Revista de Especialidades
Médico-Quirúrgicas
ARTÍCULO DE REVISIÓN
Respuesta inmunitaria ante la infección por SARS-CoV-2
Mónica Escamilla-Tilch1, Mario A. Téllez-González1, Marcia Campillo-Navarro1, Juan A. Suárez-Cuenca2
y Paul Mondragón-Terán1*
1Coordinación
de Investigación; 2Servicio de Investigación Clínica. Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales de los Trabajadores del Estado, Ciudad de México, México
Resumen
Los coronavirus normalmente tienen hospederos en diversas clases taxonómicas, sin embargo, algunos de ellos tienen la
capacidad de ser zoonóticos, causando sintomatología leve, mientras que los virus SARS-CoV y MERS-CoV causan enfermedades más severas, como el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo
(SARS) en humanos. El pasado 2019 se reportaron una serie de casos de neumonía sin aparente causa. Al aislarse y conocerse la secuencia del genoma viral de manera oportuna, se determinó que el agente patológico era un nuevo tipo de coronavirus (CoV) que ocasionaba SARS, al cual refirieron como 2019-nCoV o SARS-CoV-2. Al ser un patógeno reciente, en
un inicio se desconocía la respuesta del sistema inmunitario, sin embargo, tras diversos análisis y la rápida generación de
información científica se han comenzado a conocer los mecanismos involucrados. En esta revisión analizaremos diferentes
mecanismos inmunopatológicos involucrados durante la infección por SARS-CoV-2.
Palabras clave: SARS-CoV-2. COVID-19. Inmunopatología. Respuesta inmunitaria innata. Respuesta inmunitaria adaptativa.
Immunological response to SARS-CoV-2 infection
Abstract
Coronaviruses normally have hosts in various taxonomic classes, however, some of them have the capacity to be zoonotic, causing mild symptoms, while SARS-CoV and MERS-CoV viruses caused more severe diseases such as respiratory syndrome, Middle
East (MERS) and severe acute respiratory syndrome (SARS) in humans. By the end of 2019 year, a series of cases of pneumonia
with no apparent cause were reported in Wuhan China, when the sequence of the viral genome was isolated and known in a
timely manner, it was determined that the pathological agent was a new type of coronavirus (CoV) which caused SARS, initially
referred as 2019-nCoV, and now widely known as SARS-CoV-2. Being a recent pathogen, the response of the immune system
was unknown, however, today and due to the rapid generation of scientific information, the mechanisms involved have begun to
be understood. In this review we will analyze different immunopathological mechanisms involved during SARS-CoV-2 infection.
Key words: SARS-CoV-2. COVID-19. Immunopathology. Innate immune response. Adaptive immune response.
Introducción
A partir del 11 de febrero del 2020, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) denominó a la enfermedad
infecciosa generada por el coronavirus 2 del síndrome
respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2) como COVID-19 (coronavirus disease 2019), la cual se originó
en la Ciudad de Wuhan, China, y se caracteriza por
una neumonía con etiología desconocida. Para el 30
de enero del 2020, el director general de la OMS
Correspondencia:
Fecha de recepción: 20-12-2020
Disponible en internet: 04-06-2021
*Paul Mondragón-Terán
Fecha de aceptación: 22-03-2021
Rev Esp Méd Quir. 2020;25:88-100
E-mail: p.mondragonteran@gmail.com
DOI: 10.24875/REMQ.M21000003
www.remq-issste.com
1665-7330 / © 2021 Revista de Especialidades Médico-Quirúrgicas. Publicado por Permanyer México SA de CV. Este es un artículo Open Access
bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).
M. Escamilla-Tilch, et al.: Respuesta inmunitaria ante SARS-CoV-2
declaró que el brote es una pandemia, al convertirse
en una emergencia de salud pública de importancia
internacional. Actualmente hay más de 113,695,296
casos confirmados1. En México, los primeros casos
confirmados se informaron el 28 de febrero de 2020:
un caso en la Ciudad de México y el otro en el Estado
de Sinaloa; sin embargo, el 1 de marzo del 2021 la
Secretaría de Prevención y Promoción de la Salud en
su comunicado técnico informa que se han confirmado 2,086,938 casos y 185,715 defunciones2,3.
El periodo de incubación del SARS-CoV-2 se encuentra de los 4 a 15 días y los síntomas más comunes
de la COVID-19 son fiebre, disnea, tos seca y cansancio. Algunos pacientes pueden presentar dolores, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.
Estos síntomas suelen ser leves y aparecen de forma
gradual; algunas personas infectadas no desarrollan
ningún síntoma, pasando la infección de manera desapercibida. La mayoría de los pacientes (alrededor del
80%) se recuperan de la enfermedad sin necesidad de
realizar ningún tratamiento especial. Además, una de
cada seis personas que contrae COVID-19 desarrolla
la enfermedad grave y muestra dificultades para respirar. Las personas de edad avanzada y las que padecen afecciones médicas subyacentes, como hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes,
tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave con un desenlace fatal (~2%). Asimismo, el
número básico de reproducción o tasa de infección
(R0, el promedio de casos secundarios producidos a
partir de un caso) calculado mediante modelización de
datos preliminares disponibles, se ha estimado entre
2 y 3; en el brote de Wuhan el R0 fue de 2-2.54.
La enfermedad se propaga de persona a persona por
el contacto de microgotas procedentes de la nariz o la
boca de una persona infectada que fueron expulsadas
al toser o exhalar. Estas microgotas caen sobre los
objetos y superficies, de modo que otras personas
pueden contraer COVID-19 al tocar estos objetos o
superficies y luego tocar sus ojos, nariz o boca. El
contagio también puede ocurrir por la inhalación de
estas microgotas, que contienen partículas virales,
esparcidas en el aire alrededor de un paciente con
COVID-195,6.
