DICIEMBRE 2014
88
Colaboraciones de
88
2014
TERESA CABAñAS
LUÍS ADRIANO DE SOUzA
CEzAR
MARIA LúCIA DAL FARRA
REBECA ERRázURIz CRUz
MARY LUz ESTUpIñáN
IVANA FERIgOLO
MóNICA gONzáLEz gARCÍA
SUSANNE KLENgEL
HORST NITSCHACK
ANA pIzARRO
MATÍAS REBOLLEDO
JULIO SOUTO SALOM
ROBERTO SCHwARz
ALEJANDRO FIELBAUM
SILVIANO SANTIAgO
NATALIA LópEz RICO
Departamento de Literatura
UNIVERSIDAD DE CHILE
UNIVERSIDAD DE CHILE
Facultad de Filosofía y Humanidades
FUNDADA EN 1842
Departamento de Literatura
Rector: ENNIO VIVALDI VÉJAR
Decana: MARÍA EUgENIA góNgORA
Vicedecana: MARÍA EUgENIA HORVITz
REVISTA CHILENA DE LITERATURA
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Director: BERNARDO SUBERCASEAUX
Comité de Redacción: EDUARDO gODOY, IRMTRUD KÖNIg, LUz áNgELA MARTÍNEz,
CRISTIáN MONTES, LEONIDAS MORALES, HORST NITSCHACK, ALICIA SALOMONE,
EDUARDO THOMAS, LUIS VAISMAN, DAVID wALLACE.
Secretaria de Redacción: BERNARDA URREJOLA, correo electrónico:
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Coordinadora Red: VALENTINA ASCENCIO, correo electrónico:
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Comité Editorial: IVáN CARRASCO, Universidad Austral de Chile, Chile; SANTIAgO
DAYDÍ-TOLSON, Universidad de Texas, EE.UU.; OTTMAR ETTE, Universidad de potsdam,
Alemania; LUCÍA INVERNIzzI, Universidad de Chile, Chile; AMADEO LópEz, Universidad
de parís X, Francia; FÉLIX MARTÍNEz BONATI, Universidad de Columbia, EE.UU.;
FERNANDO MORENO, Universidad de poitiers, Francia; NAÍN NóMEz, Universidad de
Santiago de Chile, Chile; MARCOS pIASON NATALI, Universidad de São paulo, Brasil;
JOSÉ pROMIS, Universidad de Arizona, EE.UU.; gRÍNOR ROJO, Universidad de Chile,
Chile; gUILLERMO gOTSCHLICH, Universidad de Chile, Chile; gLORIA VIDELA DE
RIVEROS, Universidad de Cuyo, Argentina.
Este número de la Revista Chilena de Literatura contó con el apoyo de CONICYT (Fondo de
Publicaciones Cientíicas) y de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
Revista Chilena de Literatura está incluida en: I.S.I.; JSTOR; Arts & Humanities Citation
Index (A&HCI) and Current Contents/Arts & Humanities (CC/A&H). Web of Science;
Scientiic Electronic Library on line SciELO www.scielo.cl; ERIH (European Reference Index
for the Humanities); MLA Bibliography (Modern Language Association); HAPI. Hispanic
American periodical Index. Estados Unidos; Review of Review del Bulletin of Hispanic
Studies. Liverpool, Inglaterra; Bibliografía Española publicada por el Ministerio de Cultura
Español; CLASE (Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades) UNAM
desde 1997 solo acceso vía Internet; Ulrich’s International Periodical Directory. Estados
Unidos; Servicio al día, ofrecido por el SISIB de la Universidad de Chile. google Scholar.
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ISSN 0048-7651 versión impresa
ISSN 0718-2295 versión electrónica
88
DICIEMBRE 2014
SUMARIO
MóNICA GoNzáLEz GARCíA, HoRSt NItSCHACk
BERNARDo SUBERCASEAUx. Introducción
y
5
I. ESTUDIOS
CABAñAS, tERESA. Os surpreendentes caminhos da estética: a poesia
marginal dos anos 70
9
CEzAR, LUíS ADRIANo DE SoUzA. Mutismo ancestral: a sorte dos índios
37
DAL FARRA, MARIA LúCIA. A mística em Agustina Bessa-Luís e
Clarice Lispector
63
ERRázURIz CRUz, REBECA. Antonio Candido y el problema de la
tradición: el lugar de Oswald de Andrade
77
EStUpIñáN, MARy LUz. Una escritura propia. Anotaciones sobre
literatura marginal en Brasil
95
FERIGoLo, IVANA. “A dança da solidão”: a condição narrativa em
Solidão continental, de João gilberto Noll
113
GoNzáLEz GARCíA, MóNICA. Hambre, revolución y derrota: el Cinema
Novo y los desencuentros de la modernidad latinoamericana
127
kLENGEL, SUSANNE. El estilo de la historia en los tiempos de guerra:
gilberto Freyre y los ensayistas latinoamericanos en la obra de
Fernand Braudel
153
NItSCHACk, HoRSt. gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda:
mestiçagem y cordialidade como estrategias de convivencia
173
pIzARRo, ANA. Los ‘empates’ y la memoria del caucho
199
REBoLLEDo, MAtíAS. Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del
realismo actual
215
SALoM, JULIo SoUto. La literatura marginal periférica y el silencio
de la crítica
235
SCHwARz, RoBERto. Una trayectoria de nuestro tiempo
265
II. NOTAS
FIELBAUM, ALEJANDRo. Los laberintos de la raíz: Silviano Santiago
recorre a Octavio paz
291
SANtIAGo, SILVIANo. Meditación sobre el oicio de crear
299
III. DOCUMENTOS
ALEJANDRo FIELBAUM y REBECA ERRázURIz CRUz. El entre-lugar como
un pensamiento del riesgo. Entrevista a Silviano Santiago
309
LópEz RICo, NAtALIA. Teorizar en un país periférico. Entrevista a
Luiz Costa Lima
319
IV. RESEÑAS
pASSoS, JoSé LUIz. O sonâmbulo amador. Río de Janeiro: Alfaguara,
2012. 271 pp. por Mónica gonzález garcía
337
SCHwARCz, LILIA MoRItz. Nem preto nem branco, muito pelo contrário.
Cor e raça na sociabilidade brasileira. São paulo: Claro Enigma,
2012. 152 pp. por Renata pontes
340
wISNIk, JoSé MIGUEL. Veneno remédio. O futebol e o Brasil. São paulo:
Companhia das Letras, 2013. 446 pp. por Iván pérez Daniel
345
V. RED DE REVISTAS
351
INTRODUCCIóN
El concepto de América Latina, instalado en el siglo XIX como contraste a la
América sajona, designa las partes del nuevo mundo que fueron colonizadas
por naciones de la Europa latina como España, Francia y portugal, y engloba
a los países que hablan español y portugués. La diferencia de lengua y
probablemente también las diferencias históricas, entre lo que fue un imperio
hasta bien avanzado el siglo XIX y las nuevas repúblicas, han incidido en una
cierta separación y distancia cultural y no en un intercambio, incomunicación
que se releja particularmente en el sector de la literatura y el ensayo. Esto
resulta problemático, asimismo, si consideramos que en el transcurso del
siglo XX Brasil se convirtió, en términos de su economía y su población,
en una de las naciones importantes del mundo. Sea porque continuamos
en la tradición del “Tratado de Tordecillas”, que dividió el continente en
dos regiones, o sea debido a los medios de comunicación, que producen
imágenes del otro que tienden a fortalecer clichés y preconceptos, es que
consideramos imprescindible contribuir a conocimientos más detallados
y estimular el diálogo entre las Américas luso-falante e hispanohablante,
motivación principal del presente número.
El proceso de modernización de Brasil, de su sociedad y su cultura posee
características particulares que se arrastran desde la Colonia y responden al
desafío de construir una nación en un contexto de pluralidad étnica y cultural,
de extensión geográica y de una situación geopolítica en vecindad con países
de tradición hispana. Teniendo en cuenta esta realidad y el desconocimiento que
hay en los países hispanohablantes de la enorme vitalidad de la cultura brasileña,
es que la Facultad de Filosofía y Humanidades, a través del Departamento
de Literatura y del Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos, viene
impartiendo desde el año 2004 cursos a nivel de postgrado en literatura y
cultura brasileñas. Se ha generado así una dinámica de profesores brasileños
invitados, de adquisición de bibliografía en lengua portuguesa, de graduados
que han realizado o están realizando sus tesis sobre literatura o cultura
brasileña y también, y muy especialmente, las Jornadas Brasileñas que se
realizan anualmente desde el 2006, en las que tienen participación destacada
los propios alumnos. Este año, sin más, las Jornadas se centraron en la Cultura
Brasileña en Dictadura, y contaron con una conferencia magistral del profesor
José Miguel wisnik de la Universidad de São paulo. Es en esta perspectiva,
de establecer y profundizar puentes, que con el apoyo de Conicyt la Revista
6
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Chilena de Literatura decidió realizar un número especial sobre la literatura
y la cultura brasileña, invitando como coeditores al profesor Horst Nitschack
y a la profesora Mónica gonzález garcía.
Los artículos reunidos muestran que las culturas brasileñas del siglo XX
han reaccionado a estos desafíos con estrategias y manifestaciones muy
diversas, tanto hacia dentro como hacia fuera. Como Oswald de Andrade lo
reivindicara en el Maniiesto Pau Brasil, la cultura brasileña se convirtió, en
el contexto internacional, en una cultura de exportación gracias a sus prácticas
“antropofágicas” que no temieron la incorporación y la apropiación de culturas
‘ajenas’. A nivel nacional, el campo cultural brasileño se ha transformado en
un espacio en que se maniiestan los sujetos y actores culturales más diversos:
representantes de élites, sectores populares y grupos marginales. La diversidad
de los actores y los medios, los múltiples diálogos y negociaciones que éstos
realizan, usando tanto los medios tradicionales como los de tecnologías
avanzadas, han contribuido a que el campo cultural se convirtiera en una
instancia decisiva en el proceso de articulación de nuevos sujetos políticos que
muestran su presencia a nivel nacional e internacional. Ello se releja en textos
que se hacen cargo de intelectuales, escritores y movimientos decisivos para
el debate cultural brasileño: de gilberto Freyre, Sérgio Buarque de Holanda
y Antonio Candido, a críticos culturales contemporáneos, como Luiz Costa
Lima, Silviano Santiago y Roberto Schwarz; del Modernismo, pasando por
la Tropicália y el Cinema Novo, a las culturas marginales actuales; de autores
que fundaron la literatura brasileña moderna, como Oswald de Andrade y
Clarice Lispector, a autores muy distintos que han marcado la escena literaria
de ines del siglo XX y principios del XXI, como Milton Hatoum, João
gilberto Noll, Luiz Ruffato y Ferréz.
por supuesto, la diversidad y complejidad de las culturas brasileñas
de todo un siglo no se agotan en solo un número de revista. pero estamos
convencidos de que se trata de una propuesta sugerente tanto para lectores
ya familiarizados con las culturas y literaturas brasileñas, como para quienes
se interesan por ellas.
Bernardo Subercaseaux
Director
Revista Chilena de Literatura
Mónica gonzález garcía y Horst Nitschack
Editores invitados
I. ESTUDIOS
REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 9-36
OS SURpREENDENTES CAMINHOS DA ESTÉTICA:
A pOESIA MARgINAL DOS ANOS 70 *
Teresa Cabañas
Universidade Federal de Santa Maria
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
El presente trabajo intenta realizar una revisión de la poesía marginal brasileña surgida en los
años setenta. para eso, se la considera como una manifestación estética desajustada de los
patrones poéticos modernos, con lo cual pasa aquí a proponerse la idea de que esta poesía habría
modiicado algunos de los parámetros tradicionales del quehacer poético, sobre todo a partir
de la entrada en escena de nuevos agentes sociales y de sus modos sensibles diferenciados.
Al mismo tiempo, se pone en discusión la pertinencia de algunos principios críticos utilizados
para su interpretación y valoración por parte de la crítica académica.
pALABRAS CLAVE: poesía marginal, inestabilidad estética, reapropiación estética.
O texto propõe uma revisão da poesia marginal brasileira, surgida nos anos 70. Considerada
uma manifestação estética desajustada dos padrões poéticos modernos, propõe-se aqui a
idéia de que esta poesia expressar o que se acredita seja uma modiicação dos fundamentos
tradicionais do fazer poético, sobretudo a partir da entrada em cena de novos agentes
sociais e de seus modos sensíveis diferenciados. Ao mesmo tempo, coloca-se em discussão
a pertinência de alguns princípios críticos utilizados para a sua interpretação e avaliação
por parte da crítica acadêmica.
Palavras-chave: Poesia marginal, instabilidade estética, reapropriação estética.
This article sets out to present a review of Brazilian marginal poetry that emerged in the 1970s.
To do so, it is considered as a maladjusted aesthetic manifestation of modern poetic patterns,
*
As idéias que aqui se apresentam estão desenvolvidas no livro Cabañas (2009).
10
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
with which the idea is proposed that this poetry may have modiied some of the traditional
foundations of poetic production, particularly since the emergence of new social actors and
their different sensitive ways. At the same time, this article discusses the relevance of certain
critical principles that are used by academic criticism for their interpretation and evaluation.
Keywords: marginal poetry, aesthetic instability, aesthetic re-appropriation.
A QUESTÃO TEóRICA
Não é de hoje o debate teórico que vem pondo em discussão a conveniência
de formalizar bases hermenêuticas que permitam uma percepção mais
apropriada do sentido –tanto estético como social– de certos fenômenos
culturais que nas últimas décadas nos assombram com seus desdobramentos
inusitados. Se a pauta não é nova, já que se inicia no alvorecer do espanto
crítico pós-moderno, isso não garante que, com o correr do tempo, o assunto
tenha sido superado, a ponto de pelo menos permitir-nos trafegar com mais
tranqüilidade por alguns territórios literários que ainda hoje se mostram
estranhos para certa parcela da crítica literária. No caso do Brasil, a situação
aludida aparece em plenitude quando se repara no conjunto de propostas e
manifestações poéticas que, arrancando na década de 50 com a poesia concreta
e se estendendo até os anos setenta com a poesia marginal, dinamizaram a
cena literária nacional com uma produção iconoclasta que alterou de raiz, e de
modos diversos, a convivência com os parâmetros habituais do fazer poético.
Sobre esse episódio, pode-se airmar que tais experiências constituíram o
último período de experimentação com formas estéticas surpreendentes e a
última atualização literária de características grupais.
Em relação à poesia marginal, tema que me proponho abordar nestas
páginas, a necessidade de novos paradigmas de interpretação se explicita
de maneira cruenta não só pelo desmantelamento de alguns dos princípios
básicos da poesia moderna visível na proposta, como também porque o
“desatino da rapaziada” desvelou o caráter conservador e elitista de um
importante e representativo setor da crítica acadêmica, que de imediato foilhe apontando uma natureza comprometida com o rebaixamento da “essência
poética” e com os imperativos mercadológicos bestiicadores de mentes e
espíritos. Uma “barbárie poética”, segundo um conhecido artigo a circular
na década de oitenta (Dantas 42). Na verdade, poucos foram os que à época,
e nos anos que se seguiram, atinaram a observar na avalanche de poemas,
publicações e performances do movimento modos estéticos que denunciavam
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
11
a existência de formas sensíveis próprias de uma determinada coletividade
social, procedente de um lugar cultural considerado de pouco atrativo e
transcendência: o âmbito da vivência juvenil, da existência homossexual, da
opacidade do mundo cotidiano e doméstico1. Formas contraculturais cuja
expressão se declarava muito pouco predisposta a se identiicar com modelos
de escritura acadêmicos, mesmo quando forçosamente com eles dialogassem
para promover em benefício próprio uma visibilidade social e cultural cujos
promotores consideravam pertinente2.
Assim, revisitar este momento de agitação cultural demandaria ainda hoje
um exercício não apenas historiográico, mas de disposição para encarar suas
desajustadas formas poéticas como maneiras estéticas diferenciadas, sem
negligenciar, por outro lado, o funcionamento do mecanismo de legitimação
crítica que naquele momento se posicionou a respeito da natureza destas
expressões. Isso porque são esses conteúdos os que ainda resultam exemplares
para orientar qualquer exercício crítico que na atualidade se ocupe das formas
tão diversas do fazer estético no mundo globalizado. As páginas que seguem
se orientam por essa motivação.
O IMpASSE
A década de 50 tornou visível no Brasil o esgotamento a que chegaram as
formas consagradas do fazer poético3; revelou, mais precisamente, as limitações
1
Heloisa Buarque de Hollanda é talvez o nome mais importante nesse sentido, pela
prontidão com a qual já na década de setenta se posiciona perante a nova poesia através de
uma relexão cheia de possibilidades instigantes. Haveria que lembrar também a pesquisa que
no campo da antropologia cultural desenvolve Carlos A. Messeder Pereira (1981), publicada
sob o título de Retrato de época. No mesmo ano aparecem as interessantes colocações de
glauco Mattoso no pequeno livro O que é poesia marginal?
2
A denominação de poesia marginal abrange, na verdade, uma faixa bastante ampla
e variada de escrituras poéticas, que se izeram acompanhar de uma série de práticas e ações
inéditas, como as que incidem no circuito de edição e circulação das obras. Estas eram
impressas em mimeógrafo, pelo qual o movimento também icou conhecido como “geração
mimeógrafo”, e vendidas pelo próprio poeta em lugares públicos, como bares, cafés ou nas
ilas de cinema.
3
Correndo o risco da generalização, pode-se dizer que funcionam à época dois
registros estabelecidos: o que se gesta à sombra das vanguardas de 22 com sua aproximação
a temas da vida cotidiana ou da cultura popular e de tonalidade coloquial, e o que, opondo-se
12
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
desse modelo à hora de articular alternativas que possibilitassem a expansão
da comunicação poética. Em relação ao assunto, João Cabral de Melo Neto
foi dos primeiros a apontar a inconveniente situação de incomunicabilidade
na qual se debatia a produção poética no contexto nacional. para ele, um
tipo de poesia cujas formas se afastavam das necessidades e interesses do
leitor, que para o poeta pernambucano não era outro senão o homem médio,
habitante das cidades.
A sua conferência “Da função moderna da poesia” –pronunciada por
Cabral (97) no Congresso Internacional de Escritores, realizado em 1954,
em São paulo– é principalmente um chamado de alerta que toca na ferida
aberta pela modernidade no corpo da poesia; ferida impingida numa ação
perversa porque ela constitui ao mesmo tempo o salvo-conduto para a
permanência da poesia entre os homens: sua ruptura com a sociedade. Foi
assim, pois, que a poesia, enredada nessa situação de dissimulada perversão,
produto das condições da existência moderna, terminou por se distanciar
dos homens para refugiar-se apenas, como o próprio Cabral sustentará, num
“pequeno clube de confrades”, cavando assim um fosso abissal entre ela e o
leitor – este homem comum que sofre das condições limitadoras que a vida
social moderna impõe para o cultivo das expressões do espírito. Entender
esta já clássica circunstância da poesia moderna –seu afastamento do grande
público– como uma “incapacidade” comunicativa do seu registro permite
a Cabral tocar num aspecto que, se inédito para o momento, alcançará um
desenvolvimento surpreendente nas décadas seguintes: a utilização de técnicas
e modos vindos dos meios de comunicação como recursos para alargar o
espectro da comunicabilidade das formas poéticas.
É a partir dessa última circunstância que não será mais possível deixar de
notar o tenso diálogo a que a poesia tem-se forçado com eventos estruturais
determinantes para a definição dos novos modos sensíveis no mundo
contemporâneo. As formas que esse diálogo tem assumido acolhem uma
diversidade de experiências emotivo-existenciais, veiculadas através de
maneiras de expressão de cunho variadíssimo. É na multiplicidade da sua
formalização que se poderá apreciar também o tipo de exigência que sobre
a poesia se abate depois da Segunda guerra, quando, na tentativa de acertar
seu passo à marcha das vertiginosas mudanças empreendidas pela sociedade
a este, reintroduz o esteticismo subjetivo, temas elevados e uma prosódia correspondente,
cuja referência principal é a chamada geração de 45.
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
13
burguesa, o gênero deslizará para a coniguração deinitiva de um grave dilema.
Aquele que mostrará numa das suas faces a dramática consciência que a poesia
adquire de se saber enredada nos ios de uma curiosa cilada, vagarosamente
articulada pela própria sociedade na qual ela precisa se manter ativa. Sendo
essas formas poéticas em boa parte produto e reação à constante ameaça de
restrição do seu espaço ativo –nos últimos tempos, por obra da eclosão e
auge de novos padrões de sensibilidade vinculados ao desenvolvimento dos
meios massivos de comunicação–, elas não poderiam deixar de registrar as
evoluções de um processo que se descobre como a história da sua árdua luta
pela sobrevivência. Querela com seu tempo histórico que permite ver nas
diversas tentativas de novas linguagens a materialização da própria crise que
a perpassa, quando meios, formas e valores em uso resultam insuicientes
para representar as maneiras sensíveis de um determinado conjunto social.
Enim, o espaço que acolhe a prática poética da contemporaneidade se
desenha como um território submetido a terríveis tensões, as quais terminam
por encerrar sua existência no que parece um beco sem saída: a polarização
disjuntiva entre a recusa do valor comercial da obra – que, nas condições
de produção impostas, decretaria seu im –e o desejo de atualização, que,
pelas mesmas condições, só parece alcançável mergulhando efetivamente
na forma mentis do seu tempo. E esta última, como sabemos, deinida cada
vez mais pela efemeridade de gostos e sensibilidades, nos devolve à órbita
das estratégias do consumo, alicerçada nas incessantes novidades técnicas e
tecnológicas que movimentam o mercado. Acredito, então, que considerar esse
conlito como a condição geral da produção poética moderna pode permitir-nos
compreender mais ajuizadamente a atuação de manifestações mais recentes,
sobretudo a daquelas que se percebem apanhadas numa realidade modelada
pelo avanço das tecnologias de reprodução, dos meios de comunicação de
massa e da indústria cultural.
Se esse é o contexto no qual se insere a poesia marginal e o mesmo
que fará palpável no Brasil a crise dos paradigmas estéticos, no sentido
dessa inadequação a que antes aludia, querer entender o signiicado de
expressões tais nos obriga a perscrutar o próprio sentido da crise. Embora
um primeiro encontro com a poesia marginal possa deixar a impressão de um
rebaixamento dos códigos que tradicionalmente a poesia defendeu, na verdade
nos colocamos perante uma tentativa consciente de trazer à tona modos e
linguagens peculiares a certas vivências, consideradas pouco representativas
do corpus estabelecido pela crítica literária institucional. Nos exemplos que
me proponho abordar, o cotidiano e a sua linguagem se encontram exaltados
14
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
com máxima contundência, de modo que o código poético se ergue sobre a
precariedade de sistemas signiicativos cujos usos semânticos se caracterizam
pela efemeridade, próprios da existência sensível de determinados grupos no
espaço social urbano contemporâneo. Sistemas que na época eram olhados
como estéreis para o tratamento poético. Algumas destas expressões se
aproximam do seu tempo histórico sem o encantamento utópico ou o afã
restaurador de outrora, para enfrentá-lo com grandes doses de ironia e humor e
com o propósito deliberado de remeter-nos sem pudor para o mundo fosco do
cotidiano urbano, do homem médio que o habita e da linguagem sem mistério
que por aí circula, sem nenhuma aspiração a engrandecer-lhes as feições. Não
apenas se trata aqui do tratamento temático do contexto existencial, como
de uma tentativa de representá-lo formalmente, que começa pela imposição
de uma palavra descaradamente prosaica, com o tom coloquial e o recorte
balbuciante do mais trivial da expressão corriqueira. Vale a pena adiantar
um exemplo desse ideário com este Coisas assim pardas, de Ângela Melin
(Cit. em Campedelli 29), um quase manifesto do que se trata:
Canário da terra, marreco, chinfrim
coisas assim, nomes ―Rita
coisas assim pardas, mestiças
de pequeno porte
coisas de ibra
embora com jeitos desvalidos
coisas pardas vivas
pulsantes
um poema assim.
Destarte, opto por encarar o que encontraremos no poema marginal como um
desvio na ordem tradicional do sujeito que representa e que é representado, o
que envolve tanto produtores como leitores, ambos se distanciando da iguração
do padrão culto/letrado. Damos de cara, pois, com novos personagens entrando
em cena 4 e trazendo para a plateia do universo literário nacional discursos que
o exercício hermenêutico acadêmico custa a assimilar, e que irá recusar por
ver na sua constituição formas e jeitos que lhe parecem andrajos aviltantes
substituindo as esplendorosas vestes urdidas pela poderosa tradição poética
4
Tomo de empréstimo a expressão do título do livro do sociólogo brasileiro Eder
Sader, Quando novos personagens entraram em cena, no qual analisa as experiências e lutas
dos trabalhadores da grande São paulo no decênio de 1970-1980.
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
15
moderna. O traço polêmico se instala, então, ao redor de tais expressões,
seja porque elas contestam padrões de sensibilidade estética instituídos pelo
cânone, seja pela rejeição vinda de uma parte expressiva da crítica literária
do momento. Como exemplo inicial da singular situação implantada por esta
poética, ique o veredito de Alfredo Bosi. Como se verá, a questão dos modelos
de interpretação e apreciação estética se faz aqui presente para desenhar a
condição que na hora se colocava no âmbito dos estudos literários, e que irá
pôr em discussão a pertinência dos princípios que constituem a vigência do
cânone, na sua dimensão estética e crítica:
A gente ica até com um pouco de diiculdade de julgar esta poesia.
por todos nossos critérios, ela está aquém da linguagem poética. por
todos aqueles critérios, segundo os quais a poesia é uma representação,
uma elaboração do fundo inconsciente ou imediato, esta poesia está
apenas como uma, chame-mo-la assim, efusão. (...) Então, teríamos,
dentro de uma concepção mais tradicional, até um pouco de escrúpulo
em considerar isso como poesia (78).
Assim, o desbotamento que de fato se percebe nessas formas poéticas “desvalidas”,
quando não é sancionado pela crítica como descuido ou incapacidade –que
os concretistas, por exemplo, vão chamar de “geléia geral”–, passa a ser visto
como puro comodismo, com o qual simplesmente tais expressões se despacham
para o universo do sub ou paraliterário mercadológico. Tal apreciação dá por
encerrada a questão, deixando muitas vezes o caminho livre para que se as
vincule ao projeto de alienação posto em marcha pelo próprio autoritarismo
político da época (Martins) ou a uma visão “extremamente conservadora e
autofágica”, uma espécie de “antropofagia banguela” (Bonvicino 78) que
apenas teria empobrecido as conquistas do Modernismo de 22.
Irrelevância, bobagem, esvaziamento são alguns dos (des)qualiicativos
através dos quais Vinícius Dantas (1986) também denuncia a nefasta situação
de instabilidade estética que esses poetas teriam criado ao promover o que
ele denomina de uma verdadeira “barbárie poética”. Na mesma época, ele
assinaria junto a Iumna Simon (1985) um artigo de título assustador, no
qual a poesia marginal é deinida, bem no impulso frankfurtiano, como a
manifestação cultural que no Brasil teria promovido a deinitiva adscrição à
futilidade de uma sensibilidade estética que faria coincidir, até a sua indistinção,
a banalidade do mundo com a banalidade do poema, num “samba do crioulo
16
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
doido” 5 em que a poesia de tanto absorver os modos do cotidiano quase teria
desaparecido afogada nas suas malhas. De modo que esse “pragmatismo
comunicativo”, como denominam esta prática poética, teria ocasionado uma
“radicação natural e pouco exigente” da expressão poética “no cotidiano da
sociedade de consumo”.
De outra parte, é muito curioso que a questão da mudança no registro
sensível promovida pela poesia marginal tenha sido vasculhada não por um
crítico literário, mas por um antropólogo. Messeder Pereira (1981), valendose dos recursos da antropologia cultural, vai problematizar a tese do “vazio
cultural”, já bastante difundida no contexto intelectual da época. Assim,
passa a entender a produção marginal não como mero fenômeno literário,
mas como um fato cultural de dimensões mais amplas, o que lhe permite
iluminar outra dimensão do movimento.
Se é verdade que a ixação de aspectos mais ideológicos conduz sua leitura
a uma interpretação extraliterária daqueles conteúdos estéticos tidos como
os mais representativos da poesia marginal, ou seja, seu antitecnicismo e
antiintelectualismo, o que não desvenda a questão das formas estéticas, o
trabalho aporta elementos de grande valia desde que comprova a gestação
nesses anos de uma mudança comportamental 6 e a formação de um tipo de
sensibilidade diferenciada. Segundo postula o autor, à diferença da década
anterior, que teria acolhido a discussão sistematizada de “grandes questões”
sociais no interior das elites culturais e políticas, voltadas como estavam para
a construção de uma alternativa de poder, a década de setenta registraria a
ocorrência de um processo não sistematizado (em aparência, meio caótico)
de ixação de “pequenos temas” e “pequenas coisas” como matéria do fazer
poético. O que vem referendar a ideia de Heloísa Buarque de Hollanda (1981),
segundo a qual estas poéticas estreantes estariam ocasionando um inédito
processo de deslocamento da crítica social.
priorizar tematicamente os assuntos desgastados da vida corriqueira
de personagens anônimos e apresentá-los através de uma linguagem
radicalmente coloquial e/ou pouco “literária” são as ações que para Messeder
5
A expressão alude a tudo aquilo que não tem nexo, é mirabolante, desordenado e
sem sentido. Também é o título de uma paródia, bastante crítica, escrita por Stanislaw ponte
preta, em 1968, para o Teatro de Revista e na qual ironiza a obrigatoriedade imposta às escolas
de samba de só tratar temas históricos nos seus enredos.
6
Também mencionado por Mattoso (1981) e Miccolis (1987).
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
17
pereira sugerem uma prática comprometida com uma intensa “politização
do cotidiano” 7. Assim, o que para alguns críticos literários não passa de
infantilização e desestabilização da poesia brasileira, para o antropólogo pode
ser uma maneira de questionar o ranço intelectual que de há muito estaria
distanciando a poesia do mundo real –isto é, dos seus leitores8. De forma tal
que se poderia ver nessas expressões uma tentativa de arrancar o processo
criativo da esfera exclusiva de grupos elitizados da cultura ilustrada, forçando
a uma mais larga socialização do fazer literário.
partindo, portanto, destas iniciais considerações, quero propor um roteiro de
caminhos alternativos na intenção de alcançar uma compreensão diferenciada
do desbotamento destes códigos discursivos. para isso, se faz necessário
indagar os mecanismos textuais, as táticas ou estratégias discursivas presentes
em alguns destes poemas e que acredito serem vias para marcar a diferença
e airmar uma própria imago mundi, o que resulta então no desvelamento de
uma(s) outra(s) sensibilidade(s), outra visão de mundo e outra poesia. Em
outras palavras, me parece estar aí contida a luta por um espaço de expressão
sensível que vem mostrar, por um lado, a procura do reconhecimento social
de vivências socioculturais não integradas aos centros tradicionais do poder
cultural, enquanto também oferece a oportunidade de observar o comportamento
de uma prática crítica que lhes nega legitimidade estética.
7
As características até agora assinaladas foram interpretadas como prova da alienação
e neutralização ideológica que o establishment teria incutido no movimento. Nesse sentido a
leitura de Messeder pereira tem o mérito de mostrar como tais práticas veiculam uma maneira
inédita de politização, isso no meio do chamado sufoco político vivido nesses anos no Brasil
pela imposição da ditadura militar. Aliás, lembro aqui o caso de um desses poetas, Nicolas
Behr, enquadrado no Ato Institucional Número 5 (AI5) que estabelecia uma série de restrições
e penalidades para ações consideradas subversivas ou inconvenientes pela ditadura. O motivo
no caso de Behr foram seus livrinhos mimeografados, acusados de pornográicos. Não que o
fossem, mas a vigilância deve ter percebido, mais do que alguns setores da crítica literária do
momento, algo subversivo neles, certamente a insurreição da linguagem e a quebra de antigas
sutilezas discursivas.
8
A lembrança das teses apresentadas por João Cabral de Melo Neto, na conferência
mencionada, é de novo oportuna. Há nelas um importante e pioneiro chamado de atenção para
a grave problemática que se desenha entre a poesia e o leitor. Trato disto com mais detalhe
em (2003).
18
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
A pROpOSTA: pOÉTICAS DA INSTABILIDADE
Como dissera em páginas precedentes, acredito que os modos estéticos trazidos
pela poesia marginal estariam materializando uma luta pela conquista de
espaços de expressão sensível próprios. É ao redor dessa idéia que gostaria de
organizar, então, a proposta interpretativa que segue e para isso é necessário
que nos localizemos no âmbito do possível imaginário que dá lugar ao tipo
de representação simbólica que tais formas veiculam. Esse lugar mental de
produção de sentido que é o imaginário materializa seu conteúdo em formas
simbólicas que constituem diversos processos de representação, mecanismos
que medeiam a relação entre a realidade e o seu “verdadeiro” signiicado.
Este processo de representação está integrado tanto pela observação direta
da realidade como pelos conteúdos imaginários que são produto dos desejos,
expectativas e interesses latentes no plano consciente e inconsciente do
sujeito social. por isso, a representação se constitui como sistema intrincado
de formas-conteúdos, principalmente porque no processo de compreensão da
realidade, no qual também participa, a representação nos devolve a realidade
de forma mediada e não direta. por isso, a representação é criação simbólica,
o que lhe permite colocar em questão os conteúdos de verdade estabelecidos
por cada época e contexto social. Referida aos modos poéticos, a representação
interessa, claro, como estrutura discursiva.
Como se sabe, um dos conteúdos codiicados pelo discurso poético da
modernidade é sua ânsia de universalidade, que se ancora nesse projeto
totalizador que pretendia a uniicação das experiências estéticas do sujeito
ao redor de um conceito particular do belo, o que, como consequência,
supõe a existência de uma única e centrada identidade para esse sujeito. É
este imaginário da totalidade que deu à luz a série de formas simbólicas que
hoje reconhecemos como características da representação estética moderna.
Mas sendo o imaginário uma forma mentis histórica, ele está sujeito a sofrer
alterações, como as que se fazem visíveis em muitos poemas marginais,
nos quais se aprecia o abandono dos conteúdos do modelo totalizador
(universalidade, eternidade, utopia, verdade, etc.) e sua substituição por um
complexo de novos princípios que não apenas substituem aqueles conteúdos
como os questionam.
Quando Nicolas Behr (25) declara em um dos seus poemas “Estou salvo:
/a poesia não é tudo” ou Paulo Leminski (72), em letras garrafais, berra que
“CHUTES DE pOETA /NÃO LEVAM pERIgO À META” contradizem
um dos fundamentos básicos da poesia moderna, que se acreditava “divina
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
19
e misteriosa”, como pensavam os românticos, ou capaz de infundir distinção
à matéria mais humílima, como defenderam os movimentos modernistas de
começo do século XX. A dessacralização desse conceito de poesia, que se
faz ainda mais radical quando a igura do poeta naufraga junto –“Pobrás/
orgulhosamente apresenta/ um produto/ que vai pro lixo: /os poetas”–,
implica no novo imaginário a aceitação de uma condição de deterioro e
desaparecimento –“Iogurte com farinha: Leia antes que azede” 9– que é
simbolicamente a explicitação de sua não imortalidade, de sua efemeridade e
não transcendência. A renúncia à grande obra ou, mais exatamente, ao modo
como ela foi concebida pelo recorte da modernidade:
um dia
a gente ia ser Homero
a obra nada menos que uma ilíada.
depois
a barra pesando
dava pra ser aí um rimbaud
um ungaretti um fernando pessoa qualquer
um lorca um eluard um ginsberg
por im
acabamos sendo o pequeno poeta de província
que sempre fomos
por trás de tantas máscaras
que o tempo tratou como a lores.
Este poema de Paulo Leminski (50) pode ser emblemático da nova situação
que se coloca para o poeta, assim como da maneira de a ela responder. O
poema, além de ser uma síntese da evolução da própria poesia e da maneira
como, através da história, ela foi alterando os seus códigos, marca posição em
relação à impossibilidade de seguir, no presente, operando com os mesmos
princípios de representatividade que a caracterizaram e que pretenderam
atingir uma comunidade “universal” pela voz de um sujeito “antena da raça”.
O im das ilusões é aqui inegável, o recolhimento do sujeito à parcela do
local também e o reconhecimento disso tudo explícito. Mas junto a isso está
a reivindicação pelo particular, dada pelo uso de certas partículas idiomáticas
9
azede.
Textos de Behr, o primeiro apresenta o livro Iogurte com farinha. Leia antes que
20
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
de profunda coloquialidade (“a gente ia ser”, “a barra pesando”, “dava pra
ser aí”) atravessando o poema rumo a esse anti-intelectualismo mencionado.
Contudo, perceba-se que não está ausente do poema o que poderia se chamar
de tonalidade, uma atmosfera entre melancólica, derrotada e conformada que
contorna a experiência existencial do eu lírico e que, mais do que a explícita
declaração, é a que impõe o efeito relexivo do poema.
Nos poucos exemplos até aqui citados é já possível reparar na operação
de desarticulação do arcabouço poético tradicional que tanto espantou
certos setores da crítica. Nestes textos não se trata apenas de uma vontade
declarativa, mas, sobretudo, de uma ênfase formal, pois muitos desses
poemas se organizam em estruturas rápidas e breves, de leitura (consumo)
imediata –“Olha a passarinhada/ Onde?/ Passou” (Charles sp)–, que apelam
para recursos retóricos de fácil assimilação, no intuito primeiro de efetivar
a comunicação, mas cujos acenos de zombaria, por vezes só engraçada e
outras profundamente irônica, veiculam a postura crítica. O emaranhado de
consequências que daí advém é, sem dúvida, perturbador, pois envolve uma
radical mudança de comportamento perante o fazer poético, que às vezes
não hesita em abjurar de conquistas valiosas para a tradição moderna, como
essa do poeta trabalhador da palavra e não mais sujeito da inspiração divina,
Charles (sp):
Sou mais chegado ao escracho que ao desempenho
mais chegado à música do que a porrada
mais chegado ao vício do que a virtude
sou pedestre sim senhor
sou panleta de uma sociedade anônima
reconhecida entre os ares pesados da cidade.
por outro lado, a poesia é aqui passageira, não mais eternizada pelo imaginário
do poeta, que renega de si como ser escolhido ou superior para se reconhecer
como mais um sujeito comum entre tantos –“Ah! sou um urbanoide circulando
pela cidade”, dirá Adauto num de seus poemas (Cit. em Hollanda 1998, 248).
Disso procedem, então, certas apreensões como a de que a banalidade faz aqui
sua festa para nivelar o registro poético “às mercadorias homogeneizadas e
padronizadas pelo consumo” (Simon e Dantas 49).
Entretanto, o fato pode ser lido de outra maneira, talvez mais produtiva,
que nos leve, por exemplo, a reparar nos intrincados mecanismos que
estabelecem as relações que determinam o campo da produção simbólica como
um espaço de disputa por um locus de expressão. Assim, o reconhecimento
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
21
de que se partilha da engrenagem do consumo é também a conirmação do
caráter histórico da produção cultural e de sua pertença a um contexto social
especíico, a sociedade burguesa. Mesmo perante a evidência inegável de que
a literatura se realiza aí pela sua relação com o público consumidor, muitas
vezes a crítica prefere, numa postura ingênua, desconhecer o fato em nome
de uma transcendência impoluta, que além de negar as relações sociais de
produção evidencia sua visão idealista e ilustrada, operando com idéias de
notado fundo substancialista, mesmo quando crê estar pondo em prática
princípios de ordem dialética.
parece-me, então, que o gesto marginal em análise teria desnudado a
hipocrisia desse ordenamento cultural que só se concebe ilustrado, e que
se auto-proclama representativo da sociedade como um todo, dando-se o
direito de banir tudo aquilo que nessa ordem não se adapte a sua visão.
A prepotência de tal comportamento obstaculiza, entre outras coisas, o
acesso à relexão de desdobramentos dignos de consideração, como os que
acompanham a necessidade implícita desta poesia captar um público leitor
diferenciado daquele com o qual a visão acadêmica letrada se identiica. Por
exemplo, não recusar o mercado e interessar-se por um leitor especíico, que
a visão elitista deine equivocadamente como “uma platéia de adolescentes”,
revela alguns destes poetas como promotores de um curioso mecanismo de
desmantelo da ideologia produtivista –aquele “sou mais chegado ao escracho
que ao desempenho”– que a sociedade burguesa incute no ser social como
um valor. Vejamos.
O caráter transitório, a não sublimidade que agora se admitem para a vida
e a poesia –“O transcendental se dissolvendo/no efêmero”; “viver: verbo
transitório e transitivo, transável conforme for”10– permitem em muitos poemas
reivindicar com força o caráter lúdico com o qual se passa a assumir o fazer
poético, ao tempo que substitui a seriedade bem comportada da formulação
ilustrada, com um acento maroto e divertido, como neste outro poema de
Charles (Cit. em Hollanda 1982, 27):
bom é falar e jogar pelada
um exercício contra a genialidade
(espacinho)
os mestres da vanguarda vem de complicar
a gente vem de viver/ brincar e anotar
10
Versos de Cacaso (60) e Torquato Neto (Cit. em Hollanda 1998, 67), respectivamente.
22
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Chamar a atenção para o espaço interestróico usando o próprio termo
denotativo ironiza os rigorosos princípios da matemática formal com a qual
a racionalidade do poema concreto pensou a visualidade da poesia e projetou
o seu fazer. Opera-se aqui uma dessublimação dos índices de complicação
tradicionalmente ligados ao trabalho de criação poética, que agora passa a
propositadamente lhe acentuar sua extrema inutilidade improdutiva, como
nestes “Um homem sem proissão” e “Dilema do Ioga”, de Cacaso (68 e 69):
Não sei se penso no futuro ou em que dedo
do meu pé.
Já que estava à toa resolvi fazer um poema
Agora faço pra icar à toa.
O trabalho poético se reveste assim de uma gratuidade e ludicidade limítrofes
com a própria ociosidade, de modo que sua confecção formal, para ser coerente
com seus temas e enunciados, deve (a)parecer descuidada na sua cômoda
brevidade, reduzida ao mínimo esforço de uma espontânea e nada polida
coloquialidade. Tudo sintetizado neste antológico Leminski (39):
elas quando vêm
elas quando vão
versos que nem
versos que não
nem quero fazer
se fazem por si
como se em vão
elas quando vão
elas quando vêm
poesia que sim
parece que nem
Aos exemplos anotados se soma o livro que Cacaso publica em 1978. Com o
sugestivo título de Na corda bamba, este conjunto de poemas será paradigmático
em vários aspectos. por um lado, o livro parece querer esfregar a gratuidade
na cara do leitor e com tanta obstinação que, de repente, sua formalizada
indolência explode como resposta e antídoto contra o clássico imperativo da
sociedade burguesa segundo o qual “se deve ter uma existência produtiva”.
O poema (64) que dá título ao livro mostra na sua brevidade e na sua ênfase
declarativa a prática abolição do trabalho de fazer poesia, quando quer esta
confundida com a própria vida:
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
23
poesia
Eu não te escrevo
Eu te
Vivo
E viva nós!
A declaração se torna radical e escandalosa porque propugna desterrar o
mesmo registro utilizado para gravar o enunciado poético: a escrita, que,
é bem verdade, o arranca do maleável e mutável espaço da oralidade, para
resguardá-lo da intempérie e do desaparecimento. Mas é a escrita, ao mesmo
tempo, a protagonista de uma longa história de imposição de hierarquias, que
sempre penalizaram esse outro uso oral, popular e massivo. No paradoxo
de não escrever poesia escrevendo-a parece, então, se manifestar o desejo
imperioso de não perenizar a expressão através de uma forma que, quando
assim a registra, pode petriicá-la e enclausurá-la nela própria, limitando,
possivelmente, seu poder de penetração apenas a uns poucos.
Submergida na existência, a poesia poderia ganhar a mesma mobilidade
desta, seja nos níveis da sua precariedade ou da sua grandeza, supondo-se
assim uma vitalidade expressiva de alta rotatividade. por isso, na extravagância
da declaração, que corre por conta do paradoxo aludido, se potencializa, por
um lado, um conceito humanizador, isto é, a poesia como um direito de todos
e território ao qual todos podem concorrer; por outro lado, lateja o sonho de
dinamizar a poesia através de uma forma proteica, ou seja, capaz de exercer
sobre si própria tamanha capacidade de adaptação, transformação e modiicação
que não se descarta sua existência sob invólucros absolutamente inéditos e
aparentemente impróprios –eu não te escrevo, eu te vivo. poesia na “corda
bamba”, de equilíbrio precário e a ponto de não parecer tal.
A instabilidade de uma poesia na corda bamba pode-nos servir agora
como elemento conceitual para propor um primeiro fechamento interpretativo.
Situados como estamos no imaginário desta poesia, a vimos renunciar ao
princípio de totalidade, o que signiica, como dito, uma quebra de modelos
que estaria sugerindo uma crise de paradigmas, tanto em relação aos padrões
de escritura como ao conceito de sujeito que a expressa. A instabilidade é uma
consequência disso, e ela vai dar feição a esta poesia em vários sentidos. por
um lado, seus conteúdos de efemeridade (rapidez, mobilidade, mutabilidade)
iluminam a própria condição do tempo histórico-social no qual atua –“A
vida é um adeuzinho”, diz o Suspiro de Francisco Alvim–, assim como o
burburinho desordenado e cambiante do cotidiano das ruas, a transitoriedade
dos estados espirituais e psíquicos, a brevidade e intensidade das experiências,
24
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
o “instantâneo revelado às pressas”: “Te amo/ 24 horas/ por segundo”, nessa
Alta rotatividade de Nicolas Behr (74), e que leva a dois desses poetas a propor
um livro pra ler no ônibus, um livro entre dois cigarros, envelope de
bilhetes inesperados, cadernos de notas, piadas, surpresas, indicações:
o leitor o recebe como uma cola de colégio. pode usá-lo pra conferir
suas próprias respostas, ou rasgá-lo, se não estiver interessado na
pergunta (Augusto e Vilhena).
De maneira que a instabilidade se molda como recurso formal extremo para
tentar capturar numa representação o alucinante caráter mutável do seu
tempo histórico. Neste Compondo de Chacal (sp) se aprecia a excitabilidade
do sujeito que expressa sua não ixação, sua celeridade, a mesma que se
transmite à forma do poema na falta de pontuação e no uso do enjambment
que une os curtos versos numa tacada só que quase nos deixa sem fôlego:
pego a palavra no ar
no pulo paro
vejo aparo burilo
no papel reparo e sigo compondo o verso.
Mas, por outra parte, ela intervém também no plano temático para (d)enunciar
a presença de um sujeito localizado em outras coordenadas sensíveis e em
outro lugar social. Assim, um intenso sentimento de initude se instala na
experiência existencial desses sujeitos líricos despojados de uma referência
duradoura na qual airmar a vida, como nos exemplos a seguir:
demoliram minha infância
e eu desmoronei.
Bagaço, Behr
parque de Diversões... Roda gigante
Naquela cadeirinha vazia
Vai a minha infância.
Lyad de Almeida
sem futuro pela frente ou vivendo um futuro que já chegou:
vida feita de futuros
que não acontecem.
não chore meu amor não chore
que amanhã não será outro dia.
Y. p. dos Santos
Cacaso
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
25
Esta precariedade para manter e preservar elementos referenciais estáveis resulta
típica da experiência emotiva instalada pelos mecanismos da reprodutibilidade
técnica e tecnológica na sociedade tardo-moderna. para o sujeito que se
movimenta nessas coordenadas existenciais resulta então impossível se
autorreconhecer nos princípios basilares que sustentaram o clássico ideário
moderno da sociedade burguesa. Daí então que o reconhecimento do que se
vive em todos os planos –existencial, político, social– seja a condição primeira
a que este sujeito se obriga; por isso, muitas vezes a consciência do eu lírico
desvela a inversão dos princípios que comandam a realidade material, como
se vê nestes dois poemas quase irmãos, o primeiro de Leminski (80) e o outro
de Roberto Schwarz (sp):
a vida varia
o que valia menos
passa a valer mais
quando desvaria.
o certo está torto
o torto está certo
o claro no bobo
o bobo no esperto.
É nesse contexto de desabamento que adquire relevância a declaração do eu
lírico deste poema de Behr (71):
Deus está morto
Marx está morto
eu estou morto
vou enterrar os três
depois de amanhã.
e se entende a atitude de Orlando Tacapau, o debochado e transgressor
protagonista de Preço da Passagem11, de Chacal (29), abjurando dos símbolos
supremos da educação letrada que a representam:
11
Conta-se que o livro iria arrecadar fundos para a viagem a Londres que o poeta
queria fazer por esses anos. Mimeografado, num formato de envelope, com trinta e uma folhas
soltas, se izeram mil exemplares que venderam pouco.
26
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
com a loucura no bolso, orlando
entrou na biblioteca estadual.
foleou folhas estapafúrdias sobre as idéias, a arquitetura, a
descompostura dos homens.
aí achou graça, aí icou sério.
aí riu. aí chorou demais.
aí começou a tremer. sentiu o
bolso furado. sentiu o corpo
molhado.
beto chegou a tempo de recolher
num copo a poça d’água que corria
pro ralo.
orlando disse mais tarde:
_ não faço isso never more.
O que importa aqui não é a rejeição à biblioteca no plano da declaração temática,
mas como essa rejeição se representa através de uns modos linguísticos que
em si mesmos antagonizam com a norma usual daquele âmbito cultural. A
coloquialidade ofensiva (foleou, aí, pro, never more) do registro oral contraria
a reverência ilustrada e mostra a biblioteca como lugar de saber estagnado,
enquanto a vitalidade corre solta no burburinho das ruas. Em outra ocasião
e com a mesma linguagem despudorada, Tacapau foge da escola que o
imobiliza (“sentado e estudantil”) e onde só “manjava o absurdo e o rabo da
professora”. Assim, sem pensar duas vezes, nosso personagem “saiu de banda
(...) pisou na escada e não apareceu mais por ali. pra quê?” (26). Prosaico em
vários sentidos, o poema do qual se retiraram estes últimos versos tem um
título para lá de sintomático: Não ato nem desato. Desarticulo. De modo que
pegando a deixa, sintetizo nisso a visão e atitude desta poesia, que desajusta,
desmonta, desmantela, desagrega elementos culturais e sistemas de percepção
e sensibilidade tidos como eternos universais de representatividade geral.
Logicamente, tal desmoronamento de crenças, idéias e valores molda
a constituição da identidade do sujeito. Como primeiro indício, em muitos
exemplos da poesia marginal é evidente a tendência para a aceitação da
insigniicância e diminuição do eu lírico que aí se instala. Porém, isso se
apresenta mediante a construção de um paradoxal mecanismo discursivo,
que vai destacar de forma muito intensa a igura desse eu, a ponto de que a
característica já foi vista como puro egotismo e pueril exaltação hedonista
(Bonvicino 1984; Simon e Dantas 1985). Contudo, os elementos que
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
27
gravitam ao redor dessa coniguração originam derivações que complicam
a unilateralidade do que se airma, na medida em que esta poesia de “eus
ciclópicos”, como os chama Silviano Santiago (189), voluntariosa e vitalista,
não poucas vezes deixa à mostra um tremendo achincalhamento do eu. Esse
eu monitora sem constrangimento seu próprio processo desconstrutivo, que
tanto se pode expressar de maneira descarnada, ácida, irônica ou engraçada,
mas, em geral, sem grandes dramatismos, como nestes Cogito, de Torquato
Neto (Cit. em Hollanda 1998, 64) e Self-portrait, de Salomão (34):
eu sou como eu sou
pronome
pessoal intransferível
do homem que iniciei
na medida do impossível
eu sou como eu sou
agora
sem grandes segredos dantes
sem novos segredos dentes
nesta hora
eu sou como eu sou
presente
desferrolhado indecente
feito um pedaço de mim
eu sou como eu sou
vidente
e vivo tranqüilamente
todas as horas do im12.
Minha língua – mas qual mesmo minha língua, exaltada e iludida ou de reexame e corrompida?
– quer dizer: vou vivendo, bem ou mal, o im
de minhas medidas; quer dizer: minha grande
paixão é um assunto sem valor; quer dizer:
meu tom de voz não fala mais grosso.
Waly Salomão (1983), nessa escrita gaguejante que é a parte inal de “Na esfera da
produção de si-mesmo”, misto de monólogo e solilóquio, utiliza uma imagem quase idêntica
à de Torquato quando diz: “... esta pessoa que está aqui falando na primeira pessoa eu do
singular esta pessoa singular que sou eu pronome pessoal irredutível enquanto pronome...”. Em
ambos os casos, o eu se desfaz tematicamente enquanto luta para se airmar gramaticalmente.
12
28
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
O sujeito se encolhe numa partícula gramatical, desmembrado de si mesmo,
com uma vidência reduzida à lucidez necessária para aceitar-se e aceitar
calmamente sua hora, sem buscar elevar-se em modelo de nada, apenas
declarar sua experiência vivencial. Daí que o neorromantismo que Dantas
(1986) crê ver por trás do que chama de “big ego” não pareça muito pertinente,
condição que, na verdade, se desmancha no autorretrato de um sujeito
irreconhecível na expressão embaralhada da repetição aleatória, com os
timbres do cacoete da fórmula coloquial. Não há exaltação heroica (“pOETA
SEM/ LLAAUURREEAASS”. Salomão 41), nem saudade ou melancolia pelo
passado, nem mesmo memória para onde se evadir –pois, como diz o verso
de J. Castañon guimarães, “também a memória tem seus dias contados”–,
nem projeção de um mundo ideal a ser alcançado no futuro, “Deus está
morto”. A ofuscante constatação do presente é o que resta para esses sujeitos,
de maneira que eu diria ser essa percepção a que nos coloca na trilha dos
seus modos sensíveis, a apreensão de um tempo e espaço descontínuos que
impossibilitam a representação de uma imagem de totalidade e a construção
de um eu centrado. Ele se equilibra na corda bamba, consciente de que pode
cair a qualquer momento. A instabilidade molda agora a personalidade desse
eu, que não raro se materializa na pele de qualquer anônimo rebaixado.
A instabilidade constrói, pois, a conlituosa densidade da subjetividade/
identidade marginal, que funde vitalidade e voluntarismo (que para alguns
críticos é apenas puro desabafo), diminuição e rebaixamento. Ou seja, a
instabilidade deine a maneira como estes indivíduos vivem as coordenadas
espaço-temporais especíicas que lhes correspondem, condição irrecusável
que reitera a impossibilidade de continuar atuando com os princípios da
modernidade estética 13. poeta e poesia na corda bamba, poesia do risco,
Cacaso (1974 sp):
preciso
da palavra que me vista não
da memória do susto
mas da véspera do trapezista.
Para Cacaso (Brito 1982, 18), “a identidade está cindida, os valores (inclusive os
estéticos) carecem de credibilidade, as relações são fugazes, o amor é enganoso, o presente
é urgente, o futuro é sombrio”.
13
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
29
parte fundamental dessa identidade estética em construção é constituída pelo
registro linguístico de que faz uso. Bastante debatido pela crítica, o aspecto
ainda é passível de exploração desde que parece apresentar brechas não
muito notadas e através das quais podemos enxergar signiicados decisivos. A
insistente coloquialidade de que se utiliza, e que para alguns não apresentaria
inovação ou ruptura, pois no Brasil o coloquial já teria se esgotado como
conquista do movimento modernista, vai, no entanto, se fazer extrema
quando introduz tonalidades próprias da gíria. Isso signiica a radicação da
coloquialidade num setor mais restrito e especíico: o da “galera” que inventa,
usa e decifra seu código. Se Tacapau encarna o debochado transgressor, a gíria
literalmente taca-pau14 na linguagem estabelecida, agredindo e desarticulando
a estabilidade das boas maneiras linguísticas e comportamentais. Behr (14):
entro na sala
sem pedir licença
sem por favor
vou direto ao assunto
como vai?
tudo bem?
saio sem fechar a porta
Se a gíria é linguagem intimamente vinculada a um determinado grupo
social, é claro que sua abrangência não poderia ser universal. Assim, seu
alcance limitado pode tornar o poema rasgável, como concebem Augusto e
Vilhena; isto é, nem representativo nem de interesse para todos. Já a mirada
de antropólogo de Messeder Pereira (50) havia enxergado o poema marginal
como “um conjunto de idéias e/ou práticas cotidianas (...) de certo ou certos
grupos dentro da sociedade” (sublinhado meu), de modo que “o uso do
palavrão” deveria ser encarado a partir desse contexto”. Tempos antes, outro
crítico expressara alarmado sua preocupação pelo perigo de uma tal linguagem
icar reduzida “a uma claque próxima, o que poderia estiolar a linguagem
literária numa série de dialetos tribais” (Aguiar, sp.). Por sua parte, também
anos oitenta, Buarque de Hollanda (94) observara como na poesia marginal
se privilegiavam formas de “resistências setorizadas” que abandonariam “o
14
O uso da expressão “taca pau” introduz aqui uma dupla infração: a que aparece
na própria natureza do seu uso coloquial meio tosco, e a que está no seu sentido semântico:
bater, golpear.
30
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
projeto globalizante de tomada de poder”. Característica que, lembre-se,
tempo depois passará a ser assumida pela critica internacional como um dos
gestos associados à inclinação desconstrutiva do pós-moderno.
Circundando assim o aspecto, poderíamos perceber agora como o
questionamento da linguagem que o uso da gíria faz está instalado no âmago
estrutural do poema, resultando num recurso técnico para a obtenção de
determinados efeitos importantes para a visão do grupo, com o que também
se fragiliza a airmação segundo a qual só haveria aqui a barbarização própria
do puro desleixo. Esse recurso técnico, por comportar neste caso uma visão de
mundo, é a evidência de que novos personagens, com suas visões culturais e
sensibilidades sociais, abandonam os subterrâneos, para onde foram mandados
pelo ordenamento cultural hegemônico, e entram em cena para mostrar sua
existência com formas de fazer e dizer diferenciadas.
O dialeto quebra a prepotência moderna de uma única linguagem com
poderes absolutos de representatividade universal. De maneira que essa
“linguagem vira-lata” 15 (Santiago 1978a), traz consigo a descoberta dos
particularismos reprimidos, diversidades culturais que a prática segregatícia e
discriminatória da modernidade tantas vezes negou16. Além de constituir um
dos principais detonadores da marginalidade literária desta poesia, acredito
que o dialeto representa o espaço que se conquista e impõe para a expressão de
interesses grupais especíicos, sejam de tipo étnico, sexual, religioso, cultural
ou estético. Desta perspectiva, o dialeto pode dar passagem à insurgência dos
“particularismos humilhados” (Paz 202) ou apresentar a “multiplicação de
Weltanschauungen” (Vattimo 13). Uma Babel que se rebela à autoridade e
domesticidade de um só paradigma lingüístico. Babel papel, de Chacal (53):
e línguas como que babel
se rebelaram
e saíram de um bilhão de bocas.
15
“Vira lata” aplica-se ao cachorro sem pedigree e da rua.
Fenômeno que guarda interessantes coincidências com a poesia marginal é o caso
da chamada lumpen poesia, manifestação, em vários sentidos mais radical, surgida no Uruguai
na década de oitenta. Trigo (1994).
16
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
31
TáTICAS DE REApROpRIAÇÃO
A deinição da identidade marginal pode começar agora a ser esclarecida e
redirecionada para um sentido conceitual que nos seja de utilidade. Embora
o registro estético do “im das ilusões” possa mostrar esse eu às vezes
desiludido, quase sempre ele se reveste de um espírito de criatividade que
pode ser proposto como tentativa de barganhar condições mais propícias
para um sujeito em desvantagem. por exemplo, o aceno pícaro através do
qual o sujeito enterra Deus, Marx e ele próprio, introduz o aspecto como
ressurgimento desse eu do bagaço, das sobras da existência, o que signiica
perscrutar o lugar social que ele ocupa como indivíduo subalterno (marginal).
O sujeito desenvolve então modos peculiares para lidar, em surdina, com
sua situação e principalmente enfrentar os mecanismos disciplinadores que
lhe caem em cima. Daí que ele deva incentivar certas características, que se
convertem em capacidades e habilidades, como as que aparecem na icha de
identidade de Orlando Tacapau:
maleabilidade em relação
aos animais sem horários
para as refeições alegre
ardiloso instantâneo aéreo pássaro instável sujeito integral iluminações
avulsas.
Flexibilidade e capacidade de adaptação que lhe permite ser isto e aquilo e
ao mesmo tempo isto/aquilo: sujeito integral. Desta arte, a maleabilidade que
lhe permite a Tacapau enfrentar as peripécias de sua viagem lhe impõe esse
estado aéreo e instável, de forma que o jeito ardiloso depende da não ixação,
do não centramento desse sujeito em alguma estrutura estável. A partir dessa
instabilidade, dada pelo lugar de subalternidade (existencial e estética) de
onde esse sujeito emerge, parece-me que se articula o que passo a chamar
de “táticas de reapropriação”. Com a nomenclatura busco chamar a atenção
para o processo de exclusão, material e sensível, que envia esse sujeito e sua
vivência para as margens da existência, e ao mesmo tempo destacar a atitude
dinâmica que ele consegue articular a partir desse lugar. No que segue, passo
a ver a instabilidade como a própria expressão do subalterno.
A opção de deinir como sujeito subalterno o eu presente em muitos dos
poemas marginais não se sujeita aqui de maneira estrita à procedência social
32
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
dos autores reais destes textos. Mesmo que muitos deles se vinculem a uma
classe média proletarizada, ou que alguns mantenham certo contato com a
mídia, o que interessa é continuar no espaço de iguração do imaginário, que,
como foi deinido no começo, mostra através da representação simbólica,
que reelabora desejos e frustrações, aspectos da realidade não evidentes
nem imediatamente perceptíveis. A obtenção de uma leitura produtiva das
questões estéticas não se dá, pois, pelo estabelecimento de um nexo direto
entre condição social real e produção estética, mas penetrando as mediações
que operam entre ambos os planos. Uma regra que nem sempre é considerada
como se deveria. Falar de sujeito subalterno signiica aqui haver topado com
indícios estéticos que assim permitem deini-lo. Basta lembrar a sua condição
existencial diminuída, a sua problemática relação com os ícones da cultura
e da estética ilustradas, as formas linguísticas de que se vale e, não menos
importante, a rejeição que provocou entre a crítica literária. O marginal
está deslocado do centro, anda pelas beiradas (periferia), pelo subúrbio da
linguagem e da estética. A condição marginal e subalterna signiica, então,
lidar com uma eterna desvantagem.
Como assegurar índices de sobrevivência em tal situação? Com táticas
de reapropriação da subjetividade que se mostram como os modos ardilosos
e sonsos de quem agem na moita. Táticas que são “engenhosidades do fraco
para tirar partido do forte” (De Certeau 45), como ilustra a situação do eu
lírico feminino deste poema de Leila Miccolis (Campedelli 70):
Vivemos como casal
você trabalha demais,
me sustenta,
proíbe isso e aquilo
exige a casa arrumada,
quer almoço à uma hora,
o jantar às sete e meia,
sobremesas variadas...
com teus caprichos concordo,
e por vingança, te engordo
A forma de tentar essa reapropriação não é o tradicional confronto direto
dos fatores que motivam a repressão. pelo contrário. O eu agarra-se deles,
para, na aparente concordância, criar um ardiloso mecanismo de revanche,
que não dá nas vistas e passa despercebido. Numa outra versão, Carlos
Saldanha/ Zuca Sardan (12) também preferirá a saída tangencial a apostar
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
33
numa rebeldia contraproducente: “Uma opinião/ apoiada em baionetas/
degenera em bobagem/ se a gente deixar/a barriga na frente”; Leminski (77)
reverterá os empecilhos da vida se apropriando deles: “não discuto/ com o
destino/ o que pintar/ eu assino” –repare-se na letra cursiva como signo de
personalização– e Cacaso (84), inalmente, descortina o modo malicioso de
este agir: “eu sou manhoso eu sou brasileiro/ injo que vou mas não vou”. Tais
modos se aproximam muito da pura descontração ou do simples gracejo sem
transcendência, mas, são também as “mil maneiras de caça não autorizada”
(De Certeau 38) mediante as quais os seres anônimos inventam o cotidiano
e fogem dos sistemas de vigilância.
É a “arte do fraco” que, apoiada no agir tático, abre mão das estratégias 17,
pois, como vimos, não mais se atrela a projetos totalizantes de longo alcance.
A tática é maleabilidade pura, e deve-se aproveitar das ocasiões para lhes
tirar algum proveito. por isso é necessariamente instável, demanda sucessivas
reacomodações, o que impõe ao sujeito um tipo de aprendizado que é abertura
mental para a criatividade: se “É proibido pisar na grama/ o jeito é deitar e
rolar” (Chacal 90), e “quem teve a mão decepada/ levante o dedo” (Behr 50).
Não há, então, nestas expressões aceitação conformista da experiência diária,
como alguns críticos entenderam, mas um jeito enviesado, tangencial, não
frontal de driblar as agruras do cotidiano e que se justiica pela posição de
desvantagem que se ocupa dentro do sistema. No plano do discurso, a saída
vai recorrer muitas vezes à ironia, ao humor, à declaração ingênua, enquanto
a composição estrutural do poema admite a paródia e o pastiche.
Sem espaço para detalhar estes últimos aspectos, que encaro como recursos
condizentes com o universo sensível e com as condições existenciais especíicas
do sujeito que nestes poemas se constrói, recordemos que a eles se adjudicou
a responsabilidade pela “desqualiicação poética” e a “indigência do registro
subjetivo”, tal como Simon e Dantas (60) o apreciaram. Tendo olhado a
manifestação a partir de outra perspectiva, parece-me, pelo contrário, que
tais aspectos nos colocam de cara com esse tipo de criatividade “dispersa,
tática, bricoladora” que De Certeau (41) identiica nas formas sub-reptícias
assumidas pelos “grupos ou indivíduos presos nas redes da vigilância”.
Tretas e artimanhas discursivas que permitiram à poesia marginal emergir
dos cafundós para colocar-se no espaço público da prática estética e fugir
do poder centralizado e centralizador.
17
Para uma detalhada diferenciação entre os dois termos, De Certeau (1994).
34
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
A perspectiva crítica que até aqui se esboçou advém do diálogo com a
desarticulação conceitual de certos paradigmas que a hermenêutica, enfrentada
às alterações do tempo contemporâneo, vem realizando. A despeito do intenso
e às vezes bizarro debate que a chamada pós-modernidade tem suscitado, e
mesmo sem ter explicitado aqui suas questões mais pontuais, parece-me que
esta condição sociocultural e estética funciona como espaço de existência
cultural e como âmbito de elaboração ou retiicação de recursos interpretativos
a partir do qual inquirir a poesia marginal. À medida em que a situação
tardo-moderna descobre a contradição básica da modernidade e enfraquece
a supremacia dos conceitos absolutos, com todas as consequências que isso
acarreta, nos oferece a condição inicial para reavaliar a prática estética de
sujeitos culturais com interesses e modos de atuação diversos dos que a
experiência moderna aceitou como modelares.
Assim nos será possível ver no descompromisso com a racionalidade do
discurso letrado não a barbarização da estética, mas uma forma de mostrar
como esse discurso é impositivo. Na sua ludicidade, gratuidade, zombaria e
brincadeira não a desqualiicação da capacidade crítica da poesia, mas recursos
que lhe permitem implementar a “arte da dissimulação”, maneiras ardilosas
de enfrentar o poder hegemônico arbitrário e discriminador e se reapropriar
de certos índices de autonomia18. No uso da gíria, não comodismo e desleixo,
senão a diversidade linguística, a convocação da pluralidade que desarticula o
discurso homogeneizador e mostra a existência do outro nas suas diferenças
e particularidades. Na paródia e no pastiche, não a canibalização dos estilos,
mas a não-dissolução das diferenças, o não-apagamento das oposições, o
direito do outro se expressar por si.
Deve-se aceitar que a vocação estética da poesia marginal se realiza à
luz de outra sensibilidade, que instaura uma illusio 19 que se revela como
construção de um espaço estético-existencial diferenciado e inevitavelmente
caracterizado como temporário e efêmero. A poesia marginal se materializa
como experiência da diferença, e como tal desbarata a pretensão de constituir
o belo absoluto, desmontando com seus modos peculiares as bases ideológicas
do consenso estético da comunidade “universal”. Assim, ela estaria indo ao
18
Segundo Marilena Chauí, “o desejo de práticas autônomas e diferenciadas, sem a
tutelagem de organismos partidários, estatais ou empresariais” é traço inédito dos movimentos
sociais surgidos nesses anos.
19
Bourdieu (1990; 1996).
Os surpreendentes caminhos da estética: A poesia marginal dos anos 70
35
encontro desse momento heterotópico que Vattimo (80) deine como a “tomada
de palavra por parte de múltiplos sistemas de reconhecimento comunitário,
de múltiplas comunidades que se manifestam, se exprimem e se reconhecem
em modelos formais e mitos diferentes”.
A possibilidade de ainda contar com horizontes vitais para a realização
existencial, nas constritoras condições tardo-modernas da periferia
subdesenvolvida, só parece viável como experiência de pluralidade e
consciência da existência de mundos plurais. A permanência da arte nessas
condições coloca-se, então, como um árduo convívio com a instabilidade,
como camaleônica capacidade para a transiguração. Talvez por aí possamos
reorientar o signiicado do desaparecimento da tendência como prática
grupal e a diáspora de seus protagonistas, encaminhados às vezes para outros
rumos, não como a inevitável consequência da ineicácia de seus métodos, da
supericialidade de seus objetivos ou da irrelevância de suas formas estéticas,
mas como encerramento de uma trajetória que tem muito de aprendizado, de
um oportunismo tático que reconhece a necessidade da constante mobilidade,
que pode considerar, se necessário, o próprio desaparecimento.
por outro lado, aproximar-nos de manifestações como a poesia marginal
enquanto membros da comunidade acadêmica que avalia e sanciona o universo
da arte, supõe um inevitável diálogo com práticas que formalizam um conceito
estético reticente às clássicas formulações do paradigma moderno. por isso,
desde que não procedamos a um confronto com nossos tradicionais canais
de compreensão e avaliação, o entendimento das questões levantadas por
movimentos como o aqui analisado continuará obscurecido pela pura negação
discriminatória. Assim, então, o problema de epistemológico deriva numa
questão ética, que nos exige um aprendizado que é constante e delicado
exercício de aceitação e respeito pela diferença. E de reconhecimento de
que nossas elaborações conceituais não são formalizações neutras, mas sim
estruturas perpassadas pelos conteúdos ideológicos que, como sujeitos sociais,
cada um de nós defende e representa.
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 37-62
MUTISMO ANCESTRAL: A SORTE DOS ÍNDIOS
Luís Adriano de Souza Cezar
Universidade Federal do Rio grande do Sul
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
Milton Hatoum es uno de los autores más relevantes de la literatura brasileña contemporánea.
En 1989, realizó su debut en el universo literario con la aclamada novela Relato de um certo
Oriente. Resultado de una alta soisticación estética y de una intrincada disposición narrativa,
esa obra se distingue no solo por la fuerza de su enredo, sino también, sobre todo, porque
incorpora, como elemento constituyente de los personajes y sus conlictos, el discurso histórico
de una Manaus en crisis económica y cultural, después del decaimiento del Ciclo da Borracha.
De tal manera, este trabajo presenta un análisis del romance, cuya referencia es la sociedad
amazónica (y brasileña) a lo largo del siglo XX.
pALABRAS CLAVE:
Milton Hatoum, Manaus, Ciclo da Borracha, decaimiento.
Milton Hatoum é um dos autores mais relevantes da literatura brasileira contemporânea. Em
1989, realizou sua estreia no universo literário com o aclamado romance Relato de um certo
Oriente. Resultado de um alto reinamento estético e de um intricado arranjo narrativo, essa
obra se distingue não só pela força de seu enredo, mas, sobretudo, porque incorpora, como
elemento constituinte das personagens e seus conlitos, o discurso histórico de uma Manaus
em crise econômica e cultural, após a decadência do Ciclo da Borracha. Dessa maneira,
este trabalho apresenta uma análise do romance, cuja referência é a sociedade amazônica
(e brasileira) ao longo do século XX.
Palavras-chave:
Milton Hatoum, Manaus, Ciclo da Borracha, decadência.
Milton Hatoum is one of the most important authors of contemporary Brazilian literature.
He made his debut in the literary world in 1989 with the acclaimed novel Relato de um Certo
Oriente. This work, the result of high aesthetic reinement and an intricate narrative arrangement,
is distinguished not only by the strength of its plot, but above all because it incorporates, as
a constituent element of the characters and their conlicts, the historic discourse of Manaus
38
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
during an economic and cultural crisis subsequent to the decline in the Rubber Boom. This
paper therefore presents an analysis of the novel, whose frame of reference is Amazon (and
Brazilian) society throughout the twentieth century.
Keywords: Milton Hatoum, Manaus, Rubber Boom, decadence.
DA pARIS DOS TRópICOS À CIDADE FLUTUANTE
De reduzida aldéia em ins do século XIX, Manaus, já no primeiro decênio do
século XX, passou a um importante centro comercial do negócio da borracha.
A paris dos Trópicos, entretanto, teve vida curta; em 1920, o governo Federal
suspendeu os incentivos que, desde o início da primeira guerra Mundial,
tentavam debalde salvar a produção brasileira de um fracasso perante a
concorrência asiática. De qualquer modo, ainda que os portos tenham esvaziado
e os investimentos estrangeiros escasseado, a modernização empreendida
pelo surto da borracha em toda a região amazônica, especialmente na capital
amazonense, deixou marcas profundas não só no traçado urbano e nos
hábitos de consumo de Manaus, mas, sobretudo, na mentalidade da pequena
burguesia que se favorecera com os anos de Eldorado. A partir da crise do
Ciclo da Borracha, perderam espaço (e fortuna, evidentemente) os antigos
barões; em seu lugar, restaram suas mansões, seus palacetes e o símbolo
máximo do fausto manauara: o Teatro Amazonas. As famílias abastadas
que sobreviveram ao declínio econômico partiram, em sua maioria, para a
Europa ou para o Rio de Janeiro, a im de se afastarem do provincianismo a
que estava relegada, novamente, a antiga paris das Selvas. Esta se afundou
na estagnação econômica e sua população foi incrementada por uma legião
de miseráveis oriundos dos seringais abandonados que se espalhavam pelo
interior amazônico.
A entrada do capital estrangeiro, além da modernização arquitetônica e
urbanística, também favoreceu o fortalecimento do comércio em Manaus. A
im de suprir as necessidades de uma sociedade cada vez mais dependente
do estilo de vida europeu, ou melhor, parisiense, esse setor, ao lado do
setor responsável pela exportação gomífera, tornou-se fundamental para a
economia manauara. Apesar da queda brusca nas atividades exportadoras,
o comércio se manteve; ainal, Manaus já não era mais um acanhado reduto
de pequenas casas, e sim uma cidade que fora rapidamente modernizada e
invadida por imigrantes das mais diversas origens. Destes, um determinado
grupo foi de extrema importância para as atividades comerciais: os árabes.
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
39
Atraídos pelas riquezas da borracha, sírios e libaneses dedicaram-se às mais
diversas modalidades do comércio no espaço amazônico: desde a regatagem
pela imensidão dos rios até a administração de casas comerciais. Na Manaus
pós-Ciclo da Borracha, escassearam os grandes seringalistas e exportadores,
mas se mantiveram os integrantes de uma incipiente burguesia dependente
de negócios exclusivamente citadinos.
A exemplo do que acontecera em outras regiões brasileiras, como
os italianos em São paulo ou os judeus em porto Alegre 1, os imigrantes
árabes passaram a constituir um estrato de bastante importância econômica
na sociedade manauara. Tal relevo social é abordado nos dois primeiros
romances de Milton Hatoum, os quais possuem suas narrativas centradas em
núcleos familiares de origem libanesa. Seja a família de Emilie, em Relato
de um certo Oriente, seja a de zana, em Dois Irmãos, ambas apresentam
integrantes de uma elite local atrelada às atividades comerciais. No primeiro
caso, o universo romanesco se concentra nos espaços da parisiense, loja de
gêneros que dá esteio à família, e ao casarão onde vivem os imigrantes e seus
ilhos. Entretanto, ainda que os relatos organizados pela narradora se reiram,
majoritariamente, ao espaço privado, é no movimento das personagens as
quais circulam pelo sobrado dos libaneses que se pode observar tensões
sociais atinentes ao contexto histórico-social de uma Manaus de meados do
século XX. Dessa maneira, a maior parte dos eventos narrados pelas diversas
vozes que compõem o romance situam-se temporalmente em um período
histórico posterior ao fausto gomífero, episódio cujos ganhos e perdas são
fundamentais para compreender a constituição dessa Manaus moderna,
dentro da qual convivem o tradicional e o moderno, o nativo e o estrangeiro
e, sobretudo, as ruínas de um passado grandioso e a ânsia por um futuro que
redirecione a capital amazonense para o caminho de continuidade econômica
com o restante do Brasil.
A formação da paris dos Trópicos, assim como as principais cidades
ocidentais que se forjaram na virada do século XIX para o XX, é devedora
da lógica urbanística de Haussmann. Essa inluência europeia não é, de
modo algum, exclusividade manauara ou tampouco brasileira, mas no caso
de Manaus as consequências vão além da segregação espacial daqueles
que excediam os já deinidos lugares sociais de prestígio da modernização
conservadora. O crescimento desse núcleo urbano à beira do rio Negro,
1
Capitais, respectivamente, de São paulo e Rio grande do Sul, dois estados brasileiros.
40
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
mais do que afastar os pobres para as cercanias da cidade, tentou enterrar
como uma chaga o que, até hoje, há de mais distintivo da região amazônica:
a cultura indígena. Alijados pelos interesses do mercado internacional e,
principalmente, pela mentalidade –em um arremedo de europeia– da elite
manauense, os índios não compartilharam dos lucros da borracha, não se
envolveram em atividades comerciais, não habitaram os casarões do centro
da cidade, tampouco frequentaram as óperas do Teatro Amazonas. Dessa
forma, o grupo étnico primevo da região foi de tal modo relegado que sua
presença, além de desprezada socialmente, é inexistente em quase absoluto
no discurso oicial a respeito dos tempos áureos de Manaus.
Antes de um percurso histórico mais aprofundado a respeito das formas
de espoliação a que, desde a chegada dos primeiros portugueses à Amazônia,
sempre esteve submetido o indígena, é preciso compreender a maneira por
que se representa, no primeiro romance de Milton Hatoum, a estratiicação
social de Manaus. Este fenômeno recebeu contornos bastante acentuados
com o modelo de modernização empreendido na capital amazonense
durante o ápice da extração gomífera. Conservador, ele privilegiou as classes
dirigentes e relegou os desvalidos ao mais severo isolamento socioespacial.
Esse fundamento histórico é formalizado no romance a partir da relação
estabelecida entre a família-núcleo da narrativa e as diversas personagens
pobres que circundam o sobrado dos libaneses. No centro, há a matriarca
Emilie, o marido e os ilhos; ao redor, agregam-se as empregadas, os indígenas
e os moradores de bairros pobres, como a Cidade Flutuante e os Educandos.
Dessa maneira, observa-se, ao longo da narrativa, uma massa de miseráveis
desassistida por iniciativas do Estado tornar-se dependente da generosidade
de um grupo familiar abastado.
Durante a construção da Manaus moderna, forjaram-se –à distância do
centro, naturalmente– bairros pobres para onde migraram os excedentes da
reforma social empreendida na cidade. Mas a partir de 1920, ano que registra
a derrocada completa dos tempos dourados do extrativismo gomífero, passa
a se constituir uma surpreendente forma de agrupamento humano: a Cidade
Flutuante. Formada por casas de madeira que lutuavam sobre troncos de
árvores, essa aglomeração se desenvolveu de 1920 até 1967 nas superfícies
do Rio Negro e de igarapés manauaras. Essa outra cidade chegou a possuir
cerca de 12 mil habitantes durante a década de 1960 e contou com uma rede de
serviços semelhante à que havia em terra irme: bares, restaurantes, oicinas,
feiras, lojas, etc. Além disso, é preciso destacar que tal fenômeno urbano está
intimamente ligado aos dois maiores marcos de entrada do capital estrangeiro
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
41
na região amazônica: a formação da Paris dos Trópicos (1890 a 1915) e a
inauguração da Zona Franca de Manaus (1967). Assim, mais uma vez, a im
de que se compreenda qualquer aspecto do processo de modernização da
capital amazonense, deve-se apontar a lente de análise para esses dois polos
fundamentais da história econômico-social de Manaus.
paris dos Trópicos ou paris das Selvas são duas expressões cunhadas durante
a Belle Époque amazônica para designar a pretensiosa Manaus erigida com
os excedentes inanceiros da importação gomífera. Ao longo desse período
de euforia econômica, houve um intenso processo migratório voltado para
as capitais Manaus e Belém e para o interior amazônico, onde se situavam
os seringais de extração do látex. As cidades receberam, em sua maioria,
imigrantes ligados aos negócios exportadores e às empresas responsáveis
pelas reformas urbanísticas. Assim, pela capital amazonense, passaram a
circular cidadãos ingleses, espanhóis, portugueses, alemães, sírios, libaneses,
etc. Já pelo interior, no alto dos rios, em um contato muito próximo com
diversas populações indígenas, passou a viver e a trabalhar (em condições
absolutamente escorchantes) uma leva gigantesca de migrantes nordestinos.
Incentivados pelo governo Federal e, sobretudo, por promessas fantasiosas
de enriquecimento rápido e fácil, milhares de homens, mulheres e crianças
incrementaram os grupos de seringueiros da rústica indústria extrativa. Essa
massa iludida de trabalhadores nordestinos foi submetida, entre tantas formas
de exploração humana, ao perverso sistema de aviamento, por conta do qual se
tornavam verdadeiros escravos nas mãos dos administradores dos barracões.
Dessa maneira, ainda que esses trabalhadores tenham acompanhado o Ciclo
da Borracha desde os primeiros anos, a eles não coube parcela signiicativa
dos crescentes lucros da exportação gomífera; restou, isso sim, a experiência
da mais absoluta miserabilidade humana no interior dos seringais espalhados
pela selva.
Despojos de uma modernização manca e aventureira, os seringueiros
foram os últimos a receber as nefastas informações a respeito da bancarrota
amazônica. O isolamento imposto pelos seringais e o sistema de escravização
por dívidas inligiram a esses homens e mulheres modos extremamente
precários de contato com a civilização. Enquanto os ingleses –que haviam
construído o Manaus Harbour e se divertido nos elegantes clubes familiares
da capital amazonense– retornavam para a Europa, e os grandes seringalistas,
aos quais ainda restavam maneiras de escapar ao embaraço econômico,
mudavam-se para o Rio de Janeiro, os trabalhadores do interior amazônico se
depararam com imensos seringais abandonados, sem qualquer perspectiva de
42
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
produtividade. Desamparados por essa nova coniguração, para os sobreviventes
da extração de látex não houve outra alternativa, senão recorrer a Manaus,
a im de encontrarem algum alento para sua peregrinação iniciada no sertão
nordestino. Sendo assim, encetaram-se os primeiros movimentos para a
construção da Cidade Flutuante.
Diante de uma cidade cujo processo modernizador contribuíra de modo
decisivo para uma rígida disposição dos estratos sociais e suas respectivas
posições geográicas no limite citadino, diversos seringueiros e ribeirinhos
recém-chegados à principal cidade do Amazonas passaram a construir
suas habitações às margens do Rio Negro. Tal escolha não é, de modo
algum, aleatória, uma vez que esse grupo de migrantes possuía, no interior
amazônico, formas de sobrevivência exclusivamente dependentes das águas
dos rios. Deles, eram retirados o alimento; por eles, havia a navegação e a
comunicação com territórios vizinhos. Não surpreende, portanto, a manutenção
desse estilo de vida em Manaus, cuja formação histórico-social, apesar dos
esforços urbanísticos e europeizadores da malograda Belle Époque, também
debita de uma íntima relação com o rio. Desse modo, a Cidade Flutuante é
um fenômeno urbano de tamanha complexidade que sua extensão e seu nível
populacional são admiráveis: quase 12 mil pessoas se aglomeraram em uma
área que chegou a distar 150 metros da margem.
Embora no auge de sua existência, entre as décadas de 1940 e 1960,
a Cidade Flutuante tenha estabelecido um sistema de manutenção quase
autossuiciente em relação a Manaus, não se deve perder de vista que esse
bairro manauara guarda suas origens e seu desenvolvimento na entrada maciça
de seringueiros, pescadores e ribeirinhos sem nenhuma perspectiva de trabalho
ou de uma sobrevivência digna no interior amazônico. Airmar que essa cidade
possuía ferragens, oicinas mecânicas, drogarias e até mesmo consultórios
médicos e dentários não é, de modo algum, realizar a defesa do seu êxito
enquanto aglomerado humano. pelo contrário, apontar para o crescimento
e para as melhorias da Cidade Flutuante é, na verdade, repisar em um tema
caro à literatura de Milton Hatoum: a entrada de capital estrangeiro durante
o Ciclo da Borracha serviu para a construção de uma Manaus moderna em pé
de igualdade com outras grandes capitais do Brasil e do mundo; entretanto,
o modo como foi gerido esse excedente econômico deixou à margem dos
lucros e das melhorias técnicas e culturais uma imensa parcela da população
manauara. Assim, a Cidade Flutuante, longe de ser enaltecida como um
paradigma do esquizofrênico jeitinho brasileiro, precisa ser compreendida
como uma forma de espoliação de trabalhadores desvalidos, os quais, por
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
43
conta do perverso descaso das políticas públicas, obrigaram-se à construção de
uma comunidade famélica, desprovida de saneamento básico e transformada,
ao longo do tempo, em agente poluidor do rio sobre o qual lutuava.
Em Relato de um certo Oriente, os moradores desse conglomerado são
representados na sua relação de dependência com a matriarca da família-núcleo
do romance. Em torno da imigrante, a im de obterem alguma espécie de
privilégio, reúnem-se alguns integrantes da Cidade Flutuante. Hakim, o ilho
mais velho de Emilie e um dos narradores do romance, relembra a prática
da mãe em homenagem a Emir. A matriarca se deslocava anualmente até o
igarapé dos Educandos, onde arremessava um retrato do jovem libanês e um
vaso de lores, com o intento de exaltar a memória do irmão que se suicidara
no fundo do Rio Negro. Tal atitude, repetida durante vários anos, chama a
atenção dos moradores daquele bairro que se formava à beira do Negro e do
igarapé; por isso, a própria Emilie torna-se alvo não só de curiosidade, mas
também de idolatria pelos habitantes da Cidade Flutuante:
As dezenas de fotos de Emir serviram para Emilie colocar em prática
uma promessa cumprida à risca durante boa parte de sua vida; tu
deves ter reparado que, infalivelmente, a cada manhã do aniversário
da morte de Emir tua avó caminhava até a Matriz e, ajoelhada, com o
corpo voltado para o rio, orava os responsos de Santo Antônio; depois
seguia até o cais e pedia a um catraieiro para que a conduzisse à boca
do igarapé dos Educandos, onde jogava na água um vaso com lores
e um retrato do irmão; esse gesto, repetido a cada ano, despertou
uma certa curiosidade nos moradores da Cidade Flutuante. Alguns
passaram a frequentar o sobrado para pedir conselhos a Emilie e,
eventualmente, esmolas e favores (76).
