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EL DESCANSO EN LA ESCALERA - 04
Revista de distribución gratuita
Potsdam - 2024
Director: René Olivares Jara
Consejo editorial: René Olivares Jara y Pamela Uribe Valdés
El descanso en la escalera es una revista basada en el blog literario del mismo nombre y cuyos colaboradores se encuentran
actualmente en 3 continentes. Debido a esta naturaleza internacional es que hemos optado por un formato digital y, a la vez,
gratuito. Todo el que quiera, desde cualquier lugar del mundo, puede leer la revista en línea, bajarla a su computadora o, si quiere,
imprimirla.
Visita nuestra página: http://eldescansoenlaescalera.blogspot.com
Para contacto y colaboraciones, escribir a:
[email protected]
Índice
EDITORIAL ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 3
Narrativa
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JON VENDON – EL PASADO SIEMPRE VUELVE (fragmento de EL HIJO DE CAÍN) ……………………………………………………………………………. 7
MIGUEL ACEVEDO – COMO LOS PERROS DE TÍNDALOS ……………………………………………………………………………………………………..
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FRANCO CABALLERO VÁSQUEZ – EL INSURRECTO ………………………………………………………………………………………………………….. 17
PAMELA URIBE VALDÉS – NARRACIONES DE ÁFRICA ………………………............................................................................................ 21
JACOB Y WILHELM GRIMM (RECOPILADORES) – NARRACIONES ………………………………………………………………………………………….. 23
MAURICIO AMSTER – LA RAMA Y EL RETOÑO ………………………....................................................................................................... 29
Poesía
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LANGSTON HUGHES – 3 POEMAS …………………………………………………………………………………………………………………………………. 33
PABLO NERUDA – ALBERTO ROJAS GIMÉNEZ VIENE VOLANDO…………………………………………………………………………………………… 39
SERGIO PIZARRO ROBERTS –HOMEJANES PÓSTUMOS (SELECCIÓN) ………………………………………………………………………………………. 43
ROBERTO CONTRERAS – PEDAZOS DE AGUA (SELECCIÓN)…………………………………………………………………………………………………. 47
Ensayo y Crítica
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RENÉ OLIVARES JARA – OTRA VEZ RIMBAUD ……………………………………………………………………………………………………………….. 53
YANINA PIÑONES ARAYA – EVOLUCIÓN DEL VAMPIRO: DE LA LITERATURAL DE TERROR AL CINE ROMÁNTICO ………………………… 59
RENÉ OLIVARES JARA – INTRODUCCIÓN A CIENCIA CRISTIANA DE MARK TWAIN ………………………………………………………………… 65
Editorial
E
ste nuevo número de El descanso en la escalera
……..recopila y, en algunos casos, expande el
material que hemos publicado en nuestro blog
durante el 2023. Todos los años tienen lo suyo, pero
al parecer, éste ha profundizado los conflictos ya
existentes y ha abierto una puerta a la incertidumbre
general. Si el 2022 nos presentó a la Inteligencia
Artificial como una tecnología viable, el 2023 nos
mostró las consecuencias profundas de esto: los
límites de los derechos intelectuales, la
automatización del arte, la democratización de la
creación, por un lado, pero las consecuencias
económicas de este cambio, por el otro. Y así, como
el estudiante presionado por el tiempo o por su propia
desidia “crea” un artículo para salvar una asignatura,
ya se ven signos de libros hechos por alguna
inteligencia artificial para copar un mercado de
lectores interesados en un determinado tema, pero
no siempre advertidos de que lo que leen fue creado
por una computadora. No hace mucho, hubo una
polémica por la cantidad de libros que cierta autora
publicó en un año. ¿Gracias a la Inteligencia Artificial?
No lo sabremos a ciencia cierta. Pero la duda está ya
instalada y, a menos que seamos expertos detectives,
nunca lo sabremos del todo. Y si antes eran escritores
fantasmas los que ayudaban a expresarse a los
“autores” menos peritos, ahora son los algoritmos
alimentados –muchas veces sin saberlo– por los
mismos escritores que podrán ser reemplazados. Y
en este panorama, ¿dónde quedará el ser humano?
La guerra en Ucrania, que ya lleva un tiempo, y la
más reciente invasión israelí a Gaza, después de que
Hamas atacara a la población civil de este país e
hiciera un secuestro masivo, son los ejemplos más
notorios del “hombre siendo el lobo del hombre”. Y
pese al horror de la guerra y de la bajeza humana, la
vida nos reclama persistir. Si hay que seguir en esta
tierra, hay que hacerlo de una manera en que
podamos convivir. Lo “humano” es capaz de los
horrores más profundos, pero también de hacer
grandes sacrificios por el bienestar del otro. Es en esa
dirección en que la vida se hace digna y en donde la
literatura tiene un papel más allá de “lo escrito”, de la
entretención o del mercado.
En este descanso en la escalera se dan cita autores
de distintas épocas y regiones. Y es verdad que no
todos ellos hablan de la automatización o de la guerra
y sus consecuencias, pero lo cierto es que no es un
libro lo que se busca cuando caen bombas o cuando
se tiene sed. Sin embargo, es ahí en donde la
humanidad late a través de las épocas. Aquí no hay
recetas, pero sí señales de ruta. Y es así como autores
de otros tiempos y también actuales, tienen valor para
los lectores de hoy
3
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El pasado siempre vuelve
(fragmento de la novela El Hijo de Caín)
D
ía 4. 20 de diciembre. Base Miguel de
……….Cervantes, el Líbano.
El capitán Martínez se despertó con escalofríos y
dolor de cabeza. Miró su reloj de pulsera, eran las
05:47 h. Se levantó de la cama con dificultad y se
acercó a la mesa, iluminada tenuemente por la
lámpara de techo nocturna. Se colocó el termómetro
de mercurio —una reliquia, pero lo consideraba más
fiable que los electrónicos— y esperó unos minutos.
39,5 ºC era la temperatura que marcaba el
termómetro. Cogió una linterna clínica y, como pudo,
se aproximó hasta las camas de los otros ocho
ocupantes de la improvisada habitación para tomarle
uno a uno la temperatura. Todos tenían fiebre, y
algunos, aquellos que enfermaron antes, mostraban
erupciones en la lengua y la boca. A pesar de los
retrovirales que les habían administrado el día
anterior, la enfermedad avanzaba inexorable. Caminó
con dificultad hasta la entrada, abrió la puerta y se
encontró con el soldado de guardia de la UME.
—Tengo que hablar con el teniente. Es urgente.
El interfono sonó a las siete menos dos minutos.
Marisa observó por la pequeña pantalla incorporada
el rostro inconfundible de Miguel. Estaba igual que
cuatro años atrás, con su perenne sonrisa, aunque
con menos pelo en la cabeza y alguna arruga más en
el rostro.
—Buenos días —saludó Miguel mostrando a la
cámara del interfono una bolsa de la chocolatería San
Ginés.
Situada en el pasadizo que le daba nombre, San
Ginés era la chocolatería preferida de Marisa en
Madrid. Su chocolate con churros le había granjeado
fama mundial, aunque a ello también había
contribuido que, «La Escondida», como se la conocía
durante la segunda república, hubiese sido escogida
por los bohemios y los eruditos de las artes y las
letras.
—Si no me abrís se van a enfriar los churros y el
chocolate.
Jon Vendon
—Buenos días, Miguel. Anda entra —contestó
Marisa mientras presionaba el botón de apertura del
portón de acceso al jardín y abría la puerta de entrada
al chalé.
Vestido impecablemente con su uniforme militar,
Miguel traía además un ramo de rosas. Echó un
vistazo a su alrededor y se dirigió hacia las escaleras
de acceso al porche.
—Estás preciosa, como siempre. Ten —dijo,
entregándole el ramo de rosas—, ponlas en un jarrón
con agua, pero antes dame un par de besos, no los
guardes todos para el engreído de tu marido.
Ambos se besaron en la mejilla y, en la proximidad,
ella percibió el olor característico de la crema de
afeitar de Miguel, aquella que a Marisa siempre le
había gustado.
—¿Dónde está el señor de la casa? —preguntó
Miguel.
—Aquí —respondió Carlos mientras salía de la
cocina y se dirigía hacia la mesa del comedor, donde
depositó la bandeja con el desayuno, consistente en
galletas caseras, tostadas, su mermelada de
arándanos, tres tazas grandes, una cafetera
humeante y dos jarras: una de cerámica con leche y
otra de vidrio transparente con zumo de naranja
recién exprimido.
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—Yo he traído chocolate y churros de San Ginés —
dijo Miguel mientras alzaba la bolsa cual trofeo—. Y lo
mejor de todo, están calientes. No sé con qué
material fabrican estos recipientes para que
mantengan la temperatura el chocolate y los churros
—comentó mientras extraía de la bolsa tres vasos de
plástico y otra bolsa de papel de la que sobresalían
una docena de churros—, pero antes dame un
abrazo.
Miguel dejó la bolsa junto a la bandeja y se fundió
en un abrazo con Carlos, con palmaditas en la
espalda incluidas. A Marisa, que acababa de colocar
las rosas en un jarrón de barro, le parecía que ambos
competían por ver quién las daba más ruidosas.
—Coño, Carlos. Estás igual, parece que no hayan
pasado ya cuatro años.
—Cuatro años, dos meses y dieciséis días —
concretó Carlos.
—Lo que digo, no has cambiado un ápice. Ese
supercomputador que tienes por cerebro está en
perfectas condiciones.
—¿Desayunamos? —sugirió Marisa.
—Por supuesto, tengo un hambre canina —
respondió Miguel.
Los tres dieron buena cuenta del ágape, comenzando
por los churros con chocolate.
La conversación durante el desayuno fue banal,
centrándose en la exquisitez de los alimentos.
Cuando ya habían finalizado de comer, Marisa hizo
una pregunta que la inquietaba:
—¿Y Sonia y Miguelín? ¿Cómo están?
Un día, más de cuatro años atrás, cuando la
relación entre los dos matrimonios era algo habitual,
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Sonia, la mujer de Miguel, le había contado que su
matrimonio zozobraba.
La sempiterna sonrisa de Miguel desapareció. Se
limpió los labios con una servilleta y con gesto serio
dijo:
—Sonia y yo nos hemos dado un tiempo, hace
meses que nos separamos. Ahora vivo solo en una
buhardilla de La Latina, cerca de la basílica de San
Francisco.
—Lo siento mucho —se lamentó Marisa.
—No te preocupes. Son cosas que pasan, sobre
todo en nuestra profesión.
Nada más decir la frase, Miguel se arrepintió. Poco
antes del atentado de Irak, Marisa y Carlos habían
atravesado una crisis que casi acaba con su
matrimonio. Paradójicamente, ver la muerte tan
cerca los unió.
—Miguelín ha crecido mucho, está así de alto. —
Extendió el brazo a la altura de su tórax para
orientarles sobre la estatura de su hijo—. Lo veo cada
dos semanas si mis obligaciones me lo permiten. Me
lo quedo el fin de semana que me corresponde,
siempre que puedo, claro.
Los ojos de Miguel se tornaron vidriosos y Marisa
sintió lástima del hombretón. Miguel siempre había
sido la felicidad personificada, irradiaba optimismo y
era el gracioso de las reuniones, pero también se
sentía mal consigo misma. Poco antes de retirarse a
su chalé de la sierra madrileña, ella y Carlos ya habían
decidido empezar una nueva vida, una en la que no
tuviesen cabida las amistades de la agencia, lo que
incluía a las esposas o las parejas de los compañeros
de su marido. Ahora era consciente de que había
cometido un error. Sonia, Marisa, Carla y Paloma
cometido un error. Sonia, Marisa, Carla y Paloma
habían congeniado muy bien. Se reunían en la casa de
alguna de ellas o salían de compras cuando alguno de
sus maridos estaba en una misión. Compartían sus
alegrías, pero también sus penas. Hacían de dique de
contención cuando la marea del miedo crecía en
alguna de las cuatro. Y ahora hacía más de cuatro
años que no sabía nada de ninguna de las tres. La
embargó una profunda sensación de tristeza y
arrepentimiento. Ellas, especialmente Sonia, le
habían dado ánimos para darle una oportunidad a su
relación con Carlos cuando esta pasaba por sus
peores momentos. Sentía que las había traicionado,
que había sido una egoísta, y se consideraba, en
parte, responsable de la ruptura de un matrimonio.
Tenía que volver a hablar con ellas, de momento
empezaría con Sonia.
—Miguel, si no te importa, ¿puedes darme el
número de teléfono de Sonia? Es que al trasladarnos
perdimos el contacto y no sé si sigue manteniendo el
mismo número.
—Sigue teniendo los mismos números telefónicos,
tanto de la línea fija como del móvil, pero te los
facilito, por si acaso.
Miguel le dijo los números telefónicos de Sonia y
Marisa los introdujo en la agenda de su móvil. A ella le
resultaban familiares, lo que indicaba que Miguel
tenía razón y, por tanto, los debía tener anotados en
la agenda telefónica de papel.
—Sonia ha cambiado de trabajo —continuó
Miguel—, ahora está en una gestoría de la calle
Serrano. No suele llegar a casa antes de las seis de la
tarde, pero la puedes llamar al móvil a cualquier hora.
—Gracias —dijo Marisa.
—Supongo que le hará ilusión hablar contigo. Erais
buenas amigas, ¿no?
—Sí que lo éramos —contestó ella con una
inflexión de tristeza en su voz.
—Creo que ya es hora de que nos vayamos —
comentó Carlos mientras se levantaba y la luz
matutina que atravesaba las ventanas del comedor se
reflejaba en las condecoraciones de su traje de oficial
de la marina.
Miguel retomó su sonrisa y le dio un par de besos
de despedida a Marisa.
—Te prometo que lo cuidaré y te lo traeré enterito.
—Más te vale —le dijo Marisa.
Miguel se dirigió hacia el porche de la casa
dejándolos un momento a solas para que se
despidiesen. Marisa agarró las solapas de la
chaqueta de Carlos, se puso de puntillas y le besó.
—Cuídate y llámame a menudo. Ah, y cuida
también de Miguel. Os quiero a los dos de vuelta.
Él la miró a los ojos antes de hablar.
—Te quiero más que a nada en el mundo, y no voy
a dejar que nada ni nadie nos separe. Ahora me tengo
que ir, ya sabes lo poco que me gustan las
despedidas. Te llamaré —le dijo mientras se
encaminaba hacia la puerta y ella se quedaba de pie,
aguantando las lágrimas hasta que los dos amigos
partiesen hacia un incierto destino.
Los dos uniformados se calaron las gorras y
avanzaron hasta el portón de la valla, fue en ese
momento cuando Carlos se giró y vio a Marisa en el
porche del chalé. Ella se llevó los dedos de la mano a
la boca para lanzarle un beso de despedida que
Carlos le devolvió. Marisa se giró, entro en el salón y
cerró la puerta. De pronto, le asaltó una sensación de
tremenda soledad, de miedo, algo que hacía años
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que no sentía. Las lágrimas comenzaron a correr por
sus pecosas mejillas y los sollozos a brotar de su
boca.
—Es nuevo, ¿no? —preguntó Carlos ante el gesto
de desconcierto de Miguel—. Me refiero al coche.
—Ya tiene dos años. Lo compré de segunda mano.
Desde que lo vi circulando me enamoré de él —
respondió Miguel.
Los dos se subieron al coche, Miguel en el asiento
del conductor y Carlos en el del acompañante. El
Tiguan derrapó sobre la gravilla de la entrada, pero en
cuanto pisó el asfalto salió disparado propulsado por
un motor diésel de dos litros.
—En menos de media hora estamos en Torrejón de
Ardoz —afirmó Miguel.
—Tampoco es necesario correr. Aún queda hora y
media para que despegue el avión.
—Lo sé, pero me gusta notar los 150 caballos del
«bicho» —dijo Miguel.
—Por cierto, ¿cuál es el nombre de la misión?
—Cervantes, operación Cervantes —respondió
Miguel—. En la guantera tienes tu acreditación como
agente del CNI.
Carlos abrió el compartimento del salpicadero y
cogió la tarjeta plastificada del ejército. Le llamó la
atención que hubiesen utilizado la fotografía que
había empleado para renovar el Documento Nacional
de Identidad unos meses atrás. «Si el CNI quiere algo
lo consigue», pensó.
Marisa descolgó el teléfono y marcó el número del
móvil de Sonia. Tuvo que esperar varios tonos, pero al
final escuchó la voz de su amiga.
—Si me llama para que me cambie de compañía
telefónica o para venderme cualquier cosa, no me
interesa. —Ya iba a colgar cuando Marisa le habló.
—Hola, Sonia. Soy Marisa.
—¿Ha pasado algo?
—Han pasado muchas cosas, en mi vida y en la
tuya. ¿Qué te parece si quedamos para tomar algo
como en los viejos tiempos y hablamos? —propuso
Marisa.
—Pues claro —afirmó Sonia—. ¿Cuándo te va bien
que quedemos? ¿Aviso a las demás?
—Lo antes posible, y no avises de momento a Carla
y a Paloma.
—Como prefieras. Salgo a las seis de trabajar y no
tengo que recoger a Miguelín de las actividades
extraescolares hasta las ocho. ¿Te va bien si
quedamos a las seis y cinco en la cervecería José
Luis? Está junto a mi oficina, en el número ochenta y
nueve de la calle Serrano. No es la típica cervecería,
tienen bastantes mesas.
—Me parece bien. Quedamos esta tarde. No te
entretengo más, debes estar muy atareada.
—Marisa… me alegro de que me hayas llamado.
—Y yo de haberte llamado. Hasta esta tarde.
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Durante el trayecto hasta la base aérea de Torrejón
de Ardoz, el móvil de Miguel comenzó a emitir el
timbreo típico de una llamada entrante. La pantalla
indicaba que la llamada provenía de la sede central
del CNI en Pozuelo de Alarcón. Miguel activó el
«manos libres» y redujo la velocidad a la que
circulaba.
—¿Miguel? Soy Fernando Sainz de Rozas.
—Dígame, señor. ¿Ha ocurrido algo?
«Algo debe haber pasado. No es normal que el
director del CNI se ponga en contacto con los agentes
momentos antes de partir a una misión», pensó
Miguel.
—Un pequeño contratiempo. ¿Está con usted
Carlos Hernández?
—Sí, lo acabo de recoger de su domicilio.
—Parece que hay varios casos de viruela en la base
Miguel de Cervantes. El general Ramírez, al mando de
la base, me lo acaba de confirmar. Tenemos que
retrasar el despegue del vuelo. Estamos esperando la
llegada de trajes de bioseguridad de nivel 3 y 4, así
como de varias carpas de aislamiento, medicación y
material para la desinfección. De todo esto se
encargan una docena de sanitarios de la UME, que
deberían llegar en unas horas y que también viajarán
en el mismo vuelo que ustedes. Ya he informado a los
otros dos agentes integrantes del operativo de esta
circunstancia. ¿Me escucha, Hernández?
—Sí, alto y claro.
—Soy el director del CNI.
—Fernando Sainz de Rozas, ¿verdad?
—Así es. Le agradezco que haya aceptado
colaborar de nuevo con el CNI.
«Colaborar. ¡Qué cinismo! Voy a trabajar para el
CNI, me voy a jugar el cuello», pensó Carlos.
—He leído su historial y es impresionante. También
me han hablado muy bien de usted sus antiguos
compañeros.
