DICIEMBRE
2002
Boletín del Programa de Pobreza y Políticas Sociales de SUR
44
SUR Corporación de Estudios Sociales y Educación
José M. Infante 85•Fono: (56-2) 236 0470 / 235 8143
Fax: (56-9) 235 9091 • E.mail:
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REFLEXIONES SOBRE UNA PROPUESTA
PARA EL DESARROLLO LOCAL EN CHILE
Este artículo forma parte del libro ESPACIO LOCAL Y DESARROLLO. EXPERIENCIAS EN CHILE Y URUGUAY, que será
próximamente publicado por Ediciones SUR.
En dicho libro, y sobre la base de experiencias de intervención locales, sus autores analizan diversos aspectos del desarrollo económico local y la articulación de actores para la gestión social. Realizado conjuntamente por SUR Corporación
de Estudios Sociales y Educación, de Chile, y el Centro Latinoamericana de Economía Humana (CLAEH), de Uruguay, representa un esfuerzo por sistematizar y documentar una serie
de experiencias innovadoras de desarrollo local llevadas a cabo
en los últimos quince años en Chile y Uruguay.
Esta publicación, y los estudios que le dieron origen, se llevaron a cabo con la ayuda de la Fundación Interamericana, IAF.
Desde la perspectiva del desarrollo social, durante la última década Chile ha tenido una evolución paradójica. Los indicadores macro
demuestran resultados positivos: un crecimiento económico sostenido,
una reducción en los niveles de pobreza y un mayor desarrollo humano. En general, se atribuyen estos logros societales a los procesos de
modernización que ha impulsado el país y a su creciente inserción
internacional en la globalización mundial. No obstante, se constatan
problemas más profundos en la sociedad: un desempleo con raíces
estructurales; una creciente y arraigada desigualdad (en ingresos y oportunidades); procesos de integración social rígidos y limitados; y sensaciones de inseguridad, frustración y malestar en el pueblo chileno. Esto
último tal vez es lo más preocupante, y constituye un reflejo de que las
personas se sienten poco partícipes en la modernización.
Uno de los desafíos actuales más importantes del desarrollo social
en Chile es facilitar procesos que hagan partícipes a las personas en la
sociedad y en el desarrollo. De hecho, una interpretación del desarrollo social es el empoderamiento de las personas para reconocer sus
necesidades económicas, sociales y culturales, y buscar soluciones a éstas. Por lo tanto, una meta clave del desarrollo social es que las personas, y
los colectivos, sean capaces de moldear sus propios procesos —y proyectos— de desarrollo y que se hagan activos en éstos.1
Aunque esta meta parezca obvia, como realidad está lejos de esta
apreciación. Alcanzarla requiere cambios en el significado del accionar social, tanto por parte del gobierno como de los agentes no gubernamentales que intervienen en el ámbito social: reconocer el derecho
fundamental a participar y a ser ciudadano.
En situaciones de pobreza y de exclusión social, las condiciones
para el ejercicio de la ciudadanía se ven fuertemente afectadas. Se inhibe
y dificulta la posibilidad de establecer vínculos sociales desde donde
imaginar, pensar y gestionar un proyecto diferente (Aravena 2002). Sin
duda, se requiere un trabajo que fortalezca y profundice la calidad de
vida social y las capacidades de las personas, comunidades, organizaciones y colectivos de participar en sus procesos de desarrollo. El punto de partida para hacerlo dependerá del diagnóstico social —sentido y
próximo— que el sector social / la localidad / el actor social / el grupo
vulnerable haga sobre su realidad.
Es importante reconocer que esta realidad de falta de vínculos sociales significativos también la viven otros sectores sociales chilenos:
capas medias y medias bajas. Los síntomas de inseguridad, frustración
y malestar anteriormente mencionados, claramente la expresan. Y el
trabajo social de empoderamiento también debiera referirse a estos
mundos, además de su enfoque en las situaciones de pobreza.
El terreno más fértil para los procesos de empoderamiento ciudadano es el nivel local. La constitución de ciudadanos —seres insertos en
el espacio público, actores de lo político, capaces de interlocución con
otros actores— es imprescindible y prioritaria en cualquier proceso de
desarrollo de una comunidad, de una localidad, de un barrio, de una
ciudad. El desarrollo local, en este sentido, consiste en procesos de
mediano y largo plazo, orientados por los distintos intereses de los actores locales —y los otros actores que inciden en el territorio—, en sus
múltiples dimensiones —medioambiental, cultural, económica, social,
de identidad—, en una perspectiva de profundización democrática.
1 El desarrollo social también requiere inversión y trabajo persistente en ejes complementarios: en el capital humano, en asegurar niveles y calidades adecuadas de servicios sociales, en hacer coherente los objetivos económicos con los sociales, y en la
cultura y eficiencia estatal, entre otros.
TEMAS SOCIALES nº 44 Diciembre 2002 • 1
Lucy Winchester
SUR Corporación de Estudios Sociales y Educación
Este trabajo pretende fundamentar, profundizar y discutir esta propuesta de nuevos contenidos para el desarrollo local, desde un punto de vista conceptual y pragmático —en el
contexto chileno—, además de plantear algunos desafíos para su sustentabilidad.
TEMAS SOCIALES nº 44 Diciembre 2002 • 2
1. EL DESARROLLO LOCAL EN LOS
PROYECTOS DE DESARROLLO DEL
PAÍS2
En la actualidad, en Chile, el ámbito local
está siendo valorizado como punto de partida
de los procesos de desarrollo social y como
espacio propicio, reconocido por el gobierno,
para la ejecución de programas sociales. Esto,
a partir de los procesos de descentralización y
democratización vividos en el país durante la
última década. Además, de acuerdo con recientes encuestas sobre la sociedad civil chilena (PNUD 2000), el país dispone de grados
de asociatividad relativamente densos. Aunque algunas de estas organizaciones están asociadas con identidades nacionales (sindicatos),
hay una proporción importante de organizaciones pequeñas y locales, funcionales a las
necesidades inmediatas de las personas. Esto
demuestra una potencialidad para el trabajo
de fortalecimiento del espacio local como lugar de construcción de ciudadanía.
No obstante lo anterior, el lugar del desarrollo local en Chile no ha sido explícito. Se lo
puede deducir mirando cómo han convergido
los procesos de descentralización, las reformas
en política social y los programas sociales, y
la democratización institucional del país, particularmente en torno a los municipios.
