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EL AMULETO ISLÁMICO DE IFACH

El amulEto islámico dE ifach 132 EL AMULETO ISLÁMICO DE IFACH maría antonia martínez Núñez1 UnIvErSIDAD DE MÁLAgA José luis menéndez fueyo Museo Arqueológico de Alicante « Cum nos deputaverimus et ordinaverimus quod in loco dicto Iffach construatur villa et quod ibidem omnes debeatis habitare et hediicare domicilia vestra… » Orden de construcción de la pobla de Ifach, figura 1. amuleto islámico de ifach. 1282, abril 8,valencia (Archivo de la Corona de Aragón, Cancillería real. registro 46, folio 77) 133 Estas palabras del rey Pere el Gran de Aragón, refrendadas y conirmadas años más tarde por el rey Jaume II al almirante Roger de Llùria, primer Señor de Ifach en el año 1297, nos sirven de introducción a este pequeño trabajo sobre una de las piezas más singulares aparecidas hasta el momento en los trabajos que venimos desarrollando en la pobla medieval de Ifach, que ocupó el asentamiento durante un breve tiempo en que estuvo en uso hasta su destrucción por parte de una lota genovesa (1297-1359). Sus pobladores, que construyeron, trabajaron, vivieron y sufrieron los embates y conlictos de este enclave desde su nacimiento, también albergaron sus restos una vez se produjo su último viaje, generando una extensa área de necrópolis (Figura nº 1). Así lo están conirmando las excavaciones que el equipo del MARQ de la Diputación de Alicante, con el apoyo del Ayuntamiento de Calp y la Consellería de Medi Ambient, Aigüa, Urbanisme i Habitatge de la Generalitat Valenciana, donde ya disponemos de un primer volumen de enterramientos localizados frente a la puerta de acceso al templo de Nuestra Señora de los Ángeles, el ediicio actualmente más emblemático de los aparecidos en la Pobla de Ifach hasta la fecha.(Figura nº 2). En el relleno de la fosa de uno de esos enterramientos, en concreto la Tumba IV, el equipo localizó un interesante objeto de plomo que después de una limpieza preliminar resultó tratarse de un plomo con inscripción islámica2. Aparte de la importancia intrínseca que este tipo de piezas tiene para la investigación que venimos realizando en el yacimiento, hay que unirle el hecho de que se trata de la primera pieza con grafía y cronología islámica que aparece en el territorio de Calp3. El objeto de este pequeño trabajo es dar a conocer a la comunidad cientíica, aprovechando la organización de esta exposición sobre la arqueología calpina, esta interesante pieza para el conocimiento de la historia de esta localidad alicantina. Profesora Titular del Área de Estudios Árabes e Islámicos. Departamento de Filología Griega, Estudios Árabes, Lingüística General y Documentación. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Málaga 1 2 Agradecemos desde aquí el trabajo de limpieza y restauración realizado en la pieza por las restauradoras del MARQ Silvia Roca Alberola y Elena Santamarina Albertos que, con su trabajo, han permitido el estudio de esta pieza. La necrópolis medieval de Ifach. El contexto del amuleto En este contexto es el que se encuentra esta singular pieza aparecida en una necrópolis de clara cronología feudal, dada la tipología de los enterramientos aparecidos. Hasta la fecha podemos señalar que se han localizado 13 tumbas con 16 inhumaciones documentadas, diseminadas de manera ordenada4 por la supericie de acceso al umbral de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. 134 Todas las tumbas parecen estar organizadas alrededor de una sepultura principal, la T-I, que se encuentra en el centro Hasta ahora, las menciones islámicas conocidas sobre la existencia del Kalb islámico -término como se denomina a la zona- se reducían a las ofrecidas parcialmente por la arqueología y por las exiguas referencias documentales que las fuentes nos han legado, caso de la conocida cita del Kitab al-Jaghraiyya (Libro de Geografía) escrito por el geógrafo granadino al-Zuhrí (1130-1154): “...Y también se pesca (el atún) por todo lo largo de este mes en el lugar que se conoce como Kalb, que está entre la ciudad de Denia y el lugar conocido como M.r.yr (Moraira) de las costas de al-Andalus...”La arqueología no es que haya sido mucho más contundente, pero si ha mostrado