Universidad de los Andes
Facultad de Humanidades y Educación
Escuela de Letras
Departamento de literaturas clásicas.
La maldición de Apolo en la Casandra de Eurípides en su obra “Las
Troyanas”, un don creado por el mismo Universo.
Autor: Isabella Cangemi.
Resumen
La presente investigación tiene como fin el análisis de la obra “Las Troyanas” de
Eurípides a partir de pautas científicas en el área de física cuántica. Se ha tomado como
corpus los versos v40 y v355-366 donde se manifiesta la profetiza Casandra al igual que
su don. Esto se correlaciona con la teoría de la relatividad de Einstein y los posteriores
descubrimientos hechos por Stephen Hawking. El análisis va desde los elementos
proféticos, divinos y literarios encontrados en la obra hasta las teorías científicas
expuestas por ambos físicos al punto que la segunda sea capaz de desmitificar la
primera.
El mito de Casandra
1. Apolo maldice a Casandra
La prole de Hécuba y Príamo estaba destinada a mezclarse con la historia de los
Olímpicos. En la guerra de Troya una cantidad considerable de dioses intervino en la
disputa por la hija de Zeus, Helena. Héctor y Paris fueron tanto apoyados por
divinidades como despreciados por ellos. El valeroso Héctor llegó a su muerte gracias a
la ayuda de Atenea, y Paris se ganó el repudio de Hera y de la de ojos de lechuza por
escoger a Afrodita por encima de ellas. Estos dos hermanos son sólo una pequeña
muestra de la tortuosa relación que tenía su familia con los dioses.
Casandra, por su parte, tampoco fue la excepción. Apolo, el certero soberano, se fijó
en ella y creyendo la princesa que podía jugar con los sentimientos del dios le aseguró
su amor a cambio del don profético. Una vez Apolo entregó el obsequió y demandó su
pago (nada más que el cuerpo de la muchacha), esta se rehusó a yacer con él y
enfurecido por la trampa el dios la maldijo. Dice Apolodoro en su Biblioteca que
“Apolo privó a sus profecías del poder de persuasión”1.
2. El don profético de la princesa troyana
En la antigüedad no todos los adivinos eran iguales y mucho menos ejercían el don
de la misma manera. Cicerón recalca en su obra “Sobre la adivinación” que; “Hay dos
tipos de adivinación, uno basado en el aprendizaje y otro que prescinde de él” 2. Es decir,
uno artificial y uno natural. El autor, entonces, procede a explicarnos qué caracteriza
estos dos tipos de adivinación:
“Y es que hay aprendizaje en quienes, una vez han conocido los hechos pasados a
través de la observación, indagan en los nuevos a través de una interpretación. Pero
prescinden del aprendizaje quienes no intuyen el futuro a través del razonamiento y
la interpretación, observando y anotando los signos, sino a través de una especie de
turbación del espíritu, o de un impulso desinhibido y espontáneo”3
Por su parte, Casandra es descrita en la obra de Eurípides Las Troyanas de la
siguiente manera: “Y a Casandra, a quien el soberano Apolo dejó soltera y entregó el
delirio profético. La ha desposado Agamenón en unión secreta” 4 . Esto sólo puede
significar que el índole del don profético de la muchacha le viene naturalmente, el dios
la ha bendecido con el don (olvidándonos por un momento que la maldijo al mismo
tiempo y como reprimenda le quitó el don de la persuasión) e inspira cada vez que algo
sagrado tiene que salir de su boca. Casandra se acerca más a una sibila o a una Pitia que
a un augur que se sirve de animales y señales de la naturaleza para expresar la voluntad
de un dios. En cambio, la profetiza es poseída y ya no es ella la que habla sino el dios.
1
Apollod. Bibliotheca. II,12.
Cic. Div. I, 34.
3
Vv. 34.
4
Eur. Tro. 40.
