Academia.eduAcademia.edu

Reseñas

Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

Gonzalo Cáceres, Mariana Alicia Pérez, Agustín Comicciolli, Agustín Galimberti, Jenny Zapata de la Cruz, Maximiliano Fiquepron, Juan Pablo Fossati, Francisco Novas.

RESEÑA ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 183-186 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 El borde del imperio: Redes atlánticas y revolución en el Río de la Plata borbónico Prado, Fabrício (2021). Buenos Aires: Prometeo libros, 214 páginas. " Gonzalo Cáceres Facultad de Humanidades y Ciencias – Universidad Nacional del Litoral. El borde del imperio…, originalmente publicado en 2015 bajo el título Edge of Empire. Atlantic Networks and Revolution in Bourbon Río de la Plata, plantea un recorrido por las distintas instancias que llevaron a la emergencia de Montevideo como núcleo de comercio transimperial en el Atlántico Sur Hispano y como centro de poder regional en permanente tensión respecto de Buenos Aires durante la última etapa del régimen colonial y las décadas revolucionarias. En el contexto historiográfico global, el libro se inscribe dentro de la denominada historia atlántica, un sub-campo de la historia que en las últimas décadas viene desarrollándose con fuerza en los Estados Unidos, cuyas principales preocupaciones son las conexiones, los intercambios y las transformaciones producidas entre las regiones limítrofes al Océano Atlántico en la temprana modernidad. Muchas de las ideas y metodologías de las que se sirve el autor en la obra emanan de esta corriente historiográfica y son el resultado de sus estancias como investigador en aquel país. Como el propio Prado expresa en las primeras páginas del libro, la adopción del marco atlántico como referencia para abordar su objeto de estudio es consecuencia de su experiencia como extranjero dedicado al estudio del Río de la Plata en la academia norteamericana (p. 11). Fueron las diferentes instancias de discusión e intercambio en el marco de redes académicas y de amistad las que lo llevaron a desestimar los enfoques nacionales y a concentrarse Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional 1 1 Armintage, D. (2004). Tres conceptos de historia atlántica. Revista de Occidente, 281, pp. 7-28; Morelli, F. y Gómez, A. (2006). La nueva Historia Atlántica: un asunto de escalas, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Bibliographies. http://journals.openedition.org/nuevomundo/2102; De la Guardia Herrero, C. (2010). Historia Atlántica. Un debate historiográfico en Estados Unidos. Revista Complutense de Historia de América, vol. 36, pp. 151-159; Mora Silva, J. (2021). Los orígenes míticos de la Historia Atlántica: una propuesta de categorización, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Débats. http://journals. openedition.org/nuevomundo/85378. en el estudio de las redes sociales como creadoras de comunidad e identidad. Distanciándose de las narrativas centradas en los estados nacionales que crearon la percepción general de que los imperios eran entidades rígidas que ejercían un control estricto sobre sus dependencias coloniales, y en sintonía con los estudios recientes del mundo atlántico que han descentralizado las metrópolis y han propuesto pensar las dinámicas imperiales en clave de interacción y retroalimentación regional, la obra de Prado suma un nuevo elemento que aporta mayor complejidad a la explicación del modo en que funcionaban los imperios atlánticos en zonas políticamente periféricas como el Río de la Plata: la variable transimperial, que nos invita a comprender al mundo atlántico enredado, interconectado e interdependiente. Para Prado las redes interpersonales, transimperiales y transnacionales construidas por los súbditos coloniales de esta región tuvieron la potencia de determinar las dinámicas locales por encima de las prescripciones metropolitanas. Incluso, como sobradamente muestra el autor, en momentos álgidos de tensión entre los imperios como los vividos durante el último cuarto del siglo XVIII, estas tramas sirvieron para asegurar el colonialismo español en el estuario rioplatense. En el caso específico de Montevideo, las redes sociales y comerciales transimperiales fueron cruciales para el surgimiento de una identidad regional capaz de desarrollar programas políticos y económicos propios. Fueron las interacciones con extranjeros las que forjaron una comunidad mercantil con fortaleza para resistir a los centros de poder virreinal, discutir las medidas dictadas por la corona, disputar mayor autonomía dentro del imperio, y hasta optar por caminos favorables a sus intereses. 183 RESEÑAG onzalo CáCeres El borde del imperio: Redes atlánticas y... El enfoque en las redes transimperiales es el que permite al autor explicar por qué Montevideo no se plegó a la revolución porteña. La decisión de sostener la lealtad a España durante la coyuntura abierta en 1808 y la posterior incorporación al imperio lusobrasileño bajo la denominación de Provincia Cisplatina son muestras de la capacidad de las elites montevideanas de adaptarse a un contexto cambiante para preservar las redes de comercio transimperial con portugueses, británicos y norteamericanos. En este punto la perspectiva de Prado es original porque se contrapone con lugares comunes de la historiografía centrada en las revoluciones que asocia casi exclusivamente libre comercio con revolución. El análisis exhaustivo de los patrones de comercio legal e ilegal realizado por el autor demuestra que, para las elites de Montevideo, la monarquía y sus instituciones –en 1778 la ciudad se convirtió en puerto de escala obligatorio en el Río de la Plata y sitio administrativo del Resguardo, oficina encargada de reprimir el contrabando, por ejemplo– eran condición necesaria para sostener las lucrativas redes comerciales con súbditos de otros imperios. Si bien el foco está puesto sobre Montevideo y sus elites mercantiles, el libro realiza un análisis de conjunto del funcionamiento del complejo portuario rioplatense, una zona de interacción transimperial que comenzó a forjarse desde los inicios de la conquista europea y en la que la ciudad portuguesa de Colonia del Sacramento ocupaba un rol central. Según el autor, Colonia fungía como enclave de conexión transimperial que posibilitaba la vinculación del Río de la Plata con el mundo atlántico. El primer capítulo analiza la génesis de esta ciudad y le atribuye un rol central al comercio en la configuración de poderosas y duraderas redes sociales, familiares y religiosas entre los súbditos portugueses y españoles. La fundación de Colonia (1680) demostró ser una estrategia exitosa de la corona portuguesa en su afán de recomponer la rentable ruta comercial desarrollada entre el Río de la Plata y Lusoamérica durante la Unión Ibérica (1580-1640). En el siglo XVIII, Buenos Aires, Colonia del Sacramento y Montevideo constituyeron un verdadero complejo portuario donde se intercambiaban centralmente plata y cueros españoles por productos atlánticos y esclavos, y en el que interactuaban agentes de distintos orígenes geográficos y culturales. ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 183-186 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 Con el título Partir sin irse…, el segundo capítulo analiza el proceso de reubicación de los lusobrasileños en el virreinato tras la caída de Colonia del Sacramento en 1777. La tesis del autor, amparada por una profusa documentación, es que, pese a que el proyecto portugués en la región se vio abortado a partir de la toma de la ciudad por el virrey Cevallos, buena parte de los súbditos portugueses vinculados al sector mercantil y marino se quedaron en Montevideo bajo el dominio español, y las redes sociales y logísticas por ellos controladas dieron continuidad a las relaciones comerciales transimperiales. Esta constatación reafirma la idea de Prado de que las redes de interacción no necesariamente dependían de la tutela de un Estado. Otro aspecto interesante del capítulo se encuentra en la distinción que el autor realiza del grado de integración de los portugueses a las sociedades de Montevideo y Buenos Aires. Esta es una estrategia pertinente toda vez que le permite mostrar que, a diferencia de lo que ocurría en Buenos Aires, la buena acogida de los montevideanos a la comunidad lusobrasileña –la cual a través de uniones matrimoniales con mujeres españolas creó poderosas redes familiares y comerciales con capacidad para adquirir propiedades y constituirse en miembros ricos de la sociedad– permitió el fortalecimiento de los vínculos de la ciudad con la América portuguesa. El tercer capítulo es uno de los más interesantes del libro porque allí Prado propone una mirada alternativa a la idea instalada y sostenida por muchos historiadores de que la participación de España en las guerras europeas del último cuarto del siglo XVIII y la primera década del XIX debilitó los lazos que esta mantenía con sus colonias americanas. Estas interpretaciones sugieren, sobre la base de documentación oficial del Estado español, que en ese contexto el flujo comercial entre metrópoli y colonias se interrumpió. Sin embargo, la evidencia hallada por el autor en archivos portugueses y en áreas periféricas del imperio español contradice tales afirmaciones. No solo no se interrumpieron las conexiones, sino que se asistió a una reconfiguración de los patrones de comercio en el Atlántico Sur. La pesquisa llevada a cabo por Prado revela la existencia de una red de cooperación transimperial que involucraba a comerciantes hispanoamericanos, agentes extranjeros y peninsulares, la cual, haciendo uso de las leyes de comercio con neutrales en períodos de conflicto armado y de diversas estrategias 184 RESEÑAG onzalo CáCeres El borde del imperio: Redes atlánticas y... ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 183-186 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 ilegales de mercado, hizo posible la circulación de bienes, personas e información entre España y el virreinato del Río de la Plata por la ruta Río de Janeiro-Lisboa bajo la bandera portuguesa, cuando no, bajo la protección exclusiva de sus embarcaciones por convoyes portugueses. En ese marco, la ciudad de Montevideo adquirió gran dinámica conectando a los comerciantes de Río de Janeiro con la elite mercantil de Buenos Aires, transformándose en el centro del comercio transimperial del Río de la Plata, rol que hasta 1777 había cumplido Colonia del Sacramento. que la ciudad aumentara su estatus e influencia regional. Si a comienzos del siglo XVIII los relatos producidos por visitantes extranjeros ubicaban a la Banda Norte y a Montevideo bajo la jurisdicción de Buenos Aires, las descripciones realizadas por los súbditos españoles durante el último cuarto del siglo XVIII y por distintos agentes de dentro y fuera durante el período revolucionario le imprimieron a la región de la Banda Oriental rasgos específicos, que la convertían en una unidad diferenciada en la que Montevideo era el principal centro urbano. En el cuarto capítulo Prado aborda el impacto de las reformas borbónicas en la región rioplatense. Una serie de medidas administrativas habrían contribuido a que Montevideo y sus elites mejoraran progresivamente su posición en la región y en la estructura imperial. El establecimiento de la ciudad como principal puerto atlántico del Río de la Plata y único autorizado para el desembarco de esclavos, la creación de la Comandancia del Resguardo a cargo de combatir el contrabando, el establecimiento de la oficina del intendente y, más tarde, del superintendente, entre otras disposiciones, permitieron a Montevideo ganar autonomía en materia fiscal, comercial y política respecto de Buenos Aires. Al analizar la correspondencia administrativa y mercantil y los registros judiciales, el autor concluye que las autoridades y las elites montevideanas aprovecharon al máximo los beneficios de haberse convertido en centro transimperial para controlar el comercio regional y para disputarle la soberanía