PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DE CHILE
Monografía: Médula renal y regulación de la presión arterial.
Curso: Regulación Fisiológica.
Autor: Andrés Müller González.
1997.
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MEDULA RENAL Y REGULACION DE LA PRESION ARTERIAL.
Todo indica que. la presión arterial sistémica está regulada de muchas maneras interrelacionadas,
o dicho de otra manera, a la presión arterial están asociados muchos órganos y sistemas, lo que
genera que algún cambio no la hace variar con facilidad. Para modificar la presión arterial son
necesarios cambios muy profundos en el riñón o muchas variaciones, sin dar la posibilidad a los
demás elementos de restituir la homeostasis. Por la complejidad del tema, se estudiará solo el
grado de compromiso regulatorio de la médula renal sobre la presión arterial, subdividiendo este
gran tema en subtemas, presentándose la evidencia bibliográfica sobre el subtema y un breve
comentario intentando globalizar la evidencia, para finalizar con una recapitu lación.
En general.
Según la revisión de Cowley y col. (1995), la función renal es generalmente normal en estados
tempranos de muchas hipertensiones, pero claramente perturbada a largo plazo. Muchos estudios
han establecido que la médula renal juega un r ol importante en la homeostasis de sodio y agua y
el control de la presión arterial sistémica a largo plazo. La flujometría laser -Doppler para medir los
flujos sanguíneos corticales y medulares, junto con otras técnicas han servido para medir los
cambios de flujo ante diversas sustancias. Los primeros cambios en la función renal de ratas
espontáneamente hipertensas es la reducción del flujo sanguíneo medular, sin cambios en el flujo
cortical. Lo sorprendente es que el flujo de la médula renal interna compro mete menos del 1% del
total del flujo renal, cambios en esta región tienen grandes efectos en la homeostasis del sodio y
agua y, el control de la presión arterial a largo plazo. Las estrategias experimentales, continúan
Cowley y col. (1995), se pueden dividir en 5 grandes líneas: 1) reducir la excreción de sodio y
agua manteniendo a valores normales la presión arterial, esto incluye: la hipertensión de
Goldblatt, el corte de aorta, la infusión a largo plazo de vasocontrictores como angiotensina II,
vasopresina y norepinefrina (sólo si es infundida intrarenalmente). 2) en humanos y en los
distintos modelos genéticos de hipertensión en ratas, la natriuresis es deprimida y la presión
arterial aumentada. 3) administración de drogas antihipertensivas que promueva n la excreción de
sodio y agua, con lo que logran bajar la presión arterial, algunas de estas drogas son inhibidores
de enzima convertidora, bloqueadores de receptor de angiotensina II, diuréticos y vasodilatadores.
4) una adecuada administración contínua y a largo plazo de hormonas que ayudan a retener sodio
y agua como angiotensina II y vasopresina-arginina, aumentan la presión de perfusión y restauran
el balance de fluidos y electrolitos y previenen el desarrollo de una hipertensión. 5) transplantes
de riñones hipertensivos en ratas normotensivas aumenta la presión arterial del animal y riñones
normotensivos en ratas hipertensivas les baja la presión arterial, también ocurre en humanos y
otros modelos genéticos de hipertensión en ratas. Existiendo otro mo delo reciente de estudio en
ratón, según Borkowski y col. (1995), la disrrupción homocigótica o, según Alfie y col. (1996), el
"knochout" del gen que codifica el receptor B2 para bradicinina que bloquea la respuesta a
bradicinina en muchos órganos.
La estrategia experimental 5) ha determinado y radicado el problema de la hipertensión en el
riñón, ya que la evidencia experimental Es tremendamente concluyente.
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Presión arterial renal.
En perros anestesiados los flujos sanguíneos renal, medular y cortical medidos por flujometría
laser-Doppler, muestran una eficiente autoregulación (se mantienen a 100%) durante cambios de
presión arterial (RAP) desde 150 a 75 mm de Hg, a RAP menores todos los flujos sanguíneos
disminuyen lineal y proporcionalmente (Majid y Navar, 1996).
La infusión de endotelina (ET, con efectos conocidos en vasocontricción) en ratas hembras
Sprague-Dawley anestesiadas con pentobarbital fue estudiada. En controles ET incrementó la
presión arterial media (MAP) desde 95 a 131 mm Hg, la excreció n de sodio en 500% y el flujo de
orina en 200%, no afectando la tasa de filtración glomerular. La remoción de la cápsula de los
riñones o la mantención de la presión arterial renal al nivel de los controles con una ligadura de la
aorta bloqueó el aumento de la excreción de sodio y orina. Concluyéndose que la natriuresis y
diuresis inducidas por ET están relacionadas con la presión sanguínea arterial (por lo tanto,
también con la presión arterial renal) resultando de una inhibición de reabsorción de sodio. P arece
que bajas dosis de ET causan natriuresis y diuresis relacionadas a presión arterial y, por el
contrario, altas dosis causan marcada y prolongada disminución en las funciones renales, se
requiere saber cuál o cuáles de estas respuestas refleja las fun ciones fisiológicas y la importancia
de ET en la función renal y presión arterial (Uzuner y Banks, 1993).
