HISTORIA DE ROMA
DESDE SU FUNDACIÓN HASTA LA CAIDA DEL IMPERIO
ROMANO DE OCCIDENTE.
RECOPILACIÓN-RESUMEN DE LA HISTORIA DE ROMA DE JOSE
MANUEL ROLDÁN HERVÁS
Asunción Sarrió Sanchis
PREÁMBULO
“La historia de Roma duró más de 12 siglos y durante este tiempo conquistó las
riberas del Mediterráneo y se convirtió en el Estado más poderoso de la época. Desde el
punto de vista político Roma pasó por tres sistemas:
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La Monarquía: 753- 509 a. de C.
La República: 509-27 a. de C.
El Imperio: 27 a. de C.-476 “
El presente trabajo pretende sintetizar, esquematizar y razonar la evolución de
esta historia.
Para ello, me he basado en un texto universitario, “Historia de Roma de José
Manuel Roldán Hervás” y del soporte de internet con esquemas, mapas, podcasts y
conferencias en YouTube de profesionales especializados en la historia de Roma.
Si bien la finalidad suponía el estudio para una servidora, hago extensible mi
esfuerzo para todos los lectores y estudiosos que lo deseen.
(esta recopilación es producto de un estudio cotidiano desde julio de 2023 hasta abril de 2024)
Asunción Sarrió Sanchis
Licenciada en Geografía e Historia
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INDICE
HISTORIA DE ROMA
Tema I: La protohistoria de Roma (pág. 7)
I.- introducción
II.- Geografía de Italia
III.- Los pueblos itálicos
IV.- La colonización griega de Italia
V.- La historia etrusca
Tema II: Monarquía (pág.14)
I.- Orígenes de Roma
II.- La Roma Arcaica (800-575 a. de C.)
III.- La Roma etrusca: los últimos reyes
Tema III: Los comienzos de la República y el conflicto patricio-plebeyo (pág.18)
I.- Preámbulo
II.- El horizonte exterior romano en el siglo V a. de C.
III.- Primera mitad del siglo IV a. de C.: la anexión del Lacio
IV.- Conflicto patricio-plebeyo
Tema IV: El estado patricio-plebeyo y la conquista de Italia (pág.23)
I.- La nobilitas patricio-plebeya
II.- La conquista de Italia
Tema V: El estado patricio-plebeyo. Las instituciones (pág. 29)
I.- La sociedad patricio-plebeya
II.- Las instituciones políticas
III.- Organización de Italia
Tema VI: Roma y Cartago en el siglo III a. de C. Las dos primeras guerras púnicas (pág.33)
I.- El Mediterráneo Occidental a comienzos del siglo III a. de C.
II.- El estado cartaginés
III.- La primera guerra púnica (264-241 a. de C.)
IV.- Política exterior romana en el periodo de entreguerras (241-218 a.de C.)
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V.- La segunda guerra púnica (218-201 a. de C)
Tema VII: El imperialismo romano (pág. 44)
A.- Roma en el Mediterráneo Oriental
B.- Roma en el Mediterráneo Occidental
Tema VIII: Estado y sociedad en la época de expansión (pág. 51)
I.- Transformaciones políticas
II.- Transformaciones económicas y sus repercusiones sociales
Tema IX: La crisis revolucionaria de los Graco (pág. 59)
Preámbulo
I.- La época de Escipión Emiliano
II.- El tribunado de Tiberio Graco
III.- El tribunado de Cayo Graco
IV.- La política exterior en la época de los Graco
Tema X: Mario y el movimiento popular a finales del siglo II a. de C. (pág. 65)
I.- La vida política romana tras la muerte de Cayo Graco
II.- La política exterior. La cuestión de Yugurta
III.- Mario y las guerras exteriores de finales del siglo II a. de C.
IV.- La coyuntura política de finales del siglo II a. de C.
Tema XI: La época de Sila (pág.70)
I.- La cuestión de los aliados
II.- El problema de Asia
III.- La guerra de los aliados
IV.- el golpe de Estado de Sila
V.- El gobierno de Cinna
VI.- La guerra civil
VI.- La dictadura de Sila
Tema XII: La era de Pompeyo (pág. 78)
I.- La aristocracia postsilana. Pompeyo
II.- La rebelión de Lépido
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III.- La guerra en Hispania de Sertorio
IV.- la revuelta servil de Espartaco
V.- El consulado de Pompeyo y Craso
VI.- Los poderes extraordinarios de Pompeyo
VII.- La política romana en la década de los 60 a. de C.
VIII.- El consulado de Cesar
IX.- La conquista de La Galia
Tema XIII: La guerra civil y la monarquía de Cesar (pág. 87)
I.- El tribunado de Clodio
II.- Los acuerdos de Lucca
III.- Crisis institucional
IV.- Camino hacia la guerra civil
V.- Guerra civil
VI.- La dictadura de Cesar
VII.- Roma tras la muerte de Cesar
VIII.- La liquidación de la República
IX.- Antonio frente a Octavio
X.- Antonio y Cleopatra
Tema XIV: Augusto (pág. 97)
I.- Los poderes de Augusto
II.- Augusto y los estamentos privilegiados de la sociedad
III.- La obra administrativa
IV.- Las reformas financieras
V.- Augusto y el Imperio
VI.- Religión, Arte, Literatura: el siglo de Augusto
VII.- La sucesión de Augusto
Tema XV: La Dinastía Julio-Claudia (pág. 107)
I.- Preámbulo
II.- Tiberio: 14-37
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III.- Calígula: 37-41
IV.- Claudio: 41-54
V.- Nerón: 54-68
Tema XVI: Los Flavios: 68-96 (pág. 118)
I.- El año de los cuatro emperadores
II.- Vespasiano. 69-79
III.- Tito: 79-81
III.- Domiciano: 81-96
Tema XVII: el Principado adoptivo (pág. 127)
I.- Preámbulo
II.- Nerva: 96-98
III.- Trajano: 98-117
IV.- Adriano: 117-138
V.- Antonino Pío: 138-161
VI.- Marco Aurelio: 161-180
VII.- Cómodo: 180-192
Tema XVIII: Los siglos I y II: estructuras socioeconómicas (pág. 143)
I.- Introducción
II.- La estructura social
III.- La ciudad y la vida urbana
IV.- Las condiciones económicas
Tema XIX: Los siglos I y II: cultura y religión (pág. 149)
i.- La cultura
II.- La religión romana
Tema XX: La Dinastía de los Severos: 192-235 (pág. 151)
I.- Introducción
II.- Guerra civil: 193-197
III.- Septimio Severo: 197-211
IV.- Caracalla: 211-217
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V.- Macrino: 217-218
VI.- Heliogábalo: 218-222
VII.- Severo Alejandro: 222-235
Tema XXI: La crisis de siglo III: 235-285 (pág. 162)
I.- Introducción
II.- El periodo de los Gordianos y la anarquía militar
III.- La culminación de la crisis: Valeriano y Galieno: 253-268
IV.- Los emperadores Ilirios: 268-284
V.- Las transformaciones económicas del siglo III
VI.- Cultura y religión en la crisis del siglo III
Tema XXII: Diocleciano y la reforma del Imperio (pág. 175)
I.- Introducción
II.- La Tetrarquía
III.- La sucesión de Diocleciano y la disolución del sistema Tretárquico
IV.- Las grandes reformas del estado
Tema XXIII: Constantino y la Dinastía Constantiniana (pág. 181)
I.- El edicto de Milán y las primeras medidas religiosas
II.- La concepción Constantiniana del poder imperial
III.- Las reformas de Constantino
IV.- La política económica de Constantino
V.- Los hijos de Constantino
VI.- Juliano el apóstata: 361-363
Tema XXIV: Los Valentinianos y Teodosio. El fin del Imperio romano de Occidente (190)
I.- Joviano
II.- La dinastía Valentiniana: Valentiniano: 364-375 y Valente: 364-379
III.- Teodosio: 379-395
IV.- La división del Imperio
V.- La desintegración del Imperio romano de Occidente.
Esquema historia de Roma (pág. 196)- Epilogo (pág. 200)- Bibliografía (pág.201)
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HISTORIA DE ROMA
TEMA 1
LA PROTOHISTORIA DE ROMA
I.- Introducción
La historia de Roma no puede prescindir de un capitulo previo que tenga en
cuenta tanto los factores geográficos, como las etapas constitutivas de los pueblos y
culturas en los que se inserta el origen y muchos de los rasgos típicos de la ciudad del
Tíber.
II.- Geografía de Italia
La geografía de Italia consta de dos partes muy diferenciadas:
A) La Italia continental, al norte, entre los Alpes y los Apeninos. Se extiende unos
500 Km. de E a O, y 120 de Norte a Sur y su núcleo fundamental lo constituye
el Valle del Po, cuyos numerosos afluentes forman una cuenca, rica en tierras
de cultivo.
B) La Italia peninsular, estrecha y alargada, de unos 1.100 Km. de largo y 120 de
ancho, está recorrida en toda su expansión por la espina dorsal montañosa
de los Apeninos.
III.- Los pueblos itálicos
A partir del siglo VIII a. de C., es posible individualizar en Italia una serie de
pueblos con rasgos culturales y lingüísticos precisos.
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Los ligures en el Norte, costa tirrena, entre el Arno y el Ródano que, presionados
por otros pueblos, quedaron restringidos a las regiones montañosas de los Alpes
y del Apenino Septentrional.
Los vénetos, población claramente indoeuropea, ocupaban el ámbito
nororiental, con fachada al Adriático, en la región de Venecia, a la que dieron
nombre.
Etruscos: en el centro de Italia, en la región entre el Arno y el Tíber, que mira
hacia el mar Tirreno.
Itálicos: poblaciones del resto de la península. Tienen en común la utilización de
lenguas de tipo indoeuropeo agrupadas en dos familias:
a) Pueblo latino: asentado en la llanura del Lacio y en el curso bajo del
Tíber y la pequeña comunidad “falisca”, en la orilla derecha del río.
b) Poblaciones extendidas a lo largo de la cadena apenínica, por toda la
península. Eran poblaciones montañesas dedicadas al pastoreo
trashumante y poco estables. La más importante en extensión y en
historia es la samnita. Alrededor del Lacio se individualizan los grupos
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de marsos, ecuos, volscos, sabinos y bérnicos y al norte de ellos, los
umbros. En la costa adriática, del norte al sur, se desplegaban los
pueblos: los picenos, apulios, yápigos y mesapios.
Sobre este fragmentado y heterogéneo mapa etnolingüístico, a partir
del siglo VIII a. de C. ejercerán una profunda influencia cultural,
etruscos y griegos.
Galos: las últimas migraciones en Italia llegaron desde los Alpes occidentales, en
el s. VI a. de C. Se trataba de poblaciones celtas, a las que los romanos llamaron
Galos.
Italia como concepto geográfico, hasta el siglo I a. de C., solo abarcaba parte de
la península italiana. Excluía la llanura del Po y el territorio hasta los Alpes, como
las islas de Sicilia y Cerdeña.
IV.- La colonización griega en Italia
La presencia de griegos en Italia es consecuencia del vasto movimiento de
colonización que, entre los siglos VIII y V a. de C. abarcó a todas las costas del
Mediterráneo. La colonia más antigua de Italia es Cumas, al norte de Nápoles (770 a. de
C.), fundada por los calcidios, que trataron de asegurarse el monopolio de las riquezas
metalúrgicas de Etruria, mediante el control de las rutas que conducían a estas riquezas.
Así, establecieron otros puntos de apoyo a lo largo de la costa tirrena y oriental siciliana,
que sirvieron de intercambio en el tráfico comercial entre Italia y Grecia.
Los griegos fueron fundando colonias por las costas sicilianas y la Italia
meridional hasta transformar estas regiones en una nueva Grecia, la Magna Grecia.
La aportación de éstos “griegos occidentales” para el desarrollo histórico de Italia
se cumplió. Sus huellas se aprecian en las instituciones político-sociales, como la
concepción de la “polis”, con la extensión del cultivo de la vid. La influencia griega
alcanzó a amplias regiones de Italia a través de los etruscos.
V.- La historia Etrusca
La explotación y tráfico del abundante metal, cobre y hierro, de la Toscana,
explica que las ciudades etruscas estuvieran pronto en condiciones de competir en el
mar con los pueblos colonizadores del Mediterráneo occidental: fenicios, sustituidos a
partir del s. VI a. de C. por los cartagineses y griegos, mientras extendían por el interior
de la península sus intereses políticos y económicos fuera de sus propias fronteras.
La presencia etrusca en el Tirreno chocó con los intereses de los griegos, que
también buscaban una expansión por el Mediterráneo occidental, y condujo a un
conflicto abierto cuando, en el siglo VI a. de C., grupos griegos, procedentes de Focea,
fundaron centros en las costas de Francia, Cataluña y Córcega, de los que Massalia
(Marsella) sería el más importante. Esta presencia griega en el ámbito de acción etrusco,
llevó a un entendimiento entre etruscos y cartagineses, a lo que, en otros radios de
acción, también estorbaba la actividad griega.
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Paralelamente, los etruscos se expandieron por el sur llegando hasta las fértiles
tierras de Campania, donde fundaron nuevas ciudades como Capua, Pompeya, Nola.
También extendieron su influencia sobre el Lacio, en puntos estratégicos como
Tusculum, Praeneste y Roma que, tras la influencia, pasaron de ser simples aldeas a
convertirse en incipientes ciudades.
Por el norte, la expansión llevó a los etruscos por la llanura del Po, fundando
ciudades como: Mantua, Plasencia, Módena, Rávena, Bolonia y Spina.
Pero, en la primera mitad del s. V a. de C. comenzó la decadencia etrusca. Las
ciudades griegas de Italia y Sicilia, vencieron al gran aliado etrusco, Cartago, en Himera
(480 a. de C.), y se dispusieron a luchar contra la competencia etrusca. El tirano de
Siracusa, Hierón, derrotó a los etruscos en aguas de Cumas, lo que significó el
desmoronamiento de la influencia etrusca sobre las ciudades latinas, Roma entre ellas,
se debilitó, y, en la Campania, el vacío dejado por la debilidad etrusca fue aprovechado
por oscos y samnitas (pueblos del interior) que ocuparon la fértil llanura.
Mas tarde, a comienzos del siglo IV a de C., la invasión de los galos puso fin a la
influencia de los etruscos en el valle del Po y la costa adriática. Por esta época, ya habían
comenzado los conflictos con la vecina Roma, que fue anexionando una a una las
ciudades etruscas.
Cien años después, toda Etruria había perdido su independencia y a comienzos
del s. I a de C. Roma anexionó todo el territorio etrusco, que fue perdiendo su identidad
cultural y olvidó incluso su lengua, suplementada por el latín.
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Mapa físico de Italia
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Siglo V a. de C.
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TEMA II
MONARQUIA
I.- Orígenes de Roma
La llanura del Lacio se extiende frente a la costa tirrena, limitada al norte por los
ríos Tíber y Anio y, al sur, por el promontorio del Circeo. Los montes albanos constituyen
el centro de la región y constituyen un cruce de caminos: unía los Apeninos con el mar
y comunicaba, a través del valle del Tíber, Etruria con Campania.
El sitio de Roma se levanta en el extremo NO del Lacio, en su frontera con Etruria,
marcada por el Tíber, a unos 25 Km. de la costa. El río excava su curso en un conjunto
de colinas, de las que destaca el Palatino, frente a una isla, que permite el vado del río
y constituye, por ello, el paso natural entre Etruria y Campania.
El problema de los orígenes de Roma se centra en el proceso de transformación
de las primitivas aldeas de las colinas en un aglutinamiento urbano. En este proceso se
encuentra el germen de la organización político-social de Roma y la explicación de
muchas de sus más genuinas instituciones.
La tradición legendaria apunta al troyano Eneas, colonizador del Lacio y a
Rómulo, fundador de la ciudad romana.
II.- La Roma Arcaica (800- 575 a. de C.)
Durante el siglo VIII a. de C. solo aparecen habitadas algunas de las colinas:
Palatina, Esquilino, Quirinal y, quizás Celio. Posteriormente la población se extiende al
resto de las colinas y a los valles intermedios. Paralelamente, las antiguas chozas de
barro se transforman en casas y se organiza la ciudad, mediante un sinecismo de las
aldeas en torno al foro.
II.-A) La Monarquía Preurbana
Según la tradición, Roma estuvo gobernada por siete reyes durante un periodo
de alrededor de 25 años, desde la fundación de la ciudad en 753 a. de C. hasta la
instauración de la República en 509 a. de C. Un lapso de tiempo excesivamente largo
para considerarlo digno de crédito. Sin duda, los reyes romanos fueron más de siete.
Rómulo, es, sin más, una creación legendaria, al que se le atribuye la conducción de una
guerra contra los vecinos, los Sabinos; Numa Pompilio, Tulo Hostilio, Anco Marcio
(constructor del primer puente sobre el Tíber, así como el primer puerto).
Los tres últimos reyes, Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio,
señalan un cambio decisivo en la historia de la Roma Arcaica: “la entronización de
monarcas que la tradición considera etruscos, a finales del siglo VIII a. de C., y la
definitiva urbanización de la ciudad”.
II.-B) Instituciones Sociales
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Gens y familia: la organización de la Roma primitiva es gentilicia. Sus elementos
originales básicos, la gens y la familia, constituyen el núcleo de la sociedad y se
corresponden con los dos elementos esenciales de distribución de la población,
la aldea y la choza.
Cada Gens constaba de un núcleo indeterminado de familias. Por ejemplo, Publio
Cornelio Escipión, un individuo llamado Publio, de la Gens Cornelia, de la familia
Escipiones
El núcleo familiar era de carácter patriarcal y estaba dominado por la figura del
“páter familias”, a cuya autoridad estaban sometidos los individuos y también
todo aquello que se encontraba bajo su dependencia económica: esposa, hijos,
esclavos, bienes inmuebles, ganado…
La clientela: en la gens se incluía una verdadera clase de sometidos, los clientes,
individuos con una serie de obligaciones frente al “patronus”, pero asistidos a
través de un vínculo recíproco de fidelidad. La defensa y asistencia al cliente por
parte del patrono, estaba contrarrestada por la obligación de obediencia al
cliente. La base de relación era económica.
II.-C) Ordenamientos políticos
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El rey: la institución fundamental es la monarquía. El rey es aconsejado por los
jefes de los grupos gentilicios y familiares, que, reunidos en el Senado,
constituían el consejo real.
El Senado: originariamente constituían el Senado los “patres familiae”, el
principio de selección, el de la edad, los más ancianos, “patres seniores”
(sinónimo de senes=anciano), de dónde procede el nombre de “senatores”.
Con la aparición de la propiedad privada y la diferenciación social, los más ricos,
los “patres seniores” de las clases altas, exigieron el privilegio exclusivo de ser
senadores.
Los hijos de los senadores, de los patres, fueron llamados “patricios” y llenaban
los huecos producidos en el Senado. Así surgieron las “gentes patriciae”, el
patriciado romano.
La competencia de este Senado primitivo, era asesorar al rey y discutir
problemas de culto y de seguridad común.
Las Curias: junto al Senado, la comunidad romana se organizó sobre la base de
las curias (reunión de varones). Tenían un papel económico ligado a la propiedad
inmueble y eran las detentadoras de la propiedad comunal. También sirvieron
para fines militares, como base de reclutamiento y como unidades tácticas.
Las antiguas curias perdieron su primitivo carácter y se convirtieron en divisiones
artificiales, de índole exclusivamente territorial, cuya función era servir como
cuadros de la leva.
El cuerpo político romano fue dividido en tres tribus. A cada una le fueron
adscritas 10 curias, con un total de 30. En caso de necesidad militar, cada curia
debía proporcionar 100 infantes y 10 jinetes. Resultaba así, un ejército de 3.000
infantes y 300 jinetes, en unidades de 1.100 hombres, dirigidos por el rey o por
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dos lugartenientes,” el magister populi”, para la infantería, y “el magister
equitum” para la caballería.
Las curias cumplían también un papel político. Sus miembros cumplían la función
de proclamar la entronización del rey y ratificar a los magistrados elegidos por
él.
III.- La Roma Etrusca: los últimos reyes
A partir finales del siglo VII a. de C., la presencia de elementos etruscos es tan
intensa que se podía hablar de una etrusquización de la cultura lacial. Roma, ciudad
latina, no es una excepción en este proceso, se considera que la ciudad había sido
conquistada por los etruscos, pero la investigación actual niega el sometimiento del
Lacio por los etruscos. Roma continúa siendo una ciudad latina, cuya personalidad no
quedó ahogada por las fuertes influencias etruscas, sino que, precisamente de ellas,
sacó nuevas fuerzas que contribuyeron a desarrollar su propia identidad.
El desarrollo económico de Roma puede comprenderse por la inclusión en la vía
de tránsito de los dos pueblos más desarrollados de Italia, etruscos y griegos, y en la
transformación de la ciudad en un centro comercial de redistribución de productos.
La consecuencia de la transformación económica es la etapa de urbanización de
la ciudad. El irregular asentamiento aldeano se transformó de manera radical, a partir
del 600 a. de C. aproximadamente, en una ciudad conforme a una planificación
urbanística, dotada de calles regulares y de importantes obras públicas y edificios
monumentales, como la muralla defensiva, “el muro serviano”, el Foro Boario, los
templos de Vesta, Fortuna o el monumental de Júpiter, en el Capitolio. La ciudad se
organizó en torno al foro, depresión entre colinas, saneado con obras de canalización
subterránea, como la famosa “cloaca máxima”. El foro se convirtió en el centro político
y comercial de la urbs.
Junto a la transformación material que significa la urbanización de las aldeas y la
aparición de edificios públicos, los poderes públicos tratan de proteger al individuo
como ciudadano. Con ello, se produce un cambio fundamental en la propia institución
monárquica. El poder del rey pierde su carácter sacral y se fundamenta en la fuerza, en
detrimento del papel del Estado.
El rey tiene en cuenta las aspiraciones y los intereses de individuos y familias
menos poderosas económicamente.
En resumen, se inicia, a partir del siglo VI a. de C., el proceso de constitución de
un Estado unitario en el marco de la ciudad, bajo la autoridad del rey, en detrimento de
la primitiva organización gentilicia.
Este proceso ha quedado reflejado en los relatos que la tradición ha conservado
sobre los tres últimos reyes romanos.
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Tarquinio Prisco: a este rey, procedente de la etrusca Tarquinea, que, emigrado
a Roma, fue aceptado en el patriciado y elegido rey, se le atribuye una política
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de conquista. Reformó el ejército al duplicar el número de reclutas, 6.000
infantes y 600 jinetes.
También incrementó el número de senadores, 300 miembros, con la inclusión de
los “patres minorum gentium”, personajes ajenos al patriciado tradicional, más
favorables a los planteamientos políticos del monarca. Con ello, Prisco se
enfrentó a la aristocracia patricia, motivo por el cual fue asesinado por un
aristócrata.
Servio Tulio: se le atribuyen iniciativas político-institucionales, como “la
Constitución Serviana”, creación de distritos territoriales que suplantan a las
antiguas tribus, como base de la organización político-social de la población
romana, y el perfeccionamiento de la organización militar, a través del
ordenamiento centuriado de base timocrática, es decir, fundamentado en la
distinta capacidad económica de los ciudadanos.
La constitución centuriada se basaba en una mera distribución de los ciudadanos
en dos categorías:” classis e infra classis”, según sus medios de fortuna, divididos
en “centuriae”. Se trataba de una organización militar: los ciudadanos
contribuían con sus propios recursos a la formación del ejército, y, de acuerdo
con su fortuna, se les exigía un armamento determinado. Quedó así constituido
un ejército compuesto por:
Un núcleo de infantería pesada, “la classis”, articulado en 60 centurias,
base de la legión romana.
En caso de necesidad, era apoyado por contingentes provistos de
armamento ligero, reclutados entre los “infra classene”.
Por encima de “la classis”, existían 18 centurias de caballería, “los supra
classen, designados por el rey entre la aristocracia.
Tarquinio el soberbio: aparece como el paradigma de todos los vicios y
crueldades, como un tirano, que, con sus injusticias y crímenes, concitó tal odio
hacia la institución de la realeza que Roma prescindió de ella a lo largo de toda
su historia.
A él se le atribuye la construcción del monumental templo de Júpiter sobre el
Capitolio, o la extensión de los intereses comerciales de Roma en el mar Tirreno,
que documenta el tratado firmado en 509 a. de C. con la potencia marítima de
Cartago.
Al destronamiento de Tarquinio siguió la abolición de la monarquía y su
sustitución por una nueva forma de gobierno: “la res pública”.
…………………………………………………………………………………………………………………………..
Youtube: los etruscos: realidad y misterio de una civilización. Raíces de Europa,
Miguel Ángel Novillos
https://www.youtube.com/watch?v=Uv-Rf9ELE7A&list=PLt48uSGdBnbupO5nHouDGHwpKtqNy7H9&index=11
Podcast:
ht ://canal.uned.es/video/5a6f33e1b1111fb50f8b587f : Los orígenes de
Roma; podcast
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TEMA 3
LOS COMIENZOS DE LA REPÚBLICA Y EL CONFLICTO PATRICIO-PLEBEYO
I.-Preámbulo
La fecha 509 a. de C. marca la creación de un nuevo orden constitucional.
Los primeros tiempos de la República se polarizan en tres grupos de hechos
íntimamente concatenados:
1. En el exterior: la lenta y progresiva extensión del dominio de Roma en Italia.
2. En el interior: el conflicto entre los dos órdenes en que se dividía la población
romana, patricios y plebeyos.
3. Paralelamente, la creación y evolución de las instituciones romanas.
II.-El horizonte exterior romano en el siglo V a. de C.
Hacia el 505 o 504 a. de C. la dinastía reinante en Roma fue expulsada por
Porsenna, rey, que intentó extender su dominio tanto sobre el Lacio, frente a la Liga
Latina, como sobre Campania, frente a las ciudades griegas, entre las que destacaba
Cumas.
La desaparición de Porsenna dejó enfrentada a Roma con el conjunto de la Liga
Latina.
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El “foendus Cassianum”: la liga de los treinta populi latinos llegó a la
confrontación contra el ejército romano, que acabó con la épica victoria de Roma
cerca del lago Régilo (499 a. de C.). En realidad, la victoria no fue tan decisiva,
puesto que Roma hubo de suscribir un pacto, “el foendus Cassianum”, mediante
el cual entró a formar parte de la Liga (493 a. de C.) como un miembro más.
Largas y complicadas guerras contra ecuos y volscos se prolongaron durante todo
el s. V a. de C., pero al empezar el s. IV a. de C., Roma y la Liga dominaron a estos
pueblos y dejaron de representar un problema
Los sabinos realizaban infiltraciones con algún proceso bélico en territorio
romano. A mitad del s. V a. de C., la extensión de Roma por territorio sabino y la
firma de acuerdos, relativos al derecho de trashumancia y al comercio de la sal,
liquidaron el problema, hasta la anexión del espacio sabino por Roma, siglo y
medio más tarde.
La actividad militar de la Liga se completó con la fundación de colonias. Éstas,
una vez asentadas se transformaban en comunidades soberanas y miembros de
pleno derecho de la Liga. La tradición analística presenta a Roma como
fundadora de estas colonias.
Roma llevó a cabo, durante el s. V a. de C. una doble política de colaboración con
la Liga, por un lado, y de expansión independiente, por otro, en espacios ajenos
a los intereses latinos, que la robustecían y colocarían en posición ventajosa
frente al resto de las ciudades del Lacio.
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Veyes (Veii), a 17 Km de Roma, era una ciudad etrusca aún poderosa, cuyo
territorio se extendía hasta el Tíber. La vecindad de las dos ciudades hizo crecer
la enemistad por el interés de ambas en el monopolio de la explotación de las
salinas del Tíber y el control de la ruta del tráfico de este vital producto, la “vía
salaria”.
La guerra contra Veyes fue un conflicto centenario. Roma consiguió la conquista
de las salinas, asedió a la propia Veyes que cayó en el 396 a. de C.
Con la anexión de Veyes, Roma duplicaba su territorio. La conquista no solo
proporcionó un importante botín, sino un extenso reparto de tierras cultivables,
que, una vez parceladas, fueron asignadas a ciudadanos romanos a título
individual.
Así, a comienzos del s. IV a. de C. Roma era la más poderosa ciudad del Lacio,
pero iba a ponerse en entredicho como consecuencia de la invasión gala.
III.- La primera mitad del s. IV a. de C.: la anexión del Lacio
Los celtas o galos, pueblos nómadas originarios de la Europa central, se habían
ido extendiendo desde finales del s. VII a. de C. por el valle del Po, donde terminaron
por instalarse, convirtiendo la llanura de este río en la “Galia Cisalpina”.
A comienzos del s. IV a. de C. iniciaron una serie de incursiones en el interior de
Italia, cuya meta era el saqueo. Así, en el 390 o 387 una banda de galos se aproximó a
Roma, las fuerzas romanas que les salieron al paso, fueron derrotadas y la ciudad
devastada, excepto la fortaleza del Capitolio. Finalmente, los galos se retiraron, contra
el pago de un fuerte rescate y cargados de botín. Según la tradición, cuando
abandonaron Roma, fueron sorprendidos por el dictador Camilo y derrotados.
Al mismo tiempo que ocurría el ataque galo, una confederación de ciudades de
la Liga, ecuos, volscos y hénicos, se enfrentó a Roma. Ésta, acorralada en el Lacio, firmó
un acuerdo con Cartago, suponiendo ello, una enemistad con los griegos.
Por otra parte, los pueblos del Apenino meridional, comenzaron una actividad
migratoria a la fértil llanura de Campania. Mientras, en el corazón del Apenino, el
Samnio (los samnitas) se expandían por el sur de Italia. Roma pactó un tratado con los
samnitas en el 354 a. de C.
Así, durante medio siglo hubo guerras, ataques y contrataques que enfrentaron
a Roma con ecuos, volscos, hérnicos, etruscos, latinos, galos y campanos.
Los acuerdos firmados por Roma con cartagineses y samnitas y la decidida
voluntad de extender sus intereses en Campania, hicieron comprender a los Latinos que
la política seguida por los romanos solo perseguía suprimir la propia independencia del
Lacio. La inmensa confederación se unió entonces contra Roma. Roma derrotó a la
coalición en 340 a. de C. y después de tres años de guerra, acabaron con la resistencia
latina (338 a. de C.).
Roma, así robustecida, fundó las primeras colonias de ciudadanos romanos en la
costa, Ostia, Antium y Tarracina.
19
IV.- El conflicto patricio-plebeyo
La historia interna de Roma, durante el s. V y parte del siguiente, bascula sobre
el conflicto entre patricios y plebeyos.
A partir de la segunda mitad del s. VIII a. de C., durante la época monárquica, se
produjo el proceso de formación del patriciado cuando un grupo de familias logró
monopolizar el primitivo derecho consuetudinario, la dirección religiosa y la mayor parte
de la propiedad inmueble.
Estas familias de “patricis” fueron destacándose del resto de la población libre,
“la plebs” (la muchedumbre).
Hacia el 486 a. de C., tras la victoria del lago Régilo y la firma del “foendus
Cassianum”, las familias patricias se reservaron el monopolio de todos los hilos
importantes de la vida pública, a través de su pertenencia a un determinado número de
“gentes”.
Así, a la cabeza del Estado se colocó el antiguo Consejo Real, el Senado, como
órgano permanente de la oligarquía, cuyos miembros, “los patres”, ejercían la
soberanía.
Pero, si el patriciado detentaba el monopolio del gobierno, el Estado necesitaba
de la “classis”, es decir, de los plebeyos para servir en los cuadros del ejército.
Comparativamente los patricios ejercían el poder en todos los órdenes: en
protección de dioses, en la justicia, en asuntos económicos, en la posesión de territorios
propiedad del Estado.
La plebe luchaba por conseguir más derechos. La secessio del 494 en la que se
logra instituciones plebeyas: se concede a los plebeyos, magistrados propios (nacen de
una fracción de propietarios plebeyos que servía al ejército). Ésta lucha queda reflejada
en los siguientes hechos:
•
•
Los tribunos de la plebe, al principio en número de dos, para luego ampliarse
hasta quedar fijado en diez. El tribuno tenía el derecho y la obligación de
proteger al plebeyo, condenado por la justicia patricia.
Los ediles plebeyos o custodios del templo (aedes), sus funciones eran las de
tesoreros del templo, administradores de sus bienes y conservadores del
archivo plebeyo que allí se custodiaba. En el 471 se organizó una asamblea
exclusivamente plebeya, “el concilium plebis”, se utilizó el ordenamiento
censitario de la población romana de acuerdo con su domicilio.
Con esta organización, la plebe, a través de sus representantes, los tribunos,
continuó presionando para intentar acabar con el ilimitado poder del gobierno
aristocrático.
En el 451 a. de C. se hizo cargo del gobierno un colegio de diez personajes, los
decenviros, todos patricios, que, suspendido el orden constitucional vigente, tomaron
20
en sus manos la dirección del Estado con la tarea de recopilar el derecho por escrito en
el plazo de un año. Su trabajo quedó plasmado en diez tablas de leyes.
Los decenviros, calificados de tiranos, fueron depuestos y castigados y se
restituyó la magistratura consular con el nombramiento de Lucio Valerio y Marco
Horacio, en el 449 a. de C. Los cónsules dieron publicidad a las diez tablas y a dos más,
las doce tablas: la primera codificación legal de la historia romana que constituía “la
fuente de todo el derecho público y privado”. En su conjunto, la legislación, que incluye
normas de derecho procesal, familiar, de sucesiones, de propiedad, penal y público,
retrata el ambiente agrícola, en una época de precarios medios, que obliga a endurecer,
sobre todo, las sanciones contra la propiedad y que era especialmente severa en la
cuestión de las deudas. Solo una de las leyes hacía referencia al conflicto patricioplebeyo, la que prohibía los matrimonios mixtos.
El valor de las doce tablas es haber abierto el camino al reconocimiento por
escrito de la igualdad.
Pero esta victoria patricia fue efímera. Durante los siguientes decenios, la alta
magistratura sufre una serie de vicisitudes que demuestran un periodo de inestabilidad
y de violentas luchas.
La censura de los “tribunos militares” fue sedimentándose en sus 80 años de
vigencia. El número originario de tres pasó, en el 424 a cuatro, para quedar
definitivamente fijado en seis a finales de siglo.
Las leyes Liciniae-Sextiae: las reivindicaciones plebeyas que alcanzaron su punto
culminante en la década que comienza en el 376, este año fueron elegidos tribunos de
la plebe Cayo Licinio Estolón y Lucio Sextio y se aprobaron sus propuestas, que eran las
siguientes:
•
•
•
•
Se impedía la ocupación de más de 125 hectáreas de tierras propiedad del
Estado. Esta limitación favorecía una mejor distribución de la tierra, abriendo la
ocupación a la plebe
En el 367, referente a las deudas, admitía el reembolso del capital a plazos, en
un periodo de tres años, y en el 326 se suprimía la esclavitud por deudas. Pero
este problema renacerá a lo largo de la República.
Cónsules plebeyos: se reservaba a los plebeyos uno de los dos puestos
La Lex Hortensia, en el 287, se considera como el punto final del conflicto patricio
plebeyo.
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22
TEMA 4
EL ESTADO PATRICIO-PLEBEYO Y LA CONQUISTA DE ITALIA
I.- La nobilitas patricio-plebeyo
Tras las leyes Licinio-Sextias del 367 a. de C., para acceder a la dirección del
Estado, se dejan las puertas abiertas a una dirección nueva, mezcla de patricios y
plebeyos.
El siglo siguiente a la legislación del 367 a. de C., representa en la historia de
Roma la época de formación de la llamada “nobilitas” y la definitiva anexión de Italia.
La nobilitas, la nueva nobleza patricio-plebeya que sustituye a la antigua
aristocracia, comprende las familias que cuentan entre sus miembros con alguno que
haya alcanzado una alta magistratura: consulado, premura o censura.
La sociedad romana experimenta una fase de estabilización y apaciguamiento.
Contempla un robustecimiento del pequeño y mediano campesinado.
La solución de los problemas internos propulsó una activa política exterior y se
decidió por la vía de la expansión.
El estado patricio del siglo V había practicado una política exterior cuya meta
eran las tierras cultivables. Los dirigentes patricio-plebeyos pondrán sus metas hacia
Campania, intentando con ello acceder a una de las regiones más avanzadas
económicamente de Italia, abierta a las productivas actividades mercantiles e
industriales del Mediterráneo, de base monetaria.
Frente al complejo mundo de negocios de Campania y la Magna Grecia, Roma
que ni siquiera utilizaba la moneda en sus transacciones, para la que se servía de trozos
de metal, sin valor fijo, al contactar con los ambientes más desarrollados del sur de Italia,
propició la introducción en Roma de la economía monetaria. La moneda se convirtió en
un instrumento económico imprescindible, que dio un decidido impulso a las
transacciones mercantiles.
Así, el estado romano entre la mitad del siglo IV y la mitad del s. III a. de C.,
distingue dos grupos de tareas que harían la fortuna de Roma. El grupo más
emprendedor estaba interesado en una política de expansión hacia el sur, donde se
encontraban los nuevos medios de riqueza y las aristocracias mercantiles de Campania.
Otro grupo ponía su interés en la economía agraria y su interés se dirigía hacia el centro
y norte de la península.
Apio Claudio el Censor realizó unas profundas transformaciones en los ámbitos
constitucional de la Roma de finales del s. IV a. de C.
Dos son las reformas de Apio Claudio: la confección de la lista de senadores, de
los cónsules a los censores, en la que Claudio incluyó en ella incluso hijos de libertos, es
decir, de antiguos esclavos. La segunda medida, la organización de los comicios por
tribus. El espacio romano, en esta época, estaba dividido en 31 tribus territoriales, 4
23
urbanas y 27 rústicas, que daban absoluta mayoría en las votaciones al campo sobre la
ciudad. La reforma de Claudio consistió en autorizar a la plebe urbana a inscribirse en
cualquiera de las 31 tribus. Con ello se favorecía a los no propietarios frente al
campesinado y, por tanto, beneficiaba a los detentadores de capital mobiliario.
También la censura de Claudio estuvo acompañada de un importante programa
de obras públicas. Se construyeron el primer acueducto que dispondrá Roma (aqua
Claudia), la vía importante de comunicación entre la ciudad y Capua (la famosa vía Apia).
Con ello se resumen dos campos de interés: intentar el bienestar de la población urbana
de Roma y buscar el contacto con el mundo de negocios de Campania.
El ejército: todo ciudadano entre 17 y 60 años era potencialmente un soldado.
El pueblo romano se distribuye en 5 clases de ciudadanos con capacidad de llevar
armas, según su fortuna personal, y una “no armada”, la de los “proletaris”, excluida del
servicio militar por su carencia de medios económicos.
La Legión: compuesta de 4.000 hombres, articulados en centurias de 60
soldados. Pero su capacidad restringida de maniobra en terrenos abruptos contra
enemigos más móviles, como en el caso de las guerras samnitas, dio lugar a la
introducción del ordenamiento “manipular”.
La táctica manipular: la legión fue dividida en unidades tácticas menores,
llamadas “manípulos” que permitían un despliegue en forma de tablero de ajedrez, más
flexible y articulado. Desde entonces, la legión estuvo compuesta de 30 manípulos, cada
uno compuesto de 120 hombres, formados en 3 líneas:
•
•
•
1ª línea: infantería pesada con yelmo, coraza, escudo, espinilleras, dos jabalinas
y una espada.
2ª línea: armada casi igual a la 1ª, servía de refuerzo.
3ª línea: armamento ligero, era de reserva y apoyaba en la batalla
Cada legión, además, contaba con un cuerpo de 300 jinetes.
El mando: los cónsules, pretores y excepcionalmente el dictador. Los
comandantes estaban asistidos por los “tribuni militum”, (6 por cada legión) y por
los “centuriones”, al mando de las correspondientes centurias.
II.- La conquista de Italia
II.-A) Las guerras Samnitas:
La confederación Samnita, establecida en un territorio casi inaccesible y con un
potencial militar respetable, aspiraba al control de la fértil llanura campana.
La 1ª guerra samnita: Roma había establecido un tratado en el 354 a. de C. con
la confederación samnita para hacer frente a la Liga Latina, pero el interés común por el
acceso a Campania, enfrentó a los dos aliados. La ciudad de Capua, presionada por los
samnitas, pidió ayuda a Roma. Las hostilidades duraron tres años (343-341), cesando
tras un acuerdo que permitió a Roma afirmarse en el Lacio.
24
La 2ª guerra samnita: Nápoles, el último refugio de la cultura griega en Campania,
se encontraba dividida entre dos partidos opuestos, unos apelaban a los samnitas, otros
a Roma. Se desarrolló la guerra entre 326-304 a. de C. siendo un periodo incesante de
conflictos armados, tanto como la 3ª guerra (298-290 a. de C.), con pausas cortas. Su
consecuencia final será la hegemonía de Roma sobre el conjunto de Italia.
La 3ª guerra samnita (298-290 a. de C.): los samnitas coaligaron con todas las
fuerzas de Italia (etruscos, umbros y galos), pero los romanos presentaron batalla en
pleno territorio galo, en los alrededores de “Sentinum” (295). La victoria romana deshizo
la coalición.
Los romanos aprovecharon la victoria para fundar en territorio galo las colonias
“Sena Gallica” y “Ariminium” (Rímini).
II. B) Guerras con los Galos:
En el 284 estalló un nuevo conflicto con los galos senones, pero el ejército
romano aniquiló a las hordas galas.
II.-C) La conquista del sur de Italia. Pirro
Las ciudades de la Magna Grecia, extendidas a lo largo del golfo de Tarento y de
la costa meridional tirrena, no habían podido crear un estado unitario que fuera capaz
de contener a los pueblos itálicos vecinos, lucanos, brutios, mesapios y samnitas.
Las ciudades griegas pidieron ayuda a Roma para poner freno a las belicosidades
de las ciudades italianas colindantes. Así, en el 282 Roma envió tropas, rompiendo el
frágil equilibrio de la zona y en Tarento se agruparon los potenciales enemigos de Roma,
lucanos y samnitas. Tarento, solicitó ayuda a Pirro, rey de Epiro, para luchar contra
Roma.
En el 280 a. de C. Pirro desembarcó en Tarento y venció a las fuerzas romanas en
“Heraclea”, al utilizar con eficacia la táctica de la falange macedónica y el uso de
elefantes, pero fue un resultado fallido, pues las ciudades de Campania y el Lacio
permanecieron fieles a Roma.
Al año siguiente, 279 a. de C., Pirro intentó llegar a un acuerdo diplomático que
le permitiera abandonar Italia para acudir a Sicilia y poder combatir a los cartagineses.
Finalmente, los romanos asediaron Tarento, que capituló en el 272 a. de C.
En los años siguientes se produjo la definitiva sedimentación de las conquistas y
el ensamblaje de las distintas piezas en una unidad política bajo hegemonía romana. Con
ello Roma se convertía en potencia mediterránea.
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26
27
You tube: expansión romana en el siglo IV a. de C. (radio UNED: Profesor: Javier
Cabrero Piquero)
https://www.youtube.com/watch?v=rbdA8U0a7V0
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TEMA 5
EL ESTADO PATRICIO-PLEBEYO. LAS INSTITUCIONES
I.- La sociedad patricio-plebeya
Desde el nacimiento del estado patricio-plebeyo, el rasgo que define a la
sociedad romana es una gran diferenciación social. La sociedad se articula en clases bien
diferenciadas, que forman una pirámide social, cuya cúspide está constituida por la
“nobilitas”.
•
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•
•
•
La nobilitas: los nobles controlaban los hilos de la política e imponían un estilo
de vida, el respeto a los antepasados, manteniendo vivo su apellido ante la
opinión pública.
El prestigio social y potencial económico eran los dos pilares en los que la
nobilitas asentaba su poder político. Solo entre sus miembros se reclutaban los
magistrados; reunidos como consejo, en el senado, constituían la más alta
instancia pública; dominaban, en fin, gracias a las trabas constitucionales, legales
y sociales y las propias asambleas populares.
Équites, el orden ecuestre: por debajo de la nobilitas estaban otros individuos
como, arrendatarios de obras públicas (publicani), comerciantes, prestamistas y
banqueros. Su fuerza económica fue creciendo hasta terminar formando en el s.
II a. de C. un nuevo estamento social, el orden ecuestre por debajo de la nobleza
senatorial.
Este grupo servía en el ejército como jinetes y de ahí su nombre de “équites”,
caballeros.
El campesinado: la gran mayoría de la sociedad romana se componía de
campesinos. Sus fuertes lazos de dependencia con la nobleza y la estabilidad
conseguida, hicieron de esta clase el más firme puntal del orden constituido y, al
mismo tiempo, su principal defensa, ya que el campesinado constituía la base de
reclutamiento del ejército ciudadano.
La plebe urbana. Los libertos: la plebe urbana, es decir, los ciudadanos que vivían
en la propia Roma, ocupados en diversas actividades artesanales. Se destacaban
el grupo de los “libertos”, esclavos liberados, que, como nuevos ciudadanos,
constituían un fuerte soporte, no solo político, sino económico, de sus antiguos
amos.
Los esclavos: en el escalón más bajo de la sociedad romana se hallaban los
esclavos. Considerados jurídicamente como cosa y no como persona.
El contacto de Roma con las economías más evolucionadas de Campania y la
Magna Grecia, dónde el trabajo esclavo constituía la forma más generalizada y
más rentable de producción, fomentó con rapidez su utilización, tanto en el
trabajo agrícola, como en el servicio doméstico y en las profesiones liberales,
técnicas o artesanales.
29
II.- Las instituciones políticas
El Estado romano es una comunidad de ciudadanos libres. Los negocios del
Estado son objeto de un delicado reparto de competencias entre distintas instancias
públicas, agrupadas en tres ámbitos: las magistraturas, el consejo o Senado y las
Asambleas populares.
Las magistraturas: eran las instancias personales de gobierno. Estaban sujetas a
elección; a la duración de un año para todos los cargos públicos, a excepción del dictador
y del colegio de censores y al menos dos miembros para evitar la concentración de poder
en las manos de un solo individuo.
La magistratura exigía enormes gastos y solo podía recaer en las manos de una
clase privilegiada, la nobilitas.
Con el tiempo, se fueron desarrollando una serie de normas que terminaron por
establecer un orden y correlación en el conjunto de las magistraturas y en el modo de
cumplirlas.
Así se fijó una auténtica carrera, hasta la dignidad suprema de cónsul. Esta
carrera o “cursus honorum”, regulada por decreto en el año 180 a. de C. fijaba los
distintos escalones de la magistratura, de menor a mayor.
Cuestura: el grado más bajo de la magistratura. Consistía en la administración
del tesoro público y en la protección del Archivo del Estado, guardados en el templo de
Saturno. Su número originario de dos fue aumentando paulatinamente hasta alcanzar,
a comienzos del s. I a. de C., la cifra de 20.
Edilidad: 4 miembros, 2 ediles patricios y 2 plebeyos de naturaleza policial en el
exterior de Roma, lo que incluía el control de las calles, edificios, mercados y la
responsabilidad del abastecimiento de víveres a la ciudad. También se encargaban de la
organización, con sus gastos, de los juegos olímpicos del Estado.
Tribunado de la plebe: diez miembros de origen plebeyo, protectores del pueblo
contra posibles abusos de los otros magistrados.
Pretura: administración de justicia. Tras la expansión de Roma fuera de Italia y la
necesidad de gobernar los nuevos territorios, multiplicaron su número con nuevas
funciones: el encargo de la directa administración de las provincias.
Consulado: magistrados supremos de la República, eran 2 cónsules, a quienes
estaba encomendada la dirección del Estado y el mando del ejército. Poseían en plenitud
el imperium, convocaban las asambleas populares y el Senado y juzgaban causas de
carácter civil y penal.
Censura: 2 miembros elegidos cada 5 años para un periodo activo de año y
medio. Confección y control de la lista de ciudadanos, así como su reparto, en orden al
servicio militar y al tributo, en clases censitarias y tribus. De este control sobre los
ciudadanos, derivaría su función de supervisores de las costumbres y guardianes de la
30
moral, así como el control de las finanzas, de las obras públicas y de las fuentes de
ingresos del Estado.
Dictadura: en casos de grave peligro exterior o interior, los cónsules podían
nombrar un dictador, no pudiendo estar más de 6 meses. El poder del dictador era tan
fuerte que, contra él, no tenia validez el derecho de veto de los tribunos de la plebe, ni
el de apelación ante el pueblo. Solo se hizo uso de la dictadura en contadas ocasiones.
El Senado
Era la institución que agrupaba a la aristocracia patricio-plebeya, detentadora del
poder político. Originariamente compuesto por los jefes de los clanes, el senado fue
desarrollándose a lo largo de la República como un consejo supremo destinado a
asesorar a los magistrados. En el 216 a. de C. la institución acabó por convertirse en la
reunión de todos los exmagistrados. El nombramiento era vitalicio y el número de 300
miembros se mantuvo invariable hasta el s. I a. de C.
A pesar de su función meramente consultiva, el senado se sobrepuso sobre la
magistratura y sobre las asambleas populares, como el auténtico gobierno.
El senado conservó la auctoritas, ninguna decisión popular, legislativa o electiva,
podía entrar en vigor sin su autorización.
Sus competencias: guardián del culto de la ciudad, política exterior, decidiendo
las operaciones militares, ratificaba magistrados en el extranjero, distribuía las
provincias, en definitiva, gestionaba aspectos diplomáticos. Era el gestor del Tesoro y
administrador de los bienes del Estado.
