J.U. Bernardos, M. Hernández, M.Santamaría
HISTORIA ECONÓMICA.
GRADO
TEMA 2.LA INVENCIÓN DE LA AGRICULTURA
Y LAS SOCIEDADES DE LA ANTIGÜEDAD (C.
10 000 ADE –C. 450 DE)
|Bernardos Sanz, Jose U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA
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J.U. Bernardos, M. Hernández, M.Santamaría
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Indice
Tema 2. La invención de la agricultura y las sociedades de la Antigüedad
(c.10 000 adE- c.450 dE)
Resultados de aprendizaje
Preguntas iniciales
Contenidos del tema
2.1. Antes de la agricultura
2.2. La domesticación de plantas y animales ¿cómo, cuándo, dónde y por
qué?
2.3. El desarrollo de civilizaciones hidráulicas y las sociedades complejas
2.4. Tres modelos de desarrollo de la economía en la Antigüedad:
civilizaciones comerciales, pueblos nómadas e imperios territoriales en el
primer milenio adE
2.4.1 Roma
2.4.2 Imperio Han en China
2.5. Civilización y barbarie en el mundo antiguo
Resumen
Conceptos básicos
Referencias
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Historia económica
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Tema 2.
La invención de la agricultura y las sociedades de la
Antigüedad (c.10 000 adE- c.450 dE)
1. Resultados de aprendizaje
Tras el estudio del tema, aspiramos a que sea capaz de:
1. Explicar por qué la mayor parte de la historia de la humanidad, hasta el
Neolítico, es una etapa pre-económica.
2. Definir y situar cronológica y espacialmente la Revolución Neolítica en sus
focos principales, ligados a distintos tipos de cultivos y ganados.
3. Identificar los principales componentes y consecuencias de la Revolución
Neolítica: sedentarización, inicio división social del trabajo, urbanización.
4. Esquematizar las grandes etapas de la evolución socio-política de la
antigüedad: *ciudades-estado; *imperios hidráulicos * ligas de ciudades;
*imperio romano.
5. Situar cronológicamente las innovaciones de las economías antiguas:
escritura, moneda, minería y metalurgia, comercio terrestre y marino,
manufactura.
6. Discutir el papel de la esclavitud en las economías de la antigüedad.
7. Distinguir los tres principales modelos agrarios en este período: agricultura de
secano con trigo en el Mediterráneo (intensiva en tierra/ganado); agricultura
húmeda del mijo/trigo y luego arroz en China (intensiva en trabajo); cultivo del
maíz/patata en América (sin fuerza animal).
8. Comparar la evolución del Imperio Romano como fase de auge de la
economía esclavista en Europa, con el Imperio Han en China.
2. Índice
2.1. Antes de la agricultura
2.2. La domesticación de plantas y animales ¿cómo, cuándo, dónde y por qué?
2.3. El desarrollo de civilizaciones hidráulicas y las sociedades complejas
2.4. Tres modelos de desarrollo de la economía en la Antigüedad: civilizaciones
comerciales, pueblos nómadas e imperios territoriales en el primer milenio
adE
2.4.1 Roma
2.4.2 Imperio Han en China
2.5. Civilización y barbarie en el mundo antiguo
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3. Algunas preguntas iniciales
•
¿Se ha preguntado alguna vez por qué subsisten en la actualidad
pueblos que no cultivan la tierra?
•
¿A qué llamamos revolución del Neolítico?
•
¿Cuál cree que ha sido el mayor invento de la humanidad?
•
¿Cualquier especie animal puede domesticarse? ¿Y cualquier planta
cultivarse? ¿Qué significa exactamente domesticar?
•
Todos sabemos que hubo un gran imperio romano en la Antigüedad
pero ¿y en otras partes del mundo? ¿Qué tenían en común los
imperios?
•
¿Por qué los primeros hombres que dejaron de trabajar o cazar fueron
guerreros o sacerdotes?
•
¿Cuándo se inventó la moneda?
•
¿Tiene alguna importancia la escritura para la historia económica?
•
Si era tan poderoso ¿por qué cayó el Imperio Romano?
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4. Contenidos del tema
2.1. Antes de la agricultura
La hominización, es decir, la evolución de las especies animales de
primates y homínidos (australopithecus) hasta el género homo, y en especial
homo sapiens sapiens, fue un proceso largo y no lineal que abarca unos siete
millones de años, hasta unas fechas que los paleontólogos sitúan en torno a
1 000 000-500 000 adE. Buena parte de este proceso tuvo lugar en el África
oriental, donde se han encontrado los restos humanos y de homínidos más
antiguos.
Los resultados de la evolución humana fueron excepcionales en
comparación con otras especies animales: la capacidad de caminar erguido
sobre dos piernas (bipedismo), la aparición de pulgares oponibles en las
manos (que permitían agarrar objetos y manipularlos con más precisión) y
sobre todo el crecimiento del cerebro y la aparición del lenguaje son
considerados hitos fundamentales en este largo proceso. Todos ellos dotaron a
homo sapiens de una inteligencia y una capacidad de intervenir sobre el medio
ambiente sumamente excepcionales.
Desde África, donde tuvo su origen, homo sapiens se expandió hacia otros
continentes, aprovechando en ocasiones los periodos glaciares que permitían
recorrer y trasladarse por pasos ahora cerrados por los océanos, como ocurrió
con el estrecho de Bering entre Siberia y Alaska, por donde llegaron a América
en torno al 13 000 adE o la llegada a Australia mediante el uso de
embarcaciones, en torno al 50 000 adE (ver mapa 2.1).
La vida de estas poblaciones escasas en número se ajustó a patrones de
mera supervivencia. Pero en conjunto, comparada con otras especies
animales, a homo sapiens no le fue tan mal en el Paleolítico. Se calcula que al
final del periodo entre 6 y 10 millones de seres humanos habitaban el planeta.
La historia de homo sapiens en el Paleolítico, sin embargo, pertenece al
ámbito de la ecología: la explicación de los modos de vida, de la difusión y del
crecimiento del número de hombres se rige por las mismas normas que para
otras especies animales. Dependía por tanto del suministro de energía que le
ofrecía el medio ambiente, y carecía de otros convertidores que los que le
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brindaba la naturaleza. Por excepcional que resultara, homo sapiens (y hay
que reconocer que apuntaba maneras) seguía siendo un animal más.
Mapa 2.1 Expansión de homo sapiens por el mundo
Fuente: P. Aldhous (2009)
2.2. La domesticación de plantas y animales ¿Cómo, cuándo, dónde y por
qué?
La “invención” de la agricultura marca la entrada de homo sapiens en la
esfera de la economía: el nacimiento de homo oeconomicus (es una metáfora,
no una especie real). Arranca de ahí un largo camino en el que los esfuerzos
humanos se van a centrar en la producción y la distribución de bienes y
servicios: a ello se aplican conocimientos, se emplean herramientas y
esfuerzos continuados, hasta acabar por organizar la vida humana en torno
a la actividad económica. Habrá que preguntarse –como reza la máxima de
los periodistas-- cómo, cuándo, dónde y por qué.
Invención y descubrimiento
Ya hemos examinado antes los procesos del progreso técnico, pero
conviene detenerse en la diferencia entre inventos y descubrimientos.
Suponemos que se ha fijado ya en que nos referimos a la aparición de la
agricultura como una “invención”, pero entrecomillamos la palabra ¿por qué?
En principio un descubrimiento significa que un hombre (o una mujer)
percibe o capta por vez primera un fenómeno, un objeto o incluso una
explicación de algo que ya existe en la naturaleza. Así, se descubre un
yacimiento de plata, un continente como América (aunque sus pobladores
primitivos ya lo habían “descubierto” hacía mucho), la ley de la gravedad o el
movimiento de traslación de la tierra alrededor del sol.
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Un invento, en cambio, implica el desarrollo de una técnica, un producto o
una herramienta que no existía antes. Como los descubrimientos, pueden
producirse en un momento concreto de la historia y deberse a una única
persona (América por Colón y sus hombres o la bombilla incandescente de
Thomas A. Edison), pero en muchos casos ambos son fruto de un proceso
largo de acumulación de conocimientos o de perfeccionamiento de técnicas
necesarias.
Un descubrimiento puede requerir de uno o más inventos (como el
telescopio o la geometría para el descubrimiento de la traslación de la Tierra),
y a menudo las fronteras entre ambos son difusas.
La agricultura y la domesticación de animales han sido descritos a menudo
como un descubrimiento: al fin y al cabo, plantas y animales estaban en la
naturaleza y los hombres se limitaron a “descubrir” que podían ser más
productivas si se seleccionaban las semillas, se les proporcionaba agua y
abono en determinadas épocas del año o se mantenía a algunos animales
encerrados y se les daba de comer. Sin embargo, lo cierto es que, como
resultado de procesos que llevaron cientos o miles de años, las especies
cultivadas o domesticadas acabaron siendo tan distintas de las que la
naturaleza producía como una vara de roble lo es de un taco de billar.
