© EUROPEAN REVIEW OF ARTISTIC STUDIES 2016, vol. 7, n. 3, pp. 65-93 ISSN 1647-3558
ARTE Y CIUDAD: EXPERIENCIAS DE DANZA EN EL ESPACIO URBANO
Art and city: experiences of dance in the urban space
SÁEZ, Mariana Lucía1; MERLOS, Lucía Belén2
Resumen
En este trabajo nos proponemos compartir la descripción, comparación y análisis de sucesos,
expectativas, concepciones de la danza y lo escénico en dos festivales de danza contemporánea
en el espacio urbano de la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina: el Festival
Danzafuera y el Festival Diagonales. Desde un abordaje etnográfico detectaremos
consideraciones de la relación entre este arte y el espacio público, abriendo a una serie de
preguntas acerca de las vinculaciones entre arte, política y sociedad.
Abstract
In this work we propose to share the description, comparison and analysis of events, expectations,
conceptions of dance and stage in two contemporary dance festivals in the urban space of the
Ciudad de La Plata, province of Buenos Aires, Argentina: the Festival Danzafuera and the
Festival Diagonales. From an ethnographic approach we will detect considerations of the
relationship between this art and the public space, opening a series of questions about the links
between art, politics and society.
Palabras clave: Danza contemporánea; Festival; Espacio público; Ciudad.
Key-words: Contemporary dance; Festival; Public space; City.
Data de submissão: Março de 2016 | Data de publicação: Setembro de 2016.
1
MARIANA LUCÍA SÁEZ - Docente en la Cátedra Etnografía I. Becaria doctoral del Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), finalizando el Doctorado en Antropología de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA) Integra el Grupo de Estudio
sobre Cuerpo (CICES-IDIHCS-UNLP/CONICET) desde su creación en 2008. Licenciada en Antropología
por la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM-UNLP).
Organizadora del ECART (Encuentro Platense de Investigadores/as sobre Cuerpo en las Artes Escénicas y
Performáticas). Bailarina en el Grupo de Danza “Aula 20” de la Facultad de Bellas Artes (UNLP) e
integrante de la compañía Proyecto en Bruto. ARGENTINA. E-mail:
[email protected].
2
LUCÍA BELÉN MERLOS - Profesora de Arte en Danza -Orientación en Expresión Corporal por el
Instituto de Profesorado en Arte de Mar del Plata (IPA). Intérprete en Danza por el Centro Polivalente de
Arte, Mar del Plata (CPA). Docente e investigadora, se encuentra terminando su tesis de Maestría en
Educación Corporal en la Facultad de Humanidades y Cs. de la Educación (UNLP). Integra el Grupo de
estudio sobre Cuerpo en la Facultad de Humanidades y Cs. de la Educación desde el año 2012 (CICESIdIHCS-UNLP/CONICET). Formada en Arte por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Recientemente becaria doctoral por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET). ARGENTINA. E-mail:
[email protected].
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INTRODUCCIÓN
“El bosque, el lago, parques, plazas, glorietas, los juegos,
los árboles, el pasto, la tierra, un tronco, la vía pública,
edificios, escalinatas, escaleras, escaleras mecánicas,
centros comerciales, pistas de patinaje, veredas, baldosas,
son sólo algunos de los lugares que se presentan como
espacios posibles, escenarios del suceso, en un estar ahí
del movimiento, donde la teatralidad y la danza son el
evento” (MERLOS & SÁEZ, 2016).
En este trabajo nos proponemos compartir la descripción, comparación y análisis
de sucesos, expectativas, concepciones de la danza y lo escénico en dos festivales de
danza contemporánea en el espacio urbano de la ciudad de La Plata (Buenos Aires,
Argentina). Eventos de danza que apuestan a la relación entre este arte y el espacio
público, abriendo una serie de preguntas acerca de las vinculaciones entre arte, política y
sociedad.
Hablaremos aquí del Festival Danzafuera, originalmente ideado y organizado
por un grupo de artistas locales: Constanza Copello, Jorgelina Mongan, Aurelia Osorio,
Laura Colagreco e Iván Haidar; y del Festival Diagonales gestionado por la coreógrafa y
directora de danza Marisa D’Alessandro, en conjunto con Raquel Rizzo, María Florencia
Salvatore, Marisa Velazquez y Javier García de Souza.
Iniciamos este recorrido entendiendo que las prácticas sociales que
consideraremos tienen un carácter artístico, tanto como estético y político. En este
sentido, referir a prácticas vinculadas con la utilización de espacios públicos por parte de
grupos de artistas, es acercarnos a construcciones de sentido cargadas de significaciones
respecto de cuál es el lugar, el rol y el sentido del arte, a quién está dirigido y para qué;
así como cuáles son los fines que persigue. Consideramos que estas representaciones se
articulan en prácticas concretas, en la medida que buscan producir transformaciones en
los modos de practicar y crear danza en la vida cotidiana y en la realidad local. Al mismo
tiempo, dichas prácticas se valoran a sí mismas como modos de producción escénica: sus
practicantes se construyen como artistas y como espectadores específicos; manejan
concepciones particulares sobre creación y producción; toman, recontextualizan y
resignifican instancias provenientes de otras artes o de otros estilos. Y esto en un marco
en el cual las producciones artísticas comparten la insistencia en establecer otros planteos
respecto de lo que el arte es o podría ser, dentro de un escenario caracterizado de mixtura,
hibridación, experimentación, inclusión de nuevos medios, y ampliación de los contextos
en los cuales desarrollarse.
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Desde una metodología etnográfica, se analizarán estos festivales de danza
contemporánea en el espacio público, buscando desandar semejanzas y diferencias en
torno a sus propuestas. Las relaciones contextuales y los vínculos entre la danza, la
ciudad, los artistas y el público serán claves para detectar las motivaciones de una puesta
en marcha, para crear, espetar e interactuar con producciones artísticas.
En esta línea, se utilizarán observaciones, entrevistas a organizadores y
publicaciones online de ambos festivales, destacando primeras ediciones y conceptos
fundantes, recorriendo sus trayectorias desde el año 2013 hasta la actualidad. En
particular, nos centraremos en identificar las consideraciones que en uno y otro festival
cobran especial relevancia, analizando las entrevistas realizadas a sus organizadores
desde cuatro grandes núcleos: los orígenes, objetivos e ideas fundantes de los festivales;
los criterios de selección de espacios, obras y programación general; consideraciones y
relaciones con el público; significaciones, posiciones identitarias y expectativas de
desarrollo futuro.
Ciudad de La Plata, 2013, dos festivales. Danza y espacios públicos.
“El espacio de la plaza se juega entre la algidez de la
ciudad, el descanso semanal y el lugar de encuentro
político” (LEOPOLDO, 2015)3.
“Ciudad de las diagonales”; “ciudad universitaria”; “ciudad de los tilos”, son
algunas de las denominaciones con que se conoce a la ciudad de La Plata, capital de la
provincia de Buenos Aires de la República Argentina. En ella confluyen grandes
representantes de la academia, el arte y la ciencia, siendo una ciudad con prestigio a nivel
nacional e internacional y caracterizada por su especial geografía urbana.
“La Plata es reconocida por su trazado, un cuadrado perfecto con el ‘Eje
Histórico’ conservado hasta hoy en forma intacta; al igual que el diseño
sobresaliente de las diagonales que lo cruzan formando rombos dentro
de su contorno, bosques y plazas colocadas con exactitud cada seis
cuadras”(…)“Está ubicada sobre la pampa húmeda, distante 56
kilómetros en dirección sudeste de la ciudad de Buenos Aires, capital
de la República Argentina; y a 9,87 metros sobre el nivel del mar” (...)
“La ciudad fundada por Dardo Rocha fue desde su fundación un polo
educativo de excelencia; y alberga una historia sumamente rica en el
campo de la cultura, el debate de las ideas y la investigación científica”4.
3
Rueda, L. (2015). Festival Internacional Danzafuera: experiencia, imaginación poética y derivas políticas
del arte. En S. Mora & L. Merlos (Comp.), CIRCULACIONES: Cuerpo, espacios y textos. Disponible en:
http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/46484
4
Municipalidad de La Plata. http://www.laciudad.laplata.gov.ar/turismo/caracteristicas/generalidades.
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Es en esta ciudad donde conviven organismos de autoridades bonaerenses;
universidades destacadas del país; grandes proyectos políticos y culturales; tanto como
expresiones de lucha, resistencia y reivindicaciones sociales. Es en La Plata el lugar donde
gran parte del escenario socio-político del país, y particularmente de la provincia de
Buenos Aires, se vive en el cotidiano con una fuerte potencialidad. Y es allí donde la
danza, con sus posiciones poéticas, se hace presente en formatos y modalidades diversas.