Las Asambleas
La comunidad de ciudadanos, “el populus”, su participación se encauzaba a
través de asambleas, “los comitia”.
Comicios curiados: las más antiguas eran los comicios por curias, procedentes de
época real. El pueblo se ordenaba en 30 curias. En época republicana, esta asamblea
quedó reducida a un símbolo.
Comicios centuriados: era la asamblea fundamental del pueblo romano. Su
organización eran las centurias, agrupadas en clases censitarias de acuerdo con la
fortuna personal.
Comicios por tribus: el pueblo romano, por su lugar de residencia, estaba
repartido por distritos territoriales (tribus). Estos fueron divididos en urbanos y rústicos.
El principio de soberanía del pueblo expresado en las asambleas, estaba
sometido a una serie de cortapisas, que aseguraban el control del Senado y de los
magistrados. Para ser válidas, las asambleas habían de ser convocadas por un
magistrado. El pueblo solo podía expresar su voluntad sobre la cuestión propuesta, sin
posibilidad de discutirla. La auctoritas del senado eran otras tantas restricciones a la
soberanía de las asambleas.
31
III.- Organización de Italia
El Estado romano tuvo una organización de los territorios a lo largo de los dos
siglos de conquista.
Hasta la disolución de la Liga latina en el 338 a. de C., el territorio conquistado
era objeto de anexión. Pero, tras el enlace de la guerra latina, renunció a la anexión total,
pues una parte de las comunidades latinas mantuvieron su organización interna, otras
fueron obligadas a aceptar una alianza con Roma, conservando su soberanía, aunque
limitada.
Posteriormente, cuando el Estado romano se impuso sobre el mundo itálico
extra latino, reprodujo en parte los mismos dobles criterios, aunque desdibujados y
laxos.
Los socii latinos: los latinos debían ocupar un lugar privilegiado por la común
historia que, durante siglos, los había unido a Roma. Tras la disolución de la Liga Latina,
en el 338 a. de C., muchas de ellas quedaron integradas en el “ager romanus” (casco
urbano de la ciudad de Roma y del territorio rústico) como “municipio”, otras
conservaron su soberanía ciudadano-estatal y, con ello, su derecho de ciudadanía
propio, como “socii “o aliados.
La condición de socii comportaba una serie de reconocimientos: derecho del
comercio, de matrimonio conforme a las normas jurídicas romanas. En correspondencia
los aliados latinos debían cumplir una serie de obligaciones, fundamentalmente
militares, en forma de contingentes y contribuciones pecuniarias.
Con el tiempo, tanto en Italia como en las provincias, Roma fundó una serie de
“colonias latinas”, es decir, establecimientos urbanos compuestos de ciudadanos
romanos, latinos o de otra procedencia, a los que se dotaba del estatuto jurídico de los
aliados latinos.
Los aliados latinos: el resto de las comunidades itálicas conquistadas por Roma,
eran los aliados itálicos y estaban ligados a Roma por obligaciones militares, tanto en
hombres como en moneda.
Esta organización, desarrollada a lo largo de varios siglos demostraría su validez
al enfrentarse contra Cartago. En vísperas de la 1ª guerra púnica Roma cubría una
extensión de 150.0000 Km. Cuadrados, con una población de 3 a 3’5 millones de
habitantes, con un ejército compuesto de ciudadanos y aliados de aproximadamente
170.000 hombres.
32
TEMA 6
ROMA Y CARTAGO EN EL S.III A. DE c. LAS DOS PRIMERAS GUERRAS PÚNICAS
I.- El mediterráneo occidental a comienzos del s.III a. de C.
Cartagineses, griegos y etruscos
Cartago, en las proximidades del actual Túnez, fue fundada a finales del s. IX a.
de C. como factoría comercial, por la ciudad fenicia de Tiro, para buscar riquezas mineras
de occidente. La presión del imperialismo Asirio fue debilitando los lazos de las
metrópolis fenicias con sus colonias de Occidente, aprovechándose Cartago de esta
situación, se convirtió a partir del s. VII a. de C. en el más importante establecimiento
fenicio del Mediterráneo occidental.
La principal actividad púnica, el comercio de metales, pronto sufrió la
competencia de los griegos, que también fundaron colonias en esta área mediterránea,
Massilia (Marsella), en la desembocadura del Ródano. Pero, otro factor a partir del s. VII
a. de C. fueron los etruscos, que, desde Toscana, extendieron sus intereses a la Italia
central y al mar Tirreno.
El juego político condujo al entendimiento entre cartagineses y etruscos, frente
a los griegos. Una batalla, en aguas de Cerdeña, en Alalía, en la que se enfrentaron una
flota etrusco-púnica con otra griega, decidió, hacia 540 a. de C. los diferentes ámbitos
de influencia de las tres potencias.
Alianzas púnico-romanas
A partir del último tercio del s. VI, el poder etrusco se debilitó y Cartago
necesitaba un nuevo aliado. Éste fue Roma, firmando varios acuerdos en los años 508,
348 y 343, en los que Cartago veía asegurada su zona marítima de influencia a cambio
de reconocer las presiones romanas sobre el Lacio.
A comienzos del s. III a. de C., Roma tras consolidar su posición en Italia central,
se enfrentó a Tarento, la más fuerte de las ciudades griegas del sur de Italia, que recurrió
a Pirro. Éste pretendía crear un imperio occidental griego extendido al sur de Italia y
Sicilia y, en contra de los intereses romanos y cartagineses. Así, se realizó una alianza
púnico-romana, firmada en el 279. La victoria sobre Pirro alejó este peligro del horizonte
y dio a Roma la hegemonía sobre Italia.
Pero, de este modo Cartago y Roma entraban en inmediata vecindad y, con ello,
en una posible colisión de intereses, que, efectivamente se produciría en el año 264 a.
de C.
II.- El estado cartaginés
La ciudad de Cartago debía, en parte, su fortuna a su magnífico puerto y a su
enérgica posición, en el cruce de las vías entre Oriente y Occidente. Gracias a esta
posición y a su vigorosa energía comercial, la ciudad africana se convirtió en una gran
potencia marítima, con escalas y plazas fuertes en todo el Mediterráneo occidental: en
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Malta, Cerdeña, Córcega, las Baleares, el sur de la P.I. y el O. de Sicilia. En territorio
africano, la influencia de Cartago se extendía, por la costa, desde Libia hasta el estrecho
de Gibraltar y, por el interior, dominaba una amplia extensión de llanuras fértiles,
correspondientes a la actual Tunicia. Este vasto imperio estaba garantizado por una flota
de guerra permanente y un ejército profesional, compuesto, en su mayor parte, de
mercenarios de distintas procedencias. La dirección del ejército era encomendada a
miembros de las familias más influyentes de Cartago, cuya permanencia en el mando
acabó por crear auténticas dinastías militares, como la de los Magónidas o la de los
Bárquidas.
La economía cartaginesa estaba basada en el comercio marítimo: los productos
de su agricultura y de su artesanado eran cambiados por materias primas (metales,
artículos de lujo). Se basaba en un comercio de intermediarios. Pero Cartago contaba
también con una agricultura floreciente, basada en los cereales, el aceite y los frutales.
Al frente del Estado se encontraban dos magistrados anuales, los suffetes, que
compartían con consejo de notables las tareas públicas. El cuerpo ciudadano participaba
en los asuntos de Estado a través de Asambleas populares.
La población de Cartago, fundamentalmente urbana, dedicada a la industria y al
comercio, estaba dominada por una oligarquía, en parte de empresarios marítimos y,
en parte, de terratenientes, que utilizaban, como mano de obra barata, millares de
esclavos, procedentes de todo el mundo, y la fuerza de trabajo de las poblaciones
indígenas sometidas.
III.- La primera guerra púnica (264-241 a. de C.)
Los marmetinos eran bandas de mercenarios itálicos, sobre todo de Campania,
que desde el s. V eran requeridos en Sicilia por griegos y cartagineses, para prestar sus
servicios.
Una de esas bandas, en el año 286 logró apoderarse de la ciudad de “Messana”
(Mesina). La ciudad más perjudicada era Siracusa, que bajo el mando de Hierón II (tirano)
logró vencerlos en el río Longano (270-269) y puso freno a sus incursiones.
Ante el peligro del asalto a su ciudad, los campanos recurrieron a Cartago
(enemigo de los griegos), colocando inmediatamente una guarnición en Messana
(Mesina). Entonces, el gobierno romano decidió el envio de un cuerpo expedicionario
que ocupó la ciudad (264).
Así, las causas de esta guerra son los intereses de Cartago y Roma por el dominio
de esta región, por la fertilidad de sus tierras y por la posición clave en el centro del
Mediterráneo.
Cartago y Siracusa decidieron aliarse para combatir al intruso (Roma). Un ejército
púnico-siracusano sitió Messana, pero la llegada del cónsul Apio Claudio, con dos
legiones, logró salvar la ciudad.
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En 263 fueron enviados a Sicilia los dos cónsules con 4 legiones. Hierón aceptó
una paz separada con Roma.
La retirada de Siracusa motivó que ahora quedaran enfrentados Roma y Cartago.
En 262 Roma saqueó y tomó la ciudad de Agrigento, que los cartagineses tenían como
cuartel general.
Entonces Roma inició el ataque directo al corazón de Cartago. Mandó un ejército
a África y todo fueron fracasos, quedando como conquistas Palermo, en Sicilia, todo por
los éxitos que obtuvo el general cartaginés Amílcar Barca.
Un último esfuerzo hecho por Roma fue el envio de 200 naves a las islas Égades
(241), logrando una rotunda victoria, lo que significó el dominio de la zona cartaginesa
y de todas las islas adhiacentes y la devolución de prisioneros con pago de una fuerte
indemnización.
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SICILIA
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IV.- Política exterior romana en el periodo de entreguerras (241-218 a. de C.)
Roma tenía una consciente voluntad imperialista, basada en la conquista y
explotación de territorios ilimitados.
Tirreno:
Roma ya tenía sometida a Sicilia, pero eso no le bastaba, pues Cartago tenia
bases importantes en la isla de Cerdeña, que, en caso de conflicto, amenazaban la
defensa efectiva de las costas occidentales italianas.
A consecuencia de la crisis económica, por la derrota de Cartago, el gobierno
cartaginés no pudo hacer efectivos los pagos a los mercenarios. Estos, descontentos,
desembocaron en una insurrección. Cerdeña pidió auxilio a Roma, la cual envió tropas y
se hizo cargo de la isla (238-237); Cartago extenuada tuvo que aceptar el brutal despojo.
Durante largos años de guerra (236-231) Cerdeña y Córcega fueron conquistados
por Roma.
En el año 227 a. de C. Roma decidió convertir estos territorios (Sicilia, Cerdeña y
Córcega) en provincias.
Adriático:
La intervención romana en la costa dálmata responde a unos intereses
económicos para proteger el tráfico marítimo del Adriático.
Las costas dálmatas estaban constituidas por tribus piratas y ante las incursiones
de éstas, Roma desencadenó ataques:
•
•
1ª guerra ilírica (229-228): ciudades griegas de la costa firmaron con Roma
acuerdos de paz.
2ª guerra ilírica (221-219): Roma conquistó la isla de Faros y restauró un
protectorado.
Fronteras septentrionales:
Tribus galas poblaban la llanura del Po y en el 226 descendieron a través de los
Apeninos hasta Umbría y Etruria. El ejército romano los venció en Telamón (225).
Pero, el ejército romano buscó una solución más duradera pasando al
sometimiento de las tribus al sur del Po y al sometimiento de la Galia Cisalpina (224-222)
La conquista de la Galia Cisalpina fue completada con la fundación de las colonias
de Cremona y Placentia, junto al Po, y con la construcción de la gran calzada, de Roma a
Rímini, a través de los Apeninos, “La vía Flaminia”.
Cartago y la conquista de la P.I.
La derrota sufrida por Cartago en el 241, supuso la búsqueda de remedios para
la reconstrucción de su Imperio, pues necesitaban recursos para pagar las
indemnizaciones y necesitaban reorganizar sus fuerzas armadas.
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Así, guiados por Amílcar Barca, general que había conducido la guerra en Sicilia,
deseoso de compensar las pérdidas de Cerdeña y Sicilia, concretó invadir la P.I.
En el 237 a. de C. Amílcar recibió el encargo de iniciar la conquista. Tras
adueñarse del Valle del Guadalquivir y de la región minera de Sierra Morena, encontró
abierto el camino hacia la costa Mediterránea, pero en su lucha con las tribus, murió en
el 229 a. de C.
Asdrúbal, su yerno, fue el sucesor, quien logró atraerse la amistad de los
reyezuelos indígenas y puso las bases de la organización del dominio púnico en la P.I.,
que coronó con la fundación de “Cartago Nova” (Cartagena) como capital y centro
administrativo del nuevo imperio.
La explotación de las minas de plata de Sierra Morena y Levante, demostró la
rentabilidad de la empresa y en poco tiempo Cartago estuvo en condiciones de poder
pagar por adelantado la deuda de guerra de los romanos.
El estado romano contempla con preocupación la recuperación de Cartago, al
estar informado por los griegos de Marsella, pues contaban con numerosas factorías en
el sur de Francia y en el NO hispano y temía por la integridad de su ámbito comercial.
En el año 226 Roma trata con Asdrúbal y se marca una línea de demarcación: “el Ebro
limita la expansión cartaginesa por el sur o Cartago no podrá llevar la guerra al norte del
río”.
Asdrúbal murió en el 221 a. de C. y el mando fue asumido por Aníbal Barca, hijo
de Amílcar, joven y gran estratega. Tras una campaña en tierras del interior, que le llevó
hasta la meseta norte en el 219, Aníbal puso asedio a Sagunto. La ciudad se encontraba
al sur del Ebro, pero unos años antes, en circunstancias poco claras, había firmado un
tratado de alianza con Roma.
Sagunto resistió el asedio de Cartago ocho meses, hasta que, exhausta hubo de
rendirse. El senado romano exigió a Cartago la entrega de Aníbal y de sus consejeros, así
como la evacuación de la ciudad. Ante la negativa del gobierno púnico, Roma, en el 218
a. de C. declaró la guerra a Cartago, iniciándose la segunda guerra púnica.
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V.- La segunda guerra púnica (218-201)
Aníbal, con una sorprendente y audaz estrategia llevó la guerra a Italia.
A finales del verano de 218 a. de C. Aníbal, desde sus bases hispanas, emprendió
la marcha con un gran ejército de 30.000 hombres, cruzando los Alpes y acampando en
el valle del Po. Hasta allí acudió a marchas forzadas el ejército del cónsul Publio Cornelio
Escipión, que en una primera escaramuza a orillas del río Tesino, se llevó la derrota.
Herido en combate, Escipión se retiró, su colega Sempronio Longo tuvo un nuevo
choque con las tropas de Aníbal, a orillas del río Trebia, donde también sufrió derrota.
Entonces, el hermano de Publio Cornelio Escipión, Cneo, embarca hacia la P.I.
con el propósito de impedir el envío de refuerzos a Aníbal.
Para contrarrestarlo, los nuevos cónsules del 217, Cneo Servilio y Cayo Flaminio,
acudieron con sus ejércitos decididos a impedir el acceso del enemigo a la Italia Central.
Aníbal eligió otra ruta de acceso, apenas practicable, a través de los pasos
centrales del Apenino y alcanzó así el río Arno. El combate entre Aníbal y los romanos a
orillas del lago Trasimeno supuso la exterminación de unos 25.000 romanos, muriendo
el propio cónsul.
La derrota de Trasimeno empujó al Senado romano a adoptar medidas extremas
con el nombramiento de un dictador, Quinto Fabio Máximo. Practicó un hostigamiento
para la supervivencia de las tropas cartaginesas que fue en vano.
Acabados los seis meses de dictadura, en el 216, los nuevos cónsules presionados
por la opinión pública, intentaron una vez más el encuentro directo con Aníbal. En
Cannas el ejército romano fue nuevamente derrotado, pereciendo 70.000 romanos.
Roma, ante el desastre de Cannas, reforzó el aparato bélico, saneando las
finanzas públicas, duplicando el impuesto sobre la propiedad.
En Hispania, los hermanos Escipión, desde Tarraco, habían logrado pasar el Ebro
y mantenían inmovilizado a Asdrúbal, el hermano de Aníbal, impidiéndole el envío de
refuerzos a Italia.
Pero, en contrapartida Aníbal lograba en el 215, la alianza con el rey Filipo V de
Macedonia y poco después la del estado siciliano de Siracusa. Las clausulas del tratado
púnico-macedonio preveían la obligación de recíproca ayuda contra el común enemigo:
Filipo se apoderó de las posesiones romanas en Iliria; Roma estipuló un acuerdo con la
Liga Etólica, vieja enemiga de Filipo, y envió tropas a Grecia (1ª guerra macedónica), que
mantuvieron al rey macedonio atado a suelo griego.
En Italia, en el 215 con los cónsules Fabio Máximo y Marco Claudio
Marcelo, con el empleo de crecientes fuerzas, 25 legiones, se realizaron operaciones
decisivas en la región de Campania, asediando Capua, en el 212, ésta cayó en manos
romanas en el 211 y el general púnico tuvo que abandonar Campania. También, tras dos
años de asedio, se logró entrar en Siracusa y la isla quedó bajo control de Roma.
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A partir del 210 Publio Cornelio Escipión, hijo del cónsul vencido en el río
Tesino, con un gran talento militar y carisma, forzó al Senado para otorgarle, a pesar de
sus 24 años, el mando de las legiones de Hispania.
Escipión consiguió atraerse a un buen número de tribus indígenas y
conquistó la primera base púnica, Cartago Nova en 209 a. de C. Tras el control de la costa
oriental, Escipión avanzó por el valle del Guadalquivir, después de las batallas decisivas,
Baecula (Bailén) e Ilipa (Alcalá del rio). en 206, con la entrega de Gades (Cádiz), se
completa la expulsión de los cartagineses de territorio hispano, pero Escipión no pudo
impedir que Asdrúbal, burlando la vigilancia romana, atravesara los Pirineos con un
ejército en ayuda de su hermano.
Asdrúbal atravesó el valle del Po y se dirigió al sur para unirse a Aníbal. Pero, en
el valle del Metauro el ejército púnico fue derrotado. Con ello se desvanecían para
Aníbal las últimas esperanzas de poder revitalizar la guerra en Italia.
Roma puso fin a la guerra con Macedonia por la paz de Fenice, en 205 a. de C.
Escipión obtuvo el consulado en el 205 con el objeto de atacar Cartago en su
propio territorio. En la primavera de 204 el joven cónsul desembarcaba en África con un
poderoso ejército, las poblaciones indígenas, sometidas a Cartago, lo acogieron con
entusiasmo. El gobierno púnico se vio obligado a reclama a Aníbal desde Italia.
El encuentro decisivo tuvo lugar cerca de Zama en el 203 y acabó con la derrota
del general cartaginés, la primera que sufría a lo largo de toda la guerra. El propio Aníbal
aceptó las condiciones de paz:
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•
•
Entrega de todos los elefantes y naves
Prohibición de hacer guerra sin el permiso de Roma
Pago de 10.000 talentos de plata
Reconocimiento de Massinisa como rey númida.
La paz fue acordada en el 201 a. de C. y Escipión regresó a Italia, a Roma para
recibir un delirante triunfo y recibir el sobrenombre de “africano”.
VDO muy interesante que explica muy bien las guerras púnicas en: ateneovalencia.es: Carlos Precioso
Estiguin).: LA IIª GUERRA PÚNICA. LA ROMANIZACIÓN DE LA P.I.
https://www.youtube.com/watch?v=BSvaJnsbooI
https://www.youtube.com/watch?v=BSvaJnsbooI
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TEMA 7
EL IMPERIALISMO ROMANO
Tras la victoria sobre Cartago en la segunda guerra púnica, Roma extiende sus
intereses a todo el ámbito mediterráneo, donde, en apenas 50 años, afirma
definitivamente su dominio.
A.- Roma en el Mediterráneo Oriental
A.-1) El Oriente a finales del siglo III a. de C.
La desmembración del imperio creado por Alejandro magno dio origen a una
serie de estados, cuyas relaciones políticas eran inestables. Tres grandes reinos,
Macedonia, Egipto y Siria se disputaban el control del Mediterráneo Oriental.
El Egipto de los Ptolomeos y la monarquía seléucida de Siria se mantenían
enfrentadas por la posesión de las costas de Levante y Asia Menor.
Macedonia se inclinaba del lado Seléucida, al contemplar a Egipto como rival en
la común aspiración al control del Egeo y de los accesos al mar Negro.
En Asia Menor se habían cimentado una serie de reinos secundarios, siendo
Pergamo el principal, que pretendía hacerse con el control de toda la península.
En el año 204 a. de C. moría Ptolomeo IV y el reino de Egipto quedó en manos de
un niño de corta edad, Ptolomeo V. Los monarcas macedonios (Filipo V) y seléucida
(Antioco III), vieron en el cambio de dinastía una ocasión favorable para aumentar su
ámbito de influencia y firmaron un acuerdo en secreto para repartirse las posesiones
egipcias en Asia y el Egeo. Pero, la actividad de Filipo en el Egeo, no solo perjudicaba a
Egipto, también a Rodas y Pérgamo, que decidieron pedir ayuda al senado romano.
El senado romano decidió enviar una comisión para imponer a Filipo un
ultimátum y ante la negativa, Roma declaró la guerra a Macedonia.
A.-2) La segunda guerra macedónica
El ejército romano desembarcó en Illiria (199 a. de C) e inició las operaciones
contra Filipo. En la línea de colinas de Cinoscéfalos, en Tesalia (197) se produjo el
encuentro armado.
La victoria romana marcaria el final de Macedonia como potencia griega. Por la
paz de Tempe, Filipo fue obligado a evacuar todas las posesiones griegas de Asia y
Europa, reducir drásticamente su capacidad militar y pagar una fuerte indemnización de
guerra.
A.-3) Guerra con Antíoco III y la paz de Apamea
La política expansiva del rey seléucida, Antioco III, cometió el error de pensar que
el vacío político dejado por Macedonia en el Egeo podía ser llenada por su presencia y
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en consecuencia se apoderó de un buen número de plazas costeras macedonias y
ptolemaicas.
La reacción romana no se hizo esperar: una embajada exigió a Antíoco respetar
la libertad de las ciudades griegas de Asia Menor; el rey sirio en contestación, se fortificó
en Tracia, lo que precipitó un conflicto armado sirio-romano.
A comienzos de 191 a. de C., un ejército consular al mando de Acilio Glabrión
venció a Antíoco en las Termópilas y le forzó a abandonar Europa.
El peligro estaba conjurado, pero la facción más agresiva del senado, acaudillada
por Escipión el Africano, pretendía una victoria definitiva, que exigía llevar la guerra a
Asia. Lucio, el hermano del africano, fue elegido cónsul, como tal, encargado de la
guerra; el propio Publio, sería el director de las operaciones.
La campaña siria, con ayuda militar de Rodas y Pérgamo se resolvió a comienzos
de 189 a. de C. en Magnesia. La paz se firmó en el 188 en Apamea de Frigia y significó la
desaparición de Siria como potencia mediterránea.
La paz de Apamea señala un hito fundamental en la historia del mundo
helenístico y de sus relaciones con Roma. Debilitado Egipto y vencidas Siria y Macedonia,
Roma implanta su seguridad en Oriente. Sus aliados, Rodas y Pérgamo, en Asia fueron
recompensados con los jirones del reino seléucida y la liga aquea en Grecia.
A.-4) La tercera guerra macedónica
Tras la muerte de Filipo en el 179 a. de C., subió al trono macedonio su hijo
Perseo. El nuevo rey se esforzó en reafirmar el prestigio de Macedonia en Grecia.
Ante esto, Roma desconfió de Perseo y le declaró la guerra en el 171 a.de C. En
el 168 la batalla definitiva de Pidna aplastó al ejército macedonio.
A.-5) Reorganización de Oriente tras Pidna
Rodas quedó privada de territorios continentales en Asia Menor y su puerto
Delos fue declarado puerto franco, lo que le supuso un duro golpe a su economía
comercialmente.
Pérgamo: el poder de Eumenes fue mermado por Roma.
Siria: desde 175 el reino estaba en manos de Antíoco IV que, por haber sido
educado como rehén de Roma, parecía contar con la benevolencia romana.
Roma extendía sus intereses al conjunto del mundo helenístico. Egipto
languidecerá bajo la protección romana, mientras el reino seléucida iniciará una lenta
agonía.
A.-6) El fin de la independencia griega: en Macedonia, un aventurero Andrisco,
supuesto hijo natural de Perseo, consiguió ser reconocido rey de todo el país y aglutinó
a los descontentos nacionalistas. Las tropas romanas finalmente lo derrotaron en Pidna
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en el 148. Roma decidió entonces la ocupación permanente y en consecuencia
Macedonia fue declarada provincia romana.
B. Roma en Mediterráneo Occidental
Paralelamente a la progresiva presencia de Roma en Oriente, el escenario en el
que se había desarrollado la IIª Guerra Púnica siguió manteniendo la atención del estado
romano. Por un lado, la guerra había puesto al descubierto la debilidad de fronteras
septentrionales de Italia; por otro, en la P.I., tras la expulsión de los cartagineses, el
estado romano decidió permanecer establemente en su territorio.
B.-1) La conquista de la Galia Cisalpina
La invasión de Aníbal destruyó el precario sistema defensivo del gigantesco arco
septentrional de Italia, extendido entre los Alpes marítimos y el Adriático. Tribus
padanas, como boyos e insubres, incendiaron, hacia el 200, la colonia romana de
Placentia. En el 197, acabada la IIª guerra macedónica, se decidió una enérgica
intervención en el valle medio del Po; los insubres fueron obligados a firmar un tratado
y se inició una colonización de la región transpadana, en torno a Mediolanum (Milán).
Poco después, en el bajo valle del río, la fundación de la colonia de Aquileya (181), en
territorio véneto, fortaleció el extremo oriental de esta frontera norte.
El territorio de la Galia Cisalpina, al sur del Po, se fundaron colonias y vías de
comunicación. Así, el estado romano ganaba una fértil llanura, extendida entre el Po, los
Apeninos y el Adriático, La Galia Cispadana.
B.-2) La conquista de Liguria
Paralelamente se llevaron a cabo campañas militares contra las tribus ligures,
que se extendían desde el Arno hasta los Alpes marítimos, a lo largo de la costa genovesa
y de las montañas del interior. La ofensiva romana logró sus primeros resultados en el
181, unos años después (177), se fundaron en la zona las colonias de Lucca y Luna, pero
el definitivo sometimiento se alcanzó a finales de la década, gracias a los esfuerzos de
pacificación de Catón.
B.-3) La conquista de la P.I.
Tras la expulsión de los cartagineses el gobierno romano, decidido a explotar los
ingentes y valiosos recursos del territorio, mantuvo en la P.I. fuerzas militares, que
pronto hubieron de enfrentarse a la resistencia indígena. Así se inició la conquista de
Hispania cuyas características geopolíticas obligaron a un gigantesco esfuerzo militar y
continuas guerras que se prolongaron casi un siglo.
Apenas unos años después de finalizar la IIª guerra púnica, el gobierno romano
decidió incluir los territorios por donde había extendido su influencia, Cataluña, la costa
levantina y el valle del Guadalquivir, en el sistema provincial (197), con la creación de
dos provincias, la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior, al norte y sur respectivamente.
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En el bienio 180-179 a. de C., la actividad militar y diplomática de Tiberio
Sempronio Graco consiguió, con un sistema de pactos, estabilizar las fronteras
provinciales en la línea de la meseta.
Pero esta tregua pacificadora terminó fracasando por la incapacidad de los
gobernadores romanos, que olvidaron pactos y tratados. En el 154 a. de C. el gobierno
romano decidió pasar a la intervención armada. Ahora ya no se intentó la vía de
pacificación, sino la ocupación permanente del interior de la meseta. Las tribus que la
poblaban, celtíberos, a ambas orillas del Duero, y lusitanos, en el curso medio e inferior
del Tajo, resistieron durante 20 años en una guerra feroz.
Tras el asesinato del caudillo lusitano, Viriato, pagado por agentes romanos
(139), remitió la violencia en el frente sur, y los esfuerzos romanos pudieron
concentrarse en la lucha contra los celtibéricos, en torno a su centro principal,
Numancia, que logró resistir año tras año al ataque enemigo. Finalmente, en el 134,
Publio Cornelio Escipión Emiliano, hijo del vencedor de Pidna y nieto por adopción del
africano, obtuvo el mando de Hispania y con un ejército reclutado entre sus clientes,
logró conquistar la ciudad (133).
Aunque hasta finales de siglo tuvieron que sofocar los últimos focos de rebelión,
Roma consiguió extender su dominio a la mayor parte de la península, a excepción de la
cornisa cantábrica. Mientras tanto avanzaba la obra de romanización con la fundación
de centros urbanos como Graccburris (Alfar) o Corduba y el creciente establecimiento
de colonos itálicos en las tierras de cultivo del Ebro y Guadalquivir.
B.-4) La tercera guerra púnica
Cartago, tras la derrota de Zama, se había mantenido fiel a los pactos con Roma.
Pero la paz del 201 había incluido también a otro estado africano, Numidia, cuyo rey
Massinisa, irreconciliable enemigo de Cartago, era la mejor garantía que el estado
vencido permaneciera vigilado y sujeto a control en los márgenes de su espacio vital.
Pero Massinisa aprovechó su condición de amigo de Roma para desarrollar una irritante
política de agresiones contra las fronteras púnicas.
Un amplio sector de la clase dirigente romana nunca había dejado de considerar
obsesivamente a Cartago como potencial peligro. Y este sector, encabezado por Marcio
Porcio Catón, exigía incansablemente su destrucción.
El pretexto para la intervención militar lo ofreció el propio Cartago cuando,
exasperado por una nueva agresión de Massinisa, declaró la guerra a Numidia, sin
autorización romana (151). Catón consiguió así convencer al senado romano para
declarar la guerra a Cartago (149).
Conscientes de su inferioridad, los cartagineses se apresuraron a pedir la paz.
Pero el senado exigió la destrucción de la ciudad y su reconstrucción en el interior, a no
menos de 15 Km. de la costa. Los púnicos decidieron entonces resistir a ultranza y se
encerraron tras los muros de su ciudad, con armas y víveres.
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Durante 2 años, Cartago sometida a sitio. Finalmente, en el 147 el mando de
operaciones confiado a Escipión Emiliano, el posterior verdugo de Numancia, estrechó
el cerco hasta el ataque final. Cartago fue destruida y el gobierno romano optó por
someter el territorio de Cartago a una administración directa, convirtiéndolo en una
nueva provincia de África.
Así, en el curso de medio siglo, Roma asumió el control directo de amplias áreas
del Mediterráneo y plantó las bases de un Imperio.
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YouTube: la batalla de Pidna , Fundación Juan March, Fernando Quesada Sanz
https://www.youtube.com/watch?v=w_PL_uRf54w
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TEMA 8
ESTADO Y SOCIEDAD EN LA ÉPOCA DE EXPANSIÓN
I.- Transformaciones políticas
I.- A) La República oligárquica
El desenlace de la IIª guerra púnica significó un aumento del papel rector del
senado, que había guiado al Estado en los terribles años de la invasión de Aníbal. Tras la
victoria, Roma se lanzó a una política de expansión por el Mediterráneo y fue el senado
el que condujo la expansión.
El senado, aunque solo era un consejo asesor, se elevó sobre asambleas y
magistraturas, para decidir en todos los ámbitos de política interior y exterior, así como
en el decisivo campo de las finanzas.
Los senadores, aristocracia agraria, oligarquía política que en el curso del siglo II
a. de C. se encasilló como aristocracia de propietarios inmuebles.
El estamento senatorial se destacó por el monopolio del poder político y la
limitación de la actividad económica a la propiedad inmueble.
Dentro del propio estamento senatorial, se produjo en la primera mitad del siglo
II a. de C. un proceso de restricción, que limitó el efectivo control del poder a un número
reducido de familias. Es la oligarquía, nobilitas, la que monopolizó la investidura de la
más alta magistratura, el consulado.
Esta clase política, cada vez más cerrada, contaba para gobernar con
instrumentos inadecuados, que no cesó de defender para preservar su poder. Pero el
pueblo aceptó el sistema.
Los miembros de la nobleza romana aspiraban a las altas magistraturas. Para
lograr su elección practicaban un juego sucio e interesado, en el que era necesario
invertir enormes fortunas para arrancar el voto favorable de los electores.
El senado introdujo una serie de medidas para controlar la conducta de sus
miembros. Escipión el Africano, con su actitud abierta a las corrientes del mundo griego,
su carisma personal y su postura independiente, era un revulsivo para el núcleo más
tradicional del senado. Un ejemplo, en los años 80 del siglo II, fue el frente común
dirigido por Catón, contra el africano, hasta eliminarlo políticamente. Poco después, en
el año 180 a. de C., “la lex villia” regulaba el acceso a las magistraturas, para intentar
contener los apresuramientos en la escalada de los altos puestos.
Pero, todas las cortapisas legales y morales que podían imponerse a los
miembros de la aristocracia en el interior de Roma, desaparecían en el exterior, donde
los magistrados, revestidos de un ilimitado “imperium”, escapaban al control senatorial
e, impunemente, podían imponer su voluntad para lograr sus intereses particulares.
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I.- B) El sistema de gobierno provincial
Cuando Roma, tras la Iª guerra púnica, se encontró con el dominio de los
primeros territorios extra itálicos, Sicilia y luego, Córcega y Cerdeña, consideró estos
territorios como propiedad del pueblo romano y los redujo a la condición de
“provincias”.
Las provincias eran administradas por un pretor, es decir, un magistrado romano
con poder civil y militar, imperium, que gobernaba con la colaboración de un cierto
número de ayudantes, legati, de su confianza y de un cuestor, adscrito a las cuestiones
financieras.
La tarea del gobernador era asegurar la explotación económica de la provincia.
No obstante, el senado confió el cobro de los impuestos y la explotación de los recursos
provinciales a compañías privadas (societates publicanorum), arrendatarias del Estado,
que, mediante el pago de una cifra global, asumían estas tareas, con no pocas injusticias
y arbitrariedades.
En general, puede afirmarse que el sistema de gobierno provincial fue
oportunista e inadecuado. El poder del gobernador en su provincia era absoluto, como
máxima autoridad civil y militar, sin las limitaciones impuestas a los magistrados en
Roma. Así, no es de extrañar que muchos gobernadores consideraran las provincias
como un recurso óptimo para enriquecerse, con métodos ilícitos y condenables.
Los súbditos apenas contaban con recursos legales para defenderse, contra las
acciones injustas de los pretores. El senado se vio incapaz de juzgar y condenar, en su
caso, sin instancias especializadas, los comportamientos indignos de sus propios
miembros en territorios muy alejados de Roma.
I.- C) Los aliados itálicos
A lo largo del siglo III, las comunidades itálicas sufrieron un proceso de
romanización, que hubiera debido conducir con el tiempo a su integración en el estado
romano. Pero, por el contrario, en la época de expansión, el gobierno aumentó sus
exigencias hacia la confederación. La contribución de soldados aliados a las guerras del
siglo II a. de C. superó a la de los propios romanos, pero, en cambio, su participación en
los beneficios del botín fue muy inferior.
Cierto es que las capas dirigentes de las comunidades itálicas se beneficiaron de
las nuevas posibilidades de enriquecimiento, pero las comunidades itálicas se
convencieron de que la alianza no compensaba la pérdida de autonomía.
II.- Transformaciones económicas y sus repercusiones sociales
La expansión de Roma en el siglo II significó para la economía romana una masiva
afluencia de riquezas, que no solo enriquecieron al Estado, sino a la aristocracia
senatorial que conducía la política exterior y a los estratos acomodados.
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II.- A) Crisis de la pequeña propiedad agrícola
La agricultura constituía la base económica de la sociedad romana. Hasta
comienzos del siglo II a de C. coexistía en Italia una gran propiedad con un numeroso
campesinado, que, asentado en tierras de labranza de pequeña y media extensión,
constituía el nervio de la sociedad y del Estado.
La devastación del territorio italiano en la IIª guerra púnica significó la ruina de
muchas parcelas agrícolas. Pero, en las tierras arrebatadas a los galos en el valle del Po
es donde se concentró la política de colonización, que proporcionó tierras de cultivo a
unas 50.000 familias.
La presión del capital encontró en la agricultura un amplio horizonte de
expansión económica y social. En efecto, una vez acabada la guerra, la activa política
exterior hizo afluir a Roma un ingente número de riquezas, conseguidas mediante botín,
saqueos, imposiciones y explotación de territorios conquistados. Pero, estos beneficios,
desigualmente repartidos, contribuyeron a acentuar las desigualdades sociales. Sus
beneficiarios fueron la oligarquía senatorial, que encauzó las inversiones hacia un nuevo
tipo de agricultura capitalista, que no solo utilizó las tierras públicas para extenderse,
sino que causó la ruina de la pequeña propiedad privada.
El campesino, obligado a prolongadas ausencias para participar en campañas
militares, su propiedad se veía perjudicada por el abandono y la reanudación de la
explotación agrícola requería medios económicos, que solo podía conseguir mediante
préstamos. Así, cargado de deudas, malvendía sus campos a los grandes propietarios y
emigraba a Roma con su familia.
La extensión de la gran propiedad y la disponibilidad de grandes capitales
transformó el modo de explotación agrícola. Se extendió ahora la empresa agraria
racional, “la villa”, cuyas características se reflejan en el tratado “de agricultura de
Catón”.
La agricultura de la villa se caracteriza porque no está destinada al consumo
directo, sino a la venta. El propietario es absentista, instalado en Roma o en algunas de
las grandes ciudades de Italia, dirige sus fincas a través de un hombre de confianza,
villicus, un esclavo.
El trabajo esclavo es el que caracteriza el modo de producción en estas
propiedades, completado en épocas de siembra y cosecha, de especial actividad, por
jornaleros libres. El propietario procura sacar la mayor rentabilidad posible, no mediante
un aumento de la producción, sino con la baja de los costes, lo que significaba la
explotación de esa mano de obra esclava hasta límites insospechados.
II.- B) El desarrollo de la esclavitud
Aunque la esclavitud era conocida en Roma desde época muy temprana, su
desarrollo, en especial en el sector agrario, con la extensión de la gran propiedad, exigió
mano de obra barata.
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Las fuentes de esclavos se nutrían de los prisioneros de guerra, de los esclavos
nacidos en la casa, de la piratería, la venta de niños, pero, sobre todo, con mercados
regulares, cuyos centros estaban distribuidos a lo largo del Mediterráneo.
El esclavo era considerado un simple objeto. Era el elemento ideal de
explotación, más rentable que el trabajador libre, extendió su utilización, no solo en la
agricultura, sino también en otras ramas de la economía: en las minas, con condiciones
de trabajo muy duras; en el artesanado y el comercio; peón, orfebre, escultor, servicio
doméstico, porteros, cocineros, servidores, jardineros, secretarios…
El rasgo fundamental de la esclavitud, desde el siglo II a. de C. al s. II d. de C., es
su carácter de meros instrumentos de producción. Ello conllevaba una deshumanización
del trato a los esclavos, así como medidas de control: castigos corporales o la muerte.
No es de extrañar que surgieran brotes de rebelión, como el que se desencadenó
en Sicilia, un esclavo sirio, Euno, entre los años 135 y 132 a. de C. que exigió la
intervención de un ejército consular.
II.- C) La formación del proletariado rural y urbano
Las nuevas orientaciones de la agricultura tuvieron un desastroso reflejo en el
ámbito social. El campesino se vio condenado a una desigual lucha por la supervivencia
en su propiedad o intentó encontrar trabajo como jornalero en las villae, en
competencia con la mano de obra esclava.
Pero, sobre todo, se produjo un éxodo hacia la ciudad y en especial, hacia Roma.
Su carácter de capital de un imperio mundial la convertían en centro de negocios
públicos y privados, que exigían un número considerable de empleados en el sector
servicios. Además, los primeros decenios del siglo II a. de C. contemplan en Roma un
extraordinario desarrollo de la construcción, como consecuencia de las riquezas
acumuladas en el erario, que posibilitaron una política de embellecimiento y mejoras
urbanas.
Las posibilidades de trabajo no podían, sin embargo, absorber la oferta de
campesinos romanos o de aliados itálicos, que sufrían el mismo proceso de
transformación de la agricultura.
La consecuencia fue la formación de un proletariado urbano, la plebs urbana,
que hubo de soportar los problemas de escasez de oferta de trabajo, inflación,
dificultades de abastecimiento y alojamiento.
II.- D) El ámbito de los negocios: los publicani y el orden ecuestre
Las guerras púnicas desarrollaron el artesanado. Las necesidades ligadas a la
actividad bélica, construcciones navales y armamento, dieron un gran impulso al sector
artesanal. En ciertas regiones de Italia, Etruria y Campania, se desarrolló una notable
industria metalúrgica.
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El Mediterráneo ofreció a los empresarios procedentes de la península itálica, los
negotiatores, un amplio campo de negocios, ligado al tráfico de mercancías, productos
agrarios, materias primas y manufacturas, en especial, artículos de lujo; pero también
se incrementaron los negocios monetarios, banca, finanzas, usura.
Así, simultáneamente a la afirmación de la oligarquía senatorial y a la destrucción
del pequeño campesinado, surgió en Roma una nueva clase capitalista.
Fue necesario acudir a empresarios, que recibían en arriendo del Estado las
tareas públicas, con posibilidad de lucro. De ahí el nombre de publicani, que realizaban
actividades varias, como: contratas de servicios estatales, como proveedores del
ejército y ejecutores de obras; por otro los arrendamientos y sobre todo la recaudación
de impuestos, derechos de aduana y tributos en la provincia.
Eran los censores los encargados de arrendar estas contratas a particulares por
un periodo de 5 años, “el lustrum”, contra el pago previo al erario público de una suma
global, establecida mediante subasta y un adelanto sobre el total.
El volumen creciente de negocios trajo consigo la necesidad de una colaboración
entre empresarios, socii, puesto que una sola persona no podía ya bastar para dirigir el
negocio, aportar el capital, el personal necesario y la garantía del erario. Así, fueron
formándose compañías, societates, para las grandes actividades económicas estatales
y, en especial, para el arriendo de todos los ingresos públicos de una provincia en su
conjunto.
Estos hombres de negocios pertenecían a las clases acomodadas de Roma.
Reconocidos como el grupo de los más ricos, eran incluidos en las listas del censo, como
equites, en las centurias de caballeros. En el ejército servían en la caballería, con un
caballo puesto a su disposición por el Estado.
Mientras los senadores mantenían en su poder las magistraturas del estado, los
caballeros, de acuerdo con las actividades de su clase, asumieron el ejercicio de los
asuntos financieros del Estado y desarrollaron múltiples negocios comerciales y
banqueros de carácter privado, organizándose como auténtica clase capitalista.
II.-B) Recursos económicos de senadores y caballeros
El fundamento económico de la posición social de senadores y caballeros se
basaba en el latifundio.
Las actividades mercantiles y comerciales, la especulación monetaria, banca y
usura, y el arriendo de contratas estatales eran otros medios de inversión, libres para
los caballeros, pero no del todo vedados a los senadores, que practicaban a través de
intermediarios.
Pero, fueron los ingresos procedentes de la política exterior los que con mayor
fuerza contribuyeron al enriquecimiento de la oligarquía.
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En resumen, si existe una diferenciación en la cúspide de la sociedad romana:
orden senatorial, como estamento, y clase ecuestre, como grupo social; son más
numerosos los intereses que los unen que aquellos que los separan, frente al abismo
que los distingue del resto de la sociedad.
Surgieron discrepancias como que los senadores tenían el sistema de
adjudicación de los arriendos públicos; eran los que componían los tribunales que
juzgaban los abusos de poder y las extorsiones económicas en el ámbito provincial. Los
caballeros se sintieron amenazados por el poder judicial de los senadores. Ello conducirá
a un proceso de diferenciación entre los dos grupos; el deterioro de relaciones y de
abierto enfrentamiento, después.
III.- Transformaciones religiosas y culturales
III.- A) Roma y el helenismo
En gran parte de los territorios sobre los que Roma impuso su dominio en la
época de expansión, se había extendido la civilización helénica, a través de la influencia
de las colonias griegas y, posteriormente, de los reinos helenísticos.
Los romanos habían sufrido la influencia griega desde tiempos remotos, primero,
a través de los etruscos, y, posteriormente, de forma directa, a partir del siglo III a. de
C., cuando ocuparon la Italia meridional, la Magna Gracia.
Así, a mitad del siglo II a. de C. todo el mundo romano estaba abierto a la
influencia griega.
Pero, estas influencias no siempre fueron consideradas positivas para los
espíritus romanos más tradicionales, pues a veces fueron sentidos como corrupción,
especialmente en el periodo que siguió a la guerra contra Antíoco, surgió una violenta
oposición contra la civilización griega, que encontró en Marcio Porcio Catón un símbolo
apasionado de toda reacción contra el helenismo.
Catón, ejemplo del romano obsesionado por las virtudes tradicionales, censor en
el año 184 a. de C., pretendió restaurar la “virtud” de la Roma arcaica. Personajes como
Escipión el Africano, abierto a la influencia griega y protector de un círculo de filósofos,
artistas y escritores helénicos, representaban para él graves peligros, que era necesario
eliminar.
Pero, desde la mitad del s. II a. de C., estas tendencias conservadoras quedaron
superadas y las características romanas pudieron desarrollarse siguiendo el ejemplo
griego, para crear una auténtica cultura propia, que, sin renunciar a sus valores
tradicionales, absorbió los elementos sustanciales de la civilización griega.
III.-B) La religión tradicional y las transformaciones del helenismo
La religión romana no designaba la relación general de los hombres con la esfera
de “lo sagrado”. Se basaba en la creencia de fuerzas sobrenaturales, los numina o
espíritus, presentes por todas partes, que actuaban sobre la tierra, a veces, para ayudar
56
a los hombres y, más a menudo, para atormentarlos. Por ello, las formas de expresión
del sentimiento religioso, en forma de ritos, sacrificios y plegarias, tenían como finalidad
la protección contra esas fuerzas.
La divinidad principal era Júpiter, el señor del firmamento, que, con Juno, la
protectora del matrimonio, y Minerva, la diosa de los artesanos, formaban una triada,
venerada en el Capitolio. Otros dioses eran Marte, dios de la guerra y el trabajo agrícola,
Mercurio, protector de los comerciantes; Vulcano, dios del fuego y de la fragua,
Neptuno, dios del mar, Venus, diosa del amor. Pero, existían decenas de divinidades,
especializadas en diferentes ámbitos.
Esta relación con los dioses no era solamente una cuestión privada, sino también
política y estatal. La más alta obligación del Estado, ante cualquier asunto político de
importancia era indagar la voluntad de los dioses, mediante la observación del cielo, el
vuelo de las aves o el examen de las víctimas de los sacrificios. De igual modo, competía
al Estado mostrarles su agradecimiento, en forma de sacrificios, juegos sagrados y
construcción de templos en su honor.
La relación del individuo con la divinidad no se producía de forma directa, sino a
través de intermediarios. En el seno de la familia, la célula fundamental de la sociedad
era el pater familias, el responsable de esta relación; en el Estado, sacerdotes oficiales,
pontífices, augures se encargaban de llevar a cabo ese contacto con los dioses. En
consecuencia, existía una estrecha interdependencia entre religión y Estado, sin
posibilidad de separar el ámbito sacral del profano, correspondiente a la política.
Los romanos compartían que los dioses de comunidades extranjeras existían
realmente y eran tan poderosos como los propios. De acuerdo con ello, la conquista de
una comunidad ajena incluía la aceptación de sus dioses.
Sin duda fueron los griegos quienes influyeron más en la religión romana.
Muestras de ello es la introducción en Roma del culto a Apolo y de los libros sibilinos.
También la proliferación de cultos griegos, fiestas, procesiones, juegos y
representaciones teatrales.
En el 204 a. de C. se introdujo el culto frigio de la diosa Cibeles.
III.-C).- Transformaciones culturales: arte y literatura
Artistas y artesanos etruscos desarrollaron sus actividades en Roma e impusieron
sus gustos y técnicas en la arquitectura y en la plástica. Así, el primer templo
monumental romano, en honor a la Tríada Capitolina, se construyó según un modelo
etrusco. Posteriormente, a partir de la extensión de Roma por Campania y el sur de
Italia, el desarrollo del arte romano quedó sometido a la directa influencia griega, que
aumentó después de la IIª guerra púnica.
Las obras de ingeniería desarrollaron vigorosamente el arte de las obras públicas
y, en ellas, se manifestó el espíritu práctico característico de los romanos: fortificaciones
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de ciudades, calzadas, puentes de piedra y acueductos, pórticos, salas de mercado,
(basílicas) y arcos de triunfo son innovaciones del arte de la construcción romana.
El arte figurativo romano impuso una fidelidad a los modelos y al sentido de la
realidad, que posibilitaron el desarrollo del retrato y del relieve histórico.
En literatura, destacar a Fabio Pictor que escribió la primera historia de Roma en
lengua griega. Catón (234-149 a. de C) elevó el latín a lengua histórica en su obra
“Orígenes”, donde, con criterios objetivos exponía el pasado de Roma.
A lo largo de la República se impuso la exposición de la historia romana según los
acontecimientos anuales: la analística, sus fines, la glorificación del pasado de Roma y la
exaltación de la clase dirigente, contribuyeron a la presentación de un cuadro falsificado
de la historia romana, patente en la obra del último y más grande representante del
género: “Las Historias de Tito Livio”.