Neste parágrafo, é interessante observar o movimento realizado pela personagem
em destaque. Emilie, para cumprir uma promessa de verdadeiro louvor ao
irmão, sai do sobrado da família e dirige-se até a praça da Matriz, em frente
da qual se organizaram as primeiras habitações da Cidade Flutuante. Antes
de compreender a força simbólica que esse deslocamento impele à narrativa,
deve-se destacar a descrição da matriarca realizada pelo ilho, narrador do
fragmento:
Mas na manhã seguinte Emilie se iluminava; vestia um tailleur negro e
usava o colar de pérolas contornando o decote, mas em contato com a
pele. O rosto liso como o marim era envolto pelos cabelos ondulados,
e por detrás da orelha brotava a lor de jambo, de um vermelho vivo
44
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
que repetia o vermelho dos lábios. Ao despontar assim, no vão da
escada, meu pai estremecia, mordendo os beiços, talvez ressentido
ou enciumado, em todo caso irrequieto e certamente fascinado com
aquela visão matinal, que era a versão mais pura da beleza. Ele não
estranhava a sua atitude, pois Emilie se embelezava para reverenciar
um defunto, mas o fato é que, naquele dia do ano, o negro que lhe
cobria o corpo era, mais que luto, luxo (89).
A última palavra, o termo que encerra esse trecho descritivo, congrega
em seu signiicado bem mais que uma apreciação acerca da vestimenta da
matriarca; revela, na verdade, o imenso contraste social existente nessa
Manaus do século XX, cuja mímese, além do percurso espacial realizado
pela libanesa, é a forma absolutamente desproporcional com que Emilie se
veste ao se dirigir a uma das regiões mais miseráveis da cidade. De frente à
Cidade Flutuante, uma mulher de postura esguia, com anel de saira e colar
de pérolas, dona de uma casa de comércio e moradora de um sobrado no
centro, atira lores e um retrato ao rio. Após esse rito, ela ainda recebe em
sua casa mendigos, curumins e doentes (em uma ila, a cada ano maior) para
lhes oferecer guloseimas e –mais importante– ajuda e proteção. Esse luxo,
portanto, a que remete Hakim, é a insígnia desse grupo manauara que não
apenas mora distante dos miseráveis, mas, sobretudo, veste-se e age de modo
distinto aos habitantes dos Educandos, da Cidade Flutuante e de tantos outros
bairros que proliferaram à revelia dos projetos urbanísticos do início do século.
Como próprio Hakim defende ao longo do romance, os presentes, as
esmolas, as eventuais ajudas e favores não signiicam, em essência, uma
generosidade louvável de Emilie. Ao passo que no universo público a
imigrante libanesa “se empenhava para que nada faltasse aos moradores da
Cidade Flutuante” (88), no privado, no interior do sobrado comandado por
ela, pouco havia da “mãe de todos” (89). No preparo do festivo dia em que
Emilie celebrava a memória do irmão, ajudando aos miseráveis de Manaus,
colaboravam as amigas Hindié, Mentaha e Yasmine, além das empregadas
e dos ilhos e parentes destas. Aqui, avulta a perversidade que impregna
as relações estabelecidas entre o senhor e os seus fâmulos na sociedade
manauara em realce. Nenhuma das empregadas que passaram pelo sobrado
de Emilie receberam honorários; além do mais, ainda foram vítimas dos
abusos dos gêmeos da casa, os quais contavam com a conivência materna,
mais interessada em proteger os ilhos que dar ouvidos a “sirigaitas” (77).
A forma de interação entre a matriarca libanesa e os desvalidos manauaras
que circundam o sobrado revela, apesar de ocultada por uma singela e
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
45
despretensiosa ilantropia, a reiteração do poder de um estrato social sobre outro.
Ao presentear, Emilie não está propriamente se doando à leva de miseráveis,
e sim reairmando a sua superioridade econômica e social. Todos aqueles
homens, mulheres e crianças, constrangidos por um contexto de estagnação
dos negócios extrativistas, não possuem alternativa diferente, senão recorrer
às esmolas advindas de um membro da elite comercial que se formou graças
à transformação da Manaus aldeia em Manaus moderna. Em um sistema
truncado, dentro do qual concorrem seringueiros recém-chegados dos seringais
abandonados do interior, caboclos, indígenas, mendigos, crianças órfãs, todos,
evidentemente, relegados às posições e às moradias mais desfavorecidas na
geograia da cidade, passam a depender do assistencialismo de alguém que
ocupa uma posição hierárquica, impudentemente, acima. Em troca, como
forma de agradecimento à bondade da libanesa, os mais variados presentes:
Eram objetos, animais e plantas originários dos quatro cantos da
Amazônia: pássaros e répteis vivos e empalhados, o precioso rouxinol
do rio Negro, mudas de trepadeiras, samambaias e palmeiras, peixinhos
fosforescentes, piranhas embalsamadas, e até mesmo a réplica iel
de um remo sagrado que conta a história de uma tribo indígena (89).
pelo que se vê, todas as ofertas recebidas por Emilie são marcadas seja pela
cultura, seja pela natureza amazônicas. Em primeiro plano, essa retribuição
–desnecessária, mas compreensível se levada em consideração a atitude de
contornos paternalistas da imigrante libanesa– nada mais é do que o pouco
que essas pessoas podem oferecer: frutas, plantas, caças, objetos pessoais, tudo
carregado de uma ânsia por agradar à mãe de todos. Observados, entretanto,
com mais vagar, esses presentes podem ser compreendidos como uma forma de
entrega simbólica dos elementos constituintes da identidade desses agraciados.
É o povo amazônico, o homem de sentimento arraigado aos rios e à selva, um
dos últimos resistentes à urbanização, realizando a própria amputação cultural
no interior da cidade. Este espaço, que se impôs de tal modo que exigiu a
migração para as suas fronteiras, achata indígenas, caboclos, nordestinos em
uma mesma massa de miseráveis sujeitos aos desmandos da classe abastada;
e se tiverem sorte, ganharão esmolas e até favores.
Os presentes foram tantos e tão variados que Emilie necessitou de um
amanuense para organizá-los. Neste ponto do romance, deve-se enfatizar
o alcance da inluência da matriarca na rotina de Manaus. A ila diante
do sobrado é enorme, a cada ano, ela é incrementada por mais homens e
mulheres; e estes fazem de Emilie um verdadeiro ídolo, o qual recebe beijos
46
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
na mão esquerda e oferta, com a direita, “comida à base de farinha de trigo
integral” (90). Não seria absurdo supor que fora a própria Emilie quem abriu
os caminhos para que Expedito Socorro se tornasse empregado no correio.
Ainal, que chances de ascensão social o sobrinho de uma índia teria, senão
protegido e favorecido por alguém do calibre da libanesa? Manaus, apesar
da recente urbanização a que fora submetida, não havia se livrado dos ranços
provinciais, e o modelo da família patriarcal, constritiva e com um amplo
círculo de poder e privilégios, ainda dominava na mentalidade dos grupos
mais distintos da cidade. Dessa maneira, Emilie encarna os sentidos mais
perversos das relações de cordialidade2 impingidos por essa velha ordem
familiar.
ANASTáCIA SOCORRO: TRISTE AgORA, LOgO DESESpERADA,
AMANHÃ RESIgNADA
Além dos moradores da Cidade Flutuante, dos mendigos e de tantos outros
miseráveis que esperam alguma caridade de Emilie, outro importante grupo
social também está à mercê dessa mesma proteção: os indígenas. Assim
como os outros, os índios citadinos pertencem a uma faixa da esfera social
eminentemente ligada aos desígnios dos membros de uma faixa superior.
Desse modo, na Manaus pós-Ciclo da Borracha, submetida à mais absoluta
imobilidade econômica, a estratiicação social que se constituíra e se fortalecera
com os anos de ouro da extração gomífera solidiicou algumas posições as
quais são representadas ao longo da narrativa.
Tal representação preserva os aspectos nefastos da interação entre membros
pertencentes a esferas opostas. por exemplo, a família de imigrantes libaneses,
cujo posicionamento é o de uma elite local ligada aos negócios do comércio,
e índios urbanizados (especialmente mulheres, incorporadas ao trabalho
doméstico) que, a im de não se submeterem à miserabilidade da mendicância,
sujeitam-se aos caprichos e aos disparates desse grupo familiar. Assim sendo,
2
Neste passo, é preciso esclarecer que a cordialidade a que se refere neste trabalho
está de acordo com a chave interpretativa proposta por Sérgio Buarque de Holanda, em Raízes
do Brasil. No quinto capítulo dessa obra, cujo título é “O homem cordial”, o autor desenvolve
um conceito fundamental para compreender a inluência do modelo de família patriarcal na
sociedade brasileira.
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
47
embora também se formalize o vínculo dos moradores da Cidade Flutuante
com o sobrado dos libaneses, é justamente na relação estabelecida entre Emilie
(e seus ilhos) e Anastácia Socorro (além dos ilhos e ailhados) em que se
assiste a um dos capítulos mais cruéis da narrativa, a qual guarda origens,
naturalmente, na realidade social de uma Manaus de meados do século XX.
A im de realizar o diálogo desse relacionamento tão marcado pela
perversidade com o conceito desenvolvido por Sérgio Buarque de Holanda,
é preciso equacionar as especiicidades da índia Anastácia Socorro, enquanto
pertencente a um grupo étnico espoliado e perseguido desde o princípio da
invasão portuguesa em terras amazônicas. portanto, compreender a crueldade
a que está constrangida a empregada doméstica do sobrado dos libaneses
exige um movimento de análise histórica, o qual situará Anastácia em uma
linha sucessória de mulheres indígenas que, desde a sociedade colonial,
foram inseridas no convívio com a civilização como força de trabalho ou
potencial reprodutivo.
Em um breve ensaio, intitulado Laços de parentesco: icção e antropologia,
Milton Hatoum comenta a constituição de Domingas, uma das personagens
de seu segundo romance, Dois Irmãos. Indígena, ela é incorporada à família
de zana ainda jovem, após a esposa de Halim doar algumas mesas e cadeiras
para as religiosas que tomavam conta dessa e de outras crianças órfãs e
oriundas do interior amazônico. Evidentemente, Domingas ingressa na vida
dos imigrantes libaneses para tomar conta do trabalho doméstico; serviçal,
destina-se a ela uma extenuante rotina de afazeres no sobrado dos patrões.
Segundo o autor, a gênese dessa personagem remonta, (além de duas viagens
realizadas em sua juventude ao Alto Rio Negro, das quais retornou deprimido
por conta da condição de exploração a que os índios da região, abandonados
pelo poder público, estavam submetidos nas mãos de comerciantes, militares
e religiosos), às experiências vividas na própria capital amazonense, onde
testemunhou cenas de humilhação e resignação em várias casas; vidas de
sofrimento de mulheres dedicadas à patroa e à família. Desse modo, Hatoum
justiica a construção de Domingas por meio de uma “adesão afetiva a pessoas
desgarradas de seus povoados, que moravam e trabalhavam em Manaus”
(Hatoum, Laços de parentesco: icção e antropologia 84).
Em acréscimo a isso, o autor amazonense realiza o ponto de contato de
Domingas com Félicité, personagem de Flaubert, também uma empregada
doméstica marcada pelo abuso e pela espoliação. Sob o ponto de vista da
literatura brasileira, a mãe de Nael é inserida em uma linha de personagens
femininas pobres e humilhadas, na qual antecedem a costureira de Memórias
48
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Póstumas de Brás Cubas, Dona plácida, e a migrante nordestina de A hora
da estrela, Macabéa. para Hatoum, essas mulheres comovem o leitor e
espelham mazelas ainda existentes na sociedade brasileira. Assim sendo,
lançando sua lente de análise para região amazônica, a abordagem de Milton
Hatoum é “uma tentativa de reparação a tantas Domingas exaustas e mal
pagas da minha infância e juventude amazonense, fonte primária da minha
experiência, de que depende a imaginação romanesca” (Hatoum, Laços de
parentesco: icção e antropologia 87).
Embora Milton Hatoum, no ensaio em destaque, enfatize apenas
Domingas, é preciso inserir outra personagem nesse grupo de mulheres
pobres –a empregada de Relato de um certo Oriente, Anastácia Socorro.
De modo semelhante à serviçal do segundo romance, Anastácia também é
de origem indígena e sofre os mesmos abusos físicos e sexuais no interior
de um sobrado de imigrantes libaneses. Nessa série, ainda se podem juntar
as empregadas Naiá, de Cinzas do Norte, e Florita, de Órfãos do Eldorado.
Dessa maneira, na obra romanesca de Hatoum, evidencia-se a representação
–ao lado de outros naturalmente– de um grupo social determinado: índias
desgarradas de suas localidades de origem e aculturadas na capital a im
de que se tornem empregadas domésticas em casas de pessoas socialmente
privilegiadas. A respeito dessa sucessão de personagens, cuja constituição
guarda procedência em um mesmo fundamento histórico-social, deve-se notar
que, entre as quatro, Anastácia Socorro é a que menos circula entre os patrões;
sua inluência na vida da família a que serve, se comparada, por exemplo, à
de Naiá, a qual aconselha e repreende a patroa Alícia, é absolutamente nula.
portanto, sobre a primeira serviçal representada incide uma perversidade nas
relações com os empregadores muito mais aguda do que a observada nos
romances subsequentes.
A respeito de Memórias Póstumas de Brás Cubas, o crítico literário
Roberto Schwarz airma que os episódios envolvendo Eugênia e Dona
plácida ganham realce em virtude da “profundidade com que inventam [...]
as consequências que a estrutura social brasileira trazia aos desfavorecidos”
(111). Em sentido análogo, as empregadas domésticas construídas pela escrita
de Milton Hatoum possuem correspondência com a sociedade manauara do
século XX. Desamparada por iniciativas do Estado, as quais, entretanto,
subvencionam o patronato extrativista (especialmente o ligado às atividades
de extração gomífera), a população da Amazônia é submetida a condições
de intensa miséria, sem alternativas de inserção em formas satisfatórias de
produção econômica. De acordo com Darcy Ribeiro, essa situação se agrava
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
49
em períodos letárgicos da economia amazonense, como o que se sucedeu
ao fracassado empreendimento do Ciclo da Borracha. Constituem o grosso
dessa população miserável índios, seringueiros, caboclos e ribeirinhos que,
desprovidos de perspectivas positivas no interior amazônico, adensam
os subúrbios das principais capitais do Norte, Belém e Manaus. Nesta,
formaram-se diversas aglomerações humanas marcadas pelas mais torpes
condições de vida, como a já citada Cidade Flutuante. Além desses bairros,
outra consequência do embaraço econômico é a urbanização de contingentes
indígenas, aos quais não restam opções de trabalho muito diversiicadas:
artesanato ou trabalho doméstico. Correspondem, portanto, a este grupo as
personagens domésticas dos romances de Milton Hatoum, as quais possuem
trajetórias de vida ao longo das narrativas bastante semelhantes.
A inserção compulsória do indígena amazonense à civilização remonta
à chegada dos portugueses na região por volta do século XVII. No delta do
Amazonas, a im de expulsar franceses, ingleses e holandeses que ameaçavam
sua soberania, a antiga Coroa construiu fortes de proteção. Estes se tornaram
núcleos de ocupação que rapidamente perceberam as lucrativas possibilidades
exportadoras das drogas da mata. Em um ambiente absolutamente inóspito
ao conhecimento e ao modo de vida português, a opção mais óbvia foi
recorrer à mão de obra indígena. A população autóctone foi incorporada
de duas maneiras ao empreendimento de busca por especiarias no interior
amazônico: a primeira delas –a mais recorrente– foi a escravização de tribos
inteiras; a segunda, por sua vez, representa a inclusão do indígena na lógica
mercantilista –em troca de produtos trazidos da Europa pelos portugueses,
os índios, transformados em consumidores, trabalhavam na loresta. Inicia,
dessa maneira, o extermínio de estilos primitivos de vida em tribos que
loresciam de forma grandiosa:
Toda a área era ocupada, originalmente, por tribos indígenas de
adaptação especializada à loresta tropical. A maioria delas dominava
as técnicas de lavoura praticadas pelos grupos Tupi do litoral atlântico,
com que se depararam os descobridores. Em algumas várzeas e manchas
de terra de excepcional fertilidade e de fácil provimento alimentar,
através da caça e da pesca, loresceram culturas indígenas de mais
alto nível tecnológico, como as de Marajó e de Tapajós, que podiam
manter aldeamentos com alguns milhares de habitantes (Ribeiro 279).
Apesar do poderio português, os indígenas reagiram às tentativas de
escravização, fugindo para o interior da mata. por essa razão, surgem as
50
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
tropas de resgate; solução cara e precária, logo foi substituída pela formação
de núcleos missionários, em que os índios apresados dedicavam-se ao serviço
com os padres, à ediicação de obras públicas e à coleta de drogas da mata.
Nesses aldeamentos, liderados por jesuítas, carmelitas ou franciscanos, índios
das mais diversas matrizes eram reunidos em único espaço de convivência.
Do ponto de vista cultural, essa homogeneização foi devastadora, já que
línguas, crenças e modos de vida distintos cederam ao enquadramento do
cativador. Dessa maneira, pode-se airmar que houve a tupinização dos
indígenas amazônicos –a língua e o estilo de vida dos Tupis, com quem os
portugueses interagiram de tal forma que sincretizaram mestiços chamados de
mamelucos ou neobrasileiros, foram impostos pelo colonizador cujo ponto de
vista, quando chegou à Amazônia, era duas vezes inluenciado: pela formação
européia e pelo intenso contato com o indígena litorâneo.
O vulto das populações, a fartura alimentar e a alegria de viver a que remetem
os primeiros cronistas da ocupação portuguesa logo foram substituídos pelo
trabalho forçado, em que o índigena, segundo as expressões cunhadas por
Ribeiro, tornou-se: índio-remo, índio-piloto, índio-bússola. Transmissor dos
modos tradicionais de sobrevivência, o autóctone transformou-se no saber,
no nervo e no músculo do colonizador; espantado, padre Antônio Vieira, no
século XVII, contabiliza 2 milhões de índios dizimados em apenas uma década:
Essas condições de exploração provocaram o extermínio das populações
aborígenes e criaram um ambiente de extrema tensão interétnica. Mas
a ordem social pôde ser mantida graças à implantação e atuação, ao
longo de séculos, do mais vasto aparelho de destribalização e de
conscrição violenta de índios ao trabalho (Ribeiro 287-288).
O vasto aparelho de destribalização a que remete Darcy Ribeiro tem a ver,
sobretudo, com a homogeneização ocorrida no interior dos aldeamentosreduções. O tupi, língua dos índios litorâneos, contribuiu para a formação de
uma língua geral, denominada, na região amazônica, nhengatu –falada por
índios genéricos, sem cultura e identidade especíicas. Com a formação e o
desenvolvimento das cidades na região, os indígenas também foram fazendo
parte do contexto urbano, mas sempre relegados a posições desfavorecidas
socialmente; de tal modo que no universo colonial, conforme recorda Araújo,
os índios eram considerados súditos inferiores da Coroa. Além do mais,
nesse contexto,
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
51
uma inversão quanto aos papéis tradicionalmente executados [nas
comunidades indígenas] se opera, quando os homens são lançados no
trabalho agrícola, tarefa social das mulheres, e estas são desviadas para
o serviço doméstico nas casas dos colonizadores, tornando-se suas
escravas e sendo submetidas aos seus caprichos sexuais (Miranda 7).
Compulsoriamente utilizados como mão de obra na conquista da Amazônia,
homens, mulheres e crianças indígenas representam o alicerce para a vida social
desse período. Às índias, entretanto, não couberam apenas os papéis de amas
de leite e farinheiras da Coroa (conforme promulgado pelo Regimento das
Missões de 1686), mas também foram impelidos a elas casamentos forçados com
colonos. Estes, desde os primeiros anos da ocupação portuguesa, exploraram
indiscriminadamente as mulheres indígenas, dando início a uma prática que
criou profundas raízes na mentalidade e, sobretudo, nos hábitos masculinos.
Durante o auge do Ciclo da Borracha, por exemplo, intensiicou-se o comércio
de mulheres indígenas para os seringais; uma vez que estes eram muitos e
bastante povoados, a índia se tornou objeto escasso. Reiicada, a mulher era
mercadoria valiosa na perversa economia do aviamento. por conta disso, as
indígenas passaram a ser capturadas a im de servir regiões como a do Alto
Juruá, no Amazonas; caso resistissem, eram amarradas e amordaçadas –em
uma forma de tortura conhecida por amansamento.
Além de utilizadas como potencial reprodutivo, já que a Coroa, pelo
bem do povoamento, permitiu a reprodução dos colonos com mulheres
indígenas, estas também foram incorporadas à sociedade colonial como força
de trabalho doméstico. Assim, desde os mais remotos tempos da ocupação
portuguesa em terras amazônicas, a índia sempre esteve muito próxima
da rotina e da casa dos colonizadores, prestando-lhes inumeráveis favores
(sexuais, mormente). Solidiicados os costumes, a instituição do compadrio
passou a dar suporte às relações sociais da Amazônia. Essa forma especíica
de interação entre as classes, comum ao interior e às capitais, possuía como
esteio o modelo de família patriarcal, cujos privilégios se estendiam de forma
ampla e abundante. Líderes políticos e membros do patronato extrativista e
comercial apadrinhavam meninos e meninas pobres do interior (indígenas,
em sua maioria) para fazê-los empregados de seus palacetes e sobrados nas
capitais Belém e Manaus. Crias da família, essas crianças assumiam uma
posição ambígua: tanto poderiam ser vistas como ilhos de criação, quanto como
serviçais da casa. Evidentemente, o segundo ponto de vista se sobrepunha,
e, para os ilhos dessas famílias abastadas, as empregadas não passavam
de mulheres-escarradeiras: prestavam-se à iniciação sexual e a abusos das
52
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
mais diversas naturezas. Subjugadas ao capricho dos patrões, a culpa da
gravidez geralmente lhes era atribuída; caso tivessem sorte, poderiam criar
os seus –exclusivamente seus– ilhos malditos. Constitui-se, desse modo,
uma verdadeira ancestralidade de ilhos enjeitados, cuja marca é o silêncio
da origem e da submissão.
Justamente desse fundamento histórico se vale a construção das empregadas
domésticas de Hatoum. Anastácia Socorro, Domingas, Naiá, Florita, todas
carregam em sua gênese as marcas de desmando e espoliação a que as
mulheres indígenas, desde os tempos coloniais, foram submetidas no interior
de casas abastadas de Manaus. No contexto da produção romanesca de
Milton Hatoum, Relato de um certo Oriente, além de inaugurar essa linha
sucessória de personagens femininas pobres e humilhadas, também apresenta
uma “periferia de agregados” (Cerqueira e Rezende) que buscam alguma
forma de privilégio em torno da matriarca libanesa (como representantes
desse grupo, destacam-se, sobremaneira, os moradores da Cidade Flutuante
e de outros bairros miseráveis da capital amazonense). Dessa maneira, a
relação de Emilie com os desvalidos que a circundam assume um sentido
autolegitimatório: estes a veneram, porque necessitam de sua proteção; aquela
os acolhe, porque isso renova e expande seu poder.
No alcance da inluência da matriarca libanesa, confundem-se os limites
do ambiente público e do privado. Em torno da mãe de todos, agregam-se os
desvalidos de uma cidade paralisada economicamente; apesar desse epíteto,
sob o manto da atitude afetuosa conquistada pelo convívio quase familiar
entre Emilie e os agregados, movimenta-se uma espécie de civilidade a qual,
na esteira do argumento de Holanda, “pode exprimir-se em mandamentos
e sentenças” (147). Sendo assim, a matriarca leva à esfera da intimidade
relações que, à primeira vista, não deveriam se pautar dessa maneira e, com
isso, alarga o alcance da sua importância na sociedade manauara (lembrando
que, mesmo na velhice, a libanesa continua inluente, ainal, por meio de
bilhetes entregues à polícia, solta pequenos infratores da cadeia); todavia, o
reverso dessa prática tão acolhedora (da qual se favoreceu, em certa medida, a
narradora do romance e seu irmão) é o tratamento dispensado, especialmente,
a Anastácia Socorro: submetida a uma cordialidade que a sufoca no interior
do sobrado sem o direito de experimentar uma comida digna ou de receber
um mísero salário.
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
53
EMILIE: CORDIALMENTE pERVERSA
Nessa dialética da cordialidade, a imigrante libanesa possui um comportamento
marcadamente ambíguo. Na frente do sobrado, auxiliada pelo amanuense
Expedito Socorro, a matriarca realiza ofertas aos pobres; por tal razão, é
chamada mãe de todos. No interior, entretanto, esforça-se a im de manter
uma relação, no mínimo, afetuosa com a empregada Anastácia Socorro, tia
de Expedito. A dona de casa respeitada por diversos moradores manauaras e
reconhecidamente generosa é a mesma que “resmungava porque Anastácia
comia ‘como uma anta’” (76). Assim sendo, das práticas sociais empreendidas
por Emilie pode-se compreender as duas faces da convivência com os
agregados: de um lado, a oferenda, como forma de garantir a dependência; de
outro, o escárnio e a humilhação, modos de açoitar e de reiterar o privilégio.
O sentido dessa convivência cruel e absolutamente corriqueira no contexto
manauara aprofunda-se no relacionamento estabelecido entre os membros
da família libanesa (especialmente Emilie e seus ilhos inomináveis) e as
empregadas da casa (com maior ênfase para Anastácia Socorro). Dando
continuidade a um costume já bastante difundido entre os homens pertencentes
a estratos privilegiados da sociedade de Manaus, os gêmeos, cujos nomes
não são revelados ao longo da narrativa, se prevalecem das domésticas do
sobrado e, ao mesmo tempo, beneiciam-se da proteção materna. Sobre esse
ponto, é importante destacar a perspectiva de Hakim –irmão mais velho, de
modo algum afeito a essas práticas:
[...] meus irmãos abusavam como podiam das empregadas, que às
vezes entravam num dia e saíam no outro, marcadas pela violência
física e moral. A única que durou foi Anastácia Socorro, porque
suportava tudo e isicamente era pouco atraente. Quantas vezes ela
ouvia, resignada, as agressões de uns e de outros, só pelo fato de
reclamar, entre murmúrios, que não tinha paciência para preparar o
café-da-manhã cada vez que alguém acordava, já no meio do dia.
Vozes ríspidas, injúrias e bofetadas também participavam desse teatro
cruel no interior do sobrado (76).
Voz crítica à conduta dos gêmeos, o primeiro ilho de Emilie, além de trazer
à tona de modo genérico a forma com que os irmãos tratavam as mulheres
de estrato inferior, ainda relata um evento pontual e extremamente profícuo
para compreender o alcance desses desmandos. Embora sempre descrito como
um homem silencioso, ponderado e de ação restrita aos limites da parisiense,
54
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
certa feita, o marido de Emilie ingressa furiosamente no interior do sobrado,
de cinturão em punho, cobrando a responsabilidade dos gêmeos pelo ilho de
uma mulher desconhecida. Encolerizado, “gritou, entre pontapés e murros
na porta, que um ilho seu não pode escarrar como um animal dentro do
corpo de uma mulher” (77). Neste ponto, mostra-se importante destacar o
uso do verbo escarrar, já que este termo resume em seu signiicado o valor
atribuído às mulheres que apareciam na parisiense exigindo a paternidade de
seus rebentos. Elas são de tal modo depreciadas que, ao invocar o desrespeito
dos gêmeos a Deus, o marido de Emilie recebe uma resposta deinidora do
caráter das relações sociais constituídas entre homens abastados e mulheres
pobres no contexto manauara: “– Deus? – contra-atacou Emilie. – Tu achas
que as caboclas olham para o céu e pensam em Deus? São umas sirigaitas,
umas espevitadas que se esfregam no mato com qualquer um e correm aqui
para mendigar leite e uns trocados” (77-78).
Este pequeno excerto revela de maneira incisiva o nefasto tratamento a que
estão subordinados os desvalidos de Manaus: índios, caboclos, ribeirinhos,
seringueiros, enim, toda uma sorte de homens e mulheres que a modernização
da Belle Époque intentou dissimular. Entretanto, os mal fadados rumos
econômicos da capital amazonense obrigaram-na a acolher esse enorme
excedente humano. Desse grupo de miseráveis, recebem destaque, por sua
condição ainda mais despojada de qualquer dignidade humana, as mulheres;
exploradas pela posição social rebaixada e, sobretudo, pelo gênero, a elas
restou o papel de escravas: seja domésticas, seja sexuais. A indignação de
Emilie possui um fundamento de classe manifesto: na lógica da matriarca,
representante do grupo dirigente, o sexo –índice mais cortante da dominação
masculina– é um pretexto utilizado por mulheres interessadas em se valer
das posses da família. A responsabilidade dos ilhos não se exime somente
porque o amor dessa mãe é incondicional e cegamente devotado aos seus,
mas, sobretudo, porque as tais caboclas são sujeitos pertencentes a setores
desprestigiados socialmente. Dessa maneira, em uma sociedade ainda
bastante enraizada em costumes herdados pelos ditames coloniais, que desde
os primeiros anos submeteram a mulher indígena (e também a mestiça) ao
sentimento colonizador de pertença, não espanta que a matriarca (ainda que
mulher, mas mulher proprietária, estrangeira e católica fervorosa) julgue os
ilhos segundo os critérios do espaço privado –a cordialidade das relações
enseja esse procedimento em tudo injusto e perverso.
A crueldade se aprofunda ainda mais no relacionamento da índia Anastácia
Socorro com Emilie e os ilhos inomináveis. A razão por que a permanência
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
55
da empregada foi tão longa no seio da família libanesa indigna na mesma
medida em que comove. Ela não foi abusada pelos gêmeos, porque era feia;
não havia respeito ou consideração, e sim um desprezo de tal modo demasiado
que nem mesmo para o escarro sexual Anastácia servia. A doméstica não
abandonou o convívio com os imigrantes, porque era forte; provavelmente,
após uma vida pregressa de embaraços, já chegara ao sobrado resistente a
agressões físicas. A feiura e o lombo curtido não são atributos aos quais se
deva dedicar louvores; ironicamente, para a serviçal de Emilie, são eles que
lhe deram amparo – parece que a humilhação consagrada a essa mulher
nasce de todos os lados.
A ANCESTRALIDADE DA SUBMISSÃO
Na fatura do romance, Anastácia Socorro é uma personagem cuja concepção
corresponde à estrutura social manauara. Em uma Manaus de meados de
século XX, submetida a uma severa estagnação econômica após a crise da
borracha, os estratos da sociedade já não contam com os poderosos barões
da extração gomífera; todavia, uma imensa leva de miseráveis, para os quais
as alternativas de sobrevivência no interior eram as mais custosas, buscou
a cidade mais importante da região a im de melhores condições de vida.
Desse movimento de urbanização caótica, nasceu, conforme já observado, a
Cidade Flutuante, a qual é representada no romance na forma de dependência
estabelecida por alguns moradores com a matriarca libanesa. percurso
semelhante, mas de origens bastante recuadas no tempo, é o ingresso de
indígenas no convívio urbano. Incorporada à civilização compulsoriamente,
quer como presas das tropas de resgate, quer como catecúmenos dos núcleos
missionários, a população de índios amazônicos, desde os primeiros tempos da
ocupação portuguesa, sempre esteve –embora alguns membros mais arredios
fugissem para a mata e para o alto dos rios– muito próxima dos colonizadores.
Assim sendo, quando se trata desse grupo de indígenas urbanizados, cujo
aumento também está ligado ao auge do Ciclo da Borracha, período em que
se impôs sobremaneira a lógica de modernização calcada na tecnologia e na
urbanização, pode-se airmar uma verdadeira ancestralidade na sujeição às
famílias pertencentes a esferas privilegiadas da sociedade manauara.
Tal linha de submissão é formalizada na narrativa a partir dos indígenas
que circundam o sobrado dos libaneses. A matriarca não era servida apenas
por Anastácia, mas também pelos ilhos, sobrinhos e ailhados da índia. Nessa
56
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
conta, ainda podem ser considerados o tio de Anastácia, Lobato Naturidade,
responsável pelo resgate de Emir; Expedito Socorro, o jovem amanuense; e
uma das ilhas de Anastácia, empregada com quem a narradora se depara ao
acordar em frente à casa da mãe na volta a Manaus. Dessa maneira, a árvore
genealógica indígena, a qual se mostra dependente dos desígnios da libanesa
e seus familiares, constitui-se da seguinte forma: Lobato Naturidade é o mais
velho; este é tio de Anastácia Socorro, a qual é mãe dos fâmulos que, nos
ins de semana, ajudam nas tarefas domésticas do sobrado; além disso, há
Expedito e a empregada que desperta a narradora – essa última serviçal é
um dos citados fâmulos, já adulto, evidentemente.
O vínculo de Lobato Naturidade com a matriarca não é, à primeira vista,
pautado pela sujeição; ainal, Hakim é categórico ao airmar que “Emilie
tratava-o com um respeito que aspirava à veneração” (83). Essa deferência foi
moldada logo após o suicídio de Emir; na confusão para resgatar e identiicar
o cadáver do jovem libanês, o misterioso indígena, de modo bastante rápido
e eicaz, encontrou o corpo do suicida e trouxe alívio à irmã. Daí em diante,
Emilie dedicou a ele uma “amizade [...] louvada por uns e tripudiada por
outros” (84). E é justamente nesse ponto em que residem os traços deinidores
da superioridade hierárquica da libanesa. Sob o manto cordial da “lhaneza no
trato, a hospitalidade, a generosidade” (Holanda 146), a civilidade da matriarca
venera o velho Lobato; entretanto, também carrega consigo o inocultável
germe da dominação. Entre Hector Dorado, Esmeralda, Américo, dr. Royal,
Shalom Benemou e a esposa (vizinhos e amigos da família de Emilie), a
circulação de Naturidade como um curandeiro eiciente não depende da
própria competência ou da fama que o precede, e sim do prestígio que lhe é
conferido pela matriarca – a indicação e o endosso da libanesa são capazes
de quebrar as barreiras impostas a um sujeito marcado por injúrias e “notícias
difamatórias” (85). Tal resistência se origina do lugar social e, sobretudo, do
ambiente cultural a que pertence essa personagem indígena:
[...] o que mais irritava as pessoas era a vida errante de Lobato, a
inexistência de uma moradia ixa. Cercado de urubus, viam-no ingressar
na carcaça de um barco meio soterrado no mar de dejetos à beira de
um igarapé; outros juravam que ele frequentava sórdidas palaitas,
cujas paredes estavam cobertas de imagens de santos estranhos, com
olhares não se sabe de embriaguez ou loucura; num recanto próximo
ao casebre, um círculo de pontos luminosos brotava do breu da noite
e aclarava garrafas de cachaça e galinhas mortas entre montículos de
medalhas profanas (85-86).
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
57
Neste passo, o que o narrador Hakim evidencia é bem mais do que temor
à medicina de Lobato ou às lendas originadas pelo mistério em torno do
qual vive esse homem, e sim o preconceito de uma população que execra o
conhecimento, a cultura e os modos de vida do grupo étnico autóctone. As
personagens citadas, para quem Lobato prestou algum serviço medicinal
ou de resgate a mortos e desaparecidos, são todas elas estrangeiras por
nascença ou ascendência. Isto é, embora Manaus seja uma cidade cuja
formação depende essencialmente da tradição nativa (dentro da qual se insere
a importância dos rios, da loresta e das formas de adaptação indígenas), há
uma evidente sobreposição simbólica do contingente urbano – constituído
de modo majoritário por valores alóctones, especialmente os europeus. E o
próprio Hakim, com seu olhar de um apurado senso crítico, é quem avizinha
a condição indígena à segregação socioespacial:
Esses atributos infames, vitupérios dirigidos a um homem pacato
e quase invisível, eram lancetadas dirigidas também contra uma
tradição ainda viva, que pulsava no coração dos bairros da periferia,
no interior de habitações suspensas, açoitadas pelas chuvas (86).
Este é um momento capital da narrativa a im de que se compreenda a porção
ocupada pelo índio na geograia da cidade. Além de um espaço simbólico
denegrido, somente digno de consideração, caso se manifeste a inluência
de alguém como Emilie, por exemplo, também foi destinado às populações
indígenas um lugar de absoluto desprestígio na organização citadina. Dessa
maneira, geograicamente, as personagens do romance podem ser discriminadas
de modo simples, porém expressivo: na parte central da cidade, os Benemou,
o genro do Comendador, um médico formado pela London School of Tropical
Medicine, a família da matriarca libanesa, etc; à margem, distantes, eniados
em palaitas, contribuindo para a formação da Cidade Flutuante e de outros
bairros paupérrimos, os miseráveis de Manaus –os excedentes da modernização
de caráter conservador dos anos dourados da borracha.
Lobato Naturidade circula entre as personagens do centro e até angaria
certo prestígio, por conta da amizade com Emilie. Em acréscimo a isso, há
outro ponto a ser discutido capaz de evidenciar o reverso desse vínculo entre o
indígena e a libanesa. por meio de um compadrio às avessas, Lobato recomenda
que a sobrinha busque emprego no sobrado da matriarca. Esta, além de agir
como o esteio simbólico do curandeiro, dando-lhe a proteção necessária para
percorrer ambientes refratários à sua presença, ainda é responsável por acolher
Anastácia Socorro como empregada doméstica. No interior dessa intimidade
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
tão extrema, reside uma evidente distinção do lugar social de cada um: sem
Emilie, Naturidade não passaria de um charlatão ainda mais execrado pela
comunidade manauara; sem Emilie, Naturidade não obteria uma colocação
para a sobrinha. É, portanto, a imigrante libanesa quem dá as cartas; partem
da sua vontade e do seu empenho os desígnios para índios e pobres.
Seguindo a linha sucessória de dependência à família-núcleo do romance,
Anastácia Socorro ingressa como a empregada doméstica do sobrado. Vítima
dos abusos e dos caprichos dos gêmeos, Anastácia apenas não tomou o mesmo
caminho de outras empregadas, porque era pouco atraente e bastante resistente.
No entanto, nem por isso a índia deixou de experimentar um martírio sob
as ordens de Emilie. Entre essas duas personagens não havia uma relação
marcada pela impessoalidade ou pela racionalidade, pressupostos elementares
para um vínculo moderno entre empregador e empregado. pelo contrário,
correspondendo a costumes típicos da Manaus do século XX, em vez de
um contato menos íntimo e, por conta disso, mais adequado a sistemas de
trabalho atuais, sobrepunha-se à convivência de ambas um modelo de prática
social gerido e justiicado pelo próprio núcleo familiar. Ou seja, Socorro foi
incorporada à dinâmica como se fosse um membro da família; entretanto,
reside nessa mistura de afeto e trabalho a face mais violenta da cordialidade:
No meu íntimo [Hakim é o narrador], creio que deixei a família e
a cidade também por não suportar a convivência estúpida com os
serviçais. Lembro Dorner dizer que o privilégio aqui no norte não
decorre apenas da posse de riquezas.
–Aqui reina uma forma estranha de escravidão –opinava Dorner. –A
humilhação e a ameaça são o açoite; a comida e a integração ilusória
à família do senhor são as correntes e golilhas (78).
O fotógrafo alemão, nesse breve comentário compartilhado com Hakim,
evidencia a crueldade sobre a qual se estruturam as relações de trabalho no
Norte, mais especiicamente em Manaus. A prática a que ele se refere é bastante
recorrente, e suas raízes, entranhadas na mentalidade dos grupos dirigentes,
remontam aos tempos coloniais. Mulheres indígenas de aldeias do interior
ou pertencentes a contingentes urbanizados possuem no trabalho doméstico
uma das escassas alternativas de trabalho. Desgarradas de suas famílias, essas
empregadas ingressam no seio de grupos abastados ainda adolescentes ou, até
mesmo, crianças. A essas meninas, portanto, correspondem as tantas caboclas
que tentaram servir a família de Emilie e também Anastácia Socorro, cujo
amparo da matriarca se deu graças à indicação de Lobato Naturidade. Sob
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
59
os desmandos e os caprichos dos patrões e seus ilhos, Anastácia torna-se
parte integrante do sobrado; como uma verdadeira coisa, a qual não cansasse,
não possuísse desejos e desgostos, a indígena é submetida a uma rotina
extenuante: trabalhos excessivos, agressões, castigos e humilhações das mais
diversas naturezas. Contudo, nesse vínculo assumido entre a empregada e a
patroa, existe um elemento de barganha: o privilégio. por meio de um esforço
(notado por Hakim), a matriarca age de modo afetuoso com a doméstica; além
disso, os ilhos da índia são considerados ailhados da libanesa. Neste ponto,
observa-se o nervo de sustentação de uma relação empregatícia que é, em
praticamente tudo, prejudicial à parte subalterna. Assim, embora perseguida
pelos gêmeos e humilhada por Emilie, Socorro, para quem as chances de
trabalho fora do sobrado não são variadas, tampouco em condições muito
diversas que as experimentadas entre os libaneses, sente-se acolhida pela
mãe de todos ao vê-la oferecendo a ocupação de amanuense para Expedito
Socorro e o título de ailhado aos rebentos.
Em contrapartida, do outro lado dessa balança bastante desfavorável,
situam-se as ações de Emilie. para ela, o trabalho e o alimento oferecidos à
empregada pertencem à dimensão da caridade; Anastácia Socorro, ailhados
e sobrinhos, quando trabalham no interior do sobrado, são verdadeiros
privilegiados. O peso da família nessa balança se intensiica e aprofunda a sua
perversidade justamente na comida ofertada à empregada e a seus parentes:
não lhes é permitida uma refeição semelhante à do resto da casa; doces e
guloseimas são negados às domésticas. Concessões são feitas a Socorro,
somente sob a proteção de Hakim:
Eu presenciava tudo calado, moído de dor na consciência, ao perceber
que os fâmulos não comiam a mesma comida da família, e escondiam-se
nas edículas ao lado do galinheiro, nas horas da refeição. A humilhação
os transtornava até quando levavam a colher de latão à boca (76).
As frutas e as guloseimas eram proibidas às empregadas, e, cada vez
que na minha presença Emilie lagrava Anastácia engolindo às pressas
uma tâmara com caroço, ou mastigando um bombom de goma, eu
me interpunha entre ambas e mentia à minha mãe, dizendo-lhe: fui
eu que lhe ofereci o que sobrou da caixa de tâmaras que comi; assim,
evitava um escândalo, uma punição ou uma advertência [...] (76).
Na esfera pública, Emilie é conhecida e louvada como a mãe de todos:
comida e favores são ofertados aos moradores da Cidade Flutuante. Já na
esfera privada, ela age de modo absolutamente diverso: as empregadas e seus
60
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
parentes são de tal forma abjetos que a eles não cabe alimento semelhante
ao dos patrões. Nessa atitude, observa-se a incoerência em que recai a tão
pronunciada generosidade de Emilie; porém, tal incongruência se fundamenta
justamente no embate entre público e privado. Ora, da porta do sobrado para
fora, a matriarca é uma respeitosa senhora pertencente à elite local; por conta
disso, a bondade é de seu interesse – a esmola não só lhe digniica a imagem
perante a cidade, como reitera a força e o alcance da sua inluência; aos pobres,
por sua vez, importa essa assistência da libanesa, pois ela é um dos poucos
sujeitos em Manaus que lhes pode proporcionar algum rumo positivo na vida.
Ao lado disso, no interior do sobrado, impera o costume da região – sob a
condição de serviçais, indígenas e caboclos dedicam-se e submetem-se às
extravagâncias e aos caprichos da família; em troca, apenas comida, e ruim.
O cimo da perfídia e da perversidade no relacionamento com a empregada
doméstica se manifesta em um evento bastante peculiar dessa história. Quando
a matriarca descobriu o parentesco entre Lobato Naturidade e Anastácia
Socorro, esta “icou mais íntima dos frequentadores da casa, e logrou a
proteção de Emilie” (86), para ela “as tardes de ócio multiplicaram-se e as
tarefas domésticas passaram a ser mais amenas” (86). Gerando revolta nos
gêmeos, Anastácia, além de receber certo alívio em suas obrigações, passa
a realizar as refeições na mesa da sala; um grande avanço nos hábitos da
família – a índia dividia o mesmo espaço dos patrões e ainda experimentava
da mesma comida. Entretanto, os irmãos inomináveis “nunca suportaram de
bom grado” (86) essa inovação, e a “regalia súbita foi efêmera” (86):
Aquela mulher, sentada e muda, com o rosto rastreado de rugas, era
capaz de tirar o sabor e o odor dos alimentos e de suprimir a voz e
o gesto como se o seu silêncio ou a sua presença que era só silêncio
impedisse o outro de viver. Sem que alguém lhe dissesse algo,
Anastácia se esquivou dessa intimidade que causava repugnância nos
meus irmãos, alição em Emilie e uma discórdia generalizada na hora
das refeições, um dos raros momentos em que a família hasteava a
bandeira da paz (86-87).
Neste passo, é importante mostrar a maneira por que se formaliza o
constrangimento ao qual a empregada é submetida ao redor da mesa dos
libaneses. De modo bastante expressivo, o silêncio se interpõe na narrativa
a im de revelar o desprezo a que estão relegados os índigenas na sociedade
manauara. Aos índios cabe tão somente o silêncio; diante de membros
concernentes a estratos privilegiados, os integrantes da etnia autóctone reprimem
Mutismo ancestral: a sorte dos índios
61
a própria voz. A atitude tomada por essa personagem é mímese da condição
dos índios amazônicos – desde os mais tenros dias da ocupação portuguesa,
os indivíduos desse contingente étnico foram perseguidos e reprimidos em
suas especiicidades culturais sob o domínio do colonizador e dos religiosos.
Ainda mais escorchante é a situação dos índios urbanizados, os quais, além
de viverem a terrível mutilação identitária de não serem silvícolas, tampouco
sujeitos reconhecidamente civilizados, são incorporados à sociedade manauara
como empregados com quem se pode tudo: desde não remunerar pelo
trabalho, controlar a comida, até agressões e estupros; tudo isso justiicado
pelas inconstâncias e pelos deslizes daqueles que ocupam posições distintas
nessa relação vertical. Não é de modo algum desmotivado, portanto, que não
somente Anastácia Socorro seja descrita por signos que remetem ao silêncio,
mas também o tio, Lobato Naturidade, seja reconhecidamente um sujeito
silencioso e fechado para si mesmo; assim como eles, Expedito Socorro, o
terceiro membro dessa linha sucessória de submissão, é apenas referido na
narrativa, sem que ao menos se saiba da própria voz nada além do trabalho
prestado à matriarca; e o quarto e último integrante dessa genealogia, é a
empregada que acolhe a narradora quando esta chega a Manaus – a índia se
diz ilha de Anastácia e ailhada de Emilie, após isso, conforme relata a irmã
adotiva de Hakim, conina-se no seu “mutismo ancestral” (9).
Além dos traços sanguíneos, essas quatro personagens se ligam por formas
semelhantes de dependência com a matriarca Emilie. Lobato Naturidade
resgata o jovem libanês suicida; a partir daí, angaria proteção e prestígio
da matriarca. Esse vínculo permite o ingresso de Anastácia Socorro como
empregada do sobrado; apesar de submetida a uma condição cujas marcas são
o desrespeito e a miserabilidade, a doméstica observa o sobrinho, Expedito
Socorro, tornar-se o amanuense da mãe de todos, experiência que o credencia
aos trabalhos no correio. Finalmente, a ilha de Socorro também possui sua
trajetória associada ao prestígio de Emilie: quando criança ajuda nos afazeres
domésticos do sobrado; depois de adulta, permanece empregada doméstica e
atrelada ao dia a dia da matriarca. Desse modo, imprime-se, nas existências
desses quatro indígenas, o selo da circularidade: do primeiro ao último membro
da genealogia, cada um deles é debitante do amparo da imigrante libanesa.
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Schwarz, Roberto. Um mestre na periferia do capitalismo. São paulo: Duas Cidades, 2012.
REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 63-76
A MÍSTICA EM AgUSTINA BESSA-LUÍS E CLARICE
LISpECTOR
Maria Lúcia Dal Farra
Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientíico e Tecnológico
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
Se trata de examinar la aproximación a la condición de mujer en dos escritoras de la misma
generación: la brasileña Clarice Lispector (nacida en 1920) y la portuguesa Agustina BessaLuís (nacida en 1922). Son objeto de estudio las respectivas novelas que publican en un
mismo período: La sibila, de Agustina, es de 1954, y La pasión según G.H., de Clarice, es de
1964. A través de estrategias narrativas y discursivas muy diversas, cada obra se vale de la
temática de la naturaleza mística (que envuelve lo femenino) para solapar las bases culturales,
estructurales e ideológicas de donde parten, exponiendo la inadaptación al mundo estabilizado
y demoliendo el código novelesco.
pALABRAS CLAVE:
misticismo, mujeres, novela, desasosiego.
Trata-se de examinar a abordagem da condição concernente à mulher em duas escritoras da
mesma geração: a brasileira Clarice Lispector (nascida em 1920) e a portuguesa Agustina
Bessa-Luís (nascida em 1922). São objeto do estudo os respectivos romances que publicam
numa mesma faixa temporal: A sibila, de Agustina, é de 1954, e A paixão segundo g.H.,
de Clarice, é de 1964. Cada obra, através de estratégicas narrativas e discursivas muito
diversas, se vale da temática da natureza mística (que envolve o feminino) para solapar as
bases culturais, estruturais e ideológicas de onde partem, expondo a inadaptação ao mundo
estabilizado e desmanchando o código romanesco.
Palavras-chave:
misticismo, mulheres, romance, desassossego.
This article examines how two female writers from the same generation approach the feminine
condition: the Brazilian Clarice Lispector (born in 1920) and the Portuguese Agustina BessaLuís (born in 1922). The analysis focuses on two of their novels published in the same time
64
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
period: La Sibila, by Agustina, was written in 1954, and La pasión Según g.H., by Clarice,
was written in 1964. Through diverse narrative and discursive strategies, these two works
explore the mystical nature (which encompasses the feminine condition) in order to address
the cultural, structural and ideological grounds from where they are based. By doing so,
they expose the inability to adapt to the idea of a stable world and undermine the code of
the novelistic genre.
Keywords: mysticism, women, novel, discontent.
para gilda Oswaldo Cruz: a concertista,
a romancista, a ensaísta e a amiga
Uma das mais inquietantes experiências de leitura iccional é a d´A paixão
segundo G.H. de Clarice Lispector. O livro é verdadeiramente insuportável,
no sentido de que estabelece um pacto penoso com o leitor. É-lhe solicitado
que dê a sua mão à narradora (para apoiá-la, para dar-lhe sustentação) a im
de que ela atravesse, já então por meio do verbo e do discurso, o inferno (e a
glória) que conheceu –para que comece um novo talento de existir. Amparála nessa contingência tão radical é muito desconfortante, e o leitor não pode
nem mesmo se relaxar nessa travessia de inesperados e desculturalizados
incidentes. Deveras: ao iniciar o romance, ele ingressa numa temperatura
máxima que vai conservá-lo, sem descanso, no mesmo grau de ansiedade até o
inal. Em regime de máxima intensidade, o persistente clímax não oscila e vai
tensionando a linha narrativa quase a ponto de esgarçá-la. Conhece, então, o
leitor de Clarice Lispector que este sim é o verdadeiro livro do desassossego.
Diversa receptividade terá ele aquando da leitura de Agustina Bessa-Luís.
O romance A sibila, ao contrário, permite que ele se instale no bembom, no
aconchego de uma linguagem (digamos) materna1, que parece agasalhá-lo e
ritmá-lo na narração de histórias pitorescas do povo, que avivam costumes
antigos, crenças, expressões e linguajar populares, para a transmissão de
uma herança cultural, no colo da qual ele se sente seguro e protegido. Mas
1
A expressão é de Silvina Rodrigues Lopes (1989), que a utiliza para designar a
linguagem da consolidação e do hábito que Agustina aparentemente professa, com o intuito
de abrir nela um movimento de desterritorialização –o que revela, ainal, a linguagem de
Agustina como (sou eu que concluo) uma linguagem “madrasta”.
A mística em Agustina Bessa-Luís e Clarice Lispector
65
nem tudo transcorre em berço esplêndido. Um ou outro tropeço parecerá se
dever, no entanto, a um vocabulário castiço do Norte de portugal, de onde
emergem a autora e sua sabedoria ancestral, e, talvez, à sinuosidade das
orações muito alongadas. Através de encaixes subordinados e coordenados,
estas proliferam a narrativa e a irradiam por diferentes tempos e paragens
numa escrita em “tapeçaria aberta”, no dizer de Eduardo Lourenço, num
luxo contínuo do pensamento, à maneira da durée bergsoniana, como a vê
Maria Alzira Barahona (1968)2. Agustina não tem compromisso algum com
o tempo, que usa como mola para saltar e retornar de uma para diversas
épocas ao longo de mais de cem anos, numa especulação constante que vai
varando esse tecido e se abrindo em múltiplas hipóteses.
O estilo de Clarice é já bem outro: frases curtas, fragmentadas, cortantes,
discurso que avança em caleidoscópio semântico e que se esforça por traduzir
a si mesmo continuamente, valendo-se de fecundos intervalos de sentido ou
de meandros de signiicados cada vez mais disparatados ou desconcertantes.
O que causa ao enredo uma estranheza ambulante já que, parecendo não
gerar novos episódios, a trama não se encontra de fato emperrada, mas
antes incada numa expansão que se aprofunda, em lugar de se espalhar,
condensação que a vai fertilizando com ressonâncias imprevistas. porque
a acústica de sensações machuca e implode, com novas nervuras, a face do
que se diz, transmutando-a em outra e outra superfície, em moto contínuo.
No caso do romance a que me reiro, a ação é escassa; e o tempo linear,
embora marcado por rigorosa e precisa anotação de horas, é, entretanto,
quase nulo3. E isso porque o presente do discurso, que é o tempo da escrita,
se realiza no denso testemunho do que ontem se passou, a im de que a
narradora possa seguir imediatamente em frente, visto que luta, a partir de
então, contra a esperança e o adiamento que esta implica.
Já a efabulação de Agustina é, em tudo, diversa. Abundante, ela transborda,
no sentido de que se prolifera em ações, comentários e aforismos, numa espécie
Sobre o tempo em Agustina, ver também Magalhães (1987).
Sobretudo uma das onze categorias agenciadas por Clarice sobre a obra romanesca
tradicional, e indicadas por Lúcia Helena (1997), parece referendar perfeitamente este
romance. Visto que ele apossa-se “livremente de uma série de modalidades de textualização,
de fragmentos e ‘ruínas’ culturais de referência histórica e bíblica, com que elabora uma nova
geograia da imaginação e do espírito através da intertextualização deste material” (107).
2
3
66
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de didascália que aponta para onde olhar o leitor e no que reparar 4. Repleto
de pequenos detalhes e afeito a minúcias que, acompanhando a fala de um
personagem, podem dilatar-se ininitamente, o entrecho se permite também
desviar-se na direção do mais ínimo componente. E vai, assim, povoando
alentados parágrafos, numa profusão de orações incrustadas umas nas outras 5.
Uma personagem, por exemplo, ao se despedir de uma segunda, se prepara
para dialogar com aquela que está a seu lado, e que se acha entretida numa
outra função: no caso, cear. Ora, a narradora de Agustina segue não só essa
pessoa ao lado, como vai mais além, detendo-se nos motivos que ilustram a
porcelana que ela segura na mão, a ponto de também dar vida à cena estampada
na tigela do caldo que ela toma. Assim temos que, “Quando ele partiu, ela
meneou várias vezes a cabeça, calada; depois, com o seu trejeito de mão
sacudido e quase irônico, que ela empregava por acirrado hábito e que lhe
servia para testemunhar desdém e, sobretudo, esconder o seu pensamento
real, dirigiu-se à moça, que ceava, cabisbaixa e esmoendo boroa na malga,
em cujo bojo uma espécie de S. Tiago com tiara de pope parecia prestes a
lançar-se num galope glorioso abaixo do seu pedestal” (Bessa-Luís 138).
Já Clarice pratica muitas vezes uma linguagem que passa rimbaudianamente
por “un long, immense et raisonné dérèglement de tous les sens” o que obriga
o leitor a se apoiar sobre um território movente e minado6. No 22º segmento
do romance, por exemplo, g.H., numa das múltiplas alegorias, rouba o
cavalo de caça do Rei do sabá, visto que procura “a danação como uma
alegria”. E durante todo o tempo, na noite enquanto dorme, ao entardecer ou
de madrugada, o ginete respira chamando-a, porque o trote continua nela. O
cavalo conduz seu pensamento, se é pensamento, ela questiona,
esta hora entre latidos. Os cães latem, começo a entristecer porque
sei, com o olho já resplandecendo, que irei. Quando de noite ele me
chama para o inferno, eu vou [...] Correm atrás de nós cinqüenta e
três lautas. À nossa frente uma clarineta nos alumia. E nada mais me
4
Inês pedrosa repara acertadamente que “os limites” é que apuram em Agustina “a
consciência do ininito” (20 mulheres 67).
5
Em outro texto, Inês refere o “inacabamento voluntariamente esperançoso nos
romances de Agustina” (A orquestra 15).
6
As indicações sobre Rimbaud dizem respeito à celebre carta dirigida por ele a paul
Démeny, conhecida como Lettre du Voyant, e que data de 15 de maio de 1871. E também se
espraiam pela sua obra poética, notadamente por Une saison en enfer.
A mística em Agustina Bessa-Luís e Clarice Lispector
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é dado saber. De madrugada eu nos verei exaustos junto ao regato,
sem saber que crimes cometemos até chegar a madrugada 7. Na
minha boca e nas suas patas a marca do sangue. O que imolamos? De
madrugada estarei de pé ao lado do ginete mudo, com os primeiros
sinos de uma Igreja escorrendo pelo regato, com o resto das lautas
ainda escorrendo dos cabelos” (Lispector 128).
Não é preciso frisar: os dois exemplos que venho de citar evidenciam que
cada autora solicita do seu leitor um comportamento especíico. Há, de um
lado, a escritora brasileira, que age quase perversamente, partilhando com ele
um acontecimento impossível e dilacerante para a comunicação do qual ela
precisa fabricar uma linguagem; e há, de outro, a escritora portuguesa que o
traz para o seu regaço e que o vai acalentando com histórias tão saborosas
quanto arrebatadoras.
Mas diante de tal desigualdade de tratamento, com razão o leitor se
perguntará o que leva a serem tão distintas duas romancistas contemporâneas,
nascidas quase no mesmo ano (Clarice é de 1920 8, Agustina é de 1922),
criadas na província (Clarice em Alagoas, no Nordeste Brasileiro; Agustina
em Vila Meã, no entre Douro-e-Minho, Norte Português), adaptadas depois em
grandes capitais (Clarice no Rio de Janeiro; Agustina em Coimbra e no Porto),
escrevendo seus romances na mesma década (A sibila é de 1954; A paixão
segundo G. H. é de 1964) e que usam a mesma língua para se comunicarem.
por que deve ele se acautelar com Clarice e se entregar à Agustina? por que
ica apreensivo com uma enquanto à outra se rende?
A pergunta é inútil pois que, ao im e ao cabo, ele convirá que tanto uma
quanto outra fazem um mesmíssimo trabalho de sapa, solapando as bases
culturais, estruturais e ideológicas de onde partem – este o grande elo a unilas ainal. Clarice trabalha em aparência de maneira pouco misericordiosa
7
Alfredo Bosi, em História Concisa da Literatura Brasileira, anota que Clarice
articula a experiência metafísica por que passa em A paixão segundo G.H. “valendo-se do
verbo ‘ser’ e de construções sintáticas anômalas que obrigam o leitor a repensar as relações
convencionais praticadas pela sua própria linguagem” (Bosi 425). Este é bem o caso da
estranheza que causa ao leitor o “eu nos verei exaustos”, constante do trecho citado.
8
Nádia Battella gotlib, reconhecidamente a mais importante estudiosa da vida de
Clarice, dedicada ensaísta de sua obra, depois de contracenar os dados controversos acerca
da data de nascimento da escritora (discordância, aliás, fomentada pela própria Clarice),
conclui que quando ela chegou ao Brasil, desembarcando no colo de seus pais em Maceió,
em fevereiro de 1921, tinha 2 meses (Gotlib 63).
68
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e direta, enquanto Agustina tem um modo mais matreiro de seduzir o leitor,
desenvolvendo “uma sutil insídia da linguagem”. Agustina desmonta, num
“hibridismo suspeito”, os universos fechados de que trata, “na tentativa de
desviar a verdade dos arquivos para o errante da verdade”, como percebe
Silvina Rodrigues Lopes (A alegria 16).
E o nosso leitor concluirá que os dois procedimentos tão diversos não
passam de simples estratégias de persuasão... para que as matérias de que
elas se ocupam possam atingir, com eicácia, esse interlocutor. Vejamos.
O feixe de motivos que anima tanto um quanto outro romance parece ser
semelhante. Observo que em ambos topamos com uma temática de natureza
mística envolvendo a esfera do feminino.
No caso de Clarice, g.H. terá um momento de revelação do que é a sua
vida bem constituída de escultora burguesa (e dos impasses que a cercam),
quando penetra no insuspeitável universo do outro 9. Ou seja: quando,
inopinadamente, ingressa na existência que se desenvolvera na surdina,
paralelamente à sua, debaixo do seu teto, no quarto agora vazio de Janair,
a ex-empregada da cobertura do prédio de classe média alta carioca, nos
píncaros da qual o romance transcorre10.
O relevo geográico não é gratuito, já que esse primeiro espanto, que
ilumina g.H. a si mesma a partir de outra perspectiva, será o trampolim
inicial para o mergulho nas profundezas do seu ser, nas raízes da existência
que compartilha com toda a matéria. E é nesse instante que começa, também
rimbaudianamente, a sua “saison en enfer”.
porque, ultrapassando esse estágio inaugural de um autoconhecimento
apenas psicológico, g.H. será arremessada a uma experiência mística de
descida ao caos primordial, numa desintegração da sua identidade, numa
morte iniciática que, todavia, a reviviicará e a situará em harmonia com
a Natureza, com o Cosmos, com Deus. Dá-se, então, simbolicamente, a
reintegração dela ao estado originário do Homem, e o conhecimento revelado
é de que tudo o que tem não é seu - ela mesma pertença do desconhecido. Ao
inal dessa operação místico-esotérica, G.H. encontrará em si “a mulher de
9
Este “outro” é pronunciadamente o “diferente” de g.H. - Janair é a “estrangeira”:
negra, subtraída, muito bela (tem traços e postura de “rainha africana”, como só agora nota
G.H.), representante da favela que, de cima, da sua cobertura, G.H. vislumbra em baixo. De
resto, Janair é “achatada como um baixo-relevo preso a uma tábua” (Lispector 40).
10
É bom de notar que “Janair” é quase um anagrama de “rainha”...
A mística em Agustina Bessa-Luís e Clarice Lispector
69
todas as mulheres” (Lispector 174): eis como, então, um tema se enrosca no
outro; eis como a mística, em Clarice, desemboca no feminino11.
Mas tal ritual só é processado mercê da participação de um ser primitivo,
testemunha do imensurável tempo: a barata12. É este inseto que empiricamente
g.H. se obriga a provar, numa comunhão difusa entre o sabath e a missa
negra13, num ritual que desaia a náusea e a nojo. Por meio dessa recusa à
aculturação, ela ingressa, por im, na revisão radical de tudo o que compõe
o nosso mundo civilizado: o Amor, o Tempo, a Verdade, a Maternidade, a
Dor, Deus – a Linguagem14. Sim, porque se tal penoso processo só existe
à medida que é pronunciado, o nomear tem de implicar uma alquimia do
verbo, já que para conhecer algo tão colado à coisa, a designação torna-se
impedimento, distanciando o contacto direto com a ela15.
11
Raimunda Bedasee, que estuda a Violência e ideologia feminista na obra de Clarice
Lispector (1999), conclui a respeito deste romance que Clarice representa um “modelo
extremamente positivo da, e para, a mulher contemporânea”. Tal modelo que, segundo ela,
não incorpora estereótipos femininos e assume pulsões ditas masculinas, como a violência, ou
como a independência, “está de acordo com o desenho feito por Janair, onde são representados
um homem e uma mulher, o que signiica ‘a falta de lugar’ atribuída a g.H. tanto sexualmente
quanto na sociedade, por exercer a proissão de escultora e pela independência que possui – o
que faz com que g.H. não pertença a lugar algum. Em outras palavras, g.H. reúne características
da androginia” (106). E a androginia, como a concebe Jacques Vidal, signiica, ainal, que
“l’entièreté de la condition humaine est masculine et feminine” (Vidal 371).
12
Benedito Nunes comenta que o aparecimento da barata vem consumar o processo
subterrâneo e fatal da desagregação de g.H. que já se iniciara quando sua vida começara a ser
esvaziada da sua personalidade ao entrar no quarto de Janair, onde lhe aparecem os contrastes
inconciliáveis da existência (Nunes 1973).
13
Cf. o inspirado texto de Berta waldman.
14
Alfredo Bosi, num dos traços precisos com que revela os autores estudados na sua
História Concisa da Literatura Brasileira, considera esta obra um “romance de educação
existencial”, e que o monólogo de G.H. decreta “o im dos recursos habituais do romance
psicológico”. por isso mesmo apreende no enfrentamento da narradora com a barata um “salto
do psicológico para o metafísico”. E acrescenta, citando Lévy-Bruhl, que “a diferença entre a
mente primitiva e a civilizada” se dá em “termos de participação”, de “integração dos pólos”,
para a primeira, e de “distância” para a segunda (Bosi 424-425).
15
Vilma Arêas indica que o “reconhecimento, uma vez assumido, impede a aventura e
impele ao fabrico de uma cartilha que reinstaure a harmonia quebrada pelo excesso, ultrapassagem
da medida humana” – provável caminho que Clarice buscará em Uma aprendizagem ou O
livro dos prazeres, onde “a comunhão agora é feita através do corpo amoroso, numa longa
e minuciosa cerimônia de iniciação, evitando-se o abismo que g.H. não recusou mas que
terminou numa instrução” (Arêas 49).
70
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E é por essa razão que o romance se perfaz como um obsediante tateio
da linguagem16. É preciso reinventá-la, vergá-la para que ela dê conta dessa
evidência, de modo a que possa transmitir tal absoluto, esse apogeu de
ignorância que consiste no nada, no neutro, no caos, no vazio, no opaco, na
mudez, no inexpressivo, no inumano - na falência de todos os valores da
estética, da ética e da metafísica17. De modo que a “paixão” constante no título
da obra, mostrando-se ao longo da narrativa uma experiência mística, acaba
por se transmutar, em Clarice, numa operação ontológica18. E a maneira de
comunicação empregada por g.H. não pode ser senão a de uma “linguagem
sonâmbula”, de uma espécie de tosca e impossível tradução de sinais, de
uma linguagem de toques telegráicos (telepáticos?), de algo como uma
transcrição fonética, um graismo – um murmúrio. De modo que ela só pode
nomear negando, exercitando obsessivamente a contradição e o oxímoro,
que está na base dessa linguagem19, visto que descobre esta pequena coisa:
“falar é mudo”20.
Em Agustina, é como um dom inato, uma predestinação, revelada
sobretudo após uma morosa doença adolescente de Quina, senhora da Casa
da Vessada 21, que a qualidade de conselheira, de força espiritual ligada
ao sobrenatural nela se manifesta. Mas a loração dessa predisposição de
16
Em “Clarice Lispector: mulher macho, sim senhor!”, Fátima da Silva salienta que,
de uma maneira geral, os personagens de Clarice não só questionam a linguagem mas reletem
sobre o ato criador.
17
Carlos Mendes de Sousa esclarece que o “neutro, o insosso equivaleriam àquilo
que está próximo de Deus na tradição mística” (A relação 171). Ver também deste autor o
recente e alentado volume publicado no Brasil: Clarice Lispector. Figuras de escrita (2011).
18
Cf. Olga de Sá (2004).
19
Na análise deste romance, Benjamin Moser (2009) conclui que o resultado obtido
por Clarice “que talvez possa ser chamado de espinosismo místico ou ateísmo religioso, é o
seu mais rico paradoxo até então” (Moser 38).
20
Cf. Yudith Rosenbaum (2004). Talvez o incômodo e torturante comportamento de
leitura a que tenho referido se deva ao fato de que g.H., segundo Rosenbaum, “ao abrir-se
para o ilimitado, distancia-se do mundo construído e partilha da lógica dos paradoxos, que
é na verdade o campo do Real (como quer Lacan), do impossível de ser igurado. Ela se
aproxima perigosamente da experiência psicótica, que seria a irrupção crua do Real sem a rede
simbólica que o sustenta; é habitar uma trama sem contornos, sem limites, onde a linguagem
compartilhada não alcança.” (Rosenbaum 267, o grifo é meu).
21
Catherine Dumas airma que em A sibila “l’esprit des lieux se situe dans cet espace
unissant la Maison et la terre possédée, cette ‘quinta’ animée par l’esprit féminin allié à l’eau.”
(Dumas 65).
A mística em Agustina Bessa-Luís e Clarice Lispector
71
abertura para o impalpável e para o iluminado está associada, em Agustina,
ao desenvolvimento de outras qualidades que, no romance, realizam o valor
feminino. É como se cada mulher tivesse em si uma sibila dormente, que é
preciso despertar.
A conversa atual entre os primos germana e Bernardo, três anos após a
morte de Quina, abre e fecha, como uma moldura, o romance de Agustina.
E a narrativa vai se ocupar, saltitantemente, da geração feminina da Casa da
Vessada, onde o casal se encontra, propriedade atual de germa – de todos
da Casa, a única descendente 22. germa guarda etimologicamente no seu
nome o germe dessa Casa de mulheres, e, por um golpe do acaso, também
o sobrenome da matriarca, a sua avó23. Se, como diz a narradora, os nomes
das casas transmitem-se pelos ilhos varões e os costumes são herança das
mulheres, aqui, ambas as prerrogativas serão exercidas pela mulher. germa,
sobrinha e espelho de Quina, parece propagar e levar para adiante, ao inal
do romance, a aprendizagem acerca dessa força espiritual feminina que a tia,
reediicando a Casa, em tempos afundada pelo desbragamento de pai e irmãos,
concentrou. De maneira que o romance se encerra acenando para adiante,
projetando-se através do lastro meritório que germa extrai do retrospecto
de mais de cem anos (que é o corpo do romance), e que tem início com as
mulheres do tempo da sua bisavó.
Naquela época, era ainda vigente o anátema que recaía sobre os rebentosfêmeas. As ilhas eram desprezadas pelo pai e criadas em separado dos
membros masculinos da família, nos casebres dos caseiros – esse o caso da
mãe de Isidra. O casamento consistia então na união de dois patrimônios, de
modo que quando a Casa desanda, tanto Quina quanto sua irmã Estina perdem
seus pretendentes. Esse duro golpe repercutirá para sempre na vida de Quina,
que escolhe o respeito em lugar do desejo, alçando-se, em seguida como
22
Vale lembrar que não há exatamente uma hierarquia de personagens. Agustina
acompanha as ramiicações entre elas (que pode ser de natureza muito diversa), segue essa
imensa família, parentes, agregados, amigos, vizinhos, e vai criando o contexto onde Quina
aparece, personagem que também não é a sua única ocupação narrativa. por isso mesmo Inês
pedrosa se dá conta de que nos “romances de Agustina, precisamente porque movidos por um
democrático sentido de composição ou justiça, dilui-se a noção de personagem secundária:
todas as iguras têm o seu momento de intervenção essencial – é isso o que de imediato torna
os seus livros sedutores e acessíveis a leitores intuitivos e não-iniciados” (A orquestra 15-16).
23
A idéia de germa como germe também está em Monica Rector: “A sibila de Agustina
Bessa-Luís” (s/f).
72
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
cobiçado partido que, todavia, recusa quaisquer investidas, permanecendo
solteira por decisão própria. Caso contrário é o de Estina: sua infeliz escolha
há de comprometer os ilhos, falecidos por maus tratos do pai, enquanto a
ilha enlouquece e morre.
Mulheres há, em contrapartida, que desandam sua vida apenas por prazer em
desaiar o nome que trazem (o caso de Isidra) e outras, como a amortalhadeira
Domingas, que providencia ela mesma a sua justiça, envenenando um a um
os maridos e dando im aos indesejados ilhos. Mas aquelas que mais ojeriza
causam a Quina são as da sociedade, as idalgas, cuja intimidade ela conhece:
segundo ela, parecem viver como numa cela de loucas, sem pudores, sem
moral, sem leis.
À medida que Quina constrói sua independência econômica, entranhase mais nela a aversão aos homens que não ultrapassam a inferioridade que
ela fora capaz de vencer. Às mulheres, de maneira geral, atribui-lhes uma
“categoria deprimente”, considerando que usam o amor com instinto de
ganância, enquanto parasitas e não companheiras de seus homens, deplorandolhes a condição de “escravas regaladas” (Bessa-Luís 117). Por isso, o seu
conselho a germa não pode ser diferente: “Menina [...] não te cases nunca.
É a maior desgraça que pode acontecer a uma mulher” (142).
Não por acaso, o lema de germa será preferir o perigo embora o tema;
odiar a dádiva embora a cobice; ter a consciência de que aceitar é ser vencida;
e que a luta é um apelo constante, uma necessidade absurda e inapelável
(147). Esta poderia ser também a divisa da própria Agustina que, segundo
Silvina Rodrigues Lopes “pensa sem temor nem repouso no pensável e no
impensável, arriscando saltar no escuro todos os muros até hoje estabelecidos”
(Agustina 30).
pois bem. O que importa considerar, em sintonia com o romance de Clarice,
é que a perspectiva ideológica implícita no romance de Agustina indica que
a aceitação da condição feminina é deplorável, sendo em contrapartida a
insurreição da mulher, qualquer que seja ela, um valor poderoso e diferenciador.
De todos os atributos que germa retira de Quina, o mais proeminente é o de
constatar que ela “acusava e defendia com o mesmo denodo de consciência”,
como se estivesse sempre do outro lado do muro, “fazendo saltos à vara
por cima dele”, por puro desaio (127-128). Ainal, a “contradição era o seu
profundo conteúdo humano” (128). Era essa força de espírito o que fazia
dela, um “ser trivial e sem gênio”, “uma mulher vaidosa e fraca”, com desejo
de expansão e de público, carente de adulação e de admiração (134) – uma
A mística em Agustina Bessa-Luís e Clarice Lispector
73
mística, uma sibila. E esse misticismo era humanista, sim, porque era uma
revolta; era a rebelião audaciosa e admirável da sua ignorância.
É esse exemplo substancial de energias humanas que entre si se devoraram
e se deram vida, que Germa reterá deinitivamente de Quina. E, como a
indicar sibilinamente em si mesma tal contradição, é no vai-e-vem da cadeira
de balanço da tia (o seu trono de herdeira), num movimento de ser-e-não-ser
muito próprio da contradição, que germa chega a essas conclusões.
Quanto a mim, concluo, sempre provisoriamente que, seguindo de perto
suas personagens, Agustina e Clarice também fazem inca-pé numa condição
paradoxal de entremeio, num estado de periclitância, de estar à beira de,
aplicando-se no desmanche do código romanesco, ostentando a inadaptação
ao mundo estabilizado, quebrando a rotina literária. Não diversamente de
Agustina, também há, em Clarice, um “triunfo da escrita, o assomar da
desordem absoluta, de onde nasce a obra que guarda o segredo dos seus
enigmas prodigalizando os vestígios que a eles conduzem”24.
Semelhante selo vigora nas personagens de ambas as escritoras, graças à
fresta que nelas vislumbraram para expressarem os seus valores femininos.
Não é à toa que criaram, cada qual no seu próprio registro, uma personagem
mística, visto que “o misticismo tornou-se, na história do Ocidente, o único
lugar onde às mulheres era permitida voz e agência públicas” (Irigaray, cit.
em Ferreira 119).
Ora, a igura da sibila e de G.H. se manifestam no ponto de clivagem
entre o rejeitado e o airmado, lugar onde têm-se inscrito as mulheres dessa
“comunidade inigurável”25. As “ilusas”, as “beatas” e as “alumbradas” que,
pelo menos desde o século XVI, têm representado, mercê do viés místico,
um modelo feminino mais desenvolto (e que, por isso mesmo beira tanto à
emancipação quanto à heresia) – são certamente as ancestrais destas místicas
criadas por ambas26.
24
Cf. Silvina Rodrigues Lopes: “Sobre Agustina Bessa-Luís” (2003). Silvina está se
referindo à Agustina e não à Clarice, coisa que eu faço.
25
O conceito é de Teresa Joaquim, que o elucida em “A (im)possibilidade de ser
ilósofa” (2001), como ensina Ana Maria Ferreira, na obra citada, considerando que ele
expressa mais plenamente a “invisibilidade das mulheres”. Cf. também Teresa Joaquim: As
causas das mulheres. A comunidade inigurável (2006).
26
Esclareço o signiicado de tais categorias através da citação direta de Ana Maria
Ferreira. As “ilusas” compreendiam as “mulheres que viviam fora do controle da Igreja
que não as reconhecia como dignas por lhes atribuir vícios não compatíveis com o espírito
74
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Esse espaço intervalar existente tanto em g.H. quanto em Quina, espaço
que é trégua do sistema e empenho em ouvir as vozes interiores que delas
irrompe, subverte a ordem simbólica e situa-as num patamar fora do controle
social. Esse o “ponto exterior” onde elas se localizam em relação à vida; esse
o “círculo” que constroem em torno de si e que ninguém pode transpor (como
bem se dá conta Germa); esse o “absoluto” a que elas se dedicam (237).
porque, em estado de êxtase, de transe, apartadas da restante Humanidade,
deixando vazar seus sonhos, devaneios, visões, matéria móvel e pulsante em
puro estado selvagem, o que elas elaboram é, antes de constituir-se construção
social, uma incandescente e irradiante transgressão27.
BIBLIOgRAFIA
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UBFA, 1999.
feminino-submisso da época. Eram prostitutas, viúvas sem recursos econômicos, órfãs ou
mulheres abandonadas pelos maridos. Eram denominadas ilusas por iludirem os confessores a
im de terem acesso à conissão – o que não seria possível se o seu “estado” fosse reconhecido.
Foram perseguidas pela Inquisição, embora não fossem consideras bruxas – se o fossem, só a
fogueira lhes estaria destinada”. As “beatas” eram “mulheres laicas, independentes da tutela
masculina (viúvas, órfãs ou sem irmãos a quem por força haveriam de submeter-se), que
reclamam o direito à espiritualidade e o seu lugar no processo de reforma da igreja católica.
Impõem-se sem aval ou agrado da hierarquia masculina, como forma alternativa de ingressar
na vida religiosa cujo nascimento ou falta de recursos econômicos lhes vedava a entrada no
convento. poderiam ser também monjas, com ou sem hábito, mas com ligações à comunidade,
no que diferiam da Monja a quem o Concílio de Trento veio obrigar a clausura e transformar
no símbolo de pureza e devoção, emblema de redenção da mulher/Eva aos olhos da Igreja
Católica”. As “alumbradas” eram conhecidas na península Ibérica, nos séculos XVI e XVII,
pela sua ligação com a Reforma e com os Luteranos. “Religiosos de devoção e conhecimento
espiritual iluminado pelo santo sacramento do baptismo, a sua principal doutrina consistia em,
por meio da oração, atingirem um estado tão perfeito que não lhes seria necessário abraçar
ordens nem sacramentos. Foram, por tal heresia, ferozmente perseguidos pela Inquisição”
(Ferreira 120-121).
27
Sigo, com Ana Maria Ferreira, parte de suas conclusões (140).
A mística em Agustina Bessa-Luís e Clarice Lispector
75
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 77-94
ANTONIO CANDIDO Y EL pROBLEMA DE LA
TRADICIóN: EL LUgAR DE OSwALD DE ANDRADE 1
Rebeca Errázuriz Cruz
Universidad de Chile/Universidad de Talca
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
Antonio Candido (1918) ha representado un tipo de crítica que intenta vincular la literatura
latinoamericana con el contexto sociocultural de su producción. En este artículo abordaremos
el pensamiento de Candido en torno a la cuestión de la tradición literaria en Brasil, asociada
problemáticamente a la relación entre las inluencias literarias metropolitanas, el lenguaje
de las vanguardias y la creación de un sistema literario autónomo, que se alimenta de un
diálogo permanente con la propia producción literaria brasileña, alcanzando un cierto grado
de autonomía cultural. para ello revisaremos un conjunto de comentarios de Candido sobre la
obra narrativa de Oswald de Andrade, en las cuales dichos elementos son puestos en tensión.
pALABRAS CLAVE: Antonio Candido, Oswald de Andrade, vanguardia, modernismo brasileño,
crítica brasileña.
Antonio Candido (1918) tem representado um tipo de crítica que tenta vincular a literatura
latino-americana com o contexto sociocultural de sua produção. No presente artigo,
abordaremos o pensamento de Candido em torno à questão da tradição literária no Brasil,
associada problematicamente à relação entre as inluências literárias metropolitanas, à
linguagem das vanguardas e a criação de um sistema literário autônomo que se alimenta de
um diálogo permanente com a própria produção literária brasileira, atingindo certo grau de
autonomia cultural. Para isso, revisaremos um conjunto de comentários de Candido sobre a
obra narrativa de Oswald de Andrade, em que tais elementos são postos em tensão.
1
Este artículo forma parte del proyecto FONDECYT no. 1120116 “Rebeldes,
Malandros, Delincuentes y Locos: resistencias, transgresiones y expectativas utópicas en la
literatura brasileña del siglo XX”, del cual soy coinvestigadora.
78
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Palavras-chave: Antonio Candido, Oswald de Andrade, Vanguarda, Modernismo brasileiro,
Crítica brasileira.
Antonio Candido (1918) has represented a kind of criticism that attempts to associate Latin
American literature with the social and cultural context of its production. In this article, we
approach Candido’s thoughts about the Brazilian literary tradition and how they are linked to
the problematic relationship among the metropolitan literary inluences, the language of the
avant-gardes and the creation of an autonomous literary system –a system that is continuously
nourished by the very Brazilian literary production, reaching a certain level of cultural
autonomy. For this, we review a set of Candido’s comments on the narrative of Oswald de
Andrade, in which all these factors are displayed in a dynamic of tension.
Keywords: Antonio Candido, Oswald de Andrade, Avant-garde, Brazilian Modernism,
Brazilian Criticism.
I
En su ya clásica obra de 1959, Formação da Literatura brasileira, Candido
airma que ésta es una rama secundaria de la literatura portuguesa, que a su
vez es un “arbusto de segunda ordem no jardim das Musas…” (11) ¿a qué
se reiere con esto? Candido quiere resaltar aquí el problema que signiica
constituir una tradición propia para un conjunto de manifestaciones literarias
que, por estar escritas en la lengua heredada de los conquistadores e impuesta
durante la Colonia, parten de una situación originaria de dependencia
cultural. La literatura brasileña en su origen, con las primeras obras que
datan del periodo colonial, está obligada a nutrirse de una tradición que no
le es propia, hasta que, a medida que se desarrolla a través del tiempo, y en
constante relación con los estímulos que le brinda la propia realidad cultural
de Brasil y la experiencia histórica de la cual esta realidad es portadora,
logra constituirse en una tradición autónoma. De acuerdo con el autor, esto
sucede cuando hay propiamente literatura y no simplemente manifestaciones
literarias. La distinción entre ambos conceptos pasa por la necesidad de que
las manifestaciones literarias constituyan un sistema articulado de obras que
permiten ligarlas entre sí y reconocer las notas dominantes de un periodo:
Estes denominadores são, além das caraterísticas internas (língua,
temas, imagens), certos elementos de natureza social e psíquica,
embora literariamente organizados, que se manifestam historicamente
e fazem da literatura aspecto orgânico da civilização. Entre eles se
Antonio Candido y el problema de la tradición: el lugar de Oswald de Andrade
79
distinguem: a existência de um conjunto de produtores literários,
mais o menos conscientes do seu papel; um conjunto de receptores,
formando os diferentes tipos de público, sem os quais a obra não
vive; um mecanismo transmissor, (de modo geral, uma linguagem,
traduzida em estilos), que liga uns a outros (25).
Esta concepción del autor acerca de la existencia, propiamente tal, de una
literatura tiene al menos dos consecuencias importantes. La primera es que
Candido invierte los términos de una discusión de larga data acerca de cómo
deinir el carácter nacional de la literatura brasileña. El crítico, en lugar de
preguntarse cuándo una literatura es brasileña y en qué elementos reconocer
“lo brasileño” en una obra, se pregunta simplemente cuándo hay literatura en
Brasil en tanto institución social, transformando la pregunta por lo brasileño
en un falso problema a la hora de analizar la producción literaria de una nación
periférica. El planteamiento de Candido resulta una suerte de giro copernicano
en la usual disyuntiva entre lo local y lo cosmopolita, pues desde esta nueva
perspectiva no existe una obra que pueda ser caliicada más brasileña o más
cosmopolita (o alienada o extranjerizante, según las perspectivas críticas de
corte marxista), como dos opciones contrapuestas e irreconciliables; para el
autor brasileño esta sería, en última instancia, una antinomia espuria.
La segunda consecuencia es la concepción de la literatura como fenómeno
social que trasciende la mera existencia de obras, pues es necesario que
exista una articulación que, si bien puede ser detectada en el puro nivel
textual entre un conjunto de obras que interactúan entre sí al interior de un
sistema simbólico y cuya interacción afecta y transforma constantemente
sus signiicados, esta interacción requiere que exista algo similar –mutatis
mutandis– a lo que Bourdieu llamó un campo literario, es decir, es necesario
que la literatura producida en Brasil haya recorrido un camino desde la
producción de obras aisladas hacia un conjunto de obras interrelacionadas.
Y esto implica la existencia de un público brasileño que lee este conjunto
de obras escritas en su suelo y que existe un conjunto de escritores que
dialogan entre sí y crean tendencias. por lo tanto, la literatura para Candido
es más que la mera producción de textos, la literatura es entendida aquí en
tanto institución social, cuya existencia parece casi natural e imperceptible
en el contexto europeo pero que cobra importancia al interior de una cultura
colonial o postcolonial. De ahí que Candido lo llame un fenómeno de la
civilización de carácter orgánico, que vive de sus interacciones internas y
en trasformación constante.
80
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
La idea de que, desde una perspectiva histórica o diacrónica, no podamos
juzgar una obra de manera individual sino solamente iluminada por la relación
entre ella y el conjunto –o la tradición– al cual remite y del que se alimenta, a
la vez que lo ilumina desde una perspectiva siempre renovada, sin duda hace
eco de las relexiones de T. S. Eliot en su ya famoso ensayo “La tradición
y el talento individual”, tal como lo nota agudamente Grínor Rojo (149).
Efectivamente, ya desde 1945 y durante la década de los 50, Candido recibe
una enorme inluencia del new criticism, muy especialmente de Cleanth
Brooks2, quienes van a transformar profundamente su actividad crítica y fue a
través de ellos que leyó la obra de T. S. Eliot, sobre quien escribió en más de
una ocasión. Estas nuevas inluencias, que alimentan el concepto de sistema
y tradición que Candido concibe, nos permiten comprender que el proceso de
formación de una literatura y de una tradición en ningún sentido constituye la
creación de un canon deinitivo. La intención de Candido no es escribir una
historia de la literatura brasileña, ni conigurar a través de ella un conjunto
de textos canónicos que impliquen un sistema de inclusiones y exclusiones.
