+Model
RCE-1363; No. of Pages 7
ARTICLE IN PRESS
Rev Clin Esp. 2017;xxx(xx):xxx---xxx
Revista Clínica
Española
www.elsevier.es/rce
CONFERENCIA CLÍNICO-PATOLÓGICA
Mujer anciana con insuficiencia hepática aguda
Elderly woman with acute liver failure
L. Corral Gudino a , M.Á. Cruz Sánchez b , S. Argenta Fernández c y M. Belhassen García d,∗
a
Servicio de Medicina Interna, Hospital El Bierzo, Ponferrada, León, España
Servicio de Anatomía Patológica, Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, Salamanca, España
c
Servicio de Medicina Interna, Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, Salamanca, España
d
Servicio de Medicina Interna, Unidad de Enfermedades Infecciosas, CIETUS, IBSAL, Complejo Asistencial Universitario de
Salamanca, Salamanca, España
b
Recibido el 14 de diciembre de 2016; aceptado el 22 de enero de 2017
Presentación del caso (editor asociado)
Mujer de 89 años, con buena calidad de vida previa, independiente para las actividades básicas de la vida diaria, que
consultó por malestar general y dolor abdominal. Entre sus
antecedentes refería hipertensión arterial, artrosis, ulcus
duodenal, hernia de hiato, y una artroplastia de rodilla derecha por gonartrosis hacía 9 años. Su tratamiento habitual
incluía omeprazol 20 mg/día, clonazepam 0,5 mg/día, amlodipino 5 mg/día, losartán/hidroclorotiazida 50/12,5 mg/día
y, de forma ocasional, almagato y paracetamol.
La paciente presentaba un deterioro progresivo del
estado general de una semana de evolución, asociado a
dolor en epigastrio e hipocondrio derecho, junto con coluria sin acolia durante los últimos 2 días. El dolor era de
carácter cólico, y se acompañaba de náuseas ocasionales sin
vómitos. No existía alteración del ritmo intestinal, ni productos patológicos en las deposiciones. No se había tomado
la temperatura, pero sí había tenido sensación distérmica.
Las semanas previas sintió en alguna ocasión artralgias en
extremidades superiores, sin signos inflamatorios. Además,
la paciente describía episodios de palidez y tinte amarillento
Autor para correspondencia.
Correo electrónico:
[email protected]
(M. Belhassen García).
∗
de la piel, de forma ocasional, con remisión espontánea.
Negaba consumo de setas, alcohol, tóxicos u otros fármacos
distintos a los ya nombrados. En su centro de salud se había
realizado un análisis 2 meses antes del ingreso que mostraba
anemia, linfopenia e insuficiencia renal aguda (tabla 1).
La paciente ingresó para estudio de un síndrome constitucional y dolor abdominal. En ese momento se encontraba
consciente y orientada, bien hidratada y perfundida, levemente ictérica, y sin ingurgitación yugular, ni adenopatías
cervicales, axilares o inguinales. La auscultación cardiopulmonar era normal y el abdomen blando, doloroso a la
palpación en hipocondrio derecho, con signo de Murphy
negativo y peristaltismo normal. No se palpaban masas,
visceromegalias, ni existían signos de ascitis. Se detectaron unas petequias en la cara tibial anterior, sin edema,
ni signos de trombosis venosa profunda. En los análisis (tabla 1, día +1) destacaba una procalcitonina de
3 ng/ml, velocidad de eritrosedimentación 55 mm, fibrinógeno 395 mg/dl, ferritina 3.396 ng/ml, capacidad total de
fijación del hierro 117 g/dl, colesterol total 113 mg/dl,
triglicéridos 140 mg/dl, vitamina B12 1.676 pg/ml, folato
> 20 ng/ml, haptoglobina 178 mg/dl (41-165 mg/dl). El frotis
de sangre periférica mostraba anisocitosis, probablemente
debida a 2 transfusiones previas, y 2 esquistocitos por
campo. Se confirmó la presencia de trombocitopenia,
algunos megatrombocitos, ausencia de células inmaduras,
reticulocitosis, fracción de plaquetas inmaduras alta, y
http://dx.doi.org/10.1016/j.rce.2017.01.008
0014-2565/© 2017 Elsevier España, S.L.U. y Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Todos los derechos reservados.