una visión más sólida de la presencia musulmana en Calp. Los restos constructivos más tempranos de la ocupación musulmana en esta zona los podemos encontrar en el propio Peñón de Ifach, donde hemos podido localizar un posible asentamiento en altura fechado en los siglo X-XI, gracias al material de relleno, producto de una refección que creemos realizada en época califal en una muralla de piedra seca, perteneciente a un asentamiento fechado en época tardorromana (Aranegui, 1975, 1977). Estos primeros restos de época islámica tienen su continuación en el cerro del Castellet, defendiendo el tradicional e histórico paso del Mascarat donde, tanto los restos constructivos como los materiales recogidos en la zona indican la existencia de un asentamiento fechable en época almohade (Quiles Calero, 1993; ). También en el llano, así como en diferentes puntos de la geografía calpina, se han documentado restos materiales adscribibles a la época islámica tardía (Casabó,…..) que junto a la enorme cantidad de topónimos de clara raíz islámica conirman una intensa ocupación en los momentos previos a la llegada del mundo feudal (Ivars, 1983). 3 4 No existe una orientación de referencia en las tumbas ya que algunas se presentan orientación E.-W y otras N-S. Más bien da toda la sensación de que hayan sido encajadas y ordenadas conforme al espacio y supericie disponible. Asimismo, el mayor número de inhumaciones frente a tumbas responde a una reutilización de algunas de ellas, al aparecer más de un enterramiento removido en su interior. EL AMULETO ISLÁMICO DE IFACH de la necrópolis y que presenta la particularidad de ser el único enterramiento que dispone de dos losas de piedra5 como cierre de la fosa6. Efectivamente, el resto de las tumbas sólo presentan la fosa de inhumación señalizada por una estela de piedra más o menos tallada que se ubica generalmente sobre la cabeza del difunto, marcando así la ubicación de la tumba. Con todas las precauciones posibles, dado que es un trabajo aún en sus primeros pasos, podemos proponer una cronología de la necrópolis situada de forma amplia y genérica en el siglo XIV7, justiicada por la presencia de las mismas formas cerámicas que se documentan en el resto del yacimiento, así como por las características y tipología de los enterramientos documentados hasta el momento8. Las losas parecen pertenecer al pavimento de la iglesia, ya que hemos podido localizar otras losas en las excavaciones que se han realizado en el interior del templo durante la campaña de 2008. 5 Una tumba que ofreció dos enterramientos claramente levantados y removidos con posterioridad a su inhumación que sellaban otro enterramiento completo, en posición decúbito supino, cuya cabeza estaba ijada por varias piedras a su alrededor mientras una enorme piedra cubría el rostro del difunto, sin poder determinar aún las razones para realizar semejante ritual, que relacionamos con la protección de la cabeza del individuo, lo que, unido a la presencia de las losas, le da una presencia e importancia a este enterramiento sobre los restantes. 6 7 Estamos a la espera de recibir los primeros resultados de las analíticas de C-14 de la Tumba I que esperamos que conirmen esta propuesta cronológica. 8 Planteamos genéricamente todo el siglo XIV ya que alguna de las tumbas reutiliza losas de la iglesia de Ifach cuyas horquilla cronológica se sitúa entre 1325-1340, fechas en las que Margarita, hija de Roger de Llùria, Señora de Ifach y Condesa de Terranova, ordena el levantamiento del ediicio. Para ello, el ediicio debería estar concluido y en un estado de abandono tal que permitiese la utilización del enlosado de la iglesia como tapas de las tumbas. 