes
negativas hacia la psicología y la investigación psicológica en general; por ejemplo,
pueden desconfiar de la información que presenten los investigadores (Kelman,
1967). El hecho de que esto ocurra —y ciertas evidencias lo indican, al menos en
cierto grado (Epley y Huff, 1998)—, puede traer consigo consecuencias preocupantes
para el futuro de la psicología social, la cual se basa en buena parte en investigación
científica.
Debido a estas posibilidades, el recurso del engaño resulta una especie de dilema
para los psicólogos sociales. Por una parte, parece esencial para la investigación. Por
otra parte, trae consigo serios problemas. ¿Cómo puede resolverse esto? Aunque
existen opiniones divididas al respecto, la mayoría de los psicólogos sociales suelen estar de acuerdo con los siguientes aspectos: en primer lugar, el recurso del
engaño nunca debe ser utilizado para persuadir a personas de que participen en un
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La búsqueda de conocimiento y los derechos individuales: la búsqueda del equilibrio apropiado
engaño (recurso del):
técnica de los investigadores que
implica ocultar a los
participantes información
relacionada con los propósitos
del estudio.
31
FIGURE 1.14
Una cuidadosa aclaración (debriefing): requisito de los
estudios que utilizan el recurso del engaño.
Tras completar un experimento, debe suministrarse a los
participantes una aclaración: información completa sobre los
propósitos del experimentador y las razones por las que ha sido
utilizado temporalmente el recurso del engaño.
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consentimiento informado:
procedimiento que consiste en
dar a los participantes la mayor
cantidad de información posible
sobre el proyecto de
investigación, antes de decidir
participar en éste.
aclaración (debriefing):
proceso que se realiza al
concluir una sesión de
investigación, y que consiste en
proporcionar a los participantes
información completa sobre la
naturaleza del estudio y sus
correspondientes hipótesis.
32
estudio; ocultar información acerca de lo que ocurrirá en un experimento o suministrar información errónea para que las personas formen parte de él es definitivamente inaceptable (Sigall, 1997). En segundo lugar, la mayoría de los psicólogos
sociales están de acuerdo en utilizar temporalmente el recurso del engaño si se
toman dos precauciones. Una de ellas es el consentimiento informado, que consiste
en dar a los participantes —antes de decidir participar— la mayor cantidad de información posible sobre los procedimientos que se seguirán a continuación. En resumen, es lo contrario de ocultar información para persuadir a las personas a que
participen. La segunda precaución considera una cuidadosa aclaración (debriefing),
que implica suministrar información detallada a los participantes sobre los objetivos del estudio tras haber colaborado con él (véase Figura 1.14). Esta información
debe contemplar una explicación sobre el recurso del engaño y la razón por la cual
era necesario su uso.
Afortunadamente, un número cada vez mayor de evidencias señala que en conjunto, el consentimiento informado y una aclaración minuciosa pueden reducir sustancialmente los peligros potenciales del recurso del engaño (Smith y Richardson,
1985). Por ejemplo, la mayoría de los participantes de investigación consideran aceptable un uso puntual del engaño, en la medida en que los beneficios superen con
creces los costos potenciales y no existan otros medios de obtener la información
que se busca (Rogers, 1980; Sharpe, Adair y Roese, 1992). Por añadidura, participantes de investigaciones que utilizan el recurso del engaño suelen manifestar actitudes tan favorables hacia la investigación psicológica como las de quienes no han
participado en estos estudios (Sharp et al., 1992). Sin embargo, tal como mencionamos anteriormente, existen indicios de que los participantes se vuelven más des-
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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confiados hacia lo que les dicen los investigadores durante el experimento; y peor
aún, esta desconfianza suele ir en aumento y pareciera durar varios meses (Epley
y Huff, 1998).
En conjunto, las evidencias existentes parecen sugerir que la mayoría de los participantes de investigaciones no reaccionan negativamente al recurso del engaño,
en la medida en que su propósito y necesidad estén claros. De hecho, suele haber
mayores molestias por lo que ocurre durante el experimento (por ejemplo, recibir
una valoración negativa de la tarea realizada) antes que por recibir información falsa
o incompleta del investigador. No obstante, estos hallazgos no indican que la seguridad o pertinencia del recurso del engaño constituyan una patente de corso (Rubin,
1985). Por el contrario, los principios básicos para los investigadores que piensen
en utilizar este recurso deben ser: (1) usar el recurso del engaño únicamente cuando
sea absolutamente indispensable, y no existan otros medios para llevar a cabo la
investigación; (2) utilizar este recurso con cautela; y (3) tomar las precauciones necesarias para proteger los derechos, seguridad y bienestar de los participantes de la
investigación.
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El recurso del engaño alude a los esfuerzos de los psicólogos sociales por retener u ocultar a los participantes información relacionada con los propósitos del estudio.
La mayoría de los psicólogos sociales creen que con frecuencia es necesario un uso puntual del recurso del engaño, en aras de obtener resultados de investigación válidos.
Sin embargo, el recurso del engaño es aceptable únicamente cuando se acompaña de
dos garantías: el consentimiento informado y una cuidadosa aclaración (debriefing).
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Utilizar este libro:
un mapa de carreteras para los lectores
QA
unque hayan pasado muchos años, ambos recordamos aún
nuestros primeros cursos de psicología social, ¡y muy especialmente nuestras batallas por tratar de entender secciones
enteras del libro de texto que utilizábamos! Como no queremos que pases por las
mismas dificultades, hemos tratado de hacer lo mejor posible para que este libro
fuera fácil de leer; para ello incluimos una serie de recursos que permiten disfrutar del texto y lo hacen más útil a tus ojos. He aquí una descripción general de las
etapas que hemos seguido para que su lectura se convierta en una experiencia informativa y agradable.
En primer lugar, cada capítulo comienza con una introducción y finaliza con un
sumario. En el propio texto las palabras claves están resaltadas en negrilla, y a ellas
suceden las definiciones correspondientes. Estas palabras clave se definen también
en un glosario que corre paralelo en los márgenes del texto, y que figura en su totalidad al final del libro. Para ayudarte a entender y recordar lo que hayas leído, a cada
sección le sigue una lista de Puntos clave con un compendio de los aspectos principales del apartado. Todas las Figuras y Tablas son simples y claras, y la mayoría
contienen leyendas y notas especialmente diseñadas para una mejor comprensión
(por ejemplo, la Figura 1.11). Finalmente, cada capítulo acaba con un sumario y revisión de Puntos clave; revisar esta sección puede ayudar a tu estudio.
En segundo lugar, en este libro subyace un tema fundamental que podemos sintetizar así: la psicología social es mucho más que una interesante colección de
Utilizar este libro: un mapa de carreteras para los lectores
33
hallazgos experimentales que podemos disfrutar momentáneamente, recordar a la
hora de examinarnos, y olvidar cuanto antes mejor. Por el contrario, creemos que
esta disciplina te brinda la posibilidad de ver de una forma novedosa el mundo social
que nos rodea, y mantener esta visión tiempo después de haber cursado la asignatura.
Para que puedas «llevar la psicología social contigo», hemos incluido varias secciones que aparecen en cada capítulo. Una de ellas comprende las ¡Ideas para llevar contigo y utilizar!: páginas que se encuentran en cada capítulo, diseñadas para
destacar conceptos importantes que puedes recordar y utilizar incluso tras haber
aprobado el curso. Nosotros pensamos que serán de provecho para tu vida en general durante los años venideros.
Aunque puede que no lo hayas notado, ésta es la décima edición de este libro,
lo que significa ¡que lo hemos estado escribiendo durante treinta años! A lo largo
de estas décadas, la psicología social ha cambiado enormemente. Para ilustrar estos
cambios, incluimos secciones especiales tituladas psicología social: treinta años
de progreso. En estas secciones consideramos la investigación relevante en el
momento en que el libro fue escrito por primera vez (hacia 1971-1972), y la contrastamos con los mismos temas o similares en la actualidad. Estas secciones te permitirán apreciar cuán interesantes, importantes e intemporales son los temas que
estudian los psicólogos sociales. Por añadidura, estas secciones ilustran el gran
avance que nuestra disciplina ha realizado en la comprensión de cada uno de dichos
temas mediante el uso del método científico.
Tal como mencionáramos en páginas precedentes, la psicología social moderna se
distingue por su creciente interés en la diversidad social y en el papel potencial de factores biológicos y genéticos en el comportamiento social humano. Estos temas se discuten en muchas partes a lo largo del texto. Para ayudarte a identificarlos, los símbolos
(perspectiva evolucionista) y
(diversidad) se insertan próximos
márgenes del libro.
a estas discusiones en los
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Para finalizar, y con miras a ayudarte a entender las relaciones entre distintas
áreas de la psicología social, hemos incluido tablas con Conexiones especiales al
acabar cada capítulo. Estas tablas ofrecen un tipo de visión global que recuerda las
relaciones entre los distintos temas discutidos en todo el libro. En definitiva, se enfatiza el hecho de que comportamiento y pensamiento sociales están estrechamente
vinculados, es decir, que no se dan aislados el uno del otro.
Todas estas particularidades del libro están diseñadas para ayudarte a que obtengas el máximo provecho de tu primer encuentro con la psicología social. Para ello
es fundamental que seas tú quien traslade la información de las páginas a tu memoria (y por ende, a tu vida). Así que por favor, utiliza el libro. Lee introducciones y
sumarios, revisa los Puntos clave, y presta especial atención a las ¡Ideas para llevar contigo y utilizar! De este modo —creemos— mejorará tu comprensión de la
psicología social (¡y además, tus calificaciones!). Concluimos este capítulo introductorio con nuestros mejores deseos de que disfrutes de una vida feliz y exitosa,
enriquecida por lo que aprendas en las páginas de este libro, y en general de tu
encuentro con la disciplina de la psicología social.
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CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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IDEAS
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
POR QUÉ CORRELACIÓN NO EQUIVALE NECESARIAMENTE A CAUSALIDAD
más agresiva que otras personas.
Ambas variables están relacionadas con
la necesidad de ciertos tipos de estimulación.
E
l hecho de que dos variables
estén correlacionadas —e
incluso fuertemnente correlacionadas— no significa necesariamente que
los cambios en una provoquen cambios en
la otra. Los cambios en ambas variables
pudieran estar relacionados con —o causados por— una tercera variable.
Observation: a mayor peso,
mayores ingresos.
Interpretaciones posibles:
1. Aumentar de peso causa un incremento de salario
Causa
Aumento
de peso
Mayores
ingresos
2. A medida que las personas se hacen
mayores, tienden a ganar peso y recibir
mayores ingresos; en realidad ambas variables están relacionadas con la edad.
Ver películas
y programas de
TV violentos
Observación: a mayor exposición
a películas y programas de
televisión violentos, mayor
tendencia a cometer actos
agresivos peligrosos.
Interpretaciones posibles:
1. La exposición a la violencia de los media
es un factor que incrementa la agraesión.
Necesidad de
ciertos tipos
de estimulación
Correlación
Comportarse en
forma agresiva
Conclusión fundamental:
aun cuando dos variables estén
fuertemente correlacionadas, ello
no significa necesariamente que
los cambios en una causen
cambios en la otra.
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Causa
Incremento
de la edad
Aumento de peso
Correlación
Causa
b
Incremento en los
ingresos
Exposición
a la violencia
de los media
Causa
Incremento
en la agresión
2. Quienes prfieren un alto nivel de estimulación tienen poco control sobre sus
impulsos; así, eligen ver demostraciones
de violencia e incluso actúan en forma
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
Psicología social: una definición
operativa
La psicología social es el campo científico
que busca entender la naturaleza y causas del comportamiento y del pensamiento individuales en situaciones
sociales.
La psicología social es científica por naturaleza debido a que adopta valores y
métodos utilizados en otras disciplinas
científicas.
Los psicólogos sociales adoptan el
método científico porque el «sentido
común» proporciona una guía poco fiable del comportamiento social, y porque
nuestro pensamiento está sujeto a la
influencia de diversas fuentes potenciales
de sesgo.
La psicología social se centra en el comportamiento de los individuos y busca
entender las causas del comportamiento
y del pensamiento sociales.
¡Ideas para llevar contigo y utilizar!
35
Entre las causas importantes del comportamiento y del pensamiento sociales
se incluyen: comportamiento y características de otras personas, procesos cognitivos, aspectos del entorno físico,
cultura y factores biológicos y genéticos.
Psicología social en el nuevo
milenio: nuevas perspectivas,
nuevos métodos
Un tema fundamental en la psicología
social moderna es la creciente influencia
de la perspectiva cognitiva. Esta perspectiva sugiere que la manera de actuar
de las personas en varias situaciones
sociales está fuertemente influida por los
pensamientos relacionados con estas
situaciones y las demás personas.
Otro aspecto importante de la psicología social es el aumento en el interés por
aplicar los conocimientos y hallazgos de
la disciplina en la solución de muchos
problemas prácticos.
En la actualidad, la psicología social
apuesta por una perspectiva multicultural.
Esta perspectiva reconoce la importancia
de los factores culturales en el comportamiento social y en el pensamiento
social, y da cuenta de hallazgos obtenidos
en una cultura que no necesariamente
pueden generalizarse a otra.
potencial de factores biológicos y genéticos en el comportamiento social y el
pensamiento social.
Responder cuestiones sobre
comportamiento social y
pensamiento social: métodos de
investigación en psicología social
En la observación sistemática, el comportamiento es cuidadosamente observado y registrado. En la observación
naturalista, las observaciones se llevan a
cabo en los contextos donde el comportamiento ocurre en forma natural.
En el método de encuestas, un gran
número de personas responde preguntas acerca de sus actitudes o comportamiento.
En el método correlacional de investigación, se miden dos o más variables para
determinar si una y otra están relacionadas de alguna manera.
La existencia de correlaciones incluso
fuertes entre variables no implica que una
y otra variable estén relacionadas causalmente.
los resultados de la investigación es
menor del cinco por ciento.
Con el propósito de establecer la dirección y magnitud de los efectos de
variables independientes en diferentes
estudios, los psicólogos sociales utilizan
una técnica estadística conocida como
metanálisis.
Las teorías son marcos para explicar
varios eventos o procesos. Desempeñan
un papel clave en la investigación psicosocial.
La búsqueda de conocimiento
y los derechos individuales:
la búsqueda del equilibrio
apropiado
El recurso del engaño alude a los esfuerzos de los psicólogos sociales por retener
u ocultar a los participantes información
relacionada con los propósitos del estudio.
La mayoría de los psicólogos sociales
creen que con frecuencia es necesario un
uso puntual del recurso del engaño, en
aras de obtener resultados de investigación válidos.
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En la psicología social moderna existe un
reconocimiento cada vez mayor del rol
b
Con miras a determinar si los resultados
de un proyecto de investigación son verdaderos o se deben al azar, los psicólogos
sociales utilizan estadísticos inferenciales.
Los resultados se describen como significativos cuando la ocurrencia del azar en
Sin embargo, el recurso del engaño es
aceptable únicamente cuando se acompaña de dos garantías: el consentimiento
informado y una cuidadosa aclaración
(debriefing).
PA L A B R A S C L AV E
aclaración (debriefing) (p. 32)
experimentador, efecto del (p. 25)
Psicología social (p. 5)
asignación al azar de los participantes a las
condiciones experimentales (p. 25)
hipótesis (p. 21)
teorías (p. 28)
metanálisis (p. 28)
validez externa (p. 26)
método correlacional (p. 21)
variable dependiente (p. 23)
método de encuestas (p. 19)
variable independiente (p. 23)
consentimiento informado (p. 32)
engaño, recurso del (p. 31)
estadísticos inferenciales (p. 27)
observación sistemática (p. 19)
experimentación (método experimental)
(p. 23
perspectiva multicultural (p. 17)
psicología evolucionista (p. 12)
36
CAPÍTULO 1 / EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
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b
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Buss, D. M. (1999). Evolutionary psychology:
The new science of the mind. Boston:
Allyn and Bacon.
tulos sobre estrategias de apareamiento
y agresión son verdaderamente fascinantes.
Si deseas aprender más de los esfuerzos
de los psicólogos por entender el posible
papel de factores genéticos y biológicos
en nuestro comportamiento social, este
libro es un excelente comienzo. Los capí-
Jackson, J. M. (1993). social psychology, past
and present. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Una visión genérica y concienzuda de las
raíces y el desarrollo de la psicología
social. El libro, organizado alrededor de
los principales temas de la investigación
psicosocial, otorga relevancia a los orígenes multidisciplinares de la psicología
social. Resulta especialmente valioso el
capítulo sobre tendencias actuales en la
disciplina.
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Para más información
37
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38
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2
PERCEPCIÓN SOCIAL:
COMPRENDER
A LOS DEMÁS
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
Comunicación no verbal:
el lenguaje de las
expresiones, miradas y
gestos
La comunicación no verbal: los
canales básicos
Reconocer el engaño: el rol de las
señales no verbales
Investigación de Asch sobre rasgos
centrales y periféricos
Formación de impresiones: una
perspectiva cognitiva
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE
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Atribución: para comprender
las causas del
comportamiento de los
otros
Teorías de la atribución: marcos
para entender cómo
intentamos darle sentido
al mundo social
Atribución: algunas fuentes básicas
de error
Aplicaciones de la teoría de la
atribución: aproximaciones e
intervenciones
Formación y manejo de
impresiones: cómo
combinamos y empleamos la
información social
del álgebra cognitivo al
procesamiento motivado
Otros aspectos de la formación de
impresiones: la naturaleza de las
primeras impresiones y nuestros
motivos para formarlas
Manejo de impresiones: el fino arte
de parecer bueno
La precisión de la percepción social:
evidencia de que es mayor de lo
que piensas
PROGRESO:
CONEXIONES:
Para integrar la psicología social
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
minimizar el impacto de los
errores de atribución
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
C
uando yo (RAB) estudiaba en la Universidad,
tenía un amigo llamado
Steve. Él era de baja estatura y regordete,
y no era, ni por error, guapo. Sin embargo,
Steve quedaba con chicas atractivas, una
detrás de otra, y en cualquier momento
que lo veías, usualmente tenía a alguna
tomada afectuosamente de su brazo. Mis
otros amigos y yo a veces nos preguntábamos, ¿qué es lo que tiene este tipo? Un
día, después de haberle hecho un gran
favor a Steve, le pedí que me contara el
secreto de su éxito con el sexo opuesto.
Su respuesta realmente me sorprendió. Lo
que él dijo fue: «¿mi secreto? Es que voy
detrás de las mujeres que yo sé que les
podría gustar». Cuando yo le pedí que me
explicara cómo lo sabía, él añadió: «por la
manera en que me miran... es un tipo de
mirada particular que me dice,‘yo podría
estar interesada’ ...».Yo no lo entendía, así
que Steve me prometió darme una lección en una fiesta a la que iríamos esa
noche. Cuando llegamos, él se detuvo en
la puerta y miró a su alrededor. Entonces
él dijo: «mira aquélla, ¿la rubia de la
esquina? Ella podría estar interesada. Y
aquella de allá, también. El resto, no perderé mi tiempo». Steve, entonces, entró en
acción. Observé cómo miraba a la primera
chica y le sonreía. Ella le devolvió la sonrisa
y él, inmediatamente se acercó a ella y
comenzó a conversar. Se fueron juntos
después de que la fiesta acabó. Aún no
estoy seguro de lo que Steve hizo exactamente, pero comencé a imaginármelo;
de alguna manera, él era mejor que nadie
«leyendo» a la gente —especialmente a
las mujeres—. Él empleó muy bien su destreza construyendo una vida amorosa que
el resto envidiábamos.
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6
percepción social: proceso a
través del cual buscamos
conocer y comprender a otras
personas.
40
C
omenzando en otros términos, Steve era bastante bueno en ciertos
aspectos que los psicólogos sociales llaman percepción social —el proceso (o, en realidad, los procesos) a través de los cuales buscamos
entender a las otras personas (véase Figura 2.1)—. Debido a que las otras personas
juegan un rol importante en nuestras vidas, nos involucramos con frecuencia en
este proceso y dedicamos un gran esfuerzo para intentar descubrir lo que caracteriza a otras personas, qué es lo que les gusta como individuos, por qué se comportan
(o no) de ciertas maneras, cómo se comportarán en el futuro o en otras situaciones.
Algunas veces estos esfuerzos tienen éxito, pero como veremos en secciones posteriores de este capítulo, esto no siempre ocurre de esta manera, y cometemos errores en nuestro esfuerzo por entender a los otros.
Durante mucho tiempo, la percepción social ha sido un tema de interés para los
psicólogos sociales. Para acercarte a lo que ha revelado la investigación, nos centraremos en cuatro aspectos. Primero examinaremos el proceso de la comunicación
no verbal —la comunicación entre individuos que implica un lenguaje no hablado
de expresiones faciales, contacto visual, movimientos corporales y posturas (por
ejemplo, Zebrowitz, 1977)—. Esta fue la faceta de la percepción social en la que mi
amigo Steve destacó: él podía reconocer el interés romántico a lo largo de la sala,
incluso sin haber cruzado una sola palabra con la mujer en cuestión.
Luego, examinaremos la atribución, el proceso complejo a través del cual intentamos entender las razones que hay detrás del comportamiento de los otros —por
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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FIGURA 2.1
Percepción social: esfuerzos por entender a los otros como
parte clave de la vida cotidiana.
Como se muestra aquí, con frecuencia intentamos comprender a los otros
pero, ¡no siempre tenemos éxito en esta tarea!
[FUENTE: DILBERT REIMPRESO CON PERMISO DEL UNITED FEATURE SYNDICATE, INC.]
■
qué ellos han actuado como lo han hecho ante una situación dada—. Tercero, examinaremos la naturaleza de la formación de impresiones —cómo nos formamos
nuestras primeras impresiones de los otros y el manejo de la impresión (o autopresentación)— el esfuerzo que realizamos para asegurarnos que estas impresiones sean favorables.
Finalmente, regresaremos a la cuestión de cuán precisa es, en realidad, la percepción social. Las investigaciones sugieren que, aunque nuestras percepciones de
los otros están sujetas a muchos errores potenciales, somos bastante precisos en
este sentido, por tanto, estamos dispuestos a finalizar con un punto optimista.
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Comunicación no verbal: el lenguaje de las
expresiones, miradas y gestos
QE
l comportamiento social con frecuencia está fuertemente
influido por factores o causas temporales. Los estados de ánimo
y emociones cambiantes, la fatiga, las enfermedades, las drogas
—todo ello puede influir la manera en la cual nosotros pensamos y nos comportamos—. Por ejemplo, la mayoría de la gente está más dispuesta a hacer favores a
otros cuando se halla en un buen estado de ánimo, que cuando se halla en uno negativo (por ejemplo, Baron, 1997a). Igualmente, es más probable que la mayoría de la
gente pierda los estribos y reparta golpes a los demás cuando se siente irritable que
cuando se siente a gusto (Berkowitz, en prensa).
Debido a que tales factores temporales ejercen efectos importantes en el comportamiento y en el pensamiento social, frecuentemente nos interesamos por ellos:
intentamos saber cómo se sienten los demás en este momento. ¿Cómo llegamos
a este proceso? Algunas veces, de manera directa —se lo preguntamos directamente
a las otras personas—. Esta estrategia, desafortunadamente falla porque a menudo
los otros no desean revelarnos sus sentimientos más íntimos. Por el contrario, pueden buscar de manera activa encubrir dicha información o incluso mentirnos acerca
de sus estados emocionales actuales (por ejemplo, DePaulo et al., 1996; Forrest y
Feldman, 2000). Por ejemplo, los negociadores ocultan con frecuencia sus reacciones
ante sus oponentes, los vendedores se muestran más simpáticos y amigables hacia
los consumidores potenciales de lo que realmente sienten.
Comunicación no verbal: el lenguaje de las expresiones, miradas y gestos
comunicación no verbal:
comunicación entre individuos
que no implica el contenido del
lenguaje hablado. Se basa, en
cambio, en el lenguaje no
hablado de las expresiones
faciales, el contacto visual y el
lenguaje corporal.
41
En situaciones como estas, con frecuencia recurrimos a otros métodos menos
directos para obtener información acerca de las reacciones de los otros: prestamos
una atención cuidadosa a las señales no verbales proporcionadas por los cambios
en las expresiones faciales, el contacto visual, la postura, los movimientos del
cuerpo y otras acciones expresivas. Como señala DePaulo (1992), tal comportamiento es relativamente incontenible —difícil de controlar— de manera que cuando
los demás tratan de ocultar sus sentimientos más íntimos sobre nosotros, a menudo
éstos suelen escaparse de diversas maneras a través de señales no verbales. La información transmitida por tales señales y nuestros esfuerzos por interpretarla son descritos con frecuencia por el término comunicación no verbal. En esta sección
examinaremos primero los canales básicos a través de los cuales ocurre la comunicación no verbal. Luego, revisaremos algunos hallazgos interesantes sobre cómo
usamos las señales no verbales para detectar el engaño —los esfuerzos realizados
por las otras personas para confundirnos acerca de sus verdaderos sentimientos o
creencias (por ejemplo, DePaulo, 1994)—.
Antes de comenzar, deberíamos hacer una puntualización más: las señales no
verbales emitidas por otras personas pueden afectar nuestros propios sentimientos
incluso si no prestamos atención consciente a estas señales o intentamos imaginarnos cómo se sienten estas personas. Por ejemplo, Neumann y Strack (2000)
encontraron que cuando los individuos oyen a otra persona leyendo o hablando,
el tono de su voz (alegre, neutral o triste) puede influir en el estado de ánimo de
los oyentes aunque ellos estén concentrados en el contenido del discurso y no en
el estado emocional del que hace la lectura. Neumann y Strack se refieren a tales
efectos como contagio emocional —el mecanismo a través del cual los sentimientos son transmitidos de una manera automática de una persona a otra—.
A continuación, trataremos el tema de los canales básicos de la comunicación no
verbal.
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La comunicación no verbal: los canales básicos
Piensa por un momento: cuando te sientes feliz ¿actúas de manera
diferente que cuando te sientes triste? Es muy probable que así sea. La gente tiende
a comportarse de manera diferente cuando experimenta diferentes estados emocionales. La pregunta es ¿cómo las diferencias en tus estados internos —tus emociones, sentimientos y estados de ánimo— inciden en tu comportamiento? Esta
pregunta se relaciona con los canales básicos a través de los cuales tiene lugar dicha
comunicación. Los hallazgos de las investigaciones indican que, de hecho, la información sobre los estados internos es expresada frecuentemente a través de cinco
canales básicos: expresiones faciales, contacto visual, movimientos corporales, postura y contacto físico.
QUITAR EL VELO: LAS EXPRESIONES FACIALES COMO INDICADORES DE LAS EMOCIONES.
Hace más de 2.000 años, el orador romano Cicerón dijo: «La cara es la imagen del
alma». A través de esta expresión quería dar a entender que las emociones y sentimientos humanos se reflejan, con frecuencia, en la cara y pueden ser leídos a través de expresiones específicas. La investigación actual sugiere que Cicerón —y
muchos otros investigadores del comportamiento humano— estaban en lo cierto:
es posible aprender mucho sobre los estados anímicos de los otros y de sus sentimientos a partir de sus expresiones faciales. De hecho, parece ser que en el rostro
humano se representan, de manera temprana y clara, seis emociones básicas diferentes: rabia, miedo, alegría, tristeza, sorpresa y disgusto (Izard, 1991; Rozin, Lowery
y Ebert, 1994). Hallazgos adicionales sugieren que otra expresión —el desprecio—
puede ser también básica (por ejemplo, Ekman y Heider, 1988, 1992). Sin embargo,
el grado de acuerdo sobre qué expresión facial representa a esta última emoción es
menor que el existente sobre las primeras emociones mencionadas.
42
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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FIGURA 2.2
Expresiones faciales: el rango es inmenso.
Aunque existe acuerdo general entre los investigadores de que sólo un pequeño número de emociones
son representadas por distintas expresiones faciales, las emociones pueden expresarse a través de muchas
combinaciones. Por tanto, en realidad, la gente muestra un enorme número de expresiones diferentes.
■
Es importante destacar que estos hallazgos, relativos a un número pequeño de expresiones faciales básicas, de ninguna manera implica que los seres humanos puedan mostrar un número pequeño de expresiones faciales. Por el contrario, las emociones
suceden de manera combinada (por ejemplo, la alegría teñida con la pena, la sorpresa
combinada con el miedo) y cada una de estas reacciones puede variar mucho en intensidad. Por tanto, aunque pueda haber un pequeño número de expresiones faciales básicas, el número de variaciones es inmenso (véase Figura 2.2).
Pasemos ahora a otra pregunta importante: ¿son universales las expresiones faciales? En otras palabras, si viajaras a un lugar remoto del mundo y visitaras a un grupo
de personas que jamás hayan visto a un extranjero, ¿podrían asemejarse sus expresiones faciales a las tuyas ante diferentes situaciones? Es decir, ¿podrían reaccionar sonriendo ante eventos que los hacen felices, cambiando cuando están expuestos
a condiciones que les hacen enfadarse, y así sucesivamente? Aún más, ¿serías capaz
de reconocer estas distintas expresiones en las personas pertenecientes a tu propia
cultura tan pronto como son mostradas? Investigaciones previas sobre este tema
parecen sugerir que las expresiones faciales son universales en ambos sentidos (por
ejemplo, Ekman y Friesen, 1975). Sin embargo, algunos hallazgos han cuestionado
esta conclusión (Russell, 1994). Los resultados de estudios recientes (por ejemplo,
Russell, 1994; Carroll y Russell, 1996) indican que mientras las expresiones faciales pueden, de hecho, revelar mucho sobre las emociones de otros, nuestros juicios
son también afectados por el contexto en el cual suceden las expresiones faciales,
así como por otras claves situacionales.
Por ejemplo, si los individuos observan una foto de un rostro mostrando lo que
podría ser normalmente juzgado como miedo, pero al mismo tiempo leen una historia sugiriendo que esta persona está, en realidad, mostrando ira, muchos describirán la cara como mostrando ira y no miedo (Carroll y Russell, 1996). Hallazgos
como éstos sugieren que, las expresiones faciales pueden no ser universales en términos de proporcionar señales acerca de las emociones de base, como fue asumido
inicialmente. Sin embargo, evidencia adicional (por ejemplo, Rosenberg y Ekman,
1995) proporciona apoyo para la idea de que cuando las claves situacionales y las
expresiones faciales no son incoherentes, las expresiones faciales de otros proporcionan una guía precisa de sus emociones subyacentes. En conjunto, parece
seguro concluir que mientras las expresiones faciales no son totalmente universales
alrededor del mundo —diferencias culturales y contextuales existen con respecto
a su preciso significado— ellas necesitan generalmente poca «traducción» comparadas con los leguajes hablados.
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Comunicación no verbal: el lenguaje de las expresiones, miradas y gestos
43
EL DAR UN VISTAZO Y EL FIJAR LA MIRADA: EL CONTACTO VISUAL COMO UNA CLAVE NO
VERBAL. ¿Alguna vez has tenido una conversación con alguien que llevara puestas
unas gafas muy oscuras o con cristales de espejo? Si te ha sucedido, sabrás que puede
ser una situación muy desagradable. No puedes saber cómo está reaccionando la
otra persona debido a que no puedes mirarle a los ojos. Teniendo en cuenta la importancia de las señales proporcionadas por los ojos de los demás, los poetas antiguos
describieron los ojos como «ventanas del alma». En gran medida, ellos estaban en
lo cierto: con frecuencia, sabemos de los sentimientos de los otros por sus ojos. Por
ejemplo, interpretamos un alto número de miradas de alguien como una señal de
agrado o de amistad (Kleinke, 1986). En contraste, si alguien evita el contacto visual
con nosotros podemos concluir que es poco amigable, no le gustamos o que, simplemente, es tímido (Zimbardo, 1977).
Mientras que un alto nivel de contacto visual con otros es usualmente interpretado como un signo de agrado o de sentimientos positivos, existe una excepción
a esta regla general. Si otra persona nos mira continuamente y mantiene dicho contacto sin importar lo que nosotros hagamos, puede decirse que ella está mirando
muy fijamente (staring). Una mirada muy fija es a menudo interpretada como un
signo de ira u hostilidad —una mirada fría— y la mayoría de la gente encuentra
molesta esta clave no verbal en particular (Ellsworth y Carlsmith, 1973). De hecho,
podemos terminar rápidamente una interacción social con alguien que nos mira
muy fijamente e, incluso, podemos abandonar el lugar (Greenbaum y Rosenfield,
1978). Esta es una de las razones por las que los expertos en la conducta de los automovilistas agresivos recomiendan que los conductores eviten el contacto visual con
gente que está desobedeciendo la leyes de tráfico y las normas viales (por ejemplo,
Bushman, 1998). Estas personas que parecen encontrarse en un estado altamente
excitable, interpretan una posible mirada fija de otro conductor como un acto agresivo y pueden reaccionar en correspondencia.
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mirada muy fija (staring): una
forma de contacto visual en el
cual una persona continúa
mirando fijamente a otra
independientemente de lo que
hace la primera.
lenguaje corporal: señales
proporcionadas por la posición,
la postura y el movimiento del
cuerpo o de alguna de sus
partes.
44
LENGUAJE CORPORAL: GESTOS, POSTURA Y MOVIMIENTOS. Realiza esta simple demostración para ti mismo:
Primero, recuerda un evento que te hiciera enojar —mientras más enojado
mejor—. Piensa en ello por un minuto.
Ahora, trata de recordar otro incidente que te hiciera sentir triste —de nuevo,
mientras más triste mejor.
Compara tu comportamiento en los dos contextos. ¿Cambiaste tu postura o
moviste tus manos, brazos o piernas cuando cambiaron tus pensamientos del primer al segundo evento? Existe una buena probabilidad de que así ocurriera porque
nuestros estados de ánimos o emociones con frecuencia se reflejan en la posición
y movimientos de nuestro cuerpo. Tales comportamientos no verbales, en conjunto,
son denominados, lenguaje corporal y, también, pueden proporcionarnos información de utilidad sobre los demás.
En primer lugar, el lenguaje corporal con frecuencia revela los estados emocionales de los otros. Un gran número de movimientos —especialmente aquéllos
en los que una parte del cuerpo hace algo a otra (tocar, rozar, rascar)— sugiere una
activación emocional. Mientras mayor sea la frecuencia de dicho comportamiento,
mayor será el nivel de excitación o nerviosismo.
Grandes patrones de movimientos, implicando el cuerpo entero, pueden resultar también informativos. Frases tales como «ella adoptó una postura amenazadora» y «él la saludó con los brazos abiertos», sugieren que diferentes orientaciones
corporales o posturas indican estados emocionales contrastantes. De hecho, la
investigación realizada por Aronoff, Woike y Hyman (1992) confirma esta posibilidad. Estos investigadores identificaron, primero, dos grupos de personajes en el
ballet clásico: unos caracteres que desempeñan un rol peligroso o amenazante (por
ejemplo, Macbeth, el Ángel de la Muerte, Lizzie Borden) y, otros, que desempeñan
un rol afectuoso, comprensivo (Julieta, Romeo). Los investigadores analizaron,
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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FIGURA 2.3
Un canal básico de comunicación no verbal.
¿Reconoces los gestos mostrados aquí? ¿Puedes decir lo que significan? En Estados Unidos así como en
otras culturas occidentales, cada uno de estos gestos tienen un significado especial. Sin embargo, pueden
no tener significado o tener significados completamente diferentes en otras culturas.
■
entonces, ejemplos de danza para estos personajes en los ballet para ver si ellos adoptaban posturas diferentes. Aronoff y sus colegas predijeron que los personajes peligrosos y amenazantes mostrarían posturas más diagonales, angulares, mientras que
los personajes amables y afectuosos mostrarían posturas más redondeadas. Los resultados confirmaron fuertemente esta hipótesis. Estos hallazgos, y otros relacionados,
indican que los grandes movimientos corporales o posturas pueden proporcionar
a veces información sobre las emociones de los otros e incluso acerca de sus rasgos aparentes.
Por último, debemos añadir que la información más específica sobre los sentimientos de los demás es frecuentemente proporcionada por sus gestos. Los gestos caen
en muchas categorías diferentes pero quizás la más importante son los signos —movimientos corporales que tienen significados especiales en una cultura dada—. ¿Reconoces los gestos mostrados en la Figura 2.3? En Estados Unidos y en muchos otros
países, estos movimientos tienen significados claros y definidos. Sin embargo, en
otras culturas, pueden no tener significado o incluso un significado diferente. Por
esta razón, cuando se viaja a culturas diferentes de la propia, ser cuidadoso al usar
los gestos resulta conveniente: ¡puedes ofender a la gente que tienes a tu alrededor
sin querer hacerlo!
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CONTACTO FÍSICO: ¿ES REALMENTE UN PLUS DAR UN FIRME APRETÓN DE MANO? Imagina que durante una breve conversación con otra persona, ella te toca brevemente.
¿Cómo reaccionarías? ¿Qué información podría transmitir este comportamiento?
La respuesta a ambas preguntas es «depende». Dependerá de muchos factores relacionados con la persona que toca (un amigo o un extraño, un miembro de tu propio género o de otro); dependerá también de la naturaleza de este contacto físico
(breve o prolongado, amable o tosco, qué parte del cuerpo es tocado) y del contexto
en el cual ocurre (una situación social o de negocios, en una consulta médica).
Dependiendo de tales factores, tocar a alguien puede sugerir afecto, interés sexual,
dominación, cuidado o incluso agresión. A pesar de tales complejidades, existe evidencia de que el contacto físico produce, con frecuencia, reacciones positivas en
los otros si el hecho es considerado apropiado (por ejemplo, Alagna, Whitcher y Fischer, 1979; Smith, Gier y Willis, 1982). Pero recuerda: para producir tales reacciones,
el contacto debe ser percibido como apropiado.
Comunicación no verbal: el lenguaje de las expresiones, miradas y gestos
45
FIGURA 2.4
Apretón de manos: ¿cuánta información transmite?
El apretón de manos es una forma común de saludo en muchas
culturas del mundo. La sabiduría popular ha sugerido que podemos
aprender mucho de la manera en que otros aprietan sus manos
¿Piensas que esto es cierto?
■
Una manera aceptable en que la gente de diferentes culturas toca a extraños es
a través del apretón de manos (véase Figura 2.4). La psicología popular e incluso los
libros sobre etiqueta (por ejemplo, Vanderbilt, 1957) sugieren que los apretones de
mano revelan mucho acerca de las otras personas —por ejemplo, su personalidad—
y que un firme apretón de manos es una buena manera de dar una buena primera
impresión a los demás. ¿Son tales observaciones ciertas? ¿Esta forma de comunicación no verbal es realmente reveladora? Investigaciones ingeniosas realizadas por
Chaplin y sus colegas (Chaplin et al., 2000) sugiere que esto es así. (Como recordarás, en el capítulo 1 mencionamos el apretón de manos para ilustrar los métodos de investigación en psicología social.)
Para estudiar el apretón de manos como una clave no verbal sobre las personalidad, Chaplin y sus colegas (2000) primero entrenaron cuatro estudiantes
avanzados de psicología para evaluar apretones de mano de acuerdo a varias dimensiones básicas (fuerza, sujeción, grado de sudoración, temperatura, vigor, duración, etc.).
Luego, ellos intercambiaron dos veces apretones de manos con estudiantes universitarios (hombres y mujeres): primero, cuando estos últimos llegaron al laboratorio acudiendo a citas preestablecidas, y de nuevo justo antes de que se fueran.
En medio de estos dos saludos, los participantes de la investigación completaron
los cuestionarios diseñados para medir varios aspectos de su personalidad (por ejemplo, extroversión, amabilidad, grado de conciencia, apertura a la experiencia, expresividad). Adicionalmente, los evaluadores recogieron sus primeras impresiones de
cada participante.
Muchos aspectos del apretón de manos (por ejemplo, duración, sujeción, fuerza,
vigor) estuvieron altamente relacionados, por tanto fueron combinados en un índice
simple. Los resultados indicaron que este índice estaba fuertemente relacionado
con varios aspectos de la personalidad de los participantes. Específicamente, mientras más alto era el índice obtenido, los participantes se caracterizaron por ser más
extrovertidos y abiertos a la experiencia y menos tímidos en sus rasgos de personalidad (véase Figura 2.5). Adicionalmente, en el caso de las mujeres (no así en el
de los hombres), mientras más alto era el índice obtenido, éstas eran más agradables.
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46
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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Mientras mayor era el índice
obtenido en el apretón de
manos, más extrovertidos
y abiertos a la experiencia
eran los participantes
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE
CHAPLIN ET AL., 2000.]
■
Correlaciones entre el índice de apretón de manos
y las medidas de personalidad
FIGURA 2.5
El apretón de manos como
una clave no verbal reveladora.
Rangos de apretón de manos (por
evaluadores entrenados) estuvieron
significativamente relacionados con
aspectos importantes de la
personalidad de los individuos
(recogidos en un cuestionario).
0,5
0,4
0,3
0,2
0,2
0,19
0,1
0
–0,1
–0,2
–0,3
–0,29
–0,24
Timidez
Neuroticismo
Apertura
Extroversión
–0,4
–0,5
Mientras mayor
era el índice,
menos neuróticos
y tímidos eran
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Las primeras impresiones también estuvieron relacionadas: mientras más alto era
el índice, más favorables fueron las impresiones de los evaluadores.
En resumen, este tipo particular de contacto físico fue, de hecho, bastante revelador sobre las personas que participaron. Como han sugerido los autores de libros
sobre etiqueta y guías de éxito, un apretón de manos firme es un valor activo, al
menos en culturas donde el apretón de manos es usado para los saludos (bienvenidas
y despedidas).
Reconocer el engaño: el rol de las señales no verbales
A veces, una pequeña imprecisión ahorra toneladas de explicación.
(Saki, 1924)
Mientras esta frase puede sonar cierta, también sucede que la gente miente a
otros por razones socialmente menos deseables —para conseguir sus propios intereses, para influir sobre otros, para encubrir sus verdaderos motivos o metas.
En pocas palabras, mentir es algo muy común en la vida social. Este triste hecho
señala una importante cuestión: ¿cómo podemos que otros están mintiendo? Parte
de la respuesta parece implicar las señales no verbales. Cuando la gente miente ocurren, con frecuencia, cambios sutiles en sus expresiones faciales, postura corporal
o movimientos y ciertos aspectos no verbales del habla (aspectos que no están relacionados con el significado de las palabras que dicen sino, por ejemplo, el tono de
su voz). Vamos a revisar éstas y otras varias facetas de nuestra habilidad para detectar el engaño.
SEÑALES NO VERBALES DEL ENGAÑO. Las microexpresiones —expresiones faciales
fugaces que duran una pocas décimas de segundo— constituyen una clave útil para
detectar cuándo otras personas mienten. Tales reacciones, aparecen rápidamente
Comunicación no verbal: el lenguaje de las expresiones, miradas y gestos
microexpresiones:
expresiones faciales fugaces que
duran sólo unas pocas décimas
de segundo.
47
en la cara, después que un evento ha provocado una emoción, y son difíciles de
esconder (Ekman, 1985). Como resultado, pueden ser muy reveladoras acerca de
los verdaderos sentimientos o emociones de otros. Por ejemplo, si le preguntas a
otra persona si le agrada algo (tú mismo, una idea que has expresado o cualquier otra
cosa), observa cuidadosamente su cara cuando responda. Si observas una expresión
(por ejemplo, fruncir el ceño), que es seguida rápidamente por otra (por ejemplo, una
sonrisa), esto puede ser una señal de que la persona te está mintiendo, es decir,
muestra una opinión o una reacción cuando, de hecho, tiene otra.
Una segunda clave no verbal que revela el engaño es conocida como discrepancias entre canales. Éstas son inconsistencias entre las señales no verbales y otros
canales diferentes. Se deben a que les resulta difícil, a las personas que están mintiendo, controlar todos los canales al mismo tiempo. Por ejemplo, ellas pueden
manejar bien sus expresiones faciales y, sin embargo, tener dificultad en mirarte
a los ojos cuando dicen su mentira.
Una tercera clave no verbal implica aspectos no verbales del habla. Cuando la
gente miente aumenta, con frecuencia, el tono de su voz, tienden a hablar de una
manera más vacilante y cometen más errores (por ejemplo, DePaulo, Stone y Lassiter, 1985; Stiff et al., 1989). Si detectas este tipo de cambios en la voz de otra persona, esto, también, puede ser una señal de que está mintiendo.
En cuarto lugar, el engaño se revela, frecuentemente, a través de ciertos aspectos del contacto visual. Las personas que están mintiendo parpadean con mayor frecuencia y muestran pupilas más dilatadas que las personas que dicen la verdad.
También pueden mostrar un inusual bajo contacto visual o —sorpresivamente—
uno muy alto, ya que ellas intentan aparentar ser honestas a través de mirar directamente a los ojos (Kleinke, 1986).
Por último, las personas que están mintiendo muestran expresiones faciales exageradas. Pueden sonreír más —o más ampliamente— que lo usual o pueden mostrar una mayor tristeza que lo que es típicamente usual en una situación dada. Un
ejemplo de primera: alguien te contesta «no» a una petición que le has hecho y luego
muestra un arrepentimiento muy exagerado. Este constituye un buen signo de que
las razones que la persona ha proporcionado para decirte «no» pueden no ser ciertas.
Al prestar una atención cuidadosa a estas señales no verbales podemos darnos
cuenta cuándo otros están mintiendo —o tratando simplemente de ocultar sus propios sentimientos—. El éxito en detectar el engaño está lejos de la certeza; algunas
personas son verdaderamente expertas mintiendo. Sin embargo, si prestas una atención cuidadosa a las señales descritas anteriormente, le harás más difícil la tarea
de darte gato por liebre.
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FACTORES COGNITIVOS EN LA DETECCIÓN DEL ENGAÑO. Nuestros comentarios hasta
este momento pueden parecer sugerir que mientras más intentemos detectar el
engaño, más exitosos seremos en esta tarea. Sin embargo, sorprendentemente, este
no es siempre el caso. Te preguntarás ¿por qué no es así?: cuando otros intentan
engañarnos, podemos prestar una atención cuidadosa bien a sus palabras, o a sus
señales no verbales —debido a que tenemos una capacidad cognitiva limitada, es
difícil intentar hacer las dos cosas al mismo tiempo—. Más aún, mientras más motivados estemos para detectar el engaño, es más probable que prestemos mucha atención a sus palabras —para oír cuidadosamente lo que ellos tienen que decir—.
Sin embargo, las señales más reveladoras del engaño son, de hecho, las no verbales. Por tanto, de manera paradójica, mientras más motivados estemos para detectar el engaño, menos efectivos seremos en esta tarea.
Forrest y Feldman (2000) proporcionan evidencia directa para apoyar esta conclusión. Estos investigadores tuvieron estudiantes universitarios que presentaron
tanto sus puntos de vista reales sobre varios temas (por ejemplo, pena de muerte,
restricciones a la inmigración), así como otros que mintieron presentando puntos
48
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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Grados de Sinceridad
10
5
Los participantes, cuya motivación para
detectar el engaño fue baja, lo hicieron
mejor que aquellos cuya motivación para
detectar el engaño fue alta
4,60
4,11
4,45
4,17
Bajo compromiso (motivación)
Alto compromiso (motivación)
1
Honesto
Deshonesto
Tipo de mensaje
FIGURA 2.6
Motivación para detectar el engaño:
evidencia de que puede volverse en tu contra.
Los individuos que estuvieron altamente motivados en detectar el engaño de otros lo
hicieron peor que aquéllos que no estaban altamente motivados. Esto puede ocurrir
porque cuando estamos altamente motivados en reconocer el engaño de otros, tendemos
a prestar una mayor atención a sus palabras, y, por tanto, dejamos pasar señales no
verbales importantes.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE FORREST Y FELDMAN, 2000.]
■
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de vista opuestos a los que ellos realmente tenían. Las presentaciones fueron grabadas y luego mostradas a otro grupo de participantes en el estudio. A estos últimos se les pidió que juzgaran si las personas mostradas en el vídeo estaban diciendo
la verdad o mintiendo. Con el fin de variar la motivación de los jueces para detectar el engaño, se les dijo a la mitad (el grupo de alto-compromiso) que más tarde se
les harían algunas preguntas sobre los mensajes del vídeo y que el éxito en las respuestas proporcionaría una buena medida de su inteligencia y sus destrezas sociales. A la otra mitad (el grupo de bajo-compromiso ) se les dijo que se les preguntaría
sobre temas no discutidos en el vídeo y se omitió el resto de la información proporcionada al primer grupo.
Forrest y Feldman (2000) predijeron que los jueces del grupo de bajo-compromiso
lo harían mucho mejor que los del grupo de alto-compromiso en la tarea de determinar si las personas que ellos vieron mentían o decían la verdad, y así ocurrió,
como se puede observar en la Figura 2.6. Los autores interpretaron estos hallazgos
como provenientes del hecho de que los participantes de la condición de alto-compromiso dirigieron la mayor parte de su atención a las palabras dichas por las personas del vídeo, mientras que los del grupo de bajo-compromiso prestaron mayor
atención a las señales no verbales.
Cualesquiera que sean los mecanismos precisos implicados, los hallazgos de este
estudio y de varios otros sugieren que, así como ocurre con otras muchas tareas,
poner un gran empeño en detectar el engaño de otros puede resultar, en ocasiones,
contraproducente y, de hecho, reducir el éxito en esta tarea.
Antes de concluir la discusión sobre el engaño, deberíamos tratar un tema final:
¿pueden ser detectadas las mentiras en diferentes culturas? En otras palabras, ¿tiene
Comunicación no verbal: el lenguaje de las expresiones, miradas y gestos
49
que pertenecer alguien a nuestra cultura para que seamos capaces de decir cuándo
está mintiendo?, ¿o podemos reconocer el engaño incluso si la persona involucrada
en tal comportamiento es de otra cultura y no sabe ni tan siquiera nuestro idioma?
La investigación de Bond y Atoum (2000) indica que podemos, de hecho, decir
cuándo la gente de culturas diferentes a la nuestra está mintiendo. Estos autores,
en su investigación, contaron con personas de culturas muy diferentes (Estados Unidos, Jordania e India), los cuales vieron vídeos de otras personas de su propia cultura y de otras diferentes, mintiendo o diciendo la verdad. Como te puedes imaginar,
los participantes fueron más acertados reconociendo las mentiras de personas pertenecientes a su propia cultura que las emitidas por personas de otra cultura. Sin
embargo, ellos fueron capaces de reconocer las mentiras con una gran probabilidad
de éxito incluso cuando éstas eran dichas por personas de una cultura diferente a
la propia. Hallazgos como éstos sugieren que, en contraste con el lenguaje hablado,
las señales del lenguaje no verbal no requieren de intérpretes.
P U N TO S C L AV E
■
■
■
⡤
La percepción social implica los procesos a través de los cuales buscamos comprender
a otras personas. Esta percepción juega un papel clave en el comportamiento y el pensamiento social.
Para entender los estados emocionales de otras personas confiamos, con frecuencia,
en la comunicación no verbal —un lenguaje no hablado de expresiones faciales, contacto
visual, movimientos corporales y posturas.
Aunque las expresiones faciales pueden no ser universales como una vez se creyó, proporcionan, con frecuencia, información útil sobre los estados emocionales de los demás.
El contacto visual, el lenguaje corporal y el contacto físico también proporcionan información de utilidad.
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■
■
Los hallazgos de las investigaciones indican que el apretón de manos proporciona indicios no verbales útiles sobre la personalidad de los otros, y puede influir sobre las primeras impresiones que nos formamos de ellos.
Si prestamos una atención cuidadosa a ciertas señales no verbales, podemos reconocer los intentos de engaño de los otros —incluso si estas personas son de una cultura
diferente a la nuestra.
Atribución: para comprender las causas
del comportamiento de los otros
QU
n conocimiento preciso de los sentimientos actuales o estados de ánimo de las otras personas puede resultar de utilidad
en muchos sentidos. No obstante, hasta donde concierne a la
percepción social, este conocimiento es con frecuencia sólo un primer paso. Además, usualmente, nosotros queremos saber más —comprender los rasgos estables
de los otros y conocer las causas que hay detrás de sus comportamientos—. Los psicólogos sociales creen que nuestro interés por tales temas proviene, en gran medida,
de nuestro deseo básico por comprender las relaciones de causa-y-efecto en el
mundo social (Pittman, 1993; Van Overwalle, 1998). En otras palabras, no queremos
simplemente conocer cómo han actuado los otros; también queremos comprender
50
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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FIGURA 2.7
Atribución: esfuerzos
por comprender las causas
que hay detrás de nuestro
comportamiento y el de
los otros.
Con frecuencia, intentamos
comprender por qué otra gente ha
actuado de cierta manera y, algunas
veces (como se muestra aquí),
volvemos este proceso hacia el
interior y nos preguntamos, «¿por
qué hice lo que hice?».
[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW
YORKER. 1999 BRUCE ERIC KAPLAN DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
D E RE CHO S R ESER VADO S.
■
«Es tan absurdo. Ahora ya no puedo recordar
por qué lo maté»
por qué ellos lo han hecho. El proceso a través del cual buscamos dicha información es conocido como atribución.
De manera formal, la atribución se refiere a nuestros esfuerzos por comprender
las causas que hay detrás del comportamiento de los otros y, en algunas ocasiones,
también las causas que hay detrás de nuestro propio comportamiento. Los psicólogos sociales han estudiado la atribución durante varias décadas y su investigación
ha producido muchos hallazgos sugerentes dentro de este importante proceso (por
ejemplo, Graham y Folkes, 1990; Heider, 1958; Read y Miller, 1998).
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Teorías de la atribución: marcos para entender
cómo intentamos darle sentido al mundo social
Dado que la atribución es compleja, se han propuesto muchas teorías para explicar este proceso. En este apartado nos centraremos en dos perspectivas clásicas que han sido particularmente influyentes.
DE LOS ACTOS A LAS DISPOSICIONES: SE USA EL COMPORTAMIENTO DE LOS OTROS
COMO UNA GUÍA DE SUS RASGOS ESTABLES. La primera de estas teorías clásicas —la
teoría de la inferencia correspondiente a Jones y Davis (1965)— se pregunta cómo
utilizamos la información sobre el comportamiento de los otros, como base para
inferir que ellos poseen determinados rasgos. En otras palabras, la teoría trata sobre
cómo decidimos, basándonos en la observación del comportamiento de las personas,
que ellas poseen unos rasgos específicos o disposiciones que permanecerán claramente estables en el tiempo.
A primera vista, esta parece ser una tarea sencilla. El comportamiento de los
otros nos proporciona una rica fuente de la cual extraer información. Por tanto, si
lo observamos cuidadosamente, deberíamos ser capaces de saber mucho sobre ellos.
Esto es cierto hasta cierto punto. Sin embargo, la tarea es complicada, dado que con
frecuencia los individuos actúan de cierta manera, no porque ello refleje sus propias preferencias o rasgos, sino porque intervienen factores externos que les dejan
Atribución: para comprender las causas del comportamiento de los otros
atribución: proceso a través
del cual buscamos identificar las
causas del comportamiento de
los otros y así obtener
conocimiento sobre sus rasgos
estables y disposiciones.
teoría de la inferencia
correspondiente: teoría que
describe cómo usamos el
comportamiento de los otros
como base para inferir sus
disposiciones estables.
51
poco margen de elección. Por ejemplo, imagina que observas a una mujer recorrer
a toda prisa un aeropuerto, empujando a la gente que se interpone en su camino.
¿Esto significa que ella es impaciente y ruda? No necesariamente, ella puede estar
respondiendo al hecho de que su avión está a punto de partir sin ella. Esta viajera
puede, de hecho, ser tímida y educada la mayor parte del tiempo; su comportamiento de ahora puede ser una excepción, no la regla. Situaciones como éstas son
bastante comunes, y en ellas, emplear el comportamiento de los otros como una
guía de sus rasgos estables o motivos puede ser muy engañoso. ¿Cómo podemos
hacer frente a estas complicaciones? De acuerdo con la teoría de Jones y Davis (1965;
Jones y McGillis, 1976), nosotros llevamos a cabo esta tarea centrando nuestra atención en ciertos tipos de acciones —aquellas que más probablemente confirmarán
la información—.
En primer lugar, tomamos en cuenta sólo los comportamientos que parecen
haber sido escogidos de manera libre, e ignoramos aquéllos que, de alguna manera,
parecen haber sido forzados en la persona en cuestión. En segundo lugar, prestamos una atención cuidadosa a las acciones que muestran lo que Jones y Davis
denominan efectos no comunes —efectos que pueden ser causados por un factor
específico pero no por otros—. (No confundir este término con poco común, el
cual simplemente significa poco frecuente.) ¿Por qué existen acciones que producen efectos informativos no comunes? Porque ellos nos permiten centrarnos
en las causas del comportamiento de los otros. Quizás un ejemplo concreto pueda
ayudar.
Imagínate que uno de tus amigos se ha comprometido para casarse. Su futura
mujer es muy guapa, tiene una gran personalidad, está profundatamente enamorada de tu amigo y es muy rica.
¿Qué puedes averiguar de ella a través de su decisión de casarse con este hombre? No mucho. Existen tantas buenas razones que no puedes escoger entre ellas.
En contraste, imagina que el novio de una amiga tuya es muy guapo pero que él la
trata con indiferencia y todo el mundo sabe que es también extremadamente aburrido, no tiene medios económicos e intenta vivir del salario de tu amiga. ¿El hecho
de que ella quiera casarse con él te dice algo sobre sus características personales?
Definitivamente sí. Probablemente, puedes concluir que ella da más importancia
al atractivo físico de un hombre que a su personalidad o riqueza. Como puedes
observar a través de este ejemplo, nosotros podemos saber mucho más a través de
las acciones que producen efectos no comunes, que de las acciones que no los producen.
Por último, Jones y Davis (1965) también sugieren que prestamos una mayor
atención a las acciones que son bajas en deseabilidad social que a las acciones que
son altas en esta dimensión. En otras palabras, sabemos más sobre los rasgos de los
otros a través de aquellas acciones que de alguna manera están fuera de lo ordinario,
que de aquellas acciones que son vistas como más agradables por la mayoría de la
gente. Por ejemplo, una vez tuve un vecino que tenía un gran perro de raza San Bernardo. Por alguna razón desconocida para mí, este perro escogió mi jardín frontal
como el lugar donde dejar su «tarjeta de visita» diaria. Se lo comenté a mi vecino
en varias oportunidades, quien, en lugar de expresar su consternación y lamentarlo,
me miró como si me estuviera diciendo «¿cómo puede molestarte esto?». Esto fue,
definitivamente, para mí un comportamiento bajo en deseabilidad social y que me
dijo bastante sobre mi vecino y su visión del mundo. Afortunadamente para mí, él
fue trasladado inesperadamente a una sucursal distante de su empresa, por tanto,
la situación tuvo un final feliz.
Resumiendo, de acuerdo con la teoría propuesta por Jones y Davis, tendemos a
concluir que el comportamiento de los otros refleja sus rasgos estables (esto es, tendemos a extraer las correspondientes inferencias acerca de ellos) cuando dicho comportamiento (1) es escogido libremente; (2) se basa en efectos distintivos, no
comunes; y (3) es bajo en deseabilidad social.
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efectos no comunes: efectos
producidos por una causa
particular que no pueden ser
producidos por ninguna otra
causa aparente.
52
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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LA TEORÍA DE LAS ATRIBUCIONES CAUSALES DE KELLEY: CÓMO RESPONDEMOS A LA PREGUNTA «¿POR QUÉ?» Considera los siguientes eventos:
Fijas una cita con alguien a la hora de la comida y él no aparece.
Le dejas varios mensajes a una amiga, pero ella no te devuelve las llamadas.
Esperas una promoción en el trabajo, pero no la recibes.
¿Qué preguntas se te vienen a la mente ante cada una de estas situaciones? Probablemente la pregunta sea «¿por qué?». Te gustaría saber ¿por qué no apareció tu
cita para almorzar?, ¿acaso lo olvidó?, ¿se lo propuso? Te gustaría saber ¿por qué
tu amiga no devolvió tus llamadas?, ¿está molesta contigo?, ¿no funciona su contestador? Y te gustaría saber ¿por qué no obtuviste la promoción?, ¿estará tu jefe
insatisfecho con tu desempeño?, ¿eres víctima de algún tipo de discriminación? En
muchas situaciones, esta es la tarea central de la atribución: queremos saber por
qué la gente ha actuado de la forma en que lo ha hecho o por qué los eventos han
tenido un giro de una manera específica. Dicho conocimiento es crucial ya que sólo
si entendemos las causas que hay detrás de las acciones de los otros, o de los eventos que ocurren, podemos darle sentido al mundo social. Obviamente, el número
específico de causas que hay detrás del comportamiento de los otros es muy grande.
Por tanto, para hacer esta tarea más manejable comenzamos, con frecuencia, con
una pregunta: el comportamiento de los otros ¿proviene de causas internas (sus propios rasgos, motivos, intenciones), de causas principalmente externas (algún aspecto
del mundo físico o social); o de una combinación de las dos? Por ejemplo, te gustaría saber si no recibiste la promoción porque no trabajaste lo suficiente en el proyecto de un artículo importante (una causa interna), o bien, porque tu jefe es injusto
y estaba prejuiciado en tu contra (una causa externa), o quizás debido a ambos factores. ¿Cómo intentamos responder a esta pregunta? Una teoría propuesta por
Kelley (Kelley, 1972; Kelley y Michela, 1980) proporciona importantes ideas en relación a este proceso.
En nuestro esfuerzo por conocer el «¿por qué?» del comportamiento de los otros,
de acuerdo con Kelley, nos centramos en información relacionada con tres fuentes principales. En primer lugar, consideramos el consenso —la medida en que otras
personas reaccionan ante algunos estímulos de la misma manera en que reacciona
la persona que estamos considerando—. Mientras mayor es la proporción de gente
que reacciona de la misma manera, mayor será el consenso. En segundo lugar, consideramos la consistencia —la medida en que un individuo responde, de la misma
manera, ante un estímulo o situación dada en diferentes ocasiones, a lo largo del
tiempo—. En tercer lugar, examinamos la distintividad —la medida en que esta persona responde de la misma manera ante diferentes estímulos o eventos—.
De acuerdo con la teoría de Kelley, tendemos a atribuir causas internas al comportamiento de los otros bajo condiciones en las que el consenso y la distintividad
son bajas pero la consistencia es alta. En contraste, tendemos a atribuir causas externas cuando el consenso, la consistencia y la distintividad son altas. Por último, tendemos a atribuir una combinación de factores internos y externos cuando el
consenso es bajo, pero la consistencia y la distintividad son altas. Quizás un ejemplo concreto puede ayudar a ilustrar el carácter verdaderamente razonable de estas
ideas.
Imagina que ves un camarero flirtear con una cliente. Puede ser divertido observar este comportamiento, pero también genera una pregunta interesante: ¿por qué
el camarero actúa de esta manera? ¿Se debe a causas internas o externas? ¿Se trata
simplemente de alguien a quien le gusta flirtear (una causa interna)? ¿O es la cliente
extremadamente atractiva (una causa externa)? De acuerdo con la teoría de Kelley,
tu decisión (como observador de esta escena) dependerá de la información relacionada con los tres factores mencionados arriba. Primero, asume que prevalecen las siguientes condiciones: (1) Observas otros camareros flirteando con esta
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Atribución: para comprender las causas del comportamiento de los otros
consenso: la medida en que
otras personas reaccionan ante
algunos estímulos de la misma
manera en que reacciona la
persona que estamos
considerando.
consistencia: la medida en que
un individuo responde, de la
misma manera, ante un estímulo
o situación dada en diferentes
ocasiones (por ejemplo, a lo
largo del tiempo).
distintividad: la medida en que
un individuo responde de la
misma manera ante diferentes
estímulos o eventos.
53
Otros muchos camareros
flirtean con la cliente
(consenso alto)
El camarero
flirtea con
la cliente
Este camarero también
flirtea con esta cliente
otras veces
(consistencia alta)
FIGURA 2.8
El comportamiento
del camarero
es atribuido
a causas
externas
(el atractivo
de la cliente)
Este camarero no flirtea
con ninguna otra cliente
(distintividad alta)
Ningún otro camarero
flirtea con la cliente
(consenso bajo)
El camarero
flirtea con
la cliente
Este camarero también
flirtea con la cliente
otras veces
(consistencia alta)
El comportamiento
del camarero
es atribuido
a causas
internas
(a este camarero
le gusta flirtear)
Teoría de las atribuciones
causales de Kelley:
un ejemplo.
Bajo las condiciones mostradas en la
parte superior de esta figura,
podríamos atribuir el
comportamiento del camarero a
causas externas —por ejemplo, esta
cliente es muy atractiva—. Sin
embargo, bajo las condiciones
mostradas en la parte de abajo,
podríamos atribuir el
comportamiento del camarero a
causas internas —por ejemplo, le
gusta flirtear—.
■
Este camarero también
flirtea con otras clientes
(distintividad baja)
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cliente (consenso alto); (2) has visto a este camarero flirtear con esta cliente en otras
ocasiones (consistencia alta); y (3) no has visto flirtear a este camarero con otras
clientes (distintividad alta). Bajo estas condiciones —consenso, consistencia y distintividad altas— podrías probablemente atribuir el comportamiento del empleado a causas externas: esta cliente es realmente atractiva y esa es la razón por la que
el camarero flirtea con ella.
En contraste, asume ahora que existen las siguientes condiciones: (1) ningún otro
camarero flirtea con la cliente (consenso bajo); (2) has visto flirtear a este camarero
con la misma cliente en otras ocasiones (consistencia alta); y (3) has visto a este
camarero flirtear, también, con muchas otras clientes (distintividad baja). En este
caso, la teoría de Kelley sugiere que podrías atribuir el comportamiento del camarero a causas internas: el camarero es simplemente una persona a la que le gusta
flirtear (véase Figura 2.8).
Los supuestos básicos de la teoría de Kelley han sido confirmados en una amplia
variedad de situaciones sociales, por tanto, parece proporcionar importantes elementos de comprensión sobre la naturaleza de las atribuciones causales. Sin
embargo, las investigaciones también sugieren la necesidad de ciertas modificaciones o extensiones en la teoría, las cuales describiremos a continuación.
OTRAS DIMENSIONES DE LA ATRIBUCIÓN CAUSAL. Mientras que muchos de nosotros
estamos muy interesados por conocer si el comportamiento de los otros se debe a
causas principalmente internas o externas, esta no es toda la historia. También nos
54
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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interesan dos preguntas adicionales: (1) ¿tienden a ser estables los factores causales
que influyen sobre el comportamiento o pueden cambiar? Y (2) ¿pueden ser controlables —puede cambiarlos el individuo o influir sobre ellos si así lo desea (Weiner, 1993, 1995)—? Estas dimensiones son independientes de las dimensiones
internas-externas que acabamos de considerar. Por ejemplo, algunas causas internas del comportamiento, tales como los rasgos de personalidad y el temperamento,
tienden a ser muy estables en el tiempo (por ejemplo, Miles y Carey, 1997). En contraste, otras causas internas pueden cambiar mucho —por ejemplo, las motivaciones, la salud y la fatiga—. De manera similar, algunas causas internas son
controlables; los individuos pueden, si así lo desean, aprender a mantener su temperamento bajo control.
Otras causas internas no pueden ser controladas, tales como las enfermedades
crónicas o las discapacidades. Yo (RAB) soy corto de vista, por tanto no importa
cuánto lo intente, no puedo ver objetos distantes claramente sin mis gafas —este
factor causal no está bajo mi control personal—.
Un gran cuerpo de evidencias indican que cuando intentamos entender las causas que hay detrás del comportamiento de los otros tomamos en cuenta estas
dimensiones —interna/externa, estable/inestable, controlable/incontrolable
(Weiner, 1985, 1995)—. Más aún, nuestro pensamiento sobre estas dimensiones
influye nuestras conclusiones en relación a aspectos importantes, tales como si
otros son personalmente responsables de sus propias acciones (por ejemplo, Graham, Weiner y Zucker, 1997).
AUMENTO Y DISMINUCIÓN: CÓMO MANEJAMOS MÚLTIPLES CAUSAS POTENCIALES. Imagínate que un día tu jefa se acerca a tu escritorio y alaba tu trabajo, diciendo que
haces un trabajo maravilloso y que está contenta de contar contigo. Lo hace delante
de varios empleados, quienes te felicitan una vez que ella se ha marchado. Te sientes increíble el resto del día. Pero entonces, después de la comida, ella te llama a
su despacho y te pregunta si quieres realizar un trabajo extra, una tarea difícil. Ahora
tú comienzas a preguntarte: ¿por qué ella alabó tu trabajo? ¿Será porque ella realmente deseaba agradecértelo?, o ¿será porque ella sabía que te pediría un trabajo adicional? Existen dos posibles causas detrás de su comportamiento, y debido a ello,
posiblemente te impliques con lo que los psicólogos sociales llaman principio de
disminución —verás la primera causa posible (su deseo genuino de darte un feedback positivo) como menos importante o probable debido a que existe, también,
otra causa posible para esta acción (por ejemplo, ella quería conseguir que aceptaras
su petición de realizar un trabajo extra)—.
Muchos estudios indican que la disminución ocurre de manera común y ejerce
un fuerte impacto sobre las atribuciones en muchas situaciones (por ejemplo, Gilbert y Malone, 1995; Morris y Larrick, 1995; Trope y Liberman, 1996). Sin embargo,
como veremos pronto, está lejos de ser universal (McClure, 1998).
Ahora imagina la misma situación con una diferencia: tu jefa, al contrario que
otras personas, tiene una política claramente conocida en contra de dar feedback
públicamente a los empleados ¿Qué podrías concluir ahora sobre su comportamiento? Probablemente que ella está realmente motivada por un deseo genuino de
decirte lo contenta que está con tu trabajo. Después de todo, ella lo ha hecho a pesar
de la presencia de otro factor que podría prevenirla de hacerlo (su propia política
en contra del feedback público). Esto ilustra lo que los psicólogos sociales llaman
principio del aumento —la tendencia a otorgar un peso o importancia adicional a
un factor que puede facilitar un comportamiento dado cuando está presente también otro factor (inhibidor) y aun así el comportamiento tiene lugar (véase Figura 2.9
para una idea general sobre el aumento y la disminución atribucional)—. En este
caso, concluyes que tu jefa está realmente satisfecha con tu trabajo ya que reconoció
públicamente tu trabajo a pesar de la presencia de un factor inhibidor fuerte (su política en contra del feedback público).
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Atribución: para comprender las causas del comportamiento de los otros
principio de disminución: la
tendencia a atribuir menos
importancia a una causa
potencial de algún
comportamiento cuando otras
causas potenciales están
presentes.
principio del aumento: la
tendencia a otorgar gran
importancia a las causas
potenciales del comportamiento
si el comportamiento tiene lugar
a pesar de la presencia de otras
causas de carácter inhibitorio.
55
Disminución
FIGURA 2.9
Aumento y disminución
en la atribución causal.
Según el principio de disminución
(diagrama superior), asignamos
menos peso o importancia a
una causa dada de algún
comportamiento cuando otras
causas potenciales están también
presentes. Según el principio del
aumento (diagrama inferior),
asignamos un mayor peso a una
causa potencial de un
comportamiento si el
comportamiento ocurre a pesar
de la presencia de otro factor
que podría tender a inhibir su
ocurrencia.
■
Sucede el
comportamiento
Se le asigna mayor peso
o gran importancia a una
sola causa potencial
Sucede el
comportamiento
Sucede la disminución
Se le asigna un peso reducido
o menor importancia
a cada causa potencial
Sólo un factor
facilitador está
presente
Sucede el
comportamiento
Se le asigna algún peso o
importancia al factor facilitador
Factores
facilitadores
e inhibidores
están presentes
Sucede el
comportamiento
Sucede el aumento
Se le asigna un mayor peso
o importancia al
factor facilitador
Una causa potencial
está presente
Causa potencial 1
Causa potencial 2
Causa potencial 3
Aumento
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¿Tienen algún efecto práctico el aumento y la disminución? Absolutamente sí.
Por ejemplo, consideremos una investigación reciente de Baron, Markman y Hirsa
(2001). Baron y sus colegas (2001) hipotetizaron que debido a que las mujeres se
encuentran con más obstáculos que los hombres para convertirse en empresarias
(por ejemplo, personas que comienzan su propio negocio), las que de hecho lo logran
se beneficiarán del aumento atribucional. Específicamente, estas mujeres serán percibidas más favorablemente que otras mujeres en otros campos (por ejemplo, mujeres gerentes) debido a que ellas se han convertido en empresarias a pesar de la
presencia de obstáculos mayores (factores inhibitorios). Estos investigadores también hipotetizaron que tales efectos podrían ser más débiles para los hombres,
debido a que ellos se encuentran con menos obstáculos para convertirse en empresarios, por lo que podrían beneficiarse menos del aumento atribucional.
Para probar estas hipótesis Baron y sus colegas (2001) les mostraron a un gran
número de personas empleadas fotografías de empresarios pidiéndoles que las ordenaran de acuerdo a un número de rasgos (por ejemplo, asertividad, capacidad de decisión, profesionalidad, etc.). La mitad de estas fotografías mostraban mujeres
empresarias y la otra mitad a hombres empresarios. Los empleados fueron divididos en dos grupos; a unos se les dijo que las personas de las fotografías eran empresarios, mientras que a los miembros del otro grupo se les dijo que eran gerentes. Los
resultados ofrecieron un claro apoyo a la hipótesis de que las mujeres se beneficiarán
más que los hombres del aumento atribucional. Como puedes observar en la
Figura 2.10, las mujeres que fueron descritas como empresarias fueron calificadas
significativamente más favorables que las que fueron descritas como gerentes. Sin
embargo, para los hombres las calificaciones no se vieron significativamente afectadas si ellos eran descritos como empresarios o gerentes. Estos hallazgos parecen
tener implicaciones prácticas —y reforzadoras— ya que las percepciones positivas
de las mujeres empresarias pueden ayudarlas a superar los obstáculos intimidantes
56
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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Las mujeres
obtuvieron calificaciones
significativamente
superiores cuando
fueron descritas como
empresarias
Los hombres no
obtuvieron calificaciones
significativamente
superiores cuando
fueron descritos como
empresarios
Evaluaciones de la capacidad
de decisión
3,6
3,5
3,46
3,41
3,4
3,4
3,3
3,2
3,15
3,1
3
Gerentes
Empresarios
Mujeres
Hombres
FIGURA 2.10
Aumento en la atribución: evidencia de que puede beneficiar
a las mujeres empresarias.
Las mujeres fueron calificadas significativamente más favorablemente por
los participantes en la investigación cuando fueron descritas como
empresarias que cuando fueron descritas como gerentes. Efectos similares
no sucedieron en el caso de los hombres. Estos hallazgos parecen
deberse al principio del aumento en la atribución: debido a que las
mujeres se enfrentan con mayores obstáculos que los hombres para
convertirse en empresarias, las que finalmente adoptan este rol son
percibidas más favorablemente —sus calificaciones son elevadas por el
aumento en la atribución—.
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[FUENTE: BASADO EN DATOS BARON, MARKMAN Y HIRSA, 2001.]
■
con los que se enfrentan, incluso después de «echarse al agua» comenzando su propio negocio (por ejemplo, Cooper, Gimeno-Gascon y Woo, 1994; Cliff, 1998).
TEORÍA DEL FOCO DE AUTORREGULACIÓN: ¿OCURRE SIEMPRE EL AUMENTO Y LA DISMINUCIÓN? Antes mencionábamos que la disminución no tiene lugar en todas las
situaciones en las cuales muchas causas potenciales del comportamiento de los
otros están presentes (véase McClure, 1998). Quizás la evidencia más interesante
sobre este tema es proporcionada por Liberman y sus colegas (Liberman et al., 2001),
quienes relacionan el principio de disminución con una perspectiva conocida como
teoría del foco de autorregulación (por ejemplo, Higgins, 1998). Esta teoría sugiere
que al regular la propia conducta para obtener las metas deseadas, los individuos
pueden adoptar una de dos perspectivas diferentes: una perspectiva es el foco de promoción, en el que se enfatiza la presencia y ausencia de resultados positivos; y la
otra perspectiva es el foco de prevención, en el cual se enfatizan los resultados negativos. La primera de ellas lleva a los individuos a preocuparse por identificar las hipótesis correctas sobre el mundo social (aciertos) y también por evitar los fallos (fracaso
en detectar una hipótesis verdadera existente), mientras que el foco de prevención
lleva a los individuos a estar preocupados, primero, en acertar al rechazar las hipótesis que son falsas (rechazos acertados) y evitar la aceptación de hipótesis que son,
Atribución: para comprender las causas del comportamiento de los otros
teoría del foco de
autorregulación: una teoría
que sugiere que al regular la
propia conducta para obtener las
metas deseadas, los individuos
adoptan una o más perspectivas
diferentes: una perspectiva
centrada en la promoción, en la
que se enfatiza la presencia y
ausencia de resultados positivos;
o una perspectiva centrada en la
prevención, en la cual se
enfatizan los resultados
negativos.
57
de hecho, falsas (falsas alarmas). Este razonamiento sugiere que cuando los individuos adoptan el foco de la promoción, son menos propensos a disminuir las causas potenciales del comportamiento de los otros que cuando adoptan un enfoque
preventivo. ¿Por qué? Porque las personas con un foco de promoción están deseosas
de generar y probar tantas hipótesis como sea posible, por tanto, ¿por qué rechazar
o disminuir un factor causal potencial sólo porque otro esté presente? En contraste,
las personas con un foco de prevención están preocupadas por la posibilidad de aceptar una hipótesis falsa, por tanto, están preparadas para eliminar (disminuir) las causas potenciales del comportamiento.
Para probar esta hipótesis, Liberman y sus colegas (2001) midieron la tendencia
de los individuos a adoptar un foco de promoción o uno de prevención. Los participantes leyeron una historia sobre un incidente en el cual un personaje llamado
Bill ayuda a una mujer a mover un gran paquete. La historia estaba escrita de manera
que resultaba ambiguo conocer las razones por las cuales Bill le ofrece su ayuda
––porque es una persona colaboradora (una causa personal), porque la mujer necesitaba obviamente de ayuda (una causa con entidad propia) o porque él la conocía
y podía ayudarla (una causa situacional)—. Los resultados indicaron que mientras
más fuerte era la tendencia a adoptar un foco de prevención, más fuerte era la tendencia a comprometerse en la disminución (por ejemplo, rechazar una de las causas potenciales del comportamiento de Bill). En contraste, mientras más fuerte era
la tendencia de los participantes a adoptar un foco de promoción, más débil era su
tendencia a involucrarse en la disminución. Estos hallazgos indican que la tendencia
a involucrarse en la disminución no es ni universal ni invariable; más aún, la disminución puede verse fortalecida —o debilitada— por otros factores cognitivos que
influyen sobre nuestra comprensión del mundo social.
MÁS ALLÁ DE LA DISTINCIÓN PERSONA-SITUACIÓN: ¿CÓMO PIENSAN EN REALIDAD LAS
PERSONAS SOBRE LAS EXPLICACIONES CAUSALES? En muchas situaciones tiene sen-
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tido dividir las causas del comportamiento en factores personales (internos, es decir,
en relación con el individuo en cuestión) y factores situacionales (externos, es decir,
en relación con el mundo exterior). Sin embargo, existen muchas situaciones en
las cuales esta distinción no parece capturar completamente la complejidad de nuestro pensamiento sobre la causalidad. Por ejemplo, cuando intentamos comprender
por qué otras personas se comportan de la manera en que lo hacen consideramos
con frecuencia sus deseos, valores o creencias —factores que un psicólogo social
(Malle, 1999) describe como razones—. Por ejemplo, ¿por qué Hillary Clinton se
lanzó como senadora en el estado de Nueva York? Posibles explicaciones incluyen:
ella deseaba el poder; quería permanecer en el gobierno; quería genuinamente servir a la gente de Nueva York, y muchas otras. Todas estas se refieren a estados internos de los cuales ella era consciente, por tanto, pueden ser descritas como razones.
Sin embargo, con frecuencia, consideramos también otros factores que pueden moldear el comportamiento de la gente, aunque las personas involucradas no sean
conscientes de dichos factores en el momento de su acción. Malle (1999) se refiere
a éstos como explicaciones sobre la historia causal de las razones. Por ejemplo, ¿Por
qué Yasser Arafat, antiguo líder del pueblo palestino, parecía con frecuencia ser inflexible y beligerante? Las posibilidades incluyen, entre otras causas: él era verdaderamente un tipo de persona confrontador; practicó este rol por tanto tiempo que
se ha vuelto parte de él, etc. Sin embargo, observa que aunque estos factores se refieren a algo sobre Arafat, él no las pensaría necesariamente mientras se comportaba
de manera beligerante (por ejemplo, probablemente él no se diría a sí mismo, «Yo
soy una persona confrontadora, por tanto, rechazaré la última oferta y demostraré
mucha ira»).
Una investigación reciente realizada por Malle y sus colegas (Malle et al.,
2000) indica que la gente piensa con frecuencia de esta manera cuando intentan comprender el comportamiento de los otros. Por tanto, aunque la distinción
58
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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persona-situación es de utilidad en muchos contextos, parece claro que no captura
todos los aspectos de nuestro pensamiento cuando intentamos responder a la pregunta «por qué».
P U N TO S C L AV E
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Para obtener información sobre los rasgos estables de los otros, sus motivos e intenciones, con frecuencia nos involucramos en la atribución —esfuerzo por comprender
por qué los otros han actuado de la manera en que lo han hecho—.
Según la Teoría de la inferencia correspondiente de Jones y Davis, intentamos inferir los
rasgos de los otros a través de la observación de ciertos aspectos de su comportamiento
—especialmente el comportamiento que es libremente escogido—, produciendo efectos no comunes y bajo en deseabilidad social.
Otra teoría, la de atribución causal de Kelley, se centra en la cuestión de si el comportamiento de los otros se debe a causas internas o externas. Para responder a esta pregunta, nos centramos en información relacionada con el consenso, la consistencia y la
distintividad.
Cuando existen dos o más causas potenciales del comportamiento de otra persona,
intentamos reducir la importancia de cada una de ellas —un efecto conocido como principio de disminución—. Cuando existen tanto una causa que facilita como otra que inhibe
un comportamiento, pero éste se produce igualmente, asignamos mayor peso a los factores facilitadores —un efecto conocido como principio del aumento—.
El aumento sucede en muchas situaciones. Por ejemplo, puede mejorar las percepciones
sobre las mujeres que se convierten en empresarias.
La disminución no sucede en todas las situaciones; es más probable cuando los individuos adoptan un enfoque preventivo que cuando adoptan uno promocional.
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Hallazgos recientes indican que la gran importancia que le daba la teoría de Kelley a la
distinción interno (persona)-externo (situación) no capta todos los aspectos de nuestro pensamiento sobre las causas del comportamiento de los otros. Más bien, consideramos con frecuencia las razones de los otros (sus motivos conscientes, deseos,
intenciones) y también otros factores.
Atribución: algunas fuentes básicas de error
Un tema básico que desarrollaremos a lo largo de este libro es que
aunque generalmente hacemos un buen trabajo en términos de pensar acerca de
nuestro mundo social, estamos lejos de hacerlo de manera perfecta. De hecho, nuestros esfuerzos por comprender a otras personas —y a nosotros mismos— están sujetos a varios tipos de error que pueden llevarnos a conclusiones falsas acerca de por
qué otros han actuado de la manera en que lo han hecho y cómo ellos se comportarán en el futuro. Demos ahora un vistazo a varios de estos errores.
EL SESGO DE CORRESPONDENCIA: SOBREVALORAR EL ROL DE LAS CAUSAS DISPOSICIONALES. Imagínate que eres testigo de la siguiente escena. Un hombre llega una
hora tarde a un encuentro. Al entrar, se le caen sus notas al suelo. Mientras intenta
recogerlas, sus gafas caen y se rompen. Luego, derrama café sobre su carpeta. ¿Cómo
podrías explicar estos eventos? Las oportunidades son buenas para que puedas llegar a conclusiones tales como: «Esta persona es desorganizada y torpe». ¿Son adecuadas tales atribuciones? Quizás; pero también es posible que el hombre llegara
Atribución: para comprender las causas del comportamiento de los otros
59
tarde por un inevitable retraso en el aeropuerto, cayeran sus notas debido a que estuvieran impresas en papel resbaladizo y derramara su café porque la taza estaba muy
caliente para sostenerla. El hecho de que fuera menos probable que consideraras
tales causas potenciales externas, ilustra lo que Jones (1979) denomina el sesgo de
correspondencia —latendencia a explicar las acciones de otros como provenientes
de (correspondientes a) sus disposiciones incluso ante la presencia de causas situacionales claras (por ejemplo, Gilbert y Malone, 1995)—. El sesgo parece ser tan general en alcance que muchos psicólogos sociales se refieren a él como el error
fundamental de atribución. En pocas palabras, tendemos a percibir a otros actuando
de la manera en que lo hacen debido al «tipo de persona» que es, más que como
resultado de muchos factores externos que pueden influir en su comportamiento.
Deberíamos añadir que mientras el error fundamental de atribución parece ocurrir
con mucha frecuencia, los hallazgos de las investigaciones (por ejemplo, Van Overwalle, 1997) indican que la tendencia a atribuir las acciones de otros a causas disposicionales (internas) parece suceder más fuertemente en situaciones en las cuales
tanto el consenso como la distintividad son bajas, como predijo la teoría de Kelley.
Los psicólogos sociales han realizado muchos estudios para encontrar por qué
sucede este sesgo (por ejemplo, Robins, Spranca y Mendelsohn, 1996), pero el tema
aún no está claro. Una posibilidad es que cuando observamos el comportamiento
de otra persona, tendemos a centrarnos en sus acciones; el contexto en el cual la
persona se comporta y, por tanto, las causas situacionales de su comportamiento
con frecuencia pasan a un segundo plano. Como resultado, las causas disposicionales (causas internas) son más fáciles de observar (éstas son más salientes) que las
causas situacionales. En otras palabras, desde nuestra perspectiva, la persona que
estamos observando es alta en saliencia perceptual y es el foco de nuestra atención,
mientras que los factores situacionales pueden también haber influido en el comportamiento de esta persona y ser menos salientes. Por tanto, nos parecen menos
importantes. Otra explicación es que notamos tales causas situacionales pero les
damos poco peso en nuestras atribuciones. Aún otra explicación indica que cuando
nos centramos en el comportamiento de otros, tendemos a comenzar asumiendo
que sus acciones reflejan sus características subyacentes. Luego, intentamos corregir nuestra percepción con cualquier efecto posible del mundo externo —la situación actual— tomándolo en cuenta. (Esto implica un tipo de atajo mental.) Sin
embargo, esta corrección es, con frecuencia, insuficiente. No le damos suficiente
peso a las posibles causas de los retrasos en el aeropuerto o a un suelo resbaladizo
cuando llegamos a nuestras conclusiones (Gilbert y Malone, 1995).
¿Es esta tendencia a enfatizar las causas disposicionales verdaderamente universal
o está influida, como muchos otros aspectos del comportamiento y del pensamiento
social, por factores culturales? Los hallazgos de las investigaciones indican que, de
hecho, la cultura juega un rol. Específicamente, el error fundamental de atribución
parece ser más común o fuerte en culturas que enfatizan la libertad individual —culturas individualistas tales como la de Estados Unidos, Canadá y Europa occidental— que en culturas colectivistas que enfatizan la membrecía grupal, la conformidad
y la interdependencia (por ejemplo, Triandis, 1990; véase Figura 2.10). Por ejemplo,
en un estudio, Morris y Pang (1994) analizaron artículos de prensa sobre dos asesinos
de masas en Estados Unidos —uno cometido por un estudiante universitario chino
y el otro por un trabajador de correos caucásico—. Los artículos fueron publicados
en inglés en el New York Times y en chino en el World Journal, un diario de idioma
chino publicado en Estados Unidos. Los resultados fueron claros: los artículos en
inglés atribuyeron las acciones de los asesinos, en mayor medida, a factores disposicionales que los artículos escritos en chino.
Los resultados confirman el hecho de que el sesgo de correspondencia es mayor
en culturas occidentales que en las asiáticas como ha sido reportado por Choi y Nisbett (1998). Estos investigadores pidieron a estudiantes en Estados Unidos y Corea
que leyeran ensayos supuestamente escritos por otra persona. Los ensayos eran
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sesgo de correspondencia
(error fundamental de
atribución): la tendencia a
explicar las acciones de otros
como provenientes de
(correspondientes a) sus
disposiciones incluso ante la
presencia de causas situacionales
claras.
error fundamental de
atribución (sesgo de
correspondencia): la tendencia
a sobrevalorar el impacto de las
señales disposicionales en el
comportamiento de los otros.
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CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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FIGURA 2.11
Diferencias culturales y el error fundamental de atribución.
Los resultados de las investigaciones indican que el error fundamental de atribución —la tendencia a
sobreatribuir las acciones de los otros a causas disposicionales (internas)— es más fuerte en sociedades
individualistas que en las colectivistas.
■
tanto a favor como en contra de la pena capital y los participantes fueron llevados
a creer que la persona que los escribió lo hizo por su libre elección, o lo hizo porque se le pidió que escribiera un ensayo favoreciendo una u otra perspectiva. Cuando
se les preguntó a los estudiantes acerca de la actitud del autor hacia la pena capital, los estadounidenses mostraron un sesgo de correspondencia mucho más fuerte:
ellos actuaron como si el ensayo reflejara las actitudes reales del autor incluso
cuando se les informó que se le había pedido al autor que escribiera este ensayo.
En contraste, los estudiantes coreanos mostraron el sesgo de manera mucho más
débil; de hecho, en una condición, cuando se hizo patente que el escritor del ensayo
había simplemente repetido los argumentos proporcionados por los investigadores, los estudiantes ¡no mostraron sesgo de correspondencia alguno! Es claro, entonces, que los factores culturales juegan un rol incluso en este aspecto básico de
atribución.
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EL EFECTO ACTOR-OBSERVADOR: «TÚ CAÍSTE; A MÍ ME EMPUJARON». Otro tipo de error
atribucional relacionado con el anterior es la tendencia a atribuir nuestro propio
comportamiento a causas situacionales (externas), pero el de los otros a causas disposicionales (internas). Por tanto, cuando vemos a otra persona tropezar y caer, tendemos a atribuir este evento a su torpeza. Sin embargo, si nosotros tropezamos, será
más probable que atribuyamos este evento a causas situacionales, tales como el
hielo en la acera. Esta tendencia en nuestras atribuciones es conocida como el efecto
actor-observador (Jones y Nisbett, 1971) y ha sido observado en muchos contextos
diferentes.
¿Por qué ocurre el efecto actor-observador? En parte porque somos bastante conscientes de los muchos factores externos que están afectando nuestras propias acciones, pero somos menos conscientes de tales factores cuando cambiamos nuestra
atención hacia las acciones de otras personas. Por tanto, tendemos a percibir nuestro propio comportamiento como originándose, en gran parte, por causas situacionales, pero el de los otros como derivando principalmente de sus rasgos o
disposiciones.
EL SESGO DE AUTOBENEFICIO (SELF-SERVING): «YO SOY BUENO; TÚ TIENES SUERTE». Imagínate que haces un trabajo para una asignatura y cuando lo recibes corregido, te
Atribución: para comprender las causas del comportamiento de los otros
efecto actor-observador: la
tendencia a atribuir nuestro
propio comportamiento
principalmente a causas
situacionales, mientras que el
comportamiento de otros se
tiende a atribuir a causas
internas.
61
encuentras escrito en la primera página el siguiente comentario: «Un trabajo sobresaliente —uno de los mejores que he visto en años— diez puntos». ¿A qué le atribuirías este éxito? Probablemente, lo explicarías en términos de causas internas —tu
alto nivel de talento, el esfuerzo que has invertido en su escritura, etc.
Ahora, en contraste, imagínate que cuando recibes el trabajo, estos son los
comentarios que están escritos en él: «Un trabajo horrible —uno de los peores que
he visto en años— cero puntos». ¿Cómo interpretarías este resultado? Las oportunidades son buenas para que estés tentado a centrarte principalmente en los factores situacionales (externos) —la dificultad de la tarea, los duros e injustos
estándares de evaluación del profesor, el hecho de que no disponías del tiempo necesario para hacer un buen trabajo, etc.
Esta tendencia a atribuir nuestros propios resultados positivos a causas internas
pero los negativos a factores externos es conocido como el sesgo de autobeneficio
y parece ser tan general en su alcance como poderoso en su efecto (Brown y Rogers,
1991; Miller y Ross, 1975).
¿Por qué sucede esta inclinación en tus atribuciones? Varias posibilidades han
sido sugeridas, pero la mayoría de éstas caen en dos categorías: explicaciones cognitivas y motivacionales. El modelo cognitivo sugiere que el sesgo de autobeneficio
parece provenir principalmente de ciertas tendencias en la manera en que procesamos la información social (véase Capítulo 3; Ross, 1977). Específicamente, este
modelo sugiere que atribuimos los resultados positivos a causas internas y los negativos a causas externas porque esperamos ser exitosos y tenemos una tendencia a
atribuir los resultados esperados a las causas internas más que a las externas. En
contraste, la explicación motivacional sugiere que el sesgo de autobeneficio proviene de nuestra necesidad de proteger y realzar nuestra autoestima o por el deseo
relacionado de vernos bien ante los otros (Greenberg, Pyszczynsik y Solomon, 1982).
Mientras ambos factores —los cognitivos y los motivacionales— pueden jugar un
rol en este tipo de error atribucional, la evidencia derivada de las investigaciones
parece ofrecer más apoyo a la perspectiva motivacional (por ejemplo, Brown y
Rogers, 1991).
Independientemente de los orígenes del sesgo de autobeneficio, este tipo de sesgo
puede ser la causa de muchas fricciones interpersonales. Este sesgo, con frecuencia, lleva a las personas que trabajan junto con otras en una tarea, a percibir que
ellas, y no sus compañeros, han realizado las mayores contribuciones. Yo veo este
efecto en mis clases cada semestre cuando los estudiantes califican su propia contribución y la que realizan sus compañeros de equipo en un proyecto que les he asignado. ¿Cuál es el resultado? Muchos estudiantes toman, para sí mismos, muchos
de los créditos cuando el trabajo ha ido bien, pero tienden a echar la culpa (y a calificar hacia abajo) a sus compañeros si el trabajo no ha ido bien.
Un dato interesante es que los resultados de varios estudios indican que la fuerza
del sesgo de autobeneficio varía en diferentes culturas (por ejemplo, Oettingen, 1995
y Seligman, 1990). En particular, este sesgo es más débil en culturas tales como las
de Asia, las cuales ponen un mayor énfasis en los resultados grupales y en la armonía
del grupo, que en las culturas occidentales. En estas últimas, se enfatizan los reconocimientos o méritos individuales, y se considera apropiado que los ganadores alardeen de sus victorias (¡aunque sea poco!) (véase Figura 2.12). Por ejemplo, Lee y
Seligman (1997) encontraron que los americanos descendientes de europeos mostraron
un mayor sesgo de autobeneficio que los descendientes de chinos. Por tanto, vemos
de nuevo que los factores culturales, con frecuencia, juegan un rol importante incluso
en los aspectos más básicos del comportamiento y del pensamiento social.
Antes de concluir esta discusión, deberíamos destacar que a pesar de todos los
errores descritos aquí, una evidencia cada vez creciente sugiere que la percepción
social puede ser bastante atinada: en muchos casos elaboramos conclusiones adecuadas sobre los rasgos y motivos de los otros a partir de la observación de su comportamiento.
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sesgo de autobeneficio: la
tendencia a atribuir resultados
positivos a causas internas (por
ejemplo, los rasgos o
características propias) y
resultados o eventos negativos a
causas externas (por ejemplo,
oportunidad, dificultad de la
tarea).
62
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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FIGURA 2.12
El sesgo de autobeneficio: más fuerte en unas culturas
que en otras.
Otro importante error atribucional, el sesgo de autobeneficio,
es más fuerte en las culturas occidentales (las cuales tienen una
orientación individualista) que en las asiáticas (las cuales tienen
una orientación colectivista).
■
Más adelante, en este capítulo, examinaremos algunas de las evidencias que
apuntan hacia esta conclusión, como parte de nuestra discusión de los procesos de
formación de impresiones. (Véase al final de este capítulo las ¡Ideas para llevar contigo y utilizar! donde te ofrecemos algunos consejos sobre cómo evitar varios errores atribucionales.)
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La atribución está sujeta a muchas fuentes potenciales de error. Una de las más importantes es el sesgo de correspondencia —la tendencia a explicar las acciones de los otros
como provenientes de las disposiciones incluso ante la presencia de causas situacionales—. Esta tendencia parece ser más fuerte en las culturas occidentales que en las asiáticas.
Otros dos errores atribucionales son el efecto actor-observador —la tendencia a atribuir
nuestro propio comportamiento a causas externas (situacionales) y el de otros a causas internas—; y el sesgo de autobeneficio —la tendencia a atribuir nuestros propios resultados positivos a causas internas y los negativos a causas externas—.
La fuerza del sesgo de autobeneficio difiere en varias culturas, siendo más fuerte en las
sociedades occidentales, como Estados Unidos, que en las culturas asiáticas, como China.
Aplicaciones de la teoría de la atribución:
aproximaciones e intervenciones
Kurt Lewin, uno de los fundadores de la psicología social moderna
(véase Capítulo 1), con frecuencia remarcaba, «No hay nada más práctico que una
buena teoría». Con esta expresión quería dar a entender que una vez obtenemos
Atribución: para comprender las causas del comportamiento de los otros
63
la comprensión científica de algún aspecto del comportamiento o del pensamiento
social, podemos potencialmente aplicar este conocimiento para el uso práctico.
En lo que se refiere a la teoría de la atribución, éste ha sido definitivamente el
caso. En la medida en que el conocimiento básico sobre la atribución se ha incrementado, también ha sucedido lo mismo con el rango de problemas prácticos a
los cuales se ha aplicado tal conocimiento (Graham y Folkes, 1990). Examinaremos aquí dos importantes aplicaciones de la teoría de la atribución de manera
puntual.
ATRIBUCIÓN Y DEPRESIÓN. La depresión es el desorden psicológico más común. De
hecho, se ha estimado que casi la mitad de todos los seres humanos experimentan
este problema en algún momento de sus vidas (por ejemplo, Blazer et al., 1994). Aunque muchos factores juegan un rol en la depresión, uno de los que ha recibido una
creciente atención es el que se puede denominar un patrón de atribuciones contraproducentes. A diferencia de la mayoría de la gente que muestra un sesgo de autobeneficio, los individuos deprimidos tienden a adoptar un patrón opuesto. Es decir,
ellos atribuyen los resultados negativos a causas internas estables tales como sus
propios rasgos o la falta de habilidad, y atribuyen los resultados positivos a causas
externas temporales tales como la buena suerte o favores especiales de otros (véase
Figura 2.13). Como resultado, tales personas perciben que tienen muy poco o ningún control sobre lo que les sucede —ellos están a merced de lo que dicta el impredecible destino—. Pocos se preguntan por qué están deprimidos y tienden a darse
por vencidos en su vida.
Afortunadamente, se han desarrollado varias formas de terapias que se centran
en cambiar tales atribuciones y parecen ser bastante efectivas (por ejemplo, Bruder et al., 1997; Robinson, Berman y Neimeyer, 1990).
Estas nuevas formas de terapia se centran en buscar que las personas deprimidas cambien sus atribuciones —darse el crédito personal por los resultados exitosos,
parar de culparse a sí mismos por los resultados negativos (especialmente de aquellos resultados que no pueden ser evitados) y mirar algunos fracasos, al final, como
el resultado de factores externos lejos de su control—. Estas nuevas formas de terapia no exploran deseos reprimidos, conflictos internos o eventos traumáticos ocurridos durante la infancia, pero parecen ser exitosos. La teoría de la atribución
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Personas no deprimidas (normales)
FIGURA 2.13
Atribución y depresión.
Mientras la mayoría de las personas
muestran una tendencia a atribuir los
eventos positivos a causas internas
estables y los eventos negativos a las
causas externas temporales, las
personas deprimidas muestran
precisamente el patrón contrario. Ellos
atribuyen los resultados negativos a
causas internas estables (por ejemplo,
sus propios rasgos o falta de habilidad)
y atribuyen los resultados positivos a
causas externas temporales (por
ejemplo, la buena suerte).
■
64
Eventos
positivos
Eventos
negativos
Atribuidos a
Atribuidos a
Causas internas
estables
Causas externas
temporales
Personas deprimidas
Eventos
positivos
Eventos
negativos
Atribuidos a
Atribuidos a
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
Causas externas
temporales
Causas internas
estables
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proporciona las bases para estas nuevas formas de tratamiento, por lo que ha probado ser, ciertamente, de mucha utilidad en este sentido.
ATRIBUCIÓN Y PREJUICIO: LOS COSTES SOCIALES DE ENFRENTARSE A LA DISCRIMINACIÓN. Imagínate la siguiente situación: conoces a una persona pertenecien-
te a un grupo minoritario y al cabo de un rato, ella te cuenta una experiencia
reciente en la cual fue rechazada para un puesto en función de un prejuicio —simplemente porque pertenecía a un grupo étnico o racial específico—. ¿Qué tipo de
impresión te formarías de esta persona? Los principios de justicia sugieren que
deberías ser empático ya que el prejuicio es un mal contrario a los mejores valores de la mayoría de las sociedades. Pero existe otra posibilidad también: puedes
pensar, esta persona está equivocada —ella fue rechazada, en realidad, por falta
de cualidades—. En la medida en que llegues a tal conclusión, te formarás una
impresión negativa de ella, percibiéndola como una quejosa crónica que quiere
achacar la culpa de todos los resultados negativos al prejuicio y a la discriminación.
De hecho, la teoría de la atribución sugiere que la última posibilidad, alterando
el resultado es bastante posible. En muchas situaciones, es difícil conocer si los
resultados negativos experimentados por personas minoritarias son el resultado del
prejuicio o de otros factores. Debido a esta incerteza, cuando tales personas atribuyen estos resultados al prejuicio, algunos espectadores concluyen que estas personas están equivocadas y por tanto, —en un giro imprevisto y cruel de los procesos
cognitivos— piensan menos positivamente de ellas.
Evidencia de estos hechos ha sido obtenida, precisamente, en varios estudios
recientes (por ejemplo, Ruggiero et al., 2000). Quizás estos efectos son mejor y más
directamente ilustrados por los hallazgos reportados por Kaiser y Miller (2001). Estos
investigadores pidieron a los participantes de sus estudios que calificaran un estudiante afroamericano quien, conociendo que había fallado en una prueba, atribuyó
su fracaso a la discriminación por parte de los evaluadores (un panel de ocho
personas blancas) o a la calidad de sus propias respuestas. Los participantes calificaron al estudiante afroamericano en una escala de queja (la medida en que estaba
hipersensible, el que se queja, problemático, discutidor, etc.) teniendo en cuenta
todas las impresiones que tenían del estudiante (cuán agradable, amigable, honesto,
inteligente y fácil de estar con él era). Antes de calificar al estudiante, los participantes sabían que la posibilidad de que la discriminación hubiese jugado un rol en
su fracaso era, de hecho, baja, moderada o alta (ninguno, la mitad o todos los jueces habían mostrado previamente signos de estar prejuiciados en contra de los afroamericanos).
Los resultados del estudio son bastante inquietantes: sin tener en cuenta la probabilidad de que la discriminación hubiese contribuido al fallo en la prueba, los participantes calificaron al estudiante afroamericano más como una persona quejosa
y se formaron una impresión menos favorable de él cuando atribuyó su fracaso a
la discriminación que cuando lo atribuyó a sus propias respuestas (véase
Figura 2.13). En otras palabras, incluso cuando se sabía que todos los evaluadores
tenían prejuicios, los participantes tendieron a infracalificar al estudiante minoritario ¡por atribuir su fracaso a este factor!
Como destacaron Kaiser y Miller (2001), estos hallazgos tienen implicaciones
inquietantes. Ellos indican que el miedo a ser evaluado negativamente por otros
puede impedir a las personas minoritarias desafiar la discriminación cuando se
encuentran con ella: ellos tienen miedo a que si se enfrentan a ella, sean vistos como
personas que se quejan de manera crónica. En el capítulo 6, regresaremos a este tema
y otros aspectos inquietantes del prejuicio. Sin embargo, por ahora, simplemente
queremos hacer notar que una perspectiva atribucional puede esclarecer este importante tema y, quizás, sugerir maneras de contrarrestar los efectos dañinos del prejuicio.
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Atribución: para comprender las causas del comportamiento de los otros
65
El estudiante fue percibido
más como una persona quejosa
cuando atribuyó su fracaso
a la discriminación
5
4,69
4,5
Calificaciones del estudiante
que falló en la prueba
Los participantes se formaron
una impresión menos
favorable del estudiante
cuando éste atribuyó su
fracaso a la discriminación
4,2
4
3,86
3,5
3
2,73
2,5
2
Puntuaciones
en la prueba
Discriminación
1,5
1
Queja
Impresión
FIGURA 2.14
Los costes potenciales de quejarse:
atribuciones negativas a personas de minorías
que atribuyen sus resultados negativos
a la discriminación.
Los participantes infracalificaron a un estudiante afroamericano
cuando éste atribuyó su fracaso en un examen a la discriminación,
comparado con cuando atribuyó el mismo resultado negativo
a sus propias respuestas. Esto fue así, incluso, cuando la probabilidad
de que hubiese sido víctima de discriminación
era alta.
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[FUENTE: BASADO EN DATOS DE KAISER Y MILLER, 2001].
■
P U N TO S C L AV E
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■
66
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La atribución ha sido aplicada a muchos problemas prácticos con un gran éxito. Las personas deprimidas muestran, con frecuencia, un patrón de atribuciones opuesto al sesgo
de autobeneficio: ellas atribuyen los efectos positivos a las causas externas y los negativos a las causas internas. La terapia diseñada para cambiar este patrón ha probado ser
altamente efectiva.
La teoría de la atribución ayuda a explicar por qué las personas minoritarias que son
víctimas de la discriminación son, con frecuencia, reacias a enfrentarse con ella: ellas tienen miedo de que si atribuyen los resultados negativos al prejuicio, serán percibidas negativamente por otros (por ejemplo, como quejosos crónicos).
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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Formación y manejo de impresiones:
Cómo combinamos y empleamos
la información social
Q ¿T
e importa crear una buena primera impresión en los
otros? (véase Figura 2.15). Los resultados de las investigaciones indican que deberías hacerlo, porque las primeras impresiones parecen ejercer efectos fuertes y estables en las percepciones
que otras personas tienen de nosotros; y, como hemos venido diciendo a lo largo
de este capítulo, la manera en que las otras personas nos perciben puede influir
fuertemente su comportamiento hacia nosotros (por ejemplo, Fiske, Lin y Neuberg, 1999; Swann y Gill, 1997).
Pero ¿qué son exactamente las primeras impresiones? ¿Cómo se forman? Y ¿qué
pasos debemos seguir para asegurarnos de que causemos buenas primeras impresiones en los otros? Estas son algunas de las preguntas que ahora consideraremos.
Sin embargo, antes de pasar a la investigación reciente en la formación y manejo
de impresiones, vamos a examinar brevemente la investigación que hizo que los
psicólogos sociales comenzaran a pensar sobre la formación de impresiones —una
serie de influyentes estudios realizados por Solomon Asch.
Investigación de Asch sobre rasgos
centrales y periféricos
Como ya hemos visto, algunos aspectos de la percepción social, tal
como la atribución, requieren mucho trabajo mental: no siempre es fácil obtener inferencias sobre los motivos o rasgos de los otros a partir de su comportamiento. En contraste, formarse primeras impresiones parece requerir, relativamente, poco esfuerzo.
Como escribió Solomon Asch en un artículo clásico sobre este tema: «Nosotros miramos a una persona e inmediatamente nos formamos una cierta impresión de su carácter. Una mirada, unas pocas palabras son suficientes para
contarnos una historia acerca de un tema altamente complejo...» (1946, p.258;
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FIGURA 2.15
Realmente cuentan las primeras impresiones.
Un gran cuerpo de hallazgos en investigaciones indican que las primeras impresiones
realmente cuentan: ellas ejercen efectos importantes y duraderos en las percepciones
que tienen los otros de nosotros.
■
Formación y manejo de impresiones: cómo combinamos y empleamos la información social
67
FIGURA 2.16
Solomon Asch: un
pionero en el estudio
de la formación
de impresiones.
Asch realizó algunas de las
primeras investigaciones sobre
formación de impresiones.
Sus métodos y hallazgos
captaron la atención de los
psicólogos sociales y trazaron
el camino para muchos otros
estudios sobre formación
de impresiones.
■
véase Figura 2.16). ¿Cómo manejamos este hecho? En pocas palabras, ¿cómo nos
formamos impresiones unificadas de otros de la manera en que lo hacemos, aparentemente sin esfuerzo? Esta es la pregunta que Asch se formuló en su estudio.
En el momento en que Asch realizó su investigación, los psicólogos sociales estaban fuertemente influidos por el trabajo de los psicólogos de la Gestalt, especialistas en el campo de la percepción. Un principio básico de la psicología de la Gestalt
era éste: «La totalidad es, con frecuencia, más que la suma de sus partes». Esto significa que lo que nosotros percibimos es, con frecuencia, más que la suma de las
sensaciones individuales. Para ilustrarte este punto a ti mismo, simplemente mira
cualquier pintura (¡excepto una muy moderna!). Lo que ves no son manchas de pintura individuales sobre la tela; más que eso, tú percibes un todo integrado —un
retrato, un paisaje, un bol de frutas, lo que sea que el artista quiso representar—.
Por tanto, como sugirieron los psicólogos sociales, cada parte del mundo alrededor
nuestro es interpretado y comprendido sólo en términos de sus relaciones con otras
partes o estímulos.
Asch aplicó estas ideas para comprender la formación de impresiones, sugiriendo
que no nos formamos impresiones a través de la simple adición de todos los rasgos
observados en las otras personas. Más que eso, percibimos estos rasgos en relación unos
con otros de manera que los rasgos dejan de existir individualmente, y en su lugar,
pasan a formar parte de un todo integrado y dinámico. ¿Cómo podían ser probadas
estas ideas? Asch sugirió una respuesta ingeniosa. Le dio a los individuos listas de rasgos que supuestamente pertenecían a una persona que no conocían, y entonces les
pidió que indicaran sus impresiones de esta persona marcando (en una lista más larga)
los rasgos que ellos sentían encajaban con la impresión de dicha persona.
Por ejemplo, en un estudio, los participantes leyeron uno de los dos listados
siguientes :
Inteligente - hábil - diligente - afectuosa - decidida - práctica - cautelosa
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Inteligente - hábil - diligente - fría - decidida - práctica - cautelosa
Como puedes observar, las listas difieren sólo con respecto a dos palabras: cálido
y frío. Por tanto, si la gente se forma impresiones a través de la mera adición de los
rasgos individuales, las impresiones formadas por las personas expuestas a estas dos
listas no deberían diferir mucho. Sin embargo, este no fue el caso. Era probable que
las personas que leyeron la lista que contenía la palabra cálida, vieran al extraño
como una persona generosa, feliz, buena, sociable, popular y altruista, más que los
que leyeron la lista conteniendo la palabra fría. Asch concluyó que las palabras afectuosa y fría describían rasgos centrales —aquéllos que moldeaban fuertemente las
impresiones generales sobre el extraño y coloreaban los otros adjetivos en las listas—. Asch obtuvo soporte adicional para esta perspectiva sustituyendo tales palabras por educada y descortés. Cuando hizo esto, las dos listas continuaban
generando impresiones similares acerca del extraño. Por tanto, parecía que los rasgos educada y descortés no eran centrales, pues no condicionaban las impresiones
generales sobre el extraño.
Sobre la base de muchos estudios como éste, Asch concluyó que formarse impresiones de los otros involucra más que una simple adición de los rasgos individuales. Como él mismo señaló: «Existe un intento de formar una impresión de la
persona entera... Tan pronto como se comprende que dos o más rasgos pertenecen
a una persona, ellos dejan de existir como rasgos aislados y entran de inmediato ...en
interacción... El sujeto no percibe esta y aquella cualidad, sino las dos dentro de una
relación particular...» (1946; p. 284). Mientras la investigación sobre formación de
impresiones se ha vuelto más sofisticada que la realizada entonces por Asch,
muchas de sus ideas básicas acerca de la formación de impresiones han resistido
la prueba del tiempo. Por tanto, su investigación ejerció un impacto duradero en
el área y es aún objeto de cuidadosa atención en la actualidad.
68
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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Formación de impresiones: una perspectiva cognitiva
La creativa investigación de Asch fue sólo el comienzo del estudio
de la formación de impresiones —el proceso a través del cual nos formamos impresiones de los otros—.
Los psicólogos sociales han hecho un gran progreso en este sentido y ahora comprenden más acerca de cómo se forman las primeras impresiones y cómo éstas influyen en nuestros juicios y decisiones acerca de los demás (por ejemplo, Fiske, Lin
y Neuberg, 1999). Una fuerte razón para este progreso ha sido la adopción de una
perspectiva cognitiva sobre este tema. De manera breve podemos decir que los psicólogos sociales han encontrado de mucha utilidad este enfoque para examinar la
formación de impresiones en términos de procesos cognitivos básicos. Por ejemplo, cuando conocemos a otros, no prestamos igual atención a todos los tipos de
información acerca de ellos; más bien, nos centramos en ciertos tipos —aquella
información que nos resulta de mayor utilidad (por ejemplo, DeBruin y Van Lange,
2000)—. Más aún para formar primeras impresiones estables, debemos registrar
varios tipos de información en la memoria de manera que podamos recuperarla posteriormente.
Y, por supuesto, nuestras primeras impresiones de los otros dependerán, en cierta
medida, de nuestras propias características. De hecho, vemos a los demás a través
de las lentes de nuestros propios rasgos, motivos y deseos (Schul y Vinokur, 2000).
Pensamos que una manera muy útil de ilustrar el tipo de progreso generado por esta
perspectiva cognitiva es a través de una comparación entre los tipos de investigaciones que habían sido realizadas, sobre formación de impresiones, hace treinta
años y el trabajo mucho más sofisticado que está siendo realizado hoy en día. Esta
comparación se hace en la siguiente sección especial titulada: psicología social:
Treinta años de progreso.
formación de impresiones: el
proceso a través del cual nos
formamos impresiones de los
otros.
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6
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
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D E L Á L G E B R A C O G N I T I VO A L P RO C E S A M I E N TO M OT I VA D O
n la primera edición de este libro,
notamos que cuando conocíamos
a otra persona usualmente
recibíamos una cantidad considerable de información sobre ella. Este hecho nos llevó a formularnos la siguiente pregunta: ¿Cómo
logramos combinar la información diversa
sobre otros en impresiones unificadas de ellos?
Esta pregunta fue central en el estudio de la
formación de impresiones a principios de los
años setenta. Muchos estudios en aquel
momento fueron diseñados para probar dos
posibilidades: nos formamos impresiones
unificadas de otros sumando piezas distintas de
información o, nos formamos nuestras impresiones promediando de alguna manera la información disponible. La investigación que por
entonces se realizaba para comparar estas dos
posibilidades era de este tipo (por ejemplo,
Anderson, 1965, 1968).
Se les pedía a los participantes en la investigación que indicaran su nivel de agrado por
un extraño (alguien a quien no conocían). El
extraño fue descrito en términos de dos rasgos altamente favorables (por ejemplo, confiable, razonable) o dos rasgos altamente
favorables y dos moderadamente favorables
(por ejemplo, confiable, razonable, aplicado,
persuasivo). En aquel momento, los investigadores partían del supuesto de que si la
gente combinaba la información que recibían
a través de la suma, ellos preferirían la
segunda persona más que la primera porque
esta última habría sido descrita en términos
de un mayor número de características positivas. En cambio, si ellos combinaban la información promediando, les agradaría más la
primera persona porque el promedio de dos
rasgos altamente favorables es mayor que el
promedio de dos rasgos altamente favorables
más los dos rasgos moderadamente favorables. Los resultados de las investigaciones
generalmente apoyaron esta última hipótesis.
La naturaleza de tal promedio fue estudiada
en experimentos posteriores (por ejemplo,
Anderson, 1973). Sin embargo, la conclusión
principal se mantuvo sin cambios durante
largo tiempo: formamos nuestras impresiones
de los otros sobre la base de un tipo de
«álgebra cognitivo» relativamente simple.
Ahora, contrastemos estos trabajos previos con el tipo de estudios que son realizados por los psicólogos sociales hoy en día.
Una pregunta básica no abordada por los
estudios descritos anteriormente es la
siguiente: ¿en qué tipo de información se centra la gente exactamente cuando conoce a
otros? Esta pregunta tiene muchas respuestas
dependiendo, en alguna medida, del contexto
preciso en el cual conozcamos al descono(continúa)
Formación y manejo de impresiones: cómo combinamos y empleamos la información social
69
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO ( C O N T I N U AC I Ó N )
cido. Por ejemplo, podríamos desear diferentes tipos de información de un médico
que visitáramos que el tipo de información
que deseamos cuando visitamos un bar o una
fiesta. Sin embargo, los hallazgos de muchos
estudios indican que, a lo largo de un amplio
rango de contextos, nos centramos primero
en información relativa a los rasgos del otro,
sus valores y principios, y sólo entonces pasamos a la información sobre su competencia
—se refiere a cuán bien puede hacer varias
tareas—. Por ejemplo, ¿no encontrarías más
reveladora la información sobre si otra persona es considerada e interesada por la gente
que la información acerca de su habilidad
para gestionar rápidamente varias tareas? Una
clara ilustración de este punto y de la naturaleza de las investigaciones modernas
sobre formación de impresiones es proporcionada por las investigaciones realizadas por
DeBruin y Van Lange (2000).
Para estudiar en qué tipo de información
la gente se centra cuando conoce a otros,
estos autores prepararon un juego de motivos
mixtos que los participantes debían jugar con
un extraño. (Juegos de motivos mixtos son
aquellos en los cuales existe presión tanto
para cooperar como para competir con el
oponente —tal como sucede en muchas
situaciones de la vida real—.) Antes de
comenzar, se les dijo a los participantes que
recibirían información acerca de su oponentey así fue. La primera información que
ellos recibieron se centró en los valores y rasgos del oponente, la cual fue en unos casos
positiva (por ejemplo, indicaba que la persona
era considerada y colaboradora), y en otros
negativa (por ejemplo, sugería que la persona
era desconsiderada y nada colaboradora).
Luego recibieron información acerca de la
competencia del oponente, la cual, de nuevo,
fue en algunos casos positiva y en otros negativa (el oponente fue descrito como competente o incompetente en muchas
situaciones). Para determinar qué tipo de
información fue de mayor interés para los
participantes, se registró la cantidad de
tiempo invertido en la lectura de esta información. Como puedes observar en la
Figura 2.17, los participantes en el estudio
Los participantes invirtieron más tiempo
leyendo información acerca
de los valores que de las competencias,
independientemente de que la naturaleza
de esta información fuera positiva o negativa
Tiempo de lectura (segundos)
6
25
22
20
18
15
15
14
Valores
Competencia
10
Negativo
Positivo
FIGURA 2.17
Formarse impresiones de otros: ¿qué tipo de información
encontramos de mayor utilidad?
Los participantes de la investigación invirtieron mayor tiempo leyendo la
información sobre los valores de un extraño que el que invirtieron leyendo la
información sobre la competencia de esta persona en realizar tareas.También
invirtieron más tiempo leyendo dicha información cuando ésta era de
naturaleza negativa que cuando era positiva. Estos hallazgos indican que, de
hecho, nos centramos primero en determinados tipos de información cuando
nos estamos formando impresiones de otros.
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70
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE DEBRUIN Y VAN LANGE, 2000.]
■
invirtieron considerablemente más tiempo
leyendo la información sobre los valores del
oponente que la información sobre sus competencias. Adicionalmente, y también como
fue predicho, ellos invirtieron más tiempo en
la lectura de los valores de sus oponentes
cuando ésta era negativa que cuando era
positiva; esto es conocido como el efecto
negativo —una tendencia a prestar mayor
atención a la información negativa que a la
positiva sobre los demás—. Esto ha sido
observado en muchos estudios diferentes.
Para finalizar, los resultados también indicaron
que después de recibir información negativa
acerca de los valores del oponente, los participantes invirtieron menos tiempo leyendo
información relativa a la competencia de la
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
persona. Fue como si una vez que los participantes sabían que su oponente no era una
buena persona, ellos perdieran interés en
procesar cualquier otra información sobre él.
Como puedes observar, la investigación
moderna sobre la formación de impresiones
ha realizado un largo recorrido más allá de la
idea de que formamos nuestras impresiones
promediando la información que obtenemos
cuando conocemos a otros, tanto en términos de los métodos empleados como de los
marcos teóricos que busca investigar ¿Cuál es
el resultado? Ahora estamos más cerca de
comprender este complejo aspecto de la
percepción de la persona que lo que estábamos hace treinta años, cuando escribimos
la primera edición de este texto.
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Otros aspectos de la formación de impresiones:
la naturaleza de las primeras impresiones
y nuestros motivos para formarlas
Anteriormente señalamos que la perspectiva cognitiva ha probado
ser muy útil en el estudio de la formación de impresiones. De hecho, esta perspectiva ha realizado importantes aportes sobre la naturaleza básica de las primeras impresiones (Wyer et al., 1994; Ruscher y Hammer, 1994). Por ejemplo, ahora
muchos de los psicólogos sociales coinciden en que las impresiones de otros conllevan dos componentes principales: ejemplos concretos de conductas que ellos han
realizado y que son consistentes con un determinado atributo (ejemplares de este
atributo) y síntesis mentales que son abstraídas de observaciones repetidas de la conducta de otros (abstracciones, como usualmente se les denomina) (por ejemplo,
Klein, Loftus, y Plog, 1992; Smith y Zarate, 1992). Algunos modelos de formación
de impresiones recalcan el papel de los ejemplares conductuales. Estos modelos
sugieren que cuando hacemos juicios sobre otros, recordamos ejemplos de sus conductas y basamos nuestros juicios —y nuestras impresiones— en esos ejemplos. Por
otra parte, otros modelos recalcan el papel de las abstracciones (algunas veces referidas como juicios categóricos). Tales enfoques sugieren que cuando hacemos juicios sobre otros, simplemente evocamos nuestras abstracciones previamente
formadas y entonces usamos éstas como la base para nuestras impresiones y decisiones. Por ejemplo, recordamos que hemos juzgado previamente a una persona
como amable o rudo, amigable u hostil, optimista o pesimista y entonces combinamos estos atributos para obtener una impresión de este individuo.
La evidencia existente sugiere que tanto los ejemplares como las abstracciones
mentales juegan un papel en la formación de impresiones (por ejemplo, Budesheim
y Bonnele, 1998; Klein y Loftus, 1993; Klein et al., 1992). De hecho, parece que la
naturaleza de las impresiones puede cambiar a medida que aumentamos nuestra
experiencia con otros. Al principio, nuestra impresión de alguien que acabamos de
conocer consiste ampliamente en ejemplares (ejemplos concretos de conductas que
ellos han realizado). Más tarde, a medida que nuestra experiencia con esta persona
se incrementa, nuestra impresión llega a consistir principalmente en abstracciones mentales derivadas de muchas observaciones de la conducta de la persona (Sherman y Klein, 1994).
La perspectiva cognitiva proporciona nuevas explicaciones sobre otro tema
importante —la influencia de nuestros motivos (qué estamos tratando de lograr en
una situación determinada) sobre el tipo de impresiones que elaboramos e incluso
los procesos a través de los cuales las elaboramos—. Como veremos en el capítulo 3,
las personas generalmente hacen el menor esfuerzo cognitivo posible y la formación de impresiones no es una excepción a esta regla. Así que, usualmente, nos formamos impresiones de la manera más simple y fácil posible —colocando a las
personas en grandes categorías sociales con las cuales ya estamos familiarizados
(por ejemplo, «ella es ingeniera», «él es hispano», etc.)—. Entonces, basamos nuestras impresiones, al menos en parte, en lo que sabemos de estos grupos sociales. No
obstante, si estamos motivados a ser más precisos, entonces podemos centrarnos
en las personas que conocemos, más como individuos que poseen una colección
única de atributos (por ejemplo, Fiske, Lin y Neuberg, 1999). La investigación realizada por Stevens y Fiske (2000) proporciona una evidencia clara del papel que juegan nuestros motivos en la manera en que formamos las impresiones. Ellos
encontraron que cuando los individuos se ven a sí mismos en una situación en la
que tienen menos poder que otra persona, dedican esfuerzo extra a elaborar impresiones precisas de esta persona.
En resumen, una perspectiva cognitiva de la formación de impresiones ha proporcionado muchas aproximaciones valiosas sobre la naturaleza de este proceso.
Tal investigación sugiere que aunque parece que formamos impresiones de otros
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Formación y manejo de impresiones: cómo combinamos y empleamos la información social
71
de una manera rápida y aparentemente libre de esfuerzo, estas impresiones realmente emergen de la operación de procesos cognitivos relacionados con el almacenamiento, recuerdo e integración de información social. En pocas palabras, hay
mucho más sucediendo por debajo de la superficie de lo que se podría sospechar en
un principio.
P U N TO S C L AV E
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⡤
La mayoría de las personas están preocupadas por generar buenas primeras impresiones
en los otros porque creen que estas impresiones ejercerán efectos duraderos.
La investigación sobre la formación de impresiones —el proceso a través del cual nos formamos impresiones de otros— sugiere que las primeras impresiones son efectivamente
importantes. La investigación clásica de Asch sobre la formación de impresiones indicaba que nuestras impresiones de otros suponen más que simples compendios de sus
características.
La investigación moderna, desarrollada desde una perspectiva cognitiva, ha confirmado
y ampliado esta visión, sugiriendo que en la formación de impresiones enfatizamos ciertos tipos de información (por ejemplo, información de sus rasgos y valores y no tanto
información de sus competencias).
La investigación adicional indica que las impresiones de otros consisten en ejemplos tanto
de la conducta relacionada con rasgos específicos (ejemplares) como abstracciones mentales basadas en muchas observaciones de su conducta.
En general, nos formamos impresiones de otros con el menor esfuerzo posible (por
ejemplo, categorizándolos en varios grupos sociales). Sin embargo, cuando estamos motivados a hacerlo, nos esforzamos por tener una mayor precisión. Esto ocurre, por ejemplo, en situaciones en las cuales tenemos menos poder que la persona de la cual estamos
formándonos una impresión.
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Manejo de impresiones: el fino arte de parecer bueno
El deseo de crear una impresión favorable en otros es fuerte, así que
muchos de nosotros hacemos lo mejor posible para causar buena impresión en otros
al contactarlos por primera vez. Los psicólogos sociales usan el término manejo de
impresiones (o autopresentación) para describir estos esfuerzos destinados a crear
buenas impresiones en otros. Los resultados de sus investigaciones sobre tales
esfuerzos sugieren que son importantes: las personas que manejan las impresiones
exitosamente obtienen importantes ventajas en muchas situaciones (por ejemplo,
Sharp y Getz, 1996; Wayne y Liden, 1995). ¿Qué tácticas usan los individuos para
generar impresiones favorables en los demás? ¿Cuáles funcionan mejor? Veamos
lo que los hallazgos de la investigación indican sobre estas interesantes preguntas.
manejo de impresiones
(autopresentación): esfuerzos
de los individuos para generar
primeras impresiones favorables
en los otros.
72
LAS TÁCTICAS DE MANEJO DE IMPRESIONES Y SU ÉXITO RELATIVO. Los individuos usan
diferentes técnicas para promocionar su imagen, pero la mayoría corresponden a
dos categorías principales: la automejora, esfuerzos para incrementar su atractivo
frente a otros, y la mejora de otros, esfuerzos para hacer que la persona objetivo se
sienta bien de diversas maneras.
Respecto a la automejora, las estrategias específicas incluyen esfuerzos por mejorar la apariencia física a través del estilo de forma de vestir, el acicalado personal
y el uso de accesorios personales (por ejemplo, las gafas, las cuales, se ha determinado, promueven impresiones de inteligencia; Terry y Krantz, 1993). Tácticas adicionales de automejora suponen esfuerzos para describirse a sí mismo en
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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FIGURA 2.18
La pretensión de poseer conocimientos o destrezas especiales:
una táctica del manejo de impresión.
Cuando los individuos se implican en el manejo de impresión, con frecuencia, intentan deslumbrar a
otros con sus conocimientos o destrezas especiales, ¡incluso si no las tienen realmente!
[FUENTE: DILBERT LA REIMPRIMIÓ CON PERMISO DEL UNITED FEATURES SYNDICATE, INC.]
■
términos positivos, explicando, por ejemplo, cómo ellos (las personas en proceso
de manejo de impresiones) superaron obstáculos atemorizantes o estuvieron a la
altura logrando superar un desafío. Otros hallazgos (por ejemplo, Rowatt, Cunningham y Duren, 1998) indican que muchas de las personas que utilizan esta táctica para incrementar su atractivo respecto a una posible pareja, se describen a sí
mismos en términos muy favorables (¡más favorable de lo que ellos realmente merecen!) para impresionar a personas con las que quieren quedar. En resumen, ellas
manipulan la verdad para mejorar su propio atractivo (véase la Figura 2.18).
Sobre la mejora de otros, los individuos usan muchas y diferentes tácticas para
inducir atmósferas y reacciones positivas en otros. Una parte importante de los
hallazgos de las investigaciones sugiere que tales reacciones, a su vez, juegan un
importante papel en generar agrado en la propia persona (Byrne, 1992). La táctica
más comúnmente utilizada de mejora de otros es la adulación —hacer afirmaciones
que halaguen a la persona objetivo, sus atributos o logros, o a la organización con
la que la persona en cuestión está asociada (Kilduff y Day, 1994)—. Tales tácticas
usualmente son altamente exitosas, siempre que no sean usadas excesivamente.
Métodos adicionales de mejora de otros suponen expresar acuerdo con las visiones de la persona objetivo, mostrando un elevado grado de interés en esta persona,
haciéndole pequeños favores, pidiendo su consejo y feedback en cierto modo (Morrison y Bies, 1991) o expresando simpatía hacia ella de forma no verbal (por ejemplo,
a través de altos niveles de contacto visual, asintiendo en concordancia y sonriendo,
Wayne y Ferris, 1990).
Resulta obvio que los individuos usualmente empleen tales métodos; probablemente puedes recordar muchos casos en los que o bien los usaste o fuiste el objetivo de tales estrategias. Sin embargo, una pregunta clave es esta: ¿funcionan?
¿Tienen éxito estos métodos de manejo de impresiones para generar sensaciones
y reacciones positivas en las personas a las que van dirigidas? La respuesta dada por
una parte creciente de la literatura es clara: Sí, en la medida en que sean usados con
destreza y cuidado. Por ejemplo, en un estudio a gran escala que incluía más de
1.400 empleados, Wayne y sus colegas (1997) hallaron que las destrezas sociales
(incluyendo el manejo de impresiones) eran el mejor predictor individual de las valoraciones de desempeño en los trabajos. Estos hallazgos y los de muchos estudios relacionados (por ejemplo, Wayne y Kacmar, 1991; Paulhus, Bruce y Trapnell,
1995) indican que las tácticas de manejo de impresiones de las personas que las usan
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Formación y manejo de impresiones: cómo combinamos y empleamos la información social
73
efectivamente suelen tener éxito en mejorar el agrado. Sin embargo, deberíamos
apresurarnos en agregar que el uso de estos medios conlleva posibles fallos: si son
sobreutilizados o utilizados inefectivamente, pueden tener el efecto contrario y producir reacciones negativas, más que positivas en los otros. Por ejemplo, en un provocador estudio, Vonk (1998) encontró fuerte evidencia de lo que llamamos efecto
baba —una tendencia a crear impresiones muy negativas de otros que «lamen hacia
arriba y patean hacia abajo»; esto es, personas que en el lugar de trabajo adulan a sus
superiores, pero tratan a sus subordinados con desdén y desprecio—. La moraleja
de estos resultados es clara: las tácticas de manejo de impresiones suelen resultar
exitosas, pero no siempre; algunas veces pueden tener efectos contraproducentes,
y provocar reacciones negativas hacia quienes las usan.
EL MANEJO DE IMPRESIONES: EL PAPEL DE LA CARGA COGNITIVA. Resulta obvio que
intentamos crear una impresión favorable en los otros en muchas situaciones y esto
tiene mucho sentido común. Tenemos fuertes razones para desear «vernos bien»
en las entrevistas de trabajo, en las primeras citas y en muchos otros contextos.
Generalmente, podemos hacer un buen trabajo al respecto porque hemos practicado destrezas de manejo de impresiones por muchos años. Como resultado, podemos desarrollar autopresentaciones positivas de una forma relativamente
automática y sin esfuerzo —sólo estamos siguiendo guiones bien practicados (véase
Schlenker y Pontari, en prensa)—. Sin embargo, algunas situaciones en las que intentamos causar una buena primera impresión en los otros son muy demandantes:
muchas cosas están ocurriendo simultáneamente, por lo que no podemos darnos
el lujo de concentrarnos solamente o enteramente en causar una buena primera
impresión. Por ejemplo, cuando los profesores se presentan para puestos en la universidad, han de hacer una presentación formal de su investigación.
Tales presentaciones requieren un gran esfuerzo cognitivo, así que mientras se
realizan, la tarea de manejo de impresiones puede pasar hacia un segundo plano,
con el resultado de que la persona que está haciendo la presentación hace un trabajo menos efectivo en la presentación favorable de sí misma. Por ejemplo, puede
suceder que haga un comentario poco halagador a la investigación de alguna de las
personas que forman parte de la audiencia o del tribunal. Igualmente, una primera
cita puede poner a la gente en una situación en la que tienen que concentrarse en
otras tareas (por ejemplo, encontrar el camino al restaurante, escoger qué pedir)
aparte de crear una buena impresión. ¿Qué efecto tiene esa carga cognitiva extra
sobre la habilidad de presentarse uno mismo favorablemente?
En principio, podrías pensar que será siempre perjudicial: cuando estamos ocupados desarrollando otras tareas, no podemos hacer tan bien el trabajo de presentarnos a nosotros mismos, y en general esto parece ser cierto (por ejemplo, Tice et
al., 1995). Pero considera lo siguiente: algunas personas se encuentran muy incómodas en situaciones sociales porque se sienten ansiosas y tienden a preocuparse
de cómo los otros les percibirán. Para tales personas, estar ocupadas con otras tareas
puede distraerlas de tales sentimientos y pensamientos y, por tanto, mejorar su habilidad para presentarse a sí mismos favorablemente. De hecho, la investigación de
Pontari y Schlenker (2000) indica que esto es cierto. Ellos seleccionaron personas
que eran extrovertidas (accesibles, amigables, sociables) y personas que eran introvertidas (reservadas, tímidas, retraídas) y les hicieron afrontar una entrevista de
trabajo ficticia en la que trataron de presentarse a sí mismos como eran (extrovertidos o introvertidos) o bien como el tipo de persona opuesto. Durante la
entrevista, los participantes podían estar ocupados desarrollando otra tarea (tratando
de recordar un número de ocho dígitos) o bien no ocupados. Los resultados indican
que para los extrovertidos, la faena cognitiva interfería con su habilidad para presentarse a sí mismos como introvertidos (por ejemplo, parecer tímidos, retraídos, etc.). Sin embargo, para los introvertidos, sucedía lo contrario: el tratar de
recordar el número de ocho dígitos realmente mejoraba su habilidad para parecer
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efecto baba: una tendencia a
formarnos impresiones muy
negativas de otros que «lamen
hacia arriba y patean hacia
abajo», esto es, las personas que
en un ambiente de trabajo
adulan a sus superiores pero
tratan a sus subordinados con
desdén y desprecio.
74
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
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extrovertidos. Pontari y Schlenker (2000) interpretan estos hallazgos como indicativos de que estar ocupado con otras tareas previene a los introvertidos de sentirse ansiosos y centrarse en su temor de hacerlo mal. Por tanto, para tales personas
la distracción cognitiva es realmente un plus —les ayuda a hacer mejor el trabajo
de la autopresentación—. Una vez más, una perspectiva cognitiva nos ayuda a
entender el complejo proceso en acción cuando las personas se conocen por primera
vez y tratan —generalmente mientras hacen varias cosas más— de presentarse a
sí mismas favorablemente.
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Para causar una buena impresión en los demás, los individuos generalmente manejan
las impresiones (autopresentación).
Se emplean muchas técnicas para este propósito, pero la mayoría entran en dos categorías principales: automejora —esfuerzospara mejorar el agrado de uno respecto a los
demás— y mejora de otros —esfuerzos para inducir sensaciones y reacciones positivas
en otros—.
El manejo de impresiones es algo que practicamos a lo largo de la vida, por lo que regularmente lo realizamos sin esfuerzo. No obstante, cuando otras tareas requieren de nuestros recursos cognitivos, el manejo de impresiones puede resentirse en ocasiones —a
menos que dichas tareas nos distraigan de la ansiedad y de los temores sobre si se hará
bien—.
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La precisión de la percepción social:
evidencia de que es mayor de lo que piensas
Señales no-verbales conflictivas, errores atribucionales, manejo de
impresiones —habiendo leído nuestras explicaciones sobre estos temas, puedes estar
ahora sintiéndote menos confiado de tu habilidad para elaborar percepciones precisas de otros (Swann y Gill,1997)—. Pero no estés decepcionado, una parte importante de la evidencia buscada por psicólogos sociales sugiere que hay amplias
razones para el optimismo en esta cuestión.A pesar de la complejidad de esta tarea
y de los muchos fallos que nos pueden llevar al error, sí parecemos capaces de ser
precisos al elaborar percepciones y al formarnos impresiones de otros (por ejemplo,
Berry, 1991; Kenney et al., 1994; Gifford, 1994).
De hecho, tenemos mucho éxito en esta tarea, incluso cuando tenemos muy poca
información, por ejemplo, después de un breve encuentro con ellos, tras unos pocos
minutos hablando o incluso si sólo observamos vídeos de sus comportamientos o
fotografías de sus caras. Sobre la base de esta fragmentada información, parecemos
capaces de formarnos impresiones acertadas de la posición de otras personas en
varias dimensiones básicas de la personalidad —dimensiones tales como sumisodominante; agradable-desagradable y responsable-irresponsable (por ejemplo, Kenny
et al., 1994)—. ¿Cómo sabemos que estas primeras impresiones son acertadas? Porque correlacionan muy alto con las evaluaciones de las mismas personas, realizadas
por personas que las conocen muy bien —miembros de su familia, parejas, o buenos amigos (por ejemplo, Amabdy y Rosenthal, 1992; Baron y Markman, 2001;
Zebrowitz y Collins, 1997)— y también con el comportamiento aparente de los individuos (por ejemplo, Moskowitz, 1990). Varios y complejos mecanismos pueden
contribuir a nuestra aparente destreza en esta tarea —por ejemplo, ciertas características físicas pueden llevar a las personas que las poseen a desarrollar ciertos
Formación y manejo de impresiones: cómo combinamos y empleamos la información social
75
rasgos—. Un ejemplo: personas muy atractivas son tratadas de manera amigable
por muchas otras personas y, como resultado, pueden desarrollar gran confianza y
mejores destrezas sociales que las personas menos atractivas. Sin embargo, cualquiera que sean los mecanismos implicados, un hecho parece claro: con frecuencia somos bastante exitosos formándonos percepciones acertadas de los otros. Por
tanto, en un sentido, Henry David Thoreau estaba en lo cierto cuando dijo: «De
una persona que te interesa profundamente, tú sabes más que lo que te puedan
decir».
∞
C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
Canales básicos de comunicación
no verbal
El rol de las señales no verbales en la atracción interpersonal (Capítulo 7),
persuasión (Capítulo 4), y prejuicio (Capítulo 6).
Teorías de la atribución
El rol de la atribución en la persuasión (Capítulo 4), identidad social y
autopercepción (Capítulo 5), prejuicio (Capítulo 6), relaciones a largo plazo
(Capítulo 8), comportamiento prosocial (Capítulo 10) y agresión (Capítulo 11).
Primeras impresiones y manejo
de impresiones
El rol de las primeras impresiones en la atracción interpersonal (Capítulo 7).
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PIENSA EN POSIBLES
CONEXIONES
1. Como señalaremos en los capítulos 4
(Actitudes) y 9 (Influencia social), la influencia es un hecho importante de la
vida social: cada día intentamos cambiar las actitudes o el comportamiento de otros y ellos intentan
cambiar las nuestras. Habiendo leído
sobre atribución en este capítulo,
¿piensas que los intentos de influencia
que disimulan su verdadero objetivo
serán más efectivos que los que no lo
disimulan?
carencia en habilidades sociales, llegan
a tener un mayor número de encuentros agresivos. Parece ser que tales
personas no tienen las destrezas sociales básicas como la habilidad de
leer adecuadamente las señales no
verbales. Partiendo de la discusión en
este capítulo sobre las señales no verbales, ¿podrías explicar cómo esta falta
de destrezas puede contribuir a los
problemas de agresividad de estas
personas?
2. En el capítulo 11 (Agresión) veremos
cómo algunas personas, debido a su
3. Imagina que te estás preparando para
una importante entrevista de trabajo.
76
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
Partiendo de la información presentada en este capítulo, ¿qué pasos deberías seguir para mejorar tus
oportunidades de obtener el puesto?
4. Imagina que comparas parejas felices
con otras que están a punto de romper, ¿piensas que los miembros de
estas parejas diferirán en sus atribuciones sobre el comportamiento de
sus compañeros/as? Por ejemplo, ¿podrían las parejas felices atribuir a sus
compañeros/as más causas positivas
que lo que lo harían las parejas infelices?
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l
IDEAS
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
MINIMIZAR EL IMPACTO DE LOS ERRORES DE ATRIBUCIÓN
L
a atribución está sujeta a
muchos errores y estos pueden
resultar costosos tanto para ti
como para la gente con la cual interactúas; por tanto bien vale el esfuerzo evitar tales trampas. Aquí están nuestras
sugerencias para reconocer —y minimizar— varios errores atribucionales
importantes.
El sesgo de correspondencia:
El error fundamental de
atribución
Tenemos una fuerte tendencia a atribuir el comportamiento de los otros a
causas internas (disposicionales) incluso
cuando están presentes fuertes factores
externos (situacionales) que pueden
estar influyendo en el comportamiento.
Para reducir este error, intenta siempre
ponerte en los zapatos de la persona
cuyo comportamiento estás intentando
explicar. En otras palabras, intenta mirar el
mundo a través de sus ojos. Si lo haces
probablemente te darás cuenta de que,
desde su perspectiva, existen muchos factores externos que jugaron un papel en su
comportamiento.
El efecto actor-observador:
«yo me comporté así debido a
causas situacionales; tú te
comportaste así porque eres
ese tipo de persona».
Consistente con el error fundamental
de atribución tenemos una fuerte tendencia a atribuir nuestro propio comportamiento a causas externas y el de los
otros a causas internas. Esto puede llevarnos a generalizaciones falsas sobre los otros
y los rasgos que poseen. Para minimizar
este error, intenta imaginarte a ti mismo en
su lugar y pregúntate, «¿Por qué habría
actuado yo de esa manera?». Si lo haces, te
darás cuenta rápidamente de que los factores externos pueden haber influido tu
comportamiento. De modo similar, pregúntate, «¿Me comporté de esa manera
porque haciéndolo reflejaba rasgos o motivos de los cuales no soy muy consciente?».
Esto puede ayudarte a apreciar las causas
internas de tu propio comportamiento.
El sesgo de autobeneficio:
«yo soy bueno; tú tienes suerte»
Quizás, el error atribucional más fuerte
que cometemos es el de atribuir resultados
positivos a las causas internas tales como
nuestras habilidades o esfuerzos y los resultados negativos a los factores externos
tales como la suerte o fuerzas fuera de tu
control. Esto puede llevarnos a sobrevalorar nuestras propias contribuciones en
los proyectos grupales produciendo, por
tanto, una fricción innecesaria con los otros.
Puede incluso reducir las oportunidades de
que podamos aprender cosas valiosas de
los resultados negativos, por ejemplo,
¡podríamos hacerlo mejor la próxima vez!
Puedes ayudar a minimizar este error
siendo, simplemente, consciente de él; una
vez que sabes que existe, puedes darte
cuenta de que todos tus resultados positivos no provienen de causas internas y
que puedes haber jugado un rol en la producción de los resultados negativos. Además, intenta recordar que otra gente está
sujeta al mismo tipo de error; hacerlo
puede ayudarte a recordar que ellos también quieren obtener tanto crédito de los
resultados positivos como tú, así como culpar a las causas externas de los resultados
negativos.
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¡Ideas para llevar contigo y tulizar!
77
b
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
Comunicación no verbal: el
lenguaje de las expresiones, las
miradas y los gestos
La percepción social implica los procesos a
través de los cuales buscamos comprender a otras personas. Esta percepción
juega un papel clave en el comportamiento y el personal social.
Para entender los estados emocionales
de otras personas confiamos, con frecuencia, en la comunicación no verbal —un
lenguaje no hablado de expresiones faciales, contacto visual, movimientos corporales y posturas.
Aunque las expresiones faciales pueden
no ser universales como una vez se
creyó, proporcionan con frecuencia
información útil sobre los estados emocionales de los demás. El contacto visual,
el lenguaje corporal y el contacto físico
también proporcionan información de
utilidad.
cialmente el comportamiento que es
libremente escogido, produciendo efectos no comunes y bajo en deseabilidad
social.
Otra teoría, la de atribución causal de
Kelley, se centra en la cuestión de si el
comportamiento de los otros se debe a
causas internas o externas. Para responder a esta pregunta, nos centramos en
información relacionada con el consenso,
la consistencia y la distintividad.
Cuando existen dos o más causas
potenciales del comportamiento de
otra persona, intentamos reducir la
importancia de cada una de ellas —un
efecto conocido como principio de disminución—. Cuando existen tanto una
causa que facilita como otra que inhibe un comportamiento, pero éste se
produce igualmente, asignamos mayor
peso a los factores facilitadores —un
efecto conocido como principio del
aumento.
de causas situacionales—. Esta tendencia
parece ser más fuerte en las culturas
occidentales que en las asiáticas.
Otros dos errores atribucionales son el
efecto actor-observador —la tendencia a
atribuir nuestro propio comportamiento
a causas externas (la tendencia a atribuir
nuestros propios resultados positivos a
causas internas y los negativos a causas
externas.
La fuerza del sesgo de autobeneficio
difiere en varias culturas; es más fuerte en
las sociedades occidentales, como Estados Unidos, que en las culturas asiáticas,
como China.
La atribución ha sido aplicada a muchos
problemas prácticos con un gran éxito.
Las personas deprimidas muestran, con
frecuencia, un patrón de atribuciones
opuesto al sesgo de autobeneficio: ellas
atribuyen los efectos positivos a las causas externas y los negativos a las causas
internas. La terapia diseñada para cambiar
este patrón ha probado ser altamente
efectiva.
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Los hallazgos de las investigaciones indican que el apretón de manos proporciona indicios no verbales útiles sobre la
personalidad de los otros, y puede influir
sobre las primeras impresiones que nos
formamos de ellos.
Si prestamos una atención cuidadosa a
ciertas señales no verbales, podemos
reconocer los intentos de engaño de los
otros —incluso si estas personas son de
una cultura diferente a la nuestra.
Atribución: Para comprender las
causas del comportamiento de
los otros
Para obtener información sobre los rasgos estables de los otros, sus motivos e
intenciones, con frecuencia nos involucramos en la atribución —esfuerzo por
comprender por qué los otros han
actuado de la manera en que lo han
hecho. Según la teoría de la inferencia
correspondiente de Jones y David, intentamos inferir los rasgos de los otros a través de la observación de ciertos
aspectos de su comportamiento —espe-
78
El aumento sucede en muchas situaciones. Por ejemplo, puede mejorar las percepciones sobre las mujeres que se
convierten en empresarias.
La disminución no sucede en todas las
situaciones; es más probable cuando los
individuos adoptan un enfoque preventivo que cuando adoptan uno promocional.
Hallazgos recientes indican que la gran
importancia que le daba la teoría de
Kelley a la distinción interno (persona)externo (situación) no capta todos los
aspectos de nuestro pensamiento sobre
las causas del comportamiento de los
otros. Más bien, consideramos con frecuencia las razones de los otros (sus
motivos conscientes, deseos, intenciones)
y también otros factores.
La atribución está sujeta a muchas fuentes potenciales de error. Una de las más
importantes es el sesgo de correspondencia —la tendencia a explicar las acciones de los otros como provenientes de
las disposiciones incluso ante la presencia
CAPÍTULO 2 / PERCEPCIÓN SOCIAL
La teoría de la atribución ayuda a explicar
por qué las personas minoritarias que
son víctimas de la discriminación son, con
frecuencia, reacias a enfrentarse con ella:
ellas tienen miedo de que si atribuyen los
resultados negativos al prejuicio serán
percibidas negativamente por otros
(por ejemplo, como quejosos crónicos).
Formación y manejo de
impresiones: cómo combinamos
—y utilizamos— la información
social
La mayoría de las personas están preocupadas por generar buenas primeras
impresiones en los otros porque creen
que estas impresiones ejercerán efectos
duraderos.
La investigación sobre la formación de
impresiones —el proceso a través del cual
nos formamos impresiones de otros—
sugiere que las primeras impresiones son
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efectivamente importantes. La investigación clásica de Asch sobre la formación
de impresiones indicaba que nuestras
impresiones de otros suponen más que
simples compendios de sus características.
La investigación moderna, desarrollada
desde una perspectiva cognitiva, ha confirmado y ampliado esta visión, sugiriendo
que en la formación de impresiones enfatizamos ciertos tipos de información (por
ejemplo, información de sus rasgos y
valores y no tanto información de sus
competencias).
La investigación adicional indica que las
impresiones de otros consisten en
ejemplos tanto de la conducta relacio-
b
nada con rasgos específicos (ejemplares)
como abstracciones mentales basadas en
muchas observaciones de su conducta.
En general, nos formamos impresiones de
otros con el menor esfuerzo posible (por
ejemplo, categorizándolos en varios
grupos sociales). Sin embargo, cuando
estamos motiados a hacerlo, nos esforzamos por tener una mayor precisión.
Esto ocurre, por ejemplo, en situaciones
en las cuales tenemos menos poder que
la persona de la cual estamos formándonos una impresión.
Para causar una buena impresión en los
demás, los individuos generalmente
manejan las impresiones (autopresentación).
Se emplean muchas técnicas para este
propósito, pero la mayoría entran en dos
categorías principales: automejora —
esfuerzos para mejorar el agrado de uno
respecto a los demás— y mejora de otros
—esfuerzos para inducir sensaciones y
reacciones positivas en otros.
El manejo de impresiones es algo que
practicamos a lo largo de la vida, por lo
que regularmente lo realizamos sin
esfuerzo. No obstante, cuando otras
tareas requieren de nuestros recursos
cognitivos, el manejo de impresiones
puede resentirse en ocasiones a menos
que dichas tareas nos distraigan de la
ansiedad y de los temores sobre si se
hará bien.
PA L A B R A S C L AV E
Atribución (51)
Efecto baba (74)
Mirada muy fija (staring) (44)
Aumento (principio del) (55)
Efectos no comunes (52)
Percepción social (40)
Comunicación no verbal (41)
Error fundamental de atribución (60)
Sesgo de autobeneficio (62)
Consenso (53)
Formación de impresiones (69)
Sesgo de correspondencia (60)
Consistencia (53)
Lenguaje corporal (44)
Disminución (principio de) (55)
Manejo de impresiones (autopresentación)
(72)
Teoría de la inferencia correspondiente
(51)
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Distintividad (53)
Efecto actor-observador (61)
b
Teoría del foco de autorregulación (57)
Microexpresiones (47)
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Darley, J.M. & Cooper, J. (1998). Attribution
and social interaction: The legacy of
Edward E. Jones.
Malandro, L.A.; Barker, L. & Barker, D.A.
(1994). Nonverbal communication (3rd ed.)
New York: Random House.
En este libro, los expertos en teoría de la
atribución revisan la evidencia relativa al
rol de la atribución en el comportamiento social. Muchas de las ideas consideradas fueron propuestas por Edward E.
Jones, un pionero en el estudio de la atribución. (Nosotros tuvimos en cuenta
parte de su trabajo en este capítulo.)
Este es un texto básico y muy fácil de leer,
el cual examina todos los aspectos de la
comunicación no verbal. Movimientos
corporales y gestos, expresiones faciales,
contacto visual, contacto físico, olor y
características de la voz son, entre otros,
los temas considerados.
Zebrowitz, L.A. (1997). Reading faces. Boulder, CO:Westview Press.
En este libro, un muy conocido investigador proporciona una visión general de
cómo los rasgos y las expresiones faciales influyen sobre la percepción visual.
Especialmente relevante son los planteamientos que tratan de relacionar la apariencia de las personas con sus rasgos
psicológicos.
Para más información
79
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80
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3
COGNICIÓN SOCIAL:
PENSAR EN EL MUNDO
SOCIAL
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
Esquemas: mapas mentales
para organizar —y utilizar—
la información social
El impacto de los esquemas en la
cognición social: atención,
codificación y recuperación
Evidencia de la naturaleza
autoconfirmatoria de los
esquemas: cuándo —y por qué—
las creencias configuran la realidad
Pensamiento «contrafáctico»: los
efectos de considerar «lo que
podría haber sido»
Pensamiento mágico: ¿podrías
comerte una chocolatina con
forma de araña?
Supresión de pensamiento: ¿por
qué algunas veces los esfuerzos
para evitar ciertos pensamientos
producen efectos indeseados?
Cognición social: un punto de
optimismo
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Heurísticos y procesamiento
automático: cómo
reducimos nuestro esfuerzo
en la cognición social
Representatividad: Juzgar por la
apariencia
Disponibilidad: «si lo recuerdo, debe
ser importante»
Procesamiento automático en el
pensamiento social: cómo
logramos hacer dos cosas al
mismo tiempo
Fuentes potenciales de error
en la cognición social: por
qué la racionalidad total es
más rara de lo que piensas
Sesgo hacia lo negativo: la tendencia
a prestar mayor atención a la
información negativa
Sesgo optimista: nuestra tendencia a
ver el mundo con gafas de color
rosa
El coste potencial de pensar
demasiado: por qué, a veces,
puede estar justificada nuestra
tendencia a hacer el menor
esfuerzo cognitivo posible
Afecto y cognición: cómo los
sentimientos moldean el
pensamiento y cómo éste
moldea los sentimientos
La influencia del afecto sobre la
cognición
La influencia de la cognición sobre
el afecto
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE
PROGRESO: los efectos del estado
de ánimo positivo en el
comportamiento y la cognición
social: del «cálido brillo del éxito»
a los efectos del estado de ánimo
en el pensamiento heurístico
CONEXIONES: Para integrar la
psicología social
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
combatir los errores de la
cognición social
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
H
ace unos meses, yo
(RAB) iba conduciendo hacia mi trabajo. En la vía, me detuve ante un
semáforo en rojo en un cruce muy transitado. La conductora del coche en frente de
mí estaba hablando con su teléfono móvil
y yo pude ver que tenía una conversación
6
muy importante por la manera en que
movía su cabeza y sus manos. Entonces,
repentinamente, aunque la luz continuaba aún en rojo, ella comenzó a avanzar
directo hacia el cruce.Yo esperé lo peor y
miré con horror como los coches desde
ambas direcciones hacían sonar las bocinas,
desviaban el rumbo, y frenaban para evitar
chocar con ella. Afortunadamente, ella lo
hizo sin sufrir ningún accidente, pero puedo
decirles que estaba muy aturdida por la
experiencia; aparcó y se bajó del coche.
Cuando pasé cerca de ella (por supuesto,
¡después que la luz cambió a verde!) pude
observarla parada allí, intentando recuperar su respiración.
¿P
or qué comienzo con este incidente? Porque ilustra varios
puntos importantes sobre la cognición humana —cómo en
esencia, nuestras mentes trabajan cuando intentamos comprender el mundo que nos rodea y funcionar de manera adaptativa—. Y, por
supuesto, tal cognición es la base de la cognición social, el tema central de este capítulo. Los psicólogos sociales emplean este término para referirse a las maneras en
que interpretamos, analizamos, recordamos y empleamos la información sobre el
mundo social —en otras palabras, cómo pensamos acerca de los demás.
Pero, ¿qué describía precisamente el incidente de tráfico sobre el tema de la cognición? Primero, que la cognición ocurre con frecuencia en «automático». En
muchas situaciones, podemos procesar información del mundo que nos rodea (la
información que llega a nuestros sentidos) de una manera aparentemente automática, sin esfuerzo e inintencionadamente. Esta es la razón por la cual con frecuencia hacemos dos cosas al mismo tiempo —conducir y escuchar música, atar
los cordones de nuestros zapatos mientras hablamos con un amigo, lavarnos los
dientes mientras pensamos acerca de nuestros planes de la semana—. Como veremos luego en este capítulo, la cognición social también sucede con frecuencia en
automático. Por ejemplo, una vez que sabemos que alguien pertenece a un grupo
social específico (por ejemplo, afroamericanos, irlandés-americano, árabes), tendemos a asumir con frecuencia de manera automática e inintencionada, que ellos
poseen ciertos rasgos (por ejemplo, Bargh, Chen y Burrows, 1996; Greenwald,
McGhee y Schwartz, 1998).
En segundo lugar y del otro lado de la moneda de la cognición, este incidente de
tráfico también ilustra el hecho de que nuestras capacidades cognitivas son definitivamente limitadas. Si la conductora en cuestión podía algunas veces hablar a
través de su teléfono y conducir al mismo tiempo (ahora bien si ella podía conducir de manera segura es una pregunta abierta ¡y actualmente en debate en todo el
mundo!). Sin embargo, ese día, la conversación era tan absorbente o compleja que
se «desconectó» del acto de conducir poniéndose a ella misma y a otros conductores
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cognición social: la manera en
la cual interpretamos,
analizamos, recordamos y
empleamos la información sobre
el mundo social.
82
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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FIGURA 3.1
Cognición social: pensar en
las otras personas.
Como sugiere esta viñeta, pensar
sobre las otras personas es una
parte importante de la vida
diaria. Sin embargo, en contraste
al personaje mostrado aquí, para
muchos de nosotros ¡nuestros
pensamientos están fuertemente
influidos por nuestras emociones
o sentimientos!
[FUENTE: THE NEW YORKER
COLLECTION 2000 WILLIAM
HAMILON DE CARTOONBANK.COM.
T O D O S LO S D E R E CHO S
R E SE R VAD O S.]
■
«He hecho números y me casaré contigo»
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en peligro. Este es otro tema de investigación importante en la cognición social: existen límites definidos de nuestra capacidad para pensar acerca de los otros. Por esta
razón, con frecuencia tomamos atajos diseñados para ahorrar el esfuerzo mental y
preservar nuestra preciosa capacidad cognitiva (por ejemplo, Jonas et al., 2001). A
la vez que los atajos funcionan para reducir tal esfuerzo, tienen un coste: algunas
veces nos llevan a cometer errores graves en nuestro pensamiento acerca de los
demás.
Finalmente, este incidente también ilustra las relaciones entre cognición y afecto
—cómo pensamos y cómo sentimos—. Después de incorporarse lentamente al
cruce, la conductora rápidamente se dio cuenta de lo que había hecho. Cuando
pensó en lo que pudo haber ocurrido —un grave o fatal accidente— experimentó
una reacción emocional muy fuerte. Como veremos pronto, la relación entre cognición y afecto funciona en ambos sentidos: nuestro pensamiento influye nuestras
emociones y sentimientos y, al mismo tiempo, nuestros sentimientos pueden condicionar nuestros pensamientos (véase Figura 3.1).
La cognición social es un área de investigación muy importante en la psicología social; de hecho, como destacamos en el Capítulo 1, se ha convertido en un
marco teórico que orienta la mayoría, si no toda, la investigación en el área. Para
acercarte a los aspectos más fascinantes del pensamiento social, nos centraremos
en los siguientes temas. Examinaremos primero un componente básico del pensamiento social —los esquemas—. Estos son marcos mentales que nos permiten
organizar gran cantidad de información de manera eficiente. Sin embargo, una vez
formados estos marcos ejercen fuertes efectos en el pensamiento social —efectos
que no siempre son favorables desde el punto de vista de su precisión—. En segundo
lugar, consideraremos varios de los atajos mentales mencionados antes —técnicas
que la gente emplea para reducir el esfuerzo cognitivo implicado en dar sentido al
mundo social (por ejemplo, Kunda, 1999)—. En tercer lugar, examinaremos varias
Cognición social
83
tendencias específicas en el pensamiento social —tendencias que pueden llevarnos a conclusiones falsas sobre los otros o a cometer otro tipo de errores en nuestro esfuerzo por comprender el mundo social—. Existen muchos de estos errores,
por tanto, nos centraremos en varios que parecen ejercer fuertes efectos en el pensamiento social (Jonas et al., 2001). Finalmente, nos centraremos en la compleja
interrelación entre afecto —nuestros sentimientos o estados de ánimo— y varios
aspectos de la cognición social (por ejemplo, Forgas, 1995a). En el Capítulo 2 ya examinamos otros aspectos importantes de la cognición social, cuando explicábamos
el concepto de atribuciones —nuestros esfuerzos por comprender las causas de nuestro comportamiento o el de los otros— y también consideraremos otros aspectos
en el Capítulo 5.
Esquemas: mapas mentales para organizar
—y utilizar— la información social
QH
ace muchos años visité Marruecos. Tuve muchas buenas
experiencias allí, pero quizás, una de las más interesantes
tuvieron lugar en un restaurante popular en la ciudad de
Marrakech el primer día que llegué. Cuando entramos, mi compañera de viaje y yo
pasamos delante de un grupo de músicos. Cuando pasábamos, comenzaron a tocar
y continuaron haciéndolo hasta que nos sentamos. Entonces, pararon. Al principio yo estaba un poco confundido. Pero cuando ellos comenzaron a tocar otra vez
a medida que entraba otra pareja comprendí lo que estaba sucediendo: tocaban para
dar la bienvenida a los nuevos clientes y después permanecían en silencio hasta que
entraba la siguiente pareja o grupo. Una vez sentados (en almohadones en el suelo),
un joven se nos acercó con lo que parecía una gran tetera. Él nos la ofreció señalando
un tazón de metal situado en el centro de la mesa. En un instante comprendí: él quería que colocáramos las manos en el tazón de manera que pudiera verter el agua
sobre ellas. Era una buena idea porque descubrí que no había ni cuchillos ni tenedores: comimos empleando un delicioso pan que nos dieron. Y rápidamente me di
cuenta que el pan estaba cortado en el tamaño y la forma justa para servirnos de
cuchara. La comida fue maravillosa y la noche fue muy placentera. Al salir,
los músicos comenzaron a tocar y advertí cerca de allí un gran plato lleno con
monedas dispuesto de manera estratégica. Dejé varias monedas en él y el jefe de
los músicos saludó con la cabeza en señal de agradecimiento —había hecho lo
correcto.
Vayamos a una pregunta clave: nunca antes había estado en Marruecos y nunca
había tenido este tipo de experiencias (comer en el suelo, colocar mis manos para
que me las lavaran, etc.), por tanto, ¿cómo fui capaz de imaginarme, de manera tan
rápida y fácil, lo que pasaría? Parte de la respuesta implica el hecho de que he estado
en muchas situaciones similares en el pasado: he comido en cientos de restaurantes
por el mundo. En algunos de ellos, los camareros me dieron un paño caliente para
limpiar mis manos; en otros, un pequeño tazón fue proporcionado para la misma
tarea. Como resultado de estas experiencias, he adquirido un tipo de marco mental para comprender tales situaciones y el comportamiento de otras personas ante
ellas. Tales marcos son conocidos como esquemas —estructuras mentales que nos
ayudan a organizar la información social y que guían nuestro procesamiento—.
Generalmente, los esquemas se centran alrededor de temas particulares. Por ejemplo, en esta situación, el esquema que fue activado puede ser descrito como mi
«esquema de restaurantes»; es un mapa mental construido a través de la experiencia
en muchos restaurantes previos, que me ayuda a dar sentido a la información social
nueva con la que me voy encontrando —un camarero que quiere verter agua sobre
mis manos, músicos que tocan sólo cuando los clientes entran o salen, y así sucesivamente (véase Figura 3.2)—. Tales esquemas son moldeados claramente por la
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afecto: estado emocional de
una persona —sentimientos y
estados de ánimo.
esquemas: marcos mentales
sobre un tema específico que
nos ayudan a organizar la
información social.
84
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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FIGURA 3.2
Marcos cognitivos para
comprender el mundo
social.
Aunque puede ser que nunca
hayas comido en un restaurante
como este en Etiopía,
probablemente tengas un
esquema bien desarrollado para
comer en restaurantes. Este
esquema me ayudó a comprender
qué fue ocurriendo y qué se
suponía que yo debía hacer
cuando comía en un restaurante
marroquí por primera vez.
■
cultura en la cual vivimos: mi esquema de «cenar en restaurantes» es algo diferente
del de la gente que vive en Marruecos. Pero en este caso, fue lo suficientemente cercano para ayudarme a interpretar y comprender los eventos de la noche.
Una vez que los esquemas se han formado, ejercen efectos poderosos en muchos
aspectos de la cognición social y por tanto, en nuestro comportamiento social. Veamos más de cerca estos esfuerzos para dar sentido al complejo mundo social que
nos rodea.
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El impacto de los esquemas en la cognición social:
atención, codificación y recuperación
¿Cómo influyen los esquemas en el pensamiento social? Los resultados de las investigaciones sugieren que los esquemas ejercen efectos importantes en tres procesos básicos: atención, codificación y recuperación. Atención se
refiere a qué información percibimos. Codificación se refiere al proceso a través del
cual la información que percibimos es almacenada en nuestra memoria. Finalmente,
recuperación se refiere al proceso a través del cual recuperamos información de la
memoria para usarla de alguna manera —por ejemplo, haciendo juicios sobre las
otras personas.
Se ha encontrado que los esquemas influyen en todos estos aspectos básicos de
la cognición social (Wyer y Srull, 1994). En relación a la atención, frecuentemente
los esquemas actúan como un tipo de filtro: es más probable que la información que
sea consistente con ellos sea percibida y por tanto entre en nuestra conciencia. La
información que no encaja con nuestros esquemas es con frecuencia ignorada (Fiske,
1993), a menos que sea tan extrema que no podamos evitar el percibirla. Incluso
entonces tiende a ser descartada como «la excepción que rompe la regla».
Pasando a la codificación —qué información entra en la memoria—, es un hecho
básico que será mucho más probable que la información que se convierte en el foco
de nuestra atención sea almacenada en la memoria a largo plazo. Por tanto, de nuevo
se codifica la información que es consistente con nuestros esquemas. Sin embargo,
la información que es llamativamente inconsistente con nuestros esquemas —información que no coincide con nuestras expectativas en una situación dada— puede
Esquemas: mapas mentales para organizar —y utilizar— la información social
85
ser en ocasiones codificada en lugares separados y señalados bajo un rótulo único.
Después de todo, es tan poco esperado que llama nuestra atención y casi nos fuerza
a colocarlo en la memoria a largo plazo (Stangor y McMillan, 1992).
Esto nos lleva al tercer proceso: recuperación de la memoria. ¿Qué tipo de información es recordada más rápidamente, la información que es consistente con nuestros esquemas o aquélla que es inconsistente con nuestros marcos mentales? Esta
es una pregunta compleja que ha sido investigada en varios tipos de estudios (por
ejemplo, Stangor y McMillan, 1992). En particular, esta investigación sugiere que
la gente tiende a manifestar en mayor medida el recuerdo y uso de información que
es consistente con los marcos en comparación con la información que es inconsistente. Sin embargo, esta acción puede provenir potencialmente de diferencias
en la memoria real, o alternativamente, provenir simplemente de tendencias de respuesta. En otras palabras, la información inconsistente con los esquemas puede estar
fuertemente presente en la memoria, incluso más que la información consistente
con los esquemas, pero la gente simplemente tiende a describir sólo la información
que es consistente con sus esquemas. De hecho, este parece ser el caso. Cuando las
formas de medir la memoria son corregidas por esta tendencia de respuesta, o
cuando se les pide, de hecho, a los individuos que recuerden realmente información, en lugar de que la usen o que indiquen si ellos la reconocen, se observa una
fuerte tendencia a recordar información incongruente con los esquemas.
Por tanto, ante la pregunta, «¿qué tipo de información recordamos mejor, la información consistente o la inconsistente con nuestros esquemas o expectativas?», no
existe una respuesta simple. Esto depende, más bien, de la forma empleada para
medir la memoria. En general, la gente reporta la información que es consistente
con sus esquemas, pero de hecho, la información inconsistente con los esquemas
puede estar también fuertemente presente en la memoria.
En este punto, es importante destacar que los efectos de los esquemas en la cognición social (por ejemplo, lo que nosotros recordamos, cómo usamos esta información para tomar decisiones o juicios) están fuertemente influidos por muchos
otros factores. Por ejemplo, tales efectos son mayores cuando los esquemas mismos están bien desarrollados y fuertemente establecidos (por ejemplo, Stangor y
McMillan, 1992; Tice, Bratslavky y Baumeister, 2000) y mayores cuando la carga
cognitiva —cuánto esfuerzo mental estamos invirtiendo en un momento dado—
es más bien alta que baja (por ejemplo, Kunda, 1999). En otras palabras, regresamos
a nuestros esquemas cuando estamos intentando manejar gran cantidad de información social al mismo tiempo, ya que los marcos nos permiten procesar esa información con menos esfuerzo.
Antes de concluir, deberíamos destacar el hecho de que aunque los esquemas
están basados en nuestras experiencias pasadas (ellos reflejan conocimientos que
hemos extraído de nuestras experiencias en el mundo social) y, con frecuencia, nos
son de utilidad, los esquemas tienen también un lado negativo. Al influir en lo que
percibimos, al almacenarlo en la memoria y luego recuperarlo, los esquemas pueden producir distorsiones en nuestra comprensión del mundo social. Por ejemplo,
como veremos en el Capítulo 6, los esquemas juegan un importante rol en el prejuicio, formando un componente básico de los estereotipos sobre grupos sociales
específicos. Desafortunadamente, una vez que se han formado los esquemas, son
con frecuencia muy resistentes al cambio —muestran un fuerte efecto de perseverancia, permaneciendo inalterables incluso frente a información contradictoria
(por ejemplo, Kunda y Oleson, 1995)—. Por ejemplo, cuando nos encontramos con
información inconsistente con nuestros esquemas, tal como que una persona muy
culta e inteligente forma parte también de un grupo minoritario, nosotros no necesariamente alteramos nuestro esquema. Más bien, nosotros podemos situar a dichas
personas en una categoría especial o subtipo integrada por personas que no confirman el esquema o el estereotipo (por ejemplo, Richards y Hewstone, 2001). Aún
peor, quizás los esquemas en algunas ocasiones pueden ser autocumplidos: ellos
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efecto de perseverancia: la
tendencia a mantener las
creencias y esquemas incluso
ante la presencia de información
contradictoria
86
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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influyen el mundo social ¡haciéndolo consistente con el esquema! Examinemos
más de cerca este proceso, conocido en psicología social como la profecía autocumplida o la naturaleza autoconfirmatoria de los esquemas.
Evidencia de la naturaleza autoconfirmatoria
de los esquemas: cuándo —y por qué—
las creencias configuran la realidad
Durante la depresión de 1929, muchos bancos se enfrentaron a la
siguiente situación: ellos eran bastante solventes, pero circularon rumores indicando
que no lo eran. Como resultado, muchos depositantes hicieron cola para retirar sus
ahorros, situación que los bancos no pudieron realmente afrontar: no tenían suficiente dinero a mano para satisfacer las demandas de los clientes (véase Figura 3.3).
En cierto sentido, los depositantes causaron de hecho que sus propios peores miedos fueran confirmados.
Por tanto, los esquemas pueden también producir esos efectos, que son a veces
descritos como profecías autocumplidas —predicciones que, en cierto sentido, hacen
que ellas mismas se tornen verdaderas—. Robert Rosenthal y Lenore Jacobson
(1968), durante los turbulentos años sesenta, proporcionaron evidencia clara de tales
efectos. Durante ese período, había una preocupación creciente sobre la posibilidad de que las creencias de los profesores acerca de los estudiantes minoritarios —
sus esquemas sobre tales jóvenes— pudieran ocasionar que los trataran de manera
diferencial (menos favorablemente) en comparación con el grupo de estudiantes
profecías autocumplidas:
predicciones que, en algún
sentido, llevan a que se hagan
realidad.
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FIGURA 3.3
La naturaleza
autoconfirmatoria de las
creencias.
Durante la depresión de 1929,
mucha gente creyó en los
rumores que indicaban que sus
bancos podrían quebrar. Como
resultado, un gran número de
personas se apresuraron a
retirar sus depósitos y esto, de
hecho, causó que los bancos no
pudieran afrontarlo. El mismo
tipo de efecto autoconfirmatorio
con frecuencia es producido por
esquemas referidos a grupos
sociales (por ejemplo, minorías
raciales o étnicas).
■
Esquemas: mapas mentales para organizar —y utilizar— la información social
87
mayoritario, y que, como resultado, los estudiantes del grupo minoritario pudieran fallar más. No, los profesores no actuaban abiertamente bajo prejuicio; más bien,
su comportamiento estaba condicionado por sus expectativas y creencias —sus
esquemas de diferentes grupos raciales o étnicos.
Para recoger evidencia de la posible existencia de tales efectos, Rosenthal y Jacobson realizaron un interesante estudio que ejerció un efecto importante en las investigaciones siguientes en psicología social. Fueron a una escuela primaria de San
Francisco y aplicaron un test para medir el coeficiente intelectual a todos los estudiantes. Luego, le dijeron a los profesores que algunos de los estudiantes habían obtenido puntuaciones muy altas y que alcanzarían el éxito académico. De hecho, esto
no era verdad: los investigadores escogieron los nombres de estos estudiantes al azar.
Pero Rosenthal y Jacobson predijeron que esta información podía cambiar las expectativas (y esquemas) de los profesores acerca de los niños y, por tanto, su comportamiento hacia ellos. No se dio este tipo de información sobre otros estudiantes
a los profesores, constituyendo así el grupo control.
Para averiguar si esto era cierto, Rosenthal y Jacobson regresaron ocho meses más
tarde y examinaron de nuevo ambos grupos de niños. Los resultados fueron claros
—y dramáticos—: aquellos que habían sido descritos como «brillantes» a sus profesores mostraron ganancias significativamente mayores en su coeficiente intelectual que aquellos que estaban en el grupo control. En pocas palabras, las creencias
de los profesores sobre los estudiantes habían funcionado de manera autoconfirmatoria: los estudiantes que los profesores creyeron obtendrían un desempeño exitoso, así lo hicieron.
¿Cómo pueden ocurrir tales efectos? En parte a través del impacto de los esquemas sobre el comportamiento de los profesores. Investigaciones posteriores (Rosenthal, 1994) indicaron que los profesores darían a los estudiantes brillantes mayor
atención, tareas más retadoras, más y mejores feedback y más oportunidades de responder en clase. En pocas palabras, los profesores actuaron de manera que beneficiaron a los estudiantes de los que esperaban un desempeño exitoso y, como
resultado, estos jóvenes así lo hicieron.
Como resultado de las investigaciones previas, los psicólogos sociales comenzaron a investigar otros efectos autoconfirmatorios de los esquemas en muchos contextos —en educación, terapia y negocios, por nombrar sólo algunos—. Pronto
descubrieron una gran evidencia de que los esquemas con frecuencia condicionan
el comportamiento de manera que llevan a la confirmación. Por ejemplo, encontraron que las bajas expectativas que tenían los profesores acerca del éxito de sus
estudiantes minoritarios o de género femenino con frecuencia debilitaba la confianza de estos grupos contribuyendo a empobrecer su desempeño escolar (por ejemplo, Sadker y Sadker, 1994). A la vista de estos y otros hallazgos, ahora sabemos que
los estereotipos no sólo pueden influir sino que también pueden condicionar la realidad social a través de sus efectos autoconfirmatorios.
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P U N TO S C L AV E
■
■
■
88
⡤
Dado que tenemos una capacidad cognitiva limitada, con frecuencia intentamos reducir el esfuerzo que invertimos en la cognición social —cómo pensamos acerca de las otras
personas—. Esto puede incrementar la eficacia pero reducir nuestra precisión con respecto a esta importante tarea.
Un componente básico de la cognición social es el esquema —marcos mentales centrados alrededor de un tema específico que nos ayudan a organizar la información social.
Una vez formados los esquemas, éstos ejercen efectos importantes en lo que percibimos
(atención), lo que almacenamos en la memoria (codificación) y lo que después recordamos (recuperación). Los individuos manifiestan recordar más la información consistente
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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con los esquemas que la información inconsistente con ellos, pero de hecho, la información inconsistente está fuertemente representada en la memoria.
■
■
Los esquemas nos ayudan a procesar información pero con frecuencia persisten incluso
ante información no confirmatoria, de esta manera distorsionan nuestra comprensión
del mundo social.
Los esquemas pueden también ejercer efectos autoconfirmatorios llevándonos a comportarnos de manera que se autoconfirmen.
Heurísticos y procesamiento automático:
cómo reducimos nuestro esfuerzo en la
cognición social
■
■
QA
l comienzo de ese capítulo, describimos un incidente en el cual
una conductora hablando a través del teléfono móvil se adentró lentamente en un cruce muy transitado. Una de las razones por las cuales esto puede haber pasado es que ella había sobrecargado su
capacidad cognitiva: la conversación que estaba teniendo fue tan absorbente que no
dejó suficientes recursos cognitivos para conducir de manera segura, aunque conducir para ella era una actividad tan practicada que podía desempeñarla usualmente
con poca atención o de manera inconsciente. En pocas palabras, esta persona pudo
haber entrado en un estado de sobrecarga de información: las demandas de su sistema cognitivo fueron mayores de lo que ella podía manejar. Dado que nos enfrentamos muy a menudo con situaciones como éstas, adoptamos varias estrategias
diseñadas para ampliar nuestros recursos cognitivos —dejándonos hacer más, con
menos esfuerzo—. Para ser exitosas, tales estrategias deben cumplir dos requisitos.
Deben proporcionar una manera rápida y simple de tratar con gran cantidad de información social y deben funcionar —deben ser razonablemente adecuadas la mayor
parte del tiempo—. Existen muchas maneras para reducir el esfuerzo cognitivo, pero
entre ellas quizás la más útil sean los heurísticos —reglas simples para tomar decisiones complejas o hacer inferencias de manera rápida y aparentemente sin esfuerzo.
Otro medio de afrontar el hecho de que el mundo social es complejo y de que
nuestra capacidad de procesamiento de información es limitada, es poner muchas
actividades —incluyendo algunos aspectos del pensamiento y del comportamiento
social— en automático (o procesamiento automático, como lo llaman los psicólogos; por ejemplo, Ohman, Lundqvist y Esteves, 2001). Por tanto, después de
comentar varios heurísticos consideraremos este proceso y sus efectos.
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Representatividad: juzgar por la apariencia
Imagina que acabas de conocer a tu vecina. Mientras hablas con ella,
observas que está vestida de manera conservadora, es muy impecable en sus hábitos personales, tiene una gran biblioteca en su casa y parece ser muy gentil y un
poco tímida. Más tarde te das cuenta de que ella nunca mencionó qué hacía para
vivir. ¿Acaso es una gerente de negocios, una física, una camarera, una abogada, una
bailarina o una bibliotecaria? Una manera rápida de intentar adivinarlo es compararla con otros miembros de cada una de estas ocupaciones. ¿Cuánto se parece
a las personas que conoces en cada uno de estos campos, o quizás, al miembro típico
de ellos? Si procedes de esta forma, puedes concluir rápidamente que ella es con toda
probabilidad una bibliotecaria; sus rasgos parecen más cercanos a aquellos asociados
con esta profesión que a los asociados con ser una física, bailarina o ejecutiva. Si
Heurísticos y procesamiento automático: cómo reducimos nuestro esfuerzo en la cognición social
sobrecarga de información:
casos en los que se excede
nuestra habilidad para procesar
información.
heurísticos: reglas simples para
tomar decisiones complejas o
hacer inferencias de una manera
rápida y aparentemente sin
esfuerzo.
89
haces tu juicio acerca de tu vecina en esta manera, estarás usando el heurístico de
representatividad. En otras palabras, harás tus juicios sobre la base de una regla relativamente simple: Mientras más similar sea un individuo a los miembros típicos
de un grupo, será más probable que pertenezca a dicho grupo.
¿Son precisos tales juicios? Con frecuencia lo son porque pertenecer a ciertos grupos afecta el comportamiento y el estilo de las personas en ellos y porque la gente
con determinados rasgos es atraída por grupos específicos. Pero algunas veces, los
juicios basados en la representatividad son incorrectos debido principalmente a la
siguiente razón: las decisiones o juicios que son realizados sobre la base de esa regla
tienden a ignorar la tasa de prevalencia —la frecuencia con la que ciertos eventos
o patrones (por ejemplo, las ocupaciones) ocurren en la población total (Tversky y
Kahneman, 1973; Koehler, 1993)—. De hecho, hay muchos más gerentes que bibliotecarios —¡quizás cincuenta veces más!—. Por tanto, aunque tu vecina por sus rasgos personales se parezca más a las bibliotecarias que a las gerentes, las
oportunidades de que ella esté en el mundo de los negocios es de hecho mayor. De
esta forma, el heurístico de representatividad nos puede llevar a cometer errores
sobre lo que pensamos acerca de otras personas.
Disponibilidad: «si lo recuerdo, debe ser importante»
¿Qué es más común en el idioma inglés: las palabras que comienzan
con la letra k (por ejemplo, king) o las palabras con k como su tercera letra (por ejemplo, awkward)? En este idioma existen dos veces más palabras con la letra k ocupando la tercera posición que ocupando la primera. Sin embargo, a pesar de este
hecho, cuando se hace esta pregunta mucha gente contesta de manera incorrecta
(Tversky y Kahneman, 1982). ¿Por qué? Debido en parte al funcionamiento de otro
heurístico —el heurístico de disponibilidad—, el cual sugiere que mientras más fácil
sea traer información a la mente, mayor será su impacto en los juicios o decisiones subsecuentes. Este heurístico también tiene mucho sentido: después de todo,
el hecho de que podamos traer tan fácilmente alguna información a la mente sugiere
que debe ser importante y debería influir nuestros juicios y decisiones. Pero basarnos en la disponibilidad al hacer juicios sociales puede también conducir a errores.
Por ejemplo, puede llevarnos a sobrestimar la probabilidad de los eventos que son
dramáticos pero raros debido a que son fáciles de traer a la mente. Consistente con
este principio, mucha gente siente más miedo a viajar en aviones que a viajar en
coche, aunque la probabilidad de morir en un accidente de coche sea cien veces
mayor (véase Figura 3.4). Otro ejemplo: imagina que en algún momento en el futuro,
eres un gerente y se te pide evaluar el desempeño de uno de tus empleados. Cuando
piensas acerca de su desempeño, ¿qué es lo que tiendes a recordar? A menos que
hayas conservado registros cuidadosos que te ayuden a hacer esta tarea, será probable que recuerdes situaciones en las cuales su comportamiento fue extremo o inusual —el momento en que perdió los estribos y te gritó con furia, el día en que te
avisó que estaba enfermo cuando otros dos empleados estaban también ausentes
y así sucesivamente—. Aunque estos eventos extremos o inusuales vienen fácilmente a la mente, no pueden ser indiativos de su desempeño general real; a pesar
de eso pueden ejercer un fuerte efecto en tus evaluaciones sobre él.
Las investigaciones sugieren que la información relevante que viene a nuestra
mente se debe en mayor medida al heurístico de disponibilidad que únicamente a la
facilidad subjetiva. Además, la cantidad de información que podemos traer a nuestra mente parece ser también un factor importante (por ejemplo, Schwarz et al.,
1991b). Mientras mayor sea la cantidad de información que podamos traer a la
mente, mayor será su impacto en nuestros juicios. ¿Cuál de estos dos factores es
más importante? La respuesta parece implicar el tipo de juicio que estamos
haciendo. Si se trata de un juicio que implique emociones o sentimientos, tendemos a basarnos en la regla de la «facilidad». Mientras que si se trata de hechos o
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heurístico de
representatividad: una
estrategia para hacer juicios
basada en el parecido que tienen
los estímulos o eventos que se
evalúan, con otros estímulos o
categorías.
heurístico de disponibilidad:
una estrategia para hacer juicios
basada en la facilidad con que
determinados tipos de
información son traídos a la
mente.
90
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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FIGURA 3.4
El heurístico de disponibilidad algunas veces conduce a errores.
Mucha gente expresa mayores miedos a ser herido o a morir en un accidente aéreo que en un
accidente de tránsito. A pesar de esto, la posibilidad de lesión o muerte es mucho mayor en los
accidentes de tránsito. Esta diferencia puede deberse al hecho de que los accidentes de avión son
mucho más dramáticos y reciben mucha más atención de los medios de comunicación que la que
reciben los accidentes de tránsito. Como resultado, los accidentes de avión son recordados más
fácilmente y por tanto tienen un impacto mayor sobre el juicio y pensamiento de los individuos.
■
información, tendemos a basarnos en la regla de la «cantidad» (por ejemplo, Rothman y Hardin, 1997).
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«PRIMING»: ALGUNOS EFECTOS DE LA DISPONIBILIDAD INCREMENTADA.
Se ha encontrado que el heurístico de disponibilidad juega un rol en muchos
aspectos del pensamiento social incluyendo el sesgo de autobeneficio (véase Capítulo 2) así como también en muchos temas que examinaremos en los capítulos
siguientes (por ejemplo, estereotipos; véase Capítulo 6). Se encuentra también relacionado con otro proceso particularmente importante: «priming» —disponibilidad
de información incrementada como resultado de la exposición a estímulos o eventos específicos.
Un buen ejemplo de «priming»: durante el primer año de la formación médica
muchos estudiantes experimentan el «síndrome del estudiante de medicina»:
comienzan a sospechar que ellos mismos u otros tienen varias enfermedades muy
graves. Un dolor de cabeza común puede llevarlos a preguntarse si tienen un tumor
cerebral, mientras que una molestia leve en la garganta puede llevarlos a la ansiedad considerando la posibilidad de algún tipo de infección rara y fatal. ¿Qué puede
justificar tales efectos? La explicación promovida por los psicólogos sociales es la
siguiente: los estudiantes son expuestos a descripciones de enfermedades un día
tras otro en sus clases y en las lecturas asignadas. Como resultado, esa información
incrementa su disponibilidad. Esto les lleva a imaginar lo peor cuando se enfrentan con síntomas leves.
Los efectos del «‘priming’» también suceden en otros contextos —por ejemplo,
nuestros miedos amplificados después de ver una película de terror, o sentimientos románticos magnificados después de ver escenas de amor—. Por tanto, parecen
ser un aspecto importante del pensamiento social (por ejemplo, Higgins y King,
1981; Higgins, Rohles y Jones, 1977). De hecho, los resultados de las investigaciones
indican que el «priming» puede suceder incluso cuando los individuos son inconscientes de los estímulos que los activan —un efecto conocido como «priming» automático (por ejemplo, Bargh y Pietromonaco, 1982)—. En otras palabras, la
Heurísticos y procesamiento automático: cómo reducimos nuestro esfuerzo en la cognición social
«priming»: activación de la
disponibilidad de información en
la memoria o en la conciencia
resultante de la exposición a
estímulos o eventos específicos.
91
disponibilidad de ciertos tipos de información puede ser incrementada por ciertos
estímulos incluso cuando no somos conscientes de haber sido expuestos a ellos.
Por ejemplo, imagina que piensas sobre un tema muy importante mientras esperas a que comience una película. Como resultado, puede que no percibas un mensaje que ha aparecido en la pantalla y que te invita a comer palomitas. Algunos
minutos más tarde, observas a una persona que regresa a su asiento en la fila de adelante con una caja de palomitas. De repente, sientes un gran impulso de comprarte
unas para ti. ¿Por qué? Quizás porque tienes hambre y te gustan las palomitas; pero
es posible también que tu impulso por comprar palomitas provenga, al menos en
parte, del hecho de que fuiste activado a hacerlo debido al mensaje que percibiste
de manera inconsciente.
En resumen, parece que el «priming» es un hecho básico del pensamiento social.
Eventos y condiciones externas —o incluso nuestros propios pensamientos— pueden incrementar la disponibilidad de ciertos tipos de información. Y la disponibilidad amplificada, a su vez, influye nuestros juicios con respecto a tal información.
Parece que razonamos: «Si lo recuerdo, entonces, debe ser importante, frecuente
o cierto» y a menudo llegamos a tales conclusiones incluso si no son apoyadas por
la realidad social.
Procesamiento automático en el pensamiento social: cómo
logramos hacer dos cosas al mismo tiempo
Como hemos destacado de manera repetida, un dilema central con
el que nos enfrentamos en relación a la cognición social es este: nuestra capacidad
para procesar información (incluyendo la información social) es limitada, a pesar
de eso, la vida diaria nos inunda con grandes cantidades de información y nos exige
manejarla tanto efectiva como eficientemente. Como acabamos de ver, los heurísticos constituyen uno de los medios para solucionar este problema. Otro medio
implica el procesamiento automático. Esto sucede cuando, después de una gran
experiencia en una tarea u otro tipo de información, alcanzamos el estado en el cual
podemos desempeñar la tarea o procesamos la información de manera automática
e inconsciente y aparentemente sin esfuerzo. ¿Recuerdas tus esfuerzos por aprender a andar en bicicleta? Al principio, tuviste que prestar mucha atención a esta
tarea; si no lo hacías, ¡te podías caer! Pero en la medida en que te hacías experto,
andar en bicicleta requirió cada vez menos esfuerzo hasta que finalmente podías
hacerlo mientras pensabas en otros temas completamente diferentes o incluso
cuando hacías otras actividades como hablar con un amigo. Por tanto, en muchos
casos, el cambio del procesamiento controlado (el cual es muy arduo y consciente)
al procesamiento automático es algo que queremos que suceda: nos ahorra una gran
cantidad de esfuerzo.
En alguna medida, esto también es cierto con respecto al pensamiento social.
Por ejemplo, una vez que hemos desarrollado bien los esquemas para un grupo social
(por ejemplo, médicos, o cualquier otra profesión), podemos pensar enseguida acerca
de los miembros de ese grupo. Podemos, por ejemplo, asumir que todos los médicos estarán ocupados, por tanto es necesario ir directo al grano con ellos; que son
inteligentes pero no siempre son considerados, y así sucesivamente. Pero como
generalmente sucede, estas ganancias en eficiencia o facilidades son contrarrestadas
por pérdidas potenciales en precisión. Por ejemplo, una evidencia creciente indica
que un tipo de esquema —estereotipos— puede ser activado de manera automática
y no consciente por aspectos físicos asociados con el grupo estereotipado (por ejemplo, Pratto y Bargh, 1991). Por tanto, la piel oscura puede activar automáticamente
un estereotipo negativo acerca de los afroamericanos, incluso aunque la persona
en cuestión no tenga intención de pensar en términos de este estereotipo. De
manera similar, las actitudes (creencias y evaluaciones de algún aspecto del mundo
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procesamiento automático:
esto ocurre cuando, después de
una extensa experiencia con una
tarea o tipo de información,
alcanzamos un estado en el que
desempeñamos la tarea o
procesamos la información de
manera similar, sin esfuerzo, de
forma automática e inconsciente.