El proceso de descentralización en Chile
se ha desarrollado principalmente durante las
últimas tres décadas. En este período, se han
concretado reformas en la estructura
institucional, administrativa y financiera del
Estado, que han afectado ámbitos como la
democratización y representación política, la
aplicación de la política social, y la participación de las comunidades y autoridades locales en la definición del desarrollo económico
y social de sus territorios.
En este proceso se distingue una primera etapa, que va entre 1974 y 1989, durante el gobierno militar, en la que tuvieron lugar procesos de
regionalización y municipalización. En 1974 se
dividió administrativamente el país en regiones,
provincias y comunas, y a lo largo del período
se implementaron importantes reformas, como
el traspaso a los municipios de la administración
de los establecimientos de educación pública y
de salud primaria, la definición del actual sistema de financiamiento municipal, y la creación
del Fondo Nacional de Desarrollo Regional
2 Esta sección se basa, en parte, en un trabajo inédito
de Lucy Winchester y Alejandra Sandoval, “La descentralización de la infraestructura social en Chile”,
Informe de Investigación para IDRC, 2000.
(FNDR), hasta hoy la principal fuente de recursos para el financiamiento de proyectos de infraestructura de origen municipal.
Con el primer gobierno democrático, en
1990, comenzó una segunda etapa del proceso. Se realizaron reformas constitucionales
orientadas principalmente a la creación de los
Gobiernos Regionales y a la democratización
de los municipios, y se pusieron en práctica
nuevos mecanismos para el financiamiento de
inversiones regionales y locales.
Por otro lado, casi todos los ministerios y
servicios públicos hoy se encuentran
regionalizados en cierto grado. Además, existen instrumentos (como ISAR, Inversión Sectorial de Asignación Regional; e IRAL, Inversión
Regional de Asignación Local) que han ampliado las atribuciones del nivel regional y comunal en los procesos de inversión social. También se han creado fondos concursables y
licitaciones que abren espacios potenciales para
una mejor adecuación de los programas a las
realidades locales, y se han generado nuevos
instrumentos para la coordinación de inversiones, como los Convenios de Programación.
Aunque se ha logrado avances significativos en este campo, la descentralización y
desconcentración llevadas a cabo en Chile han
sido fundamentalmente de carácter administrativo y funcional, y los órganos descentralizados de los distintos niveles (regional, provincial, municipal) tienden a trabajar en forma
desarticulada unos de otros. Sin embargo, se
abren lugares en los cuales proyectos y estrategias de desarrollo local pueden encontrar acogida: los fondos concursables para la inversión
regional y local (FNDR, ISAR, IRAL); y los planes regionales y comunales de desarrollo.
Durante la década de los noventa, la política social se caracterizaba por una inversión
social creciente, sobre todo en educación, salud e infraestructura social; por un criterio de
pago compartido por los usuarios en numerosas prestaciones y servicios sociales; y por la
focalización de prestaciones y servicios. 3
La inversión social, en su discurso, ha estado orientada a mejorar las capacidades y
capitales de los sectores pobres y los grupos
vulnerables, estimulando la participación social y buscando abrir las posibilidades de mayor integración social. En este marco, se definió a grupos prioritarios emergentes: jóvenes,
mujeres, adulto mayor, microproductores, grupos indígenas; y a las nuevas instituciones encargadas de orientar la política dirigida a estos
grupos: Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS), Servicio Nacional de la Mujer
(SERNAM), Instituto Nacional de la Juventud,
Comisión del Adulto Mayor, entre otras.
3 En el ámbito de lo productivo, el nivel estatal central
ha impulsado programas en los que el desarrollo local
pueda tener cabida, aunque no necesariamente en forma articulada con el territorio (Instituto de Desarrollo
Agropecuario, INDAP; Fondo de Solidaridad e Inversión
Social, FOSIS, etc.).
La descentralización de los sectores tradicionales de la salud y la educación fue considerada parte de un proceso de democratización,
en que los gobiernos locales, con alcaldes y
concejos municipales democráticamente elegidos, se encargan de la orientación, administración y ejecución de los servicios respectivos.
En algunos sectores, como en educación, se ha
avanzado en la entrega de atribuciones
decisionales a los municipios (administración
de personal, entrega de competencias del gobierno al municipio).
Se ha externalizado, a través de mecanismos de concursos y licitaciones, la producción
de los servicios o bienes sociales a terceros, sean
éstos del sector privado, del “tercer sector” o
los beneficiarios de los proyectos. En los sectores tradicionales coexisten los mecanismos
basados en la competencia, con mecanismos
tradicionales de asignación directa. Los mecanismos de “proyectos” son los preferidos en los
programas diseñados y coordinados por las
nuevas instituciones (FOSIS, SERNAM, etc.).
Este proceso no ha estado exento de dificultades, especialmente en cuanto al
financiamiento y gestión local de las políticas
sociales. Los gobiernos regionales y municipales muestran todavía deficiencias importantes en
el manejo de recursos monetarios y humanos y
en la capacidad de gestión eficiente de estas
políticas, las cuales afectan en particular a las
áreas de educación y salud. Paralelamente, los
programas sociales que se administran y se ejecutan a través de los niveles locales vienen con
rigideces preestablecidas desde los niveles centrales.
En el ámbito comunal, la administración
del Estado se descentraliza en los municipios,
cuya autonomía fue consagrada en las reformas
constitucionales de 1991; allí quedaron definidos como corporaciones de derecho público
autónomas, con personalidad jurídica y patrimonio propio, cuya finalidad es promover el desarrollo
económico, social y cultural de la comuna, con
participación de la comunidad local.
Durante el período de gobierno autoritario se realizaron reformas que ampliaron el
rango de las competencias de los municipios,
que hasta entonces habían tenido escasa relevancia dentro del aparato público. Se
institucionalizó algunas funciones ligadas a la
administración y desarrollo del espacio urbano y se expandió sus funciones sociales, lo que
llevó a que los municipios pasaran a compartir responsabilidades con el gobierno central
en la provisión de los servicios de educación,
salud, cultura, recreación, deporte, promoción
del empleo, vivienda y asistencia social. Además, fueron traspasados a la administración
municipal los establecimientos educacionales
públicos y consultorios de salud primaria.