territorial en la Banda Oriental a la capital virreinal, lo cual derivó en distintas acciones legales entre altos funcionarios y entre elites mercantiles de ambas ciudades. A partir de un exhaustivo análisis biográfico, en el sexto capítulo Prado expone las múltiples facetas asumidas por don Manuel Cipriano de Melo, un actor de renombre en el Río de la Plata, y las redes transimperiales y atlánticas por él construidas. El ejercicio propuesto por el autor en este capítulo da cuenta del valor del seguimiento de trayectorias individuales para iluminar procesos globales. Prado muestra cómo este individuo, que inicialmente había estado ligado a operaciones de comercio como piloto de barcos en Colonia del Sacramento, cambió de alianzas imperiales y se convirtió en un activo partícipe de la expulsión de los portugueses de dicha ciudad bajo el mando del virrey Cevallos. Su lealtad a España le valió un importante ascenso a la alta burocracia imperial cuando fue designado como titular de la Comandancia del Resguardo en Montevideo. Desde esa posición reconectó sus redes con el Brasil portugués e introdujo en ellas a sus nuevos socios y amigos de Montevideo, entre ellos las familias Viana y Maciel, para organizar grandes y rentables negocios –legales e ilegales– en África, Europa y en la propia América. Con el tiempo se convirtió en un miembro encumbrado de la ciudad y participó activamente en las disputas que su comunidad mantuvo con los mercaderes de Buenos Aires. En ese contexto, utilizó todos sus recursos para mejorar la posición de Montevideo dentro de la región y el imperio, promoviendo la cultura, patrocinando eventos y obras, entablando relaciones cordiales con la comunidad portuguesa y extranjera en general, impulsando la creación de instituciones como la Junta de Comercio de Montevideo (1794). En el quinto capítulo Prado explora las descripciones y las representaciones que distintos agentes locales y viajeros hicieron de la Banda Norte del Río de la Plata para dar cuenta de los cambios en la forma de nombrar a la región, proceso que condujo a la emergencia de la Banda Oriental como un espacio distinto. Estas trasformaciones de la toponimia estuvieron asociadas a la creciente gravitación que Montevideo fue adquiriendo como centro de comercio transimperial y como centro económico, administrativo y político para la campaña circundante. Aquí también el autor asigna un rol capital al reformismo borbónico que abrió oportunidades para El séptimo y último capítulo condensa algunas ideas que atraviesan el libro. Allí Prado expone cómo las redes transimperiales moldearon el camino a la independencia 185 RESEÑAG onzalo CáCeres El borde del imperio: Redes atlánticas y... de Montevideo. La ciudad fue la primera en separarse de Buenos Aires tras la crisis de legitimidad de la monarquía desatada en 1808, y su comunidad se negó a plegarse a la revolución porteña. Las elites permanecieron leales a España y luego se unieron a la monarquía portuguesa. Estas acciones revelan su afán de mantener las redes de comercio no solo con el Brasil portugués, sino también con otras naciones. El análisis realizado por el autor da cuenta de una multiplicación de los arribos de embarcaciones extranjeras al puerto de Montevideo entre 18101814 y 1818-1822, centralmente portuguesas e inglesas, pero también estadounidenses, y de la gravitación de los agentes locales en las operaciones con extranjeros. La monarquía brindaba un marco legal e institucional propicio para asegurar la continuidad de los intercambios transimperiales y servía como dique de contención de las transformaciones potenciales que podían derivarse de adoptar el camino revolucionario. Según Prado, allí es donde radican las razones que explican por qué las elites mercantiles de Montevideo pospusieron la revolución. ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 183-186 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 En síntesis, El borde del imperio… es un libro imprescindible para quienes se ocupan de abordar las sociedades que comenzaron a formarse en la región del Río de la Plata desde la conquista europea. La perspectiva puesta en las redes transimperiales abre nuevos caminos para pensar la importancia de la presencia de súbditos de otros imperios –centralmente portugueses– más allá de los tradicionales centros de poder y comercio regional. La considerable gravitación que estos agentes tuvieron en ciudades interiores del espacio rioplatense, como las del Litoral argentino, requiere de nuevos estudios que focalicen en ellos, en sus estrategias de integración, en los vínculos que desarrollaron con las comunidades locales, en las actividades que desempeñaron. De ocurrir ello, en los próximos años podríamos tener un panorama más completo de las interacciones –más o menos formales– que se suscitaron entre las economías del interior, Lusoamérica y el mundo atlántico a través del complejo portuario rioplatense o por fuera de él. 186 RESEÑA ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 187-189 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 Los indios montoneros. Un desierto rebelde para la nación argentina (Guanacache, siglos XVIII-XX) Escolar, Diego (2021). Buenos Aires: Prometeo, 291 páginas. " Mariana Alicia Pérez Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” - UBA/CONICET. Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional Hasta finales del siglo XX, los relatos hegemónicos sobre la formación de la Argentina sostuvieron la imagen de un país forjado por la inmigración blanca-europea sobre un “desierto” que debía ser ocupado por la “civilización”. Esta mirada –de fuerte arraigo en el sentido común de gran parte de los argentinos hasta el presente– ha comenzado a ser desarmada en las últimas dos décadas por numerosos estudios históricos y antropológicos y por la lucha de comunidades indígenas y de afrodescendientes que pugnan por el reconocimiento de otros grupos étnico raciales en el pasado y presente de la Argentina. Los indios montoneros. Un desierto rebelde para la nación argentina (Guanacache, siglos XVIII-XX) se integra al conjunto de trabajos que prestan atención a las acciones, experiencias e identidades de los grupos subalternos, entre ellos los indígenas, en el proceso de creación de la nación argentina. No se trata del primer trabajo de Diego Escolar sobre esta temática, quien desde hace años se interesa en la construcción de las identidades étnicas y nacionales en Cuyo. En trabajos anteriores (por ejemplo, Escolar, 2007) analizó el caso de los huarpes, cuya identidad resurgió en la década de 1990 luego de que intelectuales y académicos los considerasen extintos desde el período colonial temprano por haber sufrido procesos de exterminio y mestizaje. Los indios montoneros retoma esta historia de invisibilización, poniendo el foco en las luchas por la tierra y el agua de los habitantes de las lagunas de Guanacache (un extenso espacio que actualmente comprende parte de las provincias de San Luis, San Juan y Mendoza) entre el último tramo del dominio colonial hasta mediados del siglo XX. Escolar muestra cómo la negación de las identidades indígenas formó parte indisoluble de la construcción de una Argentina moderna y capitalista en Cuyo, en la cual la apropiación de los recursos naturales por parte de las elites provinciales, y su expropiación a vastos sectores de la población indígena-criolla, fue esencial. El libro comienza sugestivamente contando la existencia de los “archivos laguneros”, un conjunto de documentos dispares, fragmentados, trabajosamente copiados de generación en generación y atesorados por las familias laguneras, que testimonian su antigua posesión de las tierras y las luchas por su conservación. La persistencia de estos archivos revela la existencia histórica de demandas concretas, prácticas y discursos en los cuales los habitantes de Guanacache se identificaban como indígenas. Como se demuestra a lo largo del libro, las huellas de un pasado indígena de disputas legales, políticas y militares se observan también en gran variedad de fuentes que le permiten al autor reconstruir dicha historia: documentos judiciales, decretos, correspondencia, prensa, fotografías, canciones, memorias orales. Asimismo, el cuidadoso y secreto resguardo de los “archivos laguneros” da cuenta de su importancia como herramienta política y creadora de memoria sobre el despojo. De la lectura del libro quedan claras las razones de esta celosa custodia: los conflictos por las tierras fueron acompañados de una “guerra archivística” de robo y ocultamiento de los documentos que podrían legitimar su posesión por parte de los grupos indígenas. Uno de los nudos argumentativos del libro pasa por la pregunta sobre cómo fueron las experiencias indígenas en la formación del Estado nacional. Esto lleva al autor a discutir dos postulados sobre la participación de los indígenas y de los sectores subalternos en dicho proceso, que han tenido gran influencia en los relatos historiográficos de los siglos XIX y XX. Por un lado, cuestiona las miradas que conciben al “pueblo llano” como apolítico, objeto de manipulación por parte de caudillos y, por lo tanto, participante secundario en las luchas 187 RESEÑAM ariana aliCia Pérez Los indios montoneros. Un desierto rebelde para... por la creación de la nación. Por otro lado, discute los análisis que conciben a la sociedad indígena del siglo XIX como externa u opuesta a las formaciones estatales y separadas de la sociedad criolla. Por el contrario, para Escolar “los indígenas e indigenidades” no constituyen “una alteridad radical” sino que aparecen “inextricablemente ligados a una historia criolla por antonomasia” (p. 27). Siguiendo esta línea argumentativa, en Los indios montoneros demuestra con solvencia la existencia de discursos, prácticas e instituciones políticas autodefinidas indígenas que se identificaban con la estatalidad y el orden republicano y que procuraban también participar en su construcción. El análisis de un período de más de dos siglos (algo poco frecuente en la historiografía local de la actualidad), y las preguntas que se van presentando en el recorrido por las demandas y movilizaciones indígenas, otorgan al libro una característica polifacética que Escolar logra articular en un único relato claro y coherente. El libro se nutre y, a su vez, hace valiosos aportes a variados campos historiográficos: dialoga con la historiografía sobre la sociedad y política colonial; con aquella que analiza las transformaciones que trajo la revolución a la cultura política y jurídica de la primera mitad del siglo XIX; con la que se cuestiona por los conflictos en torno a la creación del Estado nacional; con la historia social y económica que explica el proceso de construcción de un orden capitalista en Cuyo; con la que indaga sobre la formación de la memoria histórica, entre otras. El libro se organiza en siete capítulos. Los dos primeros, “Liderazgo y política indígena en Cuyo a fines del período colonial” y “Tierras, servicios militares y geopolítica colonial en Corocorto y las Lagunas”, analizan los procesos de fundación de pueblos de indios y villas de españoles en el siglo XVIII y las estrategias de los indígenas para defender sus derechos sobre las tierras en dos áreas por entonces periféricas de Cuyo: en Jáchal, Valle Fértil y Mogna en San Juan, y en las lagunas de Guanacache y Corocorto en Mendoza (estas últimas zonas estratégicas para el gobierno colonial por su ubicación en la ruta hacia Buenos Aires y su cercanía a la frontera con los pueblos indígenas no sometidos). En estos capítulos se observa cómo los indígenas, representados la mayoría de las veces por caciques, litigaron judicialmente, negociaron, se valieron de los conflictos entre sectores de la ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 187-189 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 elite colonial, y aprovecharon la necesidad del Estado de afianzar su dominio en las tierras del sur para imponer sus propios intereses en la fundación de los