92
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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social) pueden ser activadas automáticamente por la simple presencia del objeto
de la actitud (por ejemplo, Wegner y Bargh, 1998). Por supuesto, este procesamiento
automático de la información social puede conducir a serios errores.
Quizá, aún más sorprendente es que los resultados de las investigaciones indican que una vez se han activado los esquemas, pueden incluso ejercer efectos aparentemente automáticos sobre el comportamiento. En otras palabras, la gente puede
actuar de manera consistente con estos esquemas, aunque no lo intenten y no sean
conscientes de que están actuando de esta manera. Un claro ejemplo de tales efectos lo proporciona la investigación realizada por Bargh, Chen y Burrows (1996).
En un estudio, estos investigadores primero activaron tanto el esquema para el
rasgo de rudeza como el esquema para el rasgo de amabilidad a través del «priming». Los participantes trabajaron descodificando oraciones codificadas que contenían bien palabras relacionadas con la rudeza (por ejemplo, intrépido, rudo,
tosquedad, bruscamente) o bien palabras relacionadas con la amabilidad (por ejemplo, cordialidad, paciencia, amable, cortesía, discreción). Se ha encontrado en
investigaciones previas que la exposición a palabras relacionadas con los esquemas
activan estos esquemas mentales. Las personas pertenecientes a un tercer grupo
(el grupo control) descodificaron oraciones que contenían palabras relacionadas con
cualquier rasgo (por ejemplo, entrenar, perfección, ocasionalmente, rápidamente,
normalmente). Una vez finalizadas estas tareas, se les pidió a los participantes en
el estudio que se lo notificaran al experimentador, quien les asignó nuevas tareas.
Cuando se acercaron al experimentador, éste mantenía una conversación con otra
persona (un cómplice). El experimentador continuó su conversación, ignorando al
participante. La conducta a medir era si el participante interrumpía la conversación para recibir las siguientes instrucciones. Los investigadores predijeron que sería
más probable que las personas a las cuales se les había activado el rasgo de rudeza
interrumpieran la conversación, en comparación con las personas a quienes se les
había activado el rasgo de amabilidad. Como puedes observar en la Figura 3.5, esto
es precisamente lo que sucedió. Hallazgos posteriores indicaron que estos efectos
ocurrieron a pesar del hecho de que las calificaciones realizadas por los participantes
acerca de la amabilidad del experimentador no difirieron entre las tres condiciones
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Los participantes a quienes se les había
activado el rasgo «rudeza» interrumpieron más
que aquellos a quienes se les había activado
el rasgo «amabilidad»
Porcentaje que interrumpió
70
64
60
50
38
40
30
20
17
10
0
Amabilidad
Neutral
Rudeza
FIGURA 3.5
Procesamiento automático
y comportamiento social.
Los individuos a quienes se les
había activado el esquema de
«rudeza» fueron más proclives a
interrumpir la conversación de un
experimentador en comparación
con aquellos individuos a los que
se les activó el esquema de
«amabilidad». Esto fue así a pesar
del hecho de que ambos grupos
calificaron igual al experimentador
como una persona amable.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE
BARGH, CHEN Y BURROWS, 1996].
Rasgo activado
Heurísticos y procesamiento automático: cómo reducimos nuestro esfuerzo en la cognición social
■
93
experimentales. Por tanto, estas diferencias en el comportamiento parecieron suceder de una manera no consciente y automática.
En un segundo estudio, Bargh, Chen y Burrows (1996) activaron el estereotipo
de vejez en un grupo (de nuevo a través de la exposición a palabras relacionadas con
este esquema), manteniendo un segundo grupo como control. Al finalizar el estudio, los investigadores anotaron el tiempo que les llevó bajar a cada uno de los participantes hacia el vestíbulo. Como se predijo, aquellos a los cuales se les activó
el estereotipo de vejez ¡caminaron, de hecho, de manera más lenta! De manera conjunta los resultados de estas investigaciones indican que activar estereotipos o
esquemas puede ejercer, al parecer, efectos automáticos en el comportamiento —
efectos que ocurren en ausencia de intención o de una percepción consciente—.
Estos hallazgos tienen importantes implicaciones. Por ejemplo, sugieren que una
vez que los estereotipos se han activado, los individuos no sólo piensan en términos
de estos marcos mentales sino que pueden, de hecho, actuar de manera consistente
con dichos marcos. Por tanto, los estereotipos negativos de los grupos minoritarios
pueden llevar a las personas que los tienen a actuar de manera hostil hacia los
miembros de estos grupos, incluso si ellos no tienen intención de hacerlo. Entonces, el procesamiento automático es claramente un aspecto importante del pensamiento social que puede volverse visible a menudo en el comportamiento
explícito.
P U N TO S C L AV E
■
⡤
Debido a que nuestra capacidad de procesar información es limitada con frecuencia
experimentamos sobrecarga de información. Para evitar esto, hacemos uso de los heurísticos —reglas para tomar decisiones de manera rápida y relativamente sin esfuerzo.
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■
■
■
■
Uno de tales heurísticos es el de representatividad, el cual sugiere que cuanto más similar es un individuo a los miembros típicos de un grupo dado, más probable será que pertenezca a dicho grupo.
Otro heurístico es el de disponibilidad, el cual sugiere que cuanto más fácil sea traer información a nuestra mente, mayor será su impacto en las decisiones o juicios subsecuentes.
En algunos casos, la disponibilidad puede también involucrar la cantidad de información
que traemos a la mente.
«Priming» se refiere a la mayor disponibilidad de la información como resultado de la
exposición a estímulos o eventos específicos.
Otro medio para reducir el esfuerzo mental implica el procesamiento automático de la
información social —procesamiento que ocurre de manera automática, aparentemente
sin esfuerzo y de manera no consciente—. Los hallazgos de las investigaciones indican
que una vez activados los esquemas y otros marcos mentales, estos pueden influir no
sólo sobre el pensamiento sino también en el comportamiento social.
Fuentes potenciales de error en la cognición
social: por qué la racionalidad total es más
rara de lo que piensas
QD
efinitivamente los humanos no somos computadores. Aunque
podemos imaginarnos ser capaces de razonar de manera perfectamente lógica, sabemos a partir de nuestra propia experiencia que con frecuencia fallamos en conseguir esta meta. Esto es cierto con
94
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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respecto a muchos aspectos del pensamiento social. En nuestro esfuerzo por comprender a los otros y darle sentido al mundo social estamos sujetos a un amplio
rango de tendencias que juntas pueden llevarnos a cometer serios errores. En esta
sección, consideraremos varias de estas tendencias. Sin embargo, antes de hacerlo,
deberíamos enfatizar el siguiente punto: estos aspectos del pensamiento social a
veces conducen a errores, pero también son bastante adaptativos. Con frecuencia
nos ayudan a centrarnos en lo que resulta más informativo y reducen el esfuerzo
requerido para comprender el mundo social. Por tanto, estos errores son definitivamente una especie de mezcla que nos proporciona beneficios tangibles así como
también importantes costes.
Sesgo hacia lo negativo: la tendencia a prestar mayor
atención a la información negativa
Imagina a uno de tus amigos describiendo a alguien que tú no conoces, mencionando muchos aspectos positivos sobre esta persona —es agradable,
inteligente, guapa, amigable y así sucesivamente—. Entonces, tu amigo menciona
un aspecto negativo: esta persona es un poco arrogante. ¿Qué será lo que probablemente recuerdes? Los hallazgos de las investigaciones indican que probablemente
será la información negativa la que se mantendrá en tu memoria (por ejemplo,
Kunda, 1999). Más aún, debido a esto, la información negativa tendrá más influencia en tu deseo por conocer a esta persona que cualquier otra información positiva
equivalente. Tales hallazgos sugieren que mostramos un fuerte sesgo hacia lo negativo —mayor sensibilidad a la información negativa que a la positiva—. Esto es también cierto tanto para el mundo social como para la información sobre otros
aspectos del mundo que nos rodea (Figura 3.6).
¿Por qué tenemos esta tendencia? Desde una perspectiva evolutiva, tiene mucho
sentido. La información negativa refleja aspectos del mundo social que pueden ser
amenazas a nuestra seguridad o bienestar. Por esta razón, es especialmente importante que seamos sensibles a tales estímulos y por tanto, capaces de responder a
ellos de manera rápida. El resultado de muchas investigaciones apoya esta idea. Por
ejemplo, considera nuestra habilidad para reconocer las expresiones faciales de otros.
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sesgo hacia lo negativo: se
refiere al hecho de que nosotros
demostramos una mayor
sensibilidad ante la información
negativa que ante la positiva.
FIGURA 3.6
El sesgo hacia lo negativo en funcionamiento.
Como sugiere este cómic, tendemos a ser más sensibles a la información negativa que a la positiva.
[FUENTE: © LYNN JOHNSTON PRODUCTIONS, INC./DISTRIBUIDO POR UNITED FEATURE SYNDICATE, INC.]
■
Fuentes potenciales de error en la cognición social: por qué la racionalidad total es más rara...
95
Las caras amenazantes fueron
identificadas con mayor
precisión que las otras
Porcentaje
de identificaciones
100
98
95
90
95
Amigable
95
94
Intrigante
Triste
Amenazante
Tipo de cara
FIGURA 3.7
Evidencia del sesgo hacia lo negativo.
Las caras amenazantes mostradas entre un grupo de caras
neutrales fueron identificadas más rápidamente y con mayor
precisión que las caras amigables, intrigantes o tristes. Este
hallazgo proporciona evidencia de la existencia del sesgo hacia
lo negativo —sensibilidad acentuada hacia los estímulos o
información negativa.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE OHMAN, LUNDQVIST & ESTEVES, 2001.]
■
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Los resultados de muchos estudios indican que somos más rápidos y más exactos
en detectar expresiones faciales negativas (por ejemplo, una que muestre ira u hostilidad) que las positivas (por ejemplo, una que muestre simpatía).
Una clara ilustración de tales efectos es proporcionada por los estudios realizados
por Ohman, Lundqvist y Esteves (2001). Estos investigadores pidieron a los participantes en su estudio que identificaran las caras neutrales, amigables o amenazantes que se presentaban entre otras caras con expresiones discrepantes (por
ejemplo, la cara amigable fue mostrada entre caras neutrales o caras amenazantes;
la cara amenazante fue mostrada entre caras amigables o neutrales; y así sucesivamente). Los resultados indicaron que, al margen de las caras de fondo, los participantes fueron más rápidos y exactos identificando las caras amenazantes. En un
estudio adicional, se pidió a los participantes identificar diferentes tipos de caras
—amenazantes, amigables, intrigantes o tristes— entre un grupo de caras neutrales.
De nuevo, las caras amenazantes fueron identificadas más rápidamente y con mayor
exactitud que cualquiera de las otras (véase Figura 3.7).
COGNICIÓN SOCIAL Y NEUROCIENCIA: LA BASE NEURONAL DEL SESGO HACIA LO NEGATIVO. En años recientes, un creciente número de psicólogos sociales ha comenzado
a emplear técnicas modernas para estudiar el cerebro con la finalidad de descubrir
las bases neuronales del pensamiento social (por ejemplo, Cacioppo, Gardner y
Berntson, 1999; Crites et al., 1995). Algunos de estos hallazgos se han centrado en
el sesgo hacia lo negativo y proporcionan evidencia de que este sesgo puede, de
hecho, estar asentado en el funcionamiento básico de nuestro cerebro. Por ejemplo, en un estudio Ito y sus colegas (1998) mostraron estímulos neutrales, positivos
o negativos en el contexto de otros estímulos neutrales. Los estímulos neutrales fueron fotografías de un plato, un secador de pelo o un enchufe. Los estímulos
positivos consistieron en fotografías de un Ferrari rojo o gente disfrutando en la
96
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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montaña rusa. Los estímulos negativos incluían fotografías tales como un rostro
mutilado o una pistola apuntando a la cámara. Se les pidió a los participantes que
observaran cada fotografía y pensaran si mostraban algo positivo, negativo o neutral y que luego indicaran su evaluación presionando una tecla del computador. Se
registró la actividad eléctrica de sus cerebros mientras observaban y respondían a
las fotografías. Esta actividad (conocida como potenciales positivos tardíos, o PPTs
para abreviar) había sido previamente mostrada al reflejar la etapa de evaluacióncategorización de la cognición social —nuestra decisión inicial sobre si el estímulo
es algo que nos agrada o desagrada—. Los resultados indicaron que los estímulos
negativos produjeron mayores PPTs en comparación a lo que lo hicieron los estímulos positivos. Estos hallazgos sugieren que el sesgo hacia lo negativo ocurre
durante las etapas iniciales de la cognición social —etapa en la que primero evaluamos un estímulo de acuerdo a la dimensión simple positivo-negativo—. Este
hallazgo es consistente con la perspectiva evolucionista, la cual sugiere que las respuestas rápidas a estímulos negativos son con frecuencia importantes para la spervivencia.
En resumen, parece que tenemos una fuerte tendencia a mostrar una sensibilidad
acentuada hacia la información negativa. Esta tendencia parece ser un aspecto muy
básico del pensamiento social y puede, de hecho, estar asentado en la estructura
y funcionamiento de nuestros cerebros. (En el Capítulo 4, sobre actitudes, describiremos los esfuerzos adicionales realizados por los psicólogos sociales para identificar las bases neuronales del pensamiento social.)
Sesgo optimista: nuestra tendencia a ver
el mundo con gafas de color rosa
Aunque la tendencia a percibir información negativa es muy fuerte,
no desesperes: a pesar de su existencia, también tenemos una tendencia aparentemente opuesta conocida como el sesgo optimista —una predisposición a esperar que las cosas salgan bien en general—. De hecho, los hallazgos de las
investigaciones indican que mucha gente cree que ellos son más propensos que otros
a experimentar eventos positivos, y menos propensos a experimentar eventos negativos (por ejemplo, Shepperd, Ouellette y Fernández, 1996). Esta tendencia es observada en muchos contextos diferentes: la mayoría de las personas creen que son más
propensas que otras a encontrar un buen trabajo, tener un matrimonio feliz o a vivir
por muchos años, y menos propensos a experimentar eventos negativos tales como
quemarse, enfermarse seriamente o divorciarse (por ejemplo, Schwarzer, 1994).
Otro ejemplo se refiere a la falacia de planificación —nuestra tendencia a creer que
podemos hacer más de lo que realmente podemos hacer en un tiempo dado—. Debido
a este aspecto del sesgo optimista, los gobiernos frecuentemente anuncian calendarios
excesivamente optimistas para la ejecución de los proyectos públicos (por ejemplo,
construcción de nuevas vías, aeropuertos, puentes; véase Figura 3.8) y los individuos
adoptan calendarios optimistas no realistas para su propio trabajo. Si alguna vez has
estimado que un proyecto te llevaría una cierta cantidad de tiempo pero comprobaste
que te llevó mucho más, entonces estás familiarizado con este efecto y con la falacia de planificación.
¿Por qué somos víctimas de este tipo particular de optimismo? De acuerdo con
Buehler, Griffin y Ross (1994), los psicólogos sociales que han estudiado esta tendencia en detalle, señalan que intervienen varios factores. Uno se refiere a que
cuando los individuos hacen predicciones acerca de cuánto tiempo les llevará finalizar una tarea dada, entran en un modo narrativo o planificador de pensamiento
en el cual ellos se centran primeramente en el futuro y en cómo desempeñarán la
tarea. Esto, en cambio, impide que miren hacia atrás en el tiempo y recuerden
cuánto tiempo les llevó realizar tareas similares en el pasado. Como resultado,
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sesgo optimista: nuestra
predisposición a esperar cosas
que lo cambien todo
positivamente.
falacia de planificación: la
tendencia a hacer predicciones
optimistas referentes al tiempo
que llevará realizar una tarea
dada.
97
FIGURA 3.8
La falacia de planificación
en acción.
Los gobiernos con frecuencia
anuncian cronogramas muy
optimistas para la culminación de
grandes proyectos —autovías,
puentes, aeropuertos—. Esto
puede reflejar el funcionamiento
de la falacia de planificación —la
tendencia a creer que podemos
lograr más de lo que realmente
podemos hacer en un período
de tiempo determinado.
■
queda marginado un buen análisis de la realidad que podría ayudarles a evitar ser
extremadamente optimistas. Además, cuando los individuos consideran las experiencias pasadas en las cuales las tareas llevaron mayor tiempo de lo esperado, tienden a atribuir tales resultados a factores ajenos a su control. El resultado: tienden
a pasar por alto importantes obstáculos potenciales cuando se predice cuánto tiempo
llevará realizar una tarea y caen víctimas de la falacia de planificación. Estas predicciones han sido confirmadas en muchos estudios (por ejemplo, Buehler, Griffin y Ross, 1994), por tanto, parecen proporcionar importantes datos acerca de los
orígenes de esta tendencia a hacer predicciones optimistas sobre la finalización de
tareas.
Sin embargo, ésta no es la historia completa. La investigación sugiere que otro
factor, también puede jugar un importante rol en la falacia de planificación: la motivación para completar una tarea. Cuando los individuos predicen lo que pasará con
frecuencia suponen que lo que pasará es lo que ellos quieren que pase (por ejemplo, Jonson & Sherman, 1990). En consecuencia, en casos en los cuales los individuos se encuentran fuertemente motivados para completar una tarea, hacen
predicciones excesivamente optimistas. Los hallazgos de las investigaciones también corroboran este hecho (por ejemplo, Buehler, Griffin y MacDonald, 1997). Por
tanto, salta a la vista que nuestras estimaciones acerca de cuándo finalizaremos una
tarea se encuentran de hecho influidas por nuestras esperanzas y deseos: queremos
finalizar antes o a tiempo, por tanto predecimos que así sucederá. ¿Cuál es el resultado? ¡El optimismo infundado ataca de nuevo!
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PREPARADO PARA LO PEOR: UNA EXCEPCIÓN DE LA REGLA OPTIMISTA. Aunque el optimismo parece ser una regla general en la que está implicado nuestro pensamiento
social, existe una excepción importante a este patrón. Cuando los individuos esperan recibir feedback o información que puede ser de naturaleza negativa y que tiene
consecuencias importantes para ellos, se preparan para lo peor y muestran el reverso
del patrón optimista usual: de hecho, tienden a ser pesimistas, mostrando una acentuada tendencia a anticipar resultados negativos (por ejemplo, Taylor y Shepperd,
1998).
¿Por qué sucede esto? Un estudio reciente realizado por Shepperd y sus colegas
(Shepperd et al., 2000) sugiere que se debe al deseo de estar listo —preparado— para
98
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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lo peor. En diversos estudios relacionados, Shepperd y sus colegas (2000) pidieron
a los estudiantes estimar la probabilidad de que pudieran recibir una factura adicional (un resultado negativo) o una devolución (un resultado positivo) del administrador de su centro de estudios. (Supuestamente, el administrador había cometido
un número de errores, y resultó que el 25 por ciento de los estudiantes en total recibieron facturas de matrícula y pagos incorrectos.) Los investigadores predijeron que
los estudiantes que necesitaban financiar sus estudios —para quienes las facturas
adicionales podrían ser un problema mayor— mostrarían un mayor efecto preparado-para-lo-peor que aquellos que no lo necesitaban, debido a que una factura extra
podría tener mayores y serias consecuencias para los estudiantes de menos recursos. Los resultados confirmaron esta predicción. En muchos estudios, tales estudiantes estimaron una probabilidad de entre un 40 y 67 por ciento que ellos podrían
recibir una factura adicional —mucho mayor del 25 por ciento anunciado y mayor
que el que habían estimado los estudiantes que no necesitaban financiación—. Más
aún, estos estudiantes mostraron tal pesimismo sólo en relación a ellos mismos,
no en relación a un amigo e independientemente de si eran activados para pensar
sobre las pérdidas financieras pasadas.
Estos hallazgos juntos sugieren que la gente se prepara para lo peor y se vuelve pesimista bajo condiciones para las que ellos anticipan posibles malas noticias y que tendrán un fuerte efecto negativo sobre ellos. De nuevo, sin embargo, deberíamos enfatizar
que esto constituye la excepción a una regla general de optimismo. En la mayoría de
las situaciones, tendemos a ser generalmente optimistas acerca de nuestras vidas y
de los resultados sociales, pero podemos cambiar hacia el pesimismo cuando esto nos
ayuda a protegernos de la conmoción de las malas noticias inesperadas.
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Mostramos un fuerte sesgo hacia lo negativo —una tendencia a ser altamente sensibles
a los estímulos o la información negativa—. Esta tendencia parece ser muy básica y puede
estar asentada en el funcionamiento de nuestros cerebros. Por tanto, esto puede ser el
resultado de factores evolucionistas.
También mostramos un fuerte sesgo optimista, esperando eventos y resultados positivos
en muchos contextos.Además, tendemos a hacer predicciones demasiado optimistas
acerca de cuánto tiempo llevará finalizar una tarea dada, un efecto conocido como la
falacia de planificación.
El sesgo optimista también surge en nuestra tendencia a asumir que somos más propensos a experimentar más resultados positivos que otros, pero menos propensos que
los otros a experimentar resultados negativos.
Sin embargo, el sesgo optimista puede ser reversible y volverse hacia el pesimismo
cuando anticipamos recibir malas noticias con consecuencias importantes para nosotros; en tales casos, nos preparamos para lo peor y mostramos una tendencia acentuada
a predecir resultados negativos.
El coste potencial de pensar demasiado: por qué, a veces,
puede estar justificada nuestra tendencia a hacer el menor
esfuerzo cognitivo posible
Como acabamos de ver, existen muchos ejemplos en los cuales adoptamos un enfoque intuitivo para pensar acerca del mundo social. No obstante
Fuentes potenciales de error en la cognición social: por qué la racionalidad total es más rara...
99
existen otros ejemplos en los cuales, a pesar del esfuerzo, intentamos ser lo más
racionales y sistemáticos posible. A primera vista, tal pensamiento deliberado y
racional podría parecer ser beneficioso siempre: después de todo, debería ser menos
propenso a los errores o al sesgo. Pero en un examen detallado parece que éste no
es siempre el caso. ¿Te ha sucedido alguna vez que has pensado mucho acerca de
un problema o decisión encontrándote cada vez más y más confundido? Si es así,
eres consciente del hecho de que incluso cuando se pierde el pensamiento racional puede resultar algunas veces excesivo para un buen funcionamiento.
Esta conclusión, sorprendente como lo es, ha sido confirmada en muchos estudios (por ejemplo, Schooler y Engstler-Schooler, 1990; Wilson, 1990). La evidencia
proporcionada por Wilson y Schooler (1991) es quizás la más impresionante sobre
el potencial lado oculto de pensar demasiado. Estos investigadores pidieron a estudiantes de los primeros años de universidad probar y calificar varias mermeladas
de fresas. A la mitad de los participantes se le pidió simplemente probar las mermeladas y calificarlas; a la otra mitad se le pidió que analizaran sus reacciones a las
mermeladas —indicar por qué ellos se sintieron de la manera que lo hicieron en
relación a cada producto—. Wilson y Schooler (1991) concluyeron que cuando los
individuos se veían involucrados en tal cuidadosa introspección, las razones que
trajeron a su mente podían ser simplemente aquellas que eran más destacadas y
accesibles —las más fáciles de recordar o de poner en palabras—. Sin embargo, estas
razones podían no ser los factores más importantes en sus juicios. Como resultado,
los individuos podían estar de hecho confundidos por las razones que emitían y esto
podía provocar que hicieran juicios menos precisos.
Para determinar si esto sucedía en realidad, Wilson y Schooler (1991) compararon los juicios hechos por los participantes que analizaron las razones de sus calificaciones, y los juicios de los participantes que no lo hicieron, con las calificaciones
realizadas por un panel de expertos —personas que se ganan la vida comparando
varios productos—. Como se esperaba, los participantes que simplemente calificaron
las mermeladas coincidieron mucho más con los expertos en comparación con los
que intentaron explicar las razones de sus reacciones hacia las mermeladas.
Hallazgos similares han sido obtenidos en varios estudios relacionados, parece
haber fuertes evidencias para concluir que algunas veces pensar demasiado puede
llevarnos a problemas cognitivos serios. Sí, intentar pensar sistemática y racionalmente acerca de aspectos relevantes es importante; con frecuencia, un alto
esfuerzo en esta actividad genera mejores decisiones y juicios más precisos que el
pensamiento sin fundamento. Sin embargo, el pensamiento cuidadoso, como cualquier otro, puede llegar a sobrepasarte; y cuando esto sucede el resultado puede
incrementar la confusión y la frustración más que generar mejores y más acertadas decisiones o conclusiones.
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Pensamiento «contrafáctico»: los efectos de considerar
«lo que podría haber sido»
pensamiento
«contrafáctico»: tendencia a
imaginar unos resultados
diferentes a los que se han
obtenido en realidad —«lo que
podría haber sido».
100
Imagina que realizas un examen importante; cuando recibes tu puntuación, es un «5» —más bajo de lo que esperabas—. ¿Qué pensamientos se te vienen a la mente cuando consideras dicha puntuación? Si eres como la mayoría de
la gente, comenzarás pronto a imaginar «lo que podría haber sido» —recibir una calificación mayor— junto con pensamientos acerca de cómo podías haberla obtenido.
Tú puedes pensar: «si hubiera estudiado más, o hubiera asistido con mayor frecuencia a las clases». Quizás, entonces, puedes comenzar a hacer planes para hacerlo
mejor en el próximo examen.
Tales pensamientos acerca de lo que podría haber sido —conocido en psicología social como pensamiento contrafáctico— suceden en un amplio rango de situaciones, no sólo cuando nos encontramos ante situaciones que nos decepcionan.
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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¿Recuerdas a la conductora que se adentró en un cruce muy transitado mientras
hablaba por su teléfono móvil? Ella se imaginó lo que podría haber ocurrido si no
hubiera tenido suerte. Se imaginó lo peor, no lo mejor. Así pues, el pensamiento
contrafáctico puede implicar imaginar tanto mejores (contrafáctico al alza) como
peores resultados (contrafáctico a la baja) que lo que realmente experimentamos.
Cuando el pensamiento contrafáctico implica imaginar mejores resultados que
los que de hecho se obtuvieron, se encuentra muy relacionado con la experiencia
del arrepentimiento. Y tales remordimientos parecen ser más intensos cuando
implican cosas que deseamos pero que no hicimos, más que cosas que hicimos de
manera deficiente (Gilovich y Medvec, 1994). ¿Por qué es así? En parte debido a que
cuando pensamos acerca de las cosas que hicimos pero que salieron mal, sabemos
lo que ha ocurrido y podemos analizar nuestras decisiones o acciones, encontrando
buenas explicaciones para ello. Sin embargo, la situación es muy diferente cuando
pensamos acerca de las oportunidades perdidas. A medida que el tiempo pasa, echamos por tierra o perdemos de vista los factores que evitaron que actuáramos en el
momento —esto parece cada vez menos importante—. Aún peor, tendemos a imaginar con detalles vívidos los maravillosos beneficios que podrían haber resultado
si hubiéramos actuado. El resultado: nuestros remordimientos se intensifican con
el tiempo y pueden obsesionarnos toda la vida (Medvec, Madey y Gilovich, 1995).
Hallazgos recientes indican que la gente que comienza su propio negocio —emprendedores— son menos propensos a involucrarse en pensamiento contrafáctico
y también menos propensos a experimentar remordimiento por oportunidades perdidas en comparación con otras personas (Baron, 2000). Ellos creen, aparentemente,
que las oportunidades perdidas no importan: siempre hay una nueva a la vuelta de
la esquina. De esta manera, ellos no invierten mucho tiempo pensando acerca de
lo que podría haber sido: ¡hay mucho que pensar acerca de lo que aún no ha sido!
Sin embargo, estos no son los únicos efectos del pensamiento contrafáctico.
Como ha sido señalado por Neal Roese (1997), un psicólogo social que ha realizado
muchos estudios sobre pensamiento contrafáctico, entrar en este tipo de pensamiento puede generar un amplio rango de resultados, algunos de los cuales son beneficiosos, mientras que otros son costosos para las personas involucradas. Por
ejemplo, el pensamiento contrafáctico dependiendo de su foco puede generar tanto
subidas como bajadas en nuestros estados de ánimo actuales. Si los individuos imaginan al alza, comparando los resultados actuales con unos más favorables que los
que ellos han experimentado, el resultado puede ser fuertes sentimientos de insatisfacción o envidia, especialmente si ellos no se sienten capaces de obtener mejores resultados en el futuro (Sanna, 1997). Los atletas olímpicos que ganan una
medalla de plata pero que se imaginan ganando una medalla de oro experimentan
tales reacciones (véase Figura 3.9; por ejemplo, Medvec, Madey y Gilovich, 1995).
De manera alternativa, si los individuos comparan sus resultados actuales con otros
menos favorables, o si consideran varias maneras en las cuales los resultados no
deseados podían haber sido evitados y los positivos alcanzados, experimentarán sentimientos positivos de satisfacción o de esperanza. Tales reacciones han sido encontradas entre los atletas olímpicos que ganan medallas de bronce y que, por tanto,
imaginan lo que podría ser no haber ganado ninguna medalla (por ejemplo, Gleicher et al., 1995). En suma, emplear el pensamiento contrafáctico puede influir fuertemente sobre los estados afectivos (Medvec y Savitsky, 1997).
Además, parece ser que con frecuencia empleamos el pensamiento contrafáctico para mitigar la amargura de las decepciones. Después de eventos trágicos, como
la muerte de un ser querido, la gente con frecuencia encuentra alivio en pensamientos como «no se podía hacer más, la muerte era inevitable». En otras palabras,
las personas ajustan su percepción en relación a lo inevitable de la muerte para
hacerla más cierta y por tanto, inevitable. En contraste, si tienen diferentes
pensamientos contrafácticos —«si se hubiera diagnosticado antes la enfermedad...»
o «si lo hubiéramos llevado al hospital más rápido...»—, su sufrimiento podría
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101
FIGURA 3.9
Pensamiento contrafáctico en los juegos olímpicos.
Los hallazgos de las investigaciones indican que los atletas
olímpicos que ganan la medalla de bronce se sienten, en
realidad más felices que los que ganan la de plata. ¿Por qué?
Porque ellos no se imaginaban a sí mismos ganando ninguna
medalla (pensamiento contrafáctico a la baja) y por tanto se
sienten felices de haber recibido alguna. En contraste, aquéllos
que ganan una medalla de plata se imaginaban ganando una
medalla de oro (pensamiento contrafáctico al alza) por lo
que se sienten relativamente insatisfechos con la medalla
que han obtenido.
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incrementarse. Por tanto, asumiendo que los eventos negativos o decepciones eran
inevitables, tendemos a hacer más llevaderos estos eventos (Tykocinski, 2001).
Hablaremos más acerca de tales efectos en una sección posterior.
Otro efecto del pensamiento contrafáctico —o en este caso, de anticipar que lo
emplearemos— es conocido como la inercia de inacción. Esto sucede cuando un
individuo ha decidido no realizar ninguna acción y de esa manera pierde la oportunidad de obtener un resultado positivo. Como fruto de ello, es menos probable
que esta persona realice acciones similares en el futuro, especialmente si estas acciones supondrán ganancias menores. Por ejemplo, imagina que querías comprar una
cadena musical cuando estaba en rebajas a un 50 por ciento de su precio regular pero
no llegaste a tiempo a la tienda. Ahora, la cadena musical está a la venta con sólo
un 25 por ciento de descuento, ¿la comprarás? Los hallazgos de las investigaciones
indican que es menos probable que la compres si te perdiste el descuento original
(por ejemplo, Tykocinski, Pittman y Tuttle, 1995). ¿Por qué? Aparentemente si compráramos la cadena ahora, recordaremos que pudimos haberla comprado por menos
dinero. Por tanto, puesto que tal pensamiento contrafáctico generará sentimientos desagradables de reproche, trataremos de evitarlo. Los hallazgos reportados por
Tykocinski y Pittman (1998) ofrecen un claro apoyo para este razonamiento: los
individuos en estos estudios eran más propensos a mostrar la inercia de inacción
cuando dicha inercia podía de hecho protegerlos de pensamientos acerca de oportunidades pasadas perdidas. La inercia de inacción decreció cuando ellos no podían
evitar pensar sobre estas oportunidades perdidas (por ejemplo, cada día tienen que
pasar por delante de un apartamento que deseaban y que no pudieron alquilar).
En suma, imaginar lo que podría haber sido en una situación dada puede generar muchos efectos, desde remordimiento intenso y desesperante, hasta esperanza con una fuerte determinación por hacerlo mejor en el futuro. Por tanto,
102
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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nuestra tendencia a pensar, no sólo acerca de lo que es, sino también de lo que
podría haber sido puede tener efectos amplios sobre muchos aspectos de nuestro
pensamiento y comportamiento social.
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Cuando los individuos piensan demasiado acerca de un tema, pueden verse confundidos
sobre los factores que de hecho juegan un rol en su comportamiento, con el resultado
de que tomarán juicios o decisiones menos acertadas.
En muchas situaciones, los individuos imaginan «lo que podría haber sido» —mostrando
pensamiento contrafáctico—. Este tipo de pensamiento puede afectar nuestra simpatía
por personas que han experimentado resultados negativos y puede causar que experimentemos reproches fuertes sobre oportunidades perdidas.
Los individuos pueden hacer más manejables los eventos trágicos o desalentadores asumiendo que son inevitables; esto es una función muy adaptativa del pensamiento contrafáctico.
El pensamiento contrafáctico puede también influir fuertemente nuestros estados afectivos y puede llevarnos a la inercia de inacción, la cual sucede cuando los individuos fracasan al ejecutar una acción que podría generar resultados positivos y luego se vuelven reacios
a ejecutarla en el futuro para evitar pensar acerca de la oportunidad inicial perdida.
Pensamiento mágico: ¿podrías comerte una chocolatina
con forma de araña?
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Responder sinceramente:
Si estás en clase y no quieres que el profesor te llame, el pensar acerca de su
llamada, ¿incrementa las oportunidades de que él te llame?
Imagina que alguien que ha muerto de cáncer hubiera comprado un abrigo sellado en una bolsa de plástico y lo pusiera en un cajón, si alguien te diera el
abrigo un año después de la muerte de su dueño, ¿te lo pondrías?
Imagina que alguien te ofreció una chocolatina con forma de araña —¿te la
comerías? ¿Y si tuviera forma de una parte del cuerpo humano? (Véase Figura 3.10.)
Basándonos en consideraciones básicamente racionales, tú conoces cuáles podrían
ser tus respuestas a estas preguntas: No, sí y sí. Sin embargo, ¿realmente son estas
las respuestas que diste a las preguntas? Si eres como la mayoría de las personas, quizás no. De hecho, los hallazgos de las investigaciones indican que, como seres humanos, somos muy susceptibles a lo que se ha llamado pensamiento mágico (Rozin y
Nemeroff, 1990). Tal pensamiento se basa en supuestos que no se mantienen ante
un examen racional pero que, no obstante, son convincentes. Un principio de dicho
pensamiento mágico es la ley del contagio: esta sostiene que cuando dos objetos se
tocan, se transmiten propiedades entre sí y los efectos pueden durar más allá de la
finalización de dicho contacto (Zusne y Jones, 1989). Otro principio es la ley de la
similitud, la cual sugiere que las cosas que se parecen entre sí comparten propiedades
básicas. Aún un tercer principio asume que los pensamientos de uno pueden influir
el mundo físico de una forma no regida por las leyes de la física ¿Puedes notar cómo
se relacionan estos supuestos con las preguntas formuladas anteriormente? La ley
Fuentes potenciales de error en la cognición social: por qué la racionalidad total es más rara...
pensamiento mágico: los
pensamientos relacionados con
supuestos que no se mantienen
ante un análisis racional —por
ejemplo, la creencia de que las
cosas que se parecen unas a
otras comparten características
fundamentales.
103
FIGURA 3.10
Pensamiento mágico en acción.
¿Te gustaría comer el objeto mostrado
aquí si supieras que está hecho de
chocolate puro y que es ciento por
ciento seguro de consumir? A muchas
personas no les gustaría debido a la
influencia de lo que los psicólogos
sociales llaman pensamiento mágico.
■
del contagio se relaciona con la pregunta acerca del abrigo; la ley de la similitud está
vinculada con la chocolatina y el tercer principio guarda relación con que el pensamiento sobre un evento puede hacer que éste suceda.
Resulta sorprendente cómo nuestro pensamiento está influido por este pensamiento mágico en muchas situaciones incluyendo las sociales. Por ejemplo, Rozin,
Markwith y Nemeroff (1992), en un estudio sobre este tema, pidieron a los individuos que valoraran un abrigo perteneciente bien a una persona con SIDA, o bien
a una persona saludable, que había sido dejado en una bolsa de plástico y nunca
había sido tocado por su dueño. Consistente con la ley del contagio, los participantes
valoraron menos favorablemente el abrigo cuando había pertenecido a la persona
con SIDA, incluso cuando sabían que no había posibilidad de contagiarse la enfermedad a través de la prenda.
Por tanto, la próxima vez que estés tentado a hacer una broma acerca de la creencia supersticiosa de otra persona (por ejemplo, miedo al número trece o a que se
cruce un gato negro en su camino) piénsalo de nuevo: aunque no puedas aceptar
estas supersticiones, esto no significa que tu propio pensamiento esté totalmente
libre de este tipo de supuestos mágicos.
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Supresión de pensamiento: ¿por qué algunas veces los
esfuerzos para evitar ciertos pensamientos producen
efectos indeseados?
supresión de pensamiento:
esfuerzos para prevenir que
ciertos pensamientos se vuelvan
conscientes.
104
Alguna vez, todos hemos intentado reprimir ciertos pensamientos
—evitar que las ideas y las imágenes vengan a nuestra conciencia—. Por ejemplo,
una persona a dieta puede intentar evitar pensar sobre deliciosos postres, alguien
que esté intentando dejar de fumar puede intentar evitar pensamientos acerca del
placer de encender un cigarrillo, y alguien que dará una conferencia y que está nervioso puede intentar evitar pensar acerca de todas las maneras en las cuales se
arriesga a verse como un tonto mientras habla ante la audiencia.
¿Cómo logramos suprimir tales pensamientos y cuáles son los efectos de este
proceso? Según Daniel Wegner (1992b, 1994), un psicólogo social que ha estudiado
la supresión de pensamiento en detalle, los esfuerzos por mantener ciertos pensamientos lejos de nuestra conciencia implican dos componentes. Primero, existe
un proceso de vigilancia («monitoring») automática que busca evidencias de que
los pensamientos indeseados están cerca de aparecer. Cuando en este primer proceso se detectan tales pensamientos, un segundo proceso más trabajoso y menos
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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automático (es decir, más controlado) entra en acción. Este proceso operativo
implica esfuerzo, intentos conscientes de distraernos buscando pensar en otras
cosas. El proceso de vigilancia es, en cierto sentido, un sistema de «alerta» que avisa
a la persona de que los pensamientos indeseados están presentes y el segundo es
un sistema de prevención activa que mantiene dichos pensamientos fuera de la conciencia a través de la distracción.
Bajo circunstancias normales, los dos procesos hacen un buen trabajo reprimiendo los pensamientos indeseados. Sin embargo, cuando ocurre una sobrecarga
de información o cuando los individuos están fatigados, el proceso de vigilancia continúa activo para identificar los pensamientos indeseados pero el proceso operativo
ya no posee los recursos para mantenerlos fuera de la conciencia. El resultado: el
individuo de hecho experimenta un efecto rebote en el cual los pensamientos indeseados suceden incluso en una proporción mayor que cuando comenzaron los
esfuerzos por suprimirlos. Como veremos pronto, esto puede tener consecuencias
serias para la persona en cuestión.
El funcionamiento de los dos procesos descritos por Wegner (1992a, 1994) ha sido
confirmado en varios estudios diferentes (por ejemplo, Wegner y Zanakos, 1994)
en relación con los pensamientos que implican desde imágenes inusuales o extrañas (por ejemplo, elefante blanco) hasta los pensamientos acerca de los primeros
noviazgos (Wegner y Gold, 1995). Por tanto, este modelo sobre la supresión de pensamiento parece ser adecuado.
Ahora, en relación a la segunda pregunta planteada antes: ¿cuáles son los efectos de implicarse en la supresión de pensamiento, y de fallar o lograr esta tarea?
Generalmente la gente se implica en la supresión de pensamientos como medio para
influir en sus propios sentimientos y comportamientos. Por ejemplo, si quieres evitar sentirte enojado, es mejor no pensar acerca de los incidentes que te llevan a sentir resentimientos hacia otros. Igualmente, si quieres evitar sentirte deprimido, es
útil evitar pensar acerca de eventos o experiencias que te hacen sentirte triste. Pero,
algunas veces, la gente se implica en la supresión de pensamiento porque alguien
les ha dicho que lo hagan —como un terapeuta que está intentando ayudarles a
resolver un problema personal—. Imagina que alguien está intentando suprimir los
pensamientos sobre el alcohol con la finalidad de tratar el problema de la bebida.
Por ejemplo, un terapeuta puede decirle a un individuo que está intentando reducir su consumo de alcohol que evite pensar acerca de los placeres de la bebida. Si
el individuo tiene éxito suprimiendo tales pensamientos, esto puede ser una ventaja para el tratamiento de esta persona. Pero considera lo que sucede si el individuo falla. Esto puede llevar al paciente a pensar: «soy un fracasado, ¡no puedo
ni siquiera controlar mis pensamientos!». Como resultado, la motivación de la
persona para continuar estos esfuerzos —o incluso para continuar la terapia—
puede decaer, con predecibles resultados negativos (por ejemplo, Kelly y Kahn,
1994).
Desafortunadamente, debido a que algunas personas poseen ciertas características personales, son más propensas a experimentar este tipo de fracasos. Especialmente, los individuos que puntúan alto en reactancia —aquéllos que reaccionan
muy negativamente a las amenazas percibidas a su libertad personal— pueden
correr el riesgo de sufrir tales efectos. Con frecuencia estas personas rechazan el consejo o las recomendaciones de los otros debido a que quieren hacer lo que ellos mismos decidan, por lo tanto, pueden encontrar difícil seguir las instrucciones dadas
por otros para suprimir ciertos pensamientos. Esta tendencia es confirmada por la
investigación realizada por Kelly y Nauta (1997).
Estos investigadores le pidieron a los individuos, previamente valorados con reactancia alta o baja, que generaran su pensamiento intrusivo más común y que luego,
o bien lo suprimieran o bien lo expresaran por escrito. Más tarde, se le pidió a los
participantes que valoraran en qué medida ellos se sintieron fuera de control y tensos por sus pensamientos. Kelly y Nauta (1997) predijeron que las personas con una
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105
Cuando pedimos suprimir los
pensamientos intrusivos, las personas
con reactancia alta expresaron estos
pensamientos con mayor frecuencia que
las personas con reactancia baja
FIGURA 3.11
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE KELLY
Y NAUTA, 1997.
9,5
Frecuencia de pensamientos
Reactancia y supresión
del pensamiento.
Cuando pedimos suprimir los
pensamientos intrusivos, las personas
con reactancia alta reportaron más
casos de tales pensamientos y mayor
molestia referente a ellos que las
personas con reactancia baja. En
cambio, cuando se les pidió que
expresaran sus pensamientos intrusivos
(más que suprimirlos) no se observó
ninguna diferencia entre ambos grupos.
8,5
8,04
8,53
7,4
7,5
6,5
5,5
4,5
4,64
Baja reactancia
3,5
2,5
Alta reactancia
Suprimir
Expresar
■
reactancia alta podrían tener mayor dificultad en seguir las instrucciones de suprimir los pensamientos intrusivos y podrían reportar, más tarde, estar más mo lestos por estos pensamientos que cuando sucedieron. Como se muestra en la
Figura 3.11, esto es precisamente lo que ocurrió: las personas con una reactancia
alta no difirieron de aquéllas con una reactancia baja cuando se les pidió que expresaran sus pensamientos intrusivos. Esto fue predicho porque la reactancia no debería influir su comportamiento bajo estas condiciones. Sin embargo, cuando se les
pidió que suprimieran estos pensamientos las personas con una reactancia alta
reportaron una incidencia significativamente mayor de estos pensamientos. Aparentemente, o actuaron de manera opuesta a las instrucciones del experimentador
(¡esto es lo que hacen con frecuencia las personas con reactancia alta!), o intentaron suprimir más completamente sus pensamientos —con el resultado de que experimentaron un efecto rebote mayor—. Independientemente de cuál sea la
explicación precisa de este resultado, parece claro que las características personales
pueden de hecho jugar un rol en la supresión de pensamientos y que las personas
con una reactancia alta pueden no ser buenos candidatos para formas de terapias
que impliquen la supresión de pensamientos indeseados como parte de su tratamiento. (Véase las ¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR! al final de este capítulo
para tener una idea general de las variadas fuentes de error que pueden influir en
la cognición social.)
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Cognición social: un punto de optimismo
El sesgo hacia lo negativo, el sesgo optimista, los costes de pensar
demasiado, el pensamiento contrafáctico, el pensamiento mágico, la supresión de
pensamiento... —una vez discutidas estas fuentes de error en el pensamiento
social—, puedes estar listo para la desesperación: ¿podemos hacerlo bien? Creemos
que la respuesta es absolutamente. Nosotros no somos máquinas perfectas de procesamiento de información. Tenemos capacidades cognitivas limitadas y no podemos incrementarlas comprando «chips» de memoria. Y también somos algo
perezosos: en cualquier situación generalmente hacemos el menor esfuerzo cognitivo posible. A pesar de estas limitaciones, frecuentemente hacemos un trabajo
impresionante cuando pensamos acerca de los otros. A pesar de estar inundados con
106
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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cantidades verdaderamente enormes de información social, logramos clasificar,
almacenar, recordar y emplear una gran porción de ésta de una manera inteligente
y altamente eficiente. Nuestro pensamiento está de hecho sujeto a muchas fuentes potenciales de sesgo y cometemos errores. Pero hacemos un buen trabajo procesando la información social y dando sentido al mundo social en el que vivimos.
Por tanto, aunque podemos imaginar ser mejores en estas tareas de lo que actualmente somos, no hay razón para estar desanimado. Por el contrario, podemos estar
orgullosos por el hecho de que logramos mucho con las limitadas herramientas que
poseemos.
P U N TO S C L AV E
■
■
■
■
⡤
Con frecuencia damos cabida al pensamiento mágico —pensamiento basado en
supuestos que no se mantienen ante un examen racional—. Por ejemplo, podemos
creer que si dos objetos están en contacto, las propiedades pueden pasar de uno al
otro.
Con frecuencia los individuos intentan la supresión de pensamientos, tratando de prevenir el pensar en ciertos temas (por ejemplo, postres deliciosos, alcohol, tabaco).
Con frecuencia estos esfuerzos son exitosos, pero algunas veces tienen un efecto rebote,
y tales pensamientos de hecho incrementan su frecuencia. Las personas con una reactancia alta son más propensas a experimentar tales efectos en comparación con aquellas con una reactancia baja.
Aunque la cognición social está sujeta a muchas fuentes de error, generalmente hacemos un trabajo excelente para comprender el mundo social.
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Afecto y cognición: cómo los sentimientos
moldean el pensamiento y cómo éste moldea
los sentimientos
QE
n la exposición previa sobre el sesgo optimista, para reflejar
nuestra tendencia a esperar resultados positivos en muchas
situaciones, empleamos la frase «ver el mundo con gafas de
color rosa». Sin embargo, existe otra manera de aplicar estas palabras a la cognición
social: ellas también ilustran los efectos que tiene estar de buen ánimo sobre nuestros pensamientos y percepciones (véase Figura 3.12). Recuerdas alguna vez en que
hayas estado de muy buen ánimo: ¿no parecía el mundo ser un lugar más feliz? Y
¿no te parecían las personas y todo a tu alrededor mucho más favorable que cuando
te has encontrado en un estado de ánimo menos grato? Experiencias como estas ilustran el hecho de que existe con frecuencia una compleja interacción entre afecto
—nuestro estado de ánimo actual— y cognición —las maneras en que procesamos,
almacenamos, recordamos y empleamos la información social (Forgas, 1995a, Isen
y Baron, 1991)—. Nos referimos a interacción porque la investigación en este tema
indica que, de hecho, la interrelación es en gran medida una calle de doble sentido: nuestros sentimientos y estados de ánimo influyen en muchos aspectos de la
cognición y, a su vez, la cognición ejerce fuertes efectos en nuestros sentimientos
y estados de ánimo (por ejemplo, McDonald y Hirt, 1997; Seta, Hayes y Seta, 1994).
Afecto y cognición: cómo los sentimientos moldean el pensamiento y cómo éste moldea...
107
FIGURA 3.12
Impacto del afecto en la
cognición. Cuando estamos
de buen ánimo, el mundo es
un lugar más feliz.
Cuando nos encontramos bien,
tendemos a percibir más
favorablemente todo y a todos a
nuestro alrededor. Experiencias como
esta ilustran los importantes efectos
del afecto sobre la cognición.
■
¿En qué consisten estos efectos? Veamos lo que nos dicen los resultados de las investigaciones.
La influencia del afecto sobre la cognición
Acabamos de mencionar el impacto de los estados de ánimo en nuestras percepciones del mundo que nos rodea. Tales efectos se aplican a la gente al
igual que a los objetos. Imagina, por ejemplo que acabas de recibir buenas noticias
—hiciste un mejor examen de lo que esperabas—. Como resultado, te sientes muy
bien. Ahora, te encuentras por casualidad con uno de tus amigos y te presenta a
alguien que no conocías. Hablas con esta persona por un rato y entras a otra clase.
¿Estará influida tu primera impresión del desconocido por el hecho de que te sentías muy bien? Los resultados de varios estudios sugieren que así será (Bower, 1991;
Mayer y Hanson, 1995; Clore, Schwarz y Conway, 1993). En otras palabras, nuestros estados de ánimo actuales pueden afectar fuertemente nuestras reacciones a
los nuevos estímulos con los que nos encontramos por primera vez, independientemente de si éstos son personas, comidas o incluso territorios que no habías
visitado antes, llevándonos a percibir estas situaciones más favorablemente.
Tales efectos tienen implicaciones prácticas importantes. Por ejemplo, considera su impacto en las entrevistas de trabajo —un contexto en el cual los entrevistadores conocen a mucha gente por primera vez—. Un cuerpo creciente de
evidencias indica que incluso los entrevistadores más experimentados no pueden
evitar estar influidos por sus estados de ánimo: asignan mejores evaluaciones a las
personas que entrevistan cuando están en un buen estado de ánimo que a las que
entrevistan estando en un estado de ánimo negativo (por ejemplo, Baron, 1993a;
Robbins y DeNisi, 1994).
Otra manera en la cual el afecto influye sobre la cognición tiene que ver con el
impacto que ejerce en la memoria. Aquí tienen lugar dos tipos de efectos diferentes,
aunque relacionados. Uno es conocido como la memoria dependiente del estado
de ánimo. Se refiere a que lo que recordamos mientras nos hallamos en un estado
de ánimo dado puede estar determinado, en parte, por lo que nosotros aprendimos
cuando previamente estuvimos en ese estado. Por ejemplo, si almacenas alguna
información en la memoria a largo plazo cuando estabas en un buen estado de
ánimo, eres más propenso a recordar esta información cuando te encuentres en
un estado similar. Un segundo tipo de efecto es conocido como efectos de congruencia con el estado de ánimo. Se refiere al hecho de que somos más propensos
a almacenar o recordar información positiva cuando nos hallamos en un estado de
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memoria dependiente del
estado de ánimo: lo que
nosotros recordamos mientras
nos hallamos en un estado de
ánimo dado puede estar
determinado, en parte, por lo
que nosotros aprendimos
cuando nos hallábamos
anteriormente en ese estado.
efectos de congruencia con
el estado de ánimo: nuestra
tendencia a almacenar o
recordar la información positiva
cuando nos hallamos en un
estado de ánimo positivo y de
almacenar/recordar la
información negativa cuando nos
encontramos en un estado de
ánimo negativo.
108
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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ánimo positivo y de almacenar/recordar información negativa cuando nos encontramos en un estado de ánimo negativo; en otras palabras, percibimos o recordamos
información que es congruente con nuestros estados de ánimo presentes (Blaney,
1986). Una manera simple de pensar acerca de la diferencia entre la memoria dependiente del estado de ánimo y los efectos de congruencia con el estado de ánimo es
esta: en la primera, la naturaleza de la información no importa, sólo es relevante tu
estado de ánimo en el momento en que la aprendiste y cuando intentaste recordarla.
En contraste, en los efectos de congruencia con el estado de ánimo resulta crucial
la naturaleza afectiva de la información —si es positiva o negativa—. Cuando estamos en un estado de ánimo positivo, tendemos a recordar información positiva y
cuando estamos en un estado de ánimo negativo, tendemos a recordar información
negativa (véase Figura 3.13).
La investigación confirma la existencia de memoria dependiente del estado de
ánimo (Eich, 1995) y también sugiere que sus efectos pueden ser muy importantes. Por ejemplo, la memoria dependiente del estado de ánimo ayuda a explicar por
qué las personas deprimidas tienen dificultad en recordar momentos en los cuales
se sintieron mejor (Schachter y Kihlstrom, 1989): al estar en un estado de ánimo
negativo tienden a recordar información que almacenaron en la memoria cuando
estaban en el mismo estado —y esta información se relaciona con el sentimiento
de depresión—. Esto es importante porque ser capaz de recordar lo que se sentía
cuando no se estaba deprimido puede jugar una parte importante en el éxito de un
tratamiento de este problema.
Nuestros estados anímicos actuales también influyen sobre otro aspecto importante de la cognición —la creatividad—. Los resultados de muchos estudios sugieren que estar en un estado de ánimo feliz puede incrementar la creatividad —quizás
porque esto activa un mayor rango de ideas y asociaciones que cuando estamos en
un estado de ánimo negativo y la creatividad consiste, en gran medida, en combinar
tales asociaciones en nuevos patrones (por ejemplo, Estrada, Isen y Young, 1995).
Finalmente, los hallazgos indican que la información que evoca reacciones afectivas puede ser procesada de manera diferente a otros tipos de información y, como
resultado, puede ser casi imposible de ignorar (por ejemplo, Edwards, Heindel y
Louis-Dreyfus, 1996; Wegnewr y Gold, 1995). Tales conclusiones han sido obtenidas
por Edwards y Bryan (1997).
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Memoria dependiente del estado de ánimo
Información aprendida
mientras se estaba
en un estado
de ánimo positivo
Más fácil de recuperar
cuando se está
en un estado
de ánimo positivo
Información aprendida
mientras se estaba
en un estado
de ánimo negativo
Más fácil de recuperar
cuando se está
en un estado
de ánimo negativo
Efectos de congruencia con el estado de ánimo
Buen estado de ánimo
Percepción y recuerdo
de información positiva
Mal estado de ánimo
Percepción y recuerdo
de información negativa
FIGURA 3.13
Los efectos del estado de ánimo en la
memoria.
Nuestros estados de ánimo influyen lo que
nosotros recordamos a través de dos mecanismos:
la memoria dependiente del estado de ánimo, se
refiere a que lo que nosotros recordamos estando
en un estado de ánimo determinado está
condicionado, en parte, por lo que nosotros
aprendimos cuando estuvimos previamente en ese
estado. Los efectos de congruencia con el estado de
ánimo, se refieren a que el tipo de información
(positiva o negativa) que es más probable
almacenar o recordar en un momento dado
depende y será consistente con el estado de ánimo
en que se encuentre el individuo.
■
Afecto y cognición: cómo los sentimientos moldean el pensamiento y cómo éste moldea...
109
Estos investigadores pensaron que la información emocional puede ser una
fuente potente de contaminación mental —un proceso en el cual nuestros juicios,
emociones o comportamientos están influidos por un procesamiento mental que
es inconsciente e incontrolable (Wilson y Brekke, 1994)—. Específicamente,
Edwards y Bryan sugirieron que la información que evoca reacciones emocionales
puede ser especialmente propensa a producir tales efectos porque los individuos con
frecuencia tienen poco control sobre las reacciones emocionales y porque tales reacciones son difusas en naturaleza y fomentan el procesamiento integrador más que
el analítico. El resultado: una vez que hemos sido expuestos a información que
genera emoción, no podemos ignorarla, no importa cuánto lo intentemos.
Para probar este razonamiento, los investigadores realizaron un experimento en
el cual los participantes jugaron el rol de jurado. Leyeron un texto sobre un intento
de asesinato que contenía información acerca del historial criminal previo del acusado. En una condición experimental, esta información fue presentada de manera
que generara emociones (el texto describía el ataque a sangre fría que un hombre
había cometido sobre una mujer); en otra condición, la misma situación se presentó
de manera más neutral (el texto simplemente mencionaba que el hombre fue acusado de un asalto anterior). Para la mitad de los participantes, el texto indicó que
esta información acerca del acusado fue admitida y debía ser considerada; para la
otra mitad, el texto describió la información como inadmisible y se le pidió al jurado
que la ignorara para decidir el veredicto.
Después de leer el texto, se les pidió a los participantes que valoraran la culpabilidad del acusado y recomendaran una sentencia para él. Edwards y Bryan (1997)
predijeron que debido a los factores descritos arriba, los individuos no serían capaces de ignorar la información generadora de emoción. De hecho, cuando se les dijo
que lo hicieran, se encontraron pensando acerca del tema con más frecuencia que
cuando no se les dio esta instrucción —el tipo de efecto rebote que describimos en
conexión con nuestra exposición sobre la supresión de pensamiento—. Por tanto,
ellos deberían percibir al acusado como más culpable y recomendar una sentencia
más severa bajo estas condiciones (cuando eran expuestos a información generadora de emoción y se les pedía que la ignoraran). Los resultados confirmaron esta
predicciones. Estos hallazgos tienen importantes implicaciones para el sistema legal
en el cual con frecuencia se les pide a los miembros del jurado que ignoren información provocadora de emoción. Los resultados obtenidos por Edwards y Bryan
(1997) y otros investigadores sugieren que esto puede ser una tarea imposible.
La investigación sobre la influencia del afecto en la cognición se ha mantenido
durante muchos años en la psicología social y se ha vuelto cada vez más sofisticada.
Para ver cómo nuestra comprensión sobre este tema ha avanzado, véase el apartado
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO.
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contaminación mental: un
proceso en el cual nuestros
juicios, emociones o
comportamientos están influidos
por un procesamiento mental
que es inconsciente e
incontrolable.
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
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L O S E F E C TO S D E L E S TA D O D E Á N I M O P O S I T I VO E N E L
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B R I L L O D E L É X I TO » A L O S E F E C TO S D E L E S TA D O D E Á N I M O
E N E L P E N S A M I E N TO H E U R Í S T I C O
C
uando comenzó la investigación
sobre los efectos de los estados
de ánimo aún no había sucedido
110
la «revolución cognitiva» en la psicología
social. Ciertamente los psicólogos sociales
estaban interesados en la cognición social,
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
pero no la habían percibido aún como central para el resto de los temas estudiados.
Por esta razón, los primeros estudios sobre
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6
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO ( C O N T I N U AC I Ó N )
los efectos de los estados afectivos se centraron en el impacto que causaban en el
comportamiento social más que en el pensamiento social. Entre estos trabajos el más
influyente fue el de Alice Isen. Ella estaba
interesada en un tema que había intrigado
a los psicólogos sociales desde siempre:
¿estar en un buen estado de ánimo incrementará nuestro deseo de ayudar a otros?
Isen pensó que ayudar a otros es un comportamiento positivo que «encaja» con
estar de buen ánimo.Además, cuando estamos de buen ánimo queremos mantenerlo
y una forma de hacerlo es ayudando a
otros: esto ayuda a nuestra autoimagen y
hace que nos sintamos bien con nosotros
mismos.
Para ver si estar de buen ánimo de hecho
incrementaba la ayuda, Isen realizó varios
estudios en los cuales empleó ingeniosas técnicas para poner a la gente de buen ánimo.
En el primero (Isen, 1970) indicó a los participantes (maestros de escuela) que habían
realizado muy bien o muy mal una serie de
tareas. Ella pensó que aquellos a quienes se
les había dicho que lo habían hecho muy
bien podrían experimentar «el cálido brillo
del éxito» y podrían estar de mejor ánimo.
La medición del altruismo fue la cantidad de
dinero que donaron los participantes para
financiar la compra del aire acondicionado
para una escuela local. Los resultados indicaron que aquellos con un buen estado de
ánimo de hecho dieron más —un promedio
de cuarenta y seis céntimos de dólar frente
a sólo siete céntimos de aquéllos a quienes
se les dijo que habían realizado de manera
deficiente las tareas y quienes presumiblemente estaban en un estado de ánimo
menos positivo.
En los estudios siguientes, Isen varió los
estados de ánimo de los participantes a través de técnicas tales como darles galletas
(Isen y Levin, 1972) e incluso colocando una
moneda en una cabina telefónica de
manera que la gente que entraba la encontraba allí (Isen y Levin, 1972). No importaba
cómo cambiaba el estado de ánimo, Isen
encontró el mismo resultado: las personas
en un buen estado de ánimo fueron más
altruistas hacia otros que cuando no lo esta-
ban. La investigación subsiguiente ha confirmado este hallazgo; por ejemplo, incluso
olores placenteros en un centro comercial
incrementaron el deseo de un visitante de
ayudar a un extraño (Baron, 1997a). Sin
embargo, otras investigaciones indican
que estar de buen ánimo no siempre incrementa el altruismo. Si, por ejemplo, los costes de ayudar son altos o si la ayuda puede
tender a deteriorar el buen estado de
ánimo de la persona, las personas en un
buen estado de ánimo no siempre serán
más altruistas (por ejemplo, Isen, 1984).
Aunque la investigación sobre los
efectos del estado de ánimo en el comportamiento social ha continuado (lo describiremos en el Capítulo 10), muchos
psicólogos sociales se han centrado, en cambio, en el tema que hemos venido discutiendo en este capítulo: ¿cómo los estados
afectivos influyen la cognición social? Las
investigaciones sugieren que tendemos a
cambiar nuestro pensamiento social hacia el
uso de los heurísticos —atajos mentales que
reducen el esfuerzo— cuando estamos de
buen ánimo. Una clara ilustración de tal
efecto es proporcionado por la investigación
realizada por Park y Banaji (2000).
Sobre la base de estudios previos, Park
y Banaji predijeron que estar de buen ánimo
podría llevar a los individuos a confiarse
excesivamente en los estereotipos porque
estos marcos mentales de hecho reducen el
esfuerzo mental y cuando la gente está de
buen ánimo no quiere que nada les afecte.
Dado que el pensamiento sistemático y cuidadoso es un trabajo duro, la gente en un
buen estado de ánimo evitará tal esfuerzo.
Para probar esta idea, los investigadores le
pidieron a los participantes que indicaran si
varios nombres —algunos de ellos de origen afroamericanos— pertenecían a la categoría «criminal» o a la categoría «político».
La mitad de los participantes fueron inducidos a un buen estado de ánimo a través
de la exposición de un segmento de una
comedia de TV mientras que la otra mitad
fue inducida a un estado de ánimo más neutral a través de la exhibición de escenas de
montañas, ríos, etc. Park y Banaji (2000) predijeron que estar de buen ánimo podría
incrementar el uso de los estereotipos. Por
tanto, los participantes con un buen estado
de ánimo podrían mostrar una marcada tendencia a situar los nombres afroamericanos
en la categoría «criminal» y una tendencia
mayor a situar los nombres europeo-americanos en la categoría «políticos». Esto es
precisamente lo que ocurrió: las personas
con un buen estado de ánimo fueron de
hecho más propensas a mostrar este patrón
en comparación con las personas con un
estado de ánimo neutral.
En los estudios siguientes Park y Banaji
(2000) encontraron que esta mayor sujeción a los estereotipos en las personas con
un buen estado de ánimo proviene de dos
fuentes: sensibilidad reducida a los nombres
(habilidad mermada para distinguir entre
ellos; véase Figura 3.14) y un criterio de
decisión mermado para asignar nombres a
una categoría específica (es decir, criminal
o político). En contraste, estar en un estado
de ánimo negativo (como resultado de ver
una película triste) no produjo tales efectos;
en su mayoría, este estado parece reducir
la sujeción a los estereotipos a través de
elevar el criterio de decisión para asignar
nombres a categorías específicas. Este ha
sido uno de los hallazgos de la investigación
general sobre los efectos del estado de
ánimo en la cognición: estados de ánimo
positivos incrementan nuestra tendencia a
emplear atajos mentales tales como los
estereotipos o los heurísticos, mientras que
estados negativos no generan tales efectos.
Como puedes observar, la investigación
sobre los efectos del afecto positivo ha
tenido progresos impresionantes. Sabemos
ahora que no sólo los estados de ánimo
positivos influyen sobre las formas del comportamiento social tales como el altruismo
(Isen, 1984; Baron, 1997a) sino también
cómo y cuándo estos estados (y, en general, los estados afectivos) influyen el pensamiento social. Más aún, hemos obtenido
una gran cantidad de información acerca
de los mecanismos a través de los cuales
estos efectos ocurren. Cuando afirmamos
que, en nuestra opinión, esto es un gran
progreso, ¡no creemos que estemos pensando de manera heurística!
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Afecto y cognición: cómo los sentimientos moldean el pensamiento y cómo éste moldea...
111
6
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO ( C O N T I N U AC I Ó N )
Participantes con un buen estado de ánimo se basaron
más en los estereotipos al asignar nombres afroamericanos
y europeoamericanos a a categoría «criminal», en otras
palabras, ellos fueron más propensos a asignar nombres
afroamericanos a esta categoría mostrando una
sensibilidad mermada hacia estos nombres
2
1,89
1,99
1,96
Medida de la sensibilidad
1,8
1,6
1,41
1,4
1,2
1
0,8
0,6
0,4
Afroamericano
0,2
Europeo-americano
0
Neutral
Positivo
Estado de ánimo de los participantes
FIGURA 3.14
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Efectos del estado de ánimo positivo en el pensamiento heurístico.
Los participantes con un buen estado de ánimo mostraron tendencias más fuertes a
basarse en estereotipos —una forma de atajo mental en el pensamiento social—. Por
tanto, fueron más propensos a clasificar nombres afroamericanos como pertenecientes
a la categoría «criminal» y más propensos a clasificar los nombres europeo-americanos
como pertenecientes a la categoría «político». Estos efectos provenían del hecho de
que las personas en un buen estado de ánimo mostraron una sensibilidad reducida a
los estímulos —habilidad mermada a distinguir entre los dos grupos de nombres.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE PARK Y BANAJI, 2000.
■
La influencia de la cognición sobre el afecto
La mayoría de la investigación sobre la relación entre afecto y cognición se ha centrado en cómo los sentimientos influyen sobre el pensamiento. Sin
embargo, existe una fuerte evidencia para la relación inversa —el impacto de la cognición sobre el afecto—. Un aspecto de esta relación es descrito en lo que se conoce
como la teoría de los dos factores de la emoción (Schachter, 1964). Esta teoría
sugiere que con frecuencia no conocemos nuestros propios sentimientos o actitudes
de manera directa. Más bien, dado que estas reacciones internas son algo ambiguas,
nosotros inferimos su naturaleza del mundo exterior —de los tipos de situaciones
en los cuales experimentamos estas reacciones—. Por ejemplo, si experimentamos
una activación incrementada ante la presencia de una persona atractiva, podemos
concluir que estamos enamorados. En contraste, si experimentamos una activación
112
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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incrementada después de haber sido sacados de la vía por otro conductor podríamos concluir que nos sentimos enojados.
Una segunda manera en que la cognición puede influir sobre las emociones es
a través de la activación de esquemas que contienen un fuerte componente afectivo. Por ejemplo, si catalogamos a un individuo como perteneciente a un grupo,
el esquema para esta categoría social puede sugerir qué rasgos puede poseer. Además, podría decirnos cómo nos sentimos hacia tales personas. Por tanto, la activación de un esquema o un estereotipo fuertemente racial, étnico o religioso podría
ejercer fuertes efectos sobre nuestros sentimientos o estados de ánimo actuales.
(Regresaremos sobre este punto en el Capítulo 6.)
Una tercera manera en la cual nuestros pensamientos pueden influir sobre nuestros estados afectivos consiste en nuestros esfuerzos por regular nuestras emociones
o sentimientos. Este tema es tan importante y está recibiendo tanta atención en
el presente que lo examinaremos de manera más detallada.
LA COGNICIÓN Y LA REGULACIÓN DE LOS ESTADOS AFECTIVOS. Aprender a regular
nuestras emociones es una tarea importante; los eventos y los resultados negativos son una parte inevitable de la vida, por tanto, aprender a hacer frente a los sentimientos negativos que estos eventos generan es crucial para un ajuste personal
efectivo —y para unas buenas relaciones sociales con los demás—. Por ejemplo, los
individuos que pierden su temple usualmente encuentran difícil estar con otros y
pueden de hecho ser evitados por los ellos. Entre las técnicas más importantes que
empleamos para regular nuestros estados de ánimo y emociones están las que implican mecanismos cognitivos. En otras palabras, empleamos nuestros pensamientos para regular nuestros sentimientos. Existen muchas técnicas para alcanzar esta
meta, pero aquí consideraremos dos que son especialmente interesantes: una táctica que puede ser llamada el efecto «nunca tuve la oportunidad» y otra que implica
caer en la tentación.
¿Recuerdas nuestra exposición sobre cómo la gente intenta con frecuencia disminuir el impacto de los eventos negativos o trágicos asumiendo que estos eventos eran inevitables? En otras palabras, emplean el pensamiento contrafáctico
—ajustando sus pensamientos a la probabilidad de eventos negativos— para hacerlos ver inevitables y por tanto menos estresantes. Evidencia directa de tal efecto
ha sido obtenida por Tykocinski (2001). En su estudio se pidió a los participantes
que leyeran un guión en el cual se apresuraban a una tienda a comprar un artículo
rebajado. En una condición, los participantes leían que tenían éxito —llegaban a
tiempo a la tienda—; otros leían que habían fallado —la tienda cerró cuando llegaron
al lugar—. Aún otros leían un guión que indicaba que iban de camino a la tienda
y no sabían si la encontrarían abierta cuando llegaran. La rebaja en el precio del artículo que querían comprar (un reloj de pulsera marca Swatch) era pequeña o grande,
por tanto, también se varió la motivación de los participantes para llegar a tiempo
a la tienda. Después de haber leído alguna de estas posibles situaciones, los participantes en las condiciones de éxito (llegaron a tiempo) y de fracaso (llegaron demasiado tarde) evaluaron la probabilidad, en retrospectiva, de haber podido llegar a
tiempo a la tienda; los otros participantes de la condición incierta evaluaban las
oportunidades futuras de llegar a tiempo a la tienda. Tykocinski (2001) predijo que
aquellos que habían fallado en llegar a tiempo a la tienda ajustarían a la baja la probabilidad de llegar allí a tiempo, especialmente en la condición de una mayor reducción en el precio; ellos harían esto para reducir el impacto de su desilusión. En
contraste, aquellos en las condiciones de éxito e incierta no mostrarían este patrón.
Esto es lo que mostraron los resultados. Estos hallazgos indican que nosotros, de
hecho, a veces empleamos el pensamiento contrafáctico para reducir el desaliento:
reduciendo mentalmente las posibilidades de éxito —esto es, onvenciéndonos de
que «nunca tuvimos la oportunidad»— reducimos nuestro desaliento y así regulamos nuestros estados afectivos.
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Afecto y cognición: cómo los sentimientos moldean el pensamiento y cómo éste moldea...
113
Otro mecanismo cognitivo que empleamos para regular nuestros estados afectivos —y especialmente para reducir o eliminar los sentimientos negativos—
implica caer en la tentación. Cuando las personas se sienten «depres» o angustiadas muchas se implican en actividades que saben que son malas para ellas pero
que los hacen sentir mejor, al menos temporalmente (por ejemplo, comer alimentos que engordan, pasar el tiempo viendo la TV). Estas acciones les hacen sentir mejor pero sólo temporalmente. ¿Por qué la gente hace esto? En el pasado se
asumía que la gente hacía esto debido a que la angustia emocional reduce nuestra capacidad o nuestra motivación para controlar nuestros impulsos a hacer cosas
que son gratas pero potencialmente negativas para nosotros. Sin embargo, Tice,
Bratslavsky y Baumeister (2000) afirman que los factores cognitivos de hecho
juegan un rol en dicho comportamiento. Señalan que la gente escoge conscientemente caer en tentaciones algunas veces cuando experimentan un fuerte sentimiento negativo. En otras palabras, esto no es un comportamiento automático
o un signo de debilidad; más bien, es una elección estratégica. La gente cae en la
tentación ante sentimientos negativos intensos, cambiando sus prioridades. Reducir su afecto negativo se convierte en su meta primaria, por lo tanto, hacen lo que
sea para lograr su objetivo.
Para probar esta hipótesis, Tice, Bratslavsky y Baumeister (2000) realizaron
un estudio en el cual primero unos participantes fueron inducidos a un estado
de ánimo positivo y otros a un estado de ánimo negativo (a través de la lectura
de historias en las cuales ellos salvaban la vida de un niño o bien aceleraban con
semáforo en rojo y por tanto causaban la muerte del niño). Entonces, se les dijo
a unos que sus estados de ánimo podían cambiar con el tiempo, y a otros que,
producto de una vela de aromaterapia que el experimentador encendería, sus
estados de ánimo se congelarían y no podrían cambiarlos. Luego se les dijo a los
participantes que podrían trabajar en un test de inteligencia y recibir feedback
sobre su desempeño. Sin embargo, antes de hacer el test, tendrían una sesión
práctica de quince minutos de preparación. Entonces, el experimentador los dejó
en un aula con los materiales para que practicaran y con materiales distractores
—otras tareas en las que podían trabajar—. Para la mitad de los participantes,
estas tareas fueron atractivas y tentadoras (por ejemplo, un puzzle retador, un
vídeo-juego, revistas populares). Para otros, las tareas fueron menos atractivas
(un puzzle de pre-escolar, revistas técnicas viejas). La pregunta principal fue esta:
¿Las personas con un estado de ánimo negativo invertirían mayor parte del
tiempo de práctica jugando con los distractores (holgazaneando) que aquellas
personas que se encontraban de buen ánimo? Más importante aún, ¿ocurriría
esto en la condición en la cual los participantes creyeron que podían cambiar
sus propios estados de ánimo? Después de todo, si los participantes creyeron
que sus estados de ánimo serían congelados y no podrían ser alterados, no tendría sentido jugar con los distractores. Los investigadores predijeron que este
podría ser el caso: las personas con un estado de ánimo negativo podrían holgazanear más pero sólo cuando creyeran que haciéndolo podrían realzar sus estados de ánimo.
Como puedes observar en la Figura 3.15, los resultados apoyaron claramente
esta predicción. Estos hallazgos indican que la tendencia a caer en la tentación
y de implicarse en placeres prohibidos es una de las técnicas que empleamos para
reducir los sentimientos negativos de la angustia. Más aún, parece que tales acciones pueden representar una elección estratégica y consciente y no un simple error
en la motivación o la habilidad para restringir nuestros propios impulsos. Sin
embargo, es importante destacar que mientras esta técnica puede ser exitosa,
puede también implicar costes altos —las acciones que realizamos para contrarrestar nuestros sentimientos negativos pueden estar dañando nuestra salud o
nuestro bienestar—. Claramente, entonces, ¡esta es una táctica que deberíamos
emplear con cuidado!
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114
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
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Participantes con estado de ánimo negativo que creyeron
que su estado de ánimo podía ser mejorado invirtiendo
más tiempo jugando con los distractores en comparación
con otras personas que se encontraban bajo otras condiciones
15
Tiempo invertido jugando
con tareas atractivas o no
13,68
10
7,59
8,09
Congelado
5,68
5
Cambiable
Bueno
Malo
Estado de ánimo
FIGURA 3.15
Caer en la tentación: una estrategia cognitiva para reducir la angustia emocional.
Los individuos que experimentan un fuerte afecto negativo pasan más tiempo jugando con
tareas distractoras atractivas (holgazaneando) que los individuos que se encuentran de buen
ánimo o que aquellos que sólo disponen de tareas distractoras nada interesantes. Estos
hallazgos proporcionan evidencia de que caer en la tentación puede ser, algunas veces, una
estrategia cognitiva consciente para reducir la angustia emocional. (Nota: aquí se presentan
sólo los datos referentes a las tareas distractoras atractivas.)
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[FUENTE: BASADO EN DATOS DE TICE, BRATSLAVSKY Y BAUMEISTER, 2000.]
■
P U N TO S C L AV E
■
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⡤
El afecto influye sobre la cognición de varias maneras. Nuestros estados de ánimo actuales pueden causar que reaccionemos positiva o negativamente ante nuevos estímulos,
incluidas otras personas, en la medida en que pensamos sistemática o heurísticamente
y pueden influir sobre la memoria a través de los efectos de memoria dependiente del
estado de ánimo y congruencia con el estado de ánimo.
El afecto puede influir también sobre la creatividad. Los hallazgos indican que la información provocadora de emoción puede influir fuertemente en los juicios y las decisiones
incluso cuando intentamos ignorarla.
Cuando nos hallamos de buen ánimo tendemos, en gran medida, a pensar heurísticamente en comparación a cuando nos hallamos de mal humor. Específicamente, mostramos una mayor sujeción a los estereotipos y otros atajos mentales.
La cognición influye sobre el afecto a través de nuestra interpretación de los eventos
provocadores de emoción y a través de la activación de esquemas que contienen un
fuerte componente afectivo.
Empleamos muchas técnicas cognitivas para regular nuestras emociones o sentimientos; a través del pensamiento contrafáctico, podemos hacer que los resultados negativos
parezcan inevitables y por tanto menos angustiosos; cuando estamos angustiados podemos escoger conscientemente implicarnos en actividades que en el corto plazo nos
hacen sentir bien pero que pueden perjudicarnos a largo plazo.
Afecto y cognición: cómo los sentimientos moldean el pensamiento y cómo éste moldea...
115
∞
C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
Esquemas
El efecto de los esquemas sobre otros aspectos del comportamiento social
tales como las actitudes (Capítulo 4) y el prejuicio (Capítulo 6).
Fuentes potenciales de error
en la cognición social
El rol de estos errores sobre las primeras impresiones (Capítulo 2) y la
persuasión (Capítulo 4).
La relación entre afecto y cognición
Los roles de estas relaciones en muchas formas de comportamiento social,
incluyendo el prejuicio (Capítulo 6), la atracción (Capítulo 7), el altruismo
(Capítulo 10) y la agresión (Capítulo 11).
PIENSA EN POSIBLES
1. Los esquemas nos ayudan a entender
e interpretar muchas situaciones sociales ¿Piensas que juegan un rol en las
relaciones de largo plazo (véase Capítulo 8)? Por ejemplo, ¿piensas que poseemos esquemas relativamente
claros que sugieren que las relaciones
deberían desarrollarse en varias etapas a lo largo del tiempo e incluso en
qué momento deberían ocurrir tales
cambios?
CONEXIONES
2. ¿Alguna vez has intentado suprimir
ciertos pensamientos con el propósito de hacer cambios beneficiosos en
tu propio comportamiento, por ejemplo, perder peso o cambiar un mal
hábito? Si es así, ¿has tenido éxito?
Después de haber leído la información de este capítulo, ¿piensas que
serás capaz de hacer un mejor trabajo
en este sentido? ¿Podrías, por ejemplo,
hacer un mejor trabajo manteniendo
tu temple bajo control (véase Capí-
tulo 11) o evitando sentimientos negativos hacia los miembros de varios
grupos minoritarios (Capítulo 6)?
3. ¿Alguna vez has intentado reducir los
sentimientos de ansiedad concluyendo que los eventos negativos que
causaron esta ansiedad eran inevitables? Si este es el caso, ¿funcionó esta
estrategia —te sentiste mejor después de concluir que la desilusión o el
resultado negativo era inevitable?
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l
IDEAS
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
COMBATIR LOS ERRORES DE LA COGNICIÓN SOCIAL
L
la cognición social —nuestros
esfuerzos para interpretar,
analizar, recordar y emplear la
información sobre el mundo social— está
sujeta a muchas fuentes de error. Aquí
vimos algunos de los más importantes —
errores de los que deberías ser consciente
e intentar protegerte en el futuro.
Los efectos autoconfirmatorios
de los esquemas
Una vez que se han formado los esquemas —marcos mentales para organizar e
116
interpretar la información social— tienden
a volverse autoconfirmatorios: nos conducen a percibir sólo la información que es
consistente con ellos y nos llevan a actuar
de forma que confirmen su validez.
El sesgo hacia lo negativo
Tendemos a ser altamente sensibles a la
información negativa, prestándole mayor
atención y asignándole mayor importancia
de la que le asignamos a la positiva.
El sesgo optimista
Generalmente esperamos que las
cosas mejoren, incluso cuando tales
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
expectativas no son realistas en alguna
medida. Sin embargo, si anticipamos que el
feedback puede ser negativo y que puede
tener consecuencias importantes para
nosotros, podemos aferrarnos a lo peor y
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l
IDEAS
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
nos a fuertes sentimientos de pena y envidia si imaginamos mejores resultados que
los que se obtuvieron.
pensamientos con frecuencia nos lleva a
tenerlos más presentes que en cualquier
otro caso.
Supresión de pensamiento:
Intentar mantener ciertos
pensamientos fuera de nuestra
conciencia
En muchas situaciones intentamos
suprimir o reprimir pensamientos que creemos nos pueden llevar a situaciones problemáticas. Por ejemplo, la personas a dieta
intentan reprimir pensamientos sobre
comidas deliciosas y la gente que intenta
dejar de fumar intenta evitar pensar acerca
del placer de encender un cigarrillo. Desafortunadamente, intentar suprimir tales
El rol de las estados afectivos
Cuando estamos de buen ánimo evaluamos casi todo más positivamente que
en cualquier otra situación. Y al revés
cuando estamos de mal humor. Desafortunadamente, tales efectos pueden conducirnos a serios errores en nuestros
esfuerzos al hacer juicios acerca de otras
personas.
mostrar el reverso de nuestro optimismo
usual.
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Pensamiento contrafáctico:
Imaginar lo que pudo haber sido
Cuando imaginamos resultados diferentes de los que de hecho hemos obtenido, nos implicamos en el pensamiento
contrafáctico. Dicho pensamiento puede
incrementar nuestra satisfacción si imaginamos resultados peores que los que en
realidad se obtuvieron; pero puede llevar-
b
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
Esquemas: marcos mentales para
organizar y utilizar la información
social
Dado que tenemos una capacidad cognitiva limitada, con frecuencia intentamos
reducir el esfuerzo que invertimos en la
cognición social —cómo pensamos acerca
de las otras personas—. Esto puede
incrementar la eficacia pero reducir nues-
tra precisión con respecto a esta importante tarea.
Un componente básico de la cognición
social es el esquema —marcos mentales
centrados alrededor de un tema específico que nos ayudan a organizar la información social.
Una vez formados los esquemas, éstos
ejercen efectos importantes en lo que
percibimos (atención), lo que almacenamos en la memoria (codificación) y
lo que después recordamos (recuperación). Los individuos manifiestan
recordar más la información consistente con los esquemas que la información inconsistente con ellos, pero de
hecho, la información inconsistente está
fuer temente representada en la
memoria.
Sumario y revisión
117
b
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E ( C O N T I N UAC I Ó N )
Los esquemas nos ayudan a procesar
información pero con frecuencia persisten incluso ante información no
confirmatoria, de esta manera distorsionan nuestra comprensión del mundo
social.
Los esquemas pueden también ejercer
efectos autoconfirmatorios llevándonos
a comportarnos de manera que se autoconfirmen.
Heurísticos y procesamiento
automático: cómo reducimos
nuestro esfuerzo en la cognición
social
Debido a que nuestra capacidad de procesar información es limitada con frecuencia experimentamos sobrecarga de
información. Para evitar esto, hacemos uso
de los heurísticos —reglas para tomar
decisiones de manera rápida y relativamente sin esfuerzo.
gos de las investigaciones indican que una
vez activados los esquemas y otros marcos mentales estos pueden influir no sólo
sobre el pensamiento sino también en el
comportamiento social.
Fuentes potenciales de error en
la cognición social: Por qué la
racionalidad total es más rara de
lo que piensas
Mostramos un fuerte sesgo hacia lo negativo —una tendencia a ser altamente sensibles a los estímulos o la información
negativa—. Esta tendencia parece ser
muy básica y puede estar asentada en el
funcionamiento de nuestros cerebros. Por
tanto, esto puede ser el resultado de factores evolucionistas.
También mostramos un fuerte sesgo optimista, esperando eventos y resultados
positivos en muchos contextos. Además, tendemos a hacer predicciones demasiado optimistas acerca de cuánto
tiempo llevará finalizar una tarea dada, un
efecto conocido como la falacia de planificación.
En muchas situaciones, los individuos
imaginan «lo que podría haber sido»
––mostrando pensamiento contrafáctico—. Este tipo de pensamiento puede
afectar nuestra simpatía por personas
que han experimentado resultados
negativos y puede causar que experimentemos reproches fuertes sobre
oportunidades perdidas.
Los individuos pueden hacer más manejables los eventos trágicos o desalentadores asumiendo que son inevitables;
esto es una función muy adaptativa del
pensamiento contrafáctico.
El pensamiento contrafáctico puede
también influir fuertemente nuestros
estados afectivos y puede llevarnos a
la inercia de inacción, la cual sucede
cuando los individuos fracasan al ejecutar
una acción que podría generar resultados positivos y luego se vuelven reacios
a ejecutarla en el futuro para evitar pensar acerca de la oportunidad inicial perdida.
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Uno de tales heurísticos es el de representatividad, el cual sugiere que cuanto
más similar es un individuo a los miembros típicos de un grupo dado, más probable será que pertenezca a dicho
grupo.
Otro heurístico es el de disponibilidad, el
cual sugiere que cuanto más fácil sea traer
información a nuestra mente, mayor será
su impacto en las decisiones o juicios subsecuentes. En algunos casos, la disponibilidad puede también involucrar la
cantidad de información que traemos a la
mente.
El sesgo optimista también surge en nuestra tendencia a asumir que somos más
propensos a experimentar más resultados positivos que otros, pero menos propensos que los otros a experimentar
resultados negativos.
«Priming» se refiere a la mayor disponibilidad de la información como resultado
de la exposición a estímulos o eventos
específicos.
Sin embargo, el sesgo optimista puede
ser reversible y volverse hacia el pesimismo cuando anticipamos recibir malas
noticias con consecuencias importantes
para nosotros; en tales casos, nos preparamos para lo peor y mostramos una
tendencia acentuada a predecir resultados negativos.
Otro medio para reducir el esfuerzo
mental implica el procesamiento automático de la información social —procesamiento que ocurre de manera
automática, aparentemente sin esfuerzo
y de manera no consciente—. Los hallaz-
Cuando los individuos piensan demasiado
acerca de un tema, pueden verse confundidos sobre los factores que de hecho
juegan un rol en su comportamiento, con
el resultado de que tomarán juicios o
decisiones menos acertadas.
118
CAPÍTULO 3 / COGNICIÓN SOCIAL
Con frecuencia damos cabida al pensamiento mágico —pensamiento basado en
supuestos que no se mantienen ante un
examen racional—. Por ejemplo, podemos creer que si dos objetos están en
contacto, las propiedades pueden pasar
de uno al otro.
Con frecuencia los individuos intentan la
supresión de pensamientos, tratando de
prevenir el pensar en ciertos temas (por
ejemplo, postres deliciosos, alcohol,
tabaco).
Con frecuencia estos esfuerzos son exitosos, pero algunas veces tienen un
efecto rebote, y tales pensamientos de
hecho incrementan su frecuencia. Las
personas con una reactancia alta son más
propensas a experimentar tales efectos
en comparación con aquellas con una
reactancia baja.
Aunque la cognición social está sujeta a
muchas fuentes de error, generalmente
hacemos un trabajo excelente para comprender el mundo social.
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Afecto y cognición: cómo los
sentimientos moldean los
pensamientos y cómo éstos
moldean los sentimientos
El afecto influye sobre la cognición de
varias maneras. Nuestros estados de
ánimo actuales pueden causar que reaccionemos positiva o negativamente ante
nuevos estímulos, incluidas otras personas, en la medida en que pensamos sistemática o heurísticamente y pueden
influir sobre la memoria a través de los
efectos de memoria dependiente del
estado de ánimo y congruencia con el
estado de ánimo.
b
El afecto puede influir también sobre la
creatividad. Los hallazgos indican que la
información provocadora de emoción
puede influir fuertemente en los juicios y
las decisiones incluso cuando intentamos
ignorarla.
Cuando nos hallamos de buen ánimo
tendemos, en gran medida, a pensar heurísticamente en comparación a cuando
nos hallamos de mal humor. Específicamente, mostramos una mayor sujeción a
los estereotipos y otros atajos mentales.
La cognición influye sobre el afecto a través de nuestra interpretación de los
eventos provocadores de emoción y a
través de la activación de esquemas que
contienen un fuerte componente afectivo.
Empleamos muchas técnicas cognitivas
para regular nuestras emociones o sentimientos; a través del pensamiento contrafáctico, podemos hacer que los
resultados negativos parezcan inevitables
y por tanto menos angustiosos; cuando
estamos angustiados podemos escoger
conscientemente implicarnos en actividades que en el corto plazo nos hacen
sentir bien pero que pueden perjudicarnos a largo plazo.
PA L A B R A S C L AV E
Afecto (84)
Heurístico (89)
Procesamiento automático (92)
Cognición social (82)
Heurístico de representatividad (90)
Profecías autocumplidas (87)
Contaminación mental (110)
Heurísticos de disponibilidad (90)
Sesgo hacia lo negativo (95)
Efecto de perseverancia (86)
Memoria dependiente del estado de
ánimo (108)
Sesgo optimista (97)
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Efectos de congruencia con el estado de
ánimo (108)
Pensamiento contrafáctico (100)
Esquemas (84)
Pensamiento mágico (103)
Falacia de planificación (97)
«Priming» (91)
b
Sobrecarga de información (89)
Supresión del pensamiento (104)
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Kunda, Z. (1999). Social cognition: Making
sense of people. Cambridge, MA: MIT
Press.
Roese, N.J. & Olson, J.M. (Eds.) (1997). What
might have been:The social psychology of counterfactual thinking. Mahwah, NJ: Erlbaum.
Wyer, R.S., Jr. & Bargh, J.A. (Eds.) (1997). The
automaticity of everyday life. Advances in
Social Cognition, 10.
Este texto describe el cocimiento actual
acerca de muchos aspectos de la cognición social. Está muy bien escrito y plantea con detalle muchos de los temas
tratados en este capítulo (por ejemplo,
esquemas, errores en la cognición social).
Es un libro excelente para leer si quieres
conocer más acerca del pensamiento
social y cómo intentamos comprender a
los otros.
Este libro se centra en el pensamiento
contrafáctico —imaginando «lo que
podría haber sido» en una situación específica—. La naturaleza de tal pensamiento
y sus efectos son examinados desde
varias perspectivas diferentes por psicólogos sociales que han estudiado este
tema tan interesante. Si quieres saber más
sobre el pensamiento contrafáctico,
esta es una excelente fuente.
¿En qué medida nuestro pensamiento y
comportamiento social «automático»,
sucede sin pensarlo de manera consciente? Los artículos reunidos en este
volumen presentan datos sugerentes de
que nuestros pensamientos y comportamientos son con frecuencia generados
de manera automática por condiciones
externas.
Para más información
119
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120
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4
ACTITUDES:
EVA LUA R
EL MUNDO SOCIAL
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
Formación de actidudes:
¿cómo y por qué se
desarrollan las actitudes?
Aprendizaje social: adquirir las
actitudes a partir de los demás
Reactancia: proteger nuestra
libertad personal
Advertencia: conocimiento previo
del intento persuasivo
Evitación selectiva
Defensa activa de nuestras
actitudes: argumentar contra
puntos de vista opuestos.
Asimilación sesgada y polarización
de la actitud: «si es contrario a lo
que yo pienso, ¡no es de fiar!»
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Factores genéticos: algunos
hallazgos sorprendentes
Funciones de la actitud: ¿por qué
nos formamos nuestras actitudes
en el primer momento?
La relación entre actitud y
comportamiento: ¿cuándo y
cómo influyen las actitudes
sobre el comportamiento?
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE
PROGRESO: estudiando la relación
actitud-comportamiento
¿Cuándo las actitudes influyen sobre
el comportamiento? Especificidad,
fuerza, accesibilidad y otros
factores
¿Cómo influyen las actitudes sobre
el comportamiento? Intenciones,
deseo y acción
El fino arte de la persuasión:
emplear mensajes para
cambiar actidudes
Persuasión: el enfoque tradicional
El enfoque cognitivo de la
persuasión: procesamiento
sistemático versus procesamiento
heurístico
Cuando falla el cambio de
actitud: resistencia a la
persuasión
Disonancia cognitiva: ¿por qué
algunas veces nuestro
comportamiento puede
influir nuestras actitudes?
Disonancia cognitiva: ¿qué es y
cuáles son las maneras (directas e
indirectas) de reducirla?
Disonancia y cambio de actitud: los
efectos de la condescendencia
inducida.
La disonancia como una
herramienta para cambios
favorables en el comportamiento:
cuando la hipocresía puede ser
una fuerza para el bien
CONEXIONES: para integrar la
psicología social
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
resistir la persuasión: algunos
pasos útiles
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
H
ace unos meses,
mientras asistía a una
convención en San
Francisco, yo (RAB) fui testigo de la
siguiente escena: estaba cenando con varios
profesores y después de que habíamos terminado, el camarero trajo la bandeja de
6
postres a nuestra mesa. Una de las mujeres
presentes cambió sus gafas mientras
miraba uno de los postres de la bandeja —
una rica mezcla de varios tipos de chocolates—. Ella rechazó el ofrecimiento del
camarero.Varios compañeros la presionaron para que cediera: «oh, vamos» dijo uno,
«vive un poco». «Venga» añadió otro, ¡«disfrútalo! ¡La vida es muy corta para pasar del
postre!». Pero aunque ella miró pensativa el
postre, se cruzó de brazos y lo rechazó
explicando: «me gustaría, pero si lo hago
¡me odiaré mañana!» Todos rieron y la conversación pronto cambió a otros temas.
¿P
or qué comienzo con este incidente? Porque ilustra muchos
puntos importantes acerca de la naturaleza de las actitudes,
un tema central en psicología social y el centro de este capítulo. Los psicólogos sociales generalmente emplean el término actitudes para referirse a nuestras evaluaciones de practicamente cualquier aspecto del mundo social
(por ejemplo, Fazio y Roskos-Ewoldson, 1994; Tesser y Martín, 1996), en la medida
en que tengamos reacciones favorables o desfavorables hacia temas, ideas, personas, grupos sociales, objetos —incluyendo los postres—. En la escena arriba mencionada, estaba claro que a la mujer le gustaba mucho el postre de chocolate. Sin
embargo, el hecho de que no lo hubiera pedido ilustra otro aspecto importante de
las actitudes: las actitudes se reflejan a menudo en nuestro comportamiento pero
algunas veces este no es el caso. Aunque la mujer en cuestión tenía una actitud muy
positiva hacia el postre, esta no se reflejó en sus acciones: ella no pidió el postre.
¿Por qué no lo hizo? Quizás debido a un tercer aspecto importante de las actitudes,
el hecho de que a menudo las actitudes son ambivalentes. La ambivalencia de la
actitud hace referencia a que nuestras evaluaciones de objetos, temas, personas o
eventos no es siempre uniformemente positiva o negativa; por el contrario, estas
evaluaciones con frecuencia están mezcladas, componiéndose de reacciones tanto
positivas como negativas (por ejemplo, Priester y Petty, 2001; Thompson, Zanna
y Griffin, 1995). Mi amiga ciertamente quería el postre de chocolate (una evaluación positiva), pero ella también lo veía como demasiado rico en calorías y grasas
(evaluaciones negativas). En este caso, las evaluaciones negativas ganaron y ella se
decidió por no pedir el postre. Por tanto, en un sentido, sus actitudes estuvieron
reflejadas en su comportamiento; sólo que estas reacciones fueron ambivalentes
en naturaleza y el componente negativo fue el dominante (véase Figura 4.1).
Finalmente, este incidente ilustra el hecho de que una vez que las actitudes se
han formado, con frecuencia son difíciles de cambiar. Varios miembros de nuestro grupo presionaron a mi amiga para que se olvidara de las calorías y pidiera el
postre, con todo ella resistió ante todas las sugerencias. Claro que, debido a que su
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actitudes: evaluaciones de
varios aspectos del mundo
social.
actitud ambivalente: la
tendencia a tener evaluaciones
positivas y negativas sobre un
mismo objeto actitudinal; por
tanto, nuestra actitud hacia él
resulta ambivalente.
122
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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FIGURA 4.1
Las actitudes a menudo
son ambivalentes.
Nuestras actitudes con frecuencia
son ambivalentes: valoramos
varios temas, personas, grupos u
objetos tanto negativa como
positivamente. Como se muestra
aquí, esto es especialmente cierto
con respecto a los postres
deliciosos. A muchas personas les
agradan pero reaccionan
negativamente hacia el número
de calorías que contienen.
■
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actitud hacia el postre fue ambivalente (le gustaba y objetó el número de calorías
que contenía) es posible que, en otras ocasiones, ella pueda ceder ante la persuasión (y caer en la tentación) pidiendo el postre. Sin embargo, cuando las actitudes
son uniformemente positivas o negativas son aún más difíciles de cambiar; de
hecho, con frecuencia no cambian durante largos períodos de tiempo. Si has visto
alguna vez un debate entre personas que mantienen perspectivas opuestas, sabes
que esto es cierto: usualmente ninguna persona logra cambiar a la otra debido a que
las actitudes fuertes, que no son ambivalentes, son de hecho difíciles de cambiar.
Sin embargo, los piscólogos sociales no perciben las actitudes como importantes
sólo por el hecho de que sean difíciles de cambiar. Por el contrario, ellos han convertido el estudio de las actitudes en el centro de su campo por las siguientes razones: en primer lugar, las actitudes influyen fuertemente sobre nuestro
pensamiento social incluso si no son siempre reflejadas en nuestro comportamiento
explícito. De hecho, un cuerpo de evidencias creciente sugiere que las actitudes,
como evaluaciones del mundo que nos rodea, representan un aspecto básico de la
cognición social. Como vimos en la Capítulo 3, la tendencia a evaluar estímulos
como positivos o negativos ––algo que nos gusta o nos disgusta— parece ser el primer paso en nuestro esfuerzo para dar sentido al mundo social. De hecho, esto ocurre casi inmediatamente antes de intentar comprender el significado de los
estímulos o integrarlos con nuestra experiencia previa (Ito et al., 1998). Por tanto,
en un sentido, las actitudes ciertamente constituyen una pieza esencial del pensamiento social (por ejemplo, Eagly y Chaiken, 1998).
En segundo lugar, los psicólogos sociales ven las actitudes como importantes porque, como señalamos antes, afectan con frecuencia nuestro comportamiento. Como
Actitudes
123
puedes adivinar, esto es especialmente cierto cuando las actitudes son fuertes y
están bien establecidas (por ejemplo, Petty y Krosnick, 1995). ¿Tienes una actitud
negativa hacia el presidente actual? Si es así, probablemente no votarás por él si se
presenta de nuevo para la re-elección. ¿Te gusta la pizza? Si es así, probablemente
escogerás comerla en muchas ocasiones. Si las actitudes influyen sobre el comportamiento, entonces conocer algo sobre ellas puede ayudarnos a predecir el comportamiento de la gente en una amplia variedad de contextos. Como veremos en
el Capítulo 7, también tenemos actitudes hacia personas específicas —por ejemplo, nos gustan o nos desagradan—. De manera clara, tales actitudes pueden jugar
un papel crucial en nuestras relaciones con esas personas.
Por estas y otras razones, las actitudes han constituido un concepto central en
la psicología social desde sus comienzos (por ejemplo, Allport, 1924). En este capítulo, te proporcionaremos una visión general de lo que han descubierto los psicólogos sociales acerca de estas evaluaciones del mundo social. Para empezar
consideraremos de qué manera se forman las actitudes y por qué las construimos
primero; en otras palabras ¿qué funciones cumplen? Luego consideraremos una pregunta que nos hemos planteado en varias ocasiones: ¿cuándo las actitudes influyen
sobre el comportamiento? Algunas veces, las actitudes ejercen claramente tales efectos pero esto no siempre es así ¿Por qué? Los hallazgos de las investigaciones recientes clarifican esta importante y compleja cuestión. En tercer lugar, regresaremos a
la pregunta relacionada de ¿cómo, algunas veces, se cambian las actitudes? —el proceso de persuasión—. Enfatizamos la expresión algunas veces porque, como señalamos anteriormente, cambiar las actitudes es una tarea difícil —incluso más difícil
de lo que publicistas, políticos, vendedores y muchos otros parecen asumir—. No
obstante, como sugiere la Figura 4.2., ¡tales personas tienen muchos trucos escondidos bajo la manga y los emplean en sus esfuerzos para cambiar nuestros puntos
de vista! En cuarto lugar, examinaremos algunas de las razones por las cuales las
actitudes son con frecuencia tan difíciles de cambiar. Por último, consideraremos
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FIGURA 4.2
Técnicas para cambiar las
actitudes: La variedad es
inmensa.
Como sugiere esta caricatura, la
gente que desea cambiar
nuestras actitudes posee muchas
técnicas para alcanzar su meta.
[FUENTE: © 1997 JOHN MCPHERSON
/ DIST. POR UNIVERSAL PRESS
SYNDICATE.]
■
124
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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el curioso hecho de que en algunas ocasiones nuestras acciones moldean nuestras actitudes dándose la relación inversa. El proceso que subyace a tales efectos es
conocido como disonancia cognitiva y tiene implicaciones fascinantes, no sólo para
el cambio de actitudes, sino también para muchos aspectos del comportamiento
social.
Formación de actitudes: ¿Cómo y por qué
se desarrollan las actitudes?
Q ¿C
uál es tu apreciación del Rey de España? ¿Qué opinas
acerca del consumo de la droga denominada éxtasis? ¿Qué
opinas de la película Harry Potter? ¿Qué piensas sobre
hablar por el móvil mientras se conduce? Es casi seguro que tengas actitudes acerca
de todos estos temas. Pero específicamente, ¿de dónde provienen estas apreciaciones?,
¿naciste con ellas?, ¿o las adquiriste como resultado de varias experiencias en tu vida?
Y, ¿por qué te formaste estas actitudes? En otras palabras, ¿qué funciones cumplen?
En relación con la primera pregunta, la mayoría de la gente ––y casi todos los psicólogos sociales— creen que las actitudes son aprendidas y mucha de nuestra discusión
se centrará en el proceso a través del cual se adquieren las actitudes. Pero ten en cuenta:
seríamos descuidados si no mencionáramos que un pequeño pero creciente cuerpo
de evidencias sugieren que las actitudes pueden estar también influidas por factores
genéticos. Describiremos abajo algunas de las evidencias de esta asombrosa idea.
Volviendo a la primera pregunta —¿por qué nos formamos actitudes (es decir,
¿para qué sirven?— pronto veremos que, de hecho, las actitudes tienen diferentes
funciones y nos resultan de utilidad en diversos sentidos.
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Aprendizaje social:
adquirir las actitudes a partir de los demás
Una fuente importante de nuestras actitudes es obvia: las adquirimos de otras personas a través del proceso de aprendizaje social. En otras palabras,
muchas de nuestras apreciaciones son adquiridas en situaciones en las cuales interactuamos con otros o simplemente mientras observamos su comportamiento. Tal
aprendizaje sucede a través de varios procesos.
CONDICIONAMIENTO CLÁSICO: APRENDIZAJE BASADO EN LA ASOCIACIÓN. Cuando un
estímulo precede regularmente a otro, el que sucede primero puede pronto convertirse en una señal para el que ocurre después. Este es uno de los principios básicos de la psicología. En otras palabras, cuando el primer estímulo aparece, los
individuos esperan la aparición del segundo, el cual le seguirá pronto. Como resultado, los individuos adquieren gradualmente el mismo tipo de reacciones hacia el
primer estímulo, que tenían hacia el segundo, especialmente si el segundo induce
reacciones muy fuertes y automáticas. Por ejemplo, mi radio despertador emite un
alto «click» antes de que la alarma empiece a sonar. Al principio, yo no reaccionaba
a dicho sonido. Pero ahora debido a que ha sido asociado muchas veces con lo que
sigue (música alta) usualmente me despierto cuando lo oigo incluso antes de que
empiece la música.
¿Qué tiene que ver este proceso —conocido como condicionamiento clásico—
con la formación de actitudes? Potencialmente mucho. Para ver cómo este proceso
puede influir sobre las actitudes en condiciones de la vida real, imagina la siguiente
escena: un niño ve a su madre frunciendo el ceño y mostrando otros signos de desagrado cada vez que la madre se encuentra con un miembro de un grupo étnico específico. Al principio, el niño es neutral hacia los miembros de este grupo y hacia sus
Formación de actitudes: ¿cómo y por qué se desarrollan las actitudes?
aprendizaje social: el proceso
a través del cual adquirimos
nueva información, formas de
comportarnos o actitudes hacia
otras personas.
condicionamiento clásico:
una forma básica de aprendizaje
en la cual un estímulo,
inicialmente neutral, adquiere la
capacidad de evocar reacciones a
través de la asociación repetida
con otro estímulo. En un sentido,
un estímulo se vuelve una señal
para la presentación o
surgimiento del otro.
125
Situación inicial
FIGURA 4.3
Condicionamiento clásico
de actitudes.
Inicialmente, un niño tiene poca
o ninguna reacción emocional a
las características visibles de los
miembros de algún grupo
minoritario. Sin embargo, si él
observa a su madre mostrando
signos de reacciones negativas
cuando está en presencia de
estas personas, él adquirirá
gradualmente estas reacciones
negativas a través del proceso de
condicionamiento clásico
■
Miembros del
grupo minoritario
Signos de alteración
emocional por parte
del padre o de la madre
Reación no muy fuerte
El niño se altera
Después de repetidas asociaciones entre el grupo
minoritario y los signos de alteración por parte
del padre o de la madre
Miembros del
grupo minoritario
Signos de alteración
emocional por parte
del padre o de la madre
El niño se altera
El niño se altera
características visibles (es decir, color de la piel, estilo de vestimenta, acento). Después estas claves son asociadas muchas veces con las reacciones emocionales negativas de la madre. Sucede entonces el condicionamiento clásico y el niño comienza
a reaccionar negativamente a estos estímulos —y a los miembros de este grupo
étnico (véase Figura 4.3). El resultado: el niño adquiere una actitud negativa hacia
tales personas —una actitud que puede formar el núcleo central de un auténtico
prejuicio étnico (En el Capítulo 6 examinaremos con detalle el tema del prejuicio.)
Los estudios indican, como dato relevante, que el condicionamiento clásico
puede suceder por debajo del nivel de atención consciente —incluso cuando la gente
no se da cuenta del estímulo que sirve como base para este tipo de condicionamiento—. Por ejemplo, en un experimento sobre este tema (Krosnick et al., 1992)
los estudiantes observaron fotografías de una persona desconocida realizando actividades rutinarias de la vida diaria tales como comprar en el supermercado o caminar en su apartamento. Mientras se mostraban estas fotografías, se presentaban de
manera muy rápida otras que se sabía inducían sentimientos positivos o negativos
—se hacía tan rápidamente que los participantes no se dieron cuenta de su presencia—. Un grupo fue expuesto a fotografías que inducían sentimientos positivos
(es decir, una boda, gente jugando a las cartas y riendo), mientras que otro grupo fue
expuesto a fotografías que inducían sentimientos negativos (por ejemplo, una operación a corazón abierto, un hombre lobo). Luego ambos grupos expresaron sus actitudes hacia el desconocido. Los resultados indicaron que a pesar de que los
participantes no fueron conscientes del segundo grupo de fotografías (aquellas presentadas muy rápidamente) estos estímulos influyeron significativamente sobre
sus actitudes hacia el desconocido. Aquellos expuestos a las fotografías positivas
expresaron actitudes más favorables hacia esta persona en comparación a los que
fueron expuestos a las fotografías negativas. Estos hallazgos sugieren que las actitudes pueden ser influidas por el condicionamiento subliminal —condicionamiento
clásico que sucede en ausencia de una atención conciente al estímulo implicado.
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condicionamiento subliminal
(de las actitudes): el
condicionamiento clásico que
ocurre a través de la exposición
a estímulos que están por debajo
del umbral de atención
consciente del individuo.
126
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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CONDICIONAMIENTO INSTRUMENTAL: APRENDER A MANTENER LOS PUNTOS DE VISTA
«CORRECTOS». ¿Has oído alguna vez a un niño de tres años de edad decir con gran
convicción que es de izquierdas o de derechas?, ¿o decir que los coches Ford (o
Honda) son mejores que los Seat (o los Toyota)? Los niños de esta edad comprenden muy poco lo que significan estas afirmaciones. Aun así, todos hacen lo mismo.
¿Por qué? La respuesta es obvia: han sido alabados y premiados por sus padres de
varias maneras por hacer tales afirmaciones. Como seguramente sabrás, los comportamientos seguidos por resultados positivos se ven fortalecidos y tienden a repetirse. En contraste, los comportamientos seguidos de resultados negativos son
debilitados y al final suprimidos. Por tanto, otra manera en que adquirimos actitudes de los otros es a través del proceso de condicionamiento instrumental. Los
padres (y otros adultos) juegan un rol activo moldeando las actitudes de los más jóvenes recompensando con sonrisas, aprobaciones o abrazos a los niños para establecer
así las posiciones «correctas» —aquellas que los mismos padres favorecen.
Es por esta razón que los niños hasta los diez años de edad expresan posiciones
políticas, religiosas o sociales muy similares a las de su familia. Dado el efecto poderoso del reforzamiento en el comportamiento, sería asombroso si no lo hicieran.
APRENDIZAJE OBSERVACIONAL: APRENDER A TRAVÉS DEL EJEMPLO. Un tercer proceso
a través del cual se forman las actitudes puede funcionar incluso cuando los padres
no quieren transmitir visiones específicas a sus hijos. Este proceso es el aprendizaje observacional y sucede cuando los individuos adquieren nuevas formas de comportamiento simplemente a través de la observación de las acciones de los demás
(por ejemplo, Bandura, 1997). El aprendizaje observacional parece jugar un rol importante en lo que a formación de actitudes se refiere. En muchos casos, los niños oyen
decir cosas a sus padres inapropiadas para sus oídos, o los observan realizando acciones que luego les piden que ellos no hagan. Por ejemplo, los padres que fuman previenen a sus hijos contra este hábito, incluso cuando ellos encienden un cigarrillo
(véase Figura 4.4). ¿Qué mensaje adquiere el niño de estas situaciones? La evidencia
es clara: a menudo aprenden a hacer lo que sus padres hacen y no lo que dicen.
Además tanto niños como adultos adquieren actitudes producto de la exposición
a los medios de comunicación —televisión, revistas, películas, etc.—. Por ejemplo, en muchas de las películas americanas, los personajes hacen ahora uso de unas
condicionamiento
instrumental: una forma básica
de aprendizaje en la cual se
refuerzan las respuestas que
llevan a un resultado positivo o
que permiten evitar resultados
negativos.
aprendizaje observacional:
una forma básica de aprendizaje
en la cual los individuos
adquieren nuevas formas de
comportamiento o pensamiento
a través de la observación del
comportamiento de otros.
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FIGURA 4.4
Aprendizaje
observacional en acción.
Los niños aprenden muchas
cosas, incluyendo las
actitudes que poseen los
padres y que éstos no
desean que adquieran, tal
como una actitud positiva
hacia el tabaco.
■
Formación de actitudes: ¿cómo y por qué se desarrollan las actitudes?
127
palabras que en el pasado eran consideradas inaceptables en muchas situaciones.
El resultado: las personas menores de treinta años, que han crecido viendo estas películas, no las cuestionan, cosa que sí hacen las personas de mayor edad.
COMPARACIÓN SOCIAL Y FORMACIÓN DE ACTITUDES: UNA BASE PARA EL APRENDIZAJE
OBSERVACIONAL. Quizás estás deseando saber: ¿por qué los niños —e incluso los
adultos— adoptan las actitudes que otros expresan o los comportamientos mostrados por estas personas? Una respuesta implica el mecanismo de la comparación
social —nuestra tendencia a compararnos con otros para determinar si nuestro
punto de vista sobre la realidad social es o no correcto (Festinger, 1954)—. En la
medida en que nuestras visiones estén de acuerdo con las de otros, concluimos que
nuestras ideas y actitudes son adecuadas; después de todo, si otros mantienen las
mismas perspectivas, estas perspectivas deben ser correctas. Debido a este proceso
con frecuencia cambiamos nuestras actitudes con el fin de tener puntos de vista
más cercanos a los de los demás. Y en algunas ocasiones, la comparación social
puede contribuir a la formación de nuevas actitudes. Por ejemplo, imagina que oyes
manifestar a personas que te agradan y que respetas actitudes negativas hacia un
grupo con el cual tú no has tenido contacto. ¿Podría esto influir en tus actitudes?
Es tentador decir, «¡absolutamente no!». Sin embargo, los hallazgos de las investigaciones indican que oír a otros expresar actitudes negativas acerca de un grupo
puede de hecho llevarnos a adoptar actitudes similares —sin haber conocido a ningún miembro del grupo en cuestión (por ejemplo, Maio, Esses y Bell, 1994; Shaver,
1993)—. En tales casos, las actitudes son moldeadas por la información social proveniente de otros (lo que vemos que ellos hacen o dicen), junto con nuestro deseo
de ser similares a gente que nos agrada o respetamos.
Factores genéticos: algunos hallazgos sorprendentes
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comparación social: el
proceso a través del cual nos
comparamos con otros para
determinar si nuestro punto de
vista de la realidad social es o no
correcto.
128
¿Podemos heredar nuestras actitudes o al menos una tendencia a
desarrollar ciertas perspectivas sobre varios temas? Es probable que tu primera respuesta sea «¡No!». Mientras rápidamente aceptamos el hecho de que los factores
genéticos pueden influir nuestro peso, color de ojos y otros rasgos físicos, la idea
de que también pueden jugar un rol en nuestra forma de pensar parece extraño. Aun
así, si recordamos que el pensamiento ocurre en el cerebro y que la estructura cerebral, como otras partes de nuestro cuerpo, está afectada por factores genéticos, la
idea de las influencias genéticas sobre las actitudes se hace quizás más fácil de imaginar. De hecho, un pequeño pero creciente cuerpo de evidencias indican que los
factores genéticos pueden en realidad jugar algún rol, aunque pequeño, en las actitudes (por ejemplo, Arvey et al., 1989, Keller et al., 1992).
La mayoría de esta evidencia incluye las comparaciones entre gemelos idénticos (monocigótico) y los no idénticos o mellizos (dicigótico). Dado que los gemelos idénticos comparten la misma herencia genética, mientras que los gemelos
no idénticos no la comparten, correlaciones mayores entre las actitudes de los
idénticos (en comparación con los no idénticos) podrían sugerir que los factores
genéticos juegan un rol en moldear dichas actitudes. Esto es lo que se ha encontrado precisamente: las actitudes de gemelos idénticos correlacionan más alto que
las actitudes de los no idénticos (por ejemplo, Waller et al., 1990). Más aún, este
es el caso incluso si los gemelos han sido separados en la infancia y han crecido
a partir de entonces en ambientes diferentes (véase Figura 4.5; Bouchard et al.,
1992; Hershberger, Lichtenstein y Knox, 1994). Bajo estas condiciones, una mayor
similitud entre las actitudes de los gemelos idénticos no pueden ser atribuidas
al hecho de que los factores ambientales son más similares para los gemelos idénticos.
Otros resultados sugieren, aunque no de manera tan concluyente, que los factores genéticos juegan un rol mayor en moldear algunas actitudes más que otras,
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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FIGURA 4.5
Evidencia del rol
de los factores genéticos
sobre las actitudes.
Las actitudes de gemelos
idénticos separados en la infancia
tienen una correlación mayor que
la mostrada por los no idénticos
o entre personas no relacionadas.
Este resultado proporciona
evidencia para la perspectiva
según la cual las actitudes están
influidas, al menos en alguna
medida, por factores genéticos.
■
en otras palabras, algunas actitudes son más heredables que otras. Aunque es demasiado pronto para acercarse a conclusiones definitivas, algunos hallazgos sugieren
que las actitudes relacionadas con preferencias (es decir, preferencia por cierto
estilo de música o por tipos específicos de comida) pueden estar más fuertemente
influidas por factores genéticos que las actitudes que son de naturaleza más cognitiva (es decir, actitudes acerca de temas complejos tales como la pena capital o
sobre situaciones y objetos con los cuales los individuos han tenido poca experiencia directa, tales como grupos sociales con los cuales han tenido poco o ningún contacto, Tesser, 1993). Asimismo, parece que las actitudes que son altamente
heredables pueden ser más difíciles de cambiar que aquellas que no lo son y, además, que pueden ejercer efectos mayores sobre el comportamiento (por ejemplo,
Crelia y Tesser, 1998). Por ejemplo, parece que nos agradan más los extraños que
expresan actitudes similares a las nuestras cuando estas actitudes son altamente
heredables en comparación a cuando no lo son (Tesser, 1993). Volveremos a este
punto más adelante cuando analicemos los efectos de las actitudes sobre la conducta.
Pero, ¿cómo pueden ocurrir tales efectos?, ¿cómo pueden los factores genéticos
influir sobre nuestras actitudes? Una posibilidad es que los factores genéticos influyen sobre las disposiciones más generales, tales como la tendencia a experimentar principalmente emociones positivas o negativas —estar en un estado de ánimo
positivo o negativo la mayor parte del tiempo (George, 1990)—. A su vez, tales tendencias pueden influir sobre las evaluaciones de muchos aspectos del mundo social.
Por ejemplo, un individuo que tiende a estar la mayor parte del tiempo de buen
ánimo puede tender a expresar un alto nivel de satisfacción laboral, sin importar
dónde trabaje; en contraste, alguien que tiende a estar la mayor parte del tiempo
de mal humor puede tender a expresar actitudes más negativas prácticamente en
cualquier lugar de trabajo. Sólo el tiempo y el desarrollo de otras investigaciones
nos permitirán determinar si los factores genéticos influyen sobre las actitudes y
de qué forma lo hacen. Pero dado que tales factores parecen influir sobre muchos
otros aspectos de la conducta y del pensamiento social, desde nuestra elección de
pareja hasta la agresión (por ejemplo, Buss, 1999), la mayoría de los psicólogos sociales ya no ve como algo extraño o improbable la idea de que las actitudes también
pueden estar sujetas a tales influencias.
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Formación de actitudes: ¿cómo y por qué se desarrollan las actitudes?
129
P U N TO S C L AV E
■
■
■
■
⡤
Las actitudes son evaluaciones de cualquier aspecto del mundo social.A menudo las actitudes son ambivalentes —evaluamos el objeto de la actitud tanto positiva como negativamente.
Con frecuencia, las actitudes se adquieren de otras personas a través del aprendizaje
social.Tal aprendizaje puede consistir en el condicionamiento clásico, el condicionamiento
instrumental o el aprendizaje observacional.
Las actitudes también se pueden formar sobre la base de la comparación social —nuestra tendencia a compararnos con otros para determinar si nuestra perspectiva de la realidad social es o no correcta. Para ser similares a otros individuos a quienes respetamos
o que nos agradan con frecuencia aceptamos sus actitudes.
Los estudios realizados con gemelos idénticos sugieren que las actitudes pueden también estar influidas por factores genéticos aunque la magnitud de tales efectos varíe
mucho para diferentes actitudes.
Funciones de la actitud: ¿por qué nos formamos nuestras
actitudes en el primer momento?
Es obvio que poseemos muchas actitudes; de hecho, se puede afirmar
que rara vez somos completamente neutrales hacia algún aspecto del mundo que nos
rodea. Pero, ¿por qué nos interesa formar las muchas actitudes que cada uno de nosotros tiene? En cierto sentido, las actitudes pueden ser vistas como reacciones casi automáticas hacia el mundo que nos rodea; como señalamos antes, las investigaciones,
que emplean técnicas sofisticadas para observar la actividad en el cerebro humano,
sugieren que parece que clasificamos como positivos o negativos los estímulos con
los que nos encontramos casi de manera inmediata (por ejemplo, Ito et al., 1998). Pero
aparte de esto, las actitudes cumplen otras funciones de utilidad.
Primero, las actitudes parecen operar como esquemas —marcos mentales que
nos ayudan a interpretar y procesar muchos tipos de información—. Más aún, ellas
matizan fuertemente nuestras percepciones y pensamientos acerca de temas, personas, objetos o grupos a los cuales hacen referencia. Por ejemplo, los resultados
de las investigaciones indican que vemos como más convincente y adecuada la
información que ofrece soporte a nuestras actitudes que la información que las
refuta (por ejemplo, Munro y Ditto, 1997). Sin embargo y de manera sorprendente,
recordamos mejor la información que refuta nuestras actitudes que la información
que las apoya (Eagly et al., 2000). (Tendremos más que decir sobre tales efectos en
una sección posterior.) De igual manera, percibimos a las fuentes que proporcionan evidencia contraria a nuestros puntos de vista como altamente dudosas ––sesgadas y no confiables (por ejemplo, Giner-Sorolla y Chaiken, 1994, 1997). En suma,
las actitudes son útiles en términos de que nos ayudan a darle sentido a nuestro
mundo social aunque, como otros marcos cognitivos y atajos mentales, pueden conducirnos algunas veces por mal camino.
Además de esta función cognitiva (la utilidad de las actitudes para organizar e interpretar la información social), las actitudes juegan también muchos otros roles (por ejemplo, Shavitt, 1989, 1990). Primero, nos permiten expresar nuestros valores centrales
o creencias —una función de autoexpresión o autoidentidad—. Por ejemplo, si ser políticamente liberal es crucial para tu autoidentidad, encontrarás importante tener actitudes pro ambientales porque te permitirán expresar tus creencias centrales.
Segundo, a menudo las actitudes cumplen una función de autoestima, ayudándonos a mantener o realzar nuestros sentimientos de confianza hacia nosotros
mismos. Por ejemplo, mucha gente tiene la creencia de que las actitudes que ellos
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130
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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poseen son las «correctas» —las que la gente inteligente, culta y sensible debería
tener—. Expresar estas perspectivas algunas veces ayuda a las personas a sentirse
superiores a los demás.
Y hablando del yo, las actitudes algunas veces también cumplen una función de
autodefensa (Katz, 1960), ayudando a la gente a protegerse de información no deseada acerca de ellos mismos. Por ejemplo, muchas personas de mente bastante estrecha expresan que están en contra del prejuicio y la discriminación. Hacer tales
afirmaciones les permite protegerse de verse a sí mismos como individuos altamente prejuiciados, lo que en realidad son.
Por último, las actitudes a menudo cumplen una función de motivación a causar buena impresión. Como puedes recordar del Capítulo 2, a menudo deseamos
causar una buena impresión en otros y una manera de hacerlo es expresar el punto
de vista «correcto» (por ejemplo, Chaiken, Giner-Sorolla y Chen, 1996). Los estudios recientes indican, de manera importante, que en la medida en que las actitudes
cumplan esta función, pueden causar un impacto fuerte en el procesamiento de la
información social. Tales efectos han sido claramente demostrados por el estudio
de Nienhuis, Manstead y Spears (2001).
Estos investigadores pensaron que cuando las actitudes cumplen una función
de motivación a causar buena impresión, los individuos tenderán a generar argumentos que las fundamenten y que cuanto mayor sea esta función de la actitud,
mayores serán los argumentos generados. Para poner a prueba esta predicción, pidieron a los participantes que leyeran un mensaje con argumentos a favor de legalizar las drogas duras. Luego les dijeron a los participantes que deberían defender esta
postura ante otra persona. Para variar el nivel de la motivación, a algunos participantes se les dijo que su ejecución de este rol no sería evaluada (motivación baja);
a otros se les informó que serían evaluados por otra persona (aquella que intentarían convencer; esta fue la condición de motivación moderada); y a un tercer grupo
de participantes se les dijo que su ejecución sería evaluada por el receptor y por otras
dos personas más (motivación alta). Después de recibir esta información y después
de leer el mensaje, los participantes expusieron sus actitudes e indicaron también
en qué medida habían generado nuevos argumentos a favor de esta posición. Como
se predijo, aquellos individuos que se encontraban en la condición de motivación
alta generaron más argumentos nuevos, e indicaron también que sería muy probable
que los usaran para convencer a la otra persona (véase Figura 4.6).
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0,5
0,4
Argumentos nuevos
0,3
A mayor motivación del participante,
mayor generación de argumentos nuevos
0,2
0,09
0,1
0
–0,1
–0,2
–0,18
–0,3
–0,4
– 0,37
– 0,5
Baja
Moderada
Alta
FIGURA 4.6
Las actitudes: su función de
motivación a causar buena
impresión.
A menudo empleamos actitudes para
causar una buena impresión en otros.
En el estudio presentado aquí, los
participantes cuya motivación para
causar una buena impresión fue
mayor, generaron más argumentos
nuevos que dieran soporte a sus
actitudes en comparación a los
participantes cuya motivación fue
moderada o baja
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE
NIENHUIS, MANSTEAD Y SPEARS, 2001.]
Fuerza de la Motivación
Formación de actitudes: ¿cómo y por qué se desarrollan las actitudes?
■
131
Los resultados de este estudio indican que cuanto mayor sea la función de motivación a causar buena impresión de las actitudes, mayor será la probabilidad de que
los individuos formulen nuevos argumentos a favor de ellas. Como veremos en una
sección posterior, esto, al mismo tiempo, puede hacer más difícil la tarea de cambiar dichas actitudes; después de todo, ¡las personas que las tienen pueden ofrecer
muchos argumentos para mantenerlas! En pocas palabras, nuestras actitudes cumplen muchas funciones para nosotros y estas funciones a su vez pueden moldear
de manera importante el impacto de las influencia que ejercen sobre el procesamiento de la información social.
La relación entre actitud y comportamiento:
¿cuándo y cómo influyen las actitudes sobre
el comportamiento?
Cuando fui profesor asistente por primera vez, al final de la década
de los sesenta, la psicología social estaba experimentando una grave crisis. Por
décadas, las actitudes habían sido uno de los conceptos centrales del campo y
mucha de la investigación había sido realizada para estudiar cómo se formaban las
actitudes y cómo podían ser cambiadas. En todo este trabajo estaba implícita la
creencia de sentido común de que las actitudes constituyen un importante determinante de la conducta. No obstante, al final de la década de los sesenta, muchos
estudios parecían apuntar a una conclusión muy diferente: el vínculo entre actitudes y conducta era en realidad muy débil. Por tanto, conocer la actitud de alguien
no era de mucha utilidad para predecir su conducta explícita. Probablemente en
muchas ocasiones habrás experimentado una diferencia entre tus propias actitudes
y tu conducta. Por ejemplo, ¿qué dices cuando uno de tus amigos te muestra una
nueva posesión de la cual está muy orgulloso (un coche nuevo, unos vaqueros u
otra cosa) y te pide tu opinión? Imagina que piensas que es realmente feo, ¿dirías
tu opinión? Quizás. Pero existen más probabilidades de que intentes evitar herir
los sentimientos de tu amigo diciendo que sí te gusta. En tal caso —y en muchas
otras situaciones— existe una gran brecha entre nuestras actitudes y nuestro comportamiento.
Resulta igualmente claro, sin embargo, que nuestras actitudes a menudo ejercen importantes efectos sobre nuestra conducta; después de todo, piensa las muchas
veces en que tus reacciones hacia la gente, las ideas o los temas moldean tus acciones referentes a estos aspectos del mundo social.
Por ejemplo, si te gusta la pizza pepperoni pero no te gusta la de anchoas, ¿cuál
pedirías? De manera similar, si tienes una postura política conservadora, probablemente des tu voto a los partidos de derechas u otros candidatos que compartan tu punto de vista, mientras que si tienes una postura progresista,
probablemente des tu voto a los de izquierdas o a otros grupos políticos progresistas. Reconociendo este hecho, la investigación más reciente de los psicólogos
sociales se ha centrado en la pregunta «¿Cuándo y cómo las actitudes influyen
sobre el comportamiento?, más que intentar dar respuesta a la pregunta «¿ejercen
las actitudes tales efectos?». Los resultados de estas investigaciones son muy reveladores y también esbozan una imagen mucho más alentadora relativa a la posibilidad de predecir la conducta de las personas a partir de sus actitudes. Antes de
ir a los detalles de tales investigaciones, ilustraremos en una de nuestras secciones especiales PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO el importante progreso
realizado por los psicólogos sociales en la comprensión del vínculo entre actitudes y conducta.
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CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
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E S T U D I A N D O L A R E L AC I Ó N AC T I T U D - C O M P O RTA M I E N TO
n realidad en este caso comenzaremos con un estudio
realizado hace más de treinta
años dado que es un verdadero «clásico»
entre los esfuerzos realizados por los
psicólogos sociales para comprender la
relación actitud-conducta. Este estudio fue
realizado por LaPiere (1934) durante la
gran depresión económica de los años
treinta.
En aquel momento, los psicólogos
sociales definieron las actitudes mayormente en términos de conducta —como
tendencias o predisposiciones a comportarse de cierta forma en situaciones sociales (Allport, 1924)—. Por tanto, ellos
asumieron que las actitudes eran usualmente reflejadas en la conducta explícita.
LaPiere, sin embargo, no pensaba así. Él
quiso saber si las personas que tenían
varios prejuicios —actitudes negativas hacia los miembros de grupos sociales específicos (véase Capítulo 6)— mostrarían
estas actitudes en sus conductas explícitas
así como en sus afirmaciones verbales. Para
ello invirtió dos años viajando alrededor de
Estados Unidos con una joven pareja de
chinos. Durante estos viajes pararon en
184 restaurantes y en 66 hoteles (y moteles). En la mayoría de los casos, esta pareja
fue tratada cortésmente. De hecho, sólo se
rechazó ofrecerle el servicio en un caso
nada más. LaPiere indicó que en la mayoría de los casos la pareja recibió lo que él
consideraba un servicio por encima del
promedio.
Sin embargo, es ahora cuando el estudio se vuelve realmente interesante. Una
vez finalizados los viajes, LaPiere escribió a
todos los negocios en los que se quedaron
o comieron y les preguntó si ellos ofrecían
servicio a los visitantes chinos. Los resultados fueron sorprendentes: de los 128
negocios que respondieron, el 92 por
ciento de los restaurantes y el 91 por
ciento de los hoteles contestaron «¡No!».
En pocas palabras, había una distancia tremenda entre las actitudes expresadas por
estas personas (generalmente dueños y
gerentes de los negocios) y lo que habían
hecho cuando se enfrentaron en la práctica, con la prueba de los clientes chinos
(véase Figura 4.7).Actitudes similares fueron expresadas por hoteles y restaurantes
que LaPiere no visitó, con lo que concluyó
que la muestra original parecía haber sido
representativa.
LaPiere (1934) interpretó sus resultados
indicando que a menudo existe una gran
distancia entre las actitudes y la conducta —
entre lo que la gente dice y lo que realmente hace—. Este estudio clásico y
hallazgos relacionados reportados en las
décadas siguientes condujeron a algunos psicólogos sociales (por ejemplo,Wicker, 1969)
a concluir que este campo había malgastado
su tiempo estudiando las actitudes, ya que
no influyen de manera importante en el
comportamiento ¿Era esto cierto? Absolutamente ¡no! Investigaciones más sofisticadas
pronto indicaron que bajo ciertas condi-
ciones las actitudes influyen de hecho sobre
el comportamiento. La tarea clave entonces
fue determinar cuáles eran estas condiciones —cuándo y cómo las actitudes moldean
las acciones explícitas—. Como un ejemplo
de investigación moderna sobre este tema,
consideremos el estudio de Armitage y
Conner (2000), relativo al rol de la ambivalencia actitudinal en la relación actitud-conducta. ¿Recuerdas el ejemplo del postre de
chocolate mencionado al comienzo de este
capítulo? La mujer en ese ejemplo tenía una
actitud ambivalente hacia este objeto particular: le encantaba su sabor pero sabía que
engordaba. Debido a esta ambivalencia, ella
pudo rechazar el postre en algunas ocasiones pero decidir comerlo en otras, dependiendo de si sus reacciones positivas o
negativas ganaban. Reconociendo la importancia de la ambivalencia de las actitudes en
la relación actitud-conducta, Armitage y
Conner (2000) intentaron determinar si,
como bien podíamos esperar, las actitudes
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Formación de actitudes: ¿cómo y por qué se desarrollan las actitudes?
FIGURA 4.7
Evidencia de que las
actitudes no siempre
predicen el
comportamiento.
Prácticamente todos los
restaurantes, hoteles y moteles
visitados por LaPiere y por una
joven pareja de chinos
ofrecieron un servicio cortés. Sin
embargo, cuando se les preguntó
por correo si prestaban servicio
para los clientes chinos, más del
90 por ciento respondió no.
Estos resultados sugieren que
algunas veces existe una brecha
enorme entre las actitudes y la
conducta
[FUENTE: BASADO EN DATOS
DE LAPIERE, 1934.
■
133
6
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO ( C O N T I N U AC I Ó N )
ambivalentes son predictoras más débiles de
la conducta que las que no son ambivalentes. Para ello pidieron a más de quinientos
empleados de hospitales expresar sus actitudes hacia llevar una dieta baja en grasas
(sentimientos tanto positivos como negativos hacia esta acción) y sus intenciones para
hacerlo. Cinco meses después, estas personas completaron los mismos cuestionarios
y también indicaron si en realidad habían
seguido una dieta baja en grasas durante el
período señalado. Por último, tres meses
después de la segunda sesión, los participantes expresaron nuevamente sus actitudes, intenciones y conducta.A partir de las
actitudes expresadas hacia la dieta baja en
grasas los participantes fueron divididos en
dos grupos: aquellos con una actitud
ambivalente y los que mostraban una actitud no ambivalente (es decir, aquellos que
tenían actitudes tanto positivas como
negativas sobre dicha dieta y aquellos que
tenían sólo sentimientos positivos o sólo
sentimientos negativos hacia ella). Los
investigadores predijeron que las actitudes
ambivalentes serían un predictor más débil
de la conducta real (seguir o no la dieta) que
las actitudes no ambivalentes y esto es precisamente lo que sucedió.
En pocas palabras, los desconcertantes
resultados reportados por LaPiere (1934)
fueron sustituidos más tarde por una inves-
tigación más sofisticada. Bajo ciertas condiciones —por ejemplo, cuando no son
ambivalentes— las actitudes de hecho predicen la conducta.Ahora revisaremos con
más detalle cuáles son estas condiciones
(es decir, otros factores que determinan la
influencia de las actitudes sobre el comportamiento y en qué medida lo hacen).
Pero el punto principal de nuestra expresión debe quedar claro: los psicólogos
sociales han hecho un gran progreso en
relación a la meta de comprender el vínculo entre actitudes y conducta; esto, a su
vez, es uno de los temas centrales para
comprender las actitudes y su rol en nuestras vidas.
¿Cuándo las actitudes influyen sobre el comportamiento?
Especificidad, fuerza, accesibilidad y otros factores
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Continuando con nuestro tema principal nos centraremos ahora en
varios factores que determinan la medida en que las actitudes influyen sobre la conducta. Como pronto veremos, estos incluyen aspectos de las situaciones en las cuales las actitudes son expresadas y aspectos de las actitudes mismas. Después de
considerar estos factores, examinaremos cómo las actitudes influyen sobre la conducta —los mecanismos subyacentes implicados en esta importante relación.
ASPECTOS DE LA SITUACIÓN: FACTORES QUE NOS DIFICULTAN EXPRESAR NUESTRAS
ACTITUDES. ¿Te has encontrado alguna vez ante esta situación? Estás en un res-
taurante comiendo con un grupo de amigos y cuando llega la comida, hay algo mal
—por ejemplo, no es lo que pediste o la comida está fría—. Aun así cuando el camarero pregunta, «¿Cómo está todo?» tú y todos en tu grupo contestan «Bien». ¿Por
qué no expresas tus verdaderas reacciones? Principalmente porque en Estados Unidos, la mayoría de la gente es renuente a quejarse acerca de estos asuntos, especialmente cuando se come con los amigos. Después de todo, quejarse colocaría una
nota negativa en lo que debería ser una situación agradable; y aparte, si te quejas
tendrías que esperar mucho tiempo para que la cocina corrigiera el error y terminarías sentado allí observando a tus amigos comer mientras tú no tienes comida.
En este y en muchos otros contextos, las restricciones situacionales moderan la relación entre actitudes y conducta: ellas impiden que las actitudes sean expresadas
en una conducta explícita (por ejemplo, Ajzen y Fishbein, 1980; Fazio y RoskosEwoldsen, 1994).
Los factores situacionales pueden influir en la relación entre actitudes y conducta
de otra forma más a tener en cuenta. Piensa por un momento: ¿a quién encontrarías
probablemente en una concentración contra la discriminación positiva? La respuesta
134
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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es clara: la mayoría de la gente presente en tales reuniones serían fervientes oponentes de las medidas de discriminación positiva. El mismo principio sirve para
muchas otras situaciones y esto apunta a un hecho importante: En general, tendemos a preferir situaciones que nos permiten expresar nuestras actitudes con nuestro comportamiento. En otras palabras, a menudo escogemos participar en
situaciones en las cuales lo que decimos y lo que hacemos coincide (Snyder y Ickes,
1985). De hecho, dado que los sujetos tienden a escoger situaciones en las cuales ellos
pueden involucrarse en conductas consistentes con sus actitudes, las actitudes en
sí mismas pueden ser fortalecidas por su expresión explícita y así convertirse en
mejores predictores de la conducta (DeBono y Snyder, 1995). En suma, la relación
entre actitudes y situaciones puede ser una calle de dos sentidos. Las presiones situacionales moldean la medida en que las actitudes pueden ser expresadas en acciones
explícitas, pero además las actitudes determinan si los individuos participan en diversas situaciones. Para comprender la relación entre actitudes y conducta debemos
entonces considerar cuidadosamente ambos conjuntos de factores.
ASPECTOS PROPIOS DE LAS ACTITUDES. Años atrás, fui testigo de una situación extraordinaria. Una gran compañía maderera había firmado un contrato con el gobierno
que permitía a la compañía cortar los árboles de un parque nacional. Algunos de
los árboles destinados a convertirse en cercas de jardines eran ancianos gigantes de
cientos de metros de altura. Un grupo de conservacionistas objetaron fuertemente
el talar estos árboles majestuosos y rápidamente se movilizaron para bloquear esta
acción. Ellos se tomaron de las manos y formaron un anillo humano alrededor de
cada uno de los grandes árboles impidiendo, por tanto, que los talaran (véase
Figura 4.8). La táctica funcionó: se publicó tanto la noticia que el contrato fue revocado y los árboles fueron salvados —al menos temporalmente.
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FIGURA 4.8
Las actitudes
fuertes predicen el
comportamiento.
Cuando los individuos poseen
fuertes actitudes sobre algún
tema, a menudo actúan de
manera consistente con tales
actitudes, como la persona
mostrada aquí.
■
Formación de actitudes: ¿cómo y por qué se desarrollan las actitudes?
135
¿Por qué las personas tomaron esta acción tan drástica? La respuesta es clara:
ellos estaban apasionadamente comprometidos con salvar los árboles. En otras palabras, tuvieron actitudes que fuertemente afectaron su conducta. Incidentes como
este no son extraños. Por ejemplo, los residentes de mi barrio tuvieron una reunión
hace dos años para impedir la construcción de una industria de locomotoras a menos
de 2 km de nuestras casas; el estado de ánimo se caldeó y por mucho tiempo pensé
que la gente a favor y en contra de la industria se iría de las manos. Incidentes como
este llaman la atención al hecho de que la relación entre actitudes y conducta está
fuertemente determinada (moderada) por varios aspectos propios de las actitudes.
Consideremos varios de los más importantes.
Orígenes de las Actitudes. Uno de tales factores tiene que ver con cómo las actitudes son formadas en el primer momento. Importantes evidencias indican que las
actitudes formadas a través de la experiencia directa a menudo ejercen mayores efectos en la conducta que las formadas indirectamente. Aparentemente, las actitudes
formadas a través de la experiencia directa son más fáciles de recordar y esto incrementa su impacto en la conducta.
Fuerza de la Actitud. Otro factor —claramente uno de los más importantes—
implica lo que se conoce como la fuerza de las actitudes. Cuanto más fuerte sean
las actitudes, mayor será su impacto en la conducta (Petkova, Ajzen y Driver, 1995).
Sin embargo, el término fuerza incluye varios factores: cuán extrema es una actitud o su intensidad (esto es cuán fuerte es la reacción emocional provocada por el
objeto de la actitud); su importancia (la medida en que un individuo se preocupa
a conciencia por la actitud y está personalmente implicado con ella); el conocimiento (cuánto sabe el individuo acerca del objeto de la actitud); y la accesibilidad
(con qué facilidad se recuerda la actitud ante varias situaciones; Petty y Krosnick,
1995). La investigación indica que todos estos componentes juegan un rol en la
fuerza de la actitud y que todos ellos se encuentran relacionados (Krosnick et al.,
1993). Tan importante es la fuerza de la actitud en determinar la medida en que las
actitudes están relacionadas con la conducta que es importante examinar con más
detalle algunos de sus componentes (Kraus, 1995).
Nos centraremos primero en la importancia de la actitud —la medida en que un
individuo se preocupa por la actitud (Krosnick, 1988). Uno de los determinantes
claves de dicha importancia es lo que los psicólogos sociales llaman interés concedido —la medida en que la actitud es personalmente relevante para el individuo
que la posee, o la medida en la que el objeto o tema al cual se refiere tiene consecuencias importantes para esta persona—. Los resultados de muchos estudios indican que mientras mayor sea el interés concedido, mayor será el impacto de la
actitud en la conducta (por ejemplo, Crano, 1995; Crano y Prislin, 1995). Por ejemplo, en un estudio muy conocido sobre este tema (Sivacek y Crano, 1982) se les preguntó por teléfono a los estudiantes de una universidad si participarían en una
campaña en contra de incrementar la edad mínima legal para el consumo de alcohol, de dieciocho a veintiún años. Se pensó que los estudiantes que se verían afectados por esta nueva ley —aquellos de edades menores a los veintiuno— tendrían
un mayor interés concedido a este tema que aquellos que no se vieran afectados por
la ley (porque ya tenían veintiuno o los tendrían antes de que la ley tuviera efecto).
Por tanto, se predijo que los del primero de los grupos estarían más de acuerdo en
participar en un mitin que los del segundo grupo. Esto es lo que sucedió exactamente: más del 47 por ciento de los que habían concedido un alto interés al tema
accedieron a tomar parte en la campaña, mientras que sólo lo hizo un 12 por ciento
del grupo que había concedido un interés bajo.
Una investigación más reciente realizada por Crano (1997) aporta evidencias a
la conclusión de que el interés concedido de hecho condiciona fuertemente la relación entre actitudes y conducta ––que este vínculo es mucho mayor cuando el
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136
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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interés concedido es más alto que cuando es menor—. En esta investigación, Crano
encontró que cuando la más gente esperaba ser afectada por la reserva de plazas para
alcanzar el balance racial en las escuelas, más fuertemente sus actitudes hacia la
reserva de plazas predecirían una importante forma de conducta: a qué candidato
darían su voto para una elección presidencial (un candidato favorecería la reserva
de plazas y el otro estaba en contra).
Especificidad de la Actitud. Un tercer aspecto de las actitudes que influye en
su relación con la conducta es la especificidad de la actitud —la medida en que las
actitudes están centradas en aspectos o situaciones específicas más que en temas
generales—. Por ejemplo, puedes tener una actitud general hacia la religión (es decir,
crees que es importante para todos tener convicciones religiosas en comparación
a no tenerlas); además de esta actitud general puedes tener varias actitudes más específicas sobre varios aspectos de la religión —por ejemplo, la importancia de ir a la
iglesia cada semana (esto es importante o no)—. Los resultados de las investigaciones indican que la relación actitud-conducta es mayor cuando las actitudes y conductas son registradas al mismo nivel de especificidad. Por tanto, probablemente
seremos más acertados al predecir si irás esta semana a los servicios religiosos a partir de tu actitud sobre la importancia de asistir a tales servicios más que a partir de
tu actitud general hacia la religión. Por otra parte, probablemente seremos más acertados al predecir tu disposición a entrar en acción para proteger las libertades religiosas a partir de tu actitud general hacia la religión que a partir de tu actitud hacia
el uso de símbolos religiosos (Fazio y Roskos-Ewoldsen, 1994). Por tanto, la especificidad de la actitud es también un factor importante de la relación actitud-conducta.
En definitiva, como destacamos antes, existe evidencia que sugiere que las actitudes en realidad sí afectan la conducta (por ejemplo, Petty y Krosnick, 1995). Sin
embargo, la fuerza de esta relación está fuertemente determinada por un número
de diferentes factores —restricciones situacionales que nos permiten o no expresar explícitamente nuestras actitudes así como varios aspectos propios de las actitudes (es decir, sus orígenes, fuerza y especificidad entre otros).
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¿Cómo influyen las actitudes sobre el comportamiento?
Intenciones, deseo y acción
Comprender cuándo las actitudes influyen sobre el comportamiento
es un tema importante. Pero, como destacamos en la Capítulo 1, los psicólogos
sociales están interesados no sólo en el cuándo sino también en el porqué y en el
cómo del pensamiento y la conducta social. Por tanto, no debería sorprender que
los investigadores también hayan intentado comprender cómo las actitudes influyen sobre la conducta. Los trabajos sobre estos temas apuntan a la conclusión de
que, en realidad, existen varios mecanismos básicos a través de los cuales las actitudes moldean la conducta.
ACTITUDES, PENSAMIENTO RAZONADO Y COMPORTAMIENTO. El primero de estos
mecanismos opera en situaciones en las cuales pensamos de manera cuidadosa e
intencionada sobre nuestras actitudes y sus implicaciones para nuestra conducta.
Una comprensión acerca de la naturaleza de este proceso es proporcionada por la
teoría de la acción razonada (y una versión posterior de este enfoque, conocida como
la teoría de la conducta planeada), propuesta por Ajzen y Fishbein (1980, Ajzen,
1991). Esta teoría sugiere que la decisión de implicarse en una conducta particular es el resultado de un proceso racional que está orientado hacia la meta y que
sigue una secuencia lógica. En el mismo se consideran las opciones de la conducta,
se evalúan las consecuencias o resultados de cada una y se llega a una decisión de
Formación de actitudes: ¿cómo y por qué se desarrollan las actitudes?
teoría de la acción razonada:
una teoría que sugiere que la
decisión de comprometerse en
una conducta particular es el
resultado de un proceso racional
en el cual se consideran las
opciones de la conducta, se
evalúan las consecuencias o
resultados de cada una y se llega
a una decisión de actuar o no.
Esta decisión se refleja entonces
en las intenciones conductuales,
las cuales influyen fuertemente la
conducta.
teoría de la conducta
planeada: una extensión de la
teoría de la acción razonada, que
sugiere que además de las
actitudes hacia un
comportamiento dado y de las
normas subjetivas acerca de
éste, los individuos también
consideran el control de la
conducta percibido —su
habilidad para ejecutar la
conducta.
137
actuar o no. Esta decisión se refleja en las intenciones conductuales, las cuales de
acuerdo con Fishbein, Ajzen y muchos otros investigadores, son a menudo fuertes
predictores de cómo actuaremos en una situación dada (Ajzen, 1987). Según esta
teoría, las intenciones están, a su vez, determinadas por dos factores: por las actitudes hacia la conducta —evaluaciones positivas o negativas de ejecutar la conducta (si piensan que generará consecuencias positivas o negativas)–– y por las
normas subjetivas —percepción acerca de si otros aprobarán o desaprobarán esta
conducta. La teoría de la conducta planeada (la cual es básicamente una extensión
o refinamiento de la teoría de la acción razonada), incorpora un tercer factor: el control conductual percibido —la valoración de cada uno sobre su habilidad para ejecutar la conducta—. Quizás un ejemplo específico ayudará a ilustrar la naturaleza
razonable de estas ideas (véase Figura 4.9).
Imagina que una estudiante está considerando hacerse un piercing —por ejemplo, ponerse un pendiente en la nariz—. ¿Realmente lo hará? De acuerdo con Ajzen
y Fishbein la respuesta depende de sus intenciones y éstas, a su vez, estarán fuertemente influidas por los factores antes mencionados. Si la estudiante cree que
hacerse el piercing no será doloroso y que le hará verse más atractiva (ella tiene una
actitud positiva hacia dicha conducta), que las opiniones de la gente que ella valora
aprobarán esta acción (normas subjetivas) y que ella puede fácilmente hacerlo (ella
conoce a un experto en hacer piercings), sus intenciones para realizar esta acción
serán fuertes. Por otra parte, si ella cree que hacerse el piercing será doloroso y que
no mejorará mucho su apariencia, que sus amigas lo desaprobarán y que tendrá problemas en encontrar un experto para hacerlo de manera segura, entonces sus intenciones para llevar un pendiente en la nariz serán débiles.
Estas dos teorías (acción razonada y conducta planeada) han sido aplicadas para
predecir la conducta en muchas situaciones con un gran éxito. Por ejemplo, han sido
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Actitudes
hacia una
conducta
específica
Normas
subjetivas
Intenciones
conductuales
Conducta
explícita
Control
conductual
percibido
FIGURA 4.9
Las teorías de la acción razonada y de la conducta planeada.
Las dos teorías resumidas aquí sugieren que varios factores
(las actitudes hacia una conducta específica, las normas subjetivas
relacionadas con la conducta y la habilidad percibida para realizarla)
determinan las intenciones conductuales relativas al comportamiento.
Tales intenciones, a su vez, constituyen un fuerte determinante que
influirá en la realización final de la conducta.
[FUENTE: BASADO EN INDICACIONES DE AJZEN Y FISHBEIN, 1980; AJZEN, 1991.]
■
138
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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empleadas para predecir las intenciones conductuales de usar varias drogas tales
como la marihuana, el alcohol y el tabaco (por ejemplo, Morojele y Stephenson,
1994; Conner y McMillan, 1999). Estudios más recientes sugieren que estas teorías son útiles prediciendo si los individuos usarán éxtasis, una droga muy peligrosa
que ahora es usada por un creciente número de personas jóvenes entre los quince
y veinticinco años.
Por ejemplo, consideremos el estudio realizado por Orbell y sus colegas (2001).
Se pusieron en contacto con varios jóvenes en distintos lugares y les pidieron que
contestaran un cuestionario diseñado para medir (1) su actitud hacia el éxtasis (es
decir, ¿es agradable o desagradable esta droga?, ¿produce placer o no?, ¿es beneficiosa o dañina?, etc.); (2) su intención de usarla en los próximos dos meses; (3) las
normas subjetivas (si sus amigos aprobarían su uso); y (4) dos aspectos de control
percibido sobre el uso de esta droga —si podían obtenerla y si podían resistirse a
tomarla si alguien la tuviese—. Dos meses después, las mismas personas fueron contactadas y se les preguntó si ellos en realidad la habían tomado («¿Cuántas pastillas de éxtasis te has tomado en los últimos dos meses?»). Los resultados indicaron
que las actitudes hacia el éxtasis, las normas subjetivas y el control percibido sobre
usarla fueron todos predictores significativos de la intención de uso de esta droga.
Más aún, las actitudes, las normas subjetivas y las intenciones fueron predictores
significativos de su uso actual. Por tanto, en general, los resultados fueron consistentes con las teorías de la acción razonada y de la conducta planeada e indicaron
que las variables identificadas por estas teorías son muy útiles en predecir si personas específicas tomarán o no esta peligrosa droga.
ACTITUDES Y REACCIONES INMEDIATAS DE COMPORTAMIENTO. Las dos teorías descritas anteriormente son adecuadas en situaciones en las cuales tenemos la oportunidad de reflexionar cuidadosamente acerca de varias situaciones. Pero, ¿qué
sucede en las situaciones en que debemos actuar rápidamente, por ejemplo, si otra
persona se salta el orden de la fila y se coloca justo delante de ti? En tales casos, las
actitudes parecen influir sobre la conducta de una manera más directa y automática. De acuerdo con una teoría, el modelo del proceso ‘de-la-actitud-a-la-conducta’
(Fazio, 1989; Fazio y Roskos-Ewoldsen, 1994)- el proceso transcurre más o menos
de la siguiente manera: algún evento activa una actitud; la actitud, una vez activada, influye sobre nuestras percepciones del objeto de la actitud. Al mismo tiempo,
nuestro conocimiento sobre lo que es apropiado en una situación dada (nuestro
conocimiento de varias normas sociales —reglas que gobiernan la conducta en un
contexto particular) es también activado (véase Capítulo 9). Juntos, la actitud y la
información previamente almacenada acerca de lo que es apropiado o esperado, moldean nuestra definición del evento. A su vez, esta percepción influye sobre la conducta. Veamos un ejemplo concreto.
Imagina que alguien en verdad se pone por delante de ti en una fila, rompiendo el
orden original para pagar en una tienda (véase Figura 4.10). Este evento activa tu actitud hacia la gente que realiza este tipo de conductas y, al mismo tiempo, tu comprensión de cómo se espera que la gente se comporte en las tiendas. Juntos estos
factores influyen sobre tu definición (percepción) del evento, la cual puede ser «¿Quién
se ha creído que es esta persona?, ¡qué atrevimiento!» o quizás, «Esta persona debe
estar muy apurada o tal vez sea un extranjero que desconoce que las personas deben
hacer una fila». Tu definición del evento, entonces moldea tu conducta. Los resultados de varios estudios apoyan este modelo, por lo que parece ofrecer una explicación útil de cómo las actitudes influyen sobre la conducta en algunas situaciones.
En pocas palabras, parece que las actitudes afectan nuestra conducta a través de
al menos dos mecanismos y que estos operan bajo condiciones diferentes. Cuando
tenemos tiempo para pensar cuidadosa y razonadamente, podemos valorar todas
las alternativas y decidir de manera intencionada cómo actuar. Sin embargo, bajo
las condiciones frenéticas de la vida cotidiana, no disponemos de tiempo para pensar
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Formación de actitudes: ¿cómo y por qué se desarrollan las actitudes?
modelo del proceso ‘de-laactitud-a-la-conducta’: un
modelo de cómo las actitudes
guían el comportamiento.
Enfatiza la influencia tanto de las
actitudes como del
conocimiento almacenado sobre
lo que es apropiado en una
situación dada en la definición
individual de la situación. Esta
definición, a su vez, influye sobre
el comportamiento.
139
FIGURA 4.10
El modelo del proceso ‘de-la-actitud-a-la-conducta’.
De acuerdo con un modelo de cómo las actitudes influyen sobre el comportamiento
(el modelo del proceso ‘de-la-actitud-a-la-conducta’), los eventos tales como que alguien se
cuele en una fila situándose justo por delante de ti, activan nuestras actitudes y, de manera
simultánea, nuestra comprensión de cómo se espera que se comporte la gente ante esta
situación. Estos factores juntos influyen sobre nuestra definición (percepción) del evento y
esto, a su vez, determina cómo nos comportamos. Por tanto, las actitudes constituyen un
importante factor que moldea nuestra conducta explícita.
■
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de manera intencionada sopesando las alternativas; en tales casos, nuestras actitudes parecen moldear espontáneamente nuestras percepciones de varios eventos
y, por tanto, nuestras reacciones conductuales inmediatas a ellas (por ejemplo,
Bargh, 1997; Dovidio et al., 1996).
P U N TO S C L AV E
■
■
■
■
140
⡤
Varios factores afectan la fuerza de la relación entre actitudes y conducta; unos relacionados con la situación en la cual se activa la actitud mientras que otros están relacionados con las aspectos propios de las actitudes.
Las restricciones situacionales pueden impedirnos que expresemos nuestras actitudes
de manera abierta.Además, tendemos a preferir situaciones que nos permitan expresar nuestras actitudes, lo que puede terminar fortaleciéndolas.
Varios aspectos propios de las actitudes también moderan el vínculo actitud-conducta.
Estos incluyen los orígenes de la actitud (cómo se forman las actitudes), la fuerza de la
actitud (lo cual incluye accesibilidad, conocimiento, importancia e intensidad de la actitud) y la especificidad de la actitud.
Las actitudes parecen influir sobre la conducta a través de dos mecanismos diferentes.
Cuando pensamos cuidadosamente sobre nuestras actitudes, las intenciones derivadas
de ellas predicen fuertemente la conducta. En situaciones en las que no podemos implicarnos en dicho pensamiento intencionado, las actitudes influyen sobre el comportamiento moldeando nuestras percepciones de la situación.
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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FIGURA 4.11
Persuasión: una parte
de la vida diaria.
Cada día somos literalmente
bombardeados con docenas de
mensajes diseñados para
cambiar nuestras actitudes y
nuestra conducta.
■
El fino arte de la persuasión:
emplear mensajes para cambiar actitudes
Q¿
Cuántas veces durante el día de ayer alguien ha intentado cambiar
tus actitudes? Si te detienes y lo piensas por un momento podrías
sorprenderte con la respuesta; está claro que cada día somos un
poco bombardeados con muchos esfuerzos de este tipo (véase Figura 4.11). Anuncios
contenidos en carteles, radio y televisión, la publicidad de diarios y revistas, los discursos políticos, las solicitudes de donaciones; la lista parece interminable. ¿En qué
medida tales intentos de persuasión —esfuerzos para cambiar las actitudes a través
del uso de varios tipos de mensajes— son exitosos? Y, ¿qué factores determinan si son
exitosos o si fallan? Los psicólogos sociales han estudiado estos temas durante décadas y, como pronto verás, sus esfuerzos han producido importantes nociones acerca
de los procesos cognitivos que juegan un rol en la persuasión (por ejemplo, Eagly, Wood
y Chaiken, 1996; Lavine, Thomsen y González, 1997; Munro y Ditto, 1997).
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Persuasión: el enfoque tradicional
En la mayoría de los casos, los esfuerzos de persuasión consisten en
los siguientes elementos: alguna fuente emite algún tipo de mensaje (la comunicación) a alguna persona o grupo de personas (la audiencia). Tomar nota de este
hecho: la investigación temprana sobre persuasión (por ejemplo, Hovland, Janis y
Kelley, 1953) se centró en estos elementos claves, preguntando «¿Quién dice qué
a quien con qué efecto?» Este enfoque produjo muchos resultados interesantes,
entre los cuales los más consistentes han sido los siguientes:
■ Comunicadores que son creíbles —quienes parecen conocer de lo que están
hablando o son expertos con respecto a los temas que están presentando— son
más persuasivos que los no expertos. Por ejemplo, en un estudio famoso sobre
este tema, Hovland y Weiss (1951) pidieron a los participantes que leyeran comunicaciones relacionadas con varios temas (por ejemplo, submarinos atómicos,
el futuro de las salas de cine —recuerda, ¡este estudio se hizo en 1950!). Se varió
la supuesta fuente de estos mensajes para ser de alta o baja credibilidad; por ejemplo, para el tema de los submarinos atómicos, se empleó una fuente con alta credibilidad, el famoso científico Robert J. Oppenheimer, y otra de baja credibilidad,
El fino arte de la persuasión: emplear mensajes para cambiar actitudes
persuasión: el esfuerzo para
cambiar las actitudes de los
otros a través del uso de
diferentes tipos de mensajes.
141
FIGURA 4.12
Credibilidad:
un factor importante
en la persuasión.
Los resultados de las
investigaciones sugieren que el
consejo en esta viñeta es
correcto: la credibilidad —la
medida en que las personas son
vistas como creíbles— es de
hecho un factor importante en la
persuasión.
[FUENTE © THE NEW YORKER
COLLECTION, 1974. LEE LORENZ DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
D E R E CHO S R E SE R VAD O S.]
■
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el diario Pravda del partido comunista de la Unión Soviética. Los participantes
expresaron sus actitudes hacia estos temas una semana antes del experimento
y luego inmediatamente después de recibir las comunicaciones. Como puedes
adivinar, aquellos a quienes se les dijo que la fuente de los mensajes que leyeron tenían una alta credibilidad mostraron un cambio de actitud significativamente mayor. Por tanto, como la viñeta de la Figura 4.12 sugiere, la fuente de
la credibilidad es de hecho un factor importante en la persuasión.
■ Los comunicadores que son atractivos de alguna manera (por ejemplo, físicamente) son más persuasivos que los comunicadores que tienen un bajo atractivo
y habilidad (Hovland y Weiss, 1951). Esta es una de las razones por las cuales los
anuncios de publicidad se realizan con modelos atractivos.
■ Los mensajes que no parecen estar diseñados para cambiar nuestras actitudes
son a menudo más efectivos en este sentido que aquellos que parecen intentar
alcanzar esta meta (Walster y Festinger, 1962).
■ Algunas veces, la gente es más susceptible a la persuasión cuando es distraída
por algunos eventos externos que cuando está prestando mucha atención a lo
que se está diciendo (Allyn y Festinger, 1961). Esta es una de las razones por las
cuales los candidatos políticos a menudo organizan demostraciones espontáneas
durante sus discursos. La distracción generada entre los miembros de la audiencia puede incrementar la aceptación de los puntos de vista del orador.
■ Cuando una audiencia tiene actitudes contrarias a las del persuasor, a menudo
resulta más efectivo para el comunicador adoptar un enfoque bilateral, en el cual
ambos lados del argumento son presentados, más que adoptar o mostrar un enfoque unilateral.
142
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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■ Las personas que hablan rápido son a menudo más persuasivas que las que hablan
más lento (por ejemplo, Miller et al., 1976).
■ La persuasión puede ser incrementada por mensajes que activen fuertes emociones en la audiencia (especialmente el miedo), particularmente cuando la
comunicación proporciona recomendaciones específicas sobre cómo prevenir
o evitar los eventos que producen miedo (por ejemplo, Leventhal, Singer y Jones,
1965; Robberson y Rogers, 1988).
Confiamos en que encuentres razonables todos estos puntos, los cuales probablemente se adecuen a tu propia experiencia; por tanto, la investigación previa sobre
persuasión ciertamente proporcionó importantes conocimientos sobre los factores que influyen en la persuasión. Sin embargo, lo que ese trabajo no hizo fue ofrecer una explicación comprensiva sobre cómo sucede la persuasión. Por ejemplo, ¿por
qué comunicadores altamente creíbles o atractivos son más efectivos cambiando
las actitudes que los menos creíbles o atractivos? ¿Por qué la distracción incrementa
el cambio de actitud? ¿Por qué los comunicadores que hablan rápido son más efectivos cambiando las actitudes que los que hablan más lento? Recientemente, los
psicólogos sociales han reconocido que para responder a tales preguntas es necesario examinar cuidadosamente los factores y procesos cognitivos que subyacen a
la persuasión —en otras palabras, qué sucede en la mente de las personas mientras
escuchan un mensaje persuasivo y por qué son influidos o no por él—. Esto es lo
que analizaremos a continuación.
El enfoque cognitivo de la persuasión: procesamiento
sistemático versus procesamiento heurístico
¿Qué sucede cuando estás expuesto a un mensaje persuasivo, por
ejemplo, cuando ves un anuncio de televisión o cuando oyes un discurso político?
Tu primera respuesta puede ser algo así como «Pienso acerca de lo que estoy viendo
u oyendo»; y en un sentido esto es correcto. Pero como vimos en el Capítulo 3, los
psicólogos sociales saben que, en general, hacemos el menor esfuerzo cognitivo que
podemos hacer ante una situación dada. Por tanto, el tema central —aquel que
parece proporcionar la clave para comprender el proceso entero de la persuasión––
es en realidad el cognitivo: «¿Cómo procesamos (absorbemos, interpretamos, evaluamos) la información contenida en tales mensajes?». La respuesta que ha surgido
de cientos de estudios diferentes es que, básicamente, procesamos los mensajes persuasivos de dos modos diferentes.
El primero de estos es conocido como procesamiento sistemático, o ruta central,
e implica una consideración cuidadosa del contenido del mensaje y de las ideas que
este contiene. Dicho procesamiento es bastante trabajoso y absorbe mucha de nuestra capacidad de procesamiento de información. El segundo enfoque, conocido como
procesamiento heurístico, o ruta periférica, implica el uso de reglas simples de atajos mentales —tal como la creencia de que «se puede confiar en las afirmaciones
de los expertos» o la idea de que «si me hace sentir bien, estoy a favor de ello»––.
Este tipo de procesamiento es mucho menos laborioso y nos permite reaccionar a
mensajes persuasivos de una manera automática. Esto sucede en respuesta a las
señales del mensaje o de la situación que evoca varios atajos mentales (por ejemplo, las modelos hermosas evocan el heurístico «lo bello es bueno y por tanto tiene
valor oírlo»).
¿Cuándo nos implicamos en cada uno de estos dos tipos distintos de pensamiento?
Las teorías modernas sobre persuasión, tal como el modelo de la probabilidad de elaboración (MPE; por ejemplo, Petty y Cacioppo, 1986; Petty et al., 1994) y el modelo
sistemático-heurístico (por ejemplo, Chaiken, Liberman y Eagly, 1989; Eagly y Chaiken, 1998), proporcionan la siguiente respuesta: nos implicamos en un tipo de
procesamiento sistemático:
el procesamiento de la
información de un mensaje
persuasivo que implica hacer
consideraciones cuidadosas del
contenido y de las ideas del
mensaje.
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El fino arte de la persuasión: emplear mensajes para cambiar actitudes
ruta central (para la
persuasión): cambio de actitud
que resulta del procesamiento
sistemático de información
presente en los mensajes
persuasivos.
procesamiento heurístico: el
procesamiento de la información
de un mensaje persuasivo que
implica el empleo de reglas
simples o de atajos mentales.
ruta periférica (para la
persuasión): cambio de actitud
que ocurre en respuesta a
señales persuasivas procedentes
de la aparente experiencia o
estatus de los persuasores.
modelo de la probabilidad
de elaboración (en
persuasión): una teoría que
sugiere que la persuasión puede
suceder de dos maneras distintas
que difieren en la cantidad del
esfuerzo cognitivo o de la
elaboración que requiere.
143
procesamiento laborioso (procesamiento sistemático) cuando nuestra capacidad para
procesar la información relativa al mensaje es alta (por ejemplo, tenemos una gran
cantidad de conocimientos o mucho tiempo para implicarnos en este tipo de pensamiento) o cuando estamos motivados para hacerlo —el tema es importante para
nosotros y creemos que es esencial formarnos una idea adecuada (por ejemplo,
Maheswaran y Chaiken, 1991; Petty y Cacioppo, 1990)—. En contraste, nos implicamos en un tipo de procesamiento menos laborioso (procesamiento heurístico)
cuando carecemos de la capacidad para procesar más cuidadosamente (debemos organizar nuestras mentes muy rápido o tenemos poco conocimiento acerca del tema)
o cuando nuestra motivación para realizar dicho trabajo cognitivo es baja (el tema
no es importante para nosotros o tiene un efecto poco potente sobre nosotros). Los
publicistas, políticos, vendedores y otras personas que desean cambiar nuestras actitudes, prefieren conducirnos al modo de procesamiento heurístico debido a que, por
razones que describiremos a continuación, a menudo resulta más fácil cambiar las
actitudes cuando pensamos de esta manera que cuando nos implicamos en un procesamiento sistemático muy cuidadoso. (Véase Figura 4.13 para una idea general de
una de las teorías cognitivas sobre la persuasión, el modelo MPE.)
Antes destacamos que el descubrimiento de estos dos modos diferentes de procesamiento proporcionó una clave importante para comprender el proceso de persuasión. La existencia de estos dos modos de pensamiento nos ayuda a solucionar
muchos enigmas. Por ejemplo, se ha encontrado que cuando los mensajes persuasivos no son interesantes o relevantes para los individuos, la cantidad de persuasión que
producen no está influida fuertemente por la fuerza de los argumentos que contienen.
Mensaje
importante;
alta capacidad
de procesamiento
Ruta central
Procesamiento cuidadoso
de la información
contenida en el mensaje
El cambio de actitud
depende de la fuerza
de los argumentos
contenidos
en el mensaje
Mensaje no
importante;
baja capacidad
de procesamiento
Ruta periférica
Procesamiento heurístico
de la información
contenida en el mensaje
El cambio de actitud
depende de la presencia
de señales de persuasión
que activen
el procesamiento
heurístico
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Mensaje
persuasivo
FIGURA 4.13
El Modelo MPE: una teoría cognitiva de la persuasión.
De acuerdo con el modelo de la probabilidad de elaboración (MPE), la persuasión puede suceder de
cualquiera de las siguientes maneras: a través del procesamiento cuidadoso y sistemático de la
información contenida en los mensajes persuasivos (ruta central) o a través del procesamiento menos
sistemático basado en heurísticos o atajos mentales. Nos implicamos en el procesamiento sistemático
cuando el mensaje es importante para nosotros y cuando tenemos los recursos cognitivos (y el tiempo)
para pensar en ello cuidadosamente. Nos implicamos en el procesamiento heurístico cuando el mensaje
no es importante para nosotros o cuando no tenemos los recursos cognitivos (o el tiempo) para
implicarnos en este tipo de pensamiento atento.
[FUENTE: BASADO EN LOS INDICACIONES DE PETTY Y CACIOPPO, 1986.]
■
144
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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Cuando tales mensajes son altamente relevantes para los individuos son mucho más
exitosos en inducir la persuasión si los argumentos que contienen son fuertes y convincentes. ¿Puedes determinar por qué sucede esto? De acuerdo con las teorías modernas, tales como el modelo MPE y el modelo sistemático-heurístico, cuando la
relevancia es baja, los individuos tienden a procesar los mensajes a través del modo
heurístico, por medio de atajos mentales. Por tanto, la fuerza de los argumentos tiene
poco impacto sobre ellos. En contraste, cuando la relevancia es alta, los individuos
procesan los mensajes persuasivos más sistemáticamente y de esta manera, la fuerza
del argumento resulta importante (por ejemplo, Petty y Cacioppo, 1990).
De manera similar, la distinción entre sistemático y heurístico ayuda a explicar por qué es más fácil persuadir a las personas cuando están distraídas —en cierto
sentido, es pedirles que hagan dos cosas al mismo tiempo—. Bajo estas condiciones, la capacidad de procesamiento de información ante un mensaje persuasivo se
encuentra limitada; por tanto, la gente adopta un modo heurístico de pensamiento.
Si los mensajes contienen las señales «adecuadas» (por ejemplo, los comunicadores
son atractivos o parecen expertos), la persuasión puede suceder porque la gente responde a estas señales y no a los argumentos presentados. En resumen, el enfoque
cognitivo moderno realmente parece proporcionar una clave fundamental para comprender muchos de los aspectos de la persuasión.
P U N TO S C L AV E
■
⡤
La investigación temprana sobre persuasión —esfuerzos para cambiar las actitudes a través del uso de mensajes— se centró principalmente en las características del comunicador (es decir, experiencia, atracción), del mensaje (es decir, unilateral vs. bilateral) y
de la audiencia.
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■
La investigación más reciente ha buscado comprender los procesos cognitivos que juegan un rol en la persuasión. Esta investigación sugiere que procesamos mensajes persuasivos de dos maneras distintas: a través del procesamiento sistemático, el cual implica
prestar una atención cuidadosa al contenido del mensaje o, a través del procesamiento
heurístico el cual implica el uso de atajos mentales (por ejemplo, «los expertos aciertan
habitualmente»).
Cuando falla el cambio de actitud:
resistencia a la persuasión
QE
n vista de la frecuencia con la cual estamos expuestos a los
mensajes persuasivos, un punto es claro: somos muy resistentes
a ellos. Si no lo fuéramos, nuestras actitudes hacia una amplia
variedad de temas estarían en un estado constante de cambio. Esto nos lleva a una
importante cuestión: ¿por qué somos «difíciles de comprar» cuando estamos sujetos a esfuerzos por cambiar nuestras actitudes? La respuesta implica diferentes factores que, de manera conjunta, acentúan nuestra habilidad para resistir incluso a
los esfuerzos de persuasión más hábiles.
Reactancia: proteger nuestra libertad personal
¿Has vivido alguna vez una experiencia como esta? Alguien ejerce
una gran cantidad de presión sobre ti para que cambies tus actitudes. En la medida
en que lo hacen, experimentas un nivel creciente de molestia y resentimiento. El
Cuando falla el cambio de actitud: resistencia a la persuasión
145
resultado final: no sólo te resistes, sino que puedes, de hecho, hacer lo imposible
para adoptar posturas opuestas a aquellas que el persuasor desearía que adoptaras.
Esta conducta es un ejemplo de lo que los psicólogos sociales llaman reactancia
––una reacción negativa a los esfuerzos de los demás para reducir nuestra libertad
haciendo que hagamos cosas que ellos desearían que hiciéramos—. Los resultados
de las investigaciones indican que en tales situaciones, a menudo cambiamos nuestras actitudes (o conducta) en una dirección exactamente opuesta a la deseada ––un
efecto conocido como cambio de actitud negativo (Brehm, 1966; Rhodewalt y Davison, 1983).
La existencia de la reactancia es una de las razones por las cuales a menudo fallan
los intentos agresivos de persuasión. Cuando los individuos perciben tal recurso
como una amenaza directa para su libertad personal (o su imagen de ser una persona independiente), se encuentran altamente motivados a resistirse. Tal resistencia,
a su vez, prácticamente asegura que los principios de persuasión fallen.
Advertencia: conocimiento previo del intento persuasivo
Cuando miramos la televisión esperamos que los anuncios publicitarios interrumpan la mayoría de los programas. Sabemos muy bien que estos
mensajes están diseñados para cambiar nuestros puntos de vista —para hacer que
compremos diversos productos—. De manera similar, cuando oímos un discurso
político sabemos que la persona que lo está diciendo tiene un motivo ulterior: esta
persona quiere que votes por ella. ¿Nos ayudará a resistirnos a estos mensajes el
hecho de saber de antemano el intento persuasivo que hay detrás de ellos? La investigación sobre los efectos de tal conocimiento previo —conocido como advertencia— indican que así es (por ejemplo, Cialdini y Petty, 1979; Jonson, 1994). Será
menos probable que un mensaje nos afecte cuando sabemos que está diseñado para
alterar nuestros puntos de vista que cuando no poseemos dicho conocimiento ¿Por
qué sucede esto? Porque la advertencia influye sobre varios procesos cognitivos que
juegan un rol en la persuasión.
En primer lugar, la advertencia nos proporciona mayores oportunidades para formular argumentos en contra que pueden reducir el impacto del mensaje. Además,
la advertencia también nos proporciona más tiempo para recordar información y
hechos relevantes que puedan resultar útiles para refutar el mensaje persuasivo
(Wood, 1982). Los beneficios de la advertencia son más probables ante actitudes que
consideramos importantes (Krosnick, 1989), pero parecen suceder en un grado menor
para las actitudes que nos resultan triviales. Parece ser entonces que, en muchos
casos, estar en sobreaviso implica, de hecho, estar armado ante la persuasión.
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reactancia: reacción negativa
ante las amenazas a la propia
libertad personal. La reactancia
incrementa, con frecuencia, la
resistencia a la persuasión.
advertencia: el conocimiento
anticipado de que uno va a ser
objetivo de un intento de
persuasión. La advertencia
incrementa, con frecuencia, la
resistencia a la persuasión que
sigue.
evitación selectiva: una
tendencia a dirigir la atención
fuera de la información que reta
las actitudes existentes.Tal
evitación incrementa la
resistencia a la persuasión.
146
Evitación selectiva
Otra manera en que resistimos los intentos de persuasión es a través
de la evitación selectiva, una tendencia a dirigir nuestra atención lejos de la información que confronta nuestras actitudes actuales. Como explicamos en el Capítulo 3, la evitación selectiva es una de las maneras en que los esquemas guían el
procesamiento de la información social. Las actitudes a menudo funcionan como
esquemas. Un ejemplo claro de los efectos de la evitación selectiva puede encontrarse
en el hábito de mirar la televisión. La gente no se sienta simplemente absorbiendo
de manera pasiva lo que el medio desea ofrecer. En su lugar, las personas cambian
de canal para evitar los anuncios publicitarios, les reducen el sonido cuando aparecen
o simplemente se desconectan mentalmente cuando se encuentran con información
contraria a sus puntos de vista. También sucede el efecto opuesto. Cuando nos encontramos con información que apoya nuestros puntos de vista tendemos a prestarle
mucha atención. Estas tendencias a ignorar o evitar información que contradice las
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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actitudes mientras activamente buscamos información consistente con ellas, constituyen las dos caras de lo que los psicólogos sociales denominan exposición selectiva. Esta selectividad en el proceso de atención nos ayuda a asegurar que nuestras
actitudes permanecerán intactas por largos períodos de tiempo.
Defensa activa de nuestras actitudes:
Argumentar contra puntos de vista opuestos
Ignorar o apartar la información que es incongruente con nuestros puntos de vista actuales es, ciertamente, una de las maneras para resistir la persuasión.
Pero un cuerpo de evidencias creciente sugiere que, además de este tipo de defensa
pasiva de nuestras actitudes, también utilizamos una estrategia más activa: contraargumentamos activamente las posturas contrarias a las nuestras (por ejemplo, Eagly
et al., 1999). Al hacer esto, hacemos que estas posturas contrarias sean más recordadas
pero reducimos su impacto en nuestras actitudes. Una evidencia clara de tales efectos ha sido reportada recientemente por Eagly y sus colegas (2000).
Estos investigadores expusieron a estudiantes ante mensajes persuasivos de una
comunicadora; los estudiantes habían sido previamente identificados como a favor
del aborto (pro-elección) o en su contra (pro-vida). Los mensajes fueron bien consistentes o bien contrarios a sus puntos de vista. Después de oír los mensajes, los
participantes manifestaron sus actitudes hacia el aborto, lo seguros que se hallaban con respecto a sus posturas (una medida de la fuerza de la actitud) y todos los
argumentos contenidos en el mensaje que podían recordar (una medida de memoria). Además, elaboraron una lista de los pensamientos que tenían mientras oían
el mensaje; esto proporcionó información de la medida en que ellos contra-argumentaban internamente los mensajes que eran contrarios a sus posturas.
Los resultados indicaron que, como se esperaba, el mensaje contra-actitudinal
y el pro-actitudinal fueron igualmente recordados. Sin embargo, los participantes
describieron de manera más sistemática los pensamientos que tuvieron durante el
mensaje contra-actitudinal así como un mayor número de contra-argumentos acerca
del mismo, lo cual es una clara señal de que estuvieron contra-argumentando el
mensaje. En contraste, los participantes reportaron más ideas de soporte en respuesta al mensaje proactitudinal (véase Figura 4.14).
Por tanto, parece que una de las razones por la que somos tan buenos resistiendo
la persuasión es que no sólo ignoramos la información inconsistente con nuestras
posturas sino que también procesamos cuidadosamente la información contraria
y argumentamos activamente en su contra. En cierto sentido, proporcionamos una
gran defensa ante los esfuerzos que intentan cambiar nuestras actitudes.
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VACUNACIÓN CONTRA LAS «MALAS IDEAS»: CUANDO OTROS NOS ANTICIPAN CONTRAARGUMENTOS. La idea de que la resistencia a la persuasión parece provenir, al menos
en parte, de generar argumentos contra las posturas presentadas en mensajes persuasivos no es una idea nueva en psicología social. De hecho, hace más de cuarenta
años, McGuire (1961) sugirió que la gente podía ser «vacunada» contra la persuasión presentándoles posturas opuestas a las suyas junto con argumentos que refutaran estas posiciones contra-actitudinales. Él pensó que cuando se ofrece a la gente
contra-argumentos útiles para atacar los puntos de vista opuestos al suyo, estas personas serían estimuladas a generar por su cuenta contra-argumentos y esto hará que
sea más difícil cambiar sus actitudes.
Para probar esta predicción, este autor realizó varios estudios (por ejemplo,
McGuire y Papageorgis, 1961) en los cuales los individuos recibieron enunciados
actitudinales (por ejemplo, frases estereotipadas tales como «todos deberían cepillarse los dientes después de cada comida») junto con uno de los siguientes argumentos: argumentos que apoyan esta frase (la condición de defensa del apoyo) o
Cuando falla el cambio de actitud: resistencia a la persuasión
147
Los participantes tienen
más ideas de soporte
que contrarias ante
los mensajes
proactitudinales
Media del número de ideas
4
Los participantes tienen
más ideas contrarias
que de soporte ante
los mensajes
contraactitudinales
3,84
3
1,93
2
1
0
0,6
0,6
Proactitudinal
Contrarios
A favor
Contraactitudinal
Tipo de mensaje
FIGURA 4.14
Contra-argumentar los mensajes contrarios a nuestras actitudes.
Los participantes manifestaron tener más pensamientos con respecto al
mensaje contraactitudinal que en relación al mensaje proactitudinal.
En contraste, manifestaron tener más ideas de soporte ante el mensaje
proactitudinal que en relación al contraactitudinal. Estos resultados son
consistentes con la perspectiva según la cual una de las razones por las
cuales somos tan buenos resistiendo la persuasión es que defendemos
nuestras actitudes de manera activa contraargumentando las posturas
contrarias.
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[FUENTE: BASADO EN DATOS DE EAGLY ET AL., 2000.]
■
argumentos contrarios a la frase, los cuales fueron entonces refutados (la condición
de defensa de la refutación). Dos días más tarde, los participantes recibieron mensajes adicionales que atacaban las frases originales con nuevos argumentos. Al final,
los participantes mostraron sus actitudes hacia estas posturas. Como se predijo, la
defensa de la refutación fue más efectiva en prevenir la persuasión. En otras palabras, la exposición a dosis relativamente débiles de argumentos opuestos a nuestras actitudes puede servir para fortalecer las posturas que tenemos, fortaleciendo
también nuestra resistencia ante los intentos subsecuentes para cambiarlas. En
cierto sentido, podemos, de hecho, estar vacunados contra las «malas ideas», ¡aquellas contrarias a las nuestras!
Asimilación sesgada y polarización de la actitud:
«si es contrario a lo que yo pienso, ¡no es de fiar!»
Antes de concluir, debemos mencionar brevemente dos procesos adicionales que juegan un rol en nuestra habilidad para resistir los intentos de persuasión. Estos son conocidos, como asimilación sesgada —una tendencia a evaluar
148
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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la información contraria a nuestras posturas como menos convincente y menos confiable que la información que es consistente con nuestras posturas (por ejemplo,
Lord, Ross y Lepper, 1979; Miller et al., 1993)— y la polarización de la actitud —
la tendencia a evaluar la evidencia o información mixta de tal manera que fortalezca nuestras posturas iniciales, volviéndolas más extremas (por ejemplo,
Pomerantz, Chaiken y Tordesilla, 1995).
Como resultado de estos dos procesos, nuestras actitudes parecen realmente estar
lejos de ser alcanzadas por los múltiples intentos de cambiarlas y tienden a persistir
incluso cuando somos confrontados con nueva información que las reta fuertemente (por ejemplo, Munro y Ditto, 1997). Para poner la guinda al pastel, investigaciones recientes (por ejemplo, Duck, Terry y Hogg, 1998; Vallone, Ross y Lepper,
1985) indican que también tendemos a percibir la fuente de la información contraria
a nuestras posturas como sesgada —no sólo la información en sí misma— un efecto
conocido como el sesgo hostil de los media, el cual refleja que «¡La cobertura de
los ‘media’ que no coincide con mis puntos de vista, está sesgada!» (Duck, Terry
y Hogg, 1997). En la medida en que estos efectos suceden, incluso los argumentos
más fuertes son rechazados y existe una baja posibilidad de que ocurra el cambio
de actitud. (Véase la sección IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y UTILIZAR! al final de este
capítulo, para nuestras sugerencias de cómo resistir a la persuasión.)
P U N TO S C L AV E
■
■
⡤
Nuestras actitudes tienden a permanecer bastante estables a pesar de muchos intentos por cambiarlas.Varios factores contribuyen a dicha resistencia a la persuasión.
Uno de esos factores es la reactancia —reacciones negativas ante los intentos de los
demás de reducir o limitar nuestra libertad personal.
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■
■
La resistencia a la persuasión se ve incrementada a menudo por la advertencia —el saber
que alguien va a intentar cambiar nuestras actitudes— y por la evitación selectiva —la
tendencia a evitar la exposición a información que contradice nuestras posturas.
Además, cuando estamos expuestos a mensajes persuasivos contrarios a nuestros puntos de vista, contra-argumentamos de manera activa la información contenida en ellos.
Esto también incrementa nuestra resistencia a la persuasión.
Si recibimos argumentos en contra de nuestras posturas junto con argumentos para
refutarlos, se incrementará la resistencia que hagamos ante la persuasión subsiguiente;
esto es conocido, algunas veces, como vacuna ante las posturas contra-actitudinales.
Dos procesos adicionales —la asimilación sesgada y la polarización de la actitud— también juegan un rol en la resistencia a la persuasión. La asimilación sesgada se refiere a
nuestra tendencia a evaluar la información inconsistente con nuestras actitudes como
menos confiable o convincente que la información que sí es consistente con ellas. La polarización de la actitud se refiere a la tendencia a interpretar la evidencia mixta de manera
que fortalezca nuestras posturas y las haga más extremas.
Disonancia cognitiva: ¿por qué algunas veces
nuestro comportamiento puede influir
nuestras actitudes?
QC
uando al principio presentamos las preguntas de si y en qué
medida las actitudes y la conducta se encuentran relacionadas, destacamos que en muchas situaciones existe una gran
Disonancia cognitiva: ¿por qué algunas veces nuestro comportamiento puede influir nuestras actitudes?
asimilación sesgada: la
tendencia a considerar menos
convincente o confiable la
información que contradice
nuestros puntos de vista, que la
que las confirma.
polarización de la actitud: la
tendencia a evaluar la
información o la evidencia mixta,
de tal manera que refuerza
nuestros puntos de vista iniciales
haciéndolos más extremos.
149
diferencia entre lo que sentimos en nuestro interior (reacciones positivas o negativas a algunos objetos o temas) y lo que mostramos al exterior. Por ejemplo, tengo
un vecino que recientemente compró un gran coche todoterreno. Yo tengo una actitud negativa muy fuerte hacia este tipo de vehículo tan grande porque consumen
mucho combustible, contaminan, bloquean mi visibilidad cuando conduzco con
uno delante y son, en términos generales, sinceramente un desperdicio (casi nadie
de quienes tienen uno lo conducen fuera de carreteras). Pero cuando mi vecino me
preguntó si me gustaba su nuevo vehículo, tragué saliva y dije, «Bonito, muy
bonito» con todo el entusiasmo que pude demostrar. Él es un vecino muy bueno
que cuida de mi casa cuando estoy fuera y no quería ofenderlo. Pero ciertamente
me sentí muy mal cuando pronuncié estas palabras ¿Por qué? Porque en esta situación mi conducta no fue consistente con mis actitudes y esta es una situación desagradable para la mayoría de nosotros. Los psicólogos sociales denominan a esta
reacción negativa que experimenté disonancia cognitiva —un estado desagradable
que sucede cuando nos damos cuenta de que varias de las actitudes que tenemos,
o nuestras actitudes y nuestra conducta son de alguna manera inconsistentes.
Como probablemente sabes a partir de tu propia experiencia, la disonancia cognitiva ocurre en nuestra vida diaria con mucha frecuencia. Cuando dices cosas que
tú no crees en realidad (por ejemplo, alabar algo que realmente no te gusta para ser
cortés), cuando tomas una difícil decisión que requiere que rechaces una alternativa que encuentras atractiva o cuando descubres que algo en lo que has invertido
mucho esfuerzo o dinero no es tan bueno como esperabas, probablemente experimentes disonancia cognitiva. En todas estas situaciones, existe una diferencia
entre tus actitudes y tus acciones y tales diferencias nos hacen sentir bastante mal.
Aún más importante para el presente enfoque es que la disonancia cognitiva puede
conducirnos a cambiar nuestras actitudes —de manera que sean consistentes con
otras actitudes que tenemos o con nuestra conducta explícita—. Dicho de otra
manera, debido a la disonancia cognitiva y a sus efectos, algunas veces cambiamos
nuestras propias actitudes, incluso en ausencia de presiones externas fuertes. Veamos con más detalle la disonancia cognitiva y sus interesantes implicaciones para
el cambio de actitud.
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Disonancia cognitiva: ¿qué es y cuáles son las maneras
(directas e indirectas) de reducirla?
disonancia cognitiva: un
estado interno desagradable que
ocurre cuando los individuos
observan inconsistencias entre
dos o más de sus actitudes, o
entre sus actitudes y su
comportamiento.
150
La teoría de la disonancia, como acabamos de señalar, comienza con
una idea muy razonable: a la gente no le gusta la inconsistencia y se sienten incómodos cuando esto ocurre. En otras palabras, cuando notamos que nuestras actitudes y nuestra conducta no se corresponden entre sí, o que dos actitudes son
inconsistentes, nos encontramos motivados a hacer algo para reducir la disonancia. ¿Cómo podemos conseguir esta meta?
En sus orígenes (por ejemplo, Aronson, 1968; Festinger, 1957) la disonancia se
centraba en tres mecanismos básicos. Primero, podemos cambiar nuestras actitudes
o nuestra conducta para hacerlas más consistentes entre ellas. Por ejemplo, considera el personaje de la Figura 4.15. Él cree que su plan es bueno, pero los números proporcionados por el asistente sugieren que esto no es así. ¿Cuál es el resultado?
Él cambia su actitud hacia los números concluyendo que ¡deben estar mal! Los cambios como este son el resultado común de la disonancia cognitiva. Segundo, podemos reducir la disonancia cognitiva adquiriendo nueva información que apoye
nuestras actitudes o nuestra conducta. Muchas personas que fuman, por ejemplo,
buscan evidencia que sugiera que los efectos nocivos de este hábito son mínimos
o sólo suceden en los casos de los fumadores empedernidos, o que los beneficios
son mayores (reducir la tensión, controlar el peso corporal) que los costes (Lipkus
et al., 2001). Por último, podemos decidir que la inconsistencia en realidad no nos
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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FIGURA 4.15
Disonancia cognitiva en acción.
El personaje de esta tira cómica ilustra cómo la disonancia cognitiva puede afectar
nuestras actitudes —¡y nuestro pensamiento!
[FUENTE: DILBERT REIMPRESIÓN CON PERMISO
DE UNITED FEATURE SYNDICATE, INC.]
■
importa; en otras palabras, nos podemos implicar en la trivialización —concluir que
las actitudes o conductas no son importantes—, por tanto, alguna inconsistencia
entre ellas no resulta significativa (Simon, Greenberg y Brehm, 1995).