Focalizando la mirada en este arte en el espacio público, describiremos aquí los
festivales anteriormente mencionados, que se hacen realidad casi de manera simultánea,
cada uno desde sus particulares desarrollos, características y formatos. Nos referiremos
al Festival Danzafuera y al Festival Diagonales, desde el modo en que sus propios
protagonistas se ven y en esta línea redefinen y reivindican una toma de posición política
para pensar la danza en las plazas, los parques, el bosque, la vía pública. Al mismo tiempo,
articulamos estas representaciones con los usos concretos del espacio y sus múltiples
apropiaciones. De este modo, y tal como lo plantea Mora (2015, p. 3) “realizar un estudio
sobre la danza y la ciudad implica establecer un doble juego de coordenadas: por un lado,
leer la ciudad con los ojos de quienes realizan intervenciones de danza en sus espacios
abiertos; y por otro, leer a estas intervenciones a través de los usos y apropiaciones que
hacen del espacio urbano”.
DANZAFUERA, interviniendo espacios
Imagen 1: Festival Danzafuera (2014). Foto: Daniela Camezzana.
Según se presenta en su página web, Danzafuera
“Es un festival anual de danza contemporánea que se lleva a cabo en
espacios urbanos de la ciudad de La Plata, comprendiendo a la misma
como escenario para la producción artística y como paisaje a ser
intervenido”. (…) Es producido por un grupo de artistas residentes de
la ciudad que vieron la necesidad de generar este nuevo espacio de
muestra tanto para la producción artística local, nacional así como como
la internacional”.
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El mismo tuvo su primera edición durante los días 2 y 3 de noviembre del 2013,
su segunda edición los días 15 y 16 de noviembre de 2014 y la tercera los días 27, 28 y
29 de noviembre de 2015. La organización está coordinada en la actualidad por un grupo
permanente de artistas locales -Constanza Copello, Jorgelina Mongan, Laura Colagreco,
Iván Haidar y Moira Hidalgo- y otros organizadores y colaboradores que van sumándose
en las diferentes ediciones.
En su primera edición, el festival contó con el apoyo y colaboración de
ACIADIP (Asociación de Coreógrafos, Intérpretes y Afines de Danza Independiente
Platense). En 2015 recibió financiamiento por parte del Fondo Nacional de las Artes.
El festival se realiza en dos jornadas continuas, en dos espacios urbanos diferentes.
En ambas jornadas se pueden ver piezas coreográficas de diferentes artistas, elegidas
mediante una convocatoria abierta; y dos proyectos de intervenciones coreográficas, una
en cada espacio, creadas especialmente para el festival por coreógrafos invitados y un
grupo de artistas residentes, que son seleccionados previamente por convocatoria abierta,
y que trabajan juntos durante dos semanas.
En su última edición, a este formato se agregó una intervención performática por
las calles céntricas de la ciudad, para la cual se seleccionaron -también por convocatoria
abierta- un grupo de artistas de diferentes disciplinas, que trabajaron intensivamente
durante cinco días, en la creación de la performance. Además, se sumó un taller abierto
al público, dictado por uno de los artistas participantes, en uno de los parques donde se
realizó el festival.
Danza en paisajes urbanos: DIAGONALES
Imagen 2: Festival Diagonales (2015). Foto: Juan Trentin
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Por su parte el Festival Diagonales se define en su sitio web como un “festival
internacional de danza contemporánea en paisajes urbanos creado en La Plata”, “un
proyecto cultural gratuito, con el objetivo de humanizar la ciudad, revalorizar el
patrimonio artístico y arquitectónico urbano”. Un evento internacional de intercambio
cultural, sin fines de lucro “donde la danza sale en busca del espectador”. Un marco en el
que “se abren calles, plazas, para acoger a creadores, público y artistas en esta gran fiesta
de la Danza y del Arte”. El festival es organizado por la coreógrafa y directora de danza
Marisa D’Alessandro en conjunto con los artistas Raquel Rizzo, María Florencia
Salvatore, Marisa Velazquez, Javier García de Souza, y un equipo de colaboradores que
se suman en cada edición.
En cuanto a la programación, Diagonales también se realiza en dos jornadas
consecutivas en dos diferentes espacios públicos al aire libre, durante las cuales se
presentan obras seleccionadas mediante convocatoria abierta e intervenciones de
procesos creativos desarrollados en talleres y/o seminarios intensivos organizados en el
marco del festival. Asimismo, en algunas ocasiones esta programación es acompañada
por uno o dos espectáculos (ya sean funciones únicas, o funciones compartidas por
diferentes elencos) realizados en diferentes salas teatrales de la ciudad.
A su vez el Festival Diagonales se enmarca en la Red Ciudades que Danzan
(CQD), “una red internacional de festivales de danza contemporánea que programan en
espacios urbanos” que busca crear “un sistema dinámico de cooperación, coordinación e
intercambio entre los miembros. La red favorece la cooperación entre los países, creando
un acuerdo común de difusión artística en diferentes lenguajes y culturas”. En la
presentación del festival dentro del sitio web de la Red se lee: “Este Festival pretende ser
0un encuentro anual entre bailarines, performers, coreógrafos, directores provenientes del
área de la danza, tanto nacionales e internacionales interesados en intercambiar saberes,
procedimientos, formas de hacer; a través de sus producciones o de dictado de talleres o
seminarios teniendo como vector de orientación la intervención de la arquitectura urbana.
El mismo tiene como proyección establecer otros circuitos y plataformas en el
futuro que permitan y promuevan estos intercambios (charlas, debates, mesas redonda,
proyecciones, etc.)”.
Diagonales tuvo su primera edición los días 6, 7 y 8 de diciembre de 2013, la
segunda los días 5, 6 y 7 de diciembre de 2014 y la tercera los días 5, 6, 7 y 8 de noviembre
de 2015. En esta última edición, el festival recibió el apoyo del Fondo Nacional de las
Artes para su realización.
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DANZA Y ESPACIO(S)
“Un lugar es invadido y el cuerpo se prepara para la acción,
intervenciones asociadas a improvisaciones, cuerpos que
llegan y danzan, secuencias se desenvuelven y configuran,
utilización no convencional de los espacios elegidos y
diversidad de modos de habitarlos” (MERLOS & SÁEZ,
2016).
Espacios convencionales y no convencionales para la danza
Como se desprende de estas breves presentaciones, en ambos festivales aparece
la relación entre la danza y el espacio, y en particular la referencia a un espacio “nuevo”
para la danza, encontrado en el espacio público urbano.
Para comprender a qué se hace referencia al hablar de estos nuevos espacios,
espacios no convencionales, no tradicionales, o espacios alternativos para la danza
contemporánea, se hace necesario un breve repaso de los principales espacios en los que,
de manera característica, se ha desarrollado la historia de la danza académica occidental.
A partir del siglo XVII, la tradición del ballet -que ocupa un lugar preponderante
en la conformación de la danza en tanto arte-, inaugura la diferencia entre ejecutantes y
público que no estaba presente en formas de danza precedentes, como por ejemplo la
Mascarada. Esta diferencia esencial, inaugura también un espacio escénico específico,
que puede verse en los teatros para ópera y danza construidos por las cortes del siglo
XVIII, en los que hay una clara delimitación entre el espacio escénico y el espacio para
el público. La escena tiene un espacio posterior para la tramoya y los cambios de telones,
y un espacio por delante para la orquesta. Por su parte el público se distribuía en la platea
y en los palcos (para los invitados más importantes). En el siglo XIX, el teatro burgués
mantiene esta distribución espacial básica pero, dada la diferencia de su público y la
necesidad de autofinanciarse, en general ya no presenta palcos, sino una platea inclinada,
y una galería al fondo, más elevada, para un público más popular. El espacio escénico
suele tener menos profundidad y el espacio del público se mantiene a oscuras durante las
actuaciones.
Ya a comienzos del siglo XX, el teatro modernista, es típicamente un espacio
escénico semicircular, más bajo que la platea que lo rodea casi totalmente, adoptando una
disposición semejante al teatro griego, pero con tecnologías modernas. De este modo ya
no hay un punto de vista único o privilegiado, se gana tridimensionalidad y el público se
encuentra más próximo a los artistas.
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Posteriormente, las producciones del siglo XX “terminan por romper con las
estructuras artísticas y expanden las formas y los lugares donde hacer y experimentar
arte”. (Seijo, 2015:208), siendo un siglo de grandes transformaciones en la danza
escénica, período en el cual, en conjunto con lo que va del XXI, se ha hecho danza en
toda clase de espacios, incluyendo los espacios tradicionales, tales como los previamente
descritos, como otros espacios, “alternativos” o “no convencionales”. De acuerdo con
Pérez Soto (2008, p. 77) “hay tres posibilidades escénicas más (probablemente hay muchas
otras) que es interesante describir por la presencia que tienen en los experimentos de las
vanguardias y en la comunicación masiva. El escenario circular, la pasarela de modas, el pequeño
estudio”. Las experiencias que nos interesa analizar en este artículo podrían encuadrarse
dentro de la primera de estas categorías, el escenario circular, en tanto
“espacio abierto de la calle o la plaza, donde los ejecutantes son
rodeados por un público que los ve próximos y a su misma altura, en
que el límite del escenario no está claramente marcado y no hay lugares
establecidos para entradas o salidas. Es el caso del teatro callejero y de
las performances en lugares públicos abiertos (...) En esta situación
todos los aspectos de la obra son visibles, en particular las condiciones
de su producción, es decir, los cambios de vestuarios, la manipulación
de elementos, la entrada o salida relativa de los participantes, la
producción de la música. Son condiciones que permiten un gran
acercamiento con los espectadores y, en principio, permiten diluir la
diferencia entre ejecutantes y público. El público está naturalmente
implicado por la cercanía y puede convertirse fácilmente no sólo en
destinatario sino en elemento y sujeto de la obra. No hay ilusionismo ni
hay una dirección de observación privilegiada” (idem, pp. 77-78).