Actualmente, las funciones de las municipalidades se encuentran definidas en forma explícita
y son mayoritariamente compartidas con otras
entidades públicas. El cuadro a continuación resume las principales funciones de las municipali-
Funciones de las municipalidades
ÁREAS DE FUNCIONAMIENTO
FUNCIONES ESPECÍFICAS
Políticas y de Administración general
Planificación comunal (Pladeco) (P)
Operación administrativa municipal (P)
Promoción de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres
Promoción y regulación de actividad comunitaria (P)
Desarrollo de actividades de interés común en el ámbito local
Operación administrativa del municipio (P)
Regularización urbana
Regulación: urbanismo, construcciones, tránsito y transportes (P)
Uso de bienes públicos (P)
Planificación urbana a través del Plan Regulador Comunal (P)
Provisión de bienes públicos
Aseo de calles (P)
Drenaje (P)
Prevención de riesgos y emergencias
Protección del medio ambiente
Mantenimiento de parques y jardines
Prestación de servicios
Recolección de basura (P)
Alumbrado público (P)
Servicios sociales
Capacitación, promoción de empleo y fomento productivo
Turismo, deporte y recreación
Asistencia social y jurídica
Educación y cultura
Salud pública y saneamiento
Construcción de viviendas sociales y casetas sanitarias
Asignación de subsidios monetarios
Apoyo y fomento de medidas de prevención en materias de seguridad ciudadana
Inversión en infraestructura
Construcción y reparación de calles y caminos
Construcción de equipamiento e infraestructura comunitaria
(P) Privativa de la Municipalidad.
Fuente: Espinoza y Marcel (1994), actualizado de acuerdo a las reformas a la Ley Nº18.695 (Ley Orgánica Municipal).
fiscalizador y normativo, así como la participación ciudadana en la actividad municipal.
En este sentido, el desarrollo local tiene cabida en el nivel municipal si su alcalde y la
estrategia municipal así lo definen. Y esto,
particularmente expresado en relación con
el desarrollo de proyectos pequeños de desarrollo comunitario.
En Chile, durante los últimos diez años ha
habido una revalorización del ámbito local y
de la participación.4 Además, en la sociedad
civil se observa la formación de movimientos
ciudadanos incipientes (ecologistas, urbanos,
étnicos) y la existencia de algún financiamiento
por agencias autónomas (el Fondo de las Américas, la Fundación Andes), donde el desarrollo local tiene cabida como estrategia.
No obstante, el desarrollo local no ha tenido lugar explícito en las prioridades públicas.
Existen lugares donde pueden tener cabida
estrategias que apuntan al desarrollo local.
Asimismo, el desarrollo local, como concepto, tiene interpretaciones diversas y cambian-
4 Más recientemente, una incorporación de la participación como prioridad y eje transversal en la política
gubernamental actual.
tes dentro de los agentes privados y públicos
que actúan en esta área. Además, existen tensiones para la puesta en marcha de cualquier
estrategia local, generadas tanto a causa de los
intereses corporativos del gobierno central,
como por los intereses clientelistas que suelen
surgir dentro de los ámbitos locales.
2. FUNDAMENTOS DE LA PROPUESTA
La propuesta de desarrollo local que aquí
presentamos se apoya en procesos globales de
cambio social, político y cultural de rango
societal, y en hechos latinoamericanos democráticos. Éstos tienen especial relación con
nuestra comprensión del sentido de la acción
colectiva hoy en día, como contraparte a los
cambios estructurales arraigados en los modelos económicos neoliberales de desarrollo.
En esta sección se presenta una breve discusión de estos temas, a modo de proporcionar
un encuadre fundamentado a la propuesta.
2.1 Cambios estructurales y globalización
Las reformas estructurales que han tenido lugar en América Latina durante las últimas décadas han estado vinculadas a la adopción de un
nuevo modelo de desarrollo. Este nuevo modelo
TEMAS SOCIALES nº 44 Diciembre 2002 • 3
dades y especifica aquellas de responsabilidad
compartida con otras instituciones públicas.
El municipio en Chile es una institución
nueva, aún en proceso de construcción social.
Una consecuencia inmediata de ello es que
los liderazgos políticos no son una fortaleza
del sistema, carencia que se ve acentuada por
la estructura legal que rige a las municipalidades, donde el alcalde representa la máxima
autoridad del municipio, y las funciones y atribuciones establecidas por la ley le otorgan una
marcada relevancia al interior de éste. El alcalde se convierte en un elemento clave en la
definición y sello del municipio que ocupa,
llegando a sancionarse la siguiente regla
consuetudianaria: “a buen alcalde, buen municipio; a mal alcalde, mal municipio”
(Rodríguez y Winchester 1998).
Las últimas reformas al marco legislativo
que regulan la administración comunal se han
orientado a fortalecer la autonomía de los
municipios. Entre otros, se posibilita que los
municipios soliciten nuevas competencias, y
se les da mayor flexibilidad para determinar
su organización interna, así como para el manejo de sus plantas de personal. También fortalece al alcalde como principal responsable
de la gestión municipal; al Concejo en su rol
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ha modificado los criterios y las prioridades de la
política económica5 y de la política social,6
además del carácter y la estructura del Estado.7 Estos procesos han estado ligados a la
globalización —con la exigencia mundial hacia la eficiencia— y a la redemocratización
de nuestros países.
La fase de transición que viven América
Latina y Chile, se caracteriza por el desmonte
del carácter estatal que tuvieron muchos servicios y empresas, por nuevas tendencias en
la administración pública, la valorización de
la pluralidad de actores privados, la primacía
de las señales del mercado y sus agentes como
determinantes de la asignación de recursos en
la sociedad, y por la revalorización de la democracia como sistema político.
Como parte de este proceso, el Estado ha comenzado a reconfigurarse y a descentralizarse en
muchos actores e instancias, proceso que ha dado
lugar a nuevos espacios políticos —los gobiernos
municipales— y a nuevas preocupaciones políticas —la participación y el derecho a la ciudadanía—, ambos elementos que han contribuido a
revalorizar el ámbito local y el desarrollo local.
Aunque la globalización ha influido sobre
nuestro escenario por presiones de corte económico —y las subsiguientes presiones de reestructuración económica y estatal— también
ha tenido importantes efectos en sus sentidos
culturales, sociales y políticos.
En el ámbito cultural, aunque la globalización influye para hacer más homogéneas las
preferencias y modalidades de consumo, también produce el efecto de enfatizar lo local en
relación con lo nacional, además de aumentar
la importancia de la multiculturalidad como
5 En el ámbito económico, el modelo de sustitución de
importaciones ha sido reemplazado por uno basado
en la competitividad en el mercado internacional. A
raíz de la crisis de financiamiento externo que afectó a
la mayoría de los países latinoamericanos, los equilibrios macroeconómicos se incorporaron como componente central de las políticas nacionales económica
y presupuestaria.
