www.ssoar.info
Discursos y género, en relatos de hombres y
mujeres
Ortiz Casallas, Elsa María
Postprint / Postprint
Zeitschriftenartikel / journal article
Empfohlene Zitierung / Suggested Citation:
Ortiz Casallas, E. M. (2017). Discursos y género, en relatos de hombres y mujeres. Revista El Agora USB, 17(1),
176-191. https://doi.org/10.21500/16578031.2818
Nutzungsbedingungen:
Dieser Text wird unter einer CC BY-ND Lizenz (NamensnennungKeine Bearbeitung) zur Verfügung gestellt. Nähere Auskünfte zu
den CC-Lizenzen finden Sie hier:
https://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/deed.de
Terms of use:
This document is made available under a CC BY-ND Licence
(Attribution-NoDerivatives). For more Information see:
https://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0
Diese Version ist zitierbar unter / This version is citable under:
https://nbn-resolving.org/urn:nbn:de:0168-ssoar-53791-4
Página inicial: 176 - Página Final: 191
Tipo de artículo: Investigación.
Discursos y género, en relatos de hombres y mujeres.
Discourse and Gender in Stories of Men and Women.
Por: Elsa María Ortiz Casallas1
Recibido: junio de 2016
Revisado: noviembre de 2016 Aceptado: noviembre de 2016
Resumen.
Las mujeres y hombres jóvenes construyen discursos y relatos en base a sus experiencias y cotidianidad,
es por eso que sus nociones y maneras de referirse a las realidades están estrechamente ligadas a su género.
Estos modos –para este caso- explícitos en categorías léxicas (adjetivos), temas y uso de metáforas,
entendidas genéricamente como tropos de pensamiento que vinculan finamente el pensamiento y el
lenguaje.
Palabras clave. Análisis del discurso, relaciones sociales basadas en género, formas de pensamiento,
experiencias subjetivas
Abstract.
Young men and women create speeches and stories based on their experiences and everyday life. That is
why their notions and ways of referring to realities, are closely linked to their gender. These modes –for
this particular case– explicit in lexical categories (adjectives), topics, and use of metaphors, which are
generically understood as tropes of thinking, finely link thought to language.
Key words. Discourse Analysis, Gender-Based Social Relationships, Ways of Thinking, and Subjective
Experiences.
Docente de T.C de la Universidad del Tolima. Ibagué-Colombia, adscrita a la Facultad de Ciencias de la Educación.
Licenciada en Lenguas Modernas (Universidad del Tolima), Magíster en Lingüística Española: Instituto Caro y
Cuervo; Doctora en Educación, Énfasis lenguaje: Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Miembro del
grupo de investigación LINGUA, de la universidad del Tolima. Directora del grupo de investigación
CONFIGURACIONES, de la Universidad del Tolima, Colombia. Contacto:
[email protected] /
[email protected]
1
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
176
Introducción.
Los jóvenes informantes nacidos en una cultura y partícipes de una sociedad en la que
desempeñan roles y establecen jerarquías y distintos tipos de relaciones, enuncian sus discursos
sobre la base consolidada de la lengua; ésta, en uso concreto en la sociedad colombiana, ha
establecido maneras de decir y de referir los eventos, las cosas y las acciones; ha consolidado
ciertas metáforas que se enuncian de manera inconsciente y natural, que reflejan, por lo tanto, la
idiosincrasia y el sentir de un grupo humano, que para este caso, lo representan mujeres y
hombres jóvenes. Por esta razón, se ha querido analizar las diferencias, o analogías que tienen
hombres y mujeres al referirse a diferentes aspectos de la realidad: formas enunciativas que están
articuladas directamente con el sistema cultural particular en el que están inmersos.
Para el análisis de los diferentes aspectos de los relatos como: superestructura narrativa, uso
de adjetivos, temáticas abordadas y metáforas enunciadas, se tuvieron en cuenta a los teóricos
(Van Dijk 2000; Lakoff & Jhonson, 1986; Denise Jodelet, 1984 & Moscovici, 1979), entre otros.
Lakoff & Jhonson (1986), desde una perspectiva cognitiva, se interesaron por el estudio de la
metáfora, asignándole y considerándola como un elemento clave para dar cuenta de la
comprensión del mundo, y de los mismos individuos; pensamiento que se opuso radicalmente
al pensamiento tradicional de corte positivista, el cual le había asignado a la metáfora un papel
periférico. La metáfora es un tópico que ha generado grandes tensiones y discusiones desde
Aristóteles (2004), con sus obras Poética y Retórica; obras cuyos mismos nombres señalaron dos
miradas importantes que aludían a la “función poética” y a la “función retórica”, esta última con
dimensión persuasiva y argumentativa; aportes de gran importancia que por razones históricas
se fueron desviando y reduciendo a funciones ornamentales y a aspectos de sustitución y
semejanza, en el marco de la retórica clásica de los siglos XVI al XIX.
Para el común de la gente, la palabra metáfora sólo refiere aspectos de la imaginación poética,
algo así como de lenguaje extraordinario, más que ordinario; cosas de palabras, más que de
pensamiento y acción. En contraste y de acuerdo con Lakoff & Jhonson (1986), la metáfora
impregna la vida cotidiana, no solamente el lenguaje sino el pensamiento y la acción. Es decir,
las metáforas no se reducen al uso de palabras, sino que al enunciarlas reflejan sin ser
deterministas, el sistema conceptual particular de los individuos.
Esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que el sistema conceptual humano está estructurado
y se define de una manera metafórica: las metáforas como expresiones lingüísticas son posibles,
precisamente, porque son metáforas en el sistema conceptual de una persona. (Lakoff y Jhonson,
1986, p.42).