La infección por SARS-CoV-2 se ha clasificado en
diferentes etapas dependiendo del grado de severidad
de la enfermedad. La etapa inicial o asintomática es
cuando ocurre en el establecimiento temprano de la
enfermedad, implicando un periodo de incubación
asociado con síntomas leves. Durante este periodo, el
SARS-CoV-2 se multiplica utilizando el receptor de la
enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA2) como
entrada a las células. En la segunda etapa, o periodo
sintomático no severo, se establece la enfermedad
pulmonar, el aumento de la multiplicación viral y la
inflamación localizada en el pulmón. Finalmente, una
minoría de pacientes con COVID-19 pasarán a la tercera y más grave etapa de la enfermedad, que se
manifiesta como un síndrome de hiperinflamación sistémica extrapulmonar; en esta etapa, los marcadores
proinflamatorios están elevados incentivando la hiperactivación de la respuesta inmunitaria que conduce
hasta a una «tormenta de citocinas»7-9 (Fig. 1 A y C).
Coronavirus 2 del síndrome respiratorio
agudo grave
Existen cuatro clases de coronavirus (CoV) que se
designan como alfa, beta, gamma y delta; la clase de
coronavirus beta incluye al virus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS), el virus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el SARSCoV-2, que genera COVID-19. Estos virus presentan
similitudes debido a que afectan el sistema respiratorio inferior y generan neumonía, sin embargo, el SARSCoV-2 tiene una mayor tasa de transmisión/contagio y
puede afectar al sistema gastrointestinal, corazón, hígado y sistema nervioso central llevando a la falla a
múltiple de órganos10,11.
Los CoV pertenecen a la familia Coronaviridae del
género Coronavirus, los cuales son virus envueltos con
ácido ribonucleico (ARN) esférico y de tamaño aproximado de 120 a 160 nanómetros (nm). También poseen un genoma no segmentado de ARN monocatenario de polaridad positiva (27 a 32 kb), poliadenilados
en el extremo 3’ y con nucleocápside helicoidal (9 a
11 nm de diámetro). En la parte externa de la envoltura del virus tiene proyecciones ampliamente distribuidas en forma de pétalos (20 nm de longitud), semejando una «corona solar». Las proteínas estructurales
del virus consisten en la proteína de nucleocápside (N)
fosforilada de 50 a 60 kilodalton (kDa), la glucoproteína de membrana (M) de 20 a 35 kDa, la cual ejerce
como proteína de matriz en la doble capa de lípidos
de la envoltura que interacciona con la nucleocápside,
y la glucoproteína de espiga (S, de 180 a 220 kDa),
que conforma las espículas de la «corona solar». Otros
virus, como el CoV humano OC43 (HCoV-OC43),
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A
B
C
Figura 1. Respuesta inmunitaria durante la infección por SARS-CoV-2. A: en el gráfico se plasma la intensidad de la
respuesta frente al tiempo durante la infección; la respuesta inmunitaria innata (morado) inicia inmediatamente al
detectarse el inicio de la infección viral (amarilla) y se genera la producción de IgM (verde). Entre el día 10 a 3
semanas de infección inicia la respuesta adaptativa (azul), alcanzando su pico máximo, teniendo como efecto de la
función temprana de ambas respuestas en sinergia, contribuyendo a la supresión viral y viéndose reflejada mediante
el decaimiento de la carga viral y el cambio de isotipo a IgG (rojo). Cuando el título máximo de Ac protectores IgG
(la línea gris punteada es el espectro de anticuerpos detectables por los métodos convencionales). B: intensidad de
la reacción frente al tiempo durante la reinfección, dada por una segunda cepa o variante de SARS-CoV-2,
activando la rápidamente la respuesta adaptativa con mayor intensidad, generando Ac IgG e IgA, en algunos casos
(la línea gris punteada es el espectro de anticuerpos detectables por los métodos convencionales). C: en el cuadro
se describe la activación de las células y mediadores celulares del sistema inmunitario implicados en la respuesta
al SARS CoV-2 en la primoinfección y la reinfección, tanto en un estadio agudo como crónico de la enfermedad.
SARS-CoV-2: coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave; Ig: inmunoglobulina; Ac: anticuerpos.
conservan una glucoproteína con actividad de acetilesterasa y causan hemaglutinación (HE, 65 kDa)6.
Las proteínas estructurales que codifica el SARSCoV-2 son la proteína S compuesta de dos subunidades S1 y S2, proteína E de envoltura, proteína M de
membrana y la proteína N de nucleocápside; donde la
90
más importante para el ingreso en las células del
huésped es la proteína S. La subunidad S1 se une a
la ECA2 y la subunidad S2 es activada por la proteasa transmembranal de serina 2 asociada a la superficie del huésped (TMPRSS2)12-14. La ECA2 se expresa
en diferentes órganos, como pulmón, corazón, riñones
M. Escamilla-Tilch, et al.: Respuesta inmunitaria ante SARS-CoV-2
y tracto gastrointestinal; tiene actividad enzimática a
través de sus dominios N-terminal y C-terminal, lo que
le permite ejercer una actividad de carboxipeptidasa,
dipeptidil-peptidasa, endopeptidasa, exopeptidasa y
metalocarboxipeptidasa, así como la unión a iones de
zinc y proteínas. Este receptor también contribuye en
la maduración de angiotensina y en la regulación de
diversos procesos como el transporte de aminoácidos, la contracción del músculo cardiaco, formación
de especies reactivas de oxígeno (ROS), proliferación
celular, producción de citocinas, la regulación de respuesta inflamatoria neuronal (neuroinmunomodulación), transporte de triptófano y otros neuropéptidos;
cada una de las funciones son específicas de tejido/
órgano15.
Inmunopatogenia de la infección por
SARS-CoV-2
La COVID-19 es una enfermedad multifactorial en la
que se ha determinado que entre los factores de riesgo se encuentran: a) los determinantes sociales de la
salud (SDH, social determinants of health), por ejemplo, nivel socioeconómico, acceso a la atención médica, entorno físico, redes de apoyo social y educación;
b) el riesgo conocido de sus complicaciones debido a
enfermedades preexistentes, y c) factores genéticos,
entre otros. Los SDH y el estrés crónico ciertamente
alteran las respuestas biológicas de una manera que
aumenta el riesgo de enfermedad crónica16,17.
Sin embargo, algunos de los grandes cuestionamientos durante la pandemia por COVID-19 son: si la
inmunidad adquirida en los pacientes es suficiente
para generar una inmunidad; si en algún momento
podría existir una reinfección viral, como sucede en
otras infecciones por diversos virus; y si habrá alguna
influencia sobre la respuesta inmunitaria durante la
infección por SARS-CoV-2 dependiente del sexo.