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L. Corral Gudino et al.
Tabla 1
Principales parámetros analíticos
Actividad de protrombina, %
Albúmina, g/dl
ALT, UI/l
AST, UI/l
Bilirrubina directa, mg/dl
Bilirrubina indirecta, mg/dl
Bilirrubina total, mg/dl
Urea, mg/dl
Creatinina, mg/dl
FA, UI/l
GGT, UI/l
Hemoglobina, g/dl
VCM, fl
LDH, UI/l
Leucocitos/l
Linfocitos/l
Neutrófilos/l (1.400-6.500)
Plaquetas/l
PCR, mg/dl
Proteínas totales, g/dl
Valores normales
2 meses antes del ingreso
Al ingreso +1
Día +6
Día +10
70-120
3,5-5,2
0-32
0-33
0,01-0,3
0,2-0,8
0,1-1,12
16,6-48,5
0,5-0,9
35-105
0-40
12-16
80-99
135-214
4.500-10.800
1.200-3.500
1.400-6.500
150.000-450.000
0-0,5
6,4-8,3
80
2,9
46
40
----0,8
100
0,8
140
80
10,2
95
206
5.500
400
3.210
186.000
1,22
6
65
1,7
55
59
3,14
0,12
3,26
219
2,11
314
105
9,9
92,5
213
6.200
317
4.930
32.100
9,62
3,7
52
2,2
48
56
7,01
--8,86
169
1,90
198
79
9,1
91,1
453
7.000
700
4.650
29.000
11,26
4,3
43
2,7
3
15
10,37
--13,12
204
2,13
292
119
6,9
85
290
3.700
390
3.040
10.000
8,07
3,9
ALT: alanina aminotransferasa; AST: aspartato aminotransferasa; FA: fosfatasa alcalina; GGT: gammaglutamil-transpeptidasa; LDH: lactato deshidrogenasa; PCR: proteína C reactiva; VCM: volumen corpuscular medio.
bicitopenia de origen periférico; se descartó la existencia
de hemólisis.
Con la sospecha inicial de sepsis de origen biliar, se inició tratamiento con piperacilina-tazobactam y se solicitó
una ecografía y una tomografía computarizada (TC) abdominal, que mostraron abundante líquido libre intraabdominal,
edema localizado en mesenterio y tejido celular subcutáneo, discreta hepatomegalia con parénquima homogéneo, y
derrame pleural bilateral (fig. 1A,B).
El quinto día del ingreso la paciente empeoró, apareciendo fiebre, aumento de la ictericia, náuseas y vómitos
ocasionales, edema de miembros inferiores, tendencia a la
somnolencia y deterioro de la analítica (tabla 1, día +6). Se
realizaron hemocultivos y urinocultivos seriados, con resultados negativos. Los estudios serológicos frente a los virus de
la hepatitis A, B, C, E, citomegalovirus, virus de Epstein-Barr
y virus de la inmunodeficiencia humana resultaron negativos. El estudio de autoinmunidad fue negativo (anticuerpos
antinucleares [ANA], anticuerpos antimicrosomales tipo 1,
antimúsculo liso, factor reumatoide y anticuerpos anticitoplasma de neutrófilo). El análisis de orina de 24 h no mostró
proteinuria de Bence-Jones; las cadenas ligeras kappa fueron de 6,61 mg/dl, las lambda de 2,7 mg/dl y la proteinuria
de 122 mg/dl. Una ecoendoscopia mostró abundante ascitis
y adenopatías abdominales < 1 cm. No había dilatación de
la vía biliar ni otros hallazgos que justificaran el deterioro
clínico.
Se añadió meropenem, pero la paciente persistió febril
y desarrolló una insuficiencia hepática aguda con ictericia,
coagulopatía, disminución del nivel de conciencia y anasarca
refractaria al tratamiento diurético. A pesar de recibir múltiples transfusiones persistió la anemia y la trombocitopenia
graves (tabla 1, día +10).