Todas estas estrategias pueden ser vistas como enfoques directos para reducir
la disonancia: se centran en las discrepancias existentes entre la actitud y la conducta, las cuales están causando la disonancia. Sin embargo, la investigación realizada por Steele y sus colegas (Steele y Lui, 1983; Steele, 1988) indica que la
disonancia puede también reducirse a través de tácticas indirectas —aquellas que
dejan intacta la discrepancia básica entre las actitudes y la conducta pero reducen
los sentimientos negativos desagradables generados por la disonancia. De acuerdo
con Steele (1988), es más probable que ocurra la adopción de rutas indirectas para
reducir la disonancia cuando se trata de discrepancias en actitudes importantes o
creencias sobre uno mismo.
Bajo estas condiciones, Steele sugiere (por ejemplo, Steele, Spencer y Lynch, 1993)
que los individuos que experimentan disonancia pueden centrarse, no tanto en reducir la discrepancia entre sus actitudes y su conducta, como en la autoafirmación
—restaurar las autoevaluaciones positivas que se encuentran amenazadas por la
disonancia (Elliot y Devine, 1994; Tesser, Martín y Cornell, 1996)—. ¿Cómo pueden conseguir esta meta? Centrándose en sus propios atributos positivos —cosas
buenas acerca de ellos mismos (por ejemplo, Steele, 1988)—. Por ejemplo, cuando
experimenté disonancia como resultado de decir cosas buenas acerca del nuevo
coche de mi vecino (aunque pensara realmente lo contrario), yo pude haber recordado que pocos días atrás había hablado en contra de dicho vehículo en una fiesta
o que había actuado como voluntario para nuestra estación de televisión pública
local la semana anterior. Contemplar estas acciones positivas podrían ayudarme
a reducir el desagrado producido por mi manera de actuar inconsistente con mis
actitudes pro-ambientales.
Sin embargo, otra investigación sugiere que implicarse en autoafirmaciones
puede no ser necesario para reducir la disonancia a través de una vía indirecta. De
hecho, casi cualquier cosa que hagamos que disminuya el desagrado y el sentimiento negativo generado por la disonancia puede algunas veces resultar efectivo
en este sentido —todo desde consumir alcohol (por ejemplo, Steele, Southwick y
Critchlow, 1981) hasta implicarse en actividades recreativas que aparten nuestra
mente de la disonancia (por ejemplo, Zanna y Aziza, 1976) o en expresiones simples de sentimientos positivos (Cooper, Fazio y Rhodewalt, 1978).
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Disonancia cognitiva: ¿por qué algunas veces nuestro comportamiento puede influir nuestras actitudes?
trivialización: una técnica para
reducir la disonancia. Consiste
en reducir de manera cognitiva
la importancia de actitudes y
comportamientos que son
inconsistentes.
151
En resumen la disonancia puede ser reducida por muchos factores diferentes ––a
través de tácticas indirectas así como de las directas centradas en reducir la discrepancia entre actitudes y conducta—. Como pronto veremos, la elección entre
estas diferentes alternativas puede estar en función de lo que está disponible, así
como del contexto específico en el cual ocurre la disonancia (por ejemplo, Fried y
Aronson, 1995).
Aunque la tendencia a reducir las discrepancias parece ser bastante fuerte, en
ocasiones, puede estar superada por otros factores, con el resultado de que la gente
consigue vivir con ellas, incluso con las que son muy grandes.
¿RESULTA REALMENTE DESAGRADABLE LA DISONANCIA? Antes hemos sugerido que
la disonancia es un estado desagradable. Esta idea ciertamente es acorde con nuestra experiencia diaria: cuando decimos o hacemos cosas contrarias a nuestras verdaderas creencias a menudo nos sentimos mal. Sin embargo, hasta hace unos años
existía poca evidencia científica relacionada con este tema.
El hecho de que la disonancia se activa en un sentido fisiológico ha sido muy bien
documentado (por ejemplo, Elkin y Leippe, 1986; Losch y Cacioppo, 1990; Steele,
Southwick y Crichtlow, 1981). Sin embargo, existía muy poca evidencia de que la
disonancia genera un sentimiento desagradable —supuesto central de la teoría de
la disonancia—. (Después de todo, supuestamente, es este desagrado el que motiva
el esfuerzo por reducir la disonancia cuando este aparece.) Afortunadamente, esta
laguna en nuestro conocimiento ha sido cubierta por investigaciones recientes. Por
ejemplo, Elliot y Devine (1994) encontraron que los estudiantes que escribieron un
ensayo argumentando en contra de sus propios puntos de vista (los estudiantes escribieron a favor de un incremento substancial en la matrícula del centro escolar)
manifestaron altos niveles de malestar emocional inmediatamente después de haber
escrito estos ensayos. En contraste, aquellos que escribieron el mismo tipo de
ensayo y luego manifestaron sus actitudes hacia la subida de la matrícula, y sólo
después expresaron sus sentimientos, mostraron los niveles más bajos de desagrado.
Esto es lo que la teoría de la disonancia podría predecir ya que las personas en la
última condición tenían la oportunidad de reducir la disonancia cambiando sus actitudes después de escribir el ensayo (haciéndolas más favorables hacia la subida de
la matrícula); esto reduciría el desagrado que experimentaban.
Sin embargo, existe un serio problema al interpretar estos resultados: se les dijo
a los estudiantes que los ensayos que escribirían (a favor del incremento de la matrícula) serían enviados al consejo de la universidad para tenerlos en cuenta al recomendar o no el incremento de la matrícula a la administración. Por tanto, los
participantes al escribir los ensayos pueden haberse preocupado más por las consecuencias de sus actos que por la disonancia que pudo haber generado el argumentar en contra de sus propias actitudes.
Para eliminar este problema, Harmon-Jones (2000) realizaron una investigación
en la cual los participantes escribieron enunciados contra-actitudinales bajo condiciones en las cuales expresar perspectivas contrarias a las propias no podía producir una consecuencia aversiva. De hecho, se les dijo que tirarían los enunciados
a la basura después de escribirlos. El tema sobre el que escribieron el ensayo también fue bastante trivial: tenían que describir un artículo aburrido como interesante.
A los participantes se les pidió que los escribieran bajo dos condiciones: baja elección (se les pidió simplemente que describieran el artículo aburrido como interesante) o alta elección (se les dijo que podían describirlo como ellos desearan, pero
que el experimentador realmente agradecería que dijeran que el artículo aburrido
era interesante). Por supuesto, se esperaría que experimentaran la disonancia sólo
en la condición de elección alta.
Después de escribir los enunciados, los participantes indicaron su actitud hacia
el artículo que leyeron y su estado emocional —el desagrado que sintieron (por ejemplo, cuán incómodos o molestos se encontraban) y su sentimiento negativo general
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152
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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Los participantes en la condición de alta elección
(de los cuales se esperaba que experimentaran
disonancia) mostraron mayor incomodidad y
sentimientos negativos que aquellos en la condición
de baja elección, de los cuales no se esperaba
que experimentaran disonancia
FIGURA 4.16
[FUENTE: BASADO EN DATOS
DE HARMON-JONES, 2000.]
■
3
Sentimientos mostrados
Evidencia de que la disonancia
genera sentimientos negativos.
Las personas que escribieron
enunciados contrarios a sus propias
actitudes bajo condiciones en las cuales
escogieron libremente hacerlo,
reportaron mayores niveles de
inconformidad y de sentimiento
negativo general que las personas que
escribieron tales enunciados porque se
les pidió que lo hicieran (baja elección).
2,4
2
2,04
1,57
1,36
1
Alta elección
Baja elección
0
Inconformidad
Afecto negativo
Medida de sentimientos
(por ejemplo, cuán tensos o irritados se sentían)—. Como se esperaba, los resultados
indicaron que aquellos en la condición de elección alta calificaron el artículo aburrido como más interesante. Más importante aún, las personas de este grupo también
mostraron mayor desagrado y un sentimiento negativo más general que de la condición de baja elección (véase Figura 4.16). Dado que los enunciados que escribieron
no tendrían ninguna consecuencia aversiva, estos hallazgos sugieren que la disonancia
de hecho produce un sentimiento negativo como propuso originalmente Festinger
(1957).
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¿ES LA DISONANCIA UNA EXPERIENCIA HUMANA UNIVERSAL? De acuerdo con la teoría de la disonancia a los seres humanos no les gusta la inconsistencia. Se sienten
mal cuando la perciben en sus actitudes o conducta y esto, a menudo, los lleva a
implicarse en esfuerzos activos para reducirla. Como acabamos de ver, un gran
cuerpo de evidencias apoya estas ideas, por tanto la disonancia parece ser una fuente
de aproximaciones importantes sobre varios aspectos del pensamiento social. Sin
embargo, es importante destacar que la mayoría de estos estudios han sido realizados en Norte América y Europa Occidental. Esto plantea una pregunta importante: ¿Sucede también la disonancia cognitiva en otras culturas? Aunque los
estudios iniciales sobre este tema generaron resultados diversos (por ejemplo, Takata
y Hashimoto, 1973; Yoshida, 1977), resultados más recientes mostrados por Heine
y Lehman (1997a) apuntan a la conclusión de que la disonancia es de hecho un
aspecto universal del pensamiento humano —aunque los factores que producen la
disonancia e incluso su magnitud pueden ser influidos por factores culturales—.
Por ejemplo, consideremos el estudio de Heine y Lehman (1997a).
Estos investigadores pensaron que aunque la disonancia podía bien suceder en
todo el mundo, sería menos probable influir las actitudes en algunas culturas que
en otras. Específicamente, sugirieron que después de hacer una elección entre alternativas muy cercanas, sería más probable que las personas de culturas tales como
las de Estados Unidos y Canadá experimentaran mayor disonancia post-decisión
que aquellas personas de culturas tales como la de Japón y de los países asiáticos.
¿Por qué? Porque en las culturas occidentales, el self está vinculado a las acciones
individuales, tales como tomar las decisiones correctas. Después de hacer una elección entre alternativas (cursos diferentes de acción, diferentes objetos), los individuos en tales culturas experimentan una gran disonancia debido a que la
Disonancia cognitiva: ¿por qué algunas veces nuestro comportamiento puede influir nuestras actitudes?
153
FIGURA 4.17
Factores culturales en la aparición de la disonancia.
En las culturas occidentales, el self está muy relacionado con las elecciones o acciones individuales. Sin embargo, en
muchas culturas asiáticas, el self está más fuertemente vinculado a los roles y el estatus —al lugar que los individuos
ocupan en la sociedad y las obligaciones que conlleva. Por estas razones, la disonancia post-decisión puede ser mayor
en personas de las culturas occidentales que en las personas de muchas culturas asiáticas.Varios estudios han
proporcionado evidencias que dan soporte a esta predicción (por ejemplo, Heine y Lehman, 1997b).
■
posibilidad de haber tomado la decisión incorrecta supone una amenaza para la autoestima. Después de todo, tomar las decisiones correctas como individuos es altamente valorado. En contraste, en muchas culturas asiáticas, el self no está tan
vinculado a las acciones o elecciones individuales. En su lugar, se encuentra más
relacionado con los roles y el estatus —con el lugar que ocupa el individuo en la
sociedad y las obligaciones que conlleva (véase Figura 4.17)—. Por tanto, será menos
probable que las personas en tales culturas perciban la posibilidad de tomar una decisión incorrecta como una amenaza al self. Como resultado, será menos probable
que experimenten la disonancia.
Para probar este razonamiento Heine y Lehman (1997a) contaron con estudiantes tanto canadienses como japoneses temporalmente viviendo en Canadá; ellos
tenían que escoger los 10 CDs que más quisieran tener de un grupo de 40 CDs. Los
participantes también evaluaron cuánto les gustaba cada uno de estos 10 CDs. En ese
momento se les decía a los participantes que podían quedarse bien con el CD que colocaron en el quinto lugar o bien con el del sexto lugar de la lista. Después de haber
hecho su elección los participantes valoraron los dos CDs de nuevo. Investigaciones
previas sugieren que para reducir la disonancia, los individuos toman tales decisiones infravalorando a menudo el ítem que no escogieron mientras que sobrevaloran
el ítem que sí escogieron —un efecto conocido como ampliación de las alternativas
(por ejemplo, Steele, Spencer y Lynch, 1993)—. Los investigadores predijeron que tal
efecto sería mayor para los participantes canadienses que para los japoneses y esto
es precisamente lo que sucedió. Los estudiantes canadienses mostraron el efecto de
ampliación de las alternativas, el cual trajo consigo una reducción de la disonancia
en un nivel significativo; los estudiantes japoneses no mostraron este efecto.
Estos resultados sugieren que los factores culturales, de hecho, influyen en el funcionamiento de la disonancia. Mientras que todos los seres humanos se sienten incómodos por las inconsistencias entre sus actitudes y su conducta, la intensidad de tales
reacciones, las condiciones precisas en las cuales ocurren y las estrategias utilizadas
para reducirlas pueden estar influidas por factores culturales.
Entonces, incluso con respecto a los aspectos más básicos del pensamiento social
es esencial tener en cuenta, de manera cuidadosa, la diversidad cultural.
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154
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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Disonancia y cambio de actitud:
los efectos de la condescendencia inducida
Como hemos destacado de manera repetida, existen muchas ocasiones en la vida diaria en las que debemos decir o hacer cosas inconsistentes con
nuestras actitudes reales. Los psicólogos sociales se refieren a tales situaciones como
las que incluyen la condescendencia inducida (o condescendencia forzada) —somos
inducidos de alguna manera a decir o hacer cosas contrarias a nuestros puntos de
vista reales—. Y, por ahora, probablemente puedas adivinar lo que puede suceder
en tales situaciones: la disonancia será activada y cuando esto suceda podemos sentir presión para cambiar nuestras actitudes de manera que sean más consistentes
con nuestras palabras u otras acciones. Más aún, será más probable que hagamos
tales cambios cuando no estén disponibles otras técnicas o cuando requiera un gran
esfuerzo reducir la disonancia. (Esto es una regla general sobre varias de las técnicas
para reducir la disonancia: siendo todas las condiciones iguales, preferimos la técnica que requiera el menor esfuerzo.)
LA DISONANCIA Y EL EFECTO MENOS-LLEVA-A-MÁS. Hasta aquí, todo bien. Las predicciones derivadas de la teoría de la disonancia parecen tener lógica. Pero ahora
consideremos la siguiente pregunta: ¿Realmente tienen importancia las razones por
las cuales te implicas en una conducta inconsistente con tus actitudes? Obviamente, nos podemos implicar en conductas que discrepan de nuestras actitudes por
muchas razones y algunas de estas son más fuertes o más importantes que otras.
Por ejemplo, ¿recuerdas a mi amigo, el del coche nuevo? Si recientemente él me
ha hecho varios favores y yo me siento en deuda con él, tendré fuertes razones para
ocultar mi punto de vista real sobre su coche nuevo y le diré que me gusta. Pero si,
en cambio, él va a trasladarse a otro estado y no espero verlo de nuevo en el futuro,
tendré razones más débiles para decir que me gusta su gigante consumidor de combustible. Entonces ante la pregunta clave: ¿cuándo será mayor la disonancia, cuando
tenemos muy buenas razones para implicarnos en una discrepancia entre actitud
y conducta o cuando tenemos muy pocas razones para ello? La teoría de la disonancia ofrece una respuesta inesperada: la disonancia será mayor cuando tenemos
pocas razones para implicarnos en una discrepancia entre actitud y conducta. Esto
es así porque, bajo estas condiciones, no podemos justificar nuestras acciones ante
nosotros mismos; actuamos de esta manera incluso cuando no existe una fuerte
razón para hacerlo. El resultado: la disonancia es bastante intensa.
En otras palabras, como se muestra en la Figura 4.18, la teoría de la disonancia
predice que será más fácil cambiar las actitudes de los individuos ofreciéndoles sólo
lo suficiente para hacer que se impliquen en una discrepancia entre actitud y conducta. Razones adicionales o recompensas más allá de este nivel reducirán la disonancia —y por tanto, el cambio de actitud—. Algunas veces los psicólogos sociales
se refieren a esta sorprendente predicción como el efecto ‘menos-lleva-a-más’ ––razones o recompensas menores conducen a un mayor cambio de actitud— y esto ha
sido confirmado en muchos estudios (por ejemplo, Riess y Schlenker, 1977). Por
ejemplo, en el primero y más conocido de estos experimentos (Festinger y Carlsmith, 1959) se ofreció a los participantes una pequeña recompensa (1$) o una más
grande (20$) para decirle a otra persona que algunas tareas aburridas que habían realizado eran muy interesantes. Una de estas tareas consistió en colocar unos bolillos en un cesto, tirarlos al suelo y repetir el proceso de nuevo. Después de
implicarse en la discrepancia entre actitud y conducta —decirle a otra persona que
las tareas aburridas eran interesantes— se les pidió a los participantes que indicaran
su propia implicación en estas tareas. Como se predijo por el efecto ‘menos-llevaa-más’, aquellos a los que se les dió una pequeña recompensa para engañar a un desconocido mostraron, de hecho, un mayor agrado por las tareas que aquellos a los
que se ofreció una recompensa mayor.
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Disonancia cognitiva: ¿por qué algunas veces nuestro comportamiento puede influir nuestras actitudes?
condescendencia inducida o
forzada: situaciones en las que
los individuos son de alguna
manera inducidos a decir o
hacer cosas inconsistentes con
sus actitudes reales.
efecto menos-lleva-a-más:
ofrecer pequeñas recompensas
individuales por realizar
comportamientos contrarios a
las actitudes produce,
generalmente, más disonancia, y
por tanto mayor cambio de
actitud, que ofrecer recompensas
mayores.
155
Razones fuertes
para implicarse
en una conducta
discrepante
con la actitud
La disonancia
es débil
Cambio de
actitud menor
Razones débiles
para implicarse
en una conducta
discrepante
con la actitud
La disonancia
es fuerte
Cambio de
actitud mayor
FIGURA 4.18
Cuando menos (estímulos menores) a menudo conduce a más
(mayor cambio de actitud) tras un comportamiento contrario a la actitud.
Cuando los individuos tienen fuertes razones para implicarse en un comportamiento
contrario a la actitud, experimentan una disonancia relativamente débil y una débil presión
para cambiar sus actitudes. En contraste, cuando tienen razones débiles para implicarse en
un comportamiento contrario a la actitud, experimentan disonancias más fuertes y una
mayor presión para cambiar sus actitudes. El resultado: menos lleva a más.
■
Mientras este efecto ha sido confirmado en muchas ocasiones, debemos destacar
que esto no sucede bajo todas las condiciones. En contraste, parece ocurrir sólo
cuando existen algunas condiciones (Cooper y Scher, 1994). En primer lugar, el
efecto ‘menos-lleva-a-más’ sucede sólo en situaciones en las cuales la gente cree
que puede escoger entre realizar o no la tarea discrepante con la actitud. Segundo,
recompensas pequeñas conducen a un mayor cambio de actitud sólo cuando la gente
cree que ellos son personalmente responsables tanto por el curso de acción escogido como por los efectos negativos que se derivan de éste. Y tercero, el efecto
‘menos-lleva-a-más’ no sucede cuando la gente percibe el pago que reciben como
un soborno, sino más bien cuando lo perciben como un pago bien merecido por los
servicios prestados. Sin embargo, dado que estas condiciones con frecuencia existen, la estrategia de ofrecer a otros justo lo suficiente para inducirlos a decir o hacer
cosas contrarias a sus verdaderas actitudes puede resultar a menudo una técnica
efectiva para inducir el cambio de actitud.
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La disonancia como una herramienta para cambios
favorables en el comportamiento: cuando la hipocresía
puede ser una fuerza para el bien
Las personas que no usan los cinturones de seguridad están más
expuestas a morir en los accidentes que aquellas que sí lo hacen. La gente que fuma
mucho tiene mayores probabilidades de sufrir cáncer de pulmón y de enfermedades cardiovasculares que aquellos que no fuman. Las personas con sobrepeso están
más expuestas a sufrir de diabetes, ataques al corazón y muchos otros problemas
de salud que las personas que tienen un peso normal. Y la gente que lleva una vida
sexual no protegida, tienen más probabilidades de contraer enfermedades de transmisión sexual muy peligrosas incluyendo el SIDA.
156
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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FIGURA 4.19
Actitudes y conductas relacionadas con la salud: la brecha entre ellas, a menudo, es grande.
Casi todo el mundo conoce los riesgos implicados en no utilizar los cinturones de seguridad, fumar, tener sobrepeso y llevar
una vida sexual no segura. Con todo, estas actitudes a menudo fallan en influir sobre la conducta. Las técnicas basadas
en la teoría de la disonancia pueden ser efectivas para disminuir esta importante brecha entre actitudes y conducta.
■
Cuando ya nos movemos por el siglo XXI, la mayoría de las personas saben que
estas afirmaciones son ciertas (por ejemplo, Carey, Morrison-Beedy y Johnson, 1997),
por lo que sus actitudes son generalmente más favorables hacia utilizar los cinturones de seguridad, dejar el tabaco, perder peso y llevar una vida sexual segura.
A pesar de esto, como bien sabes, estas actitudes a menudo no se traducen en acciones explícitas: la gente continúa conduciendo sin llevar puestos los cinturones de
seguridad, siguen fumando, etc. (véase Figura 4.19.) En otras palabras, lo que se necesita no es tanto cambiar las actitudes como que éstas se traduzcan en acciones explícitas. ¿Puede la disonancia ser de utilidad para promover estos cambios
beneficiosos? Un cuerpo creciente de evidencias sugiere que sí puede hacerlo (por
ejemplo, Gibbons, Eggleston y Benthin, 1997; Stone et al., 1994), especialmente
cuando es utilizada para generar sentimientos de hipocresía —conciencia de que
uno está públicamente apoyando una actitud o conducta pero luego actúa de una
manera inconsistente con ella—. Varios investigadores han pensado (por ejemplo,
Aronson, Fried y Stone, 1991) que, bajo estas condiciones, los individuos implicados
podrían experimentar una fuerte disonancia. Más aún, tales sentimientos serían
tan intensos que adoptar modos indirectos de reducción de la disonancia (por ejemplo, distrayendo la atención o implicándonos en conductas que han sido evaluadas
positivamente) no funcionarían: sólo resultarán efectivas las acciones que reduzcan la disonancia de manera directa, esto es, eliminando la discrepancia entre nuestras palabras y nuestras acciones.
Estas predicciones han sido corroboradas por varios estudios. Por ejemplo, en un
interesante estudio, Stone y sus colegas (1997) pidieron a los participantes que prepararan un vídeo apoyando el uso de preservativos (sexo seguro) para prevenir la transmisión del SIDA. Luego se les pidió que pensaran en las razones por las cuales ellos
no habían utilizado preservativos en el pasado (razones personales) o razones por las
cuales la gente en general algunas veces fallaba en utilizarlos (razones normativas que
no se centraban en la propia conducta). Los investigadores predijeron que la hipocresía
podía estar maximizada en la condición de las razones personales, en la cual los participantes se tendrían que enfrentar con su propia hipocresía. Por último, a todas las
personas en el estudio se les dio a escoger entre medios directos para reducir la disonancia (adquirir preservativos a un precio reducido) y medios indirectos (hacer una
donación a un programa diseñado para ayudar a las personas sin hogar).
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Disonancia cognitiva: ¿por qué algunas veces nuestro comportamiento puede influir nuestras actitudes?
hipocresía: mostrar
públicamente algunas actitudes o
comportamientos pero luego
actuar de una manera
inconsistente con estas actitudes
o comportamientos.
157
Porcentaje de preservativos
comprados
Cuando la hipocresía era maximizada,
la mayoría de la gente escogía la ruta
directa para reducir la disonancia
82,5
78
Cuando la hipocresía no era
maximizada, la mayoría de la gente
escogía la ruta indirecta para
reducir la disonancia
62,5
48
42,5
22,5
2,5
26
Indirecta
Directa
13
Razones
personales
Razones
normativas
Condición experimental
FIGURA 4.20
Utilizar la hipocresía para cambiar el comportamiento.
Cuando se confrontó a los individuos con su propia hipocresía
––pidiéndoles que listaran las razones por las cuales no habían llevado
una vida sexual segura en el pasado— la mayoría escogió reducir dicha
disonancia a través de medios directos (comprando preservativos).
En contraste, cuando se les pidió a los individuos que pensaran en las
razones por las cuales la gente en general no llevaba una vida sexual
segura, muchos escogieron reducir la disonancia a través de la ruta
indirecta (haciendo un donación para un proyecto de ayuda a las
personas sin hogar).
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[FUENTE: BASADO EN DATOS DE STONE ET AL., 1997.]
■
Los resultados indicaron que cuando se les había solicitado a los participantes
que se centraran en las razones por las cuales no habían seguido medidas para tener
sexo seguro en el pasado, una gran mayoría escogió comprar preservativos —la ruta
directa para reducir la disonancia—. En contraste, cuando se les pidió que pensaran acerca de las razones por las cuales la gente en general no seguía las medidas
para tener una vida sexual segura, la mayoría de hecho escogió la ruta indirecta para
reducir la disonancia —una donación para el proyecto de ayudar a las personas sin
hogar (véase Figura 4.20).
Estos hallazgos sugieren que utilizar la disonancia para generar hipocresía puede,
de hecho, ser una herramienta poderosa para cambiar la conducta de la gente de
manera beneficiosa —una que proteja su salud y su seguridad—. Sin embargo, para
que tales procedimientos sean lo más efectivos posible deben incluir varios elementos: las personas en cuestión deben apoyar públicamente las conductas deseadas (por ejemplo, utilizar preservativos, colocarse los cinturones de seguridad),
deben ser inducidos a pensar acerca de sus propios fallos para mostrar estas conductas en el pasado y se debe dar acceso a los medios directos para reducir su disonancia. Cuando estas condiciones se hallan presentes entonces, pueden darse los
cambios beneficiosos en la conducta.
158
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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P U N TO S C L AV E
■
■
■
■
■
⡤
La disonancia cognitiva es un estado desagradable que ocurre cuando notamos una discrepancia entre nuestras actitudes o, entre ellas y nuestra conducta. Las investigaciones
indican que la disonancia, de hecho, produce un sentimiento negativo.
La disonancia, a menudo, sucede en situaciones que implican una condescendencia inducida (forzada) —cuando somos inducidos por factores externos a decir o hacer cosas
que son inconsistentes con nuestras actitudes reales.
En tales situaciones, el cambio de actitud es máximo cuando tenemos razones sólo suficientes para implicarnos en una discrepancia entre la actitud y la conducta. Las razones
más fuertes (o las recompensas mayores) producen un menor cambio actitudinal ––el
efecto ‘menos-lleva-a-más’.
La disonancia inducida a través de la hipocresía —inducir a los individuos que apoyen
ciertas actitudes o conductas y recordarles luego que no siempre se han comportado
de manera consistente con estas actitudes o conducta— puede ser una herramienta
poderosa para inducir cambios beneficiosos en la conducta.
La disonancia parece ser un aspecto universal del pensamiento social, pero las condiciones bajo las cuales ocurre y las tácticas escogidas por los individuos para reducirla
parecen estar influidas por factores culturales.
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∞
C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
El rol del aprendizaje social en la
formación de actitudes
El rol del aprendizaje social en varias formas de conducta social: la atracción
(Capítulo 5), la ayuda (Capítulo 10) y la agresión (Capítulo 11).
Persuasión y resistencia
a la persuasión
Otras técnicas para cambiar las actidudes y la conducta y por qué son efectivas
o inefectivas (Capítulo 9).
PIENSA EN POSIBLES
1. Imagina que deseas lanzar una campaña para persuadir a los adultos de
todas las edades para que lleven una
vida sexual segura (por ejemplo, utilizar preservativos). ¿Qué aspectos específicos incluirías en este programa
para maximizar su efectividad y mejorar la salud de un gran número de
personas?
CONEXIONES
2. Si somos tan resistentes a la persuasión, ¿por qué funciona la publicidad?
3. Si las actitudes son aprendidas es razonable sugerir que los medios de
comunicación (televisión, películas, revistas) constituyen factores importantes en la formación de actitudes ¿Qué
piensas que están enseñando los medios a los niños acerca de aspectos
Conexiones: para integrar la psicología social
claves de la conducta social ––sobre
amor y relaciones sexuales (Capítulos
7 y 8), sobre honestidad e integridad
(Capítulo 5)? ¿Cambiarías algo si pudieras?
159
l
IDEAS
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
RESISTIR LA PERSUASIÓN: ALGUNOS PASOS ÚTILES
C
ada día estamos expuestos a
muchos intentos de cambiar
nuestras actitudes. Los publicistas, políticos, organizaciones caritativas,
todos buscan ejercer un tipo de influencia
sobre nosotros. ¿Cómo podemos resistir
tales esfuerzos?, ¿cuáles son los más diestros? He aquí algunas sugerencias basadas en la investigación de la psicología
social.
Reconoce los intentos de
persuasión cuando los veas
Como destacamos antes, saber que
alguien está intentando persuadirte —estar
alerta— resulta a menudo útil para resistir
los esfuerzos de persuasión. Por tanto,
cuando te encuentres con alguien o alguna
organización que busca influir sobre tus
puntos de vista, recuérdate a ti mismo que
no importa cuán agradable o amigable sea,
la persuasión es su meta. Esto te ayudará a
resistir.
pectivas diferentes a las tuyas como parte
de un recurso persuasivo, céntrate en cuán
diferentes son estas perspectivas de las
tuyas. ¡El resto vendrá solo!
Percibe los intentos de persuasión
como un asalto a tu libertad
individual
Nadie quiere que le digan lo que tiene
que hacer; pero en cierto sentido esto es
precisamente lo que los publicistas, políticos y otros están intentando hacer cuando
buscan cambiar tus actitudes. Por tanto,
cuando estés recibiendo tales intentos
recuerda que tú eres quien manda en tu
vida y que no hay razón para oírlos o aceptar lo que estos supuestos persuasores te
están diciendo.
Argumenta de manera
activa en tu mente
contra las perspectivas que te
están siendo «impuestas» por
otros
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Recuérdate a ti mismo tus
propias perspectivas y cómo
difieren de aquellas que te están
presionando
Cuantos más argumentos generes
en contra de tales perspectivas, menor
será la probabilidad de que éstas te influyan.
Mientras la asimilación sesgada —la tendencia a percibir perspectivas diferentes de
las tuyas como poco convincentes y no
confiables— puede dificultarnos el adquirir información potencialmente útil, es también un medio efectivo para resistir a la
persuasión. Cuando otros ofrecen pers-
160
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
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b
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
Formación de actitudes:
¿cómo y por qué se desarrollan
las actitudes?
Las actitudes son evaluaciones de
cualquier aspecto del mundo social. A
menudo las actitudes son ambivalentes ––evaluamos el objeto de la
actitud tanto positiva como negativamente.
Con frecuencia, las actitudes se adquieren
de otras personas a través del aprendizaje
social.Tal aprendizaje puede consistir en
el condicionamiento clásico, el condicionamiento instrumental o el aprendizaje observacional.
Las actitudes también se pueden formar
sobre la base de la comparación social —
nuestra tendencia a compararnos con
otros para determinar si nuestra perspectiva de la realidad social es o no
correcta—. Para ser similares a otros individuos a quienes respetamos o que nos
agradan con frecuencia aceptamos sus
actitudes.
Las restricciones situacionales pueden
impedirnos que expresemos nuestras
actitudes de manera abierta. Además,
tendemos a preferir situaciones que nos
permitan expresar nuestras actitudes, lo
que puede terminar fortaleciéndolas.
Varios aspectos propios de las actitudes
también moderan el vínculo actitud-conducta. Estos incluyen los orígenes de la
actitud (cómo se forman las actitudes), la
fuerza de la actitud (lo cual incluye accesibilidad, conocimiento, importancia e
intensidad de la actitud) y la especificidad
de la actitud.
Las actitudes parecen influir sobre la
conducta a través de dos mecanismos
diferentes. Cuando pensamos cuidadosamente sobre nuestras actitudes, las
intenciones derivadas de ellas predicen
fuertemente la conducta. En situaciones
en las que no podemos implicarnos en
dicho pensamiento intencionado, las actitudes influyen sobre el comportamiento
moldeando nuestras percepciones de la
situación.
o, a través del procesamiento heurístico, el
cual implica el uso de atajos mentales (es
decir, «los expertos aciertan habitualmente»).
Cuando falla el cambio de
actitud: resistencia a la
persuasión
Nuestras actitudes tienden a permanecer
bastante estables a pesar de muchos
intentos por cambiarlas. Varios factores
contribuyen a dicha resistencia a la persuasión.
Uno de esos factores es la reactancia
––reacciones negativas ante los intentos
de los demás de reducir o limitar nuestra
libertad personal.
La resistencia a la persuasión se ve incrementada a menudo por la advertencia
––el saber que alguien va a intentar cambiar nuestras actitudes— y por la evitación
selectiva —la tendencia a evitar la exposición a información que contradice nuestras posturas.
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Los estudios realizados con gemelos
idénticos sugieren que las actitudes pueden también estar influidas por factores
genéticos aunque la magnitud de tales
efectos varíe mucho para diferentes actitudes.
La relación entre actitud
y comportamiento:
¿cuándo y cómo influyen las
actitudes sobre el
comportamiento?
Varios factores afectan la fuerza de la relación entre actitudes y conducta; unos
están relacionados con la situación en la
cual se activa la actitud mientras que
otros están relacionados con los aspectos propios de las actitudes.
El fino arte de la persuasión:
emplear mensajes para cambiar
actitudes
La investigación temprana sobre persuasión —esfuerzos para cambiar las actitudes a través del uso de mensajes— se
centró principalmente en las características del comunicador (por ejemplo,
experiencia, atracción), del mensaje (unilateral vs. bilateral) y de la audiencia.
La investigación más reciente ha buscado
comprender los procesos cognitivos que
juegan un rol en la persuasión. Esta investigación sugiere que procesamos mensajes persuasivos de dos maneras
distintas: a través del procesamiento sistemático, el cual implica prestar una atención cuidadosa al contenido del mensaje
Además, cuando estamos expuestos a
mensajes persuasivos contrarios a nuestros puntos de vista, contra-argumentamos de manera activa la información
contenida en ellos. Esto también incrementa nuestra resistencia a la persuasión.
Si recibimos argumentos en contra de
nuestras posturas junto con argumentos
para refutarlos, se incrementará la resistencia que hagamos ante la persuasión
subsiguiente; esto es conocido, algunas
veces, como vacuna ante las posturas
contra-actitudinales.
Dos procesos adicionales —la asimilación
sesgada y la polarización de la actitudtambién juegan un rol en la resistencia a
la persuasión. La asimilación sesgada se
refiere a nuestra tendencia a evaluar la
Sumario y revisión de los puntos clave
161
información inconsistente con nuestras
actitudes como menos confiable o convincente que la información que sí es
consistente con ellas. La polarización de
la actitud se refiere a la tendencia a interpretar la evidencia mixta de manera que
fortalezca nuestras posturas y las haga
más extremas.
Disonancia cognitiva:
¿por qué algunas veces
nuestro comportamiento
puede influir nuestras
actitudes?
La disonancia cognitiva es un estado desagradable que ocurre cuando notamos
una discrepancia entre nuestras actitudes
o entre ellas y nuestra conducta. Las
investigaciones indican que la disonancia,
de hecho, produce un sentimiento negativo.
La disonancia, a menudo, sucede en situaciones que implican una condescendencia
inducida (forzada) —cuando somos
inducidos por factores externos a decir o
hacer cosas que son inconsistentes con
nuestras actitudes reales.
En tales situaciones, el cambio de actitud
es máximo cuando tenemos razones sólo
suficientes para implicarnos en una discrepancia entre la actitud y la conducta.
Las razones más fuertes (o las recompensas mayores) producen un menor
cambio actitudinal —el efecto ‘menos-llevaa-más’.
La disonancia inducida a través de la
hipocresía —inducir a los individuos que
apoyen ciertas actitudes o conductas y
recordarles luego que no siempre se
han comportado de manera consistente
con estas actitudes o conducta—
puede ser una herramienta poderosa
para inducir cambios beneficiosos en la
conducta.
La disonancia parece ser un aspecto universal del pensamiento social, pero las
condiciones bajo las cuales ocurre y las
tácticas escogidas por los individuos para
reducirla parecen estar influidas por factores culturales.
b
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PA L A B R A S C L AV E
Actitudes (122)
Condicionamiento instrumental (127)
Persuasión (141)
Advertencia (146)
Condicionamiento subliminal (de actitudes) (126)
Polarización de la actitud (149)
Ambivalencia actitudinal (122)
Actitud ambivalente (122)
Aprendizaje social (125)
Disonancia cognitiva (150)
Efecto ‘menos-lleva-a-más’ (155)
Evitación selectiva (146)
Asimilación sesgada (149)
Hipocresía (157)
Comparación social (128)
Condescendencia inducida o forzada
(155)
Condicionamiento clásico (125)
162
Modelo de la probabilidad de elaboración (de persuasión) (143)
Modelo del proceso ‘de-la-actitud-a-laconducta’ (139)
CAPÍTULO 4 / ACTITUDES
Procesamiento heurístico (143)
Procesamiento sistemático (143)
Reactancia (146)
Ruta central (a la persuasión) (143)
Ruta periférica (a la persuasión) (143)
Teoría de la acción razonada (137)
Teoría de la conducta planeada (137)
Trivialización (151)
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b
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Gollwitzer, P.M. y Barth, J.A. (1996). The
psychology of action: Linking motivation
and cognition in behaviour. New York:
Guilford.
Una colección de capítulos centrados en
los esfuerzos de los psicólogos sociales
por comprender uno de los enigmas
esenciales de la vida: por qué los demás
se comportan de la manera en que lo
hacen.
Harmon-Jones, E. y Mills, J. (Eds.) (1999).
Cognitive dissonance: Progress on a pivotal theory in social psychology. Washington, DC: American Psychological
Association.
Un libro interesante que describe los
estudios recientes y los resultados relativos a la disonancia cognitiva —una de
las teorías más influyentes en la historia
de la psicología social.
Shavitt, S. y Brock,T.C. (1994). Persuasion:
Psychological insights and perspectives.
Boston: Allyn and Bacon.
El libro explora todos los aspectos de la
persuasión. Los capítulos sobre cuándo y
cómo las actitudes influyen sobre la conducta, el de la disonancia cognitiva y el de
la perspectiva cognitiva de la persuasión
son los tres excelentes.
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Para más información
163
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164
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5
ASPECTOS DE LA
IDENTIDAD SOCIAL:
S E L F Y GÉNERO
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
Identidad social: panorama
general
El self: componentes de
nuestra identidad única
Autoconcepto: el esquema básico
Autoestima: actitudes hacia
nosotros mismos
Otros aspectos del
autofuncionamiento: focalización,
vigilancia y eficacia
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE
PROGRESO. Sexo, la revolución del
género y temas relacionados
Cuando hombres y mujeres
difieren: ¿Biología, roles de género
adquiridos o ambos?
Chicas jóvenes agobiadas por
grandes preocupaciones
CONEXIONES: para integrar la
psicología social
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Género: masculinidad y
femineidad como aspectos
cruciales de la identidad
Sexo y género
Identidad de género y estereotipos
de género
Comportamiento de rol-género y
reacciones al comportamiento de
rol-género
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
mejorar las autopercepciones
negativas de las mujeres
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
D
urante muchos años,
cada momento de
ocio que he tenido
(DB) lo he disfrutado leyendo ficción. En mi
vida real hay pruebas más que suficientes
a este respecto. En cualquier ocasión, la
mayoría de mis lecturas están plagadas de
crímenes, detectives y tribunales (bastante
alejados de mi vida en la Universidad). Más
allá de mis preferencias antiguas y recientes, desde Dashiell Hammet y Agatha
Christie hasta Kathy Reichs y John Grisham,
siempre estoy a la caza de nuevos autores
para añadir a mi lista. Hace pocos años tropecé con Ellis Peters, cuyo «detective» es
un personaje inusual. El Hermano Cadfael
es un monje benedictino en la Inglaterra
del siglo XII. En sus años mozos, el Hermano
Cadfael había sido soldado en las Cruzadas,
y no entró en una orden religiosa hasta
bien avanzada su vida. Pienso que Peters
captó muy bien la manera en que este
duro guerrero se había convertido en un
amable monje cuyo saber mundano se aplicaba en la creación de medicinas y la solución de misterios. Cabe imaginar cuántas
de las experiencias de vida del autor pueden estar reflejadas en sus creaciones.
¿Peters ha sido soldado alguna vez? ¿Ha
contemplado en alguna ocasión formar
parte de una orden religiosa?
Recientemente, leí una de las solapas
de uno de los veintiún libros por vez primera. Para mi sorpresa, descubrí que Ellis
Peters era el seudónimo utilizado por
Edith Pargeter. Aunque hasta ese
momento asumía haber estado leyendo el
trabajo de un autor, de golpe y porrazo
me di cuenta que él era ella. Especulé por
qué una consumada escritora decidió
escribir esta serie utilizando un nombre de
hombre. ¿Asumió que ello marcaría una
diferencia en la forma de escribir o en sus
lectores? ¿Por qué el género debe ser
importante después de todo? Libros, palabras impresas y personajes son los mismos más allá de la condición de hombre
o mujer de quien escribe. No obstante,
saber que «Ellis Peters» era una mujer me
llevó a reconsiderar lo que había leído. El
autor no era un hombre que se reflejaba
en el personaje del Hermano Cadfael,
pero sí una mujer con muchas mayores
dificultades para crear un personaje del
otro género verdaderamente creíble.
Estuve impresionado por su trabajo, y
deseé explorar mis posibles reacciones
sexistas ante este hecho, así que ahora
estoy leyendo los libros con una disposición mental diferente.
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6
166
E
l que las novelas del Hermano Cadfael parezcan diferentes (más creativas de hecho) por el hecho de haber sido escritas por una mujer, no
lo considero del todo razonable. Tendemos a asumir en demasía cosas
de los otros sobre la base de creencias asociadas al hecho de ser hombre o mujer.
Tenemos estereotipos de género tal como ocurre con raza, etnia u orientación
sexual. Y de manera similar, en ocasiones estamos en lo cierto y muchas veces
cometemos errores (véase Capítulo 6).
Sin embargo, no sólo practicamos inferencias de los demás a partir de categorías
amplias; además, asumimos cosas de nosotros mismos a partir de categorías que
percibimos como relevantes. ¿Qué efectos tienen estas categorizaciones en nuestras actitudes, creencias y comportamiento?
En este capítulo, examinaremos dichos efectos. Primero, ofrecemos una visión general del concepto de identidad social, para así dirigir nuestra atención hacia dos de los
componentes más importantes de la identidad social: self y género. Describiremos
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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varios de los elementos que constituyen el self*, tales como autoconcepto, autoestima,autofocalización, autovigilancia y autoeficacia. A continuación, examinaremos
el género, especialmente los determinantes sociales de la identidad de género, los roles
de género, y la manera en que estos atributos influyen en el comportamiento.
Identidad social:
panorama general
* Nota del T. La presencia cada vez
más extendida del vocablo self en
publicaciones en castellano y la confusión que en ciertos casos puede acarrear
su traducción como «yo», recomiendan
mantener su denominación en inglés
(y consecuentemente la de su plural
selves).
QM
uy pronto en la vida, cada uno de nosotros tiene una visión
acerca de quién es, lo que incluye el ser etiquetado como
«chica» o «chico». Esto es, todos desarrollamos una identidad
social, autodefinición que guía de manera precisa cómo nos conceptualizamos y evaluamos a nosotros mismos (Deaux, 1993). La identidad social comprende muchas
características únicas como el nombre propio o el autoconcepto, y otras características que compartimos con los demás (Sherman, 1994). Entre éstas se encuentran el
género, nuestras relaciones interpersonales (hija, hijo, esposa, padre, etc.); nuestras
vocaciones y aficiones (estudiante, músico, psicólogo, surfista, deportista, ornitólogo
amateur, etc.); afiliaciones políticas o ideológicas (feminista, ecologista, demócrata,
republicano, vegetariano, etc.); atributos específicos (homosexual, brillante, discapacitado, bajo, atractivo, etc.); y afiliaciones políticas y religiosas (católico, sureño,
hispano, judío, afroamericano, musulmán, ateo, pueblerino, etc.) (Deaux et al., 1995).
Cuando interactuamos con extraños y somos totalmente anónimos (como ocurre con Internet), y a diferencia de la interacción con extraños a los que podemos
ver (por ejemplo, en vídeo), tendemos en forma creciente a categorizarnos en términos de dichos grupos, sentir en forma positiva dicha afiliación, y estereotipar a
los otros a partir de los grupos a los que pertenecen (Lea, Spears y de Groot, 2001).
De acuerdo con Jackson y Smith (1999), la mejor forma de conceptualizar la
identidad social considera cuatro dimensiones: percepción del contexto intergrupal, atracción hacia el endogrupo, interdependencia de creencias y despersonalización, tal como se muestra en la Figura 5.1. El rol que juegue la identidad
identidad social: definición de
una persona acerca de quién es
él/ella, lo que incluye atributos
personales y atributos
compartidos con otros como
género y raza.
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Contexto intergrupal (relación entre
el propio endogrupo y otros grupos
de comparación)
Atracción hacia el endogrupo (afecto
estimulado por el propio endogrupo)
Identidad
social
Interdependencia de creencias (normas
y valores que regulan el comportamiento
de los miembros del grupo en la medida
en que éstos tienen las mismas metas
y comparten un destino común)
Despersonalización (percibirse
a uno mismo como un simple
ejemplo intercambiable de una
categoría social antes que como
una persona única)
FIGURA 5.1.
Cuatro dimensiones
de la Identidad social.
Jackson y Smith (1999) han
propuesto una conceptualización
de la identidad social que incluye
cuatro dimensiones: percepción
del contexto intergrupal,
atracción endogrupal,
interdependencia de creencias y
despersonalización, tal como
vemos aquí.
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN
DE JACKSON Y SMITH, 1999.]
Identidad social: panorama general
■
167
social en las relaciones intergrupales depende de las dimensiones que operen
en un momento dado. Jackson y Smith (1999) sugieren que bajo estas cuatro
dimensiones se encuentran dos tipos básicos de identidad social: segura e insegura. Cuando existe un alto grado de identidad segura, el individuo tiende a evaluar más favorablemente a los exogrupos, manifestar menos sesgos al comparar
endogrupo y exogrupo, y presentar menor disposición a creer en la homogeneidad del endogrupo. Por contraposición, un alto grado de identidad insegura
se asocia con una evaluación muy positiva del endogrupo, mayor sesgo al comparar endogrupos y exogrupos, y la percepción de mayor homogeneidad en el
endogrupo.
A pesar de que resulta evidente la adquisición de muchos aspectos de nuestra
identidad procedentes de otras personas, el quiénes somos está determinado en parte
por la herencia. Características físicas como sexo, raza y color de pelo son ejemplos
obvios. Una aproximación para determinar dichas influencias consiste en comparar
gemelos y mellizos; cuando aquéllos resultan más parecidos que éstos en una característica dada, cabe pensar en un factor genético. Hur, McGue y Iacono (1998) compararon varios cientos de parejas de ambos tipos de hermanas (de once y doce años)
en relación con cuán semejantes eran varios de sus atributos de identidad social.
Alrededor de una tercera parte de las variaciones en el autoconcepto de las niñas
se atribuyó a diferencias genéticas. Las mayores influencias genéticas se encontraron
en la popularidad autopercibida y la apariencia física; también fueron significativas —aunque en menor proporción— las percepciones de ansiedad, felicidad y habilidades académicas. Parte de lo que somos y cómo nos percibimos depende de
factores innatos.
Muchas categorías que conforman nuestra identidad social están ligadas a nuestro mundo interpersonal. Indican el grado en que nos agrada y desagrada aquello
que nos rodea. Cuando el contexto social de una persona cambia, se desarrolla una
nueva identidad social que puede ser una fuente importante de estrés (Sussman,
2000). Los individuos hacen frente a dicho estrés de diversas maneras. Por ejemplo, los estudiantes hispanos en Estados Unidos salen de una subcultura en la que
son mayoría y entran en una subcultura anglosajona (al ir al instituto o encontrar
empleo en una organización), lo que deviene en un estrés que conduce a dos tipos
diferentes de reacción. Una alternativa es sentirse paulatinamente más identificado
con e involucrarse en actividades hispánicas, grupos de castellano hablantes, música
y estilos de vestir hispanos, y otras cosas por el estilo. El resultado es una identificación más fuerte con aspectos étnicos de la identidad social. Esta identidad colectiva puede adquirir tintes políticos y en ello luchar por poder e influencia en la
cultura que le rodea (Simon y Klandermans, 2001). La reacción opuesta consiste en
sentirse menos identificado con temas hispanos, e incluso se puede adoptar la versión anglosajona del propio nombre, aprender a hablar sin acento, y en general asimilar la cultura mayoritaria sin ser diferentes a quienes la componen (Ethier y
Deaux, 1994).
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El self: componentes de nuestra
identidad única
QP
ensar en nosotros mismos es una actividad humana que resulta
inevitable; la mayoría de las personas están literalmente autocentradas. Esto es, el self es el centro del universo social de cada
persona. Al tiempo que, y tal como señalamos, los factores genéticos juegan su
papel, la autoidentidad o autoconcepto está ampliamente basado en lo aprendido
de nuestras interacciones con otras personas, comenzando por los miembros más
próximos de la familia hasta las interacciones con quienes se encuentran más allá
del entorno familiar (Lau y Pun, 1999).
168
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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Autoconcepto: el esquema básico
El autoconcepto es una colección organizada de creencias y autopercepciones sobre sí. En otras palabras, opera como un esquema básico (véase Capítulo 3). El self proporciona un marco que determina cómo procesamos
información acerca de nosotros mismos, lo que incluye nuestros motivos, estados
emocionales, autoevaluaciones, habilidades y mucho más (Klein, Loftus y Burton,
1989; Van Hook y Higgins, 1988). Y trabajamos arduamente para proteger nuestra
autoimagen de información amenazante (Sedikides y Green, 2000), mantener la
autoconsistencia (Tschanz y Rhodewalt, 2001), y encontrar excusas para justificar
cualesquiera inconsistencias (Schlenker, Pontari y Christopher, 2001).
En consecuencia, las personas tienden a resistirse ante los cambios y a interpretar
mal la información inconsistente con sus autoconceptos. Estas reacciones defensivas se reducen cuando los individuos tienen experiencias no relacionadas y autoafirmantes. Por ejemplo, piensa en una persona que da un gran valor a su sentido
del humor, a quien se le solicita que escriba o piense acerca de una situación en la
cual lo humorístico tuviese un efecto positivo. Posteriormente, este individuo se
encuentra más abierto a información novedosa y menos a la defensiva frente a información que posiblemente amenace su self (Cohen, Aronson y Steele, 2000). Por lo
general, cuando la atención se dirige a un aspecto no relacionado de nuestra identidad (en el ejemplo, lo humorístico), el resultado es estar más abiertos y menos a
la defensiva. De manera semejante, descubrir personas similares a nosotros reduce
el estar a la defensiva (Schimel et al., 2001).
Sedikides y Skowronski (1997) proponen que el self se desarrolló como una característica adaptativa. El primer aspecto que emerge es la autoconciencia subjetiva;
ésta implica la habilidad del organismo para diferenciarse en cierto grado de su
ambiente físico y social. Parece obvio que las plantas no tienen autoconciencia subjetiva, pero la mayoría de los animales de hecho comparten esta característica, la
cual incrementa sus posibilidades de supervivencia (Damasio, 1994; Lewis, 1992).
Pocos animales (los primates) desarrollan eventualmente la autoconciencia objetiva, la capacidad del organismo para ser objeto de su propia atención (Gallup, 1994),
estar consciente de su propio estado mental (Cheney y Seyfarth, 1992), y «saber que
sabe, recordar que recuerda» (Lewis, 1992, p. 124). Véase un ejemplo sobre la investigación de la autoconciencia objetiva en chimpancés en la Figura 5.2.
Únicamente los seres humanos parecieran haber alcanzado un tercer nivel de
autofuncionamiento —autoconciencia simbólica—, habilidad que permite formar
una representación cognitiva abstracta del self por medio del lenguaje. De hecho,
esta representación hace posible que podamos comunicarnos, establecer relaciones, alcanzar metas, evaluar resultados, desarrollar actitudes autorrelacionadas, y
defendernos de informaciones que puedan amenazar nuestro self. A lo largo de nuestra vida, las interacciones con los otros en distintos contextos continúan siendo
fuente de influencias y modificaciones de los contenidos específicos de lo que constituye la autoidentidad de cada persona.
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¿QUÉ CONFORMA EL AUTOCONCEPTO Y CÓMO FUNCIONA? ¿Quién eres tú? Antes de
continuar leyendo, intenta dar veinte respuestas diferentes a esta pregunta.
Preguntas como «¿Quién eres tú?» y «¿Quién soy yo?» han sido cuestionadas
desde hace más de cien años por los psicólogos quienes, comenzando por William
James (1890), han hecho esfuerzos para determinar el contenido específico del autoconcepto individual (Ziller, 1990). Esta técnica fue utilizada por Rentsch y Heffner (1994) cuando inquirieron acerca de doscientos estudiantes para dar diversas
respuestas a la pregunta «¿Quién eres tú?». El contenido básico del self, tal como
lo percibían estos estudiantes, consistía en ocho categorías. Varias de éstas refieren aspectos de la identidad social (nacionalidad, raza, etc.) y otras refieren atributos
personales (relaciones, hobbies, etc.).
El self: componentes de nuestra identidad única
autoconcepto: identidad
propia, esquema básico que
consiste en un conjunto
organizado de creencias y
actitudes acerca de uno mismo.
autoconciencia subjetiva:
habilidad de un organismo para
diferenciarse a sí mismo de su
entorno físico y social, incluso
sin preparación.
autoconciencia objetiva:
capacidad de un organismo para
ser el objeto de su propia
atención, estar consciente de su
propio estado mental, y saber
que sabe y recordar que
recuerda.
autoconciencia simbólica:
habilidad de un organismo para
formar una representación
cognitiva abstracta del self por
medio del lenguaje. Esta habilidad
capacita al organismo para
comunicarse, establecer
relaciones, alcanzar metas,
evaluar resultados, desarrollar
actitudes autorrelacionadas, y
defenderse de informaciones que
puedan amenazar el propio self.
169
FIGURA 5.2
Autoconciencia objetiva: reconocerse a sí mismos.
Únicamente entre primates, tales como el chimpancé que se muestra aquí y los humanos,
parece haber autoconciencia objetiva, que implica la capacidad de darse cuenta de uno
mismo. Cuando se coloca en la frente de un chimpancé una marca roja, ésta sólo puede
ser vista en un espejo por el animal. El hecho de ver al espejo y tocar su propia frente es
una evidencia poderosa del reconocimiento de la imagen reflejada como propia.
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efecto de autorreferencia:
efecto sobre la atención y la
memoria que ocurre debido a
que el procesamiento cognitivo
de información relevante para el
self es más eficiente que el
procesamiento de otros tipos de
información.
170
Los autoesquemas son probablemente mucho más complejos y detallados que
lo determinado a partir de cuestiones acerca de quién eres. Considera algunas posibilidades. Más allá de un marco general, un autoesquema incluiría tus experiencias pasadas, tu conocimiento detallado de cómo eres ahora a diferencia del pasado,
y tus expectativas acerca de los cambios que experimentarás en el futuro. En otras
palabras, un autoesquema es la suma de cada cosa que la persona recuerda, sabe y
puede imaginar de sí misma. Un autoesquema también cumple el cometido de guiar
el comportamiento (Kendzierski y Whitaker, 1997). Por ejemplo, es muy común
tener la intención de perder peso, pero la habilidad de vincular esta intención con
ciertos comportamientos un tanto incómodos (seguir un régimen, hacer ejercicios
en un día caluroso) requiere una fuerza que guíe de manera constante. Esto ayuda
a tener un concepto claro acerca de quién eres ahora y quién deseas ser en un futuro.
De otro modo, simplemente es mucho más fácil comer y beber lo que deseas y evitar sudar la camiseta.
Debido a que el self es el centro del mundo social de cada persona y dado que los
autoesquemas están muy bien desarrollados, se desprende que somos capaces de
hacer un mejor trabajo de procesamiento de información autorrelevante que de cualquier otro tipo. Este fenómeno es conocido como efecto de autorreferencia. Por
ejemplo, como mi apellido es Byrne, tiendo a prestar atención, recordar y traer a
colación información relacionada con este nombre antes que con cualquier otro,
y mucho más que si simplemente pensara en quienes no son Byrne. Así pues, tengo
presentes —sin conocer o tan siquiera haber visto— al actor irlandés Gabriel Byrne;
a la anterior alcalde de Chicago Jane Byrne; al cantante David Byrne de los Talking
Heads; al ex gobernador de New Jersey Brendan Byrne; y a Bárbara Byrne, cuyo trabajo en autoconcepto social se discute más adelante. De igual forma, puedes estar
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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seguro que el coautor de este libro suministraría mucho mejor que el resto una lista
de personas con el apellido Baron.
Sin embargo, el efecto de autorreferencia es mucho más amplio que el simple
nombre propio de cada uno. Estamos sesgados incluso hacia las letras del alfabeto
que contienen nuestros nombres y los números que conforman nuestras fechas de
cumpleaños (Koole, Dijksterhuis y van Knippenberg, 2001).
Imagina que participas en un experimento en el cual se muestran una serie de
palabras en las que se pregunta una por una «¿Te describe esta palabra?». Compara
esta condición experimental con otra en la que, frente a las mismas palabras, la cuestión es «¿La palabra está impresa en mayúsculas?». ¿En cuál de las condiciones crees
que podremos recordar mayor cantidad de palabras? Los participantes de esta investigación recordaron muchas más palabras en la condición con la pregunta autodescriptiva. Esta pregunta hizo más relevantes a las palabras, lo que produjo mayor
atención, retención en la memoria y facilidad para recordar (Higgins y Bargh, 1987).
Una razón básica para que se dé este efecto es que el material autorrelevante se procesa de manera más eficiente (Klein y Loftus, 1988). Esto es, empleamos más tiempo
pensando en palabras o eventos que son relevantes para nosotros (procesamiento
elaborativo), y organizamos información autorrelevante en categorías ya presentes (procesamiento categórico). Existe evidencia de esto incluso en estudios sobre
actividad cerebral; mientras los procesos de codificación de la memoria involucran
la región frontal izquierda del cerebro, la información autorrelacionada implica a
esta región y al lóbulo frontal derecho (Craik et al., 1999). Es decir, el efecto de autorreferencia tiene una base tanto neurológica como psicológica.
¿CÓMO ESTÁ ESTRUCTURADO EL AUTOCONCEPTO? Aunque cada uno de nosotros
posee un autoconcepto, el contenido de este esquema se organiza de diversas maneras. Por ejemplo, las autoconcepciones pueden ser relativamente centrales o relativamente periféricas (Sedikides, 1995). Las autoconcepciones centrales son más
extremas (en sentido positivo o negativo) que las periféricas. Podrías pensar en ti
mismo como extremadamente brillante y atractivo (centrales), pero moderadamente
bueno en matemáticas y relativamente fuerte (periféricas). ¿Estas autoafirmaciones se verían afectadas por tu humor? Cuando participantes de una investigación
son inducidos a sentirse disgustados, neutrales o alegres, las autoconcepciones periféricas reciben la influencia de la manipulación del humor, a diferencia de las autoconcepciones centrales. Siguiendo nuestro ejemplo, a pesar del enojo seguirías
percibiéndote como brillante y atractivo, pero podrías devaluar tus habilidades
matemáticas y fuerza física. Es más difícil inducir cambios en las autoconcepciones
centrales debido a que poseen un grado de elaboración más detallado, están más consolidadas y poseen mayor grado de certeza.
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AUTOCONCEPTO SEXUAL. El autoconcepto puede estar dividido en áreas de contenido específicas. Por ejemplo, Andersen y Cyranowski (1994) han realizado investigaciones sobre el autoesquema sexual, representaciones cognitivas de los aspectos
sexuales del self. Mediante estudios realizados con mujeres, estos investigadores
fueron capaces de identificar tres tipos distintos de esquemas sexuales. Las participantes se describieron a sí mismas como apasionadas y románticas (cálidas, amorosas, simpáticas), abiertas y directas (francas, sin pelos en la lengua, desinhibidas),
o vergonzosas y conservadoras (cautas, autoconscientes, tímidas). Adicionalmente,
el esquema sexual más característico de las participantes constituía la base de sus
actitudes sexuales, reacciones emocionales y comportamiento. Por ejemplo, las
mujeres con autoesquemas sexuales relativamente positivos (románticas/apasionadas o abiertas/directas) reportaron ser más activas sexualmente, involucrarse en
actividades sexuales más variadas y tener mayor número de compañeros sexuales,
que aquellas mujeres con un autoesquema sexual negativo (vergonzosas/conservadoras). Dichos esquemas también determinan la manera en que son recordadas
El self: componentes de nuestra identidad única
autoesquema sexual:
representaciones cognitivas de
los aspectos sexuales de uno
mismo.
171
experiencias sexuales y románticas, predicen el comportamiento futuro en situaciones sexuales y románticas, y hacen sexualmente relevantes los juicios sobre sí
mismas (Cyranowski y Andersen, 2000).
En investigaciones realizadas con hombres, Andersen, Cyranowski y Espindle
(1999) también encontraron tres dimensiones de esquemas sexuales, ciertamente
diferentes a los de las mujeres. Los hombres también expresan una dimensión apasionada/amorosa (sensible y sensual) y una del tipo mente cerrada/conservadora.
Únicamente entre los hombres aparece un esquema poderoso/agresivo (excitante,
dominante, espontáneo). Tal como ocurre con las mujeres, estos esquemas están
asociados al comportamiento sexual. Los hombres con una dimensión apasionada/amorosa alta reportan mayor estimulación durante la actividad sexual, más
amor hacia sus parejas y la tendencia a establecer relaciones más duraderas. La
dimensión poderosa/agresiva está asociada al número de actividades sexuales,
encuentros fortuitos, parejas sexuales, comportamiento sexual coercitivo y sexo
sin compromiso.
En muchos aspectos, hombres y mujeres presentan esquemas sexuales similares.
Ambos manifiestan una dimensión primaria que implica pasión y romance, y se describen considerando una mente amplia o abierta. Las diferencias de género más importantes fueron obvias. Muchas mujeres tienen un esquema más bien negativo de
vergüenza y conservadurismo, que sugiere ansiedad y culpa frente al sexo (respuesta
poco común en los hombres). Ellos tienen un esquema basado en rasgos del comportamiento que refieren agresión y poder, lo que no suele caracterizar a las mujeres.
En síntesis, estos hallazgos sugieren que una fuente importante de conflicto en
la sexualidad femenina se centra en las reacciones positivas y negativas ante el sexo.
Para los hombres, el conflicto subyace entre ser románticos y apasionados, o ser
agresivos y dominantes ante la otra persona.
AUTOCONCEPTO SOCIAL. Además de la identidad única frecuentemente denominada autoconcepto personal, existen aspectos sociales del self que compartimos
con los demás (Brewer y Gardner, 1996). No se trata simplemente de formar asociaciones, por ejemplo, con un grupo étnico dado. Más bien, el self verdaderamente
se define diferencialmente, dependiendo de nuestra afiliación étnica. Parte de lo
que somos y de lo que pensamos de nosotros mismos está determinado por una
identidad colectiva que es el self social (por oposición al self personal). En efecto,
el self social tiene dos componentes: (1) lo que deriva de las relaciones interpersonales, y (2) aquello que proviene de la pertenencia a agrupaciones más amplias
y menos personales como raza, etnia o cultura. Dichas relaciones llegan a formar
parte del self (Smith y Henry, 1996). Baumeister y Leary (1995) aducen que el self
social está basado en una «necesidad de pertenencia» fundamental, característica
genética en los humanos. En el Capítulo 7, describimos investigaciones relevantes relativas a la base biológica de la necesidad de afiliación.
Cuando las interacciones se consideran en relación con el self, se hace necesario tomar en cuenta el contexto. En vez de la cuestión que utilizamos antes
––«¿Quién eres tú?»—, cabe preguntar: «¿Quién eres tú… cuando…?». MendozaDenton y sus colegas (2001) suministraron a los participantes uno de dos tipos distintos de frases a completar. La estructura de la oración «Yo soy un (una) _______»
apuntaba a autodescripciones similares a las descritas con anterioridad (por ejemplo, «Soy una persona ambiciosa»). El otro tipo de estructura de oración fue «Yo soy
un (una) _______ cuando _______». El contexto situacional permitió la aparición de
respuestas como «Yo soy una persona ambiciosa cuando el profesor me plantea un
reto». Con este apunte referido a un contexto o situación, las respuestas fueron
menos extremas y con menor carga de estereotipia.
Cuando examinamos el rol de las relaciones interpersonales en el autoconcepto,
necesariamente consideramos un contexto donde la relación implica a algún otro.
Por ejemplo, Byrne y Shavelson (1996) categorizaron las interacciones sociales de
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self social: identidad colectiva
que incluye relaciones
interpersonales, además de
aquellos aspectos de la identidad
que se derivan de la pertenencia
a agrupaciones más amplias y
menos personales basadas en
raza, etnia o cultura.
172
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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jóvenes según si involucraban escuela y familia, éstas a su vez subdivididas en compañeros de clase, profesores, hermanos y padres respectivamente (tal como se muestra en la Figura 5.3). Estos investigadores estudiaron tres grupos de edad
(preadolescentes, adolescentes y adolescentes tardíos) y encontraron que el autoconcepto social se hace cada vez más diferenciado y mejor definido con la edad.
Debido a que los autoconceptos se desarrollan en un contexto cultural, cabría
esperar diferencias entre culturas. Factores específicos influyen en las diferencias
en el desarrollo, tal como ocurre con el autoconcepto (relativamente menos positivo) de jóvenes palestinos refugiados en campos de Jordania (Al-Simadi y Atoum,
2000), y la falta de independencia y responsabilidad en niños que han crecido en el
régimen autocrático de familias y escuelas árabes tradicionales (Abu-Hilal y Bahri,
2000). Entre estudiantes de bachillerato chinos en Hong Kong, se ha encontrado asociación entre un entorno familiar estimulante y cohesivo, con un autoconcepto más
positivo y menor tendencia a la depresión (Lau y Kwok, 2000).
La mayoría de intereses de investigación en relación con diferencias culturales
se ha centrado en los efectos del individualismo y el colectivismo en el autoconcepto. Pareciera ser exclusiva del mundo occidental la norma preestablecida que
señala al autointerés como determinante central obligado del propio comportamiento (Miller, 1999). En buena parte del resto del mundo, hay un mayor énfasis
en el bienestar del grupo antes que en el del individuo. Como ejemplo de esto, Kitayama y sus colegas (1997) propusieron que quienes han crecido en culturas individualistas occidentales aprenden que la vida ofrece a diario oportunidades para el
Autoconcepto
general
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Autoconcepto
social general
Autoconcepto
social/Familia
Autoconcepto
social/Escuela
Autoconcepto
social/Escuela –
Compañeros
de clase
Autoconcepto
social/Familia –
Hermanos
Autoconcepto
social/Escuela –
Profesores
Autoconcepto
social/Familia –
Padres
FIGURA 5.3
Autoconcepto social.
El autoconcepto global de cada persona está formado por componentes muy distintos
que proporcionan esquemas para aspectos específicos de la vida. Se muestra aquí uno de
estos componentes, la interacción social. En las personas más jóvenes, el autoconcepto
social puede dividirse en categorías tales como interacciones sociales en la escuela y con la
familia. A su vez, una división más específica la conforman, respectivamente, las
interacciones con compañeros de clase, profesores, padres y hermanos.
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE BYRNE Y SHAVELSON, 1996.]
■
El self: componentes de nuestra identidad única
173
FIGURA 5.4
Diferencias culturales en
autoconcepto.
Cuando se pide a estudiantes
japoneses y estadounidenses que
se describan a sí mismos, tienden
a hacerlo de manera similar en
algunos aspectos y a diferenciarse
en otros. Los representantes de
culturas colectivistas como la de
Japón, tienden a expresar una
orientación autocrítica que motiva
el propósito de automejora para
adaptarse a las necesidades de un
grupo. En una cultura
individualista como la de Estados
Unidos, el self tiende a reflejar a
cada persona como única, con
atributos positivos que son
estables a lo largo del tiempo y
en diferentes situaciones.
Afirmaciones generadas
por un estadounidense
Afirmaciones generadas
por un japonés
Amo a mi familia.
Soy el miembro más joven de mi familia.
Deseo ser enfermera.
Deseo ir a Australia.
Voy al gimnasio con frecuencia.
Hoy he comprado una camiseta.
Por las mañanas suelo refunfuñar.
No soy racista.
Tengo un trabajo de media jornada.
Fui al homenaje a mi abuelo ayer.
Tiendo a ponerme tenso en público.
Estoy en contra del envío de tropas
japonesas a Camboya.
Soy buena en Matemáticas.
No soy capaz de tocar ningún
instrumento musical.
Mi nombre es Michelle.
Soy un ser humano.
Tengo hambre.
Estoy en clase de Psicología.
Me consideran buena en deportes.
Las personas dicen que soy de
humor variable.
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN
DE KANAGAWA, CROSS Y MARKUS,
2001.]
■
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autoenaltecimiento. Y en efecto, el autoconcepto individual es más importante que
el autoconcepto social o colectivo (Gaertner, Sedikides y Graetz, 1999). Sin embargo,
en culturas colectivistas orientales, cada día permite la autocrítica y la autosuperación. Por ejemplo, estudiantes universitarios japoneses son más autocríticos
que los europeos o asiático-canadienses, lo que no los hace infelices por el hecho
de descubrir sus deficiencias (Heine y Lehman, 1999).
Además de las diferencias en autoenaltecimiento y autocrítica, investigaciones
con estudiantes de Japón y Estados Unidos han señalado una tendencia general de
los estadounidenses a enfatizar en el individuo, y en los japoneses a destacar al
grupo. Se han encontrado resultados similares al comparar estudiantes japoneses
con estadounidenses (Regan, Snyder y Kassin, 1995), estudiantes chinos en Hong
Kong con norteamericanos (Yik, Bond y Paulhus, 1998), y estudiantes japoneses con
canadienses (Heine y Lehman, 1997b).
Sumado a las comparaciones señaladas entre estudiantes japoneses y estadounidenses, Kanagawa, Cross y Markus (2001) examinaron también situaciones específicas donde se instaba a los participantes a describirse a sí mismos: en un grupo,
con un miembro de la Facultad, con un compañero y solo. Los investigadores encontraron variaciones en el autoconcepto en función de cultura, situación e interacción de dos. La Figura 5.4 retrata algunas de las formas en que se diferencian
estudiantes japoneses y estadounidenses. A diferencia de los estudiantes estadounidenses, los japoneses fueron más autocríticos y estaban más afectados por la
situación. En términos de contenido, los estadounidenses fueron más propensos
que los japoneses a autodescribirse con atributos internos o abstractos, y a hacer
más referencias a amigos y familia. Los estudiantes japoneses, más que los estadounidenses, se describieron en términos de atributos físicos y apariencia, actividades, situaciones inmediatas y posesiones. En cada una de las categorías, los
estadounidenses generaron autodescripciones más positivas que las de los japoneses.
174
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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La conclusión más general de estos hallazgos en distintas culturas es que la recomendación general «sé simplemente tú mismo» tiene diferentes significados en
diferentes culturas (Kanagawa, Cross y Markus, 2001). Una persona que ha crecido
en una cultura individualista asume que esta recomendación significa comportarse
a partir de un conjunto central de características independientemente de la situación, y así reflejar su carácter único y atributos positivos propios. Para alguien que
pertenezca a una cultura colectivista, ser uno mismo implica un self definido por
relaciones vinculadas al contexto, y una orientación autocrítica que permite adaptarse a una situación dada. Se trata de un autoconcepto fijo y estable frente a un
autoconcepto que cambia y evoluciona.
¿UN AUTOCONCEPTO O VARIOS? Si bien por regla general, personas de culturas individualistas asumen que el self permanece constante, es innegable que podemos
cambiar —y en efecto lo hacemos— a lo largo del tiempo. De hecho, compararnos
con nosotros mismos en el pasado resulta gratificante, ya que es posible ver mejoras a lo largo del tiempo (Wilson y Ross, 2000, 2001).
En diez años, tú tampoco serás la misma persona que eres ahora. Al pensar en
el futuro, puedes imaginar no sólo tu autoconcepto actual, sino también otros selves posibles en que puedes llegar a convertirte. Los modelos de rol pueden inspirar a los individuos y provocar esperanzas y logros espectaculares en relación con
los selves futuros (Lockwood y Kunda, 1999).
El autoconcepto de una persona en un momento dado es específicamente un
autoconcepto de trabajo, abierto con frecuencia a nuevas experiencias, retroalimentación e información autorrelevante (Markus y Nurius, 1986). La imagen de
un futuro self posible puede influir en tu motivación; serías capaz de estudiar con
más ahínco o renunciar a fumar si pudieses imaginarte a ti mismo como resultado
de ello. La costumbre de hacer promesas de Año Nuevo parece estar basada en este
tipo de imágenes. No obstante, el hecho de incumplir estas promesas es común.
Polivy y Herman (2000) sugieren que embarcarse en cambios del self induce sentimientos de control y optimismo. Esta confianza es buena, pero un exceso de confianza en nuestras habilidades para cambiar conduce a falsas esperanzas,
expectativas de éxito irreales, y eventualmente, a darnos cuenta infelizmente de
nuestros fallos.
Aunque puedas tener una imagen clara de tu self futuro, las otras personas tienden a percibir sólo tu self presente, y la diferencia entre ambos selves puede conducir a malentendidos. Por ejemplo, mis dos hijas pequeñas me perciben como
alguien que estará sentado delante del computador para el resto de su vida. Yo me
veo como alguien que estará inmerso en un libro durante los próximos meses, y que
después llevará a cabo actividades diversas.
Los individuos optimistas tienen más confianza que los pesimistas en el logro
de cambios positivos en el self (Carver, Reynolds y Scheier, 1994). Las personas difieren en el número de selves posibles que pueden imaginar. Si puedes visualizar sólo
un número relativamente limitado de alternativas, eres especialmente vulnerable
a la retroalimentación negativa (Niedenthal, Setterlund y Wherry, 1992). Por ejemplo, una persona que considere unas veinte posibles carreras no se sentirá agobiada
al descubrir que carece de las habilidades necesarias para triunfar en una de ellas;
después de todo, todavía le quedan otras diecinueve posibilidades atractivas. Si una
persona se fija como meta una única carrera, el descubrir algún obstáculo puede ser
devastador. En general, quienes pueden visualizar varios selves muy diferentes se
adaptan mejor a los contratiempos que aquellos que sólo imaginan uno (Morgan
y Janoff-Bulman, 1994).
Pareciera beneficioso intentar persuadir a las personas para que consideren selves posibles múltiples (de carácter realista). A este respecto, en estudiantes blancos
la investigación señala como mejor estrategia para el logro de selves posibles, la
potenciación de individualismo, ética del trabajo y el hecho de que algunos selves
selves posibles:
representaciones mentales de lo
que podríamos o deberíamos
llegar a ser en el futuro.
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El self: componentes de nuestra identidad única
175
resulten más positivos que otros. Sin embargo, para estudiantes afroamericanos,
la potenciación del colectivismo y la identidad racial constituye una estrategia más
efectiva (Oyserman, Gant y Ager, 1995). Aunque el énfasis en la raza puede parecer contraproducente, quienes son objeto de prejuicio y discriminación tienden a
reaccionar con mayor autoestima y autoenaltecimiento cuando se priorizan imágenes raciales (Rubin y Hewstone, 1998). En parte, conceptos positivos como el
orgullo negro, y «lo negro es bello» se desarrollan en parte como respuesta a experiencias interraciales negativas, pero también contribuyen con una motivación positiva.
FACTORES EXTERNOS QUE AFECTAN AL AUTOCONCEPTO. Aunque con frecuencia las
personas realizan esfuerzos para cambiar sus autoconceptos, la mayoría de los cambios son el resultado de factores distintos a la automejora. El cambio puede ocurrir a cualquier edad; por ejemplo, debido a las distintas demandas que se nos hacen
en diferentes etapas de la vida. Por añadidura, el cambio tiende a ocurrir en respuesta
a una retroalimentación inconsistente con nuestro autoesquema actual (Bober y
Grolnick, 1995), o como consecuencia del traslado a una comunidad diferente
(Kling, Ryff y Essex, 1997).
Comenzar en un nuevo trabajo tiende también a producir cambios en el propio
autoconcepto, tal como sugiere la Figura 5.5. Las evidencias indican que convertirse en oficial de policía deviene en autopercepciones nuevas y diferentes (Stradling, Crowe y Tuohy, 1993). Imagina los posibles cambios en un adolescente que
trabaja en un local de comida rápida, y que pasa a convertirse en policía. En vez del
equipo requerido por la cadena de alimentación, ahora utiliza otro uniforme, lleva
un arma y tiene responsabilidades más exigentes y serias que solicitar el pedido de
un cliente «con acompañamiento de patatas bravas». Otro ejemplo de cambio igualmente dramático es la transformación de civil a miliciano y combatiente en un
frente de guerra, lo que suele conducir a una autoidentidad nueva y muy diferente
(Silverstein, 1994). Se producen cambios análogos cuando un estudiante universitario pasa a ser corredor de la bolsa, empleado de banco o profesor. A estas modificaciones en la autoimagen, cabe añadir alteraciones muy negativas en el
autoconcepto, que pueden resultar de grandes cambios en la vida como la pérdida
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FIGURA 5.5
Los autoconceptos
cambian con
las situaciones.
Entre los diversos factores
que producen cambios en el
autoconcepto se encuentran
aquellos asociados al propio
empleo. Así, la
autopercepción de una
persona suele estar
fuertemente influida por
su trabajo.
■
176
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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de empleo (Sheeran y Abraham, 1994). Imaginarse como ingeniero eléctrico es muy
distinto a hacerlo como desempleado.
Otros eventos de menor impacto también pueden producir cambios en el autoconcepto. Por ejemplo, los cambios que ocurren en el self en las interacciones interpersonales. Pensar simplemente en otro significativo conduce a cambios en las
autodescripciones que reflejan cómo nos encontramos con la otra persona (Hinkley
y Andersen, 1996). Incluso compañeros de habitación del mismo sexo cambian en
la medida que interactúan a lo largo del tiempo (McNulty y Swann, 1994). A lo largo
de varias semanas, los participantes de la investigación se puntuaron a sí mismos
y a sus compañeros de habitación en relación con características como destrezas
sociales, atractivo y simpatía. Los hallazgos señalaron un proceso recíproco en el
cual las autopercepciones de unos y otros se vieron mutuamente influidas. Puede
argumentarse que las interacciones ocurren «en la cabeza de los individuos» y que
cada participante tiene su propia idiosincrasia de las relaciones y de la visión compartida entre ambas personas (Hinde, Finkenauer y Auhagen, 2001). McNulty y
Swann (1994) proponen que el self actúa como un «arquitecto» en la conformación
y determinación de las reacciones de los otros, pero que a la vez el self se ve alterado por cómo actúan los demás.
Dadas las interinfluencias que pueden ocurrir en parejas de compañeros, cabe
pensar que este proceso es aún más fuerte en el caso de relaciones más cercanas
como la amistad y el matrimonio. El apoyo y afirmación de una persona cercana
puede hacer que un individuo alcance su self ideal. Drigotas y sus colegas (1999)
describieron a dicha pareja como un escultor, y el cambio que resulta en la otra persona como efecto Miguelángel.
Autoestima: actitudes hacia nosotros mismos
Es probable que la actitud más importante que desarrolla una persona sea la actitud hacia sí misma. Esta autoevaluación se conoce como autoestima
(James, 1890). La Figura 5.6 retrata a alguien situado en el extremo negativo de esta
dimensión. Aunque existe una gran variedad de instrumentos para medir la autoestima (por ejemplo, Greenwald y Farnham, 2000), la forma más sencilla incluye
un ítem tan sólo (Robins, Hendin y Trzesniewski, 2001): «Tengo una autoestima
alta». Puedes responder a esta frase mediante una escala de cinco puntos, desde 1
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autoestima: autoevaluación
realizada por cada individuo;
actitud propia hacia sí a lo largo
de una dimensión positivanegativa.
FIGURA 5.6
Autoestima: evaluándonos a
nosotros mismos.
La autoestima refiere la actitud que
se tiene sobre uno mismo, y que
oscila entre lo muy negativo y lo
muy positivo. El individuo que se
muestra aquí probablemente tiene
una actitud negativa hacia sí.
[FUENTE: © THE NEW YORKER
COLLECTION 1996; MIKE TWOHY DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
D E R E CHO S R E SE R VAD O S.]
■
El self: componentes de nuestra identidad única
177
(no es muy cierto en mi caso) hasta 5 (es muy cierto en mi caso). Mientras leas esta
sección, ten en mente el número que consideras se corresponde con tu autoevaluación. Reflexiona sobre el grado en que se corresponden contigo los siguientes
hallazgos de investigación.
Sedikides (1993) sugiere tres motivos para autoevaluarse. Las personas pueden
buscar juicios de sí o autovaloración (y obtener un autoconocimiento preciso), o
bien autoenaltecimiento (proveerse de información positiva sobre sí mismos), o
autoverificación (confirmar lo que ya saben sobre sí).
La activación de cada uno de estos tres motivos depende de nuestra cultura y personalidad, así como de la situación (Bosson y Swann, 1999; Rudich y Vallacher,
1999; Taylor, Neter y Wayment, 1995). Ya hemos discutido el valor del autoenaltecimiento en culturas occidentales y de la autovaloración en sociedades colectivistas. La autoverificación es común en quienes poseen visiones negativas de sí
mismos que no desean cambiar. Para mantener dichas autoevaluaciones negativas,
estas personas buscan parejas que los vean de manera negativa, se comportan de
manera que estimulan percepciones negativas y perciben como negativas las reacciones de los otros —lo sean o no— (Swann, 1997).
EVALUARSE A SÍ MISMO. Tener una autoestima alta significa que el individuo gusta
de sí. Esta evaluación positiva se basa en parte en las opiniones de los otros, y en
parte en experiencias específicas. Tal como se discute en el Capítulo 8, las actitudes
sobre nosotros mismos posiblemente comienzan en las interacciones tempranas
entre niños y madres u otros cuidadores.
Las diferencias culturales también influyen en aquello considerado importante
para la propia autoestima. Por ejemplo, en las culturas colectivistas resulta esencial la armonía en las relaciones interpersonales, en tanto que el valor individual
es de capital importancia en culturas individualistas (Kwan, Bond y Singelis, 1997).
El comportamiento de los individuos con una autoestima relativamente baja
resulta más fácil de predecir que el de quienes poseen una alta autoestima. ¿Por qué?
Parece que los autoesquemas negativos están establecidos más rígidamente que los
positivos (Malle y Horowitz, 1995). Por ejemplo, si te ves a ti mismo de manera
negativa, te resulta más fácil explicar cualquier fallo o rechazo a partir de tus defectos (Brown y Dutton, 1995; Nezlek et al., 1997).
Si bien hablamos con frecuencia de la autoestima como entidad global o única,
en los individuos suele ser común autoevaluarse considerando múltiples dimensiones como deportes, ámbito académico, relaciones interpersonales, etc. En este
caso, la autoestima general representa el cúmulo de estas autoevaluaciones específicas (Marsh, 1995; Pelham, 1995a, 1995b).
Por lo general, la autoestima se mide mediante puntuaciones en un continuo que
va desde lo negativo o bajo hasta lo positivo o alto. Una aproximación diferente
resulta de solicitar a los participantes que indiquen lo que sería su self ideal, lo que
es su self actual, y examinar la discrepancia entre ambos. A mayor diferencia entre
self actual y self ideal, menor autoestima. Aun cuando los contenidos específicos
pueden cambiar a lo largo del tiempo, la discrepancia actual-ideal suele mantenerse
estable (Strauman, 1996). Es gratificante recibir una retroalimentación que indique que en cierta parte de nuestras vidas funcionamos de acuerdo con nuestros ideales; y resulta desagradable confrontarnos con la evidencia de que estamos lejos de
alcanzar nuestro ideal (Eisenstadt y Leippe, 1994).
Una fuente importante para nuestra autoevaluación son los demás; nos juzgamos a nosotros mismos sobre la base de comparaciones sociales (Browne, 1992;
Wayment y Taylor, 1995). De tu grupo de comparación particular depende que tu
comportamiento pueda parecer inadecuado, promedio o extremadamente bueno.
Dos individuos cuyas acciones sean idénticas pueden tener autoevaluaciones muy
diferentes debido a que se comparan con distintos grupos. Como ejemplo, utilizaremos el desempeño académico.
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178
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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Un hecho común en las escuelas de Estados Unidos es que los estudiantes afroamericanos tienen un desempeño académico inferior al de los blancos; sin embargo,
la autoestima de aquéllos es mayor. ¿Por qué? En los primeros años, estudiantes
de ambas razas basan parte de sus autoevaluaciones en los éxitos y fracasos académicos. Sin embargo, hacia el décimo curso escolar, la relación entre calificaciones
y autoestima cambia dramáticamente en los estudiantes negros, especialmente los
chicos (Steele, 1992). Ello se debe a que la comparación social se desplaza de los
compañeros de clase implicados en el trabajo de la escuela, hacia vecinos que llevan a cabo actividades no académicas.
En general, la elección de grupos de comparación es crucial. El efecto de percibir a alguien como peor que tú —la denominada comparación social a la baja—
puede ser positiva o negativa en función del grupo. Esto es, si al compararte con
extraños, encuentras a alguien que comparado contigo te resulta inadecuado, se produce afecto positivo y aumenta tu autoestima (Crocker, 1993). Por ejemplo, si vas
por la calle y ves pasar a alguien con mayor sobrepeso que el tuyo, te sentirás mejor
contigo mismo (Reis, Gerrard y Gibbons, 1993). La inadecuación en miembros del
endogrupo también produce un efecto de contraste positivo. Por una parte, si tu
habilidad artística se impone a la del resto de tu grupo, te sientes bien: como una
especie de gran rana en un pequeño estanque (McFarland y Buehler, 1995). Por otro
lado, si alguien muy cercano a ti es percibido como inferior en algún aspecto, este
elemento negativo reduce tu autoestima. En este caso, la comparación social produce un efecto de asimilación que hace que te asocies con la inferioridad. Si tu
mejor amigo (hermano o pareja) está alterado emocionalmente, ello se refleja de
manera negativa en ti.
Otro aspecto de la comparación social a la baja tiene que ver con las diferencias
individuales en el grado de control percibido relacionado con la dimensión en cuestión (Michinov, 2001). En una investigación con estudiantes universitarios, la sensación de control se midió por el grado de acuerdo-desacuerdo con las siguientes
cuatro frases: «Puedo hacer casi cualquier cosa que tenga en mente»; «Cuando
deseo hacer algo, usualmente encuentro una manera de obtener éxito al respecto»;
«Sea o no capaz, lo que pueda lograr está en mis manos»; «La mayor parte de lo
que me ocurra en el futuro dependerá de mí». Cuando se recibe una información
negativa de los resultados académicos de otro estudiante, la comparación social
a la baja produce afecto negativo en quienes poseen un control percibido bajo. Este
afecto negativo es debido en parte a la comparación con la persona cuyo desempeño ha sido pobre. En efecto, los estudiantes parecieran responder al siguiente
razonamiento: «Si él (o ella) y yo somos similares, y siento que yo tengo poco control sobre las cosas que me suceden, mis resultados académicos pueden ser igualmente malos».
El grupo de comparación es igualmente importante cuando observas a alguien
que es mejor que tú, lo que caracteriza a la comparación social al alza. Cuando te
comparas con un extraño, no tiene importancia que él sea mejor que tú. No te hace
sentir inferior saber que no juegas a baloncesto como Michael Jordan. Sin embargo,
si la comparación social al alza es con un miembro del endogrupo, la superioridad
de esta persona te hace sentir deprimido y hace que tu autoestima disminuya (Major,
Sciacchitano y Crocker, 1993). Hay un efecto de contraste negativo cuando decides que en matemáticas tú lo haces menos bien que el resto de tus compañeros. A
este respecto, una solución es desplazar tu identidad social y resaltar tus diferencias con respecto al grupo de comparación, para protegerte a ti mismo de la información negativa; esta estrategia es comúnmente utilizada por quienes poseen una
autoestima alta (Mussweiler, Gabriel y Bodenhausen, 2000). Al compararte con
alguien cercano a ti, la comparación social al alza puede constituir una experiencia positiva que aumente tu autoestima, de nuevo gracias a un efecto de asimilación (Pelham y Wachsmuth, 1995). Los efectos en la autoestima de la
comparación social a la baja y a la alza se muestran en la Figura 5.7.
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El self: componentes de nuestra identidad única
comparación social a la baja:
compararte a ti mismo con
alguien que es peor que tú en
relación con un atributo
particular.
comparación social al alza:
compararte a ti mismo con
alguien que es mejor que tú en
relación con un atributo
particular.
179
Comparación
social a la baja
Comparación
social al alza
FIGURA 5.7
Comparación social:
al alza y a la baja.
Cuando las personas se
comparan a sí mismas con
alguien peor (comparación social
a la baja) o mejor (comparación
social al alza), los efectos en la
autoestima pueden ser
positivos o negativos. Ello
depende de si la otra persona
es un extranjero, un miembro
del endogrupo o alguien que es
un amigo cercano o pariente.
■
Efecto positivo
en la autoestima
Ningún efecto
en la autoestima
Con un
extraño
Efecto positivo
en la autoestima
Con un miembro
del propio
endogrupo
Efecto negativo
en la autoestima
Efecto positivo
en la autoestima
Con alguien
muy cercano
Efecto negativo
en la autoestima
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AUTOESTIMA ALTA FRENTE A AUTOESTIMA BAJA. En la mayoría de los casos, la autoestima alta trae consigo consecuencias positivas, en tanto que la autoestima baja
tiene el efecto contrario (Leary, Schreindorfer y Haupt, 1995). Por ejemplo, las autoevaluaciones negativas están asociadas con habilidades sociales inadecuadas (Olmstead et al., 1991), soledad (McWhirter, 1997), depresión (Jex, Cvetanovski y Allen,
1994) y con una ejecución pobre tras una experiencia de fracaso (Tafarodi y Vu, 1997).
Los hombres con baja autoestima aparentemente expresan su ira tras haber sido
provocados por un ayudante del experimentador (Nunn y Thomas, 1999), y pareciera obvio que la intimidación y demás comportamientos agresivos pudieran ser
producto de una baja autoestima. Sin embargo, se ha encontrado que por lo general las personas agresivas tienen una alta autoestima. Por ejemplo, los hombres muy
violentos suelen tener un fuerte sentido de superioridad, y se implican en situaciones violentas tras sentir que otros ponen en duda la visión favorable de sí mismos, y con ello hieren su orgullo (Baumeister, Smart y Boden, 1996). Por supuesto,
muchas personas no agresivas también tienen una alta autoestima, de lo que se desprende la necesidad de considerar factores adicionales como estar autocentrado,
inestabilidad y posturas defensivas a la hora de predecir intimidación y agresión
(Baumeister, Bushman y Campbell, 2000; Salmivalli et al., 1999).
Décadas de investigación demuestran que no debemos asumir que la autoestima
alta es buena y la autoestima baja es mala, o pensar que la autoestima es irrelevante,
dado que sus efectos —aún insuficientemente estudiados— son mucho más complicados que lo sugerido por alternativa alguna (Dubois y Tevendale, 1999).
180
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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El propio cuerpo puede ser una fuente de autoestima, y recordar la propia mortalidad incrementa los esfuerzos por mejorar la autoestima (Goldenberger et al.,
2000). La saliencia de la mortalidad se crea mediante preguntas como «¿Qué piensas que ocurre cuando mueres físicamente y una vez que estás físicamente
muerto?». Estas alusiones a la muerte, en quienes evalúan en forma positiva sus
cuerpos, producen una mayor identificación con sus cuerpos y un creciente interés por el sexo. Los investigadores sugieren que quienes están satisfechos con sus
cuerpos, se defienden a sí mismos de la mortalidad con un mayor énfasis en la
importancia de sus cuerpos. Quienes no están satisfechos con sus cuerpos reaccionan al tema de la mortalidad prestando menos atención a su apariencia y buscando otras fuentes de autovaloración.
Cuando las competencias reales de una persona no se corresponden con su autoevaluación, el resultado se denomina autoestima paradójica (Tafarodi, 1998). Sin
embargo, una autoestima positiva e irreal puede ser, en ocasiones, temporalmente
beneficiosa para la salud mental (Taylor y Brown, 1988).
¿Puede ser verdaderamente de ayuda esta imprecisión sobre tus habilidades? Para
responder a esta pregunta, Wright (2000) instó a estudiantes de primer curso de psicología a que autoevaluasen sus habilidades académicas, y estas puntuaciones fueron comparadas con su verdadero expediente académico. Los estudiantes que
puntuaron sus habilidades de forma irreal y positiva, ¡obtuvieron mayores calificaciones que quienes se autoevaluaron de manera tanto realista como irreal y negativa! Tal como sugiere Wright (2000), mirarnos en un espejo de color rosa puede ser
sorpresivamente beneficioso. Sin embargo, a pesar de estos efectos, a largo plazo
es preferible una autoevaluación precisa (Colvin, Block y Funder, 1995; Robins y
Beer, 2001). De alguna manera, quienes no reconocen su propia incompetencia carecen de las destrezas cognitivas necesarias para identificar sus limitaciones, y unas
estrategias cognitivas limitadas crean problemas (Kruger y Dunning, 1999)
Mientras la autoestima alta puntualmente resulta beneficiosa, la baja autoestima tiene normalmente efectos negativos. Por ejemplo, una baja autoestima puede
debilitar el sistema inmunológico, en tanto que una autoestima alta puede contribuir a evitar infecciones y enfermedades (Strauman, Lemieux y Coe, 1993). Existe
evidencia acerca de que los niveles de serotonina en la sangre están relacionados
con la autoestima; una autoestima baja y niveles bajos de serotonina están asociados
con la impulsividad y la agresividad (Wright, 1995).
Antes que la autoestima baja, tiene peores efectos desde el punto de vista emocional una autoestima variable, esto es, fluctuaciones extremas en respuesta a los
cambios de situación (Butler, Hokanson y Flynn, 1994). ¿Por qué ocurre esto? Probablemente porque la habilidad para resistirse ante la influencia de demandas situacionales requiere una base estable de autovalor (Kernis et al., 1998). Una autoestima
estable actúa como protección ante las consecuencias de eventos negativos (Wiener, Muczyk y Martin, 1992). Una autoestima poco estable está asociada con una
baja autodeterminación, un autoconcepto menos claro, y tensión en relación con
las metas a alcanzar (Kernis et al., 2000; Nezlek y Plesko, 2001).
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CAMBIOS EN LA AUTOESTIMA. Los eventos negativos de la vida tienen consecuencias negativas en la autoestima. Por ejemplo, enfrentarse a problemas en la escuela,
el trabajo, con la familia o entre los amigos trae como consecuencias disminución
en la autoestima, incremento de la ansiedad, y que el individuo atosigado intente
reafirmarse de diversas formas (Joiner, Katz y Lew, 1999).
Sin embargo, nuestro nivel de autoestima por lo general permanece constante,
debido a los múltiples mecanismos que empleamos con este propósito (Tesser,
2001). Por ejemplo, considera las reacciones ante experiencias favorables o desfavorables. Las personas con alta autoestima recordarán eventos favorables con mayor
precisión, lo que permite mantener una autoevaluación positiva. Quienes poseen
una baja autoestima hacen lo contrario, esto es, recuerdan eventos desfavorables
El self: componentes de nuestra identidad única
autoestima paradójica:
autoestima irreal alta o baja.
181
con precisión, luego mantienen una autoevaluación negativa (Story, 1998). De
manera similar, una experiencia de fracaso conduce a quienes tienen una baja autoestima a enfatizar en sus debilidades, en tanto que las personas con alta autoestima
hacen lo propio con sus fuerzas (Dodgson y Wood, 1998).
Debido a que, por lo general, es preferible la alta a la baja autoestima, la mayoría de intentos para cambiar la autoestima han estado dirigidos a estimular autoevaluaciones más positivas. Muchas modalidades de psicoterapia, como la de Rogers
(1951), se desarrollaron con el propósito de estimular el crecimiento de la autoestima y superar las discrepancias entre self y self ideal. El profundo respeto y la
aceptación del otro son componentes importantes de esta psicoterapia centrada en
el cliente. El comportamiento de una persona puede ser inaceptable, pero el individuo en cualquier caso es evaluado en forma positiva. Los efectos beneficiosos de
dicha terapia han sido demostrados en repetidas ocasiones (Shechtman, 1993).
En el laboratorio pueden producirse incrementos a corto plazo en la autoestima
con cierta facilidad. Por ejemplo una retroalimentación falsa en relación con un
desempeño positivo en un test incrementa la autoestima (Greenberg et al. 1992).
Una retroalimentación positiva sobre la aceptación interpersonal tiene efectos similares (Leary, 1999; Leary et al., 1998). La autoestima se potencia incluso cuando llevas ropa que te agrada (Kwon, 1994), o diriges tus pensamientos hacia aspectos
deseables de ti mismo (McGuire y McGuire, 1996).
Obviamente, se producen los efectos contrarios cuando padres u otras personas
rechazan al individuo o a su comportamiento, cuando la persona realiza un desempeño pobre, se es víctima del rechazo interpersonal, la propia vestimenta resulta
desagradable, o bien cuando dirigimos nuestros pensamientos hacia aspectos negativos propios. Es muy perjudicial ser frecuentemente objeto de burlas durante la
infancia; tanto en chicos como en chicas, estas experiencias conducen hacia una
baja autoestima y una imagen pobre del propio cuerpo en la adolescencia (Gleason,
Alexander y Somers, 2000). En la medida de lo posible, padres, maestros, coordinadores y otros, pueden esforzarse por maximizar experiencias autoenaltecedoras
y minimizar experiencias autodenigrantes; los resultados son evidentes.
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Otros aspectos del autofuncionamiento:
focalización, vigilancia y eficacia
Autoconcepto y autoestima son los componentes básicos de la investigación y teoría sobre el self; sin embargo, otros aspectos del autofuncionamiento
son igualmente de gran importancia. Examinaremos tres de ellos: autofocalización,
autovigilancia y autoeficacia.
autofocalización: el acto de
dirigir la propia atención hacia
uno mismo y no hacia el
entorno que nos rodea.
182
FOCALIZAR LA ATENCIÓN EN EL SELF O EN EL MUNDO EXTERIOR. En cualquier
momento, nuestra atención puede autodirigirse para pensar en nosotros mismos
o heterodirigirse hacia el mundo exterior (Fiske y Taylor, 1991). La autofocalización se define como el grado en que dicha atención es dirigida hacia nosotros.
Es bastante fácil desplazar tu foco de atención. Por ejemplo, ¿podrías por favor
ver la portada de este libro y reflexionar sobre ella? Si has hecho lo que se te ha
pedido, tu foco fue desplazado desde ti mismo hasta la portada del libro. Ahora, por
favor, piensa en el momento más embarazoso de tu vida. Si lo has hecho, simplemente has entrado en la autofocalización. Además de seguir instrucciones o simplemente decidir sobre qué aspecto específico de ti dirigirás tu atención, pueden
conducirte hacia la autofocalización señales externas como la presencia de espejos o cámaras de vídeo (Fenigstein y Abrams, 1993).
Una pregunta como «¿Dónde has nacido?» hace traer a colación hechos específicos sobre ti. Una cuestión más complicada del tipo «¿Cómo podrías describir
la relación con tus padres?» potencialmente implica, además del recuerdo, una serie
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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de juicios relativamente complicados sobre ti mismo. Los niños muy pequeños dirigen primariamente su foco de atención hacia el mundo exterior, pero entre la infancia y la adolescencia la autofocalización se incrementa (Ullman, 1987). En el periodo
adulto, las personas difieren de manera considerable en el grado en que se implican en autofocalización (Dana, Lalwani y Duval, 1997).
Una autofocalización continua y persistente puede acarrear dificultades. Por
ejemplo, las personas con un estilo autofocalizador experimentan sentimientos más
negativos en respuesta a interacciones sociales desagradables; esta reacción es más
fuerte en mujeres que en hombres (Flory et al., 2000).
Es importante dirigir nuestro foco en forma apropiada. El hecho de poder variar
nuestro foco es parte de un proceso más general conocido como autorregulación
de los propios pensamientos (Macrae, Bodenhausen y Milne, 1998). Darwin (1871)
reconoció la importancia de esta actividad mental al afirmar que «la etapa más elevada posible en la cultura moral consiste en ser capaces de reconocer la obligación
de controlar nuestros pensamientos» (p. 123). El elemento clave es la habilidad para
controlar aquello sobre lo que pensamos; la dirección más beneficiosa del propio
foco varía con la situación. Por ejemplo, se ha encontrado que un breve período de
autofocalización incrementa la precisión con que los participantes de investigación
son capaces de juzgar la retroalimentación social. Focalizar en el self es, además,
una forma útil de hacer frente a una situación estresante, si a ello acompaña el control del propio estado afectivo y el pensar en la manera de solucionar los problemas
(Taylor et al., 1998). Quienes logran hacer esto tienen una orientación reflexiva
hacia su humor (McFarland y Buehler, 1998; Trapnell y Campbell, 1999). La autofocalización también puede causar problemas. Por ejemplo, una orientación refiere
una autofocalización meditabunda o ensimismada recurrente en la que la persona
vuelve sobre sus pensamientos antes que sobre posibles soluciones a los problemas
(Conway et al., 1993).
Puede ser útil conectar con una focalización externa si estás deprimido; esta autofocalización puede crear un afecto positivo debido a que estás «pensando en cualquier cosa» (Lyubomirsky y Nolen-Hoeksema, 1995).
A la relación entre autofocalización y afecto positivo o negativo, Green y Sedikides (1999) añaden la importancia de la orientación del afecto. Esta orientación
puede ser reflexiva (tendencia a no actuar) o social (tendencia a actuar). Los investigadores fueron capaces de inducir afecto al decir a los participantes que visualizasen escenarios específicos; un escenario de tristeza generó sentimientos de pena,
abatimiento y depresión, en tanto que un escenario de alegría condujo a sentimientos de satisfacción, calma y tranquilidad. Otros escenarios indujeron una orientación afectiva evocando respuestas extremas como gozo, exaltación y éxtasis, en
tanto que la ira condujo hacia respuestas de rabia, furia y locura. Cuando se induce
afecto, la autofocalización incrementa. Cuando se induce una orientación afectiva,
se reduce la atención autofocalizada. Los investigadores sugieren el siguiente ejemplo: «si te ganas el gordo de la lotería, focalizarás más en ti como persona premiada
y en quienes celebran contigo, antes que en pensamientos y sentimientos íntimos.
Si el amor de tu vida muere, ello te hará más autofocalizado, reservado y ensimismado» (Green y Sedikides, 1999, p. 116).
Debido a que el autoconcepto de una persona se construye a partir de muchos
elementos, no nos es posible pensar en todos los aspectos al mismo tiempo, tan sólo
en una parte. El proceso es similar a examinar el contenido de un gran cuarto oscuro,
mediante una linterna que dirigimos hacia un objeto por vez. Puedes simplemente
«dejar a tu mente divagar», o «hacerte cargo de la linterna». Tu atención puede estar
dirigida hacia las señales externas o hacia las señales que creas tú en tu interior
(Kunda et al., 1993). Imagina un ejemplo muy simple: mañana tienes hora con el
dentista para hacerte una limpieza y sacar una radiografía. Podría hacer que hablaras acerca de los aspectos más desagradables de la situación o que recordaras cómo
te sientes cuando sales de la consulta del dentista. Y puedes decidir quedarte con
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El self: componentes de nuestra identidad única
183
FIGURA 5.8
Autofocalización mientras esperamos en una larga cola.
Parece poco probable que alguien disfrute de estar haciendo cola mientras espera entrar
al cine o a un parque de atracciones, o bien mientras espera ser atendido en la oficina de
correos, el restaurante de comida rápida o el departamento de vehículos de motor. Cuán
tolerable sea esta experiencia dependerá de hacia dónde orientemos nuestra atención. Si
nos preocupamos de nosotros mismos y de cómo nos perciben los demás, la experiencia
es más negativa que si enfocamos nuestra atención hacia cualquier otra cosa (la ineficiencia
de las personas a cargo, o el aspecto de los extranjeros que tenemos delante o detrás).
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la incomodidad y el dolor, o podrías pensar en la utilidad del tratamiento en la prevención de problemas bucales más serios. Mientras escribo este libro, a una de mis
hijas están por extraerle una muela del juicio, y el dentista le ha sugerido que lleve
un CD o cinta con su música favorita, con el propósito de que se concentre en ella
antes que en lo que ocurra en su boca. ¿Qué tipo de afecto supones asociado con
cada uno de estas dianas específicas del autofoco?
Pensando en otro ejemplo, ¿hacia dónde se dirige tu atención cuando estás esperando en una cola para entrar al cine (como en la Figura 5.8)? Si piensas en tu aspecto
y te preocupas por cómo eres percibido por los otros en la cola, esperar se convierte
en una experiencia más negativa que si el foco de tus preocupaciones está en cualquier otro lugar (Marquis y Filiatrault, 2000).
Algunas personas almacenan los aspectos positivos y negativos de sus experiencias en distintos lugares de la memoria, esto es, muestran una autoorganización compartimentizada (Showers, 1992a; Showers y Kling, 1996). Cuando esto
ocurre, podemos controlar nuestro humor al decidir focalizar en elementos positivos o negativos. La autofocalización influye en el humor (Sedikides, 1992), y el
humor a su vez incide en la dirección de la autofocalización (Salovey, 1992). Cuando
estás feliz, eres más propenso a focalizar en aspectos positivos de tu pasado y presente, si te sientes triste, probablemente te dirijas hacia aspectos negativos. Estas
interconexiones se muestran en la Figura 5.9. Revisa en el Capítulo 3 la discusión
sobre afecto y cognición.
Las personas varían en la forma en que regulan su humor. Cuando se indujo
humor negativo en un contexto de laboratorio, los participantes que se caracterizaron
184
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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Interrelaciones
afectivas positivas
Evento externo positivo
Autoinformación positiva
Humor positivo
Autofocalización
Expectativas optimistas
Interrelaciones
afectivas negativas
FIGURA 5.9
Interrelaciones entre
eventos externos, humor,
expectativas,
autofocalización y
autoinformación.
Cuando autoinformaciones
positivas y negativas son
almacenadas por separado en la
memoria, la autofocalización
puede estar dirigida a la
información tanto positiva como
negativa. Como resultado de
esto, las interrelaciones entre
eventos externos, humor,
expectativas, autofocalización y
autoinformación tienden a ser
todas positivas o todas negativas.
■
Evento externo negativo
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Autoinformación negativa
Humor negativo
Autofocalización
Expectativas negativas
por ser más exitosos en la regulación de su humor manifestaron mayor capacidad
para recordar vivencias positivas; las vivencias recordadas fueron negativas en quienes tuvieron menores habilidades para regular su humor (Rusting y DeHart, 2000).
En vez de poseer los archivos mentales positivos y negativos separados, hay quienes almacenan ambos archivos juntos en la memoria (Showers, 1992b). Este patrón
se denomina autoorganización integrada evaluativamente, y trae consigo el que
la autofocalización nunca pueda ser exclusivamente negativa, debido a que siempre existen elementos positivos en el conjunto de recuerdos. En consecuencia, estas
personas experimentan un afecto negativo menos acentuado y gozan de una autoestima más alta. Esto suena bien, pero tiene ciertos inconvenientes. Si experimentas
El self: componentes de nuestra identidad única
185
un estrés severo, puede ayudarte el que focalices en autocontenido puramente positivo. La presencia de elementos positivos separados en el self permite protegerte
mejor a ti mismo contra la depresión y la ansiedad (Showers y Ryff, 1996).
autovigilancia (selfmonitoring): regulación del
propio comportamiento con
base en situaciones externas
tales como las reacciones de los
otros (alta autovigilancia), o a
partir de factores internos como
las propias creencias, actitudes y
valores (baja autovigilancia).
VIGILAR TU COMPORTAMIENTO MEDIANTE SEÑALES INTERNAS O EXTERNAS. El término
autovigilancia (self-monitoring) refiere la tendencia a regular el propio comportamiento con base en señales externas tales como las reacciones de los otros (alta autovigilancia), o a partir de señales internas como nuestras propias creencias o actitudes
(baja autovigilancia). (Gangestad y Snyder, 1985; Snyder y Ickes, 1985). Los autovigilantes bajos tienden a comportarse en forma consistente en distintas situaciones,
mientras que los autovigilantes altos tienden a modificar su comportamiento según
los cambios en la situación (Koestner, Bernieri y Zuckerman, 1992). Cuestiones de
la escala de autovigilancia del tipo «Sólo puedo argumentar ideas en las que realmente
creo» son verdaderas para los autovigilantes bajos y falsas para los autovigilantes altos.
Los autovigilantes altos ejecutan diversos roles para obtener evaluaciones positivas de los demás. (Lippa y Donaldson, 1990). Esta característica es de utilidad para
políticos, vendedores y actores (véase la Figura 5.10).
Las tendencias de autovigilancia se manifiestan en muchos aspectos del comportamiento social. Por ejemplo, los autovigilantes altos tienden a hacer uso de la tercera persona (él, ella, ellos, ellas) al hablar; los autovigilantes bajos hacen lo propio
con la primera persona (yo, me, mi, conmigo) (Ickes, Reidhead y Patterson, 1986). Los
autovigilantes altos suelen tener una autoestima más alta (Leary et al., 1995), en tanto
que los autovigilantes bajos tienen menos relaciones románticas pero de mayor duración (a diferencia de los autovigilantes altos) (Snyder y Simpson, 1984).
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FIGURA 5.10
Alta autovigilancia:
comportamiento en
respuesta a las reacciones
de los otros.
En situaciones interpersonales,
la persona con autovigilancia
alta (como el ex presidente de
Estados Unidos Bill Clinton)
responde a las reacciones de
los otros e intenta comportarse
de acuerdo con las expectativas
del público. Por contraste, quien
manifiesta una autovigilancia
baja responde a sus propios
estándares personales e intenta
comportarse en consonancia
con dichos estándares. Una alta
autovigilancia se asocia al éxito
en política, actuación y ventas.
■
186
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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Es interesante destacar que quienes son en extremo autovigilantes bajos o altos
son más neuróticos y tienen más problemas de adaptación, a diferencia de las personas que se ubican en la zona media de esta dimensión (Miller y Thayer, 1989).
Para los autovigilantes altos, depresión y ansiedad son el resultado de una discrepancia entre las propias características y lo que los demás piensan sobre dichas
características; para los autovigilantes bajos, depresión y ansiedad provienen de la
discrepancia entre características propias y lo que el individuo per se piensa que
deberían ser estas características (Gonnerman et al., 2000).
Existe evidencia genética de la autovigilancia (Gangestad y Simpson, 1993). En
varias preguntas del cuestionario que mide esta variable disposicional, los gemelos idénticos responden igual con mayor frecuencia que los mellizos. Como ejemplos, valga citar mayores similitudes en la habilidad para imitar a los demás, el deseo
de impresionar o entretener a las personas, la tendencia a contar chistes, y la capacidad de mentir. Estos cuatro comportamientos son característicos de los autovigilantes altos, y responder afirmativamente a estas cuatro opciones en conjunto se
da con mayor frecuencia en gemelos idénticos que en mellizos.
AUTOEFICACIA: TENER CONFIANZA EN UNO MISMO. La autoeficacia es la evaluación
de la propia persona sobre su habilidad o competencia para ejecutar una tarea, alcanzar una meta o superar un obstáculo (Bandura, 1977). Esta evaluación puede variar
en gran medida en diversas situaciones (Cervone, 1997). Por ejemplo, no me preocupa la advertencia «puede requerir cierto ensamblaje». Estoy muy confiado en
poder ensamblar una pieza de material de oficina siguiendo las instrucciones paso
a paso incluidas en el paquete. Estoy igualmente seguro de no poder escalar el Everest ni ahora ni nunca.
La ejecución de tareas físicas (Courneya y McAuley, 1993; Gould y Weiss, 1981;
Ng et al., 1999), y académicas (Sanna y Pusecker, 1994), el desempeño en el trabajo
(Huang, 1998) y la habilidad para conducirse frente a la ansiedad y la depresión
(Cheung y Sun, 2000), son aspectos que se ven potenciados gracias a fuertes sentimientos de autoeficacia. A menos que las personas se sientan capaces de alcanzar una meta (por ejemplo, renunciar a las drogas) como resultado de sus acciones,
tendrán un incentivo pobre o nulo para actuar (Bandura, 1999). Las personas con
esta autoconfianza alta tienden a abandonar con mayor rapidez tareas irresolubles,
a diferencia de las personas con baja autoeficacia; aquéllos prefieren dedicar su
tiempo y esfuerzo a tareas que pueden ser resueltas (Aspinwall y Richter, 1999).
Con el propósito de extender el alcance de la autoeficacia, Bandura (2000) propone la autoeficacia colectiva, que se entiende como la creencia compartida por
los miembros de un grupo, en relación con la acción colectiva como medio para
alcanzar los efectos deseados. Quienes no creen en esta autoeficacia asumen que
no pueden hacer nada para que las cosas cambien, lo que los hace renunciar y convertirse en apáticos en relación con temas políticos. Si el sistema de gobierno se
percibe como digno de confianza, la autoeficacia colectiva conduce hacia un activismo político positivo (por ejemplo, hacer que las personas voten). Si el sistema
no se percibe como digno de confianza, el comportamiento colectivo se orienta
hacia un estilo confrontador y coercitivo de protestas y disturbios.
En el muy diferente terreno de los deportes, la eficacia es también muy importante. Entre los jugadores de béisbol, una creencia compartida sobre la eficacia colectiva del equipo (medida al comienzo de la temporada) está asociada con el éxito en
general del equipo al final de la temporada (Watson, Chemers y Preiser, 2001).
Los individuos frecuentemente carecen de sentimientos de autoeficacia en situaciones interpersonales que se basan en habilidades sociales inadecuadas (Morris,
1985), atribuciones inapropiadas (Alden, 1986) y la falta de disposición para tomar
la iniciativa de hacer amigos (Fan y Mak, 1998). Entre las mujeres, los sentimientos
de autoeficacia interpersonal se asocian con asertividad sexual (Morokoff et al.,
1997). Esta asertividad hace más fácil el rechazo de avances sexuales no deseados
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El self: componentes de nuestra identidad única
autoeficacia: creencia de la
propia persona sobre su
habilidad o competencia para
ejecutar una tarea, alcanzar una
meta o superar un obstáculo.
187
FIGURA 5.11
Superando una fobia mediante el desarrollo de la autoeficacia.
Un fuerte miedo puede entenderse como la ausencia de autoeficacia en la percepción de
nuestras capacidades para hacer frente a la actividad u objeto que nos produce temor
(«¡No puedo hacerlo!»). En uno de los primeros estudios sobre autoeficacia (Bandura y
Adams, 1977), se infundieron sentimientos de autoeficacia durante una serie de sesiones.
Se presentaron una serie de situaciones (comenzando, por ejemplo, con la fotografía de
una serpiente) ante el individuo atemorizado en estado de relajación; en forma gradual, el
trabajo avanzó hasta el punto en que la persona se sentía cómoda delante de una
serpiente de juguete, de una serpiente real en un envase de cristal, y así sucesivamente.
Con el tiempo, se desarrollaron sentimientos de autoeficacia («¡Puedo hacerlo!»).
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y, si se involucran sexualmente, mayor insistencia para protegerse contra enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.
La autoeficacia tiende a ser estable en el tiempo, pero ni mucho menos rígida.
Una retroalimentación positiva sobre nuestras habilidades hace que se incremente
la autoeficacia (Bandura, 1986). La investigación en este tema comenzó con una
intervención destinada a enseñar a las personas a superar la fobia a las serpientes,
mediante un incremento del sentimiento de eficacia relacionado con el manejo de
serpientes (Bandura y Adams, 1977). Quienes tenían miedo a las serpientes carecían de eficacia en su habilidad para hacer frente a estos reptiles. Por medio de una
modalidad de terapia conductual, los investigadores trabajaron una serie de experiencias desensibilizadoras con los individuos con fobia a las serpientes. Tras varias
sesiones, los participantes de la investigación aprendieron a relajarse mientras veían
la fotografía de una serpiente, una serpiente de juguete, una pequeña serpiente en
una jaula de cristal, y así sucesivamente. La progresión fue más y más realista a tal
punto que pudieron sentirse cómodos con una gran serpiente arrastrándose por su
regazo y hombros, como se muestra en la Figura 5.11. A medida que disminuyó la
fobia, disminuyó la activación fisiológica ante las serpientes, e incrementaron los
sentimientos de autoeficacia.
Buena parte de los trastornos complejos del comportamiento —depresión infantil
y transgresiones— han sido recientemente investigados (Bandura et al., 1999, 2001),
como se resume en la Figura 5.12, en un estudio del comportamiento transgresor,
188
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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+
Autoeficacia autorreguladora
(habilidad para resistir
la presión de los pares
y evitar actividades
de alto riesgo)
+
–
Desvinculación moral
(presentar excusas por mal
comportamiento, evadir la
responsabilidad de las
consecuencias, culpar a la víctima)
+
+
Autoeficacia social
(habilidad para entablar
y mantener relaciones,
ser asertivo e implicarse
en actividades de ocio)
Autoeficacia académica
(habilidad para realizar el
trabajo del curso, regular las
actividades de aprendizaje
y cubrir expectativas)
+
–
+
Comportamiento prosocial
(ayudar a los otros, compartir,
ser amable y cooperar)
–
0
Afectividad rumiadora
(preocuparse por agravios
y represalias, estar enfadado
la mayor parte del tiempo)
–
(chicos)
(chicas)
+
–
Comportamiento transgresor
a los once años (agresión física
y verbal, robo, engaño, mentira,
destructividad, ausencias
injustificadas, consumo
de alcohol y drogas)
–
+
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+
Comportamiento transgresor
a los trece años (agresión física
y verbal, robo, engaño, mentira,
destructividad, ausencias
injustificadas, consumo
de alcohol y drogas)
+
–
0
Ausencia
de relación
+
Relación positiva (por
ejemplo, a mayor autoeficacia
académica del individuo,
mayor implicación de éste
en comportamientos
prosociales)
–
–
Relación negativa (por
ejemplo, a mayor autoeficacia
académica del individuo,
menor es su
desvinculación moral)
FIGURA 5.12
La influencia de tres tipos de autoeficacia en el comportamiento prosocial,
la desvinculación moral, la afectividad rumiadora (meditabunda, ensimismada)
y el comportamiento transgresor.
Un modelo del efecto de la autoeficacia en el comportamiento trangresor se desarrolló y verificó en
investigaciones con niños en edad escolar. Los sentimientos de autoeficacia con respecto al trabajo de
la escuela, las interacciones interpersonales y la autorregulación influyeron en el comportamiento
prosocial y en la evasión o no de las responsabilidades morales. Estos dos factores, a su vez, influyeron
en la preocupación del niño con respecto a sentir agravios o estar enfadado. El que un niño fuese
transgresor (agresivo, mentiroso, etc.) estaba influido por todos estos factores.
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE BANDURA ET AL., 2001.]
■
El self: componentes de nuestra identidad única
189
los participantes de la investigación fueron estudiantes de dos escuelas en Italia.
Sus transgresiones se midieron cuando los niños tenían once años de edad y dos años
después. Los comportamientos incluyeron un amplio abanico: agresión verbal y
física, robo, engaño, mentira, destructividad, ausencias injustificadas y uso de alcohol y drogas.
Los investigadores propusieron la importancia de tres tipos de autoeficacia como
predictores de los comportamientos en cuestión. La autoeficacia académica alude
a la creencia del estudiante en su capacidad para llevar a cabo el trabajo del curso,
regular sus actividades de aprendizaje propias y estar a la altura de las expectativas académicas propias y de los demás. La autoeficacia social comprende las habilidades para constituir y mantener relaciones, ser asertivo e involucrarse en
actividades de ocio. La autoeficacia autorreguladora se refiere a la habilidad para
resistir a la presión de los compañeros y evitar actividades de alto riesgo.
Se considera que estas tres formas de autoeficacia afectan al comportamiento prosocial (ayudar a los otros, compartir, ser amable y cooperar) y a la desvinculación
P U N TO S C L AV E
■
■
■
⡤
La propia identidad, o autoconcepto, consiste en creencias sobre sí y autopercepciones
organizadas como esquema cognitivo.
Debido al efecto de autorreferencia, procesamos de manera más eficiente información
sobre nosotros mismos antes que otros tipos de información.
Además del self personal, existe un self social que incluye relaciones interpersonales y
una identidad colectiva basada en factores como raza, religión y etnia.
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■
■
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■
190
Más allá de nuestro autoconcepto real, existen muchos selves diferentes y usualmente
mejores sobre cómo podemos imaginarnos en el futuro: nuestros selves posibles.
Los autoconceptos cambian en función de la edad, pero también en respuesta a nuevas informaciones, cambios en el entorno o en nuestra posición laboral, y las interacciones con los demás.
La autoestima se basa en la autoevaluación (las actitudes hacia nosotros mismos en general y en ámbitos específicos). Una parte se fundamenta en procesos de comparación
social.
Hay muchos factores positivos (y algunos negativos) asociados a la alta autoestima; se
han encontrado evidencias consistentes acerca de las consecuencias negativas relacionadas con una autoestima variable.
La autofocalización se refiere a la medida en que un individuo dirige su atención hacia
sí mismo o hacia algún aspecto del mundo exterior.
La forma en que almacenamos información positiva y negativa en nuestra memoria constituye un importante aspecto en la regulación del humor y en la habilidad para hacer
frente a eventos que producen estrés.
La autovigilancia alude a la tendencia a regular nuestro comportamiento a partir de factores externos (alta autovigilancia) o con base en nuestras creencias y valores internos
(baja autovigilancia).
La autoeficacia considera la creencia de un individuo sobre su capacidad para llevar a
cabo una tarea, alcanzar una meta o superar un obstáculo.
Una autoeficacia alta es crucial para la ejecución exitosa de tareas tan diversas como
trabajo escolar, ejercicio físico, salud, acción política, y evitar comportamientos transgresores.
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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moral (presentar excusas por mal comportamiento, evadir la responsabilidad de las
consecuencias, culpar a la víctima, etc.). Estos factores, a su vez, influyen en la afectividad rumiadora (meditabunda, ensimismada: preocuparse por agravios y represalias, estar enfadado la mayor parte del tiempo).
Tal como se muestra en la Figura 5.12, se ha encontrado que estos seis factores
(los tres tipos de autoeficacia, el comportamiento prosocial, la desvinculación moral
y la afectividad rumiadora) predicen el comportamiento transgresor en chicos y chicas. La aplicación de este modelo puede constituir una próxima etapa en la que se
intente alterar dichos factores con miras a reducir o eliminar el comportamiento
inaceptable.
Género: masculinidad y femineidad
como aspectos cruciales de la identidad
QP
osiblemente el elemento más crucial de la identidad personal es
el hecho de categorizarnos como femeninas o masculinos. La
mayoría de nosotros podría o no estar preocupada de la identidad
étnica, la clase social o similares, pero sería raro encontrar a alguien al que fuese
indiferente el ser identificado con uno u otro sexo. Angier (1998b) destaca que en
el programa de TV «Barney», el reparto ha incluido niños de todas las razas, con
diversas discapacidades, más o menos delgados o rellenitos, pero cada criatura ha
podido ser identificada como niño o niña sin asomo de ambigüedad o error. En centenares de formas distintas, se nos recuerda nuestro género por el nombre, la vestimenta o la manera en que los demás nos responden.
Sexo y género
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Los términos sexo y género suelen utilizarse indistintamente (Gilbert, 1999), pero adoptaremos las acepciones más utilizadas en la disciplina (por
ejemplo, Beckwith, 1994) que distingue ambas palabras. El sexo se define en términos biológicos y se basa en las diferencias anatómicas y fisiológicas que están
determinadas genéticamente. El género se refiere a cada cosa asociada con el sexo
de un individuo, lo que incluye roles, comportamientos, preferencias y demás atributos que definen lo que significan masculinidad y femineidad en una cultura dada
(véase Figura 5.13).
El origen de las diferencias de género es siempre materia de fuertes discusiones,
pero somos propensos a asumir que varios de los atributos de género están basados
en su totalidad en lo que nos ha sido enseñado al respecto (como la asociación entre
cabello largo y femineidad). Bárbara Mackoff (citada en Angier, 1998b, p. F5) dice
que «… la mayor diferencia entre niñas y niños está en cómo les tratamos». Otros
atributos pueden estar muy bien fundamentados en determinantes biológicos (como
la presencia o no de vello facial). Los mamíferos machos de muchas especies (incluyendo los humanos de diferentes culturas) se implican en juegos de lucha con mayor
frecuencia que las hembras (Geary, 1999). Eleanor Maccoby (citada en Carpenter,
2000, p. 35) señala dichas diferencias de género en las especies y concluye que «los
paralelismos, según creo, son suficientemente fuertes para darnos confianza en relación con el origen genético y evolucionista de varias de las importantes diferencias
de género, que han sido documentadas en niños de la especie humana». Finalmente,
diversos atributos pueden estar influidos por una combinación de aprendizaje y biología. Por ejemplo, jóvenes primates (criaturas humanas incluidas) tienden a jugar
en grupos del mismo sexo, segregación que parece estar basada en la biología. Sin
embargo, una vez situados en los grupos, los jóvenes aprenden diferentes habilidades sociales, estilos y preferencias (Martin y Fabes, 2001).
Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de la identidad
sexo: masculinidad o femineidad
como producto de factores
genéticos presentes en el
momento de la concepción, y
que resultan en diferencias
anatómicas y fisiológicas.
género: atributos,
comportamientos, características
de personalidad y expectativas
asociadas con el sexo biológico
de una persona en una cultura
dada. Las diferencias de género
pueden estar basadas en la
biología, el aprendizaje o en una
combinación de ambos.
191
FIGURA 5.13
Género: sobre y acerca
del sexo.
El sexo refiere los aspectos
biológicos básicos de la
masculinidad y la femineidad que
se determina en la concepción, y
el género alude a todos los
atributos, comportamientos,
características de personalidad y
expectativas asociadas con el
sexo biológico en una cultura
dada. En el cómic, quien pregunta
asume aparentemente que las
características de género están
creadas por factores ambientales.
[FUENTE: © THE NEW YORKER
COLLECTION 1999; EDWARD KOREN
DE CARTOONBANK.COM. TODOS
LOS DERECHOS RESERVADOS.]
«¿Cómo va su género?»
■
Bem (1995, p. 334) toma prestada una analogía de la antropóloga Kathryn March
para puntualizar que «sexo es a género lo que la luz al color». Esto es, sexo y luz
son fenómenos físicos, en tanto que género y color son categorías basadas en la cultura que dividen arbitrariamente sexo y luz en subgrupos específicos. Con respecto
al color, en diversas culturas existen dos categorías, en otras tres, en tanto que en
Estados Unidos hay cajas de lápices de colores con 256 tonos, cada uno con un nombre específico. Con respecto al género ocurre a la inversa. En Estados Unidos y buena
parte del mundo, se destacan dos géneros, mientras que en otras culturas existen
posibilidades como una caja de lápices de colores, en la que encontramos desde la
bisexualidad hasta una gran variedad de roles y estilos de vida heterosexuales y
homosexuales.
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Identidad de género y estereotipos de género
Cada uno de nosotros tiene una identidad de género cuya etiqueta
de «masculino» o «femenino» constituye parte fundamental de nuestro autoconcepto. En la gran mayoría de las personas, se corresponden sexo biológico e identidad de género, aunque para cierta parte de la población la identidad de género
difiere del sexo.
identidad de género: aquella
parte del autoconcepto que
implica la identificación de una
persona como hombre o mujer.
La conciencia de la identidad de
género usualmente se desarrolla
alrededor de los dos años de
edad.
192
DESARROLLAR UNA IDENTIDAD DE GÉNERO. Lo primero que los adultos preguntan
de los bebés (propios o no) es si es niño o niña. El anuncio del nacimiento comienza
con esta información que se acompaña del nombre de chico o chica seleccionado,
las prendas azul o rosa adquiridas, el estilo masculino o femenino de la decoración
de la habitación del bebé, y los juguetes y ropa «apropiados al género» recibidos.
En palabras de Angier (1998b, p. F5), «la sociedad aún asume que los niños serán
tratados como chicos y las niñas no».
A pesar de la insistencia enfática en el género, bebés y niños que comienzan a
andar normalmente carecen de conciencia de sexo o género, hasta aproximadamente
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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los dos años de edad. (En la guardería, una de mis hijas vio los genitales de un compañerito y comenzó a suponer por qué Henry y ella no eran iguales.) Por diversas
razones, dos años es la edad en la cual, por lo general, los niños aprenden a llamarse
a sí mismos «niña» o «niño», sin una idea demasiado clara del significado de ambos
términos. En forma gradual, la identidad de género se adquiere a medida que el niño
desarrolla un sentido del self que incluye masculinidad o femineidad (Grieve, 1980).
Entre los cuatro y siete años los niños empiezan a comprender la importancia
de la consistencia de género. Esto es, aceptan el principio del género como atributo
básico de cada persona, como también en las mascotas y en los personajes de los
cuentos. Una vez que dichas cogniciones se encuentran firmemente en su lugar,
nuestras percepciones subsecuentes están fuertemente afectadas por lo que se nos
enseña sobre el género.
Es posible demostrar cuánto nos afectan dichas creencias. Imagina que participas
en un experimento en el que observas vídeos sobre niños de nueve meses llamados Mary, Stephen, Karen y Matthew. Debido a que no resulta obvio el sexo de las
criaturas (sin vestimenta rosa o azul), ¿es posible que tus percepciones de los bebés
estén influidas por indicadores de masculinidad-femineidad suministrados por sus
nombres? Para varios participantes del experimento conducido por Vogel y sus colegas (1991), se identificó como Mary a un bebé que para otros participantes era Stephen, y así sucesivamente. Los participantes (tanto niños como adolescentes)
estuvieron de acuerdo en que «Mary» y «Karen» eran más pequeñas, bellas, monas
y tiernas que «Stephen» o «Matthew», independientemente de los bebés de los que
se tratase. Los estereotipos asociados con cada género no sólo poseen una poderosa
influencia en los individuos; además, pueden hacer que se produzcan falsos recuerdos (Lenton, Blair y Hastie, 2001).
¿CUÁL ES LA BASE DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO? Aunque está ampliamente asumido
que la mayoría de las diferencias observadas entre hombres y mujeres se basan en
factores biológicos, diversos tipos de investigación han demostrado —de manera
harto convincente— que muchas características «típicamente» masculinas y femeninas son de hecho adquiridas (Bem, 1984; Eagly y Wood, 1999). La teoría del
esquema de género sugiere que los niños tienen una propensión generalizada a
organizar información acerca del self, a partir de las definiciones culturales sobre
atributos masculinos y femeninos (Bem, 1981, 1983). Dicha definición se aplica
a sí mismos y a los otros. Las definiciones de comportamiento apropiado cambian
con el tiempo, especialmente las referidas a los estereotipos femeninos en la historia reciente; ello se debe a los mayores cambios ocurridos en el rol de la mujer
antes que en el del hombre (Diekman y Eagly, 2000). En ocasiones resulta divertido (y a veces no tanto), echar un vistazo a lo que se enseñaba a generaciones anteriores a la nuestra. Considera la «Guía de la Buena Esposa» que se muestra en la
Figura 5.14.
En la medida en que niños y niñas crecen, ocurre una tipificación del sexo cuando
se comprenden los estereotipos «correctos» asociados con masculinidad y femineidad en la propia cultura. Buena parte de lo que los niños aprenden sobre el género
se basa en la observación de los padres y en el intento de ser como ellos. En general, los niños se ven recompensados cuando manifiestan comportamientos de género
apropiados, y rechazados (en ocasiones por medio del ridículo) cuando se considera
inapropiado su comportamiento de género.
La influencia de los estereotipos de género puede no ser obvia o deliberada, como
demostró recientemente un estudio de campo. Se realizaron grabaciones en vídeo
de varios cientos de padres e hijos (entre uno y ocho años) durante una exhibición
de ciencia en un museo para niños (Crowley et al., 2001). Se encontró que los padres
estaban tres veces más dispuestos a explicar información científica a los niños que
a las niñas, aun cuando tuvieran la misma disposición para hablar de otros temas
con hijos e hijas. La diferencia fue significativa en padres y madres, y se mantuvo
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Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de la identidad
consistencia de género: el
concepto de que el género es un
atributo básico y duradero de
cada individuo. Un atisbo de la
consistencia de género se
desarrolla usualmente entre los
cuatro y los siete años de edad.
tipificación del sexo:
comprensión de los estereotipos
asociados con ser hombre o
mujer en la propia cultura.
193
FIGURA 5.14
El estereotipo de una buena
esposa: 1945.
Existen diversos determinantes
de los estereotipos de género,
algunos sutiles y otros evidentes.
Al volver la vista medio siglo
atrás, resulta difícil de creer que
algunas personas escribieran el
material mostrado aquí, y que
otras tantas probablemente
dieran lo mejor de sí para seguir
estos consejos. ¿Cuál piensas que
debería ser la definición actual de
una buena esposa (o un buen
esposo)?
■
Guía de la Buena Esposa
• Ten la cena a punto. Planifícala con antelación, incluso desde la noche antes, para así tener
lista una comida deliciosa para cuando él regrese. Es una manera de hacerle saber que
has estado pensando en él y que te preocupas por sus necesidades. La mayoría de los
hombres están hambrientos al llegar a casa, y la perspectiva de una buena cena (especialmente su plato favorito), es parte de la muy necesaria bienvenida afectuosa.
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• Estáte preparada.Tómate 15 minutos para descansar y así estar fresca para cuando él
llegue. Retoca tu maquillaje, ponte un lazo en el pelo y luce radiante. Él viene de estar
con personas cansadas de trabajar.
• Arregla todo desorden. Haz un último recorrido por las principales estancias de la casa
justo antes de que llegue tu esposo.
• Recoge los libros escolares, juguetes, papeles, etc., y pasa el trapo de limpiar por toda
la mesa.
• Sé feliz al verlo.
• Escúchale. Puedes tener una docena de cosas importantes para contarle pero el
momento de su llegada no es la ocasión. Déjale hablar primero a él, recuerda: sus temas
de conversación son más importantes que los tuyos.
• Haz que se sienta cómodo. Llévale a que se recueste en una silla confortable o a que
descanse en el dormitorio.Tenle preparada una bebida caliente o fría.
• No le hagas preguntas acerca de sus acciones o cuestiones su juicio o integridad.
Recuerda, él es el dueño y señor de la casa, y esto implica devoción y decoro. No tienes
derecho a discutirle.
• Una buena esposa siempre sabe cuál es su sitio.
[FUENTE: B U E N H O G A R R E V I S T A M E N S U A L , 13 DE MAYO DE 1945.]
194
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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35
30
30
Porcentaje de interacciones
en las que los padres explicaron
Porcentaje de interacciones
en las que los padres explicaron
35
25
20
15
10
5
0
Padres
Madres
25
20
15
10
5
0
Ambos
Padres presentes
Niños
Niñas
1a3
4a5
6a8
Edad de la criatura más joven
FIGURA 5.15
Explicar ciencia a niños y niñas.
Las interacciones entre padres e hijos durante una exhibición de ciencia en un museo fueron registradas
en vídeo. Se encontró que padres y madres emplean mucho más tiempo en explicar la exposición a sus
hijos que a sus hijas de cualquier edad. Este tipo de comportamiento de los padres relacionado con el
género constituye un ejemplo de la transmisión de estereotipos de género entre generaciones (por
ejemplo, la ciencia es para niños, no para niñas).
[FUENTE: BASADO EN MATERIAL DE CROWLEY ET AL., 2001.]
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independientemente de la edad de las criaturas, como se muestra en la Figura 5.15.
Presumiblemente, puede pensarse en la ciencia como un tema más apropiado para
niños que para niñas. Estos hallazgos señalan al menos una razón de las diferencias de sexo en el interés científico de los últimos años.
En las diferencias de sexo en el razonamiento matemático (Benbow et al., 2000)
puede añadirse otra causa situacional. Cuando chicas con altos logros realizan tareas
de solución de problemas en un grupo mixto, tienen un rendimiento menor que en
un grupo donde todas son mujeres, en tanto que la ejecución de los chicos no suele
verse afectada (Inzlicht y Ben-Zeev, 2000). Estos investigadores sugieren que los estereotipos de género relacionados con las habilidades hacen que una situación, en la
que coinciden ambos géneros, sea más perjudicial para las mujeres.
Tal como ocurre con los adultos, ¿son capaces los niños de asumir un papel en
el que alienten o rechacen un comportamiento sobre la base del género? Por ejemplo, ¿notan si otros niños juegan de manera «apropiada»? En Israel, a chicos de
quinto y sexto grado de la escuela primaria se les mostró un vídeo en el que un niño
jugaba un juego de niño (fútbol), de niña (saltar la cuerda) o neutral (cartas), tanto
con otros chicos como con chicas (Lobel, 1994). Los observadores atribuyeron rasgos de estereotipos femeninos a los niños que jugaban juegos femeninos con chicas, y juzgaron al chico con una baja popularidad. El chico que jugó un juego de
niños con otros chicos fue percibido como el más masculino y el más popular.
(Nótese, sin embargo, el incremento de popularidad del fútbol entre chicas y mujeres; en la actualidad esta actividad podría ser más neutra que masculina.)
Tras observar durante años a padres y compañeros, y estar expuestos a los estereotipos presentes en todos los aspectos de los media, un niño o niña adquiere
Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de la identidad
195
Adolescencia y período adulto
La identidad de género está bien
establecida y los estereotipos de género
están bien entendidos. El individuo puede
o no identificarse con los estereotipos de
género asociados con su sexo. Esto es, una
persona puede adoptar los estereotipos
asociados a su sexo, al sexo opuesto,
a ambos sexos o a ninguno de ellos.
FIGURA 5.16
Aspectos del desarrollo de
la identidad de género.
Tras la determinación genética
del sexo en el momento de la
concepción, cada uno de
nosotros avanza hacia una serie
de estadios del desarrollo en los
cuales aprendemos a:
etiquetarnos a nosotros y a los
demás como masculinos o
femeninos; internalizar la
identidad de género como parte
de nuestros autoconceptos;
adquirir los detalles específicos
de los estereotipos de género
presentes en nuestra cultura; y
eventualmente, a adoptar un rol
de género que puede o no
corresponder con dichos
estereotipos.
■
Final de la infancia
La identidad referida al sexo se hace muy
clara, y la identidad de género (Soy un chico
o Soy una chica) se desarrolla como parte
del autoconcepto. El niño también aprende
las características asociadas al género
consideradas «apropiadas» e «inapropiadas»
en su cultura. Hacia los 5 años, comienzan
a adquirirse los estereotipos de género.
De 2 a 4 años
El niño aprende las categorías sociales
referidas a lo masculino y a lo femenino,
y se etiqueta a sí mismo y a los otros
como niño o niña, aunque con una
comprensión limitada sobre lo que esto
significa con precisión.
Concepción
Los genes en los cromosomas
del sexo determinan biológicamente
si ha sido concebido un hombre
o una mujer.
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en forma gradual los estereotipos de género de su cultura. Damos el visto bueno
a que las chicas lloren y los chicos peleen. Los niños pueden luchar, las niñas
no pueden jugar juegos de chicos. Las niñas pueden ser las madres de muñecos
en forma de bebés, los niños pueden emular la guerra con figuras de acción. Ropa,
peinados y tareas del hogar tienden a ser específicos para género. Cuando los
niños estadounidenses alcanzan el sexto grado, entienden muy bien los estereotipos prevalecientes (Carter y McCloskey, 1984). Cuando se alcanza la adolescencia, las revistas juveniles se convierten en pauta de roles de género
(Carpenter, 1988), y podríamos seguir enumerando ejemplos cotidianos de estereotipos a lo largo del ciclo vital. Como resultado de esta experiencia, la mayoría de los adultos poseen una habilidad precisa para identificar estereotipos de
género (Hall y Carter, 1999). Este proceso de desarrollo se resume en la
Figura 5.16.
Ideas y aspectos relacionados con el género parecen ser parte ineludible de la
psicología social, y de hecho lo son. Sin embargo, y tal como puedes ver en psicología social: Treinta años de progreso, lo que lees hoy es la culminación de un
proceso de lo que sólo puede ser descrito como una revolución en nuestra disciplina.
196
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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TA A
Ñ
R
O
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T
S
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
S
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C
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6
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P R
O G R
S E X O, L A R E VO L U C I Ó N D E L G É N E RO Y T E M A S R E L AC I O N A D O S
omenzaremos con una confesión. La primera edición de este
libro se escribió a principios de
la década de los setenta y fue publicado en
1974. Muchos de los temas cubiertos
entonces se mantienen hoy: actitudes,
atracción, agresión, comportamiento
prosocial y demás. Pero el tema del género
no estaba cubierto. De hecho, la palabra
género no apareció en el índice. La presencia o no de diferencias entre sexos sólo
se mencionaban en relación con hallazgos
de investigaciones específicas. La segunda
edición del texto se publicó en 1977, y para
entonces se incluyeron discusiones acerca
de sexismo, identidad sexual, tipos sexuales,
y en general hubo una cobertura mucho
mayor de las diferencias entre sexos. ¿Qué
había pasado?
Quizás existen múltiples explicaciones
para el cambio, pero nuestro libro es básicamente un reflejo del campo de la psicología social, y dicho campo es reflejo en
parte del clima social predominante.
Cualesquiera sean las razones, la psicología
social ha cambiado a lo largo del tiempo.
Un aspecto de dicho cambio es que el
estudio de la psicología estaba originalmente dominado por hombres (Milar,
2000; Minton, 2000), pero esto cambió
rápidamente a mediados de la década de
los setenta. En 1971, en Estados Unidos un
24,7 por ciento de los grados de doctor en
psicología fueron concedidos a mujeres;
para 1996, el porcentaje de doctoras era
más del doble (alcanzando un 62 por
ciento). De manera similar, la mayoría (72
por ciento) de quienes cursan en la actualidad estudios de licenciatura en psicología
son mujeres, tal como ocurre con la mayor
parte (67 por ciento) de estudiantes de
master o postgrado (Pion et al., 1996).
Dicho sea de paso, estos cambios no se
han limitado a la psicología. En 1900, menos
del 20 por ciento de los estudiantes licenciados eran mujeres, mientras que en el
año 2000 la cifra fue del 56 por ciento
(Education, 2001).
Uno de los muchos efectos de dichos
cambios en la academia ha sido el
enorme incremento del interés hacia temas
TA B L A 5 . 1 I
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Estereotipos de género: autodescripciones en el Inventario de los Roles Sexuales
de Bem. En el BSRI, cada persona se puntúa de acuerdo con cuán autodescriptivas resulten
una serie de características. Estos ítems fueron seleccionados de acuerdo con los juicios de los
participantes sobre qué características aplicaban para hombres y cuáles para mujeres.
C A R AC T E R Í S T I C A S
C A R AC T E R Í S T I C A S
C A R AC T E R Í S T I C A S
C A R AC T E R Í S T I C A S
D E L E S T E R E OT I P O
D E L E S T E R E OT I P O
D E L E S T E R E OT I P O
D E L E S T E R E OT I P O
MASCULINO
FEMENINO
MASCULINO
FEMENINO
Actúa como líder
Cariñosa
Tiene habilidades para
para el liderazgo
Ama a los niños
Agresivo
Alegre
Independiente
Fiel
Ambicioso
Inocente
Individualista
Sensible a las necesidades
de otros
Analítico
Compasiva
Toma decisiones fácilmente
Tímida
Asertivo
No utiliza lenguaje rudo
Masculino
Afable
Atlético
Se afana en apaciguar
sentimientos hirientes
Confiado
Caritativa
Competitivo
Femenina
Autosuficiente
Tierna
Defiende sus propias creencias
Lisonjera
Personalidad fuerte
Comprensiva
Dominante
Gentil
Asume una postura
Cálida
Convincente
Ingenua
Corre riesgos
Adaptable
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE BEM, 1974.]
Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de la identidad
197
6
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO ( C O N T I N U AC I Ó N )
que apenas habían llamado la atención de
los hombres, hasta que las mujeres los trajeron a colación. Existen numerosos ejemplos, de los cuales haremos énfasis en uno.
Se daba por hecho que masculinidad y
femineidad representaban polos opuestos
de un continuo unidimensional. Las personas simplemente diferían en el grado en
que eran masculinas o femeninas. Al
tiempo en que aparecía la primera edición
de nuestro libro, Sandra Bem (1974, 1975)
ofrecía una nueva formulación teórica que
cambiaba dramáticamente la concepción y
el estudio del género. En lugar de una
dimensión, Bem sostenía que las características asociadas a la masculinidad y la feminidad descansaban sobre dos dimensiones
separadas. Una se extiende desde la baja
hasta la alta masculinidad, y la otra hace lo
propio desde la baja hasta la alta femineidad.
En este sentido, se desarrolló el Inventario de los Roles Sexuales de Bem (Bem
Sex-Role Inventory, BSRI) —nótese que en
la terminología citada antes, este instrumento debería llamarse «Inventario de los
Roles de Género de Bem». El test se
basaba en investigaciones precedentes en
las cuales los participantes puntuaban más
de cuatrocientas características personales
según éstas fuesen socialmente deseables
para hombres o mujeres. El instrumento
definitivo contenía veinte ítems percibidos
como deseables para los hombres pero no
para las mujeres, veinte ítems deseables
para las mujeres pero no para los hombres
(véase Tabla 5.1), y veinte ítems deseables
para hombres y mujeres por igual.A pesar
de los cambios culturales ocurridos con los
años, pareciera haber pocas modificaciones
en dichos estereotipos de género (Hosoda
y Stone, 2000; Raty y Snellman, 1992).
Quien responde al BSRI indica la precisión con que lo describe cada ítem. Sobre
la base de que los ítems seleccionados son
autodescriptivos, el individuo es clasificado
de acuerdo con su tipo sexual (o su tipo de
género). Esta clasificación indica la identificación de rol-género, o la magnitud en que
la persona se identifica o no con los estereotipos culturales de género. De esta
manera, podemos tipificarnos sexualmente como hombre masculino, mujer
femenina, los tipos contrarios de hombre
femenino o mujer masculina, hombre o
mujer andróginos cuyas descripciones
encajan tanto en estereotipos masculinos
y femeninos, o el tipo indiferenciado que
suscribe pocas características de unos u
otros estereotipos. Las investigaciones indican que alrededor de una tercera parte de
los hombres que cumplimentan el test se
ajustan al género tipo masculino, y que la
tercera parte de las mujeres hacen lo propio con el género tipo femenino. Otra tercera parte de hombres y de mujeres
encajan en la categoría andrógina. Las categorías indiferenciada y transgénero componen el resto.
En breve discutiremos el efecto de los
roles de género en el comportamiento. El
punto clave aquí es cómo a mediados de la
década de los setenta estaba listo el escenario que dio paso a una nueva era de
interés psicológico por las cuestiones del
género, estereotipos, self e identidad en
relación con la masculinidad y la femineidad.A lo largo de este capítulo, leerás investigaciones cuyos temas no formaban
parte de la agenda de gran parte de los
psicólogos sociales de hace treinta años.
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Inventario de los Roles
Sexuales de Bem (Bem SexRole Inventory, BSRI): medida
de Bem del grado en que la
autodescripción individual
implica características masculinas
tradicionales, características
femeninas tradicionales, ambas
(andróginas) o ninguna de ellas
(indiferenciadas).
identificación de rol-género:
el grado en el que un individuo
se identifica con los estereotipos
de género de su cultura.
andrógino: caracterizado por la
posesión simultánea tanto de
características tradicionalmente
masculinas como femeninas.
198
Comportamiento de rol-género y reacciones
al comportamiento de rol-género
Cuando desarrollamos un conjunto específico de características relevantes al género, a ello le sigue nuestro comportamiento. Mantenemos creencias
específicas, practicamos ciertas inferencias, y actuamos en consonancia con expectativas específicas (Chatterjee y McCarrey, 1991).
COMPORTAMIENTOS ASOCIADOS CON ROLES DE GÉNERO. Hasta cierto punto, las normas sociales continúan siendo tradicionales, y los comportamientos tipificados para
cada género son los esperados. Esto es, los hombres deben ser poderosos, dominantes
y autoafirmarse, en tanto que las mujeres deben ser cuidadosas, sensibles y expresivas emocionalmente. Para quienes se sienten cómodos con dichas normas, es
satisfactorio comportarse conforme a ellas y sentir malestar cuando el comportamiento no encaja en el patrón esperado (Wood et al., 1997). El comportamiento
estereotipado de género se extiende incluso a la postura corporal; los hombres se
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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sientan con piernas y brazos alejados del tronco, en tanto que las mujeres lo hacen
con las extremidades cerca del tronco. Las mujeres que adoptan una postura de chicos son vistas como masculinas, y los hombres que adoptan posturas de chica son
vistos como femeninos (Vrugt y Luyerink, 2000).
Con el reconocimiento de la androginia como posible rol de género, buena parte
de las investigaciones ha hecho hincapié en la hipótesis según la cual es preferible
ser andrógino antes que situarse en los géneros tipo masculino o femenino. En vez
de argumentar a favor o en contra de esta hipótesis, nos parece más útil entender
los roles de género como variantes a lo largo de dimensiones que incluyen masculinidad, femineidad y una combinación de ambas. La pregunta básica de investigación es determinar el grado en que el comportamiento se asocia con dichas
dimensiones.
No obstante lo anterior, existe un importante corpus de investigación que sustenta la proposición «la androginia es buena». Por ejemplo, al comparar con individuos típicos de cada género, se ha encontrado que los hombres y las mujeres
andróginos presentan similitudes entre sí (Major, Carnevale y Deaux, 1981), son más
creativos y optimistas (Norlander, Erixon y Archer, 2000), se encuentran mejor ajustados (Williams y D’Alessandro, 1994), tienen mayor capacidad de adaptación a diversas demandas situacionales (Prager y Bailey, 1985), se enfrentan al estrés con mayor
flexibilidad (McCall y Struthers, 1994), son más capaces de reducir el estrés de los
demás (Hirokawa et al., 2001), presentan menor tendencia a desarrollar trastornos
de alimentación (Thornton, Leo y Alberg, 1991), se sienten más cómodos con su
sexualidad (García, 1982), y más satisfechos con sus relaciones interpersonales
(Rosenzweig y Daley, 1989) y con la vida en general (Dean-Church y Gilroy, 1993).
En algunas culturas, la masculinidad resulta tan ventajosa como la androginia.
Abdalla (1995) examinó la autoeficacia de estudiantes árabes en Qatar y Kuwait en
relación con la toma de decisiones sobre la carrera profesional. Los individuos cuyos
roles de género fueron tanto masculinos como andróginos presentaron una mayor
autoeficacia que quienes estaban más próximos a roles femeninos o indiferenciados.
En otros contextos, la masculinidad tradicional suele crear problemas interpersonales. Por ejemplo, entre jóvenes adolescentes, una alta masculinidad se asocia con la tenencia de múltiples parejas sexuales, la visión de hombres y mujeres
como adversarios y la creencia de que embarazar a la pareja es un indicador positivo de hombría (Pleck, Sonenstein y Ku, 1993). Posiblemente lo más sorprendente
sea que la masculinidad esté asociada con la mortalidad, esto es, a mayor masculinidad, mayor propensión del individuo a morir en una determinada edad (Lippa,
Martin y Friedman, 2000). ¿Por qué? Una posible explicación es que la masculinidad
está asociada con la asunción de riesgos y otros desajustes del comportamiento que
reducen la expectativa de vida.
La identificación con el rol femenino también presenta dificultades. Las personas
de cualquier género que puntúan alto en femineidad tienen una autoestima más
baja que los individuos masculinos o andróginos. Una femineidad alta también se
asocia con depresión, especialmente en el caso de mujeres de edad mediana (Bromberger y Matthews, 1996).
Además del tipo de masculinidad y femineidad medida a través del BSRI, existen identificaciones extremas de roles de género. La primera de éstas en ser estudiada fue la hipermasculinidad, que se caracteriza por la presencia de un patrón de
actitudes y creencias asociadas con una versión exagerada del rol masculino tradicional (Mosher, 1991; Mosher y Tomkins, 1988) (véase Figura 5.17). El hombre
hipermasculino (o macho) expresa actitudes sexuales crueles hacia las mujeres, cree
que la violencia es cosa de hombres, y disfruta del peligro como fuente de excitación. Estos hombres suelen incurrir en comportamiento sexual coercitivo (Mosher y Sikin, 1984), sienten placer ante fantasías sexuales de violación (Mosher y
Anderson, 1986), e incluso llegan a admitir que cometerían estupro si estuviesen
seguros de no ser penalizados por ello (Smeaton y Byrne, 1987).
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Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de la identidad
hipermasculinidad:
identificación de rol-género
extrema que consiste en una
versión exagerada del rol
masculino tradicional. Incluye
actitudes sexuales crueles hacia
las mujeres, la creencia de que la
violencia es cosa de hombres, y
el disfrute del peligro como
fuente de excitación.
199
FIGURA 5.17
Hipermasculinidad:
el hombre macho.
La hipermasculinidad es un tipo
de género que constituye una
versión extrema y exagerada
de la masculinidad tradicional.
Los hombres que puntúan alto
en hipermasculinidad expresan
actitudes sexuales despiadadas
hacia las mujeres, creen que la
violencia es masculina y
disfrutan el peligro en tanto es
fuente de excitación.
■
El extremo análogo en el caso de las mujeres es la hiperfemineidad (Murnen y Byrne,
1991). La mujer hiperfemenina cree que las relaciones con hombres son parte central
de la vida, encuentra aceptable hacer uso del atractivo para «cazar y retener a un hombre» y admite que «muchas veces dice no cuando en realidad quiere decir sí». Las mujeres hiperfemeninas, al ser comparadas con otras que puntúan bajo en esta dimensión,
admiten haber sido objetivo de coacción sexual (Murnen, Perot y Byrne, 1989), y ser
atractivas para los hombres hipermasculinos (Smith, Byrne y Fielding, 1995).
Hipermasculinidad e hiperfemineidad se asocian con la aprobación de ciertas formas legales de agresión, como por ejemplo, azotar a los propios hijos, la violencia
de los media y la pena de muerte (Hogben et al., 2001). Incluso en niveles extremos
de masculinidad, los hombres que se identifican fuertemente con el rol masculino
se comportan de forma más agresiva y violenta que los hombres que tan sólo son
moderadamente masculinos (Finn, 1986).
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hiperfemineidad: identificación
de rol-género extrema que
consiste en una versión
exagerada del rol femenino
tradicional. Incluye creencias
sobre lo centrales que son en la
vida las relaciones con los
hombres; el atractivo y la
sexualidad como armas para
cazar y retener a un hombre; y
el que sea a veces razonable
decir no cuando en realidad se
quiere decir sí.
200
ROLES DE GÉNERO EN CASA Y EN EL TRABAJO. De las combinaciones posibles, los
matrimonios más felices son los que están conformados por dos individuos andróginos (Zammichieli, Gilroy y Sherman, 1988). Además, cuando los miembros de
la pareja son típicos de sus géneros, la satisfacción sexual es menor que si uno o
ambos individuos son andróginos (Safir et al., 1982).
A pesar de los notables cambios en el rol de las mujeres de sociedades occidentales
en las últimas décadas, los roles de género tradicionales aún ejercen una fuerte influencia en cómo interactúan hombres y mujeres en el hogar (Major, 1993). Aun cuando
ambos miembros de la pareja desempeñen trabajos muy bien remunerados con una
fuerte demanda, los trabajos del hogar aún se distribuyen sobre la base del género, tal
como veremos en el Capítulo 8. En conjunto, las mujeres emplean más tiempo que
los hombres en labores domésticas, independientemente de la identificación de rolgénero (Gunter y Gunter, 1991). Cuando se trata de limpiar el baño o pintar el garaje,
los roles de género prescritos culturalmente ejercen mayor influencia que la autodescripción de una persona a partir del BSRI (véase la Figura 5.18).
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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FIGURA 5.18
Roles de género
tradicionales.
A pesar de los múltiples cambios
en las actitudes y prácticas en toda
la sociedad, muchos aspectos de
los roles de género tradicionales
son aceptados como descripciones
precisas. Esto es, existe común
acuerdo sobre actitudes,
comportamientos u otras
características que son «cosas de
hombres», como contraste de
otros atributos que son «cosas de
chicas». El punto en el cual estas
diferencias se basan en aspectos
biológicos (como en esta
caricatura), diferencias aprendidas o
una combinación entre ambas, es
muy difícil de determinar.
[FUENTE: © THE NEW YORKER
COLLECTION 1995; DONALD REILLY
DE CARTOONBANK. COM. TODOS LOS
D E R E CHO S R E SE R VAD O S.]
■
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La universidad es también un lugar donde el género afecta el comportamiento.
Las mujeres que estudian carreras tradicionalmente femeninas (por ejemplo, Enfermería o Educación) perciben mayor discriminación social que las mujeres que estudian carreras tradicionalmente masculinas (por ejemplo, Matemáticas o Física)
(Corning, 2000). Además, las mujeres llevan a cabos sus tareas de manera menos
eficiente cuando se dan cuenta que un determinado profesor es percibido como un
sexista que discrimina sobre la base del género (Ruggiero et al., 2000).
La oficina del censo de Estados Unidos reporta que la mayoría de las estadounidenses
trabajan fuera del hogar. El primer gran flujo de mujeres al ámbito laboral se produjo
durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno estadounidense del momento intentó
preparar a los trabajadores para este nuevo y extraño fenómeno mediante un panfleto,
una simple frase que da cierta idea de lo que significaba el género para los hombres de
aquella época (Secretaría de Guerra de Estados Unidos, 1943):
Recuerda… una mujer trabajadora no es un hombre; en muchas tareas es una sustituta —como el plástico en vez del metal—, y tiene características especiales que
la conducen a nuevos usos, en ocasiones muy superiores.
Sin embargo, en el ámbito laboral género y roles de género continúan siendo de
gran importancia. Por ejemplo, los trabajos se perciben como masculinos o femeninos, y el éxito percibido depende de los atributos masculinos (vigoroso, competitivo, matemático) en trabajos masculinos, y de los atributos femeninos (bella,
cooperadora, intuitiva) en trabajos femeninos (Cejka y Eagly, 1999). Las ocupaciones
que requieren atributos masculinos para conseguir el éxito tienen mayor prestigio
y mejores sueldos. Como ejemplo de esto, tenemos que la composición del senado
de Estados Unidos en 2001 era abrumadoramente masculina (trece senadoras frente
a ochenta y siete senadores). La mayoría de estas mujeres describían sus propias
Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de la identidad
201
características en términos que sugerían amabilidad, cooperación, cortesía y civismo.
Para el resto de senadores y otros miembros del equipo, la mayoría de estas mujeres
estaban descritas en términos mucho más masculinos tales como guerreras, bruscas, agresivas, rudas, tiranas, tacañas, frías y competitivas (Cottle, 2001). Evidentemente, cabe concluir que las senadoras no se ven a sí mismas de la manera en que
lo hacen sus colegas, y no sabemos cuál de las descripciones pueda ser más exacta.
En un estudio en el que se simulaba el alquiler de un inmueble, estudiantes canadienses señalaron mayor respeto hacia los aspirantes masculinos que hacia los femeninos, además de que los hombres se vieron más favorecidos en términos de
recomendaciones con respecto al alquiler (Jackson, Esses y Burris, 2001). En el trabajo, el género influye en las expectativas y la motivación. Independientemente de
los resultados similares entre hombres y mujeres en tests de inteligencia, y del mejor
desempeño de las mujeres en la escuela, los hombres consideran su coeficiente intelectual más alto que el de las mujeres; unos y otras califican a sus padres como más
brillantes que sus madres, e igual ocurre con abuelos y abuelas (Furnham y Rawles, 1995). Consideramos con más detalles los efectos del sexismo en el Capítulo 6.
Los hombres sobrestiman cómo lo harán en una nueva tarea, en tanto que las
mujeres infravaloran sus expectativas de ejecución (Beyer y Bowden, 1997). De
manera semejante, los hombres tienen expectativas más altas de éxito en el trabajo
y presentan mayor estrés frente a la remuneración que las mujeres (Subich et al.,
1986). Y, en muchas situaciones, los hombres se desempeñan mejor que las mujeres,
pero cuando a ellas se les recuerda que puede que estén operando los estereotipos
de género, reaccionan comportándose en dirección contraria a los estereotipos (Kray,
Thompson y Galinski, 2001).
Por cualesquiera razones, los hombres han aprendido a autoevaluarse de forma
más egocéntrica que las mujeres, y este egocentrismo pareciera estar recompensado.
En este sentido, Tannen (1994) ha hecho hincapié en las diferencias de género referidas a estilos comunicacionales. Las mujeres no son tan propensas como los hombres a jactarse de sus logros. Una consecuencia de esto para las mujeres es el bajo
reconocimiento por lo que hacen aun cuando el trabajo sea excepcionalmente bueno
(Tannen, 1995). Se espera que las mujeres expresen emociones positivas en relación
con el trabajo de los demás pero no de sus propios logros (Stoppard y Gruchy, 1993).
Si bien las mujeres han sido tradicionalmente alentadas a ser modestas frente a sus
logros (Rudman, 1998), son capaces de invertir sus roles en cuanto aprenden los efectos de las diferencias entre sexos a este respecto (Cialdini et al., 1998).
Las mujeres en la academia se encuentran con numerosos obstáculos. Por ejemplo, los estudiantes evalúan diferente a sus profesores a partir del género; les agrada
un profesor que sea emprendedor, manifieste autoconfianza, sea estable y firme,
y una profesora que sea alegre y conversadora (Burns-Glover y Veith, 1995). Las
mujeres también quedan en desventaja frente a los hombres en lo que respecta a
salarios y promociones (Callaci, 1993). Una razón es que las mujeres creen merecer un salario más bajo (Janoff-Bulman y Wade, 1996). En respuesta a una tarea experimental, las mujeres (en comparación con los hombres) sugirieron para sí un pago
menor (Desmarais y Curtis, 1997). Las mujeres estiman su remuneración con base
en cuán bien hacen el trabajo, y los hombres a partir de su autoestima, no de su rendimiento (Pelham y Hetts, 2001), lo que sugiere que ellas no solicitan el ser infrarremuneradas pero ellos sí que demandan una remuneración superior. La
discriminación contra las mujeres se mantiene tras su muerte: a pesar del drástico
incremento del número de científicas e ingenieras en las últimas cuatro décadas,
en los últimos diez años sólo un 5 por ciento de los obituarios en revistas científicas han sido para mujeres, y el restante 95 por ciento para hombres (Falk, 2000).
La sexualidad en el trabajo también es un problema especial. Por ejemplo, las mujeres en ocupaciones que tradicionalmente no son para chicas (como trabajadoras
del acero), no suelen ser vistas como víctimas de acoso en relación con empleadas
en oficios tradicionalmente femeninos (como secretarias), aun cuando las evidencias
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202
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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de acoso en distintos contextos son idénticas (Burgess y Borgida, 1997). En una
encuesta nacional a médicas estadounidenses, más de una tercera parte de las doctoras reportaron experiencias de acoso sexual mientras estaban en la facultad,
durante el último período de estudios académicos y al inicio de su ejercicio en la
medicina (Coleman, 1998).
¿POR QUÉ LOS ROLES DE GÉNERO TRADICIONALES SIGUEN SIENDO TAN PODEROSOS EN
EL SIGLO XXI ? A lo largo y ancho del planeta, la creencia en las diferencias hombre-
mujer, en la que se asume que ellos son superiores a ellas, tiene una larga historia.
En la tradición judeocristiana, los hombres fueron originalmente elegidos como los
dueños de sus familias (Wolf, 1992). En el Talmud, a los judíos se les enseñó que
las categorías de la propiedad incluían ganado, mujeres y esclavos. En el Nuevo Testamento, en la carta del apóstol Pablo a los Efesios (5:22-24) se instruye de este modo
a las esposas cristianas: «Sométanse así las esposas a sus maridos, como al Señor.
El hombre es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo,
del cual es asimismo salvador. Que la esposa, pues, se someta en todo a su marido,
como la Iglesia se somete a Cristo».
Han pasado muchos siglos desde que estas palabras fueron escritas, pero aún hoy
las diferencias de género tienen un fuerte soporte cultural. Por ejemplo, en la convención de los Baptistas del Sur (agrupación Protestante con más seguidores) de los
Estados Unidos en 1998, se suscribió una declaración en la que la mujer debía
«someterse amablemente» al liderazgo de su marido, y que corría por cuenta de éste
«proveer, proteger y dirigir su familia» (Niebuhr, 1998).
En un contexto no religioso, los libros para niños tradicionalmente han presentado a hombres y mujeres de distintas edades de acuerdo con los estereotipos
de género (McArthur y Eisen, 1976). Hombres y niños desempeñan papeles activos
con iniciativa, en tanto que mujeres y niñas simplemente se dejan llevar o piden
auxilio masculino y así ser salvadas del peligro. La Figura 5.19 sugiere que esta situación ocurre igualmente en las tiras cómicas, e incluso Barrio Sésamo ha tendido
a retratar roles de género tradicionales (Helman y Bookspan, 1992).
Muchos de los cuentos de hadas fueron escritos deliberadamente para aleccionar
la moral y el comportamiento (Lurie, 1993). Un ejemplo es Caperucita Roja, quien desobedece el consejo de su madre sobre el mejor camino para ir a casa de su abuelita. El
hambriento lobo aparece como un terrible castigo destinado a menoscabar toda independencia en Caperucita. Cuando la lección tiene el suficiente tiempo para ser digerida, el leñador puede entrar precipitadamente en la escena y salvar con su gran hacha
a la niña e incluso a su abuela. En esta misma línea argumental, Blanca Nieves, Cenicienta y la Bella Durmiente se ven envueltas en serias dificultades; la única esperanza
es que, al ser suficientemente atractivas, venga un apuesto príncipe que las bese o las
salve de una pérfida madrastra, y así la pareja pueda vivir feliz para siempre.
Más recientemente, la diferenciación entre géneros se incorporó al mundo de los
juegos de computador y otros programas informáticos. La mayoría se basa en estereotipos masculinos, como los juegos y deportes de acción; para lo femenino hay
pocas excepciones, como por ejemplo el diseño de modas de Barbie (Rabasca, 2000).
La diferencia en el software para computadores puede deberse al número mucho
mayor de niños que de niñas que hacen cursos de informática, utilizan aulas de
computadores, se enrolan en campamentos relacionados con el tema y expresan
su interés en el campo de las ciencias informáticas (Cooper, Hall y Huff, 1990).
En conjunto, ha habido una larga historia de perpetuación de estereotipos de
género y de la superioridad masculina. Y posiblemente nadie se sorprenderá de las
huellas de estas ideas que continúan influyendo comportamiento y expectativas
de hombres y mujeres.
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INDICADORES DEL DEBILITAMIENTO DE LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO. Existe evidencia de un cambio gradual de los estereotipos de género en Estados Unidos y otras
Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de la identidad
203
FIGURA 5.19
Roles de género: incluso los
dibujos animados.
Entre los determinantes de
nuestras actitudes e ideas sobre
el comportamiento de género
apropiado están los cuentos de
hadas, los libros para niños, las
películas, la televisión, la
publicidad y —tal como se
muestra aquí— los dibujos
animados. Las imágenes a las
cuales estamos expuestos están
cambiando gradualmente, pero
aún persisten muchos
estereotipos de género.
[FUENTE: © BERKELEY BREATHED,
2001; REPRODUCIDO
CON AUTORIZACIÓN.]
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204
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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partes del mundo. Aunque la mayoría de las personas es muy consciente de las concepciones tradicionales sobre la diferencia entre géneros, los estudiantes universitarios de hoy en día ignoran frecuentemente estos estereotipos y restan
importancia a las direferencias de género (Swim, 1994). La asertividad resulta ilustrativa a este respecto. Hacia 1931, los chicos universitarios estadounidenses demostraban en forma consistente mayor asertividad que las universitarias, datos que en
la actualidad no señalan diferencias de género (Twenge, 2001).
Un importante agente de cambio son los cursos sobre estudios de la mujer, ya que
quienes participan en un estudio introductorio en este tema muestran una consciencia
feminista mayor (Henderson-King y Stewart, 1999). Existe algún indicador sobre cambios relevantes en influencias culturales a las que atribuir dichos cambios psicológicos.
Por ejemplo, hacia 1970, empezaron a aparecer libros para niños muy diferentes. Por ejemplo, en uno de los libros sobre los Osos Berenstain, Stan y Jan Berenstain (1974) mostraban a sus lectores que la paternidad estaba reservada a los osos
y la maternidad a las osas, pero que el resto de actividades, ocupaciones y demás
eran independientes del género: «no hay nada que no podamos intentar. Podemos
hacer todas las cosas que ves, seamos chicos o chicas».
Ahora los niños pueden leer historias en las que heroínas aguerridas e inteligentes
pueden pelear cuando se hace necesario, rescatar a hombres en peligro, y mostrar
un comportamiento tradicionalmente no femenino (Phelps, 1981). En películas y
programas de televisión, poco a poco las mujeres representan papeles activos, asertivos y en ocasiones agresivos. Las mujeres en Tomb Raider, Los Ángeles de Charlie y Hannibal muestran imágenes muy distantes de las de Blanca Nieves o June
Cleaver en Déjenselo a Beaver (Bellafante, 1997).
Incluso la publicidad está comenzando a presentar mujeres y hombres de manera no tradicional, como se ilustra en la Figura 5.20. Supondrás que estos roles y
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FIGURA 5.20
Publicidad: roles de género
no tradicionales.
Históricamente, la publicidad ha
sido el mayor reflejo de
estereotipos de género
tradicionales. En los últimos
tiempos, y tal como ocurre con
la vulcanóloga de este anuncio,
las propagandas tienden cada
vez más a presentar roles
masculinos y femeninos no
tradicionales. Éste puede ser
uno de los muchos granos de
arena que pueden contribuir a
la ruptura de roles de género
arbitrarios.
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Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de la identidad
205
modelos de mujer en cuentos infantiles, películas y publicidad pueden tener algún
efecto. De hecho, es así. Cuando se exponen modelos no tradicionales en los media,
las mujeres se expresan con mayor confianza en las propias habilidades y ambos
sexos tienen mayores expectativas con respecto a los logros de las mujeres (McArthur y Eisen, 1976; Scott y Feldman-Summers, 1979). El impacto de estas imágenes
en el comportamiento dentro de un contexto experimental es inequívoco. Resulta
razonable esperar un efecto al menos semejante en nuestro mundo cotidiano.
Cuando hombres y mujeres difieren:
¿biología, roles de género adquiridos o ambos?
Las explicaciones sobre las diferencias de atributos psicológicos
entre sexos suelen remarcar los factores biológicos basados en la evolución (Archer,
1996), los factores culturales (Mischel, 1967), o una combinación de ambos (Costa, Terracciano y McCrae, 2001; Wright, 1994). Aunque esta discusión puede llevar a argumentos tanto políticos como científicos (Eagly, 1995; Hyde y Plant, 1995),
se ha encontrado que los estudiantes universitarios aceptan la influencia de variables biológicas y sociales, si bien consideran que el aprendizaje se impone a la genética (Martin y Parker, 1995).
Haremos uso de la investigación en comportamiento interpersonal, como ejemplo de que las diferencias entre sexos parecen estar modeladas por biología y aprendizaje.
DIFERENCIAS DE SEXO EN EL COMPORTAMIENTO INTERPERSONAL. Un argumento que
se esgrime en relación con las diferencias en el comportamiento de hombres y mujeres es la diferencia en los niveles de la hormona masculina testosterona. Se ha evidenciado en forma reiterada la relación entre testosterona y comportamiento
dominante; los hombres tienen mayores niveles de testosterona que las mujeres,
luego ellos se comportan de manera más dominante que ellas. Como posible trasfondo evolucionista, se ha propuesto que los hombres cuyos cuerpos produjeron la
mayoría de la testosterona fueron los más combativos y dominantes, lo que les hizo
más capaces para someter rivales, conseguir parejas y reproducirse. Sus descendientes masculinos tienen las mismas características biológicas. Las mujeres también producen testosterona, pero elevados niveles de esta hormona no les
proporcionan ventajas para atraer un hombre y reproducirse. Como resultado de
esto, en la actualidad los hombres son más agresivos y dominantes, con mayor motivación hacia las actividades sexuales y más propensos a asumir riesgos que las mujeres (Anderson y Aymami, 1993; Baumeister, Catanese y Vohs, 2001; Berman, Gladue
y Taylor, 1993; Moskowitz, 1993; Wilson et al., 1996). No existen evidencias análogas sobre los efectos de la hormona femenina estrógeno en el comportamiento.
¿Qué otras correlaciones con el comportamiento posee el nivel de testosterona?
Los hombres con los niveles más altos de esta hormona tienden a elegir ocupaciones
relacionadas con el dominio y el control, como abogados penalistas, actores, políticos y criminales (Dabbs, 1992). Incluso las abogadas penalistas tienen mayores
niveles de testosterona que otras letradas. En deportes de competición como el
baloncesto, antes de comenzar el partido, los miembros del equipo y sus seguidores
masculinos muestran un incremento en los niveles de testosterona, los cuales
aumentan más cuando el equipo gana (Dabbs, 1993).
Las diferencias de sexo en otros comportamientos interpersonales también se
pueden explicar a partir de diferencias evolutivas. Por ejemplo, las mujeres son más
propensas que los hombres a estar conscientes de sus emociones (Barret et al.,
2000), compartir recompensas (Major y Deaux, 1982), y preocuparse por mantener antes que controlar las relaciones (Timmers, Fischer y Manstead, 1998). Resulta lógico pensar que las madres prehistóricas con mayor éxito fueron las que
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testosterona: la «hormona
sexual» masculina.
estrógeno: la «hormona
sexual» femenina.
206
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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compartieron con sus camadas y complacieron a sus hombres. Es posible también
que dicho comportamiento refleje roles de género aprendidos (Major y Adams,
1983). Es decir, las mujeres están sujetas a presiones sociales que las inducen a ser
cooperativas y generosas antes que competitivas y egoístas (Nadkarni, Lundgren
y Burlew, 1991). De manera similar, puede que las mujeres posean mejores habilidades sociales que los hombres porque tienen que tenerlas (Margalit, y Eysenck,
1990). Es cierto también que las mujeres tienden a deprimirse el doble que los hombres, y Aube y colegas (2000) proponen al respecto que las diferencias de sexos se
deben a que las mujeres se siente mucho más responsables por el cuidado de los
otros y les cuesta ser asertivas en sus relaciones. De manera más general, la depresión puede aumentar debido a que las mujeres, más que los hombres, tienden a
repetir experiencias negativas en las que poseen un escaso control (Nolen-Hoeksema, Larson y Grayson, 1999).
LAS DIFERENTES AUTOPERCEPCIONES DE HOMBRES Y MUJERES. Aunque en Estados
Unidos las chicas jóvenes tienen mejor rendimiento en la escuela, y evitan propuestas sexuales no deseadas con mayor éxito que hace una década, continúan
deprimiéndose más que los chicos (Mathis, 1998). Un factor importante en esta infelicidad es la preocupación constante en la apariencia.
A diferencia de los hombres, las mujeres tienden más a expresar preocupación
e insatisfacción con sus cuerpos y apariencia física en general (Hagborg, 1993; Heinberg y Thompson, 1992; Pliner, Chaiken y Flett, 1990). Incluso la edad es vista en
forma más negativa por las mujeres que por los hombres (Deutsch, Zalenski y Clark,
1986). El columnista Dave Barry sugiere que los hombres se ven a sí mismos como
con una apariencia promedio, y que eso está bien; en cambio, las mujeres evalúan
su apariencia como «no lo suficientemente buena». Estas diferencias hombre-mujer
se han estado incrementando a lo largo de las últimas décadas (Feingold y Mazzella,
1998). Ellos y ellas pueden adquirir una mejor visión de la propia apariencia si revisan el apartado ¡Ideas para llevar contigo y utilizar! al final del capítulo.
Para las mujeres, especialmente en la cultura Occidental, el peso es un tema de
gran interés. Una consecuencia de esta preocupación femenina es el desarrollo de
trastornos de alimentación, más frecuentes en mujeres que en hombres (Stice, Shaw
y Nemeroff, 1998; Walsh y Devlin, 1998) (Observamos con detalle estas diferencias en el próximo apartado.)
A pesar del gran corpus de investigación y teoría, nadie puede afirmar con certeza hasta qué punto las diferencias entre sexos están basadas en biología, aprendizaje o en una combinación de ambas. Entendemos que dicha incerteza
probablemente resulte frustrante para ti. Igual ocurre con nosotros. No obstante,
es posible que ciertas diferencias específicas estén basadas en la genética, y otras
tantas sean el resultado de influencias sociales, mientras que la mayoría de dichas
diferencias sean una combinación de factores biológicos y externos.
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Chicas jóvenes agobiadas por grandes preocupaciones
¿Por qué la apariencia es un asunto de importancia para las mujeres?
Una posibilidad es que desde la infancia, quienes nos rodean dan mayor énfasis a
la apariencia de las mujeres que a la de los hombres. Las chicas, a diferencia de los
chicos, son socializadas para adoptar las perspectivas de los otros (es decir, viéndose a sí mismas como objetos) en relación con la apariencia (Fredrickson y Roberts,
1997; Fredrickson et al., 1998). Chicas de instituto refieren mayor número de experiencias infantiles en las cuales pares y compañeros les tomaron el pelo por su
aspecto y especialmente por su peso (Cash, 1995). Incluso los padres pueden discriminar a sus hijas con sobrepeso (que no a sus hijos) al punto de estar menos dispuestos a financiar su educación superior (Crandall, 1995). Se presume que una
chica con sobrepeso puede no conseguir marido u obtener un empleo, razones por
Género: masculinidad y femineidad como aspectos cruciales de la identidad
207
las cuales invertir en educación puede representar una pérdida de tiempo y dinero.
Aún peor que esta discriminación es la tendencia en las mujeres a sentirse culpables por su apariencia (Crocker, Cornwell y Major, 1993).
Parte de esta evidente preocupación pareciera alimentarse del énfasis en las mujeres delgadas en películas, televisión, publicidad y pasarelas (Lavine, Sweeney y Wagner, 1999). Entre 1920 y 1999, las ganadoras del certamen de belleza Miss América
han sido cada vez más delgadas (Missing America, 2000). En relación con la televisión, existen evidencias más directas. En las islas Fiji, antes de la llegada de la TV,
tan sólo el tres por ciento de las adolescentes presentaban trastornos de alimentación; tres años después de la introducción de este medio, la proporción había
aumentado hasta un 15 por ciento (Numbers, 1999). En el Capítulo 7 describimos
una investigación que indica una autoevaluación más negativa en mujeres expuestas a imágenes de modelos atractivas y ultra delgadas (Cattarin et al., 2000).
Otros hallazgos recientes sugieren que la preocupación por la apariencia es característica de las interacciones hombre-mujer. Una de cada tres chicas en el instituto
se muestran preocupadas por su imagen corporal si están involucradas en una relación íntima con una pareja de sexo masculino (Wiederman, 2000). Además, mientras las mujeres heterosexuales están muy preocupadas acerca de cómo lucen, ello
no ocurre con las lesbianas (Strong et al., 2000).
La base cultural de esta diferencia intensa entre hombres y mujeres encuentra
soporte en el hecho de que dichos problemas son mucho más comunes en sociedades occidentales industrializadas que en países en vías de desarrollo. En adolescentes y adultos jóvenes de escuelas londinenses, el deseo por controlar y perder
peso es más frecuente en blancos que en asiáticos (Wardle et al., 1993). En Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, mujeres descendientes de asiáticos y africanos desarrollan trastornos alimentarios con menor frecuencia que las caucásicas
(O’Neill, 2000). Una posible razón es que los asiáticos y africanos están menos preocupados por el peso de sus parejas románticas que los hombres de Estados Unidos y Europa. Incluso, las mujeres caucásicas descalifican el sobrepeso
femenino con mucha mayor frecuencia que las afroamericanas (Hebl y Heatherton, 1998).
Muchas veces pareciera ser cierto el viejo adagio «Nunca se es demasiado rica
o demasiado delgada». Sin embargo, recibí (DB) un correo electrónico de una chica
de diecinueve años, estudiante de psicología en la Universidad de Groningen (Países Bajos), en el que ella no está de acuerdo con que el problema sólo se refiera a las
personas con sobrepeso, y dice:
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Yo misma estoy 15 kgs. (unas 33 lbs.) POR DEBAJO de mi peso… Cuando
llegué al bachillerato todos a mi alrededor me decían cuán DELGADA estaba, preguntándome si tenía anorexia o comparándome con gente famélica, etc. Cuando las personas comienzan a decirte cuán lejos estás de la
norma, ello puede inducirte depresión, trastornos en la alimentación o lo que
sea… En cantidad de ocasiones sigo sintiéndome avergonzada por cuán delgados son mis brazos y piernas. Así que mi primera conclusión es: las modelos ultra delgadas (a quienes podría parecerme) NO constituyen ideal de
belleza alguno… Estoy tan harta de que la sociedad no preste atención a los
sentimientos de las personas que están por debajo de su peso… Sin embargo,
cuando me siento un tanto insegura, mi chico me dice que para él soy la más
bella del mundo y eso AYUDA…
Muime Paap
Ella ha dado en el clavo. Es cierto que estar por debajo del peso puede ser tan difícil como tener sobrepeso, además de ser igualmente poco saludable. Es probable que
una verdad generalizada a este respecto sea que la apariencia es fuente de preocupaciones mucho mayor en las mujeres que en los hombres.
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CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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P U N TO S C L AV E
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El sexo se refiere a las diferencias anatómicas y fisiológicas que están genéticamente determinadas en el momento de la concepción. El género alude a todo lo demás asociado
con el sexo de una persona.
Los niños comienzan a entender la identidad de género (la conciencia de ser chico o chica)
hacia los dos años. Entre los cuatro y los siete, se empieza a asimilar que el género es
un atributo básico para cada persona.
A medida que se avanza en la infancia, los niños aprenden los estereotipos asociados
con ser hombre o mujer en su cultura, y se insiste en los comportamientos de género
apropiados en cada caso.
La descripción de Bem sobre masculinidad y femineidad como dimensiones separadas
conduce al concepto de rol sexual (o rol de género) como masculino, femenino, ambos
(andrógino/a) o ninguno (indiferenciado/a).
Gran parte de la investigación acerca de la identificación del rol de género refiere ventajas de los individuos andróginos con respecto a los tipificados en función del sexo.Tanto
para hombres como para mujeres, una identificación rol-género extrema puede traer
consigo problemas de adaptación.
Los roles de género afectan el comportamiento de hombres y mujeres en la escuela,
el hogar y el trabajo.
Los roles de género tradicionales han recibido un amplio respaldo en la cultura de familia, compañeros y medios de comunicación. Sin embargo, existen evidencias de un alejamiento de los roles tradicionales en cuentos infantiles, películas, programas de televisión
y publicidad. Como resultado de esto, es posible que los jóvenes estén menos atados
a estereotipos tradicionales.
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Por regla general, hombres y mujeres muestran comportamiento y actitudes diferentes, como ocurre con la preocupación de las mujeres por la apariencia, a diferencia de
los hombres. En cada caso, la explicación puede ser de tipo biológico, cultural o una mezcla de ambas.
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C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
Autoesquemas
Esquemas y procesamiento de la información (Capítulo 3); actitudes como
esquemas (Capítulo 4); y estereotipos como esquemas (Capítulo 6)
Autoestima
Efectos de la autoestima en la persuasión (Capítulo 4); la autoestima tras recibir
ayuda (Capítulo 10)
Autovigilancia
Efestos de la autovigilancia en la persuasión (Capítulo 4)
Estereotipos de género
Prejuicio y estereotipos (Capítulo 6)
Preocupación por la apariencia
El rol del atractivo, el peso y otros aspectos de la apariencia en la atracción
interpersonal (Capítulo 7)
Interacciones hombre-mujer
Diferencias de género en relaciones románticas y maritales (Capítulo 8)
Conexiones
209
PIENSA EN POSIBLES
1. Trata de pensar en una persona famosa o muy conocida que tenga un
nombre o apellido igual a los tuyos.
Ahora trata de pensar en un famoso
o famosa con nombre o apellido igual
al de tu profesor o profesora de psicología social. ¿Qué ha resultado más
fácil? ¿Pensaste en más nombres similares al tuyo o al de tus profesores? Si
hubo diferencias, ¿a qué se debieron?
¿Qué procesos cognitivos de los descritos en el Capítulo 3 han estado presentes en la búsqueda de nombres?
2. Recuerda situaciones en las que tus
sentimientos de autoestima tuvieran
un efecto en tu comportamiento, o situaciones en las cuales tu autoestima
haya sido afectada por lo que ocurría
en dichas situaciones. Podrías considerar incidentes en los que: alguien tra-
CONEXIONES
tara de influir en tu comportamiento
o viceversa (Capítulo 4); te encontraras por primera vez con alguien (Capítulo 7); topases con alguna persona
con quien hubieses acabado una relación (Capítulo 8); o buscases ayuda
(Capítulo 10).
3. ¿Qué estereotipos de hombres y mujeres consideras más comunes? En lo
personal, ¿tú o tus amigos y amigas
mantenéis algunos de estos estereotipos? ¿Dichos estereotipos pueden
conducir al prejuicio o la discriminación (Capítulo 6)? ¿Piensas que los estereotipos producen algún efecto en
la atracción interpersonal (Capítulo 7)
o las relaciones románticas (Capítulo
8)? ¿Dónde crees que se originan dichos estereotipos? ¿Puedes pensar en
situaciones en las que tu comporta-
miento interpersonal estuviese afectado por lo que considerabas como
características masculinas o femeninas
típicas?
4. ¿Sientes satisfacción en relación con tu
apariencia? ¿Por qué? ¿Crees que tu
aspecto tiene algún efecto en cuán
agradable resultes a los demás (Capítulo 7) o en las posibilidades de
establecer una relación duradera (Capítulo 8)? ¿Te has planteado cambiar
de aspecto? Si la respuesta es positiva,
¿cuáles crees que serán las diferencias
en tu vida debidas a este cambio?
¿Qué conexiones existen entre tu
apariencia y tu autoconcepto, autoestima, autofocalización y sentimientos
de autoeficacia? Intenta explicar estas
conexiones utilizando conceptos de
este libro.
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IDEAS
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
MEJORAR LAS AUTOPERCEPCIONES NEGATIVAS DE LAS MUJERES
trata de recordar que la apariencia no te da
información alguna de este individuo.
U
na diferencia constante y persistente entre hombres y mujeres —especialmente en las
culturas occidentales— se refiere a la manera en que ellas perciben y evalúan su
apariencia. Al inicio de la adolescencia, las
mujeres están mucho más preocupadas
que los hombres en relación con su imagen
corporal. ¿Qué podría hacerse para disminuir esta preocupación?
Sé realista acerca del significado
de la apariencia
«Ser realista» es obviamente más fácil de
decir que de hacer. Sin embargo, tal como
descubrirás en el Capítulo 7, resulta ser
cierto el refrán «las apariencias engañan».
Las personas más atractivas del mundo no
se diferencian del resto de nosotros por su
inteligencia, creatividad, carácter, amabilidad,
o cualquier otra cosa que sea de impor-
Eleanor Roosevelt
tancia (salvo por el hecho de gustar gracias
a su apariencia). Piensa en el ser humano
más grosero, deshonesto y detestable que
conozcas. ¿Te parece que esta persona sería
más aceptable si él o ella, repentinamente,
adquiriesen una cara o un cuerpo arrebatadoramente atractivos? Además, si te topas
por primera vez con una persona atractiva,
(continúa)
210
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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IDEAS
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R ! ( C O N T I N UAC I Ó N )
Pregúntate cuán importante es tu
peso para los demás
Con frecuencia, las mujeres en Estados
Unidos y otras naciones de Occidente
están obsesionadas con su peso. Muchos
hombres ni por asomo están tan conscientes acerca de su peso o el del sexo
opuesto. La mayoría de las personas ni tan
siquiera notan si ganas o pierdes algo de
peso.Y en realidad, muy pocas personas de
uno u otro sexo están preocupadas acerca
de cuántos kilos pesas.
Ten por seguro que los hombres
no son conscientes de cada
detalle de la apariencia
femenina
El humorista Dave Barry (1997) lo
expresó muy bien: «los hombres ni
siquiera notan el 97 por ciento de los
esfuerzos que hagas por mantenerte bella.
Por ejemplo, las uñas. Las mujeres gastan en
promedio unas 5.000 horas al año en estar
preocupadas por sus uñas; en los más de
40 años que llevo oyendo a los hombres
hablar de las mujeres, nunca jamás he escuchado ‘¡Ella tiene unas uñas preciosas!’.
Muchos hombres no notarían el que una
mujer tuviese cuatro manos». Sobre el
hecho de que para algunos hombres la
apariencia es la característica más signifi-
cativa a tomar en cuenta de las mujeres,
puede resultar de utilidad la lectura del
Capítulo 7, y en especial su introducción.
Elige un grupo adecuado de
comparación social
Cuando ves en las revistas que página
tras página se muestran modelos y
estrellas de cine ultradelgadas, es fácil que
pienses que debes ser inadecuada por el
hecho de no ajustarte a estos estándares.
Pues no es así. Por la razón que sea, a la
mayoría de los hombres no les deprime
saberse no tan altos como el promedio
de jugadores estrella de la NBA, no correr
tan rápido como cualquier delantero de la
liga de fútbol, o ser tan monos como Brad
Pitt o Matt Damon. Por definición, la
mayoría de nosotros se encuentra por
debajo de los diez «top», quienes con-
forman el uno por ciento del total de la
población con estas características. Antes
que compararte con modelos, estrellas de
cine o figuras del deporte, mira a tu alrededor y haz comparaciones más realistas.
De otro modo, desperdiciarás muchas
horas de infelicidad dándole vueltas al
hecho de no ser capaz de alcanzar una
meta imposible. El patito feo fue más feliz
cuando se comparó con otros cisnes que
cuando lo hizo con patos. Hace pocos
meses empleé varias horas en las salas de
espera de los juzgados de familia de
Albany y de la Oficina de la Seguridad
social de Estados Unidos, rodeado por
muestras al azar de la población. Pude ser
mucho más positivo acerca de mi apariencia al utilizar como grupo de comparación a estos ciudadanos, en vez de las
superestrellas. Si eres negativo en relación
con tu apariencia, te recomiendo que busques otro grupo para ti.
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S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
El self: los componentes de
nuestra identidad única
La propia identidad, o autoconcepto, consiste en creencias sobre sí y autopercepciones organizadas como esquema
cognitivo.
Debido al efecto de autorreferencia, procesamos de manera más eficiente información sobre nosotros mismos antes
que otros tipos de información.