135 136 En concreto, para situar el contexto de la pieza que nos interesa, la pieza aparece en el relleno de la Tumba IV, enterramiento que se dispone al Este del enterramiento principal o Tumba I, presentando una orientación E-W, apoyando el frente E de la fosa en la cara exterior de la fachada de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. La tumba estaba señalizada por una piedra arenisca –Ue 3040- de forma prismática y sección rectangular ubicada en el frente Oeste y que mostraba casi todos sus frentes tallados, excepto el superior que aparece desaparecido. La fosa –Ue 3039- estaba perfectamente deinida antes de iniciar su excavación mostrando una forma elipsoide. El relleno de la fosa –Ue 3024- se componía de gran cantidad de tierra de tonalidad marrón oscura, mezclada con piedras de pequeño tamaño, fragmentos de cal donde, a mitad de excavación, iban apareciendo algunos clavos de muy pequeño tamaño que han sido identiicados como clavos pertenecientes a una estructura sustentante del cadáver9, que no de un ataúd. El individuo apareció a más de medio metro de profundidad10, y aunque su estado de conservación no era el adecuado, su correcta excavación permitió deinir todos los restos de manera clara, lo que ayudó mucho en la identiicación posterior11. Del examen paleoantropológico no hablaremos en este trabajo ya que será motivo de estudio al igual que el resto de las inhumaciones registradas en esta necrópolis12. El individuo se conserva en buenas condiciones, presentando una posición primaria, de cubito supino, con los brazos cruzados sobre la pelvis, siendo el brazo derecho el que cubre al izquierdo. No presenta ningún tipo de ajuar aunque aparecen pruebas evidentes de un tejido sobre la parte superior del tórax que se ha interpretado inicialmente como los restos de la mortaja funeraria que envolvía al cadáver. 9 Como suele ocurrir con todos los enterramientos documentados hasta la fecha en la necrópolis medieval de Ifach donde las fosas se cavan a gran profundidad rompiendo incluso pavimentos que corresponden con momentos anteriores a la ubicación de la necrópolis. 10 11 En este sentido he de agradecer el ímprobo trabajo realizado por la paleoantropóloga Stefania Malagutti, procedente de la Università degli Studi di Padova (Italia), quien junto a Roberto Ferrer Carrión ha llevado el peso de la excavación de esta área en las campañas 2008 y 2009. 12 Dicho trabajo recae en Consuelo Roca de Togores, paleoantropóloga que trabaja con nosotros en el MARQ, secundada en el trabajo de desgasado e identiicación ósea por Esther López Barceló. EL AMULETO ISLÁMICO DE IFACH El amuleto islámico de Ifach El objeto encontrado en el relleno de la Tumba IV es una plaquita de plomo de forma rectangular, con los lados verticales más largos. Actualmente la placa aparece doblada por la mitad, pero conserva señales de haber podido estar plegada en forma de tríptico13 (Figura nº ). Su estado de conservación es realmente malo y tan acentuada su fragilidad que ni tan siquiera ha sido posible desdoblar la pieza ante el riesgo de provocar posibles roturas o daños añadidos. La supericie exterior de la placa presenta grandes desgastes en algunas zonas y numerosas concreciones adheridas en otras. Se observan, asimismo, importantes destrozos en los lados horizontales, el superior tiene todo el borde doblado y aplastado, mientras que en el inferior han desaparecido el borde externo y la parte izquierda, lo que supone casi un cuarto del objeto. Por ello, y aunque sus medidas actuales son 3,5 cm. de altura x 2 cm. de anchura, la plaquita originalmente hubo de tener unas dimensiones algo mayores. Como expuso Tawiq Ibrahim, es habitual que los plomos andalusíes de forma rectangular aparezcan plegados y que algunos conserven señales de haber llevado pasado algún cordón como elemento de sujeción (Ibrahim, 1987: 709). Esto queda conirmado por un buen número de plaquitas plomo conocidas hasta ahora; por ejemplo, en el ejemplar hallado en el Cortijo de la Cotonilla (Málaga) (Gozalbes, 1988: 83), en el aparecido en Rojales (Alicante) (Barceló, Labarta y Azuar, 1997: 266, ig. 1), en los dos de Morón de la Frontera (Sevilla) (Martínez Núñez, 2003: 28-35, nº 4 y 5, igs. 3-5), en los cinco procedentes del término de Teba (Málaga) (Martínez Enamorado, 2003: 96-113), o en la lipsanoteca encontrada en el Castillo de la Luz y conservada en el Museo de San Pedro del Pinatar (Murcia) (Porrúa, 2008: 175), entre otros. También son rectangulares y aparecen plegados algunos de los ejemplares propiedad de la Real Academia de la Historia que fueron donados a la institución por el Sr. Max Turiel Ibáñez entre los años 1999 y 2001 (Eiroa, 2006: 111-112, nº 142, 143 y 144; Martínez Núñez, 2008: 298-301, nº 142, 143 y 144). 