Una paracentesis diagnóstica obtuvo un líquido ascítico
seroso cuyo análisis mostró: hematíes 215/l, leucocitos
35/l (14% polimorfonucleares, 80% monocitos), proteínas
1,1 g/l, albúmina 0,46 g/l, glucosa 123 mg/dl, LDH 120 UI/l,
cultivo estéril y citologías negativas para malignidad. Se
desestimó la realización de una biopsia hepática por la
situación de la paciente. Se inició tratamiento con bolos
intravenosos de metilprednisolona a dosis de 250 mg diarios
y ácido ursodesoxicólico a dosis de 900 mg diarios.
El curso clínico empeoró progresivamente, con fiebre
mantenida, mayor ictericia, bicitopenia y obnubilación marcada. Se obtuvieron nuevos hemocultivos y cultivos de orina.
En las últimas 36 h desarrolló una insuficiencia respiratoria
grave seguida de coma y fallecimiento.
Discusión clínica (discursor clínico)
Se trata de una paciente de edad avanzada, que falleció
2 semanas después del ingreso por un cuadro clínico cuya
manifestación inicial predominante fue la ictericia. Posteriormente desarrolló una insuficiencia hepática aguda. Este
síndrome, máxima expresión del fracaso funcional hepático,
es poco frecuente. A pesar de su avanzada edad, la enferma
tenía poca comorbilidad, lo que permite excluir una insuficiencia hepática terminal en el contexto de una enfermedad
hepática ya conocida, generalmente cirrosis, después de
algún proceso sobreañadido o incluso de forma espontánea.
Sin embargo, no es posible desarrollar una hipótesis etiológica basándose únicamente en los datos de disfunción
hepática. Como en muchas otras ocasiones en Medicina,
existen en el caso múltiples signos y síntomas, con afectación de diferentes órganos y sistemas, que merecen una
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Mujer anciana con insuficiencia hepática aguda
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Figura 1 A, B) Tomografía computarizada toracoabdominal. Derrame pleural bilateral y abundante líquido libre intraabdominal,
ligera hepatomegalia homogénea, sin lesiones focales.
consideración. En la discusión se explicarán bajo un único
diagnóstico, organizándose la discusión en torno al análisis
individualizado de las alteraciones más significativas.
Presentación clínica
La historia clínica y la exploración física son la base de cualquier diagnóstico diferencial. En este caso la mayoría de
los datos iniciales son inespecíficos, como la afectación del
estado general, las náuseas o las artralgias. Sin embargo,
la ictericia es el signo inicial más destacado y se utilizará
como signo guía. Durante la evolución se añadió fiebre, anasarca, disminución del nivel de conciencia, y deterioro de la
situación clínica general.
Análisis de la ictericia
Dentro de las pruebas complementarias solicitadas a la
paciente, destaca la evolución de las pruebas hepáticas
(tabla 1). Unos 2 meses antes de acudir al hospital, la
paciente presentaba una colestasis disociada que, en la primera semana del ingreso, se acentuó de modo notable con
un incremento de la bilirrubina directa (tabla 1, +6), junto
con una prolongación de los tiempos de coagulación. Los
datos de daño hepatocelular, por el contrario, eran muy
leves.
La primera pregunta al evaluar una ictericia es si la
bilirrubina predominante es o no conjugada. En este caso,
el predominio de bilirrubina conjugada permitía descartar
la hemólisis o alteraciones congénitas de la conjugación de
la bilirrubina. Además, la ecografía y la TC abdominal no
mostraban dilatación de la vía biliar, por lo que también se
descarta una ictericia obstructiva. Asimismo, la historia clínica permitía excluir la toma de posibles fármacos o tóxicos
inductores de ictericia. El estudio microbiológico descartaba
los principales microorganismos implicados en las hepatitis
virales y la sepsis de origen abdominal. De entre los posibles procesos infecciosos, la ausencia de esplenomegalia
o el contexto epidemiológico (sin relación con animales o
contacto con agua contaminada) hacían improbable algunas
enfermedades como la leptospirosis o la leishmaniosis.