Muy por el contrario, la tradición es concebida como algo orgánico y en
constante movimiento, como un sistema que contiene líneas en desarrollo y
tendencias incipientes que pueden o no desarrollarse ulteriormente, donde
conviven tensiones y ainidades electivas en movimiento permanente, un
sistema en el cual participa la producción literaria en su conjunto e incluso
con independencia del valor estético de las obras en cuestión:
Quando a atividade dos escritores de um dado período se integra em tal
sistema, ocorre outro elemento decisivo: a formação da continuidade
literária, –espécie de transmissão da tocha entre corredores, que
assegura no tempo o movimento conjunto, deinindo os lineamentos
de um todo. É uma tradição, no sentido completo do termo, isto é,
transmissão de algo entre os homens, e o conjunto de elementos
transmitidos, formando padrões que se impõem ao pensamento ou
ao comportamento, e aos quais somos obrigados a nos referir, para
aceitar ou rejeitar. Sem esta tradição, não há literatura, como fenómeno
de civilização (Candido, Formação 25-6).
La posibilidad de generar esta tradición implica, para Candido, un doble
proceso. por una parte es necesario apropiarse de los elementos culturales
2
Véase Ruedas de la Serna 119.
Antonio Candido y el problema de la tradición: el lugar de Oswald de Andrade
81
heredados de las metrópolis, es decir, de portugal en un primer momento, y
más tarde, ya entrado el siglo XIX, de Europa occidental. Esta apropiación
implica a su vez la asimilación tanto de temas como formas de escritura,
géneros literarios, motivos y corrientes estéticas. para que este proceso de
apropiación pueda llevarse a cabo, es decir, para que esta asimilación no sea
una mera imitación mecánica de las literaturas europeas, es fundamental
que ocurra un segundo proceso de manera concomitante: que la obra del
escritor se alimente de e incorpore los estímulos de la realidad brasileña.
para Candido esta dialéctica entre local y cosmopolita, tal como lo formuló
en “Literatura e subdesenvolvimento”(1970), produce momentos en que
prima uno u otro polo, y momentos de equilibrio entre ambos. Cuando
ocurre este equilibrio, siempre transitorio, entre la apropiación de elementos
literarios foráneos, puestos al servicio de la expresión de lo que podríamos
llamar, siguiendo a paulo Arantes, una experiencia de lo brasileño, estamos
frente a momentos constitutivos de tradición, momentos en la historia de la
literatura brasileña que se transforman en referentes para los escritores que
vienen, quienes necesariamente, ya sea para continuar y profundizar o para
oponerse y transformar, entrarán en diálogo con un conjunto de obras que
se constituyen en acervo, en el caudal que va creando, que nutre, dilata y
complejiza lo que Candido llama una tradición autónoma.
II
En Formação da Literatura brasileira, Candido aborda los dos primeros
momentos decisivos de la literatura en Brasil, la literatura arcádica del siglo
XVIII y el romanticismo del XIX, como los dos periodos que describen el
proceso de su formación, la cual logra su autonomía con la obra de Machado
de Assis (autor que, justamente, queda fuera del estudio que Candido realiza).
La obra de Machado de Assis permitiría marcar el inicio de una tradición
autónoma, es decir, de un conjunto de obras que han incorporado aspectos de
los dos momentos precedentes para inaugurar por primera vez un momento
de equilibrio entre elementos locales y cosmopolitas que, en su conjunción,
crean un modo de expresión de la realidad brasileña. En otros ensayos,
como “Literatura e cultura de 1900 a 1945” (1965), Candido identiica al
modernismo brasileño, entendido en un sentido amplio que abarca desde los
escritores de la Semana de Arte Moderno de 1922 hasta los ensayistas de la
década del 30 como gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda, como
82
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
un segundo momento de equilibrio que inaugura una tradición al interior de
las letras brasileñas.
Sin embargo, para Candido la constitución de una tradición no deja de
contener elementos problemáticos en términos de un análisis histórico de la
literatura en Brasil. El pensamiento dialéctico de Candido concibe siempre
los fenómenos culturales a través de una doble faz, de modo que estos
momentos de equilibrio contienen en sí aspectos que posibilitan la creación
de nuevos modos de escritura que implican la maduración de una tendencia,
pero también elementos de estabilización, que corren peligro de estancamiento
y la repetición mecánica de estas nuevas formas de expresión literaria. Esta
problemática aparece en un artículo escrito para el N° 16 de la revista Clima
en 1944, titulado “Ordem e progresso na poesia”. Allí Candido discute el
fenómeno de la estabilización del modernismo.
El modernismo fue un movimiento que logró generar una tradición donde
converge un conjunto de inluencias ya no solo extranjeras sino también
brasileñas. Sus escritores inaugurales relexionan sobre la identidad brasileña
desde una perspectiva que plantea los cruces, choques y cortocircuitos entre
elementos culturales de raigambre local, como las culturas indígenas, las
afrodescendientes y la economía y sociabilidad fazendeiras, con las nuevas
experiencias que produce el proceso de modernización urbana y capitalista.
para expresar esta experiencia y las tensiones que se anidan en estas nuevas
subjetividades, los escritores fundacionales del modernismo echan mano
a los aportes literarios de las vanguardias europeas. Candido reconoce la
inluencia de Cendrars y Apollinaire en Mário de Andrade, la marca de
António Nobre y Eugénio de Castro en Manuel Bandeira, la de walt whitman
y Omar Khayyam en Ronald de Carvalho, y ve en estas inluencias “a falta
da força da nossa própria poesia, ainda incapaz de criar valores realmente
transmissíveis” (Candido, “Ordem e Progresso”146).
Sin embargo, es el coraje de estos mismos escritores y su fuerza inaugural
para apropiarse de las vanguardias europeas y ponerlas en diálogo con la
experiencia de modernización brasileña, así como las contradicciones que
este proceso genera en una cultura hacendada, lo que permite abrir nuevos
caminos, que dan fruto tanto en escritores posteriores como en las obras de
madurez de aquella primera generación. En el caso de los escritores posteriores,
Candido ve con alegría cómo en Vinicius de Moraes aparece una encrucijada
de inluencias brasileñas y extranjeras, donde el poeta está ya desarrollando
aspectos de la tradición abierta por el modernismo. Asimismo, esta encrucijada
de inluencias que entran en diálogo con la tradición modernista es visible
Antonio Candido y el problema de la tradición: el lugar de Oswald de Andrade
83
también en las obras de madurez de esos mismos escritores inaugurales,
que ya libres de la obnubilada fase de experimentación vanguardista y de la
necesidad de ruptura que desafía los cánones ya gastados del parnasianismo,
vuelven a plantearse en su obra las preguntas sobre las relaciones entre arte y
sociedad, entre el individualismo exacerbado que puede producir el proceso de
modernización y el vínculo con una comunidad histórica que tiene por delante
la tarea de construir un futuro, donde esa modernización pueda traducirse en
grados crecientes de justicia e igualdad social. Es el caso, para Candido, de
la obra del último Mário de Andrade o del Carlos Drummond de Andrade
de Sentimento do Mundo (1940) y A Rosa do povo (1945). Dice Candido:
Quando, porém, um Vinicius de Moraes me aparece como encruzilhada
de inluências brasileiras e estrangeiras, quando um Carlos Drummond
consegue libertar-se de convenções passadas para encontrar a sua
atitude pessoal; quando, sobretudo e inalmente, aparece toda uma
geração de jovens poetas nutridos exclusivamente da atmosfera
poética brasileira, estou reconhecendo a pujança daqueles mestres
que se libertaram à custa de muita luta e a existência de um clima
poético brasileiro. A revolução poética, operada nestes vinte anos deu
os seus frutos (Candido, “Ordem e Progresso” 146).
Ahora bien, una vez que el modernismo se constituye en tradición, pese a que
ello implica el camino ganado de una autonomía cultural y una retroalimentación
estimulante de diálogo al interior del propio campo cultural brasileño, una
tradición en literatura, y sobre todo en poesía, corre peligro, según Candido,
de transformarse en convención inerte. Nuestro autor airma que la poesía,
como género, se estanca cuando se estabiliza en un orden establecido porque
su progreso depende enteramente del orden en tanto algo a ser subvertido,
desaiado y confrontado mediante la creación de nuevos modos de poetizar:
“porque a poesia vive justamente deste ultrapassamento contínuo, que faz com
que a solução de hoje ceda lugar as necesidades de evolução, porque toda ordem
só tem sentido em face do progresso que vai subvertê-la” (Candido, “Ordem
e Progresso”147). De modo que los momentos de orden tienen para Candido
dos caras: una cara representada por el peligro del convencionalismo vacío,
que ve en los jóvenes poetas que se apropian fácilmente de las innovaciones
estéticas creadas por el modernismo y caen con ello en un facilismo poético,
estereotipado, un virtuosismo que ya poco dice sobre el Brasil moderno en que
estos poetas viven. Y la cara positiva la ve en la madurez que han adquirido
los poetas inaugurales del modernismo; este es un progreso al interior de aquel
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
orden, que Candido llama enriquecimiento ideológico. Con ello no quiere
decir que sea necesario hacer poesía panletaria, partidaria o de propaganda,
sino que se reiere más bien la superación de una etapa de experimentalismo
puro, de formalismo olvidado del contenido o tema poético, que tiende, para
Candido, al solipsismo, a una poesía críptica que no habla a la comunidad
ni genera formas nuevas de decir “nosotros”, de comprender la experiencia
de lo brasileño desde la perspectiva actual:
Uma das necessidades da poesia moderna, como já indiquei em artigo,
me parece ser a reinstalação e digniicação do tema poético, combatido
pelo Simbolismo e pelo Modernismo, que por aí entroncam na poesia
pura. Ora, o tema requer participação ativa da inteligência, competindo
ao poeta ser suicientemente vigoroso para não cair na dissertação e
na poesia didática, e para criar as metáforas e os símbolos necessários
à verdadeira expressão ideológica. A supressão das ideias na poesia é
um preconceito como outro qualquer, e que vem em contradição com
o próprio postulado de que tudo pode e deve ser objeto de poesia”
(Candido, “Ordem e Progresso” 151, nota 10).
Vemos de este modo que para Candido el problema de la tradición es un
fenómeno complejo y en ningún sentido homogéneo. En el caso de la
literatura brasileña ocurre que, al tener un origen en una cultura ajena, los
momentos de progreso que inauguran nuevos lenguajes siempre corren el
riesgo de exacerbar el aspecto cosmopolita de sus inluencias, interrumpiendo
el diálogo con un acervo nacional y perdiendo de vista –y esto es lo central
para Candido– aquello de lo cual este acervo es portador, es decir, perdiendo
de vista la experiencia cultural brasileña. pero ocurre que en los momentos de
orden también se corre el peligro de debilitar una tradición literaria, al tornar
convencionales los modos de expresión, los que ya no entran en contacto con
la realidad brasileña, dejando de lado la relexión y el esfuerzo que implican
la búsqueda de nuevos medios de expresión que den cuenta de las vivencias
actuales de una cultura.
En la medida en que el sistema literario y su tradición se fortalecen a
través del tiempo, pensaríamos que estos peligros debiesen desaparecer,
que la dependencia cultural ya ha sido conjurada, sin embargo una lectura
atenta nos muestra que Candido siempre piensa a la cultura brasileña como
un sistema constantemente amenazado por una suerte de tendencia a la
precarización. Si en un momento el esfuerzo será crear modos de expresión
propios que rompan con la dependencia respecto de las metrópolis, más
Antonio Candido y el problema de la tradición: el lugar de Oswald de Andrade
85
adelante, ya entrada la segunda mitad del siglo XX, aparece un nuevo
escenario que también corre el peligro de la precarización cultural. En el
texto “Vanguarda: renovar ou permanecer”, el autor brasileño airma que
en la actualidad (es decir, en 1975, año del texto) ocurre que el sistema
literario brasileño está en constante amenaza de un proceso de aislamiento
progresivo respecto a los estímulos que ofrecen las vivencias culturales. La
llegada de la cultura de masas, de la primacía del cine y la televisión en un
momento de lorecimiento de la literatura brasileña, cuando existía un sistema
autónomo y de gran fuerza creadora, pero inserto aún en un medio cultural
donde la alfabetización es minoritaria, ha provocado que la literatura tienda
a cerrarse sobre sí misma, en un elitismo lingüístico y experimental que ya
no da cuenta ni entra en diálogo con las experiencias de un conjunto social
y que, por lo tanto, rompe aquel triángulo del sistema literario compuesto
por el circuito entre el conjunto de autores, un estilo o modo de expresión y
el público, justamente porque el público se reduce a una élite cada vez más
acotada y de competencias especíicas: escritura para escritores y poesía para
poetas. para Candido, la creciente fragmentación y solipsismo lingüístico de
la literatura es un fenómeno transversal a la cultura occidental, producto de
la modernización capitalista, pero en Brasil se suma el agravante de que, a
diferencia de otras naciones como las europeas, no alcanzó a consolidar el
desarrollo de sus sistemas literarios. Y quizás hay un agravante aun mayor,
uno que Candido probablemente no puede mencionar, pero que gravita al
interior de su relexión: el Brasil de 1975 es un Brasil que lleva ya más de
diez años bajo dictadura militar.
Aquí me gustaría detenerme en un fenómeno interesante en la crítica de
Candido y éste es su distancia y desconianza constantes hacia los movimientos
de vanguardia literaria. Si bien Candido ve en ellos la búsqueda de nuevos
modos de decir y expresar las experiencias de un Brasil sumergido en los
agitados cambios de la modernización capitalista periférica, siempre mira con
cierta desconianza el experimentalismo que tiende al solipsismo, a procesos
de investigación en los aspectos formales del lenguaje que tienden a dar la
espalda al diálogo con la realidad social. Candido ve en esta tendencia un
peligro no solo de artiicialidad, sino además de esterilización de la literatura
como expresión de las vivencias sociales, quitándole justamente su cualidad
de ser también ella misma un fenómeno vivo. Algo hay aquí de cierta maña
que le viene de su formación de sociólogo y de su compromiso profundo con
el socialismo en política, y con la necesidad de abanderarse a favor tanto de
un arte como de una crítica, comprometidos con los desafíos socioculturales
86
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
de Brasil. El empeño de Candido ha sido, desde mediados de la década de
los años 40 hasta hoy, el de crear un modo de comprender la literatura que no
caiga ni en la esterilidad de una crítica panletaria, cercenadora de los procesos
estéticos de experimentación que permiten que la literatura sea un modo de
expresión cultural heterogéneo y plural, ni en el tecnicismo extremo, que en
la fascinación obnubilada ante una teoría o un método de análisis corre el
peligro de hacer desaparecer a su propio objeto, es decir, a la literatura. El
camino recorrido por Candido, un camino de equilibrio inestable entre los
extremos del estructuralismo, del new criticism y los de la crítica literaria
marxista y el sentido que estos extremos adquirieron en el contexto de una
teoría crítica latinoamericana donde ejercen una función diversa –a veces
profundamente eurocéntrica– a la que ejercen en las metrópolis ha sido un
proceso donde muchas veces no fue fácil comprender el sentido de ciertas
obras al interior del campo cultural brasileño. Las vanguardias, de uno u otro
modo, representan un límite en el pensamiento de Candido. Si bien las acepta
desde un punto de vista teórico, atendiendo a su carácter innovador y a su
función antropofágica, que les permite ocupar el eminente lugar dialéctico
de convergencia entre lo local y lo cosmopolita, en la praxis muestra su
diicultad para comprender el lugar y el valor de las vanguardias al interior
de la tradición, siempre arrojadas hacia un futuro que su pensamiento no
consigue vislumbrar. Un ejercicio interesante es revisar, en este sentido, la
evolución de la crítica de Candido en torno a la obra narrativa de Oswald de
Andrade, el famoso enfant terrible del modernismo brasileño.
III
Cuando en 1944 Oswald de Andrade publicó la primera novela de su muy
anunciada trilogía Marco Zero, titulada A revolucão melancólica, Candido
era el crítico literario oicial del diario Folha da Manhã y dedicó al tema tres
notas: “Romance e expectativa”, “Antes do Marco Zero” y “Marco Zero”. En
la primera de estas notas, publicada el 8 de agosto de 1943, Candido comenta
la próxima aparición de tres novelas muy esperadas, entre ellas la mencionada
primera parte de Marco Zero. Aquí Candido aprovecha de relexionar acerca
de la novela como género en crisis, pues es su opinión que, al fracturarse los
valores de la clase burguesa, la novela como género ha entrado en una suerte
de exacerbación de los valores individualistas propios de esta clase a través
Antonio Candido y el problema de la tradición: el lugar de Oswald de Andrade
87
de métodos de narración que implican un volcamiento exagerado sobre las
dimensiones del “yo”:
Por motivos de classe, por inluência de formação social, nós temos
a impressão de que atingimos um ponto mais o menos deinitivo no
progresso humano ao vermos a profundeza de proust ou de Virginia
woolf; quando, muito ao contrário, o que estamos é vivendo uma
ponta extrema de contradição histórica de suma ameaça para o destino
do homem. Ilhar-se é perder-se. A introversão é uma morte, sobre ser
uma fuga. Basta atentar para os caminhos convergentes dela e das
neuroses (Candido, Folha da Manhã, 8 de ago. 1943: 7).
La opinión de Candido es que la novela ya no puede continuar por este
camino –como tampoco, por cierto, por el camino de la supericialidad de
la novela populista o panletaria que oculta su dependencia de los valores
burgueses– pues corre el riesgo de dar la espalda a la realidad nacional, a
sus contradicciones entre los valores cosmopolitas y burgueses del Brasil del
litoral y el localismo pintoresco de la literatura del interior. Es esta la posición
de Candido al momento de la publicación de A revolução melancólica, que
vendría a ser la primera novela social de Oswald de Andrade, y que Candido
esperaba como un momento de coronación y madurez de una obra narrativa
que hasta el momento parecía sumamente irregular. La comparación con
Mário de Andrade era inevitable, y Candido y sus compañeros de la revista
Clima esperaban que la próxima obra de Oswald viniera a señalar el in de
su tendencia narrativa de corte más fragmentario, basado en la elipsis y
centrado de sobremanera en experiencias subjetivas. para Candido, esta forma
fragmentaria de representación contenida en las novelas de Oswald no deja
de ser una manifestación de la crisis de la sociedad burguesa, y si bien no
niega los méritos estéticos del par Memórias sentimentais de João Miramar
y Seraim Ponte Grande, ni las innovaciones que introduce Oswald en la
literatura brasileña, con lo que Candido llama una técnica cinematográica
de narración centrada en las experiencias y la subjetividad de sus personajes
centrales, aún le parece que estas novelas carecen de una visión que logre dar
una imagen de lo social en cuanto totalidad, lo que para el Candido de la primera
mitad de la década del 40 es un defecto. En la nota del 15 de agosto de 1943,
“Antes do Marco Zero”, Candido hace una revisión de la obra narrativa de
Oswald, y si bien reconoce el mérito y vigor de Seraim Ponte Grande, donde
se utiliza la sátira como crítica social, no deja de criticarle cierta tendencia
a la supericialidad, a quedarse en el mero chiste, en los gongorismos de sus
88
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
juegos de ingenio: “O mal do “Seraim” é o mal do sr. Oswald de Andrade:
coniança excessiva no valor do dito de espírito, da piada feliz. Ora, um e
outro são instrumentos, meros instrumentos que perdem a signiicação e o
valor se erigidos em ins” (Candido, Folha da Manhã 15 de ago. 1943: 7)3.
Cuando aparece A revolucão melancólica, lo que sucede según Candido
es que Oswald falla al intentar pintar un fresco social mediante una técnica
de narración puntillista. Celebra nuevamente las habilidades técnicas de
Oswald, su ingenio y el vigor de su prosa, pero le parece que la forma de
narración utilizada es inapropiada para un retrato transversal de la sociedad:
para falar numa linguagem que lembraria a da prudência, este livro
contém muita coisa boa e muita coisa ruim. Como quase tudo no
mundo se poderá responder. No caso, todavia, a frase não é usada
como simpliicação do problema, mais como expressão muito justa
da sua complexidade. O que há de bom n’ A revolução melancólica
é um bom sólido, deinitivo, feliz. O que há de mau nela é também
um mau sólido, infeliz, deinitivo. Se houvesse um ritmo do bom
e do mau, se interpenetrando, tudo estaria salvo e o sr. Oswald de
Andrade teria feito, tal vez, uma obra prima (...). Faltou ao sr. Oswald
de Andrade o golpe de mão para enfeixar as linhas que lançou e
dar ao livro a inteireza das obras fortemente realizadas, onde as
deiciências se tornam como que desarmonias normais num todo
complexo. Neste livro é facilmente observável uma antinomia entre
a concepção e a realização. O concebido, quase grandioso, tendo eu
já indicado o quanto há nele de vigore de largueza. O realizado, não
lhe correspondendo. E é esta antinomia irremediada que suprime no
livro a possibilidade dialética de ultrapassar as fraquezas, vencendo-as
num desenvolvimento fecundante (...) não creio que o pontilhismo
seja a técnica mais indicada para os murais (Candido, Folha da
Manhã 24 de oct. 1943: 7).
Las tres notas literarias publicadas el año 1943 fueron retrabajadas por Candido
y publicadas en un solo artículo en su libro de 1945 Brigada ligeira, bajo
el título “Estouro e libertação”. Sin abandonar su posición crítica hacia A
revolucão melancólica, observamos en este artículo que las opiniones negativas
3
La crítica de Antonio Candido desató la furia de Oswald de Andrade, quien no
tardó en responder a través del diario O Estado de São Paulo, el 19 de agosto de 1943, bajo el
mismo título que utilizara Candido “Antes do Marco zero”. Véase Andrade 42-7. La polémica
entre Candido y Oswald es analizada por Heloisa pontes, véase pontes 74-89.
Antonio Candido y el problema de la tradición: el lugar de Oswald de Andrade
89
sobre Seraim Ponte Grande, Marco Zero y sobre la obra narrativa de Oswald
como totalidad y aporte a la cultura brasileña se moderan considerablemente.
Candido además ha tenido la oportunidad de leer Memórias sentimentais de
João Miramar, que antes no había podido revisar por ser un libro de muy
escasa circulación en la época, y ve en él el punto culminante de la obra
de Oswald, con la invención de un personaje que constituye una suerte de
Macunaima urbano y que es, según Candido, una de las obras cumbres no
solo del autor sino del modernismo y la literatura brasileña en general. De
Seraim Ponte Grande ya no critica la supericialidad del chiste ingenioso,
sino ciertos aspectos técnicos:
Extremadamente signiicativo como documento intelectual, Seraim
Ponte Grande é um livro falho e talvez algo fácil sob muitos aspectos,
cuja técnica nos leva a pensar em comodismo estético. parece às vezes
que Oswald de Andrade refugia no estilo telegráico e na sincopa uma
certa preguiça de aprofundar os problemas de composição. Todavia,
tem muito de grande livro (Candido, “Estouro” 21).
El Candido de 1945 ya no es el mismo de 1943 y deja de exigirle a la literatura
una suerte de “deber ser ético y social”. La crítica a Oswald ya no se centra en
aspectos sociológicos, es decir, en su incapacidad de representar una totalidad
social o en su apego a los valores de una clase social en crisis. Este es un
Candido que ha comenzado a estudiar los trabajos del new criticism y que
retrocede en sus tendencias más sociologizantes para concentrarse cada vez
más en los aspectos técnicos, estructurales y estéticos como punto de partida
de toda crítica literaria. Es este el año que comienza a trabajar para el Diário
de São Paulo y en su primera nota para este medio, titulada “Começando”,
hace una clara exposición de la transformación de su postura. Nos cuenta cómo
antaño había optado por una crítica que él llama “funcional” y que intentaba
enlazar las obras literarias con los demás fenómenos de la cultura. Esta posición
de juventud, que Candido adoptó en tiempos de gran agitación política, se
basaba en la creencia de que su compromiso de izquierda era incompatible con
la actitud crítica de aquellos que optaban por una posición estética abstracta,
excesivamente ajena a la realidad. Un sujeto políticamente comprometido
no podía abrazar una posición de tal indiferencia ni divagar en los deleites
estéticos de una torre de maril mientras –en palabras de Candido– “Roma
ardía” (Candido, “Começando” 41). Y, sin embargo, el proceso de maduración
de su pensamiento y sus relexiones más recientes habían transformado aquella
postura juvenil. La creencia de que un crítico políticamente comprometido
debía necesariamente optar por una crítica sociologizante y en cierta medida
90
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
contingente era un error y aquel error consistía, según Candido, en mezclar
el contenido de una obra, es decir, su dimensión ideológica, con las formas
de expresión que la literatura construye para manifestar su contenido, es
decir, con su dimensión estética. Y en esta nota literaria de prensa, Candido
expone la necesidad de defender una postura crítica de cuño estético, pues
a su juicio la crítica sociológica atenta contra el arte mismo al imponer una
censura sobre ciertos contenidos con independencia de la calidad de la obra,
lo cual terminaría por ahogar toda producción artística:
Isto posto, é possível passar ao debate do conteúdo ideológico e
tomar posição ante ele, numa segunda fase, útil, sem dúvida, mas
não necessária. O julgamento deve partir da análise e apreciação da
maneira (literária) por que o autor exprimiu o conteúdo (ideológico,
entre outros). O que não é possível é inverter a ordem, fazendo, no
julgamento, o valor literário da maneira depender da natureza do
conteúdo ideológico” (Candido, “Começando” 42).
Esta evolución en el pensamiento de Candido, que implica responder al
desafío de crear una crítica de cuño estético, pero al mismo tiempo capaz de
vincular el análisis formal con procesos culturales y sociales más amplios, con
un modo de rastrear en esas formas de arte y en sus modos de expresión una
experiencia de lo brasileño, modiicará profundamente su visión respecto de
la obra narrativa de Oswald. En el artículo de 1970, “Disgressão sentimental
sobre Oswald de Andrade”, si bien Candido no modiica su opinión sobre
Marco Zero, su criterio para argumentar el porqué de las fallas de esta obra
se ha transformado completamente, así como su visión general de la obra
narrativa de Oswald y su lugar al interior de la tradición literaria de Brasil.
En primer lugar vuelve a airmar que el gran error de composición de Marco
Zero está en la combinación no resuelta entre el estilo puntillista para recrear
distintos sectores y subjetividades sociales, y la voluntad de hacer una
novela social que pretendía pintar un momento histórico a través del gran
panorama de una totalidad social. Sin embargo, Candido opina esta vez que
le parece que el camino de Oswald debió haber sido la intensiicación de
su técnica puntillista, abandonando la voluntad de representar una totalidad
coherente, pues el gran aporte de Andrade fue, al interior de la literatura
brasileña, la creación de esta técnica de narración discontinua, sincopada,
subjetiva y elíptica, donde el humor y la sátira son una pieza fundamental.
Al intentar volverse un “escritor serio”, bajo la presión de un periodo en el
que la novela social comienza a ocupar un lugar central en el campo cultural
Antonio Candido y el problema de la tradición: el lugar de Oswald de Andrade
91
literario –por el momento político que se vive luego de la Revolución del
30 y con la dictadura populista de getúlio Vargas–, Oswald trata de superar
aquel papel de bromista y payaso de la burguesía y con ello se pierde, según
Candido, lo mejor de su escritura, que está en Memórias sentimentais de João
Miramar y Seraim Ponte Grande. De paso, Candido aprovecha de reparar
la critica que hiciera en 1945 a Seraim Ponte Grande, que había tachado
de supericial, y reconoce ahora la grandeza de esta obra que sitúa junto a
Memórias sentimentais como la cumbre de la obra narrativa de Oswald.
Candido se reiere aquí a un prejuicio de aquella época que, basado en el
principio de unidad de composición de Aristóteles, lo llevó a rechazar como
inválido el procedimiento discontinuo de las técnicas narrativas de Andrade.
Candido cree ahora que ese es justamente el gran aporte de Andrade, que a
través de esta técnica traza las subjetividades de personajes que por la vía del
exceso, de los choques que expresan en su actuar y en sus impresiones, que
siempre contienen algo de grotesco, de obsceno y desmedido, producen –al
igual que sucede con Macunaima pero en un contexto urbano– una suerte
de caída de ciertos efectos de represión y enmascaramiento burgueses que
logran contravenir una visión hegemónica de la historia de manera mucho
más efectiva que cualquier técnica de narración de un realismo social forzado.
De modo que es Oswald quien abre, al interior de la literatura brasileña, un
modo de expresar la experiencia de Brasil a través de la representación de estas
subjetividades excesivas, que aúnan en su interior las contradicciones propias
de una élite donde conviven tendencias cosmopolitas con el primitivismo
más salvaje. La representación de este mundo subjetivo con sus líneas de
tensión rompe, según Candido, ese equilibrio machadiano mediante una
técnica de choque donde Oswald combina vanguardia estética y su propia
experiencia de burgués rebelde tornándola una de las tradiciones más ricas
de la literatura en Brasil.
podemos convenir entonces, a través de este recorrido, que el concepto de
tradición de Candido y sus modos de concebir los entronques y estabilizaciones
de diversa índole entre lo local y lo cosmopolita no está exento de tensiones
internas, no necesariamente visibles en su total signiicación, incluso para
el crítico. El punto ciego de Candido respecto de las vanguardias literarias
y su tendencia hacia la experimentación verbal procede no tanto de su
posible raigambre europea, sino de su tendencia al solipsismo respecto de
la realidad brasileña, de su alejamiento o renuncia frente a la necesidad de
habérselas con esa realidad. La necesidad de conigurar formas expresivas de
la experiencia brasileña no debe ser confundida con una imposición temática,
92
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
con la necesidad de hablar de ciertos temas propiamente brasileños o locales,
como ya airmamos más arriba, sino con crear formas de expresión que den
cuenta de la experiencia brasileña en términos más bien estructurales, como
airmará Candido en su madurez, con artículos como el ya clásico “Dialética da
malandragem”. Le interesa a Candido ese proceso a través del cual lo externo
deviene interno: la transformación de la experiencia en formas verbales.
La experimentación verbal puede conducir, desde un punto de vista
diacrónico, al hallazgo de nuevas formas o estructuras que expresen el
devenir de la experiencia brasileña, tal como Candido logra ver en la obra de
Oswald. Tuvo que esperar hasta 1970 para comprender ese lugar de Oswald
–especíicamente de su obra narrativa– en la tradición y su carácter fecundante,
pues fue justamente en la década del sesenta que la obra de Oswald adquirió
nueva vida, abriendo una nueva línea al interior de la tradición brasileña que
alimentó la obra de los concretistas y los tropicalistas, cuestión que Candido
menciona en una entrevista de 1974 para la revista Trans/form/ação 4. Sin
embargo, en aquella misma época Candido expresa sus reservas frente a la
obra de los herederos de la tradición abierta por Oswald, los poetas concretos.
Estas reservas no constituyen una condena estética, sino que son más bien
la expresión de su preocupación ante las posibilidades de estancamiento de
la tradición en la medida en que, según las palabras del mismo Candido, la
vanguardia no está hecha para permanecer, sino para alumbrar nuevas formas
de expresar la experiencia (Candido, “Vanguarda: renovar ou permanecer” 222).
La objeción de Candido, en este caso, no está dirigida contra la vanguardia
misma, ni siquiera contra su tendencia al solipsismo –o, al menos, no
principalmente–, sino a la permanencia de la misma. Candido teme que, en
un afán de alejamiento de los procesos miméticos para encontrar nuevas
formas de poiesis, la vanguardia termine por ahogar la posibilidad misma de la
creación, encerrada en el mecanicismo fascinante de su propia descomposición.
No es capaz de vislumbrar una posibilidad mimética en esa poíesis pura.
Esta preocupación legítima, que para Candido constituye una constatación
de lo que ocurre en la literatura brasileña y occidental durante la década de
los 70 y que relaciona con la creciente fragmentación y con el imperio de lo
provisorio como experiencias fundamentales de la vida en el contexto de un
capitalismo tardío; bien puede haberse disipado más tarde cuando ese furor
vanguardista que parecía apuntar hacia su propio vaciamiento terminó por
4
Véase Candido, “Entrevista com Antonio Candido de Mello e Souza” 11-2.
Antonio Candido y el problema de la tradición: el lugar de Oswald de Andrade
93
ceder. Candido es consciente de esa posibilidad de ceguera y simplemente
advierte los peligros de una permanencia de la vanguardia que termine por
descomponer su relación con toda tradición. Sin embargo, la vanguardia,
pese a su carácter problemático y, como todo en el pensamiento de Candido,
tiene siempre una doble faz; su exacerbación, aunque contenga el peligro
de la estabilización de un orden que puede devenir estéril, también puede
alumbrar nuevas formas de expresión que aún no somos capaces de entrever,
y esa esperanza en la fuerza de la propia literatura nunca es abandonada. En
las palabras del mismo Candido:
A criatividade exige freqüentemente a produção de textos densos, que
resistem à compreensão imediata e obrigam a um esforço redobrado,
que constitui enriquecimento para quem o faz. Neste sentido tais
textos representam uma luta contra o automatismo, que é a praga
maior de toda criação. E não esqueça que o obscuro de hoje é o claro
de amanhã (Candido, “Vanguarda: renovar ou permanecer” 225).
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 95-111
UNA ESCRITURA pROpIA. ANOTACIONES SOBRE
LITERATURA MARgINAL EN BRASIL
Mary Luz Estupiñán Serrano
Pontiicia Universidad Católica de Valparaíso
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
En este ensayo presentamos las discusiones generadas a raíz de la emergencia de lo que
en la escena literaria del Brasil contemporáneo se ha llamado literatura marginal, donde el
trabajo adelantado por Ferréz desde el año 2000 ha cobrado notoriedad. para ello revisamos,
en primera instancia, diversos referentes y usos que el término marginal tuvo a lo largo de la
historia literaria brasileña del siglo XX, para luego ver las condiciones que posibilitaron la
instalación de una idea contemporánea de “literatura marginal” y así dejar indicadas algunas
preguntas que la noción plantea a la crítica literaria y cultural.
pALABRAS CLAVE: literatura brasileña contemporánea, literatura marginal, Ferréz.
No presente ensaio, apresentamos as discussões geradas a partir do surgimento do que, na
cena literária do Brasil contemporâneo, chamou-se de literatura marginal, na qual o trabalho
desenvolvido por Ferréz tem ganhado notoriedade desde o ano 2000. Para isso, revisamos,
em primeira instância, referentes e usos diversos dados ao termo marginal ao longo da
história literária brasileira do século XX, para logo analisar as condições que possibilitaram
a instalação de uma idéia contemporânea de “literatura marginal” e, dessa forma, trazer à
tona algumas perguntas que tal conceito coloca para a crítica literária e cultural.
Palavras-chave: literatura brasileira contemporânea, literatura marginal, Ferréz.
In this essay, we present the discussions related to the so-called marginal literature, a concept
forged within the contemporary literary scene in Brazil, in which Ferréz’s work has been
especially celebrated since 2000. In order to do this, we irst review different references and
uses given to the term marginal throughout the Brazilian literary history in the 20th century. We
96
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
then analyze the conditions that generated the contemporary deinition of “marginal literature”
and, thus, raise some questions about this idea in the ield of literary and cultural criticism.
Keywords: contemporary Brazilian literature, marginal literature, Ferréz.
I
La etiqueta “marginal” dista de ser novedosa en el paisaje literario brasileño.
Esta noción fue empleada a lo largo del siglo XX con distintos referentes
y diversos usos. Un esclarecimiento de los mismos se hace necesario para
desentrañar las usanzas políticas y éticas, así como para ubicar las genealogías
que han sido sugeridas por algunos escritores y críticos en relación con el
uso contemporáneo del concepto y dejar señalado, de paso, su especiicidad
y su potencia en los días que corren.
Lima Barreto, por caso, agrupó bajo la idea de Marginália un conjunto de
textos que referían a temáticas y sujetos populares, abordados en formatos
escriturales denominados en aquel entonces “menores”, tales como crónicas,
noticias y artículos periodísticos, pues se ubicaban al margen de lo que el
mismo autor consideraba canon literario1. Así lo deja ver la explicación sobre
la composición y naturaleza del libro que entrega en una de las crónicas. pero
Barreto estaba lejos de ser considerado un escritor marginal, entendiendo por
ello estar fuera de los circuitos letrados o ser despreciado por la crítica, pues,
tal como lo airma Francisco de Asis Barbosa (1997), no fue ese su caso. Si
al autor le cabe el rótulo de marginal es debido a su función de intelectual y
artista crítico frente a la sociedad y al conjunto de valores que asistió, pero
no por una desconsideración en los circuitos y en la escena literaria de la
época y menos por una extracción popular que justiicara su interés por las
historias de los márgenes cariocas de las primeras décadas del siglo XX.
por esos mismos años, Orestes Barbosa mostraba también predilección por
la otra cara de la moneda, es decir, por una ciudad contrapuesta al proyecto
de modernización y de orden deseado por las élites de Río de Janeiro. En
1
Valga recordar que el término marginalia fue acuñado por Samuel Taylor Coleridge
a mediados del siglo XIX para referir las extensas notas hechas en los márgenes de los libros
que leyó. De ahí toma fuerza la noción de marginalia en tanto notas al margen. En el caso de
Lima Barreto, esta remite a fragmentos de carácter periodístico o, como el mismo la llama,
impresiones de lectura sobre las penas y sueños de un pueblo.
Una escritura propia. Anotaciones sobre literatura marginal en Brasil
97
Bambambã! (1923) recogió crónicas del Río nocturno, reportando en su
escritura escenas de los morros, los suburbios y la cárcel. Convirtió las
peripecias del malandro, su lenguaje y sus transformaciones en un objeto
narrable. Ejercicio similar fue el realizado un par de décadas después por
Antônio Fraga, quien en su novela Desabrigo (1942) buscó iccionalizar la
vida cotidiana de los malandros y las prostitutas del submundo urbano y lo
hizo, además, desde el punto de vista de quien vive entre ellos. En Fraga hay
también un ejercicio estético que busca incorporar la oralidad, ello queda
maniiesto no solo en la jerga empleada por los personajes, sino en la ausencia
deliberada de puntuación. Son, para el caso, las historias de vida de estos
autores lo que les lleva a convertir las experiencias y personajes marginales
en insumos literarios.
A ines de los años 50 otra igura entra en escena. En esta ocasión el polo
de atracción es su misma biografía. Se trata de Carolina Maria de Jesus, cuyas
anotaciones de diario llaman la atención de Audálio Dantas, periodista que se
encontraba haciendo un reportaje sobre Canindé, favela en la que Carolina
vivía. En 1958, Dantas publica en un medio paulistano un reportaje centrado
en esta igura y dos años después ve la luz Quarto de despejo: diário de uma
favelada, fragmentos de su diario cuya organización y edición estuvo a cargo
del mismo periodista. En tales fragmentos se relatan los duros momentos
de la vida cotidiana en la favela, momentos atravesados por el hambre y la
miseria. A contar por el número de ejemplares vendidos –cien mil en un
año, según datos entregados por Marisa Lajolo–, el libro fue bien recibido y
entró en el circuito internacional con traducciones a varias lenguas y notas
en revistas inglesas y francesas. Dicho éxito le permitió salir de la favela y
empezar a frecuentar algunos círculos literarios, pero el apoyo del público y
de la crítica se desvaneció en un par de años. Su conquista fue efímera, así
como el apoyo periodístico.
Solo unos años después, bajo el rigor y la censura de la dictadura militar,
el término marginal cobró otro signiicado. En esta ocasión fue una etiqueta
empleada por la crítica literaria para referir ciertas prácticas artísticas, en especial
la poesía, que rompían con la vanguardia de la época y que incorporaban nuevas
temáticas –libertad sexual, consumo de drogas– que para el caso poco tenían
que ver con la miseria y la exclusión y sí con problemas que aquejaban a la
clase media letrada. Es decir, la marginalidad en esta variante estaba deinida
por el distanciamiento de las formas estéticas, de los circuitos editoriales y
de las prácticas culturales que dominaban en ese entonces. En otras palabras,
“literatura marginal” aludía, de un lado, a aquellas producciones que no
eran avaladas por la dictadura y, de otro, a aquellas estéticas que buscaban
98
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
convertirse en una amenaza al sistema instalado en 1964, como fue el caso
del grupo de artistas que integraba Hélio Oiticica.
pero esta no fue la única acepción que circuló en tal periodo. para mediados
de los años 70, en opinión de un crítico de la época, Arnaldo Saraiva, toda
literatura popular desestimada por la crítica resultaba ser marginal, en tanto
era puesta al margen de un sistema literario que cuenta su historia solo en
relación con los cánones oiciales. El crítico Sérgius Gonzaga, por su lado,
usa la noción para referir buena parte de la literatura producida en la década
de los 70 en la que la marginalidad estaba signada por la misma situación
política de la época:
La euforia del milagro volvió sospechosa cualquier forma de debate
cultural y el letrado perdió el respaldo de las clases medias que apoyaban
su discurso populista. En ese instante, la condición marginal ofrece
una respuesta. Después de la desilusión, el escritor comenzaba a verse
como un sujeto fuera del proceso social, o, entonces, se descubría
hablando en nombre de los sujetos marginalizados por la expansión
interna del capitalismo (Cit. en Patrocínio 28)2.
Esta sensibilidad hacia el otro marginalizado, el vuelco hacia estos sujetos y
sus problemáticas es posibilitado, en este caso, por las mutaciones estructurales
que acarreó la instalación de la dictadura militar. Aquí la escritura es empleada
por sujetos letrados como denuncia de las condiciones de vida de los sectores
no cobijados por el milagro económico. Lo que hace de esta escritura una
escritura marginal son los personajes escogidos, las situaciones narradas
y los escenarios presentados. El papel del escritor, por tanto, era el de un
portavoz; y su afán la búsqueda de la verdad, necesidad imperiosa en virtud
de los dispositivos represivos que se desplegaron en ese momento. De ahí
que las formas predilectas sean las periodísticas y la igura por excelencia de
este segmento sea João Antônio, quien, si bien ya había publicado un libro
de cuentos antes de la dictadura, Malagueta, Perus e Bacanaço (1963), en
el que recogía relatos de esas vidas desestimadas, bajo dictadura mantuvo
este compromiso escritural con los sectores y sujetos excluidos. pero este
vuelco fue todo menos masivo. A mediados de la década del 80, los sectores
marginalizados continuaban recibiendo poca atención por parte de los
2
Todas las citas tomadas del portugués son traducciones propias de la autora, a
menos que se indique la fuente.
Una escritura propia. Anotaciones sobre literatura marginal en Brasil
99
escritores, así lo deja ver una interpelación que hace João Antônio a sus
pares en Abraçado ao meu rancor (1986). Vale la pena aquí incorporar sus
palabras, palabras que además hacen las veces de epígrafe del libro Literatura
Marginal. Talentos da escrita periférica, editado por Ferréz en 2005:
Eviten ciertos tipos, ciertos ambientes. Eviten el habla del pueblo,
que ni siquiera saben dónde vive ni cómo. No den noticias del pueblo,
pues él hiede. No cuenten sobre sus calles, vidas y pasiones violentas.
No se metan con la chusma que ustedes no ven humanidad allí. Que
ustedes no perciben vida allí. Y ustedes no saben escribir sobre esas
cosas. No pueden sentir ciertas emociones, como el oído humano no
percibe ultrasonidos (Cit. en Férrez, Literatura 14).
Fuera poco o mucho lo escrito, la interpelación se encamina a incorporar la
marginalidad como objeto de narración, para lo cual se requiere cierta cercanía,
pues la idea es comprender las condiciones en las que el pueblo vive. pese a
ese requerimiento, lo que se persigue aún en los años 80 es una escritura sobre
la marginalidad, en la medida en que lo que se busca es que las temáticas, los
personajes y las situaciones estén centradas en la representación –por parte
de un intelectual– de los segmentos subalternizados de la población. Eso sí,
faltaba poco para que esta situación cambiara considerablemente.
En términos más recientes, esta etiqueta también ha sido empleada para
referir la producción de autores vinculados a las denominadas minorías:
mujeres, homosexuales y negros. pero en los últimos lustros empezó a
circular otra acepción, cuya diferencia radica en el lugar de enunciación
reivindicado. Este trabajo es liderado por Ferréz, quien somete el término a
una tachadura y le da otro contenido, pasando así de una atribución externa,
como fue el caso de la crítica, a una autoasignación. De tal manera que de la
denuncia y sensibilización que los escritores de los años setenta buscaban en
tanto portavoces, se pasa al cuestionamiento de las situaciones por parte de
los mismos autores marginales que buscan articular un grupo de escritores
que comparta ciertas características. pero lejos de ser un sujeto colectivo
unitario, compacto, homogéneo, acoplado y libre de tensiones, se pueden
hallar elementos comunes que proveen insumos para que la crítica se haga
cargo tanto de los puntos de contacto como de las diferencias inherentes a
estas producciones.
Hasta aquí podemos determinar entonces tres movimientos o inlexiones
en el empleo de la noción de marginal a lo largo del siglo XX e inicios del
XXI, a saber: literatura marginalizada, en tanto no entra en los criterios del
100
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
canon de la época; literatura sobre la marginalidad, en la medida en que se
incorporan personajes, espacios y situaciones de las vidas subalternizadas;
y literatura marginal, que es producida por los mismos sujetos que viven, en
este caso, en la favelas.
Vemos que la idea no es inédita, dado que la preocupación por representar
y dar cuenta de sujetos, situaciones y espacios subalternizados ocupó a
varios autores a lo largo de la historia literaria del siglo XX. Los personajes
marginales han entrado y salido de escena según las transformaciones que
tanto la modernización como la expansión del capitalismo y la tecnologización
traen consigo. Así, el malandro fue dando paso al delincuente. Los hurtos
y triquiñuelas de los maleantes se han visto desplazados por el microtráico
y el crimen. La navaja fue reemplazada por la pistola. Del mismo modo, la
preocupación por la incorporación del habla popular, de los dialectos cotidianos,
también fue un deseo maniiesto desde por lo menos Orestes Barbosa y
Antônio Fraga. Como veremos en el siguiente apartado, la pecualiaridad del
uso contemporáneo radica en las formas literarias, en su postura ética y en
la potencialidad política que el proyecto porta.
pero más allá de establecer qué es o no marginal, dónde comienza,
dónde termina, marginal en relación a qué, aspectos no menores pero que no
constituyen nuestro objetivo inmediato, lo que nos parece importante para
los propósitos de este ensayo es ver las preguntas que la etiqueta plantea, las
interpelaciones que vehiculiza. Ya no es posible que la crítica ni la academia
desestimen las producciones agrupadas bajo esta noción por ser populares o
marginales a ciertas formas establecidas, como ocurrió hasta los años setenta, e
incluso, si volvemos a las palabras de João Antônio, hasta mediados de los 80.
II
Ferréz, nombre artístico de Reginaldo Ferreira da Silva (Capão Redondo,
São Paulo, 1975), es quien en los últimos años ha reivindicado con ahínco un
locus literario para hacer de la favela, de sus habitantes y de las problemáticas
que los aquejan un objeto narrable por los propios habitantes. Entre 2001 y
2004 dirigió tres números especiales de la revista Caros Amigos3, escenario
3
La revista Caros Amigos fue creada en 1997 por la editora Casa Amarela, con un
tiraje mensual que alcanzan los 50 mil ejemplares y cuenta con circulación nacional. Sin
Una escritura propia. Anotaciones sobre literatura marginal en Brasil
101
desde el cual instaló la idea de “Literatura Marginal: a cultura da periferia” 4.
Desde aquí convocó a diversos escritores, poetas y raperos a contribuir con
sus historias periféricas, cuya condición era “ser” y “escribir sobre” la vida
en las favelas. posteriormente organizó una publicación titulada: Literatura
marginal. Talentos de escrita periférica (Río de Janeiro: Agir, 2005). En la
acepción de Ferréz, la literatura marginal no solo tematiza la marginalidad a
la que está sometida la periferia, sino que también es hecha por sujetos que
pertenecen a los grupos marginalizados socioeconómica y geográicamente.
Estos textos parten de una advertencia en la que se esclarece el propósito:
legitimar la voz de los favelados. por ejemplo, en “Terrorismo literário”, una
especie de maniiesto que hace las veces de prefacio a la compilación sobre
Literatura marginal, él expresa:
Quien inventó la cosa no separó entre literatura buena hecha con
pluma de oro y literatura mala hecha con carbón, la regla es una sola,
mostrar la cara. No somos el retrato, cambiamos el foco y nosotros
mismos nos sacamos la foto (9).
Esta postura da cuenta de un vuelco realizado por los sujetos subalternizados,
quienes, cansados de ser objetos de estudio que informaban las investigaciones
universitarias y los programas de intervención gubernamental, se convierten
ahora en agentes de su propia historia, sin intermediarios ni portavoces y
apelando al recurso del realismo como fuente narratológica. Con lo cual
entramos al terreno de la representación, debate que gayatry Spivak amplió
en esta dirección y sobre el cual no nos detendremos en esta instancia, sino
que veremos las condiciones que posibilitaron la emergencia de esta versión
de la “literatura marginal”.
embargo, las ediciones especiales editadas por Ferréz no contaron con dicho tiraje y la venta
tampoco fue la esperada, según los datos entregados por Erika peçanha do Nascimento, en
su tesis de maestría (2006). De hecho, las ventas fueron reduciéndose año a año; veamos, en
2001 se vendieron 15 mil (de 30 mil), en 2002, 9 mil (de 20 mil) y en 2004, 5 mil (de 20 mil).
Algunos de los colaboradores de estos números especiales publicaron de manera independiente
a lo largo de la primera década del s. XXI. El único que lo hizo en editoriales reconocidas fue
Ferréz con su segunda novela Manual práctico del odio (Objetiva, 2003).
4
Según Érika peçanha do Nascimento, la primera vez que el autor empleó la noción
de “literatura marginal” fue en el año 2000, durante el lanzamiento de su libro Capão Pecado.
En ese momento ya había un número de poetas vinculados a grupos de rap que también estaban
en la misma sintonía y que publicaban sus textos de manera artesanal y en editoriales caseras.
Cf. Nascimento 102, Nota 81.
102
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Figuras como las de Ferréz y paulo Lins son posibles gracias a que ya se
estaba gestando un cambio mayor en la sociedad brasileña. Un cambio que
parecía seguir las arengas de João Antônio, pero que fue más bien motivado
por una serie de eventos dramáticos que pronto ocuparían las primeras
páginas de la prensa. En el paso de los años ochenta a los noventa, el tema
de la violencia, la miseria y la inseguridad social comienza, en palabras de
Heloisa Buarque de Hollanda, “a poblar concretamente el imaginario de los
condominios de altos salarios, el tema de los periódicos y las investigaciones
de las Universidades” (Buarque de Hollanda 277). El aumento de la violencia
es fechado allá por el vértice 87/88, con los robos en Arpoador (arrastões
no Arpoador), zona acomodada de Rio de Janerio. A mediados de 1993, la
masacre de la Candelária (Massacre da Candelária, como fue bautizada en
los medios), iglesia ubicada en el centro de la misma ciudad, dejó 8 niños
muertos y varios heridos de los 50 que dormían en las escalinatas del templo,
muertes que fueron perpetradas por agentes de la policía. En agosto de ese
mismo año, la masacre en Vigário Geral (Cachina de Vigário Geral), favela
ubicada en la zona norte de Rio, ocasionó 21 muertes de civiles, también a
manos de la policía. Estos sucesos sacudieron a la clase media, en especial
a la de izquierda. Así cobraron mayor importancia las investigaciones
sociológicas y antropológicas de la violencia en las favelas de las dos grandes
urbes brasileñas, como la de Alba Zaluar (1986-1993), en la que participó
como ayudante de investigación paulo Lins y cuyos informes fueron tomando
forma literaria.
Es en este escenario que se presenta Ciudad de Dios (1997) y es aquí
donde se inscribe también el prefacio de Roberto Schwarz que pronto se
convertiría en un bestseller brasileño tipo exportación, afamado por la película
del mismo nombre. En esta línea tenemos la publicación por parte de una de
las editoriales más importantes de Brasil, Companhia das Letras, de Cidade
partida, de Zuenir Ventura (1994), inspirada en la masacre de Vigário Geral;
Estação Carandiru de Drauzio Varella (1999), sobre las condiciones de vida
de una de las cárceles más grandes de América Latina (Carandiru, São Paulo)5
y Memorias de un sobreviviente de Luiz Alberto Mendes (2001), presidiario
que, allende la denuncia, busca relexionar y entender la criminalidad, la
5
No hay que olvidar que en 1992 ocurrió la masacre más grande en la historia
penitenciaria brasileña, en la que fueron masacrado 111 presidiarios por la policía en la prisión
Carandirú, São paulo.
Una escritura propia. Anotaciones sobre literatura marginal en Brasil
103
violencia, el dolor y el encarcelamiento de un exmorador de favela. Son estos
algunos de los libros que buscan sensibilizar al lector de clase media sobre la
violencia vivida en situaciones de marginalidad socioeconómica y espacial.
Con todo, hay una diferencia sustancial entre Ventura-Varella y LinsMendes: el lugar de enunciación, que se convertirá en el caballo de batalla
de Ferréz, cuya carrera literaria también inició allá por el 97, cuando publicó
un libro autogestionado de poemas. para el año 2000, la publicación de su
primera novela, Capão Pecado (Labortexto, 2000), le permitió hacerse asiduo
colaborador de la revista Caros Amigos, escenario desde donde lanzará la
etiqueta que ya enunciamos. Luego vendría su segunda novela: Manual
prático do ódio (2003) y más tarde Deus foi almoçar (2011). Dentro de su
producción también está un libro de cuentos Ninguém é inocente em São
Paulo (2006) y dos textos infantojuveniles (Amanecer Esmeralda, 2005; O
pote mágico, 2012)6. A excepción de su última novela, toda su producción
presenta un marcado tono pegadógico y didáctico, pues con ello busca un
cambio de actitud en la comunidad lectora que espera esté conformada por
los mismos habitantes de la favela. Tanto en Capão Pecado como en Manual
prático do ódio, los personajes son principalmente trabajadores precarizados,
sujetos alcoholizados, jóvenes con pocas posibilidades de movilidad social
que ceden a las drogas y al crimen como forma de subsistencia. Vemos así
que la delincuencia es el camino tomado para acceder al consumo, pues pese
a las adversas condiciones, ellos no se restan a esta promesa de inclusión.
El autor, por su parte, enfatiza que estas historias cuentan con referentes
testimoniales y maniiesta un interés por legitimar las expresiones culturales
que tienen lugar en las favelas de São paulo. En este sentido, el uso de la
jerga cotidiana de las favelas, así como la incorporación de fragmentos y
referentes del rap y el hip-hop constituyen un recurso estético que hace que
su lectura no sea tan fácil de abordar. Felizmente, la traducción al español
de Manual práctico del odio (Buenos Aires: Corregidor, 2011) cuenta con
un glosario al inal del texto como herramienta de apoyo.
En lo concerniente a la academia, ya hay un buen número de trabajos que
abordan la producción no solo de Ferréz, sino la de otros escritores articulados
y/o visibilizados desde este sello, buscando así deinirla, explicarla y analizarla.
6
De esta producción, dos son las novelas traducidas al español por Lucía Tennina y
publicadas por la editorial argentina Corregidor. Se trata de Manual práctico del odio. Buenos
Aires: Corregidor, 2011, y Dios se fue a almorzar. Buenos Aires: Corregidor, 2014.
104
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Alexandre Faria, en un texto que acompaña la traducción española de Dios se
fue a almorzar (Buenos Aires: Corregidor, 2014), airma que la “Literatura
marginal o periférica” es “una de las actuales escenas de la literatura brasileña
contemporánea compuesta por autores que producen sus obras desde y sobre
las vivencias de las periferias urbanas brasileñas” (250). Eloisa Buarque de
Hollanda va más allá y la deine como una nueva tendencia en la literatura
brasileña, rebautizándola como “literatura hip-hop” por el recurrente uso de
referencias e incorporación de textos provenientes del ritmo, también muy
presente en las periferias de São paulo. Hay quienes ubican a Ferréz dentro
de lo que llaman una tradición “marginal al canon literario” que habría sido
inaugurado por Lima Barreto (1881-1922), continuado por Carolina Maria
de Jesus (1914-1977), João Antônio (1937-1996) y Luiz Alberto Mendes
(Dalcastagne, 2014; Nascimento, 2006). Otros, como Tennina y Silva, y
patrocínio, lo han analizado como movimiento socio-literario –movimiento
que se traduce en escritores, publicaciones, editoriales y saraus de poesía–,
que busca, en deinitiva, “modiicar el mapa: el mapa de la periferia como
lugar apartado y el mapa del campo literario brasileño como cerrado a la
trayectoria letrada” (Tennina y Silva 25).
Desde que la academia mostró interés por analizar estas “producciones
culturales”, allá por el 2004, Ferréz ha oscilado entre la desconianza y la
resistencia. por esa misma época él ya había publicado sus primeras dos novelas
en editoriales reconocidas al igual que los números especiales de la revista de
Casa Amarela. Fuera del mercado editorial que coadyuvó a su visualización
en el panorama literario contemporáneo en Brasil, Ferréz no tuvo avales de
reconocimiento intelectual como sí fue el caso de paulo Lins. La publicación
de Ciudad de Dios contó con una recomendación del crítico paulistano
Roberto Schwarz, quien a su vez prologó la primera edición de la misma.
Hay que decir también que no toda la crítica de las producciones de Ferréz
ha sido favorable. A lo sumo le dan un valor sociológico. Estas condiciones
explican, en parte, las declaraciones ambivalentes del autor en la que, por un
lado, reconoce su interés en exceder la periferia como reducto de circulación
y, por otro, intenta bloquear cualquier acercamiento académico. En 2004,
el escritor airmaba en una entrevista que “aunque escribo prioritariamente
para mi comunidad, no quiero mi literatura en el gueto. Quiero entrar en el
canon, en la historia de la literatura como cualquiera de los nuevos escritores
contemporáneos. Y creo también que mi comunidad no debe limitarse a mi
literatura, ella tiene derecho a tener acceso a Flaubert” (Cit. en Buarque de
Hollanda 2011). Cinco años después, Ferréz llama “bastardo” a todo aquel
Una escritura propia. Anotaciones sobre literatura marginal en Brasil
105
que se acerque a su obra literaria y que no sea favelado. Recientemente, ante
una oferta de beca de una universidad estadounidense para cursar un programa
en literatura, Ferréz airmó: “Escribo para ser leído por mi comunidad. Mi
lugar está aquí. Mi guerra es ésta” (Cit. en Buarque de Hollanda 2011). Ello
no es óbice para que la etiqueta tenga espacios en Bienales y ferias de libros
internacionales (São Paulo 2013; Buenos Aires 2014).
pero estas tensiones con la academia también dan cuenta de transformaciones
mayores por las que la literatura y la universidad atraviesan. Sea como fuere,
lo cierto es que el proyecto de “literatura marginal” es reivindicado por y
atribuido a Ferréz desde su trabajo en la revista Caros Amigos. Aunque no
hay que olvidar que el camino fue pavimentado por la sensación que causó
la publicación de Ciudad de Dios. Si bien el lanzamiento de Capão Pecado
no cumplió las expectativas de un público encantado por la estética de la
violencia de Lins, Ferréz empezó a llamar la atención sociológica y literaria
por parte de la prensa y de la academia y era visto como una “excepción
cultural” de uno de los lugares más violentos del momento.
Y aunque Ferréz no está solo en este proyecto, no todos los autores
asociados a dicho cuño se sienten cómodos con él. por ejemplo, a pesar de
haber participado en la primera edición especial de la revista Caros Amigos,
paulo Lins rechaza la idea de pensarse como “escritor marginal”, pues
reconoce que a excepción de la temática –y ni aun así, dado que esta ya
ha sido ampliamente abordada en la literatura brasileña, en especial por la
novela social–, nada en él es marginal: la circulación de su libro, la editorial
que lo avaló, al igual que su lugar en la escena literaria brasileña. E insiste
en que no hay nada de marginal en una producción que recibe la atención
de la crítica, de la academia y de la prensa. De igual modo ocurre con Luiz
Alberto Mendes, quien participó en el libro Literatura marginal: talentos
da escrita periférica; él no asume este sello para su escritura y airma que
solo le interesaba publicar sus textos. Allan Santos da Rosa, otra igura dada
a conocer desde Caros Amigos, si bien adscribe al proyecto, preiere la idea
de literatura periférica por su vinculación directa al peril sociológico de los
autores y por la tergiversación que la idea de marginal, en tanto fuera de la
ley, puede ocasionar.
Estas posturas evidencian que tras la etiqueta no hay nada parecido a un
sujeto colectivo unitario y compacto. pero más allá de las posturas individuales
de los autores y de las diferencias estéticas que, como es de esperarse, las hay
entre los autores agrupados bajo este sello, es evidente que estas producciones
interpelan a la crítica en distintos niveles.
106
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Antes de continuar nótese el lugar que ha tenido el mercado editorial en
la formación de un gusto lector preferentemente de clase media que, aunque
no ha sido determinante en la emergencia de estos autores, sí contribuyó a
su visualización en el paisaje literario brasileño de las últimas décadas. Solo
dos años después de la interpelación que hiciera João Antônio, la violencia
que cruzó los márgenes urbanos a lo largo del siglo XX se toma los primeros
planos de la prensa y obliga a muchos a hacerse cargo de ella. Nótese también
que ya no son las crónicas ni el formato periodístico las formas de expresión
destacadas; en su lugar se instalaron la novela, la poesía y, habría que agregar,
la música (en especial el rap y el hip-hop), como formas escogidas por los
autores marginales para contar sus propias vidas y experiencias.
III
En Un cuarto propio, Virginia woolf imaginaba cuán difícil debía haber sido
la escritura para las novelistas de inicios del siglo XIX pues no contaban
con una tradición tras ellas –y la existente era de poca ayuda– que pudiera
orientarlas en el trabajo de poner en papel sus pensamientos. Es decir, woolf
apelaba a la necesidad de fortalecer una tradición literaria para las mujeres.
Fue largo el camino trillado para que ellas escribieran más que novelas,
para que abandonaran las quejas, el odio, la amargura y las afrentas como
temas recurrentes, incluso para que escribieran obras maestras e hicieran
de la escritura no un método de autoexpresión sino un arte, arte que, a su
vez, debía posibilitar la construcción de otro tipo de relaciones en el que
las mujeres tuvieran derecho a enamorarse de otra mujeres, los hombres de
otros hombres, o, mejor, para que las relaciones heterosexuales no fueran las
únicas dignas de narrar. En el mismo texto, la escritora vaticinaba que cien
o doscientos años serían necesarios para revertir las condiciones materiales
que imposibilitaban a las mujeres la construcción de una comunidad –o vida
común allende los retazos de vidas aisladas–, no solo literaria sino intelectual.
Y más allá de eso acceder a un mundo en el que nadie sea ni se sienta excluido
y todas y todos podamos tomar la palabra.
Afortunadamente tuvimos que esperar menos de medio siglo para que sus
palabras proferidas en el girton College, en Cambridge, tomaran cuerpo en
miles de mujeres quienes no solo empiezan a poblar masivamente las aulas de
las universidades, sino que hacen de la literatura un arte de vida y continúan
Una escritura propia. Anotaciones sobre literatura marginal en Brasil
107
evidenciando las complejidades que las cruzan, según las distintas posiciones
de sujeto que ocupan en las estructuras sociales y culturales.
Una ausencia de tradición similar a la señalada por Virginia woolf es la
que, mutatis mutandis, percibe Ferréz en relación con la literatura marginal.
Es así como él establece su propio canon en el que ubica a Carolina Maria de
Jesus, Antônio Fraga, João Antônio y hasta a Lima Barreto. En rigor, según
la misma acepción del autor, la única escritora marginal sería Carolina Maria
de Jesus, quien en Quarto de despejo, expone por primera vez las vivencias
cotidianas de una favelada. Si bien Antônio Fraga y João Antônio vivieron de
cerca las situaciones narradas y trabaron contacto con los sujetos que luego
elevan al estatus de personajes, no eran escritores marginales, pues su labor
de periodistas otorgaba otro carácter a su lugar de enunciación. Ellos serían
más bien escritores que tematizaron la marginalidad y en cierto sentido sus
escritos fueron también marginalizados. De Lima Barrero ya hemos dicho
que su marginalidad estaba dada por su condición de intelectual crítico. Sin
embargo, hay que rescatar aquí el gesto político de Ferréz en la medida en
que apela a la necesidad de instalar un conjunto de textos como referente
para otras formas de expresión. Es difícil saber si en otros momentos
históricos hubo expresiones literarias producidas por sujetos marginales que
aún desconozcamos. Es bien sabido que las élites solían emplear diversas
formas de silenciamiento y descaliicación de los saberes que se opusieran
a sus regímenes de verdad. Buena parte de lo que llega a nuestros días ha
estado mediado por la igura del intelectual, que, si bien ya no cuenta con
la misma centralidad, no podemos prescindir de ella pues aún hay sujetos
subalternos que no son oídos.
Sabemos que todo canon, toda selección es arbitraria, excluyente y
suele operar con criterios jerarquizantes. Si en el tiempo de Lima Barreto se
desestimaban literariamente las crónicas y los artículos sobre los arrabales
cariocas, Ferréz hace una operación inversa para recuperar esos residuos
con el in de reivindicar una cierta tradición. Tal vez se requiera un par de
décadas más para que surjan otras formas literarias que complejicen las ya
existentes y den lugar a las que están emergiendo, pero también para que se
produzcan textos “marginales” que soporten el paso del tiempo.
Allende las autodeiniciones que seguirán operando independiente de la
atención académica prestada, nos interesa revisar brevemente las preguntas
que plantea a la crítica, sea cultural, sea literaria. La primera pregunta es
metodológica: cómo leer estas producciones.
108
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Si tenemos en cuenta el marcado énfasis en el tenor testimonial de estos
textos, al igual que la potencialidad política y la voz colectiva que escritores
como Ferréz intentan articular, sería interesante ver en qué medida es posible
leer algunas de estas producciones en clave testimonial en el sentido que
propuso John Beverly en su “Anatomía del testimonio” (1989), tomando
como objeto de análisis la narración de Rigoberta Menchú. En el caso de
Carolina Maria de Jesus, resulta factible pensar que su diario constituye el
testimonio de una favelada, cuya mediación está dada no por una antropóloga
sino por un periodista que organizó y presentó el diario a la opinión pública
y lo puso en el circuito internacional.
Recordemos que un elemento fundamental del género es la igura del
mediador, pues en buena parte el narrador es “analfabeto funcional o, si saben
leer y escribir, no es escritor profesional”, es por ello que en la elaboración
de un testimonio se involucra un interlocutor (de preferencia intelectual
progresista de izquierda) encargado de grabar, transcribir y editar el relato
(Beverley, “El margen” 24). Quarto de despejo cumple con este y otros
criterios del testimonio, y su lectura en esta clave permitiría saldar algunas
discusiones que circundaron la autoría, la mediación, la intervención del
periodista, el éxito efímero, entre otras.
Sería interesante también ver hasta qué punto los primeros textos de
Ferréz responden a criterios de dicho género textual. De esta manera, el valor
sociológico a ellos atribuido, así como las fallas lingüísticas y gramaticales que
cierta crítica ha señalado, cobrarán otro sentido, pues podemos estar frente a
un producto híbrido que no encaja del todo ni en testimonio ni en ninguna de
las formas reconocidas por la crítica. No es que estemos sugiriendo que tales
relatos sean testimonios en estricto sentido, ello es imposible en la medida en
que Ferréz prescinde de la igura del mediador a la vez que apela estrictamente
a la icción. Creemos más bien que tales narraciones comparten rasgos del
género testimonio y permiten problematizar, desde otra forma escritural, lo
literario y la institución que lo sostiene. primero, porque el autor antepone
o toma como insumo su trayectoria de vida y la de un grupo territorialmente
marcado como un elemento axial para su icción. Segundo, porque si bien
Ferréz apela a una airmación del sujeto individual, llámese autor, siempre
está en relación con una situación colectiva marcada por la marginación, el
abandono y la violencia policial. No hay que olvidar que esta última cobró
gran visibilidad mediática en la década de los noventa, y en este sentido su
escritura responde a una urgencia. Las transformaciones que ha tenido Capão
Redondo en años recientes han sido resaltadas por Ferréz mismo. He ahí el
Una escritura propia. Anotaciones sobre literatura marginal en Brasil
109
giro que toma su última publicación. En Dios se fue a almorzar ya no tenemos
la favela como escenario, ni a los maleantes como personajes. Tercero, el
autor maniiesta unos ines políticos claros, que más que denunciar lo que
busca es legitimar manifestaciones y productos culturales impensables de ser
asumidos como tales por la élite académica que privilegia el alfabetismo y la
literatura “sin fallos de manufactura” como normas de expresión. Cuarto, el
narrador de origen popular no se separa del grupo al cual pertenece. pese al
reconocimiento obtenido, el escritor no ha abandonado la favela como lugar
de residencia y sigue participando en actividades extraliterarias.
En síntesis, desde nuestra perspectiva, las primeras dos novelas de Ferréz
colindan con el testimonio, pero no llegan a serlo del todo. Lo interesante
en él es que emplee experiencias vitales como fuente de una narración que,
sin apelar al género testimonial, traslade algunos de sus elementos hacia
el formato novela, produciendo con ello el mismo efecto que ha buscado
el primero: poner en tela de juicio la institución literaria en tanto “aparato
de dominación y enajenación”, sin prescindir de uno de sus formatos por
excelencia, la novela (15).
Si bien Ferréz apela al formato novela, habría que ver más inamente
si las “deiciencias” de las que se le acusa forman parte de otra tipología
textual, que estaría a caballo entre el testimonio y la novela, sería como
indicamos más arriba un género híbrido que vendría a radicalizar aún más la
hibridez constitutiva de la novela, similares a otras que se emparentaron con
el testimonio pero sin serlo completamente; tal vez sean pseudotestimonios,
en la medida en que transforman “una forma narrativa” alimentada en la
experiencia de los sujetos subalternos, en una de la otrora alta cultura, para el
caso, la novela. Es indudable que el objeto narrado aquí, la violencia, requiere
de la apelación de un “pacto iccional”, pues el narrador-autor y varios de
sus personajes son sujetos de carne y hueso que continúan viviendo en la
favela. De ahí que sea menesteroso que tanto la historia como los personajes
queden al interior del texto, es decir, que “al cerrar el libro descansemos al
pensar que todo queda contenido allí” (Dalcastagnè 266).
El escollo está, creemos, en el hecho de que los autores reivindican
sus producciones como icción. El tema no es negar las formas literarias
tradicionales a los subalternos, pero tampoco subestimarla porque no encaja
en los formatos establecidos. Quizá estén creando otras formas que no han
sido leídas como tales.
para cerrar, otra pregunta que esta literatura marginal plantea es la relación
de la igura del intelectual con los sectores populares. Se evidencia una tensión
110
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
por parte de algunos autores frente a un acercamiento académico, así como un
escepticismo por parte de algunos críticos por legitimar estas producciones.
Si bien es cierto que la igura del intelectual como mediador o portavoz no
está agotada y sigue siendo necesaria cuando se trata de revelar las relaciones
de poder –y no de reproducirlas–, en especial en situaciones extremas en el
que la desigualdad impide que todos los sujetos sean oídos –como insistirá
Spivak en su última versión de “¿Pueden los subalternos hablar?”–, no hay
que desestimar también otras formas de legitimación que los sujetos abren
a su paso, buscando desestabilizar las estructuras existentes.
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 113-126
“A DANÇA DA SOLIDÃO”: A CONDIÇÃO NARRATIVA
EM SOLIDÃO CONTINENTAL, DE JOÃO gILBERTO NOLL
Ivana Ferigolo
Universidade do Estado do Mato grosso
[email protected]
“Desilusão, desilusão danço eu
dança você na dança da solidão”.
(Paulinho da Viola)
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
El escritor brasileño João gilberto Noll viene siendo reconocido tanto en Brasil como en el
exterior debido a su particular poética, consolidada a partir de una amplia producción narrativa
que comienza en 1980, con la publicación del libro de cuentos O cego e a dançarina, y que
se mantiene muy fértil hasta el presente. En la opinión del estudioso argentino Reinaldo
Laddaga (2007), João Gilberto Noll es uno de los autores que ha publicado las obras literarias
más singulares producidas en los últimos años no solo en América Latina. Esa singularidad
presentada por la literatura de Noll ha despertado, al parecer, la atención de los críticos y
engendrado muchos estudios que se encuentran materializados en un volumen signiicativo de
tesis, tesinas, libros, artículos, ensayos, etc. En este amplio repertorio de estudios es posible
constatar posicionamientos divergentes sobre la producción literaria del autor. Muchos conieren
valor signiicativo a su obra, considerando positivo el grado de innovación que presenta en
relación con expresivos comportamientos manifestados por el género novela a lo largo de
la modernidad. No faltan, sin embargo, opiniones que aseguran la falta de identiicación de
las narrativas del autor con el género novela, debido a ciertas particularidades formales y
temáticas. Considerando la singularidad de la producción narrativa nolliana y tomando como
objeto de análisis su última novela, Solidão continental (2012), se busca entender lo que esta
singularidad estaría expresando, así como averiguar los impactos de esa singularidad sobre
el campo literario brasileño.
pALABRAS CLAVE: literatura brasileña, novela, sujetos, contemporaneidad.
114
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
O escritor brasileiro João Gilberto Noll vem sendo conhecido tanto no Brasil como no
exterior devido a uma particular poética, que se encontra bem sedimentada em uma volumosa
produção narrativa emergente em 1980, com a publicação do livro de contos O cego e a
dançarina, e que se mantém fértil até o presente. Nos dizeres do crítico argentino Reinaldo
Laddaga (2007), João Gilberto Noll é um dos autores que tem publicado, nos últimos anos,
algumas das produções literárias mais singulares já vistas não só na América Latina.
Essa singularidade apresentada pela literatura de Noll tem chamado a atenção da crítica
literária e alavancado uma forte tendência ao estudo de sua obra traduzida em um volume
signiicativo de teses, dissertações, livros, artigos, ensaios, etc.. Nesse vasto repertório de
estudos críticos, é possível encontrar posicionamentos divergentes sobre a obra do autor.
Muitos conferem valor signiicativo a essa produção literária, considerando positivo o grau
de inovação que apresentaria em relação a expressivos comportamentos exibidos pelo gênero
romance ao longo da modernidade. Outros tendem a olhá-la com desconiança, argumentando
que, devido a particularidades formais e temáticas, essas narrativas já não poderiam ser
consideradas romances. Levando em conta a singularidade da produção narrativa nolliana
e tomando como objeto de análise o último romance do autor, Solidão continental (2012),
busca-se compreender o que estaria expressando, no concernente ao homem e à vida, esta
singularidade narrativa. Além disso, pretende-se entender o que signiica essa singularidade
da narrativa de Noll para o campo literário brasileiro.
Palavras-chave: literatura brasileira, romance, sujeitos, contemporaneidade.
The Brazilian writer João Gilberto Noll is well known both in Brazil and in other countries
because of his particular poetry, built into a copious narrative production that emerged in 1980
with the publication of the collection of stories O Cego e a Dançarina, and which continues to be
highly fertile even now. In the opinion of the Argentine scholar Reinaldo Laddaga (2007), João
Gilberto Noll is one of the writers who has published some of the most innovative narratives
seen in recent times, and not only in Latin America. The singularity of Noll´s literature has
attracted the attention of critics and has spawned many studies that have been published in
a signiicant volume of theses, books, articles, papers, etc. In this extensive body of critical
studies there are divergent positions on Noll´s literature. Many of them attribute signiicant
value to Noll´s literary production considering the degree of innovation that shows to be
positive in relation to the more expressive behavior displayed by the novel genre throughout
modernity. However, there are many other critics who argue that the lack of identiication
of Noll’s narratives with the novel genre is due to certain formal and thematic peculiarities.
Considering the singularity of Nollian narrative production and studying his last novel,
Solidão Continental (2012), we seek to understand what this singularity could be expressing
and examine the impacts of this singularity on the ield of Brazilian literature.
Keywords: Brazilian narrative, subject, novel, contemporaneity.
“A dança da solidão”: a condição narrativa em Solidão continental, de João gilberto Noll
115
UMA pOÉTICA NOLLIANA
O escritor brasileiro João gilberto Noll, desde os anos 80, quando foi
publicada sua primeira obra, o livro de contos O cego e a dançarina, passa
a chamar a atenção de estudiosos e críticos em virtude da particularidade
de sua narrativa, que, desde o princípio, agradava muitos setores da crítica
literária, mas, também, causava, em outros, o natural estranhamento suscitado
por fenômenos ou artefatos artísticos inovadores. Na atualidade, após ter
publicado um número bem signiicativo de narrativas como Hotel Atlântico,
O quieto animal da esquina, A céu Aberto, Harmada, Berkeley em Bellagio,
Lord, Acenos e Afagos, para citar algumas, o autor goza de importante
reconhecimento nacional e internacional a ponto de muitos estudiosos e
críticos, como é o caso do argentino Reinaldo Laddaga, airmarem que “João
gilberto Noll, que nació en porto Alegre, ha estado publicando algunos de los
objetos textuales auténticamente singulares que hayan visto la luz en los años
recientes en Latinoamérica (y no solamente, en rigor, en Latinoamérica)” (79).
A singularidade narrativa, nas palavras do crítico argentino, é o detalhe
diferenciador da produção literária de Noll e, ao que parece, tem despertado a
curiosidade de estudiosos originando, nos últimos anos, um volume signiicativo
de estudos traduzidos em teses, dissertações, livros, artigos, ensaios, etc. É
nos elementos constitutivos da narrativa nolliana, como tempo, narrador,
personagem, espaço, tema, que poderemos visualizar essa singularidade
destacada por Laddaga (79).
Avulta e recorrente nas obras de Noll é uma temporalidade fragmentada,
em que passado, presente e futuro aglutinam-se, sobrepõem-se, desconectamse, desorientando o leitor, que enfrenta a impossibilidade de perceber as
ligações entre os fatos e as ações constitutivas da existência das personagens
e conformadoras do mundo da representação.
Os espaços predominantes em suas obras são, em geral, os que o
antropólogo francês Marc Augé (71-105) chamou de não lugares (ruas,
rodoviárias, aeroportos, cidades, shoppings, hospitais, etc.), ou seja, os cenários
que viabilizam e sustentam os deslocamentos curtos e transnacionais que
caracterizam a existência produzida e reproduzida nesse ambiente contemporâneo,
denominado por Augé (71-105) de Supermodernidade. Trata-se de espaços
esvaziados de sentido, vagos, comuns, recorrentes, carentes do potencial de
estranhamento necessário ao desencadeamento de gestos de aferição, de análise
e de relexão. Transitando por esses não lugares quase imperceptíveis, dada
à mesmice recorrente e desorientadora que os caracteriza, e inclinados a um
116
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
constante deslocamento que oblitera a possibilidade de percepção da própria
existência como uma continuidade conexa, os personagens das narrativas de
Noll, conforme Avelar, passam, em geral:
por experiências desprovidas de qualquer marco temporal, além da
sucessão esquizofrênica, não causal dos fatos, [...] obtém e perdem
empregos, são presos ou levados a algum hospital [...], escapam,
são atacadas [...], encontram gente que não parece ir a nenhum lugar
tampouco, e que invariavelmente desaparece sem deixar rastros (217).
Outro traço a se destacar nas narrativas de Noll é o fato de serem narradas
em primeira pessoa. predominam narradores protagonistas que, sugerindo a
impossibilidade de conhecer o outro e o mundo e transparecendo um desejo
de ser visto ou notado, adotam uma postura ensimesmada, tentando narrar
a própria existência que somente vem à tona em fragmentos desconexos,
incapazes de constituir uma totalidade. No contato com essas narrativas, o
leitor é assaltado por um estranhamento que parece decorrer da sugestiva
ausência de motivos capazes de costurar ou evidenciar as relações entre as
partes que constituiriam a vida das personagens. Dessa forma, a produção ou
o desvelamento do sentido da existência, meta central do romance ao longo
da modernidade, ica comprometida nas narrativas de Noll.
Os narradores protagonistas, em geral, mostram-se conscientes da ausência
de uma lógica existencial ou cósmica profunda ou sobre a impossibilidade do
sujeito desvendá-la. A consciência sobre as limitações do sujeito em relação à
apreensão de um sentido imanente ao mundo e à vida ou sobre a inexistência
do mesmo se evidencia em quase todas as narrativas de Noll, fazendo-se
visível de variadas maneiras, principalmente na presença de indagações
que povoam os relatos, mas icam suspensas. Os narradores protagonistas
as lançam, mas, logo, as deixam de lado, não tratam de respondê-las. São
questionamentos, muitas vezes, que dão origem ao processo narrativo como é
o caso da obra Berkeley em Bellagio (2002), cujo princípio se constitui pelas
seguintes indagações: “Saberia voltar atrás? Não se arrependeria ao ter de
mendigar de novo em seu país de origem?” (Noll, Berkeley 9). Dito relato de
Noll não coincidirá, porém, com o resultado de uma tentativa de deslindar uma
resposta para essas questões, sugerindo que o mote das narrativas nollianas
não é responder, encontrar ou “comunicar signiicados estabilizados, estados
de ánimo ijados o estados de cosas sustanciales” (Laddaga 84).
Nesse aspecto, os relatos do referido escritor brasileiro estabelecem
distância em relação a um comportamento central manifestado pelo gênero
“A dança da solidão”: a condição narrativa em Solidão continental, de João gilberto Noll
117
romance desde sua projeção nos albores da modernidade e conservado
posteriormente. Aquele comportamento que, traduzido em formas variadas
e até fragmentadas, como é, por exemplo, o caso de No caminho de Swann,
de proust, sempre se caracterizou pela busca de sentido ou por tentativas de
encontrar as ligações entre os diversos eventos constitutivos da vida ou de
uma dada condição social, cósmica ou existencial.
Aparentando, ainda, um descompromisso com o social, as narrativas de
Noll acabam rompendo, também, com uma tendência narrativa que predominou
durante dois séculos no Brasil: o romance realista e, muitas vezes, de inclinação
empenhada que, colocando em evidência um vasto repertório de agravantes
sociais, pretendia desvelar soluções plausíveis aos problemas da nação e
contribuir, pela via estética, para o melhoramento do país e da condição
do seu povo. Nesse sentido, conforme sugere Avelar, os romances de Noll
se apresentam como “uma crítica ao romanção, às maquinarias narrativas
cosmogônico-totalizantes que encontraram seu apogeu na Comédia humana,
de Balzac, modelo privilegiado para as várias sagas realistas, regionalistas
ou não que proliferaram na literatura brasileira moderna” (216).
O potencial de ruptura que abrigam as narrativas de Noll em relação
a modalidades romanescas bem expressivas (tanto a nível nacional como
internacional) se faz notório, incitando a delimitação de gestos hermenêuticos
dispostos a esclarecer os motivos que as levam a se distanciar de certos
modelos romanescos bem consolidados. partindo da hipótese de que esse
distanciamento decorre de uma inclinação da produção literária de Noll em
dar forma tanto a modos de existência bem contemporâneos (que transcendem
os limites do nacional) como aos efeitos produzidos por eles sobre os homens
e sobre suas relações com o mundo e com os outros, analisar-se-á, a seguir,
o último romance de Noll, Solidão continental (2012). pretende-se, ainda,
deslindar os possíveis efeitos para o gênero romance e para o campo literário
brasileiro, que se originariam dessa suposta tendência da literatura de Noll
pela formalização de experiências humanas vinculadas aos tempos atuais.
SOLIDÃO CONTINENTAL: UM EFEITO DA URgÊNCIA EXISTENCIAL
Em Solidão continental (2012), último romance de João gilberto Noll, se
constata a permanência da tendência narrativa do autor, de forma que a
singularidade de sua poética mencionada por Laddaga (79) ica reforçada. O
romance põe em cena, por meio de um processo narrativo em primeira pessoa,
118
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
fragmentos existenciais do narrador protagonista que sugere chamar-se João
Bastos, já que, quando lhe exigem sua identiicação ele deixa transparecer,
no relato, uma diiculdade de memória, titubeando no momento de airmar
seu nome próprio.
Trata-se de um protagonista de nacionalidade brasileira, que já viveu
fora do país, nos Estados Unidos, mas que, em algum momento, pois não há
especiicação temporal, retorna para Porto Alegre, fazendo, no percurso da volta,
uma escala no México. Afetado por uma inquietude que diiculta sua ixação
em determinados lugares, o narrador protagonista se desloca constantemente
(USA, México, Brasil), vivenciando, de forma muito rápida, uma ininidade
de fatos que, devido a curta durabilidade, não sobrevivem como memória e,
consequentemente, não se mostram propensos a serem revisitados, resgatados
ou reaplicados posteriormente. A narrativa, consequentemente, despe-se
de relações causais. Os fatos têm validade isoladamente, não registrando
qualquer ligação lógica. A possibilidade de conformação de um sentido a
partir das relações entre os fragmentos ou as cenas que dizem respeito à vida
do protagonista e que compõem a narrativa, ica comprometida.
Da estada do protagonista nos USA, a narrativa privilegia fatos que tiveram
lugar em ruas, hotéis e em uma escola de idiomas, onde, supostamente, o
protagonista trabalhou. No México, permaneceu, ao que parece, pois não há
especiicação precisa no relato, umas doze horas, devido a uma escala feita
pelo avião em decorrência de problemas mecânicos. Durante esse período,
sem justiicativa clara, visita o museu de Trótski, onde encontra uma menina
com a qual mantém relações sexuais. Em porto Alegre, seu deslocamento é
constante. Ruas, shoppings, bairros desconhecidos e até bosques de localização
geográica imprecisa servem de vias para o frequente deslizar do protagonista.
Transitando por esses não lugares (Augé 71-105) –típicos da sociedade
atual denominada pelo autor francês de Supermodernidade– que regulam o
deslocamento dos seres e promovem contatos rápidos, o narrador protagonista
tem amenizada a capacidade de memorizar e reletir. As ações que realiza,
consequentemente, despem-se de justiicativa. Surgem como corolário de uma
espécie de impulso carente de um planejamento ou de intenções pautadas em
lembranças, conhecimentos ou relexões. A visita feita ao museu de Trotski,
durante a escala forçada do avião no México, vem à tona como uma decisão
apoiada em informações rasas que o protagonista não iltra, nem questiona:
“guardei a mala no aeroporto. pedi ao taxista que me levasse ao Museu de
Trotski. [...] poderia no intervalo entre um voo e outro ter ido visitar outro
museu. Vim, pelo que me contaram, ao menos espetacular” (Noll, Solidão 40-
“A dança da solidão”: a condição narrativa em Solidão continental, de João gilberto Noll
119
41). O esfacelamento do sujeito enquanto razão relexiva vai se evidenciando
no relato e parece decorrer da inserção do protagonista em um meio marcado
pelo trânsito intenso e por uma volumosa circulação de informações que
aceleram o funcionamento de sua mente e de seu ritmo existencial diicultando
ou impedindo o desencadeamento de qualquer processo de contemplação,
de meditação e de relexão.
Em seus constantes deslocamentos, o protagonista se depara com situações
inusitadas, encontra repentina e rapidamente diversas personagens, que, em
função da brevidade dos contatos, se mostram estranhas, impenetráveis, realizam
ações incompreensíveis tanto ao protagonista como ao leitor. Essa obscuridade
das personagens ica evidente em um fragmento em que o protagonista revela
ter saído, sem aparente motivo, com Tom, um suposto aluno de português
nos USA, o qual, repentinamente e sem motivo constatável, tira a roupa:
No meio da lascívia meio submersa eu reiterava a dúvida se isso
não fazia parte de um plano para ele espionar em mim as virtudes
e pecados de um brasileiro médio. Eles se iniltravam em relações
pessoais com indivíduos de outros países, para levar a seus chefes
a quanto andava a alma do mundo. [...] Depois de uma aula em que
ensinei o mais que perfeito composto, ele me convidou a passear no
domingo, iríamos até um lago nos arredores de Madison. E fomos
(Noll, Solidão 29).