El uso de metáforas, según estos autores, no es una cuestión simplemente de lenguaje sino
de concepciones y de acciones; la metáfora es, entonces, un fenómeno cognitivo ya que pensar
algo en términos de otra cosa es un procedimiento cultural general que los individuos realizan
para volver inteligible y comprensible algo que resulta imposible de conceptualizar. Desde otra
perspectiva y de forma similar, la teoría de las representaciones sociales posiciona el
agenciamiento de sujetos en tanto constructores de realidades sociales que intentan materializar
mediante la palabra; actores capaces de negociar y convertir en imágenes figurativas y concretas
aquello que es abstracto (Jodelet, 1984). En la construcción del conocimiento este proceso es
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
177
ampliamente conocido como objetivación y anclaje (Piaget, 1974; Moscovici, 1976; Jodelet 1984)
“Objetivizar es reabsorber un exceso de significados materializándolos” (Moscovici, 1976).
Desde el punto de vista de los anteriores teóricos, la investigación en este campo resulta ser
fundamental toda vez que permite desentrañar y desenmascarar aquellas formas de decir y actuar
que socialmente se van estructurando y naturalizando vía comunicación e interacción social; algo
que como afirma Bourdieu (1980), el pensamiento práctico procura. Se trata, entonces, de volver
inteligible y comprensible aquellos fenómenos de la cultura que los sujetos socialmente han
asimilado de forma inconsciente y natural, olvidando su carácter artificial, lo cual hace imposible
la confrontación, la problematización y la sospecha (Nietzshe, 2000). En este sentido, el fin
último de la investigación sería la reflexión, la resignificación y la transformación de
representaciones y prácticas en donde el uso de metáforas, en tanto tropos del lenguaje y
fenómenos conceptuales, juegan una función importante en dicha transformación y en la
construcción de un pensamiento crítico (Jodelet, 1984).
Metodología.
Se llevó a cabo un análisis de contenido a los relatos, y se realizó un procedimiento
hermenéutico de comprensión y explicación de las diferentes categorías objeto de estudio:
superestructura narrativa, uso de adjetivos, temáticas y uso de metáforas.
El corpus se recogió en la ciudad de Bogotá; son 20 relatos: 10 de mujeres y 10 de hombres,
cuyas edades oscilan entre 18 y 23 años.
Resultados.
Superestructura Narrativa De Los Relatos.
Según Bajtin (1982) la diversidad de los géneros discursivos es infinita porque las
posibilidades de la actividad humana son inagotables. Este teórico divide los géneros en
primarios y secundarios y ubica los relatos en el primero, dado que es un género oral que se da
en la espontaneidad de la vida cotidiana.
Se observa cómo la experiencia del mundo (mimesis 1), se convierte en experiencia simbólica
(mímesis 2) para ser interpretada y comprendida (mímesis3), (Ricoeur, 1981). Todos los relatos,
de manera general obedecen a una intencionalidad, cuyo propósito es contar unos
acontecimientos ligados a la experiencia propia o a la de personas muy próximas. Por lo tanto,
los hechos dan cuenta de vivencias cargadas de emotividad y sentimientos; esto se desarrolla a
través de la enunciación de secuencias de proposiciones que van desde un punto inicial del relato,
se desarrollan en una trama y se definen en un final.
Según Labov (1988), una narrativa consta de las siguientes partes: Síntesis, orientación, acción
complicante, evaluación y coda. Dado que las narraciones estaban condicionadas por la pregunta
¿cuál ha sido el momento más importante de su vida?, remiten a una narración en primera
persona, incluso cuando no es protagonista de la historia; igualmente, implica la evocación de
recuerdos y la referencia al pasado, la ubicación en un presente y la proyección de un futuro.
Asimismo, la extensión del relato se limita a la solicitud expresa del tiempo: 5 minutos.
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
178
Mujeres.
En relación con la estructura básica de las narraciones, llama la atención que la tendencia de
las mujeres objeto de este estudio es a desarrollar narraciones con temáticas que implican
aspectos negativos como la muerte, vicios, enfermedades, rupturas y en general obstáculos. Estas
evidencian una carga evaluativa llena de valores, temores, prejuicios, propios de nuestra cultura.
Desgraciadamente uno como ser humano, no, no presta atención a lo que se, se le dicen y se le advierte
y se le da como un consejo y lo toma más como un regaño y como algo que no le va a servir (…)
(…) Entonces, eso fue tenaz, fue muy difícil. Mi mamá ha sido la hija consentida de la casa, por ser
mujer y eso fue (E1)
Nótese que en las intervenciones, especialmente en la última, persiste el imaginario cultural
de seguir un modelo, ¿cuál modelo? El que ha instaurado la cultura moderna, aquel que disciplina
la formas de pensar, decir y hacer. Las mujeres en este caso, como se evidencia en los ejemplos,
deben renunciar a su sexualidad, ser juiciosas, consentidas, y responsables; deben ser, además un
ejemplo y un modelo de vida. Se perpetúa, de esta manera el orden establecido.
Hombres.
A diferencia de las mujeres, solamente un hombre de los 10 participantes de este estudio,
desarrolla en la narración una temática negativa. Los demás, aunque durante la trama lo hagan,
no es el hilo conductor de sus relatos. Dado que sus temáticas fueron diferentes a las mujeres,
no hablan mucho de la necesidad de seguir modelos, sus relatos remiten más a ser protagonistas
de eventos, viajes, anécdotas; sin embargo, también hacen evaluaciones de tipo moralista,
comentan prejuicios, tienen en cuenta valores universales como la humildad, la solidaridad, tener
una familia, una educación.
Aprendí que uno puede ser una parte valiosa en la vida de otra persona y el poder ayudar a los demás
es fundamental, así le paguen mal a uno (…)
Creo que algo que aprendí fue a aprender a tolerar, a ponerme en los zapatos del otro; también fui,
tengo que decirlo así, fui un poquito relegado por mucha gente por mi condición social (…) y lo iban
relegando, digamos lo iban apartando mucho (…)
Tal es la base conceptual cultural y experiencial de los sujetos a la cual hace referencia Lakoff
& Jhonson (1986), cultura que responde a ciertos imperativos, valores, y habitus como los
mencionados en los ejemplos. El catecismo dice: Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza,
pero el hombre al pecar perdió la semejanza, conservando siempre la imagen. Ahora bien, llama
la atención la forma como todos, tanto hombres como mujeres cierran los relatos (coda). Las
codas tienen la propiedad de cerrar la brecha entre el momento al final de la narrativa y el
presente (Labov, 1988). Es decir, la referencia temporal del discurso se reestablece en el presente;
entonces la pregunta que se podría hacer cuando alguien termina de narrar es: “qué pasó
entonces”; la respuesta “Nada aquí estoy”. En el análisis se observa que la mayoría de cierres
son: “nada aquí estoy luchando, pensando que todo puede mejorar, cambiar” Veamos:
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
179
Imagen 1 Fuente: Elaboración propia.