La paciente evolucionó hacia un fallo hepático agudo
al cumplir las siguientes condiciones: 1) ausencia previa de enfermedad hepática y desarrollo del proceso en
menos de 3 semanas; 2) aparición de signos de insuficiencia
Tabla 2
Principales causas de fallo hepático agudo
Metabólicas
Enfermedad de Wilson
Afectación vascular
Isquemia: hígado de shock, insuficiencia cardiaca
Ligadura de la arteria hepática (en presencia de trombosis
portal)
Síndrome de Budd-Chiari agudo
Enfermedad venooclusiva
Hipertermia (golpe de calor)
Infecciosas
Virus hepatotropos: A, B, C, D, E, G
Virus no hepatotropos: herpes simple I y II, varicela-zóster,
citomegalovirus, Epstein-Barr, herpes virus tipo 6,
parvovirus, adenovirus, fiebres hemorrágicas, coxsackie B
Criptogenéticas
Tóxicas
Setas (Amanita, Lepiota y Galerina) con amatoxinas
Disolventes industriales (hidrocarburos clorados, foı́sforo
blanco)
Medicamentos
Paracetamol
Antibióticos: isoniazida, pirazinamida, tetraciclinas
Halotano y derivados
Antidepresivos: IMAO, derivados imidazopiridiı́nicos
Antiinflamatorios no esteroideos
Antiroideos
Otros: hidantoína, ácido valproico, ketoconazol
Plantas medicinales (herbolario, medicina tradicional
china)
Drogas ilegales: cocaiı́na, éxtasis, anfetaminas
Neoplásicas
Infiltración tumoral masiva (leucemias, linfomas)
Autoinmunes
Hepatitis autoinmune
Varios
Embarazo, esteatosis masiva del embarazo, eclampsia,
síndrome HELLP, síndrome de Reye
HELLP: hemólisis, elevación de enzimas hepáticas y cifras de
plaquetas bajas; IMAO: inhibidores de la monoaminooxidasa.
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L. Corral Gudino et al.
hepatocelular grave con disminución de la protrombina
(INR > 1,5), y 3) signos de encefalopatía hepática1 . En el
momento de su aparición ya se habían descartado muchas
de las etiologías más frecuentes (tabla 2), y las técnicas de
imagen no demostraron datos sugestivos de obstrucción de
las venas cava o suprahepáticas que hicieran sospechar un
síndrome de Budd-Chiari. La rapidez y gravedad del cuadro clínico, junto con la negatividad de los marcadores
serológicos y la ausencia de manifestaciones previas, tampoco orientan hacia un trastorno autoinmune crónico como
una colangitis biliar primaria (anticuerpos antimitocondriales positivos en > 95% de los pacientes)2 o una colangitis
esclerosante primaria (ANA positivos hasta en el 80%)3 . Por
otra parte, ninguna de estas 2 entidades justificaría la afectación hematológica.
Por ello, y tras la revisión de las imágenes de la TC, en
las que se aprecia un hígado heterogéneo sin aumento de
tamaño, se estableció como diagnóstico más probable la
infiltración hepática por un tumor sólido o hematológico,
especialmente un linfoma, y menos probablemente una sarcoidosis, tuberculosis o amiloidosis.
Análisis de la pancitopenia
Tras la alteración del perfil hepático destacaba la presencia de una anemia intensa normocítica normocrómica
e hiporregenerativa (índice de producción reticulocitaria
del 1,6%), trombocitopenia grave, y monocitosis (en una
única determinación). Además, existía una marcada elevación de la ferritina (de hasta 3.396 ng/ml). La normalidad de
las concentraciones de LDH y haptoglobina, la ausencia de
esquistocitos, y el predominio de hiperbilirrubinemia conjugada permiten descartar la hemólisis intra o extravascular.
La fiebre, citopenias y elevación de la ferritina podrían
hacer sospechar un síndrome hemofagocítico, aunque no
se cumplen el mínimo de 5 criterios requeridos para su
diagnóstico4 , ya que faltarían la esplenomegalia, hipofibrinogenemia o hipertrigliceridemia, y fenómenos de
hemofagocitosis. La normalidad del fibrinógeno hace improbable una coagulopatía de consumo que, por otro lado,
tampoco hubiera justificado el resto de manifestaciones clínicas.
En resumen, la afectación de 2 series sanguíneas sin
hemólisis o destrucción periférica sugiere una causa central
por infiltración o por una enfermedad hematológica primaria
como un síndrome mielodisplásico (leucemia mielomonocítica crónica, aunque solo se detectaron más de 1.000/l
monocitos en una única determinación) o, menos probablemente, un síndrome mieloproliferativo. Una concentración
tan elevada de vitamina B12 (1.676 pg/ml) podría orientar
hacia una neoplasia mieloide o linfoide o estar simplemente
relacionada con la propia hepatopatía5 .