—Gracias. He aceptado… trabajar de nuevo para el
CNI por sentido de responsabilidad. Espero no
arrepentirme. Únicamente exijo que no se me oculte
nada durante la operación, absolutamente nada. Es
preciso que tenga toda la información de la que se
disponga en tiempo real. Puede que además precise,
de más ayuda material y de efectivos sobre el terreno
en el Líbano, pero también en otros países, así como
libertad de movimientos. Si no es así, me retiraré. ¿Me
escucha?
Al otro lado de la línea, y durante unos segundos,
solo hubo silencio. El director del CNI no estaba
habituado al tono exigente de Carlos, pero no le
quedaba más remedio que claudicar. Carlos era
imprescindible en la operación.
—Está bien, Hernández, cuente con ello. Ahora
debo colgar, tengo una reunión con el ministro de
defensa.
Manténganme
permanentemente
informado sobre los avances en la investigación.
El general colgó y Miguel soltó una sonora
carcajada.
—Debe haberle sentado como un tiro que un
exagente le hable de esa manera.
—Son mis condiciones. No sabemos nada. Puede
que el caso de la base Miguel de Cervantes tenga
ramificaciones inesperadas.
Cuando llegaron a la base aérea de Torrejón de
Ardoz, Miguel le mostró su documentación al soldado
de la entrada, quien de soslayo miró a Carlos.
—¿Y él? —preguntó mientras observaba las
condecoraciones que lucía la guerrera blanca de
Carlos.
—Viene conmigo. ¿Algún problema… Herranz? —le
interpeló Miguel tras comprobar su apellido en el
parche cosido sobre el bolsillo izquierdo de la
guerrera.
—Ninguno, señor —contestó, y se dirigió hacia la
garita para alzar la barrera.
Miguel estacionó el Tiguan en uno de los
aparcamientos de la base aérea y los dos agentes
salieron del vehículo. Caminaron dejando atrás varios
cuarteles, hasta que por fin alcanzaron su objetivo: el
hangar donde estaba el Airbus A400M, el avión que
los llevaría hasta el Líbano y, bajo una de sus alas, dos
soldados. Carlos supuso que eran los compañeros
que le mencionó Miguel.
Cuando se estaban acercando, Carlos se fijó en
que uno de los dos agentes tenía rasgos magrebíes.
—No me gusta el de la derecha —dijo Carlos.
—¿No te habrás vuelto xenófobo de repente?
—No es eso.
—Ahmed es ceutí, y su familia es española —dijo
Miguel—. Se alistó en la Legión antes de que lo
reclutásemos. Es un excelente tirador, capaz de
acertar a un objetivo en movimiento a cien metros con
una pistola. Créeme, si hubiese un tiroteo te gustaría
tenerlo a tu lado.
—Da igual, Miguel. Hay algo en él que no me gusta
—comentó justo antes de llegar a la posición de los
dos agentes.
—Carlos, te presento a los agentes Ahmed
Abdeselam y Marcos Moreno. Ahmed, Marcos, os
presento a Carlos Hernández, historia viva del CNI y
uno de los mejores agentes de la agencia desde que
se fundó.
Carlos extendió el brazo y le dio un apretón de
manos a los nuevos compañeros.
—Puesto que vamos a tener que esperar un buen
rato a los de la UME, ¿qué te parece si nos quitamos
los trajes de gala y los sustituimos por los de
campaña? —propuso Miguel. Ahmed y Marcos ya lo
habían hecho.
Miguel abrió un baúl metálico y extrajo dos bolsas
que contenían uniformes militares de camuflaje en
árido pixelado, compuestos cada uno por una
chaqueta con cremallera, unos pantalones, un par de
botas altas, un par de calcetines, también altos; una
camiseta de manga corta beige, un jersey caqui, un
casco táctico y una chapa colgante identificativa con
un número, el grupo sanguíneo y un falso apellido:
Fernández para Carlos y Gómez en el caso de Miguel.
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Encima del bolsillo de lado izquierdo de la chaqueta
había un parche cosido con los falsos apellidos.
Después de cambiarse de ropa, Miguel extrajo de
otro contenedor un par de pistolas de fabricación
alemana Heckler & Koch USP Standard del calibre
9 mm Parabellum, con sus respectivos cargadores y
las fundas para la pierna. Los dos enfundaron las
armas y las ajustaron con correas elásticas en su
pierna derecha.
—¿Imagino que llevamos todas las armas y la
munición necesaria? —preguntó Carlos.
—Llevamos lo habitual para este tipo de
operaciones —intervino Miguel—. Hay cuatro fusiles
HK G36, un fusil para francotirador M24A3, granadas,
equipos de visión nocturna, micrófonos, rastreadores
por satélite… No te preocupes, no echarás nada de
menos.
Los agentes introdujeron los contenedores en la
bodega del avión y los aseguraron mediante correas y
dispositivos de amarre.
A las doce y diez, dos horas más tarde de la prevista
para el despegue, entraron en el hangar dos camiones
de la UME. De ellos descendieron los doce militares
que había comentado el director del CNI. Uno de ellos
se aproximó hasta los cuatro agentes.
—Buenas tardes. Soy el teniente Miquel Irausti de
la UME, en concreto, de la Unidad de Armas
Biológicas, y estoy al mando de este equipo sanitario
hasta que lleguemos al Líbano.
El teniente estrechó la mano de los cuatro agentes,
que se presentaron con sus verdaderos nombres y
sus falsos apellidos, mientras el resto de los
integrantes de la UME cargaban el material en la
bodega del avión. Dos pilotos del ejército del aire
entraron en el hangar charlando amistosamente. Uno
de ellos le preguntó al teniente de la UME por el
tiempo que tardarían en cargar y asegurar los
contenedores y saludó con la mano al resto de los
componentes del vuelo antes de acceder a la cabina
con su compañero y encender los motores. El avión
despegó de la base aérea a las 12:35 h.
Marisa había llegado a la cervecería de la calle
Serrano poco antes de las seis. Se dirigió hacia una de
las pocas mesas disponibles, se sentó y pidió una
cerveza Mahou de barril, que le sirvieron con unos
cacahuetes. Quince minutos más tarde entró Sonia.
Parecía más joven que la última vez que se vieron. Se
había cambiado el color del cabello, de su moreno
original a un castaño oscuro, también se lo había
cortado, ahora lucía media melena. Vestía un traje
negro compuesto por una chaqueta y una falda a la
altura de las rodillas, lo que contrastaba con la
camisa blanca. Calzaba unos zapatos negros con
tacones de aguja. El conjunto favorecía su esbelta
figura.
Sonia vio a Marisa y esta se levantó.
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—¡Sonia, qué alegría verte! Estás espléndida.
—Tú tampoco estás nada mal, parece que te ha
sentado bien salir de la ciudad.
Las dos se dieron un par de besos y se sentaron. Un
camarero se aproximó para tomar nota de lo que
quería consumir Sonia.
—Otra Mahou, Alberto. Bueno, cuéntame qué ha
sido de tu vida estos últimos cuatro años.
—Carlos y yo nos compramos un chalé en una
urbanización de Guadarrama. Dejé el trabajo, con la
indemnización y la paga que le quedó a Carlos
tenemos más que suficiente. Me dedico a las cosas
de casa y tengo un jardín que cuido con esmero.
Ahora leo más. Ya ves, llevo una vida de lo más
anodina. Y tú, ¿qué tal?
El rictus de Sonia se tornó serio.
—Me separé de Miguel hace aproximadamente un
año —respondió con los ojos vidriosos—. Cambié de
empresa y ahora estoy en una asesoría, justo aquí al
lado.
—Lo siento de veras. ¿Y Miguelín? ¿Cómo lo lleva?
—Como te puedes imaginar: mal. Echa de menos a
su padre, con suerte lo ve cada dos semanas. De
todas formas, tampoco es que lo viese mucho más
antes de separarnos. —Sonia agachó la cabeza,
apretó los labios e hizo un gesto negativo con la
cabeza. Cuando la volvió a levantar una lágrima corría
por su mejilla—. No puedo olvidarlo, lo intento, pero
no puedo. Echo de menos su olor, sus caricias, su
optimismo, sus bromas…
—Él no lo está pasando nada bien. Esta mañana ha
estado en nuestra casa, ha venido a recoger a Carlos
para una misión, y lo he visto mal.
—¿Carlos en una misión? ¿No lo había dejado
definitivamente?
—Sí, Sonia, ese era el acuerdo al que habíamos
llegado, pero supongo que si su país lo necesita él no
se va a negar —dejó caer con retintín—. ¿Sabes?
Discutimos —continuó Marisa—. Al principio no me lo
podía creer, e imagino que Carlos no lo habría
aceptado sin mi visto bueno. Vi ese brillo especial en
sus ojos, el que a veces tenía antes de retirarse
cuando lo mandaban a alguna operación. No me
sentía con fuerzas para obligarle a renunciar a sus
sueños por mí. No quiero tenerlo como un perrito
faldero, y ahora sufro. Tengo miedo de nuevo, como
antes.
Sonia se levantó de su silla y la abrazó.
—Tengo miedo Sonia, mucho miedo —dijo entre
sollozos, mientras algunos de los hombres sentados
en la barra las miraban de soslayo.
—Alberto, por favor. Cóbrate las dos cervezas —
solicitó Sonia al camarero—. Ahora vamos a dar una
vuelta. Creo que nos vendrá bien tomar el aire.
—De acuerdo —contestó Marisa mientras se
enjugaba las lágrimas con unas servilletas de papel.
Después de pagar, las dos salieron a la calle, repleta
de tiendas de lujo. Se detuvieron en una de ellas,
especializada en ropa y accesorios de bebé. Marisa
rompió a llorar de nuevo.
Carlos y ella lo había intentado todo, incluso habían
recurrido a la reproducción asistida. Después de seis
abortos había perdido toda esperanza. Los
especialistas no encontraban el motivo por el que sus
embarazos se interrumpían espontáneamente, los
dos eran fértiles. Un afamado ginecólogo les comentó
que, a veces, había problemas de incompatibilidad,
que los dos podrían tener hijos, pero con otras
parejas. Ella quería a Carlos, y aunque su marido le
había propuesto utilizar la inseminación in vitro con
un donante anónimo, Marisa siempre se negaba.
Quería un hijo, pero de él.
El mismo ginecólogo les dijo que, a veces, la
obsesión por el embarazo y el miedo al aborto eran los
responsables de que algunas parejas no pudiesen
tener hijos. Que cuando dejaban de obsesionarse
ocurría el milagro, y que, en esos casos, después del
primer hijo llegaban los siguientes, como si el cuerpo
que los traicionaba de pronto se hubiese convertido
en su aliado.
—Lo siento, Marisa.
—No te preocupes, no es culpa tuya. No podemos
borrar del mapa todas las tiendas para bebés.
Siguieron caminando, en silencio. Llegaron hasta la
avenida de Concha Espina y giraron a la izquierda
hasta el parque de Berlín. Se sentaron en un banco,
frente a otro ocupado por un anciano que daba de
comer a las palomas trozos de pan.
—Creo que deberíamos vernos de vez en cuando —
sugirió Marisa—. ¿Sigues quedando con Carla y
Paloma?
—Hace tiempo que no nos vemos, más o menos
desde que me separé de Miguel.
—Pues es una lástima. Formábamos un buen
grupo, ¿verdad? Al menos nos servía para
desconectar y echar unas risas.
—Es cierto, las echo de menos —asintió Sonia, y
añadió—: ¿Qué te parece si las llamo yo y
concretamos un encuentro en mi casa?
—Estaría bien.
Sonia sacó su móvil del bolso.
—¿Carla? Soy Sonia. ¿A que no imaginas con quién
estoy?
—Ni idea —respondió Carla.
—Con Marisa. Hemos pensado que estaría bien
que nos volviésemos a reunir, como antes.
—Por mí no hay problema. ¿Has hablado con
Paloma?
—Aún no. ¿Crees que le apetecería?
—Seguro que sí, cuando nos vemos siempre salís
las dos en las conversaciones.
—Habíamos pensado en quedar mañana por la
tarde en mi piso, a eso de las seis y media —dijo
mirando a Marisa en búsqueda de su aprobación. Ella
asintió—. ¿La llamas tú y me devuelves la llamada en
un rato? Ah, y por los niños no hay problema, podéis
traerlos.
—De acuerdo, ahora la llamo y te lo confirmo en un
rato.
Carla colgó y Sonia miró sonriente a Marisa.
—Creo que nos vamos a poder ver de nuevo las
cuatro.
—Ojalá —afirmó sonriendo Marisa.
Tras unos minutos, el teléfono de Sonia comenzó a
emitir el timbreo de una llamada entrante. Era Carla.
—Hola, Sonia. ¿Aún estás con Marisa?
—Sí, está a mi lado.
—Pues dile que tiene un morro que se lo pisa, pero
que mañana nos vemos en tu casa. Las cuatro juntas
de nuevo.
Sonia se giró hacia Marisa.
—Dice Carla que..., que mañana nos volvemos a
reunir las cuatro. Supongo que no te has olvidado de
donde vivo.
—Claro que no. Hay cosas que no se olvidan.
Sonia retomó la llamada.
—Hasta mañana, y no os retraséis.
—Hasta mañana. Dale un beso de mi parte a
Marisa
Jon Vendon. Madrileño afincado en Barcelona, publica su primera novela: El Visitante en 2020. Tras el éxito
de ventas y de críticas literarias de El Visitante, publica El Hijo de Caín en abril de 2022, convirtiéndose en una
de las novedades literarias más vendidas en Amazon en el día del libro. El texto que aquí publicamos
pertenece al cuarto capítulo de esta última novela.
13
Como los perros de Tíndalos
(fragmento)
Miguel Acevedo
“Yo he visto abrirse el tenebroso universo donde giran
sin rumbo los negros planetas, donde giran en su horror
ignorado sin orden, sin brillo y sin nombre.”
Némesis
Y
por fin habían estrenado en el cine la
………película de terror Los Perros de Tíndalos,
adaptación cinematográfica del cuento del mismo
nombre de Frank Belknap Long. Era una tarde fría de
invierno cuando Manuel y Patricio fueron a una sala
de cine del centro de Santiago a ver el tan anhelado
film, el que disfrutaron desde su inicio. Al final,
esperaron casi religiosamente a que se acabaran los
créditos y abandonaron la sala. Tomaron una micro
que los dejó en Macul con Grecia, y caminaron hasta
sus casas, hacia la avenida Los Presidentes. Iban
comentando animadamente la película que hacía
poco rato atrás los había sumergido en su magia. Que
buen director es Joe Constanzo, repetía una y otra vez
Patricio. Pensar que no se engolosinó con los efectos
especiales, aunque igual se atrevió a mostrar los
perros flacos y monstruosos, con un hambre de
millones de años, viviendo más allá de las estrellas y
de nuestro propio universo. A Manuel le habían
gustado bastante las actuaciones y lo bien
representados que quedaron los protagonistas del
relato original, Chalmers y Frank. Y cómo se habían
creado a su alrededor otros personajes y situaciones,
manteniendo el espíritu de la historia. No podían estar
más contentos ambos amigos. Les habían gustado
mucho las películas anteriores del mismo cineasta,
especialmente Sawney Beane, sangrienta y
atmosférica, pero los dos estaban de acuerdo en que
Constanzo se había superado a sí mismo. A esa hora,
la avenida estaba oscura y silenciosa, y les pareció
que hasta mal iluminada, lo que le llamó bastante la
atención a Manuel. Iban caminando junto a una
facultad de la Universidad de Chile, delimitada por
altas rejas en esa calle. Y de pronto, notaron que unos
perros corrían dentro del campus, en dirección a
ellos. Los típicos perros callejeros que prácticamente
viven dentro de la universidad, pero que Patricio
encontró inusualmente grandes y famélicos.
Sorpresivamente, un can asomó la cabeza casi sobre
la reja y ladró encima de ellos, y ambos gritaron del
susto, y luego se echaron a reír como cuando eran
unos adolescentes. Perro de mierda, exclamó
Manuel. De pronto, Patricio advirtió que cuatro o
cinco perros grandes venían por la calzada, en la
calle. Ladraban con fiereza. Estaba a punto de
comentárselo a su amigo, cuando este le dijo que
corrieran, y ambos comenzaron a arrancar de los
animales. Los otros perros que venían corriendo
desde dentro del campus universitario, saltaron de
forma asombrosa la alta reja, y la jauría comenzó a
ladrar y rugir tras de los dos hombres que huían por la
avenida. Manuel, Manuel, nos van a alcanzar, decía
Patricio, que seguía corriendo sin desfallecer. Se
metieron entre los edificios de departamentos
ubicados cerca de la facultad, los que se veían grises
a esa hora de la noche. No andaba nadie en la calle.
Se acercaron a la entrada de unos departamentos y
tocaron los timbres del primer piso. Ninguna persona
respondía. Una señora se asomó por un segundo piso
y les preguntó por qué molestaban a esa hora, y
Manuel le pidió que por favor les abriera la puerta, ya
que los estaban persiguiendo, pero la señora se entró
15
y no volvió a asomarse. Corrieron hasta una entrada
que estaba abierta y se sentaron en el rellano de la
escalera en el primer piso. Ambos amigos estaban sin
aliento. Les pareció escuchar los ladridos de los
perros. Patricio trató de calmar la situación, pero
Manuel señalaba que eran los mismos perros, que los
estaban buscando. Nos olieron, Patricio, nos olieron,
repetía bastante alterado. A lo mejor entraron por los
ángulos de la pantalla del cine, repetía, casi hablando
para sí mismo. Patricio lo levantó de los hombros y le
exigió que se calmara. Aunque no pudo evitar un
estremecimiento cuando sintió a unos perros pasar a
la carrera. Vio cuánto dinero le quedaba, y decidió
que saldrían de nuevo a Los Presidentes y tomarían un
taxi hasta su casa, aunque no estaba tan lejos. Vamos
a calmarnos, señaló. La idea era llegar a su casa, y
después Manuel se iría a la suya. Caminaron hasta la
avenida, con Manuel siguiéndolo no muy convencido.
De pronto una silueta se asomó por la ventana de un
tercer piso y su amigo salió corriendo, y Patricio fue
detrás de él. –¡Era un perro, era un perro!– gritaba
Manuel. Patricio lo alcanzó, lo tomó del brazo y lo
zamarreó con fuerza. Cálmate, le decía. En eso,
vieron las luces de un taxi doblando desde la calle que
desembocaba en la avenida, y Manuel tuvo la lucidez
221
16
de hacerlo parar. Afortunadamente, estaba
desocupado. Se subieron a los asientos posteriores,
y Patricio vio con el rabillo del ojo unos gigantescos
perros flacos moverse a unas cuadras de distancia. El
corazón le dio un brinco.
El automóvil partió hacia la dirección que le dieron.
Al llegar a la esquina donde había un semáforo, les dio
rojo. Ambos amigos estaban muy silenciosos y el
chofer apenas los había mirado por el espejo
retrovisor. Dio la luz verde, y el chofer siguió parado en
la esquina. –Señor, ya podemos seguir– le dijo
Patricio, pero el hombre ni los miró. –Es uno de ellos–
exclamó Manuel y Patricio abrió la puerta, le pagó al
chofer y ambos se bajaron del taxi, que siguió
estacionado ahí mientras los dos amigos se alejaban.
–Patricio, date cuenta de lo que está pasando– le
decía Manuel, especulando con una voz muy nerviosa
sobre el paso de los Perros de Tíndalos desde las
dimensiones exteriores a nuestro mundo, con su
hambre insondable y sus ojos que concentraban todo
el vacío de los abismos que hay entre las estrellas.