13 137 Una de las caras de la pieza, la cara exterior, está ocupada por leyendas en árabe, mientras que la otra cara, la interior, parece que era anepígrafa y sin decoración, pues no conserva restos de escritura ni de ningún otro ornato. Sin embargo, lo habitual es que este tipo de objetos presenten epígrafes en el anverso y el reverso14 (Figura nº). 138 Las leyendas están distribuidas en dos áreas diferentes: un campo epigráico central y una orla de enmarque. El campo central está delimitado, y separado de la orla, por un estrecho ilete tallado en relieve y constituido por dos inos listeles paralelos que se entrecruzan a intervalos regulares15. El campo epigráico central estaba compuesto por al menos seis renglones, pero hoy sólo se conserva la grafía, aunque muy deteriorada, en los tres primeros, mientras que en el resto apenas resultan visibles algunos grafemas sueltos. En cuanto a la orla de enmarque, originalmente estaría compuesta por cuatro bandas, dos horizontales y dos verticales, pero las únicas conservadas son las bandas verticales. La escritura discurre en ellas por un solo renglón y está realizada en un tamaño algo menor que la del área central (Figuras nº y ). Estos epígrafes están realizados en escritura cúica con talla en relieve; un tipo de cúico muy irregular en su ejecución y con un diseño deformado, e incluso frustrado, en algunos grafemas. Así, se observan diferencias en el tamaño de las letras que componen los diversos términos, y diferencias en la ejecución de los mismos trazos, como sucede con las astas de los grafemas, pues algunas presentan terminación a bisel, mientras que otras terminan en ornatos foliados. Esos apéndices foliados y lobulados, con los que inalizan los trazos altos, se concentran en los grafemas del área central y son en todo semejantes a los que presentan algunos epígrafes lapidarios almohades, incluido el pequeño oriicio en forma de círculo que se ubica en el extremo del ornato16 (Figura nº ). Como características gráicas más destacables hay que señalar el extraño diseño que presenta el grafema ṣad/ḍad en el término inicial de los tres primeros renglones, pues se encuentra sobre montado por una especie de acento circunlejo invertido, semejante a la forma en que suele ejecutarse el grafema cayn medial en cúico lapidario, y el que algunos términos parezcan estar enfrentados en espejo, en sentido vertical, como se observa en el lado izquierdo del primer renglón del campo central. Y en ese mismo lado izquierdo, pero a la altura del tercer renglón, las secuencias gráicas están escritas en sentido vertical, desde arriba hacia 14 La mayor parte de las plaquitas de plomo rectangulares, halladas hasta el momento, presentan las dos caras epigraiadas; véanse los ejemplares citados en la nota 13. Idéntica distribución de la grafía se documenta en un ejemplar con leyendas coránicas, cuya procedencia y paradero se ignoran. Sólo se conoce esta pieza por unos dibujos propiedad de la Real Academia de la Historia (Martínez Núñez, 2008: 309-310, nº 152) 15 Como los que se observan en la famosa mqābriyya malagueña de 1221, realizada en piedra (Ocaña, 1946; Martínez Núñez, 1997: 424, lám. 1, ig. 1), y en la mqābriyya de cerámica vidriada en verde, también aparecida en Málaga (Martínez Núñez, 1997: 424-426, lám. 2) 16 EL AMULETO ISLÁMICO DE IFACH 139 140 EL AMULETO ISLÁMICO DE IFACH abajo y en paralelo al ilete de delimitación (Figura nº ). En deinitiva, este tipo de cúico, de muy difícil interpretación, se aproxima al empleado en ciertos motivos pseudoepigráicos, especialmente el que discurre por el campo central. Este hecho, unido al estado de deterioro que actualmente presenta la pieza, impide dar con una lectura iable y convincente de sus leyendas. Sí se puede airmar que el término con que se inicia el primer renglón, en el campo epigráico central, se repite en el comienzo de los renglones segundo y tercero; un término que, con todas las reservas, podría leerse como parece coincidir, aunque la factura sea diferente, con la que se encuentra grabada en negativo sobre un anillo sello-impronta, hallado en una de las sepulturas de la necrópolis visigoda de la Casa del Condestable, en Pamplona19. En la plaquita que