El sistema renal está conformado de tal manera que su autoregulación está asegurada en un
rango de presiones de 150 a 75 mm de Hg y a presiones menor es su función disminuye
proporcionalmente; y cuando la presión arterial aumenta considerablemente, como en el caso de
la infusión de ET, lleva a una mayor entrada de sangre al riñón, intramuralmente, y la presión
hidrostática inhibiría la reabsorción de sodio y con ella la de agua, lo que es apoyado en la
revisión de Cowley y col. (1995), en que una alta presión sanguínea disminuye la retención a
través de un mecanismo de presión-natriuresis-diuresis
Cininas.
Según Vio y col. (1992) el sistema calicreína-cinina juega un rol importante en la regulación de la
presión arterial, excreción de agua y sodio. El "knockout" del receptor B2 de bradicinina (Alfie y
col., 1996) no altera ningún sistema de los ratones portadores de esta deficiencia en condiciones
normales, excepto la respuesta a bradicinina que es lo esperable (normalmente baja un poco la
presión arterial), no siendo afectados por la administración de angiotensina, ni acetilcolina, pero
ante un agente desestabilizador, como es la ingesta alta en sodio, inmediatamente se les sube la
presión arterial y aumenta el peso del corazón y riñón; sugiriendo que las cininas juegan un rol en
la prevención de la hipertensión sal-sensible.
Generalmente se utilizan inhibidores de cininasas para mantener estable la can tidad de cininas
endógenas y disminuir la angiotensina II endógenas.
El flujo sanguíneo papilar se incrementa en un 50%, junto con el flujo de orina y excreción de
sodio después de la administración en una primera instancia de inhibidores de cininasas
(enalaprilat y fosforamidón), junto con bicarbonato de sodio que impide la degradación de cininas
y potencia la actividad de calicreína urinaria, mientras la tasa de filtración glomerular y el flujo
sanguíneo cortical no fue alterado, y luego la infusión de un antagonista de cinina
(D-Arg-Hyp-Thi-D-Phe-bradicinina) con bicarbonato de sodio devuelve el flujo sanguíneo papilar,
la excreción de sodio y agua a niveles controles en ratas. El antagonista de cinina más inhibidores
de cininasa y bicarbonato de sodio no altera la excreción de sodio y agua, y el antagonista de
cinina administrado solo con bicarbonato de sodio bajó en un 20% el flujo papilar sin afectar el
flujo cortical externo ni la tasa de filtración glomerular. El antagonista de cinina cambio la curv a
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dosis-respuesta a bradicinina a la derecha y aumentó la presión arterial media entre 5 y 15 mm de
Hg para cada dosis de bradicinina. Todo esto indica que los sistemas calicreína -cinina y
renina-angiotensina participan en la regulación de flujo sanguíneo papilar (Roman y col., 1988).
La infusión de bradicinina (vasodilatador) en el intersticio de la médula renal incrementa el flujo
sanguíneo papilar medido por flujometría laser-Doppler a 117% del control e incrementa el flujo de
orina en 100%, la excreción de sodio en 111% y la excreción fraccional de sodio, sin alterar el flujo
sanguíneo cortical, la presión arterial media, ni la función del riñón contralateral en ratas
Munich-Wistar anestesiadas, lo que lleva a pensar en mecanismos post-glomerulares. Captopril,
un inhibidor de cininasas, incremento el flujo sanguíneo papilar en 21% sin alterar el flujo cortical.
La bradicinina tendría efectos opuestos a la vasopresina (Mattson y Cowley, 1993).
Todo esto sugiere que ante una ingesta alta en sodio, bradicinina origina una respuesta que lleva
a natriuresis e impide que la presión arterial suba, esta respuesta queda impedida cuando falta el
gen de su receptor. En animales normales la mayor presencia de cininas (y tal vez una menor
cantidad de angiotensina II, por inhibidores de cininasas) genera incremento en los flujos
sanguíneo papilar, de orina y excreción de sodio, por lo tanto, posiblemente el mecanismo de las
cininas seria dependiente del flujo sanguíneo papilar. Si las cininas son administradas de maner a
crónica, posiblemente lleven a cambios en la presión arterial.