6 En este contexto, a la política social se le ha asignado
la función de crear los pre-requisitos del crecimiento
económico, y se ha puesto gran énfasis en mejorar la
eficiencia del gasto social. Así, se ha considerado imperativo aumentar el impacto y la eficiencia de las
políticas sociales. El Estado interventor y protector es
reemplazado por un Estado subsidiario, que tiende a
concentrarse en las funciones de financiamiento, regulación y diseño de la política social, dejando al sector privado un mayor espacio para la provisión de servicios sociales. Al mismo tiempo, han adquirido mayor importancia los criterios de focalización y eficiencia en el uso de los recursos.
7 En el ámbito político, las reformas han implicado cambios en el rol del Estado, y en su estructura y tamaño.
El paradigma del Estado está cambiando desde uno de
bienestar —que se responsabiliza directamente por la
integración social y nacional— a uno que regula y “habilita” (enabling State). Este “nuevo” Estado aseguraría
las oportunidades de integración a través de los mecanismos del mercado, habilitando a sujetos individuales para que accedan a las oportunidades presentadas
por el mercado.
fuente de identidad (género, etnia, generación,
sexualidad, entre otros) y de la acción social
(Ospina Bozzi 2000). En la conformación de
actores, hoy se da un cruce entre lo global e
identificaciones más locales.
2.2 La acción colectiva
Ampliando sobre este último tema, la acción social, recogemos el enfoque de Garretón
(2001)8 sobre los nuevos ejes de la acción
colectiva en América Latina —la democratización política y la democratización social—
para presentar y discutir el encuadre de nuestra propuesta como expresión de un proyecto
de acción colectiva, en el marco de la
profundización de la democracia.
La democratización política se refiere a los
procesos de construcción de democracias políticas desde regímenes no democráticos. En
esta fase, se observa tendencias a reforzar el
papel estatal y las instituciones de la democracia representativa, como también cierta
sustitución de la acción colectiva por la acción tecnócrata-instrumental. De particular
importancia aquí es una de las lógicas alrededor
de las cuales se organiza la acción colectiva en
esta fase de democratización: la crítica hacia la
insuficiencia de los cambios institucionales y una
comprensión de la democracia como un cambio
social profundo y extensivo.9
En este marco ha surgido una visión crítica
del Estado y la política en los actores sociales vigentes en la región, en particular en las ONG,
que ha dado origen a nuevas e importantes
conceptualizaciones de la gestión pública. En ellas
se propone la incorporación de criterios como la
transparencia, la accountability, la responsabilidad social, la participación como control social y
la co-gestión. Asimismo, se ha generalizado una
crítica a las instituciones políticas tradicionales por
su incapacidad de mediar efectivamente nuevas
demandas sociales y colectivas.
Profundizando sobre los temas de participación
y gestión pública, se advierte una tensión entre dos
formas de conceptualizar la participación. Se habla
así de participación formal, esto es, dada a través
canales institucionales y con delegación de autoridad a representantes electos (democracia representativa); y de participación informal, entendida como
un proceso permanente e inmediato (democracia
directa). Esta segunda perspectiva ve la participación
como una posibilidad de favorecer la creatividad, la
gestión de conflictos, la cooperación, la integración
8 Para este autor, la acción social se realiza más en términos de ejes de sentido que en términos de la posición estructural de los individuos. Además, estos ejes
de acción no están arraigados en un proyecto societal
único.
9 Las otras lógicas son: una política: el establecimiento
de una democracia consolidada como condición para
cualquier otra demanda; y una particular: de cada uno
de los actores orientados hacia beneficios en la democratización social como condición para apoyar a la
nueva democracia (Garretón 2001: 26-27).
y el control social de las acciones públicas, particularmente en el ámbito local (Silveira, Bocayuva y
Zapata 2001). Y ésta es una de las piezas
fundacionales de nuestra propuesta.
En los procesos de la democratización social se constituirían acciones colectivas y actores sociales en torno a una redefinición de
la ciudadanía y a la superación de la pobreza
y la exclusión.10 Respecto a lo primero, hay
una valoración y legitimación del concepto, y
un ligar su elaboración a los derechos humanos. Ésta es otra de las piezas fundacionales
de nuestra propuesta.
En torno a esta elaboración, existen varios
acercamientos,11 pero como elementos mínimos se puede definir un ciudadano como: i)
un individuo, o conjunto de individuos, relativamente autónomo; ii) con derechos; iii)
que tenga una relación con el Estado,12 el
cual reconoce el predominio de los derechos
sobre las responsabilidades y ofrece una serie de garantías en torno a éstos (de naturaleza constitucional, organizativa e institucional) y recursos para concretarlos; y iv) con
sentido de pertenencia a una determinada
comunidad política entre cuyos miembros se
establecen relaciones de interdependencia,
responsabilidad, solidaridad y lealtad.13
En este contexto, se define distintos regímenes de ciudadanía, en relación con su tradición
política democrática: republicana, liberal-democrática y social-democrática. La ciudadanía
republicana refiere a sentimientos de pertenencia del individuo a una comunidad o nación,
y a la convicción de la existencia de un bien
público más allá de los intereses particulares
de cada uno de los miembros de la comunidad. La ciudadanía en el contexto liberal-democrático se refiere a las garantías individuales, el
respeto al orden jurídico y la tolerancia. Se vincula a los derechos de primera y segunda generación
(libertades civiles del Estado de derecho y protección frente a la coacción del Estado; el
derecho de todo ciudadano a emitir su voto,
participar directamente o ser representado
en el sistema político por los Poderes Ejecutivo y Legislativo). En la ciudadanía de
contexto social-democrático se enfatiza la
participación, la justicia y el autogobierno. Los
derechos se extienden a la tercera generación
e incluyen el derecho al trabajo, salud, educación, ingreso digno, vivienda adecuada y respeto a la identidad cultural (Hopenhayn 2001).
En la actualidad, estos regímenes y contenidos están en construcción, y a veces en oposición unos con otros. La ciudadanía actual tie-
10 Ibíd.
11 Véase López Jiménez (1997) para una discusión extensiva de éstas.
12 Tradicionalmente, sin embargo, hoy en día también
se refiere al mercado y otras instituciones representantes del poder.