Los seres humanos vivimos dentro de una especie de axiomas que se van internalizando y se
vuelven incuestionables; son modelos de identificación y supervivencia que se construyen
histórica y sociológicamente. A partir de lo anterior, es pertinente preguntar por qué los sujetos
caen en comportamientos tan recurrentes, algo importante para ahondar en la lógica del
pensamiento social. Lo más grave es que el pensamiento tautológico hace que repitamos los
mismos esquemas, los mismos caminos y fracasos. En esta línea, se observa en la resolución de
los relatos una fe ciega en el futuro, en el progreso; y es algo que deviene de la instauración de la
cultura moderna; el mito del progreso y el fantasma del eterno retorno como creencia del
porvenir: “El eterno retorno en este sentido es el devenir-loco dominado, monocentrado,
determinado a copiar lo eterno” (Deleuze, 1989, p. 265).
Marcadores Léxicos.
En este apartado se analizarán los adjetivos para desvirtuar la hipótesis que ronda
culturalmente acerca de que las mujeres son quienes más adjetivan con marcas léxicas muy
específicas, lo cual conlleva a suponer que son más emotivas y sentimentales que los hombres a
la hora de relatar sus experiencias. Existen, incluso muchas investigaciones que ratifican este
imaginario (Pearson et al, 1993). Este aspecto se reitera en los otros capítulos y constituye una
manifestación importante en este ejercicio.
El análisis cuantitativo de los relatos mostró las siguientes cifras: los hombres calificaron los
eventos, acciones u objetos con 128 adjetivos y las mujeres con 102. En los dos casos muchos
de ellos están precedidos por adverbios como muy, super y bastante, fundamentalmente. De otro
lado, hubo relatos masculinos cargados de adjetivos como relatos femeninos desprovistos de
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
180
ellos o viceversa. En el relato donde el joven narra el nacimiento de su hija hay 27 adjetivos, y
donde se narra sobre el atraco hay solamente 2; igualmente en un relato de una joven que narra
sobre la muerte de su padre, solamente se califica con un adjetivo; mientras que en otro del
mismo género en el cual se narra sobre la conformación de su familia a los 14 años se evidencian
20 adjetivos. De igual manera, con esto se relativiza el imaginario de que las narraciones de las
mujeres están impregnadas de mucha carga sentimental y afectiva y la de los hombres no.
Los hombres emplean adjetivos que aparentemente serían femeninos como rico, delicioso,
curioso, bonito, especial y feliz: “Me pareció bastante rico, muy interesante”; “que yo me sentí
feliz, me sentí contento, me sentí pleno fue en el momento en que me invitaron a viajar a
Argentina”; “Era una sensación extraña porque era, pues, la sensación de tristeza por ya retornar
al país pero era una sensación muy alegre”. “El pelao se veía muy bonito diciendo eso”
Temas y género.
La siguiente tabla muestra las tendencias temáticas en hombres y mujeres:
TEMAS
Estudio
Familia
Viajes
Anécdota
Trabajo
Religión
HOMBRES
MUJERES
3
2
3
1
0
0
4
5
0
0
1
1
Tabla 1 Fuente: Elaboración propia
En general se trataron 6 temas. Los temas están directamente relacionados con el estudio, la
familia, el colegio, el trabajo, anécdotas y viajes; temáticas que tiene que ver con las expectativas
y con las edades en que se encuentran los informantes. De los seis temas tratados, hombres y
mujeres comparten sólo dos: estudio y familia, y difieren en temas como los viajes, anécdotas y
trabajo. La pregunta a responder en este apartado es: ¿qué dicen los hombres y mujeres al
respecto de cada uno de los temas tratados?
Estudio: Tres de los diez hombres y cuatro de las diez mujeres hablaron de estudio. Dos de
los tres hombres hablaron de este tema como hilo conductor de sus relatos. Uno de ellos se
refirió al momento cumbre del bachillerato: la graduación; contó la importancia que tuvo para el
ser el mejor y mencionó con orgullo una anécdota significativa. El otro habló de su trayectoria
en la universidad, de su estrato social (clase media), de los momentos importantes que allí vivió
y de la madurez que adquirió en este espacio.
En relación con las mujeres, la diferencia en cuanto al tratamiento de la temática fue
significativamente diferente. Para las cuatro mujeres el estudio, la formación, el ser profesionales
es un aspecto central en sus vidas. Las cuatro se refirieron a la academia en la universidad y una
de ellas, con mayor énfasis que las otras, se refirió a la universidad como un sitio de libertad, de
compartir en otros espacios que no fueran de “el colegio a la casa y de la casa al colegio (…)”
Todas se refirieron a la academia como algo vital en sus proyectos de vida, y mostraron su
inclinación hacia la formación docente. Para ellas, el haber aprobado todos los grados escolares,
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
181
desde primaria hasta el bachillerato y luego ser licenciadas son logros de gran trascendencia y
superación personal.
Como puede observarse, hay marcadas diferencias en el tratamiento de esta temática. Los
hombres hablan del estudio como un aspecto seguramente importante es sus vidas, pero no vital.
El estudio los remite a otras metas, espacios, o vivencias, menos o más importantes que la
academia. En este sentido el hecho de estudiar, para las mujeres constituye un elemento
trascendental; es decir, forma parte de su proyecto de vida.