Así pues, preferimos considerar la agricultura y domesticación de animales
como “invenciones”, en vez de cómo meros descubrimientos. Claro que
podríamos equivocarnos ¿Usted qué opina?
La “invención” de la agricultura debió consistir en una larga serie de
pequeños descubrimientos e innovaciones, muchos de ellos en épocas muy
anteriores al cultivo sistemático, que seguramente convivieron durante mucho
tiempo con las prácticas dominantes de caza y recolección.
La base de este proceso es la selección (humana) de los especímenes
que presentaban las características deseadas para conseguir plantas de
mayor tamaño, animales más mansos, que dieran más leche o carne, menos
vulnerables a enfermedades o parásitos, etc. No en vano Charles Darwin
iniciaba El origen de las especies (1859) con un capítulo dedicado a las
prácticas selectivas de los ganaderos y agricultores británicos.
La difusión de la agricultura fue lenta, lo que demuestra que las ventajas
de la agricultura y la ganadería no eran, al menos en los primeros momentos,
tan evidentes como pudiera pensarse. De ahí que durante miles de años, casi
hasta nuestros días, convivieran sociedades cazadoras-recolectoras, con otras
de pastores nómadas (que apenas cultivaban), o de agricultores itinerantes,
con civilizaciones agrarias complejas y claramente sedentarias.
Los sistemas agrarios fueron evolucionando lentamente. El cultivo de
cereales, por ejemplo, necesita procedimientos que mantengan la fertilidad:
básicamente el abonado (con excrementos animales o humanos) y el barbecho
(periodos de descanso de la tierra entre cosecha y cosecha), pero estos
métodos tardaron en aparecer. Como paso previo, los primeros agricultores
desarrollan un cultivo itinerante, la llamada agricultura de rozas, que implica
despejar una franja de terreno, normalmente quemándolo (las cenizas
funcionan como abono), que se siembra durante varios años seguidos hasta
que se agota; a continuación el poblado se traslada a otra zona, despeja otras
tierras y vuelve a empezar el ciclo. Este sistema permitía cierto crecimiento de
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la población y el movimiento de las aldeas agrarias contribuyó a difundir el
cultivo desde los focos iniciales.
La combinación de los animales domesticados con la agricultura
fue un estadio más avanzado, que permitió usar el abono animal
enriquecedor del terreno; los animales se alimentaban de los restos de la
cosecha (rastrojos), entrando a comer a las parcelas en barbecho, donde
dejaban el estiércol que ayudaba a recobrar los nutrientes del suelo.
Más tarde aún, el uso del arado (que sustituyó a los primitivos palos
cavadores y luego a las azuelas o azadas), documentado en Egipto hacia el
1200 adE, pero de origen mesopotámico, permitía remover la tierra antes de la
siembra gracias a la fuerza de tiro animal (vacuno, sobre todo), mejorando los
rendimientos.
Hacia el primer milenio adE se habían desarrollado ya todos los
componentes que caracterizarían a la actividad agraria hasta al menos el siglo
XVIII de nuestra era: siembra combinada de cereales y leguminosas,
instrumental básico (arados, hoces y recipientes para almacenamiento),
barbecho y rotaciones de cultivos, combinación de cultivos y ganados
(abonado), calendario agrario, así como técnicas de riego allí donde eran
posibles.
¿Cuándo y dónde se inventaron? A diferencia del origen de la especie
humana, que parte de un único foco en África, la agricultura y la ganadería
tuvieron al menos cinco focos, cada uno de ello basado en un catálogo de
especies (animales y vegetales) distintas, y con una cronología diferente. Estos
cinco focos fueron:
Creciente fértil: una amplia zona en forma de media luna (de ahí su
nombre) en el Mediterráneo oriental, la península de Anatolia y las regiones
situadas entre el sur del mar Caspio y el golfo Pérsico. Se trata de zonas de
relativa aridez que favorecían el crecimiento de cereales silvestres como el
trigo y la cebada, que fueron los primeros seleccionados. Junto a estos
cereales, había leguminosas (guisantes, lentejas) y una fauna de cabras,
ovejas, vacas y cerdos que fueron progresivamente domesticados. Los
restos arqueológicos sitúan las primeras prácticas agrarias y ganaderas en
torno al 10 000 adE, en aldeas de la zona, prácticas que hacia el 7 000 adE
se habían difundido en dirección Este-Oeste hasta Grecia, y avanzaron al
noreste y el interior de Asia por el Kurdistán.
La difusión de la agricultura desde el foco original fue progresiva y
permitió adaptarla a cada entorno. La llegada a Europa occidental y hacia el
norte estuvo condicionada por un clima más húmedo y frío, lo que llevó al
predominio de la cebada y la domesticación del ganado vacuno y el cerdo,
en tanto que hacia el sur, en toda la cuenca del Mediterráneo, predominó el
trigo y la crianza de ovejas y cabras. A estos productos se añadirán también
el olivo y la vid, constituyendo entre todo el sistema alimentario de la
cuenca mediterránea y el Próximo Oriente.
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Mapa 2.3. Expansión de los cultivos del Creciente Fértil por Eurasia occidental
Nota: Los símbolos muestran los primeros lugares fechados por radiocarbono donde se han
encontrado restos de cultivos del Creciente Fértil (fechas calibradas).
Fuente: Diamond (1998: 211)
En ocasiones serán los pueblos autóctonos los que adopten las
especies y prácticas de cultivo o domesticación, como en Egipto, mientras
que en otras, la difusión avanzó como resultado de invasiones y
colonización de pueblos extranjeros.
China: en las llanuras de loess (un tipo de suelo sedimentario muy fértil) del
norte de China se desarrolló con la misma cronología (10 000-8 000 adE)
una agricultura basada en variedades de mijo (otro cereal), inicialmente
basado en sistemas de agricultura itinerante, que se difundió lentamente.
Sólo mucho más tarde, en las llanuras aluviales del Huang-ho (río Amarillo),
se implantaron cultivos permanentes. Las comunidades neolíticas en estas
zonas también domesticaron el perro y el cerdo, y a partir del 3000 adE ya
eran importantes la oveja y la vaca.
Mesoamérica: hacia el 3 500 adE surge un foco basado en el maíz, los
frijoles y las calabazas (y prácticamente sin animales domesticados, a
excepción del pavo)
Andes y Amazonia: hacia 3 500 adE, basado en la patata y la llama como
animal doméstico (Andes) , y en la mandioca (otro tubérculo) y los cobayas
en la Amazonía.
Este de Estados Unidos: el más tardío de los focos (hacia el 2 500 adE),
muy pobre en las especies agrarias y carente de animales domesticados.
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Por último, se habla de otros posibles focos independientes (ver tabla 2.1)
en el valle del Indo (Megarth), varias zonas de África o en Nueva Guinea, con
cronologías diversas, aunque sin suficientes pruebas que las confirmen.
Tabla 2.1. Ejemplos de especies domesticadas en cada zona
Domesticados
Zona
Plantas
Animales
Origen independiente de la domesticación
1. Creciente fértil
Trigo, guisante,
Oveja, cabra
aceituna
2. China
Mijo, arroz,
Cerdo, gusano de seda
3. Mesoamérica
Maíz, frijoles, calabazas Pavo
4. Andes y Amazonía
Patata, mandioca
Llama, cobaya
5. Este de EE.UU.
Girasol, chenopodium
ninguno
Sorgo, arroz africano
Gallina de Guinea
? Sahel
Ñames, planta de aceite ninguno
? África occidental
tropical
Café, teff
? Etiopía
Caña de azúcar,
? Nueva Guinea
banana
Domesticación local tras la llegada de
cultivos fundadores desde otros lugares
Ninguno
10. Europa occidental Amapola, avena
Sésamo,
berenjena
Ganado con joroba
11. Valle del Indo
Sicomoro, chufa
Asno, gato
12. Egipto
Fecha comprobada de
domesticación
8 500 adE
antes de 7 500 adE
Antes de 3 500 adE
Antes de 3 500 adE
Antes de 2 500 adE
Antes de 5 000 adE
Antes de 3 000 adE
?
? 7 500 adE
6 000- 3 500 adE
7 000 adE
6 000 adE
Fuente: Diamond (1998:115)
Todos estos focos presentan grandes diferencias (en la cronología, las
especies domesticadas, los sistemas de cultivo) lo que refuerza la idea de que
la “invención” de la agricultura y la ganadería se produjo de forma
independiente, pero con algunos rasgos comunes. En primer lugar, son áreas
en las que las condiciones climáticas permiten el cultivo (lo que excluye
regiones extremadamente frías o áridas). En segundo lugar, en todas ellas
existían en estado natural, aunque en diverso número, especies naturales
(silvestres) susceptibles de domesticación o cultivo
De hecho, las combinaciones y abundancia de las especies silvestres
existentes en cada región explican las ventajas de unas sobre otras y la
rapidez con las que se completó el tránsito a las sociedades agroganaderas.