El encuentro de Roma con el helenismo impulsó, pues, en todos los campos, el
desarrollo de la cultura. Pero los modelos griegos no ahogaron el carácter propio del
espíritu romano. Gracias a la eficacia educativa del mundo helenístico, la romanidad
salió reforzada y consciente de su fuerza y de sus posibilidades de acción, que aplicaría
en el ámbito de soberanía de su imperio mediterráneo.
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TEMA 9
LA CRISIS REVOLUCIONARIA DE LOS GRACO
Preámbulo
La época que sigue a la afirmación del dominio romano sobre el
Mediterráneo es designada con el término de “crisis”: una crisis que abarca todos los
ámbitos de la vida pública y privada bajo el signo de una agudización creciente, cuyo
desenlace inevitable será la disolución de la República y la instauración de un nuevo
régimen: el Principado de Augusto.
Generalmente, su comienzo se hace coincidir con el tribunado de Tiberio Graco,
en el año 133 a. de C., pero, en realidad, se trata de una serie de causas y consecuencias.
Un punto crucial en este desarrollo tiene los años centrales del siglo II a. de C., marcados
por la personalidad de Escipión Emiliano.
I.- La época de Escipión Emiliano
I.-A) Las guerras de Hispania y su repercusión en la sociedad romana
La política exterior desarrollada por Roma en la primera mitad del siglo II a. de C.
generó un desarrollo económico. Pero, hacia la mitad del siglo II a. de C. quedaría en
entredicho como consecuencia de la ruinosa guerra en Hispania contra celtíberos y
lusitanos, pues esta guerra exigió mayores inversiones y provocó la ruina del pequeño y
medio campesinado.
Los fracasos sufridos por Roma en las campañas contra celtíberos y lusitanos
pusieron al descubierto la ineficacia del ejército. En la sociedad romana aparecieron
nuevas tendencias: la pérdida del control absoluto por parte del senado y el despertar
de las masas como factor político, de la mano de un tribuno de la plebe, Tiberio Graco.
Para comprender la explosión de violencia que genera el tribunado de Tiberio
Graco, es necesario conocer la actividad e influencia política de Escipión Emiliano, el
destructor de Cartago, cabeza visible de una poderosa facción senatorial y aglutinante
de un fecundo círculo de intelectuales, entre los que se encuentran Polibio, Terencio y
Lucilio.
I.-B) La crisis de la milicia romana
Roma había ascendido a la categoría de potencia mundial gracias a su capacidad
militar. Pero, el ejército romano era de composición ciudadana y para el servicio de las
legiones se necesitaba la cualificación de propietario. El progresivo alejamiento de los
frentes y la necesidad de mantener tropas de forma ininterrumpida sobre el territorio,
rompieron la tradicional alternancia cíclica del campesinado-soldado y dieron origen a
una crisis del ejército.
Para la solución, el gobierno recurrió a la reducción del censo, es decir, de la
capacidad financiera para ser reclutado, que pasó, en el 214 a. de C. de 11.000 ases a
4.000, para llegar finalmente a 600.
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Aunque ya después de la IIª guerra púnica se hicieron patentes las dificultades
en el reclutamiento de legionarios, el problema se agudizó a partir del 154 a. de C.
cuando el Estado se vio obligado a atender a frentes simultáneos en Galia, Iliria,
Macedonia y, sobre todo, Hispania.
Así, en el 152 a. de C. la leva fue tan impopular que hubo de suspender la
operación y, en los años siguientes, incluso dio lugar a graves disturbios.
I.-C) Las revueltas serviles
El trato brutal e inhumano a que eran sometidos los esclavos, desató reacciones
elementales de libertad, que, al coincidir con otros problemas estatales, contribuyeron
a aumentar las tensiones y a precipitar la crisis.
En el año 136 a. de C., un grupo de esclavos, dirigidos por un sirio, Euno, lograron
apoderarse de la ciudad siciliana de Enna, y unidos a otra banda pusieron sitio a la ciudad
de Agrigento. El ejército servil creció hasta reunir más de 20.000 hombres que se
apoderaron de otras ciudades sicilianas, como Catana y Tauromenion. Solo en el año
132, el cónsul Publio Rupilio logró someter la rebelión.
I.-D) La recesión económica y la crisis urbana
El rápido crecimiento de la población en Roma durante la primera mitad del siglo
II a. de C. no permitió la creación de las necesarias infraestructuras para absorber la
continua inmigración de campesinos arruinados hacia la ciudad.
A partir de 138 se produjo una fuerte recesión del gasto público, ocasionado por
la cancerosa guerra en Hispania que exigía la inversión creciente de hombres y dinero.
Pero, además, la rebelión de esclavos en Sicilia encareció los abastecimientos de trigo,
necesarios para la alimentación de la población urbana.
La doble tenaza del alza de precios y del desempleo, aumentaron la atmósfera
de inseguridad y tensión en la ciudad de Roma, con el consiguiente peligro de
desestabilización política.
I.-E) Facciones nobiliarias y la lucha política
En el ordenamiento aristocrático de la sociedad romana republicana, el control
político estaba en manos exclusivas de la nobleza senatorial.
Los problemas políticos y sociales que comienzan a mediados del siglo II a. de C.
afectaron a la cohesión interna de este régimen senatorial que se dividió en grupos o
facciones. Estos grupos buscaron sus metas políticas fuera del organismo senatorial, con
ayuda de las asambleas populares y de los magistrados que las dirigían, los tribunos de
la plebe.
El tribunado de la plebe, que recuperó su carácter de órgano protector del
pueblo, contra los magistrados y contra el senado, no impidió las luchas políticas en el
seno de la nobleza senatorial, la acabaron convirtiendo en instrumento de una u otra
facción.
60
Fue el clan de Escipión Emiliano uno de los primeros que utilizó el tribunado de
la plebe para sus fines políticos: para afirmar su poder sobre el colectivo senatorial y
sobre el propio Estado, Escipión no dudó en buscar el apoyo popular, en alimentar los
deseos de las masas y combatir los propios elementos del sistema en el que se basaba
su misma autoridad.
Escipión necesitaba el apoyo popular para hacer realidad una de sus metas
políticas más ambicionadas: su reelección como cónsul y el encargo de conducir la
guerra en Hispania. Este programa le decidió a lanzar a la palestra el resbaladizo
problema agrario y le enfrentó a poderosas familias, pero logró sus objetivos.
En su ausencia, mientras dirigía el asedio de Numancia, el clan enemigo,
encabezado por Apio Claudio Pulquer lanzó un golpe de efecto: una ley agraria de
reparto de tierras entre los proletarios y para ponerla en movimiento, la facción utilizó
los servicios de Tiberio Graco, proponiéndole en el 134 a. de C. como tribuno de la plebe.
II.- El tribunado de Tiberio Graco
Tiberio se convirtió en tribuno el año 133 a. de C. Su padre, Tiberio Sempronio
Graco fue una figura política y militar de la generación anterior; su madre, Cornelia, era
hija de Escipión el Africano. Yerno de Apio Claudio, tenía también lazos familiares con el
propio Escipión Emiliano. Tiberio fue un convencido partidario de las reformas.
Tiberio asumió la tarea de presentar una “Ley agraria”, según la cual ningún
ciudadano podría poseer más de 125 hectáreas de tierra propiedad del Estado,
ampliables en 250 por cada hijo, hasta un máximo de 1.000. La tierra sobrante debería
ser devuelta al Estado para ser parcelada en pequeñas fincas, inalienables, de una
extensión no superior a 30 hectáreas, en la que se asentaría a ciudadanos sin tierras
como colonos a perpetuidad, contra el pago de un pequeño canon.
La propuesta no afectaba en absoluto a la propiedad privada, que era inalienable,
pero perjudicaba los intereses de los grandes latifundistas, que, tras ocupar ilegalmente
las tierras del Estado e invertir en ellas capitales, las habrían ido transmitiendo, de
padres a hijos, como bienes de familia.
El fin principal de la reforma trataba de reducir la desigualdad social, aliviar las
penurias de la plebe rural, pero, sobre todo, reforzar el estado de pequeños propietarios
para aumentar las bases de reclutamiento del ejército.
Los intentos proclamados por Tiberio afectaban a tierras cercanas a Roma o
explotadas por grandes latifundistas de la clase senatorial. Así, como reacción, otro
tribuno, Octavio, latifundista, en el momento de votación de la ley interpuso su veto.
Pero, Tiberio contraatacó, la ley se aprobó y fueron elegidos los tres miembros de la
comisión encargada de ponerla en funcionamiento: el propio Tiberio, su hermano Cayo
y su suegro Apio Claudio.
61
Ejecutar una ley tan compleja requería mucho tiempo y dinero. El senado, en
señal de desprecio y venganza, asignó a la comisión una suma ridícula para sus trabajos.
Tiberio emprendió un nuevo paso.
Poco antes había muerto el rey de Pérgamo, Atalo III y en su testamento había
dejado al pueblo romano su reino, que se convirtió en la nueva provincia de Asia. Tiberio
propuso que el dinero del tesoro de Pérgamo fuese utilizado para la financiación de la
reforma.
Esta intromisión era intolerable para el senado, la cual tomó la decisión de
eliminar a Tiberio con la fuerza.
Los senadores utilizaron las siguientes estratagemas: la magistratura tribunicia
solo duraba un año y no era reelegible; la reforma agraria perjudicaba a los itálicos. Los
senadores opuestos a la reforma, utilizaron el descontento de los itálicos, con el doble
fin de neutralizar a Tiberio y quitarle el apoyo político.
Un grupo de senadores irrumpieron en la asamblea donde debía decidirse la
reelección de Tiberio. El pánico popular y los golpes de los senadores dejaron sobre el
campo 2 o 3 centenares de cadáveres, entre ellos, el del propio Tiberio.
III.- El Tribunado de Cayo Graco
La muerte violenta e ilegal de Tiberio no significó la abolición de su programa. La
comisión triunviral continuó sus trabajos, con la sustitución de Tiberio por Licinio Craso,
cónsul en el 131 a. de C. Pero la oligarquía y, sobre todo, el clan de Escipión, estaban
dispuestos a vaciar los trabajos de la comisión.
Motivo especial de quejas y pleitos era la devolución de las tierras del Estado
usufructuadas por comunidades aliadas. La medida suscitó una gran inquietud entre los
itálicos. La comisión agraria puso solución al convertir a los itálicos en ciudadanos, por
tanto, en beneficiarios de la ley agraria.
Ante este ardiente contexto político, Cayo Graco logró su elección como tribuno
de la plebe para el año 123 a. de C. En los dos años de su gestión Cayo se propuso dar
mayor peso político a las clases populares, limitar los abusos de la nobilitas y adecuar el
sistema de gobierno a las necesidades de un estado imperial.
Cayo se dispuso a reemprender la línea política de su hermano, con un programa
de reforma social que no solo tuviera en cuenta los problemas de la plebe rústica, sino
los intereses y aspiraciones de estratos mucho más amplios, susceptibles de alienarse a
su lado frente a la prepotencia de la oligarquía senatorial.
Cayo emanó una ley frumentaria que establecía la distribución de grano a cargo
del Estado, a un precio fijo, inferior al del mercado libre, para todos los ciudadanos de
Roma. La lex militari, para proteger a los menores de 16 años de la obligación de prestar
servicio militar y asegurar a los soldados el equipamiento a costa del estado. La ley de la
provincia de Asia: la proverbial riqueza del antiguo reino de Pérgamo debía ser
exprimida en beneficio de la política social romana. La lex iudiciaria, para atraerse a los
62
équites, los caballeros, impedir que los jueces perteneciesen al mismo estamento que
los encausados. Por ello dio el paso de convertir a los caballeros en un “ordo”, un
estamento cerrado. El control de los tribunales seria, a partir de ahora, un campo de
enfrentamiento entre senadores y caballeros y un elemento más de desestabilización
de la sociedad.
El senado no podía permitir el múltiple ataque que significaban las reformas de
Graco y lo combatió, una vez más, con los medios demagógicos empleados contra
Tiberio. Aprovechando la ausencia de Graco, que estaba en Cartago, se presentó ante la
asamblea una serie de proyectos, que en realidad eran inviables, pero se aprobaron y
Cayo fue derrotado.
A su vuelta de África, Cayo replicó con el proyecto de ley más innovador, que
proponía la concesión a los latinos del derecho de ciudadanía y a los demás itálicos, del
derecho de voto en Roma. La oligarquía senatorial volvió a utilizar su demagogia ante la
asamblea: si los itálicos lograban acceder a la ciudadanía, los beneficios, que hasta ahora
solo disfrutaba el pueblo romano, deberían ser compartidos entre muchos más
individuos”. Finalmente, el proyecto no fue aprobado.
En las elecciones para el tribunado de la plebe de 121 a. de C. Cayo no fue elegido
y uno de los nuevos tribunos propuso ante la asamblea la abrogación del proyecto que
había dado vida legal a la fundación. Cayo, en el tumulto originado durante la votación,
pereció al igual que muchos de sus seguidores.
IV.- La política exterior en la época de los Graco
En Oriente, eliminada Macedonia, debilitado Egipto y reducida Siria a un papel
secundario, solo el Reino de Pérgamo mantenía cierto esplendor, tras el que escondía
graves problemas sociales y económicos. El año 133 a. de C. moría su rey, Atalo III y en
su testamento instituía como heredero de su reino al pueblo romano. Un hijo bastardo
del rey, Aristónico, esgrimió la bandera de la independencia. El movimiento se extendió
por el interior de Asia Menor y tomó carácter de revuelta social contra el poder
centralista romano. Solo en el año 130 a. de C. tras el aplastamiento de la rebelión, una
comisión senatorial se encargó de la organización de la nueva provincia de Asia.
En Occidente, después de la destrucción de Numancia (133 a. de C.), la
pacificación de las provincias de Hispania no fue definitiva y hasta el final de siglo, las
armas romanas hubieron de combatir contra múltiples focos de resistencia en la meseta.
El gobierno romano consideró necesario abrir una fácil comunicación terrestre
entre Hispania e Italia, a través del sur de la Galia. Para proteger la ciudad aliada de
Marsella, se emprendieron entre los años 125 y 121 a. de C. una serie de campañas
militares que pusieron en manos romanas un extenso espacio territorio entre los
Pirineos y Génova. En el año 120 a. de C., el espacio conquistado fue transformado en la
provincia de la Galia Narbonense, con la fundación de la colonia Narbo Martius
(Narbona), en el 118 a. de C.
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Por último, la conquista de las Islas Baleares, llevada a cabo por el cónsul Cecilio
Mételo, entre 123 y 121 con el propósito de acabar con la piratería que infestaba sus
costas. La conquista fue coronada con la fundación de dos colonias, Palma y Pollentia
(Pollensa), que contribuyeron a la romanización de las islas.
You tuve: Tiberio Graco:
https://www.youtube.com/watch?v=xeoPJbTGb4I
You Tube: Cayo Graco: https://www.youtube.com/watch?v=W9uI55PFJqE&t=10
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TEMA 10
MARIO Y EL MOVIMIENTO POPULAR DE FINALES DEL S.II a. de C.
I.- La vida política romana tras la muerte de Cayo Graco
Los problemas que habían promovido la actividad política de los hermanos
Graco, tuvieron un efecto destructivo en el interior de la oligarquía y en el modo de
conducir la lucha política.
La aristocracia dirigente hizo todos los esfuerzos posibles para reprimir las
fuerzas políticas hostiles y devolver su autoridad al senado. Los propugnadores de estos
intereses fueron llamados Optimates.
Los équites estaban atentos a sus intereses económicos y en ellos invirtieron su
nueva fuerza política, en unos casos, enfrentados al senado, y en otros, solidarios con la
oligarquía dirigente.
El pueblo, seguía manteniendo fuertes lazos de dependencia con los miembros
de la aristocracia, que permitía su manipulación.
Solo personalidades aisladas de la nobleza, enfrentados a sus iguales, con el
nombre de populares, pretendieron combatir por la reforma del Estado y en nombre de
la causa del pueblo. También los populares utilizaron los sistemas de las alianzas
familiares, de la demagogia y de la manipulación de las masas, pero solo con el objetivo
de crearse un poder personal.
La oligarquía, tras la muerte de Cayo Graco, recuperó momentáneamente las
riendas del poder, reaccionando a liquidar la reforma agraria. En el año 121 se suprimió
la inalienabilidad de los lotes de tierras asignados por la ley de Tiberio Graco, y así se
reabrió el proceso de concentración de la propiedad.
II.- La política exterior. La cuestión de Yugurta
Tras la destrucción de Cartago, Roma se apoyaba en el reino cliente de Numidia,
pero al morir su monarca, Micipsa, las desavenencias entre sus tres herederos,
Hiempsal, Adherbal (sus hijos) y Yugurta (su sobrino), fueron solventadas por el senado
con una división tripartita de Numidia.
Yugurta, decidido a reconstruir el reino como único gobernante, asesinó a
Hiempsal y expulsó de sus dominios a Adherbal. El senado en el año 116 procedió a una
nueva división de Numidia, pero Yugurta hizo caso omiso y invadió los dominios de
Adherbal, obligándolo a encerrarse en la capital, Cirta.
La guerra era ya inevitable, se reanudó en el 110 y condujo a las fuerzas romanas
a la capitulación.
Las elecciones consulares para el 109 llevaron a la cabeza del Estado a Quinto
Cecilio Mételo, líder de una de las más poderosas facciones del senado. General
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experimentado, fue encargado de la conducción de la guerra en África, en la que incluyó
como legado a Cayo Mario.
III.- Mario y las guerras exteriores de finales de s. II a. de C.
Mario fue pretor en el 115 a. de C., gobernador de la Hispania Ulterior en el 114
y legado en el ejército de África a las órdenes de Mételo, en el 109 a. de C.
Las relaciones entre Mételo y Mario se enturbiaron pronto, pues al prolongarse
mucho la guerra de África, Mario logró popularidad, mientras que Mételo se
desprestigiaba.
Mario logró su nombramiento como cónsul para el año 107 a. de C. Emprendió
una reforma del ejército al aceptar como voluntarios a “proletari” y “capite censi”, es
decir, ciudadanos romanos sin recursos económicos mínimos para ser considerados
propietarios y, en consecuencia, aptos para el servicio militar. A partir de entonces
fueron desapareciendo del ejército los propietarios, sustituidos por proletarios,
individuos sin ocupación fija en la vida civil, para quienes la milicia representaba una
salida a sus problemas económicos: era el nacimiento del ejército profesional.
La mayoría de estos nuevos reclutas procedía del proletariado rústico, cuya
aspiración máxima era conseguir, tras su licenciamiento, una parcela de tierra cultivable,
donde reintegrarse a la vida civil como propietarios. De este modo, surgió el nuevo
problema agrario, opuestos a la reforma de los Graco. Además, tendría una
trascendental consecuencia política, pues el ejército necesitaba de un caudillo, los
soldados, por su parte, contaban con su comandante, como líder político, para resolver
el problema de las asignaciones de tierra tras finalizar su servicio.
La legión continuó siendo la unidad táctica, pero articulada en 10 cohortes, de
600 hombres cada una. Otras innovaciones fueron la unificación y modernización del
armamento, el cultivo entre la tropa de espíritu de cuerpo, la introducción de una rígida
disciplina y el sometimiento de los soldados a continuos y duros entrenamientos.
Mario consiguió tras tres años de guerra, reducir a Yugurta y el 1 de enero de
104 a. de C. logró la magistratura consular por segunda vez y el mando de las tropas para
enfrentarse a un peligro más amenazador, las incursiones de tribus germánicas en
territorio romano.
III.- Las guerras contra cimbrios y teutones
Los Cimbrios habitaban en la península de Jutlandia, en vecindad con otras tribus
germánicas, como los Teutones. Estas tribus iniciaron una emigración masiva hacia el
sur, a lo largo del rio Elba, hasta alcanzar el curso medio del Danubio, siguiendo hacia
los Alpes Orientales, habitados por los Tauriscos, clientes del estado romano, que ante
la amenaza solicitaron la ayuda de Roma. Pero el ejército enviado en socorro de los
tauriscos fue aniquilado el año 113 a. de C. en Noreia (Austria). Los germanos se
desviaron hacia occidente para extenderse por la Galia.
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La invasión amenazaba el territorio romano de la Galia Narbonense, pero los
ejércitos enviados sufrieron repetidos desastres. Así, toda la Galia y la propia Italia
quedaban así inermes frente al enemigo, mientras Mario regresaba triunfante de África.
Mario logró su reelección como cónsul, año tras año, cuatro veces consecutivas,
para conjurar el peligro bárbaro (104-101 a. de C.). Los teutones fueron aniquilados en
el 102, en los alrededores de Aquae Sextiae (Aix-en Provence) y la Galia fue liberada. Los
cimbrios, en la orilla septentrional del Po, fueron derrotados completamente en el 101
a. de C.
El peligro germano había sido conjurado y Mario convertido en un héroe, fue
saludado como nuevo fundador de Roma y padre de la patria. Deshecho el último peligro
exterior, retornaban las luchas intestinas por el poder.
III.- B) La rebelión servil de Sicilia del 104 a. de C.
A ruegos de Mario, el senado había ordenado, en el año 104, a los gobernadores
provinciales la liberación de todos los ciudadanos, procedentes de estados clientes o
aliados de Roma, que hubiesen sido esclavizados irregularmente, ante la necesidad de
más tropas auxiliares. Pero el cumplimiento de la orden tropezó en Sicilia con la presión
de los propietarios esclavos, y el pretor paralizó el proceso.
Las abortadas esperanzas de libertad no tardaron en traducirse en insurrecciones
aisladas. Los aterrados propietarios solicitaron ayuda militar del ejército romano.
Durante varios años las fuerzas romanas se estrellaron contra los muros de
Triocala, al norte de Heraclea, la capital del estado servil, hasta que el cónsul Aquilio,
colega de Mario en el 101, logró dominar completamente la rebelión.
IV.- La coyuntura política de finales del s. II a. de C.
I.- A) La política popular
El movimiento popular del último quinquenio del s. II a. de C. es fruto de la
descomposición del colectivo aristocrático del senado en múltiples facciones. Sus
protagonistas fueron personajes de la aristocracia.
El proceso de proletización del ejército, llevado a cabo por Mario, introdujo en la
sociedad romana un nuevo factor de inestabilidad. Los voluntarios de Mario eran
proletarios rústicos que aspiraban a ser propietarios agrícolas.
Así, cuando terminó la guerra de África a Mario se le presentó la preocupación
del porvenir de los veteranos. Mario no podía esperar la colaboración de la “nobilitas” y
hubo de apoyarse en Saturnino, joven aristócrata de sentimientos anti senatoriales y
con capacidad de maniobra en la acción popular.
Saturnino se inició en 103 como tribuno de la plebe y implantó la “lex
frumentaria” en beneficio de la plebe urbana, al reducir drásticamente los precios del
trigo suministrado por el Estado. La violenta oposición del senado fue contestada por
Saturnino con el desencadenamiento de procesos políticos contra miembros de la
67
oligarquía responsabilizados de los fracasos en las guerras contra cimbrios y teutones.
Esto desencadenó un proyecto que pretendía extender juicios contra el senado,
Saturnino y Glaucia lograron la aprobación de la “lex iudiciaria”, cuya dirección estaba
en manos de los populares.
También se aprobó una “Lex Appuleia agraria” para solucionar el problema de
los veteranos de África: se proveía a cada veterano de una parcela de 25 hectáreas en
territorio africano. La ley sancionaba así el proyecto de colonización ultramarina. Era
una solución a la distribución de tierras en Italia, donde ya no existía “ager publicus”
disponible.
Todo esto fue contestado por el senado, desposeyendo a Saturnino de su
magistratura tribunicia y mientras Mario luchaba contra cimbrios y teutones, en Roma
la nobilitas, bajo la dirección de los Mételos, atacó a los populares, intentando expulsar
del senado a Saturnino y Glacia, aunque no lo lograron.
IV.- Las elecciones del 101: Mario y los populares
Mario volvió victorioso de la guerra cimbria y para su reelección del 101
necesitaba aliados efectivos. Mario debía entenderse con los populares, Saturnino debía
lograr su segundo tribunado y Glautia la prefectura.
Los proyectos de los coaligados enfrentaban la plebs rústica, beneficiaria de la
ley, con la plebs urbana, que no ganaba nada.
Sin embargo, las leyes fueron aprobadas con el terror y la presión de las bandas
armadas, mientras Mario quedaba en una comprometida situación ante el senado.
La nobilitas obligó a Mario, como cónsul, a restablecer el orden decretando el
estado de excepción. Senadores y caballeros, secundados por la plebs urbana, se
lanzaron, bajo la dirección de los magistrados, contra el Capitolio, donde se habían
hecho fuertes Saturnino y sus compañeros, Mario no pudo impedir su linchamiento y
abandonó Roma.
El movimiento popular de finales del s. II a. de C. introdujo en la crisis republicana
un nuevo elemento de vital importancia: la inclusión del ejército en los problemas de
política interior. El problema de los repartos de tierra, suscitado por los Graco, fue ahora
asumido por el ejército proletario rural, que se separó cada vez más de las
reivindicaciones de la plebe urbana, insensible a la cuestión de la tierra. Pero Mario, que
había creado con el ejército proletario, un nuevo factor de poder, no entrevió sus
consecuencias, al reaccionar en el último instante más como senador que como jefe
revolucionario.
VDO de You Tube: Mario: https://www.youtube.com/watch?v=XrgGR6qNU74
You Tube: Treccia podcast: https://www.youtube.com/watch?v=nB-G07ono2U&t=28s
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TEMA 11
LA ÉPOCA DE SILA
I.- La cuestión de los aliados
El problema aliado era la aspiración itálica a la ciudadanía, para asegurar la
igualdad de tratamiento dentro del sistema político romano.
Las clases dirigentes aliadas consideraban la ciudadanía como un paso previo
para asegurar un control sobre la política exterior romana. Pero, también, las restantes
clases sociales itálicas veían en el otorgamiento de la ciudadanía una serie de ventajas:
soldada, reparto del botín, concesiones de tierras, se liberaban del tributo y tenían
mayores posibilidades de aumentar su nivel de vida.
Los romanos, plebe rústica y urbana, no estaban dispuestos a repartir unos
privilegios que creían exclusivos y la clase política no deseaba poner en peligro el control
de poder en las asambleas con un incremento del número de ciudadanos.
Hasta la mitad del decenio, buen número de itálicos, lograron ser incluidos en las
listas de ciudadanos. El problema que se creó, obligó en el año 95 dictar una ley que
excluía la ciudadanía romana a todos los itálicos que la hubiesen logrado por medios
fraudulentos.
II.- El problema de Asia
El antiguo reino de Pérgamo se convirtió en una rica fuente de recursos, no solo
para el Estado, sino para la actividad de muchos hombres de negocios romanos e
itálicos. Las extorsiones y arbitrariedades de estos empresarios, en especial de los
publicani, encargados de la recaudación de impuestos, eran un azote para los
provinciales, ante la impotencia de los gobernadores senatoriales, incapaces de poner
freno a la omnipotencia de las poderosas compañías ecuestres. Se corría así el riesgo de
comprometer la estabilidad de la provincia, por la existencia de reinos limítrofes: el
Ponto y Bitinia, cuyas dinastías podían aprovechar el malestar de los provinciales para
sus deseos de expansión.
Para acabar con los abusos, el senado decidió enviar a Asia a Ritilio Rufo como
legado del procónsul, experto en temas de jurisprudencia. En el año 92, como sus
normas atacaban los intereses de los publicani, Rufo fue condenado al exilio.
En el 91, Livio Druso, comenzó su actividad como tribuno. Hizo una reforma
judicial, pero no contentó a nadie y fue derrotado y asesinado.
III.- La guerra de los aliados
La eliminación de Druso supuso para los dirigentes aliados la pérdida de la última
posibilidad de diálogo con el Estado romano.
La rebelión de los aliados, conocida como “rebelión social”, se extendió en las
regiones montañosas de Italia central y meridional, de etnia sabelia y con organización
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tribal la mayoría de ellas. Estas comunidades salias se agruparon en dos grupos:
“marso”, el más septentrional (área central italiana), y el “samnita” (sur de la península).
Los insurgentes eligieron como cuartel general la ciudad de Corfium, que cambió
el nombre a Italia y se dieron una serie de instituciones: 2 cónsules, 12 pretores, 1
senado de 500 miembros y monedas acuñadas.
Los aliados tomaron armas frente a un Estado que les negaba el derecho a
integrarse en él, en pie de igualdad.
Las operaciones comenzaron en el año 90, en los dos frentes, marso y samnita,
con continuos fracasos para las armas romanas. En el norte, los marsos derrotaron al
ejército del cónsul Rutilio Lupo, que murió en el frente de batalla, quedando al frente,
entonces, de las tropas romanas, Mario. Mientras Cneo Pompeyo Estrabón, el padre de
Pompeyo el Grande, sitiaba Asculum. El frente meridional samnita, el cónsul Julio César,
con Sila como legado, no pudo impedir que se adhirieran a la revuelta otras regiones del
sur de Italia. Etruscos y Umbros, amenazaron con sumarse a la rebelión.
Los resultados negativos de la guerra convencieron al gobierno romano de que
solo cabía una solución política, que pasaba por la aceptación de las demandas de los
aliados: el año 90 a. de C., el cónsul Julio Cesar ofreció la ciudadanía a todos los latinos;
en el 89 a. de C. se acordó la ciudadanía romana a todos los itálicos, con domicilio
permanente en Italia, que lo solicitaran ante el pretor romano en el término de 60 días.
La ley emanada por Pompeyo Estrabón, cónsul en el 89, “lex Pompeia”, otorgaba el
escalón previo a la ciudadanía, el derecho latino “ius latii”, a las comunidades de la Galia
Cisalpina.
Estas concesiones significaban la aceptación de todos los itálicos en el cuerpo
ciudadano romano.
La guerra social significó la igualación jurídica de todos los habitantes de Italia,
provistos de las mismas prerrogativas políticas. Sus comunidades, en correspondencia,
abandonaron sus sistemas ancestrales de organización para adaptarse a los módulos
administrativos romanos, como “municipia” de ciudadanos romanos.
Pero, los municipios italianos no tuvieron posibilidad real de participar en las
tareas del Estado, que quedaron restringidas a los ciudadanos con residencia en Roma,
o en sus inmediatos alrededores, la plebs urbana.
El gobierno senatorial para prevenir la influencia política de los nuevos
ciudadanos en las asambleas por tribus, “comitia tributa”, incluyó a los itálicos en un
número reducido de tribus y, con ello, generó nuevos problemas de política doméstica.
De la guerra de los aliados, Roma pasaría a la guerra civil.
La aplicación práctica de las leyes ciudadanas volvió a resucitar las luchas de
facciones del colectivo oligárquico senatorial.
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Los problemas internos del Estado romano, enfrentado a los aliados itálicos,
había animado a Mitríades VI, rey del Ponto, a extender por Asia Menor un movimiento
de resistencia antirromano para aumentar su influencia en la zona.
El desarrollo de los acontecimientos exigía conducir una guerra en Asia,
encargándose uno de los cónsules del 88, Pompeyo Rufo y Sila, a quien correspondió en
suerte la provincia de Asia y la guerra contra Mitríades.
Rufo intentó resolver definitivamente el problema de los aliados. Para ello
decretó unas leyes que suponían distribuir los nuevos ciudadanos en todas las tribus y
transferir a Mario la dirección de la guerra contra Mitríades.
La presentación de las propuestas dio lugar a disturbios callejeros, pero las leyes
fueron aprobadas. Sila se encargó de la guerra en Asia.
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La guerra social en Roma: Radio Uned, Javier Cabrero, profesor
https://www.youtube.com/watch?v=gd8nm8ssWbc
Los aliados eran las poblaciones que firmaron pactos con Roma, pero que no gozaban de
los privilegios de como los que eran ciudadanos romanos. Son marsos y samnitas a los
que se unirán otros. Ansiaban de tener los privilegios y tierras tras botín de guerra.
Las masas populares de Roma no querían que obtuvieran estas ventajas.
La sublevación armada, precedentes: En Roma Livio Druso (tribuno de la plebe) intentó
reconciliar el orden ecuestre con el aliado, intentando la reconciliación. Los romanos
descontentos, intentaron derogar las propuestas. Druso fue asesinato; las tropas de
aliados componían gran parte del ejército de Roma.
Los aliados se lanzaron a la revuelta. Fundaron Corfium como sede, un nuevo estado, con
moneda y Asambleas.
Fases guerra: 1ª favorable a los aliados y murieron 2 cónsules romanos; 2ª favorable a
Roma; 3ª…
Solución: Julio Cesar hace emanar una propuesta de concesión de ciudadanía, …. En el
88 se solucionó
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IV.- El golpe de Estado de Sila
La reacción de Sila, ante el decreto popular que lo relevaba del mando, fue instar
a sus tropas a marchar contra Roma para defender a su general y no dejarse arrebatar
por otros soldados, los soldados de Mario, y Roma fue ocupada por el ejército de Sila.
Aunque dueño de Roma, Sila solo tenía tiempo para asegurar su golpe de mano
con medidas de urgencia, ya que la grave situación en Asia exigía el inmediato traslado
de sus tropas a Oriente. Logró que el senado aboliera los proyectos legales de Sulpicio
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Rufo y del tribuno, con Mario y algunos de sus más destacados partidarios, fuesen
declarados enemigos públicos. Mario consiguió huir a África, pero Sulpicio Rufo no pudo
escapar a la pena capital. Un conjunto de leyes anuló la capacidad legislativa de las
asambleas de la plebe, transfiriéndola a los comicios centuriados, en los que la oligarquía
tenia mayor capacidad de manifestación. Pero Sila no pudo impedir que para el año 87,
fuese elegido cónsul, al lado del optimate Cneo Octavio, el demócrata Lucio Cornelio
Cinna, con claras simpatías hacia el grupo de Mario. Sila se limitó a exigir a los dos
cónsules el respeto a las nuevas leyes y partió para Asia.
V.- El gobierno de Cinna
Cinna no respetó el juramento y la situación política volvió al punto interrumpido
por el golpe de Estado, cuyo problema fundamental había sido la concesión de los
derechos civiles a los itálicos. El cónsul resucitó la propuesta de reparto de los nuevos
ciudadanos en todas las tribus y exigió la concesión de una amnistía para los exiliados.
Su colega Octavio, apoyado por la mayoría senatorial, expulsó a Cinna de Roma y le
desposeyó de su magistratura.
Cinna entonces, apoyándose con comunidades itálicas y con exiliados de Sila,
entre ellos Mario, reclutó una legión, realizó una marcha sobre Roma y ésta tuvo que
rendirse a los ejércitos de Mario y Cinna, que entraron en la ciudad a finales del 87.
Mario y Cinna se hicieron elegir cónsules para el año 86, pero la muerte del viejo
general demócrata, Mario, poco después, dejó a Cinna como único beneficiario de una
herencia política conquistada por la fuerza.
Durante tres años (86-84), Cinna, investido ininterrumpidamente como cónsul,
intentó consolidar su posición con iniciativas económicas que contentaron a los grupos
heterogéneos a los que debía su poder. También tenia que garantizarse una
colaboración con el senado, siendo prudente con Sila, pues sabía que éste estaría
decidido a derrocar el régimen.
VI.- La guerra contra Mitríades
La dinastía que reinaba en el Ponto siempre había tenido apetencias
expansionistas sobre Asia Menor.
Una vez ocupada Asia por Mitríades, eliminando a todos los itálicos residentes,
su objetivo siguiente fue la ocupación de las islas del Egeo.
A excepción de Rodas, el resto de islas griegas fueron conquistadas y desde
Atenas las fuerzas del Ponto (Mitríades) extendieron su influencia a una parte de Grecia.
En estas circunstancias, Sila desembarcó en el Epiro y decidió atacar
directamente Atenas, que logró ocupar en el 86. En una campaña muy dura, las batallas
de Queronea y Orcómonos de Beocia, en las que el ejército de Sila resultó vencedor,
decidieron la suerte de Grecia.
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Mientras, el senado romano envió tropas para combatir a Mitríades, al mando
de Flavio Fimbria, el cual logró apoderarse de Pérgamo. Desde allí ofreció a Sila su
colaboración, quien astutamente se aprovechó de los triunfos ajenos para forzar al rey
del Ponto a una capitulación.
En el 85, en Dárdanos, Sila y Mitríades firmaron la paz. El vencido rey aceptó
retirarse de todos los territorios ocupados, devolver los prisioneros, entregar parte de
la flota y pagar una indemnización de guerra.
Sila convenció a los soldados de Fimbria que desertaran y se pasaran a sus filas.
Fimbria, abandonado, hubo de suicidarse. En cuanto a la reorganización de Asia, los
dictados de Sila, enérgicos y duros, hicieron de la provincia la verdadera perdedora del
conflicto. Librada a la rapiña de los soldados y cargada con pesados impuestos y
contribuciones, ofreció Sila los recursos necesarios para garantizarse la fidelidad de su
ejército enfervorizado, con el que, a comienzos del 83, se dispuso a invadir Italia.
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You tuve: guerra contra Mitríades
https://www.youtube.com/watch?v=Zr45s1_IbBE
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VII.- La guerra civil
La evolución de los acontecimientos obligó al gobierno de Cinna a plantearse la
cuestión de la defensa de Italia. En el año 84, Cinna se dio como colega de consulado a
Papirio Carbón y comenzaron a prepararse los efectivos bélicos.
Mientras Sila se atrajo a un buen número de senadores. Cinna y Papirio se
enfrentaron a Sila, resultando muerto Cinna tras un motín. Papirio Carbón quedó como
único cónsul el resto del año 84, hasta la elección de los siguientes cónsules, Lucio
Cornelio Escipión y Cayo Norbano.
En la primavera del año 83 a. de C., desembarcó Sila en Brindisi. Barrió la
resistencia del sur de Italia, los dos cónsules se opusieron a su avance. Italia iba a sufrir
los horrores de una guerra civil, que se prolongaría a lo largo de casi dos años.
Sila se apoderó de Roma el 1 de octubre del año 82 a. de C. tras una sangrienta
batalla. Sila era ahora el dueño del Estado.
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VIII.- La dictadura de Sila
Cuando Sila entró en Roma, la ciudad no tenia gobierno legal. Para poner de
nuevo en marcha la máquina del Estado y reformar sus instituciones, el vencedor creyó
necesario recurrir a una magistratura extraordinaria, la dictadura, recurriendo a la
represión, sumiendo a Roma en una atmósfera de terror.
Reglamentó listas públicas de enemigos del régimen. Sus cabezas eran puestas a
recompensa, se confiscaban sus bienes y sus descendientes eran señalados con la
infamia y la pérdida de sus derechos civiles.
En Italia, la venganza alcanzó comunidades enteras, Preneste, Nola, y Capua,
entre otras ciudades, fueron materialmente arrasadas. Pero, sobre todo, quedó
afectada la comunidad samnita, que tan decididamente había apoyado a Mario. Se trató
de un auténtico genocidio, con el que se concluía, en la práctica, la cuestión itálica y que
dejaría huellas endebles en la estructura económica y social de la Italia central.
Más allá de las represalias, para recompensar a sus partidarios, Sila asentó a más
de 120.000 hombres en tierras cultivables a lo largo de Italia, en la forma de
distribuciones individuales o colonias de veteranos. La tierra necesaria fue conseguida,
mediante requisa, de las ciudades y áreas que se habían opuesto a Sila.
Así se cumplió una descomposición de las relaciones de propiedad y se creó el
germen de futuros desordenes.
Sila comenzó por elevar a 600 el número de senadores, duplicando su número
tradicional. En las listas, fueron incluidos oficiales de su ejército y un importante núcleo
procedente del orden ecuestre, en espacial, de la nobleza municipal italiana.
El dictador devolvió a la cámara el control exclusivo de los tribunales. Por primera
vez en la historia de Roma se creó un derecho penal, en la forma de tribunales perpetuos
para juzgar los distintos tipos de crímenes, compuestos de jurados del orden senatorial,
presididos por un pretor.
Sila elevó a ocho el número de pretores y a 20 el de cuestores. La magistratura
del tribunado de la plebe, que, en los últimos tiempos, se había manifestado tan
peligrosa para la estabilidad del régimen oligárquico, sufrió una drástica restricción de
sus poderes. Volvió a requerirse la previa autorización del senado para toda propuesta
de ley tribunicia, pero, sobre todo, la investidura del tribunado incapacitaba para ejercer
cualquier magistratura.
Sila entre otras reformas: composición y nombramiento de colegios
sacerdotales, leyes contra el lujo y la inmoralidad, medidas financieras para incrementar
los recursos del Estado, abolición de los repartos del grano a la plebe, reforma de las
asambleas populares.
Esta ingente obra fue cumplida por Sila en apenas dos años y fue culminada con
una sorprendente decisión: a comienzos del año 79 el dictador abdicó de todos sus
poderes públicos y se retiró. Murió al año siguiente (78).
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Sila, campeón de la oligarquía, trató de robustecer el gobierno aristocrático
contra la agitación popular, otros lo ven como modelo de dictador militar, guiado sólo
por el ansia de concentrar un poder absoluto.
You tuve: la dictadura de Sila (82-79 a. de C.
https://www.youtube.com/watch?v=DZx5Dkq2Gyk
You Tube : Mario y Sila: una república en crisis:
https://www.youtube.com/watch?v=dRkw9KqAibM&t=5278s
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TEMA 12
LA ERA DE POMPEYO
I.- La aristocracia postsilana. Pompeyo
La muerte del dictador abre un periodo de 30 años que contemplan la
transformación de un régimen aristocrático en una autocracia militar. Es conocido como
“última generación de la República”, sin duda la mejor documentada, gracias al
testimonio de Cicerón, César y Salustio.
Sila había dejado al frente del Estado una oligarquía recreada por su voluntad,
pero el senado nacido en la época de Sila era débil, formado por arribistas y mediocres
criaturas de Sila.
Así, el régimen hubo de enfrentarse a jóvenes políticos de tendencias populares.
Además, se sumaron graves problemas de política exterior. El senado estaba impotente
y se vio obligado a recurrir a los servicios de un joven aristócrata que disponía de estos
medios de poder, Cneo Pompeyo.
Pompeyo era hijo de uno de los caudillos de la guerra social, Pompeyo Estrabón,
y había heredado la fortuna y las clientelas personales acumuladas por su padre, que
puso al servicio de Sila, pues con un ejército privado participó en la guerra civil y en la
represión de los elementos anti silanos en Sicilia y África. Sila premió sus servicios con
el sobrenombre de “Magno” y el título de “imperator”
La precipitada retirada de Sila fue seguida por revueltas protagonizadas por
campesinos desposeídos, proscritos y víctimas de confiscaciones. Dos focos de
resistencia dirigidos por Lépido en Italia y Sertorio en Hispania. El régimen silano,
impotente para combatirlo, solicitó la ayuda de Pompeyo.
II.- La rebelión de Lépido
En Etruria, región perjudicada por las confiscaciones, hubo rebelión. El senado
dio órdenes a los cónsules para aplastarla, Lépido, cónsul del 78, se unió a la rebelión. El
otro cónsul, Catulo, no tenía fuerzas suficientes para dominar la rebelión, por lo que
decidió adscribir como lugarteniente a Pompeyo, para dirigir las tropas.
Catulo y Pompeyo derrotaron a Lépido, pero no pudieron impedir que una parte
del ejército vencido huyera hacia Hispania para unirse a las fuerzas de otro rebelde al
régimen silano, Quinto Sertorio.
III.- La guerra en Hispania de Sertorio
Quinto Sertorio, lugarteniente de Mario y activo miembro del gobierno de Cinna,
se había hecho cargo, en el 83, del gobierno de Hispania Citerior. Allí intentó fortalecerse
contra el régimen silano, pero, a comienzos del 81, fue expulsado de la provincia. Tras
un largo peregrinaje, llegó a Mauritania y en el curso del año 80, regresó a Hispania con
un pequeño ejército de exilados romanos y tras vencer al propretor de la Ulterior, se
instaló en Lusitania. Allí se atrajo a los indígenas, que, albergaban sentimientos de
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independencia contra Roma. Con contingentes lusitanos formó un estimable ejército y
se abrió camino en el interior de la Meseta.
En el año 77, el caudillo demócrata logró la alianza de las tribus celtibéricas y
extendió su influencia hasta el Ebro.
En Roma, comprendiendo la gravedad de la situación, se recurrió a Pompeyo,
que fue enviado a Hispania con un “imperium” proconsular para someter la sublevación.
Hasta la llegada de Pompeyo, en la primavera del 76, Sertorio había tenido
tiempo de ordenar el territorio bajo su control: Citerior, de la Lusitania al Ebro, con
algunas plazas de la costa levantina, con medidas hábiles. Entre ellas, entrenamiento de
los indígenas en tácticas romanas; fundación de una escuela en Osca (Huesca) para la
educación romana de los hijos de la aristocracia indígena.
Pero la alianza de Sertorio con las tribus lusitanas y celtibérica era demasiado
incongruente para durar: Sertorio, fiel a su ideario político, pretendía restaurar el
gobierno demócrata desde Hispania, con ayuda indígena; sus aliados, en cambio,
buscaban simplemente la independencia del dominio romano.
Pompeyo y Mételo reconquistaron la costa oriental y a partir del año 74, el asalto
al núcleo de resistencia de Sertorio, la Celtibérica. Dos años de lucha y deserciones
indígenas acabaron con la colaboración a los romanos y una conjura acabó con la vida
de Sertorio en el año 72 a. de C.
Mientras Mételo regresaba a Roma, Pompeyo permaneció unos meses en
Hispania. Tras liquidar los restos del ejército de Sertorio, sometió los últimos focos de
resistencia indígena de la Citerior y a continuación llevó a cabo una reorganización de la
administración del país: repartos de tierras, suscripción de pactos de hospitalidad y
clientela con los dirigentes indígenas, fundación de ciudades como Pompaelo
(Pamplona) y concesiones de ciudadanía romana. Así, al abandonar Hispania, en la
primavera del 71 a. de C., Pompeyo dejaba cimentado su poder y la extensión de su
influencia en la Península Ibérica. A la cabeza de un ejército victorioso, volvía a Roma
para exigir el reconocimiento de sus éxitos e imponer su influencia sobre el Estado.
IV.- La revuelta servil de Espartaco
Durante la ausencia de Pompeyo, el gobierno senatorial se enfrentó a un buen
número de dificultades: ataques a su autoridad por parte de elementos populares y
desde el año 74 a. de C., la reanudación de la guerra en Oriente contra Mitríades y la
rebelión de esclavos en Italia.
Desde hacía tiempo, los combates de gladiadores se habían convertido en uno
de los espectáculos públicos más populares. En Roma y otras ciudades de Italia surgieron
escuelas de gladiadores. Una de ellas, en Capua, surgió en el verano del 73 un complot
de fuga de un grupo de gladiadores que, guiados por Espartaco, un esclavo de origen
tracio, consiguieron su propósito y se atrincheraron en las laderas del Vesubio. El
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ejército enviado para someterlos fue derrotado lo que contribuyó a aumentar la fama
de Espartaco.
Al movimiento se sumaron otros gladiadores y grupos de esclavos hasta
constituir un verdadero ejército. Las míseras condiciones de vida de la población servil,
empujaron hacia Espartaco a decenas de miles de seguidores, que, con sus
movimientos, sumieron en la angustia y el terror a las ciudades del sur de Italia.
El gobierno de Roma consideró enviar contra Espartero, en la primavera del 72,
a los propios cónsules. Espartaco logró vencer por separado a los dos cónsules. Luego se
dirigió al sur e inició contactos con Mitríades y Sertorio. Roma tomó medidas
extraordinarias: un gigantesco ejército, compuesto por 8 legiones, fue puesto a las
órdenes del pretor Marco Licinio Craso.
Craso, dueño de gigantescos resortes de poder, utilizó los recursos de su fortuna,
con fines políticos, para extender sus clientelas y su influencia a las masas populares, a
importantes grupos del orden ecuestre y a la nueva nobleza senatorial.
En la guerra contra los esclavos, Craso tras reprimir brutalmente los conatos de
pánico de sus soldados, en el invierno del 72-71 a. de C., ordenó aislar a los rebeldes en
el extremo sur de Italia, mediante la construcción de un gigantesco foso, para vencerlos
por hambre. Espartaco logró vencer el cerco, pero en el enfrentamiento con las fuerzas
romanas, Espartaco murió en la batalla. El ejército servil fue vencido, 6.000 prisioneros
fueron crucificados a lo largo de la Vía Apia. Solo un destacamento de 5.000 esclavos
consiguió escapar hacia Etruria, a tiempo para que Pompeyo, que regresaba de Hispania,
pudiera participar en la masacre y robara a Craso el mérito exclusivo de haber deshecho
la rebelión.
V.- El consulado de Pompeyo y Craso
En los años 70 predominan temas de fricción: la reforma de los tribunales, que
Sila había vuelto a poner en manos exclusivas del Senado y los poderes del tribunado de
la plebe, recortados por Sila. Pero, por encima de las luchas de las facciones
aristocráticas, estos años contemplan la creciente influencia de ciertas personalidades
individuales, con poder para aglutinar facciones propias e imponer con ellas su
influencia sobre el Estado.
La liquidación de las rebeliones de Sertorio y Espartaco, habían hecho de
Pompeyo y Craso los dos hombres más fuertes del momento. Se odiaban mutuamente,
pero provocaron una cooperación temporal para obtener juntos el consulado: Craso,
con su inmensa riqueza y sus relaciones; Pompeyo, con la lealtad de su ejército y sus
clientelas políticas. Así Pompeyo y Craso consiguieron conjuntamente el consulado para
el año 70.