A maneira de contar presente no fragmento e predominante na narrativa, é
altamente econômica. Processos descritivos, qualiicativos, são deglutidos pela
ênfase dada à ação. Fatos e detalhes são atropelados e a ordem cronológica
do relato alterada em decorrência da aceleração mental revelada pelo
narrador. O gesto, o convite que desencadeou o suposto passeio de Tom e do
protagonista é o último dado mencionado no fragmento, sinalizando que a
mente do narrador opera apressadamente e inviabiliza tanto a organização dos
fatos de forma linear e ascendente, como a ixação do narrador em detalhes
capazes de revelar conexões entre os acontecimentos relatados. O laconismo
e a velocidade do relato fazem da existência protagonista um conjunto de
vivencias rápidas e repentinas que impossibilitam tanto o conhecimento dos
outros com quem ele estabelece contato, como a compreensão dos fatos em
que ele se envolve. Consequentemente, Tom (o outro com quem o narrador
passeia) ganha uma feição enigmática, insondável, permitindo, unicamente,
a suspeita, a dúvida (eu reiterava a dúvida...).
120
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
O que põe em cena a narrativa Solidão continental são vivências e impressões
sobre o homem e sobre o mundo atreladas a um modo de vida efêmero, típico
de seres em constante deslocamento ou errância, como é o caso do narrador
protagonista, que não é norte-americano, está em trânsito, e carece, portanto,
do tempo necessário para o estabelecimento de laços duradouros tanto com
ambientes como com objetos e pessoas. A consequência dessas relações efêmeras,
traduzidas em um discurso acelerado, conciso, que ofusca os contornos das
personagens, tornando-as meras palavras de origem e destino encobertos, é
uma existência marcada pela constante dúvida, pela suspeita frente ao outro,
pela impossibilidade de conhecer, de constituir vínculos duradouros, de
sentir coniança, de partilhar e trocar experiências, de estabelecer relações
de cumplicidade. Uma existência propensa a abrigar, portanto, a sensação
de vazio, de solidão, já que ica negada ao ser a possibilidade de se fundir ao
outro ou ao meio, de experimentar a totalidade. E como indica o título, essa
solidão é continental, generalizada, atinge o ser em todas as partes, levando
o narrador protagonista a desejar, continuamente, o contato, a companhia, o
convívio mais duradouro, a atenção:
[...] o certo é que andava louco para enim me acercar de duas,
três pessoas, ou nem tanto assim, que se interessassem pelo que eu
comera no almoço, por exemplo, e uma pelo menos que estivesse
disposta comigo, nem digo que trocasse comigo seus luidos, mas
que indagasse como fora meu sono, que confessasse que ouvira meu
ronco só ao amanhecer... (Noll, Solidão 41).
ganham visibilidade, em Solidão continental, as faltas e as consequências
existenciais atreladas a estilos de vida bem contemporâneos, peculiares à
sociedade globalizada, essa que, segundo Augé (71-105), viabiliza o trânsito,
o deslocamento constante, originando ritmos de vida acelerados, que impedem
a ixação geográica dos seres, podendo inviabilizar a conformação de laços
ou sentimentos duradouros. Que consequências são essas? A solidão aguda
que experimenta o protagonista dada diiculdade de conhecer o outro; a
sensação de vazio decorrente, conforme assinalou Fredric Jameson no
clássico Pós-modernismo: a lógica cultural do capitalismo tardio (1997),
da impossibilidade de reter o passado e convertê-lo em memória reaplicável
no presente.
Essa diiculdade de sedimentação da experiência passada em conhecimento,
em memória resgatável, a qual provoca o esvaziamento do ser, se faz evidente
na estrutura de Solidão Continental. A obra compõe-se de dois grandes
“A dança da solidão”: a condição narrativa em Solidão continental, de João gilberto Noll
121
blocos desconexos. O primeiro, que se encerra na página 47, concentra as
vivências do narrador protagonista registradas nos USA e no México. O
segundo bloco, compreendido entre a página 48 e a inal, põe em cena a
desconexa existência do protagonista após seu retorno a porto Alegre. Essas
duas partes não apresentam ligação. O passado nos USA e a breve passagem
no México não são recuperados pelo protagonista durante sua fase em porto
Alegre. Uma única vez, no que denominados segundo bloco do livro, o
narrador protagonista faz alusão a esse período de sua vida para airmar: “As
minhas viagens pelos Estados Unidos e México eram coisas do passado”
(Noll, Solidão continental 69). Na falta de nexo entre essas duas partes da
narrativa visualiza-se descontinuidade entre passado e presente registrada pelo
narrador protagonista, um corte que torna sua existência fragmentada, que
lhe desorienta, lhe esvazia, forçando-lhe a inventar a vida a toda instante, a
submeter-se a riscos que lhe permitam sentir alguma coisa, a buscar algo que
lhe complete, mesmo ciente da não existência dessa “coisa” (Noll, Solidão
continental 84) ou da impossibilidade de alcançá-la: “Antes que seja tarde
demais eu preciso instalar em mim velocidade [...] Não para fugir de nada.
Mas para tentar encontrar o que só com urgência se desvelaria. Como o quê?
Não sei, não enche o saco!, tartamudeei” (Noll, Solidão 57).
A irritação do protagonista consigo mesmo acusa sua percepção sobre a
inexistência ou a inacessibilidade desse “algo” que possa preencher sua vida.
Essa consciência, embora lhe imprima uma constante sensação de vazio,
funciona como um estímulo que o leva a agir, a buscar, mesmo sabendo que
não encontrará. No gesto de procurar, vê-se a resistência do protagonista a
experimentar o nada, mesmo consciente de que não poderá vencê-lo. Esse
vazio, que requer um preenchimento contínuo, decorre da própria condição
errante do protagonista, da rapidez com que se desenvolvem e terminam as
relações entre ele e as demais personagens, da volatilidade dos contatos, da
velocidade com que troca de ambiente. A celeridade dá o tom à sua existência
e oblitera a possibilidade de ele processar suas vivências, retê-las, reletir sobre
elas, entendê-las, conhecer o entorno, internalizar referências, preencher-se a
partir das experiências, como atesta o seguinte fragmento em que o protagonista
relata sua saída do México, que compreende o deslocamento do Museu de
Trotski, visitado no breve período em que ele passa no país, até o aeroporto:
Um taxi providencial passava. Chamei. Ele parou. Sentei atrás. No
caminho para o aeroporto minha cabeça caiu várias vezes de exaustão.
passei no hotel para pegar a valise.
122
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Corria pelo aeroporto atrás do balcão da companhia aérea. peguei
um novo cartão de embarque. Entrei no avião com uma profusão de
coisas na cabeça. Bill, Tom, Mira, o que me sobrara de tudo aquilo?
(Noll, Solidão 47).
A consequência dessa aceleração imposta por condições existenciais marcadas
pelo trânsito constante é o rápido apagamento do passado. Uma abundância
de vivencias, de “coisas” na cabeça fadadas à liquefação antes de serem
sedimentadas. Como ele próprio admite em outros momentos da narrativa,
seu “ritmo mental se fazia em voragem. De um golpe eu concebia o passado,
como se ele estivesse ainda por se fazer. Eu me ressentia por não ter como
provocar meu futuro por livre escolha. Entre um e outro eu era reticências,
desse impasse era feito meu presente” (Noll, Solidão 63). Assim, Mira, a
menina com a qual manteve uma rápida e fugaz relação sexual no museu
de Trotski, Bill, o ex-amante que procura quando está nos USA, Tom, o exsoldado americano que conhece na escola de idiomas nos Estados Unidos
tornam-se meras palavras sujeitas à esfumação ou ao apagamento.
Na pergunta sobre o que sobrara desse passado, constata-se a angustia
do narrador protagonista frente ao vazio instalado pela impossibilidade de
sedimentação mental de vivências ou experiências sensíveis. Essa angustia
acusa a falta registrada pelo protagonista e o coloca frente à necessidade do
urgente preenchimento dessa lacuna mental que não retém o passado, nem
ao menos divisa o futuro. A urgência força-o a se manter constantemente
em movimento, em estado de busca. Busca algo para preencher esse vazio
propulsor de solidão. “[...] procuro a cada canto à cata da coisa que me
completará nos próximos instantes” (Noll, Solidão 84). Admite que se
“enfezava com qualquer coisa que [...] prometesse desmontar [...] a solidão”
(Noll, Solidão 60).
É com movimento, deslocamento, e não mediante relexão ou ixação,
que o protagonista busca suprir, a cada instante, a sensação contínua de
vazio e solidão emergentes da impossibilidade de sentir, de recordar, de
ixar o passado e convertê-lo em experiência. Como o que procura não pode
forjar-se pela aceleração, pelo movimento, já que a efemeridade impede a
ixação das vivências, diiculta a possibilidade de sentir ou de estabelecer
vínculos duradouros, sua busca contínua e exaustiva reinstala o vazio,
colocando-lhe novamente em errância, reconduzindo-lhe a ruas escuras,
a lorestas desconhecidas, ao contato repentino com outros seres que nem
chegam a tomar forma de tão rápido que aparecem e desaparecem. A rapidez
com que tudo se estabelece e se dissolve, com que tudo passa pela vida do
“A dança da solidão”: a condição narrativa em Solidão continental, de João gilberto Noll
123
narrador protagonista desigura, esvazia os espaços e as demais personagens
reposicionando-lhe em seu estágio de partida: o vazio e a solidão.
O que a narrativa coloca em cena é a saga errante e intransponível do
homem contemporâneo, desse ser, que nos dizeres de Octávio paz, habita o
universo estilhaçado, fragmentado, movediço e carente de utopias que toma
feição no ocidente do pós-guerra. Trata-se de um ambiente em que “o tempo
se torna descontínuo. E o mundo, o todo se desfaz em pedaços” (Paz 75),
provocando a “dispersão do homem errante em um espaço que também se
dispersa, errante em sua própria dispersão” (Paz 75).
Conformando-se de forma acelerada, as ações de busca empreendidas pelo
protagonista tornam-se fugazes, repromovendo o seu contato com o nada,
com um entorno desigurado, esvaziado, fantasmagórico, impenetrável. A
“coisa” capaz de preenchê-lo nunca é encontrada. O que se mantém é o corte
entre o eu vazio de sentido e o mundo. Evidencia-se, por meio do relato, a
impossibilidade da fusão entre o eu e o mundo, deinida por Lukács (25-163)
como totalidade e apontada pelo autor como mote central do gênero romance.
A narrativa põe em cena, assim, a impossibilidade de manifestação do sujeito
em um entorno geográico e humano volátil, que impede o exercício do
pensamento, da observação, da memória, da relexão e do desenvolvimento
afetivo duradouro. Indica que, nesse contexto, a “dispersão errante” (paz
75) é a amarga e insuperável condição do ser. Na perda da capacidade de
reletir, de se ixar, de sentir, de recordar apresentada pelo protagonista e
na sua falida busca de sentido através da urgência, do trânsito, estampa-se
o desmantelamento do sujeito. A morte do sujeito enquanto razão relexiva
(marcada, também, por densidade afetiva) e a contínua e angustiante sensação
de solidão despontam, na obra Solidão continental, como os efeitos (sobre
o homem) ocasionados por um entorno formado por não lugares como o
contemporâneo que, promovendo e estimulando o deslocamento constante
dos seres, se desdobra aos seus olhos de forma supericial, fragmentada,
distorcida, levando-lhes a um estado de dispersão e de vazio.
É com um aspecto surreal, fantasmagórico, que os espaços se projetam
sobre o olhar do protagonista como é possível constatar em um fragmento
em que ele narra o resultado de uma de suas investidas pela busca de uma
companhia que viesse aliviar sua solidão. Nessa empreitada, o protagonista,
de forma repentina, urgente, impulsiva, convida um marceneiro desconhecido
e sua esposa para jantarem juntos. O casal retribui o convite. A casa do
marceneiro e de sua mulher ica em um bairro retirado da cidade e os fundos
dão a uma espécie de bosque. Após uma fulminante passagem pela casa do
124
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
marceneiro, os três entram em uma loresta. Nesse novo cenário, contatado
de forma rápida e inesperada, tudo, segundo o narrador protagonista, “se
dissolvia para uma espécie de afastada dimensão: estava aí o palacete onde
moravam numa riqueza assustadoramente irreal” (Noll, Solidão 54).
A rapidez que caracteriza os contatos do protagonista com outros e com
as diversas partes da cidade, traduzida em um discurso apressado, portador de
lapsos temporais, desigura os espaços, rouba-lhes a densidade e a impressão
de realidade. A urgência de sua busca, decorrente do esvaziamento provocado
por um estilo de vida frenético, recoloca o protagonista sempre em contato
com esse ambiente estranho e saturado da cidade, o qual não lhe oferece
nada. Na fragmentada, desorientada e esvaziada existência do protagonista,
evidenciam-se as consequências humanas de um modo de vida apressado e
forjado em ambientes urbanos que tendem, segundo Santos:
a ser um “lugar nenhum”, quase um “vazio” de percepção [...] que,
pelo alto grau de saturação, torna impossível qualquer enraizamento,
qualquer identiicação. Espaço intangível que produz um estado de
suspensão do vínculo entre o indivíduo e o que está ao seu redor, que
gera a experiência da própria dissolução dos limites da individualidade.
Espaço de formas excessivas e oscilantes que torna recíprocas as
tendências de irreconhecer o mundo e de irreconhecer-se (132).
Nas buscas falidas do protagonista de Solidão continental se estampa a dramática
e insolúvel condição do homem (des)ambientado em um contexto saturado,
móvel, urgente, de feição intangível, como o da atualidade: trata-se de uma
condição de errância que, não conduzindo a nada, encurrala o ser, dando-lhe
como última e única alternativa uma procura vazia, circular e intranscendente
como a prática de Sísifo, que tem validade somente enquanto processo. Solidão
continental materializa, dessa forma, a falta de saída existencial registrada
pelo ser submetido a um modo de vida cujos principais efeitos humanos são,
segundo Jameson (1997), a míngua da possibilidade de sentir, de recordar,
de projetar o futuro, de estabelecer vínculos perenes, de se sentir protegido,
de proteger, conhecer e reconher o outro.
O SENTIDO DO NARRAR EM SOLIDÃO CONTINENTAL
O esfacelamento da capacidade de sentir é levado ao extremo em Solidão
continental (2012). A narrativa materializa angústias humanas, põe em
“A dança da solidão”: a condição narrativa em Solidão continental, de João gilberto Noll
125
evidência a morte do sujeito, a impossibilidade de reconstituição da totalidade
do ser, mas não sugere uma saída, não oferece solução alguma: as buscas
do protagonista não o conduzem a superação do vazio, nada se conclui,
nenhuma relação se ixa, o passado não supre o presente. O relato é fruto de
uma consciência que acusa o nada e revela unicamente o nada. Esse vazio
apresenta-se em cada aventura inconclusa do narrador protagonista e sugere
a impossibilidade de seu preenchimento diante do esfacelamento do sujeito,
da memória e da presença de um mundo que se mostra intangível.
Se o relato não leva a nada e é fruto de uma consciência que acusa a
impossibilidade de alcance dessa “coisa” capaz de viabilizar a superação da
solidão, do vazio, cabe perguntar qual o sentido desse gesto de narrar. Denunciar
o vazio e driblá-lo, ao menos momentaneamente, mediante o jogo, a dança
construída a partir das palavras. Dança da solidão, cujo sentido está no dançar,
ou seja, nesse narrar que, materializando o apressado e constante ritmo do
protagonista pelas fantasmagóricas pistas formadas pelos não lugares, evita
a queda no vazio. Na busca deslizante e, de antemão falida, do protagonista
por companhia, por atenção, ou seja, por sinais humanos que amenizem a
sua solidão, se visualiza a resistência do ser frente a um mundo que perdeu a
densidade, tende a se esvaziar de sentido e a registrar a míngua do humano.
Na atitude de seguir narrando, mesmo sabendo que a criação não poderá
oferecer sinais de superação, vê-se, por sua vez, a resistência do romance,
que chama o leitor a perceber o vazio existencial e o esfacelamento humano.
A narrativa de Noll sugere, portanto, que a vida nos moldes atuais
(marcada pela velocidade e (des)ambientada nos não lugares) não preenche
o sujeito e nisso expressa um vínculo com uma sensibilidade contemporânea
que ultrapassa os limites do nacional (Brasil). Ela materializa a angústia do
ser, as mazelas decorrentes de um modo de vida que se produz pela lógica
apressada e frenética que rege e garante a manutenção da produção e do
consumo desenfreados. Traduz, assim, a luta da narrativa para fazer frente
ao estabelecido em tempos difíceis, em tempos de apagamento do humano,
da míngua do sujeito e da rarefação ou morte das grandes utopias.
Essa luta encontra-se materializada em um narrador que procura, como
não acontecia em nenhuma outra narrativa do próprio autor Noll, a cura da
solidão, que reivindica companhia ou a presença do outro. Levar o leitor a
visualizar os doloridos efeitos existenciais de uma vida submetida à errância
e a volatilidade, tal como se apresenta a vida contemporânea, é o mote central
dessa narrativa. Esse elemento a torna herdeira do gérmen crítico e de denúncia
que alimenta a literatura moderna e que foi bem incorporado pelo romance
126
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
desde os albores da modernidade. Mesmo sendo gestado por uma consciência
incapaz de vislumbrar uma saída para o angustiante esvaziamento do sujeito,
o romance segue narrando, ao menos para sensibilizar o leitor, para convidálo a olhar a vida a partir de lentes que exibem as negativas consequências
existenciais de um entorno vendido como o espaço da liberdade, da conexão
total e planetária. pôr em evidência os doloridos efeitos de formas de vida
bem atuais é o grande propósito de Solidão continental, uma inalidade que
viabiliza a continuidade do narrar, que leva a literatura brasileira a trilhar
caminhos diferentes dos percorridos pela forte e tradicional vertente realista
que, já no século XIX, ocupava um lugar de destaque no campo literário
brasileiro1.
BIBLIOgRAFIA
Augé, Marc. Não-lugares: introdução a uma antropologia da supermodernidade. Campinas:
papirus, 1994.
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Coord. Maurício Salles Vasconcellos; Haydée Ribeiro Coelho. Belo Horizonte: Autêntica,
1999. 131-138.
1
Este artigo corresponde à ampliação e à redeinição de um texto escrito para ser publicado
no Caderno de Cultura do Jornal Diário da Serra, de Tangará da Serra, MT, Br. Seu primeiro
esboço foi apresentado, de forma oral, no XIV SILEL, ocorrido em Uberlândia - Br em
novembro de 2013.
REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 127-151
HAMBRE, REVOLUCIóN Y DERROTA: EL CINEMA NOVO
Y LOS DESENCUENTROS DE LA MODERNIDAD
LATINOAMERICANA
Mónica González García
Universidad de Talca
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
En este ensayo recorro diversas películas del Cinema Novo brasileño de la década de 1960, a
partir de los conceptos hambre, revolución y derrota, para examinar lo que describo como el
último gran desencuentro de la modernidad en América Latina –a saber, el in de las utopías
redentoras de izquierda. Según explico, en ciertas obras cinematográicas de esta década
es posible hallar claves del profundo cambio que experimentó el campo cultural brasileño,
donde la introducción de la violencia de la “dialéctica de la marginalidad” (Castro Rocha) fue
superada por la jovialidad de la “dialéctica del malandrinaje” (Candido). No obstante, esta
vez el malandrinaje trajo consigo la mediación “cordial” del mercado. Mi análisis, centrado
principalmente en películas de Nelson pereira dos Santos, glauber Rocha y Joaquim pedro
de Andrade, busca leer los cambios sintomatizados por el Cinema Novo de la década de 1960
como sinécdoque de transformaciones culturales similares en el resto de América Latina.
pALABRAS CLAVE: Cinema Novo, campo cultural, década de 1960, malandrinaje, marginalidad.
Neste ensaio, percorro diversos ilmes do Cinema Novo brasileiro da década de 1960, a
partir dos conceitos da fome, revolução e derrota, para examinar o que descrevo como o
último grande desencontro da modernidade na América Latina –a saber, o im das utopias
redentoras da esquerda. De acordo com meu argumento, em certas obras cinematográicas
dessa década, é possível identiicar sinais da profunda mudança experimentada pelo campo
cultural brasileiro, onde a introdução da violência da “dialética da marginalidade” (Castro
Rocha) foi superada pela jovialidade da “dialética da malandragem” (Candido). No entanto,
desta vez a malandragem trouxe consigo a mediação “cordial” do mercado. Minha análise,
focado principalmente nos ilmes de Nelson Pereira dos Santos, Glauber Rocha e Joaquim
128
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Pedro de Andrade, busca ler as mudanças sintomatizadas pelo Cinema Novo da década de
1960 como sinédoque de transformações culturais similares no resto da América Latina.
Palavras-chave: Cinema Novo, campo cultural, década de 1960, malandragem, marginalidade.
This essay analyzes several ilms from the 1960s Cinema Novo movement in Brazil. These
observations are focused on the concepts of hunger, revolution and defeat, and evaluate what
I describe as the last great clash of modernity in Latin America, namely, the end of redemptive
left-wing utopia. As I argue it is possible to identify signs of profound cultural change in
Brazil in certain ilms made in that decade, in which the violence present in Castro Rocha’s
“dialectics of marginality” was overcome by the playfulness of Antonio Candido’s “dialectics
of roguery”. However, this time, “roguery” brought along the “cordial” mediation of the
market. This analysis, focused primarily on the ilms by Nelson Pereira dos Santos, Glauber
Rocha, and Joaquim Pedro de Andrade, seeks to point out the changes portrayed in the 1960s
Cinema Novo as a synecdoche of similar cultural transformations in the rest of Latin America.
Keywords: Cinema Novo, cultural ield, decade of the 1960s, malandroism, marginality.
Visto a la distancia, el Cinema Novo de la década de 1960 pareciera poseer el
raro peril de un abanico de propuestas que concentra vida, fulgor y muerte
de las luchas sociales latinoamericanas del siglo XX. Quizás por su estrecho
diálogo con las literaturas modernista y regionalista, en muchas de estas
películas es posible vislumbrar transformaciones cruciales del campo cultural
brasileño e incluso extrapolar sus efectos para el resto de América Latina.
A modo de arco metodológico, y en conversación con los tres momentos
que Randal Johnson y Robert Stam sugieren para recorrer el Cinema Novo
–fases optimista inicial, menos utópica y alegórica tropicalista (133)–, en
este trabajo analizamos las variables hambre, revolución y derrota para
trazar una trayectoria posible del proyecto de modernidad sostenido por las
izquierdas latinoamericanas y adherido por la mayor parte de los directores
del Cinema Novo. El hambre, visto como consecuencia del colonialismo
o la dependencia, es uno de los motores sociales que anima las demandas
políticas del siglo XX, reunidas bajo el paradigma de la revolución, utopía
que hacia ines de la década en análisis muestra signos inminentes de derrota
con la proclamación del Acto Institucional 5 durante la dictadura de Artur
da Costa e Silva y la muerte del Che guevara, ambos hechos ocurridos en
1968. En este contexto, tomado como espacio de disputas ideológicas y
epistemológicas según la conceptualización de pierre Bourdieu, o como un
espacio de guerras discursivas según el corolario de Néstor garcía Canclini,
la noción de campo cultural nos parece una matriz pertinente para el examen
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
129
de esta suerte de clarividencia sinóptica del Cinema Novo brasileño en torno
a la introducción de nuevos habitus que transformarían la doxa renovando
los privilegios de clases dominantes locales y globales1.
En Brasil, la irrupción de este espacio público de disputas ideológicas,
que también dio origen a los principales símbolos del imaginario cultural del
siglo XX, ocurre durante la matanza de Canudos, primer gran desencuentro
de la modernidad republicana en tanto revela las astronómicas deudas
sociales con las que se transitó del Imperio a la República. En este episodio,
registrado por la prosa sintomáticamente tensa de Euclides da Cunha en
Os Sertões (1902), surgen como nunca antes en el mundo lusoamericano
–parafraseando el análisis de Julio Ramos sobre las regiones hispanoparlantes
del continente en el siglo XIX– “nuevos sujetos intelectuales, nuevas
posiciones y lugares de enunciación, discursos e instituciones del saber”, así
como otros “discursos… sobre la modernidad” (45). Uno de los sujetos que
emerge en esta nueva coniguración cultural es Euclides da Cunha, quien
como corresponsal de O Estado de São Paulo viajó al interior del sertão
bahiano para registrar la esperada derrota de los rebeldes monarquistas que se
oponían a la declaración de la República. Como han notado muchos críticos,
uno de los trazos más sobresalientes de Os Sertões es el tránsito progresivo
de la palabra de da Cunha a una “nueva posición” ciertamente crítica de la
cultura que esa modernidad republicana pretendía imponer a fuerza de balas
entre los hambrientos sertanejos seguidores del líder carismático Antonio
Conselheiro. Habiendo llegado al sertão de Bahía como creyente en las teorías
spencerianas sobre la anomalía de razas bárbaras como la sertaneja y como
defensor de la modernidad republicana –“estamos condenados a la civilización.
O progresamos o desaparecemos” (47)–, el cronista acaba comprendiendo la
visión de mundo del hombre rural: “Aislados en el espacio y en el tiempo, los
jagunços, un anacronismo étnico, sólo podían hacer lo que hicieron, vencer
terriblemente a la nacionalidad que, después de abandonarlos cerca de tres
siglos, quería arrastrarlos a los deslumbramientos de nuestra edad dentro
de un corral de bayonetas, mostrándoles el brillo de la civilización a través
de la claridad de las descargas” (230). Este cambio de posición anticipa al
1
Nos interesa la relación entre obra de arte y campo cultural porque, según pierre
Bourdieu, “comprender una obra de arte sería comprender la visión del mundo propia del
grupo social a partir o para el cual el artista habría compuesto su obra, y que […] se habría
expresado en cierto modo a través del artista” (303). En este campo cultural es donde se da
lo que García Canclini llama “guerra de relatos” (cit. en Rocha 31).
130
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
intelectual comprometido del siglo XX latinoamericano, quien, usualmente
de sectores acomodados, opta por “matar al padre” para apoyar las luchas
sociales desde la política partidista y/o desde el arte y la literatura2.
Dos décadas después de la publicación de Os Sertões,y adoptando el espíritu
revolucionario y lúdico de las vanguardias europeas, varios jóvenes paulistas
se ocuparon de alegorizar los debates sobre la nacionalidad y la modernidad
en obras literarias como Macunaíma (Mário de Andrade) y el Manifesto
Antropofágico (Oswald de Andrade), ambas de 1928. El desencanto europeo
con la modernidad ilustrada y la consecuente valoración artística de culturas
no-occidentales –con corrientes como el primitivismo y el nativismo– inluyó
en la relectura que los modernistas brasileños hicieron de su propio territorio.
“Queremos la Revolución Caraíba. Mayor que la Revolución Francesa”, dice
Oswald, mientras Mário crea un héroe sin carácter que recorre la geografía,
las culturas y las razas de Brasil en busca de la clave de la nacionalidad. El
itinerario épico de Macunaíma, del corazón amazónico a la ciudad moderna,
São paulo, y de allí a Europa, es un guiño burlesco a los intelectuales que,
aquejados por “el mal de Nabuco”, siguen buscando en Europa las claves de
la modernidad nacional. La falta de carácter del héroe iccional de Mário de
Andrade se emparienta con el arquetipo sociológico distinguido por Sérgio
Buarque de Holanda en su estudio Raízes do Brasil (1936), donde ofrece una
de las construcciones más populares para explicar la prevalencia de formas
premodernas en la sociedad brasileña: el hombre cordial. Deinido como la
contribución brasileña a la civilización, el “hombre cordial” se caracteriza por
“la hospitalidad [y] la generosidad” (146), virtudes que no obstante derivan
de “patrones de convivencia informados en el medio rural y patriarcal” y, por
tanto, contrarias a la idea moderna de individuo. João César de Castro Rocha
explica que la cordialidad implica una aversión a dejar de ser “persona” para
convertirse en “individuo” (34), temor que ciertamente inspiró un tipo de
2
La idea moderna del intelectual comprometido convencionalmente parte con Émile
Zola y su carta al presidente de la república “J’Accuse” (1898) a favor de Alfred Dreyfus,
acusado injustamente de espionaje. Otro hito que marca el siglo XX en este sentido es la
idea de Jean-paul Sartre del intellectuel engagé, desarrollada particularmente en su libro
Qu’est-ce que la littérature? (1948), a propósito de las guerras mundiales. Sin dejar de tomar
en cuenta estos hitos, en este trabajo me interesa la tradición latinoamericana del intelectual
comprometido que va, en el siglo XIX, de Francisco Bilbao a José Martí y, en el siglo XX, de
Euclides da Cunha al Che guevara –entre muchos otros– y que añade, a la diferencia “social”
entre el intelectual y el pueblo, la variable “racial”.
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
131
interpretación recurrente de los héroes de la literatura brasileña: la “dialéctica
del malandrinaje”, óptica desde la cual Antonio Candido leyó la disyuntiva
del protagonista de Memórias de um Sargento de Milícias (1852), novela de
Manuel Antônio de Almeida. para Castro Rocha, esta manera de entender
los productos culturales brasileños se hizo insuiciente, para lo cual añade
una fórmula más pertinente según las características de la cultura actual: la
“dialéctica de la marginalidad”. El crítico explica que “si la ‘dialéctica del
malandrinaje’ supone una forma relajada, jovial de lidiar con la injusticia
social y lo cotidiano, la ‘dialéctica de la marginalidad’ se impone mediante
la explotación e incluso la exposición metódica de la violencia, a in de
explicitar el dilema de la sociedad brasileña” (24). Castro Rocha dice que
la emergencia de estos dos patrones de interpretación de Brasil ha creado
una “batalla simbólica” en el campo cultural actual, aunque reconoce que
la violencia denunciadora del “sistema social brasileño, que funciona como
una perversa máquina de exclusión, bajo la apariencia de la falsa promesa
de armonía” (56-57), tuvo un antecedente importante en el Cinema Novo.
por ello utilizamos estos dos modelos, la dialéctica del malandrinaje y la
dialéctica de la marginalidad, para acompañar la revisión del Cinema Novo
de la década de 1960 –especialmente de Nelson pereira dos Santos, glauber
Rocha y Joaquim pedro de Andrade–, escuela que debate con el proceso de
construcción cultural del Brasil moderno que va de Os Sertões a Raízes do Brasil
y del modernismo al regionalismo. Como estética politizada, el Cinema Novo
cuestiona dos modelos de modernidad: en el arte, la perfección aburguesada
y comercial de la estética visual de Hollywood; y en la sociedad, la imagen
de Brasil como país satisfecho y moderno cristalizada con la inauguración
de Brasília en 1960. A estas dos visiones “colonialistas”, el Cinema Novo
opone la evidenciación del miserabilismo de las favelas y el sertão.
HAMBRE Y SOCIEDAD: EL pUEBLO URBANO Y RURAL INVADE
LA pANTALLA gRANDE
Iam-se amodorrando e foram despertados por Baleia, que trazia
nos dentes um preá. Levantaram-se todos gritando. O menino
mais velho esfregou as pálpebras, afastando pedaços de sonho.
Sinha Vitória beijava o focinho de Baleia, e como o focinho
estava ensanguentado, lambia o sangue e tirava proveito do beijo.
Vidas secas (1938), Graciliano Ramos.
132
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Una de las salvedades de Castro Rocha para identiicar la dialéctica de la
marginalidad con el Cinema Novo es lo que ve como una obsesión con las
topografías culturales del sertão, en circunstancias que los productos simbólicos
contemporáneos de carácter marginal se dan en un contexto urbano. Es cierto
que entre los ilmes de la década de 1960 abundan desiertos y sertanejos, pero
también resulta necesario cuestionar esta dicotomía excluyente de lo rural y
lo urbano. En primer lugar, conviene referirse a una película que, aunque no
es clasiicada como Cinema Novo, es un antecedente ineludible que puede
leerse según las variables del hambre propuesto más tarde por glauber Rocha
y la marginalidad deinida por Castro Rocha3. Se trata de Rio, 40 graus (1955)
de Nelson pereira dos Santos, drama coral urbano que sigue a cinco niños de
favela en su odisea por vender maní en los lugares turísticos de Río de Janeiro,
recorrido en el cual se incorporan personajes cuyo único elemento común es
habitar la misma ciudad. De manera similar a las sinfonías urbanas, Nelson
pereira dos Santos pareciera exponer sin juzgar las diferencias sociales en un
montaje narrativo que no obstante desenvuelve una serie de dramas ante la
mirada del espectador, como el maltrato del guardia del zoológico a Sujinho,
niño huérfano cuya única compañía es la lagartija Catarina; el accidente
automovilístico que provoca la muerte de Jorge, quien sale a pedir dinero
para ayudar a su mamá enferma; o la peligrosa rivalidad entre waldomiro y
el “bahiano” por el amor de Alice. Lo llamativo es que la crudeza de estas
imágenes es contrapunteada por el samba “A voz do morro”, compuesta por
zé Keti y adaptada por Radamés gnatalli como música incidental, con acordes
y versos que inevitablemente dulciican la pobreza que vemos:
Eu sou o samba
A voz do morro sou eu mesmo sim senhor
Quero mostrar ao mundo que tenho valor
Eu sou o rei dos terreiros
Eu sou o samba
Sou natural daqui do Rio de Janeiro
Sou eu quem leva a alegría
para milhões de corações brasileiros
Salve o samba, queremos samba
Johnson y Stam deinen el Cinema Novo como un “movimiento que buscó transformar
la sociedad aplicando una visión nueva, crítica y modernista de la nación, y encontrar un nuevo
lenguaje cinematográico que relejara la realidad brasileña” (132).
3
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
133
Quem está pedindo é a voz do povo de um país
Salve o samba, queremos samba
Essa melodia de um Brasil feliz
El registro directo de la miseria urbana en Rio, 40 graus marca un hito en el
cine brasileño por ser el primer ilm de ese país en ocuparse de los meninos
da rua, problema tratado también por Jorge Amado en su novela Capitães
da Aréia (1937). Estas “radiografías de la desigualdad” (Castro Rocha 57)
provocaron airadas reacciones gubernamentales: si la novela fue perseguida
por la dictadura de getúlio Vargas, quien ordenó la quema de 800 ejemplares
en la plaza de Salvador por considerarla propaganda comunista, el ilm fue
censurado por el coronel geraldo de Menezes Cortes durante el gobierno de
Café Filho, por su supuesto inanciamiento soviético. Cortes incluso declaró
que la historia era una mentira porque Río de Janeiro nunca había alcanzado
esa temperatura sino solo 39,6 grados. Como el drama mexicano Los olvidados
(1950) de Luis Buñuel, la película de Nelson Pereira dos Santos estimuló
el debate sobre la marginalidad infantil y la pobreza urbana. Sin embargo, a
diferencia del ilm mexicano, que concluye con la muerte de Pedro en manos
del Jaibo y la violencia descarnada de la desesperanza, el ilm brasileño, pese
a su crudeza, parece optar por la fórmula de la cordialidad, por la dialéctica
del malandrinaje. Aunque no puede vender su maní, Sujinho termina
encontrando una madre que todavía no sabe que perdió al hijo biológico,
Jorge, en un accidente de tránsito tratando de escapar de la golpiza de la que
era objeto. waldomiro y el “bahiano”, en tanto, se conocían del Nordeste,
razón por la cual la tensión dramática del posible enfrentamiento se resuelve
en carcajada “carnavalesca” durante la coronación de Alice como reina de la
escuela de samba “Unidos de Cabuçu”. Los acordes esperanzadores de “A
voz do morro” culminan la escena y la película para recordar que la alegría
del samba sublima el sufrimiento porque es la “melodía de un Brasil feliz”.
Como muestra Rio, 40 graus, muchos de los favelados de Río de Janeiro
fueron históricamente migrantes rurales, como los soldados bahianos que tras
la matanza de Canudos se instalaron en el “Morro da provicência”, llamado
popularmente “Morro da Favela”, dando origen a la denominación de los
caserones irregulares de los cerros. El in deinitivo de la esclavitud en 1888
y el consecuente tránsito de la economía de plantación a un capitalismo
orientado a la industrialización hizo aparecer nuevas favelas en la capital
Río de Janeiro ocasionando “un crecimiento demográico extremadamente
rápido (fruto de migraciones internas y extranjeras)” (Abreu y Vaz 482). La
134
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
reforma arquitectónica neoclásica de pereira passos reubica, a partir de 1904,
muchas favelas de la zona central en la zona sur, connotando socialmente el
lugar geográico de los cariocas como “moradores do morro” o “moradores do
asfalto”. Así, “[d]e un inicio discreto, la favela impuso su presencia efectiva
en el espacio urbano y en el imaginario de Río de Janeiro a partir de los años
20” (Lessa 296), siendo por primera vez registrada oicialmente en un plano
urbano a ines de esa década por el arquitecto francés Alfred Agache. Los
migrantes rurales, que según diversos autores son principalmente nordestinos,
transportaron a la ciudad el hambre insatisfecho en el espacio rural: “Las
olas de recién-llegados multiplicarían nuevos puntos de concentración
de pobreza” (293). Waldomiro, personaje de Nelson Pereira dos Santos,
es un migrante antiguo de Bahia que al inal de la película se encuentra
con el “bahiano”, migrante recién llegado, reconociéndolo de su lugar de
origen. Esta coterraneidad salva al “bahiano” de un posible crimen pasional
relacionado con Alice, en tanto se iniere que la miseria urbana de los cinco
niños “moradores do morro” es legado de la jerarquización social impuesta
por el sistema agrario esclavista, que en la ciudad “moderniza” sus formas de
exclusión según los acomodos seculares de la matriz de poder colonial que
Aníbal Quijano e Immanuel wallerstein denominan colonialidad 4.
Si hubiera tenido oportunidad de llegar a una ciudad grande, la familia
sertaneja compuesta por Fabiano, Sinha Vitória y los dos niños habría
formado parte de esta migración interna que desde el siglo XIX en adelante
engrosó los cordones de pobreza alrededor de las grandes ciudades brasileñas.
Su vulnerabilidad, no obstante, les impide alcanzar esta meta de Sinha
Vitória, obligándolos a un peregrinar perpetuo por los estériles paisajes del
sertão nordestino. Es su destino, escrito en la novela Vidas secas (1938) de
graciliano Ramos, uno de los exponentes más notables del regionalismo y
la “Novela social de 1930”. Según Antonio Candido, los romancistas de 30
comparten el “marco histórico” (181) de la represión político-ideológica del
Estado Novo, la polarización política de la vida pública y la atención prestada
por la izquierda a los éxodos rurales y la miseria campesina –agudizados
4
En el ensayo “La americanidad como concepto, o América en el moderno sistema
mundial”, los autores señalan: “La colonialidad se inició con la creación de un conjunto de
estados reunidos en un sistema interestatal de niveles jerárquicos. Los situados en la parte
más baja eran formalmente las colonias. pero eso era sólo una de sus dimensiones, ya que
incluso una vez acabado el status formal de colonia, la colonialidad no terminó, ha persistido
en las jerarquías sociales y culturales entre lo europeo y lo no europeo” (584).
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
135
en el Nordeste por las sequías del sertão. Escritores como José Américo
de Almeida (A bagaceira 1928), Rachel de Queiroz (O quinze 1930), José
Lins do Rego (Bangüê 1934) y Jorge Amado (Mar morto 1936) intentan
hacer visibles las problemáticas de un Brasil rural demasiado apartado del
pregón modernizador de getúlio Vargas, cultivando una narrativa menos
preocupada de la experimentación formal del modernismo y más atenta
a la cotidianidad de las clases populares. Candido explica que a partir del
regionalismo, el optimismo artístico por habitar un “país nuevo”, se transformó
en un pesimismo político por pertenecer a un “país subdesarrollado” (140).
Analizando las narraciones regionalistas, Alfredo Bosi las divide en “novelas
de tensión mínima” –como las de Jorge Amado– y “novelas de tensión crítica”
(392) –como las de Graciliano Ramos. Vidas secas representa crudamente
la precariedad alimenticia, lingüística, económica, habitacional, social de
los habitantes del sertão, con signos de humanidad que –como los vitales–
están en vías de extinción –en tanto herederos modernos del sino miserable
de los seguidores de Antonio Conselheiro. En una de las primeras escenas
de la novela, el narrador omnisciente describe el in del papagayo, una de
las mascotas de la familia: “pobre, murió en la arena del río, donde habían
descansado, a la orilla de una poza: el hambre había apretado demasiado a
los retirantes y por allí no existía señal de comida” (11). La ejecutora de la
muerte, Sinha Vitória, “había resuelto de repente aprovecharlo como alimento
y se había justiicado diciéndose a sí misma que era mudo e inútil”.
La sequía y el hambre del sertanejo, cuidadosamente traducidos a una
lacónica “estética literaria” por graciliano Ramos, es hecha imagen por los
cineastas de la primera fase del Cinema Novo. Vidas secas (1963), película
de Nelson pereira dos Santos, inspira a glauber Rocha para escribir su
maniiesto “Estética del hambre” (1965), donde describe el nuevo cine
brasileño como poblado de “personajes sucios, feos, descarnados” que están
“comiendo tierra, … comiendo raíces, … robando para comer” (en Marino
71). En diálogo con el neorrealismo italiano, Pereira dos Santos utiliza el
blanco y negro para aludir a la veracidad del documental y, como en Rio,
40 graus, saca la cámara al aire libre para ilmar no las vidas crudas de la
ciudad sino las vidas secas del sertão –sin miedo a salirse del encuadre o
a saturar de luz tomas al sol abrasante. Vidas secas aviva el debate sobre
la reforma agraria con un realismo que evita la música extra-diegética y la
perfección fotográica. El narrador omnisciente y el discurso indirecto libre
de la literatura es traducido a una cámara en mano que camina cerca de los
retirantes y a primeros planos que remarcan su alicción. La presencia del
136
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
bestiario, aunque puede vincularse a la imagoteca alegórica de Luis Buñuel,
cumple una función mimética donde animales y personas, por enfrentarse
en igualdad de condiciones a una naturaleza hostil, confunden sus lenguajes
de gruñidos zoomorfos y gestos antropomorfos. Esta igualación del hombre
al animal lleva a la construcción de la mayor violencia del ilm: por un
desplazamiento metonímico, la cruda muerte de los animales convierte el
deceso en una presencia latente que de un momento a otro puede alcanzar
a Fabiano y su familia. por lo mismo, el viaje de los retirantes se sugiere
comparable al deambular salvaje del ganado nordestino que instintivamente
busca sobrevivir al rigor del sertão; el consejo de Fabiano: “Vai gado, vai
para onde tem pasto”, se lee como alegoría de la propia vida, como máxima
existencial del sertanejo. La elusiva humanidad de Fabiano y su familia,
traída a colación por Sinha Vitória en momentos de desesperación –“Você é
um bicho, Fabiano!”–, pareciera situarse siempre al inal de un viaje, como
la sequía, interminable. La novela y la película concluyen con un asomo
de esperanza en la nutrición espiritual de la palabra solidaria, creadora de
comunidad –acaso la única instancia, en la visión de graciliano Ramos, de
restituir la humanidad a los marginados de su país.
En el marco de las disputas de poder en el campo cultural del Brasil
moderno, resulta escandaloso que el hambre denunciado por la literatura
regionalista de 1930 y la fase optimista del Cinema Novo haya sido “censurado”
por el régimen militar. Mientras la política salarial impuesta al inicio de la
dictadura en 1964 aumentó la desigualdad económica, la pobreza extrema y
la desnutrición de la población –afectando ésta a 13 millones de brasileños
en la década de 1970–, el gobierno “eliminó” el problema erradicando la
palabra “hambre” de los medios de comunicación. La ansiedad por el control
del campo cultural se observa también en la censura a la producción musical
de artistas como Caetano Veloso, gilberto gil y Chico Buarque. Antes del
Acto Institucional No. 5, la canción “Alegría, alegría” (1967) de Veloso fue
censurada por versos como: “por entre fotos e nomes/ Sem libros e sem fuzil/
Sem fome, sem telefone,/ No coração do Brasil”. En 1938, el Decreto Ley
No. 399 había establecido que el salario mínimo debía cubrir las necesidades
básicas de alimentación de una familia, pero en 1964, mientras la agricultura
se reorganizaba para satisfacer el mercado internacional, el salario mínimo
dejó de ser reajustado según el aumento del costo de vida. Aunque el hambre
brasileño data del inicio de la Colonia –como indica Josué de Castro en obras
como Geograia da fome: A fome no Brasil (1946) y Geopolítica da fome
(1951)–, la nueva distribución mundial del poder auspiciada por el capitalismo
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
137
corporativista agudizó el problema con la introducción de políticas económicas
que prepararon el terreno para el neoliberalismo. No está de más mencionar
que el director del programa Mundial de Alimentos, Daniel Balaban, aclaró
a propósito de la eliminación de Brasil del mapa mundial del hambre en
2014, que el país “nunca tuvo problemas para producir alimentos” porque
“[l]a producción brasileña da para alimentar la mitad del mundo. […] El
problema es que los más pobres no tenían poder de compra” (en Martins).
REVOLUCIóN Y pOLÍTICA: DE LA MILITANCIA ARTÍSTICA A LA
ApROpIACIóN DICTATORIAL
[...] ele sabia que capiau de testa peluda, com o cabelo quase nos
olhos, é uma raça de homem capaz de guardar o passado em casa, em
lugar fresco perto do pote, e ir buscar da rua outras raivas pequenas,
tudo para ajuntar à massa-mãe do ódio grande, até chegar o dia de
tirar vingança.
A hora e vez de Augusto Matraga (1946), João Guimarães Rosa.
Un destino como el de Fabiano es lo que el cangaceiro (bandido justiciero
del sertão) busca evitar a riesgo de condenar su alma. Hacia el inal de Deus
e o diabo na terra do sol (1964), ilm de Glauber Rocha, el cangaceiro
Corisco, amigo del legendario Lampião, le coniesa al campesino Manoel
–incorporado al cangaço como “Satanás”: “tengo miedo de quedarme triste
y solo, como el ganado vagando al sol”. El miedo a exponerse a los rigores
del paisaje geopolítico del sertão hace del cangaço (vida de bandidaje)
una alternativa de supervivencia en la que el sujeto toma las riendas de su
destino enfrentando la hostilidad ambiente con una violencia aún mayor. La
película de Rocha, emblemática del Cinema Novo y de la geopolítica del
sertão de la primera mitad del siglo XX, muestra las posibilidades que tiene
un campesino de escapar a la opresión del latifundio y la sequía: Dios y el
diablo. La primera alternativa, fe pagana e histérica que Rocha encarna en
el líder carismático Sebastião, es explorada por Manoel en la primera parte
de la película. Escapar del hambre es el móvil y Sebastião promete satisfacer
no solo las necesidades espirituales de los sertanejos, sino principalmente las
estomacales, anunciando el advenimiento de un paraíso terrenal:
Ahora yo digo: al otro lado de allá, de este Monte Santo, existe una
tierra donde todo es verde. Los caballos comiendo las lores, y los
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
niños bebiendo leche en las aguas del río. Los hombres comen el
pan hecho de piedra y el polvo de la tierra se convierte en harina.
Existe agua y comida, existe la abundancia del cielo. Y todos los
días, cuando el sol nace, aparece Jesús Cristo y la Virgen María, San
Jorge y mi San Sebastián.
Como hiciera Antonio Conselheiro a inales del siglo XIX, anunciando que
el sertão se haría mar, y que el mar se haría sertão, Sebastião alimenta las
esperanzas de cientos de hambrientos que, carentes de toda opción, ansían
creer en sus profecías para algún día cultivar comida en el sertão y así, como
dice Sinha Vitória de Vidas secas, convertirse en gente. Manoel, quien matara
al terrateniente que le robó su escaso alimento, ofrece sus servicios al nuevo
Santo popular: “Estoy condenado, pero soy valiente. Entrego mi fuerza a
mi Santo… para liberar a mi pueblo”. Como muestra esta declaración, la
liberación del pueblo adquiere, en el espacio del sertão, connotaciones políticas
y religiosas siempre entrelazadas. Junto con alegorizar estos fenómenos,
Rocha introduce el cuestionamiento político de la opción de la fe justiciera
a través de Rosa, esposa de Manoel, cuya lucidez inicial le permite notar
que el fervor religioso deviene histeria colectiva desatada por el hambre y la
miseria. Al ver que Manoel está cayendo en el delirio ejecutando violentos
ritos ordenados por Sebastião, Rosa asesina al Santo iniciando con su marido
una vida de retirantes. En ese vagar como ganado al sol, encuentran al diablo.
Esta segunda opción redentora involucra a Rosa y a Manoel con Corisco,
cangaceiro apodado diabo louro que pese a la muerte de su amigo Lampião
decide seguir en el cangaço “para acabar con lo que está mal, vengando mi
sufrimiento, haciendo justicia”. Su justicia implica acabar con la gula de
quienes están “comiéndose al pueblo para engordar al gobierno de la República”
–rebeldía que propicia la aparición del jagunço (asesino a sueldo) Antonio
das Mortes, “matador de cangaceiro[s]” como Lampião y otros bandidos
sertanejos. Personaje complejo, Antonio comparte sus relexiones morales
cuando, a instancias del obispo, acepta matar a Corisco, último cangaceiro
del sertão. En conversación con el ciego, suerte de juglar que narra y fabula
las historias del sertão, Antonio dice que él no mata por dinero, airmando:
“no puedo vivir tranquilo con esta miseria”.
Antes de ser herido de muerte por Antonio, Corisco proclama el carácter
político-religioso de su lucha para enfrentar “al dragón de la riqueza” que
encarnan los latifundistas y el gobierno, señalando al mismo tiempo que no
siente temor porque “si muero, nace otro” y porque “quien nunca puede morir
es San Jorge, el santo del pueblo”. La fe de Rocha en la lucha de clases se
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
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trasluce en la máxima de Corisco: “hombre en esta tierra sólo tiene valor
cuando toma las armas para cambiar el destino; no el rosario... sino el rile,
el puñal”. Como la favela en el ilme inicial de Nelson Pereira dos Santos,
el sertão alcanza su máximo simbolismo ético en la representación estética
del Cinema Novo. Aunque tratados por un regionalismo literario distinguido
por la reivindicación de las clases populares –y que en la prosa de guimarães
Rosa alcanzan, con la soisticación del lenguaje, ribetes míticos–, el traspaso
a la pantalla grande de iguras justicieras como el Santo y el cangaceiro
cristalizó su presencia en el imaginario popular en tanto agentes simbólicos
de la revolución local. Como productos del pueblo brasileño, el Santo, el
cangaceiro y los niños de la calle de las grandes ciudades debían ser, desde
la lógica de la lucha de clases, los impulsores naturales de la liberación
–aunque fuese desde el espacio simbólico de la literatura y el cine. De allí que
Rocha proclamara en 1965 la violencia como única fórmula artística capaz
de liberar al pueblo, al hambriento, al colonizado. En su maniiesto “Estética
del hambre”, Rocha dice que “el comportamiento normal de un hombre
hambriento es la violencia”, razón por la cual la “estética de la violencia
antes de ser primitiva es revolucionaria” porque con ella “el colonizador se
da cuenta de la existencia del colonizado” (cit. en Giménez 5). Al mostrar los
delirios sangrientos de Sebastião y los crímenes vengativos de Corisco, Rocha
busca sentar un precedente simbólico de justicia cinematográica haciendo
pasar al pueblo de víctima de una violencia colonial histórica a agente de
una violencia descolonial simbólica. “[E]ste cine de la indignación y de la
cólera” fue consecuentemente considerado, por críticos como Román gubern,
“la más cabal expresión en clave poética del drama del Tercer Mundo que
ha asomado hasta hoy en las pantallas” (cit. en Giménez 2).
Deus e o diabo na terra do sol fue estrenada en junio de 1964, dos
meses después del inicio de la dictadura en Brasil. No es extraño que, ante
la fuerza simbólica del Cinema Novo, el gobierno haya buscado controlar el
campo cultural mediante la apropiación del léxico redentor de las izquierdas,
declarándose una ierísima “batalla simbólica”. En el Acto Institucional No.1,
proclamado el 9 de abril de 1964, los generales golpistas que derrocaran
el gobierno electo de João goulart legitimaron su destitución aludiendo
al carácter soberano de la voluntad del pueblo expresada en la revolución:
La revolución se distingue de otros movimientos armados por el hecho
de que en ella se traduce, no el interés y la voluntad de un grupo,
sino el interés y la voluntad de la Nación. La revolución victoriosa
se inviste en el ejercicio del Poder Constituyente. Éste se maniiesta
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
por la elección popular o por la revolución. Ésta es la forma más
expresiva y más radical del poder Constituyente. Así, la revolución
victoriosa, como poder Constituyente, se legitima por sí misma.
[...] Los Jefes de la revolución victoriosa, gracias a la acción de las
Fuerzas Armadas y al apoyo inequívoco de la Nación, representan
el pueblo y en su nombre ejercen el poder Constituyente, del cual el
pueblo es el único titular [...]
Desde el triunfo de la Revolución cubana en 1959, la estrategia de apropiación
de cierta jerga movilizadora de masas venía siendo adoptada por las políticas de
la Alianza para el progreso, programa creado por el presidente John Kennedy
en 1961 para “ayudar” al desarrollo de América Latina por caminos alternativos
al de la revolución socialista. Así, mientras los militares eran entrenados en
métodos de tortura en la Escuela de las Américas y los economistas eran “deslatinoamericanizados” y mercantilizados en la Universidad de Chicago, la
audiencia del pregón de la Alianza para el progreso fueron los sectores políticos
moderados encabezados por Juscelino Kubitscheck en Brasil –cuyo lema era
“50 años de progreso en 5 años de gobierno”– y Eduardo Frei Montalva en
Chile –que adoptó la consigna “Revolución en libertad” 5. La carga populista
de los militares brasileños líderes de la “revolución victoriosa” propagó la
confusa idea de que el Ejército estaba por entonces defendiendo los intereses
del pueblo y no los de un capitalismo corporativista temeroso del avance
comunista. En este contexto podemos localizar las polémicas declaraciones
de glauber Rocha sobre el general golbery do Couto e Silva, entrenado en
la Escola Nacional de guerra –institución creada en 1949 y alineada con
la National war College de Estados Unidos–, uno de los organizadores del
golpe de Estado de 1964 y jefe de gabinete de Ernesto geisel. En una carta
a zuenir Ventura de 1974, Rocha señala que, junto con el antropólogo Darcy
Ribeiro, Golbery es “uno de los genios de la raza” (en Lopes).
La broma de la ditablanda para referirse al régimen militar brasileño acabó
en diciembre de 1968 con el Acto Institucional No. 5, instrumento que dio
poderes extraordinarios al presidente, suspendió garantías constitucionales
y suprimió las actividades del poder Legislativo por cerca de un año. Esta
medida respondía a la acusación del diputado Márcio Moreira Alves sobre
Juan Gabriel Valdés airma, en Pinochet’s Economists. The Chicago School in
Chile (1995), que uno de los prerrequisitos para un buen entrenamiento de los becados de la
Escuela de Economía de Chicago era “the de-‘Latinamericanization’ of the students” (191).
5
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
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que el ejército era un escondrijo de torturadores. Del lado de las izquierdas,
esta medida se tradujo en la intensiicación de las guerrillas en el campo y
la ciudad. Este cambio de escenario político al inal de la década de 1960
llevó a Glauber Rocha no solo a un exilio forzado por falta de inanciamiento
para sus ilmes, sino también a relexionar sobre caminos alternativos para
la liberación del pueblo. En la película Antonio das Mortes (1969) aparecen
variables que complejizan las aporías tradicionales –pobres vs. ricos, proletariado
vs. burguesía, campesinado vs. oligarquía, colonizado vs. colonizador– y
que tienen que ver con la introducción de monopolios estadounidenses
que anuncian un modelo económico donde el hambre y la miseria serán
redimidos por los créditos de consumo. Antonio das Mortes continúa no solo
la disyuntiva ética del jagunço impulsándolo a tomar el lado del oprimido,
sino que lleva al extremo el examen del fervor popular retomando la leyenda
de San Jorge, el santo del pueblo. De allí que la película se conozca también
como O dragão da maldade contra o santo guerreiro. Tal como anunciara
Corisco antes de morir, otros cangaceiros nacerían después para vengar al
pueblo. por ello, la aparición de Coirana, heredero de Lampião, impulsa a
Antonio das Mortes a averiguar si es verdad que todavía existen cangaceiros
en territorio brasileño. En una de las primeras escenas, el profesor enseña a
los niños del pueblo las fechas importantes de la historia nacional, como la
independencia (1822), la abolición de la esclavitud (1888), la declaración
de la república (1889) y la muerte de Lampião (1938). En verso, Coirana
se declara su seguidor: “quiero ver aparecer los hombres de esta ciudad/ el
orgullo y la riqueza del dragón de la maldad/ hoy en día yo me voy/ pero
un día voy a regresar/ y ese día sin piedad/ ni una piedra va a restar/ porque
la venganza tiene dos cruces/ la cruz del odio y la cruz del amor/ tres veces
rece el padre nuestro ¡Lampião nuestro señor!” Según Coirana aclara más
adelante, él se hace cangaceiro para cumplir la voluntad de Lampião, quien
señalara: “quiero dinero para mi miseria/ quiero comida para mi pueblo/ si
no se atiende mi pedido/ voy a volver aquí de nuevo”.
La introducción de otras variables en la geopolítica del sertão se sugiere
con el personaje del Delegado Matos, quien seduce a la mujer del coronel
Horácio mientras intenta aprovecharse de la senilidad y ceguera de éste.
El pragmático Matos busca eliminar a Coirana convocando a Antonio das
Mortes y no a la policía –evitando así a la prensa– para realizar ciertos planes
que explica al Coronel: “quiero instalar una industria aquí, con gente del sur
que va a poner dinero, que va a invertir, que exige orden. Necesito acabar
con esa fama de violencia en el Nordeste, y que después venga la Reforma
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Agraria para acabar con los conlictos”. El Coronel se enfurece: “¿Reforma
Agraria? [...] Yo no voy a dividir mi tierra con esos miserables. ¿Está loco?
¿Yo dividir mi tierra con esos lojos? El gobierno se está volviendo loco. [...]
Yo no quiero saber de estadounidenses, de Reforma Agraria, de industria,
de ninguna desgracia. Sólo quiero saber de mis vacas...” Al contrastar las
visiones de Matos con las del Coronel, no es difícil deducir el contenido de la
“revolución” a la que se reieren los militares. Mientras juegan billar, Matos
le dice al profesor: “Los que van a salvar este país son los estadounidenses”,
a lo que éste responde: “¿Van a salvar este país o el bolsillo de quien los
recibe?”. Este tránsito de paradigmas de poder genera la confusión del
profesor cachaceiro, encarnación del intelectual derrotado: “yo ya perdí
todas [las guerras], las del miedo, de la cobardía, hasta al enemigo perdí de
vista”. Relexiones similares acercan a Antonio das Mortes a Doña Santa y
los beatos. Buscando su propia redención, Antonio le exige al Coronel repartir
alimentos y tierras al pueblo, recado que envía con Matos. Antonio coniesa:
“después que vi aquella gente de cerca, sentí una cosa como nunca sentí en
la vida”, y explica: “hace mucho tiempo que estoy buscando un lado donde
quedarme. Ahora voy a quedarme del lado de allá, bien cerca de la Santa
[porque] ya estoy entendiendo quiénes son los enemigos”. El profesor y el
matador de cangaceiro[s] se unen para combatir al dragón de la maldad, y
así “vengar a la mitad de[l] sertão denigrado”, pero inalmente el Nego Antão
da el golpe de gracia materializando la justicia de San Jorge. Con la muerte
del coronel Horácio, no es el criollo sino el africano quien venga siglos de
opresión colonial contra las razas subalternizadas.
Retomando los modelos de interpretación de la cultura brasileña, tanto Deus
e o diabo naterra do sol como Antonio das Mortes proponen una dialéctica de
la marginalidad para resolver los conlictos sociales mediante el enfrentamiento
directo y violento a las instituciones generadoras de injusticia. Sin embargo, la
conversión de Antonio das Mortes de jagunço a cangaceiro (Amar Rodríguez
169) tiene un sombrío inal al estilo de los Spaghetti Westerns, donde el bandido
justiciero camina por la carretera hacia un horizonte incierto, iluminado en
el ilm de Rocha por el “sol” plástico de la petrolera anglo-holandesa Shell.
Esta ambigüedad releja quizás la angustia del propio Rocha, quien apuesta
con más fervor que razón al cambio de posición del hombre armado a sueldo,
de los militares, hacia el lado de la utopía popular. En el mismo texto donde
compara al general Couto e Silva con Darcy Ribeiro, Rocha airma: “creo
que [Ernesto] geisel tiene todo en sus manos para hacer de Brasil un país
fuerte, justo, libre. Estoy seguro incluso de que los militares son legítimos
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
143
representantes del pueblo” (en Lopes). Desde esta perspectiva, Antonio das
Mortes implica una sacudida a los cimientos de la lucha de clases en tanto el
pueblo parece no ser el actor más adecuado para llevar a cabo la revolución
–duda emblemática que tal vez propició el golpe inal contra la lucha social
armada pues, según declaración a la revista IstoÉ de un general ligado a
geisel, en 1973 se optó por el exterminio: “o matábamos a todo el mundo,
o esas guerrillas nunca tendrían in” (en Comissão da Verdade do Estado
de São Paulo). La experiencia brasileña fue quizás la escuela de dictaduras
posteriores, como la chilena y la argentina, que optaron por el exterminio
desde el primer día –e incluso antes.
DERROTA Y MERCADO: REgRESO pARóDICO Y CONSUMISTA AL
HOMBRE CORDIAL
Depois de muito reletir, Macunaíma gastara o arame derradeiro
comprando o que mais o entusiasmara na civilização paulista.
[...] Não possuía mais nem um tostão do que ganhara no bicho
porém lhe balangando no beiço furado pendia a muiraquitã.
Macunaíma (1928), Mário de Andrade.
El desencanto de glauber Rocha en torno a los actores tradicionalmente
identiicados como protagonistas y agentes de la lucha de clases, el pueblo
y el intelectual comprometido, había sido anunciado en un ilm anterior a
Antonio das Mortes. Como primera relexión en torno a la dictadura militar
brasileña, Terra em transe (1967) es una alegoría de la incapacidad del político
de izquierda para mantener sus promesas electorales, de la inconsecuencia
del intelectual comprometido ante la imposibilidad de la revolución, de la
precariedad del pueblo en tanto actor social, de la corrupción del político
de derecha para perpetuar sus privilegios y del oportunismo de compañías
internacionales para introducir sus negocios al Tercer Mundo. El golpe de
Estado de Poririo Díaz en Eldorado provoca la caída del gobernador populista
Felipe Vieira, apoyado por el poeta y periodista paulo Martins, escena donde
chocan las dos “fórmulas” brasileñas de resolución de conlictos: la dialéctica
del malandrinaje de Vieira: “No quiero derramamiento de sangre. […] La
sangre del pueblo es sagrada. […] Es una lucha inútil, seremos aplastados”;
y la dialéctica de la marginalidad de paulo: “¡Ahora tenemos que ir hasta el
in! […] La sangre no tiene importancia. […] ¡No puede traicionarnos!”. En el
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
discurso de dimisión, Vieira le dicta a su asistente Sara: “Siendo así consumado
nuestro destino frente a las grandes decisiones nacionales, entregamos nuestro
gobierno al supremo poder federal seguros de que resistir podrá, quizás,
provocar una guerra fraticida entre inocentes. Entrego mi camino a Dios
y espero que, una vez más Dios bendiga a Eldorado con su gracia divina,
llevando a los corazones humanos el amor que todo lo une”. El malandrinaje
de Vieira preserva el statu quo ante la impotencia de paulo, quien se aferra
a la utopía: “¡Necesitamos resistir, resistir, y yo necesito cantar!” La herida
de muerte inaugura la cáustica relexión del intelectual comprometido sobre
la política partidista y el pueblo: “Ya no es posible esta esperanza dorada en
el gobierno. Ya no es posible esta marcha de banderas con la guerra y con
Cristo en el mismo lugar. […] La ingenuidad de la fe. La impotencia de la
fe”. Varios lash backs muestran el momento en que paulo deja de apoyar a
Díaz, en uno de los cuales el poeta es reprochado: “Los extremistas crearon
una mística del pueblo. ¡pero el pueblo no vale nada! El pueblo es ciego y
vengativo”. Luego, ante las cámaras de televisión, el pueblo habla a través
de Jerónimo: “El país está en una crisis y lo mejor es aguardar la orden del
presidente”, siendo interrumpido por Paulo: “¿Ven lo que es el pueblo? ¡Un
imbécil!”. pero cuando otro poblador se atreve a decir: “El pueblo soy yo,
que tengo siete niños, ¡y no tengo donde vivir!”, la reacción de la opinión
pública no se hace esperar: “¡Extremista! ¡Extremista! ¡Extremista!...”
La tragedia de Rocha, callejón sin salida en que el intelectual calma su
angustia en orgías mientras el capital internacional interviene la prensa y la
política local, no dejó a nadie indiferente: en Brasil la izquierda la condenó
por fascista y la derecha la censuró por subversiva, en tanto fue aclamada
internacionalmente por su efusión política y artística. A diferencia de las
obras de la sección anterior, donde una voz narrativa articulaba metros
populares ejecutados por cantores rurales, en Terra em transe la poesía
lírico-vanguardista de Paulo, declamada trágicamente por él mismo, reiere
su agonía y desilusión de la política y el arte. Robert Stam dice que el ilm fue
erróneamente considerado un apelo romántico al guevarismo, en circunstancias
que “está más interesado en desmitiicar la política populista que llevó al
golpe [brasileño]” (169). En su exhaustivo análisis de 1976, propiciado por
el golpe de Estado a Salvador Allende tres años antes, Stam dice que el ilm
es un examen crítico de los arquetipos políticos de la sociedad brasileña y
latinoamericana donde se enjuicia tanto a la izquierda como a la derecha
por tal derrota: aunque los líderes populistas niegan sus raíces burguesas u
oligarcas, el montaje paralelo de las campañas electorales de Vieira y Díaz
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
145
denuncia el autoengaño (170). Asimismo, el reportaje televisivo de Paulo,
“Biografía de un aventurero” sobre su mentor Díaz, es un intento infructuoso
de “matar al padre” pues el poeta reproduce el desprecio al pueblo que critica
en sectores conservadores. Stam explica que con este “carnaval trágico” de
la política latinoamericana, Rocha busca “purga[r] su propio romanticismo”
(171), actitud que “ya no tiene lugar en un mundo sujeto a convulsiones”.
Junto a la derrota política, el fracaso doloroso de estéticas revolucionarias
como el Romanticismo (dialéctica de la marginalidad), estimula el regreso
a la provocación lúdica de la primera fase del modernismo (dialéctica del
malandrinaje) encarnada en la estética alegórica de la tropicália. El nuevo
amanecer económico, expuesto en Tierra en transe con la invasión de la Explint
y en Antonio das Mortes con el sol plástico de la Shell, augura el surgimiento
de un nuevo campo cultural cuyo paisaje urbano y rural se nutrirá de bienes
materiales y simbólicos que ayudarán a perpetuar la “forma relajada… de
lidiar con la injusticia social”, forma mediada ahora por el mercado.
En consecuencia, no es raro que Johnson y Stam deinan la fase “tropicalista”
inal del Cinema Novo como cultora de un “lenguaje codiicado de rebelión”
(40) ya que después del Acto Institucional No. 5 los artistas enfrentaron una
censura militar tiránica. El camino que el cineasta Joaquim pedro de Andrade
encontró para evadirla fue la apropiación y resigniicación de la estética
lúdico-subversiva de escritores modernistas como Mário de Andrade y Oswald
de Andrade. Su película Macunaíma (1969), basada en la novela homónima
de Mário, constituye un ecléctico collage de expresiones intermediales
tomadas de la surtida “iconósfera” (Cohen-Séat 1959) brasileña de ines de
la década de 1960: su escenografía está inluida por la instalación artística
“Tropicália” (1967) de Hélio Oiticica, el vestuario dialoga con el pop art y
la psicodelia, la decoración muestra la presencia alegórica y “ornamental” de
la última tecnología, y la banda sonora remite a las décadas de 1920 y 1960,
incluyendo tangos, boleros, himnos del músico vanguardista Heitor VillaLobos y canciones de la Jovem Guarda. Aunque este colorido pastiche pop
revela el voraz consumo que Joaquim pedro de Andrade hace del mercado
de bienes materiales y simbólicos del nuevo campo cultural, conviene
examinar su uso de la globalización y la música popular para hacer pasar a
Ci de guerrera literaria a guerrillera cinematográica, desplazándola desde
el espacio amazónico mítico donde la imaginó Mário de Andrade, hasta el
espacio urbano histórico del Brasil de la dictadura militar.
Un efecto planetario de la globalización cultural estimulada por el
capitalismo global es, como señala el francés guy Debord, la emergencia
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
de una “sociedad del espectáculo” cuyo elemento aglutinador son las
imágenes convertidas en paradigma epocal. El espectáculo es “una visión
del mundo que se ha objetivado” (9) y que, por ello, legitima la alienación
promovida por la economía. En diálogo con walter Benjamin, creemos que
la reproducción masiva de ciertos “íconos” del star-system adjudicó cierta
“auralidad” a las estrellas de cine del siglo XX que, devenidas objetos de
consumo, estimulan –si seguimos la lectura de Debord– la alienación del
público por el encandilamiento emanado de la espectacularidad del medio.
Sin embargo, existe otra dimensión que la masiicación coniere a iguras
ligadas no al mundo del espectáculo sino, por ejemplo, de la política y las
artes. Es el caso de la multiplicación ad ininitum de la imagen de Ernesto
“Che” guevara, la cual, si bien posee una dimensión vinculada con la
alienación capitalista –como cuando paris Hilton usa la camiseta del Che–,
también provoca la mitiicación del ícono en tanto sinécdoque de valores en
peligro de extinción por el avance del propio capitalismo. Según muestra el
documental Una foto recorre el mundo (1981) de Pedro Chaskel, que analiza
los efectos de la reproducción masiva de la imagen que Alberto Korda captó
del revolucionario en 1960, la mediación de la fotografía contribuyó a divinizar
su imagen convirtiéndolo en un mito moderno. Y si concordamos con que el
“espectáculo es la reconstrucción material de la ilusión religiosa” (Debord 14),
podemos señalar que la mediatización del guerrillero convirtió a esta igura
heroica en el ser mítico de la modernidad, admirado por enfrentar al monstruo
más grande de la modernidad global: el capitalismo estadounidense. por ello,
a diferencia de la alienación victimizante sugerida por Debord, creemos que
el sistema de celebridades comodiicadas contiene, como efecto boomerang,
su propio antídoto anti-alienación por la masiicación de los agentes de su
transgresión. En este contexto, si bien Joaquim pedro de Andrade añade este
resplandor aural a la representación cinematográica de Ci tornándola objeto
de consumo y mito moderno, no estamos seguros de hasta qué punto este
gesto es suicientemente subversivo6.
6
Interpreto la idea de “aura” de walter Benjamin no solo como una experiencia
estética emanada del arte clásico –es decir, del arte no reproducible mecánicamente–, sino
también pensando en Marshall McLuhan y su propuesta de que “el medio es el mensaje”
(186). Pese a que Benjamin dice que “[t]he cult of the movie star, fostered by the money of
the ilm industry” no preserva “the unique aura of the person but ‘the spell of the personality’”
(231), me parece que el resplandor de la proyección cinematográica le coniere a la estrella
una luminosidad “aural” que provoca un efecto hipnótico en el espectador, más por las
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
147
A diferencia de la novela, la película sitúa la soberanía de la “Madre de la
Selva” en una ciudad dominada por la burguesía –representada por el gigante
Venceslau pietro pietra– y a cada momento boicoteada por las guerrillas urbanas
lideradas por Ci. Su trabajo es hacer explotar ediicios de gobierno, siendo
diestra en el manejo de las armas, rasgo que la erotiza a ojos de Macunaíma y
los espectadores debido al sexualizado tratamiento del personaje. No extraña
que el tema escogido por Joaquim pedro de Andrade para caracterizarla
pertenezca a la Jovem Guarda, movimiento surgido de estímulos globales
como los Beatles, la psicoldelia, el hipismo y las revoluciones sexuales. La
canción “É papo irme” (1966) de Roberto Carlos habla de un nuevo tipo de
femineidad, encarnado por una mujer fuerte que no se deja dominar y a la
que, además, le gusta andar a la moda:
Essa garota é papo irme, é papo irme, é papo irme
Se alguém diz que ela está errada
Ela dá bronca, ica zangada
Manda tudo pro inferno
e diz que hoje isso é moderno.
Son los versos que anuncian la entrada triunfal de Ci en la película, metralleta
en mano y en medio de una balacera, mientras Macunaíma y sus hermanos
pasean por São paulo. Así, en un primer nivel simbólico, Ci es representada
como objeto de consumo/deseo promovido por la auralidad espectacular
del guerrillero, integrado al star-system global en la segunda mitad del siglo
XX. pero el peligro de su trabajo la arrastra a ella y al hijo de su relación
con Macunaíma a morir como mártires, desplegándose con ello el segundo
nivel simbólico del personaje: el mito. Cuando Macunaíma la recuerda
con nostalgia mirando al cielo –porque ella, como en la novela, se torna
estrella del irmamento–, él añade una capa de psicodelia a su imagen astral
re-bautizándola como “Lu-Ci” –alusión a la canción “Lucy in the Sky with
Diamonds” (1967) de los Beatles. El tema no se escucha, pero el espectador
globalizado sin duda imagina a Ci “in a boat on a river/ with tangerine trees
and marmalade skies […]” Ci se convierte en un personaje mítico, como en
la novela de Mário de Andrade, pero en un mito psicodélico cuya muerte
características del medio de comunicación –“la luz eléctrica es información pura” (McLuhan
186)– que por el contenido o “discurso” transmitido.
148
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
física, al volverla materialmente inalcanzable pero masivamente visible, sella
su ambigua calidad de objeto del deseo y objeto de consumo.
Es indudable que la representación de Ci como sexo fuerte implica
una construcción femenina revolucionaria por parte de Joaquim pedro de
Andrade. No obstante, resulta problemático que Macunaíma continúe la
tradición patriarcal de dejarse servir por la mujer en el espacio doméstico y
que la caracterización femenina retome un nuevo estereotipo de las fantasías
masculinas: la dominatrix. El día que Ci va con su hijo a realizar el atentado
que termina con sus vidas, ella se viste con un traje de cuero y, mientras
programa la bomba y prepara leche para el bebé, un plano general la muestra
topless de espalda a la cámara. Además de maltratar a Macunaíma en la
intimidad, la participación de Ci en la película es mínima. Retomando a
Debord y su idea de que “[e]l espectáculo constituye el modelo presente de
la vida socialmente dominante” (9), podemos interpretar la relación entre Ci
y Macunaíma como la realización de la fantasía masculina de poseer al mito
del mundo moderno convertido además en “estrella” mediática: la guerrillera
atractiva y erotizada como las féminas del star-system hollywoodense, y
contraparte desigual del Che, cuya igura es mitiicada especialmente tras su
muerte en 1968. Ci es el espectáculo de Macunaíma, quien en todo momento
mantiene una postura voyeurista de admiración pasiva, reduciendo su agencia
a un dejarse alimentar y poseer por ella. por esta razón, cuando Ci muere se
torna un signo contradictorio de la sociedad del espectáculo: Macunaíma la
convierte en Lu-Ci (in the sky with diamonds), otorgándole un valor de culto
en el espacio atemporal de la cultura popular, valor mítico en tanto estrella del
irmamento, pero alienante en la medida en que perpetúa su erotización más
allá de la muerte7. Este impreciso lenguaje de rebelión usado por Joaquim
pedro de Andrade da cuenta de la existencia de una contracultura subversiva
en la época más represiva de la dictadura brasileña, pero también muestra
que la subversión mediatizada acaba siendo incorporada al imaginario de la
cultura popular de la sociedad del espectáculo. Y en el caso de una mujer, el
carácter mítico acaba siendo eclipsado por su carga erótica, representación
7
walter Benjamin habla del “valor de culto” en relación con las primeras fotografías,
retratos que buscaban perpetuar la imagen del ser amado (226). En el caso de “Lucy in the
Sky with Diamonds” de los Beatles, el valor de culto para Macunaíma no radicaría en la
perpetuación del ser amado mediante su imagen visual, sino mediante la reproductibilidad
masiva de este artefacto “auditivo” creado por la música popular anglosajona que, no obstante,
gatilla una imagen mental que él relaciona con Ci.
Hambre, revolución y derrota: El Cinema Novo y los desencuentros de la modernidad...
149
que en última instancia traduce una aproximación no solo carnavalesca sino
patriarcal del hombre a la mujer.
Como el héroe de la película de Joaquim pedro de Andrade, quien
aplaca su desencanto por la imposibilidad de ser feliz comprando una serie
de electrodomésticos para su hogar en la selva, el pueblo representado por
Carlos Diegues en Bye Bye Brasil (1979) sobrelleva la exclusión social
mediante el embrujo del consumo. En ambos casos existe una retomada
paródica de la tragedia imaginada por glauber Rocha en Tierra en transe:
mientras el intelectual herói do nosso povo es “incapaz de sustentar ningún
proyecto político” (Wisnik 2014), el pueblo indígena del mato virgem que los
citadinos Lorde Cigano y Salomé, y los sertanejos Ciço y Dasdó encuentran
en Altamira, no está preocupado de la utopía revolucionaria sino del jeans
de marca y de los nuevos patines:
No Tocatins
O chefe dos parintintins
Vidrou na mina calça Lee
Eu vi uns patins pra você
Eu vi um Brasil na tevê
Capaz de cair um toró
Estou me sentindo tão só
El consumo no cura la frustración de Macunaíma, quien como en la novela
es invadido por una melancolía que intenta mitigar con la palabra oral,
comunitaria, contándole sus aventuras al papagayo. Tampoco cura la soledad
de Ciço –“Estou me sentindo tão só”–, como airma la canción homónima
de la película de Diegues, compuesta por Chico Buarque. Sin embargo, es
preciso recalcar el regreso de estas películas a la ambigüedad de la nãoescolha del hombre cordial, esta vez bajo el sol consolador del mercado
–capaz incluso de invisibilizar el hambre con la igualación social de la tarjeta
de crédito. Tras el inal paródico de las utopías en el cine de Joaquim Pedro
de Andrade –que llega a adquirir un carácter de homenaje nostálgico en O
homem do Pau-Brasil (1982)–, el cine de Carlos Diegues sintomatiza, al
inal del tropicalismo y de la década de 1970, una ruptura respecto al ideal
de cambiar el mundo y un giro hacia el registro de felicidades más íntimas
y fugaces –“en esos pocos momentos en que la luz de ese destino se revela
en el horizonte, aunque sea por poco tiempo, sorprendemos al mundo con la
generosidad y grandeza de nuestras hazañas, con la propuesta de una nueva
e inesperada civilización, más humana y fraterna” (Leal y Diegues). Como
150
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
insinúa el Cinema Novo, la muiraquitã de la utopía socialista parece haberse
perdido en uno de los recodos de la década de 1960, mientras que la vía
chilena al socialismo se percibe como crónica de una muerte anunciada por
las transformaciones del campo cultural latinoamericano durante la guerra
fría. Como hija de la dictadura chilena, a personas como yo no nos quedan
muchos otros ejercicios que el de la nostalgia por una utopía desconocida,
aprendida en libros, canciones, fotos y archivos fílmicos en blanco y negro.
pero esta hambre de utopía de las generaciones actuales ciertamente aviva el
examen crítico de una época que concentra muchas de las claves del último
gran desencuentro de la modernidad en América Latina.
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 153-171
EL ESTILO DE LA HISTORIA EN LOS TIEMpOS
DE gUERRA: gILBERTO FREYRE Y LOS ENSAYISTAS
LATINOAMERICANOS EN LA OBRA
DE FERNAND BRAUDEL
Susanne Klengel
Universidad Libre de Berlín
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
El artículo se propone relexionar sobre las experiencias y lecturas latinoamericanas de Fernand
Braudel en el contexto de la formación histórica de la Escuela de los Annales y en el de la
génesis de su obra fundacional sobre el Mediterráneo, publicada en 1949, en el período de la
segunda posguerra. Durante su estancia en Brasil (1935-1937), así como posteriormente en su
cautiverio de guerra en Alemania y en los años de la posguerra, Braudel leyó intensamente no
solo la obra de gilberto Freyre sino también de otros ensayistas de América Latina, por ejemplo
las de Ezequiel Martínez Estrada y Benjamín Subercaseaux. Su interés por las estructuras
de la longue durée favoreció su susceptibilidad por las representaciones panorámicas de la
“Casa grande” colonial brasileña y otros textos de Freyre, pero también por las descripciones
expresivas de la geología y de los paisajes latinoamericanos presentes en otros autores del
continente. El autor de la historia de longue durée del “mare nostrum”, obra que asimismo
pone de maniiesto su conciencia de estilo, es presentado como un lector atento a los ensayos
latinoamericanos que no solamente apreció por sus búsquedas identitarias sino, expresamente,
por el estilo ensayístico-literario de su escritura.
pALABRAS CLAVE: historiografía francesa, Fernand Braudel, gilberto Freyre, ensayo latinoamericano,
Segunda guerra Mundial, posguerra.
Este artigo se propõe a reletir sobre as experiências e leituras latino-americanas de Fernand
Braudel no contexto da formação histórica da Escola dos Annales e da gênese de sua obra
fundacional sobre o Mediterrâneo, publicada em 1949, no período do segundo pós-guerra.
Durante sua estadia no Brasil (1935-1937), assim como posteriormente em seu cativeiro de
guerra na Alemanha nos anos do pós-guerra, Braudel leu intensamente não só a obra de
154
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Gilberto Freyre, mas também outros ensaístas da América Latina, por exemplo, Ezequiel
Martínez Estrada e Benjamín Subercaseaux. Seu interesse pelas estruturas da longue durée
favoreceu sua susceptibilidade às representações panorâmicas da “Casa Grande” colonial
brasileira e outros textos de Freyre, mas também às descrições expressivas da geologia e das
paisagens latino-americanas presentes em outros autores do continente. O autor da história
da longue durée do “mare nostrum”, obra que também manifesta sua consciência de estilo, é
apresentado como um leitor atento dos ensaios latino-americanos que os apreciou não só por
suas buscas identitárias, mas, expressamente, pelo estilo ensaístico-literário de sua escrita.
Palavras-chave: Historiograia francesa, Fernand Braudel, Gilberto Freyre, ensaio latinoamericano, Segunda Guerra Mundial, Pós-guerra.
This article aims to relect upon the Latin American experiences and interpretations regarding
Fernand Braudel’s work in the context of the historical formation of the Annales School and the
genesis of his foundational work on the Mediterranean, published in 1949, in the post-World
War II period. During his stay in Brazil (1935-1937), and later during in his war captivity in
Germany in the post-war years, Braudel was a thorough reader not only of Gilberto Freyre’s
work, but also other Latin Amrican authors, for instance Ezequiel Martínez Estrada and
Benjamín Subercaseaux. His interest in the longue durée structures made him prone to the
scenic representations of the Brazilian colonial “Casa Grande” and other texts by Freyre, but
also the expressive descriptions of Latin American geology and landscapes by other authors
of the continent. The author of the longue durée history and the “mare nostrum”, a work
that also shows his stylistic sensitivity, he is displayed as a careful reader of Latin American
writings, appreciated by him not only for their search for an identity, but, speciically, the
essayistic and literary style.
Keywords: French Historiography, Fernand Braudel, Gilberto Freyre, Latinamerican Essay,
World War II, Postwar.
En un debate con ocasión de un coloquio franco-brasileño en 1990, el
historiador francés Frédéric Mauro colocó una pregunta algo provocadora sobre
el contexto histórico en la formación de la célebre Escuela de historiografía
de los Annales:
Une Histoire à la fois géographique et économique, anthropologique et
culturelle, attachée aux structures qui bougent avec lenteur, bref, une
Histoire à la Brésilienne, n’était-ce pas précisément le programme des
Annales? (Mauro 735-736).
El historiador hacía con ello alusión a la obra del sociólogo y antropólogo
brasileño gilberto Freyre, sobre todo a su obra Casa Grande & Senzala
(1933) que en el área de las ciencias sociales y humanidades francesas de
la segunda posguerra había llamado bastante la atención. Fue publicada en
El estilo de la historia en los tiempos de guerra: gilberto Freyre y los ensayistas...
155
francés con el título Maîtres et Esclaves en el año 1952 traducida por Roger
Bastide y acompañada de un prefacio de Lucien Febvre; Roland Barthes,
por su parte, escribió una reseña entusiasta en la que reirió:
C’est un livre exceptionnel à beaucoup points de vue [...] c’est la
quadrature du cercle des historiens; réalisée ici, le point ultime de la
recherche historique, de l’aveu même d’hommes comme Michelet
ou Marc Bloch (Barthes 108).
En aquellos años de la posguerra, gilberto Freyre llegó a ser una personalidad
de renombre internacional cuya competencia científica en “cuestiones
raciales” era muy solicitada por ejemplo entre los expertos de la UNESCO;
por otro lado, en su calidad de experto de la convivencia de culturas, Freyre
fue a su vez invitado por el presidente del Estado Novo portugués, Salazar,
a emprender un viaje de estudio y conferencias a las colonias portuguesas de
África y Asia (1951/52), viaje que le serviría para elaborar su controvertida
teoría sobre una nueva cultura transnacional lusotropicalista.
En el presente artículo, mis relexiones se reieren, no obstante, a las lecturas
y al descubrimiento temprano de la obra de Freyre (y de otros pensadores
y escritores latinoamericanos) por parte del historiador francés Fernand
Braudel durante y después de su estancia como docente (1935-1937) en la
recién fundada Universidad de São paulo y luego en los años 40. El estudio
quiere demostrar que este descubrimiento se caracteriza particularmente por
la atención y admiración que Braudel dedica no solamente a las temáticas de
las obras freyrerianas (y de otros escritores) sino también al estilo de escritura,
una escritura que se mueve entre icción, ensayo, sociología, historiografía
y (auto)biografía. Este interés que tiene Braudel por la forma no ha pasado
desapercibido por la crítica académica; sin embargo, llama la atención
que las enunciaciones braudelianas acerca de la escritura ensayística son
interpretadas, a veces, como un veredicto sobre algo que sería insuiciente,
ambivalente y problemático (ver, p.e., Leenhardt 31-33). El presente artículo
propone una relectura que revise las enunciaciones tempranas de Braudel
sobre el estilo de los textos latinoamericanos, tanto en el caso de Freyre
como en el de otros ensayistas, colocándola en el contexto de los años
de la Segunda guerra Mundial y de la posguerra. Es importante ver estos
procesos de recepción y de diálogo acerca de los discursos ensayísticos
latinoamericanos en el ámbito de un mundo europeo que se encuentra en
profunda crisis para comprender la atracción de los textos tanto como las
posibles reservas frente a ellos.