Espacio público y danza(s)
“El espacio público es el de la representación y aquel en el
que la sociedad se hace visible. En tanto espacio público,
la plaza ha sido considerada también como el lugar en
donde se constituye el lôgos. Pero lôgos entendido como
palabra pública y comunicable, en tanto lugar de
experiencia compartida y comunitaria” (LEOPOLDO,
2002).
Los sentidos del “espacio público” han ido cambiando a lo largo de la historia.
En el desarrollo de las imágenes del pensamiento político-ideológico occidental, que
comienza su recorrido en la separación del ámbito de lo privado y del ámbito de lo
público, el espacio público va tomando un lugar central en tanto asidero físico de la idea
de representación y de comunidad política. Como lo plantea Senett (2011), a partir de la
identificación de lo público con el bien común en sociedad en el siglo XV, fue
prevaleciendo su asociación con los espacios exteriores y abiertos a la mirada de todos,
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en contraposición a los espacios íntimos, a lo privado. Nora Rabotnikof (1997) sintetiza
tres sentidos habitualmente asociados a “lo público”: el interés colectivo o común (en
oposición a lo individual), lo visible o manifiesto (en oposición a lo oculto), y lo accesible
o abierto (en oposición a lo cerrado). Desde el siglo XVIII, en las ciudades capitales, con
la expansión del capitalismo industrial y la consolidación de los estados modernos, se fue
generando la asociación, aún en vigencia, entre espacio público urbano y esfera pública
política. De hecho, como lo plantea Mora (2015) en nuestro país los espacios públicos
urbanos son inseparables de la historia de las militancias y de las manifestaciones de la
sociedad civil; manifestaciones que, por otra parte, han incluido propuestas performáticas
desde hace décadas. Aunque una de sus acepciones más extendidas lo asocie con aquel
lugar al que potencialmente todos pueden acceder, los espacios públicos son siempre
espacios de desigualdad y de disputa, tanto por ser el lugar donde los conflictos se
escenifican, como por ser él mismo objeto de disputa (4).
Vemos entonces que, como plantean Fernández y López (2013), el espacio
público, como imaginario, está ligado a la organización política de la comunidad, aunque
la equivalencia entre público y político, debe ser atendida críticamente.
Tal como fue mencionado con anterioridad, el uso del espacio público para la
danza contemporánea presenta una larga trayectoria “Desde mediados de los años sesenta,
la danza contemporánea ha ido invadiendo todo tipo de espacios fuera del recinto teatral.
Ha acabado por conquistar la práctica totalidad del territorio de lo cotidiano” (ROYO,
2009, p. 13). En este sentido, el desarrollo de la danza contemporánea como tal, es
paralelo a estas modificaciones y diversidades en el uso de los espacios, y en particular
con los trabajos de la llamada postmodern dance (BANES, 2001), -y más específicamente
de la Judson Dance Church- se instalan muchas de las prácticas y tendencias de la danza
contemporánea en espacios no convencionales y es allí donde tienen lugar muchas de las
disputas propias de este campo.
Sin embargo, el desarrollo en espacios teatrales ha sido históricamente
dominante en la danza contemporánea y en buena medida sigue siéndolo en la actualidad, aunque es importante mencionar que estos espacios son de características muy diversas,
yendo desde pequeños estudios, hasta teatros líricos. Es en este sentido que al hablar de
espacios no convencionales se hace referencia especialmente a espacios no teatrales
(eludiendo la diversidad que la categoría de espacio teatral ya presenta de por sí), dentro
de los cuales los espacios públicos urbanos abiertos, como los elegidos para el desarrollo
de los festivales Danzafuera y Diagonales, son una posibilidad (junto a otros espacios
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tales como museos, salas de exposiciones, espacios públicos cerrados, etc.) para, en
palabras de Iván Haidar (2014, entrevista realizada por las autoras), “salir de la caja
negra”.
Por otra parte, es necesario mencionar que en la ciudad de La Plata otras formas
de danza se desarrollan habitualmente en el espacio público urbano, tal es el caso de la
danza folklórica nacional, que se baila todos los fines de semana en Plaza Italia -como
lugar característico pero no exclusivo- así como en diversas celebraciones tradicionales
de la ciudad; el tango, que tiene su lugar en la explanada de la Torre I; las danzas de raíz
afro que se bailan el Parque Saavedra -entre otros puntos-; el hip-hop/danza break, en la
glorieta de Plaza San Martín y en la zona fundacional de Plaza Moreno; las murgas y
cuerdas de candombe que ensayan y realizan presentaciones regulares en plazas y parques
de la ciudad; entre otras.
En este sentido, la identificación de la danza contemporánea como “la danza”
podría entenderse como un no reconocimiento de las otras expresiones anteriormente
mencionadas, suponiendo una suerte de desconocimiento del amplio campo de la danza
en el espacio público en la ciudad. Sin embargo podemos detectar, en general, que dentro
de la comunidad de la danza contemporánea estas otras manifestaciones son valoradas o
reconocidas como bailes o manifestaciones culturales, y, en sintonía con esto, la palabra
“danza” parece reservarse únicamente para las danzas escénicas occidentales. Cabe
destacar que estos otros modos, identificados como danzas sociales y/o populares,
forman parte de circuitos que les son propios, en los cuales la práctica en espacios
públicos es constitutiva y no “novedosa”, al igual que la intención de no establecer, al
menos desde el discurso, una separación entre espectadores y público (MORA, 2015).
Es en este marco de visibilizaciones e invisibilizaciones, reconocimientos y
disputas, que se sitúa la realización de los festivales de danza contemporánea en espacios
públicos urbanos de la ciudad de La Plata que son objeto del presente análisis. Como lo
referíamos anteriormente, el uso de este tipo de espacios no resulta ser una experiencia
completamente nueva en el campo de la danza contemporánea, sin embargo, nos aporta
miradas renovadoras desde la posición de artistas y organizadores, las modalidades de
intervención, los modos de construir corporalidades escénicas y los diferentes contextos
socio-culturales en las que estas prácticas se actualizan. En particular, para el interés del
presente trabajo, el uso de este tipo de espacios nos abre a un campo de indagación sobre
las relaciones entre arte y política, analizado desde los sentidos que se enlazan en torno a
la relación danza-ciudad.
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UNA CIUDAD. DOS FESTIVALES
Retomando las breves presentaciones de los festivales basadas en informaciones
extraídas de sus sitios web, podemos realizar las primeras aproximaciones a los sentidos
que los organizadores de los mismos otorgan a su práctica.
Vemos en primer lugar, que en el caso de Danzafuera la ciudad es concebida
como escenario y como paisaje, como un nuevo espacio para la circulación artística.
Aparece una apelación a la propia comunidad de la danza, en tanto se les ofrece un espacio
alternativo en el que crear y mostrar sus producciones. En el caso de Diagonales, la ciudad
aparece como un espacio a ser humanizado, focalizándose en la revalorización de su
patrimonio arquitectónico. Al mismo tiempo, se habla de acoger a creadores y público, y
salir en busca de los espectadores. Esta inclusión del público no aparece en la descripción
del festival que se hace en la página de la red Ciudades que danzan, donde el foco está
puesto nuevamente en el intercambio entre artistas. Sin embargo, la cuestión del público
- en particular del “público no especializado”- tiene un lugar preponderante en la
presentación de la Red, como elemento común a todos los festivales que la integran,
donde la “democratización de la cultura”, la confianza en “el arte como herramienta de
transformación social” y el espacio público como “espacio de comunidad” resaltan como
sus principales valores.
Imagen 3: Festival Diagonales (2015). Foto: Juan Trentin.
Observamos entonces que en el caso de Danzafuera resultan especialmente
pregnantes las motivaciones que responden a lo que Pérez Royo (2009, p. 16) sistematiza
como “propuestas [que] responden al deseo de situar la danza en circunstancias
cambiantes, en el gusto por proponerle al cuerpo condiciones variadas que sirvan de
estímulo y le ofrecen la posibilidad de (o le obliguen a) desarrollar nuevas estrategias
coreográficas o improvisadoras”. De este modo, la ciudad concebida como escenario y
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paisaje, implica el trabajo creativo en un espacio que no es el espacio vacío y mudo de la
sala teatral o de ensayo, sino un espacio repleto de elementos y de personas, de historias
y de significados.