13 López Jiménez (1997): 118-119.
3. EL DESARROLLO LOCAL EN LA
CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA Y
GOBIERNO LOCAL
El desarrollo local es una idea fuerza capaz de contener nuestros proyectos de construcción democrática y la búsqueda de caminos para mejorar el bienestar societal. En esta
sección se presenta nuestro acercamiento al
desarrollo local como estrategia para la construcción de ciudadanía y gobierno local. Iniciamos la discusión con algunas definiciones
básicas.
El desarrollo local tiene referencia directa
a un territorio. El territorio es una compleja red
de interacciones económicas y sociales específicas asentadas en bases históricas, culturales y
naturales (Sales Magalhães 2000). El ámbito o
espacio local contempla toda la dinámica
relacional y las actividades que se generan en
un lugar o área específica, definible por rasgos específicos de territorio, y que tiene una
escala barrial, comunal, microrregional o regional. Estos espacios no necesariamente se
definen de forma reglamentaria o administrativa; se definen por raíces territoriales que permiten unir el entramado de intereses de una
comunidad (Vásquez 2000). Y finalmente, la
sociedad local es un conjunto humano que
habita un territorio y comparte algunos rasgos
de identidad común que lo distinguen de otros
territorios (Carías 1999).
3.1 Las metas: democracia local
(participación),ciudadanía
(empoderamiento) y gobierno local
Se presenta en esta sección una discusión
relativa a la definición de los fines propuestos:
democracia local, ciudadanía y gobierno local.14
14 La discusión sobre democracia y ciudadanía se basa
en parte del trabajo de Teresa Cáceres, Alvaro Böhme
y Lucy Winchester publicado en el documento “Municipio 2000. Un nuevo trato: democracia local y calidad de vida para todos”, publicado en Proposiciones 31: Municipio 2000: Un nuevo trato (Santiago:
Ediciones SUR, agosto 2000).
Los procesos democráticos conjugan, por
un lado, las aspiraciones permanentes y los
ideales democráticos; y por otro, la construcción que es posible realizar en contextos reales. En la construcción democrática, el espacio local es privilegiado, porque es el ámbito
más cercano a las personas, y el que puede
incorporar mayor participación. Los componentes definitorios de la democracia local, sumados a la elección directa de las autoridades, son la participación ciudadana y la cercanía entre la población y las autoridades, sean
éstas autoridades gubernamentales o
dirigencias de base.
La relevancia de la participación es fundamental, pero entendida como la cesión de
poder para que una multiplicidad de actores
influya en la toma de decisiones en el ámbito
local. La participación y la cercanía posibilitan el control ciudadano —el control que ejercen los ciudadanos sobre el gobierno (local)—
Hace efectivas y sostenibles las políticas y los
proyectos. Así la democracia también se hace
sostenible y válida.
El actor principal de la democracia es el
ciudadano. Los ciudadanos conforman la sociedad civil como sujetos, y grupos de sujetos,
que se relacionan y expresan en forma relativamente independiente del Estado, sin perjuicio de que se relacionen con él. Al hablar de
ciudadano, optamos por un reconocimiento de
sus distintas dimensiones —racional, emocional e identitaria múltiple— y de sus variados
derechos y deberes. Por tanto, hablamos de
ciudadanos diversos.
La constitución de un individuo en ciudadano no es automática. Requiere la posibilidad de participación real, en tanto derecho
humano —individual y colectivo— a incidir
en los diferentes ámbitos de la vida social (Viveros 1998), y en tanto deber social del conjunto de los ciudadanos y del Estado, que configura la vida democrática de un pueblo. El
ciudadano debe tener poder para dialogar y
negociar con el Estado. Este poder, como reconoce Viveros, es desigual e incide en los diferentes grados de participación a los que pueden tener acceso las personas.
Lo anterior es condición externa necesaria
para el ejercicio de ciudadanía. Sin embargo,
internamente los ciudadanos no están necesariamente habilitados para ejercer sus derechos
e, incluso, para exigirlos. Es necesario un proceso que involucra muchas variables
socioculturales, que en muchos casos es lento
y caro, pero que es indispensable para construir ciudadanía.
Lo anterior se refiere a procesos de
empoderamiento. Esencialmente, como se
anunció en la introducción a este trabajo, se
trata de habilitar a las personas para reconocer sus necesidades y buscar soluciones
a éstas, haciéndose cargo de sus proyectos
individuales de desarrollo. Estas necesidades se expresan en forma cotidiana, en nues-
tras escalas íntimas, en torno a la calidad de
vida subjetiva y objetiva.15 Mejorar la calidad
de vida de las personas es, para los sectores
más pobres de la sociedad, una expresión concreta de la sociedad en democracia, y la más
esperada. Los procesos, tanto de resolución de
necesidades como de aprendizaje, tienden a
hacerse en relación con otros, y en colectivos.
El espacio local, como lugar público pero igualmente cercano y de identificación cotidiana,
se presta para llevar adelante y fomentar estos
procesos.
La democracia local es un espacio propicio de aprendizaje, apresto y formación de
capital social, y esto es una potencialidad para
colaborar en las desigualdades estructurales
nacionales. Porque la cercanía, noción
fundante de la democracia, además de dar
cuenta de la relación entre autoridades y bases, se traspasa rápidamente a la relación entre hombres y mujeres, ricos y pobres, adultos
y jóvenes, y a todas las dicotomías en las que
haya desigualdades de poder.
Dar contenido a la idea de gobierno local,
dentro de este contexto, requiere reconocer
que es en el espacio público local donde convergen las decisiones que determinan cómo
es el desarrollo de un territorio. Es ahí donde
el sistema de toma de decisiones resuelve los
problemas sociales, económicos y políticos
que se generan en los procesos de desarrollo.
La forma en que el sistema resuelve los conflictos de interés y la consiguiente distribución
de costos y beneficios, depende tanto del régimen político como del proceso de definición
y toma de decisiones, y de la capacidad para
implementarlas y ejecutarlas.
La posibilidad de participar efectivamente
en este sistema de toma de decisiones —o en
el espacio público local— depende de las capacidades de los actores locales y el carácter
del espacio público local. La participación en
este espacio también se mide por la distribución de poder entre los actores y la forma en
que éstos lo ejercen. Existe una multiplicidad
de actores —locales y no locales— que inciden sobre las características del espacio local
y la forma como se desarrolla un territorio. Hay
intereses en conflicto y cambiantes. Y de una
u otra forma, el gobierno local es este espacio
público local y su dinámica, el cual incluye a
las instituciones gubernamentales locales.