Durante su consulado, se realizaron dos reformas: “lex Pompeia”, en la que
restituyó las tradicionales competencias del tribunado de la plebe; “lex Aurelia”, los
tribunales de justicia, sus jueces serían escogidos a partes iguales entre senadores y
caballeros.
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VI.- Los poderes extraordinarios de Pompeyo
La piratería en el Mediterráneo era un gran problema. En el 102 ya se realizó una
expedición para sofocarla, también en el 80, pero no se lograron resultados.
Los piratas extendieron sus actividades por todo el Mediterráneo, dispuestos a
ofrecer sus servicios a enemigos de Roma, como Mitríades del Ponto, Sertorio por el
propio Espartaco.
En el 74, el senado decidió emprender una operación a gran escala, que confió a
Marco Antonio, pero la campaña terminó en una vergonzosa derrota.
A finales de los 70 el problema de la piratería clamaba una solución y para ello
se hacía necesario buscar la ayuda de un general experimentado.
Tras una propuesta hecha por el tribuno Aulo Gabinio en el 67 a. de C., “la Lex
Gabinia” que establecía la elección de un consular, que, dotado de medios para la lucha
contra la piratería, posibilitaría la acción contra los piratas. Todo se amparó en Pompeyo,
evidentemente. El general debía mantener durante tres años un “imperium”
proconsular sobre todos los mares y costas, el derecho a nombrar 15 legados, libre
disposición de fondos y una gran flota. El senado se opuso, pero la ley fue aprobada.
La campaña de Pompeyo contra los piratas fue un éxito. Tras limpiar las costas
de Sicilia, Cerdeña, norte de África, concentró su acción en Cilicia y con una batalla que
duró 3 meses solucionó el problema.
Esta acción fue la mejor propaganda para nuevas responsabilidades militares,
conducir la lucha contra el viejo enemigo de Roma, Mitríades del Ponto.
Mitríades, con el apoyo de su yerno, Trigranes de Armenia, creó en Asia Menor
un complejo poder y encontró la ocasión para expandirse cuando murió el rey de Bitinia,
Nicomedes IV. Entonces, Mitríades invadió Bitinia y el senado se vio obligado a la guerra.
La tercera guerra mitríada (74-64) tuvo una evolución de fracaso. En enero del
66 se le encargó a Pompeyo la conducción de la guerra, que logró ganar.
Vencido Mitríades, Pompeyo invadió Armenia. Esta quedó como estado vasallo,
siendo así un tapón protector de las provincias romanas de Anatolia, frente al reino de
los Partos, extendido al oeste del Éufrates.
Además, Pompeyo convino anexionarse los últimos jirones del Imperio
Seléucida, entre el Mediterráneo y el Éufrates, convirtiéndolos en la provincia romana
de Siria (63).
En Palestina tenia lugar una guerra fratricida entre dos príncipes, Hircano y
Aristóbulo. Ambos intentaron atraerse a Pompeyo. Este se decidió por Hircano.
Finalmente, Palestina fue convertida en estado tributario de Roma, bajo el gobierno del
sumo sacerdote Hircano (63).
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Se reorganizó la obra de los territorios conquistados. En Anatolia, la mayor parte
del reino del Ponto fue unido a Bitinia en una sola provincia, que se sumó a las dos
existentes, Asia y Cilicia. Esta reorganización fue completada con el otorgamiento de
privilegios políticos y fiscales a las viejas ciudades griegas y helenísticas del Oriente y con
la creación de más de tres docenas de nuevos centros en Anatolia y Siria cuyos nombres
Pompeópolis, Magnópolis, Megalópolis, proclamaban la gloria de Pompeyo.
Concluida la guerra y asentado el dominio romano en Oriente, Pompeyo se
disponía a regresar a Roma como el hombre más poderoso del imperio.
VII.- La política romana en la década de los 60 a. de C.
Mientras, en la urbe, el control de Pompeyo no era total, pues se había ido
formando una tercera fuerza en torno a Marco Licinio Craso, el gran perdedor del año
70. Craso buscaba crearse, aprovechando la ausencia de Pompeyo, una posición clave
de poder en el Estado.
Cesar, aristócrata de una rancia familia patricia, pero ligado por lazos familiares
a Mario, vio abortada su carrera política por el golpe de estado de Sila. En los años 60,
el joven político se esforzó por ganar popularidad, cultivando relaciones con poderosos
aristócratas, como Pompeyo y Craso. Así pudo moverse con astuta prudencia y en el 65
fue elegido edil.
Este año 65, Craso revistió la censura, magistratura que aprovechó para crearse
una posición de poder. Cesar colaboró con Craso, pero sin comprometer sus relaciones
políticas con Pompeyo.
En el año 63 se presentó la candidatura de Catilina, un noble arruinado, aceptado
por el círculo de Craso. El senado opondría a esta candidatura, la de Cicerón.
Cicerón pertenecía a una familia ecuestre de la burguesía municipal. Gracias a
sus sorprendentes dotes oratorias, consiguió que se le abrieran las puertas del senado.
Pero su obsesión por integrarse en el senado y ser reconocido como miembro de la
“nobilitas” le decidieron a convertirse en el candidato para las elecciones consulares del
63. Con los recursos de su oratoria logró vencer a su oponente, Catilina y ser elegido
cónsul, con Antonio, amigo de Craso y Cesar.
El punto culminante del consulado de Cicerón se lo dio su oponente Catilina, con
un intento de golpe de Estado, conocido como “las famosas catilinarias”.
La ocasión se dio en las elecciones al consulado en el 62: “conjura en un
levantamiento armado, estallando en varios puntos de Italia y, entre ellos Etruria”. La
revolución debía estallar en Roma, donde el asesinato del cónsul Cicerón daría la señal
del golpe de Estado y del asalto al poder. Campesinos arruinados y un proletariado
urbano, hundido en la miseria, se dejaron conquistar por este plan revolucionario,
urdido por aristócratas resentidos y frustrados, en el caótico marco de la violencia
política que caracteriza a la generación postsilana.
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El plan era descabellado, el propio Craso, ex protector de Catilina, lo denunciará
secretamente a Cicerón. El senado decretó el “senatum consultum ultimum”, que daba
a los cónsules plenos poderes para proteger al estado. Catilina logró huir a Etruria. Tras
rebelarse de nuevo, las tropas gubernamentales aplastaron la rebelión, en Pistoia y allí
mismo murió Catilina.
Hacia finales del 62 desembarcó Pompeyo en Brindisi y licenció a sus tropas.
Pompeyo nunca pensó en enfrentarse o cambiar un régimen. Gran organizador y buen
militar, sin experiencias políticas y sin interés por ellas, su idea era ejercer un patronato
sobre el Estado y ser reconocido, en el seno del gobierno senatorial, como “prínceps”,
es decir, como el primero y más prestigioso de sus miembros. Las dos aspiraciones suyas:
ratificación de las medidas políticas tomadas en Oriente y la asignación de tierras
cultivables para sus veteranos. Pero, no logró arrancar del senado determinaciones
concretas sobre estos problemas. La actitud del senado, y en concreto, la dirigida por
Catón, no le dejaron otra alternativa que el retorno a la vía popular, intentando
conseguir, a través de la manipulación del pueblo y de las asambleas, lo que el senado
le negaba. Desgraciadamente para Pompeyo, los populares activos en Roma se
agrupaban en las filas de su enemigo Craso. Para superar este callejón sin salida,
Pompeyo iba a contar con la valiosa ayuda de César.
A mediados del año 60, Julio César regresaba a Roma para presentarse a las
elecciones consulares, después de haber cumplido una gestión de gobierno como
propretor en la Hispania Ulterior. Una campaña contra las tribus lusitanas le había
proporcionado una aclamación como imperator y un cuantioso botín. Pero su
trayectoria política, inequívocamente popular y de abierta oposición al senado, le hacían
esperar una feroz resistencia de los optimates a su candidatura.
Tres políticos, dos de ellos Pompeyo y Craso, estaban enemistados; entre ellos,
César, debía cumplir el papel de mediador. El acuerdo fue el Primer Triunvirato; una
alianza entre tres personajes privados.
El pacto era estrictamente político y con fines inmediatos: César, como cónsul,
debía conseguir la aprobación de las exigencias de Pompeyo y procurar facilidades
financieras a Craso y a los publicani que lo apoyaban. Para conseguirlo era necesario que
César alcanzase la magistratura consular del 59. Y así ocurrió, aunque recibió como
colega a un recalcitrante optimate, Marco Calpurnio Bíbulo.
VIII.- El consulado de César
Cesar será el primer cónsul que utilice la magistratura apoyada en asamblea
popular, en contra de la voluntad del senado. Por ello, su consulado es un hito
fundamental en la crisis de la República y un primer paso hacia el mando totalitario. En
parte, César fue empujado a esta actitud por la intransigente oposición senatorial,
dirigida por su colega Bíbulo y el líder optimate Catón.
Para atender a los compromisos de alianza con Pompeyo y Craso, César creó “lex
agraria” y procedió a distribuciones de tierras de cultivo en Italia para los veteranos de
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Pompeyo. Como César no podía esperar de la alta cámara un dictamen favorable para
el proyecto, decidió presentarlo directamente ante la asamblea popular y la ley fue
aprobada.
También llevó ante los comicios los restantes proyectos y se obtuvo tanto la
ratificación de las disposiciones tomadas por Pompeyo en Oriente, como beneficios para
los arrendadores de contratas públicas, ligados al círculo de Craso.
Contentados sus compañeros, César trató de fortalecer sus lazos con Pompeyo
con una alianza matrimonial, al ofrecerle como esposa a su hija Julia. A continuación,
presentó un segundo proyecto de ley agraria, destinado a aumentar su popularidad
entre las masas de ciudadanos: en él se contempla la distribución del “ager Campanus”,
las tierras más fértiles de Italia, entre 20.000 ciudadanos de más de tres hijos.
Finalmente, por medio del tribuno Vitinio, logró de la asamblea que se le
encargase el gobierno de la Galia Cisalpina y del Ilírico durante 4 años, a las que sumaría
la Galia Narboerense, pues tribus galas habían iniciado movimientos en la frontera.
César exageró el peligro y el senado le autorizó el gobierno y las tropas.
IX.- La conquista de la Galia
Ya en el siglo I a. de C. las tribus y pueblos de Europa central suponían una
inseguridad a los romanos.
César llevó a cabo numerosas campañas para detener el avance de las tribus:
germanos que fueron derrotados y obligados a traspasar el Rhin; tribus belgas, en el
norte del Sena, dieron su buen pretexto a César para una ofensiva y a lo largo del año
57 César extendió el dominio romano, del Garona al Rhin.
En el curso de tres años, la mayor parte de la Galia había sido sometida por César.
Pero buen número de tribus se rebelaron en Bretaña, Normandía y pueblos marítimos
del NE, mientras crecía la inquietud entre los belgas y se temían movimientos germanos
en el Rhin.
César desplegó sus tropas de Bretaña al Rhin, en 5 cuerpos de ejército, y la
campaña, a lo largo del 56 a. de C., fue favorable a las armas romanas. Sometió a los
galos septentrionales y afirmó el flanco oriental renano y en el 55 a. de C.decidió una
expedición a Britania, la cual reconoció la supremacía romana.
En la Galia central, el arverno Vercengetorix animó a las tribus vecinas a la
rebelión, que comenzó en el invierno 53-52 a. de C. con el asesinato de todos los
comerciantes romanos residentes en Cenabum (Orleans). Vircengétorix intentó la
invasión de la Narboerense, pero César los venció (52).
Finalmente, en el año 51 a. de C. la pacificación era un hecho. César tras 8 años
de guerra, había conquistado un territorio de más de medio millón de Km. cuadrados.
Las contribuciones de la guerra, el botín y las arbitrarias requisas pusieron en
manos de César un rio de oro, que había de servir para aumentar su prestigio,
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popularidad e influencia. Pero sobre todo contaba con una máquina militar entrenada y
devota para afrontar cualquier coyuntura en Roma.
You Tube: Cesar y Pompeyo, el final de la República:
https://www.youtube.com/watch?v=8vk2zfOGRBo
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TEMA 13
LA GUERRA CIVIL Y LA MONARQUIA DE CÉSAR
I.- El tribunado de Clodio
Antes de que César partiera para la Galia, los triunviros nombraron a Publio
Clodio triunviro de la plebe. Éste promovió a comienzos del 58 un proyecto de ley, “lex
provocatione”, que condenaba a todo aquel que fuera culpable de la muerte de un
ciudadano romano sin juicio previo. La ley iba en contra de Cicerón, acusado de
condenar a muerte a los cómplices de Catilina, que tomó el camino del exilio.
Pero Clodio, utilizó su magistratura para crearse una posición de poder,
independiente de los triunviros, a través de la manipulación de la plebe urbana.
A comienzos de los 60 a. de C. surgieron masas ciudadanas dirigidas por un
cabecilla. Clodio promovió una ley y se convirtió en organizador de tales asociaciones, a
las que distribuyó armas y encuadró en un sistema paramilitar.
Pompeyo trató de acercarse a Cicerón, para recuperar su pérdida de posición en
el senado, mientras Clodio se echaba en brazos de los optimates. Cicerón, agradecido,
aceptó el papel mediador entre Pompeyo y el senado, dando la cámara a Pompeyo un
poder proconsular de 5 años, para dirigir el aprovisionamiento de trigo a Roma, “cura
annonae”. El encargo, a espaldas de César, enfrió las relaciones con Pompeyo, mientras
Craso, envidioso por el continuo papel en la sombra, se prestaba con la ayuda de Clodio,
a colaborar con la facción senatorial que no aceptaba este mando extraordinario.
II.- Los acuerdos de Lucca
César intermedió para superar los malentendidos entre Craso y Pompeyo y
renovar la coalición del 59 a. de C. El encuentro de los tres tuvo lugar en Lucca, donde
se ratificó la alianza, abril 56 a. de C.; Pompeyo y Craso debían embestir conjuntamente
el consulado del 55 a. de C. y a su término obtener un “imperium” proconsular de 5 años,
sobre las provincias de Hispania y Siria. También, el mando de César debía ser
prorrogado por el mismo periodo.
Efectivamente, Pompeyo y Craso obtuvieron su segundo consulado y, fieles a la
alianza, materializaron los acuerdos de Lucca. Tras finalizar el periodo de magistratura,
Craso marchó a Siria; Pompeyo prefirió permanecer en Roma, cerca de las fuentes
legales del poder y gobernar Hispania a través de sus legados.
III.- Crisis institucional
Los acuerdos de Lucca habían significado para César la supervivencia política
para cuando se agotara su proconsulado. La prórroga hasta el 1 de marzo del 50 a. de C.
le daba margen para adquirir prestigio, poder y riqueza, y, con ellos, presentarse a las
elecciones consulares para el 49.
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Sin embargo, se produjo un distanciamiento entre Pompeyo y César. Primero la
muerte de Julia, hija de César y unida en matrimonio a Pompeyo. Más evidente fue el
distanciamiento por el nuevo matrimonio de Pompeyo con la hija de un encarnizado
enemigo de César, Mételo Escipión. Además, la muerte del tercer triunviro, Craso. Desde
Siria, Craso inició una inútil y peligrosa campaña contra los Partos, resultando ser un
fracaso, en la que murió Craso (9 de junio 53 a. de C.).
El distanciamiento de César y la muerte de Craso pusieron a Pompeyo en una
difícil situación: tenía que demostrar su lealtad a las fuerzas senatoriales anti cesarianas,
sin llegar a la ruptura irreversible con César. Los optimates aprovecharon la ocasión y se
aproximaron a Pompeyo.
El desmantelamiento de las bases tradicionales de gobierno, hicieron de Roma
una ciudad peligrosa, con camino de convertirse en anarquía: el senado, falto de
autoridad, se veía impotente para mantener el orden en las calles. El trasfondo del
hambre y la miseria en una ciudad superpoblada, que subsistía de la corrupción política,
las luchas electorales se desarrollaban en un ambiente de violencia, propiciado por la
proliferación de bandas armadas.
A comienzos del 52 a. de C. no había en Roma ni cónsules, ni pretores, mientras
las bandas sumían a la ciudad en una atmósfera de terror y violencia. En uno de esos
encuentros, Clodio murió, por la banda de Tito Amio Milón, un partidario de la causa
optimate.
El senado, atemorizado, decretó el estado de excepción y dio poderes a
Pompeyo, en su calidad de procónsul, para reclutar tropas en Italia con las que
restablecer el orden. Poco después, Pompeyo era propuesto como único cónsul (cónsul
sine collega).
Pompeyo se incluyó así en los círculos “optimates” y cumplió su aspiración
suprema de convertirse en el hombre más poderoso e influyente de Roma, en total
acuerdo con el estamento senatorial. Pero, para las fuerzas anti senatoriales, sin
embargo, se trataba de una traición.
Pompeyo se dispuso a superar la crisis de Estado con una activa legislación para
frenar los métodos anticonstitucionales de lucha electoral y creó un tribunal para juzgar
a cualquier candidato sospechoso de un delito electoral. Persiguió a los políticos
populares, mostrando como la nobilitas, gracias a la unión con Pompeyo, volvía a
recuperar el control sobre el Estado. Muchos de los condenados buscaron refugio en la
Galia, al lado de César, y contribuyeron a crear, en torno a su figura, un partido de
extensos y complejos intereses.
También puso otras leyes, como exigir la presencia física en Roma de los
candidatos a elecciones y establecían que los ex cónsules y ex pretores podrían obtener
el gobierno de una provincia sólo 5 años después de haber depuesto sus cargos. Su
puesta en vigor no podía ser más inoportuna, pues perjudicaba directamente a César: el
1 de marzo corría el peligro de ser sustituido.
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IV.- Camino hacia la guerra civil
César invirtió medios de corrupción para lograr el apoyo de uno de los cónsules
para retrasar varios meses el nombramiento de un sucesor para sus provincias.
Pero el 1 de enero del 49 el senado decretó que César licenciase su ejército, so
pena de ser declarado enemigo público. El veto de dos tribunos de la plebe, Marco
Antonio y Casio Longino, fieles cesarianos, elevó la tensión al máximo hasta que, el 7 de
enero, el senado decretó el “senatus consultum ultimun” y otorgó a Pompeyo poderes
ilimitados para la protección del estado. Antonio y Casio abandonaron la ciudad para
ponerse bajo la protección de César.
César contaba ahora con un pretexto legal para justificar su marcha sobre Italia:
los optimates habían violado los derechos tribunicios y atentado contra la libertad del
pueblo, que él se mostraba dispuesto a defender. Así, el 10 de enero 49 a. de C., toma
la decisión de desencadenar una guerra civil al cruzar con sus tropas el Rubicón, río que
marcaba la frontera entre la Galia Cisalpina e Italia.
V.- La guerra civil
Los planes estratégicos de Pompeyo era trasladar la guerra a Oriente y
reconquistar Italia. Mientras, el ejército que dirigía en Hispania, atacaría a Cesar por la
retaguardia.
César se decidió por afrontar el ejército pompeyano de Hispania. Pero antes, se
detuvo unos días en Roma, se apoderó de ingentes recursos del tesoro público y
distribuyó los mandos y los objetivos: la Galia Cisalpina y el Ilírico fueron encomendados,
respectivamente a Craso, el hijo del triunviro y otros en el Adriático, en el Tirreno, para
construir y adiestrar tropas; otro a África.
En su camino a Hispania, César hubo de poner sitio a la ciudad de Marsella, que
se había declarado filo pompeyano. Continuó hasta tomar posiciones junto al rio Segre,
al pie de la ciudad de Ilerda (Lérida). La campaña entre mayo y agosto del 49 constituye
un buen ejemplo del genio militar de César, que logró forzar a la capitulación a las
fuerzas enemigas sin entablar combate.
El occidente quedaba así en manos de César para acudir al enfrentamiento
personal con Pompeyo.
A finales del 49 regresaba César a Roma. Nombrado dictador, elegido cónsul,
emanó una serie de disposiciones dirigidas a aliviar la angustiosa situación de los
deudores; las comunidades de la Galia Transpadana recibieron el derecho de
ciudadanía. En los últimos días de diciembre del 49, César depuso la dictadura y en su
condición de cónsul, se dispuso a cruzar el Adriático.
Las primeras operaciones contra las fuerzas senatoriales tuvieron lugar en Epiro,
donde venció Pompeyo. Entonces, César se dirigió hacia Tesalia y tomó posiciones en la
llanura de Farsalia, donde venció César y Pompeyo huyó a Egipto.
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El reino lágida de Egipto, último superviviente surgido tras la muerte de
Alejandro, mantenía su independencia con tolerancia romana. A la llegada de Pompeyo,
se encontraba sumido en guerra civil, enfrentamiento entre los dos herederos al trono,
Ptolomeo XIII y Cleopatra. La ayuda que dio Pompeyo llegó de forma inoportuna y éste
fue asesinado.
Tres días después, César llegó a Alejandría para recibir como macabro presente
la cabeza de su rival. Pero aprovechó la estancia para exigir el pago de las sumas
prestadas en otro tiempo a Auletés e invitando a los hermanos a compartir
pacíficamente el trono. La reacción de Ptolomeo XIII fue inmediata: César y sus
reducidas tropas se encontraron asediadas, con Cleopatra, en el palacio real. La apurada
situación fue resuelta con la llegada de refuerzos, solicitados por César de los estados
clientes de Siria y Asia Menor: el campamento real fue asaltado y Ptolomeo en su huida
encontró la muerte, Cleopatra fue restituida en el trono.
El hijo de Mitríades VI, Farnaces, desde sus posesiones en el sur de Rusia,
aprovechó la coyuntura para intentar recuperar el reino de su padre e invadió el Ponto.
A través de Judea y Siria, César alcanzó a Farnaces en Zela y lo derrotó, en una campaña
fulminante, descrita lacónicamente por César: “veni, vidi, vici”; “llegué vi y vencí”.
En Roma, en el 48 César volvió a ser nombrado dictador, con Marco Antonio
como lugarteniente, el cual hizo un uso despótico de sus poderes, en un momento de
crisis económica y graves disturbios.
César a su regreso a Oriente, hizo frente a las deudas y buscó recursos para su
campaña en África. De nuevo fue elegido cónsul para el 46 y, depuesta la dictadura,
embarcó para las costas africanas.
La guerra en África fue un fracaso para las fuerzas romanas. Solo un reducido
grupo, en el que se encontraban los dos hijos de Pompeyo, Cneo y Sexto, consiguió
alcanzar las costas de Hispania para organizar en la Ulterior los últimos intentos de
resistencia.
La campaña de Munda, cerca de Montilla, en la Hispania Ulterior se desarrolló
de la siguiente manera: la provincia, sometida por César, se había rebelado contra el
legado de César, Casio Longino. Cuando el ejército senatorial al mando de Cneo
Pompeyo, hijo de Pompeyo, llegó, las ciudades les abrieron las puertas. César acudió
desde Roma a finales del 46, en ayuda de sus tropas. La campaña supuso asedios,
incendios y matanzas contra la población civil. Finalmente, el 17 de marzo del 45 César
se enfrentó al grueso del ejército enemigo en Munda, cerca de Montilla, siendo una
auténtica carnicería en la que cayeron 30.000 pompeyanos.
VI.- La dictadura de César
La conquista del poder por la fuerza de las armas, enfrentaba a César con la difícil
tarea de reordenar el Estado.
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Tras la guerra civil, se planteó el dilema entre la restauración de la República
oligárquica o el gobierno totalitario.
César, mientras afirmaba su poder sobre el Estado, atacaba con energía los
múltiples problemas que pesaban sobre Roma y su Imperio.
Su política conciliadora, un programa de estabilización para crear tranquilidad en
Italia.
La medida social más fecunda fue su política de colonización y concesión del
derecho de ciudadanía romana. César llevó a cabo una vasta política de asentamientos
coloniales fuera de Italia, en el ámbito provincial. Se estima que, además de veteranos,
unos 80.000 proletarios de la urbe se beneficiaron de esta política de colonización.
La fundación de colonias en las provincias de Hispania, Galia y África, además de
proporcionar tierras de cultivo a miles de ciudadanos, sirvió para extender la
romanización en amplios territorios y, con ello, uniformar las primitivas sociedades
incluidas bajo dominio de Roma.
Hay que considerar la política de concesión de ciudadanía romana o derecho
latino a comunidades enteras extra italianas, como premio a su lealtad y a sus servicios.
Muchas comunidades de Occidente unificaron su organización como “municipia”, a
imagen de Roma, y progresaron en un proceso creciente de romanización.
César reorganizó el senado aumentando el número de sus miembros de 600 a
900, al tiempo que restringía drásticamente las competencias de la cámara para
convertirla en un órgano vacío de poder, en un simple instrumento de aclamación.
También las asambleas apenas mantuvieron sus aspectos formales, utilizadas por el
dictador a voluntad. Las magistraturas perdieron casi por completo su posibilidad de
obrar con independencia, consideradas por el dictador más como un cuerpo de
funcionarios que como portadores de la ejecutiva del Estado.
Para controlar mejor a la población ciudadana, se prohibieron los collegia
políticos. Se reguló la composición de los jurados civiles y criminales y se endurecieron
las penas.
Su reforma de calendario, que, con retoques en el siglo XVI, aún perdura.
César tuvo un poder totalitario.
Desde la guerra civil, César fundamentó sus poderes en dos magistraturas
concretas, el consulado y la dictadura, alternadas anualmente: dictadura 49 y 47;
consulado, 48 y 46. En el año 45, César después de investir la magistratura de cónsul
único, renunció a ella en favor de dos candidatos ordinarios y aceptó, en cambio, la
dictadura vitalicia; finalmente en febrero del 44, eligió el título de “dictador perpetuus”,
se trataba del último paso hacia la autocracia, con poderes apenas diferentes a los de
un monarca o un tirano.
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Partidarios y opositores habían supuesto que la política de conciliación
proclamada por César era auténtica y que su propósito final era la restauración de la Re
pública. Esta esperanza se fue deteriorando de día en día cuando César, en lugar de
restaurar las instituciones tradicionales, las utilizó para imponer su voluntad de poder.
Pero la forma autoritaria y personal de dirigir el Estado, sin interés por las instituciones
y por la tradición, también produjo el alejamiento o la incomprensión de buena parte de
la sociedad romana, que exigía nuevas instituciones o la restauración de las antiguas.
Sin duda, era la usurpación del poder la más insistente acusación contra César,
que creció en los meses posteriores a Munda. El dictador decidió retrasar la definición
de su gobierno y de sus relaciones con el Estado republicano hasta regresar de una
expedición militar contra el reino Parto, que amenazaba las fronteras de las provincias
de Oriente. Pero unos días antes de partir, el 15 de marzo del 44 a. de C., César era
asesinado en el senado por un grupo de conjurados.
VII.- Roma tras la muerte de César
El asesinato de César fue un acto de pasión más que de cálculo político. La
consigna de “libertad “que unió a los conjurados al atacar al dictador, solo significaba la
restauración de un régimen senatorial caduco frente a la necesidad de un nuevo orden
social, necesitado de profundos cambios. La aristocracia senatorial era incapaz de
adoptar una línea política eficaz ante su división, sus incertidumbres y, sobre todo, su
falta de poder real.
Marco Antonio, cesariano, colega de César en el consulado, tomó en sus manos
las riendas de la situación y se apoderó de las disposiciones de César (acta caaesaris),
convocando una reunión en el senado.
Mientras las tropas cesarianas, dirigidas por Lépido, eran alejadas de Roma, el
senado y Antonio llegaron a una situación de compromiso: amnistía general para los
conjurados y confirmación de las Actas Caesaris. Esto produjo la indignación de la plebe
y los asesinos del dictador huyeron de la ciudad, a pesar de la amnistía.
Antonio, con un ejército de 60.000 hombres, reclutado en Campania, logró hacer
aprobar una ley que le concedía por cinco años el mando de las Galias.
Pero, en este camino, claramente cesariano, de acumulación de poder personal
con una fuerte base militar, Antonio habría de contar con un factor inesperado: la
llegada de un joven de 18 años, Cayo Octavio, dispuesto a hacerse cargo de la herencia
del dictador.
Cayo Octavio estaba ligado por vía materna a la gens Julia: su abuelo había
desposado a una hermana de César; era sobrino-nieto del dictador. Desde muy pronto
César había mostrado una fuerte inclinación por el joven Octavio, hasta el punto de
decidir nombrarle hijo adoptivo y heredero.
Cuando Octavio pidió apoyo a Antonio, este le respondió con una airada
negativa. Octavio, para convertirse en heredero de César, necesitaba dinero y tropas,
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pero también un contrapeso político a la autoridad de Antonio. Un círculo de poderosos
consejeros le proporciona lo primero; el contrapeso político lo encontraría en la figura
de Cicerón.
Se orquestó una eficaz propaganda contra Antonio entre la plebe y el ejército,
mientras Cicerón lograba, con sus famosas “filípicas”, empujar a Antonio a una acción
precipitada y errónea: atacar en Módena a Bruto, que negaba transferirle el mando de
las provincias de la Galia. Antonio partió de Roma con sus tropas, mientras se cerraba
una alianza con Octavio con la mayoría del senado. Antonio escapó para buscar en la
Galia la alianza de Lépido.
El senado, bajo la dirección de Cicerón, se sintió ahora fuerte y logró para los
asesinos de César, Bruto y Casio, el reconocimiento de sus mandos provinciales en
Oriente, mientras la posición de Octavio se debilitó. Cuando el senado rechazó su
insólita pretensión de ser investido cónsul, Octavio no tuvo reparo en marchar contra
Roma al frente de su ejército y forzar su elección (19 agosto 43 a. de C.).
VIII.- La liquidación de la República
Fue Lépido el mediador entre Octaviano y Antonio, en un encuentro cerca de
Bolonia, donde los tres jefes cesarianos decidieron repartirse el poder con el apoyo de
un dudoso recurso legal, que los convertía en “triunviros” para la organización de la
República, una híbrida componenda entre dictadura y pacto tripartito privado. El
triunvirato significaba colocar a sus titulares durante cinco años por encima de todas las
magistraturas, así como un reparto de las provincias, con sus correspondientes legiones.
Entre sus objetivos también se incluía la venganza contra los asesinos de César y el
cumplimiento de las exigencias de miles de veteranos, que esperaban repartos de tierra
en Italia.
Pero, en aras de la concordia, era necesario liquidar a los enemigos políticos de
Roma. Se desató un horror en el que cayeron 300 senadores y 2.000 caballeros. Ejemplo
y símbolo de llegar hasta los bajos instintos y a la agonía de un régimen, fue la muerte
de Cicerón. Octavio hubo de olvidar los muchos servicios que el viejo senador le había
prestado para satisfacer la sed de venganza de Antonio.
Bruto y Casio, mientras tanto, habían logrado concentrar en Tracia, junto a Filipos
considerables fuerzas, a cuyo encuentro acudieron Antonio y Octaviano. La batalla
acabó en desastre para los republicanos; Bruto y Casio se quitaron la vida. Con la batalla
de Filipos desaparecería el pretexto de los ideales. A partir de ahora y en los próximos
10 años, solo llevarían nombres personales; el triunfo sería para quien lograse identificar
su nombre con la causa del Estado.
IX.- Antonio frente a Octaviano
Tras varias negociaciones se llegó al pacto de Brindisi entre los triunviros: Octavio
recibió las provincias occidentales, Antonio las orientales y Lépido hubo de conformarse
con África. El pacto de Brindisi, fue sellado con una alianza matrimonial: Antonio
desposó a Octavia, hermana de Octaviano. Esto le proporcionó a Octavio un año de
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respiro, en el que se dedicó a consolidar su posición en Italia y en las provincias galas e
hispanas.
Tras la batalla de Munda, Sexto, hijo de Pompeyo, había huido a la Celtiberia y,
ahora, en posesión de una flota, constituía un permanente factor de inseguridad en el
Tirreno. La escuadra de Octaviano, dirigida por Agripa, se enfrentó a las fuerzas de Sexto
y logró una rotunda victoria en aguas de Nauloco (36 a. de C.). Poco después, Octaviano
orillaba a su colega Lépido y se hacía cargo también de la provincia de África.
Octaviano era ahora el dueño de Occidente. El senado lo recibió para iniciar una
nueva etapa, como paladín de la pacificación, del poder y de la preocupación del
bienestar social: miles de esclavos fueron restituidos a sus dueños; el mar quedó libre
de piratas y se inició en Roma una ambiciosa política de construcciones públicas, como
eficaz elemento de propaganda.
X.- Antonio y Cleopatra
Tras Filipos, Antonio había recibido el encargo de regular las cuestiones de
Oriente, lo que suponía tomar provisiones con respecto a los estados clientes de Roma.
Egipto era uno de ellos, y su reina Cleopatra, fue convocada a Tarso (Cilicia) en el 41 a.
de C. para entrevistarse con el triunviro.
El encuentro de Cleopatra con Antonio fue el comienzo de una relación
sentimental y que significaba ventajas para ambos: dinero y provisiones para Antonio.
Pero el matrimonio de Antonio con Cleopatra tensó las relaciones con Octaviano hasta
el límite del encuentro directo.
Antonio, con los recursos de Egipto, emprendió en el año 36 a. de C. la campaña
contra los partos, que hubo de ser abandonada, al no poder contar con los soldados que
Octaviano le había prometido.
Antonio repudió a su mujer Octavia, la hermana de su colega y se concentró en
el gobierno de Oriente, con Egipto como núcleo y fundamento de un edificio político
nuevo, en el que se contemplaba la distribución de los dominios romanos, e incluso no
romanos, de Oriente entre la reina Cleopatra y sus hijos. Antonio mantenía un doble
papel: como magistrado representaba los intereses romanos en Oriente; como esposo
de la reina de Egipto, asumía el carácter soberano helenístico divinizado.
Octavio y su camarilla orquestaron una campaña de propaganda con el objetivo
de eliminar a Antonio.
Los ataques contra Antonio generaron en Roma un ambiente de guerra civil.
Antonio fue convertido en instrumento en manos de una reina extranjera, la egipcia
enemiga de Roma, cúmulo de vicios y perversiones, que utilizaba la debilidad de un
romano para destruir el Estado; la guerra, así, no sería de romanos contra romanos, sino
una cruzada de liberación nacional.
El partido de Octaviano logró presentar a su líder como el vengador de la nación
itálica contra Oriente y consiguió que Italia entera se uniera en un solemne juramento
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de obediencia a Octaviano, como comandante militar para la guerra contra Cleopatra.
En el año 31 a. de C. se eligió a Octaviano otra vez cónsul.
Era el momento de declarar la guerra a Cleopatra. En Actium el 2 de septiembre
del año 31 a. de C. se enfrentaron las dos escuadras y en una total confusión, mientras
el ejército de tierra capitulaba, Antonio mandó seguir a las naves de Cleopatra, que,
abandonando el combate, huyó hacia Egipto. Los dos pondrían allí fin a su vida.
Octaviano, en la larga lucha por el poder, consiguió, así, monopolizarlo en su persona.
Quedaría la gigantesca tarea de institucionalizarlo.
La cuarta guerra civil entre Marco Antonio y Octaviano
https://www.youtube.com/watch?v=se1ZjNZEnZ0
Octavio y Marco Antonio:
https://www.youtube.com/watch?v=fALzNBBnTeI
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96
TEMA XIV
AUGUSTO
I.- Los poderes de Augusto
Tras la victoria de Accio, 31 a. de C., Octaviano se enfrentaba a la difícil tarea de
dar a su poder personal una base legal. La solución: la creación de un nuevo régimen. Su
construcción, en un largo proceso, dará lugar al Imperio Romano.
Las bases legales de Octaviano en el año 31, eran insuficientes para fundamentar
el poder como prínceps, como imperator.
Así, en la sesión del senado del 27 a. de C., en un teatral acto, el imperator César
devolvió al senado y al pueblo los poderes extraordinarios que había disfrutado, y
declaró solemnemente la restitución de la “res pública”. El senado, en correspondencia,
le suplicó que aceptara la protección y defensa del estado y le otorgó nuevos honores,
entre ellos, el título de “Augustus”, término utilizado hasta ahora como atributo de
Júpiter, que elevaba a su portador por encima de las medidas humanas. La protección
del Estado autorizaba al Imperator César Augustus a conservar sus poderes militares
extraordinarios, el imperium, sobre las provincias no pacificadas o amenazadas por un
peligro exterior, es decir, aquellas que contaban con la presencia estable de un ejército.
El acto del 27 a. de C. no significaba una restauración de la res pública, como
gobierno de la nobilitas, de la aristocracia senatorial. Se trataba de un compromiso
político entre las distintas fuerzas que basculaban entre tradiciones republicanas y
tendencias monárquicas.
Se reconocía legalmente la posición de Augusto sobre el Estado, su “auctóritas”,
un concepto jurídico y moral, que se convertiría en pieza maestra del edificio político del
Principado, como eje del equilibrio estable entre el poder monárquico de Augusto y la
constitución formalmente republicana.
Pero, la ordenación del 27 a. de C. fue provisional, en el año 23 a. de C. Augusto
quiso conseguir mayores garantías de gobierno. Depuso el consulado, que había
revestido ininterrumpidamente desde el año 31, y el senado, como compensación,
decretó concederle las competencias de los tribunos de la plebe a título vitalicio y un
imperium proconsular, superior al resto de magistrados, sobre todas las provincias del
Imperio. Aún sin los poderes del cónsul, el imperium le proporcionaba el control sobre
las provincias y sobre el ejército, mientras la potestad tribunicia le ofrecía un
instrumento eficaz para controlar la vida política en Roma, con la posibilidad de
convocar asambleas, proponer leyes y ejercer el derecho de veto.
Imperium proconsular y tribunicia potestas, renovada anualmente, fueron dos
pilares del Principado desde el año 23. Así, se producía una sustancial centralización de
poderes.
Al lado de estos poderes esenciales, otras competencias y honores elevarían aún
más su autoridad: la “cura annonae”: la responsabilidad del abastecimiento de trigo a
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Roma, la concesión vitalicia de las insignias consulares, los poderes del censor, la
investidura como Pontifice Máximo y el título de “padre de la patria”.
II.- Augusto y los estamentos privilegiados de la sociedad
La restauración de la res pública puso a Augusto ante una contradicción: la
necesidad de devolver al senado sus poderes constitucionales y la exigencia de
convertirlo, al mismo tiempo, en instrumento a su servicio.
El senado: Augusto no podía prescindir del orden senatorial como guardián de la
legitimidad del poder, ni de la experiencia de sus miembros para la ingente tarea de
administración del Imperio. Así, abrió a sus miembros la participación en el gobierno,
haciendo depender carrera y fortunas de las relaciones personales con el prínceps.
La lista de senadores, que Augusto revisó tres veces a lo largo de su gobierno,
significó una nueva constitución del senado, que quedó fijado en 600 miembros. Una
serie de medidas trataron de elevar el prestigio económico y social del orden, como la
fijación del censo mínimo, exigido a los senadores, en un millón de sestercios, o el
derecho a usar el “latus clavus”, una ancha franja de púrpura en la toga, como distintivo
del estamento.
El senado mantuvo y amplió su actividad judicial, como tribunal para juzgar los
delitos de alta traición y de corrupción pública. En materia de administración, se le
otorgó el derecho de acuñar la moneda de bronce y la gestión del tesoro del Estado.
También le fue confiada la administración de las provincias pacificadas, pero con la
presencia en ellas de agentes del emperador.
Aunque la decadencia del senado fue irreversible, Augusto tuvo que contar con
el prestigio de la institución, aunque le privó, como organismo colegiado, de cualquier
poder de decisión que pudiera cuestionar su preeminencia sobre el Estado.
El orden ecuestre: el segundo estamento privilegiado de la sociedad romana, el
orden ecuestre, fue llamado a participar en las tereas públicas. Los caballeros
constituían una fuerza económica y social, que el fundador del Principado creyó
conveniente organizar.
Augusto convirtió el orden ecuestre en una corporación de 500 miembros, con
carácter vitalicio. Muchos caballeros continuaron con los puestos oficiales en el ejército,
pero también la dirección de nuevos cuerpos de élite creados por el prínceps,
“prefecturas” y “procúratelas”.
III.- La obra administrativa
Las líneas maestras de la administración imperial significaron un compromiso
entre las formas de gobierno republicano y la sustancia monárquica del principado,
compromiso fuertemente desequilibrado a favor del emperador.
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En general, la política administrativa de Augusto se fundó en el debilitamiento
de las magistraturas republicanas y en la simultánea creación de una administración
paralela, confiada cada vez más al orden ecuestre.
Las magistraturas: aunque no fueron abolidas, perdieron su valor político y
aunque los magistrados continuaron siendo elegidos por los comicios, de hecho, fueron
propuestos por el emperador a través de una doble intervención: directa, mediante la
recomendación de candidatos, “commendiato”; indirecta, a través de su nominación
ante la asamblea electoral “destinatio”. Estos magistrados desarrollaban funciones
administrativas secundarias, pero tras su gestión, se abría el acceso a funciones
imperiales y a los puestos de gobierno de las provincias.
El nuevo sistema de administración, en líneas generales y basadas en la
centralización del poder en manos del priceps, fueron obra de Augusto.
III.- A) La administración central
Suponía que, por encima de la voluntad del emperador, gestor del Estado con
absoluta independencia, no existía ningún órgano de gobierno con responsabilidad
propia.
Augusto solo creó una comisión. “consilium principis”, integrada por un estrecho
círculo de allegados. El prínceps era libre de consultarlo a voluntad y de cambiar su
composición.
En la administración central, Augusto y sus inmediatos sucesores prefirieron
servirse del personal doméstico, esclavos y libertos, pertenecientes a su casa “domus”
privada.
Roma: Augusto intervino cada vez más en la administración de Roma, a través de
funcionarios nombrados directamente por él. El gobierno de la ciudad, en ausencia del
emperador, fue puesto en las manos de un prefecto de la ciudad, “praefectus urbis”, del
orden senatorial, al mando de tres cohortes urbanae.
Otra innovación, una guardia de élite, inmediata a la persona del Emperador, las
nueve cohortes pretorianas, dirigidas por un comandante del orden ecuestre, “el
prefecto del pretorio”, que terminó por convertirse en el personaje con mayor prestigio
y poder del Imperio.
En el sector del orden público, las competencias de policía ordinaria fueron
confiadas a un cuerpo de vigiles, 7 cohorte dirigidas por un prefecto, “praefectus
vigilum”, de extracción ecuestre.
Otras funciones a destacar: “la prefectura de la annonà”, que cuidaba del
aprovisionamiento de trigo y artículos de primera necesidad de la urbe, así como una
serie de curatelae, confiadas a senadores, que atendían a diversos servicios urbanos: el
abastecimiento de aguas, el cuidado de los edificios públicos y de las vías o de la red de
saneamiento.
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Italia: Augusto dividió Italia en once regiones, sin contar la ciudad de Roma, como
base del ordenamiento jurídico y judicial.
Aunque Italia permaneció bajo el control del senado, funcionarios imperiales
intervinieron en distintos ámbitos: el mantenimiento de las vías, confiado a los
“curatores viarum”; el servicio oficial de las postas, “cursus publicus”, y la percepción del
derecho de sucesiones.
III.- B) Las provincias: lo estipulado en el año 27 a. de C., contemplaba la división
de facto de las provincias en dos grupos o zonas de influencia entre Augusto y el senado.
El prínceps asumía el control de las regiones precisadas de una defensa militar,
mientras el senado administraba las que no tenían necesidad de guarniciones armadas:
África, la Narboerense y la nueva provincia hispana de la Bética.
•
•
•
Provincias senatoriales: los gobernadores recibían el título de
“procónsules”, con competencias reducidas a la administración civil y al
ejercicio de la función jurisdiccional. En el ámbito de las finanzas, los
ingresos públicos recaudados en las provincias, pasaban a engrosar el
“aerarium”, administrado por el senado, pero también existían
procuratores ecuestres, encargados de la gestión de las propiedades
imperiales, de la administración de las minas y de la percepción de
determinados impuestos, directamente dependientes del emperador.
Provincias imperiales: en ellas existían cuerpos de ejército. Sus
gobernadores, entendidos como representantes del emperador, eran los
“legati Augusti pro praetore”. El emperador los elegía entre los senadores
revestidos anteriormente de cónsul o pretor. La base legal de su poder
era el “imperium”, subordinado al prínceps, que le proporcionaba el
mando de las fuerzas armadas de la provincia. Los procuratores tenían
competencias de carácter financiero.
Provincias procuratoriales: algunos territorios fueron confiados a
personajes de orden ecuestre, llamados también “procuratores”. Así
nacieron las provincias procuratoriales, generalmente de reciente
conquista o con problemas especiales, como Retia, el Nórico, en
Occidente, Judeo, en Oriente. Un régimen particular fue otorgado a
Egipto, anexionado al imperio tras la batalla de Accio y considerado como
propiedad de Augusto, gobernado por un prefecto del orden ecuestre,
praefectus Aegyptum”.
IV.- Las reformas financieras
Erario y fisco: se mantuvo el “aerarium saturni”, como caja central del Estado,
dependiente del senado, donde se ingresaban los títulos de las provincias senatoriales,
aunque Augusto se aseguró el control de este tesoro a través de los “praetores aerarii”.
Pero, ingresos procedentes de las provincias imperiales, pasaron a engrosar los recursos
de un nuevo tesoro imperial paralelo, “el fiscus”, que se desarrollará en reinados
sucesivos.
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Política fiscal: Augusto mejoró la gestión financiera con la presencia de
procuradores ecuestres, dependientes directamente de su voluntad, en las provincias
senatoriales e imperiales.
Había impuestos directos o indirectos. Los primeros, los tributa, en las provincias
imperiales; estipendia, en las senatoriales; fueron puestos en las manos de los
gobernadores provinciales. Los segundos, impuestos indirectos, vectigalia, confiados a
los publicanos. Como el del portorium o derechos de aduana era el principal. Existían
otras tasas indirectas sobre la manumisión y la venta de esclavos, sobre la transmisión
de herencias y sobre operaciones comerciales.
El aerarium militare: destinado a resolver el problema del licenciamiento de los
veteranos. Los tradicionales repartos de tierra cultivable, Augusto propuso ante el
senado premiar a los veteranos con dinero, en lugar de tierras, y crear esta caja como
fuente regular para atender tal compromiso.
En cuanto a la política monetaria, Augusto creó en Lyon una ceca imperial para
la acuñación de moneda de oro y plata, de cuya emisión era directamente responsable;
el senado conservó el derecho de batir moneda de bronce.
V.- Augusto y el Imperio
Los territorios directamente sometidos a Roma se integran con Augusto en una
unidad geográfica, de fronteras definidas y en una unidad política, con instituciones
estables y homogéneas.
Augusto y la idea de Imperio: la” pax Augusta y el Imperio Universal”. Augusto,
tras 13 años de guerra civil, introdujo como elemento de propaganda una paz augustea,
cuyos beneficios habían de disfrutar los ciudadanos romanos y todos los pueblos
sometidos a Roma, en un Imperium Romanum Universal, caracterizado por el dominio
de la justicia.
La reforma del ejército: con la concesión del imperium proconsular, se entregaba
a Augusto la administración de aquellas provincias necesitadas de un aparato militar
para su defensa. Ello significaba que el ejército se convertía en elemento de ocupación,
así los cuerpos militares repartidos por las provincias del Imperio ya no estarían
supeditados a la ambición o al capricho de los gobernadores provinciales. Augusto era
el caudillo, y los mandos militares actuarían solo por delegación del Emperador.
Reclutamiento: se mantuvo el principio inaugurado por Mario de un ejército
profesional, reclutar a voluntarios o enganches en momentos de excepción. El ejército
quedó abierto a toda la población libre del Imperio, pero bajo la premisa de discernir
entre ciudadanos romanos y peregrini o súbditos sin derecho privilegiado. Las legiones
o tropas de élite, para los ciudadanos romanos; los cuerpos auxiliares, los auxilia, para
la población sin estatuto de ciudadano.
Las legiones, eran el núcleo del ejército imperial. Augusto redujo su número a 28
unidades, unos 150.000 hombres. El comandante en jefe de cada legión era “legatus
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legionis”, perteneciente al orden senatorial, asistido por 6 lugartenientes y caballeros,
los tribuni legionis. La legión estaba dividida en 60 centurias, encomendadas a los
centuriones.
Las unidades auxiliares: cada ejército provincial se completaba con “los auxilia”.
Constaban de unidades de infantería, las cohortes y de caballería, las alae, con efectivos
de 500 y 1.000 hombres.
El auxiliar recibía a su licenciamiento una serie de privilegios jurídicos, de los
cuales los más importantes eran la concesión de la ciudadanía romana para él y sus hijos.
El servicio de los auxilia constituía un medio de promoción social y actuó como
importante factor de romanización.
Cuerpos de élite: las cohortes pretorianas y urbanas de servicio en Roma,
estaban reservadas a ciudadanos romanos, en principio solo itálicos y, con el tiempo, de
algunas provincias muy romanizadas.
Fuerzas marítimas: flotas permanentes en Italia, Rávena y Miseno; flotillas
fluviales en el Rhin y Danubio.
Las fronteras romanas a principio del Principado:
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África: las provincias de África y Cirenaica no contaban con unos límites precisos
al sur, objeto de racias de tribus del desierto, complicadas tras la anexión de
Egipto, convertido tras la victoria de Accio, en provincia.
Frontera Oriental: complicada, estaba el Reino Parto, secular enemigo romano,
al otro lado del Éufrates.