La Familia: Este fue el tema más recurrente en las mujeres. De 10, 5 hablaron de familia, y
de los 10 hombres sólo 2 se refirieron a este tema; uno de ellos como pretexto para hablar de
sus anécdotas en la calle. De las 5 mujeres, 4 hablaron de la familia y tematizaron sobre la muerte
de un ser querido. Llama la atención que las mujeres, en estos relatos, inician siempre con un
aspecto negativo y concluyen con una evaluación positiva: “Y aquí voy súper, súper, súper con
muchas ganas de salir adelante, pero ahí vamos, con muchos ánimos, aprovechen el colegio y
háganle adelante” (E3).
A pesar de que sólo 2 hombres hablaron de familia, uno de ellos contó, quizá con más
contundencia que las mujeres lo que según él partió su vida en dos: el nacimiento de su hija. Este
relato leído de forma anónima se podría confundir fácilmente con el de una mujer; allí relata con
mucha emotividad y sentimiento lo que significó la llegada de su bebé: “Marcó mi vida para
siempre… lo más hermoso, lo más cercano al cielo y es el nacimiento de ese bello ángel…me
dio lo que las mujeres llaman una corazonada (…)” (E4)
Trabajo: Sólo una mujer habló de trabajo, pero no como una actividad económica
fundamental en su vida, sino como una actividad que le permitió compartir con otras personas
desde la perspectiva de los valores, el respeto, la ética. El trabajo como una actividad que le
permitió aprender bastante, establecer una relación entre la práctica y la teoría y viceversa.
Lo más importante fue que me brindó la oportunidad de aprender muchísimo de otras personas (…)
pues también tiene que tener en cuenta sus valores y el hecho de que uno debe estar feliz haciendo lo
que le guste (…) ese trabajo me sirvió para guiarme. (E6)
Por su parte, los hombres no tematizaron propiamente sobre el trabajo, no obstante, lo
refieren marginalmente en sus relatos como la actividad que les proporciona recursos
económicos.
Me convertí en el guía turístico el que orientaba los turistas pero que manejaba los caballos de las
cabañas, ese era el oficio que tenía que desempeñar mientras que los amigos con los que estábamos
trabajaban como recepcionando a las personas que llegaban al hotel, otros arreglaban las camas las
cabañas (E7)
Religión: Una de las informantes se refirió al tema religioso. Habló de la manera como inició
en la religión Testigos de Jehová, las razones de su continuidad, la importancia para su vida y
para los demás; ve la religión como un hecho importante que guía la vida de las personas y crea
valores. Esta temática no fue abordada por ninguno de los 10 hombres.
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
182
Viajes: De los 10 hombres 3 hablaron de viajes, diferencia significativa en relación con las
mujeres pues ninguna de ellas abordó esta temática. En los 3 relatos los hombres mencionan
los viajes que han realizado, las experiencias y las anécdotas allí vividas. Para ellos salir, conocer
lugares, personas y tener aventuras parece ser muy importante. Esta temática marca
notoriamente diferencias de género. En los relatos de las mujeres, los viajes no revisten
importancia.
Anécdotas: Sólo un hombre habló de una anécdota que le sucedió cuando estaba prestando
el servicio militar. Se centra en el accidente que ocasionó una buseta a un señor que pasaba en
una bicicleta, en su capacidad para solucionar el problema, en la buena suerte que lo acompaña
en el accidente, en el proceso de conducir al hospital al accidentado y, en el final feliz que tuvo.
Aunque en la mayoría de relatos masculinos tocan temas importantes, la manera de narrarlos es
diferente a la narración de las mujeres; ellas le dan un matiz más esencialista y los hombres más
circunstancial, por ello sus relatos cuentas hechos anecdóticos.
Los anteriores resultados en cuanto a los temas y tópicos coinciden con algunas
investigaciones que indican que los hombres prefieren hablar de temas impersonales, viajes,
anécdotas, contrario a las mujeres quienes se inclinan por hablar sobre asuntos personales,
familiares, y sentimentales.
Género Y Metáforas.
-Metáforas De Orientación.
Las mujeres utilizaron con mayor recurrencia que los hombres las metáforas orientacionales;
de manera reiterativa hablan del pasado, del presente, del futuro, de lo que pasará más adelante.
Las más frecuentes son:
Bueno Es Arriba, El Poder Es Arriba: Existen en nuestro lenguaje una serie de expresiones
en tanto que metáforas lexicalizadas que indican que estar arriba es bueno y que tener poder
significa estar en lo alto. Estas metáforas no son arbitrarias pues están basadas en la experiencia
física y cultural de los sujetos sociales. Palabras como crecer, superar, escalar, mejorar hacen
parte del ideal moderno e ilustrado de la cultura; la fe en el progreso, propio de la modernidad,
ha instaurado en los individuos la idea ciega en el; así no se progrese estar arriba es bueno, cueste
lo que cueste.
Tener ascensos laborales, crecer como personas, superar los problemas y creer en Dios (Dios
está arriba), son aspectos principales en la vida de las mujeres: “A pesar de que haya de pronto
ascensos laborales”, “que las cosas que haces van a servir para crecer como persona, para ayudar
a crecer a los que te rodean”, “está superando un poco”, “Es necesario insistir, si hoy no fue
mañana será mejor”, “Y me alzó de la cama como alzan una reina (…)”.
Hombres: “creo que es lo más significativo, los más espiritual, lo más cercano al cielo si es
que existe.”, “Nosotros tuvimos un ascenso económico.”, “lo aplasté con mi comentario”.
Nótese en este último ejemplo lo que significa tener el poder, aplastar no sólo es vencer, sino
vencer con gran diferencia. Estar abajo no es bueno, ni mucho menos minimizado y aplastado.
Hablar de sociedad es hablar entonces de relaciones de poder, un conjunto de clases organizadas
jerárquicamente: “La metáfora concreta algo abstracto: lo abstracto de las elaciones de poder lo
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
183
remitimos a algo concreto como es la situación física de algo que está arriba de otra cosa” (Díaz,
2006).
El Estudio es adelante, adelante es positivo: Caminar y mirar hacia delante hace parte de
nuestra experiencia física occidental; éstas orientaciones espaciales esquemáticas y
paradigmáticas influyen de manera natural en los sujetos quienes de igual manera van asimilando
y asignando de manera irreflexiva, práctica y causal significados en su cultura (Grice, 1977).