Además del self personal, existe un self
social que incluye relaciones interpersonales y una identidad colectiva
basada en factores como raza, religión
y etnia.
Los autoconceptos cambian en función
de la edad, pero también en respuesta a
nuevas informaciones, cambios en el
entorno o en nuestra posición laboral, y
las interacciones con los demás.
Más allá de nuestro autoconcepto real,
existen muchos selves diferentes y usualmente mejores sobre cómo podemos
imaginarnos en el futuro: nuestros selves
posibles.
La autoestima se basa en la autoevaluación (las actitudes hacia nosotros mismos
en general y en ámbitos específicos). Una
parte se fundamenta en procesos de
comparación social.
Sumario y revisión
211
Hay muchos factores positivos (y algunos
negativos) asociados a la alta autoestima;
se han encontrado evidencias consistentes acerca de las consecuencias negativas
relacionadas con una autoestima variable.
La autofocalización se refiere a la medida
en que un individuo dirige su atención
hacia sí mismo o hacia algún aspecto del
mundo exterior.
La forma en que almacenamos información positiva y negativa en nuestra
memoria constituye un importante
aspecto en la regulación del humor y en
la habilidad para hacer frente a eventos
que producen estrés.
La autovigilancia alude a la tendencia a
regular nuestro comportamiento a
partir de factores externos (alta autovigilancia) o con base en nuestras creencias y valores internos (baja
autovigilancia).
La autoeficacia considera la creencia de
un individuo sobre su capacidad para llevar a cabo una tarea, alcanzar una meta o
superar un obstáculo.
acción política, y evitar comportamientos
transgresores.
Género: masculinidad y
femineidad como aspectos
cruciales de la identidad
El sexo se refiere a las diferencias anatómicas y fisiológicas que están genéticamente determinadas en el momento de
la concepción. El género alude a todo lo
demás asociado con el sexo de una persona.
Los niños comienzan a entender la identidad de género (la conciencia de ser chico
o chica) hacia los dos años. Entre los cuatro y los siete, se empieza a asimilar que
el género es un atributo básico para cada
persona.
A medida que se avanza en la infancia, los
niños aprenden los estereotipos asociados con ser hombre o mujer en su cultura, y se insiste en los comportamientos
de género apropiados en cada caso.
La descripción de Bem sobre masculinidad y femineidad como dimensiones
separadas conduce al concepto de rol
sexual (o rol de género) como masculino,
femenino, ambos (andrógino/a) o ninguno (indiferenciado/a).
Gran parte de la investigación acerca de
la identificación del rol de género refiere
ventajas de los individuos andróginos con
respecto a los tipificados en función del
sexo. Tanto para hombres como para
mujeres, una identificación rol-género
extrema puede traer consigo problemas
de adaptación.
Los roles de género afectan el comportamiento de hombres y mujeres en la
escuela, el hogar y el trabajo.
Los roles de género tradicionales han
recibido un amplio respaldo en la cultura
de familia, compañeros y medios de
comunicación. Sin embargo, existen evidencias de un alejamiento de los roles
tradicionales en cuentos infantiles, películas, programas de televisión y publicidad. Como resultado de esto, es posible
que los jóvenes estén menos atados a
estereotipos tradicionales.
Por regla general, hombres y mujeres
muestran comportamiento y actitudes
diferentes, como ocurre con la preocupación de las mujeres por la apariencia,
a diferencia de los hombres. En cada
caso, la explicación puede ser de tipo
biológico, cultural o una mezcla de
ambas.
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Una autoeficacia alta es crucial para la ejecución exitosa de tareas tan diversas
como trabajo escolar, ejercicio físico, salud,
b
PA L A B R A S C L AV E
Androginia (p. 198)
Autorreferencia, efecto de (p. 170)
Identidad social (p. 167)
Autoconcepto (p. 169)
Autovigilancia (p. 186)
Identificación de rol-género (p. 198)
Autoconciencia objetiva (p. 169)
Comparación social al alza (p. 179)
Autoconciencia simbólica (p. 169)
Comparación social a la baja (p. 179)
Inventario de los roles sexuales de Bem
(BSRI) (p. 198)
Autoconciencia subjetiva (p. 169)
Estrógeno (p. 206)
Autoeficacia (p. 187)
Género (p. 191)
Autoesquema sexual (p. 171)
Género, consistencia de (p. 193)
Autoestima (p. 177)
Hiperfemineidad (p. 200)
Autoestima paradójica (p. 181)
Hipermasculinidad (p. 199)
Autofocalización (p. 182)
Identidad de género (p. 192)
212
Self social (p. 172)
Selves posibles (p. 175)
Sexo (p. 191)
Testosterona (p. 206)
Tipificación del sexo (p. 193)
CAPÍTULO 5 / ASPECTOS DE LA IDENTIDAD SOCIAL
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b
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Baumeister, R. F. (Ed.). (1999). The self in
social psychology. Philadelphia: Psychology
Press.
Una colección actualizada de artículos
claves sobre el self por eminentes investigadores. Entre los temas que abarca este
volumen se encuentran autoconocimiento, autoconcepto, autoestima, autorregulación,
procesamiento
de
información, y self y cultura.
Dweck, C. S. (1999). Self-theories:Their role
in motivation, personality, and development.
Philadelphia: Psychology Press.
La profesora Dweck, destacada estudiosa
del self, ha realizado una excelente descripción de la relación entre teorías e
investigación empírica. Muestra con claridad la manera en que la curiosidad subyace al desarrollo de ideas que pueden
ser examinadas empíricamente. Los
resultados de investigación, a su vez, con-
ducen a más teorías y experimentos.
Como resultado de la interacción entre
ambas fuerzas, la información acumulada
conduce a una comprensión más amplia
del fenómeno del self.
Eckes,T. y Trautner, H. M. (Eds.) (2000). The
developmental social psychology of gender.
Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Dos psicólogos alemanes realizaron una
selección de artículos sobre teoría e
investigación empírica de expertos en el
área. El contenido incluye el desarrollo de
aspectos del género bajo la influencia de
socialización, comportamiento interpersonal, grupos y cultura.
Handler, S. (2000). The body burden: Living in
the shadow of Barbie. Washington, DC:
APA press.
Este libro fue escrito por la nieta de la
mujer que creó la muñeca Barbie.
Constituye un testimonio sobre su
lucha personal contra los problemas de
imagen corporal. Está dirigido a las mujeres que han librado batallas relacionadas
con aspectos del cuerpo y la alimentación. El propósito de la autora es ayudar
a quienes están en conflicto con el deseo
por la perfección física.
Worell, J. (Ed.). (2001). Encyclopedia of
women and gender. Orlando, FL:Academic
Press.
Una amplia colección en dos volúmenes
de artículos escritos por importantes
investigadores orientados hacia la investigación sobre mujer y género. Entre los
diversos temas incluidos se discute
acerca de individualismo y colectivismo,
estereotipos en los medios, relación con
los padres, prejuicio, autoestima, diferencias entre sexos, sexualidad, identidad
social y entornos laborales.
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Para más información
213
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214
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6
PREJUICIO:
C AUSAS, EFECTOS
Y FORMAS DE
CONTRA RRE S TA RL O
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
Prejuicio y discriminación:
naturaleza y orígenes
Prejuicio: el rostro de la intolerancia
Prejuicio: por qué persiste
Discriminación: prejuicio en acción
Contacto intergrupal directo: los
beneficios potenciales de
conocerse
Recategorización: desplazar la
frontera entre «Nosotros» y
«Ellos»
Intervenciones cognitivas: ¿Podemos
decir simplemente «No» a los
estereotipos?
La influencia social en la reducción
del prejuicio
Hacer frente al prejuicio: cómo
reaccionan las víctimas
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Orígenes del prejuicio:
diferentes perspectivas
Conflicto intergrupal directo: la
competición como fuente del
prejuicio
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE
PROGRESO. Épocas de dificultades
económicas y violencia hacia
grupos minoritarios: Desde los
linchamientos en el Sur hasta los
crímenes por odio en Nueva York
Experiencias tempranas: el papel del
aprendizaje social
Categorización social: el efecto
nosotros-ellos y el error final de
atribución
Fuentes cognitivas del prejuicio:
estereotipos explícitos e implícitos
Otros mecanismos cognitivos en el
prejuicio: correlaciones ilusorias y
homogeneidad del exogrupo
La lucha contra los estereotipos
hacia las personas obesas
Por qué el prejuicio No es
inevitable: técnicas para
contrarrestar sus efectos
Romper en círculo del prejuicio:
aprender a no odiar
Prejuicios basados en el
género: naturaleza y efectos
Los sexismos hostil y benevolente:
las dos caras del prejuicio basado
en el género
Las bases cognitivas del sexismo:
estereotipos de género y respeto
diferencial
Discriminación contra la mujer: sutil
y con frecuencia mortal
CONEXIONES: Para integrar la
psicología social
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
técnicas para reducir el prejuicio
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
Y
o (RAB) soy un hombre
de raza blanca; en la
sociedad estadounidense,
esto equivale a no ser visto como la típica víctima potencial de prejuicios. Sin
embargo, en más de una oportunidad a lo
largo de mi vida no ha sido así. Ciertamente, el prejuicio ha sido mucho más sutil que las manifestaciones explícitas del
pasado hacia miembros de grupos minoritarios; pero en cualquier caso, los efectos de
este prejuicio han sido reales e importantes. Por ejemplo, mi primer trabajo como
profesor fue en una universidad del sur profundo de Estados Unidos en 1968. En aquella época, pocas personas del Norte vivían
en esa parte del Sur, con lo cual mi acento
norteño era una especie de dedo índice
que me señalaba. Peor aún: había crecido en
Nueva York, y muy pronto me quedó claro
que varias personas en mi nuevo domicilio
mantenían estereotipos negativos hacia los
neoyorkinos. Fueron muy corteses conmigo
—la cortesía constituye un valor importante en la cultura sureña—, lo que no me
impidió captar cierta inquietud en relación
con la manera en que actuaba o debería
actuar frente a ellos. Cuando recibí las evaluaciones de los estudiantes al final del
semestre, varios escribieron comentarios
(anónimos, por supuesto) sobre el desagrado que les producía tener un profesor
del Norte, convencidos como estaban que
tras mi apariencia amable, los descalificaba
y consideraba inferiores a mí. ¡Cuán
hiriente me resultó esto! Al visitar tiendas,
restaurantes y muchos otros lugares en la
ciudad, notaba con frecuencia que las per-
sonas dudaban en ponerse a conversar
conmigo. En conjunto no fue una experiencia agradable, y en especial porque me
autopercibo como una persona amigable
que mantiene muy fuertes convicciones en
contra de cualquier tipo de prejuicio. Es
posible que lo más interesante de todo esto
sea mi manera de reaccionar ante tal situación. Debido a que en aquel tiempo había
pocos yanquis en los alrededores, asumí
que tenía que ser lo más agradable posible,
e ignorar las formas sutiles de prejuicio (que
aparecían cada día). Icluso empecé a adoptar varias expresiones locales (por ejemplo,
«Hey» en lugar de «Hi»). En otras palabras,
intenté ajustarme y minimizar mi identidad
como norteño y neoyorkino. Creo que funcionó, porque llegué a encontrarme bien y
a vivir años muy felices allá.
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6
216
¿P
or qué he comenzado por este incidente? Fundamentalmente, para llamar tu atención sobre un aspecto en particular: En alguna oportunidad, prácticamente todos
llegamos a encontrarnos cara a cara con el prejuicio. Puede que ello no ocurra de
modo tan perverso como aquél que condujo a las atrocidades de los campos de exterminio nazi, la limpieza étnica en Europa o África, o los trágicos ataques de los fundamentalistas al World Trade Center y al Pentágono durante el 11 de septiembre
de 2001 (véase Figura 6.1); y puede que el prejuicio se dirija hacia nuestra edad, procedencia geográfica, ocupación o simplemente sobrepeso (por ejemplo, Brown, 1998),
antes que a nuestra raza, género o procedencia étnica. Sin embargo, con independencia de su forma o dirección, el prejuicio es real y perjudicial, aun cuando se manifieste de manera sutil (por ejemplo, Shelton, 2000).
Los psicólogos sociales han reconocido desde siempre la importancia del prejuicio
en el comportamiento social y en las sociedades humanas. En consecuencia, han
estudiado este tema desde hace varias décadas, y han aprendido mucho sobre sus
orígenes, naturaleza y efectos. Para brindarte una visión general de los principales
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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FIGURA 6.1
El rostro perverso
del prejuicio.
En alguna oportunidad, todos y
cada uno de nosotros llegamos
a encontrarnos cara a cara con
el prejuicio. Sólo nos resta
esperar que nuestras
experiencias con el prejuicio
no sean tan devastadoras
como la que mostramos aquí.
■
hallazgos sobre el prejuicio, procederemos como sigue. En primer lugar, examinaremos la naturaleza de prejuicio y discriminación, dos palabras frecuentemente
empleadas como sinónimos pero que no lo son en absoluto, ya que se refieren a conceptos muy diferentes. En segundo lugar, consideraremos las causas del prejuicio
y la discriminación: por qué ocurren y qué los hace tan intensos y persistentes. En
tercer lugar, exploraremos varias estrategias para reducir el prejuicio y la discriminación. Como parte de esta exposición, consideraremos cómo las víctimas del
prejuicio hacen frente a éste. Pude hacer frente al «prejuicio anti-yanqui» en el Sur
tratando de ignorarlo y adaptarme al contexto; pero como veremos, las víctimas del
prejuicio responden ante él de diversas formas, unas más adaptativas que otras.
Finalmente, nos centraremos en el sexismo, prejuicio basado en el género que afecta
la vida de prácticamente la mitad de todos los seres humanos.
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Prejuicio y discriminación:
naturaleza y orígenes
QE
n el habla cotidiana, solemos usar indistintamente los términos
prejuicio y discriminación. Sin embargo, los psicólogos sociales
han establecido una clara distinción entre ambos fenómenos.
Prejuicio: el rostro de la intolerancia
Comenzaremos con una definición más precisa: el prejuicio es una
actitud (usualmente negativa) hacia los miembros de algún grupo, que se basa
exclusivamente en la pertenencia a dicho grupo. En otras palabras, una persona con
prejuicios hacia un determinado grupo social evaluará a sus miembros de manera
particular (normalmente negativa), simplemente en razón de la pertenencia a este
grupo. Rasgos o comportamientos individuales desempeñan un papel nimio; los
miembros de dicho grupo social desagradan (o agradan, en muy pocas ocasiones) por
pertenecer a un grupo específico. Por su parte, la discriminación se refiere a acciones negativas hacia grupos que son víctimas del prejuicio. Más adelante nos detendremos en la discriminación; ahora nos centraremos en la naturaleza del prejuicio.
Prejuicio y discriminación: naturaleza y orígenes
prejuicio: actitudes negativas
hacia miembros de grupos
sociales específicos.
217
Definir el prejuicio como un tipo especial de actitud trae consigo dos importantes implicaciones. En primer lugar, y tal como vimos en los Capítulos 3 y 4, las
actitudes funcionan frecuentemente como esquemas, esto es, marcos cognitivos
para organizar, interpretar y recuperar información (por ejemplo, Wyer y Srull,
1994). En consecuencia, los individuos con prejuicios hacia grupos específicos tienden a procesar la información sobre estos grupos de manera diferente a la manera
en que procesan la información de otros grupos. Por ejemplo, la información relativa al prejuicio recibe mayor atención o es procesada de forma más cuidadosa que
la información que no se refiere a aquél (por ejemplo, Blascovich et al., 1997). Lo
mismo ocurre con información consistente con la perspectiva prejuiciosa de los
individuos, que al recibir una atención mayor es recordada con mayor detalle que
la información no consistente con ella (por ejemplo, Fiske y Neuberg, 1990; Judd,
Ryan y Parke, 1991). Como resultado de estos efectos, el prejuicio se convierte en
una especie de circuito cognitivo cerrado que tiende a aumentar su fuerza con el
paso del tiempo.
En segundo lugar, en tanto actitud, el prejuicio incluye sentimientos o emociones negativas que se activan en las personas prejuiciadas cuando éstas se ven
expuestas a, o simplemente piensan en, miembros de los grupos que les desagradan (Bodenhausen, Kramer y Susser, 1994b; Vanman et al., 1997). Además, y tal
como veremos, el prejuicio también puede ser implícito: puede desencadenarse de
forma prácticamente automática, ante la exposición a miembros de grupos hacia
los que se dirige, e influir en el comportamiento aun cuando las personas con dicho
prejuicio no sean conscientes de éste, e incluso nieguen su existencia (por ejemplo, Fazio et al., 1995; Fazio y Hilden, 2001). Como el resto de actitudes, el prejuicio
incluye creencias y expectativas relacionadas con los miembros de algunos grupos; por ejemplo, pensar que todos los miembros de estos grupos muestran ciertos rasgos comunes, creencias conocidas como estereotipos que luego veremos (por
ejemplo, Jussim, 1991). Finalmente, el prejuicio puede incluir la tendencia a actuar
en forma negativa con quienes son objeto del mismo, comportamientos que examinamos en la próxima sección. Cuando estas tendencias constituyen comportamientos manifiestos, devienen en diversas formas de discriminación. Antes de
discutir las diferentes maneras en que el prejuicio se expresa como comportamiento
manifiesto, nos referiremos a dos cuestiones relacionadas con este tema: ¿Por qué
las personas mantienen ciertos prejuicios en particular? ¿Qué beneficios se obtienen de esto?
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Prejuicio: por qué persiste
esquemas: marcos cognitivos
desarrollados a través de la
experiencia que afectan el
procesamiento de nueva
información social.
218
Como mencionamos en los capítulos 3 y 4, los seres humanos son
«tacaños cognitivos», dado que realizan el menor esfuerzo cognitivo posible en la
mayoría de las situaciones. Entonces, ¿por qué tantas personas generan y sostienen
prejuicios? Los resultados de investigación apuntan a dos conclusiones.
En primer lugar, los individuos tienen prejuicios debido a que éstos permiten
reforzar su autoimagen (por ejemplo, Steele, Spencer y Lynch, 1993). Cuando el individuo prejuiciado carga contra un grupo hacia el que tiene una visión negativa, esta
situación le permite afirmar su autoconfianza y sentirse superior en varios aspectos. En otras palabras, para ciertas personas el prejuicio puede jugar un importante
papel en la protección o enaltecimiento de su autoconcepto (véase Figura 6.2; Higgins, 1996; Fein y Spencer, 1997).
En segundo lugar, mantener prejuicios nos ahorra un considerable esfuerzo cognitivo. Y más específicamente, los estereotipos parecieran cumplir esta función. Una
vez que se forman los estereotipos, no hace falta detenerse en un procesamiento de
la información cuidadoso y sistemático; después de todo, al «saber» cómo son los
miembros de un grupo, podemos confiar en el tipo de procesamiento heurístico de
creencias preconcebidas. Diversos estudios confirman este supuesto (por ejemplo,
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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Amenaza a la
autoestima
Desprecio a grupos
víctimas del prejuicio
Recuperación
de la autoestima
FIGURA 6.2
Una razón por la cual el prejuicio persiste.
Resultados de investigaciones indican que cuando es amenazada su
autoestima, los individuos prejuiciados desprecian a los grupos que les
desagradan. Esto contribuye a recuperar o restaurar su autoestima.
■
Bodenhausen, 1993; Macrae, Milne y Bodenhausen, 1994), lo que permite afirmar
que nuestra acusada tendencia a la economía de esfuerzo mental parece ser otra
razón por la cual los prejuicios se forman y mantienen.
P U N TO S C L AV E
■
⡤
El prejuicio es una actitud (usualmente negativa) hacia miembros de algún grupo social,
basada exclusivamente en la pertenencia a dicho grupo. Puede activarse de manera prácticamente automática, y puede ser de naturaleza tanto implícita como explícita.
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■
■
Como el resto de actitudes, el prejuicio influye en nuestro procesamiento de la información social, y en nuestras creencias y sentimientos con respecto a personas que pertenecen a varios grupos.
El prejuicio persiste dado que puede enaltecer nuestra autoestima, y debido a que los
estereotipos permiten una economía de esfuerzo mental.
Discriminación: prejuicio en acción
Las actitudes —tal como mencionamos en el Capítulo 4—, no siempre se reflejan abiertamente en el comportamiento, y el prejuicio no es la excepción
a esta regla. En muchos casos, quienes mantienen actitudes negativas hacia miembros de algunos grupos no manifiestan su prejuicio de forma directa. Leyes, presión
social y miedo a represalias sirven para disuadir a las personas a que lleven sus visiones prejuiciadas a la práctica de manera explícita. Por esta razón, últimamente en
Estados Unidos y en muchos otros países se han reducido las formas más evidentes de discriminación, que consiste en acciones negativas hacia blancos de prejuicios raciales, étnicos o religiosos (por ejemplo, Swim et al., 1995). Así, han
desaparecido acciones hacia miembros de algunos grupos (comunes hasta hace un
tiempo) tales como la restricción a sentarse en lugares específicos en autobuses o
cines, o los impedimentos a mezclarse con los demás en restaurantes, escuelas o
vecindarios. Sin embargo, esto no implica que las expresiones extremas del prejuicio
se hayan extinguido en su totalidad. Por el contrario, y tal como se muestra en la
Figura 6.3, es preocupante el aumento de los crímenes por odio, crímenes basados
Prejuicio y discriminación: naturaleza y orígenes
discriminación:
comportamientos negativos
dirigidos hacia miembros de
grupos sociales que son objeto
del prejuicio.
219
FIGURA 6.3
Crímenes por odio:
pruebas de la pervivencia
de formas explícitas
de discriminación.
Cada año, sólo en Estados
Unidos se perpetran miles de
crímenes por odio, crímenes
basados fundamentalmente en
prejuicios étnicos o raciales.
Estos crímenes indican que,
ciertamente, las formas
extremas de prejuicio y las
acciones explícitas a las que
conducen no han desaparecido
del todo.
■
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en prejuicios de tipo racial o étnico, entre otros. Por ejemplo, hace pocos años, unos
hombres de raza blanca con elevados niveles de prejuicio llevaron hasta detrás de
un camión al afroamericano James Byrd, quien murió a consecuencia de las heridas
recibidas en el ataque. En forma semejante, el estudiante universitario Matthew Shepard fue asesinado simplemente a causa de su orientación sexual (era homosexual).
Quizás el ejemplo reciente más dramático de un crimen por odio racial, religioso o
étnico lo constituyen los trágicos ataques terroristas al World Trade Center y al Pentágono el 11 de septiembre de 2001. Quienes cometieron estos crímenes estaban llenos de odio hacia Estados Unidos y sus ciudadanos, y sacrificaron alegremente sus
vidas para matar a miles de víctimas inocentes, persoas que no conocían y de quienes no habían recibido directamente daño personal alguno. Acciones de este tenor
señalan que aún hoy pueden sucederse manifestaciones extremas del prejuicio;
incluso estas acciones monstruosas pueden producir efectos devastadores en un gran
número de personas (heridas o asesinadas), debido al poder de las armas modernas
y a la naturaleza interdependiente e intrincada de las sociedades actuales. Pero, gracias a la bondad, dichos eventos son relativamente raros, y en general, el prejuicio
se expresa a través de formas de comportamiento mucho más sutiles. ¿Cuáles son
estas formas disimuladas y sutiles de discriminación? Investigaciones realizadas por
psicólogos sociales apuntan a interesantes conclusiones.
RACISMO MODERNO: MÁS SUTIL, IGUAL DE CONTUNDENTE. En una época, muchas
personas no sentían reparo alguno para expresar abiertamente creencias racistas
(Sears, 1988). Ahora, por supuesto, muy pocas personas manifestarían sin cortapisas
este tipo de creencias. ¿Significa esto que el racismo (forma especialmente peligrosa
de prejuicio) ha desaparecido o al menos disminuido? Mientras algunos lo creen
220
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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posible (por ejemplo, Martin y Parker, 1995), muchos psicólogos sociales piensan
que, de hecho, lo que ha ocurrido es que el racismo «antiguo» (es decir, «explícito»),
ha cedido el paso a formas más sutiles, las cuales reciben el nombre de racismo
moderno (por ejemplo, Swim et al., 1995). ¿Qué implica este racismo? Disimular
el prejuicio hacia los demás en circunstancias públicas, y expresar actitudes intolerantes cuando se está a salvo de cualquier sanción; por ejemplo, en compañía de
familiares y amigos que comparten estas actitudes. Además, suele aparecer una intolerancia asociada a fuentes distintas al prejuicio, aunque aquélla provenga de éste.
Piénsese en un individuo que sostiene una opinión contraria al matrimonio interracial, lo que justifica a partir de las muchas dificultades por las que pueden pasar
los niños provenientes de dichas uniones; en realidad, esta visión deriva de un prejuicio y la creencia sobre la inferioridad asociada a miembros de grupos cuyas raza
o etnia son distintas a las de quien sostiene esta creencia.
Como la mayoría de las personas suelen ocultar el racismo moderno (y otras formas de prejuicio), los psicólogos sociales han desarrollado maneras no entrometidas
para estudiar dichas actitudes. Éstas han revelado mucho acerca de la naturaleza
y las causas de los prejuicios, así que echemos un vistazo a su naturaleza básica.
LA MEDICIÓN DE ACTITUDES RACISTAS IMPLÍCITAS. La manera más directa de medir
el prejuicio es simplemente estimular a las personas para que manifiesten su visión
sobre grupos de distinta raza, etnia o género (afroamericanos, judíos, mujeres). Pero
tal como señalamos, en el siglo XXI pocas personas están dispuestas a admitir abiertamente sus prejuicios, y mucho menos ante extraños (como por ejemplo, psicólogos sociales investigando acerca de las actitudes). Debido a esto, ¿podemos medir
concepciones reales? Hace un tiempo, un desarrollo en este sentido fue conocido
como bogus pipeline, un aparato falso para medir prejuicios (por ejemplo, Sigall y
Page, 1971). Este procedimiento consistía en decir a los participantes que serían
conectados a un aparato especial que, mediante la medición de pequeñas variaciones
(en músculos, ondas cerebrales u otras reacciones), podría dar a conocer sus verdaderas opiniones con independencia de lo que las personas opinaran (véase
Figura 6.4). Para convencer a los participantes, se les preguntaba acerca de temas
cuyas opiniones ya conocían los investigadores (por haber sido expresadas varias
semanas antes). Así, el investigador «leía» la máquina y comunicaba la información a los participantes (quienes solían quedar impresionados). Al creer que la
máquina, en cierto modo, «veía dentro de ellos», los participantes no tenían razones para ocultar sus verdaderas actitudes. Cabría suponer, pues, que sus respuestas a preguntas o escalas de actitud serían bastante fiables y ofrecerían una visión
bastante precisa de sus actitudes, incluidas varias manifestaciones de prejuicio.
Aun cuando este aparato resulta útil para revelar actitudes que normalmente las
personas ocultan, este procedimiento contiene el recurso del engaño y sólo garantiza el éxito si las personas creen en las funciones —falsas— del aparato. Además,
el dispositivo sólo resulta útil para medir actitudes explícitas: aquéllas de las que
las personas son conscientes y pueden comunicar si así lo desean. En años recientes, los psicólogos sociales han reconocido que varias de las actitudes que tienen
las personas son implícitas, esto es, existen e influyen en varias formas de comportamiento, pero quienes las poseen pueden no estar conscientes de su existencia. De hecho, en ocasiones negarían enfáticamente el tener determinadas actitudes,
especialmente si éstas se refieren a temas de importancia como el prejuicio racial
(por ejemplo, Dovidio y Fazio, 1991; Dovidio et al., 1997; Greenwald y Banaji, 1995).
Por añadidura, dichas actitudes pueden aparecer frente a miembros de los grupos
hacia los que se tienen prejuicios, o bien ante estímulos asociados a estas personas.
¿Cómo podemos medir estas formas sutiles de prejuicio? Se han desarrollado varios
métodos con este propósito (Kawakami y Dovidio, 2001), pero la mayoría se
basan en el priming, concepto que discutimos en el Capítulo 3. Como recordarás,
el priming se refiere a que la exposición a ciertos estímulos o eventos activa la
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Prejuicio y discriminación: naturaleza y orígenes
221
Electrodo para registrar las «reacciones
fisiológicas» del participante
FIGURA 6.4
Una técnica para estudiar
actitudes raciales y otras
formas de prejuicio
mediante la simulación
(bogus pipeline).
En este procedimiento, se dice a
los individuos que el equipo
puede revelar sus verdaderas
actitudes, mediante la medición
de reacciones fisiológicas. Si las
personas cuyas actitudes se
miden dan crédito a esta
descripción, no tienen motivos
para disimular sus verdaderas
actitudes: después de todo, ¡el
equipo las mostrará igualmente!
■
Los participantes
muestran sus actitudes
mediante este interruptor
Las «verdaderas» actitudes del
participante se muestran
supuestamente por medio de estas luces
Participante
Experimentador
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bona fide pipeline: técnica que
hace uso del priming para medir
actitudes racistas implícitas.
222
disponibilidad de esa información mantenida en la memoria, haciéndola más fácil
de recordar o más disponible para influir en nuestras reacciones.
A este respecto, la utilización de un dispositivo especial (conocido como bona
fide pipeline, por contraposición a la bogus pipeline) hace uso del priming para estudiar actitudes racistas implícitas o que puedan activarse automáticamente (Banaji
y Hardin, 1996; Towles-Schwen y Fazio, 2001). Este procedimiento tiene varias etapas. En primer lugar, se presentan varios adjetivos a los participantes, frente a los
cuales se pide señalar su significado «bueno» o «malo» mediante uno o dos botones (una fila de asteriscos precede la aparición inminente de los adjetivos). En
segundo lugar, los participantes miran fotografías de personas que pertenecen a
varios grupos étnicos o raciales. A continuación, en una tercera fase, se muestran
de nuevo las fotografías, frente a las cuales se ha de señalar si han sido vistas anteriormente (en realidad, sólo ha sido mostrada la mitad de las fotografías). La cuarta
y última fase —que considera el priming— resulta crucial: los participantes deben
volver a valorar lo «bueno» o «malo» del significado de los adjetivos, tras ser expuestos brevemente a rostros de personas pertenecientes a varios grupos raciales (negros,
blancos, asiáticos, hispanos). Se supone que las actitudes racistas implícitas se pondrán de manifiesto a partir de cuán rápidas sean las respuestas ante las palabras. Si,
por ejemplo, se tienen actitudes negativas hacia los negros, se responderá más rápidamente a las palabras con significado negativo. ¿Por qué? Debido a que la actitud
negativa activada por priming (a partir de la fotografía con el rostro de la persona
de raza negra) es consistente con el significado de la palabra (también negativo). Por
contraste, los participantes responderán más lentamente a las palabras con significado positivo, debido a que este significado es inconsistente con la actitud negativa activada por el estímulo priming.
Los hallazgos de investigación señalan que en efecto, las personas poseen actitudes racistas implícitas que son activadas automáticamente por miembros de grupos
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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étnicos o raciales, y estas actitudes automáticamente activadas, a la vez, pueden
influir en aspectos importantes del comportamiento, tales como la toma de decisiones
que afecten a otros o lo amigables que seamos con ellos (por ejemplo, Fazio y Hilden,
2001; Towles-Schwen y Fazio, 2001). Insistiremos en estos efectos en secciones posteriores del capítulo. Por lo pronto, es importante tener en cuenta que: a pesar de la
reducción del racismo explícito en la vida pública de Estados Unidos y demás países, este tipo de prejuicio dañino aún pervive, y más aún bajo la apariencia de reacciones sutiles, las cuales representan un severo problema en muchas sociedades.
EMBLEMATISMO (TOKENISM): BAJOS BENEFICIOS, ELEVADOS COSTES. He aquí otra modalidad de la discriminación en el mundo moderno. Imagina que has sido contratado
para el trabajo que realmente deseas, e incluso con un salario mayor del que esperabas. En principio te sientes feliz por lo afortunado que eres. Ahora supón que un
buen día te enteras que obtuviste el empleo por pertenecer a un grupo cuyos miembros son contratados en la empresa para evitar acusaciones de discriminación.
¿Cómo reaccionarías? ¿Y cómo crees que tus compañeros te percibirían al saber que
has sido contratado por esta razón? En relación con la primera pregunta, resultados de investigaciones señalan que muchas personas se han visto en situaciones
tan incómodas como la descrita. Estos individuos se sienten disgustados al darse
cuenta de que han sido contratados o ascendidos por una mera cuestión de etnia,
género o cualquier otro rasgo de su identidad personal (Chacko, 1982). Luego, dichas
personas podrían oponerse a ser contratadas por el mero hecho de constituir un
miembro emblemático de su grupo racial, étnico o religioso.
Por lo que respecta a la segunda pregunta formulada en el párrafo anterior, una
evidencia creciente indica que las personas contratadas por constituir un ejemplo
o emblema de sus grupos, son percibidos de forma más bien negativa por los demás
miembros de la organización (Summers, 1991). Por ejemplo, Heilman, Block y Lucas
(1992) encontraron que los aspirantes a un empleo señalados como «contratados por
discriminación positiva» fueron percibidos como menos competentes por quienes
revisaban sus expedientes, a diferencia de quienes no eran identificados de este modo.
Emplear personas por ser miembros emblemáticos de sus grupos es una forma
de emblematismo, lo que puede ocurrir en diversos contextos. En su acepción general, el emblematismo implica llevar a cabo acciones positivas triviales dirigidas
hacia personas blanco de prejuicios, lo que a la postre sirve de excusa o justificación frente a modalidades de discriminación posteriores. Las personas implicadas
en el emblematismo parecieran decir: «¡no me molestes! ¡Ya he hecho bastante por
esta gente!» (Dutton y Lake, 1973; Rosenfield et al., 1982). En cualquier caso, el
emblematismo pareciera tener al menos dos efectos negativos. En primer lugar, deja
libre de sospechas a las personas prejuiciadas, ya que las acciones relacionadas con
el emblematismo sirven como prueba en contra del racismo. En segundo lugar, pueden producirse daños en la autoestima y la confianza de las víctimas del prejuicio,
lo que incluye a las pocas personas seleccionadas por emblemáticas o que reciben
una pequeña ayuda por ello. En definitiva, el emblematismo es una forma sutil de
discriminación que ha de evitarse.
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P U N TO S C L AV E
■
■
■
⡤
La discriminación consiste en acciones negativas dirigidas hacia miembros de distintos
grupos sociales.
Si bien ha sido evidente la disminución de manifestaciones evidentes de discriminación,
aún persisten formas sutiles de racismo como el emblematismo.
La discriminación también puede provenir de la activación automática de actitudes implícitas y estereotipos (actitudes de las cuales los individuos pueden no ser conscientes).
Prejuicio y discriminación: naturaleza y orígenes
emblematismo (tokenism):
situaciones en las cuales los
individuos llevan a cabo acciones
positivas triviales dirigidas a
miembros de exogrupos hacia
los que sienten fuertes
prejuicios. Estos
comportamientos son utilizados
como excusa para evitar
acciones benéficas más
significativas hacia dichos grupos.
223
Orígenes del prejuicio:
diferentes perspectivas
QC
omo ha podido verse, ocultar las visiones negativas y aparentemente irracionales que constituyen el núcleo del prejuicio
puede representar beneficios para las personas implicadas. Sin
embargo, la existencia en sí de prejuicios dista de ser misteriosa. Pero en definitiva,
¿cómo surgen estas actitudes negativas? Dicho de otro modo, ¿cuáles son los orígenes del prejuicio, esto es, las condiciones sociales de las cuales deriva? Los resultados de investigaciones han arrojado luz sobre esta importante cuestión.
Conflicto intergrupal directo: la competición
como fuente del prejuicio
Es lamentable pero cierto: las cosas que la mayoría de las personas
valoran más (empleos importantes, buenas casas, estatus elevado), escasean. Sobre
este hecho se fundamenta la que posiblemente sea la explicación más antigua sobre
el prejuicio, la teoría del conflicto realista (por ejemplo, Bobo, 1983). De acuerdo
con esta perspectiva, el prejuicio se deriva de la competencia entre grupos raciales
por los beneficios y las oportunidades mejor valorados. En concreto, el prejuicio de
desarrolla a partir de la lucha por empleo, vivienda, escuela y demás elementos deseados. Esta teoría sugiere, además, que dado que la competitividad sigue su curso,
las visiones negativas de un grupo hacia el otro van en aumento (White, 1977). Cada
cual etiqueta al contrario como «enemigo», ve al propio grupo como superior y traza
límites cada vez más rígidos entre unos y otros. Como resultado de esto, lo que
comenzó como una simple competición relativamente libre de odios se transforma
en un prejuicio con fuerte carga emocional en toda su expresión (véase Figura 6.5).
Es interesante destacar que la citada competencia no necesariamente ha de ser
real o directa para que se dé inicio a este proceso. Por ejemplo, los seguidores de
Osama Bin Laden perciben como una amenaza a su cultura y religión a países como
Estados Unidos y el resto de naciones de Occidente. En consecuencia, tienden a considerar «demoníaco» a Estados Unidos y justificar cualquier acción dirigida a debilitarlo o destruirlo (incluso matando ciudadanos inocentes). Ni siquiera el que la
religión musulmana condene con dureza estas acciones es causa suficiente para alterar las intenciones más perversas.
La existencia de este proceso ha sido confirmada en diferentes estudios. A medida
que se mantiene la competencia, los individuos llegan a percibir a los otros en forma
cada vez más negativa. Peor aún, esta competencia conduce a un conflicto directo
y muchas veces violento. Una demostración realmente dramática de estos efectos
se encuentra en el ampliamente conocido estudio de campo de Sherif y sus colegas (Sherif et al., 1961).
Este innovador estudio incluyó niños de once años que habían sido enviados al
campamento de verano de un lugar remoto —libre de influencias externas—, donde
podían estudiarse en detalle la naturaleza del conflicto y su papel en el prejuicio.
Los chicos fueron divididos en dos grupos y asignados a barracas distantes la una
de la otra cuando llegaron al campamento (conocido como «La Cueva de los Ladrones» por una cueva cercana usada al parecer por asaltantes en otras épocas). Durante
una semana, los miembros de cada grupo vivieron y jugaron juntos, llevando a cabo
actividades lúdicas como excursionismo y natación. Durante esta primera fase, los
chicos desarrollaron vínculos fuertes con sus respectivos grupos: eligieron nombres para sus grupos (Serpientes y Águilas), identificaron así sus camisetas e hicieron banderas con los símbolos de sus grupos.
A partir de este momento comenzó la segunda fase del estudio. A los chicos de cada
grupo se les dijo que realizarían una serie de competiciones. El equipo vencedor
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teoría del conflicto realista:
visión según la cual el prejuicio,
por lo general, deriva de la
competencia directa entre varios
grupos sociales por recursos
escasos y valiosos.
224
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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FIGURA 6.5
El conflicto intergrupal como fuente del prejuicio.
Cuando los grupos compiten entre sí por recursos valiosos
(por ejemplo, empleos, viviendas, oportunidades de acceso a
la educación), pueden empezar a ver al contrario en términos
cada vez más negativos. El resultado de esto puede ser el
desarrollo de un prejuicio étnico o racial en toda su
expresión. Lamentablemente, este prejuicio puede expresarse
en acciones perjudiciales explícitas dirigidas hacia el exogrupo
que es percibido como enemigo.
■
recibiría un trofeo, y sus miembros obtendrían premios (navajas de bolsillo y medallas). Dado que estos premios eran muy valorados por los chicos, todo estaba a punto
para una fuerte competición. ¿Este conflicto generaría prejuicios? La respuesta no tardó
en producirse. A medida que los chicos competían, aumentó la tensión entre los grupos. Al principio se limitaron a mofas e insultos verbales, pero pronto se produjo una
escalada hacia acciones más directas (por ejemplo, las Águilas quemaron la bandera
de las Serpientes). Al día siguiente, las Serpientes contraatacaron invadiendo la barraca
del grupo rival, volcando las camas, rasgando los mosquiteros y llevándose efectos personales. Las acciones continuaron hasta que los investigadores intervinieron para evitar incidentes más graves. Entretanto, los dos grupos se increpaban entre sí, tachando
a sus contrarios de «vagabundos» y «cobardes», mientras ensalzaban con orgullo al
propio grupo en cada momento. En poco tiempo, y en sólo dos semanas de conflicto,
cada grupo mostró hacia el otro los elementos básicos de un fuerte prejuicio.
Orígenes del prejuicio: diferentes perspectivas
225
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TA A
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
S
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6
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É P O C A S D E D I F I C U LTA D E S E C O N Ó M I C A S Y V I O L E N C I A H AC I A
G RU P O S M I N O R I TA R I O S : D E S D E L O S L I N C H A M I E N TO S E N E L S U R
H A S TA L O S C R Í M E N E S P O R O D I O E N N U E VA YO R K
n 1939, varios psicólogos publicaron un influyente libro titulado Frustration and Aggression
(Dollard et al., 1939). En este libro, se
sugirió que en la mayoría de los casos la
agresión era consecuencia directa de la
frustración (una interferencia directa en el
comportamiento orientado hacia una
meta). En otras palabras, que la agresión
por lo general ocurría en situaciones en las
cuales a las personas se les impedía
obtener lo que deseaban. Como veremos
en el Capítulo 11, esta hipótesis es sólo
parcialmente correcta. La frustración
puede conducir en ocasiones a la agresión,
pero no es en absoluto la única causa o la
más importante de este comportamiento.
La hipótesis de la frustración-agresión
estimuló gran cantidad de investigación en
psicología, y parte de este trabajo estaba
relacionado con el prejuicio. El razonamiento básico era el siguiente: cuando los
grupos compiten por recursos escasos, cada
uno empieza a ver al otro como una fuente
potencial o real de frustración. Después de
todo, si «ellos» obtienen empleo, vivienda
y otros beneficios, «nosotros» no. Se dedujo
que el resultado de esto no consistía simplemente en actitudes negativas hacia grupos opuestos; además, podían generarse
fuertes tendencias a agredir a los otros.
Si bien esta posible vinculación entre
conflicto, prejuicio y agresión se estudió de
diferentes formas, los hallazgos más escalofriantes fueron descritos por Hovland y
Sears (1940). Estos investigadores hipotetizaron que las condiciones económicas
constituían una medida de la frustración,
según la cual los «malos tiempos» eran
sinónimo de frustración para muchas personas, y los «buenos tiempos» no tanto. Si
esta hipótesis era cierta, cabía pensar que
actos violentos por motivos raciales como
los linchamientos serían más frecuentes
cuando las condiciones económicas fuesen
difíciles que cuando no lo fueran. Para exa-
minar esta inquietante hipótesis, Hovland y
Sears obtuvieron datos del número de linchamientos en Estados Unidos cada año
entre 1882 y 1930. La mayoría de los linchamientos (de un total de 4.761) habían
ocurrido en catorce estados del Sur, y la
mayoría de las víctimas (no todas) eran
afroamericanas.A continuación, Hovland y
Sears (1940) relacionaron el número de
linchamientos de cada año con dos índices
económicos: el valor agrícola del algodón
(valor total del algodón producido en el
año), y el valor del algodón por acre
(medida cuya unidad equivale a 4.047 m2).
Debido a que el algodón jugaba un papel
principal en las economías de los estados
donde ocurrieron la mayor parte de los linchamientos, Hovland y Sears asumieron
que estas medidas constituirían buenos
indicadores de las condiciones económicas
en dichos territorios.
Los resultados (véase Figura 6.6) respaldaban la hipótesis principal. El número de
linchamientos aumentaba cuando las condiciones económicas eran desfavorables, y
disminuía cuando mejoraban las condiciones económicas.Así pues, en apariencia los
efectos perjudiciales de la competencia
directa entre grupos resultaban evidentes.
De hecho, parecía que depresiones o recesiones intensificaban esta competencia, lo
que podía incrementar la violencia hacia las
minorías más débiles.
Los hallazgos de Hovland y Sears (1940)
fueron dramáticos, pero el valor último de
cualquier dato científico reside en su replicabilidad por otros investigadores; sólo el
éxito al replicar unos resultados hace posible que aceptemos confiados los hallazgos
iniciales. En este sentido, esfuerzos posteriores por replicar los hallazgos de Hovland
y Sears se han visto en severas dificultades.
Un importante estudio de Hepworth y
West (1988), que hacía uso de técnicas de
análisis de datos más modernas, en principio parecía confirmar los resultados origi-
nales de Hovland y Sears (1940). En concreto, al sustituir los indicadores del algodón
por otro índice económico; sin embargo,
este índice era uno que ha sido descartado
en numerosas ocasiones por los economistas, dada su cuestionable validez.
Otro estudio, en este caso de Green,
Glaser y Rich (1998) contribuyó a extender la sombra de la duda sobre los hallazgos de Hovland y Sears. En esta
oportunidad se utilizaron datos de los crímenes por odio perpetrados en la ciudad de
Nueva York durante un período de nueve
años, y se relacionó la incidencia de esos
crímenes con una medida muy útil de las
condiciones económicas: la tasa de desempleo. Se definieron los crímenes por odio
como aquéllos cometidos contra una persona, grupo o lugar por motivos de raza,
religión, etnia u orientación sexual; ello los
hacía similares, al menos conceptualmente, a los linchamientos estudiados por
Hovland y Sears. Green, Glaser y Rich
(1998) realizaron sus análisis con las más
modernas técnicas estadísticas disponibles;
por ejemplo, relacionaron las tasas de
desempleo en un momento dado con la
incidencia en crímenes por odio posteriores en doce ocasiones distintas (es decir, un
mes después, varios meses después, etc.).
Incluso con estas sofisticadas técnicas de
análisis, en general los resultados fueron
negativos: no se encontró una relación
fuerte o estable entre el desempleo y los
crímenes por odio (véase Figura 6.6).
En definitiva, ¿qué nos muestra esto?
¿Por qué Hovland y Sears encontraron evidencias de una relación fuerte entre dificultades económicas y violencia por
motivos raciales, y métodos más sofisticados no confirmaron esta relación?
Una posibilidad es que el período estudiado por Hovland y Sears fuese único en
cierto sentido; después de todo, fue una
época inestable y difícil para el Sur, que aún
no se había recuperado de la Guerra Civil.
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226
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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El número de linchamientos fue más alto en los años cuya actividad económica
fue menor, a diferencia de los años en que la actividad económica fue mayor
FIGURA 6.6
250
210
201
200
Número de linchamientos
Violencia racial y condiciones
económicas.
En un estudio clásico (gráfico superior),
Hovland y Sears (1940) encontraron
que el número de linchamientos en
Estados Unidos (por lo general a
afroamericanos y en estados del Sur)
variaban de acuerdo con las condiciones
económicas. Los linchamientos se
incrementaban cuando las épocas eran
malas, y disminuían con la mejora de las
condiciones económicas. Por contraste,
investigación más reciente (gráfico
inferior) ha fallado al intentar demostrar
o encontrar relación entre «crímenes
por odio» y condiciones económicas.
Este contraste entre resultados puede
deberse a diversos factores.
150
127
114
100
100
66
64
50
38
21
11
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0
1882 1884 1890 1893 1906 1908 1917 1921 1927 1930
Bueno Malo Bueno Malo Bueno Malo Bueno Malo Bueno Malo
Años Altos y Bajos en la actividad económica
[FUENTE: BASADOS EN DATOS DE
HOVLAND Y SEARS, 1940 Y GREEN,
GLASER Y RICH, 1998.]
■
Número de crímenes por odio no aumenta o disminuye
con los cambios en la tasa de desempleo
15
14
13,h5
13
Tasas de desempleo
y crímenes por odio
13
10,8
11
9
8,5
8,3
8
7
5
6
1992
1993
1994
Tasa de desempleo
Número de crímenes por odio
1995
Años
(continúa)
Orígenes del prejuicio: diferentes perspectivas
227
6
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO ( C O N T I N U AC I Ó N )
Y aún más importante: en aquellos años,
diversos líderes políticos del Sur achacaban
la culpa de los malos tiempos a los afroamericanos; ello pudo servir para orientar el
descontento por lo económico hacia los
afroamericanos, y generar violencia intergrupal. Por contraste, no se encontraron
acciones similares de parte de los políticos
en el período posterior estudiado por
Green, Glaser y Rich (1998). Finalmente, es
posible que el tipo de análisis estadísticos
utilizados por Hovland y Sears (los mejo-
res en aquel momento) y lo cuestionable
de los indicadores económicos que adoptaron pueden haber producido hallazgos
espurios, esto es, producto del azar y que
por tanto no pueden replicarse. Cualesquiera sean las razones, comparar el estudio de Hovland y Sears con investigación
más moderna ilustra con claridad el progreso realizado por la psicología social con
el transcurrir de los años. Nuestros diseños
de investigación, métodos de análisis de
datos y marcos teóricos son mucho más
poderosos que los de hace treinta años,
cuando describimos en la primera edición
de este libro la investigación de Hovland y
Sears. Dados estos avances, depositamos
mayor confianza en los hallazgos más
recientes y concluimos que, si bien
pudiera haber relación entre dificultades
económicas y violencia hacia grupos
minoritarios, esta relación es mucho más
compleja en su naturaleza y más difícil de
discernir que lo sugerido por la teoría de la
frustración-agresión.
Por suerte, la historia tuvo un feliz desenlace. En la fase final del estudio, Sherif y sus colegas procuraron reducir las reacciones negativas descritas más arriba.
Un mínimo aumento del contacto entre grupos parecía atentar contra este propósito, ya que parecía reavivar las llamas de la ira. Pero cuando las condiciones fueron alteradas, a tal punto que los grupos se vieron en la necesidad de trabajar juntos
para obtener objetivos superiores (metas deseadas por ambos grupos), se sucedieron cambios drásticos. Después de que los chicos trabajaron en equipo para restablecer el suministro de agua (previamente saboteado por los investigadores),
juntaron sus ahorros para alquilar una película, y repararon entre todos el camión
en el que salían de paseo, se desvanecieron las tensiones entre grupos e incluso
varios miembros de distintos grupos establecieron amistad entre sí.
Por descontado, esta investigación tiene sus limitaciones. Tuvo lugar en un período de tiempo relativamente corto y en un entorno particular (el campamento); los
participantes eran chicos, y lo que es más importante, todos compartían orígenes,
es decir, pertenecían a una misma raza, etnia y grupo social. Además de estos problemas, el estudio puso de manifiesto importantes cuestiones éticas: ¿fue correcto
colocar a los chicos en una situación diseñada para originar hostilidad y prejuicio,
aun cuando ello permitiera conocer nuevas e importantes evidencias sobre los orígenes de ambos fenómenos? Evidentemente, estamos frente a una cuestión compleja que requiere una cuidadosa atención.
A pesar de éstas y otras limitaciones, los hallazgos de Sherif y sus colegas son
indiscutibles. Ofrecen una visión inequívoca acerca de la competencia racional por
recursos escasos como origen de una escalada de conflictos de gran alcance, acompañada de las actitudes negativas hacia los contrarios que caracterizan el núcleo
del prejuicio.
La investigación de Sherif y sus colegas es considerada un «clásico» en el estudio del prejuicio. Sin embargo, no fue el primer estudio contundente sobre las relaciones entre conflicto y prejuicio realizado por psicólogos sociales. Este honor le
corresponde a una experiencia anterior, la muy perturbadora investigación de Hovland y Sears (1940). Los dramáticos resultados de esta investigación fueron recogidos durante décadas en innumerables textos (incluido éste). Sin embargo, en la
actualidad hallazgos más recientes cuestionan algunos aspectos de dichos resultados. Echemos un vistazo a la investigación original y a evidencias recientes en
la sección psicología social: treinta años de progreso que se muestra más arriba.
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228
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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Experiencias tempranas: el papel del aprendizaje social
La segunda explicación sobre los orígenes del prejuicio tiene una
exposición sencilla: sugiere que el prejuicio es aprendido y que se desarrolla de la
misma manera, y a través de los mismos mecanismos básicos que el resto de las
actitudes (véase discusión previa en el Capítulo 4). De acuerdo con esta perspectiva del aprendizaje social, los niños adquieren actitudes negativas hacia varios grupos sociales debido a que perciben estas visiones en padres, amigos, maestros y
otros, las cuales son recompensadas al ser adquiridas (con amor, elogios y aprobación). Además de la observación de los otros, también son importantes las normas sociales (reglas que en un grupo dado sugieren qué acciones o actitudes son
las apropiadas) (Pettigrew, 1969). Como veremos en el Capítulo 9, la mayoría de las
personas eligen conformarse a la mayoría de los grupos sociales a los que pertenecen. El desarrollo y expresión del prejuicio hacia otros frecuentemente proviene
de esta tendencia: «si a los miembros de mi grupo les desagrada», parecieran razonar muchos niños, «entonces a mí también». Como veremos más adelante, el que
a miembros del propio grupo les agraden personas de otro grupo hacia el que existe
un fuerte prejuicio, puede servir para reducir estas reacciones negativas (por ejemplo, Pettigrew, 1997; Wright et al., 1997).
La experiencia directa con personas que pertenecen a otros grupos también moldea nuestras actitudes raciales, así como otros dos aspectos del prejuicio: la preocupación por actuar de forma prejuiciada y las restricciones o limitaciones al
interactuar con personas de fuera de nuestro grupo (principalmente para evitar disputas e incomodidad; Fazio y Towles-Schwen, 1999). Recientemente, Towles-Schwen y Fazio (2001) han puesto de manifiesto el fuerte impacto que las experiencias
de la infancia ejercen en diversos aspectos del prejuicio racial.
Estos investigadores instaron a estudiantes universitarios de origen caucásico a
que completasen un cuestionario sobre sus encuentros con minorías durante la
infancia. En la encuesta, se reportó con cuánta frecuencia se había interactuado con
diversas minorías y el grado en que dichas interacciones habían sido positivas o negativas. Además, los participantes valoraron el grado de prejuicio de sus padres hacia
grupos minoritarios. En sesión aparte, se utilizó la técnica del bona fide pipeline descrita más arriba para obtener una medida no obstrusiva de las actitudes raciales
implícitas. Además, los participantes completaban un cuestionario que medía la
motivación para evitar actuar de manera prejuiciada, y las restricciones o limitaciones al actuar con personas de grupos minoritarios con el fin de evitar disputas.
Al examinar todas las variables aparecieron curiosos patrones de relaciones. Las
actitudes raciales implícitas (de activación automática) se relacionaron con interacciones positivas con personas de color durante el bachillerato, pero no en etapas previas de la vida. Sin embargo, la preocupación por actuar en forma prejuiciada
se relacionó positivamente con las experiencias positivas con personas de color
durante la primaria; esta preocupación se relacionó de manera inversa con el prejuicio de los padres: a menor prejuicio de los padres, mayor preocupación de los participantes por actuar en forma prejuiciada. Finalmente, las limitaciones al
interactuar con miembros de grupos minoritarios se relacionó positivamente con
el prejuicio de los padres y en forma negativa con las interacciones positivas con
personas de color durante la infancia. En otras palabras, cuanto más prejuiciados
fuesen los padres de los participantes, y menos positivas las interacciones de éstos
con personas de grupos minoritarios, mayores limitaciones en los participantes al
actuar con otros grupos. Estos hallazgos resultan coherentes debido a que las mencionadas limitaciones o restricciones reflejan dificultades para desenvolverse
socialmente en relación con posibles conflictos.
En general, se diría que las actitudes raciales parecieran configurarse a partir de
experiencias sociales, y reflejar las actitudes de nuestros padres y la frecuencia y naturaleza de nuestras experiencias infantiles con miembros de grupos minoritarios.
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Orígenes del prejuicio: diferentes perspectivas
aprendizaje social
(perspectiva sobre el
prejuicio): visión según la cual
el prejuicio se adquiere a través
de experiencias directas y
vicarias de manera similar a
otras actitudes.
229
Bajo nivel de prejuicio
por parte
de los padres
Actitudes raciales
favorables como adultos
Fuerte motivación para
evitar actuar de
manera prejuiciada
Menores restricciones
(por miedo a disputas)
al interactuar con miembros
de grupos
minoritarios
Interacciones positivas
con miembros
de grupos minoritarios
durante la infancia
FIGURA 6.7
Efectos de experiencias infantiles y actitudes
de los padres en el prejuicio racial.
Las actitudes raciales de los individuos al ser adultos son un reflejo
de las influencias de las actitudes de los padres y de las
experiencias de la infancia con miembros de grupos minoritarios.
Cuanto menos prejuiciados son los padres y más positivas las
experiencias con las minorías, más favorables son las actitudes
raciales, existe una motivación más fuerte para evitar actuar en
forma prejuiciada, y menores restricciones al interactuar con
personas de grupos minoritarios.
[FUENTE: BASADA EN SUGERENCIAS DE TOWLES-SCHWEN Y FAZIO, 2001.]
■
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categorización social:
tendencia a dividir el mundo
social en dos categorías
separadas: nuestro endogrupo
(«nosotros») y varios exogrupos
(«ellos»).
endogrupo: grupo social en el
cual un individuo se percibe a sí
mismo como miembro
(«nosotros»).
exogrupo: cualquier otro grupo
distinto a aquél al que el
individuo siente que pertenece y
del que es miembro («ellos»).
230
Cuanto menos prejuiciados sean nuestros padres y más positivo sea nuestro contacto
con miembros de grupos minoritarios durante la infancia, al ser adultos tendremos:
menores prejuicios; más sensibilidad a actuar en forma prejuiciada; menores limitaciones al actuar con miembros de grupos minoritarios (véase Figura 6.7).
Los media también juegan un papel en el desarrollo del prejuicio. Hasta hace
poco, los miembros de varios grupos de razas y etnias minoritarias rara vez eran
mostrados en el cine o la televisión. Y cuando lo hacían por lo general personificaban papeles cómicos o de bajo estatus económico. Afortunadamente, esta situación ha cambiado mucho en los últimos años, tanto en Estados Unidos como en
otras muchas partes. Los miembros de razas y etnias minoritarias son mostrados
de manera más favorable que en el pasado: como héroes y heroínas que ocupan estatus muy valorados como físico, científico o general. En parte, esto refleja la realidad: en efecto, miembros de grupos minoritarios ocupan posiciones de mayor rango
que antiguamente. Por ejemplo, Colin Powell y Condoleezza Rice han sido elegidos
como Secretario de Estado de Estados Unidos por el Presidente Bush, y la Presidenta
de una de nuestras Universidades es una física afroamericana que obtuvo su grado
de doctora en el Massachusetts Institute of Technology (véase Figura 6.8).
Categorización social: el efecto nosotros-ellos
y el error final de atribución
Una tercera perspectiva sobre los orígenes del prejuicio parte de un
hecho básico: las personas por lo general dividen el mundo social en dos categorías
distintas, nosotros y ellos, lo que refiere una categorización social. Es decir, las personas ven a los demás como pertenecientes al propio grupo (usualmente conocido
como endogrupo) o a otro grupo (el exogrupo). Esta discriminación se basa en
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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FIGURA 6.8
Los media: ¿reflejan la realidad al presentar a la gente de color?
En el presente, los media en Estados Unidos presentan a afroamericanos y otros grupos minoritarios de
manera más favorable que en el pasado. Ello se debe, en parte, a tendencias actuales de la sociedad: hoy
por hoy, personas que pertenecen a grupos minoritarios ocupan posiciones con mayor estatus que las
de antes. (Fotografía de la izquierda: Colin Powell, Ex-Secretario de Estado de Estados Unidos; fotografía
de la derecha: Dra. Shirley Ann Jackson, Presidenta del Rensselaer Polytechnic Institute.)
■
muchas dimensiones, tales como raza, religión, sexo, edad, procedencia étnica, ocupación e ingresos, por mencionar unas cuantas (véase Figura 6.9).
Si el proceso de dividir el mundo social en «nosotros» y «ellos» se detuviera aquí,
habría poco que decir en relación con el prejuicio. Desafortunadamente, no ocurre así. Por lo general, sentimientos y creencias claramente distintas se adscriben
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FIGURA 6.9
Categorización social: un hecho de la vida social
Como se muestra aquí, tenemos una fuerte tendencia a dividir el mundo social en dos
campos opuestos: «nosotros» (nuestro propio endogrupo) y «ellos» (¡cualquier otro!)
■
Orígenes del prejuicio: diferentes perspectivas
231
a los miembros del propio endogrupo y a miembros de varios exogrupos. Los miembros de la primera categoría (nosotros) suelen verse en términos favorables, mientras que quienes entran en la segunda categoría (ellos) son percibidos de forma más
negativa. Se asume que los miembros del exogrupo poseen rasgos indeseables, son
muy similares entre sí (es decir, más homogéneos) a diferencia de los miembros del
endogrupo, y desagradan en la mayoría de los casos (Judd, Ryan y Parke, 1991; Lambert, 1995; Linville y Fischer, 1993). La distinción endogrupo/exogrupo afecta también a la atribución, la manera en que explicamos las acciones de las personas según
pertenezcan a una u otra categoría. Así, tendemos a atribuir a causas internas aquellos comportamientos deseables (rasgos dignos de admiración) de los miembros del
propio endogrupo; en contraposición, atribuimos estos mismos comportamientos
deseables a factores transitorios o causas externas, si son llevados a cabo por miembros del exogrupo (Hewstone, Bond y Wan, 1983). En ocasiones, esta tendencia a
realizar atribuciones más favorables y halagadoras para los miembros del propio
grupo, antes que a miembros de otros grupos, se denomina el error final de atribución; ello se debe a la presencia del sesgo de autobeneficio descrito en el Capítulo 2, que al trasladarse al terreno de las relaciones intergrupales puede acarrear
consecuencias potencialmente devastadoras.
La fuerte tendencia a dividir el mundo social entre «nosotros» y «ellos» y su
influencia en nuestras percepciones de ambos grupos ha sido demostrada en diversos estudios (por ejemplo, Stephan, 1985; Tajfel, 1982; Harasty, 1997). Pero en concreto, ¿la categorización social conduce al prejuicio? Tajfel y sus colegas han ofrecido
una interesante respuesta con la teoría de la identidad social (por ejemplo, Tajfel y
Turner, 1986; Vanbeselaere, 1991). Esta teoría sugiere que los individuos buscan enaltecer su autoestima mediante la identificación con grupos sociales específicos. Sin
embargo, esta táctica resulta exitosa sólo si las personas implicadas perciben dichos
grupos como superiores a otros grupos o competidores. Debido a que todos los individuos son proclives a esta tendencia, el resultado final es inevitable: cada grupo se
ve a sí mismo como diferente de —y mejor que— sus rivales, lo que constituye un
choque de percepciones sociales del que emerge el prejuicio. Algunos hallazgos señalan que frente al desequilibrio entre ambas tendencias prevalece nuestro deseo por
ser ecuánimes, lo que puede moderar nuestra propensión a enaltecer al propio grupo
y colocar por debajo a los demás (Singh, Choo y Poh, 1998). Sin embargo, suele imponerse la fuerte necesidad de enaltecer nuestra autoestima, lo que hace que veamos
a los demás grupos como inferiores al nuestro (por ejemplo, Meindl y Lerner, 1985).
Un estudio de Hornsey y Hogg (2000) suministra pruebas sobre este particular.
A partir de la teoría de la identidad social, estos investigadores dedujeron que los
individuos son generosos y tolerantes con miembros de otras culturas sólo cuando
se sienten seguros del propio grupo o identidad cultural. En otras palabras, sentirse
seguros con respecto al propio grupo (por ejemplo, de su bondad o superioridad) hace
que las personas mantengan actitudes positivas hacia otros grupos, o bien reduzcan el prejuicio hacia estos exogrupos. Este razonamiento conduce a una curiosa
predicción: en condiciones bajo las cuales los individuos sientan amenazada la distintividad (superioridad) del propio grupo o cultura, reaccionarán de forma negativa frente a otros grupos y, además, estas reacciones se intensificarán en la medida
en que se perciban semejanzas entre el propio grupo y los otros grupos. ¿Por qué?
Porque esta semejanza amenaza la distintividad del propio grupo. Por el contrario,
cuando los individuos sientan que la distintividad del grupo no esté siendo amenazada o cuestionada, la semejanza con el otro grupo producirá un efecto contrario: a mayor semejanza percibida entre el propio grupo y otros grupos, la reacción
hacia los otros grupos será más positiva.
Para poner a prueba estas predicciones, Hornsey y Hogg (2000) hicieron leer a estudiantes de una gran universidad en Australia breves pasajes en los que se indicaba,
por un lado, la diferencia de ideas y actitudes entre estudiantes de matemáticas y ciencias frente a los de humanidades (condición de similitud baja); por otro lado, otros
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error final de atribución:
tendencia a realizar atribuciones
más favorables y halagadoras a
los miembros del propio grupo,
que a los miembros de otros
grupos.
teoría de la identidad social:
teoría que sugiere que los
individuos buscan enaltecer la
propia autoestima mediante la
identificación con grupos
sociales específicos.
232
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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pasajes describían las verdaderas semejanzas entre unos y otros (condición de similitud alta). Los estudiantes pertenecían a uno u otro grupo. Tras leer los pasajes, a la
mitad de los estudiantes se les indujo a pensar en que todos eran estudiantes de la
misma universidad (procedimiento diseñado para amenazar la distintividad del grupo,
fuese de humanidades o matemáticas/ciencias); ésta fue la condición supraordenada.
Al resto de los participantes se les hizo pensar acerca del hecho de ser estudiantes de
la misma universidad y sobre su identidad tanto de estudiante de matemáticas y ciencias como de humanidades; ésta fue la condición simultánea.
Tras concluir esta parte del procedimiento, los estudiantes puntuaron el grado en
que disfrutarían trabajar con un grupo de estudiantes de humanidades o de matemáticas/ciencias, y cuán difícil resultaría trabajar con cada grupo. Se predijo que en
la condición simultánea, en la cual la distintividad del propio grupo no había sido amenazada, los estudiantes expresarían un prejuicio menor hacia el otro grupo al ser éste
descrito como similar y no como diferente al propio grupo del participante. Por contraposición, en la condición suprarodenada, en la cual la distintividad del propio grupo
había resultado afectada, ocurriría lo contrario: los participantes realmente expresarían
mayor prejuicio hacia el exogrupo descrito como similar al propio, debido a que esto
significaba una amenaza aún mayor a la distintividad o superioridad del endogrupo.
Tal como puede verse en la Figura 6.10, ambas predicciones se confirmaron.
Cuando la distintividad del
endogrupo fue amenazada, los
participantes expresaron mayor
prejuicio hacia un exogrupo
semejante que hacia uno diferente
Cuando la distintividad del
endogrupo no fue amenazada,
los participantes expresaron
un prejuicio mayor hacia el
grupo diferente
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Nivel de sesgo expresado
1,2
1,12
1,05
1
0,8
0,6
0,4
0,41
0,38
0,2
0
Similitud baja
Similitud alta
Supraordenada
Simultánea
Condición experimental
FIGURA 6.10
Teoría de la Identidad social en Acción
Cuando la distintividad del propio grupo no se ve amenazada, los individuos manifiestan un
prejuicio menor hacia el exogrupo similar al propio grupo. Sin embargo, cuando la
distintividad del endogrupo ha sido amenazada, los participantes expresan mayor prejuicio
hacia el exogrupo descrito como semejante al propio grupo. Estos hallazgos conforman
parte de las predicciones de la teoría de la identidad social.
[FUENTE: HORNSEY Y HOGG, 2000.]
■
Orígenes del prejuicio: diferentes perspectivas
233
Estos hallazgos sugieren que los esfuerzos por reducir el prejuicio entre grupos
mediante la ruptura de la división entre «nosotros» y «ellos» puede ser exitosa, pero
únicamente si esto no constituye una amenaza a la identidad única o sentido de
superioridad de cada grupo. En otras palabras, nuestra tendencia a dividir el mundo
social en las dos categorías opuestas descritas tiene una función importante en lo
que respecta a enaltecer nuestra autoestima. Si se pasan por alto dichas categorías,
en aras de reducir el prejuicio puede servir de cortafuego el animar a distintos grupos étnicos y culturales a verse a sí mismos como «únicos», o bien como muy semejantes a los demás. Insistiremos sobre este punto más adelante, al discutir las
técnicas para reducir el prejuicio.
P U N TO S C L AV E
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⡤
El prejuicio proviene de diversas fuentes. Una es el conflicto intergrupal directo, situaciones en las que los grupos sociales compiten por unos mismos recursos que escasean.
Una segunda base del prejuicio es la experiencia temprana y el aprendizaje social que
implica esta experiencia.
Los resultados de investigación indican que el grado de prejuicio de los padres y la experiencia directa de las personas durante su infancia con grupos minoritarios juegan un
importante papel en la formación del prejuicio racial.
Además, el prejuicio es consecuencia de nuestra tendencia a dividir el mundo en «nosotros»
y «ellos», y ver a nuestro grupo social de manera más favorable que a diversos exogrupos.
Fuentes cognitivas del prejuicio: estereotipos
explícitos e implícitos
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A continuación, nos centraremos en unas fuentes potenciales del prejuicio que, por varias razones, resultan las más inquietantes de todas. Ello se debe a
que refieren la posibilidad de que el prejuicio derive, al menos en parte, de aspectos
básicos de la cognición social, esto es, la forma en que pensamos acerca de otras personas, almacenamos e integramos información sobre ellas, y hacemos uso de la información para practicar inferencias o elaborar juicios sociales. Debido a que estos factores
se han situado en el núcleo de la investigación reciente sobre el prejuicio, dividiremos
la exposición de este tema en dos partes. Primero, examinaremos la naturaleza y funcionamiento de los estereotipos, componentes claves del prejuicio. Acto seguido, consideraremos otros mecanismos cognitivos que también intervienen en el prejuicio.
estereotipos: creencias
referidas a características o
rasgos compartidos por
miembros de grupos sociales
específicos. Los estereotipos son
marcos cognitivos con fuerte
influencia en el procesamiento
de la información social que
recibimos.
234
ESTEREOTIPOS:QUÉ SON Y CÓMO OPERAN. Considera los siguientes grupos: coreano-americanos, homosexuales, judíos, mexicano-americanos, afroamericanos, personas sin
techo. Imagina que te pedimos que elabores una lista de los rasgos más característicos de cada uno. ¿Encontrarías difícil esta tarea? Probablemente no: serías capaz de elaborar una lista para cada grupo, e incluso, podrías llevar a cabo esta tarea incluso con
grupos con los que apenas hubieses tenido un contacto personal. ¿Por qué? La respuesta a esta cuestión radica en la existencia y funcionamiento de los estereotipos, marcos cognitivos que refieren conocimientos y creencias sobre grupos sociales específicos,
y los rasgos típicos o «modales» que supuestamente poseen quienes pertenecen a
dichos grupos (Judd, Ryan y Parke, 1991). En otras palabras, los estereotipos sugieren
que quienes pertenecen a un grupo poseen una serie de rasgos, al menos en cierto grado.
Al activarse los estereotipos, estos rasgos vienen rápidamente a tu mente, lo que explica
la facilidad con la que probablemente puedes construir listas como las mencionadas
más arriba. Puede que no hayas tenido experiencias directas con coreano-americanos,
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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mexicano-americanos, judíos o gente sin hogar, pero de hecho tienes estereotipos que
puedes traer a tu mente con facilidad.
En cada fiesta a la que asisto (RAB), me topo con esta cuestión. Tan pronto como
digo a alguien que acabo de conocer que soy psicólogo, prácticamente puedo leer
en sus ojos los estereotipos de mi profesión: «oh-oh... Más vale que vigile lo que
digo... Éste seguro que analiza todo lo que digo. Y mejor si no le miro mucho a los
ojos... ¡Que igual lee mi mente o me hipnotiza!». Pareciera que muchas personas
tuvieran este tipo de pensamientos.
Tal como sucede con otros marcos cognitivos que hemos considerado, los estereotipos tienen una fuerte influencia en la manera en que procesamos información
social. La información relevante para un estereotipo activado se procesa más rápido
y es recordada mejor que la información no relevante (por ejemplo, Dovidio, Evans
y Tyler, 1986; Macrae et al., 1997). De manera semejante, los estereotipos hacen que
las personas que los poseen presten atención a un cierto tipo de información; por lo
general, aquélla que es consistente con los estereotipos. Y cuando la información
inconsistente con los estereotipos logra llegar a la conciencia, puede rechazarse o
modificarse de forma sutil, con tal de hacerla consistente con los estereotipos (Kunda
y Oleson, 1995; O’Sullivan y Durso, 1984). Por ejemplo, hallazgos de investigación
indican que cuando encontramos a alguien que pertenece a un grupo del cual poseemos estereotipos, si dicha persona no encaja en el estereotipo (por ejemplo, porque
es muy inteligente y cultivado, además de ser miembro de algún grupo minoritario),
difícilmente alteramos dicho estereotipo. Antes colocamos a dicha persona en la categoría especial o subtipo de quienes no confirman el esquema o estereotipo (por ejemplo, Richards y Hewstone, 2001). Otra reacción a la información inconsistente con
los estereotipos comprende inferencias tácitas que cambian el significado de la información para hacerla consistente con los estereotipos (por ejemplo, Kunda y ShermanWilliams, 1993). En otras palabras, cambiamos la información en nuestras mentes
o elaboramos conclusiones con tal de encajar la información en el estereotipo. He
aquí un ejemplo: supón que un muy reconocido político progresista está a favor de
una importante reducción de los impuestos. Esta información es incompatible con
tu estereotipo de los progresistas, lo que te lleva con rapidez a practicar inferencias
que permitan encontrar un sentido a la información inesperada, es decir, suponer (sin
pruebas a mano), que el político se refiere a una reducción de impuestos orientada
a personas con ingresos más bajos. Esto resulta consistente con tu estereotipo de políticos progresistas, por lo cual tus inferencias implícitas te han permitido mantener
intacto tu estereotipo, a pesar de la información inconsistente. A la luz de sus efectos generales, los psicólogos sociales Dunning y Sherman (1997) han calificado a los
estereotipos de prisiones inferenciales: una vez que se forman, modelan nuestras percepciones de las otras personas a tal punto que la nueva información se interpreta
de manera que confirma los estereotipos, aun cuando no sea el caso.
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ESTEREOTIPOS IMPLÍCITOS:CUANDO CREENCIAS QUE NO RECONOCEMOS INFLUYEN EN NUESTRO
COMPORTAMIENTO. Con anterioridad señalamos que con frecuencia las actitudes racia-
les son implícitas: existen y pueden influir de diversas maneras en nuestro comportamiento, aun cuando no somos conscientes de su existencia e incidencia en la
conducta. Esto mismo pareciera aplicarse para los estereotipos. Como señalaron Greenwald y Banaji (1995), muchas veces tenemos estereotipos implícitos que no podemos identificar fácilmente por medio de la introspección, lo que no impide que
influyan en nuestras creencias acerca de las características que —suponemos— poseen
los miembros de una categoría social en particular. En otras palabras, estereotipos raciales, étnicos o de género de los cuales no tenemos consciencia pueden activarse ante
diversos estímulos (por ejemplo, miembros de los grupos a los que se aplican dichos
estereotipos). Una vez activados, los estereotipos influyen en nuestros pensamientos, decisiones, e incluso comportamientos manifiestos hacia quienes se refieren
los estereotipos. Como recordarás, ya hemos descrito una forma de medir actitudes
Orígenes del prejuicio: diferentes perspectivas
235
Los participantes responden más
rápidamente a palabras
relacionadas con el estereotipo
de los negros tras ser expuestos a
estímulos priming sobre los negros
Tiempo de reacción
900
Los participantes responden con
mayor celeridad a las palabras
relacionadas con el estereotipo
de los blancos tras ser expuestos a
estímulos priming sobre los blancos
891
850
800
801
742
750
721
700
Estereotipos
de negros
Priming sobre negros
Priming sobre blancos
Estereotipos
de blancos
FIGURA 6.11
Medición de estereotipos raciales implícitos.
Los participantes respondieron más rápidamente a las palabras relacionadas
con el estereotipo racial de los negros tras ver un rostro negro
esquemático (priming negro), que al ver un rostro blanco esquemático
(priming blanco). De manera similar, respondieron de manera más rápida a
palabras asociadas al estereotipo de los blancos en la condición de priming
blanco que en la condición de priming negro. Estos hallazgos proporcionan
una evidencia de la activación automática de estereotipos implícitos.
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[FUENTE: CON BASE EN KAWAKAMI Y DOVIDIO, 2001.]
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implícitas o estereotipos, la bona fide pipeline (por ejemplo, Towles-Schwen y Fazio,
2001). Otro procedimiento que contempla el priming es el descrito por Banaji y Hardin
(1996); en concreto, a los participantes se les mostraban estímulos de manera subliminal, esto es, durante un período de tiempo tan corto que no permitía su reconocimiento o identificación. El modo en que funciona este procedimiento puede observarse
en un estudio reciente de Kawakami y Dovidio (2001). En esta experiencia, el priming
se estructuraba a partir de rostros esquemáticos de blancos y negros. Tras mostrar los
estímulos durante un período de tiempo muy corto (de 15 a 30 milisegundos) se asignó
una letra o símbolo para categorías de palabras; en este experimento, una letra significaba «casas» y otra «personas». Finalmente, se presentaron a los participantes palabras relacionadas con estereotipos de blancos y negros, o con la categoría neutral casas;
a esta presentación acmpañaba la instrucción de indicar si las palabras describían a un
miembro de la categoría de palabras señalada (persona o casa). Por ejemplo, una palabra tipo relacionada con el estereotipo de los blancos fue convencional, mientras que
una palabra relacionada con el estereotipo de los negros fue musical. Por lo que se
refiere a las casas, un ejemplo de palabra relacionada era corriente.
Si los estereotipos raciales implícitos se activaban mediante el efecto priming de
los estímulos (caras esquemáticas de personas blancas y negras), los tiempos de respuesta ante las palabras variarían en función del tipo de estímulos. Específicamente,
los participantes responderían más rápidamente a palabras relacionadas con el estereotipo de los blancos tras ser expuestos a un rostro blanco que uno negro, y viceversa.
Como puede verse en la Figura 6.11, precisamente éste fue el resultado del experimento. Estos hallazgos han sido confirmados en diversos estudios, lo que en conjunto
236
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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viene a decir que pueden activarse automáticamente los estereotipos implícitos referidos a personas de color (por ejemplo, Devine, 1989; Kawakami, Dion y Dovidio, 1998),
mujeres y hombres (por ejemplo, Banaji y Hardin, 1996), ancianos (por ejemplo, Hense,
Penner y Nelson, 1995), asiáticos (por ejemplo, Macrae, Bodenhausen y Milne, 1995)
y muchos otros grupos: hooligans, maltratadores infantiles, cabezas rapadas (por ejemplo, Kawakami et al., 2000) e incluso profesores (Dijksterhuis y van Knippenberg, 1996).
Lo más importante de los estereotipos es lo siguiente: podemos no ser conscientes del hecho de que estén operando, pero ello no impide su poderosa influencia en nuestros juicios o decisiones acerca de otras personas, e incluso nuestra
manera de actuar frente a ellas. En particular, un conjunto de resultados cada vez
mayor sugiere que los estereotipos implícitos predicen mejor las expresiones sutiles o espontáneas del prejuicio, a diferencia de las medidas explícitas obtenidas
mediante cuestionarios u otros tipos de auto reporte (por ejemplo, Dovidio et al.,
1997). En definitiva, no debemos pasar por alto los estereotipos en nuestros esfuerzos por comprender la naturaleza básica de prejuicio y discriminación.
Otros mecanismos cognitivos en el prejuicio: correlaciones
ilusorias y homogeneidad del exogrupo
Considera el siguiente conjunto de informaciones: (1) Hay mil miembros del Grupo A, pero sólo cien miembros del Grupo B; (2) cien miembros del
Grupo A fueron arrestados por la policía el año pasado, y diez miembros del Grupo B
también fueron arrestados. Imagina que se te pide que evalúes las tendencias criminales en ambos grupos. ¿Diferirían tus puntuaciones entre uno y otro? Probablemente
tu primera respuesta sea: «claro que no, ¿por qué tendrían que ser diferentes?». La tasa
de comportamiento criminal es del 10 por ciento en los dos grupos, así que ¿por qué
evaluarlos de manera distinta? Aunque resulte sorprendente, un importante corpus
de investigación sugiere que, en realidad, posiblemente asignarías una puntuación
menos favorable al Grupo B (Johnson y Mullen, 1994; McConnell, Sherman y Hamilton, 1994). Los psicólogos sociales conocen como correlaciones ilusorias esta tendencia
a sobrestimar la proporción de comportamientos negativos en grupos relativamente
pequeños. Este término otorga sentido al hecho de percibir relaciones entre variables
que en realidad son inexistentes; en este caso, vincular la pertenencia al Grupo B con
la tendencia a incurrir en comportamiento criminal.
Resulta fácil ver que las correlaciones ilusorias tienen importantes implicaciones
para el prejuicio. En particular, ayudan a explicar por qué los miembros de grupos
mayoritarios atribuyen con frecuencia tendencias y comportamientos negativos a
varios grupos minoritarios. Por ejemplo, varios psicólogos sociales han sugerido que
los efectos de las correlaciones ilusorias pueden explicar por qué personas de raza
blanca en Estados Unidos sobrestiman las tasas de criminalidad de los afroamericanos
(Hamilton y Sherman, 1989). Por diversas y complejas razones, la tasa de arrestos por
diversos crímenes es mayor para jóvenes afroamericanos que para sus semejantes de
raza blanca o los descendientes de asiáticos (Departamento de Justicia de Estados Unidos, 1994). Pero en cualquier caso, los estadounidenses de raza blanca sobrestiman
la diferencia, lo que puede interpretarse como ejemplo de correlación ilusoria.
¿A qué se deben estos efectos? Una explicación se basa en la distintividad o baja
frecuencia de eventos o estímulos. De acuerdo con esta perspectiva, los eventos
poco frecuentes se distinguen y notan con facilidad. Debido a esto, se codifican en
forma más detallada que otros ítems, lo que los hace más accesibles en la memoria. Al realizar con posterioridad juicios acerca de los grupos a los que se refieren
dichos eventos, éstos vienen rápidamente a nuestra mente, y conducen a una interpretación sobrestimada de su importancia. Observa cómo se aplica esta explicación
a la tendencia de los estadounidenses de raza blanca a sobrestimar los crímenes
de los afroamericanos. Los afroamericanos constituyen un grupo minoritario
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Orígenes del prejuicio: diferentes perspectivas
correlaciones ilusorias:
percepción de una relación entre
dos variables más fuerte que la
existente en la realidad, debido a
que cada una es un evento
distintivo y su aparición conjunta
se archiva y recupera de la
memoria fácilmente.
237
(constituyen alrededor de un 12 por ciento del total de la población de Estados Unidos); en consecuencia, su distintividad es alta. Por añadidura, muchos comportamientos criminales son altamente distintivos (relativamente raros), a pesar de que
su incidencia haya ido en aumento en décadas recientes. Cuando las noticias muestran el arresto de jóvenes afroamericanos relacionados con diversos crímenes, esta
información se procesa en forma detallada, y por ende se encuentra más accesible
en la memoria. En ocasiones posteriores, esta disponibilidad hace posible la tendencia a sobrestimar las tasas de crímenes entre grupos minoritarios, lo que ejemplifica una correlación ilusoria. Un gran número de estudios sustentan esta
interpretación basada en la distintividad de la correlación ilusoria (Stroessner,
Hamilton y Mackie, 1992); con ciertas salvedades, esta interpretación parece útil
para explicar las raíces de este tipo de error cognitivo.
DIFERENCIACIÓN ENDOGRUPAL, HOMOGENEIDAD EXOGRUPAL: «¿ACASO ELLOS NO SON
TODOS IGUALES?». Las personas con fuertes prejuicios hacia un determinado grupo social
realizan con frecuencia afirmaciones del tipo: «ya sabes cómo son ellos; ¿acaso no son
todos iguales?». Este tipo de comentarios implican que los miembros del exogrupo son
considerados más semejantes entre sí que los miembros del propio grupo. Esta tendencia a percibir como semejantes a quienes pertenecen a grupos distintos al nuestro
se conoce como la ilusión de la homogeneidad del exogrupo (Linville, Fischer y Salovey, 1989). La imagen en espejo de este proceso es la diferenciación del endogrupo, tendencia a percibir a miembros del propio grupo como personas muy diferentes entre
sí, esto es, como más heterogéneos que los integrantes del resto de los grupos.
La existencia de la ilusión de homogeneidad del exogrupo ha sido demostrada en
contextos muy diversos. Por ejemplo, los individuos tienden a percibir a quienes son
más jóvenes o mayores que ellos como más semejantes entre sí en lo que a rasgos
personales respecta (una curiosa brecha generacional; Linville, Fischer y Salovey,
1989); ello ocurre incluso al percibir estudiantes de otras universidades (vistos como
más homogéneos), especialmente si existen prejuicios contra ellos (Rothgerber, 1997).
¿Qué explicación puede darse a la tendencia a percibir a miembros de otros grupos como más homogéneos, a diferencia de los miembros del propio grupo? Una
explicación refiere el mayor número de experiencias con los miembros del propio
grupo, lo que nos hace estar expuestos a un rango más amplio de variaciones individuales dentro del grupo. Por contraposición, tenemos por lo general una experiencia mucho menor con miembros de otros grupos, y en consecuencia una
exposición más limitada a variaciones individuales (por ejemplo, Linville, Fischer
y Salovey, 1989). Sea cual sea la explicación de esta diferencia (por ejemplo, Lee y
Ottati, 1993), la tendencia a percibir otros grupos como más homogéneos que el propio juega un importante papel en el prejuicio y en la persistencia de estereotipos
negativos. Si bien a lo largo de esta exposición hemos hecho un énfasis mayor en
prejuicios étnicos y raciales, éstos no son las únicas formas de prejuicio con consecuencias perjudiciales en las personas a quienes se dirigen. Echemos un vistazo
a continuación a una problemática muy específica: el estereotipo hacia los obesos.
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ilusión de la homogeneidad
del exogrupo: tendencia a
percibir como semejantes
(menos variables) entre sí a los
miembros del exogrupo, a
diferencia de lo que ocurre con
los miembros del propio
endogrupo.
diferenciación del
endogrupo: tendencia a
percibir como muy diferentes
(más heterogéneos) entre sí a
los miembros del propio grupo, a
diferencia de lo que ocurre con
miembros de otros grupos.
238
La lucha contra los estereotipos hacia las personas obesas
Como probablemente sabrás, existe una epidemia de obesidad en
Estados Unidos; más del 50 por ciento de las personas de más de cuarenta años tiene
un sobrepeso significativo. En cierto sentido, estas personas son ahora mayoría (al
menos en Estados Unidos). Sin embargo, y tal como ocurre con las mujeres (que en
realidad son mayoría en la población), las personas obesas son objeto de un fuerte
prejuicio. En concreto, ello forma parte de un fenómeno general conocido como el
prejuicio de la apariencia, o prejuicio hacia personas que no son consideradas atractivas en sus respectivas sociedades. En la mayoría de países occidentales (y especialmente en Estados Unidos), estar delgado es «in», lo que hace que las personas
con sobrepeso no sean consideradas atractivas. El resultado de esto se expresa en
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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muchos tipos de discriminación sutil, que en ocasiones devienen en manifestaciones
explícitas. Solicitar personas delgadas como personal de vuelo constituye una discriminación abierta que ha sido declarada ilegal en los tribunales. Sin embargo, existen asimismo formas más sutiles de prejuicio hacia las personas con sobrepeso.
Como señala Berscheid (1996), estas personas son frecuentemente rechazadas en
empleos en los que la apariencia no tiene un papel preponderante, y el sobrepeso no
impide el correcto desempeño del trabajo; dichas personas son simplemente consideradas poco atractivas, lo que daría «mala imagen» a la empresa contratante.
Es interesante destacar que el atractivo de la delgadez no es universal. Por ejemplo, las jóvenes de la comunidad Efik en Nigeria pasan semanas en «habitaciones
de engorde» donde son sobrealimentadas a conciencia y alejadas de cualquier ejercicio físico, en aras de ganar peso. «La belleza está en el peso» dice una madre de
cincuenta años de edad a quien enviaron a las «habitaciones de engorde» con siete
años. Un jefe de la comunidad afirma que «la gente se reiría de los padres que no
tuvieran dinero para costear este rito de paso».
Sin embargo, en las sociedades donde se considera poco atractivo el sobrepeso, personas de estas características han formado recientemente asociaciones para proteger sus derechos y combatir prejuicios. Una de estas organizaciones, la Asociación
Nacional para el Avance en la Aceptación de la Obesidad (NAAFA, por sus siglas en
inglés), insta a sus miembros a que escriban cartas, se impliquen en protestas, impulsen sanciones económicas y den discursos orientados a promover legislación que proteja los derechos de las personas obesas. Otra organización, el Grupo de Trabajo en
Pro del Activista Gordo (Fat Activist Task Force) promueve campañas organizadas
para luchar por lo que considera una «discriminación de tallas» (véase Figura 6.12).
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Figura 6.12
Combatir el prejuicio basado en el peso: un signo de estos tiempos.
Dado que el número de personas con sobrepeso se ha incrementado, también ha ido en
aumento nuestra preocupación acerca del prejuicio hacia dichas personas. Paralelamente, esta
situación ha traído consigo la fundación de organizaciones preocupadas por la protección de
los derechos de quienes tienen sobrepeso. Estas organizaciones instan a sus miembros a que
escriban cartas, se impliquen en protestas, impulsen sanciones económicas y den discursos
orientados a promover legislación que proteja los derechos de las personas obesas.
■
Orígenes del prejuicio: diferentes perspectivas
239
En suma, el prejuicio hacia las personas con sobrepeso aparece como un importante problema que va en aumento (¡por favor disculpar el juego de palabras!), en
una sociedad en la que cada vez más personas parecieran haber perdido la batalla
por sobresalir. Las tácticas que emplean las organizaciones que hemos mencionado,
¿son las más indicadas para combatir la discriminación por las tallas? Para resolver esta cuestión, revisaremos a continuación las estrategias que parecen más efectivas para reducir el impacto del prejuicio.
P U N TO S C L AV E
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■
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⡤
En ocasiones el prejuicio deriva de aspectos básicos de la cognición social, esto es, la forma
en que procesamos la información social.
Los estereotipos son marcos cognitivos que sugieren que quienes pertenecen a un grupo social
muestran características similares. Los estereotipos tienen una fuerte influencia en el pensamiento social. Por ejemplo, nos conducen a realizar inferencias tácitas acerca de los demás
de manera tal que la información inconsistente con los estereotipos parezca consistente con
éstos.
Los estereotipos implícitos se activan automáticamente a partir de varios estímulos. Aun
cuando no seamos conscientes de su activación, ésta puede afectar poderosamente nuestro pensamiento sobre, y conducta hacia, las personas que pertenecen a los grupos a que
se refieren los estereotipos.
Hallazgos de investigación señalan que los estereotipos están estrechamente vinculados al
prejuicio; por ejemplo, las personas con elevado grado de prejuicio responden más rápidamente a palabras asociadas con ciertos estereotipos, a diferencia de quienes tienen un prejuicio menor.
Otras fuentes cognitivas del prejuicio son las correlaciones ilusorias (tendencia a sobrestimar
la fuerza de las relaciones entre categorías sociales y comportamientos negativos) y la ilusión
de la homogeneidad del exogrupo (tendencia a percibir a miembros de exogrupos como más
homogéneos entre sí, a diferencia de lo que ocurre con quienes integran el propio endogrupo).
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El prejuicio adquiere diversas formas; entre las más recientes se encuentra aquél que se dirige
a las personas con sobrepeso. En respuesta a esto, quienes pertenecen a este grupo han
emprendido acciones enérgicas para proteger sus derechos y promover legislación que les
proteja y demás actuaciones en este sentido.
FIGURA 6.12
Por qué el prejuicio No es inevitable:
técnicas para contrarrestar sus efectos
QE
s triste admitir que el prejuicio aparece como elemento común
en la vida de prácticamente todas las sociedades. ¿Significa esto
que es inevitable? ¿Pueden ser eliminados o al menos reducidos el prejuicio y los efectos repulsivos que le siguen? Por naturaleza, los psicólogos
sociales constituyen un grupo optimista que se aproxima a esta cuestión desde la
perspectiva siguiente: «sí, el prejuicio puede reducirse, y nuestra tarea consiste en
encontrar cómo». Echemos un vistazo a varias técnicas para la reducción de prejuicio que parecen prometedoras.
Romper el círculo del prejuicio: aprender a no odiar
Pocas personas se atreverían a afirmar que los niños nacen con prejuicios firmemente arraigados; antes dirían que los prejuicios se hacen, no nacen.
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CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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Los psicólogos sociales comparten esta visión: creen que los niños adquieren el prejuicio de sus padres, otros adultos, en las experiencias de la infancia (por ejemplo,
Towles-Schwen y Fazio, 2001), y de los media. A esta creencia sigue lógicamente
una técnica útil para reducir el prejuicio: de alguna forma, debemos disuadir a padres
y otros adultos de inculcar la discriminación en los niños.
Tras establecer este principio, hemos de admitir que ponerlo en práctica está lejos
de ser sencillo. ¿Cómo alentar a padres de por sí prejuiciados a que transmitan una
visión desprejuiciada a sus hijos? Una posibilidad a este respecto es llamar la atención de los padres sobre su propio prejuicio. Pocas personas son propensas a autodescribirse como prejuiciadas; por el contrario, consideran completamente
justificadas sus actitudes negativas hacia determinados grupos. En consecuencia,
una primera etapa clave consiste en convencer a los padres de que existe un problema. Cuando éstos se enfrentan cara a cara con su propio prejuicio, muchos tienden a modificar sus palabras y comportamientos, con lo cual inculcan niveles de
prejuicio más bajo a sus hijos.
Otro argumento que puede usarse para orientar a los padres a enseñar tolerancia antes que prejuicio se apoya en la evidencia acerca de los daños que el prejuicio ocasiona a quienes lo poseen, además de las consecuencias para las víctimas
(Dovidio y Gaertner, 1993; Jussim, 1991). En apariencia, las personas prejuiciadas
viven en un mundo innecesariamente colmado de miedo, ansiedad e ira. Temen ser
atacados por grupos sociales que suponen peligrosos, se preocupan por los problemas
de salud que puedan provenir de estos grupos, y experimentan rabia y desórdenes
emocionales ante lo que consideran incursiones injustificadas de los demás en sus
vecindarios, escuelas u oficinas. En otras palabras, el prejuicio reduce a quien lo
posee sus posibilidades de disfrutar de las actividades cotidianas y de la vida en general (Harris et al., 1992). Sin embargo, por encima de estos costes se encuentra el
aumento de autoestima que se produce tras despreciar o usar de chivo expiatorio
a miembros del exogrupo (véase nuestra exposición previa sobre este particular;
Branscombe y Wann, 1994; Fein y Spencer, 1997). No obstante, resulta evidente que
quienes poseen prejuicios étnicos y raciales sufren las consecuencias de la intolerancia. Debido a que la mayoría de los padres está dispuesta a hacer lo que sea por
garantizar el bienestar de sus hijos, llamar la atención sobre estas consecuencias
puede resultar efectivo para disuadir sobre la transmisión de prejuicios a los niños.
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Contacto intergrupal directo: los beneficios
potenciales de conocerse
En la actualidad, muchas ciudades estadounidenses se asemejan a
una rosca o «donut» social: centros desintegrados y azotados por el crimen donde
habitan fundamentalmente grupos minoritarios, rodeados por un anillo de suburbios relativamente ricos en el que se encuentran personas de raza blanca y grupos
minoritarios que tienen, económicamente hablando, «la sartén por el mango».
Como puedes suponer, el contacto entre personas de ambos sectores es mínimo.
El estado de esta cuestión hace emerger una interesante pregunta: ¿Se puede reducir el prejuicio si aumenta de alguna manera el grado de contacto entre los diferentes
grupos? La respuesta afirmativa a esta cuestión se conoce como la hipótesis del contacto, estrategia de la que existen varias razones para predecir su efectividad (Pettigrew, 1981, 1997). En primer lugar, un contacto mayor entre personas de uno y
otro grupo conduce al reconocimiento cada vez mayor de semejanzas entre ambos.
Como veremos en el Capítulo 7, percibir similitud favorece la atracción mutua. En
segundo lugar, y a pesar de la resistencia al cambio de los estereotipos, éstos pueden alterarse cuando se encuentra suficiente información inconsistente, o bien
cuando los individuos se topan con un gran número de excepciones a sus estereotipos (Kunda y Oleson, 1995). En tercer lugar, un contacto mayor contrarresta la
ilusión de la homogeneidad del exogrupo descrita anteriormente. Por todas estas
Por qué el prejuicio No es inevitable: técnicas para contrarrestar sus efectos
hipótesis del contacto:
perspectiva que sostiene que la
reducción del prejuicio puede
venir dada por un incremento en
el contacto entre miembros de
varios grupos sociales. Este
esfuerzo parece tener éxito sólo
cuando el contacto tiene lugar
bajo ciertas condiciones
favorables específicas.
241
hipótesis del contacto
ampliada: perspectiva que
sugiere que con sólo saber que
miembros del propio endogrupo
han establecido relaciones
estrechas con miembros de un
exogrupo, se puede reducir el
prejuicio hacia éste.
razones, pareciera que el contacto directo intergrupal puede ser un medio efectivo
para combatir el prejuicio. ¿Es así? Las evidencias existentes sugieren que es posible, pero sólo cuando se cumplen una serie de condiciones: los grupos que interactúan deben tener un estatus social más o menos semejante; el contacto debe
incluir cooperación e interdependencia, además de permitir conocerse como individuos; deben existir normas que favorezcan la igualdad de los grupos, y las personas
de cada fracción deben ver a la otra como típica de sus grupos respectivos.
Cuando ocurre el contacto entre grupos en un principio hostiles entre sí bajo
estas condiciones, el prejuicio parece disminuir (véase Figura 6.13; Aronson, Bridgeman y Geffner, 1978; Schwarzwald, Amir y Crain, 1992). Como puedes suponer,
estas condiciones son poco frecuentes. Además, el contacto con personas de exogrupos, especialmente cuando median fuertes prejuicios, puede generar emociones
negativas como ansiedad, incomodidad, y el miedo a parecer prejuiciados (Bodenhausen, 1993; Fazio y Hilden, 2001). Estas reacciones pueden actuar en contra de
los beneficios potenciales del contacto. A la luz de estas consideraciones, muchos
psicólogos sociales han manifestado pesimismo en relación con la efectividad del
contacto intergrupal como forma de reducir el prejuicio. Sin embargo, una versión
modificada de la hipótesis del contacto, conocida como la hipótesis del contacto
ampliada ha sido de ayuda para dar marcha atrás a conclusiones pesimistas.
La hipótesis del contacto ampliada sugiere que el contacto directo entre personas
de diferentes grupos no es esencial para reducir el prejuicio. De hecho, estos efectos benéficos pueden producirse si las personas implicadas simplemente saben que
personas de su propio grupo han establecido relaciones estrechas con individuos
de otro grupo (por ejemplo, Pettigrew, 1997; Wright et al., 1997). ¿Cómo puede ayudar a reducir el prejuicio el conocimiento de la amistad «transgrupal»? De diferentes
maneras. Por ejemplo, el conocimiento de esta amistad puede indicar que se acepta
el contacto con miembros del exogrupo, es decir, que las normas del propio grupo
no van en contra del exogrupo, como podía haberse creído en un principio. De
manera semejante, el conocer que miembros del propio grupo disfrutan de relaciones próximas con miembros del exogrupo puede ayudar a reducir la ansiedad que
produce interactuar con los otros: si alguien que conozco disfruta de esta relación,
¿por qué no puede pasarnos lo mismo? En tercer lugar, la existencia de amistades transgrupales sugiere que a los miembros del exogrupo no necesariamente les
desagradan los miembros de nuestro propio endogrupo. Finalmente, estas amistades
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FIGURA 6.13
Contacto intergrupal:
Un medio para reducir
el prejuicio.
Cuando aumentan los contactos
entre personas de diferentes
grupos raciales o étnicos, puede
verde reducido el prejuicio entre
ellos. No obstante, para que se
produzca este efecto beneficioso,
el contacto debe ocurrir bajo
ciertas condiciones.
■
242
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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pueden aumentar la empatía y comprensión entre los grupos; en otras palabras, no
necesariamente tenemos que experimentar un contacto estrecho con personas del
exogrupo para tener sentimientos positivos hacia ellos: resulta suficiente saber que
miembros del propio endogrupo han tenido estas experiencias.
Un cuerpo creciente de evidencias experimentales sustenta este razonamiento,
y en consecuencia respalda la hipótesis del contacto ampliada. Por ejemplo, en una
investigación de esta hipótesis (Pettigrew, 1997), al menos unas cuatro mil personas
que viven en distintos países europeos completaron un cuestionario que medía: el
grado en que los participantes tenían amistad con personas de grupos culturales distintos al propio; el grado de prejuicio hacia los exogrupos en general; las creencias
sobre la inmigración; y los sentimientos hacia un amplio rango de grupos étnicos
y culturales (por ejemplo, grupos de varios países de Europa, norteafricanos, turcos, negros africanos, asiáticos, indios del este, judíos). Los resultados ofrecieron
un asombroso respaldo a los beneficios de las amistades intergrupales. A mayor
número de amistades intergrupales reportadas por los participantes, menor prejuicio
hacia diversos exogrupos y creencias más favorables acerca de la inmigración hacia
el propio país. Además de esto, se encontró que a mayores experiencias con amistades intergrupales, sentimientos más positivos hacia muchos otros grupos, incluidos aquellos con los que había tenido un contacto escaso o nulo. Este último
hallazgo es muy importante, al sugerir que las reducciones de prejuicio como producto de amistades con personas pertenecientes a ciertos exogrupos pueden generalizarse asimismo a otros exogrupos.
El valor de las amistades intragrupales ha sido respaldado tanto por estudios de
laboratorio como por investigaciones mediante encuestas (por ejemplo, Wright et
al., 1997), lo que conduce a señalar que el contacto entre personas de diferentes grupos puede ser un medio altamente efectivo para la reducción del prejuicio, especialmente si el contacto se desarrolla en el marco de las relaciones próximas.
Además, este contacto es fácilmente generalizable a personas con las que en sí no
se ha tenido contacto alguno. En otras palabras, el aprender tan sólo que algunos
miembros del propio grupo se llevan bien con personas que pertenecen a otros grupos, puede ser muy eficaz para contrarrestar los efectos deleznables del prejuicio.
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Los psicólogos sociales creen que el prejuicio no es inevitable; éste puede reducirse
mediante diversas técnicas.
Una de estas técnicas implica cambiar experiencias tempranas en los niños para evitar
que padres y demás adultos inculquen prejuicios.
Otra técnica refiere el contacto directo entre personas de diferentes grupos. Cuando
esto ocurre bajo ciertas condiciones, se puede reducir el prejuicio.
Resultados de investigación indican que saber tan sólo que miembros del propio endogrupo han establecido amistad con miembros de un exogrupo puede ser suficiente para
reducir el prejuicio; esto se conoce como la hipótesis del contacto ampliada.
Recategorización: desplazar la frontera
entre «Nosotros» y «Ellos»
Vuelve atrás en el tiempo y piensa en tus días de bachillerato. Imagina que el equipo de baloncesto de tu instituto está jugando un importante partido contra la escuela rival de una ciudad o pueblo cercanos al tuyo. En este caso,
ciertamente verías a tu instituto como «nosotros» y a la otra escuela como «ellos».
Por qué el prejuicio No es inevitable: técnicas para contrarrestar sus efectos
243
Ahora imagina que gana el equipo de la otra escuela, por lo cual debe competir contra un equipo de otra región o provincia en un torneo nacional. ¿Cómo les verías
a ellos ahora? Cabe suponer que bajo estas condiciones, verías al equipo del otro
instituto como «nosotros»; después de todo, estaría representando a tu región o provincia. Y evidentemente, si el equipo de un estado o provincia diferentes al tuyo
juega contra otros países, ellos pasarían a ser vistos como «nosotros» en relación
con los «extranjeros».
Situaciones como ésta en la que cambia el límite entre «nosotros» y «ellos»
resultan bastante comunes en la vida cotidiana, con lo que dan pie a una pregunta
interesante: ¿estos cambios o recategorizaciones (como las denominan los psicólogos sociales) pueden utilizarse en la reducción del prejuicio? Una teoría propuesta
por Gaertner y sus colegas (1989, 1993a) sugiere que sí. Esta teoría, conocida como
el modelo de la identidad endogrupal común, sugiere que cuando individuos que
pertenecen a diferentes grupos sociales se ven a sí mismos como miembros de una
entidad social única, las actitudes hacia cada uno de los grupos son más positivas.
Como consecuencia de esto, las actitudes favorables promueven un aumento de
contactos positivos entre miembros de grupos previamente separados, lo que en consecuencia reduce el prejuicio intergrupal existente hasta ese momento. En síntesis, debilitar o eliminar los límites «nosotros-ellos» existentes en un principio da
paso a un proceso que permite reducir el prejuicio y la hostilidad en las personas
implicadas.
¿Cómo podemos inducir a personas que pertenecen a distintos grupos a percibir a los otros como miembros de un mismo grupo? Gaertner y sus colegas sugieren que el trabajo cooperativo conjunto constituye un factor crucial. Cuando
individuos que pertenecen inicialmente a distintos grupos trabajan juntos en pro
de metas comunes, los unos y los otros comienzan a percibirse como una entidad
social única. De este modo, comienzan a disminuir los sentimientos de prejuicio
u hostilidad hacia el que previamente era un exogrupo (hacia «ellos»). Estos efectos han sido demostrados en diversos estudios, tanto de laboratorio como de campo
(por ejemplo, Brewer et al., 1987; Gaertner et al., 1989, 1990, 1993a); así las cosas,
la recategorización aparece como otra técnica que puede ser útil para reducir varios
tipos de prejuicio.
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recategorización: cambios en
el límite entre el endogrupo de
un individuo («nosotros») y
algún exogrupo («ellos»). Como
resultado de esta
recategorización, las personas
que en principio se consideraban
miembros del exogrupo pueden
pasar a ser vistas como
pertenecientes al endogrupo.
modelo de la identidad
endogrupal común: teoría que
sugiere que en la medida en que
personas que pertenecen a
diferentes grupos se
autoperciben como miembros
de una entidad social única,
incrementan los contactos
positivos con los diferentes
grupos, lo que reduce el
prejuicio intergrupal.
244
Intervenciones cognitivas: ¿Podemos decir simplemente
«No» a los estereotipos?
A lo largo de este capítulo, hemos notado que los estereotipos juegan un importante papel en el prejuicio. La tendencia a pensar en los otros en función de su pertenencia a varios grupos o categorías (lo que se conoce como
procesamiento orientado categóricamente) parece ser un factor clave en la existencia y persistencia de varias formas de prejuicio. Si esto es así, entonces las intervenciones diseñadas para reducir el impacto de los estereotipos pudieran ser
altamente efectivas en la reducción del prejuicio y la discriminación. ¿Cómo podemos alcanzar esta meta? Por medio de varias técnicas que aparecen como eficaces
a este respecto.
En primer lugar, puede reducirse el impacto de los estereotipos al motivar a los
otros a no ser prejuiciados; por ejemplo, al hacer conscientes normas igualitarias
y estándares requeridos para que todos disfruten de los mismos derechos (por ejemplo, Macrae, Bodenhausen y Milne, 1998). De manera semejante, la dependencia
de los estereotipos puede reducirse al alentar a los individuos a que piensen detenidamente en los demás; en concreto, al atender a las características únicas de los
otros antes que a la pertenencia a varios grupos. Esto puede lograrse mediante la
asignación de metas individuales que contemplen la adquisición de información única de cada miembro del grupo, en contraposición a información sobre una
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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persona que se basa en generalizaciones a partir de características generales de su
grupo (por ejemplo, Fiske, y Neuberg, 1990; Monteith, 1993). En pocas palabras,
cuando se motiva a los individuos a ser precisos y tener recursos cognitivos suficientes para lograr esta meta, puede reducirse la dependencia de los estereotipos.
Otra forma de reducir la tendencia a pensar en forma estereotipada, que incluso
puede resultar sorprendente, implica un entrenamiento diseñado para disminuir
la activación automática de los estereotipos. Al adquirir estereotipos, los individuos aprenden a asociar ciertas características (por ejemplo, rasgos negativos como
«pobre», «hostil» o «peligroso») con varios grupos étnicos o raciales; cuando esto
ocurre, las personas de dichos grupos se convierten en estímulos que producen un
efecto de priming, que refiere estereotipos étnicos y raciales que se activan automáticamente. Pero ¿qué ocurre si se intenta romper sistemáticamente el hábito del
estereotipo, diciendo «no» a los rasgos asociados con grupos específicos de forma
estereotipada? Kawakami y sus colegas (2000) supusieron que este procedimiento
podía reducir la dependencia de las personas hacia los estereotipos.
Para comprobar esta hipótesis, el equipo de investigadores condujo una serie de
investigaciones. En una de éstas, los participantes vieron palabras positivas o negativas relacionadas con estereotipos de personas de razas blanca y negra. Por ejemplo,
una palabra asociada con el estereotipo positivo de los negros fue atlético, y en sentido contrario una palabra fue pobre; en el caso de los blancos, se incluían palabras
como apasionado y nervioso, respectivamente. A las palabras siguieron fotografías
de personas, y la tarea de los participantes consistió en señalar si dichas personas eran
blancas o negras. Debido al efecto de priming de las palabras, la activación de los estereotipos se vería reflejada en una categorización más rápida de las fotos tras ser presentadas las palabras relacionadas con el estereotipo racial correspondiente.
Interesa ahora detenerse en la parte del estudio referida a contrarrestar el estereotipo: tras completar la primera fase de la investigación, se dividió a los participantes en dos grupos. Al grupo en la condición de mantenimiento del estereotipo
se le instruyó para decir «sí» cuando vieran la fotografía de una persona y una palabra asociada con su estereotipo racial; consecuentemente, a las personas en este
primer grupo se les dijo que respondieran «no» cuando viesen asociaciones inconsistentes en los pares de fotografías y palabras (por ejemplo, la fotografía de un negro
junto a una palabra vinculada al estereotipo de los blancos). A las personas del grupo
en la condición de negación del estereotipo se les dijo por una parte que respondieran «no» cuando viesen pares de fotografías y palabras consistentes con los estereotipos de personas blancas o negras; por otra parte, a los participantes de este grupo
se les hizo responder «sí» a pares de palabras y fotografías inconsistentes con los
estereotipos. Dicho de otro modo, se trataba de practicar la negación de estereotipos
raciales implícitos. Los participantes en cada condición llevaron a cabo estos ensayos varios cientos de veces.
Los resultados fueron claros y confirmaron la reducción de la dependencia de los
estereotipos mediante una simple negación. Tal como se muestra en la Figura 6.14,
antes del entrenamiento en negación los participantes categorizaron rostros blancos más rápido que los rostros negros tras ver palabras asociadas al estereotipo de
los blancos, lo que ocurrió de forma recíproca con rostros negros y los estereotipos
correspondientes a su raza. Estas diferencias desaparecieron tras el entrenamiento
en negación diseñado para debilitar estereotipos implícitos.
En efecto, pareciera que los individuos pueden aprender a debilitar sus propios
estereotipos diciendo simplemente «no» a las asociaciones entre rasgos estereotipados y grupos sociales específicos. Por ejemplo, si los individuos aprenden a
rechazar las conexiones cognitivas implícitas entre rasgos negativos (por ejemplo,
«hostil» y «sucio») y grupos raciales, pueden reducir la propia tendencia a percibir a estos grupos a través del filtro de los estereotipos raciales. Ciertamente, en relación con esta técnica quedan abiertas muchas preguntas: ¿Funcionará con todos los
estereotipos o sólo con algunos?; la activación reducida de los estereotipos, ¿de qué
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Por qué el prejuicio No es inevitable: técnicas para contrarrestar sus efectos
245
Antes del entrenamiento,
las diferencias
son significativas
Tras el entrenamiento
en negación, las diferencias
no son significativas
Tiempo de reacción
550
539
540
532
530
520
520
515
512
510
500
531
527
508
Previo al entrenamiento
Estereotipo blanco - Rostros blancos
Estereotipo blanco - Rostros negros
Estereotipo negro - Rostros negros
Estereotipo negro - Rostros blancos
Tras el entrenamiento
en negación
FIGURA 6.14
Decir «No» a los estereotipos: una prometedora técnica para combatir el prejuicio.
Con anterioridad al entrenamiento en negación, durante el cual los participantes respondían «no» a los
estereotipos raciales, los participantes categorizaron rostros blancos más rápidamente que los negros
tras ver palabras relacionadas con el estereotipo de los blancos, y categorizaron más rápidamente
rostros negros al ver palabras asociadas al estereotipo de los negros. Sin embargo, estas diferencias
desaparecieron tras un entrenamiento en negación, diseñado para debilitar estos estereotipos implícitos.
[FUENTE: CON BASE EN DATOS DE KAWAKAMI ET AL., 2000.]
■
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manera influirá en las evaluaciones de, e interacciones con, miembros de los grupos objeto de estereotipos? Estas cuestiones pueden responderse únicamente con
futuras investigaciones; no obstante, la posibilidad de aprender fácilmente a decir
no a estereotipos étnicos y raciales, ¡es sin lugar a dudas alentadora!
La influencia social en la reducción del prejuicio
En páginas precedentes hemos señalado que el aprendizaje social
hace posible la adquisición de actitudes étnicas y raciales. En otras palabras, puede
decirse que los prejuicios y los estereotipos provienen, al menos en parte, de factores y experiencias sociales. Si esto es así, se podrían utilizar técnicas de influencia social para reducir ambos procesos. Por ejemplo, si los individuos aprenden que
su visión de los demás está más sesgada que la de personas que les agradan, puede
aparecer la motivación por cambiar dicha visión, de manera que ésta se asemeje a
la visión del grupo de referencia (sobre las diversas técnicas de influencia social,
véase el Capítulo 9). Sobre el uso de las técnicas de influencia social para reducir
el prejuicio, pueden señalarse las evidencias presentadas por Stangor, Sechrist y Jost
(2001).
Estos psicólogos sociales solicitaron a estudiantes de origen caucásico que estimasen el porcentaje en que los afroamericanos poseían diecinueve rasgos estereotipados, de los cuales nueve eran positivos (por ejemplo, sociable, atlético, musical),
y el resto negativos (intimidatorio, hostil y violento, entre otros). Tras completar
estas valoraciones, se informó a los participantes de la diferencia entre sus puntuaciones y las de otros estudiantes de la universidad. En una de las condiciones
del experimento, los participantes conocieron que el resto de estudiantes tenía una
246
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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visión más favorable de los afroamericanos; es decir, que en las valoraciones de los
demás había mayor incidencia de atributos positivos y menor incidencia de atributos negativos. En la otra condición del experimento, se dijo a los participantes
que el resto de estudiantes consideraba de manera menos favorable a los afroamericanos (esto es, mayor presencia de rasgos negativos que de positivos). Tras recibir esta información, todos los participantes valoraron de nuevo el porcentaje en
que los afroamericanos poseían rasgos positivos y negativos. Los resultados señalaron que las actitudes raciales de los participantes fueron objeto de influencia
social: la adscripción de estereotipos negativos se relacionó de manera directa con
la valoración realizada supuestamente por el resto de estudiantes; es decir, la citada
adscripción disminuyó en la primera condición y aumentó en la segunda.
En conjunto, estos hallazgos señalan que las actitudes raciales en ningún caso
existen en medio del vacío social; por el contrario, las actitudes de los individuos
están no sólo bajo la influencia de experiencias previas, sino también de información
actual referida al estado de esta información en los otros. La moraleja es evidente:
el prejuicio puede llegar a reducirse si a quienes lo poseen se les induce a creer que
su visión prejuiciada se desmarca de la visión de los demás (específicamente, personas a quienes se admira o respeta). Finalmente, sobre las técnicas que resultan
útiles para reducir el prejuicio, te recomendamos la sección ¡Ideas para llevar contigo y utilizar! al final de este capítulo.
Hacer frente al prejuicio: cómo reaccionan las víctimas
Hasta ahora hemos hecho énfasis en quienes poseen prejuicios hacia
los demás: cómo se desarrollan estas concepciones negativas, cómo revierten en
acciones explícitas, y de qué manera pueden reducirse. Además de todo esto tenemos la otra cara de la moneda: las víctimas del prejuicio. ¿Cómo reaccionan estas
personas? En otras palabras, ¿qué efectos produce el prejuicio en ellas, y de qué
manera logran hacerle frente? En la actualidad, estas cuestiones son prioritarias para
los psicólogos sociales que se inician en el estudio del prejuicio. Por ejemplo, el reconocido psicólogo afroamericano Kenneth Clark (Clark y Clark, 1947) llevó a cabo
una serie de estudios en los que a niños de razas blanca y negra se les daba la oportunidad de elegir entre muñecas blancas y negras. Clark y Clark encontraron que
muchos niños negros preferían jugar con muñecas blancas, a las que consideraban
más atractivas y semejantes a ellos. Los investigadores interpretaron estos resultados como un rechazo a la propia identidad racial y étnica en los niños pertenecientes a grupos minoritarios como consecuencia del prejuicio, y con posibles
efectos perjudiciales como una autoestima más baja.
Por fortuna, estos escalofriantes resultados no se confirmaron en estudios posteriores; en la actualidad, muchos niños negros prefieren jugar con muñecas negras
y no rechazan la propia identidad racial. Incluso existe cierta duda sobre si las víctimas del prejuicio tienen presentes las actitudes negativas de los otros, y si este
conocimiento, a su vez, puede tener efectos perjudiciales. Por ejemplo, Steele y
Aronson (1995) sugieren que con cierta frecuencia, quienes pertenecen a minorías
experimentan la amenaza del estereotipo; esto es, la preocupación de ser evaluados a partir de los estereotipos relacionados con su estatus minoritario (Steele, 1997),
lo que se une al miedo de confirmar estas creencias negativas. A su vez, estas preocupaciones pueden incidir en la ejecución de tareas en diversos contextos. En sintonía con esta hipótesis, Steele y Aronson (1995) encontraron que estudiantes
universitarios de raza negra llevaron a cabo de manera más deficiente una tarea cognitiva (responder preguntas difíciles del test GRE, Graduate Record Examination)
tras hacer saliente la raza (llamar la atención sobre la misma), lo que se creía podía
confirmar el estereotipo de que los negros son menos inteligentes que los blancos.
Cuando no se llamó la atención sobre la raza, dichos efectos no se hicieron presentes.
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Por qué el prejuicio No es inevitable: técnicas para contrarrestar sus efectos
amenaza del estereotipo: en
las personas blanco de
estereotipos, preocupación por
ser evaluadas a partir de estos
estereotipos.
247
Sobre los efectos adversos de los estereotipos, Croizet y Claire (1998) obtuvieron evidencias adicionales, en este caso relacionadas con personas de niveles socioeconómicos alto y bajo, y a partir de un test que era descrito como una medida de
las habilidades intelectuales, o bien como una medida del rol de la atención en la
memoria. Los investigadores predijeron que cuando el test fuese descrito como una
prueba de las habilidades intelectuales, se induciría la amenaza del estereotipo en
las personas con bajos ingresos, quienes creerían que se les evaluaba a partir del estereotipo negativo que se tiene de ellos; en esta condición, la ejecución sería peor que
la de las personas de nivel socioeconómico alto. Esto no ocurriría en la condición
en la que se presentaba el test como una medida de la atención. Los resultados ofrecieron un amplio soporte a estas predicciones. Hallazgos de este tenor sugieren que,
en efecto, los estereotipos tienen efectos perjudiciales en las personas a que hacen
referencia, efectos éstos que difieren de aquéllos que son producto de la discriminación hacia estas personas.
Más recientemente, los psicólogos sociales han empezado a adoptar una perspectiva distinta sobre la cuestión referida a cómo las víctimas del prejuicio se enfrentan con este problema. A diferencia de la visión tradicional de las víctimas como
entes pasivos, esta nueva perspectiva considera a dichas personas como agentes activos que: eligen las situaciones en las que se involucran (posiblemente aquéllas en
las que sienten que no serán objeto de discriminación explícita); piensan de manera
activa sobre lo que ocurre en estas situaciones; y responden ante ellas de maneras
diferentes (por ejemplo, Crocker, Major y Steele, 1998; Swim y Stangor, 1998). Como
ha señalado recientemente Shelton (2000), los miembros de grupos minoritarios
adoptan diversas estrategias para proteger su bienestar psicológico. Por ejemplo, pueden atribuir la respuesta negativa de los otros al prejuicio o compararse a sí mismos únicamente con los miembros del endogrupo y no con el grupo de la mayoría
prejuiciada. Adicionalmente, pueden elegir el asignar poca importancia o relevancia
a las situaciones o resultados en los que su grupo es considerado de forma negativa.
Por ejemplo, algunos jóvenes afroamericanos que viven en vecindarios económicamente desfavorecidos asumen que tener éxito en la escuela es un juego que no
pueden ganar, porque los dados están cargados en su contra; en consecuencia, perciben dicho éxito como algo sin importancia. Si bien esto les ayuda a proteger su
autoestima, al mismo tiempo les limita las oportunidades económicas, con lo cual
esta visión, a la postre, resulta francamente desafortunada.
Las víctimas del prejuicio, además, suelen formar sus propias actitudes raciales y estereotipos. Hallazgos recientes indican que las actitudes raciales de los negros
se basan fundamentalmente en la amenaza y conflicto percibidos, en conjunción
con sus reacciones ante el racismo de los blancos (por ejemplo, Duckitt y Mphuthing, 1993; Monteith y Spicer, 2000). En contraposición, las actitudes raciales de
los blancos parecieran derivar por lo general del grado de compromiso hacia el principio de la igualdad (Monteith y Spicer, 2000). Investigaciones adicionales revelan
que, tal como ocurre con los blancos, las actitudes raciales de los negros varían enormemente. Sin embargo, a pesar de haber sido las víctimas del racismo y la discriminación durante décadas, muchos negros no tienen percepciones negativas de los
blancos (por ejemplo, Ryan, 1996). Además, y tal como cabría esperar, a mayor identificación de las personas con los grupos minoritarios a los que pertenecen, mayor
sensibilidad hacia las formas sutiles de prejuicio y mayores reacciones ante éste (por
ejemplo, Operario y Fiske, 2001).
En síntesis, en psicología social está emergiendo una nueva perspectiva que reconoce al prejuicio como una calle de doble dirección. No sólo es importante entender
la mente y el comportamiento de quienes mantienen prejuicios raciales, étnicos o de
género; es igualmente importante considerar cómo reaccionan las víctimas ante estas
actitudes y estereotipos, y el trato negativo que se deriva de ellos. Indiscutiblemente,
nuestra esperanza es que al poder adquirir un conocimiento completo de ambos aspectos del proceso, seamos capaces de contrarrestar su aparición y sus efectos negativos.
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CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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En ocasiones, el prejuicio puede reducirse mediante la recategorización, que consiste en
cambiar el límite entre «nosotros» y «ellos», para incluir a personas en principio pertenecientes al exogrupo dentro de la categoría «nosotros».
Las técnicas cognitivas también resultan efectivas para reducir el prejuicio. Con frecuencia,
éstas se basan en motivar a los otros a no ser prejuiciados; por ejemplo, al hacer conscientes normas igualitarias y estándares requeridos para que todos disfruten de los mismos derechos.
El prejuicio puede disminuir asimismo cuando se entrena a los individuos a decir «no»
ante las asociaciones entre estereotipos y grupos sociales específicos.
La influencia social también hace posible la reducción del prejuicio, al suministrar a los
individuos evidencias de que otras personas tienen menos prejuicios que ellos.
Recientemente ha aparecido en psicología social una nueva perspectiva, según la cual
se considera a las víctimas del prejuicio como agentes activos que eligen las situaciones
en las que se involucran, piensan de manera activa sobre lo que ocurre en estas situaciones, y responden ante ellas de maneras diferentes.
Prejuicios basados en el género:
naturaleza y efectos
Q
M
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as de la mitad de la población mundial la constituyen
mujeres. A pesar de este hecho, en muchas culturas se trata
a las mujeres como miembros de un grupo minoritario.
Ellas han estado excluidas del poder político y económico, han sido objeto de fuertes estereotipos negativos, y han padecido una discriminación evidente en muchos
ámbitos de la vida, tales como entornos laborales, educación superior y gobierno
(Fisher, 1992; Heilman, Block y Lucas, 1992). Esta situación está cambiando, al
menos en algunos países y en cierto grado. Las prácticas discriminatorias explícitas han sido sancionadas legalmente en muchas naciones, y ha habido un cierto
debilitamiento en los estereotipos de género negativos. Por ejemplo, viví en Francia durante la primavera de 2001, durante las elecciones de alcaldes para todo el
país. Con miras a contrarrestar prejuicios de género previos, una nueva ley requería que el 50 por ciento de los candidatos respaldados por los principales partidos
fuesen mujeres. ¿El resultado? Como nunca antes, muchas mujeres fueron elegidas para cargos municipales. Sin embargo, y a pesar de estos cambios, el sexismo
(prejuicio basado en el género) continúa ejerciendo efectos perjudiciales en las
mujeres de muchos países (por ejemplo, Glick et al., 2000). Debido a que el prejuicio de género afecta a más personas que cualquier otro prejuicio (a algo más de
la mitad de la raza humana), es objeto por demás digno de una cuidadosa atención.
Los sexismos hostil y benevolente: las dos caras
del prejuicio basado en el género
El término prejuicio parece implicar hostilidad y aversión; cuando
en el habla cotidiana decimos que alguien está prejuiciado hacia personas que pertenecen a un grupo específico, inferimos que se trata de visiones francamente negativas del grupo en cuestión. Sin embargo, el prejuicio puede manifestarse de manera
radicalmente opuesta. Incluso los racistas que tienen fuertes prejuicios hacia los
Prejuicios basados en el género: naturaleza y efectos
sexismo: prejuicio basado en el
género.
249
Los hombres expresan un sexismo hostil más alto
que las mujeres en todos los países
Hostil - Hombres
Hostil - Mujeres
Benevolente - Hombres
Benevolente - Mujeres
Sexismos hostil y benevolente
Esta diferencia
disminuye e incluso
se invierte para el sexismo
benevolente
4
3,8
3,6
3,4
3,2
3
2,8
2,6
2,4
2,2
2
1,8
1,6
1,4
1,2
1
3,8
3,7
3,7
3,4
3,2
3,4
3,3
2,8
2,5
2,4
2,1
2,2
2,3
2,3
2
1,6
Cuba
Nigeria
Portugal
2,3
EE.UU.
2
1,9
1,7
Reino Unido
País
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FIGURA 6.15
Sexismos hostil y benevolente en el mundo.
Parecieran existir dos formas de sexismo, hostil y benevolente. Por lo general, los hombres expresan
sexismo hostil con mucha mayor fuerza que las mujeres, diferencia que se reduce e incluso invierte con
relación al sexismo benevolente.
[FUENTE: CON BASE EN DATOS DE GLICK ET AL., 2000.]
■
sexismo hostil: perspectiva
según la cual la mujer, si no
inferior al hombre, posee muchas
características negativas (por
ejemplo, buscan tratos especiales
de favor, son sensibles de manera
exagerada e intentan hacerse con
el poder de los hombres aunque
no lo merezcan).
sexismo benevolente:
perspectiva según la cual las
mujeres merecen protección, son
superiores a los hombres en
varios aspectos (son más puras y
tienen mejor gusto) y son
realmente necesarias para la
felicidad de los hombres (por
ejemplo, ningún hombre está
completamente realizado hasta
que encuentra en su vida una
mujer a quien adorar).
250
afroamericanos no dudan en admitir los grandes talentos atlético y musical de este
grupo, habilidades que pueden considerar superiores a las de los blancos. Lo mismo
ocurre con respecto al sexismo, el cual se muestra con dos caras diferentes. Una es
conocida como el sexismo hostil, según el cual la mujer, si no inferior al hombre,
tiene muchas características negativas (por ejemplo, buscan tratos especiales de
favor, son sensibles de manera exagerada e intentan hacerse con el poder de los hombres aunque no lo merezcan). La otra cara del sexismo es la que Glick y sus colegas (2000) han descrito como sexismo benevolente, según el cual las mujeres
merecen protección, son superiores a los hombres en varios aspectos (son más puras
y tienen mejor gusto) y son realmente necesarias para la felicidad de los hombres
(por ejemplo, ningún hombre está completamente realizado hasta que encuentra
en su vida una mujer a quien adorar). De acuerdo con Glick y sus colegas (2000),
ambas formas de sexismo reflejan que los hombres han mantenido una posición
de poder en la mayoría de las sociedades humanas. Debido a este poder, ven a la
mujer como inferior en varios aspectos. Ello no excluye que, al mismo tiempo, estos
hombres dependan de las mujeres para el desempeño de los roles domésticos, y por
la intimidad y amor que ellas les proporcionan. Estos hechos, en consecuencia, contribuyen con el desarrollo del sexismo benevolente.
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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La evidencia de que existen ambos tipos de sexismo en varias partes del mundo
ha sido descrita en el estudio masivo de Glick et al. (2000), en el cual participaron más de 15.000 personas de diecinueve países diferentes. Los participantes (en
su mayoría estudiantes universitarios) completaron cuestionarios diseñados para
medir ambos aspectos del sexismo. Como complemento de esta información se
consideraron medidas de la igualdad de género de las Naciones Unidas. Los resultados indican que ambos tipos de sexismo parecen existir en cada uno de los países estudiados. Mientras los hombres expresan un sexismo hostil más elevado que
el de las mujeres, esta relación tiende a desaparecer e incluso invertirse en algunos países; en concreto, las mujeres manifiestan un sexismo benevolente mayor
que el de los hombres, en países como Colombia, Turquía, Alemania y Bélgica
(véase Figura 6.15).
Como era de esperarse, a mayor presencia de ambas formas de sexismo, menor
igualdad de género (referida a la presencia de mujeres en empleos de estatus elevado,
educación y estándares de vida). Estas relaciones se encontraron especialmente en
los niveles de sexismo en los hombres, pero también en las mujeres. En definitiva,
pareciera claro que el sexismo no necesariamente implica visiones negativas uniformes de las mujeres u hostilidad hacia ellas; antes bien este prejuicio puede mostrar una cara amable. Tal como señalaron Glick y sus colegas (2000), el sexismo
benevolente también constituye una forma de prejuicio, ya que sirve para mantener
a las mujeres en roles subordinados. En otras palabras, el sexismo benevolente
atenta contra la igualdad, meta que constituye un valor central en Estados Unidos
y en muchos otros países.
Las bases cognitivas del sexismo: estereotipos
de género y respeto diferencial
Una vez hecha la distinción entre las dos caras del sexismo, dirijámonos hacia otra importante cuestión: ¿por qué persiste? Buena parte de la respuesta
comprende los estereotipos de género, creencias referidas a características que
supuestamente poseen hombres y mujeres (véase Figura 6.16). Estos estereotipos
existen para ambos géneros y poseen rasgos positivos y negativos. Por ejemplo, en
relación con el lado positivo de los estereotipos de género de las mujeres, a ellas se
les considera amables, cuidadosas y simpáticas; el otro lado de la moneda comprende
la indecisión, la pasividad y una sensibilidad exagerada. De manera similar, se asume
que los hombres tienen rasgos tanto positivos (son decididos, asertivos y activos)
como negativos (se comportan de forma agresiva, insensible y arrogante) (Hosada
y Stone, 2000). Nótese que el estereotipo de género de las mujeres pareciera ser en
cierto modo más favorable que el de los hombres, hallazgo que Eagly y Mladinic
(1994) describen como el efecto «las mujeres son maravillosas». Sin embargo, a pesar
de este hecho las mujeres se enfrentan a un problema fundamental: los rasgos que
se supone poseen, en principio positivos, las hace ser vistas como menos indicadas
para desempeñar altos cargos o posiciones con rangos elevados, a diferencia de los
rasgos asumidos para los hombres. En definitiva, esto constituye una importante
barrera para el avance de las mujeres (por ejemplo, Heilman, 1995).
¿Son reales los estereotipos de género? ¿Es cierto que hombres y mujeres se diferencian de la manera en que sugieren sus estereotipos? La cuestión es compleja, ya
que las diferencias entre sexos, de observarse, pudieran más bien ser un reflejo del
impacto de los estereotipos y sus efectos confirmatorios, antes que una prueba de
las diferencias básicas entre hombres y mujeres. De la evidencia acumulada hasta
el momento cabe concluir que existen de hecho diferencias entre hombres y mujeres con respecto a diversos aspectos del comportamiento, pero en líneas generales, la magnitud de estas diferencias es mucho menor que la señalada por los
estereotipos de género predominantes (por ejemplo, Betancourt y Miller, 1996;
Voyer, Voyer y Bryden, 1995).
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Prejuicios basados en el género: naturaleza y efectos
estereotipos de género:
estereotipos que refieren rasgos
que supuestamente poseen
mujeres y hombres, y que
distinguen a cada género del
otro.
251
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FIGURA 6.16
Estereotipos de género: un ejemplo.
Los estereotipos de género sugieren que todos los hombres comparten ciertos rasgos y que ocurre otro
tanto con las mujeres. Obviamente, estos estereotipos son exageraciones: ¡al menos algunos hombres son
capaces de recordar los cumpleaños y hacerse cargo de su propia ropa!
[FUENTE: © TRIBUNE MEDIA SERVICES, INC. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. REIMPRESO CON AUTORIZACIÓN.]
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Aunque los estereotipos de género constituyen parte importante de los fundamentos del sexismo, no son el único factor. Jackson, Esses y Burris (2001) sugieren
que también es importante otra variable, el respeto diferencial. En concreto, hombres y mujeres manifiestan un mayor respeto hacia los hombres. ¿Por qué? Posiblemente porque los hombres continúan manteniendo posiciones de mayor poder
y estatus más elevado en la sociedad. Puede que esto incida en el mayor respeto
hacia ellos.
Con el propósito de determinar el papel del respeto diferencial en la discriminación hacia las mujeres, Jackson, Esses y Burris (2001) llevaron a cabo una serie de
estudios en los cuales los hombres y las mujeres participantes evaluaron aspirantes a empleos de estatus relativamente altos y bajos (por ejemplo, director regional
de una compañía inmobiliaria frente a un cocinero para un restaurante de comida
252
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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rápida). Los aspirantes eran tanto hombres como mujeres, y fueron evaluados por
los participantes a partir de la información que estos aspirantes supuestamente
habían colocado en el formulario de solicitud del empleo. Además de la evaluación
referida a si los aspirantes debían o no ser contratados, los participantes completaron
un instrumento estandarizado sobre estereotipos masculinos y femeninos. Finalmente, indicaron el grado de respeto que les infundían los aspirantes.
Los investigadores habían predicho que los hombres recibirían puntuaciones más
altas en las recomendaciones para obtener el trabajo y en el respeto, lo que efectivamente ocurrió (si bien algunos resultados variaron entre los diferentes estudios).
Adicionalmente, y aún más importante, sólo las puntuaciones referidas al respeto
predijeron significativamente las recomendaciones para el empleo, lo que no ocurrió con los estereotipos de género. En otras palabras, a mayor respeto expresado
por los participantes hacia los aspirantes al empleo, mayores puntuaciones en relación con las recomendaciones sobre su incorporación en el puesto de trabajo. En
contraposición, el grado en que los participantes calificaron a los aspirantes en función de si éstos mostraban características referidas a estereotipos de género, no predijo las recomendaciones para el empleo. Dado que los aspirantes hombres
recibieron puntuaciones de respeto más elevadas, los resultados sugieren que este
factor efectivamente juega un papel importante en algunas formas de discriminación hacia las mujeres.
En suma, pareciera que los estereotipos de género, si bien contribuyen a perpetuar
la discriminación hacia las mujeres, no constituyen el único ingrediente en este
asunto. El respeto diferencial hacia los dos géneros también favorece la persistencia
del problema.
P U N TO S C L AV E
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El sexismo o prejuicio basado en el género afecta a más de la mitad de la raza humana.
En la actualidad, el sexismo se manifiesta de dos maneras opuestas: el sexismo hostil, que
implica creencias negativas de las mujeres, y el sexismo benevolente, que refiere creencias positivas sobre ellas.
Los estereotipos de género desempeñan un importante papel en el sexismo. Son marcos cognitivos que sugieren que hombres y mujeres poseen características radicalmente
diferentes en lo que a rasgos y patrones de comportamiento respecta.Aunque hombres y mujeres sean distintos en algunos aspectos, los estereotipos de género suelen
exagerar estas diferencias.
Tanto hombres como mujeres expresan mayor respeto hacia los hombres, factor éste
que juega un rol fundamental en el sexismo.
Discriminación contra la mujer: sutil
y con frecuencia mortal
En la actualidad, la discriminación explícita por razones de género
es ilegal en muchos países. Como resultado de esto, empresas, escuelas y organizaciones sociales no suelen rechazar a quienes aspiran a una plaza por el hecho de
ser simplemente mujeres (u hombres). A pesar de este hecho, en varios países las
mujeres siguen ocupando posiciones que presentan ciertas desventajas. Éstas incluyen empleos peor remunerados, trabajos de menor relevancia (Fisher, 1992) y un salario promedio más bajo que el de los hombres, aun cuando ellas y ellos ocupen las
mismas posiciones. ¿Por qué se mantiene esta situación? Es posible que aún no haya
pasado tiempo suficiente para que las mujeres disfruten de todos los beneficios que
Prejuicios basados en el género: naturaleza y efectos
253
se derivan de los cambios ocurridos durante los setenta y ochenta. Otra posibilidad, respaldada por evidencias experimentales, es que las barreras explícitas para
el avance de las mujeres hayan desaparecido, pero que continúen las fuerzas sutiles que operan contra ellas en diferentes contextos. Daremos un vistazo a algunas
de estas fuerzas.
EL PAPEL DE LAS EXPECTATIVAS. Las propias expectativas constituyen un factor que
impide el progreso de las mujeres. En líneas generales, las mujeres parecen tener
expectativas más bajas que los hombres en relación con sus carreras profesionales;
tienen expectativas de recibir un salario más bajo al empezar y menores aumentos de sueldo en perspectiva (Jackson, Gardner y Sullivan, 1992; Major y Konar,
1984). En algunos casos, ellas pueden ver incluso como normal el que las mujeres
reciban menores ingresos (Jackson y Grabski, 1988). ¿Por qué tienen las mujeres
estas expectativas? Ciertos resultados de investigación señalan la incidencia de
varios factores (por ejemplo, Jackson, Gardner y Sullivan, 1992).
En primer lugar, las mujeres esperan poder disfrutar de más tiempo fuera del trabajo (por ejemplo, para poder estar con sus hijos), lo que tiende a disminuir las expectativas de salarios elevados. En segundo lugar, suelen asumir que las mujeres ganan
menos dinero que los hombres. En tercer lugar, y como apuntamos en el párrafo
anterior, suelen considerar normal ganar menos dinero que ellos (Jackson, Gardner y Sullivan, 1992). Finalmente, puede que lo más importante sea la tendencia
de las mujeres a compararse con otras: ver que las mujeres en general ganan menos
que los hombres puede llevarlas a la conclusión de que, después de todo, no lo están
haciendo tan mal (Major, 1993). Sea cual fuere el factor específico que provoca
expectativas de salario más bajas en las mujeres, es indiscutible que las personas
suelen obtener lo que aspiran o por lo que luchan. En consecuencia, puede que unas
expectativas más bajas constituyan un elemento que juegue en contra en diversos
contextos.
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EL ROL DE LA CONFIANZA Y LAS AUTOPERCEPCIONES. Como suele decirse, la confianza de por sí es lo que permite predecir mejor el éxito. Quienes aspiran a ser exitosos con frecuencia lo logran; en consecuencia, quienes piensan en toparse con el
fracaso encuentran que esta predicción se cumple. Lamentablemente, las mujeres
tienden a expresar una autoconfianza menor que los hombres en situaciones relacionadas con la obtención de logros; es posible que ello se deba a que las mujeres
han sido víctimas del sexismo en dichas situaciones. Esto, a su vez, puede que haya
incidido en que las mujeres no hayan conseguido igualarse a los hombres en muchos
contextos laborales.
Otra razón que puede influir en una autoconfianza menor en las mujeres es haber
aprendido, a través de amargas experiencias, que a ellas no les da buenos resultados utilizar las tácticas que usan los hombres para tener éxito. Sobre este particular,
resultados de investigación indican que el uso de estrategias de autopromoción
(manejo de impresiones) que han resultado muy exitosas para los hombres, suele
traer consecuencias negativas a las mujeres (por ejemplo, reduce la posibilidad de
ser elegidas; Rudman, 1998). Por contraste, la modestia (mostrar humildad ante las
propias habilidades y logros) puede reducir la valoración sobre la competencia de
las mujeres pero aumentar su atractivo. ¡Triste logro el que las mujeres obtengan
beneficios por expresar menor confianza en sí mismas!
REACCIONES NEGATIVAS ANTE LA MUJER COMO FIGURA DE AUTORIDAD. En la actualidad la
mayoría de la gente está de acuerdo en que las mujeres pueden ser líderes eficaces.
Han sido elegidas para cargos políticos de alto nivel (primera ministra, senadora),
designadas jueces (en organismos como la Corte Suprema de Estados Unidos), promovidas para altos rangos militares y, en algunos casos, ascendidas a los puestos más
altos de grandes compañías u organizaciones (véase Figura 6.17). Ahora bien, ¿cómo
254
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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FIGURA 6.17
Mujeres en posiciones de
autoridad: ¿cómo
reaccionan las personas?
En los últimos años, un
número cada vez mayor de
mujeres ha alcanzado
posiciones de alto nivel en el
gobierno y la industria. Sin
embargo, los hallazgos de
investigación señalan que
muchas personas (tanto
hombres como mujeres)
continúan prefiriendo y se
sienten más cómodos si
quienes ocupan dichas
posiciones son hombres.
■
reaccionan las personas ante las mujeres que ocupan posiciones de autoridad? ¿Son
consideradas de la misma manera que los hombres? La respuesta a ambas preguntas pareciera ser negativa. Por una parte, aunque los subordinados se expresen por
igual respecto a hombres y mujeres en posiciones de liderazgo, suelen expresar comportamientos no verbales más negativos hacia ellas (Butler y Geis, 1990).
Por otra parte, lo que posiblemente resulta más perturbador es el hecho de que
las mujeres líderes tienden a recibir de sus subordinados evaluaciones más bajas
que los hombres (Butler y Geis, 1990; Eagly, Makhijani y Klonsky, 1992). Esto ocurre especialmente cuando las mujeres asumen un estilo de liderazgo considerado
como típicamente masculino (autocrático, directivo), en ámbitos en que los líderes en su mayoría son hombres y cuando son ellos quienes evalúan a sus líderes.
Estos hallazgos sugieren que las mujeres continúan enfrentándose a desventajas
tácitas a la hora de obtener posiciones de liderazgo y autoridad (Kent y Moss,
1994).
Para finalizar, tenemos hallazgos reportados por Rudman y Kilianski (2000), que
señalan que tanto hombres como mujeres los prefieren a ellos en posiciones de autoridad. De hecho, ambos géneros manifiestan actitudes que implícitamente vinculan
a los hombres con posiciones de mayor autoridad que a las mujeres. ¿Qué resulta
de todo esto? Que las mujeres, al igual que los hombres, se sienten más cómodas
cuando los hombres ocupan los cargos más elevados. Evidentemente, estas actitudes
atentan contra las mujeres en muchos contextos.
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DIFERENCIAS DE GÉNERO AL ESCALAR POSICIONES EN LAS EMPRESAS: EL «TECHO DE CRISTAL» Y
OTROS OBSTÁCULOS. Entre los setenta y los noventa, la proporción de mujeres en
puestos directivos se ha incrementado de un 16 hasta un 42 por ciento (U. S. Departament of Labor, 1992). Sin embargo, la proporción en los puestos de alta dirección
sólo ha aumentado de un tres a un cinco por ciento (Glass Ceiling Commission,
1995). Estos hechos han conducido a señalar la existencia del techo de cristal, una
Prejuicios basados en el género: naturaleza y efectos
techo de cristal: barreras
basadas en prejuicios
actitudinales u organizacionales
que impiden el avance de
mujeres cualificadas hacia las
posiciones del nivel más alto en
una organización.
255
barrera final que impide a las mujeres como grupo alcanzar las posiciones más altas
en las empresas. De manera más formal, el U. S. Departament of Labor ha definido
el techo de cristal como «aquellas barreras artificiales basadas en prejuicios actitudinales u organizacionales que impiden el avance de personas cualificadas en la
organización» (U. S. Departament of Labor, 1991).
¿Es real esta barrera? Y de ser así, ¿a qué se debe? Evidencias sobre el particular
muestran un panorama variopinto. Por una parte, algunos estudios sugieren que
el techo de cristal existe, es decir, que las mujeres obtienen logros inferiores a los
de los hombres en razón de su género (por ejemplo, Heilman, 1995; Morrison, 1992).
Por otra parte, diversos hallazgos apuntan, afortunadamente, hacia dos conclusiones
esperanzadoras. Por ejemplo, en un meticuloso estudio de Lyness y Thompson
(1997) se compararon las experiencias y logros en hombres y mujeres de una gran
empresa. Los dos grupos fueron cuidadosamente comparados en función de su educación y experiencias laborales, entre otros factores. Se encontraron pocas diferencias en sueldos, bonos y demás beneficios. Las mujeres señalaron tener menos
subordinados a quienes supervisar, más interrupciones en su carrera y —muy importante—, más obstáculos; por ejemplo, a la hora de buscar apoyo para influir en personas sobre las que en principio no tenían autoridad. Valga insistir en las escasas
o nulas diferencias de género con respecto a sueldo, bonos u oportunidades para
desarrollar sus carreras.
En un estudio posterior pero estrechamente relacionado con éste, Lyness y
Thompson (2000) ampliaron la muestra estudiada y se fijaron con mayor detenimiento en la siguiente cuestión: ¿El camino del éxito es igual en mujeres y hombres? En concreto, los investigadores se centraron en los obstáculos que impiden
a las mujeres alcanzar el éxito, y las estrategias utilizadas para superar estos obstáculos. De nuevo, ejecutivos y ejecutivas fueron cuidadosamente comparados en
función de su empleo actual, años en la empresa y evaluaciones de sus desempeños, de manera de que estos factores no influyeran en los resultados.
Lo que surgió como evidencia de este segundo estudio fue que mientras mujeres y hombres pueden alcanzar las mismas posiciones en la empresa, unas y otros
utilizan diferentes rutas para alcanzar sus propósitos. Con respecto a las barreras,
las mujeres señalaron mayores dificultades en aspectos tales como no encajar en
una cultura dominada por los hombres, ser excluidas de redes informales y no tener
bajo su cargo tareas relacionadas con temas de seguridad (específicamente, tareas
que les ayudarían a aumentar sus destrezas y avanzar en sus carreras). Sobre las
estrategias que facilitan sus carreras, las mujeres (más que los hombres) señalaron
como factores de su éxito el tener un buen historial en su trayectoria (un buen historial de logros) y el desarrollo de relaciones con otros miembros de la empresa. Para
ambos, hombres y mujeres, acceder a experiencias para el propio desarrollo fue un
plus para el éxito en sus carreras.
En esta investigación también se recogieron datos sobre el éxito profesional
actual (sueldos, bonos y nivel del cargo desempeñado), y de nuevo hubo pocas diferencias entre ambos géneros. Sin embargo, dos factores estuvieron más fuertemente relacionados con las medidas tangibles del éxito en los hombres que en las
mujeres: tener un mentor y recibir asignaciones a gran escala (tareas con muchas
responsabilidades). En general, puede decirse que las mujeres tienen mayores obstáculos que los hombres en su camino al éxito. Sin embargo, ellas logran conducirse frente a los obstáculos de manera adecuada para superarlos y conseguir
logros similares a los de ellos. Pero de nuevo, ¿existe un techo de cristal? Sí, en
el sentido de los mayores obstáculos que las mujeres deben enfrentar para obtener éxitos comparables a los de los hombres. Pero el hecho es que ellas, al fin y
al cabo, pueden llegar a los mismos niveles; por ejemplo, varias de las mujeres de
la muestra cobraban un sueldo anual de más de 500.000 dólares (cerca de
385.000 euros). En definitiva, pareciera posible apuntar una conclusión más bien
optimista: puede que aún exista el techo de cristal, pero en los últimos años se
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256
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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ha ido resquebrajando, que no haciendo añicos. Queda mucho por hacer, pero
resulta evidente que en el entorno laboral se han sucedido los mayores cambios,
los cuales pueden haber aumentado hasta cierto punto las oportunidades para las
mujeres.
P U N TO S C L AV E
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Ciertas manifestaciones explícitas de discriminación en razón del género han disminuido.
Sin embargo, las mujeres continúan enfrentándose a formas sutiles y tácitas de este fenómeno.
Entre estas formas se encuentran: expectativas más bajas por parte de las mujeres; menor
autoconfianza y autopercepción más negativa; reacciones contrarias a mujeres en posiciones de liderazgo; y el techo de cristal.
Evidencias recientes indican que las mujeres pueden encontrar más obstáculos que
los hombres en sus carreras, pero obstáculos que pueden superar mediante la adopción de estrategias efectivas que les permitirán la consecución de elevados niveles de
éxito.
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∞
C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
Estereotipos como atajos mentales,
por ejemplo, formas de ahorrar
esfuerzo cognitivo
Heurísticos y demás atajos mentales (capítulos 3, 4)
El rol de factores económicos (frustración)
en el prejuicio y la violencia racial
El papel de la frustración en la agresión y el conflicto (Capítulo 11)
Lo efectos de la similitud percibida
en el prejuicio
El efecto de la similitud percibida en la atracción (Capítulo 7)
Conexiones: para integrar la psicología social
257
PIENSA EN POSIBLES
1. Varios observadores sugieren que en
la medida en que han disminuido las
manifestaciones explícitas de la discriminación, se ha producido un aumento de sus formas más sutiles. En
otras palabras, estos estudiosos consideran que las actitudes que subyacen
a la discriminación permanecen inalteradas (Capítulo 4), y que lo único
que ha cambiado es el comportamiento relacionado con dichas actitudes. ¿Qué piensas al respecto?
2. Algunas evidencias señalan que el prejuicio persiste debido a que produce
l
IDEAS
CONEXIONES
beneficios a quienes lo poseen (por
ejemplo, enaltece el autoconcepto;
véase Capítulo 5). Pero el prejuicio
también tiene consecuencias dañinas
(por ejemplo, las personas prejuiciadas
tienen un miedo latente a ser atacados
por miembros del exogrupo; véase
Capítulo 11). En relación con el prejuicio, ¿cuáles consideras sus aspectos dominantes? ¿Sus beneficios o sus costes?
3. Según tu opinión, ¿por qué tenemos
una fuerte tendencia a dividir el mundo
social en dos categorías («nosotros» y
«ellos»)? ¿Crees que esta tendencia
proviene, al menos en parte, de nuestra herencia biológica? (por ejemplo, las
condiciones bajo las cuales evolucionaron las especies; véase Capítulo 1). ¿O
se trata fundamentalmente de nuestra
tendencia a ahorrar esfuerzos cognitivos, entre otros aspectos de la cognición (véase Capítulo 3)?
4. El sexismo parece tener dos aspectos,
hostil y benevolente. ¿Crees que es
importante eliminar ambos? ¿O piensas que el sexismo benevolente, al colocar a la mujer en un pedestal, puede
reportar algún beneficio?
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
TÉCNICAS PARA REDUCIR EL PREJUICIO
E
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l prejuicio es una parte común
de la vida social, lo que no
impide a los psicólogos sociales
creer que puede reducirse, por lo cual no
es inevitable. He aquí varias técnicas útiles
a este respecto.
existencia de contactos amistosos entre
miembros del propio grupo e integrantes
de varios exogrupos, el prejuicio hacia
éstos puede reducirse drásticamente.
Enseñar la tolerancia
y no el prejuicio a los niños
Si desde temprana edad se enseña a los
niños a respetar a todos los grupos, incluso
aquéllos que sean muy diferentes al propio,
el prejuicio puede —digámoslo sin ambages— eliminarse de raíz.
Recategorizar
Cuando las personas incluyen dentro del
propio endogrupo a quienes en un principio estaban excluidos, el prejuicio de aquéllos hacia éstos puede disminuir. A esto
puede acompañar el recordar que todos
formamos parte de grupos más grandes;
por ejemplo, que todos somos de un país,
un continente o ciudadanos del mundo.
Aumentar el contacto intergrupal,
o al menos saber que existe
Los hallazgos de investigación señalan
que tan sólo si las personas conocen de la
258
pueden debilitarse si instamos a las personas a pensar en los demás como individuos,
no tan sólo como miembros de grupos
sociales. Más aún, si las personas aprenden
a rechazar relaciones implícitas entre ciertos
rasgos y grupos étnicos o raciales (diciendo
no a los estereotipos), se puede reducir el
impacto de estos marcos cognitivos.
Socavar los estereotipos
Los estereotipos sugieren que todas las
personas que pertenecen a grupos sociales
específicos son similares, es decir, comparten
características semejantes. Estas creencias
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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b
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
Prejuicio y discriminación:
naturaleza y orígenes
El prejuicio es una actitud (usualmente
negativa) hacia miembros de algún
grupo social, basada exclusivamente en la
pertenencia a dicho grupo. Puede activarse de manera prácticamente automática, y puede ser de naturaleza tanto
implícita como explícita.
Como el resto de actitudes, el prejuicio
influye en nuestro procesamiento de la
información social, y en nuestras creencias
y sentimientos con respecto a personas
que pertenecen a varios grupos.
El prejuicio persiste dado que puede
enaltecer nuestra autoestima, y debido a
que los estereotipos permiten una economía de esfuerzo mental.
La discriminación consiste en acciones
negativas dirigidas hacia miembros de distintos grupos sociales.
Si bien ha sido evidente la disminución de
manifestaciones evidentes de discriminación, aún persisten formas sutiles de
racismo como el emblematismo.
«nosotros» y «ellos», y ver a nuestro
grupo social de manera más favorable
que a diversos exogrupos.
Por qué el prejuicio No es
inevitable: técnicas para
contrarrestar sus efectos
En ocasiones el prejuicio deriva de aspectos
básicos de la cognición social,esto es,la forma
en que procesamos la información social.
Los psicólogos sociales creen que el prejuicio no es inevitable; éste puede reducirse mediante diversas técnicas.
Los estereotipos son marcos cognitivos que
sugieren que quienes pertenecen a un grupo
social muestran características similares. Los
estereotipos tienen una fuerte influencia en
el pensamiento social. Por ejemplo, nos conducen a realizar inferencias tácitas acerca de
los demás de manera tal que la información
inconsistente con los estereotipos parezca
consistente con éstos.
Una de estas técnicas implica cambiar
experiencias tempranas en los niños para
evitar que padres y demás adultos inculquen prejuicios.
Los estereotipos implícitos se activan
automáticamente a partir de varios estímulos. Aun cuando no seamos conscientes de su activación, ésta puede
afectar poderosamente nuestro pensamiento sobre, y conducta hacia, las personas que pertenecen a los grupos a que
se refieren los estereotipos.
Otra técnica refiere el contacto directo
entre personas de diferentes grupos.
Cuando esto ocurre bajo ciertas condiciones, se puede reducir el prejuicio.
Resultados de investigación indican que saber
tan sólo que miembros del propio endogrupo han establecido amistad con miembros de un exogrupo puede ser suficiente
para reducir el prejuicio; esto se conoce
como la hipótesis del contacto prolongado.
En ocasiones, el prejuicio puede reducirse
mediante la recategorización, que consiste
en cambiar el límite entre «nosotros» y
«ellos», para incluir a personas en principio pertenecientes al exogrupo dentro
de la categoría «nosotros».
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La discriminación también puede provenir
de la activación automática de actitudes
implícitas y estereotipos (actitudes de las
cuales los individuos pueden no ser conscientes).
Orígenes del prejuicio: diferentes
perspectivas
El prejuicio proviene de diversas fuentes. Una
es el conflicto intergrupal directo, situaciones
en las que los grupos sociales compiten por
unos mismos recursos que escasean.
Una segunda base del prejuicio es la
experiencia temprana y el aprendizaje
social que implica esta experiencia.
Los resultados de investigación indican
que el grado de prejuicio de los padres y
la experiencia directa de las personas
durante su infancia con grupos minoritarios juegan un importante papel en la
formación del prejuicio racial.
Además, el prejuicio es consecuencia de
nuestra tendencia a dividir el mundo en
Hallazgos de investigación señalan que los
estereotipos están estrechamente vinculados al prejuicio; por ejemplo, las personas
con elevado grado de prejuicio responden
más rápidamente a palabras asociadas con
ciertos estereotipos, a diferencia de quienes tienen un prejuicio menor.
Otras fuentes cognitivas del prejuicio son
las correlaciones ilusorias (tendencia a
sobrestimar la fuerza de las relaciones
entre categorías sociales y comportamientos negativos) y la ilusión de la homogeneidad del exogrupo (tendencia a
percibir a miembros de exogrupos
como más homogéneos entre sí, a diferencia de lo que ocurre con quienes integran el propio endogrupo).
El prejuicio adquiere diversas formas;
entre las más recientes se encuentra
aquella que se dirige a las personas con
sobrepeso. En respuesta a esto, quienes
pertenecen a este grupo han emprendido acciones enérgicas para proteger sus
derechos y promover legislación que les
proteja y demás actuaciones en este sentido.
Las técnicas cognitivas también resultan
efectivas para reducir el prejuicio. Con
frecuencia, éstas se basan en motivar a los
otros a no ser prejuiciados; por ejemplo,
al hacer conscientes normas igualitarias y
estándares requeridos para que todos
disfruten de los mismos derechos.
El prejuicio puede disminuir asimismo
cuando se entrena a los individuos a decir
«no» ante las asociaciones entre estereotipos y grupos sociales específicos.
La influencia social también hace posible la
reducción del prejuicio, al suministrar a los
individuos evidencias de que otras personas tienen menos prejuicios que ellos.
Recientemente ha aparecido en psicología social una nueva perspectiva, según
la cual se considera a las víctimas del prejuicio como agentes activos que eligen las
situaciones en las que se involucran, piensan de manera activa sobre lo que ocurre en estas situaciones, y responden ante
ellas de maneras diferentes.
Sumario y revisión de los puntos claves
259
Prejuicios basados en el género:
naturaleza y efectos
El sexismo o prejuicio basado en el género afecta a más de la mitad de la raza
humana.
hombres y mujeres poseen características radicalmente diferentes en lo que a
rasgos y patrones de comportamiento
respecta. Aunque hombres y mujeres
sean distintos en algunos aspectos, los
estereotipos de género suelen exagerar
estas diferencias.
En la actualidad, el sexismo se manifiesta
de dos maneras opuestas: el sexismo hostil, que implica creencias negativas de las
mujeres, y el sexismo benevolente, que
refiere creencias positivas sobre ellas.
Tanto hombres como mujeres expresan
mayor respeto hacia los hombres, factor
éste que juega un rol fundamental en el
sexismo.
Los estereotipos de género desempeñan un importante papel en el sexismo.
Son marcos cognitivos que sugieren que
Ciertas manifestaciones explícitas de discriminación en razón del género han
disminuido. Sin embargo, las mujeres con-
tinúan enfrentándose a formas sutiles y
tácitas de este fenómeno.
Entre estas formas se encuentran: expectativas más bajas por parte de las mujeres;
menor autoconfianza y autopercepción más
negativa;reacciones contrarias a mujeres en
posiciones de liderazgo; y el techo de cristal.
Evidencias recientes indican que las mujeres pueden encontrar más obstáculos que los hombres en sus carreras,
pero obstáculos que pueden superar
mediante la adopción de estrategias efectivas que les permitirán la consecución de
elevados niveles de éxito.
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PA L A B R A S C L AV E
aprendizaje social (perspectiva sobre el
prejuicio) (p. 229)
bona fide pipeline (p. 222)
categorización social (p. 230)
correlaciones ilusorias (p. 237)
discriminación (p. 219)
emblematismo (tokenism) (p. 223)
endogrupo (p. 230)
endogrupo, diferenciación del (p. 238)
error final de atribución (p. 232)
260
estereotipo, amenaza del (p. 247)
prejuicio (p. 217)
estereotipos (p. 234)
recategorización (p. 244)
estereotipos de género (p. 251)
sexismo (p. 249)
exogrupo (p. 230)
sexismo benevolente (p. 250)
hipótesis del contacto (p. 241)
sexismo hostil (p. 250)
hipótesis del contacto ampliada (p. 242)
techo de cristal (p. 255)
ilusión de la homogeneidad del exogrupo
(p. 238)
teoría de la identidad social (p. 232)
teoría del conflicto realista (p. 224)
modelo de la identidad endogrupal común
(p. 244)
CAPÍTULO 6 / PREJUICIO
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b
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Eberhardt, J.L. y Fiske, S.T. (Eds.). (1998). Confronting racism.Thousand Oaks, CA: Sage.
Este valioso libro incluye capítulos de
expertos en el tema del racismo. Los
colaboradores enfocan el racismo desde
diversas perspectivas (individual, interpersonal e intergrupal). Se consideran las
implicaciones de los resultados de investigación psicosocial en políticas públicas,
además del impacto del racismo en crímenes, empleo, gobernabilidad y salud.
Stangor, C. (Ed.). (2000). Stereotypes and
prejudice: Essential readings. Philadelphia:
Psychology Press.
Winstead, B.A., Derlega, V.J. y Rose, S.
(1997). Gender and close relationships.
Thousand Oaks, CA: Sage.
Los estereotipos desempeñan un papel
fundamental en toda forma de prejuicio.
En este libro se realiza una revisión del
estado actual de conocimientos en relación con este importante aspecto de la
cognición social. Se incluyen temas como
el desarrollo, mantenimiento y utilización
de los estereotipos, así como la manera
en que pueden ser modificados. Es ésta
una excelente fuente si deseas saber más
de la raíz cognitiva del prejuicio.
En este interesante libro se examina la
naturaleza del género —estereotipos de
género y desarrollo del rol-género
incluidos—, y se considera el papel del
género en relaciones próximas y en una
amplia gama de comportamientos sociales (por ejemplo, conflicto y violencia,
amistad).
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261
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262
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7
ATRACCIÓN
INTERPERSONAL:
CONOCERSE,
AGRADARSE, INICIAR
UNA RELACIÓN
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
El comienzo de la atracción:
proximidad y emociones
Atracción interpersonal: una mirada
general
El poder de la proximidad: los
contactos no planificados pueden
resultar en atracción
Emociones positivas y negativas: las
bases afectivas de la atracción
Hacerse amigos: similitud
y agrado mutuo
Similitud: cada oveja con su pareja
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS
¿similitud, disimilitud
o ambas?
Agrado mutuo: nos atraen aquellos
a quienes atraemos
CONEXIONES: para integrar
la psicología social
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Iniciar una relación:
la necesidad de afiliación
y el efecto de las
características
observables
La necesidad de afiliación
El efecto de las características
observables: determinantes
inmediatos del agrado y
desagrado interpersonal
DE PROGRESO:
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
facilitar las cosas a personas
como tú
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
C
uando yo (DB) era más
joven y (quizás) menos
experto que ahora, me
asignaron a un grupo de trabajo en un
laboratorio de biología; uno de los otros
estudiantes en ese grupo era una estudiante
extremadamente atractiva llamada Diana.
Luego de unas pocas sesiones de laboratorio, yo estaba convencido de que «Diana
era la mujer de mi vida».Yo sabía muy poco
acerca de ella, pero eso no importaba en
ese momento, si ella era tan guapa, debía ser
una gran persona. Nosotros hemos estado
expuestos a las ideas que subyacen a los
dichos «No se puede juzgar a un libro por
su carátula» y «La belleza no lo es todo». Sin
embargo, simplemente escuchar la sabiduría de esos dichos populares, no asegura que
nosotros tengamos suficiente sensatez
para hacerles caso.Yo no la tuve.
Diana y yo hablábamos de cuando en
cuando en la cafetería después de clase,
fuimos a ver algunas películas de cine, cenamos juntos, y sin ningún verdadero
acuerdo verbal en este sentido, nos convertimos en pareja. Aunque sabíamos
muy poco el uno del otro, ella era bella y
era agradable hablar con ella, ¿qué más
podía importar?
Hubo otro beneficio de la relación más
allá del hecho de que podía verla a ella y
ver sólo perfección, gané estatus a los ojos
de los que me conocían. Es decir, si yo le
gustaba a alguien tan atractiva como Diana,
yo debía ser especial de algún modo.
Sin embargo, a medida que pasó el
tiempo, comenzaron a surgir pequeños
problemas. Descubrimos que no estábamos de acuerdo en muchas cosas, grandes
y pequeñas. Ella disfrutaba de estar rodeada de muchos conocidos, y yo prefería
menos relaciones y más cercanas. Eso era
ligeramente desagradable, pero no suficiente para que me diera cuenta de que
no estábamos hechos el uno para el otro.
La personalidad de Diana también era diferente a la mía de muchas maneras. Por
ejemplo, ella muy seria con todo y yo las
cosas las encontraba entretenidas, además,
ella tendía a criticar muchas cosas que yo
decía y hacía. Fueran sus comentarios válidos o no, las comunicaciones críticas
nunca son placenteras. Gradualmente,
nuestras interacciones se tornaron menos
y menos fluidas. Ella se molestaba cada vez
más cuando yo no estaba totalmente de
acuerdo con sus puntos de vista, y parecía
que nosotros discrepábamos más y más.
Después de varias semanas en esta situación, yo sugerí que quizás hacíamos
bien si nos veíamos menos a menudo. Su
respuesta fue llamarme de varias maneras
no imprimibles. Si bien no pude probar
que ella era la criminal, un día avanzada la
noche alguien fue donde yo vivía y rayó
severamente las puertas y el capó de mi
coche. Estuvo mal haber sido insultado y
que mi coche fuera atacado, pero fue
mucho mejor haber descubierto problemas interpersonales en ese momento, y
no cuando hubiéramos establecido una
relación de compromiso a largo plazo (yo
de hecho había pensado en matrimonio).
En conjunto, el mayor beneficio de
este episodio fue enseñarme que cuando
una persona se ve muy guapa, eso no es
necesariamente un buen indicativo de
que esa persona será genial.
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6
264
S
i bien yo no lo sabía en ese momento, mi experiencia con Diana ilustra algunos de los factores iniciales en el proceso de atracción: nosotros nos familiarizamos con aquellos con quienes entramos en
contacto; nuestra respuesta inicial (hacia la apariencia, por ejemplo) es a menudo
un asunto de nuestras reacciones emocionales; la semejanza es importante y las interacciones placenteras son cruciales. A medida que las personas se conocen mejor,
pueden surgir muchos factores que transformen el agrado inicial en desagrado.
En este capítulo, describiremos cómo dos personas se conocen, generalmente
como resultado de encuentros accidentales en la escuela, en el trabajo o donde
viven. Los detalles aparentemente irrelevantes de la proximidad física a otros pueden aumentar o disminuir las probabilidades de que dos individuos cualquiera
entren en contacto repetidamente, y esta exposición repetida a menudo es la base
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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FIGURA 7.1
Ellos no pueden verte
en Internet.
Las características observables
juegan un rol principal (algunas
veces útil y algunas veces no) en
nuestra reacción inicial hacia un
extraño.Tal como apunta este
canino, utilizar Internet para
conocer a otros, hace posible
omitir este factor en las
interacciones iniciales.
[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW
YORKER 1993 PETER STEINER DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
D E R E CHO S R E SE R VAD O S.]
■
inicial de la atracción. Un segundo factor muy importante es nuestro estado afectivo. Puede sonar muy simplista decir (pero es muy cierto) que a nosotros tienden
a gustarnos las personas que están asociadas con emociones positivas y a desagradarnos aquellas asociadas con emociones negativas.
Las reacciones emocionales hacia aquéllos que conocemos están determinadas en
parte por cómo percibimos sus características observables, como por ejemplo, el atractivo físico de Diana. La Figura 7.1 sugiere una de las maneras que hemos desarrollado
para evitar las reacciones negativas iniciales a las características observables, Internet. Incidentalmente, ser capaz de comunicarse con extraños a través de los computadores abre un mundo interpersonal completamente nuevo (Clay, 2000; Kirn, 2000).
Con o sin Internet, el proceso de atracción también depende de las necesidades de las
personas involucradas. Dependiendo de la fuerza de la motivación a la afiliación de
cada persona, éstas pueden estar más o menos motivadas a establecer una relación.
Sabiendo que estos cuatro factores están operando (proximidad física, emociones positivas, características observables aceptables y necesidad de afiliación), el
proceso de atracción puede pasar al estadio final. Esto es, dos personas comienzan
a descubrir el grado en que son similares en vez de disímiles con respecto a actitudes, creencias, valores, intereses y mucho más. La atracción aumenta según el
grado en que las similitudes superan las diferencias. El paso final ocurre cuando cada
individuo comienza a expresar agrado mutuo, ya sea en palabras o en acciones.
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El comienzo de la atracción:
proximidad y emociones
QA
ntes de entrar en detalles acerca de las variables que determinan la atracción, consideremos qué entendemos por este
término.
Atracción interpersonal: una mirada general
En el Capítulo 4, discutimos las actitudes y la tendencia verdaderamente humana a evaluar casi todo y a casi todos los que encontramos,
El comienzo de la atracción: proximidad y emociones
265
FIGURA 7.2
Atracción interpersonal:
evaluando a otras personas
La atracción interpersonal se
refiere a la actitud de uno hacia
otra persona. Se expresa a lo largo
de una dimensión que varía desde
el fuerte agrado hasta el fuerte
desagrado. La investigación sobre
la atracción es un intento de
identificar los factores responsables
por estas evaluaciones y de crear
formulaciones teóricas que
expliquen este aspecto de la
conducta social.
■
Nivel de atracción
Categoría evaluativa
Ejemplo de interacción
Fuerte agrado
Amigo
Pasar tiempo juntos,
hacer planes conjuntos
Moderado
agrado
Relación
cercana
Disfrutar de la interacción
cuando coinciden
Neutral
Relación
superficial
Reconocerse el uno al otro
e intercambiar saludos
Moderado
desagrado
Relación
molesta
Preferir evitar
la interacción
Fuerte
desagrado
Indeseable
Evitar activamente
el contacto
incluyendo actitudes hacia las personas, objetos o eventos. La atracción interpersonal se refiere a la actitud hacia otra persona. Esas evaluaciones interpersonales se sitúan a lo largo de una dimensión que varía desde el agrado hasta el
desagrado (véase Figura 7.2). Cada uno de nosotros le agradamos a unas personas
y le desagradamos a otras, y a la mayoría de las personas con quienes entramos
en contacto ni le agradamos ni le desagradamos especialmente, su reacción es neutral. De igual manera, a nosotros nos agradan unas personas, otras nos desagradan y somos neutrales hacia la mayoría. ¿Sobre qué bases nos agradan, desagradan
o permanecemos indiferentes ante otros seres humanos? La respuesta a esa pregunta ha sido buscada en investigaciones realizadas por psicólogos sociales y
sociólogos desde que comenzó el estudio de la conducta humana. En este capítulo compartiremos contigo qué se ha descubierto acerca de la atracción a lo largo
de las pasadas décadas.
La investigación sobre atracción interpersonal está diseñada para identificar en
detalle los factores responsables de la evaluación de una persona acerca de otra persona. A medida que lees sobre cada uno de estos factores, es fácil perder la visión
del bosque porque la discusión se enfoca necesariamente en árboles individuales.
Puede ser útil tener presente un concepto muy simple pero muy importante.
Muchos psicólogos sociales están convencidos de que nosotros hacemos evaluaciones positivas siempre que experimentamos sentimientos positivos, y evaluaciones negativas siempre que experimentamos sentimientos negativos. Dicho de
manera simple, nuestros agrados y desagrados interpersonales están determinados
por nuestras emociones.
Si esta proposición es cierta (y creemos que lo es), cualquier factor que influya
el estado emocional de una persona a su vez afecta la atracción. El razonamiento
que subyace a esta simple afirmación debe aclararse a medida que avances en el
capítulo.
Debes tener en cuenta que la conducta interpersonal es algunas veces más compleja que simplemente el efecto de emociones positivas y negativas sobre el agrado
y desagrado. Por ejemplo, nuestras evaluaciones de otros pueden tornarse verdaderamente complicadas y extremas, como verás cuando leas sobre el amor en el
Capítulo 8 y sobre el odio en el Capítulo 11.
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atracción interpersonal:
actitud de una persona hacia
otra persona. La atracción
implica una evaluación a lo largo
de una dimensión que varía
desde el fuerte agrado hasta el
fuerte desagrado.
266
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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El poder de la proximidad: los contactos no planificados
pueden resultar en atracción
Más de seis billones de personas viven en nuestro planeta, y es posible que varios miles de ellos te agraden lo suficiente como para considerarlos tus
amigos. Sin embargo, es muy poco probable que acabe ocurriendo así. Cada uno de
nosotros probablemente entrará en contacto, interactuará y conocerá sólo un minúsculo porcentaje de ellos. En este relativamente pequeño subgrupo, sólo nos relacionaremos con unos pocos, de ellos unos pocos se transformarán en amigos o
enemigos, y la mayoría permanecerán como extraños. ¿Qué determina el entrar en
contacto, la interacción y el nivel de atracción?
Un determinante obvio, pero quizás no tan obvio, está controlado por nuestro entorno físico. Muchos detalles aparentemente sin importancia de donde vivimos, trabajamos o vamos a la escuela representan influencias importantes y a
menudo pasadas por alto, sobre nuestra conducta interpersonal. Dicho simplemente, dos personas tienden a iniciar una relación si factores externos (por ejemplo, la localización de las habitaciones en una residencia, de los asientos en clase,
de los escritorios en el trabajo, etc.) los llevan a un contacto repetido, como se
muestra en la Figura 7.3. Este contacto es el resultado de la proximidad física o
cercanía.
POR QUÉ LA PROXIMIDAD IMPORTA: EXPOSICIÓN REPETIDA. Recuerda tu primer día en la
universidad. Probablemente entraste en contacto con muchos extraños en las aceras, escalones, aulas, cafetería, biblioteca y en donde vivías. En un primer
momento, estas personas constituían una masa borrosa y confusa de personas que
no conocías. Sin embargo, en un período relativamente corto de tiempo, a medida
que recorrías el corredor de tu residencia estudiantil o te sentabas en tu aula, algunas caras comenzaron a resaltar simplemente porque pasabas cerca o te sentabas
al lado de unas pocas personas más de una vez. Estos contactos casuales y no planificados pronto llevan al reconocimiento mutuo. Puede que no supieras quiénes eran estas personas, pero llegaste a reconocer sus caras y ellos a reconocer la
tuya. Como resultado, tanto tú como ellos estabais más dados a decir «Hola» la
proximidad: en investigación
sobre atracción, la cercanía entre
la residencia de dos personas,
asientos en el salón de clase,
áreas de trabajo, etc. A menor
distancia física, mayor la
probabilidad de que esas dos
personas lleguen a un contacto
repetido, y por lo tanto,
experimenten una exposición
repetida.
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FIGURA 7.3
Proximidad: una manera
de que los extraños
se conozcan
En la escuela, en el trabajo o
donde tú vives, tú encuentras
extraños. Sobre las bases de la
proximidad, tú entras en contacto
con algunas de estas personas
una y otra vez. Esta exposición
repetida conduce al
reconocimiento, a una evaluación
cada vez más positiva y a una
mayor probabilidad de iniciar una
relación con aquellos con los que
estás más en contacto.
■
El comienzo de la atracción: proximidad y emociones
267
próxima vez que os encontrarais y quizás intercambiarais una palabra o dos acerca
de temas casuales como el próximo examen, el clima o algún evento en el campus. Es agradable ver una cara conocida, ¿por qué es eso?
Se ha encontrado que la exposición repetida a un nuevo estímulo (la cara de un
extraño, un dibujo abstracto, un producto o lo que sea) por lo general resultará en
una evaluación cada vez más positiva de ese estímulo (Zajonc, 1968). Incluso los
niños tienden a sonreir ante una fotografía de alguien que han visto antes pero no
ante una fotografía de alguien que están viendo por primera vez (Brooks-Gunn y
Lewis, 1981).
La explicación de Zajonc se refiere al hecho de que usualmente respondemos con
al menos un malestar moderado, cuando nos encontramos con alguien o algo desconocido. Tal como discutiremos con más detalle más adelante en este capítulo,
entre nuestros ancestros primitivos era probablemente peligroso confiar en extraños o responder positivamente a casi cualquier cosa que fuera nueva y desconocida.
Sin embargo, con la exposición repetida, los estímulos nuevos y atemorizantes
podían gradualmente tornarse familiares y seguros. Una cara familiar no sólo se evalúa positivamente, sino que genera afecto positivo y activa los músculos faciales
y la actividad cerebral de una manera que indica una respuesta emocional positiva
(Harmon-Jones y Allen, 2001). La palabra familiar se relaciona con la palabra familia, y la exposición repetida nos permite incluir a las nuevas personas y a los nuevos aspectos de nuestro mundo en nuestra familia extendida. Aun en la ausencia
del lenguaje, los animales son capaces de categorizar y clasificar personas específicas en sus encuentros sociales, como amigos o enemigos (Schusterman, Reichmuth y Kastak, 2000).
Aun cuando el efecto de exposición repetida ha sido demostrado en muchos
experimentos utilizando muchos estímulos diferentes, Hansen y Bartsch (2001)
sugirieron la posibilidad de que no todas las personas responden de igual manera
al efecto de exposición. Específicamente, propusieron que aquéllos con más «necesidad de estructura» serían los más susceptibles al efecto de exposición repetida.
La Escala de Necesidad Personal de Estructura evalúa cuánta organización prefiere
una persona en su mundo (Neuberg y Newsom, 1993). Aquellos que puntúan alto
en esta escala (comparados con aquellos que puntúan bajo) son más dados a organizar su entorno social y no social de maneras menos complejas, a usar estereotipos más fácilmente, y generalmente utilizan categorías cuando hacen juicios. En
la porción experimental del estudio, los participantes fueron divididos entre los
que tenían una alta y una baja necesidad de estructura; a cada persona le fueron
mostradas una serie de palabras turcas desconocidas como merhaba, pazar y yirmibes. Algunas palabras fueron mostradas una vez, algunas dos veces, y así sucesivamente, hasta algunas que fueron mostradas nueve veces; a continuación, cada
palabra fue mostrada una última vez y evaluada por los participantes. Tanto el
grupo de alta, como el de baja necesidad de estructura, mostraron el efecto de exposición repetida, es decir, a más veces había sido mostrada una palabra, más positivamente era evaluada. Sin embargo, este efecto fue mucho más fuerte en aquellos
con alta necesidad de estructura, que en aquellos con un nivel bajo de esta necesidad. Los participantes con alta necesidad también respondieron mucho más negativamente ante una palabra desconocida, la cual no había sido mostrada
previamente, que aquellos con una baja necesidad. Los investigadores concluyeron que la afirmación «La familiaridad conduce al agrado» debe ser modificada, y
decir «La familiaridad conduce al agrado si la persona tiene una alta necesidad de
estructura» (Hansen y Bartsch, 2001)
Tal como puedes esperar a partir de la discusión del condicionamiento subliminal en el Capítulo 4, la exposición repetida a un estímulo influye la evaluación
que hace la persona de ese estímulo, aun cuando esa persona no esté enterada
de que dicha exposición ha tenido lugar. De hecho, el efecto es más fuerte bajo
estas condiciones. Bornstein y D’Agostino (1992) presentaron estímulos a unos
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exposición repetida: contacto
frecuente con un estímulo. De
acuerdo con la teoría de Zajonc,
la exposición repetida a
cualquier estímulo
moderadamente negativo, neutral
o positivo, resulta en una
evaluación cada vez más positiva
de ese estímulo.
268
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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participantes de una investigación a una velocidad normal, y a otros, a una velocidad tan rápida que ellos no se dieron cuenta de haberlas visto (una velocidad considerada subliminal o debajo del umbral). El efecto de exposición repetida se
encontró en ambas condiciones, pero el efecto fue mayor cuando los estímulos fueron presentados subliminalmente que cuando fueron presentados a una velocidad
normal.
El efecto de exposición repetida subliminal influye no sólo la evaluación de estímulos específicos, sino la evaluación de otros estímulos (Monahan, Murphy y
Zajonc, 2000). En otras palabras, el afecto positivo generado por la exposición a un
grupo específico de estímulos se generaliza a otros estímulos. En un experimento
interesante, estudiantes universitarios, participantes en una investigación, fueron
expuestos subliminalmente, una vez o repetidas veces, a estímulos que consistían
en ideogramas chinos o en dibujos de polígonos. Luego, se les pidió que indicaran
cuánto les agradaban cada uno de 15 estímulos, después de ver cada uno durante
un segundo. Algunos evaluaron el mismo estímulo al que habían sido expuestos,
—los mismos ideogramas chinos si habían sido expuestos a ideogramas chinos, o
los mismos polígonos si habían sido expuestos a polígonos—. Algunos evaluaron
estímulos nuevos, pero similares —ideogramas chinos diferentes si habían sido
expuestos a ideogramas chinos, o polígonos diferentes si habían sido expuestos a
polígonos—. Otros participantes evaluaron estímulos nuevos, pero diferentes —
polígonos si habían estado expuestos a ideogramas chinos o ideogramas chinos si
habían estado expuestos a polígonos.
Como se representa en la Figura 7.4, el primer grupo (ideogramas chinos ambas
veces o polígonos ambas veces) muestra el usual efecto de exposición repetida. El
segundo grupo (ideogramas chinos la primera vez y diferentes ideogramas la
segunda vez, o polígonos la primera vez y polígonos diferentes la segunda vez) fue
también más positivo hacia estímulos nuevos a los que no había sido expuesto si
había sido expuesto repetidamente a estímulos similares. Incluso el tercer grupo
(ideogramas la primera vez y polígonos la segunda, o viveversa) mostraron el efecto,
aunque no muy fuerte. Comparado con el grupo control (no expuesto previamente
a ningún estímulo), aquellos en el tercer grupo fueron más positivos hacia los estímulos nuevos, aun cuando hubieran sido expuestos repetidamente a estímulos
muy diferentes. Presumiblemente, el afecto positivo se activó por una prolongada
exposición repetida y tuvo un efecto positivo en subsecuentes evaluaciones de otros
estímulos.
Hay excepciones al efecto de exposición repetida. La excepción más importante es que si la reacción inicial hacia una persona, o hacia cualquier otra cosa,
es extremadamente negativa, la exposición repetida no incrementa el agrado y
a veces incluso conduce a un mayor desagrado (Swap, 1977). Un ejemplo personal
es la canción «Copacabana» cantada por Barry Manilow; a mí (DB) me desagradó
intensamente la primera vez que la oí, y el afecto negativo aumentó cada vez que
la ponían en la radio. A finales de los años setenta y a principios de los ochenta,
la ponían mucho. Otro ejemplo personal se refiere al compañero de habitación
que me fue asignado en mi primer año como estudiante universitario. John y yo
nos dimos cuenta de que éramos incompatibles desde el primer día que nos conocimos, y tener que compartir una habitación con alguien que te desagrada,
durante un año académico completo, sólo hizo que nuestras reacciones fueran
más negativas. Afortunadamente, en la mayoría de las situaciones interpersonales, nuestra reacción inicial hacia otras personas es neutral, moderadamente
negativa o incluso moderadamente positiva. Como resultado, la exposición repetida generalmente resulta en sentimientos cada vez más positivos y relaciones
amistosas.
¿Hay evidencia de que estos efectos ocurran en la vida diaria? ¿Ayudan a determinar quién se familiarizará con quién? Como descubrirás pronto, la respuesta a
ambas preguntas es un rotundo sí.
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El comienzo de la atracción: proximidad y emociones
269
A través de las diferentes condiciones,
la exposición repetida dio como resultado
evaluaciones más positivas
que la exposición única
Los efectos de la exposición
repetida se generalizaron
a aquellos nuevos estímulos
que eran similares
a los viejos estímulos
Evaluaciones de agrado (Rango 1.0-5.0)
3,4
Los efectos de la exposición
repetida tuvieron un efecto
difuso sobre los estímulos
que eran nuevos y disímiles
3,2
3
2,8
2,6
2,4
Exposición repetida
Exposición única
Control
2,2
2
Viejo
Mostrado
previamente
Nuevo
Similar
Nuevo
Diferente
Control
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Estímulos evaluados
FIGURA 7.4
Exposición repetida: efectos específicos, generalizados y difusos
En la primera parte del experimento, los participantes en la investigación fueron expuestos
subliminalmente a cierto tipo de estímulos una vez, dos veces o hasta nueve veces. En la segunda parte
del experimento, se le pidió a los participantes que evaluaran, o el mismo estímulo que habían visto en
la primera parte, o un estímulo similar a aquél visto en la primera parte o un estímulo diferente a aquél
visto antes. El grupo control no participó en la primera parte, ellos simplemente evaluaron estímulos
que estaban viendo por primera vez (ver el texto para detalles más específicos). Se encontró el usual
efecto de exposición repetida en el grupo que evaluó el mismo estímulo que habían visto antes, un efecto
de generalización en el grupo que evaluó nuevos estímulos que eran similares a aquéllos vistos antes, y
un efecto difuso en el grupo que evaluó estímulos nuevos y diferentes.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE MONAHAN, MURPHY Y ZAJONC, 2000.]
■
PROXIMIDAD Y EXPOSICIÓN REPETIDA EN CONTEXTOS NATURALES. Durante los últimos cincuenta años, numerosos estudios hechos en aulas de clase de estudiantes
universitarios en Estados Unidos y Europa han mostrado que los estudiantes son
más propensos a iniciar una relación si se les asignan asientos contiguos (Maisonneuve, Palmade y Fourment, 1952; Segal, 1974). Algunas veces los estudiantes
se conocen gracias a la distribución de asientos hecha por el profesor y realmente
llegan a ser amigos (Byrne, 1961a) o incluso a casarse (Couple repays..., 1997).
Moreland y Beach (1992), con el fin de aportar evidencia experimental de que el
efecto de exposición puede incrementar la atracción en contexto de clase, le pidieron a una asistente de investigación que asistiera a una asignatura universitaria
270
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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quince veces durante el semestre, a una segunda asistente que lo hiciera diez veces,
y a una tercera cinco veces. Una cuarta asistente nunca asistió a dicha asignatura.
Las asistentes eran bastante similares en apariencia, y no habían interactuado antes
con los estudiantes inscritos en esa asignatura. Al final del semestre, a los estudiantes se les mostraron diapositivas con fotografías de las cuatro asistentes y se
les pidió que evaluaran cuánto le agradaba cada una. Como se muestra en la
Figura 7.5, a mayor número de veces que una asistente hubiera ido a clases, mayor
era el agrado hacia ella. En ésta y muchas otras pruebas experimentales de la proposición general, se ha encontrado que la exposición repetida tiene un efecto positivo sobre la atracción.
Más allá del salón de clase, la proximidad en lugares residenciales como residencias estudiantiles, apartamentos y barrios suburbanos, también afecta las relaciones interpersonales, incluyendo amistades, parejas románticas y la elección de
cónyuge (Bossard, 1932; Davie y Reeves, 1939). Cuando las películas muestran un
romance entre vecinos, están reflejando fielmente un hecho común.
En el Capítulo 1 advertimos que la correlación entre variables no indica necesariamente una relación causal. Es posible, por ejemplo, que la atracción anime a
una persona a seleccionar un sitio determinado para vivir, en este caso, la atracción
causaría la proximidad y no al contrario. Incluso es posible que la selección del lugar
de residencia se base en algún otro factor (como el grupo étnico), si es así, este tercer
5
ces
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o
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4,25
o
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4,5
Atracción (Rango 1-7)
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4
4,38
3,88
3,62
3,5
3
0
5
10
Número de veces en clase
15
FIGURA 7.5
Frecuencia de exposición y agrado en el aula de clase.
En una prueba sobre el efecto de exposición repetida en un aula
de clase de estudiantes universitarios, cuatro asistentes de sexo
femenino se hicieron pasar por compañeras de una asignatura.
Una de ellas no asistió a clase en todo el semestre, la otra asistió
cinco veces, la tercera diez veces y la cuarta quince veces. Al final
del semestre, a los estudiantes se les mostraron fotografías de las
cuatro asistentes y se les pidió que evaluaran cuánto le agradaba
cada una. A mayor número de veces que los estudiantes
hubieran visto a una asistente, mayor era el agrado hacia ella.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE MORELAND Y BEACH, 1992.]
■
El comienzo de la atracción: proximidad y emociones
271
factor (etnicidad) puede conducir a la atracción y a la proximidad, y eso explicaría
la correlación entre esas variables. ¿Cómo puedes estudiar la atracción y la proximidad en contextos naturales, y aún ser capaz de determinar si la proximidad es
el factor causal?
Un ejemplo de este tipo de investigación lo proporcionan los estudios sobre proximidad residencial, donde el lugar de residencia ha sido asignado al azar, en lugar
de ser escogido por los residentes (Festinger, Schachter y Back, 1950). En un campus universitario, a unas parejas les fueron asignados apartamentos en una residencia para estudiantes casados por orden de llegada, sin ellos tener ninguna
elección en el asunto. Sin embargo, la proximidad tuvo un efecto poderoso sobre
la atracción. Las parejas cuyos apartamentos asignados estaban situados a menos
de 6,60 metros con mucha frecuencia llegaban a conocerse, en cambio, aquellas
parejas cuyos apartamentos estaban ubicados a más de 26,40, rara vez se relacionaron entre sí.
APLICAR LOS CONOCIMIENTOS ACERCA DE LOS EFECTOS DE PROXIMIDAD. Si a ti no se
te exige vivir en un apartamento determinado o sentarte en un asiento determinado, tú tienes la posibilidad de escoger conscientemente aquello que mejor
se adecue a tus necesidades. Puede que no hayas aprovechado esta posibilidad,
pero podrías. Por ejemplo, en un aula de clase, si quieres hacer nuevos amigos,
deberías seleccionar un asiento entre dos posibles candidatos, y no un asiento al
final de una fila o al lado de un pupitre vacío. Además, si no te agrada particularmente tu vecino de puesto y el cambio está permitido, prueba un nuevo lugar.
Al contrario, si no deseas nuevos amigos o simplemente quieres mantener tu privacidad (Larson y Bell, 1988), escoge un asiento de clase que esté lo más alejado
posible de otras personas. Algunos estudiantes parecen hacer exactamente eso,
ya que aquellos que prefieren privacidad tienden a sentarse al fondo del aula
(Pedersen, 1994).
En una aplicación más artística que utiliza lo que se conoce sobre proximidad,
los arquitectos han diseñado oficinas y vecindarios de forma que estimulen la interacción y la comunicación (Giovannini, 2000; Gladwell, 2000). Es muy sabido que
la conducta interpersonal está influida por los detalles de nuestro ambiente físico,
por ello, es posible aprovechar lo que sabemos y crear el tipo de ambiente físico que
nos proporcione los efectos que deseamos.
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Emociones positivas y negativas:
las bases afectivas de la atracción
afecto: un estado emocional de
la persona —sentimientos y
estados de ánimo.