Respecto al municipio, adscribimos a que
la autoridad local gubernamental se abra a
gobernar en conjunto con la sociedad local, y
que participe de un desarrollo local que se hace
a partir de los proyectos de las personas y co-
15 “La vida cotidiana aparece como una bisagra de
unión, donde la persona (sujeto múltiple) decide,
actúa e interpreta, pasando desde y hacia distintos
planos: público, privado, psicológico, social, laboral, familiar, etc.”. ”Agenda Municipio 2000”. Proposiciones 31: 112.
TEMAS SOCIALES nº 44 Diciembre 2002 • 5
ne una pluralidad de campos de acción, de
espacios de negociación de conflictos, de territorios y de interlocuciones. Busca participar
en ámbitos de empoderamiento y de afirmación y promoción de la diversidad. Y además,
como lugar de acción colectiva, busca propuestas de integración a los sectores escindidos
de nuestras sociedades, tema aludido en la
introducción a este trabajo. Aquí se observa
una confluencia entre los ejes ciudadanía y
exclusión en las movilizaciones y reivindicaciones de los movimientos étnicos, de los sectores pobres urbanos, de las organizaciones
vecinales y movimientos barriales y regionales, como también en los movimientos de jóvenes y de mujeres (Garretón 2001).
lectivos, en la búsqueda de mejorar su calidad
de vida y desde una perspectiva de construcción democrática.16 Esto requiere de distintos
atributos, conductas y criterios en los municipios, incluyendo flexibilidad en la administración y gestión de programas y políticas, canales de comunicación asertivos y transparentes
con la ciudadanía, eficiencia administrativa; y
todos ellos combinados con liderazgo y coordinación e implementación de las decisiones,
ciudadanos que fiscalicen, articulación
institucional e interinstitucional en diversos
campos, y el establecimiento de relaciones de
confianza y tolerancia con la ciudadanía, desde una perspectiva de vocación de servicio
público.
En este sentido, si las distintas dimensiones del municipio —jurídico-administrativas,
políticas y sociales— son reconocidas y trabajadas, le otorgan un significado muy importante como potenciador de un desarrollo local que apunta a la construcción ciudadana y
democrática. El municipio, además de ser administrador y gobierno, se hace verdaderamente comunidad local, sociedad y Estado a la
vez.17
El ámbito local nunca es autosuficiente. Se
constituye y es constituido por un abanico de
relaciones con otros espacios, expresadas por
flujos y conexiones (Magnusson 1996). Estas
relaciones existen con, y dentro de lo estatal y
lo no estatal, en un espacio, público y
semipúblico, que permite conectar a la gente
y el gobierno. Cabe en este espacio tanto la
política como lo político. Por tanto, nuestra
reflexión se centra en sólo uno de los espacios
en que se construye la democracia, aunque
tenemos la clara convicción de que es necesario establecer lazos de comunicación con
los otros espacios: la región, el municipio, el
Estado central, etc., haciendo todos los esfuerzos necesarios para incorporar la diversidad
que se aloja en cada uno de ellos.
TEMAS SOCIALES nº 44 Diciembre 2002 • 6
3.2 La estrategia: gestión local (actores,
logros, impactos y alianzas)
Para desencadenar procesos de desarrollo
local, se requiere de actores que buscan intervenir en su orientación. La iniciativa individual o de grupo emanada desde el ámbito local es el signo inequívoco de la existencia de
un actor local. Los actores se definen en los
procesos de desarrollo local a partir de posturas reactivas (una respuesta local frente a ame-
16 Que el desarrollo local sea un lugar para impulsor a
proyectos que buscan mejor bienestar, es consistente
con muchos acercamientos actuales al tema. Véase,
por ejemplo, De Olveira (2002), Carías (1999). Implícito en nuestro acercamiento, sin embargo, es que
hay múltiples definiciones de bienestares, individuales y colectivos, que pueden estar en conflicto dentro
del ámbito local.
17 Véase “Presentación”, Proposiciones 31; y Velásquez
(1996).
nazas externas) y proactivas (una acción local
orientada a objetivos) (Barreiro Cavestany
2000). Se identifican, por lo menos parcialmente, con los problemas del territorio en el que
operan. Estos actores pueden ser de orientación y acción universal pero actuando en espacios locales, como pueden ser actores locales propiamente tales. Pueden tener diferentes
grados de formalidad y visibilidad (González
1998). Y los roles, motivaciones, lógicas y expectativas de los actores pueden ser comunes,
estar en conflicto, y ser cambiantes.
Gestión local
La iniciativa capaz de producir efectos de
desarrollo local no es una acción aislada llevada adelante por un individuo o por un grupo. Se trata más bien de iniciativas generadas
y procesadas dentro de un sistema de negociación —y de conflicto— permanente entre
los diversos actores que forman una sociedad
local. La articulación de las distintas iniciativas deberá desembocar en la creación de instituciones adecuadas que sirvan de marco a la
situación de negociación entre diferentes lógicas (Arocena 1995).
La gestión local es el manejo y organización de recursos para que prospere una estrategia de desarrollo local. Los procesos de gestión local son considerados no simplemente
en sus aspectos técnicos de manejo y administración de competencias y recursos, sino
como un esfuerzo colectivo y, por lo tanto,
político, de los actores locales —municipalidad, empresarios, grupos sociales, entre
otros— para movilizar, organizar, dar un uso
adecuado a los recursos —humanos, financieros, técnicos, normativos, de información, de
poder, de identidad, de oportunidad— con los
que cuentan en un momento determinado para
hacer frente a sus carencias y necesidades individuales y colectivas, y para desarrollar sus
potencialidades.
Alianzas y concertaciones
Desde inicios de la década de los noventa,
las estrategias de gestión local se han concentrado en el fomento de las alianzas y la
concertación de actores. Una alianza es un
acuerdo de voluntades entre dos o más partes
identificadas con una meta o resultado común,
dispuestas a compartir los riesgos y beneficios
derivados de la acción mutua (Carías 1999).
La concertación se puede entender como un
pacto que formula y define un conjunto de
acciones y responsabilidades entre los distintos actores del territorio local para lograr un
objetivo común, conciliando prioridades y
superando los conflictos de interés (Segovia
1998). En general, existen relaciones
asimétricas entre los actores; por lo tanto, no
necesariamente las relaciones se formulan entre iguales —por ejemplo, puede darse entre
un municipio y algunas organizaciones sociales— y la modalidad de alianza o concertación
puede variar en función de estas situaciones
específicas.