Todos y cada uno de estos cuestionamientos nos
llevan a analizar cada una de estas vertientes para
tratar de dilucidar el rol que juegan durante la infección
por SARS-CoV-2.
4 Inmunidad innata: primera defensa
antiviral al SARS-COV-2
La inmunidad innata es la primera línea de defensa
de un individuo, capaz de detectar y responder rápidamente frente a diversas infecciones, como las
virales. El sistema inmunitario innato de pulmón está
conformado por mediadores solubles (citocinas y quimiocinas), células fagocíticas como macrófagos, células dendríticas, mastocitos, monocitos y neutrófilos,
así como por células epiteliales que recubren las vías
respiratorias para formar una barrera contra el ambiente exterior18 (Fig. 2).
Actualmente, existe muy poco conocimiento de la
respuesta inmunitaria innata a la infección por SARSCoV-2, por ello se han relacionado los mecanismos de
respuesta inmunitaria ante otras cepas de coronavirus
para entender mejor la COVID-19. El SARS-CoV-2 ingresa a vías respiratorias del huésped e infecta las
células de la mucosa que expresan los receptores
ECA2 y TMPRSS2, replicándose inicialmente de manera intracelular en neumocitos y células epiteliales
pulmonares del huésped12. La infección viral puede ser
detectada por diversos receptores intracelulares conocidos como receptores de patrón de reconocimiento (PRR), que reconocen ARN viral como los del gen I
inducible por ácido retinoico (RIG-I), la proteína 5 asociada a diferenciación de melanoma (MDA5), receptores tipo toll (TLR3, TLR7, TLR8, TLR9) y receptores tipo
NOD con dominio de pirina (NLRP3, inflamasoma),
entre otros receptores de respuesta antiviral19.
La detección de la proteína S viral, los patrones
moleculares asociados a patógenos (PAMP) generados durante la replicación viral y el ARN viral por diversas células de la inmunidad innata desencadenan
varias vías de señalización que activan factores de
transcripción como el factor nuclear kB (NF-kB) y la
proteína activadora 1 (AP-1), los cuales inducen la liberación de una gran cantidad de mediadores proinflamatorios, como interleucina (IL) 6, IL-1β, IL-2, IL-8,
IL-17, factor estimulante de colonias de granulocitos
(G-CSF), factor estimulante de colonias de granulocitos y monocitos (GM-CSF), proteína 10 inducible por
interferón gamma (IP-10), proteína quimioatrayente de
monocitos 1 (MCP-1), citocina CCL3 y factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), que contribuyen a la inflamación patológica al prolongar el reclutamiento de
células de la inmunidad innata, provocando lesiones
pulmonares agudas y el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) encontrado en casos graves de
COVID-19. La producción exacerbada de citocinas y
quimiocinas inflamatorias se denomina «tormenta de
citocinas», donde la respuesta inmunitaria del huésped
se encuentra reaccionando descontroladamente ante
la infección viral20.
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Figura 2. Esquema representativo de la activación del sistema inmunitario ante la infección por SARS-CoV-2. La
enfermedad se propaga de persona a persona por el contacto con microgotas procedentes de la nariz o la boca de
una persona infectada y que fueron expulsadas al toser o exhalar y que contienen partículas virales, esparcidas en
el aire alrededor de un paciente con COVID-19. El SARS-CoV-2 se multiplica utilizando los receptores de ECA2 y
TMPRSS2 como mecanismo de entrada a las células. En este punto la respuesta inmunitaria innata monta la
primera barrera de defensa, al ser detectada por diversos receptores intracelulares PRR, que se encuentran en
diversas células de la inmunidad innata (macrófagos, células dendríticas, mastocitos, monocitos y neutrófilos) y
desencadenan varias vías de señalización que activan factores de transcripción como el NF-kB y la AP-1, los
cuales inducen la liberación de una gran cantidad de mediadores proinflamatorios, como IL-6, IL-1β, IL-2, IL-8, IL-17,
G-CSF, GM-CSF, IP-10, MCP-1, citocina CCL3 y TNF-α, que contribuyen a la inflamación patológica al prolongar el
reclutamiento de células de la inmunidad innata. Posteriormente, se activa la respuesta inmunitaria adaptativa, en
la cual participan los linfocitos T CD8+ con actividad citotóxica específica sobre las células infectadas y la
producción de anticuerpos con la capacidad de neutralizar o bloquear la interacción del SARS-CoV-2 (proteína S)
con sus receptores celulares ECA2 y TMPRSS2. Tanto para la activación adecuada de los linfocitos T CD8 +
citotóxicos, como para lograr una respuesta de anticuerpos madura y de alta afinidad (cambio de isotipo de IgM a
IgG), se requiere de la participación de los linfocitos T CD4+ (Th1 y Th2) y la producción específica de citocinas.
Además, las células NK son fundamentales debido a que actúan como link entre estas dos respuestas, ya que no
solo tienen la capacidad de eliminar durante la respuesta innata a las células infectadas, sino que puede regular la
respuesta de los linfocitos T por su grado activación. Sin embargo, al generarse una respuesta hiperactivada tanto
de células como la producción exacerbada de citocinas y quimiocinas inflamatorias, puede desencadenarse lo que
conocemos como «tormenta de citocinas», donde la respuesta inmunitaria del huésped reacciona
descontroladamente ante la infección viral. SARS-CoV-2: coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave;
COVID-19: enfermedad por coronavirus 2019; ECA2: enzima convertidora de angiotensina 2; TMPRSS2: proteasa
transmembranal de serina 2 asociada a la superficie del huésped; PRR: receptores de patrón de reconocimiento;
NF-kB: factor nuclear kB; AP-1: proteína activadora-1; IL: interleucina; G-CSF: factor estimulante de colonias de
granulocitos; GM-CSF: factor estimulante de colonias de granulocitos y monocitos; IP-10: proteína 10 inducible por
interferón gamma; MCP-1: proteína quimioatrayente de monocitos 1; TNF-α: factor de necrosis tumoral alfa; Th: T
helper; NK: asesinas naturales; PAMP: patrones moleculares asociados a patógenos; DAMP: patrones moleculares
asociados a daño/peligro.