La “danza de especificidad espacial ofrece un nuevo modelo de comprensión de
la ciudad, que se descubre como lugar de adquisición y formación de experiencia estética
a la vez que se rescata como un espacio social y dialogal; como territorio de identificación
del habitante con su entorno urbano” (ROYO, 2008, p. 14). Por su parte, en el caso de
Diagonales, la especificidad espacial se destaca en su estrecho vínculo con la arquitectura
y esta referencia a la arquitectura se reitera en sucesivos números de la revista “Ciudades
que Danzan” -publicación de la red homónima-, refiriéndose no ya a la multiplicidad de
aspectos y dimensiones de la ciudad, sino a una parte de la misma, a su dimensión
constructiva, a su uso como escenografía de la obra y a la danza como posibilitadora de
diferentes lecturas del espacio arquitectónico (ver, por ejemplo, Revista ciudades que
danzan, números 0, 1, y 2). Una construcción en danza desde lo arquitectónico, en la que
“la motivación coreográfica parte de la exploración cinética de una arquitectura, en la que
el bailarín encuentra estímulos espaciales para desarrollar su discurso” (ROYO, 2009, p.
17).
Estas potencialidades de la danza contextual, o danza de especificidad espacial,
conectan con los postulados en torno a la “humanización de la ciudad”, que se destacan
en la presentación del festival Diagonales, y cuyos sentidos -más allá de la aparente
redundancia en el término, ya que como afirma Terán (1951), la ciudad es el paisaje
humanizado por excelencia- rondan en torno a una gestión sustentable del desarrollo
urbano que involucre a los habitantes en su cuidado y que proponga mecanismos de
participación ciudadana, como modo de contrarrestar los problemas de funcionamiento,
hacinamiento, incomunicación y desintegración social característicos de las ciudades
modernas (MAURE, 2000). Asimismo, humanizar la ciudad, establecer vínculos con la
arquitectura, son temas recurrentes de la revista “Ciudades que danzan”.
En el editorial del número 1 de esta publicación se lee: “esperamos que nuevas
ciudades se incorporen a este proyecto que busca humanizar nuestro espacio público,
potenciar la creatividad e imaginación, acercar el arte a la comunidad y establecer una
relación más profunda y razonable entre los ciudadanos y su entorno arquitectónico, entre
el arte y el resto de la comunidad, así como también con la propia ciudad.” En este sentido,
la búsqueda de contextos alternativos para la danza contemporánea se vincula a un interés
por establecer un vínculo directo con otras esferas de lo social.
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Imagen 4: Festivan Danzafuera (2014). Foto: Daniela Camezzana
A partir de estas iniciales aproximaciones, podríamos señalar algunos elementos
coincidentes entre ambos festivales, a la vez que las primeras diferencias. Ambos
proyectos comparten la preocupación e insistencia de expandir los límites de la danza y
acercarla a otros públicos, en donde intervenir diferentes espacios públicos de la ciudad
se presenta como una premisa fundamental.
En el caso de Danzafuera, estas preocupaciones se conectan fuertemente con una
mirada orientada hacia problemáticas propias y específicas del campo de la danza (la
ausencia de espacios en los que los artistas puedan compartir su trabajo, la búsqueda de
nuevos estímulos para la creación, la necesidad de salir del aislamiento y vincularse con
un público más amplio); en tanto en el caso de Diagonales se encuentra una preocupación
fundante por la relación con el público y por la puesta en valor del patrimonio de la ciudad.
Sin embargo, estos elementos se entrelazan de maneras más complejas en ambos
festivales. La separación entre elementos internos, propios del campo de la danza y su
estructura, y elementos externos, del contexto en que se realiza, no resulta clara ni
operativa, ni se encuentra separada de este modo en los discursos de los organizadores de
los festivales ni en el desarrollo mismo de los eventos. Es por ello que analizar los
festivales en términos de dance event, nos brinda ciertas pistas para profundizar en estas
tensiones. El concepto de dance event (evento o acontecimiento de danza), permite
ampliar la concepción de lo que es danza, incluyendo todo el ambiente que la rodea y el
lugar donde se produce. De este modo se establece un nexo entre la estructura de las
danzas y su función social (ISLAS, 1995). Como plantea Ronström (ISLAS, 1995), las
danzas deben estudiarse como ocasiones sociales que tienen una significación en el
contexto de ejecución. En esta línea, para el análisis de los dos festivales en cuestión en
tanto dance events, recurriremos a entrevistas realizadas a sus organizadores, para
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entenderlas en tanto posiciones situadas, analizadas en conjunto con las observaciones y
participaciones de las autoras en ambos festivales.
SENTIDOS EN CIRCULACIÓN Y TENSIÓN. Entrevistas a los organizadores
En la creación de los festivales, particularmente desde la alianza de artistas
locales en la proyección de estos eventos de danza, aparecen concepciones que resultan
claves para comprender los modos de pensar el arte, la danza y los espacios y las
relaciones recíprocas entre estos conceptos. En esta línea la voz de sus organizadores nos
permite entender los sentidos que se aglutinan para dar identidad a ambos festivales.
A continuación transcribimos fragmentos seleccionados de las entrevistas
realizadas a principios del 2014 y del 2016 a organizadores de Danzafuera: Constanza
Copello, Iván Haidar y Jorgelina Mongan; y a la coordinadora general del Festival
Diagonales Marisa D’Alessandro.Realizamos un recorte y selección de fragmentos de
estos diálogos estableciendo reflexiones conceptuales en cuatro grandes núcleos
temáticos: el primero de ellos vinculado a los orígenes de los festivales y sus objetivos
fundantes; el segundo abordará los criterios para la selección de espacios y propuestas
artísticas; el tercero hará hincapié en la consideración y participación del público; y por
último nos enfocaremos en las posiciones personales e identitarias para pensar la danza
en el espacio urbano de la ciudad y para pensar cada uno de los festivales y su proyección
a futuro.
Primer núcleo temático: orígenes de los festivales y objetivos fundantes
Preguntas disparadoras: ¿Cómo surge la idea de hacer el festival?¿Cuáles son los
conceptos fundantes? ¿Cuáles fueron y son los objetivos del evento?
Marisa D’Alessandro (Diagonales): Yo en 2004 había viajado a Europa, fui a pasear, pero
estuve formándome en varios lugares. Y ahí me enteré de la existencia de los festivales de danza
en paisajes urbanos, que yo ni idea. Entonces volví a La Plata con esa idea de hacerlo acá, de
investigar qué posibilidades había (...). De a poquito, de a poquito y bueno, fue gracias a que se
me ocurrió mandar el proyecto a la red (Ciudades que danzan), poder conseguir la guita para
ir y haber estado ahí en Barcelona (...). Porque son los padres de esta realidad.(...). Así que
bueno, me vine de allá con esta cosa muy volada, y entonces cuando volví de Europa fue cuando
se me ocurrió. (...) Y la selección de la gente para que me acompañe... Raquel (Rizzo) es como
de la vida, compañera, pero ella también, como labura mucho en lo de Marta (Cipriano), tiene
un contacto, tiene una relación con un lugar que no soy yo (...). Marisa (Velázquez) que viene de
la escuela de danzas folklóricas y es muy interesante. Yo lo que quise es tener una multiplicación
de voces, que no sea monopólico el asunto, que no todos piensen como yo, porque a mi no me
servía...
Arte y ciudad: experiencias de danza en el espacio urbano | 79
Constanza Copello (Danzafuera): Hace mucho tiempo que pienso cómo de qué manera y cómo
hacer que la danza se mezcle con otras cosas, de hecho mi tesis es sobre la relación del cuerpo y
espacio. Y bueno, a mi me encanta Ciudanza, siempre intento ir, un par de veces bailé, y sino
como espectadora. Siempre me interesó mucho la relación de la danza con la ciudad. Y en 2012,
hablando Jor (Jorgelina Mongan) que es mi amiga y con Aurelia (Osorio) que es mi amiga
también, dijimos ‘bueno, por qué no hacemos una edición acá en La Plata’ y ahí empezamos a
delirar un poco cómo sería, cómo nos gustaría, cuán grande... y bueno, a fin de año habíamos
hecho ya un grupito de trabajo y cada vez fue tomando más forma.
Iván Haidar (Danzafuera): Jorgelina (Mongan) y Laura (Colagrecco) vienen más del butoh,
pero también en relación con la danza contemporánea. Jor hizo las dos cosas, entonces hace
como unas mixturas, pero sí, es danza contemporánea y butoh si se quiere. y conmigo
teatro también. Pero si, todos tenemos en común la Danza contemporánea.
Marisa D’Alessandro (Diagonales): El festival tiene objetivos predeterminados por la Red (...).
Los objetivos de acercar la danza al público, al transeúnte, y poner en el mismo plano de
importancia tanto al artista como el público, y que pueda haber un puente integrador entre ambos
estratos de personas y que la danza deje de pertenecer a una elite. Y otro de los puntos es que
los espacios en los que uno camina, casi sonámbulo (...) darle como una mirada distinta a esos
espacios, que la gente pueda hacer un registro de esa arquitectura urbana, que es parte de la
historia del lugar. Y de ellos mismos, es parte de nuestra historia. Esos son los objetivos. (...) Y
creo que los hacedores de los festivales estos tenemos como esa búsqueda, no es que nos atenemos
a, sino que por algo queremos hacer el festival. Porque coincidentemente tenemos esos objetivos.