En este sentido, Eurasia (y en concreto el Creciente Fértil) contaba con una
notable ventaja con respecto a otras zonas. Así pues el clima, la existencia de
especies candidatas y cierto grado de conocimiento de las mismas eran las
condiciones necesarias para el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Pero
no eran suficientes: queda aún por resolver la más peliaguda de las cuestiones
¿por qué?
Tabla 2.2. Distribución mundial de las especies silvestres candidatas al cultivo
o domesticación
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Continente
o región
Vegetales
Plantas (gramíneas silvestres
de semilla grande)
Animales
Candidatos*
Especies
domesticadas
%
Eurasia
Asia Oriental
Oriente Próximo,
Europa+N.de África
39
6
72
13
18%
33
África
África subsahariana
4
51
América
11
24
Australia
2
1
*Se entiende por candidato una especie de mamífero salvaje terrestre,
que pese de media más de 45 kilos
Fuente: Basado en Diamond (1998), cuadros 8.1 y 9.2.
0
0%
1
4%
0
0%
herbívoro u omnívoro,
¿Por qué unas sociedades que llevaban miles de años apañándoselas
razonablemente bien con la caza y la recolección eligieron (o se vieron
forzadas) a dedicarse a las tareas infinitamente más agotadoras y casi tan
arriesgadas como la agricultura y la ganadería?
Tabla 2.3. Regalos mortíferos de nuestros amigos los animales
Enfermedad humana
Sarampión
Tuberculosis
Viruela
Gripe
Tosferina
Malaria
Fuente: Diamond (1998: 239)
Animal con el patógeno más relacionado
Ganado vacuno (tifus bovino)
Ganado vacuno
Ganado vacuno u otros animales con
virus relacionados
Cerdos y patos
Cerdos y perros
Aves (¿gallinas y patos?)
¿Qué ventajas había en adoptar unos sistemas de producción agraria de
alimentos que acortaban la vida, empobrecían la dieta, generaban
enfermedades, creaban nuevas y más terribles fuentes de inseguridad para la
población humana (epidemias, hambrunas) y además obligaban a homo
sapiens a trabajar más de lo que lo había hecho nunca? “Ganarás el pan con el
sudor de tu frente” es la maldición que Yahvé lanza sobre Adán al expulsarle
del Paraíso Terrenal.
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La respuesta radica, como suele en historia económica, en los grandes
números: no en las ventajas para los individuos (que en realidad salieron
perdiendo en su mayor parte) sino para el grupo. Las sociedades que
El excedente, una noción clave
Llamamos excedente a la parte del producto que queda una vez cubiertas
las necesidades de reproducir el propio proceso de producción, que en
agricultura, es la parte reservada para la semilla (aproximadamente un 20% de
la cosecha), más la necesaria para la subsistencia y reproducción de la fuerza
de trabajo (hombres, sobre todo, y ganado). Esta porción varía mucho, según
los rendimientos de las cosechas, lo intensivas que sean en trabajo o los
rigores del clima (en climas más fríos, los trabajadores necesitan más
calorías), oscilando entre un 20 y un 60% de la cosecha. Pero dado que las
cosechas varían mucho de un año a otro, casi todas las sociedades agrarias
han desarrollado sistemas de almacenamiento de alimentos que permitan,
como mínimo, mitigar las consecuencias de un mal año: esas reservas pueden
cifrarse entre un 10-20%.
El excedente agrario, por tanto, oscila entre un 50% y un 10% de la
cosecha, y más frecuentemente entre el 10-20%, lo cual nos señala un
primer límite a la especialización productiva en las sociedades agrarias,
puesto que sólo podrá alimentarse a una parte de la población que no se
dedique directamente a la producción de alimentos equivalente a la proporción
del excedente sobre la producción agraria. Por otro lado, dado que
habitualmente una parte de la población no agraria estaba constituida por
grupos sociales “superiores” (guerreros y sacerdotes, sobre todo), que se
creían con derecho a una dieta y a unos niveles de consumo mejores que los
del resto, los porcentajes de población no agraria (incluso directamente
improductiva) se hallan bastante por debajo del límite teórico del excedente.
¿Cuál era el destino de ese excedente? En primer lugar alimentar a las
clases dirigentes (mediante tributos, diezmos o fórmulas parecidas), pero
también a aquellos otros que no se dedicaban a la agricultura (artesanos
sobre todo). A través del comercio o el trueque, los artesanos obtenían
alimentos a cambio de herramientas, tejidos u otros productos. También era
necesario alimentar a quienes se dedicaban a hacer obras colectivas:
diques o canales, templos, murallas, etc. En todo caso, el volumen del
excedente agrario, que dependía de la productividad agraria, marcaba y marca
el límite a la división del trabajo.
adoptaron o inventaron la agricultura y la ganadería, al principio a tiempo
parcial y cada vez más como actividad prioritaria, tenían mayor potencial de
crecimiento demográfico: disponían de más alimentos por hectárea, pero
también debían trabajar más horas para producirlos, lo que suponía un
incentivo para tener más hijos. La adopción de un modo de vida sedentario
reducía los riesgos para las crías, y hacía posible sistemas colectivos de
crianza. Así pues, su población tendió a crecer más que la de sus vecinos
cazadores-recolectores. Esto las hacía más poderosas frente a otros vecinos y
competidores agrupados en núcleos o tribus más pequeñas. La producción de
excedentes permitía que una parte de la población pudiera abandonar las
tareas de búsqueda o producción de alimentos, y especializarse en la guerra
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o la organización de las actividades colectivas. No es casual que fueran
soldados y sacerdotes los primeros sectores especializados en las sociedades
agrarias primitivas. Pero la especialización alcanzó también a los artesanos,
fabricantes de herramientas, armas o sistemas de almacenaje (la cerámica
es una dedicación que ha dejado numerosos restos, y su uso inicial fue la
conservación de las semillas o alimentos).
Las consecuencias sociales de la invención de la agricultura
La difusión de los “inventos” del Neolítico –agricultura y ganadería—tuvo
multitud de consecuencias en la forma de organizarse las “sociedades”
humanas. El paso a organizaciones más complejas, como tribus, jefaturas y
finalmente estados, implicó cambios sustanciales, como:
a) la sedentarización: al establecerse de forma estable sobre un territorio,
los hombres del neolítico entraban en una relación de dependencia más
estrecha entre sí y con un entorno más limitado.
b) el aumento de población: las nuevas sociedades estaban integradas
por más individuos, y la posibilidades de producción de alimentos les
permitían tener más hijos; a menudo abarcaban territorios más
extensos y más densamente poblados.
c) nuevos lazos sociales: A los lazos familiares de los clanes se sumaban
lazos “políticos”, como compartir un mismo jefe, una religión o una
lengua.
d) aparición de formas de propiedad privada y de herencia (de tierras y
ganados, sobre todo) que no tenían sentido entre nómadas cazadores.
e) la mayor división del trabajo, posibilitada por los excedentes: surgen
individuos o grupos dedicados a funciones específicas: la guerra, la
artesanía, la religión, el liderazgo político.
f) desigualdades sociales entre individuos y clanes familiares. Existen
funciones consideradas superiores e inferiores.
g) esclavitud –inicialmente de prisioneros de guerra– de individuos que
ejercen las funciones “inferiores”.
h) desarrollo de formas reguladas de resolución de conflictos (leyes).
i) monopolio de la violencia y la información por parte de los jefes o
grupos dirigentes.
j) mecanismos de apropiación del excedente a través de requisas o
tributos, que se redistribuyen luego en parte en forma de servicios para
la sociedad (defensa, obras públicas, construcción de templos, etc.).
Obviamente, estos desarrollos no aparecieron todos de golpe, ni se dieron
siempre o por el mismo orden en todas las sociedades. No obstante,
delinean un mapa de cambios sociales de enorme importancia.
Basado en Diamond (1998), cap. 14
Los excedentes agrarios y el carácter estacional de las labores agrícolas,
con largos tiempos muertos en el calendario, alentaron la dedicación a otras
tareas, como la elaboración de útiles y recipientes (empleando como materias
primas mimbre, hueso, piel, arcilla o madera), a la construcción y el textil.
Algunas de las plantas y animales domesticados proporcionaban materias
primas textiles: es el caso de la lana en Asia occidental, el cáñamo y la seda en
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China, el algodón en el valle del Indo y Mesoamérica, o el lino en África
nororiental. La cocción de la cerámica en hornos a gran temperatura preparó
el salto a los procesos metalúrgicos, como la aleación que combinando el
cobre con estaño permite la fabricación de útiles de bronce (a partir del 3000
adE) y posteriormente lleva también a la metalurgia del hierro (desde el 1500
adE). La sedentarización facilitaba la innovación tecnológica y la
convivencia con grupos nómadas de pastores o cazadores abría las
puertas al comercio.