Oxido nítrico.
Continua infusión intersticial en la medula renal de un antisense oligonucleótido complementario
del RNA mensajero para oxido nítrico sintetasa neural incrementa la presión arterial media en 14
mm de Hg en ratas Sprague-Dawley conscientes sin riñón derecho mantenidas en alta dieta en
sodio (1%, en agua), comparado con controles en alta dieta de sodio. La infusión de antisense
disminuyo la cantidad y actividad de oxido nítrico neural sintetasa en medula renal en 53% y 28%,
respectivamente. La infusión del inhibidor de la enzima, 7-nitroindazole, aumenta la presión arterial
media (15 mm de Hg) y disminuyo la actividad de la enzima en 37% en ratas en alta dieta de sodio.
Existiendo la posibilidad que el efecto hipertensivo de la infusión de antisense y 7 -nitroindazole es
debido a efectos en la corteza renal en alta dieta de sodio, sugiriendo un rol para la oxido nítrico
sintetasa neural en el control de la presión arterial en esta s condiciones (Mattson y
Bellehumeur,1996).
La infusión de N-nitro-L-arginina-metil-ester (L-NAME), un inhibidor del oxido nítrico, en la médula
renal disminuyo el flujo sanguíneo papilar en 20% y la adición posterior de bradicinina o captopril
(inhibidor de cininasa) no incrementó el flujo a niveles controles, no fue afectado el flujo sanguíneo
cortical; L-Name, por lo tanto, bloqueó el efecto vasodilatador de bradicinina o captopril por
inhibición de los mecanismos del Óxido nítrico. Llevando a la conclu sión de que la infusión de
bradicinina incrementa la excreción de sodio y agua, que esta asociada al incremento selectivo del
flujo sanguíneo papilar por un mecanismo dependiente de oxido nítrico y no es debido a
recirculación sistémica, ni cambios en la filtración glomerular (Mattson y Cowley, 1993).
Según revisión de Cowley y col. (1995), la inhibición de la Óxido nítrico sintetasa a corto plazo está
asociada con una caída del flujo sanguíneo renal y la tasa de filtración glomerular e incrementa la
resistencia vascular pre y post-glomerular. Y a largo plazo produce hipertensión relacionada con
una menor natriuresis. La infusión de L-NAME en la médula renal produce una caída de 24% del
flujo sanguíneo papilar sin alterar el flujo cortical. La presión inter sticial renal se redujo en 23 % y
la excreción de sodio y agua reducida en 35%. La tasa de filtración glomerular, la excreción
fraccional de sodio y agua, el flujo sanguíneo renal y la presión arterial sistémica no fueron
alterados a corto plazo (1 hora). Esto demuestra que el óxido nítrico es tónicamente activo en la
circulación medular y cambios en el flujo sanguíneo medular altera la excreción de sodio y agua.
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La medula produciría más óxido nítrico que la corteza. Citan a Roman y col. (1988, revisado
previamente) que demuestran que la bradicinina aumenta el flujo medular, la excreción de sodio y
agua en forma mediada por oxido nítrico, sin afectar el flujo cortical, la presión arterial y la tasa de
filtración glomerular. Citan a Mattson y Cowley (1993, revisado previamente) que demuestran que
la infusión medular de bradicinina incrementa la excreción de sodio y orina por un mecanismo que
incrementa el flujo sanguíneo papilar dependiente de óxido nítrico. Por lo tanto, lo anterior muestra
que las cininas juegan un rol importante en la regulación del flujo sanguíneo medular y sus efectos
mediados por óxido nítrico. Estudios de como el óxido nítrico crónico reduce el flujo sanguíneo
medular y genera una sostenida hipertensión en ratas anestesiadas (citando a Mattson y col.
1994), L-NAME fue infundido en la medula renal y redujo selectivamente el flujo papilar en 30% a
las 2 horas de infusión contínua (se mantuvo así por 5 días) y precedió al aumento de la presión
arterial sistémica. El flujo cortical no fue alterado. La excreción de sodio disminuyó
significativamente el primer día y permaneció así por 5 días, ésta variación se realizó de forma
paralela a la variación de presión arterial. Después de que la infusión finalizó, el flujo medular y la
presión arterial retornaron a niveles controles, pero la excreción de sodio no aumentó. Esto
demuestra que el óxido nítrico participa en la regulación del flujo sanguíneo medular y la reducción
sostenida de este último produce elevación sostenida de la presión arterial, q ue se puede explicar
por acción sistémica del L-NAME, ya que se observó una inhibición sistémica mínima de la óxido
nítrico sintetasa. Los autores de la revisión especulan que se puede esperar que la reducción de
flujo medular incremente la reabsorción de sodio en las neuronas profundas, especialmente en el
asa de Henle, que podría explicar la retención de sodio y la hipertensión. Y los efectos inhibitorios
del óxido nítrico endógeno no pueden ser excluídos. Citan a Nakanishi y col. (1995) que realizó
infusiones a largo plazo de L-NAME intravenoso, encontrando los mismos resultados anteriores.