2
3. Apolo como fuerza de la Naturaleza.
“Armonía y destino son conceptos correlativos en la mentalidad helénica. Pues
aquel no está escrito de antemano en los astros ni encarna en la gracia providencial
ni resulta, exclusivamente, de la ley de nuestra insular voluntad… de aquí que el
concepto griego de destino envuelva, repentinos, un doble orden de necesidad: a)
hado o estrella, impulso de armonía; b) rebeldía frente al hado, que conjugan y
entrelazan los hilos de la existencia” 5
No hay mejor manera de describir a Apolo que con esta dualidad. El dios de la
armonía, de lo apolineo. El dios de la profecía, quien tiene a su cargo el oráculo. Una
fuerza de la naturaleza que evoca armonía y rige el don profético. Al igual que todos los
dioses, Apolo representa una fuerza de la naturaleza, una que en su caso interactúa con
la raza humana y forma otra dualidad clave para la tragedia griega; el impulso de
armonía (llevado a cabo por el oráculo que ve más allá que nuestro héroe trágico) en
contra de la rebeldía humana que desea hacer su voluntad. El problema de esta dualidad
es que la naturaleza (o el dios) siempre estará por encima del hombre. Y no importa
cuánto trate el héroe de escapar de su destino siempre se encontrará con que no puede
pasar por encima de la voluntad divina.
Del mito a la ciencia
1. El futuro está más cerca de lo que parece
Hawking dice en su libro “Breve Historia del Tiempo” lo siguiente:
“Las leyes de la ciencia no distinguen entre las direcciones hacia adelante y hacia
atrás del tiempo. Sin embargo, hay al menos tres flechas del tiempo que sí
distinguen el pasado del futuro. Son la flecha termodinámica, la dirección del
tiempo en la cual el desorden aumenta; la flecha psicológica, la dirección del
tiempo según la cual recordamos el pasado y no el futuro; y la flecha cosmológica,
la dirección del tiempo en la cual el universo se expande en vez de contraerse.”6
Carmona Nenclares, F. (1947). ͞El concepto de destino en la tragedia griega͟. Revista de la Universidad
Nacional, 9, 43-56.
6
Hawking, S. (1988) Historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros. Barcelona, CRITICA. P. 136.
5
Hasta ahora estas tres flechas sólo van hacia adelante. Es decir, hacia el futuro. La
flecha termodinámica apunta hacia la dirección en la cual la materia envejece, la
psicológica se mueve básicamente de la misma forma que la anterior ya que nuestro
cerebro recolecta la información del pasado hacia el presente, por lo que sentimos pasar
el tiempo en dirección al futuro. Y por último, la flecha cosmológica que, debido a que
apunta hacia la dirección en la que el universo se expande, equivale a la dirección del
futuro puesto que en un principio el universo estaba contraído y mediante ha avanzado
el “tiempo” este se expande.
Entonces, si estas tres flechas apuntan hacia el futuro y esa es la única dirección que
hasta el momento conocemos es cuestión de tiempo de que lleguemos a él. La física
moderna no descarta que al encontrar bifurcaciones en el espacio podamos movernos en
otras direcciones, después de todo “Las leyes de la ciencia no distinguen entre las
direcciones hacia adelante y hacia atrás del tiempo”7. Por otra parte, existe una paradoja,
llamada la paradoja de los gemelos, que plantea lo siguiente; dos gemelos son separados
al nacer, uno permanece en la tierra y el otro es mandado en una nave capaz de alcanzar
una velocidad cercana a la velocidad de la luz (300 km/seg), cuando el segundo
hermano regresa este es considerablemente más joven que el primero. Hace más de un
siglo esto hubiera sido considerado un evento completamente imaginario pero desde la
introducción de la teoría de la relatividad por Albert Einstein en 1915 el tiempo dejó de
ser un concepto absoluto y pasó a ser uno relativo, es decir que el tiempo depende de
cada observador. Esto permitiría que la paradoja fuera plausible, argumentado que el
tiempo transcurrido por el gemelo a bordo de la nave debido a la velocidad del cuerpo
era menor que el transcurrido en la tierra. Nos encontramos aquí con la primera y única
forma puesta en práctica hasta ahora de viajar en el tiempo. Hacia adelante, en la
dirección de las tres flechas ya descritas, y mediante una velocidad cercana a la
velocidad de la luz.