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M. Escamilla-Tilch, et al.: Respuesta inmunitaria ante SARS-CoV-2
Los pacientes sintomáticos con COVID-19 muestran
una expansión de monocitos inflamatorios (MI) en
sangre periférica, mientras que los pacientes con la
enfermedad severa presentan esta expansión de MI
en tejido pulmonar, en conjunto con el aumento considerable de neutrófilos y una diminución marcada de
la cantidad de monocitos, eosinófilos, basófilos y células asesinas naturales (NK) en circulación sanguínea 21-23. A pesar de la importancia de las células NK
para la eliminación viral por la falta de expresión de
ECA2, estas células se encuentran disfuncionales durante la infección por SARS-CoV-2, presentando una
reducción en la expresión de CD107a, Ksp37, granzima B y granulisina, afectando la función citotóxica,
producción de quimiocinas, TNF-α e interferones
(IFN)24. Una producción adecuada de IFN-I es esencial para el control y eliminación viral, pero desafortunadamente los pacientes con COVID-19 severa generalmente presentan niveles séricos bajos de IFN25.
Por otro lado, en fluido de lavado bronco alveolar
(BALF) de pacientes con COVID-19 se ha encontrado
una gran cantidad de células de la inmunidad innata
activadas, como células dendríticas, mastocitos, macrófagos derivados de monocitos y abundantes neutrófilos26. El análisis de secuenciación del ARN de una
sola célula de BALF de pacientes con COVID-19 grave mostró una acumulación de macrófagos inflamatorios clásicos M1 y macrófagos M221. El hallazgo de
macrófagos M2 ha provocado preocupación, debido
a que esta subpoblación se encuentra relacionada
con la reparación de tejidos, formación de fibrosis y
supresión de respuesta celular antiviral, que podrían
alterar la resolución de la infección con secuelas fibróticas pulmonares26. Todos estos estudios muestran la posibilidad del transporte de células de inmunidad innata de circulación a tejido pulmonar, donde
estas células responden descontroladamente, contribuyendo en la patogénesis de la tormenta de citocinas y un estado inflamatorio local que provoca daño
pulmonar.
Por otro lado, se ha propuesto que la activación de
las moléculas del complemento durante la infección
por SARS-CoV-2 es de gran relevancia, ya que contribuye a la severidad de la patología; estos eventos
comienzan al unirse el SARS-CoV-2 a la ECA2 en la
superficie de las células endoteliales, iniciando la activación de la vía de las lectinas y posteriormente la
vía clásica, lo que genera la formación de C3b, que
incide en la vía alterna para la generación de C5
convertasa, esta escinde a la proteína C5, generando
C5a y C5b-9. Los productos finales que se generan
del complemento promueven la inflamación vascular
mediante múltiples procesos, entre ellos la acción de
la anafilatoxina C5a, que recluta neutrófilos y monocitos/macrófagos. La C5b-9 y C5a inducen la liberación
de IL-8 y MCP-1 por las células endoteliales y la expresión de moléculas de adhesión (molécula de adhesión intercelular 1, E-selectina, molécula de adhesión
celular vascular 1), que favorecen la diapédesis (reclutamiento, adhesión y migración transendotelial) de
neutrófilos y macrófagos. Posteriormente, los leucocitos infiltrantes liberan proteasas, citocinas proinflamatorias y ROS que contribuyen a la inflamación, la alteración de la matriz subendotelial y la remodelación,
causando lesiones similares a la vasculitis. La C5a y
el complejo de ataque de membrana (MAC, membrane
attack complex) también inducen la exocitosis de los
multímeros de P-selectina y factor de von Willebrand
(VWF) de las células endoteliales que promueven la
adhesión de plaquetas, y el desprendimiento de trombomodulina (TM) de la superficie celular endotelial, lo
que desencadena la cascada de coagulación. Finalmente, las moléculas de C5b a C9 del MAC activan
directamente las plaquetas, causando agregación plaquetaria y liberación de micropartículas procoagulantes (PMP). La sumatoria de todos estos eventos resultan en la lesión vascular y disfunción, con formación
extensa de coágulos sanguíneos27-29.
Sin embargo, se han realizado muy pocos estudios
respecto a la participación de las moléculas del complemento durante la infección por SARS-CoV-2. Magro,
et al. realizaron un estudio en el cual examinaron biopsias de piel y pulmones de cinco pacientes con COVID-19 grave caracterizada por insuficiencia respiratoria (n = 5) y erupción cutánea purpúrica (n = 3). La
neumonitis por COVID-19 fue predominantemente una
lesión capilar septal inflamatoria pauciinflamatoria con
deposición de fibrina mural, capilar septal significativa
y permeación de los septos interalveolares por neutrófilos. Estos hallazgos pulmonares se acompañaron de
depósitos de componentes del complemento C5b-9
que forman el MAC, C4d y serina proteasa asociada a
las manosas unidoras de lectina 2 (MBL2-MASP, mannose-binding lectin-associated serine proteases), en la
microvasculatura, consistente con la activación sistémica sostenida de las vías del complemento. Las lesiones cutáneas purpúricas mostraron de manera similar una vasculopatía trombogénica pauciinflamatoria,
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con depósito de C5b-9 y C4d tanto en la piel gravemente afectada como en la de aspecto normal. Además, hubo colocalización de proteínas spike (S) de
COVID-19 con C4d y C5b-9 en los tabiques interalveolares. Por lo que concluyen que los pacientes con COVID-19 pueden presentar un tipo de síndrome de lesión
microvascular mediado por la activación de las vías del
complemento y un estado procoagulante asociado30.
Inmunidad adaptativa: ¿aliada o enemiga?