Desde el proyecto de modernidad occidental, estudiar ha significado siempre salir de la
ignorancia, la pobreza y la marginalidad, y así lograr ser ciudadano y contribuir con el orden
social impuesto (Chartier 2000; Olson 1998). El estudio, en este caso, es entonces índice de
superación, civilización, desarrollo y productividad, así la historia nos haya demostrado que no
siempre ha sido así.
Las mujeres hablan mucho del estudio como un aspecto fundamental en sus vidas que les
permite salir adelante: “La educación era el primer paso hacia, hacia la profesionalización”;
“Tenía el ideal de ser maestra”; “siempre tenía pensado ser maestra”; “mi proyecto de vida iba
encaminado hacia la formación docente”; “me estoy mentalizando a que en unos años, el logro
de mi vida será graduarme, que es lo que más aspiro”; “El grado que yo tengo, era de las mayores
aspiraciones desde muy pequeña, siempre tenía pensado ser maestra”; “desde el primer día de
clase (…) siempre me visualice a llegar muy lejos a llegar muy lejos a nivel educativo”. Las
mujeres, en este caso tienen metas y propósitos bien definidos que les permiten visualizar y
orientar hacia adelante sus vidas: “siempre me visualicé llegar muy lejos, siempre pensé terminar
quinto, terminar el colegio, terminar el bachillerato y llegar a la universidad”; “de pronto en unos
años esto va a cambiar (…)”, “mi norte ha sido siempre estudiar”
De igual manera los hombres consideran que estudiar es importante para salir adelante,
trabajar y ser productivos: “(…) ahí mismo yo quiero seguir estudiando, yo quiero terminar el
once y quiero terminarlo” (E10)
En general, el pensamiento occidental y el lenguaje han sido construidos sobre un sistema de
diferencias organizadas y un método de oposiciones binarias: dicotomías como las encontradas
en los anteriores ejemplos: arriba/abajo, adelante/atrás, sagrado/profano, pasado/presente, norte/sur, en
donde, el primer término es privilegiado y designado como la norma del significado cultural,
creando una jerarquía dependiente y marginal, “El segundo término realmente no existe fuera
del primero, sino que existe dentro de él, aunque la lógica falocéntrica de la ideología
supremacista blanca nos haga pensar que existe fuera y en oposición al primer término”
(McLaren, 1997, p.158). Binarismos, que en tanto constituyen la base conceptual cultural de los
sujetos, actúan como modalidades constitutivas de sentido, difícilmente de subvertir.
Activo es positivo, pasivo es negativo, el tiempo es oro: Uno de los paradigmas de la
sociedad capitalista es que “el tiempo es oro”. En la cultura capitalista nadie puede estar quieto,
todos deben ser activos, trabajar y ayudar a reproducir el statu quo. En contraste, con la antigua
cultura griega, en la nuestra no hay tiempo para el ocio; es necesario hacer más y en menos
tiempo. En el análisis se encuentra que esta metáfora es más utilizada por los hombres, quizá
por el imaginario histórico social, el cual supone que el hombre es la cabeza de la familia y es
quien debe trabajar. Hablan, por ejemplo de rebuscar, volver a hacer cosas, insistir, trabajar como algo
fundamental en sus vidas: “Y me ha tocado revolar por ahí”; “Y horita trabajando y todo eso”;
“Yo quiero seguir estudiando (…)”; “Y era volver a colocarme objetivos, era volverme a colocar
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
184
metas(…) asumir cosas nuevas”; “Y era como replantear otra vez mi vida, con un nuevo trabajo”;
“(…) he entregado eee infinidades de trabajo e de trabajos, he trasnochado, ”.
En los relatos de las mujeres se percibe que son personas inquietas, activas y prefieren trabajos
que tengan que ver con la formación; por eso aparece en sus relatos la educación, como se puede
apreciar en la metáfora: “El estudio es adelante”. Esto refleja de alguna manera, la idea de la
mujer como esencialmente educadora y formadora de valores en la cultura.
-Metáforas Ontológicas.
Los sujetos sociales comúnmente tratan la cultura como un producto y no como un proceso,
por ello personifican u ontologizan la realidad social y le dan status fáctico, lo ven como algo
que está ahí, independientemente de su aprehensión; sólo en circunstancias determinadas la
interpelan, o la problematizan (Bourdieu, 1980). Lakoff & Jhonson (1986) indican al respecto:
“Son tan naturales e impregnan tanto nuestro pensamiento que normalmente se consideran
descripciones directas o autoevidentes de fenómenos mentales” (p.67). Dentro de las metáforas
ontológicas aparecen las siguientes:
Los lugares son recipientes: Tanto mujeres como hombres mencionaron bastante los
lugares como recipientes; sin embargo, en cada caso el tratamiento fue diferente. Las mujeres
toman como lugares recipiente fundamentalmente la casa, la escuela y la universidad. Las dos
primeras la toman como cárcel, encierro y la última como espacio de libertad. Las mujeres entran
y salen de estos lugares: de la casa al colegio, del colegio a la universidad, de la universidad a la
calle y de la calle al hogar: “siempre fue del colegio a la casa y de la casa al colegio, pero nunca
me dio espacios para salir, entonces al entrar a la universidad (…)”. Obsérvese el habitus que
van construyendo las mujeres: casa-colegio-universidad-hogar y luego ellas pasarán a ser
recipientes de hijos.
Por las mismas razones culturales, los hombres además de tomar como lugares-recipiente la
casa, el colegio y la universidad, mencionan la calle, las ciudades y los lugares que visitan. No
hacen la diferencia entre lugares de encierro y lugares de libertad: “El entrar a otro país, para mí,
era volver a nacer (…)”; “en ese tiempo en que estuve fuera del país, fue en el momento en que
llegué a a otra vez a Colombia”; “sentí muchas ganas como de salir al teléfono”; “nos fuimos en
el bus…llegué a la casa”; “Y corra y corra cuando me metí en la tienda de un amigo”; “entramos
al hospital, hablé y le dieron la entrada”; “estuvimos en muchas poblaciones”; “me tocó salirme
de la casa como un año, de trabajar fuera de Bogotá”; “Ellos se metieron así por una cuadra de
unos amigos”. El esquema conceptual indica que los hombres son de la calle, aventureros y las
mujeres son de la casa.