Análisis del fracaso renal agudo
La paciente tuvo un fracaso renal agudo, pasando su aclaramiento de creatinina en unas semanas de 82 ml/min/1,73 m2
(antes del ingreso) a 20 ml/min/1,73 m2 . El mecanismo
más probable es prerrenal, ya que el sedimento de orina
no era activo (indicios únicamente de proteínas, con una
proteinuria en 24 h de 0,61 g), lo que excluía el daño
glomerular. Tampoco existía componente obstructivo renal
en los estudios de imagen.
La presencia de anasarca junto con hipovolemia y la grave
afectación del estado general podrían justificar en parte el
fracaso renal, aunque en contra de esta teoría estaría la
falta de respuesta a la reposición hídrica mediante sueroterapia.
Situación basal (desnutrición)
Por último, la paciente presentaba una desnutrición grave
que se comprobó por la baja concentración de albúmina (1,7 g/dl), transferrina (92 mg/dl; valores normales:
200-360 mg/dl), vitamina D (8,2 ng/ml; valores normales:
20-40 ng/ml), colesterol total (113 mg/dl; valores normales:
140-200 mg/dl), colesterol HDL (5 mg/dl; valores normales:
40-120 mg/dl) y linfopenia. Estas alteraciones quizás se justifiquen por una enfermedad subaguda y larvada previa al
ingreso, más que por el cuadro clínico agudo posterior. La
desnutrición facilitó el desarrollo de anasarca, con derrame
pleural bilateral y ascitis (gradiente de albúmina > 1,1 g/dl).
Análisis global
En resumen, la paciente presentó una ictericia hepatocelular que evolucionó a insuficiencia hepática aguda, junto con
una anemia arregenerativa y trombocitopenia intensas, además de un fracaso renal agudo y parámetros de desnutrición
grave, en el contexto de una posible enfermedad infiltrativa
del hígado y bazo según los resultados de la TC abdominal.
Las causas infecciosas, como una tuberculosis diseminada, que podrían justificar una infiltración de la médula
ósea con la consiguiente bicitopenia serían poco probables
como etiología de la ictericia. Aunque en la tuberculosis está
descrito un aumento de las transaminasas e ictericia, esta
suele ser colestásica pura y es sumamente infrecuente la
evolución hacia insuficiencia hepática fulminante6 .
La sarcoidosis hepática tampoco justificaría el cuadro clínico. En la práctica totalidad de los casos es una afectación
granulomatosa y, aunque es frecuente la elevación de la
fosfatasa alcalina, no se acompaña de hiperbilirrubinemia,
salvo cuando produce cirrosis7 .
El contexto clínico tampoco sugiere una amiloidosis
hepática, proceso habitualmente leve, con sintomatología
inespecífica de fatiga, pérdida de peso y anorexia, y usualmente acompañado de hepatomegalia y elevación de la
fosfatasa alcalina8 .
La etiología más probable de la insuficiencia hepática
aguda en esta paciente sería una enfermedad infiltrativa, posiblemente neoplásica y específicamente de estirpe
hematológica9 . Se pueden descartar la leucemia mieloide
y los síndromes mieloproliferativos con el estudio de sangre periférica. El síndrome mielodisplásico, que explicaría
la afectación hematológica o la elevación de la vitamina B12 ,
no justificaría, sin embargo, la afectación hepática, que se
considera poco habitual.
Un linfoma, debido a su capacidad de infiltrar tanto
la médula ósea como el parénquima hepático, sería el
diagnóstico más probable. Sin embargo, la ausencia de hepatomegalia, esplenomegalia o adenopatías nos obligaría a
considerar linfomas infrecuentes, como los intravasculares.
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Mujer anciana con insuficiencia hepática aguda
Estos tienen como manifestaciones principales las cutáneas
y del sistema nervioso central, aunque debido a las oclusiones vasculares que producen pueden presentarse con
multitud de síntomas que dificultan el diagnóstico, no siendo
infrecuente que este se realice post mortem10 .