pueblos y lograr el reconocimiento por parte de las autoridades virreinales de los derechos sobre las tierras que ocupaban. Los tres capítulos siguientes se focalizan en las Lagunas y analizan la defensa de los territorios de los antiguos pueblos de indios en conexión con la política provincial y nacional entre la independencia hasta la consolidación del Estado nacional en la década de 1880. El capítulo “Jueces indígenas, caciques criollos: autonomía y estatalidad a principios del período independiente” aborda las vías judiciales y políticas desplegadas para la defensa de las tierras en el nuevo contexto republicano inaugurado en 1810. Escolar observa que si bien la paulatina creación de un orden político y legal de corte liberal trajo consigo el avance privatizador sobre tierras indígenas, paralelamente persistieron las tradiciones jurídicas indianas que fueron invocadas con éxito por los representantes de los laguneros para su resguardo. Asimismo, la eficacia en la preservación territorial estuvo estrechamente conectada con el lugar que los jefes laguneros ocuparon en las instituciones estatales de la provincia, que les permitió sostener una posición de relativa autonomía política desde la que supieron negociar y defender los intereses laguneros. Las derrota de los gobiernos federales luego de Pavón, en 1861, dio paso a un período de alta conflictividad política, represión y de profunda degradación de la negociación y las vías judiciales como herramientas para la defensa de los derechos indígenas en las Lagunas. Se abrió entonces un ciclo de rebeliones y revueltas que finalizaría con el asesinato del líder lagunero Santos Guayama en 1879. Los capítulos “Rebeliones montoneras y tierras indígenas: del levantamiento del Chacho Peñaloza a la Revolución de los Colorados” y “La república perdida de Santos Guayama” recorren esta historia de resistencia lagunera. Analizan las múltiples causas que llevaron a la insurrección (entre las que se destacan la creciente presión impositiva y la represión llevada a cabo por los liberales y el gobierno nacional), la organización de las montoneras, las diversas (y opuestas) narrativas sobre los laguneros insurrectos, y el programa político de Santos Guayama y sus seguidores. En este punto se 188 ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 187-189 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 RESEÑAM ariana aliCia Pérez Los indios montoneros. Un desierto rebelde para... destacan dos cuestiones. Por un lado, que no se trataba de movimientos de impugnación al Estado nacional, sino de oposición a un gobierno que consideraban había usurpado la soberanía política y excluido a los líderes laguneros de la burocracia estatal. Por otro, la notable variabilidad de las alianzas políticas laguneras (sobre todo luego de 1867) demuestra su autonomía y, a la vez, hacen difícil clasificar sus adscripciones partidarias. A fines del siglo XIX, con la derrota de las montoneras y el cambio del modelo económico desde la ganadería en tránsito a Chile a la vitivinicultura en gran escala, se aceleró el proceso de apropiación de la tierra y el agua en la región, cuestión que es abordada en los dos últimos capítulos. “El regreso del Inca Sayanca: aboriginalidad, propiedad y soberanía en Cuyo” estudia los conflictos legales en torno a la merced del cacique Sayanca (que en parte perduran hasta el presente) y las prácticas fraudulentas de apropiación de tierras por parte de la elite mendocina. El análisis de las construcciones discursivas e historiográficas sobre la legitimidad de la merced permiten observar la relación entre la invisibilización de la historia indígena y el proceso de constitución de la propiedad privada de la tierra en Mendoza, como también la creación de un discurso que anudaba la legitimidad de la propiedad privada a la condición étnica y social de los grupos que la sustentaban y que excluía a los indígenas como sujetos con derecho de acceso a ella por su cualidad moral inferior. El último capítulo, “La etnopolítica del agua. Inmigración europea y fabricación del ‘desierto huarpe’, 1880-1940”, analiza las políticas de acaparamiento y distribución del agua que llevarían al desecamiento de las Lagunas de Guanacache y su transformación en un “desierto”. Este proceso fue resistido por los laguneros mediante presentaciones al gobierno, la legislatura y la prensa, pero no lograron torcer las políticas que, guiadas por una ideología que asociaba el progreso a la inmigración europea y al desarrollo de la vitivinicultura, evitaron sistemáticamente dotar con agua a las lagunas y sus habitantes, que fueron asociados al “atraso”, la “barbarie” y “el desierto”. En síntesis, Los indios montoneros es el resultado de una investigación sólida y original y constituye un aporte muy interesante a la historiografía sobre los grupos subalternos, la formación del Estado nacional argentino y de una sociedad capitalista. Además, interpela los discursos dominantes sobre los indígenas en la sociedad cuyana y las bases legítimas de la propiedad privada de la tierra en la región. Como tal, es un libro que interviene en la disputa política actual, atravesada por los conflictos por el reconocimiento de comunidades indígenas y la posesión de la tierra –como se puede observar en los acontecimientos en torno a la resolución del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas que legitima la posesión de tierras de pueblos mapuches en Mendoza a principios de 2023–. Bibliografía Escolar, D. (2007). Los dones étnicos de la nación. Identidades huarpes y modos de producción de soberanía en Argentina. Buenos Aires: Prometeo. 189 RESEÑA ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 190-193 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 El gobierno de la incertidumbre. La política financiera en Buenos Aires desde el Virreinato a la Confederación Schmit, Roberto y Wasserman, Martín (2022). Buenos Aires: Prometeo, 280 páginas. Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional " Agustín Comicciolli Agencia I+D+I/Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” - UBA-CONICET/ UDESA. El tema que propone el libro de los historiadores Roberto Schmit y Martín Wasserman nos remite a un campo de la historia económica y política en constante discusión y debate: la transición fiscal. Este fenómeno, entendido como el pasaje entre una fiscalidad asociada a los cuerpos estamentales, privilegios y monopolios del Antiguo Régimen a otra “republicana”, equitativa e igualitaria, pasó a ser un elemento fundamental para la comprensión de los cambios y continuidades relativos a los procesos de construcción estatal latinoamericanos a partir de la crisis revolucionaria y la posterior ruptura del orden colonial entre fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Esta transición tuvo amplias repercusiones sociales y económicas que se volcaron sobre las trayectorias político-institucionales de los estados republicanos en formación. El libro, entonces, nos ofrece a través de un riguroso tratamiento de fuentes primarias y secundarias (tanto cuantitativas como cualitativas) una interpretación crítica de este período, centrándose en el caso rioplatense. El Gobierno de la Incertidumbre está dividido en dos partes, cada una de las cuales se organiza en tres capítulos con su correspondiente epílogo. En la primera, Martín Wasserman analiza el período que va desde la implementación de las denominadas reformas borbónicas y la evolución de la Hacienda Real, hasta la formación de la hacienda pública porteña y sus primeras experimentaciones institucionales bancarias ya entrado el siglo XIX. En la segunda parte, Roberto Schmit aborda el desenvolvimiento financiero y fiscal de la Provincia de Buenos Aires desde la “Feliz Experiencia” rivadaviana hasta el fin de la hegemonía rosista. Lejos de constituir dos libros en uno, la unicidad de este se advierte en la centralidad que adquiere el estudio de la fiscalidad y de las finanzas como prisma desde el cual observar las dinámicas de negociación y conflicto, protagonizadas por actores económicos motivados por racionalidades heterogéneas, cuyas prácticas fueron condicionadas por contextos económicos y políticos globales. Retomando esto, en la introducción, los autores le ofrecen al lector un examen minucioso que no se reduce solamente al comportamiento de diversas variables financieras y de su impacto en términos de precios, ni tampoco a un análisis de los mercados, de las instituciones crediticias o de la volatilidad de los precios. Todas estas aristas son articuladas en función de desentrañar la ligazón entre el ejercicio del poder político y la administración de los recursos. El objetivo de los autores reside, entonces, en demostrar cómo los desafíos económicos, fiscales y financieros fueron afrontados políticamente por una autoridad soberana en permanente construcción, condicionada por el peso de la guerra, los ciclos económicos y la endebles de la moneda. En esta primera instancia, los autores son claros en marcar su posición con respecto a la corriente del nuevo institucionalismo económico, destacando la centralidad que las prácticas y los dispositivos informales expresaron a la hora de estructurar canales de acceso al crédito y al endeudamiento. 1 En el capítulo inicial de la primera parte, mencionada anteriormente, Martín Wasserman se focaliza en 1 El neo-institucionalismo económico establece una ligazón directa entre instituciones formales capaces de brindar confianza y limitar el control discrecional sobre los recursos, y el desempeño económico. El modelo empleado es el caso inglés, en el cual el Parlamento y los bancos lograron respaldar un circuito beneficioso entre los intereses de la corona y los de sus acreedores. 190 ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 190-193 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 RESEÑAa Gustín CoMiCCiolli El gobierno de la incertidumbre. La política... el funcionamiento del Real Situado como mecanismo de transferencias de recursos interregionales entre las distintas tesorerías del virreinato. Estos recursos estaban destinados a cubrir los gastos que implicaba la estructura militar y administrativa asentada en Buenos Aires, ciudad que venía experimentando una jerarquización institucional a partir de la década de 1760. El autor establece cómo las demoras en la llegada de las remesas altoperuanas brindaban importantes oportunidades a los miembros de la oligarquía local en cuanto a su protagonismo como acreedores de una hacienda necesitada de recursos. Este conjunto de acreedores era muy diverso, destacándose un reducido grupo de actores cuyo capital relacional y político determinaba la virtual monopolización de buena parte del movimiento de recursos con sede en la tesorería porteña. Más allá del esta retroalimentación entre intereses económicos, el autor remarca la importancia de no dejar de lado el peso de la coacción, ya que el costo de las demoras en los pagos de los sueldos o en el suministro de alimentos se manifestaba en el endeudamiento compulsivo de los sectores subalternos. 2 En el siguiente apartado, se constata de qué manera la financiación de la estructura político administrativa porteña y, por ende, de la soberanía monárquica en la región se apoyó en una “deuda diluida” y en un desenvolvimiento administrativo discrecional sustentado en lo que el autor denomina como un “desarreglo funcional”. La proliferación de papeles de deuda y las recurrentes políticas de endeudamiento determinaron que las autoridades peninsulares intentasen robustecer el control sobre los oficiales reales (tesoreros, factores y contadores), ya que estos poseían un amplio margen de maniobra en la gestión del erario local. Este descontrol administrativo en el que estaba sumida la hacienda local se materializó en un fraude cuyos recovecos son desentrañados por el autor, aclarando que fue una expresión a nivel local de una crisis a escala imperial. En este sentido, 3 2 Desde aquella época Buenos Aires, además de consolidar su rol mediador entre la economía atlántica y el espacio peruano, fue testigo de un reforzamiento institucional verificado en la progresiva instalación de instituciones tales como la Contaduría General (más tarde, Tribunal de Cuentas), la constitución como capital cabecera de un nuevo virreinato, sede de una Audiencia y de una Junta de comercio, más adelante Consulado. 