Las personas son recipientes: Desde la perspectiva del consumo, los sujetos son vistos
como recipientes que deben ser llenados con conocimientos, responsabilidades, metas; en este
caso la educación es esencial para la reproducción de la ideología dominante (Freire, 2004).
Las mujeres, en general, se refieren a las personas como recipientes, y en particular a las
mujeres como receptáculo de conocimientos, aprendizaje, dolor, felicidad, expectativas,
responsabilidad, metas, experiencias, recuerdos, principios, llanto e hijos. Todo el tiempo hablan
de aprender, de adquirir conocimientos y experiencias: “Aprendí muchos conocimientos que
hoy me han ayudado mucho”; “he aprendido a crecer tanto”; “aprendí a querer a mi mamá”; “el
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
185
recuerdo sigue ahí”; “Y aprendí otras cosas más”; “fue un trabajo en el cual yo aprendí
muchísimo”; “Aprendí mucho a tener más responsabilidades”; “mi hermana empieza con sus
dolores de parto” Los hombres no hablan tanto de ellos como recipientes de aprendizaje,
formación y educación, sino como recipientes de experiencias, aventuras, felicidad, rabia, temor
y miedo. Es pertinente anotar que la forma como los hombres narran los sentimientos no se
diferencia mucho de las mujeres y consideramos que, en algunos casos, como los aquí
mencionados son más contundentes los hombres que las mismas mujeres: “Ya llegando otra vez
a Bogotá eh…no pude contener las lágrimas, o sea, en los ojos”.
Las personas son edificios: Las mujeres, más que los hombres, se refieren a ellas mismas
como objetos, en este caso, como edificios con bases que necesitan de apoyo, soporte y ayuda
para sus proyectos de vida: “Aprendí a querer a mi mamá como la mujer más grande que tengo
y como la ayuda y el soporte para yo respirar todos los días”; “Uno siempre necesita digamos
del apoyo de una parte femenina y una masculina, pero yo creo que eso me ha ayudado también”;
“Yonny no me apoyaba mucho”; esas personas te van a ayudar a construir como persona”. Por
su parte los hombres se consideran más como generadores de apoyo: “Y el poder ayudar a los
demás, en general sería eso”; “mi papá se separó de mi mamá y desde esa a veces a mí me ha
tocado para ayudarle a mi mamá, a mis hermanos me ha tocado revolar por ahí”. Nótese que los
anteriores ejemplos muestran las representaciones sociales que existen en la cultura sobre el
hombre y la mujer. La mujer es siempre frágil, débil; por lo tanto, necesita de alguien que la
apoye, generalmente de un hombre.
Personificación: los objetos son personas: Dado que la personificación forma parte de las
metáforas ontológicas y estas “entienden nuestra experiencia en términos de objetos y
sustancias” (Lakoff& Johnson, 1986: 63), entonces para este estudio se agrupan todas las
subcategorías de personificación en una jerarquía mayor que se denomina: los objetos son
personas, para significar que un hecho, situación, institución, lugar, objeto o cosa, toma
características humanas para delimitarse.
De manera general y con una ligera diferencia, los hombres las usan más que las mujeres.
Veamos algunos ejemplos: “La experiencia cuenta que nos fuimos por 15 días”; “por más de
que yo me esforzara el trancón no salía”; “se alcanzó a mover el flujo”; “Fue muy curioso (lo
que sucedió)”; “es bastante especial (…) es gracioso también aparte de especial”; a pesar de que
de pronto uno tenía el estigma de ser colombiano”; Y las mujeres: “(…) todos los problemas
que se dirigen digamos hacia mi mamá”; “rescato, rescato este momento porque creo que los
demás han sido pasajeros (el estudio)”.
El amor es un objeto: En la cultura occidental capitalista, el amor se convierte en un objetivo
a alcanzar, es decir en un objeto deseado. En este sentido la persona amada se cosifica en tanto
objeto de consumo. El objeto amor personificado suscita posesión. Bajo este esquema cognitivo
tienen sentido las siguientes metáforas enunciadas en mayor medida por las mujeres: “Él era mi
amor”, “Cuando él me rechazó, sentí un dolor profundo” “Él nunca me quiso”. Los hombres
hablan en menor medida de sus experiencias amorosas y tratan de no evidenciar sus derrotas
amorosas. Bajo esta idea el amor se esquematiza así: posesión, consumo, sufrimiento; y los
individuos van asumiendo acríticamente que ese es el único modelo para amar, sin entender que
ese ha sido una construcción social-histórica susceptible de ser revisada y resignificada.
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
186
-Metáforas estructurales.
Las metáforas estructurales permiten utilizar un concepto estructurado para constituir otro:
“Las metáforas estructurales se fundamentan en correlaciones sistemáticas de nuestra
experiencia” (Lakoff & Johnson, 1986, p.102), veamos:
La vida es un camino: Esta gran metáfora involucra cualquiera otra por cuanto en la vida
acontecen todo tipo de situaciones. El concepto de ‘camino’ estructura las experiencias que el
ser humano tiene durante su existencia. Tanto hombres como mujeres se refirieron a la vida como
un camino que se va haciendo, pero en las mujeres fue mayor el énfasis; éstas casi todas hablan de
las experiencias que han marcado su vida: “Lo que más me ha marcado el camino (…)”; “me
parece una de las más importantes y que ha marcado los caminos que yo sigo (…)”; “Lo más
importante fue que me guio a lo que realmente yo quiero”; “Porque marcó el derrotero que yo
he llevado hasta el momento”. De los 10 hombres, sólo dos hablaron de cómo los marcó la vida:
“Voy a contar un acontecimiento especial en mi vida, yo creo que uno de los acontecimientos
que más me marcó eh fue la entrada a la universidad”. El resto de hombres hablaron en menor
proporción de la vida como un camino: “No solamente ver mi vida, ver mi línea, sino que en
algún momento de la vida tengo que mirar al lado mío y ver quien está”.