Y otra de las cosas por las cuales yo quise abrir el festival, es para abrir, para que la gente de la
danza salga a ver otras cosas, y a participar, y no se quede encerrada en sus espacios de
pertenencia.
Iván Haidar (Danzafuera): Producir espacios que no existen, que no sean espacios cerrados,
una caja negra, sino poder sacar la danza a la calle. Que la danza entre en un diálogo más
directo con la gente y que haya una retroalimentación de los creadores para con el público y del
público para con los bailarines y los coreógrafos. Que los bailarines de la ciudad tengan la
posibilidad de mostrar otro tipo de trabajos y de crear y de pensar sus obras para estos espacios.
(...) La idea es crear espacios de producción y de llevar las obras fuera de la caja negra. Pensar
en el espacio público es pensar en otra posibilidad de producir, en otra posibilidad de interactuar
con tu obra y con tu propuesta, en relación a los espacios y en relación a quien participa mirando,
a los espectadores. Entonces, también era un poco acercar la danza a la gente, que no
acostumbra ir al teatro o que no acostumbra ver danza, acortar un poco esa brecha que hay entre
el público y los creadores de danza. (...)
Segundo núcleo temático: criterios de selección de espacios y programación
Preguntas disparadoras: ¿Cómo eligen los espacios? ¿Cuáles son los criterios y cómo es la
selección de obras?¿La convocatoria es para la danza contemporánea, es para la danza en
general?
Marisa D’Alessandro (Diagonales)- Buscamos que los espacios sean representación de distintos
sectores de la ciudad. El pasaje 8bis como representante del sector comercial, el museo como
representante del sector científico universitario y el parque (Saavedra) como representante del
esparcimiento. Además nos gustaban arquitectónicamente los lugares, nos parecían interesantes.
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Constanza Copello (Danzafuera)- Elegimos espacios que de alguna manera vayan a meterse en
donde está la gente. Por ejemplo, tenemos una consideración del sábado y el domingo, como el
sábado la gente esa en un tipo de espacios y el domingo está en otra, e intentamos pensar ese
tipo de cosas, ver dónde está la gente, y dónde está la gente tomando mate además, porque si
estas por ahí circulando tampoco es que te va a interesar mucho detenerte a mirar, en cambio si
estas tomando mate… Tomar mate y mirar una obra de danza es una combinación que quizás
esté buena.
Iván Haidar (Danzafuera): Los puntos principales por los que elegimos los espacios están bajo
dos criterios. Uno, la posibilidad de intervenir espacios por donde circule gente. Por ejemplo,
nos encanta la estación de trenes de Tolosa, pero si hacemos una intervención un domingo ahí,
la gente se tendría que acercar especialmente, porque no circula por ahí. Y entonces con ese
criterio elegimos la plaza Islas Malvinas. Y decidimos como segundo punto un espacio más
natural, que tenga verde, y un espacio más de cemento y más urbano. Por eso el sábado lo hicimos
en el Paseo del bosque y el domingo en Islas Malvinas, que es como cemento, una plaza llana,
que no tiene pasto, está el centro cultural ahí y por eso elegimos los espacios.
Marisa Dalessandro (Diagonales): (En la primera edición) nosotros decidimos que tener
curadores externos nos quitaba un peso de encima en todo sentido. Y no nos metimos con sus
criterios, respetamos lo que ellos decidieron, sólo les dijimos cuántas compañías podían elegir,
por una cuestión de presupuesto nada más. (...) En un principio entendimos que para que sea
realmente objetivo, y que esa realidad pudiera verse, que somos objetivos y que no elegimos las
cosas según nuestros amiguismos -porque creemos que ese es el comienzo del fin del festival-,
convocamos a curadores de otros festivales (...) y les enviamos los proyectos a ellos para que
hagan la selección. En el primer año, convocamos a la gente de la organización de Danzalborde,
de un festival de Brasil, y de un festival de Bolivia, que al final no participaron porque estaban
ausentes en ese momento. En el segundo año también volvimos a convocar a la gente que gestiona
Danzalborde, convocamos a la gente Rosario, que por razones de tiempo y organización de lo
suyo no pudieron colaborar y convocamos al director de la red (Ciudades que danzan). Ya en el
2015 pensando en una cuestión de identidad, entendimos que la curaduría de los trabajos
teníamos que hacerla desde la dirección de nuestro mismo festival, porque entendemos que La
Plata es una ciudad que conocemos nosotros, que los trabajos que se presentan identifican el
formato del festival, y que quizás no lo identifiquen de la misma manera para la gente de Chile,
Rosario o quien sea. Nosotros pensamos el festival de una manera determinada en relación a la
ciudad que estamos interviniendo, por lo cual decidimos tener un criterio subjetivo en cuanto a
esa cuestión, que sea representativo de la ciudad de La Plata. Entonces hicimos la selección
nosotros. De todas maneras creemos que a veces es importante tener la mirada de alguien de
afuera, más allá de que entienda o no la identidad platense, porque sí tienen mucha experiencia
en lo que significa intervenciones en espacios no convencionales, tienen años de trayectoria
haciendo ese tipo de trabajos, y para nosotros es importante tener una mirada, aunque sea
general.
Iván Haidar (Danzafuera): Se arma una convocatoria abierta en la cual seleccionamos algunas
obras para los diferentes espacios que pasan por nuestra curaduría. Y también hacemos dos
residencias, una para cada espacio, coordinadas por dos coreógrafos distintos cada vez, en cada
uno de los ciclos (...). Y para esas residencias también se arma una convocatoria abierta donde
se selecciona un grupo de gente para hacer un montaje en esos espacios (...) A los coreógrafos
los propusimos nosotros y nos encargamos de lo curaduría también. Nos llegaron las propuestas
de las obras, nos juntamos y decidimos, una por una viéndolas, cuales podrían llegar a formar
parte. Y lo mismo con los dos coreógrafos, una lista de todas las personas que nosotros
conocemos y creemos que pueden llevar adelante la propuesta… (...) Lo primero que queríamos
priorizar era el trabajo en el espacio, y cómo los proyectos intentaban resaltar alguna relación
de lo que es la obra ahí, en ese lugar, por ahí las que más quedaron afuera fueron las que no
proponían nada distinto que era lo mismo que lo hagas en un teatro que lo hagas acá.
Arte y ciudad: experiencias de danza en el espacio urbano | 81
Marisa D’Alessandro (Diagonales): Es abierto a cualquier tipo de danza, de hecho en algunos
lugares de España van ballets españoles, de flamenco o de danza clásica española. Pero el
espacio se presta para ciertas trabas. Por ejemplo, alguien que quiera bailar en punta, si no le
ponés un tapete se rompe la pierna, y no se va a sentir atraído por la convocatoria. No porque
uno lo corte, sino porque va a decir, no puedo. Lo que llega a la convocatoria está todo más o
menos dentro del mismo tipo de lenguaje, más de la danza contemporánea
Constanza Copello (Danzafuera): No es que no entren otras formas que no sean la danza
contemporánea, la convocatoria es abierta en ese sentido, pero esas danzas en general tienen
coreografías ya armadas y nosotros lo que priorizamos es que sea una propuesta que genere un
diálogo particular con el espacio. No es que por ser de afro por ejemplo no la vamos a elegir, si
presentaran una propuesta que haga eso, que se vincule al espacio, podría ser, pero en general
no pasa, es más secuencia de pasos y no una puesta específica para el espacio
Tercer núcleo temático: Relaciones con el público
Preguntas disparadoras: ¿Qué formas de participación para el público propone el festival?
¿El público que asiste, es un público en particular? ¿Cuáles son las relaciones entre
intervención/obra y público?
Marisa Dalessandro (Diagonales): Una de las cuestiones fundamentales que tiene la red, y la
concepción del festival en sí mismo, es que uno le tiene que dar la misma importancia al artista
que al espectador, y que en realidad son los espectadores los que hacen que funcione el festival
y que continúe en el tiempo. Y también fomentar que la gente de la danza vea el trabajo de sus
colegas. Yo creo que es un laburo que hay que lograr y que una de las cosas por las cuales llevó
a cabo el festival es esa, sacar del nicho a la gente (...). Había un montón de gente, que no era
de danza, que era gente común. Había gente de danza también, poca. En el parque se vio mucho
eso del flaco que salía a pasear el perro como todas las tardes y decía, guau, yo me quedo acá y
se quedaba. En el pasaje era re loco ver a las empleadas de los negocios paraditas en las puertas,
y eran parte de la coreografía. El portero, que decía, te pongo la música. El cuidador, de
uniforme, que decía, yo cierro acá. Cosas que nadie pidió nada, y esas cosas hacen una cuestión
de inclusión. Aparte pasaban pibes, pendejitos, que veían bailar y se iban haciendo cosas.