156
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
DE CORRIENTES MARINAS Y LUCIÉRNAgAS
Dos imágenes forjadas por Fernand Braudel han llamado mucha atención
a lo largo del tiempo: se trata de imágenes que buscan captar e ilustrar las
diferencias entre el mundo rápido de los acontecimientos y el mundo lento,
estructural de la longue durée. En su célebre estudio sobre La Méditerranée
et le Monde méditerranéen à l’époque de Philippe II (1949), Braudel compara
la historia de los acontecimientos, es decir, la historia tradicional, con el juego
nervioso de las ondas en la supericie del mar que llama la atención como
historia palpitante, de pasiones humanas individuales, políticas, y experiencias
vividas. pero los acontecimientos son efímeros y pierden importancia frente
a otras temporalidades históricas, frente a aquella historia social más lenta
de los grandes ritmos de las poblaciones y del comercio que se asemejan
a las corrientes del mar profundo; y aquella anclada en la geografía, casi
inmóvil, igual a las aguas silenciosas del fondo del mar (véase Braudel, La
Méditerranée 1949, XIII).
En la segunda imagen, también famosa, Braudel compara los acontecimientos
históricos con el breve destello y la subsiguiente extinción de pequeñas luces en
la noche: “Les événéments traversent l’histoire comme des éclairs successifs.
A peine naissent leurs lueurs que déjà la nuit les engloutit” (Braudel ibíd.,
721) 1. La imagen parece referirse al fenómeno del relampagueo, sin embargo,
está fundada en los recuerdos que Braudel tiene de una estancia en Bahía.
poco tiempo después de la publicación de su libro sobre el Mediterráneo
(1949), en su discurso inaugural en el Collège de France, Braudel atribuyó
la imagen de las luces repentinas a los enjambres de luciérnagas:
J’ai gardé le souvenir, une nuit, près de Bahia, d’avoir été enveloppé
par un feu d’artiice de lucioles phosphorescentes; leurs lumières pâles
éclataient, s’éteignaient, brillaient à nouveau, sans trouer la nuit de
vraies clartés. Ainsi les événements: au delà de leur lueur, l’obscurité
reste victorieuse (Braudel, Écrits 22) 2.
1
En la segunda edición revisada de 1966, la imagen será más aguzada aún: “Les
événements sont poussière: ils traversent l’histoire comme des lueurs brèves; à peine naissent-ils
qu’ils retournent déjà à la nuit et souvent à l’oubli” (Braudel, La Méditerranée 1966/2, 223).
2
El origen de la comparación sugerente se lee en los escritos redactados entre 1940
y 1945 en el campo de oiciales de Mainz y Lübeck: “Il m’est arrivé, un soir, à l’interieur de
l’État de Bahia, d’être pris brusquement au milieu d’une montée prodigieuse de lucioles
El estilo de la historia en los tiempos de guerra: gilberto Freyre y los ensayistas...
157
La importancia de la estancia de Braudel en Brasil ha sido destacada por
Giuliana Gemelli (55-73), Peter Burke, Maria Lúcia G. Pallares-Burke
(2008) y otros. El propio Braudel, en su “Personal Testimony” llamó al
Brasil un “paradise for work and relection [...] I spent three marvellous
years [...] In winter, during the period of my southern vacations, I was in
the Mediterranean; the rest of the year, in Brazil, with leisure and fantastic
possibilities for reading” (Braudel, Personal Testimony 452). El hecho de
que Braudel, en aquel entonces, había sido un asiduo lector de la producción
intelectual brasileña, y también de obras literarias-ensayísticas es aún poco
reconocido. Más tarde extendería su interés a otras literaturas latinoamericanas.
Esta disponibilidad, así como su actitud abierta para con la producción de
autores y escritores latinoamericanos demuestran la importancia del Brasil
y de América Latina que a su vez tuvieron una inluencia constatable en la
propia producción historiográica.
LECTURAS DEL CAUTIVERIO
Durante la Segunda guerra Mundial se publicó un artículo extenso de
Fernand Braudel, títulado “A travers un continent d’histoire. Le Brésil et
l’œuvre de Gilberto Freyre” (1943), en la revista historiográica francesa
Annales, que durante los años de la ocupación alemana llevó como subtítulo
Mélanges d’histoire sociale. El texto fue redactado durante el cautiverio de
guerra en Alemania, donde Braudel estuvo detenido entre 1940 y 1945 en
diferentes campos de oiciales3. En él se presenta el primer estudio exhaustivo
y profundo del historiador sobre la obra de gilberto Freyre4. parece que el
artículo había sido un proyecto de largo plazo cuya concretización se había
retrasado, debido a la situación política y al cautiverio de guerra. Impulsado
phosphorescentes. Elles éclataient partout sans arrêt, plus ou moins hautes, innombrables,
en gerbes au sortir des taillis et des fossés de la route, comme autant de fusées, trop brèves,
pourtant, pour éclairer le paysage avec netteté. Ainsi des événements, ces points de lumière”.
(Braudel, L’histoire 1997, 23-24, ver tambien Gemelli 84).
3
Ver el artículo detallado de Schöttler (2013) sobre el contexto y las circunstancias
del cautiverio.
4
Ver también los estudios de Leenhardt (2006) y Gerstenberger (2014).
158
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
por Lucien Febvre5, el estudio extenso sobre la obra completa de Freyre fue
dado a conocer al público francófono diez años después de la publicación
de Casa Grande & Senzala. Formação da família brasileira sob o regime
de economia patriarcal (1933), su obra primera y la más famosa hasta el
momento. Los detalles del artículo y las exactas descripciones de la obra de
Freyre (hasta la referencia de las páginas) indican que los libros reseñados
deben haberse encontrado, en gran parte, a disposición de Braudel 6. Su
texto, complejo en cuanto al estilo y al argumento, no es de fácil acceso
a la comprensión en su contexto histórico. A primera vista, el artículo se
presenta como una reseña detallada, cientíica que destaca elogiosamente los
méritos de gilberto Freyre, a la vez que también menciona, de forma crítica,
ciertas lagunas y ausencias. pero, mirándolo más de cerca, uno descubre un
texto cuyo autor, dividido entre la fascinación por la obra del brasileño y el
autocontrol necesario de la propia reacción empática, se ve obligado a operar
con múltiples estrategias de escritura para captar y expresar adecuadamente
el “fenómeno gilberto Freyre”.
La reacción de Braudel parece menos sorprendente si se piensa en que
la escritura de Freyre se ubica muy cerca de una tradición diferente (y más
literaria) que aquella desde la cual proviene el historiador francés. En Brasil,
Casa Grande & Senzala fue considerado por la crítica, desde el inicio, no
solamente como un texto cientíico sino también como obra maestra de la
literatura7. Este juicio doble se debe a su asombrosa mezcla de estilos que
va desde el razonamiento cientíico hasta descripciones coloridas marcadas
por otros géneros textuales y el uso de un lenguaje muy directo, personal y
5
En aquellos años del cautiverio, Braudel comienza a redactar su obra La Mediterranée
et le Monde méditerranéen à l’époque de Philippe II (Schöttler 2013). Lucien Febvre, sin embargo,
no dejó de recordarle a Braudel, según dice la correspondencia, que no se olvidara de trabajar sobre
América Latina: “Ne pas lâcher la Méditerrané, ne pas lâcher surtout les études sud-américaines.
J’y insiste (...)” (carta del 16 de mayo de 1942, cit. por Gemelli 72).
6
Braudel se reiere, aparte de Casa Grande & Senzala (1933), a los siguientes textos
de gilberto Freyre: Sobrados e mucambos. Decadência do patriarcado rural no Brasil (1936);
Guia prático, histórico e sentimental da cidade do Recife (s.f.); Nordeste. Aspectos da inluência
da cana e a paisagem do Nordeste do Brasil (1936/1937), así como al opúsculo Mucambos do
Nordeste editado por el Ministério de Educação e Saúde (s.f. [1937?].
7
Véase la compilación de la prensa en Fonseca (1985). Cuando Braudel llegó en
São paulo en 1935, todavía siguieron publicándose reseñas sobre la obra innovadora de Freyre.
Debido a sus buenos conocimientos de español, debe haber comprendido las voces de la prensa
brasileña.
El estilo de la historia en los tiempos de guerra: gilberto Freyre y los ensayistas...
159
empático (por ejemplo en el caso de la descripción de costumbres familiares y
eróticas en el universo de la “casa grande” patriarcal en tiempos coloniales) 8.
Braudel comprende y recuerda que el texto podría pertenecer a otro género
textual, y continúa caracterizando a Freyre, primero como un “écrivain-né”
y después, como sociólogo debido a su procedencia cientíica (es decir, de
la escuela sociológica-antropológica de Franz Boas), pero también como
historiador en el sentido de la Escuela de los Annales (“bien plus historien
qu‘il ne croit, au sens que prend le mot pour un lecteur des Annales”, Braudel,
A travers 4). Freyre es, según Braudel, un ensayista brillante, agudo, quien
sabe documentar de manera impresionante, sus textos según la “tradition
vigoureuse des ‘essayistes’ brésiliens”; Freyre es ensayista, pero “historien
en sus; historien privilégié, plein de souvenirs personnels et de souvenirs
familiaux” (ibíd. 5). Ve como irresistible la “insistencia proustiana” de los
textos, pero la constante perspectiva desde adentro también corre el riesgo,
según Braudel, de crear malentendidos entre los lectores extranjeros. Sin
embargo, no consigue resistirse al opulento panorama de esta mirada. En este
sentido, airma que después de la lectura casi hechizante se vuelve necesario
cerrar los libros para relexionar, desde afuera y con cierta distancia, sobre
los posibles límites de la obra del brasileño (ibíd. 16).
Luego, Braudel enumera algunos de sus reparos en el trascurso del texto.
Las dudas se reieren sobre todo a la insistencia de Freyre, demasiado rígida,
en un “Brasil sedentario” que no toma en cuenta las grandes migraciones
continentales; se reieren también a una cronología de épocas y a los diferentes
procesos de desarrollo regional que son poco transparentes, así como al olvido
casi total de ciudades coloniales como Recife y Bahía con sus respectivas
funciones oiciales y administrativas. Al in y al cabo deplora la ausencia
de otras “realidades colectivas” constitutivas de la sociedad esclavista de la
economía del azúcar: como por ejemplo los comerciantes y protagonistas de
la vida urbana mercantil vinculados a la venta y la distribución del azúcar
(ibíd. 17).
pero a pesar de ello, el historiador francés no cesa de destacar el carácter
sobremanera innovador de los estudios de Freyre, textos libres de repeticiones
y estereotipos. La obra de Freyre destacaría particularmente por su mirada
8
En este contexto, ver p. e. la apreciación crítica de Darcy Ribeiro en su prólogo a
la edición de la Biblioteca Ayacucho (en Freyre, Casa Grande 1977, IX-XLI).
160
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
hacia los hechos sociales, hacia la dimensión humana como causa profunda
de los acontecimientos históricos:
Là où l‘on disait: les gouvernants, les capitaineries, le sucre, les races,
il [gilberto Freyre, SK] voit des hommes, des familles, des milieux
sociaux, des aristocraties, des peuples d‘esclaves (ibíd. 7).
Así, Freyre representa los grandes problemas del pasado brasileño como
un historiador social motivado por una mayor “preocupación por lo real”:
“personne ne me semble avoir réussi avec plus de bonheur que gilberto
Freyre” (id.).
En la segunda parte de su artículo tripartito se puede observar que el
historiador parece atraído no solamente por el contenido sino también por la
presentación formal literario-estética. La inclinación de Freyre hacia el estilo
literario se nota, por ejemplo, en aquellas imágenes que privilegia (comenzando
con la “casa grande”, metáfora de la estructura social del Nordeste brasileño
en los tiempos de la Colonia) o en las puestas en escena de la vida en la “casa
grande” que ya las primeras reseñas brasileñas habían igualado a un “ambiente
pantagruélico” 9. A menudo, Freyre rompe su discurso cientíico debido a su
predilección por el ornato abundante, por acumulaciones verbales casi barrocas,
por el recurso a anáforas, paralelismos o también, como contrapunto, por
una reducción de la frase a través de la elipsis, como se puede apreciar en la
descripción de la crueldad femenina: “O motivo, quasi sempre, o ciume do
marido. O rancor sexual. A rivalidade de mulher com mulher” (Freyre, Casa
Grande 249). Como ejemplo que pueda demostrar el uso de los registros de
estilo heterogéneo citamos el conocido inicio del capítulo IV:
9
“Sabe o leitor o que me fez lembrar o livro sob este prisma, e em ponto pequeno?
Rabelais. Sim, “excusez du peu”, Rabelais. Não é senão rabelaisina aquela prodigiosa exposição de
frades caprinos, de mulatas e índias que se deitam docilmente, de receitas de doces, de vestuários
(até os íntimos), de lutas, de doenças venéreas e outras, de plantas de casas, castelos, engenhos,
pomares de atos de sodomia e bestialidade de rebanhos, amores e danças. Todo bem agitado,
misturado, conserve-se em lugar fresco e tome-se quando convier. Ambiente pantagruélico,
[...] de fábulas e observações cientíicas, de grandezas e de ingenuidades. No fundo, literatura,
muita literatura”. Reseña de Afonso Arinos de Melo Franco, publicada el 15 de febrero de 1934
en O Journal (Rio de Janeiro), cit. por Fonseca (81-88, aquí 85). Es interesante que en 1972, un
comentarista, criticando la obra La Méditerranée..., destacara precisamente el “espíritu rabelaisino”
del texto: “For Braudel has the Rabelaisian spirit in his love not only of stray particulars but of
all sorts of general notions” (Hexter 525).
El estilo de la historia en los tiempos de guerra: gilberto Freyre y los ensayistas...
161
Todo o brasileiro, mesmo o alvo, de cabello louro, traz na alma,
quando não na alma e no corpo –há muita gente de jenipapo pelo
Brasil–, a sombra, ou pelo menos a pinta do negro. Na ternura,
na mimica excessiva, no catholicismo em que se deliciam nossos
sentidos, na musica, no andar, na falla, no canto de ninar menino
pequeno, em tudo que é expressão sincera de vida, trazemos todos
a marca inconfundivel da inluência negra. Da escrava ou sinhama
que nos embalou. Que nos deu de mamar. Que nos deu de comer, ella
propria amollegando na mão o bolão de comida. Da negra velha que
nos contou as primeiras historias de bicho e de mal assombrado. Da
mulata que nos tirou o primeiro bicho de pé de uma coceira tão bôa.
Da que nos iniciou no amor physico e nos transmittiu, ao ranger da
cama de vento, a primeira sensação completa de homem. Do muleque
que foi o nosso primeiro companheiro de brinquedo (Freyre, Casa
Grande 197) 10.
Braudel, receptivo en cuanto a la “virtud del vocabulario” (Braudel, A travers
20), se deja fascinar por las “pages colorées” (ibíd. 3), los “détails savoureux”
(ibíd. 16), por el “calor” y la “claridad” (ibíd. 19) del texto. Freyre, escribe
Braudel,
[...] a lancé des mots que nous avons si souvent répétés et il les a à ce
point chargés de sens, d’histoire et de poésie, disons d’intelligence,
–qu’on ne pourra plus parler du Brésil, voire de l’Amérique, sans
qu’ils ne nous montent aux lèvres (ibíd. 20).
por este motivo, sorprende poco que el propio Braudel, que continúa enfatizando
el estilo de Freyre, también comience a utilizar recursos literarios. pone en
escena su propio texto como un viaje que lleva al descubrimiento de un
“continent d’histoire”. gilberto Freyre es el guía empático, sobre todo en la
ciudad de Recife, y persona versada que le introduce en los secretos de la “casa
grande”, los cuales forman la base para tejer los hilos de la “narrativa” sobre
el devenir de la nación brasileña desde el seno de la familia patriarcal. Se trata
10
La obra se cita aquí siguiendo el texto y la ortografía de la edición de 1936, que
es la versión revisada y ampliada por un índice de la primera versión de 1933. En su artículo,
Braudel deplora la falta del índice de nombre y materias en la primera edición. Casa Grande &
Senzala es un “work in progress”. Será retrabajado y ampliado varias veces, lo que se nota en los
prefacios, en el texto y en las ilustraciones. Las primeras dos ediciones contienen, por ejemplo,
numerosos diseños del pintor vanguardista Cícero Dias que faltarán en las ediciones posteriores.
162
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
de un viaje hacia la obra del brasileño cuyos textos eran todavía desconocidos
en Europa; pero la palabra o metáfora del viaje recuerda quizás también, de
forma sutil, el destino del propio Braudel en el cautiverio de guerra del año
de 1943: “... lire et relire (surtout si l’on est trop loin), la splendide Guia do
Recife...” (ibíd. 10; véase Freyre 1968).
por lo tanto, se puede decir que incluso las observaciones críticas de Braudel
sobre la obra de Freyre conirman al in y al cabo su profunda aprobación:
Braudel, lector apasionado y convencido de que la historia tiene que ser
descrita y representada de la manera más global posible, desea leer mucho
más de estas exploraciones que tanto le impresionan por sus contenidos y
por la forma en que son expresadas. La “narrativa” de Freyre, tan sugerente,
no le parece suicientemente panorámica y por eso propone su ampliación:
“Je souhaiterais, quant à moi, un élargissement horizontal de son œuvre”
(Braudel, A travers 19). Piensa sobre todo en una ampliación de los espacios
para incluir, por un lado, las muchas y diversas regiones del Brasil, y por
otro, para hacer visible el espacio histórico del Atlántico, aquel “Mediterráneo
moderno” que une el continente histórico de Sudamérica con Europa:
Cette vie de l’Océan, suivant qu’elle est faible ou forte, le Brésil
(...) se soude à l’immensité marine, ou bascule vers ses profondeurs
continentales... Un grand rythme, non pas le seul sans doute, mais
dont beaucoup d’autres auront dépendu (ibíd. 19 ss.).
Si tenemos presente que el artículo de Braudel había sido redactado en los
años de germinación del proyecto La Méditerranée et le Monde méditerranéen
à l’époque de Philippe II, resulta evidente que hay que relacionar aquí la
mirada de Freyre hacia las profundidades históricas del Nordeste brasileño,
que se sirve de la metáfora de la “casa grande”, con la visión panorámica
de Braudel sobre el espacio histórico del Mediterráneo. Es lo que sugiere el
historiador inglés peter Burke, conocedor tanto de la historia de los Annales
como de la obra de gilberto Freyre, en su estudio sobre la historia de la
Escuela de los Annales cuando airma que la imagen y el microcosmos de
la “casa grande” como metáfora de la sociedad de plantación deben haber
impresionado a Fernand Braudel (Burke, French Historical 101)11. De modo
En un artículo posterior y más detallado sobre ambos pensadores, Burke (1998)
preiere hablar más bien de “ainidades electivas” entre ambos pensadores cuando destaca la
cercanía de su interés en la historia.
11
El estilo de la historia en los tiempos de guerra: gilberto Freyre y los ensayistas...
163
semejante, la esposa Paule Braudel describió (sin mencionar a Freyre) la
“expérience brésilienne” como uno de los orígenes intelectuales de Braudel:
Le spectacle du Brésil le fascine [...] l’impression de ‘voyager en
arrière dans l’histoire’, comme si l’Europe d’hier pouvait se voir,
s’imaginer à travers le Brésil de ce premier XXe siècle, avec son
agriculture encore itinérante, ses défrichements forestiers, ses grandes
familles patriarcales, survivant à la poussée violente de la modernité
(Braudel, Paule 241).
En su gran libro sobre el Mediterráneo, el Brasil está más presente que
el resto de América, la cual aparece casi solo bajo el aspecto histórico de
suministro de la plata y metales preciosos. La posición destacada del Brasil
se debe, por un lado, a la relación y los recuerdos personales que atan al
historiador francés al Brasil; por otro lado tiene que ver obviamente con las
obras de Gilberto Freyre (y las lecturas referidas en el artículo del año 1943)
a que hace mención Braudel en varios lugares de La Méditerranée... con
el objetivo de ilustrar comparaciones históricas. En los escritos de Freyre,
Braudel identiica ejemplos eminentes de la ensayística brasileña, es decir, de
un género literario que se destaca por una amplia tradición en toda América
Latina. Los textos signiican, para el historiador francés, mucho más que las
fuentes historiográicas usuales, puesto que debido a su carácter híbrido, le
ofrecen posibles inspiraciones metódicas que podrían enriquecer su propio
proyecto sobre el tema y objeto histórico complejo que es el Mediterráneo.
Esta hipótesis no parece atrevida si vemos la exclamación inequívoca en La
Méditerranée... que es mantenida en la segunda versión revisada de la obra
de 1966: “Ici, à titre de comparaison puissante, quelles lumières n’apportent
pas les beaux travaux de l’historien sociologue brésilien, gilberto Freyre?”
(Braudel, La Méditerranée 276). De esta cita, llamará la atención que el signo
de interrogación original se ha transformado en un signo de exclamación
airmativo en la versión de 1966 (Braudel, La Méditerranée 308).
La mirada de Freyre desde adentro como método sustancial de su historiografía
panorámica aumenta la fuerza de la representación. En una conferencia de
1955, reiriéndose a la teoría literaria anglosajona, Freyre denominaba su
estrategia como “insight”. Con esto, describe el modo de interpretación de
hechos históricos basado en la “imaginación” y en una profunda “comprensión”,
es decir, que el autor propone un acercamiento controladamente empático e
imaginativo al material histórico. Los pensadores y obras de referencia son
historiadores y escritores como proust y Daniel Defoe, Michelet, Marc Bloch,
164
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
george Macauly Trevelyan, Thomas Carlyle, walter pater y Lytton Strachey,
Joaquim Nabuco y Euclides da Cunha (Freyre, Historia 143-45) 12. Braudel,
por su parte, sabía apreciar estas perspectivas y procedimientos aunque no
por esto dejó de estar consciente y de advertir a sus lectores de los peligros
que tiene una mirada desde la memoria demasiado personal.
Los textos de Freyre fueron accesibles al público francés interesado a
comienzos de los años 50. Como ya se ha mencionado, Casa Grande &
Senzala fue publicado en 1952 bajo el título Maîtres et Esclaves (traducido
por Roger Bastide y con prefacio de Lucien Febvre). Salió entre los primeros
volúmenes de la Colección La Croix du Sud en la Editorial gallimard que
Roger Caillois había fundado para publicar textos literarios contemporáneos
de América Latina traducidos al francés. Más tarde, en 1956, también el
libro O Nordeste fue publicado en la misma serie titulado Terres du sucre,
y entró en la buena vecindad con escritores como Jorge Luis Borges, Jorge
Amado, Rómulo gallegos, Alejo Carpentier y otros autores latinoamericanos
ya clásicos del siglo XX 13.
El interés de Braudel por la literatura ensayística de América Latina se hace
patente también en otras ocasiones. Aunque las obras del argentino Ezequiel
12
La conferencia de 1955 aclara también que a partir de la segunda posguerra comenzaba
a realizarse un intercambio intenso entre los historiadores de los Annales (en particular Lucien
Febvre) y Gilberto Freyre. Cabe mencionar aquí un artículo de Freyre publicado en 1946 en
el que destaca la importancia de Jules Michelet (coincidiendo en esto con Lucien Febvre).
Sus observaciones sobre el estilo de sus obras desembocan en un verdadero homenaje al gran
historiador del siglo XIX, así como al escritor Marcel proust: “Creou [Michelet, S.K.] um
estilo novo de procura do tempo perdido e de resurreição do tempo morto: estilo que teria
continuador genial naquele outro historiador da gente francesa, êste geralmente considerado
romancista e limitado pela doença e talvez pelo temperamento ao estudo da aristocracia e
das suas margens sociais. Reiro-me a Marcel Proust”. Al reparo general de que no se puedan
igualar novelas y obras históricas, Freyre contesta: “Nada mais injusto [...] Há uma zona de
atividade intelectual em que o poder de criação e de imaginação de historiadores e romancistas
voltados para o passado social com o espírito, ao mesmo tempo cientíico e lírico –combinação
encontrada magniicamente em Proust– é quasi um só ... (Freyre, A propósito, 17).
13
Roland Barthes, en su reseña sobre Maîtres et Esclaves para la revista literaria Les
Nouvelles Lettres editada por Maurice Nadeau, describe el libro de Freyre como un producto
brillante de la “sensibilité à l’Histoire totale, élaborée en France par des historiens comme
Bloch, Febvre ou Braudel”. Con su libro, según Barthes, Freyre ha también contribuido a
desmistiicar el “mito racial” –tema tan impactante en la posguerra– por haber logrado dar
una explicación histórica del mestizaje étnico del Brasil: “[...] Freyre est un novateur; il a
introduit dans l’histoire de l’homme brésilien une sexologie pensée à l’échelle de l’Histoire”
(Barthes 108).
El estilo de la historia en los tiempos de guerra: gilberto Freyre y los ensayistas...
165
Martínez Estrada y del chileno Benjamín Subercaseaux no tienen la misma
relevancia destacada para Braudel como la obra de gilberto Freyre, sus temas
y formas de expresión también le proporcionaron al historiador francés muchas
inspiraciones y conocimientos importantes. Ambos autores son representantes
de un movimiento intelectual y literario que (como Gilberto Freyre) se opuso
al cientiicismo de los estudios históricos, civilizatorios y del progreso del
continente marcados por el pensamiento positivista. Desde la publicación de
Ariel (1900) de José Enrique Rodó, esta tendencia de pensamiento se había
expresado, como es sabido, en una serie de ensayos sobre la esencia de las
identidades latinoamericanas. Los textos provienen de diversos campos
ideológicos y unieron de modo diferente las representaciones de la realidad
propia con las relexiones de una psicología de los pueblos y con elementos
de la teoría cultural de la primera parte del siglo XX. En el nivel lingüístico
destacan casi siempre por su estilo personal, narrativo-descriptivo, que muy
a menudo tiene un nivel literario seductor, sobre todo cuando se trata de
descripciones de paisajes, asuntos locales y costumbres. El ensayo, como
dice Liliana weinberg, tiene que ser ideado como “una poética del pensar,
un estilo del decir” (Weinberg 18, el destacado es mío). Los ensayos tienen
sus destinatarios ideales; las obras aquí mencionadas promueven el diálogo
con los compatriotas de los autores cuando tratan de instigar la relexión
sobre la “esencia” de la nación y sus fundamentos. Braudel ubica también a
gilberto Freyre en esta línea de tradición del pensamiento sobre la nación.
El ensayismo brillante del brasileño se debe, según Braudel, al hecho de que
Freyre está escribiendo sobre y desde “un pays qui se cherche”, es decir, que
su obra ofrece antes que todo una relexión profunda sobre el propio ser. El
Brasil, en palabras de Braudel, es
[...] une personne que l’on trouve en soi, autour de soi, devant soi.
Une personne qu’il faut comprendre une bonne fois, si l’on veut se
comprendre soi-même. par là s’explique la tradition vigoureuse des
‘essayistes’ brésiliens (Braudel, A travers 4 ss.).
Tomando en cuenta la relevancia central del tema de la geografía en las obras
de Braudel, que como fundamento casi inmóvil de la historia juega un papel
destacado para la comprensión del espacio histórico, no es sorprendente
que sean precisamente los ensayos dedicados a las constantes geográicas
del continente sudamericano y su potencial fundador de la identidad las que
hayan llamado la atención de Braudel.
166
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
En el número especial de la revista Annales, con el título “A travers les
Amériques Latines”, publicado en 1948, Braudel destaca aquellos ensayos
de los autores antes mencionados que en sus títulos acentúan ya las alusiones
geográicas. Se trata primero de la “magniique esquisse de mon ami Ezéquiel
[!] Martínez Estrada Radiografía de la Pampa”, publicada en 1933 (Braudel,
Jeu 438) y segundo, del “beau portrait du Chili, lumineux, mais coupé
d’ombres noires, de Subercaseaux” (Braudel, Chili 444) con que se reiere
al estudio Chile o una loca geografía (1940).
El abarcador ensayo de Martínez Estrada fue redactado, como es sabido,
en un período de cambio político y de depresión económica que se hizo notar
en Argentina así como en toda América Latina a partir de los años 30 14. El
objetivo del autor era diagnosticar sin piedad la esencia del ser argentino a
partir de su historia y geografía como una historia de autoengaño y de fracaso
en su camino hacia la civilización. De forma idéntica como sucedía con la
nueva tecnología, el autor proponía radiograiar el cuerpo y la psique de la
nación para demostrar las causas del desarrollo fallido a sus compatriotas.
La geografía del Nuevo Mundo habría desencadenado, según el autor, el
trauma originario de la soledad. La experiencia terrible de un espacio sin
límites en las tierras argentinas habría perdurado desde la Conquista hasta
los tiempos presentes –puesto que no hubo nada que conquistar en las
profundidades inmensas del territorio. Desde los tiempos de los conquistadores,
“señores de la nada” (Martinez Estrada 7), se crearon, según el autor, solo
“seudoestructuras” de la civilización y comunicación, por ejemplo, a través
de la red ferroviaria que no hizo más que enfatizar la ilusión del poder sobre
el espacio y las inmensas distancias. Con un lenguaje casi épico, el autor
dirije a sus lectores hacia la soledad profunda de las eras geológicas. Sería
aquí donde comienza la equivocación, la gran maniobra del autoengaño: el
Nuevo Mundo es, en realidad, un mundo muy viejo, y el viento que sopla por
estos espacios parece soplar desde las profundidades de las edades geológicas.
Con palabras poéticas y alusiones literarias, Martínez Estrada dramatiza la
tragedia de la geografía americana:
Se diría que el viento es el cuerpo sensible de la soledad: denso, como
el que Dante puso en el segundo círculo del Inierno para que los
amantes no se pudieran unir ni oír, o como el que separó las llamas
14
Radiografía de la Pampa fue reseñada por Marcel Bataillon en el número especial
de la revista Annales (1948).
El estilo de la historia en los tiempos de guerra: gilberto Freyre y los ensayistas...
167
de los cadáveres de Eteocles y polínices según una vieja leyenda que
Esquilo no conocía ya. Es el viento estéril como el mar, el viento del
mar, el mar como viento (Martínez Estrada 91).
Así, este texto extenso, ensayo tan admirado por Braudel por la fuerza
sugerente de sus representaciones de la geología y de los paisajes del continente
americano, puede haber inluido (aunque no se mencione el nombre del autor
argentino), en un curso universitario de Braudel ofrecido en 1947/48 sobre el
tema de América Latina, cuyos manuscritos son conservados en el Instituto de
Ciencias Políticas, en París. En América Latina, airma Braudel, es el espacio,
su inmensidad y su “inhumanidad” 15, el que juega el papel constitutivo en la
historia de las civilizaciones. La notoria “lucha contra el espacio” pervive
desde los días de la Colonia hasta los tiempos presentes: las pocas rutas, una
red ferroviaria insuiciente y también la más reciente tecnología de la aviación
demuestran ante todo y dramáticamente la “inmensidad” de las distancias
latinoamericanas. En todos los tiempos, continúa Braudel, la “inhumanidad
de la distancia” ha ejercido inluencia en los destinos humanos y en la historia
viva de América Latina. Martínez Estrada había descrito el avance hacia la
nada en la inmensidad de la pampa donde el hombre se pierde en su búsqueda
como una búsqueda que se convierte en tragedia y en trauma que afectarían
incluso la vida contemporánea argentina. Al contrario del autor argentino,
pero basándose en el mismo imaginario, Braudel desplaza la mirada desde la
perspectiva psicológica-existencial hacia el conocimiento tecnológico cuando
equipara la inmensidad del continente con la vastedad del Océano: “Ignorezvous, par exemple,” pregunta a sus estudiantes en una de sus cursos, “que [...]
les conquérants se dirigeaient à la boussole absolument comme si sur terre
on naviguait en haute mer?” (Braudel, L’Amérique 11, el destacado es mío).
Es posible que Braudel solo haya llegado a conocer el ensayo de Martínez
Estrada durante su viaje al Brasil, Argentina y Chile en 1947. Fue el caso
en cuanto a la obra Chile o una loca geografía, de Benjamín Subercaseaux,
ensayista, escritor, psicólogo y antropólogo cuya obra fue publicada en 1940
y que fue reseñada por Braudel para el mencionado número especial de los
Annales sobre América Latina en 1948. La mirada insistente del autor chileno
sobre la geografía excéntrica de su país, cuya extensión lleva desde el Cabo
Norte hasta Sicilia, con sus montañas levantándose desde el nivel del mar hasta
15
Conferencia del 3 de febrero de 1948, p. 11-12 (en Braudel, L’Amérique).
168
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
los 6000 metros de altura, con sus paisajes de desierto, glaciares y huertos
fructíferos que inluyeron mucho en las poblaciones, como dice Subercaseaux,
deben haber llamado poderosamente la curiosidad de Braudel siempre fascinado
por la geografía16. “Mais en quoi cette géographie, est-elle folle?” se pregunta
el historiador para continuar con una respuesta casi solemne: “En ceci, si je ne
me trompe [...] que la géographie chilienne résume en elle mille souffrances,
mille erreurs de la terre. Et chaque souffrance oblige l’homme à réagir et à
s’adapter” (Braudel, Chili 444 ss.). Pero pese al entusiasmo sobre los “plaisirs
subtils et savoureux de la folle géographie”, Braudel sostiene que la obra
de Subercaseaux, después de todo, queda atrapada en la geografía aunque sí
aparecen los seres humanos, habitantes de aquellos paisajes extremos: “Rien
de la matière vivante du Chili n’échappe à ce poète qui, pour mieux voir et
classer ses thèmes, s’est fait géographe” (ibíd.). Pero el poeta-geógrafo, de
hecho, no lograría escribir una “historia completa” de los hombres y de la
vida humana en Chile. Aquí, Braudel vuelve a la imagen ya familiar usada
por gilberto Freyre que tiene su origen en la arquitectura tradicional, es decir,
la casa multiparte, metáfora de la sociedad entera y compleja y su historia.
En este sentido, el libro de Subercaseaux solo presentaría el fundamento
del ediicio, “un rez-de-chaussée, une fondation”, de cierto modo igual a la
geografía que solo es el fundamento de la vida humana, pero “elle n’est pas
toute la vie des hommes” (ibíd. 446).
Una mirada escudriñadora a las páginas de La Méditerranée et le Monde
méditerranéen à l’époque de Philippe II publicado un año después de la reseña
al libro de Subercaseaux aclara el papel complejo que ocupa la geografía
en la obra de Braudel. En la edición original de 1949, al inal de la primera
parte se encuentra un capítulo que resume el problema del determinismo
geográico (“Géohistoire et déterminisme”, en Braudel, La Méditerranée
295-304). Parece obvio que en aquel período Braudel estaba buscando
una solución especíica para esta cuestión central a sus preocupaciones; es
interesante que en ediciones posteriores, este capítulo ya no se incluye. En
16
La extrema geografía de Chile es, para Subercaseaux, la verdadera base, muy
vieja y característica de la nación y sus ciudadanos, un tipo de “geografía nacional”: “[...]
Chile, cualquiera que sea la raza que lo habite y los trastornos que sufra, quedará en deinitiva
ocupado por chilenos; por hombres sujetos a una misma historia y a un mismo paisaje que
les modelará un mismo carácter, los exaltará en las mismas glorias y los hará sobrellevar las
mismas miserias. No olvidemos tan pronto esa facilidad del extranjero para ‘chilenizarse’ y
la parte que le cabe a la tierra en el misterioso proceso” (Subercaseaux 29).
El estilo de la historia en los tiempos de guerra: gilberto Freyre y los ensayistas...
169
este texto, Braudel con énfasis toma distancia de las ideas deterministas de
la Anthropogeographie en el sentido de Friedrich Ratzel, pero insiste en la
iluminación mutua de la historiografía y la geografía. Sostiene, a pesar de
su predilección personal por la geografía (y por la fuerza estética que surge
a partir de las descripciones geográicas y de los paisajes) que la geografía
no puede explicar enteramente ni la vida ni la historia humanas:
Non, la géographie n’explique pas toute la vie, ni toute l’histoire des
hommes. La scène sur laquelle ils vivent, si importante qu’elle soit
(elle demeure et ils passent) ne commande pas tout. En dehors de sa
prise ne cesse de grandir le travail de l’homme sur les choses et de
l’homme sur l’homme” (Braudel, La Méditerranée 301).
Para el historiador francés, son, al in y al cabo, las reacciones de los hombres
frente a las “resistencias del ambiente” el verdadero punto de referencia para
medir la posible determinación por la geografía. Así, las representaciones
sugerentes de la “geografía loca” de Benjamín Subercaseaux habían sido
admiradas y aplaudidas por Braudel, pero no le llegaron a parecer suicientes.
Al fundamento le faltaría el ediicio:
Le Chili ne mérite-t-il pas un portrait plus complet, je veux dire
une maison entière? Je comprends le désir de Subercaseaux d’aller
à ce qui ne bouge pas, à cette “éternité de l’histoire appuyée sur la
géographie”, pour lui reprendre une de ses belles formules. Mais
la vie s’échappe sans in de cette immobilité de terre et de pierre”
(Braudel, Chili 446).
En resumen, se puede destacar que la “historia à la brasileña”, en particular
la obra de Gilberto Freyre y su estilo especíico, híbrido y ensayístico, fue
una fuente impactante e inspiradora para Braudel quien, en aquel momento,
estaba en vías de redactar su obra más conocida sobre el Mediterráneo durante
los años de su cautiverio alemán en la Segunda guerra Mundial y en los
años de la posguerra. Braudel era un lector apasionado de la obra de Freyre
y de otros textos de ensayistas latinoamericanos. Los leía, ante todo, como
discursos de búsqueda identitaria. Esta manera de interpretar los textos no
es sorprendente en sí, por supuesto; sin embargo, hay que tener en cuenta el
momento especíico del proceso germinativo de su obra fundacional sobre el
Mediterráneo. Esta obra se puede leer como una relexión y reconstrucción de
los fundamentos (geoculturales) del Viejo Mundo, es decir, los fundamentos
identitarios, en un momento de profunda crisis debido a la guerra Mundial. La
170
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
recepción creativa de Freyre y otros ensayistas latinoamericanos demuestra los
entrelazamientos sutiles de ideas que surgieron en un mundo en transformación
donde se van cuestionando poco a poco las dicotomías entre los centros y
las “márgenes” de la historia.
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 173-198
gILBERTO FREYRE Y SÉRgIO BUARQUE DE HOLANDA:
MESTIÇAGEM Y CORDIALIDADE COMO ESTRATEgIAS
DE CONVIVENCIA1
Horst Nitschack
Universidad de Chile
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
En los años treinta del siglo XX, los autores gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda
presentaron en sus dos grandes ensayos Casa-grande & Senzala (1933) y Raízes do Brasil
(1936), respectivamente, los conceptos de mestizaje y cordialidad, que contribuyeron en
forma decisiva para lo que se puede entender como ‘brasileñidad’. En el presente artículo se
propone leer estos dos conceptos en el contexto de la discusión sobre cuál será el papel de
Brasil en el proceso de modernización y de las perspectivas y posibilidades que tiene el país
para desarrollar una modernidad adecuada a sus propias condiciones históricas y culturales.
Así, mestizaje y cordialidad se entienden como formas de convivencia que, a pesar de su
origen problemático en la colonialidad, presentan un potencial considerable para el desarrollo
de una modernidad brasileña propia.
pALABRAS CLAVE: gilberto Freyre, Sérgio Buarque de Holanda, mestizagem/mestizaje,
cordialidad, convivencia.
Durante os anos 30 do século XX, os autores Gilberto Freyre e Sérgio Buarque de Holanda
apresentam em seus dois grandes ensaios Casa-grande & Senzala (1933) e Raízes do Brasil
(1936) a ‘mestiçagem’ e a ‘cordialidade’, dois conceitos que contribuirão decisivamente ao
que pode ser entendido como ‘brasilidade’. No presente artigo, se propõe uma leitura desses
dois conceitos no contexto da discussão sobre qual será o papel do Brasil no processo de
1
Este artículo es resultado de una investigación en curso, que se realiza en el contexto
del proyecto Fondecyt 1120116: Rebeldes, malandros, delincuentes y locos: resistencias,
transgresiones y expectativas utópicas en la literatura brasileña del siglo XX.
174
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
modernização e sobre as perspectivas e possibilidades que o país possui para desenvolver
uma modernidade adequada as suas próprias condições históricas e culturais. Dessa forma,
a ‘mestiçagem’ e a ‘cordialidade’ se entendem como formas de convivência que –apesar
de sua origem problemática durante a colônia– tem uma potencialidade considerável para
desenvolver uma modernidade brasileira própria.
Palavras-chaves: Gilberto Freyre, Sérgio Buarque de Holanda, ‘mestiçagem’, ‘cordialidade’,
convivência.
During the 1930s, authors Gilberto Freyre and Sergio Buarque de Holanda present in their
two major works –The Masters and the Slaves (1933) and Roots of Brazil (1936)– the idea
of ‘miscegenation’ and ‘cordiality’, two concepts that contribute decisively to what can be
understood as ‘Brazilianness’. In this article, these two concepts are interpreted within the
discussion about the role of Brazil in the modernization process and the country’s prospects
and possibilities of developing a sense of modernity in accordance with its own historical and
cultural background. Thus, ‘miscegenation’ and ‘cordiality’ are seen as forms of coexistence
that, despite its problematic origin in colonial times, have considerable potential to develop
its own Brazilian modernity.
Keywords: Gilberto Freyre, Sérgio Buarque de Holanda, miscegenation, cordiality, coexistence.
El año 1922 fue en Brasil motivo para conmemorar el centenario de la
independencia, una ocasión para celebrar la brasilidade, pero también un
momento de relexión y crítica.
Sin duda alguna, en los últimos 100 años el país ha logrado reconocimiento
a nivel internacional. Logró asegurar en el continente sudamericano sus
fronteras con los países vecinos sin conlictos bélicos (a excepción de la
Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay (1865-1870)) y, a su vez, (con
una sola excepción, en este caso la Guayana Británica) ha resuelto a su
favor todos los conlictos limítrofes. Si bien la tardía liberación de esclavos
(1888) y la transición del Imperio hacia una República (1889) condujeron a
diversos conlictos de carácter civil (la “Revolta da Armada” entre 1891 y
1894, y sobre todo la Guerra de Canudos), estos acontecimientos no lograron
desestabilizar al país. Las exportaciones de café, caucho y cacao garantizaron
a las oligarquías y a la burguesía una riqueza considerable, que permitió la
modernización a gran escala de la ciudad de Río de Janeiro. A pesar de esos
avances, la República, la que pronto –a partir de 1930– sería llamada “a
República velha”, se verá enfrentada a un gran descontento, cuyo origen se
encuentra en el hecho de que el país no logró cumplir con las expectativas
que había despertado en sus ciudadanos en el transcurso del siglo XIX. A
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
175
nivel nacional, es en ese entonces un país con una fuerte inequidad social
y cultural, dado que la abolición formal de la esclavitud no trajo consigo la
erradicación de la inequidad social y económica. Alarmantes son la tasa de
analfabetismo y el nivel de miseria en las zonas rurales más apartadas, para
las cuales prácticamente no existe acceso desde los centros urbanos y la costa.
A comienzos de siglo XX, dos publicaciones que diieren bastante la una
de la otra concitan la atención del pequeño segmento de opinión pública culta
sobre estas profundas injusticias en el país. Dichas publicaciones se centran
en manifestaciones absolutamente dispares del atraso de Brasil, identiicando
necesariamente causas totalmente diferentes para éstas: Euclides da Cunha
narra en su obra Os Sertões (1902) la historia de la Guerra de Canudos, en
la que alrededor de 15.000 habitantes del Sertão (Sertón), en una resistencia
abierta contra las autoridades regionales y en cuatro campañas militares,
lideradas por el predicador Antonio Conselheiro, fueron inalmente aniquilados
en forma brutal por parte del ejército brasileño. En A América Latina. Males
de Origem (1905), Manoel Bomim plantea claramente la pregunta acerca de
las causas del atraso de Brasil, el que de ningún modo se corresponde con
las ideas rectoras del país del ordem e progreso.
Mientras Euclides da Cunha insiste en la necesidad de un proceso civilizador
para el país (“Estamos condenados à civilização” (Cunha 157)), reconociendo
al mismo tiempo los riesgos de dicha civilización, que –al igual que en la
guerra de Canudos– puede llegar a grados de barbarie que nada tienen
que envidiar a aquellos de los “no civilizados”, para Bomim aún no se ha
iniciado en el país un proceso real y apropiado de civilización. Al comienzo,
Euclides da Cunha se mantiene leal en sus argumentos al pensamiento
positivista y, al momento de alejarse de éste, se aferra al darwinismo social
de Spencer, quien ve las causas de la ausencia de progreso no solo en el
clima y la situación geográica del país, sino también en el tema racial. En
cambio, Manoel Bomim responsabiliza solamente a la política colonialista
portuguesa del atraso de Brasil –y eso es precisamente lo que hace provocativo
su pensamiento– a lo que el intelectual y académico descollante en esa época,
Silvio Romero, reacciona con una amplia polémica, convirtiéndose Manoel
Bomim en un adelantado teórico de la colonialidad. En su concepto del
“parasitismo” del colonialista (un concepto aún contaminado biológicamente,
similar por cierto al concepto del “hibridismo” que nos resulta familiar),
que explota al colonizado, lo somete a su poder y lo obliga a una situación
de total dependencia y pasividad intelectual y moral, va también más allá
del término colonialidad, ya que según Bomim dicho parasitismo conduce
176
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
a la decadencia y ruina del propio colonizador. por lo tanto, para Manoel
Bomim no son “la inferioridad” de la raza indígena y de la raza negra, ni
tampoco la decadencia generada por el mestizaje las responsables del atraso
del país, sino solamente el parasitismo del colonialismo portugués. Como
consecuencia de ello, para Bomim la solución tampoco puede estar en una
política racial en cualquiera de sus formas, ya sea que se trate del necesario
blanqueamiento racial (branqueamento) –por el que aboga Silvio Romero a
pesar de reconocer la importancia del aporte indígena y africano a la cultura
brasileña– o de una reinterpretación positiva del mestizaje, que reconoce a
la nueva raza como la raza del futuro, sino que solamente se encontraría en
una política educacional amplia y profunda.
Sofremos, neste momento, uma inferioridade, é verdade, relativamente
aos outros povos cultos. É a IgNORÂNCIA, é a falta de preparo e
de educação para o progresso – eis a inferioridade efetiva, mas ela é
curável, facilmente curável. O remédio está indicado. Eis a conclusão
última desta longa demonstração: a necessidade imprescindível de
atender-se à instrução popular, se a América Latina se quer salvar
(Bomim 360, énfasis suyo).
No obstante, ¿cómo se miden el atraso y la falta de civilización del país,
que al constatarse en aquel entonces provocaron dicho descontento y crítica
respecto al desarrollo de Brasil desde su independencia? La comparación con
la metrópolis portuguesa o con las culturas europeas más importantes, cuya
superioridad antes de la primera guerra Mundial aún es reconocida sin problema
alguno (aquí Bomim constituye una excepción con su crítica a Portugal), no
puede ser el argumento. La autocrítica se genera en la comparación con un
país americano, que experimentó durante el siglo XIX un desarrollo como
ningún otro país en la región: los Estados Unidos de América.
Ya en la época del Imperio, Brasil comienza a compararse con Estados
Unidos y a hacerse la pregunta ¿por qué Brasil, pudiendo compararse con
el vecino del norte por su dimensión y posibilidades, no ha logrado un
desarrollo similar en el trascurso del siglo XIX? Aquí se ven enfrentadas dos
posiciones: por una parte, la admiración por los EE.UU. y la convicción de
que el desarrollo de ese país debe servir de modelo para Brasil y, por otra, el
rechazo radical a los EE.UU. como una forma social y económica para Brasil.
Los admiradores de los Estados Unidos son precisamente los intelectuales
y políticos liberales del país que habían abogado por la abolición de la
esclavitud, como por ejemplo Joaquim Nabuco. El 28 de agosto de 1908, éste
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
177
pronuncia un discurso en la Universidad de Chicago sobre “A Aproximação
das duas Américas”, un amplio panegírico de los EE.UU., airmando por
ejemplo: “Vos, como toda alta civilização, não podeis fazer mal a nenhuma
outra nação. O contato íntimo convosco, seja em que condições for, só poderá
portanto trazer benefício e progresso à outra parte” (cit. en Rosi s/p).
El historiador, crítico literario y embajador, Manuel de Oliveira Lima, se
expresa de manera similar: “Os EUA constituem o mais acabado organismo
político de que temos conhecimento, nação dotada de recursos imensos, de
admirável estrutura administrativa, de vigorosas qualidades privadas, raça
inventiva, possante, apta para a dominação” (cit. en Lisboa 197).
Teniendo en cuenta lo anterior, es decir, la proclamación de los EE.UU.
como un modelo para el desarrollo de Brasil, es dable entender a los
detractores de los EE.UU., quienes posteriormente, sobre todo en los años
20, comenzarán a adquirir mayor peso. Lo que llama la atención aquí es que
la crítica a los EE.UU. es expresada fundamentalmente por intelectuales
conservadores anti-republicanos, como por ejemplo por Eduardo prado en
su libro A Ilusão Americana (1893) –cuya primera edición fue prohibida y
coniscada por orden del gobierno republicano–, y también en Populações
meridionais do Brasil (1920) de Oliveira Vianna, quien luego se convirtiera
en asesor del gobierno fascista de getúlio Vargas.
A comienzos de los años 20 se produce un cambio decisivo. La totalidad
del movimiento vanguardista brasileño (modernismo) asumirá una posición
crítica frente a los EE.UU., siendo causas muy variadas las que contribuyen
a desmitiicar el “modelo norteamericano”. En primer lugar, la Primera
guerra Mundial, que puso en duda la superioridad cultural de la civilización
occidental con la que se identiica a los EE.UU. La obra de Spengler La
decadencia o El ocaso de Occidente es interpretada en numerosas ocasiones
como pronóstico de la decadencia contemporánea de la cultura occidental
(contrariamente a la propia argumentación de Spengler); posteriormente, la
Revolución rusa y el nacimiento de la Unión Soviética, junto con las crisis
económica del mundo capitalista a inales de los años 20, que también tuvo
consecuencias dramáticas para Brasil. Asimismo, la superación deinitiva
del pensamiento positivista, que a in de cuentas signiicaba la justiicación
ilosóica de la superioridad occidental y, por consiguiente, la legitimación
de una política colonialista, permite que Brasil intente comprenderse e
interpretarse a partir de sí mismo. Una nueva generación, que representa a
un nuevo Brasil, asoma en el escenario nacional. Un Brasil que pretende
liberarse deinitivamente de la dependencia internacional (especialmente
178
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
en el ámbito cultural), que intenta explicar su propia historia desde el punto
de vista histórico, social y cultural a partir tanto de su problemática (paulo
prado: Retrato do Brasil - Ensaio sobre a tristeza brasileira (1928)) como
de sus posibilidades (g. Freye: Casa-grande & Senzala (1933)), y ya no
más partiendo de los paradigmas de las teorías raciales del positivismo, o un
Brasil que al menos está decidido a darle a aquellas teorías raciales, como la
teoría del mestiçagem, una nueva interpretación que favorezca absolutamente
sus propios intereses.
Dos eventos, cuyos efectos marcarán el siglo XX brasileño, anticiparán –de
manera sintomática en 1922, el año de la conmemoración del centenario de la
independencia– a este nuevo Brasil. El primero de ellos, la Semana de Arte
Moderna de São paulo en abril de 1922, deja entrever un cambio cultural,
que luego en el transcurso de los años 20 se verá relejado en maniiestos
frecuentemente citados y en las expresiones del arte vanguardista (Schwartz).
El segundo acontecimiento es de carácter absolutamente diferente: también
una revolución, en este caso una revuelta que termina trágicamente. Dicho
acontecimiento está menos presente en la conciencia histórico-cultural y,
a pesar de su carácter trágico, ha sido considerado en repetidas ocasiones
como un evento anecdótico en la historia política del país: la Revolta dos
18 do Forte de Copacabana del 16 de julio de 1922. Esta revuelta, que dejó
como saldo 17 rebeldes muertos durante el enfrentamiento con las tropas
regulares, dio inicio al movimiento tenentista que interviene la historia
nacional con la Marcha de la Columna Miguel Costa – Carlos prestes entre
1925 y 1927, y que jugará un rol decisivo en el golpe de Estado de getúlio
Vargas en 1930.
Si a partir de la Semana de Arte existe una inluencia soterrada para la
contrucción de la nueva capital Brasília2, también existe una correspondencia
velada entre la Revolta dos 18 do Forte de Copacabana y el golpe militar
de 1964: dos proyectos extremos de cambio bajo circunstancias totalmente
opuestas.
2
El 21 de abril de 1960, el presidente Kubitschek inaugurará la nueva capital Brasília,
a pocos kilómetros de donde el 7 de septiembre de 1922 el presidente de la época, Epitacio
da Silva pessoa, había colocado la primera piedra para la construcción de una nueva capital.
Brasília será la realización de un sueño modernista. El planiicador urbano de esta obra, Lúcio
Costa, y su principal arquitecto, Oscar Niemeyer, concretarán lo que los artistas de la época
del modernismo habían soñado.
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
179
El paralelismo histórico entre el modernismo y el “tenentismo”, por un lado,
y entre dos de sus efectos tardíos –la construcción de Brasília (1960) y el golpe
militar (1964)–, por otro, de los cuales un número considerable de antiguos
tenientes fueron responsables –no es una coincidencia. Estos movimientos
tienen más en común de lo que pareciera: en ambos se repite una gloriicación
de la nación y de lo nacional, ambos luchan contra enemigos parecidos:
hacia el exterior, la dependencia de Brasil de los países industrializados y
del imperialismo; y hacia el interior, el poder de las oligarquías tradicionales.
Ambos movimientos utilizan estrategias similares –por cierto, en ámbitos
completamente diferentes: el área cultural y aquella de la lucha política
directa–: acciones rupturistas, el choque, la intervención violenta y, en el
caso de los militares, el golpe militar. Ambos buscan “acercarse al pueblo”
y redescubrir, reinventar “lo nacional”, forjando una identidad que fortalezca
la unidad nacional mediante la creación del mito de una nación.
En la etapa de transformaciones violentas, marcada por los drásticos
procesos de modernización de los años 20, destacan en el ámbito cultural los
maniiestos literarios, las novelas y el arte vanguardista y, a nivel político,
la Gran Marcha de Prestes (1925-27), que atraviesa miles de kilómetros al
interior del país, con el objeto de movilizar al pueblo en contra del poder de
los latifundistas.
Dichos cambios culminan con la revolución de 1930, que supone el in
de la primera República, la República Velha, y da inicio a la era de getúlio
Vargas, quien entre 1937 y 1945 estará al mando del Estado Novo, un Estado
populista de rasgos claramente fascistas, pero que sin embargo practicará
el realismo político, en el sentido de aprovechar las ventajas económicas y
políticas que trae consigo el apoyo a los Estados Unidos en la Segunda guerra
Mundial. Brasil se convertirá en el único país latinoamericano cuyas tropas
participarán en los acontecimientos bélicos de Europa (Italia). Los cambios
de los años 20 a nivel nacional e internacional y el in de a República velha
se convierten en un desafío para la burguesía brasileña y sus intelectuales,
en el sentido de replantearse y redeinirse a sí mismos y a su país, con el in
de demostrar que éste sí cuenta con el potencial étnico y cultural para llegar
a ser una nación moderna aún bajo condiciones tropicales y con un pasado
colonialista portugués.
Estos son los antecedentes por los cuales en este trabajo se compararán a
continuación dos de los ensayos más inluyentes sobre la cultura brasileña del
siglo XX: gilberto Freyre: Casa-grande & Senzala. Formação da Familia
Brasileira sob o regime da Economia Patriarcal, (1933) y Sérgio Buarque
180
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
de Holanda: Raízes do Brasil, (1936)3. Se trata de dos interpretaciones del
país que no podrían ser más distintas la una de la otra.
gilberto Freyre nace en 1900 al noreste de Brasil, en Recife, y sus antepasados
pertenecían a la antigua aristocracia rural de pernambuco. Inicia sus estudios
universitarios en 1918 en la Universidad Bautista de Baylor en Tejas, EE.UU.,
y continúa éstos en la Universidad neoyorquina de Columbia. Su profesor, el
antropólogo Franz Boas, ejercerá una gran inluencia sobre él. En su doctorado
titulado Social Life in Brazil in the Middle of the 19th Century, desarrollará los
fundamentos para lo que sería su tesis principal en Casa-grande & Senzala,
su libro más leído: el mestiçagem entre los amos portugueses y los esclavos
africanos como una forma de convivencia, en la que los antagonismos sociales
y culturales encuentran su equilibrio (Ventura y Costa).
Tras sus estudios en los Estados Unidos, gilberto Freyre retorna al noreste
brasileño. La revolución de 1930 lo obliga, en su calidad de estrecho colaborador
del gobernador de pernambuco, quien había apoyado al presidente derrocado
washington Luiz, a exiliarse en portugal en compañía del gobernador. Allí
comenzará a elaborar el manuscrito para Casa-grande & Senzala. Esto
quiere decir que dicho estudio será escrito a partir de una disputa directa
y un conlicto con las fuerzas políticas y militares de la Alianza Liberal,
que fuera apoyada por el movimiento tenentista, al cual pertenecían los
principales integrantes de la Coluna Prestes. Contrariamente al proyecto de
cambio violento del país de los partidos progresistas del sur, gilberto Freyre
apostará a la fuerza cultural y políticamente dinámica del mestiçagem, que
en los últimos siglos sentó las bases de un Brasil auténtico y que, según él,
entrega todas las condiciones para un Brasil realmente brasileño, que forjará su
futuro a partir de su propio pasado y que creará un orden social sobre la base
de sus propias prácticas sociales: una renovación no a partir del sur urbano,
industrializado y europeizado que representa São paulo –ni tampoco de la
Semana de Arte de 1922–, sino a partir del potencial cultural y ecológico
del noreste del país. Ya en su estudio de 1925, en su Livro do Nordeste,
gilberto Freyre había desarrollado dicha posición, defendiéndola luego en
su Manifesto Regionalista en el Primeiro Congresso Regionalista realizado
en 1926 en la ciudad de Recife (Ventura). A partir de 1930, primero en el
3
El apellido Holanda puede encontrarse escrito también como Hollanda, su forma
original, pero que Sérgio Buarque de Holanda reemplazó por Holanda al irmar. En la primera
edición de Raízes do Brasil el apellido del autor ya aparece escrito de esta forma.
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
181
exilio en portugal y posteriormente durante una nueva estadía en EE.UU.,
Freyre profundizará esta tesis, orientando a ésta su trabajo cientíico, que
convierte el mestiçagem en la base de la cultura brasileña. La revalorización
del mestiçagem en contra de las teorías raciales del siglo XIX se había iniciado
ya a inales de aquel siglo. Sus primeros efectos se vieron en la teoría del
branqueamento, defendida por cientíicos e intelectuales inluyentes como
Sílvio Romero. posteriormente, la mezcla con la población blanca, así como
la inmigración de población blanca (en su mayoría hombres), conllevará
inevitablemente un branqueamento racial y, por consiguiente, la “mejora
racial” de la población4. Si bien implícitamente esto sigue siendo una teoría
racial, que le atribuye a la población blanca un potencial de desarrollo mayor,
constituye al mismo tiempo una rectiicación de la teoría racial clásica, según
la cual cualquier tipo de mestiçagem necesariamente supone decadencia y
ruina. En dicha teoría se vislumbra un primer alejamiento desde una teoría
racial positivista y determinada meramente por elementos biológicos, hacia
un concepto de raza, en el cual la “raza” se constituye al mismo tiempo por
prácticas históricas, sociales y culturales. Según ello, el mestiçagem no solo es
una mezcla biológica, sino que se convierte en un aporte histórico y cultural
que distingue a la colonización portuguesa de las colonizaciones española e
inglesa en las otras regiones de América.
Esta revaloración del mestiçagem desde una connotación discriminatoria a
una de fortaleza étnica y cultural, incluso de superioridad, está relacionada con
una valorización general de la identidad de los intelectuales latinoamericanos,
que se verá respaldada por los dos acontecimientos acaecidos a comienzos
del siglo XX, ya mencionados anteriormente: la primera guerra Mundial y
la Revolución rusa. A ello cabe agregar la Revolución mexicana, como un
importante acontecimiento regional. Así también resulta coherente el primer
gran ensayo en el que el mestizaje se describe como proyecto proactivo, que
se presenta no solo como libre de toda sospecha de decadencia, sino como
programa para una futura humanidad, tal como lo formula el mexicano José
Vasconcelos en La raza cósmica (1925). En la última parte de su ensayo,
Vasconcelos hace referencia precisamente a Brasil, pero no tanto porque
4
Al respecto, Lilia Moritz Schwarcz señala: “Também o antropólogo Roquete pinto,
como presidente do I Congresso Brasileiro de Eugenia, que aconteceu em 1929, previa, anos
depois e a despeito de sua crítica às posições racistas, um país cada vez mais branco: em 2012
teríamos uma população composta de 80% de brancos e 20% de mestiços; nenhum negro,
nenhum índio”. Schwarcz, Lilia Moritz, Nem branco nem preto, muito pelo contrário... (26).
182
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la mezcla racial ya se hubiera producido allí –en ese caso, según su teoría
del mestizaje, éste ya ocuparía otro lugar en la jerarquía de las potencias
mundiales–, sino debido a su potencial en materia de recursos naturales.
José Vasconcelos es invitado a la celebración con motivo del centenario de
la independencia. por cierto, en la descripción de su viaje, no hace mención
alguna de la Semana de Arte, pero sí de una visita a las cataratas de Iguazú.
gilberto Freyre reinterpreta en forma “realista” la mezcla de razas
como programa de una humanidad del futuro, limitándola a un proyecto
nacional, cuyos cimientos concretos se encuentran en la Casa-grande en las
prácticas culturales coloniales, en las formas de producción (explotación
de plantaciones y el Engenho) y en la vida cotidiana. Sin duda alguna, esta
revelación y la demostración de las prácticas del mestiçagem en la vida
cotidiana de todas aquellas personas que comparten ese espacio central de
Casa-grande & Senzala constituyen la fortaleza y el poder persuasivo de
dicho libro. El mismo gilberto Freyre lo consideró más un estudio literario
que uno sociológico o antropólogico (Ventura 45 y Darcy Ribeiro, cit. en
la reseña de Lila Moritz Schwarcz en el presente volumen). Este libro saca
su poder del convencimiento no tanto de lo sistemático de la investigación
cientíica, sino de la representación literaria, en la que de hechos aislados,
probados históricamente, se generan conclusiones universales formuladas
de manera brillante. En este sentido, Casa-grande & Senzala constituye aún
hoy en día un libro apasionante y persuasivo. Tal como en todas aquellas
obras cientíicas notables cuyas teorías se han vuelto insostenibles, pero que
aun así leemos porque constituyen un aporte tanto a nuestra visión sobre la
historia, como al entendimiento y análisis de las razones y argumentos por
los que estas obras fundamentan y deienden dichas teorías, también sucede
en el caso de gilberto Freyre que su imagen de la convivencia en la Casagrande (allí era donde se producía la convivencia –el espacio dominado por
colonizadores y no en la Senzala, el espacio (limitado) de los colonizados),
puede interpretarse como una genial autojustiicación de las prácticas sociales
de la sociedad colonial portuguesa en el noreste de Brasil. Mediante ésta se
logran –desde la perspectiva del colonizador– fundamentalmente dos cosas:
1) evitar un conlicto abierto y permanente entre el colonizador y el colonizado
(los quilombos y sobre todo el de palmares5 se mencionan al margen, pero
5
Una región en el actual Estado federal de Alagoas, en la que entre 1580 y 1710
esclavos fugados fundaron “comunidades” autoadministradas que defendieron contra diversos
ataques por parte de la administración colonial.
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
183
en ningún momento se tematizan), y 2) evitar la negación completa del otro,
del colonizado, que en última instancia supone una autonegación parcial del
colonizador, en la medida en que a éste le unen numerosas prácticas comunes
con el colonizado. El amplio reconocimiento del aporte de la cultura de los
esclavos africanos a la cultura de la sociedad colonial portuguesa y luego a
la creación de una cultura brasileña autónoma, contribuye evidentemente a la
revalorización de la cultura brasileña. No se trata tanto de una estrategia de
encubrimiento de las prácticas coloniales, sino más que eso: de una estrategia
de consecuente revaloración del colonizador y, por consiguiente, de la cultura
brasileña en su totalidad.
Aquí reside la gran ambivalencia del término –y de las prácticas– del
mestiçagem: sin duda, constituye una práctica que distingue por principio
a las sociedades coloniales de las metrópolis, siendo forjadora de identidad
para América Latina, especialmente para Brasil, pero también constituye
una práctica sujeta a la hegemonía del colonizador: él es quien define
dónde y cómo se produce ésta. Las plantaciones son lugares de propiedad
del colonizador, el espacio de la Casa-grande ha sido construido por él,
y él decide quién accede a éste o es excluido del mismo. Las reglas de la
convivencia las establece el colonizador, los espacios del colonizado están
limitados y estrictamente controlados: la cocina, el contacto con los hijos e
incluso la esfera más importante del mestiçagem: las relaciones sexuales entre
los portugueses y las mujeres indígenas en primer lugar y en segundo lugar
con las esclavas6. Se trata claramente de una relación de género deinida por
las estructuras de poder, pero que en ninguna parte del libro es explicitada,
sino más bien constituye una loa a la sensualidad y al encuentro placentero
entre el colonizador y la colonizada –sobre todo en el cuarto capítulo “O
escravo negro na vida sexual e de familia do brasileiro” (301-380). De dicha
relación queda excluido –con la mayor naturalidad– el segmento masculino
de los colonizados. Ellos deben entregar sus mujeres al colonizador blanco
sin contraprestación alguna. pero tampoco las mujeres blancas participan en
este mestiçagem. Las contrapartes de dicho mestiçagem son el hombre blanco
y en primer lugar el gran número de mujeres indígenas, luego las esclavas
6
“A luxúria dos indivíduos, soltos sem família, no meio da indiada nua, vinha servir
a poderosas razões de Estado no sentido de rápido povoamento mestiço da nova terra [...] O
ambiente em que começou a vida brasileira foi de quase intoxicação sexual [...] O europeu
saltava em terra escorregando em índia nua; os próprios padres da Companhia presicavam
descer com cuidado, senão atolavam o pé em carne” (93).
184
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
y inalmente las mulatas. Desde esta perspectiva, se le atribuye al concepto
del branqueamento una cierta lógica cínica, ya que esa dominación del
hombre blanco debe efectivamente conducir, en la práctica del mestiçagem,
a un branqueamento.
paralelamente esta práctica del mestiçagem se releja en otro fenómeno,
considerado tanto por gilberto Freyre –al igual que, como veremos más
adelante, por Sérgio Buarque de Holanda– como algo sintomático para la
sociedad brasileña (y seguramente también para las sociedades latinoamericanas
en general): la clara primacía de las relaciones personales sobre aquellas
institucionalizadas y deinidas por reglas y leyes objetivas. La práctica sexual
sobre la que se basa el mestiçagem llevó solo en sus inicios a la fundación
de familias. posteriormente, con la llegada de mujeres portuguesas y bajo la
presión social de contraer matrimonio, sobre todo entre familias portuguesas,
los matrimonios mestizos pasaron a ser una excepción. Si bien la institución
“matrimonio” existía de manera formal, en la práctica cotidiana no era
precisamente la instancia donde se producía el mestiçagem. por consiguiente,
con esta relación institucionalizada entró a competir en la vida cotidiana
una serie de relaciones personales, con efectos sostenibles en el tiempo y
con múltiples consecuencias, que por cierto incluso en la esfera más íntima
eran deinidos por la jerarquía social. Con toda la sensualidad celebrada por
gilberto Freyre, los encuentros eran siempre entre colonizador y colonizada,
amo y esclava o mulata directamente dependiente, y no entre dos individuos
que pudieran elegir libremente. Incluso allí donde la personalidad del amo
blanco se sitúa, en su pasión, más allá de cualquier orden institucional y más
allá de todas las reglas del Estado y la Iglesia, seguirá representando el orden
colonial, incluso también cuando sus intereses individuales y particulares se
contrapongan a éste. En este espacio puede y debe producirse lo que Sérgio
Buarque de Holanda denominará cordialidade: la competencia entre las
reglas sujetas a una racionalidad institucional (trátese de la familia con su
orden, trátese del Estado o la Iglesia con sus leyes y mandamientos) y las
relaciones sociales deinidas por la personalidad del patriarca (el más fuerte)
y sus afectos, preferencias y aversiones. La Casa-grande es el reino de dichas
relaciones. Las instituciones oiciales, al inicio la Iglesia y el rey o virrey,
más tarde, a partir de la independencia, el Estado brasileño y sus emperadores
son aquí absolutamente marginales. Desde esa perpectiva, el mestiçagem se
convierte también en una de las razones más importantes para la primacía
de las relaciones personales sobre aquéllas institucionalizadas, un fenómeno
que antropólogos brasileños también diagnosticarán todavía a inales del
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
185
siglo XX para la sociedad brasileña (DaMatta 1997). Se trata –aún en el
presente– de la coexistencia de dos registros entre los cuales no existe una
jerarquía clara en pro de las relaciones racionales institucionalizadas, como
en las sociedades industrializadas del norte con un orden estatal claramente
deinido y sus leyes, sino en las que el sujeto individual a veces se comporta
como “personalidad” y otras como ciudadano, dependiendo de lo que mejor
corresponda a sus intereses (id. 226-238).
por lo tanto, el mestiçagem como práctica social de una convivencia no
implica solamente la conservación del orden colonial y de un sistema de
dominación, como lo establece Antonio Cornejo polar en su crítica al término
mestizaje 7‚ sino también un orden social en el que se favorecen relaciones
personales arbitrarias, pasando la racionalidad institucional a un segundo plano.
Considerar las relaciones sexuales entre el descubridor y colonizador y
las mujeres indígenas y africanas el fundamento del mestiçagem, que a su
vez es la base de la brasilidade –una sociedad y cultura brasileña auténtica–
tiene como consecuencia que dicha cultura se entienda a sí misma como
una cultura en la que la reproducción constituye un acto “placentero” de la
naturaleza8, en la que la riqueza de la cultura tropical ofrece un medio de
subsistencia disponible gratuitamente y en la que el trabajo constituye un
fenómeno de menor importancia. Ello se demuestra en la ilustración anexa a
Casa-grande & Senzala, en la que el ingenio –el lugar de producción– y las
plantaciones, es decir los dos lugares donde los esclavos hombres realizan
el trabajo principal del que vive la Casa-grande como totalidad, solamente
se aprecian al margen. En esta abundancia tropical, el trabajo parece estar de
más; por esta razón, también aquellos que lo realizan pueden quedar excluidos
7
“Varias veces he comentado que el concepto de mestizaje, pese a su tradición y
prestigio, es el que falsiica de una manera más drástica la condición de nuestra cultura y
literatura. En efecto lo que hace es ofrecer imágenes armónicas de lo que obviamente es
desgajado y beligerante, proponiendo iguraciones que en el fondo sólo son pertinentes a
quienes conviene imaginar nuestras sociedades como tersos y nada conlictivos espacios
de convivencia […] Añado que –pese a mi irrestricto respeto por ángel Rama– la idea de
transculturación se ha convertido cada vez más en la cobertura más soisticada de la categoría
de mestizaje. Después de todo el símbolo del ‘ajiaco’ de Fernando Ortiz que reasume Rama
bien puede ser el emblema mayor de la falaz armonía en la que habría concluido un proceso
múltiple de mixturacion” (Cornejo Polar 867).
8
Como lo describe irónicamente Mario de Andrade en los primeros capítulos de
su libro de Macunaíma, en los que la pereza y la copulación se muestran como la ocupación
principal de la tribu de Macunaíma, el héroe sin carácter alguno.
186
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
de la imagen. La loa al ocio –según gilberto Freyre las múltiples formas de
vida en la hamaca, desde el mestiçagem sexual gozoso hasta los traslados por
esclavos en hamacas sostenidas por barras– es solamente la otra cara de un
tema literario que se repite en la literatura brasileña en múltiples variaciones,
como en el caso del notable poeta Olavo Bilac: “O brasileiro é naturalmente
triste, são as três raças que contribuíram para a sua formação”. También el
subtítulo del ensayo de paulo prado, publicado en 1928, Retrato do Brasil:
Ensaio sobre a tristeza brasileira, llama la atención sobre la tristeza tropical. Si
dicha tristeza debiera interpretarse como una pérdida de identidad cuya causa
estaría en el mestiçagem, o si se trata de una forma secular de la acedia, del
no querer hacer nada, de la desidia del corazón, que siempre va acompañada
de inactividad –preguiça de Macunaíma–, no es un tema a profundizar aquí.
Sea como fuere, en la Casa-grande & Senzala de gilberto Freyre se muestra
el mundo tropical desde su lado más seductor. El tropicalismo y el mestiçagem
se presentan como prácticas culturales dignas de vivir, frente a un mundo
capitalista de alienación. gilberto Freyre no abandonará esa orientación, sino
más bien le dará continuidad en su libro tras la Segunda guerra Mundial,
New World in the Tropics: the Culture of Modern Brazil (1959) (una versión
revisada de Brazil, an Interpretation (1945)) que fuera publicado primero
en EE.UU. Lilia Schwarcz señala al respecto: “Novo mundo nos trópicos é,
assim, um estudo sintético e no seu conjunto até otimista: longe do jargão do
‘país-perdido’ surge a idéia de vanguarda do mundo e de uma ‘democracia
dinamicamente étnico-cultural’” (Schwarcz, Gilberto 316). Y agrega: “É o
próprio Freyre quem destaca e gloriica esse povo que foi, no limite e em
seu entender, responsável pela formação de uma sociedade e de uma cultura
repostas nas suas singularidades.” (Schwarcz, Gilberto 316-317).
El Brasil de gilberto Freyre se determina a partir de la privacidade,
sobre ello llama la atención también Lilia Schwarcz de manera incisiva
en sus estudios. En cambio, la esfera pública aparece como secundaria. A
pesar de importantes diferencias, en la Casa-grande & Senzala se identiican
considerables coincidencias con el segundo gran estudio de aquellos años
sobre Brasil que, al igual que el estudio de gilberto Freyre, sigue siendo
hasta el día de hoy un clásico de la literatura brasileña: Raízes do Brasil de
Sérgio Buarque de Holanda9.
9
En 2013 fue publicada una nueva versión de la traducción al alemán con un epílogo
del sociólogo brasileño Sérgio Costa, en el que éste señala: “Dos ensayos de los años 30
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
187
Sin embargo, Sérgio Buarque de Holanda escribe desde una posición
totalmente diferente y habla –al parecer– sobre un Brasil totalmente distinto.
proviene de una familia de clase media de São paulo, la ciudad que en
aquellos tiempos comenzaba a convertirse en la ciudad más moderna y
económicamente más poderosa de Brasil. En ese entonces contaba la ciudad
con aproximadamente 600.000 habitantes (en 1880 eran tan solo alrededor
de 80.000), de éstos más de un tercio eran emigrantes sobre todo europeos,
pero también asiáticos. São paulo se convierte en el escenario principal
del movimiento modernista y, por consiguiente, en la ciudad de la Semana
de Arte de 1922. En una entrevista otorgada en 1982, Buarque de Holanda
(1982) reconoce su cercanía al movimiento modernista, en el que los negros
por primera vez se habrían convertido en sujetos del arte. Aquí comienza a
vislumbrase una de las grandes diferencias entre g. Freyre y S. Buarque de
Holanda: mientras el primero escribe sobre el mundo cotidiano común entre
blancos y negros –aun cuando fuera desde la perpectiva del colonizador–,
para los modernistas la cultura negra pasará a convertirse en objeto de su arte.
También la formación de Sérgio Buarque diiere mucho de la de Freyre:
en el año de la revolución de 1930 se encuentra en Berlín como corresponsal
extranjero del periódico O Jornal, desde donde comenta elogiosamente la
elección de Júlio Prestes como presidente (Buarque de Holanda 2011), cuya
asunción, por cierto, es impedida por gétulio Vargas y la Revolução de 30.
Durante sus años de estadía en Berlín (1929-1931), asiste a las clases del
historiador Meinecke y lee los estudios de Ernst Kantorowicz, Leopold von
Ranke, Carl Schmitt, georg Simmel, Ferdinand Tönnies, werner Sombart
y particularmente de Max Weber (Costa 242), al que se referirá luego en
Raízes do Brasil. Tras su retorno a Brasil se instalará en Río de Janeiro,
incorporando parte de sus registros de Alemania en dicho ensayo, que será
publicado en 1936.
En forma similar a gilberto Freyre, Sérgio Buarque de Holanda también
intentará comprender el Brasil de ese entonces a partir de la época colonial
(Raízes do Brasil, capítulos 1-4). No obstante renunciará a cualquier teoría
racial, apoyándose en sus profesores alemanes –para los que cualquier forma
de sociología argumentada mediante la pertenencia a una raza constituía
permitieron reinventar intelectualmente la nación brasileña, inluyendo decisivamente sobre
la imagen y autoimagen que la marcan hasta el día de hoy”. Hablamos de Casa-grande &
Senzala y Raízes do Brasil.
188
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
una postura fascista o al menos cercana a ésta– proponiendo derivar el
desarrollo social de Brasil no a partir de una relación entre razas, sino desde
la relación individuo, sociedad y Estado, una dimensión que gilberto Freyre
deja completamente de lado. El fenómeno en el que según Sérgio Buarque
de Holanda se expresa de la manera más clara la singularidad de la relación
individuo, sociedad y Estado, la relación singularidad–generalidad y leyes en
la historia de Brasil, es el de la cordialidade. Sin embargo, a diferencia de lo
que se podría suponer a primera vista, se está haciendo referencia allí a una
estrategia que refuerza estructuras de poder existentes. El homem cordial,
reiriéndose al brasileño, también al brasileño del siglo XX, representa el
penúltimo capítulo de Raízes do Brasil. Las primeras relexiones al respecto
se encuentran en el artículo “Corpo e alma do Brasil: ensaio de piscologia
social”, publicado en 1935, en el que Buarque de Holanda hace suyo el
término introducido por Ribeiro Couto de homem cordial, reinterpretándolo
por cierto de manera crítica. Tema central del análisis de Buarque de Holanda
es, según él, la contradicción característica para Brasil entre las relaciones
personales y las relaciones de poder creadas a partir de éstas, por un lado,
y las relaciones deinidas y reguladas por un orden estatal y una legislación
objetiva, por otro. Ambos órdenes exigen y forjan individuos absolutamente
diferentes y, por consiguiente, también subjetividades completamente
distintas, un término que no encontramos en Buarque de Holanda, pero que
hoy en día nos es familiar. Sin embargo, dado que la realidad social de Brasil
está marcada sobre todo por las relaciones personales, manteniéndose al
mismo tiempo el orden estatal oicial y sus leyes relativamente inoperantes
e impotentes, la individualidad brasileña está determinada sobre todo por las
dependencias personales que deben ser creadas frente a las demás personas
y dentro de las cuales se desenvuelve. Lo que suaviza –podría decirse así en
forma igurada– esas relaciones personales de poder y no reguladas por leyes
objetivas, es la cordialidade. El individuo que se ajusta a dicha sociedad es
el homem cordial. Con ello de ninguna manera se está haciendo referencia
a algún tipo de predisposición “natural”, sino más bien todo lo contrario, a
una conducta generada por circunstancias históricas y sociales que pretende
hacerse pasar por natural o intenta parecer natural, la manera como Sérgio
Buarque de Holanda redeine el homem cordial de Riberiro Couto (1932).
para éste, el homem cordial de América es –sobre todo en Brasil – una
contribución de América Latina a la civilización, alineándose de este modo
con otras propuestas de aquellos años para convertir a América Latina en
“exportador” de civilización y no solamente de materias primas (véase Oswald
de Andrade y José Vasconcelos).
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
189
Sérgio Buarque de Holanda deducirá esa cordialidade a partir de formas
ritualizadas de la cortesía, de las boas maneiras (57), que siempre son el
resultado de obligación y control, como lo constata Norbert Elias en su
obra princial El proceso de la civilización (Der Prozess der Zivilisation),
escrito en la misma época. “Nenhum povo está mais distante dessa noção
ritualista da vida que o brasileiro. Nossa forma comum de convívio social
é no fundo justamente o contrário da polidez” (60). Si bien la cordialidad
puede parecer a veces cortesía, ello se debe a que ésta hace el intento de
ritualizar las expresiones espontáneas de la cordialidad. No es la cordialidad
la que adopta formas de la cortesía, sino al revés, es la cortesía la que
intenta mostrarse como cordialidad espontánea. La cortesía es más bien una
actitud defensiva frente a la sociedad. Es algo aparente del inividuo, más
bien un mecanismo de defensa, que permite a cada persona esconder sus
sentimientos y sensaciones (60). En la “psicología” de nuestro homem cordial
se contraponen precisamente los mecanismos sicológicos: “No ‘homem
cordial’ a vida em sociedade é de certo modo uma libertação do verdadeiro
pavor que ele sente em viver consigo mesmo, em apoiar-se sobre si próprio
em todas as circunstâncias da existência” (60). El modelo del individuo
responsable de sí mismo, autónomo y que se deine a partir de sí mismo le
provoca temor al homem cordial. Su individualidad es precisamente la parte
social, vivir en los otros (um viver nos outros). En cambio Sérgio Buarque
cita en forma crítica el zaratustra de Nietzsche. “Vuestro mal amor a vosotros
mismos hace de la soledad una cárcel” (78), señalando que ese tipo de ser
humano que carece de amor por sí mismo es el brasileño al que le falta una
“personalidade fortemente homogênea e equilibrada em todas as suas partes”
(61). Es decir, el homem cordial es considerado como un fenómeno social y
no como expresión de cordialidad espontánea y, más allá de ello, en forma
absolutamente crítica, como un individuo que se desvía de sí mismo a través de
la alienación. Con ello se convierte en lo contrario del hombre cordial, quien
a través de su cordialidad se protege de los otros. Las formas de cordialidad
se aceptan en el trato en Brasil solamente cuando no existe la posibilidad
de un “convívio mais familiar” (61). Frente a la costumbre portuguesa de
atribuirle valor a los títulos de honor, Brasil se distingue por el “desejo de
estabelecer intimidade” (61). No obstante, Sérgio Buarque de Holanda no
considera esa apertura a lo social como un modelo a seguir: “pode-se supor
que essa aptidão para o social constituísse uma tendência aproveitável
para a organização coletiva. É um engano” (63). Como esa conducta social
cordial constituye en realidad una evasión de un actuar individual autónomo,
190
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
seguro de sí mismo y responsable, dicha conducta social se compensa con
la expectativa de leyes rigurosas del Estado: “para nós […] é a rigidez, a
impermeabilidade e a perfeita homogeneidade da legislação [contrariamente
a la práctica en Inglaterra, HN] que nos parecem os requisitos sine qua non
de toda disciplina social. […] Aí reside o principal fundamento de nosso tão
acentuado estatismo” (63-64). Es decir, de las leyes rigurosas del Estado se
espera que compensen la responsabilidad social que el homem cordial no
está dispuesto a asumir. Sin embargo, el Estado brasileño no fue durante el
Imperio un estado despótico, ni tampoco lo es en el presente. Fue uno de
los primeros países que abolió la pena de muerte tras un largo tiempo en
que ya no era aplicada. Finalmente, la consecuencia de ello es –como lo
destaca Sérgio Buarque de Holanda haciendo referencia a una larga cita del
publicista Alberto Torres– la profunda separación entre política y vida social,
es decir, también una profunda separación entre la nación y la clase que se ha
consagrado a la política. “A política é, de alto a baixo, um mecanismo alheio
á sociedade, perturbador de sua ordem, contrária a seu progresso, governos,
partidos e políticos sucedem-se e alternam-se, levantando e combatendo
desordens, criando e destruindo coisas inúteis e embaraçosas” (cit. en 66).
Esta separación entre nación y política es para Sérgio Buarque de Holanda
la consecuencia de la contradicción descrita más arriba entre la conducta del
homem cordial, cuya cordialidad no está dispuesta a asumir responsabilidades,
y la expectativa de que las leyes estatales hagan lo que les corresponde para
ordenar la sociedad. No obstante, la letra muerta (a letra morta) no puede
guiar el destino de los pueblos, es decir, también las mejores leyes quedarán
sin efecto si la práctica social (del homem cordial) no está concebida para
respetar éstas en la vida cotidiana. Allí también ve Sérgio Buarque de Holanda
la causa del fracaso de la “ideologia impessoal e antinatural do liberalismo
democrático” (66) en Brasil.
Só assimilamos efectivamente esses princípios até o ponto em que
coincidam com a negacão pura e simples de uma autoridade incómoda,
em que conirmava nosso instintivo horror às hierarquias e em que nos
permitiam tratar com familiaridade aos governantes. A democracia
no Brasil foi sempre um lamantável mal-entendido. Uma aristocracia
rural e semifeudal importou-a e tratou de acomodar-se como póde aos
sus preceitos que tinham sido justamente a bandeira de combate da
burguesía europeia, e isso somente porque esses preceitos pareciam
os mais acertados para os tempos e eran exaltados nos livros e nos
discursos (66).
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
191
Roberto Schwarz repetirá ésto de manera muy similar en su muy citado y
discutido ensayo “As idéias fora do lugar” poco más de 40 años más tarde.
Aquí Sérgio Buarque de Holanda explica por qué esas ideas están “fora
do lugar”: un sujeto que se entrega a la cordialidade puede aceptar tales
reglas abstractas y objetivas tanto en aquellos casos en que éstas no están
comprendidas en su estrategia de la cordialidade, como en aquéllos en que
el individuo pretende dejarlas a cargo del Estado, con el que, en lo posible,
no quisiera tener nada que ver. Es decir, según la interpretación de Sérgio
Buarque de Holanda, las ideas del liberalismo, incluso en la parte moderna de
Brasil, en el que el Estado se ha establecido como institución, nunca podrían
llegar a ser acogidas por individuos que estuvieron dispuestos a orientar sus
propias acciones y su práctica social en virtud de éstas. para qué hablar del
mundo de la Casa-grande & Senzala.
Lo que pudiera objetarse de los comentarios de Sérgio Buarque Holanda
es que éstos son válidos solamente para una pequeña parte de la población
brasileña, aquella para la que el Estado y sus leyes objetivas, pero al mismo
tiempo abstractas, son una opción. Tal Estado, sin embargo, prácticamente
no existía en el Noreste del país, como lo pone en evidencia gilberto Freyre
en Casa-grande & Senzala. Las relaciones sociales estaban determinadas y
dominadas allí por las relaciones personales. La clara separación entre la esfera
pública y la privada, en la que de la primera se espera que acepte las reglas
de la racionalidad generales, haga posible y fomente un control recíproco de
aquellos que se desenvuelven en ella y la esfera privada donde son efectivas
las dependencias personales –sean éstas familiares o amistosas–, constituye
un fenómeno de la modernidad, del Estado moderno y del mercado y su
orden que se legitima como racional. Dicho Estado comienza a imponerse
lentamente en el sur industrializado de Brasil y solo después en el Noreste,
en donde el poder de los coroneis y de los clanes familiares es, en gran
medida, hasta la segunda mitad del siglo XX, inquebrantable. Allí son las
dependencias personales las que no solo determinan la esfera privada, la
intimidad –como lo expresa Lilia Moritz Schwarcz–, sino también dominan
el acontecer social en su totalidad, la política, la economía y el aparato
administrativo. Y ello no se considera “inmoral” o “ilegal”, sino “obvio”
y “natural”. El poder es, bajo estas circunstancias, una institución personal
y no una abstracta. Entender éste como instancia abstracta, que se legitima
mediante leyes objetivas y que, gracias a su racionalidad puede exigir un
reconocimiento general (voluntario), es el resultado de un complejo proceso
de transformación hacia la modernidad.