Esta estrategia reinterpreta la acción colectiva de base de décadas anteriores, muchas
veces por fines de resistencia a regímenes autoritarios, y reconoce la interdependencia entre actores y el pluralismo como elementos de
la democracia moderna. Además, las presiones por la eficiencia y la eficacia en el uso de
los recursos financieros han hecho que la modalidad de proyectos sea predominante en su
distribución, lo que hace imperativo un trabajo en conjunto para optar a esos fondos.
Estas estrategias, aunque pueden tener lecturas ideológicas, cuando funcionan bien tienen un sentido pragmático para los actores
involucrados. Y quizá su principal valor en la
actualidad ha sido activar la cooperación entre actores —o el trabajar en conjunto— para
realizar fines comunes y lograr resultados significativos. Entre los que cooperan se genera
un aprendizaje que crea relaciones de confianza y potencia las capacidades locales. Y cuando esto ocurre, hay un reforzamiento de la
cantidad y calidad de las relaciones y negociaciones entre los actores que constituyen el
espacio público local (González 1998).
Estos procesos pueden o no, apuntar a una
evolución “positiva” del espacio local. Además, la definición de lo que es positivo, puede
ser distinta para los diferentes actores
involucrados, dependiendo de sus intereses y
su posición de poder relativo en los procesos.
Éstos son netamente conflictivos, y consisten
en encuentros y desencuentros, éxitos y fracasos, acuerdos y desacuerdos. Si no hay consciencia de la fragilidad de los procesos, y de
la necesidad de incorporar los sectores
escindidos y trabajar con ellos, los procesos
de gestión local pueden mantener, y hasta fortalecer, el statu quo. En el contexto de la actual crisis societal, de falta de pertenencia y
de vínculos sociales significativos —sentida
también por la clase media—, el trabajo en
el nivel local se presta a ampliar la calidad
de la vida social y las capacidades de las personas.
La intervención social
La intervención social tiene un papel clave
en estos procesos, y puede apoyar el
empoderamiento y la construcción de la ciudadanía si se lleva a cabo de forma consciente y
dirigida, con la incorporación de nuevos criterios en su metodología de abordaje, tales como:
• reconocer los múltiples niveles, actores y entradas al trabajo local y comunitario;
• priorizar ejes transversales, como la pluralidad,
la inclusión, el aprendizaje, la facilitación, entre otros;
• situarse como actor en relaciones de
horizontalidad con otros, pero con conciencia
de su posición de liderazgo (aunque, a veces,
implícito);
• emplear metodologías en función de los logros
Resultados
Más allá que las intervenciones sociales
individuales, para que los procesos de gestión
local sean positivos, debiera haber logros de
corto plazo, y significativos para los actores
involucrados. Pueden ser materiales o simbólicos (Silveira, Bocayuva y Zapata 2001). Ejemplos de estos son:
• la resolución de necesidades inmediatas de
mejorar las condiciones de vida;
• mejor acceso a oportunidades y servicios;
• la articulación de diagnósticos y demandas;
• la participación directa de la población interesada en la conducción de acciones;
• la creación de nuevos espacios de
interlocución y nuevas institucionalidades;
• pactos institucionales;
• mayores grados de intersectorialidad;
• la ampliación de los recursos locales;
• una gestión orientada a superar obstáculos
y desencadenar innovaciones;
• una capacidad de agregar nuevos actores,
iniciativas y proyectos.
Impactos
En el mediano y largo plazo, son estos logros los que dan alimento y motivo para seguir
apostando a trabajar en conjunto, y sirven para
construir confianzas. Estos procesos incluyen
periodos de conflicto, de desarticulación y de
fracaso. Sin embargo, el rol del agente social o
estatal, además de ser promotor y gestor de procesos de este tipo, también significa ayudar a
pasar por estos periodos difíciles.
Los impactos de procesos positivos de gestión local significan una maduración evolutiva de los actores locales, y del espacio local,
en su proceso de profundización democrática
(Carías 1999). Señales de este crecimiento evolutivo pueden incluir:
• la evolución social de un grupo humano con historia y cultura particulares;
• el crecimiento económico en las condiciones
materiales de vida y trabajo en una localidad;
• la autonomía y capacidad de tomar decisiones;
• la autoestima y la capacidad de enseñar y
aprender de otros;
• el autocontrol y la autorresponsabilidad;
• el fortalecimiento de la identidad social;
• la capacidad de autogestión.
4. PRONÓSTICO
El pronóstico de una estrategia de desarrollo local con fines democráticos en el contex-
to chileno es incierto. La inserción de ese modelo dependerá de la iniciativa de los agentes
de desarrollo, tanto públicos como privados,
y de la apertura a él en todos los niveles del
Estado. Por lo tanto, su proyección y pronóstico dependen de la existencia de agentes y actores locales con un proyecto de desarrollo acorde a la propuesta que aquí se describe, como
también de una apertura del municipio en torno a su rol y estrategia de desarrollo, y del gobierno central en relación con el municipio.
La promoción e incorporación de una estrategia de desarrollo local con fines democráticos
depende fuertemente de las personas, de los agentes (dentro del ámbito público y el privado). Esto
significa que es en cierto modo un esfuerzo de
individuos, basado en voluntades individuales y
capacidades de liderar procesos e implantar ideas
nuevas a instituciones públicas y comunidades.
Quizás el factor crítico más importante en
la sustentablidad de una propuesta de esta índole es que haya una masa crítica de personas/agentes con convicciones similares en torno al tema. Así, esta propuesta de desarrollo
local se transforma en una idea fuerza, que sirve para promover fines democráticos y de desarrollo social. En este sentido, la formación
de líderes y agentes —que podrían moverse
entre el ámbito público y privado— se torna
imperativa en la promoción y profundización
de un proyecto local democrático.
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Winchester, Lucy y Alejandra Sandoval. 2000. “La
descentralización de la infraestructura social en
Chile, Informe de Investigación para IDRC”. (Documento SUR inédito).
TEMAS SOCIALES nº 44 Diciembre 2002 • 7
que se desea, y buscar una diversidad de herramientas;
• priorizar el trabajo de organización y fortalecimiento de los actores locales (organizaciones
sociales): fortalecer vínculos sociales, fortalecer
y desarrollar capacidades, facilitar procesos de
aprendizaje con logros, y fortalecer las dimensiones de identidad, pertenencia y autoestima;
• buscar mayores impactos.