Lo que lleva a la conclusión de que la infusión de L -NAME sin cambios medibles en el flujo
sanguíneo renal, pero reducciones en el flujo medular son suficientes para la retención de sodio y
promover hipertensión (revisión de Cowley y col., 1995).
El efecto hipertensivo del antisense de óxido nítrico sintetasa neural y 7 -nitroindazole, sugiere que
el óxido nítrico neural en individuos normales tiende a bajar la presión arterial sistémica cuando el
organismo está en condiciones normales. La posibilidad de que estas sustancias infundidas en la
médula ejerzan su acción en la corteza me parece muy poco posible. Lo que queda demostrado es
que las cininas actúan mediante un mecanismo dependiente de óxido nítrico, que al ser inhibido,
genera disminución de flujo papilar, lo que significa que en individuos normales las cininas y el
óxido nítrico participan en un sistema que aumenta el flujo papilar, que tiende a aumentar la
excreción de sodio y agua gracias posiblemente a las asas de Henle de las nefronas profundas,
impidiendo la hipertensión derivada de la ingesta alta de sodio.
Endotelinas.
Las endotelinas son potentes péptidos vasocontrictores que regulan el tono vasomotor. Cirrosis
en hígado de rata puede ser inducida por inhalación de tetracloruro de carbono (CCl4), en una
caja de 150 litros con flujo de aire de 2 litros por minuto, el CCl4 fue administrado como vapor
durante 5 minutos cada dosis, 2 veces por semana en 9 se manas. Observándose en la médula
renal una expresión exagerada del receptor de endotelina B (ET -B) de más de 60%, debido a
sobre regulación del receptor en las células del conducto colector de la médula interna,
encontrándose además un aumento de más de 75% de endotelina I tisular en la médula renal de
ratas con hígados cirróticos comparando con ratas controles no cirróticas; mientras la expresión
de ET-B en la corteza y del receptor de endotelina A (ET -A) en la corteza y en la médula fueron
similares en las cirróticas y controles. La administración de bosentan, antagonista de ET -A y ET-B,
durante dos días, disminuyó la excreción de sodio en ratas cirróticas y controles, mientras la
excreción de agua fue reducida con bosentan solo en ratas cirróticas. Todo e sto sugiere que la
sobre regulación paracrina de los ET-B medulares en ratas con hígado cirrótico inducido por CCl4
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están involucrados en la regulación de excreción de agua (Hocker y col., 1996).
La infusión de endotelina (ET, con efectos conocidos en vasocontricción) en ratas hembras
Sprague-Dawley anestesiadas con pentobarbital fue estudiada. En controles ET incrementó la
presión arterial media (MAP) desde 95 a 131 mm Hg, la excreción de sodio en 500% y el flujo de
orina en 200%, no afectando la tasa de filtración glomerular. La remoción de la cápsula de los
riñones o la mantención de la presión arterial renal al nivel de los controles con una ligadura de la
aorta bloqueó el aumento de la excreción de sodio y orina. El meclofenamato, un inhibidor de la
síntesis renal de prostaglandinas, y utilizado aquí por su posible participación en natriuresis y
diuresis mediada por presión, no alteró el aumento de MAP, excreción de sodio y orina. A grupos
intactos mantenidos con amilorida (bloqueador de reabsorción de sodio en los túbulos colectores
corticales) o amilorida mas furosemida (bloqueadores de la reabsorción de sodio en el nefrón
distal) se les agrego ET, que en ambos grupos a los primeros 15 minutos indujo natriuresis y
diuresis no fue sostenida por 30 minutos, así como ocasionó una disminución de la filtración
glomerular a los 30 minutos en los dos grupos. Ahora, en grupos con riñones decapsulados o
intactos la amilorida sola incrementó igualmente la excreción de sodio y orina, sin afectar la MAP.