La transición entre la respuesta inmunitaria innata
y la adaptativa es un punto clave para la resolución
de la infección, de tal forma que la respuesta adaptativa o adquirida se caracteriza por tener especificidad, especialización, diversidad, autorregulación y
memoria. Dos de los participantes fundamentales en
la respuesta adquirida son los linfocitos T CD8+ con
actividad citotóxica específica sobre las células infectadas y la producción de anticuerpos con la capacidad de neutralizar o bloquear la interacción del
SARS-CoV-2 (proteína S) con sus receptores celulares ECA2 y TMPRSS2. Tanto para la activación adecuada de los linfocitos T CD8+, como para lograr una
respuesta de anticuerpos madura y de alta afinidad
(cambio de isotipo de inmunoglobulina [Ig] M a IgG),
se requiere de la participación de los linfocitos T
CD4+ (Th1 y Th2) y la producción específica de citocinas. Además, como se ha mencionado, las células
NK son fundamentales debido a que actúan como link
entre estas dos respuestas jugando el rol de «Cerbero custodiando las puertas del Averno», ya que no
solo tienen la capacidad de eliminar durante la respuesta innata a las células infectadas, sino que pueden regular la respuesta de los linfocitos T por su
grado activación31-33 (Fig. 2).
Se han analizado células NK tanto en muestras de
sangre periféricas como de lavado broncoalveolar de
pacientes con COVID-19, identificando distintos inmunofenotipos de NK relacionados con la gravedad de la
enfermedad. Los inmunofenotipos característicos encontrados fueron de alta expresión de perforina, NKG2C y Ksp37, lo que refleja una mayor presencia de
células NK de respuesta adaptativa en la circulación
de pacientes con enfermedad grave; asimismo, se
asoció la activación y expansión de las células NK
CD56bright adaptativas con los estados de la enfermedad de COVID-19, sobre todo con una severa hiperinflamación34.
94
Se sabe que durante el desarrollo de la patología
existe un impacto en las poblaciones de linfocitos T,
B y NK, propiciando linfopenia asociada a casos severos de la enfermedad35-37, asimismo el microambiente dictado por las citocinas influye tanto en la hiperactivación como en la linfopenia; se ha observado
que en aquellos pacientes con estadios graves, la
linfopenia puede estar asociada a niveles elevados de
IL-6, IL-10 o TNF-a; mientras que durante la hiperactivación pudiese estar asociada al incremento de la
expresión de moléculas proapotósicas, como FAS (conocida también como CD95), TRAIL o la caspasa
336,38,39.
Un estudio conducido por Huang, et al. concluye
que los pacientes infectados con COVID-19 con altos
niveles de IL-1B, IFN-γ, IP-10 y MCP-1 probablemente
presentan una respuesta tipo Th1. Además, los pacientes que requirieron ingreso en la unidad de cuidados intensivos (UCI) presentan niveles más altos de
G-CSF, IP-10, MCP-1, MIP-1A y TNF-α que aquellos
que no requirieron ingreso en la UCI, lo que sugiere
que la tormenta de citocinas podría estar asociada con
la gravedad de la enfermedad, pero la infección por
COVID-19 promovió una mayor secreción de citocinas
tipo Th2, que pudiesen suprimir la inflamación9.
Por otro lado, en la infección moderada por COVID-19 hay una elevación progresiva en los niveles de
anticuerpos (Ac) IgM e IgG, aunado a un incremento
en el reclutamiento de células plasmáticas, las células
T helper foliculares (células TFH) y de las células T
CD4+CD38+HLA-DR (fenotipo de células activadas),
aunque en menor proporción; pero más importante,
un incremento de las células T CD8+CD38+HLA-DR
(fenotipo de células activadas) en sangre periférica
antes de la recuperación sintomática. Por lo que se
considera que una respuesta sostenida y adecuada de
las células ASC, células TFH, los linfocitos CD4+, pero
sobre todo de los linfocitos T CD8+, junto con el incremento de Ac IgG e IgM podrían ser marcadores de
buen pronóstico, ya que podrían contribuir a la resolución40.
De igual modo, se ha observado que la magnitud y
la prevalencia de la respuesta de linfocitos T CD4+ se
correlaciona con el nivel de expresión de proteínas de
SARS-CoV-2, tanto las proteínas S, M y N que son
blancos principales, como ORF3 y nsp3; el incremento de la respuesta que se monta contra la proteína M
(proteína pequeña transmembranal) es debido a la
fuerte afinidad que tienen las células T CD4+, lo que
M. Escamilla-Tilch, et al.: Respuesta inmunitaria ante SARS-CoV-2
podría sugerir que tiene una alta expresión in vivo, o
bien es una proteína altamente inmunogénica. Además, se ha considerado que la proteína S es un antígeno inmunodominante con alta inmunogenicidad, sin
embargo, a partir de un análisis de un megapool de
epítopes del MHC (complejo mayor de histocompatibilidad) clase II para predicción de la respuesta, se
determinó que ~50% de la afinidad de los linfocitos T
CD4+ es dirigido a otras proteínas independientemente de S41-43.
De manera alternativa, se sugiere que los linfocitos
T CD8+ podrían estar en un estado hiperactivo, al tener
altos niveles de marcadores de citotoxicidad, incrementando el número de células T CD8+ activas con
inmunofenotipo CD38+HLA-DR+ o de células T CD8+
proliferativas con inmunofenotipo Ki67+; estos inmunofenotipos se han determinado en sangre periférica
de los pacientes durante la fase aguda de la infección
o después de la vacunación, sin embargo, posiblemente no sea el único inmunofenotipo presente en los
diversos estadios de la enfermedad36,40,41.
Diferencias en la respuesta inmunitaria
antiviral por influencia del sexo
Actualmente sabemos que uno de los factores de
susceptibilidad relevantes durante la infección y desarrollo por COVID-19 es el sexo (hombres vs. mujeres).
Se han realizado diversos estudios en infecciones virales donde se muestra que las mujeres tienen una
respuesta inmunitaria más fuerte durante las infecciones virales en comparación con los hombres debido
a las respuestas inmunitarias humorales y celulares;
como se ha mencionado la respuesta inmunitaria innata es la primera línea de defensa contra cualquier
infección viral, al estar mediada principalmente por
diferentes clases de PRR, como los TLR que detectan
componentes virales, como el ARN monocatenario;
además, los TLR regulan específicamente la producción de IFN-I y otras citocinas44,45.