192
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
La sociedad del mestiçagem de la Casa-grande y el Brasil de la
cordialidade tienen en común que ambas son la expresión de sociedades
premodernas o –quizás también– de prácticas sociales que se han mantenido
en una heterogeineidad cultural simultánea a las formas sociales modernas
comprometidas con la racionaldiad y las leyes objetivas.
No obstante, no son solamente estas dependencias personales las que
caracterizan a la sociedad brasileña en estos relatos tan opuestos. Esto no
bastaría como criterio, dado que las dependencias personales han marcado
todas las sociedades preindustrializadas. Lo que resulta relevante agregar
son las formas que estas dependencias personales –en el caso de gilberto
Freyre, la práctica del mestiçagem, en el caso de Sérgio Buarque de Holanda,
la cordialidade– adoptan. Y también aquí encontramos un importante punto
en común entre las tan diversas descripciones de gilberto Freyre y Sérgio
Buarque de Holanda: el mestiçagem de la Casa-grande –no precisamente el
mestiçagem urbano, que es el resultado de encuentros más o menos casuales,
sino un mestiçagem en un espacio claramente deinido– es en la descripción
de Freyre el resultado de una convivencia no solamente marcada por la
sensualidad y el erotismo, sino en la que paralelamente se lleva a cabo un
intercambio intenso y creativo de diversas prácticas culturales (prácticas
religiosas, costumbres culinarias, tradiciones orales). En otras palabras,
es solamente en muy pequeña medida una forma ritualizada de relaciones
personales. precisamente a ello le atribuye Sérgio Buarque de Holanda gran
importancia: la cordialidade es lo contrario de la amabilidad ritualizada.
La cordialidade intenta precisamente liberarse de rituales. Ambos autores
describen la sociedad colonial portuguesa como una forma de convivencia,
en la que las ritualizaciones, es decir, las normas establecidas que regulaban
las relaciones personales, jugaban un rol menor. por el contrario, tanto el
mestiçagem de Freyre como la cordialidade de Buarque de Holanda se
caracterizan por otorgarle un gran espacio a la subjetividad, aun cuando dicha
subjetividad es, sin duda alguna, aquélla de los dueños del poder. Éstos no
se dejan limitar mediante rituales ni tampoco a través de un orden externo
abstracto, sea éste el Estado o la Iglesia. Al mismo tiempo, se trata de una
subjetividad que, según Buarque de Holanda, está marcada por el horror às
distáncias y el terror do isolamento (Buarque de Holanda, Corpo 62 y 67).
No se trata de la subjetividad de un individuo independiente, autónomo,
sino de un individuo que para conservar y asegurar su autonomía requiere
siempre de un entorno social (familia, amigos, empleados) y del apoyo de
éste. Dicha subjetividad está basada en el reconocimiento de la diversidad, de
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
193
la diferencia, y no en un reconocimiento mutuo en igualdad de condiciones.
El reconocimiento de la diferencia –cabe enfatizarlo en este contexto– es
un argumento extremadamente ambivalente, ya que tradicionalmente la
conirmación comprende una desemejanza. Así es como el antropólogo
Raimundo Nina Rodrigues insistía expresamente en marcar la diferencia
de la “raza negra”, exigiendo para ésta –precisamente por su desemejanza e
“inferioridad” racial– leyes especíicas (Schwarcz 21).
Con seguridad Buarque de Holanda tiene razón cuando expresa sus dudas
respecto a las expectativas en relación con la efectividad de leyes abstractas
y leyes generales, que no están establecidas en las tradiciones, usanzas y
costumbres. por cierto, las leyes solo pierden su naturaleza abstracta cuando
pueden contar con un aparato que garantice su imposición. Construir tal
aparato a través de preparación técnica, instituciones y el inanciamiento
correspondiente, debe ser de interés de un Estado moderno. Este y su
sujeto político, el ciudadano seguro y responsable de sí mismo, entran
necesariamente en conlicto con una sociedad tradicionalmente orientada a
las relaciones personales. La debilidad y precariedad del Estado brasileño en
vías de modernización tiene, sin embargo, graves consecuencias para dicho
sujeto político. Bajo estas circunstancias, el conlicto entre los derechos del
ciudadano y las exigencias que una persona pretenda justiicar o imponer a
través de sus relaciones personales se resuelve habitualmente mediante el
poder de dichas relaciones.
passa-se [...] de ‘cidadão brasileiro’ ou de ‘individuo’, papéis sociais
universalizantes que nessas situaçães não dão qualquer direito, a
alguém que é ‘realmente alguém’: deputado, avogado, oicial das
Forças Armadas, secretário de Estado etc. Ou, o que é ainda melhor,
parente e amigo (isto é, alguém substantivamente ligado a um igurão)
(DaMatta, Sabe com 215).
Roberto DaMatta analizó detenidamente este fenómeno sobre la base de la
fórmula utilizada recurrentemente en dichos conlictos: “¿Sabe Ud. con quién
está hablando?”. “O ‘sabe com quem está falando?’ [...] é um instrumento
de uma sociedade em que as relaçães pessoais formam o núcleo daquilo que
chamamos de ‘moralidade’ (ou ‘esfera moral’), e tem um enorme peso no
jogo vivo do sistema, sempre ocupando os espaços que as leis do Estado e
da economia não penetram” (id. 195).
por cierto, este espacio en favor de la intervención de la personalidad
puede transformarse positivamente en una sociedad horizontal ya no
194
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
jerárquica, sino basada en la igualdad. Y ello, dado que en el conlicto entre
una actuación orientada a una racionalidad abstracta y rígida, y una orientada
a la responsabilidad personal, se le debe dar preferencia, sin duda alguna, a
lo último. Esto es lo que sugieren las ideas de DaMatta:
De fato, quando uma regra burocrática, universalizante e impessoal
perde sua racionalidade diante de alguém que alega um laço de iliação,
casamento, amizade ou compadrio com outra pessoa considerada
poderosa dentro do sistema, estamos efetivamenteo operando com
uma situação muito complexa. pois de um lado temos uma moral
rígida e universal das leis ou regras impessoais que surgem com uma
feição modernizadora e individualista e são postas em práticas para
submeter a todos os membros da sociedade. E, do outro, temos a
moralidade muito mais complicada de relaçães sociais imperativas,
em que a relação pessoal e a ligação substantiva permitem pular a
regra ou, o que dá no mesmo, aplicá-la rigidamente (id. 216-217).
El salirse de las “reglas burocráticas, universalizantes e impersonales” puede
tener un efecto muy ambivalente: puede ser una estrategia para la defensa
de privilegios y, por lo tanto, de desigualdad, pero también la resistencia
a una racionalidad abstracta burocratizada que siempre tendrá su origen
–volviendo al concepto de Roberto Schwarz– en un fora de lugar. La ilusión
de que las “reglas impersonales”, es decir la lógica abstracta del mercado,
podrían contribuir a una mayor equidad y justicia, la hemos perdido. En las
negociaciones entre sujetos sociales diferentes, las personalidades individuales
que se consideran representantes de dichos sujetos, legitimando su actuación
con ello, son irrenunciables.
La simultaneidad de estos dos registros, el de lo personal y aquel de las
reglas y leyes objetivas, le otorga a la sociedad brasileña precisamente la
lexibilidad y la habilidad para negociar en situaciones de conlicto con aquellos
registros diferentes, tanto en la esfera privada como en la pública. Bajo las
condiciones de una clara primacía de las relaciones personales, como en la
sociedad colonial o en un Estado débil y no apoyado por las instituciones
correspondientes, existía sin duda alguna el riesgo de transformar “en forma
irracional” la relación personal en uso de violencia, pasando por encima de
todo derecho y ley. Es el momento en el cual el homem cordial se convierte
en tirano, un riesgo en el que claramente Sérgio Buarque de Holanda hace
hincapié. Sí, la tendencia hacia tales reacciones irracionales es inherente, por
así decirlo, a las estructuras de poder de la sociedad colonial. No obstante,
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
195
cuando luego se producían escaladas, existía una gran disposición a olvidar
éstas lo más rápido posible. Brasil no conoce ninguna “leyenda negra”,
la historia de la sociedad esclavista es narrada por gilberto Freyre como
Casa-grande & Senzala y cuenta con entusiastas lectores. Lo mismo es
válido para la lucha contra la dictadura militar que, 10 años después de los
acontecimientos, se describe en el best seller O que é isso companheiro (1979),
de Fernando gabeira –personalmente ex miembro de la guerrilla urbana–,
más como una novela de aventura sobre una revuelta juvenil (Ridenti) que
una etapa de una transformación nacional e internacional hacia una nueva
forma de globalización.
Mestiçagem y cordialidade aparecen en Casa-grande & Senzala y en Raízes
do Brasil como estrategias de convivencia, cuyo origen se encuentra en el
pasado colonial, en las cuales las relaciones sociales estaban dominadas por
dependencias personales. Ello no quiere decir que no fueran estrategias que
se puedan revalorizar y resultar constructivas para una sociedad moderna. Si
hacemos una comparación de la sociedad esclavista de Brasil con aquella de
los EE.UU., podemos señalar que ya en el pasado –pese a las críticas– dichas
estrategias inluyeron positivamente sobre la convivencia. La abolición de
la esclavitud en Brasil no estuvo vinculada a una guerra civil sangrienta ni
tampoco el país conoció el apartheid, dos elementos sobre los cuales llaman
la atención ambos autores.
pese a todas las diferencias, los estudios de ambos autores pueden leerse
como una búsqueda de capacidades de desarrollo y de perspectivas para el
futuro, inherentes a la misma historia brasileña. En este contexto aparece
también la revalorización de la colonización portuguesa, que encontramos
en los dos. Solo en una relación positiva y al mismo tiempo crítica con la
propia historia es posible encontrar las bases para una vía autónoma hacia
la modernidad o descubrir una modernidad propia.
En Casa-grande & Senzala y en Raízes do Brasil nos encontramos con dos
posiciones que causaron un impacto sostenido en el tiempo para la discusión
sobre la cultura brasileña del siglo XX. Así como ambos autores analizan
el Brasil de los años 30, partiendo de posiciones opuestas y perspectivas
diferentes (aun cuando en esos años se encuentran en Sérgio Buarque de
Holanda continuamente observaciones muy positivas respecto a la importancia
de Casa-grande & Senzala), también en los años 60 asumirán posiciones
opuestas frente a la llegada al poder de la dictadura militar. gilberto Freyre
se pondrá de lado de los militares, reclamando un Estado autoritario y una
política de modernización guiada por el Estado, mientras Sérgio Buarque de
196
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Holanda se incorporará a la oposición intelectual y tras el endurecimiento de
la dictadura a través del Ato Institucional 5 y en señal de protesta, abandonará
la cátedra en la Universidad de São Paulo (USP). En 1980 se convertirá en
uno de los miembros fundadores del Partido de los Trabajadores (PT).
Así como la política populista del Estado Novo puede interpretarse como
una conirmación de las explicaciones y relexiones de S. Buarque de Holanda
sobre el homem cordial y la separación entre política y sociedad civil, en la
que al mismo tiempo la cordialidade exige un Estado fuerte, la llegada al
poder de los militares puede entenderse como una nueva conirmación de
dichas tesis. gilberto Freyre estaría en lo cierto de una manera muy diferente.
Desde una perspectiva actual, el concepto del mestiçagem en Casa-grande
& Senzala no es que haya servido de orientación porque refutase la teoría
del branqueamento, que nos parece absurda hoy en día, sino porque gilberto
Freyre dio origen en su libro a un estilo argumentativo para la sociología,
por el cual ha encontrado –como lo evidencia Susanne Klengel en su artículo
en el presente volumen–, reconocimiento cientíico a nivel internacional.
Dicho estilo es una expresión de un “tropicalismo” que se identiica con
el mestiçagem cultural que este mismo propaga. En su descripción de la
sociedad colonial pareciera que las personalidades se humanizaran a través
de su subjetividad; e incluso, al colonizado se le atribuye una subjetividad,
lo que un lector crítico muy posiblemente podría poner en duda. No obstante,
con ello gilberto Freyre logra evidenciar la creatividad y productividad de
la diversidad cultural de la sociedad colonial –precisamente su mestiçagem–
que luego, a partir de los años 30, será determinante para la cultura nacional
brasileña. A partir de ese momento, y por varias razones, dicha cultura
ya no se identiicará con las élites, sino con la población, con el mismo
“pueblo”. Esto es válido tanto para la música y el baile (samba), para la
cocina brasileña, la corporalidad celebrada por la cultura playera, que nos
recuerda las descripciones de gilberto Freyre en la Casa-grande & Senzala,
como en general para la vida cotidiana, marcada por la ambigüedad de la
cordialidade, que identiicó Sérgio Buarque de Holanda de manera crítica.
Esta alianza entre los intelectuales y el pueblo, que se repite en los años 50 en
la coalición de trabajadores y burguesía progresista, propiciada por la política
del partido Comunista brasileño, alcanzará su apogeo en los años 60, durante
la primera etapa de la dictadura militar (1964-1968), en el tropicalismo y
tropicália, en la conciliación del modernismo y la cultura popular, pero al
mismo tiempo entrará en crisis. Emblemático de ello es la película Terra em
Transe de glauber Rocha, en la que se pone en escena el derrumbe del mito
gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda: mestiçagem y cordialidade...
197
de una alianza entre los intelectuales y el pueblo, como lo muestran Roberto
Schwarz y también Mónica gonzález garcía en el presente volumen.
Mediante mestiçagem y codialidade, gilberto Freyre y Sérgio Buarque
de Holanda describieron dos fenómenos y dos prácticas culturales que han
marcado en forma determinante la vida cotidiana brasileña hasta nuestros
días. En sus estudios dejaron al descubierto los orígenes históricos, culturales,
políticos y económicos del mestiçagem hasta la sociedad colonial, llamando
la atención paralelamente y en forma enfática sobre la fortaleza de éste
(Gilberto Freyre) y en forma crítica sobre la problemática de la cordialidade
(Sérgio Buarque de Holanda). Con ello han hecho un signiicativo aporte para
comprender la historia del Brasil del siglo XX, conirmando dicha historia en
gran parte estas interpretaciones, tanto en lo positivo como en lo negativo.
Traducido del alemán por Liliana Seelmann g.
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 199-214
LOS “EMpATES” Y LA MEMORIA DEL CAUCHO
Ana Pizarro
Universidad de Santiago de Chile
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
Los “empates” son formas de resistencia pacíica creadas por las poblaciones del Amazonas
brasileño y utilizadas para detener el avance amenazador de las empresas de deforestación
que invaden su espacio vital. Esta investigación busca demostrar que la disposición a esta
confrontación se nutre de una memoria colectiva en la cual es posible identiicar los ‘ecos’ de
tres momentos cruciales para la historia del caucho en la región: el sistema de extracción del
caucho de ines del siglo XIX y comienzos del XX; el episodio de la “Batalla del Caucho”,
declarada por el gobierno de getúlio Vargas durante la Segunda guerra Mundial; y las luchas
de Acre en la década de 1970, con el inicio de la estrategia de los “empates”. En el corazón
de esta memoria colectiva se encuentran tanto la tradición oral como el silencio.
pALABRAS CLAVE: Amazonía, caucho, deforestación, violencia, memoria colectiva.
Os “empates” são formas de resistência pacíica criadas pelas populações da Amazônia brasileira
e utilizadas para deter o avanço ameaçador das empresas de deslorestação que invadem o seu
espaço vital. Esta pesquisa procura demonstrar que essa disposição ao confronto se nutre de
uma memória coletiva na qual é possível identiicar os ‘ecos’ de três momentos cruciais na
história da borracha na região: o sistema de extração da borracha ao inal do século XIX
e a princípio do XX; o episódio da “Batalha da Borracha”, declarada pelo governo de Getúlio
Vargas durante a Segunda Guerra Mundial; e as lutas do Acre na década de 1970, com o
início da estratégia dos “empates”. No coração de esta memória coletiva se encontram tanto
a tradição oral quanto o silêncio.
Palavras-chave: Amazônia, borracha, deslorestação, violência, memória coletiva.
The empates are non-violent strategies of resistance devised by the inhabitants of the Brazilian
Amazonia in order to stop the threatening advance of companies that are invading and
deforesting their environment. This research attempts to demonstrate how this confrontation
200
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is informed by a collective memory in which it is possible to identify ‘echoes’ of three crucial
moments in this region’s history of rubber: the extraction of rubber at the end of the 19th
and the beginning of the 20th century; the “Battle of Rubber”, declared by the government
of Getúlio Vargas during World War II; and the struggles of Acre in the 1970’s, which marks
the beginning of the strategy of empates. We ind, at the core of this collective memory, not
only oral tradition but also silence.
Keywords: Amazonia, rubber, deforestation, violence, collective memory.
El tema que intentamos abordar se inscribe en dos ámbitos diferentes que en
este caso se articulan. por una parte, el de la memoria. Los estudios sobre la
memoria han tenido un gran crecimiento durante las últimas décadas en nuestro
continente en especial por la historia de dictaduras del pasado reciente, y han
inscrito su espacio de búsquedas más que nada en las sociedades industriales
y posindustriales. El momento industrial marca una clara línea divisoria entre
memoria e historia, como ha sido estudiado por pierre Nora entre otros teóricos
del tema, momento de un cambio de ritmos temporales, de urbanización,
de un paisaje sonoro diferente, de otra relación del hombre con la vida. por
otra parte se inscribe en los estudios amazónicos. A nosotros nos interesa el
funcionamiento simbólico de un momento relativo a sociedades rurales de
ritmo y articulación del espacio como experiencias preindustriales, como es
el caso de los seringueiros, los recolectores del caucho en Brasil, cuyo medio
de trabajo es la selva, y a pesar de tratarse de una industria extractiva, su
origen nordestino y su forma y condiciones de trabajo les hace experimentar
una temporalidad diferente. Nos interesa en suma observar cómo funciona
la memoria en este grupo de historia singular.
Tal como estamos experimentándolo en la actualidad en los países
desarrollados y en sus efectos en el resto –“the Rest” en la acertada expresión
de Stuart Hall–, el sostenido crecimiento económico de las últimas décadas
empieza a dejar en evidencia una crisis ambiental de proporciones. Una
crisis inanciera, pero que también concierne y afecta a las bases sociales
y ambientales del modelo neoliberal vigente. Es a mediados del siglo XX
cuando entran en escena en los países centrales los movimientos ambientalistas
y la coyuntura actual tiene su inicio, tal como lo señalan los historiadores,
en la década de los sesenta. En lo que cabe a la Amazonía, es interesante
conocer lo que ocurre en el Brasil en el período, puesto que se trata del país
que posee mayor territorio amazónico de los ocho que la componen (Souza
159). Los años 60 son el momento en que una serie de gobiernos militares
Los “empates” y la memoria del caucho
201
se toman el poder en Brasil, poniendo en jaque la historia de la región
amazónica mediante un modelo de regulación social y política que insiste
en el progreso económico como la premisa esencial del progreso social. La
región es acoplada forzadamente al Centro-Sur del país, siendo integrada por
esa vía al mercado mundial. Esto signiica para ella, entre otros, ser víctima
de las crisis de éste.
En la Amazonía, los conlictos y los enfrentamientos son muchos y
permanentes. Ellos se relacionan con la construcción de hidroeléctricas que
alteran el medioambiente y dañan la vida de los habitantes del lugar. Es el
caso del convenio de 2009 entre perú y Brasil, un acuerdo energético para
una serie de centrales hidroeléctricas, una de las cuales es Itambarí, en la
frontera peruano-brasileña. Otro conlicto es el desencadenado por la central
de Belo Monte, en el río Xingú, en Pará, Brasil. Estos conlictos implican
deforestación, pero junto a ellos también hay los que tienen que ver con la
extracción ilegal de maderas, así como con el surgimiento de depósitos de
extracción de oro, tal como en Serra pelada, en la década de 1980, en donde se
generan formas de explotación humana extremas, así como formas inauditas
de construcción y destrucción de los tejidos sociales. Respecto de esto último,
el arte fotográico de Sebastián Salgado es conocido internacionalmente y
las imágenes del trabajo allí han dado la vuelta al mundo. Muchos otros
conlictos pueblan la historia de las últimas décadas en toda la región: los de
los movimientos de ocupación de la tierra; aquellos de los garimpeiros, cuyas
experiencias narrativas ponen en el tapete diseños culturales diferentes de
los conocidos; movimientos sociales de açaizeiros, conlictos de lavanderas,
parteras; en Ecuador, enfrentamientos con las petroleras; en Colombia, los
campesinos indígenas frente a las FARC, el ejército y los paramilitares, así
como las relaciones con el narcotráico, entre tantas otras. Estas observaciones
deinen el marco contextual de nuestro objeto de estudio.
Nos interesa en esta oportunidad, la historia del caucho desde la segunda
mitad del siglo XIX y en ella la recurrencia de ciertos contenidos de imagen,
iguraciones, que funcionan como soporte de declaraciones, relatos orales
o actuaciones más contemporáneas y en concreto en las acciones de los
años 70 del siglo pasado. Quisiéramos observar en ellas el funcionamiento
del pensamiento simbólico a nivel de los sectores populares. Queremos
apuntar a la forma en que actúa la memoria, de generación en generación.
De acuerdo con el egiptólogo Jan Assman, memoria y cultura tienden incluso
a coincidir, en la medida en que es el saber que regula las actividades y
percepciones de una sociedad. pensamos, con pierre Nora, que esta memoria
202
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
colectiva está directamente ligada a las instancias identitarias del grupo. Nos
interesa la memoria en su función acumulativa, pero también en su función
transformadora. Tal como veremos en los textos que siguen, la iguración
original de fortaleza del seringueiro toma diferentes formas, se resigniica,
a lo largo de su historia.
M. K. Schäffauer y Joachim Michael (2003) observan que esta función
transformadora tiene que ver con que ella incluye y excluye sentidos y
controla el cambio entre el recuerdo y el olvido. Es decir, lleva a cabo
procesos de desemiotización y resemiotización de los signiicantes. Por ello,
trabajaremos en dos niveles: por una parte, en lo que se ha llamado “memoria
comunicativa”, de acuerdo con el análisis de Jan Assman; y por otra en la
“memoria cultural”, concepto que recubre all knowledge that directs behavior
and experience in the interactive framework of a society and one that obtains
through generations in repeated societal practices and imitation (Assman
1995). Estas formas de la memoria son posibles de reconstruir tanto a través
de la historia oral como a través del documento o del objeto. Es necesario
anotar que en la memoria colectiva hay espacio para las alteridades, para la
memoria que se resiste a los sistemas del saber colectivo, que contradicen
la memoria cultural, es decir, para formas de memoria alternativa. “La
memoria está construida por distintas capas –dice Loreto Rebolledo– que se
compenetran, se contradicen, coexisten en in”. Su objeto, señala Assman,
son las huellas de aquello que las formas del pasado excluyen. Se trata de
formas que están presentes en las estructuras conectivas que establecen entre
las generaciones la continuidad comunicativa. Esta continuidad le da forma
de archivo a aquello que fue repertorio (Diana Taylor 2003). Nos interesa
esta última diferenciación.
A partir de 1964, con la toma del poder por los gobiernos militares, la
Amazonía brasileña experimenta la expansión de la frontera económica en
el Acre, zona de seringales y castañales por excelencia. Esto signiica la
entrada de la hacienda, la gran producción ganadera. Surge por otra parte
Medellín 1968, en donde la Iglesia latinoamericana se posiciona a favor de
la transformación de la realidad social. Los años de ines de los sesenta hasta
mediados de los setenta serán un período de auge de la lucha de masas en el
continente apoyada por la Teología de la Liberación.
En esta línea de desarrollo presentaremos en este artículo primeramente
la cuestión de los “empates”, el fenómeno social acreano de lucha gremial y
ambientalista, para luego mostrar cómo ellos tienen un marco de referencia que
es la memoria colectiva. Este marco se sitúa por lo menos en dos instancias
Los “empates” y la memoria del caucho
203
históricas que la misma memoria destaca y a las que vuelve con insistencia,
lo cual pone en evidencia su impronta en la cuestión identitaria, que ejerce
como sustento de las estrategias políticas elaboradas por los activistas de los
años 70 del siglo XX.
En diciembre de 1988, un título de periódico conmociona a un público
local e internacional a la vez. Es la muerte por asesinato, muerte “anunciada”,
de Francisco Alves Mendes Filho, en Xapurí, Acre brasileño. Se trata de
una conmoción que deja en evidencia al movimiento de los seringueros, los
trabajadores del caucho, que comenzaba recién a ser conocido en el terreno
internacional. Otros movimientos sociales, sobre todo en Amazonía, nunca
salen a la luz pública a ese nivel. permanecen en un silencio compartido por
el temor o en el silencio cómplice de la prensa local. En el caso de la muerte
de Chico Mendes, la situación es diferente porque su actividad política
había trascendido de lo local al terreno internacional. Otro dirigente, wilson
pinheiro, presidente del Sindicato de Seringueros, había sido ejecutado por
el poder de los latifundistas en Brasilia, en 1980. Era, junto con un sacerdote
de la Teología de la Liberación, un referente ético fundamental en la vida del
primero. El precio de los pistoleros había sido de 600 cruzados (unos 230
euros de la época). El año anterior a la muerte de Chico Mendes, habían sido
asesinados ochenta dirigentes y solo hubo juicio en dos casos (Shoumatoff
1991). Como era común en la zona, su muerte fue “anunciada” el año anterior
y ya se preveía luego la de wilson pinheiro.
El movimiento seringuero había adquirido con Pinheiro un peril particular:
él inicia el sistema de “empates”. Chico Mendes lo desarrollará más tarde,
como forma de dar la lucha para obtener la legalización de las llamadas
“reservas de extracción”. Ellas buscan establecer territorios protegidos de
la ganadería y, por tanto, buscan impedir la tala indiscriminada de árboles.
Ello porque el gran problema de los seringueros era la llegada a la zona de
grandes terratenientes que buscaban extender sus terrenos para la ganadería,
lo que signiicaba la muerte de los bosques y de la vegetación en general. La
muerte de la selva, como ha ido sucediendo en diferentes lugares de Amazonía
por razones diferentes. Con esta lucha, los trabajadores del caucho protegen
por una parte su subsistencia y, por otra, el recurso natural. En realidad, la
protección de la primera implica la del segundo y Chico Mendes era un dirigente
local que defendía la supervivencia de su grupo frente a la expansión de los
hacendados, los que a partir de la instalación de la propiedad agraria en la
región, en los años 70, se habían apropiado a través de la compra y diversos
métodos coercitivos de la zona de Acre, implantando el sistema latifundista.
204
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Su movimiento y su gestión se daban en un momento estratégico en que
comenzaba a nivel internacional a manifestarse masivamente una conciencia
de la importancia de la relación del hombre con la naturaleza, a través del
surgimiento del movimiento ambientalista. Esta situación histórica llevó a
que su discurso comenzara a ser leído, en ese terreno, más allá de lo local.
Su capacidad de liderazgo lo conducia rápidamente al aglutinamiento de
partidos, grupos, voluntades en torno a la defensa de la Amazonía, en donde
organizó y lideró la Alianza de los pueblos de la Selva. En ese momento, lo
que en Brasil aparecía como un peligro, en otros países comenzó a visualizarse
como una virtud. El dirigente comenzó a ser conocido a nivel internacional.
La lucha a través de los “empates”, esa nueva forma de enfrentar al poder,
con su espectacularidad, su paciismo y su arrojo, caracterizó al movimiento
seringuero de la época.
Así perilaba Chico Mendes esta estrategia:
A partir de 1975 empieza a nacer una consciencia [sic], y se organizan
los primeros sindicatos rurales paralelamente a la actividad de la Iglesia
Católica. Todo ocurrió de manera muy lenta hasta 1980, cuando se
generalizó por toda la región el movimiento de resistencia de los
seringueiros para impedir la gran deforestación. Nos inventamos
el famoso “empate”, nos poníamos delante de los peones con sus
sierras mecánicas e intentábamos impedir la deforestación. Era un
movimiento de hombres, mujeres y niños. Las mujeres tenían un
papel muy importante como línea de frente, y los niños se utilizaban
para evitar que los pistoleros disparasen. Teníamos un mensaje
para los peones: nos reuníamos con ellos y les explicábamos que si
destruían la selva no tendrían con que [sic] sobrevivir y, así, muchas
veces se nos unían. El mayor enemigo era la policía contratada por
los hacendados. Durante ese período hubo muchas detenciones y
palizas” (cit. en Ferrer 38).
Desde el primer empate, en 1976, se había logrado el establecimiento de
una serie de reservas extractivistas, a través de una lucha de arrojo, pero sin
violencia, al modo de gandhi o Martin Luther King.
En la perspectiva de una mujer participante en esta forma de lucha grupal,
el acontecimiento se narra, sin el razonamiento de Chico, de un modo más
vivenciado:
Tinha uma derrubada lá no Recanto, onde cortaram as terras.
Agora nós vamos empatar! Quem é que vai na frente? As mulheres,
ajunta tudo quanto é mulher e bota na frente. Tinha 25 policial e 1
Los “empates” y la memoria del caucho
205
tenente, guarnecendo os peão. Agora é que vão matar nós tudo! Aí
nós fomos, saímos de madrugada. Ia tudo bem na frente, era bem
umas 50 mulher ou mais e os homem atrás. Quando nós chegamos
lá onda tava os policial, menino, vinha chegando uns homens assim,
uns trazia os moto serra, outros trazia machado, uns baldes –acho
que era gasolina– menino, esses homens quando avistou nós soltaram
tudo isso no chão e avuaram pra trás na carreira! Aí eles pegaram
os fuzil, tudo baionetas escalada no nosso rumo. Aí disse assim:
“Vamos cantar já o hino nacional que eles baixa essas armas”. Aí
eu e a Marizinha, que é a ex-mulher do Raimundo de Barros, e nós
era que comandava, sabe? Que tinha mais coragem! Aí ela, vamos
cantar o hino nacional. Aí toquemos, cantando o hino nacional.
Todo mundo tirou o chapéu da cabeça, arriou assim, até o tenente
(Montysuma 2011, 170-171).
Ahora bien, ¿cuál es el modo de funcionamiento a nivel de memoria colectiva
de estos acontecimientos, tal como son perceptibles en la oralidad?
Nuestra tesis es que esta memoria colectiva funciona a partir de especies
de ecos referenciales que constituyen instancias identitarias. En estos ecos
existen tres momentos cruciales para la historia del caucho en la región:
en primer término, el sistema que se llevó a cabo a ines del siglo XIX y
comienzos del XX con los “coroneles de barranco”, los grandes propietarios
de las tierras caucheras de poder omnímodo. Luego, el episodio de la “Batalla
del Caucho”; y, en tercer lugar, las luchas de Acre en los años 1970 y la
estrategia de “empates”. para recuperar estos hitos a través del sujeto popular
nos aproximaremos a publicaciones de literatura de cordel y publicaciones
artesanales locales tanto actuales como de los períodos referidos. El período
actual, que comenzamos a estudiar ahora, tiene que ver también con estos
ciclos. Se trata ahora de la organización sindical de los seringueros.
El primero de los momentos señalados corresponde al episodio del
“desbravamento”, la entrada en la selva y la apropiación de ella por el hombre,
de la que la voz que enuncia se siente orgullosa, señalando porque nós somos
o im de esta geração de bravos:
Este desbravamento –dice– foi feito pelos nossos antepassados que
forçados pela histórica seca do 77, vieram para a região, viajando
em tombadilhos de navios e outros meios de transporte penetrando
nos rios não desbravados, principalmente no Purus, Acre e Juruá,
expondo-se a tudo.
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Para que estas regiões se tomassem no futuro território brasileiro
morreram centenas acometidos pelo impaludismo, picadas de cobras,
devorados pelas onças e outras feras e por im mortos nos combates
travados contra as tropas peruanas, que invadiram o Purus pela
nascente (Brito Nunes s/p).
El autor de este relato es un seringueiro nacido en 1921 en el seringal
“Muiraquitã”, colocação porto Central, Alto Rio purus, que, habiendo
podido ir a hacer estudios y participado en la Batalha da Borracha, tuvo un
largo camino hacia la tranquilidad económica y el reconocimiento social.
En el escrito se trata de un exitoso que da cuenta de su vida. Hay en el relato
entonces dos elementos que se encontrarán presentes también en otros, el
sentido del dolor de lo vivido y el de la fuerza con que se enfrentó la situación,
esto tanto a nivel individual como colectivo.
Es necesario recordar que esta apertura de la selva signiica también el
trabajo esclavo en los seringales, en donde el trabajador inmigrante, en el
caso de Brasil, indígena en Colombia, perú y Bolivia, experimenta el sistema
de aviamento, la exigencia de entrega excesiva de caucho, la tortura y la
muerte, como sucedió en el caso peruano de la “casa Arana”, en un modus
operandi que fue común a las diferentes zonas de extracción de esta materia
prima en un período de alza de su precio en los mercados internacionales.
Antonio Amaro da Silva, por otra parte, es un viejo yagunzo, “contador
de historias”. para esta parte del Brasil, situada en la Amazonía Occidental,
no hay fuentes documentales. Es por eso que el autor de este otro escrito dice
basarse en la tradición oral. Se trata de conversaciones en grupo en donde
el narrador principal es Seu Amaro, que sabía del odio popular en contra de
la autoridad, ya que era un sobreviviente de la guerra de Canudos y, como
tal, va a parar al Amazonas. En este sentido, es importante el punto de vista
desde el cual se narran las historias.
Segundo pregaba Antonio Conselheiro –dice– quando a noite aparecia
na porta da igrejinha, os homens tinham nascido para cumprir
missão sobre a terra. Essa, seria a prática do bem. Não se justiicava,
portanto, a existência de ricos e de pobres, dos que mandavam e dos
que tinham apenas o direito de obedecer; dos que sofriam os rigores
da fome e da miséria; dos que viviam na opulência e abusavam dos
fracos (Brito Nunes s/p).
Los “empates” y la memoria del caucho
207
Es importante la consignación de esta conciencia de la injusticia social que se
desplaza en los relatos a lo largo del siglo XX. Sobre la caída de la borracha,
en 1913, describe: hacia falta de tudo. De sal, de açúcar, de farinha e de
munição para armas de fogo. O único caminho era o rio para fugir de aquele
estado de miséria (Brito Nunes 1996: 243). El imaginario que revelan los
textos pertenece y no pertenece a la experiencia directa de los acontecimientos;
su relato es una crónica con forma de “memorias” o “historia de vida”.
Ellas se escriben por una necesidad de comunicar a los de su mismo grupo:
do seringueiro para o seringueiro, señala un subtítulo; o bien para que los
acontecimientos permanezcan y los conozcan los ilhos, netos e bisnetos.
Se insiste en que es para que el desbravamento no se olvide, pues se trata
narraciones que no están em nenhum livro. Nos situamos entonces en una
narración más próxima a la memoria que a la historia, puesto que, siguiendo
la distinción que pierre Nora hace entre ambas: la mémoire s’enracine dans
le concret, dans l’espace, le geste, l’image de l’objet. L’histoire ne s’attache
qu’aux continuités temporelles. Y airma: mémoire, histoire: loin d’être
synonymes, nous prenons conscience que tout les oppose (Nora xIx).
La crónica del “desbravamento” –a ines del XIX y comienzos del XX
en general– que hacen estos textos se orienta a una experiencia que forma
parte de la conciencia actual, que está en la cotidianeidad de las historias
familiares y que apunta siempre en dirección a la valentía, al heroísmo de
quienes allí fueron –que en su mayoría eran inmigrantes nordestinos en el caso
brasileño– y apunta también al nacionalismo en un momento de incipiente
construcción de la nación: ellos fueron a hacer patria desentrañando la selva
o luchando frente a los peruanos, por ejemplo. Se trata de un período en que
los límites geográicos están difusos y los gobiernos se preocupan de llevar
comisiones para marcar las fronteras. Es así como llega al Alto purus Euclides
da Cunha, cuya conclusión es una airmación categórica o seringueiro é um
forte. La memoria ha ido elaborando así el sentido de los acontecimientos
y este sentimiento de fortaleza es el marco colectivo que da sentido a la
memoria individual.
pero hay también una cierta elaboración en la direccion de clase, como
pudimos observar en alguno de los textos: estamos en el momento en que
surgen los llamados “barones del caucho” en toda la región, pues éste es una
materia prima fundamental para el salto industrial y de las comunicaciones
de comienzos del siglo XX, al haber adquirido un alto precio en los mercados
internacionales. Es el momento en que, a las condiciones de vida dura de
los seringueiros, se agrega la explotación que hacen de ellos las empresas
208
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
caucheras dirigidas por estos llamados “barones” por su poder –Suárez en
Bolivia, Arana y Fitzcarraldo en perú, entre los más conocidos, otros en
Brasil–, que pone en la prensa internacional, como es el caso del putumayo
en el perú, los grandes escándalos de esclavización, muerte y tortura de
estos trabajadores para obtener más volumen de producción. Los textos, en
general, muestran la relación de explotación y, en el caso brasileño como
se trata de nordestinos, muestran también que a la conciencia de patria, de
bravura, de expoliación, se suma el sentimiento de nostalgia por la tierra de
origen, el Nordeste, que a menudo también llaman “patria” y en donde en
general quedó su familia. En 1916, se publica un folheto de Firmino Teixeira
do Amaral, O rigor no Amazonas, que en algunas de sus treinta sextillas anota
el engaño de los patrones:
Os patrões dizem assim
Quando querem iludir,
Mostram vantagens ao freguês
Para com ele subir
Para ir é muito fácil
O diabo é para vir.
Quem se iar nessas loas
Lá vera no im do ano:
O mel transformado em fel
A esperança em engano
E o seringueiro dizer
-Ah! Coração de tirano!...
(Teixeira do Amaral119-120)
Los estratos mnémicos entonces se compenetran. Establecen jerarquías, en
este caso la explotación, la bravura, la nostalgia toman primeros planos.
pero también el olvido es parte de la memoria y entonces se negocia con él.
El antropólogo colombiano Juan Alvaro Echeverri analiza la experiencia
del grupo muinane en Colombia, que fue objeto de ejecuciones, torturas,
mutilaciones, violaciones y toda forma de explotación en el tiempo de la
Casa Arana. Este es el lugar emblemático en donde sucedieron las llamadas
“matanzas del putumayo”, descritas por el juez peruano C. Valcárcel y por
el juez paredes que se encargaron del caso a costa de enfrentamientos con
el poder de Julio Arana y su grupo. Ellas dieron lugar a los “escándalos del
putumayo”, y la cuestión fue llevada hasta las cortes inglesas en la medida
en que capitales de esta nacionalidad estaban incorporados allí.
Los “empates” y la memoria del caucho
209
Los muinane han necesitado volver hace poco allí, en 1993. Apunta
el investigador de los muinane que los descendientes de los grupos que
sobrevivieron al auge cauchero se reieren a las memorias de ese tiempo como
pertenecientes a lo que llaman el Canasto de las Tinieblas. En contraste con
ese oscuro canasto de malas memorias, hablan también de un Canasto de
Vida, donde están colocadas las semillas del futuro, mirando el crecimiento y
dejando atrás los peligrosos recuerdos de violencia y brujería del pasado (471).
Ellos peregrinaron hasta el lugar actual de la Casa Arana, en Colombia, que
hoy es un lugar que se puede visitar. Necesitaban enfrentar una memoria que
durante décadas no habían logrado asumir. Muchos de ellos envejecieron lejos
de sus tierras, otros habían nacido lejos de ella y aquel era el territorio ancestral.
Este territorio era conocido por los ancianos en palabras y memorias, pero
ellos no habían retornado allí desde la infancia. “para ellos este territorio
no es solo un lugar geográico, es la inscripcion de la vida y la memoria
en el paisaje”, airma el investigador, ambos quedaron amputados con los
acontecimientos de la Casa Arana. Y agrega: “necesitaban ir hasta allá con
sus hijos para mostrarles y retomar el hilo de sus vidas”. Caminaron cinco
días y llegaron. Entonces así hablaron a los antepasados que habían vivido
allí y habían experimentado las historias del horror:
Aquí, abuelito Jeevadeha, usted vivía y usted está. Somos sus nietos
y hemos llegado. A este punto llegamos y pisamos esta parte. ¿Cómo
está? Venimos bien. Con buen pensamiento. Los que somos sus huesos
venimos de regreso, los nietos que nacimos después de ustedes...
Venimos buscando las buenas palabras que hay en usted: la palabra
de vida, la palabra fría, la palabra de estimación. Tiene que darnos
esas palabras. Estamos limpiando encima de usted. Creíamos que
estábamos solos, usted está aquí. A eso vinimos, donde usted hemos
llegado. Esto le digo a usted (Echeverri 2012).
Aquí, entonces, no se invoca a la violencia, vista históricamente como
negativa, a pesar de lo padecido. para este grupo tocado con fuerza por los
episodios de la Casa Arana a comienzos del siglo XX, se trata de no mirar
hacia atrás, negociar con la memoria a través del olvido, el silencio, y mirar
hacia delante, construir futuro, “Canasta de vida”.
El segundo momento que marcan los relatos tiene que ver con un nuevo
episodio, ahora de los años 1940 en Brasil, llamado la Batalha da Borracha.
Como se sabe, durante la Segunda guerra Mundial, un tratado con los Estados
Unidos llevó a getúlio Vargas a comprometer gran cantidad de caucho para
210
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
enviar a este país. El caucho había tenido su gran caída en 1913, luego
que aparecieran las plantaciones de Malasia hechas por los ingleses. pero
ahora no era posible el transporte debido a la guerra. Entonces, el gobierno
de Vargas, que había entrado a la contienda, llevó a cabo una campaña
publicitaria enorme apelando al nacionalismo. Se buscó fundamentalmente
trabajadores en el nordeste. Quien no quisiera ir al frente de batalla tenía
la batalha da borracha como alternativa patriótica. Se trataba de luchar
por el Brasil, de defenderlo. Hace un poco más de un año, a ines de 2012,
antes de que muriese, la investigadora tuvo la posibilidad de conversar con
Vicência Bezerra da Costa, de 84 años, una de las pioneras de la colonización
nordestina en Acre, llamada afectuosamente por los vecinos Tia Vicência,
de Xapuri, muy conocida en el área por ser una de las sobrevivientes de la
época. Yo tenía desde luego la versión crítica del episodio, aventura política
engañosa de un líder populista que le costó más vidas al Brasil que las del
frente armado. Entonces le pregunté con ingenuidad: ¿Y por qué fueron a la
Batalha da Borracha? Me contestó, con un gesto sorprendido por la pregunta:
¡A gente foi pra defender ao Brasil! Efectivamente, a este llamado realizado
en términos escandalosamente patrioteros, la gente respondió masivamente
y con ingenuidad. Esta gran tragedia, producida por una situación de manejo
político voluntarista, llevada a cabo en las peores condiciones de protección,
reeditó el relato del caucho de comienzos de siglo, a partir de la excusa de
un nacionalismo absurdo. Este nacionalismo impregna la imagen popular del
episodio en el área, hasta hoy. Los textos anotan en relación con un “soldado”:
porque se embrenhou nas selvas para o cumprimento de uma missão espinosa,
dando prova de que era um bom patriota (Alves de Oliveira, s/f: 08). O bien:
O través desses acontecimentos com Alfredo José Roque, podemos
analisar como foi perigosa a lida do soldado da borracha e inalmente
de todos aqueles que lutaram e continuam lutando dentro das selvas
amazônicas com a inalidade de sobreviver, produzindo borracha,
fazendo agricultura para o seu consumo e engrandecendo a nossa
Pátria, com o desejo de recompensa (Alves, s/f: 10).
El episodio llevó a miles de nordestinos nuevamente a la selva amazónica
en condiciones paupérrimas. Jaime da Silva Araújo escribe “pai Nosso do
Seringueiro”, texto emblemático de la situación desde la perspectiva de quienes
trabajan (Vieira de Souza 1). Así lo expresa también un texto musicalizado
de Raimundo Alves llamado A lida do seringueiro:
Los “empates” y la memoria del caucho
211
Seringueiro lá na mata, nem parece um cidadão,
Naquela lida ingrata, trabalhando a bem da pátria e do progresso
do patrão;
Atacado pelos insetos, sarampo, febre e sezão,
Pouco dinheiro ele ganha e tem a farofa de banha como alimentação;
Ele sempre acorda é todo ensanguentado
porque quando está dormindo, pelo morcego
é sangrado.
É uma vida de suplício, e muitas noites com isso passa o tempo
acordado;
Dorme pouco na noite, levanta de madrugada,
porque de manhã bem cedo vai cortar a sua estrada,
Quando sai é de carreira, com espingarda e cartucheira, temendo
a onça pintada;
Acreditem meus leitores no que estou narrando,
O sofrer do seringueiro é como estou contando:
Trabalha com muito medo e também não tem sossego com a carapanã
ferrando.
Como podemos observar, la memoria colectiva de este episodio de los años
1940 destaca, por una parte, la valentía de quienes participaron en la segunda
etapa de recolección de caucho; por otra parte, apunta al patriotismo y a
una perspectiva crítica de las desigualdades sociales. Hay también, en este
caso, la dimensión de la nostalgia, ya que los participantes fueron, como
señalábamos, en su mayoría nuevamente nordestinos.
Me interesa entonces observar el movimiento de la memoria colectiva.
Éste nos muestra –dado que los textos de cordel son de la época a la que se
reieren y también en parte actuales, es decir, con perspectivas del momento de
los hechos narrados y también contemporáneas a nosotros– cómo el episodio
de los “empates” al que nos aproximamos al comienzo, que ha implicado una
enorme valentía y conciencia de la injusticia de parte de sus protagonistas,
se da en el marco de una especie de caja de resonancia de situaciones que
han ido construyendo una memoria, una identidad . Es decir, en cada empate
está la latencia de la “Batalha da Borracha” como la de los episodios del
“desbravamiento”, en una especie de evidencia de la airmación de Euclides
da Cunha en el sentido de que el seringueiro es, sobre todo “um forte”, pero
además, un fuerte con dignidad. Así lo describía: É mais forte; é mais digno.
212
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Resignou-se à desdita. Não murmura. Não reza. As preces ansiosas sobem
por vezes ao céu, levando disfarçadamente o travo de um ressentimento
contra a divindade; e ele não se queixa (Da Cunha).
Estamos, entonces, frente a textualidades que dan cuenta, por una parte,
de un ejercicio de la memoria que reactualiza, que presentiica dimensiones
éticas y sentimientos de episodios que se han extendido a lo largo de casi un
siglo, pero que son actuales colectivamente y funcionan como estructura de
signiicaciones condicionando el actuar en el episodio de los empates. Hay
una historia que ha construido al seringueiro, como a su mujer y a sus hijos,
que es a la vez un punto de apoyo pero también un elemento que funciona
como impulso detonante en el momento de enfrentar el empate y de situarse
frente al agresor. Son capas mnémicas que jerarquizan valores, iguraciones
simbólicas que se suceden resigniicando contenidos. La violencia ejercida
contra ellos tiene su respuesta en un “Canasto de vida”, con los empates. El
sentido es de defensa, de reactualizacion del valor. Y hay que tener valor para
apostar y poner a los niños y las mujeres en primera linea de fuego, apelando
a la reserva de humanidad del agresor. (También se apuesta a la valoración
de su imagen frente a la comunidad nacional e internacional). Es una actitud
de profunda valentía y arrojo, y es al mismo tiempo una resigniicación, un
cambio del signo de la violencia ejercida en contra de ellos históricamente,
que apuesta a coniar en la conciencia del ser humano, aunque sea agresor.
Se trata de una reelaboración simbólica del recuerdo, que resigniica el dolor
y lo pone en la Canasta de Vida.
Observa pierre Nora cómo los habitantes de sociedades rurales, frente a
lo que sucede con la mundialización de hoy, no necesitan realizar un esfuerzo
extraordinario para acceder al pasado. Son sociedades que habitaban un
“milieux de mémoire”, espacio en donde presente, pasado y futuro estructuran
una argamasa temporal en la que funciona la sociedad. Así, la memoria forma
parte de la vida, es siempre llevada por grupos vivos, y por eso ella está en
evolución permanente:
Ouverte à la dialectique du souvenir et de l’amnésie, inconsciente
de ses déformations succéssives, vulnérable ‘a toutes les utilisations
et manipulations, succeptible de longues latences et de soudaines
révitalisations. L’histoire est la réconstruction toujours problématique
et incomplete de ce qui n’est plus… (…) La mémoire est un absolu,
l’histoire ne connait que le relatif (Nora xVIII-xIx).
Los “empates” y la memoria del caucho
213
En el caso de los seringueiros se trata de sociedades rurales o ruralizadas,
en donde el relato, por sus características propias, es más cercano a los
llamados “milieux de mémoire” que a los “lieux de mémoire”, en los cuales
el acontecimiento ha pasado por un proceso de simbolización mayor que se
concretiza en un referente. Así, sus relatos pertenecen mucho más al repertorio
que al archivo, están más cerca de la experiencia que de su racionalización.
La vivencia de esa memoria se actualiza y se resemantiza en el presente: en
los protagonistas del “empate” el dolor histórico de los episodios siempre
presentes del debravamiento y de la “Batalha da Borracha” da lugar a una
apuesta de sufrimiento con valor, que apela a la ética del agresor. En este
gesto, el del “empate” se juega también el arrojo, la audacia, la dignidad y
la fortaleza de los “desbravadores”.
podemos observar, entonces, que los relatos a que nos hemos referido
tienen otros relatos detrás, que en los episodios que narran y en la forma
de enunciarlos hay ecos de otras instancias de una memoria que es cercana
porque está situada en espacios rurales en donde la temporalidad se construye
en síntesis. podemos observar un presente en donde reverbera el pasado que
adquiere profundidad, espesor y cada elemento toma así una signiicación.
Pareciera que el presente sin memoria carece de referentes para signiicar el
futuro. También que la memoria no es necesariamente oralidad ni texto, sino
que ella actúa, se elabora y resigniica también en el silencio.
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 215-234
ELES ERAM MUITOS CAVALOS Y LAS BúSQUEDAS
DEL REALISMO ACTUAL
Matias Rebolledo Dujisin
Universidad de Chile
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
Existe una tendencia en la literatura latinoamericana de las últimas décadas de regreso a
modos realistas de representación, intentando volver a vincular la literatura con la realidad
concreta que se representa, con un compromiso social y político, pero a su vez cuestionando
desde su misma enunciación los modos tradicionales de representación, que ya no se sostienen
en un mundo donde las estructuras sociales, políticas y económicas se han transformado,
cambiando la experiencia de lo real y cuestionando las posibilidades del lenguaje literario de
comunicar dicha realidad material e histórica. Dentro de este panorama, Eles eram muitos
cavalos (Luiz Ruffato 2001) aparece como uno de los ejemplos más radicales y complejos en
esta tendencia literaria actual. En este artículo se estudiarán las características que permiten
hablar de esta novela como una novela que propone un regreso crítico al realismo, con especial
énfasis en algunos de los recursos y técnicas que utiliza, concentrados en tres dimensiones:
el compromiso, la representación y el lenguaje, intentando comprender el sentido crítico que
estos adquieren en la novela.
pALABRAS CLAVE: realismo, literatura brasileña, literatura contemporánea, nuevos realismos,
literatura y sociedad.
Há uma tendência na literatura latino-americana das últimas décadas que pretende um
retorno a modos realistas de representação que tentam vincular novamente a criação
literária com a realidade fatual que é representada, com um engajamento social e político,
mas pondo em tensão desde a sua enunciação os modos tradicionais de representação, que
já não são válidos num mundo onde as estruturas sociais, políticas e econômicas têm sido
transformadas, mudando a experiência do real e questionando as possibilidades da linguagem
literária de comunicar essa realidade material e histórica. Dentro desse panorama, Eles
eram muitos cavalos (Luiz Ruffato 2001) se apresenta como um dos exemplos mais radicais
e complexos desta tendência literária atual. Neste artigo, estudaremos as características que
216
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
possibilitam falar deste romance como um texto que propõe um retorno crítico ao realismo,
destacando especialmente alguns dos seus recursos e técnicas, principalmente em três níveis:
o engajamento, a representação e a linguagem, tentando compreender o sentido crítico que
estes têm no romance.
Palavras-chave: realismo, literatura brasileira, literatura contemporânea, novos realismos,
literatura e sociedade.
In the past few decades, Latin American literature has developed a trend towards a realist
mode of representation, which is intended to re-establish the link between literature and
factual reality, with an explicit political and social commitment. At the same time, it challenges
traditional modes of representation, which are no longer sustainable in the context of the
transformation of the social, political and economic structures of our time, which changes
our perception of reality. It thus challenges the capacity of literary language to represent the
concrete and historical reality. In this context, Eles eram muitos cavalos (Luiz Ruffato 2001)
emerges as one of the most complex and extreme examples of this trend. This paper studies
the elements that lead us to consider this novel as a case of this critical return to realism,
with particular emphasis on some of the literary devices and techniques to which it recurs,
belonging to three main dimensions: compromise, representation and language, analysing
the critical sense in which they are used.
Keywords: realism, Brazilian literature, contemporary literature, new realisms, literature
and society.
La primera novela de Luiz Ruffato, Eles eram muitos cavalos 1 (2001), ocupa
un lugar fundamental no solo en la narrativa brasileña contemporánea, sino,
particularmente, para la discusión crítica y teórica que ha problematizado el
retorno a modos realistas de representación en la literatura brasileña de las
últimas décadas. Esta vuelta al realismo parece ser un fenómeno común en
los textos de avanzada que se producen actualmente en nuestro continente
(algo similar ocurre en el cine y las artes plásticas), que ha ido ganando
terreno en la discusión crítica latinoamericana. Una tendencia que supone
una continuidad relativa con la tradición realista, pero que, a su vez, no
propone una ruptura ni con la estética ni con el pensamiento postmoderno en
general (el gran enemigo crítico de la estética realista), sino que lo incorpora
en su relexión, tal vez conciliando ambas perspectivas. El capitalismo
neoliberal y la globalización, la virtualización de la realidad y claramente
las nuevas tecnologías han creado nuevas percepciones de las estructuras y
1
EEMC de aquí en adelante.
Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del realismo actual
217
prácticas políticas y sociales, nuevas formas de sociedad, de marginalidad,
y han visibilizado dimensiones de lo real antes olvidadas. Las posibilidades
de comprender y comunicar lo real se transforman y se abren en múltiples
dimensiones. De ahí que estos autores entiendan esta vuelta al realismo
como una búsqueda, no como una propuesta unidireccional 2. Aunque las
propuestas tanto de autores como de críticos diverjan3, lo importante, a mi
juicio, es la comprensión general de este fenómeno contemporáneo, que se
puede caracterizar como una necesidad ética y estética de resigniicar lo
real en el arte, pero manifestando desde la misma textualidad sus propias
limitaciones y contradicciones.
Situado en este panorama general de renovación de las formas literarias en
Brasil, EEMC es fundamental como caso extremo de los nuevos realismos,
en tanto condensa una parte representativa de las innovaciones y rupturas de
estas propuestas, y que en este artículo se revisarán a través de los ejes del
compromiso, de la representación de la experiencia y del uso del lenguaje.
Es interesante, además, por lo explícito que ha hecho Ruffato su proyecto de
retomar el compromiso del realismo unido a la clara necesidad de renovación de
las formas4. Si la literatura es capaz de representar la realidad es también capaz,
2
“O escritor contemporâneo parece estar motivado por uma grande urgência em se
relacionar com a realidade histórica, estando consciente, entretanto, da impossibilidade de captála na sua especiicidade atual, em seu presente [...] passando a aceitar que sua ‘realidade’ mais
real só poderá ser reletida na margem e nunca enxergada de frente ou capturada diretamente.
Daí perceberam na literatura um caminho para se relacionar e interagir com o mundo nessa
temporalidade de difícil captura. Uma das sugestões dessa exposição e a de que exista uma
demanda de realismo na literatura brasileira hoje que deve ser entendida a partir de uma
consciência dessa diiculdade” (Schøllhammer, Ficção 10-11).
3
Cfr. por ejemplo Salem Levy (174): “...em que sentido se pode falar hoje de um
realismo literário? O primeiro passo a uma possível resposta é destacar, desde já, que não
se trata de um realismo mimético, representativo. Ao contrário, a narrativa não funciona
mais como instrumento de representação, como realidade segunda que remete sempre a uma
natureza anterior, mas como uma realidade possível, ou seja, como uma realidade outra”.
También el concepto de ‘rerealismo’ y ‘desrealismo’ que propone Delgado (2005), o el
‘realismo críptico’ de Kohan (2005). Schøllhammer propone el concepto de “realismo afectivo”
(2012). La diversidad de novedosos nombres para explicar un mismo fenómeno evidencia la
multiplicidad de formas que adquiere este realismo, a la vez que lo poco concluyentes que
son estas propuestas teóricas.
4
“A forma clássica do romance foi adequada para resolver problemas do início da
Revolução Industrial. Depois, ela foi tendo que se adaptar aos novos tempos, até chegar a
Joyce. O instrumento romance, com começo-meio-im, não faz sentido diante da quantidade
de informações de hoje, icou obsoleto. Minha opção pelo fragmentário foi una provocação
218
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
dentro de sus propios límites, de producir cambios en ella. La nueva novela
debe responder a los nuevos desafíos de esta etapa de la (post)modernidad.
COMpROMISO Y REALISMO
La novela de Ruffato se incorpora, en términos generales, dentro de una
larga tradición literaria, particularmente moderna, de la novela urbana5.
Los procesos de modernización en Brasil, hacia los años 30, marcaron el
comienzo de la literatura donde la ciudad se convierte en su eje temático e
incluso estructural; en las últimas décadas, con la urbanización caótica, el
crecimiento desmedido y sobre todo la visibilización de la marginalidad y
violencias extremas de estas megaciudades, la urbe ha vuelto a ser un núcleo
temático y relexivo, que condensa una parte signiicativa de las grandes
problemáticas actuales: la marginalidad, la violencia, la modernización, las
nuevas identidades y ciudadanías. Son narrativas que interrogan el inescrutable
e inexplicable paisaje urbano, intentando dar cuenta de una realidad altamente
compleja, que sin duda escapa a cualquier explicación facilista. La ciudad
contemporánea es una muestra tangible del fracaso del pensamiento ilustrado,
y se ha convertido en un material dilecto de la literatura en la medida en que
las respuestas parecen haberse agotado. Como señala Tonus, es la literatura
que en su testimonio de la pobreza, la marginalidad y la ruina de la ciudad
moderna entra en la discusión sobre la precariedad de la experiencia, donde
“as ruínas urbanas, sob a forma de escombros, constituem tanto o elemento
desencadeador do processo de criação artística como o do seu fracasso” (47).
Lo particular de EEMC es que dicha precariedad se instala formalmente
desde su misma estructura, desde su enunciación. Aunque pareciera carecer
de argumento, más bien lo que la novela elide es toda unidad narrativa;
argumentos e historias tiene muchas, pero todas inconexas entre sí. La
sola unidad que se puede encontrar en ella es precisamente la que desde el
mesmo. Quando eu publiquei o Eles eram muitos cavalos, muitos críticos torceram o nariz
e disseram “mas isto não e um romance”. Também acho que não é. Mas o que é? Não é um
livro de contos. Quero colocar em xeque essas estruturas. Não quero fazer uma relexão só
sobre a realidade política, mas também questionar por meio do conteúdo a forma” (Ruffato
“Entrevista”).
5
para una lectura de la representación de la ciudad en EEMC ver Rocha (en especial
en su relación con la tradición precedente) y Barbosa da Silva.
Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del realismo actual
219
proyecto original del autor se puede dar: un día en la ciudad de São paulo. Su
narrativa fragmentaria, inconclusa, inconexa, se justiica y se fundamenta en
la experiencia caótica de la misma ciudad, en la vivencia real de las millones
de historias mínimas que pueblan ese vasto universo comprimido, y en la
hipotética percepción de un lâneur postmoderno con cierta capacidad de oír
y ver más allá de las fronteras de los sentidos.
La experiencia de la ciudad es una experiencia fragmentaria e inestable.
presenta siempre capas de realidad que nunca terminan por descubrirse, y
todo proyecto de explicar o dar un sentido racional a la megalópolis parece
haber fracasado. Y es que el pensamiento que dio alguna vez origen y sentido
a la ciudad se ha perdido hace tiempo. De ahí se entiende que como proyecto
estético y político, la representación de la ciudad (de los millones de individuos
anónimos que la pueblan) exija buscar nuevas formas de representación6,
cuyo primer gran intento es la novela que leemos. Entonces aparece otra
forma de entender unitariamente esta novela, a partir del sentido crítico de lo
que quiere representar: su título, tomado de unos versos de Cecília Meireles,
que dicen “Ellos eran muchos caballos, / pero nadie sabe sus nombres,/ su
pelaje, su origen…”, palabras que al terminar la lectura adquieren todo
un nuevo sentido. Luego viene el epígrafe, del Salmo 82: “¿Hasta cuándo
juzgaréis injustamente, defendiendo la causa de los impíos?”, que establece
una apelación directa al lector, lo que está en la base del efecto pragmático
buscado por el texto.
De este modo, el autor expresa la necesidad de un compromiso real
del escritor con su sociedad, la necesidad tanto ética como estética de dar
cuenta de lo real, en su dimensión social y política, pero también haciendo
expresa la imposibilidad de hacer esto a partir de los modos heredados
de la literatura decimonónica o de las primeras décadas del siglo pasado.
Una nueva estructura social y un nuevo individuo exigen nuevas formas
de representación. Esto hace que su proyecto sea, a su vez, experiencial.
No se trata de proponer un modelo, sino de dejar instalada la necesidad de
6
“Do meu ponto de vista, para levar à frente um projeto de aproximação da realidade
do Brasil de hoje, torna-se necessária a invenção de novas formas de apreensão dessa realidade.
Escrever romances baseando-se nas premissas do século XIX para descrever o caos do século
XXI me parece um contrassenso. por isso, acredito na busca de novas formas de expressão,
em que a literatura dialoga com outras artes (música, artes plásticas, teatro, cinema, etc.) e
tecnologias (internet, por exemplo) para a criação de uma linguagem que exprima esse novo
indivíduo” (Ruffato, Segundo Caderno, O Globo, 1 de agosto de 2003; citado de Rocha 120-121).
220
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
la búsqueda (como hará luego con la refundición de sus primeros libros de
cuentos en el ciclo novelesco Inferno Provisório). La crítica postmoderna,
particularmente desde Lyotard (2012), de que la literatura realista termina por
‘normalizar’ y por lo tanto consagrar el sistema del que surge, acusándola de
un conservadurismo estético e ideológico, que aspira a un (re)conocimiento
de mundo que supone certezas morales, totalidad, coherencia experiencial,
encuentra un previsible eco en la propuesta tanto estética como conceptual
de Ruffato. Es por eso que, en el pensamiento del autor, se hace necesaria
la transformación del realismo en una estética de y para su tiempo, si quiere
tener alguna validez estética y política.
El resultado de esta recuperación y ruptura de una tradición, en este caso,
es un texto que se incorpora al eterno debate de si es realmente una novela.
Como veremos, el solo hecho de que suscite esta discusión está también en el
nivel de compromiso que propone el autor: estéticamente, en tanto la literatura
debe ser una búsqueda de encontrar siempre nuevas vías de expresión, acorde
a los tiempos y las necesidades expresivas del autor; éticamente, pues, como
señala Ruffato, el regreso al realismo se da también por el replanteamiento de
formas que fueron creadas para criticar o cuestionar otras formas económicas
y sociales, y de ahí que, en su visión, la mera enunciación de la novela a la
manera de la novela decimonónica se condice con la ideología conservadora
y reaccionaria, que pretende presentar discursivamente una naturalización de
las formas económicas del pasado, fundamentalmente burguesas; es decir, un
discurso acomodaticio para el lector, que encontrando estructuras (literarias)
familiares reconoce, y termina aceptando, el estado de cosas como lo ‘normal’
(en tanto familiar). El discurso literario crítico, rupturista y políticamente
comprometido, argumenta implícitamente Ruffato, si quiere realmente captar
y representar la experiencia del neoliberalismo y sus contradicciones internas,
sus (nuevas) estructuras económicas, sociales y de clase, y de este modo ser
realmente un elemento de relexión y disrupción, debe desfamiliarizar las
estructuras literarias heredadas del pasado7.
7
Esto se condice plenamente con los propósitos del realismo que, buscando un objetivo
similar, pero en el contexto de la primera industria, creó y experimentó con formas, hoy ya
canónicas, que en su tiempo crearon el mismo efecto de ruptura con la tradición precedente, la
misma (o similar) búsqueda de representación de un modelo político y social sin precedentes
a partir de nuevas formas literarias: el manejo del tiempo del relato, el perfeccionamiento del
uso del indirecto libre, la individualización de personajes, historias, y sobre todo de la voz
narrativa, la adaptación del lenguaje coloquial, la ampliación del repertorio de temas y clases
Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del realismo actual
221
En conclusión, el compromiso que se presenta en EEMC es un compromiso
con el lenguaje y el medio artístico, y también social y político, como medio
(posible) de transformación. Lo que está replanteándose en la forma de la
novela, como veremos inmediatamente a continuación, es la posibilidad
misma de la representación, una vez que ésta se ha (aparentemente)
clausurado, tensionando al máximo los límites de la representabilidad a
través del lenguaje, de los signos convencionales y abstractos y puramente
conceptuales del lenguaje escrito. Ruffato se instala en un nuevo contexto,
neoliberal y globalizado, rescatando la falta de cohesión y de macro-sentido
de la experiencia cotidiana, revelando las estructuras sociales aparentes, que
ya no encajan en los modelos tradicionales que explicaban dichas estructuras.
FRAgMENTARIEDAD Y EXpERIENCIA
La propuesta de EEMC hay que analizarla tanto por su estructura formal cuanto
por su contenido. No hay manera alguna de separar ambas dimensiones, en
lo que a este análisis respecta. Como no es posible sintetizar su argumento,
es necesario antes que nada una descripción formal. EEMC presenta 70
fragmentos, sin ningún tipo de continuidad, que pueden leerse como cuentos
(solo algunos de ellos, y en general de manera bastante inconclusa), como
simples fragmentos poéticos, pastiches, pero nada parecido a una forma
cercana a la novela tradicional. El número y el orden de estos fragmentos
parecen ser irrelevantes8. Su única continuidad está dada por el espacio, la
sociales representables, la ambigüedad en la estructuración de la historia y sobre todo del
juicio moral, etc. (cfr. Auerbach 2001; Lukács 1965, 1966; Villanueva 2004). El gran problema
de Lukács como teórico fue precisamente el no reconocer que la estructura y estilo de los
textos deben responder a la realidad (material e histórica, si se quiere) de su tiempo preciso;
como señala Dentith (48-49), este gran teórico marxista fue ‘ahistórico’ al reconocer que el
realismo solo fue posible por la etapa en el desarrollo de la sociedad burguesa del XIX, pero
criticando las nuevas formas literarias que surgen de otro periodo económico y social, y fue
no-dialéctico (“undialectical”) en catalogar a las nuevas formas literarias (particularmente
naturalismo y modernismo) como perversiones al realismo, y no como progresiones naturales
del arte (acorde a su tiempo).
8
Al menos esa es la propuesta del autor, que en diversas oportunidades ha señalado
que su intención original era presentar una especie de libro-objeto en que las 70 secuencias
vinieran en hojas separadas dentro de un sobre y que el lector las leyera en el orden que quisiese;
lo cual, claro, era editorialmente imposible, pero al menos revela la estructura deliberadamente
222
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
ciudad de São paulo, y el tiempo, el 9 de mayo de 2000. pero temáticamente
son absolutamente variados y discontinuos: unas ratas que entre la basura se
comen un bebé abandonado; el padre sin dinero que quiere pero no puede
robar unos pañales para su hijo recién nacido; el primer encuentro de un
grupo de swingers; el taxista que cuenta amenamente su vida a un pasajero;
la reunión anual de un grupo de amigos en sus cuarenta; o, simplemente,
algunas secuencias que no son más que listados (los libros en una biblioteca,
un menú, anuncios de periódico). Los temas y clases de personajes son tan
variados como los estilos de cada secuencia. Es cierto que la marginalidad
en diferentes facetas es lo más recurrente, así como la ‘tragedia cotidiana’ de
estas múltiples subjetividades. Eso es esperable en un texto programáticamente
crítico de la sociedad. pero hay que reconocer que ni todas las historias son
de personajes marginales (el empresario con su hijo, el profesor de ilosofía),
ni menos tampoco que todas ellas presenten una mirada pesimista sobre la
realidad representada.
La conformación de este texto nos permite discutir un primer elemento
propio de la novela, a mi juicio fundamental, para comprender su dimensión
realista, y su posición dentro de lo que llamo aquí los nuevos modos del
realismo, evidenciando formalmente la propuesta del autor de la necesidad
de volver a modos ‘representativos’ (y comprometidos) de la literatura, pero
a la vez adaptando su forma a su contemporaneidad, y yo diría reconociendo
la visión crítica que instaló la generación precedente. por una parte, recoge
algo que ya se hacía maniiesto desde la primera literatura modernista: la
evidente certeza de que es imposible comprender el mundo en su totalidad,
que solo tenemos experiencias subjetivas de él, y que, desde este punto de
vista, no hay nada más artiicioso y falsamente ‘ordenador de mundo’ que
un narrador omnisciente absoluto.
El hecho de que no tengamos grandes certezas, establecidas fundamentalmente
desde una mirada única, uniformadora, compele al autor a crear textos en que
lo único que poseemos son conciencias que perciben, que viven su propia
historia, desde una subjetividad que parece ser la única posible certeza (“¿san
pablo es allá afuera? ¿es aquí dentro?”, p. 100), indiferentemente de la voz
que efectivamente cuente la historia. Como cada secuencia es única temática
precaria de la novela. En la novela que leemos existe, eso sí, una cierta secuencialidad, con los
fragmentos que la abren y la cierran y, sobre todo, porque se puede seguir una cierta sucesión
temporal entre fragmento y fragmento, desde el amanecer hasta la noche.
Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del realismo actual
223
y estilísticamente, no queda más que seleccionar algunas para su análisis.
Este ejemplo (secuencia 6: “madre”, pp. 18-20) ilustra muy claramente la
‘objetividad subjetiva’ de la novela, así como la rica utilización de recursos
grafemáticos que la caracteriza9:
La vieja, ojos abiertos de par en par, tenazmente pegada a la butaca
número 3 de la línea garanhuns-San pablo, no duerme, hace ya
cuarenta y ocho horas, en vilo por la velocidad del ómnibus, Dios
mío, ¿para qué tanto correr? […] ¡Dios mío!, solo se alivia en las
paradas, acabado el sacudimiento, ¿Y ahora?, ¿Tá cerca?, ¡Paciencia,
abuelita!, Todavía falta un poquito […] Y la gente todavía consigue
dormir mi Dios, la bocona cocodrilo, la bocona cocodrilo, ¡hasta
ronca!, ¡hasta babea!, ¿qué come?, se mezclan los distintos paisajes,
ciudades enoooormes, pueblito que, ¡zum!, pasó,
Y
Las cercas de alambre púa, las hachas, el pasto, las termitas, carcasas
de buey, urubúes, cielo azul, cobras, seriemas, gaviotas, caga-cebos,
[…] bichos, bananos, bicicletas, arbolitos, árboles, árboles, árboles,
el motor zumbándole dentro del oído (zuuuummmm)
Y
la caatinga, los campos, la caña, la banquina, la cañada, el río […]
cuidado cuidado cuidado cuidado cuidado cuidado
el dolor, los dolores, las dádivas, el dolor, los dolores, ediicios,
la chimenea, el humo […] las ventanas, las ventanas, carteros, el
miedo, el meo, los muertos, los montes, las montañas, los muertos,
los montes, las montañas, los
Y
el motor zumbándole dentro del oído (zuuuummmm)
9
Es muy difícil reproducir los textos de esta novela, tanto por la grafía, como por
los anacolutos o los espacios en blanco, que pueden confundir al lector de este artículo a
pensar que son espacios dejados por mí, o bien, que los cortes que yo hago son cortes propios
del texto. En general intento reproducir lo mejor posible los cambios de grafía, y ser lo más
explícito posible en los cortes que son del texto y las supresiones mías, que siempre vienen
marcadas por corchetes y puntos suspensivos. Uso, además, la traducción al español ya que
el original diicultaría aún más la comprensión de estos fragmentos.
224
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
[…] la planicie, el verde, lo ceniciento, las cenizas y el olor a
cuidado cuidado cuidado cuidado cuidado cuidado
[…] el día verdecaliente, la tarde azulfresca, la noche de estrellas
empolvadas, el mundo, mundo grande, que no se acaba más nunca, y
Oh, abuela, ya estamos casi la vejiga hinchada, duele la barriga, la
espalda, ¡Ay!, las escaleras, ¡Uy!, las piernas, ¡Ay!¡Uy!, sin posición,
Allá, abuela, allá las luces de San el hijo esperando ¡Tantos años!
ganarse la vida en Sanpablo, en el BrejoVelho Solamente volvió dos
veces, mi Dios […] y vamos entonces a esperarla para pasar el Día
de la Madre con nuestra familia y todos estaremos muy felices no
se preocupe tanto que yo la voy a buscar a la terminal recuerdos
la vejiga inlamada, los intestinos pegajosos, ¿cómo
leer la mirada del hijo?, saber si es feliz en el trabajo, en el casamiento,
pero, Ay, la vejiga, la barriga, la espalda, ¡Ay!, las escaleras, ¡Uy! las
piernas, ¡Ay!, ¡Uy!, sin posición.
En la terminal, de pie, se refriega las manos.
para todos de
La intensa carga subjetiva de este fragmento se convierte a momentos en un
listado de elementos perceptuales sin un in narrativo propiamente tal, mientras
la experiencia gráica de la lectura se intenta parangonar a la superposición
sensible de estímulos en la madre; no podemos vivir su experiencia, pero
podemos suponerla. Y en su devaneo se cristaliza la experiencia del migrante
(tal vez la igura social más representativa del Nordeste), de la mayor parte de
la clase obrera en estas grandes ciudades (como el mismo Ruffato, proveniente
del pequeño pueblo de Cataguases y ‘adoptado’ por São Paulo), y sobre todo
de la madre, que ya no sabe leer la mirada del hijo.
En esta extrema subjetivización de la representación y en su estructura
formal se está, de paso, desacreditando nuevamente el discurso de los grandes
relatos, como fuera propuesto por Jameson. Así, no tenemos más que los
pequeños, ínimos relatos del día a día, y todos los elementos que permiten
comprender y armar una totalidad de cada fragmento se han elidido, puesto
que la novela se vive en su estricto presente, mientras el pasado es solo una
abstracción que podría (o no) explicar el día actual, pero es tan evanescente
como el tiempo contemporáneo10. Cómo termina cada historia (aun suponiendo
10
Uno de los grandes logros de la novela realista es la creación de distintos dispositivos
narrativos que le permitieron explotar al máximo la perspectiva y, algo menos estudiado, el
manejo del tiempo narrativo, que manipularon para acercarse a la percepción sensible del
Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del realismo actual
225
que hay alguna historia que contar), evidentemente siquiera alcanza a ser una
posibilidad. Se presentiza al máximo la experiencia, y no hay sino guiños
al futuro11. La idea de ‘historia mínima’ se lleva a su máxima expresión, en
cuanto son relatos sin principio ni in (en el marco discursivo de la novela),
que solo tienden evanescentes lazos con lo que está más allá. De allí que, a mi
juicio, el ‘efecto de lo real’ o, más especíicamente, siguiendo a Pam Morris,
el ‘efecto empírico’12 de esta novela no se da por la proliferación del detalle
concreto ‘inútil’, que para Barthes pierde su signiicación como signo concreto
denotativo pasando inmediatamente a su connotación: lo real; tampoco por
la estructuración de las acciones o las referencias culturales compartidas, que
permiten al lector participar de la historia como una experiencia vivencial,
mientras que las referencias forman una red de citas implícitas que crean la
sensación de un conocimiento compartido, permitiendo al texto aparentar la
completitud semántica de nuestra realidad empírica (Morris 101-108). Esas
formas tan efectivas del realismo tradicional son abolidas por esta novela.
tiempo, con recursos hoy ya triviales. De ahí que Faulkner o proust, maestros del tiempo
narrativo, se puedan considerar en gran parte deudores de la tradición realista. Lo mismo
ocurre en esta novela, en que el tiempo vuelve a ser un foco sensible relevante, modiicando
los dispositivos temporales con el in de presentar una temporalidad acorde a otro tipo de
experiencia sensible, y con otros ines.
11
por ejemplo, en una secuencia muy “Molly Bloom”, la número 67. “Insomnio”
(151-153), oímos la voz del personaje que no cesa, que comunica las experiencias de un pasado
supuesto, en un presente inmediato, por medio de una secuencia que queda abierta, y que,
como señalaba, presenta un proyecto de futuro inconcluso: “mierda, mañana compromisos,
frenos del auto, aceite, do you wanna dance?, iesta, maria aparecida albino, rubia, cara de
sueño, sol caliente […] te van a destruir, te van a joder, mi tío voy a acabar con el asma de
ese chico me tiró en el agua fría del río pomba, salí rojo, temblando, yo te amo, parís, te están
cagando, tecnopop, el pito del guardia de la noche, las”. Este ejemplo es claro en sí mismo,
aunque engañoso en la medida en que la interrupción puede entenderse como, por ejemplo,
la caída abrupta en el sueño. Sin embargo, una buena cantidad de secuencias terminan así, en
un quiebre o interrupción abrupta, silenciando el in posible del microrrelato.
12
A partir del concepto de “efecto de lo real”, pam Morris, basándose en el mismo
Barthes, pero el de S/Z, propone una más detallada concepción de esta idea, en lo que llama
el “efecto empírico” (“all those techniques by which realist writing seems to convey the
experiential actuality of existence in physical space and chronological time”, p. 101), el
“efecto de verdad” (“it functions ideologically to afirm the availability, ultimately, of at least
a degree of knowledge and enlightenment within the order of human existence”, p. 109) y
el “efecto del personaje” (como individualización de caracteres), además de destacar el rol
del lector en el texto realista, en lo que llama, consecuentemente, el “efecto del lector”. Cfr.
101-130.
226
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Entre otras cosas, según lo entiendo, porque esa estructura se convirtió de
una manera de generar la sensación de estar ‘viendo’ una historia (semejante
a una) real, a una manera de que el lector se sienta familiarmente ‘leyendo
una historia’, en la medida en que dichas técnicas (relativamente novedosas
en su tiempo) reproducen una estructura aprendida desde la acumulación
de lecturas literarias y no desde la experiencia, que ya no se esfuerzan
siquiera en asimilar o al menos simular verbalmente. Esa acumulación y
esa estructuración tradicional desaparecen, y el efecto pretendido (real o
empírico) se produce precisamente por esta ausencia. Me explico: tal cual
las historias del presente vivido, el pasado relativo es solo un signo que
permite comprender el presente. La historia que continúa es nada más que
un signo ausente, una verdad por construir. Ninguna de las historias de esta
novela acaba13; es el lector, en un rol activo, el que debe suponer un inal para
cada una de ellas, pero que en su precariedad, fragmentariedad y variedad
no alcanzan a ser más que bosquejos, que tienen que ver más con el lector
que con el texto, trasmitiendo hasta cierto punto la experiencia sensible del
personaje. La ausencia de concreción en las historias, de un pasado que las
explique, y de continuidad entre relatos, defamiliariza al lector con el molde
clásico de la novela, y lo obliga a crear su propia representación, e incluso
a representarse a sí mismo, desde su experiencia14.
La secuencia 17: “la espera” (41-44), por ejemplo, se arma casi como un
cuento cerrado en el que el hijo de la casa parte a su enésima entrevista de
trabajo fracasada, de lo que se deduce el sentido del título de la secuencia;
sin embargo, abruptamente termina con un paréntesis (con cambio de grafía):
“(por la noche, recostada en el portal, olla a presión curvando la mano derecha,
la madre ve el noticiero en la televisión, los colores escapan, manchan las
paredes del comedor, el hijo salió a buscar trabajo, no volvió todavía, ni
llamó por teléfono, ¿Habrá pasado algo, Dios mío?, en la pausa atraviesa el
pasillo, pone la sopa knorr gallina criolla a recalentar)”. Ese quiebre produce
13
Hay, eso sí, algunas pocas secuencias que tienen unidad propia. Unas son las que no
presentan ningún ‘relato’ propiamente tal. pero también hay algunas, como la 20: “podríamos
haber sido grandes amigos” (47-50), que perfectamente se pueden extrapolar y leer como un
cuento cerrado. pero es una de las pocas excepciones.
14
Son más que los vacíos del texto que todo lector debe completar, según Iser. O
es un caso extremo de lector implícito, pero no con la mera intención de confundir al lector,
sino creando la autoconsciente identiicación entre éste y el lector real, al que EEMC apela
directamente, constantemente.
Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del realismo actual
227
un cambio abrupto en el sentido que tenía tanto el título como la secuencia;
pero no es más que un paréntesis, y un implícito punto suspensivo (mientras
se vuelve a calentar la sopa).
Este presente casi absoluto y la necesaria inconclusión de los textos
comienzan a tensionar los niveles en que actúa la mimesis; el silencio, el silencio
abrupto, la interrupción, son formas de manifestar la irrepresentabilidad de lo
que se presenta. Ejemplos vimos en la larga cita de “Madre”, en “Insomnio”
y en el paréntesis de “La espera”. pero en la macro estructura de la novela
también hay una gran interrupción y un paréntesis. Las dos últimas secuencias
no tienen número ni título; la penúltima es solo dos páginas consecutivas
completamente negras (la interrupción), mientras que el inal de la novela
es un diálogo completamente entre paréntesis; de ese inal me ocuparé más
adelante.
Es en este silencio abrupto entre las sucesivas secuencias donde también se
maniiesta el compromiso político y social, como efecto pragmático pretendido,
que actúa tanto en la exigencia del lector para completar estas historias (si
el lector ‘sabe’, también es que puede ‘hacer’ algo), es decir, tanto por la
incompletitud, el vacío, como por la acumulación: es tal la diversidad de
historias, personajes, situaciones, que pese a su brevedad la novela presenta
uno de los panoramas más completos de la megalópolis de São paulo, que
en su estructura misma revela su precariedad, su inconsistencia, su falta
de continuidad y soluciones. La suma de estas historias es una bofetada al
lector que opera no por su individualidad (por separado, son historias tantas
veces vistas o leídas), sino por el peso acumulado. Cada fragmento es una
interrogación directa al lector, y la novela una crítica social total que exige
una postura ética sobre ella15.
De manera similar, Salem Levy (178) propone que “[o romance] coloca o leitor
de cara com o real, exigindo dele uma postura ética que se resume na pergunta: o que fazer
quando se está diante de uma realidade inevitavelmente cruel? É do corte entre uma imagem
e outra, do intervalo não-representado, não-dito, não-visto, que emana a presença do que
estou chamando aqui de real. O real que não é a realidade, mas o impensável do pensamento,
o irrepresentável da representação, o invisível do visível, ou seja, o que se expressa no vazio,
no intervalo, no corte”.
15
228
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
REALISMO DEL LENgUAJE
Como era de esperar, la crítica ha ijado más la atención sobre esta novela en
relación con su estructura, y la dimensión política o social ha quedado en un
segundo plano, o solo en su nivel más explícito (los temas de algunas de las
secuencias). Pero lo que se ha dicho en relación con esa estructura es, a su vez,
de lo más diverso. Analizando las palabras de Ruffato, pareciera que intentara
rehuir de la naturaleza misma de la novela y sus antecedentes históricos.
Solo por dar un ejemplo, se ha propuesto que las setenta secuencias que la
conforman son como lashes cinematográicos inconclusos, que presentan
solo lo que la cámara podría mostrar, sin solución de continuidad, o bien una
suma de cuentos unidos por un día y una ciudad, o que tiene una estructura
dramática16. De este modo la novela, a juicio de algunos críticos, privilegiaría
la imagen por sobre el lenguaje. Sin embargo, pienso, si bien en ciertos
sentidos la novela es bastante ‘visual’, su realismo de hecho no pasa por la
creación de un imaginario icónico fuerte que trascienda el lenguaje, sino todo
lo contrario. Como texto absolutamente consciente de su contemporaneidad,
la novela lleva al primer plano la dimensión material del lenguaje. Vale decir,
en otro plano, su realismo es una puesta de maniiesto de su literalidad, de
su ser antes que nada un constructo de lenguaje17. Las palabras no son el
sustituto de ningún imaginario visual que quiere transparentarse detrás de la
lectura (la más simplista de las visiones sobre el realismo, con una raigambre
platónica). Es lenguaje, antes que nada, y el texto lo deja de maniiesto,
hace de la palabra un medio expresivo y un medio material, manifestando
en su enunciación la composición verbal como recurso estilístico, estético,
material y signiicante.
Cfr. Salem Levy (173): “São como diferentes takes, ora mais nítidos, ora mais
borrados, mas sempre uma imagem. As narrativas transmitem lashes da realidade, como se
apanhados por uma câmera”. También Barbosa da Silva (94): “No formato do texto, há uma
conformação teatral. No coração da urbe, um drama que funde realidade e icção, catarse e
desafogo de sujeitos”. Texto ora cinematográico, ora dramático, ora poético, esta disparidad
en las opiniones maniiesta la riqueza a la vez que complejidad de la novela; parece que es
necesario recurrir siempre a otro género (u otro medio discursivo: las imágenes, el teatro)
para explicar lo que de novela tiene este texto.
17
Creo que el ejemplo de “Madre” es suiciente para presentar la riqueza lingüística de
la novela, que pasa por un excesivo uso de grafías diferentes, de signos verbales y paraverbales
(como las dos páginas en negro), por la asociación fónica de palabras, por la organización de
las líneas y la página, y, en in, por un constante uso poético de la lengua.
16
Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del realismo actual
229
personalmente pienso que uno de los aportes fundamentales de estos nuevos
modos del realismo es que ha quedado como deinitivamente anacrónica la
radical separación entre compromiso, como un rasgo fundamentalmente de
contenido, generalmente asociado a una transparencia formal y, por otro,
los textos vanguardistas o rupturistas, cuyo compromiso parecía estar más
con la forma. La discontinuidad y eterna derivación entre signiicantes y
signiicados, y la ruptura radical con toda referencialidad a las que nos llevó
la deconstrucción, habían transformado al lenguaje en un terreno de juego,
o en juego, cuyo valor era radicalmente autotélico. La fe en que el lenguaje
puede trascenderse a sí mismo, convirtiéndose en simple vehículo de imágenes
e ideas, comenzó a desdibujarse dramáticamente ya desde Saussure, y la
deconstrucción, aunque no solamente ella, nos mostró por qué. Creo, y así
lo veo en un autor como Ruffato, que una vuelta atrás en esto sería caer en
una ingenuidad representativa y en cierta medida poco comprometida. Sin
embargo, estas aparentes limitaciones son utilizadas de manera positiva:
el discurso se vuelve sobre el mismo lenguaje, develando su artiicio, su
materialidad, incluso su convencionalidad, solo que esto acontece al mismo
tiempo en que es utilizado como un medio de comunicación efectivo. De
paso, y por lo mismo, es posible un grado de compromiso (ético, estético,
social y político) en el más tradicional de los sentidos. El lenguaje es también
un contenido comunicado, a la vez que un signiicante expresado.