En Eurasia, la geografía facilitaba unas conexiones y circulación de
productos en una franja de latitudes y climas similares. En torno al fin del quinto
milenio se domesticó el caballo en la región de Ucrania. Un par de milenios
después se domesticaron el asno africano, el dromedario en Arabia y el
camello en Asia central: los medios para la expansión del comercio terrestre (y
la guerra relámpago) estaban preparados.
Sin embargo, las sociedades agrarias tenían escasas posibilidades de
acumulación de capital. Los excedentes agrarios, bastante escasos, eran
absorbidos por los grupos dirigentes –una de las consecuencias de la
sedentarización fue una mayor jerarquización social—mediante tributos o
requisas. Éstos se empleaban para financiar construcciones (templos,
palacios, obras de riego, tumbas), gastos suntuarios y ejércitos. Los
cultivadores directos se quedaban con escasas cantidades que servían
apenas para la reproducción familiar y garantizar la siembra. Las dificultades
del transporte, costoso y lento, así como las inclemencias del tiempo obligaban
a acumular reservas de alimentos para prevenir hambrunas y carestías. Todo
ello limitaba las oportunidades para acumular capital –herramientas,
ganado, obras de regadío— que pudiera emplearse en mejorar las
técnicas de producción; así que a cada periodo de crecimiento seguía una
fase de crisis, en una dinámica que caracterizará a todas las sociedades
agrarias hasta el siglo XVII dE.
2.3. El desarrollo de civilizaciones hidráulicas y sociedades complejas
Ya se han apuntado tres tipos de sistemas agrarios (hay que insistir en que
el término casi siempre implica algún tipo de combinación de cultivos y
ganadería, con formas residuales de caza-recolección) que se desarrollaron a
partir de la Revolución Neolítica:
•
Agricultura de rozas: implica desplazamientos periódicos, quema o tala
de terrenos para la siembra, aprovechamiento intensivo durante unos
años y después traslado del grupo a zonas cercanas. Se realiza con
herramientas muy básicas (azadas, palos cavadores), sin animales de
tiro, abonado ni riego, y suele centrarse en zonas de clima tropical o
ecuatorial húmedo, donde la vegetación natural se reinstala en un plazo
breve en las zonas roturadas. Dependiendo de las especies cultivadas
(tubérculos como el ñame, la mandioca o la patata, o cereales como el
mijo o el sorgo) puede llegar incluso a producir más de una cosecha
anual, por lo que el agotamiento del terreno llega al cabo de pocos años.
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14
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•
Agricultura de secano: habitual en zonas de clima mediterráneo, se
basa en el cultivo de cereal (trigo y cebada sobre todo), combinado a
veces con legumbres como lentejas, guisantes o garbanzos. Como su
nombre indica, no emplea sistemas de riego, sino que aprovecha las
precipitaciones atmosféricas, y la fertilidad del terreno se repone con
abono de animales o humano, y periodos de barbecho (alternando
normalmente un año de siembra y uno de descanso, la llamada rotación
bienal). El instrumental inicial es sencillo, normalmente la azada, pero la
dureza de la tierra seca y las ventajas de hacer surcos profundos para
proteger la semilla en sus primeras fases de crecimiento incentivan la
introducción del arado, en ocasiones con tiro animal (vacuno). En el
Mediterráneo se complementó desde épocas remotas con el cultivo de
árboles o arbustos como la vid y el olivo. El tardío descubrimiento de las
técnicas de injerto, poco evidente, demoró la introducción de árboles
frutales hasta el primer milenio adE.
•
Agricultura de regadío: la posibilidad de combinar climas cálidos con
un suministro abundante de agua (y a menudo de limos, que hacen las
veces de abono) generó los sistemas agrarios más productivos de la
Antigüedad. En los valles de los grandes ríos (Nilo, Tigris-Éufrates, Indo
o el Amarillo en China) las crecidas anuales dieron la posibilidad de
construir presas y acequias con lo que surgieron las primeras
civilizaciones importantes de la Antigüedad: sumerios en Mesopotamia,
el Egipto faraónico y las redes urbanas del valle del Indo. La explotación
de la tierra se realizaba en pequeños parcelas de terreno, con el uso de
azada, y era común el uso del arado tirado por ganado vacuno; unas
castas dirigentes (normalmente sacerdotales) proyectaban obras
públicas y el aprovechamiento del agua. Aparte de las cosechas de
cereal (cebada y trigo principalmente), eran importantes otros cultivos,
como las palmeras datileras en el sur de Mesopotamia. No sólo
proporcionaban un fruto rico en calorías también madera y combustible
en una zona dominada por marismas y ausencia de bosques. Además
se cultivaban distintas legumbres y frutales. Otro cultivo muy extendido
es el sésamo, planta originaria de la India que se utilizaba como
condimento y para obtener aceite; el viñedo, sobre todo en el norte de
Mesopotamia, Siria y Egipto, y también el lino (como fibra textil y
también para obtener aceite), o el papiro, cultivado sobre todo en Egipto.
Entre los recursos ganaderos destacaban los rebaños ovinos, que en
Mesopotamia favorecieron una importante artesanía, y caprinos. El
ganado vacuno y asnal se destinaba a las labores del campo y el
transporte, a las que más tarde se introdujeron caballos y camellos.
Este sistema dio lugar a lo que se han llamado civilizaciones
hidráulicas, caracterizadas por la abundancia de excedentes agrarios que
permitían sostener altas densidades de población y una mayor división
del trabajo, al tiempo que se invertían capitales en obras hidráulicas, ejércitos
bien pertrechados o ciudades populosas. En la baja Mesopotamia (y un poco
más tarde en Egipto), durante el IV milenio adE se produjo una intensa
urbanización favorecida por los logros productivos de la agricultura de
irrigación.
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La planificación de la actividad económica consolidó una jerarquía social
encabezada por un poder centralizado en manos de una casta sacerdotal que
controlaba buena parte de la propiedad en ciudades templo independientes. A
sus órdenes surgieron grupos de burócratas que se encargaban de registrar
los datos de producción y la recaudación de los impuestos. Por ello, no es de
extrañar que la escritura surgiera en estas zonas, al servicio de las
necesidades de una organización productiva y social cada vez más
compleja. El primer tipo de escritura, la cuneiforme sumeria, surgió hacia el
3300 adE de las anotaciones hechas con punzón sobre tabillas de arcilla
(figura 2.1), que registraban el valor de las cosechas. Esta forma de escritura
de extendió por el norte de Mesopotamia y áreas limítrofes. Poco después se
desarrollaron otras formas, como la jeroglífica en Egipto. La invención de la
escritura alfabética, con un signo para cada sonido, representó un avance
espectacular, que se completa hacia el 1000 adE en Fenicia.
Otra de las ventajas de las civilizaciones hidráulicas venía dada por su
capacidad de especializarse en la guerra mediante ejércitos numerosos y
armados de lanzas, escudos y posteriormente flechas con puntas de
metal, (bronce primero, hierro después). Ambos otorgaron a los imperios
mesopotámicos (sumerios, acadios, babilonios) y a Egipto cierta superioridad.
No obstante, alrededor de éstos florecían culturas de orientación nómada, a
veces pastoril y comercial pero a menudo también guerreros. Las relaciones
entre los distintos pueblos podían ser pacíficas, regidas por el intercambio,
pero también conflictivas, a través de la guerra y la conquista. Durante el
segundo milenio adE, pueblos de pastores-guerreros como los casitas, hurritas,
hicsos, y asirios, situados en los límites de las grandes civilizaciones fluviales,
invaden éstas instaurando largas fases de dominio. Incorporan el uso del
caballo y de los carros de guerra como innovaciones principales. Pero en
general todo este proceso se enmarca en la progresiva interconexión entre los
territorios del Mediterráneo oriental, donde florece también la civilización
cretense, y el Próximo Oriente, con redes de tráfico que se prolongaban hacia
el Este por vía marítima a través del mar Rojo.
En China, la dinastía Shang dominó buena parte del segundo milenio
(1600-1050 adE), aunque sin alcanzar la densidad urbana de Mesopotamia.
Alrededor del centro palaciego y los templos se situaban barrios de los
artesanos, que elaboraban cerámica, útiles de bronce y otras manufacturas. La
tecnología agraria no había evolucionado pero sí se incorporaron novedades
militares del Próximo Oriente como el armamento de metal o el carro de guerra
tirado por caballos. La escritura que se desarrolla durante este periodo es un
antecedente directo del sistema logográfico actual.
Por otro lado, la potencia militar de las civilizaciones hidráulicas les
permitió no sólo ocupar nuevas tierras –algo menos necesario, dado que ya
ocupaban terrenos difícilmente mejorables— sino sobre todo capturar
esclavos. El empleo de mano de obra esclava, normalmente perteneciente a
pueblos vecinos o enemigos, es un rasgo distintivo de los sistemas
agrarios de la Antigüedad en el Mediterráneo y Oriente próximo, pero
también en China y la India. No obstante, la importancia económica de la
esclavitud varía de una civilización a otra.