Contrólate, le decía Patricio, cálmate. No podían
perder la cabeza. Pero él también estaba visiblemente
alarmado. Arriba en el cielo, una larga y solitaria nube
atravesaba la luna, como un puñal (...)
Miguel Acevedo (1966) es un escritor e historiador chileno. Desde el 2011
es autor del blog Le dicen poesía, colaborando también en el blog Bblogzine
segunda época con sus cuentos, poemas, críticas y crónicas. Gracias a
GatoJurel Ediciones ha publicado Cartelera de Cine (2015), Espejos (2016,
coescrito con Paz Correa) y Los altares de la locura. Homenaje a Lovecraft
(2018). "Como los perros de Tíndalos" pertenece a Los Sicarios Nocturnos
y otros relatos, libro publicado por Ediciones Pueblo Culto en 2023. Desde
este 2024 es el encargado de las críticas audiovisuales de El descanso en la
escalera.
El Insurrecto
Franco Caballero Vásquez
¿Q
uién soy y qué hago aquí de nuevo? ¿Por
……………..qué me regalaron esta porquería de
chaqueta? Mientras subo la escalera mecánica miro
hacia atrás y veo esta misma chaqueta repetida en
ocho cuerpos distintos, y se ven tan mal. Veo repetir
esos botines de mujer otras diez veces más, y así con
las carteras, y las bufandas, y la forma de usar las
bufandas, y así con los colores, y la forma de caminar,
y la forma de hablar y ¿por qué cresta todos tienen ese
tono hueón de saludarte? suena tan falso; aunque si
no lo usas el otro se siente ofendido o siente que ha
recibido un trato poco amable. ¿De qué está
compuesto el modo vulgar de querer entrar en un
círculo común?, y más encima temer de no
pertenecer a él.
Tantas casas iguales en los barrios “altos”, familias
aspiracionales les digo yo, o aspiraracionalidades.
Más penosos son esos que ya pasaron los cuarenta y
siguen hablando banalidades. Los aborrezco, tienen
hijos y esposas. Y se ríen de mí porque no veo noticias,
porque me encuentran romántico. Qué penosa la vida
desechable. Otro auto que pasa rápido por mi lado.
Qué cuma es manejar rápido. Otro gimnasio con
treinta personas en bicicleta y trotadoras, varios con
audífonos, las mismas zapatillas y el típico buzo
ajustado. Me acuerdo de mi amigo que salía a correr
cerca de su casa en Santiago y la gente se asustaba
cuando lo veían porque pensaban que los iba a asaltar
porque sus zapatillas no eran Nike, ni su polerón tenía
colores flúor.
17
Y vamos paseando otra vez con esos station tan
grandes a toda velocidad. Es cierto, no debería
caminar por el medio de la avenida, pero no me
importa, los encaro, les grito, los miro fijo con una
mirada quemante y juzgadora. ¿Qué problema tiene
que quiera mirar el cielo desde el medio de la calle?
¿De dónde sacan tanta plata? ¿Es que acaso todos
acá tienen altos puestos de trabajo? Miro por fuera
estos tristes bares donde la música suena tan fuerte y
cada grupo interactúa entre ellos, nadie escapa de su
personalidad, nadie se revela ante sí mismo, siguen
tan compuestos; se contienen aún gobernados por la
soltura del alcohol, quizás eso genera violencia.
¿Hasta cuándo la sociedad va a cuidar de su
estabilidad ilusoria? ¿Hasta cuándo van a soportar
este peso enorme que tiene el mercado? ¿Esa
homogeneidad? ¿Por qué me hablai así hueón? Yo no
soy como los demás, háblame claro, sé honesto
conmigo, revela tu emoción y exprésamela.
Otro auto más que pasa rápido cerca mío y lo
empapelo a chuchás. ¿Qué se creen? Rápidos van a
sus casas a prender la tele, comprar comida, estudiar
con los niños, sacar un par de cuentas, dos pastillas y
a la cama.
Cruzo a la vereda, no soy un loco, me lo confirmo,
pero al mismo tiempo que lo hago escucho gritos de
alevosía dentro mío. Miro hacia atrás y en plena
esquina de esta gran avenida en la que hay mucha
confluencia, donde está el jumbo, el Bice, el Sodimac
y un carrito de completos, un borracho está al medio
de la calle dirigiendo el tránsito. Comienza a llover y
sigue de pie gritando con alegría y ayudándole al
semáforo a realizar su trabajo. Es de los míos, pienso.
Los autos siguen pasando rápidamente, como si no se
percatasen que mi “hermano” está sacando su
corazón entre sus cuerpos flotantes y grises en
transcurso. Explota el cielo, llueve intensamente
como si reconociera mi rabia, mi ahogo, mi
desesperación. Me saco la mochila y la tiro lejos, no
me importa recordar si es que tenía algo valioso
dentro de ella como para descartarla de mi vida para
siempre. Quizás unos escritos, unas ideas, que hasta
ahora atesoraba tanto, pero en realidad están en mí,
si no se guardan en mí, entonces sepultaré mi
memoria y me perderé en el vacío de lo que ocurre. Mi
mirada es un volcán eufórico. Mi cómplice existencial,
el borracho, apenas de pie, comienza a sucumbir, el
peso del agua lo agota y pierde fuerzas. Le tiritan las
piernas, se cae, se levanta, se balancea.
“!!!!!!Resiste!!!!!!!” Grito con todas mis fuerzas. Lloro
y me subo arriba de una reja “¡¡¡¡¡¡Resiste!!!!!!!” El
ahogo me gobierna, corro hacia la plaza que está aquí
a la vuelta, tomo un camote del porte de mi mano, la
lluvia no me atormenta, corro a toda velocidad y se la
tiro con mis fuerzas viscerales al ventanal del Banco
Bice Vida. Es viernes.
(El joven corriendo se estrella contra la entrada
principal del banco, saca la piedra y con la misma
empieza a golpear fuertemente el cajero automático.
18
Comienzan a sonar alarmas, suena un trueno, se cae,
se levanta, se balancea, se tira como si fuese un
piquero a los autos que pasan raudos por la avenida;
una moto alcanza a frenar, con la misma piedra que
no ha soltado corre hacia al motorista y lo impacta
contra el casco, la persona cae y no se levanta, nadie
se baja, se oye el grito del joven “¡¡¡¡resistencia!!!!”.
Corre directo hacia el jumbo, entra al supermercado
a toda velocidad, la gente mira asustada, se estrella
contra los tomates y las cebollas. Toma un repollo y lo
revienta contra la cara de un hombre de corbata, le
cae encima, lo escupe, dos guardias se lanzan sobre
los dos, intentan sacárselo de encima, el joven grita y
grita “¡¡¡Rebelión!!!”. Los guardias le rajan la polera, se
golpean, caen encima de los refrigeradores de la
carne, rompen la barrera de vidrio, alguien sangra; de
una patada tira a un guardia hacia atrás, logra zafarse
del otro y corre por los pasillos, algo busca, la gente
cae en la misma desesperación y corren a todas
partes como si arrancaran del loco. Nuestro héroe
aparece con un aerosol y un encendedor, comienza a
tirar pequeñas llamas por todas partes, a todo lo que
se le cruce en su arranque desenfrenado, vuelven los
guardias, pero antes ya ha pateado a otro universitario
que paseaba por el pasillo de galletas con audífonos
y que no se había percatado del alboroto. En brazos
de unos de los hombres de seguridad caen encima de
una señora con su hija escolar, derriban el stand de
dvds, chocan contra los jabones, el jumbo es todo un
griterío, logra arrancar, sale a la calle nuevamente,
lanza una molotov, que se imaginó y se hizo realidad,
al banco Bice. Con un palo empieza a golpear los
autos estacionados, dispara a los restaurants que
bordean el supermercado con una hechiza que cayó
al suelo de alguien que corría. La gente pierde el
control, la lluvia cae y pareciera que no llueve, que hay
sol y toda la tierra se está revolucionando ante el
cielo. Saca un hacha y corre ensangrentado,
empapado por completo con la ropa rajada y
descalzo, golpea y golpea los semáforos. La gente
graba con sus celulares, los carabineros llegan a
atraparlo, lo toman de un brazo, con el otro sigue
golpeando el semáforo, lo amarran, le patea la
cabeza a uno, le pegan, pero no suelta el hacha que le
cuelga de una mano, lo muerden, lo azotan y él grita
“¡¡¡¡¡¡testigos de lo falso!!!!!!!” “¡¡¡Corruptos de la
mentira!!!” “¡¡¡¡¡Esclavos del engaño!!!!!!” se
escuchan disparos a lo lejos, sigue lloviendo
fuertemente, el cielo se viene abajo, chocan unos
vehículos, se muere una persona, alguien golpea a
otro sin mayores motivos, se suicida una estudiante,
un perro muerde a un niño, explota una de las cajas
de pago en el Jumbo, el joven grita esposado bajo la
lluvia “¡¡¡¡¡¡¡Qué se rebele lo verdadero!!!!!!” “¡¡¡¡¡¡¡Que
lo real sangre y se eleve!!!!!!” Llora mientras llueve
muy fuerte y el joven solloza “No lo acepto, no lo
tolero, no puedo entenderlo (entre llantos) no puede
ser que sea así, no puede ser, no tenía que ser así, no
es correcto, no es sano, no puede ser (lo desnudan y
sigue llorando) ¿de dónde surge la belleza si nadie
tiene corazón para recibirla?; ¿de dónde nace lo
auténtico en el desfile de la careta?”.
Se oye un trueno. No hay luz, se oyen sirenas,
bocinas, los autos están detenidos y avanzan
lentamente entre el taco que genera el caos. Todo se
mimetiza en gris y se ve brillar de lejos el cuerpo
desnudo y pálido del joven luchador encima del auto
policial. Se revienta un neumático, explota una
ampolleta, se cae una paloma, se oyen más disparos,
se derrama un sándwich y se hunde un bote en el río
Claro)
En la entrada del carro de completos hay una
mochila mal cuidada, con el cierre malo. Cerca de la
mochila un cuadernillo mojado y abierto tiene escrito:
“El adicto vuelve a la droga como el estudiante a los
libros. Se cierra el velo de una novia inquieta. Te quise
en lo mundano buscando lo cierto. Arrepentí el don de
mi talento en la furia limpia de mi corazón idealista.
Cubrí con perdones el sabor de mi rebeldía. Gota a
gota cae la última noche, tras cada pestañar se
oscurece mi invierno. Pierdo, perdemos, duermo.
Pierdo, perdemos, muero.”
Camino a la cárcel se oye una canción:
“No soy el único, no, no soy el único, no”
Franco Caballero Vásquez (1986) Nacido en Rancagua, curtido en Chillán,
adolecido en Curicó, pervertido en Santiago y nacionalizado talquino.
Pedagogo, magíster y doctorante, columnista y editor imberbe.
19
Narraciones de África: Ituen y la esposa del rey
(Historia popular del sur de Nigeria)
I
tuen1 era un joven de Calabar2, hijo único de
……una pareja muy humilde. Sus padres lo amaban,
entre otras cosas, porque poseía una contextura de
finas proporciones y era poseedor de una muy buena
apariencia.
Esta pequeña familia vivía en la pobreza, por esta
razón cuando Ituen creció y se hizo hombre, casi no
tenía dinero. En realidad, la comida escaseaba. Al
verse en esta situación, el joven se dirigía diariamente
al mercado llevando una bolsa vacía, en la que solía
poner cualquier cosa comestible que pudiera
encontrar después de que cerraran las tiendas.
En esa época el gobernante de aquellas tierras se
llamaba Offiong. El rey era un hombre anciano que,
como es costumbre, tenía muchas esposas. Una de
estas mujeres; Attem, era joven y muy guapa. A ella no
le agradaba su marido, pues deseaba una pareja
joven y atractiva. Entonces le dijo a su sirvienta que
recorriera la ciudad y el mercado para tratar de
encontrar a un hombre con esas características. Una
vez que lo encontrara debía llevarlo a su casa por la
noche y hacerlo entrar por la puerta lateral, de esta
forma, ella misma lo dejaría entrar y se ocuparía de
que su marido no lo descubriera.
Ese día la sirvienta recorrió la ciudad, pero no
encontró ningún joven lo suficientemente guapo.
Regresaba a contar su desventura cuando, al pasar
por la plaza, vio a Ituen recogiendo restos de
alimentos que habían quedado en el suelo. Al verlo, la
joven inmediatamente quedó impresionada por su
excelente apariencia y fuerza. Entonces se dio cuenta
de que era el hombre adecuado para ser el amante de
su ama, así que se acercó y le dijo que la reina la había
enviado por él, ya que se sentía cautivada por su
atractivo. Al principio Ituen se asustó y se negó a ir,
porque sabía que si el rey lo descubría lo matarían. Sin
embargo, después de mucha persuasión, accedió a ir
a su casa cuando oscureciera.
Al caer la noche, el joven cumplió su palabra. Con
mucho miedo y temblando llamó muy suavemente a
la puerta. Al abrirse, el joven vio a la propia reina
vestida con sus mejores ropas. Llevaba muchos
collares de cuentas y hermosas tobilleras de colores.
En cuanto la reina vio al joven se enamoró
Pamela Uribe Valdés
Traducción y adaptación
profundamente de él. Luego le dijo a su sirvienta que
trajera agua y ropa que entregó a Ituen para que se
cambiara. Después de lavarse bien y ponerse paños
limpios, se reunió con la reina quien disfrutó de su
compañía toda la noche escondiéndolo de los
demás.
Por la mañana, cuando el joven quiso regresar a su
hogar, ella no se lo permitió. Aunque era muy
peligroso, la joven decidió mantenerlo oculto
llevándole comida y ropa. Por lo que permaneció allí
dos semanas. Al cabo de este tiempo Ituen le dijo a la
joven reina que ya era hora de partir porque debía ver
a su madre, pero la muchacha lo convenció de
quedarse una semana más, a lo que el joven accedió
muy en contra de su voluntad.
Cuando llegó el momento de partir, la reina reunió
cincuenta sirvientes con regalos para la madre de
Ituen que, como sabía, era una mujer muy pobre. Diez
esclavos llevaban trescientas varas; los otros
cuarenta llevaban, pimienta, sal, tabaco y telas.
Cuando llegaron todos los regalos, la madre de Ituen
se alegró mucho y abrazó a su hijo. Al verlo notó con
gusto que tenía buen aspecto y estaba vestido con
ropas mucho más finas que de costumbre; pero
cuando supo que había llamado la atención de la
reina se asustó, sabiendo el castigo que se imponía a
cualquiera que atrajera la atención de una de las
esposas del rey.
Ituen se quedó un mes en casa de sus padres y
trabajó en el jardín de la familia; pero la joven reina,
por otra parte, se sentía cada vez más desesperada.
No podía estar más tiempo sin Ituen, así que mandó
llamarlo para que regresara con ella inmediatamente.
Ituen acudió a su llamado y, como antes, llegó al
anochecer. Su regreso causó una profunda alegría en
el corazón de la muchacha quien lo había estado
esperando con ansias.
En mitad de la noche, algunos de los sirvientes del
rey, que habían oído la historia de los regalos para la
madre de Ituen de boca de los esclavos de la reina,
entraron en la habitación de la joven y la
sorprendieron junto su amante. Estos se apresuraron
en llevar la noticia al rey, quien inmediatamente envió
a sus hombres para que tomaran prisionero al amante
21
de su mujer. Acto seguido, convocó a todo su pueblo
a asistir a la Casa de la Discusión para que
escucharan el juicio del caso. También ordenó que
ocho egbos3 asistieran armados con sus bastones.
Cuando se juzgó el caso, Ituen fue declarado culpable
y el rey dijo a los ocho egbos que lo llevaran al monte
y lo trataran según la costumbre nativa. Los egbos
llevaron a Ituen al monte y lo ataron a un árbol; luego,
con un cuchillo afilado, le cortaron la mandíbula
inferior y se la llevaron al rey
Cuando la reina supo la suerte de su amante se
puso muy triste y lloró durante tres días. Esto
enfureció aún más al rey, por lo que les dijo a los
egbos que trataran a su esposa y a su sirvienta de
acuerdo con su ley. Estos llevaron a la reina y a la
criada al monte, donde Ituen aún estaba atado al
árbol moribundo y con grandes dolores. Luego, como
la reina no tenía nada que decir en su defensa, la
ataron a ella y a la muchacha a diferentes árboles y le
cortaron la mandíbula inferior de la misma manera
que habían hecho con su amante. Luego, los egbos le
sacaron ambos ojos a la sirvienta y dejaron que los
tres murieran de hambre.
Después de esto el rey promulgó la ley egbo, que
consistía que en el futuro nadie perteneciente a la
familia de Ituen debía ir al mercado el día en que éste
estaba abierto, y que nadie debía recoger la basura en
el mercado. El rey hizo una excepción a esta ley a
favor del buitre y el perro, que no eran considerados
seres muy buenos y que no serían propensos a
fugarse con alguna de sus esposas o de los futuros
reyes. Por esta razón todavía se encuentran buitres y
perros en el mercado haciendo de carroñeros
De acuerdo con una búsqueda del nombre del personaje, se
encontró que “Ituen” es de origen ibibio; un grupo etnolingüístico
asentado principalmente en el sudeste de Nigeria y relacionados
con otros grupos étnicos: annang, efik, ekoi (ejagham), igbo, ijaw
(izon), bahumono, oron y bamileke. Se han encontrado dos
posibles significados para este nombre, uno de ellos es “intrépido”
o “valiente” y, el segundo, “nacido después de la absolución”.
2 Calabar, ciudad también conocida como Callabar, Calabari,
Calbari y Kalabar o Kalabari, es la capital del estado de Cross River
en Nigeria. Originalmente se llamaba Akwa Akpa, en idioma efik.
Antes del período colonial, era un reino con la ciudad de Calabar
como sede.
3 Después de una breve investigación motivada por los “egbos” y
sus prácticas se encontró el texto: Colonial Systems of Control:
Criminal Justice in Nigeria, específicamente en el capítulo XX: El
sistema de justicia indígena igbo, Oko Elechi señala que los igbos,
también conocidos como egbos o ekpe son una sociedad africana
que se originó en el siglo XVIII en Calabar, una sección de Nigeria
alrededor del delta del río Níger. El nombre significa "leopardo” y,
al igual que otras sociedades de África, tenían un mecanismo bien
desarrollado para mantener la ley y el orden antes del
colonialismo. Estas prácticas y procesos de control social tenían
sus raíces en las tradiciones, culturas y costumbres del pueblo
igbo.
1
Pamela Uribe Valdés (1981) nació en Santiago de Chile y estudió
pedagogía en la misma ciudad. Posteriormente hizo un magíster en
la ciudad de Talca. Su estadía en Sudáfrica la ha inspirado en
promover la literatura tradicional de distintas culturas africanas
dentro del mundo hispanohablante.
22
Narraciones de los Hermanos Grimm
Jacob y Wilhelm Grimm
Recopiladores
Traducción de René Olivares Jara
La papilla dulce
H
abía una vez una muchacha pobre y piadosa
………..que vivía sola con su madre y no tenían nada
más para comer. Cuando la chica salió al bosque, se
encontró ahí con una mujer anciana que ya sabía de
su miseria y le regaló una ollita, a la que debía decirle:
«Ollita, cocina». De este modo, cocinaba una buena
papilla dulce de mijo, y cuando decía: «Ollita, para»,
dejaba de cocinar. La muchacha trajo la olla a casa
para su madre y estaban ahora libres de su pobreza y
de su hambre y comían papilla dulce tan seguido
como quisieran. Un día la muchacha salió, entonces
la madre dijo: «Ollita, cocina», entonces cocinó y ella
comió hasta llenarse. Ahora quiere que la ollita se
detenga nuevamente, pero no sabe la palabra. Así es
que sigue cocinando y la papilla sobrepasa el borde y
sigue cocinando, la cocina y la casa llenas, y la
segunda casa y entonces la calle, como si quisiera
llenar de comida al mundo entero y es la mayor
urgencia y nadie sabe cómo ayudar. Finalmente,
como sólo quedaba una casa, la chica volvió al hogar
y dice: «Ollita, para», entonces para y deja de cocinar.