Me quiero detener en dos elementos no tan evidentes en este sentido (como
la grafía o la poeticidad) que, pienso, ilustran el efecto de esta dimensión
estética del lenguaje, su estructura y estilo, que también conforman algunos
de los niveles de sentido del texto. Uno de ellos es el punto de hablada, pues,
a in de cuentas, ¿quién ve, quién habla en esta novela? El autor utiliza una
variedad tan amplia de posibilidades narrativas: narrador omnisciente, en
primera persona, heterodiegética de focalización interna, en indirecto libre
o simplemente indirecto, la acotación dramática, la enumeración caótica, el
verso. Todo esto aun dentro de un mismo fragmento. Incluso la ausencia de un
narrador propiamente tal, puesto que nada efectivamente se cuenta en algunas
secuencias18. Evidentemente, detrás de todo esto hay un claro autor implícito,
18
Convencionalmente podríamos decir que siempre hay un narrador. pero en las
secuencias 1: “Titular”, donde solo se nos menciona la ciudad y el día; en la 18: “En la punta
del dedo (1)”, donde hay un listado de ofertas de trabajo del diario; y en la 68: “Menú”,
que es literalmente lo que el título dice, y otras secuencias, no hay más que enunciados que
reproducen tipos especíicos de discursos, sin un contenido narrativo propiamente tal.
230
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
o una conciencia estructurante. pero esta variedad casi aleatoria demuestra
también una cierta indecisión, un cuestionamiento a las posibilidades de narrar,
de decir lo que se quiere decir, de representarlo; es, por sobre todo, un juego,
un artiicio literario que, pienso, el autor no quiere esconder. Así, el narrador,
incluso el más impersonal, en esta acumulación termina por develar que es
un narrador, así como el autor implícito aparece en todo momento tirando
los hilos de estos narradores inconsistentes e inconclusos. La novela se nos
muestra así como acto narrativo en proceso, como construcción literaria, que
tal vez quiere decir lo real, pero en su ser literatura.
El otro elemento que me parece interesante de esta imbricación entre la
materialidad sígnica y su propuesta realista es la coniguración o descripción
que se da, en algunas secuencias, de los personajes. Nuevamente, escojo
un fragmento de una secuencia que muestra con claridad mi punto, la 26:
“pañales” (58-61):
El de seguridad, negro gigante, corpulento, impecable dentro del traje
negro, abordó discretamente al negro laquito, huesudo, camisa de
jersey blanca vieja jeans inmundos zapatillas de suela gastada que
empujaba un carro de supermercado hacía cerca de media hora –cinco
paquetes de pañales descartables, una lata de leche nido.
El de seguridad, negro gigante, corpulento, impecable dentro del traje
negro fue advertido por el jefe, que, vigilando las cámaras distribuidas
por el hipermercado, notó que el negro laquito, huesudo, camisa de
jersey blanca vieja jeans inmundos zapatillas de suela gastada sin los
dientes delanteros, después de circular por las góndolas, en el carro
de supermercado diez paquetes de pañales descartables, se colocó en
la ila de la caja, como eligiendo entre alguno de los clientes.
El de seguridad, negro gigante, corpulento…
presentado de esta manera, el personaje se representa de manera profundamente
visual, convirtiéndose, además, en un tipo, en un sentido lukacsiano19; es
posible ver al personaje y sentirlo como parte de un todo social. pero en su
composición verbal, al constituirse de puros elementos externos, repetitivos,
19
para Lukacs, “la categoría central, el criterio fundamental de la concepción literaria
realista es el tipo, o sea, la particular síntesis que, tanto en el campo de los caracteres como
en el de las situaciones, une orgánicamente lo genérico y lo individual [donde] conluyen y se
funden todos los momentos determinantes, humana y socialmente esenciales, de un periodo
histórico” (Ensayos 13).
Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del realismo actual
231
que reemplazan el nombre propio20, y se reiteran una y otra vez, terminan por
cosiicar al personaje, transformándolo en esos objetos que se superponen a
su ‘humanidad’. Esto, nuevamente, trae una doble consecuencia: por un lado,
se explicita el tipo en tanto construcción literaria, como acumulación verbal,
como efecto del texto; por otra, se evidencia un discurso crítico subyacente
que denuncia esta construcción social que caracteriza a los ciudadanos según
categorías nominales, generalmente estereotipadas y vacías de todo contenido
humano. Al cosiicar verbalmente al personaje se tensiona precisamente esa
cosiicación discursiva que opera en la representación social.
Con estos últimos elementos quiero intentar mostrar cómo en su misma
enunciación esta novela está por un lado recuperando la tradición realista
fundamental, y a partir de ésta la más antigua visión de la literatura como
mimesis y representación21; pero, por otro lado, como señalo, a partir de su
propia enunciación, poniendo en tensión, cuestionando e incluso desmantelando
la comprensión de lo que es la representación, sus posibilidades y sobre todo
sus límites. para Salem Levy, EEMC es realista en la medida en que comunica
la experiencia, pero apartándose de la realidad concreta: “A transmissão da
experiência é o que caracteriza o realismo de Eles eram muitos cavalos. A
partir de sua ousadia com a linguagem, Ruffato promove um deslocamento
da narrativa em relação à realidade concreta. Sua prosa é realista não porque
tenta se colar ao mundo exterior, mas, ao contrário, porque se distancia dele,
desloca-se, airma-se enquanto icção” (181). En estas últimas palabras se
airma lo que vengo sosteniendo. Pero, tal como lo plantea Costa Lima
(especialmente en 313-328), para replantearse la mimesis hoy, es necesario
tal vez entenderla como una serie de diferencias y no como un homólogo, en
tanto es a partir de ese distanciamiento con lo que yo reconozco como real
que puedo volverme hacia éste y re-conocerlo, mirarlo desde la mirada que el
texto nos invita; desde este punto de vista, no creo que Ruffato simplemente
se distancie del mundo exterior, sino que en un ejercicio representacional
extremo deja los espacios lindantes entre lo representado y lo representable,
20
La particularización fue uno de los elementos concluyentes del realismo literario
decimonónico, y en este sentido juega un papel fundamental el nombre propio. Confróntese en
este sentido Ian Watt (1957), para quien este movimiento hacia lo particular es una consecuencia
del individualismo moderno (y, por lo tanto, producto del pensamiento, visión de mundo y
sistema económico de la época), y es característico de la novela moderna.
21
Al menos en un sentido aristotélico, como construcción convencional, y no como
réplica de la realidad observable.
232
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
llegando a representarse incluso a sí mismo como ‘sujeto representador’ y al
texto como objeto y como icción, y por medio de los silencios que el texto
utiliza como marca estructural, y en este juego de diferencias, obliga al lector
a autorrepresentarse como receptor literario y, sobre todo, como sujeto social.
Entonces es que el inal de la novela se vuelve más signiicativo aún:
luego de una interrupción de dos páginas en negro (el silencio absoluto de
la representación) viene un diálogo dramático entre paréntesis, de una pareja
que despierta en medio de la noche oyendo unos gemidos:
([…] –Debe haber sido un cuchillazo… por el modo…
-¿Y no vamos a hacer nada?
-¿Hacer? ¿Hacer qué, mujer? Quédate quieta… ¿Y si hay alguien
afuera? ¿Y si es una trampa?
[…] –parece que pararon.
-¿Qué?
-Los gemidos. (Pausa) Sí… paró de verdad… ¿Vamos a ver ahora?
-¡No!
-¿Por qué?
-Porque… porque todavía puede haber alguien allá… ¿Y entonces?
Mejor dormir… Dale… date vuelta… date vuelta y duerme…
Mañana… mañana vemos… Mañana vamos a saber… Duerme…
Dale). (157-158)
Con este inal, la novela deja instalada una pregunta en el lector: si éste, en
su mundo real y concreto, no en su experiencia de lectura, también se dará
la vuelta y dormirá; si esperará a mañana (total, mañana es otro día…), para
‘saber’ (y no para ‘hacer’). Por eso planteo que la novela apela a lo real (lector
incluido) desde la ausencia: el lector está en cada uno de los puntos suspensivos
del fragmento anterior, mientras le susurran al oído, entre paréntesis, que él
también está en el texto, que él también es uno de los muchos caballos sin
nombre ni origen.
Esa es la apuesta de EEMC con lo real. El lenguaje logra trascender hacia
la realidad que representa, comprometiéndose con ella, políticamente, pero
sin pretender la transparencia del lenguaje (el ideal del showing de James),
sino acosando al receptor desde su misma textualidad. De ahí que incluso
la pregunta de si es o no es una novela (¿lo es?) forma parte indiscutible de
su propuesta política y literaria. Son líneas que se cruzan. La textualidad es
política.
Eles eram muitos cavalos y las búsquedas del realismo actual
233
Quiero terminar con una relexión algo anómala, en relación con el diseño de
portada de la edición brasileña y el de la traducción. La edición brasileña (ver
imagen 1) pone sobre un fondo granate “Eles eram muitos cavalos” repetido
varias veces, en distintos tonos, con un estilo máquina de escribir, que deja
huellas de impresión, superponiéndose. Textualidad sobre textualidad, este
diseño enfatiza la dimensión discursiva y formal de la novela, invitando, tal vez,
a leer políticamente la novela desde allí. La versión en español (ver imagen 2),
en cambio, presenta varias iguras humanas pequeñas, solo sombras, borrosas
y multiplicadas en toda la portada, excepto una, que es roja en vez de negra.
La igura roja (que es la misma igura repetida, solo que en distinto color)
destaca sobre las otras, pero sigue siendo tan anónima como las demás. Así,
esta portada pone el énfasis en los “muchos caballos”, en los seres anónimos
de la vida contemporánea, que son brevemente convocados por el relato
(como la igura roja), para seguir siendo tan anónimos como antes pero, tal
vez (así lo quiere el texto), iluminados desde otra perspectiva, trayéndolos
brevemente a presencia. Así, esta portada invita a leerla políticamente desde
su dimensión social, dos caminos alternativos pero casi idénticos para leer
esta novela que tensiona su mismo género desde dentro para volver a sentir
el realismo como una propuesta literaria y social vigente.
Imagen 1
Imagen 2
234
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 235-264
LA LITERATURA MARgINAL pERIFÉRICA Y EL
SILENCIO DE LA CRÍTICA
Julio Souto Salom
Universidade Federal do Rio grande do Sul
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
Revisamos la recepción de la literatura marginal periférica en el campo literario brasileño.
Este movimiento literario, nacido con el cambio de siglo, se distingue por ser producido por
sujetos identiicados con espacios de exclusión social, como periferias, favelas o presidios. En
un primer momento, algunas obras de este tipo fueron acogidas con sorpresa, celebrando lo que
era considerado un “descubrimiento insólito”. Se enfatizó principalmente su “mirada interna”
sobre estos universos, con obras que proponen “pactos de lectura múltiples” combinando
lo novelesco, lo testimonial y lo autobiográico. Sin embargo, esta consideración no hace
justicia a la riqueza y diversidad de este movimiento, que con la proliferación de saraus en
las periferias de São paulo, viene constituyendo un “sistema literario” independiente, marcado
por la oralidad y la dimensión performática de lo literario. Ante este nuevo escenario, la crítica
hegemónica permanece sorda.
pALABRAS CLAVE: literatura marginal periférica, campo literario brasileño, saraus periféricos,
crítica literaria.
Revisamos a recepção da literatura marginal periférica no campo literário brasileiro. Este
movimento literário, nascido na virada do século, se distingue por ser produzida por sujeitos
identiicados com espaços de exclusão social, como periferias, favelas ou presídios. Em um
primeiro momento, algumas obras deste tipo foram acolhidas com surpresa, celebrando o que
era considerado uma “descoberta insólita”. Enfatizou-se principalmente o seu “olhar interno”
sobre estes universos, com obras que propõem “pactos de leitura múltipla” combinando o
romanesco, o testemunhal, e o autobiográico. Porém, esta consideração não faz jus à riqueza
e diversidade desse movimento, que com a proliferação dos saraus nas periferias de São Paulo,
vem construindo um “sistema literário” independente, marcado pela oralidade e a dimensão
performática do literário. Ante este novo cenário, a crítica hegemônica permanece surda.
236
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Palavras-chave: literatura marginal periférica, campo literário brasileiro, saraus periféricos,
crítica literária.
We review the reception of Peripheral Marginal Literature in the Brazilian literary ield. This
literary movement, born at the turn of the century, is produced by subjects identiied with
spaces of social exclusion, such as urban peripheries, favelas, or prisons. At irst, some works
of this kind were received with surprise, celebrating what was considered to be an “unusual
discovery”. There was usually an emphasis on its “internal view” of these universes, with
books that propose “multiple reading pacts”, combining the novelistic, the testimonial, and
the auto-biographical. However, this consideration does no justice to the wealth and diversity
of this movement which, with the proliferation of saraus on the peripheries of São Paulo, is
forming an independent “literary system” marked by orality and the performative dimension
of literature. In this new scenario, hegemonic criticism remains deaf.
Keywords: Peripheral Marginal Literature, Brazilian literary ield, peripheral saraus, literary
criticism.
LA NUEVA LITERATURA BRASILEÑA: ¿“BLANCA, URBANA Y DE
CLASE MEDIA”?
Un signiicativo artículo del diario El País – Edición Brasil, presenta el
siguiente titular: “A nova literatura brasileira: Jovem, branca, urbana e de
classe média” (Ballesteros, 2014). Con estos rasgos sociales esenciales, la
periodista pretende caracterizar “a última geração de escritores brasileiros,
[que] se distancia do exotismo e cultiva uma narrativa cosmopolita e global”.
En el mismo artículo se incluyen declaraciones de algunos de estos escritores,
como las de Carola Saavedra, que comenta
Estamos em um momento ótimo. Não porque a literatura está melhor
agora que há 20 anos, mas porque é uma época bastante favorável para
os autores, publica-se mais e inclusive há incentivos para traduções.
No entanto, devemos lidar com um problema muito sério que é a
falta de leitores. E para isso, seria urgente uma mudança em todo o
sistema educacional do país (Saavedra, cit. en Ballesteros).
parece paradójico el escenario literario descrito por esta escritora (efectivamente
joven, blanca, urbana y de clase media), donde se aprecia una relativa
expansión de la industria editorial (“ahora se publica más”), apoyada por
políticas públicas fuertes orientadas a difundir internacionalmente la literatura
brasileña (“incluso hay incentivos para traducciones”), pero al mismo tiempo
se muestra malestar por un déicit de lectores dentro del propio país (“un
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
237
problema muy serio”). Y a tal diagnóstico, tal propuesta: “sería urgente un
cambio en el sistema educativo del país”. Esto es, la propuesta política de
Carola Saavedra planteada en el artículo de El País, que de cierta forma
releja el pensamiento dominante en los medios intelectuales y académicos,
pasaría por implementar políticas públicas en el área cultural y educativa,
con el objetivo de formar prácticas, gustos y preferencias culturales, para
que la población brasileña (en gran parte negra o mestiza, periférica o rural,
mayoritariamente de clase trabajadora) consuma esa literatura “blanca, urbana
y de clase media”.
Aunque pueda parecer contradictorio, ese análisis del campo literario y
su consecuente desarrollo propositivo tiene como base una percepción más
profunda y antigua, que presenta la literatura (en su relación con el libro,
tanto en la lectura como en la escritura) como una de las prácticas culturales
más elitistas de Brasil. El crítico carioca Silviano Santiago sintetizaba esta
constatación ya a inales de los años ochenta:
O público de icção no Brasil vive na grande cidade e é formado
por camadas mais ou menos pervisíveis e semelhantes de leitores,
reproduzindo-se identicamente de Estado para Estado. [...] Todos esses
leitores [...] vivem dentro do bem-estar, do lazer e das comodidades
educacionais inerentes à classe média, classe esta privilegiada por
todos os milagres brasileiros desde os anos 30, tanto os econômicos
e sociais quanto os culturais. O livro é, pois, objeto de classe no
Brasil e, incorporado a uma rica biblioteca particular e individual, é
signo de certo status social. Como tal, dirige-se a uma determinada
e mesma classe, esperando dela o seu aplauso e a sua signiicação
mais profunda que é dada pela leitura, leitura que se torna um eco
simpático de (auto)revelação e de (auto)conhecimento (Santiago
26-28).
Como está implícito en el fragmento citado, la concepción de la literatura
presentada aquí es la que se organiza en torno del objeto libro, esto es, asociada
a prácticas de lectura y escritura. Constatado esto, el afán de combatir el
analfabetismo y formar un público lector en el país ya ha venido generando
históricamente acciones culturales y educativas. De forma paradigmática,
todo el proyecto literario y editorial de Monteiro Lobato en la primera mitad
del siglo XX se construyó en torno a este objetivo, renovando la escritura
tanto en temas como en técnicas literarias, y modiicando sustancialmente
las bases de producción y distribución del libro en Brasil (Passiani). Una
238
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
primera inquietud podría planteársele aquí al sociólogo ingenuo: ¿por qué
tanto interés en fomentar la literatura? O mejor, ¿por qué el Estado debería
tener un compromiso con cierto tipo de literatura?
Junto a esta primera ruptura con lo aparentemente evidente, podemos
intentar una recuperación de lo normalmente olvidado. Al lado de la literatura
brasileña canónica, existe todo un universo de prácticas literarias que se
articulan más allá del libro y de la escritura, como muestra la riquísima
diversidad cultural brasileña. Estas prácticas y manifestaciones incluirían
desde la poesía repentista y la literatura de cordel, pasando por el arte de los
griots afrodescendientes o las narrativas orales recogidas por folcloristas, hasta
géneros periurbanos contemporáneos como el rap. Si bien ciertas políticas
públicas del ámbito cultural parecen abrirse a esta diversidad, por lo general
estas manifestaciones permanecen históricamente excluidas del ámbito
académico y los currículos escolares. ¿Por qué este desdén para este tipo de
prácticas literarias? ¿Por qué el Estado brasileño, siguiendo la propuesta de
Carola Saavedra, debería “modiicar todo el sistema educativo del país” para
crear hábitos culturales previamente inexistentes en la población, en lugar
de valorizar los que ya están presentes?
La respuesta a unas y otras preguntas podría pasar por los mecanismos de
creación, distribución y reconocimiento del valor literario de ciertas obras y
producciones, siendo otras despreciadas, cuando no desconsiderado su estatuto
literario. Retomando el mundo literario oral y popular, podemos constatar cómo
este siempre estuvo asociado a las clases dominadas, lo que necesariamente
los coniguraba en contextos de desigualdad simbólica establecidos entre
las diferentes manifestaciones y sus respectivos practicantes. pero esto no
implica que la oralidad haya vivido necesariamente de espaldas a lectura y
escritura, sino que articula con estas prácticas relaciones complejas, tensas
hibridaciones. Considerando que en el Brasil actual la lectura/escritura se
conigura como una práctica cultural dominante, las relaciones que las clases
dominadas podrían establecer con ellas irían desde el rechazo y la negación
de la práctica elitista, hasta las apropiaciones paródicas o subversivas.
Es en este contexto de diversidad cultural (de prácticas y manifestaciones)
y desigualdad simbólica (entre clases sociales) que pretendemos comprender
el reciente fenómeno de la literatura marginal periférica, surgido en Brasil
en la primera década del presente siglo.
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
239
¿QUÉ MARGINALIDAD ES ESA?
Al hablar de literatura marginal periférica estamos suscribiendo la opción
terminológica de Érica peçanha do Nascimento (É tudo nosso!) y Mario Augusto
Medeiros da Silva, escogiendo una nomenclatura doble como relejo de debates
trabados entre los escritores que integran el movimiento1. Los propios escritores
presentan opciones diferentes en torno de estas denominaciones colectivas,
donde hay partidarios de la utilización del término “Literatura periférica”
(Sérgio Vaz, el sarau de la Cooperifa), y otros de “Literatura marginal” (las
coetáneas coordinadas por el escritor Ferréz), a las que todavía se podrían
añadir otros términos que circulan entre escritores y críticos: “Literatura
hip-hop”, “Literatura suburbana”, “Litera-rua”, o “Literatura divergente”.
pero si asumimos la noción de “marginalidad literaria”, es necesaria
una mínima caracterización de este concepto, terriblemente polisémico y
ampliamente utilizado con peligrosa ambigüedad. para esto, coincidiendo con
la lectura de patrocínio (Escritos 3-4) y Nascimento (Vozes 36-37), considero
que nos resulta de mucha utilidad un breve ensayo de Sérgius gonzaga, donde
la noción de marginalidad literaria hace referencia a tres ámbitos:
•
•
Los marginales de la edición, esto es, que se sirven de tecnologías
de publicación al margen de los circuitos librescos convencionales,
produciendo obras mimeograiadas, fanzines, folletos fotocopiados, etc.
Los marginales del lenguaje, que rechazarían lo que se entiende por
un “lenguaje oicial”, y estaría vinculado a movimientos literarios
de vanguardia. En este sentido, toda producción literaria renovadora,
1
“A partir dos debates gerados pelas revistas, percebi que Ferréz era o grande ideólogo
e defensor do uso da expressão literatura marginal para caracterizar a produção literária daqueles
que vivenciaram alguma situação de marginalidade social, em particular, dos moradores
da periferia. Muitos dos participantes preferiam a expressão literatura periférica, a im de
evitar o outro sentido do próprio termo marginal, que reporta aos indivíduos em condição de
marginalidade em relação à lei, ou mesmo para ressaltar o lugar de onde e em nome do qual
falam. Mas tanto aqueles que mantêm predileção pela expressão literatura marginal, quanto
os que optam por utilizar a designação literatura periférica, assumem esses termos como uma
das possibilidades de classiicação de sua condição de autor ou de sua produção, e recorrem
a elas, notadamente, como vetor das suas carreiras: para atender a uma demanda do mercado
editorial e se aproximar do público que compartilha o mesmo peril sociológico” (Nascimento
2012, p. 103).
240
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
•
por más consagrada que pudiera estar hoy, comenzó siendo una
“literatura marginal”.
Los marginales que representan el habla de los excluidos. Esto
haría referencia a la selección de perspectivas, personajes y temas
relacionados con el universo de la “marginalidad social”: miseria,
prostitución, crimen, etc.
El grupo literario asociado al término “poesía marginal”, actuante principalmente
en la década de 1970 en el escenario literario brasileño (Francisco Alvim,
Zuca Sardan, Chacal, Cacaso, Waly Salomão, Nicolas Behr…), se situaría
entre los dos primeros ámbitos, por su relativa renovación lingüística de las
técnicas poéticas, y por el uso del mimeógrafo para difundir sus obras de forma
independiente (por lo que el grupo también fue conocido como “generación
mimeógrafo”). En el último ámbito, Gonzaga situaría a ciertos escritores,
con João Antônio como principal representante en la literatura brasileña de
su tiempo, que se preocupan por representar un universo social reprimido
e invisibilizado. Sin embargo, considerando el origen y situación social de
todos estos escritores, gonzaga concluye que “os legítimos marginais, na
acepção repressiva ou na acepção histórica, continuam fora do processo
de fatura artística de orden letrada” (Gonzaga 148). Ante esta airmación,
gonzaga puntualiza la única excepción posible de plínio Marcos. Resulta
extraño que un crítico brasileño como gonzaga, ocupándose de este tema,
no mencione el caso de Carolina de Jesús, cuyo Quarto de Despejo. Diário
de uma favelada (1963) se convirtió en best seller internacional, narrando
desde la experiencia la cotidianeidad de la exclusión social más violenta.
podemos pensar que el fuerte componente testimonial de esta obra lleva al
crítico a negarle el carácter literario, dejando por tanto a Carolina de Jesús
“fuera del proceso de factura artística de orden letrada”. Este tipo de recepción
crítica es explícita en el ensayo de Carlos Vogt, donde se argumenta que
los mismos mecanismos sociales que crearon el éxito comercial de Quarto
de Despejo (el interés periodístico o antropológico del texto) son los que
devolvieron a la miseria a su autora (que no llegó a tener una trayectoria de
consagración como escritora). A esto debemos añadir la relación de Carolina
de Jesús con su “descubridor”, el periodista Audalio Dantas, que compiló,
editó y publicó sus diarios, provocando que desconiados críticos y lectores
iniciaran un mezquino y estéril debate sobre la autoría real de los textos. para
Silva, y coincidimos con él en lo esencial, ese desprecio a la escritura de
De Jesús no responde a motivos lingüísticos sino sociológicos. Cargada de
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
241
prejuicios, la crítica se limita a reconocer el interés sociológico de los diarios
o, cuando hay cierta empatía, la carga dramática del “testimonio humano”.
Así, no se reconoce la intencionalidad creativa que articula sus diarios, por
lo que tienen de elaboración a posteriori de la memoria inmediata, en base
a la iccionalización de lo cotidiano.
Ao contrário, atribui-se-lhe, quando se considera ser ela a autora dos
diários, a espontaneidade despretensiosa. para dizer o mínimo, esta
ideia é carregada de preconceito, contendo nas entrelinhas a sugestão
de que pobres e favelados (o povo, o quarto estado se estivéssemos
em França) não sabem o que fazem quando escrevem, necessitando
da tutela ou de alguém que lhes aponte uma direção, que fale por si.
Algo semelhante acontecerá com Paulo Lins e Ferréz (Silva 245).
perpendicularmente a este caso, es curiosa la apreciación que se hace en el
mismo ensayo de gonzaga para el caso del ya citado João Antônio, que nos
lleva al extremo contrario para sostener la misma idea. En este caso, lo que
se coloca en cuestión no es el carácter literario de los textos del consagrado
escritor, sino precisamente la condición “marginal” de su productor. La biografía
de João Antônio es adjetivada como “semi-marginal”, a lo que se añade “certo
apelo publicitário” (Gonzaga 151). De esta forma, los prejuicios de los que
hablaba Silva en la cita anterior muestran su cara inversa: si es imposible
para un “marginal” hacer “literatura”, cuando de hecho hay “literatura”, el
autor no puede ser “marginal”.
Contra ese prejuicio se erige todo el proyecto político y literario de la
actual literatura marginal periférica. Combinando la presentación biográica
de los autores –que explicita su posición periférica en el espacio social– con
su incontestable producción literaria, estos autores impugnan el pensamiento
académico dominante que trasluce en el ensayo de gonzaga, según el cual
existiría una incompatibilidad insuperable entre la actividad literaria y la
condición social excluida o, más claramente, entre las identidades “escritor”
y “marginal”. En este sentido, es interesante detenerse momentáneamente en
ciertos abordajes de la sociología de la literatura, que nos permiten examinar
con más detalle esta aparente contradicción.
242
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
ApORTES DE LA SOCIOLOgÍA DE LA LITERATURA: LUCHAS DE
DEFINICIóN Y EL pROBLEMA DEL VALOR
Una importante innovación de la sociología de la literatura de pierre Bourdieu
es la relativización del “valor literario”, considerando éste no como un atributo
“esencial”, intrínseco a las obras, sino como un “efecto del campo” resultante
de las diferentes disputas libradas en su interior 2. En estos embates, los agentes
implicados son múltiples, e irían desde los propios escritores, a los periodistas
culturales o los críticos literarios, que juegan un papel no solo interpretativo
sino performático, es decir, “a la vez que juzgan e interpretan la valía de las
obras y corrientes artísticas, cumplen un papel fundamental en las luchas
por la prescripción de lo que Bourdieu denomina el ‘nomos’ fundamental
del campo: las reglas básicas de la acción en el campo” (Romero y Santoro
208). Pero incluso antes de estas luchas por establecer los diferentes valores
de las obras literarias hay una fase previa de “luchas de deinición”, en la que
esos mismos agentes determinarían, de forma inestable y nunca deinitiva,
qué es literatura y qué no lo es.
Si bien este modelo teórico nos permite pensar las disputas simbólicas
trabadas en torno a la naturaleza y el valor literario de las diferentes obras, al
mismo tiempo aparecen algunos efectos perversos que deben ser observados.
El principal problema que se nos presenta, a la hora de pensar la literatura
marginal periférica desde el modelo de Bourdieu, es la ubicación de estos
escritores en el “campo literario” que por la arquitectura conceptual del sociólogo
se constituiría como intrínsecamente dependiente del “campo del poder”.
En sus estudios sobre “la conquista de la autonomía” del “campo literario”,
Bourdieu propone una visión altamente institucionalizada y estabilizada de
este espacio de relaciones, donde los agentes organizan la totalidad de sus
acciones para la disputa de un capital especíico (el “capital simbólico”, el
reconocimiento de sus pares) adoptando un habitus especíico (el habitus
de escritor). Desde este punto de vista, la comprensión de los autores de
literatura marginal periférica estaría condenada a incurrir en la miopía teórica
que observamos en gonzaga: o bien las producciones textuales de los sujetos
subalternos serían simples manifestaciones de escritura exteriores al campo
En otro artículo (Souto 50-53) me he dedicado con más especiicidad al abordaje
sociológico del problema del “valor literario” a partir de la discusión de los modelos teóricos
de pierre Bourdieu y Bernard Lahire.
2
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
243
literario, esto es, sin condición literaria; o bien las obras literarias habrían
sido producidas por escritores en el campo del poder, y la explicitación de
su origen subalterno no sería más que un envite estratégico capitalizable
en el campo literario. ¿Cómo podríamos pensar las relaciones y disputas
trabadas por estos escritores en su actividad literaria (con lectores, otros
escritores, periodistas, críticos, editores, etc.), sin por ello descaracterizar
otros procesos de identiicación social, por los que ellos mismos se posicionan
en las periferias urbanas, como integrantes de los grupos sociales oprimidos
que representan literariamente?
Consideramos que las constataciones empíricas que nos aportan los escritores
de la literatura marginal periférica nos obligan a repensar ciertos postulados
teóricos del modelo bourdieusiano, en lo relativo a la presuposición de la
coherencia interna del habitus para las prácticas y preferencias culturales
de sujetos o grupos sociales homogéneos; y especíicamente al hablar de
literatura, en lo relativo a la delimitación y estabilidad del campo literario,
como un espacio de relaciones institucionalizado con posiciones deinidas
para una cantidad limitada de agentes. Estos son exactamente los senderos
de la crítica que viene construyendo el sociólogo francés Bernard Lahire
sobre el modelo de Bourdieu3.
primero, en La Culture des Individues, Lahire se dedicará al estudio
intensivo de prácticas y preferencias culturales en escala individual, constatando
la inexistencia de ciertas presuposiciones incluidas en el modelo de campo
y habitus, necesarias para explicar el efecto general de la “distinción”. A
pesar de la rotundidad teórica del esquema general, los estudios empíricos no
ratiican la coherencia interna que se le presupone al habitus, al constatar la
gran frecuencia con la que distintos sujetos de un grupo social homogéneo,
o incluso el mismo sujeto, combinan indiscriminadamente prácticas y
preferencias culturales dominantes y dominadas, creando “disonancias”
3
Un primer esbozo de esta crítica, todavía analítica y no propositiva, se encuentra
en el fundamental ensayo “Campo, contra-campo, fuera de campo”. En éste, Bernard Lahire
desmenuza teóricamente los elementos fundamentales de la teoría del campo, un modelo del
que la sociología francesa e internacional han venido abusando de forma acrítica. Tomando
como ejemplo concreto los estudios de Bourdieu sobre el “campo literario”, Lahire levanta
algunos puntos que serán el núcleo de posteriores desarrollos, como la falta de un estudio
concreto de las prácticas y características estrictamente literarias de los textos y los escritores,
o la indeinición y ambigüedad sobre los efectos de la “autonomización” del campo (Lahire,
Campo 18-30).
244
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
intra e interindividuales. por ejemplo, podríamos encontrar sujetos que
combinan prácticas culturales muy legítimas, como la lectura continuada de
literatura clásica, con prácticas culturales poco legítimas, como la preferencia
por programas de televisión de entretenimiento. La observación empírica
a escala individual destaca la importancia de los contextos de práctica,
haciendo comprensibles constelaciones de prácticas y preferencias que en
principio parecerían incomprensibles o sorprendentes, como por ejemplo:
el trabajador de un restaurante fast-food que lee Dostoievski en sus horas
libres, pero cuando vuelve a casa se relaja con una telenovela o con unos
cómics estadounidenses.
El estudio de la diversidad de prácticas culturales, que lleva a la
desestabilización de las rígidas imágenes preconcebidas (el sujeto de “gusto
erudito” frente al sujeto de “gusto popular”, como caricaturas incomunicadas)
se prolonga con el estudio de “la condición literaria”, indagando en detalle
sobre los estilos de vida y la situación de trabajo de escritores contemporáneos
franceses 4. Uno de los grandes hallazgos de este estudio es el destaque
y deinición de la “doble vida” generalizable para la gran mayoría de los
escritores en régimen de mercado que, vista su imposibilidad de vivir
exclusivamente de las rentas que produce su actividad literaria, están obligados
a compatibilizar esta actividad con un “segundo empleo” en ámbitos paraliterarios (conferencias, talleres de escritura creativa, redacción periodística
de artículos o columnas, etc.) o extraliterarios (trabajos remunerados de todo
tipo). Este hecho fundamental en la vida de los escritores, que forzosamente
será determinante para sus estructuras de percepción y disposiciones a la
acción (el habitus), no era observado en el modelo bourdieusiano, que se
limitaba a deinir el “habitus escritor”, idéntico para todos los casos. ¿Acaso
serían equiparables, en términos de habitus: un profesor universitario que
escribe poesía erudita contemporánea y alguna columna crítica en revistas
especializadas, aunque apenas obtiene dinero con estas actividades; a un escritor
de novelas policiales que escribe a tiempo completo y vive de sus derechos
de autor; o a un taxista que por las noches, después de la telenovela, escribe
crónicas o breves cuentos sobre el día a día de su oicio, para publicarlas en
pequeños volúmenes autoeditados? Si el proceso de identiicación social como
“escritor” se asocia simplemente a la práctica continuada de la escritura y a
4
En el artículo anteriormente citado, destaco algunas características del modelo
de investigación y las principales conclusiones de La condition littéraire. La double vie des
écrivains, especialmente en lo relativo a la “autonomía literaria” (Souto 35-43).
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
245
la publicación de sus producciones, los tres sujetos serían deinibles como
escritores. pero es evidente que las diferentes condiciones de vida de unos y
otros no serán en absoluto irrelevantes, ni para su actividad literaria, ni para
el resto de los universos de actividad.
Es por eso que las aperturas conceptuales propiciadas por los estudios
de Lahire en sociología de la literatura son tan valiosas para el estudio de la
literatura marginal periférica, permitiendo formular nuevas indagaciones e
hipótesis interpretativas. Al estudiar como prácticas y preferencias culturales
heterogéneas pueden ser compatibilizadas por el mismo grupo o individuo,
y al destacar la pertinencia de la “doble vida” de los escritores, conseguimos
acercarnos a un retrato más apurado de este grupo de escritores, donde es
posible atender simultáneamente su actividad literaria (“ser escritor”) y la
experiencia cotidiana de la violencia y la desigualdad (“ser periférico”), sin
que la observación de una característica emborrone la otra.
“MIRADA INTERNA” O “pACTOS DE LECTURA MúLTIpLES”
podemos comenzar, por tanto, a hablar de esa literatura extraña y generalmente
ignorada por el campo de la crítica literaria, cuyos autores no presentan las
características preponderantes que mencionaba el artículo de El País para el
escritor brasileño contemporáneo: blanco, urbano, de clase media5. Y es que
5
Evidentemente, cada uno de estos tres elementos (“blanco”, “urbano”, “clase
media”) y sus respectivos antónimos indican poco más que posiciones polares en procesos de
identiicación relacionales y complejos. La idea “blanco” hace referencia al factor étnico-racial,
lo que haría necesaria una discusión sobre el racismo en Brasil e ideas como “mestizaje” o
el mito ideológico de la “democracia racial” (Munanga). Al hablar de “urbano”, es necesario
pensar en “periferia” como un elemento simbólico antitético, que se articula en operaciones
discursivas que construyen esa polaridad, haciéndose audibles tanto en el discurso de estos
escritores como en el habla corriente de la elite brasileña: las oposiciones entre términos como
favela, morro, quebrada, perifa y términos como centro, asfalto, bairro nobre, etc., reforzadas
con expresiones como “o mundo é diferente da ponte pra cá” (verso del grupo de rap Racionais
MCs ya convertido en expresión común al sur del puente João Dias, que separa el centro de la
Zona Sur de São Paulo). El término “clase media” también es especialmente espinoso por su
utilización contemporánea en el discurso político brasileño, donde ciertos grupos pretenden
hacer valer la hipótesis según la cual, en las últimas décadas, se estaría consolidando una
“nueva clase media” brasileña. Una evaluación sociológica de este argumento implicaría
considerar no solo indicadores económicos (renta, consumo, etc.), sino también relaciones
246
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
el principal elemento de articulación y aglutinación de esa literatura marginal
periférica remite antes a procesos de identiicación y características sociales de
los escritores, que a características lingüísticas de las obras (donde en general
encontramos un alto grado de heterogeneidad). Si por algo se diferencia esta
literatura, es por estar producida por sujetos exteriores a esa élite letrada,
a esa minoría dominante: se trata de escritores negros, pardos o mestizos,
habitantes de favelas, periferias urbanas u otros espacios de exclusión, que
combinan o combinaron su actividad literaria con los trabajos más duros de
la cadena productiva, o incluso con actividades en conlicto con la ley. En el
campo académico, la recepción crítica de estos escritores no ha sido unánime,
como constata el temprano artículo de Fernando Villarraga, detectando que
algumas vozes dos campos acadêmico e jornalístico advertem alarmadas
sobre os riscos, as confusões e as promiscuidades que supostamente
comporta a cada vez mais visível onda dos marginais, com suas
airmações sobre a condição de serem escritores e seus desejos de se
verem reconhecidos como parte da literatura nacional (Villarraga 35).
Una pequeña muestra de las “muchas desconianzas y sospechas enormes” que
generaron en su inicio estos textos se puede encontrar en la importante obra
crítica de Karl Erik Scholhammer sobre la Ficção Brasileira Contemporânea,
donde esta autodenominada literatura marginal periférica es clasiicada como
“neo-documentalismo” sin “ninguna innovación” ni “valor literario” (98105). Tal vez, el motivo del desprecio se deba a la importancia de ciertos
elementos paratextuales y extratextuales para la construcción del efecto
estético, elementos que la crítica no está habituada a considerar y que, de
cierta forma, podrían entenderse como amenazas a la “autonomía literaria”.
porque precisamente ese concepto extraño citado por Scholhammer
–“neodocumentalismo”– apunta a uno de los rasgos textuales que más
controversias suscita al hablar de este grupo literario. La “mirada interna”, que
múltiples lecturas críticas han atribuido de forma poco concreta a las obras
de esta literatura marginal periférica, parece referirse a una cualidad textual
de las obras (el retrato realista, detallado y empático con los protagonistas, de
de poder y derechos sociales (Souza). En cualquier caso, para los procesos de identiicación
que importan aquí, podemos decir que “clase media” sería casi equivalente a “élite” o “clase
dirigente”, y se opondría tanto a “clase trabajadora” como a los habitantes de los espacios de
exclusión antes mencionados: favelados, periféricos, etc.
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
247
esos universos de exclusión donde se ambientan las obras) a partir de rasgos
biográicos de sus autores (su origen e identiicación con estos espacios:
favelas, quebradas, periferias, cárceles, etc.).
La conocida novela de paulo Lins Cidade de Deus (1997) abrió el ciclo de
esta nueva producción. La veta virgen no apuntaba tanto a la representación
de la violencia urbana (camino previamente trillado por escritores brasileños
como Rubem Fonseca, y continuado por otros más recientes como patricia
Mello, Marçal Aquino, o Fernado Bonassi 6), sino a lo que desde el primer
momento se llamó el olhar interno, la mirada interna. Con una reconstrucción
de la historia de la favela que da título al libro, la recepción de la obra se centró
desde el primer momento en “el punto de vista interno”, destacando el origen
biográico del autor (antiguo habitante de esta favela) como principal aporte
del mismo7. El momento más importante para la consolidación de esta lectura
se da con la reseña del importante crítico Roberto Schwarz, poco después del
lanzamiento de la obra, publicada en el cuaderno cultural del diario Folha
de São Paulo. En ese momento ya se menciona esa “mirada interna”: “O
interesse explosivo do assunto, o tamanho da empresa, a sua diiculdade, o
ponto de vista interno e diferente, tudo contribuiu para a aventura artística
fora do comum” (Schwarz 163, énfasis nuestro).
por la relevancia del crítico y del medio, esa reseña fue muy importante
para la divulgación del libro, incluso en el escenario internacional (con
múltiples traducciones) y en la industria cultural (con su exitosa adaptación
cinematográica). Es por eso que, quince años después de su lanzamiento,
la editora Companhia das Letras todavía utiliza las palabras de Schwarz
6
Sobre esta tendencia, anteriores comentarios críticos habían introducido términos
como “realismo feroz” (Candido, Nova) o “brutalismo” (Bosi).
7
La recepción centrada en la biografía del autor fue tan unánime, que el reseñista
habitual de Folha de São Paulo, Marcelo Rubens paiva, se vio obligado a matizar esta lectura,
contrarrestando esta interpretación y destacando la experiencia poética de Lins: “Ex-favelado
negro escreve romance inanciado pela Fundação Vitae que, com a indicação de Roberto
Schwarz, um dos maiores críticos literários brasileiros, é publicado pela Companhia das Letras.
É dessa maneira que parte do mercado reage à publicação de Cidade de Deus, de paulo Lins.
Mas essas palavras embutem uma apresentação capenga e lograda. O escritor não surgiu do
nada e nem fez um exótico exercício de como é o dia-a-dia de uma favela carioca. Lins, 38,
é poeta de carteirinha. participou, no começo dos anos 80, do grupo Cooperativa de poetas,
braço carioca do movimento de poesia independente. Estudou literatura e português na UFRJ
(Universidade Federal do Rio de Janeiro). Publicou, em 86, Sobre o Sol, livro de poesias, pela
editora da universidade” (Paiva).
248
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
como reclamo publicitario, junto con otros comentarios que apuntan en la
misma dirección:
“Na Cidade de Deus, a lei do mais forte se estabeleceu, logo suplantada
por aquela do mais cruel, substituída por sua vez pela do mais selvagem.
Paulo Lins conhece bem essa história”. Le Monde, França.
“Vinte anos de vida numa favela narrados por dentro. Um verdadeiro
fenômeno”. El País, Espanha (Lins, contraportada. Énfasis nuestro).
Esa “mirada interna” sirve como reclamo publicitario, herramienta de
promoción mercadológica de la obra y de consagración del autor en el juego
literario. Desde un punto de vista más ceñido a la crítica literaria, esta idea
cobra un carácter más apurado si hablamos de “pactos de lectura múltiples” 8.
La importante “carga testimonial”, con la que el autor utiliza su trayectoria
de vida como elemento fundante de su producción iccional, no siempre se
formulará de forma unívoca, sino envuelta en diferentes juegos y paradojas
de gran complejidad. Como se desprende del análisis de los elementos
paratextuales que acompañan el libro Memórias de um sobrevivente (2001),
escrito por el expresidiario Luiz Alberto Mendes durante su reclusión, “estes
não apontam para um gênero indubitável, e sim para um pacto de leitura
múltipla: por vezes a obra é apresentada como autobiograia, por vezes
como testemunho e, outras, como romance” (Scapini 46). Estos “pactos de
lectura múltiples” devuelven al escenario crítico cuestiones referentes a las
convenciones del “realismo” en sus diferentes contextos de enunciación, que
poco a poco venían siendo sustituidos por debates estrictamente vinculados
a aspectos formales del texto.
Usando este recurso, Cidade de Deus marca un hito en la literatura
brasileña contemporánea, recibido como un “acontecimiento inédito” que
surge contrariando las expectativas generales del campo literario brasileño,
del que casi se puede escuchar el grito entre sorprendido y alarmado: “¡un
8
El concepto “pacto de lectura múltiple” fue propuesto por Carla Scapini (46-50).
Con este se reiere a los movimientos de oscilación inestable entre los rasgos de lo documental,
lo autobiográico y lo novelesco, donde el autor establece diferentes, contradictorios y
simultáneos “pactos de lectura” con el lector, desde el “pacto iccional” (Umberto Eco) al
“pacto autobiográico” (Philippe Lejeune). Aunque el concepto teórico se construye sobre
el análisis de la obra Memórias de um sobrevivente (Luiz Alberto Mendes, 2001), su uso es
muy pertinente para otros autores y obras de la literatura marginal periférica presentados aquí,
como Cidade de Deus (Paulo Lins 1997) o Capão Pecado (Ferréz, 2000).
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
249
favelado que escribe!”. Releyendo el citado artículo de El País, vemos que,
aún hoy, paulo Lins sigue siendo considerado una excepción insólita, como
declara el escritor (joven, blanco, de clase media) Antonio Prata:
Em toda minha vida escolar, nunca tive um colega de escola negro,
embora grande parte da população seja de negros. Dedica-se à
literatura apenas aquele que está alfabetizado e a maioria é de classe
média para cima e vive em grandes cidades. Há, claro, exceções,
como em tudo. Talvez o livro mais importante dos últimos 20 anos
seja Cidade de Deus, de paulo Lins: um negro que veio da periferia
(Prata, cit. en Ballesteros).
Esta reacción del campo literario dominante, que siente haber realizado un
descubrimiento de lo insólito, es precisamente el tema de la tesis de Mario
Augusto Medeiros da Silva, que mediante el estudio de las trayectorias
literarias y las reacciones críticas, emparenta a escritores periféricos
contemporáneos como paulo Lins o Ferréz con casos anteriores semejantes,
como el de Carolina de Jesús o los escritores integrantes de Quilomboje 9.
para esto, es importante la detallada reconstrucción de la carrera literaria de
paulo Lins, desde la juventud universitaria y su cercanía a poetas como paulo
Leminski, pasando por su participación como “investigador de campo” en el
proyecto antropológico de Alba zaluar sobre violencia en las favelas, hasta
su “descubrimiento literario” por el crítico Roberto Schwarz, que terminó
ejerciendo labores de mecenazgo para su publicación y consagración (Silva
327-387). Esta trayectoria oscilante, desde las primeras tentativas poéticas a
la investigación antropológica, y la retomada de la lírica en la iccionalización
de lo real, es recordada por Schwarz en su famosa reseña de Cidade de Deus:
[...] talvez se possa dizer que em Cidade de Deus os resultados de
uma pesquisa ampla e muito relevante –o projeto da antropóloga
Alba zaluar sobre ‘Crime e criminalidade no Rio de Janeiro’– foram
iccionalizados do ponto de vista de quem era o objeto do estudo, com
9
Grupo literario brasileño actuante desde inales de los setenta, integrado por escritores
negros. Entre sus principales actividades está la publicación de los Cadernos Negros, desde
1978 hasta el presente. Actualmente, varios escritores integrantes de la literatura marginal
periférica interactúan también con este grupo y publican en los Cadernos Negros, como
Adelmiro Alves (“Sacolinha”) o Allan da Rosa. Más información en la web de Quilomboje:
<http://www.quilombhoje.com.br> (consultado 14/05/2014).
250
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
a correspondente ativação de um ponto de vista de classe diferente
(mas sem promoção de ilusões políticas no capítulo). Signiicativa
em si mesma, essa recombinação de fatores tem um tom próprio, que
no conjunto funciona vigorosamente, embora destoando da ‘prosa
bem-feita’.
[...] A importância deliberada e insolente da nota lírica, que faz frente
ao peso esmagador dos condicionamentos pela miséria, dá ao romance
um traço distintivo, de recusa, difícil de imaginar num escritor menos
inconformado. Seria interessante reletir sobre a ligação entre esse
lirismo improvável e a força necessária ao deslocamento do ponto de
vista de classe –de objeto de ciência a sujeito da ação– que observamos
a propósito do papel da enquete social na obra (Schwarz 169-170).
Sin embargo, esa aparente excepcionalidad de Lins (mencionada por Antonio
Prata o implícita en los comentarios de Schwarz) no se contrasta en la realidad
empírica, donde encontramos muchos otros casos de escritores contemporáneos
de una condición social semejante a la suya. Tal vez el caso más conocido
sea el de Ferréz que pocos años después de Cidade de Deus publica Capão
Pecado (2000).
Un buen resumen de la trayectoria biográica y literaria de Ferréz es el
realizado por Érica peçanha do Nascimento (Vozes 200-215), en el que nos
basamos para el breve relato que sigue. pseudónimo de Reginaldo Ferreira da
Silva, Ferréz adopta un nombre literario, imitando la práctica habitual entre los
rappers de Capão Redondo, estigmatizado barrio periférico del extremo sur
de São paulo. Con una experiencia escolar fugaz y sin mucha trascendencia,
Ferréz se incorpora joven al mercado de trabajo en las condiciones precarias
típicas en las periferias, realizando las labores más diversas: vendedor en
una panadería, ayudante de albañil, vendedor ambulante de escobas, freidor
en un fast-food o archivista en una empresa de recursos humanos. Con el
patrocinio de esta última empresa lanza su primer libro de poesía, Fortaleza
da Desilusão (1997), en edición de autor e independiente de todo esquema
de distribución. La indiferencia mediática y crítica de este estreno literario
contrasta radicalmente con el desmesurado interés que despertó su siguiente
lanzamiento, la novela Capão Pecado (2000). En esos tres años, el autor se
aproximó al movimiento hip-hop, adoptando su estética y traduciéndola en el
medio literario, de forma que en la primera edición de la novela se incluían
colaboraciones de rappers de la zona Sur de São paulo, como Mano Brown,
Cascão o Negredo. Esta propuesta literaria, de cierta forma inspirada por
Cidade de Deus, fue noticiada en grandes medios de comunicación incluso
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
251
antes de ser publicada, como el diario Folha de São Paulo, que el 6 de enero
de 2000 publicaba:
Desempregado do Capão Redondo escreve romance baseado em
histórias verdadeiras de um dos bairros mais violentos de Sp; livro,
sem editora, está pronto, mas o autor muda trechos quando algum
personagem morre na vida real (Folha de SP, cit. en Nascimento,
Vozes 205).
Esta presentación publicitaria, que nos remite a los mencionados “pactos de
lectura múltiples”, se repiten en las apariciones mediáticas del autor, como
en su entrevista en el programa de televisión O Programa de Jô Soares 10, un
importante late show que fue fundamental para la rápida difusión y venta de
la novela, donde el interés de la entrevista se centra más en la experiencia de
vida del autor que en la obra literaria. En ocasiones, el propio autor utiliza este
“pacto de lectura mútliple” como una forma de legitimación, confrontando
su conocimiento directo del tema con las representaciones estereotipadas de
la favela realizada por “escritores de la élite”, como cuando sentencia que
“A patricia Melo retrata o que não conhece, eu não falo sobre a elite porque
não conheço” (cit. en Nascimento, Vozes 212). En cierta forma, el argumento
que se trasluce tanto en las declaraciones públicas del autor, como en los
paratextos y elementos que acompañan estas publicaciones, es siempre el
mismo: “quien mejor narra la periferia es quien vive en ella”.
Este recurso literario, que se apoya en técnicas lingüísticas como el uso
de jergas periféricas y la descripción de ambientes y prácticas típicas de estos
lugares, fue muy efectivo para la difusión de la obra de Ferréz en los medios
periféricos, y se mantuvo en obras posteriores del autor como la novela
Manual Prático do Ódio (2003) o el libro de cuentos Ninguém é inocente
em São Paulo (2006). Pero también fue importante para la consolidación
de la trayectoria literaria del escritor, como muestra que estos dos libros
fueran lanzados por la importante editorial Objetiva (Grupo Santillana), que
también reeditó Capão Pecado, tras una disputa judicial del autor (relativa
10
Emitida en el año 2000, poco después del lanzamiento de Capão Pecado, la
entrevista completa se puede ver en <https://www.youtube.com/watch?v=SCb3oIpfOxM>
(Acceso 14/05/2014). Vemos, por ejemplo, cómo el presentador Jô Soares muestra escaso
interés por el libro de poesía Fortaleza da desilusão, que el escritor le ofrece como regalo.
252
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
al pago de derechos de la obra) con la pequeña editora que había lanzado la
novela (Labortexto).
Con el destaque conseguido con Capão Pecado, Ferréz es invitado a
participar como columnista mensual en la revista Caros Amigos, publicación
nacional vinculada al discurso político de izquierda. Esto le permite realizar
un emprendimiento de gran importancia11 para la aglutinación y articulación
de la literatura marginal periférica: la organización de tres números especiales
de esta revista con el tema Literatura Marginal (2001, 2002 y 2004) que, a
modo de antologías, recogieron los textos de más de 40 autores de condición
social semejante, muchos de ellos inéditos hasta el momento. En este mismo
sentido, el escritor fundó en Capão Redondo el proyecto editorial Selo Povo,
para publicar autores periféricos inéditos y lanzar libros a precios populares,
totalizando hasta el momento cuatro títulos publicados12.
Como vemos, en un primer momento, que coincide con el cambio de
siglo, el campo literario brasileño se muestra muy interesado en la producción
literaria periférica, aunque solo cuando ésta explota el recurso de los “pactos
de lectura múltiples” para construir retratos realistas de estos ambientes, con
especial atención en temas como la violencia, el crimen o la miseria. Otras
producciones literarias periféricas de ese mismo período no ganan tanto
destaque mediático, aunque a pesar de esto crecen de forma autónoma, tanto
en volumen de publicación como en diversidad temática y formal, a partir
de circuitos literarios independientes que se aproximan a la consolidación de
un “sistema literario” alternativo (como veremos en el siguiente apartado).
Al mismo tiempo, observando las publicaciones más recientes de paulo
Lins y Ferréz, parece que ambos vienen sintiendo una saturación de las
posibilidades expresivas del recurso a los “pactos de lectura múltiples”, o
en todo caso, el hastío personal de los autores con esta opción técnica. Esto
es más evidente en el caso de paulo Lins, quien desde el primer momento
rechazó la etiqueta de la “Literatura marginal” y reivindicó su condición
de “escritor puro” y creador de “icciones” (Nascimento, Vozes 59), tal
11
La importancia de estas revistas para la articulación del grupo como movimiento
literario, y para la “entrada en escena” de nuevos autores, fue destacada por Nascimento (Vozes
52-75) y por Silva y Tennina.
12
Los libros lanzados son: Oh, margem! Reinventa os rios! (Cidinha da Silva, 2011),
Sob o azul do céu (Marcos Teles 2011), Amazônia em chamas (Catia Cernov 2010), y Cronista
de um tempo ruim (Ferréz 2010). Para más información, consultar: <http://www.selopovo.
blogspot.com.br> (consultado 14/05/2014).
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
253
vez temeroso de que el foco en este tipo de recepción limitase la atención
recibida por otro tipo de proyectos literarios, no necesariamente vinculados
a su “experiencia biográica”. Tras quince años sin publicar, Desde que o
samba é samba (2012), la nueva novela de Paulo Lins se remonta a los
orígenes del samba en las primeras décadas del siglo XX, con una exploración
literaria del universo afro-brasileño que difícilmente puede ser leído en clave
“autobiográica” 13. Al mismo tiempo, Ferréz también regresa a la novela
tras casi diez años sin tocar el género. Deus Foi Almoçar (2012) es una obra
extraña, todavía relativamente incomprendida, en la que Ferréz realiza el
acercamiento de la cultura popular al conocimiento esotérico y al ocultismo
(está muy presente la igura del médico ocultista Papus, con sus conceptos
de “portal” y “astral”), con abundantes referencias a universos culturales tan
dispares como la ciencia-icción, la ufología o los cómics estadounidenses
y underground brasileños. Realizando una deconstrucción psicológica del
protagonista (Calixto, un archivista depresivo de clase media, recientemente
divorciado y separado de su hija), Ferréz parece apartarse de lo cotidiano
periférico y su experiencia biográica, para esbozar una crítica ilosóica
más profunda de la civilización moderna occidental, aproximándose tal vez
a escritores como Dostoievski o Hermann Hesse (ambos frecuentemente
citados como referencias literarias del autor).
Estos desdoblamientos literarios nada más ratiican la amplitud y la
heterogeneidad de la literatura marginal periférica. Aunque en un primer momento
el campo literario recibió esta tendencia como un “neodocumentalismo” sin
ningún “valor literario”, hace tiempo que los autores oriundos de las periferias
realizan propuestas de los tipos más variados, sin preocuparse de que la crítica
hegemónica no parece prestar excesivo interés al asunto.
13
Sin embargo, la posible lectura en clave “documental” generó una tímida disputa
pública entre Lins y el historiador Sérgio Cabral. para éste, autor de varios libros sobre el
nacimiento del samba en el Rio de Janeiro de las primeras décadas del siglo XX, Lins incurre
en varios “escorregões históricos”, como la presentación de varios compositores “adotando um
comportamento que nada tinha a ver com a realidade” (Cabral). En legítima réplica publicada
en el mismo diario, Lins habla de la libertad que le permite la icción, contra la excesiva
atención dada a personajes históricos responde que “grupos sociais são os protagonistas dos
meus romances”, y inalmente, argumenta que “Na literatura vale mesmo não o que aconteceu,
mas o que poderia ter acontecido”.
254
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
SARAUS: INDIFERENTE A LA CRÍTICA, LA LITERATURA EXpLOTA
EN LAS pERIFERIAS
La vida literaria hace tiempo que ha explotado en las periferias paulistanas.
En el mismo período en el que la crítica trataba como “excepciones insólitas”
los casos de Ferréz o paulo Lins, una interesante red de saraus periféricos
se iba articulando en los diferentes extremos de la ciudad. Estos saraus son
encuentros abiertos en diferentes locales públicos de las periferias de São
paulo (principalmente bares o botecos), en los que diferentes ciudadanos se
encuentran para recitar poesía, intercambiar libros o simplemente debatir
sobre la vida pública de la ciudad. La palabra sarau tiene su origen en
encuentros poéticos realizados por diferentes grupos intelectuales, como los
encuentros de los poetas modernistas en los salones de las elites paulistanas
(Nascimento, É tudo 32). En un interesante ejercicio de antropofagia periférica,
los poetas y escritores periféricos se apropian de este término y lo adoptan
para designar sus encuentros, que presentan características algo diferentes
a los encuentros de la burguesía. En estos encuentros, la práctica literaria
adopta una dimensión lúdica y festiva, donde la soledad y recogimiento de
la lectura silenciosa individual se sustituye por la exposición corporal del
“poeta-ciudadano” 14, que al hacerse presente junto a su público se ve obligado
a trabajar la dimensión performática de lo literario. El grupo pionero que
debe tomarse como referencia para este tipo de encuentros es el sarau de la
Cooperifa, movilizado principalmente por el poeta Sérgio Vaz y un grupo
cercano de colaboradores. Actuante desde 2001 en el bar do Zé Batidão,
situado en Jardim Ângela (Zona Sur de SP), el sarau ha sido densamente
descrito en la investigación etnográica de Érica Peçanha do Nascimento,
14
En un maniiesto redactado por Sérgio Vaz, se introduce la igura del artista-cidadão,
como un sujeto comprometido con su comunidad, una identidad que puede ser adoptada
por cada persona que declame en un sarau, independientemente de ser un texto autoral o
no. “Desta forma, a poesia, como qualquer outro gênero literário, é pensada, antes de tudo,
como um meio de expressão individual e coletiva, e menos em suas formalizações estéticas.
Não se trata, portanto, de submissão dos poetas do sarau à lógica estrita de reconhecimento e
consagração de instâncias como mercado editorial, academia ou crítica especializada, tampouco
de a literatura ser percebida como uma vocação. Nos saraus, por meio da prática poética, os
poetas estão agenciando também suas subjetividades, modos de ser e estar no mundo. E como
poetas colocam-se num outro lugar que não apenas o de trabalhadores, vítimas, carentes,
desprovidos de oportunidades, excluídos sociais, entre tantas outras identidades arrogadas e
assumidas por eles” (Nascimento, É tudo 87).
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
255
fruto de su tesis doctoral 15. Más allá del grupo de la Cooperifa, un ingente
número de saraus ha proliferado por las diferentes periferias de São paulo
durante la última década, como ha mapeado en detalle Lucía Tennina. La
frecuente circulación de autores y lectores por estos saraus, y la diversidad
de periles demográicos y autorales que podemos encontrar en los mismos
(poetas repentistas con ascendencia nordestina, jóvenes rappers, ancianos que
declaman poemas clásicos de memoria, actores aicionados, representantes de
diferentes movimientos sociales, trabajadores de los más distintos ramos que
buscan saciar su curiosidad literaria, etc.), hace que este circuito de saraus
periféricos se convierta en un “sistema literario”16 independiente, paralelo al
de la “literatura oicial” reconocido por los medios de comunicación o por
las instituciones públicas de políticas culturales. El hecho de que, junto a
las declamaciones orales, los diferentes saraus sirvan como plataforma de
lanzamiento y venta de libros, permite que los autores periféricos distribuyan
sus obras de forma autónoma, sin depender de los circuitos convencionales
(editoras, distribuidoras, librerías, etc.). Después de escribir su obra, un autor
puede imprimir su libro y pasar a venderlo por los diferentes saraus de la
ciudad17, de forma que aunque las rentas derivadas de esta actividad no le
permitan prescindir de otras actividades remuneradas, al menos consigue
recuperar la inversión o reducir los costes, además de contactar un público
lector que podrá, a su vez, apreciar y difundir su obra.
Sin espacio para citar con un mínimo de rigor la gran cantidad de nombres
que integran el actual movimiento de la literatura marginal periférica
15
También existe un interesante reportaje documental sobre el sarau da Cooperifa,
cuyo título, Povo lindo, povo inteligente! (DGT Filmes, 2007), hace referencia al lema que se
declama colectivamente al inicio de cada encuentro. El documental completo está disponible
en https://www.youtube.com/watch?v=wwIy5pyoq0M , (consultado 14/05/2014).
16
Utilizamos este concepto en el sentido deinido por Antonio Candido, para el que
un “sistema literario” es un cuerpo vivo y articulado, cuyos elementos son el trío “escritor”,
“público” y “obra”. Esto es, “um conjunto de produtores literários, mais ou menos conscientes
do seu papel”, “um conjunto de receptores, formando os diferentes tipos de públicos, sem os
quais a obra não vive”, y “um mecanismo transmissor, que liga uns aos outros” (Literatura
17-40).
17
Una lista sistemática realizada entre los años 2005 y 2010 muestra al menos 72
títulos lanzados solo en el sarau da Cooperifa (Nascimento, É tudo 115). Si consideramos
que esta práctica es habitual en el resto de saraus periféricos de la ciudad, aun sin disponer
de datos sobre la cantidad de copias vendidas de cada título, podemos intuir la capacidad de
distribución paralela de este circuito.
256
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
brasileña18, quisiéramos llamar la atención sobre la obra de Allan da Rosa,
por signiicar un contrapunto interesante para la argumentación que venimos
elaborando, al construir “otra mirada sobre la periferia” (Patrocínio 2011).
Con un peril polifacético, la obra de Da Rosa se despliega en verso, prosa y
teatro, del cordel orientado a un público infantil, a la poesía erótica, pasando
por las columnas periódicas que irma en la revista Fórum São Paulo 19,
donde la crónicas de actualidad se presentan con su punto de vista crítico y
una gingada prosa poética. Oriundo de las periferias del sur de São paulo,
y con una formación literaria que debe mucho a los saraus, la trayectoria
biográica e intelectual de Allan da Rosa está marcada por su paso por la
Universidad de São paulo. Con esto, su obra establece interesantes puentes
de comunicación entre los registros oral y escrito, entre la matriz africana y
la modernidad occidental, entre lo popular y lo erudito. Las posibilidades de
diálogo e hibridación entre estos diversos universos culturales se articulan
con una irme crítica al contexto social de desigualdad que las enmarca, a
la jerarquización valorativa que tiene su faceta más violenta en el racismo y
el elitismo cultural. Con una potente voluntad pedagógica y política, estas
relexiones teóricas 20 se trasladan a la práctica con diferentes talleres de
educación popular, narrados con detalle en su libro Pedagoginga, Autonomia
e Mocambagem. Interesa de este escritor la combinación tensa de elementos
airmativos (la identiicación con la literatura marginal periférica) con la
valiente apropiación de elementos de otras matrices culturales, evitando
que la deinición socio-demográica del movimiento literario se convierta
en corsé castrador de los más ambiciosos proyectos literarios. por ejemplo,
18
por citar solo algunos nombres representativos, sin intención de sistematizar ni
de jerarquizar, podríamos mencionar a Alessandro Buzo, Rodrigo Ciríaco, Cidinha da Silva,
Adelmiro Alves “Sacolinha”, Toni C., Renan Inquérito, Roberta Estrela D’Alva, Dugueto
Shabazz, Renan Inquérito, Akins Kinté, Elizandra Souza, etc. pero sería necesario también
mencionar algunos grupos poéticos o saraus como los Mesquiteiros, Quilombaque, poetas
Ambulantes, Elo da Corrente, Sarau da Brasa, perifatividade, etc.
19
Sección À beira da palavra, todos los artículos están disponibles en: http://www.
revistaforum.com.br/abeiradapalavra/ (consultado 14/05/2014). Con el mismo título, Da
Rosa dirigió un programa de radio sobre literatura popular, negra, periférica o indígena, con
entrevistas a autores y lecturas de textos. Los programas están disponibles en: http://www.
edicoestoro.net/radio/beira-palavra.html (consultado 14/05/2014).
20
Ver su disertación de maestría, defendida en la Facultad de Educación de la USp:
Imaginário, corpo e caneta: Matriz Afro-brasileira em Educação de Jovens e Adultos (Da
Rosa 2009).
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
257
el retrato de la violencia urbana periférica basado en los “pactos de lectura
múltiples”, que habíamos visto en las primeras obras de Ferréz o Lins, no
aparece necesariamente en los textos de Da Rosa, más abierta a otro tipo de
miradas. La apertura que signiica este punto divergente de la obra de Da Rosa
dentro de la literatura marginal periférica fue destacada por patrocínio, que
venía a ratiicar a partir del análisis de las obras, lo que Da Rosa declaraba
sutilmente:
Eu percebo que [na literatura marginal periférica] tem pessoas que
estão aim de escrever um texto para levantar a rapaziada e lembrar
que existiu o cangaço. E que quer que o livro seja uma parabélum
mirada na testa do volante. E o outro que já quer perguntar “E se o
passarinho não tivesse asas, e se o passarinho tivesse escamas?” Ele
não está aim de trazer o cangaço. Ele está aim de trazer o impossível
(Da Rosa, Parabelum 9).
De esta forma, Da Rosa sitúa su producción en los límites de lo imaginario,
sin que la sutileza reste peso político a su apuesta. Con este punto divergente
solo queríamos señalar la riqueza y diversidad interna de este movimiento
literario, cuando podría decirse que ya completa una década en su andadura
colectiva. Los citados estudios de Érica peçanha do Nascimento, Lucía Tennina,
Carla Scapini, Mario Medeiros da Silva o paulo Tonani do patrocínio son
muestras del incipiente interés que el campo académico viene prestando a la
producción literaria periférica21, el que, sin embargo, no nos permite airmar
que la producción de este grupo literario sea una prioridad en la agenda crítica
dominante. ¿Es aún posible, y deseable, un mayor acercamiento entre las
instituciones nomotéticas del campo literario y los escritores de las periferias?
¿Qué podemos esperar de esta relación?
21
Una búsqueda supericial en el banco de tesis y disertaciones del principal organismo
universitario brasileño <http://www.capes.gov.br/servicos/banco-de-teses>, muestra no menos de
una treintena de trabajos realizados en la pasada década sobre la literatura marginal periférica,
especialmente sobre autores como Ferréz o Paulo Lins (consultado 14/05/2014). Sin embargo,
sería necesario una revisión bibliográica sistemática y profunda para poder dimensionar la
trascendencia de estos estudios.
258
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
DESpRECIOS pERSISTENTES Y TENSIóN pERMANENTE
A pesar de que, como hemos visto, la literatura marginal periférica está
fuertemente consolidada y cuenta con un buen público lector –en muchas
ocasiones mayor que la literatura “blanca, urbana y de clase media”–, parece
que esta literatura sigue infravalorada por el campo de la crítica académica y
el periodismo cultural. Dos ejemplos concretos pueden ilustrar esta tendencia.
primer momento: Octubre de 2013, Feria del Libro de Frankfurt,
considerado el evento editorial más importante del mundo. Como cada año,
una literatura nacional es homenajeada, centrando la atención de mesas
temáticas, conferencias, debates, etc.: 2013 es el año de la literatura brasileña,
por lo que, desde los dos años anteriores, un comité curatorial selecciona
una lista de setenta escritores que representarán esta literatura en la feria.
La importancia del evento para el campo cultural brasileño se releja en la
cobertura especial de diversos medios nacionales, como los diarios Folha de
São Paulo y O Globo. Y en medio de esta celebración, un periodista alemán
del diario Tagesspiegel percibe sorprendido la hegemonía de escritores
“jóvenes, blancos, de clase media”, que contrasta con la imagen del “Brasil
multicultural”, llevándole a pensar en racismo22. La prensa brasileña recoge
consternada la contundente respuesta de paulo Lins:
Paulo Lins diz que há racismo na lista da Feira de Frankfurt.
“Eu sou o único autor negro dessa lista. Em que caso isso não é
racismo?”, airma Lins, quando perguntado sobre a seleção, feita pelo
jornalista Manuel da Costa pinto, pela diretora de Livro, Leitura e
Literatura da Fundação Biblioteca Nacional e por Antonio Martinelli,
coordenador de programação do Sesc São paulo. “É claro que depende
o quê e quem se procure, e de que concepção se tenha da literatura.
Essa lista não representa o Brasil”, diz (O Globo, 07/10/2013).
22
En entrevista a paulo Lins realizada por philipp Lichterbeck. El diálogo que levanta
la polémica es el siguiente: “TS: Auch die Liste der 70 Autoren, die von der brasilianischen
Nationalbibliothek ausgesucht wurden, um das Land auf der Frankfurter Buchmesse zu
repräsentieren, wurde für ihre Unausgewogenheit kritisiert. / pAULO LINS: Ich bin der
einzige schwarze Autor auf dieser Liste. wenn das kein Rassismus ist?!” [TS: La lista de 70
autores seleccionada por la Biblioteca Nacional brasileña, para representar al país en la Feria
del Libro de Frankfurt fue criticada por su desequilibrio. / pAULO LINS: Soy el único autor
negro de esa lista. ¿Cómo puede eso no ser racismo? (Tagesspiegel, 07/10/2013).
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
259
Otros escritores asociados a la literatura marginal periférica reaccionaron
solidarizando con la reivindicación de paulo Lins, como Ferréz en entrevista
al diario Folha de SP 23, o Allan da Rosa, que en su columna de la Revista
Forum escribía mordaz:
Mas dessa vez até da Alemanha reclamaram. Manjaram que estão
levando um cartão postal ensolarado montado no meio da tempestade.
Na banca de 70 escritores que vão representar o Brasil, esse país
que a Avenida paulista, a Vila Madalena e o Leblon estereotipam e
desconhecem, mas que cabe bem ingir que fala de dentro quando
palestram pra gringolândia; nesse iate de 70 escritores que na Feira
de Literatura de Frankfurt vai abocanhar negociatas, bifes e bifês, ali
tem um cisco preto, um borrãozinho indígena maculando a delegação.
Machado de Assis, Lima Barreto… hoje não teriam nem editora pra
selar seus parágrafos? Se a garnier encadernou a manha dos contos
do Malaco Machado, hoje a companhia limitada das altas letras não se
rebaixaria ao chão, não arriscaria borrar sua palidez. Nórdicos somos,
uai. Quer viver o verbo, camaradinho? pra isso serve o microfone,
desile aí sua elegância, todo seu talento avermelhado nos olhos pela
necessidade de sobrevivência e pelo gosto de malungar cada dia. E que
essa praia da voz, beira de mares de chorar e de gargalhar, desenho de
sonhos e pelejas, magnética ponte da compreensão, majestade nossa
nascida no reio e na gana, não queira conhecer sua irmã e ilha, a
escrita. Que nossa realeza cintilante da saliva, de melodias e rasgos,
cantada que faz chorar e dançada que arrepia, professora de desaios,
timbres, solfejos e quadrinhas, não vá tomar um mingau na mansão da
página. Ali as belas letras tem seus gansos e cães de guarda trilíngues,
bem protegidas pelas fardas e heranças mas melindrosas em lembrar
dos coletes e diplomas que lhe garantem o chá inglês (Da Rosa).
Segundo momento: Mayo de 2014, Feria del Libro de Buenos Aires, importante
evento editorial latinoamericano. participando en un stand central como
ciudad invitada, São paulo, de la que los organizadores destacan su producción
periférica: “La ciudad es homenajeada en la 40ª Feria Internacional del Libro
23
En entrevista, Ferréz se muestra igualmente crítico con el racismo institucional
brasileño, identiicándose con el movimiento negro a pesar de su piel clara, como insisten en
destacar los periodistas: “Filho de negro com branca, Ferréz disse não ter se incomodado por
ter sido deixado de fora do debate. ‘paulo Lins defendeu muito bem a causa’” (Folha de São
Paulo, 12/10/2013).
260
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
de Buenos Aires, una de las más grandes de América Latina. El arte y la
literatura de las barriadas periféricas de la localidad brasileña dijeron presente
en la capital argentina” 24. El evento contó con el apoyo institucional de la
Biblioteca Municipal “Mario de Andrade” de São paulo, la presencia masiva
de los saraus periféricos cuyos poetas fueron invitados, con el lanzamiento
de varias traducciones al español de obras de este grupo, pero, sin embargo,
la prensa cultural brasileña mostró escaso o nulo interés para desesperación
del escritor Ferréz, quien escribía:
A mídia brasileira é mesmo um lixo, mais de 100 artistas da periferia
aqui, fazendo uma verdadeira revolução cultural, representando
nosso pais com muita propriedade e não tem uma nota na imprensa
do nosso próprio pais.
Ontem terminamos a nossa mesa, com o Marcelino dizendo que
talvez icando nus geraria alguma nota.
Se fossem os autores eleitos pela elite que estivessem aqui se
apropriando desse espaço, ai sim, eles falariam até como foi o café
da manhã deles.
Mas isso não apaga o que está acontecendo aqui, tantos saraus, coletivos,
escritores, poetas, artistas que representam todos as quebradas de
São paulo. E isso é fato.
(Ferréz, 10/05/2013, en su peril de Facebook)
¿Qué conclusiones podemos extraer de estos dos momentos? En primer lugar,
debemos notar la intensidad de la tensión vivida en el escenario literario
brasileño, cuyas disputas no se traban simplemente entre diferentes autores
o grupos estilísticos luchando por reconocimiento (como si el campo de las
letras fuera un espacio totalmente autónomo), sino que muestran el cruce de
fracturas sociales más amplias, como el racismo, el etnocentrismo de clase,
o la perpetuación de desigualdades simbólicas y materiales. La literatura es
así atravesada por el mundo, no solo por la representación de la realidad en
las obras, sino en la misma organización de su vida interna, las relaciones
entre los diferentes actores y las instituciones hegemónicas.
presentación del stand de San Pablo en la web oicial de la 40º Feria del Libro de
Buenos Aires. Disponible en http://www.el-libro.org.ar/internacional/culturales/san-pablociudad-invitada.html (consultado 14/05/2014).
24
La literatura marginal periférica y el silencio de la crítica
261
En un país como Brasil, marcado por trágicas desigualdades históricas
tanto a nivel material como simbólico, la literatura tendría potencial para ser
un espacio de aproximación a la otredad, un camino para el reconocimiento
mutuo sin pasar por el desprecio y la descaracterización de lo extraño. Sin
embargo, observamos que esos encuentros entre grupos culturalmente diversos
se dan de forma muy frágil, sin un intento real de acercamiento empático y
sin prejuicios.
por un lado, veíamos cómo la literatura marginal periférica se mantiene
viva en su espacio geográico y simbólico, constituyendo un “sistema literario”
independiente y autónomo. Sin embargo, esto no implica que sus autores
carezcan de interés en aproximarse al espacio de la literatura dominante, sea
por intereses pragmáticos relacionados con recursos materiales (infraestructuras
más amplias para la edición y la distribución) o en recursos propiamente
literarios (referencias literarias, curiosidad por las formas canónicas, etc.).
por otro lado, sin embargo, observamos que el mundo de la crítica erudita
y los medios de comunicación dominantes realizan una aproximación muy
rasa, combinando una indiferencia generalizada con destellantes momentos de
atención sobresaltada (“descubrimiento de lo insólito”), ante unos pocos casos
concretos, cuando efectos estéticos insospechados satisfacen intereses extraliterarios. Es el caso, por ejemplo, de la articulación entre la representación
de la violencia urbana construida por el “realismo feroz”, cuyo impacto se
refuerza por los “pactos de lectura múltiples”, satisfaciendo el “voyeurismo
de la clase media” del que ya hablara Candido (1987).
Esa aproximación de las instituciones hegemónicas de la cultura erudita
a la literatura marginal periférica debe ser considerada, cuanto menos,
insuiciente. Tal vez el problema resida en los mecanismos de producción
del valor literario que describió Bourdieu, todavía muy ceñidos a parámetros
culturales predominantes en las clases hegemónicas. por ello, una valoración
más rica de estas manifestaciones culturales exigiría uno de dos fenómenos:
o las instituciones culturales dominantes realizan un ejercicio de ruptura con
su etnocentrismo de clase, relativizando sus gustos socialmente determinados;
o democratizan no solo los recursos técnicos y materiales de producción
literaria (esto es, desde el dominio de la escritura hasta las tecnologías de
publicación y distribución de libros… lo necesario para escribir y publicar
libros), sino también los medios simbólicos de producción de valor literario
(o sea, la crítica y los medios de comunicación, instituciones culturales como
bibliotecas y museos… lo necesario para reconocer el valor de las obras).
Sin estos cambios sociales, la comunicación entre estos universos culturales
262
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
seguirá siendo balbuceante y estereotipada, y el escenario, el mismo que
hasta ahora.
La biblioteca es un búnker en que el crítico, escondido entre muros de
libros, se está perdiendo la revolución literaria que ya bulle en las calles, en
un sistema literario independiente que no nos necesita. Mientras no se airme
la crítica periférica que generosa, nos traduzca ese mundo, los que estamos
perdiendo somos nosotros, indiferentes en el silencio del sordo.
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 265-287
UNA TRAYECTORIA DE NUESTRO TIEMpO *
Roberto Schwarz
Universidade de São paulo
[email protected]
RESUMEN / RESUMO / ABSTRACT
La lectura crítica de la autobiografía de CaetanoVeloso, Verdade tropical, analiza la posición
cultural y política de la Tropicália, movimiento en que este artista tuvo un papel decisivo
con su música y sus shows. Se problematiza su distanciamiento de la izquierda tradicional y
las críticas que hace de ésta: por un lado, su ilusión sobre la existencia de un ‘populismo’ y,
por el otro, su complacencia con medidas dictatoriales tomadas en el nombre del pueblo. El
artículo sostiene que esta actitud prepara el descompromiso social que caracteriza el postmodernismo, no obstante admite que tampoco la izquierda –hasta hoy– ha encontrado una
respuesta sobre el periodo que apunte a una reevaluación de lo popular y del pueblo como
sujeto políticamente viable.
pALABRAS CLAVE: Tropicália, Caetano Veloso, Verdade tropical, izquierda política, dictadura
militar.
A leitura crítica da autobiograia de Caetano Veloso, Verdade tropical, analisa a perspectiva
cultural e política da Tropicália, movimento no qual este artista teve um papel decisivo com
sua música e seus shows. Problematiza-se o seu afastamento a respeito da esquerda tradicional
e as críticas que faz dela: de um lado, a sua ilusão com a existência de um ‘populismo’ e,
do outro, a sua complacência com medidas ditatoriais tomadas em nome do povo. O ensaio
assinala que a atitude da Tropicália antecipa a desobrigação social que caracteriza o pósmodernismo, não obstante admite que a esquerda não foi capaz até hoje de propor uma nova
avaliação tanto do período quanto do popular e do povo como sujeito politicamente viável.
Palavras-chave: Tropicália, Caetano Veloso, Verdade tropical, esquerda política, ditadura militar.
*
Traducción de Mónica gonzález garcía.
266
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
This critical approach to Caetano Veloso’s autobiographic book Verdade Tropical, analyzes
the cultural and political dimensions of Tropicália, a movement in which this artist played
a decisive role with his music and shows. This article questions the distance Tropicália took
from traditional left-wing positions, as well as its criticism of the latter: on the one hand,
Tropicália’s misleading depiction about populism and, on the other, its unconcern with
measures taken by the dictatorship in the name of the people. Although he sustains that this
position anticipates the social disengagement that characterizes post-modernism, the author
admits the political left-wing has not been able to propose a critical analysis of the period
nor of the people as a politically viable subject.
Keywords: Tropicália, Caetano Veloso, Verdade tropical, political left-wing, military dictatorship.
El lugar desde el cual el crítico brasileño Roberto Schwarz lee la
“autobiografía de artista” Verdade tropical (1997) de Caetano Veloso, historia
del movimiento tropicalista y “crónica de la generación de 1964”, es el de
la crítica literaria y también el de un colega de generación –aunque no de
pensamiento– del icónico cantante brasileño. Uno de los aspectos que más
le llama la atención es que Caetano se percibe “como parte responsable
de la escena contemporánea, tanto poética y musical como política”. Es
decir, para Schwarz resulta notable que un pop star se imponga la tarea de
realizar un análisis intelectual serio de una época crucial para Brasil. Aunque
Schwarz dice que el método de Caetano de absorber lo popular y lo erudito
de su entorno –à la Oswald de Andrade– no es algo nuevo en la cultura
brasileña, su novedad radica en que el lugar epistémico de Caetano no es
el tradicional, o sea, el del erudito que intenta dialogar con las esferas más
“bajas” de la cultura. Schwarz inicia su exhaustivo análisis reconociendo
el valor literario, cultural e intelectual del ensayo de Caetano, para luego
entrar a cuestionar la construcción algo autocomplaciente que Caetano
hace de su posición como artista en el contexto de la dictadura militar y
consecuente derrota de la izquierda. Critica, por ejemplo, su alianza con
los “santamarenses sensatos” que reprobaban a la juventud hechizada
con el rock’n’roll y la moda “high school” estadounidense. Para Caetano,
dice Schwarz, el problema no radicaba en que el rock fuera una inluencia
“extranjera”, sino en su manera acrítica de utilizarlo pues, para el artista,
cualquier herramienta que estimulara “la rebeldía” constituía un ingrediente
indispensable para sacudir el atraso del país. Caetano sugiere que, en
la medida en que su rebeldía lograra remover los cimientos patriarcales
y católicos de Santo Amaro, su ciudad de origen, se produciría también
un cambio a nivel nacional. Así, las heterogéneas inluencias del artista
fueron proporcionadas por el nuevo programa cultural de la Universidad
Una trayectoria de nuestro tiempo
267
Federal de Bahia, que les permitió a jóvenes como Caetano familiarizarse
con Stravinski, Eisenstein, Antonioni y Godard, al tiempo de participar en
las iestas populares de Bahía. De allí la naturaleza antropofágica de sus
provocaciones, las cuales, en opinión de Schwarz, contaban con la ingenuidad
de querer ser percibidas como gestos bien intencionados que los mismos
adversarios debían reconocer como beneiciosos para todos. Sin embargo, lo
más problemático para Schwarz es la idea de que el clima “revolucionario”
propiciado por la dictadura militar constituía, junto con la Nouvelle Vague,
la música popular bahiana y el rock’n’roll, un impulso modernizador tan
aprovechable como los otros. De allí que la sección que la Revista Chilena
de Literatura transcribe a continuación sea la más cáustica del análisis total
que Roberto Schwarz realiza de Verdade tropical.
El juego de avances y retomadas entre Santo Amaro, Salvador, la cultura
internacional y la bossa nova, con Brasil de fondo, sugería una trayectoria
democrática de modernización. Es como si, por un momento (increíble), el
progreso y la internacionalización se hicieran para el bien de todos, en un
“tomar de aquí y de allá” armonioso, y no a costa de los débiles y atrasados.
La vida popular y la provincia parecían tener algo especial que decir, lo
cual no sería hecho a un lado por las transformaciones que se aproximaban.
Retomando el viejo deseo de Caetano, el cambio se iba a deber también a
Santo Amaro. para tener una idea de ese espejismo de modernización feliz
y acogedora, véase un inicio de frase que captura el deslumbramiento de
la época: “La Caravelle de la Cruz del Sur –aeronave cuya modernidad de
líneas me encantaba tanto como un samba de Jobim o un ediicio de Niemeyer
[...]” (Veloso, Verdade 277). Asociadas a partir de su misma aspiración a la
elegancia, ahí estaban la tecnología francesa, la música popular brasileña y
la arquitectura vanguardista de Brasilia, como si el país entero estuviese a
punto de despegar. La euforia se derrumbó en 1964 con el golpe, momento
estelar de la guerra Fría, cuando se unieron contra el ascenso popular y la
izquierda, casi sin encontrar resistencia, los militares proestadounidenses,
el capital y la inmensa reserva de conservadurismo del país, todo con ayuda
de los mismos estadounidenses. Como la posición de Caetano cambiaría
poco después, resulta interesante citar su primera reacción, perfectamente a
tono con la izquierda de la época: “[...] veíamos en el golpe la decisión de
suspender el proceso de superación de las horribles desigualdades sociales
brasileñas y, al mismo tiempo, de mantener la dominación norteamericana
en el hemisferio” (177). En otras palabras, quedaba interrumpido un vasto
268
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
movimiento de democratización, que venía de lejos, sustituido ahora por
el país antisocial, temeroso de cambios, partidario de la represión, socio
tradicional de la opresión y la explotación, que salía de la sombra y fuera
tímidamente subestimado. Las desigualdades internas y la sujeción externa
dejaban de ser residuos anacrónicos, en vías de extinción, para tomar la forma
deliberada, garantizada por la dictadura, del presente y del futuro. Al mismo
tiempo, para una parte de los brasileños, la realidad acababa de adquirir un
aspecto inaceptable y absurdo.
Las consecuencias estéticas para Caetano, que hicieron de él una igura
indeinible, costaron en aparecer. Según explica él mismo, el catalizador fue
una escena crucial de Tierra en transe, la gran película de glauber Rocha
que lidia con el golpe militar de 1964 y con el papel de los intelectuales
durante la ocasión. El protagonista, paulo Martins, es un poeta y periodista
hijo de la oligarquía, convertido a la revolución social y aliado al partido
Comunista y al populismo de izquierda. Exasperado por la duplicidad de los
líderes populistas, y también por la pasividad apolítica de las masas populares,
incapaces de enfrentar a los dirigentes que las engañan, paulo Martins tiene
una recaída en la truculencia oligárquica (es cierto que con un propósito
brechtiano, de distanciamiento y provocación). Tapándole la boca a un líder
sindical con la mano, quien lo trata de doctor, él se dirige directamente al
público: “¿Están viendo quién es el pueblo? ¡Un analfabeto, un imbécil, un
despolitizado!”. Entre sádico y autolagelante, el episodio subraya entre otras
cosas la vacilación del intelectual que se compromete con la causa popular
mientras mantiene veredictos conservadores –raramente explicitados como
aquí– con respecto al pueblo. Dictada por la evidencia de que no habría
revolución, la descaliicación de los trabajadores es un desahogo histórico,
que en seguida lleva a la aventura de la lucha armada sin apoyo social.