Concluyéndose que la natriuresis y diuresis inducidas por ET están relacionadas con la presión
sanguínea arterial resultando de una inhibición de reabsorción de sodio en el asa de Henle
ascendente gruesa proximal y que la síntesis de prostaglandinas no está involuc rada. Parece que
bajas dosis de ET causan natriuresis y diuresis relacionadas a presión arterial y, por el contrario,
altas dosis causan marcada y prolongada disminución en las funciones renales, se requiere saber
cuál o cuáles de estas respuestas refleja las funciones fisiológicas y la importancia de ET en la
función renal y presión arterial (Uzuner y Banks, 1993).
Todo esto sugiere que las ET en condiciones normales generan diuresis, natriuresis y aumento de
presión arterial, lo que a primera vista es un contrasentido, es apoyado en la revisión de Cowley y
col. (1995), en que una alta presión sanguínea aumenta la excreción a través de un mecanismo
de presion-natriuresis-diuresis (tratado en presión arterial renal). Y es más, en condiciones
particulares de enfermedad extrarenal (cirrosis) esta siendo activada su acción por expresión de
los receptores ET-B en el conducto colector de la médula interna y el aumento de endotelina I
tisular en la médula, haciendo presente que tal vez sea parte de un mecanismo de emergencia
que co-ayuda a evacuar los metabolitos de una enfermedad por medio de alta natriuresis, que a
su vez esta activada por alta presión arterial sistémica, que llevaría a un círculo vicioso,
necesitándose mecanismos rápidos, pues una hipertensión co n bajo contenido de sodio y agua es
muy peligroso.
Renina, enzima convertidora de angiotensina y angiotensina II.
Según revisión de Dzau y Re (1994), usando transferencia de genes in vivo se ha demostrado que
la sobre expresión de enzima convertidora de angiotensina (ACE) vascular a niveles consistentes
con hipertensión resultan en hipertrofia vascular mediada por angiotensina II in vivo y su efecto es
independiente de presión sanguínea. La tasa de desaparición de renina vascular es mucho más
lenta que la renina circulante después de la binefrectomía. Después de la binefrectomía, la
actividad local de renina incrementa en la suprarrenal, soportando la hipótesis de la síntesis local.
Se ha detectado angiotensina II plasmática después de 5 días de diálisis y binefrectomía. Rna
mensajeros de ACE, angiotensinógeno y renina han sido detectados en tejido cardíaco en rata. La
angiotensina II estimula la hipertrofia en miocitos cardíacos adultos e inhibidores de ACE que no
bajan la presión arterial sistémica, producen regresión de la hipertrofia ventricular izquierda,
apoyando la hipótesis que el sistema angiotensina cardíaco local es funcionalmente importante en
rata y estudios clínicos en humanos son consistentes con la hipótesis. No hay duda que la ACE
tisular existe y es funcionalmente activa. ACE en los lechos vasculares tisulares permiten la
conversión de angiotensina I a angiotensina II por el endotelio, que puede resultar en incrementos
de angiotensina II, especialmente en la microvasculatura, llegando al tej ido a través de los
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capilares. En todos los casos, angiotensina II puede ejercer efectos autocrinos y paracrinos en las
funciones tisulares. La angiotensina I puede originarse desde el plasma o el tejido y servir de
sustrato a ACE producida en el tejido. De acuerdo a esto, la producción tisular de angiotensina II
no es absolutamente dependiente de la existencia de renina o angiotensinógeno tisulares. Los
patrones enzimáticos independientes de renina y ACE pueden contribuir a la generación de
angiotensina en muchos tejidos, como las paredes de los vasos sanguíneos y el corazón. Algunas
enzimas capaces de generar angiotensina II desde angiotensina I in vitro son la cateopsina G y
cimasa, sus efectos in vitro no han sido establecidos. La renina es un paso limit ante en la
regulación de la producción de angiotensina I. En general, la concentración de angiotensina II
refleja la actividad de renina plasmática y la conversión de angiotensina I en angiotensina II ocurre
principalmente en la circulación pulmonar donde la ACE existe en grandes cantidades en las
superficies capilares. El incremento crónico de la expresión y actividad de ACE tisular en los
rangos fisiológicos resultan en incrementos paralelos en producción de angiotensina II tisular. Una
o dos semanas después de la angioplastía (cirugía que provoca daños) en arteria carótida o aorta
abdominal de rata, la expresión de ACE es inducida en los vasos injuriados, especialmente en la
neoíntima. El nivel vascular de ACE y consecuentemente angiotensina II se correla cionan con el
tamaño de neoíntima. La cotransfección de cDNA de renina y ACE tienen efectos sinérgicos,
sugiriendo que la renina y ACE son limitantes en la generación y función de angiotensina II. A
ratas intactas transfectadas con cDNA de ACE, luego se intercambiaron trozos de arteria carótida,
observándose que después de varios días la ACE había aumentado 3 veces y existía hipertrofia
local mediada por angiotensina en los segmentos transfectados, pero no en los controles. Esta
evidencia apoya el efecto local de ACE en la producción de angiotensina II y su función. En tejidos
individuales la producción de angiotensina puede ser alterada por activación local de ACE tisular
y/u otros componentes que pueden no resultar en un efecto en la presión arterial sisté mica, pero
puede alterar una función local, como remodelación cardíaca o vascular, aterosclerosis, y
posiblemente restenosis (revisión de Dzau y Re, 1994).