Es evidente que existe una estructuración que implica un punto de inicio y la proyección o
visualización de la continuidad. El camino posee un sitio de comienzo y quien inicia su recorrido
alberga la esperanza de llegar a otro lugar o “punto final”. Esta metáfora genera otra que, si bien
puede estructurarse bajo esta misma conceptualización, se opta por aislarla por la contundencia
en las narraciones: el estudio es un camino.
El estudio es un camino: En el recorrido de este camino hay una serie de momentos; hay
que dar pasos o caminar, desplazarse de un lugar a otro, partir de un punto cercano al individuo
que comenzará la travesía (punto inicial); hay que dar el primer paso. En esa línea educativa o camino
educativo se encantarán tramos medios e incluso dificultades que hacen que el caminante se
resbale; esto con el tesón se supera para llegar al punto final, para terminar o finalizar, para
coronar la meta visualizada.
Por la trascendencia que las mujeres le dan al estudio como temática digna de narrar y
experiencia valiosa, ellas utilizan más que los hombres esta clase de metáforas. Obsérvese:
“siempre me visualicé a llegar muy lejos, a llegar muy lejos a nivel educativo, siempre pensé
terminar quinto, terminar el colegio, terminar bachillerato y llegar a la universidad”; “es el
momento en el que culminé mi primera etapa de, de academia cuando me pude graduar” Para
ellas en este camino hay tramos difíciles que se pueden superar: “tuve que realizar muchos
esfuerzos para poder entrar, me gradué del colegio y me presenté varias veces, me presenté
cinco veces”; “esos acontecimientos me ponían muy mal y yo siempre seguía insistiendo, seguía
insistiendo en para mi seguir, luchar por ese sueño era lo más importante. Esto conlleva a ver
que el estudio tiene gran valor por el fuerzo y la lucha que hay que librar en ese camino: “la
educación en mi familia ha sido una de las primeras, o de los primeros principios que han
implantado”.
Los hombres estructuran este concepto de la siguiente manera: “siguiendo esa línea
educacional”; “vi culminado un proceso que inició en esa Institución”; “yo ahora cerrando ese
ciclo universitario pues me doy cuenta que (…)”; los académicos determinaron que pues el
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
187
proceso había sido mucho más eeeh avanzado o satisfactorio en mi caso”. Tanto para hombres
como para las mujeres se trata de un proceso, en el cual iniciarlo es tan importante como su
terminación; cada terminación es un nuevo inicio y un complemento de ese proceso; un avance
hacia una meta trazada, al final del camino.
En el capitalismo académico, el estudio es la mejor herencia que le pueden dejar los padres a
sus hijos; hace parte de la gran metáfora de la modernidad (Boudieu, 1980). El conocimiento,
más que un valor de uso, tiene un valor de cambio fundamental en el mercado. El conocimiento
da poder, prestigio, ascenso, y como lo enuncian los relatos de mujeres y hombres, parece
convertirse en el camino fundamental para salir adelante. Sin duda, el conocimiento, en la época actual,
se convierte en la principal fuerza productiva de la sociedad.
La vida es una lucha/guerra: Esta metáfora permite conceptualizar la vida en términos de
algo que sucede inmediata y espontáneamente en la vida cotidiana, a saber, un conflicto físico.
En las sociedades capitalistas, en vías de desarrollo, para mencionar una de las tantas metáforas
que designan este tipo de culturas, se ha convertido en natural que los individuos luchen, menos
por vivir que por sobrevivir, por solucionar las urgencias del día a día allende las posibilidades
de reflexión y pensamiento crítico. Es decir, entre más ocupados estén los individuos en
solucionar lo inmediato, menos posibilidades de pensar, reflexionar y comprender los problemas
complejos de la sociedad, vía transformación. Como lo enuncian reiteradamente los relatos,
tanto hombres como mujeres conceptualizan la vida como una guerra, una batalla cotidiana, un
enfrentamiento diario, en donde hay unos que ganan y otros que pierden.
Al conceptualizar la vida de este modo, el narrador establece una relación de semejanza entre
el dominio origen lucha, guerra y el domino meta vida. Según El RAE la lucha se define como
“una pelea en que dos personas se abrazan con el intento de derribar una a otra; lid, combate,
contienda, disputa”; en sentido figurado como “oposición, rivalidad u hostilidad entre contrarios
que tratan de imponerse el uno al otro; esfuerzo que se hace para resistir a una fuerza hostil o a
una tentación, para subsistir o para alcanzar algún objetivo”
Todos se refieren a la vida como a una lucha y un conflicto que hay que afrontar: relatos de
mujeres: “yo presenté nuevamente el ICFES (…) fue una lucha tenaz pues había mucha
competencia”.
La vida es una balanza: Las mujeres conciben la vida en términos de la balanza. La vida
como un objeto que hay que saber equilibrar para llevar a cabo logros: “Me siento incompleta
porque yo quisiera tener ese equilibrio en mi familia y no lo hay (…)”; “Uno siempre necesita
digamos del apoyo de una parte masculina y una parte femenina (…)” “Pensé que se me iba a
caer el mundo encima”. La siguiente metáfora aparece solamente en un relato masculino:
“anhelar un entorno nacional un poquito más estable”; sin embargo, en los distintos relatos se
observan búsquedas de armonía: para las mujeres estudiar y estar en relación con una familia, y
para los hombres viajar.
La vida es un edificio: Las mujeres comparan el trasegar por la vida con la construcción de
un edificio: un edificio se va construyendo poco a poco; hay que colocarle buenas bases para que
no se derrumbe; puede tener cambios y transformaciones; por consiguiente, la vida de las
personas o las personas se van construyendo lentamente en la medida que avanza el tiempo; el
hombre debe tener buenas bases o valores, buena formación desde el principio para que no se
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
188
derrumbe o desvíe de su cauce; el hombre cada vez se transforma, sufre cambios, no es estático:
“Cuando tú piensas en el tipo de amistades que vas a tener, piensas si esas personas te van ayudar
a construir como personas, desde la perspectiva que tú buscas (…).