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Historia económica
UNED
Podemos ver cómo la evolución social conduce hasta formas políticas
que pueden calificarse ya como Estados, bajo la forma de monarquías o
incluso imperios que abarcan a decenas de miles de súbditos. En la segunda
mitad del tercer milenio se observa la consolidación de instituciones
políticas apoyadas en la expansión territorial bajo una autoridad centralizada
tanto en Egipto como Mesopotamia. La escritura sirvió para plasmar las
primeras normas generales sobre la organización económica y social
mesopotámica, como el código de Hammurabi, soberano del imperio babilónico
en torno al año 1700 adE. Este código, grabado en piedra, da cuenta de una
sociedad con un alto grado de complejidad, detallando las relaciones de
propiedad, tipos de arrendamientos, el uso extendido del dinero y del crédito
así como el papel del comercio y la existencia de diferentes grupos sociales,
incluida la esclavitud (a la que se podía llegar por deudas).
Así, en un proceso lento pero que va acelerándose, se pasa de formas
primitivas de agricultura –combinada aún con la caza o el pastoreo— a
civilizaciones agrarias cada vez más complejas y productivas, con una marcada
jerarquización social, formas de organización política más desarrolladas que
permiten movilizar recursos para la guerra o la construcción de grandes
ciudades y un marcado peso de la esclavitud, aunque también con la
expansión de la manufactura, comercio terrestre y, cada vez más, también
fluvial y marítimo.
2.4. Tres modelos de desarrollo de la economía en la Antigüedad:
civilizaciones comerciales, pueblos nómadas e imperios territoriales en el
primer milenio adE
La historia de la Antigüedad es un campo riquísimo y apasionante, pues es
entonces cuando se sientan las bases de las grandes culturas de nuestro
tiempo, pero no podemos examinarlo en detalle. Nos conformaremos con
describir los tres grandes modelos de organización social y económica del
mundo antiguo, que ya hemos apuntado: por un lado, los grandes imperios
territoriales (de Asiria al Imperio Romano o el Han en China); por otro,
ciudades-estado con fuerte vocación comercial (aquí destacarán Fenicia y
Grecia) y por último toda una serie de pueblos nómadas o seminómadas (los
bárbaros, en terminología de la Grecia clásica) que rodean a las civilizaciones
agrarias, con las que mantienen relaciones complejas.
Civilizaciones comerciales: las bases para el desarrollo del comercio
fueron las diferentes dotaciones de recursos naturales –metales, sobre
todo pero también cultivos— en las distintas regiones, la existencia de
excedentes agrarios y la especialización de la producción artesanal –
tejidos, tintes, metalurgia, cerámica, navegación—. los instrumentos
necesarios para el desarrollo comercial fueron la domesticación de
animales de carga (équidos y camellos), el desarrollo de las técnicas de
navegación, con el uso de velas (en Egipto hacia mediados del segundo
milenio adE), y la invención de la moneda (hacia el siglo VII adE) . Los
agentes de la expansión de los intercambios fueron los pueblos costeros,
dado que el coste del transporte por agua era muy inferior, y los pastores
nómadas que rodeaban a las civilizaciones agrarias. Las distintas
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combinaciones de estos elementos explican el desarrollo de civilizaciones
comerciales, especialmente en el Mediterráneo y el Índico.
En el Mediterráneo, a partir de fines del segundo milenio destacan los
fenicios, un pueblo semita instalado al norte de Palestina en la franja costera
limítrofe con Siria. Los fenicios se agrupaban en ciudades-estado (Biblos, Tiro,
Sidón), unas veces aliadas, y otras rivales entre sí, que se especializaron en la
fabricación de metales o del tinte púrpura, elaborado con un molusco
marino, muy apreciado en toda la región, para teñir las prendas de más alta
calidad. Desarrollaron artesanías textiles y de objetos de vidrio. Aprovechando
la madera de los bosques de cedros de las montañas limítrofes, construyeron
flotas de navíos que pronto conectaron todo el Mediterráneo oriental, entre
Egipto, Chipre, Anatolia y Grecia, y a su vez extendían los intercambios
hacia Mesopotamia y otras regiones de Oriente Medio. Los fenicios se
convirtieron en intermediarios de los cereales y objetos de vidrio de Egipto;
el dominio de la navegación les llevó a fundar de colonias las costas del norte
de África (Cartago), Sicilia occidental, Cerdeña y el sur de la Península
Ibérica, llegando incluso a navegar el Atlántico en busca de metales, como el
estaño de las islas Británicas (Cornualles), utilizado para la elaboración de
útiles de bronce mediante la aleación con el cobre. Otra de sus innovaciones
fue el desarrollo de un alfabeto fonémico que sería copiado después por
griegos, etruscos y romanos. La decadencia de Fenicia llegó a partir del
siglo VIII adE, cuando fue conquistada por los asirios, pero uno de los
emporios fundados en el Mediterráneo occidental, Cartago, sobrevivió y
rivalizó con los griegos en el Mediterráneo occidental, asentó su dominio en la
zona y terminó pugnando con Roma por la primacía territorial durante el siglo
III adE (guerras púnicas), siendo derrotado y dando paso al imperialismo
romano.
Aunque la economía en la Grecia antigua se basaba en una agricultura
cerealista, con el complemento de la vid y el olivo, explotada con mano de
obra esclava, su geografía y escaso territorio les impulsa a especializarse en
actividades artesanales, comerciales y de transporte marítimo, que pronto
constituyen uno de los principales ejes de la expansión económica. La
organización política del territorio se articula en torno a ciudades-estado
independientes, polis, donde el gobierno adopta la forma de tiranías o
repúblicas de ciudadanos libres como Atenas, que constituyen la minoría de
la población. El crecimiento demográfico de las distintas polis impulsará la
gran fase de la colonización helénica entre el siglo VIII y el siglo VI adE,
primero por las costas de Asia Menor y posteriormente a lo largo del
Mediterráneo y el mar Negro.
Ya se tratara de asentamientos que servían a la vez para instalar
emigrantes de una Grecia superpoblada y así abastecer de cereal a la
metrópoli, o bien de enclaves comerciales, las colonias griegas se sitúan
principalmente en el norte de la cuenca mediterránea. Mantenían una relación
privilegiada con la metrópolis fundadora, al tiempo que extendían un
sentimiento de comunidad helénica, basado en la lengua y la cultura. El
comercio también fomentó las actividades financieras y la circulación
monetaria. Las monedas fueron acuñadas por primera vez en el siglo VI
adE en Lidia, un reino de Asia menor, que empleó para ello el electro, una
aleación natural de oro y plata. Las monedas atenienses, acuñadas con la
plata de las minas de Laurión (figura 2.2), propiciaron el auge de Atenas como
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Historia económica
UNED
principal emporio y cabeza de la alianza que establecerá el imperio marítimo en
el siglo V adE.
Los pueblos nómadas: Al margen y a veces en los márgenes de las
civilizaciones agrarias y comerciales, en zonas menos aptas o menos
productivas para el cultivo y más alejadas de los grandes circuitos comerciales,
la economía se organizaba en formas más primitivas, pero no por ello menos
importantes. Son los pueblos que conocemos como “bárbaros” (extranjeros,
en griego), aunque buena parte de lo que sabemos sobre ellos proviene de los
escritos de las sociedades “civilizadas”, que los contemplaban con desprecio
pero también con temor. En ocasiones se trataba de pequeñas tribus de
cazadores-recolectores, o que practicaban una agricultura itinerante poco
desarrollada, pero a menudo se trataba de hordas de pastores nómadas que
ocupaban extensos espacios de pasto con rebaños de caballos, ovejas o
bueyes, cuyos excedentes se vendían a los pueblos agrícolas sedentarios. Con
unas densidades de población muy inferiores a las de las civilizaciones
agrarias, también su organización social era más primitiva y más igualitaria.
Las relaciones de los pueblos nómadas con las civilizaciones agrarias
eran complejas. Unas veces llevaron a su asimilación y absorción, como el
caso de las oleadas de pueblos indoeuropeos que desde el norte, desde el
tercer milenio adE, se desparramaron por el Mediterráneo, Oriente Próximo y la
India, cambiando sus hábitos de pastores y ganaderos por los de agricultores,
y forman importantes imperios. Es el caso de la civilización minoica en Creta,
los hititas en Asia Menor, o los arianos que llegan en torno a 1500 adE a la
cuenca del Ganges. En otras ocasiones, los nómadas sufrían las acometidas
de los imperios agrícolas en su expansión, que los convertían en esclavos e
imponían tributos. A veces se les trataba como aliados, empleándolos como
fuerza de choque en los conflictos entre las civilizaciones más avanzadas.