La infusión intravenosa de angiotensina II o angiotensina III, mientras aumentaron la presión
arterial media, disminuyeron el flujo sanguíneo cortical en 31% y 20%, respectivamente, e
incrementaron el flujo sanguíneo papilar en 19% y 14%, respectivamente, en ratas Wistar -Kioto de
entre 80 y 120g anestesiadas con inactin. La ligadura de la aorta para man tener constante la
presión de perfusión renal o el pretratamiento con indometacina, un inhibidor de prostaglandina
sintetasa no previnieron el incremento del flujo sanguíneo papilar inducido por angiotensina II,
pero la infusión de angiotensina II durante el tratamiento con indometacina causo la disminución
del flujo sanguíneo cortical, lo que demuestra que las prostaglandinas ejercen control preferencial
aumentando el flujo sanguíneo medular (vasodilatando) durante la infusión de angiotensina II. DuP
753, antagonista del receptor de angiotensina II, bloqueo completamente los efectos sistémicos e
intrarrenales de angotensina II. Después del pretratamiento con aprotinina, un inhibidor de
calicreína, la infusión de angiotensina II aumento la presión arterial media, pero no afecto el flujo
sanguíneo papilar, sugiriendo que las cininas, pero no las prostaglandinas, modulan la acción de
angiotensina II sistemica sobre el flujo sanguíneo papilar. Concluyéndose que la angiotensina II
induce vasocontricción en la corteza renal y también promueve la producción intrarenal de cininas
que potencian el flujo sanguíneo papilar (vasodilatan) (Nobes y col., 1991).
La renina, ACE y angiotensina II pueden ser producidas de manera local y funcionalmente activas,
probado por binefrectomía, aunque se oponen algunos argumentos de la revisión de von Lutterotti
y col., 1994, a mi parecer un poco débiles y no tratados aquí. La angiotensina II genera hipertrofia
vascular y de miocitos cardíacos, inhibidores de ACE por mecanismo no depe ndiente de presión
arterial produce regresión de hipertrofia ventricular izquierda. La renina parece ser la sustancia
limitante en la producción de angiotensina II, quedando la duda si la producción de renina local es
suficiente para la producción de renina circulante. La angiotensina II genera aumento de presión
arterial, al parecer por un mecanismo dependiente de prostaglandinas que produce
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vasocontricción en la corteza y, por consiguiente, menor flujo cortical renal y mayor flujo papilar no
quedando claro el mecanismo. Las cininas disminuyen la presión arterial y aumentan el flujo
papilar por un mecanismo dependiente de óxido nítrico, pero las cininas de alguna manera
modulan los mecanismos renina-ACE-angiotensina II y no hay que olvidar que las cininas y
angiotensina II promueven el flujo papilar, pero las primeras disminuyen la presión arterial y la
segunda aumenta la presión arterial sistémica. Por lo tanto, debe existir un supramecanismo que
mantiene la presión arterial sistémica, más o menos constante , en condiciones normales
angiotensina II y cininas interactúan contrarrestando de alguna forma sus funciones, pero teniendo
como lugar común de acción a la médula renal.
Metabolismo del ácido araquidónico.
Se sabía que la deficiencia en la producción de acido-20-hidroxieicosatetraenoico (20-HETE) en la
médula externa del riñón desarrollaba hipertensión en ratas Dahl sal-sensibles. Por eso se realizó
el siguiente estudio para probar si la reducción de 20-HETE en la médula externa del riñón es
suficiente para inducir hipertensión en ratas Lewis no nefrectomizadas mantenidas en alta dieta de
sodio (8%). Un inhibidor del metabolismo renal del ácido araquidónico de enzimas P 450,
acido-17-octadecenoico (17-ODYA), fue infundido crónicamente en la médula externa del riñon
izquierdo, reduciendo la formación de 20-HETE en la médula externa del riñon infundido en 70%
comparado con el otro riñon, pero no afecto su producción en la corteza. La presión arterial
media, después de 5 días, aumentó desde 115 a 142 mm de Hg en ratas infundidas con 17-ODYA,
mientras las ratas controles no fueron afectadas. Estos resultados sugieren que la inhibición del
metabolismo del ácido araquidónico de enzimas P 450 en la médula externa del riñón es suficiente
para inducir hipertensión a largo plazo en ratas Lewis en dieta alta de sodio.