Iván Haidar (Danzafuera): En la primera edición el público fué bastante mezcla, entre los
artistas que llevan su propio público, algo de la comunidad de la danza y del teatro que se va
enterando y llega a los espacios, y la gente que está ahí. En el Islas Malvinas fue muy claro,
porque el día estaba re lindo, había mucha gente en la plaza y en un momento se acumuló todo
ese caudal de personas estaba viendo el espectáculo, y ahí se construyó, entre las personas que
fueron a verlo y las personas que estaban ahí (...)En cuanto a la participación del
público, algunas veces se les fue proponiendo más desde dónde mirar, y en algunas otras
propuestas que así lo permitían no, no diciéndoles, entonces quizás hacía que circulen de otra
forma. Creo que eso sucedió ahí, en este acercamiento de las personas como intervención a ver
o a participar de algo que no habían planificado. Estar en la plaza y salir de la hamaca e ir a ver
eso que hay ahí y llevártelo a tu casa y probablemente quedarse pensando que se quedaron
charlando sobre la locura que vieron en ese momento, comentarios que se escuchan ahí al pasar.
(...) Y después, la interacción con el público, las cosas que pasaban ahí en el momento… No se,
todo lo que pasó en el bosque, con la naturaleza, con el clima, con la oscuridad, con los animales,
con los perros, con las personas que pasaban o que ya estaban… todas esas cosas que revalorizan
un poco lo que es la danza con las cuatro paredes con lo que es la danza en un paisaje abierto y
metido en el medio de otros contextos.
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Cuarto núcleo temático: Significaciones, identidad y expectativas futuras
Preguntas disparadoras: ¿Qué significó y qué significa para vos Danzafuera? ¿Qué sentido
tiene hacer el evento en el espacio público? ¿Qué modificaciones se fueron dando a lo largo
de las sucesivas ediciones en el modo de concebir el festival? ¿Cómo se proyectan a futuro?
Marisa D’Alessandro (Diagonales): Los objetivos son siempre los mismos, tal vez las acciones
conjuntas que se hacen para juntar recursos pueden ser modificadas, pero en líneas generales los
objetivos, los destinatarios son siempre los mismos, y es más, creemos que habría que profundizar en
ese mismo canal la búsqueda de por qué, cuándo, dónde, para qué. Pero estamos muy contentos y la
edición de 2015 fue realmente generadora. (...) El sueño mío, por decirlo de alguna manera, y de la
gente que trabaja conmigo en el festival, (...) es que más allá de hacia dónde se proyecte, porque el
festival ya tiene la proyección que originariamente se pretendía, nosotros tenemos alcance
internacional por pertenecer a la red. A nosotros nos llegan propuestas todo el año de todo el mundo,
que no conocemos, por el hecho mismo de pertenecer a la red y estar en la página, hace circular la
información. Entonces la proyección ya está. Lo que nos resultaría muy interesante, pero esto ya es
una cuestión que atañe a la gestión política en términos más generales -y no acuso ni a un gobierno
ni a otro-, es que haría falta un apoyo y recursos, más allá de los que nosotros hemos tenido por parte
de la gestión pública, necesitaría poder contar con mayores recursos económicos. Y eso no tendría
que ser por parte de la organización del festival, porque la organización del festival está para hacer
la gestión cultural, para promoverlo, para difundirlo, para pensarlo, para seleccionar las compañías,
para organizarlo, para eso estamos nosotros. Si me gustaría que tenga una proyección, que alguien
haga una gestión administrativa. E insisto, creo que eso tendría que estar a cargo de la gestión
pública. Ese es el lugar a proyectar a futuro que creo, porque, en líneas generales, con recursos
económicos mayores la proyección se da por decantación. (...) Y el festival tiene un peso de lo social
muy grosso, una mirada social más que artística. Y entonces estaría buenísimo que alguna gestión se
encargue. (...) Otra diferencia (en relación a Danzafuera) son las residencias, que son gratuitas y
duran dos semanas en Danzafuera. Nosotros hacemos talleres más cortos, de menos horas de
duración, como un modo express de poder pensar la intervención en el espacio. Creemos que el
proceso express está muy vinculado a un proceso de investigación intenso. Y nos interesa mucho lo
que pueda salir de esos procesos de trabajo. Y por eso creemos que lo express también da un resultado
que a nosotros nos seduce mucho. Entonces siempre tuvimos esa mirada para poder intervenir dentro
de la programación, el producto del taller.
Iván Haidar (Danzafuera): Trabajar con eso, esas condiciones que no te las propone ninguna
otra cosa. Y estar disponible e interesado a poder jugar e interactuar con todas esas cosas, me
parece lo interesante de la propuesta, como no estar tan establecido con lo que vos querés hacer
al margen de todo y ponerlo ahí, por eso también nosotros elegimos con esos criterios, sino decir
qué hay en este espacio que no puedo trabajar en otro lugar. Y para mi es como desafiarse un
poco como política de creación, poner la danza en un lugar más peligroso, no tan seguro como
lo que yo se hacer, mi técnica, mi forma de trabajar. Sino no, ver qué es esto, y cómo yo puedo
relacionar lo que hago con la gente que pasa, con este espacio, con la mugre, con el frío, con el
calor, con la luz, con el ruido de la ciudad, con la naturaleza, con el viento, con todas esas cosas,
y producir en ese contexto.(...) Es la expansión de la danza y la vinculación de la danza con la
sociedad, es eso, es el vínculo entre los creadores y el público y la apertura a que la danza puede
ser vista desde muchas otras formas y puede ser pensada y creada desde otras formas.
Particularmente para mí es un espacio que disfruto de que haya, me encantaria participar
también como artista pero bueno ahora me toca este rol de gestor y de productor y también estoy
re contento y orgulloso de formar parte de este proyecto. (...) Se presentaron un montón de
propuestas, entonces eso hizo que nosotros pensáramos que realmente existía esta necesidad de
que exista algo así. Sabemos que en Diagonales también se presentaron un montón de propuestas
incluso estando tan pegados los festivales. Entonces eso significaba que el espacio que estábamos
habilitando era productivo. O sea, realmente era necesario.
Arte y ciudad: experiencias de danza en el espacio urbano | 83
Jorgelina Mongan (Danzafuera): El festival todos los años nos invita a repensarnos. Suelo creer
que si no fuera por las múltiples reflexiones que tenemos, Danzafuera no seguiría en pie, ya que
cuestionarnos nos hace crecer y reinventarnos, no sólo como productorxs5, sino también como
artistas y educadores (...). Como el festival se produce desde la autogestión una de las cosas que
suele modificarse todo el tiempo es el modo de conseguir los fondos para su realización (...). Para
ello hablamos de realizar un evento a mitad de año en un espacio cerrado, invitando a varixs artistas
a exponer sus obras, performance, charlas y demás que, con el pretexto de juntar fondos, generemos
un espacio para ampliar redes humanas, sumar fuerzas y pensar nuevas estrategias para
afrontar este “cambio” político que nos posiciona en un estado de alerta. (...) Insisto en que
los cambios en los modos de pensar el festival existen cada comienzo o cierre de ciclo y como todo
suele estar interrelacionado, ante un pequeño movimiento todo se mueve y ni te cuento con
movimientos grandes (...). En esta cuarta edición, después de una larga charla respecto a cómo
manejarnos ante las nuevas políticas violentas que está sufriendo nuestro país y sabiendo que el
espacio de acción del festival es la calle, decidimos empoderarnos en vez de bajar los brazos, y una
vez más probar otra alternativa de recaudar fondos para que este año más que nunca el festival cope
las calles y así se evidencie la importancia del arte (...) Este año, aún estamos terminando de definirla,
pero sí estamos pensando en algunas modificaciones. Los espacios de formación que brinda el festival
es algo que nos interesa muchísimo, y este año más allá de las residencias (aún estamos viendo si
será una o dos) estamos queriendo abrir un espacio de trabajo a un grupo de artistas (por
convocatoria abierta) que puedan trabajar varios meses en una intervención que se desarrolle en
varios espacios de la ciudad, un poco como fue el año anterior que hicimos un recorrido performático
con diez artistas de diferentes modalidades para que intervengan las calles comerciales del centro de
la ciudad, pero este año apostamos por más tiempo de trabajo y una sumatoria de espacios a
intervenir por este grupo específico. (...) Estas modificaciones se van dando a medida que observamos
lo que sucede con lxs espectadores y lxs participantes en general, siempre pensamos en varios
objetivos: que lxs artistas tengan espacios de formación gratuitos, que el festival impulse a realizar
una obra o intervención específica, que la danza sea cada vez más visible, que el público vaya
creciendo, generar redes con demás artistas, y sobre todo pasarla hermosamente, estos objetivos en
el contexto de cada año.
A partir de las entrevistas realizadas, podemos observar que la principal
referencia para los organizadores del Festival Danzafuera es Ciudanza, festival que se
realiza en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, y del cual han participado. Para la
organización del festival Diagonales, la principal referencia es el Festival Días de danza,
que se realiza en Barcelona, del cual también han participado. En este sentido, si bien
difieren las procedencias de las referencias, en ambos casos, el haber participado en
distintas instancias de esos festivales, la experiencia de haber estado allí, es un elemento
de importancia.