272
Nuestro estado emocional (felicidad, tristeza, miedo, etc.) influye,
en todo momento, sobre la percepción, la cognición, la motivación, la toma de decisiones y la atracción interpersonal (Berry y Hansen, 1996; Forgas, 1995b; Zajonc
y McIntosh, 1992) (véase Figura 7.6). Como puedes recordar del Capítulo 3, los psicólogos emplean con frecuencia el término afecto cuando se refieren a emociones
o sentimientos. Las dos características más importantes del afecto son la intensidad —la fuerza de la emoción— y la dirección —si la emoción es positiva o negativa.
Con frecuencia se asume que todas las emociones entran dentro de una sola
dimensión —positiva en un lado y negativa en el otro—. Sin embargo, un gran
número de investigaciones sugiere que las emociones positivas y negativas representan dos dimensiones separadas e independientes que son reflejadas en las autoevaluaciones (Drake y Myers, 2000; Tellegen, Watson y Clark, 1999; Yik, Russell
y Barrett, 1999) y en las diferentes estructuras cerebrales que son activadas por las
emociones positivas versus las negativas (George et al., 1995).
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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FIGURA 7.6
Afecto: Una base para lo que nos agrada y desagrada
Las emociones son también conocidas como afecto y ambas tienen una influencia directa e
indirecta sobre la atracción. Un efecto directo ocurre cuando otra persona hace o dice algo
que te hace sentir bien o mal.Te gustan aquellos que te hacen sentir bien y te desagradan
los que te hacen sentir mal. Un efecto indirecto ocurre cuando tu estado emocional es
activado por cualquier otro que la persona que estás evaluando. Independientemente de la
fuente, tus evaluaciones tienden a ser influidas por este efecto asociativo.
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Si existen dos dimensiones emocionales separadas, es posible que una persona
experimente una mezcla de estados afectivos positivos y negativos al mismo
tiempo. También un tipo de emoción puede incrementar o disminuir sin que necesariamente ocurra un efecto sobre el otro (Barret y Russell, 1998; Goldstein y Strube,
1994). Tal separación de emociones posiblemente tiene un significado evolucionista
en tanto que un afecto positivo nos capacita para buscar y explorar nuevos aspectos del ambiente; al mismo tiempo, un afecto negativo promueve la vigilancia y la
posibilidad de retirarse si es necesario (Cacioppo y Berntson, 1999).
Las diferencias individuales también influyen en el funcionamiento afectivo. Por
ejemplo, algunas personas se encuentran más sensibles a los eventos positivos en
su vida diaria mientras que otros son más sensibles a los eventos negativos (Gable,
Reis y Elliot, 2000). Algunos individuos también —aquellos que son cognitivamente
simples— tienden a reportar emociones a través de una sola dimensión, mientras
que los individuos cognitivamente complejos proporcionan evidencia de dos dimensiones independientes (Reich, Zautra y Potter, 2001).
AFECTO Y ATRACCIÓN. Un gran y variado número de experimentos ha encontrado
de manera consistente que los efectos positivos conducen a evaluaciones positivas
de otras personas —agrado— mientras que los afectos negativos llevan a evaluaciones negativas —desagrado (Dovidio et al., 1995)—. El afecto influye en la atracción de dos maneras. Un efecto directo ocurre cuando otra persona dice o hace algo
que te hace sentir bien o mal. No es una sorpresa que te guste alguien que te haga
sentir bien y que te desagrade otra que te hace sentir mal (Downey y Damhave,
1991; Shapiro, Baumeister y Kessler, 1991).
La otra manera en que el afecto influye sobre nosotros es menos obvia. Un efecto
asociado sucede cuando otra persona está simplemente presente en el momento
en que tu estado emocional es positivo o negativo, por razones que no tienen nada
El comienzo de la atracción: proximidad y emociones
273
que ver con la persona a la que estás respondiendo. Aunque la persona no fue la
causa de cómo te sentías, tu tiendes a evaluarla, sin embargo, sobre la base de tu
propio estado afectivo. Por ejemplo, cuando te encuentras con un extraño en el
camino hacia la cita del dentista, estás menos inclinado a que te guste que si te lo
encuentras de camino a ver una nueva película muy esperada. Ahora examinaremos la investigación sobre los efectos directos y asociativos de las emociones.
EFECTO DIRECTO DE LAS EMOCIONES SOBRE LA ATRACCIÓN. Acabamos de describir
cómo el afecto positivo activado por exposición repetida puede determinar el agrado
y ahora describiremos cómo la atracción está basada en las reacciones afectivas a
la apariencia, actitudes y otros atributos de una persona.
Efectos aún más directos y obvios son representados en estudios que muestran
que a un estudiante en un experimento le agrada más el experimentador si ha administrado recompensas que si ha proporcionado castigos (McDonald, 1962). Además,
tanto hombres como mujeres tienden a sentir desagrado hacia los desconocidos que
les invaden su espacio personal, sentándose demasiado cerca en una biblioteca (Fisher y Byrne, 1975) y a las mujeres les desagradan los hombres que intentan impresionarlas con desagradables frases para romper el hielo tal como «apuesto que
vendrás a tomar una copa conmigo», más que los que lo hacen a través de las neutrales tal como «hola» (Cunningham, 1989; Kleinke y Dean, 1990).
Puedes estar seguro de que le agradarás más a un extraño si dices o haces algo
agradable (por ejemplo, «qué perro tan bonito tienes») que si dices algo desagradable
(por ejemplo, «dónde encontraste ese chucho tan feo»).
EFECTOS INDIRECTOS DE LAS EMOCIONES SOBRE LA ATRACCIÓN. Con frecuencia nuestros sentimientos positivos y negativos no están basados en lo que ha dicho o hecho
la persona con la cual estamos interactuando. En lugar de ello, otras fuentes de emoción, tales como una experiencia reciente, tu estado físico o tu estado de ánimo
actual, influyen no sólo tus sentimientos sino también tus evaluaciones inmediatas
de los otros. Si otra persona está allí casualmente cuando tus sentimientos son positivos, tenderás a sentir agrado por ella. Si la persona está presente cuando tus sentimientos son negativos, tu reacción tenderá a ser de desagrado. La idea general está
basada en el condicionamiento clásico como se destaca en la Figura 7.7.
Tales influencias indirectas del estado afectivo sobre la atracción han sido demostradas en muchos experimentos en los cuales los estados emocionales fueron manipulados en una amplia variedad de formas. Los ejemplos incluyen la presentación
subliminal de imágenes agradables y desagradables (Krosnick et al., 1992), música de
fondo (May y Hamilton, 1980), noticias de radio (Kaplan, 1981) e iluminación ambiental (Baron, Rea y Daniels, 1992). De manera similar, estados de ánimos existentes positivos y negativos (no generados por nada que hiciera el experimentador o cualquier
otra persona) también llevan a evaluaciones positivas versus negativas de la otra persona (Berry y Hansen, 1996). En estos y en otros numerosos experimentos, se ha
demostrado consistentemente que el afecto positivo conduce a evaluaciones positivas
(agrado), mientras que el negativo genera evaluaciones negativas (desagrado).
Llevando este modelo un paso más allá, el afecto activado por una persona puede
ser asociado con una segunda persona. Nosotros acabamos de discutir en el Capítulo 4 cómo las actitudes en general pueden ser adquiridas a través del condicionamiento, por tanto no debería sorprender que las actitudes hacia las personas
puedan ser adquiridas de la misma manera. Si, por ejemplo, tenemos una reacción
emocional negativa hacia la persona A (por cualquier razón) y después observamos
a la persona A interaccionando con la persona B, nosotros podríamos tener una reacción negativa hacia la persona B. Por tanto, si a mí me desagrada mucho Abel y yo
lo veo hablando con David, será muy probable que me desagrade David incluso aunque no lo conozca. Esta transferencia de emociones y evaluaciones negativas
se observa con frecuencia respecto a quien tiene un estigma. Estigma se refiere a
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estigma: una característica
personal que al menos algunos
otros individuos perciben
negativamente.
274
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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Condición del estímulo
Respuesta emocional
Respuesta de atracción
Estímulo activador
del afecto (delicioso
pastel de chocolate)
Sentimientos
positivos
Evaluación Positiva
(me gusta
este pastel)
(efecto directo)
Evaluación Positiva
(me agrada
esta persona)
(efecto indirecto)
Evaluación Negativa
(no me gusta este
dolor de muelas)
(efecto directo)
Evaluación Negativa
(no me agrada
esta persona)
(efecto indirecto)
asociación
Estímulo neutral (se
presenta un extraño
cuando se está
comiendo el pastel)
Estímulo activador
del afecto
(dolor de muelas)
Sentimientos
negativos
asociación
Estímulo neutral (un
extraño está presente
cuando se tiene el
dolor de muelas)
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FIGURA 7.7
Influencias directas e indirectas del afecto sobre la atracción.
Cuando cualquier estímulo (incluyendo una persona) activa el afecto positivo, ese estímulo agrada. Si,
por el contrario, activa un afecto negativo, desagradará. Un efecto indirecto sucede cuando cualquier
estímulo neutral (incluyendo una persona) está presente al mismo tiempo que el afecto es activado por
alguna fuente no relacionada. El estímulo neutral se asocia con el afecto y por tanto, agrada o desagrada.
Tales efectos indirectos representan un tipo de condicionamiento clásico.
[FUENTE: BASADO EN EL MATERIAL DE BYRNE Y CLORE, 1970.]
■
cualquier característica de una persona que no agrada a alguna gente. Los estigmas
pueden incluir la raza, la edad, el acento, una discapacidad física o enfermedad, la
no-belleza, la obesidad o la orientación sexual (Frable, 1993; Neuberg et al., 1994;
Rodin y Price, 1995). Cuando un individuo interactúa con una persona estigmatizada, la experiencia es percibida como amenazante, se incrementa la presión sanguínea, y se empobrece el desempeño (Blascovich et al., 2001). Sin embargo, con
el contacto continuo, la amenaza disminuye. Así como sucede con otro tipo de prejuicio (véase el Capítulo 6) la estigmatización se basa con frecuencia en supuestos
irracionales. Sin embargo, las emociones que son activadas pueden ser bastante fuertes y fácilmente transferidos a alguien más incluso hacia una segunda persona que
no comparta el estigma.
Nosotros presentamos cómo la exposición repetida lleva al afecto positivo y por
tanto al agrado y describimos cómo el afecto asociado también influye en el agrado.
El comienzo de la atracción: proximidad y emociones
275
Murphy, Monahan y Zajonc (1995) investigaron lo que sucede justo cuando estas
dos fuentes independientes de afecto suceden simultáneamente. Ellos manipularon (1) la exposición repetida, la cual activa el afecto positivo y (2) el afecto asociado
—caras felices o enojadas presentadas tan rápido que fueron subliminales o presentadas a una velocidad normal—. Tanto la exposición repetida como la asociación subliminal influyeron las evaluaciones dando lugar a respuestas que
representaron su valor afectivo neto. Además de mostrar cómo diferentes fuentes
de afecto se combinan para influir nuestras evaluaciones, este experimento sugiere
el poder de las fuentes subliminales del afecto.
Una cuestión a considerar es por qué el afecto activado por la presentación subliminal de rostros felices y enojados influyó más que el afecto activado por rostros
presentados de manera tranquila. Una posible explicación es que la gente se
moleste al entender que es muy obvio que se intenta controlar su valoración y, por
tanto, se encuentran motivados a resistir tales influencias. Sin embargo, con presentaciones subliminales no nos damos cuenta de la fuente de nuestras emociones. Como resultado, nuestros juicios son fácilmente influidos. Murphy y sus
colegas (1995) propusieron que en la vida diaria, con frecuencia, no nos damos
cuenta de las fuentes de nuestros sentimientos —sólo sabemos que algunas veces
estamos de buen humor y algunas veces deprimidos—. En esta situación, lo que
nos agrada y desagrada puede estar determinado más fácilmente por nuestros estados de ánimo.
¿SOMOS VULNERABLES A LA MANIPULACIÓN DEL AFECTO? Es muy claro que nuestras
evaluaciones interpersonales son influidas por los factores afectivos directos e indirectos incluyendo las manipulaciones subliminales indirectas. Tales hallazgos
aumentan la posibilidad de que podamos ser persuadidos para adquirir productos,
votar por candidatos políticos y apoyar temas específicos. De hecho, tales aplicaciones se han vuelto una parte familiar de nuestras vidas. Esto es, la gente intentando vender productos o servicios intentan manipular nuestras evaluaciones
ofreciéndonos muestras gratuitas o halagándonos. En un nivel más general, los
anuncios son diseñados para activar sentimientos positivos de manera que nos sentiremos más atraídos hacia cualquier cosa que esté siendo vendida.
Por ejemplo, el columnista Molly Ivins sugiere que cuando cualquier empresa
conocida tala hectáreas de árboles y contamina nuestros ríos, presenta un anuncio mostrando escenas de un hermoso paisaje con bosques verdes y agua cristalina, deberías estar alerta. Tales empresas sólo están intentando manipular cómo
las evalúas activando tu afecto positivo. De la misma manera, los estrategas políticos han aprendido a usar técnicas de campaña que hacen sentir bien —incluyendo
música alegre y banderas ondeantes— para asociar el afecto positivo hacia un candidato de manera tal que nos agrade y votemos por él. La gente asume que las
expresiones afectivas de un candidato (tales como la sonrisa) revelan características básicas de personalidad de ese individuo y por esa razón nos debería agradar
y deberíamos votarle (Glaser y Salovey, 1998; Hecht y La France, 1998). Incluso
más allá de la política, las personas que expresan emociones positivas son calificadas más favorablemente que aquellas que expresan emociones negativas (Harker y Keltner, 2001).
De la misma manera, se producen intentos de asociar al adversario con afectos
negativos. Por ejemplo, el candidato Rick Lazio, en su carrera a senador de Nueva
York en el año 2000, el cual empleó múltiples anuncios acerca de su oponente, usó
la frase, «Hillary Clinton. Simplemente, no puedes confiar en ella» (Tomasky, 2000).
Por cierto, en esta situación la táctica falló. La Figura 7.8 proporciona un ejemplo
de cómo se supone que funciona este proceso.
Los medios de masas también juegan un rol al decidir que algunos eventos son
más noticiables que otros. El estratega político Roger Ailes describió la cobertura
de la campaña de la siguiente manera:
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276
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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Palabras positivas empleadas para describir al candidato y sus temas
oportunidad, verdad, moral, coraje, reforma, prosperidad, cruzada, niños, familia, debate
competir, nosotros o nuestros, humano, libertad, compromiso, único, deber, precioso, cuidado
fuerte, ayuda, ventaja, visión, éxito, movilizar, luz, sueño, libertad, paz, derechos, pionero
orgullo, preservar, bandera, reforma, eliminar, fortalecer, incentivar, trabajo duro, iniciativa
sentido común
Emoción positiva
agrado por el candidato
voto a favor del candidato
Palabras negativas empleadas para describir al oponente y sus temas
decadencia, fracaso, colapso, profundo, crisis, destructivo, destruir, enfermo, patético, mentira
ellos o de ellos, burocracia, traicionar, sombra, traidor, coerción, hipocresía, radical, basura
corrupción, incompetente, permisivo, imponer, autoservicio, codicia, inseguro, anti-bandera
anti-familia, pesimista, excusas, estancamiento, corrupto, egoísta, impuestos, gasto, vergüenza
desgracia, bizarro, cinismo, fraude, robar, abuso de poder, máquinar, dominar, obsoleto, papeleo
Emoción negativa
desagrado por el candidato
voto en contra del candidato
FIGURA 7.8
Palabras positivas de tu
candidato y palabras
negativas del oponente.
Los ejemplos citados fueron
tomados de las instrucciones
dadas a los candidatos políticos
en Estados Unidos en 1990 en
una carta titulada «Lenguaje: un
mecanismo clave de control». La
idea general es asociar «palabras
positivas optimistas» con su
candidato y «palabras pesimistas
negativas» con el oponente. A
pesar de que esta lista en
particular fue generada por el
Comité de Acción Republicano,
su mensaje general puede ser
empleado, obviamente, (y de
hecho lo ha sido) por los
miembros de los dos principales
partidos políticos.
[FUENTE: BASADO EN EL MATERIAL
DE WEISBERG, 1990.]
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Afrontémoslo, los medios están interesados en tres cosas: imágenes, errores y
ataques. Esta es mi teoría foso de orquesta de la política. Si tienes dos tipos en
un escenario y uno de ellos dice, «Tengo una solución para los problemas de
Oriente Medio» y el otro tipo se cae en el foso de la orquesta, «¿quién crees que
va a estar en el informativo de esta noche?» (citado en Wilson, 1993; p. 33).
¿Surte efecto la información negativa? La investigación sugiere que así es. Pentony (1995) presentó a estudiantes universitarios información sobre dos políticos
candidatos a un cargo público.
Se proporcionó información totalmente positiva sobre un candidato. De igual
manera se proporcionó información positiva del otro candidato más un aspecto
negativo (haber logrado rebajas en los impuestos de los amigos). Ese único elemento
negativo provocó menos evaluaciones positivas que el otro candidato e influyó en
el voto. Incluso cuando este candidato fue capaz de refutar la información negativa,
el otro candidato ganó.
¿Estamos indefensos ante las influencias afectivas de los candidatos y de los
medios? Ottati e Isbell (1996) proporcionan evidencia de que los efectos de los estados de ánimo en las evaluaciones de los candidatos son mayores cuando la audiencia está políticamente desinformada. En contraste, la gente que está bien informada
no sólo resiste a la manipulación del afecto sino que tiende a reaccionar en el sentido contrario. Es decir, ellos son, aún, más positivos hacia sus candidatos cuando
se crea un estado de ánimo negativo y más negativos cuando se crea un estado de
ánimo positivo.
El comienzo de la atracción: proximidad y emociones
277
De igual manera, la manipulación de los estados de ánimo funciona mejor si la
audiencia no está conscientemente motivada a evaluar el candidato. Sin embargo,
cuando la gente está conscientemente intentando hacer una evaluación logra ajustar sus evaluaciones para compensar el sesgo de información afectiva (Isbell y Wyer,
1999).
En términos generales, es más probable que los factores afectivos irrelevantes
influyan a los votantes potenciales que están desinformados acerca de los candidatos y los temas, que no se dan cuenta de la fuente de sus reacciones emocionales actuales y que no están comprometidos activamente en evaluar a los candidatos.
Puedes encontrar esta información de mucha utilidad la próxima vez que estés
expuesto a un anuncio, de cualquier tipo, que active el afecto.
P U N TO S C L AV E
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■
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⡤
La atracción interpersonal se refiere a las actitudes positivas y negativas que nos formamos
acerca de otros.
El contacto inicial entre dos personas se basa con frecuencia en la proximidad resultante
de aspectos físicos del ambiente tales como la ubicación en el aula de clase, el lugar de
residencia y cómo están organizados los lugares de trabajo.
Por su parte, la proximidad lleva a la exposición repetida de dos individuos. La exposición repetida usualmente genera afecto positivo, el cual resulta en atracción.
Los estados afectivos positivos y negativos influyen la atracción tanto directa como indirectamente. Los efectos directos suceden cuando otra persona es responsable por la
emoción. Los efectos indirectos ocurren cuando la fuente de la emoción está en alguna
parte y la otra persona simplemente es asociada con su presencia.
El uso del poder del afecto asociado tanto en la publicidad comercial como en política
es cada vez más común y estamos más influidos por ellas cuando nos damos cuenta de
su origen (como en las presentaciones subliminales) y cuando no estamos informados
acerca de la persona u objeto que estamos evaluando.
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Iniciar una relación: la necesidad de afiliación
y el efecto de las características observables
QS
i dos personas entran en contacto repetidamente y experimentan un afecto relativamente positivo, están en un punto
de transición y es probable que sigan uno de dos patrones interpersonales. Muy a menudo, permanecerán simplemente como conocidos superficiales, aquellos cuyas interacciones sólo involucran el intercambio de saludos
amistosos y una palabra o dos cuando se encuentran. Sin embargo, algunas veces,
se aprenden los nombres de cada uno, intercambian información y se convierten
en conocidos cercanos. Estos dos resultados dependen del nivel de la necesidad de
afiliación de cada persona y de la manera como reaccionen a las características
observables del otro.
La necesidad de afiliación
Dedicamos una buena parte de nuestras vidas a interactuar con otras
personas y esta tendencia a afiliarnos parece tener una base neurobiológica (Rowe,
1996). Se piensa que la necesidad de afiliarse con otros y de ser aceptado por ellos
es tan básica para nuestra estructura psicológica como el hambre y la sed lo son para
278
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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nuestra estructura física (Baumeister y Leary, 1995). Presumiblemente, la interacción social destinada a conseguir comida, protegerse del peligro y reproducirse
representaba una clara ventaja para nuestros ancestros lejanos.
Aparentemente los niños nacen con la motivación y la habilidad para buscar
comprensión en su mundo interpersonal (Baldwin, 2000), e incluso los recién nacidos están predispuestos a mirar hacia caras en preferencia a otros estímulos (Mondloch et al., 1999). Los adultos también prestan particular atención a las caras, y hay
evidencia de que la información facial se procesa de manera diferente a estímulos
de menor importancia biológica (Ro, Russell y Lavie, 2001). La importancia de un
estímulo facial se sugiere por el hecho de que hay una respuesta automática a indicaciones faciales como sonreir y fruncir el ceño (Hassin y Trope, 2000).
Putnam (2000) propuso que uno de los problemas actuales en Estados Unidos es
la disminución en la conducta afiliativa a nivel comunitario. Como consecuencia,
comparado con las décadas pasadas, nuestras vidas ahora consisten en menos interacciones interpersonales, menos actividad grupal, menos interés en tomar un rol
activo en la mejora de la sociedad, y la apatía electoral. La conclusión es que estamos
en peores circunstancias como resultado de ignorar nuestras necesidades afiliativas.
Por supuesto, las personas difieren en la intensidad de su necesidad de afiliación
y esas diferencias constituyen un rasgo relativamente estable (o disposición). Las
personas aprenden a buscar la cantidad de contacto social que es óptimo para ellas,
prefiriendo estar solas parte del tiempo y en situaciones sociales otra parte del
tiempo (O’Connor y Rosenblood, 1996). Además de estas diferencias individuales,
situaciones específicas pueden activar estados temporales de necesidad de afiliación. Describiremos los efectos de ambos tipos de necesidad de afiliación sobre el
comportamiento.
DIFERENCIAS DISPOSICIONALES EN LA NECESIDAD DE AFILIACIÓN. Los psicólogos han
investigado las diferencias conductuales entre aquellos con un nivel alto y un nivel
bajo en la necesidad de afiliación, ya desde los primeros trabajos de Murray (1938)
sobre los aspectos motivacionales de la personalidad. Algunos de estos hallazgos
se resumen en la Tabla 7.1.A 7 . 1
necesidad de afiliación:
motivo básico para buscar
y mantener relaciones
interpersonales.
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TA B L A 7 . 1 I
El efecto de la necesidad de afiliación sobre la conducta social. Los investigadores
han encontrado a lo largo de los años una asociación entre las diferencias en la conducta
interpersonal y las medidas de la necesidad de afiliación. La necesidad de afiliación se relaciona
con la tendencia a hacer amigos y a socializarse, a interactuar con otros de manera cercana,
a cooperar y a comunicarse con otros de una manera amistosa y a enamorarse. Esto ya lo
señalaba Murray (1938) en su definición original de esta variable disposicional.
P E R S O N A S C O N A LTA N E C E S I DA D D E A F I L I AC I Ó N
Escriben más cartas y hacen más llamadas telefónicas locales (Lansing y Heyns, 1959).
Ríen más y se acercan físicamente a los otros (McAdams, 1979).
Evitan hacer comentarios negativos a los compañeros de trabajo (Exline, 1962).
Desean más citas por semana y tienen más probabilidad de involucrarse emocionalmente en una relación (Morrison, 1954).
Tienen más probabilidades de querer casarse justo después de terminar la universidad (Bickman, 1975).
Se ven involucrados en menos actos antisociales o negativos con los compañeros de trabajo. Dedican menos tiempo a estar solos
(Constantian, 1981).
Suelen ser descritos por otras personas como agradables, naturales y entusiastas (McAdams, 1979).
Iniciar una relación: la necesidad de afiliación y el efecto de las características observables
279
Hay dos enfoques que han intentado medir la necesidad de afiliación como un
rasgo, los cuales parecen explorar diferentes aspectos de esta necesidad. Por un
lado, están las medidas de auto-reporte que incluyen preguntas directas acerca
de deseos y actividades relevantes para la afiliación, permitiendo explorar el
motivo explícito a afiliarse. Por el otro, están las medidas proyectivas, donde se
le pide a la persona que interprete qué está ocurriendo en las ilustraciones ambiguas que le son presentadas. Este enfoque se dirige a necesidades menos conscientes, explorando de esta manera el motivo implícito a afiliarse. Se ha
encontrado que los estudiantes universitarios que puntúan alto en la medida
explícita son muy sociables e interactúan con muchas personas, en cambio, aquellos que puntúan alto en la medida implícita, es más probable que establezcan
relaciones cercanas donde interactúen dos personas (Craig, Koestner y Zuroff,
1994). Parece que los motivos afiliativos explícitos conducen a interacciones en
un contexto social, y los motivos afiliativos implícitos a interacciones en un contexto interpersonal cercano.
Hill (1987) denomina a estas dos expresiones de la necesidad de afiliación como
necesidad de estimulación positiva (motivo explícito) y necesidad de apoyo social
(motivo implícito). Existen otros dos motivos adicionales, uno de ellos es la necesidad de atención que lleva a las personas a ejecutar comportamientos dirigidos a
conseguir la aprobación y elogios de otros. El otro motivo es la necesidad de comparación social que resulta en interacciones motivadas por el deseo de obtener conocimiento y reducir la incertidumbre.
¿Qué pasa cuando no se cubren nuestras necesidades de afiliación? Por ejemplo,
cuando otros nos ignoran, ¿cómo reaccionamos? Ser rechazado por otros es una
experiencia extremadamente negativa, lo cual puede ocurrir a lo largo de toda la
vida (Faulkner y Williams, 1999) y en todo el mundo (Williams, Cheung y Choi,
2000). Williams y sus colegas reportaron una nueva forma de rechazo social —ostracismo en Internet— que ocurre cuando una persona entra en un espacio de «chat»
y es ignorada por los otros participantes. Estos investigadores estudiaron las reacciones de personas de sesenta y dos países diferentes y encontraron que el ostracismo en los espacios de «chat» conduce a emociones negativas, a un sentimiento
de haber perdido el control y a una sensación de no pertenencia.
Se espera que este tipo de rechazo social conduzca a una memoria selectiva de
información social relevante. Por ejemplo, si acabas de ser ignorado o rechazado por
otros, puede que prestes especial atención a temas sociales, tal como las acciones
interpersonales amistosas versus hostiles. Gardner, Pickett y Brewer (2000) probaron
esta proposición en un estudio donde estudiantes universitarios interactuaron, por
medio de computadores, con otros cuatro estudiantes, que en realidad eran asistentes
experimentales. La manipulación experimental incluía, por un lado, la aceptación
social por parte de esos desconocidos, y por el otro, el rechazo social. En la condición de aceptación, las respuestas de los participantes se recibían con mensajes como
«¡Te oigo fuerte y claro!» y «¡Guay!».En la condición de rechazo, los asistentes experimentales expresaban intereses comunes que no podían ser compartidos con el participante (por ejemplo, su afición a «Hoodoo Meatbucket»,un grupo musical
imaginario), de esta manera, los asistentes experimentales interactuaban entre sí,
mientras excluían de la conversación electrónica al verdadero participante. Luego,
a cada participante se le daba a leer el diario de un estudiante de su mismo sexo y
se le pedía que recordara tantos eventos del diario como pudiera en diez minutos.
Aquellos que habían experimentado rechazo recordaban más eventos sociales que
aquellos que habían sido aceptados. Recordaron mejor tanto eventos positivos («esta
noche salí con mi compañero de piso a pasear por la ciudad y lo pasamos muy bien
juntos») como negativos («mi mejor amigo me dejó plantado este fin de semana,
y creo que ni siquiera le importó»). Los investigadores concluyeron que los seres
humanos están programados para atender y ser sensibles a la información social,
cuando sus necesidades de pertenencia no están satisfechas. Así como el hambre
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280
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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física incrementa nuestra sensibilidad hacia las señales de comida, el hambre social
incrementa nuestra sensibilidad hacia las señales sociales.
DETERMINANTES SITUACIONALES EN LA NECESIDAD DE AFILIACIÓN. Algunas veces,
ciertos eventos externos activan la necesidad de afiliación. Los reportajes que aparecen en los diarios y en la televisión, muy menudo describen situaciones en las que perfectos extraños se reúnen e interactúan entre sí de manera amistosa como respuesta
a eventos inusuales, como por ejemplo, desastres naturales (inundaciones, terremotos e incendios forestales) o eventos públicos (el Carnaval, conciertos de rock y las 500
millas de Indianápolis) (Benjamin, 1998; Byrne, 1991; Humphriss, 1989). En estos casos
las personas generalmente describen esas interacciones como cordiales, positivas y alegres, donde las personas hacen lo mejor que pueden para ayudarse unos a otros.
Schachter (1959) fue el primero en identificar la razón que subyace al hecho de
que frente al estrés las personas responden con cordialidad y afiliación. Su trabajo
reveló que cuando se les daba la oportunidad de escoger, a los participantes de una
investigación que esperaban recibir un shock eléctrico, preferían estar con los otros
que también esperaban recibir un shock. En cambio, en el grupo control, aquellos
que no esperaban recibir un shock eléctrico prefirieron estar solos o no mostraron
ninguna preferencia. Una conclusión de esta línea de investigación fue que «al dolor
no le gusta cualquier tipo de compañía, sólo le gusta la compañía del que sufre»
(Schachter, 1959, p. 24).
¿Por qué los eventos de la vida real y las manipulaciones de la ansiedad en el laboratorio activan la necesidad de afiliación? ¿Por qué las personas atemorizadas y
ansiosas quieren estar con otras personas atemorizadas y ansiosas? Tal como mencionamos anteriormente, uno de los motivos de la afiliación es la necesidad de comparación social, las personas tienden a buscar a otros, incluso a extraños, para hablar
acerca de lo que está ocurriendo, comparar sus percepciones y tomar decisiones
sobre qué hacer; quieren comparar sus reacciones emocionales con las de otros. En
pocas palabras, las situaciones de tensión nos conducen a buscar «claridad cognitiva» para saber qué está ocurriendo (Kulik, Mahler y Earnest, 1994) y «claridad
emocional» para entender lo que estamos sintiendo (Gump y Kulik, 1997).
Buscar a otros en este tipo de situaciones es beneficioso. Esto se demostró en un
estudio realizado con pacientes hospitalizados, donde encontraron que la afiliación
tenía efectos positivos tanto antes como después de una cirugía coronaria de implantación de bypass (Kulik, Mahler y Moore, 1996). Los participantes eran personas
de sexo masculino que se sometían a una operación programada de corazón por primera vez, situación que se considera real y muy estresante. Sus compañeros de habitación eran pacientes que también estaban hospitalizados por cirugía (de corazón
o de otra parte del cuerpo), algunos acababan de ser operados y otros aún esperaban
la operación. Aquellos participantes que tenían un compañero de habitación que
había sido operado o que esperaba una operación de corazón, dedicaron más tiempo
a hablar con esta persona y a buscar claridad cognitiva, que los pacientes con un
compañero no cardíaco. Como también buscaban claridad emocional, estas conversaciones a menudo giraban en torno a sus emociones. Los pacientes que obtuvieron ambos tipos de claridad del compañero de habitación, específicamente de
un paciente operado del corazón, necesitaron menos medicación y dejaron el hospital más rápido tras la cirugía. Parece claro que los seres humanos están muy motivados a la afiliación y que la afiliación es gratificante.
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El efecto de las características observables: determinantes
inmediatos del agrado y desagrado interpersonal
La reacción de agrado o desagrado que tenemos cuando vemos a
una persona por primera vez indica que algo acerca de esa persona genera un afecto
Iniciar una relación: la necesidad de afiliación y el efecto de las características observables
281
positivo o negativo. Se presume que estas reacciones se basan en experiencias pasadas, estereotipos y atribuciones que pueden o no, ser acertadas o relevantes (Andreoletti, Zebrowitz y Lachman, 2001). Por ejemplo, existe una tendencia a que te
agraden los extraños que te recuerdan a alguien que te agrada, (Andersen y Baum,
1994), o si ese extraño pertenece a un subgrupo hacia el cual ya tienes una actitud previa —por ejemplo, tiene el acento de Boston— puede que te agrade porque
te gustan las personas que hablan como los Kennedy o que no te agrade porque tú
odias a las personas que hablan como los Kennedy. Como se discutió en el Capítulo 6, estos estereotipos positivos y negativos no son buenos predictores de la conducta.
Sin embargo, las reacciones hacia características superficiales ocurren muy a
menudo, sin importar lo poco razonables que puedan ser. La mayoría de las personas
responden a un factor de gran influencia que es el grado de atractivo físico, que se
refiere a aquellos aspectos de la apariencia de una persona que son considerados
visualmente atractivos o no atractivos.
ATRACTIVO FÍSICO: EVALUAR A LAS PERSONAS BASÁNDOSE EN SU APARIENCIA. Aunque
digamos que «la belleza no lo es todo», las personas tienden a responder positivamente hacia aquellos que son atractivos y negativamente hacia aquellos que no
son atractivos (Collins y Zebrowitz, 1995). Sin embargo, hay algunas diferencias
individuales, por ejemplo, las personas con una alta necesidad de cognición (tendencia a participar y a disfrutar de actividades cognitivas) se ven menos afectadas
por el atractivo de un extraño que aquellos con bajas necesidades cognitivas (Perlini y Hansen, 2001).
La apariencia física influye sobre muchos tipos de evaluaciones interpersonales, incluyendo el agrado, los juicios de culpabilidad o inocencia en un tribunal, e
incluso la calificación dada a un trabajo (Cash y Trimer, 1984). De igual manera,
se ha encontrado que las personas responden más positivamente a niños atractivos que a los no atractivos (Karraker y Stern, 1990). Sin embargo, el atractivo es especialmente decisivo al evaluar una potencial pareja romántica (Sprecher y Duck,
1994), y aunque tanto hombres como mujeres son sensibles al atractivo de un posible acompañante, novio o cónyuge, el atractivo femenino es más importante para
los hombres que el atractivo masculino para las mujeres (Feingold, 1990; Pierce,
1992).
En general, una apariencia atractiva se percibe como una característica positiva
que influye en la atracción interpersonal y en las preferencias interpersonales.
Numerosos estereotipos se asocian consistentemente con la apariencia, y no deberías sorprenderte si tú mismo tienes algunos de ellos. Antes de continuar échale
un vistazo a la Figura 7.9. Las personas suelen creer que los hombres y mujeres
atractivos son más elegantes, interesantes, sociables, independientes, dominantes,
divertidos, sexys, bien adaptados, hábiles socialmente y exitosos, que los hombres
y mujeres no atractivos. Los hombres guapos se consideran más masculinos, y las
mujeres bellas más femeninas (Dion y Dion, 1987; Hatfield y Sprecher, 1986a). En
resumen, tal como descubrieron los psicólogos sociales hace tres décadas, la mayoría de las personas asume que «lo que es bello es bueno» (Dion, Berscheid y Hatfield, 1972).
Las personas no son muy precisas estimando cómo los otros evalúan su apariencia, a pesar de los poderosos efectos que tiene el atractivo. Los hombres, en especial, sobrestiman lo atractivos que son para los demás (Gabriel, Critelli y Ee, 1994).
Algunas personas de ambos sexos responden con una ansiedad sobre la apariencia,
que es una preocupación indebida acerca de cómo nos vemos, problema que es más
acentuado en el caso de las mujeres. Aquellos con el mayor nivel de ansiedad, están
de acuerdo con ítems como «siento que la mayoría de mis amigos son más atractivos físicamente que yo» y están en desacuerdo con ítems como «disfruto mirándome al espejo» (Dion, Dion y Keelan, 1990).
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atractivo físico: combinación
de características evaluadas en el
extremo más atractivo como
bella o guapo y en el otro
extremo como no atractiva/o.
ansiedad sobre la apariencia:
aprehensión o preocupación
acerca de si nuestra apariencia
física es adecuada, y acerca de
cómo la evalúen otras personas.
282
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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FIGURA 7.9
¿Qué dirías acerca de las características
de personalidad de estas dos personas?
Haz una lista de las características que tú crees describen
mejor a cada una de ellas. Por ejemplo, cómo describirías su
sociabilidad, adaptación, inteligencia, porte, independencia,
masculinidad/feminidad, popularidad, vanidad, posibilidad de
tener éxito, integridad, preocupación por los demás,
sexualidad, entre otras cualidades. Cuando termines regresa al
texto y determina si tus respuestas concuerdan con lo que la
mayoría de la gente piensa y con lo que se ha encontrado en
la investigación psicológica.
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La investigación inter-cultural sugiere que los estereotipos positivos sobre el
atractivo son universales, sin embargo, el contenido específico de los estereotipos depende de qué características son valoradas por una cultura específica
(Dion, Pak y Dion, 1990). Por ejemplo, en una cultura colectivista como la de
Korea, el atractivo se asocia con la integridad y la preocupación por otros, pero
estos atributos no aparecen entre los estereotipos sobre el atractivo comunes en
una cultura individualista como la norteamericana (Wheeler y Kim, 1997). Existe
un acuerdo general entre las culturas de que el atractivo indica competencia
social, adaptación, inteligencia y calidez sexual, sin embargo, un estudio canadiense reportó que las mujeres no atribuían rasgos deseables socialmente a los
hombres basándose en su atractivo o en su edad (Perlini, Marcello y Hansen et
al., 2001).
A pesar de la aceptación generalizada de la creencia de que el atractivo es un indicativo importante de la personalidad y el carácter, la mayoría de los estereotipos
Iniciar una relación: la necesidad de afiliación y el efecto de las características observables
283
basados en la apariencia son incorrectos (Feingold, 1992; Kenealy et al., 1991). Los
asesinos en serie pueden ser muy bien parecidos y pocos de aquellos cuya apariencia
es considerada casi deslumbrante, son en realidad inteligentes, interesantes, amables, graciosos, sensuales, etc., de hecho, los estereotipos sólo son válidos con respecto a muy pocas características. Por ejemplo, aquellos que son más atractivos se
cree que son más populares que los menos atractivos, que tienen mejores habilidades interpersonales y que se sienten mejor acerca de sí mismos, y eso es cierto
(Diener, Wolsic y Fujita, 1995; Johnstone, Frame y Bouman, 1992). Cuanto más
atractiva sea una persona, más tiende a la autorrevelación hacia miembros del sexo
opuesto, lo cual facilita el establecimiento de una relación (Stiles et al., 1996). Las
personas atractivas han experimentado a lo largo de su vida el hecho de gustarle a
los demás y de ser tratados bien por los demás como respuesta positiva a ser bien
parecidos; esto se supone que es el origen de su popularidad, habilidades sociales,
alta autoestima y tendencia a la autorrevelación (Zebrowitz, Collins y Dutta, 1998).
En otras palabras, la apariencia no está directamente relacionada con estos atributos, sino que la manera cómo las personas reaccionan a la apariencia es el factor causal.
Es importante agregar, que unos pocos atributos negativos también están asociados con el atractivo físico. Por ejemplo, las mujeres bonitas algunas veces son
percibidas como vanidosas y materialistas (Cash y Duncan, 1984). En este sentido,
la apariencia no es un factor que ayude a una mujer atractiva a ganar las elecciones a un cargo público, en cambio, en el caso de los hombres, es más probable que
salgan electos los políticos guapos que los relativamente no atractivos (Sigelman
et al., 1986). Esto se debe posiblemente a que a menudo se asume que alguien considerada «demasiado femenina» es, por alguna razón, menos efectiva como legisladora o administradora.
¿POR QUÉ IMPORTA LA APARIENCIA FÍSICA? Si la apariencia es un mal predictor de
otros atributos, ¿por qué las personas enfatizan tanto en ella? ¿Es posible que ésta
sea una repuesta innata basada en determinantes biológicos?
Las personas atractivas generan afecto positivo (Johnston y Oliver-Rodríguez,
1997; Kenrick et al., 1993), y sabemos que el afecto positivo conduce a la atracción,
pero, ¿por qué el atractivo físico genera afecto positivo? Las dos explicaciones básicas son: (1) nacimos con este tipo de preferencia o (2) aprendimos esta preferencia
de varias fuentes en nuestra cultura. No se han encontrado pruebas convincentes
que nos permitan aceptar uno de estos puntos de vista y rechazar el otro, pero ¿qué
tipo de evidencia hay?
Desde la perspectiva de los determinantes evolucionistas, se cree que la belleza
femenina atrae sexualmente a los hombres debido a que la belleza se asocia con
juventud, salud y fertilidad. Las investigaciones apoyan esta relación, pero la asociación no es muy fuerte (Kalick et al., 1998; Shackelford y Larsen, 1999). Un efecto
secundario de este énfasis en la belleza es que las mujeres, más que los hombres,
utilizan la cirugía cosmética para «verse tan jóvenes como se sienten» (Grant,
2001).
Con respecto a un aspecto específico del atractivo, se ha encontrado una relación entre la longitud del cabello, la edad, la salud y la atracción. Los hombres tienden a preferir a las mujeres con cabello largo (Jacobi y Cash, 1994), y el cabello
saludable, brillante y fuerte es un indicio de juventud y salud (Etcoff, 1999). Adicionalmente, las mujeres jóvenes tienden a tener el cabello más largo que las mujeres mayores, y cuanto mejor una mujer auto-informe sobre la calidad de su cabello,
mejor es su salud (Hinsz, Matz y Patience, 2001).
El planteamiento evolucionista general es que si los hombres se sienten atraídos y forman pareja con mujeres jóvenes, saludables y fértiles, esto aumenta sus
probabilidades de tener éxito a nivel reproductivo (Johnston y Franklin, 1993). Como
resultado, durante cientos de miles de años, los hombres con una preferencia por
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284
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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la juventud y la belleza tenían más probabilidad de pasar sus genes a la siguiente
generación que los hombres a quienes estos aspectos le eran irrelevantes. El dato
de que las mujeres estén menos preocupadas por la juventud y el atractivo de los
hombres se explica por el hecho de que las mujeres tienen un rango de edad relativamente limitado en el cual la reproducción es posible, mientras los hombres por
lo general son capaces de reproducirse desde la pubertad hasta bien entrada la vejez.
La selección de un hombre fértil para las mujeres prehistóricas, era un asunto de
menor importancia ya que tanto jóvenes como viejos eran fértiles, en cambio, la
elección de un hombre capaz de proveer los recursos y de protegerla a ella y a su descendencia era crucial (Kenrick et al., 1994). La tira cómica que se muestra en la
Figura 7.10 muestra cómo esta preferencia femenina puede expresarse hoy en día.
La investigación apoya la observación de que el nivel de ingresos del hombre está
asociado positivamente con su calidad de deseable, especialmente como pareja para
casarse (Kenrick et al., 2001).
Este escenario evolucionista para las preferencias de hombres y mujeres parece
bastante lógico, pero ¿cómo podemos determinar la validez de esa explicación? La
tendencia básica está bien establecida, pero la explicación final es más difícil de validar. Los estudios con estudiantes universitarios y estudiantes de postgrado indican,
tal como predice la teoría evolucionista, que los hombres evalúan el atractivo sexual
de las mujeres sobre la base de sus atributos físicos, mientras que la evaluación de
las mujeres del atractivo sexual de los hombres se basa en el estatus social (Townsend y Wasserman, 1997).
En otros estudios se ha encontrado que la preferencia de los hombres hacia mujeres jóvenes y saludables es universal y no está afectada por diferencias culturales
(Buss, 1994, 1998), lo cual concuerda con una explicación biológica. Estos mismos
datos también indican que las mujeres prefieren a los hombres sobre la base de sus
recursos (lo que concuerda con la teoría evolucionista), pero (en concordancia con
las teorías basadas en la cultura) esta preferencia es mayor en culturas donde las
mujeres tienen un menor nivel educativo y tienen menos control sobre la concepción y el tamaño de la familia (Kasser y Sharma, 1999).
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FIGURA 7.10
¿Sr. guapo o dinero?
Desde la perspectiva evolucionista, es conveniente para la reproducción, que los hombres
estén programados para enfatizar la juventud, la salud, y por lo tanto, el atractivo de sus potenciales
parejas. En cambio, en el caso de las mujeres, es más útil para el éxito reproductivo colocar
el énfasis en los recursos.
[FUENTE: © TRIBUNE MEDIA SERVICES, INC. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. REPRODUCIDO CON PERMISO.]
■
Iniciar una relación: la necesidad de afiliación y el efecto de las características observables
285
Hay otra evidencia que concuerda con la explicación evolucionista. En los anuncios clasificados donde hombres y mujeres buscan pareja, se observa que ambos
aportan información diferente, los anuncios puestos por mujeres resaltan su apariencia, mientras que los que ponen los hombres se centran en sus recursos materiales (Deaux y Hanna, 1984). Un paso más allá es determinar el éxito de esos
anuncios (Baize y Schroeder, 1995); en el caso de las mujeres, la edad colocada en
los anuncios se relaciona negativamente con el número de respuestas, a mayor edad,
menor número de respuestas. En el caso de los anuncios colocados por hombres,
ocurre lo contrario, a mayor edad, mayor número de respuestas. Por supuesto, puede
que haya límites en lo viejo que puede ser un hombre y todavía atraer a las mujeres, estos límites no han sido investigados, en parte debido a que muy pocos hombres mayores de noventa años colocan anuncios buscando pareja. De igual manera,
las mujeres tienden a responder a anuncios de hombres de mayor nivel de ingresos y mayor nivel educativo, pero estos mismos factores no tienen relación con el
número de respuestas que reciben los anuncios colocados por mujeres. Así, el anuncio masculino más efectivo es aquel que habla de un hombre maduro, rico y educado, mientras que el anuncio femenino más efectivo es aquél que simplemente
indica juventud.
Un problema potencial para la teoría biológica es el hallazgo de que los anuncios colocados por hombres gay indican una preferencia por parejas masculinas jóvenes, de la misma manera que los hombres heterosexuales prefieren mujeres jóvenes
(Kenrick et al., 1995). Estos hallazgos pueden interpretarse como que tanto los hombres heterosexuales como los homosexuales han recibido las mismas influencias
culturales en lo referente a la importancia de la juventud y la buena apariencia. Una
explicación biológica obviamente no puede basarse en el éxito reproductivo, sin
embargo, puede ser que las preferencias presentes entre los hombres heterosexuales
operen de manera igualmente fuerte entre los hombres homosexuales, a pesar del
hecho de que esas preferencias son sólo relevantes para la supervivencia genética
de los heterosexuales.
La evidencia encontrada con respecto al contenido de los anuncios clasificados también puede significar que las preferencias presentes en diferentes culturas
y en diferentes orientaciones sexuales, simplemente reflejan que la mayoría de
nosotros ha aprendido a través de los medios de comunicación, la importancia
de que los hombres sean mayores y más ricos, temas que ya estaban presentes en
antiguos cuentos de hadas como La Bella y la Bestia, y en películas modernas.
En este sentido, Gallo y Byrne (2001) analizaron las películas más taquilleras a
lo largo de varias décadas, y encontraron que en las parejas románticas, generalmente los actores masculinos eran mayores que sus parejas femeninas (a
menudo mucho mayores), tal como se muestra en la Figura 7.11; ejemplos del caso
contrario, es decir, una pareja compuesta por una mujer mayor y un hombre más
joven fueron extremadamente raros. De nuevo, estos hallazgos pueden explicarse
igualmente bien basándose en la biología o en la cultura. Una tercera posibilidad
es que los hombres mayores que controlan la industria del cine promueven la idea
de los hombres mayores son atractivos para las mujeres, basándose en un sesgo
personal.
Algunas evidencias son muy difíciles de explicar en términos culturales, por
ejemplo, los niños de un año de edad prefieren a adultos atractivos y dedican más
tiempo a jugar con muñecas atractivas que con las que no lo son (Langlois et al.,
1991; Langlois y Roggman, 1990). No es razonable argumentar que las preferencias
de estos niños han sido moldeadas por las influencias culturales; quizás la conclusión más sensata a la que se puede llegar en este momento es que los humanos
muy posiblemente están programados genéticamente para responder de manera
positiva al atractivo y que esas preferencias están muy estimuladas y apoyadas por
los factores culturales.
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286
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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FIGURA 7.11
Romance «primavera-invierno» en las películas:
¿cultura o biología?
Un muestreo hecho durante varios años de las películas que
estuvieron entre las 40 más taquilleras, indica claramente que cuando
hay una discrepancia de edad en la pareja romántica, el actor
masculino casi siempre es mayor que la actriz femenina (Gallo y
Byrne, 2001). Aquí se muestra una escena de La Trampa (Entrapment,
1999), con Sean Connery, quien es 196 meses mayor que Catherine
Zeta-Jones. Otros hallazgos similares pueden verse en 60 segundos
(Gone in 60 Seconds, 2000) con Nicholas Cage, quien es 137 meses
mayor que Angelina Jolie, y Cuando Harry encontró a Sally (When Harry
Met Sally, 1989) con Billy Crystal, quien es 176 meses mayor que Meg
Ryan. Estas diferencias de edades en las películas puede significar, por
un lado, que las películas y otras influencias culturales nos enseñan a
aceptar el estereotipo del hombre mayor con la mujer joven, y por el
otro, que las películas sencillamente reflejan lo que ocurre de manera
natural en la vida real debido a influencias evolucionistas.
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¿EN QUÉ CONSISTE EXACTAMENTE EL ATRACTIVO? Los juicios acerca del propio atractivo pueden no coincidir muy bien con los juicios de los demás, pero sorprendentemente hay grandes coincidencias cuando dos personas evalúan a una tercera
(Cunningham et al., 1995). A pesar de este acuerdo acerca de quién es atractivo y quién
no, es difícil especificar los indicadores exactos que determinan nuestros juicios.
Los investigadores han utilizado dos aproximaciones en su intento por identificar esos indicadores, una de ellas es identificar a un grupo de individuos evaluados
como atractivos y luego determinar qué tienen en común. Cunningham (1986) utilizó este método con estudiantes universitarios de sexo masculino a quienes les
pidió evaluar fotografías de mujeres jóvenes. Las mujeres evaluadas como las más
atractivas se situaron en uno de dos grupos: unas tenían «rasgos infantiles» con ojos
grandes y muy espaciados, y con nariz y barbilla pequeñas, donde se incluían mujeres como Meg Ryan, que fue calificada como «mona» (Johnston y Oliver-Rodríguez,
1997; McKelvie, 1993a). La otra categoría de mujeres atractivas tenía rasgos maduros con pómulos prominentes, cejas altas, pupilas grandes y una amplia sonrisa, Julia
Roberts es un ejemplo. Estos dos tipos generales de caras también se encuentran
entre las modelos, y son aplicables tanto a las mujeres blancas, como a las afroamericanas y asiáticas (Ashmore, Solomon y Longo, 1996).
La segunda aproximación para identificar qué se considera atractivo es muy
diferente a la anterior y fue realizada por Langlois y Roggman (1990), quienes
Iniciar una relación: la necesidad de afiliación y el efecto de las características observables
287
combinaron por medio de la digitalización por computador varias fotografías de
caras para formar una sola cara. La imagen en cada fotografía se dividió en cuadrados
microscópicos y a cada cuadrado se le asignó un número que representaba un matiz
específico. Luego, los números fueron promediados a través de un grupo de fotografías, y el resultado se transformó de nuevo en una imagen compuesta.
Puedes suponer, con razón, que una cara creada por promedio sería evaluada con
un atractivo también promedio, sin embargo, resultó que las caras compuestas fueron evaluadas como más atractivas que la mayoría de las fotografías utilizadas para
crearlas (Langlois, Roggman y Musselman, 1994; Rhodes y Tremewan, 1996). Adicionalmente, se encontró que cuanto mayor era el número de caras promediadas,
más bella era la cara resultante. Dos caras no son suficientes para hacer una cara
atractiva, pero cuando combinas treinta y dos caras, «... logras una cara mogollón
de atractiva» (Judith Langlois, cp. Lemley, 2000, p. 47). (Véase Figura 7.12.)
FIGURA 7.12
Caras compuestas:
mientras más caras
más atractivo.
Las caras promedio
compuestas por imágenes
digitales de caras diferentes
son percibidas como más
atractivas que las caras
individuales. A medida que
aumenta el número de caras
que contribuyen a la cara
promedio, mayor es el
atractivo de la cara
compuesta.
4 Caras
2 Caras
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[FUENTE: LEMLEY, 2000, P. 47.]
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16 Caras
8 Caras
32 Caras
288
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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Es posible crear una cara aún más atractiva si se toma en cuenta el atractivo inicial. Por ejemplo, si comienzas con quince caras extremadamente atractivas, la cara
compuesta a partir de ellas es más atractiva que la compuesta a partir de caras promedio (Perrett, May y Yoshikawa, 1994). Otra manera de aumentar el atractivo de
caras promedio es evaluar cada una de las caras que formarán la cara compuesta y
luego asignarle más peso a aquellas evaluadas como más atractivas. Cuando el biopsicólogo Victor Johnston hizo esto con una serie de veinte generaciones de caras
compuestas, evaluadas por diez mil visitantes de su sitio web, la cara final resultó
muy atractiva y fue, además, percibida como más femenina que el promedio (Lemley, 2000). Una apariencia femenina aparentemente se considera un punto a favor,
por ejemplo, una imagen computarizada tanto de hombres como de mujeres es preferida si tiene una apariencia femenina en lugar de masculina (Angier, 1998a). Los
hombres con una apariencia extremadamente masculina (mandíbula grande, cara
cuadrada, frente ancha) son percibidos como menos cálidos y honestos que los hombres con una nariz delgada, labios angelicales y una barbilla «adorable». Piensa en
Russell Crowe y Brad Pitt (véase Figura 7.13).
¿Por qué las caras compuestas son especialmente atractivas? Una posibilidad es
que el promedio es más similar al esquema que tiene cada quien sobre mujeres y hombres (véase Capítulo 3), es decir, nosotros formamos esos esquemas sobre la base de
nuestras experiencias con muchas imágenes diferentes, de modo que un cara compuesta es más similar a nuestro esquema que cualquier cara específica. Si esto es
cierto, una composición de imágenes sobre algo que no sean caras debería producir
resultados similares, así que cuando promediamos los dibujos de cincuenta perros
y cincuenta pájaros, deberían resultar un perro y un pájaro especialmente atractivos,
pero éste no es el caso (Halberstadt y Rhodes, 2000). Es posible que una cara humana
compuesta sea diferente a otras composiciones porque la apariencia humana ha sido
históricamente más importante que la apariencia de perros y pájaros, como criterio
de selección al momento de reconocer a parejas potenciales, amigos y enemigos.
Una explicación alternativa sugiere que nosotros nacimos con una preferencia por la simetría, y una cara hecha en base al promedio de muchas caras es
más simétrica que las caras individuales. Además, hay estudios que indican que las
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FIGURA 7.13
Preferimos una apariencia
relativamente femenina sobre
una relativamente masculina.
Las caras promedio hechas por
computador no sólo son percibidas
como más atractivas sino como más
femeninas, prefiriéndose tanto a los
hombres como a las mujeres que
tienen una apariencia femenina en lugar
de masculina (Angier, 1998a). Aquí
mostramos ejemplos nocomputerizados de dos estrellas
masculinas consideradas atractivas. En
este caso, hay una tendencia a preferir
los rasgos relativamente femeninos de
Brad Pitt sobre los rasgos relativamente
masculinos de Russell Crowe.
■
Iniciar una relación: la necesidad de afiliación y el efecto de las características observables
289
personas consideran que las caras simétricas son más atractivas que las asimétricas (Cowley, 1996) (un ejemplo de ellos se muestra en la Figura 7.14). ¿Por qué nos
gusta la simetría? Los psicólogos evolucionistas proponen una vez más que respondemos positivamente a la simetría porque es un indicador de salud y por lo tanto
de la capacidad reproductiva (Mealey, Bridgstock y Townsend, 1999), aunque esta
idea es plausible, hay experimentos que demuestran que se prefiere una cara promedio incluso cuando la simetría se mantiene constante (Rhodes, Sumich y Byatt,
1999). Podemos concluir que está bien establecido que una cara compuesta resulta
atractiva, pero las explicaciones de este hallazgo basadas en la preferencia de esquemas familiares o en una preferencia por la simetría no parecen muy convincentes.
Nos damos cuenta de que sería mejor ofrecer una respuesta definitiva a estas cuestiones, pero la ciencia se basa en generar ideas y probarlas empíricamente, y algunas veces sencillamente hay que esperar un poco antes de que aparezca una solución
correcta y se pruebe. En otras palabras, estén pendientes.
Los factores situacionales también influyen en las percepciones del atractivo,
por ejemplo, los participantes en una investigación, que habían visto fotografías
de personas muy atractivas, consideraron a un extraño menos atractivo que aquellos que no habían visto dichas fotos (Kenrick et al., 1993). La diferencia entre las
personas atractivas que aparecían en las fotografías y el extraño crea lo que se
conoce como «efecto de contraste», incluso un hombre heterosexual evaluaría a
su propia pareja de manera menos positiva, si acabara de ver fotografías de mujeres muy atractivas (Kenrick y Gutierres, 1980). Otros aspectos del contexto también son importantes, tal como sugiere la canción de Mickey Gilley sobre la
búsqueda de ligue en las discotecas, «todas las chicas se ven más bonitas a la hora
de cerrar». De hecho, la investigación indica que el atractivo, tanto de «chicas»
como de «chicos», percibido por miembros del sexo opuesto, aumenta a medida
que la noche avanza (Nida y Koon, 1983; Pennebaker et al., 1979). La evaluación
de extraños del mismo sexo no mejora a medida que la hora de cierre se aproxima
por lo que el consumo de alcohol no explica estos efectos (Gladue y Delaney, 1990),
por el contrario, a medida que las personas se van emparejando y el número de parejas disponibles disminuye, la escasez resultante genera una evaluación más positiva de aquellos que quedan libres.
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FIGURA 7.14
El atractivo como una
función de la simetría.
A medida que aumenta la
simetría de una cara, aumenta su
atractivo. La perspectiva
evolucionista considera que la
simetría es sinónimo de salud y
que una preferencia por la
simetría aumenta las
probabilidades de reproducirse.
La cara de Denzel Washington, a
la izquierda, es extremadamente
simétrica, en cambio, la de Lyle
Lovett, a la derecha, no lo es.
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290
Exterior de los ojos
Pupilas
Pómulos
Interior de los ojos
Orificios nasales
Mandíbula
Labios
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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MÁS ALLÁ DE LOS ROSTROS: OTROS ASPECTOS DE LA APARIENCIA Y LA CONDUCTA.
Cuando conocemos a alguien por primera vez, generalmente reaccionamos a una
variedad de factores. Cualquier característica observable, sin importar lo superficial que sea, puede actuar como el desencadenante que evoque un estereotipo, y las
reacciones emocionales resultantes, conducir a un agrado o desagrado inmediato.
Ejemplos de estos elementos incluyen la vestimenta (Cheverton y Byrne, 1998;
Jarrell, 1998), arreglo personal (Mack y Rainey, 1990), estatura (Pierce, 1996), discapacidades (Fichten y Amsel, 1986), edad (McKelvie, 1993b), gafas (Lundberg y Sheehan, 1994) y muchas otros detalles observables.
Las características físicas de una persona elicitan no sólo el atractivo, sino también los estereotipos, las reacciones emocionales y la atracción. En algún momento
se creyó que el tipo de cuerpo daba información sobre la personalidad (Sheldon, Stevens y Tucker, 1940), sin embargo, décadas de investigación indicaron que esta suposición era incorrecta. No obstante, las personas aún reaccionan frente a los demás
basándose en la idea equivocada de que un cuerpo redondo y gordo indica una persona triste y descuidada, que un cuerpo duro y musculoso indica buena salud y falta
de inteligencia, y que un cuerpo delgado y angular indica inteligencia y temor (Gardner y Tockerman, 1994; Ryckman et al., 1989).
Uno de los hallazgos más consistentes de estos y otros estudios es que el físico
con sobrepeso es aquel que menos agrada (Harris, Harris y Bochner, 1982; Lundberg
y Sheehan, 1994). En el Capítulo 5, describimos la preocupación especial que tienen
muchas mujeres con respecto a su peso. En este sentido, y aunque parezca extraño,
las mujeres atractivas físicamente tienen mayores preocupaciones por el peso y por
la dieta que las mujeres menos atractivas (Davis et al., 2001); esto se debe posiblemente a la expectativa de que ser bonita debe estar acompañado con ser delgada. Una
vez más, recuerda que hacer suposiciones acerca de las personas basándose en la gordura sólo lleva a errores (Miller, Rothblum, Brand et al., 1995; Miller, Rothblum, Felicio et al., 1995). Crandall (1994) equipara el prejuicio hacia la obesidad con el prejuicio
racial, y desarrolló una medida del prejuicio contra la gordura, como se muestra en
la Tabla 7.2. Mientras en Estados Unidos prevalece un prejuicio en contra de la gordura, en México hay mucha menos preocupación por el peso y menos reacciones
negativas hacia aquellos que tienen sobrepeso (Crandall y Martínez, 1996). En líneas
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TA B L A 7 . 2 I
Prejuicio contra la gordura. La reacción negativa hacia aquellos que tienen sobrepeso es
muy similar a las actitudes negativas que se dan en el racismo y a las atribuciones negativas basadas en estereotipos. A continuación se muestran algunos ítems de un cuestionario que mide
tres aspectos de las actitudes contra la gordura, a saber: desagrado hacia aquellos que están
gordos, miedo de engordar y la creencia de que las personas engordan debido a su falta de
fuerza de voluntad.
T I P O D E AC T I T U D
CONTRA LA GORDURA
EJEMPLOS DE LOS ÍTEMS DEL CUESTIONARIO
Desagrado
La verdad es que no me gusta mucho la gente gorda
Si fuera un empresario buscando personal, quizás evitaría contratar una persona gorda
Miedo a engordar
Me siento disgustado conmigo mismo cuando subo de peso
Me preocupa engordar
Fuerza de voluntad
Las personas que tienen sobrepeso pueden rebajar si hacen un poco de ejercicio
Las personas gordas tienden a tener sobrepeso en gran parte por su culpa
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE CRANDALL, 1994.]
Iniciar una relación: la necesidad de afiliación y el efecto de las características observables
291
generales, se ha encontrado que una actitud negativa hacia la gordura, en conjunto
con la tendencia a hacer a las personas responsables por sus atributos negativos, predicen el prejuicio contra la gordura; estas tendencias son más fuertes en culturas individualistas que en culturas colectivistas (Crandall et al., 2001).
Las diferencias conductuales también son importantes, aunque las apariencias
disparen los estereotipos y éstos influyan en la atracción y en otros juicios interpersonales. Por ejemplo, el parpadeo rápido es interpretado como un signo de nerviosismo y de falta de atención (Omori y Miyata, 2001). Una persona que tenga un
estilo de caminar juvenil elicita una respuesta más positiva que una que camine
con el estilo de un anciano, independientemente del género o de la edad real (Montepare y Zebrowitz-McArthur, 1988). Una persona que estrecha la mano con fuerza
es percibido como extrovertido y expresivo emocionalmente y no como tímido o
neurótico (Chaplin et al., 2000) (véase Capítulo 1). La conducta expresiva y animada
(Bernieri et al., 1996), la risa (Bachorowski y Owren, 2001), y los estudiantes que
participan en clase a diferencia de los que permanecen callados (Bell, 1995), también provocan una reacción positiva. Las acciones que sugieren arrogancia elicitan
una reacción más negativa que la conducta modesta (Hareli y Weiner, 2000), pero
una persona que exprese ira es percibida como más competente que una que exprese
tristeza (Tiedens, 2001).
De igual manera, la consistencia de la conducta también es importante, posiblemente porque la inconsistencia sugiere hipocresía. Por ejemplo, una acción inmoral ejecutada por una persona que por lo demás se comporta moralmente, es juzgada
de forma más negativa que el mismo acto ejecutado por alguien que generalmente
se comporta de una manera menos moral (Bailey y Vietor, 1996).
Los hombres que se comportan de una manera dominante, autoritaria y competitiva en los encuentros iniciales, son preferidos sobre los hombres sumisos, no
competitivos y menos masculinos (Friedman, Riggio y Casella, 1988). Sin embargo,
después de interacciones adicionales que den más información sobre la persona,
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TA B L A 7 . 3 I
¿Qué hay en un nombre? Algunas veces la respuesta es Atribuciones Personales.
Las primeras impresiones algunas veces están basadas en el nombre de una persona. Una vez
más, la atracción interpersonal se ve influida por suposiciones erróneas basadas en estereotipos.
NOMBRES
NOMBRES
AT R I BU C I O N E S AC E R C A
MASCULINOS
FEMENINOS
DE LA PERSONA
Alexander
Otis
Elizabet
Mildred
Exitosa
Fracasada
Joshua
Roscoe
Mary
Tracy
Moral
Inmoral
Mark
Norbert
Jessica
Harriet
Popular
Poco popular
Henry
Ogden
Ann
Freida
Cálida
Fría
Scott
Willard
Brittany
Agatha
Alegre
Triste
Taylor
Eugene
Rosalyn
Isabella
Masculina
Femenina
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE MEHRABIAN Y PIERCY, 1993.]
292
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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la preferencia cambia hacia hombres prosociales y sensibles (Jensen-Campbell, West
y Graziano, 1995; Morey y Gerber, 1995). Puede decirse que los chicos buenos terminan en primer lugar.
Los juicios interpersonales también se ven influidos por lo que una persona come
(Stein y Nemeroff, 1995). Sin tomar en cuenta factores como la estatura y el peso,
una persona que come «comida sana» (naranjas, ensalada, pan integral, pollo) es percibida como más agradable e incluso superior desde el punto de vista moral, que
una persona que come «comida basura» (carne roja, hamburguesas, patatas fritas,
donuts y helado con doble sirope de chocolate).
Una última, y quizás muy sorprendente influencia sobre las percepciones interpersonales es nuestro nombre. Diversos nombres masculinos y femeninos están
asociados con estereotipos específicos, tanto positivos como negativos (Mehrabian
y Piercy, 1993), como se muestra en la Tabla 7.3. Además, es posible que las características particulares de una persona muy conocida lleguen a asociarse a su nombre, y que luego esas características se transfieran a otras personas con el mismo
nombre. ¿Qué viene a tu mente cuando oyes nombres como Homero, Mónica,
Osama, Gwyneth, Timothy o Hillary?
P U N TO S C L AV E
■
■
⡤
Las personas con alta necesidad de afiliación, son más dadas a establecer y mantener relaciones interpersonales, y son más hábiles tratando con la gente.
Bajo circunstancias inusuales, como desastres naturales, es más probable que las personas
se afilien con otros. Parece que la comparación social es la fuerza motivadora que está
detrás de esta conducta, porque las personas desean interactuar con el fin de reducir
la ansiedad, clarificando lo que está ocurriendo y sus propias reacciones emocionales.
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■
■
La atracción y los juicios interpersonales basados en estereotipos se ven muy afectados por diversas características observables que poseen aquellos que conocemos, incluyendo el atractivo físico. A las personas le agradan y hacen atribuciones positivas sobre
los hombres y las mujeres atractivas de todas las edades, a pesar del hecho de que las
suposiciones basadas en la apariencia por lo general son erróneas. Aún no es posible
llegar a una conclusión definitiva acerca de por qué reaccionamos de manera tan intensa
ante el atractivo ni acerca de en qué consiste.
Además del atractivo, muchas otras características observables influyen en las evaluaciones interpersonales iniciales, incluyendo físico, peso, estilo conductual, preferencias
alimenticias, nombres propios y otras características superficiales.
Hacerse amigos: similitud
y agrado mutuo
QH
emos aprendido que para que dos personas formen algún tipo
de relación primero deben entrar en contacto, y esto muchas
veces se facilita gracias a la proximidad física. Una vez que el
contacto ocurre, la probabilidad de que se desarrolle una relación positiva aumenta
si cada persona se encuentra en un estado emocional positivo, está motivado por
necesidades de afiliación y reacciona positivamente a las características observables del otro. Los dos pasos siguientes hacia la cercanía interpersonal involucran
la comunicación. Dos aspectos cruciales de esta comunicación son el grado en que
las dos personas que interactúan descubren áreas de similitud y hasta qué punto
ambos indican agrado mutuo a través de lo que dicen y de lo que hacen.
Hacerse amigos: similitud y agrado mutuo
293
Similitud: cada oveja con su pareja
Actualmente se acepta ampliamente el rol de la similitud como
promotora de la atracción interpersonal (véase Figura 7.15). Este fenómeno ha sido
observado y debatido durante más de dos mil años, comenzando con el ensayo
de Aristóteles sobre la amistad (330 A.C./1932). Esta primera observación ha recibido apoyo a lo largo de los siglos de fuentes tan variadas como Spinoza
(1675/1951) y Samuel Johnson (Boswell, 1791/1963); sin embargo, el apoyo empírico de esta «hipótesis de la similitud» no llegó hasta que Sir Francis Galton
(1870/1952) obtuvo datos correlacionales sobre parejas casadas y encontró que los
cónyuges se parecen entre sí en muchos aspectos. Los estudios correlacionales
continuaron durante la primera mitad del siglo XX, y encontraron que las parejas de amigos o cónyuges muestran un grado de similitud mayor que la dada por
el azar (por ejemplo, Hunt, 1935). Debido a que era posible que el agrado llevara
a la similitud y no viceversa, Newcomb (1956) investigó a estudiantes universitarios de intercambio y encontró que la similitud de actitudes (medida antes
de que los estudiantes se conocieran) era un predictor del agrado posterior. A pesar
de que estos hallazgos fueron convincentes, los científicos prefieren los datos
experimentales si los experimentos son posibles (véase Capítulo 1), en consecuencia, los psicólogos sociales (por ejemplo, Schachter, 1951) comenzaron manipulando la similitud y evaluando la atracción. Describiremos una porción de estas
investigaciones que apoyan las observaciones filosóficas iniciales y que indican
que la similitud causa la atracción y que no está simplemente correlacionada con
ella.
SIMILITUD O DISIMILITUD DE ACTITUDES COMO UN DETERMINANTE DE LA ATRACCIÓN. Mucha
de la investigación experimental inicial se centraba en la similitud de actitudes,
término que generalmente se utiliza para referirse a la similitud de creencias valores e intereses, al igual que a la similitud de actitudes. El típico estudio de laboratorio sobre similitud seguía un patrón en donde, primero, se determinaban las
actitudes de los participantes en la investigación, y luego, a esos participantes se
les daban las actitudes de un extraño y se les pedía que indicaran cuánto les gustaba esa persona (Byrne, 1961b). Los resultados de estos experimentos indican claramente que a las personas les agradan más aquellos que tienen actitudes similares
a las suyas que aquellos que tienen actitudes disímiles, y que evalúan a extraños
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similitud de actitudes: grado
en que dos personas comparten
las mismas actitudes acerca de
una variedad de temas. En la
práctica este término también
incluye la similitud de creencias,
valores e intereses.
FIGURA 7.15
Atracción hacia otras
personas similares y
rechazo de las disímiles.
Parece ser que existe una
tendencia básica a que nos
agraden aquellos que son similares
a nosotros y que nos desagraden
aquellos que son disímiles, aunque
las consecuencias sean a menudo
muy desagradables.
[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW
YORKER 2000 MICHAEL MASLIN DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
DE RE C HOS R ESER VADO S.]
■
294
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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que son similares a ellos como más inteligentes, mejor informados, más morales
y mejor adaptados.
Investigaciones posteriores indicaron que nosotros respondemos a las opiniones de los demás de una manera sorprendentemente precisa. En este sentido, se
encontró que podemos evaluar a las personas en base a la proporción de actitudes
similares que tenemos con ellas, para lo cual se evalúa la posición de la otra persona en una variedad de temas; de ahí resultan temas en los que tenemos una actitud similar (afecto positivo) y otros en los que tenemos un actitud diferente (afecto
negativo), luego se suman el número de temas en los que hay coincidencia y esto
se divide entre el número total de temas. Este cálculo puede utilizarse sin importar el número total de temas que se estén evaluando (Byrne y Nelson, 1965). Como
resultado tenemos que mientras mayor es la proporción de actitudes similares,
mayor es el agrado, tal como se muestra en la Figura 7.16. No sabemos cómo funciona este proceso en realidad, pero este resultado pareciera indicar que las personas
utilizan esta simple matemática afectiva.
La relación entre la proporción de actitudes similares y la atracción se encontró que no sólo es fuerte, sino que es verdadera independientemente del número
de temas de acuerdo-desacuerdo o la importancia de esos temas, y que es válida
tanto para hombres como para mujeres, y a lo largo de los diferentes grupos de
edad, de los diferentes niveles educativos y en diferentes culturas (Byrne, 1971).
La mayoría de los intentos de encontrar diferencias individuales han fallado, sin
embargo, se ha encontrado que las personas con alta necesidad de afiliación,
tanto en Estados Unidos como en Singapur, muestran una actitud más positiva
hacia los extraños que son similares a ellos, que las personas que tienen una baja
necesidad de afiliación (Kwan, 1998). De igual manera, experimentos realizados
en Francia indican que las personas que buscan auto-evaluación no son tan sensibles a la similitud-disimilitud como aquellos que simplemente buscan la validación de sus puntos de vista (Michinov y Michinov, 2000). Además, se ha
proporción de actitudes
similares: número de temas en
los que dos personas tienen el
mismo punto de vista, dividido
entre el número total de temas
en los que se comparan sus
puntos de vista.
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12,5
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Atracción (Rango 2-14)
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7
6,5
6
6,62
,00
,25
,50
,75
Proporción de actitudes similares
FIGURA 7.16
A mayor proporción
de actitudes similares
expresadas por otra
persona, mayor la atracción
hacia esa persona.
Se ha encontrado que la relación
entre la proporción de actitudes
similares y la atracción es
consistente y muy predecible. A
mayor proporción de actitudes
similares, mayor es la atracción.
Esta relación lineal se mantiene
para ambos géneros y sin
importar las diferencias de edad,
cultura o nivel educativo.
■
1,00
Hacerse amigos: similitud y agrado mutuo
295
encontrado que las personas extrovertidas muestran un mayor rechazo hacia los
extraños que no son similares a ellos, que las personas introvertidas (Singh y
Teoh, 1999).
En su momento, se creía que la relación entre similitud y atracción estaba muy
bien establecida (Duck y Barnes, 1992; Cappella y Palmer, 1990, 1992); sin embargo,
hallazgos más recientes, obtenidos en otras áreas de investigación han hecho surgir importantes interrogantes que nos llevan a modificar nuestras conceptualizaciones. Tal como se discute en la sección psicología social: treinta años de progreso,
nuestra comprensión del vínculo entre similitud y atracción ha estado bajo continuo escrutinio y cambio.
La similitud en general es preferible a la disimilitud, conclusión más general a
la que se puede llegar, aun cuando mucha de la investigación sobre atracción se ha
concentrado en las actitudes. En este sentido, a las personas tienden a agradarle otras
que son similares a sí mismas en lo referente a muchos atributos, por ejemplo, en
atractivo físico (Zajonc et al., 1987), y hacen suposiciones más positivas acerca de
las parejas cuando ambas personas son atractivas que cuando una es atractiva y la
otra no (Garcia y Khersonsky, 1997).
De manera análoga, nos agradan aquellos que son similares a nosotros en sociabilidad (Joiner, 1994), consumo de marihuana (Eisenman, 1985), afiliación religiosa
(Kandel, 1978), rasgos de personalidad y afectivos (Watson, Hubbard y Wiese, 2000),
autoconcepto (LaPrelle et al., 1990), roles de género tradicionales versus no tradicionales (Smith, Byrne y Fielding, 1995), ser una «persona diurna» versus una
«persona nocturna» (Watts, 1982) y reirse de los mismos chistes (Cann, Calhoun
y Banks, 1995). ¿Por qué esto es así?
¿POR QUÉ LA SIMILITUD Y LA DISIMILITUD AFECTAN LA ATRACCIÓN? Una respuesta sencilla es que la similitud genera afecto positivo, mientras la disimilitud genera afecto
negativo, y sabemos que este afecto influye en la atracción, pero una pregunta más
de fondo es ¿por qué la similitud o disimilitud de otra persona hace que reaccionemos emocionalmente?
La explicación más antigua, propuesta de forma independiente por Newcomb
(1961) y Heider (1958), es la teoría del equilibrio (Hummert, Crockett y Kemper,
1990), la cual plantea que las personas organizan de manera natural sus agrados y
desagrados en una forma simétrica. Cuando dos personas se agradan y encuentran
que son similares en algunos aspectos específicos, esto representa equilibrio, y el
equilibrio es emocionalmente agradable. Cuando dos personas se agradan y encuentran que son disímiles en algunos aspectos específicos, esto representa desequilibrio,
y esto es emocionalmente desagradable. En este último caso, las personas se esfuerzan por recuperar el equilibrio cambiando las actitudes y conductas propias, o de
la otra persona, para lograr mayor similitud, percibiendo erróneamente el grado de
disimilitud, o simplemente decidiendo que no se agradarán el uno al otro. Si lo que
se da es desagrado, éste crea un estado de no-equilibrio que no es especialmente placentero o displacentero, debido a que las personas involucradas sienten indiferencia
frente a la similitud o disimilitud del otro.
La teoría del equilibrio no explica realmente por qué la similitud es importante,
aunque es una teoría que parece correcta. ¿Por qué debe importarnos si alguien tiene
diferentes preferencias musicales, creencias religiosas o se levanta temprano en la
mañana? Una respuesta a esta pregunta la aporta la teoría de la comparación social
de Festinger (1954). En efecto, comparamos nuestras actitudes y nuestras preferencias conductuales con las de los demás porque es la manera principal que tenemos de evaluar lo acertados que estamos y lo normales que somos. Nos volvemos
hacia los otros para obtener validación por consenso (véase Capítulo 9). Es placentero descubrir que tienes buen juicio, que eres normal, que estás en contacto
con la realidad, etc., y no es nada placentero descubrir que tu juicio es imperfecto, que eres anormal, o que puedes perder contacto con la realidad. Tal como
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teoría del equilibrio:
formulación que especifica la
relación entre (1) el agrado de
una persona hacia otra persona,
(2) su actitud hacia un tema
determinado, y (3) la actitud
percibida de la otra persona
hacia el mismo tema. El
equilibrio resulta en un estado
emocional positivo, el
desequlibrio en un estado
emocional negativo, y el noequilibrio en la indiferencia.
296
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
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¿ S I M I L I T U D, D I S I M I L I T U D O A M B A S ?
no de los elementos claves de
la actividad científica es intentar descubrir debilidades en
los procedimientos, hallazgos y explicaciones, y de esta manera progresar hacia
una mejor comprensión del fenómeno en
cuestión. Muchos de esos intentos se basan
en malentendidos o en conclusiones
equivocadas, muchos otros son válidos y
llevan a algo completamente nuevo, o al
menos, a modificaciones.
Milt Rosenbaum (1986) ofreció una crítica constructiva a la investigación sobre similitud y atracción, apuntando la existencia de
un error en las manipulaciones experimentales sobre similitud y disimilitud. Específicamente, a los participantes en la investigación
casi siempre se les pedía responder ante un
extraño que expresaba tanto actitudes similares como disímiles; se asumía que ambos
tipos de actitudes ejercían una influencia
sobre la atracción. Por el contrario, Rosenbaum planteó la hipótesis de que las actitudes similares son irrelevantes y que las
personas responden sólo a la disimilitud.
Argumentó, correctamente, que las investigaciones realizadas hasta esa fecha no habían
utilizado un grupo control cuyas respuestas
pudieran ser comparadas con las de los grupos que respondían a la similitud y con las de
los grupos que respondían a la disimilitud.
Para probar esta proposición, creó una condición de control en la que no se ofrecía ninguna información actitudinal, sólo se les daba
una fotografía de otro estudiante universitario sobre el que los participantes debían
indicar el grado de atracción.A los otros participantes se les mostraba una fotografía más
las actitudes similares de esa persona, o una
fotografía más las actitudes disímiles de esa
persona. Rosenbaum no encontró diferencias en la atracción hacia un extraño similar
y en la atracción hacia un extraño cuyas actitudes eran desconocidas, sin embargo,
encontró grandes diferencias entre la condición de control y la condición con actitudes disímiles. Basándose en estos hallazgos
y en hallazgos similares, ofreció la hipótesis
de la repulsión, que propone que sólo la
disimilitud, y no la similitud, juega un papel en
la atracción.
Los hallazgos de Rosenbaum parecían
muy claros, por tanto resultó necesario probarlos más a fondo y ver si existía una explicación alternativa. En un estudio de
Smeaton, Byrne y Murnen (1989) se realizó
una comparación experimental de la
hipótesis de la similitud-disimilitud y la hipótesis de la repulsión, manteniendo constante
el número de actitudes disímiles y variando
el número, y por lo tanto la proporción, de
actitudes similares. Sus resultados fueron claros: la atracción se vio muy influida por la
proporción de actitudes similares. En base
a estos resultados, se rechazó la hipótesis de
Rosenbaum debido a que era claramente
incorrecta, la similitud no es irrelevante.
Entonces, ¿por qué Rosenbaum obtuvo
los resultados que obtuvo? La clave fue su
condición de control con «no información
sobre las actitudes». Específicamente,
cuando no conocemos las actitudes de
otra persona, asumimos que él o ella tiene
una actitud similar a la nuestra (Hoyle,
1993). Esto ocurre por el efecto de falso
consenso, que se refiere a la suposición de
que la mayoría de la gente está de acuerdo
con lo que nosotros creemos (Alicke y
Largo, 1995; Fabrigar y Krosnick, 1995). En
realidad, el grupo «control» de Rosenbaum
que vio sólo una fotografía no era diferente
del grupo «experimental» que vio una
fotografía más actitudes similares, ambos
grupos estaban reaccionando a un extraño
que asumían era similar a ellos.
Si esto es cierto, podría decirse que el
acuerdo es algo esperado pero el desacuerdo es una sorpresa (Tan y Singh, 1995),
y que debido a estas expectativas, la información acerca de la disimilitud debería tener
un mayor efecto sobre la atracción que la
información sobre la similitud, y esto es
exactamente lo que Chapman (1995)
encontró en estudiantes universitarios
estadounidenses. Singh y Teoh (2000) también encontraron en estudiantes de la Universidad Nacional de Singapur que las
actitudes disímiles tienen un mayor impacto
sobre la atracción que las actitudes similares.
Más recientemente se ha encontrado
que no todas las actitudes se crean igual
(Singh y Ho, 2000); una actitud disímil es más
fuerte que una similar. Este mayor impacto
de los aspectos negativos versus los positivos es más general que simplemente la respuesta a las actitudes; por ejemplo, las
personas son más rápidas y más precisas
detectando caras amenazadoras que caras
amigables (Ohman, Lundqvist y Esteves,
2001). El efecto de falso consenso también
parece indicar que las personas que conocemos tienden a agradarnos hasta que descubrimos demasiadas áreas de disimilitud (si
todo lo demás permanece igual). En resumen, la proposición original de Rosenbaum
acerca de la repulsión, tal como fue
expuesta, no era correcta, pero contenía una
verdad a medias que llevó a una reformulación en lo referente a cómo respondemos
a las actitudes de otros.
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discutimos en el Capítulo 5, acerca de buscar información sobre nuestro autoconcepto, nos interesamos por lo que otras personas piensan y en cómo se comportan, no porque busquemos información objetiva, sino porque queremos verificar
lo que ya creemos y lo que ya hacemos. La ansiedad de estar en lo correcto se basa
en la propia duda —«Es cuando dudamos cuando estamos doblemente seguros»—
(Niebuhr cp. Beinart, 1998, p. 25).
Hacerse amigos: similitud y agrado mutuo
hipótesis de la repulsión:
proposición de Rosenbaum,
considerada sugerente pero
parcialmente errónea, que
plantea que la atracción no
aumenta gracias a las actitudes
similares, pero sí disminuye
gracias a las actitudes disímiles.
297
Una explicación diferente y quizás no incompatible, se basa en una perspectiva
evolucionista, y propone que el odio y la crueldad han sido parte integral de la historia humana, demostrando así nuestra capacidad para el genocidio. Gould (1996,
p. 64) describe este proceso básico:
Quizás desarrollamos estas capacidades como adaptaciones activas, y ahora
son un fracaso en el mundo moderno. Los genocidios actuales pueden ser un
triste legado de conductas originadas por un beneficio Darwiniano durante
nuestra construcción ancestral como pequeños grupos de cazadores y recolectores en las sabanas de África. Después de todo, el mecanismo de Darwin
sólo alienta el éxito reproductivo de los individuos, no el sueño moral del
compañerismo humano a través de toda la especie. Quizás los rasgos que
llevan al genocidio moderno —xenofobia, sociedades tribales, anatematizar
a los extraños como infrahumanos y por lo tanto sujetos a aniquilación— adquirieron importancia durante nuestra evolución temprana debido a que aumentaban la supervivencia en sociedades pequeñas y no tecnológicas
basadas en el parentesco, que vivían en un mundo de recursos limitados bajo
la ley de matar o morir.
...Los chimpancés, nuestros parientes más cercanos, andan en grupo y sistemáticamente matan a los miembros de los grupos adyacentes. Quizás estemos programados para actuar de esa manera también.
Byrne (2001) se dedicó a este tema y demostró que mucho del rencor de los seres
humanos se basa en reacciones de disimilitud, como dijo Howard Stern, personalidad de la radio, «Si no eres como yo, te odio» (Zoglin, 1993). Parece que los peores
actos de barbarismo están dirigidos hacia aquellos que difieren del perpetrador en términos de raza, etnia, lengua, creencias religiosas, orientación sexual, afiliación política, etc., «En el alma humana está programada una preferencia por lo cercano y
familiar y un recelo de lo remoto y abstracto» (McDonald, 2001). ¿Por qué ocurre eso?
Imagina la época descrita por Gould donde nuestros ancestros primitivos entraban en contacto sólo ocasionalmente con humanos de otros grupos. Horney (1950)
ha descrito tres reacciones posibles a los extraños: las tendencias a acercarse, a alejarse o a ir contra ellos. Lynn Fairbanks ha observado que algunos monos reaccionan
ante un mono desconocido yendo de prisa hacia él, mientras otros lo evitan y otros
muestran una conducta agresiva (Carpenter, 2001).
Estos tres patrones de respuesta tienen consecuencias potenciales diferentes. Si
los humanos prehistóricos extraños eran benignos, ir hacia ellos de una manera amigable era beneficioso para ambos grupos. Sin embargo, si representaban una amenaza
(que era lo más probable), ir hacia ellos amigablemente y con confianza era la respuesta
más peligrosa y menos adaptativa que podían tener. La supervivencia, y por lo tanto,
la reproducción, dependían de la retirada o el ataque, y atacar era probablemente lo
que más aseguraba la supervivencia, tal como se muestra en la Figura 7.17.
La agresión humana es particularmente despiadada. Bandura (1999) indica que
es muy fácil liberar el control moral y justificar los actos crueles e inhumanos, por
ejemplo, es sencillo atribuir nuestro enfado y nuestros impulsos violentos a otros
—si yo lo quiero dañar está justificado porque él me quería dañar a mí (Schimel et
al., 2000)—, y una vez los individuos y los grupos comienzan a dañar a otros, la conducta malvada aumenta en intensidad (Staub, 1999).
Si lo dicho es cierto, entonces significa que estamos programados para temer y
odiar a los extraños que son visiblemente diferentes a nosotros. Recuerda que la disimilitud es sólo una de las fuentes de la provocación; tal como veremos en el Capítulo 11, la agresión humana tiene muchas otras fuentes. Hay evidencia creciente de
que nosotros estamos alerta de forma automática a las indicaciones que nos advierten de las consecuencias positivas o negativas de la interacción, y en función de eso
acercarnos o evitar la fuente de esas indicaciones (Bargh, 1997; Bargh y Chartrand,
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298
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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FIGURA 7.17
Agresividad hacia los extraños: ¿Un patrimonio humano básico?
Hay razones para creer que nosotros y nuestros parientes cercanos, los primates, tendemos
a temer y a odiar a los extraños porque esas reacciones aumentaban el éxito de la
reproducción de nuestros ancestros, mientras que la cordialidad y aceptación no lo hacían.
■
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1999; Chen y Bargh, 1999; Wentura, Rothermund y Bak, 2000). Esas reacciones pueden haber sido cruciales para la supervivencia entre nuestros antiguos ancestros, sin
embargo, hoy en día constituyen la base del prejuicio, de los crímenes por odio y del
desagrado generalizado hacia cualquiera que sea diferente a nosotros.
Agrado mutuo: nos atraen aquellos a quienes atraemos
Una vez que dos personas descubren que son lo suficientemente
similares como para establecer una amistad, es crucial dar un paso adicional: cada
persona debe de alguna manera comunicar al otro su agrado y evaluación positiva
(Condon y Crano, 1988). A la mayoría de nosotros nos agrada recibir retroalimentación positiva y nos desagrada recibir evaluaciones negativas (Gordon, 1996),
incluso es poco probable que los comentarios negativos, relativamente suaves o bien
intencionados, sean bien recibidos (como se sugiere en la Figura 7.18).
En el otro extremo, una evaluación positiva incluso errónea (Swann et al., 1987)
o un intento de halagar que sea torpe es muy bien recibido; para un observador el
halago puede parecer claramente insincero, pero para la persona involucrada es más
probable que el halago le parezca honesto y preciso (Gordon, 1996). Cuando en una
organización un empleado es especialmente agradable con el superior pero desagradable con los subordinados, esa persona es vista como particularmente desagradable, esto se conoce como el efecto baba (Vonk, 1998). Este patrón de «hacer
la pelota hacia arriba y dar patadas hacia abajo» resulta muy desagradable para
aquellos que están siendo pateados e incluso para aquellos no involucrados personalmente, pero la conducta positiva hacia el superior es sin embargo una estrategia interpersonal efectiva. En un estudio de casi 150 gerentes en organizaciones
Hacerse amigos: similitud y agrado mutuo
299
FIGURA 7.18
Son mucho mejores las evaluaciones positivas de otros que las evaluaciones
bien intencionadas, pero negativas.
Nos gusta agradar a los demás y ser evaluados positivamente, y odiamos desagradar a los
demás y ser evaluados negativamente. Cuando dos personas interactúan, una crítica
incluso suave, potencialmente útil y bienintencionada, puede tener un efecto negativo
sobre las emociones, y por lo tanto, en la atracción.
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[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW YORKER 1980 ROBERT WEBER DE CARTOONBANK.COM. TODOS
LOS DERECHOS RESERVADOS.]
■
públicas y privadas, se encontró que jactarse no era una conducta útil, pero que
aquellos que utilizaron técnicas para conquistar el favor de los demás en el trabajo
reportaron los mayores aumentos de salario y más promociones en un período de
cinco años (Orpen, 1996). Esta conducta no es nueva, cuando Alexis de Tocqueville
viajó desde Francia en 1831 para estudiar a Estados Unidos, observó que los estadounidenses tenían un talento especial para congraciarse con todas y cada una de
las personas que pudieran hacer algo por ellos (Lapham, 1996).
Sin embargo, bajo circunstancias normales, a la mayoría de las personas no les
gusta criticar a los demás. Muchas veces las personas hacen comentarios interpersonales positivos con el propósito de ser corteses y de evitar herir los sentimientos de los demás, en lugar de pretender obtener algo a cambio. DePaulo y Bell
(1996) realizaron un estudio donde pidieron a los participantes hablar sobre pinturas
hechas por estudiantes, algunas de las cuales les agradaban y otras les desagradaban. Cuando el artista estaba presente, los participantes no dieron una retroalimentación totalmente honesta, en cambio, intentaron hacer tantos comentarios
positivos como era posible, incluyendo algunas mentiras descaradas.
300
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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El agrado y las evaluaciones positivas a menudo se expresan en palabras, sin
embargo, a veces la primera señal de atracción viene dada por indicios no verbales
(discutido en el Capítulo 2). Por ejemplo, cuando una mujer mantiene contacto
visual con un hombre mientras conversan y se inclina hacia él, el hombre tiende
a interpretar estas acciones (a veces incorrectamente) como señales de que él le
agrada. A su vez, estos indicios positivos a menudo llevan a que a él le agrade ella
(Gold, Ryckman y Mosley, 1984).
ATRACCIÓN: PANORAMA GENERAL. A lo largo de este capítulo, hemos acentuado
la idea de que la atracción se basa en respuestas afectivas; este concepto general
se conoce como el modelo de atracción centrado en el afecto. El énfasis en el afecto
no significa que los procesos cognitivos sean irrelevantes; como se muestra en la
Figura 7.19, se cree que el estado afectivo de la Persona B (ya sea activado directamente por la Persona A o simplemente asociado con esa persona) juega un papel
muy importante determinando la evaluación que B hace de A, y la conducta subsiguiente de B hacia A. Nosotros formamos y guardamos automáticamente esas
evaluaciones en la memoria (Betsch et al., 2001). Igualmente, es necesario que B
procese cognitivamente toda la información disponible sobre A (incluyendo estereotipos, creencias y conocimiento objetivo), información que contribuye a la evaluación que B hace de A, debido a que dicha información puede activarse
afectivamente.
Eventos o
estímulos
externos
Procesos afectivos
y congnitivos entre
los individuos
modelo de atracción
centrado en el afecto: marco
conceptual en el cual se asume
que la atracción está basada en
emociones positivas y negativas.
Estas emociones pueden ser
activadas directamente por otra
persona, estar simplemente
asociadas a esa persona y/o estar
mediadas por procesos
cognitivos.
Respuestas evaluativas
y conductuales a la
otra persona
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Persona B
Eventos ambientales
como música
placentera o no placentera
Persona A
Características observables
de la otra persona
como atractivo/no atractivo
o sonreír/fruncir
el ceño
Procesos afectivos
que oscilan entre
positivo y negativo
Persona B
Persona B
Respuestas evaluativas
como la atracción
(agrado/desagrado)
hacia la Persona A
Persona B
Procesos cognitivos
que consisten en
esquemas que incluyan
estereotipos, actitudes,
creencias y expectativas
Respuestas conductuales
como aproximarse
o evitar a
la Persona A
FIGURA 7.19
Modelo de atracción centrado en el afecto.
Esencialmente, la atracción hacia una persona dada se basa en las respuestas afectivas que son activadas por
diversos eventos (por ejemplo, música placentera versus no placentera), por características relativamente
estables de la persona (por ejemplo, apariencia física) y por características variables de la persona (por ejemplo,
sonreír versus fruncir el ceño). Algunas de las características de la persona tienen un efecto relativamente
directo sobre nuestras respuestas emocionales (por ejemplo, comentarios halagadores versus insultos hostiles);
otras características deben ser procesadas cognitivamente de forma que activen los esquemas que incluyen
estereotipos, actitudes, creencias y expectativas (por ejemplo, atractivo, raza, similitudes y diferencias, etc.).
El estado afectivo neto lleva a una respuesta evaluativa que varía a lo largo de una dimensión que va del
agrado al desagrado, y a una conducta de aproximación o evitación, consistente con dicha evaluación.
[FUENTE: BASADO EN EL MATERIAL DE BYRNE, 1992.]
■
Hacerse amigos: similitud y agrado mutuo
301
Por supuesto, al mismo tiempo que B está reaccionando y procesando la información acerca de A, A está haciendo lo mismo con respecto a B. Un posible resultado final es una relación positiva entre A y B.
La mayoría de la información en este capítulo tiene valor muy práctico en el
mundo real. Asumiendo que a ti te gustaría más agradar a los demás que desagradarles, échale un vistazo a ¡Ideas para llevar contigo y utilizar!, sección donde puedes obtener algunas sugerencias útiles.
P U N TO S C L AV E
■
■
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⡤
Uno de los muchos factores que determinan la atracción hacia otra persona es la similitud de actitudes, creencias, valores e intereses.
Nosotros respondemos tanto a la similitud como a la disimilitud, aunque esta última tiene
un mayor impacto sobre la atracción. En concreto, a mayor proporción de actitudes similares, mayor atracción.
Se ha planteado la hipótesis de que la respuesta afectiva positiva a la similitud y la respuesta afectiva negativa a la disimilitud se basa en procesos de comparación social que
llevan a la validación o a la invalidación por consenso. Una explicación diferente se apoya
en la utilidad adaptativa, que representaba para nuestros ancestros reaccionar ante extraños disímiles y potencialmente peligrosos, con miedo o con ira.
Igualmente nos agradan aquellas personas que muestran con palabras o con hechos que
les agradamos y que nos evalúan positivamente, y nos desagradan aquellas a quienes
no les agradamos y que nos evalúan negativamente.
El modelo de atracción centrado en el afecto ofrece un resumen general de los determinantes principales de la atracción, el cual especifica que la atracción está determinada por
fuentes de afecto directas y asociadas, a menudo mediadas por procesos cognitivos.
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∞
C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
Actitudes acerca de la gente
Actitudes (Capítulo 4)
Condicionamiento de la atracción
Condicionamiento de las actitudes (Capítulo 4)
Hallazgos correlacionales versus
experimentales en la investigación
sobre similitud y atracción
Tipos de investigación (Capítulo 1)
Similitud y atracción
Similitud y amistad, amor y matrimonio (Capítulo 8)
Efectos del atractivo físico
Atractivo y amor (Capítulo 8)
Apariencia y estereotipos
Prejuicio y estereotipos (Capítulo 6)
Preferencia por la información
positiva sobre sí mismo
Buscar información positiva sobre sí mismo (Capítulo 5)
302
(continúa)
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
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PIENSA EN POSIBLES
1. Escoge a una persona que conoces
(o que hayas conocido) muy bien.
¿Puedes recordar exactamente cómo
os conocisteis? ¿Cuándo decidiste
que esa persona te agradaba y por
qué? Si esa relación no se mantiene
actualmente, ¿por qué terminó? ¿Hay
alguna conexión entre tu experiencia
personal con esta persona y la discusión hecha en este capítulo acerca de
los factores que influyen en la atracción?
2. Piensa en algunos temas hacia los cuales tienes fuertes actitudes y creencias.
¿Alguna vez has discutido estos asuntos con tus conocidos, amigos o fami-
l
IDEAS
CONEXIONES
liares? ¿Cómo reaccionas cuando los
demás están de acuerdo contigo?
¿Qué pasa cuando están en desacuerdo contigo? ¿Alguna vez estos desacuerdos han causado que dejes de
frecuentar a alguien que antes te agradaba? Piensa en tus reacciones y en
por qué el acuerdo o el desacuerdo
pueden ser importantes para ti.
3. Piensa en la apariencia física de alguien
que no conozcas muy bien pero que
veas en clase, en tu residencia o en el
trabajo. Basándote en el atractivo de
esa persona, físico, acento, vestimenta
o cualquier otra cosa que observes en
él o ella, ¿qué puedes concluir acerca
de esta persona? ¿Alguna vez has hablado con él o ella? ¿Por qué sí o por
qué no? ¿Ves alguna conexión entre el
prejuicio y tu evaluación de esta persona?
4. ¿Tú felicitas a las demás personas, les
dices que te agradan o haces comentarios favorables acerca de algo que
han hecho? Si es así, ¿cómo reaccionan
estas personas? Describe qué crees tú
que ocurre en este tipo de interacciones. Considera la situación contraria, una en la cual hayas criticado a
otra persona, expresado desagrado o
dado una evaluación negativa. ¿Qué
pasó en este tipo de interacción?
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
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FACILITAR LAS COSAS A PERSONAS COMO TÚ
A
la mayoría de nosotros nos
gusta más agradar a los
demás que desagradarles, sin
embargo, muchos de nosotros tenemos
dificultades para conocer a otros y para
establecer relaciones interpersonales positivas.A continuación hacemos una serie de
sugerencias basadas en investigaciones
hechas en el área de la psicología social, las
cuales pueden serte de utilidad. Por
supuesto, si lo que quieres es desagradar a
los demás y quedarte solo, haz exactamente lo contrario.
tados cerca de ti, cámbiate de lugar y comienza de nuevo.
Tomar control de los factores
de proximidad
Juega un rol activo organizando, cada
vez que sea posible, encuentros accidentales que te permitan conocer a otros. Por
ejemplo, en un aula, siéntate cerca de los
demás y evita sentarte al final de la fila o en
las esquinas. Si después de un tiempo no
has logrado conocer a los que están sen-
Crear afecto positivo
Tienes que crear un estado de ánimo
agradable en aquellas situaciones en donde
esperas hacer amigos. Esto puede implicar
diferentes cosas como asegurarte que la
temperatura es confortable, colocar música
popular, encontrar temas de conversación
agradables, u ofrecer algo bueno de comer
o beber, eso dependerá de la situación.
Acercarse a otros en situaciones
activadoras de emociones
En aquellas ocasiones en que nos
encontramos en situaciones inesperadas
¡Ideas para llevar contigo y utilizar!
303
manera no dogmática, no ataques las creencias de los demás, ni te sientas amenazado
o a la defensiva.
como inundaciones, ventiscas, apagones,
accidentes, etc., la mayoría de las personas
desean interactuar con otros (incluyendo
a completos extraños) porque desean
conocer qué está ocurriendo y cuál es la
respuesta emocional más apropiada. Si tú
inicias la conversación, es importante que
suministres información y que reveles tus
propias reacciones, esto ayuda mucho. La
cercanía interpersonal inmediata sólo es
posible en este tipo de situaciones inusuales, incluso en aquellas que son muy
estresantes.
superficiales; esto evidentemente incrementará tu número de amigos potenciales.
Haz lo mejor con tu apariencia
y mira más allá de la apariencia
de los demás
Haz lo posible, dentro de lo razonable,
para mejorar tu aspecto físico y tu apariencia personal, ya que las características
observables juegan un papel importante
en cómo los demás reaccionan hacia ti.
Por otro lado, haz un gran esfuerzo para
no aceptar estereotipos erróneos sobre
los demás, basados en características
Enfatiza las similitudes
y pasa por alto las diferencias
Recuerda que las personas responden
favorablemente al acuerdo y a la similitud.
No es necesario engañar a nadie acerca de
tus puntos de vista, pero tampoco hay
necesidad de centrar la conversación en las
áreas de disimilitud; en lugar de ello, busca
áreas de similitud. En aquellas ocasiones
donde haya desacuerdo, esfúerzate por
abordarlo con la mente abierta y de una
Recuerda expresar sentimientos
positivos y no negativos
Es tan fácil ser amable como ser odioso,
y «amable» incluye decir cosas positivas de
manera sincera a los demás. Los cumplidos,
elogios, felicitaciones y evaluaciones positivas casi siempre resultan agradables, en
cambio, los insultos, críticas, comentarios
despectivos, burlas crueles y evaluaciones
negativas casi siempre causan reacciones
negativas.
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b
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
El comienzo de la atracción:
proximidad y emociones
La atracción interpersonal se refiere a las
actitudes positivas y negativas que nos
formamos acerca de otros.
El contacto inicial entre dos personas se
basa con frecuencia en la proximidad
resultante de aspectos físicos del ambiente
tales como la ubicación en el aula de clase,
el lugar de residencia y cómo están organizados los lugares de trabajo.
304
Por su parte, la proximidad lleva a la exposición repetida de dos individuos. La exposición repetida usualmente genera afecto
positivo, el cual resulta en atracción.
Los estados afectivos positivos y negativos
influyen la atracción tanto directa como
indirectamente. Los efectos directos suceden cuando otra persona es responsable
por la emoción. Los efectos indirectos ocurren cuando la fuente de la emoción está
en alguna parte y la otra persona simplemente es asociada con su presencia.
CAPÍTULO 7 / ATRACCIÓN INTERPERSONAL
Iniciar una relación: la necesidad
de afiliarse y el efecto de las
características observables
Las personas con alta necesidad de afiliación son más dadas a establecer y mantener relaciones interpersonales y son
más hábiles tratando con la gente.
Bajo circunstancias inusuales, como
desastres naturales, es más probable que
las personas se afilien con otros. Parece
que la comparación social es la fuerza
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motivadora que está detrás de esta conducta, porque las personas desean interactuar con el fin de reducir la ansiedad,
clarificando lo que está ocurriendo y sus
propias reacciones emocionales.
La atracción y los juicios interpersonales
basados en estereotipos se ven muy afectados por diversas características observables que poseen aquellos que
conocemos, incluyendo el atractivo físico.A
las personas les agradan y hacen atribuciones positivas sobre los hombres y las
mujeres atractivas de todas las edades, a
pesar del hecho de que las suposiciones
basadas en la apariencia por lo general son
erróneas. Aún no es posible llegar a una
conclusión definitiva acerca de por qué
reaccionamos de manera tan intensa ante
el atractivo ni acerca de en qué consiste.
Además del atractivo, muchas otras
características observables influyen en
las evaluaciones interpersonales iniciales, incluyendo físico, peso, estilo
conductual, preferencias alimenticias,
nombres propios, y otras características
superficiales.
Hacerse amigos: similitud y
agrado mutuo
Uno de los muchos factores que determinan la atracción hacia otra persona es
la similitud de actitudes, creencias, valores
e intereses.
Nosotros respondemos tanto a la similitud como a la disimilitud, aunque esta
última tiene un mayor impacto sobre la
atracción. En concreto, a mayor proporción de actitudes similares, mayor atracción.
Se ha planteado la hipótesis de que la respuesta afectiva positiva a la similitud y la
respuesta afectiva negativa a la disimilitud
se basa en procesos de comparación
social que llevan a la validación o a la invalidación por consenso. Una explicación
diferente se apoya en la utilidad adaptativa, que representaba para nuestros
ancestros reaccionar ante extraños disímiles y potencialmente peligrosos, con
miedo o con ira.
Igualmente nos agradan aquellas personas que muestran con palabras o con
hechos que les agradamos y que nos evalúan positivamente, y nos desagradan
aquellas a quienes no les agradamos y
que nos evalúan negativamente.
El modelo de atracción centrado en el
afecto ofrece un resumen general de los
determinantes principales de la atracción,
el cual especifica que la atracción está
determinada por fuentes de afecto
directas y asociadas, a menudo mediadas
por procesos cognitivos.
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b
PA L A B R A S C L AV E
Afecto (p. 272)
Exposición repetida (p. 267)
Proporción de actitudes similares (p. 295)
Ansiedad sobre la apariencia (p. 282)
Hipótesis de la repulsión (p. 297)
Proximidad (p. 267)
Atracción interpersonal (p. 266)
Modelo de atracción centrado en el afecto
(p. 301)
Similitud de actitudes (p. 294)
Atractivo físico (p. 282)
Estigma (p. 274)
Necesidad de afiliación (p. 279)
b
Teoría del equilibrio (p. 296)
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Hatfield, E. y Sprecher, S. (1986). Mirror,
mirror...:The importance of looks in everyday
life. Albany: SUNY Press.
Un resumen de investigaciones, bien
escrito y extremadamente interesante, que
trata acerca de los efectos del atractivo
físico sobre las relaciones interpersonales.
La literatura científica está bien cubierta y
los hallazgos están ilustrados de principio
a fin con anécdotas, fotografías y dibujos
que animan la presentación.
Heatherton,T.F., Kleck, R.E., Hebl, M.R. y Hull,
J.G. (2000) The social psychology of
stigma. New York: Guilford.
Investigadores líderes en el área resumen
nuestro conocimiento actual acerca de
por qué las personas estigmatizan a otras,
cómo se siente ser estigmatizado, y los
efectos de este comportamiento sobre
las interacciones sociales.
Para más información
305
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306
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8
RELACIONES CERC ANAS:
FAMILIA, AMIGOS,
AMANTES Y ESPOSOS
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
Relaciones interdependientes
con familiares y amigos
versus soledad
Familia: las primeras relaciones
Relaciones más allá de la familia:
establecer una amistad
cercana
Relaciones adultas y estilo de
apego
Matrimonio: la relación
cercana por excelencia
Éxito y satisfacción matrimonial:
similitud, similitud asumida,
personalidad y sexo
Amor matrimonial, carreras
profesionales, paternidad y
composición cambiante de las
familias
Problemas en las relaciones,
reacciones a los problemas
y efectos del fracaso en la relación
CONEXIONES: Para integrar
la psicología social
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS
la importancia de un
estilo de apego adulto en el
comportamiento interpersonal
Soledad: vivir sin relaciones
cercanas
DE PROGRESO:
Relaciones románticas, amor
e intimidad física
Romance: más alla de la amistad
¿Qué es eso llamado amor?
Sexualidad en las relaciones
románticas
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
¿todo lo que necesitas es
amor?
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
D
ado que la primera etapa de mi
vida (DB) transcurrió entre dos estados, cuatro poblaciones y más vecindarios de los que
puedo recordar, he tenido muchas relaciones y amistades. Permíteme identificar tres de estas relaciones para darte
una visión subjetiva del modo en que
dichas relaciones difieren, probablemente en función de la edad.
En la escuela elemental (o en mi
caso, escuelas), «amigo» tendía a ser
una persona con la que interactuaba
de manera grata y con quien tenía algo
en común. Por ejemplo, comencé
cuarto grado estando recién llegado de
otro estado, y Frank fue amigable conmigo. En los recreos disfrutamos
jugando con canicas, y esto es todo lo
que puedo recordar de las muchas
horas que estuvimos juntos.
En el bachillerato, conocí y me agradaron muchas personas. Uno de mis
amigos, Bill, era brillante e ingenioso y
pertenecía al equipo de fútbol americano. Junto a otras personas de nuestro
grupo, pasábamos el tiempo diciéndonos cosas que considerábamos divertidas, jugando al fútbol americano
durante la hora del almuerzo, yendo al
cine, bebiendo cerveza, hablando de
sexo, y —en una opor tunidad—
dejando la escuela para ir a nadar al río
Kern. Nuestras familias se encontraban
e interactuaban socialmente, y Bill era
genial para encontrar las «par tes
sucias» de las novelas (aunque a finales
de la década de 1940, el contenido no
era muy explícito; y hoy en día, como
mucho, sería calificado como apto para
mayores de trece años). Aunque Bill y
yo éramos amigos, no fue sino hasta
casi el final del bachillerato —cuando
hacíamos planes para la universidad––,
que descubrí su intención de convertirse en sacerdote jesuita. Su vocación
me sorprendió y me hizo ver que realmente no nos conocíamos tanto
como creíamos. Esta amistad implicaba
más que el jugar con canicas, e indudablemente era más próxima que mi
relación con Frank en cuarto grado;
pero aun así fue una relación relativamente superficial. Disfrutamos de la
compañía del otro, pasamos tiempo
juntos, pero mantuvimos cierta distancia. Él entró en el seminario después de
la graduación, y en una oportunidad lo
visité durante su primer año de formación.Varios años después de haber
sido ordenado sacerdote, mi mujer y yo
quedamos para comer con Bill y su
familia. De manera retrospectiva,
puedo ver que él y yo tuvimos simplemente una relación amistosa.
En la universidad, me hice amigo de
un grupo de personas completamente nuevo. Con ellas llevé a cabo
varias de las cosas que había hecho
con mi grupo del bachillerato un par
de años antes —pasamos ratos juntos,
bebimos cerveza, contamos chistes,
hablamos de sexo, etc.—. Una diferencia fue que también hablábamos de
muchas cosas con mayor seriedad y
honestidad —desde la existencia de
Dios hasta los prejuicios raciales y
nuestros planes de futuro—. En otras
palabras, fuimos lo suficientemente
próximos y sentimos la suficiente confianza para autorevelarnos. En ocasiones conocíamos al otro con tal grado
de detalle, que había pocas posibilidades de que alguno de nosotros
abrigase un dramático secreto. Me
mantuve en estrecho contacto con dos
de estas personas después de acabar la
universidad y tras nuestros respectivos
matrimonios. Nos socializamos como
parejas, bebimos cócteles, dijimos
cosas graciosas, hablamos de sexo,
jugamos a los acertijos, fuimos al teatro
y al cine, y compartimos comidas en
restaurantes y en nuestras casas. Aunque han pasado alrededor de cinco
décadas desde aquellos días y a pesar
de vivir en costas opuestas de Estados
Unidos, todavía mantengo el contacto
con Bob y Nairn a través de mensajes
por correo electrónico y tarjetas de
Navidad, y de vez en cuando nos
encontramos en persona durante las
vacaciones o cuando los viajes por
motivos laborales lo permiten. Me
siento tan a gusto y próximo a ellos
ahora como me ocurría hace muchos
años.
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308
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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U
na diferencia clave en mis amistades desde la escuela primaria hasta
el bachillerato, la universidad e incluso posteriores, es según creo, la
mayor apertura, honestidad y confianza que han aparecido a medida
que nos hemos hecho mayores. Pareciera que las relaciones cercanas se ubican en un
continuo que va desde una relativa superficialidad, pasando por apertura y confianza
relativas, hasta llegar a una apertura y una confianza absolutas. Esta última categoría suele asociarse al amor y al matrimonio, temas que son parte de este capítulo.
El estudio de la atracción interpersonal (véase Capítulo 7) fue un tema relevante
en las investigaciones psicosociales del siglo XX, a diferencia de las relaciones interpersonales cercanas, cuya importancia ha tendido a ser mucho menor. En parte,
ello es debido a que el estudio de las interrelaciones es más difícil y complejo, a diferencia de la atracción sentida por una persona hacia otra.
No obstante, en años relativamente recientes los psicólogos sociales han tratado
de recuperar el tiempo perdido al dirigir su atención a las relaciones en general (Berscheid y Reis, 1998), las relaciones en las familias (Boon y Brussoni, 1998), el amor
y la intimidad (Hatfield y Rapson, 1993b) y el matrimonio (Sternberg y Hojjat, 1997).
Dada la importancia de familia, amistad, amor y matrimonio para la mayoría de
las personas, los factores que inciden en el éxito y fracaso de dichas relaciones son
ciertamente de interés para cada uno de nosotros. La ciencia de las relaciones está
activa en diversas partes del mundo, y acorta distancias entre campos de investigación tradicionales que incluyen la psicología social, clínica y del desarrollo (Berscheid, 1999; Harvey y Pauwels, 1999).
En este capítulo, describiremos en primer lugar lo que se conoce acerca de dos
tipos importantes de relaciones interdependientes —las referidas a familia y amigos—. Discutiremos también la dificultad que tienen ciertas personas para establecer
relaciones duraderas, y las molestias que trae consigo la soledad. A continuación,
examinaremos las relaciones íntimas y los factores implicados en el romance, el
amor y la intimidad sexual. El último punto, relaciones matrimoniales, se centra
en los factores responsables de los matrimonios exitosos frente a los no exitosos, y
en los aspectos a menudo dolorosos de la finalización de una relación.
6
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Relaciones interdependientes con familiares
y amigos versus soledad
QE
l elemento común en todas las relaciones cercanas es la interdependencia, una asociación interpersonal en la cual dos personas influyen una en la vida de la otra de manera consistente,
centran sus pensamientos y emociones en la otra persona, y se involucran en actividades conjuntas cada vez que es posible. Las relaciones cercanas con amigos, miembros de la familia y el propio cónyuge incluyen también un elemento de compromiso
(Fehr, 1999). La interdependencia ocurre en distintas edades y en interacciones de tipos
muy diferentes. La importancia de formar lazos con otras personas es subrayada por
Ryff y Singer (2000, p. 30) al afirmar que los «vínculos de calidad con los otros están
universalmente considerados como centrales para una existencia óptima».
El afecto de las madres por su descendencia parece estar basado, al menos en parte,
en las hormonas (Maestripieri, 2001). ¿Se apoyan otros lazos interpersonales en factores biológicos? Existe una buena razón para creer que nuestra necesidad de compañía tiene raíces evolucionistas. Evidencias en el ADN señalan —de entre otras
especies—, a chimpancés y bonobos como nuestros parientes cercanos en la escala
de la evolución, incluso más próximos a nosotros que gorilas u orangutanes (Smuts,
2000/2001). Estudios de campo indican que estos primates interactúan de manera
similar a la nuestra; es decir, abrazan, besan, y forman vínculos a largo plazo entre individuos, de manera similar a madres e hijos, amigos (véase Figura 8.1) y compañeros.
Relaciones interdependientes con familiares y amigos versus soledad
interdependencia:
característica común a todas las
relaciones cercanas, que consiste
en una asociación interpersonal
en la cual dos personas influyen
cada una en la vida de la otra y
se involucran de manera
conjunta en la realización de
muchas actividades.
309
FIGURA 8.1
Las raíces evolucionistas de nuestra necesidad
de amistad.
Puede encontrarse un buen argumento para las bases biológicas
en la necesidad humana de las relaciones cercanas, incluidos los
amigos. Evidencias en el ADN indican nuestra ascendencia común
con los grandes simios, y estudios de campo realizados con
primates muestran muchas similitudes conductuales. Por ejemplo,
jóvenes tanto humanos (izquierda) como orangutanes (derecha)
proporcionan ejemplos similares de gozo y consuelo en la amistad.
■
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La observación de simios en sus entornos naturales sugiere muchas similitudes conductuales con las interacciones humanas. Como ejemplo, Smuts (2000) establece que,
En chimpancés y bonobos, la expresión emocional es particularmente desinhibida,
al menos desde el punto de vista de observadores humanos serios. Cuando dos grupos se encuentran tras haber estado separados por días e incluso horas, es como
si no se hubiesen visto en años. Los animales se lanzan a los brazos de otros, saltan arriba y abajo y chillan de gusto (p. 80).
La teoría evolucionista establece que la tendencia a formar lazos emocionales contribuyó al éxito de la reproducción en términos del incremento en las probabilidades
de un individuo para concebir y hacerse cargo de sus descendientes. Además, fue beneficioso en la cooperación con los pares al buscar alimento y defenderse unos a otros
de rivales y predadores. En conjunto, análisis de ADN, estudios de campo con simios
y la teoría evolucionista sugieren que la selección natural ha configurado las tendencias
emocionales y sociales de los humanos y sus parientes animales más cercanos. A continuación, miraremos con más detalle las relaciones familiares en humanos.
Familia: las primeras relaciones
La mayoría de las relaciones padre-hijo tiene implicaciones posteriores,
dado que la familia es el entorno en el que cada uno de nosotros aprende a conducirse
con otras personas. Dissanayake (2000) sugiere que venimos al mundo listos para interactuar con otros seres humanos. Durante el primer año de vida, cuando el rango de
comportamientos posibles está obviamente limitado, las criaturas humanas son extremadamente sensibles a ciertos sonidos, expresiones faciales y movimientos corporales, como se muestra en la Figura 8.2. y la mayoría de cuidadores son igualmente
310
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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A
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B
FIGURA 8.2
Comunicación entre madre e hijo.
En la primera etapa de su primer año de vida, los niños son
extremadamente sensibles a sonidos específicos, expresiones faciales y
movimientos corporales de sus cuidadores (habitualmente sus madres).
Y los cuidadores son igualmente sensibles a sonidos, expresiones y
movimientos del bebé. El resultado es una comunicación interactiva
entre madre e hijo.
En la primera de estas secuencias de vídeo (A), el bebé oye un sonido
espantoso y hace pucheros; entonces, la madre muestra preocupación,
siente inmediatamente el miedo del bebé y dice: «aargh, no quiero ver
esta cara haciendo pucheros». En la segunda secuencia de imágenes (B),
el bebé está riendo en respuesta al entusiasmo de la madre cuando
ésta recibe gorjeos y sonrisas de la criatura.
Además de ser sensibles a señales maternas, los niños son
comunicadores activos de sí mismos. En contrapartida, las madres son
muy sensibles a lo que hacen sus bebés. Dichas interacciones
constituyen un aspecto muy temprano del comportamiento
interpersonal.
■
Relaciones interdependientes con familiares y amigos versus soledad
311
sensibles a lo que hace el bebé. En la interacción resultante, niño y cuidador se comunican y refuerzan el uno al otro (Murray y Trevarthen, 1986; Trevarthen, 1993). El
cuidador muestra su interés en la comunicación del niño de varias maneras, por ejemplo, involucrándose en el habla del bebé y mostrando expresiones faciales exageradas. A cambio, el niño muestra su interés en el adulto con sonidos y expresiones
apropiadas. La interacción resultante puede ser una experiencia interpersonal positiva para ambos participantes, y ambos aprenden algo de este tipo de relación.
LA INTERACCIÓN DE PADRES Y SUS DESCENDIENTES. Debido a los efectos duraderos de
las experiencias tempranas en el comportamiento interpersonal posterior, el estudio
de las relaciones familiares se extiende más allá de los límites comunes de la psicología social. Sin embargo, cuando hayas acabado la lectura de este capítulo, podrás estar
convencido de la relevancia de ciertos aspectos de la psicología del desarrollo para la
psicología social. De manera sucinta, la idea es que la calidad de la interacción entre
una madre (u otro cuidador) y su criatura determina cómo este pequeño individuo responde a otras personas el resto de su vida. Existe evidencia de que hombres y mujeres muestran patrones consistentes en sus relaciones con madres, padres, amigos del
mismo sexo y parejas románticas (Foltz et al., 1999). Nos centraremos con más detalle en este aspecto al discutir los estilos de apego en una próxima sección.
Madres, padres (Maio, Fincham y Lycett, 2000; Rohner, 1998), abuelos (Boon y
Brussoni, 1996), y otras personas de la familia interactúan de múltiples maneras
con recién nacidos, niños que empiezan a caminar, niños en edad escolar y adolescentes. En cierto grado, la naturaleza de las interacciones depende de las características de personalidad de quienes interactúan con los más jóvenes (Clark,
Kochanska y Ready, 2000). Por ejemplo, el efecto de una madre extrovertida y afectiva puede ser muy diferente del de una retraída y distante. Toda interacción con
padres y demás miembros de la familia produce cierto efecto en lo que el niño
aprende acerca de las relaciones con otras personas (O’Leary, 1995). Por ejemplo,
cuando los padres juegan con sus hijos (a las cocinitas o Monopoly), proporcionan
información acerca de cómo las personas se manejan los unos con los otros en una
situación social, siguiendo ciertos procedimientos e implicándose en comportamiento cooperativo, todo lo cual es relevante para la habilidad del niño al conducirse con otros adultos e incluso con sus pares (Lindsey, Mize y Pettit, 1997).
En la medida en que la criatura se convierte en niño y adolescente, los padres pueden constituir más que un reto. En cierto grado, parece ser cierta la menor cordialidad en las relaciones padre-hijo durante la pubertad. Sin embargo, a pesar de esta
creencia generalizada, la mayoría de los adolescentes expresan sentimientos muy positivos hacia sus padres, aun cuando son menos cercanos y dependientes que en la infancia (Galambos, 1992). Los adolescentes aman a sus padres en la medida en que éstos
les agradan, y en la medida en que el adolescente es una persona decente que se comporta de manera ética y moral (Jeffries, 1993). La mayoría de los adolescentes siente
amor hacia sus padres y madres, y dicho amor es correspondido. Este tipo de relación
feliz y satisfactoria dentro de una familia está asociada con la habilidad para experimentar empatía, alta autoestima y confianza interpersonal.
Además de la genética y las características de personalidad, las interacciones en
una familia también están influidas por la cultura. Por ejemplo, los mexicano-estadounidenses, comparados con los angloamericanos, ponen un mayor acento en el
colectivismo y la importancia del soporte y membrecía familiares (Freeberg y Stein,
1996). A diferencia de los angloamericanos, los descendientes de mexicano-estadounidenses tienden a ayudar más a sus padres, presentan menores deseos de interactuar con otros fuera del hogar, y son más propensos a sentir una obligación hacia
sus padres antes que esperar que sean éstos quienes ayuden a los hijos.
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RELACIONES ENTRE HERMANOS. La mayoría de los niños (alrededor del 80 por ciento)
crecen en hogares con al menos un hermano, y las interacciones con los hermanos
proporcionan otra forma de aprender patrones de conducta interpersonal (Dunn, 1992).
312
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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Las relaciones entre hermanos difieren de las de padres e hijos, y con frecuencia combinan sentimientos de afecto, hostilidad y rivalidad (Boer et al., 1997). Un
refrán familiar para los hermanos sería una versión de «Mamá te quiere más a ti
que a mí», si bien los padres se resisten a admitir favoritismos. Sin embargo, cuando
se pregunta sobre esto a madres de sesenta y setenta años, admiten sentirse más
cerca de uno de sus hijos en relación con los otros (Suitor y Pillemer, 2000).
En Estados Unidos, con una tasa de divorcio alrededor del 50 por ciento, las
segundas nupcias se suman a la complejidad de estas relaciones, debido a la inclusión de hijastros y padrastros, lo que suele traer consigo medio hermanos y hermanastros (Coleman et al., 2001). Todavía no disponemos de evidencias suficientes
sobre el efecto de estas combinaciones en una familia.
Una relación afectuosa entre hermanos es más probable si cada hermano tiene
una relación cálida con los padres, y si éstos perciben su matrimonio en forma positiva (Mc Guire, McHale y Updegraff, 1996; Stocker y McHale, 1992). Las relaciones entre hermanos son importantes dado que el afecto positivo o negativo entre
ellos se activa una y otra vez en las interacciones con pares, parejas románticas y
esposos (Klagsbrun, 1992). Por ejemplo, los picapleitos y abusones de la escuela suelen haber tenido relaciones negativas con sus hermanos (Bowers, Smith y Binney,
1994). Otras investigaciones indican que la mayoría de problemas de conducta ocurren entre chicos que tienen un alto nivel de conflicto con sus hermanos, además
de una madre que los rechaza y castiga (García y Shaw, 2000).
Los hermanos son más propensos a sentirse próximos si comparten actitudes y
recuerdos, se defienden entre ellos, experimentan compañerismo y se ayudan a hacer
frente a las dificultades (Floyd, 1996). Aun cuando los hermanos están muy próximos en la infancia, tienden a crecer separados durante la adolescencia y la primera
etapa del periodo adulto. Al alcanzar la mediana edad, la gran mayoría establece de
nuevo relaciones positivas (véase Figura 8.3). En ocasiones, un hermano asume el
rol de padre; en otros casos, los hermanos del medio funcionan como camaradas muy
cercanos o confidentes puntuales, o bien se mantienen en contacto simplemente porque lo consideran una responsabilidad familiar (Stewart, Verbrugge y Beilfuss, 1998).
En la medida en que crecen, gran parte de los hermanos mayores se apoyan en los
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FIGURA 8.3
Hermanos: cercanos
durante la infancia, distantes
en la adolescencia, de nuevo
próximos al hacerse
mayores.
Es un patrón común entre
hermanos el sentirse próximos
cuando son niños y tender a
apartarse durante la adolescencia
y la primera etapa del período
adulto. Al alcanzar la mediana
edad, una gran mayoría establece
de nuevo relaciones cercanas
y positivas.
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G. W. H. Bush
G. W. Bush
Jebb Bush
Relaciones interdependientes con familiares y amigos versus soledad
313
otros; como resultado de esto, cuando uno de ellos muere el impacto puede ser devastador (Van Volkom, 2000). En el otro extremo, tenemos aproximadamente un 20 por
ciento de hermanos adultos que nunca establecen grado alguno de proximidad; una
mitad es indiferente ante sus hermanos, y a la otra mitad simplemente le resultan
molestos sus hermanos y hermanas (Folwell et al., 1997).
Relaciones más allá de la familia:
Establecer una amistad cercana
La mayoría de nosotros establece amistades casuales con los semejantes que comparten nuestros intereses desde la infancia. Estas relaciones tempranas, como se explica en el Capítulo 7, tienden a consistir en una simpatía mutua
basada en el afecto positivo (Lydon, Jamieson y Holmes, 1997). Generalmente, tener
amigos resulta provechoso, pues incrementan la autoestima y nos ayudan a sobrellevar el estrés, aunque los amigos pueden ejercer un efecto negativo si son antisociales, retraídos, no nos apoyan, son conflictivos o inestables (Hartup y Stevens,
1999).
AMISTADES CERCANAS VERSUS OTRAS RELACIONES AMISTOSAS. A medida que maduramos, las amistades cercanas adquieren varias características distintivas. Por ejemplo, las personas tienden a practicar conductas tales como el autoenaltecimiento
con los no-amigos, y en cambio con los amigos son más proclives a exteriorizar
modestia en relación a sus logros (Tice et al., 1995). Los amigos tienden a evitar
mentirse el uno al otro, a menos que el propósito de la mentira sea conseguir que
la otra persona se sienta mejor (De Paulo y Kashy, 1998).
Una vez que una relación cercana se ha establecido, los dos individuos, en comparación con una amistad casual, pasan mucho más tiempo juntos, interactúan en
situaciones más variadas, se autorevelan, se apoyan emocionalmente el uno al otro
y establecen una diferencia entre la amistad cercana y el resto de las amistades (Kenney y Kashy, 1994; Laurenceau, Barrett y Pietromonaco, 1998; Parks y Floyd, 1996)
(véase Figura 8.4). Un amigo casual es alguien cuya compañía es divertida, mientras que un amigo cercano se valora por su generosidad, sensibilidad y honestidad
—alguien con quien nos podemos relajar y ser nosotros mismos (Urbanski, 1992).
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amistad cercana: relación en
la que dos personas pasan
mucho tiempo juntas, interactúan
en variadas situaciones, excluyen
a otros de la relación, y se dan
apoyo emocional mutuo.
314
GÉNERO Y AMISTADES. Las mujeres afirman tener más amistades cercanas que los
hombres (Fredrickson, 1995), y resulta beneficioso tener amigos cercanos. Por ejemplo, la satisfacción laboral es mayor entre quienes tienen amigos cercanos que entre
los que carecen de dicha clase de relaciones (Winstead et al., 1995).
El revés de la moneda lo constituye el dolor asociado con la pérdida o la separación de un amigo muy valorado. Por ejemplo, cuando una amistad cercana se interrumpe debido a la graduación en pregrado, los dos individuos han de adaptarse a
la separación, pues ésta constituye una amenaza emocional (Fredrickson, 1995).
Como resultado, los estudiantes de último año, en especial las mujeres, afirman
involucrarse emocionalmente con mayor intensidad cuando interactúan con los
amigos cercanos, que los estudiantes que no se acercan aún a la graduación.
¿Difieren las conversaciones de dos amigos de sexo masculino de las de dos amigas? Martin (1997) identificó diversos aspectos específicos de género que caracterizan los temas de conversación entre amigos. Dos hombres tienden a hablar de
mujeres y sexo, de estar atrapados en una relación, de deportes y alcohol. Dos mujeres tienden a hablar sobre las relaciones con los hombres, de moda, de los problemas con los compañeros de piso y sobre dar o recibir regalos.
¿Pueden un hombre y una mujer entablar una amistad que no sea sexual? Aunque se han realizado relativamente pocas investigaciones al respecto, hace poco se
ha obtenido que las expectativas de los hombres y las mujeres con respecto a las
amistades con miembros del sexo opuesto difieren (Bleske-Rechek y Buss, 2001).
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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FIGURA 8.4
Una amistad cercana
Cuando dos personas
establecen una relación cercana,
pasan tiempo juntas, interactúan
en situaciones variadas, revelan
información confidencial, dan
apoyo emocional mutuo, y
excluyen a otros de la relación.
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Por ejemplo, los hombres se inclinan a iniciar tales amistades cuando la mujer es
atractiva, y tienden a suponer que se desarrollará una relación sexual. Los hombres
consideran justificado finalizar la relación si la intimidad física no se produce. Por
el contrario, las mujeres tienden a iniciar una amistad cercana con el fin de obtener protección física, y consideran justificada la disolución de la relación si dicha
protección no se lleva a cabo.
Relaciones adultas y estilo de apego
Anteriormente indicábamos que el estudio de las relaciones es una
preocupación más reciente de la psicología social que el estudio de la atracción inicial. A lo largo de las últimas tres décadas, la investigación de las relaciones se ha
ido centrando progresivamente en el concepto del estilo de apego, tal como se describe en la sección psicología social: treinta años de progreso.
¿TRES ESTILOS DE APEGO O CUATRO? Aunque muchos investigadores aceptan los tres
estilos de apego definidos por Bowlby, Bartholomew y sus colaboradores (Bartholomew, 1990; Bartholomew y Horowitz, 1991) han propuesto un enfoque distinto.
Al considerar el énfasis que Bowlby otorga a las dos actitudes básicas (hacia uno
mismo y hacia los demás), se asumió que numerosos aspectos de la conducta interpersonal estaban influidos por el grado en el que la autoevaluación de una persona
es positiva o negativa y por el grado en que las otras personas son percibidas como
positivas (dignas de confianza) o negativas (no dignas de confianza).
Relaciones interdependientes con familiares y amigos versus soledad
estilo de apego: grado de
seguridad experimentado en las
relaciones interpersonales. Los
diferentes estilos se desarrollan
en la primera infancia, pero
parecen afectar la conducta
interpersonal a lo largo de toda
la vida.
315
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
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U
na de las interesantes ventajas
adicionales de escribir un libro
de texto es la necesidad de
mantenerse al tanto de las tendencias y
desarrollos de la investigación. Una de esas
nuevas tendencias en la psicología social fue
el repentino interés en el estilo de apego
adulto que saltó a la escena cerca del final
del siglo XX. En las primeras seis ediciones
de este libro (1974 a 1991), el concepto de
apego no se mencionó en absoluto. En la
edición de 1994, el tema apareció en dos
páginas, con referencias a los trabajos de
Bringle y Bagby (1992), Hazan y Shaver
(1990), y Shaver y Brennan (1992). En
1997, el total había aumentado a catorce
páginas de extensión, seguido por más de
veinte páginas en la edición de 2000. ¿A
qué se refería este «nuevo» fenómeno?
El concepto de apego tuvo su origen en
el estudio de la interacción del niño y su
cuidador (muy a menudo, la madre).
Bowlby (1969, 1973) propuso que en el
curso de esta interacción, el niño desarrolla cogniciones centradas en dos actitudes
cruciales (el término que utiliza Bowlby
para estas actitudes es modelos básicos).
Una actitud básica, evaluación de sí
mismo, se denomina autoestima. En efecto,
las reacciones conductuales y emocionales
del cuidador dan información al niño sobre
si es un individuo valorado, importante y
amado, o si por el contrario, es un individuo
relativamente sin valor, poco importante y
no amado. Las muchas consecuencias de la
alta y de la baja autoestima se describen en
el Capítulo 5, y Bowlby propuso que las
diferencias individuales en esta característica se forman en la infancia.
La segunda actitud básica que los bebés
adquieren es un aspecto del self social que
consiste en nuestras creencias y expectativas sobre los demás —confianza
interpersonal—. La idea general es que
el niño experimenta al cuidador como
alguien digno de confianza, serio y confiable o como alguien de poca confianza,
poco serio y poco confiable.A medida que
el niño crece e interactúa con otras personas, dentro y fuera de la familia, la actitud
básica acerca de sí mismo permanece
constante, y la actitud básica acerca del cuidador se generaliza hacia otros individuos.
Si Bowlby tiene razón, mucho antes de
que hayamos adquirido las destrezas del
lenguaje, somos capaces de formar esquemas básicos acerca de nosotros mismos y
acerca de otras personas; esquemas que
guían nuestra conducta interpersonal a lo
largo de nuestras vidas. Como resultado,
nuestras interacciones con miembros de
la familia, extraños, pares, amigos, parejas
románticas y cónyuges, hasta cierto
grado están influidas por lo que aprendimos en la primera infancia (Hazan y Shaver, 1990).
Bowlby (1982) basándose en sus
conceptualizaciones sobre las interacciones madre-hijo y en los esquemas que se
aprenden como resultado, propuso que
los niños desarrollan uno de tres tipos de
estilo de apego: seguro, inseguro-evitador o
inseguro-ambivalente. Estos mismos estilos
pueden observarse en las interacciones
entre madre e hijo más allá de la infancia
(Ainsworth et al., 1978). En el paradigma
de Ainsworth, la madre y el hijo son observados en un ambiente controlado, y se le
pide a la madre que abandone brevemente la habitación en dos ocasiones y
luego que regrese junto a su hijo. Los tres
estilos de apego pueden observarse en la
respuesta del niño a esta situación. Los
niños seguros se molestan un poco por la
ausencia de la madre pero rápidamente se
calman con su regreso. Los niños evitadores tienden a rechazar a la madre y a
mostrar control y contención emocional
cuando están otra vez con ella. Los niños
ambivalentes revelan un estado de conflicto —lloran cuando se separan de la
madre, pero su regreso sólo lleva a más
llanto y a la rabia.
Después de la infancia, todavía pueden
observarse estos mismos patrones de
apego en la manera como los niños preescolares interactúan con sus pares
(Kerns, 1994; Kerns y Barth, 1995), en la
manera como los preadolescentes hacen
amistades en un campamento de verano
(Shulman, Elicker y Sroufe, 1994), en la
manera como los adolescentes establecen
y mantienen amistades (Cooper, Shaver y
Collins, 1998), y en la manera como algunos individuos tienen relaciones inestables
y turbulentas (Simpson, Ickes y Grich,
1999). Las observaciones de adultos en un
aeropuerto, cuando uno de los miembros
de una pareja parte y el otro se queda,
muestran similitudes con los niños de los
estudios de Ainsworth. Cuando uno de los
miembros de la pareja se marcha, la persona que se queda puede mostrar una
ligera molestia, mostrar rechazo y contención, o expresar tanto tristeza como
rabia (Fraley y Shaver, 1998) (véase
Figura 8.5).
Las actitudes acerca de sí mismo y de
los otros son importantes porque las personas no son nada precisas a la hora de
determinar si le agradan o desagradan a los
extraños (Marcus y Askari, 1999). Aquellas con una actitud positiva acerca de sí
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316
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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FIGURA 8.5
El estilo de apego predice
la respuesta ante una
separación
Estudios realizados con niños
pequeños donde éstos
experimentan separaciones
breves de sus madres muestran
similitudes con estudios
realizados con parejas de adultos
que se enfrentan a la separación
en un aeropuerto, con respecto
a cómo los individuos con un
estilo de apego seguro o
inseguro, reaccionan ante este
tipo de estrés.
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mismas y acerca de las otras personas
esperan agradar a los demás, y usualmente
es así. Un estilo de apego seguro, tanto
entre los niños como entre los adultos,
también está asociado con conductas
adaptativas como la curiosidad sobre nuestro ambiente y su exploración (Green y
Campbell, 2000). Durante el embarazo, las
mujeres con un estilo de apego seguro
reportan lazos más fuertes con el feto que
las mujeres con un estilo de apego inseguro
(Mikulincer y Florian, 1999).
A manera de resumen general, los individuos seguros de cualquier edad interactúan bien con los demás, los individuos
evitadores tienen las mayores dificultades
interpersonales, y los individuos ambiva-
lentes quedan en algún lugar en medio.
Como puedes imaginar a partir de estas
diferencias en los estilos de apego, la mayoría de las personas prefieren una pareja
romántica segura, en lugar de una evitadora
o ambivalente, independientemente de su
propio estilo de apego (Chappell y Davis,
1998; Latty-Mann y Davis, 1996).
Investigaciones en otras culturas (como
las hechas en Holanda) aportan evidencias
de la universalidad del fenómeno del apego
(Gerlsma, Buunk y Mutsaers, 1994). Por
ejemplo, se encontró que un estilo de
apego inseguro está asociado con ansiedad
y depresión entre niños de doce años en
Maastricht (Muris, Mayer y Meesters, 2000).
Sin embargo, se ha planteado que la defi-
nición de seguridad en las investigaciones
sobre el apego está sesgada hacia los conceptos individualistas del valor de la autonomía y de tener una base segura,
mientras que para entender la conducta
interpersonal en las culturas no-occidentales, se necesitaría un enfoque colectivista
del apego (Rothbaum et al., 2000).
En todo caso, una vez que los psicólogos sociales reconocieron la aplicabilidad
de estos conceptos en el estudio de las
relaciones interpersonales, el amor y el
matrimonio, las compuertas de la investigación se abrieron para la investigación
sobre el apego. Leerás sobre muchas de
estas investigaciones en las secciones restantes de este capítulo.
Relaciones interdependientes con familiares y amigos versus soledad
317
confianza interpersonal:
dimensión que subyace a los
estilos de apego y que se refiere
a la creencia de que las otras
personas son dignas de
confianza, serias y confiables,
versus la creencia de que los
demás son de poca confianza,
poco serias y poco confiables.
estilo de apego seguro: estilo
del modelo de Bartholomew
caracterizado por una alta
autoestima y una alta confianza
interpersonal. Se le describe
generalmente como el estilo de
apego más exitoso y más
deseable.
Piensa sobre las dimensiones positivas y negativas que subyacen al apego y cómo
pueden afectar a la conducta interpersonal. Una persona con una imagen positiva
de sí misma prevé que caerá bien y será aceptada por otros, de modo que hacer amigos le parecerá fácil. Una imagen negativa de uno mismo conduce a la presunción
de que los demás responderán negativamente ante nosotros. Por ello, una persona
con una imagen negativa de sí mismo teme las relaciones nuevas y tiene dificultades al hacer amigos.
En lo que respecta a la otra actitud básica, una imagen positiva de las otras personas conlleva expectativas positivas acerca de las intenciones y motivos de un
extraño, confianza. Una imagen negativa de los demás conduce a expectativas negativas sobre lo que un extraño pretende y desea, desconfianza. Las expectativas negativas despiertan el temor de ser explotado (McGowan, Daniels y Byrne, 2001). La
conceptualización de Bartholomew va más allá y sugiere que las dos dimensiones
deben ser consideradas simultáneamente. Como se muestra en la Figura 8.6, la combinación resultante de actitudes positivas y negativas hacia uno mismo y hacia los
demás produce cuatro estilos de apego, en lugar de los tres originales. ¿Qué características se asocian con estos cuatro estilos de apego adulto?
Una persona con un estilo de apego seguro tiene una autoestima alta y expectativas positivas sobre los demás, de modo que esta persona busca la cercanía
Modelo básico de los demás
Positivo = Confianza interpersonal
Estilo de apego preocupado
Estilo de apego seguro
Soy más afectuoso que mi pareja.
Me es fácil conocer gente.
Me enamoro fácilmente.
Me gusta mirarme al espejo.
Algunas veces cuento demasiado
acerca de mí mismo.
Estoy muy feliz con mi vida
en este momento.
Ser apreciado de verdad por otra
persona es mi meta más importante.
Es fácil hacerme sonreír
y reír.
Estilo de apego temeroso-evitador
Cuando escucho el timbre de la puerta,
generalmente me muestro algo
preocupado por quién pueda ser.
Estilo de apego rechazador
Prefiero depender de mí mismo que
de otras personas.
No me gusta revelar cosas acerca de
mí mismo a los demás.
Mis amigos rara vez están a la altura
de mis expectativas.
Puedo arreglármelas muy bien
sin una relación emocional
cercana en mi vida.
Siento que no le agrado a la mayoría
de la gente.
Es mucho más seguro sólo pensar
acerca de una relación que iniciar
una de verdad.
Positivo = Alta autoestima
Modelo básico de uno mismo
Negativo = Baja autoestima
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Negativo = Desconfianza interpersonal
FIGURA 8.6
Cuatro estilos de apego basados en las actitudes hacia uno mismo y hacia los demás.
Griffin y Bartholomew (1994a, 1994b) ampliaron el trabajo realizado por Bowlby sobre los estilos
de apego en la infancia, e identificaron cuatro estilos de apego adulto. Las dos dimensiones
subyacentes se basan en las actitudes positiva versus negativa hacia uno mismo (autoestima) y
hacia las demás personas (confianza interpersonal). Los cuatro estilos de apego resultan de la
combinación de estas dos dimensiones: seguro, rechazador, temeroso-evitador y preocupado. Las
afirmaciones que ejemplifican cada estilo se tomaron de la Medida Albany del Estilo de Apego
(Albany Measure of Attachment Style, AMAS).
[FUENTE: MCGOWAN, DANIELS Y BYRNE, 2000.]
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318
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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interpersonal y se siente cómodo en las relaciones. Por ejemplo, los adultos seguros expresan confianza en sus parejas (Mikulincer, 1998b) y son capaces de trabajar juntos para resolver problemas (Lopez et al., 1997). Las personas con un estilo
de apego seguro dicen haber tenido una relación cálida con sus padres (Bringle y
Bagby, 1992) y perciben su vida familiar pasada y presente de manera positiva (Diehl
et al., 1998; Levy, Blatt y Shaver, 1998; Scher y Mayseless, 1994). Al compararlos
con personas que demuestran otros estilos de apego, los individuos seguros manifiestan una menor tendencia a enfadarse, atribuyen en menor grado malas intenciones a terceros y suponen que los conflictos tendrán resultados positivos y
constructivos (Mikulincer, 1998a). Este grupo es el mejor capacitado para formar
relaciones largas, comprometidas y satisfactorias (Shaver y Brennan, 1992).
Osland (2001) señaló una importante razón de que la satisfacción en una relación se asocie con un estilo de apego seguro. Esta autora fue capaz de identificar a
la empatía (véase Capítulo 10) como el mecanismo subyacente. Las personas seguras experimentan una mayor empatía, lo que les permite percibir la relación tanto
desde el punto de vista de su pareja como desde su propio punto de vista (véase
Figura 8.7). En cambio, las personas con estilos de apego rechazador, temeroso-evitador o preocupado tienden a carecer de la mencionada habilidad empática, lo que
causa sufrimiento en sus relaciones.
En resumen, un estilo de apego seguro se asocia con llevarse bien con otras personas, sentirse próximo a los propios padres y evaluar las relaciones de manera positiva (McGowan, Daniels y Byrne, 2000). Shaver y sus colaboradores (1996) han
sugerido que el estilo de apego seguro es similar a la androginia (véase Capítulo 5),
que constituye una combinación de características masculinas y femeninas.
Una persona con un estilo de apego temeroso-evitador tiene una autoestima baja
y expectativas negativas sobre los demás. Al minimizar los contactos que implican cercanía interpersonal y evitar las relaciones cercanas, estas personas intentan
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Empatía
Satisfacción con
la relación
Apego
FIGURA 8.7
Estilo de apego, empatía y satisfacción
con la relación.
Se ha encontrado que las personas con un estilo de apego
seguro expresan mayor satisfacción con la relación que
aquellas con uno de los otros tres estilos menos seguros.
Osland (2001) confirmó esta asociación y mostró que una
de las razones subyacentes es que los individuos seguros
(comparados con aquellos que son rechazadores, temerosoevitadores o preocupados) experimentan mayores
sentimientos de empatía, y en consecuencia, son capaces de
percibir las relaciones tanto desde su propia perspectiva,
como desde la perspectiva del otro miembro de la relación.
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Relaciones interdependientes con familiares y amigos versus soledad
estilo de apego temerosoevitador: estilo del modelo de
Bartholomew caracterizado por
una baja autoestima y una baja
confianza interpersonal. Es el
estilo de apego más inseguro y
menos adaptativo.
319
protegerse del dolor de ser rechazadas. Los individuos temeroso-evitadores describen
a sus padres con términos negativos (Levy et al., 1998), tienen conductas hostiles
y se enfadan sin darse cuenta (Mikulincer, 1998a), y experimentan menor intimidad
y disfrute cuando interactúan con parejas románticas reales o potenciales (Tidwell,
Reis y Shaver, 1996). Este estilo de apego se asocia con relaciones interpersonales
negativas, celos y el uso del alcohol para reducir la ansiedad causada por las situaciones de interacción social (McGowan, Daniels y Byrne, 2000).
Los dos patrones de apego restantes implican inconsistencias entre la imagen
de uno mismo y la imagen de los demás. Un estilo de apego preocupado se define
como una apreciación negativa de uno mismo combinada con expectativas positivas de que los demás serán amables y nos aceptarán. El resultado es que los individuos preocupados buscan la proximidad en las relaciones (a veces una proximidad
excesiva), pero al mismo tiempo experimentan ansiedad y vergüenza porque sienten que no son «dignos» del amor de la otra persona (Lopez et al., 1997). La angustia relacionada con la posibilidad de ser rechazado es extrema. La necesidad de amor
y aprobación más la autocrítica conducen a la depresión siempre que una relación
termina de mala manera (Whiffen et al., 2000).
Una imagen muy positiva de uno mismo (a veces positiva de modo irreal) resulta
característica del estilo de apego rechazador, y las descripciones de estos individuos
de sí mismos difieren en gran medida de la forma en que son descritos por otros
(Onishi, Gjerde y Block, 2001). Las personas rechazadoras se consideran valiosas,
independientes y muy merecedoras de una relación cercana; otras personas tienden a verlos menos positivamente y los describen como poco amistosos y limitados en sus facultades sociales. Un problema importante consiste en que ellos
esperan lo peor de los demás, de modo que tienden a temer una proximidad genuina.
Tanto los individuos rechazadores como los temeroso-evitadores evitan las interacciones cara a cara y prefieren los contactos impersonales, tales como las notas
o los e-mails, y cuando beben, prefieren hacerlo solos que en un contexto social
(McGowan, Daniels y Byrne, 2000).
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estilo de apego preocupado:
estilo del modelo de
Bartholomew caracterizado por
una baja autoestima y una alta
confianza interpersonal. Se le
describe generalmente como un
estilo conflictivo y un tanto
inseguro, en el cual el individuo
desea profundamente una
relación cercana, pero siente que
no es digno de la otra persona y
por ello es susceptible de ser
rechazado.
estilo de apego rechazador:
estilo del modelo de
Bartholomew caracterizado por
una alta autoestima y una baja
confianza interpersonal. Se le
describe generalmente como un
estilo conflictivo y un tanto
inseguro, en el cual el individuo
siente que «se merece» una
relación cercana, pero desconfía
de los compañeros potenciales.
El resultado es una tendencia a
rechazar a la otra persona en
algún punto de la relación, con el
fin de evitar ser el rechazado.
320
EFECTOS DEL ESTILO DE APEGO EN OTROS COMPORTAMIENTOS. Se considera generalmente que el estilo de apego influye en las interacciones sociales, en la medida
en que las interacciones sean relevantes para los intereses interpersonales (Pietromonaco y Barrett, 1997). Por ejemplo, una interacción con el cajero de una tienda
de comestibles debería tener poco o nada que ver con el estilo de apego, pero las interacciones en una cita probablemente estarán muy relacionadas con el estilo de
apego. Estudiantes universitarios canadienses dijeron haber tenido relaciones con
un promedio de unas cinco personas en las que el estilo de apego era relevante,
incluyendo miembros de sus familias, parejas románticas y amigos (Trinke y Bartholomew, 1997). El apego no se asocia únicamente con la respuesta ante otros individuos, sino también con la respuesta ante grupos (Smith, Murphy y Coats, 1999).
Se asume que las personas que difieren en su estilo de apego están predispuestas a pensar, sentir y comportarse de forma específica en sus relaciones. De modo
que, en parte, el estilo de apego de cada quien tiene un efecto en la conducta debido
a las diferencias en la percepción social (véase capítulos 2 y 3) (Mikulincer y Horesh,
1999) y en la habilidad para regular el afecto (Mikulincer y Sheffi, 2000). Por ejemplo, en sus respuestas a los acontecimientos en una relación, los individuos preocupados interpretan lo que ocurre de forma más negativa que los individuos
seguros, dicen tener una mayor angustia emocional y esperan más conflictos
(Collins, 1996). Los individuos temeroso-evitadores también interpretan los sucesos
interpersonales de manera negativa, pero sin la angustia emocional. Los adultos
temeroso-evitadores se defienden mediante la incapacidad de recordar experiencias
emocionales (Fraley, Garner y Shaver, 2000). Sirva como ejemplo adicional el hecho
de que los individuos seguros, en comparación con los inseguros, procesan la información concerniente a las situaciones sociales en formas que incluyen la curiosidad
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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y la tendencia a confiar en información nueva al realizar juicios sociales (Mikulincer, 1997).
Considera esta otra situación en la que el apego es relevante. ¿Qué haces cuando
experimentas estrés? Una manera común de resolver el problema consiste en pensar en otra cosa. Por ejemplo, si tienes pareja, podría resultar reconfortante y reductor de la ansiedad el pensar en ella. McGowan (1999) examinó esta posibilidad en
un experimento que provocaba estrés —informando a los participantes de que tendrían que realizar una exposición frente a una clase—. En aquel momento se les
pedía que escribieran una descripción general de su pareja o una descripción de algún
conocido. Su estado de ánimo general y el nivel de ansiedad se midieron antes de
que supieran que tenían que llevar a cabo la exposición y después de que escribieron
la descripción de la otra persona. Obviamente, el pensar en la pareja resultó útil a
los individuos con una autoestima alta (seguros y rechazadores) —su nivel de ansiedad descendió—. Por el contrario, aquellos con autoestima baja (preocupados y
temeroso-evitadores) no fueron capaces de utilizar a sus parejas como un apoyo
seguro. En lugar de ello, les resultaba más reconfortante el pensar en un conocido.
McGowan concluyó que, cuando se pedía a los individuos preocupados y temerosoevitadores pensar en la pareja, esto les recordaba sus inquietudes sobre el rechazo,
aumentando así sus niveles de ansiedad en lugar de disminuirlos.
En la investigación sobre los efectos de la similitud-disimilitud en la atracción
(véase Capítulo 7), los individuos con un estilo de apego seguro respondieron de la
manera esperada y se sintieron más atraídos hacia un extraño similar que hacia uno
disímil. Sorprendentemente, sin embargo, los individuos temeroso-evitadores no
se mostraron sensibles a la similitud-disimilitud (Dye, 2001). Una posible explicación es que los individuos seguros son sensibles a pistas que señalan que la relación podría ser buena o mala, mientras que los individuos temeroso-evitadores no
lo son —esperan que la relación será mala de cualquier manera—. En un estudio
análogo sobre la necesidad de afiliación, aquellos individuos que mostraban un alto
nivel de esta necesidad eran más sensibles a la similitud- disimilitud, mientras que
aquellos con bajas necesidades de afiliación eran relativamente indiferentes a esta
información (Byrne, 1971).
Resulta algo sorprendente el hecho de que los estudiantes universitarios seguros obtienen mejores calificaciones que los estudiantes con otros estilos de apego,
cuando la aptitud académica se mantiene constante (Cutrona et al., 1994). Una posible explicación consiste en que el disponer de una relación segura con los propios
padres podría facilitar el establecimiento de relaciones similares con los profesores (Lopez, 1997).
Volveremos de vez en cuando al tema del estilo de apego en este capítulo (así
como en otros) porque la autoestima y la confianza interpersonal resultan relevantes
para numerosos aspectos del comportamiento social. Observa, no obstante, que los
estilos de apego observados en la infancia y en la niñez podrían no predecir perfectamente los estilos de apego en la adultez. Podría parecer probable que las actitudes y expectativas desarrolladas en la infancia simplemente continuaran durante
la adolescencia y la adultez. Aunque en este sentido se observa una considerable
consistencia a lo largo de la vida (Klohnen y Bera, 1998), las imágenes de nosotros
mismos y de los demás (y, por lo tanto, nuestros estilos de apego) son susceptibles
de ser cambiados por buenas o malas experiencias en las relaciones (Brennan y Bosson, 1998; Shaver y Hazan, 1994). Por ejemplo, se estudió en dos ocasiones un grupo
de parejas que salían juntas durante un período de cinco meses. Entre aquellas que
habían experimentado una ruptura durante aquel período, el estilo de apego seguro
disminuyó; si la pareja mantuvo la relación, el estilo de apego seguro se incrementó
(Ruvolo, Fabin y Ruvolo, 2001).
Existen evidencias de que las personas son diferentes en cuanto a su estilo de
apego, a si se mantiene constante o si cambia con el transcurso del tiempo (Davila,
Burge y Hammen, 1997). También existen evidencias de que la seguridad del apego
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Relaciones interdependientes con familiares y amigos versus soledad
321
varía en respuesta a la madre, al padre, la pareja romántica y el mejor amigo (La
Guardia et al., 2000). Parece claro que el estilo de apego es un determinante importante del comportamiento interpersonal, pero de ninguna manera se puede afirmar
que el futuro interpersonal de cada persona se talle en piedra durante los primeros
meses de vida.
Soledad: vivir sin relaciones cercanas
Aunque podría existir una necesidad biológica de establecer relaciones, y aunque las recompensas de las relaciones están bien establecidas, para
muchos individuos resulta difícil la consecución de esta meta. La consecuencia es
la soledad —una reacción emocional y cognitiva que consiste en tener menos relaciones de las que se desea, y no tan satisfactorias como se querría (Archibald, Batholomew y Marx, 1995; Peplau y Perlman, 1982). Una persona que no desea amigos
no sufre de soledad, al contrario de alguien que sí los desea pero no los tiene (Burger, 1995).
La soledad parece ser un fenómeno común en todo el mundo, como lo indican
los estudios procedentes de participantes asiáticos-británicos (Shams, 2001), españoles (Rokach et al., 2001), portugueses (Neto y Barrios, 2000), chinos canadienses (Goodwin, Cook y Yung, 2001), turcos y argentinos (Rokach y Bacanli, 2001),
así como los numerosos estudios de canadienses y estadounidenses (Rokach y Neto,
2000). En una investigación realizada con estudiantes holandeses se encontró que
la ausencia de reciprocidad en una relación producía soledad, especialmente entre
aquellos que percibían que daban más de lo que recibían (Buunk y Prins, 1998). Un
traslado a otra localidad puede conducir a la soledad, pero se encontró que estudiantes estadounidenses que estudiaban en Israel sólo sufrieron de soledad temporalmente, pues fueron capaces de establecer nuevas relaciones en el lapso de
algunas semanas (Wiseman, 1997).
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LAS CONSECUENCIAS DE LA SOLEDAD. Como se podría esperar, la gente que se siente
sola tiende a dedicar su tiempo a actividades en solitario, tiene muy pocas citas y
sólo tiene amigos casuales o conocidos (R.A. Bell, 1991; Berg y McQuinn, 1989).
Las personas solitarias se sienten dejadas de lado y creen que tienen muy pocas cosas
en común con la gente que conocen (Bell, 1993; Russell, Peplau y Cutrona, 1980).
La soledad va acompañada de afectos negativos, tales como sentimientos de
depresión, ansiedad, infelicidad y el descontento asociado con el pesimismo, la autoinculpación y la timidez (Anderson et al., 1994; Jackson, Soderlind y Weiss, 2000;
Jones, Carpenter y Quintana, 1985). Las personas solitarias son percibidas como inadaptadas por quienes las conocen (Lau y Gruen, 1992; Rotenberg y Kmill, 1992).
soledad: estado emocional y
cognitivo de infelicidad que
resulta de desear relaciones
cercanas pero no ser capaz de
conseguirlas.
322
¿CÓMO SE DESARROLLA LA SOLEDAD? La respuesta a esta pregunta parece consistir
en una combinación de genética, experiencias individuales e influencias culturales.
En el primer estudio de su clase, McGuire y Clifford (2000) llevaron a cabo una
investigación genético-conductual de la soledad entre los niños. Entre los participantes se incluían pares de hermanos biológicos, pares de hermanos no relacionados entre sí que crecieron en hogares de adopción y pares de gemelos idénticos
y no idénticos. Todos los individuos tenían edades comprendidas entre los nueve
y los catorce años. Los resultados indicaron consistentemente que la soledad es atribuible en parte a factores genéticos. Por ejemplo, se encontró que los gemelos idénticos son más similares respecto a esta característica que los no idénticos, lo que
indica que una mayor similitud genética produce un mayor parecido en la expresión de la soledad. Sin embargo, los factores ambientales también ejercen una
influencia sobre la soledad, como se evidencia en el hecho de que los hermanos
no relacionados entre sí, criados en hogares adoptivos, son más similares que los
pares de individuos elegidos al azar. Aquí, el factor determinante podría no ser la
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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similaridad genética, sino más bien la similaridad ambiental. Como destacan los
investigadores, el hecho de que exista un componente genético en la soledad no nos
explica cómo funciona. Por ejemplo, los genes relevantes podrían afectar a los sentimientos de depresión o a las interacciones hostiles con compañeros; de ser así,
las diferencias en el grado de soledad podrían deberse al grado de depresión o de hostilidad.
Duggan y Brennan (1994) relacionaron las dificultades para establecer amistades con el estilo de apego. Por ejemplo, hemos descrito cómo tanto las personas
rechazadoras como las temeroso-evitadoras se resisten a entablar relaciones a causa
de un posible rechazo-miedo a la intimidad (Sherman y Thelen, 1996). Las personas con estos dos estilos de apego tienden a desconfiar de los demás, y la soledad
está asociada a la falta de confianza interpersonal (Rotenberg, 1994).
Las relaciones dentro de la familia también pueden resultar cruciales. Se ha encontrado que la soledad en la adolescencia tardía es mayor entre aquellos que no tienen
una relación cercana con un hermano, especialmente si se ha producido un conflicto
entre hermanos (Ponzetti y James, 1997). También parece que la incapacidad de desarrollar las habilidades sociales en la niñez origina interacciones no exitosas con los
compañeros, y por ello soledad (véase Figura 8.8) (Braza et al., 1993). Por ejemplo,
un niño que es demasiado hostil y agresivo o demasiado tímido y retraído será rechazado con toda probabilidad por un compañero de juegos (Johnson, Poteat y Ironsmith,
1991; Ray et al., 1997). Algunos individuos se burlan de la apariencia o la inteligencia
de sus compañeros, y no se percatan del dolor y la ira que les ocasionan (Kowalski,
2000). A menos que se realice algún tipo de intervención para alterar las conductas
contraproducentes como la agresividad, la timidez o las burlas, las dificultades interpersonales por lo general continúan durante la niñez y la adolescencia hasta la edad
adulta —no desaparecen sólo con el paso del tiempo (Asendorpf, 1992)—. Entre los
individuos de más de 65 años que carecen de descendencia y amistades, los sentimientos de soledad son más fuertes (Hall-Elston y Mullins, 1999).
La cultura también ejerce una influencia en la soledad y sus posibles orígenes.
Los norteamericanos echan la culpa en primer lugar a las relaciones íntimas frustradas, pero los surasiáticos tienden a relacionar la soledad con insuficiencias personales, tales como defectos del carácter (Rokach, 1998).
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FIGURA 8.8
Soledad: querer amigos
pero no tenerlos.
Muchas personas están solas,
desde la infancia hasta la
adultez. Ellas desean relaciones
interpersonales cercanas pero
no tienen éxito logrando esa
meta. La soledad parece
basarse en una combinación
de factores: herencia,
experiencias dentro de nuestra
familia, y determinantes
culturales.
■
Relaciones interdependientes con familiares y amigos versus soledad
323
LA SOLEDAD EN LA ADULTEZ. Sin la intervención apropiada, el niño solitario se convierte en un adulto solitario. ¿Cuáles son las implicaciones de eso?
Las habilidades sociales inadecuadas de los niños se tornan en habilidades sociales inadecuadas de los adolescentes y adultos. Los individuos poco hábiles socialmente tienden a ser tímidos, a tener una baja autoestima y a sentirse cohibidos
cuando interactúan con un extraño (Bruch, Hamer y Heimberg, 1995). Se ha encontrado que hay diferencias de comportamiento específicas asociadas con las habilidades sociales buenas y malas. Una persona con buenas habilidades sociales es
amistosa, evita responder con enfado y se siente cómoda cuando conversa con
alguien (Reisman, 1984). Una persona poco hábil generalmente se muestra indiferente e insensible hacia las demás personas y hace muchas referencias sobre sí
mismo (Kowalski, 1993). Un individuo solitario no quiere oír las revelaciones íntimas de otros (Rotenberg, 1997) y tiende a revelar o muy poco o mucho (R. A. Bell,
1991). En un extremo, una persona poco hábil puede ser desagradable y mostrar conductas de intimidación que generen sentimientos de dolor e infelicidad en las otras
personas (Keltner et al., 1998). Estos diversos actos incómodos, insensibles y desagradables ahuyentan a amigos potenciales en la adultez, al igual que ocurre en la
infancia (Meleshko y Alden, 1993). Esta poca popularidad se suma a la negatividad
y pesimismo de la persona solitaria (Carver, Kus y Scheier, 1994).
Una característica clave de los adultos solitarios y con pocos amigos es la negatividad personal —la tendencia general a estar infelices e insatisfechos consigo
mismos—, la cual se asocia con una espiral de eventos negativos: la negatividad personal conduce a la creencia de que las demás personas perciben al individuo de
manera negativa, tal como ocurre con su autopercepción, y las interacciones sociales se tornan cada vez menos adaptativas. Hay momentos en que otras personas sí
responden de forma negativa y el resultado es aún más negatividad personal (Furr
y Funder, 1998).
Aquellos que no pueden enfrentarse exitosamente a las interacciones sociales
generalmente son muy conscientes de lo mal que funcionan en las situaciones interpersonales (Duck, Pond y Leatham, 1994). Una solución es evitar a las otras personas tanto como sea posible para minimizar la vergüenza y la humillación
(Herbert, 1995). Cuando un adolescente está lo suficientemente solo y temeroso,
puede sentir un sentimiento de completa desesperanza y la desesperación resultante puede culminar en suicidio (Page, 1991). ¿Puede hacerse algo para evitar que
esto ocurra?
Las dos intervenciones principales, algunas veces utilizadas simultáneamente,
son la terapia cognitiva y el entrenamiento en habilidades sociales. Las investigaciones indican que los estudiantes universitarios exitosos y no exitosos socialmente, piensan de forma diferente acerca de las situaciones sociales (Langston y
Cantor, 1989; Salmela-Aro y Nurmi, 1996). Aquellos que tienen pocas habilidades
sociales evalúan las interacciones sociales de forma negativa y reaccionan con ansiedad. Para evitar el rechazo, interactúan con otros de una manera reservada, tomando
pocas iniciativas y revelando muy poco acerca de sí mismos. Esta estrategia crea
una impresión negativa, la cual es contraproducente. La meta de la terapia cognitiva
es romper este patrón y estimular nuevas cogniciones que sean más similares a las
de los individuos exitosos socialmente. Cuando es posible alterar las cogniciones,
las percepciones y las expectativas, es más probable que a esto le siga una conducta
social más adaptativa.
El entrenamiento en habilidades sociales es útil para dar algunas directrices específicas para este nuevo comportamiento (Hope, Holt y Heimberg, 1995). En este
proceso de enseñanza, se proporcionan ejemplos del comportamiento social apropiado en vídeo, seguidos de juegos de roles (role playing) donde el cliente trata de
modelar su conducta para que ésta se iguale a la que se ha mostrado en el vídeo. Con
la práctica suficiente, en un ambiente terapéutico no amenazador, las nuevas habilidades pueden luego ponerse a prueba en situaciones reales. Este entrenamiento
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324
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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puede dar lugar a un cambio notable en la conducta social, y el éxito social resultar en una disminución de la soledad y en un autoconcepto más positivo. Entre las
habilidades sociales clave están el manejo de la impresión y una percepción social
acertada (véase Capítulo 2), dando como resultado un alto nivel de «inteligencia
emocional» (Baron y Markman, 1998). Así como a las personas se les pueden enseñar las tablas de multiplicar y cómo conducir un coche, se les puede enseñar habilidades sociales y cómo interactuar con otras personas.
P U N TO S C L AV E
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⡤
Las relaciones cercanas se caracterizan por la interdependencia, en donde dos personas
influyen sus vidas entre sí, comparten sus pensamientos y emociones, y se involucran
en actividades conjuntas.
La teoría evolucionista propone que los lazos emocionales con amigos y conocidos incrementan las probabilidades de éxito en la reproducción. Como resultado, los humanos
y otros primates están programados a buscar cercanía emocional.
Las primeras relaciones son entre la familia, y los niños aprenden qué esperar de los
demás y a interactuar con ellos tal como interactúan con sus padres, hermanos, abuelos y otros miembros de la familia.
La amistad fuera de la familia comienza en la infancia y en sus inicios se basa simplemente
en la atracción interpersonal. Muchas personas son capaces de formar una amistad cercana que implique pasar tiempo juntos, interactuar en muchas situaciones diferentes,
dar apoyo social mutuo, y autorrevelarse.
En todas las edades, el estilo de apego ejerce una influencia muy importante en la facilidad con que las personas hacen amigos, en la manera como interactúan con otros, y
en el éxito en mantener las relaciones.
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El estilo de apego adulto se basa en la combinación del nivel de autoestima y el grado
de confianza interpersonal de una persona. Estas dimensiones positivas-negativas dan lugar
a cuatro estilos de apego: seguro, rechazador, temeroso-evitador y preocupado. Aquellos
con un estilo seguro son más capaces de formar relaciones duraderas, comprometidas
y satisfactorias.
La soledad ocurre cuando una persona tiene un número menor de relaciones y menos
satisfactorias de que lo que desearía. El resultado es depresión y ansiedad. Las causas
de la soledad pueden ser una combinación de la predisposición genética, experiencias
de aprendizaje específicas en la primera etapa de la vida, e influencias culturales. Las intervenciones pueden ayudar, especialmente una combinación de terapia cognitiva y entrenamiento en habilidades sociales.
Relaciones románticas,
amor e intimidad física
QE
n los últimos años y gracias al gran aumento que ha habido en
el número de investigaciones sobre relaciones cercanas, los psicólogos sociales han aprendido mucho acerca de los factores que
conducen al romance, al amor y a la intimidad física. En una relación que se desarrolla, puede estar presente la combinación de uno o más de estos tres aspectos, ya
sea simultáneamente o en secuencia. Primero discutiremos las relaciones románticas, principalmente entre parejas heterosexuales, ya que la mayoría de las investigaciones existentes se han hecho con este tipo de parejas, pero en aquellos casos
que haya datos disponibles sobre gays y lesbianas, lo haremos saber. Por ejemplo,
Relaciones románticas, amor e intimidad física
325
los hombres tanto homosexuales como heterosexuales, tienen las mismas expectativas con respecto a una relación romántica, y estas expectativas incluyen tener
actitudes y valores similares, proporcionar apoyo mutuo, ser honesto y leal, pasar
tiempo juntos, compartir recursos y tener juntos algo especial —«algo mágico»
(Baccman, Folkesson y Norlander, 1999).
Romance: más allá de la amistad
Una relación romántica se define por una serie de características,
entre las cuales se encuentran la atracción sexual y algún grado de intimidad física,
como se sugiere en la Figura 8.9. Dependiendo de los individuos y de lo que sea aceptable culturalmente, la intimidad puede suponer un simple apretón de manos, abrazarse o besarse, pero también puede suponer interacciones sexuales más explícitas,
variando desde las caricias hasta el acto sexual. Además, uno o ambos miembros
de la pareja puede pensar en el amor y en la posibilidad de contraer matrimonio.
AMISTAD CERCANA Y ROMANCE: SIMILITUDES Y DIFERENCIAS. En muchos aspectos, la
atracción romántica se asemeja mucho a cualquier otro tipo de atracción interpersonal. Al igual que lo descrito sobre los conocidos en el Capítulo 7 y sobre los
amigos en este capítulo, el romance suele comenzar como una función de la proximidad, la activación del afecto, la motivación a tener una relación, nuestras creencias acerca de las características observables de la otra persona, la similitud y el
agrado mutuo. A manera de ejemplo, describiremos el lugar de trabajo como un
ambiente para tener un romance que nos es familiar.
En el trabajo, dos personas que una vez fueron simples extraños que trabajaban
muy de cerca, reaccionan el uno al otro basándose en su aspecto externo, hablan
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FIGURA 8.9
Las relaciones románticas
incluyen intimidad física.
Las relaciones románticas casi
siempre incluyen algún grado de
intimidad física. En las amistades
cercanas, la intimidad verbal es
importante, pero la intimidad
física tiende a ser limitada,
especialmente en las amistades
entre hombres. El grado de
intimidad física que es aceptable
varía considerablemente entre
culturas.
■
326
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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entre sí y descubren aspectos en los que son similares o disímiles y, algunas veces,
experimentan atracción sexual (Seal, 1997). Los efectos de estos factores familiares han sido descritos por Pierce, Byrne y Aguinis (1996), y funcionan como se describen en la Figura 8.10. Sin embargo, hay algunos aspectos que son específicos del
lugar de trabajo, como por ejemplo, el efecto del romance sobre la productividad
y la satisfacción laboral (Pierce, 1998) y las posibles acusaciones de acoso sexual
(Pierce y Aguinis, 1997), especialmente si la relación se acaba (Pierce y Aguinis,
2001a, 2001b; Pierce, Aguinis y Adams, 2000; Pierce, Broberg y Aguinis, 2001).
Una relación romántica tiene otros aspectos que la diferencian de una relación
amistosa, además de la intimidad física. Por ejemplo, Swann, De La Ronde y Hixon
(1994) indican que entre amigos, compañeros de piso e incluso parejas casadas, la
mayoría de la gente prefiere una pareja que proporcione retroalimentación precisa
y relevante para su autoconcepto, alguien que pueda ser fuente de verificación y de
Proximidad
física
Exposición
repetida
Descubrimiento
de actitudes
similares
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Atractivo
físico
Atracción
interpersonal
Evaluación positiva
del rendimiento
en el trabajo
Atracción
romántica
Atribución errónea
de la activación
como indicio
de una atracción
romántica
Activación
fisiológica
Deseo de un
romance en el
lugar de trabajo
Entablar un
romance en el
lugar de trabajo
FIGURA 8.10
Factores que facilitan el romance en el lugar de trabajo.
El romance en el lugar de trabajo ocurre con frecuencia, y muchos de los factores que lo facilitan son los
mismos que conducen a la atracción interpersonal, el romance y al amor en cualquier otro escenario.
[FUENTE: ADAPTADO A PARTIR DE INFORMACIÓN EN PIERCE, BYRNE Y AGUINIS, 1996.]
■
Relaciones románticas, amor e intimidad física
327
precisión (De La Ronde y Swann, 1998). Nos gusta tener amigos que nos conozcan
lo suficiente para reconocer nuestras mejores y peores características. Por el contrario, una relación romántica es diferente. Al menos en un comienzo, las dos personas no están buscando precisión tanto como buscan aceptación —quieren agradar
al otro y que el otro les agrade incondicionalmente, como lo demuestran los cumplidos y elogios—. Las personas salen juntas para pasar un buen rato y se comportan
lo mejor que pueden. Los juicios que hacen el uno del otro son a menudo poco realistas, porque cada individuo desea creer que ha encontrado a la pareja perfecta y
quiere retroalimentación sencilla y totalmente positiva por parte de esa pareja
(Simpson, Ickes y Blackstone, 1995). Las parejas consideradas como las más atractivas, son aquellas capaces de dar retroalimentación tanto de autorrealce como de
autoverificación, a pesar de lo gratificante que pueda ser tener un compañero que
te adore por completo (Katz y Beach, 2000).
Desde la perspectiva de un observador externo, una pareja romántica puede parecer poco realista, pero una manera de entender el romance es reconocer que éste
se construye en parte sobre la fantasía y las ilusiones positivas. De hecho, dichas
ilusiones parecen ayudar a crear una mejor relación (Martz et al., 1998; Murray y
Holmes, 1997; Murray, Holmes y Griffin, 1996). Las percepciones sobre el otro
miembro de la pareja tienden a estar sesgadas, considerándolo más similar a nuestro yo ideal de lo que realmente es (Klohnen y Mendelsohn, 1998), resaltando sus
virtudes y minimizando sus defectos (Murray y Holmes, 1999). Una consecuencia
de estas tendencias es que las parejas consideran que sus propias relaciones son
mejores que las que tienen los demás, tal como se documenta en Estados Unidos,
Canadá y Holanda, y entre los canadienses de origen asiático (Buunk y van der Eijnden, 1997; Endo, Heine y Lehman, 2000; Van Lange y Rusbult, 1995), especialmente
cuando se les induce a pensar acerca del posible fracaso de sus relaciones (Rusbult
et al., 2000).
Las ilusiones compartidas sobre el romance se basan a menudo sobre la creencia en el destino romántico —la convicción de que dos personas están hechas el
uno para el otro—. De hecho, si dos personas se gustan y creen que nacieron para
estar juntas, ese afecto y esas creencias pueden ayudar a mantener la relación (Knee,
1998).
Este énfasis en lo positivo hace difícil para la pareja imaginar que la relación termine alguna vez, como resultado, su habilidad de predecir cuánto durará la relación es menos acertada que las predicciones hechas por sus compañeros de piso o
sus padres (MacDonald y Ross, 1999).
Las relaciones pueden conceptualizarse en términos de la superposición de esquemas , tal como se presenta en la Figura 8.11 (Fletcher et al., 1999). En una relación,
hay un esquema cognitivo que se refiere al self (tal como describimos en el Capítulo 5), un segundo esquema que se refiere a la pareja y un tercer esquema que se
ocupa de la relación entre los dos. Algunas cogniciones representan cualidades de
la pareja ideal: calidez e integridad, vitalidad y atractivo, y estatus y recursos (Fletcher y Simpson, 2000). Mientras más se acerque la pareja al ideal, se percibe que
la relación es mejor y es más probable que dure (Fletcher, Simpson y Thomas, 2000),
y las personas son más felices en esa relación (Campbell et al., 2001).
Regresemos ahora al primer paso en una relación —conocer a la otra persona
por primera vez—. En la vida normal y corriente, la proximidad es extremadamente importante, pero aquellos que buscan una relación romántica, utilizan con
frecuencia otros pasos adicionales a los utilizados en el caso de una amistad, y más
deliberados, para conocer a otra persona, es decir, asisten a citas a ciegas donde
son «conectados» por otra persona que los conoce bien a los dos, colocan anuncios en las columnas personales, buscan servicios de citas con la esperanza de
encontrar a la pareja romántica apropiada, y llaman a determinados servicios telefónicos para pedir consejo. Acciones parecidas a estas casi nunca se utilizan para
conseguir amigos.
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CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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FIGURA 8.11
a
Self
e
b
Relación
g
f
c
Pareja
d
Esquemas cognitivos en una relación romántica.
Además del esquema que constituye nuestro autoconcepto, una relación íntima
también incluye un esquema de la pareja y un esquema de la relación en sí
misma. En la figura, a, b y c representan contenidos que implican cada uno de
estos tres esquemas. Los contenidos d, e y g se refieren a la superposición de
pares de estos esquemas; y f al contenido que incluye a los tres esquemas.
Ejemplos desde la perspectiva de una mujer, pueden ser: a, yo soy inteligente; b,
las relaciones fallan si no hay buena comunicación; c, los hombre son agresivos; d,
las relacionas funcionan bien cuando uno de los dos es dominante; e, yo quiero
una relación emocionante; f, yo quiero una relación honesta con una pareja en la
que pueda confiar; g, yo soy apropiada para alguien que sea deportista y atlético.
[FUENTE: ADAPTADO DE FLETCHER ET AL., 1999.]
■
Viejos programas de televisión como The Dating Game explotan el proceso de
competición por una pareja atractiva y sobre-enfatizan la importancia de las primeras impresiones basadas en respuestas inteligentes. Programas de televisión más
recientes, como Blind Date (en UPN) y Dating Story (en TLC), proporcionan pruebas documentales gráficas de lo difícil que pueden ser los encuentros iniciales y que
tan a menudo las personas descubren en el transcurso de varias horas que «esta no
es la persona que yo busco». Para mostrar la dificultad de esas situaciones, las mujeres tienden a asumir que a los hombres los motiva el sexo, y por lo tanto, los hombres se presentan a sí mismos de una forma engañosa (Keenan et al., 1997). Todos
esos problemas llevan a la pregunta obvia, «¿No hay una mejor manera?».
Los muchos obstáculos involucrados en encontrar una pareja romántica apropiada han llevado a nuevos enfoques hacia el romance, y posiblemente más eficientes, incluyendo el fenómeno de «citas rápidas».
Como puedes suponer a partir de lo que se ha discutido hasta ahora, aquellos
individuos que tienen más éxito estableciendo amistades cercanas son los que tienen más probabilidades de tener éxito al formar y mantener relaciones románticas (Connolly y Johnson, 1996). Por supuesto, las relaciones fracasan y las parejas
se separan (Arriaga, 2001) y el fin de una relación causa un trastorno emocional más
leve en el caso de las personas con un estilo de apego seguro y más severo en aquellos con un estilo de apego preocupado (Choo, Levine y Hatfield, 1996).
Hay dificultades causadas por cosas como traicionar la confianza (utilizar información personal en contra de la pareja), desaires (cancelar planes para hacer otra
cosa), críticas no deseadas (comentarios negativos sobre pequeños errores o sobre
la apariencia) y faltas de consideración (olvidar el cumpleaños de la pareja) (Fehr et
al., 1999). Una consecuencia común cuando se separan parejas de jóvenes adolescentes es la depresión, especialmente entre las jóvenes (Joyner y Udry, 2000). Regresaremos al tema del fracaso de las relaciones más adelante en este capítulo, en el
apartado donde se habla del matrimonio.
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¿Qué es eso llamado amor?
El amor es uno de los temas más comunes en canciones, películas
y en la vida diaria. La mayoría de las personas en nuestra cultura acepta el amor
como una experiencia humana común, y en una encuesta realizada en 1993 se
encontró que casi tres de cada cuatro estadounidenses decía estar «enamorado» en
la actualidad. En parte, el amor es una reacción emocional tan familiar y tan básica
Relaciones románticas, amor e intimidad física
amor: combinación de
emociones, cogniciones y
comportamientos que pueden
estar implicados en una relación
íntima.
329
como la rabia, la tristeza, la felicidad y el miedo (Shaver, Morgan y Wu, 1996). Quizás el amor puede ser bueno para ti, ya que Aron, Paris y Aron (1995) encontraron
que enamorarse conduce a un incremento en la autoeficacia y la autoestima (véase
Capítulo 5). Entonces, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de amor? Cuando se
les hizo esta pregunta a niños entre cuatro y ocho años de edad, ellos dieron diversas respuestas (Hughes, 2000), algunas de las cuales aparecen en la Tabla 8.1. Los
psicólogos sociales, por extraño que parezca, no se interesaron en responder esa
misma pregunta hasta la última parte del siglo XX.
Los detalles específicos de lo que significa el amor varían de una cultura a otra
(Beall y Sternberg, 1995), pero hay razones para creer que el fenómeno en general
es universal (Hatfield y Rapson, 1993). Como mínimo, las investigaciones han mostrado que el amor es algo más que una simple amistad y más que tener un interés
romántico o sexual en otra persona. Como se sugiere en la viñeta de la Figura 8.12,
el amor contiene componentes cognitivos (como comprometerse), además de los
emocionales. Ahora describiremos algo de lo que se sabe acerca de los aspectos cognitivos y emocionales del amor.
amor apasionado: respuesta
emocional intensa y a menudo
poco realista hacia otra persona.
La persona que experimenta
esta emoción generalmente la
interpreta como «verdadero
amor», mientras los
observadores externos la
calificarían más probablemente
como «encaprichamiento».
AMOR APASIONADO. Aron y sus colegas (1989) señalaron que muchas personas se
enamoran, pero nadie parece «amistarse». A diferencia de la atracción, la amistad
o incluso el romance, el amor apasionado implica una reacción emocional intensa
y a menudo poco realista hacia otra persona. Esto con frecuencia ocurre de repente,
como dijo una vez Elaine Hatfield, «como resbalarse con una cáscara de banana»,
y esta experiencia se describe como «caer patas arriba en el amor».
El amor apasionado generalmente comienza como una reacción positiva instantánea, incontenible, embravecida y que todo lo consume hacia otra persona —
una reacción que se siente como si estuviera fuera de tu control, como un accidente
impredecible—. Una persona enamorada se preocupa por el ser amado y no puede
pensar en casi nada más. La emoción es tan intensa que sólo pensar en un antiguo
amor puede crear un estado de ánimo positivo (Clark y Collins, 1993). Yo (DB)
recuerdo haber respondido de esta manera ante una chica con un precioso cabello
rojo que era mi compañera de cuarto grado (durante un tiempo fuimos buenos amigos en el instituto) y experimentar esa misma reacción varias veces más después
del cuarto grado —incluyendo una muy reciente.
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TA B L A 8 . 1 I
El significado del amor, en palabras de los niños. Las siguientes son algunas de las
respuestas dadas por niños entre cuatro y ocho años de edad, a quienes se les preguntó el
significado del amor. Ellos se las arreglaron para dar algunos ejemplos específicos de los
componentes básicos del amor, que han sido identificados por los psícologos sociales.
«Amor es aquel primer sentimiento que sientes antes de que todas las tonterías se atraviesen en el camino»
«Amor es cuando una chica se pone perfume y un chico se pone colonia de afeitar y salen juntos y se huelen el uno al otro»
«Amor es cuando sales a comer y le das a alguien la mayoría de tus patatas fritas sin hacer
que esa persona te dé ninguna de las suyas»
«Amor es lo que te hace sonreír cuando estás cansado»
«Amor es cuando mami ve a papi sudoroso y maloliente y todavía dice que se parece a Robert Redford»
«Amor es cuando tu perrito te lame la cara aun después de haberlo dejado solo todo el día»
[FUENTE: HUGHES, 2000.]
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CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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FIGURA 8.12
Amor: Comprometerse.
Uno de los elementos cognitivos
que diferencian el amor de la
amistad, de un romance casual o
de la intimidad sexual, es el
compromiso. Como indica la
mujer de la viñeta, su pareja debe
decidir si se toma su relación en
serio.
[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW
YORKER 1982 J. B. HANDELSMAN DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
D E R E CHO S R E SE R VAD O S.]
■
Meyers y Berscheid (1997) señalaron que la atracción sexual es una condición necesaria pero no suficiente para enamorarse de otra persona, y ciertos estudios muestran
que los estudiantes universitarios están de acuerdo (Regan, 1998). En otras palabras,
puedes sentirte atraído sexualmente sin estar enamorado, pero no es probable enamorarse en ausencia de la atracción sexual (Regan, 2000). De hecho, el amor hace que
el sexo sea más aceptable, y las personas se sienten más cómodas con respecto al sexo
si éste está asociado al romance (Goldenberg et al., 1999). Por ejemplo, es mucho más
aceptable «hacer el amor» que simplemente copular como animales en celo.
En conjunto, el amor apasionado parece ser una mezcla de atracción sexual, activación fisiológica, deseo de estar cerca físicamente y una necesidad intensa de ser
amado tanto como se ama —todo esto acompañado por un miedo recurrente de que
pueda pasar algo que ponga fin a la relación—. Hatfield y Sprecher (1986b) desarrollaron la Escala de Amor Apasionado para medir esta emoción con ítems como
«Me sentiría profundamente desesperado si ______ me dejara» y «Para mí, ______
es la pareja romántica perfecta».
Tú puedes pensar que esto sólo pasa en las películas, pero la mayoría de las personas manifiestan haber tenido la experiencia de enamorarse de un extraño —amor
a primera vista (Averill y Boothroyd, 1977)—. Hasta en un ambiente de laboratorio, algo así puede ocurrir. Cuando se les pide a dos extraños de sexo opuesto que
se miren fijamente a los ojos por dos minutos o que se autorrevelen, esto da como
resultado un sentimiento de afecto mutuo (Aron et al., 1997; Kellerman, Lewis y
Laird, 1989). Acciones como mirarse fijamente y darse las manos tienen más probabilidades de ejercer un efecto positivo en aquellos que creen firmemente en fenómenos románticos tales como el amor a primera vista y la idea de que «el amor todo
lo puede» (Williams y Kleinke, 1993).
Es posible amar a alguien que no te ama. Este flujo de afecto en una sola vía se
conoce como amor no correspondido, el cual es más común entre aquellos con un
estilo de apego ansioso-ambivalente (Aron, Aron y Allen, 1998). En un estudio a gran
escala, cerca del 60 por ciento de los participantes dijo que habían tenido una experiencia de este tipo en los últimos dos años (Bringle y Winnick, 1992). Los hombres,
especialmente a finales de la adolescencia o principios de la edad adulta, indican
más casos de amor no correspondido que las mujeres, y dicen haber experimentando
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Relaciones románticas, amor e intimidad física
amor no correspondido:
amor que siente una persona
hacia otra que a cambio no
siente amor.
331
este tipo de amor más a menudo que el amor mutuo (Hill, Blakemore y Drumm,
1997). El individuo que ama en vano se siente rechazado, mientras que el que no
corresponde se siente culpable (Baumeister, Wotman y Stillwell, 1993).
Hatfield y Walster (1981) sugieren que hay tres factores necesarios para que pueda
darse el amor apasionado. Primero, los individuos necesitan haber estado expuestos a lo largo de sus vidas a imágenes románticas en cuentos de hadas, canciones
de amor e historias acerca del amor. En parte, estas imágenes nos motivan a experimentar emociones similares en nuestras propias vidas y nos proporcionan un
guión de cómo debemos reaccionar (Sternberg, 1996). Segundo, debe estar presente
un objeto de amor apropiado. «Apropiado» significa una persona atractiva físicamente para el sexo opuesto —una mujer joven o un hombre con recursos adecuados— por ejemplo, uno que sea inteligente, educado y que tenga trabajo (Buss, 1988;
Greer y Buss, 1994). Tercero, basándonos en la teoría de los dos factores de la emoción de Schachter (1964), la persona debe tener un estado de activación que identifique como «amor» (Foster et al., 1998). No importa si la activación implica miedo
(Dutton y Aron, 1974), frustración y rabia (Driscoll, Davis y Lipetz, 1972), o excitación sexual (Istvan, Griffitt y Weidner, 1983) mientras que el estado de activación
sea interpretado como un indicativo de amor. En palabras de una vieja canción de
Broadway, «No estás enfermo, sólo estás enamorado».
¿POR QUÉ EL AMOR? No ha sido fácil explicar por qué los seres humanos experimentan amor. El amor pudiera ser sólo una fantasía colectiva que muchos de nosotros compartimos. Pudiera basarse en conceptos psicoanalíticos, específicamente
en la transferencia del deseo inconsciente hacia uno de nuestros padres, hacia vías
más apropiadas. Sin embargo, parece que la explicación más aceptada hoy en día
se basa en factores evolucionistas (Buss y Schmitt, 1993; Fisher, 1992).
Hace varios millones de años, nuestros antiguos ancestros homínidos comenzaron a caminar erguidos y a buscar cualquier tipo de comida que pudiera llevarse
a un refugio seguro (Lemonick y Dorfman, 2001). La supervivencia de estos primeros humanos y después del Homo sapiens, dependía de su éxito en la reproducción (Buss, 1994). Los compañeros potenciales debían atraerse sexualmente, y
de ser posible, tener la voluntad de invertir tiempo y esfuerzo en alimentar y proteger a sus descendientes, y era más probable que estas dos importantes características (deseo y compromiso) tuvieran lugar si un deseo sexual de base biológica
se combinaba con una tendencia, también de base biológica, a establecer vínculos
afectivos con nuestra pareja y con nuestros hijos (Rensberger, 1993). Las antiguas
parejas hombre-mujer eran más que simples parejas sexuales, gracias al apego emocional que daba el establecer vínculos afectivos. Era una ventaja que se agradaran
entre sí, que confiaran el uno al otro y que se dividieran tareas como la caza, la recolección de alimentos y el cuidado de los hijos. De acuerdo a este escenario, sentir
una emoción como el amor mejoraría el éxito en la reproducción, como consecuencia, los humanos de hoy en día, están preparados genéticamente para buscar
sexo, enamorarse y cuidar de sus descendientes. La monogamia puede depender en
parte de la química cerebral (Insel y Carter, 1995), y la mayoría de los adultos jóvenes esperan que sus relaciones sean monógamas (Wiederman y Allgeier, 1996).