Todo indica que los metabolitos del ácido araquidónico juegan un rol importante en la regulación a
largo plazo de la presión arterial sistémica, faltando conocer donde encaja esta pieza, en relación
con las cininas y angiotensina II.
Arginina-vasopresina.
Según Nakanishi y col. (en prensa, citado por los autores Cowley y col., 1995), la infusión del
agonista del receptor V1 en la médula de riñones de ratas denervados selectivamente reducen el
flujo sanguíneo en la médula externa en 15% y en la interna en 35%, y una dosis equimolar de
arginina-vasopresina (AVP) también disminuyó el flujo medular externo en 15%, pero el interno
solo en 17%. Los receptores de V2 fueron estimulados por un agonista de V2 o un a infusión de
AVP en ratas pretratadas con un antagonista del receptor V1, incrementó el flujo medular en 16%
y 27%, respectivamente. Esto demuestra que AVP tiene dos opuestas acciones sobre el flujo
medular según la estimulación a receptores V1 y V2. La estimulación de este último atenúa la
vasocontricción por AVP y la de V1 actúa sobre la circulación medular y parece dar cuenta de la
inhabilidad de que hormonas endógenas induzcan hipertensión o retención de sodio. La infusión
contínua y a largo plazo de un agonista del receptor V1 produjo hipertensión, citando a Cowley y
col. ( 1994). Ahora, la administración simultánea de infusión sistémica de agonista de V1 e infusión
en la medula renal de antagonista de V1 (equimolar), previno la hipertensión, pero cua ndo se
interrumpió la infusión de antagonista de V1 se produjo hipertensión sistémica. Indicando que las
acciones vasocontrictoras en la médula renal por el agonista AVP son necesarias para producir
hipertensión. La infusión crónica de solo el agonista V1 en la médula renal fue suficiente para
producir hipertensión sostenida y ascendente por 14 días, según Szczepanska -Sadowska y col.
(1994), citados por los autores, después de terminada la infusión la presión arterial volvió al nivel
normal en menos de 1 día. Pero la infusión de AVP en la médula no produce hipertensión, pues
parece que la estimulación simultánea de los receptores de V1 y V2 de algún modo modula los
efectos hipertensivos de la hormona endógena. No se ha encontrado retención de sodio en este
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modelo de hipertensión, ni aumentos plasmáticos de AVP a corto y largo plazo, esto significa que
la recirculación de AVP no da cuenta del aumento de la presión arterial. Es reconocido que la
hipertensión puede ocurrir en ausencia de retención de sodio porqu e el balance de sodio y agua
puede ser cambiado al final por una alta presión sanguínea (sistémica y renal) que aumenta la
excreción a través de un mecanismo de presion-natriuresis-diuresis, lo que explica los resultados
de infusión crónica de AVP. Los autores se preguntan de como se origina el rápido aumento de
presión arterial por vasocontricción medular en estos estudios con agonista de V1, si es debido a
supresión de liberación de una sustancia vasodilatadora o liberación de un vasocontrictor (revisión
de Cowley y col., 1995).
AVP tiene claramente 2 acciones sobre el flujo medular según el receptor estimulado, el receptor
de V1 impediría la hipertensión y retención de sodio y el receptor de V2 lo contrario a corto plazo,
pero cuando AVP actúa localmente estimulando los receptores V1 y V2 se contrarrestan los
efectos. Y AVP a nivel sistémico y crónico genera hipertensión sin retención de sodio por un
mecanismo de presion-natriuresis-diuresis (tratado en presión arterial renal).
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RECAPITULACION Y COMENTARIO FINAL.
La presión arterial sistémica es constante ante variaciones externas e internas, entiéndase
cambios de altitud, ingesta de comida o agua con alto contenido de sodio y otros, pero la suma de
variaciones simultáneas experimentales hace que se produzcan cambios en la presión arterial
como la hipertensión. En la hipertensión, uno de los primeros cambios observados es el aumento
del flujo papilar o medular, siendo este una fracción baja del flujo renal total, mientras el flujo
cortical permanece constante, esto ultimo puede deberse a que las mediciones se han hecho en el
limite exterior de la corteza del riñon, no reflejándose lo que pasa en la corteza media, suponiendo
que las mediciones sean reflejo de la realidad tenemos que la hipertensión comienza con el
aumento del flujo papilar, que afecta la homeostasis renal y sistémica del sodio y agua. Lo que
determina que la médula renal tiene un rol muy importante en la regulación de la presión arterial.