En el frente sur: Siria, Judea, Commagene, Palmira, Abila, Emesa. Bajo la
influencia romana
En el norte: Asia, Licia, Cilicia Paflagonia, Galacia
Estados clientes de Roma: Capadocia, la pequeña Armenia y el Ponto
Bósforo Cimerio: vasallo de Roma
Frontera septentrional: Reino de Tracia, gobernada por príncipes protegidos de
Roma, pero con ataques de tribus bárbaras, extendidas a ambos lados del
Danubio.
En el sector Central: los Alpes, frontera de Italia y el Imperio.
De los Alpes al Oeste: hasta el océano, la frontera seguía el curso del Rhin. Al otro
lado del Canal de la Mancha, los pueblos británicos, ya en dos ocasiones objeto
de infructuosos intentos de sometimiento por César.
En el norte de la P.I.: protegidas por la barrera montañosa Cantábrica, se
mantenían fuera de control romano las tribus de cántabros y astures.
La política imperial de Augusto:
A la muerte de Augusto quedó modelada en lo esencial la extensión territorial
del Imperio para los siglos siguientes: un espacio uniforme alrededor del Mediterráneo,
rodeado por un anillo de fronteras fácilmente defendibles. También, Augusto organizó
este espacio entendiendo la extensión en todos ellos de la pax romana.
102
El único sistema válido de organización, la ciudad, como realidad política y
cultural. Roma apoyada en el tipo de ciudad griega, la polis, como unidad ideal de
administración. Con este modelo, los romanos hicieron posible su dominación sobre tan
extensos territorios.
En Oriente, Roma promocionó el helenismo, en occidente, una romanización.
Augusto continuó la obra de colonización ya realizada antes por su padre
adoptivo, en especial en determinadas provincias como la Galia Narboerense, Hispania
y África. Esta colonización fue casi exclusivamente militar y trató de proveer de tierra a
los miles de veteranos de la guerra civil. Al final de su reinado, el propio Augusto se
gloriaba de haber repartido parcelas de tierra a 300.000 ciudadanos.
Con el fomento de la vida urbana, la política imperial manifestó una
preocupación por tener una red de comunicaciones continua, que permitiera acceder a
todos los territorios bajo control romano. Las numerosas calzadas, construidas durante
el reinado de Augusto, fomentaron la unidad del Imperio, como soporte de las tareas
del ejército y de la administración y como medio de intercambio de hombres y
mercancías.
El cursus publicus: correo imperial, mensajero del prínceps que, gracias a una red
de postas, permitían la transmisión de noticias y rápida comunicación del gobierno
central con las provincias.
VI.- Religión, Arte, literatura: el siglo de Augusto
El prínceps fomentó la restauración de la religión tradicional y se resucitaron
viejos ritos, instituciones y ceremonias. El propio Augusto invistió desde el año 12 a. de
C. el pontificado máximo.
Augusto extendió los cultos de la nueva monarquía. La veneración a César, el
diuus Iulius, el culto a Marte y a dios personal del Emperador, Apolo o la propagación de
la pax Augustea. La propia persona del Emperador fue enmarcada en una atmósfera
sobrehumana, como objeto de veneración con templos y cultos en los que el “espíritu”
de Augusto fue asociado a Roma, considerada como una divinidad.
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•
•
Arte: el foro, el mausoleo de Augusto en Roma o la Maison Carré de Nimes. Pero
es el Ara Pacis Augustea, lo que mejor refleja los ideales del régimen. Se trata de
un altar, cuyo friso está rodeado de bajorrelieves que representan el senado y la
familia imperial.
Literatura: Virgilio autor de las “Bucólicas” y de la “Eneida”, que exalta los
orígenes troyanos y divinos de Roma; Horacio, con su Ars Poética; Ovidio, Ars
amandi, la Metamorfosis y los Fastos
Historia: Tito Livio, historia de Roma.
VII.- La sucesión de Augusto
La autoridad de Augusto, conseguida gracias a la ilimitada acumulación de
poderes en su persona, era difícilmente transmisible.
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Las circunstancias dramáticas que envolvieron a su familia, obligaron al prínceps
a considerar sucesivos candidatos:
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•
El marido de su hija Julia, Marco Claudio Marcelo, muerto el 12 a. de C.
Su fiel colaborador: Agripa, casado después con su hija Julia, muerto el 12 a. C.
Sus dos nietos, Lucio y Cayo, muertos el 2 y el 4 a. de C.
Finalmente, su hijastro, Tiberio, hijo de su 2ª mujer, Livia y perteneciente por
línea paterna a la ilustre familia Claudia, que en el año 13 fue investido con
poderes semejantes a los de Augusto: el imperium proconsular y la potestad
tribunicia. Así, cuando Augusto murió, al año siguiente, el senado le dio el
principado a Tiberio.
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Ara pacis de Augusto
You tuve: el primer prínceps del Imperio romano. Francisco Pina Polo
https://www.youtube.com/watch?v=16gDAsUK17w
Youtube: Augusto, primer emperador de Roma. La construcción del Imperio romano.
Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=n2peeIPeAZU
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TEMA XV
LA DINASTIA JULIO-CLAUDIA
I.- Preámbulo
Si la historia de la República se identifica con la historia de la clase política
dirigente, la aristocracia senatorial, la del Imperio no es idéntica a la de los emperadores,
pues la historia del Imperio depende de los detentadores del poder imperial.
Los inmediatos sucesores de Augusto, los cuatro miembros de la llamada dinastía
Julio-Claudia, ligados por lazos de sangre a la familia de Augusto y Livia, subieron al
poder como consecuencia de este parentesco.
Si hacemos excepción de Tiberio, designado sucesor por el propio Augusto, los
tres restantes miembros de la dinastía accedieron al poder entre la violencia de la
guardia imperial, por una parte, y las intrigas y complots de palacio, por otra. Pero, al
lado de esta historia de corte, corre la historia del Imperio romano que, pacificado en su
interior y protegido en sus fronteras, progresa y se desarrolla en los cauces de la
administración romana.
II.- Tiberio (14-37)
II.-A) El gobierno de Tiberio
Tiberio Claudio Nerón, hijo de la segunda esposa de Augusto, Livia, y adoptado
por el prínceps, representa la transición de un poder personal, fundamentado en
méritos propios, a un principio, en cierto modo, dinástico.
Tiberio era, sin duda, uno de los hombres más capacitados de la vieja aristocracia
romana: sus dotes de estadista y militar habían sido probadas durante el reinado de
Augusto. Pero su carácter silencioso y huraño, el obligado divorcio de su primera mujer,
su desafortunado matrimonio con Julia, el exilio de Rodas, la conciencia de haber sido
elegido como último recurso, hacían del nuevo príncipe, de 57 años de edad, un hombre
prematuramente viejo, amargado y desilusionado, incapaz de atraer la simpatía y
comprensión de su entorno.
No aceptó títulos excepcionales, ni honores divinos. Renunció al título de
Imperator y prefirió ser llamado prínceps, para subrayar los aspectos civiles de su poder
y su intención de gobernar con la estrecha colaboración del senado.
Tiberio transfirió al senado la elección de los magistrados, solicitó su
colaboración a través de los “senata consulta” y lo convirtió en un alto organismo
judicial, como tribunal para juzgar los crímenes de lesa majestad, cometidos por sus
propios miembros o por el estamento ecuestre.
La filosofía política de Tiberio, empeñada en un programa de colaboración con el
senado, se vio enfrentada a la realidad monárquica del estado, apoyada por el ejército.
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II.- B) Política interior
El principado de Tiberio representa el desarrollo y consolidación de las
instituciones creadas por Augusto, especialmente en la estructura burocrática, el
sistema financiero y la organización provincial. Sin duda, el problema más crucial era el
financiero, por los enormes gastos que exigía el pago de las fuerzas armadas. Ello obligó
a Tiberio a emprender una política de ahorro que, al repercutir sobre la plebe urbana, le
atrajo la impopularidad y el odio en Roma.
Tiberio había adoptado a su sobrino Germánico, hijo de su hermano Druso.
Tiberio le confió a Germánico una misión diplomática en Oriente. Allí entró en conflicto
con el gobernador de Siria, Pisón. Poco después moría Germánico, y Pisón fue acusado
de envenenarle. Pisón fue condenado, pero la orgullosa viuda de Germánico, Agripina
(hija de Agripa y Julia), acusó del complot también a Tiberio y concentró en torno a su
persona un partido de oposición contra el príncipe.
En este contexto intervino el prefecto del pretorio, Seyano, que concentró 9
cohortes pretorianas dentro de Roma, con la meta de conseguir el trono.
Desaparecido Germánico, el más cualificado aspirante a la sucesión era Druso,
hijo de Tiberio, pero éste murió en el 23. Solo dejaba un hijo de corta edad, Tiberio
Gemelo, y Tiberio tuvo en cuenta a los dos hijos mayores de Germánico, Nerón y Druso,
a los que recomendó ante el senado.
El ambicioso prefecto, obstaculizando sus planes, trató de profundizar al máximo
el abismo entre el emperador y Agripina y sus hijos. Amargado Tiberio, decidió
abandonar Roma y retirarse a la isla de Capri.
Seyano logró comprometer con documentos a Agripina y a Nerón, su hijo mayor,
hasta lograr que fueran enviados al exilio, donde murieron; también Druso, el hijo
menor fue hecho prisionero.
En el año 31, Tiberio sospechando de Seyano, denunció sus manejos, la alta
cámara reaccionó y encarceló, dando muerte a Seyano.
Así, los únicos miembros de la familia imperial susceptibles de acceder al trono
eran: el tercer hijo de Agripina, Cayo y el nieto de Tiberio, Gemelo.
Tiberio continuó dirigiendo el Imperio hasta su muerte en el 37. Aunque no
designó sucesor, instituyó a Cayo y Gemelo como herederos a partes iguales de su
fortuna privada.
Al margen del trágico destino del emperador, su obra de gobierno permaneció
fiel a los principios de Augusto, y sus decisiones, conservadoras y prudentes, fueron
beneficiosas para la estabilidad y desarrollo del Imperio como sistema político-social, en
el marco de las estructuras romanas.
I.-C) Las provincias y la defensa del Imperio
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En la frontera (limes) septentrional del imperio, a la muerte de Augusto,
estallaron motines en las legiones estacionadas en el Rhin y Panonia, por la dureza del
servicio y el escaso sueldo. La situación se apaciguó y Tiberio permitió organizar, tras las
líneas del Rhin y el Danubio, la administración de los territorios bajo dominio romano,
los distritos militares de Germania Superior e Inferior y las provincias de Dalmacia,
Panonia y Mesia.
El problema principal continuaba siendo la relación con los Partos, que Tiberio
trató de resolver a través de la diplomacia. Tiberio transformó Capadocia en provincia y
anexionó Comagene a la provincia de Siria. En Armenia fue entronizado un candidato de
los romanos, lo que supuso un problema.
En el 21 estalló una sublevación en la Galia, pero fue reprimida. También en
África, se rebelaron tribus nómadas de mauritanos y musulamios, pero fueron
sometidos.
Así, Tiberio logró conservar intacta la obra del fundador del Imperio y aseguró la
continuidad de gobierno en el ámbito provincial.
III.- Calígula (37-41)
La indecisión de Tiberio en la elección de sucesor fue resuelta en favor del último
hijo de Germánico, Cayo, conocido como Calígula, sobrenombre que cariñosamente le
daban los soldados.
En esta elección fue decisiva la intervención de Macron, el prefecto del pretorio,
que consiguió del senado la investidura de Cayo. De este modo, el Principado,
pacientemente construido por Augusto, como una consagración personal, se transforma
en una entidad constitucional, una institución monárquica dependiente de los soldados
de Roma y de la investidura formal del senado.
A su subida al trono, Cayo expresó su intención de colaborar con el senado, se
preocupó de acumular honores y privilegios en los miembros de su familia, distribuyó
donativos entre las fuerzas del ejercito y la plebe, reclamó a los exiliados políticos y
adoptó a Gemelo, el nieto de Tiberio
Pero estos comienzos moderados iban a dar muy pronto paso a un despotismo,
arbitrario y cruel, que la tradición achaca a una enfermedad mental, sufrida por Cayo el
mismo año de su subida al poder: tras desembarazarse de Gemelo y de Macron, el
absolutismo del príncipe se volvió contra el senado. Sufrieron terror, empujados al
suicidio o sumariamente ajusticiados, las fortunas de las víctimas senatoriales sirvieron
a Calígula para emprender una política de dilapidación extravagante y caprichosa:
espectáculos, fiestas, donativos y construcciones inútiles rompieron el equilibrio
financiero y agotaron los recursos del Estado, tan pacientemente ahorrados por Tiberio.
Cayo implantó un culto imperial, tendente a la divinización del príncipe reinante.
Esta autodeidificación, con actos extravagantes como su aparición en público con
vestiduras e insignias de diferentes dioses y diosas o la erección de templos con su
109
estatua, se conecta con la intención de Cayo de convertir el principado en una
monarquía absoluta, al estilo oriental o helenístico.
Cayo devolvió la independencia a Comagene. En el sector germánico, dirigió
personalmente la campaña del 39, sin resultados.
Las ofensas y humillaciones a la clase senatorial, el gratuito desprecio hacia sus
colaboradores, las dementes medidas de política fiscal, con la creación de nuevas tasas
e impuestos, fueron el caldo de cultivo de conspiraciones contra su persona. Calígula fue
asesinado.
IV.- Claudio (41-54)
Al morir Cayo, el senado, por medio de la guardia pretoriana, resolvió la sucesión,
nombrando a Claudio, hermano de Germánico.
Claudio, tío de Calígula, tenia 52 años cuando aceptó la designación. Su físico,
poco agradable, había suscitado en la familia el desprecio y el olvido. Tolerado como
inválido e imbécil y excluido de los asuntos públicos, había vivido en el palacio imperial
dedicado al estudio, hasta convertirse en uno de los hombres más eruditos de su tiempo.
Claudio asumió los deberes de Estado con honradez y sentido de la responsabilidad.
Claudio acentuó la imagen de príncipe como cabeza del ejército y de la
administración y como supremo protector del Imperio. Así, hizo un uso más abierto del
poder monárquico y, por consiguiente, chocó con la vieja aristocracia senatorial.
IV.- A) Gobierno y administración
Entre sus principales innovaciones está la creación de una administración estatal,
independiente del senado, en manos de una burocracia centralizada, con
departamentos especializados.
Una secretaría general clasificaba la correspondencia oficial, que era enviada a
las secciones correspondientes: finanzas; a las peticiones dirigidas al príncipe; a los casos
jurídicos; al estudio de proyectos administrativos. Estas oficinas fueron puestas bajo el
control de libertos de la casa imperial, como Narciso y Palante, de origen griego y
oriental, fieles a Claudio y competentes, pero también ambiciosos e intrigantes.
En organización financiera, organizó la tesorería imperial, independiente de su
patrimonio particular, controlado por un “procurator a patrimonio”. También aumentó
su intervención en el tesoro dirigido por el senado, con el nombramiento de dos
cuestores encargados de su custodia.
Esta centralización administrativa exigió el aumento de funcionarios imperiales,
“los procuratores”, extraídos del orden ecuestre. Así se propició el nacimiento de una
nueva nobleza, al margen de la aristocracia senatorial, destinada a llevar el peso de la
administración imperial.
Los procuradores fueron dotados de poder jurisdiccional, que recortaban la
competencia del senado y con ello el emperador promovió una mejor organización de
110
los tribunales y un considerable cuerpo de legislación, parte integrante del derecho
romano.
Las nuevas tendencias de la administración, en las que el senado perdía su
posición de colega del príncipe, desplazado por la gradual centralización del poder en
manos del soberano, fueron alienándole a Claudio la lealtad de un cuerpo con el que
sinceramente hubiera querido colaborar. En este ambiente, otros grupos ambiciosos de
poder y riqueza, en el entorno íntimo del emperador, aprovecharan el malestar para
llevar a la ruina a buen número de senadores y caballeros. El reinado de Claudio está así
ensombrecido por procesos y condenas, que causaron la muerte de 35 senadores y unos
300 miembros del orden ecuestre y que fueron, en gran medida, responsables del
negativo juicio que la tradición senatorial ha transmitido sobre la personalidad de
Claudio.
Socialmente Claudio realizó obras públicas para asegurar el abastecimiento de
trigo a Roma, el abastecimiento de agua con la construcción de dos acueductos.
Claudio rechazó honores divinos y restauró la tradición religiosa. Fue tolerante
para los cultos considerados como no contrarios a los intereses de Roma, pero enérgico
con aquellos susceptibles de atentar a la seguridad del estado. Es digno de notar que,
en el año 49, se producía la expulsión de Roma de los judíos que “por instigación de un
cierto Cristo”, continuamente provocaban tumultos (es pues, la primera medida contra
la religión cristiana).
IV.- B) Política provincial
Claudio reparó errores cometidos por Calígula, como incorporar algunos de los
estados clientes. En esta línea, el reino de Mauretania, donde se había producido una
revuelta, fue transformado en dos provincias, “la Mauretania Cesariensis al Este y la
Mauretania Tingitana al oeste”; en Asia Menor, “Tracia y Judea”. La decisión de
transformar a Judea en provincia romana, fue desafortunada, pues la población judía
siguió siendo un grave problema en el Oriente del Imperio.
Sin duda, el acontecimiento de política exterior más conocido fue la conquista
de Britania. Claudio se hizo cargo personalmente de las operaciones. El territorio
conquistado extendido a la mitad sur de la isla, fue convertido en provincia, protegido
por fortificaciones. La provincia de Britania sufrió un rápido proceso de romanización,
aunque superficial y se convirtió en campo de explotación para empresarios y
financieros romanos.
En conjunto, pues, fueron 6 las provincias que se añadieron al Imperio, cuyo
gobierno, a excepción de Britania, confiado a procuradores de rango ecuestre, rompió
el equilibrio augústeo entre provincias senatoriales e imperiales.
Claudio fue generoso en materia de derecho de ciudadanía. Los veteranos de las
unidades auxiliares del ejército romano, reclutados entre provinciales, fueron provistos
de la plena ciudadanía. También fomentó la romanización, con el otorgamiento del
estatuto municipal, a centros provinciales con una larga tradición urbana. Además, llevó
111
a cabo numerosos asentamientos coloniales de veteranos, sobre todo en Italia, las Galias
y las provincias renanas y danubianas. Uno de ellos, Colonia Ara Claudia, la actual
Colonia.
La política de fronteras se mantuvo y siguió la línea marcada por Tiberio. Pero en
la parte Oriental, Partía y Armenia, hubo una pérdida de control por la subida al trono
de Partía de un rey enérgico, Vologeses, el cual estableció a su hermano Tiridates en el
trono armenio.
IV.- C) Las intrigas de la Corte
El final del reinado de Claudio estuvo ensombrecido por las intrigas.
Claudio, tras dos primeros matrimonios, volvió a casarse con Mesalina y Agripina.
Mesalina, licenciosa y cruel, sacrificó a un buen número de víctimas de la clase senatorial
y ecuestre para conseguir sus deseos y ambiciones. Pero la oposición creada contra ella,
logró arrancar del emperador su condena a muerte.
La muerte de Claudio dejaba el camino libre a Agripina la menor, hermana de
Calígula, sobrina de Claudio. Su ilimitada ambición, enfocada a lograr el trono para su
hijo Nerón, nacido de un anterior matrimonio con un noble de la vieja aristocracia. La
emperatriz utilizó un terrorismo judicial para eliminar a sus rivales.
Claudio tenia un hijo, Británico, de su matrimonio con Mesalina, pero Agripina
logró que Claudio adoptase a Nerón y que lo reconociera como tutor del más joven
Británico. Preocupada porque la sucesión se le escapase, Agripina forzó la situación y,
de acuerdo con el prefecto del pretorio, Afranio Burro envenenó a Claudio y precipitó la
proclamación de su hijo como nuevo prínceps. Al año siguiente era eliminado Británico.
V.- Nerón (54-68)
Nerón tenia 17 años cuando fue aclamado emperador por los pretorianos, que
recibieron un donativo de 15.000 sestercios por cabeza, y reconocido, a continuación,
por el senado.
Había recibido una educación de príncipe en el palacio imperial, dirigida por
Agripina, con la colaboración de los prefectos escogidos, que le inculcaron los principios
de la cultura helenística y el ejercicio de las artes liberales. La educación política de
Nerón estuvo, sobre todo, en las manos de dos protegidos de la emperatriz, el filósofo
de origen hispano, Seneca, y el prefecto del pretorio, Afranio Burro.
V.- A) El quinquenium aureum
Bajo la influencia de Seneca y Burro, Nerón inauguró su reinado con una
escrupulosa observancia formal de la tradición, comprometiéndose a no intervenir en el
ámbito judicial, acabar con la corrupción de favoritos y libertos y respetar los privilegios
del senado, de acuerdo con el modelo augústeo y en contraposición con los métodos de
gobierno de Claudio. Así se acuñó la etiqueta del “quinquenium aureus”, 5 dorados años
de moderación, frente a la espiral de locura y violencia que marca los restantes años del
112
reinado, cuando muerto Burro y alejado Seneca, Nerón despliega todos los rasgos
negativos del tirano.
Seneca y Burro guiaron el principio de acrecentar el prestigio de la autoridad
imperial, el ideal de monarca como modelo de virtudes sobrehumanas, sobre sus
súbditos. Seneca invitaba a la aristocracia romana a colaborar en este programa de
despotismo filosófico.
Pero el absolutismo monárquico que entrañaba este programa tenia que obrar
necesariamente en detrimento de la autoridad del senado. Así, en la práctica, la
dirección del gobierno no quedó firmemente en manos del emperador y sus consejeros.
A finales del año 57 se implantó una reforma fiscal que pretendía la abolición de
los impuestos indirectos y de las aduanas en todo el Imperio. El programa era utópico y
ruinoso para las finanzas públicas, pero significó la primera fricción con el estamento
senatorial. Era lógico que se formase una facción ideológica y política anti neroniana.
Esta actitud debilitó la posición de los consejeros del emperador, partidarios del
entendimiento con el senado y permitió la entrada en escena de un nuevo personaje,
que iba a ejercer una fuerte influencia sobre Nerón, Popea Sabina.
Convertida en amante del príncipe, Popea, ambiciosa y exclusivista, convenció a
Nerón para que se desembarazase de los obstáculos que le impedían el despliegue de
sus cualidades personales. Y Agripina, enemiga de la nueva competidora, era el primero
de ellos. Nerón planeó, así, la muerte de su madre.
V.- B) El neronismo
Nerón comenzó a desarrollar personalmente un programa “cultural”, con clara
voluntad de transformar no solo las bases del gobierno, sino la propia sociedad romana.
Nerón quiso fundamentar su monarquía en bases teocráticas de inspiración
helenística. En esta mezcla de programa político y cultural, conocida como “neronismo”,
el emperador debía representar el ideal que trataba de imponerse al mundo, y
convertirse en el héroe inimitable, al que habían tendido como modelo los monarcas
helenísticos.
El programa suponía la educación de los jóvenes nobles romanos, según modelos
griegos. Para ello, Nerón instituyó en Roma competiciones músico-teatrales de tipo
griego, los “Iuvenalia” y juegos similares a los panhelénicos, los “neronia”, en los que él
mismo intervino, para dar ejemplo, con la lectura pública de sus composiciones poéticas
y la participación en concursos de cítara y carreras de carros.
El programa chocaba con dos obstáculos: su abierta contradicción con la
tradición romana y la forma de imposición despótica. Sin embargo, la plebe aceptó con
entusiasmo la nueva política cultural y una gran parte de la clase ecuestre la apoyó. Solo,
en el ambiente senatorial surgió un grupo adversario de esta política.
113
Estas tendencias influyeron en el detrimento de los viejos consejeros, como
Séneca. La Corte de Nerón se llenó de nuevos hombres. La muerte natural de Burro
precipitó la nueva dirección y en su lugar se nombró como prefecto del pretorio a
Tigelino, un siniestro personaje, que terminaría por convertirse en el hombre de
confianza del emperador. Séneca, amargado, decidió retirarse de la escena política.
El alejamiento de Séneca y el fortalecimiento del nuevo grupo político e
ideológico de Nerón tendrían pronto repercusiones para la nobleza tradicional. En el 62
se renovaron los procesos de lesa majestad, y, bajo la instigación de Tigelino, comenzó
una represión sistemática contra la aristocracia senatorial: entre las víctimas se
encontraría la propia esposa de Nerón, Octavia, hija de Claudio y Mesalina. Acusada
injustamente de adulterio, fue desterrada y asesinada, mientras Popea ocupaba su lugar
como esposa del emperador.
Nerón, frente a una nobleza, herida en su dignidad, hostil y aterrorizada, buscó
todavía más el reconocimiento popular con generosas donaciones, nuevos espectáculos
y costosas construcciones. En el 64, estalló en Roma un incendio, probablemente
fortuito, que causó numerosas víctimas y destruyó un tercio de la ciudad. Nerón
procedió a su rápida construcción, con un plan urbanístico, moderno y grandioso, para
hacer de Roma una ciudad más bella y segura. El proyecto incluía la construcción de un
nuevo y gigantesco palacio imperial, “la domus aurea” (casa dorada), presidido por una
colosal estatua de 4 metros de altura, que representa al emperador como Helios, el dios
solar, con una corona radiada sobre la cabeza.
Los cuantiosos gastos de este proyecto extendieron la hostilidad hacia el
emperador que fue acusado de haber provocado el incendio. Nerón, sensible a la
opinión popular, buscó un chivo expiatorio y lo encontró en los cristianos, que, como
grupo religioso, era odiado por sus prácticas secretas y mal interpretadas. La
persecución, que estuvo limitada a Roma, perdió pronto su vigor, pero la tradición
cristiana consideraría desde entonces a Nerón como uno de sus peores enemigos,
imagen y encarnación del Anticristo.
Los enormes gastos y el efecto negativo en las finanzas obligaron al fisco a
medidas impopulares: aumento de los impuestos e incremento de las condenas por
delitos de lesa majestad, que incluían la confiscación de los bienes de las víctimas. La
devaluación de la moneda de plata, el denario y la baja del valor real de la moneda
repercutió en el alza de precios y contribuyó a la inflación. Todo ello ampliaría el círculo
de descontentos.
En el año 65 hubo una conjura con el objetivo de asesinar a Nerón. Pero, la
conjura fue descubierta y salvajemente reprimida con una ola de condenas a muerte o
suicidios forzados, en la que prácticamente desapareció los restos de la vieja nobleza,
Pisón, Séneca, el poeta Lucano…
La persecución de Nerón hizo cerrar filas en los distintos grupos de descontentos,
mientras el príncipe, cada vez más aislado, contestaba con la exaltación de su despótico
114
absolutismo y con actos megalómanos, que extendieron el malestar a las filas del
ejército.
Pero Nerón, enfrentado a la aristocracia senatorial e insensible a los problemas
de la administración provincial y a las necesidades del ejército, persistió en su objetivo
de exaltar la majestad imperial y los ideales de soberano absoluto de corte helenísticooriental con un viaje a Grecia. Los griegos, agradecidos, concentraron en el año 67 los
cuatro grandes juegos nacionales, para darle ocasión de convertirse en vencedor de
todas las competiciones. Pero el emperador hubo de interrumpir su triunfal viaje en
enero del 68, por las alarmantes noticias que llegaban de Roma y que, finalmente,
causarían su caída.
V.- C) Política Exterior
Nerón concedió el “ius latii” a los Alpes marítimos.
En Britania estalló una violenta revuelta que dirigió la reina de los icenos, Búdica,
con la participación de otras tribus, hostiles a la dominación romana. Sesenta mil
ciudadanos romanos e indígenas romanizados fueron masacrados.
El problema de Armenia, reavivado con la entronización de Tiríades, el hermano
del rey parto Vologeses. Finalmente, Tiríades sería entronizado, pero recibió la corona
de manos de Nerón en Roma. La teatral ceremonia, que acarreó grandes gastos, se
celebró en el año 66, y el inútil gesto significó el virtual abandono de Armenia a la
influencia parta. A finales del reinado estalló una violenta rebelión en Judea. Nerón,
alarmado, decidió encargar su represión a un soldado experimentado, el futuro
emperador Tito Flavio Vespasiano, que fue sometiendo el país antes del asalto a
Jerusalén.
IV.- La caída de Nerón
El malestar de los ejércitos provinciales fomentó la creación de una solidaridad
entre comandantes, soldados y provinciales.
El movimiento desencadenante de la caída de Nerón partió de la Galia y fue
acaudillado por Cayo Vindex, que estaba en contacto con el gobernador de la Hispania
Citerior, Servio Sulpicio Galba y sustrajo al emperador su último recurso, la guardia
pretoriana. Nerón completamente aislado, fue declarado enemigo público por el senado
y, tras huir de Roma, puso fin a su vida el 9 de junio del 68.
You tube: Eva Tobalina, raíces de Europa. Tiberio emperador
https://www.youtube.com/watch?v=ohHSySTGNzg
Youtube: Calígula emperador Eva Tobalina raíces de Europa
https://www.youtube.com/watch?v=dBe13BFBVa8
you tube: Claudio emperador. Eva Tobalina
https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=hodOKW3yW3c
115
youtube: Nerón emperador Eva Tobalina, raíces de Europa
https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=b13BEWJ26v0
116
117
TEMA XVI
LOS FLAVIOS
I.- El año de los cuatro emperadores
Galba: Sergio Sulpicio Galba tenia 73 años cuando fue reconocido emperador por
los pretorianos y el senado. Intentó en los breves meses de su gobierno, volver al
Principado de inspiración senatorial, pero se atrajo de inmediato la oposición de los
pretorianos, al negarse a concederles el acostumbrado “donativium”, pretextando la
desastrosa situación de las finanzas del Estado. Además, la actitud de los soldados de
los ejércitos del Rhin, se enfurecieron y se negaron a prestar juramento al nuevo príncipe
y proclamaron emperador a su nuevo legado, Aulo Vitelio.
Para asegurar su poder, Galba adoptó a Calpurnio Pisón, pero con ello se atrajo
el rencor de su aliado Otón, que había contado con ser él el elegido. Otón, que había
reunido en torno a su persona a los partidarios de Nerón, convenció a los excitados
pretorianos para que asesinaran a Galba y lo proclamaran emperador (15 enero 69). El
senado se plegó a la decisión de la guardia y otorgó a Otón los poderes imperiales, pero
no a Vitelio, lo que significaba el comienzo de la guerra civil.
Otón (enero 69-abril 69): intentó en Roma una política de conciliación, que no
satisfizo a nadie y se presentó ante el pueblo como un restaurador del “neronismo”,
volvieron a levantarse las estatuas de Nerón y se reemprendieron los trabajos de la
“domus aurea”.
Pero Vitelio ya había enviado en dirección a Italia dos cuerpos de ejército, cuyo
avance victorioso le atrajo la adhesión de un buen número de pueblos galos y el
reconocimiento de las restantes fuerzas militares estacionadas en Occidente. Otón
acudió con las tropas de Roma al encuentro de los vitelianos. En el valle del Po, en
“Bedriacum”, cerca de Cremona, Otón fue derrotado y se quitó la vida.
Los 60.000 soldados de Vitelio, continuaron su marcha, arrasando y saqueando
campos y ciudades de Italia. Roma fue ocupada por un ejército ávido de botín, a cuyos
desmanes el nuevo emperador no opuso obstáculos.
Vitelio (abril 69-diciembre 69): se presentó como un vengador de Galba,
descargó su rencor contra la guardia pretoriana, cuyos efectivos fueron reemplazados
por soldados de su ejército de Germania. Su abierta política neroniana, corrupta y
populista, la violenta represión de sus oponentes y los favores dispensados a las tropas
del Rhin, a quienes debía el trono, inclinaron contra Vitelio a los ejércitos de Oriente y
del Danubio, que se habían mantenido hasta ahora a la expectativa.
118
El prefecto de Egipto, de acuerdo con el gobernador de Siria, proclamó
emperador a Tito Flavio Vespasiano, el general que Nerón había enviado, en julio del 67,
a reprimir la sublevación judía. Muy pronto, las otras provincias orientales, los estadosclientes y el ejército del Danubio se sumaron al pronunciamiento.
Vitelio fue asesinado en diciembre del 69. El senado se apresuró a reconocer a
Vespasiano como emperador. Mientras, en Judea, Vespasiano dejó el mando de las
operaciones a su hijo Tito y cuando Vespasiano llegó a Roma, en octubre del 70, estaba
restablecido el orden y la paz en el Imperio.
Con la llegada al poder de Vespasiano se cerraba un grave periodo de crisis, que,
por primera vez, había puesto en tela de juicio el régimen fundado por Augusto. La
revuelta que puso fin al reinado de Nerón mostró que las fuerzas reales del régimen ya
no estaban solo en Roma. La intervención de los ejércitos provinciales puso al
descubierto el “secreto del Imperio”: los emperadores podían hacerse no solo en Roma,
sino también al margen de la familia julio-claudia.
Los sucesivos pronunciamientos de las fuerzas militares, estacionadas en las
provincias, para imponer a sus respectivos comandantes, evidenciaron, el múltiple juego
de conflictos e intereses contrapuestos en la vida del Imperio: en el ejército, soldados
de élite urbanos contra legionarios italianos de extracción rural; en la sociedad,
estamento senatorial y burguesía acomodada frente a libertos, negociantes y plebe; en
el ámbito imperial, provincias Occidentales frente a las de Oriente.
Los cuatro emperadores que suceden a Nerón subieron al poder apoyándose y
favoreciendo grupos de intereses parciales y distintos: Galba, los del senado; Otón, los
de las masas populares; Vitelio, los del ejército del Rhin.
Con Vespasiano, se manifiesta por primera vez que surge una nueva clase
dirigente al servicio del principado.
II.- Vespasiano (69-79)
La familia de Tito Flavio Vespasiano era originaria de Reate, en la Sabina. Solo
con su padre, incluido en el orden ecuestre, había iniciado una promoción social, que
permitió a Vespasiano cumplir una larga carrera de cuadros de la administración y del
ejército hasta recibir, con la legatura de Judea, el encargo de dirigir la guerra contra los
judíos. Prudente y honrado, realista y enérgico, emprendió tras la subida al poder un
programa de restauración del Estado.
La restauración de Vespasiano incluía una múltiple actividad en los campos de la
política, la administración, las finanzas, el ejército y el mundo provincial.
II.-A) La consolidación del régimen imperial
119
Los diferentes experimentos abortados de gobierno tras la muerte de Nerón,
exigían una redefinición del poder imperial para asegurar la autoridad del príncipe en
Roma, Italia y el Imperio. Vespasiano, partiendo del modelo augústeo, decidió
institucionalizar este poder con la intención de hacerlo legalmente absoluto,
prescindiendo de las ambigüedades que lo disfrazaban con viejas formas republicanas.
“La lex de imperio Vespasiani”, ley sobre la autoridad de Vespasiano, era la que
investía formalmente del poder al emperador; voluntad de fundar una dinastía,
proclamando como herederos del principado a sus hijos, el mayor, Tito, fue asociado al
trono, el menor, Domiciano, aunque sin poderes efectivos, recibió los títulos de Cesar y
príncipe de la juventud.
II.- B) Los estamentos privilegiados
En el año 73, Vespasiano nombrado censor con Tito como colega, modificó
profundamente la asamblea senatorial, con la expulsión de sus miembros indignos y el
nombramiento de un gran número de nuevos senadores, extraídos del mismo medio
social del que él procedía, la burguesía de las ciudades italianas y de la élite colonial,
instalada en las provincias más romanizadas.
Los caballeros, también reclutados de las ciudades itálicas y provinciales,
sustituyeron a los libertos imperiales en los cargos directivos de la administración
central y en las proculatelas encargadas de la recaudación de impuestos en las
provincias.
Con todo esto, surgió una oposición contra el régimen, más ideológica que
personal, agrupada en torno a la vieja aristocracia senatorial. El emperador reaccionó
contra esta oposición con la condena a muerte de su líder, el senador Helvidio Prisco, y
la expulsión de Roma de filósofos y astrólogos.
II.- C) Reorganización administrativa y financiera
Reorganización de las finanzas públicas que permitieran aumentar los recursos
del Estado, lo que le acarreó injustamente la reputación de ávaro.
•
Fue suprimida la inmunidad concedida por Nerón a algunas ciudades griegas y se
procedió al aumento de los tributos directos como a un mayor control de la
recaudación de los impuestos indirectos, en especial a los derechos de aduana.
•
Revisión catastral en Italia y las provincias, con el fin de restituir al ámbito público
tierras acaparadas por particulares y aumentar los recursos del Estado. También
explotación de recursos mineros, propiedad del Estado, fue sustraída a
arrendadores privados para encargar su gestión directa a libertos imperiales.
120
•
En Roma, Vespasiano continuó la política de gastos a favor de la plebe urbana,
con distribuciones gratuitas de trigo, repartos de dinero y abundantes
espectáculos públicos.
•
Política constructiva para aumentar el esplendor de la urbe, que, al mismo
tiempo, proporcionó abundante trabajo a las masas ciudadanas. La
reconstrucción del templo de Júpiter, en el capitolio, destruido durante la guerra
civil. A su lado se construyeron otros templos, edificios y espacios públicos, como
un nuevo foro y se iniciaron las obras de un nuevo palacio imperial en el palatino
y de un gigantesco anfiteatro en los terrenos de la domus aurea, el famoso
Coliseo. Vespasiano, preocupado por el abastecimiento de una ciudad de un
millón de habitantes, levantó grandes depósitos para el almacenamiento de trigo
y otros víveres. Y por lo que respecta a Italia, se reconstruyeron ciudades
destruidas y se amplió la red viaria.
•
Política cultural: se favoreció la formación de la juventud con exenciones fiscales
para los enseñantes y se crearon cátedras de retórica, financiadas por el fisco.
Un hispano de Calahorra, Mario Fabio Quintiliano, ocupó la primera de ellas.
II.- D) Política provincial
Se atenderá a la integración y una más activa participación de las provincias en
el marco del Imperio.
Hispania recibió de Vespasiano el “ius latii”, esto es, el derecho latino. Ello
significaba que las comunidades urbanas de la península podían organizarse como
municipios, a semejanza de los italianos.
También, otras provincias occidentales, África, Britania, La Galias, se
beneficiaron con la implantación de colonias y la construcción de nuevas rutas.
Las provincias danubianas, en cambio, experimentaron un avance más lento. En
Oriente los Flavios, extendieron generosamente los derechos de ciudadanía.
II.- E) Política Exterior
Vespasiano mantuvo los principios de prudencia y seguridad seguidos por
Augusto, si bien hubo de atender a problemas nuevos surgidos en los límites del Imperio.
Para el reclutamiento de soldados, se eligieron soldados procedentes de las
provincias más romanizadas, en posesión del derecho de ciudadanía.
El número total de cuerpos legionarios ascendió a 29, uno más que con Augusto.
A excepción de dos unidades, acuarteladas en provincias interiores, Hispania y Judea, el
resto fue distribuido en campamentos estables levantados en piedra, a lo largo de las
provincias fronterizas, con una misión de vigilancia permanente, como única defensa del
121
Imperio. Con sus correspondientes tropas auxiliares, irán constituyendo los primeros
límites, sistemas defensivos concebidos como fuerza de disuasión en las diferentes
fronteras: África, Britania, Danubio y el amplio frente oriental.
Las fronteras:
•
En África: una legión, la III Augustea establecida en África Proconsularis, cuidaba
de mantener el orden contra las tribus nómadas del desierto.
•
Britania: se logró ampliar el dominio romano hasta el sur de Escocia. Vespasiano
estableció un sistema defensivo contra tribus independientes del norte de la isla
con 4 bases legionarias, apoyadas por fortalezas y fortines.
•
Línea del Rhin: limes fortificado confiado a legiones en la orilla izquierda del rio.
Conquistó el ángulo entre los altos cursos del Rhin y Danubio, al sur de la Selva
Negra. La región fue conquistada y repoblada por indígenas, obligadas a pagar
un diezmo a Roma (de ahí el nombre de “Campos Decumanos”).
•
En el Danubio: ocho legiones en las provincias de Panonia y Mesia y la constante
vigilancia del rio por dos flotas fluviales.
•
En Oriente: anexionó los dos últimos reinos vasallos de Anatolia, Comagene y
Armenia Menor, Comagene fue unida a Siria, Armenia Menor se convirtió en
provincia y se agruparon en una sola unidad administrativa, Galacia y Capadocia.
De este modo Roma controlaba ahora directamente todos los pasos del Éufrates
y la red de comunicaciones entre Asia Menor, Armenia y Partía.
III.- Tito (79-81)
La muerte de Vespasiano en el 79, dejó solo al frente del Imperio a su hijo mayor
Tito, que, desde la guerra civil, había colaborado estrechamente con su padre en la
afirmación del nuevo régimen. Cónsul con Vespasiano en el año 70, fue investido más
como corregente que como heredero, de todas las prerrogativas del poder imperial.
Apenas reinaría dos años, en los que mostró cualidades de hombre de Estado,
que le granjearon la popularidad y la devoción de las masas.
Numerosas catástrofes marcaron su reinado, como la famosa erupción del
Vesubio del 79 donde quedaron sepultadas las ciudades de Pompeya, Herculano y
Estabia; un nuevo incendio en Roma y una epidemia de peste, a cuyo remedio acudió
con atenta dedicación y generosidad.
Las líneas maestras de gobierno, trazadas por Vespasiano, apenas sufrieron
correcciones y continuó, con mayor prodigalidad, el vasto programa de obras públicas
iniciado por su padre, tanto en Roma (unas termas y el arco de triunfo por la victoria de
Judea), como en las provincias, con la extensión de la red de calzadas. Su muerte en el
año 81, dejaba el trono en manos de su hermano Domiciano.
122
IV.- Domiciano (81-96)
Domiciano no tuvo, durante los gobiernos de su padre y de su hermano, una
participación real en el poder. De temperamento orgulloso, violento y autoritario,
mediatizadas por sus experiencias de gobierno, de tendencias absolutistas, y por la feroz
persecución contra miembros del estamento senatorial durante los últimos años de su
reinado. Con ello, dejan en la sombra sus cualidades de buen administrador y hombre
de Estado, que desplegó de acuerdo con las directrices políticas marcadas por
Vespasiano y Tito.
IV.- A) La obra Administrativa
A Domiciano se deben dos importantes complejos de construcciones en Roma,
el Forum Transitorium y la Domus Flavia, el nuevo palacio imperial sobre el Palatino.
También se preocupó Domiciano por atraerse a la población de Roma con repartos de
dinero y grano, con la celebración de juegos y espectáculos y con medidas destinadas a
garantizar los abastecimientos esenciales de trigo y agua, mediante la construcción de
nuevos graneros y acueductos.
La administración de Italia y las provincias continuó la línea de la dinastía, pero
con Domiciano, los caballeros entraron a formar parte del Consejo imperial y
continuaron sustituyendo a los antiguos libertos imperiales.
En política agraria se dio un giro, al permitir que las tierras del Estado,
expropiadas a particulares, fueran devueltas a sus ocupantes. La medida, de corta
duración, trataba de proteger los viñedos italianos, en decadencia frente a la fuerte
competencia de las provincias, para incrementar, en cambio, la producción de trigo
provincial.
IV.- B) La política exterior y la defensa del Imperio
En el Limes Renano (Rhin) Domiciano estableció un sistema defensivo entre el
Rhin y el Main, lo que permitió la construcción de una red viaria en la región, de vital
importancia estratégica. Pero, sobre todo, completó la organización de la frontera, entre
los años 85 y 89, con la transformación de los dos distritos militares, creados por
Augusto, en sendas provincias imperiales de rango consular: Germania Inferior, en el
curso bajo del rio, y Germania Superior, en el alto Rhin.
En las tierras altas de Transilvania, los Dacios, reagrupados por su rey Decébalo,
presionaban a la provincia romana de Mesia. En el 88 los romanos lograron acorralar a
Decébalo, pero Domiciano concertó una precaria paz con el rey dacio.
En el año 92, Domiciano dirigió una expedición contra suevos y sármatas que
amenazaban la provincia de Panonia, con resultado exitoso. Se reorganizó la frontera
123
danubiana, con la división de Mesia en dos provincias y el establecimiento de una sólida
línea defensiva, protegida por los campamentos legionarios en Brigetio y Aquincum
(Budapest).
IV.- D) Despotismo monárquico y oposición senatorial
La conducción de esta política exterior, prudente y enérgica, le aseguró a
Domiciano el respeto y la popularidad de las fuerzas militares, cuyo sueldo aumentó.
Pero esta popularidad se contrarrestaba con la encarnizada oposición del estamento
senatorial.
Domiciano modificó en sentido absolutista la figura del príncipe y esta
concepción lo llevaría al choque con la aristocracia senatorial, en una espiral de
violencia, que acabaría con la vida del emperador.
En un principio, Domiciano adoptó ante el senado una actitud de autoritarismo
paternal, pero pronto se le descubrieron intenciones autócratas: del 82 al 88 invistió
ininterrumpidamente el consulado y el 85 se hizo nombrar censor perpetuo. Sus
pretensiones al despotismo continuaban cada vez más hasta llegar a proclamarse
“dominus et deus”, señor y Dios.
Los círculos aristocráticos e intelectuales se volvieron contra Domiciano. Este,
arrogante y vanidoso, reaccionó desenterrando la ley de majestad, en una larga serie de
procesos contra la “sagrada” persona del príncipe.
Las tensas relaciones entre el emperador y la aristocracia senatorial terminarían
en abierta ruptura. Se desató una gran violencia política.
Finalmente, en el año 96 se fraguó la conspiración definitiva, en la que, con varios
miembros del orden senatorial y libertos de la casa imperial, participó la propia
emperatriz y los dos prefectos del pretorio. Domiciano fue apuñalado y los conjurados
ofrecieron el trono a un viejo senador, Marco Coceyo Nerva. Se extinguía así la dinastía
Flavia tras permanecer en el poder 27 años.
124
You tube: Vespasiano…Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=lfjw0Mt2Kjs
you tube: resumen de los Flavios
https://www.youtube.com/watch?v=9JQmfh_5z0Y
125
126
TEMA XVII
EL PRINCIPADO ADOPTIVO
I.- Preámbulo
Con la llegada al poder de Nerva, el sistema hereditario de gobierno es sustituido
por el nuevo principio de adopción. De acuerdo con él, la designación al trono no tiene
en cuenta consideraciones dinásticas, sino solo méritos personales. El nuevo sistema,
posibilitado por la falta de descendencia directa de los sucesivos príncipes, permitió
desarrollar el principio de “la adopción del mejor”, mantenido por la aristocracia
senatorial, de acuerdo con las teorías políticas de la filosofía estoica: la sucesión al poder
no debía estar determinada por vínculos de parentesco, sino sólo por virtudes morales
y la capacidad política del designado.
El “principio adoptivo” logró mantenerse durante la mayor parte del siglo II, y sus
representantes son conocidos como “dinastía de los Antoninos”, por el nombre de uno
de ellos, “Antonino Pio”. Por muchas razones, la época es considerada como la edad
aurea del Imperio, en la que el sistema imperial alcanza su plena madurez en los ámbitos
político, económico, social y cultural. No obstante, en esta época, se incuban gérmenes
desestabilizadores que se harán presentes en el siglo III.
II.- Nerva (96-98)
Nerva, a su subida al trono, ya había cumplido los 70 años. Pertenecía a la vieja
aristocracia senatorial y no tenía hijos ni parientes próximos. Su elección fue aceptada
por el senado, que veía en él a uno de sus miembros más respetables. Pero no contaba
con el apoyo de los pretorianos y del ejército.
Mas grave era la actitud del ejército. Ante las amenazas de sublevación, Nerva
decidió adoptar, asociándolo al trono, a uno de sus generales más prestigiosos, el legado
de Germania Superior Marco Ulpio Trajano, que logró mantener la lealtad de sus tropas.
Durante su breve reinado, Nerva trató de aligerar la presión fiscal, aumentada
durante el reinado de Domiciano, y emprendió medidas para reactivar la producción y
aliviar la crisis económica. Con una ley agraria, proporcionó tierras de cultivo a
campesinos desposeídos, y trató de socorrer a los niños de familias humildes con una
institución de carácter social, “los alimenta”, que desarrollaría su sucesor.
El senado se benefició con el régimen de Nerva, pues el emperador se
comprometió a remitir los juicios contra miembros del orden senatorial a la propia
asamblea, renunciando a decidir personalmente el veredicto, en un pacto que sería
renovado por todos sus sucesores hasta el final de la dinastía.
127
Cuando murió, a comienzos del año 98, Trajano, gracias a la previsión de Nerva,
ya era dueño del poder.
III.- Trajano (98-117)
Con Trajano llega al poder por primera vez, un romano procedente del mundo
provincial. Nacido en Itálica (Santiponce, cerca de Sevilla), procedía de una antigua
familia, de origen italiano, establecida en la Bética.
Hijo de un prestigioso general, que había cumplido una brillante carrera bajo los
reinados de Nerón y Vespasiano, era, ante todo, un militar experto, con amplia
popularidad en el ejército.
Trajano recibió en Germania la noticia de la muerte de Nerva, permaneció aun
un año en su puesto, reorganizando la línea de frontera renano-danubiana, en la zona
de los “agri decumates”, antes de regresar a Roma, donde fue recibido en medio del
entusiasmo popular.
III.- A) Filosofía política de Trajano
Trajano mantuvo las apariencias formales de respeto al senado, pero el senado
tenía cada vez menos poder y el gobierno de Trajano siguió siendo absoluto. Si los
senadores siguieron ocupando los puestos más importantes en los ejércitos y en la
administración, las decisiones de gobierno fueron dictadas por la voluntad del príncipe,
asesorado por un restringido grupo de consejeros “los amici principis”, libremente
elegidos por el emperador.