Y quien quiera ir nuevamente a la ciudad, debe abrirse
camino comiendo
23
«Ollita, cocina», entonces cocinó y ella comió
hasta llenarse.
La camisita de muerto
H
abía una mamá de un pequeño de siete años
………..que era tan hermoso y dulce, que nadie podía
mirarlo sin ser bueno con él, y ella lo amaba también
sobre todas las cosas del mundo. Pues sucedió que
de repente el niño se enfermó y el amado Dios se lo
llevó. La madre no podía consolarse y lloraba día y
noche. Pero poco después de que lo sepultaran, el
chico se mostró en la noche en los lugares en donde
normalmente se había sentado y jugado. La madre
lloraba, así también él lloraba, y cuando vino la
mañana, desapareció. Pero cuando no quiso
escuchar llorar más a la madre, vino una noche con
su camisita blanca de muerto con la que había sido
puesto en el ataúd y con la coronita sobre la cabeza,
se puso en la cama a los pies de su madre y dijo: «Ay,
madre, para de llorar, si no, no puedo dormirme en mi
ataúd, pues mi camisita de muerto no se seca por tus
lágrimas, que caen todas sobre ella.» Entonces, la
madre se asustó cuando escuchó eso y no lloró más.
Y en la noche siguiente vino nuevamente el pequeñito,
sostuvo una lucecita en la mano y dijo: «Ves, ahora mi
camisita estará seca pronto y tengo calma en mi
tumba.» Entonces la madre encomendó su pena al
amado Dios y la soportó tranquila y pacientemente, y
el chico no volvió, sino que durmió en su camita
subterránea
24
Los mensajeros de la Muerte
A
ntes de los viejos tiempos, vagaba una vez un
………..gigante por la gran carretera, de pronto un
hombre desconocido saltó contra él y gritó: «¡Alto! ¡Ni
un paso más!» «¿Qué? –dijo el gigante– Tú, duende
que puedo aplastar entre los dedos, ¿tú quieres
torcerme el camino? ¿Quién eres tú que te
permites hablar con tanto descaro?» «Yo soy la
Muerte –respondió el otro– nadie me resiste y tú
también debes obedecer mis órdenes.» Pero el
gigante se negó y comenzó a pelear con la Muerte. Fue
una lucha larga y fuerte. Al final el gigante tomó la
delantera y derribó a la Muerte con su puño que
derrumbó junto a una piedra. El gigante siguió su
camino y la Muerte yacía ahí derrotada y tenía tan
pocas fuerzas que no podía volver a levantarse. «¿Qué
pasaría –decía– si tuviera que permanecer tirada ahí
en la esquina? No moriría nadie más en el mundo y se
llenaría con tanta gente que no habría más lugar para
estar de pie uno al lado del otro.» Por el camino
apareció un joven, fresco y sano, cantó una canción y
movió los ojos de un lado a otro. Cuando vio a la
medio desmayada, se acercó compasivamente, la
enderezó, le administró de su botella una fuerte
bebida hasta que recuperó sus energías. «¿Sabes
acaso –dijo el extraño mientras se levantaba– quién
soy y a quién has ayudado a ponerse nuevamente de
pie?» «No, – respondió el joven– yo no te conozco.»
«Yo soy la Muerte, –dijo– no perdono a nadie y
tampoco puedo hacer excepciones contigo. Pero
para que veas que soy agradecida, te prometo que no
te atacaré de improviso, sino que quiero enviarte
primero a mis mensajeros antes de que yo venga y te
lleve.» «Bien, entonces, –dijo el joven– siempre es una
ganancia el que yo sepa cuándo vienes y por mientras
esté al menos a salvo de ti.» Después siguió adelante,
estaba divertido y de buen humor y vivió el día. Sin
embargo, la juventud y la salud no duraron mucho.
Pronto vivieron la enfermedad y los dolores que lo
atormentaban de día y le quitaban la tranquilidad de
noche. «No moriré –se dijo–, pues la Muerte recién
envió a sus mensajeros: sólo quisiera que los malos
días de la enfermedad pasaran.» Tan pronto como se
sintió sano, comenzó nuevamente a vivir con alegría.
Entonces un día, alguien le tocó el hombro: miró a su
alrededor y la Muerte estaba parada detrás de él y
dijo: «Sígueme, la hora de tu despedida de este
mundo ha llegado.» «¿Cómo?» –respondió el
humano– ¿quieres romper tu promesa? ¿No me
habías prometido que antes de que vinieras tú querías
enviarme a tus mensajeros? No he visto a ninguno.»
«Calla –respondió la Muerte– ¿No te envié a un
mensajero detrás de otro? ¿No vino la Fiebre, te
golpeó, te sacudió y te sometió? ¿El Mareo no te ha
aturdido la cabeza? ¿La Gota no te ha pellizcado en
todos los miembros? ¿No te rugieron los oídos? ¿El
Dolor de Dientes no te royó en tus mejillas? ¿No se te
25
oscureció delante de los ojos? Sobre todo, mi
hermano biológico, el Sueño, ¿no te recordaba a mí
cada tarde? ¿No te acostabas en la noche como si tú
ya estuvieras muerto?» El humano no supo qué
responder, se entregó a su destino y se marchó con la
Muerte
El campesino y el diablo
H
abía una vez un campesino astuto y pillo, de
…………cuyas travesuras habría mucho que contar.
Sin embargo, la historia más bonita es cómo atrapó al
diablo una vez y lo dejó en ridículo.
Un día, cuando ya había llegado el ocaso, el
campesino había labrado su terreno y se preparaba
para volver a casa. Divisó, entonces, en medio de su
campo, un montón de carbones ardientes y cuando
lleno de asombro se dirigió hacia allá, un pequeño
diablo negro estaba sentado sobre las brasas.
«¿Seguramente estás sentado en un tesoro?», dijo el
campesino. «Ciertamente –respondió el diablo–,
sobre un tesoro que contiene más oro y plata de lo
que tú has visto toda tu vida.» «El tesoro está en mi
campo y me pertenece», dijo el campesino. «Es tuyo –
respondió el diablo– si por dos años me das la mitad
de lo que produzca tu campo: tengo suficiente dinero,
pero deseo los frutos de esta tierra.» El campesino
aceptó el trato. «No me surge ningún conflicto
respecto al reparto –dijo–; de este modo, será tuyo lo
que esté sobre la tierra y mío lo que esté debajo de la
tierra.» Eso le agradó al diablo, pero el astuto
campesino había sembrado nabos. Cuando llegó el
tiempo de la cosecha, apareció entonces el diablo y
quiso tomar sus frutos, pero no encontró nada más
que hojas amarillas y mustias, y el campesino,
totalmente alegre, desenterraba sus nabos. «Has
tenido la ventaja una vez –dijo el diablo–, pero la
próxima eso no valdrá. Lo tuyo será lo que crezca
sobre la tierra y, mío, lo que esté debajo.» «Estoy bien
con eso también», respondió el campesino. Pero
cuando llegó el tiempo de la siembra, el campesino
no sembró nuevamente nabos, sino trigo. El grano
maduró, el campesino fue al terreno y cortó los tallos
completos hasta el final. Cuando vino el diablo, no
encontró nada sino los rastrojos y descendió furioso a
una quebrada. «Así debe engañarse a los zorros», dijo
el campesino y fue hacia allá y se quedó con el tesoro.
26
El tiempo de vida
C
uando Dios hubo creado el mundo y quiso
………decidir el tiempo de vida de todas las criaturas,
vino el burro y preguntó: «Señor, ¿cuánto tiempo debo
vivir?» «Treinta años –respondió Dios–, ¿te parece
bien?» «¡Ay, Señor! –contestó el burro– Es mucho
tiempo. Considera mi ardua existencia: llevar cargas
pesadas desde la mañana hasta la noche, remolcar
sacos de granos al molino para que otros coman el
pan, ser animado y reavivado con nada más que
golpes y patadas. ¡Concédeme una parte de este
largo tiempo!» Entonces Dios se compadeció y le
regaló dieciocho años. El burro se fue consolado
y apareció el perro. «¿Cuánto tiempo quieres vivir?
–le dijo Dios–. Para el burro treinta años es
demasiado, pero tú estarás satisfecho con eso.»
«Señor –respondió el perro–, ¿es esa tu voluntad?
Considera en lo que tengo que andar y que mis pies
no soportan tanto tiempo. Y una vez que haya perdido
mi voz para ladrar y los dientes para morder, ¿lo que
me queda es correr de un rincón a otro y gruñir?» Dios
vio que él tenía razón y le concedió doce años. De ahí
vino el mono. «Probablemente quieras vivir treinta
años?», le dijo el Señor. «Tú no necesitas trabajar
como el burro y el perro y siempre estás de buen
humor.» «Ay, Señor –respondió–. Así se ve, pero no es
así. Cuando llueve papilla de mijo, yo no tengo
cuchara. Siempre debo cometer travesuras
divertidas, hacer muecas para hacer reír a la gente y
cuando me pasan una manzana y la muerdo,
entonces está ácida. ¡Cuán a menudo está la tristeza
detrás de la diversión! Yo no soporto eso treinta
años.» Dios fue misericordioso y le concedió diez
años.
Finalmente apareció el ser humano. Estaba
contento, sano y fresco y Dios le pidió que decidiera
su tiempo. «Vivirás treinta años –dijo el Señor–, ¿es
suficiente para ti?» «¡Qué poco tiempo!», gritó el ser
humano. «Cuando haya construido mi casa y arda el
27
fuego en mi propia cocina; cuando haya plantado
árboles que florezcan y den frutos y piense en ser feliz
en mi vida, ¡debo morir! ¡Oh, Señor! ¡Alarga mi
tiempo!» «Te añadiré los dieciocho años del burro»,
dijo Dios. «Eso no es suficiente», replicó el ser
humano. «Tendrás también los doce años del perro.»
«Sigue siendo demasiado poco.» «¡Vaya! –dijo Dios–
Te daré también los diez años del mono, pero no
obtendrás más.» El ser humano se marchó, pero no
estaba satisfecho.
De este modo, el ser humano vive setenta años. Los
primeros treinta son sus años humanos, que pasan
volando. Ahí él está sano, sereno, trabaja con ganas y
se alegra de su existencia. A continuación, siguen los
dieciocho años del burro, pues se le impondrá una
carga después de otra: debe llevar el grano, alimenta
a otros y golpes y patadas son el pago de su servicio
fiel. Entonces vienen los doce años del perro, ahí está
echado en los rincones, gruñe y ya no tiene dientes
para morder. Y cuando este tiempo se acaba,
entonces hacen el cierre los diez años del mono. Ahí
el ser humano es débil de cabeza y tonto, hace cosas
ridículas y los niños se burlan de él
Los textos que aquí publicamos aparecieron por primera vez en 1812 dentro de la
compilación realizada por Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859) llamada Die
Kinder- und Hausmärchen (Cuentos de hadas infantiles y caseros). Se suele olvidar que ambos
hermanos no fueron los creadores de las historias, sino que recolectaron narraciones
populares que ellos pensaban eran la creación colectiva del pueblo, en su caso, el alemán.
Discusión aparte es el hecho que algunas de ellas como la afamada “Caperucita Roja” hayan
sido parte del imaginario francés antes que el alemán (ya hay una versión de Charles
Perrault en 1697, escuchada al parecer de una de sus sirvientas). Sin embargo, los Hermanos
Grimm tampoco se contentaron con transcribir aquellas historias, sino que muchas veces
intentaron darle un énfasis más literario. Es así como muchos de “sus” cuentos de hadas
tuvieron varias versiones hasta 1858, año previo a la muerte de Wilhelm Grimm.
La versión en español de que publicamos aquí es una traducción hecha por René Olivares
Jara de los textos aparecidos en Grimms Märchen (2015), libro que se basa en las versiones
de 1812 y 1815.
28
La rama y el retoño
Mauricio Amster
Venís desde muy lejos… Mas esta lejanía
¿qué es para vuestra sangre que canta sin fronteras?
Rafael Alberti
E
n la retirada de Cataluña nos tocó albergarnos
………en una rústica posada a pocos kilómetros de
Figueras. En el cuarto de arriba encontramos camas
limpias y en el rincón había un lavamanos con
palangana y jofaina. Era como volver a la vida
civilizada, mas por encima de todo queríamos comer
algo. Pedimos cena a la posadera, pero nos contestó
que nada podía darnos. –No tenemos bastante ni
para nosotros mismos– se excusó en catalán.
Bajamos, pues, al zaguán para calentarnos un
poco. La chimenea estaba encendida y sobre los
leños colgaba un caldero con agua caliente para los
huéspedes que traían provisiones propias. En el tosco
suelo de tierra apisonada estaban sentadas algunas
personas. Esperamos encontrar compañía y
conversación y disipar la tristeza de aquellos días.
Saludamos a los presentes y estiramos las manos
hacia el fuego.
Algunos contestaron a media voz y de mala gana.
No parecía ser el momento para trabar amistades. Un
hombre muy alto nos sonrió sin decir palabra. Llevaba
boina como todos y su ropa, vagamente militar, era la
del país. Pero, a juzgar por su corpulencia y sus ojos
azules, parecía extranjero. Un “internacional”,
pensamos. A su lado tenía un niño.
Nadie hablaba ni se movía. El silencio se
prolongaba y llegaba a lo insoportable hasta que
algún chisporroteo del hogar, más ruidoso que otros y
seguido de una llamarada más viva, lograba aflojar la
tensión hasta la vez siguiente. Miré al hombre que nos
había sonreído y sentí una súbita simpatía por él y por
el niño. No debía ser suyo; era un niño español, de
pelo rizado. Tendría unos ocho años y estaba
demacrado como todos los niños españoles en la
guerra. Sus facciones infantiles eran serias como las
de un adulto. Pero había ternura en sus ojos cuando
miraba al hombre. Y con la misma ternura miraba el
hombre al niño.
Entró un grupo nuevo, ruidoso y seguro de sí.
Resultaron ser gente conocida. Llegaban en coche,
traían comida y nos invitaban a cenar. La posadera
arregló una mesa junto a la pared y sobre el mantel
apareció pan blanco y manjares echados de menos
durante largo tiempo. Nos sentamos a charlar y tomar
vino, de espaldas al hosco grupo junto a la chimenea.
Reinaba camaradería y las penas pasaron al olvido. Al
presente había algo de comer y el futuro era incierto
para todos por igual.
Al tomar el primer bocado me acordé de pronto del
internacional y del niño y al punto me volvió toda la
congoja anterior. La guerra, ciertamente, nos había
curado de sentimentalismos, así que ningún
escrúpulo de conciencia atajaba mi apetito. Pero no
29
pude alejar la impresión que me había causado la
pareja a mis espaldas. Comer ahora me parecía un
atentado a la reciente solidaridad del hambre. Pasar
privaciones en común resulta a veces más
reconfortante que hartarse uno solo. Me sentía
miserable e indeciso. Expuse, pues, la situación a mis
anfitriones y les pedí permiso para compartir mi
pitanza con los dos refugiados.
Asintieron sin entusiasmo, pero me concedieron
más de lo solicitado. Me dirigí al hombre y le hablé.
No sabía castellano, de modo que continué en
alemán. Aceptaba la comida agradecido, por el niño.
Él podía aguantar. Toda la vida había estado a media
ración. Era obrero portuario de Hamburgo,
comunista, como era de esperar. Por eso pasó
algunos años en prisión. Los nazis volvieron a
prenderle y le torturaron hasta que logró escapar a
Francia. Trabajó de minero en la región de Lille, tenía
mujer e hijo, estuvo de nuevo en la cárcel, volvió a la
mina –ya sabes, la vida de un obrero–. Se alistó en las
Brigadas Internacionales tan pronto como pudo. La
familia quedó en Francia. Pensaba llevarla a España
después de ganada la guerra. Ahora había perdido
contacto con su grupo de voluntarios. Iba a donde
iban todos –camino de la frontera–.
¿Y el niño?
Me contó su historia. Su unidad internacional,
licenciada por el gobierno, acampaba en un pueblo.
Allí hizo amistad con una familia. El padre estaba en
el frente, de modo que él ayudaba a la mujer y jugaba
con el chico. En un ataque aéreo una bomba destruyó
la casa y mató a la madre. El padre estaba
precisamente de permiso por un día y ahora tenía que
regresar a las trincheras. –Dios sabe lo que va a pasar
aquí –dijo el padre–. Parece que los fascistas van a
ganar. Este chico no tiene ni casa, ni madre, ni padre
tampoco, pues yo tengo que irme. Llévale al
extranjero y haz de él un hombre libre y que aprenda
un oficio. Aquí, con Franco, no sería más que un
monaguillo primero y una bestia de carga por el resto
de su vida. No hemos luchado para esto. Y si
hubiéramos de ganar todavía, ya volverá contigo y con
tu mujer y con tu chico, pues habrá en España sitio
para todos.
Mauricio Amster vestido
como miliciano republicano.
30
El hombre contaba la historia con voz pausada, en
dialecto hamburgués, no siempre comprensible para
mí. Con su navaja de bolsillo cortaba limpiamente el
pan y preparaba gruesos bocadillos para el niño, pero
éste no quería comer nada mientras el hombre no se
reservara otro tanto. Era un forcejeo sin palabras en
que los ojos negros del chico seguían el reparto de la
comida y los ojos azules del grande miraban con
ternura infinita al pequeño.
Pasamos la noche en la posada y al bajar, a la
mañana siguiente, el internacional y el niño se habían
ido y no les volvimos a ver más. Años de derrota y
amargura han transcurrido desde entonces, pero
recuerdo a aquellos dos más vivamente que los
grandes acontecimientos con que se teje la historia.
Porque en este cariño entre el obrero alemán y el niño
español, en esta confianza de un padre hacia un
extranjero que no habla su lengua, creo hallar más
solidaridad que la que nace en el fragor de las
batallas.
El valor incomparable del combate español
proviene de que los acontecimientos se formulan en
él con nitidez casi simbólica. La licha de un pueblo
desprovisto hasta entonces de todos los
conocimientos y de todas las técnicas modernas,
contra todas las internacionales de opresión, contra
todas las potencias europeas y mundiales
(cristianismo, capitalismo, pseudodemocracias
liberales), reviste una apariencia homérica en que late
el nacimiento de un mito. Característica es la llegada
espontánea de combatientes de todos los países del
orbe; no de los especuladores –ambiciosos los habrá
habido ciertamente–, sino de todos los
desesperados, de cuantos sufren; estos desdichados
habían reconocido en ese drama su propio drama, su
última esperanza en la tierra de un vivir a la postre
humano.
Mauricio Amster Araya (Lemberg, actual Lvev, 1907-Santiago de
Chile,1980). Después de unos estudios frustrados de pintura en Viena, se
formó en Berlín (1927) en las actividades por las que será reconocido en
vida: Comunicación Gráfica, Diseño Editorial y Tipografía. En 1930 se
muda al Madrid republicano en donde ejerce como Director de
Publicaciones del Ministerio de Instrucción Pública, cargo con el que dio
a luz la Cartilla Escolar Antifascista, texto que alfabetizaría a muchos
obreros que se encontraban en el frete durante la Guerra Civil Española.