Considera que incluso si esta explicación evolucionista fuera totalmente correcta,
las influencias culturales siguen teniendo la habilidad de guiar el deseo y el compromiso hacia formas muy específicas y variadas, que se basan en nuestras experiencias con las historias vistas en la ficción, con las clases de religión e inclusive con
las leyes promulgadas por las diferentes sociedades (Allgeier y Wiederman, 1994).
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EL AMOR PUEDE SER UNA COSA MUY ESPLENDOROSA. Aunque el amor apasionado es
una experiencia común, es demasiado intensa y abrumadora como para mantenerse
de manera permanente. El amor que se basa por completo en la emoción es frágil
y se fundamenta más en la fantasía que en detalles racionales (Wilson y Kraft, 1993)
332
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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Sin embargo, otros tipos de amor pueden ser duraderos. Hatfield (1988, p. 205) describe el amor de compañero como el «afecto que sentimos por aquellos con quienes
nuestras vidas están profundamente entrelazadas». A diferencia del amor apasionado,
el amor de compañero se basa en una amistad muy cercana en la que dos personas
se atraen sexualmente, tienen mucho en común, cada uno se preocupa por el bienestar
del otro y expresan agrado mutuo y respeto (Caspi y Herbener, 1990). Este es un tipo
de amor que puede mantener una relación a través del tiempo —aun cuando éste no
se preste tan fácilmente para canciones y películas como el amor apasionado.
Hendrick y Hendrick (1986) extendieron la concepción del amor al agregar cuatro «estilos de amor» adicionales al amor apasionado y el amor de compañero, y
construyeron una escala de medida de estos seis estilos (véase Tabla 8.2). Las investigaciones indican que los hombres se inclinan hacia el amor apasionado y el lúdico
más que las mujeres, mientras que las mujeres favorecen el amor de compañero,
el amor lógico y el amor posesivo más que los hombres (Hendrick et al., 1984). Las
mujeres que respaldan el amor posesivo manifiestan altos niveles de agresión verbal y física en sus relaciones de pareja (Bookwala, Frieze y Grote, 1994). El amor
lúdico es más característico de aquellos que están preocupados por sí mismos y por
su independencia (Dion y Dion, 1991). Un estilo lúdico conduce a múltiples parejas sexuales, relaciones infelices, soledad y conducta sexual coactiva (Hensley, 1996;
Kalichman et al., 1993; Rotenberg y Korol, 1995). Los individuos muy religiosos es
probable que puntúen más alto en amor amistoso, lógico y desinteresado (Hendrick
y Hendrick, 1987). En general, las personas expresan una preferencia por aquellos
que tienen un estilo de amor similar al suyo (Morrow, Clark y Brock, 1995), aunque hay acuerdo en que el amor de compañero y el amor desinteresado son los más
deseables y el amor lúdico el menos deseable (Hahn y Blass, 1997).
Igualmente, se han encontrado diferencias culturales en los estilos de amor. Por
ejemplo, los residentes chinos en Hong Kong resaltan la importancia de yuan, la
creencia de que el amor está predestinado y que es un asunto del destino. En otras
palabras, el amor es un asunto de fuerzas externas que están más allá de nuestro
amor de compañero: amor
basado en la amistad, atracción
mutua, intereses comunes,
respeto mutuo y preocupación
por el bienestar de cada uno.
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TA B L A 8 . 2 I
Estilos de amor. Se han propuesto cuatro estilos adicionales de amor, además del amor apasionado y de compañero (o amistoso). A continuación se muestran estos seis estilos junto con
sus nombres griegos e ítems de muestra extraídos de un cuestionario diseñado para medir las
diferencias individuales en los estilos de amor. Estos diferentes estilos representan actitudes muy
diferentes acerca de las relaciones interpersonales.
SEIS ESTILOS DE AMOR
MUESTRAS DE ÍTEMS DE UN CUESTIONARIO
QUE INDICAN EL ESTILO DE UNO
Eros: amor apasionado
Mi pareja y yo nos sentimos atraídos inmediatamente
después de habernos conocido
Storge: amor de compañero o amistoso
El amor es realmente una profunda amistad,
no una emoción misteriosa y mística
Ludus: amor lúdico
Algunas veces he tenido que evitar que dos de mis parejas
descubrieran la existencia la una de la otra
Manía: amor posesivo
Yo no puedo relajarme si sospecho que mi pareja está con otra persona
Pragma: amor lógico
Es mejor amar a alguien con una formación similar
Agape: amor desinteresado
Yo preferiría sufrir antes que dejar que mi pareja sufriera
[FUENTE: BASADO EN UN MATERIAL DE HENDRICK Y HENDRICK, 1986.]
Relaciones románticas, amor e intimidad física
333
modelo triangular del amor:
conceptualización de Sternberg
sobre las relaciones amorosas,
las cuales abarcan tres
componentes básicos: intimidad,
pasión y decisión-compromiso.
intimidad: en el modelo
triangular del amor de
Sternberg, la cercanía que
sienten los dos miembros de una
pareja —grado en que están
vinculados afectivamente.
pasión: en el modelo triangular
del amor de Sternberg, los
motivos y la excitación sexual
asociados a una relación de pareja.
decisión-compromiso: en el
modelo triangular del amor de
Sternberg, los elementos
cognitivos involucrados en la
decisión de amar a la otra
persona y el compromiso de
mantener la relación.
control, dos personas se enamoran porque está «escrito en las estrellas». La creencia
en yuan es rara entre los occidentales y se asocia al amor lógico y al desinteresado
(Goodwin y Findlay, 1997).
Otra conceptualización muy importante acerca del amor, es el modelo triangular
del amor de Sternberg (1986, 1988a, 1988b), el cual se muestra en la Figura 8.13. Esta
formulación plantea que cualquier relación amorosa contiene tres componnetes
básicos que están presentes en varios grados en las diferentes parejas (Aron y Westbay, 1996). Uno de los componentes es la intimidad —la cercanía que sienten dos
personas y la fuerza de los vínculos afectivos que los unen—. La intimidad es en
esencia amor de compañeros. Las parejas con un alto nivel de intimidad se preocupan por el bienestar y la felicidad del otro, se valoran, se agradan, confían y se
entienden el uno al otro. El segundo componente, la pasión, se basa en el romance,
la atracción física y la sexualidad —en otras palabras, amor apasionado—. Los hombres son más dados a resaltar este componente que las mujeres (Fehr y Broughton,
2001). El tercer componente propone un nuevo elemento: decisión-compromiso que
representa factores cognitivos tales como la decisión de amar y de querer estar con
la otra persona, más el compromiso de mantener la relación. Las parejas reales experimentan de manera subjetiva estos tres componentes, como aspectos del amor que
se superponen parcialmente y que se relacionan entre sí, pero cualquier relación
Simpatía = Sólo Intimidad
(verdadera amistad sin
pasión ni compromiso
a largo plazo)
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Amor de compañero =
Intimidad + Compromiso
(amistad con un compromiso a largo
plazo, como un matrimonio donde
la pasión se ha desvanecido)
Amor romántico =
Intimidad + Pasión
(personas que se sienten
atraídas física y emocionalmente,
pero sin compromiso, como
en un romance de verano)
Amor consumado =
Intimidad + Pasión +
Compromiso
(amor completo
compuesto por los tres
componentes –un ideal
difícil de alcanzar)
Embelesamiento = Sólo Pasión
(amor a primera vista, apasionado
y obsesivo, sin intimidad
ni compromiso)
Amor fatuo = Pasión + Compromiso
(compromiso basado en la pasión pero
sin tiempo para el desarrollo de la
intimidad –relación superficial a modo
de un cortejo en torbellinoh)
Amor vacío =
Sólo Decisión-Compromiso
(decisión de amar a otro sin
intimidad ni pasión)
FIGURA 8.13
Modelo triangular del amor de Sternberg.
Sternberg propone un modelo triangular del amor con tres componentes básicos: intimidad, pasión y
decisión-compromiso. El amor puede basarse principalmente en uno de esos tres componentes, en una
combinación de dos de ellos, o en los tres. Como se muestra en la figura, estas diversas posibilidades
dan lugar a siete tipos de relaciones, con un ideal (amor consumado) que se compone de los tres
componentes básicos a partes iguales.
■
334
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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dada puede estar caracterizada principalmente por uno o dos de estos componentes —como se sugiere en la Figura 8.13—. Cuando las tres esquinas del triángulo
son igualmente fuertes y están equilibradas, el resultado es el amor consumado, que
se define como la forma ideal de amor, pero que es difícil de alcanzar.
Aunque los efectos del atractivo físico sobre la atracción están bien documentados
(véase Capítulo 7), su importancia en el amor y el romance ha sido de alguna forma
ignorada. En España, se les hicieron preguntas relacionadas con el atractivo físico,
enamorarse y cada componente del modelo de Sternberg, a casi dos mil individuos
que tenían entre 18 y 64 años de edad (Sangrador y Yela, 2000). Los hallazgos sugieren que la apariencia es un aspecto importante no sólo de la pasión, sino también
de la intimidad y de la decisión-compromiso, y que el atractivo es importante tanto
al inicio de la relación como en las últimas etapas, incluyendo el grado de satisfacción
con la relación. En palabras de estos psicólogos españoles, «lo que es bonito es
amado». Estos hallazgos son un poco perturbadores, pero los investigadores señalan que debemos por lo menos reconocer la influencia continua del atractivo físico
sobre las relaciones o intentar reducir esa influencia —o ambas cosas.
Ahora que hemos discutido las variadas formas de amor, puedes encontrar útil
tener en cuenta algunas de las cuestiones relacionadas con el amor que se plantean
en la sección ¡Ideas para llevar contigo y utilizar!
amor consumado: en el
modelo triangular del amor de
Sternberg, amor completo e
ideal que combina intimidad,
pasión y decisión-compromiso.
Sexualidad en las relaciones románticas
Las sanciones religiosas y legales en contra de las relaciones prematrimoniales tienen una larga historia en muchas culturas, pero durante el siglo XX
tuvieron lugar cambios profundos en las actitudes hacia el sexo y en el comportamiento sexual. Las actitudes hacia la sexualidad se tornaron cada vez más permisivas, y las interacciones sexuales se volvieron un componente común y
ampliamente aceptado de las relaciones románticas en gran parte del mundo.
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CAMBIOS EN LAS ACTITUDES Y EL COMPORTAMIENTO SEXUAL. Estudios realizados
antes y después de la Segunda Guerra Mundial proporcionan evidencia de un gran
cambio hacia la permisividad sexual, especialmente en Estados Unidos, Canadá,
Europa y Australia. A finales de los años cuarenta, incluso las tablas estadísticas
que resumían los hallazgos de Alfred Kinsey y sus colegas fueron denunciadas como
un ataque inaceptable contra los valores morales que mantienen unida a la sociedad (Jones, 1997). Veinte años después, los cambios en los puntos de vista acerca
de la sexualidad fueron tan profundos y generalizados que se caracterizaron como
la «revolución sexual» de los sesenta (véase Figura 8.14). Como un ejemplo de estos
cambios, en la primera mitad de ese siglo, el sexo oral se consideraba tanto una perversión psicológica (en muchos estados de Estados Unidos) como un acto criminal.
En los años setenta, la mayoría de los hombres y mujeres estadounidenses manifestaron que practicaban el sexo oral con frecuencia y que lo disfrutaban (Michael
et al., 1994). Más recientemente, quizás influidos por las palabras del Presidente
Clinton, los estudiantes universitarios ni siquiera definían esa actividad como
«hacer sexo» (Bogart et al., 2000).
Pese a que los años cincuenta se han descrito como la última década de inocencia
sexual de Estados Unidos, fue de hecho el momento en que el sexo prematrimonial se volvió una experiencia cada vez más común en las relaciones de pareja
(Coontz, 1992). En los años ochenta sólo el 17 por ciento de los estudiantes universitarios estadounidenses reportaron no haber tenido relaciones sexuales (Christopher y Cate, 1985). El promedio de edad de la primera relación sexual ha caído
desde los años setenta y ahora es de 17 años para las chicas y 16 para los chicos
(Stodghill, 1998). En los años noventa sólo el 5 por ciento de las mujeres y el 2 por
ciento de los hombres en Estados Unidos reportaron tener relaciones sexuales por
primera vez en su noche de bodas (Laumann et al., 1994; Michael et al., 1994).
Relaciones románticas, amor e intimidad física
335
FIGURA 8.14
Revolución sexual: los
tiempos cambiaron.
En Estados Unidos en los años
sesenta y setenta las protestas en
contra de la guerra de Vietnam,
los experimentos con drogas
ilegales, un nuevo tipo de música
y la causa de la libertad sexual,
se combinaron en una crítica
colectiva al estatus quo. La
liberación sexual se encuentra
entre los legados que han
permanecido de ese período;
como mínimo, las actitudes
sexuales cambiaron hacia una
mayor permisividad y tolerancia.
■
Una de las posibles explicaciones del cambio en las actitudes y la conducta sexual
se apoya en los mensajes dados por los medios de comunicación. En los programas
de TV más populares entre los adolescentes, hablar de sexo y de practicar sexo es
extremadamente común, y las relaciones sexuales aparecen o están fuertemente
implicadas en uno de cada ocho programas de televisión (Kunkel, Cope y Biely,
1999). Las telenovelas a menudo tienen líneas argumentales relacionadas con el
sexo, donde se presentan relaciones sexuales entre parejas que no están casadas, y
este tipo de contenidos se ha incrementado a lo largo del tiempo (Greenberg y
Woods, 1999). Las investigaciones indican que el contenido sexual de este tipo de
programas afecta las actitudes, expectativas y conducta sexual de los adolescentes
(Ward y Rivadeneyra, 1999).
Por supuesto, no hay una uniformidad perfecta en la sexualidad, las personas
difieren mucho en su conocimiento, actitudes y prácticas sexuales. Las actitudes
hacia las cuestiones sexuales varían desde extremadamente positivas y permisivas
—erotofilia— hasta extremadamente negativas y restrictivas —erotofobia— (Byrne,
1997; Fisher y Barak, 1991); en este sentido, los hombres tienden a ser más erotofílicos que las mujeres. Las diferencias conductuales son igualmente variadas. Por
ejemplo, Simpson y Gangestad (1991, 1992) describen un continuo disposicional
de sociosexualidad. En un extremo del continuo están las personas (predominantemente hombres) que expresan una orientación sociosexual ilimitada donde
los miembros del sexo opuesto son vistos simplemente como compañeros sexuales sin ninguna necesidad de cercanía, compromiso o vínculos emocionales. En el
otro extremo de esta dimensión están las personas (predominantemente mujeres)
que expresan orientación sociosexual restringida en la cual una relación sexual es
aceptable sólo cuando está acompañada de afecto y ternura. Tanto para los hombres como para las mujeres, un estilo de apego seguro está asociado con sociosexualidad restringida (Brennan y Shaver, 1995).
A pesar de que en la incidencia de la conducta sexual las diferencias de género
en esencia han desaparecido (Breakwell y Fife-Schaw, 1992; Weinberg, Lottes y Shaver, 1995), existen diferencias de género en las actitudes erotofílicas y en restrictividad sociosexual. Los hombres aún juegan un rol tradicional al ser los que inician
la actividad sexual (O’Sullivan y Byers, 1992). Los estudiantes universitarios de sexo
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336
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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masculino y de sexo femenino también difieren con respecto a cuánto tiempo consideran que deben conocer a una persona, antes de considerar aceptable el tener relaciones sexuales con esa persona. Como se muestra en la Figura 8.15, los hombres
están más dispuestos que las mujeres a tener relaciones sexuales con alguien a quien
conocen desde hace un día o menos, pero las mujeres prefieren conocer a alguien
por un período de tiempo más largo antes de intimar con esa persona (Buss y Schmitt, 1993). El sexo casual todavía es parte de la vida universitaria, y el término
conexión se aplica a un encuentro sexual breve entre dos personas que son extrañas o que se conocen desde hace poco. En un estudio, aproximadamente uno de cada
tres estudiantes reportaron haber experimentado una conexión, la mayoría de las
veces cuando estaban embriagados con una persona que adoptaba un estilo de amor
lúdico (Paul, McManus y Hayes, 2000).
¿HA TERMINADO LA REVOLUCIÓN SEXUAL? Aunque los «chicos flor» de finales de los
años sesenta y principios de los años setenta tenían grandes esperanzas de que el
mundo se tornara en un lugar mejor donde las personas escogieran «hacer el amor
y no la guerra», comenzaron a aparecer señales de advertencia de una reacción violenta al final de ese período. Parece que la sexualidad permisiva no era la solución
Después de un largo período de
tiempo de conocerse, la diferencia
entre los géneros desaparece
¿Tener relaciones sexuales? Sí = 7, No = 1
7
6
Los hombres están más dispuestos
que las mujeres a tener relaciones
sexuales después de un corto
período de tiempo de conocerse
6,1
6,3
5,8
6,0 6,0
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5,0
5
4,4
4
3,7
2,8
3
2,7
2
1
1,1
Una
hora
Mujeres
Hombres
1,2
Un
día
Un
mes
Seis
meses
Dos
años
Cinco
años
¿Desde cuándo conocías a la persona?
FIGURA 8.15
Después de qué período de tiempo es apropiado practicar sexo:
diferencias de género.
Se le preguntó a estudiantes universitarios, «¿si las condiciones fueran apropiadas, considerarías
tener relaciones sexuales con alguien que te parece deseable y a quien conoces desde hace una
hora?», «¿un día?» (y así sucesivamente, hasta llegar a cinco años). Los estudiantes respondieron en
una escala de siete puntos que iba de «definitivamente no» a «definitivamente sí». Los hombres
más que las mujeres decían que sí al sexo en todos los niveles de conocimiento mutuo hasta los
dos años, aunque tanto hombres como mujeres tendían a decir que sí a medida que el período
de tiempo aumentaba. En el punto de los cinco años, desaparecieron las diferencias de género.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE BUSS Y SCHMITT, 1993.]
■
Relaciones románticas, amor e intimidad física
337
universal para los problemas políticos o incluso para los problemas asociados con
el amor y las relaciones.
En primer lugar, muchas personas se dieron cuenta de que tener relaciones sexuales no era necesariamente una decisión personal. El sexo no era siempre una expresión agradable de la libertad tanto como un asunto de conformarse a la presión social
(véase Capítulo 9). Cualquiera que se abstuviera era probable que fuera caracterizado como mojigato, reprimido y aislado (DeLamater, 1981). Muchas mujeres reportaban que se sentían vulnerables, culpables y explotadas (Townsend, 1995; Weis,
1983).
Además de estas preocupaciones subjetivas, los años ochenta y noventa trajeron una mayor conciencia de dos consecuencias potenciales muy serias del sexo
indiscriminado. El sexo casual no era sólo diversión y juego, sino una actividad que
podía resultar en embarazos no deseados y/o enfermedades de transmisión sexual
o ETS (véase Figura 8.16).
Los embarazos no intencionados, no deseados y poco aconsejables hicieron
sonar la primera alarma. Una proporción sorprendentemente grande de los adolescentes y de los adultos jóvenes sexualmente activos no utilizaron anticonceptivos efectivos o los utilizaron de forma inconsistente, en parte debido a que
obtenerlos, usarlos e incluso hablar de anticonceptivos era visto como algo no
espontáneo y embarazoso (Buysse y Ickes, 1999; Byrne y Fisher, 1983). Además,
los hombres decían que proponer el uso de preservativos disminuía las posibilidades de que las mujeres aceptaran tener relaciones sexuales (Bryan, Aiken y
West, 1999). El alcohol y otras drogas también jugaron un papel, ya que reducían
el miedo a asumir riesgos (Murphy, Monahan y Miller, 1998). Incluso el atractivo
físico de la pareja influía; tanto hombres como mujeres decían que era menos probable que hablaran sobre los riesgos de tener relaciones sexuales sin protección
si la pareja era atractiva, y los hombres incluso percibían a las parejas atractivas
como de menor riesgo que las no atractivas (Agocha y Cooper, 1999). La combinación del sexo casual y la anticoncepción casual durante los años setenta dio
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FIGURA 8.16
Las oscuras consecuencias de la revolución sexual.
Se encontró que la mayor permisividad y libertad sexual tuvo consecuencias
negativas. La Era de Acuario comenzó a parecer menos brillante y
esperanzadora a la luz de la realidad de los embarazos no deseados y las
infecciones de VIH que probablemente se transformen en SIDA.
■
338
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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como resultado más de un millón de embarazos adolescentes cada año en Estados Unidos, datos similares se reportaron en muchos otros países también. Esta
epidemia de embarazos adolescentes se convirtió en una fuente de gran estrés,
tanto para los individuos directamente involucrados como para la sociedad en
general.
Las enfermedades transmitidas sexualmente constituyeron la segunda consecuencia negativa de la nueva libertad sexual. Las infecciones conocidas y tratables,
como la sífilis, la gonorrea, el herpes genital y la clamidia eran bastante serias. Sin
embargo, estas ETS pronto fueron seguidas por una enfermedad viral que aún no
tiene cura —la infección por el VIH (virus de inmunodeficiencia humana)—, la cual
puede transformarse en SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). El SIDA
es una enfermedad dolorosa y debilitante que es fatal. La evidencia médica indica
que la enfermedad primero se propagó de los simios a los humanos ya en el siglo XVII,
pero fue en los años ochenta que estalló repentinamente en la escena mundial como
una epidemia (Boyce, 2001). Al principio, la enfermedad parecía limitada a las «cuatro Hs» —homosexuales, haitianos, hemofílicos y heroinómanos— pero pronto se
supo que el riesgo era general (Boyce, 2001).
Las mujeres que tienen intimidad sexual sólo con un hombre no están a salvo
de adquirir estas enfermedades. Por ejemplo, en Estados Unidos, cerca de tres millones y medio de mujeres tienen el riesgo de contraer ETS debido a que asumen erróneamente que están en una relación monógama cuando, en realidad, sus parejas
están siendo infieles (Lowy, 1999).
La constatación de los problemas de los embarazos no deseados y de las enfermedades incurables no tuvo un efecto inmediato en las prácticas sexuales. Una
explicación para esto es que las personas jóvenes a menudo consideran que estas
amenazas no son relevantes a nivel personal. Entre ellos hay una tendencia general a creer que son invulnerables a las enfermedades y a los accidentes (Buzwell y
Rosenthal, 1995; Rosenthal y Shepherd, 1993). Yo (DB) ilustraré esto con un ejemplo no sexual. Recuerdo numerosos momentos en que los intercambios con cada
uno de mis cuatro hijos eran algo así: «no subas a esas rocas, te puedes caer». «No
me caí». «Pero podrías haberte caído». «No, no me caeré». Es muy reconfortante,
pero incorrecto, creer que esto no me ha pasado a mí, y que no me pasará, porque
no me puede pasar a mí. Desafortunadamente, puede y es posible que te pase. Como
discutimos en el Capítulo 4, es muy difícil provocar el cambio actitudinal y conductual, incluso en adultos.
Sin embargo, en su momento, la realidad de palabras como epidemia se hicieron difíciles de ignorar. Las campañas de servicio público impulsaron el cambio
(Middlestadt et al., 1995) al igual que el centrarse en el impacto de los embarazos
no deseados o de una enfermedad mortal sobre individuos específicos —tanto reales como ficticios—. En Estados Unidos, parece que ha pasado el punto más alto
en ambos aspectos y que están mejorando lentamente.
Por ejemplo, en Estados Unidos los partos de adolescentes han caído hasta un
punto bajo sin precedentes (Schmid, 2001), y el reporte de los Centros de Control
y Prevención de Enfermedades indica una disminución del 20 por ciento en los
embarazos adolescentes con respecto al punto más alto nunca igualado de 1991
(Bjerklie, 2001). Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados
Unidos, la disminución de embarazos más fuerte ha sido entre los adolescente afroamericanos con edades entre 15 y 17 años, con un descenso del 30 por ciento a lo
largo de la pasada década (Song, 2000). Este descenso en apariencia se debe no a una
disminución de la actividad sexual, sino a una contracepción más consistente y más
efectiva (Dickinson, 1999).
Con respecto a las infecciones por VIH y el SIDA, las noticias contienen algunos puntos positivos, pero las perspectivas de mejora son mucho menos
esperanzadoras. Hasta la fecha, el «microbio más mortífero del mundo» ha
matado a más de quince millones de personas, y cuarenta millones más tienen
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Relaciones románticas, amor e intimidad física
339
la infección viral que destruirá poco a poco su sistema inmune (Ho, 1999). Hay
nuevas drogas que ayudan a prolongar la vida y se presume que gracias a los cambios en las prácticas sexuales, la incidencia de las infecciones por VIH ha disminuido realmente en Australia, Nueva Zelanda y Europa occidental. Sin
embargo, hay un crecimiento explosivo de esta infección en el África Sub-Sahariana, Europa del Este, China, el Caribe y las islas del Pacífico (Altman, 1998b;
Fang, 2001; The spread of..., 1999). La tasa de crecimiento en Estados Unidos es
menor al 1 por ciento, pero esta cifra es al menos diez veces más alta entre los
pobres, los grupos minoritarios, los hombres gay y las chicas adolescentes entre
15 y 19 años de edad (A really scary..., 2001; Brown, 2001; Ho, 1999; Numbers,
2000; Okie, 2001).
P U N TO S C L AV E
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⡤
Una característica que define las relaciones románticas es algún grado de intimidad física,
desde un apretón de manos a las interacciones sexuales.
Tal como ocurre con la atracción y la amistad, la atracción romántica se ve influida por
factores como la proximidad física, la apariencia y la similitud.Además, el romance incluye
la atracción sexual, el deseo de total aceptación por la otra persona y un grado de fantasía basado en ilusiones positivas.
El amor implica múltiples posibilidades. Por ejemplo, el amor apasionado es una respuesta
emocional súbita e incontenible. Por el contrario, el amor de compañero es más similar
a una amistad cercana que incluye afecto, agrado mutuo y respeto.
Hendrick y Hendrick propusieron otros cuatro «estilos de amor», además del amor apasionado y de compañero, y Sternberg conceptualizó el amor en términos de un triángulo donde las tres esquinas representan el amor de compañero, el amor apasionado
y el de decisión-compromiso.
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Los cambios generalizados en las actitudes y prácticas sexuales se denominó como la
«revolución sexual» de los años sesenta y setenta. Un resultado que ha permanecido
es la mayor permisividad con respecto a todos los aspectos de la sexualidad. Una consecuencia es que las relaciones sexuales prematrimoniales se han convertido en la
norma.
Las consecuencias más dramáticas de esa recién encontrada libertad sexual fueron los
embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual como el VIH y el
SIDA. Los recientes cambios de actitudes y de conducta parece que están teniendo efectos positivos sobre los embarazos adolescentes, pero la epidemia del SIDA continúa
expandiéndose rápidamente en muchas partes del mundo, así como en segmentos específicos de la población de Estados Unidos.
Matrimonio: la relación
cercana por excelencia
QC
omo puede esperarse, todos los factores que se han discutido con
respecto a la atracción, la amistad, el romance, el amor y el sexo,
también son relevantes en la selección de una pareja para casarse
(por ejemplo, similitud, rasgos de personalidad e ilusiones). Igualmente, hay otros
aspectos que resultan relevantes, incluyendo retos como encargarse de las cuestiones económicas, de la paternidad y de las carreras profesionales, además de la
muy difícil tarea de mantener una relación a largo plazo.
340
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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Éxito y satisfacción matrimonial: similitud,
similitud asumida, personalidad y sexo
Dado el hecho de que la mayoría de la gente se casa y que la mitad
o más de estos matrimonios fallan, sería beneficioso para todos nosotros conocer
todo lo que sea posible sobre los factores que diferencian a las parejas exitosas de
las no exitosas (véase Figura 8.17). Algunos de los factores negativos se desarrollan
a lo largo del tiempo como respuesta a las tensiones de una relación a largo plazo,
los cuales discutiremos brevemente. Sin embargo, otros factores predictivos están
presentes desde el principio y pueden servir como señales de alerta.
SIMILITUD Y SIMILITUD ASUMIDA. Como era de esperar, un siglo de investigaciones
han indicado consistentemente que los cónyuges son similares en sus actitudes,
valores, intereses y otros atributos (Pearson y Lee, 1903; Terman y Buttenwieser,
1935a; 1935b; Smith et al., 1993). Además, un estudio longitudinal de parejas hecho
desde el momento en que se comprometieron para casarse, hasta que tenían veinte
años de matrimonio, indica que el grado de similitud cambia muy poco a través del
tiempo (Caspi, Herbener y Ozer, 1992). En otras palabras, las personas similares se
casan y esta similitud ni aumenta ni disminuye a medida que pasan los años. Una
pareja que contemple la posibilidad de casarse, debería ver más allá del atractivo
físico y del sexo, y prestar mucha atención a sus similitudes y disimilitudes, ya que
una mayor similitud está asociada con una relación positiva (Acitelli, Kenny y Weiner, 2001; Nemechek y Olson, 1999).
No sólo las personas similares se casan, sino que una relación positiva también
se caracteriza por una similitud asumida. Los cónyuges tienden a asumir una similitud mayor de la que realmente poseen (Byrne y Blaylock, 1963; Schul y Vinokur,
2000), y la satisfacción matrimonial se relaciona de forma positiva tanto con la similitud como con la similitud asumida.
¿En otros tipos de relaciones, la similitud y la similitud asumida son igualmente
fuertes? Watson, Hubbard y Wiese (2000) respondieron esta pregunta comparando
parejas casadas, parejas que salían juntas y pares de amigos en las Cinco Grandes Dimensiones de Personalidad y en medidas de afecto positivo y negativo. Las
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similitud asumida: grado en el
cual dos personas creen que son
similares en ciertos aspectos, en
contraposición al grado en que
son similares realmente.
FIGURA 8.17
Predecir si vivirán
o no felices para siempre.
Más de la mitad de los
matrimonios fallan, y a menudo
los problemas se desarrollan
lentamente a lo largo del tiempo
como resultado de eventos que
cambian la relación. Sin
embargo, hasta cierto punto,
factores presentes en el
comienzo mismo del
matrimonio predicen el éxito
versus el fracaso.
■
Matrimonio: la relación cercana por excelencia
341
parejas de individuos en cada tipo de relación resultaron más similares que el azar,
pero los cónyuges resultaron más similares que las parejas que salían juntas o que
los amigos. Sin embargo, la similitud asumida resultó más alta en las parejas que
salían juntas, quizás reflejando las ilusiones románticas que discutimos anteriormente. Los amigos y los cónyuges resultaron un poco más realistas. El hecho de que
las parejas casadas mostraran más similitud real y menos similitud asumida que
las parejas que salían juntas, sugiere que muchas parejas están tomando decisiones relativamente acertadas y realistas antes de tomar la decisión de casarse. Es
igualmente cierto que dos personas que están comprometidas con una relación, tienden a cambiar sus actitudes para lograr una mayor similitud (Davis y Rusbult, 2001).
Hace pocas décadas, algunas mujeres casadas comenzaron a conservar sus propios
apellidos o a utilizar apellidos compuestos por el suyo y el de su esposo (Helms, 2001).
Debido a que esta ruptura con la tradición coincidió con el aumento de la tasa de
divorcio, algunos sugirieron que podía haber una relación causal. De hecho, el éxito
matrimonial no se ve afectado por si la mujer usa su propio apellido, el de su esposo
o una combinación de ambos unida por un guión (Kline, Stafford y Miklosovic, 1996).
FACTORES DE PERSONALIDAD. La similitud no lo es todo, también se ha encontrado
que algunos rasgos de personalidad están relacionados con el éxito matrimonial.
En otras palabras, algunas personas tienen más probabilidades que otras de tener
relaciones positivas.
En algunos casos, las necesidades particulares de una persona dada pueden satisfacerse mejor no por un cónyuge similar, sino por uno que sea capaz de satisfacer
esas necesidades. A manera de ejemplo extremo, consideremos el narcisismo, un
rasgo de personalidad que va más allá de una alta autoestima. El narcisista extremo
se siente superior a la mayoría de las personas, busca admiración, es sensible a la
crítica, carece de empatía hacia los demás y es explotador (American Psychiatric
Association, 1994). Este tipo de personas no parece ser una muy buena opción para
casarse, debido a que lo que ellos buscan en una pareja ideal es alguien que sea altamente positivo y que los admire, en lugar de alguien similar a sí mismos o alguien
que les ofrezca intimidad emocional (Campbell, 1999). En efecto, el narcisista desea
elogios, no otro narcisista ni una sensación de cercanía.
Las características de personalidad asociadas con la conducta interpersonal y los
estilos de apego también parecen ser cruciales. Por ejemplo, los individuos con
modelos negativos de sí mismos (estilos preocupado y temeroso-evitador), se
encuentran a sí mismos en relaciones menos satisfactorias que aquellos con modelos positivos de sí mismos (seguro y rechazador), porque subestiman cuánto los
quiere su pareja (Murray et al., 2001). En este sentido, la inseguridad lleva a una percepción errónea, y esta percepción errónea a una evaluación menos positiva de la
pareja y de la relación, y a menos optimismo acerca del futuro. A lo largo del tiempo,
la vulnerabilidad de las personas con baja autoestima empeora en lugar de mejorar (Murray, Holmes y Griffin, 2000).
Se ha encontrado que otras características de personalidad, como la ansiedad, el
afecto negativo y el neuroticismo (medidos cuando los cónyuges estaban recién casados) están asociadas con la negatividad interpersonal en el matrimonio y a la subsiguiente insatisfacción de la pareja en varios momentos de la relación (Huston et
al., 2001) (véase Figura 8.18). Los datos indican que las características negativas presentes cuando el matrimonio comienza predicen la satisfacción matrimonial a lo
largo de los siguientes trece años de matrimonio (Caughlin, Huston y Houts, 2000).
Esas investigaciones longitudinales sugieren que a lo largo del tiempo esa afectividad negativa provoca desilusión, a medida que el amor se debilita, el afecto manifiesto disminuye y la ambivalencia aumenta. En consistencia con estos hallazgos, las
personas son más felices con una relación donde la pareja tienda a no expresar emociones negativas como miedo, ansiedad y rabia (Robins, Caspi y Moffitt, 2000).
Cuando un miembro de la pareja se comporta mal (por ejemplo, siendo desconsiderado
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narcisismo: rasgo de
personalidad en el cual el
individuo va más allá de una alta
autoestima, y además se siente
superior a la mayoría de la
gente, busca admiración, es
sensible a la crítica, le falta
empatía hacia los demás y es
explotador.
342
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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Inicio del matrimonio
Durante el matrimonio
Final del matrimonio
A menudo uno o los dos
miembros de la pareja
expresan ansiedad, afecto
negativo y tendencias
neuróticas
Afecto negativo
en las interacciones
matrimoniales
Insatisfacción
matrimonial
FIGURA 8.18
Afectividad negativa e insatisfacción matrimonial.
Algunos factores presentes en el momento de la boda predicen interacciones negativas
posteriores e insatisfacción matrimonial. Por ejemplo, cuando uno o ambos cónyuges tienen
una disposición a mostrar comportamientos que indican ansiedad, afecto negativo y conducta
neurótica, esto da como resultado repetidas interacciones matrimoniales negativas. A lo largo
del tiempo, el afecto negativo continuado conduce a la insatisfacción con el matrimonio.
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE CAUGHLIN, HUSTON Y HOUTS, 2000;
HUSTON ET AL., 2001.]
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o gritándole al otro), la reacción más común es criticar la falta de consideración o gritarle también. Sin embargo, por el bienestar de la relación, es mejor resistir el impulso
de responder destructivamente. Este tipo de ajuste requiere mucho autocontrol, más
del que algunos de nosotros podemos mostrar (Finkel y Campbell, 2001). Como señalamos en el Capítulo 7, las evaluaciones interpersonales positivas de otra persona se
basan en las emociones positivas asociadas con esa persona. Parece que un cónyuge
negativo puede crear fácilmente una relación negativa.
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SEXO MATRIMONIAL. Las interacciones sexuales se tornan menos frecuentes a través del tiempo, y el descenso más rápido ocurre los primeros cuatro años de matrimonio, tal como revelan encuestas realizadas a parejas casadas (Udry, 1980). Aun
así, el 41 por ciento de las parejas casadas practica sexo dos veces a la semana o más
a menudo, mientras que sólo el 23 por ciento de las personas solteras practica sexo
con esa frecuencia.
Las parejas más activas sexualmente son aquellas que viven juntas pero no están
casadas (cohabitan) —56 por ciento tiene sexo al menos dos veces a la semana (Laumann et al., 1994; Michael, et al., 1994)—. De acuerdo con el último censo realizado en Estados Unidos, el número de parejas que cohabitan casi se ha duplicado
—de 3,1 millones de parejas que había durante los años noventa, a las 5,5 millones
que había en el año 2000— (Schmitt, E., 2001). Debido a que este patrón es cada vez
más común, es razonable preguntarse si la experiencia de vivir juntos tiene algún
efecto sobre los matrimonios tardíos. Las investigaciones indican que las experiencias sexuales prematrimoniales tienen poco o ningún efecto en las relaciones
posteriores, a pesar de las esperanzas de algunos de que vivir juntos como pareja conducirá a unas expectativas más realistas acerca del matrimonio, y a los miedos de
otros de que tal conducta destruirá a la familia. En otras palabras, las relaciones prematrimoniales, incluyendo la cohabitación, no tienen efecto ni sobre la probabilidad del matrimonio, ni sobre la satisfacción matrimonial, ni sobre el éxito o
fracaso del matrimonio (Cunningham y Antill, 1994; Markman, 1981).
Amor matrimonial, carreras profesionales, paternidad
y composición cambiante de las familias
La realidad del matrimonio implica mucho más que enamorarse,
tener una ceremonia de boda y luego ser felices para siempre. Después de la luna
Matrimonio: la relación cercana por excelencia
343
de miel, la pareja debe convivir diariamente y encontrar las maneras de enfrentarse
a multitud de desafíos, tales como decidir cómo compartir las tareas domésticas,
manejar los altos y bajos de la vida diaria y satisfacer las exigencias de un trabajo
fuera de casa (o trabajos). Además, las preocupaciones económicas (Conger, Rueter y Elder, 1999), las tensiones de la paternidad (Kurdek, 1999), y la composición
no tradicional de la familia pueden añadir complicaciones inesperadas. ¿Qué sabemos acerca de los efectos de dichos factores sobre la satisfacción matrimonial? Un
estudio longitudinal de más de quinientas parejas sugiere que la calidad de su relación comenzó a disminuir poco después de decir «sí quiero» (Kurdek, 1999). Basándote en estos datos, podrías preguntarte «¿vale la pena casarse?».
¿ESTAR CASADO ES MEJOR QUE ESTAR SOLTERO? Muchas más personas que nunca
antes se están quedando solteras, pero aun así las personas solteras sólo representan
cerca del 10 por ciento de la población, según lo indican los datos del censo de Estados Unidos (Edwards, 2000; Households, 2001). La abrumadora mayoría de los adultos quiere casarse, y de hecho se casa —las mujeres a los 25 años y los hombres a
los 27 años— (Frazier et al., 1996; People, 2001).
Las personas casadas, en comparación con las solteras, reportan sistemáticamente que son más felices y más saludables (Steinhauer, 1995). En Noruega, las personas casadas, en comparación con las solteras, reportan una mayor sensación de
bienestar y tienen una tasa de suicidio más baja —al menos hasta que tienen cerca
de cuarenta años, después de eso, las ventajas de estar casados comienzan a desaparecer (Mastekaasa, 1995).
AMOR Y MATRIMONIO. Usualmente, el amor apasionado decrece a medida que
aumentan los años de matrimonio (Tucker y Aron, 1993). Las mujeres que continúan sintiendo ese tipo de amor hacia sus esposos, expresan mayor satisfacción con
sus matrimonios que las mujeres que no lo sienten; por el contrario, la satisfacción
matrimonial de los hombres no se relaciona con el amor apasionado (Aron y Henkemeyer, 1995). Tanto para los hombres como para las mujeres, la satisfacción se
relaciona con conductas que indican amor de compañeros —compartir actividades,
intercambiar ideas, reír juntos y trabajar en proyectos juntos—. En general, el amor
de compañeros parece ser el ingrediente clave en un matrimonio feliz, pero las mujeres son aún más felices si continúan sintiendo la chispa del amor apasionado.
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TRABAJAR DENTRO Y FUERA DE CASA. Como se discutió en el Capítulo 5, los esposos se encargan del 71 por ciento de las reparaciones domésticas, y las mujeres del
70 por ciento de la limpieza de la casa y de cocinar el 75 por ciento de las veces,
incluso teniendo carreras profesionales activas (Yu, 1996).
La injusticia percibida en la división de las tareas domésticas está asociada con
los conflictos matrimoniales y la insatisfacción (Grote y Clark, 2001). De hecho, comparado con las parejas heterosexuales y gay, sólo las parejas lesbianas parecen capaces de compartir las tareas del hogar de una manera equitativa y justa (Kurdek, 1993).
Cualquier individuo casado que esté empleado se enfrenta al conflicto potencial
entre la motivación de rendir bien en su trabajo y la motivación de participar en las
actividades familiares (Senecal, Vallerand y Guay, 2001). Estas dos motivaciones pueden llevar fácilmente al conflicto, la alienación, y eventualmente, al agotamiento
emocional. Los conflictos entre el trabajo y la familia afectan tanto a hombres como
mujeres y pueden llevar a la insatisfacción con su trabajo e incluso con su propia vida
(Perrewe y Hochwarter, 2001). Si ambos esposos trabajan fuera de casa, la posibilidad
de conflicto es aún mayor. El reto más grande para dos esposos que trabajan es descubrir la mejor manera de ajustar las exigencias de una familia con dos carreras profesionales (Gilbert, 1993), ante lo cual parece no haber respuestas sencillas.
A veces se asume que la vida sexual de una pareja sufre si el trabajo fuera de casa
es demasiado demandante, especialmente si es la esposa la que está empleada fuera
344
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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de casa. Sin embargo, encuestas realizadas a más de 1.700 personas casadas indicaron que el trabajo, ya fuera a tiempo completo o a tiempo parcial, no tiene efecto
en el funcionamiento sexual de los participantes (Hyde, DeLamater y Durik, 2001).
PATERNIDAD. Los mamíferos, desde hace aproximadamente 240 millones de años,
se caracterizan por alguna forma de cuidado y apego hacia la propia descendencia,
incluso en el caso de reptiles similares a los mamíferos. Bell (2001) sugiere que la evolución ha dado lugar a bases neurobiológicas para la atracción emocional de los padres
hacia sus hijos, la cual va más allá de la lógica u otras consideraciones cognitivas.
A pesar de estas presiones biológicas que incitan a tener descendencia, convertirse en padre puede interferir con la sexualidad matrimonial y también crear
una variedad de otros problemas en la relación (Alexander y Higgins, 1993; Hackel y Ruble, 1992). La paternidad a menudo se encuentra asociada con una disminución en la satisfacción matrimonial, pero este efecto negativo es menor si la
pareja tiene una relación fuerte y con compañerismo (Shapiro y Gottman, 2000).
Se ha encontrado, no sorprendentemente, que los hombres y mujeres con estilos
de apego adultos y seguros son los más capaces de enfrentarse a las tensiones creadas por la transición a la paternidad (Alexander et al., 2001), y las mujeres seguras expresan los sentimientos más positivos acerca de la maternidad (Berant,
Mikulincer y Florian, 2001).
A pesar de los problemas que los hijos traen al matrimonio, los padres reportan
sistemáticamente que están muy contentos de tener hijos (Feldman y Nash, 1984).
Es posible, por supuesto, que esté operando una reducción de la disonancia: si tú tienes descendencia, puedes tender a convencerte a ti mismo de que la paternidad vale
la pena. A medida que el número de hijos aumenta, las mujeres reportan menos satisfacción con el matrimonio, y los hombres reportan más (Grote, Frieze y Stone, 1996).
Una razón para esta diferencia de género es que las mujeres emplean más tiempo cuidando del hijo o hijos (Bjorklund y Shackelford, 1999). Con el aumento del número
de familias de dos carreras profesionales, los padres (especialmente las madres)
emplean un promedio de veintidós horas menos cada semana con sus hijos que las
que empleaban en 1969 (160 horas en esa época versus 137 ahora), y gran parte de
este cambio se debe a que ahora las mujeres trabajan fuera de casa (Levy, 1999b).
El problema de la participación no equitativa hombre-mujer en la crianza de los
hijos disminuye cuando las parejas se esfuerzan activamente en compartir la paternidad sobre bases igualitarias (Deutsch, 2001). Compartir se torna más difícil a
medida que el número de hijos aumenta, es decir, que otra solución al problema es
tener menos hijos. Por una variedad de razones, la tendencia hacia familias más
pequeñas ha sido la norma por algún tiempo. De acuerdo con los datos del censo
de Estados Unidos, una de cada tres parejas norteamericanas que están comenzando
sus familias ahora planean tener sólo un hijo (Levy, 1999a). Extrapolando, se espera
que la norma futura sean familias de un solo hijo.
A pesar de los problemas, la mayor parte de las personas dicen que desean tener
hijos, y se asume que los hombres y mujeres que permanecen sin hijos son relativamente menos cálidos, afectuosos y cuidadosos que aquellos que se convierten
en padres (LaMastro, 2001). Parece que la paternidad es una meta deseada y que la
ausencia de hijos se atribuye a defectos personales.
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CAMBIOS EN LA COMPOSICIÓN DE LA FAMILIA. Cuando hablamos del matrimonio,
la paternidad y las familias, muchos de nosotros tenemos una imagen idealizada de
un hogar tradicional, como la que se muestra en los programas de TV Leave It to Beaver y Ozzie and Harriet. Sin embargo, hoy en día las familias toman muchas formas.
¿«Casado con hijos» es la norma en Estados Unidos? La respuesta es no y no ha
sido la norma por varias décadas. Al inicio de los años setenta, sólo el 45 por ciento
de las familias estadounidenses estaban formadas por una pareja casada y sus hijos,
y esa figura ha caído hasta el 23 por ciento hacia finales del siglo (Irvine, 1999;
Matrimonio: la relación cercana por excelencia
345
Schmitt, E., 2001). Si comparamos los resultados de los censos realizados en Estados Unidos en los años 1990 y 2000, observamos que la figura que más aumentó
fue la de las familias de madres solteras, las cuales crecieron cinco veces más rápido
en los años noventa que las familias de parejas casadas (Schmitt, 2001).
Además de las familias de un solo padre, también aumentaron el número de
segundas nupcias donde la esposa, el esposo o los dos, tienen hijos de un matrimonio
anterior; el número de parejas que cohabitan y se convierten en padres; y el número
de parejas de gays o de lesbianas que tienen hijos (ya sean adoptados o hijos de uno
de los miembros de la pareja) (McLaughlin, 2001a; Stacy y Biblarz, 2001). No conocemos todavía las posibles ramificaciones que estos nuevos modelos de familia tendrán para los padres o para sus hijos.
Problemas en las relaciones, reacciones a los problemas
y efectos del fracaso en la relación
Las personas generalmente llegan al matrimonio con grandes esperanzas y tienden a ser muy optimistas con respecto a sus posibilidades de éxito
matrimonial, sin embargo, más de la mitad de los matrimonios en Estados Unidos
terminan en divorcio, y las personas solteras y aquellos que llevan casados más de
diez años estiman para sí mismos sólo un 10 u 11 por ciento de probabilidades de
un futuro divorcio. De hecho, se calcula que las personas que se casan actualmente,
tendrán una tasa de divorcios de cerca del 64 por ciento (Fowers et al., 2001). Este
problema no se da sólo en Estados Unidos; por ejemplo, la tasa de divorcio de Japón
subió al 55 por ciento entre 1990 y el 2000 (Bright, 2000).
El optimismo que sienten la mayoría de las parejas casadas es fácil de explicar;
nuestra discusión previa acerca del amor y el romance describe la forma como las
fantasías y las ilusiones positivas tienen una gran influencia sobre nuestras ideas.
Un asunto más curioso es por qué la mayoría de las parejas fracasan en sus matrimonios, sin importar lo optimistas que puedan ser.
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PROBLEMAS ENTRE CÓNYUGES. ¿Qué hace que una relación romántica amorosa se
transforme en una relación caracterizada por infelicidad, insatisfacción y, a menudo,
odio? Un problema es la necesidad de entender la realidad de una relación, es decir,
ningún cónyuge es perfecto (incluyéndonos a nosotros mismos). Sin importar lo
ideal que nos haya parecido la otra persona, eventualmente nos damos cuenta que
tiene cualidades tanto negativas como positivas. Por ejemplo, el descubrimiento
de que la similitud real entre los cónyuges es menor que la similitud asumida puede
ser decepcionante (Sillars et al., 1994). Además, las características personales negativas se hacen menos tolerables a lo largo del tiempo, incluso características que
en un primer momento parecían bonitas y «diferentes» pueden transformarse en
irritantes y desagradables (Felmlee, 1995; Pines, 1997). La investigación de Felmlee (1998) parece indicar que si en un principio te sientes atraído por alguien porque esa persona es muy diferente a ti o incluso única, hay muchas posibilidades de
que eventualmente sufras un desencanto.
Algunos problemas matrimoniales son universales, ya que estar en cualquier
clase de relación cercana implica un grado de compromiso. Si vives solo, puedes
hacer las cosas a tu manera, pero si dos personas viven juntas, éstas deben decidir
en conjunto qué comerán en la cena, quién lo preparará y cuándo se servirá. Además, deberán tomar decisiones similares con respecto a si verán TV y qué programa
verán; si lavarán los platos o los dejarán para el día siguiente; a qué temperatura colocarán la calefacción, o si practicarán sexo ahora mismo o en otro momento, junto
con cientos de otras decisiones de mayor o menor importancia. Existe un conflicto
inevitable entre el deseo de independencia y la necesidad de cercanía, de ahí la
importancia de considerar las necesidades de los dos miembros de la pareja (Baxter, 1990). Como consecuencia, el 98,8 por ciento de las personas casadas reportan
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CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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tener desacuerdos, y la mayoría indica que los conflictos surgen una vez al mes o
más a menudo (McGonagle, Kessler y Schilling, 1992).
Es posible conceptualizar muchas de las interacciones que se dan en un matrimonio en términos de costes y beneficios. Se supone que a mayor número de beneficios con respecto al número de costes, mayor calidad de la relación. Clark y Grote
(1998) identificaron varios tipos de costes y beneficios, algunos de los cuales son
intencionalmente positivos o negativos, y otros son no intencionales. Otros costes implican decisiones voluntarias de tomar parte en conductas difíciles o indeseables con el fin de satisfacer las necesidades del otro miembro de la pareja. Estos
últimos actos constituyen una conducta comunal —un «coste» para un individuo
que en realidad beneficia a su pareja y a la relación—. En la Figura 8.19 se muestran ejemplos de los varios tipos de costes y beneficios.
conducta comunal: actos
benevolentes en una relación,
que le «cuestan» a quien los
realiza, y benefician al otro
miembro de la pareja y a la
relación en sí misma.
Factores que mejoran una relación
Factores que dañan una relación
Beneficios intencionales
Mi esposa me dijo que me amaba.
Mi esposo me felicitó por mi
elección de ropa.
Mi esposa me escucha
atentamente cuando le hablo
de un problema que tengo.
Costes intencionales
Mi esposo criticó a un familiar que
me agrada mucho.
Mi esposa corrigió mi gramática
delante de otras personas.
Mi esposo le dijo a otra persona
algo que yo le había dicho en
privado y no quería que repitiera.
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Beneficios no intencionales
Uno de los familiares de mi esposo
me dio un bonito regalo.
Me siento orgulloso de los
logros de mi esposa.
Mi suegra me felicitó.
Satisfacción con el
nivel de la relación
matrimonial
Costes no intencionales
Mi esposa me pasó el resfriado.
Mi esposo no me deja dormir por
la noche porque ronca.
Me avergonzó la manera como mi
esposa habló en un evento social.
Conducta comunal
Acudí a socorrerla cuando mi esposa
tuvo problemas con el coche.
Asistí a un acto aburrido asociado
con el trabajo de mi esposo, para
ayudarlo a obtener un ascenso.
Escuché atentamente algo de lo
que mi esposa quería hablar,
aunque ese tema no me interesaba.
FIGURA 8.19
Costes y beneficios de una relación matrimonial.
El éxito o fracaso de una relación puede conceptualizarse como el resultado de los costes y beneficios
involucrados. En esta figura se muestran algunos costes y beneficios representativos, intencionales y no
intencionales. Además, se muestra la conducta comunal, que representa un «coste» para aquel que ejecuta
la conducta pero un beneficio para la pareja y para la relación en sí misma. La satisfacción matrimonial
depende del número relativo de costes y beneficios que los cónyuges experimentan en el matrimonio.
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE CLARK Y GROTE, 1998.]
■
Matrimonio: la relación cercana por excelencia
347
Además de las disimilitudes y los desacuerdos, los costes y los beneficios, hay
otros desafíos que son inevitables. Ya discutimos los conflictos entre el lugar de trabajo y el hogar y las tensiones de la paternidad, pero además, las personas pueden
enfermarse, tener accidentes, perder sus trabajos, desarrollar desórdenes emocionales o físicos crónicos, sentir celos (Buss et al., 1992; Buunk, 1995; Dijkstra y
Buunk, 1998; Dreznick, 2001; Knobloch, Solomon y Cruz, 2001; Nannini y Meyers,
2000), o tener aventuras extramatrimoniales (Christian-Herman, O’Leary y AveryLeaf, 2001; Dreznick, 2001; Schmitt y Buss, 2001), y así sucesivamente.
Cuando uno de los cónyuges requiere cuidados, los estilos de apego adquieren
particular importancia. Los individuos inseguros tienen dificultades para buscar
ayuda para sí mismos y para dar apoyo efectivo a una pareja necesitada (Collins y
Feeney, 2000; Feeney y Hohaus, 2001). La clave del éxito y el fracaso matrimonial
no es la habilidad de evitar este tipo de dificultades, sino la habilidad de enfrentarse
a los problemas y de tratarse el uno al otro de una manera satisfactoria, tal como
veremos a continuación.
REACCIÓN A LOS PROBLEMAS MATRIMONIALES. Cuando hay discusiones o desacuerdos, no es útil centrarse en ganar o perder, o en tener la razón versus estar equivocado, tal como se indica en la Figura 8.20. Los desacuerdos matrimoniales no son
un deporte en el cual necesitas conseguir puntos, y tratar de ganar no es útil. Los
hombres son más propensos que las mujeres a sencillamente evitar hablar sobre un
conflicto, solución que tampoco resulta satisfactoria (Bodenmann et al., 1998;
Oggins, Veroff y Leber, 1993). Es probable que la respuesta al conflicto, más común
pero menos adaptativa, del miembro de la pareja que está en desacuerdo, sea arremeter con palabras y actos hostiles, los cuales sólo provocan respuestas aún más
negativas y destructivas.
¿Cuáles son las alternativas ante la insistencia por estar en lo correcto y por ganar
la discusión, pretender que el conflicto no existe, o atacarse el uno al otro de una
manera insultante y destructiva? Las personas necesitan hacer una pausa y considerar las consecuencias a largo plazo de estas acciones para la relación, ya que esta
consideración tiende a estimular una respuesta constructiva (Yovetich y Rusbult,
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FIGURA 8.20
«Yo tengo la razón y tú
estás equivocado»:
un enfoque que no es útil.
Cuando surgen conflictos y
desacuerdos en una relación,
demasiado a menudo se
transforman en una
competición donde el centro
de la interacción es ganar o
perder, o tener la razón versus
estar equivocado. Hay maneras
mucho más constructivas de
enfrentarse a los problemas.
[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW
YORKER 2000 DAVID SIPRESS DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
D E R E CHO S R E SE R VAD O S.]
■
348
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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1994). Es útil si cada individuo logra resistir la intención de echar abajo la autoevaluación positiva de la otra persona (Mendolia, Beach y Tesser, 1996). Es importante ser capaz de disentir y de enfrentarse a los problemas de una manera
satisfactoria (Graziano, Jensen-Campbell y Hair, 1996), de mostrar empatía (Arriaga
y Rusbult, 1998), y de evitar la hostilidad y el estar a la defensiva (Newton et al.,
1995; Thompson, Whiffen y Blain, 1995). Como puedes suponer, cuanto más seguro
sea el estilo de apego de una persona, mayores posibilidades de un matrimonio comprometido y satisfactorio (Radecki-Bush, Farrell y Bush, 1993). Por la razón que sea,
las parejas de gays y de lesbianas expresan menos hostilidad cuando discuten y
muestran más capacidad para tranquilizarse después (McLaughlin, 2001b).
Podemos resumir de una manera sencilla y más integral estas variadas formas
de interactuar en pareja. Todo aquello que se diga o haga que dé lugar a afecto negativo es malo para una relación, y todo aquello que se diga o haga que dé lugar a
afecto positivo es bueno para una relación (Levenson, Carstensen y Gottman, 1994).
Por ejemplo, un estudio de parejas que cohabitaban reveló que la satisfacción era
mayor si las dos personas experimentaban intimidad con frecuencia, es decir, entablaban interacciones agradables, revelaban sus emociones y otras informaciones
privadas acerca de sí mismos, expresaban sentimientos positivos, y se sentían comprendidos por su pareja (Lippert y Prager, 2001).
De igual manera, una relación a largo plazo puede tornarse aburrida (afecto negativo) porque las personas se perciben a sí mismas como esclavos de la rutina,
haciendo las mismas cosas una y otra vez (Byrne y Murnen, 1988). Sin embargo,
cuando las parejas participan juntas en actividades nuevas y estimulantes (afecto
positivo), la calidad percibida de la relación mejora (Aron et al., 2000).
Las parejas insatisfechas revelan una conducta verbal y no verbal más negativa
que las parejas satisfechas, tal como puede verse en vídeos de las interacciones entre
miembros de ambos tipos de parejas (Halford y Sanders, 1990). La relación se torna
menos y menos satisfactoria, tanto para parejas heterosexuales como homosexuales,
a medida que aumenta la cantidad de afecto negativo y disminuye la cantidad de
afecto positivo (Kurdek, 1996, 1997). Las parejas mayores que han permanecido casadas expresan más afecto positivo que las parejas jóvenes o de mediana edad, quizás porque han descubierto el secreto de las relaciones exitosas (Levenson,
Carstensen y Gottman, 1994).
Jeff Herring, terapeuta matrimonial y de familia, ofrece diez consejos para fortalecer el matrimonio (Herring, 2001), y estas sugerencias (véase Tabla 8.3) refuerzan mucho de lo que se ha discutido hasta ahora.
A pesar de que muchas de las investigaciones sobre el matrimonio (y gran parte
de lo expresado en este capítulo) se centra en problemas, recordemos que casi la mitad
de los matrimonios tienen éxito, como se ilustra en la Figura 8.21. Un matrimonio
exitoso parece enfatizar en la amistad, el compromiso, la confianza, el apoyo social,
la similitud y una firme determinación de crear afecto positivo (Adams y Jones, 1997;
Cobb, Davila y Bradbury, 2001; Lauer y Lauer, 1985; Wieselquist et al., 1999).
Si bien pueden conseguirse matrimonios exitosos, los que fracasan son demasiado comunes, y ahora echaremos un vistazo a las consecuencias desagradables
de la disolución de una relación.
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FRACASO DE LA RELACIÓN: LOS EFECTOS DE LA DISOLUCIÓN. En el caso de dos amigos es posible que sencillamente se vayan separando poco a poco, pero es mucho
más probable que una pareja en una relación tan íntima como el matrimonio sienta
dolor y rabia cuando la relación falla (Fischman, 1986). En el caso de amantes y cónyuges el fin de la relación es más difícil que el fin de una amistad, en parte porque
han invertido un tiempo considerable uno en el otro, han participado en muchas
actividades mutuamente gratificantes y han expresado un compromiso duradero
con la relación (Simpson, 1987), sienten que todas esas experiencias fueron una pérdida de tiempo y, por supuesto, que la otra persona es la culpable de todo.
Matrimonio: la relación cercana por excelencia
349
FIGURA 8.21
Los matrimonios pueden
tener éxito.
Aunque a menudo se enfatiza en
el fracaso matrimonial y en el
hecho de que más de la mitad
de los matrimonios terminan en
divorcio, también es cierto que
los matrimonios pueden tener
éxito y que casi la mitad de los
matrimonios duran toda una
vida. Entre los ingredientes clave
están el énfasis en la amistad, el
compromiso, la similitud y en la
expresión y creación de afecto
positivo.
■
George y Barbara Bush
Jimmy y Rosalynn Carter
En algún sentido, un cónyuge del que te has divorciado es equivalente a un cónyuge fallecido. En caso de muerte, el miembro que sobrevive puede estar molesto
con su pareja por haber muerto (dando lugar a un duelo crónico) o sentirse orgulloso
del fallecido y de sí mismo (dando lugar a un mejor funcionamiento a través del
tiempo) (Bonanno, Mihalecz y LeJeune, 1999). En caso de divorcio, es más probable sentir rabia que orgullo, emoción que dificulta que el funcionamiento mejore.
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TA B L A 8 . 3 I
Diez consejos para fortalecer el matrimonio. Jeff Herring, terapeuta matrimonial y de
familia, proporciona estas sugerencias como una manera de mantener una relación matrimonial
feliz. Puedes notar que estos consejos surgidos de la práctica clínica son muy consistentes con
los hallazgos de las investigaciones discutidas en este capítulo.
1. Puedes tener la razón o ser feliz, no las dos cosas. Escoge sabiamente.
2. Aprende el sutil arte de la cooperación.
3. Habla acerca de las cosas importantes.
4. Perdona tanto o más de lo que quisieras ser perdonado.
5. Celebra aquello que quieras ver más frecuentemente. El aprecio dura por largo tiempo.
6. Escucha más al corazón que a las palabras. Esto puede conducir a la resolución del conflicto y a cuidarse el uno al otro.
7. No seas como Darren en Hechizada (Bewitched) que quería que Samantha dejara de usar sus poderes mágicos de bruja.
Anima a tu pareja a usar sus talentos.
8. Verifica vuestra comunicación. Es fácil hablar, pero es más difícil comunicarse.
9. Responsabilízate de tu contribución a los problemas.
10. No asumas que sólo porque estás casado, tú sabes cómo estar casado.
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE HERRING, 20 DE MAYO, 2001, KNIGHT RIDDER.]
350
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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Rusbult y Zembrodt (1983) señalaron que las personas responden ante una relación de pareja infeliz de manera activa o pasiva. Una respuesta activa consiste en terminar la relación (salida, «Aquí está la tarjeta de visita de mi abogado, presenté la
demanda de divorcio») o trabajar para mejorarla (hablar, «Creo que deberíamos intentarlo con una terapia de pareja»). Una respuesta pasiva implica esperar a que mejore
(lealtad, «Estaré al lado de mi pareja hasta que las cosas mejoren») o esperar por lo
que se percibe como una ruptura inevitable (abandono, «No haré nada hasta que la
situación resulte intolerable»). Estas alternativas se resumen en la Figura 8.22. Si la
meta es salvar la relación, entonces salida y abandono son claramente las opciones
menos constructivas. Los individuos con estilos de apego inseguros son más dados
a reaccionar con salida o abandono, y menos dados a reaccionar con «hablar», que
aquellos que tienen estilos seguros. Los hombres y las mujeres con alta autoestima
tienden a responder ante una mala relación saliéndose de ella, en cambio, aquellos
con una baja autoestima escogen el abandono (Rusbult, Morrow y Johnson, 1990).
En una relación deteriorada es muy difícil dar marcha atrás, sin embargo, es posible salvar un matrimonio si las condiciones son las apropiadas. Una pareja puede
reconciliarse si: (1) la relación satisface las necesidades de ambos, (2) ambos continúan comprometidos a permanecer juntos y (3) no se dispone fácilmente de otras
parejas (Arriaga y Agnew, 2001; Rusbult, Martz y Agnew, 1998). Las relaciones a
veces se mantienen porque uno de los miembros de la pareja es demasiado dependiente del otro, por ejemplo, una esposa dependiente a menudo se resiste a terminar
la relación aun cuando sea víctima de abuso físico (Drigotas y Rusbult, 1992; Holtzworth-Munroe, 2000; Rusbult y Martz, 1995).
Se percibe que una relación en curso
se está deteriorando
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Respuesta activa
Respuesta pasiva
Negativa
Positiva
Negativa
Positiva
«Salida»
«Hablar»
«Abandono»
«Lealtad»
Decidir terminar
la relación
Trabajar para
mejorar
la relación
Esperar a que
los problemas
empeoren
Esperar a que
ocurra una
mejoría
FIGURA 8.22
Responder a una relación llena de problemas.
Cuando una relación comienza a fallar, los miembros de la pareja pueden responder de una manera
activa o de una manera pasiva, y dentro de cada una de estas alternativas, la respuesta puede ser
positiva o negativa. Rusbult y Zembrodt denominaron a la decisión activa-negativa (terminar la
relación) como «salida», a la decisión activa-positiva (intentar mejorar la relación) como «hablar», a la
respuesta pasiva-negativa (simplemente esperar a que los problemas empeoren) como «abandono», y
la respuesta pasiva-positiva (simplemente esperar que la situación mejore) se conoce como «lealtad».
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE RUSBULT Y ZEMBRODT, 1983.]
■
Matrimonio: la relación cercana por excelencia
351
Los niños son víctimas completamente inocentes del fracaso de una relación y
del divorcio, y alrededor de uno de cada tres niños estadounidenses ha tenido esta
experiencia (Bumpass, 1984). Las consecuencias negativas del divorcio para los niños
incluyen efectos a largo plazo en su salud y bienestar (Friedman et al., 1995a;
Vobejda, 1997), problemas de conducta en la escuela (O’Brien y Bahadur, 1998),
mayor riesgo de mortalidad a lo largo de sus vidas, y mayor probabilidad de que ellos
mismos se divorcien (Tucker et al., 1997). Estos hallazgos han servido para motivar un movimiento creciente para hacerle más fácil a las parejas el divorcio, especialmente cuando hay niños involucrados (Kirn, 1997).
Pese a las esperanzas destrozadas de vivir felices para siempre y del dolor emocional de una separación matrimonial, es interesante notar que la mayoría de los individuos divorciados se casa de nuevo, especialmente los hombres. De hecho, cerca
de la mitad de los matrimonios en Estados Unidos son nuevos matrimonios de uno
o los dos miembros de la pareja (Koch, 1996). El deseo de futuro amor y felicidad en
una relación parece tener mayor influencia sobre la conducta que las interacciones
negativas con un antiguo cónyuge, o como dijo Samuel Johnson hace un siglo, «Volverse a casar, señor, representa el triunfo de la esperanza sobre la experiencia».
P U N TO S C L AV E
■
■
⡤
En Estados Unidos alrededor del 50 por ciento de los matrimonios terminan en divorcio, pero las personas no creen que su propio matrimonio fallará.
La mayoría de las parejas casadas tienen algún grado de conflicto y desacuerdo. Cuando
las dificultades se resuelven constructivamente, es probable que el matrimonio dure,
pero cuando los problemas empeoran debido a interacciones destructivas, es probable que el matrimonio falle.
Las respuestas constructivas incluyen tomar el punto de vista del otro, proteger su autoestima, comprometerse, aumentar los beneficios y disminuir los costes del matrimonio,
ser agradable, y sobre todo, maximizar el afecto positivo y minimizar el afecto negativo.
Si la insatisfacción se hace demasiado grande, los individuos tienden a responder activamente o pasivamente en un intento de restablecer la relación o de terminarla.
El divorcio es un proceso doloroso con efectos emocionales y económicos negativos,
pero las víctimas más vulnerables y más inocentes son los niños. Sin embargo, a pesar
de esta experiencia, la mayoría de las personas que se divorcian (especialmente los hombres) deciden casarse de nuevo.
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■
∞
C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
La asociación entre autoestima y estilo
de apego y el efecto del amor sobre
la autoestima
Autoestima (Capítulo 5)
Similitud como un factor para amistades,
relaciones románticas y matrimonio
Similitud y atracción (Capítulo 7)
Habilidades sociales y procesos cognitivos
Procesos cognitivos (Capítulo 7)
Amor como atribución errónea
a nivel emocional
Atribución errónea y emociones (Capítulo 3)
Afecto y relaciones
Afecto y atracción (Capítulo 7)
(continúa)
352
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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PIENSA EN POSIBLES
1. ¿Tú crees que tu relación con tus padres tiene algo que ver con cómo reaccionas hacia otras personas? ¿Tu
madre y tu padre te hicieron sentir bien
acerca de ti mismo? ¿Aún te sientes de
la misma manera acerca de ti mismo?
En tu infancia, ¿los adultos en tu vida
eran confiables? ¿Cumplían sus promesas? ¿Los recuerdas como afectuosos?
¿Cómo te sientes acerca de la mayoría
de las personas que conoces? ¿Crees
que son de mucha o poca confianza?
2. Piensa en alguien que es (o era) tu
mejor amigo. ¿Qué fue lo que primero
te atrajo de esa persona? ¿La proximidad, la similitud, el afecto positivo o la
l
IDEAS
CONEXIONES
apariencia jugaron un rol en el hecho
de que os conocierais? ¿Qué haceis (o
hacíais) cuando estáis juntos? ¿Hay alguna semejanza entre las amistades de
tu infancia y tus amistades actuales?
3. Piensa acerca de ti mismo en una relación romántica cercana —ya sea en el
pasado, en el presente o en un posible
romance futuro—. ¿Qué te atrae de la
otra persona? ¿Tú crees que el romance es algo que crece gradualmente
o existe el amor a primera vista? ¿Existe
alguna coincidencia entre tu propia experiencia y preguntas de investigación
como el rol de las emociones atribuidas erróneamente, estrategias de re-
producción de tipo evolucionista, o las
expectativas basadas en historias acerca del amor a las que has estado expuesto desde la infancia?
4. ¿Qué haces cuando estás en desacuerdo con una pareja romántica, un
amigo, o cualquier otra persona? ¿La
interacción es constructiva, o sólo os
enfadáis e intercambiáis insultos? ¿En
alguna oportunidad te has separado
de alguien con quien una vez te sentiste muy cercano? ¿Por qué pasó
esto? ¿Quién inició la separación y
cómo se llevó a cabo? ¿Pudo cualquiera de vosotros haber manejado la
situación de forma más constructiva?
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
¿TODO LO QUE NECESITAS ES AMOR?
estimulantes (desde besarse hasta ver una
película de terror o andar en motocicleta),
puedes denominar estos sentimientos
como activación sexual, miedo o excitación,
pero también es muy fácil identificarlos
como amor. Si te encuentras a ti mismo
lleno de emoción y pensando que debes
estar locamente enamorado, respira profundamente y piensa en otras explicaciones
alternativas para lo que estás sintiendo.
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H
ay pocas palabras (si es que
hay alguna) que aparezcan
más a menudo que la palabra «amor» en canciones, relatos, películas, cuentos de hadas y en nuestra vida
diaria. Sin embargo, la gente con frecuencia
se pregunta a sí misma (y a los consultores
sentimentales también) «¿Cómo sé si estoy
realmente enamorado?», una respuesta
común es «Si tienes que preguntar, no lo
estás». Eso suena muy bonito, pero no
cuentes con estar en lo correcto sólo
porque estás tan seguro de ti mismo que
no tienes que preguntar. Puede que sea
más útil que tomes en cuenta lo que se ha
aprendido acerca de este tema en la investigación empírica.
La activación emocional
no necesariamente es amor
Cuando estás cerca de una persona que
te atrae, es fácil confundir varios estados de
activación con «amor». La psicóloga social
Elaine Hatfield una vez sugirió que a
menudo nosotros caemos en la lujuria e
interpretamos eso como amor. De manera
más general, las investigaciones sobre atribuciones erróneas a nivel emocional indican
que la activación fisiológica asociada con la
excitación, el miedo, la felicidad, la ansiedad,
e incluso la rabia puede ser calificada erróneamente. Piensa en experiencias comunes
en una cita que potencialmente pueden ser
¿Qué sabes acerca de esa persona?
Es difícil conocer a alguien en profundidad. No se considera aceptable administrarle un cuestionario detallado a un
posible acompañante, novio o cónyuge. Una
alternativa simple pero razonable, es que dos
personas aprendan tanto la una de la otra
como les sea posible hablando, escribiendo
o chateando (como Meg Ryan y Tom Hanks
en la película Tienes un e-mail (You’ve Got
Mail) o de cualquier otra forma que les sea
cómoda.Y si hay algún tema específico que
sea muy importante para ti —religión, política, sexo, vegetarianismo o cualquier
otro— es mejor descubrir incompatibilidades al inicio de la relación que más adelante.
Puede parecer incómodo preguntar sobre
¡Ideas para llevar contigo y utilizar!
353
este tipo de cosas, pero es mejor sentirse
incómodo ahora que recibir una sorpresa
desagradable más adelante.
¿Qué significa el amor para ti?
Revisa atrás en el capítulo las definiciones
de los seis estilos de amor, las tres esquinas
del triángulo del amor, y la concepción china
del amor como un asunto del destino y la
predestinación. Para ti, ¿el amor es sencillamente una amistad cercana, un juego divertido, un acuerdo lógico, lo que dices para
justificar el sexo, o alguna otra cosa? ¿Tu
pareja define el amor de la misma manera
que tú? Si los dos coincidís en este sentido,
probablemente encontraréis menos problemas románticos que si concebís el amor
de dos maneras muy diferentes.
¿El amor consumado es una
posibilidad realista?
En el modelo triangular del amor de
Sternberg, la pareja ideal o «consumada»
se da entre dos personas para quienes la
intimidad, la pasión y el compromiso están
presentes en la misma medida. ¿Es eso
posible? Bueno, pocas relaciones son perfectas, pero el amor consumado es con
seguridad un ideal por el que vale la pena
luchar. Como mínimo, dos personas que se
toman en serio el uno al otro, deben saber
en qué parte del triángulo se sitúa cada
uno de ellos.
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b
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
Relaciones interdependientes con
familiares y amigos versus soledad
Las relaciones cercanas se caracterizan por
la interdependencia, en donde dos personas
influyen sus vidas entre sí, comparten sus
pensamientos y emociones, y se involucran
en actividades conjuntas.
La teoría evolucionista propone que los
lazos emocionales con amigos y conocidos
incrementan las probabilidades de éxito
en la reproducción. Como resultado, los
humanos y otros primates están programados a buscar cercanía emocional.
Las primeras relaciones son entre la familia, y los niños aprenden qué esperar de los
demás y a interactuar con ellos tal como
interactúan con sus padres, hermanos,
abuelos y otros miembros de la familia.
La amistad fuera de la familia comienza en
la infancia y en sus inicios se basa simplemente en la atracción interpersonal. Muchas personas son capaces de formar una
354
amistad cercana que implique pasar
tiempo juntos, interactuar en muchas situaciones diferentes, dar apoyo social
mutuo, y autorrevelarse.
En todas las edades, el estilo de apego
ejerce una influencia muy importante en la
facilidad con que las personas hacen amigos, en la manera como interactúan con
otros, y en el éxito en mantener las relaciones.
El estilo de apego adulto se basa en la
combinación del nivel de autoestima y el
grado de confianza interpersonal de una
persona. Estas dimensiones positivas-negativas dan lugar a cuatro estilos de apego:
seguro, rechazador, temeroso-evitador y preocupado. Aquellos con un estilo seguro son
más capaces de formar relaciones duraderas, comprometidas y satisfactorias.
La soledad ocurre cuando una persona
tiene un número menor de relaciones y
menos satisfactorias que lo que desearía.
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
El resultado es depresión y ansiedad. Las
causas de la soledad pueden ser una combinación de la predisposición genética, experiencias de aprendizaje específicas en la
primera etapa de la vida, e influencias culturales. Las intervenciones pueden ayudar,
especialmente una combinación de terapia cognitiva y entrenamiento en habilidades sociales.
Relaciones románticas, amor
e intimidad física
Una característica que define las relaciones
románticas es algún grado de intimidad física, desde un apretón de manos a las interacciones sexuales.
Tal como ocurre con la atracción y la amistad, la atracción romántica se ve influida por
factores como la proximidad física, la apariencia y la similitud.Además, el romance incluye la atracción sexual, el deseo de total
aceptación por la otra persona y un grado
de fantasía basado en ilusiones positivas.
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El amor implica múltiples posibilidades. Por
ejemplo, el amor apasionado es una respuesta emocional súbita e incontenible.
Por el contrario, el amor de compañero es
más similar a una amistad cercana que incluye afecto, agrado mutuo y respeto.
Hendrick y Hendrick propusieron otros
cuatro «estilos de amor», además del amor
apasionado y de compañero, y Sternberg
conceptualizó el amor en términos de un
triángulo donde las tres esquinas representan el amor de compañero, el amor
apasionado y la decisión-compromiso.
Los cambios generalizados en las actitudes
y prácticas sexuales se denominó como la
«revolución sexual» de los años sesenta y
setenta. Un resultado que ha permanecido
es la mayor permisividad con respecto a
todos los aspectos de la sexualidad. Una
consecuencia es que las relaciones sexuales prematrimoniales se han convertido en
la norma.
Las consecuencias más dramáticas de esa
recién encontrada libertad sexual fueron
los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual como el
VIH y el SIDA. Los recientes cambios de
actitudes y de conducta parece que están
teniendo efectos positivos sobre los embarazos adolescentes, pero la epidemia del
SIDA continúa expandiéndose rápidamente en muchas partes del mundo, así
como en segmentos específicos de la población de Estados Unidos.
Matrimonio: la relación cercana por
excelencia
En Estados Unidos alrededor del 50 por
ciento de los matrimonios terminan en divorcio, pero las personas no creen que su
propio matrimonio fallará.
La mayoría de las parejas casadas tienen
algún grado de conflicto y desacuerdo.
Cuando las dificultades se resuelven cons-
tructivamente, es probable que el matrimonio dure, pero cuando los problemas
empeoran debido a interacciones destructivas, es probable que el matrimonio falle.
Las respuestas constructivas incluyen
tomar el punto de vista del otro, proteger
su autoestima, comprometerse, aumentar
los beneficios y disminuir los costes del
matrimonio, ser agradable, y sobre todo,
maximizar el afecto positivo y minimizar el
afecto negativo.
Si la insatisfacción se hace demasiado
grande, los individuos tienden a responder
activamente o pasivamente en un intento
de restablecer la relación o de terminarla.
El divorcio es un proceso doloroso con
efectos emocionales y económicos negativos, pero las víctimas más vulnerables y más
inocentes son los niños. Sin embargo, a
pesar de esta experiencia, la mayoría de las
personas que se divorcian (especialmente
los hombres) deciden casarse de nuevo.
b
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PA L A B R A S C L AV E
Amistad cercana (p. 314)
Confianza interpersonal (p. 316)
Interdependencia (p. 309)
Amor (p. 329)
Decisión-compromiso (p. 334)
Intimidad (p. 334)
Amor apasionado (p. 330)
Estilo de apego (p. 315)
Modelo triangular del amor (p. 334)
Amor consumado (p. 335)
Estilo de apego preocupado (p. 320)
Narcisismo (p. 342)
Amor de compañero (p. 333)
Estilo de apego rechazador (p. 320)
Pasión (p. 334)
Amor no correspondido (p. 331)
Estilo de apego seguro (p. 318)
Similitud asumida (p. 341)
Conducta comunal (p. 347)
Estilo de apego temeroso-evitador (p. 319)
Soledad (p. 322)
b
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Booth, A., Crouter, A.C., & Clements, M.
(2001). Couples in conflict. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Harvey, J.H., & Wenzel, A. (Eds.) (2001).
Close romantic relationships: Maintenance
and enhancement. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Este conjunto de capítulos se centra en
muchos asuntos de familia y se basa en
presentaciones hechas en un simposio
nacional sobre parejas en conflicto. El
contenido incluye cuatro temas fundamentales: las bases sociales y evolucionistas del conflicto de pareja, las raíces
interpersonales del conflicto de pareja y
sus consecuencias, los efectos sobre los
niños, y las políticas y programas que tratan el conflicto de pareja.
Este libro contiene un conjunto de capítulos escritos por algunos de los investigadores y teóricos líderes en el campo de
las relaciones, y aborda enfoques teóricos
y cuestiones prácticas.
Regan, P.C., & Berscheid, E. (1999). Lust:
What we know about human sexual desire.
Thousand Oaks, CA: Sage.
Parte de la serie de Sage sobre relaciones
cercanas, este interesante libro trata
sobre el deseo sexual en el contexto de
la atracción, las interacciones sociales
entre hombres y mujeres, el romance y el
amor.
Simpson, J.A., & Rholes,W.S. (Eds.) (1998).
Attachment theory and close relationships.
New York: Guilford.
Un actualizado conjunto de capítulos
escritos por psicólogos involucrados
directamente en la investigación sobre la
teoría del apego, este libro ofrece un
resumen inestimable del progreso en este
activo campo de investigación.
Para más información
355
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356
CAPÍTULO 8 / RELACIONES CERCANAS
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9
INFLUENCIA SOCIAL:
C AMBIAR
EL COMPORTAMIENTO
DE LOS OTROS
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
La conformidad: la influencia
de grupo en acción
La investigación de Asch sobre
la conformidad: presión social,
¿una fuerza irresistible?
Factores que afectan
la conformidad: variables
que determinan la medida
en que seguimos a los demás
Las bases de la conformidad:
¿por qué a menudo elegimos
«seguir a los demás»?
Tácticas basadas en la reciprocidad:
las técnicas de la-puerta-en-la-cara
y «esto-no-es-todo».
Tácticas basadas en la escasez:
la técnica de «ponerlo difícil
de conseguir» y la técnica
de «la fecha límite»
Otras tácticas para obtener
condescendencia: la técnica
de «picar la curiosidad»
y la de «poner a los demás
de buen humor»
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS
Formas extremas de
influencia social:
obediencia a la autoridad
y adoctrinamiento intenso
Obediencia destructiva: ¿dañarías a
un desconocido inocente si te lo
ordenaran?
Adoctrinamiento intenso:
la influencia social llevada al
extremo
CONEXIONES: para integrar la
psicología social
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La persistencia
de las normas sociales:
del fenómeno autocinético
a la «cultura del Honor»
Resistir las presiones hacia
la conformidad: ¿por qué a veces
elegimos no seguir
a los demás?
Influencia de la minoría: ¿siempre
lleva el mando la mayoría?
DE PROGRESO.
La condescendencia: pedir —a
veces— es recibir
La condescendencia: principios
subyacentes
Tácticas basadas en la amistad o la
simpatía: congraciarse
Tácticas basadas en el compromiso
de consistencia: el pie-en-la-puerta
y el amago («low ball»)
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
tácticas para obtener
condescendencia
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
E
n relación a las evaluaciones de los estudiantes, yo
(RAB) tengo una política
simple: una vez son asignadas, no las cambio nunca —y quiero decir nunca— a
menos que, por supuesto, haya habido
algún error en el cálculo. Al comienzo del
semestre anuncio esta política a mis estudiantes y se lo repito antes y después de
cada evaluación. Invito a mis estudiantes a
que vengan a verme durante el semestre
si quieren discutir sus calificaciones, pero les
recuerdo que una vez el semestre ha concluido permaneceré firme en mi política de
«no cambios». Sin embargo, a pesar de
estos esfuerzos, siempre hay algunos
estudiantes en mi grupo que fijan citas para
verme después que se han publicado las
calificaciones finales.Y cuando vienen a mi
oficina emplean todas las tácticas de la
influencia social —técnicas diseñadas
para cambiar mis actitudes, creencias, percepciones o comportamiento (Cialdini,
1994)—. Piden disculpas por las bajas notas
en el examen, me explican lo decepcionados que se pondrán sus padres, describen
los problemas personales o de salud que
interfirieron con su desempeño, suplican e
incluso, en algunos casos, me amenazan («si
usted no me ayuda, iré al Decano»). Ninguna de estas tácticas funciona porque
decidí hace mucho tiempo que no era
justo cambiar las calificaciones; después de
todo si lo hacía estaría asignando calificaciones sobre la base de la habilidad de los
estudiantes para ejercer la influencia
social —y no en su desempeño durante el
curso—. Pero creedme, frecuentemente
estoy tentado ¡porque algunos de los estudiantes representan un gran papel!
Claramente, esto está lejos de ser la
única ocasión en que estoy expuesto al
esfuerzo de las otras personas por ejercer la influencia social —cambiar mis actitudes o comportamiento—. Cada vez
que veo un anuncio en la TV, llevado por
una firma de publicidad, o cuando ojeo
una revista, estoy expuesto a los esfuerzos para cambiar mis actitudes o comportamiento. Por tanto, definitivamente
soy el destinatario final de tales intentos
a lo largo del día (véase Figura 9.1).
Sin embargo, en lo que se refiere a la influencia social, no sólo la recibimos sino
que también la ejercemos. Al día, ¿cuántas veces intentas influir sobre otros —
amigos, compañeros de clase, familiares,
parejas? Si eres como la mayoría de la
gente, practicas varias formas de influencia social todos los días.
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6
358
D
ebido a que los psicólogos sociales han reconocido desde siempre la
importancia de la influencia social en nuestras vidas diarias, este tema
ha ocupado un lugar central en nuestro campo. Hemos analizado
parte de este trabajo en el Capítulo 4 al examinar el proceso de persuasión. Aquí extenderemos el análisis previo examinando otros aspectos de la influencia social. Primero
nos centraremos en el tema de la conformidad —comportarse de manera que sea visto
como aceptable o apropiado en nuestro grupo o sociedad—. Como veremos pronto,
dicha presión para ajustarnos puede ser muy difícil de resistir. Después revisaremos
el condescendencia —esfuerzos para hacer que otros respondan de manera afirmativa
a nuestras peticiones—. Por último, examinaremos dos extremos de la influencia social:
la obediencia —una forma de influencia social en la cual una persona simplemente
ordena a otra/s realizar alguna acción— y el adoctrinamiento intenso —los esfuerzos
de los grupos extremistas para reclutar nuevos miembros e inducirlos a aceptar las creencias del grupo de una manera incuestionable (Baron, R.S., 2000).
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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FIGURA 9.1
La influencia social en acción.
Existen muchas técnicas para ejercer influencia social —para cambiar las actitudes o el comportamiento
de otros—. Algunas son obvias, pero otras son más sutiles, como la mostrada aquí.
[FUENTE: REIMPRESO CON PERMISO ESPECIAL DE KING FEATURES SINDICATE.]
■
La conformidad: la influencia
de grupo en acción
Q ¿T
e has encontrado alguna vez en una situación en que
hayas sentido que desentonabas terriblemente? Si es así,
has experimentado directamente las presiones hacia la
conformidad. En tales situaciones probablemente experimentaste un fuerte deseo
de «entrar en la línea» —ajustarte con el resto de la gente—. Tales presiones hacia
la conformidad provienen del hecho de que en muchos contextos existen reglas
explícitas o tácitas que indican cómo deberíamos comportarnos. Estas reglas son
conocidas como normas sociales, y con frecuencia ejercen efectos importantes sobre
nuestro comportamiento. (De hecho existen diversos tipos de normas sociales, y
aquí estamos analizando uno de los tipos más importantes conocido como normas
obligadas —el tipo de normas que nos dice lo que deberíamos hacer en una situación dada—. Consideraremos otros tipos de normas sociales más adelante; (Kalgren,
Reno, y Cialdini, 2000.)
En algunas circunstancias, las normas sociales están formuladas y detalladas
explícitamente. Por ejemplo, los gobiernos funcionan generalmente a través de
reglas escritas en las constituciones y las leyes; las competiciones atléticas se
encuentran usualmente reguladas a través de reglas escritas; y las señales en
muchos lugares públicos (por ejemplo, a lo largo de las autovías, parques, aeropuertos) describen el comportamiento esperado con un detalle considerable, como
en LÍMITE DE VELOCIDAD: 50, NO NADAR, NO APARCAR, NO PISAR EL CÉSPED (véase Figura 9.2).
En contraste, otras normas se encuentran implícitas o tácitas. Muchos de nosotros obedecemos reglas no escritas como «No te acerques mucho a los desconocidos» y «No llegues puntual a las fiestas». De manera similar, nos encontramos
a menudo influidos por cambios rápidos en la manera de vestir, hablar o arreglarse.
Independientemente de si las normas sociales son explícitas o implícitas, un factor es claro: La mayoría de la gente las obedece la mayor parte del tiempo. Por
ejemplo, pocas personas visitan restaurantes sin dejar propina al camarero, y virtualmente todos, independientemente de las creencias políticas, se ponen en pie
cuando oyen el himno nacional de su país en los eventos deportivos o en otros
encuentros públicos. La mayoría de la gente incluso sigue la norma que indica que
deberían lavarse las manos después de tocar a sus perros (Webley y Siviter, 2000).
influencia social: el esfuerzo
realizado por uno o más
individuos para cambiar las
actitudes, creencias, percepciones
y comportamientos de una o
más personas.
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La conformidad: la influencia de grupo en acción
conformidad: un tipo de
influencia social en el cual los
individuos cambian sus actitudes
o comportamiento para
adherirse a las normas sociales
existentes.
condescendencia: una forma
de influencia social que implica
solicitudes directas de una
persona a otra.
obediencia: una forma de
influencia social en la cual una
persona simplemente ordena a
otra/s a desempeñar alguna(s)
acción(es).
adoctrinamiento intenso: un
proceso a través del cual los
individuos se convierten en
miembros de grupos extremos y
llegan a aceptar sus creencias y
reglas de una manera totalmente
incuestionada.
normas sociales: las reglas que
indican cómo se espera que se
comporten los individuos en
situaciones específicas.
359
FIGURA 9.2
Normas sociales:
Reguladores de la vida
cotidiana.
Las normas sociales nos dicen
lo que se debería hacer (o no
hacer) en una situación dada.
Con frecuencia son establecidas
explícitamente (por ejemplo, en
señales como la mostrada
aquí), y la mayoría de la gente,
de hecho, las obedece la mayor
parte del tiempo.
■
A primera vista, esta fuerte tendencia hacia la conformidad —estar en concordancia con las expectativas de los grupos o de la sociedad sobre cómo deberíamos
comportarnos en varias situaciones— puede darte la impresión de ser algo censurable. Después de todo, establece restricciones sobre la libertad de la persona. Sin
embargo, existe una fuerte base para tanta conformidad: sin ella, pronto nos encontraríamos ante un caos social. Imagina lo que podría suceder fuera de las salas de
cine, estadios o en las cajas de los supermercados si la gente no obedeciera la norma
«forma una fila y espera tu turno». Y considera el peligro que supondría tanto para
los conductores como para los peatones si no existieran regulaciones de tráfico claras y si no se cumplieran estrictamente.
Dado que existe una fuerte presión hacia la conformidad en muchas situaciones sociales, resulta sorprendente saber que la conformidad, como un proceso social,
recibió relativamente poca atención en la psicología social hasta los años cincuenta.
En aquel momento Solomon Asch (1951), cuya investigación sobre formación de
impresiones fue considerada en el Capítulo 2, realizó una serie de experimentos
sobre conformidad con resultados reveladores. Dado que la investigación de Asch
tuvo una fuerte influencia sobre estudios posteriores en relación a este aspecto de
la influencia social, nos detendremos para examinarla de cerca.
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La investigación de Asch sobre la conformidad:
presión social, ¿una fuerza irresistible?
Imagina que justo antes de un examen de matemáticas, descubres
que tu respuesta a un problema asignado para realizar en casa —un problema del
tipo de los que habría en el examen— es diferente de la que obtuvo uno de tus amigos. ¿Cómo reaccionarías? Probablemente con algo de preocupación. Ahora imagina que la respuesta de una segunda persona también es diferente de la tuya. Para
poner las cosas aún peor, ésta coincide con la de la primera ¿Cómo te sentirías
ahora? Es una buena oportunidad para que tu ansiedad sea considerable. Después
descubres que la respuesta de una tercera persona coincide con la de las dos primeras. En este momento sabes que estás en un serio problema ¿Qué respuesta deberías aceptar? ¿La tuya o la obtenida por tus tres compañeros? El examen está a punto
de comenzar, tienes que decidirlo rápidamente.
La vida está llena de dilemas como éste —momentos en los cuales descubres
que nuestros propios juicios, acciones o conclusiones son diferentes de los de otras
360
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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1
Línea estándar
2
3
Líneas de comparación
FIGURA 9.3
Solomon Asch y la tarea de comparar líneas que él empleó
para estudiar la conformidad.
En la investigación de Asch, se pidió a los participantes que expresaran sus juicios sobre problemas
como éste. Su tarea fue indicar cuál de las tres líneas de comparación (1, 2, o 3) era más parecida en su
longitud a la línea estándar. Para estudiar la conformidad, tenía participantes que expresaron sus juicios
en voz alta sólo después de haber oído las respuestas de varias personas más —todos ellos asistentes
de Asch—. En algunas pruebas críticas, todos los asistentes dieron respuestas incorrectas, exponiendo a
los participantes a fuertes presiones hacia la conformidad.
Solomon Asch es uno de los fundadores de la psicología social moderna. Su investigación sobre
diferentes aspectos importantes —formación de impresiones, conformidad— abrió nuevas líneas de
trabajo y jugó un importante rol en la conformación de la naturaleza del área.Yo (RAB) lo conocí al
final de los años setenta y pronto establecimos una relación de amistad. Lo encontré tan cordial y
atento como inteligente e intuitivo.
■
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personas—. ¿Qué hacemos en tales situaciones? Los estudios realizados por Solomon Asch (1951, 1955) proporcionaron importantes revelaciones acerca de nuestros comportamientos. Su trabajo de investigación es visto como un verdadero
estudio «clásico» en psicología social.
En su investigación, Asch pidió a los participantes que respondieran a una serie
de problemas perceptivos sencillos, tales como el mostrado en la Figura 9.3. En cada
problema, los participantes indicaban cuál de las tres líneas comparadas coincidía
en longitud con la de la tarjeta patrón de la izquierda. Varias personas (generalmente
seis u ocho) también estaban presentes durante la sesión, y aunque los participantes
reales no lo sabían, todos ellos eran asistentes (cómplices) del experimentador. En
ciertas ocasiones, conocidas como pruebas críticas (doce de los dieciocho problemas o comparaciones), los cómplices ofrecieron respuestas que eran claramente
erróneas: eligieron unánimemente una línea incorrecta como la que coincidía con
la línea estándar. Más aún, dijeron sus respuestas antes de que los participantes reales respondieran. Así pues, en estas pruebas críticas, las personas que participaban
en el estudio de Asch se encontraron precisamente con el tipo de dilema descrito
anteriormente. ¿Debían seguir a los otros individuos presentes o aferrarse a sus propios juicios? Los resultados fueron claros: en el estudio de Asch, la gran mayoría
de las personas escogió la conformidad. A lo largo de varios estudios diferentes, un
76 por ciento de los participantes siguieron o apoyaron las respuestas falsas del grupo
al menos en una ocasión. De hecho, en total expresaron su acuerdo con la respuesta
equivocada el 37 por ciento de las veces. En contraste, sólo el 5 por ciento de los
participantes en un grupo control, los cuales respondieron a los mismos problemas
solos, cometieron estos tipos de errores.
La conformidad: la influencia de grupo en acción
361
Por supuesto, existieron grandes diferencias al respecto. Casi el 25 por ciento de
los participantes nunca cedieron ante la presión del grupo. En el otro extremo, algunas personas siguieron a la mayoría casi todo el tiempo. Cuando Asch los interrogó,
algunos de ellos afirmaron, «estoy equivocado, ellos están en lo cierto», mostrando
poca confianza en sus propios juicios. Sin embargo, otros dijeron que las otras personas presentes sufrían una especie de ilusión óptica o que simplemente eran ovejas siguiendo la respuesta de la primera persona. A pesar de eso, cuando fue su turno,
esta gente también siguió al grupo.
En posteriores estudios, Asch (1951, 1956) investigó los efectos de destruir la unanimidad del grupo haciendo que uno de los cómplices rompiese con los demás. En
un estudio, el cómplice dio la respuesta correcta, convirtiéndose en un «aliado» del
participante real; en otro estudio, el cómplice eligió una respuesta entre la dada por
el grupo y la correcta; y en el tercero, escogió una respuesta más incorrecta que la
escogida por la mayoría. En otras palabras, en las dos últimas condiciones el cómplice rompió con el grupo pero también estaba en desacuerdo con los participantes reales. Los resultados indicaron que la conformidad se redujo en las tres
condiciones. Sin embargo, de manera sorprendente, esta reducción fue mayor
cuando el cómplice expresó posturas más extremas (e incorrectas) que las de la
mayoría. De manera conjunta estos hallazgos sugieren que lo crucial es la unanimidad del grupo; una vez que se rompe, no importa cómo, resistir la presión del
grupo se vuelve más fácil.
Existe un aspecto más de la investigación de Asch que es importante mencionar. En estudios posteriores repitió su procedimiento básico, pero con un cambio importante: en lugar de expresar sus respuestas en voz alta, los participantes
las escribieron en un papel. Como puedes adivinar, la conformidad decreció abruptamente ya que no había manera de que los participantes reales supieran qué
habían escrito los otros. Estos hallazgos subrayan la importancia de distinguir
entre la conformidad pública —hacer o decir lo que otros a nuestro alrededor
dicen que hagamos o digamos— y la aceptación privada —llegar a sentir o pensar como lo hacen los otros—. Parece ser que con frecuencia seguimos abiertamente las normas sociales pero de hecho no cambiamos nuestras posturas
personales (Maas y Clark, 1984). Esta distinción entre conformidad pública y aceptación privada es muy importante y nos referiremos a ella en varias secciones de
este libro.
La investigación de Asch fue la catalizadora de mucha de la actividad presente
en la psicología social, incentivando a muchos otros investigadores a estudiar la
naturaleza de la conformidad, con el objetivo de identificar los factores que influyen en ella y para establecer sus límites (por ejemplo, Crutchfield, 1995; Deutsch
y Gerard, 1995). De hecho, dicha investigación continúa hoy en día y sigue proporcionando información sobre esta importante forma de influencia social (por
ejemplo, Baron, Vandello y Brunsman, 1996; Bond y Smith, 1996; Bueler y Griffin,
1994).
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P U N TO S C L AV E
■
■
■
362
⡤
La influencia social —esfuerzos de una o varias personas para cambiar las actitudes o
comportamiento de otra/s persona/s— forma parte de nuestra vida.
La mayoría de la gente se comporta de acuerdo con las normas sociales la mayor parte
del tiempo; en otras palabras, muestran tendencias hacia la conformidad.
La conformidad fue estudiada por primera vez de manera sistemática por Solomon Asch,
cuya investigación clásica indicó que muchas personas cederían a la presión social de
un grupo unánime.
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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Factores que afectan la conformidad: variables
que determinan la medida en que seguimos a los demás
La investigación de Asch demostró la existencia de fuertes presiones hacia la conformidad, pero incluso una breve reflexión sugiere que la conformidad no sucede en el mismo grado en todas las situaciones. Por ejemplo, vaqueros
acampanados y el pelo corto (especialmente para los hombres) puede estar de moda,
con el resultado de que los adolescentes y algunos jóvenes adultos experimentan
una fuerte presión para adoptar estas modas. A pesar de esto muchos no las adoptan. No visten pantalones acampanados y llevan el pelo corto ¿por qué? En otras
palabras, ¿qué factores determinan en qué medida los individuos ceden a la presión
hacia la conformidad o se resisten a ella? La investigación sistemática sugiere que
muchos factores juegan algún papel: aquí examinaremos los que parecen ser los más
importantes.
COHESIÓN Y CONFORMIDAD: ACEPTAR LA INFLUENCIA DE AQUELLOS QUE NOS AGRADAN. Como ya hemos mencionado, pensemos que el pelo corto está de moda hoy
en día, especialmente entre los hombres (pero en alguna medida también para las
mujeres). Pero imagina que de pronto, algunas de las personas más populares de tu
facultad o barrio se dejan crecer el cabello hasta los hombros ¿crees que la adopción
de este nuevo estilo podría extenderse rápidamente? Quizás, después de todo, estas
personas son populares y con frecuencia la gente popular es la que establece las tendencias. Ahora imagina que en lugar de ello, las únicas personas que adoptan este
estilo son verdaderos perdedores —gente que no es popular y que es vista como
rara—. ¿Crees que podría extenderse rápidamente la adopción de este nuevo estilo?
Probablemente no; después de todo ¿quién quiere ser como ellos?
Este ejemplo ilustra uno de los factores que juegan un importante rol en lo que
se refiere a la conformidad: la cohesión, la cual puede ser definida como el grado
de atracción que sienten los individuos hacia algún grupo. Cuando la cohesión es
alta —cuando nos atraen y admiramos algún grupo de personas— se amplifican las
presiones hacia la conformidad. Después de todo, sabemos que una forma de obtener la aceptación de tales personas es ser como ellas en diversas maneras. Por otra
parte, cuando la cohesión es baja, las presiones hacia la conformidad también son
bajas; ¿por qué deberíamos cambiar nuestro comportamiento para ser como otros,
los cuales no nos agradan, o no admiramos de una manera especial (véase
Figura 9.4)? Los hallazgos de las investigaciones indican que la cohesión ejerce fuertes efectos sobre la conformidad (Crandall, 1988; Latané y L’Herrou, 1996), por tanto
es un determinante definitivamente importante en la medida en la cual cedemos
a este tipo de presión social.
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CONFORMIDAD Y TAMAÑO DE GRUPO: ¿POR QUÉ MÁS ES MEJOR RESPECTO A LA PRESIÓN
SOCIAL? Un segundo factor que ejerce efectos importantes en la tendencia hacia la
conformidad es el tamaño del grupo de influencia. Asch (1956) y otros investigadores (por ejemplo, Gerard, Wilhelmy y Conolley, 1968) encontraron que la conformidad se incrementa con el tamaño del grupo hasta los tres miembros; más allá
de este punto, la conformidad parece estabilizarse o incluso decrecer. Sin embargo,
investigaciones más recientes no han confirmado estos resultados (por ejemplo,
Bond y Smith, 1996). En su lugar, los estudios posteriores encontraron que la conformidad tendía a crecer con el tamaño del grupo hasta ocho miembros e incluso
más allá. Por tanto, parece ser que mientras mayor es el grupo, mayor será nuestra tendencia a seguirlo, incluso si esto significa comportarnos de manera diferente
a lo que realmente preferiríamos.
NORMAS SOCIALES DESCRIPTIVAS Y OBLIGADAS: CUANDO LAS NORMAS AFECTAN O NO EL
COMPORTAMIENTO. Ya hemos visto que las normas sociales pueden ser de naturaleza
La conformidad: la influencia de grupo en acción
cohesión: con respecto a la
conformidad, el grado de
atracción sentida por un
individuo hacia un grupo
influyente.
363
FIGURA 9.4
Cohesión y Conformidad.
¿Te sentirías más inclinado a
cambiar tu comportamiento
(por ejemplo, tu corte de
cabello, tu manera de vestir)
para parecerte a las personas
de la fotografía de arriba o a la
de abajo? Esto dependerá de
qué grupo encuentres más
atractivo.
■
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normas descriptivas: normas
que simplemente indican lo que
hace la mayoría de la gente en
una situación específica.
normas obligadas: las normas
que especifican lo que se debe
realizar —el comportamiento
que es aprobado o desaprobado
en una situación dada.
364
formal o informal —como son las reglas impresas en grandes avisos o las pautas
informales del tipo «no deje el carro de la compra del supermercado en medio del
aparcamiento»—. Sin embargo, esta no es la única forma en que las normas difieren. Otra distinción importante radica en las normas descriptivas y las normas obligadas (por ejemplo, Cialdini, Kallgren y Reno, 1991; Reno, Cialdini y Kallgren,
1993). Las normas descriptivas son aquellas que simplemente describen lo que la
mayoría de la gente hace en una situación dada. Ellas influyen el comportamiento
informándonos acerca de lo que es visto generalmente como efectivo o adaptativo
en aquella situación. En contraste, las normas obligadas especifican lo que se debe
hacer —que es un comportamiento aprobado o desaprobado en una situación dada—
. Ambos tipos de normas pueden ejercer efectos fuertes sobre el comportamiento
(por ejemplo, Brown, 1998). Sin embargo, Cialdini y sus colegas creen que en ciertas situaciones —especialmente aquellas en las que es probable que ocurra el comportamiento antisocial (conducta no aprobada por un grupo o sociedad
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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determinada)— las normas obligadas pueden ejercer algún tipo de efecto mayor. Esto
es cierto por dos razones. Primero, tales normas tienden a desviar la atención de
cómo la gente está actuando en una situación particular (por ejemplo, ensuciar)
a cómo ellos deberían estarse comportando (por ejemplo, colocando la basura
en las papeleras). Segundo, tales normas pueden activar la motivación social para
hacer lo que es correcto en una situación dada sin importar lo que otros hayan
hecho.
Pero, ¿en qué momento preciso las normas obligadas influyen en el comportamiento? Está claro que estas normas no siempre producen tales efectos. Por ejemplo, a pesar de que hay una norma obligada que establece: «recoge las necesidades
que tu perro hace en la calle», y del hecho de que en el lugar en el que vivo existe
una ley que así lo establece, a menudo observo a mis vecinos mirando hacia otro
lado mientras sus perros «hacen su caca» en mi propiedad. ¿Por qué la gente a veces
desobedece o ignora incluso las normas obligadas más fuertes? Una respuesta es
la proporcionada por la teoría del foco normativo (por ejemplo, Cialdini et al., 1990).
Esta teoría sugiere que las normas sólo influirán el comportamiento en la medida
en que sean centrales para las personas implicadas en el momento en que ocurre
el comportamiento. En otras palabras, la gente obedecerá las normas obligadas sólo
cuando piensen en ellas y las vean como relacionadas con sus propias acciones. Cialdini y sus colegas han realizado numerosos estudios que proporcionan soporte para
esta perspectiva (por ejemplo, Cialdini, Reno y Kallgren, 1990), pero quizás la evidencia más clara es la reportada por Kallgren, Reno y Cialdini (2000).
En un estudio que no se hizo en el laboratorio sino en la antesala de una escalera cercana, los investigadores primero pidieron a los participantes que leyeran breves pasajes relacionados con la norma obligada de «no ensuciar». Estos pasajes
variaron en cuán cerca se encontraban vinculados con esta norma: algunos participantes leyeron pasajes muy relacionados con la suciedad (por ejemplo, los pasajes discutían el uso de graffitis y el tema de la contaminación del agua); otros pasajes
se relacionaban de manera moderada (por ejemplo, discutían el tema de los contenedores y el apagar los aparatos de sonido por la noche para no molestar a los vecinos); y un tercer grupo de participantes leyó pasajes que se encontraban menos
relacionados con el tema de la suciedad (por ejemplo, votar, devolver los libros a
la biblioteca a tiempo). Un último grupo leyó pasajes que no se centraban en ninguna norma obligada.
Todos los pasajes escritos empleados habían sido previamente clasificados por
un grupo de expertos, quienes los clasificaron de acuerdo a su cercanía con la norma
de «no ensuciar».
Después de leer los pasajes escritos, se les pidió a los participantes que para probar una nueva medida fisiológica, algunos harían ejercicio y otros no. Aquellos que
pertenecían al grupo de ejercicio subieron y bajaron las escaleras durante tres minutos, mientras que los otros simplemente se sentaban y descansaban. El propósito
de estos procedimientos era incrementar la activación entre los participantes, porque evidencias de estudios previos sugerían que la activación intensifica las respuestas dominantes. Por tanto, los efectos de la cercanía de los pasajes escritos a
la norma impuesta de «no ensuciar» podría ser mayor para los participantes activados que para los que no fueron activados. Las pulsaciones del corazón fueron
medidas en ambos grupos antes y después de ejercitarse o estarse tranquilamente
sentado y como parte de estos procedimientos, el experimentador puso un ungüento
pegajoso en las manos de los participantes. Al final del estudio, se les proporcionó
una servilleta de papel para limpiarse el ungüento. Luego, a medida que se marchaban se les observó para determinar quiénes tiraban la servilleta al piso, es decir,
quiénes ensuciaban. La predicción principal fue que cuanto más cercanos eran los
pasajes a la norma de no-ensuciar, era menos probable que ensuciaran y que este
efecto podría ser mayor para los que estaban en el grupo activado. Como se muestra en la Figura 9.5, esto es precisamente lo que sucedió.
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La conformidad: la influencia de grupo en acción
teoría del foco normativo:
una teoría que sugiere que las
normas influirán el
comportamiento sólo en la
medida en que sean centrales
para las personas implicadas en
el momento en que el
comportamiento ocurre.
365
Cuanto más directamente relacionados estaban
los pasajes escritos con la norma de «no ensuciar»,
menos probable era el comportamiento de ensuciar;
estos efectos fueron mayores para las personas
que fueron activadas en comparación
a las que no fueron activadas
Porcentaje de personas
que ensucian
60
58
50
30
40
40
40
30
28
31
24
20
Directa
No activadas
Activadas
24
Moderada
Indirecta No relacionada
Relación de los pasajes con la norma
de “no ensuciar”
FIGURA 9.5
Cuando las normas obligadas afectan o no el comportamiento.
Se encontró que los participantes de la investigación que leyeron pasajes
directamente relacionados con la norma obligada de «no ensuciar» fueron menos
proclives a ensuciar que aquellos que leyeron pasajes menos relacionados con esta
norma. Más aún, este efecto fue mucho mayor entre las personas que hicieron
ejercicio y que por tanto experimentaron una activación alta. Estos hallazgos
proporcionan soporte para la teoría del foco normativo —la perspectiva de que las
normas afectan el comportamiento sólo en la medida en que sean focales salientes
para las personas implicadas.
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[FUENTE: BASADO EN DATOS DE KALLGREN, RENO Y CIALDINI, 2000.]
■
En estudios posteriores, Kallgren, Reno y Cialdini (2000) encontraron mayores
soportes para la perspectiva de que las normas afectan el comportamiento cuando
son salientes para nosotros, es decir, cuando nos fijamos en ellas. Por ejemplo, verse
en una pantalla de televisión (un procedimiento que hace que las perspectivas personales sean más salientes) redujo la acción de tirar basura al suelo entre las personas que estaban de acuerdo con la norma de no ensuciar. Sin embargo, esta norma
tuvo menos efecto en la gente que no estaba de acuerdo con esta norma. En términos generales, parece claro que las normas influyen nuestras acciones cuando
parecen ser relevantes para nosotros en el momento en el que podemos escoger obedecerla o ignorarla. (Una vez establecidas las normas, éstas tienden a persistir a
menos que suceda algo que las cambie. Para ver cómo la investigación en este tema
—la persistencia de las normas— ha cambiado y avanzado en la psicología social,
ver el apartado «PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO», en la sección
siguiente.)
Las bases de la conformidad:
¿por qué a menudo elegimos «seguir a los demás»?
Como acabamos de ver, son muchos los factores que determinan si
se dará o no la conformidad y qué alcance tendrá. No obstante esto no altera el
366
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
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LA PERSISTENCIA DE LAS NORMAS SOCIALES:
D E L F E N Ó M E N O AU TO C I N É T I C O A L A « C U LT U R A D E L H O N O R »
stá claro que las normas
ejercen importantes efectos
sobre el comportamiento; de
hecho, la mayoría de la gente se adapta a
ellas la mayoría de las veces. Pero esto no
implica que las normas en sí mismas estén
establecidas en una roca; por el contrario,
lo que es considerado un comportamiento apropiado en una sociedad
dada cambia con el paso del tiempo. Por
ejemplo, cuando yo era un chico, era mal
considerado que los niños se dirigieran a
los adultos por sus nombres; siempre se
les trataba como «Sra. García» o «Sr.
Smith». Sin embargo ahora esto parece
haber cambiado y muchos de mis vecinos
niños piensan que es perfectamente correcto llamarme «Bob» o «Robert». Este
ejemplo apunta a un tema importante
muy estudiado por los psicólogos
sociales: ¿cuán estables son las normas? La
primera evidencia de investigación en
este tema fue obtenida por Muzafer
Sherif, uno de los fundadores de nuestro
campo, quien llevó a cabo esta temprana
investigación entre las décadas de los
treinta y los cuarenta (por ejemplo, Sherif,
1937).
En su investigación, Sherif empleó una
técnica conocida como el fenómeno autocinético. Éste se refiere al hecho de que
cuando los individuos son situados en una
habitación completamente a oscuras y
expuestos a un solo punto de luz fijo, con
frecuencia lo perciben como moviéndose
a pesar de que permanece fijo. Llevando
esta ilusión a una buena aplicación, Sherif situó a grupos de personas en esta
situación. Él encontró que, con el transcurrir del tiempo, los grupos parecían
establecer normas acordadas acerca de
cuánto se movía la luz. Aunque los miembros del grupo podían diferir entre sí
ligeramente, cada grupo pareció establecerlas similarmente. Por ejemplo, los
juicios de los miembros de un grupo
podían recoger un movimiento promedio
de ciento cincuenta centímetros, mientras
que los miembros de otro grupo podían
hacerlo alrededor de 60 centímetros. He
aquí el dato interesante: cuando los individuos respondieron luego solos a la luz,
continuaron adhiriéndose a la norma de
su grupo. Estudios más recientes empleando procedimientos diferentes investigaron si las normas establecidas durante
breves encuentros grupales permanecerían estables a lo largo de «generaciones»
—cuando gente nueva entra en el
grupo— (por ejemplo, Weick y Gifillan,
1971). Los resultados indicaron que sí
permanecerían estables: a medida que
iban entrando iban adoptando la norma
existente, respondiendo así como lo
hicieron otros muchos miembros. Esto
fue cierto incluso cuando los viejos
miembros salían en la medida en que iban
entrando los nuevos. Por tanto, parece
que las normas creadas en situaciones
con relativamente poco sentido tienden
a persistir.
Una investigación más reciente ha
examinado este tema en un contexto
diferente y más dramático. En algunas culturas —aquellas que los antropólogos
describen como culturas del honor—
existen fuertes normas que exoneran la
violencia como medio para responder a
los afrentamientos contra el honor propio. Éste era el tema de muchas películas
de vaqueros que vi cuando era un chico,
en el cual los personajes se sentían forzados a disparar a otra persona porque
su honor había sido en cierto modo
puesto en duda (véase Figura 9.6).
¿Por qué se desarrollaron tales normas? Cohen y Nisbett (1994, 1997)
sugieren que puede estar relacionado con
el hecho de que en algunas áreas geográficas, la riqueza estuvo concentrada
principalmente en bienes que podían ser
robados fácilmente. Por esta razón, se volvió importante para los individuos poder
demostrar que ellos no tolerarían tales
robos o cualquier otra afrenta a su honor
¿Cuál fue el resultado? Las normas que
exoneraban la violencia aparecieron y
fueron aceptadas de manera amplia.
Aquí es donde la situación se vuelve
interesante: los psicólogos sociales han
observado que tales normas —y la cultura del honor— están vivas y saludables
en dos regiones de Estados Unidos: en el
Oeste y en el Sur. En el pasado, en estas
áreas geográficas, la riqueza estaba en el
ganado, el cual, por supuesto, podía ser
fácilmente robado, por tanto las normas
se desarrollaron exonerando la violencia
en respuesta a tales riesgos o a las calumnias en contra del honor. Esto en sí
mismo no es sorprendente. Lo que
resulta más inesperado es que estas normas persistan hoy en día. La investigación
realizada por Cohen y Nisbett y por
otros psicólogos sociales (1994, 1996)
sugiere que rastros de normas exonerando la agresión o incluso aprobándola
bajo ciertas circunstancias se encuentran
aún presentes en el Sur y el Oeste de
Estados Unidos. Como evidencias para
esta conclusión, Cohen y Nisbett (1997)
señalan algunos hechos como los siguientes: El Oeste y el Sur, en comparación con
otras regiones de Estados Unidos, han
perdido los controles de armas, poseen
más leyes que permiten a la gente
emplear la violencia en defensa propia y
existe una mayor tasa de asesinatos resultante de peleas y discusiones.
¿Tan poderosas son estas normas? Más
de lo que puedas imaginar (por ejemplo,
Cohen y Nisbett, 1997). En el estudio
realizado por Cohen y Nisbett (1997) un
aspirante ficticio a un puesto de trabajo
escribió cartas a casi mil organizaciones a
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(continúa)
La conformidad: la influencia de grupo en acción
367
TA A
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S
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO ( C O N T I N U AC I Ó N )
D
6
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LA PERSISTENCIA DE LAS NORMAS SOCIALES:
D E L F E N Ó M E N O AU TO C I N É T I C O A L A « C U LT U R A D E L H O N O R »
FIGURA 9.6
La cultura del honor: cómo la vio Hollywood.
En muchas películas viejas sobre el oeste americano, la afrenta al honor de uno de
los personajes conducía a duelos como éste. La investigación sugiere que las
normas que exculpan o requieren dicho comportamiento se encuentran aún hoy
activas en ciertas regiones de Estados Unidos.
■
Cohen y Nisbett (1997) pensaron que
si la cultura del honor estaba aún activa en
el Oeste y Sur norteamericanos, el aspirante que mencionó un crimen de
honor recibiría mayor condescendencia
con sus solicitudes de información y cartas más amigables de estas regiones del
país que de otras áreas geográficas. De
hecho, esto fue lo que sucedió; no existieron diferencias en condescendencia o
en el tono de la respuesta entre el Norte,
por un lado, y el Sur y el Oeste, por el
otro, en relación a la carta que mencionó
el hurto del vehículo. Sin embargo, sí se
observaron diferencias significativas en las
respuestas a la carta que mencionó el crimen por honor: las respuestas de las compañías del Sur y del Oeste fueron más
favorables.
Esta investigación es muy diferente de
la primera investigación realizada por Sherif en la cual empleó el fenómeno autocinético, pero coincide con su hallazgo de que
las normas, una vez creadas, tienden a persistir.Además, estos estudios más recientes
también ilustran claramente cómo los
métodos empleados por los psicólogos
sociales para estudiar este tema se han
vuelto cada vez más sofisticados y realistas
que los de las décadas pasadas. Creemos
que, para casi cualquier estándar, esto
representa un progreso científico real.
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lo largo de Estados Unidos solicitando un
formulario de aplicación e información
adicional. En la mitad de las cartas, el individuo indicó que él había matado a un
hombre en una pelea ocasionada por
fuertes insultos a su honor (la víctima de
culturas del honor: culturas
en las cuales fuertes normas
sociales exoneran la violencia
como medio de respuesta ante
una afrenta al honor personal.
368
su asalto afirmó haber tenido una relación
con su novia e insultó tanto a su novia
como a la madre del sujeto). En otras cartas el individuo indicó que él había estado
implicado en un crimen diferente —robo
de un coche.
punto central: la conformidad es un hecho básico de la vida social. La mayoría de
las personas cumplen las normas de sus grupos o sociedades la mayor parte del
tiempo. ¿Por qué esto es así? ¿Por qué la gente a menudo elige continuar con estas
consecuencias o expectativas en lugar de resistirse a ellas? La respuesta parece implicar dos fuertes necesidades que poseen todos los seres humanos —el deseo de gustar o de ser aceptado por los demás y el deseo de estar en lo cierto, de entender
adecuadamente el mundo social (Deutsch y Gerard, 1995; Insko, 1985)—, además
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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de los procesos cognitivos que nos llevan a ver la conformidad como totalmente
justificada después de que ésta se ha producido (por ejemplo, Buehler y Griffin,
1994).
INFLUENCIA SOCIAL NORMATIVA: EL DESEO DE GUSTAR Y EL MIEDO AL RECHAZO.
¿Cómo podemos conseguir gustar a los demás? Este es uno de los eternos enigmas
de la vida social. Como vimos en los Capítulos 2 y 7, muchas tácticas pueden resultar efectivas en este sentido. Una de las que tienen más éxito es parecerse lo más
posible a los demás. Desde temprana edad aprendemos que estar de acuerdo con las
personas que nos rodean y comportarnos como ellas hace que les agrademos. Padres,
profesores y amigos, entre otros, nos colman de alabanzas y aprobaciones para mostrar dicha semejanza (véase nuestra discusión sobre la formación de actitudes en
el Capítulo 4). Por tanto, una razón importante para la conformidad es esta: hemos
aprendido que hacer tales cosas puede ayudarnos a obtener la aprobación y aceptación que anhelamos. Esta fuente de conformidad es conocida como la influencia social normativa e implica cambiar nuestro comportamiento para adaptarlo a
las expectativas de los demás.
Si nuestra tendencia a aceptar las normas sociales proviene, el menos en parte,
de nuestro deseo de gustar y ser aceptado por los demás, entonces, parece razonable
pensar que cualquier cosa que incremente nuestro miedo a ser rechazados por estas
personas incrementará nuestra conformidad. Una de las cosas que puede generar
miedo al rechazo es presenciar a otra persona puesta en ridículo (véase Figura 9.7).
Cuando presenciamos tales escenas deseamos evitar nuestro propio rechazo y una
manera de hacerlo es mantenernos lo más cerca posible de lo que es visto como
«aceptable» o «apropiado» en nuestro grupo, en otras palabras, aceptar aún más las
normas sociales existentes. Dos investigadores, Janes y Olson (2000) han puesto
a prueba estas sugerencias y han acuñado la frase «jeer pressure» (presión a través
de la burla) para describir tales efectos. Su investigación proporciona evidencias de
que la gente muestra una mayor tendencia a la conformidad cuando sienten miedo
al rechazo de los demás (presión potencial). Estos hallazgos apoyan la perspectiva
de que una razón para la conformidad es gustar a los demás o, al menos, evitar su
rechazo.
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EL DESEO DE SER CORRECTO: INFLUENCIA SOCIAL BASADA EN LA INFORMACIÓN. Si
quieres saber tu peso puedes subirte a una báscula. Si quieres saber el tamaño de
tu habitación, puedes medirla directamente. Pero, ¿cómo puedes establecer con
exactitud cuál es tu postura social o política o qué corte de cabello te sienta mejor?
No existen pruebas físicas simples o artefactos de medida para responder a tales preguntas. A pesar de eso, también deseamos ser correctos en estos temas. La solución
para este dilema es obvia: para responder a estas preguntas, acudimos a otras personas. Empleamos sus opiniones y acciones como nuestra guía. A su vez, dicha confianza en los demás es una fuente sólida de la tendencia hacia la conformidad. Las
acciones y opiniones de los demás definen nuestra realidad social y las empleamos
como una guía para nuestras propias acciones y opiniones. Esta base de la conformidad es conocida como influencia social informativa, debido a que está basada
en nuestra tendencia a depender de los demás como una fuente de información
acerca de muchos aspectos del mundo social.
La evidencia de las investigaciones sugiere que la influencia social informativa
es una fuente muy sólida de conformidad debido a que nuestra motivación para ser
correctos o estar acertados es muy fuerte. Sin embargo, como puedes esperar, esto
será más probable en situaciones en las cuales no sabemos qué es lo «correcto» o
lo «adecuado» en comparación con situaciones en las que tenemos mayor confianza
en nuestra propia habilidad para tomar tales decisiones. Esto es confirmado por los
resultados de un estudio realizado por Baron, Vandello y Brunsman (1996). (Robert
S. Baron no es el Robert Baron que es coautor de este libro.) En esta investigación,
La conformidad: la influencia de grupo en acción
influencia social normativa:
la influencia social basada en el
deseo de los individuos de ser
aceptados por las otras
personas.
influencia social informativa:
la influencia social basada en el
deseo de los individuos de ser
correctos, esto es, de poseer
percepciones adecuadas o
certeras del mundo social.
369
FIGURA 9.7
Miedo a la burla: cuando el
miedo al rechazo lleva a
una mayor conformidad.
Cuando vemos a otra persona
siendo ridiculizada podemos
temer un rechazo similar hacia
nosotros. Como resultado
puede generarse una mayor
tendencia a mantenernos lo
más cerca posible al
comportamiento que es
considerado como el aceptable
o apropiado, esto es, aceptar las
normas sociales.
■
los investigadores emplearon un cambio ingenioso de la tarea de comparar líneas
de Asch. Mostraron a los participantes un dibujo de una persona y luego les pidiron que la identificaran entre otros muchos dibujos en una especie de rueda de identificación de testigos. En una condición el dibujo se mostró sólo durante
0,5 segundos; esto hizo bastante difícil la tarea de identificación. En otra condición,
el dibujo se mostró durante 5,0 segundos, haciendo la tarea de identificación mucho
más fácil. Otro aspecto del estudio implicó la importancia de tomar decisiones acertadas. Se le dijo a la mitad de los participantes que el estudio era preliminar, por
tanto los resultados no serían tan importantes. Al resto se les informó que los resultados serían muy importantes para los investigadores.
Para medir la conformidad, los participantes fueron expuestos a los juicios de
dos cómplices quienes identificaban a una persona errónea antes de que los participantes hicieran su propia elección en la rueda de reconocimiento simulada.
Cuando el estudio fue descrito como muy importante, la predicción general fue que
los participantes tenderían más hacia la conformidad cuando la tarea fuera más difícil (exposición del dibujo de 0,5 segundos) en comparación a cuando la tarea fuera
más fácil (exposición de 5,0 segundos). Esto sería así ya que, bajo estas condiciones, los participantes se sentirían inseguros de sus propias decisiones y se basarían
en los juicios de los asistentes. Sin embargo, cuando el estudio fue descrito como
relativamente poco relevante, no importaría la dificultad de la tarea: la conformidad
sería la misma en ambas condiciones. Como puedes observar en la Figura 9.8, los
resultados del estudio confirman tales predicciones. Estos hallazgos sugieren que
nuestro deseo de ser correctos o de estar acertados puede ser una fuerte fuente para
la conformidad pero, principalmente, cuando estamos inseguros acerca de lo que
es correcto o adecuado ante determinadas situaciones.
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JUSTIFICAR LA CONFORMIDAD: LAS CONSECUENCIAS COGNITIVAS DE SEGUIR AL GRUPO.
Asch (1951, 1955) indicó que algunas personas que adoptan conductas de conformidad lo hacen sin ningún tipo de reservas: concluyen que están equivocadas y que
los demás tienen razón. Para estas personas, la conformidad representa, como
mucho, un dilema temporal. Sin embargo, para muchas personas, la decisión de plegarse a la presión del grupo y comportarse como lo hacen los demás es más compleja. Tales personas sienten que su propio juicio es correcto, pero al mismo tiempo,
no quieren ser diferentes; por tanto, se comportan de manera incongruente con sus
370
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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La conformidad fue mayor
cuando la inseguridad fue alta en
comparación a cuando fue baja
4
Medida de la conformidad
3,6
3,5
3
2,5
2,33
2,47
2
1,5
Inseguridad baja
Inseguridad alta
1,13
1
No importante
Importante
Importancia de ser correcto
FIGURA 9.8
Evidencia del funcionamiento de la influencia social informativa.
Cuando la motivación para ser correcto fue alta (la tarea fue descrita como
importante) los participantes de la investigación mostraron una mayor
tendencia a adoptar los juicios de los demás cuando ellos estaban inseguros
acerca de la respuesta correcta (la tarea era difícil) en comparación a cuando
tenían una mayor confianza en sus propios juicios (la tarea fue fácil). Cuando
la motivación para ser correctos fue baja (la tarea fue descrita como no
importante), no se observaron tales diferencias. Estos hallazgos sugieren que
nuestra susceptibilidad a la influencia social informativa varía de acuerdo con
varios actores.
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[FUENTE: BASADO EN DATOS DE BARON, VANDELLO Y BRUNSMAN, 1996.]
■
creencias privadas. ¿Cuáles son los efectos de la conformidad en tales personas? Los
resultados de las investigaciones (por ejemplo, Griffin y Buehler, 1993; Buehler y
Griffin, 1994) sugieren que uno de los efectos puede implicar una tendencia a modificar sus percepciones de la situación en que aparece la conformidad para así justificarla. Como afirmó John Kenneth Galbraith, «ante la elección entre cambiar las
ideas propias o probar que no es necesario hacerlo, ¡casi todo el mundo se ocupa de
la prueba!» (citado en Buehler y Griffin, 1994, p. 993).
Muchos estudios sugieren que la decisión de adoptar conductas de conformidad puede estar seguida por cambios en las percepciones de los hechos, esto es, cambios que tienden a justificar la conformidad (por ejemplo, Buehler y Griffin, 1994).
En vista de estos resultados, nos preguntamos: ¿puede repetirse este patrón en todas
las culturas? Se espera que tales efectos puedan producirse en las culturas en las
que se valora la elección individual basada en el análisis racional de la información disponible (por ejemplo, Estados Unidos y muchos países occidentales): la
gente siente una fuerte necesidad de explicar por qué ellos adoptan conductas de
conformidad. Sin embargo, en las culturas en las que se da un mayor valor a los juicios del grupo y se evita estar en desacuerdo con los demás, la presión hacia dicha
justificación cognitiva puede ser más débil (Bond y Smith, 1996). Como lo han
hecho notar Buehler y Griffin (1994), este es un tema interesante que requiere más
estudio.
La conformidad: la influencia de grupo en acción
371
P U N TO S C L AV E
■
■
■
■
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⡤
Muchos factores determinan si se da la conformidad y en qué medida. Estos incluyen la
cohesión —grado de la atracción sentida por un individuo hacia algún grupo, el tamaño
del grupo, y el tipo de norma social operante en aquella situación— descriptiva u obligada.
Somos más proclives a comportarnos de manera congruente con las normas cuando
éstas nos resultan relevantes.
Las normas tienden a mantenerse en el tiempo. Esta es una de las razones de por qué
existe todavía una cultura del honor en el Sur y el Oeste de Estados Unidos.
En la base de nuestra tendencia hacia la conformidad se encuentran dos motivaciones
importantes: el deseo de gustar a los otros y el deseo de ser correcto o apropiado. Estas
dos motivaciones son reflejadas en dos tipos distintos de influencia social, la influencia
social normativa y la informativa.
El deseo de gustar a los demás o el miedo a ser rechazado da pie a la «presión por la
burla», lo que lleva el deseo de evitar el rechazo adhiriéndonos aún más a las normas
sociales existentes.
Una vez que mostramos conformidad en una situación dada tendemos a percibir esta
acción como justificada, incluso si ha requerido que nos comportáramos de manera contraria a nuestras verdaderas creencias.
Resistir las presiones hacia la conformidad:
¿por qué a veces elegimos no seguir a los demás?
Una vez leída nuestra exposición sobre la influencia social normativa e informativa, puedes tener ahora la impresión de que las presiones hacia la
conformidad son tan fuertes que son imposibles de resistir. Si es así, anímate. En
muchos casos, los individuos —o grupos de individuos— se resisten (véase
Figura 9.9). Esto fue así en la investigación de Asch; como puedes recordar, muchos
de los participantes cedieron ante la presión social, pero sólo parte del tiempo. En
muchas ocasiones se aferraban a sus propios juicios, incluso cuando se encontraban frente a una mayoría unánimemente en desacuerdo. Si quieres otros ejemplos,
sólo mira a tu alrededor: encontrarás que mientras la mayoría de las personas se
adhieren a las normas sociales la mayor parte del tiempo, muchas no lo hacen. Por
ejemplo, el anterior Decano de mi universidad casi nunca llevaba corbata, incluso
en situaciones en las cuales el resto de los hombres la llevaban. Claramente él eligió no adoptar el comportamiento de conformidad en relación a esta norma social
en particular. La mayoría de nosotros hacemos elecciones similares: adoptamos la
mayoría de las normas sociales, pero no completamente, y ciertamente no todas
ellas. ¿Qué explica esta habilidad para resistir las presiones hacia la conformidad,
incluso las más fuertes? Parecen ser importantes muchos factores (por ejemplo, Burger, 1992), pero dos parecen sobresalir: la necesidad de mantener nuestra individualidad y la necesidad de mantener el control sobre nuestras vidas.
La necesidad de mantener nuestra individualidad, en particular, parece ser uno
de los factores más poderosos. Sí, queremos ser como los demás pero parece que no
hasta el punto de perder nuestra identidad personal. En otras palabras, junto con
las necesidades de ser correctos y de gustar a otros, la mayoría de nosotros posee
un deseo de individualidad —para ser diferenciable de los demás en algunos aspectos (por ejemplo, Maslach, Santee y Wade, 1987)—. En general, deseamos ser como
los demás —especialmente como aquellos a quienes apreciamos o respetamos—
pero no queremos ser «exactamente» como ellos ya que esto podría implicar renunciar a nuestra individualidad (por ejemplo, Snyder y Fromkin, 1979).
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individualidad: la necesidad de
ser diferenciado de otros en
algunos aspectos.
372
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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FIGURA 9.9
Resistir las presiones
hacia la conformidad.
Al igual que el personaje de
esta viñeta, muchos de
nosotros a menudo resistimos
incluso las presiones fuertes
hacia la conformidad.
[FUENTE: © THE NEW YORKER
COLLECTION 1999. MICK STEVENS
DE CARTOONBANK.COM. TODOS
LO S D E R E CHO S R E SE R VADO S . ]
■
Si esto es así entonces nos planteamos una predicción interesante relacionada
con la diversidad cultural: la tendencia hacia la conformidad será más baja en las
culturas que enfatizan la individualidad (culturas individualistas) que en aquellas
que enfatizan el formar parte del grupo (culturas colectivistas). Un estudio amplio
realizado por Bond y Smith (1996) examinó esta hipótesis comparando la conformidad en diecisiete países diferentes. Analizaron los resultados de 133 estudios que
empleaban la tarea de comparación de líneas como Asch para medir la conformidad. Entre estos estudios, identificaron aquellos realizados en países con culturas
colectivistas (por ejemplo, países de África y Asia) y los realizados en culturas individualistas (países de Norte América y Europa Occidental). Entonces compararon
la conformidad mostrada en estos dos grupos de países. Los resultados indicaron
que, de hecho, una mayor conformidad fue registrada en países con culturas colectivistas, en las cuales se esperaba que la motivación a mantener la propia individualidad fuera baja y esto sucedió así independientemente del tamaño del grupo
influyente. Se han obtenido resultados similares en otros estudios (por ejemplo,
Hamilton y Sanders, 1995), por lo que parece que la necesidad de mantener la individualidad varía mucho entre diferentes culturas y que estas diferencias, a su vez,
influyen en la tendencia hacia la conformidad.
Otra razón por la que los individuos a menudo eligen resistir la presión del grupo
guarda relación con su deseo de mantener el control sobre los eventos de sus vidas
(por ejemplo, Daubman, 1993). Muchas personas desean creer que pueden determinar lo que les sucede y ceder a la presión social puede, algunas veces, ir en contra de este deseo. Después de todo, seguir al grupo implica adoptar un
comportamiento que uno no elegiría de manera habitual y esto puede ser visto como
una restricción a la libertad y al control personal. Los resultados de muchos estudios sugieren que mientras mayor sea la necesidad de los individuos de control personal, menor será la probabilidad de que cedan ante la presión social. De manera
que, este factor parece ser importante en lo que se refiere a resistir la conformidad.
En resumen, dos motivaciones —el deseo de mantener nuestra individualidad y
el deseo de mantener el control sobre nuestras propias vidas— sirven para oponerse
a nuestros deseos de gustar a los demás y de ser correctos y, por tanto, reducen la
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La conformidad: la influencia de grupo en acción
373
FIGURA 9.10
Personas que no pueden adoptar un comportamiento de conformidad.
Algunas personas que quisieran adoptar las normas sociales existentes no pueden hacerlo debido a
barreras físicas, psicológicas o legales. Por ejemplo, las parejas homosexuales no pueden contraer
matrimonio en la mayoría de los países, aunque tengan relaciones estables de larga duración y deseen
hacerlo.Tales matrimonios son legales en pocos países.
■
tendencia hacia la conformidad. El que adoptemos un comportamiento de conformidad en una situación dada dependerá de la fuerza relativa de todos estos motivos y de la compleja interrelación que se da entre ellos. Por tanto, nos enfrentamos
de nuevo al hecho de que intentar comprender las raíces del comportamiento social
es a menudo tan complejo como fascinante.
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LA GENTE QUE NO PUEDE ADOPTAR UN COMPORTAMIENTO DE CONFORMIDAD. Antes,
nos hemos centrado en la gente que puede adoptar un comportamiento de conformidad pero que elige no hacerlo. También existen muchas personas que no pueden adoptarlo por razones físicas, legales o psicológicas. Por ejemplo, consideremos
las personas que son físicamente discapacitadas. Ciertamente éstas pueden llevar
una vida plena y participar en muchas actividades. Sin embargo, estas personas no
pueden adherirse a algunas normas sociales debido a sus limitaciones físicas. Por
ejemplo, algunas no pueden ponerse en pie cuando oyen el himno nacional y otras
no pueden adherirse a ciertos estilos de vestir por razones similares.
Los homosexuales también se enfrentan con dificultades para seguir las normas
sociales. Muchas personas pertenecientes a este grupo social participan en relaciones estables y duraderas con una pareja y les gustaría adoptar la norma social que
consiste en que dos personas que se aman puedan contraer matrimonio. Sin
embargo, hasta hace poco esto no era posible en muchos países. Incluso ahora, el
matrimonio entre homosexuales está legalmente reconocido en pocos países (véase
Figura 9.10). En tanto que éste es un tema complejo relacionado con cuestiones
morales, religiosas o éticas y que está fuera del dominio de la ciencia, es importante
resaltar que muchas personas encuentran difícil o imposible adherirse a normas
sociales existentes, incluso cuando ellas así lo desean; como resultado, se enfrentan ante dificultades y conflictos poco comunes para otras personas.
Influencia de la minoría: ¿siempre lleva el mando la mayoría?
Como acabamos de afirmar, los individuos pueden resistir a la presión del grupo y con frecuencia lo hacen. Los disidentes solitarios o las pequeñas
minorías pueden cerrarse en banda y rechazar seguir al grupo. Y eso no es todo: en
algunos casos estas personas —minorías dentro de sus grupos— pueden dar la vuelta
374
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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a la tortilla siendo ellas las que pasen a ejercer influencia sobre la mayoría. La Historia nos da numerosos ejemplos de ello. Muchos genios de la ciencia tales como
Galileo, Pasteur y Freud se enfrentaron a mayorías virtualmente unánimes que inicialmente rechazaron sus perspectivas. Sin embargo, con el paso del tiempo, estas
personas famosas vencieron tal resistencia y ganaron una gran aceptación para sus
teorías. Ejemplos más recientes de minorías que influyen a las mayorías nos los proporciona el éxito de los ecologistas. Al principio, tales personas eran vistas como
radicales de mirada furiosa con ideas extrañas. Sin embargo, gradualmente tuvieron éxito en cambiar las actitudes de la mayoría de manera que hoy en día sus perspectivas son ampliamente aceptadas.
Sin embargo, ¿en qué momento preciso las minorías tienen éxito en influir a la
mayoría? Los hallazgos de las investigaciones sugieren que es más probable que las
minorías lo logren bajo ciertas condiciones (Moscovici, 1985). En primer lugar, los
miembros de tales grupos deben ser consistentes en su oposición a las opiniones
de la mayoría. Si ellos dudan o parecen estar divididos, su impacto se reduce. En
segundo lugar, los miembros de la minoría deben evitar parecer rígidos y dogmáticos (Mugny, 1975). Una minoría que simplemente repite la misma posición una
y otra vez es menos persuasiva que una que demuestra algún grado de flexibilidad.
Tercero, el contexto social general en el cual la minoría funciona es importante.
Si una minoría pelea por una postura que es consistente con las tendencias sociales actuales (por ejemplo, perspectivas conservadoras en momentos en que el conservadurismo crece), son mayores sus oportunidades de influir en la mayoría que
si peleara por una postura que estuviera fuera de las grandes tendencias.
Por supuesto, incluso cuando estas condiciones están presentes, las minorías se
enfrentan con una fuerte lucha cuesta arriba. El poder de las mayorías es grande, especialmente en situaciones ambiguas o complejas en las cuales las mayorías (en comparación con las minorías) son percibidas como fuentes de información más
confiables acerca de lo que es correcto. Sin embargo, en este sentido, la amenaza que
representan las mayorías sobre las minorías puede de hecho ser de ayuda para estas
minorías. Hallazgos recientes indican que las minorías tienden a sobrestimar el
número de personas que comparten su postura debido a que sienten una mayor preocupación por estar en lo cierto (por ejemplo, sostener perspectivas correctas). En
otras palabras, las minorías perciben un mayor apoyo a su postura del que realmente
existe (Kenworthy y Miller, 2001). Esto puede ser estimulador y servir para fortalecer
la resolución de las minorías en perseverar ante posibilidades desalentadoras.
Si las minorías perseveran pueden a la larga triunfar y encontrar que sus perspectivas están ahora en mayoría; esto es precisamente lo que ha sucedido en relación con el movimiento ecologista que mencionábamos anteriormente. Pero, ¿qué
sucede cuando las minorías se convierten en la mayoría? Y ¿qué les sucede a las
mayorías cuando caen de su posición favorecida? Prislin, Limbert y Bauer (2000) han
investigado estos temas y han obtenido resultados sorprendentes. Sobre la base de
investigaciones previas, ellos predijeron que la pérdida experimentada por las mayorías que se convertían en minorías sería mayor que la ganancia experimentada por
las minorías cuando se convertían en mayorías (un modelo asimétrico). Para probar esta hipótesis contaban con grupos de cuatro personas para discutir sus perspectivas acerca de la preservación del medio ambiente. Tres de las personas de cada
grupo eran asistentes de los investigadores (lo cual era desconocido para los participantes) y dos de ellos expresaban acuerdo con el participante en la mayoría de los
temas (situando a esta persona en la mayoría), o desacuerdo con él (situándolo en
la minoría). A medida que la discusión avanzaba, los tres asistentes mantuvieron
sus posturas (la condición de no cambio) o uno de ellos cambiaba (pasando a estar
de acuerdo con el participante si el asistente inicialmente estaba en descuerdo con
él o pasando a estar en descuerdo si el asistente inicialmente estaba de acuerdo; ésta
fue la condición de cambio parcial). Finalmente, en una tercera condición (la condición de cambio completo), dos de los asistentes cambiaban sus posturas.
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La conformidad: la influencia de grupo en acción
375
Una vez finalizada la discusión grupal, los participantes evaluaban su similitud
con el grupo y cuánto les gustaba éste. El modelo asimétrico predijo un mayor cambio para los participantes que pasaban de ser una mayoría a ser la minoría en comparación a los participantes que experimentaban el patrón contrario (aquellos que
pasaron de ser una minoría a ser la mayoría). Como ilustra la Figura 9.11, los resultados confirmaron esta predicción. En pocas palabras, perder la posición de mayoría tuvo mayores efectos sobre las reacciones de los participantes hacia el grupo
(haciéndolo menos favorable) en comparación con ganar la posición de mayoría después de haber sido una minoría (en cuyo caso, las percepciones del grupo fueron más
favorables, pero con un efecto menor). Estos resultados tienen implicaciones importantes sugiriendo que las minorías cuyas posturas ganan prominencia pueden estar
de alguna manera asentadas de forma inestable al menos por un tiempo. La mayoría vencida experimenta reacciones negativas fuertes mientras que la reciente poderosa minoría (ahora en la mayoría) muestra reacciones positivas más débiles. Como
resultado, la minoría triunfadora reciente puede estar en una posición vulnerable,
al menos inicialmente. Si no toman acciones para cimentar su victoria, ésta puede
tener de hecho una corta vida.
Antes de concluir esta exposición, deberíamos destacar un punto más: evidencia
adicional sugiere que un efecto positivo producido por las minorías es que inducen
a la mayoría a ejercer esfuerzos cognitivos crecientes para comprender por qué la
minoría sostiene sus perspectivas inusuales o impopulares (Nemeth, 1995; Vonk
y van Knippenberg, 1995). En otras palabras, minorías profundamente comprometidas y persuasivas pueden estimular a los miembros de la mayoría a formular
un «procesamiento sistemático» en relación a la información que les proporcionan
(por ejemplo, Smith, Tindale y Dugoni, 1996; Wood et al., 1996). De manera similar, los miembros de la minoría se pueden implicar en pensamientos muy cuidadosos (sistemáticos) en relación a sus posturas poco populares. Esto a su vez, puede
llevarlos a generar mayores argumentos con los cuales influir en la mayoría (Zdaniuk y Levine, 1996). Por tanto, incluso si inicialmente las minorías fallan en persuadir a las mayorías, las primeras pueden iniciar procesos tales como una mayor
consideración de ideas contrarias que, en última instancia, lleven a un cambio social
a gran escala (por ejemplo, Alvaro y Crano, 1996).
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Las mayorías que se convierten en minorías muestran
un gran descenso en sus evaluaciones del grupo
FIGURA 9.11
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE
PRISLIN, LIMBERT Y BAUER, 2000.]
1
Similitud con el grupo
Cuando las mayorías
se convierten en minorías
y viceversa.
Los individuos que formaban
inicialmente parte de una mayoría
pero que luego se convierte en
minoría mostraron reacciones
negativas fuertes ante este
cambio. En contraste, los
individuos que inicialmente
formaron parte de una minoría
pero luego se convirtieron en una
mayoría mostraron reacciones
positivas menos fuertes.
0,8
Las minorías que se convierten
en mayorías muestran un
menor incremento en sus
evaluaciones del grupo
De mayoría a
minoría
De minoría a
mayoría
0
– 0,2
–1
–1,2
–2
–1,7
Ningún
cambio
–1,3
–1,6
Cambio
Cambio
parcial
completo
Grado de cambio de los asistentes
■
376
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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P U N TO S C L AV E
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■
■
■
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⡤
Aunque las presiones hacia la conformidad son fuertes, muchas personas se resisten a
ellas, al menos parte del tiempo. Esta resistencia parece provenir de dos fuertes motivos: el deseo de conservar la propia individualidad y el deseo de ejercer control sobre
la propia vida.
Bajo ciertas condiciones, las minorías pueden inducir incluso a grandes mayorías a cambiar sus actitudes o comportamientos.
Debido a que las posturas de las minorías están amenazadas, ellas con frecuencia sobrestiman el número de personas que comparten sus creencias.
Las mayorías que se convierten en minoría experimentan fuertes reacciones negativas;
en contraste, las reacciones positivas de las minorías que se convierten en mayoría son
algo más débiles.
Un efecto positivo de las minorías es que inducen a las mayorías a pensar más sistemáticamente acerca de los temas que las minorías destacan. Esto puede facilitar cambios sociales a gran escala.
La condescendencia:
pedir –a veces– es recibir
QI
magina que quieres que alguien te haga algo ¿Qué harías para
convencerlo de que lo hiciese? Si lo piensas un momento en
seguida te darás cuenta de que sólo tienes unos pocos trucos a
tu disposición para obtener su condescendencia, para inducir a los demás a decir
sí ante tus peticiones ¿Cómo son estas técnicas? ¿Cuáles funcionan mejor y cuándo?
Éstas son algunas de las cuestiones fundamentales estudiadas por los psicólogos
sociales en su esfuerzo por comprender la forma más frecuente de influencia social.
En las páginas siguientes examinaremos diversas tácticas para obtener condescendencia. Antes, sin embargo, veremos brevemente el marco para entender la naturaleza de todos estos procedimientos.
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La condescendencia: principios subyacentes
Hace algunos años, un conocido psicólogo social (Robert Cialdini)
decidió que la mejor manera de entender la condescendencia era estudiando lo que
él denominó los «profesionales de la condescendencia», gente cuyo éxito (económico o de otro tipo) depende de su habilidad para hacer que los demás digan «sí»
¿Quiénes son estas personas? Incluye a vendedores, publicistas, miembros de grupos de presión, inversores, políticos, estafadores, negociadores profesionales y
muchos otros. La técnica de Cialdini para aprender de esta gente era sencilla: temporalmente ocultó su verdadera identidad y trabajó en diversos puestos en los que
la condescendencia era necesaria. En otras palabras, trabajó en publicidad, venta
directa, organismos financieros y en otras áreas vinculadas. En base a estas experiencias de primera mano concluyó que, aunque las técnicas para conseguir condescendencia toman muchas formas diferentes, todas se basan en seis principios
básicos (Cialdini, 1994):
Amistad/simpatía: En general, estamos más dispuestos a complacer las peticiones de nuestros amigos o de los que nos agradan más que las de extraños o de
gente que no nos gusta.
La condescendencia: pedir —a veces— es recibir
377
Compromiso/consistencia: Una vez nos hemos comprometido con una postura
o acción estamos más dispuestos a acceder a solicitudes de comportamientos
coherentes con dicha postura que a peticiones inconsistentes con ella.
Escasez: En general valoramos e intentamos asegurar oportunidades (resultados
u objetos) que son escasas o que pueden disminuir en su disponibilidad. Como
resultado, tenemos más disposición a condescender ante solicitudes que se centren en oportunidades que pueden desaparecer que ante las que no hagan referencia a tal aspecto.
Reciprocidad: Generalmente estamos más dispuestos a condescender ante la
solicitud de alguien que previamente nos hizo un favor o concesión que ante otro
que no lo haya hecho. En otras palabras, nos sentimos obligados a compensarle
de algún modo por lo que ha hecho por nosotros.
Validación social: En general mostramos más disposición a condescender a
actuar de un determinado modo, si dicha acción es consistente con lo que
creemos que personas similares a nosotros hacen (o piensan). Queremos ser correctos y una manera de hacerlo es actuar y pensar como los demás.
Autoridad: En general, estamos más dispuestos a condescender a las peticiones
de alguien que tiene una autoridad legítima o que simplemente parece tenerla.
Según Cialdini (1994) estos principios básicos constituyen la base de muchas técnicas empleadas por los profesionales —y por nosotros mismos— para obtener la
condescendencia de los demás. Ahora examinaremos las técnicas basadas en estos
principios y algunas otras.
Tácticas basadas en la amistad o la simpatía: congraciarse
En nuestra exposición sobre el manejo de la impresión (Capítulo 2)
analizamos diversas técnicas para incrementar la condescendencia por medio del
agrado o la simpatía. Como recordarás el manejo de la impresión implica varios procedimientos para causar una buena impresión a los demás. Aunque esto por sí solo
podría ser un fin, las técnicas de manejo de la impresión se emplean, frecuentemente, con la intención de congraciarse: conseguir gustar a los demás para que así
estén más dispuestos a condescender a nuestras peticiones (Jones, 1964; Liden y Mitchell, 1988).
De estas técnicas, ¿cuáles funcionan mejor? Una revisión de los estudios existentes sobre este tema (Gordon, 1996) sugiere que la adulación —alabar de alguna
manera a los demás— es una de las mejores técnicas. Como sugiere la viñeta de la
Figura 9.12, la adulación no tiene que centrarse en el receptor para tener éxito; también puede consistir en adulaciones a alguien cercano a este individuo. Otras técnicas que parecen funcionar son la mejora de la apariencia personal, emitir muchas
claves no verbales positivas y el hacer pequeños favores a estas personas (Gordon,
1996; Wayne y Liden, 1995). En el Capítulo 2 ya describimos con detalle muchas
de estas técnicas por lo que no repetiremos esa información aquí. Baste con decir
que muchas de las tácticas empleadas para el manejo de la impresión resultan también exitosas para incrementar la condescendencia.
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congraciarse: una técnica para
obtener condescendencia en la
cual el solicitante busca, primero,
resultar agradable al otro, y
luego tratar de cambiarle su
comportamiento en la forma
deseada.
378
Tácticas basadas en el compromiso de consistencia:
el pie-en-la-puerta y el amago («low ball»)
Cada vez que yo (RAB) visito la sección de comida de nuestro centro
comercial soy abordado por una o más personas que me ofrecen muestras gratuitas
de varios alimentos. La razón de estas acciones es obvia: las personas ofrecen muestras gratuitas esperando que una vez yo las haya aceptado, me agrade el gusto del alimento y por tanto será más probable que compre mi comida en su establecimiento.
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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FIGURA 9.12.
Adulación: una
herramienta poderosa para
obtener condescendencia.
La adulación es una de las
técnicas más efectivas para
obtener condescendencia.
Como se muestra aquí, no tiene
por qué centrarse en el
receptor para ser efectiva; los
cumplidos hacia personas
cercanas a estos individuos (por
ejemplo, sus hijos) pueden
también ser exitosos.
[FUENTE: UNIVERSAL PRESS
SYNDICATE, 6 MAYO 2000.]
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Este enfoque para obtener condescendencia es conocido como la técnica del pie-enla-puerta. El funcionamiento de esta táctica consiste en inducir a las personas a acceder ante una petición inicial pequeña («Acepta esta muestra gratuita») para luego
acceder a una petición mayor, la realmente deseada. Los resultados de muchos estudios indican que esta táctica funciona; tiene éxito en inducir una aceptación mayor
(por ejemplo, Beaman et al., 1983; Freedman y Fraser, 1966). ¿Por qué sucede de esta
manera? Porque la técnica del pie-en-la-puerta se basa en el principio de consistencia:
una vez que uno ha dicho sí a la petición pequeña, es más probable que también digamos sí a las peticiones mayores subsecuentes debido a que rechazarlas podría ser
inconsistente con nuestra conducta previa. Por ejemplo, imagínate que deseas pedirle
prestados los apuntes de clase de varias semanas atrás a uno de tus amigos. Puedes
comenzar pidiéndole sólo los apuntes de una clase. Después de copiarlos, puedes
hacerle una solicitud mayor: los apuntes del resto de las clases. Si tu amigo acepta,
habrá sido porque rechazar tu solicitud sería inconsistente con su comportamiento
anterior (por ejemplo, DeJong y Musilli, 1982).
Sin embargo, la técnica del pie-en-la-puerta no es la única táctica basada en el
principio de consistencia/compromiso. Otra es la técnica del amago («low ball»).
En este procedimiento, el cual es frecuentemente empleado por los vendedores de
automóviles, se ofrece una buena oferta al cliente. Sin embargo, luego que el cliente
la ha aceptado sucede algo que hace necesario que el vendedor cambie la oferta,
haciéndola menos ventajosa para el cliente —por ejemplo, el gerente del local no
la ha aprobado—. Por supuesto, la reacción totalmente racional sería que el cliente
se marchase. Sin embargo, a menudo, se conforman con los cambios y aceptan el
arreglo menos favorable (Cialdini et al., 1978; véase Figura 9.13). En ocasiones como
éstas, un compromiso inicial parece hacer más difícil que un individuo diga que no,
incluso cuando las condiciones —que en un primer momento lo llevaron a decir
que sí— hayan cambiado ahora.
La condescendencia: pedir —a veces— es recibir
técnica del pie-en-la-puerta:
un procedimiento para obtener
condescendencia en el cual los
solicitantes comienzan con una
solicitud pequeña y luego,
cuando ésta está garantizada,
solicitan otra más grande (la que
en realidad desean).
técnica del amago: una
técnica para obtener
condescendencia en la cual una
oferta o trato es cambiado (se
hace menos atractivo) después
de que la persona-objetivo lo ha
aceptado.
379
FIGURA 9.13
La técnica del amago: un procedimiento para obtener condescendencia
basado en el principio de compromiso.
Muchos vendedores de automóviles emplean la técnica del amago. En este procedimiento
para obtener condescendencia, se ofrece a los clientes un trato muy atractivo, que ellos
aceptan. El trato es entonces rechazado por el gerente de ventas, quien sube el precio o
hace algún otro cambio no favorable para el cliente. Resultaría lógico que el cliente se
marchara, pero debido al compromiso previo, con frecuencia acepta la segunda oferta.
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Tácticas basadas en la reciprocidad:
las técnicas de la puerta-en-la-cara y «esto-no-es-todo»
técnica de la-puerta-en-lacara: un procedimiento para
obtener condescendencia según
el cual los solicitantes comienzan
con una solicitud grande y
después, cuando ésta es
rechazada, la rebajan a una
menor (la que ellos realmente
deseaban desde el principio).
380
La reciprocidad es una regla básica de la conducta social: usualmente hacemos a otros lo que ellos nos han hecho a nosotros. Si nos han hecho
un favor sentimos entonces que deberíamos hacerles uno a ellos. Mientras que
esta convención es vista como justa por la mayoría de las personas, el principio
de reciprocidad también sirve de base para varias de las técnicas que se emplean
para obtener condescendencia. Una de éstas es la opuesta a la técnica del pie-enla-puerta. En vez de comenzar con una petición pequeña y luego escalar hacia una
mayor, las personas buscan a veces la condescendencia comenzando con una gran
petición y luego, después de que ésta es rechazada, cambian a una petición menor
—la que ellas deseaban en realidad—. Esta táctica es conocida como la técnica
de la puerta-en-la-cara (porque el primer rechazo es como cerrar la puerta en la
cara de quien hace la solicitud). Varios estudios indican que esta técnica puede
ser muy efectiva. Por ejemplo, en un experimento muy conocido, Cialdini y sus
colegas (1975) pararon a estudiantes universitarios en la calle haciéndoles una
gran solicitud: si podrían prestarse como orientadores no remunerados de delincuentes juveniles dos horas a la semana ¡durante dos años! Como bien puedes
imaginar, ninguno accedió. Cuando luego los experimentadores rebajaron su solicitud a una mucho menor —si podrían llevar a un grupo de delincuentes a una
visita al zoo de dos horas— el 50 por ciento estuvo completamente de acuerdo.
En contraste, poco menos de un 17 por ciento de los que estaban en el grupo control accedió a esta pequeña petición (sin que se les hubiera hecho una petición
mayor antes).
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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La misma táctica es empleada a menudo por negociadores, quienes comienzan
con una posición que les es tremendamente favorable pero luego la rebajan a una
posición mucho más cercana a la que ellos realmente deseaban obtener. De manera
similar, los vendedores a menudo comienzan con un precio que saben será rechazado por los compradores, rebajando luego el precio a uno más razonable —pero que
aún les es favorable y cercano a lo que ellos deseaban.
Un procedimiento relacionado para obtener condescendencia es conocido como
la técnica de «esto no es todo». Aquí la petición inicial es seguida, antes de que la
persona diga sí o no, por algo que endulza el trato —un pequeño incentivo extra para
la persona (por ejemplo, una reducción en el precio o incluir algo más por el mismo
precio)—. Por ejemplo, los anuncios de teletienda a menudo ofrecen algo adicional
para inducir a los espectadores a que tomen el teléfono y hagan una compra. Varios
estudios confirman que la técnica de «esto no es todo» realmente funciona (Burger, 1986). ¿Por qué? Una posibilidad es que el éxito de esta táctica se basa en el principio de reciprocidad: las personas receptoras de esta técnica perciben el «extra»
como una concesión añadida y por tanto se sienten obligadas a hacer una concesión ellos mismos. El resultado: ellas son más proclives a decir que sí.
Otra posibilidad es que cuando se genera la apariencia de una ganga, se reduce
el precio de un producto o se ofrece algo adicional, esto causa que el individuo piense
de manera automática o irreflexiva sobre la situación (por ejemplo, Langer, 1984).
La gente puede pensar: «esto es una ganga» y en concordancia con su pensamiento
heurístico, es más probable que diga «sí» en comparación a si pensara de manera
más sistemática o reflexionara sobre el asunto. Pollock y sus colegas (1998) proporcionaron evidencias sobre este tema. Encontraron que una reducción
pequeña en el precio para un producto de bajo precio (una caja de chocolates de
1,25 $ reducida a 1,00 $) producía un efecto «esto no es todo», pero no lo producía
para un producto más caro (una caja de 6,25 $... reducida a 5,00 $). Aparentemente,
los individuos pensaron más cuidadosamente el gastar 5,00 $ y esto neutralizó su
tendencia a responder de manera automática y favorable ante la reducción del precio. Independientemente de cuál sea su base, la técnica de «esto no es todo» a
menudo puede ser efectiva para incrementar la tendencia de otros a responder afirmativamente frente a varias peticiones.
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Tácticas basadas en la escasez: la técnica de «ponerlo difícil
de conseguir» y la técnica de la «fecha límite»
Es una regla general de la vida que las cosas que son escasas, raras o
difíciles de obtener son vistas como más valiosas que aquellas que son abundantes o fáciles de obtener. Por tanto, a menudo estamos dispuestos a invertir más
esfuerzo o pagar más para obtener los productos que son escasos en comparación
a los que se encuentran en gran abundancia. Este principio constituye la base de
varias técnicas para obtener condescendencia. Una de las más conocidas es la de
«ponerlo difícil de conseguir».
Muchas personas saben que esto puede ser una táctica efectiva en el área del
amor: las personas pueden incrementar mucho su deseabilidad sugiriendo que es
difícil conseguir su amor o que existen muchos candidatos para su amor (por ejemplo, Walster et al., 1973). Esta táctica, sin embargo, no se limita al área de la atracción interpersonal; los hallazgos de las investigaciones indican que es una táctica
empleada algunas veces por los candidatos a algunos puestos de trabajo para así
incrementar su atractivo ante empleadores potenciales, y por tanto, incrementa la
probabilidad de que los empleadores les ofrezcan el puesto. Las personas que
emplean esta técnica le hacen saber al empleador potencial que tienen otras ofertas y por tanto son muy deseados. Y de hecho, los hallazgos de las investigaciones
indican que esta técnica con frecuencia funciona (Williams et al., 1993).
La condescendencia: pedir —a veces— es recibir
técnica de «esto-no-estodo»: una técnica para obtener
condescendencia en la cual la
persona ofrece beneficios
adicionales antes de que los
otros hayan decidido aceptar o
rechazar las solicitudes
específicas.
técnica de «ponerlo difícil de
conseguir»: una técnica que
puede ser empleada para
incrementar la condescendencia
y consiste en sugerir que una
persona o un objeto es escaso y
difícil de conseguir.
381
FIGURA 9.14
La técnica de «fecha
límite» en acción.
Los publicistas
frecuentemente emplean la
técnica de fecha límite para
convencer a los
consumidores de que
compren ahora, ¡después
puede ser demasiado tarde!
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técnica de «fecha límite»:
una técnica para incrementar la
condescendencia en aquellas
personas a quienes se les
comunica que disponen de un
tiempo límite para tener ventaja
en alguna oferta o para obtener
algo.
382
Un procedimiento relacionado, también basado en el mismo principio de «lo que
es escaso es valioso», es el empleado frecuentemente por los comercios. Se trata
de los avisos que utilizan la técnica de fecha límite, los cuales establecen que una
venta especial finalizará en una fecha determinada implicando que los precios volverán a subir después. En muchos casos, el tiempo límite es falso: los precios no
subirán después de la fecha indicada y puede que de hecho continúe bajando si la
mercancía se queda sin vender. Sin embargo, muchas personas que leen tales avisos o que miran los carteles como los de la Figura 9.14, se los creen y corren a la
tienda para evitar perderse una gran oportunidad. Por tanto, cuando te encuentres
con una oferta que sugiere que el reloj está corriendo y puede pronto parar, ve con
cuidado: esto puede ser simplemente una técnica para disparar las ventas.
Antes de concluir queremos destacar que el principio de validación social,
otro de los principios básicos formulados por Cialdini (1994), está estrechamente
relacionado con la conformidad y de manera particular con el principio de la influencia social basada en la información. La comprobación social sugiere que con frecuencia condescendemos a las peticiones de acciones que percibimos como
consistentes con lo que las personas similares a nosotros están haciendo (o pensando). Así pues, deberías estar alerta la próxima vez que alguien te sugiera que
hagas algo que ellos quieran porque «eso es lo que la gente como nosotros está
haciendo»: son grandes las posibilidades de que esta sea una táctica para obtener
condescendencia, más que una simple descripción de lo que es un comportamiento
apropiado.
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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⡤
Los individuos emplean muchas tácticas diferentes para obtener condescendencia —conseguir que otros digan sí a sus peticiones—. Muchas de ellas se basan en principios bien
conocidos por los psicólogos sociales.
Dos tácticas ampliamente empleadas, el pie-en-la-puerta y el procedimiento del amago
se basan en el principio de compromiso/consistencia. En contraste, las técnicas de la
puerta-en-la-cara y «esto-no-es-todo» se basan en el principio de reciprocidad.
La técnica de «ponerlo difícil de conseguir» y la técnica de «fecha límite» están basadas en el
principio de la escasez —la idea de que aquello que es escaso o difícil de obtener es valioso.
La comprobación social, otro principio básico que subyace a la condescendencia, está fuertemente relacionada con la influencia social basada en la información y con la conformidad.
Otras tácticas para obtener condescendencia:
la técnica de «picar la curiosidad»
y la de «poner a los demás de buen humor»
Hace pocos días, yo (RAB) fui invitado a cenar a un buen restaurante
francés. La comida estuvo excelente, pero al salir del restaurante nos encontramos
con una mendiga muy persistente que nos retuvo preguntándonos, «¿Cómo fue la
cena?», seguido de «Y ¿qué tal si le das algo de dinero a una pobre?». Nosotros la
ignoramos y continuamos andando. Sin embargo, después yo me pregunté ¿por qué?
No somos personas de corazón duro, nada más lejos de ello. La respuesta, creo, es
que estábamos en «automático» —una tendencia muy empleada para ignorar a los
mendigos ya que hay muchos en mi ciudad—, y detenerte a ayudarlos a todos ellos
es realmente imposible.
Si nuestra tendencia a ignorar las peticiones de extraños es de hecho el resultado
de tal pensamiento en automático, entonces cualquier cosa que nos lleve a salir de
este estado y nos lleve realmente a considerar la petición de un extraño puede incrementar nuestra tendencia a condescender. Esta es la base de otra técnica para obtener condescendencia conocida como la técnica de «picar la curiosidad». Esta consiste
en «picar» o atraer el interés de la persona. Muchos estudios han proporcionado evidencia de que la técnica de «picar la curiosidad» realmente funciona. Por ejemplo,
Santos, Leve y Pratkanis (1994) realizaron una investigación en la cual las asistentes del investigador desempeñaron el rol de mendigas, pidiendo dinero a los transeúntes. En dos condiciones en las que no se contempló picar la curiosidad, ellas dijeron,
«¿tienes cambio?» o «¿tienes 25 céntimos?». En otras dos condiciones experimentales buscando picar la curiosidad de los transeúntes y evitando que rechazaran sus
peticiones de manera automática, las asistentes hicieron peticiones inusuales: «¿tienes 17 céntimos?» o «¿tienes 37 céntimos?». Los resultados indicaron que la técnica
de picar la curiosidad fue muy efectiva: el 75 por ciento de las personas expuestas a
estas dos condiciones de la técnica dio dinero a las mendigas cómplices mientras que
sólo dieron dinero la mitad de las personas expuestas a las otras dos condiciones.
Estos resultados sugieren que las organizaciones caritativas pueden incrementar la cantidad de dinero que obtienen haciendo sus solicitudes de una manera inusual o atrayendo de una manera especial la atención de las personas. De hecho, esto
es lo que sucede en nuestro campus universitario, cuando los estudiantes prácticamente «arrestan» a los miembros de la facultad cuando realizan el acto benéfico
anual. Los miembros sólo pueden ser «liberados» después de haber pagado su
«fianza». Este procedimiento es altamente efectivo y siempre he creído que funciona porque todos los elementos empleados (estudiantes vestidos como alguaciles,
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La condescendencia: pedir —a veces— es recibir
técnica de «picar la
curiosidad»: una técnica para
obtener condescendencia en la
cual se llama o atrae la atención
de la persona a través de
peticiones inusuales. Como
resultado, la persona no rechaza
la solicitud automáticamente,
como sucede con frecuencia.
383
grandes jaulas para retener a los miembros de la facultad) pican la curiosidad de las
personas. Por supuesto, sin realizar una investigación sistemática no puedo estar
seguro, pero parece ser una interpretación razonable de por qué estos procedimientos
funcionan tan bien.
Otra táctica para obtener condescendencia es una con la que seguramente estás
familiarizado: poner a los demás de buen humor antes de hacerles tu petición. Halagar u otras tácticas para congraciarse son a menudo empleadas con este propósito
y como hemos señalado anteriormente, pueden ser muy efectivas (Gordon, 1996).
Sin embargo, muchas otras técnicas pueden, y sorprendentemente lo consiguen,
obtener el mismo resultado (por ejemplo, Rind, 1996).
Por ejemplo, consideremos el interesante estudio realizado por Rind y Bordia
(1996). Estos investigadores pidieron a camareros de ambos géneros que, en una condición, dibujaran un rostro sonriente al reverso de las facturas, y en otra, que no lo
hicieran. Sobre la base de los estudios previos (por ejemplo, Rind y Bordia, 1996)
los investigadores predijeron que el rostro sonriente sería interpretado como una
señal de amistad por parte de las mujeres camareras, haciendo que los clientes mejoraran ligeramente su humor. Como resultado, dejarían mayores propinas que los
clientes que no vieron el rostro sonriente. Sin embargo, tales efectos no aparecerían en el caso de los camareros hombres ya que dibujar el rostro sonriente podría
ser visto menos adecuado dado su género. Los resultados confirmaron estas predicciones: cuando las camareras dibujaron el rostro sonriente las propinas recibidas aumentaron casi el 19 por ciento; efectos similares no fueron observados en el
caso de los camareros. Estos resultados y otros de los muchos estudios conducidos
tanto en el laboratorio como en situaciones de campo (por ejemplo, Baron, 1997a;
Rind, 1996) sugieren que casi cualquier cosa que ponga de buen humor a las personas (es decir, que inducen un afecto positivo) puede incrementar su tendencia a
responder afirmativamente ante varias peticiones.
Para una visión general de varias de las tácticas empleadas para obtener condescendencia, revisar la sección ¡Ideas para llevar contigo y utilizar!, que encontrarás al final de este capítulo.
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P U N TO S C L AV E
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En la técnica de picar la curiosidad, la condescendencia a las peticiones se aumenta atrayendo (estimulando) el interés de las personas, para que así no las rechacen de manera
automática.
Otra táctica para obtener condescendencia implica poner a los demás de buen humor
antes de hacerles una solicitud. Las evidencias indican que esta táctica será más efectiva si algún elemento de la solicitud induce a la persona a pensar sistemáticamente en
ello.
Los resultados de las investigaciones indican que las tácticas que los individuos escogen
para influir en otros están relacionadas con sus propios rasgos y características.
Formas extremas de influencia social:
Obediencia a la autoridad
y adoctrinamiento intenso
QE
n esta última sección nos centraremos en la influencia social
llevada al extremo. Específicamente examinaremos dos temas,
la obediencia y el adoctrinamiento intenso. En ambos casos,
384
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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la influencia social es utilizada para producir cambios drásticos en el comportamiento, cambios mucho mayores que los producidos por otros tipos de influencia social.
Obediencia destructiva: ¿dañarías a un desconocido
inocente si te lo ordenaran?
¿Has visto alguna vez a un oficial militar gritando a su tropa, y ésta
respondiendo a sus órdenes de manera instantánea?, ¿o a un entrenador deportivo
dando una instrucción a un jugador mucho más alto que él, quien escucha de
manera obediente y rápidamente obedece las demandas del entrenador? Si es así,
conoces otro tipo de influencia social: la obediencia; casos en los que una persona
en una posición de autoridad simplemente le dice u ordena a una o más hacer algo
y ¡ellas lo hacen! La obediencia es menos frecuente que la conformidad o la condescendencia, porque hasta las personas que poseen autoridad, aunque pueden
usarla a menudo, prefieren ejercer influencia a través de su mano izquierda —a través de peticiones más que a través de órdenes directas (por ejemplo, Yukl y Falbe,
1991)—. No obstante, la obediencia está lejos de ser un evento raro; tiene lugar en
muchos lugares desde las escuelas (¿no obedeciste una orden de tu profesor en la
secundaria?) hasta las bases militares. La obediencia de órdenes dictadas por personas que poseen autoridad no es sorprendente; tales personas disponen de medios
para hacer cumplir sus órdenes. Lo que realmente sorprende es el hecho de que a
menudo las personas que carecen de poder puedan también inducir altos niveles
de sumisión en otros. La más clara y dramática evidencia para tales efectos fue mostrada por Stanley Milgram en una serie de estudios muy conocidos y también controvertidos (Milgram, 1963, 1965a, 1974).
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ESTUDIAR LA OBEDIENCIA DESTRUCTIVA EN EL LABORATORIO. En su estudio Milgram
deseaba analizar si los individuos obedecerían las órdenes de un extraño, con relativa poca autoridad, instándoles a causar un considerable daño a otra persona —una
víctima totalmente inocente—. El interés de Milgram por este tema provenía de
hechos trágicos en los cuales personas aparentemente normales, que respetaban la
ley, obedecieron dichas directrices. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas del ejército alemán obedecieron órdenes de torturar y asesinar a
millones de civiles desarmados. De hecho, los nazis instauraron horribles pero eficientes campos de concentración destinados a exterminar a los judíos, los gitanos
u otras razas que creían que eran inferiores o que podían representar una amenaza
para la pureza de su propia raza. Estos acontecimientos están representados con
mucho detalle en el Museo Nacional del Holocausto en Washignton D.C. (véase
Figura 9.15).
En un esfuerzo para llegar a comprender la naturaleza de estos acontecimientos,
Milgram diseñó una ingeniosa pero inquietante simulación de laboratorio. El
investigador informó a los participantes (todos ellos hombres) que estaban
tomando parte en un estudio sobre los efectos del castigo en el aprendizaje. De
cada par de participantes, uno haría de «aprendiz» y tendría que realizar una simple tarea de memoria: identificar la segunda palabra de una serie de pares de palabras, que previamente había memorizado, una vez hubiese oído la primera. El otro
participante, el «profesor», leería las palabras y castigaría los errores del aprendiz mediante descargas eléctricas suministradas por el aparato de la Figura 9.16.
Como puedes observar en la imagen, este artefacto contenía 30 interruptores
numerados; el primero era de 15 voltios, el segundo de 30 y así hasta llegar a los
450 voltios. Las dos personas presentes —un participante real y un cómplice—
sacaban unos papelitos de un sombrero para determinar quién haría cada papel;
como puedes imaginar, todo estaba fijado para que al participante real siempre
Formas extremas de influencia social: obediencia a la autoridad y adoctrinamiento intenso
385
FIGURA 9.15.
Obediencia Destructiva:
Sus costes finales.
El Museo Nacional del
Holocausto en Washignton
D.C. presenta evidencias muy
dramáticas de lo que puede
suceder cuando la obediencia
destructiva es llevada hasta
niveles extremos.
■
le tocase hacer de profesor. Posteriormente se le indicaba al profesor que cada
vez que el aprendiz cometiese un error debía darle una descarga eléctrica. Además —y esto es crucial— a cada nuevo error debía ir aumentando la fuerza de
la descarga. De este modo, si el aprendiz cometía muchos fallos acababa recibiendo una fuerte descarga eléctrica. Es importante destacar que esta información era falsa: en realidad el cómplice (el aprendiz) nunca recibía ningún tipo de
descarga durante el experimento. La única descarga real era una leve demostración, correspondiente al botón número tres, para convencer a los participantes de que el equipo era real.
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FIGURA 9.16.
Estudiando la obediencia en el laboratorio.
La fotografía de la izquierda muestra el aparato que utilizó Stanley Milgram en su famoso experimento
sobre la obediencia. La fotografía de la derecha muestra cómo el investigador (a la derecha) y un
participante (al fondo) colocan los electrodos en la muñeca del aprendiz (cómplice).
[FUENTE: DE LA PELÍCULA O B E D I E N C I A , distribuida por la biblioteca de la universidad de nueva york. derecho de autor
1965 por stanley milgram. reimpreso con permiso del titular del derecho de autor.]
■
386
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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Durante la sesión, el aprendiz (siguiendo instrucciones preestablecidas) cometió muchos errores. Así los participantes pronto se encontraban frente a un dilema:
¿debían continuar castigando a la persona con lo que parecían ser unas descargas
cada vez más dolorosas? O ¿debían rechazar el continuar con el experimento? Si
dudaban, el investigador les presionaba para que siguiesen, dándoles una serie de
«estímulos» escalonados uno después de otro: «por favor», continúe, «el experimento requiere que continúe», «es absolutamente esencial que continúe» y «no
tiene alternativa, debe continuar».
Como los participantes eran voluntarios y se les había pagado por adelantado,
podrías predecir que la mayoría rechazarían las órdenes del investigador. En realidad, sin embargo, el 65 por ciento se mostraron totalmente obedientes y prosiguieron toda la serie hasta llegar a los 450 voltios. Muchos participantes, por
supuesto, protestaron y dieron la sesión por terminada. Sin embargo, cuando se
les ordenó que siguiesen, una gran parte cedió a la influencia del investigador y
continuó el experimento. De hecho, siguieron incluso cuando la víctima golpeaba
la pared fingiendo que no resistía las dolorosas descargas (a los 300 voltios) e
incluso cuando ya no respondía como si hubiese perdido el sentido. El investigador decía a los participantes que penalizasen las respuestas en blanco como si
fuesen errores. Por tanto, a partir de este punto muchos participantes creían que
estaban suministrando peligrosas descargas a alguien ¡que podía estar ya inconsciente!
En otros experimentos, Milgram (1965b, 1974) constató que se podían obtener
resultados similares incluso bajo condiciones que sería de esperar que redujesen
dicha obediencia. Cuando se trasladó el estudio desde su situación original en el
campus de la Universidad de Yale a un edificio de oficinas deteriorado en una ciudad cercana, el nivel de obediencia de los participantes se mantuvo virtualmente
invariable. Igualmente, la mayoría siguieron obedeciendo las órdenes incluso
cuando el cómplice se quejaba por el dolor de las descargas y suplicaba que le dejasen. Sorprendentemente, muchos participantes (alrededor del 30 por ciento) obedecieron cuando se les pidió que agarrasen la mano de la víctima y la acercasen a
la placa de descarga metálica. Otros estudios llevados a cabo en varios países (Jordania, Alemania, Australia), tanto con niños como con adultos (Kilham y Mann,
1974; Shanab y Yahya, 1977) demostraron que estos escalofriantes resultados no
se ciñen a una única cultura. Así, los descubrimientos de Milgram parecían ser alarmantemente generales en cuanto a alcance.
Yo (RAB) fui al instituto con la sobrina de Milgram, y puedo recordar cómo nos
impresionó cuando nos contó los hallazgos de su tío años antes de que fuesen publicados. También los psicólogos encontraron muy inquietante los resultados de Milgram. Por un lado, muchos se preguntaron si era apropiado realizar este tipo de
investigaciones; muchos participantes sufrieron un gran estrés cuando se les planteó el dilema de dañar a la víctima o desobedecer a la autoridad. Milgram rindió un
completo y exhaustivo informe después de cada sesión (véase Capítulo 1); él intentó
asegurarse de que ningún participante dejara el laboratorio sintiéndose estresado
o ansioso. Aun así, era posible que los participantes al pensar luego en su comportamiento se sintieran culpables; después de todo, habían asumido que estaban
causando daño a un inocente sin tener una razón de peso. Por tanto, había importantes cuestiones éticas que no se podían desestimar fácilmente. Por otro lado, los
resultados impresionaron mucho a los psicólogos: el estudio sugería que la gente
corriente está dispuesta, aunque con cierta reticencia, a dañar a un inocente si una
autoridad se lo ordena. Esto condujo a una pregunta importante: ¿qué factores sustentan esta tendencia a la obediencia incluso cuando ésta representa un daño potencial a otro?
Los temas éticos surgidos por la investigación de Milgram fueron tan inquietantes que contribuyeron a la adopción de estrictas orientaciones éticas diseñadas
para proteger los derechos y el bienestar de los participantes en las investigaciones
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Formas extremas de influencia social: obediencia a la autoridad y adoctrinamiento intenso
387
en el campo de la psicología. Con estas orientaciones, hoy en día sería prácticamente
imposible que Milgram pudiera realizar sus estudios en Estados Unidos o en
muchos otros países. Estos no serían aprobados por el «Consejo de Revisión
Interna», que evalúa cuidadosamente toda la investigación que implique riesgos
potenciales para los participantes.
LA OBEDIENCIA DESTRUCTIVA: SUS BASES PSICOSOCIALES. Como destacamos anteriormente, una de las razones por las cuales los resultados aportados por Milgram
son tan inquietantes es que son análogos a muchos hechos de la vida real que implican atrocidades contra víctimas inocentes. Por tanto, nos volvemos a plantear la
pregunta: ¿Por qué ocurre esta obediencia destructiva?, ¿por qué los sujetos de este
experimento, y muchas personas en situaciones trágicas fuera del laboratorio, ceden
ante esta poderosa forma de influencia social?
Los psicólogos sociales han identificado varios factores que parecen jugar un
papel, muchos de los cuales están relacionados con otros aspectos de la influencia
social que ya hemos considerado.
Primero, en muchos casos, las personas que tienen autoridad eximen a los que
les obedecen de la responsabilidad de sus actos. Muchos se defienden diciendo «sólo
estaba siguiendo órdenes». En situaciones reales este traspaso de responsabilidad
puede ser implícito; se asume que la persona al cargo (por ejemplo, el oficial de policía o el militar) tiene la responsabilidad de lo que suceda. En el experimento de Milgram, en cambio, la transferencia de responsabilidad era explícita. Al principio del
mismo se informaba a los participantes que el investigador (la autoridad) sería el
único responsable del bienestar del aprendiz. En base a esto, no sorprende que
muchos de ellos obedeciesen; después de todo, ellos se libraban de la responsabilidad.
Segundo, las personas con autoridad suelen poseer insignias o signos visibles que
reflejan su estatus. Consisten en uniformes especiales, chapas, títulos y otros símbolos. Estos sirven para recordar a muchas personas la norma social: «obedece a las
personas con cargo». Esta es una norma poderosa y cuando nos encontramos con
ella mucha gente la encuentra difícil de desobedecer. Después de todo, no queremos hacer lo impropio y obedecemos las órdenes de aquellos que están al cargo, lo
que usualmente nos evita cometer errores. En este sentido, la influencia social informativa —factor clave para la conformidad a las normas sociales— puede haber contribuido a los resultados de Milgram (por ejemplo, Bushman, 1988; Darley, 1995).
Una tercera razón para obedecer en muchas situaciones hace referencia a la intensificación gradual de las órdenes de la autoridad. Las órdenes iniciales exigen acciones inofensivas, tales como simplemente llamar la atención a las personas.
Posteriormente las directrices van aumentando su alcance hasta llegar a requerir
un comportamiento peligroso o censurable. Por ejemplo, a la policía o a los militares primero se les ordena que interroguen o intimiden a potenciales delincuentes. Gradualmente, las demandas pueden ir aumentando hasta el punto que se les
ordenen golpear, torturar e incluso matar a civiles indefensos. De cierta manera,
las personas con autoridad emplean la técnica del pie-en-la-puerta, solicitando primero acciones pequeñas pero luego otras mayores. De un modo similar, a los participantes de la investigación de Milgram al principio se les pedía que suministrasen
suaves e inofensivas descargas. Sólo tras muchos errores continuados se incrementaba la intensidad del «castigo» hasta niveles dañinos.
Finalmente, en muchos casos de obediencia destructiva los acontecimientos
cambian muy rápidamente: las manifestaciones inesperadamente se convierten en
disturbios, los arrestos en palizas o asesinatos en masa. Esta rapidez deja poco
tiempo para reflexionar a los participantes o para procesar sistemáticamente la
información: se les ordena que obedezcan y, casi automáticamente, lo hacen. Estas
condiciones prevalecieron en el estudio de Milgram; pocos minutos después
de entrar en el laboratorio, los participantes se encontraban frente a una serie de
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388
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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órdenes de dar fuertes descargas al aprendiz. Este ritmo acelerado también puede
haber contribuido a incrementar la obediencia.
En resumen, los altos niveles de obediencia generados en los estudios de Milgram no son tan misteriosos como parecen. Un análisis psicosocial de las condiciones existentes en muchas situaciones de la vida real permite identificar varios
factores que de manera conjunta pueden hacer muy difícil a los individuos resistirse a las órdenes que reciben. Las consecuencias, por supuesto, pueden resultar
verdaderamente trágicas para víctimas inocentes e indefensas.
LA OBEDIENCIA DESTRUCTIVA: RESISTIR SUS EFECTOS. Ahora que hemos considerado
algunos de los factores responsables de esta fuerte tendencia a obedecer a las fuentes de autoridad, pasaremos a un tema relacionado: ¿Cómo podemos oponer resistencia a este tipo de influencia social? Existen varias estrategias que parecen ayudar
a reducir esta disposición a obedecer.
Primero, responsabilizando a los propios individuos expuestos a la autoridad del
daño que produzcan. Bajo esta condición se han observado importantes reducciones
en la tendencia a obedecer (Hamilton, 1978; Kilham y Mann, 1974).
Segundo, indicando claramente a los individuos que, más allá de un punto, la
sumisión incuestionable a órdenes destructivas es inapropiada. Para ello un procedimiento muy efectivo es mostrarles diversos modelos de desobediencia —personas que rechazan obedecer las órdenes de una autoridad—. Los resultados indican
que estos modelos pueden reducir enormemente la obediencia incuestionable (por
ejemplo, Rochat y Modigliani, 1995). Cuando observamos a dos o más personas
rechazando obedecer una orden ante una figura de autoridad, estaremos fuertemente
motivados a hacer lo mismo con el resultado final de que el poder de aquellas personas con autoridad se verá debilitado.
Tercero, a los individuos les puede resultar más fácil resistirse a la influencia de
una autoridad si se cuestionan la competencia y motivos de dicha figura: ¿Realmente tiene la autoridad mejor posición para juzgar qué es apropiado y qué no lo
es?, ¿qué motivos esconden sus órdenes, beneficios sociales o ganancias personales egoístas? Los dictadores siempre alegan que sus órdenes reflejan el amor que
sienten hacia sus conciudadanos y constituyen lo mejor para la gente, pero en la
medida en que un gran número de personas cuestionen estos motivos, el poder de
estos dictadores puede verse erosionado y en última instancia, destruido.
Finalmente, conocer ese poder de la autoridad de disponer de ciega obediencia también puede ayudar. Algunos estudios (Sherman, 1980) sugieren que cuando
los individuos conocen los resultados de las investigaciones sobre psicología
social, los reconocen como importantes (Richard, Bond y Stokes-Zoota, 2001) y
en correspondencia, a veces, cambian su comportamiento. Respecto a la obediencia destructiva existe la esperanza de que el conocimiento de este proceso
potencie la capacidad de los individuos de resistir. Así la exposición a hallazgos
tan perturbadores como los anunciados por Milgram podría tener un valor social
positivo. Tan pronto como son conocidos, pueden provocar cambios interesantes en la sociedad.
Para concluir: el poder que tienen las figuras autoritarias para generar obediencia
es importante pero no irresistible. Bajo condiciones apropiadas se puede rebatir o
reducir. Como en muchos otros aspectos de la vida, existe una alternativa. Evidentemente, resistirse a seguir las órdenes de la autoridad puede ser muy peligroso.
Por ejemplo, los dictadores usualmente controlan las armas, el ejército y la policía. Aun así, los acontecimientos ocurridos en Europa del Este y en Rusia en los 80
y los 90 y en los últimos años en Serbia indican que incluso los regímenes poderosos pueden desmoronarse cuando se enfrentan ante grupos de ciudadanos comprometidos que eligen resistirse a la autoridad. En última instancia, la victoria debe
caer del lado de los que están con la libertad y la decencia más que de los que poseen
armas y tanques y que buscan controlar y reprimir a sus ciudadanos.
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Formas extremas de influencia social: obediencia a la autoridad y adoctrinamiento intenso
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P U N TO S C L AV E
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La obediencia es una forma de influencia social en la cual una persona ordena a otra u
otras hacer algo y ellas lo hacen. En cierto modo, esta es la forma más directa de influencia social.
La investigación de Stanley Milgram indica que muchas personas obedecen con facilidad las órdenes de una figura con relativamente poca autoridad, incluso si estas órdenes implican hacer daño a un inocente desconocido.
Dicha obediencia destructiva, que juega un papel en muchas atrocidades de la vida real,
proviene de diversos factores. Éstos incluyen el desplazamiento de la responsabilidad
hacia la figura de autoridad, los signos exteriores de autoridad (los cuales les recuerdan
a muchas personas la norma «obedece a los que tienen la autoridad»), un ascenso gradual en el alcance de las órdenes dadas (relacionado con la técnica de el pie-en-la-puerta)
y la manera rápida en que suceden estas situaciones.
Muchas estrategias pueden ayudar a reducir la obediencia destructiva. Éstas incluyen el
recordar a los individuos que ellos comparten la responsabilidad de cualquier daño producido, el recordarles que después de cierto punto la obediencia es inapropiada, el cuestionar los motivos de las figuras de autoridad y el informar al público en general de los
resultados de la investigación en psicología social sobre este tema.
Adoctrinamiento intenso:
la influencia social llevada al extremo
En 1978, 914 miembros del Templo del Pueblo se suicidaron cuando
se lo ordenó su líder. En 1992, miembros de la secta de los Davidianos se implicaron en lo que llegó a ser una resistencia suicida a las demandas de los agentes
del gobierno —resistencia que resultó en la muerte de muchos miembros del
grupo—. Estos eventos trágicos han acaparado mucha de la atención pública sobre
grupos religiosos extremos y han revelado algunas cosas verdaderamente impactantes acerca de las condiciones presentes en ellos. En muchos de estos grupos,
los nuevos miembros deben ceder todas sus pertenencias al grupo para unírsele
y deben estar de acuerdo en vivir bajo más normas y regulaciones que la mayoría
de nosotros encontraríamos incomprensibles. Por ejemplo, en los Davidianos, se
tenía prohibido a todos sus miembros tener relaciones sexuales excepto al líder,
para quien éste era un derecho estrictamente reservado.
Las condiciones de vida extremas y a menudo extrañas en estos grupos nos
lleva a una pregunta intrigante: ¿Cómo logran ejercer el control total sobre la
vida de estas personas? En otras palabras, ¿cómo tienen éxito estos grupos al ejercer intensos niveles de influencia social sobre las personas que se integran en
ellos? A primera vista, puede parecer como si ellos alcanzaran esta meta
mediante fuerzas misteriosas y procesos fuera del dominio de la ciencia. Un
reciente análisis realizado por un psicólogo social acerca de las condiciones en
estos grupos sugiere que la influencia poderosa de los grupos extremos sobre sus
miembros puede en realidad ser completamente entendida en términos de principios y procesos considerados en este capítulo (Baron, R.S., 2000). Veámoslo con
más detalle.
En su análisis del adoctrinamiento intenso —un proceso a través del cual los
individuos se vuelven miembros de grupos extremos y llegan a aceptar las creencias y reglas de los grupos de una manera totalmente incuestionable y altamente
comprometida— Baron (2000) sugiere que dicho adoctrinamiento implica cuatro
estadios diferentes y que en cada uno de ellos, los factores bien conocidos por los
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CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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psicólogos sociales juegan un importante rol. Primero describiremos estos estadios
o fases y luego indicaremos qué aspectos de la influencia social intervienen.
ESTADIOS DEL ADOCTRINAMIENTO INTENSO. En el primero o fase de ablandamiento,
los nuevos miembros son aislados de los amigos y familias y se hace un gran
esfuerzo para mantenerlos confusos, cansados, desorientados y emocionalmente
activados. La principal meta aquí es que los nuevos miembros se separen de su vida
anterior y lleguen a un estado en el cual sean receptivos a los mensajes del grupo
(véase Figura 9.17).