Trajano propuso el modelo de emperador como supremo administrador. Con su
múltiple y eficaz actividad en los campos de la política exterior y de la administración, el
emperador contribuyó a la materialización de la imagen de buen gobernante y a la
calificación de su reinado con la época más feliz del Imperio.
III.- B) La obra administrativa
Aumentó el papel de la administración imperial, en detrimento de las
competencias del senado, con la multiplicación del número de funcionarios imperiales,
“los procuratores ecuestres”, tanto en las oficinas centrales como en la gestión
financiera de las provincias.
Trajano logró mejorar la administración financiera. Esto, más la política exterior
conquistadora y rentable, le permitió realizar una política estatal de bienestar por
encima de las políticas reales de un Imperio que daba ya las primeras seriales de una
crisis económica generalizada.
128
Al problema económico se unía el social, producido por la reducción de la tasa
de nacimientos, que impedía contar con reservas humanas suficientes para los servicios
en la administración y en las legiones, así como para el trabajo agrícola.
Trajano afrontó el múltiple problema con distintas provisiones. Obligó a los
senadores de origen provincial a invertir un tercio de sus bienes en Italia, en propiedades
agrícolas, pero, sobre todo, desarrolló la institución asistencial de los “alimenta”, ideada
por Nerva: prestamos perpetuos a bajo interés (5%), concedidos a agricultores italianos
con la garantía de sus tierras, cuyos réditos se dedicaban a la manutención de los niños
pobres. Se atendía, así, al doble fin de promover la agricultura en Italia y favorecer el
crecimiento demográfico.
También creyó necesario intervenir en la autonomía de las ciudades, tanto
italianas como provinciales, con el envío de “curates civitatis”, encargados de poner
orden en las finanzas de ciertos municipios y remediar la debilidad de sus
administraciones financieras.
En las provincias, con un estricto control de la gestión de gobierno y el
favorecimiento del desarrollo urbano y la red viaria, mejoró su desarrollo comercial.
III.- C) Política exterior
Con trajano se desarrollará una política exterior agresiva, de fines imperialistas,
con dos objetivos: el Bajo Danubio y la frontera Oriental, frente al Imperio parto.
En el Bajo Danubio, los Dacios, unificados bajo su rey Decéfalo, recrudecieron su
presión, lo que proporcionó a Trajano la ocasión para intentar el sometimiento directo
del territorio. En una primera campaña (101-102) el emperador franqueó el Danubio,
tras la victoria de Tapae, consiguió la sumisión de Decébalo, como aliado del pueblo
romano. Unos años después, en el 105-106, el rey dacio intentó la revancha y
desencadenó con ello una nueva ofensiva romana, que llevó a Trajano hasta la capital
del país. La ciudad capituló y Decébalo decidió suicidarse.
Dacia fue convertida en provincia y en su territorio se instalaron numerosos
migrantes que impulsaron una rápida romanización. El enorme botín arrancado a los
dacios y la explotación de sus ricas minas de oro de Transilvania restablecieron a corto
plazo el equilibrio financiero y permitieron a Trajano atender, en Roma, a la tradicional
política de generosidad y bienestar: repartir dinero, espectáculos y construcciones,
entre las que destacaba su Foro, el último y más monumental del Imperio, presidido por
una gigantesca columna, cuyos relieves en espiral relatan la conquista de la Dacia.
El reforzamiento de los agridecumates, entre el Rhin y el Danubio, y la
reorganización del limes danubiano, tras la conquista de la Dacia, con la división de
Panonia en dos provincias, introducían nuevos elementos de estabilidad en la frontera
129
septentrional del Imperio, nítidamente marcada por los cursos de los ríos y la avanzadilla
transdanubiana de la nueva provincia.
En la frontera oriental, extendida desde Egipto al mar Negro y el peligro del
Imperio parto, constituían permanentes factores de inseguridad.
En el año 105, la conquista del reino árabe de los Nabateos, puso en manos
romanas la Arabia Pétrea, con capital en Petra. Convertida en nueva provincia de Arabia,
permitió unir por vía terrestre los territorios de Egipto y Palestina, a través de la
península del Sinaí.
Más al norte, en el desierto sirio, la ciudad de Palmira aceptó la autoridad
romana. Gracias a su control, el comercio romano contó con un importante nudo de
comunicación en las rutas caravaneras que transitaban entre el Mediterráneo y el Medio
Oriente.
La extensión de la influencia romana al reino del Bósforo (en la península de
Crimea, alrededor del mar de Azor), la costa oriental del Ponto Euxino (Cólquide) y las
poblaciones caucásicas de Iberia y Albania, convirtieron el mar Negro en un lago
romano.
Todas estas conquistas preparan el camino a emprender la conquista del imperio
Parto en el año 114, bajo la dirección personal del emperador, tras ocupar Armenia, y
Mesopotamia.
En una nueva campaña, iniciada en el 116, el objetivo directo fue el núcleo de
Partia. Trajano entró como vencedor en la capital, Ctesifonte, constituyó con las
regiones al oriente del Tigris, la provincia de Asiria y descendió por el curso del río hasta
el golfo Pérsico.
Pero las nuevas conquistas se manifestaron poco estables. Poco después,
Cosroes lograba unificar a los pueblos iranios y penetraba en las regiones recientemente
ocupadas, mientras en otras provincias de Oriente (Cirenaica, Chipre, Egipto y Judea) los
judíos provocaban violentos disturbios, que se convirtieron en abierta rebelión.
Trajano, cansado y enfermo, renunció a reconquistar los territorios al este del
Tigris y partió hacia Roma a comienzos del año 117, dejando en manos del nuevo legado
de Siria, Adriano, el mando del ejército y la tarea de reprimir la sublevación. Meses
después moría en Asia Menor durante el viaje de regreso, sin haber resuelto claramente
el problema de la sucesión.
IV.- Adriano (117-138)
Publio Elio Adriano, también oriundo de Itálica y pariente de Trajano, era legado
de Siria cuando recibió la noticia, con dos días de diferencia, de su adopción y de la
130
muerte del emperador. El ejército de Siria lo reconoció como príncipe y el senado aceptó
la designación. No obstante, existían intrigas en un sector de la asamblea contra el nuevo
emperador.
El senado, en todo caso, mantuvo una cierta hostilidad hacia el emperador cuyos
actos de gobierno, en una línea más marcadamente autocrática, perjudicaban a sus
tradicionales intereses y privilegios.
IV.- A) Gobierno y administración
Adriano es, después de Claudio, el auténtico organizador de la administración
imperial. Desde Augusto había existido un consejo privado, “los amici principis”,
libremente elegidos por el emperador como órgano de asesoramiento. Adriano lo
convertirá en un Consejo Oficial, “el Consilium principis”, como órgano estable de
gobierno, con la misión fundamental de asistir al emperador en materia jurídica. Sus
miembros promueven leyes y se determinan las reglas permanentes de derecho, con
decisiones que reciben el nombre genérico de “Constitutiones”. De ahí, la existencia,
entre los consiliarii, de juristas, elegidos en razón de su competencia.
Esta centralización jurídica se corresponde con una codificación del derecho.
Desde el siglo II a. de C. las decisiones de los magistrados competentes en materia
jurídica, los pretores, se habían convertido en una de las bases oficiales del derecho civil.
Estas decisiones o “edictos”, teóricamente, solo tenían vigencia durante el año de
permanencia en el cargo del magistrado que las había promulgado, aunque, por lo
general, eran respetadas por los sucesivos pretores. Adriano encargó a un prestigioso
jurista, Salvio Juliano, la redacción de un “Edicto Perpetuo”, en el que se resumieran
todos los edictos de los anteriores pretores.
La complicación creciente de las tareas administrativas, no solo de Roma, sino
también de Italia y de las provincias, exigía una especialización en los servicios y un
número creciente de procuratores, reclutados entre los miembros del orden ecuestre.
Adriano se encargará de fijar sus carreras, con sueldos progresivamente más altos.
Para la administración de Italia, ésta se dividió en cuatro distritos, confiados a
otros tantos “consulares”, personajes del orden senatorial, encargados de juzgar los
procesos civiles en sus correspondientes circunscripciones, para descargar a los
magistrados de Roma de una tarea en la que se veían desbordados por la insuficiencia
de tribunales.
El interés personal del emperador por conocer de cerca las necesidades
provinciales e intentar dar soluciones inmediatas a sus problemas, queda reflejado en
sus números viajes: más de la mitad de su reinado, Adriano estuvo ausente de Roma,
recorriendo largamente todo el Imperio. Visitó inicialmente las provincias occidentales
131
(121-125) y luego, las orientales en dos ocasiones (128-129; 132-133), aunque fue Grecia
y, sobre todo Atenas, su meta predilecta.
Impulsó una política sistemática de urbanización y de construcciones
monumentales. Muchas ciudades fueron elevadas al rango de municipio o de colonia,
como Itálica, su lugar de nacimiento. Adriano introdujo el “ius latii maius” en los
municipios de derecho latino, en virtud del cual se otorgaban los derechos civiles no solo
a los magistrados, sino a todos los miembros del consejo municipal.
Legisló una ley que concedía la propiedad e importantes exenciones fiscales a los
que pusieren en explotación tierras incultas o abandonadas, pertenecientes a los
dominios imperiales o de propiedad privada.
Este deseo se extendió también al campo de la minería. Son conocidas las
facilidades que el Estado daba a particulares para participar en la explotación de pozos
mineros, propiedad imperial, en régimen de arriendo.
Para garantizar el abastecimiento del ejército y de las masas ciudadanas
(annona), Adriano estableció un sistema de ventas obligatorias al estado para
determinados productos básicos como el trigo y el aceite, y exoneró de la obligación de
cumplir funciones públicas municipales, a quienes pusiesen sus medios de transporte al
servicio del estado.
IV.- B) La defensa del Estado
Adriano puso como ideal de su gobierno el mantenimiento de la paz. Una política
de defensa armada, que permitiera un desarrollo pacífico en el interior de las fronteras
del imperio.
Con medios diplomáticos, en Oriente, puso fin a las hostilidades con los partos:
la provincia de Mesopotamia fue evacuada y Armenia volvió a su condición de estado
vasallo entre los dos imperios.
Se mantuvieron las provincias conquistadas por Trajano de Arabia y Dacia. Al otro
lado de las líneas defensivas del Rhin y el Danubio, Adriano extendió el sistema de
estados vasallos.
Pero, sobre todo, la protección de las fronteras debía asegurarse con un ejército
bien equipado y disciplinado. Se realizaron importantes reformas para mejorar la calidad
de las tropas, con la obligación de permanecer los soldados en sus campamentos de
destino, convertidos en auténticas fortalezas.
Esta necesaria inmovilidad del ejército romano, hizo que se convirtieran en un
conjunto de ejércitos regionales. Para completar su abastecimiento de soldados, se
recurrió a efectivos de la región de acuartelamiento, con el subsiguiente peligro para la
132
integridad del Imperio. Para corregir esta regionalización, se emplean cuerpos mixtos de
infantería y caballería, reclutados en bloque entre los pueblos bárbaros de las fronteras
del Imperio.
El limes alcanza con Adriano su definitiva organización. La frontera se convierte
así en una línea continua de fortificaciones y puestos de vigilancia, protegidos por fosos.
El modelo más completo fue el levantado en Britania: una muralla continua de piedra,
precedida de un foso, con fuertes torres de vigilancia a intervalos regulares, que cruzaba
toda la isla, de E a O, separando progresivamente Inglaterra de Escocia, vallum Adriani.
El mismo sistema fue aplicado en el limes germánico, en el bajo Danubio, en Siria y,
sobre todo, en África, con un foso de 800 Km., que protegía el sur de Numidia de las
tribus del desierto.
No obstante, a pesar del limes, Adriano no estuvo libre de guerras. Hubo de
repeler en el bajo Danubio a los roxolanos (117). En el 122 luchó contra los brigantes en
Britania, lo que le decidió la construcción del muro.
El más sangriento episodio del reinado de Adriano fue la rebelión judía, al querer
levantar sobre las ruinas de Jerusalén, destruida por Tito en el 70, la colonia romana de
“Aelia Capitolina”. En el 132 estalló la ira de los judíos, iniciando una guerra de guerrillas
que finalmente se finalizó en el 135. Se prohibió a los judíos visitar Jerusalén,
definitivamente convertida en Elia Capitolina. La provincia de Judea fue reorganizada
bajo el nombre de Siria-Palestina y ocupada por legiones.
IV.- C) La personalidad de Adriano
Capacidad de atento administrador, firme gobernante, intelectual, filósofo,
artista y literato. Empujado por un carácter inquieto a la búsqueda de nuevos
conocimientos y experiencias.
Su nombre se encuentra ligado al primer renacimiento del helenismo, extendido
entre las clases cultas del Imperio. Durante su estancia en Atenas, Adriano embelleció
la capital con espléndidas construcciones, como el “Olympeion”, también levantó
numerosos templos en otras ciudades de Grecia.
La religión egipcia era la fascinación de Adriano. En Roma reconstruyó el panteón
de Agripa y promovió el culto imperial, que resaltaba la imagen divina del emperador y
su familia.
IV.- D) El problema sucesorio
Adriano, lo mismo que Trajano, no tuvo hijos y la sucesión al trono comenzó a
preocupar a raíz de una grave enfermedad en el año 135.
133
En el año 138 asoció al trono a Arrio Antonino, un personaje ya maduro, con
experiencia en el gobierno y en la administración, con el nombre de Tito Elio Adriano
Antonino. Éste tampoco tenía hijos y, por ello, Adriano le obligó a adoptar a su vez a
Marco Aurelio, sobrino de Antonino.
Meses después moría Adriano y sus cenizas fueron depositadas en el enorme
mausoleo, construido por el emperador en la orilla derecha del Tíber, frente al Campo
de Marte, el actual Castillo de Sant Ángelo.
V.- Antonino Pío (138-161)
V.- A) Gobierno
Nacido en Roma, procedía de una familia senatorial, originaria de Nimes, en la
Galia Narbonense, y contaba con el beneplácito del senado. Como primer acto de
gobierno, Antonino quiso honrar a su padre adoptivo con honores divinos y arrancó del
senado el decreto de apoteosis. Este acto de piedad filial le valió el sobrenombre de
“Pío”, con el que ha pasado a la historia.
Excelentes relaciones con el senado, generosidad, equilibrio, honestidad, sentido
del deber, atención a los grandes intereses del imperio, firmeza y perseverancia…Sus
cualidades personales y de hombre de Estado le convirtieron en un modelo a imitar por
sus sucesores, que tomaron su nombre y contribuyeron con ello a calificar todo el siglo
II como “época de los Antoninos”.
Antonino tuvo la oportunidad de reinar en un momento privilegiado, subrayando
los componentes humanísticos del poder imperial, basados en la bondad y en la justicia.
Por ello, su reinado es considerado el periodo por excelencia de la “paz romana”: el
Imperio protegido de los bárbaros por sólidas fronteras, desarrolla pacíficamente las
múltiples actividades económicas y garantiza el bienestar de todos sus habitantes.
Pero este equilibrio entrañaba evidentes peligros que sacudirán el Imperio a
partir de los últimos decenios del siglo.
V.- B) Administración
Suprimió los 4 consulares encargados de la jurisdicción de Italia. Potenció el
consilium principis. El papel jurídico de este consejo continuó creciendo y contribuyó al
desarrollo del derecho romano en una línea humanitaria, sensible a la suerte de los
débiles y humildes.
El emperador utilizó su inmensa fortuna para mostrar su generosidad con
repetidos repartos de dinero al pueblo y al ejército, distribuciones gratuitas de trigo y
aceite y celebración de espléndidos espectáculos. Renunció al “aurum coronarium”, las
sumas que Italia y las provincias ofrecían al emperador a su subida al trono, y practicó
134
una moderada política fiscal. Redujo las construcciones monumentales y viajes, jamás
salió de Italia. A la muerte de su esposa Faustina, creó la institución”puellae
Faustinianae”, en favor de las niñas pobres. Gastos en construcciones utilitarias:
puertos, acueductos, vías, restauración de monumentos y ayudas a ciudades afectadas
por catástrofes naturales.
Pero tras esta fachada aparentemente brillante, continuaron las dificultades
económicas, sobre todo en Occidente. El Estado se vio obligado a multiplicar los
“curatores” para acudir en ayuda de las precarias finanzas municipales. Las provincias
orientales, en cambio, con una población urbana más nutrida y activa, mantuvieron un
ritmo continuo de crecimiento económico, potenciado por un tráfico comercial, sobre
todo de productos exóticos o de lujo, procedentes del Lejano Oriente. Y, con ello, el peso
del Imperio se fue trasladando cada vez más de Occidente a Oriente.
Antonino se mantuvo fiel a los viejos dioses tradicionales de Roma y el Lacio,
pero también se sintió atraído por los nuevos cultos orientales, a Cibeles y Attis, Mitra o
Baal, que se estaban extendiendo con fuerza por todas las regiones del Imperio.
V.- C) Política Exterior
Antonino procuró mantener la política de paz seguida por Adriano,
fundamentada en una diplomacia, activa y firme, y en la defensa de las fronteras del
Imperio. No obstante, el reinado no estuvo libre de intervenciones militares.
En Britania, tras una campaña victoriosa contra los brigantes (139-142) Antonino
decidió avanzar la frontera un centenar de kilómetros al norte, con la construcción de
un nuevo limes, similar al de Adriano, entre los estuarios de Clyde y Forth, que, luego,
hubo de abandonar.
También tuvieron que reforzar temporalmente al ejército de África para rechazar
las incursiones de las tribus nómadas del desierto sobre la frontera romana (144-152).
Hubo disturbios en Judea, Grecia y Egipto, probablemente por presión fiscal.
Cuando Antonino murió en el año 161, dejaba bien asegurada la sucesión en
manos de Anio Vero, el mayor de los dos hijos que había adoptado, a instancias de
Adriano, en el año 138.
VI.- Marco Aurelio (161-180)
Marco Anio Vero, imperator Caesar Marcus Aureluis Antoninus Augustus, había
sido asociado al gobierno, desde el año 146, y ligado a la familia de Antonino mediante
el matrimonio con su hija, Faustina la joven. Aunque nacido en Roma, su familia,
emparentada con Adriano, procedía de Ucubi (Espejo, provincia de Córdoba), en la
135
Bética. Cuidadosamente educado, había mostrado una inclinación por la filosofía
estoica.
No obstante, no tenia experiencia alguna en el mando del ejército y en la
administración del Imperio. Y, sin embargo, las circunstancias hicieron que su reinado
se viera complicado por múltiples guerras y desastres, que le exigieron, agotadores
esfuerzos, cumplidos con un escrupuloso sentido del deber.
VI.- A) La obra de gobierno
Marco Aurelio asoció al poder a su hermano adoptivo, Lucio Vero, como
corregente.
El principado prosiguió su conversión en una monarquía administrativa: la
influencia del senado, cada vez más débil, es sustituida por una poderosa y anónima
burocracia, dependiente del poder absoluto imperial; una burocracia lenta, formalista y
rutinaria.
No obstante, las relaciones con el senado fueron excelentes. La composición del
senado había cambiado profundamente: a los viejos aristócratas romanos e italianos se
habían ido sumando, en número creciente, “homines novi”, procedentes de las élites
provinciales de Occidente, y, luego, también de Oriente. Marco Aurelio aumentará el
número de senadores orientales y africanos y proporcionará la entrada en el orden de
nuevos miembros. Obligó a los senadores provinciales a invertir en propiedades
agrícolas en Italia, y a seguir desarrollando la institución de los “alimenta”.
Bajo Marco Aurelio se creó el archivo del registro civil, en Roma y en las
provincias, donde debían ser inscritos, en el plazo de un mes, los nuevos nacimientos.
Se trataba de proteger el título de ciudadanía romana, cada vez más extendido y, por
ello, objeto de prácticas fraudulentas.
Durante su reinado emanó una legislación de equidad y humanidad, preocupada,
sobre todo, por la suerte de los humildes y desfavorecidos.
El Estado, cargado con el lastre del ejército, de una burocracia creciente y el coste
de las guerras, hubo de recurrir a la burguesía, cada vez más exprimida, cobrándole más
impuestos. No es extraño que los propietarios ricos intentaran sustraerse a las pesadas
cargas municipales trasladando su residencia a sus fincas rústicas y agravando con ello
los problemas económicos de sus respectivas ciudades. El peso económico se traslada
de la ciudad al campo, iniciándose así el proceso de “ruralización” del Imperio,
característico de los siglos siguientes.
Marco Aurelio, muy conservador en materia de religión, estricto observador de
los cultos romanos tradicionales y tolerante con todo tipo de creencias, pero tuvo una
136
actitud hostil hacia los cristianos, pues se conocen martirios de cristianos en algunas
ciudades del Imperio, como Lyon y Vienne (177).
V.- B) La defensa del Imperio
Este reinado estuvo marcado por agotadoras guerras en Oriente contra los
partos, del 161 a 166; en la frontera del Danubio de 161 a 180.
En la guerra contra los partos, finalmente estos pidieron la paz en 166. Pero la
guerra tuvo también funestas consecuencias, pues los soldados romanos trajeron
consigo, a su regreso, la peste, que extendida por todo el Imperio, causaría gran número
de victimas en los siguientes años.
En el frente danubiano, presionaron por el norte otros pueblos bárbaros y
bloqueados en el sur por la frontera romana, forzaron violentamente las defensas del
limes a la búsqueda de nuevos asentamientos (167). Avanzaron por los Alpes,
descendieron a la región de Venecia y Marco Aurelio, en compañía de Lucio Vero acudió
al norte de Italia para salvar a Roma, castigada por la peste, del peligro bárbaro. La
invasión fue rechazada y ambos emperadores se dispusieron a volver a Roma. En el
camino de regreso, en el 169, murió Lucio Vero.
Cuados y marcomanos reanudaron sus ataques en el 169. La contraofensiva
romana, dirigida por Marco Aurelio, logró una victoria (reflejada en los bajorrelieves que
cubren la columna de marco Aurelio en Roma). Tras duros combates, se avinieron a
pedir la paz en el 174.
Para repoblar las zonas Marco Aurelio emprendió una peligrosa innovación:
prisioneros de guerra e inmigrantes pacíficos, procedentes del norte del Danubio, se
aceptaron en el Imperio con el doble carácter de colonos agrícolas y reserva militar
contra hipotéticos ataques de sus propios congéneres.
Avidio Casio había sido investido “emperador de Oriente” al final de la guerra
parta. En el año 175, la falsa noticia de la muerte de Marco Aurelio, le empujó a
proclamarse emperador, y la mayor parte de las provincias de Oriente lo reconocieron.
El senado lo declaró usurpador enemigo público y Marco Aurelio acudió
precipitadamente a Oriente. A su llegada recibió la noticia de la muerte de Casio. El
emperador regresó a Roma y aseguró la sucesión al trono con la proclamación de su hijo
Cómodo como “Imperator y Augustus”, es decir con su asociación al trono como
corregente.
Otras guerras menores que marcaron el reinado de éste emperador: en el limes
renano, hubo que rechazar incursiones de los catos (162 y 174) y de los caucos, que
llegaron hasta las bocas del Rhin; en Britania, luchas contra los brigantes; en Egipto,
Avidio Casio reprimió revueltas interiores; en el sur del Imperio, tribus bereberes
137
procedentes de Mauritania, invadieron el sur de la P.I. en dos ocasiones (172, 173, 177)
y sometieron a pillaje varias ciudades de la Bética, antes de ser rechazadas.
VI.- Cómodo (180-192)
La historiografía considera a Cómodo como el prototipo del tirano, cruel,
demente y violento, y le hace responsable de la crisis del Imperio, que explotará el siglo
siguiente.
VI.- A) El gobierno de Cómodo
Fue proclamado emperador a los 19 años. En 182, una conjura palaciega en la
que participó su hermana Lucila, provocó en el emperador odio y miedo contra los
miembros de la familia imperial, pero sobre todo contra el senado. Sucesivas conjuras,
reales o supuestas, fueron el pretexto para la eliminación de innumerables senadores.
El senado, como corporación, hubo de soportar continuos desprecios y extravagancias
de un príncipe obsesionado por humillarlo y envilecerlo.
En su gobierno tuvo dos favoritos, Perenne, instigador de numerosas condenas
a muerte, y Cleandro que ejerció el poder aún con mayor desvergüenza.
Durante los últimos años de su reinado, otros se disputaron la influencia sobre
el emperador y finalmente éste fue estrangulado el último día del año 192.
En la administración del Imperio continuó el proceso de burocratización,
incrementándose el número de procuratores ecuestres, mientras aumentaban los
senadores de origen oriental y africano.
La crisis económica obligó a Cómodo a depreciar la moneda de plata y a intentar
un inútil control de los precios de los artículos alimenticios, lo que sirvió para mayor
pauperización de las clases más humildes y en la aparición de movimientos de protesta
social. El más importante de ellos tuvo lugar en la Galia, un cierto Materno, desertor del
ejército, reunió a una cuadrilla de salteadores, sembraron el pánico en numerosas
ciudades de la Galia y de Hispania. Se puso fin al movimiento, pero Materno logró llegar
a Roma con la intención de asesinar al emperador, pero fue descubierto y ejecutado.
El acentuado absolutismo de Cómodo, derivó hacia una obsesiva insistencia en
subrayar el carácter divino de su persona. Fanático de los cultos mistéricos orientales,
terminó por identificarse con Hércules y exigir del senado su reconocimiento como dios.
Pretendió refundar Roma, que recibió el nombre de “colonia Aurelia Nova Comodiana”.
Impuso el apelativo de “comodiano” al senado, pueblo, legiones, flotas y como “Hércules
romanus” se exhibió en el anfiteatro como gladiador, cazador de fieras y atleta. Un
complot acabó con estas fantasías místicas y con el último representante de una dinastía
que se había podido mantener en el poder durante un siglo.
138
You tube: Trajano. - Raíces de Europa: Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=MshKhbd-t-s
139
El puente de Trajano sobre el Danubio: + de 1 Km./12 m. de ancho/ 18m. de alto/ luz de
60 m. en los arcos del puente. Cubierta de madera para poder ser destruido en caso de
ataque del enemigo. Construido tras la victoria de la Dacia.
140
Columna Trajana: conmemora la victoria de la conquista de la Dacia (actual Transilvania, en Rumanía). Friso helicoidal
dotado de miles de figuras talladas en relieve, relata la guerra y posterior conquista de Dacia entre los años
101,102,105,106 por Trajano. Se erigió en el foro de Trajano. Mide 29’7 m.+ pedestal 39’86 m. Inaugurada en el 113.
El objetivo primario era decorar el foro y servir de mausoleo a Trajano y a su esposa Plotina. Es de mármol de Carrara.
Originariamente en su cima había una imagen de Trajano.
You tube: Adriano, Raíces de Europa. Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=Jd384sseEUA (conferencia 1ª)
https://www.youtube.com/watch?v=zOLcPhbZido (conferencia 2ª)
141
Marco Aurelio: Las raíces de Europa. Eva Tovalina:
https://www.youtube.com/watch?v=sLvlFcWo6ZE
Cómodo: https://www.youtube.com/watch?v=RKQCMDp7uVE
Para concluir este tema, vale destacar el siguiente texto, extraído de las
“meditaciones” de Marco Aurelio, el emperador filósofo:
“El tiempo de la vida humana es un punto, su esencia fluye, su percepción es oscura,
la composición del cuerpo en su conjunto es corruptible, el alma va y viene, la fortuna
es difícil de predecir, la fama no tiene juicio, en una palabra, todo el cuerpo es un rio,
y lo del alma es sueño y delirio. La vida es una guerra y un exilio, la fama póstuma es
olvido. Esto es, vigilar que el espíritu divino interior esté sin vejación, sin daño, más
fuerte que los placeres y los sufrimientos, que no haga nada al azar, ni con mentira o
fingimiento, que no tenga necesidad de que otro haga o deje de hacer algo….Por
encima de todo, aguardar la muerte con el pensamiento favorable que no es otra cosa
que la disgregación de los elementos de los que está compuesto cada ser vivo…Por qué
uno ve con malos ojos la transformación y disgregación de todos?. Se produce según
la naturaleza, y nada es malo si es según la naturaleza.
…qué es lo que puede escoltarnos? Solo una cosa: la Filosofía. Esto es vigilar que el
espíritu divino interior esté sin vejación, sin daño, más fuerte que los placeres y los
sufrimientos, que no haga nada al azar, ni con mentira o fingimiento.
…no vivas como si fueras a vivir 100.000 años. Mientras estés vivo, mientras sea
posible, hazte bueno.
…la felicidad es comportarnos como la naturaleza y como ésta es buena…así
alcanzaremos la felicidad…
142
TEMA XVIII
LOS SIGLOS I Y II: ESTRUCTURAS SOCIOECONÓMICAS
I.- Introducción
La estructura socioeconómica durante los dos siglos de la época imperial, el
Principado o Alto imperio, no experimentó radicales transformaciones con respecto a
los últimos tiempos de la República, aunque se vio modificada por dos nuevos factores:
el establecimiento de la monarquía imperial y el proceso de integración de las provincias
en el sistema económico y social romano.
Con el desarrollo de un régimen autocrático, el emperador, provisto de un poder
ilimitado y convertido en el hombre más rico del imperio, se erigió en cabeza de la
jerarquía social. La aristocracia senatorial hubo de acomodarse a las nuevas funciones
públicas, dependientes del poder imperial, y aceptar la formación y el desarrollo de una
nueva aristocracia de funcionarios, los caballeros, al servicio de la máquina burocrática
del Imperio.
La paulatina integración de las provincias en el sistema socioeconómico y cultural
romano fue consecuencia de la extensión a todo el ámbito del Imperio de las estructuras
e instituciones típicas de Roma, favorecida por la paz interior y exterior, tras el final de
las guerras civiles. Las vías de integración fueron múltiples: introducción de una
administración unitaria, ampliación de la red viaria, extensión de la urbanización,
reclutamiento de provinciales en el ejército romano, concesión del derecho de
ciudadanía romana, entre otras, contribuyeron a la homogeneización de las estructuras
del Imperio.
II.- La estructura social
II.-A) Los estratos privilegiados
•
El más alto estamento era el “ordo senatorial”. El número de sus miembros fue
fijado por Augusto en 600. Se exigía a sus miembros un censo mínimo de un
millón de sestercios, pero la mayor parte lo superaba ampliamente, al tratarse
de los mayores latifundistas del Imperio.
A lo largo del Alto Imperio este ordo senatorial experimentó cambios en su
composición, con la entrada de “homines novi”, procedentes de las capas altas
de Italia y de las provincias. La Galia meridional y la Bética proporcionaron los
primeros senadores provinciales, en época de Nerón y, sobre todo, de los Flavios.
Con los Antoninos accedieron al senado orientales y, posteriormente, africanos.
Bajo marco Aurelio, el número de senadores provinciales superaba al de
italianos.
143
•
El orden ecuestre, “los equites romani”, constituían el segundo estamento
privilegiado del Imperio. La condición de “equs romanus” se alcanzaba por la
concesión del emperador a título individual, lo que confería al ordo un carácter
de nobleza personal y no hereditaria, al servicio del régimen, aunque en la
práctica era frecuente que se aceptase como equites a los hijos de los caballeros.
El ordo contaba alrededor de 20.000 miembros bajo Augusto, número que
aumentó a lo largo del Imperio, por la creciente admisión de provinciales en el
estamento.
Cada vez fue más frecuente el acceso al rango ecuestre tras una larga carrera
militar: el soldado que alcanzaba el rango de primer centurión, “primipilus”,
podía esperar ser incluido en el ordo por el favor imperial.
Con el tiempo, fue modelándose un “cursus honorum”ecuestre, comenzando
con el cumplimiento de un número determinado de puestos de mando en el
ejército, tras los que se abría la carrera civil, como “procuradores imperiales”, en
los altos puestos de la administración económica y financiera, tanto en Roma
como en las provincias. La carrera se coronaba con las jefaturas de los grandes
servicios centrales” praefecturae”, hasta el empleo más ambicionado, la
prefectura del pretorio.
•
“El ordo decurionum”, oligarquía municipal de terratenientes. Este ordo no era
como el senatorial y ecuestre, eran corporaciones independientes y autónomas.
Formaba parte del mismo cualquier ciudadano acaudalado que, por desempeñar
las magistraturas municipales, fuera integrado en el consejo local (curia), que, en
cada ciudad, venía a contar aproximadamente con 100 miembros. La condición,
tener una renta anual de unos cien mil sestercios.
Sus funciones, ser responsables de garantizar el funcionamiento autónomo de
las ciudades en la administración financiera, el abastecimiento del trigo, juegos
y espectáculos públicos y otras liberalidades.
Pero, en el transcurso del siglo II comenzaron las dificultades financieras para
muchos decuriones, dando comienzo al problema de encontrar candidatos
voluntarios para la curia.
El fenómeno está, sin duda, en relación con el proceso de concentración de la
propiedad agrícola, que arruinó la economía de los pequeños y medianos
propietarios, mientras los miembros más ricos conseguían sustraerse de cargas
fiscales o abandono de las ciudades para residir en el campo, en sus latifundios.
La decadencia de las oligarquías municipales, que habían cargado con el peso de
la administración local, significó también la del propio sistema en el que se
sustentaba la prosperidad del Imperio, basada en el florecimiento económico de
las ciudades y contribuyó a acelerar los grandes cambios en los que se
fundamenta la sociedad del Bajo Imperio.
144
•
Esclavos y libertos imperiales: con una posición privilegiada y medios de fortuna,
el estigma del nacimiento los situaba al margen de los grupos dirigentes,
imponiéndoles una traba insalvable para su promoción a los “ordines”
privilegiados de la sociedad, a pesar de su poder y riqueza.
Los libertos ricos, con su mácula de nacimiento esclavo, si bien no accedían a la
aristocracia municipal, pudieron constituir una corporación propia, “los
Augustales”, dedicados al culto del emperador y gravados con cuantiosos
dispendios, que estos libertos satisfacían con gusto, a cambio de ver reconocida
y elevada su imagen social.
II.-B) Los estratos inferiores libres
La inmensa mayoría de la población libre del Imperio no pertenecía a los
“ordines” privilegiados. Esta población podía residir en la ciudad “plebs urbana” o en el
medio rústico que dependía de ella, “la plebs rústica”
En el sector agropecuario esta población ejercía sus actividades económicas,
aunque no faltaban comerciantes y artesanos. Constituían la capa social más deprimida
del estado romano y, aunque nominalmente libres, su situación apenas se diferenciaba
del elemento servil.
En los sectores urbanos, la producción artesanal ocupaba a una gran parte de la
población residente en las ciudades, no perteneciente a los “ordines”. Generalmente era
el pequeño taller, la unidad de producción. Su posición social era, en conjunto, más
favorable que la de las masas campesinas.
Los pertenecientes a las capas bajas urbanas tenían la posibilidad de organizarse
en “collegia” o asociaciones de diferente carácter. Estos collegia eran de carácter
religioso y funerario y, en menor término, de profesionales.
II.- C) Los esclavos
La base de la pirámide social romana en época imperial seguía estando
constituida por los esclavos. Con el tiempo, los esclavos agrícolas fueron siendo
sustituidos en los latifundios, por colonos, agricultores libres, que arrendaban una
parcela de tierra a cambio del pago de una determinada renta de productos de cultivo.
Desde las duras condiciones de época republicana en las que el esclavismo
constituyó el modo predominante de producción, la institución se mantuvo a lo largo de
los primeros siglos del Imperio; el sistema, no obstante, fue derivando, sin desaparecer,
hacia otras formas de dependencia, que caracterizan la sociedad del Bajo Imperio.
145
III.- La ciudad y la vida urbana
La ciudad constituye la célula fundamental del edificio político mundial levantado
por Roma. Hasta tal punto, que la crisis de la ciudad es también la crisis del propio
Imperio, y la decadencia de la cultura urbana, el punto de partida de una oscura época
de transformaciones, que, a través de la propia disolución del orden estatal romano,
conducen de la Antigüedad al mundo medieval.
Las ciudades del Imperio, alrededor de un millar, presentaban grandes
diferencias entre sí. La mayoría contaba con una población de 10.000 a 15.000
habitantes, pero muchas de ellas apenas llegaban a los 2.000 o 3.000. Solo media
docena, como Pérgamo o Éfeso, alcanzaban 50.000 a 100.000 habitantes. Densamente
pobladas estaban Alejandría y Antioquía, con cerca de medio millón. Y, por encima de
todas estaba Roma, con un millón.
La ciudad estaba dotada de autogobierno, con una constitución y unas
instituciones regulares: consejo local y magistrados, y con un territorio rural, situado
bajo su jurisdicción y su control.
El aspecto físico de la ciudad: dos grandes calles perpendiculares formaban el
entramado urbano: el cardo y el decumanus, constituido por manzanas de casas
individuales(domus) o colectivas (insulae). En el centro de intersección de las dos calles
principales se levantaba el foro, una gran plaza, rodeada de pórticos, donde se
concentraba la vida pública de la ciudad. El foro incluía la mayoría de los edificios
públicos, tanto civiles (basílicas o lugares de reunión y tribunales públicos) y curia, sede
del senado municipal, como religiosos. La mayor parte de los foros estaban enmarcados
en uno de sus lados por un mercado público, “macellum”. Se complementaba con otros
edificios: termas, gimnasios, teatros y anfiteatros y con una gran profusión de obras
decorativas: estatuas, arcos de triunfo y columnas conmemorativas.
El municipio era un ente jurídico, como colectividad de ciudadanos con leyes
propias, patrimonio específico y derecho de elegir magistrados, exigir tributos y
administrar bienes propios. Sus elementos eran: “el populus”, el conjunto de ciudadanos
de pleno derecho; los magistrados, elegidos por asamblea popular, ediles y cuestores; y
el consejo municipal, Curia, compuesto por los exmagistrados y ciudadanos ricos, que
se agrupaban en un estamento, “el ordo decurionum”, encargado de todo lo
concerniente a la administración de la ciudad (trabajos públicos, tributos, fiestas, juegos,
otorgamiento de honores y privilegios...).
Durante los dos primeros siglos del Imperio, el Estado, a través de la ciudad,
resolvió el problema de la administración del Imperio y obtuvo los recursos materiales
para su sostenimiento. Pero desde mediados del siglo II, cuando aparecen los primeros
146
síntomas de crisis económica, el Estado, para paliar los problemas financieros, presionó
a las ciudades. Éstas vieron derrumbarse los presupuestos. Todo repercutió en el
derrumbe de los curiales.
IV.- Las condiciones económicas
La economía romana imperial mantuvo los caracteres típicos de las sociedades
preindustriales subdesarrolladas. Esto significa que la tierra siguió siendo la principal
fuente de riqueza.
El imperio modificó las relaciones económicas entre Italia y el mundo provincial.
Todavía, durante la primera mitad del siglo I, la península italiana ostentaba la primacía
de la producción, pero, a partir de los Flavios, las provincias desempeñaron un papel
cada vez mayor en la economía del mundo romano.
El la agricultura, un fenómeno característico fue la formación de grandes
dominios imperiales: la confiscación de bienes de los condenados por motivos políticos,
herencias, legados y sucesivas adquisiciones convirtieron al emperador en el mayor
propietario del Imperio.
Los esclavos y colonos, en los grandes dominios, que fueron divididos en
pequeñas parcelas, confiados a campesinos libres, “coloni”. Estos cultivaban tierras de
los grandes propietarios a cambio de la entrega de parte de la cosecha.
A lo largo del siglo III, en las grandes propiedades como en los dominios
imperiales, fue imponiéndose el duro régimen del colonato.
Producción artesanal: se realizaba en taller individual o pequeña fábrica con
pocos empleados, libres o esclavos (cerámica, vidrio, utensilios de uso corriente).
Como actividad industrial cabe señalar la explotación de minas y canteras.
Comercio: el gran comercio alimentario era, en gran parte, por cuenta del Estado
y estaba destinado a satisfacer las necesidades de abastecimiento del ejército y de la
población de Roma. La “annona” imperial, el servicio que garantizaba este
abastecimiento, recurría a medios de transporte privados, proporcionados por
comerciantes y hombres de negocios, agrupados en corporaciones o “collegia”,
protegidos por el Estado.
El gobierno Alto imperial potenció los intercambios comerciales con una amplia
política de construcción de calzadas, puertos y faros, al tiempo que velaba por la
seguridad de los mares contra la proliferación de la piratería.
147
Los mayores puertos del Mediterráneo eran los de Ostia, el de Roma; Alejandría,
nudo de tráfico entre el mediterráneo y el Extremo Oriente y Cartago, donde embarcaba
el cereal africano.
La red viaria que cruzaba el Imperio experimentó un vigoroso desarrollo desde
época de Augusto. Aunque, en gran medida, prevista para facilitar el desplazamiento del
ejército y el correo imperial, “cursus publicus”, favoreció, como es lógico, las relaciones
comerciales.
El comercio exterior se centró en bienes y artículos de lujo. Se comerciaba con
vino, aceite y productos de la industria a cambio de pieles, animales y, sobre todo,
ámbar.
El comercio oriental se concentraba en Siria y fenicia, adonde confluían las
caravanas procedentes de Asia Central y Arabia, que atravesaban el desierto sirio. Ello
explica la prosperidad de las llamadas ciudades “caravaneras”, como Petra y Palmira.
Seda, perlas, perfumes, ungüentos, especias y otros artículos de lujo entraban en el
Imperio para abastecer un mercado muy selecto, a cambio de oro y plata.
El régimen imperial contribuyó a desarrollar en todos los ámbitos de dominio la
circulación monetaria. Augusto, que reorganizó el sistema monetario, fijó la relación
entre los metales utilizados para la acuñación de moneda: oro, plata y bronce. Este
sistema se mantuvo sin apenas variaciones hasta una primera devaluación durante el
reinado de Nerón. Tras ciertas oscilaciones bajo los Flavios, la conquista de la Dacia por
Trajano, con sus ricas minas de oro, introdujo una revalorización. Pero las crecientes
dificultades financieras, presentes en el Imperio a partir de la segunda mitad del siglo II,
afectaron al peso y ley de la moneda, hasta las dramáticas circunstancias del siglo III.
148
TEMA XIX
LOS SIGLOS I Y II: CULTURA Y RELIGIÓN
I.- La cultura
El rasgo fundamental de la civilización de los siglos I y II fue la difusión de la
cultura romana a todo el ámbito del Imperio, como consecuencia de la extensión al
mundo provincial de las instituciones políticas y culturales de Roma, en el marco de una
progresiva urbanización.
El sistema educativo romano, heredero del modelo de enseñanza helenístico, se
difundió en amplias zonas de Occidente y contribuyó a la uniformación de la cultura.
La enseñanza era de carácter privado y, por ello, limitada a las altas capas de la
sociedad. No obstante, algunos emperadores, como Vespasiano y Antonino Pío,
mostraron interés por la educación, con la creación en Roma de “cátedras” de retórica
griega y latina por cuenta del Estado.
En Historia: el máximo historiador romano, Publio Cornelio Tácito (55-120), en
sus Anales e Historias” narró los acontecimientos del Imperio desde la muerte de
Augusto a la de Domiciano. Cayo Suetonio Tranquilo (75-140); Plutarco de Queronea (45117); Apiano de Alejandría, redactó la Historia de Roma en época de los Antoninos.
En Ciencia: Claudio Ptolomeo (100-178) proporcionó en su “Almagesto”, una
interpretación geocéntrica del universo. El médico Claudio Galeno (131-201), de
Pérgamo, redactó un texto fundamental de Medicina, Arte Médica.
En Filosofía: el soporte ideal de gran parte de la cultura del Alto Imperio fue la
filosofía estoica. Su principal representante, el cordobés Lucio Aneo Séneca, autor de
una ingente obra literaria.
En Arte: después del “clasicismo augústeo”, el auténtico arte romano imperial se
desarrolla a partir de los Flavios. Sus obras fundamentales son de interés colectivo:
foros, basílicas, termas, anfiteatros.
La arquitectura es la manifestación artística más importante. La plástica se
reduce a la copia de modelos griegos, a excepción del retrato, que combina la tradición
romana republicana con elementos de inspiración helenística y el relieve histórico,
elemento de ornamentación de monumentos. La pintura sirve a funciones decorativas.
El arte de la época Flavia: el foro de Vespasiano, las termas y el arco de Tito, el
anfiteatro Flavio (el coliseo de Roma) y el palacio de Domiciano en el Palatino, “la domus
flavia”.
Con Trajano, el arte romano imperial alcanza su más perfecto equilibrio: el foro,
la columna trajana y los mercados.
Con Adriano se llega a la culminación del arte oficial romano: uso de la bóveda y
la cúpula, se funden con los órdenes arquitectónicos del arte clásico griego. Son
149
destacables: el macizo mausoleo circular (castillo de Sant Ángelo), el reconstruido
Panteón de Agripa, cubierto con una inmensa cúpula; el conjunto arquitectónico de
“Villa Adriana” en Tívoli, muestra un exquisito gusto neoclasicista y barroco.
II.- La Religión romana
Las grandes divinidades del Panteón romano, mucho tiempo antes identificadas
con las divinidades griegas, se convirtieron en dioses tutelares del Estado, y su culto,
unido al del emperador, adquirió un carácter público y oficial, extendido por todo el
territorio del Imperio.
En Roma, los emperadores, divinizados a título póstumo mediante un decreto
del senado (apoteosis), recibían culto en el templo de los Divi, del que se encargaba el
colegio de los “sodales Augustales”.
El factor de mayor trascendencia en la historia religiosa del Alto Imperio lo
constituye el nacimiento y difusión del cristianismo. Surgido en ambiente judío, su
fundador, Jesús de Nazaret, nacido en tiempos de Augusto y crucificado, a instigación
de los judíos, por el procurador romano, Poncio Pilatos, durante el reinado de Tiberio,
vivió en Palestina, en una época de gran fiebre nacionalista y mesiánica. Predicó durante
un tiempo su mensaje de salvación y contó con muchos seguidores, de los que se
destacó un círculo íntimo de doce discípulos, “Apóstoles”. Considerado por sus
seguidores como el “Mesías”, esperado por los profetas, su mensaje de salvación
anunciaba la llegada próxima del Reino de Dios.
Tras su muerte, se formó en Jerusalén una iglesia primitiva, compuesta de fieles
judíos, bajo la dirección de uno de sus profetas, Pedro. Pero el cristianismo había de
convertirse en religión universal, dirigida tanto a judíos como a no judíos (gentiles),
gracias a la predicación de Pedro de Tarso, que anunciaba la redención del hombre por
la pasión, muerte y resurrección de Jesús Cristo, el Hijo de Dios. Sus cartas son los
documentos más antiguos del cristianismo primitivo, junto con los “Hechos de los
Apóstoles”, y posteriormente, los Evangelios.
Cuando el cristianismo penetró en los medios intelectuales, surgió la
oportunidad de combatir la actitud hostil del paganismo y presentar una defensa
razonada de la fe cristiana, con una literatura específica: la apologética. Los escritos de
los apologetas, discurso o diálogo, dirigidos a paganos, buscaban contrarrestar las
calumnias anticristianas, difundidas entre el vulgo, y convencer a la autoridad pública
de la bondad y lealtad al Estado de los fieles cristianos. Apologetas, como Justino,
utilizaron argumentos filosóficos para exponer la excelencia de la fe cristiana, acorde
con la razón.
………………………………………………………………………………………………………………………………………
Resumen: el principado adoptivo o la dinastía Antoniana:
Nerva: 96-98; Trajano: 98-117; Adriano: 117-138; Antonino Pío: 138-161;
Marco Aurelio: 161-180; Cómodo: 180-192
150
TEMA XX
LA DINASTIA DE LOS SEVEROS
I.- Introducción
La muerte de Cómodo desencadena en Roma una crisis, a la que pondrá fin, tras
cuatro años de guerra civil, un hombre enérgico, el africano Lucio Septimio Severo,
fundador de una nueva dinastía, que se mantendrá en el poder hasta el año 235.
Considerada unas veces como continuación de la época de los Antoninos y otras, como
puente de transición a la gran crisis del siglo III, la dinastía de los Severos posee
características propias, que la definen como una etapa crucial en la historia del Imperio
Romano.
II.- La guerra civil (193-197)
En Roma, los conjurados, que habían puesto fin a la vida de Cómodo, ofrecieron
el trono a Publio Helvio Pertinax, un senador de 66 años, originario de Liguria. Aunque
de familia modesta, sus méritos en el ejército y en la administración le habían elevado
hasta el rango prefecto de la ciudad. Bajo la promesa de un generoso donativo, los
pretorianos no pusieron obstáculos a su aclamación, que fue aceptada por el senado (11-193). Pertinax, que manifestó de entrada su deseo de colaborar estrechamente con el
orden senatorial, consideró como tarea más urgente restaurar las finanzas públicas y
hacer frente a la crisis económica, con estrictas medidas de ahorro y una legislación
favorable a la puesta en explotación de tierras incultas. Pero los pretorianos,
exasperados por la intención del emperador de reducir el importe del donativo
prometido, lo asesinaron, apenas 3 meses después de su aclamación.
Su muerte abrió un periodo de anarquía en Roma, donde los pretorianos
creyeron poder disponer del trono a su antojo, ofreciéndolo al mejor postor. Dos viejos
senadores, Flavio Sulpiciano, suegro de Pertinax, y el rico milanés Didio Juliano pujaron
por la púrpura, y los pretorianos pujaron por el segundo, que ofreció un precio más alto.
Didio apenas tuvo tiempo de instalarse en el trono, pues hubo de enfrentarse de
inmediato al triple pronunciamiento militar de los ejércitos de Panonia, Britania y Siria,
que simultáneamente, aclamaban a sus respectivos jefes, Lucio Septimio Severo,
Décimo Clodio Albino y Cayo Pescennio Niger. Era el comienzo de la guerra civil, con
pluralidad de focos, en las provincias y en Roma, todos decididos a imponer a sus propios
representantes.