Ya perdida ésta, huye hacia Francia con su esposa y pasa a ser uno de los
ocupantes del Winnipeg, barco que llevaría a otros refugiados que con el
tiempo influirán en el desarrollo intelectual de Chile en las décadas
posteriores.
“La rama y el retoño” rememora aquel tiempo de la Guerra Civil
Española y fue publicado originalmente en la revista chilena Babel en
1946 y es recogido en el libro Recuerdos de un Bibliófilo de la editorial
Carbón Libros (2021).
Pierre Mabille
-
32
3 Poemas
Langston Hughes
Traducción de René Olivares Jara
De madre a hijo
Bueno, hijo, te diré:
La vida para mí no ha sido una escalera de cristal.
Ha tenido tachuelas
Y astillas
Y tablas arrancadas
Y lugares sin alfombras en el suelo–
Desnudo.
Pero todo el tiempo
He estado trepando
Y alcanzando tierra
Y doblando esquinas
Y yendo algunas veces a la oscuridad
Donde no había luz.
Entonces, muchacho, no retrocedas
No te quedes en los peldaños
Porque te parece que es más difícil.
No caigas ahora–
Porque yo avanzo todavía, cariño,
Sigo escalando,
Y la vida para mí no ha sido una escalera de cristal.
33
El negro habla de ríos
He conocido ríos:
He conocido ríos arcaicos como el mundo y más antiguos que el flujo de la sangre humana en las venas humanas
Mi alma ha crecido profunda como los ríos.
Me bañé en el Éufrates cuando el alba era joven.
Construí mi cabaña cerca del Congo y me arrulló hasta dormirme.
Contemplé el Nilo y alcé las pirámides sobre él.
Escuché el canto del Mississippi cuando Abe Lincoln descendió hacia Nueva Orleans y he visto su pecho fangoso
volverse totalmente dorado al atardecer.
He conocido ríos:
Ríos antiguos y morenos.
Mi alma ha crecido profunda como los ríos.
35
Que Estados Unidos vuelva a ser Estados Unidos
Que Estados Unidos vuelva a ser Estados Unidos.
Que sea el sueño que solía ser.
Que sea el pionero en la llanura
Buscando un hogar en donde él mismo sea libre.
(Estados Unidos nunca fue Estados Unidos para mí.)
Que Estados Unidos sea el sueño que los soñadores soñaron…
Que sea esa gran tierra fuerte de amor
En donde nunca los reyes se confabulen ni los tiranos intriguen
A que algún hombre sea aplastado por uno de arriba.
(Eso nunca fue Estados Unidos para mí.)
Oh, que mi tierra sea una tierra en donde la libertad
No esté coronada con una diadema de falso patriotismo,
Pero que la oportunidad sea real y la vida sea libre
Que la igualdad esté en el aire que respiramos.
(Nunca ha habido igualdad para mí,
Ni libertad en esta “patria de los libres”.)
Dime, ¿quién eres tú, que murmura en la oscuridad?
¿Y quién eres tú que dibuja su velo a través de las estrellas?
Soy el blanco pobre, engañado y apartado,
Soy el Negro llevando las cicatrices de la esclavitud.
Soy el indígena expulsado de la tierra,
Soy el inmigrante aferrándose a la esperanza que busco…
Y encuentro solamente el mismo antiguo plan estúpido
Del perro comiéndose al perro, del poderoso aplastando al débil.
36
Soy el hombre joven, lleno de fuerza y esperanza,
Enredado en esa antigua cadena sin fin
¡De beneficio, poder, ganancia, de arrebatar la tierra!
¡De arrebatar el oro! ¡De apoderarse de las formas de satisfacer la necesidad!
¡Del trabajo de los hombres! ¡De quitar la paga!
¡De poseer todo por la propia codicia!
Soy el granjero, siervo de la gleba.
Soy el trabajador vendido a la máquina.
Soy el Negro, sirviente de todos ustedes.
Soy el pueblo, humilde, hambriento, pobre…
Hambriento aún hoy a pesar del sueño.
Golpeado aún hoy… ¡Oh, Pioneros!
Soy el hombre que nunca salió adelante,
El obrero más pobre comerciado a través de los años.
Aún soy el que soñó nuestro sueño básico
En aquel Viejo Mundo cuando todavía era un siervo de los reyes,
Quien soñó un sueño tan fuerte, tan valiente, tan verdadero,
Que aún canta su poderosa osadía
En cada ladrillo y piedra, en cada suco volteado
Que ha hecho a Estados Unidos la tierra en la que se ha convertido.
Oh, soy el hombre que navegó esos primeros mares
Buscando lo que quería que fuera mi hogar…
Porque soy el que dejó la costa de la oscura Irlanda
Y la llanura de Polonia y la pradera llena de pastos de Inglaterra
Y arrancado de la hebra del África Negra Yo vine
A construir una “patria de los libres.”
¿Los libres?
¿Quién dijo los libres? ¿No yo?
¿De seguro no yo? ¿Los millones hoy en ayudas?
¿Los millones derribados cuando hacemos huelga?
¿Los millones que no tienen nada para pagarnos?
Por todos los sueños que hemos soñado
Y todas las canciones que hemos cantado
Y todas las esperanzas que hemos mantenido,
Y todas las banderas que hemos colgado,
Los millones que no tienen nada para pagarnos…
Excepto el sueño que hoy está casi muerto.
Oh, que Estados Unidos vuelva a ser Estados Unidos…
La tierra que todavía nunca ha sido…
Y que aún debe ser… la tierra en donde cada hombre sea libre.
La tierra que es mía… del hombre pobre, del Indio, del Negro, MÍA…
Quienes hicimos a Estados Unidos,
Cuyo sudor y sangre, cuya fe y dolor,
Cuya mano en la fundición, cuyo arado en la lluvia,
Deben traer de vuelta nuestro poderoso sueño.
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Claro, dime cualquier nombre feo que elijas…
El acero de la libertad no se oxida.
De aquellos que viven como sanguijuelas en la vida del pueblo,
Debemos recuperar nuestra tierra,
¡Estados Unidos!
Oh, sí,
Lo digo claramente,
Estados Unidos nunca fue Estados Unidos para mí
Y todavía hago este juramento:
¡Estados Unidos será!
Del potro de tortura y la ruina de nuestra muerte gangsteril,
La violación y la putrefacción del injerto y el robo y las mentiras,
Nosotros, el pueblo, debemos redimir
La tierra, las minas, las plantas, los ríos.
Las montañas y la llanura sin fin…
Todo, todo el trecho de estos grandes estados verdes…
¡Y hacer nuevamente a Estados Unidos!
Langston Hughes (1901-1967) fue un escritor estadounidense cuyo trabajo en la
narración, el ensayo y, en especial, la poesía, tuvo una influencia enorme en el
desarrollo de la literatura afroamericana en su país, y en particular, en lo que llegó a
conocerse como el “Renacimiento del Harlem”.
Los poemas que publicamos aquí son una muestra de la visión democrática de
Hughes, de su compromiso social hacia los grupos menos favorecidos y del rol del poeta
como catalizador de ese cambio necesario.
38
Alberto Rojas Giménez viene volando
Pablo Neruda
E
ntre plumas que asustan, entre noches,
entre magnolias, entre telegramas,
entre el viento del Sur y el Oeste marino,
vienes volando.
Bajo las tumbas, bajo las cenizas,
bajo los caracoles congelados,
bajo las últimas aguas terrestres,
vienes volando.
Más abajo, entre niñas sumergidas,
y plantas ciegas, y pescados rotos,
más abajo, entre nubes otra vez,
vienes volando.
Más allá de la sangre y de los huesos,
más allá del pan, más allá del vino,
más allá del fuego,
vienes volando.
Más allá del vinagre y de la muerte,
entre putrefacciones y violetas,
con tu celeste voz y tus zapatos húmedos,
vienes volando.
39
Sobre diputaciones y farmacias,
y ruedas, y abogados, y navíos,
y dientes rojos recién arrancados,
vienes volando.
Sobre ciudades de tejado hundido
en que grandes mujeres se destrenzan
con anchas manos y peines perdidos,
vienes volando.
Junto a bodegas donde el vino crece
con tibias manos turbias, en silencio,
con lentas manos de madera roja,
vienes volando.
Entre aviadores desaparecidos,
al lado de canales y de sombras,
al lado de azucenas enterradas,
vienes volando.
Entre botellas de color amargo,
entre anillos de anís y desventura,´
levantando las manos y llorando,
vienes volando.
Sobre dentistas y congregaciones,
sobre cines, y túneles y orejas,
con traje nuevo y ojos extinguidos,
vienes volando.
Sobre tu cementerio sin paredes
donde los marineros se extravían,
mientras la lluvia de tu muerte cae,
vienes volando.
Mientras la lluvia de tus dedos cae,
mientras la lluvia de tus huesos cae,
mientras tu médula y tu risa caen,
vienes volando.
Sobre las piedras en que te derrites,
corriendo, invierno abajo, tiempo abajo,
mientras tu corazón desciende en gotas,
vienes volando.
No estás allí, rodeado de cemento,
y negros corazones de notarios,
y enfurecidos huesos de jinetes:
vienes volando.
40
Oh amapola marina, oh deudo mío,
oh guitarrero vestido de abejas,
no es verdad tanta sombra en tus cabellos:
vienes volando.
No es verdad tanta sombra persiguiéndote,
no es verdad tantas golondrinas muertas,
tanta región oscura con lamentos:
vienes volando.
El viento negro de Valparaíso
abre sus alas de carbón y espuma
para barrer el cielo donde pasas:
vienes volando.
Hay vapores, y un frío de mar muerto,
y silbatos, y mesas, y un olor
de mañana lloviendo y peces sucios:
vienes volando.
Hay ron, tú y yo, y mi alma donde lloro,
y nadie, y nada, sino una escalera
de peldaños quebrados, y un paraguas:
vienes volando.
Allí está el mar. Bajo de noche y te oigo
venir volando bajo el mar sin nadie,
bajo el mar que me habita, oscurecido:
vienes volando.
Oigo tus alas y tu lento vuelo,
y el agua de los muertos me golpea
como palomas ciegas y mojadas:
vienes volando.
Vienes volando, solo solitario,
solo entre muertos, para siempre solo,
vienes volando sin sombra y sin nombre,
sin azúcar, sin boca, sin rosales,
vienes volando
Pablo Neruda (1904-1973), fue un poeta chileno ganador del Premio Nobel de Literatura con una
gran influencia en la literatura hispanoamericana. El presente poema está dedicado al escritor e
ilustrador chileno Alberto Rojas Giménez (1900-1934). Ambos fueron parte de la vida literaria chilena
de comienzos de los años 20, que se caracterizó por los movimientos sociales y el desarrollo del
vanguardismo. Rojas Giménez aparece como firmante de algunos de los documentos fundacionales de
las vanguardias en Chile, como el "Primer manifiesto Agú" y la "Rosa Náutica". En 1923 viaja a Europa
gracias a que su amigo pintor Abelardo Bustamante había ganado una beca y lo invita a viajar con él.
Ahí vive una temporada en París y luego en Berlín. El resultado de esa estadía es su libro Chilenos en
París. Ya de vuelta en Chile muere debido a una neumonía, luego de que dejara su abrigo en un local,
según algunas versiones, a modo de prenda y se mojara en esa noche de lluvia. La muerte del amigo
poeta encuentra a Neruda lejos del país, en sus labores como Cónsul de Chile en España. Escribe este
poema en su homenaje y lo publica en la segunda parte de Residencia en la Tierra (1935).
41
Homenajes Póstumos
Sergio Pizarro Roberts
(Selección)
¿Por qué este poema se llama así?
a Juan Luis Martínez
la copa que cae
y esta mirada que intenta retenerla
el movimiento continúa
pero no la quiebra
la cocina está abierta
y tú percibes las sombras del estrépito
los añicos que en el aire forman esa misma copa
que regresa entre mis manos a la mesa
Ludwig Zeller
u.na micro me choca la bici por detrás
de la cabeza medio enterrada
salen en fila india las hormigas negras de Dalí
Diego Maquieira
la poesía está apagada
Ludwig Zeller
o se encuentra temporalmente fuera de servicio
43
Pedro Lemebel
estoy muerto en otro lugar
ya invertimos la amistad de nuestrxs amigxs
no queremos usar las mismas palabras
aplastarnos de ideas ni aflojar
como si de género nos tratasen
estamos recién naciendo
simulando que nos semillaron
en un nido de alitas rotas
Adanesas que al mediodía
brillarán por su diferencia
Epitafios en el Cementerio Tertuliano de Cochoa
Todo poema es un epitafio
T. S. Eliot
A quí yace Adelmo Yori
“El lector”
sus ojos miran la luz de la memoria
Aquí reposa Felipe González
esa brisa del mar que vive y pervive
Aquí yace Floro Sanfuentes
el apacible, gran admirador del otoño
Aquí descansa Daniela Mujica
la hija de mi nube en libertad
Aquí reposa Liliana García
cuya urdimbre empuja al viento a volver
Aquí ríe Rosa Alcayaga
con su acostumbrado y sonoro sentimiento
Aquí retoza Sergio Pizarro
olvidado en el silencio con sumo cuidado
Allá
Maruja DeBoris
sorprende a la paciencia de la eternidad
Terra incógnita, 1975
d
D e tanto darle vida a la muerte
fuimos matando a la vida
44
“¿Qué hacemos con él?”
Charly
los amigos del barrio pueden desaparecer
homenajes como este pueden desaparecer
Epicuro (fragmento perdido)
[…]
m
ientras la eternidad permanezca en cautiverio
la muerte seguirá sin nombre
no lanzo contra la oscuridad
las piedras de mis preguntas
tengo un plan hacia la felicidad
Los mugidos
Aunque ya no me escuches Pablo y todo te sea finalmente inútil, culmino este asunto conforme a tu obra, con un
aluvión incontenible de puntos suspensivos rojos, los poetas que hubiésemos sido de rokha al leerte
45
Anexo I
Homenaje a Nietzsche,
al espíritu libre
Pongamos atención en las palabras que siempre traen la posibilidad consigo, esa posibilidad de espejos que
buscamos
Los espejos multiplicadores que suman nuestra propia eternidad mentida en el reflejo
Que el espejo dé reflejo y la palabra una impresión
Dejaré los diccionarios a un lado porque tienden a brillar la realidad, oscureciendo el truco
la palabra impresión ha quedado embarazada y espera un hijo, un fruto de su propia gestación autorreferida
la palabra impresión será en adelante la madre de la imprecisión, su hija de ahora y padre impreciso
Pero no importa que la impresión sea una palabra ni la palabra lo que ustedes creen escuchar porque, en verdad,
hace rato que solo estoy buscando la perfección del error
“Fe”
Sergio Pizarro Roberts (Santiago de Chile, 1964). Poeta e investigador literario. Es
autor de libros de poesía como Poemas Diesel (1993), Luces que no deben prenderse
(1999), Moví un día (2001), Apocatástasis asténica (2003) y Piedras a la oscuridad
(2016), obras que se encuentran a su vez compiladas en A mitad de camino. Obra poética
reunida. 1993-2016 (2019). Los textos que seleccionamos aquí se encuentran en su
poemario de 2020 Homenajes póstumos. Los dibujos que aquí aparecen pertenecen a
Luis Martínez Salas.
46
Pedazos de agua
(Selección)
Roberto Contreras
M anejar con simpleza la vida
como se unta un trozo de pan en una yema
Llevar en un vaso solo el agua de ese día
sin desgastarse en querer llamar
todas las cosas por su nombre.
Un niño explica a otro
qué es el rastro de un caracol
sobre la hierba.
47
S
i el camino es la memoria,
¡cuánto tardan en gastarse
las piedras del olvido!
Mientras el tiempo no diga lo contrario:
Un vaso
Una jaula
Un cuaderno en blanco
Se hallan perplejos ante el vacío.
Entre los árboles
demasiado oscuro
para seguir leyendo.
A la sombra del ciprés recoger guijarros
como joyas de un recuerdo futuro.
A la sombra del ciprés seguir el baile
de las ramas mecidas por el viento.
A la sombra del ciprés
Sentir el crepitar de antiguas brasa.
A la sombra del ciprés
ver las cenizas barridas por la tarde.
En el vuelo
de un ave
se detuvo
el tiempo.
48
Dos mariposas nocturnas vuelan hacia mí.
al llegar es solo una
del tamaño de mi mano.
La garganta es un nido
donde se encuba la memoria.
La garganta es un arroyo
donde fluyen las visiones.
La garganta es una puerta
donde ingresan los sentidos.
La garganta es un tejido
donde se abriga la esperanza.
La garganta es una hoguera
donde se quema el presente.
Una tórtola posada en una cerca
espera al vencedor
entre un saltamontes y el viento.
El dolor
es un puente
que siempre cruzamos.
Despejar
los pasillos
el escritorio
las hojas.
Despejar
los pulmones
49
de ruidos
las palabras.
Despejar
la ventana
las sábanas
la mirada
para sembrar lo que ya
ha brotado en cada uno.
El mejor sendero
es el que deja
el agua en su caída
-
50
Roberto Contreras (Santiago de Chile, 1975) es profesor, escritor y
editor. Ha realizado publicaciones en diversos géneros (novela, poesía,
crónicas, crítica literaria) como colaborador y editor en revistas La Calabaza
del Diablo (1998-2005), Lanzallamas (2006-2010), Carcaj - LOM Ediciones
(2010-2014) además de tallerista de fomento lector por editorial Zig-Zag
desde el año 2015. Ha impartido charlas dentro y fuera del país de Chile en
torno a sus proyectos y los soportes actuales de la literatura. Actualmente es
editor del sello Carbón Libros.
Los poemas que publicamos aquí son una selección del libro Pedazos de
agua (2019).
52
Otra vez Rimbaud
René Olivares Jara
A
rthur Rimbaud (1854-1891) pertenece a la
……….constelación de autores que ha sobrepasado
los límites geográficos de su país natal y se ha
instalado como un referente de la literatura a nivel
mundial, con una influencia que se proyecta hasta
nuestros días. Las escasas páginas de la “obra
completa” de un escritor que dejara la literatura a los
20 años y muriera a los 37, han sido suficientes para
transformarlo en un ícono cultural y una fuente de un
sinnúmero de libros literarios y críticos, así como de
obras musicales y audiovisuales.
Si tomáramos en cuenta tan sólo las obras escritas
basadas en él, daría para un artículo aparte o, más
bien, para una monografía en varios tomos sobre la
influencia de Rimbaud en la literatura. Si miramos un
poco más allá de lo literario y si nos fijamos en el caso
musical, podemos encontrar obras como Les
Illuminations, Opus 18 (1939-1940), de Benjamin
Britten (1913-1976), basada en los poemas del
mismo nombre, y los álbumes más contemporáneos
Une saison en enfer (1991), de Léo Ferré y el disco
Sahara Blue (1992), ambos hechos como homenaje a
los 100 años de la muerte del poeta. Y en el ámbito
más popular Rimbaud aparece como figura central o
secundaria en trabajos de autores como Bob Dylan
(“You're gonna make me lonesome when you go”) o
Patti Smith (“Horses”, “Radio Ethiopia”). La
admiración de esta última incluso la llevó a comprar
la casa que el poeta francés tuvo en su infancia. Por
último, también menos conocidas, pero no por ello
menos tributarias de esta leyenda, la banda Dum
Dum Girls con su tema “Rimbaud Eyes”.