3 Sobre todo en lo referido al empleo de los ramos particulares y ajenos, así como de los recursos extraordinarios (donativos forzosos y préstamos). ese “desarreglo funcional” que, bien o mal, había habilitado la reproducción de la soberanía monárquica en la región, ya no era funcional a un tejido institucional con vistas a uniformarse y centralizarse. En el último capítulo, Wasserman orienta sus interrogantes al análisis de las reformulaciones institucionales que mediaron en la negociación financiera entre la hacienda y sus acreedores luego de la revolución de 1810. Estos cambios se dieron junto a un continuo endeudamiento que tenía a los ingresos de la Aduana como principal base de sustento tras la pérdida de la plata potosina. Apelando a contribuciones previas, se demuestra de manera fehaciente cómo este endeudamiento y la falta de numerario produjeron la monetización de los títulos de deuda. A pesar de las medidas tomadas, la nueva autoridad soberana no logró evitar la depreciación de estos títulos, empleándose para saldar derechos arancelarios por parte de actores con acceso privilegiado a ese nuevo mercado de papeles. Para contener este tipo de situaciones, el autor profundiza en la trayectoria de la Caja Nacional de Fondos de Sud América, creada en 1818, y de las posteriores experiencias como el Banco de Descuento y el Banco de Buenos Aires. Estas instancias, afirma, no alcanzaron a cumplir sus metas para estabilizar las bases financieras de la nueva entidad política, aunque sí sirvieron para resarcir a los grupos de acreedores, integrados por miembros de una élite porteña renovada y por hombres de negocio extranjeros. Un ejemplo interesante es el del Banco de Buenos Aires, cuyo directorio de accionistas pasó a ostentar la potestad de emisión de moneda, adecuándolo a una lógica cortoplacista totalmente opuesta a las necesidades financieras de la hacienda pública en formación. En el epílogo de esta primera parte, se vuelve a reponer el tópico sobre la constitución de los compromisos financieros mediante estructuras legales y formalmente establecidas, advirtiendo que la aparición de instituciones como los bancos no alcanzó para definir o determinar las bases fiscales de la nueva soberanía. En la segunda parte, Roberto Schmit nos introduce en la fase de una matriz fiscal porteña renovada, donde la generación de ingresos “genuinos” se centrará en el 191 ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 190-193 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 RESEÑAa Gustín CoMiCCiolli El gobierno de la incertidumbre. La política... cobro de aranceles al comercio ultramarino y a la circulación regional de bienes. La continuidad de estos flujos de ingresos fue obstaculizada de manera recurrente en el período que va de 1820 a 1840, caracterizado por los conflictos políticos internos y los bloqueos al puerto. Si bien los fondos de la Aduana conformarán el puntal financiero de la provincia, Schmit establece que los recursos financieros se distancian de los genuinos para afrontar el déficit, sobre todo a partir de 1826. Estos son el endeudamiento y la emisión de moneda fiduciaria. Esta dinámica afectará el valor de la moneda y a los precios relativos de los bienes, sumándose nuevas quiebras de bancos. Es importante destacar la forma en que Schmit introduce el rol de la prensa como espacio alrededor del cual giraban las apreciaciones sobre las políticas financieras del gobierno, trasluciéndose correlaciones de fuerzas heterogéneas entre grupos vinculados al comercio y a las actividades agropecuarias y sus formas de presionar al gobierno para que este respondiera con medidas afines a sus intereses. 4 Esta administración de las finanzas por parte del gobierno continuará, a grandes rasgos, en las décadas posteriores bajo el mandato de Juan Manuel de Rosas. Lo nuevo que articulará el “Restaurador” será la gestión directa del tesoro, agregándose la venta de tierras públicas para costear gastos. En todo ello, el lenguaje político empleado redundará en tópicos como el “patriotismo” o la “cooperación” a fin de sortear los dilemas financieros de la provincia sobre una base ligada a la imagen popular del federalismo, contraria a los espurios negocios de los agiotistas. Incorporando el escenario anterior, a continuación, Schmit nos comenta acerca de la existencia de un variado y heterogéneo sistema monetario en el cual circulan diferentes tipos de moneda, las cuales funcionan en un espacio hegemonizado por la plaza porteña, cuya actividad mercantil determinará el acaparamiento de aquellas de mayor valor. Además, se examina la evolución de los medios de pago y la influencia de las estrategias fiscales y financieras de los gobiernos bonaerenses, denotando con ello la constante volatilidad derivada a partir del empleo de una multiplicidad de medios de 4 Es importante señalar el trabajo comparativo que Roberto Schmit realiza con respecto al caso brasileño y el gobierno político de sus finanzas y de su fisco. pagos sensibles a los altibajos de los ciclos económicos. La conjunción entre el alto valor de la moneda metálica, su poca disponibilidad y el aumento de la emisión de papel ocasionó una disfuncionalidad de la moneda como reserva de valor. El resultado final de este proceso el autor lo verifica en la devaluación y las alteraciones de los precios relativos. En cuanto a los precios, y metiéndonos ya en el último capítulo de la segunda parte, el autor rastrea, respaldándose en fuentes cuantitativas tanto propias como de otros historiadores (Miron Burgin y Tulio Halperin Donghi, por mencionar algunos), el comportamiento de los precios de los bienes de producción local, los exportados y los importados. Matizando hipótesis anteriores, Schmit repone que, si bien la depreciación habría impactado de manera desigual en relación con el consumo por parte de los sectores populares urbanos, el impacto inflacionario fue mayor sobre el valor de la moneda que sobre los precios de los bienes. Para retratar este fenómeno, el autor recurre al ejemplo de los bloqueos. Ante la carencia de ingresos genuinos se pasa a financiar al erario emitiendo directamente papel moneda, reforzando el rol de la Casa de Moneda como institución. Esta práctica aumentó el caudal de masa circulante en la plaza, alterando el valor de la moneda y profundizando la devaluación del peso en la provincia durante el rosismo previo a Caseros. 5 En el epílogo de la segunda parte el autor logra especificar que aquel contexto de inestabilidad financiera, monetaria y política impactó de lleno en las transacciones, priorizando los intereses cortoplacistas de aquellos con privilegio en el acceso a moneda fuerte. Como consecuencia, las políticas capaces de regular los precios y contener la variabilidad de monedas se mostraron impotentes, llevando incluso a la aparición de prohibiciones con respecto a la extracción de metálico. Para finalizar, y trascendiendo la estructura y contenido del libro, el proceso de lectura nos lleva a deslindar algunos ejes problemáticos. Uno de ellos tiene que ver 5 El autor llama la atención sobre la necesidad de estudiar en profundidad estos cambios en el modo y estilo de vida de los sectores populares urbanos y de los rurales durante el rosismo, ya que ello nos llevaría a reposicionar el planteo en torno a los avances o retrocesos en la relación entre el caudillo y sus bases sociales. 192 ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 190-193 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 RESEÑAa Gustín CoMiCCiolli El gobierno de la incertidumbre. La política... con la formación del Estado republicano y su dimensión fiscal y financiera. Otro de los ejes se asocia al debate sobre el desempeño económico tras el ciclo de revolución y guerra. El nuevo perfil atlántico, los recursos de la Aduana y el papel mediador de la ciudad-puerto y su hinterland, marcaron la trayectoria institucional de la nueva entidad soberana, aun fuertemente condicionada por las prácticas y dispositivos que regían el gobierno de la Real Hacienda durante el período tardocolonial. La visión tradicional sobre el enriquecimiento de un sector terrateniente ligado a las estructuras del poder provincial y al auge de la exportación pecuaria, es matizada. Además de esa dinámica productiva expansiva, los autores agregan el análisis sobre la incidencia de la matriz institucional y de las medidas financieras, monetarias y mercantiles implementadas por las sucesivas autoridades asentadas sobre nuevas bases soberanas, las cuales produjeron efectos diversos sobre los contribuyentes, consumidores y acreedores. Esto último reflejó, por momentos, una correlación de fuerzas desventajosa para la entidad estatal en formación, incapaz de coaccionar a actores a quienes incluso, en determinados momentos, les delega una facultad fundamental de todo Estado: la capacidad de emitir moneda. Hace más de cuarenta años, Halperin Donghi exponía lo siguiente: “[…] Mas que explorar un nuevo modo de articulación entre estado y clases populares –que es la incumplida promesa de un brevísimo momento en la historia de buenos aires– se trata entonces de seguir en sus complicados altibajos la relación entre Estado y sectores dominantes, en que la conciencia de una necesidad recíproca no excluye la presencia de fuertes tensiones y rivalidades”. Tributarios de “Guerra y Finanzas”, los autores enriquecen esta problemática. Con extrema e incómoda actualidad, el libro de Roberto Schmit y Martín Wasserman nos invita a repensar un término singular para ello: la incertidumbre. Este término no se entiende exclusivamente como la falta de certeza, de información o de confianza, sino que también se traduce como un costo político y, al mismo tiempo, como un escenario ventajoso para algunos actores capaces de adecuar el gobierno del tesoro público como resguardo financiero. 6 6 Halperin Donghi, T. (2005 [1982]). Guerra y finanzas en los orígenes del estado argentino, 1791-1850. Buenos Aires: Prometeo, p. 21. 193 ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 194-196 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 RESEÑA Los trece ranchos. Las provincias, Buenos Aires, y la formación de la Nación Argentina (1840-1880) Míguez, Eduardo J. (2021). Rosario: Prohistoria, 300 páginas. Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional " Agustín Galimberti Universidad Nacional de Luján. Universidad de Buenos Aires. Los trece ranchos es producto del trabajo realizado por Eduardo Míguez desde hace más de una década, en obras colectivas e individuales, sobre las dirigencias políticas durante la formación del Estado argentino. Este recorrido le ha permitido reunir un material rico y diverso gracias al trabajo en archivos centrados en figuras claves del período (Mitre, Urquiza, Sarmiento, entre otros), dentro del cual se destaca la correspondencia. Esta, analizada con gran capacidad, no solo nos sumerge en las interpretaciones de los actores sino también reconstruye su historicidad. Es decir, la prosa de Míguez nos muestra las alternativas que se abrieron a los protagonistas hacia un horizonte futuro que no solo era incierto, sino que ninguno de ellos, por más poderoso que fuera, podía determinar. Así, pues, a lo largo de ocho capítulos cronológicos, advertimos la lucha política donde se desarrollan cursos de acción y se usan las capacidades a disposición para alcanzar el destino propuesto, cuestión generalmente imposibilitada porque otros también ejercen sus influencias para que ocurra de otro modo. De esta forma, se logra explicar el proceso histórico resultante pero también los caminos que no se transitaron y los posibles futuros, finalmente truncos, que se bocetaron. En esta lucha por el devenir es que encontramos el objetivo central de este “clásico libro de historia política” como lo define su autor: vislumbrar la forma en que se produjo la formación de la Argentina como nación organizada. Para ello parte de una hipótesis que es la gran novedad de la investigación: las dirigencias políticas provinciales tuvieron un rol relevante en su construcción (aporte ignorado o menoscabado por la historiografía). Sus actitudes, proyectos, luchas y alianzas permiten explicar tanto en el auge y caída de la Confederación Argentina como la definitiva forma que asumió la organización de la República. Para lograr su cometido, el autor utiliza el corpus documental descripto y se sostiene en la producción historiográfica sobre las provincias que se ha renovado significativamente en las últimas décadas (destacándose Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Salta y Tucumán). Esto permite no solo profundizar cada caso sino también advertir los diferentes vínculos interprovinciales como las diversas relaciones con el poder central de turno. Esta reconstrucción de la historia política que permite conocer cada provincia, relacionarla con la situación general y advertir sus múltiples implicancias (internas, regionales y nacionales), conforma otro enorme mérito del libro. El riesgo es que el lector se pierda en el laberinto de idas y vueltas de conflictos políticos pletóricos de hechos y personajes, y termine derrotado por este minotauro de acontecimientos. Sin embargo, el historiador, como Ariadna, logra guiarnos hasta la salida del entendimiento tendiendo hilos conductores que permiten dar sentido a los procesos historiados. Por cuestiones de espacio, solo destacaremos dos de ellos. El primero consiste en la forma en que cada provincia fue resolviendo la conflictiva relación entre dos configuraciones de poder que tenían diferente base social, forma de hacer política, proyecto provincial y relaciones con el poder central: las dirigencias urbanas y los caudillos. A lo largo de la obra, Míguez reconstruye, clarifica y explica hábil y detenidamente el meollo de alianzas cambiantes, enfrentamientos y múltiples relaciones entre las elites urbanas, los caudillos, los poderes provinciales, el poder nacional que se intenta erigir y la disidente y rica Provincia de Buenos Aires. La cuestión era complicada de resolver. Luego de la caída de Rosas, las elites urbanas –recompuestas durante la década de 1840 gracias, paradójicamente, a la “pax rosista” sustentada en los caudillos– se lanzan a la 194 ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 194-196 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 RESEÑAa Gustín GaliMberti Los trece ranchos. Las provincias, Buenos Aires... construcción de la nación. Primero, bajo el liderazgo de Urquiza, luego de Mitre y finalmente de Sarmiento y Roca. Sin embargo, si bien cada uno de ellos buscó apuntalarse en ellas, la propia debilidad del poder central provocaba que ante los conflictos intra e interprovinciales, se apoyen en liderazgos caudillistas avasallando las autonomías provinciales. Esto provocaba que algunas situaciones particulares (como San Juan o La Rioja) generasen resultados explosivos al colisionar un proyecto sostenido en principios federales y republicanos con prácticas políticas que erosionaban sus bases de apoyo. Ante el temor de ser sometidas, las dirigencias urbanas advertían las ventajas de una alianza con Buenos Aires para sostener sus construcciones políticas frente a los caudillos. Entonces, nos explica el autor, a cambio de ceder independencia y orgullo, se subordinaron al liderazgo porteño, expresado por Mitre, en pos de una organización nacional más sólida y duradera. Paralelamente a la consolidación del poder nacional entre 1860 y 1880, las elites urbanas lograron subordinar a los caudillos respaldadas por éste, sentando las bases de los gobiernos oligárquicos provinciales y, luego, nacional. En el detallado análisis de las elecciones presidenciales de 1868, 1874 y 1880, Míguez encuentra cómo, consolidado el orden legítimo y gracias al despliegue del Estado nacional, el sistema federal de gobierno logrará horadar la hegemonía porteña inicial. De esta forma, la consolidación del poder nacional fue producto de la subordinación de las elites provinciales que, si bien resignaron autonomía local, lograron someter a los caudillos y ganar peso en un orden nacional que les era cada vez más satisfactorio. Aunque por momentos la división tajante entre caudillos y dirigencias urbanas resulta maniquea, el gran mérito consiste en mostrar que las provincias no eran un interior uniforme opuesto a Buenos Aires ni tampoco que los conflictos internos a ellas eran coletazos del contexto general. Por el contrario, afirma el autor, la política en cada provincia tenía más componentes locales que nacionales, pero como cada uno de los enfrentados necesitaba aliados externos para imponerse, sus conflictos repercutían nacionalmente. las tensiones ideológicas entre los grupos políticos ha sido magnificada por la historiografía. No solo recomienda poner entre paréntesis la clasificación entre unitarios y federales para entender la política de cada provincia, sino también evitar ver dos proyectos antagónicos en las facciones posteriores. Así, afirma que los federales constitucionalistas eran “liberales en su filosofía económica, social y política” mientras que los liberales eran, “en cuanto a su propuesta de organización institucional, federalistas” (p. 91). Es decir, donde gran parte de la historiografía había visto proyectos antagónicos que explicaban las “guerras civiles”; en Los trece ranchos la interpretación nos lleva a la inexistencia de tal disyuntiva. Míguez no ve en las agrupaciones (no aún partidos) diferencias ideológicas. Por el contrario, advierte una coincidencia y voluntad generalizada entre las dirigencias de organizar la nación unificada bajo los principios de una república federal y liberal abierta al mundo, y poder así superar el confederacionismo de hecho, más funcional a los caudillos. Las únicas discrepancias para lograr la ligazón definitiva entre los trece ranchos y Buenos Aires consistían en el lugar que debía ocupar esta última (y sus rentas aduaneras). Ante esto uno podrá preguntarse ¿si los diferentes bandos en pugna no tenían un conflicto doctrinario, por qué se peleaban (¡y de la forma que lo hicieron!)? ¿Tan solo por quiénes y qué espacio lideraría la nación que se intentaba organizar? Si bien el argumento es convincente y las pruebas dadas sobre lo errático y circunstancial de las alianzas son significativas, se corre el riesgo de no advertir que una parte significativa de la población se identificó realmente con esas banderas y se enfrentó con otros por ellas a tal punto de poner en juego sus propias vidas. Al mirar globalmente la obra se advierte que viene a cubrir algunas vacancias en la historiografía como a polemizar, aunque no directamente, con algunas interpretaciones sobre la formación de la Argentina como nación organizada que plantearemos brevemente. Si la obra de José Carlos Chiaramonte demostró la inexistencia de la nación durante la primera mitad del siglo XIX producto de la ausencia de una clase dirigente nacional; Los trece ranchos da cuenta de los vericuetos, 1 Esto nos lleva a la segunda cuestión que destacaremos y es otra de las fuertes apuestas de la obra. Según Míguez 1 Por ejemplo, Chiaramonte, José Carlos (1983), “La cuestión 195 ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 194-196 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 RESEÑAa Gustín GaliMberti Los trece ranchos. Las provincias, Buenos Aires... conflictos y arreglos que tuvieron que realizar las fragmentadas dirigencias provinciales para conformarse como nacionales. Queda aún por explicar la formación de las bases materiales de esa clase dominante, cuestión no abordada en el libro (y que requiere un enorme trabajo, necesariamente colectivo). Si Tulio Halperin Donghi explicaba los conflictos entre esas dirigencias entre la caída de Rosas y la federalización de Buenos Aires como “los treinta años de discordias”; en Los trece ranchos, extremando el planteo, más bien fueron “los treinta años de un enorme consenso difícil de poner en práctica”. Si gracias el libro de Oscar Oszlak veíamos el despliegue del Estado nacional “penetrando” sobre las provincias; Los trece ranchos no solo muestra el relevante papel que tuvieron las dirigencias provinciales en la construcción de la nación, advirtiendo una relación dialógica (y no solo la imposición del poder nacional), recalibrando el rol de las provincias y sus diferentes actores, sino también que la construcción de la Argentina unificada no fue una mera imposición porteña. En ese proceso, Juan Carlos Garavaglia 2 había demostrado, no solo la viabilidad estatal de la Confederación Argentina, sino también la centralidad del problema fiscal en la construcción de la nación; por su parte, Los trece ranchos concentra el análisis en el difícil dilema que tuvieron que resolver las dirigencias provinciales: sin Buenos Aires era muy difícil consolidar el orden, pero con Buenos Aires había un gran peligro de ser sometidas. Como explica Míguez, la disyuntiva se resolvió con un triunfo de esas dirigencias provinciales y del Estado nacional que lograron el sometimiento de la rica y díscola Buenos Aires, rancho catorce que no solo sacrificó su aduana (varios años antes) sino también su ciudad y su hegemonía, e incluso, su identidad. 4 3 Llegados a este punto de la reseña queda claro que, tanto por sus aportes históricos como historiográficos, Los trece ranchos es una invitación a repensar la formación de la Argentina como nación organizada. Por ello mismo, recomendamos su lectura que dará lugar, probablemente, a fructíferos debates. regional en el proceso de gestación del estado nacional argentino. Algunos problemas de interpretación”, en Palacios, Marco (comp.), La unidad nacional en América Latina, del regionalismo a la nacionalidad, México, El Colegio de México, pp. 51-86. 2 Halperin Donghi, T. (1980). Proyecto y construcción de una Nación (Argentina 1846-1880). Caracas: Biblioteca Ayacucho. 3 Oszlak, O. (1985). La formación del estado argentino. Buenos Aires: Editorial de Belgrano. 4 Garavaglia, J. C. (2015). La disputa por la construcción nacional argentina. Buenos Aires, la Confederación y las provincias (1850-1865). Buenos Aires: Prometeo. 196 RESEÑA ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 197-198 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 Los historiadores: una comunidad del saber. México, 1903-1955 Mora Muro, Jesús Iván (2021). México: El Colegio de Michoacán /El Colegio de la Frontera Norte, 275 páginas. " Jenny Zapata de la Cruz Universidad de Guanajuato/ estancia posdoctoral CONAHCYT-México (2022-2023). Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional En Los historiadores: una comunidad del saber. México, 1903-1955, encontramos un ejercicio interpretativo sincrónico y diacrónico del nacimiento de instituciones dedicadas a la investigación, la educación y la formación de profesionales de la Historia durante los primeros cincuenta años del siglo XX en algunos estados de la república mexicana. Para ello, Jesús Iván Mora recurre al concepto campo intelectual propuesto por Pierre Bourdieu, la noción de comunidad de Gerard Noiriel y hace un acercamiento metodológico a los estudios de revistas culturales, con la meta de ofrecer explicaciones concernientes a las asociaciones, relaciones e intereses políticos sobre el uso de la Historia de los letrados de finales del siglo XIX que transitaron a un siglo XX reestructurado por la revolución mexicana. El autor revela que esos historiadores formados de manera empírica con ideas decimonónicas sobre la búsqueda de la “verdad absoluta”, le darán paso al quehacer profesional de los historiadores de las primeras dos décadas del siglo pasado, los cuales labraron las rutas de la profesionalización con el entendimiento de que la Historia debía estar desvinculada de las visiones cientificistas y del fetiche del documento, cambios que se verán reflejados en las generaciones de historiadores de las décadas de 1940 y 1950 en México. Así, a lo largo de tres capítulos, el autor se compromete a explicar qué entiende por intelectuales asociados en comunidad, quiénes son aquellos historiadores por oficio y por formación académica que se diferencian de la vieja escuela o de las prácticas de historiadores no profesionales. Además de exponer cómo los historiadores autodidactas y los profesionales construyeron espacios impresos para esparcir ideas respecto del saber histórico, la defensa de posturas políticas, visiones de nación y cuestiones historiográficas, también traza las transiciones de la comprensión del pasado en las primeras dos décadas del siglo XX, “Los primeros maestros del oficio”, hasta culminar en la década de 1950 con “Los historiadores: una comunidad de especialistas”. Una de las preguntas planteadas en el libro –quizá la que conduce su pesquisa y reconstrucción del pasado– es la que Mora coloca en la mesa para discernir cuáles fueron las condiciones sociales, institucionales, epistemológicas para el surgimiento del historiador profesional, el académico del siglo XX. Para Mora, la respuesta se encuentra observando los intereses sociales, políticos e historiográficos de los historiadores –no profesionales y profesionales– y utilizando los debates teóricos y metodológicos de lo que ellos comprendían debía ser la Historia; lo cual se halla manifiesto en las revistas, memorias de congresos y libros. Con el análisis de los textos desplegados en todos los capítulos, hace una explicación de por qué fue importante la circulación de las visiones históricas de la Conquista, la Colonia y el México Independiente, sin duda, textos cargados de ideales –de poder simbólico, en el sentido de Pierre Bourdieu– es decir, cómo debía ser el perfil profesional del historiador. Mora no nos permite perder de vista que los espacios impresos denotan el poder hacer, el poder decir y el poder circular lo que se piensa de los historiadores y de las instituciones que forman y profesionalizan el quehacer del historiador. En este sentido, destaca en su reconstrucción histórica el empleo de fuentes poco analizadas entre los historiadores actuales, como las revistas: Ábside, América Española, Revista Mexicana de Estudios Históricos, Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, Anales y el Boletín del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, Revista Historia de América, Cuadernos Americanos e 197 RESEÑAJ enny zaPata de la Cruz Los historiadores: una comunidad del saber. México... Historia Mexicana; además, la revisión de periódicos, documentos del Archivo Histórico de la UNAM y las memorias de los congresos de Historia patria. Todas estas fuentes se han considerado aquí como huellas textuales del pasado, que nos permiten entender los intereses del autor sobre la deconstrucción y comprensión de los discursos entre los historiadores de los años aquí referidos. En este mismo contexto, plantea, a través del análisis de los congresos, la creación de revistas y la publicación de libros, cómo fue la transición de los debates históricos con intereses políticos a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, hacia las discusiones académicas ya de índole historiográfico en las décadas de 1940 y 1950. Nos exterioriza que aquellos debates eran álgidos, principalmente en cuanto a cómo debía entenderse el tiempo (el pasado en el presente) y la reconstrucción del pasado por medio del documento. En esas mismas lides encontramos la profesionalización de la historia con la apertura de la licenciatura en 1927 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en otras universidades estatales. Empero, tales discusiones académicas respecto al rumbo que debía tomar la formación de historiadores y la profesionalización de la Historia, mucho tuvieron que ver con la forja de redes de historiadores formados en la UNAM de frente a la llegada de los exiliados españoles que, apoyados por Lázaro Cárdenas, abrirían la Casa de España en 1938, luego llamado El Colegio de México, y otras instituciones como la Escuela Nacional de Antropología e Historia, organizaciones del Estado mexicano, pioneras en los derroteros de la profesionalización del conocimiento histórico. A través de una amplia revisión de intelectuales y académicos, Mora nos advierte que en las revistas, congresos y libros subyacen las relaciones sociales, la comunidad de intelectuales y profesionales, redes construidas desde principios del siglo XX en las que, a su vez, podemos encontrar el trance de la posturas historiográficas entre la generación de los historiadores no profesionales y aquellos que se formaron en la licenciatura en Historia (con posgrados en México y en el extranjero). Por ejemplo, para el estudio de la profesionalización de la historia y de los historiadores revisa –y reflexiona– los ideales de un Genaro García, Genaro Estrada o ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 197-198 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 Luis González Obregón, o de los profesores Carlos Pereyra, Nicolás León y Jesús Galindo, enfatizando así la bisagra generacional entre la “vieja guardia” y la formada por intelectuales como Alfonso Caso y Manuel Toussaint; hasta colocar en escena al exiliado español José Gaos, quien dio nuevos bríos a la disciplina de la Historia en México. Finalmente, Edmundo O´Gorman y Daniel Cosío Villegas, estos últimos representantes del cambio generacional entre un historiador no profesional y el profesional e institucionalizado académico de la Historia. Son varias las problemáticas que Muro nos invita a repensar en la formación y profesionalización de los historiadores en México; nos deja de tarea es cuestionar si hubo o no interés entre los historiadores de profesión de aquellos años por las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría en México, así como escudriñar si aquellos historiadores del medio siglo se manifestaron políticamente por los desaparecidos de los movimientos obreros, magisteriales, movimientos estudiantiles de universitarios y normalistas rurales, eventos ocurridos desde la década de 1930 hasta el “El Halconazo” en el sexenio de Luis Echeverría. Otras reflexiones que incita la obra de Mora se refieren a la profesionalización de la historia en México después de 1955 y hasta la actualidad: ¿qué ha sucedido con la formación de historiadores a fuera de la UNAM y de El Colegio de México? ¿Cuáles caminos historiográficos han tomado los historiadores que no se han educado en este sistema de redes institucionales? Basados en que aquellas primeras generaciones de historiadores “profesionales” surgieron de las dos principales instituciones del país ya mencionadas, podemos preguntarnos cuán centralizado quedó el quehacer histórico y su aprobación después de la década de 1950, situación que prevalece en el siglo XXI: las pautas de cómo hacer y qué hacer con la Historia la marca el centro del país. En conclusión, Los historiadores: una comunidad del saber. México, 1903-1955 nos estimula reflexionar los avatares de la profesionalización de la historia e historiadores durante medio siglo, cuya antesala fue el desgaste del cientificismo del siglo XIX. La obra alienta a repensar qué rumbos y en qué comunidades nos adherimos los historiadores de este siglo XXI y qué medios editoriales empleamos para esparcir nuestras visiones historiográficas. 198 ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 199-200 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 RESEÑA Sanadores, parteras, curanderos y médicas. Las artes de curar en la Argentina moderna Armus, Diego (Dir.) (2022). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional " Maximiliano Fiquepron Universidad Nacional de General Sarmiento - CONICET. En el año 2002, el historiador estadounidense David Sowell publicaba un trabajo tan creativo como riguroso, centrado en la vida de Miguel Perdomo Neira, un sanador colombiano de fines del siglo XIX. Pero más allá de la excelente labor de Sowell, el dato también era que la obra formaba parte de una compilación de otros trabajos igual de creativos e innovadores. El centro de esta constelación de autores era Diego Armus y el libro Entre médicos y curanderos: cultura, historia y enfermedad en la América Latina moderna. Desde entonces, Armus continúa con la excelente costumbre iniciada en ese ya lejano 2002: reunir a los más destacados investigadores del momento para componer un libro plural, ágil y sagaz sobre distintas aristas del mundo de la salud y la enfermedad. Este también es el espíritu de Sanadores, parteras, curanderos y medicas: las artes de curar en la Argentina moderna, publicado en el 2022 por la editorial Fondo de Cultura Económica. El libro cubre, temporal y regionalmente, las intrincadas relaciones entre toda una amplia gama de especialistas en el arte de curar y la sociedad argentina. En sus catorce ensayos, nos adentramos a esta diversidad de actores, modelos de curar y tensiones surgidas, retratadas desde fines del siglo XIX hasta nuestro atribulado siglo XXI. La propuesta también tiene como premisa reflejar la multiplicidad de escenarios y es por eso que la representación federal está muy presente. Así es que además de trabajos sobre la ciudad de Buenos Aires, podemos hallar investigaciones de provincias del centro y norte de Argentina (Córdoba, Jujuy, Santa Fe), con una vacancia de la región patagónica. La obra tiene una serie de puntos transversales, que recorren todos los capítulos, y que son uno de los aspectos más relevantes. El primero de ellos es la reconstrucción de toda una “paleta de colores” con el que se pinta el mapa de las artes de curar. Desde la homeopatía, pasando por el curanderismo, las terapias holísticas, la hipnosis o la reflexología, es destacable el esfuerzo por brindarnos una imagen de esta heterogeneidad tantas veces mencionada en otros estudios sobre el tema, pero que en ocasiones no pasa de ese marco enunciativo. Más aún, los trabajos nos muestran cómo operan estas diferentes trayectorias terapéuticas al momento de forjar relaciones de clase, de poder, género y, sobre todo, con los saberes diplomados. Evitando las dicotomías, la obra se nutre de una plasticidad muy elogiable ya que demuestra la pervivencia de un conjunto de tradiciones y culturas de atención muy variadas que, lejos de ser estáticas o inmutables, son reinterpretadas y utilizadas en diferentes espacios e instituciones. Un segundo elemento transversal, más de tipo metodológico, es la elección de pequeñas biografías con las cuales hilvanar cada capítulo. Esta elección es potente en dos sentidos. En primer lugar, permite reconstruir todo el contexto social, político y cultural que da sentido al evento que las y los autores despliegan en cada capítulo. Esto facilita la lectura para un lector más casual, logrando resumir en cada ensayo un pequeño debate sobre las prácticas curativas elegidas y el contexto histórico en el que se imbricaban. En segundo lugar, la elección de nombrar a los sanadores y sus conocimientos, de brindarles una entidad propia, por fuera de lo que el saber médico dictaminaba (y aún dictamina) sobre estas prácticas, es una operación de reconstrucción fiel, cuidada y acertada sobre esos saberes y trayectorias en sí mismos, recuperando no sólo la capilaridad y la lógica interna de cada uno de estos saberes alternativos, sino demostrando, en cada capítulo, que los saberes expertos avalados por la ciencia moderna no dejan de dialogar y entrecruzarse con otras formas de pensar la salud y la enfermedad. En otras palabras, la posibilidad de ver encarnada la situación (incluida las tensiones públicas y los debates) en personas cuyas biografías son retratadas 199 RESEÑAM axiMiliano FiquePron Sanadores, parteras, curanderos y médicas. Las artes... muy rigurosamente, permite una reconstrucción “al ras del suelo” de la vida social que late debajo