Septimio Severo, legado de Panonia Superior, aclamado imperator por sus
soldados, recibió muy pronta la adhesión de los ejércitos renano-danubianos,
establecidos en Mesia y Germania, y emprendió el camino hacia Roma. Ante su
proximidad, los pretorianos abandonaron a Didio Juliano, que fue asesinado, mientras
Severo entraba en la ciudad, sin lucha, a la cabeza de sus legiones (193), proclamándose
vengador de Pertinax.
151
Dueño de Roma y reconocido emperador por el senado, sus primeras medidas
estuvieron encaminadas a reforzar su posición con una serie de actos: licenciamiento de
la guardia pretoriana, sustituida por soldados leales de su ejército, castigo de los
partidarios de Didio Juliano, divinización de Pertinax y voluntad expresa de respeto y
colaboración con el senado. Previamente, para tener las manos libres en occidente,
había neutralizado al pretendiente de Britania, el gobernador Clodio Albino,
ofreciéndole el título de César y con él, su designación como legítimo heredero.
Mientras, en Siria, Niger había logrado atraer a su causa a la mayoría de las
provincias orientales. La imposibilidad de un acuerdo con Niger, obligaba a Severo a
marchar contra él, que fue asesinado.
Por otra parte, Clodio Albino, comprendió su designación como heredero,
pensando que era una treta para orillarlo y se hizo proclamar Augusto por las tropas de
Britania (inicios 196). La respuesta de Severo fue fulminante: hizo proclamar a Clodio
enemigo público y emprendió una marcha contra él. Para consolidar su posición
dinástica, se proclamó hijo de Marco Aurelio y afirmó su voluntad de fundar una
dinastía, otorgando a su hijo mayor, el futuro emperador Caracalla, el título de César,
con el nombre de Marco Aurelio Antonino.
Albino fue vencido, prefirió suicidarse (febrero 197). Dueño único del poder,
Severo desencadenó una sangrienta represión contra los partidarios de Albino, en la que
perecieron una treintena de senadores y numerosos caballeros.
El restablecimiento del orden y la unidad del Imperio, gracias a la decisión,
energía y dureza de Severo, no pudo impedir que ciudades florecientes como Antioquía,
Bizancio o Lyon fueran arrasadas. Ahora, frente al pretorio y el senado romanos eran los
soldados la fuerza determinante en la vida del Imperio. Unos soldados, en su mayoría,
de origen provincial, que habían elevado al trono a un emperador también provincial,
cuyo poder significaría un giro radical en la historia de Roma.
III.- Septimio Severo (197-211)
El emperador Septimio Severo nacido en Leptis Magna (Tripolitania) de
ascendencia libio-púnica y, por tanto, puramente provincial. Su carrera apoyada por
parientes y personajes influyentes, africanos como él, le proporcionó una amplia
experiencia en la administración y en el ejército.
Su vida y la del Imperio iban a estar marcadas por su estancia en Siria, como
legado legionario, donde esposó a Julia Domna, hija de un sacerdote de El-Gabal, dios
solar de Emesa. Inteligente y ambiciosa, había de ejercer un significativo papel en la
política, como compañera inseparable del emperador. Llevó a Roma a numerosos sirios,
en especial a su hermana Julia Mesa, y a sus sobrinas Julia Soemias y Julia Mamea,
madres respectivamente de los futuros emperadores Heliogábalo y Alejandro Severo.
Su influencia se extendió también al ámbito de la cultura, como promotora de un círculo
de intelectuales, filósofos y escritores, en su mayor parte de origen oriental.
152
A esta fuerte influencia siria, el emperador añadiría a Cayo Fulvio Plautiano, de
origen africano nombrado prefecto del pretorio. Plautiano adquirió un enorme poder e
influencia, que le llevó a emparentar con el emperador, mediante el matrimonio de su
hija Plautina con Caracalla, el hijo mayor de Severo. Una desmedida ambición precipitó
su caída y su muerte, ordenada por el emperador (205).
La irregular subida de Severo al poder, como consecuencia de un
pronunciamiento militar, exigía fundamentarla con unas bases legales. De ahí, la
afirmación de la idea dinástica y del carácter hereditario del principado. Una idea
dinástica, transmisible de padres a hijos, con la asociación de los hijos de Severo al
poder. El mayor, Basiano, recibió con 10 años el título de César y en el 198 fue
proclamado augusto. Su hermano menor Septimio Geta, fue proclamado César en 198
y en 209 Augusto. Por primera vez en la historia del Imperio romano hubo 3 augustos,
ocupando conjuntamente el poder.
Un nuevo palacio imperial, “domus severiana”, levantado en el Palatino, se
convirtió en el centro de una corte de estilo oriental, fastuosa, de minuciosa etiqueta y
con un innumerable servicio doméstico. El propio Principado, por efectos de esta
influencia oriental, se iba transformando en monarquía absoluta: el emperador ya no
solo es prínceps, sino” nuestro señor” (dominus noster), nuestro dios.
III.- A) La obra de gobierno
Tradicionalmente se considera que con Severo se inaugura la serie de
“emperadores soldados”, que regirán el Imperio a lo largo del siglo III, con un marcado
carácter autoritario, burocrático y militarista, contrapuesto al tono “liberal”, moderado
y civil de la administración de los Antoninos.
Se instaura una monarquía autoritaria, con una fuerte concentración de los
poderes reales de decisión en la persona del emperador, en detrimento del senado.
Severo promocionó la entrada de nuevos miembros, en su mayoría, originarios
de las provincias africanas y orientales.
El senador del siglo III es un hombre rico, sin antepasados, que a menudo vive en
sus posesiones y en su patria de origen, sin pisar Roma. Los caballeros adoptan un papel
creciente frente al orden senatorial. El mando de las nuevas legiones creadas por Severo,
se otorga a caballeros, lo mismo que el gobierno de algunas provincias imperiales.
Severo creó tres nuevas legiones, una de las cuales, la II, fue acantonada en las
cercanías de Roma. Estas tropas, unos 30.000 hombres ponían a disposición del
emperador un ejército, susceptible de utilización contra posibles intentos de usurpación
y, sobre todo, una masa de maniobra móvil en caso de invasión.
Se promocionó al soldado con el aumento de la paga, permiso de matrimonio
legal para los soldados en servicio y otros privilegios.
En la guerra contra los partos (197-199), resultó ser conquistada Babilonia,
Seleucia y Ctesifonte, con la creación de una nueva provincia, Mesopotamia, al otro lado
153
del Éufrates. Siria fue dividida en dos provincias y Egipto perdió parte de su carácter
excepcional.
III.- B) Condiciones económicas y la política imperial
Los enormes gastos que exigía el despliegue de la política militarista y burocrática
de Severo, incrementados en una intensa actividad constructora y abundantes repartos
de dinero y alimentos a las clases populares, necesariamente había de repercutir en la
vida económica y social del Imperio. La crisis financiera obligó a practicar una política de
intervencionismo estatal en los asuntos económicos, sobre todo, de carácter fiscal, que
repercutió en los estratos elevados y, en especial, sobre la aristocracia senatorial y las
burguesías municipales.
Se impusieron los “munuera”, impuestos a los ricos. África, Siria y las provincias
danubianas conocieron durante el gobierno de los Severos una época de expansión.
La política social Severiana tendió a favorecer a las clases inferiores, “los
humiliores”, con medidas destinadas a paliar las desigualdades sociales.
Pero las medidas jurídicas no tuvieron incidencia apreciable en el ámbito
agrícola, pues los pequeños propietarios se endeudaban ante las medidas fiscales del
estado. El colono libre fue sustituyendo al esclavo en el trabajo de la tierra, creando así
unas nuevas relaciones jurídico-económicas en la producción agraria.
El Estado intentó mejorar la suerte de los pequeños propietarios mejorando las
condiciones de los colonos, proporcionando créditos a bajo interés.
Pero la situación en conjunto no mejoró, coartada por las necesidades fiscales
del Estado y los abusos de sus agentes. Así pues, la nivelación social en favor de las clases
inferiores, expuesta en la abundante legislación de los Severos, naufragó en interés de
la estabilidad fiscal y de los intereses de los grandes propietarios.
IV.- Caracalla (211-217)
La muerte de Septimio Severo dejó el poder conjuntamente en manos de sus dos
hijos, Caracalla de 23 años y Geta, unos años más joven. Los ímprobos esfuerzos del
emperador y de su esposa, Julia Domna, por lograr la concordia de los dos hermanos,
que se detestaban mutuamente, no impidieron la muerte de Geta, a manos de Caracalla,
un año después de acceder al trono (212).
IV.-A) Gobierno y administración
Marco Aurelio Antonino, conocido con el sobrenombre de Caracalla por el manto
galo-romano con el que acostumbraba a cubrirse, se apresuró, tras el asesinato, a ganar
el favor de las cohortes pretorianas, con promesas de dinero y justificar su conducta
ante el senado. Pero una vez afirmado en el poder, las promesas se convirtieron en un
baño de sangre contra los partidarios y colaboradores de su hermano, que costó la vida,
según Dión Casio, a más de 20.000 personas, cuyas fortunas, confiscadas, pasaron a
154
engrosar el patrimonio del emperador. La memoria de Geta fue condenada, y su
nombre, borrado de las inscripciones.
Julia Domna logró mantener su influencia en la vida pública, como auténtico
corregente, y los excelentes jurisconsultos de su entorno continuaron desarrollando su
actividad en la tradición de Septimio Severo, con una obra considerable y positiva en los
ámbitos de derecho y de la administración general del Imperio.
La medida más importante de su reinado, “El Edicto de Caracalla”, promulgado
en el 212, por el que se concedía la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del
Imperio. De él solo quedaban excluidos “los dediticii”, las poblaciones bárbaras,
establecidas dentro de las fronteras romanas.
El edicto, seguramente obra de Julia Domna y de los grandes juristas de su
círculo, habría tenido como objetivo aumentar el número de contribuyentes sometidos
al impuesto de sucesiones. La finalidad oficial era jurídica y religiosa: el emperador
deseaba extender a todos los súbditos la veneración por los dioses de Roma. En todo
caso, con el Edicto se concedían los derechos de ciudadanía y se cumplía la igualación
jurídica de romanos, italianos y provinciales y, con ella, la unidad de derecho en el
mundo romano.
La política exterior agresiva del emperador, obligó a medidas económicas
inflacionistas, materializadas en una reforma monetaria. La moneda base de plata, el
denario, ya había perdido bajo Cómodo un 30 % de su valor real y su depreciación fue
aumentando, en época de Septimio Severo, pues solo contenía un 50-40 % de metal.
Caracalla, creó una nueva moneda, “el antoninianus”, de plata baja, con un valor
efectivo de denario y medio y nominal de dos denarios, que siguió circulando en
reinados sucesivos, cada vez más depreciado, hasta contar apenas con un 5 % de plata.
IV.- B) Las guerras de Caracalla
La personalidad de Caracalla, al que la tradición adscribe rasgos patológicos de
crueldad y megalomanía, trató de subrayar su carácter de rudo soldado, atento a la
popularidad del ejército, y por otro, su devoción por Alejandro Magno, al que trató
obsesivamente de imitar en la persecución de una política externa expansiva, que
tendría desastrosas consecuencias para la precaria economía de la sociedad imperial.
En el 213, la presión sobre el Danubio de una amplia confederación de tribus
germánicas, agrupadas en torno a los alamanes, obligó al emperador a un enorme
esfuerzo militar, cuyo resultado fue la consolidación del limes renano-danubiano, en
parte conseguido gracias a una generosa distribución de subsidios entre los bárbaros.
Pero, su auténtico sueño debía ser la conquista de Oriente, a imitación de su
héroe Alejandro, con una gigantesca campaña contra el reino Parto. La campaña en
Oriente comenzó en el año 216, con un espectacular avance romano en territorio parto,
que Caracalla intentó repetir al año siguiente. Cuando se disponía, el emperador fue
asesinado por un oficial pretoriano a instigación de Macrino (217).
155
V.- Macrino (217-218)
Marco Opelio Macrino fue aclamado emperador por los soldados, sorprendidos
y desesperados por la pérdida de Caracalla. Africano de Cesárea (Mauritania), y de
origen humilde, había ascendido a prefecto del pretorio. Fue el primer emperador de
rango ecuestre, solo aceptado por el senado a regañadientes y con escasa popularidad
entre los soldados.
Para aumentar su popularidad, decretó la apoteosis de Caracalla y dio a su hijo,
un niño de 9 años, el sobrenombre de Antonino y el título de César.
Urgía liquidar el tema parto. Macrino tras largas negociaciones, concluyó una paz
que garantizaba el statu quo fronterizo con Partía y la soberanía nominal de Roma sobre
Armenia, a cambio de una considerable suma de dinero.
Julia Domna apenas había sobrevivido unas semanas a su hijo Caracalla. Pero, en
Emesa, su patria de origen, se había refugiado el resto de su familia imperial: su hermana
Julia Mesa, con sus dos hijas, Soemias y Mamea, madres respectivamente de
Heliogábalo y Alexiano.
Interesadamente, la familia extendió el rumor de que Heliogábalo era hijo
ilegítimo de Caracalla, y se prometió a las legiones estacionadas en Siria generosos
donativos si apoyaban su causa.
Finalmente, Heliogábalo fue proclamado Augusto por los soldados. Macrino
reaccionó, nombrando a su hijo Augusto y se dirigió a aplastar la rebelión. Vencido en
Antioquía, fue asesinado y unos días más tarde también lo fue su hijo.
VI.- Heliogábalo (218-222)
Tras el intermedio de Macrino, volvía al poder la dinastía de los Severos,
convertida ahora en Siria. Heliogábalo, demasiado joven para reinar, apenas se interesó
por otra cosa que la exaltación de su dios. Sanguinariamente eliminados los amigos de
Macrino y reprimidos varios motines militares en Siria, Heliogábalo inició el camino hacia
Roma, llevando con él, en solemne procesión, la piedra negra, símbolo del dios de
Emesa. La población romana hubo de contemplar, sorprendida y escandalizada, la
entrada en la ciudad de un emperador adiposo, cubierto de maquillaje, adornado con
extravagantes joyas y cubierto de chillones ropajes, que pretendía subordinar a este
culto exótico los viejos cultos romanos, en un intento de sincretismo o de asimilación de
todos los cultos al de la suprema divinidad solar.
Heliogábalo abandonó el poder en manos de Julia Mesa, su abuela y de Julia
Soemias, su madre, ayudadas por un oriental, el prefecto Eutiquiano. Mientras, el
emperador se abandonaba a los excesos de su locura mística y a los caprichos y
depravaciones de una mente, probablemente enferma, rodeado por una corte poblada
de comediantes, prostitutas y eunucos.
La creciente impopularidad de Heliogábalo en una coyuntura financiera cada vez
más degradada y con nuevas presiones bárbaras sobre las fronteras septentrionales,
156
decidieron a Mesa, a buscar recambio, que pudiera asegurar el porvenir de la dinastía.
Heliogábalo aceptó la adopción de su primo Alexiano, el hijo de Julia Mamea, con el
nombre de Marco Aurelio Alejandro (221). Cuando el emperador advirtió su error, ya
era tarde: un motín de los pretorianos, probablemente preparado por Mamea con la
aprobación de Mesa, acabó con las vidas de Heligábalo y su madre (222) y elevó al trono
a Alejandro, que incluyó entre sus nombres el programático de Severo.
VI.- Severo Alejandro (222-235)
VI.-A) Las damas sirias y el gobierno de los juristas
El nuevo príncipe fue un juguete en las manos de las emperatrices sirias, su
abuela, Mesa, y su madre Mamea, que gobernaron el Imperio en su nombre. Fue una
fortuna que, en el entorno imperial, ocuparan los principales grandes juristas, que
jugaron un importante papel como consejeros del emperador, pues aplicaron
apreciables medidas legales, que intentaron restablecer el espíritu liberal y humanitario
de la época antonina: fueron reducidos los derechos del fisco imperial sobre los bienes
de los condenados; se facilitó el proceso de apelación; se ordenó a los gobernadores
provinciales que, en sus decisiones, se acomodaran a los derechos locales; en fin, se
mejoró la situación de los esclavos.
La corte imperial acogió a un nutrido grupo de intelectuales, como Dion Casio, el
filósofo Diógenes Laercio o el erudito cristiano Julio Africano, que fue encargado por el
emperador de organizar en Roma una gran biblioteca.
El rango de senador apenas continuó significando otra cosa que una distinción
honorífica. Mientras, continuaba aumentando el papel del orden ecuestre, como
demuestra la sustitución de senadores por caballeros en el gobierno de un buen número
de provincias imperiales.
En materia de religión, Severo Alejandro acabó la demente orgía oriental de
Heliogábalo: reenvió a Siria la piedra negra. Los cristianos pudieron desarrollar
libremente su culto e, incluso, tuvieron acceso a la corte.
Bajo la dirección de Ulpiano, como prefecto del pretorio, los primeros años del
reinado de Severo Alejandro fueron positivos, frente a los graves problemas
socioeconómicos que afectaban al Imperio.
El asesinato de Ulpiano, a manos de los pretorianos y la muerte de Julia Mesa,
en el año 226, señalaron el inicio de la caída del régimen y con él, de la propia dinastía
Severiana. Los problemas surgidos en la corte fueron el detonante de un proceso de
descomposición general, cuyas principales manifestaciones fueron la indisciplina de los
soldados, descontentos por las forzadas economías del fisco, y la inestabilidad social,
que extendió una ola de inestabilidad en todos los rincones del Imperio.
VI.- B) Problemas Exteriores
En territorio parto, se estaban desarrollando profundos cambios que iban a
arrastrar al vecino Imperio romano. Un vasallo de los partos, el persa Artajerjes, se
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rebeló contra su rey, Artabanes V, y, tras apoderarse violentamente del trono, sustituyó
en el año 224, la dinastía arsácida por la sasánida. Los sasánidas, ferozmente
nacionalistas, pretendían restablecer el Imperio Persa en sus antiguos límites. Los persas
encontraron un sólido lazo de unión en el fanático seguimiento de la religión predicada
por Zoroastro, exclusiva e intolerante. La subida al poder de Artajerjes inauguró una
nueva época, marcada por el constante enfrentamiento entre Roma y Persia, que había
de durar más de 400 años.
Artajerjes invadió la provincia romana de Mesopotamia y penetró en Capadocia.
Severo Alejandro se vio obligado a acudir en persona a Oriente. Lograron restablecer la
situación (232), pero, apresuradamente tuvo que regresar a Roma por las noticias
procedentes de la frontera renano-danubiana.
En el año 233, los alamanes habían cruzado el Rhin y avanzaban sobre la Galia,
mientras en el Danubio, carpios, yácigos y dacios sometían a pillaje las tierras fronterizas
del Imperio.
Instalado en Maguncia con su madre, Alejandro creyó poder comprar la paz a los
germanos ofreciéndoles subsidios. La deshonrosa propuesta exasperó a los soldados y
suscitó un motín militar contra el incompetente emperador, dirigida por un rudo oficial
de origen tracio, Maximino, que fue aclamado por las tropas. Severo y su madre fueron
asesinados.
Era el final de una dinastía que había gobernado 40 años. Con ella desaparecía
también la continuidad del régimen imperial que Septimio Severo había tratado de
mantener, al menos en el plano ideal, proclamándose sucesor legítimo de los Antoninos.
El Imperio sería ahora patrimonio exclusivo de los soldados.
………………………………………………………………………………………………………………………………………
RESUMEN: PERTINAX (192-193)- DIDIO JULIANO
DINASTIA DE LOS SEVEROS: SEPTIMIO SEVERO (193-211)
CARACALLA (211-217)
MACRINO (217-218)
HELIOGÁBALO (218-222)
SEVERO
ALEJANDRO
(222-235)
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
You tube:
Podcast sobre la dinastía de los Severos:
https://www.youtube.com/watch?v=1B5ATN76cJA
Caracalla luces y sombras, raíces de Europa: Eva Tovalina:
https://www.youtube.com/watch?v=goPa-zcHwaw
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Termas de Caracalla
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TEMA XXI
LA CRISIS DEL SIGLO III (235-284)
I.- Introducción
Entre la muerte de Severo Alejandro y la subida al poder de Diocleciano se
extiende uno de los periodos más críticos de la historia de Roma, caracterizado por la
acumulación de graves problemas. En el exterior, Roma ha de defenderse de los ataques
de los persas en el Éufrates y de la presión de los pueblos bárbaros sobre las fronteras
septentrionales; mientras, en el interior, la falta de una autoridad central, regular y
estable, abre el camino al ejército, que impone a su antojo a los emperadores, en medio
del caos económico y de una grave crisis social y espiritual. De ahí el nombre de
“anarquía militar” con el que se conoce el periodo, en el que se suceden una veintena
de emperadores legítimos y más de un centenar de usurpadores, elevados en su mayoría
por el capricho de los soldados. No obstante, gracias a los emperadores ilirios, se inicia,
al final del periodo, la superación de ésta múltiple crisis, para dar paso a una nueva
época, denominada como “Antigüedad tardía o Bajo Imperio”, en la que se cumple una
radical transformación del aparato del Estado, de las estructuras socio-económicas y de
las propias mentalidades.
II.- El periodo de los Gordianos y la anarquía militar
II.-A) Maximino el tracio (235-238), era un campesino de origen humilde, que
debía el rango de oficial a su extraordinaria fuerza física. Aclamado por el ejército de
Germania tras el asesinato de Severo Alejandro, no se preocupó por recibir la ratificación
del senado de Roma.
Como emperador soldado dirigió de inmediato una campaña victoriosa al otro
lado del Rhin, en la Germania libre, y, a continuación, se trasladó al Danubio para luchar,
también con éxito, contra dacios y sármatas
Exhausto el tesoro, Maximino hubo de aplicar con brutalidad un auténtico
terrorismo fiscal, con requisas, extorsiones y confiscaciones, que, al repercutir sobre los
estratos acomodados, orden senatorial, grandes terratenientes y burguesías
municipales, suscitó el malestar general y la oposición de las capas altas de la población
del Imperio.
En el año 238, en África proconsular, los grandes propietarios senatoriales,
exasperados por los impuestos, asesinaron al agente imperial. La revuelta se extendió
por toda la provincia y los amotinados proclamaron emperador al viejo senador Marco
Antonio Gordiano. Éste nombró como corregente a su hijo, del mismo nombre, así el
Imperio contó con dos emperadores. Gordiano I y Gordiano II. En Roma, el senado los
aceptó.
Mientras, en África, el gobernador de la vecina provincia de Numidia, invadió el
África proconsular y derrotó al ejército de los Gordianos, que perdieron la vida.
162
El senado eligió a Pupieno y Balbino, mientras a Maximino y su hijo se les dio
muerte. En el año 238, Pupieno y Balbino fueron asesinados y subió al poder el quinto
emperador del año, el joven Gordiano III, proclamado por los pretorianos y aceptado
por el senado.
Gordiano III (238-244), disolvió la Legión III Augusta, dejando desguarnecida
África por largo tiempo. Pudo mantenerse en el poder gracias a la eficacia de su principal
consejero, Timesiteo, un personaje ecuestre, que, convertido en su suegro, asumió
como prefecto del pretorio, la dirección de los asuntos públicos, entre ellos, la defensa
del Imperio.
En el año 240, Sopor I, había sucedido en el trono persa a Artajerjes. Inició una
ofensiva contra la provincia romana de Mesopotamia. Gordiano y Timesiteo
combatieron a los persas, obteniendo un gran éxito y reconquistando Mesopotamia,
pero desgraciadamente, en el 243, cuando se iniciaban los preparativos para una nueva
campaña, Timesiteo murió, y el nuevo prefecto del pretorio, Filipo, instigó un motín de
los soldados contra el emperador, que fue asesinado. Acto seguido, el ejército proclamó
a Filipo (244).
Filipo el árabe (244-249), procedía de una familia indígena de la provincia de
Arabia, representante del orden ecuestre. Impaciente por asegurar su poder, se
apresuró a comprar la paz a los persas, a quienes entregó una exorbitante suma de ½
millón de monedas de oro, y, confiando a su hermano Prisco, el gobierno de Oriente,
partió hacia Roma.
Filipo obtuvo éxitos militares en la frontera del Danubio contra cuados y carpos
(245-247). Ejércitos de distintas provincias intentaron elevar a sus comandantes a la
púrpura imperial. Como muestra de usurpadores se pueden citar: Jotapiano, en
Capadocia; Uranio Antonino, en Siria; Pacatiano, en Mesia. Todos emprendieron
efímeros experimentos de poder, proclamándose augustos con el apoyo de sus
respectivos ejércitos.
Más grave era la situación exterior, el empuje de las tribus bárbaras (godos,
carpos, vándalos) que tras invadir la provincia de Mesia, avanzaron por territorio
romano hasta la península de los Balcanes. Filipo hubo de enviar en socorro de las
regiones amenazadas a un general experimentado, el prefecto de la ciudad, Decio. Sus
éxitos contra los bárbaros decidieron a sus soldados a proclamarlo emperador. A la
cabeza de las tropas, Decio emprendió el camino de regreso a Italia, que Filipo intentó
cortar en un encuentro cerca de Verona, en el que perdió la vida (249). Poco después su
hijo era asesinado.
Trajano Decio (249-251) pertenecía a una familia de origen itálico, establecida en
Panonia, e inaugura la serie de emperadores ilirios. Añadió a su nombre el programático
de Trajano, decidido a emprender una política de retorno a la tradición, que asegurara
las fronteras del Imperio y su unidad interna. También Decio asoció al poder a sus dos
hijos, Etrusco y Hostiano. Dedicó sus esfuerzos a la defensa de la frontera danubiana
contra los godos.
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“El peligro godo”: en la segunda mitad del siglo II, los godos habían migrado
desde el bajo Vístula a las estepas del sur de Rusia, donde, en contacto con las
poblaciones sármatas, terminaron por constituir a mediados del siglo III, un espacio
propio, Gotia, abierto por el oeste hacia Germania Oriental y por el sur hacia las
fronteras danubianas del Imperio.
Divididos en dos grupos, los godos del Este, ostrogodos, y godos del oeste,
visigodos, presionaron por tierra sobre las fronteras del Danubio y por mar desarrollaron
una terrorífica actividad pirática contra ricas ciudades del mar Negro y del Egeo. En el
año 251 bandas godas emprendieron una gran expedición de saqueo en territorio
romano al sur del Danubio.
Decio, acompañado por sus dos hijos, decidió cortarles el paso. En el curso de los
combates, Decio y su hijo Etrusco perdieron la vida (251).
Destacar que durante el breve reinado de Decio se produjo la primera
persecución contra los cristianos en todo el ámbito del Imperio.
II.-B) La lucha por el poder: de Treboniano Galo a Valeriano
Treboniano galo (251-253), fue aclamado emperador por las tropas, asociando
al trono, como corregente, al hijo superviviente de Decio, Hostiliano, al tiempo que
nombraba César a su propio hijo, Volusiano. Firmó de inmediato la paz con los godos, a
los que prometió entregar subsidios anuales para mantenerlos alejados de las fronteras,
y volvió a Roma, asolada por una epidemia de peste, que costó la vida a Hostiliano;
Volusiano ocupó su lugar como augusto.
En el año 252, los bárbaros renovaron sus incursiones, mientras en Mesia las
legiones del Danubio proclamaban emperador a su comandante, Emiliano (253). Para
combatir al usurpador, Treboniano recurrió al comandante del ejército del Rhin, el viejo
senador Valeriano. Treboniano y Volusiano fueron vencidos y muertos. Meses más
tarde, el propio Emiliano era asesinado por sus tropas, dejando a Valeriano único dueño
del podes. Su primer acto fue nombrar corregente a su hijo Galieno.
III.- La culminación de la crisis: Valeriano y Galieno (253-268)
III.-A) Introducción: el caos político del año 253, en el que hubo simultáneamente
4 augustos, se resolvió con la subida al poder de Valeriano (253-260), quien parecía
retornar una relativa estabilidad institucional. No obstante, su reinado y el de su hijo,
Galieno, coinciden en la fase más aguda de la crisis del Imperio. Los problemas internos
y externos (dificultades económicas, miseria social, violencia por el ataque de los
bárbaros, recrudecimiento de la presión en la frontera oriental, usurpaciones, pérdida
de control de las regiones periféricas por parte del poder central), parecen empujar a
Roma al borde del abismo. Y, sin embargo, en estos años centrales del siglo III, se
vislumbran soluciones en el terreno militar y social, que serán decisivas en la evolución
del Imperio.
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III.-B) El peligro exterior y la defensa del Imperio
La defensa de las fronteras era la tarea más urgente: alamanes, franjos y sajones
habían roto varios puntos del limes renano y asolaban amplias regiones del Occidente
del Imperio, llegando hasta Hispania y África. En el Danubio, cuados, marcomanos,
carpos y godos, circulaban por Dacia, Mesía y Tracia; por mar, los godos, extendían sus
pillajes desde el mar Negro a las costas de Asia Menor. En África, las tribus bereberes
avanzaron sobre Numidia y Mauritania. Pero, sobre todo, era preocupante la frontera
Oriental, después de ocupar Armenia, el rey Sapor I invadió Mesopotamia y Siria.
África: Valeriano, tras interminables luchas, restableció la paz. En el frente
renano-danubiano, Galieno hizo frente a los alamanes y reconstruyó los fortines de los
limes. Contra los persas, Valeriano pudo recuperar Antioquía en el 257 y emprender una
ofensiva contra los persas para liberar Mesopotamia. Pero, su ejército, diezmado por la
peste, fue vencido y Valeriano cayó prisionero de Sapor (260). El rey persa aprovechó el
triunfo e invadió las provincias de Siria, Cilicia y Capadocia, destruyendo ciudades y
logrando un gran botín.
Durante el reinado de Valeriano se reanudó la persecución contra los cristianos,
años 257-258.
La captura de Valeriano, dejó a Galieno solo al frente del Imperio (260-268), lo
que propició que los galos avanzaran, que se provocara una anarquía general y una serie
interminable de pronunciamientos militares a sus respectivos comandantes. La mayoría
fueron usurpadores, que la Historia reúne bajo el nombre de “treinta tiranos”. Solo
interesa nombrar a dos, Postumo y Odenato, que en la Galia y Oriente respectivamente
dieron vida a formaciones políticas de significación para la Historia del Imperio.
III.-C) El Imperio Galo de Póstumo
Galieno, impotente, reconoció la autoridad de Póstumo sobre las provincias
occidentales, castigadas por las correrías de los francos.
Póstumo dedicó los 10 años de su gobierno (260-268/9) a limpiar de bárbaros
sus fronteras con fuerza y diplomacia. Pero, cuando se disponía a enfrentarse con
Galieno para proclamarse emperador legítimo, fue asesinado por sus soldados,
descontentos por la masiva incorporación al ejército de elementos bárbaros.
III.-D) El Reino de Palmira
En Oriente, dos oficiales, Macriano y Ballista, lograron reunir a las dispersas
tropas y, con la ayuda de Odenato, un príncipe árabe de Palmira, frenaron el avance
persa. Macriano proclamó emperadores a sus hijos, Macriano y Quieto. El joven
usurpador Macriano y su padre emprendieron camino a Europa, pero fueron vencidos y
eliminados por las tropas de Galieno y Quieto, en Siria, sucumbió.
Palmira era una rica ciudad caravanera, que había sido incorporada al Imperio
por Trajano, pero sus príncipes indígenas conservaban una notable influencia. Entre el
estado romano y el persa, la ciudad mantenía una vida activa y próspera, gracias al
165
control del comercio oriental. Odenato, fortalecido por su victoria sobre Sapor, asumió
una actitud independiente del poder central, organizando un reino, vasallo de Roma,
pero en la práctica, autónomo.
Galieno concedió a Odenato el dominio efectivo sobre oriente, consiguiendo que
defendiera al Imperio de los Persas y además consiguió reconquistar Mesopotamia y
ejerció su poder en el Oriente romano hasta su muerte en el 267. Pero Palmira no volvió
a manos romanas, su viuda, Zenobia, asumió el poder como regente y en nombre de su
hijo Vabalato se declaró independiente de Roma.
III.- Las reformas de Galieno
En el ejército: detrajo de cada una de las legiones contingentes móviles
(vexillationes) y los estacionó en ciudades fortificadas del interior, como unidades de
intervención inmediata. Desarrolló y organizó unidades de caballería especializada
(arqueros, lanceros y caballería pesada), concentradas en un punto, que permitiera
desplazarlas con rapidez a las zonas de peligro.
Galiano prohibió a los senadores el acceso al ejército. El mando de las legiones
fue confiado al orden ecuestre.
La “annona” se convirtió en el impuesto más importante. Ello exigió la
multiplicación de silos y almacenes y la disposición de suficientes medios de transporte,
que el Estado descargó en manos de particulares, agrupados en corporaciones (collegia)
nacionalizadas y estrechamente vigiladas.
Puso fin a las persecuciones de los cristianos.
Pagano convencido, Galieno se rodeó de intelectuales y filósofos, pensadores del
mundo antiguo, el neoplatonismo. Su más ilustre exponente, Plotino, fue amigo
personal del emperador y ejerció una gran influencia en la Corte.
Galieno no pudo rematar su obra, obligado a regresar a Italia para enfrentarse a
la rebelión de Aureolo, comandante del recién creado cuerpo de caballería. El
emperador del recién creado cuerpo de caballería. El emperador consiguió encerrarlo
en Milán, pero cayó víctima de un complot de sus oficiales.
IV.- Los emperadores Ilirios (268-284)
IV.-A) Introducción: la obra de Galieno había permitido superar los graves
peligros que amenazaban con la desintegración del Imperio. Los emperadores que le
sucederán, de extracción militar y modesto origen social, y, en su mayoría, de
procedencia ilírica (Dalmacia, Panonia, Mesia), se pondrán al servicio de un programa
de restauración, frente a las amenazas exteriores y a los intentos de disgregación, para
devolver la unidad al Imperio. Con las bases creadas por ellos, Diocleciano y Constantino
emprenderán, a comienzos del siglo IV, una completa renovación del Estado y de la
sociedad.
IV.-B) Claudio el gótico (268-270)
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Loa asesinos de Galieno proclamaron emperador a Marco Aurelio Claudio,
enérgico militar de origen dálmata, que dedicó sus esfuerzos a contener la presión
bárbara sobre las fronteras del Danubio.
En las Galias, la muerte de Póstumo permitió a Claudio reincorporar al Imperio
la Narbonense e Hispania; pero, frente a Palmira, el emperador hubo de contemplar,
impotente, la extensión de la influencia de Zenobia, la viuda de Odenato, a Siria, Egipto
y Asia Menor.
Claudio murió víctima de la peste (270). Le sucedió por unos meses Quintilio,
proclamado por el ejército de los Alpes, pero las tropas del Danubio prefirieron a
Aureliano, oficial del estado mayor de Galieno, Quintilio abandonado por sus tropas, se
quitó la vida.
IV.-C) Aureliano (270-275)
Es el más representativo de los emperadores ilirios: con él se logrará la
reunificación del Imperio. Desgraciadamente, los múltiples frentes en los que hubo de
combatir y su temprana desaparición impidieron a Aureliano completar una obra que lo
calificaba como excelente militar y estadista.
Vándalos y godos presionaban sobre Panonia y Mesia; en el Danubio, los
alamanes unidos a nuevos bárbaros, los yutungos, atravesaron los Alpes y cayeron sobre
el norte de Italia, invadiendo el valle del Po. En Oriente, Zenobia firmó un acuerdo con
los persas y proclamó emperador a su hijo Vabalato.
Aureliano, de acuerdo con el senado, emprendió una gigantesca obra de
fortificación de la ciudad de Roma, rodeándola de una muralla de casi 8 metros de altura,
flanqueada por 350 torres, que todavía se conserva, en parte, el llamado “muro
Aureliano”.
Asegurado el Danubio, Aureliano quiso restablecer la autoridad en Oriente,
donde Zenobia había proclamado emperador a su hijo Vabalato, después de haber
ocupado Siria, Egipto y la mayor parte de Asia Menor.
El emperador encomendó a su lugarteniente, Probo, la reconquista de Egipto; él,
tras liberar Asia Menor y Siria avanzó hasta las puertas de Palmira, que asediada, tuvo
que capitular. Zenobia fue capturada (273).
Palmira fue respetada, pero unos meses después, volvió a sublevarse y Aureliano
decidió someterla a saqueo. Expoliada y destruida, la próspera ciudad del desierto no
volvería a recuperarse. En Egipto, Probo restableció la autoridad imperial. También
restableció el Imperio en la Galia y Britania.
Así, aseguradas las fronteras y restablecida la unidad del Imperio, pudo Aureliano
emprender en Roma un programa de reformas internas: la provincialización de Italia,
completada por Diocleciano, distribuciones gratuitas de primera necesidad, lo que
obligó a la imposición de prestaciones obligatorias, mediante los “collegia” o
corporaciones profesionales ( armadores, transportistas, carniceros, panaderos…); al
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tiempo que condonaba deudas a los estratos más humildes; multiplicó las unidades
militares de caballería pesada, pero sobre todo aumentaron las unidades militares de
germanos (vándalos, yutungos, alamanes) como federados, al servicio del emperador;
organizó un culto oficial al sol; reforzó el carácter divino de la monarquía absoluta,
proclamándose “dominus et deus”, “señor y dios”.
IV.- D) La restauración senatorial: Tácito
La ambiciosa obra de regeneración quedaría interrumpida por el asesinato de
Aureliano, cuando preparaba una campaña contra el imperio persa (275). Se trató de
una venganza privada, y el ejército, desorientado, descargó la responsabilidad de elegir
un nuevo emperador en el senado, que se decidió por un viejo miembro del estamento,
Tácito (275-276).
Una nueva incursión de los piratas godos del mar Negro en las costas de Asia
Menor obligó al emperador a abandonar Roma, en compañía de su hermano Floriano,
nombrado prefecto del pretorio. La victoria sobre los bárbaros no impidió que Tácito
fuera asesinado por los soldados.
Floriano ocupó su lugar y logró ser reconocido en todo el Imperio, pero las tropas
de Siria y Egipto se pronunciaron por su jefe Marco Aurelio Probo. Las tropas de Floriano
se pasaron a las filas de Probo y asesinaron al emperador, apenas después de tres meses
de gobierno (276).
IV.- E) Probo (276-282): reanudó la tradición de los emperadores ilirios. Durante
los 6 años de su reinado tuvo una infatigable actividad bélica contra los bárbaros en las
fronteras del Rhin y Danubio. Desde el año 275 francos y alamanes habían invadido la
Galia. Probo logró restablecer la situación tras dos años de combates (277), pero su
marcha hacia el frente del Danubio suscitó sucesivos intentos de usurpación: Bonoso,
en Colonia y Próculo, en Lyon, pero fueron eliminados por oficiales leales a Probo.
También acudió a Oriente y sometió incursiones de isaurios, pueblo salvaje.
Restablecida la paz en el Imperio, Probo decidió iniciar las ofensivas contra los persas,
pero los soldados, enfurecidos por la férrea disciplina que les imponía, lo asesinaron
(282).
IV.-D) Últimos emperadores ilirios: Caro, Carino, Numerario (282-283).
Tras la muerte de Probo fue proclamado emperador el prefecto del pretorio,
Caro (282-283), que se apresuró asociar al poder a sus hijos, Carino y Numerario. El
primero se hizo responsable del gobierno de Occidente y el segundo marchó a Oriente
junto con Caro para dirigir una campaña contra los persas, debilitados por la muerte de
Sapor.
El avance del ejército romano en territorio persa fue ininterrumpido por la
muerte del emperador. Numerario, enfermizo y débil, decidió poner término a la
campaña y en el camino de regreso fue asesinado. Los oficiales del ejército proclamaron
168
augusto a Diocleciano, comandante de los “protectores”, la guardia de corps del
emperador (284).
Carino, en Occidente tuvo que reprimir un intento de usurpación de Juliano y
marchó de inmediato contra Diocleciano. Aunque resultó vencedor, poco después fue
asesinado y todas las tropas reconocieron a Diocleciano como emperador (285).
V.- Las transformaciones económicas y sociales del siglo III
A pesar de las interminables guerras civiles y pronunciamientos que caracterizan
el periodo de “anarquía militar”, la energía de los emperadores ilirios logró preservar la
integridad del Imperio frente al recrudecimiento de la presión bárbara en sus fronteras.
Es cierto que hubo pérdidas territoriales en algunos puntos: los germanos ocuparon los
Campos Decumates; Dacia fue abandonada en época de Aureliano; los godos
extendieron su influencia a la costa septentrional del mar Negro; en el desierto oriental
se perdieron Dura-Europos o Palmira, que servían de protección a las provincias de Siria
y Arabia. Pero la crisis que debilitaba al Imperio tenía sus raíces en problemas internos,
que afectaron gravemente a la economía y al tejido social.
V.-A) Crisis económica
La economía se resintió de los continuos disturbios causados por las guerras
exteriores y las contiendas civiles. A ello se sumó las catástrofes naturales, como la
peste, que desde el 250 sacudió vastas regiones del Imperio durante 20 años.
Consecuentemente hubo una recesión de la población, lo que ocasionó una falta
de mano de obra, que afectó sobre todo a la agricultura, base económica del Imperio y
al reclutamiento militar.
Los emperadores recurrieron a instalar bárbaros en las regiones fronterizas para
repoblar espacios vacíos y volver a poner en cultivo tierras abandonadas. Ello procuró al
Imperio, campesinos y soldados, cosa no exenta de peligro, al tratarse de cuerpos
extraños difíciles de asimilar.
Las ciudades se resintieron de la inseguridad general: colapso de
comunicaciones, inflación monetaria y la contracción de la demanda produjeron graves
trastornos en la producción de las mercancías y en los intercambios comerciales. La
disminución de los cambios favoreció la tendencia a la autarquía en las grandes
propiedades rústicas y a la sustitución de la moneda por una economía natural de
trueque.
Las crecientes necesidades financieras obligaron a la emisión desordenada de
piezas monetarias de baja calidad, sobre todo, de plata, y favoreció la inestabilidad y el
alza de precios. La inflación se disparó y, como los salarios y sueldos no experimentaron
la misma evolución, empeoró la suerte de los pequeños funcionarios y de los
trabajadores.
V.-B) Cambios en la estructura social
169
Agravación del contraste entre ricos y pobres.
Decadencia de la esclavitud, como base del trabajo agrícola, en beneficio del
trabajador autónomo y del colono.
Con el establecimiento en grandes propiedades, de colonos, a los que se
aseguraba un lote de tierra contra el pago de una parte de la cosecha, los grandes
latifundistas se aseguraban una mano de obra estable y sin graves problemas de
vigilancia, frente a las condiciones tradicionales del trabajo servil.
Si bien, en principio, los colonos eran libres y autóctonos a lo largo del siglo III,
su condición tendió a agravarse, pues para asegurar la continuidad en el trabajo del
campo, se generalizó la tendencia de ligar a los colonos a la propiedad, con contratos
vitalicios e incluso hereditarios, que los convirtieron en campesinos dependientes, no
muy diferentes a los esclavos, en un régimen generalizado de servidumbre.
No mucho mejor era la situación de los campesinos libres. Presionados por el
Estado y endeudados, hubieron de entregar sus tierras a la gran propiedad y se
convirtieron también en trabajadores dependientes.
El estancamiento de la producción artesanal y la represión del comercio
empobrecieron a las clases medias de las ciudades.
Consecuencia: decadencia de las ciudades y ruralización: la riqueza y actividad
económica se desplazan hacia el campo, donde los ricos propietarios pueden sustraerse
más fácilmente a las imposiciones que el estado carga sobre los ciudadanos.
En resumen, se produce un “nivelamiento de las clases inferiores”: pequeños
campesinos, colonos y plebe urbana, igualados en un régimen de vida cercano a la
servidumbre.
La nueva aristocracia: miembros del orden senatorial y altos funcionarios
ecuestres.
El senado pierde su carácter de órgano principal de gobierno para convertirse en
una casta aristocrática, un orden social dirigente. Los senadores se desentienden
progresivamente de los asuntos de Estado para convertirse en propietarios de grandes
latifundios, que les proporcionan poder, riqueza y prestigio social.
El lugar del senado es ocupado por el orden ecuestre, reclutado de las filas del
ejército. Estos tenderán a convertirse en aristocracia agrícola y hereditaria para
compartir con los senadores la cúspide de la sociedad.
VI.- Cultura y religión en la crisis del siglo III
Proliferan los cultos orientales, que prometen la salvación individual a través del
misticismo y de la magia.
170
Aureliano intentó adaptar el culto imperial a las nuevas corrientes religiosas con
la veneración al “sol invictus”, “el dios supremo”, confundido indistintamente con el
emperador.
El cristianismo podía ser sentido como un peligro que atentaba a la unidad moral
del Imperio. De ahí, las persecuciones, los gobernantes se mostraron en general más
tolerantes que perseguidores ante una religión que ya se había convertido en una
organización de masas. En el siglo III, el cristianismo no es ya solo una religión de pobres
y humildes, sino que se extiende a todas las capas de la sociedad y logra penetrar en los
medios cultivados e incluso oficiales.
En el siglo III, la iglesia consagra sus esfuerzos a tareas de organización y de
disciplina interna, para tratar de institucionalizar la moral y las prácticas religiosas. Así,
se hacen primordiales la institución y la catequesis, para ritualizar las creencias y
hacerlas asequibles al pueblo.
La crisis del s.III: Gregorio Muelas Bermúdez. Ateneo mercantil de Valencia
https://www.youtube.com/watch?v=l9j7vgBeLtw
La crisis del s.III (235-284):
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Maximino el tracio (235-238)
Pipieno y Balbino (238)
Gordiano IIII (238-244)
Filipo el árabe (244-249)
Trajano Decio (249-251)
Treboniano Galo (251-253)
Valeriano (253-260)
Galieno (260-268)
. Claudio el gótico (268270)
. Aureliano (270-275)
. Tácito (275-276)
. Probo (276-282)
. Caro (282-283)
. Carino y Numerario (283-285)
. Diocleciano 285
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TEMA XXII
DIOCLECIANO Y LA REFORMA DEL IMPERIO
I.- Introducción
El régimen político del Bajo Imperio o Antigüedad tardía fue una monarquía
absolutista y de derecho divino, que, gestada en momentos anteriores, se consolidó en
el reinado de Diocleciano. Ya Aureliano, al proclamarse “dominus et deus” y
considerarse como representante del “sol invictus”, preparó el camino de la
transformación que hará de la monarquía una institución de derecho divino.
La sociedad romana necesitaba tener en el poder a un personaje hábil y enérgico
que diese estabilidad institucional a un Imperio carcomido en sus cimientos por una
caótica anarquía militar, que había prescindido de la normalidad del principio sucesorio.
El mismo Diocleciano formó parte de esa política desordenada de las tropas, lanzadas a
entregar el poder, por intereses bastardos u honestos, a personas de su confianza. Fue
elegido emperador en Calcedonia, y el emperador reinante, Carino, que dominaba la
parte occidental del Imperio, salió para combatirlo. Pese a su victoria junto al rio Margo,
sus soldados, descontentos, lo asesinaron, dejando a Diocleciano como único
emperador.
Con ello, no acabaron los males del Imperio. Las revueltas campesinas de las
Galias y las tendencias separatistas en Britania y en Egipto, mostraron que el Imperio
continuaba sangrando por las mismas heridas. Diocleciano comprendió que resultaba
difícil para una sola persona retener todo el poder, máxime si los bárbaros seguían
presionando en unas fronteras muy distantes entre sí.
II.- La tetrarquía
II.-A) Diarquía
Diocleciano optó por compartir el poder con Maximiano, su compañero de
armas, el cual en marzo del 286 recibió el título de César y en el mes de abril fue
nombrado Augusto, con el encargo de combatir a los bagaudas de las Galias y al
usurpador de Carauso (Britania).
En junio de 287 se reunieron los dos emperadores para instituir unos
fundamentos ideológicos de una nueva teología política. Así Diocleciano se proclamaba
descendiente de Júpiter, Maximino se vinculaba a la estirpe de Hércules.
Pero la diarquía imperial fue incapaz de contener los ataques persas en Asia,
acabar con las embestidas de francos y germanos en Occidente y terminar con las
usurpaciones en Britania. Las aunadas energías de los dos emperadores eran
insuficientes si se deseaba prestar la atención debida a estos problemas, despachar los
asuntos rutinarios de gobierno y, al mismo tiempo, emprender las reformas
imprescindibles para acabar con los males internos que socavaban la sociedad y la
economía imperiales.
175
II.-B) Tetrarquía: por estas razones, se decidió transformar la diarquía en
tetrarquía. El 1 de marzo del 293, Maximiano, en Milán, y Diocleciano, en Nicomedia,
nombraron como Césares a Constancio y Galerio. Cada César recibió el “imperium”, la
potestad tribunicia y la diadema que les capacitaba para el ejercicio de un poder que
quedaba subordinado al de su correspondiente Augusto.
Estas conexiones se reforzaban con uniones matrimoniales: Galerio, repudiando
a su esposa, se casaba con Valeria, hija de Diocleciano; Constacio Cloro, separado de
Elena, se desposaba con Teodora, hijastra de Maximiano.
La distribución del poder quedaba así:
•
•
Diocleciano: Oriente, Egipto y Siria. Su César, Galerio: Grecia y provincias
danubianas.
Maximiano: Occidente: Hispania. Su César, Constancio Cloro: Galia y Britania.