El cine no se ha sustraído de la atracción del mito
de Rimbaud. Resalta aquí Total Eclipse (1995),
película dirigida por la polaca Agnieszka Holland
(1948) y protagonizada por Leonardo di Caprio (Arthur
Rimbaud) y David Thewlis (Paul Verlaine). Basada en
una obra de teatro del mismo nombre, escrita por
Christopher James Hampton en 1967, intenta rendir
un homenaje a Rimbaud por medio del retrato
dramático de su relación con Verlaine.
53
Total Eclipse (1995)
Dada la cantidad de obras basadas en la figura o en
la obra de Rimbaud no es de extrañar que el poeta
francés sea también la inspiración de una forma de
expresión tan cercana a la literatura como lo es el
cómic. De las publicaciones que conozco me es
posible mencionar The Drunken Sailor (2018) de Nick
Hayes y Rimbaud, el Indeseable (2022), de Xavier
Coste. Ahora bien, ante la abundancia de obras
“rimbaudianas” en distintas formas de expresión,
cabe preguntarse: ¿Qué más se puede agregar a la
sombra cada vez más larga de este gigante?
Chapeau, Herr Rimbaud, es un cómic creado por
Christian Straboni, coescrito con Laurence Maurel y
publicado originalmente en francés como Le chapeau
de Rimbaud en 2010. A diferencia de muchas de las
obras que se mencionan aquí, el trabajo de Straboni,
quiere dejar atrás la imagen romantizada y mistificada
del enfant terrible y pretende mostrarnos un aspecto
poco conocido de la vida de Rimbaud: su etapa como
traficante de armas en Etiopía. Sin ser estrictamente
biografista, algo que llama la atención más allá del
dibujo casi expresionista, es el uso de documentos,
cartas y fotografías “reales”, los que dialogan con
esta obra ficticia para iluminar esta etapa de la vida
del poeta francés. Acá no veremos lo que nos ha
acostumbrado el mito construido en torno a su figura.
Rimbaud no estará entre la bohemia parisiense
reunida en algún café de la “Ciudad Luz” recitando
versos entre un vaso de absenta y otro, mientras se
mofa arrogantemente de los poetastros de ocasión.
Por el contrario, la historia que nos presenta Straboni
será la del desierto de Etiopía, la de la tensión entre
árabes musulmanes y etíopes cristianos y la de los
distintos líderes locales en los márgenes de la
expansión colonial francesa. El Rimbaud retratado
por Straboni en el oriente africano no es el Rimbaud
santificado por la literatura. Es el Rimbaud olvidado
por aquel otro relato al que le basta saber que puso la
belleza en sus rodillas y la encontró amarga.
Buscando lo nuevo, es posible que el desierto
represente la posibilidad de un nuevo comienzo. De
una nueva vida. Ahora bien, ¿qué clase de vida es
ésa?
Vidas paralelas
Menciono que la aproximación de Straboni no es
estrictamente biografista, pues pese a basarse en
lugares y fechas contrastables con la vida del
“verdadero” Rimbaud, hace uso de la fantasía para
resaltar las características que para él son las más
54
relevantes de este Rimbaud del desierto. Por
un lado, nos instala en la mirada del ficticio
Jean Roch Folelli, rebelde corso doblemente
fugitivo: ha matado a un cura por acusar
injustamente a su padre lo que finalmente lo
llevó a la horca y, también, por haber
desertado del ejército francés. Es a través de
él que ingresamos al mundo de este Rimbaud
desconocido. Por otro lado, a medida que
avancemos con la caravana cargada de
armas por el desierto etíope, se irá
desdibujando los límites de lo posible. El
camino por el desierto será una especie
peregrinaje que desdibuje los límites entre
realidad y fantasía.
El cómic comienza con una imagen
contrastante entre Folelli y Rimbaud. Mientras
el primero vengaba a su padre teniendo
apenas doce años, el segundo se paraba
derecho para recibir la ostia de su primera
comunión. “En esta vida las cartas no se
reparten iguales”, se nos dice. Pese a esta
primera impresión, las vidas de ambos
tomarán cursos parecidos: los dos
abandonan sus casas muy jóvenes, los dos
participan de la Comuna de París como
revolucionarios, los dos se enrolan en un
ejército extranjero (en el caso de Rimbaud, el
de los Países Bajos, que lo llevaría a
Indonesia) y, así mismo, ambos emprenden la
casi inmediata deserción. Como impulsados
por un mismo fuego, no es de extrañar
entonces, que ambos terminen conociéndose
en el mismo rincón alejado del mundo
“civilizado”, congeniando rápidamente. El
cómic se desarrolla en ese tiempo que es casi
un instante, en el que los dos personajes
comparten un espacio y una misma
motivación: deben hacer una entrega de
armas a un rey local en Etiopía. Pero por
medio de este proyecto “materialista” es que
la acción se abrirá a una serie de discusiones
sobre el rol del arte, la moralidad de los
poderes coloniales y el intento occidental de
“salvarse” de una civilización que los agobia,
pero a costa de los “salvajes”.
Mientras Folelli venga a su padre, Rimbaud recibe la Primera Comunión.
55
El viaje en una caravana entre Tadjoura y el reino de
Shoa abre una ventana a ese mundo que, si bien se
encuentra lejos de los centros de poder, está en un
proceso de ser absorbido por ellos en su expansión. Se
trata de un mundo diverso y en movimiento, pero
cuyas formas tradicionales empiezan a transformarse
por la presión del mundo europeo. El exotismo de los
camellos de cargas, de los turbantes, de las mujeres
con los pechos descubiertos y de las costumbres
milenarias moldeadas por el desierto, se da paso a una
erosión provocada por la presencia europea. Por
ejemplo, las habituales rencillas de poder que se dan
en la historia de toda comunidad se ven potenciadas
por el acceso a las nuevas armas traídas por los
occidentales. El exotismo da paso a la fragilidad y el
peligro. La pax del imperio lleva consigo una tensión
latente que explota apenas tiene la ocasión de
hacerlo. De este modo, aunque árabes musulmanes y
etíopes cristianos trabajan juntos por un interés mutuo
de profitar del tráfico de armas, los problemas afloran
entre ellos, incluso violentamente, cuando se da la
oportunidad. Un guerrero danakil de la caravana
muere en un accidente, pero sus compañeros
responsabilizan al guía musulmán. Al poco tiempo
ellos cobran la deuda de sangre. Y aunque Rimbaud no
está de acuerdo con la situación, se ve obligado a
aceptar la vendetta por su propia seguridad. Los
franceses, supuestos amos de aquellas tierras y
personas, no ponen obstáculos a esta venganza para
mantener la ilusión de su poder y evitar el desbarajuste
de ese sistema de explotación.
Es en este ambiente hostil que el Rimbaud
postliterario prospera. Sin llegar a la crueldad, prefiere
el pragmatismo a la belleza. La ficcionalidad de Folelli
le sirve a Straboni para enfatizar esa lejanía y extrañeza
que nos produce el Rimbaud del desierto: ¿Por qué
habrá abandonado la literatura? ¿Cuál es el plan de
este hombre misterioso? “¿Quién es realmente este
Rimbaud? ¿Ayer poeta y hoy traficante de armas?”. La
hostilidad del desierto y la afinidad de caracteres hará
que conozcamos a este otro Rimbaud.
Antes de partir hacia Shoa, se reúne un grupo de
europeos para celebrar el día nacional de Bélgica,
invitados por el empresario de ese país Leonce
Vandermouck. Aquí aparece Julius Zoetemelk, un
literato de segundo orden que reconoce a Rimbaud.
Le comunica a todos los presentes la fama y prestigio
que “un pequeño círculo de inocentones jóvenes
exaltados del Barrio Latino” le ha dado, al coronarlo
“Rey de los poetas”. Después de leer uno de los textos
antologados en la revista parisina que ha traído
consigo espeta que “Como hombre de educación
debo decirle: Sus “Iluminaciones” son bastantes
sombrías…”. La respuesta de Rimbaud a este “elogio”
improvisado fue botarle el cigarro de un manotazo.
Zoetemelk representa ese mundillo de egos y hábitos
al que Rimbaud le ha dado la espalda.
La misma firmeza con la que Rimbaud rechaza ese
pasado literario incentivará la curiosidad de Folelli de
56
saber quién realmente es ese Rimbaud. Ya en la
intimidad de la amistad, Rimbaud le confesará que lo
que intentó en la poesía lo intenta ahora en la vida y
que la literatura sólo es un aspecto de todos los
planes que tiene.
“Por mucho tiem po he per seguido a l d iabl o de la poe sí a.
Ella fue una vez m i pr oyec to. Desde e ntonce s ten go mi les
de otros pr oyectos . El arte es una t onter a. (… ) Es timado,
hablo de c al ibr adores, c alc ul adoras o t ambié n un ma nual
de administrac ión.”
Los paraísos artificiales
Más adelante le dirá:
“La poes í a no es más que un e ngaño, ¡un es fuerzo i nútil!
Las c os as ver da der as las escr i be l a v ida.”
Y este plan de expandir lo posible une en parte a
ambos personajes, pero los separa en las
consecuencias del mismo, ya que Folelli funciona
como una especie de “doble opuesto” de Rimbaud.
No porque sea su antagonista, sino más bien porque
representa un camino alternativo que el autor francés
no llegó a tomar. Mientras, como vemos, Rimbaud
tiene metas cada vez más materialistas y termina
integrándose en la maquinaria colonial europea,
profitando del negocio de las armas, Folelli intenta
también ser parte de aquel mundo, pero no logra
hacerlo del todo, ya que él mismo se vuelve cada vez
menos real. Pese a su intento de enraizarse e
integrarse al mundo oriental africano, su vida se
volverá una constante huida de sí mismo y de la
realidad.
Folelli es un personaje que lleva a cabo una doble
huida. Por un lado, escapa de la justicia por la doble
falta del asesinato y de la deserción. Pero, por otro
lado, también huye de sí mismo a través de las
drogas. Y éste es un punto diferenciador respecto a
Rimbaud y desde donde podemos estimar que Folelli
es su “doble opuesto”. En contraste con la imagen
narcótica de Rimbaud, que nos ha legado su mito
literario, el Rimbaud del cómic es el empresario
hiperconsciente de su lugar en el mundo y de los
peligros de la evasión. Es por eso que al ver al italiano
sacar unas hojas de qat le advierte de los peligros de
su consumo.
“Teng a c ui da do con el Qa t, Fole ll i, c onozco a var ios
europeos que no han po dido l i brars e de él .”
Y esta advertencia será como un sino. Poco a poco,
Folelli se vuelve incapaz de distinguir entre realidad y
fantasía. Con miedo se moverá entre animales
parlantes, diosas del desierto, barcos que vuelan, etc.
El intento de transformar la vida a través de la
imaginación se vuelve, en el caso de Folelli al menos,
una cuestión más de incapacidad que de
empoderamiento de la propia vida. Las alusiones
finales a Don Quijote dejan bien en claro la lucha
perdida del ideal frente a lo real. El intento de Folelli
57
de instalarse en Etiopía, aquí “lejos”, y escapar al fin
de la ley, será infructuoso, pues su huida rebasará
incluso la realidad. Folelli representa así, ese perdido
narcotizado que Rimbaud no alcanzó a ser. Su
fracaso, representaría una advertencia respecto a la
vida disoluta. Quizás, una crítica a la vida que
“afortunadamente” Rimbaud dejó atrás. Las
aventuras literarias parecen haber sido niñerías, pues
la vida se la gana en el desierto y no borracho en algún
salón parisino.
Pese a lo anterior, queda la duda de si la elección
materialista de Rimbaud lo ha puesto más cerca de
“sí mismo” o es tan sólo una forma más de esa huida
personal. ¿Cuál será el Rimbaud más auténtico? ¿El
de los versos o el del comercio? Como sea, el autor
parece presentar sus respetos a este hombre de
múltiples vidas, sacándose el sombrero
Título: Chapeau, Herr Rimbaud (2011)
Título original: Le Chapeau de Rimbaud (2010)
Diálogos: Christian Straboni y Laurence Maurel
Dibujo: Christian Straboni
Editorial: Matthes & Seitz Berlin
René Olivares Jara (Santiago de Chile, 1981). Poeta, traductor e investigador
literario. Ha publicado diversos textos en estas áreas: Arden Altares al Amanecer
(poemas, 2000), Mito y Modernidad en la obra de Rosamel del Valle (2016) y las
traducciones La horrible lengua alemana (2019) y Ciencia cristiana (2022), ambas de
Mark Twain. Actualmente es director de la revista literaria El descanso en la escalera
y se encuentra escribiendo su proyecto de Postdoctorado en la Universidad de
Potsdam, Alemania.
58
Evolución del Vampiro:
DE LA LITERATURAL DE TERROR AL CINE ROMÁNTICO
E
l vampiro es un mito legendario. Deambula por
……..la historia de Drácula a Edward Cullen. El
vampiro es una extraña mezcla de seducción,
inmortalidad y, por lo menos hasta el siglo XX, de
horror. La imagen del vampiro como un ser poderoso,
destructivo y cargado de una connotación maligna ha
ido evolucionando y se ha convertido hoy en día en
figura icónica del amor más allá de la muerte.
El recorrido de este cambio se desarrolla desde la
aparición de las primeras obras literarias que tenían
como personaje a vampiros como Carmilla, Drácula
o el mítico vampyr del Horla. En ellas el vampiro es un
ser maligno, un monstruo extranjero e invasor de
orígenes aristocráticos y poderes misteriosos
imposibles de comprender para el común de los
mortales. De esta forma, Carmilla evoca a la princesa
húngara Erzebeth Bathory cuya leyenda señala la
afición por la sangre y las mujeres del personaje
histórico, mientras que, en Drácula, Vlad Tepes es el
personaje “sangriento” en quién se inspira Stoker
para crear a un conde rumano de gran poder y fortuna.
Estos personajes encarnan una serie de
Yanina Piñones Araya
características fabulosas vinculadas con los poderes
oscuros, con lo pecaminoso y perverso.
El personaje literario es, entonces, una muestra de
todo lo monstruoso que la humanidad rechaza, por
ello estos personajes son temidos, perseguidos y
destruidos pues su presencia se asocia con el mal en
la tierra y desde una concepción cristiana, con la
condenación del alma de aquellos que son sus
víctimas. Durante este periodo, el vampiro es villano,
personaje antagonista que representa todo aquello
que el hombre debe eliminar del mundo. Por ello, en
estos relatos el vampiro se vincula con la oscuridad y
se destruye con la luz del sol, con los símbolos de la
fe cristiana o con el fuego purificador.
Durante los inicios del siglo XX y a través del cine se
mantiene esta figura del vampiro como un condenado
que vaga entre la vida y la muerte y que consigue su
poder a través de la sangre. Sin embargo, en este
periodo el mito se erotiza y es posible observar las
similitudes entre el mordisco y el encuentro sexual y
los ataques del vampiro son más violentos. Al mismo
tiempo que los métodos para dar caza a sus víctimas
59
se vuelven más mundanos, el monstruo comienza a
desarrollar cualidades humanas y aparecen por
primera vez los vampiros con sentimientos y, más
concretamente, los vampiros enamorados. Los
encontramos, por ejemplo, en la película Horror of
Dracula (dirigida por Terence Fisher, 1958) y la serie
televisiva Dark shadows (1966-1971), pionera en
retratar al vampiro en la pequeña pantalla.
Durante los años ochenta y noventa, bajo la
enorme influencia de la novela de Anne Rice
Entrevista con el vampiro (1976), por un lado, y de
Vampiro, mascarada, el famoso juego de rol por otro,
esta criatura va alejándose de lo aristocrático y sus
desventuras pasan a desarrollarse por completo en el
contexto de la vida diaria. Por ello, se hace cada vez
más común que el vampiro reniegue de su condición
y comienzan a abundar los argumentos en que el
centro son los problemas ético-morales que implica
ser un vampiro. En este periodo, que llega hasta
nuestros días, la transformación del vampiro de un
ser maligno y villano a un héroe o antihéroe con el que
se puede simpatizar se completa.1
Todo este proceso de humanización se explica
porque el foco narrativo cambia desde el punto de
vista de la víctima, del ser humano, hacia el punto de
vista del vampiro, del monstruo, que ha pasado a
transformarse, además, en personaje principal. Este
cambio provoca inevitablemente un sentimiento de
simpatía hacia el vampiro, ya que podemos
comprender sus sentimientos y las motivaciones de
sus actos. Por ello, según Ana María Caro Oca, (2011)
«al colocar al monstruo como protagonista, éste deja
de ser un ser temible, ya que desaparece el horror
generado por lo que permanece fuera de lo familiar y
lo cognoscible para nosotros»,2 el vampiro se
transforma en un ser cercano, comprensible y con
quien podemos empatizar, ya no provoca miedo, ni
horror, por lo que se desliga de los relatos
tradicionales y debe cargar con el prejuicio de los
textos antiguos que hablan de una tradición de
incomprensión hacia estos seres de la noche. Todo
esto provoca que se cuestione el hecho de que estos
relatos pertenezcan al género del terror o más bien
pertenecen a otros géneros literarios, pues en la
ficción vampírica actual las barreras entre lo humano
y lo monstruoso son cada vez más delgadas y
confusas.3
Los vampiros de los relatos actuales no son seres
sobrenaturales como Drácula u otros engendros que
sólo piensan en saciar su sed de sangre y pervivir por
siglos, sino que son criaturas que se preocupan
por la ética y por el amor. Estos vampiros dudan, se
60
Carmilla
arrepienten e incluso buscan casi con desesperación
la forma de cambiar, dejar de ser un asesino y
repudian su necesidad de beber sangre. Además,
estos vampiros normalizan sus costumbres y
apariencia. Se ha convertido en un elemento local, ya
no es un extranjero de hábitos, sino un compatriota
que se viste y actúa como los humanos.
A pesar de esta humanización, el vampiro, tanto
literario como cinematográfico sigue conservando
algunas de sus características básicas como, por
ejemplo, el ejercer cierta crítica social, pues según
Javier Toledo y Leonor Acosta, «el propósito del
vampiro en toda la narrativa es poner de manifiesto la
hipocresía de la moralidad y la religiosidad de la
sociedad burguesa presentada en un escenario
victoriano».4 Vampiro, mascarada se consagra en el
ámbito de los juegos de rol y del auge de la literatura
de vampiros de los noventa porque los vampiros se
convierten en un símbolo de cualquier grupo de
oprimidos y marginados.
Por todo esto es que cambia la recepción del
vampiro cambia en nuestra sociedad pues es posible
considerarlo uno más dentro del amplio espectro de
habitantes del mundo. En el Drácula de Stoker, la
sexualidad exacerbada del monstruo tenía que ser
suprimida a toda costa.5 En cambio, en las novelas
actuales como Entrevista con el vampiro, Gótika o
Vampyr, esa sexualidad es ansiada por los humanos,
lo que los lleva a buscarla por las ciudades nocturnas,
sin miedo a lo que pueda ocurrirles. Unido a lo
anterior, la independencia y alejamiento de los
estándares sociales, que inspiraba terror y conducía
al castigo en la Inglaterra victoriana, ahora es
considerada como un valor positivo. En la actualidad,
los vampiros son presentados como personajes
admirables por los mismos motivos por los que en el
siglo XIX eran perseguidos.6 Si durante el siglo XIX eran
temidos por las jóvenes, hoy en día son retratados
como el amante perfecto, lo que utilizó la película
Crepúsculo como eslogan promocional, «sólo un
vampiro puede amarte para siempre».