y entre cada enfermo, entre cada sanador, entre cada médico. La obra también propone pensar y debatir una serie de conceptos clave, que son tratados en todos los capítulos. Uno de ellos es el de hibridación, entendiendo por ello una mixtura (se habla también de “zonas grises” o “márgenes”) entre el mundo de los saberes biomédicos y otros procesos de sanación. La intención es la de evitar los binomios salud/enfermedad, legal/ilegal o lego/experto y, siguiendo las palabras de Armus, salir de esta suerte de “jungla conceptual” que impide pensar con claridad el proceso en cuestión. En otras palabras, de acuerdo con Armus, términos como aculturación, sincretismo, fusión, mestizaje o cristalización son conceptos útiles pero limitados, que no logran representar la porosidad y dinamismo de las zonas grises de la medicina. La propuesta resulta altamente seductora, ya que la invitación a desmalezar este mundo de conceptos es sin dudas elogiable. No obstante, quizás el concepto de hibridación no pueda librarnos de esta tarea. En primer lugar porque este concepto en vez de definir las características de un fenómeno, más bien identifica dos o varios elementos que se combinan y, en vez de fusionarse o transformarse en algo nuevo, se hibridan, manteniendo características previas aún reconocibles. Esto trae como consecuencia que no se consigue explicar cómo se produjo esa combinación, por qué en ocasiones funciona, pero por qué en otras tantas no. En otras palabras, la hibridación resulta útil para criticar los esencialismos y las posturas dicotómicas, pero no ayuda a pensar cómo funciona en sí mismo este concepto. Se transforma así en un concepto dependiente del contenido contextual que elijamos, y, paradójicamente, en un concepto vacío, sin capacidad de explicar el momento histórico o social elegido, sino más bien el de reconocer las partes que lo conforman. Por último, un elemento que está presente en varios capítulos (sobre todo aquellos dedicados al siglo XIX) es una tendencia a retratar los conflictos públicos que se producían con estos sanadores, más que los vasos comunicantes entre ambos mundos. Aquí también considero que no se debe confundir la impugnación pública de parte de la corporación médica como anulación o negación del otro. En el campo de la salud, el cruce entre ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 199-200 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 sanadores habilitados y prohibidos es una relación dialéctica y necesaria, y en muchas oportunidades las disputas de poder son las que traccionan las enemistades, más que el mero accionar sobre la salud. Enfocarnos en los puntos de unión, y no tanto en la confrontación y el escándalo, es una tarea tan necesaria como novedosa. En este sentido los trabajos más volcados al siglo XX y XXI son los que logran aportar miradas más novedosas. Daniela Testa (enfocada en reconstruir la vida de la enfermera Gwendolyn Shepherd durante los brotes de poliomielitis de mediados del siglo XX), Mariana Bordes (que reconstruye la trayectoria de dos especialistas en reflexología podal, que trabajan en hospitales actualmente) y Betina Freidin (que nos muestra la vida de dos médicos diplomados que adoptan la homeopatía dentro de su repertorio clínico) son los más innovadores y se celebra esta mirada fresca y creativa sobre el campo de la salud. También resulta muy valioso el trabajo de Ana Lucía Olmos Álvarez, que realiza una etnografía sobre el padre Ignacio, el cura sanador santafesino. En conclusión, Sanadores, parteras, curanderos y médicas es otro libro riguroso, plural, ágil y atrapante, dirigido por Armus, como ha ocurrido con La ciudad impura o Entre médicos y curanderos. Se evidencia en cada ensayo la incidencia que, en los distintos períodos históricos, tiene el Estado, la economía, la política, la sociedad y la cultura en esta trama que se teje entre enfermos, especialistas en el arte de curar y otros sectores de la sociedad argentina. Se consigue ver, a contraluz de estos relatos, la historia de la ciencia y sus métodos, sus tensiones, actores e interlocutores. La obra es también una propuesta para pensar y debatir historiográficamente sobre los conceptos que sostienen los estudios de la salud y la enfermedad, y nos invita a reflexionar sobre áreas que seguramente continuarán investigándose: ¿El mercado puede modificar nociones sobre la salud y la enfermedad? ¿Cuál es el lugar de lo político en este fenómeno? ¿Qué podemos decir de la capacidad de agencia de los enfermos para intervenir (o no) en su propio proceso? Reconstruir y debatir en torno a estas inquisiciones y conceptos (como el de hibridación) son elementos centrales para reubicar las preguntas (y sobre todo las respuestas) que se sucedan de estas indagaciones. 200 ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 201-202 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 RESEÑA La reinvención del peronismo (1955-1965) Ehrlich, Laura (2022). Bernal: Universidad Nacional de Quilmes Editorial. 312 páginas. " Juan Pablo Fossati Facultad de Ciencias Humanas - Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires (UNCPBA). Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional Desde una perspectiva que combina historia intelectual y cultural Laura Ehrlich ilumina sobre hechos relevantes de la “segunda época” en la historia del peronismo. La problemática que plantea La reinvención del peronismo (1955-1965) es cómo sobrevivió y se transformó la cultura política del peronismo en la década que le siguió a su derrocamiento. La historiadora coloca la lupa en una serie de elementos como el activismo periodístico, el significado de las conmemoraciones rituales, las prácticas, sociabilidad y simbolismo de las juventudes peronistas y las ideas y batallas expresadas a través del lenguaje. De distinta forma, todos estos elementos contribuyeron a aunar una visión de mundo compartido y su observación le permite reflejar las trasformaciones en la cultura política de un conjunto no homogéneo de peronistas que se manifestaron en contra del escenario político establecido después de 1955. El libro se organiza en seis capítulos, de los cuales en los dos primeros se aborda la actividad periodística entendida como soporte y productora de la cultura política. En el primero de ellos expone los rasgos característicos de quienes estuvieron detrás de los emprendimientos periodísticos, de los cuales remarca que la mayoría de ellos habían transitado por ámbitos de legitimación antes y durante la década peronista. Así, destaca que la continuidad del elenco periodístico habría proporcionado de credenciales a los intelectuales para acudir a viejos contactos que colaboren en la distribución y comercialización ante los problemas de censura y financiamiento. Además, analiza la relación con el público lector, donde detecta la interpelación para que quienes poseían los impresos en sus manos se involucrasen en el sostenimiento de la actividad de agitación. En el segundo capítulo profundiza la observación textual y gráfica en relación con la dinámica político-periodística entre los años 1955-1958. De tal modo, examina el intento de revistas como El 45, Palabra Argentina y El Descamisado por inscribir al derrocado peronismo en tradiciones políticas más amplias. Pese a la ambigüedad que significaba este propósito con respecto al partido depuesto, la autora expone que, de igual manera, estas publicaciones lograron sedimentarse en la memoria de los peronistas como la prensa perseguida y heroica que participó de la resistencia peronista. A su vez, reconstruye las trayectorias periféricas y las actividades intelectuales de los directores Alejandro Olmos de Palabra Argentina y Hernán Benítez de Rebeldía, ya que ambos habrían actuado como ideólogos del justicialismo. En contraste con estos itinerarios más autónomos, explora los impresos que pugnaron por ocupar el lugar de órgano oficial de difusión del movimiento como Línea Dura y Norte de Mariana Granata y Alberto Campos, respectivamente. Así, explica que estos estuvieron menos preocupados por ensayar tareas intelectuales y más interesados por divulgar el ideario peronista y la identificación con el líder exiliado a través de recursos gráficos. En el siguiente capítulo considera a las conmemoraciones rituales como eventos claves para forjar un sentimiento de pertenencia a la comunidad política. A raíz de esta idea, examina crónicas y testimonios militantes para indagar lo que ocurre en la masa que se manifiesta en las ceremonias del calendario peronista en distintas ciudades del país. En particular, observa el 17 de octubre, el 26 de julio y el recién incorporado 9 de junio. A través de la reconstrucción pormenorizada, demuestra el cambio de significado que tuvieron estas tres ceremonias para los peronistas que participaron de ellas. Bajo el nuevo contexto, la ahora reinventada identidad de la comunidad política peronista asistía a un 17 de octubre con tono de protesta, mientras crecía la imagen de Eva Perón como símbolo de peronismo combativo e incorporaba acontecimientos y figuras nuevas como los mártires de la resistencia. Para la investigadora, estas manifestaciones ceremoniales no solo contribuyeron a reinventar los significados de 201 RESEÑAJ uan Pablo Fossati La reinvención del peronismo (1955-1965)... ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 201-202 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 la identidad política, sino que también fueron algunas de las instancias donde se estructuraron las organizaciones juveniles. A estos actores y sus prácticas, redes de sociabilidad y simbología le dedica el cuarto capítulo. Allí, subraya que en la formación de estas agrupaciones incidieron las redes familiares y, en especial, los espacios de sociabilidad callejeros donde estos jóvenes compartieron candentes debates y hasta riñas con juventudes de otras corrientes políticas. A su vez, analiza la narrativa simbólica que estas agrupaciones hacían de sí mismas y el rol que se otorgaban en el pasado, presente y futuro del movimiento. En esta operación, Ehrlich distingue el papel misional, heroico y de vanguardia que se reservaron para sí los jóvenes identificados con Perón. Lo interesante de esto es que la simbología, así como también las prácticas políticas y rasgos ideológicos, fueron heredados y transmitidos de la cultura política nacionalista. En otras palabras, la investigación revela que las juventudes peronistas se nutrieron del espectro político ideológico nacionalista antes que por la influencia de otras vertientes políticas como podía ser la izquierda. los impulsos por integrar el peronismo. La historiadora recalca la importancia del carácter político-ideológico en estos activistas, cosa que estuvo ausente en la idea de consciencia práctica del historiador británico. Sobre esto último tratan los dos capítulos que concluyen la obra. En el primero de estos, analiza el lenguaje para atender a las ideas y combates ante el enemigo externo e interno que se expresaron a través de él. Así, presenta los nuevos tópicos, sus significados y la resonancia que cobraron algunos conceptos como intransigencia y traición para reformular las coordenadas de apelación a la propia identidad peronista. Según razona Ehrlich, esta reformulación estuvo marcada por el nuevo contexto de proscripción y de rechazo al sistema de partidos que vivió el peronismo de la segunda época. Elementos que, en varios casos, provenían del nacionalismo o del radicalismo. Asimismo, estrecha un contrapunto con Daniel James por la explicación que brinda en Resistencia e integración sobre los activistas combativos que rechazaron En suma, este argumento es de los más considerables, pues demuestra que durante la década que le siguió a 1955 los peronistas observados estaban más confines a las ideas, símbolos y prácticas de la tradición política nacionalista que a la nueva izquierda o tendencia revolucionaria. Como explica la misma Ehrlich, esta interpretación es resultado de examinar la década desde las múltiples expectativas de futuro que vivieron los peronistas. En tanto, se previene de considerar al periodo como una antesala de lo que vino después, operación a veces resbalosa pero medular de este oficio. Asimismo, se valora el enfoque analítico para investigar el periodo, esta operación intelectual provee una novedosa entrada para comprender las ideas, significados y comportamientos de los peronistas fuera del poder. El capítulo final lo destina a rebatir las investigaciones que catalogan como izquierda peronista a aquellos políticos y sindicalistas que desde la Revolución Libertadora hasta entrado los años sesenta se opusieron a las alternativas de integrar al peronismo al sistema político. A reglón siguiente, cavila y se interroga por qué se incurre en esta especie de anacronismo, quiénes y con qué objetivos usaron esta atribución para describir al peronismo. El examen evidencia que esta asociación no surge por parte de los peronistas, por lo tanto, expone que provino de cruzadas anticomunistas de los sucesivos gobiernos y de medios de comunicación en el marco de la Guerra Fría, o en simultáneo, de deseos –derivados de fracciones de partidos de izquierda– de confluir con la masa peronistas a través de los lazos con la dirigencia más combativa. 