nos ocupa, resulta ilegible lo escrito a continuación de dicho término, en cada uno de los tres primeros renglones. En cuanto a la orla de enmarque, y también con todas las reservas, parece haberse escrito en el inicio de la banda lateral izquierda la abreviatura de la basmala, seguida del tahlīl; es decir, la primera parte de la šahāda o profesión de fe islámica. La justicia… Bm 20 (En el nombre de Dios el Clemente, el Misericordioso). Dios, no hay otra divinidad [sino Dios]… ~ Lógicamente los grafemas cúicos, con su carácter defectivo, pueden admitir otras variantes de lectura17, pero se ha optado por la considerada más coherente y convincente18. Curiosamente la secuencia consonántica de este término 17 A pesar de que parte del epígrafe resulta indescifrable, lo que se ha podido restituir de su contenido parece indicar Esta secuencia gráica podría leerse también como Pues este término al-qaḍa’ interviene en expresiones sobre los designios de Dios y la justicia divinas, del tipo , por designio y decisión (de Dios). la muerte, y 18 , la justicia de Dios= 19 Se trata del anillo perteneciente al enterramiento nº 153 (Faro et alii, 2007: ig. 19), localizado junto a otros anillos en dicha necrópolis. A pesar de que los enterramientos responden al ritual cristiano, cuatro de estos anillos son sellos con epígrafes árabes grabados en negativo y realizados en caracteres cúicos arcaicos, lo que lleva a los autores a plantear la prolongación del uso de este cementerio hasta el siglo VIII y la elaboración de los anillos en algún taller de orfebrería de al-Andalus (Faro et alii, 2007: 122-123, ig. 19-20). 20 Esta abreviatura de la basmala es poco habitual en epigrafía andalusí, pero con ella se inicia también la leyenda coránica de una plaquita de plomo, epigraiada por ambas caras, que fue donada a la Real Academia de la Historia por el Sr. Max Turiel en el año 2000 (Martínez Núñez, 2008: 300-301, nº 144). 141 que el texto de esta plaquita era de carácter religioso, igual que sucede con las leyendas de la mayor parte de los plomos andalusíes. 142 Son distintas las funciones y muy variadas las formas de este tipo de objetos, cuyo uso está atestiguado en el ámbito islámico durante toda la Edad Media; unos objetos que, en general, suelen catalogarse como “amuletos” o “talismanes” y ser caracterizados por su inalidad de protección contra cualquier mal o adversidad21. Las leyendas que ostentan también pueden ser diversas: desde las breves citas coránicas y textos de contenido netamente religioso hasta las secuencias gráicas, nombres extraños al Islam y términos de indudable carácter mágico22. En al-Andalus es ya bastante considerable el número de estos objetos y, aunque sus formas son variadas, la mayor parte de los ejemplares conservados responden, a las características del ejemplar de Ifach. Suelen ser, por tanto, pequeñas placas rectangulares de plomo23, cuyos textos reproducen leyendas religiosas y citas coránicas24 y cuyo uso está relacionado con la función benefactora, protectora y proiláctica que, en general, solía atribuirse a la revelación, a la palabra divina, y a la escritura árabe que la anota y la transmite. Sobre estos objetos que ostentan leyendas de contenido religioso, sujeto a la más estricta ortodoxia islámica, algunos autores han planteado, con razón, lo inadecuado de designarlos como “amuletos” o “talismanes”, pues serían equivalentes a las “insignias” o “medallas” de la religiosidad cristiana (Barceló, Labarta y Azuar, 1997: 269 y 272). No obstante, y aunque su número sea bastante escaso, en al- 21 En un reciente artículo (Porrúa, 2008)) se analiza la presencia de amuletos y talismanes como una tendencia general en el mundo islámico, partiendo de su origen en las prácticas de magia y religiosidad de la Arabia preislámica, y se dedica un apartado a la revelación coránica y la magia (Porrúa, 2008: 177-181). Como las consignadas en los talismanes que recoge L. Kalus (1981: 97-98), o las reproducidas en un amuleto de amatista, de probable origen oriental y con fecha expresa del año 1124/1712, cuyo vaciado se conserva en la Real Academia de la Historia, junto a la lectura que de su contenido realizó M. Casiri en el siglo XVIII (Martínez Núñez, 2008:320-321, nº 161). 