En las películas que se citará a continuación el
elemento romántico es uno de los motores de la
trama, pues la humanización del vampiro ha
conducido a que gran parte de la ficción vampírica
actual pueda ser englobada dentro de una categoría
de reciente popularización: el romance paranormal.7
No es ni mucho menos de extrañar esta unión entre lo
romántico y lo vampírico. Ambos tienen antecedentes
comunes en la novela gótica y la personalidad del
vampiro está claramente modelada a la imagen de un
héroe byroniano, como lo son el Lord Ruthwen de El
61
Vampiro de Polidori, o el Heathcliff de Cumbres
Borrascosas, historia de triángulos amorosos y amor
más allá de la muerte por excelencia.
Actualmente, el vampiro se configura como un
galán trágico, atormentado por un pasado plagado de
crímenes del que intenta escapar sin éxito. El conde
Drácula, de la película homónima dirigida por de
Coppola, o Adam de Sólo los amantes sobreviven
dirigida por Jarmusch, encajan a la perfección en este
estereotipo. El vampirismo para estos personajes
constituye una maldición que se manifiesta como una
parte incontrolable de sí mismo, una parte instintiva y
animal, que puede obligarlo a cometer las peores
atrocidades que atormentarán su conciencia por toda
la eternidad. Por ello, cuando el vampiro mata,
estamos ante la expresión de un arrebato
incontrolable provocado por el despertar de la bestia
que existe en su interior, no de un ataque racional,8
por lo que el mayor reto de estos vampiros será
controlar esa parte de sí.
El amor aparece entonces como la fuerza que le
permitirá al vampiro controlar sus instintos animales
y, a través de él, humanizarse, pues de no aprender a
controlarlos puede acabar con la vida de su amada,
lo que finalmente lo llevaría a hacer frente a los tabúes
de su condición, como exponerse a la luz del sol,
arriesgando así su propia existencia por ella. Sin
embargo, en la película y novela Crepúsculo esto
cambia y, finalmente, el vampiro accede a convertir a
su amada para poder salvarla y vivir su amor con ella
eternamente.
Como se pude apreciar, el vampiro del siglo XXI es
muy diferente de su homónimo del XIX que, como
planteamos anteriormente, incluso ha dejado de
pertenecer a las historias de terror. Según se ha
expuesto, en las obras actuales (literarias o
cinematográficas) es común encontrarse con él en el
contexto del romance paranormal, lo que supone,
además, un cambio esencial dentro de la
construcción las historias, lo que puede interpretarse
como una evolución en su lógica interna.
Por lo anterior, puede afirmarse que la ficción
vampírica no ha dejado de reelaborarse y
reencarnarse como señalan Toledo y Acosta, el mito
del vampiro «renace en el dominio de la cultura por
medio de un curioso proceso que aúna forma y
contenido: el mito del no-muerto ha logrado a lo largo
de los siglos la no-muerte del mito, y en su continua
resurrección consigue digerir y aglutinar todas las
versiones que le preceden» (p. 169).
62
Sin embargo, este renacer saca a las historias de
vampiros actuales de la categoría del terror para
convertirlas en historias de amor que distan mucho
de sus antecedentes del siglo XIX. En estas obras el
vampirismo parece más un accidente para darle la
connotación trágica a la historia amorosa de fondo y
no el foco del relato, por lo que es lógico pensar en
estas obras como historias de amor vampírico antes
que en relatos vampíricos propiamente tales.
El proceso de humanización vivido por los vampiros
ha provocado entonces una división clara no solo en
las historias, sino también en los receptores de estas,
pues aquellos disfrutaban del escenario oscuro y
terrorífico de estos relatos se han manifestado en
contra de la excesiva humanización del vampiro
contemporáneo, pidiendo la vuelta de su papel de
monstruo y villano
Notas:
1 Tim Kane: Changing Vampire of Film and Television: A Critical Study of the Growth of a Genre, p.
19,2006.
2 Ana María Caro Oca: Vampiros en la ficción televisiva del siglo XXI: El mito inmortal (2011).
3 Joan Gordon y Veronica Hollinger: Blood Read: The Vampire as Metaphor in Contemporary Culture,
pp. 2-5, 1997.
4 Javier Toledo y Leonor Acosta: Vampiros en la Ficción: El largo camino desde la mitología clásica
hasta la posmodernidad, p. 180, 2002.
5 Víctor Bravo: “El imaginario del vampiro”, en Claves de razón práctica, nº 59, 1996, pp. 75-77.
6 Margaret L. Carter: “The vampire as alien in contemporary fiction” en Gordon y Hollinger (Eds.)
Blood read: The vampire as metaphor in contemporary culture, p. 29.
7 Alicia Nila Martínez Díaz: “El consuelo de Crepúsculo” en Espéculo. Revista de estudios literarios nº
41, marzo-junio 2009. Madrid, Universidad Complutense de Madrid. [Consulta: 27.11.2010]:
http://www.ucm.es/info/especulo/numero41/crepuscu.html
8 Jules Zanger: “Metaphor into metonymy: The vampire next door” en Gordon y Hollinger (Eds.) Blood
read: The vampire as metaphor in contemporary culture, p. 23.
Yanina Piñones Araya es una autora chilena cuya producción principal ha girado
alrededor del género de fantasía. Gran lectora, ha combinado su actividad como
escritora con la pedagogía. Actualmente es académica de una universidad chilena.
Tiene una novela inédita llamada En las sombras, que esperamos aparezca pronto.
63
Mark Twain, un creyente incrédulo
René Olivares Jara
PRÓLOGO A CIENCIA CRISTIANA
“De mi lectura del libro de la Sra. Eddy, Ciencia y Salud, deduzco
que la Ciencia Cristiana, per se, no es ni ciencia ni cristiana.”
Anónimo, publicado en The North American Review (1914)
C
iencia cristiana es un libro curioso. Además de
oración y el rechazo al uso de medicamentos. El
………contener narraciones, reflexiones filosóficas,
devenir polémico de esta nueva fe llegó a la justicia y
teológicas, políticas y textos que podrían catalogarse
a la prensa y Mark Twain no pudo restarse.
de periodismo investigativo, ya desde su título
Nuestro autor tenía una inclinación natural por los
combina dos conceptos que parecen excluyentes y
adelantos científicos y tecnológicos. Su libro La vida
que han copado la discusión sobre el conocimiento y
en el Mississippi (1883) fue el primer texto redactado
el poder, por lo menos desde el renacimiento.
directamente en una máquina de escribir, en vez del
No son pocos los ejemplos en que la fe ha sido un
tradicional “manuscrito”. Su interés por el trabajo de
límite para el desarrollo de la ciencia. Después de
Nikola Tesla se tradujo en una amistad duradera entre
todo, ¿no fue en nombre del cristianismo que Galileo
ambos. El mismo Twain fue un inventor, con un
tuvo que retractarse de sus descubrimientos y
registro de tres patentes a su nombre: una “Mejora de
recluirse de por vida? ¿Y no fue en nombre de esa
las correas ajustables y desmontables para las
religión que durante el siglo XIX se ridiculizaría a
prendas de vestir” (1871), un “Álbum autoadhesivo
Darwin por su teoría evolutiva? Sin embargo, hubo un
para recortes” (1873) y un juego de trivia sobre
momento en que una mujer en EE.UU. quiso
historia con el nombre comercial de “Constructor de
combinar ambos conceptos en una forma de
Memoria de Mark Twain” (1885). De ellos, el más
sanación a través de la fe. Esta iglesia sui generis,
popular fue el álbum autoadhesivo, que tuvo una
junto con su carismática fundadora, dio pie a una
venta de unos 25.000 ejemplares. Pero el primero de
discusión
filosóficos,
ellos, aunque se pensó para reemplazar a los
religiosos y médicos cuestionables, como la negación
suspensores, es el sistema de elástico y trabas que
de la realidad material, la validez de un Cristo
actualmente casi todos los sujetadores femeninos
“científico” o los tratamientos en base solo a la
usan para cerrarse. Este interés en la ciencia y en la
pública
sobre
aspectos
65
La vida en el Mississippi (1883) fue el primer texto
redactado directamente en una máquina de escribir,
en vez del tradicional “manuscrito”.
La primera invención de Mark Twain fue su “Mejora
de las correas ajustables y desmontables para las
prendas de vestir” (1871), con el que buscaba sustituir
a los “suspensores”. Si bien no tuvo un gran éxito,
terminó siendo el sistema utilizado para ajustar los
sostenes.
El “Álbum autoadhesivo para recortes” (1873) fue el
invento más popular de Mark Twain. Sus páginas
tienen un pegamento que, al humedecerlo, permite
que los recortes que se quieran coleccionar queden
fijos a la página.
El “Constructor de Memoria de Mark Twain” (1885) es un juego de trivia
sobre historia general. Si el lector se anima, puede jugarlo en línea con un
máximo de 4 jugadores en este sitio de la Universidad de Oregon:
https://timeonline.uoregon.edu/twain/game.php?type=statements
66
tecnología es rastreable también en algunos de sus
textos. El viaje a través del tiempo en Un yankee
en la corte del Rey Arturo o la presencia de
nuevas formas de investigación forense, como las
huellas digitales, en La vida en el Mississippi y
especialmente
en
Pudd’nhead
Wilson
(1894).
Incluso, fuera de la ficción, el entusiasmo lo llevó
a
hacer
algunas
inversiones
que
finalmente
dilapidaron su fortuna. Me refiero a “la máquina de
escribir Paige”, un tipo de imprenta bastante
avanzada y compleja que debió deslumbrar a Twain,
quien había trabajado en una imprenta siendo
joven. En una carta a su hermano Orion le cuenta
Mark Twain en el laboratorio de Nikola Tesla (1894)
las pruebas con este aparato: «Querido Orion, a las
12:20 de esta tarde una línea de tipos móviles fue
espaciada y justificada por la máquina, ¡por
primera vez en la historia del mundo! Y yo estaba
ahí
para
verlo.
Fue
hecha automáticamente,
instantáneamente, perfectamente» (5 de enero de
1889). Pero –cosas del progreso científico– pronto
quedó superada por la linotipia, más barata y menos
compleja, y nuestro autor perdió hasta la herencia de
su esposa en esta mala inversión.
El otro tema de su interés –y quizás en un grado
mucho más profundo– era la religión. Se ha
especulado mucho sobre su creencia en Dios. Tal vez
sus dos obras más conocidas al respecto sean Cartas
desde la Tierra y El forastero misterioso, ambas
publicadas
de
manera
póstuma.
Ellas
han
contribuido en formar una imagen oscura y tal vez
Máquina de escribir Paige
cínica de Twain respecto a lo religioso. El forastero
misterioso lamentablemente fue manipulada por los
editores de su primera publicación (1916), quienes
agregaron pasajes para terminar la historia, que había
quedado inconclusa, y así hacerla publicable;
además acentuaron la crítica a la religión. Esto
permaneció sin ser detectado hasta que en los años
60 del siglo XX, estudiosos de la obra de Twain se
dieron cuenta de esta situación al tener acceso a los
originales. Actualmente, gracias a la publicación
67
progresiva de manuscritos y cartas mucho tiempo
En otra carta a su hermano Orion (19-20 de octubre
guardadas, sabemos que la concepción religiosa de
de 1865) explica cómo tuvo dos ambiciones en la
Twain era profundamente compleja y que, si bien la
vida: «Una fue ser un piloto y la otra un predicador del
muerte de su esposa Olivia en 1904 le llevó a escribir
Evangelio». Y aunque logró la primera de ellas,
tal vez sus líneas más amargas sobre Dios, no fue sino
manejando un barco de vapor por el Mississippi, la
una profundización de tendencias largamente
segunda le fue negada por no haber sentido “el
reflexionadas durante su vida.
llamado”. Si bien no le acompañó la vocación, sí
Mark Twain fue un hombre profundamente
mantuvo el interés en el tema. Esta tendencia
religioso, pero no en el sentido institucional que se le
religiosa explica también el rol que se propone Twain
da al término. Fue criado en el presbiterianismo y se
como autor. No se trata de entretener simplemente,
identificó como tal –por lo que sabemos– hasta el final
sino de resaltar los errores que él ve en el mundo,
de su vida. No son pocos los pasajes de sus textos en
sobre todo los de orden moral:
que es palpable el conocimiento que tiene de la
Biblia, ya sea por las menciones constantes de
«Soy e l únic o hombre v ivo que entiende l a natur alez a
pasajes o por subtextos presentes en la trama de sus
hum ana. Di os me ha pues to en el cargo de es ta
obras. Como menciona Jean Campbell Reesman en
sucur sa l. Cuando me r et ire no habrá nadie que ocupe
mi l ugar. Seguir é cumpl iendo con m i deber, porque
su artículo “Mark Twain vs. God: The Story of a
cua nd o pas e al otro lado, utiliz aré mi influe nci a para
Relationship”: «La relación de Twain con Dios generó
que l a raza h uma na se ahogu e de nuev o, y es ta vez
sus mejores obras, de ficción y no ficción,
se ahogue bien, si n omis iones, si n Arca. »
(Ci tado por Campbell Reesman, p. 115 )
precisamente por su lucha». Así mismo, mucha de su
imagen negativa sobre el ser humano, como
condenado e irremediablemente pecador, o la de
Dios alejado e indiferente de los sufrimientos
humanos, se explican desde las convicciones
calvinistas del presbiterianismo. Y es esta misma
concepción “cada vez más oscura”, la que según
Campbell Reesman se ha ido instalando a medida
que se han ido conociendo los textos “censurados”
de Twain, en particular los capítulos excluidos de su
Autobiografía y de Cartas desde la Tierra. Pero como
la misma investigadora estadounidense indica:
«Twai n se i nvo lucr ó e n una l ucha de am or-odi o de
toda la v ida con D ios y la fe, no con l a rel ig ión com o
una a bstracc ión n i fin alme nte con la igles ia terre nal,
sino e n una l ucha uno a uno c on Di os m ismo. (… ) Él
estaba cl ar amente e n un confl icto c ons tante s obre
Dios y l a fe, y nunc a pudo deja rlo ir y se guir ade lante.
Quería a D ios, per o querí a un Dios mej or. Querí a que
Dios hic iera al go mejo r c on el mundo que lo que
exis tí a.»
(“Mark Twai n vs. God: The St ory of a Re la ti ons hip”,
pp. 113, 114.)
68
Historia de una polémica
Probablemente, para la mayoría de los lectores
hispanohablantes el nombre de Mary Baker Glover
Eddy no les diga mucho, ni tampoco la iglesia que
fundó con su nueva fe, la Primera Iglesia de Cristo,
Científico. Sin embargo, en su momento, a fines del
siglo XIX y comienzos del siglo XX, ella fue un
personaje muy influyente en Estados Unidos y su
iglesia una de las de mayor crecimiento en el mundo
anglosajón. Comenzó en 1879 con 26 miembros y en
1936 ya eran 268.915. En el caso de las iglesias, el
movimiento religioso tenía 7 en 1890 en EE.UU. En
1910 ya poseía 1.104, mientras que por esa misma
época ya había 58 en Inglaterra, 38 en Canadá y 28 en
otros lugares.
El declive vino después de la Segunda Guerra
Mary Baker G. Eddy (1821-1910),
nacida como Mary Morse Baker,
fundadora de la Iglesia de Cristo,
Científico, o más conocida como
Ciencia Cristiana.
Primera edición de Ciencia y Salud (1875),
texto en el que se basan las creencias de
esta religión. El texto será posteriormente
corregido y ampliado múltiples veces.
Mundial. Para entonces el mundo material parecía
de la Biblia que decía: «Y sucedió que le trajeron un
haber mostrado su dura realidad. De todos modos,
paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe
aunque reducida, esta iglesia todavía tiene presencia
de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus
en países de habla hispana. Así, entre iglesias,
pecados te son perdonados» (Mateo 9:2). Y pese a
sociedades y grupos, cuenta con miembros en
que se esperaba lo peor, para sorpresa de muchos, se
Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, España,
levantó y salió de la habitación totalmente sana.
Guatemala, México, Nicaragua, Perú, Puerto Rico,
Después de demandar a la ciudad por los daños,
Uruguay y Venezuela. Debido a la influencia que
intentó buscar una explicación a su extraordinaria
ejerció alguna vez, su fundadora fue distinguida por la
sanación. Aunque la demanda no prosperó, sí lo hizo
Smithsonian Magazin como una de los cien
su investigación. La respuesta que se dio con el
estadounidenses más importantes de todos los
tiempo fue que la enfermedad es un “error del
tiempos en la categoría de “Figuras Religiosas” y el
pensamiento”. La materia que nos rodea no sería real.
texto sagrado de su iglesia, Ciencia y Salud, como uno
Lo verdaderamente real es Dios. El mundo y nosotros
de los 75 libros escritos por mujeres “cuyas palabras
mismos somos pensamientos de Dios. De este modo,
han cambiado el mundo”, según la Women’s National
la enfermedad es una ilusión de la mente. La fe,
Book Association de los EE.UU.
entonces, no solo nos promete una vida mejor al
Mary Baker Glover Eddy, nacida como Mary Morse
morir, sino que también posibilita la sanación en esta
Baker (1821-1910), fundó su iglesia después de un
vida. Esta conjunción entre cristianismo y medicina
largo período de búsqueda espiritual e intelectual
se sostiene en una concepción religiosa que con el
motivada por un accidente que, a decir de sus
tiempo llamó “Ciencia Cristiana”; “Ciencia”, ya que
cercanos y ella misma, casi le cuesta la vida. La
ella no creía haber inventado nada, sino que
versión que ha llegado hasta nosotros es que un
“descubierto” una ley permanente de la naturaleza
primero de febrero de 1866, caminando por las calles
del universo, como lo era la Ley de la Gravedad. El
de la ciudad de Lynn, resbaló sobre el hielo y se
accidente de Eddy había sido su “manzana” cayendo
golpeó tan fuerte que hasta la prensa local reportaba
sobre ella revelándole los secretos del universo
que «se temía que no se recuperara» (Register de
ocultos a plena vista. Y como ley permanente, era
Salem, 5 de febrero de 1866). Sin responder a los
posible estudiarla, describirla y enseñarla a otros.
tratamientos médicos usuales, ni a los de la
Al contrario de los “otros científicos”, Eddy basaba
homeopatía, leyó durante su convalecencia un pasaje
su descubrimiento en las Sagradas Escrituras. Los
69
adelantos que por ese tiempo se estaban llevando a
Metafísico de Massachusetts, y una editorial para
cabo en biología y medicina iban en contra del
difundir sus ideas.
idealismo radical que ella postulaba, pues surgían
Por entonces existía en los EE.UU. una necesidad
desde el estudio de lo material y no desde el Espíritu,
espiritual muy grande. En ese país, a la par de su
única realidad para ella. Es por esto que, a la par que
crecimiento económico y tecnológico, se vivían las
perfeccionaba sus métodos de sanación, Eddy
consecuencias de las distintas olas de fervor religioso
rechazaba el uso de cualquier otro método médico.
que han sido agrupadas bajo el nombre del “Gran
De todos modos, la denominación de “ciencia” le
Despertar” (Great Awakening). Con acercamientos
daba a la nueva fe un peso mayor, ya no como
teológicos diferentes y con resultados diversos, los
creencia, sino que como conocimiento establecido. Y
reformistas estadounidenses buscaron una nueva
bajo
los
relación con el dios de las escrituras judeocristianas,
seguidores de esta iglesia, convencidos del poder de
una más directa, enfatizando las emociones y la
la fe y de su líder. Mary Baker Eddy aseguraba haber
experiencia personal. Es en este fervor religioso que
sanado múltiples males, algunos de ellos más allá de
surgieron movimientos que impactaron a la sociedad
las posibilidades de la ciencia y la medicina
norteamericana del momento y que han extendido su
convencionales. En una publicación de 1898 ella
influencia con el tiempo a otros lugares del mundo.