202 RESEÑA ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 203-205 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 Lo que no sabemos de Malvinas. Las islas, su gente y nosotros antes de la guerra Carassai, Sebastián (2022). Buenos Aires: Siglo XXI, 298 páginas. " Francisco Novas Facultad de Filosofía y Letras-UBA. Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional La publicación ofrece una renovación y una actualización de numerosos eventos sobre la historia de Malvinas del siglo XX. La propuesta contiene cuatro ejes: argentinos que viajaron a las islas entre 1936 y 1971 y publicaron al respecto, perspectivas kelpers sobre su desarrollo y futuro (1961-1971), el Acuerdo de Comunicaciones de 1971, y las producciones musicales de diversos artistas desarrolladas entre 1941 y 1982. En el primer capítulo, el autor se sostiene en los viajes de J. C. Moreno, H. Solari Yrigoyen, F. Mirré, R. Gleyzer, G. Rozenmacher, R. Crosby, J. M. Moneta, C. Greslebin, A. Canclini, E. Quintana, además de los promovidos por las revistas Panorama y Gente, para reconstruir el período 1936-1971. Dichas fuentes exponen que un sector de estos viajeros estaba de acuerdo con el reclamo soberano y prestaron atención a las precarias condiciones en las que vivían los isleños. Sin embargo, para otros viajeros, como Greslebin, Canclini y Quintana, la vida en las islas presentaba estadísticas y condiciones que impedían hablar de un atraso, lo que generaba opiniones divergentes en torno a si Malvinas era un territorio prolífico en materia de productividad y capacidad para sostener y desarrollar la vida de los kelpers, y si los isleños deseaban o no ser argentinos. El autor, a su vez, enfatiza el rol de dos figuras: Solari Yrigoyen y Moreno, quienes a pesar de sus inclinaciones políticas –el primero proclive al radicalismo y el segundo al peronismo–convergían analíticamente en qué hacer con Malvinas, abrevando en sus estudios contra el colonialismo inglés y la situación de los isleños, exponiendo así la unidad que podía generar el tema. El segundo capítulo transita las perspectivas isleñas sobre las actitudes y posiciones argentinas. Desde un abordaje basado en fuentes locales, como los diarios y la voz de los habitantes, el autor reconstruye las intenciones e intereses de ese momento histórico (1960-1971). De esta manera, el capítulo permite discernir las ambigüedades existentes entre la política británica, la pretendida por los kelpers, y la posición argentina. En numerosas ocasiones se observa cómo los isleños demandaban a la Corona políticas defensivas, financieras y diplomáticas, las cuales Gran Bretaña no lograba zanjar. Asimismo, muestra cómo Argentina buscaba capitalizar algunas cuestiones espinosas que los propios kelpers se preocupaban por superar, como el crecimiento del déficit, las migraciones y las limitaciones económicas de las islas. Entre otras problemáticas, el autor suma el contexto de descolonización, la sanción de la Resolución 2065 (XX) de la Asamblea General de la ONU (de 1965), y la contradicción con el imaginario isleño, que se aferraba a la idea de continuar siendo una colonia del Reino Unido, marcado por el peso de tradiciones culturales y una persistente identificación como ciudadanos británicos. Esto, sin embargo, contrastaba con medidas legales concretas, como el Acta de Inmigración sancionada en 1962, la cual impedía a los miembros de la Commonwealth emigrar libremente a la madre patria (2022: 113). Los vuelos de Fitzgerald, el Operativo Cóndor, y el Memorándum frustrado de 1968, son también analizados por el autor. Como se recordará, Miguel Fitzgerald fue el primer argentino en volar a las islas; el Operativo Cóndor consistió en el secuestro de un avión de Aerolíneas Argentinas que viajaba a Río Gallegos, desviándolo al hipódromo de la entonces ciudad de Port Stanley; y el Memorándum de 1968 buscó abrir la posibilidad para una transferencia de soberanía. Iniciativas todas, que los isleños interpretaron como fuertes presiones, y dieron origen a tendencias localistas redundando en la emergencia de una identidad isleña, y la formación de lobbies kelpers, las cuales buscaron obstaculizar cualquier acuerdo con Argentina. Carassai definirá a este capítulo como la década del optimismo 203 RESEÑAF ranCisCo novas Lo que no sabemos de Malvinas. Las... para los argentinos y de incertidumbre para los isleños (2022: 85). El tercer acápite se focaliza en los Acuerdos de 1971. Con mirada aguda, el autor plantea no solo la compleja evolución de los derroteros entre isleños y británicos, sino también las divergencias respecto de este tema en el seno de la dirigencia argentina. A pesar de ello, lo que más se resalta son los avances logrados entre Argentina y Gran Bretaña en el armado de una convivencia posible en Malvinas. Carassai deja muy pocos datos librados al azar, y enhebra con amplia claridad cómo la política nacional emprendida por el Estado argentino, a partir de empresas como LADE, YPF, el envío de maestras, las iniciativas de la Universidad Nacional de Tucumán, la participación de clubes deportivos, becas para los kelpers, y otras medidas de integración, fueron signos que expusieron las ventajas y posibilidades de una comunicación posible entre los isleños y la Argentina continental. Lo que se plasma en esa década es también el fervor alcanzado: la sociedad argentina se vio fuertemente movilizada por la cuestión, que se hizo cada vez más popular, y diarios como Crónica o Panorama, e incluso dirigentes políticos, llegaron a publicitar la idea de ocupar las islas por la fuerza. Carassai definirá como bifronte a la diplomacia argentina de esos años, en tanto internamente expresaba un fuerte discurso anticolonial y, en reverso, brindaba infraestructura para el desarrollo de las islas y encaraba una política de seducción, a la vez que en los foros internacionales insistía con argumentos de tipo legal. Como contraparte, en el seno isleño se observa la profundización de lobbies que presionaban con el fin de lograr para que los contactos con Argentina caducasen. Las exigencias al Parlamento británico y a sectores despreocupados por los acercamientos con América Latina buscaron, de ese modo, obstaculizar las propuestas sugeridas por Argentina. Empleando un interesante material gráfico de esos años, Carassai cristaliza pormenores de la época casi ocultos, que dan cuenta de una necesaria reactualización de la historia de las islas Malvinas, y de un trabajo que sintetiza, entre texto e imágenes, un entramado político sumamente complejo. Es de señalar que el autor no comparte las hipótesis que usualmente se formulan, y que pueden resumirse en que, de haber proseguido los Acuerdos de 1971, las islas estarían bajo soberanía argentina. En cambio, entiende ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 203-205 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 que se había llegado a un freno en las negociaciones, dado principalmente porque buena parte de los isleños rechazaban la idea de una administración argentina – en tanto se identificaban como británicos–. Asimismo, la fuerte inestabilidad política del país por esos años dificultaba las conversaciones; desde 1971 a 1982 se sucedieron doce ministros de Relaciones Exteriores y diversos regímenes políticos (2022: 211-212). El cuarto capítulo narra cómo numerosos cantautores argentinos, desde 1941 a 1982, hicieron de Malvinas un eje de sus producciones artísticas. El género dominante al respecto fue el folclore, en tanto expresión popular del conjunto de las provincias, y transversal al imaginario nacionalista. El rock, por su parte, que tendrá gran relevancia durante y después del conflicto, poseía hasta entonces un solo tema musical relacionado con las islas, perteneciente a Miguel Cantilo y al dúo Pedro y Pablo. Para lograr su objetivo, el autor utiliza como acervo las canciones registradas en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC), buscando con este abordaje descorrer el análisis de Malvinas desde una perspectiva de élites, en tanto los diplomáticos y dirigentes discutiendo el tema son solo una parte de los actores involucrados, y reposarlo sobre un colectivo representado, de alguna forma, por músicos pertenecientes a otros estratos sociales y orígenes, dando cuenta de un impacto crecientemente significativo en la cultura popular. De esta manera, y siguiendo la idea de Bárbara Rosenwein, para Carassai se construye una “comunidad emocional” desde el llano de la sociedad, que produce un sistema de sentimientos previo al conflicto de 1982, y que en parte puede explicar la emocionalidad que genera. En las canciones, los ejes abordados son numerosos, pero también guardan relación con un contexto y una temática que cruza esa musicalidad: así, las conversaciones diplomáticas, el Operativo Cóndor, los vuelos de Fitzgerald, el perfil feminizado de las islas y la idea de recuperar las Malvinas por la fuerza, son ejes que atraviesan frecuentemente el cancionero. El autor cierra el capítulo con temas musicales producidos en los primeros días de la guerra, en los que las representaciones construidas pasan a identificar a los británicos como piratas, resignificando a los héroes de la Independencia nacional e instalando al gaucho como figura simbólica. Al mismo tiempo, obviamente reivindican también a las 204 RESEÑAF ranCisCo novas Lo que no sabemos de Malvinas. Las... tropas argentinas, reafirmando con mayor énfasis aún las convicciones tradicionales ligadas a la recuperación de las islas. En síntesis, el libro aporta fuentes y temas poco explorados en la narrativa malvinense. Las décadas que se extienden desde 1930 a 1970 se presentan necesarias para un estudio superador de la historia de Malvinas. El autor indaga al respecto en publicaciones poco explotadas, como las realizadas por argentinos continentales que viajaron a las islas, recupera la visión de los medios isleños sobre las relaciones con el continente, caracteriza ISSN 1850-2563 (en línea) / ISSN 0524-9767 (impresa) Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 59 (julio-diciembre, 2023): 203-205 doi: 10.34096/bol.rav.n59.12977 los complejos y cambiantes caminos de la diplomacia nacional, británica e isleña durante las conversaciones de 1970, y la construcción de una cultura malvinense entre 1941 y 1982. Esto permite reponer escalas temáticas previas al conflicto, y poner de relieve el rol de nuevos debates y actores sociales. El trabajo, de esta forma, se enmarca historiográficamente dentro de producciones recientes, que abordan un período similar (Tato y Dalla Fontana, 2020) y temáticas semejantes (Erlich, 2015; Lanús, 2016; Gómez, 2021), contribuyendo a la ampliación de las perspectivas sobre el tema siempre convocante y en torno al cual aún resta mucho por saber. 205