Esta fase es seguida por una segunda conocida como condescendencia. Durante
este estadio se les pide a los reclutados que se pongan al servicio de las demandas
y creencias del grupo y que activamente experimenten el rol de miembros. A continuación tiene lugar un tercer estadio, que ocurre rápidamente: la internalización.
Ahora los reclutados comienzan a aceptar las perspectivas del grupo como correctas y, de hecho, a creer en ellas. En otras palabras, la aceptación pública es reemplazada por la aceptación privada o interna.
Finalmente, en el estadio de consolidación, los reclutados fortalecen su membrecía a través de su implicación en actos costosos que hacen difícil, si no imposible, su retorno: ellos donan todas sus pertenencias personales al grupo, cortan
todas las relaciones con su familia y sus amistades anteriores, comienzan activamente a reclutar nuevos miembros y así de manera sucesiva. El resultado es que
los nuevos miembros ahora aceptan las creencias y filosofía del grupo de una
manera incuestionable y pasan a mantener perspectivas negativas acerca de «los
de afuera».
PROCESOS PSICOSOCIALES: ¿POR QUÉ TIENE ÉXITO EL ADOCTRINAMIENTO INTENSO? En
relación a la cuestión central: ¿Por qué los individuos pasan a través de estas fases?
¿Por qué ceden gradualmente el control total de sus vidas a los grupos a los cuales se unen? De acuerdo con R.S. Baron (2000), una parte clave de la respuesta
implica el hecho de que, en estos grupos, se hace un gran esfuerzo para poner a los
miembros en un estado que maximice el impacto de las tácticas de la influencia
social empleadas en cada una de las etapas descritas anteriormente. La capacidad
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FIGURA 9.17
Adoctrinamiento intenso:
cómo los grupos
extremistas ganan nuevos
miembros.
Los grupos extremos como el
mostrado aquí exponen a sus
nuevos reclutas a condiciones
diseñadas para reducir su
capacidad de atención. Esto en
cambio incrementa la
susceptibilidad de los nuevos
reclutas ante las diferentes tácticas
de influencia social, lo que les hace
cada vez más difícil retirarse antes
de convertirse en miembros
completamente comprometidos.
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Formas extremas de influencia social: obediencia a la autoridad y adoctrinamiento intenso
391
de atención reducida es el estado clave. En otras palabras, los grupos extremos
emplean varias tácticas para asegurar que los nuevos reclutados se rindan, incapaces de pensar cuidadosa o sistemáticamente. Esto, en cambio, incrementa su susceptibilidad a los esfuerzos del grupo para cambiar sus actitudes y
comportamiento. ¿Cómo logran esto los grupos extremos? Como señalamos antes,
manteniendo a los nuevos reclutas exhaustos (por ejemplo, a través de falta de
sueño o una pobre nutrición), emocionalmente activados y aislados de sus relaciones previas.
El estado resultante de la capacidad de atención reducida juega entonces un rol
clave en cada uno de los estadios descritos anteriormente. Por ejemplo, considera
la internalización, el estadio en el que los miembros comienzan a aceptar las posturas extremas del grupo. Aquí, la capacidad de atención reducida disminuye la
habilidad de los reclutados a pensar cuidadosa y sistemáticamente sobre la información que están recibiendo. Esto también incrementa su tendencia hacia la conformidad ya que ésta es a menudo acentuada cuando la gente está confundida,
insegura acerca de cómo actuar y experimentando una confianza reducida (por ejemplo, Baron, Vandello y Brusman, 1996). Al mismo tiempo, la capacidad de atención
reducida incrementa la tendencia de los nuevos adeptos a pensar estereotipadamente —por ejemplo, a desarrollar perspectivas negativas acerca de los que no pertenecen al grupo (por ejemplo, Paulhus, Martin y Murphy, 1992).
Otros factores psicosociales intervienen durante el estadio de consolidación. Aquí
los individuos que han hecho afirmaciones públicas apoyando las posturas del grupo
o que se han comprometido en acciones tales como donar todas sus posesiones al
grupo pueden experimentar una fuerte disonancia (véase Capítulo 4), acompañada
por fuertes motivos que justifican tales acciones. Las investigaciones indican que
la capacidad de atención reducida (o la activación emocional) puede intensificar tales
efectos (por ejemplo Stalder y Baron, 1998). ¿El resultado? Se incrementa el compromiso con la postura extrema del grupo.
En resumen, al poner a los nuevos adeptos en un estado que reduce su capacidad de atención (es decir, su capacidad para pensar cuidadosa y sistemáticamente),
los grupos extremos incrementan la susceptibilidad de estas personas ante varias
tácticas de influencia. Estas tácticas (por ejemplo, presión intensa de los compañeros, induciendo a los adeptos a hacer afirmaciones públicas en apoyo de las perspectivas del grupo) son entonces aplicadas vigorosa y consistentemente a los
miembros potenciales durante períodos prolongados de tiempo hasta que los adeptos alcancen un punto en que aceptan las perspectivas del grupo de una manera
totalmente incuestionable. En pocas palabras, mientras el nivel de influencia ejercida por los grupos extremos sobre sus miembros es de hecho alarmante, no es de
ninguna manera misterioso. Más bien, puede ser entendido completamente en términos de principios y procesos de influencia social.
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Los grupos extremos exponen a los nuevos reclutados a un proceso de adoctrinamiento
intenso dirigido a la meta de inducir que acepten las creencias y reglas del grupo de una
manera totalmente incuestionable y altamente comprometida.
Los nuevos miembros pasan a través de cuatro etapas en este proceso: ablandamiento,
condescendencia, internalización y consolidación.
En cada una de estas etapas, la capacidad de atención reducida incrementa la susceptibilidad de los reclutados o adeptos a varias tácticas de influencia social. Por tanto, su
fuerte compromiso hacia el grupo puede ser entendido en términos de procesos y principios bien conocidos por los psicólogos sociales.
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
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∞
C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
El rol de las normas sociales
en la conformidad
El rol de las normas sociales en la atracción (Capítulo 7),
la ayuda (Capítulo 10) y la agresión (Capítulo 11)
Los principios básicos subyacentes
a muchas técnicas diferentes para
obtener condescendencia
El rol de estos principios en otros aspectos de la conducta social:
...el rol de la reciprocidad en la atracció (Capítulo 7) y agresión (Capítulo 11).
...el rol del deseo de ser consistente en el cambio de actitud (Capítulo 4),
el autoconcepto (Capítulo 5) y la ayuda (Capítulo 10).
...el rol de agradar en la percepción social (Capítulo 2) y en las relaciones
sociales (Capítulo 8).
El rol del estado de ánimo
en la condescendencia
Los efectos del estado de ánimo en la cognición social (Capítulo 3),
las actitudes (Capítulo 4) y la ayuda (Capítulo 10).
PIENSA EN POSIBLES
CONEXIONES
1. El nivel de violencia parece haberse
incrementado en muchos países.
¿Piensas que esto refleja un cambio en
las normas relacionadas con la agresión, es decir, que hoy en día las normas definen como más apropiada o
aceptable la agresión de lo que fue
considerada en el pasado? Si es así,
¿por qué han ocurrido tales cambios?
cia social: parecen poseer una increíble capacidad para impresionar a
otros. ¿Piensas que ellos emplean los
principios y tácticas descritas en este
capítulo para obtener condescendencia? Y, ¿cuáles de estos principios piensas que son más importantes para
estos líderes en sus esfuerzos para influir a sus seguidores?
2. Los líderes carismáticos a menudo
son vistos como expertos en influen-
3. Algunas veces se ha afirmado que la
influencia social es el aspecto más bá-
sico e importante del comportamiento social, ¿estás de acuerdo?
¿Puedes pensar en alguna forma de
comportamiento social en la cual la
influencia no juegue un rol? (por
ejemplo, en la agresión (Capítulo 11)
o la ayuda (Capítulo 10). ¿Y qué
piensas sobre la atracción y el amor
(Capítulos 7 y 8)?, ¿están estos aspectos de la conducta social afectados
por la influencia social?
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IDEAS
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
TÁCTICAS PARA OBTENER CONDESCENDENCIA
¿C
omo podemos hacer
que otros respondan afirmativamente
ante nuestras peticiones? Éste es un tema
eterno de la vida social. Las investigaciones realizadas por los psicólogos
sociales indican que todas las técnicas
descritas aquí pueden ser útiles y de
hecho son ampliamente empleadas. Por
tanto, independientemente de que las
uses o no, muy probablemente serás
receptor de muchas de ellas a lo largo de
tu vida. Aquí tienes algunas tácticas que
son muy comunes.
Congraciarse: lograr gustar a otros de
manera que sea más probable que cedan
ante nuestras peticiones. Podemos congraciarnos con otros a través de la adulación, haciéndonos más atractivos y
mostrando interés y agrado por la persona.
¡Ideas para llevar contigo y utilizar!
393
La técnica de la puerta-en-la-cara: comenzar con una gran petición y luego cuando
es rechazada, proponer una menor.
La técnica de «ponerlo difícil de conseguir»: hacer parecer que somos muy solicitados, lo cual hará que otros nos valoren
más y estén de acuerdo en acceder a nuestras peticiones —implícitas o explícitas.
La técnica del pie-en-la-puerta: comenzar
con una pequeña petición y una vez que es
aceptada, seguir con otra mayor.
La técnica de «picar la curiosidad»:
emplear peticiones o llamadas de aten-
ción inusuales, que con frecuencia son
más exitosas para obtener la condescendencia, de manera que los que los
receptores no puedan decir que «no» de
forma automática.
La técnica de «poner a los otros de
buen humor»: al poner a los otros de
buen humor, será más probable que respondan afirmativamente ante nuestras
peticiones.
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S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
qué existe todavía una cultura del honor
en el Sur y el Oeste de Estados Unidos.
La conformidad: la influencia
de grupo en acción
La influencia social —esfuerzos de una o
varias personas para cambiar las actitudes
o comportamiento de otra/s persona/s— forma parte de nuestra vida.
La mayoría de la gente se comporta de
acuerdo con las normas sociales la
mayor parte del tiempo; en otras palabras, muestran tendencias hacia la conformidad.
La conformidad fue estudiada por primera vez de manera sistemática por
Solomon Asch, cuya investigación clásica
indicó que muchas personas cederían a la
presión social de un grupo unánime.
Muchos factores determinan si se da la
conformidad y en qué medida. Estos
incluyen la cohesión —grado de la atracción sentida por un individuo hacia algún
grupo, el tamaño del grupo, y el tipo de
norma social operante en aquella situación— descriptiva u obligada.
Somos más proclives a comportarnos de
manera congruente con las normas
cuando éstas nos resultan relevantes.
Las normas tienden a mantenerse en el
tiempo. Esta es una de las razones de por
394
En la base de nuestra tendencia hacia la
conformidad se encuentran dos motivaciones importantes: el deseo de gustar a los
otros y el deseo de ser correcto o apropiado.Estas dos motivaciones son reflejadas
en dos tipos distintos de influencia social, la
influencia social normativa y la informativa.
El deseo de gustar a los demás o el
miedo a ser rechazado da pie a la «presión por la burla», lo que lleva el deseo de
evitar el rechazo adhiriéndonos aún más
a las normas sociales existentes.
Una vez que mostramos conformidad en
una situación dada tendemos a percibir esta
acción como justificada, incluso si ha requerido que nos comportáramos de manera
contraria a nuestras verdaderas creencias.
Aunque las presiones hacia la conformidad son fuertes, muchas personas se resisten a ellas, al menos parte del tiempo. Esta
resistencia parece provenir de dos fuertes
motivos: el deseo de conservar la propia
individualidad y el deseo de ejercer control sobre la propia vida.
Bajo ciertas condiciones, las minorías pueden inducir incluso a grandes mayorías a
cambiar sus actitudes o comportamientos.
CAPÍTULO 9 / INFLUENCIA SOCIAL
Debido a que las posturas de las minorías
están amenazadas, ellas con frecuencia
sobrestiman el número de personas que
comparten sus creencias.
Las mayorías que se convierten en minoría experimentan fuertes reacciones
negativas; en contraste, las reacciones
positivas de las minorías que se convierten en mayoría son algo más débiles.
Un efecto positivo de las minorías es que
inducen a las mayorías a pensar más sistemáticamente acerca de los temas que
las minorías destacan. Esto puede facilitar
cambios sociales a gran escala.
La condescendencia: Pedir
—a veces— es recibir
Los individuos emplean muchas tácticas
diferentes para obtener condescendencia
—conseguir que otros digan sí a sus peticiones—. Muchas de ellas se basan en
principios bien conocidos por los psicólogos sociales.
Dos tácticas ampliamente empleadas,el pieen-la-puerta y el procedimiento del amago se
basan en el principio de compromiso/consistencia. En contraste, las técnicas de la
puerta-en-la-cara y «esto-no-es-todo» se
basan en el principio de reciprocidad.
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La técnica de «ponerlo difícil de conseguir»
y la técnica de «fecha límite» están basadas en el principio de la escasez —la idea
de que aquello que es escaso o difícil de
obtener es valioso.
La comprobación social, otro principio
básico que subyace a la condescendencia,
está fuertemente relacionada con la
influencia social basada en la información
y con la conformidad.
En la técnica de picar la curiosidad, la condescendencia a las peticiones se aumenta
atrayendo (estimulando) el interés de las
personas, para que así no las rechacen de
manera automática.
Otra táctica para obtener condescendencia implica poner a los demás de
buen humor antes de hacerles una solicitud. Las evidencias indican que esta táctica será más efectiva si algún elemento
de la solicitud induce a la persona a pensar sistemáticamente en ello.
Los resultados de las investigaciones indican que las tácticas que los individuos
escogen para influir en otros están relacionadas con sus propios rasgos y
características.
Formas extremas de influencia
social: obediencia a la autoridad
y adoctrinamiento intenso
La obediencia es una forma de influencia
social en la cual una persona ordena a
otra u otras hacer algo y ellas lo hacen. En
cierto modo, esta es la forma más directa
de influencia social.
La investigación de Stanley Milgram indica
que muchas personas obedecen con facilidad las órdenes de una figura con relativamente poca autoridad, incluso si estas
órdenes implican hacer daño a un inocente desconocido.
Dicha obediencia destructiva, que juega un
papel en muchas atrocidades de la vida
real, proviene de diversos factores. Éstos
incluyen el desplazamiento de la responsabilidad hacia la figura de autoridad, los signos exteriores de autoridad (los cuales les
recuerdan a muchas personas la norma
«obedece a los que tienen la autoridad»),
un ascenso gradual en el alcance de las
órdenes dadas (relacionado con la técnica
de el pie-en-la-puerta) y la manera rápida
en que suceden estas situaciones.
Muchas estrategias pueden ayudar a
reducir la obediencia destructiva. Éstas
incluyen el recordar a los indivduos de
que ellos comparten la responsabilidad
de cualquier daño producido, el recordarles que después de cierto punto la
obediencia es inapropiada, el cuestionar
los motivos de las figuras de autoridad y
el informar al público en general de los
resultados de la investigación en psicología social sobre este tema.
Los grupos extremos exponen a los nuevos reclutados a un proceso de adoctrinamiento intenso dirigido a la meta de
inducir que acepten las creencias y reglas
del grupo de una manera totalmente
incuestionable y altamente comprometida.
Los nuevos miembros pasan a través de
cuatro etapas en este proceso: ablandamiento, condescendencia, internalización y consolidación.
En cada una de estas etapas, la capacidad
de atención reducida incrementa la susceptibilidad de los reclutados o adeptos
a varias tácticas de influencia social. Por
tanto, su fuerte compromiso hacia el
grupo puede ser entendido en términos
de procesos y principios bien conocidos
por los psicólogos sociales.
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b
PA L A B R A S C L AV E
Adoctrinamiento intenso (p. 358)
Cohesión (p. 363)
Condescendencia (p. 358)
Conformidad (p. 358)
Congraciarse (p. 378)
Culturas del honor (p. 368)
Individualidad (p. 372)
Influencia social (p. 359)
b
Influencia social normativa (p. 369)
Técnica de «ponerlo difícil de conseguir»
(p. 381)
Normas descriptivas (p. 368)
Técnica de «fecha límite» (p. 382)
Normas obligadas (p. 368)
Técnica de la puerta-en-la-cara
(p. 380)
Influencia social informativa (p. 369)
Obediencia (p. 358)
Técnica de «esto-no-es-todo» (p. 381)
Técnica de «picar la curiosidad»
(p. 383)
Técnica del amago (p. 379)
Técnica del pie-en-la-puerta (p. 379)
Teoría del foco normativo (p. 365)
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Cialdini, R.B. (1994). Influence: Science and
practice (3rd ed.). New York: Harper
Collins.
rango de situaciones prácticas (por
ejemplo, ventas, relaciones públicas,
recolección de fondos).
Este libro es un texto esclarecedor y que
vale la pena leer sobre las principales técnicas que la gente emplea para influir en
los otros. El libro reúne tanto los resultados de investigaciones sistemáticas
como de las observaciones informales
realizadas por el autor en un amplio
McIlveen, R. & Gross, R. (1999). social
influence. Mahwah, NJ: Erlbaum.
Este libro resume lo que se conoce sobre
los aspectos de la influencia social. Es
breve, fácil de leer y un buen recurso a
consultar si quisieras saber más acerca de
los temas tratados en este capítulo.
Milgram, S. (1974). Obedience to authority.
New York: Harper & Row.
Después de veinticinco años desde que
este libro fue escrito continúa siendo
un trabajo clave sobre la obediencia
como un proceso psicosocial. El
reciente fallecimiento del autor le añade
valor al libro, especialmente al haber
sido la última contribución en este
campo.
Para más información
395
www.fullengineeringbook.net
396
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10
CONDUCTA PROSOCIAL:
AYUDAR A OTROS
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
Responder a una emergencia:
¿por qué los espectadores
algunas veces ayudan y otras
veces son indiferentes?
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS
¿Quién recibe ayuda y cómo
responden las personas al hecho
de recibir ayuda?
Explicar la conducta prosocial:
¿por qué las personas
ayudan?
Empatía-Altruismo: ayudar a quien
lo necesita hace sentirse bien
Alivio de un estado negativo:
ayudar puede reducir tu afecto
negativo
Alegría empática: ayudar puede
hacerte sentir mejor —si sabes
que lograste algo
Determinismo genético: ayudar
a otros maximiza la supervivencia
de los genes
CONEXIONES: para integrar
la psicología social
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DE PROGRESO. El estudio
de la conducta prosocial
comenzó con un asesinato
¿Por qué nadie ayudó?
La decisión de ayudar en una
emergencia: cinco pasos esenciales
Factores situacionales que estimulan
o inhiben la ayuda: atracción,
atribuciones y modelos
prosociales
Interés propio, integridad moral
e hipocresía moral
Los que ayudan y los que
reciben ayuda
Ayudar como una función
del estado emocional
de los espectadores
Diferencias disposicionales
en la respuesta prosocial
Voluntariado: motivación para
la ayuda a largo plazo
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO
Y UTILIZAR!:
ser un espectador sensible
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
H
ace varios años, yo
lo mismo y que el niño de tres años (oí
Cuando el tren comenzó a moverse,
(DB) iba en avión
cuando su madre lo llamaba Teddy) pare-
acelerando rápidamente, Teddy se asus-
desde mi casa en
cía estar asustado. Había gente que iba de
taba cada vez más —no sabía dónde
West Lafayette, Indiana, a San Marcus,
prisa en varias direcciones, había ruido y la
estaba ni qué estaba ocurriendo—. Re-
Texas, con el fin de impartir una confe-
madre hacía todo lo posible para llevar al
cientemente yo había llevado a mi hijo y
rencia. Al otro lado del pasillo, una joven
bebé y al equipaje de mano.
a mi hija a Disney World, y se me ocurrió
madre viajaba con sus dos hijos, un bebé
Claramente, ella necesitaba ayuda y
decirle que esta era como una de las
y un niño de aproximadamente tres años
Teddy necesitaba una mano, literalmente.
atracciones que hay allá, le dije que está-
de edad. Yo no soy del tipo de entablar
Nosotros éramos los únicos en ese
bamos en el tren del Pato Donald debajo
conversación con un extraño, aunque sea
tramo y debido a que sabía lo difícil que
de la Montaña Mágica (o algo parecido).
alguien atractivo, o de tratar de entretener
es viajar con niños, a que el niño me
Tan pronto Teddy oyó mi bien intencio-
al hijo de otra persona.
daba lástima, y a que no había nadie más
nada mentira, su miedo se disipó rápida-
Al cambiar de avión en el aeropuerto
que ofreciera su ayuda, yo lo hice. Ella pa-
mente y comenzó a alegrarse. Después
de Dallas-Forth Worth, mientras tomaba
reció sentirse aliviada cuando tomé la
de llegar a la siguiente terminal,Teddy me
el tren de una terminal a otra, me di
mano de Teddy y lo llevé hasta el asiento
apretó la mano, su madre me dio las gra-
cuenta de que esta familia estaba haciendo
al lado mío.
cias y seguimos por caminos separados.
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6
398
M
i breve interacción con esta madre y su hijo es un ejemplo
menor de la conducta prosocial. Estas personas eran extrañas
para mí (más allá de «Teddy», ni siquiera sabía sus nombres) y
fácilmente pude haber dejado que ellos se encargaran de sí mismos. Las investigaciones de la psicología social en este tipo de comportamiento han intentado determinar por qué las personas algunas veces ayudan a extraños y otras veces se retiran
y no hacen nada. Mientras describimos algunas de estas investigaciones en las páginas siguientes, recuerda mi pequeño acto de ayuda y pregúntate, «¿por qué ayudó
a estas personas que no conocía, cuando pudo simplemente no haberse metido
donde no le llamaban?». De igual manera, ten presente que las acciones prosociales
parecen implicar siempre, una mezcla de hacer por lo menos un leve sacrificio personal para ayudar y, al mismo tiempo, obtener algún grado de satisfacción personal por haberlo hecho. Esta mezcla de sacrificio y satisfacción es válida tanto si el
acto es algo relativamente simple y seguro, como ayudar a una madre y a su
pequeño hijo en un aeropuerto, o algo complicado y peligroso, como ayudar a salvar a un extraño que se está ahogando.
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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Con respecto a esta conducta, la meta de los psicólogos sociales es comprender
y predecir la conducta prosocial —cualquier acto que beneficie a otros—. Generalmente, este término se aplica a acciones que no tienen un beneficio directo para
la persona que las lleva a cabo y que pueden implicar algún grado de riesgo. Incluso
acciones simples algunas veces pueden implicar algún tipo de riesgo, como la cautela que tiene el Boy Scout en la Figura 10.1. El término altruismo algunas veces
se utiliza como sinónimo de la conducta prosocial, pero el verdadero altruismo es
la preocupación desinteresada por el bienestar de los demás. Tal como comentaremos más adelante, es posible que ningún comportamiento sea puramente
altruista.
En este capítulo, primero describiremos los factores fundamentales que influyen en la probabilidad de que un individuo dado responda o no a una emergencia
con una acción prosocial. Luego, examinaremos algunas de las características disposicionales y emocionales de aquellos que ayudan a otros y de aquellos que reciben ayuda, tanto en emergencias como en situaciones a largo plazo. El tercer tema
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FIGURA 10.1
La conducta prosocial algunas veces implica riesgo.
Las acciones prosociales no proporcionan beneficios directos a la persona que las lleva a
cabo y pueden implicar cierto grado de riesgo. Este Boy Scout no quiere que su ayuda le
conduzca a problemas legales futuros.
[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW YORKER 1987 BRIAN SAVAGE DE CARTOONBANK.COM. TODOS
LOS DERECHOS RESERVADOS.]
■
Conducta prosocial
conducta prosocial: acción de
ayuda que beneficia a otra
persona, sin que necesariamente
proporcione beneficios directos
a la persona que lleva a cabo la
acción, y que puede incluso
implicar riesgo para quien ayuda.
altruismo: conducta que refleja
una preocupación desinteresada
por el bienestar de los demás.
399
difusión de la responsabilidad:
propuesta que plantea que el monto
de responsabilidad asumida por los
espectadores de una emergencia se
comparte entre ellos. Si hay sólo un
espectador, éste tiene total
responsabilidad. Si hay dos
espectadores, cada uno tiene el 50
por ciento de la responsabilidad. Si
hay cien espectadores, cada uno
tiene sólo el 1 por ciento de la
responsabilidad.A mayor número de
espectadores, menos responsable a
actuar se siente cada uno de ellos.
QP
uedes encontrar fácilmente artículos en el diario describiendo
incidentes donde hubo espectadores que fueron testigos de
una emergencia y rehusaron ayudar. A manera de ejemplo,
una mujer de mediana edad tuvo un problema con su coche una mañana durante
IN
TA A
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PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
E
J
Responder a una emergencia:
¿por qué los espectadores algunas veces
ayudan y otras veces son indiferentes?
D
6
de importancia es una presentación de las principales explicaciones teóricas de la
motivación prosocial, yendo desde teorías basadas en la motivación centrada en
sí mismo versus la motivación desinteresada, hasta propuestas que consideran que
el proceso de ayuda se basa, al menos en parte, en determinantes genéticos.
E
P R
O G R
E L E S T U D I O D E L A C O N D U C TA P RO S O C I A L
C O M E N Z Ó C O N U N A S E S I N ATO
usto diez años antes de que se
publicara la primera edición de
este libro, en la madrugada del
13 de marzo de 1964, una mujer fue
asesinada en la ciudad de Nueva York.
Catherine (Kitty) Genovese regresaba a
casa, luego de finalizar su jornada de trabajo como gerente de un bar. Mientras
cruzaba la calle desde su coche al edificio
donde vivía, un hombre armado con un
cuchillo se le acercó, ella corrió para alejarse de él, pero el hombre la persiguió, la
alcanzó y la apuñaló. Ella gritó pidiendo
ayuda, y se encendieron las luces de
muchos apartamentos que tenían vista a
esa calle, mientras las personas se asomaban a ver qué estaba ocurriendo. El atacante se disponía a irse, pero al ver que
nadie se acercaba a ayudar a su víctima, él
regresó para matarla. Ella volvió a gritar,
pero él la apuñaló repetidas veces hasta
que murió. Luego, se determinó que este
horrible ataque, que duró 45 minutos, fue
visto y oído por 38 testigos, ninguno de los
cuales hizo ninguna acción directa o se
molestó en llamar a la policía (Rosenthal,
1964).
El hecho de que ninguno de los espectadores ayudara, condujo a muchos en los
medios de comunicación a intentar responder a la pregunta «¿por qué no ayu-
daron?». Quizás las personas en los años
sesenta se habían tornado apáticas, frías e
indiferentes a los problemas de los
demás. Quizás la vida en una gran ciudad
da como resultado una actitud cruel. Quizás la agresión en la TV y en las películas
simplemente había insensibilizado a los
espectadores a la violencia real. Menos de
un año antes de este asesinato, el presidente Kennedy fue asesinado en Dallas,
drama que fue filmado. El siguiente
domingo en la mañana, la muerte del sospechoso del asesinato tuvo lugar en frente
de cámaras fijas y vídeocámaras. Quizás el
efecto acumulativo de estos eventos hizo
imposible que la gente se identificara con
la grave situación de un extraño que gritaba pidiendo ayuda.
De alguna manera es reconfortante
pensar que las personas solían ser mejores
en los viejos buenos tiempos y que la
sociedad falló en algo que hizo que los
ciudadanos de hoy en día se volvieran apáticos. Sin embargo, incluso a nivel anecdótico, es tan fácil encontrar cada día
ejemplos de conducta prosocial como
encontrar ejemplos de apatía. Si las personas se han vuelto tan malas, ¿por qué un
individuo que encuentre una bolsa llena de
dinero, buscaría a su dueño y le devolvería
sus 70.000 dólares (Hurewitz, 1998)? ¿Por
qué un hombre arriesgaría su vida lanzándose desde un puente y sumergiéndose 45 metros para salvar a una mujer
que intentaba suicidarse (Fitzgerald,
1996)?
Estos contrastes conductuales tan
notables condujeron a dos psicólogos
sociales, John Darley y Bibb Latané, a
comenzar a especular sobre este tema,
con el fin de sugerir explicaciones que
pudieran probarse. Tanto Darley como
Latané eran profesores en universidades
ubicadas en Nueva York en el momento
en que Genovese fue asesinada, y ellos
hablaron sobre lo que había ocurrido
durante la comida. A lo largo de la conversación, surgió una idea novedosa, la cual
se transformó en el punto de partida de
treinta años de investigación y teorización
sobre los determinantes de la conducta
prosocial. Una primera suposición básica
era que el hecho de que los espectadores
no hubieran respondido, no significaba que
a ellos no les importaba la víctima, sino
que algo acerca de la situación debió
haber hecho que ellos dudaran. Mientras
Darley y Latané hablaban, comenzaron a
esbozar posibles experimentos sobre el
mantel (Krupat, 1975).
La primera hipótesis a probar era que
los espectadores no responden ante una
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400
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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la hora punta y tuvo que empujarlo hasta el arcén. A pesar del hecho de que
muchas personas pasaron a su lado, nadie se paró a preguntarle qué pasaba o si
podían ayudarla llamando a alguien (Cotterell, 1997). Un ejemplo peor es el de
una mujer que quedó herida en un accidente en una concurrida autopista interestatal, docenas de conductores pasaron mientras ella estaba tendida al lado de
su coche, pero ninguno se paró o siquiera notificó el problema (Drivers indiferent, 1998).
¿Por qué nadie ayudó?
En cada caso, la pregunta obvia es «¿por qué nadie ayudó?» La respuesta no es tan obvia, de hecho, un incidente de este tipo llevó a dos psicólogos
sociales a intentar encontrar la respuesta, tal como describimos en la sección psicología social: treinta años de progreso.
emergencia si hay difusión de la responsabilidad. En otras palabras, a medida que
hay más espectadores, menor es la responsabilidad que acepta cada uno de ellos
para hacerse cargo de la emergencia. Si
esta idea es correcta, significa que en una
situación donde haya un solo espectador,
es muy probable que la ayuda tenga lugar.
En el incidente donde estaban involucrados la madre y su hijo asustado, en el aeropuer to de Texas, yo era el único
espectador, cualquier responsabilidad de
ayudar era sólo mía y yo de hecho ayudé.
Con múltiples espectadores, como en el
ataque a Kitty Genovese, cualquiera de los
38 espectadores que miraban a través de
sus ventanas pudo haber actuado, pero
cada uno tenía sólo la trigésima octava
parte del total de las responsabilidad, y eso
aparentemente no era suficiente para
motivar a ninguno de ellos para hacer algo.
La predicción general en este punto era
simple pero muy importante: a medida
que el número de espectadores de una
emergencia aumenta, la probabilidad de
una respuesta prosocial disminuye. Se
diseñó un experimento para probar esta
predicción, la cual se conoce como
efecto del espectador.
Fíjate que la tarea básica de la ciencia de
la conducta es generar este tipo de pre-
dicciones imaginativas, idear maneras de
probar su exactitud utilizando datos
empíricos, y luego, en base a lo que se
encuentre, expandir las ideas y probarlas.
El experimento revolucionario ideado
por Darley y Latané (1968) implicada la
creación de lo que parecía ser una emergencia, en un ambiente de laboratorio. Ellos
organizaron la presencia de diferentes
números de espectadores y evaluaron si el
número de espectadores tenía el efecto
esperado en la respuesta prosocial.
Estudiantes de sexo masculino tomaron
parte en lo que supuestamente era un
estudio sobre la vida universitaria. En ese
estudio cada uno de ellos se sentaba solo
y hablaba con otros estudiantes (por intermedio de un interfono) acerca de los problemas que habían encontrado en su
adaptación a la universidad. Después que
este estudio simulado estaba en marcha, los
participantes se veían repentinamente
frente a una emergencia —que parecía ser
un problema médico severo experimentado por otro estudiante—. Este estudiante
comentaba que a veces sufría ataques
cuando estaba estresado, y poco después
comenzaba a asfixiarse, mostraba dificultades para hablar y decía que iba a morir y
que necesitaba ayuda, después de lo cual
no volvía a emitir ningún sonido.
efecto del espectador: hecho de
que la probabilidad de una
respuesta prosocial ante una
emergencia se ve afectada por el
número de espectadores presentes.
A medida que aumenta el número
de espectadores, la probabilidad de
que un espectador cualquiera ayude
disminuye, y la cantidad de tiempo
que pasa antes de que se inicie la
ayuda aumenta.
Este extraño que necesitaba ayuda era
en realidad una cinta grabada que se le
ponía a cada participante —un aspecto del
engaño necesario para crear las condiciones requeridas—. El segundo engaño implicaba variar el número de espectadores. Los
participantes fueron asignados a uno de
tres grupos. En el primer grupo, a cada participante se le hizo creer que era uno de
dos estudiantes, de manera que él era el
único que sabía de la emergencia. En el
segundo grupo, cada participante creía que
estaba en un experimento de tres personas, de manera que él era uno de dos
espectadores. En el tercer grupo, cada uno
era supuestamente uno de cinco espectadores. No sólo la «víctima» era una cinta
grabada, sino que los otros espectadores
también lo eran.
El diseño experimental buscaba crear
una situación análoga a la experimentada
por los vecinos de Kitty Genovese: un
extraño tiene un serio problema y el
espectador se enfrenta a una decisión.
Debido a que los experimentadores
supuestamente se habían marchado a otro
lugar, la única manera de ayudar era que el
estudiante saliera del cubículo experimental
y buscara en las habitaciones cercanas
intentando localizar a la persona que tenía
el ataque. La ayuda se midió en términos
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(continúa)
Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas veces ayudan y otras veces son indiferentes?
401
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO ( C O N T I N U AC I Ó N )
90
A medida que el número de
espectadores aumentaba, el tiempo
que pasaba antes de que la ayuda
tuviera lugar aumentaba
85
80
180
166
A medida que el número de
espectadores aumentaba,
el porcentaje de individuos
que ayudaban disminuía
70
160
140
62
60
120
50
100
93
80
40
31
30
60
52
40
20
Uno
Dos
Cinco
Uno
Dos
Número de espectadores
Segundos que pasan antes de que se inicie la ayuda
de (1) el porcentaje de participantes en
cada grupo experimental que intentaron
ayudar y (2) entre aquellos que ayudaron,
el tiempo que esperaron antes de actuar.
¿Tú habrías ayudado? ¿Habrías dudado, sin
saber cuál era la mejor forma de ayudar?
¿No habrías hecho nada y simplemente
hubieras esperado que regresaran los
experimentadores?
¿Hubiera sido más probable que ayudaras si hubieras estado solo y menos probable que lo hicieras si hubieras sido uno
de cinco espectadores? En otras palabras,
¿tu conducta se hubiera visto influida por la
difusión de la responsabilidad, como se predijo?
Como puedes suponer, y tal como se
muestra en la Figura 10.2, la predicción era
correcta: se mostró que el efecto del
espectador ocurría y los hallazgos fueron
consistentes con el concepto de difusión
de la responsabilidad.A más espectadores,
menor el porcentaje de estudiantes que
respondieron y mayor el tiempo que tardaron en responder.
Una pregunta que siempre surge
luego de un experimento exitoso es «¿qué
hacemos ahora?» No hay una guía acerca
de qué debemos hacer después, lo que
suele suceder es que la investigación y la
teoría tienden a tomar varias direcciones al
mismo tiempo. Una puede generar
muchas nuevas preguntas posibles. ¿El
efecto del espectador ocurre en otros
tipos de emergencias? ¿Qué factores adicionales pueden operar que determinen la
ayuda? ¿Qué pasa si los otros espectadores
son amigos en lugar de extraños? ¿Hay personas con más probabilidades de ayudar
que otras? ¿Hay personas con más probabilidades de recibir ayuda que otras? ¿Qué
motiva a alguien a ayudar? Como verás, la
lista de preguntas puede ser muy larga, ya
que el resto de este capítulo describe los
siguientes treinta años de progreso en el
estudio de la conducta prosocial, es decir,
no tenemos sólo un ejemplo de cómo esta
Porcentaje de espectadores que ayudan
6
Cinco
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402
FIGURA 10.2
A mayor número de espectadores,
menor es la ayuda ofrecida.
En la investigación inicial diseñada para probar la propuesta del efecto del
espectador, los estudiantes escucharon lo que parecía ser un compañero
siendo atacado y pidiendo ayuda. Cada participante creía ser o el único
espectador en conocimiento de la emergencia, o uno de dos espectadores, o
uno de cinco. A medida que el número de espectadores aumentaba, el
porcentaje de individuos que trataban de ayudar a la víctima disminuía.
Además, entre aquellos que intentaron ayudar, a más espectadores, mayor la
demora antes de iniciar la conducta de ayuda. Se propuso que este efecto es
el resultado de la difusión de la responsabilidad entre aquellos que
potencialmente podían prestar ayuda.
■
investigación avanzó, sino un capítulo lleno
de dichos ejemplos.
Como suele suceder, es difícil o imposible predecir el efecto que una idea o el
hallazgo de una investigación tendrán en los
desarrollos subsiguientes en un campo. Uno
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
de los investigadores originales (Darley,
1991) escribió que ni él ni su colega podían
haber previsto la gran cantidad de investigaciones que su experimento iniciaría. El
planteamiento creativo sobre la difusión de
la responsabilidad fue sólo el comienzo.
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La decisión de ayudar en una emergencia:
cinco pasos esenciales
A medida que la investigación en conducta prosocial se extendió más
allá de la pregunta y el experimento original, las formulaciones teóricas se ampliaron para tomar en cuenta otros factores que influyen en por qué la ayuda tiene lugar
o no. Cualquiera de nosotros puede sentarse cómodamente en una silla y saber al
instante lo que los espectadores deben hacer. Por ejemplo, los conductores deberían haber ayudado a la mujer que tenía el problema con el coche y a la que estaba
tendida sobre la autopista herida. Los habitantes de los apartamentos deberían haber
llamado a la policía cuando oyeron a Kitty Genovese gritar o quizás intervenir directamente gritándole al atacante o incluso yendo a rescatar a la mujer como grupo.
Los estudiantes en el experimento de laboratorio deberían haber salido corriendo
inmediatamente a ayudar en lo que parecía ser una emergencia médica.
Sin embargo, cuando estás realmente cara a cara con este tipo de emergencias,
la situación no es tan simple. Además de la difusión de la responsabilidad, hay
numerosos factores que influyen en cómo las personas responden. A medida que
progresaban sus investigaciones, Latané y Darley (1970) conceptualizaron la respuesta de un individuo en situaciones de emergencia como una serie de cinco pasos
esenciales —cinco puntos de elección que pueden llevar hacia una acción prosocial o hacia no hacer nada—. Estos pasos y las decisiones necesarias se sintetizan
en la Figura 10.3. A cada paso, la decisión más fácil es el camino de menos resistencia —no hacer nada, cuando no ayudas a una víctima que lo necesita, evitas
muchos problemas potenciales para ti mismo—. Este modelo de cinco pasos proporciona un marco que nos ayuda a comprender por qué las personas a menudo
escogen no ayudar.
PASO 1: DARSE CUENTA DE LA EMERGENCIA. Por definición, las emergencias no ocurren según un horario, así que no hay manera de anticipar cuándo o dónde surgirá
un problema inesperado. Como resultado, normalmente estamos haciendo otra cosa
o pensando acerca de asuntos muy diferentes cuando de pronto nos encontramos
un conductor accidentado, un accidente en la autopista, gritos en la noche, u otro
participante en una investigación teniendo un ataque. En muchas ocasiones, las
personas simplemente no se dan cuenta, y como resultado, para ellos, el problema
no existe. En nuestra vida diaria, ignoramos muchas escenas y sonidos porque nos
resultan irrelevantes a nivel personal, y si no lo hiciéramos, estaríamos abrumados por una sobrecarga de información. Yo (DB) estaba con mis dos hijas menores
en un restaurante recientemente. En la mesa de al lado había dos parejas hablando
en voz alta sobre personas que ellos conocían, un increíble producto de limpieza
disponible en una ferretería local y temas similares, de ningún interés para nosotros tres. Hicimos todo lo posible por ignorarlos, tratamos activamente de tener
nuestra propia conversación e ignorar lo que decían nuestros «vecinos». Muy a
menudo, es beneficioso no prestar atención a mucho de lo que ocurre a nuestro alrededor y eso facilita pasar por alto eventos importantes en esas raras ocasiones en
que ocurren. Si, por ejemplo, los otros comensales en el restaurante hubieran estado
fraguando un ataque terrorista, nosotros no lo hubiéramos notado, porque estábamos haciendo todo lo posible para no oír lo que estaban diciendo.
Un estudio de campo proporcionó una verificación interesante de la importancia
de este primer paso. Darley y Batson (1973) propusieron que cuando un persona está
preocupada por asuntos personales, es poco probable que la conducta prosocial tenga
lugar. Ellos condujeron la investigación con seminaristas, individuos que deberían
tener una probabilidad especialmente alta de ayudar a alguien que lo necesite. Para
hacer que la ayuda sobresaliera lo más posible, los experimentadores pidieron a algunos de los participantes que caminaran a un edificio cercano de la universidad y
hablaran con un grupo sobre un tema relacionado o no con la ayuda. Con el fin de
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Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas veces ayudan y otras veces son indiferentes?
403
Espectador que hace frente
a una situación de
emergencia inesperada
FIGURA 10.3
Cinco pasos esenciales para
una respuesta prosocial en
una emergencia.
Latané y Darley (1971)
conceptualizaron la conducta
prosocial como el punto final de
una serie de cinco pasos —cinco
puntos de elección que se dan al
enfrentarse con una
emergencia—, que llevan a que
la respuesta prosocial tenga lugar
o no. En cada punto, las
elecciones consisten en (1) no
—alejarse de un
comportamiento prosocial o de
ayuda—; o (2) sí —ir hacia ese
tipo de respuesta.
■
Paso 1
No
No ayuda por un fallo
al prestar atención
¿El espectador está prestando
atención a la situación?
Sí
Paso 2
No
No ayuda porque la
interpreta erróneamente
como una no-emergencia
¿El espectador interpreta
la situación como
una emergencia?
Sí
Paso 3
No
No ayuda porque se
asume que alguien más
debe hacer algo
¿El espectador asume la
responsabilidad de tomar
acción?
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Sí
Paso 4
No
No ayuda por falta de
conocimiento, habilidades
y/o entrenamiento
¿El espectador tiene el
conocimiento, habilidades y
entrenamiento para ayudar?
Sí
Paso 5
No
No ayuda por miedo
a consecuencias negativas
o por una motivación
positiva insuficiente
¿El espectador decide
llevar a cabo la conducta
de ayuda?
Sí
El espectador
lleva a cabo
la conducta de ayuda
404
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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variar el grado de preocupación, los investigadores crearon tres condiciones diferentes: a algunos de los seminaristas se les dijo que tenían mucho tiempo extra para
llegar al otro edificio, a otros que estaban a tiempo con justo el tiempo suficiente
para llegar, y al tercer grupo se les dijo que estaban retrasados para la hora de la
charla y que necesitaban darse prisa. Presumiblemente, mientras caminaban a través de la universidad, el primer grupo sería el menos preocupado y el tercer grupo
el más preocupado. ¿El grado de preocupación influiría en que llevaran a cabo una
conducta prosocial o no?
A lo largo de la ruta hacia el edificio donde cada participante supuestamente participaría en la charla, se simuló una emergencia, un extraño (en realidad un asistente de investigación) que se había caído en un portal y que estaba tosiendo y
gimiendo. ¿Los participantes notarían a este individuo aparentemente enfermo o
herido? ¿Se pararían a ayudarlo? El tema de la inmediata charla no tuvo efecto en
sus respuestas, el grado de preocupación tuvo el efecto de mayor importancia. Como
puedes ver en la Figura 10.4, el 63 por ciento de los participantes que tenía tiempo
de sobra ayudó. Entre aquellos que estaban a tiempo, el 45 por ciento ayudó. En el
grupo más preocupado (aquellos que tenían que darse prisa), sólo el 10 por ciento
ayudó. Muchos de los seminaristas preocupados prestaron poca o ninguna atención
a la persona que estaba tosiendo y gimiendo, simplemente pasaron por encima de
él y continuaron.
70
63
A mayor presión de tiempo,
menor el porcentaje de individuos
que se paran a ayudar
Porcentaje de individuos que ayudan
60
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50
45
40
30
20
Poca presión
10
10
Mediana presión
Mucha presión
0
Adelantado
A tiempo
Presión de tiempo
Retrasado
FIGURA 10.4
Demasiado preocupados para notar una emergencia.
Cuando los espectadores están preocupados por otros asuntos, es menos probable que presten
atención a los eventos que ocurren a su alrededor, y por lo tanto, es menos probable que ayuden a
una persona que lo necesite. Cuando se les dijo a los participantes en una investigación que tenían
suficiente tiempo para llegar a una cita, la mayoría se paró a ayudar a un extraño que se había caído
en un portal y que estaba tosiendo y gimiendo. Cuando se les dijo a otros participantes que estaban
retrasados para llegar a la cita, sólo uno de cada diez se paró y ayudó.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE DARLEY Y BATSON, 1973.]
■
Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas veces ayudan y otras veces son indiferentes?
405
Se puede concluir que una persona que está demasiado ocupada para prestar atención a su alrededor no se da cuenta ni siquiera de una emergencia obvia. No se ofrece
ayuda porque no hay ninguna conciencia de que la emergencia existe.
PASO 2: INTERPRETAR UNA EMERGENCIA COMO TAL EMERGENCIA. Incluso cuando estás
prestando atención a lo que está ocurriendo a tu alrededor, tenemos sólo información limitada e incompleta acerca de lo que los extraños pueden estar haciendo.
La mayoría del tiempo, eso no importa y no es asunto nuestro. Yo (DB) una vez
estaba en un hotel en Chicago, mirando por la ventana. Me sorprendió ver a un
hombre corriendo por la acera, sujetando un maletín, me pasó por la mente que probablemente estaba corriendo para ir al trabajo, pero también era posible que acabara de robar un banco. En lugar de llamar a la policía, fue más fácil (y
probablemente más acertado) asumir que estaba en asuntos legítimos. La mayoría del tiempo, es mejor suponer una explicación rutinaria, de todos los días, que
una muy inusual y poco probable (Macrae y Milne, 1992). Sin embargo, cuando realmente es una emergencia, la tendencia a percibir ese tipo de eventos como una noemergencia inhibe cualquier tendencia a dar una respuesta prosocial.
Cuando las personas que potencialmente pueden ayudar no están completamente seguras de lo que está ocurriendo, tienden a refrenarse y a esperar por más
información. Es muy posible que en la madrugada en que Kitty Genovese fue asesinada, sus vecinos no pudieran ver claramente lo que estaba ocurriendo, aunque
ellos oyeron los gritos y sabían que un hombre y una mujer tenían un enfrentamiento desagradable, pudo haber sido sólo una fuerte discusión entre una mujer y
su novio. Quizás un hombre y una mujer habían bebido y estaban bromeando. Cualquiera de estas dos posibilidades era más probable que la posibilidad de que un hombre estuviera apuñalando a una mujer justo enfrente de su apartamento. Cuando
se es testigo de algo, ya sea un problema serio o algo sin trascendencia, la mayoría
de las personas, si tienen información ambigua, tienden a aceptar una interpretación tranquilizadora y no estresante que indique que no hay necesidad de hacer nada
(Wilson y Petruska, 1984).
Todo esto sugiere que múltiples testigos pueden inhibirse de ayudar no sólo debido
a la difusión de la responsabilidad, sino porque puede ser embarazoso interpretar erróneamente la situación y actuar inapropiadamente. Cometer un error tan importante
en frente de varios extraños puede hacer que ellos etiqueten tu conducta como estúpida o como una reacción exagerada y absurda. Como se expresó en el Capítulo 7,
cuando queremos evidencia de lo adecuado de nuestras opiniones, utilizamos la comparación social (véase también capítulos 4 y 9). Si otras personas no parecen estar
alarmadas por lo que ocurre y no están haciendo nada para intervenir, es más seguro
seguir su ejemplo. ¿Quién quiere parecer tonto o perder la calma?
La tendencia de aquellos que están en un grupo de extraños a dudar y no hacer
nada se basa en lo que se conoce como ignorancia pluralista, es decir, como ninguno
de los espectadores sabe con seguridad lo que está ocurriendo, cada uno depende
del ejemplo de los demás, y como resultado, nadie responde. Latané y Darley (1968)
proporcionaron una demostración dramática de lo lejos que pueden llegar las personas para evitar dar un respuesta «inapropiada» ante lo que puede o no ser una
emergencia. Los investigadores colocaron a los participantes de una investigación
solos en una habitación o con otros dos participantes mientras completaban unos
cuestionarios. Después de varios minutos, los experimentadores bombearon humo
dentro de la habitación a través de un conducto de ventilación. Cuando los individuos estaban solos, la mayoría (75 por ciento) pararon lo que estaban haciendo
cuando el humo apareció, y salieron a notificar el problema. Sin embargo, cuando
había tres personas en la habitación, sólo el 38 por ciento reaccionó al humo, incluso
después de que el humo se hizo tan espeso que era difícil ver, el 62 por ciento no
hizo nada. Estar con otras personas que no responden parece ser un poderoso inhibidor. Parece ser que es mejor arriesgar tu vida que quedar en ridículo.
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ignorancia pluralista:
tendencia de los espectadores
de una emergencia a confiar en
lo que otros espectadores dicen
o hacen, aun cuando ninguno de
ellos esté seguro de lo que está
pasando o qué hacer al respecto.
Muy a menudo, los espectadores
se refrenan y se comportan
como si no hubiera ningún
problema, y utilizan esta
«información» para justificar el
hecho de que no actúen.
406
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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Sin embargo, el miedo a interpretar erróneamente la situación y a meter la pata,
se reduce bajo ciertas circunstancias. Por ejemplo, las inhibiciones sociales son
mucho más débiles si los otros espectadores son amigos en lugar de extraños, ya
que es mucho más probable que los amigos se comuniquen entre sí sobre lo que está
ocurriendo y sobre qué hacer al respecto. Como resultado, entre amigos, el efecto
de los espectadores es mucho menos fuerte (Rutkowski, Gruder y Romer, 1983).
Es mucho más probable que las personas que viven en ciudades pequeñas ayuden a un extraño que las personas que viven en ciudades grandes (Levine et al.,
1994), tanto en Estados Unidos como en Australia (Amato, 1983). ¿Por qué? En
parte, las personas en ciudades pequeñas tienden a conocer a muchos de los otros
residentes y pueden comunicarse con ellos, y pasar al Paso 2. Por el contrario, las
personas en ciudades grandes tienden a ir más rápido, evitando el contacto visual
con aquellos a su alrededor y prestando atención principalmente a sí mismos, inhibiéndose en el Paso 1 y en el Paso 2 (McCauley, Coleman y Defusco, 1977; Walmsley y Lewis, 1989).
El miedo a hacer algo incorrecto también puede reducirse con el consumo de
alcohol, ya que el efecto del alcohol reduce la ansiedad acerca de las opiniones de
los demás, aumentando la tendencia a ayudar (Steele, Critchlow y Liu, 1985). Piensa
en el experimento con el humo entrando por debajo de la puerta, parece muy probable que tres amigos tomando cerveza no se quedarían sentados tranquilamente
mientras la habitación se llena de humo.
PASO 3: ASUMIR QUE ES TU RESPONSABILIDAD AYUDAR. Una vez que un individuo
presta atención a algún evento externo y lo interpreta como una emergencia, le
seguirá una acción prosocial sólo si la persona toma la responsabilidad de ayudar.
En muchos casos, la responsabilidad es clara. Los bomberos son los que se encargan de las casas en llamas, los agentes de policía de los crímenes y el personal
médico de las heridas y las enfermedades. Cuando no es tan clara como en estos
ejemplos, las personas tienden a asumir que cualquiera en un rol de liderazgo debe
ser responsable (Baumeister et al., 1988). Por ejemplo, los profesores son los responsables de encargarse de las emergencias en las aulas de clase y los conductores
de autobús de las emergencias que involucran a sus vehículos. Cuando hay un
adulto y varios niños, se espera que el adulto se haga cargo.
Una de las razones por las cuales es más probable que actúe un espectador que está
solo que uno que está en grupo es que no está presente nadie más que pueda hacerse
responsable. En un grupo que no tiene un líder obvio, hay difusión de la responsabilidad, como se hipotetizó en el experimento original que se discutió anteriormente.
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PASO 4: SABER QUÉ HACER. Incluso si un espectador alcanza el Paso 3 y asume la
responsabilidad, nada útil puede hacerse a menos que esa persona sepa cómo ayudar. Algunas emergencias son lo suficientemente simples que casi cualquier persona tiene las destrezas necesarias: si ves a alguien resbalarse sobre una acera
cubierta de hielo, es probable que seas capaz de ayudar a esa persona a levantarse,
y si ves a un extraño desaliñado y sospechoso que está tratando de entrar a robar
en un coche que está aparcado, tú sabes cómo encontrar un teléfono y llamar a la
policía.
Algunas emergencias requieren de un conocimiento y destrezas especiales que
la mayoría de los espectadores no poseen. Por ejemplo, tú puedes ayudar a alguien
que se está ahogando sólo si tú sabes nadar y llevar a quien se hunde hasta un lugar
seguro. Cuando hay un accidente con posibles heridos, es más probable que una
enfermera titulada asuma la responsabilidad y ayude que alguien no empleado en
la profesión médica (Cramer, et al., 1988).
PASO 5: TOMAR LA DECISIÓN DE AYUDAR. Incluso si la respuesta de un espectador a
los primeros cuatro pasos es sí, la ayuda no ocurrirá a menos que él o ella tome la
Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas veces ayudan y otras veces son indiferentes?
407
decisión final de actuar. La ayuda en este último paso puede verse inhibida por
miedo (a menudo realista) a las posibles consecuencias negativas. En efecto, pareciera que las personas realizan un «álgebra cognitiva» y sopesan los aspectos positivos y negativos de ayudar (Fritzsche, Finkelstein y Penner, 2000). Los costes
potenciales son muchos. Por ejemplo, si te paras a ayudar a una persona que ha resbalado sobre el hielo, puede que te caigas tú también. Puede que una persona
enferma que ha tenido un colapso en un portal te vomite sobre los zapatos cuando
tratas de ayudarla. Lo peor de todo, la persona que parece necesitar ayuda puede ser
un criminal que sólo está fingiendo que tiene un problema. Ted Bundy, el asesino
en serie, era bien parecido, un hombre bien educado que se aprovechó en repetidas
ocasiones de las simpatías de mujeres confiadas. Algunas veces cojeaba, le pedía
a una mujer joven que lo ayudara a llegar hasta su coche y luego la secuestraba,
pasando a ser su próxima víctima (Byrne, R. L., 2001).
Un tipo especial de consecuencia desagradable puede surgir cuando observas a
un individuo que está siendo amenazado por alguien de su propia familia. El desconocido bien intencionado que intenta ayudar a menudo sólo provoca ira. Es posible que esto explique por qué los espectadores rara vez ofrecen ayuda cuando creen
que una mujer está siendo atacada por su esposo o novio (Shotland y Strau, 1976)
o que un niño está siendo maltratado físicamente por uno de los padres (Christy
y Voigt, 1994). Incluso la policía se muestra recelosa cuando se les llama para lidiar
con una airada escena doméstica. La intervención en violencia doméstica puede
ser más peligrosa que entrometerse en una interacción hostil entre dos extraños.
Entonces, por algunas muy buenas razones, los espectadores pueden decidir refrenarse y evitar los riesgos que pueden estar asociados con llevar a cabo acciones prosociales.
Mientras los cinco pasos todavía están frescos en tu mente, revisa la sección
¡Ideas para llevar contigo y utilizar!
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Factores situacionales que estimulan o inhiben la ayuda:
atracción, atribuciones y modelos prosociales
Más allá de los cinco pasos de toma de decisiones que influyen en la
conducta prosocial, hay otros factores adicionales que también tienen un efecto en
la probabilidad de que un espectador ayude o no. Los más importantes de ellos son
el grado en que el espectador evalúa a la víctima positivamente (atracción), las atribuciones que hace el espectador sobre la responsabilidad de la víctima por su situación, y la exposición del espectador a modelos prosociales ya sea en la situación
actual o en el pasado.
AYUDAR A AQUELLOS QUE TE AGRADAN. En la mayoría de los ejemplos de emergencias reales reportadas en los diarios y de emergencias simuladas ideadas por psicólogos sociales, la persona que necesita ayuda generalmente es un completo
extraño. ¿Que pasaría si la mujer que fue apuñalada o el estudiante que tenía un ataque, en lugar de un extraño, hubiera sido un gran amigo tuyo? ¿Eso hubiera hecho
que estuvieras más dispuesto a ir en su ayuda? La respuesta es obviamente sí. Un
ejemplo extremo de los riesgos que uno está dispuesto a correr por alguien querido,
lo proporciona el caso de un hombre acusado de homicidio involuntario por ayudar a su esposa a suicidarse. Después de 33 años de matrimonio, ella desarrolló una
variedad de la enfermedad de Lou Gehrig y le suplicó a él repetidas veces que la liberara de la parálisis total y el deterioro mental que de lo contrario experimentaría
antes de morir. El esposo finalmente hizo lo que ella le pedía, a pesar de tener que
enfrentarse a 15 años de prisión como consecuencia (Thompson, 1998).
Considera una situación menos obvia. La víctima es un extraño pero debido a
la similitud, atractivo físico y otros factores discutidos en el Capítulo 7, tú sientes
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CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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que es alguien que te agradaría. ¿Estas características tendrán algún efecto en tus
tendencias prosociales? Nuevamente, la respuesta es sí. Cualquier factor que incremente la atracción del espectador hacia la víctima aumenta la probabilidad de una
respuesta prosocial si ésta necesita ayuda (Clark et al., 1987). La apariencia es un
ejemplo: una víctima atractiva físicamente recibe más ayuda que una no atractiva
(Benson, Karabenick y Lerner, 1976). Igualmente, no te sorprenderá saber que es más
probable que los espectadores ayuden a una víctima que es similar a ellos que a una
disímil (Dovidio y Morris, 1975; Hayden, Jackson y Guydish, 1984).
Además, mencionamos en el Capítulo 7 que la homosexualidad es estigmatizada por muchas personas en nuestra sociedad. Sobre estas bases, Shaw, Borough
y Fink (1994) predijeron que un homosexual desconocido que necesitaba ayuda
recibiría menos ayuda que un desconocido heterosexual comparable. Utilizando
la «técnica del número equivocado», un asistente de investigación de sexo masculino llamado «Mike», llamó a números telefónicos al azar desde un teléfono
público y dijo tener un neumático pinchado. Supuestamente había utilizado su
última moneda para hacer esta llamada de emergencia, pero como había llamado
a un «número equivocado», no podía decirle a su pareja que llegaría tarde. Mike
le pidió a la persona a cuyo número había llamado «por error» que por favor
hiciera la llamada por él. Al extraño se le pedía llamar o a la novia de Mike
(«Lisa») o a su novio («Rick») para decirle que Mike llegaría tarde a la celebración
de su primer aniversario juntos. El número telefónico dado por Mike era en realidad el de otro asistente de investigación, de manera que los experimentadores
podían determinar qué llamadas realmente se hacían. Como se muestra en
la Figura 10.5, el 70 por ciento de las mujeres y el 90 por ciento de los hombres
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Heterosexual que pedía ayuda
Homosexual que pedía ayuda
100
90
Porcentaje de personas que ayudaron
80
90
Cuando un homosexual desconocido pedía
ayuda, ayudaron muchas menos personas
que cuando un desconocido heterosexual
pedía el mismo tipo de ayuda
70
70
60
50
40
30
35
30
20
10
0
Masculino
Femenino
Sexo de la persona que respondió el teléfono
FIGURA 10.5
Heterosexuales ayudando
a un heterosexual versus
ayudando a un homosexual.
Cuando un asistente de
investigación de sexo masculino le
pidió a extraños que lo ayudaran
haciendo una llamada telefónica a
su novia, o a su novio, para decirle
que llegaría tarde a su celebración
de aniversario, las probabilidades
de recibir ayuda dependieron de
su orientación sexual percibida.
Este asistente recibió dos veces
más ayuda de las mujeres y tres
veces más ayuda de los hombres,
cuando se les pidió llamar a su
novia, que cuando se les pidió
llamar a su novio. Aparentemente,
la actitud negativa hacia una
orientación sexual diferente a la
propia puede inhibir la conducta
prosocial.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE
SHAW, BOROUGH Y FINK, 1994.]
Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas veces ayudan y otras veces son indiferentes?
■
409
ayudaron llamando a la novia de Mike. Sin embargo, cuando se les pedía llamar
al novio de Mike, sólo el 35 por ciento de las mujeres y el 30 por ciento de los
hombres hizo la llamada. Claramente, estos ciudadanos escogidos al azar estuvieron más dispuestos a ayudar a un desconocido heterosexual que a uno homosexual. Se presume que la mayoría de las personas a quienes se les pidió ayuda
eran heterosexuales, y que no estaban dispuestos a ayudar a alguien cuya orientación sexual difería de la suya.
ATRIBUCIONES CONCERNIENTES A LA RESPONSABILIDAD DE LA VÍCTIMA. Si estuvieras
dando un paseo y te encontraras con un hombre tendido inconsciente en la acera,
tu tendencia a ayudar o no se verá influida por todos los factores discutidos anteriormente —desde la presencia de otros espectadores a la atracción interpersonal—
, pero permítenos añadir una consideración adicional. ¿Por qué crees que este
hombre está tendido ahí? (Véase Figura 10.6.) ¿Qué atribuciones puedes hacer? Entre
las posibles señales, puedes reaccionar al hecho de que su ropa esté manchada y rota,
y a la presencia de una botella de vino vacía dentro de una bolsa de papel. Puedes
decidir que probablemente bebió demasiado y perdió el conocimiento. ¿Sería más
probable que lo ayudaras si su ropa estuviera bien cuidada y limpia, y notaras un
golpe en su frente? Bajo estas circunstancias, puedes decidir que tuvo un accidente
o que fue atracado. Por supuesto, lo más probable es que estés menos motivado a
ayudar al hombre con la ropa sucia y la botella de vino. ¿Por qué? A pesar del hecho
de que estos dos desconocidos puedan necesitar ayuda, estarías menos motivado
a ayudar si haces la atribución de que el hombre fue personalmente responsable de
su situación, que si parece ser una víctima inocente de un accidente o atraco. La
ayuda no se da tan libremente si el espectador asume que «la víctima es la culpable» (Weiner, 1980), especialmente si tiende a asumir que la mayoría de las desgracias son controlables, si es así, se percibe que los problemas son culpa de la
víctima (Higgins y Shaw, 1999).
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FIGURA 10.6
¿Ayudarías a este extraño?
¿Por qué está tendido ahí?
Dependiendo de por qué
pienses que este hombre está
tendido ahí, estarás más o
menos dispuesto a ayudar. Si
piensas que él es responsable de
su condición, probablemente
estarás menos dispuesto a
ayudar, pero si piensas que es
una víctima inocente, es más
probable que ayudes.
■
410
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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Incluso los individuos muy religiosos pueden abstenerse de ayudar si atribuyen
la responsabilidad a la víctima (Campbell, 1975). Si percibes que la víctima ha violado tus valores religiosos (por ejemplo, beber alcohol), es menos probable que la
ayudes. En Canadá, Jackson y Esses (1997) estudiaron a fundamentalistas religiosos cuyos valores fueron violados por la conducta sexual «inmoral» de homosexuales y madres solteras. Cuando se describió que los gay y las madres solteras
tenían problemas para conseguir trabajo, los fundamentalistas consideraron que esos
individuos no deberían recibir ayuda, a menos que cambiaran sus estilos de vida.
En respuesta a víctimas que no se comportaron de forma que violaran sus valores
religiosos (desconocidos simplemente descritos como canadienses de nacimiento
o estudiantes), aquellos que tenían problemas para conseguir trabajo fueron percibidos como libres de culpa y merecedores de ayuda.
La tendencia general es atribuir mayor responsabilidad personal por las desgracias
a aquellos que son diferentes de nosotros, que a aquellos que son similares. Considera el crimen de la violación. La mayoría de las agresiones sexuales son cometidas por hombres, y la mayoría de las víctimas son mujeres. Debido a esta diferencia
de género entre atacantes y víctimas, las mujeres se perciben a sí mismas como
similares a la persona que es atacada, mientras los hombres se perciben a sí mismos como similares a quien comete el crimen (Bell, Kuriloff y Lottes, 1994). Además, cuanto más similar a la víctima femenina se sienta la mujer, menos culpa a
la víctima por el ataque. Por el contrario, cuanto más similar al acusado de violación se sienta el hombre, más culpa a la víctima por lo que pasó. Debido a estas atribuciones diferentes, las mujeres están motivadas a ayudar a aquellas que asumen
como víctimas inocentes de la violación, y los hombres están más dispuestos a ayudar a aquellos que perciben que han sido acusados del crimen erróneamente.
A pesar del poder de la similitud demostrado en estas investigaciones, hay veces
que es amenazador encontrar a una víctima que es demasiado parecida a ti mismo.
¿Cómo puede ser eso? Cuando le pasa algo malo a alguien que es como tú con respecto al género, la edad, la raza, etc., esto plantea la desagradable posibilidad de que
tú también puedes ser una víctima. Es por eso que es extrañamente reconfortante
descubrir que las víctimas de un accidente de aviación o de un terremoto o de alguna
otra desgracia son diferentes a ti en cuanto a raza, etnia, edad, nacionalidad, nivel
socioeconómico o cualquier otra característica. Es un alivio saber que eso tan terrible le pasó a «ellos» y no a «nosotros». Incluso si las víctimas son similares a ti, tu
malestar puede reducirse si los percibes erróneamente como disímiles a ti en algún
sentido (Drout y Gaertner, 1994) o si atribuyes su desgracia a algo que ellos hicieron y que seguramente tú no serías tan tonto de hacer. Culpar a la víctima es una
de las maneras de recuperar tu propio sentido de control percibido sobre los hechos
(Murrell y Jones, 1993) y así aliviar tus sentimientos de ansiedad (Thornton, 1992).
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MODELOS PROSOCIALES: EL PODER DE LOS EJEMPLOS POSITIVOS. Si estás de compras
y ves a alguien recolectando dinero para las personas sin hogar y para los niños necesitados, ¿no reaccionarías haciendo una contribución? Es decir, asumiendo que respondiste a los primeros pasos de decisión con un sí, ¿entonces no decidirías ayudar?
Un factor importante en este último paso es si observas a alguien más haciendo un
donativo. Si otros dan dinero, es más probable que tú lo hagas también (Macauley,
1970). Incluso la presencia de monedas y billetes que aparentemente fueron contribuciones dadas anteriormente durante el día, te estimula a dar una respuesta caritativa. Las diversas técnicas de condescendencia descritas en el Capítulo 9 son
directamente relevantes para este tipo de conducta de ayuda. Recolectar dinero para
caridad implica algunos de los mismos procesos psicológicos que están implicados
en el manejo o venta de un producto.
En una situación de emergencia, indicamos que la presencia de otros espectadores que no ayudan inhibe la ayuda. Sin embargo, también es verdad que la presencia de un espectador que ayuda provee un fuerte modelo social que da como
Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas veces ayudan y otras veces son indiferentes?
411
FIGURA 10.7
Modelos para niños en la
TV: ¿cuál prefieres?
La investigación indica
sistemáticamente que los niños
tienden a responder de una
manera prosocial después de verse
expuestos a modelos prosociales
en los medios de comunicación. Si
tú fueras una víctima en una
situación de emergencia,
¿preferirías tener espectadores y
ayudantes potenciales que tomen
como modelo para sus actitudes y
conductas a Big Bird o a Bart
Simpson?
■
resultado un aumento en la conducta de ayuda entre los otros espectadores. Un
ejemplo de ese tipo de modelaje lo proporciona un experimento de campo en donde
una mujer joven (una asistente de investigación) con una rueda pinchada de su
coche, se aparcaba fuera de la vía. Los conductores estaban más inclinados a pararse
y a ayudar a esta mujer, si habían pasado previamente por una escena simulada en
donde observaban que otra mujer con un problema en su coche recibía ayuda (Bryan
y Test, 1967).
Además de los modelos prosociales en el mundo real, los modelos que muestran
conductas de ayuda en los medios de comunicación también contribuyen a la creación de una norma social que estimule la conducta prosocial. Por ejemplo, la posibilidad de respuesta prosocial de un niño de seis años de edad es en parte producto
de lo que ve en televisión (Sprafkin, Liebert y Poulous, 1975). En una demostración
del poder de la televisión, a algunos jóvenes se les mostró un episodio de Lassie en
el cual había una escena de rescate —un modelo de dar ayuda—. Un segundo grupo
vio un capítulo de Lassie que no se centraba en un tema prosocial. Y un tercer grupo
vio un episodio humorístico de The Brady Bunch —también sin un contenido prosocial—. Después de ver uno de estos programas, los niños jugaron un juego donde
el ganador podía recibir un premio. Se organizó que durante el juego, los niños pasaran cerca de un grupo de cachorros hambrientos que gemían. Cada niño se enfrentaba a la decisión de escoger entre detenerse y ayudar a los perritos (y entonces
perder la oportunidad de ganar el premio) o ignorarlos y seguir adelante con el juego.
Su decisión dependía de qué programa de televisión hubieran visto. Los niños que
vieron el episodio de Lassie donde estaba la escena de rescate se pararon y dedicaron
mucho más tiempo a intentar tranquilizar a los cachorros, que aquellos que habían
visto cualquiera de los otros dos programas de televisión. Como se esperaba, aquellos que vieron una conducta prosocial en la televisión, llevan a cabo acciones prosociales en la vida real.
Experimentos adicionales han confirmado la influencia de los modelos positivos de la televisión en los niños (véase Figura 10.7). Por ejemplo, los niños en edad
preescolar que han visto programas prosociales —como Mister Rogers’ Neighborhood, Barrio Sésamo (Sesame Street) o Barney and Friends— tienen mucha más
tendencia a responder de una forma prosocial que los niños que no han visto este
tipo de programas (Forge y Phemister, 1987).
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CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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Debe notarse que también ocurren efectos negativos. Por ejemplo, jugar con videojuegos violentos, como «Mortal Kombat» y «Street Fighter» conduce a una disminución en la conducta prosocial (Anderson y Bushman, 2001).
En otras palabras, los modelos prosociales estimulan la conducta prosocial y la
violencia en los vídeos la inhibe. ¿Qué pasa con los modelos que no son violentos
pero que parecen no preocuparse por las dificultades de los demás? Esos modelos
no-prosociales parecen ser cada vez más populares —por ejemplo, en programas
como Los Simpsons y South Park—. Estos programas, sin importar lo entretenidos
que puedan ser, proporcionan modelos muy diferentes a los de Big Bird y Barney.
Es posible que el nivel de conducta prosocial entre los niños pueda verse afectado
negativamente, pero aún no se han realizado las investigaciones pertinentes.
Interés propio, integridad moral e hipocresía moral
La mayoría de nosotros no escogería deliberadamente ser cruel y
poco compasivo, pero podemos vernos impulsados en esa dirección si nos convencemos a nosotros mismos de que no hay razón para ayudar (Bersoff, 1999). Las
personas escogen muy a menudo ignorar a la víctima por una variedad de razones,
incluyendo algunas que ya hemos discutido, tales como «no es mi responsabilidad»
y «es su culpa». Sabemos entonces que múltiples factores pueden conducir a hacernos a un lado o a desvincularnos de los estándares morales (Bandura, 1999). Generalmente creemos que es más probable que nosotros llevemos a cabo conductas
desinteresadas y amables que los demás, pero esta creencia equivocada se basa en
el hecho de que tendemos a sobrestimar nuestras propias acciones morales. Esto
da como resultado una autoevaluación del tipo «soy más santo que tú» (Epley y
Dunning, 2000).
En líneas generales, puede concluirse que personas que por lo demás son morales, algunas veces no actúan moralmente. Gran parte de la discusión que hemos presentado hasta ahora explica la ausencia de una respuesta prosocial sobre la base de
varios detalles de la situación y de la evaluación cognitiva que hace la persona sobre
lo que está ocurriendo. ¿De qué otra manera podemos explicar la ausencia de una
respuesta prosocial?
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MOTIVACIÓN Y MORALIDAD. Batson y Thompson (2001) sugieren que también deben
considerarse las cuestiones motivacionales. Ellos plantean que hay tres motivos
principales que son relevantes cuando una persona se enfrenta con un dilema moral:
interés propio (algunas veces llamado egoísmo), integridad moral, e hipocresía
moral. Las personas pueden categorizarse a grandes rasgos según el motivo que es
primordial para ellas. ¿Qué significan estos motivos y cómo afectan la conducta?
La mayoría de nosotros estamos motivados, al menos en parte, por el interés propio, y mucho de nuestro comportamiento se basa en la búsqueda de lo que nos proporcione la mayor satisfacción. Las personas para quienes este es el motivo principal
no se preocupan por cuestiones relacionadas con el bien y el mal o con lo justo y
lo injusto —simplemente hacen lo que es mejor para ellos.
Otros individuos de verdad quieren ser morales y por lo tanto muestran evidencia de un motivo muy diferente —integridad moral—. Para aquellos que están
motivados por la integridad moral, tomar en cuenta la bondad y la justicia con frecuencia requiere algún sacrificio del interés propio con el fin de hacer «lo correcto».
Para una persona moral, el conflicto entre el interés propio y la integridad moral
puede resolverse tomando la opción moral, una elección que también se ve influida
por la presencia de apoyo interno y externo. Por ejemplo, las posibilidades de tomar
una decisión moral aumentan si el individuo reflexiona sobre sus valores o alguien
se los recuerda. Algunas veces el motivo de comportarse con integridad moral se
ve derrotado en una situación específica si el interés propio es suficientemente
fuerte.
egoísmo: preocupación
exclusiva por nuestro bienestar y
necesidades personales, en lugar
de las necesidades y bienestar de
los demás. Véase interés propio.
interés propio: motivación por
llevar a cabo el comportamiento
que nos produce la mayor
satisfacción. Ver egoísmo.
integridad moral: motivación
para ser moral y de verdad llevar
a cabo comportamientos
morales.
Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas veces ayudan y otras veces son indiferentes?
413
Una tercera categoría de individuos son aquellos que quieren parecer morales
pero evitando los costes de ser morales en realidad, estas personas están motivadas por la hipocresía moral, es decir, están impulsadas por el interés propio pero también están preocupadas por las apariencias externas. Esta combinación significa que
para ellos es importante parecer que se preocupan por hacer lo correcto, cuando en
realidad continúan guiándose por sus propios intereses.
¿Cómo puede uno investigar los efectos conductuales del interés propio, la integridad moral y la hipocresía moral? Batson y sus colegas (Batson et al., 1997) lo hicieron creando una situación en la cual los participantes de una investigación se
enfrentaban a un dilema moral. A cada uno se le dio el poder de asignarse a una de
dos tareas experimentales. La tarea más deseable incluía la oportunidad de ganar
las papeletas de una rifa, y la menos deseable fue descrita como sosa y aburrida (y
no incluía papeletas de rifa). La mayoría de los participantes (más del 90 por ciento)
estuvieron de acuerdo en que asignarse la tarea aburrida a uno mismo era la opción
moral en el sentido de que era más educado y de que tú debes «tratar a los demás
como quisieras que ellos te tratasen». Sin embargo, la mayoría (entre el 70 por ciento
y el 80 por ciento) en realidad hizo lo contrario. En esta simple situación, la mayoría de las personas tomó la decisión basándose en el interés propio, pero fíjate que
entre el 20 y el 30 por ciento hizo lo que creía que era correcto.
HACER QUE SOBRESALGA LA MORALIDAD. Utilizando la misma situación experimental que acabamos de describir, Batson y sus colegas (Batson, Thompson et al.,
1999) agregaro n un nuevo elemento. Para hacer que sobresaliera el estándar moral
de la justicia, se les dijo a algunos participantes que «la mayoría de los participantes
sienten que dar a ambos igual oportunidad —por ejemplo, tirando una moneda—
es la manera más justa de asignarse a sí mismo y al otro participante las tareas».
Luego, los experimentadores les dieron una moneda para que la utilizaran si deseaban usar ese método.
Nuevamente, había muy buen acuerdo sobre la opción más moral; casi todos
estuvieron de acuerdo en que un procedimiento justo como tirar la moneda o asignar a la otra persona a la tarea más deseable, era la decisión apropiada. Sin embargo,
sólo cerca de la mitad de los participantes tiró la moneda, de nuevo, la mayoría de
aquellos que no tiraron la moneda (entre el 80 por ciento y el 90 por ciento), se asignaron a sí mismos a la tarea positiva (la oportunidad de ganar una rifa). Lo más sorprendente es que entre aquellos que sí tiraron la moneda, ¡el mismo porcentaje se
asignó a sí mismos la tarea positiva! Obviamente muchos participantes hicieron
trampa si la asignación al azar no salió de la manera que ellos querían, ya que la asignación basada en la tirada de la moneda debió ser cincuenta-cincuenta. Algunos
individuos tiraron la moneda para ser justos, reflejando integridad moral. Otros simplemente utilizaron la moneda para parecer justos, pero luego ignoraron el resultado cuando éste estaba en conflicto con lo que ellos querían. En otras palabras,
estos individuos muestran hipocresía moral.
Para hacer la decisión moral aún más sobresaliente, otros participantes tenían
la opción de tirar la moneda ellos mismos o de que el experimentador lo hiciera.
La mayoría de aquellos que escogieron tirar la moneda (80 por ciento) quisieron que
la tirara el experimentador (Batson, Tsang y Thompson, 2000). De esta manera, no
podía haber la tentación de hacer trampa y esto hacía más fácil comportarse con
integridad moral.
Un paso adicional fue hacer más difícil el coste de la moralidad pidiendo escoger entre una tarea positiva y una negativa que implicaba recibir una descarga eléctrica. Bajo estas condiciones, casi todos los participantes se asignaron a sí mismos
a la tarea positiva sin ni siquiera pretender ser justos.
En resumen, como se muestra en la Figura 10.8, parece que algunas personas simplemente escogen actuar en su propio interés incluso dándose cuenta de que ésta
es la opción menos justa y menos moral (por ejemplo, asignarse a sí mismos a la
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hipocresía moral: motivación
para parecer morales, mientras
hacemos todo lo posible para
evitar los costes implicados en
ser morales de verdad.
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CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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Resultado conductual
Motivación
Interés propio
Conducta que satisface las propias
necesidades y deseos del individuo
Integridad moral
Conducta que es moral y justa
Conflicto entre
el interés propio y
la integridad moral
Si el interés propio es más fuerte,
conducta que satisface las propias
necesidades y deseos del individuo
Si la integridad moral es más fuerte,
conducta que es moral y justa
Conducta que se diseña para parecer
moral, pero que satisface las propias
necesidades y deseos del individuo
Hipocresía moral
FIGURA 10.8
Motivación y conducta moral.
Las personas difieren en sus
motivaciones cuando se enfrentan a
una decisión moral. Algunos están
motivados principalmente por el
interés propio y hacen lo que es
mejor para ellos. Algunos están
motivados principalmente por la
integridad moral y hacen lo que es
moral y justo. A menudo la integridad
moral entra en conflicto con el
interés propio y el resultado del
conflicto depende de una variedad
de factores. Algunos están motivados
principalmente por la hipocresía moral
y se comportan de manera que
parecen morales pero en realidad
cubren sus necesidades personales.
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN
DE BATSON Y THOMPSON, 2001.]
■
tarea preferida). Otros están motivados a actuar de una manera moral y lo hacen.
Una decisión moral es aún más probable cuando las personas pueden evitar la tentación de hacer lo incorrecto (por ejemplo, permitiendo que el experimentador tire
la moneda). Sin embargo, estos individuos algunas veces no toman la opción moral;
cuando el interés propio es muy fuerte (por ejemplo, evitando la descarga eléctrica),
éste tiende a prevalecer. Otros individuos parecen hacer lo moral, pero su conducta
real se basa en el interés propio. Estos hipócritas morales tiran la moneda pero luego
hacen trampa si no les agrada el resultado.
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P U N TO S C L AV E
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⡤
En parte debido a la difusión de la responsabilidad, mientras más espectadores sean testigos de una emergencia, menor la probabilidad de que cada uno de ellos ayude y mayor
la demora antes de que la ayuda tenga lugar.
Un espectador cuando se enfrenta a una emergencia debe pasar a través de cinco
pasos cruciales que implican decisiones que o aumentan o disminuyen la probabilidad de una respuesta prosocial. La persona debe darse cuenta de la emergencia, interpretar correctamente lo que está ocurriendo, asumir la responsabilidad de ayudar,
tener las habilidades y conocimientos necesarios para ayudar, y luego decidir prestar ayuda.
Las acciones prosociales muy a menudo tienen lugar cuando el espectador siente atracción hacia la persona que necesita la ayuda y cuando atribuye el problema a circunstancias que están más allá del control de la víctima.
La exposición a modelos prosociales en la vida real y en los medios de comunicación
tiene un efecto positivo sobre las acciones prosociales.
Las personas pueden diferenciarse en términos de su motivación primaria en situaciones
que implican una elección moral: interés propio, integridad moral e hipocresía moral.
Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas veces ayudan y otras veces son indiferentes?
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Los que ayudan y los que reciben ayuda
QH
asta ahora, en la descripción de la conducta de ayuda, hemos
resaltado principalmente la importancia de la situación (por
ejemplo, el número de espectadores), de la cognición (por
ejemplo, las atribuciones acerca de la responsabilidad de la víctima) y de la motivación (por ejemplo, la integridad moral). Ahora consideraremos otros determinantes de la conducta prosocial. Es mucho más probable que algunas personas
ayuden bajo ciertas circunstancias que otras, y examinaremos la manera en que el
afecto y la personalidad influyen en la conducta de ayuda. Primero, describiremos
cómo las variaciones en el estado emocional (el humor y los cambios afectivos que
acompañan a los eventos agradables y desagradables) tienen efectos un tanto complejos sobre la respuesta prosocial. Luego, indicaremos cómo la tendencia a actuar
de una manera prosocial está influida por las diferencias disposicionales (rasgos o
características de personalidad). A continuación, examinaremos las respuestas prosociales a problemas en curso que no son emergencias graves —personas que necesitan ayuda a largo plazo y que requieren del voluntariado y de un compromiso
prolongado con la ayuda—. Finalmente, hablaremos de otros participantes importantes en las interacciones prosociales, cuando veamos los efectos de la ayuda sobre
aquellos que la reciben.
Ayudar como una función del estado
emocional de los espectadores
Así, a ojo, puede parecer que estar de buen humor incrementa la probabilidad de ayudar a otros, mientras que estar de mal humor interfiere con la ayuda.
Hay mucha evidencia que apoya estas suposiciones (Forgas, 1998a), sin embargo,
las investigaciones indican que los efectos del estado emocional sobre la conducta
prosocial son un tanto más complicados de lo que puedes suponer.
Para alguien que potencialmente puede ayudar, el efecto del estado emocional
se ve complicado por varios factores que deben ser tomados en cuenta (Salovey,
Mayer y Rosenhan, 1991). Discutiremos algunas de estas complicaciones, indicando
las circunstancias bajo las cuales las emociones positivas y negativas tienen los efectos esperados, y a veces inesperados, sobre la disposición a ayudar a otros.
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EMOCIONES POSITIVAS Y CONDUCTA PROSOCIAL. La mayoría de los niños parecen
creer que es mejor pedirle algo a los padres cuando éstos están de buen humor que
cuando están de mal humor. Muy a menudo esto es verdad, y el efecto se extiende
hacia la conducta prosocial también. Cuando los participantes de una investigación están de un humor positivo , como resultado de escuchar la grabación de una
comedia (Wilson, 1981), encontrarse dinero en la ranura de devolución de monedas de un teléfono público (Isen y Levin, 1972) o disfrutar de un bonito día soleado
al aire libre (Cunningham, 1979), es más probable que lleven a cabo acciones prosociales para ayudar a un desconocido.
Las emociones también pueden verse afectadas por lo que olemos, es por eso que
gastamos dinero en perfumes, lociones para después de afeitar y ambientadores. Si
las fragancias agradables nos hacen sentir mejor, se deduce que nuestra conducta
también debe verse afectada por los olores (Baron, 1990b). En un estudio sobre los
efectos prosociales, Baron y Thomley (1994) expusieron a los participantes a uno
de dos olores agradables (una fragancia floral o con olor a limón), como resultado,
aumentó la disposición a ofrecer su tiempo como voluntarios en respuesta a una
petición de ayuda. Otra fuente de olores agradables es menos obvia —¿has estado
alguna vez en un centro comercial y aspirado el aire mientras pasabas por una panadería o una cafetería?—. Baron (1997a) encontró que esos olores agradables no sólo
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CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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inducen un afecto positivo, sino que también incrementan la conducta de ayuda,
como recoger un bolígrafo que se le ha caído a un extraño o cambiar un billete por
su equivalente en monedas. En conjunto , estos diversos estudios de laboratorio y
de campo indican sistemáticamente el efecto beneficioso de las emociones positivas sobre la conducta prosocial.
Sin embargo, otros factores pueden alterar la relación. ¿Qué pasa si un espectador
está de muy buen humor cuando se encuentra con una situación de emergencia
ambigua? Cuando el problema no está claro y uno se siente feliz, la mayoría de las
personas tiende a asumir que no existe una verdadera emergencia. Es como si la persona decidiera, ¿Por qué estropear mi humor decidiendo que alguien necesita ayuda?
Al interpretar que lo que estás viendo no es una emergencia, puedes seguir adelante
y mantener tu buen humor. Incluso si la emergencia es inequívoca, el buen humor
puede inhibir una acción prosocial que requiere que hagas algo difícil y desagradable
(Rosenhan, Salovey y Hargis, 1981). Por ejemplo, ¿realmente desearías ayudar a
alguien que se ha vomitado sobre toda su ropa? El hecho de que te sientas bien en
realidad da una sensación de poder, incluyendo el poder de rehusarse a ayudar.
La conclusión general es que si la necesidad de ayuda es muy clara y ayudar no
implica consecuencias negativa s para quien ayuda, las emociones positivas incrementan la probabilidad de una respuesta prosocial. Sin embargo, si las acciones prosociales pueden estropear el buen humor de una persona, el buen humor de hecho
da lugar a menos ayuda (Isen, 1984).
EMOCIONES NEGATIVAS Y CONDUCTA PROSOCIAL. Nuevamente, una creencia
común es que es menos probable que alguien de mal humor ayude. Cuando estás
de mal humor y están centrando tu atención en ti mismo y en tus propios problemas, es menos probable que ayudes a alguien que lo necesite (Amato, 1986;
Rogers et al., 1982; Thompson, Cowan y Rosenhan, 1980).
Sin embargo, como en el caso de las emociones positivas, las emociones negativas pueden tener el efecto opuesto bajo circunstancias específicas. Por ejemplo,
si la acción de ayudar implica una interacción que te haría sentir mejor, las emociones negativas aumentan la probabilidad de las acciones prosociales (Cialdini,
Kenrick y Bauman, 1982). Es más probable observar el efecto positivo de las emociones negativas, si los sentimientos negativos no son muy intensos, si la emergencia no es ambigua y si el acto de ayudar es interesante y satisfactorio, en lugar
de difícil y desagradable (Berkowitz, 1987; Cunningham et al., 1990). En la
Figura 10.9 puedes ver un resumen de estos efectos positivos y negativos de las emociones positivas y negativas.
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Diferencias disposicionales en la respuesta prosocial
Además de todos los factores que influyen en la conducta prosocial
expuestos hasta ahora, parece claro que algunos individuos es más probable que ayuden que otros. Cuando las disposiciones difieren en cuanto a la genética, las experiencias de aprendizaje, o una combinación de ambas, esto da como resultado
diferencias en la conducta prosocial.
En esto también parece haber consistencia a lo largo del tiempo. Los niños que
son prosociales en la primera infancia (que llevan a cabo conductas cooperativas,
de ayuda, de compartir y de consuelo) se transforman en adolescentes que agradan
a sus pares y que sacan buenas notas (Caprara et al., 2000).
EMPATÍA: UN REQUIRIMIENTO BÁSICO. Mucho del interés en las diferencias individuales en la conducta de ayuda se ha concentrado en los motivos altruistas basados en la empatía (Clary y Orenstein, 1991; Grusec, 1991). La empatía implica tanto
componentes afectivos como cognitivos (Duan, 2000). Afectivamente, una persona
empática siente lo que está sintiendo otra persona (Darley, 1993). Cognitivamente,
Los que ayudan y los que reciben ayuda
empatía: respuesta afectiva y
cognitiva compleja ante el
sufrimiento emocional de otra
persona. La empatía incluye ser
capaz de sentir el estado
emocional de otra persona,
solidarizarse e intentar resolver
el problema, y tomar la
perspectiva de esa persona. Uno
puede ser empático tanto hacia
personajes ficticios como hacia
víctimas de la vida real.
417
Consecuencias para la víctima
Énfasis empático
en la persona que
necesita ayuda
Preocupaciones
sociales
Consecuencias
agradables
Estadio
emocional
positivo
del
espectador
Mayor ayuda
en situaciones
ordinarias
Necesidad de
ayuda no ambigua
Ambigüedad con
respecto a la
necesidad de ayuda
Sentimiento de ser
personalmente
responsable por el
humor negativo
Necesidad de
ayuda no ambigua
Menor
ayuda
Sensación
de poder
Tarea de ayuda
interesante o divertida
Estado
emocional
negativo
del
espectador
Énfasis en las propias
necesidades y
preocupaciones
Consecuencias desagradables
como vergüenza o peligro
potencial
Sentimiento de no ser
personalmente
responsable por el
humor negativo
FIGURA 10.9
Las emociones positivas y negativas algunas veces estimulan y otras veces inhiben
la conducta prosocial.
Un estado emocional positivo puede aumentar o disminuir la probabilidad de una respuesta prosocial,
dependiendo de varios factores específicos —y lo mismo ocurre con un estado emocional negativo—.
Este diagrama resume los factores que influyen en el efecto de las emociones sobre la conducta de ayuda.
■
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una persona empática entiende lo que está sintiendo otra persona y por qué (Azar,
1997). De modo que la empatía se refiere no sólo a la conocida frase del antiguo presidente Clinton «yo siento tu dolor», sino también a «yo entiendo tu dolor».
El componente afectivo es esencial para la empatía, y niños de tan sólo doce
meses de edad claramente parecen sentir sufrimiento en respuesta al sufrimiento
de otros (Brothers, 1990). Esta característica también se observa en otros primates
(Ungerer et al., 1990) y quizás también entre perros y delfines (Azar, 1997), como
se sugiere en la Figura 10.10. Los humanos incluso muestran empatía sonrojándose
cuando a otra persona le ocurre algo embarazoso, como cantar desafinado en vídeo
(Shearn et al., 1999). Los psicólogos evolucionistas interpretan estos hallazgos como
un indicativo de las bases biológicas de la conducta prosocial. Ayudar a otros y recibir ayuda de los demás claramente aumenta las posibilidades de que la persona que
necesita ayuda sobreviva y se reproduzca. El componente afectivo de la empatía
también incluye ser solidario —no sólo sentir el dolor de otro sino también expresar preocupación e intentar hacer algo para aliviar el dolor—. Por ejemplo, los individuos con un nivel alto de empatía están más altamente motivados a ayudar a un
amigo que aquellos con un bajo nivel de empatía (Schlenker y Britt, 2001).
El componente cognitivo de la empatía parece ser una cualidad exclusivamente
humana que se desarrolla sólo después de la infancia. Este tipo de cognición incluye
la habilidad de considerar el punto de vista de otra persona, algunas veces denominada tomar la perspectiva —ser capaz de «ponerte en el lugar del otro»—, o, utilizando la expresión de los indígena s estadounidenses, «caminar una milla en mis
mocasines».
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CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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FIGURA 10.10
La empatía se basa
en la biología.
Los aspectos afectivos de la
empatía —responder con
sufrimiento ante el sufrimiento
de los demás y mostrar
preocupación— pueden
observarse en niños, otros
primates y quizás en algunos
otros mamíferos, como perros
y delfines.
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Los psicólogos sociales han identificado tres tipos diferentes de tomar la perspectiva (Batson, Early y Salvarani, 1997; Stotland, 1969): (1) Puedes imaginarte cómo
la otra persona percibe un evento y cómo debe sentirse en consecuencia —tomar
la perspectiva «imagina a otro»—. (2) Puedes imaginarte cómo tú te sentirías si estuvieras en esa situación —tomar la perspectiva «imagínate a ti mismo»—. Estos dos
tipos de tomar la perspectiva resultan en una respuesta emocional a la persona que
necesita ayuda, pero las emociones son específicas a cada tipo. Aquellos que toman
la perspectiva «imagina a otro» experimentan una empatía relativamente pura que
motiva la conducta altruista. Aquellos que toman la perspectiva «imagínate a ti
mismo» también experimentan empatía, pero además, los sentimientos de malestar activan motivos egoístas o de interés propio que pueden interferir con el
altruismo. (3) El tercer tipo de tomar la perspectiva implica fantasía —sentir empatía por un personaje ficticio—. Como resultado, hay una reacción emocional a las
alegrías, las tristezas y los miedos de una persona —o un animal— en un libro, película o un programa de televisión. Por ejemplo, no es raro que los niños lloren cuando
Bambi descubre que su madre ha sido asesinada o expresen miedo cuando Blanca
Nieves corre a través del bosque después que el cazador le dice que su madrastra
quiere que la asesinen. Véase Figura 10.11.
¿CÓMO SE DESARROLLA LA EMPATÍA Y POR QUÉ LAS PERSONAS DIFIEREN EN ELLA?
A pesar de las raíces biológicas de la empatía, los humanos difieren mucho en
cómo responden al malestar emocional de los demás. El rango se extiende desde
los individuos altamente empáticos que sienten malestar de forma sistemática
cada vez que otra persona está alterada, hasta los individuos sociopáticos que son
Los que ayudan y los que reciben ayuda
419
FIGURA 10.11
Sentir empatía por un
personaje ficticio.
Los aspectos cognitivos de la
empatía incluyen el tomar
perspectiva, y un aspecto del
tomar perspectiva es la habilidad
de sentir empatía por un
personaje ficticio. Un miembro
empático de la audiencia
experimenta tristeza, miedo o
alegría, cuando un personaje de
la historia experimenta estas
emociones.
■
emocionalmente indiferentes al estado emocional de los demás. ¿Por qué las personas difieren tan ampliamente en este sentido?
Las diferencias genéticas en la empatía fueron investigadas por Davis, Luce y
Kraus (1994). Ellos estudiaron a más de 800 pares de gemelos y mellizos, y encontraron que los factores hereditarios subyacen a los dos aspectos afectivos de la empatía (malestar personal y preocupación solidaria) pero no de la empatía cognitiva. Los
factores genéticos dan cuenta de alrededor de un tercio de las variaciones en la
empatía afectiva. Se presume que los factores externos dan cuenta de las diferencias en la empatía cognitiva y de dos tercios de las variaciones en la empatía afectiva. La psicóloga Janet Strayer (citada en Azar, 1997a) sugiere que todos hemos
nacido con la capacidad biológica y cognitiva para la empatía, pero que nuestras
experiencias específicas determinan si este potencial innato se bloquea o se transforma en una parte vital de nuestro yo.
¿Qué tipo de experiencias específicas pueden estimular o inhibir el desarrollo
de la empatía? Una respuesta es el rol de las escuelas en el desarrollo de programas
de educación del carácter (Lord, 2001). En Estados Unidos, 40 de los 50 estados han
instituido este tipo de programas para enseñarle a los niños a ser honestos, a comportarse, a respetar a los demás y a ser responsables. Bajo el mandato del presidente
Bush, se han destinado millones de dólares del presupuesto federal para este intento
de construir el carácter. Todavía no se ha establecido si estos programas, con sus
lemas, pancartas y foco en el carácter, tendrán efectos duraderos, pero hay investigaciones en curso.
Anteriormente, describimos investigaciones que indican el efecto de modelos
prosociales vistos en la televisión, y este es otro factor que puede estimular el desarrollo de la empatía. Sin embargo, los modelos proporcionados por los padres tienen una mayor influencia que los modelos proporcionados por los medios de
comunicación. El psiquiatra Robert Coles (1997) en su libro La inteligencia moral
de los niños, enfatiza la importancia de las madres y los padres en dar forma a este
tipo de comportamiento. Coles sugiere que la clave es enseñarle a los niños a ser
«buenos» o «amables» y a pensar en las otras personas y no sólo en sí mismos. Es
más probable que un niño bueno que no está centrado en sí mismo responda a las
necesidades de los demás. Este tipo de inteligencia moral no se basa en la memorización de reglas y normas o en aprender definiciones abstractas, por el contrario,
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CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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los niños aprenden a través de la observación de lo que hacen y dicen sus padres en
su vida cotidiana. Este tipo de experiencias son importantes a cualquier edad, pero
Coles cree que los años en la escuela primaria son el momento crucial durante el
cual los niños desarrollan o no una conciencia. Sin los modelos y las experiencias
apropiadas, los niños pueden convertirse fácilmente en adolescentes egoístas y groseros, y luego en adultos igualmente desagradables. Puede que tú hayas conocido
una o dos personas así. Coles cita al novelista Henry James, cuyo sobrino le preguntó que debía hacer en su vida. James contestó, «hay tres cosas importantes en
la vida de un ser humano. La primera es ser amable, la segunda es ser amable y la
tercera es ser amable». Coles sugiere que aquellos que aprenden a ser amables tienen un fuerte compromiso a ayudar a otros en lugar de dañarlos.
Las investigaciones han proporcionado otros ejemplos de experiencias específicas que estimulan el desarrollo de la empatía. Éstas incluyen la calidez de la madre
y la claridad y contundencia de los mensajes de ambos padres donde se enfatice
cómo otros se ven afectados por las conductas ofensivas. Además, es beneficioso
aprender a distinguir el sentimiento de culpa justificada de cuando causamos algún
daño, de la culpa injustificada por eventos desagradables de los que no tenemos la
culpa. Cuando los padres son capaces de discutir emociones, esto estimula la sensación de empatía de los niños, sin embargo, uno de los principales inhibidores del
desarrollo de la empatía es el uso de la ira por parte de los padres como la vía fundamen tal de controlar a sus hijos (Azar, 1997a). El psicólogo Gustavo Carlo (citado
en Carpenter, 2001, p. 76) dice,
Hay amplias diferencias individuales en la empatía disposicional y ahora sabemos que los niños que son empáticos tienden a provenir de ambientes familiares
que son cálidos y que les dan apoyo. Los niños que son altamente empáticos también tienden a ser niños que son muy sofisticados en su razonamiento moral y que
tienden a ser buenos regulando sus emociones.
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Las mujeres expresan niveles más altos de empatía que los hombres, ya sea debido
a diferencias genéticas o a diferentes experiencias de socialización (Trobst, Collins
y Embree, 1994). Los estudios de alemanes no-judíos que ayudaron a rescatar a judíos
de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial son consistentes con estos hallazgos. Las mujeres excedieron en número a los hombres, en una proporción de dos a uno,
en esta valiente (y muy peligrosa) actividad prosocial (Anderson, 1993).
La empatía es mayor hacia cualquier persona (o cualquier cosa) que sea similar
a nosotros. Tomemos un ejemplo obvio, es más probable que los humanos respondan de forma empática ante las dificultades de otros tiernos mamíferos como
perritos, gatitos y focas bebés, que cuando los no cariñosos reptiles, peces e insectos presentan dificultades similares. Dentro de nuestra especie, también somos más
empáticos con otros humanos que son parecidos a nosotros.
Un tipo especial de esta empatía es la respuesta de las personas a las catástrofes (por ejemplo, un terremoto, un bombardeo, una larga sequía) experimentadas
por completos desconocidos. La mayoría de las personas responde con solidaridad
y algunas veces con ayuda material, pero la mayor preocupación tiene lugar cuando
las víctimas se parecen a nosotros. Cuando unos tornados inesperados dañaron
muchos hogares en la parte norte del estado de Nueva York, hubo gran cantidad de
ayuda en forma de dinero, provisiones y voluntarios desde las comunidades cercanas. Por el contrario, desastres similares o aún peores en África, Asia y Sur América generan sólo un mediano interés. Además de la similitud de las víctimas, las
personas expresan mayor empatía si ellos mismos se han enfrentado a un desastre
similar (Batson, Sager et al., 1997). Por ejemplo, aquellos que han experimentado
un huracán son especialmente sensibles a las víctimas de huracanes (Sattler, Adams
y Watts, 1995) y aquellos que han experimentado inundaciones en Holanda son más
sensibles a las víctimas de inundaciones en Bangladesh que aquellos que no lo han
Los que ayudan y los que reciben ayuda
421
experimentado (den Ouden y Russell, 1997). Finalmente, la ideología política también juega un papel. En respuesta a una catástrofe como una inundación, los conservadores, comparados con los liberales, mostraron una mayor probabilidad de
asignar la responsabilidad a las víctimas de necesitar ese tipo de ayuda (las víctimas escogieron vivir en ese lugar), y por lo tanto, de ser los encargados de resolver
sus propios problemas (Skitka, 1999).
UNA CATÁSTROFE MUY ESPECIAL. Los factores que acabamos de describir (similitud
a uno mismo, experiencia en un desastre similar, ideología política) son aparentemente irrelevantes cuando la catástrofe es apremiante. Esto quedó evidenciado
en la respuesta al horror verdaderamente catastró fico del 11 de septiembre de 2001.
Los ataques terroristas sobre el World Trade Center de la ciudad de Nueva York,
sobre el Pentágono en Washington, D.C. y sobre los aviones que fueron secuestrados
—incluyendo el que se estrelló en un campo en Pennsylvania después de que los
pasajeros evitaron que los terroristas alcanzaran su meta— dieron como resultado
unos tres mil muertos. La respuesta inmediata de aquellos que estaban cerca de las
escenas de los ataques y de aquellos que las vieron por televisión fue abrumadora.
En Nueva York, por ejemplo, policías, bomberos, médicos y miembros del clero,
fueron los primeros en llegar a la escena, ayudando a las personas a ponerse a salvo,
rescatando sobrevivientes y proporcionando tratamiento médico y consuelo espiritual. Estas personas arriesgaron sus vidas para ayudar y muchos de ellos perdieron sus vidas haciéndolo (Piekarski, 2001). Muchos ciudadanos de a pie también
se dieron prisa en llegar a la escena a ayudar. A medida que el horror se daba a
conocer, las personas derramaron lágrimas, permanecieron de pie en largas colas
para donar sangre y rápidamente comenzaron a contribuir con dinero y provisiones.
En la misma ciudad donde las personas fueron acusadas de ser indiferentes cuando
Kitty Genovese fue asesinada, los neoyorquinos ofrecieron voluntariamente su
tiempo y destrezas en un esfuerzo para ayudar, incluyendo la remoción de los escombros de los dos gigantes rascacielos que estaban en ruinas (véase Figura 10.12). La
respuesta emocional entre los involucrados era muy similar a lo que describimos
como una respuesta a los desastres en el Capítulo 7. Las necesidades de afiliación
se activaron y muchos de los que ayudaron expresaron un sentimiento de cercanía
y un sentido de unión con aquellos a quienes estaban ayudando.
La efusión de solidaridad y el deseo de dar ayuda no se limitó a los residentes de
Nueva York y Washington, D.C., o incluso a los residentes de Estados Unidos, hubo
una respuesta mundial. Un turista estadounidense describió su experiencia el día
de la tragedia:
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Después de pasar la tarde en Queenstown, Nueva Zelanda, regresé al hotel y
encontré que los empleados me esperaban con los ojos llorosos para darme la noticia... La mañana siguiente, la efusión de solidaridad fue increíble. La gente estaba
llorando en la calle como si eso le hubiera sucedido a su país...
La comunidad local tenía banderas estadounidenses con tarjetas de solidaridad por la ciudad...
Estas personas son nuestros amigos y aliados, sí señor, y si es necesario ellos nos
apoyarán. Sólo quería que todos lo supieran (Lynch, 2001, p. B4).
Claramente, este evento horrible tuvo un fuerte efecto emocional sobre muchísimas personas y motivó incontables casos de conducta prosocial.
MÁS ALLÁ DE LA EMPATÍA: FACTORES DE PERSONALIDAD ADICIONALES ASOCIADOS CON
LA CONDUCTA PROSOCIAL. La empatía y la motivación altruista están asociadas con
otras características positivas, como sensación de bienestar, motivación al logro,
sociabilidad y un estado emocional positivo, pero están relacionadas negativamente
422
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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FIGURA 10.12
Simpatía y respuesta prosocial generalizada.
Cuando unos terroristas estrellaron dos aviones comerciales en las torres gemelas del World Trade Center de
Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, fueron asesinadas más personas que en cualquier ataque terrorista
previo. En cuestión de horas, se inició una ola de conducta de ayuda sin precedentes, en donde las personas
ofrecieron voluntariamente sus habilidades, tiempo, sangre, finanzas y plegarias, en un esfuerzo para
proporcionar ayuda a los heridos, a los que murieron y a los supervivientes que eran familiares de las víctimas.
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con la agresividad (Krueger, Hicks y McGue, 2001; Menesini, 1997; Miller y Jansen-op-de-Haar, 1997).
La necesidad de aprobación es otro de los factores disposicionales característicos
de aquellos que tienen más probabilidad de ayudar. Los individuos que tienen un alto
nivel de esta necesidad responden mejor a recompensas como los elogios y signos similares de gratitud. Cuando son recompensados de esta manera por las acciones prosociales, la conducta de ayuda aumenta en las subsiguientes ocasiones (Deutsch y
Lamberti, 1986). Las personas con un nivel alto de confianza interpersonal llevan a
cabo más acciones prosociales que las personas que tienden a desconfiar de los demás
(Cadenhead y Richman, 1996). El maquiavelismo se refiere a las personas que se caracterizan por la desconfianza, el cinismo, el egocentrismo y la tendencia a manipular a
los demás, aquellos que puntúan alto en esta dimensión son los que tienen menos probabilidad de mostrar tendencias prosociales (McHoskey, 1999). Estudios realizados con
niños sugieren que las tendencias prosociales pueden tornarse parte del esquema del
self (véase Capítulo 5), y ser luego aplicados a situaciones específicas en las que se necesita ayuda (Froming, Nasby y McManus, 1998).
El hecho de que en los actos prosociales estén implicados múltiples aspectos de
la personalidad, ha conducido a algunos investigadores a sugerir que lo que se ha denominado personalidad altruista está constituido por una combinación de factores
Los que ayudan y los que reciben ayuda
423
relevantes. Bierhoff, Klein y Kramp (1991), con el fin de especificar los componentes de la personalidad altruista, seleccionaron varias variables de personalidad, que
se había encontrado previamente que predecían la conducta prosocial, y probaron su
poder predictivo comparando personas que ayudaron en emergencias de la vida real,
con personas que no lo hicieron. Estos participantes fueron igualados en cuanto a
género, edad y clase social y diferían sólo en su sensibilidad prosocial. Todos estuvieron en la escena de un accidente, pero algunos administraron primeros auxilios
antes de que llegara la ambulancia (el grupo altruista) y otros no hicieron nada (el
grupo no altruista). A todos estos espectadores se les administraron una serie de pruebas de personalidad y se encontró que diferían en cinco características. Los factores
disposicionales que componen la personalidad altruista son los siguientes:
1.
2.
3.
4.
Empatía. Como puedes esperar, se encontró que aquellos que ayudaron obtuvieron un nivel más alto de empatía que los que no lo hicieron. Los participantes más altruistas se describieron a sí mismos como responsables, sociables,
adaptables, tolerantes, autocontrolados y motivados a dar una buena impresión.
Creencia en un mundo justo. Las personas que ayudan perciben el mundo
como un lugar justo y predecible, en donde las buenas acciones son recompensadas y las malas castigadas. Esta creencia lleva a la conclusión de que ayudar a aquellos que lo necesiten es lo correcto y a la esperanza de que la persona
que ayuda en realidad se beneficiará de llevar a cabo una buena acción.
Responsabilidad social. Las personas que más ayudan expresan la creencia
de que cada persona es responsable de hacer lo posible para ayudar a aquellos que lo necesiten.
Locus de control interno. Creencia de un individuo de que puede escoger comportarse de forma que maximice los buenos resultados y minimice los malos.
Aquellos que ayudan tienen un nivel alto en esta dimensión. Por el contrario,
aquellos que no ayudan tiende n a tener un locus de control externo y creen
que lo que ellos hagan es irrelevante, ya que lo que pase está controlado por
la suerte, el destino, las personas con poder y otros factores incontrolables.
Bajo egocentrismo. Aquellos que ayudan no tienden a ser egocéntricos, absortos en sí mismos ni competitivos.
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5.
Se han encontrado estas mismas cinco características de personalidad entre personas por toda Europa que estaban activas en los años cuarenta y que rescataron
a judíos de la persecución de los nazis (Oliner y Oliner, 1988).
Voluntariado: motivación para la ayuda a largo plazo
personalidad altruista:
combinación de variables
disposicionales asociadas con el
comportamiento prosocial. Entre
los muchos componentes están
la empatía, la creencia en un
mundo justo, la aceptación de la
responsabilidad social y tener un
locus de control interno.
424
Ayudar en respuesta a emergencias personales o a desastres internacionales tiende a ser un evento único que ocurre durante un corto periodo de
tiempo. Se requiere de una conducta prosocial muy diferente cuando la persona que
necesita ayuda tiene un problema crónico y continuado que requiere ayuda
(Williamson y Schulz, 1995). Cualquiera que se ofrezca como voluntario para este
tipo de ayuda debe comprome ter su tiempo, sus destrezas especiales y/o su dinero
durante un largo periodo de tiempo. Sólo en Estados Unidos, casi 100 millones de
adultos ofrecieron voluntariamente 20,5 billones de horas cada día, con un promedio
de 4,2 horas de actividad prosocial cada semana (Moore, 1993). En Estados Unidos,
en el año 2000, las donaciones a obras benéficas se incrementaron en un 6,6 por
ciento por encima de la tasa de 1999, con un total de 203,5 billones de dólares (Sweet
charity, 2001). Es razonable asumir que, alrededor del mundo, las personas están
destinando una enorme cantidad de tiempo y dinero tomando parte en este tipo de
acciones voluntarias.
Los cinco pasos requeridos para responder a una emergencia descritos anteriormente también se aplican cuando uno ofrece voluntariamente su tiempo. Por ejemplo, para ayudar a aquellos que están sin hogar, debes darte cuenta del problema
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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(generalmente a través de las noticias en los medios de comunicación), interpretar
la situación correctamente (la necesidad de comida, refugio, y asistencia médica), asumir la responsabilidad de ayudar, decidir un curso de acción que sea posible para ti
(ofrecer voluntariamente tu tiempo o donar dinero) y luego responder de verdad. Ahora
consideraremos algunos de los motivos que determinan este crucial último paso.
MOTIVOS PARA OFRECERSE COMO VOLUNTARIO. Los pacientes con SIDA proporcionan un ejemplo de un problema continuado que requiere del compromiso de gran
cantidad de tiempo por parte de los voluntarios. En 1981, los Centros de Control
de Enfermedades emitieron sus primeros informes sobre esta enfermedad para
entonces desconocida (véase Capítulo 8). A pesar del esfuerzo de la investigación
médica, todavía no hay una manera efectiva de inmunizarse contra la infección por
VIH o de curar el SIDA. En cada continente, un número creciente de individuos
requiere asistencia mientras esperan la muerte. Los voluntarios pueden proporcionar
apoyo emocional y pueden ayudar con los quehaceres domésticos y con el transporte. Además, pueden colaborar con números de ayuda telefónica y transformarse
en activistas políticos para las causas de concienciación, conducta preventiva y recolección de fondos.
Por supuesto, hay muchísimas razones para no ayudar. Como discutimos anteriormente, hay poca solidaridad o ayuda cuando se percibe que la persona es responsable de su situación —«Sólo ellos tienen la culpa»—. Este razonamiento se aplica
muy a menudo a las prácticas sexuales y al uso de drogas intravenosas que ponen a
las personas en riesgo de infectarse con el VIH. Pullium (1993) encontró que hay
mucha menos empatía y disposición de ayudar a los pacientes con SIDA que son
homosexuales o que han compartido jeringas, que a alguien que contrae la enfermedad
por una transfusión de sangre. Se considera que los individuos en las primeras dos categorías se lo buscaron ellos mismos, en cambio aquellos en la última categoría se consideran «víctimas inocentes». Como se sugirió anteriormente, estas reacciones están
asociadas con las creencias políticas; en este sentido, los conservadores son menos
generosos que los liberales hacia aquellos que perciben como responsables de su situación (Farwell y Weiner, 2000). Incluso si los voluntarios potencia les no reaccionan
acusándolos de culpables, sin embargo pueden sentir que los costes de trabajar con
esos pacientes son demasiado altos. En general, la mayoría de los pacientes de SIDA
son percibidos como poco merecedores, la posibilidad de contraer la enfermedad a
través del contacto con ellos es aterradora y hay una reticencia a adquirir el estigma
por asociación (véase Capítulo 7) y por la interacción con pacientes de SIDA.
Una persona debe estar fuertemente motivada para prestarse como voluntaria
a ayudar con este problema particular, dadas estas poderosas consideraciones negativas. Para los homosexuales, un motivo fundamental es obtener conocimiento y
comprensión, pero para los heterosexuales, el motivo implica la expresión de valores humanitarios (Simon, Sturmer y Steffens, 2000).
Desde un punto de vista más general, Clary y Snyder (1999) han identificado seis
funciones básicas del trabajo voluntario, las cuales se resumen en la Tabla 10.1. La
decisión de ofrecerse como voluntario puede basarse en valores personales, la necesidad de entender el fenómeno, el deseo de mejorar nuestro propio desarrollo, la
oportunidad de obtener experiencia relacionada con nuestra profesión, la necesidad de fortalecer nuestras propias relaciones interpersonales y/o el deseo de reducir sentimientos negativos, como la culpa y resolver problemas personales. En otras
palabras, los voluntarios pueden trabajar uno al lado del otro haciendo exactamente
el mismo trabajo, pero por razones muy diferentes.
Una implicación práctica de identificar estas diferencias motivacionales es que
los esfuerzos para reclutar voluntarios pueden ser más exitosos cuando se enfatiza
en las múltiples razones que están implicadas y no sólo en una de ellas. El mayor
éxito tiene lugar cuando es posible emparejar el mensaje de reclutamiento, con la
motivación de quien lo recibe (Clary et al., 1998).
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Los que ayudan y los que reciben ayuda
425
TA B L A 1 0 . 1 I
¿Por qué ofrecerse como voluntario? La actividad voluntaria puede tener seis funciones
diferentes. La petición de voluntarios puede ser más efectiva si se reconoce que los diferentes
individuos participan en este tipo de actividad por razones diferentes. Los ítems de muestra
fueron extraídos del Inventario de Funciones del Voluntario.
FUNCIÓN
DEFINICIÓN
ÍTEM DE MUESTRA
Valores
Expresar o actuar basándose en valores
«Siento que es importante ayudar a otros»
importantes como el humanitarismo
Comprensión
Aprender más acerca del mundo o ejercitar
habilidades que a menudo no se utilizan
«Ofrecerme como voluntario me permite aprender
a través de la experiencia práctica y directa»
Crecimiento
Crecer y desarrollarse psicológicamente
«Ofrecerme como voluntario me hace sentir mejor
a través de las actividades voluntarias
acerca de mí mismo»
Profesión
Obtener experiencia relacionada
con una profesión
«Ofrecerme como voluntario me puede ayudar a poner
mi pie en la puerta del lugar donde quisiera trabajar»
Social
Fortalecer las relaciones sociales
«Las personas que conozco comparten un interés
en el servicio comunitario»
Protectora
Reducir sentimientos negativos, como la culpa,
o resolver sus problemas personales
«Ofrecerme como voluntario es un buen escape
para mis propios problemas»
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE CLARY Y SNYDER, 1999.]
Fíjate que el reclutamiento no es lo único importante en el trabajo voluntario,
retener a los voluntarios a lo largo del tiempo es un problema más difícil (Grube
y Piliavin, 2000; Omoto y Snyder, 1995). Alrededor de la mitad de los que se ofrecen como voluntarios renuncian al cabo de un año, ¿por qué? Una vez más, las diferencias motivacionales con cruciales. Las personas que continúan trabajando como
voluntarios durante por lo menos dos años y medio tienden a estar motivados por
la necesidad de conocerse mejor a sí mismos, aumentar su autoestima y ayudar a
su desarrollo personal. Estas necesidades aparentemente «egoístas» son mejores predictores del trabajo voluntario continuado que las necesidades aparentemente
«desinteresadas» centradas en el humanitarismo y el deseo de ayudar a otros.
¿Ayuda el voluntariado obligatorio? Hay algunos programas universitarios donde
es obligatorio dedicar tiempo al trabajo voluntario para poder graduarse, pero para
algunos estudiantes la sensación de estar siendo forzados a participar en ese tipo
de actividad, en realidad lo que hace es disminuir su interés en la actividad voluntaria en el futuro (Stukas, Snyder y Clary, 1999).
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generatividad: preocupación y
compromiso de los adultos por
el bienestar de las futuras
generaciones.
426
OFRECERSE COMO VOLUNTARIO: ¿ESTÁ EL ALTRUISMO INVOLUCRADO? El voluntariado
también se ve influido por factores disposicionales, como puedes suponer a partir
de lo discutido previamente acerca de los otros tipos de conducta prosocial. Por
ejemplo, los voluntarios tienden a tener un nivel alto de empatía (Penner y Finkelstein, 1998), a tomar la perspectiva de forma específica, a la preocupación empática y al sufrimiento personal (Unger y Thumuluri, 1997). Aquellos que se ofrecen
como voluntarios también muestran un locus de control interno en lugar de un
locus de control externo (Guagnano, 1995).
McAdams y sus colegas (1997) ofrecen un punto de vista diferente en la comprensión de las diferencias individuales en la disposición a ofrecerse como voluntario. Ellos definen la generatividad como un interés adulto y un compromiso con
el bienestar de las futuras generaciones. Las personas que muestran un nivel alto
de generatividad muestran este interés y compromiso transformándose en padres,
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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enseñando lo que saben a la gente joven y participando en acciones que tengan efectos positivos más allá de sus vidas.
Los adultos generativos creen que las personas necesitan cuidarse entre sí, poseen
valores morales duraderos que les dan propósito y significado a sus vidas, perciben
los eventos negativos como oportunidades de crear buenos resultados y hacen un
esfuerzo para contribuir al desarrollo progresivo de una sociedad mejor. En la
Figura 10.13 hay una lista de las muchas disposiciones de personalidad —incluyendo
la generatividad— que caracterizan a los individuos altruistas.
Características disposicionales
del espectador que estimulan
la conducta prosocial
Empatía
Componente afectivo
Sufrimiento
Simpatía
Persona que
necesita ayuda
Componente cognitivo
Tomar perspectiva
Sentimientos de la víctima
Self en situación
Personajes ficticios
Necesidad de aprobación
Espectador con más
probabilidades
de ayudar
Confianza interpersonal
Emociones positivas
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Sociabilidad, cordialidad
No agresividad
Autoesquema prosocial
Estabilidad emocional
Creencia en un mundo justo
Responsabilidad social
Locus de control interno
Falta de egocentrismo
Generatividad
Historia de compromisos
del self
Buena voluntad para actuar
Disposición a actuar
No maquiavelismo
FIGURA 10.13
La personalidad altruista: una combinación de características
Las personas obviamente difieren en sus tendencias prosociales, y los investigadores han
identificado numerosas diferencias de personalidad entre aquellos que ayudan y aquellos que no lo
hacen. Aquí se muestran la mayoría de los rasgos (o disposiciones) relevantes que estimulan o
inhiben la respuesta prosocial.
■
Los que ayudan y los que reciben ayuda
427
¿Quién recibe ayuda y cómo responden
las personas al hecho de recibir ayuda?
Muchas de las investigaciones sobre conducta prosocial se han centrado en aquellos que ayudan o que no lo hacen. Ahora expondremos brevemente
lo que se sabe sobre aquellos que necesitan ayuda, específicamente, discutiremos
el efecto del género sobre la probabilidad de recibir ayuda, la importancia de pedir
ayuda y cómo las personas reaccionan al hecho de recibir ayuda.
GÉNERO: ¿LAS MUJERES TIENEN MÁS PROBABILIDADES DE RECIBIR AYUDA QUE LOS HOMBRES? Aunque puede sonar como un estereotipo sexista, las investigaciones han
mostrado sistemáticamente que es muy probable que los hombres ayuden a las
mujeres en dificultades (Latané y Dabbs, 1975; Piliavin y Unger, (1985) aunque las
mujeres de todas las edades muestran un nivel más alto de empatía que los hombres (Shigetomi, Hartmann y Gelfand, 1981). Entonces, ¿por qué los hombres ayudan a las mujeres?
Una posible respuesta se apoya en el Paso 4 del modelo de toma de decisiones.
Muchas situaciones de emergencia requieren ciertas destrezas y conocimientos que
son más comunes entre los hombres que entre las mujeres (por ejemplo, cambiar
un neumático pinchado). Otras situaciones requieren fuerza o un entrenamiento
especial asociado con los hombres (por ejemplo, defenderse de un atacante). Quizás esto explique por qué una conductora de sexo femenino con un problema en su
coche (véase Figura 10.14) recibe más ayuda que un hombre o una pareja hombremujer en la misma situación (Pomazal y Clore, 1973; Snyder, Grether y Keller,
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FIGURA 10.14
¿Por qué los hombres ayudan a una mujer en dificultades?
En muchas situaciones, las mujeres tienen más probabilidades de recibir ayuda que los
hombres o las parejas hombre-mujer, y es más probable que los hombres ayuden a que lo
hagan las mujeres. Debido a que las mujeres atractivas reciben más ayuda que las no
atractivas, y que los hombres expuestos a estímulos eróticos ayudan más a las mujeres que
los que han estado expuestos a estímulos neutros, parece razonable sugerir que la
motivación de los hombres a ayudar en estos casos se basa en parte en la atracción
sexual más que en puro altruismo.
■
428
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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1974). Además, aquellos que se paran a ayudar muy a menudo son hombres jóvenes que están conduciendo solos.
Sin embargo, la motivación para este tipo de ayuda masculina no es enteramente
prosocial o altruista, no por nada, los hombres se detienen a ayudar a las mujeres
atractivas con más frecuencia que a las no atractivas (West y Brown, 1975); parece
muy posible que la motivación sea principalmente romántica o sexual. Przybyla
(1985) condujo un experimento de laboratorio para probar esta hipótesis en donde
a estudiantes universitarios de sexo masculino se les mostró o una cinta de vídeo
erótica o una cinta de vídeo de control sin contenido sexual. Los hombres que acababan de ver la cinta erótica ayudaron más que los hombres en el grupo control a
una asistente de investigación que «accidentalmente» había tirado una pila de papeles. Los hombres que ayudaron también dedicaron más tiempo (seis minutos) ayudando a esta desconocida, que lo que otros hombres dedicaron (treinta segundos)
a ayudar a un asistente de investigación de sexo masculino que también había tirado
una pila de papeles. Toma nota que ver o no el vídeo erótico no tuvo ningún efecto
en la conducta de ayuda de las participantes de sexo femenino, y que el género de
la persona que necesitaba ayuda tampoco tuvo ningún efecto en las mujeres.
PEDIR AYUDA. Hemos señalado que la incertidumbre sobre qué está pasando en una
emergencia y sobre qué hacer puede inhibir la respuesta prosocial de un espectador. La ambigüedad conduce a las personas que potencialmente pueden ayudar a
refrenarse y esperar más datos que permitan aclarar la situación. La manera más
directa y más efectiva para una víctima de reducir la ambigüedad es pedir ayuda
en términos muy claros. Si es posible, la persona que necesita ayuda haría bien
haciendo una petición específica. Decir «¡auxilio!» es mejor que nada, pero es mejor
aún decir «por favor llama a la policía» o «¿me podrías ayudar a levantarme?».
Puede parecer obvio (y fácil) pedir ayuda, pero aquellos que la necesitan a menudo
no lo hacen debido a una variedad de razones. Por ejemplo, las personas tímidas son
reacias a pedir ayuda a un miembro del sexo opuesto (DePaulo et al., 1989). Es más
probable que los estudiantes que tienen un estilo de apego seguro pidan ayuda a un
consejero que aquellos con un estilo de apego ambivalente o evitador (LaRose, Boivin y Doyle, 2001). Las mujeres piden ayuda con más frecuencia que los hombres,
los adultos jóvenes la piden más a menudo que la gente mayor, y es más probable
que alguien de estatus socioeconómico alto pida ayuda, que alguien de estatus socioeconómico bajo (Nadler, 1991). La decisión de pedir ayuda también se ve influida
por los estereotipos (véase Capítulo 6) asociados con los que potencialmente pueden ayudar. Por ejemplo, los estudiantes universitarios de raza blanca a menudo
albergan estereotipos positivos de las habilidades cuantitativas de los asiáticos, y
cuando tienen un examen de matemáticas, piden ayuda con más frecuencia a un
estudiante de origen asiático, que a algún otro compañero de raza blanca (Bogart,
1998).
Las personas que necesitan ayuda no quieren reaccionar de manera exagerada
con una emocionalidad inapropiada, tal como ocurre con los que potencialmente
pueden ayudar (Yates, 1992). Las víctimas también temen que si piden ayuda los
demás los percibirán como incompetentes (DePaulo y Fisher, 1980). Depender de
los demás puede ser estigmatizador, especialmente en las culturas occidentales
(Nadler, 1993). Cuando se necesita de mucha ayuda, la persona que la recibe puede
ser vista de manera inapropiada como estúpida o poco capacitada (Gilbert y Silvera,
1996), así que puede ser desagradable recibir ayuda, tal como expondremos con más
detalle en la próxima sección.
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¿CÓMO SIENTA EL RECIBIR AYUDA? Si tú necesitas ayuda y alguien se acerca a ayudarte, podría pensarse que reaccionarás positivamente y con gratitud, pero a menudo
nuestra reacción no es así en absoluto. Como se sugirió más arriba, una persona
que recibe ayuda puede experimentar emociones negativas como incomodidad y
Los que ayudan y los que reciben ayuda
429
sentirse resentida hacia la persona que la ayudó. Las personas mayores discapacitadas físicamente necesitan ayuda, pero no obstante muchos de ellos se sienten
deprimidos como consecuencia de ello (Newsom, 1999).
Recibir ayuda puede disminuir la autoestima (véase Capítulo 5), especialmente
si quien ayuda es un amigo o alguien similar a nosotros en edad, educación u otras
características (De Paulo et al., 1981; Nadler, Fisher y Itzhak, 1983). Cuando la autoestima se ve amenazada, el afecto negativo que resulta crea un sentimiento de desagrado hacia el buen samaritano (véase Capítulo 7). Una respuesta igualmente
negativa es común cuando un miembro de un grupo estigmatizado (por ejemplo,
un estudiante negro) recibe ayuda no solicitada de un miembro de un grupo no estigmatizado (por ejemplo, un estudiante blanco). En este caso, la ayuda puede ser percibida como un insulto condescendiente (Schneider et al., 1996).
La ayuda de un hermano también puede ser desagradable, especialmente de un
hermano menor (Searcy y Eisenberg, 1992). Sin embargo, la ayuda de alguien que
no sea tu hermano o de un desconocido disímil (no estigmatizado) es relativamente
no amenazante, y el afecto resultante es mucho más positivo (Cook y Pelfrey,
1985). En el incidente del aeropuerto descrito al principio de este capítulo, la joven
Efecto sobre la autoetima
de la persona que recibe ayuda
Alta amenaza
Reacciones
de la persona que
recibe ayuda
La persona que
ayuda y el tipo de
ayuda proporcionada
Reacción emocional negativa
Resentimiento hacia quien ayuda
Evaluación negativa de la ayuda
Motivación débil a buscar ayuda
Alta probabilidad de rechazar la ayuda
Alto grado de autoayuda subsiguiente
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Ayuda de un amigo o hermano
Ayuda de un extraño similar
Ayuda que requiere habilidades
importantes como inteligencia
o creatividad
Ayuda de alguien
que nos desagrada
Ayuda de un extraño disímil
Ayuda que requiere habilidades
de poca importancia como fuerza
Reacción emocional positiva
Gratitud hacia quien ayuda
Evaluación positiva de la ayuda
Fuerte motivación a buscar ayuda
Baja probabilidad de rechazar la ayuda
Bajo grado de autoayuda subsiguiente
Baja amenaza
FIGURA 10.15
Reacciones al hecho de recibir ayuda: eso depende.
Una persona que recibe ayuda algunas veces responde negativamente y otras positivamente. Recibir ayuda
de un amigo o de un extraño similar a nosotros es amenazador. El efecto sobre la persona que recibe la
ayuda es una disminución en la autoestima y afecto negativo —pero una motivación más fuerte a intentar
ayudarse a sí mismo en el futuro—. Recibir ayuda de un extraño disímil no es amenazador, no disminuye la
autoestima y aumenta el afecto positivo —pero conduce a menor autoayuda en el futuro.
[FUENTE: BASADO EN INFORMACIÓN DE FISHER, NADLER Y WHITCHER-ALAGNA, 1982.]
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430
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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madre con sus dos hijos pudiera haberse sentido menos agradecida si la ayuda
hubiera venido de otra madre joven con hijos que de mí. En otras palabras, si
alguien muy parecido a ella (una mujer viajando sola con sus hijos) era capaz de
ofrecer ayuda, puede parecer que quien ayuda es más competente que quien recibe
la ayuda. La ayuda de un hombre viajando solo no constituye una amenaza a su
competencia.
Cuando una persona responde negativamente a recibir ayuda, hay también un
aspecto positivo que no es obvio. Cuando recibir ayuda es lo suficientemente desagradable como para que la persona quiera evitar volver a parecer incompetente, de
nuevo, ella estará motivada a autoayudarse en el futuro (Fisher, Nadler y WhitcherAlagna, 1982; Lehman et al., 1995). Esta motivación puede reducir los sentimientos
de dependencia, entre otros beneficios (Daubman, 1995). Yo (DB) he aprendido
muchas cosas acerca del uso de mi computador porque no quiero depender de mis
dos hijas menores para que me ayuden a copiar un archivo en un disco, mover un
párrafo de un lugar a otro o agregar un archivo adjunto a un correo electrónico. Por
el contrario, cuando recibo ayuda de un experto informático que es relativamente
desconocido, no me siento nada motivado a ayudarme a mí mismo aprendiendo
todo lo que hay que saber. En la Figura 10.15 se muestran los diversos efectos de
recibir ayuda de diferentes fuentes.
¿Cuáles son algunas de las implicaciones de los efectos emocionales y motivacionales de recibir ayuda? El recibir ayuda de amigos, familiares o vecinos en el
caso de problemas serios (por ejemplo, dificultades financieras) puede conducir a
sentimientos de inadecuación y resentimiento, pero esto puede motivar al individuo
a trabajar duro para evitar ese tipo de problemas en el futuro. Por el contrario, si la
ayuda proviene de extraños, como los empleados de una agencia gubernamental,
la persona necesitada de ayuda mantiene una autoimagen positiva y aprecia la
ayuda, pero hay poca motivación para evitar crisis futuras. La alternativa puede ser
entre receptores que están infelices pero motivados al cambio y aquellos que están
felices pero desmotivados. ¿Cuál crees tú que es preferible?
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P U N TO S C L AV E
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⡤
Los estados emocionales positivos y negativos pueden estimular o inhibir la conducta
prosocial, dependiendo de factores específicos de la situación y de la naturaleza de la
ayuda requerida.
Las diferencias individuales en la conducta altruista se basan en gran parte en la empatía, una respuesta compleja que incluye tanto componentes afectivos como cognitivos.
El grado en que una persona es capaz de responder con empatía depende tanto de la
genética como de las experiencias de aprendizaje.
La personalidad altruista comprende la empatía además de otras variables disposicionales relevantes.
Las personas se ofrecen voluntariamente a dar ayuda a largo plazo como una función
de varios motivos egoístas y desinteresados, y de variables disposicionales específicas.
Muy a menudo los hombres ayudan a las mujeres, al menos en parte debido a habilidades diferenciales asociadas con el género y también por el hecho de que los hombres están motivados por el romance o el sexo, además del altruismo.
Pedir ayuda reduce la ambigüedad e incrementa la probabilidad de recibir ayuda.
Cuando quien ayuda y quien recibe la ayuda son similares, la persona que recibe la ayuda
tiende a reaccionar negativamente y a sentirse incompetente, a experimentar una disminución en su autoestima y a molestarse con quien le ayuda. Estas respuestas negativas también tienden a motivar la autoayuda en el futuro.
Los que ayudan y los que reciben ayuda
431
Explicar la conducta prosocial:
¿por qué las personas ayudan?
QB
asándonos en lo que hemos expuesto hasta aquí, es obvio que
el llevar a cabo o no conductas prosociales se ve influido por
muchos factores. La situación es muy importante y hay variables disposicionales importantes que afectan la probabilidad de ayudar o no ayudar. Además, hay varias características de la persona que necesita ayuda que
influyen en cómo responden las personas que potencialmente pueden ayudar. Ahora
pasaremos a un tipo diferente de pregunta relacionada con las respuestas prosociales:
no quién ayudará bajo ciertas circunstancias, sino por qué alguien llevaría a cabo
este tipo de comportamiento. En otras palabras, ¿qué motiva un acto prosocial? Se
han formulado muchas teorías, pero la mayoría se basa en la conocida suposición
de que las personas intentan maximizar las recompensas y minimizar los castigos.
Las teorías existentes tienden a resaltar motivos relativamente egoístas o relativamente desinteresados para comportarse de una manera prosocial (Campbell y
Sprecht, 1985). Como puedes suponer, las personas tienden a atribuir su propia conducta de ayuda a motivos desinteresados, sugiriendo generalmente valores morales básicos —«eso fue lo correcto» o «esa fue la manera en que mis padres me
criaron» o «dios me puso ahí por una razón».
Sin embargo, cuando la ayuda la proporciona otra persona, un observador tiene
la misma probabilidad de atribuir motivos desinteresados —«ella se comportó como
una heroína»— o egoístas —«ella sólo esperaba una recompensa» (Doherty, Weigold y Schlenker, 1990). Incluso se considera a menudo que aquellos que dedican
sus vidas a tratar de resolver problemas masivos como el calentamiento global o
la cura contra el cáncer, actúan en términos de su propio interés (Baron, J., 1997).
El ejemplo máximo de tales atribuciones es decir que la persona que realiza buenas acciones lo hace sólo por la posibilidad de ser recompensada con pasar toda la
eternidad en el cielo (véase Figura 10.16).
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FIGURA 10.16
Altruismo a cambio de un
lugar en el cielo.
Algunas veces se plantea que
toda la conducta prosocial puede
explicarse por un tipo u otro de
interés propio. Incluso si no hay
una recompensa directa en esta
vida, es posible que las personas
se comporten de una manera
altruista en espera de una
recompensa después de la
muerte, al igual que el caballero
en esta viñeta.
[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW
YORKER 2000 FRANK COTHAM DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
DE RE C HOS R ESER VADO S.]
■
432
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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Explicación teórica para la
conducta prosocial
Razón por la que
ocurre la ayuda
Motivación para ayudar
Hipótesis de la empatía-altruismo
Se activa la empatía
La persona ayuda simplemente
porque la víctima necesita
ayuda, y porque se siente bien
La situación de emergencia activa
el afecto negativo, o la persona
experimenta afecto negativo
basándose en otra cosa
La persona ayuda con el fin
de reducir su afecto negativo
y sentirse mejor
La situación lleva al deseo
de actuar y a tener un efecto
positivo en la víctima
La persona ayuda con el fin
de participar en una actividad
que tenga un resultado exitoso
que le haga sentir bien
Tiene lugar un deseo inconsciente
de ayudar si la persona percibe
que la víctima se le asemeja
genéticamente
La persona ayuda con el fin
de maximizar las oportunidades
de supervivencia de genes que
son como los del observador
La persona observa
la emergencia
Modelo del alivio de un estado negativo
La persona observa
la emergencia
Hipótesis de la alegría empática
La persona observa
la emergencia
Modelo del determinismo genético
La persona observa
la emergencia
FIGURA 10.17
¿Qué motiva la conducta prosocial?
Aquí se presenta un esquena de las cuatro explicaciones más importantes de la motivación que subyace a la
conducta prosocial: hipótesis de la empatía-altruismo, modelo del alivio de un estado negativo, hipótesis de la alegría
empática y determinismo genético. Las primeras tres formulaciones resaltan la importancia de incrementar el afecto
positivo o disminuir el afecto negativo. La cuarta formulación se basa en el supuesto de que la conducta prosocial
está determinada genéticamente, y que esta conducta evolucionó porque aumentaba el éxito reproductivo.
■
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Entonces, es posible explicar toda la conducta prosocial como egoísta y centrada
en sí misma, sin embargo, nosotros preferimos tomar la posición de que las acciones prosociales probablemente se basan en parte en motivos egoístas y en parte en
motivos desinteresados.
Ahora pasaremos a las cuatro teorías principales que intentan explicar la motivación prosocial. Estas formulaciones se resumen en la Figura 10.17, y te puede ser
útil darle una buena mirada a esa información antes de leer la exposición siguiente.
Empatía-Altruismo: ayudar a quien
lo necesita hace sentirse bien
Quizás la explicación menos egoísta de la conducta prosocial es la
que plantea que las personas empáticas ayudan a los demás porque «sienta bien
hacer el bien». Batson y sus colegas (1981) propusieron bajo esta premisa la hipótesis de la empatía-altruismo. Ellos sugieren que al menos algunos actos prosociales
están motivados solamente por el deseo desinteresado de ayudar a alguien que lo
necesita (Batson y Oleson, 1991). Esta motivación a ayudar puede ser lo suficien
temente fuerte como para que el individuo que proporciona la ayuda esté dispuesto
a tomar parte en una actividad desagradable, peligrosa y que incluso ponga en riesgo
su vida (Batson, Batson et al., 1995). Los sentimientos de compasión pueden ser lo
Explicar la conducta prosocial: ¿por qué las personas ayudan?
hipótesis de la empatíaaltruismo: proposición de que
la conducta prosocial está
motivada solamente por el
deseo de ayudar a alguien que lo
necesita.
433
suficientemente fuertes como para que pesen más que todas las demás consideraciones (Batson, Klein et al., 1995). El poderoso sentimiento de empatía le da evidencia validada al individuo de que debe valorar de verdad el bienestar de la otra
persona (Batson, Turk et al., 1995).
Batson y sus colegas idearon un procedimiento experimental para probar esta
visión altruista de la conducta de ayuda, en el cual activaron la empatía del espectador al describirlo como similar o como disímil a la víctima (véase Capítulo 7).
Luego al espectador se le presentaba la oportunidad de ayudar (Batson et al., 1983;
Toi y Batson, 1982). A cada estudiante universitario que participaba en la investigación se le dio el rol de un «observador» que miraba a «otra estudiante» en un
monitor de televisión mientras ella ejecutaba una tarea y (supuestamente) recibía
choques eléctricos al azar. Esta estudiante era de hecho una asistenta de investigación que había sido grabada en una cinta de vídeo. Cuando la tarea estaba en marcha, la asistenta decía que tenía dolores y confesaba que cuando era niña había
tenido una experiencia traumática con la electricidad. Ella estaba de acuerdo en continuar si era necesario, pero el experimentador le preguntó al observador si estaría
dispuesto a intercambiar su lugar con ella o si debía simplemente suspender el experimento. Cuando el nivel de empatía era bajo (víctima y participante disímiles), los
participantes prefirieron terminar el experimento en lugar de llevar a cabo un acto
prosocial doloroso. Cuando el nivel de empatía era alto (víctima y participante similares), los participantes estuvieron de acuerdo en tomar el lugar de la víctima y recibir los choques. Aparentemente este acto altruista estaba motivado sólo por la
preocupación empática por la víctima. Además, otras investigaciones indican que
cuando la ayuda basada en la empatía no tiene éxito, la persona que ayuda experimenta emociones negativas (Batson y Weeks, 1996). En otras palabras, la alta
empatía no sólo conduce a una acción prosocial porque esa conducta hace sentirse
bien, sino que un intento de ayudar que resulta infructuoso te hace sentir mal.
Cialdini y sus colegas (1997), en una muestra de su desacuerdo con esta visión
desinteresada de la conducta prosocial, están de acuerdo en que la empatía conduce
a la conducta prosocial, pero sostienen que esto ocurre sólo si hay una superposición entre uno mismo y el otro. Si otra persona se superpone a nosotros mismos
—en efecto, es parte de nuestro autoconcepto— entonces el participante que ayuda
simplemente se está ayudando a sí mismo. Estos investigadores presentan evidencia
de que sin este sentimiento de unidad, la preocupación empática no aumenta la conducta de ayuda. Batson y sus colegas (1997) respondieron con evidencia adicional
que indica que la percepción de superposición no es necesaria —la empatía conduce
a ayudar incluso en ausencia de unidad.
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EVITAR LA EMPATÍA. ¿Tú supones que a la mayoría de las personas les gusta que se
active su empatía? Dada la posibilidad, ¿las personas querrían recibir información
que incremente su nivel de empatía? Aparentemente, esta información es aversiva
—la mayoría de los individuos busca evitarla, así como evitan tener que tomar parte
en algo difícil.
Esta tendencia pudo apreciarse en la investigación realizada por Shaw, Batson y
Todd (1994). Ellos pidieron a estudiantes universitarios que tomaran parte en un nuevo
programa diseñado para ayudar a un hombre sin hogar. El coste de ayudar podía ser
bajo (dedicar una hora a escribir cartas solicitando donaciones) o alto (interactuar con
el hombre sin hogar en persona por más de una hora en tres ocasiones separadas). Después de saber de qué se trataba la tarea (bajo coste o alto coste), los estudiantes podían
escoger entre recibir información objetiva acerca del hombre o recibir un mensaje
emocional, activador de empatía acerca de las dificultades que estaba pasando. Cuando
el coste de ayudar era bajo, la mayoría de los estudiantes quisieron escuchar el mensaje emocional, pero cuando el coste de ayudar era alto, la mayoría quiso escuchar
el mensaje informativo. En otras palabras, parecían evitar la empatía con el fin de
no verse motivados a tomar parte en una ayuda de alto coste.
434
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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FIGURA 10.18
Altruismo selectivo: ¿ayudar
a una persona e ignorar el
bien de todos?
Para cualquier grupo de personas
que necesite ayuda, una
distribución equitativa de los
recursos necesitados sería lo
mejor para el bien de todos. Sin
embargo, muy a menudo, las
personas están más dispuestas a
ayudar sobre la base del altruismo
selectivo, es decir, ayudar a un
miembro del grupo que los
implique emocionalmente.
Puedes intentar responder esta
pregunta: ¿es justo ayudar a uno
e ignorar al resto?
■
EMPATÍA Y ALTRUISMO SELECTIVO. La empatía juega otro rol adicional en la conducta
de ayuda. Cuando deben tomarse decisiones acerca del uso de recursos limitados
para ayudar a un grupo necesitado, surge un problema fundamental. ¿Los recursos
deben dividirse equitativamente entre todos los miembros del grupo o sólo entre
algunos de sus miembros? La mejor manera de ayudar a un grupo como un todo
sería distribu ir los recursos de forma equitativa. Sin embargo, si una persona con
recursos está motivada ya sea por el egoísmo («primero encárgate del número uno»)
o por la empatía dirigida a un solo miembro del grupo (altruismo selectivo hacia
un individuo que activa tus emociones), el grupo como un todo será desatendido
(Batson, Ahmed et al., 1999). Cualquiera de estas alternativas amenaza el bien
común.
Aunque el efecto negativo del egoísmo no es sorprendente, el efecto del altruismo
selectivo es mucho menos obvio. Un ejemplo específico de esto último viene dado
por las solicitudes de apoyo a un niño necesitado en concreto (véase Figura 10.18).
Es sin lugar a dudas mucho más difícil generar ayuda para miles de niños desnutridos
que para un niño específico que tiene un nombre y cuyo rostro puede verse en una
fotografía. Guardar los recursos para ti mismo (egoísmo) es obviamente objeto de
desaprobación, pero decidir ayudar a un miembro del grupo (altruismo selectivo)
generalmente es elogiado. En cualquier caso la pregunta se mantiene —¿es justo ayudar a uno e ignorar al resto?—. ¿Cómo responderías a esta pregunta?
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Alivio de un estado negativo:
ayudar puede reducir tu afecto negativo
Otra teoría sugiere que las personas algunas veces ayudan porque
están en un estado de ánimo negativo y desean sentirse mejor. A esta explicación
de la conducta prosocial se le conoce como el modelo del alivio de un estado negativo (Cialdini, Baumann y Kenrick, 1981). En otras palabras, la conducta prosocial
puede actuar como una actividad de autoayuda que permite reducir nuestro afecto
negativo.
Las investigaciones indican que no importa si las emociones negativas del espectador se activaron antes de que se presentara la emergencia o si se activaron debido
Explicar la conducta prosocial: ¿por qué las personas ayudan?
modelo del alivio de un
estado negativo: proposición
de que la conducta prosocial
está motivada por el deseo del
espectador de reducir sus
emociones negativas incómodas.
435
a la emergencia, es decir, puedes estar molesto por haber recibido una mala calificación o por haber visto a un desconocido herido. En cualquier caso, puede que
lleves a cabo una acción prosocial fundamentalmente con el fin de mejorar tu ánimo
(Dietrich y Berkowitz, 1997; Fultz, Schaller y Cialdini, 1988). En estas situaciones,
la tristeza conduce a la conducta prosocial y la empatía no es un componente necesario (Cialdini et al., 1987).
Alegría empática: ayudar puede hacerte
sentir mejor —si sabes que lograste algo
En general es verdad que tener un impacto positivo sobre los demás
nos hace sentir bien, literalmente puede ser mejor dar que recibir. Entonces, el ayudar puede explicarse utilizando la hipótesis de la alegría empática (Smith, Keating
y Stotland, 1989). Desde esta perspectiva, el que ayuda responde a las necesidades
de la víctima porque desea sentirse mejor logrando algo.
Una implicación de esta formulación es que para la persona que ayuda es crucial saber si sus acciones tuvieron un impacto positivo en la víctima. Se plantea que
si ayudar estuviera basado enteramente en la empatía, la retroalimentación sobre
sus efectos sería irrelevante. ¿Es esto cierto? Smith, Keating y Stotland (1989) con
el fin de intentar responder a esta pregunta, le pidieron a los participantes de una
investigación que miraran una cinta de vídeo en donde una estudiante de sexo femenino decía que era posible que abandonara la universidad porque se sentía aislada
y angustiada. Luego, se les dio la oportunidad de dar consejos. A algunos se les dijo
que recibirían retroalimentación de la efectividad de sus consejos y a otros que no
se les comunicaría qué decidió hacer la mujer. La mujer fue descrita o como similar al participante (alta empatía) o como disímil (baja empatía). Bajo estas condiciones, la empatía por sí misma no era suficiente para provocar una respuesta
prosocial, por el contrario, se requería de la empatía y la retroalimentación sobre
nuestro impacto.
En cada uno de los tres modelos teóricos anteriormente descritos —1) hipótesis de la empatía-altruismo, 2) modelo del alivio de un estado negativo y 3) hipótesis de la alegría empática— el estado afectivo es un elemento crucial, es decir, la
conducta prosocial ocurre porque aumenta el afecto positivo o disminuye el afecto
negativo. Estas tres formulaciones se basan en la suposición de que las personas llevan a cabo conductas de ayuda ya sea porque les hace sentir bien o porque les hace
sentir menos mal. La emoción activada cuando llevamos a cabo una acción prosocial, a veces se denomina entusiasmo de quien ayuda —un sentimiento de calma,
valía personal y calidez (Luks, 1988)—. Cada uno de estos tres modelos puede hacer
predicciones precisas acerca de cómo responderá la gente, dependiendo de las circunstancias específicas.
Sin embargo, hay una cuarta explicación de la conducta prosocial que enfoca el
asunto de una manera completamente diferente —quizás la tendencia a ayudar a
otros se basa en la genética en lugar de las emociones.
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hipótesis de la alegría
empática: proposición de que
la conducta prosocial está
motivada por la emoción
positiva, que quien ayuda espera
experimentar, como resultado de
tener un impacto beneficioso
sobre la vida de alguien
necesitado.
modelo del determinismo
genético: proposición de que la
conducta está impulsada por
atributos genéticos que
evolucionaron porque
aumentaban las probabilidades
de transmitir nuestros genes a
las futuras generaciones.
436
Determinismo genético: ayudar a otros
maximiza la supervivencia de los genes
El modelo del determinismo genético se basa en una teoría general
de la conducta humana (Pinker, 1998). Los psicólogos evolucionistas enfatizan que
no somos conscientes de responder a influencias genéticas —lo hacemos simplemente porque estamos hechos de esa manera (Rushton, 1989b)—. En efecto, los
humanos están programados para ayudar así como están programados con respecto
al prejuicio (Capítulo 6), la atracción (Capítulo 7), escoger pareja (Capítulo 8), la agresión (Capítulo 11) y otros comportamientos.
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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Archer (1991) describe cómo las teorías sociobiológicas se basan en el concepto
de la selección natural. Se asume que muchas características conductuales se basan
en la genética, tal como ya está bien establecido para las características físicas. En
cada caso, las características son «seleccionadas» a través de la evolución puramente
sobre la base de su relevancia para el éxito reproductivo. La única «meta» del individuo es la necesidad inconsciente de asegurar que sus genes sean transmitidos a
la siguiente generación. Es más probable que cualquier característica física o conductual que favorezca esa meta esté representada en las futuras generaciones, antes
que otras que interfieran con la transmisión genética o que sean irrelevantes para
ella.
Fíjate que el entusiasmo generado a veces por una explicación evolucionista
puede conducir a percepción selectiva. Por ejemplo, los biólogos han observado que
los suricatos parecen ser altruistas porque hay uno que se mantiene de guardia mientras los demás comen. El trabajo del suricato centinela es vigilar si hay halcones
y dar una señal de advertencia para así proteger a sus compañeros (Clutton-Brock
et al., 1999; Yoon, 1999) (véase Figura 10.19). Sin embargo, se ha descubierto recientemente que los «guardias» aparentemente desinteresados primero comen hasta
saciarse y luego se paran a vigilar, y esta tarea no es simplemente para ayudar a sus
FIGURA 10.19
El suricato centinela:
¿altruismo o interés propio?
Algunas veces proyectamos
altruismo en otras especies
cuando la conducta puede ser
explicada por otros motivos. Por
ejemplo, mientras el resto de su
grupo está ocupado buscando
comida, un suricato permanece
de pie solo escudriñando el cielo
en busca de halcones, preparado
para hacer sonar la alarma si uno
aparece. Se había asumido por
largo tiempo que este
comportamiento era un ejemplo
de autosacrificio y altruismo en
estas especies. Sin embargo,
observaciones más recientes
sugieren que un suricato sólo
hace guardia después que ha
comido bien, y que lo hace para
ser el primero en ver al
depredador y de este modo ser
capaz de meterse en un agujero
para protegerse.
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Explicar la conducta prosocial: ¿por qué las personas ayudan?
437
compañeros —aquellos que permanecen de guardia son los primeros en divisar al
depredador y en correr en busca de cobijo cuando el peligro amenaza (Clutton-Brock
et al., 1999). En otras palabras, este centinela «altruista» en realidad actúa en su propio beneficio.
Hemos señalado a lo largo de este capítulo que tanto la empatía como los actos
prosociales dependen en parte de la similitud entre la víctima y el espectador. Estudios de varias especies indican que a mayor similitud genética entre los organismos de dos individuos, más probabilidades hay de que uno ayude al otro cuando
éste necesite ayuda (Ridley y Dawkins, 1981). Los teóricos evolucionistas asumen
que la conducta prosocial resulta de un «gen egoísta», es decir, mientras más similar sea el Individuo A al Individuo B, probablemente tendrán más genes en común.
Si esto es así, cuando A ayuda a B, hay más probabilidades de que alguna porción
de los genes de A se vea representada en futuras generaciones, incluso si A muere
durante el proceso de ayuda (Rushton, Russell y Wells, 1984). En términos más
generales, la «adecuación» genética del organismo de cada individuo requiere que
viva lo suficiente para reproducirse y que aumente las posibilidades reproductivas de otro individuo cuya composición genética es similar a la propia (Browne,
1992).
Burnstein, Crandall y Kitayama (1994) ofrecen un punto de vista ligeramente
diferente pero que lleva a la misma conclusión. Ellos plantean que no estaba en el
mejor interés de los humanos prehistóricos ayudarse el uno al otro —la selección
natural no favorece la ayuda—. Cualquiera que ayudara a otra persona en una emergencia, como ahogarse o ser atacado por un depredador, se arriesgaba a ser asesinado,
y en consecuencia, a no transmitir sus genes. Una excepción a este resultado es el
caso en que la persona que necesita ayuda es un familiar cercano. En este caso, la
selección natural favorecería a aquellos que ayuden a los familiares que sean lo suficientemente jóvenes para reproducirse. Ayudar a un familiar cercano es percibido
como algo racional, ético y como una cuestión de obligación —pero, esto es verdad sólo si ayudar afecta la supervivencia o el éxito reproductivo (Kruger, 2001) y
sólo si el individuo se siente cercano emocionalmente al familiar (Korchmaros y
Kenny, 2001)—. Burnstein y sus colegas condujeron una serie de estudios basados
en decisiones hipotéticas acerca de quién debería recibir ayuda. Los participantes
de la investigación mostraron mayor probabilidad de ayudar a un familiar cercano
que a un familiar lejano o a alguien que no era un familiar, tal como se predijo en
base a la similitud genética. Igualmente, se ofreció más ayuda a los familiares jóvenes que a los viejos, tal como se predijo en base a la habilidad reproductiva —por
ejemplo, se le dio más ayuda a una familiar lo suficientemente joven como para
tener hijos que a una familiar post-menopáusica.
Buck y Ginsberg (1991), en una revisión de la literatura sobre altruismo, concluyeron que no hay evidencia de un gen que determine la conducta prosocial. Sin
embargo, entre los humanos, y entre otros animales también (de Waal, 1996), hay
habilidades basadas genéticamente para comunicar emociones y para formar vínculos sociales. Pueden ser estas capacidades hereditarias las que incrementen las
posibilidades de que una persona ayude a otra cuando surgen problemas. En efecto,
los humanos son intrínsecamente sociables y capaces de la empatía. Cuando las
personas interactúan entre sí en las relaciones sociales, «siempre son prosociales,
generalmente ayudan y a menudo son altruistas» (Fiske, 1991, p. 209).
Probablemente encontrarías más satisfactorio si utilizáramos este último párrafo
para anunciar cuál de estas diferentes explicaciones de la conducta prosocial es la
correcta. En lugar de eso, diremos que parece muy posible que respondamos a las
necesidades de los demás basándonos en una variedad de motivos. Además, diferentes individuos en diferentes situaciones pueden ayudar por razones muy diferentes. Sin importar la razón subyacente a cualquier respuesta prosocial específica,
podemos estar de acuerdo en que un aspecto muy positivo de la conducta humana
es que frecuentemente estamos dispuestos a ayudar a aquellos que lo necesitan.
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438
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
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P U N TO S C L AV E
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⡤
La hipótesis de la empatía-altruismo propone que, debido a la empatía, ayudamos a aquellos que lo necesitan simplemente porque sienta bien hacerlo.
El modelo del alivio de un estado negativo propone que las personas ayudan a otras personas con el fin de aliviar y de hacer menos negativo su propio malestar emocional.
La hipótesis de la alegría empática basa la ayuda en los sentimientos positivos de logro
que surgen cuando quien ayuda sabe que fue capaz de tener un impacto beneficioso
sobre la persona necesitada.
El modelo del determinismo genético ubica la conducta prosocial en los efectos generales
de la selección natural, de modo que las acciones prosociales incrementan las probabilidades de que los genes de esa persona sean transmitidos a las futuras generaciones.
Como resultado, se transforman en parte de nuestra herencia biológica.
∞
C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
Respuesta de los espectadores a las señales
no verbales de otros espectadores
Interpretación de señales no verbales (Capítulo 2)
Procesos de comparación social entre
los testigos de una emergencia
Importancia de la comparación social en el estudio de las actitudes (Capítulo 4),
afiliación (Capítulo 7) e influencia social (Capítulo 9)
Atribuciones en cuanto a la causa
del problema de la víctima
Teoría de la atribución (Capítulo 2)
Autoconcepto como determinante
de la conducta de ayuda y el efecto
de recibir ayuda sobre la autoestima
Teoría e investigación sobre autoconcepto y autoestima (Capítulo 5)
Similitud de la víctima y el espectador
como determinante de la ayuda
Similitud y atracción (Capítulos 7 y 8)
Genética y ayuda
Genética como un factor en el prejuicio (Capítulo 6), atracción (Capítulo 7),
elección de la pareja (Capítulo 8) y agresión (Capítulo 11)
Estado afectivo y ayuda
Afecto como un factor en las actitudes (Capítulo 4), prejuicio (Capítulo 6),
atracción (Capítulo 7), relaciones (Capítulo 8) y agresión (Capítulo 11)
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PIENSA EN POSIBLES
1. Mientras sales andando del edificio
después de tu clase de psicología social, ves a un hombre mayor tendido
en la acera con la cara hacia abajo.Tres
estudiantes están de pie cerca, sin hablar pero mirando al hombre. ¿Cómo
interpretarías esta situación? ¿Qué podrías observar en las expresiones faciales y en los gestos corporales de los
tres espectadores (Capítulo 2)? A me-
CONEXIONES
dida que observas más de cerca al
hombre que está tendido en la acera,
puedes tener algunas suposiciones
acerca de por qué está ahí, hay muchas atribuciones diferentes posibles
(Capítulo 2). Propón algunas de las
posibilidades que se te ocurren.
2. Tu coche no enciende y tú tienes prisa.
Sabes que tienes mucha gasolina y que
Piensa en posibles conexiones
la batería está casi nueva. Abres el
capó y no ves nada que esté obviamente dañado. Una compañera se
acerca y te ofrece ayuda, mira debajo
del capó, da unos golpecitos aquí y allá,
y dice «inténtalo ahora». Das vuelta a
la llave y el coche enciende fácilmente.
¿Cómo te sentirías en ese momento?
¿Te agrada la estudiante que te ayudó
(Capítulo 7)? ¿El hecho de recibir
439
ayuda aumenta o disminuye tu autoestima (Capítulo 5)? ¿Piensas que estarías motivado a aprender más acerca
de automóviles, de manera que esto
no te vuelva a ocurrir (Capítulo 10)?
3. En las noticias de la tarde, te enteras
de un terremoto devastador que ha
tenido lugar en el sur de California, el
cual ha destruido gran cantidad de
casas, dejando sin hogar ni comida a
gran número de personas. El locutor
da un número de teléfono y una di-
l
IDEAS
rección para aquellos que deseen
contribuir con dinero o comida, e informa que también se necesitan voluntarios que ayuden con la limpieza.
¿Tú ignorarías este mensaje o decidirías contribuir con dinero, comida o tu
tiempo? ¿Qué factores relacionados
con el desastre en sí mismo, con
dónde ocurrió y con tus experiencias
pasadas con este tipo de situaciones
influirían en tu decisión? Haz una lista
de los tipos de procesos socio-psicológicos que pueden estar operando.
4. Tú estás en un edificio que se está incendiando. Tú puedes salir, pero hay
tiempo de ayudar sólo a una persona
a escapar del rápido incendio. Tú sabes que puedes escoger a tu primo
adolescente o a su madre (tú tía de
mediana edad). ¿A cuál de los dos escogerías salvar? ¿Sobre qué bases tomarías esta decisión? Piensa acerca de
lo que has leído en este capítulo acerca
de las influencias genéticas, así como en
otros capítulos sobre atracción (Capítulo 7) y relaciones (Capítulo 8).
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
SER UN ESPECTADOR SENSIBLE
embargo, es útil estar atentos a lo que
ocurre a nuestro alrededor. ¿Recuerdas a
los estudiantes que iban tan deprisa por
llevar retraso que ignoraron a un hombre
que parecía haber tenido un colapso en la
puerta de entrada? Algunas veces vale la
pena prestar atención y pensar acerca de
otras personas y su bienestar.
veces en las que siendo un espectador
podrás ayudar.
A
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lo largo de este capítulo, has
leído ejemplos sobre emergencias reales y simuladas. En
tu propia vida probablemente te encontrarás con numerosas situaciones inesperadas en las que tu ayuda sea
necesitada a toda costa. Por supuesto,
cómo respondas es asunto tuyo, pero al
menos considera las sugerencias siguientes, las cuales te pueden ser útiles si
quieres tomar una decisión bien fundamentada.
Presta atención a lo que
sucede a tu alrededor
En nuestra vida diaria a menudo
pensamos más en nosotros mismos
(nuestros planes, preocupaciones, expectativas, etc.) que en nuestro alrededor. Sin
440
Si notas algo inusual, considera
múltiples alternativas
Un niño llorando en un supermercado
puede ser que sólo quiera otro trozo de
dulce o que esté siendo víctima de maltrato. Un señor corriendo calle abajo,
puede estar haciendo ejercicio o puede
estar escapando con algo que ha robado.
El humo que hueles, puede ser una tostada
quemada o puede indicar que hay fuego
en tu apartamento. Puede estar bien no
hacer nada, y puede ser insensato llegar a
conclusiones falsas. Lo mejor es considerar varias posibilidades y buscar información adicional. ¿Hay alguien haciéndole
daño al niño? ¿El hombre está llevando una
gran bolsa de plástico con dinero que le
sobresale de la parte superior? ¿Hay humo
saliendo de tu habitación? Muchos de
estos eventos (quizás la mayoría) resultan
no tener importancia, pero tú necesitas
estar alerta ante la posibilidad de que haya
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
Recuerda que tú eres tan
responsable como cualquier otra
persona a la hora de ayudar a un
extraño necesitado
Cuando se necesita ayuda, cualquiera
que se dé cuenta del problema es igualmente responsable. Una vez yo (DB)
estaba con mis dos hijas menores en un
multicine en un centro comercial.
Cuando era el momento de que la película comenzara, no pasó nada. Una sala
llena de personas de diferentes edades
permanecieron sentadas en sus asientos
mirando fijamente la pantalla en blanco.
Esto me pareció ridículo, así que dejé a
mis hijas, fui al mostrador del bar, y le pedí
a la persona que estaba removiendo las
palomitas que informara a quien estuviera
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al cargo, que no había película en la
sala 12. Ella se lo dijo al gerente, quien
encontró a alguien que apretara el botón
adecuado y la película comenzó. A diferencia de mi experiencia en el aeropuerto, descrita al principio de este
capítulo, yo no era el único espectador y
cualquiera pudo haber hecho lo que yo
hice. Si tú permites que los otros espectadores que se muestran insensibles siempre guíen tu conducta, estás actuando tan
insensatamente como ellos. Si yo no me
hubiera hecho cargo de la situación en el
cine, me pregunto cuánto tiempo hubieran permanecido los demás sentados
tranquilamente en sus asientos.
Está dispuesto a arriesgarte
y haz algo
Algunas veces, cuando tú crees que
algo anda mal, pero los otros no actúan,
puede que ellos estén en lo correcto y tú
termines haciendo algo tonto. Compor-
tarte como un tonto no es el fin del
mundo, sobre todo porque probablemente nunca vuelvas a ver a los otros
espectadores. Sin embargo, es mejor
tomar una decisión tonta y ofrecer ayuda
a alguien que no la necesita, que tomar la
decisión menos obvia pero igual de
insensata de apartarse cuando alguien
necesita mucho de tu ayuda. Haz lo que
creas que es correcto.
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b
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
Respondiendo a una emergencia:
¿por qué los espectadores
algunas veces ayudan y otras
veces son indiferentes?
En parte debido a la difusión de la responsabilidad, mientras más espectadores
sean testigos de una emergencia, menor
la probabilidad de que cada uno de ellos
ayude y mayor la demora antes de que
la ayuda tenga lugar.
Un espectador cuando se enfrenta a
una emergencia debe pasar a través de
cinco pasos cruciales que implican decisiones que o aumentan o disminuyen la
probabilidad de una respuesta prosocial. La persona debe darse cuenta de la
emergencia, interpretar correctamente
lo que está ocurriendo, asumir la responsabilidad de ayudar, tener las habilidades y conocimientos necesarios
para ayudar, y luego decidir prestar
ayuda.
Las acciones prosociales muy a menudo
tienen lugar cuando el espectador
siente atracción hacia la persona que
necesita la ayuda y cuando atribuye el
problema a circunstancias que están más
allá del control de la víctima.
La exposición a modelos prosociales en
la vida real y en los medios de comunicación tiene un efecto positivo sobre las
acciones prosociales.
Las personas pueden diferenciarse en
términos de su motivación primaria en
situaciones que implican una elección
moral: interés propio, integridad moral e
hipocresía moral.
Los que ayudan y los que
reciben ayuda
Los estados emocionales positivos y
negativos pueden estimular o inhibir la
conducta prosocial, dependiendo de fac-
tores específicos de la situación y de la
naturaleza de la ayuda requerida.
Las diferencias individuales en la conducta altruista se basan en gran parte en
la empatía, una respuesta compleja que
incluye tanto componentes afectivos
como cognitivos. El grado en que una
persona es capaz de responder con
empatía depende tanto de la genética
como de las experiencias de aprendizaje.
La personalidad altruista comprende la
empatía además de otras variables disposicionales relevantes.
Las personas se ofrecen voluntariamente
a dar ayuda a largo plazo como una función de varios motivos egoístas y desinteresados, y de variables disposiciones
específicas.
Muy a menudo los hombres ayudan a las
mujeres, al menos en parte debido a
Sumario y revisión de los puntos clave
441
habilidades diferenciales asociadas con el
género y también por el hecho de que
los hombres están motivados por el
romance o el sexo, además del altruismo.
Pedir ayuda reduce la ambigüedad e
incrementa la probabilidad de recibir
ayuda.
Cuando quien ayuda y quien recibe la
ayuda son similares, la persona que
recibe la ayuda tiende a reaccionar negativamente y a sentirse incompetente, a
experimentar una disminución en su
autoestima y a molestarse con quien le
ayuda. Estas respuestas negativas también
b
tienden a motivar la autoayuda en el
futuro.
Explicar la conducta
prosocial: ¿por qué
las personas ayudan?
La hipótesis de la empatía-altruismo propone que, debido a la empatía, ayudamos
a aquellos que lo necesitan simplemente
porque sienta bien hacerlo.
El modelo del alivio de un estado negativo
propone que las personas ayudan a otras
personas con el fin de aliviar y de hacer
menos negativo su propio malestar emocional.
La hipótesis de la alegría empática basa la
ayuda en los sentimientos positivos de
logro que surgen cuando quien ayuda
sabe que fue capaz de tener un impacto beneficioso sobre la persona
necesitada.
El modelo del determinismo genético ubica
la conducta prosocial en los efectos
generales de la selección natural, de
modo que las acciones prosociales incrementan las probabilidades de que los
genes de esa persona sean transmitidos
a las futuras generaciones. Como resultado, se transforman en parte de nuestra herencia biológica.
PA L A B R A S C L AV E
Altruismo (399)
Generatividad (p. 426)
Integridad moral (p. 413)
Conducta prosocial (p. 399)
Hipocresía moral (p. 414)
Interés propio (p. 413)
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Difusión de la responsabilidad
(p. 400)
Hipótesis de la alegría empática
(p. 436)
Modelo del alivio de un estado negativo
(p. 435)
Efecto del espectador (p. 401)
Egoísmo (p. 413)
Hipótesis de la empatía-altruismo
(p. 433)
Modelo del determinismo genético
(p. 436)
Empatía (p. 417)
Ignorancia pluralista (p. 406)
Personalidad altruista (p. 424)
b
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Coles, R. (1997). The moral intelligence of
children. New York: Random House.
Un pensamiento que provoca discusión,
escrito por el psiquiatra Robert Coles,
profesor de Harvard y ganador del premio Pulitzer por un libro previo. Coles
describe las muchas maneras en que los
padres y otros adultos dan forma a la
conducta de sus hijos. Indica cómo ellos
dirigen o no a los niños hacia el desarrollo de una conciencia, preocupación
por los demás, amabilidad y disposición
para ayudar.
442
Gladwell, M. (Eds.) (2000). The tipping point:
How little things can make a difference.
New York: Little, Brown.
Se puede mostrar, para una amplia variedad de conductas humanas, que las personas actuarán o no, en función de lo que
hagan otras, si un número suficiente de las
otras se comporta de una manera particular. Ese número suficiente es «la paja
que dobló la espalda del camello» o el
«punto de inclinación». Para gran cantidad
de personas, hay una tendencia a no
actuar hasta que cierto número de per-
CAPÍTULO 10 / CONDUCTA PROSOCIAL
sonas lo hayan hecho primero, de modo
que las personas pueden proporcionar
una ayuda extraordinaria a los demás en
una emergencia, o pueden echarse atrás
y no responder. El mismo fenómeno
puede observarse en variedad de conductas, tales como decidir dejar de fumar,
unirse a una protesta política, reciclar, tirar
basura, amotinarse o cortar el césped,
entre otras. Gladwell propone que cualquier cambio conductual generalizado
ocurre cuando un pequeño número de
personas toma la iniciativa de actuar,
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cuando lo que hacen es memorable y
cuando pequeños cambios en la situación
facilitan la conducta. Este libro tiene el
mensaje optimista de que los cambios en
la sociedad pueden ocurrir, y de hecho
ocurren, con un pequeño empujón de la
gente adecuada en el lugar adecuado.
Shroeder, D.A., Penner, L.A., Dovidio, J.F. &
Piliavin, J.A. (1995). The social psychology of
helping and altruism: Problems and puzzles.
New York: McGraw-Hill.
Este es el primer libro dedicado completamente al tema de la conducta prosocial. Los autores cubren mucho del
material expuesto en el Capítulo 10, además de temas como los aspectos evolucionistas de la ayuda, la cooperación y
la ayuda colectiva. De igual manera, presentan un marco conceptual integrador
basado en el afecto y la cognición, y
hacen sugerencias para futuras investigaciones.
Wright, R. (1994). The moral animal:The new
science of evolutionary psychology. New
York: Pantheon.
Una explicación entretenida y creativa de
cómo los factores evolucionistas afectan
la genética humana y cómo los genes, a
su vez, afectan la conducta. La exposición
de Wright incluye la conducta prosocial y
los sentimientos de compasión, entre
muchos otros aspectos de la conducta
social.
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Para más información
443
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444
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11
AGRESIÓN:
SU NATURALEZA,
C AUS A S Y C ONTROL
ESQUEMA DEL CAPÍTULO
Perspectivas teóricas sobre la
agresión: en búsqueda de las
raíces de la violencia
El rol de los factores biológicos:
desde los instintos hasta la
perspectiva psicológica
evolucionista
Teorías del impulso: el motivo para
dañar a otros
Teorías modernas de la agresión:
teniendo en cuenta el aprendizaje,
las cogniciones, el estado de
ánimo y la activación
Agresión en las relaciones a
largo plazo: bullying y
violencia en el lugar de
trabajo
Bullying: escoger a otros para abusar
de ellos sistemáticamente
Violencia en el lugar de trabajo
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Determinantes de la agresión
humana: sociales, personales,
situacionales
Técnicas para estudiar la agresión
humana: ¿dañar sin riesgo?
Determinantes sociales de la
agresión: frustración, provocación,
agresión desplazada, violencia en
los medios de comunicación y
activación aumentada
Causas personales de la agresión
Determinantes situacionales de la
agresión: los efectos de las altas
temperaturas y el consumo de
alcohol
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE
PROGRESO. Estudio del calor y la
agresión: del laboratorio a los
registros policiales de asaltos
La prevención y el control de
la agresión: algunas técnicas
útiles
Castigo: ¿una disuasión efectiva para
la violencia?
Catarsis: ¿sacar la ira fuera
realmente ayuda?
Intervenciones cognitivas:
disculpas y superar los déficits
cognitivos
Otras técnicas para reducir la
agresión: exposición a modelos no
agresivos, entrenamiento en
habilidades sociales y respuestas
incompatibles
CONEXIONES: Para integrar la
psicología social
¡IDEAS PARA LLEVAR CONTIGO Y
UTILIZAR!:
causas de la agresión
Sumario y revisión de los puntos
clave
Palabras clave
Para más información
^
L
a mayoría de las personas
que me conocen (RAB) me
describirían, creo, como del
tipo bastante alegre y optimista, sin
embargo, he tenido a lo largo de mi
carrera profesional un gran interés por la
agresión humana —hacer daño a los
demás de forma intencional (por ejemplo,
Baron y Richardson, 1994; Berkowitz, en
prensa)—. Yo no trabajé con un investigador famoso en esta área cuando era
estudiante de postgrado, ni éste fue el
tema de mi tesis doctoral, así que a
menudo me pregunto: «¿dónde y cuándo
comenzó mi interés por este tema?». No
estoy seguro, pero pienso que puedo
remontarlo al verano en que tenía trece
años. En aquel momento, yo solía andar
con un grupo de amigos que tenían más o
menos mi misma edad, uno de ellos, un
compañero llamado Joel, era, por razones
que probablemente nunca entenderé, el
chivo expiatorio de nuestro grupo. No
importaba lo que dijera o hiciera, él era
siempre el receptor: el blanco de nuestros
chistes, de nuestros comentarios sarcásti-
cos o de cosas peores. Si había algún truco
que probar, Joel era siempre en quien lo
probábamos, y cuando nos dividíamos
para jugar béisbol, baloncesto o fútbol
americano, él era siempre el último en ser
seleccionado, y luego, el equipo que lo
tenía generalmente se quejaba en voz alta
y por largo tiempo de estar atascado con
semejante perdedor. Yo nunca pensé
mucho en eso porque (por suerte para
mí) yo era un corredor muy rápido y me
llevaba bien con todo el mundo, así que
muy pocas veces estaba en el lugar solitario de Joel (aunque de vez en cuando
todos nosotros éramos los chivos expiatorios temporales), pero un día, yo iba a
casa en mi bicicleta y tomé un atajo a través del parque. Allí, detrás de un árbol,
estaba Joel sollozando como si su corazón
se rompiera, y aún más inquietante para
mí, golpeando su cabeza contra el tronco.
Me paré, bajé de la bicicleta y le pregunté
«¿qué diablos estás haciendo?», él volteó
y por un instante pude ver el dolor, la frustración y la desgracia en su rostro. Continué pidiéndole que me explicara qué le
molestaba y finalmente me dijo: estoy
harto de ser rechazado y humillado, y
¿quién podía culparlo? Mientras oía sus
palabras, dichas entre ahogados sollozos,
comencé a darme cuenta de cuánta desgracia había infligido en él, y lo peor de
todo, cuando pienso en eso, no puedo
comprender por qué le hacíamos eso. De
hecho, Joel era un chico muy agradable y
realmente no era mucho peor en deportes o de aspecto mucho más gracioso que
el resto de nosotros. Comencé a sentirme
muy culpable, después de todo, él no me
había hecho nada, entonces ¿cómo podía
justificar el tratarlo con tanta crueldad? Yo
decidí justo en ese momento y en ese
lugar que no volvería a unirme a los demás
para burlarme de él, y de hecho, después
de ese día, no volví a hacerlo. Desde
entonces, me volví mucho más consciente
de la crueldad humana y de sus consecuencias. Hasta cierto punto, puedo rastrear mi interés en los orígenes de la
agresión humana, y en cómo podemos
reducirla, desde aquel día de verano hace
tiempo desvanecido.
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6
446
A
unque es triste decirlo, la agresión humana no se restringe a los
tipos de cosas que mis amigos y yo le hacíamos a Joel; por el contrario, si alguna vez lees los diarios o ves las noticias de la tarde, ya
sabes muy bien que la agresión está lejos de ser rara y que a menudo toma formas
mucho más mortales que nuestras burlas infantiles (véase Figura 11.1). Entonces,
no será sorprendente darte cuenta de que esta perturbadora forma de conducta social
ha sido por largo tiempo el objeto de investigación sistemática por parte de psicólogos sociales que han intentado comprender su naturaleza, orígenes y funciones (por
ejemplo, Baron y Richardson, 1994; Berkowitz, en prensa; Geen y Donnerstein, 1998).
En este capítulo, te daremos una visión general de los hallazgos clave de esas investigaciones. Específicamente, nos centraremos en los siguientes temas.
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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FIGURA 11.1
La cara mortal de la agresión
humana.
La agresión humana a menudo toma
formas devastadoras, dando como
resultado que gran cantidad de
personas resulten heridas o
muertas.
■
Primero, describiremos diversas perspectivas teóricas sobre la agresión, visiones contrastantes acerca de su naturaleza y origen. Luego, examinaremos varios
determinantes de la agresión humana. Éstos incluyen los factores sociales que se
refieren a las palabras o acciones de otras personas; los factores personales, o rasgos que predisponen a determinadas personas hacia estallidos agresivos, y los factores situacionales, aspectos del mundo exterior como las altas temperaturas o
el alcohol. En tercer lugar, consideraremos dos formas de agresión que son especialmente inquietantes debido a que ocurren en el contexto de las relaciones a
largo plazo y en curso, en vez de entre completos extraños: bullying (que puede
ocurrir tanto entre adultos como entre niños o adolescentes como el caso de mis
amigos) y la agresión en el lugar de trabajo. Finalmente, para concluir con una
nota optimista, examinaremos varias técnicas para la prevención y control de la
agresión.
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Perspectivas teóricas sobre la agresión:
en búsqueda de las raíces de la violencia
Q ¿P
or qué los seres humanos agreden a los demás? ¿Qué les
hace volverse contra los demás seres humanos con fiera
brutalidad? Personas concienzudas han ponderado estas
preguntas durante siglos y han propuesto muchas explicaciones contrastantes para
la paradoja de la violencia humana. Examinaremos varias que han sido especialmente influyentes, concluyendo con la respuesta moderna dada por los psicólogos
sociales.
El rol de los factores biológicos: desde los instintos
hasta la perspectiva psicológica evolucionista
La explicación para la agresión humana más antigua y probablemente
más conocida es el punto de vista que plantea que los seres humanos están de alguna
forma «programados» para la violencia por su naturaleza básica. Estas teorías sugieren que la violencia humana proviene de tendencias innatas (por ejemplo, heredadas)
Perspectivas teóricas sobre la agresión: en búsqueda de las raíces de la violencia
agresión: conducta que tiene
como meta dañar a otro ser
viviente, que está motivado a
evitar ese tipo de tratamiento.
447
a agredir a otras personas. El defensor más famoso de esta teoría fue Sigmund Freud,
quien mantenía que la agresión provenía principalmente de un poderoso deseo de
muerte (thanatos) que todas las personas poseían. De acuerdo con Freud, este instinto inicialmente está dirigido a la autodestrucción pero pronto se redirecciona
hacia fuera, hacia los demás.
Konrad Lorenz, ganador del Premio Nobel, propuso un punto de vista relacionado. Lorenz (1966, 1974) sugirió que la agresión surge principalmente de un instinto de lucha heredado, que los seres humanos comparten con muchas otras
especies. Presumiblemente, este instinto se desarrolló durante el curso de la evolución debido a que ayudaba a asegurar que sólo los individuos más fuertes y más
vigorosos pasarían sus genes a la siguiente generación. Si alguna vez has visto programas sobre la naturaleza donde se muestran escenas en las que hay machos que
pelean por ser el más dominante y por el derecho a emparejarse con las hembras,
puedes ver por qué este punto de vista ha sido tan popular: parece encajar con las
observaciones cuidadosas del mundo natural que nos rodea.
Hasta hace algunos años, pocos psicólogos sociales aceptaban estos puntos de
vista. Entre las muchas razones para sus objeciones a la idea de que la agresión
humana estuviera genéticamente programada, estaban las siguientes: (1) los seres
humanos agreden a los demás de formas muy diferentes, todo desde ignorar a personas-objetivo o esparcir falsos rumores acerca de ellas, al tipo de actos brutales que
se reportan a menudo en las noticias de la tarde. ¿Cómo pueden este inmenso rango
de conductas estar determinados por factores genéticos? (2) La frecuencia de las
acciones agresivas varía tremendamente a través de las sociedades humanas, siendo
como 50 veces más común en algunas sociedades que en otras (por ejemplo, Fry,
1998). De nuevo, los psicólogos sociales se preguntaban, «¿cómo la conducta agresiva puede estar determinada por factores genéticos si existen estas diferencias tan
inmensas?». Basándose en estas y otras consideraciones, los psicólogos sociales
generalmente concluían que los factores genéticos y biológicos jugaban un papel
pequeño, si es que jugaban alguno, en la agresión humana, incluso aunque pudieran influir la agresión en otras especies.
Sin embargo, con la llegada de la perspectiva evolucionista a la psicología, esta
situación ha cambiado considerablemente. Mientras la mayoría de los psicólogos
sociales continúa rechazando la visión de que la agresión humana proviene en gran
parte de factores innatos, muchos ahora aceptan la posibilidad de que los factores genéticos jueguen algún rol en la agresión humana. Por ejemplo, considera el
siguiente razonamiento, basado en una perspectiva evolucionista (por favor véase
nuestra discusión de esta teoría en el Capítulo 1). En el pasado (e incluso en el presente en alguna medida), los hombres que buscan parejas deseables encuentran
necesario competir con otros hombres. Por supuesto, una manera de evitar esa
competencia es a través de la agresión exitosa, la cual ahuyenta a los rivales o
incluso puede eliminarlos completamente si resulta fatal. Debido a que los hombres que eran propensos a esas conductas pudieron haber sido más exitosos en asegurar parejas y en transmitir sus genes a su descendencia, esto puede haber llevado
al desarrollo de una tendencia influida genéticamente a que los hombres agredieran a otros hombres. Por el contrario, no se esperaba que los hombres adquirieran una tendencia similar a agredir a las mujeres, debido a que las mujeres
podían ver a los hombres que llevaran a cabo ese tipo de conductas como demasiado peligrosos para sí mismas y para los posibles futuros niños, y en consecuencia podían rechazarlos como parejas potenciales. Como resultado, los
hombres pueden tener tendencias más débiles a agredir a las mujeres que a otros
hombres. Por el contrario, las mujeres pueden agredir de igual manera a hombres
y mujeres, o incluso con más frecuencia a hombres que a otras mujeres. De hecho,
los resultados de varios estudios recientes confirman estas predicciones (por ejemplo, Hilton, Harris y Rice, 2000). Los adolescentes de sexo masculino tienen
más probabilidades de ser agresivos contra otros hombres que contra las mujeres,
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448
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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mientras que en el caso de las mujers no ocurren diferencias similares. Hallazgos
como estos sugieren que los factores genéticos o biológicos pueden verdaderamente jugar algún rol en la agresión humana, aunque de una manera mucho más
compleja que la que Freud, Lorenz y otros antiguos teóricos sugirieron. Regresaremos a esta posibilidad en puntos posteriores de este capítulo, pero queríamos
resaltar desde un principio que en lo que se refiere al rol de los factores biológicos en la agresión humana, el péndulo de la opinión científica ha cambiado considerablemente en los últimos años.
Teorías del impulso: el motivo para dañar a otros
Cuando los psicólogos sociales rechazaron los puntos de vista instintivos sobre la agresión propuestos por Freud y Lorenz, consideraron su propia
alternativa: la visión de que la agresión proviene principalmente de un impulso elicitado externamente para dañar a otros. Este enfoque se refleja en varias y diferentes
teorías del impulso de la agresión (por ejemplo, Berkowitz, 1989; Feshbach, 1984).
Estas teorías proponen que las condiciones externas, especialmente la frustración,
activan un fuerte motivo para dañar a los demás. Este impulso agresivo, a su vez,
conduce a los actos hostiles de la agresión (véase Figura 11.2).
Con mucho, la más famosa de estas teorías es la bien conocida hipótesis de la
frustración-agresión (Dollard et al., 1939). De acuerdo con este punto de vista, la
frustración lleva a la activación de un impulso cuya meta primordial es la de dañar
a alguna persona u objeto, principalmente la causa percibida de la frustración (Berkowitz, 1989). Como veremos en una discusión posterior, el rol central asignado
a la frustración por la hipótesis de la frustración-agresión ha resultado ser en gran
medida falsa: la frustración es sólo una de muchas causas diferentes de la agresión,
y una bastante débil por cierto. La agresión proviene de muchas causas distintas
a la frustración, sin embargo, mientras los psicólogos sociales han rechazado ampliamente esta teoría por falsa, ella todavía goza de una amplia aceptación fuera de nuestro campo. Además, como veremos en una sección posterior, algunos aspectos de
la teoría de la frustración-agresión han recibido apoyo en investigaciones recientes (por ejemplo, el planteamiento de que la agresión hacia una fuente de ira puede
ser desplazada hacia otros blancos inocentes; Marcus-Newhall et al., 2000). De esta
manera, las teorías del impulso han tenido un impacto duradero en el estudio de
la agresión humana.
teorías del impulso (acerca
de la agresión): teorías que
sugieren que la agresión
proviene de condiciones
externas que activan el motivo
para dañar o herir a otros.
La más famosa de ellas
es la hipótesis de la
frustración-agresión.
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Condiciones externas
(por ejemplo,
frustración, condiciones
ambientales
desagradables)
Impulso para
dañar a otros
Agresión
abierta
FIGURA 11.2
Teorías del impulso acerca de la agresión: motivación
para dañar a otros.
Las teorías del impulso acerca de la agresión sugieren que la conducta agresiva está
empujada desde dentro por impulsos para dañar o herir a otros, y que estos impulsos, por
su parte, provienen de eventos externos como la frustración. Estas teorías ya no se
aceptan como válidas por la mayoría de los psicólogos sociales, sin embargo, uno de esos
puntos de vista —la famosa hipótesis de la frustración-agresión— continúa influyendo en la
investigación moderna..
■
Perspectivas teóricas sobre la agresión: en búsqueda de las raíces de la violencia
449
Teorías modernas de la agresión: teniendo
en cuenta el aprendizaje, las cogniciones,
el estado de ánimo y la activación
modelo afectivo general de
la agresión: teoría moderna de
la agresión que sugiere que la
agresión se desencadena por un
amplio rango de variables de
entrada, las cuales influyen en la
activación, los estados afectivos y
las cogniciones.
Las teorías modernas de la agresión, a diferencia de las visiones más
antiguas, (por ejemplo, Anderson, 1997; Berkowitz, 1993; Zillmann, 1994) no se centran en un solo factor como la causa principal de la agresión. En lugar de eso, toman
en cuenta los avances de muchos campos de la psicología, con el fin de lograr una
mayor comprensión de los factores que juegan un papel en la ocurrencia de esta conducta. Aunque ninguna teoría incluye todos los factores que los psicólogos sociales ahora consideran importantes, un enfoque, el modelo afectivo general de la
agresión, propuesto por Anderson (Anderson et al., 1996; Anderson, 1997) es una
buena muestra de la amplitud y sofisticación de estas nuevas perspectivas.
De acuerdo con esta teoría (conocida como GAAM por sus siglas en inglés), la
agresión se desencadena por un amplio rango de variables de entrada (aspectos de
la situación actual o tendencias que los individuos llevan consigo a una situación
dada). Las variables que caen dentro de la primera categoría incluyen la frustración,
algún tipo de ataque de otra persona (por ejemplo, un insulto), la exposición a otras
personas que se comportan de manera agresiva (modelos agresivos), la presencia
de señales asociadas con la agresión (por ejemplo, pistolas u otras armas), y virtualmente cualquier cosa que cause que los individuos experimenten malestar, cualquier cosa desde altas temperaturas incómodas hasta el taladro del dentista o incluso
una conferencia extremadamente aburrida. Las variables de la segunda categoría
(diferencias individuales) incluyen rasgos que predisponen a los individuos hacia
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Variables de entrada
FIGURA 11.3
El GAAM: una teoría
moderna de la agresión
humana.
Como se muestra aquí, el modelo
afectivo general de la agresión
sugiere que la agresión humana
proviene de muchos factores
diferentes. Un amplio rango de
variables de entrada influyen en
las cogniciones, el afecto y la
activación, y estos estados
internos más otros factores
determinan si, y de qué forma, se
produce la agresión.
Provocación
Frustración
Exposición a modelos agresivos
Señales asociadas con la agresión
Causas de incomodidad/afecto negativo
Etc.
Afectividad negativa
Irritabilidad
Creencias sobre la agresión
Valores pro-agresivos
Patrón de conducta tipo A
Sesgo de atribución hostil
Etc.
[FUENTE: BASADO EN SUGERENCIAS
DE ANDERSON, 1997.]
■
Activación
Estados
afectivos
Cogniciones
agresivas
Agresión
450
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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la agresión (por ejemplo, alta irritabilidad), ciertas actitudes y creencias acerca de
la violencia (por ejemplo, creer que es aceptable y apropiada), valores acerca de la
violencia (por ejemplo, verla como una cosa «buena» —quizás que muestra la valía
de un individuo o su masculinidad), y habilidades específicas relacionadas con la
agresión (por ejemplo, saber cómo pelear, saber cómo usar diversas armas).
De acuerdo con el GAAM, estas diferentes variables situacionales e individuales
pueden conducir a una agresión abierta a través de su impacto sobre tres procesos
básicos: activación, pueden incrementar la activación fisiológica o excitación; estados afectivos, pueden activar sentimientos hostiles y sus correspondientes signos
externos (por ejemplo, expresiones faciales de ira); y cogniciones, pueden inducir
a los individuos a tener pensamientos hostiles o a traer a la mente recuerdos hostiles. Dependiendo de las interpretaciones de los individuos (valoraciones) de la
situación actual y de los factores restrictivos (por ejemplo, la presencia de la policía o la naturaleza amenazante de la que se pretende sea la persona-objetivo), la agresión ocurre o no (véase Figura 11.3 para una visión general de esta teoría).
Las teorías modernas como la GAAM son reconocidamente mucho más complejas que aquellas ofrecidas por Freud y Lorenz, o incluso por la famosa hipótesis
de la frustración-agresión (Dollard et al., 1939), pero también están apoyadas por
un creciente cuerpo de evidencias (por ejemplo, Lieberman y Greenberg, 1999) y
tienen muchas más probabilidades de dar un retrato preciso y completo de los orígenes de la agresión humana, y esto por supuesto, es lo que busca la ciencia.
P U N TO S C L AV E
■
⡤
La agresión es infligir daño a otros de forma intencional.Aunque la mayoría de los psicólogos sociales rechazan el punto de vista que plantea que la agresión humana está fuertemente determinada por los factores genéticos, muchos aceptan hoy en día la
perspectiva evolucionista que reconoce el posible papel de esos factores.
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■
■
Las teorías del impulso sugieren que la agresión proviene de impulsos elicitados externamente para dañar o herir a otros. La hipótesis de la frustración-agresión es el ejemplo más famoso de estas teorías.
Las teorías modernas de la agresión, como el modelo afectivo general de la agresión, reconocen la importancia que tienen en la agresión el aprendizaje, diversas variables de
entrada elicitadoras, las cogniciones, las diferencias individuales y los estados afectivos.
Determinantes de la agresión humana:
sociales, personales, situacionales
QP
iensa en la última vez que perdiste los estribos. ¿Qué te hizo perder la calma? ¿Algo que otra persona dijo o hizo (Harris, 1993)?