También podía darse una coexistencia pacífica, en la que primaba el comercio:
el nomadismo de los pueblos pastores les convertía en intermediarios en las
rutas terrestres que atravesaban las estepas. Entre los ejemplos más
conocidos de este tipo de pueblos destacan los xiong-nu y los hunos (a veces
considerados como el mismo pueblo), que se extienden por la estepa
eurasiática entre los siglos III adE y IV dE.
Aparición de la moneda
Hacia finales del siglo VI , durante el reinado de Alyaittes (610-560 a.C.), el
templo de Artemis en Éfeso deja constancia de las primeras piezas de metal
que se pueden denominar monedas, en cuanto que responden a un patrón
metrológico y están selladas con el nombre de quienes las había emitido
garantizando su ley. De hecho, Heródoto (I, 94) entendía que los lidios fueron
los primeros en acuñar “para el uso público”. La leyenda remonta su creación al
reinado de Giges (687-653), pero su uso no comenzaría a extenderse de forma
clara entre los griegos hasta el segundo cuarto del siglo siguiente, sobre todo
entre 560 y 480, sustituyendo al uso de pesar la plata en cada operación. Hay
que pensar que el uso de estas piezas marcadas por una sola cara, que como
vemos no era sino un paso más en una larga tradición, se habría de ver
favorecido tanto por las intensas relaciones de los griegos con una corte muy
prestigiosa por su oro y plata, como por la peculiar manera de actuar de los
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intrépidos guerreros y comerciantes griegos, que eran impulsados por el
hambre ajena y la codicia propia.
Fuente: Chic García (2009: 303)
Figura 2.1 Moneda de plata ateniense del siglo V adE
Fuente: Wikipedia (Dracma)
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Mapa 2.3 Colonización fenicia y griega en el Mediterráneo
Fuente: Wikipedia (colonización griega)
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Imperios territoriales: Son la forma más conocida de organización política en
la Antigüedad, entre otras cosas porque son los que han dejado un mayor
número de testimonios escritos y restos arqueológicos. Aunque florecieron
desde el tercer milenio adE (Babilonia, Egipto, Asiria, Persia), en los siglos más
próximos a nuestra Era coincidieron dos grandes imperios al Este y Oeste
de Eurasia: el Imperio Romano en el Mediterráneo y el Han en China.
Ambos alcanzaron cifras similares de habitantes (entre 40 y 60 millones); en
ambos casos la base económica era la agricultura, y ambos desplegaron una
importante potencia militar para dominar territorios muy amplios, aunque
presentan también diferencias en cuanto al tipo de expansión y de organización
social. En el caso del imperio Romano, su expansión se articula en torno a un
eje marítimo, el Mare Nostrum (Mediterráneo). La expansión del imperio Han es
principalmente continental, si bien cuenta con los principales centros
económicos en el curso del río Amarillo, al norte, donde se situarán las
capitales de la dinastía.
2.4.1 Roma
El imperio romano se expandió por un extenso territorio que se configuró
a fines del siglo I dE, tras las conquistas de Trajano y la posterior
estabilización de la frontera en Oriente. Se organizaba a través de una
administración descentralizada del territorio en ciudades y municipios, que
funcionaban como centros de recaudación de tributos y residencia de los
grandes terratenientes. Las bases de la economía del imperio se asentaban
en las actividades agrarias. El territorio se hallaba repartido entre pequeñas
propiedades campesinas, orientadas principalmente al autoabastecimiento,
y grandes explotaciones territoriales o latifundios, trabajadas por esclavos,
donde se desarrollaba una agricultura más orientada al mercado, con
productos como cereales, la vid o el olivo.
Mapa 2.5. El Imperio Romano en su apogeo
Fuente: (2009) Ciencias Sociales. 1º E.S.O, Edebé, 237
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Historia económica
UNED
La Pax Romana o fase de estabilidad durante los dos primeros siglos
dE propició la expansión demográfica y garantizó la seguridad de los
intercambios, apoyados en una gran circulación monetaria. La población
llegó en el siglo I a unos 60 millones. La densidad demográfica era mayor en
los territorios orientales, donde se encontraban las regiones agrarias más
productivas, así como los centros comerciales más prósperos (Alejandría). Sin
embargo, por todas las regiones, el aumento demográfico estimuló la
roturación de nuevas tierras a través del asentamiento de colonos –
muchos de los cuales eran soldados licenciados– y permitió el crecimiento de
los ingresos fiscales, si bien la mayor parte de los cultivadores vivían al borde
de la subsistencia. Las ciudades se abastecían sobre todo con el producto de
las grandes propiedades y concentraban los excedentes para comercializar. El
montante de los impuestos recaudados servía en parte para sostener los
gastos municipales y también para contribuir al mantenimiento del ejército. El
Estado romano diseñó un aparato fiscal centralizado para hacer frente a los
gastos originados por la defensa del imperio, el gasto suntuario de los patricios
y el consumo del aparato imperial. Eso incluía la captal, Roma, que con casi
un millón de habitantes, era la principal receptora de rentas y foco del
comercio mediterráneo. Allí llegaban productos básicos subvencionados,
como el trigo y el aceite. La Pax Romana permitió la especialización regional
de la producción: cereales en Egipto, el norte de África y Sicilia, aceite y
salazones en el sur de España, ganado en las regiones interiores del Imperio, y
manufacturas en las zonas orientales. El comercio mediterráneo hacia
posible esta especialización, al tiempo que enlazaba con Oriente, a través de
la afamada ruta de la Seda, que por vía terrestre alcanzaba hasta China, con
el Índico o con el África subsahariana. Este comercio era para el imperio una
fuente de salida de metal precioso, que empobrecía las arcas del Estado.
La esclavitud era el otro pilar de la economía del imperio romano,
presente en todos los sectores productivos, desde la agricultura a las
manufacturas o el servicio doméstico. El mercado de esclavos se nutría con
las guerras y el comercio, pero también de la reproducción de la población
esclava. Aunque el imperio romano gozaba de un alto nivel tecnológico, visible
por ejemplo en las obras públicas, apenas se destinaron inversiones a
tecnologías productivas, puesto que la mano de obra esclava proporcionaba un
input abundante y barato, lo que eliminaba incentivos para la sustitución
de trabajo por tecnología. El fin de la expansión territorial y las tendencias
hacia la manumisión, junto con la expansión del cristianismo provocaron que
hacia el siglo II dE el número de esclavos descendiera significativamente.
En consecuencia, el modelo de crecimiento se debilitó ante los gastos
crecientes (extensas fronteras con un aparato militar permanente) que exigían
mayores impuestos y contraían la demanda de los grupos productivos,
debilitando las posibilidades de incrementar el producto.
El siglo III dE marca una época de crisis profunda, en la que la
inestabilidad política se unió a las consecuencias de una gran epidemia de
peste, las dificultades económicas que mermaron la capacidad recaudatoria del
Imperio. Para hacer frente a estas dificultades los emperadores romanos
optaron por incrementar la intervención y el control del estado sobre la
actividad económica. Se dictaron medidas que intentaban mantener los
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niveles de producción como por ejemplo, la adscripción de los campesinos a
la tierra (no podían abandonar la tierra que cultivaban); el encuadramiento de la
mano de obra artesanal en “collegia” o agrupaciones de artesanos; la
obligatoriedad de los hijos de los artesanos de suceder a sus padres en el
oficio; el control del transporte y de los abastecimientos; finalmente, el control
de precios para luchar contra la inflación. Al tiempo se reforzó la presión
fiscal y se recurrió a la manipulación de la moneda (devaluaciones) para
aumentar los recursos menguantes del Estado. El deterioro de la seguridad y
en consecuencia del comercio y de las economías urbanas originó un
repliegue de la actividad económica a las "villas", grandes explotaciones
económicas que se convierten en unidades económicas autosuficientes.
Muchos campesinos libres, agobiados por la creciente presión de los
recaudadores fiscales, optaron por ceder sus tierras a grandes propietarios y
verse así libres de las obligaciones fiscales que tenían como propietarios. Esta
cesión de tierras se hizo mediante el establecimiento de una relación de
“patronazgo” entre campesinos libres propietarios y grandes propietarios o
"dominum". Tal práctica se generalizó en los siglos IV y V dE y contribuyó a
la disolución del Imperio. Como veremos, algo muy parecido y en las mismas
fechas, ocurrió en el Imperio Han chino.
En el siguiente esquema explicamos en qué consistía. El primer paso era la
cesión o donación de sus tierras que hacía un campesino libre a un gran
propietario. A continuación, el gran propietario cedía al campesino el usufructo
(es decir, el campesino seguía cultivando la que había sido su tierra). A cambio
de ese usufructo el campesino pagaba una renta al gran propietario “dominum”
o señor. Finalmente, el “dominum” ofrecía protección al campesino que le
había cedido sus tierras y para ello contaba con pequeños ejércitos privados.