2. El tiempo como una coordenada
Antes de Minkowski se creía que el tiempo y el espacio estaban separados y eran
independientes uno del otro. Pero, una vez él introdujo su concepto de espacio-tiempo
nuestro universo pasó de tener tres dimensiones (tres coordenadas) y una temporal
independiente a tener cuatro coordenadas juntas. Esto sería latitud, longitud, altitud y
7
Hawking, S. (1988) Historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros. Barcelona, CRITICA. P. 136.
además tiempo. El hecho de que el tiempo solo constituya una coordenada más abre
paso a lo que se estipuló en el apartado anterior. Que así como te puedes mover de
latitud, longitud o altitud, el cuerpo pueda moverse dentro de esta cuarta coordenada.
Por supuesto eso es especulación hasta ahora debido a que los medios para hacer tal
viaje no están a nuestro alcance. Ni llegar a la velocidad de la luz se nos es posible ni
abrir agujeros de gusano con el fin de hacer un pliegue en la materia del universo
(utilizando estos como portales de punto A a un punto B).
3. La naturaleza rige el orden del universo
Como ya hablamos en uno de los apartados anteriores se conocen dos posibilidades
para viajar en el tiempo (pura especulación, claro está). La primera consiste en alcanzar
la velocidad de la luz y la segunda en poder abrir agujeros de gusanos que al
atravesarlos nos permitiera pasar de un punto A (digamos París, hoy) a un punto B
(digamos Venus, dentro de mil años). Pero más allá de poder lograrlo existe el problema
de poder mantener un orden dentro del universo una vez que manipulemos las líneas
temporales. Stephen Hawking lo pone de esta manera:
“Parece haber dos posibles soluciones a las paradojas que surgen de los viajes en el
tiempo. A la primera la denominaré proposición de las historias consistentes. Nos
dice que incluso si el espacio-tiempo esta curvado de forma que sea posible viajar
al pasado, lo que suceda en él debe ser una solución consistente de las leyes físicas.
De acuerdo con este punto de vista, no se podría retroceder en el tiempo a menos
que la historia mostrara que uno ha llegado ya al pasado.”8
Yo he denominado a esta solución hipótesis del orden natural del universo. Es decir,
una vez que la naturaleza ha estipulado cierto orden esta hará que todo lo que suceda se
mantenga de la misma manera. Existe una paradoja denominada la paradoja del abuelo
que plantea lo siguiente: Un hombre logra viajar al pasado al momento en que su abuelo
era joven y de alguna manera u otra lo mata antes de poder conocer a su abuela. Esto
provocaría que su padre/madre no hubiera nacido y por consecuente él tampoco, lo que
le impediría viajar al pasado a matar a su abuelo en primer lugar. Nuestra solución no
8
Hawking, S. (1988) Historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros. Barcelona, CRITICA. P. 144.
permitiría que el viajero fuera capaz de eliminar su propia línea temporal porque no
estaba estipulado que pasaría.
4. Inercia de los paradigmas
El diccionario de la Real Academia Española define en su segunda acepción la
palabra “Paradigma” de la siguiente manera: “Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo
central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver
problemas y avanzar en el conocimiento.”9 Pero qué pasaría si tomáramos uno de esos
núcleos centrales y tratáramos de sustituirlo por otro debido a que en algún punto de la
historia humana, nuestra raza se da cuenta de que los viejos paradigmas no concuerdan
con la experiencia. No sería la primera vez que esto pase. Desde el principio de la
humanidad hemos ido remplazando viejos paradigmas por nuevos. Se creía que el sol
giraba en torno a la tierra, ya sabemos que es al contrario. Se creía que el tiempo era
absoluto, ahora se conoce que es relativo. Y así han ido cambiado unas teorías por otras.