¿Algo acerca de ti mismo —te molestas con facilidad, a menudo
percibes que los demás te tratan injustamente?—. ¿O fue algo acerca de la situación —habías estado bebiendo, el clima era caluroso y húmedo?—. De hecho, los
hallazgos de las investigaciones indican que todos estos factores pueden jugar un
papel en la agresión humana. Como dijimos anteriormente, esta conducta parece
provenir de un amplio rango de variables sociales, personales y situacionales. En
esta sección, examinaremos los efectos de variables que pertenecen a cada una de
estas categorías principales. Sin embargo, antes de hacerlo, consideraremos una pregunta preliminar crítica: ¿cómo puede estudiarse la agresión humana, especialmente la agresión física, de una manera sistemática sin el riesgo de dañar a los
Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
451
participantes en ese tipo de investigaciones? Una respuesta importante la dio
Arnold Buss (1961) en una investigación que de cierto modo hizo posible muchos
de los trabajos descritos en este capítulo. La ingeniosa investigación de Buss, más
otras técnicas para medir la agresión humana, se describen a continuación.
Técnicas para estudiar la agresión humana: ¿dañar sin riesgo?
FIGURA 11.4
Arnold Buss: inventor
de la «máquina de
la agresión».
Arnold Buss concibió una
técnica para estudiar la
agresión física bajo
condiciones controladas de
laboratorio. Él desarrolló esta
técnica casi exactamente al
mismo tiempo que Stanley
Milgram estaba ideando sus
propios procedimientos para
estudiar la obediencia a la
autoridad.Yo (RAB) conocí a
Arnie cuando era un profesor
visitante en la Universidad de
Texas y hemos sido amigos
desde entonces. Su libro, The
Psychology of Aggression,
publicado en 1961, es un
verdadero clásico en el
campo, el cual estimuló
a muchos psicólogos sociales
—incluyéndome a mí
mismo— a conducir
investigaciones sistemáticas
sobre la agresión humana. El
hijo de Arnie, Davis Buss, es
un conocido psicólogo social
que también ha hecho
muchas contribuciones
importantes al campo de
rápido crecimiento de la
psicología evolucionista.
■
Parece que las mentes creativas a menudo se mueven por caminos
paralelos. ¿Recuerdas nuestra descripción hecha en el Capítulo 9 de la investigación sobre obediencia realizada por Stanley Milgram? Si es así, puede que recuerdes que los procedimientos que ideó implicaban ordenar a los participantes que
administraran choques eléctricos más y más fuertes a una víctima inocente. La pregunta clave: ¿Los participantes obedecerían? Como probablemente recordarás, lo
hicieron hasta un grado alarmante. Al mismo tiempo que Milgram desarrollaba
estos procedimientos, Arnold Buss (véase Figura 11.4) estaba trabajando en una pregunta diferente pero relacionada, que mostramos a continuación. ¿Cómo pueden
los investigadores que desean estudiar la agresión humana, hacerlo de una manera
que elimine el riesgo de dañar de verdad a los participantes?
La solución que Buss formuló parece ser, en la superficie, muy similar a la técnica desarrollada por Milgram. Sin embargo, yo (RAB) conocí tanto a Stanley Milgram como a Arnold Buss (digo conocí porque Milgram murió hace varios años),
y ambos me confirmaron lo que yo ya sospechaba: ellos desarrollaron sus similares técnicas de investigación simultáneamente, pero de una forma totalmente independiente.
¿Cómo se diferencian los procedimientos desarrollados por Buss de aquellos desarrollados por Milgram? Echemos un vistazo más detallado para ver. En el enfoque
diseñado por Buss, se les dijo a los participantes que estaban tomando parte, junto
con otra persona, en un estudio sobre los efectos del castigo en el aprendizaje. Una
de las dos personas servía como profesor y el otro como aprendiz. El profesor (siempre el verdadero participante) presentaba diversos materiales al aprendiz, quien era
en realidad un asistente de investigación. Esta persona intentaba aprender estos
materiales y cada vez que él o ella daba una respuesta correcta, el profesor lo recompensaba con una señal que decía «correcto». Sin embargo, cada vez que el aprendiz cometía un error, el profesor le administraba un choque eléctrico, utilizando
un aparato como el mostrado en la Figura 11.5.
Hasta ahora, esto suena muy similar al procedimiento descrito en el Capítulo 9,
pero aquí está donde difieren: A los profesores en el estudio de Buss se les daba
libertad de elegir lo fuertes que debían ser los choques. De hecho, se les dijo que
podían escoger cualquier botón en el aparato y presionarlo por tanto tiempo como
quisieran. Mientras más alto fuera el número del botón, supuestamente, más fuerte
era el choque para el aprendiz, y al igual que en el procedimiento de Milgram, a los
profesores (verdaderos participantes) se les administraron varios choques de muestra para convencerlos de que el equipo realmente funcionaba.
Durante cada sesión, el aprendiz (asistente de investigación) podía cometer
muchos errores, dando a los participantes muchas oportunidades de administrar
choques dolorosos. Buss hizo eso porque pensaba que si los participantes tenían
libertad de escoger cualquier choque que quisieran, este procedimiento, de hecho,
mediría el deseo de los participantes de dañar al asistente de investigación; después
de todo, si querían podían utilizar sólo el choque más suave (botón 1), el cual se describió como tan suave que probablemente el aprendiz ni siquiera lo notaría.
Los psicólogos sociales interesados en el estudio de la agresión humana rápidamente tomaron el aparato de Buss, algunas veces conocido como la máquina de
la agresión, como una valiosa herramienta de investigación. Antes de su aparición,
los estudios sobre la agresión en gran medida se limitaban a preguntar a los individuos cómo responderían en diversas situaciones imaginarias o a medir sus
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máquina de la agresión:
aparato utilizado para medir la
agresión física bajo condiciones
controladas de laboratorio.
452
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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FIGURA 11.5
Una máquina de la agresión similar a la desarrollada
por Arnold Buss.
El aparato que se muestra aquí fue ampliamente utilizado en el
pasado, para estudiar la agresión física bajo condiciones controladas
de laboratorio. A los participantes se les decía que podían
administrar choques eléctricos de variadas intensidades a otra
persona, presionando botones en esta máquina, a medida que el
número del botón era más alto, más fuerte era el choque. En años
recientes, la máquina de la agresión se ha utilizado en cada vez
menos estudios, principalmente debido a que muchos
investigadores están preocupados por los asuntos éticos que
plantea su uso.
■
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reacciones verbales frente a las provocaciones o frustraciones por parte de otros
(usualmente asistentes de investigación). Esta máquina parecía que era un medio
para estudiar no lo que personas suponían que harían en esas situaciones, sino lo
que realmente harían. Entonces, la técnica de Buss y otros procedimientos relacionados, como el ideado por Stuart Taylor (1967) pronto se utilizaron en un gran
número de estudios diseñados para examinar muchos aspectos de la agresión (véase,
por ejemplo, Baron y Richardson, 1994). Sin embargo, rápidamente surgieron preguntas relacionadas con la validez externa del procedimiento de Buss. ¿Presionar
botones en una máquina de la agresión realmente proporciona una medida válida
de la disposición de los individuos para dañar a otras personas? ¿O los psicólogos
sociales se estaban engañando a sí mismos al confiar en esos procedimientos?
Esa pregunta nunca ha sido totalmente resuelta y debido a su continua controversia, se han ideado varias técnicas adicionales para medir la agresión en condiciones controladas de laboratorio. Por ejemplo, en una, conocida como el
Paradigma de la Sustracción del Punto y la Agresión (PSAP por sus siglas en inglés),
los participantes juegan un juego con otra persona en el cual cada uno de ellos puede
decidir presionar botones que (1) den dinero al oponente, (2) quiten dinero del total
del oponente o (3) protegen contra la posibilidad de que el oponente le quite el dinero
al jugador. En realidad, el oponente es ficticio, así que el experimentador puede hacer
parecer que esta persona se está comportando de manera provocadora (quitando
dinero del total del participante en muchas ocasiones) o de una manera más amistosa (por ejemplo, agregando dinero al total del participante). Estos procedimientos eliminan la necesidad de cualquier uso de choque eléctrico y otras consecuencias
físicas desagradables, y sin embargo parecen captar la esencia de la agresión: infligir daños a los oponentes de manera intencional (por ejemplo, Cherek et al., 1997).
Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
453
Diversas líneas de evidencia sugieren que el procedimiento de Buss, el PSAP y
otras técnicas relacionadas, sí proporcionan medidas válidas y útiles de la agresión
humana. Primero, muchos estudios han encontrado que las personas con una historia de conducta agresiva real (por ejemplo, criminales violentos) escogen choques
más fuertes o sustraen dinero de sus oponentes en el PSAP más a menudo que aquellas personas sin un historial de agresión (por ejemplo, Cherek et al., 1996; Gully
y Dengerink, 1983; Wolfe y Baron, 1971). Por ejemplo, en un estudio reciente, Cherek y sus colegas (2000) pidieron a mujeres en libertad bajo palabra que participaran en el procedimiento PSAP, unas que habían estado presas por crímenes agresivos
(por ejemplo, asaltos o robos con agravantes) y otras por crímenes no agresivos (delitos relacionados con drogas, falsificación, hurto). Los resultados fueron claros: en
respuesta a las provocaciones del oponente ficticio, las mujeres en libertad bajo palabra que habían estado presas por crímenes violentos, mostraron muchas más probabilidades de comportarse de forma agresiva, quitando dinero del total de su
oponente.
Los hallazgos de muchos estudios, donde se han encontrado variables que influyen en la agresión en ambientes de la vida real, también influyen en la agresión utilizando los procedimientos ideados por Buss y otros (por ejemplo, Taylor, 1967),
proporcionan evidencia adicional de la validez de las medidas de laboratorio de la
agresión. Por ejemplo, tal como reportan Anderson y Bushman (1997), la agresión
en los estudios de laboratorio se ve fuertemente incrementada por factores como
la provocación directa, la exposición a la violencia en los medios de comunicación,
las altas temperaturas y el consumo de alcohol, variables que se ha encontrado que
también influyen en la agresión fuera del laboratorio.
Basándose en estas evidencias, muchos investigadores han concluido que los procedimientos desarrollados por Buss y por muchos otros psicólogos sociales sí proporcionan al menos un índice aproximado del concepto central que queremos medir
en las investigaciones sobre la agresión: la disposición de las personas de infligir
daño, físico o de otro tipo, a otro ser humano. Sin embargo, incluso los más fuertes defensores de estos métodos admiten que están lejos de ser perfectos, así que
la conclusión más razonable puede ser algo así: sin duda, utilice estas técnicas si
parecen apropiadas, pero siempre hágalo con gran precaución, nunca dé por sentado
su validez externa, y combínelas con observaciones de la agresión en ambientes de
la vida real siempre que sea posible.
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Determinantes sociales de la agresión:
frustración, provocación, agresión desplazada, violencia
en los medios de comunicación y activación intensificada
Ahora, regresemos a la tarea principal que comenzamos anteriormente: describir algunas de las más importantes causas sociales, personales y situacionales de la agresión.
FRUSTRACIÓN: POR QUÉ NO OBTENER LO QUE QUIERES (O LO QUE ESPERAS) PUEDE
ALGUNAS VECES CONDUCIR A LA AGRESIÓN. Suponte que le pides a veinte personas
hipótesis de la frustraciónagresión: propuesta que sugiere
que la frustración es un
determinante muy fuerte de la
agresión.
454
que tú conoces que te digan cuál es la causa más importante de la agresión. ¿Qué
dirían? Lo más probable es que la mayoría dirá la frustración, y si les pides que te
la definan, muchos dirán «la manera en que me siento cuando algo o alguien me
impide obtener lo que quiero o espero obtener en una situación». Esta creencia generalizada en la importancia de la frustración como causa de la agresión proviene, al
menos en parte, de la famosa hipótesis de la frustración-agresión mencionada en
nuestra discusión sobre las teorías del impulso de la agresión (Dollard et al., 1939).
En su forma original, esta hipótesis hacía dos aseveraciones radicales: (1) la frustración siempre conduce a alguna forma de agresión y (2) la agresión siempre
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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proviene de la frustración. En resumen, la teoría sostenía que las personas frustradas
siempre llevaban a cabo algún tipo de agresión y que todos los actos agresivos, en
consecuencia, resultaban de la frustración. Las afirmaciones audaces de este tipo
son atractivas, pero no significa que sean necesariamente correctas. De hecho, la
evidencia existente sugiere que las dos partes de la hipótesis de la frustración-agresión asignan demasiada importancia a la frustración como determinante de la agresión humana. Los hallazgos de las investigaciones indican que cuando los individuos
están frustrados, no siempre responden con agresión. Por el contrario, muestran
muchas reacciones diferentes, las cuales varían desde la tristeza, la desesperación
y la depresión, por un lado, hasta los intentos directos de vencer a la fuente de la
frustración, por el otro. La agresión definitivamente no es una respuesta automática a la frustración.
Segundo, es igualmente claro que no toda la agresión proviene de la frustración.
Las personas se agreden por muchas razones diferentes y en respuesta a muchos factores diferentes. Por ejemplo, los boxeadores profesionales golpean a su oponente
porque desean ganar premios valiosos, no debido a la frustración (véase Figura 11.6).
De manera similar, durante las guerras, los pilotos de la fuerza aérea reportan que
pilotar sus aviones es una fuente de placer y que mientras bombardean blancos enemigos se sienten eufóricos y emocionados, no frustrados. En éste y muchos otros
casos, la agresión proviene de factores diferentes a la frustración. Consideraremos
muchas de estas otras causas de la agresión más abajo.
A la vista de estos hechos, pocos psicólogos sociales ahora aceptan la idea de que
la frustración sea la única causa de la agresión, o incluso la más importante. En lugar
de eso, la mayoría cree que éste es sólo uno de los muchos factores que pueden conducir a la agresión. En este sentido, Berkowitz (1989, 1993) propuso una versión
modificada de la hipótesis de la frustración-agresión que parece consistente con una
gran cantidad de evidencia acerca de los efectos de la frustración. De acuerdo con
este punto de vista, la frustración es una experiencia desagradable y puede conducir
a la agresión en gran parte por este hecho. En otras palabras, la frustración algunas
veces produce agresión debido a un vínculo básico entre afecto negativo (sentimientos desagradables) y conducta agresiva, una relación que ha sido confirmada
en muchos estudios (por ejemplo, da Gloria et al., 1994).
Debemos añadir que la frustración puede servir como un determinante poderoso de la agresión bajo ciertas circunstancias, especialmente cuando se consi-
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FIGURA 11.6
Una ilustración del hecho de
que la agresión no siempre es
el resultado de la frustración.
Los boxeadores y luchadores
profesionales intentan infligir daño a
sus oponentes, principalmente con
el fin de ganar diversos premios o
grandes cantidades de dinero —no
porque hayan sido frustrados por
esas personas.
■
Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
455
dera ilegítima o injustificada (por ejemplo, Folger y Baron, 1996). Por ejemplo, si
un individuo cree que merece un mayor aumento de sueldo y luego recibe uno
mucho menor sin ninguna explicación de por qué, esta persona puede concluir
que está siendo tratada muy injustamente, que sus necesidades legítimas han sido
frustradas. El resultado: esta persona puede tener pensamientos hostiles, experimentar intensa ira y buscar venganza en contra de la fuente percibida de esa frustración (su jefe o empresa). Como veremos en una sección posterior, estas
reacciones pueden jugar un papel clave en la agresión en el lugar de trabajo y en
las reacciones agresivas de algunos empleados que pierden su trabajo por reducción de personal (por ejemplo, Catalano, Novaco y McConnell, 1997; Greenberg
y Alge, 1997).
provocación: acciones llevadas
a cabo por otros, que tienden a
provocar agresión en quien las
recibe, a menudo debido a que
son percibidas como
provenientes de intenciones
maliciosas.
PROVOCACIÓN DIRECTA: CUANDO LA AGRESIÓN PRODUCE AGRESIÓN. Échale un vistazo a la tira cómica en la Figura 11.7. ¿Puedes entender por qué los dos piratas están
renuentes a decirle al capitán que no les gusta la bandera del barco? Estoy seguro
que puedes ya que es claro que a menudo la agresión es el resultado de la provocación física o verbal de los demás. Cuando somos objeto de algún tipo de agresión
por parte de los demás (críticas que consideramos injustas, comentarios sarcásticos o ataques físicos) rara vez ponemos la otra mejilla. En lugar de eso, tendemos
a corresponder, devolviendo tanta agresión como hemos recibido, o quizás incluso
un poco más, especialmente si estamos seguros que la otra persona quería dañarnos (Chermack, Berman y Taylor, 1997; Ohbuchi y Kambara, 1985).
FIGURA 11.7
Provocación directa:
un poderoso estimulador
de la agresión.
Los personajes en esta tira
cómica tienen muy claro el
hecho de que las provocaciones
verbales (en este caso, en forma
de crítica) a menudo evocan una
respuesta agresiva y el enfado de
los demás.
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[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW
YORKER 2000 FRANK COTHAM DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
DE RE C HO S R ESER VADO S.]
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456
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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AGRESIÓN DESPLAZADA: LOS EFECTOS DE LAS PROVOCACIONES TRIVIALES (DESENCADENANTES DE AGRESIONES MAYORES). ¿Alguna vez has tenido la siguiente expe-
riencia? Recibes una fuerte provocación de alguien contra quien estás renuente a
vengarte, por ejemplo, un profesor, tu jefe o un policía, y de hecho no le agredes:
de alguna manera te las arreglas para mantener tu temperamento en su sitio. Luego,
en otro momento, otra persona dice o hace algo irritante, que bajo condiciones normales, ignorarías o le quitarías importancia. En lugar de hacer eso, arremetes contra esa persona como si te hubiera provocado de manera fuerte. Experiencias como
éstas hacen referencia a lo que los autores de la famosa hipótesis de la frustraciónagresión denominaron agresión desplazada: agresión contra alguien distinto a la
fuente de una fuerte provocación inicial (Dollard et al., 1939). La existencia de esta
agresión desplazada sugiere que el impacto de una provocación de una magnitud
dada no es siempre la misma, más bien depende de qué otra cosa nos ha pasado
recientemente. Si hemos pasado un buen día, una provocación leve puede evocar
una agresión débil o incluso ninguna agresión, pero si hemos tenido un mal día, en
el cual nos han molestado una o más personas, podemos explotar y agredir de
manera fuerte, mucho más fuerte que lo que esa provocación leve parece merecer.
Los psicólogos sociales se refieren a esas reacciones como ejemplos de desencadenamiento de la agresión desplazada: un evento desencadenante leve por parte
de una persona da como resultado que esa persona se transforme en el blanco de
una fuerte agresión desplazada, una agresión intensa que resulta una verdadera sorpresa para la persona en cuestión (Marcus-Newhall et al., 2000).
La investigación de Pederson, Gonzales y Miller (2000) permite comprender el
funcionamiento de este proceso. En esta investigación, los participantes trabajaron en una serie de anagramas (rompecabezas de palabras) bajo una de dos condiciones. En la primera (sin provocación), los anagramas eran muy fáciles, los
participantes trabajaron en presencia de un sonido suave (lluvia cayendo) y fueron
tratados de una manera neutral por el experimentador. En la segunda (provocación),
los anagramas eran difíciles, los participantes trabajaron en presencia de música
alta y que distraía, y fueron tratados de una manera ruda por el experimentador.
Luego recibían una evaluación de su trabajo por parte de otro participante (en realidad un asistente de investigación). Esta evaluación era ligeramente negativa, sirviendo como un evento desencadenante para la agresión desplazada, o de naturaleza
neutra. Finalmente, los participantes evaluaron al asistente en varias dimensiones,
las cuales les proporcionaban medios para agredirlo o no.
Como se muestra en la Figura 11.8, los resultados fueron claros: en la condición
de no provocación el evento desencadenante (valoraciones levemente negativas por
parte del asistente) produjo muy poca o ninguna agresión hacia esta persona. Sin
embargo, en la condición con provocación, los participantes reaccionaron fuertemente contra el evento desencadenante leve: mostraron evidencias de agresión desplazada hacia el asistente. Otro dato interesante fue la ocurrencia de un efecto de
contraste: los participantes evaluaron al asistente de investigación que los había evaluado de forma neutra más favorablemente cuando habían sido provocados previamente por el experimentador que cuando no habían sido provocados. En otras
palabras, el asistente parecía más agradable en comparación con el rudo investigador.
¿Por qué ocurrió este desencadenamiento de agresión desplazada? Una posibilidad es que las provocaciones anteriores causaran que los individuos rumiaran —pensaran acerca de las injusticias que habían sufrido a manos de otras
personas—. Esto, a su vez, aumenta su sensibilidad hacia provocaciones incluso
menores y hace que ellos arremetan contra las personas que los molesten incluso
de formas triviales. Sin embargo, cualesquiera que sean los mecanismos precisos
involucrados, el desencadenamiento de agresión desplazada puede tener serias consecuencias, provocando que los individuos que se han enfadado en un contexto
y a causa de otras personas agredan fuertemente, quizás de forma peligrosa, a personas que han hecho poco o nada para merecerse ese tratamiento.
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Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
agresión desplazada: agresión
hacia alguien diferente a la fuente
de una fuerte provocación. La
agresión desplazada ocurre
porque las personas que la llevan
a cabo no desean o son
incapaces de agredir a la fuente
inicial de la provocación.
457
En ausencia de provocación, un
evento desencadenante leve no
conduce a un alto nivel de agresión
Después de una provocación,
un evento desencadenante leve
conduce a un alto nivel de agresión
35
33
30
Agresión
25
22
23
20
17
15
10
No desencadenante
Desencadenante
5
0
Sin provocación
Provocación
FIGURA 11.8
Evidencia del desencadenamiento de la agresión desplazada.
Cuando los participantes no han sido previamente provocados, un evento
desencadenante leve —una evaluación ligeramente negativa de un
asistente de investigación— produce poco efecto en su comportamiento
hacia esa persona. Sin embargo, cuando previamente han recibido una
fuerte provocación, y no se les ha dado la oportunidad de vengarse por
ese tratamiento, un evento desencadenante leve conduce a una agresión
mucho más fuerte hacia el asistente de investigación, quien por supuesto
no era la persona que los había molestado previamente.
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[FUENTE: BASADO EN DATOS DE PEDERSON ET AL., 2000.]
■
LA EXPOSICIÓN A LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: LOS EFECTOS DE
PRESENCIAR UNA AGRESIÓN.
violencia en los medios de
comunicación: mostrar
acciones violentas en los medios
de comunicación de masas.
458
Haz una lista de varias películas que hayas visto en los últimos meses. Ahora,
responde a las siguientes preguntas: ¿cuánta agresión o violencia contienen cada
una de ellas? ¿Cuán a menudo los personajes de estas películas golpean, disparan
o intentan dañar a los demás de alguna otra manera? A pesar de que hayas escogido
cuidadosamente, probablemente reconocerás que muchas de las películas que has
visto contienen gran cantidad de violencia, mucha más de la que probablemente
verás en la vida real (Reiss y Roth, 1993; Waters et al., 1993).
Este hecho plantea una pregunta importante que los psicólogos sociales han estudiado por décadas: ¿la exposición a la violencia en los medios de comunicación
incrementa la agresión entre los niños o adultos? Literalmente se han realizado
miles de estudios para probar esta posibilidad y los resultados parecen claros: La
exposición a la violencia en los medios de comunicación puede de hecho ser un
factor que contribuye a los altos niveles de violencia en países donde esos productos son vistos por grandes cantidades de personas (por ejemplo, Anderson, 1997;
Berkowitz, 1993; Paik y Comstock, 1994; Wood, Wong y Cachere, 1991). Muchos
tipos de evidencia dan apoyo a esta conclusión. Por ejemplo, en experimentos de
laboratorio de corto plazo, niños o adultos vieron películas y programas de televisión violentos o no violentos, y luego se midió su tendencia a agredir a los demás.
En general, los resultados de esas investigaciones revelaron niveles más altos de
agresión entre los participantes que habían visto las películas o programas violentos
(por ejemplo, Bandura, Ross y Ross, 1963; Geen, 1991b).
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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Otras investigaciones, quizás más convincentes, utilizaron procedimientos longitudinales, en los cuales los mismos participantes fueron estudiados por muchos
años (por ejemplo, Huesmann y Eron, 1984, 1986). Los resultados de estas investigaciones también son claros: mientras más violentas eran las películas o programas de televisión que los participantes vieran de niños, mayores sus niveles de
agresión de adolescentes o adultos, por ejemplo, eran más altas las probabilidades
de que los arrestaran por crímenes violentos. Estos hallazgos han sido replicados
en muchos países diferentes —Australia, Finlandia, Israel, Polonia y Suráfrica
(Botha, 1990), así que estos hallazgos parecen mantenerse a través de diferentes culturas.
Aunque estos estudios longitudinales fueron realizados cuidadosamente, es
importante recordar que aun así son sólo de naturaleza correlacional. Como mencionamos en el Capítulo 1, el hecho de que dos variables estén correlacionadas no
implica necesariamente que una cause la otra. Sin embargo, cuando los resultados
de estos estudios se combinan con los hallazgos de los experimentos de laboratorio de corto plazo, sí parece emerger un fuerte argumento a favor del planteamiento
de que la exposición a la violencia en los medios de comunicación es una causa
potencial de la agresión humana.
Puede que te estés preguntando ¿por qué ocurren estos efectos? Existen varias
posibilidades. Primero, los individuos pueden simplemente aprender nuevas formas de agredir al observar los programas de televisión y las películas, formas que
no podrían haberse imaginado antes. Los crímenes que imitan a otros, en los que
un crimen violento reportado en los medios de comunicación es luego copiado por
personas diferentes en lugares distantes, sugieren que este efecto es real.
Otro efecto de ver la violencia en los medios de comunicación implica lo que se
conoce como efectos de desensibilización. Después de ver muchas escenas vívidas de violencia, los individuos se vuelven insensibles al dolor y al sufrimiento de
los demás: experimentan una menor reacción emocional frente a señales que originalmente eran ciertas (por ejemplo, Baron, 1974a) y esto puede disminuir sus propias restricciones contra comportarse de manera agresiva.
Las investigaciones indican que también puede ocurrir un tercer efecto: ver escenas de violencia puede servir para activar la disponibilidad (prime) de pensamientos
hostiles, de manera que éstos vengan a la mente más fácilmente (se vuelven más
accesibles al pensamiento consciente). Esto, a su vez, puede incrementar la probabilidad de que una persona lleve a cabo una agresión abierta (Anderson, 1997).
Debido a que la exposición repetida a la violencia en los medios de comunicación
puede fortalecer estos efectos de activación de la disponibilidad (priming) a lo largo
del tiempo, el impacto de ver violencia puede ser acumulativo e incluso más importante que lo que se había asumido previamente.
Puede que te estés preguntando ¿por qué hay tanta violencia en la televisión y
en las películas, si la exposición a la violencia en los medios de comunicación puede
tener efectos dañinos en la sociedad? Una respuesta es que los anunciantes que permiten costear estos programas creen que la «violencia vende»,que es una manera
de aumentar los índices de audiencia. Aunque esto pueda ser cierto, los hallazgos
aportados por Bushman (1998) sugieren que la violencia en los medios de comunicación puede en realidad fracasar desde el punto de vista de incrementar las ventas de productos anunciados en dichos programas. Este autor encontró que los
espectadores que ven programas violentos tienen significativamente menos probabilidades de recordar el contenido de los anuncios publicitarios mostrados durante
esos programas que los espectadores que ven programas no violentos. Aparentemente, las imágenes violentas en la pantalla de televisión desencadenan recuerdos
de otras escenas violentas y estos pensamientos distraen a los espectadores de prestar atención a los anuncios. Estos hallazgos sugieren que patrocinar programas de
televisión violentos no sólo es cuestionable desde un punto de vista moral, sino que
¡también puede tener poco sentido comercial para los patrocinadores!
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Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
459
ACTIVACIÓN INTENSIFICADA: EMOCIÓN, COGNICIÓN Y AGRESIÓN. Suponte que estás
conduciendo rumbo al aeropuerto para buscar a un amigo. En el camino hacia allá,
otro conductor invade tu carril repentinamente y casi tienes un accidente, tu corazón late con fuerza y tu presión sanguínea sube hasta el tope, pero afortunadamente
no ocurre ningún accidente. Ahora llegas al aeropuerto, aparcas y corres hacia adentro. Cuando llegas al control de seguridad, un hombre mayor que está delante de
ti hace sonar la alarma, se torna confuso y parece no entender por qué el guardia
de seguridad quiere que vacíe sus bolsillos. Tú te irritas por este retraso, de hecho,
comienzas a enojarte y a murmurar «¿qué le pasa? ¿Es que no lo entiende?»
Ahora la pregunta clave: ¿Tú crees que tu reciente susto con el coche puede haber
jugado algún papel en tu repentino acceso de ira? ¿Puede que la activación emocional de ese incidente se haya transferido de alguna manera a la escena dentro del
aeropuerto? Creciente evidencia sugiere que esto es posible (Zillmann, 1988, 1994).
Bajo ciertas circunstancias, la activación intensificada, cualquiera que sea su origen, puede aumentar la agresión como respuesta a la provocación, frustración u
otros factores. De hecho, en varios experimentos, se ha encontrado que la activación proveniente de fuentes tan diversas como la participación en juegos competitivos (Christy, Gelfand y Hartmann, 1971), el ejercicio vigoroso (Zillmann, 1979)
e incluso algunos tipos de música (Rogers y Ketcher, 1979), aumenta la agresión posterior. ¿Por qué ocurre esto? La teoría de la transferencia de la excitación ofrece una
explicación convincente (Zillmann, 1983, 1988).
Esta teoría sugiere que la activación fisiológica tiende a disiparse lentamente a
lo largo del tiempo, pero una parte de esa activación puede persistir mientras la persona se mueve de una situación a otra. En el ejemplo presentado más arriba, una
parte de la activación que experimentaste como consecuencia del susto con el
coche puede estar todavía presente cuando te aproximas a la puerta de seguridad
del aeropuerto. En ese momento, cuando te encuentras con una molestia menor,
esa activación intensifica tus reacciones emocionales frente a esta molestia. El resultado: te enfureces en lugar de irritarte ligeramente. La teoría de la transferencia de
la excitación además sugiere que estos efectos tienen más probabilidades de ocurrir cuando las personas involucradas no se han percatado de la presencia de la activación residual, algo común ya que las pequeñas elevaciones en la activación son
difíciles de notar (Zillmann, 1994). La teoría de la transferencia de la excitación también sugiere que estos efectos tienen más probabilidades de ocurrir cuando las personas involucradas reconocen su activación residual pero la atribuyen a eventos
que ocurren en la situación actual (Taylor et al., 1991). Por ejemplo, en el incidente
del aeropuerto, tu ira se intensificaría si reconocieras tus sentimientos de activación pero los atribuyeras a las acciones del hombre mayor (véase Figura 11.9).
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teoría de la transferencia de
la excitación: teoría que
plantea que la activación
producida en una situación
puede persistir e intensificar las
reacciones emocionales
ocurridas en situaciones
posteriores.
460
ACTIVACIÓN SEXUAL Y AGRESIÓN:VÍNCULOS EMOCIONALES Y COGNITIVOS. ¿La activación sexual y la agresión se encuentran de alguna manera relacionadas? Freud
creía que sí y planteó que el deseo de dañar o de ser dañado por nuestro amante es
a menudo una parte normal de las relaciones sexuales. Ya sea esto verdad o no, sí
existe evidencia de lazos importantes entre la activación sexual, o incluso, como
veremos más adelante, entre simplemente verse expuesto a palabras de contenido
sexual, y la agresión posterior. Veamos más detalladamente estas fascinantes investigaciones.
Primero, existe evidencia que apoya el punto de vista que plantea que la activación sexual puede en realidad reducir la agresión abierta. En varios de los primeros
estudios (por ejemplo, Baron, 1974b, 1979; Ramirez, Bryant y Zillmann, 1983), se
siguieron los procedimientos siguientes: primero los participantes fueron
molestados por un desconocido. Luego, examinaron estímulos que generaban una
activación sexual leve (por ejemplo, fotos de desnudos atractivos) o que eran neutros (por ejemplo, fotos de paisajes, arte abstracto). Finalmente, tuvieron la oportunidad de vengarse contra el provocador. Los resultados indicaron que las personas
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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Activación e
irritación atribuida
al retraso
en la puerta
Susto en
la carretera
Activación
intensificada
Activación residual
(todavía persiste
en la puerta de
seguridad del
aeropuerto)
La agresión
se incrementa
Frustración
(retraso en
la puerta)
Activación e
irritación atribuidas
principalmente al
reciente susto
en la carretera
La agresión no
se incrementa
FIGURA 11.9
Teoría de la transferencia de la excitación.
La teoría de la transferencia de la excitación plantea que la activación ocurrida en una situación puede persistir e
intensificar las reacciones emocionales en situaciones posteriores y no relacionadas. De esta manera, la actividad
producida por el reciente susto en la carretera puede intensificar los sentimientos de molestia provenientes de la
demora en la puerta de seguridad del aeropuerto.
[FUENTE: BASADO EN LOS PLANTEAMIENTOS DE ZILLMANN, 1988, 1994.]
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expuestas a materiales que generaban una activación sexual leve, mostraron niveles más bajos de agresión que aquellos expuestos a estímulos neutros.
Sin embargo, hay que enfatizar la palabra leve. En estudios posteriores en los que
los participantes se vieron expuestos a materiales que generaban mayor activación
sexual, se encontró que los niveles más altos de activación incrementaban en lugar
de reducir la agresión (por ejemplo, Jaffe et al., 1974; Zillmann, 1984). En conjunto,
estos hallazgos sugieren que la relación entre activación sexual y agresión es de
naturaleza curvilínea. La activación sexual leve reduce la agresión a un nivel más
bajo que el mostrado en ausencia de dicha activación, mientras que niveles más
altos de activación en realidad la incrementan por encima de ese nivel. ¿Por qué?
Quizás porque los materiales levemente eróticos generan principalmente sentimientos positivos que inhiben la agresión, mientras que los estímulos sexuales más
explícitos generan principalmente sentimientos negativos que pueden, a través de
la transferencia de la excitación, incrementar la agresión (Zillmann, 1984). Los
hallazgos de varios estudios concuerdan con este razonamiento (por ejemplo, Ramirez, Bryant y Zillmann, 1983), el cual parece proporcionar una explicación útil para
la relación curvilínea entre la activación sexual y la agresión.
Sin embargo, investigaciones más recientes sugieren que además de estos lazos
afectivos o emocionales entre la activación sexual y la agresión, pueden existir también lazos cognitivos. ¿Recuerdas el principio de activación de la disponibilidad
(priming) que discutimos en el Capítulo 3? Este plantea que estímulos específicos pueden activar esquemas u otras estructuras de conocimiento en nuestras mentes, y de esta manera influir en nuestros pensamientos y juicios. Por ejemplo,
después de vernos expuestos a estímulos que activan la disponibilidad del rasgo
Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
461
«deshonesto» (por ejemplo, palabras como «ladrón», «crimen» y «prisión»), podemos interpretar una descripción ambigua de otra persona como sugeridora de que
él o ella es deshonesto porque hemos sido activados a pensar en esos términos. Dos
psicólogos sociales, Mussweiler y Forster (2000) han planteado que estos efectos
pueden ocurrir en lo relacionado al lazo sexo-agresión. Específicamente, cuando
nos vemos expuestos a estímulos de contenido sexual (por ejemplo, palabras como
«piel» o «cama») podemos activarnos para pensar acerca de la agresión, o incluso
para comportarnos de manera agresiva. Más importante aún, estos investigadores también sugieren que ya que el sexo y la agresión pueden estar vinculados en
la mente tanto de hombres como mujeres, la influencia de estos vínculos puede
variar según el género. Específicamente, debido a que los hombres son más a
menudo los agresores en las situaciones sexuales, la activación con estímulos
sexuales puede activar no sólo los pensamientos agresivos, sino también las acciones agresivas. Por el contrario, no se esperaría que esto ocurriera en el caso de las
mujeres.
Para probar este planteamiento, Mussweiler y Forster (2000) llevaron a cabo un
estudio en el cual tanto mujeres como hombres fueron expuestos a palabras neutras (por ejemplo, «reloj», «techo») o a palabras de contenido sexual (por ejemplo,
«piel», «cama»). Luego, tanto a mujeres como hombres se les dio la oportunidad
de lanzar dardos a una foto de un rostro humano o a objetos físicos (por ejemplo,
un florero). Los autores predijeron que los hombres que habían sido expuestos a las
palabras de contenido sexual, lanzarían más dardos al rostro humano, mientras esto
no ocurriría en el caso de las mujeres. Esto es precisamente lo que pasó. Los resultados de un estudio de seguimiento donde se utilizaron procedimientos un tanto
diferentes indicaron que estos efectos ocurren sólo si el blanco era de sexo femenino; los hombres que han sido activados con palabras de contenido sexual agreden más que los hombres activados con palabras neutras, pero sólo en contra de las
mujeres. Las mujeres no mostraron diferencias de este tipo.
Estos resultados sugieren que el lazo entre el sexo y la agresión puede ser más
complejo de lo que se creía inicialmente. No sólo la activación sexual influye en
la agresión a través de la generación de afecto positivo y negativo (es decir, estados
de ánimo o sentimientos), sino que la exposición a estímulos de contenido sexual
puede activar esquemas u otros sistemas mentales que pueden, a su vez, influir en
la conducta abierta hacia objetivos específicos. Si estos hallazgos te recuerdan al
modelo afectivo general de la agresión (GAAM) descrito en un apartado anterior
de este capítulo, estás en el camino correcto: como sugiere este modelo, con el fin
de entender completamente la agresión humana, debemos tomar en cuenta cuidadosamente un amplio rango de factores —sociales, afectivos, cognitivos y personales—. Hasta aquí hemos discutido las variables relacionadas con las primeras
tres categorías, así que pasaremos a las causas personales de la agresión: rasgos y
características de los individuos que pueden influir en cuándo, dónde y a quién escogen agredir.
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P U N TO S C L AV E
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462
⡤
Los psicólogos sociales, con el fin de estudiar la agresión, a menudo utilizan procedimientos en los cuales se les hace creer a ciertos individuos que pueden dañar a otros
de diversas maneras (administrando choques eléctricos dolorosos o reduciendo las
ganancias del otro en un juego competitivo).
En contra de lo que plantea la famosa hipótesis de la frustración-agresión, no toda la agresión proviene de la frustración, y la frustración no siempre conduce a la agresión. La frustración es un fuerte estimulador de la agresión sólo bajo ciertas condiciones limitadas.
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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En contraste, la provocación de otros sí es un poderoso estimulador de la agresión. Muy
pocas veces ponemos la otra mejilla, en lugar de eso, igualamos, o excedemos ligeramente, el nivel de agresión que recibimos de los demás.
Una excepción a lo anterior ocurre en el desencadenamiento de agresión desplazada.
En estas situaciones, personas que han recibido una fuerte provocación con anterioridad, pero que no han agredido, responden de manera muy fuerte a las provocaciones moderadas, desplazando de esta manera la agresión hacia blancos en gran parte
inocentes.
Se ha encontrado que la exposición a la violencia en los medios de comunicación incrementa la agresión en los espectadores. Esto se debe a diversos factores, como la activación de la disponibilidad (priming) de pensamientos agresivos y una debilitación de
las restricciones en contra de la agresión.
La activación intensificada puede incrementar la agresión si ésta persiste más allá de la
situación en la cual fue inducida y es interpretada erróneamente como ira.
Niveles moderados de activación sexual reducen la agresión, mientras que niveles elevados la incrementan. Incluso la exposición a palabras de contenido sexual pueden incrementar la agresión a través de la activación de la disponibilidad (priming) de esquemas
y otras estructuras de conocimiento relacionadas con la agresión.
Causas personales de la agresión
¿Algunas personas están «activadas» («primed») para la agresión por
sus características personales? Observaciones informales sugieren que es así (véase
Figura 11.10). Mientras algunos individuos raras veces se enojan o llevan a cabo
acciones agresivas, otros parecen enojarse a cada momento, con consecuencias
potencialmente serias. En esta sección, consideraremos diversos rasgos o características que parecen jugar un papel importante en la agresión.
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PATRÓN DE CONDUCTA TIPO A: POR QUÉ LA A EN TIPO A PUEDE SIGNIFICAR AGRESIÓN.
¿Conoces a alguien que puedas describir como (1) extremadamente competitivo,
(2) siempre con prisa y (3) especialmente irritable y agresivo? Si es así, esta persona
muestra las características de lo que los psicólogos han denominado patrón de conducta tipo A (Glass, 1977; Strube, 1989). En el extremo opuesto del continuo están
las personas que no muestran estas características, individuos que no son altamente
competitivos, que no están siempre peleando con el reloj y que no se enojan fácilmente; estas personas son descritas como poseedoras del patrón de conducta tipo B.
Dadas las características mencionadas arriba, es razonable esperar que en muchas
situaciones los Tipo A tiendan a ser más agresivos que los Tipo B. De hecho, los
resultados de diversos experimentos indican que esto realmente es así (Baron, Russell y Arms, 1985; Carver y Glass, 1978; Berman, Gladue y Taylor, 1993).
Hallazgos adicionales indican que los Tipo A son personas verdaderamente hostiles: no sólo agreden a los demás porque sea un medio útil de alcanzar otras metas,
como ganar competiciones atléticas o avanzar en sus carreras profesionales, sino
que tienen más probabilidades que los Tipo B de llevar a cabo lo que se conoce como
agresión hostil —agresión en la que el objetivo primordial es infligir algún tipo de
daño a la víctima— (Strube et al., 1984). Tomando en cuenta este hecho, no es sorprendente saber que los Tipo A tienen más probabilidades que los Tipo B de llevar
a cabo acciones como el abuso a niños o al cónyuge (Strube et al., 1984). Por el contrario, los Tipo A no tienen más probabilidades que los Tipo B de llevar a cabo una
agresión instrumental —agresión llevada a cabo principalmente para lograr otras
metas aparte de dañar a la víctima—, metas como el control de recursos valiosos
o ser elogiados por otros por hacerse el «duro».
Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
patrón de conducta tipo A:
patrón que consiste
principalmente en altos niveles
de competitividad, apremio de
tiempo y hostilidad.
patrón de conducta tipo B:
patrón que consiste en la
ausencia de las características
asociadas con el patrón de
conducta tipo A.
agresión hostil: agresión en la
que el objetivo principal es
infligir algún tipo de daño a la
víctima.
agresión instrumental:
agresión en la que la meta
principal no es dañar a la
víctima, sino lograr alguna otra
meta, como el acceso a recursos
valiosos.
463
FIGURA 11.10
Personalidad y agresión.
¿Algunas personas están
activadas para la agresión por su
propia personalidad? Los
hallazgos de las investigaciones
concuerdan con esta tira cómica
al sugerir que eso es así.
[FUENTE: © COLECCIÓN THE NEW
YORKER 1999 GAHAN WILSON DE
CARTOONBANK.COM. TODOS LOS
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PERCIBIR INTENCIONES MALVADAS EN OTROS: SESGOS DE ATRIBUCIÓN HOSTILES.
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sesgo de atribución hostil:
tendencia a percibir intenciones
o motivos hostiles en las
acciones de los demás, cuando
estas acciones son ambiguas.
464
Suponte que mientras estás en el supermercado, otra persona que también está
de compras te golpea con su carrito y luego te grita molesta que te quites de su
camino. En este caso, sería muy claro que sus acciones fueron hechas a propósito: éstas provienen de intenciones hostiles. Pero qué tal si después de golpearte te dice «oh, lo siento. Por favor discúlpeme». Si parece que realmente lo
lamenta, hay muchas posibilidades de que no te molestes y de que no intentes
vengarte de esa persona. Esto es debido a que nuestras atribuciones sobre las causas de la conducta de los demás juegan un papel importante en la agresión, tal
como lo hacen en muchas otras formas de conducta social (véase nuestra discusión de este tema en el Capítulo 2). ¿Y que tal si esa persona murmura «oh,
lo siento», pero al mismo tiempo tiene una mirada maliciosa en su cara? En
ambos casos, tus acciones dependerían fuertemente de tus atribuciones sobre su
conducta: si atribuyes el hecho de golpearte con su carrito a intenciones hostiles, te molestarías, pero si decides creerle, puede que como respuesta, simplemente te marches.
El hecho de que las atribuciones jueguen un papel importante en nuestras reacciones a la conducta de los demás, y especialmente a las provocaciones aparentes,
es el punto de partida para otra característica personal importante que influye en
la agresión: el sesgo de atribución hostil (por ejemplo, Dodge et al., 1986). Este término se refiere a la tendencia a percibir intenciones o motivos hostiles en las acciones de los demás cuando estas acciones son ambiguas. En otras palabras, las
personas con un nivel alto de sesgo de atribución hostil rara vez dan a los demás
el beneficio de la duda, simplemente asumen que cualquier acción provocadora de
los demás es intencional y reaccionan en consecuencia. Los resultados de muchos
estudios apoyan el impacto potencial de este factor (por ejemplo, Dodge y Coie,
1987), lo que parece indicar que hay otro importante factor personal (diferencia individual) en el surgimiento de la agresión.
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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NARCISISMO, AMENAZA AL EGO Y AGRESIÓN: LOS PELIGROS DE QUERER SER SUPERIOR. ¿Conoces la historia de Narciso? Él era un personaje de la mitología griega
que se enamoró de su propio reflejo en el agua y se ahogó tratando de cogerlo
con la mano. Su nombre se conoce ahora como sinónimo de amor excesivo a uno
mismo (tener una visión muy inflada de nuestras virtudes o logros). Los hallazgos de las investigaciones indican que este rasgo puede estar relacionado con
la agresión de forma importante. Específicamente, los estudios de Bushman y
Baumeister (1998) sugieren que las personas con un nivel alto de narcisismo
(alguien que está de acuerdo con ítems como «si yo gobernara el mundo éste
sería un lugar mucho mejor» y «yo soy más capaz que otras personas») reaccionan con niveles excepcionalmente altos de agresión ante los desaires de los
demás (porque amenazan su inflada autoimagen). ¿Por qué? quizás porque estas
personas tienen dudas desagradables sobre la medida de sus inflados egos y por
eso reaccionan con una ira intensa hacia cualquiera que amenace con debilitárselos.
Estos hallazgos tienen implicaciones importantes porque actualmente
muchas escuelas en Estados Unidos se centran en la formación de una alta autoestima entre sus estudiantes. Hasta cierto punto, esto de hecho puede ser beneficioso, pero si estas tácticas de formación de la estima se llevan demasiado lejos
y producen niños cuyas opiniones de sí mismos sean irrealmente altas (es decir,
narcisista), el resultado puede ser en realidad un incremento en el potencial para
la violencia. Claramente, esta es una posibilidad que vale la pena estudiar más a
fondo.
DIFERENCIAS DE GÉNERO EN LA AGRESIÓN: ¿EXISTEN? ¿Los hombres son más agresivos
que las mujeres? El folklore sugiere que sí, y los hallazgos de las investigaciones
sugieren que, en este caso, la observación informal es correcta: cuando se les pregunta si alguna vez han llevado a cabo alguna de un amplio rango de acciones agresivas, los hombres manifiestan una incidencia más alta de muchas conductas
agresivas que las mujeres (Harris, 1994, 1996). Sin embargo, en un examen más detallado, el panorama de las diferencias de género en la agresión se torna más complejo.
Por un lado, los hombres generalmente tienen más probabilidades que las mujeres
tanto de llevar a cabo acciones agresivas como de servir de blanco de esas conductas
(Bogard, 1990; Harris, 1992, 1994; Walker, Richardson y Green, 2000). Además, estas
diferencias parecen mantenerse a lo largo de toda la vida, ocurriendo incluso entre
personas de setenta y ochenta años de edad (Walker, Richardson y Green, 2000). Sin
embargo, por el otro lado, el tamaño de estas diferencias parece variar mucho de
una situación a otra.
Primero, las diferencias de género en la agresión son mucho mayores en ausencia de provocación que en su presencia. En otras palabras, los hombres tienen significativamente más probabilidades que las mujeres de agredir a otros cuando estas
personas no los han provocado de ninguna manera (Betancourt y Miller, 1996). En
situaciones en las que la provocación está presente, y especialmente cuando es
intensa, las mujeres pueden ser tan agresivas como los hombres.
Segundo, el tamaño, e incluso la dirección, de las diferencias de género en la
agresión, parece variar mucho dependiendo del tipo de agresión de que se trate.
Los hallazgos de las investigaciones indican que los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de llevar a cabo varias formas de agresión directa, acciones que están dirigidas directamente al blanco y que claramente provienen del
agresor (por ejemplo, ataques físicos, empujar, hacer caer a alguien, lanzar algo
a otra persona, gritar, hacer comentarios insultantes; Björkqvist, Österman y HjeltBäck, 1994). Sin embargo, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de llevar a cabo varias formas de agresión indirecta, acciones que permiten
al agresor ocultar su identidad a la víctima, y que en algunos casos, hacen difícil
que la víctima sepa que ha sido objeto de algún daño intencional. Estas acciones
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Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
465
incluyen esparcir rumores malintencionados acerca de la persona-objetivo, cotillear a las espaldas de esa persona, decir a los demás que no se relacionen con la
víctima escogida, inventar historias para meter en problemas a la víctima, y así
sucesivamente. Los hallazgos de las investigaciones indican que las diferencias
de género, en lo que se refiere a la agresión indirecta, están presentes entre niños
de tan solo ocho años de edad, las cuales se van incrementando hasta la edad de
quince años (Björkqvist, Lagerspetz y Kaukiainen, 1992; Österman et al., 1998)
y parecen persistir hasta la adultez también (Björkqvist, Österman y Hjelt-Bäck,
1994; Green, Richardson y Lago, 1996). Además, estas diferencias han sido observadas en varios países diferentes —Finlandia, Suecia, Polonia, Italia y Australia—
(Österman et al., 1998; Owens, Shute y Slee, 2000), así que parecen tener un
alcance muy amplio.
Antes de concluir esta discusión, debemos mencionar un último punto: los hombres y las mujeres también difieren considerablemente con respecto a otro tipo de
agresión, la coacción sexual. Esta conducta implica palabras y acciones pensadas
para vencer las objeciones de otra persona a tener relaciones sexuales, las cuales pueden variar desde tácticas verbales como falsas promesas de amor, hasta amenazas
de dañar y la fuerza física real (véase Figura 11.11). Como mencionamos anteriormente, los hombres tienen muchas más probabilidades de llevar a cabo este tipo
de conducta que las mujeres (por ejemplo, Mussweiler y Forster, 2000). Además,
los hallazgos reportados por Hogben y sus colegas (Hogben et al., 2001) indican que
esta diferencia puede provenir, al menos en parte, de la mayor aceptación de los
hombres en contraposición a las mujeres, de la idea de que la agresión es una forma
de comportamiento legítima y aceptable. Específicamente, Hogben y asociados
(2001) encontraron que mientras los hombres más apoyaban esta creencia, mayor
era su tendencia a tomar parte en la coacción sexual; por el contrario, esto no ocurrió en el caso de las mujeres.
En resumen, existen diferencias de género con respecto a la agresión, y pueden
ser sustanciales en algunos contextos, pero en general, la naturaleza de estas diferencias es mucho más compleja de lo que sugiere el sentido común.
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FIGURA 11.11
Coacción sexual: una forma
de agresión relacionada con
el género.
Existen grandes diferencias de
género con respecto a una
forma de agresión: la coacción
sexual. Los hombres tienen
muchas más probabilidades de
llevar a cabo este tipo de
comportamiento que las
mujeres.
■
466
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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P U N TO S C L AV E
■
■
■
■
⡤
Las personas que muestran el patrón de conducta tipo A son más irritables y agresivas
que las que muestran el patrón de conducta tipo B.
Los individuos con un alto nivel de sesgo de atribución hostil atribuyen las acciones de
otros a intenciones hostiles. Como consecuencia, son más agresivos que las personas
con un bajo nivel de esta característica.
Las personas con un alto nivel de narcisismo tienen una visión muy inflada de su propia valía. Ellos reaccionan con niveles excepcionalmente altos de agresión a las palabras
de otros que amenacen sus inflados egos.
En general, los hombres son más agresivos que las mujeres, pero esta diferencia disminuye
ante una fuerte provocación. Los hombres tienen más probabilidades de utilizar formas
directas de agresión, y las mujeres de utilizar formas indirectas de agresión. Los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de tomar parte en una coacción sexual.
Determinantes situacionales de la agresión: los efectos
de las altas temperaturas y el consumo de alcohol
La agresión se ve fuertemente influida por los factores sociales y las
características personales, pero también se ve afectada por factores relacionados con
la situación o el contexto donde ésta ocurre, incluyendo el grado en que la agresión
se considera aceptable en una cultura dada (por ejemplo, Cohen et al., 1996). Aquí examinaremos dos de los muchos factores situacionales que pueden influir en la agresión: las altas temperaturas y el alcohol. La investigación sobre el primero de estos
temas se ha mantenido durante muchos años y proporciona una clara ilustración de
cómo los psicólogos sociales progresan en la comprensión de temas complejos, así
que lo examinaremos en la sección psicología social: treinta años de progreso.
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ALCOHOL Y AGRESIÓN: UNA MEZCLA POTENCIALMENTE PELIGROSA. Se cree ampliamente
que al menos algunas personas se tornan más agresivas cuando consumen alcohol.
Esta idea está apoyada por el hecho de que los bares y clubes nocturnos son con frecuencia escenarios de violencia. Sin embargo, aunque ciertamente en estos lugares
se consume alcohol, hay otros factores que pueden ser responsables de las peleas, o
peor, de que estallen a menudo: la competencia por parejas deseables, el apiñamiento
(que lleva a las personas a empujarse unos a otros) e incluso el humo de los cigarrillos, el cual irrita a algunas personas (Zillmann, Baron y Tamborini, 1981). ¿Revela
la investigación sistemática un posible vínculo entre el alcohol y la agresión? De forma
interesante, tiende a confirmar la existencia de un vínculo alcohol-agresión. En varios
experimentos se ha encontrado que los participantes que consumían dosis sustanciales
de alcohol (lo suficiente como para considerarlos legalmente borrachos) se comportaban de forma más agresiva y respondían a las provocaciones de manera más fuerte
que aquellos que no consumían alcohol (por ejemplo, Bushman y Cooper, 1990; Gustafson, 1990). (Es importante resaltar que a los participantes en estas investigaciones
siempre se les advertía con anterioridad que podían recibir bebidas alcohólicas, y sólo
aquellos que accedían a este procedimiento realmente participaban.) Un interesante
estudio realizado por Pihl, Lau y Assad (1997) ilustra estos efectos muy claramente.
Estos investigadores les dieron a beber a jóvenes voluntarios de sexo masculino
bebidas que contenían dosis sustanciales de alcohol (1 ml por kilogramo de peso
corporal) o que no contenían alcohol. Luego, los voluntarios compitieron con un
oponente ficticio en una tarea de tiempo de reacción competitiva, en la cual podían
establecer el nivel de choque que recibiría su oponente en cada ensayo si perdía en
el juego (es decir, respondía más lentamente que como lo hicieron en ese ensayo).
Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
467
R
TA A
Ñ
O
O
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S
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO
S
E
A
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D
6
E
E
P R
O G R
E S T U D I O D E L C A L O R Y L A AG R E S I Ó N : D E L L A B O R ATO R I O
A L O S R E G I S T RO S P O L I C I A L E S D E A S A LTO S
l calor de la ira. Hirviendo de
rabia.Temperamento caliente.
Frases como éstas sugieren
que bien puede haber un vínculo entre la
temperatura y la agresión humana. De
hecho, muchas personas indican que a
menudo se sienten especialmente irritables y de mal humor durante los días cálidos y húmedos. ¿Realmente hay un
vínculo entre el clima y la agresión
humana? Los psicólogos sociales han
estado estudiando este asunto a lo largo
de tres décadas, y durante este tiempo, los
métodos que se han utilizado y los resultados que han obtenido se han vuelto
cada vez más sofisticados. (Por cierto, la
respuesta más actual a la pregunta
planteada es sí, el calor sí aumenta la agresión, pero sólo hasta cierto punto. A partir
de cierto nivel, la agresión puede de
hecho disminuir a medida que la temperatura aumenta, debido a que las personas se sienten tan incómodas y
fatigadas que es menos probable que
lleven a cabo una agresión abierta.)
Veamos cómo los psicólogos sociales han
intentado estudiar este asunto complejo.
En realidad, yo (RAB) conduje algunos
de los estudios originales sobre este tema
a inicios de los años setenta (Baron,
1972a; Baron y Lawton, 1972). En aquel
momento, hubo dos factores que me llevaron a realizar estudios sobre el tema
«calor y agresión». Primero, yo era profesor en la University of South Carolina, y
siendo del norte, yo nunca había experimentado antes ese calor implacable, y
comencé a preguntarme si éste estaba
afectando mi comportamiento, si me
hacía irritable y malhumorado. Segundo,
habían ocurrido recientemente una serie
de espantosos disturbios en diferentes ciudades de Estados Unidos, la mayoría de
los cuales habían ocurrido durante los
meses de verano. Me preguntaba, ¿las altas
temperaturas jugaron un papel en estos
eventos?
Estas especulaciones me llevaron a
realizar un estudio de laboratorio inicial en
el que los participantes tomaron parte en
una versión modificada del procedimiento
profesor-aprendiz ideado por Buss. En
este estudio (Baron, 1972a) los participantes primero fueron provocados por
insultos de un asistente de investigación,
o no provocados, y luego, se les dio la
oportunidad de agredir a esta persona
por medio de la máquina de la agresión.
Además, variamos las temperaturas en las
salas experimentales. En una condición, el
aire acondicionado estaba encendido, así
que las salas estaban confortablemente
frescas (entre 21 y 22 grados centígrados).
En la otra condición, apagamos el aire
acondicionado y abrimos las ventanas,
esto subió la temperatura por encima de
los 35 grados centígrados, la típica temperatura al aire libre entre junio y septiembre en Columbia, South Carolina. Los
resultados fueron claros y sorprendentes:
las altas temperaturas redujeron la agresión
tanto en las personas provocadas como
en las no provocadas.
Estos resultados inesperados me llevaron a considerar la posibilidad de que quizás el calor incrementaba la agresión, pero
sólo hasta cierto punto; más allá de cierto
nivel, las personas se sienten tan incómodas que no tienen energía para agredir o
para cualquier otro tipo de actividad vigorosa. Para probar esta hipótesis, conocida
como modelo de escape del afecto negativo,
Paul Bell y yo realizamos una serie de estudios en los cuales variamos la temperatura
a lo largo de un rango más amplio (Baron
y Bell, 1975; Bell y Baron, 1976). Los resultados: la agresión aumentó a medida que la
temperatura aumentaba hasta los 30 grados centígrados, pero luego disminuyó a
temperaturas más altas, es decir, parece que
el calor sí incrementa la agresión, pero sólo
hasta un punto.
En ese momento, otros psicólogos
sociales comenzaron a interesarse en este
tema y rápidamente señalaron un punto
muy importante acerca de mi investigación: ésta se realizó en el laboratorio bajo
condiciones controladas y artificiales, ¿el
vínculo entre el calor y la agresión se
encontrará en el mundo real también?
Para averiguarlo, otros investigadores
adoptaron procedimientos muy diferentes en sus estudios (por ejemplo, Anderson, 1989a; Anderson y Anderson, 1996;
Bell, 1992). Específicamente, examinaron
registros a largo plazo de las temperaturas y los registros policiales de diversos
crímenes agresivos, para determinar si la
frecuencia de dichos crímenes aumentaba
con el aumento de las temperaturas. Por
ejemplo, considera un estudio conducido
cuidadosamente por Anderson, Bushman
y Groom (1997).
Estos investigadores recolectaron las
temperaturas promedio anuales de
50 ciudades en Estados Unidos a lo largo
de un periodo de 45 años (1950-1995).
Además, obtuvieron información de la
tasa tanto de crímenes violentos (asalto
agravado, homicidio) como de crímenes
contra la propiedad (robo en una casa,
robo de coche), así como de otro crimen
que a menudo es visto como de naturaleza principalmente agresiva: la violación.
Luego, realizaron análisis para determinar
si la temperatura estaba relacionada con
estos crímenes. Los resultados indicaron
que los años más calientes sí dieron lugar
a tasas más altas de crímenes violentos,
pero que no dieron lugar a incrementos
en los crímenes contra la propiedad o en
la violación. Esto ocurrió así incluso
cuando se eliminaba el efecto de muchas
otras variables que también podían
influir en los crímenes agresivos (por
ejemplo, pobreza, distribución de edad de
la población). Estos hallazgos y los de estudios relacionados (por ejemplo,Anderson,
Anderson y Deuser, 1996), sugieren que
el calor sí está relacionado con la agresión,
y tal como plantean Anderson, Bushman
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468
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
www.ablongman.com/baronbyrne
y Groom (1997), estos resultados tienen
implicaciones muy serias, ya que si el
calentamiento global realmente tiene lugar
en los próximos años, esto puede conducir a un aumento de la violencia, algo de
lo que nuestra especie claramente puede
prescindir.
Aunque los sofisticados estudios de
campo como aquellos realizados por
Anderson y sus colegas, indican la existencia de un vínculo significativo entre las
altas temperaturas y la agresión, no resuelven una pregunta clave: ¿esta relación
calor-agresión tiene algún límite? En
otras palabras, ¿la agresión aumenta con el
calor indefinidamente, o sólo hasta cierto
punto, a partir del cual la agresión disminuye a medida que la temperatura continúa aumentando? Como debes recordar,
este es el patrón descubierto en los estudios de laboratorio iniciales sobre este
tema.
Estudios recientes realizados por Rotton y Cohn (Cohn y Rotton, 1997; Rotton
y Cohn, 2000) han ayudado a resolver
este asunto. Estos investigadores plantearon que si el modelo de escape del
afecto negativo era correcto, la relación
entre calor y agresión debía ser más
fuerte en las horas de la tarde, cuando las
temperaturas están por debajo de su
punto más alto, que al mediodía. En otras
palabras, un análisis más detallado revelaría una relación curvilínea entre el calor y
la agresión durante el día, pero una de
tipo lineal durante la noche. Esto también
ocurriría porque las personas suelen salir
de casa durante las noches calientes y por
ello es más probable que entren en contacto con personas peligrosas que
podrían asaltarlas. Para probar estas
hipótesis, Rotton y Cohn examinaron los
registros de ataques físicos durante un
periodo de dos años en dos ciudades
diferentes de Estados Unidos, Dallas y
Minneapolis. En estas ciudades los rangos
de temperaturas contrastan de forma
puedes ver en la Figura 11.12, cuando los
asaltos se relacionaron con la temperatura
para cada segmento de tres horas del día,
la relación entre el calor y la agresión era
fuertemente curvilínea. Por el contrario,
cuando los datos se combinaron para
todas las horas del día, la relación aparentaba ser de naturaleza lineal.
En resumen, las investigaciones sobre
los efectos del calor en la agresión (algunas veces conocido como el «efecto de
un largo y cálido verano») han avanzado
marcada, Dallas tiene días mucho más cálidos y es una cantidad mucho mayor que
Minneapolis, así que tener los datos de
estas dos ciudades aumentaba la generalización de los resultados. Se obtuvieron
los registros, tanto de los ataques como
de las temperaturas, por cada periodo de
tres horas del día. Los resultados en
ambas ciudades fueron similares: la relación entre el calor y la agresión efectivamente fue lineal durante la noche y
curvilínea durante el día. De hecho, como
A medida que la temperatura se incrementaba,
los asaltos aumentaron hasta cierto punto, a
partir de allí, los asaltos disminuyeron mientras
la temperatura continuaba aumentando
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3,8
3,5
3,4
Asaltos
3,2
2,7
2,6
2,5
1,8
1,5
– 4 ºC
7 ºC
30 ºC
18 ºC
Temperatura
35 ºC
38 ºC
FIGURA 11.12
Calor y agresión: evidencia de que la relación
entre ellos es curvilínea.
En dos grandes ciudades de Estados Unidos, la incidencia de asaltos
violentos aumentó con el incremento de las temperaturas, pero sólo
hasta cierto punto, a partir de allí, a medida que la temperatura seguía
aumentando, la incidencia de los asaltos en efecto disminuyó.
Estos hallazgos sugieren que la relación entre calor y agresión puede ser
de naturaleza curvilínea.
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE ROTTON & COHN, 2000.]
■
(continúa)
Determinantes de la agresión humana: sociales, personales, situacionales
469
6
PSICOLOGÍA SOCIAL: TREINTA AÑOS DE PROGRESO ( C O N T I N U AC I Ó N )
desde estudios de laboratorio bien
hechos, pero limitados, hasta sofisticados
estudios de campo centrados en registros
a largo plazo tanto del clima como de los
actos de violencia. Los métodos utilizados
acercan mucho más a la completa comprensión de cómo un aspecto importante
del mundo físico influye en nuestro comportamiento. Según mi opinión, estamos
ante un verdadero progreso científico.
en estos estudios más recientes son
mucho más sofisticados y complejos que
aquellos que yo (RAB) utilicé en mis primeros estudios de laboratorio, y yo debería ser el primero en afirmar que nos
En respuesta, su oponente podía establecer los choques que los participantes recibirían si ellos perdían. Durante la tarea de tiempo de reacción, los participantes fueron expuestos o a una fuerte provocación (su oponente establecía que recibieran
choques cada vez más fuertes) o a una baja provocación (su oponente establecía choques muy bajos).
Antes del inicio del estudio, los participantes completaron un cuestionario y una
entrevista diseñados para determinar si tenían un nivel alto o bajo en la tendencia
a comportarse agresivamente. Se predijo que frente a una alta provocación, aquellos
con un nivel alto de tendencias agresivas (altos agresores) serían más agresivos al margen de si habían consumido alcohol. Sin embargo, como se muestra en la
Figura 11.13, este no fue el caso, aunque las personas con una fuerte tendencia a comportarse agresivamente fueron de hecho más agresivos que los bajos agresores cuando
ambos grupos estaban sobrios, esta diferencia despareció después de consumir alcohol. Los altos agresores se tornaron un poco menos agresivos cuando estaban borrachos, mientras que los bajos agresores se tornaron significativamente más agresivos.
Estos hallazgos y los de muchos otros estudios (por ejemplo, Gantner y Taylor, 1992),
sugieren que el alcohol sí puede ser un factor situacional que contribuye a la ocurrencia de la agresión, y que estos efectos pueden ser especialmente fuertes para
las personas que normalmente no son agresivas (personas con una baja tendencia
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Los bajos agresores
se tornan más
agresivos cuando
están borrachos
FIGURA 11.13
[FUENTE: BASADO EN DATOS DE
PIHL, LAU & ASSAD, 1997.]
5,5
4,9
5
Agresión
Los efectos del alcohol en la
agresión: evidencia empírica.
Los individuos con tendencias
relativamente débiles a agredir
(bajos agresores) se tornan más
agresivos cuando están
borrachos. Por el contrario, los
individuos con fuertes tendencias
agresivas se tornan un poco
menos agresivos cuando están
borrachos.
Los altos agresores
muestran un ligero
descenso en la agresión
cuando están borrachos
4,5
4,2
4,4
4
3,5
3,2
Sobrio
Borracho
3
2,5
Bajos agresores
Altos agresores
■
470
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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a agredir). (Para una visión general de los muchos factores que juegan un papel en
la agresión humana, por favor véase la sección ¡Ideas para llevar contigo y utilizar!)
P U N TO S C L AV E
■
■
⡤
Las altas temperaturas tienden a incrementar la agresión, pero sólo hasta cierto punto.
A partir de cierto nivel, la agresión disminuye a medida que la temperatura aumenta.
Consumir alcohol puede incrementar la agresión —especialmente, según parece, en individuos que normalmente muestran bajos niveles de agresión.
Agresión en las relaciones a largo plazo:
bullying y violencia en el lugar de trabajo
QL
os reportes de casos de personas que fueron atacadas por completos
extraños son inquietantes. Sin embargo, aún más perturbadoras
son las situaciones en donde las personas son dañadas por otros
que conocen o con los cuales tienen relaciones a largo plazo (miembros de la familia, compañeros de clase, compañeros de trabajo). Aunque esta agresión puede tomar
muchas formas diferentes, aquí nos centraremos en dos temas importantes: el bullying (por ejemplo, Ireland y Ireland, 2000; Smith y Brain, 2000) y la violencia en el
lugar de trabajo (Baron y Neuman, 1999; Baron, Neuman y Geddes, 1999).
Bullying: escoger a otros para abusar
de ellos sistemáticamente
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¿Recuerdas a Joel, el adolescente de mi vecindario de quien se burlaban y a quien humillaban constantemente mis otros amigos, y a menudo, yo
mismo? Claramente, él era el blanco de bullying en nuestro grupo; él era el blanco
de una agresión sistemática en un contexto en el cual tenía menos poder o prestigio
que las personas que lo agredían —los otros miembros del grupo (Olweus, 1993)—.
A pesar de que no era más pequeño o más débil que el resto de nosotros [las víctimas
de los acosadores (bullies) a menudo lo son], era de alguna forma menos capaz de
defenderse a sí mismo y terminar con nuestro acoso (bullying), y por lo tanto, se
transformaba en el blanco de ataques implacables. Aunque el bullying ha sido estudiado principalmente como algo que ocurre entre niños y adolescentes, también
es común en otros contextos, como lugares de trabajo y prisiones. De hecho, hallazgos recientes indican que el 50 por ciento de las personas en prisión están expuestas a uno o más episodios de bullying cada semana (Ireland y Ireland, 2000). Sin
embargo, como la mayoría de las investigaciones se han centrado en el bullying
entre los niños, aquí nos centraremos en esos trabajos. En estas investigaciones, se
han considerado dos preguntas básicas: (1) ¿cuáles son las características de los acosadores y las víctimas?, en otras palabras, ¿por qué algunas personas se vuelven acosadores y otras víctimas, mientras hay otras que no se ven involucradas en el
bullying?; y (2) ¿qué pasos pueden tomarse para reducir o evitar el bullying?
LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS ACOSADORES Y LAS VÍCTIMAS. Quizás deberíamos
comenzar con dos hechos básicos. Primero, las investigaciones sobre bullying indican que relativamente pocos niños son sólo víctimas o sólo acosadores; en lugar
de eso, la mayoría juega ambos roles: acosan a unos y son acosados, a su vez, por
otros (por ejemplo, véase Figura 11.14; Vermande et al., 2000). Segundo, el bullying
Agresión en las relaciones a largo plazo: bullying y violencia en el lugar de trabajo
bullying: patrón de conducta en
donde se escoge a un individuo
como blanco de una agresión
sistemática por parte de una o
más personas. La personaobjetivo (la víctima)
generalmente tiene menos poder
que aquellos que llevan a cabo la
agresión (los acosadores).
471
FIGURA 11.14
Bullying: demasiado común
en muchas escuelas.
El bullying —ataques sistemáticos
de una o más personas en
contra de una persona-objetivo
que es más débil o menos
poderosa— es muy común
entre los niños. Los hallazgos de
las investigaciones indican que
éste puede tener efectos
devastadores sobre las víctimas, y
sobre los acosadores también.
■
parece ser común en todo el mundo, de hecho, en el momento en que yo (RAB)
escribía estas palabras, estaba viviendo en Francia donde estaba como profesor visitante en la Université des Sciences in Toulouse, y casi todas las noches, en el noticiero mostraban la preocupación reciente por el bullying y otras formas de violencia
en las escuelas públicas en Francia. Entonces, no es sorprendente que la investigación sobre este tema haya sido de alcance verdaderamente internacional y haya
examinado la existencia del bullying en muchas culturas diferentes.
Ahora, regresando a la pregunta central, ¿qué han descubierto específicamente
las investigaciones acerca del bullying sobre las características de los acosadores
y sus víctimas? Primero, difieren en sus percepciones del mundo social. Por ejemplo, los acosadores tienden a percibir que los demás actúan de la manera que lo
hacen porque son ese tipo de personas o porque tenían la intención de actuar de la
manera que lo hicieron (Smorti y Ciucci, 2000). Por el contrario, las víctimas tienden a percibir que los demás actúan de la manera que lo hacen porque están respondiendo, al menos en parte, a eventos o condiciones externas, incluyendo cómo
los demás los han tratado a ellos. Lo que esto implica es que los acosadores pueden
tener más probabilidades que las víctimas de caer presa del sesgo de atribución hostil descrito anteriormente en este capítulo, es decir, en cierto modo, ellos atacan
a otros de manera sistemática porque los perciben como potencialmente peligrosos, y desean dominar a esos oponentes de antemano.
Otros hallazgos adicionales indican que mientras los acosadores y las víctimas
no son fáciles de diferenciar en términos de características específicas, los chicos
que juegan ambos roles (acosador/víctima) sí se diferencian de los que no se involucran en el bullying. Estos acosadores/víctimas tienen una autoestima más baja,
una creencia más baja de que pueden controlar sus propios resultados y un maquiavelismo más alto —tendencia a adoptar un estilo despiadado y manipulador al tratar con otras personas— (por ejemplo, Mynard y Joseph, 1997; Andreou, 2000).
Como lo expuso un investigador (Andreou, 2000, p. 54), «Estos chicos creen que
viven en un mundo en el que pueden ser acosadores o víctimas, y escogen ser ambos
para ser consistentes con su baja autoestima y con su estrategia maquiavélica para
tratar con otras personas.»
Finalmente, debemos resaltar que los acosadores y los acosadores/víctimas parecen ser menos efectivos que otros chicos a la hora de afrontar el estrés, especialmente cuando se les compara con los que no se involucran en el bullying. Los
acosadores y los acosadores/víctimas tienen más probabilidades de responder al
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472
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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estrés con agresión (arremeter contra alguien física o verbalmente) o llevando a cabo
conductas autodestructivas (hacer algo peligroso, fumar, tomar drogas). Por el contrario, los chicos que no se involucran en el bullying tienen más probabilidades de
reaccionar al estrés de forma más adaptativa, por ejemplo, distrayéndose (alejando
sus mentes del estrés dedicándose a algún hobby o haciendo ejercicio). En general,
parece justo decir que los chicos que se vuelven acosadores o acosadores/víctimas
tienen una visión del mundo más negativa que los otros chicos y muestran unas
características personales que pueden interferir con su felicidad y adaptación.
REDUCIR LA EXISTENCIA DEL BULLYING: ALGUNOS PASOS POSITIVOS. El bullying puede
tener efectos devastadores para sus víctimas, tal como yo (RAB) descubrí hace
muchos años mientras escuchaba a mi amigo Joel. De hecho, ha habido varios casos
de niños acosados sistemática y brutalmente por sus compañeros de clase, que se
han suicidado (O’Moore, 2000). Estos casos preocupantes conducen a la siguiente pregunta: ¿Qué se puede hacer para reducir e incluso eliminar el bullying? Se han
realizado muchos proyectos de investigación para averiguarlo, en algunos de los cuales ha estado involucrado todo el sistema escolar de varios países, y los resultados
han sido moderadamente alentadores.
Primero, parece que los mismos estudiantes pueden ser muy efectivos a la hora
de reducir el bullying. La incidencia de esta conducta puede reducirse sustancialmente, si se entrena a los niños para intervenir cuando tiene lugar el bullying,
en vez de simplemente mantenerse al margen (por ejemplo, Cowei, 2000). Sin
embargo, parece que las niñas están más dispuestas a intervenir que los niños, quienes tienden a percibir el bullying como parte de lo que es ser masculinos: los «verdaderos» chicos pueden tanto aguantarlo como infligirlo. Por lo tanto, pueden ser
necesarios esfuerzos adicionales para inducir a los niños, así como a las niñas, a
intervenir cuando tiene lugar el bullying.
Los maestros también pueden jugar un rol muy útil en la reducción del bullying.
Un proyecto reciente realizado en Irlanda (O’Moore, 2000) indica que los maestros
a menudo no comprenden del todo la importancia de la baja autoestima en el bullying, de manera que los programas diseñados para llamar la atención de los maestros sobre este punto pueden ser muy útiles. Una vez que entienden que tanto los
acosadores como las víctimas sufren de baja autoestima, los maestros pueden tomar
medidas para aumentar los sentimientos de autovalía de los niños, y esto a su vez
puede ser un paso inicial muy útil hacia la reducción del bullying.
Otros proyectos llevados a cabo en Holanda (por ejemplo, Limper, 2000) y en
Noruega (por ejemplo, Roland, 2000) lograron la colaboración de los padres, a través de las asociaciones de padres, y la ayuda de expertos externos como psicólogos
y profesores, para reducir el bullying. En estos programas, se hicieron esfuerzos para
cambiar todo el ambiente escolar de manera que fuera claro para estudiantes, maestros y padres que el bullying no es una parte normal del crecimiento y que no debe
tolerarse. Por ejemplo, en Holanda, se hizo énfasis en los siguientes puntos:
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1.
2.
3.
4.
El bullying debe ser visto como un problema por todas las partes involucradas: maestros, padres y estudiantes.
Si el bullying ocurre, los maestros deben llamar la atención hacia él y tomar
una postura inequívoca en su contra.
A los estudiantes deben proporcionárseles medios directos para tratar con el
bullying, se les debe decir de manera precisa qué hacer y a quién dirigirse
cuando éste ocurra.
Si un maestro o escuela se niega a tratar el problema, entonces se le debe
pedir ayuda a un experto externo.
Los efectos de los programas que enfatizan estos pasos son alentadores y sugieren
que cuando se toman acciones conjuntas, el bullying puede de hecho reducirse.
Agresión en las relaciones a largo plazo: bullying y violencia en el lugar de trabajo
473
Violencia en el lugar de trabajo
Ciudad de la Industria, California. Un trabajador postal se acerca a su jefe, saca
una pistola de una bolsa de papel y lo mata a tiros, el más reciente incidente en un incremento
alarmante de la violencia en el lugar de trabajo. (Los Angeles Times, 18 de julio, 1995.)
Portland, Oregon. Un hombre acusado de disparar a dos personas y de tomar a cuatro personas más como rehenes en un edificio de oficinas comparece ante el tribunal este viernes...
La Policía dijo inicialmente que Rancor trató de matar a una mujer que trabajaba en estas oficinas por haberlo despedido... pero los investigadores dijeron el viernes que Rancor tenía problemas con la autoridad en general. (Associated Press, 1996.)
Las noticias de incidentes como éstos han aparecido con una frecuencia alarmante en los últimos años, y parecen reflejar una creciente oleada de violencia en
los lugares de trabajo. De hecho, más de 800 personas al año son asesinadas en su
trabajo sólo en Estados Unidos (National Institute for Occupational Safety and
Health [Instituto Nacional para la Seguridad y la Salud en el Trabajo], 1993). A
pesar de que estas estadísticas parecen sugerir que los lugares de trabajo se están
transformando en lugares verdaderamente peligrosos donde empleados disgustados se atacan con frecuencia o incluso se disparan entre sí, hay que tomar en cuenta
dos hechos detenidamente: (1) La gran mayoría de la violencia que ocurre en los
ambientes de trabajo es llevada a cabo por desconocidos, personas que no trabajan
allí pero que entran al lugar de trabajo para cometer robos u otros crímenes (véase
Figura 11.15), y (2) las encuestas indican que las amenazas de daño físico o los daños
reales en los ambientes de trabajo son en realidad muy raros, de hecho, las posibilidades de ser asesinado en el trabajo (por desconocidos y compañeros de trabajo
en conjunto) son algo así como 1 entre 450.000 (aunque es considerablemente más
alto en algunas ocupaciones de alto riesgo, como conducir un taxi o ser policía; Leonard y Sloboda, 1996).
En resumen, hay evidencia creciente que sugiere que aunque la violencia en el
lugar de trabajo es ciertamente un tema importante digno de un estudio cuidadoso,
es relativamente raro y es, de hecho, sólo la punta dramática de un problema mucho
más grande, como lo es la agresión en el lugar de trabajo —cualquier forma de comportamiento a través del cual los individuos buscan dañar a otros en su lugar de
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Agresión en el lugar de
trabajo: cualquier forma de
comportamiento a través del
cual los individuos buscan dañar
a otros en su lugar de trabajo.
La mayoría de la violencia en el lugar de trabajo
es llevada a cabo por desconocidos durante
robos y otros crímenes
FIGURA 11.15
Violencia en el lugar de
trabajo: una mirada más
detallada.
Como se muestra aquí, muchos
casos de violencia en el lugar de
trabajo son llevados a cabo por
desconocidos durante robos y
otros crímenes. Muy pocos casos
incluyen ataques de un empleado
a otro.
9%
81%
[FUENTE: BARON & NEUMAN, 1996.]
6%
4%
Robos, otros crímenes
Policía en el cumplimiento
del deber
Disputas de negocios
Disputas personales
■
474
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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trabajo— (Baron y Neuman, 1996; Neuman y Baron, 1998). ¿Cómo es esa agresión?
Hay evidencia creciente que sugiere que es en gran parte de naturaleza encubierta
en lugar de abierta, es decir, al igual que la agresión indirecta, que comentamos
anteriormente, la agresión encubierta es de naturaleza relativamente sutil y le permite a los agresores dañar a otras personas y simultáneamente evitar que estas personas los identifiquen como los causantes del daño. En los lugares de trabajo se
prefiere mucho este tipo de agresión por la siguiente razón: los agresores en estos
ambientes esperan interactuar frecuentemente en el futuro con las víctimas elegidas, y el utilizar formas encubiertas de agresión reduce la probabilidad de que las
víctimas tomen represalias contra ellos.
¿Cuáles son las formas específicas de agresión que los individuos utilizan en los
lugares de trabajo? La investigación realizada por Baron, Neuman y Geddes (1999)
ofrece evidencia sobre este asunto. Estos investigadores le pidieron a casi 500 personas trabajadoras que estimaran la frecuencia en que habían experimentado personalmente un amplio rango de conductas agresivas en el trabajo. Un análisis
detallado de sus respuestas indicó que la mayoría de la agresión que ocurre en el
lugar de trabajo cae dentro de tres categorías principales:
1.
2.
3.
Expresiones de hostilidad: conductas que son de naturaleza principalmente
verbal o simbólica (por ejemplo, infravalorar las opiniones de otros, hablar
a sus espaldas).
Obstruccionismo: conductas pensadas para obstruir o impedir el rendimiento de otro (por ejemplo, no contestar a las llamadas telefónicas o notificaciones, no transmitir información necesaria, interferir en actividades
importantes para el otro).
Agresión abierta: conductas que usualmente han sido incluidas dentro de la
categoría «violencia en el lugar de trabajo» (por ejemplo, ataques físicos,
robo o destrucción de la propiedad, amenazas de violencia física).
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Otros hallazgos indican que las expresiones de hostilidad y los casos de obstruccionismo son mucho más frecuentes que los casos de agresión abierta, es decir, que
las formas de agresión encubiertas parecen ser las preferidas en la mayoría de los
lugares de trabajo.
¿Cuáles son las causas de la agresión en el lugar de trabajo? De nuevo, al igual
que la agresión en cualquier otro contexto, hay muchos factores que parecen jugar
un papel, sin embargo, uno que ha emergido una y otra vez en las investigaciones
sobre este tema es la injusticia percibida (por ejemplo, Skarlicki y Folger, 1997; Neuman y Baron, 1997). Cuando los individuos sienten que han sido tratados injustamente por otras personas en su organización, o por la organización en sí misma,
experimentan sentimientos intensos de ira y resentimiento y a menudo buscan
igualar el marcador dañando a las personas que consideran de alguna manera responsables. Además, las investigaciones en ambientes de trabajo parecen verse influidas por las normas generales de la sociedad concernientes a la aceptación o no de
ese comportamiento. Por ejemplo, en un estudio reciente, Folger y sus colegas (Folger et al., en prensa) encontraron que mientras mayor era la incidencia de la violencia en comunidades que rodean las oficinas postales de Estados Unidos, mayor
era la tasa de agresión y violencia dentro de esas oficinas. Es como si la aceptación
de la violencia en las comunidades circundantes allanara el camino para un comportamiento similar dentro de esta organización.
Hay otros factores que parecen jugar un papel en la agresión en el lugar de trabajo, los cuales se relacionan con los cambios ocurridos recientemente en muchos
lugares de trabajo: reducción de personal, despidos y el incremento en el uso de
empleados de tiempo parcial, por nombrar unos pocos. Diversos estudios indican
que mientras mayor sea el grado en que hayan ocurrido estos cambios, mayor
es la agresión en esos lugares de trabajo (por ejemplo, Baron y Neuman, 1996;
Agresión en las relaciones a largo plazo: bullying y violencia en el lugar de trabajo
475
Neuman y Baron, 1998). Estos hallazgos son sólo de naturaleza correlacional, pero
debido a que la reducción de personal, los despidos y otros cambios producen sentimientos negativos entre los empleados (por ejemplo, incrementan la ansiedad y
los sentimientos de resentimiento), es posible que estos cambios puedan contribuir
al incremento de la agresión, a través de estas reacciones. Un último punto: debido
a que estos cambios han ocurrido con una frecuencia cada vez mayor en los últimos años, es posible que la incidencia de la agresión en el lugar de trabajo, también
esté aumentando por esta razón.
En resumen, la atención de los medios de comunicación a los casos dramáticos
de violencia en el lugar de trabajo puede ser de algún modo desorientadora, ya que
aunque estas acciones realmente ocurran, son mucho menos frecuentes que los
casos más sutiles, pero aun así dañinos, de agresión en el lugar de trabajo. Y este
comportamiento, a su vez, parece verse influido por muchos de los mismos factores
que influyen en la agresión en otros contextos. Nuestra conclusión: la agresión en
el lugar de trabajo no es una forma de conducta nueva o única, sino que es simplemente una agresión que tiene lugar en un tipo de ambiente determinado. De esta
manera, los esfuerzos para entenderla y reducirla deben vincularse lo más estrechamente posible al gran cuerpo de investigaciones sobre la agresión humana, resumidas en este capítulo y en otras fuentes.
P U N TO S C L AV E
■
⡤
El bullying implica una agresión sistemática en contra de individuos que, por variadas razones, son incapaces de defenderse en contra de ese tratamiento. El bullying ocurre en
muchos contextos, incluyendo escuelas, lugares de trabajo y prisiones. Pocos niños son
sólo acosadores o víctimas, muchos juegan ambos roles. Los acosadores y las víctimas
del bullying parecen tener una menor autoestima que los niños que no están involucrados
en el bullying.
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■
La agresión en el lugar de trabajo toma muchas formas diferentes, pero generalmente es
de naturaleza encubierta y proviene de un amplio rango de factores, incluyendo las percepciones de haber sido tratados injustamente y los muchos cambios perturbadores
que han ocurrido en los lugares de trabajo en los últimos años.
La prevención y el control de la agresión:
algunas técnicas útiles
QS
i hay una idea que esperamos que recuerdes en los próximos
años, es la siguiente: la agresión no es una forma de comportamiento inevitable o inalterable. Por el contrario, debido a que
la agresión proviene de una compleja acción recíproca de eventos externos, cogniciones y características personales, ésta puede ser prevenida o reducida. De hecho,
ya hemos mencionado esto repetidas veces en nuestras discusiones sobre el bullying. En esta sección final, consideraremos varios procedimientos que cuando se
utilizan apropiadamente pueden ser efectivos para reducir la frecuencia o intensidad
de la agresión humana.
Castigo:¿una disuasión efectiva para la violencia?
En el estado de Nueva York, donde nosotros dos vivimos, un asunto
clave en una reciente elección a gobernador fue la pena capital, la pena de muerte.
476
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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Uno de los candidatos estaba fuertemente en contra de la pena capital, mientras
el otro estaba a favor. Aunque los dos candidatos tenían muchas razones para estos
dos puntos de vista opuestos, la que fue enfatizada a lo largo de la campaña electoral fue el valor potencial de la pena capital como elemento disuasorio de los crímenes violentos. Uno de los candidatos planteaba que la pena capital no disuadiría
a los criminales de llevar a cabo actos agresivos, mientras el otro planteaba que sí.
Como explicaremos más adelante, este es un asunto complejo y la evidencia relacionada con él, variada, así que no podremos resolverlo aquí. Sin embargo, lo que
podemos hacer es señalar unos pocos hechos pertinentes acerca del uso del castigo
(administrar consecuencias aversivas con el fin de disminuir algún comportamiento)
como una técnica para reducir la agresión.
Primero, debemos notar que la evidencia existente tomada como un todo sugiere
que el castigo puede tener éxito para disuadir a los individuos de llevar a cabo
muchas formas de comportamiento. Sin embargo, estos efectos no son ni automáticos ni seguros; a menos que el castigo sea administrado de acuerdo con ciertos principios básicos, puede ser totalmente inefectivo en este sentido. ¿Qué
condiciones deben cumplirse para que el castigo tenga éxito? Hay cuatro que son
las más importantes: (1) debe ser contingente, debe seguir a las acciones agresivas
tan pronto como sea posible; (2) debe ser seguro, la probabilidad de que siga a la agresión debe ser muy alta; (3) debe ser fuerte, lo suficientemente fuerte para ser altamente desagradable para los posibles receptores; y (4) debe ser percibido por los
receptores como justificado o merecido.
Desafortunadamente, como puedes ver fácilmente, estas condiciones a menudo
no están presentes en los sistemas de justicia criminal de muchas naciones. En
muchas sociedades, la administración del castigo por acciones agresivas se demora
meses o incluso años, por ejemplo, en Estados Unidos, los asesinos convictos a
menudo pasan más de una década en el corredor de la muerte, esperando su ejecución (véase Figura 11.16). Igualmente, muchos criminales evitan el arresto y la
castigo: procedimientos
consistentes en aplicar
consecuencias aversivas a los
individuos cuando llevan a cabo
acciones específicas.
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FIGURA 11.16
¿Por qué el castigo a
menudo no impide los
crímenes violentos?
En Estados Unidos y en muchos
otros países, el castigo por los
crímenes está lejos de ser rápido.
De hecho, los asesinos convictos
a menudo pasan años en el
corredor de la muerte mientras
se pelean batallas legales
concernientes a su ejecución.
Estos retrasos hacen poco
probable que la amenaza de
incluso esta forma extrema de
castigo pueda ser efectiva a la
hora de impedir futuros
crímenes.
■
La prevención y el control de la agresión: algunas técnicas útiles
477
condena, así que la seguridad del castigo es baja. La magnitud del castigo en sí
mismo varía de una ciudad, estado o incluso de un tribunal a otro. A la vista de estas
condiciones, es apenas sorprendente que la amenaza de castigo, incluso del castigo
más severo (ejecución), no parezca ser efectiva a la hora de impedir crímenes violentos, las condiciones necesarias para que sea efectiva simplemente no están presentes. Esto plantea una pregunta intrigante: ¿Podría el castigo ser más eficaz como
elemento disuasorio de la violencia si se usara de manera más efectiva? No podemos asegurarlo, pero la evidencia existente sugiere que podría, potencialmente, ejercer esos efectos si se utilizara de acuerdo a los principios descritos anteriormente;
pero una vez más, instituir esas condiciones plantearía asuntos complejos relacionados con las creencias éticas y religiosas, así que los datos científicos son sólo
un factor, y por esta razón, no podemos ofrecer una posición clara aquí, más bien,
este es un asunto que cada persona debe decidir por sí mismo.
Catarsis: ¿sacar la ira fuera realmente ayuda?
Cuando yo (RAB) era un niño, mi abuela solía recibir mis rabietas
diciendo, «está bien, déjalo salir... no lo dejes guardado adentro, te hará daño». En
otras palabras, ella creía firmemente en la hipótesis de la catarsis, el punto de vista
que plantea que si los individuos dan salida a su ira y hostilidad de formas relativamente no dañinas, se reducirán sus tendencias a llevar a cabo tipos de agresión
más peligrosos (Dollard et al., 1939).
¿Es esto verdad? En contra de la creencia común, la evidencia existente ofrece
un panorama mixto (Feshbach, 1984; Geen, 1991b). Por un lado, la participación
en diversas actividades que no son dañinas para los demás (por ejemplo, actividades deportivas vigorosas, gritar obscenidades en una habitación vacía) puede reducir la activación emocional que proviene de la frustración o la provocación
(Zillmann, 1979). Desafortunadamente, estos efectos parecen ser temporales. La
activación proveniente de la provocación puede reaparecer tan pronto como los
individuos traen a la mente los incidentes que los enfadaron (Caprara et al., 1994).
En otras palabras, los factores cognitivos pueden a menudo asegurar esos efectos
catárticos, y si ocurren, son de corta duración.
¿Qué pasa con la idea de que llevar a cabo acciones agresivas «seguras» reduce
la probabilidad de formas más dañinas de agresión? Los resultados de las investigaciones sobre este tema son aún más desalentadores. La agresión abierta al parecer no se reduce por (1) ver escenas de violencia en los medios de comunicación
(Geen, 1998), (2) atacar objetos inanimados (Bushman, Baumeister y Stack, 1999;
Mallick y McCandless, 1966), o (3) agredir verbalmente a los demás. De hecho, algunos hallazgos sugieren que la agresión puede en realidad verse incrementada por
estas actividades. Por ejemplo, Bushman, Baumeister y Stack (1999) encontraron que
la agresión se incrementaba en lugar de reducirse cuando se golpeaba un saco de
boxeo. Bushman (2001), en una investigación relacionada, encontró que los participantes que pensaban en alguien que los había enfadado, mientras golpeaban un saco
de boxeo se enfadaban más y se comportaban de forma más agresiva, que los participantes que pensaban en ponerse en forma mientras lo golpeaban.
En conjunto, hallazgos como éstos sugieren que, al contrario de la creencia popular, la catarsis no parece ser un medio muy efectivo de reducir la agresión. Participar en formas «seguras» de agresión, o simplemente en actividades vigorosas
donde se drena energía, puede producir reducciones temporales de la activación,
pero los sentimientos de ira pueden regresar rápidamente cuando los individuos se
encuentran con o simplemente piensan en las personas que previamente los molestaron. Y estos sentimientos pueden de hecho intensificarse si los individuos piensan acerca de las personas que los molestaron mientras participan en las actividades
llamadas catárticas. Por estas razones, la catarsis puede ser menos efectiva en reducir la agresión que lo que se cree generalmente.
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hipótesis de la catarsis: punto
de vista que plantea que dar a
las personas enfadadas la
oportunidad de expresar sus
impulsos agresivos de formas
relativamente seguras reducirá
sus tendencias a llevar a cabo
formas más dañinas de agresión.
478
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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Intervenciones cognitivas: disculpas y superar
los déficits cognitivos
¿Te parece fácil o difícil disculparte con los demás? Si tu respuesta
es «difícil», te sugiero que trabajes esta habilidad social particular, ya que los hallazgos de las investigaciones están de acuerdo con lo que sugiere el sentido común:
las disculpas (reconocimiento de las equivocaciones que incluye pedir perdón) a
menudo contribuyen en gran medida a reducir la agresión (por ejemplo, Ohbuchi,
Kameda y Agarie, 1989). Igualmente, las buenas excusas (aquellas que hacen referencia a factores que se escapan al control de quien se excusa) pueden también ser
muy efectivas para reducir la ira y la agresión abierta de las personas que han sido
provocadas de algún modo (por ejemplo, Baron, 1989b; Weiner et al., 1987). Así que
si sientes que estás haciendo que otra persona se moleste, discúlpate sin demora,
los problemas que te ahorrarás hacen que valga la pena decir «lo siento».
Este es un viejo refrán que me gusta mucho: «cuando las emociones se alteran, la
razón se va por la ventana», que aplicado a la cuestión del control o la reducción de
la agresión, llama la atención al hecho de que cuando estamos muy enfadados, nuestra habilidad de pensar con claridad, por ejemplo, de evaluar las consecuencias de nuestras acciones, puede reducirse bruscamente. Cuando esto ocurre, las restricciones que
normalmente sirven para contener la agresión (por ejemplo, el miedo a las represalias) pueden también disminuir. Además, como señalaron Lieberman y Greenberg
(1999), cuando estamos activados emocionalmente, podemos adoptar estilos de pensamiento con los cuales procesamos la información de una manera rápida e impetuosa.
Esto, a su vez, puede incrementar las posibilidades de que «arremetamos» contra
alguien más, incluyendo personas que no son la causa de nuestra molestia o irritación
(el tipo de agresión desplazada que discutimos anteriormente en este capítulo).
Dados estos hechos básicos, cualquier procedimiento que nos ayude a evitar o
superar esos déficits cognitivos puede ser útil para reducir la agresión (Zillmann,
1993). Una de estas técnicas supone una preatribución, es decir, atribuir las acciones molestas de los demás a causas no intencionales, antes de que la provocación
realmente tenga lugar. Por ejemplo, antes de encontrarte con alguien que sabes que
puede ser irritante, puedes recordarte a ti mismo que él o ella no tiene la intención
de molestarte, es sólo el resultado de un estilo personal desafortunado. Otra técnica implica prevenir el poner el énfasis en agravios previos, reales o imaginarios.
Puedes lograr esto distrayéndote de alguna manera, por ejemplo, leyendo, viendo
una película o programa de televisión absorbente o trabajando en un rompecabezas complejo. Estas actividades permiten tener un periodo para calmarse, durante
el cual la ira puede disiparse, y también ayudan a restablecer los controles cognitivos sobre la conducta, controles que ayudan a contener la agresión.
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Otras técnicas para reducir la agresión: exposición
a modelos no agresivos, entrenamiento en habilidades
sociales y respuestas incompatibles
Se han desarrollado y probado muchas otras técnicas para reducir la
agresión abierta, a continuación presentaremos brevemente otras tres que parecen
ser muy efectivas.
EXPOSICIÓN A MODELOS NO AGRESIVOS: EL CONTAGIO DE LA CONTENCIÓN. Si la
exposición a acciones agresivas realizadas por otras personas, ya sea en los medios
de comunicación o en persona, puede incrementar la agresión, es posible que la
exposición a acciones no agresivas pueda producir el efecto contrario. De hecho, los
resultados de diversos estudios indican que es así (por ejemplo, Baron, 1972b; Donnerstein y Donnerstein, 1976). Cuando los individuos que han sido provocados
La prevención y el control de la agresión: algunas técnicas útiles
479
observan a otras personas que muestran o piden moderación, la tendencia de los
potenciales agresores a responder agresivamente se reduce. Estos hallazgos sugieren que puede ser útil colocar modelos moderados y no agresivos en situaciones tensas y potencialmente peligrosas. Su presencia podría muy bien inclinar la balanza
hacia el lado contrario a la violencia abierta.
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES: APRENDER A LLEVARSE BIEN CON LOS
DEMÁS. Una razón por la cual muchas personas se ven involucradas en encuentros
agresivos, es su gran carencia de habilidades sociales. Estas personas no saben cómo
responder a las provocaciones de los demás de manera que éstos se calmen en lugar
de molestarse (véase Figura 11.17), además, no saben cómo hacer peticiones o cómo
decir que no a las peticiones de los demás, sin que éstos últimos se molesten. Las
personas con una falta de habilidades sociales básicas parecen ser las responsables
de una alta proporción de la violencia en muchas sociedades (Toch, 1985), así que
dotar a estas personas con mejores habilidades sociales puede contribuir en gran
medida a la reducción de la agresión.
Afortunadamente, existen procedimientos para enseñar a los individuos estas
habilidades, y no son muy complejos. Por ejemplo, tanto adultos como niños pueden adquirir rápidamente mejores habilidades sociales al ver a otras personas (modelos sociales) que muestran conductas tanto efectivas como no efectivas
(Schneider, 1991). Estos beneficios pueden obtenerse a través de sólo unas pocas
horas de tratamiento (Bienert y Schneider, 1993), de manera que son prácticos y rentables, a la vez que exitosos.
RESPUESTAS INCOMPATIBLES: ES DIFÍCIL SEGUIR ENFADADO SI SONRÍES. Suponte que
estás en una situación en la cual sientes que te estás enfadando, y entonces, alguien
cuenta un chiste que te hace reír. ¿Permanecerías enfadado? Probablemente no. Hay
buenas posibilidades de que una vez que te rías, te sientas menos enfadado. ¿Por qué?
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FIGURA 11.17
Entrenamiento en habilidades sociales: una técnica útil para reducir la agresión.
Muchas personas interactúan agresivamente con otros debido a que carecen de habilidades
sociales —por ejemplo, no saben cómo calmar a los demás cuando éstos se enfadan y no
saben cómo rechazar peticiones de una manera que no enfade a quien lo solicita.
■
480
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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Porque la risa y el afecto positivo que ella genera son incompatibles con sentirse enfadado y agredir. Esta es la base de otro enfoque para reducir la agresión, conocido como
la técnica de la respuesta incompatible (por ejemplo, Baron, 1993b). Esta técnica plantea que si un individuo se ve expuesto a eventos o estímulos, que lo hacen experimentar
estados afectivos incompatibles con la ira o la agresión, estas últimas se reducirán.
¿Qué estímulos o experiencias producen estos estados afectivos incompatibles?
Los hallazgos de las investigaciones indican que el humor, una activación sexual
moderada y los sentimientos de empatía hacia la víctima, son todos efectivos en
este sentido (por ejemplo, Baron, 1983b, 1993b; Richardson et al., 1994). Por
supuesto, esta técnica puede extralimitarse: tratar de que alguien se ría cuando ya
está extremadamente enfadado puede fracasar y hacer que se enfade aún más, pero
si se utiliza al inicio del proceso (antes de que los individuos se hayan enfurecido)
los esfuerzos para reemplazar los estados internos negativos, como la molestia, por
unos positivos, pueden ser muy efectivos.
P U N TO S C L AV E
■
■
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■
⡤
El castigo puede ser efectivo para reducir la agresión, pero sólo cuando se aplica bajo
ciertas condiciones.
La hipótesis de la catarsis parece ser falsa. Llevar a cabo actividades vigorosas puede producir reducciones en la activación, pero éstas son sólo temporales. De manera similar,
la agresión no se reduce por llevar a cabo formas de agresión aparentemente «seguras».
técnica de la respuesta
incompatible: técnica para
reducir la agresión en la cual los
individuos se ven expuestos a
eventos o estímulos que los
hacen experimentar estados
afectivos incompatibles con la ira
o la agresión.
Las disculpas (reconocimiento de las equivocaciones que incluye pedir perdón) y realizar actividades que alejan la atención de las causas de la ira, pueden reducir la agresión.
La agresión también puede reducirse por la exposición a modelos no agresivos, el entrenamiento en habilidades sociales y la inducción de estados afectivos incompatibles con
la agresión.
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∞
C O N E X I O N E S : PARA INTEGRAR LA PSICOLOGÍA SOCIAL
EN ESTE CAPÍTULO HAS LEÍDO SOBRE . . .
EN OTROS CAPÍTULOS ENCONTRARÁS INFORMACIÓN RELACIONADA CON . . .
El rol de las variables cognitivas y
afectivas en la agresión
El rol de estos factores en el cambio de actitudes (Capítulo 4), el prejuicio
(Capítulo 6) y la conducta de ayuda (Capítulo 10)
Factores sociales que tienen un papel
en la agresión
Los efectos de estos factores sobre los modelos sociales (Capítulo 10),
las atribuciones (Capítulo 2) y la activación (Capítulo 7)
Características personales que influyen
en la agresión
El rol de estos factores en la percepción social (Capítulo 2) y la conducta
de ayuda (Capítulo 10)
PIENSA EN POSIBLES
1. Los abogados algunas veces defienden
a individuos que cometieron acciones
violentas —incluyendo el asesinato—
alegando que estas personas estabán
CONEXIONES
«obnubiladas» por emociones que
estaban más allá de su control. Basándote en las discusiones de otros capítulo (por ejemplo, capítulos 3 y 10)
sobre los efectos de las emociones en
el pensamiento y conductas sociales,
¿cuáles son tus reacciones frente a
este tipo de defensas?
(continúa)
Conexiones
481
PIENSA EN POSIBLES
2. Muchos psicólogos sociales ahora
aceptan el punto de vista que plantea
que los factores genéticos juegan
algún papel en la agresión humana.
¿Tú crees que esos factores también
influyen en el bullying, predisponiendo
a algunos chicos a mostrar ese tipo de
comportamiento?
l
IDEAS
CONEXIONES (C O N T I N U AC I Ó N )
3. La violencia y otras formas de agresión parecen estarse incrementando
en muchos lugares de trabajo. ¿Tú
crees que sería posible filtrar a los
empleados potenciales, rechazando a
aquellos que tengan una alta propensión a llevar a cabo este tipo de comportamiento? Si es así, ¿qué aspectos
de su autoconcepto (Capítulo 5), actitudes (Capítulo 4) o conducta pasada
(por ejemplo, el tipo de relaciones que
han tenido con los demás; véase Capítulo 8) pueden ser predictores útiles
de la probabilidad de que se comporten de manera agresiva en el lugar de
trabajo si fueran contratados?
¡ PA R A L L E VA R C O N T I G O Y U T I L I Z A R !
CAUSAS DE LA AGRESIÓN
L
os hallazgos de las investigaciones indican que la agresión proviene de un amplio rango de variables
—factores sociales, características personales y factores situacionales—.Aquí hay una visión general
de los factores más importantes identificados por la investigación sistemática.
Determinantes sociales
de la agresión
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Frustración
Provocación directa
Exposición a la violencia en los medios de comunicación
Agresión
Activación intensificada
Determinantes personaless
de la agresión
Patrón de conducta tipo A
Agresión
Sesgo de atribución hostil
Género
482
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
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Determinantes situacionales
de la agresión
Altas temperaturas
Alcohol
Agresión
Creencias culturales, valores
b
S U M A R I O Y R E V I S I Ó N D E L O S P U N TO S C L AV E
Perspectivas teóricas sobre
la agresión: en búsqueda de
las raíces de la violencia
La agresión es infligir daño a otros de
forma intencional.Aunque la mayoría de
los psicólogos sociales rechazan el punto
de vista que plantea que la agresión
humana está fuertemente determinada
por los factores genéticos, muchos
aceptan hoy en día la perspectiva evolucionista que reconoce el posible papel de
esos factores.
creer a ciertos individuos que pueden
dañar a otros de diversas maneras (administrando choques eléctricos dolorosos o
reduciendo las ganancias del otro en un
juego competitivo).
En contra de lo que plantea la famosa
hipótesis de la frustración-agresión, no toda
la agresión proviene de la frustración, y la
frustración no siempre conduce a la agresión. La frustración es un fuerte estimulador de la agresión sólo bajo ciertas
condiciones limitadas.
como la activación de la disponibilidad
(priming) de pensamientos agresivos y
una debilitación de las restricciones en
contra de la agresión.
La activación intensificada puede incrementar la agresión si ésta persiste más allá
de la situación en la cual fue inducida y es
interpretada erróneamente como ira.
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Las teorías del impulso sugieren que la
agresión proviene de impulsos elicitados
externamente para dañar o herir a otros.
La hipótesis de la frustración-agresión es
el ejemplo más famoso de estas teorías.
Las teorías modernas de la agresión,
como el modelo afectivo general de la
agresión, reconocen la importancia que
tienen en la agresión el aprendizaje, diversas variables de entrada elicitadoras, las
cogniciones, las diferencias individuales y
los estados afectivos.
Determinantes de la agresión
humana: sociales, personales,
situacionales
Los psicólogos sociales, con el fin de estudiar la agresión, a menudo utilizan procedimientos en los cuales se les hace
En contraste, la provocación de otros sí es
un poderoso estimulador de la agresión.
Muy pocas veces ponemos la otra mejilla, en lugar de eso, igualamos, o excedemos ligeramente, el nivel de agresión que
recibimos de los demás.
Una excepción a lo anterior ocurre en el
desencadenamiento de agresión desplazada. En estas situaciones, personas que
han recibido una fuerte provocación con
anterioridad, pero que no han agredido,
responden de manera muy fuerte a las
provocaciones moderadas, desplazando
de esta manera la agresión hacia blancos
en gran parte inocentes.
Se ha encontrato que la exposición a la
violencia en los medios de comunicación
incrementa la agresión en los espectadores. Esto se debe a diversos factores,
Niveles moderados de activación sexual
reducen la agresión, mientras que niveles
elevados la incrementan. Incluso la
exposición a palabras de contenido
sexual pueden incrementar la agresión a
través de la activación de la disponibilidad
(priming) de esquemas y otras estructuras de conocimiento relacionadas con la
agresión.
Las personas que muestran el patrón de
conducta tipo A son más irritables y agresivas que las que muestran el patrón de
conducta tipo B.
Los individuos con un alto nivel de sesgo
de atribución hostil atribuyen las acciones
de otros a intenciones hostiles. Como
consecuencia, son más agresivos que las
personas con un bajo nivel de esta característica.
Las personas con un alto nivel de narcisismo tienen una visión muy inflada de su
propia valía. Ellos reaccionan con niveles
Sumario y revisión
483
excepcionalmente altos de agresión a las
palabras de los demás que amenacen sus
inflados egos.
En general, los hombres son más agresivos que las mujeres, pero esta diferencia disminuye ante una fuer te
provocación. Los hombres tienen más
probabilidades de utilizar formas directas de agresión, y las mujeres de utilizar
formas indirectas de agresión. Los
hombres tienen más probabilidades que
las mujeres de tomar parte en una
coacción sexual.
Las altas temperaturas tienden a incrementar la agresión, pero sólo hasta cierto
punto.A partir de cierto nivel, la agresión
disminuye a medida que la temperatura
aumenta.
Consumir alcohol puede incrementar la
agresión —especialmente, según parece,
en individuos que normalmente muestran bajos niveles de agresión.
Agresión en las relaciones a largo
plazo: bullying y violencia en el
lugar de trabajo
El bullying implica una agresión sistemática
en contra de individuos que, por variadas
razones, son incapaces de defenderse en
contra de ese tratamiento. El bullying ocurre en muchos contextos, incluyendo
escuelas, lugares de trabajo y prisiones.
Pocos niños son sólo acosadores o víctimas, muchos juegan ambos roles. Los acosadores y las víctimas del bullying parecen
tener una menor autoestima que los niños
que no están involucrados en el bullying.
La agresión en el lugar de trabajo toma
muchas formas diferentes, pero generalmente es de naturaleza encubierta y proviene de un amplio rango de factores,
incluyendo las percepciones de haber
sido tratados injustamente y los muchos
cambios perturbadores que han ocurrido
en los lugares de trabajo en los últimos
años.
La prevención y el control de la
agresión: algunas técnicas útiles
El castigo puede ser efectivo para reducir
la agresión, pero sólo cuando se aplica
bajo ciertas condiciones.
La hipótesis de la catarsis parece ser falsa.
Llevar a cabo actividades vigorosas
puede producir reducciones en la activación, pero éstas son sólo temporales.
De manera similar, la agresión no se
reduce por llevar a cabo formas de agresión aparentemente «seguras».
Las disculpas (reconocimiento de las
equivocaciones que incluye pedir perdón)
y realizar actividades que alejan la atención de las causas de la ira, pueden reducir la agresión.
La agresión también puede reducirse por
la exposición a modelos no agresivos, el
entrenamiento en habilidades sociales y
la inducción de estados afectivos incompatibles con la agresión.
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b
PA L A B R A S C L AV E
Agresión (p. 447)
Hipótesis de la frustración-agresión
(p. 454)
Agresión desplazada (p. 457)
Agresión en el lugar de trabajo (p. 474)
Agresión hostil (p. 463)
Agresión instrumental (p. 463)
Bullying (p. 471)
Castigo (p. 477)
Sesgo de atribución hostil (p. 464)
Máquina de la agresión (p. 452)
Técnica de la respuesta incompatible
(p. 481)
Modelo afectivo general de la agresión
(p. 450)
Teoría de la transferencia de la excitación
(p. 460)
Patrón de conducta tipo A (p. 463)
Teorías del impulso (p. 449)
Patrón de conducta tipo B (p. 463)
Violencia en los medios de comunicación
(p. 458)
Provocación (p. 456)
Hipótesis de la catarsis (p. 478)
b
PA R A M Á S I N F O R M AC I Ó N
Baron, R.A. & Richardson, D.R. (1994).
Human aggression. (2nd ed.) New York:
Plenum.
Este libro proporciona una amplia visión
general del conocimiento actual sobre la
484
agresión humana. Hay capítulos separados que se centran en los determinantes
biológicos, sociales, ambientales y personales de la agresión. Otros capítulos adicionales examinan el desarrollo de la
CAPÍTULO 11 / AGRESIÓN
agresión, su prevención y control, y su
ocurrencia en muchos contextos naturales.
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Moeller T.G. (2001). Youth aggression and
violence:A psychological approach. Mahwah,
NJ: Erlbaum.
Este libro examina las causas de la agresión de personas jóvenes en escuelas y
otros contextos. Considera sus bases genéticas y biológicas, los factores familiares y sociales, y examina los
hallazgos de investigaciones actuales
donde se han utilizado un amplio rango
de métodos. Este es un libro muy oportuno sobre un tema importante estrechamente relacionado con los temas
examinados en este capítulo.
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485
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486
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■
Glosario
aclaración (debriefing): proceso que se realiza al concluir una sesión de investigación, y que consiste en
proporcionar a los participantes información completa sobre la naturaleza del estudio y sus correspondientes hipótesis.
actitud ambivalente: la tendencia a tener evaluaciones
positivas y negativas sobre un mismo objeto actitudinal; por tanto, nuestra actitud hacia él resulta ambivalente.
actitudes: evaluaciones de varios aspectos del mundo
social.
adoctrinamiento intenso: un proceso a través del cual
los individuos se convierten en miembros de grupos
extremos y llegan a aceptar sus creencias y reglas de
una manera totalmente incuestionada.
advertencia: el conocimiento anticipado de que uno va
a ser objetivo de un intento de persuasión. La advertencia incrementa, con frecuencia, la resistencia
a la persuasión que sigue.
afecto: estado emocional de una persona —sentimientos y estados de ánimo.
agresión: conducta que tiene como meta dañar a otro
ser viviente, que está motivado a evitar ese tipo de
tratamiento.
agresión desplazada: agresión hacia alguien diferente a
la fuente de una fuerte provocación. La agresión desplazada ocurre porque las personas que la llevan a
cabo no desean o son incapaces de agredir a la fuente
inicial de la provocación.
agresión en el lugar de trabajo: cualquier forma de
comportamiento a través del cual los individuos
buscan dañar a otros en su lugar de trabajo.
agresión hostil: agresión en la que el objetivo principal
es infligir algún tipo de daño a la víctima.
agresión instrumental: agresión en la que la meta principal no es dañar a la víctima, sino lograr alguna otra
meta, como el acceso a recursos valiosos.
altruismo: conducta que refleja una preocupación desinteresada por el bienestar de los demás.
amistad cercana: relación en la que dos personas pasan
mucho tiempo juntas, interactúan en variadas situaciones, excluyen a otros de la relación, y se dan
apoyo emocional mutuo.
amor: combinación de emociones, cogniciones y comportamientos que pueden estar implicados en una
relación íntima.
amor apasionado: respuesta emocional intensa y a menudo poco realista hacia otra persona. La persona
que experimenta esta emoción generalmente la
interpreta como «verdadero amor», mientras los observadores externos la calificarían más probablemente como «encaprichamiento».
amor consumado: en el modelo triangular del amor de
Sternberg, amor completo e ideal que combina intimidad, pasión y decisión-compromiso.
amor de compañero: amor basado en la amistad, atracción mutua, intereses comunes, respeto mutuo y
preocupación por el bienestar de cada uno.
amor no correspondido: amor que siente una persona
hacia otra que a cambio no siente amor.
andrógino: caracterizado por la posesión simultánea
tanto de características tradicionalmente masculinas como femeninas.
ansiedad sobre la apariencia: aprehensión o preocupación acerca de si nuestra apariencia física es adecuada, y acerca de cómo la evalúen otras personas.
aprendizaje observacional: una forma básica de
aprendizaje en la cual los individuos adquieren
nuevas formas de comportamiento o pensamiento
a través de la observación del comportamiento de
otros.
aprendizaje social: el proceso a través del cual adquirimos nueva información, formas de comportarnos o
actitudes hacia otras personas.
aprendizaje social (perspectiva sobre el prejuicio): visión según la cual el prejuicio se adquiere a través
de experiencias directas y vicarias de manera similar a otras actitudes.
asignación al azar de los participantes a las condiciones experimentales: requisito básico para conducir
experimentos válidos. De acuerdo con este principio, los participantes de la investigación deben tener
la misma oportunidad de ser expuestos a cualesquiera niveles de la variable independiente.
asimilación sesgada: la tendencia a considerar menos
convincente o confiable la información que contradice nuestros puntos de vista que la que las confirma.
atracción interpersonal: actitud de una persona hacia
otra persona. La atracción implica una evaluación a
lo largo de una dimensión que varía desde el fuerte
agrado hasta el fuerte desagrado.
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487
atractivo físico: combinación de características evaluadas en el extremo más atractivo como bella o
guapo y en el otro extremo como no atractiva/o.
atribución: proceso a través del cual buscamos identificar las causas del comportamiento de los otros y
así obtener conocimiento sobre sus rasgos estables
y disposiciones.
autoconcepto: identidad propia, esquema básico que
consiste en un conjunto organizado de creencias y
actitudes acerca de uno mismo.
autoconciencia objetiva: capacidad de un organismo
para ser el objeto de su propia atención, estar consciente de su propio estado mental, y saber que sabe
y recordar que recuerda.
autoconciencia simbólica: habilidad de un organismo
para formar una representación cognitiva abstracta
del self por medio del lenguaje. Esta habilidad capacita al organismo para comunicarse, establecer relaciones, alcanzar metas, evaluar resultados, desarrollar
actitudes autorrelacionadas, y defenderse de informaciones que puedan amenazar el propio self.
autoconciencia subjetiva: habilidad de un organismo
para diferenciarse a sí mismo de su entorno físico y
social, incluso sin preparación.
autoeficacia: creencia de la propia persona sobre su habilidad o competencia para ejecutar una tarea, alcanzar una meta o superar un obstáculo.
autoesquema sexual: representaciones cognitivas de
los aspectos sexuales de uno mismo.
autoestima paradójica: autoestima irreal alta o baja.
autoestima: autoevaluación realizada por cada individuo; actitud propia hacia sí a lo largo de una dimensión positiva-negativa.
autofocalización: el acto de dirigir la propia atención
hacia uno mismo y no hacia el entorno que nos
rodea.
autovigilancia (self-monitoring): regulación del propio
comportamiento con base en situaciones externas
tales como las reacciones de los otros (alta autovigilancia), o a partir de factores internos como las
propias creencias, actitudes y valores (baja autovigilancia).
bona fide pipeline: técnica que hace uso del priming
para medir actitudes racistas implícitas.
bullying: patrón de conducta en donde se escoge a un individuo como blanco de una agresión sistemática por
parte de una o más personas. La persona-objetivo (la
víctima) generalmente tiene menos poder que aquellos que llevan a cabo la agresión (los acosadores).
castigo: procedimientos consistentes en aplicar consecuencias aversivas a los individuos cuando llevan a
cabo acciones específicas.
categorización social: tendencia a dividir el mundo social en dos categorías separadas: nuestro endogrupo
(«nosotros») y varios exogrupos («ellos»).
cognición social: la manera en la cual interpretamos,
analizamos, recordamos y empleamos la información sobre el mundo social.
cohesión: con respecto a la conformidad, el grado de
atracción sentida por un individuo hacia un grupo
influyente.
comparación social: el proceso a través del cual nos
comparamos con otros para determinar si nuestro
punto de vista de la realidad social es o no correcto.
comparación social al alza: compararte a ti mismo con
alguien que es mejor que tú en relación con un atributo particular.
comparación social a la baja: compararte a ti mismo
con alguien que es peor que tú en relación con un
atributo particular.
comunicación no verbal: comunicación entre individuos que no implica el contenido del lenguaje hablado. Se basa, en cambio, en el lenguaje no hablado
de las expresiones faciales, el contacto visual y el
lenguaje corporal.
condescendencia: una forma de influencia social que
implica solicitudes directas de una persona a otra.
condescendencia inducida o forzada: situaciones en las
que los individuos son de alguna manera inducidos
a decir o hacer cosas inconsistentes con sus actitudes reales.
condicionamiento clásico: una forma básica de aprendizaje en la cual un estímulo, inicialmente neutral,
adquiere la capacidad de evocar reacciones a través
de la asociación repetida con otro estímulo. En un
sentido, un estímulo se vuelve una señal para la presentación o surgimiento del otro.
condicionamiento instrumental: una forma básica de
aprendizaje en la cual se refuerzan las respuestas
que llevan a un resultado positivo o que permiten
evitar resultados negativos.
condicionamiento subliminal (de las actitudes): el condicionamiento clásico que ocurre a través de la exposición a estímulos que están por debajo del
umbral de atención consciente del individuo.
conducta comunal: actos benevolentes en una relación,
que le «cuestan» a quien los realiza, y benefician al
otro miembro de la pareja y a la relación en sí
misma.
conducta prosocial: acción de ayuda que beneficia a
otra persona, sin que necesariamente proporcione
beneficios directos a la persona que lleva a cabo la
acción, y que puede incluso implicar riesgo para
quien ayuda.
confianza interpersonal: dimensión que subyace a los
estilos de apego y que se refiere a la creencia de que
las otras personas son dignas de confianza, serias y
confiables, versus la creencia de que los demás son
de poca confianza, poco serias y poco confiables.
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GLOSARIO
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conformidad: un tipo de influencia social en el cual los
individuos cambian sus actitudes o comportamiento para adherirse a las normas sociales existentes.
congraciarse: una técnica para obtener condescendencia en la cual el solicitante busca, primero, resultar
agradable al otro, y luego tratar de cambiarle su
comportamiento en la forma deseada.
consenso: la medida en que otras personas reaccionan
ante algunos estímulos de la misma manera en que
reacciona la persona que estamos considerando.
consentimiento informado: procedimiento que consiste en dar a los participantes la mayor cantidad de
información posible sobre el proyecto de investigación, antes de decidir participar en éste.
consistencia: la medida en que un individuo responde,
de la misma manera, ante un estímulo o situación
dada en diferentes ocasiones (por ejemplo, a lo largo
del tiempo).
consistencia de género: el concepto de que el género es
un atributo básico y duradero de cada individuo. Un
atisbo de la consistencia de género se desarrolla
usualmente entre los cuatro y los siete años de edad.
contaminación mental: un proceso en el cual nuestros
juicios, emociones o comportamientos están influidos por un procesamiento mental que es inconsciente e incontrolable.
correlaciones ilusorias: percepción de una relación
entre dos variables más fuerte que la existente en la
realidad, debido a que cada una es un evento distintivo y su aparición conjunta se archiva y recupera de
la memoria fácilmente.
culturas del honor: culturas en las cuales fuertes normas sociales exoneran la violencia como medio de
respuesta ante una afrenta al honor personal.
decisión-compromiso: en el modelo triangular del
amor de Sternberg, los elementos cognitivos involucrados en la decisión de amar a la otra persona y
el compromiso de mantener la relación.
diferenciación del endogrupo: tendencia a percibir
como muy diferentes (más heterogéneos) entre sí a
los miembros del propio grupo, a diferencia de lo
que ocurre con miembros de otros grupos.
difusión de la responsabilidad: propuesta que plantea que
el monto de responsabilidad asumida por los espectadores de una emergencia se comparte entre ellos. Si
hay sólo un espectador, éste tiene total responsabilidad. Si hay dos espectadores, cada uno tiene el 50 por
ciento de la responsabilidad. Si hay cien espectadores,
cada uno tiene sólo el 1 por ciento de la responsabilidad. A mayor número de espectadores, menos responsable a actuar se siente cada uno de ellos.
discriminación: comportamientos negativos dirigidos
hacia miembros de grupos sociales que son objeto
del prejuicio.
disonancia cognitiva: un estado interno desagradable
que ocurre cuando los individuos observan inconsistencias entre dos o más de sus actitudes, o entre
sus actitudes y su comportamiento.
distintividad: la medida en que un individuo responde
de la misma manera ante diferentes estímulos o
eventos.
efecto actor-observador: la tendencia a atribuir nuestro
propio comportamiento principalmente a causas situacionales, mientras que el comportamiento de
otros se tiende a atribuir a causas internas.
efecto baba: una tendencia a formarnos impresiones muy negativas de otros que «lamen hacia arriba y patean hacia abajo», esto es, las personas que
en un ambiente de trabajo adulan a sus superiores pero tratan a sus subordinados con desdén y desprecio.
efecto de autorreferencia: efecto sobre la atención y la
memoria que ocurre debido a que el procesamiento
cognitivo de información relevante para el self es
más eficiente que el procesamiento de otros tipos de
información.
efecto de perseverancia: la tendencia a mantener las
creencias y esquemas incluso ante la presencia de
información contradictoria.
efecto del espectador: hecho de que la probabilidad de
una respuesta prosocial ante una emergencia se ve
afectada por el número de espectadores presentes. A
medida que aumenta el número de espectadores, la
probabilidad de que un espectador cualquiera ayude
disminuye, y la cantidad de tiempo que pasa antes
de que se inicie la ayuda aumenta.
efecto del experimentador: efectos no intencionados
del experimentador producidos en el comportamiento de los participantes.
efecto «menos-lleva-a-más»: ofrecer pequeñas recompensas individuales por realizar comportamientos
contrarios a las actitudes produce, generalmente,
más disonancia, y por tanto mayor cambio de actitud que ofrecer recompensas mayores.
efectos de congruencia con el estado de ánimo: nuestra tendencia a almacenar o recordar la información
positiva cuando nos hallamos en un estado de ánimo positivo y de almacenar/recordar la información
negativa cuando nos encontramos en un estado de
ánimo negativo.
efectos no comunes: efectos producidos por una causa
particular que no pueden ser producidos por ninguna otra causa aparente.
egoísmo: preocupación exclusiva por nuestro bienestar
y necesidades personales, en lugar de las necesidades y bienestar de los demás. Ver interés propio.
emblematismo (tokenism): situaciones en las cuales
los individuos llevan a cabo acciones positivas triviales dirigidas a miembros de exogrupos hacia los
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GLOSARIO
489
que sienten fuertes prejuicios. Estos comportamientos son utilizados como excusa para evitar acciones benéficas más significativas hacia dichos
grupos.
empatía: respuesta afectiva y cognitiva compleja ante
el sufrimiento emocional de otra persona. La empatía incluye ser capaz de sentir el estado emocional
de otra persona, solidarizarse e intentar resolver el
problema, y tomar la perspectiva de esa persona.
Uno puede ser empático tanto hacia personajes ficticios como hacia víctimas de la vida real.
endogrupo: grupo social en el cual un individuo se percibe a sí mismo como miembro («nosotros»).
engaño (recurso del): técnica de los investigadores que
implica ocultar a los participantes información relacionada con los propósitos del estudio.
error final de atribución: tendencia a realizar atribuciones más favorables y halagadoras a los miembros
del propio grupo, que a los miembros de otros grupos.
error fundamental de atribución (sesgo de correspondencia): la tendencia a sobrevalorar el impacto de las
señales disposicionales en el comportamiento de los
otros.
esquemas: marcos mentales sobre un tema específico
que nos ayudan a organizar la información social.
estadísticos inferenciales: forma especial de cálculos
matemáticos que permite evaluar si el patrón de resultados tiende a deberse a la casualidad.
estereotipo, amenaza del: en las personas blanco de estereotipos, preocupación por ser evaluadas a partir
de estos estereotipos.
estereotipos de género: estereotipos que refieren rasgos
que supuestamente poseen mujeres y hombres, y
que distinguen a cada género del otro.
estereotipos: creencias referidas a características o rasgos compartidos por miembros de grupos sociales
específicos. Los estereotipos son marcos cognitivos
con fuerte influencia en el procesamiento de la información social que recibimos.
estigma: una característica personal que al menos algunos otros individuos perciben negativamente.
estilo de apego: grado de seguridad experimentado en
las relaciones interpersonales. Los diferentes estilos
se desarrollan en la primera infancia, pero parecen
afectar la conducta interpersonal a lo largo de toda
la vida.
estilo de apego preocupado: estilo del modelo de Bartholomew caracterizado por una baja autoestima y
una alta confianza interpersonal. Se le describe generalmente como un estilo conflictivo y un tanto
inseguro, en el cual el individuo desea profundamente una relación cercana, pero siente que no es
digno de la otra persona y por ello es susceptible de
ser rechazado.
estilo de apego rechazador: estilo del modelo de Bartholomew caracterizado por una alta autoestima y
una baja confianza interpersonal. Se le describe generalmente como un estilo conflictivo y un tanto
inseguro, en el cual el individuo siente que «se merece» una relación cercana, pero desconfía de los
compañeros potenciales. El resultado es una tendencia a rechazar a la otra persona en algún punto
de la relación, con el fin de evitar ser el rechazado.
estilo de apego seguro: estilo del modelo de Bartholomew caracterizado por una alta autoestima y una
alta confianza interpersonal. Se le describe generalmente como el estilo de apego más exitoso y más
deseable.
estilo de apego temeroso-evitador: estilo del modelo de
Bartholomew caracterizado por una baja autoestima
y una baja confianza interpersonal. Es el estilo de
apego más inseguro y menos adaptativo.
estrógeno: la «hormona sexual» femenina.
evitación selectiva: una tendencia a dirigir la atención
fuera de la información que reta las actitudes existentes. Tal evitación incrementa la resistencia a la
persuasión.
exogrupo: cualquier otro grupo distinto a aquel al que
el individuo siente que pertenece y del que es miembro («ellos»).
experimentación (método experimental): método de investigación en el cual uno o más factores (las variables independientes) son sistemáticamente variados
para determinar si tales cambios afectan a otros factores (uno o varios: las variables dependientes).
exposición repetida: contacto frecuente con un estímulo. De acuerdo con la teoría de Zajonc, la exposición repetida a cualquier estímulo moderadamente
negativo, neutral o positivo, resulta en una evaluación cada vez más positiva de ese estímulo.
falacia de planificación: la tendencia a hacer predicciones optimistas referentes al tiempo que llevará
realizar una tarea dada.
formación de impresiones: el proceso a través del cual
nos formamos impresiones de los otros.
generatividad: preocupación y compromiso de los adultos por el bienestar de las futuras generaciones.
género: atributos, comportamientos, características de
personalidad y expectativas asociadas con el sexo
biológico de una persona en una cultura dada. Las diferencias de género pueden estar basadas en la biología, el aprendizaje o en una combinación de ambos.
heurístico de representatividad: una estrategia para
hacer juicios basada en el parecido que tienen los estímulos o eventos que se evalúan, con otros estímulos o categorías.
heurístico de disponibilidad: una estrategia para hacer
juicios basada en la facilidad con que determinados
tipos de información son traídos a la mente.
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GLOSARIO
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heurísticos: reglas simples para tomar decisiones complejas o hacer inferencias de una manera rápida y
aparentemente sin esfuerzo.
hiperfemineidad: identificación de rol-género extrema
que consiste en una versión exagerada del rol femenino tradicional. Incluye creencias sobre lo centrales que son en la vida las relaciones con los
hombres; el atractivo y la sexualidad como armas
para cazar y retener a un hombre; y el que sea a
veces razonable decir no cuando en realidad se
quiere decir sí.
hipermasculinidad: identificación de rol-género extrema que consiste en una versión exagerada del rol
masculino tradicional. Incluye actitudes sexuales
crueles hacia las mujeres, la creencia de que la violencia es cosa de hombres, y el disfrute del peligro
como fuente de excitación.
hipocresía: mostrar públicamente algunas actitudes o
comportamientos pero luego actuar de una manera
inconsistente con estas actitudes o comportamientos.
hipocresía moral: motivación para parecer morales,
mientras hacemos todo lo posible para evitar los
costes implicados en ser morales de verdad.
hipótesis: predicción sin verificar basada en una teoría.
hipótesis de la alegría empática: proposición de que la
conducta prosocial está motivada por la emoción
positiva, que quien ayuda espera experimentar,
como resultado de tener un impacto beneficioso
sobre la vida de alguien necesitado
hipótesis de la catarsis: punto de vista que plantea que
dar a las personas enfadadas la oportunidad de expresar sus impulsos agresivos de formas relativamente seguras, reducirá sus tendencias a llevar a
cabo formas más dañinas de agresión.
hipótesis de la empatía-altruismo: proposición de que
la conducta prosocial está motivada solamente por
el deseo de ayudar a alguien que lo necesita.
hipótesis de la frustración-agresión: propuesta que sugiere que la frustración es un determinante muy
fuerte de la agresión.
hipótesis de la repulsión: proposición de Rosenbaum,
considerada sugerente pero parcialmente errónea,
que plantea que la atracción no aumenta gracias a
las actitudes similares, pero sí disminuye gracias a
las actitudes disímiles.
hipótesis del contacto: perspectiva que sostiene que la
reducción del prejuicio puede venir dada por un incremento en el contacto entre miembros de varios
grupos sociales. Este esfuerzo parece tener éxito sólo
cuando el contacto tiene lugar bajo ciertas condiciones favorables específicas.
hipótesis del contacto ampliada: perspectiva que sugiere que con sólo saber que miembros del propio
endogrupo han establecido relaciones estrechas con
miembros de un exogrupo, se puede reducir el prejuicio hacia éste.
identidad de género: aquella parte del autoconcepto
que implica la identificación de una persona como
hombre o mujer. La conciencia de la identidad de género usualmente se desarrolla alrededor de los dos
años de edad.
identidad social: definición de una persona acerca de
quién es él/ella, lo que incluye atributos personales y
atributos compartidos con otros como género y raza.
identificación de rol-género: el grado en el que un individuo se identifica con los estereotipos de género
de su cultura.
ignorancia pluralista: tendencia de los espectadores de
una emergencia a confiar en lo que otros espectadores dicen o hacen, aun cuando ninguno de ellos esté
seguro de lo que está pasando o qué hacer al respecto. Muy a menudo, los espectadores se refrenan
y se comportan como si no hubiera ningún problema, y utilizan esta «información» para justificar
el hecho de que no actúen.
ilusión de la homogeneidad del exogrupo: tendencia a
percibir como semejantes (menos variables) entre sí
a los miembros del exogrupo, a diferencia de lo que
ocurre con los miembros del propio endogrupo.
individualidad: la necesidad de ser diferenciado de
otros en algunos aspectos.
influencia social: el esfuerzo realizado por uno o más
individuos para cambiar las actitudes, creencias,
percepciones y comportamientos de una o más personas.
influencia social informativa: la influencia social basada en el deseo de los individuos de ser correctos,
esto es, de poseer percepciones adecuadas o certeras
del mundo social.
influencia social normativa: la influencia social basada
en el deseo de los individuos de ser aceptados por las
otras personas.
integridad moral: motivación para ser moral y de verdad llevar a cabo comportamientos morales.
interés propio: la motivación por llevar a cabo el comportamiento que nos produce la mayor satisfacción.
Ver egoísmo.
inventario de los roles sexuales de Bem (Bem Sex-Role
Inventory, BSRI): medida de Bem del grado en que
la autodescripción individual implica características
masculinas tradicionales, características femeninas
tradicionales, ambas (andróginas) o ninguna de ellas
(indiferenciadas).
lenguaje corporal: señales proporcionadas por la posición, la postura y el movimiento del cuerpo o de alguna de sus partes.
manejo de impresiones (autopresentación): esfuerzos
de los individuos para generar primeras impresiones
favorables en los otros.
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GLOSARIO
491
máquina de la agresión: aparato utilizado para medir la
agresión física bajo condiciones controladas de laboratorio.
memoria dependiente del estado de ánimo: lo que nosotros recordamos mientras nos hallamos en un estado de ánimo dado puede estar determinado, en
parte, por lo que nosotros aprendimos cuando nos
hallábamos anteriormente en ese estado.
metanálisis: técnica estadística para combinar datos de
estudios independientes con el propósito de determinar si variables específicas (o las interacciones
entre variables) tienen efectos significativos en los
diferentes estudios.
método correlacional: método de investigación en el
cual un científico observa sistemáticamente dos o
más variables para determinar si los cambios en una
de ellas se acompañan de cambios en la otra.
método de encuestas: método de investigación en el
cual un gran número de personas responde preguntas acerca de sus actitudes o comportamiento.
microexpresiones: expresiones faciales fugaces que
duran sólo unas pocas décimas de segundo.
mirada muy fija (staring): una forma de contacto visual
en el cual una persona continúa mirando fijamente
a otra independientemente de lo que hace la primera.
modelo afectivo general de la agresión: teoría moderna
de la agresión que sugiere que la agresión se desencadena por un amplio rango de variables de entrada,
las cuales influyen en la activación, los estados afectivos y las cogniciones.
modelo de atracción centrado en el afecto: marco conceptual en el cual se asume que la atracción está
basada en emociones positivas y negativas. Estas
emociones pueden ser activadas directamente por
otra persona, estar simplemente asociadas a esa
persona y/o estar mediadas por procesos cognitivos.
modelo de la identidad endogrupal común: teoría que
sugiere que en la medida en que personas que pertenecen a diferentes grupos se autoperciben como
miembros de una entidad social única, incrementan
los contactos positivos con los diferentes grupos, lo
que reduce el prejuicio intergrupal.
modelo de la probabilidad de elaboración (en persuasión): una teoría que sugiere que la persuasión puede
suceder de dos maneras distintas que difieren en la
cantidad del esfuerzo cognitivo o de la elaboración
que requiere.
modelo del alivio de un estado negativo: proposición de
que la conducta prosocial está motivada por el deseo
del espectador de reducir sus emociones negativas
incómodas.
modelo del determinismo genético: proposición de que
la conducta está impulsada por atributos genéticos
que evolucionaron porque aumentaban las probabilidades de transmitir nuestros genes a las futuras generaciones.
modelo del proceso «de-la-actitud-a-la-conducta»: un
modelo de cómo las actitudes guían el comportamiento. Enfatiza la influencia tanto de las actitudes
como del conocimiento almacenado sobre lo que es
apropiado en una situación dada en la definición individual de la situación. Esta definición, a su vez, influye sobre el comportamiento.
modelo triangular del amor: conceptualización de
Sternberg sobre las relaciones amorosas, las cuales
abarcan tres componentes básicos: intimidad, pasión y decisión-compromiso.
narcisismo: rasgo de personalidad en el cual el individuo va más allá de una alta autoestima, y además se
siente superior a la mayoría de la gente, busca admiración, es sensible a la crítica, le falta empatía
hacia los demás, y es explotador.
necesidad de afiliación: motivo básico para buscar y
mantener relaciones interpersonales.
normas descriptivas: normas que simplemente indican
lo que hace la mayoría de la gente en una situación
específica.
normas obligadas: las normas que especifican lo que se
debe realizar —el comportamiento que es aprobado
o desaprobado en una situación dada.
normas sociales: las reglas que indican cómo se espera
que se comporten los individuos en situaciones específicas.
obediencia: una forma de influencia social en la cual
una persona simplemente ordena a otra/s a desempeñar alguna(s) acción(es).
observación sistemática: método de investigación en el
cual el comportamiento es observado y registrado
sistemáticamente.
pasión: en el modelo triangular del amor de Sternberg,
los motivos y la excitación sexual asociados a una
relación de pareja.
patrón de conducta tipo A: patrón que consiste principalmente en altos niveles de competitividad, apremio de tiempo y hostilidad.
patrón de conducta tipo B: patrón que consiste en la ausencia de las características asociadas con el patrón
de conducta tipo A
pensamiento «contrafáctico»: tendencia a imaginar
unos resultados diferentes a los que se han obtenido
en realidad —«lo que podría haber sido».
pensamiento mágico: los pensamientos relacionados
con supuestos que no se mantienen ante un análisis
racional —por ejemplo, la creencia de que las cosas
que se parecen unas a otras comparten características fundamentales.
percepción social: proceso a través del cual buscamos
conocer y comprender a otras personas.
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492
GLOSARIO
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personalidad altruista: combinación de variables disposicionales asociadas con el comportamiento prosocial. Entre los muchos componentes están la
empatía, la creencia en un mundo justo, la aceptación de la responsabilidad social y tener un locus de
control interno.
perspectiva multicultural: interés por entender los factores culturales y étnicos que influyen el comportamiento social.
persuasión: el esfuerzo para cambiar las actitudes de los
otros a través del uso de diferentes tipos de mensajes.
polarización de la actitud: la tendencia a evaluar la información o la evidencia mixta, de tal manera que
refuerza nuestros puntos de vista iniciales haciéndolos más extremos.
prejuicio: actitudes negativas hacia miembros de grupos sociales específicos.
priming: activación de la disponibilidad de información en la memoria o en la conciencia resultante de
la exposición a estímulos o eventos específicos.
principio de disminución: la tendencia a atribuir
menos importancia a una causa potencial de algún
comportamiento cuando otras causas potenciales
están presentes.
principio del aumento: la tendencia a otorgar gran importancia a las causas potenciales del comportamiento si el comportamiento tiene lugar a pesar de
la presencia de otras causas de carácter inhibitorio.
procesamiento automático: esto ocurre cuando, después de una extensa experiencia con una tarea o tipo
de información, alcanzamos un estado en el que desempeñamos la tarea o procesamos la información
de manera similar, sin esfuerzo, de forma automática e inconsciente.
procesamiento heurístico: el procesamiento de la información de un mensaje persuasivo que implica el
empleo de reglas simples o de atajos mentales.
procesamiento sistemático: el procesamiento de la información de un mensaje persuasivo que implica
hacer consideraciones cuidadosas del contenido y de
las ideas del mensaje.
profecías autocumplidas: predicciones que, en algún
sentido, llevan a que se hagan realidad.
proporción de actitudes similares: número de temas en
los que dos personas tienen el mismo punto de vista,
dividido entre el número total de temas en los que
se comparan sus puntos de vista.
provocación: acciones llevadas a cabo por otros, que
tienden a provocar agresión en quien las recibe, a
menudo debido a que son percibidas como provenientes de intenciones maliciosas.
proximidad: en investigación sobre atracción, la cercanía entre la residencia de dos personas, asientos en
el salón de clase, áreas de trabajo, etc. A menor distancia física, mayor la probabilidad de que esas dos
personas lleguen a un contacto repetido, y por lo
tanto, experimenten una exposición repetida.
psicología evolucionista: nueva rama de la psicología
que busca investigar el rol potencial de los factores
genéticos en diversos aspectos del comportamiento
humano.
psicología social: disciplina científica que busca entender la naturaleza y las causas del comportamiento
y del pensamiento individuales en situaciones sociales.
reactancia: reacción negativa ante las amenazas a la
propia libertad personal. La reactancia incrementa,
con frecuencia, la resistencia a la persuasión.
recategorización: cambios en el límite entre el endogrupo de un individuo («nosotros») y algún exogrupo
(«ellos»). Como resultado de esta recategorización,
las personas que en principio se consideraban miembros del exogrupo pueden pasar a ser vistas como
pertenecientes al endogrupo.
ruta central (para la persuasión): cambio de actitud que
resulta del procesamiento sistemático de información presente en los mensajes persuasivos.
ruta periférica (para la persuasión): cambio de actitud
que ocurre en respuesta a señales persuasivas procedentes de la aparente experiencia o estatus de los
persuasores.
self social: identidad colectiva que incluye relaciones
interpersonales, además de aquellos aspectos de la
identidad que se derivan de la pertenencia a agrupaciones más amplias y menos personales basadas en
raza, etnia o cultura.
selves posibles: representaciones mentales de lo que
podríamos o deberíamos llegar a ser en el futuro.
sesgo de atribución hostil: tendencia a percibir intenciones o motivos hostiles en las acciones de los
demás, cuando estas acciones son ambiguas.
sesgo de autobeneficio: la tendencia a atribuir resultados positivos a causas internas (por ejemplo, los rasgos o características propias) y resultados o eventos
negativos a causas externas (por ejemplo, oportunidad, dificultad de la tarea).
sesgo de correspondencia (error fundamental de atribución): la tendencia a explicar las acciones de otros
como provenientes de (correspondientes a) sus disposiciones incluso ante la presencia de causas situacionales claras.
sesgo hacia lo negativo: se refiere al hecho de que nosotros demostramos una mayor sensibilidad ante la
información negativa que ante la positiva.
sesgo optimista: nuestra predisposición a esperar cosas
que lo cambien todo positivamente.
sexismo: prejuicio basado en el género.
sexismo benevolente: perspectiva según la cual las mujeres merecen protección, son superiores a los hombres en varios aspectos (son más puras y tienen
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GLOSARIO
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mejor gusto) y son realmente necesarias para la felicidad de los hombres (por ejemplo, ningún hombre
está completamente realizado hasta que encuentra
en su vida una mujer a quien adorar).
sexismo hostil: perspectiva según la cual la mujer, si
no inferior al hombre, posee muchas características
negativas (por ejemplo, buscan tratos especiales de
favor, son sensibles de manera exagerada e intentan
hacerse con el poder de los hombres aunque no lo
merezcan).
sexo: masculinidad o femineidad como producto de
factores genéticos presentes en el momento de la
concepción, y que resultan en diferencias anatómicas y fisiológicas.
similitud asumida: grado en el cual dos personas creen
que son similares en ciertos aspectos, en contraposición al grado en que son similares realmente.
similitud de actitudes: grado en que dos personas comparten las mismas actitudes acerca de una variedad
de temas. En la práctica este término también incluye la similitud de creencias, valores e intereses.
sobrecarga de información: casos en los que se excede
nuestra habilidad para procesar información.
soledad: estado emocional y cognitivo de infelicidad
que resulta de desear relaciones cercanas pero no ser
capaz de conseguirlas.
supresión de pensamiento: esfuerzos para prevenir que
ciertos pensamientos se vuelvan conscientes.
techo de cristal: barreras basadas en prejuicios actitudinales u organizacionales que impiden el avance de
mujeres cualificadas hacia las posiciones del nivel
más alto en una organización.
técnica de «esto-no-es-todo»: una técnica para obtener
condescendencia en la cual la persona ofrece beneficios adicionales antes de que los otros hayan decidido aceptar o rechazar las solicitudes específicas.
técnica de «picar la curiosidad»: una técnica para obtener condescendencia en la cual se llama o atrae la
atención de la persona a través de peticiones inusuales. Como resultado, la persona no rechaza la solicitud automáticamente, como sucede con
frecuencia.
técnica de «ponerlo difícil de conseguir»: una técnica
que puede ser empleada para incrementar la condescendencia y consiste en sugerir que una personas
o un objeto es escaso y difícil de conseguir.
técnica de la respuesta incompatible: técnica para reducir la agresión en la cual los individuos se ven expuestos a eventos o estímulos que los hacen
experimentar estados afectivos incompatibles con la
ira o la agresión.
técnica de la-puerta-en-la-cara: un procedimiento para
obtener condescendencia según el cual los solicitantes comienzan con una solicitud grande y después, cuando ésta es rechazada, la rebajan a una
menor (la que ellos realmente deseaban desde el
principio).
técnica del amago: una técnica para obtener condescendencia en la cual una oferta o trato es cambiado
(se hace menos atractivo) después de que la personaobjetivo lo ha aceptado.
técnica del pie-en-la-puerta: un procedimiento para obtener condescendencia en el cual los solicitantes
comienzan con una solicitud pequeña y luego,
cuando ésta está garantizada, solicitan otra más
grande (la que en realidad desean).
teoría de la inferencia correspondiente: teoría que describe cómo usamos el comportamiento de los otros
como base para inferir sus disposiciones estables.
teoría de la acción razonada: una teoría que sugiere que
la decisión de comprometerse en una conducta particular es el resultado de un proceso racional en el
cual se consideran las opciones de la conducta, se
evalúan las consecuencias o resultados de cada una
y se llega a una decisión de actuar o no. Esta decisión se refleja entonces en las intenciones conductuales, las cuales influyen fuertemente la conducta.
teoría de la conducta planeada: una extensión de la teoría de la acción razonada, que sugiere que además
de las actitudes hacia un comportamiento dado y de
las normas subjetivas acerca de éste, los individuos
también consideran el control de la conducta percibido —su habilidad para ejecutar la conducta.
teoría de la identidad social: teoría que sugiere que los
individuos buscan enaltecer la propia autoestima
mediante la identificación con grupos sociales específicos.
teoría de la transferencia de la excitación: teoría que
plantea que la activación producida en una situación puede persistir e intensificar las reacciones
emocionales ocurridas en situaciones posteriores.
teoría del conflicto realista: visión según la cual el prejuicio, por lo general, deriva de la competencia directa entre varios grupos sociales por recursos
escasos y valiosos.
teoría del equilibrio: formulación que especifica la relación entre (1) el agrado de una persona hacia otra
persona, (2) su actitud hacia un tema determinado,
y (3) la actitud percibida de la otra persona hacia el
mismo tema. El equilibrio resulta en un estado emocional positivo, el desequlibrio en un estado emocional negativo, y el no-equilibrio en la indiferencia.
teoría del foco de autorregulación: una teoría que sugiere que al regular la propia conducta para obtener
las metas deseadas, los individuos adoptan una o
más perspectivas diferentes: una perspectiva centrada en la promoción, en la que se enfatiza la presencia y ausencia de resultados positivos; o una
perspectiva centrada en la prevención, en la cual se
enfatizan los resultados negativos.
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teoría del foco normativo: una teoría que sugiere que las
normas influirán el comportamiento sólo en la medida en que sean centrales para las personas implicadas en el momento en que el comportamiento ocurre.
teorías: marcos de referencia construidos por científicos
en cualquier disciplina para explicar por qué ocurren
de cierta manera unos eventos o procesos dados.
teorías del impulso (acerca de la agresión): teorías que
sugieren que la agresión proviene de condiciones externas que activan el motivo para dañar o herir a
otros. La más famosa de ellas es la hipótesis de la
frustración-agresión.
testosterona: la «hormona sexual» masculina.
tipificación del sexo: comprensión de los estereotipos
asociados con ser hombre o mujer en la propia cultura.
trivialización: una técnica para reducir la disonancia.
Consiste en reducir de manera cognitiva la importancia de actitudes y comportamientos que son inconsistentes.
validez externa: medida en que los hallazgos de un experimento pueden generalizarse a situaciones sociales de la vida real y a personas posiblemente muy
distintas de quienes han participado en la investigación.
variable dependiente: variable que se mide en un experimento.
variable independiente: variable que se cambia (es
decir, varía) sistemáticamente en un experimento.
violencia en los medios de comunicación: mostrar acciones violentas en los medios de comunicación de
masas.
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Índice Temático
Abstracciones, 71
Acción razonada, teoría de la, 137-139,
138f
Acciones/características de otras
personas, 9-10, 9f
Aclaración (debriefing), 32, 32f
Acosadores, características de los, 471,
472f
Actitud ambivalente, 122, 123f
Actitudes
accesibilidad, 136
cambio de, 122-125, 124f
condicionamiento subliminal de las,
126
conocimiento de las, 136
definición de, 122
especificidad, 137
esquemas como, 130
existentes, defensa activa de las, 147148, 148f
expresión de, dificultad de, 134-135
factores genéticos en las, 128-129,
129f
formación de, 125-128, 126f, 127f
fuerza de las, 136
funciones de las, 130-132, 131f
hacia la conducta, 138, 138f
importancia de las, 136-137
influencia en el comportamiento, 133140, 135f, 138f, 140f
intensidad, 136
orígenes de las, 136
reacciones inmediatas de
comportamiento y, 139-140, 140f
relacionadas con la salud vs.
conductas relacionadas con la
salud, 156-158, 157f
sobre nosotros mismos, 177
Actitudes de los padres, efectos en el
prejuicio racial, 239
Actitudes erotofílicas, 336
Actitudes erotofóbicas, 336
Actitudes medición de, 221
Actitudes sexuales, cambios en las, 335
Activación
intensificada, agresión y, 460, 461f
en el modelo afectivo general de la
agresión, 451, 450f
Activación sexual, agresión y, 460
Adoctrinamiento intenso, 358, 359, 390392, 391f
Adulación, 73
Advertencia, 146
Afecto
atracción y, 273, 275f
definición de, 84, 272
dirección, 272
influencia de la cognición sobre el,
110-111, 113f
influencia en la cognición, 107-111,
108f
intensidad, 272
manipulación, vulnerabilidad al, 276,
277f
positivo, 303, 416, 418f
Afiliación
motivación a la, 265
explícita, 280
implícita, 280
necesidad
definición de, 279
determinantes situacionales en la,
281
diferencias disposicionales en la, 279,
279f
Afroamericanos
colectivismo y, 176
cómo hacen frente al prejuicio los,
248
rasgos estereotipados de los, 246
Agrado mutuo, 265, 299, 300f, 301f
Agresión
activación intensificada y, 460, 461f
activación sexual y, 460
amenaza al ego y, 465
autoestima y, 180
bullying, 471, 472f
definición de, 447, 447f
desencadenamiento de la agresión
desplazada, 457, 458f
desplazada, 457
determinantes de la
factores genéticos, 448
métodos de investigación, 451, 452f,
453f
personales, 451, 463, 464f, 466f, 482
situacionales, 451, 467, 470f, 483
sociales, 451, 454, 455f, 456f, 458f,
461f, 482
diferencias de género en, 465, 466f
directa, 465
en el lugar de trabajo, 474, 474f
estudio de la, técnicas para el, 452,
452f, 453f
factores biológicos, 447
hipermasculinidad/hiperfemineidad y,
200
hostil, 463
indirecta, 465
instrumental, 463
narcisismo y, 465
presenciar, efectos de, 458
provocación y, 456, 456f
reducción, 479, 480, 480f
temperaturas ambientales y, 467, 468,
469f
teorías, 447-451, 468-469
Agresión abierta, en el lugar de trabajo,
475
Agresión desplazada, 457
Alcohol, agresión y, 467, 470, 470f
Alivio de un estado negativo, 435
Altruismo
definición de, 399
interés propio y, 432, 432f, 437f
selectivo, empatía y, 435, 435f
voluntariado y, 426
Amenaza al ego, 465
Amistad
cercana
naturaleza de, 314, 315f
versus relaciones románticas, 326,
327f
condescendencia y, 377
edad y, 308
necesidad de, raíces evolucionistas de,
309, 310f
Amor
apasionado, 330
compatibilidad y, 353
consumado, 334f, 335, 354
de compañero, 333, 333f
decisión-compromiso y, 334, 334f
definición de, 329, 330f
diferencias culturales en el, 333
estilos de, 333, 333f
lúdico, 333, 333f
matrimonio y, 343
modelo triangular del, 334, 334f
no correspondido, 331
perspectiva evolucionista, 332
propósito del, 332
romántico, 16, 16f
significado de, 330, 330f, 354
versus activación emocional, 353
Androginia, 198-199, 319
Andrógino, 199
Ansiedad sobre la apariencia, 207,
282
Apariencia física
de los otros, ignorar la, 10, 304
mujeres y, 207-208
relaciones interpersonales y, 304
ser realista con respecto a, 210
Apariencia, juzgar por la, 282
Apoyo social, 280
Aprendizaje
basado en la asociación, 125-126,
126f
mantener los puntos de vista
correctos, 127
observacional, 127-128, 127f
Aprendizaje social
actitudes y, 125-128
definición de, 125
prejuicio y, 229-230, 230f
Apretón de manos, 45-47, 46f, 47f
Asch, Salomon, 68f
Asimilación sesgada, 148-149
Asociación Nacional para el Avance en
la Aceptación de la Obesidad
(NAAFA), 239
Ataques terroristas, respuesta a los
www.fullengineeringbook.net
571
Atención
definición de, 85
necesidad de, 280
Atracción interpersonal
bases afectivas de la, 272, 273f, 275f,
277f
definición de, 266, 266f
exposición repetida y, 267, 267f, 268,
270f
factores iniciales en la, 264
hacia aquellos a quienes atraemos,
299, 300f, 301f
modelo centrado en el afecto, 301,
301f
proceso, factores en la, 266, 266f
proximidad e importancia de, 267,
267f, 270f
similitud y, 294, 294f, 295f, 299f
Atracción sexual, amor y, 331
Atractivo físico
al evaluar a otros, 282, 283f
definición de, 282
determinantes de, 287, 288f, 289f
importancia del, 284, 285f, 287f
Atribución
acerca de la responsabilidad de la
víctima, 410, 410f
definición de, 40, 51, 84
depresión y errores, minimizar el
impacto de, 64-65, 64f, 77
distinción endogrupo-exogrupo y, 232
en la agresión, 464
fuentes de error, 59-63
prejuicio y, 65-66, 66f, 232
teorías de la, 51-59, 51f, 54f, 56f, 57f
Atribuciones contraproducentes, 64, 64f
Atribuciones personales, nombres
propios y, 292f, 293
Aumento, principio del
en la atribución causal, 55, 56f, 57f
teoría del foco de autorregulación, 5758
Ausencia de prejuicios, en disciplinas
científicas, 6
Autoafirmación, 151
Autoconcepto
cambios según las situaciones, 176,
176f
cómo funciona el, 169-170
de trabajo, 175
definición de, 169
diferencias culturales en el, 173-174,
174f
estructura del, 171
factores externos que afectan al, 176,
176f
sexual, 171
social, 172
Autoconciencia
objetiva, 169, 170f
simbólica, 169
subjetiva, 169
Autodescripciones en el Inventario de
los Roles Sexuales de Bem, 197
Autoeficacia
académica, 190
afectividad rumiadora y, 189f
autorreguladora, 190
colectiva, 187
definición de, 187
desvinculación moral y, 189f
en la superación de fobias, 188,
188f
social
y comportamiento prosocial, 189f
y comportamiento transgresor, 189f
Autoenaltecimiento, 178
Autoesquema sexual, 171
Autoestima
actitudes y, 177
agresión y, 180
alta, 180
baja, 180
cambios en la, 181
concepto de, 177, 177f
comparación social y, 178
después de recibir ayuda, 430
diferencias culturales en la, 178
estilo de apego y, 316
narcisismo y, 465
paradójica, 181
variable, 181
Autoexpresión, actitudes y, 130
Autofocalización, 182
Autoidentidad, actitudes y, 130
Automejora, 72, 73f
Autoorganización compartimentizada,
184
Autoorganización integrada
evaluativamente, 185
Autopercepciones
confianza y, 254
de hombres y mujeres, 207
negativas de las mujeres, mejorar las,
210
Autoridad, conformidad y, 378
Autorreferencia, efecto de, 170
Autorregulación, 183
Autorreguladora, autoeficacia, 190
Autorrevelación, atractivo físico y, 284
Autovaloración, 178
Autoverificación, 178
Autovigilancia, 186, 186f
Ayuda
a aquellos que te agradan, 408, 409f
estado de ánimo y, 416
estado emocional del espectador y,
416, 418f
pedir, 429
recibir
género y, 428, 428f
sentimientos/reacciones por, 429, 430f
Azar, asignación al, de los participantes
a las condiciones experimentales,
25
Castigo, para el control de la agresión,
476, 477, 477f
Catástrofes, empatía hacia las personas
en, 421
Categorización social, 230
Chinos
ideogramas, 269, 270f
sesgo de correspondencia y, 60-61, 61f
Ciencia
definición de, 6
explicar, a niños y niñas, 193, 195, 195f
frente a «no ciencia», 7, 7f
Coacción sexual, 466, 466f
Codificación, 85
Cognición
déficits cognitivos, superarlos en el
control de la agresión, 450f, 451
detección del engaño y, 48-50, 49f
en el modelo afectivo general de la
agresión, 450, 451f
influencia del afecto en, 107-111, 108f
influencia en la psicología social, 14
influencia sobre el afecto, 110-111,
113f
intervenciones
para contrarrestar el prejuicio, 240, 258
para la agresión, 479
procesos de la, en el comportamiento y
pensamiento sociales, 10
regulación de los estados afectivos,
111-115, 115f
Cognición social
definición de, 82-84
errores, combatir los, 116-117
etapa de evaluación-categorización, 97
fuentes de error, 94-95, 106-107
pensamiento contrafáctico, 100-103,
102f
pensamiento mágico, 103-104, 104f
pensando demasiado, 99-100
sesgo hacia lo negativo, 95-97, 95f, 96f
sesgo optimista, 97-99, 98f
supresión de pensamiento, 104-106,
106f
impacto de los esquemas en la, 85-87
Cohabitar, sexo y, 343
Cohesión
conformidad y, 363, 364f
Colectivismo
afroamericanos y, 176
armonía en las relaciones interpersonales y, 178
conformidad y, 373
énfasis en, 60
mexicano-estadounidenses, 312
Comparación social
al alza, 179, 180f
a la baja, 179, 180f
autoestima y, 179, 180f
definición de, 128
elegir un grupo adecuado de, 211
formación de actitudes y, 128
necesidad de, 280
Comportamiento cooperativo, 312
Comportamiento de rol-género, 198
Comportamiento interpersonal,
diferencias de sexo en el, 206
Comportamiento no verbal, negativo,
255
Comportamiento social
causas del, 9
contexto cultural y, 11
estado de ánimo y, 112-113, 113f
www.fullengineeringbook.net
572
Bases neurológicas, del sesgo hacia lo
negativo, 96-97
Bogus pipeline, 221, 222f
Bona fide pipeline, 222, 236
BSRI (Bem Sex-Role Inventory,
Inventario de los roles sexuales
de Bem), 197-198
Bullying
naturaleza, 471, 472f
reducción, 473
Buss, Arnold, 452, 452f
Cambio de actitud negativo, 146
Capacidad de atención reducida, 391392
Características observables
afiliación y, 278
atracción y, 265
Carga cognitiva, en el manejo de
impresiones, 74-75
ÍNDICE TEMÁTICO
www.ablongman.com/baronbyrne
necesidad de afiliación y, 278, 279f
procesamiento automático y, 92-94,
93f
procesos cognitivos en el, 10
variables ambientales en el, 11
Compromiso, condescendencia y, 378
Comunicación
atracción interpersonal y, 293
no verbal, 40-42
canales básicos para la, 42-47
definición de, 40-42
Comunicadores
creíbles, 141-143, 142f
enfoque bilateral, 142
enfoque unilateral, 142
Condescendencia
definición de, 358
en el adoctrinamiento, 391
principios, 377-378
tácticas para obtener, 378-384, 379f,
380f, 382f
Condescendencia forzada, 155
Condescendencia inducida, 155
Condición de defensa de la refutación,
148
Condición de defensa del apoyo, 147
Condicionamiento clásico, 125-126, 126f
Condicionamiento instrumental, 127
Condicionamiento subliminal (de las
actitudes), 126
Condiciones económicas, violencia
racial y, 226
Conducta comunal, 347, 347f
Conducta planeada, teoría de la, 137139, 138f
Conducta prosocial
ausencia de, 413
autoeficacia y, 189f
definición de, 399, 399f
diferencias disposicionales en la, 417,
419f, 420f, 423f
difusión de la responsabilidad y, 400,
401, 402f
emociones positivas y, 416
factores de personalidad asociados con,
422, 423f
factores situacionales, 408, 409f, 410f,
412f
modelo del determinismo genético y,
436
modelos, 411, 412f
motivaciones para, 432, 432f, 433f
Conducta sexual, cambios en la, 335,
336f
Conducta/comportamiento
asociado con roles de género, 198
cambio, disonancia cognitiva, 156-158,
157f, 158f
causas internas de, 53-64
causas externas de, 53-64
consistencia, atractivo y, 291
control, 54-55
cooperativa/o, 312
de los demás, 9-10, 9f
diferencias, atractivo y, 291
efectos del estilo de apego sobre, 320
estabilidad, 54-55
individual, como énfasis de la psicología social, 8
influencia de las actitudes en la, 132140, 135f, 138f, 140f
influencias actitudinales sobre, 132140, 135f, 138f, 140f
interpersonal, diferencias de sexo en
la, 206
no verbal negativo hacia las mujeres,
255
responsabilidad personal por, 54-55
rol-género, 198
sexual, cambios en, 335, 336f
transgesor, autoeficacia y, 189f
vigilar el, mediante señales internas o
externas, 186, 186f
Conexión, 337
Confianza
conducta interpersonal y, 315
estilos de apego y, 316, 318f
Confianza interpersonal, 316, 317f, 423
Confianza, de las mujeres, 254
Conflicto intergrupal, como fuente del
prejuicio, 224-225, 225f
Conflicto realista, teoría del, 224
Conformidad
bases de la, 366-371
definición de, 358, 359-360
investigación sobre la, 360-362
justificar la, 370-371
no conformistas, 374, 374f
resistir la, 372-374, 373f
Conformidad pública versus aceptación
privada, 362
Confusión de variables, 25, 26f
Congraciarse, 378
Consenso, 53
Consentimiento informado, 32
Consistencia
condescendencia y, 377, 378
definición de, 53
Consistencia de género, 193
Construcciones, 11
Contacto físico, como señal no verbal,
45-47, 46, 47f
Contacto intergrupal directo, en la
reducción del prejuicio, 241
Contacto visual, 48
Contagio emocional, 42
Contagio, ley del, 103
Contaminación mental, 110
Contrafáctico a la baja (pensamiento),
101
Contrafáctico al alza (pensamiento), 101
Contrargumentos, 147-148, 148f
Control conductual percibido, 138
Control, sensación de, 179
Cónyuges, problemas entre, 346, 347f
Correlación y causalidad, 20-22, 22f, 35
Correlaciones ilusorias, 237
Correlaciones ilusorias y homogeneidad
del exogrupo, 237-238
Creatividad, estado de ánimo y, 109-110
Creencia en un mundo justo,
personalidad altruista y, 424
Creencias, realidad y, 87-88
Crímenes por odio, 219, 220f, 226,
227f
Críticas, 300
Cuentos de hadas, roles de género en los,
203
Cultura
autoconcepto y, 173-174, 174f
autoestima y, 178
colectivista, 60, 173-174
conformidad y, 373
definición de, 11-12
del honor, 367-368, 368f
diferencias de género y, 202
diferencias, error fundamental de
atribución y, 59-61, 60f
disonancia cognitiva y, 153-154, 154f
en el comportamiento y pensamiento
sociales, 11
individualista, 60, 173-174
sesgo de autobeneficio y, 61-63, 63f
soledad y, 322
Decisión-compromiso, amor y, 334, 334f
Depresión, atribución y, 64-65, 64f
Desastre en el World Trade Center,
respuesta al, 422, 423f
Desastres, empatía hacia las personas en,
421
Deseabilidad social, 52
Desensibilización, 459
Deseo de muerte (thanatos), 448
Desesperanza, soledad en el adulto y,
324
Diferenciación del endogrupo, 238
Diferencias de género
en el comportamiento sexual, 336,
337f
en la agresión, 465, 466f
Diferencias individuales, en el modelo
afectivo general de la agresión,
450, 450f
Dificultades económicas y violencia
racial, 226
Difusión de la responsabilidad, 400, 402f
Discrepancias entre canales, 48
Discriminación
atribución y, 65-66, 66f
contra la mujer, 253
definición de, 217, 219
Disimilitud, atracción interpersonal y,
294, 294f
Disminución, principio de
en la atribución causal, 55, 56f
teoría del focu de autorregulación, 5758
Disonancia cognitiva
afecto negativo y, 152-153, 153f
cambio conductual y, 156-159, 157f,
158f
cambio de actitud y, 155-156, 156f
definición de, 150
efecto «menos-lleva-a-más», 155-156,
156f
el desagrado de la, 152-153
factores culturales en, 153-154, 154f
reducción
enfoques directos, 150-151
enfoques indirectos, 151
Disposición
conducta prosocial y, 422
diferencias, respuesta prosocial y, 416
Distintividad, 53
Diversidad cultural, 16, 16f
Divorcio, efectos de, 349
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Efecto «menos-lleva-a-más», 155-156,
156f
Efecto actor-observador, 61
Efecto baba, 79, 299
Efecto de asimilación, 179
Efecto de contraste, 457, 290
Efecto de perseverancia, 86
Efecto del espectador, 401, 402f
Efecto del experimentador, 25
Efecto del falso consenso, 297
Efecto Miguelángel, 177
ÍNDICE TEMÁTICO
573
Efecto negativo, 70
Efectos de congruencia con el estado de
ánimo, 108, 109f
Efectos de desensibilización, 459
Efectos no comunes, 52
Ego-amenaza, 424
Egocentrismo, personalidad altruista y,
424
Egoísmo, 413
Ejemplares (de atributos), 71
Ejemplos positivos, poder de los, 411,
412f
ELM (elaboration likelihood model modelo de probabilidad de
elaboración), 143-145, 144f
Embarazo, no deseado, 338
Emblematismo (tokenism), 223
Emergencia
darse cuenta, 403, 404f, 405f
decisión de ayudar en una
efecto del espectador y, 401, 402f
pasos esenciales en la, 403-408, 404f,
405f
interpretarla como una emergencia,
406
responsabilidad de ayudar en una, 407
respuestas ante una, 403
saber qué hacer, 407
Emoción negativa
conducta prosocial y, 417, 418f
disonancia cognitiva y, 152-153, 153f
insatisfacción matrimonial y, 342,
343f, 349
reducir la, 435
Emoción positiva, 303, 416, 418f
Empatía
altruismo selectivo y, 435
bases biológicas de la, 419f, 418
definición de, 417
desarrollo de, 419
diferencias genéticas y, 420
estilo de apego y, 319, 319f
evitar la, 434
hacia personajes ficticios, 420f,
419
personalidad altruista y, 424
Empleo, efectos sobre el matrimonio,
343
Encuestas, método de, 19
Endogrupo, 230
Enfermedades de transmisión sexual
(ETS), 338
Engaño
claves no verbales y, 45
definición del recurso del, 31
detección, factores cognitivos en su,
45-47, 46f
en la investigación, 32
señales no verbales del, 47-48
Entrenamiento en habilidades sociales,
324, 480, 480f
Entusiasmo de quien ayuda, 436
Epidemia de embarazos adolescentes,
339
Error final de atribución, 232
Error fundamental de atribución, 60
Escala de Necesidad Personal de
Estructura, 268
Escasez, condescendencia y, 378
Escepticismo, 6, 27-28
Espectador
estado emocional del, 416, 418f
sugerencias para el, 440
Esposas, estereotipos de género de las,
199f
Esquemas
actitudes como, 130
conducta interpersonal y, 316
definición de, 21, 83, 84
efectos autoconfirmatorios de los, 8789, 87f
en las relaciones románticas, 328, 329f
impacto en la cognición social, 85-87
para comer en restaurantes, 84, 85f
Estadísticos inferenciales, 27
Estado afectivo
atracción y, 265
cognición social y, 117
en el modelo afectivo general de la
agresión, 451, 450f
Estado emocional, respuesta prosocial y,
405, 405f
Estereotipo de vejez, 94
Estereotipos
activación de, 245
amenaza del, 247
apariencia y, 291
basarse en, estado de ánimo y, 112-113,
113f
contenido específico de los, 283
definición de, 234
entrenamiento en negación, 244, 246f
implícitos, 235
prejuicio y, 218
procesamiento automático y, 92
sobre la vejez, 94
Estereotipos de género
autodescripciones de, 197
definición de, 251
desaparición de, 203
exactitud de, 249-251, 250f
influencia de, 193, 194f
Estereotipos raciales implícitos, 236,
236f
Estigma, 274
Estigmatización, después de recibir
ayuda, 429
Estilo de apego
adulto, 315, 317f, 318f
definición de, 315
efectos sobre la conducta, 320
inseguro-ambivalente, 316
inseguro-evitador, 316
preocupado, 318f, 320
rechazador, 318f, 320
relaciones adultas y, 315, 317f, 318f,
319f
seguro, 318, 318f
temeroso-evitador, 318f, 319
Estrógeno, 206
Etapa de categorización-evaluación, de la
cognición social, 97
Etapa de consolidación del
adoctrinamiento, 391
Ética, experimentación y, 31-33
ETS (Enfermedades de transmisión
sexual), 338
Evaluación positiva, en las relaciones
interpersonales, 299, 300f
Evitación selectiva, 146
Exactitud, en disciplinas científicas, 6
Exención moral, autoeficacia y, 189f
Éxito profesional
diferencias de género en el, 200-203
rostro dominante y, 17 y 18f
Éxito, cálido brillo del, 112
Exogrupo, 230
Expectativas, humor, autofocalización,
eventos externos y, 184, 185f
Experiencias tempranas, efectos en el
prejuicio racial, 229, 230f
Experimentación (método experimental)
naturaleza básica de la, 23
Experimentación (método experimental)
requisitos para la, 23
Experimentación (método experimental),
23
Exposición repetida, atracción
interpersonal y, 267, 270f, 271f
Expresión facial
en la comunicación no verbal, 41, 4243, 43f
exagerada, 48
Extraño heterosexual, ayudar a, 409,
409f
Extrovertidos, 74-75
Factores biológicos
en el atractivo físico, 287
en el comportamiento y pensamiento
sociales, 12
en la agresión, 448
en psicología social, 17
Factores genéticos
en la agresión, 448
en la empatía, 420
en las actitudes, 128-129
Falacia de planificación, 97-98, 98f
Familias de un solo progenitor, 345
Fantasía, 419
Fase de ablandamiento en el
adoctrinamiento, 391
Favoritismo, 313
Femineidad, 198
Fenómeno autocinético, 367
Figuras autoritarias, el poder para
generar obediencia, 389
Fobias, superarlas mediante el desarrollo
de la autoeficacia, 188f
Foco de prevención, 57
Foco de promoción, 57
Formación de impresiones, 41, 69, 70f
Frustración, 449, 454
Función de autodefensa de las actitudes,
131
www.fullengineeringbook.net
574
ÍNDICE TEMÁTICO
GAAM (Modelo afectivo general de la
agresión), 450, 450f
Gemelos
actitudes de, 128-129, 129f
Generatividad, 426
Género
ayuda y, 428, 428f
diferencias con sexo, 191, 192f
Genocidio, 298
Gestos, 44-45, 45f
Grupo de trabajo en pro del
activictagordo, 239
Hábitos alimenticios, atractivo y,
293
Habla, aspectos no verbales del, 48
Herencia, 12-13, 13f
Hermanos
desarrollo de la soledad y, 322
recibir ayuda de los, 430
relaciones entre, 312, 313f
Heurísticos
definición de, 89, 91f
www.ablongman.com/baronbyrne
disponibilidad, heurístico de, 90-91,
91f
estado de ánimo y, 112-113, 113f
representatividad, heurístico de, 89-90
Hiperfemineidad, 200
Hipermasculinidad, 199, 200f
Hipocresía, 157
Hipocresía moral, 414, 415f
Hipótesis, 21
Hipótesis de contacto, 241
Hipótesis de la alegría empática, 436
Hipótesis de la catarsis, 478
Hipótesis de la empatía-altruismo, 433
Hipótesis de la frustración-agresión, 226,
449, 454
Hipótesis de la repulsión, 297
Hipótesis del contacto ampliada, 242
Hispanos, identidad social de los, 168
Historia causal de las razones, 58
Hombres
ayuda y, 428, 428f
consciencia de la apariencia femenina,
211
Homosexuales
ayudar a, 409, 409f
normas sociales y, 374
Hostilidad, expresiones en el lugar de
trabajo, 475
Humor/estado de ánimo
autofocalización, eventos externos,
expectativas y, 184-185, 185f
basarse en estereotipos y, 112-113,
113f
comportamiento social y, 112-113,
113f
creatividad y, 111
Información
en la formación de impresiones, 67-68,
67f
sobrecarga de, 89
Injusticia percibida, agresión en el lugar
de trabajo e, 475
Instinto de lucha, 448
Integridad moral, 413, 415f
Inteligencia moral de los niños, 420
Intenciones conductuales, 138, 138f
Intenciones hostiles, 464
Interacción padres-hijo, 312
Interdependencia, 309
Interés concedido, 136
Interés propio, 413, 415f
Internalización, fase de
(adoctrinamiento), 391
Intimidad, 334, 334f, 349
Intimidad física, relaciones románticas
e, 326, 326f
Inventario de los roles sexuales de Bem
(Bem sex-role inventory, BSRI),
197-198
Investigación
interpretar resultados de, 27
métodos de, 18-27
recurso del engaño en la, 31
Investigación intercultural, sobre estilos
de apego, 317
Investigación longitudinal, sobre la
agresión, 459
Ira, 43
Jeer pressure, 369
Juicios categóricos, 71
Juegos olímpicos, pensamiento
contrafáctico y, 101, 102f
Juicios
categóricos, 71
interpersonales, 293
«La Cueva de los Ladrones», 224
Lenguaje corporal, 44-45, 45f
Lewin, Kurt, 15
Locus de control interno, personalidad
altruista y, 424
Lugar de trabajo
agresión en el, 474, 474f
diferencias de género al escalar posiciones en el, 202
discriminación contra las mujeres en
el, 253
relaciones románticas en el, 326, 327f
roles de género en el, 200
paternidad y, 345
problemas de relación en el, 346, 347f,
348f, 350f, 351f
problemas, reacción ante, 348, 348f
versus estar soltero, 344
Media, en el desarrollo del prejuicio,
230, 231f
Medios de comunicación, violencia, 458
Meditabunda o ensimismada,
orientación, 183
Mejora de otros, 72
Memoria
influencia del estado de ánimo en la,
108-109, 109f
perspectiva cognitiva y, 11
dependiente del estado de ánimo, 108
Mensajes contractitudinales,
contrargumentos, 147-148, 148f
Metanálisis, 28
Mexicano-estadounidenses, 312
Microexpresiones, 47
Mirada fría, 44
Mirada muy fija (staring), 44
Modelo afectivo general de la agresión
(GAAM), 450, 450f
Modelo asimétrico, 375
Modelo de atracción centrado en el
afecto, 301, 301f
Modelo de escape del afecto negativo,
468, 469f
Modelo de la identidad endogrupal
común, 244
Modelo de la probabilidad de elaboración
(en persuasión) (MPE), 143, 144f
Modelo del determinismo genético, 436
Modelo del proceso «de-la-actitud-a-laconducta», 139-140, 140f
Modelo triangular del amor, 334, 334f
Modelos agresivos, 450
Modelos básicos, de los estilos de apego,
316, 318f
Modelos de desobediencia, 389
Modelos no agresivos, exposición a, 479
Modelos prosociales, 411, 412f
Moralidad
motivación y, 413, 415f
sobresalir y, 414
Motivación
falacia de planificación y, 97
moralidad y, 413, 415f
para dañar a otros, 449, 449f
en la formación de impresiones, 71
Muestreo, 19
Mujeres
autopercepciones de las, 210
como figuras de autoridad, reacciones
negativas, 254
confianza en sí mismas de las, 254
discriminación contra las, 253
efecto «las mujeres son maravillosas»,
251
estereotipos de género de las, 251, 252f
expectativas de las, 254
recibir ayuda y, 428, 428f
Museo Nacional del Holocausto,
Washington D.C., 385, 386f
www.fullengineeringbook.net
Identidad de género
aspectos del desarrollo de la, 192
bases de la, 193
desarrollo de la, 196f
Identidad segura, 168
Identidad social
definición de, 167
dimensiones de la, 167f
teoría de la, 232, 233f
Identificación del rol-género, 198
Ignorancia pluralista, 406
Ilusión de la homogeneidad del
exogrupo, 238
Individualidad, 372
Individuos religiosos, atribuciones acerca
de la responsabilidad de la
víctima, 410
Inercia de inacción, 102
Infección por VIH
ofrecerse como voluntario, motivos
para, 425
revolución sexual y, 339
Inferencia correspondiente (teoría de la),
51
Inferencias, 235
Influencia de la minoría, 374-376, 376f
Influencia social
definición de, 358, 359f
formas extremas de
adoctrinamiento intenso, 390-392,
391f
obediencia destructiva, 385-389,
386f
Influencia social informativa, 369-370,
371f
Influencia social normativa, 369
Manejo de impresiones
(autopresentación), 41,72
carga cognitiva y, 74-75
congraciarse y, 378, 378f
definición de, 41, 72
tácticas para el, 72-74
Maquiavelismo, 423
Máquina de la agresión, 452, 452f
Masculinidad, 198
Matrimonio
amor y, 344
cambios en la composición de la
familia y, 345
costes/beneficios del, 347, 347f
disolución, respuesta ante, 349, 351f
división de las labores domésticas, 344
efectos del empleo en, 344
éxito, 350f
fortalecer, consejos para, 350f
NAAFA (Asociación Nacional para el
Avance en la Aceptación de la
Obesidad), 239
Narcisismo, 342, 465
Necesidad
de afiliación, 278, 279t
ÍNDICE TEMÁTICO
575
de apoyo social, 280
de atención, 280
de comparación social, 280
de estimulación positiva, 280
Negatividad personal, soledad en adultos
y, 324
Niños, inteligencia moral de los, 420
Nivel de atención, de un espectador que
responde, 440
Normas sociales
definición de, 359-360, 360f
descriptivas, 363, 366
obligadas, 359, 363-366, 366f
persistencia de, 367-368
subjetivas, 138
Obediencia
definición de, 358, 359, 385
destructiva, 385-389, 386f
Obediencia destructiva, 385-388, 386f
bases psicosociales de, 388-389
Investigación de laboratorio sobre,
385-388, 386f
resistir sus efectos, 389
Objetividad, en disciplinas científicas, 6
Objetivos superiores, 228
Observación naturalista, 19
Obstruccionismo, agresión en el lugar de
trabajo, 475
Olores, conducta prosocial y, 416
Optimismo, confianza y, 175
Orientación del afecto, 183
Orientación sexual restringida
sociosexual restringida, 336
Orientación sociosexual ilimitada, 336
Padres
influencia al dar forma al
comportamiento de los hijos, 420
ira de los padres al controlar a los hijos,
421
relaciones madre-hijo, 309
Paradigma de la Sustracción del Punto y
la Agresión (PSAP), 453
Patrón de conducta tipo A, 463
Patrón de conducta tipo B, 463
Pena capital, como disuasorio del
crimen, 477, 477f
Pensamiento «contrafáctico», 100-103,
102f
Pensamiento mágico, 103-104, 104f
Pensamiento social, causas del, 9
Pensar demasiado, 99-100
Percepción social, 40, 41f, 75-76
Personalidad
altruista, 423, 424, 427f
rasgos
asociados con la conducta prosocial,
427, 427f
en la formación de impresiones, 68
éxito matrimonial y, 342, 343f
Perspectiva evolucionista
agresión y, 448
amor y, 332
atracción interpersonal y, 298
atractivo físico y, 284, 285f
conducta prosocial y, 436
en psicología social, 17
Perspectiva multicultural, 16
Persuasión
características de la, 141-143
credibilidad y, 141-142, 142f
definición de, 141, 141f
enfoque cognitivo de la, 143-145
resistencia a la, 145-149
Pesimismo
confianza y, 175
resultados negativos y, 98
Peso corporal, 211
Polarización de la actitud, 149
Postura amenazadora, 44
Potenciales positivos tardíos (PPTs), 97
Preatribución, 479
Predicciones, 21
Prejuicio
atribución y, 65-66, 66f
basado en el género
sexismo benevolente, 250
sexismo hostil, 250
basado en la apariencia, 238, 291
contra las personas obesas, 239, 239f,
291, 291t
contrarrestar el, 240
definición de, 217
en la conducta observable, 132
fuentes cognitivas en el, 234
correlaciones ilusorias, 237
diferenciación del endogrupo, 238
estereotipos, 234
implícito, 218
orígenes del, 224
aprendizaje social, perspectiva del, 229
teoría del conflicto realista, 224
por qué persiste, 218, 219f
racial y experiencias tempranas, 229,
230f
reacción de las víctimas, 247
reducción del
contacto intergrupal directo, 241
influencia social en la, 246
intervenciones cognitivas, 244
recategorización, 243-244
técnicas para la, 258
Preparado para lo peor, 98-99
Priming
automático, 91-92
de la activación sexual, 461-462
de pensamientos hostiles, 459
definición de, 91-92
prejuicio y, 221-222, 245
subliminal, 236
Prisiones inferenciales, 235
Procedimiento de doble ciego, 25
Procesamiento automático, conducta
social y, 92-94, 93f
Procesamiento categóricos, 171
Procesamiento controlado, 92
Procesamiento elaborativo, 171
Procesamiento heurístico, 143
Procesamiento sistemático, 143
Procesamiento orientado
categóricamente, 244
Proceso de vigilancia, en la supresión de
pensamiento, 104
Proceso operativo, en la supresión de
pensamiento, 105
Profecía autocumplidas, 87-89, 87f
«Profesionales de la condescendencia»,
378
Proporción de actitudes similares, 295,
295f
Provocación, agresión y, 456, 456f
Proximidad
aplicación del conocimiento, 272
atracción interpersonal y, 267, 267f,
270f, 303
en ambientes naturales, 270, 271f
exposición repetida y, 267, 270f
Pruebas críticas, 361
PSAP (Paradigma de la Sustracción del
Punto y la Agresión), 453
Psicología evolucionista, 17
Psicología social
aplicación, énfasis creciente en la, 15
causas del pensamiento y
comportamiento sociales, 9
comportamiento de los individuos,
énfasis en el, y, 8
definición operativa, 5
en el nuevo milenio, 14
factores biológicos, 12
frente al sentido común, 7
métodos de investigación en, 18
naturaleza científica de la, 6
perspectiva evolucionista, influencia
creciente en, 17
revolución del género en la, 197
sociología, contraste con la, 8
teoría, papel de la, en, 28
Psicólogos de la Gestalt, 68
Psicólogos sociales, cuestiones
investigadas en la actualidad por
los, 5
Publicidad
atractivo físico y, 286
roles de género no tradicionales en la,
205, 205f
Racismo moderno, 220-221
Razonamiento, 15
Razonamiento matemático, diferencias
de sexo en el, 195
Reactancia
definición de, 105, 145-146
supresión del pensamiento y, 105-106,
106f
Realidad, creencias y, 87-88
Recategorización, 244
Rechazo, miedo al, 369
Reciprocidad
condescendencia y, 378
Reclutamiento, de voluntarios, 425,
425f
Recuperación, 85
Reflexiva, orientación, 183
Relaciones
cercanas, 309
entre padres e hijos, 310, 311f, 312
interdependientes, 309
interpersonales
cercanas, 314
entre hermanos, 312, 313f
positivas, establecimiento de, 303
íntimas, 309
madre-hijo, 309, 310, 311f, 312
matrimoniales, 309
románticas
esquemas en las, 328, 329f
intimidad física y, 326, 326f
sexualidad en las, 335, 336f, 337f, 338f
satisfacción con las, estilo de apego y,
319, 319f
superficiales, 278
Respeto diferencial, estereotipos de
género y, 252
Responsabilidad personal, por la
conducta, 55
Responsabilidad social, personalidad
altruista y, 424
www.fullengineeringbook.net
576
ÍNDICE TEMÁTICO
www.ablongman.com/baronbyrne
Responsabilidad, ayudar en una
emergencia, 407
Restricciones situacionales, 134
Revolución sexual, reacción de la, 337,
338f
Roles de género
en casa, 200
en el siglo XXI, 203
en el trabajo, 200-202
en los cuentos de hadas, 203
en los dibujos animados, 204f, 205
no tradicionales, 205f
tradicionales, 201-202
Romance, «primavera-invierno», 286,
287f
Rostro dominante y éxito profesional,
17, 18f
Rumiadora, afectividad, autoeficacia y,
189f
Rumiar, 457
Ruta central para la persuasión, 143
Ruta periférica para la persuasión, 143
Saliencia perceptual, 60
Selección, 12, 13f
Self, 167
Self social, 172, 173, 173f
Selves posibles, 175
Ser empático, 417
Ser padres
matrimonio y, 345
participación de hombres y mujeres
en, 345
Serotonina, 181
Sesgo de atribución hostil, 464
Sesgo de autobeneficio (self-serving), 61,
63f
Sesgo de correspondencia, 60
Sesgo hacia lo negativo, 95-97, 95f,
96f
Sesgo optimista, 97-99
Sexismo
bases cognitivas del, 251
benevolente, 250, 250f
definición de, 249
hostil, 250, 250f
Sexo
diferencias en función del
en el comportamiento interpersonal,
206
en psicología social, 197-198
matrimonial, 343
tipificación del, 193
y género, 191, 192f, 193
Sexualidad
en el lugar de trabajo, 202
en las relaciones románticas, 335,
336f, 337f, 338f
SIDA
revolución sexual y, 339
voluntariado, motivos para, 425
«signo», 45
Simetría facial, atractivo físico y, 289,
290f
Similitud
atracción interpersonal y, 294, 294f,
295f, 299f
énfasis en la, en las relaciones interpersonales, 304
éxito matrimonial y, 341
ley de, 103
Similitud asumida, 341
Similitud de actitudes, 294
«Síndrome del estudiante de medicina»,
91
Sistemática, observación, 19
Sistemático, procesamiento de la
información social, 14
Situaciones activadores de emociones,
acercarse durante, 303
Sobrepeso, mujeres y, 207-208
Sobrestimación, correlaciones ilusorias
y, 237
Sociología, contraste con la psicología
social, 8
Sociosexualidad, 336
Soledad
consecuencias de la, 322
definición de, 322
desarrollo de, 322
en la adultez, 324
Subliminal o debajo del umbral, 269
Supresión del pensamiento, 104-106,
106f
Suricatos, 437, 437f
Teoría de la acción razonada, 137-139,
138f
Teoría de la atribución, 63-66, 64f,
66f
Teoría de la transferencia de la
excitación, 460, 461f
Teoría de los dos factores de la emoción,
110
Teoría del equilibrio, 296
Teoría del esquema de género, 193
Teoría del foco de autorregulación, 57
Teoría del foco normativo, 365
Teorías del impulso acerca de la
agresión, 449, 449f
Teoría, papel de la, en psicología social,
28
Terapia cognitiva, 324
Testosterona, 206
Thanatos (deseo de muerte), 448
Toma de decisiones
en una emergencia, 403, 404f, 407
perspectiva cognitiva y, 15
Tomar la perspectiva, 418
Transgresor, comportamiento, y
autoeficacia, 189f
Trastornos de alimentación, mujeres y,
207
Trivialización, 151
Universidad, efectos del género en el
comportamiento durante la, 201
Validación por consenso, 296
Validación social, 378, 382
Validez externa, 26
Valoraciones, en el modelo afectivo
general de la agresión, 450f, 451
Variable dependiente, 23
Variable independiente, 23
Variables
ambientales, en el comportamiento y
pensamiento sociales, 11
confusión de, 25, 26f
de entrada, en el modelo afectivo
general de la agresión, 450, 450f
definición de, 21
dependiente, 23
independiente, 23
Variación, 12, 13f
Víctimas
del bullying, características de las,
471, 472f
ignorar a las, 413
responsabilidad, atribuciones acerca
de, 410, 410f
Voluntariado
altruismo y, 424
motivos para el, 425, 426t
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Techo de cristal, 255
Técnica de «esto no es todo», 380-381
Técnica de «la fecha límite», 382, 382f
Técnica de «poner a los otros de buen
humor», 384
Técnica de «ponerlo difícil de
conseguir», 381
Técnica de la «mano izquierda», 385
Técnica de la «puerta en la cara», 380381
Técnica de la respuesta incompatible,
481
Técnica de picar la curiosidad, 383-384
Técnica del amago, 378-379, 380f
Técnica del «pie-en-la-puerta», 378-379
Temperatura ambiental, agresión y, 467,
468, 469f
Tentación, caer en la, 114, 115f
Teoría de la conducta planeada, 137-139,
138f
ÍNDICE TEMÁTICO
577
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