HERRAMIENTAS PARA UNA GESTIÓN
URBANA PARTICIPATIVA
Programa de las Naciones Unidas para los
Asentamientos Humanos (UN-Habitat)
Ediciones SUR
Colección de Manuales 2 (2002)
La experiencia de
muchos años ha demostrado la utilidad
que tiene la participación de un espectro
amplio de actores, incluidos los sectores
más frecuentemente
marginalizados, en la
toma de decisiones
relativas a la gestión
de las ciudades. En
esta materia, los procesos participativos han
logrado importantes resultados en la mitigación de la pobreza y la mejoría de las condiciones de vida en el medio urbano. Fruto de
ello ha sido la elaboración y puesta en práctica de un vasto arsenal de herramientas de apoyo a la toma de decisiones participativa. El Programa de las Naciones Unidas para los
Asentamientos Humanos (UN-Habitat), a través de sus diversos programas regionales e internacionales orientados a las ciudades, ha sido
participe de esta experiencia, contribuyendo
en el desarrollo, afinamiento y aplicación de
dichas políticas.
Esta ‘caja de herramientas’ de apoyo a la
participación en la toma de decisiones urbanas constituye uno de los productos emblemáticos de la Campaña Mundial por una Mejor
Gobernabilidad Urbana, una acción dirigida
por UN-Habitat en colaboración con diversos
asociados. Como un punto de entrada estratégico para la realización de la Agenda Habitat,
la meta de esta Campaña en el ámbito del desarrollo es contribuir a la erradicación de la
pobreza a través de un mejor gobierno urbano. A tal fin, la Campaña apunta a aumentar
en los gobiernos locales, y en otros grupos de
interés, su capacidad para ejercer mejores gobiernos en el ámbito urbano. El tema central
de la Campaña es la inclusión, lo que refleja
su visión y su estrategia. La visión es ayudar a
construir la “Ciudad Incluyente”, el lugar donde todos, sin importar ingresos, género, edad,
raza o religión, puedan participar productiva
y positivamente en las oportunidades que ofrece la vida urbana.
Los procesos participativos de toma de
decisiones son mecanismos esenciales para
hacer realidad la “Ciudad Incluyente”. El instrumental que aquí presentamos ha sido diseñado para ampliar el conocimiento y capacidades de las municipalidades y, de manera especial, de quienes operan en el campo del
gobierno urbano, mediante el perfeccionamiento de los enfoques participativos y el apo-
yo a su institucionalización. Su propósito es,
entonces, contribuir a la construcción de la
“Ciudad Incluyente”.
El componente de asociatividad ha sido un
factor esencial en el enfoque de la Campaña
por una Mejor Gobernabilidad Urbana. Así,
en el desarrollo de la estrategia, visión y productos de la Campaña se ha involucrado toda
una gama de socios internacionales y regionales. Este conjunto de instrumentos, además de
dar relevancia a los diversos mecanismos elaborados y aplicados por UN-Habitat a lo largo
de los años, incluye también instrumentos de
carácter participativo desarrollados por los
Socios, quienes al mismo tiempo han enriquecido todo el conjunto con sus comentarios y
sugerencias.
Esta caja de herramientas contribuirá a
ampliar el diálogo, fomentar las iniciativas y
crear las capacidades para el buen gobierno
de las ciudades. Su contenido integrará una
base de datos electrónica de instrumentos que
incluirá los diversos principios impulsados por
la Campaña de Gobernabilidad Urbana, y que
será actualizada periódicamente.
2.8
2.9
2.10
2.11
2.12
2.13
2.14
4.3.2 El Banco Mundial
4.3.3 El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
4.3.4 Consejo Internacional para Iniciativas
Medioambientales Locales
4.3.5 Cooperación Técnica Alemana (GTZ)
4.3.6 Federación de Municipalidades Canadienses
(FMC)
4.3.7 Instituto de Estudios sobre Seguridad
4.3.8 Centro Internacional para la Prevención de
la Delincuencia
4.3.9 Comité Nacional para la Cooperación Internacional y el Desarrollo Sustentable
4.3.10 Agencia Internacional de Cooperación de la
Asociación de Municipalidades Neerlandesas
4.3.11 Herramientas desarrolladas/utilizadas por diferentes asociados
Anna Kajumulo Tibaijuka
Directora Ejecutiva
UN-Habitat
CONTENIDO
SECCIÓN 1: INTRODUCCIÓN
1.1
Contexto y marco general
1.2
El proceso participativo de toma de decisiones para la gestión urbana
Fase I: Preparativos y movilización de actores urbanos
Fase II: Priorización de temas problemas y
compromiso de los actores
Fase III: Formulación y aplicación de estrategias
Fase IV: Seguimiento y consolidación
1.3
Esta caja de herramientas
1.4
Aplicación local de los instrumentos generales
SECCIÓN 2: I NSTRUMENTOS
DE APOYO AL PROCESO
TEMAS SOCIALES nº 44 Diciembre 2002 • 8
PARTICIPATIVO DE TOMA DE DECISIONES PARA LA GESTIÓN URBANA
2.1
2.2
2.3
2.4
2.5
2.6
2.7
Lista de Verificación Municipal
Análisis de Actores
Perfil
Evaluación de Vulnerabilidad
Documento Propuesta
Herramientas con perspectiva de género
Facilitación
2.15
2.16
2.17
2.18
Consulta Urbana
Pacto Urbano
Grupo de Trabajo Multi-actoral
Plan de Acción
Formulación de Programas Operacionales
Proyecto Demostrativo
Sistemas de Información para la Gestión
Medioambiental
Resolución de conflictos
Monitoreo
Directrices para la evaluación de programas
Institucionalización
SECCIÓN 3: GLOSARIO
SECCIÓN 4: REFERENCIAS DETALLADAS – LAS “PÁGINAS AMARILLAS”
4.1
Lista alfabética de herramientas
4.2
Herramientas ordenadas según Fase (del Proceso Participativo de Toma de Decisiones en
el Ámbito Urbano)
4.3
Lista descriptiva por organizaciones
4.3.1 Programa de las Naciones Unidas para los
Asentamientos Humanos (UN– Habitat)
Este libro está disponible en la sede de SUR,
José M. Infante 85, Providencia, Santiago.
Teléfonos 2360470 – 2361218. Fax 235909.
E-mail:
[email protected]
Boletín del Programa de Pobreza y Políticas Sociales de SUR
Coordinador: Enrique Oviedo
SUR Corporación de Estudios Sociales y Educación
José M. Infante 85 Providencia • Fono: (56-2) 236 0470 • Fax: (56-9) 235 9091
SANTIAGO DE CHILE