El dimorfismo sexual se observa durante las respuestas antivirales mediadas por la vía TLR e IFN, las
células inmunitarias en mujeres exhiben una expresión
10 veces mayor de TLR en comparación con los hombres, además el número y la actividad de las células
inmunitarias innatas como los monocitos, los macrófagos y las células dendríticas son más altos en las
mujeres que en los hombres. De esta manera, la respuesta inmunitaria adaptativa también representa una
gran parte de las diferencias sexuales en respuesta a
las infecciones virales. Dependiendo de la etapa de la
infección, las mujeres exhiben mayor respuesta Th1 y
Th2 en comparación con los hombres; además, se
observa una regulación positiva de los genes antiinflamatorios y una mayor actividad de las células T CD8+
citotóxicas y linfocitos T reguladores en las mujeres,
mientras que se han encontrado niveles más bajos de
células T CD3+, CD4+ y CD4+:CD8+ en hombres en
comparación con mujeres45,46.
Aunado a lo anterior y posiblemente debido a diferencias inmunitarias basadas en el sexo, además del
rol potencial de los estrógenos (17b-estradiol, E2). El
E2 se une a sus receptores alfa y beta (ER-a y ER-b)
expresados en la superficie de distintas células de la
respuesta inmunitaria, por ejemplo, el ER-α se expresado más en linfocitos T, incluye células hematopoyéticas, médula ósea, células del estroma del timo y timocitos; mientras que el ER-b tiene una expresión
celular más restringida y se expresa preferentemente
en el timo y el bazo del feto humano de gestación
media en linfocitos B, además los estrógenos estimulan la respuesta humoral incrementando los niveles de
Ac y la activación de células plasmáticas (o célula
secretora de anticuerpos, ASC)47.
Con respecto a la infección por SARS-CoV-2, en un
estudio estratificado por sexo, los pacientes con COVID-19 muestran un número igual de casos entre hombres y mujeres. Estos desarrollan hipoxemia severa,
presentan pequeños trombos fibrinosos en arteriolas
pulmonares, además de una tumefacción endotelial en
las autopsias de casos fatales de COVID-19, asimismo
induce un proceso vascular en el pulmón, que incluye
vasodilatación y disfunción endotelial; hubo una disminución en el número de linfocitos T CD4+ y T CD8+ en
pacientes con infección grave. Sin embargo, parece
haber diferencias de sexo en la tasa de mortalidad y
vulnerabilidad a la enfermedad, por lo que sugieren que
el estradiol está conectado con el número de linfocitos
T CD4+, aumentando así las poblaciones de células T
reguladoras (Treg), lo que afecta la respuesta inmunitaria durante la infección. Aunado a lo anterior, se sabe
que el estradiol ejerce un efecto protector sobre la
función endotelial, activando la generación de óxido
nítrico por medio de la sintetasa de óxido nítrico endotelial. Por otro lado, el estrógeno atenúa la respuesta
vasoconstrictora a varios estímulos e induce vasodilatación en la vasculatura pulmonar durante situaciones
de estrés como la hipoxia, también ejerce una variedad
95
Rev Esp Méd Quir. 2020;25
de acciones rápidas, que se inician después de su
acoplamiento con los receptores de membrana que, a
su vez, pueden modular positivamente las respuestas
vasculares en la enfermedad pulmonar y ayudar a mantener el flujo microvascular47,48.
Se ha observado que en la fase temprana de la respuesta inmunitaria antiviral de ratones, las producción
de citocinas proinflamatorias fueron elevadas en ambos
sexos, mientras que en ratones hembras, la producción
abundante de citocinas indujo una mayor expresión de
aromatasa y síntesis de estrógenos que en los machos;
al cabo de 72 horas postinfección, los altos niveles de
estrógenos y su interacción con sus receptores silenciaron la tormenta de citocinas causada y eliminaron
los exudados acumulados de células inflamatorias, algo
que no logró observarse en los ratones macho, puesto
que sus niveles de estrógenos son menores49.
Otras moléculas, como estrógenos conjugados, han
demostrado que pueden aumentar la expresión génica
de ECA2/Ang1-7; este mecanismo podría aminorar el
daño pulmonar, endotelial y la coagulopatía en pacientes graves con COVID-1924,50. Aunado a ello se ha
demostrado que la diabetes tipo 2 inhibe a los estrógenos, lo cual se ha relacionado con una disrupción
en la respuesta inmunitaria ante el virus de la influenza51. Chen, et al. demostraron que los pacientes diabéticos e hipertensos muestran una disminución de la
expresión de ECA2/Ang 1-7, además establecieron
una correlación negativa entre las hormonas de estrógenos y andrógenos con la expresión de ECA2 y la
mortalidad de los pacientes con COVID-1952.
Reinfección por SARS-CoV-2
A partir de los casos de reinfecciones que se han
reportado, se considera que podrían estar influidos
por diversos mecanismos como los descritos a continuación.