Antes de asumir el linfoma intravascular como diagnóstico principal, habida cuenta de su rareza, se solicitó una
nueva valoración de las imágenes de la TC abdominal, centrándose en la búsqueda de hallazgos que apoyasen un
posible síndrome linfoproliferativo. Tras ella, se consideraron patológicas las adenopatías inguinales (fig. 2, cabeza de
flecha), lo que apoyaría el diagnóstico final de linfoma.
En definitiva, la principal posibilidad diagnóstica sería
un linfoma y, dada la presentación clínica, un linfoma noHodgkin agresivo (p. ej., folicular de células B, manto,
anaplásico de células T) con infiltración hepática y medular. Particularmente difícil de explicar es el dolor cólico en
epigastrio e hipocondrio derecho que refería la paciente a
su ingreso. Podría atribuirse a la insuficiencia hepática, pues
esta asociación está descrita hasta en un 30% de los casos9 .
Discusión patológica (discursor patólogo)
Se realizó el estudio necrópsico a petición del servicio
de Medicina Interna, con el objetivo de determinar la
enfermedad fundamental y la causa de la muerte de la
5
Figura 2 Tomografía computarizada abdominal. Adenopatía
inguinal patológica (cabeza de flecha).
paciente. En el examen externo se observó una ictericia intensa, múltiples petequias en tronco, y anasarca
con derrames serosos de diversa cuantía en cavidades
pleural, pericárdica y abdominal. Durante la disección, el
hallazgo macroscópico más relevante fue el gran número
de adenopatías existentes a ambos lados del diafragma; las
mediastínicas con un tamaño de hasta 3 cm y las abdominales de hasta 1,5 cm. Al microscopio destacaba la pérdida de
la arquitectura normal del ganglio, sustituida por nódulos de
celularidad inflamatoria, predominantemente linfocítica,
Figura 3 Linfoma de Hodgkin clásico, tipo esclerosis nodular. Al microscopio, se observa un patrón nodular (A), constituido por
un abundante infiltrado inflamatorio linfocítico. En estos nódulos se identifican las células de Reed-Sternberg (B [flechas] y C), con
expresión inmunohistoquímica de CD30 (D).
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L. Corral Gudino et al.
delimitados por esclerosis. En estos nódulos, de forma ocasional, se observaban células de mayor tamaño, compuestas
por un citoplasma basófilo variable y un núcleo bilobulado de
gran tamaño con una membrana nuclear reforzada irregular,
cromatina pálida y un nucléolo eosinófilo prominente central. Se trata de las denominadas células de Reed-Sternberg,
características del linfoma de Hodgkin clásico (fig. 3); en
este caso, de tipo esclerosis nodular, con expresión inmunohistoquímica de CD30 y EBER (Epstein Barr-encoded RNA)11 .
La médula ósea mostraba una fibrosis difusa y la celularidad estaba constituida por linfocitos, células plasmáticas,
eosinófilos, fibroblastos e histiocitos, algunos de ellos con
hemofagocitosis. De forma ocasional, se visualizaban células de Hodgkin. En el bazo, al igual que en las adenopatías,
existía un borramiento de la arquitectura normal con infiltrados inflamatorios linfocíticos y esclerosis nodular, junto
a la presencia de células de Hodgkin multinucleadas.
El hígado tenía un aspecto congestivo generalizado con
un punteado hemorrágico difuso. Microscópicamente, se
encontraron infiltrados linfoplasmocitarios periportales y
lobulillares, con frecuencia acompañando a extensas áreas
de necrosis hepatocitaria. Con la técnica de tricrómico de
Masson se ponía de relieve la colagenización de los espacios
porta y la formación de puentes fibrosos siguiendo las áreas
de necrosis. Además, de forma muy llamativa, se observaban numerosas imágenes de colestasis intracanalicular
y reacción ductular (fig. 4). En las zonas de infiltrado
inflamatorio y necrosis, se observaban, de forma ocasional,
algunas células de Hodgkin. En consecuencia, se estableció
que la enfermedad fundamental de la paciente era un
linfoma de Hodgkin clásico, de tipo esclerosis nodular,
en estadio IV, con infiltración de bazo, hígado, ganglios
linfáticos y médula ósea12 (fig. 4).