A presiones arteriales sistémicas bajas las presiones en el riñon serán bajas y las funciones
renales disminuirán; pero cuando la presión arterial sistémica aumenta también lo hace la del riñon
(por efecto de endotelina, por ejemplo), que al parecer por un mecanismo de emergencia
presion-natriuresis-diuresis, desencadena la pérdida de sodio y agua y así evita el círculo vicioso,
y disminuir la presión arterial, aunque no siempre se da una caída de la presión arterial sistemica
por este mecanismo.
El "knockout" del receptor de bradicinina en ratón más la ingesta alta en sodio, genera aumento
en la presión arterial, peso de corazón y riñon, por lo tanto, se impide la regulación de presión
arterial por bradicinina. Ahora, cuando las cininas aumentan, también aumenta el flujo papilar y
con esto la natriuresis y diuresis, disminuyendo la presión arterial, debido a alta ingesta de sodio.
Efecto mediado por oxido nítrico, que al parecer actúa sobre las asas de Henle profundas de la
médula renal.
Las endotelinas generan un aumento en la presión arterial sistémica que hacen que en el riñón se
sobre expresen los receptores de ET-B del asa de Henle ascendente gruesa proximal de la
medula renal, inhibiendo la reabsorción de sodio y con ello la de agua, dando natriuresis y diuresis
como resultado y bajando la presión arterial, aunque no siempre baje la presión arterial, al parecer
las endotelinas actúan en tiempos que van entre los 15 y 30 minutos.
La renina, ACE y angiotensina II existen y son funcionalmente activas localmente, probado por
binefrectomía. Este sistema es modulado de alguna manera por las cininas, a lo mejor por un
supramecanismo que finalmente regula la presión arterial, las cininas disminuyen la presión
arterial y la angiotensina lo contrario. La renina local sería el paso limitante para la producción d e
angiotensina II y la pregunta que surge es si la renina producida por la suprarrenal y otros
órganos es suficiente para que el sistema funcione. ACE y produce hipertrofia vascular en ratas
con cDNA de ACE y con carótidas intercambiadas, posiblemente a tr avés de angiotensina II, y
angiotensina II produce hipertrofia ventricular izquierda, estos dos hechos llevan a que la
hipertensión cuando existe se perpetúe. La angiotensina II generaría una mayor presión arterial
por un mecanismo mediado por prostaglandinas por un lado gracias a vasocontricción en la
corteza disnimuyendo el flujo en esta zona y vasodilatación en la medula renal aumentando su
flujo.
En alta dieta de sodio y 17-ODYA (inhibidor del metabolismo del ácido araquidónico de enzimas P
450) infundido en la médula renal disminuye la concentración de 20 -HETE y otros metabolitos del
ácido araquidónico en la médula externa y por un mecanismo que no se establece aumentaría la
presión arterial.
La vasopresina-arginina (AVP) actúa de dos formas a corto plazo, un efecto es sobre los
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receptores de V2 generando una menor vasocontricción y, por lo tanto, aumentando un poco el
flujo papilar y otro efecto es sobre los receptores V1 por vasocontricción y como consecuencia
disminuyendo el flujo medular y la presión arterial, además de inhibir hipertensión y retención de
sodio por otras hormonas. Ahora, un agonista de V1 disminuye el flujo papilar, sin retención de
sodio, pero aumenta la presión arterial, quedando poco claro el mecanismo para este efecto. En la
normalidad AVP actúa sobre los dos tipos de receptores y el flujo medular, ni la presión arterial
sistémica cambian.
Lo más llamativo encontrado en esta revisión bibliográfica es que casi todos los sistemas
estudiados mediados por la médula renal están diseñados para bajar la presión arterial, la
excepción la constituye el sistema renina-ACE-angiotensina II, en que ACE genera hipertrofia
vascular y cardíaca que perpetúa la hipertensión si se produce, y angiotensina II que por un
mecanismo dependiente de prostaglandinas provoca vasocontricción en la corteza y menor flujo
en ella, y vasodilatación en la médula renal con aumento de flujo, subiendo la presión arterial
sistémica. Queda la duda, si la evidencia recopilada refleja la realidad, existen fallas metodolo gicas
experimentales o falta información que colectar.
También surge la pregunta, si el sistema renina-ACE-angiotensina II es capaz de contrarrestar a
todos los otros sistemas o a lo mejor nuestro cuerpo esta diseñado de mejor forma para combatir
la hipertensión, pero cuando el organismo presenta hipertensión es muy difícil manejarla porque
estos mecanismos no funcionaron adecuadamente.
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