Variación genética del virus (cepas
virales)
Se ha mencionado al respecto de la variabilidad en
el genoma viral que podría llevar a generar una cepa
más patogénica, ya que para marzo del 2020 ya se
había realizado un estudio publicado en la revista
Scientific Reports, en el cual se describe las firmas
genómicas del virus de ARN, para lo cual se analizaron
2,492 secuencias genómicas completas de las cepas
96
de SARS‐CoV‐2 ingresadas en la base de datos del
Global Influenza Surveillance and Response System
(GISAID, que es una iniciativa científica que brinda el
acceso abierto a datos genómicos de influenza y coronavirus [https://www.gisaid.org/]). Sumado a lo anterior,
evidencias sugirieron que la transmisión de la COVID-19
está asociada con las condiciones climáticas, es decir
con condiciones secas y frías que parecen impulsar la
propagación de las infecciones; así como la tasa de
mortalidad por día de COVID-19, lo cual se asocia positivamente con el rango de temperatura diurna, pero
negativamente con la humedad relativa; por lo que la
integración de datos geográficos y climáticos con el
análisis de mutaciones genéticas condujo a una comprensión más completa de los orígenes, la dispersión
y la dinámica del SARS-CoV-2 en evolución. El análisis
del genoma reveló 1,516 variaciones de nucleótidos en
diferentes posiciones en todo el genoma; además, el
análisis de deleción de nucleótidos encontró 12 sitios
de deleción en todo el genoma distintos a parte de las
deleciones ya reportadas en la secuencia codificante
de las proteínas ORF8 (marco de lectura abierto), proteína S y ORF7a, específicamente en la poliproteína
ORF1ab (n = 9), ORF10 (n = 1) y 3’‐UTR (n = 2). La
evidencia de los análisis sistemáticos del perfil de proteínas y mutaciones a nivel de genes reveló una gran
cantidad de sustituciones de aminoácidos (n = 744), lo
que demuestra que las proteínas virales son heterogéneas. En particular, los residuos del dominio de unión
al receptor, que muestra interacciones cruciales con la
ECA2 y los anticuerpos neutralizantes, los cuales se
conservan entre las cepas del virus, excepto por el
reemplazo de lisina con arginina en la posición 378 del
epítopo aislado de Shanghái, hCoV‐19/Shanghái/
SH0007/2020 (EPI_ISL_416320). Además, los resultados de los datos epidemiológicos preliminares sobre
infecciones por SARS‐CoV‐2 revelaron que la frecuencia de mutaciones de aminoácidos fue relativamente
mayor en las secuencias de Europa (43.07%), seguida
de Asia (38.09%) y Norteamérica (29.64%), mientras
que las tasas de letalidad se mantuvieron más altas en
los países europeos templados, como Italia, España,
Países Bajos, Francia, Inglaterra y Bélgica. Por lo tanto,
en este análisis se proponía que el método de análisis
del genoma podía ser una herramienta prometedora
para monitorear y rastrear la situación pandémica en
continua evolución, las variantes genéticas asociadas
y sus implicaciones para el desarrollo de estrategias
efectivas de control y profilaxis10,53,54.
M. Escamilla-Tilch, et al.: Respuesta inmunitaria ante SARS-CoV-2
Casos de reinfección por cepas virales
distintas asociadas a la intensidad de la
respuesta inmunitaria de la
primoinfección
Un estudio de caso realizado en China en un paciente varón de 33 años con una segunda infección después de viajar a España demuestra que durante la
segunda infección (reinfección) ocurrida 142 días después del primer episodio es asintomático, sin embargo,
presenta una elevación en la proteína C reactiva y anticuerpos IgG específicos para SARS-CoV-2, lo que
sugiere que se trata de un episodio genuino de infección aguda. Para determinar si los genomas virales
eran los mismos en ambos episodios, se realizó una
secuenciación de genoma completo por la cual se determinó que pertenecen a diferentes linajes. El primer
genoma del virus estaba estrechamente relacionado
filogenéticamente con las cepas recolectadas en marzo/abril de 2020, mientras que el segundo genoma del
virus tenía una relación más estrecha con cepas recolectadas en julio/agosto de 2020. Aunado a lo anterior,
se describen otras diferencias en la proteína S de aproximadamente 23 nucleótidos y 13 aminoácidos ubicadas en nueve proteínas diferentes (incluidas aquellas
en las posiciones de los epítopos de las células B y T)
entre los virus del primer y segundo episodio, lo cual
podría conllevar que el virus sea menos susceptible a
la detección por lo anticuerpos generados en la primera infección. Por lo que Kai-Wang, et al. consideran que
las reinfecciones podrían deberse a infecciones de cepas de virus con secuencias genómicas diferentes entre la primera y la segunda infección55.
Así mismo, cuando analizaron los títulos de anticuerpos
durante la reinfección encontraron IgG de alta avidez y
títulos altos de anticuerpos neutralizantes, lo que sugiere
que la primera inmunización del primer episodio ha permitido una respuesta de anticuerpos más robusta durante el segundo episodio. Sin embargo, a medida que el
título de anticuerpos disminuye con el tiempo, una proporción creciente de pacientes que tuvieron COVID-19 se
volverían susceptibles a la reinfección56.
Esto es especialmente importante, ya que un caso de
reinfección reciente mostró que la reinfección puede ser
más grave que la primera infección, este caso se reportó por Tillett, et al. El paciente era un hombre de 25 años
del Estado de Nevada, sin trastornos inmunitarios conocidos, que tuvo una infección por SARS-CoV-2 confirmada por reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
en abril de 2020 (muestra A). Se recuperó en cuarentena, dando negativo por RT-PCR en dos momentos consecutivos a partir de entonces. Sin embargo, 48 días
después de la prueba inicial, el paciente volvió a dar
positivo mediante RT-PCR (muestra B). La secuenciación del genoma viral mostró que los especímenes A y
B pertenecían a la cepa viral 20C (predominantemente
observada en el norte de Nevada), sin embargo, las
secuencias del genoma de los aislados de la primera
infección (muestra A) y la reinfección (muestra B) diferían
significativamente, lo que reducía la posibilidad de que
el virus fuera de la misma infección. La reinfección por
SARS-CoV-2 resultó en una enfermedad más grave que
la primera infección, requiriendo soporte de oxígeno y
hospitalización, el paciente mostró anticuerpos positivos después de la reinfección, pero se desconoce si
tenía anticuerpos preexistentes después de la primera
infección57. De esta manera, consecutivamente se han
ido reportando los casos de reinfecciones donde la
cepa viral de SARS-CoV-2 y la respuesta inmunitaria
contribuyen a un mejor o peor pronóstico y recuperación del paciente.
Título de anticuerpos
Está claro que la mayoría de las personas infectadas
con SARS-CoV-2 muestran una respuesta de anticuerpos entre 10 y 14 días después de la infección. En algunos casos leves, la detección de anticuerpos requiere mucho tiempo después de los síntomas, y en un
pequeño número de casos los anticuerpos no se detectan en absoluto. Se sabe que los anticuerpos contra
otros coronavirus humanos disminuyen con el tiempo,
y hay algunos informes de reinfección con coronavirus
homólogos después de tan solo 80 días, por lo tanto,
la reinfección de casos de SARS-CoV-2 previamente
leves es una posibilidad realista que debe considerarse
en los modelos de posteriores olas y la era pospandémica. Además, las personas con títulos bajos de anticuerpos después de una enfermedad leve deben ser
objeto de seguimiento para detectar evidencia de reinfección y enfermedad recurrente mediante un monitoreo
clínico regular y detección de virus de diagnóstico por
RT-PCR. Si se detecta una reinfección, se deben establecer la carga viral en serie y las medidas del estado
de los anticuerpos en el momento de la reinfección. Es
posible y probable que los mecanismos de protección
por medio de la respuesta inmunitaria (memoria y células T citotóxicas) alteren el curso de la COVID-19 en la
97
Rev Esp Méd Quir. 2020;25
reinfección, ya sea disminuyendo los síntomas en ausencia de anticuerpos protectores o mejorando la infección al evadir la respuesta inmunitaria humoral subneutralizando los títulos de anticuerpos58 (Fig. 1 B y C).