22 El plomo es el material habitualmente usado, pero hay algunos pocos ejemplares en otros materiales, como el cobre. Es el caso de la lámina de cobre hallada en Castro del Río (Córdoba), cuyo dibujo se conserva en la Real Academia de la Historia (Martínez Núñez, 2008: 125, nº 38) 23 El contenido religioso y las citas coránicas, especialmente la azora CXII, están presentes en numerosos plomos andalusíes (Labarta y Barceló, 1986; Ibrahim, 1987: 707-709, nº 3-6, ig. 3-6; Ibrahim, 1988: 137-138; Gozalves, 1988: 83, nº 25; Medina, 1992: 35; Monge, 1993: 219-220; Al-Andalus, 1995: 109, nº 65; Barceló, Labarta y Azuar, 1997; Portugal Islâmico, 1998: nº 318 y 319; Martínez Enamorado, 2002-2003: 96-113; nº 1-5; Martínez Núñez, 2003: 31 y 33, nº 4 y 5; Martínez Núñez, 2008: 125, 156-157, 300-301, 304, 309; nº 38, 56, 143, 144, 148, 152). 25 A. Porrúa Martínez estudia el uso de amuletos y talismanes en al-Andalus, especialmente los de la cora de Tudmir (Porrúa, 2008: 181-183), pero precisamente no se detiene en los que ostentan epígrafes. 24 EL AMULETO ISLÁMICO DE IFACH Andalus también se han documentado algunos ejemplares que sí pueden ser catalogados en términos estrictos como amuletos y talismanes25; es decir, aquellos objetos a los que supersticiosamente se les otorgaba una función protectora de carácter mágico y/o sobrenatural, fuese esta protección frente al mal pasiva (amuletos) o activa (talismanes). Este hecho queda de maniiesto por el talante y contenido de las leyendas que ostentan, pues o bien reproducen en exclusiva secuencias gráicas ininteligibles, de carácter mágico26, o bien, y con mayor frecuencia, en sus textos coinciden los elementos islámicos y los extraislámicos, mezclando frases religiosas o breves fragmentos extraídos del Corán con signos astrológicos y referencias mágicas, todos ellos ajenos a la ortodoxia27. Esta última práctica estuvo especialmente extendida entre los moriscos, con el uso de las recetas-talismanes y de los llamados “cuadrados mágicos” o “talismanes de cifras”28 . Como sucede con algunos ejemplares sobre los que se ha apuntado la posibilidad de que se contengan signos de escritura cabalística (Ibrahim, 1987: 709-710, nº 6 y 10). 26 Un ejemplar muy representativo de esta tendencia es la plaquita de plomo, datada entre los siglos XII y XIII, que se conserva en la Real Academia de la Historia ( Martínez Núñez, 2008: 298-299, nº 142). 27 Sobre este tipo de objetos y de prácticas en época morisca, de los que se conservan algunos dibujos en la Real Academia de la Historia (Martínez Núñez, 2008: 312-313, nº 154), véanse las publicaciones de Ana Labarta, quien ha estudiado la transmisión de la Gāyat al-ḥakīm, el Picatrix en su versión latina, a partir del siglo XIII y su incidencia en las prácticas de magia talismánica y en el desarrollo de los “talismanes de números”, especialmente cuando aloró esta tradición entre los moriscos, en el siglo XVI (Labarta, 1981; Labarta, 1985). Esta autora airma que los talismanes moriscos, en la línea del Picatrix, incluían, a veces, aleyas coránicas y jaculatorias, siguiendo una tendencia que caliica de “intento de islamización” de estos materiales, y transcribe documentación sobre “cuadrados mágicos” moriscos, con las indicaciones que se daban acerca de la forma en que debían ubicarse en torno a ellos las aleyas y jaculatorias (Labarta, 1981: 103-109). 28 143 Por regla general estos objetos han aparecido sin contexto arqueológico29, pues han salido a la luz en prospecciones de supericie o en el mercado de anticuarios, por lo que la mayor parte de ellos se encuentran dispersos en diversas colecciones privadas30 . Por otra parte, al estar descontextualizados se desconoce cuál era exactamente su uso, así como su cronología precisa. 