En el estudio microscópico de los riñones destacaba la
formación de abscesos que se extendían desde la pelvis
renal a la grasa perirrenal y corteza. En este material inflamatorio-necrótico existían estructuras fúngicas,
esporas y pseudohifas, morfológicamente compatibles con
Candida spp. Estos microorganismos también se detectaron
en la vejiga.
Ambos pulmones mostraban congestión y antracosis. En
el lóbulo inferior izquierdo se identificó una formación
quística de 2 cm, de contenido necrótico, que microscópicamente se correspondía con una zona de necrosis, hemorragia
e inflamación crónica. En los alvéolos se veían núcleos grandes con una inclusión nuclear eosinófila central rodeada
por un halo, sugerente de lesión citopática por citomegalovirus, que se confirmó en el estudio inmunohistoquímico.
Estos hallazgos se pueden relacionar con la presencia
de trombos biliares colangiolares hepáticos, una característica (aunque no patognomónica) de procesos sépticos
(fig. 4).
Figura 4 Linfoma de Hodgkin en estadio IV con afectación de médula ósea (A), bazo (B) e hígado (C). Se identifican las células
tumorales con puntas de flecha. En el riñón se identificó la presencia de estructuras fúngicas formadas por esporas y pseudohifas, compatibles con Candida spp. (D, Grocott), y en los alvéolos pulmonares existían signos sugerentes de lesión citopática por
citomegalovirus (E, punta de flecha).
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Diagnósticos finales
Agradecimientos
Linfoma de Hodgkin clásico, de tipo esclerosis nodular, en
estadio IV, con infiltración de bazo, hígado, ganglios linfáticos y médula ósea. Se estableció como causa de la
muerte la sepsis secundaria a una bronconeumonía necrosante por citomegalovirus y una pielonefritis aguda por
Candida spp.
A los doctores José Ángel Martín Oterino y María Luisa Pérez
García por el trabajo en equipo y los sufrimientos comunes.
Consideraciones finales
En resumen, se presenta el caso de una paciente de edad
avanzada que en el trascurso de 2 semanas desarrolló una
insuficiencia hepática aguda que le acarreó la muerte. Como
se ha expuesto, a pesar que las causas más comunes de
insuficiencia hepática aguda son las hepatitis virales, los
fármacos y los tóxicos, no hay que olvidar las neoplasias9 .
Dentro de estas destacan las hematológicas, sobre todo el
linfoma no-Hodgkin13 . No obstante, hay que señalar la rareza
de la insuficiencia hepática como manifestación inicial de un
tumor.
Como principales causas del fallo funcional hepático
secundario al linfoma están la infiltración hepática y la afectación paraneoplásica14 . En la literatura, la mayoría de los
pacientes con linfomas hepáticos presentan un cuadro clínico prolongado de fiebre y colestasis con discreta elevación
de transaminasas, y solo en las fases más avanzadas aparece
la ictericia y el fallo hepatocelular14 .
Para un diagnóstico correcto, es fundamental la realización de una biopsia (hepática o de una adenopatía) que
permita iniciar el tratamiento lo antes posible15 , dado que la
mortalidad de la insuficiencia hepática de origen neoplásico
es superior al 90%9 . En general, en pacientes con neoplasias avanzadas las complicaciones más destacadas son las
infecciosas, como en el caso descrito. Es reseñable que,
de los múltiples urinocultivos, solo el ultimo resultó positivo para Candida albicans, y se recibió el mismo día del
fallecimiento.
Desde el punto vista respiratorio la paciente se mantuvo
asintomática durante la mayor parte del ingreso. La sintomatología respiratoria se desarrolló en las últimas 36 h
de forma muy rápida, cuando la paciente ya estaba en
una mala situación clínica. Solo la última radiografía de
tórax, realizada 24 h antes del fallecimiento, mostraba
hallazgos sugestivos de una posible infección respiratoria.
Por último, a la vista del resultado de la necropsia, habría
que considerar también la posibilidad de que la paciente
hubiera sufrido un síndrome hemofagocítico, aunque no se
cumplieran los 5 criterios diagnósticos requeridos.
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Cómo citar este artículo: Corral Gudino L, et al. Mujer anciana con insuficiencia hepática aguda. Rev Clin Esp. 2017.
http://dx.doi.org/10.1016/j.rce.2017.01.008