Fondo genético
En diversos estudios se ha comenzado a analizar
cómo el fondo genético y las variantes en este pueden
asociarse al desarrollo o desenlace durante la infección
por SARS-CoV-2. Un estudio del consorcio GenOMICC, que incluye a 2,244 controles y pacientes COVID-19 en estado crítico, identifica tres nuevos locus
ubicados en los cromosomas 12, 19 y 2, con efectos
significativos en el estudio de genoma completo, además del locus de susceptibilidad en el cromosoma 359.
Por otro lado, uno de los estudios más interesantes
es el de Zerberg y Pääbo, del Instituto Max Planc, que
publicaron sus hallazgos referentes a que aquellas
variantes genéticas de protección frente al desarrollo
de COVID-19 severa están relacionadas con un haplotipo heredado por los neandertales. Los neandertales
y los denisovanos son grupos de homínidos arcaicos
que se extinguieron hace unos 40,000 años y tienen
un impacto biológico en la fisiología humana actual
por medio de contribuciones genéticas a las poblaciones humanas modernas que ocurrieron durante las
últimas decenas de miles de años de su existencia.
Varias de estas contribuciones afectan a genes involucrados en el sistema inmunitario, en particular las
variantes en locus que contienen genes involucrados
en la inmunidad innata60.
Al identificar haplotipos de alelos neandertales que
se segregan conjuntamente en los seres humanos que
viven hoy en día, encontramos un segmento similar al
neandertal de ~90 kilobases (kb) (chr12: 113,345,168113,435,449; hg19) que se superpone a la región genómica que alberga polimorfismos de nucleótido simple (SNP, por sus siglas en inglés) asociados con
COVID-19 grave. El alelo índice, es decir, el alelo neandertal con la mayor asociación con COVID-19 severa
(rs4766664), ocurre en todas las poblaciones de Eurasia y América en frecuencias que a menudo alcanzan
y superan el 30%50,61.
El haplotipo neandertal que protege frente a la COVID-19 severa se encuentra en una región del cromosoma 12 que contiene los tres genes OAS1, OAS2 y
OAS3, los cuales codifican a enzimas de oligoadenilato
sintetasas. Estas enzimas son inducidas por IFN y
98
activadas por ARN bicatenario, producen poliadenilatos
de cadena corta, que a su vez activan la ribonucleasa
L, que degrada el ARN intracelular, y activan otros mecanismos antivirales en las células infectadas. El alelo
más común en el SNP rs10774671 (T>A / T>G) afecta
el sitio de splicing de la transcripción OAS1 que produce una isoforma de proteína ancestral (p46), de tal
forma que se ha demostrado que la isoforma ancestral,
conservada en los neandertales, tiene una mayor actividad enzimática. Fuera de África, el alelo ancestral
solo está presente en individuos con el haplotipo neandertal, mientras que en África existe independientemente de este haplotipo, presumiblemente como una
variante genética heredada de los ancestros comunes
de los humanos modernos y neandertales que se perdió en la población humana moderna que abandonó
África. Además, las versiones neandertales de los genes OAS se expresan de manera diferente en respuesta a diferentes infecciones virales tanto en términos de
niveles de expresión como de formas de splicing alternativo. Por lo tanto, es muy posible que el locus de la
OEA haya estado sujeto a distintas presiones selectivas
de diferentes patógenos durante los cientos de miles
de años que los neandertales y los antepasados de
los
humanos modernos vivieron en Eurasia occidental y
África subsahariana, respectivamente60,61.
Conclusión
A lo largo de la historia de la humanidad diversas
enfermedades han ido de la mano con el movimiento
de las poblaciones, por lo que en el caso del SARSCoV-2 no es la excepción, de tal forma que la presión
evolutiva de dichos organismos desde el inicio ha generado la evolución de la respuesta inmunitaria, aunado a esto, el estilo de vida impacta en diversas formas
en el desarrollo de nuevas patologías.
La evidencia con que contamos actualmente con
respecto a la infección por SARS-CoV-2 nos indica la
relevancia que tiene no solo la pronta respuesta del
sistema inmunitario, sino la capacidad e intensidad
adecuada para montar una respuesta proporcionada,
sin embargo, hay diversos factores que influyen durante el desarrollo de la infección, como comorbilidades previas, edad, sexo, fondo genético (etnicidad) y
factores de determinantes sociales, entre otros.
La regulación de la respuesta inmunitaria está dada
tanto por la respuesta inmunitaria innata (citocinas, quimiocinas, macrófagos, células dendríticas, mastocitos,
M. Escamilla-Tilch, et al.: Respuesta inmunitaria ante SARS-CoV-2
monocitos y neutrófilos) como la respuesta adaptativa
(NK, linfocitos T y B), la autorregulación e intensidad de
ambas es necesaria para poder eliminar la infección,
esta deberá ser lo suficientemente intensa para generar
memoria, pero no daño.
Aún seguimos dilucidando el mecanismo inmunopatológico, los mecanismos de evasión al sistema
inmunitario por el SARS-CoV-2 y aquellas moléculas
involucradas que puedan ser usadas como blancos
terapéuticos e incluso los elementos necesarios para
mejorar las vacunas ya desarrolladas. Sin embargo,
por lo que conocemos hasta hoy, solo estamos en
el preámbulo de la historia de la pandemia de COVID-19.
Financiamiento
La presente investigación no ha recibido ninguna
beca específica de agencias de los sectores públicos,
comercial o sin ánimo de lucro.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener conflictos de interés
alguno.
Responsabilidades éticas
Protección de personas y animales. Los autores
declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de
trabajo sobre la publicación de datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores declaran que en este artículo no
aparecen datos de pacientes.
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