Pero nunca ha sido tan fácil como presentar una nueva tesis y esperar que el mundo lo
crea. La mente humana suele formase alrededor de esos paradigmas y al hacerlo no deja
espacio para que entren nuevos. Es el hecho de habituarnos a una idea lo que nos
imposibilita pensar en otras que parece contrarias, sin dejar de lado que esos viejos
paradigmas aparentan concordar con la realidad. Si le preguntas a un transeúnte en la
calle sin ningún tipo de formación científica si cree que el tiempo es relativo lo más
probable es que su respuesta sea negativa. Pero la ciencia ha ido, poco a poco,
desmintiendo viejas teorías, reemplazándolas con nuevas. Incluso cuando le ha tomado
décadas de esfuerzo para lograrlo.
La ciencia en el mito
Usualmente el mito y la ciencia están separados, siendo el primero sinónimo de
mentira y el segundo de veracidad. Pero la ciencia ha sido capaz de establecer analogías
inesperadas entre ambas áreas, dándole al mito la capacidad de dejar de lado la imagen
de “cuento de hadas”.
Analogía 1: El destino y la línea temporal incorruptible.
9
Real Academia Española. (2014). Diccionario de la lengua española (23.a ed.). Consultado en
http://dle.rae.es/?w=paradigma&origen=REDLE
Para el momento en que Eurípides toma a Casandra, la muchacha ya ha aprendido a
lidiar con su don y su maldición. Nadie la escuchó cuando delató a Paris ni cuando
predijo que Troya iba a arder. No importa cuánto le revele el dios, cuán ancho y vasto se
muestre el universo ante ella, nadie le va a creer. Y esta resignación es más que obvia
para nosotros los lectores que tenemos que soportar la trágica marcha, por así decirlo, de
Casandra al matadero. La muchacha no esconde su don pero entiende que para los
demás sus palabras son locura:
“No quiero cantar un himno al hacha que va a caer sobre mi cuello y el de los
demás, ni a las luchas matricidas que va a suscitar mi boda, ni a la ruina total de la
casa de Atreo.”10
¿Pero en qué consiste esa maldición? El castigo de Apolo va más allá de involucrar
solamente a la princesa. Sí, ella está yendo hacia su propio verdugo pero no es ella
solamente. Casandra no será la única que sufra las consecuencias de la matanza dirigida
por la esposa de Agamenón, e incluso una vez esa masacre termine las secuelas
permanecerán por otra generación más. Tampoco olvidemos que la princesa troyana no
es la primera muchacha que rechaza a Apolo pero sí la única que afrenta consecuencias
tan graves. ¿Recae el peso de la maldición en la ofenda de la mujer, en el ego del dios o
en las circunstancias que rodean a su familia? Casandra no sólo despreció a una
divinidad sino que se las ingenió para engañarlo de tal manera que entregara uno de los
dones más preciados de la antigüedad. También tomemos en cuenta que Apolo había
sido ofendido por el pueblo aqueo (razón más que válida para no mover un dedo cuando
la familia de Agamenón se involucra con la profetiza) y que la ascendencia de Príamo
ya llevaba una tortuosa relación con los Olímpicos. Tres razones de peso para hacer que
la maldición de Casandra sea una de las peores de todas dentro de la mitología griega.