Es decir, había dejado de pagar impuestos a un Estado incapaz de garantizarle
su seguridad y a cambio pagaba una renta a un “dominum” que si se la
garantizaba, aún cuando esto suponía “de facto” entrar en una relación de
dependencia y renunciar a la ciudadanía y los derechos que esta comportaba.
Figura 2.3. La relación de patronazgo en el Bajo Imperio Romano
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Historia económica
UNED
Para finalizar resumimos mediante el siguiente esquema los cambios
económicos, sociales y políticos producidos durante la llamada crisis del siglo
III, que condujeron a la desaparición del Imperio Romano y al inicio de la época
feudal . Los grandes latifundios trabajados por esclavos, característicos de la
época de apogeo del Imperio –Pax Romana (ss. I-II)- se habían transformado
en “villas”, es decir, grandes unidades de producción agraria autosuficientes
trabajadas por colonos que no eran esclavos, pero que mantenían relaciones
de dependencia personal con el gran propietario. Las ciudades y sus
economías urbanas se habían visto desarticuladas por la decadencia de la
actividad comercial provocada por la inseguridad. Situación ante la cual
muchos de sus habitantes se habían refugiado en el ámbito rural integrándose
en alguna “villa”
El Imperio como estado que ejercía su poder en todo el territorio con una
administración que garantizaba la seguridad del transporte y del comercio
había sido reemplazado por una serie de pequeños poderes locales en
manos de los grandes propietarios, que contaban con ejércitos privados para
ofrecer seguridad a aquellos campesinos que dependían de ellos.
El derecho romano y la ciudadanía que garantizaba a los ciudadanos su
seguridad personal y la de sus bienes había sido reemplazado por una
situación en la que cada “dominum” o señor local imponía sus propias
leyes y administraba justicia. El vínculo político de ciudadanía que unía a
cada persona con el Estado había sido reemplazado por relaciones personales
de dependencia.
Tabla 2.4. La descomposición del imperio romano tras al crisis del siglo III
Situación partida (siglo III)
Grandes latifundios trabajados por esclavos
Grandes ciudades con pujantes economías
urbanas.
Gran actividad comercial con todo tipo de
mercancías de un lugar a otro del Mediterráneo
Situación de llegada (siglo IV)
Grandes "villas" autosuficientes desde el
punto de vista económico, trabajadas por
colonos .
Práctica desaparición de las ciudades y de las
economías urbanas.
El Imperio concentra el poder y lo ejerce en un
amplio territorio.
Muy escasa actividad comercial por ausencia
de seguridad.
Multiplicación de poderes locales en manos de
los grandes propietarios.
La Administración del Imperio garantiza la
seguridad del transporte y el comercio.
Inseguridad. Ejércitos privados ofrecen
"seguridad" en su ámbito local.
El Derecho romano y la ciudadanía romana
garantiza a los habitantes del Imperio su
seguridad personal y la de sus bienes.
No hay un Derecho: cada "dominum" hace sus
leyes y administra su justicia.
La ciudadanía ha sido reemplazada por
relaciones personales de dependencia.
Fuente: Elaboración propia.
Además, la presión de los pueblos bárbaros de las fronteras del imperio,
sobre todo godos y germanos de Centroeuropa, antes aliados pagados con las
arcas imperiales, empezó a hacerse cada vez más insistente. El comercio se
vio sometido a crecientes dificultades, por la falta de seguridad y el
encarecimiento de los productos. La llegada de pueblos desde el Norte y el
Este en sucesivas oleadas, acaban en el siglo V definitivamente con el Imperio
Romano de Occidente.
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2.4.2 El imperio Han en China
El Imperio de la dinastía Han (206 adE-220 dE) en China se extendió por
un área de tamaño similar al de Europa y se mantuvo durante más de cuatro
siglos. La base del imperio se hallaba en las regiones del norte, en los
cursos de los ríos Amarillo (Huang-ho) y Wei donde se encuentran sus
capitales (Chang’an y Luoyang); la agricultura constituía como en Roma la
base económica del Imperio, con el desarrollo de un sistema fiscal que
extrae ingresos de los campesinos a través de impuestos en especie sobre
la propiedad, contribuciones personales en dinero, y prestaciones obligatorias
de trabajo en distintas tareas colectivas. El Estado entregaba a los pequeños
campesinos lotes de tierra de diferente extensión, dependiendo de la calidad
del suelo, así como ganado y aperos de labranza. Al mismo tiempo, existían
grandes explotaciones propiedad de terratenientes, cedidas en
arrendamiento a los cultivadores.
Mapa 2.5. El imperio de la dinastía Han en China
Fuente: Georges Duby (1997): Atlas histórico mundial, Madrid, Debate, 220
La agricultura conoció en este periodo un notable desarrollo técnico,
que impulsó la producción y el crecimiento demográfico (unos 58 millones de
habitantes según un censo del 2 dE). La extensión de arados, sembradoras y
otros aperos, así como el uso de ganado de labor, bueyes principalmente, fue
estimulada por el Estado, que controlaba la producción y los precios de
los útiles de hierro para hacerlos asequibles. También se desarrollaron
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Historia económica
UNED
grandes obras de irrigación con la construcción de canales en los ríos Wei y
Huai, así como la reconstrucción de la Gran Muralla (220-210 adE), que
servía de protección frente a los pueblos nómadas del norte, a base de los
servicios en trabajo de los campesinos. El asno, procedente del Oeste e
introducido por los hunos, se expandió como animal de carga. Los sistemas de
cultivo en tierras de baja calidad hacían obligado el barbecho dos años de cada
tres; en las de media calidad uno de cada dos, pero las mejores daban una
cosecha anual, fundamentalmente de mijo, como principal cereal, y en menor
medida de trigo y cebada. Como fibra textil destacaba el cáñamo, aunque
la seda se fue extendiendo como producto comercial de gran valor, utilizado
también como dinero, materia prima de una manufactura destinada a las
clases superiores. Sólo más al sur, aunque aun sin mucha importancia, el
cultivo de arroz era el cereal dominante.
La expansión demográfica y territorial del nuevo imperio también se
complementó con el desarrollo de actividades artesanales y comerciales, así
como una urbanización creciente. La economía monetaria, fomentada por la
acuñación en manos privadas, se introdujo entre los campesinos y también
las operaciones de crédito. China había comenzado a tejer relaciones con sus
vecinos a través de la venta de productos muy valiosos como la seda, que ya
ha cobrado importancia desde siglos anteriores. Este artículo fomentó los
intercambios exteriores habilitando una ruta que el gobierno chino intentó
controlar mediante la expansión militar hacia el Oeste, estableciendo la
primacía Han en territorios de Asia Central. La seda permitía la compra de
productos más escasos, como cabezas de ganado a los pueblos de las
estepas del norte, o el abastecimiento de metales preciosos.
La inestabilidad en el norte por la amenaza de los pueblos Xiong-nu y
posteriormente el exceso de población en las provincias del norte estimuló el
éxodo de campesinos hacia el Sur, sobre todo durante los siglos I y II dE por
las provincias situadas en la zona del Yang-tzé, e incluso más al sur,
fomentando la colonización y la expansión del imperio, con lo que se ampliaba
su base fiscal. Pero el aumento de la población y el sistema de herencia
hizo que la tierra fuera progresivamente más escasa, por tanto aumentó el
minifundismo e impulsó la intensificación mediante el uso de fertilizantes,
en particular estiércol humano y de cerdo. El Estado ante los gastos
crecientes intervino en distintos sectores para obtener ingresos, como el
control del comercio en productos como la sal y los cereales o haciéndose
con el monopolio de la acuñación monetaria.
El Estado también trató de limitar la creciente concentración de la
propiedad en manos de los grandes propietarios, pero las dificultades de los
campesinos en mantener sus explotaciones les obligaba al endeudamiento
ante la voracidad fiscal de los recaudadores y en consecuencia se ponían bajo
la protección de los terratenientes, a quienes vendían las tierras, pasando
a convertirse en arrendatarios de los grandes señores. Esta tendencia se
produjo a partir de mediados del siglo II dE, coincidiendo con la inestabilidad
creciente en todo el territorio. A ello se añadieron los efectos de malas
cosechas provocados por las plagas de langostas o el desbordamiento del
río Amarillo (153 dE), en medio de una situación donde se extendieron las
rebeliones sociales y fases de desgobierno. Esta situación agravó la crisis
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que terminaría por acabar con la dinastía a comienzos del siglo III, dando paso
a una larga fase de fragmentación política en el territorio chino.
2.5 Civilización y barbarie en el mundo antiguo
Hemos tratado de sintetizar en unas cuantas páginas las grandes líneas de
la historia de la Humanidad desde la “invención” de la agricultura hasta la
“invención” de la civilización. Obviamente, no hay modo de hacerle justicia a
esos 10 000 años de evolución en tan breve espacio. El gran salto que supuso
la agricultura resulta difícil de exagerar, aunque la población nos da una
primera pista. Se calcula que el número de habitantes del planeta pasó de unos
8 millones a cerca de 170 en el comienzo de la era cristiana.