Muy pronto se notaron las bondades de esta coparticipación: Constancio acabó
con la secesión de Britania (296); Maximiano derrotó varios grupos bereberes (298); en
Egipto se acabó la usurpación (297) y Galerio, tras la derrota de los persas, concluyó una
paz con el rey Harsés (298) incorporando nuevos territorios al Imperio.
Hubo un periodo de paz (299-303). Y, después de estar 20 años al frente del
gobierno, era la hora de renunciar voluntariamente al poder.
III.- La sucesión de Diocleciano y la disolución del sistema tetrárquico
III.-A) La segunda tetrarquía
El 1 de mayo del 305, Maximiano en Milán y Diocleciano en Nicomedia,
renunciaron formalmente al poder. Galerio y Constancio Cloro fueron proclamados
Augustos, nombrados Césares a Maximino Daya y a Severo.
III.-B) La ruina del sistema
En estos nombramientos se dejó de lado a Majencio, hijo de Maximiano y a
Constantino, hijo de Constancio Cloro.
Cuando, en julio del 306, Constancio cloro murió en Britania, Constantino fue
proclamado emperador por las tropas de su padre.
Una vez que Severo fue designado Augusto, consiguió que Galerio le reconociese
como César. Pero, la situación se complicó más, cuando en octubre del 306, los
pretorianos y la plebe de Roma proclamaron emperador a Majencio, hijo de Maximiano.
Así, el sistema político creado por Diocleciano se vio sacudido por las querellas y
usurpaciones, que precisamente trataba de evitar. Los mejores ejércitos del Imperio
fueron apartados de sus tareas defensivas y lanzados a la lucha por el poder.
Tras la muerte de Severo en el 308, el Imperio llegó a contar con 4 Augustos:
Galerio, Constantino, Licino y Maximino Daya; un usurpador en África, Lucio Domicio
Alejandro, y un César en Roma, Majencio.
176
III.-C) La lucha contra Majencio: en el 311, la situación cambió bruscamente.
Galerio enfermó y murió, tras promulgar el edicto de tolerancia del cristianismo.
Maximino Daya se hizo con el poder de los territorios de Galerio. Además, los 3 Augustos
se pusieron de acuerdo para desembarazarse de Majencio. Prefirieron que fuera
Constantino el que se encargase de conducir las operaciones.
En la primavera del 312, el ejército de Constantino, atravesando los Alpes y
descolgándose sobre el valle del Po, derrotó en Turín y Verona a las tropas de Majencio.
En sus cercanías, aguardaba Majencio con un fuerte ejército.
La batalla del puente Milvio (28/10/312) supuso la derrota del usurpador y su
muerte en el río Tíber, lo que dio la victoria a Constantino.
IV.- Las grandes reformas del estado
IV.-A) Reformas del ejército
El Imperio entró en un periodo de paz a partir del 298, mucho de este éxito se
debía atribuir al ejército.
El número de legiones se aumentó de 39 a 60. Hubo duplicación de efectivos
reclutados principalmente de las regiones rurales, hasta alcanzar unas cifras globales
entre 300.000 y 400.000 soldados.
También hubo una reorganización y distribución de las tropas. Cada provincia
fronteriza contaba con un par de legiones, ayudadas por cuerpos auxiliares. Las tropas
de estas provincias fronterizas empezaron a estar mandadas por “duces”,
pertenecientes al orden ecuestre.
Las provincias con tropas de estacionamiento seguían dependiendo del praeses,
esto es, del gobernador, con poderes civiles y militares.
Diocleciano intentó hacer del Imperio una verdadera fortaleza, con sólidas
murallas, fortificaciones y castillos, ocupados y defendidos por importantes
contingentes de tropas legionarias, federadas y auxiliares.
Estos cuerpos militares (ripenses o limitanei) tenían la misión de defender, por lo
tanto, vivían y trabajaban en esos lugares.
Las tropas se distinguían entre:
•
•
•
Limitanei: en limes
Comitatenses: protección
Vexillationes: excepcionalmente, de las legiones.
De hecho, los augustos y césares utilizaban las tropas del comitatus como
protección, como instrumento de disuasión de aventureros y hambrientos de poder y
como ayuda inmediata de los sectores fronterizos en dificultades.
IV.-B) Reorganización territorial
177
El número de provincias pasó de 40 a casi un centenar.
La división afectó, sobre todo, a las provincias proconsulares de Asia y África y a
las provincias fronterizas.
Para reorganizar la administración, al aumentar el número de provincias, el
senado fue despojado de las provincias senatoriales e Italia perdió sus privilegios. A
partir de esta reforma, todos los gobernadores fueron nombrados por los emperadores.
Todos los gobernadores estaban bajo la autoridad de los vicarios de sus diócesis,
excepto los gobernadores de las tres provincias de Asia, Acaya y África, los llamados
“procuratores”, que estaban bajo la dependencia directa del emperador.
Las provincias quedaban enlazadas e integradas en la administración central del
prefecto del pretorio, mediante la creación de nuevas unidades territoriales
intermedias, “las diócesis”, colocadas bajo la autoridad de los antiguos viceprefectos del
pretorio, aumentados en número, que pasaron a denominarse “vicarios”.
Todas las provincias del Imperio fueron reagrupadas en 12 diócesis, que incluían
un número variable de provincias: Oriente, Mesia, Asia, Italia, Galia, el Ponto, Panonia,
Viennense, Tracia, Hispania, África y Britania.
IV.-C) Reformas económicas
Se hicieron minuciosos censos y catastros de personas, trabajadores, animales y
tierras de cultivo que existían en cada una de las circunscripciones impositivas.
En resumen, todos los elementos económicos y humanos sujetos a tributación
fueron valorados y gravados con una unidad fiscal fija.
Estos censos y revisiones catastrales, efectuados cada 5 años y luego cada 15
años, registraban el número de trabajadores y la cantidad de tierras que estaban sujetos
a tributación. Así, el Estado podía elaborar presupuestos más ajustados a las
necesidades del Imperio.
IV.-D) Reforma monetaria
En el 294 Diocleciano emprendió una reforma monetaria. Se acuñó de nuevo el
“aureus”. La moneda base era de bronce débilmente plateada, “numus o follis” y se
acuñó un nuevo “antoninianus” (301), con el que se fijaba el precio máximo a pagar por
los distintos productos, trabajos, transportes…
Este decreto estaba condenado al fracaso. Los comerciantes ocultaron sus
mercancías y los precios emprendieron su carrera alcista.
………………………………………………………………………………………………………………………………………
https://www.youtube.com/watch?v=HUcgpMAl3Fo: el Bajo Imperio Romano. Las
reformas de Diocleciano y Constantino, Gregorio Muelas Bermúdez; Ateneo Mercantil
de Valencia.
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Palacio de Diocleciano en Split (Croacia)
Los sótanos, interior del palacio de Diocleciano (Split)
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TEMA XXIII
CONSTANTINO Y LA DINASTIA CONSTANTINIANA
I.- El Edicto de Milán y las primeras medidas religiosas
I.-A) Constantino y la iglesia
Constantino, designado por el senado, en febrero-marzo del 313, como “primus
Augustus”, se reunió con Licinio en Milán para discutir asuntos de Estado y tratar de
aislar a Maximino Daya, a quien realmente le correspondía el título. Licinio, se desposó
con Constanza, hermana de Constantino. De la reunión salió la proclamación por los dos
Augustos del denominado “Edicto de Milán”, que concedía la libertad de culto y se
ordenaba también que las comunidades cristianas recuperasen los bienes que les habían
sido confiscados o vendidos.
Constantino dispuso: que a la iglesia católica le sean restituidos todos sus bienes;
se exima de las cargas(munera) públicas a todos los “clerici”; el adjetivo “católico”,
intencionado propósito de referirse a la iglesia difundida por todo el Imperio.
Constantino deseaba entenderse con una iglesia unida y a este fin la ayudó
contra los movimientos heréticos y cismáticos que la desgarraban.
En la época de Constantino, el donatismo y el arrianismo representaban los
grupos heréticos más importantes. El primero era un movimiento cristiano africano y
consideraba digno de castigo espiritual a todo cristiano que durante la persecución
hubiese entregado los libros sagrados. Además, la creencia de que los sacramentos
administrados por un sacerdote en pecado no eran válidos. El Estado en el sínodo de
Arlés del año 314, condenó el donatismo.
El arrianismo vio la luz en Alejandría. Sostenían que Dios, único y trascendente,
se manifestaba en el mundo a través del “logos”, la palabra. En el 318, Arriano, clérigo
alejandrino, afirmó que el Hijo, al proceder del Padre, no era igual al Padre, sino un ser
intermedio, ni Dios, ni hombre.
En el Concilio de Nicea 20/5/325 se estableció doctrinalmente que el Hijo era
“homousios”, esto es, de la misma naturaleza que el Padre. No todos los obispos y fieles
aceptaron esa doctrina, y el arrianismo, con momentos de efervescencia y de sosiego,
pervivió y siguió creando problemas durante muchos años a la iglesia católica a través
de los bárbaros, como los visigodos, ganados por la fe arriana.
I.-B) Lucha contra Licinio
En la parte Occidental del Imperio, perteneciente a Constantino, la iglesia
católica gozaba de una posición ventajosa, que contrastaba con el retroceso sufrido en
la parte Oriental perteneciente a Licinio, precisamente aquella en la que el número de
adeptos de la fe cristiana era mucho mayor.
181
Licinio, celoso de la influencia alcanzada por Constantino, se fue apartando de la
política de concordia y a partir del 320 mostró el apoyo al sector pagano con una política
anticristiana.
Ambos Augustos pronto abrieron hostilidades. Licinio fue derrotado en
Adrianópolis y en Crisópolis (324). Con estas derrotas, la unidad del Imperio quedaba
restablecida bajo el mando de Constantino.
I.-C) La conversión de Constantino
Constantino, como miembro del sistema tretrárquico, participó, en condición de
Herculius, de la ideología religiosa que sustentaba este sistema. Mas tarde, fue devoto
del culto al Sol-Apolo.
Es a partir del 315 cuando las monedas constantinianas ofrecen símbolos
cristianos, que pueden tomarse como exponentes de un acercamiento al cristianismo.
Después del 324 era ya realmente cristiano. No mostró reparo en expresar su gratitud
al Dios de los cristianos que le había concedido la victoria, en recomendar a sus súbditos
que abrazasen la nueva fe.
Pese a su conversión al cristianismo, no renunció en toda su existencia al título
pagano y constitucional de “pontifes maximus”. La misma fundación de Constantinopla
se realizó conforme a los ritos paganos y, aunque se dotó a la ciudad de iglesias
cristianas, se conservaron, no obstante, los templos que existían con anterioridad.
II.- La concepción constantiniana del poder imperial
II.-A) El Imperio cristiano
Suprimido Licinio, Constantino se convirtió en el único emperador. Constantino
justificaba y fundamentaba su poder en una teología política en la que el cristianismo
aportaba los elementos doctrinales más importantes: todo poder y toda auctoritas
proceden de Dios. El emperador es un ser mortal, que, por voluntad divina, recibe el
mandato de gobernar en este mundo y de ser “obispo de los de fuera”, “supervisor de
los asuntos que están fuera de la iglesia”.
Respondiendo a esta ideología, las monedas acuñadas en el 330 presentan una
mano que viene del cielo y que ofrece la diadema: corona, que llevaba sobre su cabeza,
simbolizando con ello que era soberano por concesión y voluntad divina. Es, por tanto,
un siervo de Dios, un elegido para cumplir la obra de Dios en la tierra.
II.-B) Fundación de Constantinopla
Las razones de la fundación de Constantinopla eran: Roma era una ciudad
pagana, con una ubicación excéntrica y alejada de las fronteras del Imperio y su
importancia económica había decaído. Crear una nueva Roma cristiana en Bizancio fue
la cosmovisión de Constantino. La ciudad ocupaba una posición ventajosa y estratégica
en la ruta que unía todas las tierras fronterizas, dominada por el paso de los estrechos
182
que comunicaban el Mediterráneo con el mar Negro, y era puente de unión de Europa
y Asia, por donde discurrían enormes cantidades de objetos y mercancías.
Poco después de su victoria sobre Licinio, Constantino decidió fundar la nueva
capital, iniciando los trabajos que duraron hasta el 336, si bien la capital fue consagrada
en mayo del 330. La primitiva ciudad de Bizancio cuadriplicó su superficie. Constantino
dispuso de 7 colinas, de un capitolio, de un foro…Comprendía 14 regiones y su territorio
disfrutó de la concesión del “ius italicum”, que la eximía del pago del impuesto. Su
población percibía donaciones gratuitas de una “annona”procedente de Egipto.
III.- Las reformas de Constantino
En su conjunto, las reformas de Constantino continuaron las líneas maestras
trazadas por Diocleciano.
III.-A) Militares
Constantino combatió a los godos, a los sármatas del Danubio y a los persas. El
embrión del ejército de maniobra, conformado por Galieno y que apenas fue
desarrollado por Diocleciano, fue reactivado por Constantino y acrecentado con
efectivos de las disueltas cohortes pretorianas y con destacamentos retirados de sus
asentamientos fronterizos.
Para compensar la merma numérica de las tropas comitatenses, Constantino
incorporó importantes contingentes de tropas auxiliares bárbaras, lo que ha servido a
algunos historiadores para concluir que “abrió el Imperio a los bárbaros”.
III.-B) Administrativas: las prefecturas del pretorio
La prefectura del pretorio se le despojó de los poderes militares. Los prefectos
del pretorio se convirtieron en los funcionarios civiles más importantes, provistos de
amplias competencias en el terreno administrativo, financiero y judicial.
El prefecto coordinaba y controlaba la actividad de los vicarios de las diócesis y
de los gobernadores pertenecientes a su demarcación prefectoral. Sus funciones:
mantenimiento de las postas, control del precio de las mercancías, conservación y
realización de obras públicas, organización de los juegos públicos, fijaban impuestos y
controlaban su recaudación. También el prefecto tenia competencia en asuntos
judiciales. Una ley del año 331 prohibía apelar la sentencia pronunciada por el prefecto.
En el año 337, después de la muerte de Constantino, había tres prefecturas: la
de Oriente (con las Diócesis de Tracia, Asia, Ponto y Oriente), la de Italia (con las Diócesis
de África, Italia Suburbicaria, Italia Annonaria, Dacia, Panonia y Macedonia) y la de las
Galias (con las Diócesis de Britania, Galias, 7 provincias de Hispania).
IV.- La política económica de Constantino
Los gastos ocasionados por las guerras, el mantenimiento del ejército, los
privilegios dispensados a los veteranos, a la iglesia y al clero, las inversiones en la
183
construcción de una nueva capital, repercutieron en el crecimiento desmesurado del
gasto público.
Ello obligó a la creación de nuevos impuestos pagados en metales preciosos.
Durante el Alto Imperio, el denario de plata fue la moneda base, impuesta y
defendida por el Estado y responsable en cierta medida de la prosperidad alto imperial.
Diocleciano buscó una conciliación entre la moneda divisional y la moneda de oro.
Por primera vez Constantino acuñó moneda de oro a partir del 324, el “solius” y
que se mantuvo largo tiempo. Por el contrario, la moneda divisional, acuñada en gran
cantidad, quedó abandonada a su suerte.
Esto tuvo unas repercusiones, pues el Estado Constantiniano dirigirá la actividad
económica por la variable y efectiva relación existente entre el “solidus” y el resto de las
monedas, y no por la relación fiduciaria anterior. El solidus facilitó y agilizó con su
estabilidad las operaciones comerciales.
Con ello, se veían favorecidos económicamente todos aquellos que lo poseían,
que no eran otros que los grandes propietarios y comerciantes, altos funcionarios y la
jerarquía militar.
Las clases pobres no poseían esa fuerte moneda y estaban condenadas a
soportar los inconvenientes de una moneda divisional depreciada. La de cobre llegó a
perder 40 veces su valor referente a la época de Diocleciano.
Así, el abismo entre ricos y pobres se fue agrandando desmesuradamente
provocando el deterioro de las clases medias e inferiores.
Los esclavos disfrutaron de una dulcificación en su trato, gracias a la influencia
del cristianismo: se prohibió marcarlos al rojo vivo, se liberó a los esclavos circuncidados
por amos judíos y la manumisión del esclavo, realizada ante el obispo, se añadió a las
otras formas legales de manumisión.
Para los pequeños comerciantes y artesanos y para los trabajadores pobres del
campo y la ciudad, se recrudecieron las negras perspectivas. Los colonos eran
encadenados y devueltos a sus dueños en virtud de una disposición constantiniana del
332. El colono quedaba equiparado en la práctica al siervo de la gleba.
En las ciudades la clase trabajadora y artesanal se canalizó y fiscalizó a través de
las corporaciones artesanales y de los colegios profesionales (armadores, panaderos,
tratantes de diversos animales…), que adquirieron carácter hereditario.
Los curiales: la burguesía de las ciudades, que proporcionaba los miembros de
las curias locales, sufrió gran quebranto con este sistema económico. Para evitar su
abandono, se hizo hereditario el cargo de decurión.
V.- Los hijos de Constantino
184
La muerte de Constantino, el 22 de mayo de 337 debió de ser una sorpresa, pues
se siguió gobernando en su nombre durante tres meses. Fue un periodo lleno de
confusión, del que se salió con la aclamación por el ejército y posterior ratificación como
Augustos de sus hijos, Constantino II, Constancio II y Constante.
Los tres hermanos se reunieron en Viminacium para repartirse el Imperio.
•
•
•
Constancio II: Oriente, la Diócesis de Tracia
Constantino II: la parte occidental hasta Macedonia
Constante: con 14 años quedó a la espera, sometido a la tutela de su hermano
mayor.
Tres años después, se rompió el entendimiento entre Constantino y Constante.
Constantino marchó contra su hermano, pero en Aquilea (340) cayó en una emboscada
y murió. Constancio y Constante se repartieron respectivamente la parte Oriental y
Occidental del Imperio.
Durante la década (340-350), gobernaron en frágil armonía, ya que mantenían
posturas diferentes en materia religiosa: Constante, ortodoxia; Constancio, arrianismo.
Constante encontró resistencia en algunos sectores sociales provinciales, en la
aristocracia romana y en el ejército. Hubo problemas en Britania, desórdenes en África.
Para restablecer el orden, Constante ordenó intervenir a las tropas, que se excedieron
en el cumplimiento de su deber, ocasionando grandes masacres.
El descontento por la situación económica se dejó sentir con fuerza en las Galias,
donde hubo una fuerte protesta social. En enero del 350 Magnencio, comandante de las
fuerzas especiales, fue proclamado Augusto; Constante, que se encontraba también en
las Galias, fue desposeído y asesinado cuando huía hacia Hispania.
Magnencio fue reconocido rápidamente en las Galias, en África y en Roma. Pero,
inmediatamente, Constanza, hermana de Constancio, para sostener la dinastía y la
herencia constantiniana, alentó a Vetranio, del ejército ilirio, a tomar la púrpura (marzo
350).
Mientras, en Roma, un pariente de Constantino, Nepotiano, se proclamó también
Augusto, pero falto de mínimos apoyos, fue eliminado por Magnencio, que no pudo
hacer lo mismo con Vetranio.
Constancio comenzó a influir en las tropas de Vetranio y éste se dejó convencer y
abandonó sus pretensiones con la recompensa de una generosa pensión.
Quedaba eliminar a Magnencio. Tras dos años de enfrentamientos, a partir de la
batalla de Mursa (351), en la que perecieron 50.000 hombres, Constancio conquistó
Italia (352) y las Galias (353) quedando como único Augusto.
VI.- Juliano el apóstata (361-363)
Flavio Claudio Juliano era hijo de Julio Constancio y nieto de Constancio Cloro.
Educado en el cristianismo, se afanó en la lectura de las obras clásicas y en la
185
frecuentación de los filósofos, oradores y gramáticos de Asia Menor y Atenas, que le
introdujeron en el conocimiento de las tradiciones religiosas del paganismo.
El 6 de noviembre de 355, Constancio le nombró César y lo envió a las Galias a
combatir a los alamanes. Cuando Constancio preparaba la expedición contra los persas,
ordenó a Juliano que le enviara varias unidades de élite. Conocida la orden, el ejército
de las Galias se amotinó y proclamó a Juliano Augusto. No logró el reconocimiento de
Constancio y, cuando ambos ejércitos se habían ya puesto en marcha, Constancio murió
de repente el 3 de noviembre de 361.
Juliano, único Augusto inició una tarea de renovación política y religiosa. Se
vinculaba a fundamentos ideológicos paganos. Otorgó libertad de culto a todas las
religiones del imperio. El paganismo se vio libre de las trabas cristianas y las sectas
cristianas proscritas por Constancio, reiniciaron sus antiguas querellas.
Juliano desempolvó toda la artillería argumental contra el cristianismo. En el 362
prohibió enseñar el cristianismo en las escuelas. Emprendió una política de ayuda
material al paganismo, acogió a muchos paganos en los puestos administrativos, las
monedas dejaron a un lado los símbolos de identidad cristiana, las inmunidades fiscales
se transfirieron a los sacerdotes paganos, los sacrificios paganos se multiplicaron.
El dios So-hijo de Zeus. Partidario de una organización eclesial que dispusiera de
un clero profesional y jerarquizado, elegido por su piedad, moralidad y amor al prójimo,
esto es, por seguir el concepto político-religioso de la filantropía.
Perseguía con ello unos objetivos semejantes a los que atendía la carita cristiana:
la preocupación por los pobres, los necesitados y los forasteros.
Su política fiscal radicó en disminuir los impuestos. Impuso en todo el Imperio, el
“solidus” como moneda referencial de cambio y la “moneda divisional de plata, la
siliqua”.
El 26 de junio de 363 Juliano cayó herido de muerte combatiendo a los persas.
………………………………………………………………………………………………………………………………………
You Tube: Caos, el fin de la tetrarquía; Imperio Romano/ Gregorio Muelas Bermúdez
https://www.youtube.com/watch?v=kq1xXbPztWQ
YouTube Ateneo Mercantil de Valencia·15 de nov. 2022; Constantino y el
Imperio Romano/Gregorio Muelas Bermúdez.
https://www.youtube.com/watch?v=4TGIPjj9sBc
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353-361
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TEMA XXIV
LOS VALENTINIANOS Y TEODOSIO. El FIN DEL IMPERIO DE OCCIDENTE
I.- Joviano
Juliano, muerto a la edad de 32 años, tras dos de reinado, no dejaba herederos
ni había designado sucesor. Un grupo de altos dignatarios civiles y militares eligieron
como emperador a Joviano (363-364), un cristiano moderado y militar poco significado.
Joviano concluyó una paz desventajosa con los persas, por la que los romanos
renunciaban a cinco de los distritos transtigritanos incorporados por Diocleciano en el
297, y se comprometían a evacuar las ciudades estratégicas de Nisibis y Singara.
Joviano rompió con la política religiosa de Juliano, pues era un emperador
cristiano y entre las medidas que aplicó, destacan: reposición de los bienes confiscados
a las iglesias, restitución a los clérigos de las antiguas subvenciones, si bien reducidas en
un tercio, la protección al monacato y las medidas legales contra la magia, los
encantamientos y los sacrificios paganos de carácter cruento.
El 17 de febrero del 364, tras un reinado de apenas 8 meses, murió de improviso
en la ruta que de Ancira llevaba a Constantinopla.
II.- La dinastía Valentiniana: Valentiniano (364-375) y Valente (364-379)
Para decidir la sucesión de Joviano se reunió en Nicea un grupo de prohombres
civiles y militares que eligieron como augusto a Valentiniano, un oficial panonio de
reciente promoción. Aclamado emperador, eligió como segundo Augusto a su hermano
Valente.
Los dos Augustos se dividieron las dos partes del Imperio. En el 364 se reparten
las provincias, el ejército, los funcionarios, los recursos y el poder imperial se divide:
Valentiniano I gobierna las dos prefecturas Occidentales y Valente lo hace en la Oriental.
II.-A) Valentiniano en Occidente:
Valentiniano I tuvo que dirigirse a las Galias para rechazar las infiltraciones de los
bárbaros del Rhin, mientras que su general, Teodosio el Viejo marchó a África para
sofocar un movimiento separatista de Firmo.
Tanta guerra y tantos frentes que atender aconsejaron a Valentiniano a
aumentar los efectivos militares y reforzar la línea defensiva del Rhin y del Danubio con
una poderosa fortificación de trincheras, fosos, “castella” y fortines.
Valentiniano se mostró despiadado y brutal con la creciente corrupción de los
círculos aristocráticos y poderosos. Fue continuador de la política económica de Juliano
favorable a los pobres, a las ciudades y a las curias.
En relación a la defensa de los pobres, creó en 368 la figura del “defensor plebis”.
El prefecto elegía este defensor y esta institución velaba por el interés del público.
190
En materia religiosa, ambos hermanos eran fervientes cristianos, pero de
dogmas distintos: Valentiniano profesaba la ortodoxia Nicea. Con él y con su hijo
Graciano, al que asoció al trono en el 367, el cristianismo niceano se propagó
ampliamente por Occidente, al tiempo que creció el prestigio de la sede de Roma.
Valente, por el contrario, se apoyó e inspiró en el arrianismo homeano,
persiguiendo a los paganos por sus artes mágicas, a los católicos por su doctrina Nicea y
al resto de los arrianos por no seguir la fórmula doctrinal homeana.
Valentiniano I murió en el 375. Las tropas ilíricas nombraron Augusto a
Valentiniano II, de 4 años. Graciano lo aceptó resignadamente y Iliria, desgajada de la
prefectura de Italia, pasó a manos de Valentiniano II.
II.-B) Valente en Oriente
Hacia el 375 varios grupos tribales procedentes de las tierras del Cáucaso
marcharon hacia Occidente. Su jefe, Fritigermo, pidió autorización a un Valente
desconcertado e impotente para instalarse en Tracia. A continuación, los godos recién
asentados, vieron los beneficios que el imperio les concedía: vejaciones, arbitrariedades
y sustracciones por los funcionarios de los alimentos a ellos destinados.
Agotada la paciencia, los godos se sublevaron y, forzando la entrada de nuevos
congéneres, sometieron la Tracia y los Balcanes a un duro pillaje. Valente presentó
batalla en las cercanías de Adrianópolis (375). El ejército romano fue destruido y el
emperador murió en el combate. Los godos se extendieron a sangre y fuego por Tracia
y los Balcanes.
III.- Teodosio (379-395)
Tras Adrianópolis, Graciano nombró Augusto al hispano Teodosio, que rigió los
destinos de la parte Oriental del Imperio.
La necesidad de llegar a una negociación con los godos, determinó un consenso
para asentar y pacificar a los godos, “un foendus” que se cerró el 3/10/382. De acuerdo
con él, los godos, nación independiente y con leyes propias dentro de otra nación,
quedaban unidos a Roma por una alianza, con la obligación de servir como federados
bajo el mando de sus jefes. Como compensación por este servicio, recibían las tierras
situadas entre el Danubio y el Hemus, que quedaban libres de tributación.
Los dos emperadores, Graciano y Teodosio, lucharon por conseguir la unidad
religiosa del Imperio bajo la supremacía de la ortodoxia Nicea y continuar con la
represión del paganismo.
Graciano renunció al título de “pontifex maximus”, lo que suponía la
desvinculación teórica del Estado romano respecto del paganismo oficial. Teodosio
lanzó duras amenazas contra los que realizaban sacrificios y acudían a los templos para
indagar el porvenir (381) y acabó, en el 391 y 392 por condenar bajo pena de muerte la
práctica de sacrificios y la visita a los templos.
191
En el 383, el ejército de Britania se sublevó y nombró Augusto al español Magno
Máximo, Graciano, abandonado por sus tropas fue asesinado en Lyon (383).
Justina, la viuda de Valentiniano I, aprovechó esta situación confusa para
declarar Augusto a su hijo Valentiniano II, de 13 años. Así, por la vía de los
pronunciamientos, el Imperio contó simultáneamente con 3 Augusto (Máximo,
Valentiniano II y Teodosio).
La desunión de Occidente, con dos emperadores, frente a la unidad de Oriente
de la mano de Teodosio, produjo un equilibrio, que se rompió en el 387 cuando las
tropas de Máximo invadieron Italia: Valentiniano II y su familia se embarcaron para
Tesalónica. Teodosio acudió en ayuda de Valentiniano II y logró derrotar y dar muerte a
Máximo en Aquileya.
Valentiniano II obtuvo todo Occidente, pero Teodosio decidió permanecer en
Milán entre el 388 y el 391.
Valentiniano II apareció ahorcado. En el 392 se nombró emperador a un antiguo
profesor de retórica, Eugenio, hombre culto y rico, que volvió a favorecer a los paganos
de Roma.
El apoyo de Eugenio al paganismo y la dura represión de Teodosio hacia cultos
paganos eran la instrumentalización de un enfrentamiento. Las tropas de Eugenio
fueron derrotadas y el usurpador Eugenio fue muerto. De este modo Teodosio quedaba
como único emperador, aunque solo por unos meses: el 17/1/395 moría en Milán.
IV.- La división del Imperio
Teodosio moría confiando sus dos hijos, Arcadio de 18 años y Honorio, de 10 al
cuidado de su fiel amigo Estilicón. Arcadio recibía la parte oriental del Imperio y Honorio,
la Occidental.
Los godos fueron desviados a la parte oriental y Estilicón no pudo contenerlos.
En la parte occidental, compuesta por muchos elementos bárbaros, Estilicón se
aprovechó de utilizar un ejército fuertemente barbarizado, pactando incluso con ellos.
El 31/12/406, Estilicón ya no pudo sostener la situación en las fronteras y
penetraron oleadas de vándalos, alanos, suevos y burgundios por la parte Occidental del
Imperio. Este momento puede considerarse como el inicio del derrumbamiento del
Imperio de Occidente.
Estilicón intentó pactar con el jefe bárbaro Alarico, pero el sector senatorial se
opuso y logró sublevar a las tropas y asesinarle (408). Su muerte precipitó la catástrofe.
Las Galias fueron presa de unos bárbaros que, en el 409 penetraron en Hispania.
A Occidente no lo perdió sólo la impetuosa oleada bárbara, sino el hecho de que,
ante esa situación límite, los occidentales no contaron con la ayuda de sus hermanos
orientales: en el 410, Teodosio II, emperador de Oriente, los dejó solos frente al godo
Alarico y al resto de los bárbaros.
192
V.- La desintegración del Imperio Romano de Occidente
Desde el desastre de Adrianópolis, que abrió las fronteras romanas a las oleadas
germánicas, el Imperio de Occidente se debatirá en una larga agonía. No es preciso
insistir en el número de usurpadores, en la reiterada sucesión de emperadores de poca
o nula entidad y en la creciente importancia de los bárbaros, que asolaron una y otra
vez las tierras occidentales.
Así, cuando en el 476 se destituyó al último emperador romano, Rómulo
Augústulo, se asiste a una nueva etapa histórica.
Desde la instalación de los bárbaros en el Imperio con Valente (375) hasta el 476,
discurre un siglo, marco histórico de profundas transformaciones que anuncian el
devenir de un nuevo tipo de sociedad.
Algunos fenómenos para entender: incorporación al ejército y a la
administración civil del Estado de un contingente numeroso de bárbaros, lo que
constituye un síntoma de decadencia de Roma. ¿Pero qué fue lo que causó esto?: un
descenso demográfico, debido a las epidemias, las guerras, el descenso de la natalidad.
Todas pueden ser causas de la barbarización.
……………………………………………………………………………………………………………………………………
You tube: la caída del Imperio Romano de Occidente: canal Historiae. Oscar Hernández
https://www.youtube.com/watch?v=DUn-fO281M4
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Adrianópolis, 378: principio del fin del
Imperio Romano de Occidente | Carlos
Precioso Estiguín
https://www.youtube.com/watch?v=Y7
YxDMjrMaU
https://www.youtube.com/watch?v=Y7YxDMjrMaU
……………………………………………………………………………………………………………………………………..
La caída del Imperio romano; canal enterarse:
https://www.youtube.com/watch?v=CuerU5sWPGE
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El imperio Romano tras la caída de Occidente
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ESQUEMA HISTORIA DE ROMA
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Siglo VIII a.de C.: fundación de Roma en 753 a.de C.
Pueblos itálicos: pueblo latino en el Lacio y poblaciones extendidas en los
Apeninos: samnitas, marso, ecuos, volscos, sabinos, bérnicos y umbros; en la
costa adriática: picenos, apulios, yápigos y mesapios.
Colonias griegas en Italia: parte meridional y costas sicilianas (la magna Grecia).
Siglo VI a.de C.: apogeo etrusco; migraciones de galos al Norte de Italia.
Monarquía: 575 a de C. a 509 a. de C.: creación del senado, curia.
Siglo V a. de C.: decadencia etrusca.
Siglo IV a. de C.: Roma se anexiona el Lacio, el Norte de Italia, Sur de Italia tras
vencer a los galos, latinos, samnitas y griegos.
Siglo III a. de C.: Roma conquista a los cartagineses: Sicilia (en la 1ª guerra
púnica), Córcega y Cerdeña (236-231 a. de C.)
Roma conquista a los griegos: costa Ilírica (guerras ilíricas 229-222 a. de C.); la
isla de Faros (2ª guerra ilírica: 221-219 a. de C.)
Roma conquista a los galos: la Galia Cisalpina (224-222 a. de C.)
Cartago conquista Hispania (colonias en la costa bética).
Roma vence a Cartago: 2ª guerra púnica (218-201 a. de C.) tras la batalla de Zama
(203 a. de C.) y conquista Hispania (la Bética hasta Emporion).
Siglo II a. de C.: Roma conquista Macedonia, Rodas, Siria, territorios de Asia
Menor, tras las guerras macedónicas (199-148 a. de C.).
Roma conquista: Liguria (181 a. de C.); la Celtiberia Hispánica (133 a.de C.);
Cartago (3ª guerra púnica: 149-147 a. de C.); Las Baleares (123-121 a. de C.).
Crisis del siglo II a. de C.: los Gracos: Tiberio (133), Cayo (123-121 a. de C.)
Conquista de las Baleares (123-121 a. de C.), cónsul Cecilio Mételo
Roma conquista la Galia Narboerense (120 a. de C.)
Mario (107-101 a de C.). conquista Numidia e incluye en el ejército a los
proletarios.
Siglo I a. de C.: guerra por la ciudadanía romana (optimates, plebs urbana,
aliados).
Mario muere en el 86 a. de C.
Guerra civil (84-81 a de C): Cinna contra Sila.
Dictadura de Sila: 81-79 a. de C.: aumenta el poder de la oligarquía, baja el poder
de la plebe.
Pompeyo: guerra en Hispania de Sertorio y Pompeyo es el vencedor (71 a de C.).
Rebelión de Espartaco: vencido por Craso.
Combatir piratería del Mediterráneo.
Pompeyo conquista el Ponto (66 a.de C.) y convierte Armenia en estado vasallo;
conquista Siria (63 a. de C. y Palestina es tributaria de Roma (63 a. de C.).
Primer Triunvirato: Pompeyo- Craso- César (59 a. de C.).
Cesar conquista las Galias (57-51 a. de C.)
Craso muere en el 53 a. de C.
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Acuerdos de Lucca (56 a. de C.): se reanuda la alianza entre Pompeyo y Craso,
mientras César está en la Galia, Craso está en Siria y Pompeyo en Roma.
Cesar prolonga su mandato hasta poder presentarse al consulado en el 49 a.d C.
Crisis entre Pompeyo y Cesar: Julia, la hija de Cesar muere y Pompeyo se casa
con una hija de Mételo Escipión. Esto provoca distanciamiento entre Pompeyo y
Cesar.
Caos en Roma: no hay poder, ni cónsules, ni pretores y aumenta la violencia (52
a. de C.). El senado nombra a Pompeyo único cónsul, pues Craso había muerto
en el 53.
Se forman bandos: Pompeyo con los optimates y Cesar (que está en Las Galias)
con los partidarios que le apoyan, Marco Antonio y Casio Longino.
Cesar atraviesa el Rubicón (49 a. de C.) y toma la decisión de desencadenar una
guerra civil (44-43 a. de C.).
Cesar dictador (49-48 a. de C.) y Marco Antonio su lugarteniente. En el 46 Cesar
es elegido cónsul; en el 45 dictador; y a partir del 44 dictador perpetuo.
2º Triunvirato: (43-38 a. de C.): Cesar Augusto-Lépido-Marco Antonio)
Octavio Augusto: (43 a. de C.- 13 d. de C.); época de Cesar y ocaso de la
República: 78-44 a.de C.; Principado de Augusto: 44-27 a. de C.; Imperio: 27 a.
de C.- 14).
……………………Imperio: 27 a de C. a 476 ………………………………………………………………
Dinastía Julio-Claudia: 27 a. de C. a 68
1. Tiberio: 14 - 37 conquista Retia (Suiza), Panonia (Austria, Hungría, Servia)
2. Calígula: 37- 41
3. Claudio: 41 - 54 logra la sumisión de Britania i el control de Mauritania
4. Nerón: 54 – 68
Año de los cuatro emperadores (68-69): Galba, Otón, Vitelio, Vespasiano.
Dinastía Flavia: 69 -96
1. Vespasiano: 69 – 79
2. Tito: 79-81
3. Domiciano: 81-96
El Principado adoptivo: 96-192
1. Nerva: 96-98
2. Trajano: 98-117 conquista La Dacia, Arabia, Palmira, Armenia,
Mesopotamia, Asiria.
3. Adriano: 117-138 muro de Adriano en Britania; Sant Angelo en Roma.
4. Antonino Pío: 138-161, era bueno de ahí “pío”
5. Marco Aurelio: 161-180 (filosofo)
6. Cómodo: 180-192
Dinastía de los Severos: 193-235
Guerra civil (193): Pertinax (3 meses); varios emperadores nombrados por
distintas legiones: Flavio Sulpiciano, Didio Juliano, Septimino Severo, Clodio
Albino, Pescennio Niger y finalmente se nombra a Septimio Severo.
1. Septimio Severo: 193-211
2. Caracalla: 211-217
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3. Macrino: 217-218
4. Heliogábalo: 218-222
5. Severo Alejandro: 222-235
Crisis del siglo III: 235-284
1. Maximino el Tracio: 235-238
2. Gordiano I, Gordiano II, Pupieno, Balbino : 238
3. Gordiano III: 238-244
4. Filipo el árabe: 244-249
5. Trajano Decio: 249-251
6. Treboniano Galo: 251-253, proclamó corregentes a sus hijos
7. Valeriano: 253-260
8. Galieno: 260-268
Emperadores Ilirios. 268-284
1. Claudio el gótico: 268-270
2. Aureliano: 270-275, murallas de Roma
3. Tácito: 275-276
4. Probo: 276-282
5. Caro, Carino, Numerario: 282-283
Diocleciano y la reforma del Imperio:
1. Diocleciano: 284-305 en el 286 diarquía: Diocleciano-Maximiano
2. Maximiano: 286-310 en el 293 primera tetrarquía:293-305
3. Diocleciano-Maximiano (Augustos)Constancio-Galerio (Césares).
4. 2ª Tetrarquía (305-312): Constancio I y Galerio (Augustos)Severo II y
Maximino Daya (Césares).
5. 3ª Tetrarquía (306-307): Galerio y Severo (Augustos)Maximino Daya y
Constantino (Césares).
6. Constantino I: 313-337
7. 4ª Tetrarquía (308-311): Galerio y Licinio (Augustos), Maximino Daya y
Constantino (Césares).
8. Constantino, Licinio y Maximino Daya (Augustos): 311-313.
Constantino y la dinastía Constantiniana:
1. Constantino: 313-337 Constantino y Licinio (Augustos): 313-317
2. Constantino II, Constante, Constancio (Augustos):337-340: Constantino
II (337-340); Constante I (337-350); Constancio II (337-361); Constante I
y Constancio II (Augustos)(340-350).
3. Constancio II: 350-361
4. Juliano el Apóstata: 361-363
Joviano: 362-364
Dinastía Valentiniana: Valentiniano 364-375 y Valente:364-379
Teodosio: 379-395
Imperio de Oriente: Arcadio 395-408
Imperio de Occidente: Honorio 395-423
Dinastía Teodosiana de Occidente: 395-455 muerte de Honorio 423
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•
Fin del Imperio Romano de Occidente: 455-476 con Rómulo Augusto.
199
EPÍLOGO
¿Por qué conquistó Roma tantos territorios?
Responder supone analizar la historia pasada y presente. La respuesta viene a
ser que, cíclicamente, a través del tiempo, los “grandes …” se han forjado de la misma
forma: guerras, luchas, conquistas y hasta la hora presente la humanidad hace lo propio.
En el año 753 a. de C. surge Roma, se impone a los etruscos, se organiza social,
militar y económicamente, extendiendo su dominio sobre la península itálica (509 al 264
a. de C.); se extiende sobre el Mediterráneo Occidental, venciendo a los cartagineses
(guerras púnicas: 1ª 264-241 a. de C./ 2ª 218-201 a. de C./3ª 149-146 a. de C.; a los
griegos (guerras macedónicas 199-121 a. de C.); la Galia Narbonense (120 a. de C.).
En fin, una progresión de conquistas que al llegar al siglo I a. de C. se podría decir
que los dominios de Roma se extendían desde Hispania, La Galia, Britania hasta las
fronteras del Rhin y Danubio y alcanzaban el Oriente, lindando con el Imperio Parto sus
dominios.
Es con Trajano (98-117) cuando se alcanza la mayor extensión del Imperio
romano y con los Antoninos (96-192) cuando se alcanza la mayor estabilidad, paz y
grandeza de este Imperio.
Llegado el siglo II se inicia la decadencia del Imperio romano, que irá a más
durante los siglos III y IV para sucumbir en el 476 con la caída del Imperio romano de
Occidente. Las razones que explican la caída: invasiones bárbaras en sus fronteras,
decadencia económica, guerras continuas, anarquía en el poder…
En conclusión, son hechos históricos que, al analizarlos, podríamos encontrar
parecidos resortes con nuestra historia contemporánea.
El afán de conquista para expandir dominios territoriales e imponer el poder,
podría ser la respuesta que al principio de este epílogo se ha planteado.
Asunción Sarrió Sanchis
Licenciada en Geografía e Historia
Abril de 2024
200
BIBLIOGRAFIA
Texto: Roldán Hervás J.M. (1995) HISTORIA DE ROMA
Ed. noviembre 1995; Universidad de Salamanca
E-37080 Salamanca (España)
Podcasts y YouTube:
1. Página 17- tema 2:
• Raíces de Europa (15/1/2000) Los etruscos: realidad y misterio de una
civilización. Miguel Ángel Novillos
https://www.youtube.com/watch?v=Uv-Rf9ELE7A&list=PLt48uSGdBnbupO5nHouDGHwpKtqNy7H9&index=11
•
Mangas Manjares J., Carrasco Martínez P. (15/1/2000) los orígenes de
Roma
ht ://canal.uned.es/video/5a6f33e1b1111fb50f8b587f
2. Página 28-tema 4:
•
Cabrero Piquero J. (28/3/2014) expansión romana en el siglo IV a. de
C.
https://www.youtube.com/watch?v=rbdA8U0a7V0
3. Página 41-tema 6:
• Ateneo Mercantil de Valencia (24/2/202) la segunda guerra púnica.
La romanización de la Península Ibérica/ Carlos Precioso Estiguín
• https://www.youtube.com/watch?v=BSvaJnsbooI
4. Página 49-tema 7:
• Fundación Juan March (20(2/2021) la batalla de Pidna/ Fernando
Quesada Sanz
https://www.youtube.com/watch?v=w_PL_uRf54w
5. Página 64- -tema 9:
• Trecia podcast cap. 29 (13/6/2021) Tiberio Graco
https://www.youtube.com/watch?v=xeoPJbTGb4I
•
Trecia podcast cap. 30 (26/6/2021) Cayo Graco
https://www.youtube.com/watch?v=W9uI55PFJqE&t=10s
6. Página 68- tema 10:
• Treccia podcast cap. 31 (5/7/2021) Mario
https://www.youtube.com/watch?v=nB-G07ono2U&t=28s
• La Barbarroja de Barbarroja: Cayo Mario el 3º fundador de Roma
https://www.youtube.com/watch?v=XrgGR6qNU74
201
7. Páginas 72, 74, 77 -tema 11:
• Cabrero Piquero J. Radio Uned: los aliados contra Roma, la guerra
social:
https://www.youtube.com/watch?v=gd8nm8ssWbc
•
M.A.N. de Madrid (28/1/2023) Mario y Sila: una Rep.en crisis
https://www.youtube.com/watch?v=dRkw9KqAibM&t=5278s
•
La Aguilón (4/6/2022) La dictadura de Sila:
https://www.youtube.com/watch?v=DZx5Dkq2Gyk
•
Forgotten Héroes (4/6/2023), el rey Mitríades y el gran Imperio
del Ponto
https://www.youtube.com/watch?v=Zr45s1_IbBE
8. Página 82-tema 12:
• Museo Arqueológico Nacional (22/9/2022) Cesar y Pompeyo: el
final de la República; Miguel Ángel novillo Pérez
https://www.youtube.com/watch?v=8vk2zfOGRBo
9. Página 95-tema 13:
• Historia ex hispani (23/9/2023) la 4ª guerra civil romana Octavio
vs Marco Antonio y Cleopatra
https://www.youtube.com/watch?v=se1ZjNZEnZ0
• Mokin Dad (1/9/2023) Octavio y marco Antonio
https://www.youtube.com/watch?v=fALzNBBnTeI
10. Página 106-tema 14:
• Fundación Juan March, creadores de imperios(v) César Augusto.
La March. Francisco pina Polo
https://www.youtube.com/watch?v=16gDAsUK17w
•
Raíces de Europa (16/10/2014) Augusto, primer emperador de
Roma. La construcción del Imperio romano. Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=n2peeIPeAZU
11. Páginas 115, 116 - tema 15:
• Raíces de Europa (27/11/2021) Tiberio emperador: el precio
amargo del poder. Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=ohHSySTGNzg
•
Raíces de Europa (17/12/2021) Calígula historia y mito del
emperador tirano y loco por excelencia. Eva Tovalina
202
•
Raíces de Europa (21/17/2022) Claudio. El emperador erudito.
Una vida sorprendente. Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=hodOKW3y
W3c
• Raíces de Europa (11/2/2022) Nerón, el emperador odiado.
Historia y mito. Eva Tovalina
• https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=b13BEWJ26
v0
12. Página 125, 126 -tema 16:
• Raíces de Europa (27/11/2022) El emperador Vespasiano: la
dinastía Flavia. La guerra contra los judíos, el coliseo…Eva
Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=lfjw0Mt2Kjs
•
Universidad Nómada pensar la historia: la dinastía de los Flavios
en el imperio romano. Vespasiano, Tito, Domiciano…
https://www.youtube.com/watch?v=9JQmfh_5z0Y
13. Página 139, 141, 142 – tema 17:
•
Raíces de Europa (29/10/2023) Trajano emperador, con quien
Roma alcanzó su máxima expansión. Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=MshKhbd-t-s
•
Raíces de Europa (19/11/2023) Adriano emperador de Roma. El
triunfo de Oriente. Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=Jd384sseEUA
•
Raíces de Europa (25/12/2023) Adriano, el emperador viajero.
Descripción y claves de sus viajes por todo el imperio. Eva
Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=zOLcPhbZido
•
Raíces de Europa (4/12/2020) Marco Aurelio, el emperador
filósofo. Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=sLvlFcWo6ZE
•
Comuna Historia (1/7/2021) el ocaso del Imperio Romano: el
emperador Cómodo
https://www.youtube.com/watch?v=RKQCMDp7uVE
203
14. Página 158- tema 20:
• Cliophilos, un paseo por la historia (25/5/2022) la dinastía Severa
•
https://www.youtube.com/watch?v=1B5ATN76cJA
Raíces de Europa (29/12/2020) Caracalla. Luces y sombras del
emperador que extendió la ciudadanía romana. Eva Tovalina
https://www.youtube.com/watch?v=goPa-zcHwaw
15. Página 171- tema 21:
• Ateneo Mercantil de Valencia (24/3/2023) el Imperio romano al
borde del colapso: la anarquía militar. Gregorio Muelas
Bermúdez
https://www.youtube.com/watch?v=l9j7vgBeLtw
16. Página 178- tema 22:
• Ateneo Mercantil de Valencia (28/4/2022) el Bajo Imperio
Romano. Las reformas de Diocleciano y Constantino. Gregorio
Muelas Bermúdez
https://www.youtube.com/watch?v=HUcgpMAl3Fo
17. Página 186-tema 23:
• Ateneo Mercantil de Valencia (17/9/2023) Caos. El fin de la
Tetrarquía. Imperio romano. Gregorio Muelas Bermúdez
https://www.youtube.com/watch?v=kq1xXbPztWQ
• Ateneo Mercantil de Valencia (15/11/2022). Constantino y el
Imperio cristiano. Antigua Roma. Gregorio Muelas Bermúdez
• https://www.youtube.com/watch?v=4TGIPjj9sBc
18. Página - tema 24:
•
Historiae (10/9/2023). La caída del Imperio Romano de Occidente
(476 d. de C.). Oscar Hernández
https://www.youtube.com/watch?v=DUn-fO281M4
•
Ateneo Mercantil de Valencia (26/10/2023) Andrinópolis, 378:
principio del fin del Imperio romano de Occidente. Carlos Precioso
Estiguín.
https://www.youtube.com/watch?v=Y7YxDMjrMaU
•
Enterarse (15/9/2022) Como fue la caída del Imperio Romano de
Occidente
https://www.youtube.com/watch?v=CuerU5sWPGE
204