En cuanto a la narración del origen de los festivales, y teniendo en cuenta las
referencias mencionadas, en Danzafuera se destacan los vínculos de amistad entre los
organizadores y el deseo grupal de organizar un festival de estas características. En
Diagonales, este deseo aparece inicialmente en una persona, que convoca a otras para
trabajar en conjunto y en colaboración, quienes por los vínculos afectivos sostenidos y la
5
La letra x es una elección de escritura de la entrevistada, expresando una igualdad y a su vez no distinción
entre el género masculino y el femenino (él o ella) para referir a las personas.
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pertenencia a circuitos diferentes, permitirían un mayor alcance del festival. En este
sentido, en el caso de Danzafuera, la danza contemporánea aparece como el elemento
común de las trayectorias de los organizadores -aunque algunos tienen además formación
en teatro y danza butoh-. En el caso de Diagonales, la danza contemporánea también es
un factor aglutinador, pero se destacan también las trayectorias en otros géneros,
fundamentalmente las danzas folklóricas nacionales y la danza jazz.
Conversando en torno a los objetivos con los cuales se crean estos festivales,
aparece una preocupación compartida por su función social, reflejada en la intención de
acercar la danza y el público, y de revalorizar y habilitar artísticamente ciertos espacios
de la ciudad.
En el caso de Diagonales las preocupaciones sociales están dentro de sus
principales objetivos explícitos y compartidos por los festivales integrantes de la Red
Ciudades que Danzan, a los cuales se suma como especificidad local una mayor
integración de la comunidad de la danza, que se percibe fragmentada y atomizada. En el
caso de Danzafuera, esta preocupación se da en el marco de una búsqueda de “expansión
de la danza” que en su devenir incorpora otras formas de creación, otros espacios y otros
públicos, dando lugar así a una mayor aproximación entre danza y sociedad.
En lo que refiere a la selección de los espacios en los que se desarrollarán los
festivales, detectamos que en ambos casos la potencial concurrencia de público es un
elemento importante a tener en cuenta. Además, desde Diagonales, se busca que estén
representados diferentes sectores de la ciudad, contribuyendo a que el festival tenga una
estética claramente “platense”. Por su parte, la elección de Danzafuera, se basa en un
criterio de diversidad estética, buscando espacios que presenten diferentes estímulos para
los artistas siendo así que “una de las motivaciones principales para abandonar el estudio
surge del deseo de relacionarse con otras condiciones espaciales distintas a las usuales, a
las que adaptar la anatomía humana y su movimiento” (PÉREZ ROYO, 2009, p.15).
Por otra parte se manifiesta aquí que el uso de los espacios urbanos es un tema
convocante para los artistas de danza contemporánea, pero no necesariamente para los de
otras danzas que o bien tienen ciertas limitaciones técnicas para hacerlo (como podría ser
el ballet clásico o la danza jazz), o no se interesan por esta temática o no se sienten
interpelados por esta convocatoria al ver en el espacio público su ámbito habitual o
cotidiano (queda abierta la inquietud en torno al alcance, en términos de difusión y
recepción, de las convocatorias abiertas a través de las cuales los festivales seleccionan
Arte y ciudad: experiencias de danza en el espacio urbano | 85
su programación). En relación con la programación, vemos que en ambos eventos -a pesar
de los diferentes perfiles profesionales de los organizadores de cada festival y de los
distintos mecanismos de selección de obras-, la misma está compuesta por piezas de
danza contemporánea y las propuestas recibidas se enmarcan, casi exclusivamente, dentro
de este género.
En cuanto al proceso de selección de las obras que serán presentadas en los
festivales, en los dos casos se realizan convocatorias abiertas, pero se han dado diferentes
estrategias de selección. Los organizadores del festival Diagonales en sus primeras
ediciones buscan curadores externos, con la intención de generar un mecanismo
transparente y sin que entren en juego sensibilidades y susceptibilidades de las personas
involucradas. Al mismo tiempo, la mirada de estos curadores externos, organizadores de
otros festivales integrantes del Red Ciudades que Danzan con mayor antigüedad, se
convierte en una mirada que legitima a la vez que enseña, en tanto contribuye a la
formación de criterios propios. Esta estrategia se modificó en su última edición, en la que
decidieron tomar la curaduría en sus manos, para poder construir activamente la identidad
del festival y para poder hacer una selección que sea representativa de la ciudad. Nos
encontramos aquí otra vez con la importancia que los organizadores del festival
Diagonales otorgan a la representatividad y a la identidad local, como elementos
fundamentales en el diseño del evento.
Por su parte, los organizadores de Danzafuera han realizado la curaduría ellos
mismos desde la primera edición, como una manera de elegir activamente el lineamiento
estético del festival. En este sentido, los criterios puestos en juego para la selección tienen
que ver fundamentalmente con el grado de involucramiento espacial que cada propuesta
contemple, como así también con el nivel de experimentación o “riesgo” que se
propongan. En ambos festivales nos encontramos con la enunciación del término
curaduría, que posiciona a los organizadores en relación al campo del arte
contemporáneo. En este sentido, y a partir de esta enunciación, los organizadores de cada
festival realizan una postproducción (BOURRIAUD, 2009) sobre las propuestas
recibidas en conjunto con la selección y distribución de los espacios a ser utilizados. Así,
como proponen los entrevistados, cada festival (como así también cada edición, con el
conjunto de elementos que la compone) puede ser pensado como una obra en sí misma,
entendiendo que “la gestión es un modo de hacer danza y es también una obra” y que de
ese modo se construye activamente “la identidad del festival”.
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En cuanto a la reflexión en torno a la vinculación con el público, se halla presente
desde la elección de espacios y obras. Para los integrantes de Danzafuera es importante
contemplar el modo en que la propuesta del festival convivirá con las actividades que las
personas desarrollan cotidianamente en los espacios elegidos. Del mismo modo, para los
organizadores de Diagonales debe propiciarse que los espectadores estén a la misma
altura que los artistas, que la gente se vea involucrada de algún modo en el desarrollo del
festival, al mismo tiempo que pretenden alentar que la comunidad de la danza funcione
como público de sus propias propuestas.
Focalizando la mirada en el espectador, y tomando en cuenta los relatos en los
festivales, es necesario destacar que dicho concepto debe ser pensado en vinculación al
tipo de obra o intervención artística, es decir desde instancias concretas de relación. En el
contexto de los festivales podemos encontrar los diferentes tipo de espectador que
propone Veloso (2015): espectadores deliberados o invitados, generalmente habituados a
frecuentar eventos artísticos, y que por tanto acuden con cierta idea previa de lo que van
a presenciar; espectadores fortuitos o paseantes, que se encontraban en ese espacio con
algún otro objetivo, y cuyo tiempo de convivencia con el objeto estético en cuestión puede
ser variable, dependiendo de su voluntad y disponibilidad para permanecer allí. Por su
parte aparece entre los organizadores los festivales la idea de irrumpir, sorprender en un
espacio cotidiano con una puesta artística y en este sentido “la intervención artística tiene
la capacidad de transformar el espacio público en su escenario de acción, (...)
instantáneamente propone actualizar a los sujetos circundantes -viandantes, transeúntes,
paseantes- en calidad de espectadores” (GONZÁLES, 2015, p. 111). En esta misma línea
coincidimos con otra consideración del González en tanto que “dicha actualización
dependerá del grado de visibilidad artística que tenga la intervención, es decir, si el
transeúnte es advertido de lo que está ocurriendo es un producto del orden de lo
artístico/ficcional” (ibidem).
En relación a la definición de los festivales que hacen sus organizadores, en
ambos casos se encuentra una valoración altamente positiva, tanto de la primera edición
como del balance al cabo de tres años de desarrollo, y la convicción de estar creando un
espacio necesario para la ciudad, la comunidad y en particular la comunidad de la danza.
Al mismo tiempo, una de las cuestiones que está en permanente revisión se vincula a las
estrategias de gestión y financiamiento de los festivales: ambos eventos se realizan de
modo autogestivo, y el acompañamiento por parte de diferentes instancias estatales
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resulta ocasional, incierto e insuficiente. Ante esta situación, las estrategias inmediatas de
gestión han tenido puntos en común, pero en términos de horizontes futuros se percibe en
los organizadores de Diagonales una mayor convicción en la demanda de un
reconocimiento y apoyo económico por parte del estado; en tanto que los organizadores
de Danzafuera se enfocan menos en la dimensión estatal y más en el fortalecimiento de
las redes colaborativas entre artistas independientes y otros proyectos autogestivos.
Otro elemento compartido inicialmente por ambos festivales, es la puesta en
valor de espacios formativos para la comunidad de la danza. Estos espacios toman
diferentes modalidades en cada caso. En el festival Diagonales se realizan talleres
intensivos, acotados en su duración a la duración del festival. En este sentido, se valora
la necesidad de ductilidad para una adaptación rápida al espacio junto con la habilidad
para realizar una investigación profunda en un tiempo acotado, como una de las
características de las intervenciones urbanas. Por su parte, Danzafuera viene realizando
un recorrido que apuesta a procesos de investigación-creación-intervención más
prolongados. Al formato de residencias creativas de dos semanas de duración -presente
desde la primera edición- se sumó en la edición 2015 el trabajo intensivo de una semana
para la creación de un recorrido performático, propuesta que para el corriente año, espera
reformularse en un laboratorio e cuatro meses de duración.