Al mismo tiempo, resulta difícil exagerar la importancia de las civilizaciones
de la Antigüedad en la historia humana. Buena parte de los rasgos que
dominarían la economía y la sociedad hasta al menos el siglo XVIII dE se
daban ya en las grandes civilizaciones del primer milenio adE basten los
siguientes ejemplos para mostrarlo.
Desarrollo de la agricultura como base de todas las economías, con un
arsenal tecnológico casi completo: arados, sistemas de barbecho y rotación
de cultivos en las tierras de secano, combinación con la ganadería como
fuente de proteínas, tiro y transporte y abonado, casi todos los cultivos
principales (trigo, cebada, arroz, maíz, legumbres, vid y olivo, frutales
injertados) y buena parte de las técnicas de regadío.
El desarrollo de las tecnologías básicas en la manufactura textil: el hilado y
tejido de fibras animales o vegetales (cáñamo, seda, lana, lino, algodón), la
cerámica y el curtido de los cueros, formas básicas de conservación de
alimentos (salazones y ahumados), la extracción minera y la metalurgia,
especialmente del hierro, a través de la fragua, la construcción en diversos
materiales (piedra, adobe, ladrillo, mortero y cemento, cal por un lado, pero
también madera y bambú) y con soluciones arquitectónicas básicas (la
construcción de arcos y cúpulas) que permiten levantar grandes edificios
singulares, murallas, puentes o calzadas empedradas.
La división del trabajo, con la aparición trabajadores especializados en el
comercio y la manufactura, pero también una notable diferenciación entre
las zonas rurales y las ciudades, centros de poder político y religioso y focos
de actividad comercial, manufacturera y financiera.
Las bases del comercio: las formas básicas del transporte terrestre (carros
tirados por bueyes, caballos y mulas, recuas de asnos o camellos) y
acuático (embarcaciones a vela o a remo), que servirán de instrumentos
tanto al comercio como a la guerra y el desarrollo de la moneda
(especialmente de oro y plata) como medida de valor, medio de cambio y
depósito de riqueza.
Los marcos institucionales y sociales: derechos de propiedad y sistemas de
herencia bien definidos, las leyes como forma de regulación de conflictos,
sistemas políticos complejos (del Imperio a la democracia), burocracias
especializadas y ejércitos organizados, los tributos e impuestos como modo
de financiar los Estados, todo ello ligado a formas de diferenciación y
jerarquización social, con clases o estamentos diferenciados: nobles-
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Historia económica
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guerreros, sacerdotes, burócratas, agricultores y artesanos, soldados,
comerciantes, esclavos o extranjeros carentes de derechos.
En el campo de las ideas, el desarrollo es también espectacular; la difusión
de religiones complejas (del animismo al politeísmo o el monoteísmo),
prácticamente todas las formas literarias que conocemos (empezando por
las epopeyas y mitologías, y pasando por el teatro, la lírica o la poesía
satírica hasta el ensayo o la retórica), el desarrollo de las ciencias
(agronomía, astrología, química, medicina, matemáticas) o el pensamiento
político. Estos diez mil años de historia antigua sientan las bases de las
economías y sociedades que conocemos actualmente.
La ley de Engel y la manufactura
Ernst Engel (no confundir con Friedrich Engels, el colaborador de Karl Marx)
era un estadístico alemán que estudió en el siglo XIX una serie de
presupuestos familiares de gasto, y llegó a la conclusión de que a medida que
aumenta el nivel de renta de las familias, menor es el porcentaje del gasto
dedicado a alimentación (o en general a los productos de primera necesidad) y
mayor el porcentaje dedicado a otros bienes y servicios. Dicho de otro modo,
que la elasticidad-renta de la demanda de alimentos es inferior a 1.
Es lo que se conoce como la ley de Engel.
Una de sus aplicaciones a la historia nos lleva a entender mejor el
desarrollo de las manufacturas. En principio, dado que los excedentes agrarios
eran escasos (y las rentas disponibles de los campesinos también), la mayor
parte de los ingresos de la mayoría de las familias se destinaba a pagar
alimentos básicos. Son las llamadas subsistencias: cereal (trigo, arroz, maíz
según las distintas culturas) y sus derivados (pan, tortitas), legumbres, alguna
forma de bebida alcohólica (vino en las culturas mediterráneas) que
proporcionan calorías suplementarias especialmente necesarias en regiones
frías y la fuente más barata de proteínas (carne de cerdo o cordero, pescado
en zonas costeras, etc.). Una vez cubierta la alimentación, el vestido era la
siguiente necesidad básica, por lo que la industria textil era tradicionalmente el
principal sector de las manufacturas en la mayoría de las sociedades agrarias
(junto con la cerámica para menaje de cocina y almacenamiento de alimentos,
y el cuero para el calzado y arreos de los animales). También la vivienda era
una necesidad básica, aunque en la mayoría de las sociedades buena parte de
los trabajadores construían sus propias casas, con los materiales más
abundantes en la zona. Por último, la metalurgia proporcionaba útiles de
trabajo (arados, azadas, cuchillos) y armas, además de bienes suntuarios como
joyas o vajillas: de ahí el peso de la minería y la metalurgia.
Estos tres sectores –textil, construcción y metalurgia-- constituían el grueso
de las manufacturas en las sociedades agrarias, junto con alguna industria de
transformación de alimentos. Del mismo modo, subsistencias, tejidos y objetos
metálicos sumaban la mayor parte de los bienes objetos de comercio,
especialmente a corta distancia.
Luego está la otra conclusión de la Ley de Engel, y es que a los ricos les
quedaba mucha renta disponible para gastar en consumo de bienes suntuarios
y servicios personales (criados, peluqueros, secretarios, etc.). Y dado que su
demanda se dirigía a bienes de lujo, también habrá en las sociedades agrarias
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comerciantes y artesanos especializados en este tipo de productos, que
constituirán durante mucho tiempo el grueso de los intercambios
internacionales a larga distancia, puesto que eran sobre todo los bienes más
caros (y de más valor en relación con su peso o volumen) los que permitían
afrontar el sobrecoste que el transporte, especialmente por tierra, y el pago de
los márgenes comerciales (muy elevados, como lo eran los riesgos de la
actividad) añadían a cualquier producto.
5. Resumen
En estas páginas se ha tratado de:
a) Subrayar el carácter de invención humana de la agricultura y domesticación de animales.
b) Explicar el significado de la Revolución Neolítica, sus focos, cronología, tipos de especies y
los problemas ligados a su desarrollo.
c) Señalar el comienzo de la producción de alimentos como momento de arranque de la
historia económica.
d) Trazar la línea que lleva de los excedentes agrarios a la sedentarización y la división social
del trabajo como gran elemento explicativo de la evolución de las civilizaciones de la
Antigüedad.
e) Situar en el espacio y en el tiempo algunas innovaciones fundamentales para la historia
económica: escritura, navegación o moneda.
f) Analizar la lógica económica y política de los grandes imperios de la Antigüedad,
comparándolos para extraer rasgos comunes y divergencias.
g) Insertar los distintos tipos de economía de la Antigüedad en su contexto histórico.
h) Subrayar algunos de los legados de las sociedades de la Antigüedad a la economía
mundial.
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6. Conceptos básicos
Paleolítico
caza-recolección
Neolítico
nómada
sedentario
glaciación
barbecho
domesticación de especies
regadío/secano
civilizaciones hidráulicas
ciudades-templo
Imperio
ciudades-estado.
colonia
presión demográfica
división del trabajo
agricultura de rozas
esclavitud
7. Referencias
BOSERUP, Ester (1984): Población y cambio tecnológico: estudio de las
tendencias a largo plazo, Barcelona, Crítica (trad. de J. Beltrán).
BRAY, Francesca (1986): Agriculture, en Needham, Joseph, dir., Science and
civilisation in China, vol. 6.2, Londres, Cambridge University Press.
CHIC GARCÍA, Genaro (2009): El comercio y el Mediterráneo en la
Antigüedad, Madrid, Akal.
COHEN, Mark Nathan (1987): La crisis alimentaria de la prehistoria: la
superpoblación y los orígenes de la agricultura, Madrid, Alianza.
DIAMOND, Jared (1998): Armas, gérmenes y acero, Madrid, Debate.
GARNSEY, Peter y SALLER, Richard (1991): El imperio Romano. Economía,
sociedad y cultura, Barcelona, Crítica.
GRIGG, David B. (1984): The agricultural systems of the world: an evolutionary
approach, Londres, Cambridge University Press,
POUNDS, N.J.G. (2000): Geografía histórica de Europa, Barcelona, Crítica.
ROUX, Georges (1998): Mesopotamia. Historia política, económica y cultural,
Madrid, Akal.
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