Pero más allá de esto ¿Hay en alguna otra tragedia un destino benevolente con los
hombres? Incluso si dejamos de lado el hecho de que nadie le crea a Casandra por ser
quien es ¿Alguna vez un oráculo ha sido creído por sus consultantes? Los héroes (que
son normalmente estos consultantes) siempre han ido en contra del hado, es parte del
gran encanto de una tragedia griega. La revelación de la verdad y la lucha en contra de
ella. Edipo quiere saber la razón de la peste pero no quiere saber que es él el
10
Eur. Tro. 355v.
responsable. Troya estaría encantada de conocer lo que le depara en un futuro pero se
niega a aceptar que será quemada hasta los cimientos. Agamenón estaría gustoso de
conocer su muerte pero se niega a ver que serán sus malas decisiones y su esposa (que
podemos calificar como una de ellas) los causantes de esta. El destino de por sí
permanece inamovible sin importar quién sea el que pregunte por él. Pero ¿Por qué? Ya
hemos visto en nuestro apartado científico nuestra hipótesis del orden natural del
universo que parece semejarse con la idea del destino. El hado anunció la muerte de
Casandra y se cumplirá bajo cualquier circunstancia. Huye de él y serás perseguido,
acércatele y por lo menos tendrás paz. La línea temporal no puede ser corrompida, los
puntos fijos que se hacen en el tiempo (como una profecía) no se pueden eliminar por
pura voluntad humana. Y en esa idea recae la resignación de la profetiza. La suerte ya
está echada y lo menos que puedes hacer es aceptarla.
Analogía 2: Casandra introduce un nuevo paradigma.
“Troya se quema” debieron haber gritado sus habitantes mientras Casandra veía el
fuego arder una vez más. Y seguramente la princesa también se embarcó rumbo a la
tierra de los Aqueos con el gusto de haber visto esas aguas antes. Pero nadie le creyó
hasta que vio las llamas arder dentro de la ciudad o al amante de Clitemnestra
traicionarlos y acabar con sus vidas. ¿Es eso parte de la maldición? El ver para creer ¿O
es parte de la condición humana? ¿Qué hizo realmente Apolo para que Casandra no
fuera creída si de todas formas nadie quiere escuchar lo que no se puede probar? La
única diferencia entre Casandra con sus profecías y los grandes pensadores que
introdujeron nuevos paradigmas al pensamiento humano, es que lo que estaba en juego
para la princesa era su vida y la de miles de personas, y para científicos como Einstein
era su credibilidad. Sus ideas fueron introducidas en determinada población y estas
poblaciones las rechazaron hasta que la experiencia pudo probar su veracidad.
Agamenón y sus compañeros fueron asesinados y la relatividad pudo ser probada a
través de los campos gravitacionales más de cuarenta años después.
Conclusión
Ya sea porque la línea temporal es incorruptible o porque la humanidad requiere de
pruebas en el campo experimental antes de probar un nuevo paradigma la maldición de
Apolo sobre Casandra es incapaz de deshacerse. Esta se manifiesta como un fenómeno
natural (completamente aplicable desde la ciencia) que envuelve la vida de la profetiza
y a todo el que se quiera involucrar en ella. Y como fenómeno natural escapa de las
manos de la raza humana y ejerce la voluntad de un orden mayor (en nuestro caso una
divinidad). De esta manera la ciencia logra explicar por qué Casandra caminó hasta su
muerte.
Bibliografía
Clásicos:
Apolodoro de Atenas. Biblioteca (trad. Margarita Rodríguez de Sepúlveda),
Madrid, Gredos, 1985.
Cicerón. Sobre la adivinación (trad. Angel Escobar) Madrid, Gredos, 1999.
Eurípides. Las Troyanas (trad. José Luis Calvo Martínez) Madrid, Gredos, 1985.
Crítica:
Carmona Nenclares, F. (1947). “El concepto de destino en la tragedia griega.”
Revista de la Universidad Nacional, 9, 43-56.
Hawking, S. (1988). Historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros.
Barcelona, CRITICA.
Einstein, A. (2008). Sobre la teoría de la relatividad especial y general.
Barcelona, Alianza Editorial.
Online:
Real Academia Española. (2014). Diccionario de la lengua española (23.a ed.).
Consultado en http://dle.rae.es/?w=paradigma&origen=REDLE (25/02/2016)