A la hora de destacar los rasgos distintivos y positivos del festival, desde
Danzafuera se hace hincapié en su aspecto experimental, en la necesidad de desafiarse y
reinventarse, tanto desde la organización del festival, como en las líneas estéticas que el
mismo promueve. Por su parte, Diagonales cuenta con una alta valoración en lo que
refiere a la proyección internacional y el gran alcance del festival, potenciado gracias a
su pertenencia a la Red Ciudades que Danzan. Así, aunque reconocen profundizaciones
y actualizaciones, ambos festivales reivindican sus objetivos iniciales.
REFLEXIONES FINALES Y APERTURAS A LÍNEAS DE ANÁLISIS FUTURAS
¿Qué dimensiones se ponen en juego al pensar el arte en el espacio público?
¿Qué consideraciones de intervención, danza, espectador y espacio vehiculizan las
acciones y las propuestas de los festivales? ¿Pensar a la danza en el espacio urbano
implica una toma de posición política? ¿Resulta ser una apuesta hacia nuevos diálogos
entre la comunidad de la danza y el contexto social circundante? ¿Cuestiona la relación
entre espacio privado/privativo y público? ¿Qué motivación encuentran los artistas en
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crear/producir obras en este tipo espacios? ¿Qué le aporta al artista la relación con el
espacio urbano?
A lo largo de este artículo nos hemos propuesto recorrer conceptualizaciones y
trayectorias teóricas, posicionamientos de artistas organizadores, procesos de
construcción y puesta en marcha de dos festivales en el espacio público de la ciudad de
La Plata y, en cada instancia, hemos planteado comparaciones y abordajes interpretativos
de ambos eventos. Para cerrar esta descripción y análisis comparativo, al mismo tiempo
que dejar abiertas una serie de preguntas y de futuras líneas de indagación, nos
concentraremos aquí en sintetizar las construcciones de sentido en torno a la danza y el
espacio público que se articulan en el desarrollo de estos eventos. En ambas propuestas
la ciudad se presenta como paisaje a ser intervenido y como un espacio de muestra de
producciones, es decir, como un escenario en el cual desarrollar la producción artística, y
las consideraciones que entran en juego a la hora de elegir este escenario, frente a otros
posibles, son varias.
Los organizadores de ambos festivales comparten como punto de partida un
diagnóstico sobre ciertas problemáticas de la danza contemporánea local y en este marco
uno de los temas recurrentes es la falta de público. En este sentido, el uso de espacios
abiertos se presenta como una estrategia que posibilitaría el acercamiento de la danza a
nuevos públicos: más allá del público “ya iniciado” es decir, del público conformado por
la propia comunidad de bailarines, coreógrafos, docentes y estudiantes de danza se apunta
a que la danza pueda “llegar” a un público más amplio, “ocasional”, “nuevo”, “no
especializado”.
En lo que a la relación con el público refiere, se valora la posibilidad de que haya
una retroalimentación entre los creadores y los espectadores, y que la brecha que se
supone existe entre ambos, se achique. Desde la organización de Diagonales, por ejemplo,
se destaca también el hecho de que este acercamiento al público podría hacer que la danza
contemporánea deje de ser una práctica de élite, restringida a unas pocas personas, y
amplíe su alcance. Se observa una preocupación manifiesta por la atomización del circuito
de la danza que se percibe como desintegrado con poca vinculación entre sí. Los festivales
se constituyen como espacios en los que se busca fomentar la circulación y el intercambio
entre artistas, y superar esa segmentación proponiendo espacios de encuentro inclusivos.
No obstante predominan propuestas con mayor vinculación a la danza contemporánea y
esto queda evidenciado desde la elección de propuestas que integran la programación. Al
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mismo tiempo en esta selección se ponen en juego criterios particulares que marcan una
tendencia y un posicionamiento al interior del propio circuito de la danza contemporánea.
Otra problemática señalada por los organizadores del festival Danzafuera y que
está en sintonía con otros reclamos propios del circuito (SÁEZ, 2015; BERNAT et al.
2015) es la falta de espacios en los que los artistas puedan mostrar su trabajo. La
apropiación del espacio público urbano habilitaría nuevos espacios disponibles para que
la comunidad de la danza contemporánea pueda poner en circulación sus producciones.
En paralelo a esta preocupación compartida en torno a la circulación y recepción
de las producciones, entre los organizadores de Danzafuera se resalta la multiplicidad de
estímulos para la creación que la ciudad, con todos sus elementos y dinámicas, propone
a los creadores. En este sentido, los espacios públicos urbanos aparecen como una fuente
inagotable de estímulos que permitirían a los artistas de danza contemporánea la
renovación de lenguajes y estéticas.
Ahora bien, más allá de estas preocupaciones compartidas, encontramos algunas
diferencias, más o menos sutiles, en el énfasis, las motivaciones y definiciones de cada
festival que pueden ser sintetizadas brevemente. En cuanto a las preocupaciones sociales
sobre la relación danza-sociedad, que cada uno de los festivales manifiesta, encontramos
también algunas diferencias. En el caso de Diagonales, entre sus principales objetivos
compartidos por los festivales integrantes de la Red Ciudades que Danzan, aparecen: la
democratización de la cultura, el recurso al arte para la transformación social, y la
generación de espacios de comunidad. En el caso de Danzafuera, esta preocupación se
da en el marco de una búsqueda de “expansión de la danza” que en su devenir incorpora
otras formas de creación, otros espacios y otros públicos, dando lugar así a una mayor
aproximación entre danza y sociedad.
En tanto que Danzafuera, desde su denominación, refiere a una circulación de
la danza (contemporánea) por fuera de sus espacios habituales, las salas teatrales, y en
particular por espacios al aire libre, al mismo tiempo, el “afuera” al que hace referencia
este nombre puede ser pensado en términos de la danza misma, de la ‘expansión de la
danza’ - contemporánea-, que pretende ser llevada más allá de sus límites, afuera de su
territorio habitual o de su ‘zona de confort’. Así, la experimentación aparece como un
valor privilegiado a la hora de pensar el festival y evaluar las diferentes propuestas. En
este sentido, observamos como en el caso del Festival Danzafuera se manifiestan una
serie de conceptualizaciones que pueden ser articuladas en torno al concepto de
vanguardia artística (BURGÜER, 2000), tales como las inquietudes y cuestionamientos
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en torno a las instituciones artísticas y su tradición, el valor de la experimentación y la
puesta en tensión de los límites disciplinares, y la búsqueda de una reinscripción de la
práctica artística en la práctica social, elementos que se identifican como característicos
y distintivos de este festival.
Por su parte, en el Festival Diagonales se destaca una preocupación por la puesta
en valor del patrimonio arquitectónico y urbanístico: el nombre mismo del festival refiere a
un elemento característico del diseño urbano de la ciudad de La Plata. Esta mirada patrimonial
se extiende también a la concepción de la danza, en la búsqueda de que sea diversa, plural y
representativa, tanto desde la conformación del equipo organizador, como en la circulación y
difusión de las convocatorias y en el armado de la programación.
En este sentido, la
representatividad, vinculada a la búsqueda de una identidad propia del festival, en relación
con una “identidad platense”, es un valor importante para sus organizadores. Es así que el
Festival Diagonales se posiciona tomando un rol activo en la constitución del patrimonio de
la danza en la ciudad de La Plata, seleccionando aquello que considera representativo,
relevante o significativo, otorgándole una posición de referencia y dándole un lugar en la
construcción de la tradición y la identidad local.
A partir de este recorrido por los modos en que cada festival se presenta y los
sentidos puestos en juego en el desarrollo de estos eventos, observamos el trabajo de dos
grupos de personas que se establecen no sólo como grupo, sino que también detentan el poder
de definir e instaurar ideas y valores en torno a la danza y los sentidos que ella conlleva. En
este sentido, sus prácticas son performativas en tanto construyen la danza local, y por eso
mismo, se convierten también en campo de disputa y de efectuación de políticas culturales,
posibilitando un análisis de las mismas que no se limite a la acción estatal, sino que contemple
las diversas instancias y actores que entran en juego y que se agencian en estos procesos
(NAVALLO, 2010).
En continuidad con estas aproximaciones se nos abren múltiples líneas de
indagación y análisis futuras, que incluyen, entre otras: la cuestión del público, el lugar que
ocupa en el desarrollo de las obras y el tipo de espectador que estos eventos construyen; las
estéticas y poéticas que desenvuelven cada uno los festivales analizados; la caracterización
de los diferentes circuitos vinculados a la danza en la ciudad de La Plata, la apropiación y uso
que cada uno de ellos hace del espacio público urbano y las miradas recíprocas que mantienen
entre sí. En este sentido, elegimos aquí una posición desde donde mirar y abordar
conceptualizaciones a ser destacadas desde la propia voz de los organizadores, en tanto se
convierten en gestores culturales que se proponen desarrollar, ampliar y profesionalizar el
propio campo, expandiendo nuevas líneas de interacción-acción.
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