Conclusiones.
En relación con la primera pregunta planteada al inicio del trabajo, puede afirmarse que no
existen diferencias significativas en la forma de estructurar, adjetivar y evaluar los relatos entre
hombres y mujeres; quizá donde hubo mayor diferencia fue en los temas que abordan,
específicamente en la forma de enfocarlos u orientarlos.
En este aspecto llama la atención que la tendencia de las mujeres es a desarrollar narraciones
con temáticas que implican aspectos negativos como la muerte, vicios, enfermedades, rupturas
y en general obstáculos.
Un aspecto diferenciador de género entre hombres y mujeres jóvenes lo constituye el
tratamiento que le dan al estudio, la educación y la formación; para ellas definen su proyecto de
vida, para los hombres definen un momento de su vida. Desde esta óptica la mujer se convierte en
protagonista de estos procesos en cuanto se ve como persona que puede aportar a la educación
como educadora y como madre. Esto se entiende no explícitamente, sino que se infiere de las
construcciones metafóricas para referir esta realidad. La temática que marca diferencia entre
hombres y mujeres son los viajes.
Se percibe que culturalmente, a los hombres se les ha asignado la condición de ser de la calle
y aventureros, lo cual corrobora lo hallado en el análisis de las metáforas; al contrario, a las
mujeres se les asignan lugares más íntimos y privados como la casa, el colegio y la universidad;
su rol de madres, esposas y educadoras no les permiten esa movilidad y desplazamiento
aventurero.
Los relatos de hombres narran situaciones que, aunque constituyan temática precisas e
importantes, se tornan eventos con un matiz anecdótico y circunstancial, mientras que los relatos
femeninos con temáticas igualmente trascendentales son narrados ya no como anécdotas, sino
como asuntos esenciales en sus vidas o de la vida en general. Es decir que la diferencia, cuando
se abordan temáticas similares, no está en el tema sino en la forma de narrar y en el enfoque, que
se le da a lo dicho. En cuanto al uso de la categoría adjetivo como manera de expresar sentimientos
y emociones, se relativiza el imaginario (o incluso las conclusiones de investigaciones) que dice
que las narraciones de las mujeres están más impregnadas de carga sentimental y afectiva que las
de los hombres. Del mismo modo se matiza la idea de que a la hora de narrar las mujeres son
más prolijas.
En relación con la segunda pregunta puede concluirse que las metáforas constituyen un
sistema conceptual y un mecanismo primario para la comprensión humana y por lo mismo, un
mecanismo potente para desestabilizar y crear nuevos significados y realidades en nuestras vidas.
Las sociedades no avanzan solas, sin sujetos; progresan, retroceden, legitiman/deslegitiman
porque existen allí sujetos psicosociales que piensan, dicen y hacen. Los anteriores aspectos,
permiten, una vez más poner en tensión algunas visiones objetivistas y deterministas de la
sociedad, el lenguaje, el significado y la verdad.
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
189
La investigación permitió, de esta manera, desvelar aquellas formas de decir y actuar que
socialmente hombres y mujeres van estructurando y naturalizando vía comunicación e
interacción social.
El análisis metafórico permitió identificar y comprender aquellos fenómenos de la cultura que
los sujetos han asimilado de forma práctica y espontánea, sin confrontar y problematizar. Los
resultados permiten la reflexión al indicar que es necesario, vía pensamiento crítico, confrontar
los esquemas y metáforas convencionales que lucen naturales, pero ocultan internamente
dispositivos ideológicos de control. El fin último de la investigación es la reflexión, y la posible
transformación de representaciones, metáforas y prácticas. Confrontar y asimilar que otra forma
de pensar, decir y actuar es posible, es el camino para posibles transiciones y cambios en la
cultura.
Bibliografía.
Bajtin, M. (1982). Estética de la creación verbal. México: Siglo Veintiuno Editores.
Bourdieu, P. (1980). El sentido Práctico. Argentina: Siglo Veintiuno Editores.
Deleuze, G. (1989). Lógica del sentido. España: Paidós.
Díaz, H. (2006). La metáfora en la definición científica. En M. Di Stefano , Metáforas en uso.
Argentina: Editorial Biblos.
Freire, P. (2004). La importancia de leer y el proceso de liberación. México: Siglo XXI Editores.
Grice, H. P. (1991). Las intenciones y el significado del hablante . En L. M. Valdéz Villanueva,
La búsqueda del significado. Lecturas de filosofía del lenguaje (págs. 481- 510). Madrid: TecnosUniversidad de Murcia.
Jodelet, D. (1984). En S. Moscovici, Psicología social II. España: Paidós.
Labov, W. (1988). La transformación de la experiencia en sintaxis narrativa. Cali: Centro de traducciones
- Universidad del Valle.
Lakoff, G., & Johnson , M. (2004). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra.
McLaren , P. (1997). Pedagogía crítica y cultura depredadora. España: Paidós.
Moscovici , S. (1984). Psicología Social II. España: Paidós.
Nietzsche, F. (2000). Introducción teorética acerca de la verdad y la mentira en el sentido
extramoral. En El libro del filósofo seguido de retórica y lenguaje. Madrid: Taurus.
Peirce, C. (1987). Obra lógico semiótica. Madrid: Taurus.
Ricoeur , P. (1981). Paul Ricoeur hermeneutics and the human sciences. (J. B. Thompson, Ed.) New
York: Cambridge University Press.
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
190
Soler C, S. (2004). Discurso y género en historias de vida. Una investigación de relatos de hombres y mujeres
en Bogotá. Bogotá: I.C.C.
VanDijk, T. A. (2000). El discurso como interacción en la sociedad. España: Editorial Gedisa .
AGO.USB
Medellín - Colombia
Vol. 17 No. 1
PP 1 - 323
enero – junio
2017
ISSN: 1657 8031
191