afirma lo siguiente:
Así, por ejemplo, luego de la segunda ola de
esa
seguridad
inalterable
crecerán
“avivamiento” (revival) surgió la Iglesia de los Santos
«Desp ués
Cienc ia
de los Últimos Días y el Adventismo (como
Cris ti an a, s ané la tuberc ul os is en las úl timas et ap as,
movimiento millerita y más adelante como iglesia).
un
caso
de
que
mi
l os
descubrim i ent o
méd icos,
p or
de
la
veredic to
de l
este tosc opio y de las esc ue las, habí an decl arado
inc urable, porque los pulmone s estaban cons umi dos
Iglesia
en su m ayor parte. He c urado di fter i a mali gna y
popularmente como Ciencia Cristiana.
hues os c ari ados que podí an ser abollados por e l
ded o,
s alv ando
l os
mie mbros
cuando
l os
ins trum en tos del c iruj ano es taban so bre l a mesa
de
Cristo,
Científico,
conocidos
más
A la luz de lo que se ha expuesto hasta ahora,
queda claro que la mesa estaba servida para la
lis tos para s u am put aci ón. He sanado en una vi si ta
polémica. Desde un plano intelectual y teológico, la
un c áncer que había c arc omi do l a car ne del c uel lo y
Ciencia Cristiana se ganó la desconfianza de
dejado al descu bie rto la ve na yugula r de modo que
científicos y cristianos. Pero también en otros
sobre sa lí a com o una c uerda. H e devue lto f ís icame nte
la vi sta a l os ci egos, el oído a l os s ordos, el habl a a
los mudos, y he hec ho caminar a los coj os. »
aspectos, sin duda uno muy importante, y con el cual
comienza Twain su crítica, es el plano médico. A nivel
(“To he C hri st ian W or ld”, en el
general, lo más notorio es que la sanación propuesta
peri ódico New Yor k Sun)
por la Ciencia Cristiana implica el abandono de los
Después de un tiempo practicando este tipo de
sanación, en 1875 puso sus ideas en un libro que
llamó Ciencia y Salud y, con ello, sus seguidores
crecieron exponencialmente. La “Ciencia Cristiana”
tomó fuerza. Creó también una asociación que luego
se transformó en una iglesia con un edificio y una
institución de estudios superiores, el Instituto
70
Después, en la tercera, los Testigos de Jehová y la
métodos médicos tradicionales y pone todo el
“tratamiento” en la fe del paciente, una fe que no solo
le pide creer en el dios cristiano, sino aceptar también
que la realidad que lo rodea en verdad no existe. Si por
alguna razón el paciente mejora, habrá intervenido el
creador. Y si no, habrá sido la falta de fe del paciente.
Además, el hecho mismo de que el “terapeuta”,
llamado por los fieles “practicista”, sea alguien que
muchas veces no tiene contacto alguno con su
autora de Ciencia y Salud, libro fundacional de la
paciente, incluso orando por él a distancia, hacía del
Ciencia Cristiana.
“tratamiento” algo llamativo. Su abandono del
método médico tradicional significó un verdadero
riesgo para sus cultores. Y así quedó claro pronto
cuando en 1888 uno de los practicantes de
“obstetricia metafísica” fuera acusado judicialmente
por la muerte de su hija y de su nieto. Abby H. Corner
había atendido el parto de su hija y aplicó lo que había
aprendido en los cursos de Mary Baker Eddy. Su hija
se desangró, muriendo ella y el bebé. Con ello
comenzó una serie de demandas por ejercicio ilegal
de la profesión o por negligencia, ya sea en contra de
la Iglesia o de sus miembros.
Otro elemento de la polémica que ha rodeado a la
Ciencia Cristiana y a su fundadora son las
acusaciones de plagio. Desde muy temprano sus
Phineas Parkhurst Quimby
críticos señalaron la similitud demasiado cercana de
sus propuestas con las de Phineas Parkhurst Quimby
A todo lo anterior, se suman a la polémica ciertos
(1802-1866). Éste era un relojero de profesión cuya
aspectos personales de Mary Baker Eddy, en
inquietud intelectual lo llevó a combinar filosofía,
particular las contradicciones que parece haber entre
ciencia y religión de una manera tan particular que
su imagen como líder religiosa y ciertas pequeñeces
influiría profundamente en lo que vino a conocerse
de carácter: sus cambios de ánimo, su afán de
como New Thought (“Nuevo Pensamiento”). Si bien
controlarlo todo, sus órdenes arbitrarias, los precios
nunca publicó sus escritos en vida, éstos circularon
elevados de los cursos y publicaciones y la mala fe
como copias manuscritas entre sus seguidores,
hacia ciertos “enemigos”, contra los que arremetía o
siendo Mary Baker Eddy una de ellos. La fundadora de
de los que se defendía en ocasiones con grupos de
la Ciencia Cristiana había recurrido a Quimby como
seguidores
paciente en 1862 y pronto se hizo su discípula hasta
finalmente, pese a su fe antimaterialista, algunos de
la muerte de aquel en 1866. Un hecho no menor, es
sus biógrafos han señalado su adicción a la morfina y
que Quimby en “Aristocracia y Democracia”, un
el uso de la medicina tradicional en algunos de los
artículo de 1863, ya había llamado a su método de
miembros de su familia y en ella misma hacia el final
sanación Ciencia Cristiana. Pero Eddy, en un afán de
de su vida. Todas estas situaciones desembocarán en
resaltar la novedad de sus “propias ideas” y el origen
continuas polémicas que colocarán a la figura de
divino de la revelación, ocultó primero y minimizó
Eddy entre la de una víctima de la incomprensión
después la influencia de Quimby en ella. Sin embargo,
social o la de una hipócrita, una más de las que ha
otros discípulos de su maestro se encargarán de
tomado la religión como forma de engañar a la gente.
lanzando
“ataques
mentales”.
Y
recordarle esta deuda intelectual, incluso en los
tribunales. Mark Twain se sumará a este coro y será
uno de los muchos que dudarían que Eddy fuera la
71
¿Por qué Ciencia Cristiana?
con pensar positivo, al “decretarlo”. El universo
conspirará a nuestro favor. Pero si nada ocurre, será
preguntarse
nuestra falta de fe la culpable y no las circunstancias,
comprensiblemente por qué y para qué dedicarle
las oportunidades del medio o nuestro bagaje cultural
tiempo a un ensayo sobre una religión que podría
y económico previo. A ello se suman los gurúes, los
llamarse “menor” en el panorama actual. Lo cierto es
pastores y otras autoridades “espirituales” pidiendo
que el valor de este libro no está en los detalles
dinero para atraer la fortuna y la salvación.
El
lector
de
hoy
podrá
teológicos o biográficos, sino en la actualidad de su
Tanto ayer como hoy, muchos sienten que el
crítica a formas de pensamiento “alternativo”, cuya
mundo ha perdido su sentido y están dispuestos a
suspensión
comprometerse con una visión que los conforte, que
del
juicio
crítico
puede
generar
consecuencias sociales muy negativas.
Mark Twain, creyente él mismo en un dios
lleve hacia un estado de bienestar. La necesidad
trascendente, no critica a la fe como concepto, sino
espiritual en un mundo cada vez más tecnologizado,
aquellos errores que ponen en peligro la integridad del
pero vacío de sentido, ha llevado a muchos a
individuo y de la sociedad: la distancia abismal entre
cuestionar las condiciones de nuestra vida y a
la realidad y las propuestas filosófico-religiosas, las
proponer o aceptar formas de comprensión, incluso a
acciones cuestionables de la autoridad espiritual y las
expensas del pensamiento crítico. En ese contexto,
consecuencias de ese error, la fe mal justificada y
un mal líder espiritual puede aprovecharse de
dirigida por una autoridad irresponsable en la vida de
personas bien intencionadas. El fenómeno de las
las personas comunes.
sectas es un ejemplo patente y, lamentablemente,
Sin duda, el mal manejo de la autoridad espiritual
muy común de eso.
es un tema que Twain aborda en extenso, pero
Tanto ayer como hoy, hay quienes con el uso del
también es importante la actitud de los seguidores de
lenguaje científico buscan adquirir validación de
Mary Baker Eddy y su Primera Iglesia de Cristo,
cualquier idea sin fundamentos profundos. Es así
Científico. Mark Twain alaba su inclinación al bien,
como lo “espiritual” hoy es “energía”, el “más allá” se
pero censura su renuncia al pensamiento crítico. Le
transforma en “dimensiones paralelas” y ese “mundo
parece increíble que muchos de ellos, profesionales
espiritual” se explica desde la teoría subatómica,
con estudios superiores, no vean los problemas de
volviendo
fondo que existen en aquella Iglesia ni cuestionen las
inexplicado. El “Cristo Científico” de Eddy se ha
ideas que le dan validez. ¿Pero es algo ajeno a nuestro
ampliado actualmente a un orientalismo espiritual
tiempo?
salpicado
En la concepción de la realidad como una
72
les explique la razón última de la existencia y que los
“cuántico”
de
todo
conceptos
lo
importante
“científicos”,
e
aunque
utilizados sin ciencia.
expresión mental es la fuente de donde se nutre lo
Así mismo, si en su tiempo Mary Baker Eddy
que actualmente se conoce como la “Ley de la
entendió la enfermedad como un error de la mente y
Atracción” o su versión cristiana, el “Evangelio de la
para darle sentido a esa afirmación negó la realidad
Prosperidad”. Si Mary Baker Eddy creía sanar a otro
de toda la materia, hoy en día hay quienes para
“pensándolo”, hoy esta idea se ha ido transformando
comprender el mundo que nos rodea niegan la
para abarcar las necesidades de los creyentes en un
esfericidad de la tierra, o asumen que los rastros que
mundo hipercapitalista. Ya no la sanación, sino que el
dejan los aviones al pasar son estelas químicas con
éxito económico se encuentra al desearlo mucho,
oscuros propósitos, o los estragos del cambio
climático son el resultado de máquinas que son
historia vuelve a reiterarse, pero ahora en medio de
usadas como armas. Las renovadas ideas sobre un
una pandemia del COVID-19, en la que además del
gobierno mundial en las sombras –entre otros
rechazo de algunos a la vacunación, existe entre
muchos
mente
estos la idea de que todo es parte de un plan de
“conspiranoica”– han dado lugar a movimientos
control social. Pese a los temores de Twain, la Ciencia
antivacunas, ya sea por su desconfianza a la industria
Cristiana parece que no conquistará el mundo dentro
farmacéutica o al poder de los Estados, o a la
de poco, pero sin duda él no quedaría indiferente ante
excesiva confianza en el poder de nuestro sistema
el panorama actual. Hoy la Ciencia Cristiana como
inmunológico, creado por Dios o por los espíritus de
iglesia no pareciera representar un gran problema,
la naturaleza. La Ciencia Cristiana, en su confianza
pero la forma de “pensar” que se encuentra detrás de
absoluta en el Espíritu y su desdén por la materia, fue
su motor conceptual está más viva que nunca. Si bien
de los primeros grupos en rechazar las vacunaciones
dudar de todo es necesario, la sospecha no puede
y en hacer presión política en EE.UU. para legalizar las
convertirse por sí misma en la verdad. Este libro es
excepciones por motivos religiosos.
una advertencia a nuestro propio presente a aquellas
relatos
surgidos
de
la
El mismo Mark Twain creía en una concepción
creencias que, en vez de afirmar la vida, la dañan,
cíclica de la historia: «No vale la pena tratar de evitar
incluso desde su inocencia. Mark Twain nos invita a
que la historia se repita, ya que el carácter del hombre
volver a la realidad. Leerlo hoy se ha vuelto una
siempre hará imposible evitar las repeticiones.» La
necesidad
Este texto es el prólogo a Ciencia cristiana de Mark Twain, traducido al español por René Olivares Jara y publicado por
la Editorial La Pollera en 2022. Aparecido originalmente en 1907, Christian Science es una colección ampliada de textos
que Mark Twain había publicado en distintas revistas sobre la “Iglesia de Cristo, Científico”. En él mezcla su distintivo
estilo narrativo lleno de ironía con el periodismo de investigación y la crítica social.
73
Confianza en el anteojo, nó en el 0j0;
en la escalera, nunca en el peldaño;
en el ala, nó en el ave
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
César Vallejo
74
Las imágenes presentes en la revista han sido utilizadas sin fines de lucro. A continuación, señalamos la fuente y los dueños de los derechos de
la imagen, en caso de haberlo.
Portada y contraportada: René Olivares Jara • Guernica en estilo psicodélico (p. 3):
René Olivares Jara, imagen generada por inteligencia
artificial (Picsart) • Der heilige Hieronymus im Gehäus (p. 5): Albrecht Dürer (Wikipedia) • Portada de El Hijo de Caín (p. 6): © Jon Vendon •
Ilustraciones de “El pasado siempre vuelve” (pp. 7-10, 13): Pamela Uribe Valdés • Grupo de militares (p. 11): René Olivares Jara, imagen
generada por inteligencia artificial (Dall-E 2) • Como los perros de Tíndalos (p. 15):
Miguel Acevedo, imagen generada por inteligencia
artificial (Midjourney) • Portada de Los Sicarios Nocturnos y otros relatos (p. 16): © Ediciones Pueblo Culto • Fotografía de Miguel Acevedo (p.
16): © Miguel Acevedo • Der Wanderer über dem Nebelmeer (p. 17): Caspar David Friedrich (Wikipedia) • Ilutración de “El Insurrecto” (p.
19): René Olivares Jara, imagen generada por inteligencia artificial (Dall-E 2) • Fotografía de Franco Caballero Vásquez (p. 19): Franco
Caballero Vásquez • Carte de la riviere de Kalbar (p. 20): Barry Lawrence Ruderman • Ilustración de “Ituén y la esposa del rey” (p. 22):
Pamela Uribe Valdés • Fotografía de Pamela Uribe Valdés (p. 22): © Pamela Uribe Valdés • Portada de Grimms Märchen (p. 23): © Anaconda
Verlag • Ilustración de “La papilla dulce” (p. 24): René Olivares Jara, imagen generada por inteligencia artificial (Dall-E 2) • Ilustraciones a
las “Narraciones de los Hermanos Grimm” (pp. 24-28): Otto Ubbelohde (ilustraciones coloreadas en acuarela del original monocromo) •
Fotografía de los Hermanos Grimm (p. 28):
Hermann Biow (Wikipedia) • Ilustración de “La rama y el retoño” (p. 29):
René
Olivares Jara, imagen generada por inteligencia artificial (Dall-E 2) • Fotografía de Mauricio Amster (p. 30): Versión recortada de
“Mauricio Amster y acompañante con uniformes de milicianos, fotografía de Walter Reuter, 1937”,
Archivo Personal de Mauricio
Amster (https://archivomauricioamster.cl/mauricio-amster-y-acompanante-con-uniformes-de-milicianos-fotografia-de-walter-reuter-19372/) • Portada de Recuerdos de un Bibliófilo (p. 30): © Carbón Libros • “The Orphic Egg” (p. 31): Manly Palmer Hall (ilustración coloreada en
acuarela del original monocromo de An encyclopedic outline of Masonic, Hermetic, Qabbalistic, and Rosicrucian symbolical philosophy : being an
interpretation of the secret teachings concealed within the rituals, allegories, and mysteries of all ages, Los Angeles: Philosophical Research
Society Press, p. XX) • Ilustración de “De madre a hijo”(p. 33): René Olivares Jara, imagen generada por inteligencia artificial (Dall-E 2) •
Ancient Courses Mississippi River Meander Belt (detalle, p. 34): Office of the President, Mississippi River Comission (NASA Earth Observatory)
• Study for Aspects of Negro Life An Idyll of the Deep South (p. 36): Aaron Douglas (1934), © The Nelson-Atkins Museum of Art • The Founding
of Chicago (p. 38): Aaron Douglas (c. 1933), © Spencer Musum of Art • Fotografía de Langston Hughes (p. 38): Carl van Vechten (Wikipedia)
• Ilustraciones de “Alberto Rojas Giménez viene volando” (pp. 39-41): Herederos de Hernán Castellano Girón • Retrato de Alberto Rojas
Giménez (p. 39): "Huelén" (Juan González) • Fotografía de Pablo Neruda (p. 41): “Pablo Neruda en París, hacia 1949” © Herederos de Marcos
Chamudes (Memoria Chilena) • Portada de Homenajes póstumos (p. 42): © Bogavantes • Retrato de Ludwig Zeller (p. 43): © Susana Wald • El
lector, (p. 44), ¿Qué hacemos con él? (p. 45) y Fe (p. 46): © Luis Martínez Salas • Fotografía de Sergio Pizarro Roberts (p. 46): © Sergio Pizarro
Roberts • Portada de Pedazos de agua (p. 47): © Carbón Libros • Ilustraciones de Pedazos de agua (pp. 48, 50): © Chicoma • Fotografía de
Roberto Contreras (p. 50): © Roberto Contreras • Melancolia I (p. 51): Albrecht Dürer (Wikipedia) • Portada de Chapeau, Herr Rimbaud (p.
53) y las ilustraciones de “Otra vez Rimbaud” (pp. 55-58): © Matthes & Seitz Berlin • Escena de Total Eclipse (p. 54): © Warner Brothers
(Pinterest) • Portada de The Drunken Sailor. The life of the poet Arthur Rimbaud in his own words (p. 54): © Jonathan Cape • Portada de Rimbaud,
el indeseable (p. 54): © Alianza Editorial • Fotografía de René Olivares Jara (p. 58): © René Olivares Jara • Las resueltas (detalle, p. 59):
Francisco de Goya (Wikipedia) • Carmilla (p. 60): David Henry Friston (Wikipedia) • Afiche de Dracula (p. 60): © Hammer • Comienzo de
Dark Shadows (p. 60): ABC (Wikipedia) • The Vampire (p. 61): Philip Burne-Jones • Portada de Dracula (p. 61): Archibald Constable and
Company (Wikipedia) • Afiche de Only Lovers Left Alive (p. 62): © Soda Pictures (Wikipedia) • Gárgola (p. 62): Pinterest • Fotografía de
Yanina Piñones Araya (p. 63): © Yanina Piñones Araya • Portada de Ciencia cristiana (p. 64): © La Pollera • Portada de Life on the
Mississippi (p. 66):
James R. Osgood & Co., Boston • Mark Twain’s Patented Scrap Book System (p. 66):
Villanova University
(https://exhibits.library.villanova.edu/scrapbooks/mark-twain-scrapbooker) • Improvement in Adjustable and Detachable Straps for
Garments (p. 66):
Lapham’s Quarterly (Tumblr) • Mark Twain’s Memory-Builder (p. 66):
Mark Twain
(https://timeonline.uoregon.edu/twain/index.php) • Mark Twain en el laboratorio de Nikola Tesla (p. 67): Anónimo • Paige Compositor (p.
67): Scientific American (Wikipedia) • Fotografía de Mary Baker G. Eddy (p. 69): Anónimo • Portada de Science and Health (p. 69): Mary
Baker G. Eddy • Phineas Parkhurst Quimby (p. 71): Anónimo • Fotografía de Mark Twain, 1903 (p. 73): © Mark Twain House (Mark Twain
An Illustrated Biography, p. 200)
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