144 Sin embargo, al tipo más abundante, el de las plaquitas rectangulares, se le ha otorgado unánimemente una cronología almohade, en cualquier caso no anterior al siglo XII, mientras que son muy escasos aquellos ejemplares que se han datado en fechas anteriores31.El que estos objetos se multiplicaran en época almohade no ha de extrañar, por la ola de religiosidad y de reislamización social que tuvo lugar a partir del siglo XII; un fenómeno generalizado que afectó a todo el ámbito islámico32. Por lo que respecta al Magreb y al-Andalus, el califato almohade mu’miní promovió una regeneración islámica tomando como base la doctrina del tawḥīd. La abundancia en época almohade de estos objetos protectores, propios de la religiosidad cotidiana y popular, constituye una materialización de dicho fenómeno y de la amplitud que a partir del siglo XII alcanzó la reislamización social, que no quedó circunscrita al poder y sus resortes de legitimación33. En cuanto a su utilización, estas plaquitas tuvieron, sin duda, un uso personal, cotidiano y popular, con una función proiláctica y/o apotropaica parecida a la de otros objetos diversos que ostentan leyendas semejantes34. Pero el hecho Salvo escasos ejemplares, como los encontrados en las excavaciones de la ciudad de Vascos (Izquierdo, 1994: lám. XIX; Izquierdo, 1999a: 167; nº 134; Izquierdo, 1999b: 91) 29 La Real Academia de la Historia posee una colección de amuletos y de joyería de sumo interés. Formada por piezas de procedencias y cronologías diversas, la mayor parte de ellas originales y algunas copias, representa la más numerosa e importante colección de este tipo objetos, reunida y conservada en una institución oicial, pues el comercio más o menos clandestino de antigüedades ha prestado especial atención a estos materiales (Martínez Núñez, 2008: 42 y 329-330). 30 31 Sólo un ejemplar de cobre y forma rectangular, aparecido en prospecciones de supericie en los alrededores de Madrid, se asocia a cerámicas de los siglos X-XI (Moreno y Jiménez, 1990: 420-421, ig. 2), aunque su forma y tipología responden a las que suelen presentar los de época almohade. Por su parte,T. Ibrahim (1987: 707-708, ig. 3-5) recoge tres ejemplares a los que otorga una cronología anterior al siglo XII y uno de ellos lo fecha, con reservas, en época califal, basándose en que reproduce, como en las monedas, Q. CXII sin la basmala. 32 Como expuse a propósito de los plomos hallados en Morón de la Frontera (Martínez Núñez, 2003: 35). Aspectos que han sido abordados con detalle en varias publicaciones (Martínez Núñez, 1997: 439-443; Martínez Núñez, 2004; Martínez Núñez, 2005). 33 34 Como anillos, colgantes, pulseras, etc. (Tesoros de la RAH, 2001: 296-297, nº 193, 194, 195; Martínez Núñez 2008: 329-346) EL AMULETO ISLÁMICO DE IFACH de que el plomo de Rojales (Alicante) esté asociado a una necrópolis, indujo a los autores de su estudio y publicación a plantear la hipótesis de que este tipo de objetos se usara dentro de la sepultura para testimoniar la fe musulmana del difunto (Barceló, Labarta y Azuar, 1997: 265-266, 272). En las excavaciones del Castillo de Yecla, en Murcia, se ha encontrado otro ejemplar dentro de una sepultura de la maqbara islámica35, lo que parece corroborar la hipótesis de que estos objetos, aparte de acompañar a los musulmanes en vida, también lo hacían en su muerte, pues podían ser depositados en las sepulturas, junto a los restos mortales de sus propietarios. El plomo de Ifach también está asociado a una necrópolis, pero en este caso feudal. Como se ha dicho, apareció entre los materiales de relleno de un enterramiento cristiano. Por consiguiente, aunque este ejemplar sí tiene contexto arqueológico, su deposición secundaria no permite despejar las incógnitas acerca de su uso y cronología concretas, ni aportar nada acerca de la hipótesis que relaciona estos objetos con el ajuar de enterramientos musulmanes36. 145 Así, pues, y a falta de otros indicadores, la coniguración formal del objeto, sus rasgos gráicos más signiicativos y lo que se ha podido restituir de su contenido, remiten a una cronología almohade o ligeramente posterior, entre la segunda mitad del siglo XII y el siglo XIII. 35 Se trata de un plomo en forma de cartucho con tres anillas de sujeción. Ha sido fechado en el periodo comprendido entre los siglos XIXIII, es decir en época de almorávides y almohades (Ruiz Molina, 2000: 156-157.), aunque T. Ibrahim otorgaba a los plomos de esta tipología una cronología emiral. Aludiendo a su desaparición en el califato (Ibrahim, 1987). 36 Es más, también en los dos casos antes aludidos, habría que pensar en la deposición secundaria de estos objetos.