Desde el punto de vista de la izquierda, la escena –una invención artística
de enorme fuerza– era un compendio de sacrilegios, haciendo una especie
de chacota dolorosa de las certezas ideológicas del período. Los trabajadores
estaban lejos de ser revolucionarios, su relación con los dirigentes era pautada
por el paternalismo, los políticos populistas hacían arreglos con el campo
adversario, la distancia entre las tesis marxistas y la realidad social era
desesperanzadora y los intelectuales confundían las razones de la revolución
política y las urgencias de la realización personal. Aun así, no se atenuaban
los rasgos grotescos de los grupos dirigentes ni de las clases dominantes, los
cuales continuaban de pie, espléndidamente acentuados. La revolución no se
había tornado superlua; muy por el contrario: se encontraba en un callejón
Una trayectoria de nuestro tiempo
269
histórico y no dio el paso al frente que era necesario. La nota general era de
desesperación1.
Tan desconcertantes como la escena misma, las conclusiones de Caetano
seguían el rumbo opuesto, casi se diría que eufórico, dando continuidad a la
recomposición ideológica postgolpe. Vislumbraban oportunidades y salidas
donde la película de glauber desembocaba en frustración nacional, autoexamen
político y muerte. Digamos que ellas acataban sin más las palabras devastadoras
de paulo Martins, pasando por alto los rasgos problemáticos del personaje,
esenciales para entender la complejidad artística de la situación. “Viví esa
escena –y las escenas de reacción indignada que ella suscitó en rondas de
bar– como el núcleo de un gran acontecimiento cuyo nombre breve que le
puedo dar hoy no se me ocurrió con tanta facilidad entonces (y por eso yo
buscaba mil maneras de decírmelo a mí mismo y a los otros): la muerte del
populismo [...] era la fe misma en las fuerzas populares –y el mismo respeto
que los mejores sentían por los hombres del pueblo– lo que aquí era descartado
como arma política o valor ético en sí. Yo estaba preparado para enfrentar esa
hecatombe. Y emocionado de examinar sus fenómenos íntimos y entrever
sus consecuencias. Nada de lo que vino a llamarse ‘tropicalismo’ habría
tenido lugar sin ese momento traumático” (104-105). “Por lo tanto, cuando
el poeta de Tierra en transe decretó la falencia de la creencia en las energías
libertadoras del ‘pueblo’, yo, en la platea, vi, no el in de las posibilidades,
sino el anuncio de nuevas tareas para mí” (116).
Conviene notar que “populismo” aquí no está según su acepción sociológica
usual, latinoamericana, de liderazgo personalista ejercido sobre masas urbanas
poco integradas. En el sentido que le da Caetano, el término designa algo de
otro orden. Se trata del papel especial reservado al pueblo trabajador en las
concepciones y esperanzas de la izquierda, que reconocen en él a la víctima
de la injusticia social y, por eso mismo, al sujeto y aliado necesario para
una política libertadora. El respeto que “los mejores” sentían –¿y que ya no
sienten?– por los hombres del pueblo, semi excluidos y excluidos, en quienes
contemplaban la dura verdad de nuestra sociedad de clases, se vincula a esta
convicción. “O tal vez sea yo mismo el que me desprecio a sus ojos”, escribía
Drummond en 1940, pensando en el obrero (Andrade 2012). Así, cuando
Caetano hace suyas las palabras de paulo Martins, constatando y saludando a
través de ellas la “muerte del populismo”, del “mismo respeto que los mejores
1
Para un análisis excelente de la igura de Paulo Martins, ver Ismail Xavier (1993).
270
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
sentían por los hombres de pueblo”, es el comienzo de un nuevo tiempo
que él desea marcar, un tiempo en que la deuda histórico-social con los de
abajo –tal vez el motor principal del pensamiento crítico brasileño desde el
abolicionismo– dejó de existir. Se desvinculaba de los recién derrotados de
1964, que en esa acepción eran todos populistas. El cambio era considerable
y lo oponía a su propio campo anterior, a socialistas, nacionalistas y cristianos
de izquierda, a la tradición progresista de la literatura brasileña desde las
últimas décadas del siglo XIX, y, también, a las personas simplemente
lúcidas, para las cuales hacía mucho tiempo la ligazón interna, para no decir
dialéctica, entre riqueza y pobreza era un dato de la consciencia moderna.
La desilusión de paulo Martins se había transformado en descompromiso.
Ésta es la ruptura, salvo engaño, que está en el origen de la nueva libertad
traída por el tropicalismo. Si el pueblo, como antípoda del privilegio, no es
portador virtual de un nuevo orden, éste desaparece del horizonte, el cual se
acorta notablemente.
Forma parte del vigor literario del libro una cierta naturalidad en torno
a la fricción ideológica, por momentos mordaz y turbulenta. A ojos de la
izquierda, que, mal que mal, centralizaba la resistencia a la dictadura, dejar
de creer en la “energía liberadora del pueblo” era lo mismo que alienarse y
tirar la toalla. A ojos de Caetano, signiicaba librarse de un mito súbitamente
viejo, que cercenaba su libertad personal, intelectual y artística. Ya desde el
ángulo de la evolución ulterior de las cosas en un libro escrito décadas después
resulta importante que, digamos, el artista haya presentido la inversión de la
marea histórica en el mundo, la cual hasta una segunda orden dejaba sin piso
la lucha por el socialismo, como la misma izquierda notaría poco después.
Además, conforme sugiere Nicholas Brown, un estudioso estadounidense
de Brasil, la globalización, la bossa nova y el tropicalismo, la victoria de
la contrarrevolución en 1964-1970, con la consecuente supresión de las
alternativas socialistas, había propiciado el pasaje precoz de la situación
moderna a la posmoderna en el país, entendida esta última como aquélla
en que el capitalismo ya no es más relativizado por un posible horizonte de
superación. En diálogo con este esquema, la bossa nova sería un modernismo
tardío y la tropicalia un posmodernismo de primera hora, nacido en el campo
de la derrota del socialismo (Brown 176-177).
Sea como fuere, el cambio no hizo de Caetano un conformista. El
impulso radicalizador previo a 1964 continuaba actuando dentro de él y se
acentuaría luego a través de la adopción del traje ultra rebelde y polémico de
la contracultura y del pop, en diálogo vivo con el momento estético y político
Una trayectoria de nuestro tiempo
271
nacional. La oposición al orden establecido era ahora completa, incluida en
ésta la izquierda convencional –léase el partido Comunista y los estudiantes
nacionalistas que frecuentaban festivales de música–, la cual hablaba de
antiimperialismo y socialismo pero que era biempensante y “nunca discutía
temas como sexo y raza, elegancia y gusto, amor o forma” (116). Ambigua
al extremo, la nueva posición se consideraba “la izquierda de la izquierda”,
simpatizando discretamente con la lucha armada de guevara y Marighella,
sin perjuicio de defender la “libertad económica” y la “salud del mercado”.
Adorando divinidades antagónicas, Caetano generaba interés y escándalo –
otra manera de interesar– en las diversas religiones de su público, tornándose
una referencia controvertida pero obligatoria para todos. La despreocupación
por la coherencia era ostensiva y tenía algo de fanfarronería: “Una política
unívoca, degustable y simple no era lo que podía salir de ahí” (446) 2.
paralelamente, el abandono de la fe “populista” se traducía en un notable
aumento de la irreverencia, de cierta disposición a poner para romper, que
entraba en conlicto con el ya mencionado buen-mocismo de los progresistas
y, ciertamente, con los gestos mínimos de disciplina exigidos por la acción
política. Así, la posición liberadora y transgresora postulada por Caetano
rechazaba igualmente –o casi– los establishments de la izquierda y la
derecha, los cuales trataba de sacudir al máximo en el plano del escándalo
escénico, resguardando entretanto al mercado. Sumándose a la “anarquía
comportamental” (418 y 385-6), las ropas y cabelleras desaiantes, concebidas
para minar convenciones, la provocación llegaba al extremo, en plena dictadura,
de exhibir en el palco la bandera con que Helio Oiticica homenajeaba a un
bandido asesinado por la policía: “Sea marginal, sea héroe”. Como era de
prever, aunque la idea no fuera esa, terminó todo en meses de cárcel por
iniciativa de un juez de derecho que asistía al espectáculo con la novia (306307). Quizás formara parte de ese cuadro una competencia dislocada y suicida
con los compañeros de generación que estaban optando por la lucha armada,
también ellos contrarios a la dictadura y a la esclerosis histórica del partido
Comunista3. Sin esconder una satisfacción de amor propio, Caetano relata su
2
“En nuestro propio campo, hacíamos las dos cosas: empujábamos el horizonte del
comportamiento cada vez más lejos, experimentando formas y difundiendo invenciones, al
mismo tiempo que ambicionábamos la elevación de nuestro nivel de competitividad profesional
–y mercadológica– a los patrones de los estadounidenses y los ingleses” (id.).
3
“Nosotros no estábamos del todo inconscientes de que, paralelamente al hecho de que
coleccionábamos imágenes violentas en las letras de nuestras canciones, sonidos desagradables
272
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complicidad con el mayor que lo interrogó en la prisión, el cual denunciaba
“el insidioso poder subversivo de nuestro trabajo” y reconocía “que lo que
gil y yo hacíamos era mucho más peligroso [para el régimen] que lo que
hacían los artistas de protesta explícita y compromiso ostensivo” (401). La
declaración de peligrosidad por parte de los militares venía a compensar las
insinuaciones de los adversarios de izquierda, para los cuales el tropicalismo
de esos melenudos no pasaba de alienación. Dicho esto, y a despecho del
alto costo que muchos pagaron, además de la acrimonia, la rivalidad entre
contracultura y arte comprometido tenía algo de comedia de desencuentros,
sobre todo porque no era necesaria, pues nada obligaba a la izquierda (en
realidad solo a una parte de ella) a ser convencional en materia de estética y
costumbres, así como era evidente el impulso antiburgués de la contracultura.
por otro lado, la simetría en el rechazo de los dos establishments no era perfecta,
como explica Caetano con sinceridad desarmante. Habituado a la hostilización
pública por parte de la izquierda, que lo llamaba alienado y americanizado,
además de abuchearlo en público, se consideraba por lo mismo a salvo de la
represión policial-militar, que no lo vería como enemigo y lo dejaría en paz
(349). “[El movimiento tropicalista] era también una tentativa de encarar
la (¿mera?) coincidencia, en este país tropical, de la ola de la contracultura
con la boga de los regímenes autoritarios” (17). ¿Qué pensar de ese cálculo
espinoso y secreto –una imaginaria licencia informal, que además probó estar
equivocada–, viniendo de alguien que se quería peligroso para el régimen?
El hecho es que Caetano sentía una doble injusticia, una vez por haber sido
encarcelado por la derecha sin haber hecho gran cosa (el juicio es de él, a
pesar de los juicios contrarios en otros momentos) (306-307), y otra, por no
ser reconocido como revolucionario por la izquierda.
Geraldo Vandré, igura cabecilla de la canción de protesta, en cierto
momento les pide a los tropicalistas que no compitan con él, pues el mercado
solo admite un nombre fuerte a la vez y el Brasil de la dictadura, para no decir
el socialismo, necesitaba concientizar a las masas. Con perspicacia, Caetano
observa que tal vez se trataba de un embrión de aquel mismo oicialismo que
mataba la cultura de los países socialistas en nombre de la historia. Nótese
la ironía dudosa de su comentario, que jugaba con lugares comunes de la
y ruidos en nuestros arreglos, y actitudes agresivas en relación a la vida cultural brasileña
en nuestras apariciones y declaraciones públicas, se desarrollaba el embrión de la guerrilla
urbana, con la cual sentíamos, de lejos, una especie de identiicación poética” (50-51).
Una trayectoria de nuestro tiempo
273
Guerra Fría y conluencias inaceptables para dar forma literaria al carácter
envenenado de la situación: “Libres del peligro rojo desde que nuestros
enemigos militares tomaron el poder, nosotros no veíamos la más remota
posibilidad de realizar ese deseo de Vandré” (282). Con la irrisión del caso,
inclusive autoirrisión, todavía aquí los enemigos de derecha parecían garantizar,
contra los semi compañeros de izquierda y de oicio, un cierto espacio de
libertad –esto hasta probar lo contrario, lo que no tardaría en ocurrir. Contra
algunos de la izquierda que soñaban en asegurarse del mercado por medio
de alegatos políticos, los tropicalistas apostaban “a una pluralidad de estilos
convergiendo en las mentes y las cajas registradoras” (281). El cinismo alegre
de estas últimas, funcionando, por así decir, como agentes de la democracia
y la cultura, en cierto plano era menos hipócrita que el encuadramiento
propuesto por los adversarios; en otro plano, en tanto, era peor, pues la idea
de convergencia “en las mentes” silenciaba la presencia del Estado policial,
que a in de cuentas era el hecho relevante. Escogidas a dedo para humillar a
los socialistas, las “cajas registradoras” explicitaban el aspecto comercial del
enfrentamiento ideológico-musical en los programas de televisión, aspecto
que los artistas comprometidos, por ser anticapitalistas, preferían pasar por
alto4. Así puesta, aunque manipulada y explotada por el show business, la
colisión artístico-ideológica era un verdadero fenómeno social. Trasladaba al
espectáculo la nueva etapa de enfrentamiento con la dictadura, enfrentamiento
que estaba en preparación y poco después terminaría en una nueva masacre
de la izquierda. Digamos que la rivalidad exaltada en las plateas, una disputa
simbólica por el liderazgo del proceso, aludía a la lucha en las calles y a la
realidad del régimen, aunque de manera indirecta y distorsionada. Formaría
parte de un discernimiento intelectual más exigente que distinguiría entre
antagonismos secundarios y principales, adversarios próximos y enemigos
propiamente dichos.
La confusión en esta materia era grande. La devastación causada por la
dictadura, que suspendió las libertades civiles y desbarató las organizaciones
populares, ¿sería del mismo orden que las ofensas e incluso agresiones del
público estudiantil o de los colegas del oicio? ¿La mera comparación no sería
una falta de juicio? Véase al respecto un amigo libertario de Caetano, que
no lamentaba el incendio de la Unión Nacional de Estudiantes justo después
4
“Las cuestiones de mercado, muchas veces las únicas decisivas, no parecían
igualmente nobles para entrar en discusiones acaloradas” (177-178).
274
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
del golpe. “Me estremecí al oírlo decir que el ediicio de la Unión Nacional
de Estudiantes debía ser quemado. El incendio de la UNE, un acto violento
de grupos de derecha que siguió inmediatamente al golpe de abril de 1964,
era motivo de revuelta para toda la izquierda, para los liberales asustados y
para las buenas almas en general [¿por qué la ironía?]. Rogério [el amigo]
exponía con vehemencia razones personales para no cantar en ese coro:
la intolerancia que la complejidad de sus ideas había encontrado entre los
miembros de la UNE hacía de éstos una amenaza a su libertad. El extraño
júbilo de entender con claridad sus razones, e incluso de identiicarme con
ellas, fue mayor en mí que el choque inicial producido por la airmación
herética. No tardé en descubrir que Rogério exhibiría una violencia todavía
mayor contra los reaccionarios que apoyaron en primera instancia la agresión
a la UNE. Esto, que para muchos parecía absurda incoherencia, era para mí
prueba de irmeza y rigor: él detectaba embriones de estructuras opresivas
en el seno mismo de los grupos que luchaban contra la opresión, pero no por
eso se confundiría con los actuales opresores de éstos” (107).
En perspectiva histórica, se trataba de la revaloración del pasado reciente. El
ascenso socializante previo a 1964, de cuyo impulso superador y democrático
deriva la belleza de los capítulos sobre Santo Amaro y Salvador, era revisto
ahora bajo la luz contraria, como un período incubador de intolerancia y
amenaza a la libertad. Después de ser motivo de orgullo, los grupos que se
erguían contra el imperialismo y la injusticia social pasaban a ser portadores
de “embriones de estructuras opresivas”, contra los cuales incluso un incendio
no sería una providencia fuera de lugar. Aunque pensemos que el incendio
pueda ser aquí una igura retórica, el cambio de posición era radical. Véase
un ejemplo del nuevo tono, que no quedaría mal en editoriales de la prensa
conservadora: “Hoy son muchas las evidencias de que [...] cualquier intento
de no-alineamiento con los intereses del Occidente capitalista resultaría en
monstruosas agresiones a las libertades fundamentales [...]” (52). ¿Qué pensar
de esa voltereta, referida a un momento en que las libertades fundamentales
habían sido en efecto canceladas, pero por la derecha? Ahora es la lucha
por una sociedad mejor la que es puesta bajo sospecha. En términos de
consistencia literaria, de coherencia entre las partes de la narrativa, que en
una autobiografía casi-romance tiene valor estético-político, el nuevo punto
de vista anti-izquierda desentona y no encuentra apoyo en la presentación –tan
notable– del período anterior a 1964. Según el propio libro, fueron justamente
años en que la libertad de experimentación social y artística brilló en toda área,
con fuerza tal vez inédita en el país. Sea dicho de paso que la vitalidad de ese
Una trayectoria de nuestro tiempo
275
experimentalismo se debía en parte al hecho de que el mismo capitalismo
estaba en juego, y, con él, las coordenadas de la realidad, en un grado que
no se repetiría más. Así, cuando aparece, la insistencia en el carácter antidemocrático de la lucha por la democracia es un cuerpo extraño en el relato,
cuya dinámica interna no parece funcionar. Sin mayor base en el pasado,
puede en tanto relejar la correlación de fuerzas post-golpe, las que, después
de derrumbar y prohibir las aspiraciones sociales de la fase previa, las pintó
con los colores del terror estalinista. Es cierto que la sombra de la Unión
Soviética pesaría sobre cualquier tentativa socializante, pero transformarla
en impedimento absoluto a la insatisfacción con el capitalismo era y es otra
forma de terror o de paralización de la historia. En un plano más evidente, el
nuevo anti-izquierdismo magniicaba desentendidos antiguos, en cuestiones
de arte y estilo de vida, que hasta donde cuenta Caetano no llegaban a ser
indescifrables. “Si yo me identiiqué con Rogério luego de conocerlo, fue
porque mi situación entre mis colegas de izquierda en la Universidad de
Bahía era semejante a la de él entre sus amigos de la UNE en Rio. Sin que
diera motivos para enfrentamientos del tipo que él tuvo que enfrentar, mi
actitud reticente ante las certezas políticas de mis amigos suscitaba en ellos
una irónica desconianza. Yo era uno de esos temperamentos artísticos al que
a los más responsables les gusta llamar ‘alienados’. Mis relaciones con los
colegas de izquierda eran incluso tiernas” (114)5.
El júbilo ante el incendio de la UNE, una emoción “extraña” y “herética”,
entre inconfesable y perversa, es pariente del entusiasmo por la escena
traumática de Tierra en transe. También ésta fue una “hecatombe” bienvenida,
que deponía las aspiraciones de la izquierda y, con ellas, en la opinión del
nuevo Caetano, una prisión mental. En los dos casos, bajo el manto de
reacciones tabú, que requieren cierto coraje para ser airmadas –aunque el
campo vencedor las apruebe–, asistimos a una conversión histórica, o mejor,
a la revelación de que la izquierda, hasta entonces estimada, es opresiva y
no vale más que la derecha. Más adelante veremos en funcionamiento esa
equidistancia. Sea dicho de paso que las iluminaciones pueden tanto aclarar
como obscurecer, y que a veces hacen las dos cosas. por ahora, notemos
algunas de las razones que hicieron que Caetano festejara el derrocamiento
5
“Nosotros [gil y Caetano] nos encontrábamos en la música [...]: saludábamos el
surgimiento del CpC y de la UNE –aunque lo que hacíamos fuera radicalmente diferente de
lo que se proponía allí– y amábamos la entrada de los temas sociales en las letras de música,
sobre todo lo que hacía Vinicius de Moraes con Carlos Lyra” (288).
276
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
de la izquierda –pero no la victoria de la dictadura– como un momento de
liberación. Mal que mal, es la declaración de un artista poco común sobre el
malestar que la propia existencia de la izquierda, con su terminología, sus
tesis y posiciones, le vino a causar.
La incomodidad comenzaba por el lenguaje. ¿Por qué llamar proletarios
a los trabajadores pobres y “miserablemente desorganizados” del Recóncavo
de Bahía, a quienes ese nombre no se les ocurriría y a quienes además les
gustaría mucho usar casco y ser asalariados? En el mismo orden de objeciones,
¿no sonaba fuera de lugar y poco “estimulante”, dadas las circunstancias,
hablar de dictadura del proletariado? (115). En otro plano, ¿el socialismo
sería en efecto la solución para todos los problemas, como una panacea?
“La solución única ya era conocida y había llegado aquí prescrita: alcanzar
el socialismo” (87). Con sentido común, Caetano había notado el desajuste
entre la vulgata marxista y la realidad local, así como cierta ceguera
correspondiente. La pobreza, en tanto, sí existía, y la incomodidad con las
palabras no la hacía desaparecer. “Claro que las ideas generales respecto de
la necesidad de justicia social me interesaban y yo sentía el entusiasmo de
pertenecer a una generación que parecía tener delante de sí la oportunidad
de cambiar profundamente el orden de las cosas” (115). Apartada la camisa
de fuerza de la jerga, la sociedad de clases regresaba por la ventana del
fondo e imponía sus problemas, como un horizonte colectivo. Súmase que
la alergia a los esquemas del marxismo tenía ella misma un sesgo de clase, a
su vez susceptible de crítica –¿marxista? “Yo sinceramente no creía que los
obreros de la construcción civil en Salvador [...] –tampoco las masas obreras
vistas en películas y fotografías– pudieran o debieran decidir el futuro de
mi vida” (116). ¿Cómo no ver el grado de desdén y exclusión política en
esa formulación, sin hablar de la fantasía ideológica de un futuro personal
incondicionado? ¿Acaso las clases dirigentes que nosotros, intelectuales y
artistas, acostumbramos a tolerar o a adular no inluyen en nuestra vida? Y la
restricción a los obreros, ¿sería igualmente hecha a empresarios, banqueros,
políticos profesionales o dueños de estaciones de televisión?
Después de haber sido el partido de la transformación social, de la crítica
al orden burgués y al atraso, la izquierda pasaba a ser considerada, tal vez por
la fuerza de la derrota, un obstáculo a la inteligencia. Sin ser una refutación
en el plano de las ideas, la victoria del capital sobre el movimiento popular
afectaba las cotizaciones intelectuales y estimulaba la sustitución de las
agendas, con ventaja discutible. “El golpe al populismo de izquierda [Caetano
se reiere a la escena central de Tierra en transe] liberaba la mente para
Una trayectoria de nuestro tiempo
277
encuadrar a Brasil en una perspectiva amplia, permitiendo miradas críticas
de naturaleza antropológica, mítica, mística, formalista y moral con las que
ni se soñaba” (105). Las ausencias conspicuas en esta lista de perspectivas
amplias son el análisis de clases, la crítica al capital y el antiimperialismo, sin
hablar del prisma de la desmitiicación. Así, salvo engaño, la nueva libertad
consistía en dejar de lado los ángulos propiamente modernos o totalizantes
que habían conquistado el primer plano antes de 1964, cuando habrían
sido la causa –¿pero será verdad?– del encogimiento mental. Repitamos
que no es lo que el libro cuenta en los capítulos dedicados al período, en
los cuales, al contrario, se ve un momento inteligente y abierto de la vida
nacional, notable por el ascenso popular y mucho más libre de lo que vino
después. En otras palabras, volviendo al argumento de Caetano, la sacudida
causada por la voltereta militar y política habría tenido también su aspecto
positivo, abriendo perspectivas intelectuales nuevas, antes inaccesibles (¿pero
alguien las vedaba?), que “buscaban revelar cómo somos y preguntaban por
nuestro destino” (105). Ya un materialista dirá que, lejos de ser novedad, la
consideración “antropológica, mítica, mística, formalista y moral” del país,
así como la pregunta por “nuestro destino”, marcaba un regreso al pasado, a
las deiniciones estáticas por el carácter nacional, por la raza, por la herencia
religiosa, por los orígenes portugueses, que justamente la visión históricosocial venía a redimensionar y traducir en términos de la complejidad
contemporánea. Resulta claro, por otro lado, que la reconiguración general
del capitalismo, de la cual 1964 formó parte, exige una respuesta que los
socialistas continúan debiendo.
La caracterización de la izquierda como un bloque macizo, anti-democrático
en política y retrógrado en estética, no correspondía a la realidad. Aunque
minoritaria, la fina flor de la reflexión crítica del período era, además
de socializante, anti-estalinista con conocimiento de causa y amiga del
experimentalismo en el arte. Basta recordar a Mario pedrosa, Anatol Rosenfeld,
paulo Emilio Salles gomes y Antonio Candido. Con las diferencias de cada
caso, algo parecido valía para los artistas de punta, como glauber y sus
compañeros del Cinema Novo, el grupo de la poesía Concreta, los signatarios
del maniiesto de la “Música Nueva”, el personal del Teatro de Arena y Taller,
incluyendo al mismo Caetano antes del viraje6. ¿Por qué entonces la prisa
6
Ver al respecto la buena documentación reunida en Arte em Revista nº 1. São paulo:
Kairós, 1981.
278
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
en abandonar el barco, en el que no faltaban aliados? Arriesgando un poco,
digamos que Caetano generalizó para la izquierda el nacionalismo supericial
de los estudiantes que lo abucheaban, así como la idealización atrasada de
la vida popular que el partido Comunista propagaba. La generalización
erraba el blanco y no dejaba de sorprender, pues mucho del éxito del artista
se debió a sectores más radicalizados de la misma izquierda, que se sentían
representados en el lenguaje pop, el comportamiento transgresivo, los acordes
atonales y, de modo más general, en la experimentación vanguardista y
la actualización internacional. Así, hasta donde veo, no fue la limitación
intelectual de la izquierda lo que llevó a Caetano a hacer de ella su adversario.
La razón de la hostilidad habrá estado simplemente en sus reservas generales
al capitalismo vencedor, en la negatividad arruina-placeres ante la vorágine
de mercantilización que se anunciaba.
En un pasaje inolvidable del libro –también éste un júbilo dudoso–, Caetano
baja a la calle para ver de cerca una marcha estudiantil y su represión por
los militares (317-319). A la manera de los hippies, que entonces era nueva,
el artista ostentaba una melena enorme, vestía una capa de general sobre el
torso desnudo y usaba jeans y sandalias, además de “un collar indio hecho de
dientes grandes de animal”. Caminando a contracorriente de la manifestación,
mientras los estudiantes huían y eran golpeados, la extraña igura se apodera
de una “ira santa”, quizás con algo de beato, e interpela a los transeúntes,
“protestando contra su indiferencia miedosa [y, ¿quién sabe?, su apoyo íntimo]
a la brutalidad policial”. La escena es intrincada y vale una discusión. Los
protagonistas centrales naturalmente eran los estudiantes y los militares, que
disputaban el dominio de la calle y del “ser o no ser” de la dictadura. Caetano
no toma partido directo en el conlicto, no alineándose con los manifestantes
ni hablando con ellos, a in de cuentas su gente, ni tampoco dirigiéndose
a los soldados. En vez de eso inventa para sí una igura de poseído, o de
profeta, y comienza a emitir buidos –“buidos fue lo que oyeron”– a las
personas de la calle que no quieren saber de nada y solo piensan en salir de
allí lo más rápido posible. “Hombres y mujeres apurados tenían miedo de los
manifestantes, de los soldados y de mí. Yo estaba seguro de que, en aquella
situación, nadie me tocaría un dedo”. Entre paréntesis, sería interesante, para
profundizar el episodio, conocer el tenor de las recriminaciones. Sea como
fuere, la participación a la que el profeta incita en los transeúntes no vale para
él mismo, quien, vestido para la ocasión, en realidad busca más declamar que
ser oído. La misma “ira santa” tenía un tono relativo, pues venía acompañada
de cálculos de seguridad poco airados, que hacían de ella un teatro de uso
Una trayectoria de nuestro tiempo
279
particular. “por otro lado, los soldados difícilmente centrarían su atención
en mí: yo andaba en sentido contrario a los estudiantes fugitivos, en realidad
tangenciando el ojo del huracán, y mi apariencia no sería computada como la
de uno de los manifestantes. Yo hablaba alto y exaltadamente, pero ningún
soldado se acercó a mí lo suiciente para oírme”. Con aires de loco, de esos
que las situaciones de caos y la religiosidad popular hacen aparecer, el
personaje se sentía a salvo de la represión, que no lo vería como adversario.
En suma, una intervención arriesgada pero ni tanto, que en el fondo no es
una intervención, aunque creara una posición fuera de norma, posible en
tal circunstancia (¿para qué?). De innegable interés, debido sobre todo a la
complicación de los motivos, el episodio es difícil de clasiicar. Caetano lo
tiene en alta estima, como happening, teatro político y poesía.
Tan raras como esta escena son las consideraciones en torno a ella.
principalmente, se trata de valorizarla como un lance de arte de vanguardia,
o neo-vanguardia de los años 60. Las marcas distintivas están ahí: el rechazo
a la separación entre arte y vida práctica, la performance improvisada a la
luz del día, con dimensión política, involucrando al ciudadano común, la
propuesta de un quehacer artístico sin obra durable, la poesía totalmente
desconvencionalizada, que no se limita al espacio del poema, y, inalmente,
la inspiración liberadora general. “pero en ese extraño descenso a la calle,
yo me sabía un artista realizando una pieza improvisada de teatro político.
De, con permiso de la palabra, poesía. Yo era el tropicalista, aquél que está
libre de amarras políticas tradicionales y por eso puede reaccionar contra la
opresión y la estrechez con gestos límpidos y creadores. ¿Narciso? Yo me
encontraba en ese momento necesariamente por encima de Chico Buarque o
Edu Lobo, de cualquiera de mis colegas considerados grandes y profundos”.
El autoenaltecimiento algo cómico de ese inal, que combina aspiraciones
a la genialidad con la voluntad algo infantil de estar por delante de colegas
muy aplaudidos, da el tono. Es cierto que el episodio llena los requisitos del
vanguardismo, con los cuales está al día, pero eso no es todo, pues existen
también disonancias internas que lo categorizan en otra línea. La ira santa
ingida, el profeta que asusta a los asustados, en lugar de iluminarlos y
persuadirlos, la esceniicación de un happening mientras sus compañeros de
generación y resistentes a la dictadura sufren, la duda –alimentada a lo largo
del libro entero– en relación con qué son y de qué lado están la opresión y
la estrechez, la posición superior aunque indeinida del tropicalista “libre de
amarras políticas tradicionales” (¿cuáles?), los dividendos puramente subjetivos
de la operación vanguardista, despojada del sentido transitivo o explosivo
280
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
que le es propio, nada de esto en in es límpido, aunque haya invención.
Digamos que la verdad de esta página extraordinaria, quizás el clímax del
libro, no está donde su autor supone. La riqueza de la escena no deriva de la
integridad de su gesto central –¿un acto de poesía?– sino de la ainidad de éste
con el descompromiso que se desprende de él, representativo del momento,
como en una novela realista. Al comienzo del capítulo, gilberto gil prueba
un té de ayahuasca y descubre que puede “amar, encima del temor y de sus
convicciones o inclinaciones políticas, al mundo en todas sus manifestaciones,
inclusive a los militares opresores” (308). El carácter regresivo del amor a
los hombres de la dictadura dispensa comentarios, y además no deja de ser
un documento de lo que puede la droga según las circunstancias. En seguida,
conirmando el clima de inestabilidad y conversiones vertiginosas, la narrativa
retoma los días anteriores al golpe, cuando Caetano era todavía empático a
la transformación social, al método paulo Freire de alfabetización de adultos
y al Comité del Partido Comunista (CPC), que poco después abominaría al
punto de aplaudir el incendio de la UNE. Regresando, en in, al presente
postgolpe, tan exaltantes como la droga son las situaciones de multitud en
las reuniones de auditorio y en las manifestaciones callejeras, cuando “Dios
está suelto” (301), con las correspondientes invitaciones al ego trip y al
mesianismo, al heroísmo y al miedo, que son otros tantos viajes. “Es en este
clima de ánimos exaltados y calles enardecidas que la ayahuasca [...] hizo su
aparición” (319). En lo que se reiere al valor literario, que es real, todo está
en percibir la totalidad turbulenta, históricamente particular, compuesta por
estas referencias tan diversas –planes de conquista de la primacía artística,
dictadura militar, agitación y militancia revolucionaria, indiferencia de los
transeúntes, clima psicodélico, arte de vanguardia, palizas de calle y auditorio,
celebridad mediática, miedo, coordenadas de la guerra Fría, etc.–, en que se
objetiva con fuerza memorable, sin paralelo tal vez en la literatura brasileña
reciente, el costo espiritual de la instalación del nuevo régimen.
De manera metódica, el tropicalismo yuxtaponía trazos formales
ultramodernos, tomados de la vanguardia internacional, y aspectos característicos
del subdesarrollo del país. La naturaleza desencontrada y humorística de la
combinación, con algo de realismo mágico, salta a los ojos. En el episodio
de la marcha, por ejemplo, están reunidas la apariencia hippie y la exaltación
religiosa del predicador popular, el patrón del happening y el collar indio
con sus grandes dientes de iera. Son elementos con fecha y proveniencia
heterogéneas, cuyo acoplamiento compone un disparate ostensivo, que reitera
los descompases de la historia real. La incongruencia, en tanto, –y ahí la
Una trayectoria de nuestro tiempo
281
sorpresa– es un hallazgo estético, y no una deiciencia de la composición.
El contraste estridente entre las partes sin combinar agrede el buen gusto,
pero aun así, o por eso mismo, su absurdo se muestra funcional como
representación de la actualidad de Brasil, de cuyo desbaratamiento interno,
o modernización precaria, pasa a ser una alegoría de las más eicaces. Venida
del campo del arte del consumo, la ambición del proyecto, que visaba alto,
era sorprendente. En tesis, la canción tropicalista programada por Caetano
quería conjugar superioridades con órbita diversa: la revolución del canto
traída por João gilberto, el nivel literario de los mejores escritores modernos
de la lengua (João Cabral y Guimarães Rosa), la vasta audiencia de los éxitos
comerciales, inclusive los vulgares (los Beatles, Roberto Carlos y Chacrinha),
la fuerza de intervención del pop star, cuyas posturas públicas pueden hacer
diferencia (especialmente en dictadura), actuando “sobre el signiicado de
las palabras” –todo a modo de inluenciar “inmediatamente el arte y la vida
diaria de los brasileños”. En suma, “nosotros intentábamos descubrir una
nueva instancia para la poesía” (141-144). La intención revolucionaria de ese
programa, que buscaba aliar primacías que las especializaciones artísticas y las
realidades de orden burgués mantenían separadas, no era evidente solo porque
el escándalo la encubría. Están ahí, convincentes o no, el desconinamiento
de la poesía, liberadora de los “ritos tradicionales del oicio” e inteririendo
en la vida real; la entrada de la canción comercial, hasta entonces plebeya,
al club del gran arte; el derrocamiento de las divisiones entre arte exigente
e industria cultural, experimentalismo y tradición popular, que dejarían
–¿pero será cierto?– de repelerse; el tránsito libre entre la excelencia artística
y la vida diaria de la nación, viabilizado aquí por los buenos servicios del
mercado, como si viviésemos en el mejor de los mundos y los mecanismos
alienadores del capital no existieran. por otro lado, tomando distancia, notemos
que el deseo de eicacia transformadora y la falta de ceremonia ante las
divisiones corrientes daban continuidad, en otra clave, a tendencias sociales
y artísticas anteriores a 1964. Aunque oculta, esta prolongación coniguraba
y problematizaba el pasaje de un período a otro, siendo un factor de fondo
de la fuerza romancesca que el libro tiene. También en los años antes de la
revolución –basta recordar el capítulo de Caetano sobre Salvador– estuvieron
a la orden del día la invención de nuevas formas de militancia cultural, la
exposición de las formas artísticas a un debate politizado, la redeinición
subversiva de las relaciones entre cultura exigente y cultura popular, la
incorporación del repertorio erudito y vanguardista, nacional e internacional,
a las condiciones peculiares de la lucha social en el país, etc. No obstante,
282
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
la diferencia entre los dos momentos no podía ser mayor. Bajo el signo del
ascenso popular, la convergencia entre innovación artística y descompromiso
social anticipaba, ilusoriamente o no, alguna forma de superación socialista
que colocaba la experimentación estética en el campo de la búsqueda de una
sociedad nueva y mejor. Ya bajo el signo contrario, de la derrota del campo
popular, los mismos impulsos adquirían una nítida nota de escarmiento,
inclusive de autosarcasmo, ciertamente indispensable a la verdad del nuevo
cuadro. Éste también es un resultado artístico fuerte, que da forma crítica
a un momento de la historia contemporánea, a saber, el truncamiento de la
revolución social en Brasil. De manera sesgada, la carnavalización tropicalista
aludía a la autotransformación que el país había quedado debiendo.
“La palabra clave para entender el tropicalismo es sincretismo”, con sus
implicaciones anti-puristas de heterogeneidad y mezcla, o de integración
deicitaria (292). En efecto, el encolado de elementos que no combinan,
disonantes por los respectivos contextos de origen, es el trazo formal distintivo
del arte tropicalista, contrario en todo al patrón de la forma orgánica. La agresión
contra las separaciones establecidas tenía signiicado ambiguo, expresando
tanto el anterior impulso revolucionario como la victoria subsecuente de la
comercialización, también ella destradicionalizadora. El procedimiento daba
contorno a la mezcla de los nuevos tiempos en que el país entraba, a los que las
formas populares tradicionales, con su universo convencional y circunscrito,
no tenían acceso. El paso al frente, en términos de modernización de la música
popular, de aproximación de ella al vanguardismo estético, era indudable. Las
discrepancias –o montajes– ocurrían en el interior de las canciones, o también
entre las canciones de un mismo disco. Así, por ejemplo, comentando los
planes para uno de los primeros trabajos de gal Costa, Caetano observa que
se trataba de superar “tanto la oposición Música Popular Brasileña (MPB)
/ Jovem Guarda como esa otra oposición, más profunda, que se daba entre
bossa nova y samba tradicional, o incluso entre música soisticada moderna
(ya fuera bossa nova, samba-jazz, canción neo-regional o de protesta)
y música comercial vulgar de cualquier extracción (versiones de tangos
argentinos, boleros de prostíbulos, sambas-canciones sentimentales, etc.)”
(126). Obsérvese el sentido inesperado que tiene aquí la idea de superación.
En todos los casos, ella implicaba algún grado de afrenta (“escándalos que
yo mismo quería desencadenar” (136)), pues mezclaba géneros o rúbricas
rivales, satirizando las razones y los prejuicios involucrados en su diferencia.
En cada una de las oposiciones recordadas estaban en pauta, como es fácil
ver, hostilidades de línea política, o también de clase o generación, las cuales
Una trayectoria de nuestro tiempo
283
condimentaban las divergencias artísticas. Al agitar y transformar en tema
ese sustrato de animosidades estético-sociales, altamente representativas, el
tropicalismo innovaba y profundizaba el debate. Estaba en juego también el
rumbo que las cosas tomarían: la bossa nova se colocaba delante del samba
tradicional, la vulgaridad comercial quedaba aquende la música soisticada,
y la MpB, según el punto de vista, estaba al frente o detrás de la Jovem
Guarda del ié-ié-ié, cuestión que por un momento pareció tener implicaciones
para el futuro del país. Acentuando la paradoja, digamos entonces que las
oposiciones que el tropicalismo buscaba superar eran ellas mismas portadoras
de ambición superadora, y que en este sentido era la misma superación la
que estaba siendo superada, o, incluso, la noción misma de progreso que
estaba siendo desactivada por una modalidad diferente de modernización.
Así, la superación tropicalista dejaba y no dejaba atrás las oposiciones por
encima de las cuales procuraba planear. La distancia tomada era suiciente
para permitir que los términos en conlicto coexistieran y colaboraran en la
misma canción, en el mismo disco y, sobre todo, en un mismo gusto; pero no
tanta que se perdiera la chispa antagónica, sin la cual se perdería de vista el
escándalo de la mezcla, que también era indispensable y debía ser conservado.
A su modo, era una distancia que, aunque cambiando el paisaje, dejaba todo
como antes, con la dinámica superadora en el debe. En el haber, había un
punto de vista superiormente actualizado, por sobre el bien y el mal, un nuevo
sentimiento de Brasil y del presente, que se rehusaba a tomar partido y que
encontraba en el impasse su elemento vital, reconociendo valor tanto al polo
adelantado como al retrógrado, inclusive a lo más inconsistente y kitsch. Lo
que se instalaba, a despecho del alarido carnavalesco, era la estática, o, en
otras palabras, una instancia literal de revolución conservadora. Veremos que
ésta no es la palabra inal sobre el tropicalismo, aunque contenga muchas de
sus intenciones principales.
La iguración del país a través de sus contrastes estereotipados, en estado
ready-made, se torna una fórmula sarcástica, de connotación vanguardista.
Ahí están la selva virgen y la capital hipermoderna, la revolución social y el
pueblo bestializado, el ié-ié-ié de los roqueros y la familia patriarcal rezando
a la mesa, el más que antiguo Vicente Celestino y el avanzadísimo João
gilberto, el mal gusto superlativo de Doña Yolanda, la mujer del general
dictador, comparada a la dignidad de Indira gandhi, líder tercermundista que
nos visitaba, etc. etc., todo realzado por el envoltorio pop de última moda.
Lejos de ser un defecto, la facilidad de la receta era una fuerza productiva
al alcance de muchos, que permitió a una generación hablar de manera
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
ingeniosa y reveladora “de la tragicomedia de Brasil, de la aventura al mismo
tiempo frustrada y reluciente de ser brasileño” (184). Con altas dosis de
ambivalencia, la funcionalidad por así decir patriótica de esas oposiciones
estacionarias, que no tendían a la resolución, hacía que ellas cambiaran de
señal. De descompases y vejámenes, pasaban a retrato asumido y divertido
de la nacionalidad, verdaderos logotipos con toque ufanista, en suma, a
la revelación festiva, aunque embarazosa, de lo que “somos” (105). Una
ideología carnavalesca de la identidad nacional armonizaba y caucionaba los
desencuentros de nuestra formación social, desvistiéndolos de la negatividad
que habían tenido en el período anterior de lucha contra el subdesarrollo. Los
términos opuestos ahora existían alegremente uno al lado del otro, igualmente
simpáticos, sin perspectiva de superación. Saltando a otro plano, distante
pero correlativo, esta acomodación del presente a sí mismo, en todos sus
niveles, sin exclusivas, era la imitación o asimilación subjetiva –¿más satírica
que complaciente?– del punto de vista de la programación comercial de la
cultura. También las estaciones de radio o de televisión trabajan con todos
los segmentos de interés del público, del regresivo al avanzado, con tal de
que sean rentables. El mundo lleno de diferencias y sin antagonismos toma
el aspecto de un gran mercado.
para sugerir algo de las diferentes posibilidades involucradas en una
coyuntura como ésta, véanse dos indicaciones curiosas sobre “Alegría, alegría”,
el primer gran éxito de Caetano. Según señala el autor, la canción retoma en
el título un refrán de Chacrinha e incluye en la letra una formulación de Jeanpaul Sartre –“nada en las manos, nada en los bolsillos”–, colocando juntos
al animador clownesco de televisión, autoritario y comercial, ídolo de las
empleadas domésticas, y al ilósofo de la libertad, ídolo de los intelectuales
(166-167). La broma habría pasado inadvertida si Caetano, interesado en
ejempliicar el espíritu sintetizador del tropicalismo, no llamara la atención
hacia ella. Su irreverencia se puede leer de muchas maneras, lo que solo
le aumenta el interés. por un lado, el artista deja claro que la imaginación
tropicalista es libérrima y se alimenta donde bien quiere, sin respeto a la
jerarquía (¿elitista? ¿prejuiciosa?) que coloca al gran escritor por encima de la
popularidad televisiva. por otro, la inspiración igualitaria no convence, pues
en la asociación de Chacrinha y Sartre existe también la alegría ridiculizadora
de nivelar por lo bajo, según el signo del poder emergente de la industria
cultural, que rebaja tanto a la gente pobre como a la ilosofía, sustituyendo
por otra, no menos opresiva, la jerarquía de la fase anterior. ¿Sería el abismo
histórico entre cultura erudita y popular el que comenzaba a considerarse
Una trayectoria de nuestro tiempo
285
cosa del pasado? ¿Sería la descaliicación del pensamiento crítico por parte
de las nuevas formas de capitalismo la que estaría en movimiento? ¿O sería
la fuerza “saneadora” de la “inmunda” industria del entretenimiento la que
se hacía sentir? (19). El gusto dudoso que la jugarreta deja en la boca es un
sabor de nuestro tiempo.
Dicho esto, la imagen 1997 que Caetano propone del tropicalismo, como
un movimiento más positivo que negativo, antes a favor que en contra, no
deja de sorprender. A despecho del autor, no es eso lo que el libro muestra
al hacer la crítica de una radicalización artística y social vertiginosa, tal vez
mal calculada, con punto de fuga en la provocación y la muerte. En la última
serie de programas de televisión que antecedió la prisión, que tenía como
título “Divino, maravilloso”, la exacerbación ya llegaba al límite: el palco
estaba detrás de las rejas, los artistas cantaban en jaulas y asistían al entierro
del movimiento, mientras que Caetano se apuntaba un revólver a la cabeza
(342-343). La ainidad siempre negada con el arte de protesta no podía ser
mayor. Así, una apreciación equilibrada del conjunto debería resaltar líneas
de fuerza contradictorias. La yuxtaposición cruda y estridente de elementos
disparatados, inspirada en cierto sentimiento de Brasil, daba espacio a
lecturas divergentes. puestos uno al lado del otro, en estado de inocencia
pero referidos a la patria, los términos de la oposición pueden signiicar un
momento favorable, de descompartimentación nacional, de destemor ante la
diversidad extravagante y caótica de lo que somos, la cual por in comenzaría
a ser asumida en un nivel superior de conciliación. Difícil de compaginar con
la dictadura, ese aspecto eufórico existía, aunque recubierto por una ironía que
hoy no se adivina más. La frecuente actitud de orientador cultural adoptada
por Caetano, destinada a regenerar la música popular brasileña, se relaciona
con esa perspectiva. En tanto, si nos ijamos en la dimensión temporal que a
in de cuentas organiza y anima las yuxtaposiciones, en que lo ultra nuevo y lo
obsoleto, casi una basura, componen una aberración constante e ineluctable,
algo como un destino, el referente pasa a ser otro, históricamente más especíico
y francamente negativo. En lugar del “Brasil tierra de contrastes”, amable y
pintoresco, entra el Brasil marcado a ierro por la contrarrevolución, con su
combinación esdrújula y sistemática de modernización capitalista y reposición
del atraso social –la oposición detrás de las demás oposiciones–, del que
la fórmula tropicalista es la notable transposición estructural y crítica. En
este sentido, sin perjuicio de las convicciones políticas contrarias del autor,
el absurdo tropicalista formaliza y encapsula la experiencia histórica de la
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izquierda derrotada en 1964, y su verdad. No siempre las formas dicen lo
que los artistas piensan.
El paralelo entre el tropicalismo y la poesía antropófaga de Oswald de
Andrade, cuarenta años más vieja, es evidente. Esta última canibalizaba
soluciones poéticas del vanguardismo europeo y las combinaba con las
realidades sociales de la excolonia, cuya fecha y espíritu eran de orden
muy diverso. El resultado, increíblemente original, era casi una broma
euforizante, que dejaba entrever una salida utópica para nuestro atraso entre
delicioso e incurable. En esta hipótesis del antropófago risueño, Brasil
sabría casar su fondo primitivo con la técnica moderna, a in de saltar por
encima del presente burgués, quemando una etapa triste de la historia de la
humanidad. Análogamente, el tropicalismo conjugaba las formas de la moda
pop internacional con materias características de nuestro subdesarrollo, pero
ahora con efecto contrario, en el que predominaba la nota grotesca. Ésta
apuntaba a la eternización de nuestro absurdo desbaratamiento histórico,
que acababa de ser reconirmado por la dictadura militar. Digamos que en
su propia idea, la antropofagia y el tropicalismo tenían como presupuesto
el atraso nacional y el deseo de superarlo; es decir, en términos de hoy, el
cuadro de la modernización retardataria. En un caso, planteado al inicio del
ciclo, la perspectiva está llena de promesas (“La alegría es la prueba de los
nueve”, decía Oswald de Andrade (18)). En el otro, suscitado por la derrota
del avance popular, la tónica recaía en la persistencia o en la renovación de
la antigua malformación, que por tanto no estaba en vías de superación como
se suponía. “Así, digan lo que dijeren, nosotros, los tropicalistas, éramos
pesimistas, o por lo menos enamoramos el más sombrío pesimismo” (Veloso,
Diferentemente 49-50) 7. “[...] de hecho, nunca canciones hablaron tan mal
de Brasil como las canciones tropicalistas, ni antes ni después” (íd. 52). Con
sentidos diferentes, siempre con fuerza e inserción histórica, digamos que
tanto la antropofagia como el tropicalismo fueron programas estéticos del
Tercer Mundo.
7
Se trata de una conferencia de 1993, un poco anterior, por tanto, a Verdade tropical.
Una trayectoria de nuestro tiempo
287
BIBLIOgRAFÍA
Andrade, Carlos Drummond de. “O operário no mar”. Sentimento do mundo. 1940. São paulo:
Companhia das Letras, 2012.
Andrade, Oswald de. “Manifesto antropófago”. Do Pau-Brasil à Antropofagia e às utopias.
Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1970.
Brown, Nicholas. Utopian generations. princeton: princeton Up, 2005.
Veloso, Caetano. “Diferentemente dos americanos do Norte”. O mundo não é chato. São
paulo: Companhia das Letras, 2005.
________. Verdade tropical. São paulo: Companhia das Letras, 1997.
Xavier, Ismail. “O intelectual fora do centro”. Alegorias do subdesenvolvimento.São paulo:
Brasiliense, 1993.
II. NOTAS
REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 291-297
LOS LABERINTOS DE LA RAÍz: SILVIANO SANTIAgO
RECORRE A OCTAVIO pAz1
Alejandro Fielbaum S.
Universidad Adolfo Ibáñez
[email protected]
Este constante estar en camino, esta habitabilidad del camino que no
nos ofrece salida alguna, nos atrapa en un laberinto sin escapatoria
Jacques Derrida
En uno de sus tantos ensayos, Octavio paz señala, casi al pasar, que el ensayo es siempre
un género plural (“José Ortega y Gasset” 101). La igualmente plural historia de los
ensayistas parece así demostrarlo. Ya en el cauto título de los libros de Montaigne puede
leerse la imposibilidad de que exista un solo ensayo, como sí podría existir, recurriendo
a una contraposición quizás ya demasiado genérica, un Discurso del Método. Y es que
la incierta certeza de la escritura ensayística exige, a quien allí tantea la escritura, seguir,
ininitamente, ensayando.
Bien demuestran ese talante del ensayo los previos libros de ensayos que ha irmado
Silviano Santiago antes del que hoy nos ocupa. De modo prolíico, tales libros atraviesan
distintas temáticas, desde las transformaciones en las motivaciones de los viajeros a
lecturas del modernismo brasileño, pasando por lecturas del cine, el lugar de la crítica
en el diario o la relación entre cultura y democracia. Desplegando de forma simultánea
miradas y objetos variopintos, no vacila en atravesar distintos registros con una libertad
que deviene particularmente necesaria en los contemporáneos tiempos del paper.
El libro que acá comentamos, según aparenta, interrumpe esa estrategia, al dedicarse
exclusivamente a la lectura de dos ensayos centrales de cualquier eventual canon,
brasileño o latinoamericano, como lo son El Laberinto de la Soledad, de Octavio paz,
1
Texto presentado en el lanzamiento del libro Las raíces y el laberinto de América
Latina, realizado en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile el
26 de agosto del 2013.
292
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y Raízes do Brasil, de Sérgio Buarque de Holanda. Al encarar tales textos, sin embargo,
Santiago no rehúye de la gesta del ensayo. por el contario, pareciera radicalizarla al
pensar también al canon desde una lectura que poco se preocupa, como tiende a hacerlo
la historia canónica de las ideas, por delimitar de manera unitaria las historias e ideas de
uno y otro autor. Leídos en conjunto, reuniendo allí las triste y tradicionalmente separadas
tradiciones brasileña y latinoamericana, Santiago muestra que siempre hay más de uno:
de un autor, de un texto, de una lectura. Como si pudiéramos decir: su ensayo no es un
ensayo, justamente porque en ningún momento deja de ser un ensayo.
por lo mismo, poco sentido tendría aquí intentar resumir el libro, describir sus
capítulos o principales ideas. Como todo lo que destaca por su singularidad, no se puede
contar con su experiencia si es el otro el que la cuenta. El texto se resiste a ello, y permite
tanto más. Valga, entonces, uno que otro tanteo en su nombre, partiendo por lo relativo
a la curiosa inalización del libro en cuestión. Si la descripción de una investigación
sistemática sobre paz y Buarque, o sobre otros autores, debiera partir por el principio,
la de un texto como este bien puede partir por el inal: “Apunta a una fórmula, un objet
trouvé duchampiano o un hallazgo surrealista, que se fue transformando en forma y que,
a su vez, sería la manifestación más auténtica de la moral social y la elaboración política
brasileñas (que sin existir existían)” (Las raíces 247).
La última frase del libro no solo presenta una indecisión. Además, termina incluso
con un paréntesis, tras el cual no se concluye. Como si su inal fuese la interrupción de
una lectura interminable, y no la conirmación de un saber ya ganado, Santiago marca un
punto inal que nada inaliza. Es claro que un libro que así se cierra no llega a claridad
o cierre alguno, sino que aspira, en efecto, a mantener abierta la chance de otra lectura.
Como el mismo Santiago lo explicita, su objetivo es el de montar una máquina de escritura
que fragmente las de los autores estudiados para seguir pensando. Reescribiendo con y
contra los autores estudiados, Santiago vuelve a viejas preguntas con una nueva forma
de leerla2. Antes que exponer los conceptos de uno y otro para descubrir la identidad de
las culturas estudiadas, Santiago ejercita, según señala, la deconstrucción del concepto de
identidad y de la identidad del concepto, al leer, desde la atención a iguras privilegiadas
de uno y otro ensayo, a paz con Buarque y a Buarque con paz, para exponer una lectura
que no busca un suelo común entre una y otra tradición sino que, al contraponerlas, quita
el suelo a ambas. Es decir, una máquina que ya no buscase hallar su voz en el fondo
2
Es interesante, en ese sentido, notar que la reciente atención de Santiago a la obra
de Paz, sobre quien algo había escrito a mediados de los años ochenta (“Permanencia”) reitera
la de otros autores importantes en la crítica cultural latinoamericana contemporánea, la que
esperamos que se amplíe ante la celebración de su centenario. Desde distintas agendas poéticas
y políticas, pueden hallarse, en las últimas décadas, textos en los que autores de la importancia
de Bosteels, García-Canclini (96), Johnson, Moreiras, Ramos, Rojo o Sánchez Vásquez leen a
Octavio Paz, desde una lectura harto más rica que la tradicional elegía biográica o repetición
de las ideas del autor. Un trabajo más extenso sobre el libro de Santiago bien podría mostrar,
contrastando su lectura con algunas de las recién citadas, cómo en distintas lecturas de paz
se juegan distintas agendas de lectura de la literatura latinoamericana.
Los laberintos de la raíz: Silviano Santiago recorre a Octavio paz
293
de la raíz o en los muros del laberinto, pues no puede más, ni menos, que situarse en la
siempre singular yuxtaposición de escrituras que resuenan más allá de ellos, acaso sin
paz, con el exceso de cierto eco.
De hecho, y esto permite repensar a paz, Umberto Eco, en un ensayo publicado en
una revista fundada por paz, distingue tres tipos de laberintos en la historia: el clásico,
el manierista y el rizomático. Mientras el primero destaca por su simpleza, el segundo lo
hace por su intrincada combinación que llega a una sola salida, que es lo que el tercero
no tiene. Es fácil la tentación de leer al laberinto de la soledad desde la segunda de las
iguras mencionadas, y no solo porque la ensayística de Paz podría describirse con las
características del laberinto manierista o por la importancia histórica que da paz al
Barroco en la conformación de la cultura latinoamericana (por ejemplo, El laberinto 35),
sino particularmente porque, como bien describe Santiago, para paz es con la respuesta
de la autenticidad que podría culminar la incesante búsqueda del mexicano, tal como
la chance de alcanzar una respuesta inal a una pregunta compleja es la que permite, a
Eco, delimitar la diferencia del laberinto manierista con respecto al laberinto clásico o
el rizoma, los que carecerían de complejidad o de respuesta, respectivamente.
Mientras el laberinto barroco construye en su propia trata, en el mito de Teseo,
comenta Eco, la complejidad del hilo narrativo la da el hilo que Ariadna da al héroe. El
laberinto, si se lo pudiera mirar desde arriba, sería simple: una entrada, una salida. por
eso requiere la narración, dice Eco, la inquietante presencia del minotauro, dispuesto
como el elemento de sorpresa en un laberinto algo rutinario. Sin embargo, desde la mirada
de este último, según fabula Borges en su conocido cuento “La casa de Asterión”, las
formas donde se lo encierra no son tan simples, ni tan heroica la gesta del héroe que el
minotauro reescribe. En una curiosa nota al pie inserta en el cuento, el narrador discute
en torno a la cantidad de puertas del clásico reducto. El número que indica las supuestas
catorce puertas, escribe el narrador, en boca de Asterión habría signiicado ininito. El
monstruoso minotauro, desde una lengua con la que no podemos contar, propia de la
perspectiva jamás contada, de Atenas en adelante, experimentaría su historia desde una
mirada múltiple que, como la de Santiago, se esfuerza en indicar que ningún lugar es tan
simple como querría pensarlo quien va ahí, rápidamente, a asesinar a quien considera
un monstruo.
Lo que no puede ver Eco, en una estructura aparentemente simple, son las tensiones
históricas que la componen. El mismo Santiago, en otro de sus ensayos, reprocha al
italiano su confusión del fondo con la fuerza (“Por qué” 130), lo que parece valer también
para este tópico, si se reconoce que la ambivalente igura del minotauro obliga a pensar
en que los enredos del laberinto que parece ser tan simple no se solucionan aludiendo a
una raíz que permitiese pensar una unidad más determinada. Otra narración del mismo
Borges así lo rubrica, al pensar la naturaleza, de hecho, como laberinto. La breve historia
cuenta que un rey babilónico construye un tremendo laberinto que, por profano, resulta
escandaloso. para burlarse de la simplicidad de un rey árabe que hospeda, lo hace ingresar.
De forma predecible, el rey árabe se pierde, y solo se lo deja salir tras oír sus súplicas.
Al volver al mundo de lo conocido, promete a tan macabro dueño de casa invitarlo, en
el futuro, a su laberinto. En lugar de ello, conquista Babilonia y captura al rey babilónico
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
para dejarlo en un espacio previo a arquitectónica alguna que, en lugar de exponer la
simplicidad, implica la absoluta confusión:
‘En Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras,
puertas y muros; ahora el poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no
hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni
muros que veden el paso’. Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad
del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere
(“Los dos reyes” 607).
En tan orientalista relato, Borges ironiza una eventual consideración del origen de
Occidente o de Oriente que pudiese distinguir, simplemente, entre la simpleza de la raíz
y la confusión del laberinto. En el paso de uno a otro espacio no se presenta posibilidad
de encuentro ni orientación, sino distintas estrategias de visitantes que, pese a su poder,
no pueden determinar el sentido ante los recovecos del espacio. Y es esa la situación,
en cierto punto, en la que Paz coloca a la igura del pachuco, leído por Santiago desde
su productiva noción del entre-lugar del escritor latinoamericano, desde el cual la raíz
no podría ser una. Contra todo relato mítico del origen, en el heterogéneo comienzo
del pachuco no habría plenitud alguna que pudiera, a futuro, restituirse. Sin origen, su
destino ha de ser igualmente errante, a diferencia del hombre que, asumiendo su inicio,
lo trasciende, retomando allí las múltiples posibilidades que el origen brinda. El mismo
paz, en efecto, describe en uno de los breves textos de Corriente alterna, que ninguna
raíz podría preigurar, ni siquiera en su presente, el discontinuo futuro que desde ese
lugar ha de nacer:
La semilla primera en la que todo lo que será más tarde la planta –raíces, tallo, hojas,
frutos y la inal pudrición- vive ya con una vida no por futura menos presente. El
tiempo de antes es el de la inminencia de un tiempo desconocido. Y más exactamente:
es la inminencia de lo desconocido –no como presencia, sino como expectación y
amenaza, como vacío (“La semilla” 26).
Ya antes de la raíz, el presente estaría diferido de sí mismo, sin certeza alguna del porvenir.
Como si, por así decirlo, en la vida que avanza, a diferencia de la del pachuco, la raíz ya
fuese un laberinto del que la soledad solo ha de salir abrazando lo desconocido. En uno
de los primeros y más conocidos poemas de paz, de hecho, la imagen arbórea aparece
enloquecida ante un suelo que no otorga particular certeza, desde un origen que no lega
más que la indetenible búsqueda que, al volcarse sobre sí ha de seguir, como en un
sinuoso laberinto del tiempo, perdiéndose:
Y se agolpan los tiempos/ y vuelven al origen de los días/, como tu pelo eléctrico si
vibra/ la escondida raíz en que se ahonda/, porque la vida gira en ese instante/, ay,
latido cruel, irreparable/, y el tiempo es una muerte de los tiempos y se olvidan los
nombres y las formas. Esta es tu sangre, digo/, y el alma se suspende en el vacío/
ante la viva nada de tu sangre (“Raíz” 23).
Es desde esa sangre incierta que Octavio paz piensa la constitución de la cultura que
desea interpretar. Recordando la bella imagen de Valery de Europa como el mundo que
Los laberintos de la raíz: Silviano Santiago recorre a Octavio paz
295
puede extraer un canto de esperanza desde la nada, el mexicano indica que ese carácter
proyectivo es el que habría engendrado América Latina. Así, paz suma, a la descripción
del ensayista francés de una Europa surgida en torno al cristianismo, la razón y el Estado,
la voluntad de soñar que lleva al europeo a atravesar el Atlántico para inseminar el
Nuevo Mundo: “Los americanos somos hijos del sueño de Europa como de su sangre”
(“América” 191).
De manera algo abusiva, podríamos remarcar que no es del todo claro, en lo recién
citado, si se trata allí de la sangre transmitida o la derramada por la colonización. puede
pensarse, justamente, que la trama de la malinche que marca su ensayo es la de la
imposibilidad de pensar la sangre sin violencia, el linaje sin la soledad. Desde el bastardo
origen de la colonización, la raíz no otorga certeza a quien, desde el inicio, estaría preso
del laberinto, sin poder soñar con la libertad del europeo o el norteamericano. por ello, paz
se consuela de la objeción que le hace Mistral de ser un poeta poco telúrico recordando
que para Huidobro lo necesario era cortar las raíces: “para volar –y él concebía a la poesía
como aviación verbal– no hacen falta raíces sino alas” (“Literatura” 204).
Si para el hombre europeo la opción del despegue recién pareciera complicarse con
la crisis contemporánea de la cultura, para el americano esa alternativa siempre habría
estado puesta en entredicho. Con un esencialismo que no sería novedoso destacar, paz
recurre comparativamente a la equívoca igura del pachuco para mostrar cómo en su
inserción en el desenraizado mundo norteamericano el migrante mexicano se apresa en
un laberinto cuya persistencia obliga a pensar su equívoca posición allende las fronteras
de la cultura latinoamericana. En su profundo laberinto, como demuestra Santiago, para
paz el pachuco sería un sujeto híbrido, sin herencia cultural, lengua o religión en la que
apoyarse. Y así como su herida puede llevarse al otro lado de la frontera, paz puede trazar
el gesto inverso y aprender el saber ajeno para descubrir lo propio, y alejar el asedio
de la inautenticidad que remarca al pachuco. Con la literatura, puede dar con el origen
que está vedado para el pachuco, e interpretar el enigma que este último resulta incluso
para sí mismo, ante su carencia de los saberes necesarios. por ello, el ensayista debe
desplegar un aparato interpretativo que pueda acompañar en los múltiples recovecos
que expresan su inautenticidad:
Tendrá que ser trabajada a partir de otra máquina textual de diferenciación, incansable
y neurótica, cuyo referente económico y socio-cultural –la América anglosajona– le
es históricamente paralela y exterior. En contraste con el paralelismo histórico y la
exterioridad victoriosa de la América anglosajona, las raíces europeas de América
Latina pierden espacio y signiicado y no son más que una forma de “vacío”, vacío que
de manera inapelable se llena semánticamente por el nuevo sistema de diferenciación
cuyo exponente es la diáspora (El laberinto 56).
para montar esa máquina, describe Santiago, paz recurre al habla popular para representarla
y superarla, gracias a la imprescindible mediación del poeta, autorizado desde el saber que
al pachuco, desde la jerárquica posición del ensayista, se le niega. Si el intelectual parte
oyendo el laberinto, como etnólogo, y lo interpreta desde una incierta máquina textual,
como ensayista, lo soluciona transformando su singular arquitectura en la del espiral
296
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
que permite, según Santiago, leer a paz. Es decir, en una forma, igualmente enredada,
que permite dar con el origen velado para el pachuco y luego, desde ahí, salir al mundo
con la autenticidad necesaria a un mundo cuya inautenticidad requiere del secreto de la
poesía como exposición sincera de una vida humana que, ni sola ni compartida, hace de
la herida de la sangre la posibilidad del despegue de una nueva lengua:
La manera como el ensayista desnuda al ser mexicano de todo y cualquier adjetivo
y como, ya desnudado y desamparado, lo entrega en bandeja al poeta que, a su vez,
somete al ensayista en Los hijos del limo. Desnudo y huérfano, como el poeta, el
ser vive la soledad con plenitud durante apenas un segundo solipsista. En otro lugar
futuro, podrá ser plenamente (209).
Desde su certeza, Paz narra entonces la incierta igura del pachuco, mediante una crítica
del colonialismo que no puede sino cerrarse a la búsqueda del interior para denegar todo
examen materialista del exterior que lo circunda. Como el inhospitalario rey de Mesopotamia,
encierra a quien invita para hacerlo hablar tras su encierro. Como su enemigo árabe,
luego lo deja en el desierto, sin preguntarse cómo inventar nuevos modos colectivos de
vida en la que la diferencia sea más que un laberinto y la identidad más que la soledad,
con cierto recelo a ensayar otra forma en el ensayo, acaso por el temor que como intuye
Benjamin, con su ininita lucidez, no deja de trazar quien teme a la intemperie:
El laberinto es patria del que vacila. El camino de aquel a quien espanta el auténtico
logro de la meta trazará fácilmente un laberinto. Así hace el instinto en los episodios
que preceden a su satisfacción. Pero así hace también la humanidad (la clase) que no
quiere saber qué va a ser de ella (276).
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REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 299-305
MEDITACIóN SOBRE EL OFICIO DE CREAR
Silviano Santiago
Universidade Federal Fluminense
En dos de los últimos volúmenes de icción que publiqué –O falso mentiroso (2004) e
Histórias mal contadas (2005)– intenté dar cuerpo textual a cuatro problemas constitutivos
de lo que ha sido para mí el ejercicio de la literatura del yo –los problemas de la experiencia,
la memoria, la sinceridad y la verdad poética. Si acepté la invitación para hablarles
hoy, no fue con la intención de traer al palco al autor y, con ello, ofrecerles una lectura
explicativa de aquellos dos y de otros textos autoiccionales míos. Al contrario. Solo al
lector compete la tarea de la lectura. Además, no soy un escritor que busque minimizar
el trabajo del lector; en general, lo complico. Suscribo dos versos de Nietzsche en Así
habló Zaratustra, que dicen: “Yo odio a todos los ociosos que leen. / Quien conoce al
lector no hace ya nada por el lector”. Al preguntarle si acaso montaba piezas para su
público, Antonin Artaud respondía: “para el público es necesario ante todo que el teatro
exista”. En nuestras palabras: para el lector es necesario ante todo que la literatura exista.
El principal objetivo de esta charla es presentarles y, en la medida de lo posible,
discutir algunas cuestiones abstractas que han preocupado y preocupan al escritor como
personalidad que relexiona sobre el estatuto de eso que hoy se llama –y él mismo
comenzó a llamar– autoicción. Si pidiese ayuda a João Cabral de Melo Neto, estas
palabras tendrían por título e intención “Meditación sobre el oicio de crear”. A él pido
de nuevo ayuda para agregar que la meditación “no tiene nada de predicación ni de
sugerencia de recetas posibles”.
En mi caso, llegué a la autoicción a través de un largo proceso de diferenciación,
preferencia y contaminación. paso primero a la diferenciación y la preferencia. partí de la
distinción entre discurso autobiográico y discurso confesional. Los datos autobiográicos
atraviesan todos mis escritos y, sin duda, los movilizan, echando por tierra la expresión
meramente confesional. Los datos autobiográicos sirven de base a la hora de concebir y
componer mis escritos y, eventualmente, pueden servir al lector para explicarlos. Traducen
*
Este texto fue leído como ponencia en 2008 en el SESC, Río de Janeiro, a pedido
de Luciana Hidalgo. Fue recogido posteriormente en el número 18 de la revista Aletria. La
traducción es de Eduardo Vergara Torres
300
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
el contacto relexivo de la subjetividad creadora con los hechos de la realidad, que me
condicionan, y los de la existencia, que me conforman. Desde la perspectiva de la forma
y del contenido, el discurso autobiográico per se –en su pureza– es tan proteiforme como
un camaleón y tan luido como el mercurio, aunque cargue con un inmenso legado en
la literatura brasileña y occidental.
El discurso propiamente confesional está ausente en mis escritos. En ellos no está en
juego la expresión abierta y profunda de sentimientos y emociones secretas, personales e
íntimas, entendidas como las únicas verdaderas por tantos escritores de carácter romántico
o neorromántico. No nos engañemos, la distinción entre ambos discursos tiene el propósito
de subrayar mi familiaridad creativa con lo autobiográico y el consecuente repliegue de
lo confesional al grado cero de la escritura. A pesar de su insoslayable legado para las
culturas nacionales, el discurso autobiográico jamás aparece per se en mis escritos, es
decir, no me apropié de él en su pureza subjetiva y sentimental. No escribí mi autobiografía.
Una pregunta se impone: entonces, ¿cómo me he valido del discurso autobiográico en
mis escritos? para responderla, pasemos al tercer movimiento, el de la contaminación.
Al reconocer y adoptar el discurso autobiográico como fuerza motora de la creación,
lo llevé a dejarse contaminar por el conocimiento directo –atento, concentrado e
imaginativo– del discurso iccional de la tradición occidental, de Miguel de Cervantes a
James Joyce, por citar sus extremos. No fue por casualidad que, en la juventud, el crítico
de cine se matriculó en la Facultad de Letras y se volvió, en su madurez, profesor de
literatura. Si mi vida es la que me toca vivir, mi formación fue y está marcada por la
lectura de los narradores canónicos y contemporáneos –independiente de su nacionalidad.
Con exclusión de la materia que constituye lo meramente confesional, el texto híbrido,
constituido por la contaminación de la autobiografía por la icción –y de la icción por
la autobiografía–, marca la inserción de mi material subjetivo en la tradición literaria
occidental, y la relativización por ésta de su anárquico potencial creativo.
Injertar alguna cosa (el discurso autobiográico) en otra distinta (el discurso iccional)
signiica relativizar el poder y los límites de ambas, y signiica también abrir nuevas
perspectivas de trabajo para el escritor y ofrecerle otras facetas de percepción del objeto
literario, ahora diferenciado e híbrido. Ya no valen las respectivas purezas centralizadoras
de la autobiografía y de la icción; son los procesos de hibridación de lo autobiográico
por lo iccional, y viceversa, los que cuentan. O mejor, son los márgenes, en constante
contaminación, los que se ofrecen como lugar de trabajo del escritor y de resolución de
los problemas de la escritura creativa.
La fuerza creadora del yo –lo que Michel Foucault llama la resemantización del
sujeto por el sujeto– tropieza con la tradición literaria occidental. Tropieza con ella,
trastabilla, se levanta, se sacude el polvo y vuelve a avanzar, airmándose como productora
ante el choque con el poder aplastante de la tradición iccional. De ese modo es que la
resemantización del sujeto por el sujeto cobra sustento para cuestionar, por medio de la
producción textual, el estatuto contemporáneo tanto de la técnica/artesanía de la icción
(the craft of iction, en inglés) como del canon iccional. Con el correr de los años, el
vaivén del doble cuestionamiento abrió para mí una brecha de intervención dramática
y textual, donde he elaborado las principales características –experiencia, memoria,
sinceridad y verdad poética– de la moderna literatura del yo.
Meditación sobre el oicio de crear
301
A in de evitar malentendidos, sostengo que en ningún momento del pasado remoto
usé la categoría autoicción para clasiicar los textos híbridos que escribí y publiqué.
Cuando pude, evité la palabra novela. En el caso de Em liberdade (1981), un diario íntimo
falso “de” Graciliano Ramos, clasiiqué el libro como “una icción de”, para desagrado
de los editores, que preieren los lugares comunes. La profesora Ana Maria Bulhões
de Carvalho lo clasiicó como alterbiografía, un neologismo que destaca el carácter
híbrido de la propuesta. No tuve problema en utilizar “memorias” para O falso mentiroso.
Memorias tiene una buena tradición iccional entre nosotros1. Finalmente, agrego que
me sorprendió alegremente encontrarme con el dato de que Serge Doubrovsky, crítico
francés radicado en los Estados Unidos, acuñó, en 1977, el neologismo autoicción y
que, en 2004, Vincent Colonna, un joven crítico e historiador de la literatura, se valió
del neologismo para escribir el ya indispensable Autoiction & autres mythomanies
littéraires (Paris, Tristram). En suma, comencé a apropiarme de la categoría, posterior
y ajena, de autoicción.
Mi trayectoria ciertamente diiere de las de Serge Doubrovsky y Vincent Colonna,
y es por eso que acepté la invitación que me hiciera Luciana Hidalgo para participar de
este encuentro. Además, Colonna es bastante generoso en su coniguración del género
híbrido –la autoicción, que motivó su estudio–, optando por clasiicar el conjunto de
narrativas aines como “una nebulosa de prácticas emparentadas”. Escribe que es inmensa
la lista de escritores que vienen conformando su identidad por medio de un montaje
textual, y agrega: “Desiguales en su riqueza, sus obras son también diferentes en la
forma y la amplitud de los procesos de hibridación, pero todas ellas marcan una época,
un momento de la historia literaria, en que la icción del yo [la iction de soi] ocupa a
los más diversos autores, para constituir no tanto un género, sino tal vez una nebulosa
de prácticas emparentadas”.
Como la autoicción no es una forma simple ni un género adecuadamente codiicado
por la crítica más reciente, me propongo relatarles mi camino personal. Vuelvo a la
distinción inicial entre discurso autobiográico y confesional.
No esbocé intencionalmente la distinción y mucho menos la elaboré en virtud del
intelecto o de la razón. Tampoco la construí de manera fría y pragmática como lugar
original de mi práctica literaria. La distinción entre lo autobiográico y lo confesional
tomó cuerpo textual en el momento en que comencé a conjugar mi propia experiencia
infantil de vida con ayuda de los recursos de mi memoria. Es decir, desde la más tierna
infancia, la distinción entre autobiografía y confesión se conformó y existió en mí y,
desde siempre, existe como una fuerza para gatillar la imaginación creadora.
Mi preferencia por el discurso autobiográico y su consecuente contaminación por el
discurso iccional se tornó práctica textual, es decir, ellas coniguran un producto híbrido,
en el momento en que el niño/sujeto tuvo la imperiosa necesidad de eludir –o reprimir
hacia lo inconsciente– lo confesional y ligar su experiencia de vida a la invención iccional.
1
Memórias de um sargento de milícias, Memórias póstumas de Brás Cubas y
Memórias sentimentais de João Miramar.
302
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
La contaminación se volvió una práctica propiamente literaria en el momento en que el
adolescente/sujeto –un esmerado estudiante de Letras– revisitaba las prácticas textuales
híbridas de la infancia para hacerlas de dominio público. Al revisitarlas por el ejercicio
de la memoria, intenta aprehenderlas con el in de conjugar el deseo de crear narrativas
literarias signiicativas en el universo cultural brasileño. ¿Mucha pretensión? Tal vez
sí, tal vez no. pero ningún escritor se realiza sin una “ambición justa”, para retomar la
expresión de Autran Dourado.
Por lo tanto, la preferencia por los datos autobiográicos y la contaminación del
discurso autobiográico por el iccional existieron desde siempre allá en la infancia y
estarán siempre en mis escritos. No saqué la distinción, la preferencia y la contaminación
de la nada, no las inventé recientemente y por eso vale la pena revisitar al niño que fui.
Desde niño, por razones de carácter extremadamente personal e íntimo –me reiero a
la muerte prematura de mi madre–, no conseguía articular el discurso de la subjetividad
plena, o sea, el discurso confesional. En eso tal vez se me ofrecen como paradigmas la
infancia de gustave Flaubert y, principalmente, la madurez de Fernando pessoa. No estoy
queriendo decir que mi personalidad infantil, esto es, mis impulsos vitales y secretos,
me fueran desconocidos. Al contrario, los conocía muy bien. Tan bien los conocía que
comprendía su alto poder de destrucción y autodestrucción.
Creí tener que ocultar a oídos ajenos la personalidad del niño-suicida y del niñodestructor, esconderla bajo discursos inventados (iccionales, si me permiten), donde creaba
subjetividades similares a la mía, representadas con cierta inocencia y, principalmente,
sin culpa en el trato con los hombres. Creaba discursos autobiográicos que no eran
confesionales, aunque partiesen del lente multifacético que es el trágico accidente de la
pérdida materna. Eran ya discursos iccionales y, como tales, coexistían amontonados.
Ninguno de estos discursos era plena y sinceramente confesional, aunque tomasen el poder
de fabulación de la autobiografía. El dato confesional que podía llegar a su condición
plena era encubierto, camulado, para usar el lenguaje de la Segunda guerra, entonces
dominante. No tenía interés en exhibirlo. Los hechos autobiográicos fabulan, aunque
nunca quieran adoptar la forma del discurso confesional, ya que se dejaban apropiar por
el discurso que vine a conocer en el futuro como iccional. El sujeto resemantizaba al
sujeto por medio del discurso híbrido.
No estoy queriendo decir que no vivía la angustia de no poder articular en público
la subjetividad plena, confesional. La vivía, solo que no la ejercitaba como discurso ni
la escribía. Aferrarme y sustraerme a esa angustia era el modo vital de la supervivencia
del cuerpo y de los impulsos vitales, era el modo como el discurso autobiográico se
distanciaba del discurso confesional y ya lirteaba, inconscientemente, con el discurso
iccional. Donde más fuerte se hacía el sentido de la angustia y más necesaria su sustracción
era en el comedor o en el confesionario. Quedémonos con este ejemplo.
Mi padre no era católico practicante, pero nos obligaba a serlo. Seguí el catecismo
e hice la primera comunión. Iba a misa todos los domingos. Los sábados, ante el padre
confesor de acento germánico (respecto a las connotaciones, véase el periodo histórico),
en la penumbra y protegido por el pseudo-anonimato (vivía en una ciudad del interior),
tenía que hacer un examen de autoconciencia y ser sincero al enumerar y confesar los
Meditación sobre el oicio de crear
303
pecados de la semana. Acostumbraba traerlos escritos en una hoja de papel. Con una pizca
de paranoia, y agrego que los pecados eran muchos y, perdón por el juego de palabras,
inconfesables. A pesar de la lista que llevaba, no profería en el confesionario un discurso
sincero, confesional. Mentía. Ficcionalizaba el sujeto –a mí mismo– al narrar los pecados
que constaban en la lista. Inventaba para mí y para el confesor otra(s) infancia(s) menos
pecaminosa(s) y más sensata(s), o al menos donde las actitudes e intenciones reprochables
permanecían camuladas en el habla.
Esas mentiras, o invenciones autobiográicas, o autoicciones, tenían el estatuto de lo
vivido, tenían la consistencia de la experiencia, y eso gracias al acontecimiento que les
antecedía –la muerte prematura de la madre– y garantizaba su veracidad o autenticidad.
Los sábados, ante el confesor, asumía un habla híbrida –autobiográica y iccional–
verosímil. Era “confesional” y “sincero” sin, en realidad, serlo plenamente. El niño en el
confesionario era ya un falso mentiroso. Hago mías las contundentes palabras de Michel
Foucault en La arqueología del saber: “No me pregunten quién soy, ni me pidan que
permanezca invariable: es una moral de estado civil la que rige nuestra documentación.
Que nos deje en paz cuando se trata de escribir”.
En la infancia ya era multiplicadoramente confesional y sincero, era autoiccionalmente
confesional y sincero. El discurso confesional –que nunca existió en el dominio público–
se articulaba y se articuló desde siempre por la multiplicación explosiva de los discursos
autobiográicos que hacían pacto con lo iccional. El discurso confesional –que en verdad
no existía, era apenas un lugar vacío, desesperante, saturado de discursos híbridos– solo
podría estar plena y virtualmente en un haz discursivo, en una suma abierta de discursos
autoiccionales, cuyo peso y valor inal serían responsabilidad del padre confesor –y,
hoy, de mi lector. Al padre confesor y al lector deslizaba algunas historias mal contadas.
La buena literatura es una verdad bien contada… por el lector… que se da la tarea de
descifrar una historia mal contada por el narrador. Concernía a los oídos del padre confesor
–y compete hoy a los ojos del lector– llenar los espacios en blanco y los vacíos de los
que también está hecho un texto literario, aunque, no lo dudemos, cualquier texto, que
lo diga el psicoanalista. Concierne al lector encumbrar (como una cometa) y enderezar
(como algo sinuoso) un objeto de palabras que le es dado de manera convencional y
aparentemente en desorden. ¿Un ejemplo? Dom Casmurro es una historia mal contada
por el narrador Bentinho sobre el adulterio de su esposa, Capitú, con Ezequiel, el mejor
amigo de la pareja. Narrada desde la perspectiva del lector, la historia en primera persona
sobre el adulterio de Capitú se transforma en una historia bien contada sobre los celos
del personaje Bentinho.
Las historias –todas ellas, diría yo, en un acceso de generalización– están mal contadas
porque el narrador, independiente de su deseo consciente de expresarse dentro de los
parámetros de la verdad, acaba por sorprenderse por el modo traicionero en que cuenta
su historia (al traicionarse, traiciona la letra de la historia que debería estar contando).
La verdad no es explícita en una narrativa iccional, está siempre implícita, recubierta
con una capa de mentira, de icción. No obstante, es la mentira, o la icción la que narra
poéticamente la verdad al lector.
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Uno de los grandes temas que dramatizo en mis escritos, con el gusto y el placer de
la obsesión, es el de la verdad poética. O sea, el tema de la verdad en la icción, de la
experiencia vital humana metamorfoseada por la mentira que es la icción. Se trata de
una paradoja obvia, cuya raíz se remonta a los antiguos griegos. Recientemente encontré
una forma moderna de esa paradoja en un dibujo de Jean Cocteau, de la serie griega.
Está fechado en noviembre de 1936. En el dibujo vemos un peril claramente griego, el
del poeta y músico Orfeo. De su boca, como en una historieta, sale un globo donde está
escrito: “Je suis un mensonge qui dit toujours la vérité” (soy una mentira que dice siempre
la verdad). Ese juego entre el narrador de la icción que es mentiroso y se dice portador de
la palabra de la verdad poética, ese juego entre la autobiografía y la invención iccional,
es el que hizo posible que pudiese llevar hasta las últimas consecuencias la verdad en el
discurso híbrido. Por una parte, la preocupación claramente autobiográica (relatar mi
propia vida, sentimientos, emociones, modo de enfrentar las cosas y las personas, etc.);
por otra, adecuarla a la tradición canónica de la icción occidental.
Toda narrativa iccional en que la verdad poética es transparente –aquello que se llama
novela de tesis– es un hastío. La verdad iccional es algo palpitante, pulsante, que requiere
de sismógrafos, estetoscopios y todos los muchos aparejos cientíicos o quirúrgicos que
llevan al lector a detectar todo lo que vibra, pulsa y palpita en el cuadro de la aparente
tranquilidad de la narrativa literaria, o sea, en lo mal contado por el lenguaje. En ese
sentido, y exclusivamente en ese sentido, lo bien contado es una forma supericial de
toda gran narrativa iccional que es, por deinición y profundamente, mal contada.
Meditación sobre el oicio de crear
305
Para terminar, leo parte de un fragmento de “Sem aviso”, texto irmado por Clarice
Lispector: “Comencé a mentir por precaución, y nadie me avisó del peligro de ser
precavida, y nunca más la mentira se despegó de mí. Y tanto mentí que comencé a
mentir hasta a mi propia mentira. Y eso –aturdida lo sentía– era decir la verdad. Hasta
que caí tanto que la mentira la decía cruda, simple, concisa: decía la verdad en bruto”.
permítanme una glosa. El sujeto en primera persona comenzó a mentir por prudencia y
cautela y, como la realidad del entorno lo incitaba a ser prudente y cauteloso, continuó
mintiendo descaradamente. Y a tal punto miente que la mentira se vuelve el modo más
radical de ser escritor, de decir la verdad que le es propia, de decir la verdad poética.
III. DOCUMENTOS
REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 309-318
EL ENTRE-LUgAR COMO UN pENSAMIENTO
DEL RIESgO
ENtREVIStA A SILVIANo SANtIAGo
Alejandro Fielbaum
Universidad Adolfo Ibáñez
Rebeca Errázuriz Cruz
Universidad de Chile / Universidad de Talca
La obra de Silviano Santiago (1936) constituye una de las propuestas más novedosas de
la crítica brasileña de las últimas décadas. Con una amplia obra que ha transitado diversos
géneros como la poesía, la novela y el ensayo, el autor de “El entre-lugar del discurso
latinoamericano” 1 ha creado un pensamiento que busca romper con la dependencia de
las metrópolis sin por ello caer en un nacionalismo o latinoamericanismo a ultranza. La
originalidad de sus relexiones consiste justamente en la búsqueda constante por abrir
la posibilidad de pensar la cultura brasileña, latinoamericana o las culturas marginales
desde perspectivas que rompen con lugares tradicionales y concepciones ya establecidas,
para iluminar aspectos invisibilizados que permiten desmontar las nociones usuales de
identidad. Algunas de sus obras más destacadas son los libros de ensayos Uma literatura
nos trópicos. Ensaios sobre dependência cultural (1978), Vale quanto pesa. Ensaios sobre
questões político-culturais (1982), Nas malhas da letra (1989), O Cosmopolitismo do
Pobre. Crítica Literária e Crítica Cultural (2004) y As Raízes e o Labirinto da América
Latina (2006) 2; junto con las novelas Em liberdade (1981), Stella Manhattan (1985) y
1
Traducido al español por Mary Luz Estupiñán y Raúl Rodríguez, quienes editaron
una antología de los principales ensayos de Silviano Santiago. Cf. Silviano Santiago, Una
literatura en los trópicos. Ensayos de Silviano Santiago. Concepción: Editorial Escaparate,
2012.
2
Existe una traducción al español realizada por Mónica gonzález garcía: Cf. Silviano
Santiago, Las raíces y el laberinto de América Latina. Buenos Aires: Editorial Corregidor,
2013.
310
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Viagem ao México (1993); entre otras. Recientemente, Silviano Santiago ganó el Premio
Iberoamericano de Letras José Donoso 2014.
La siguiente entrevista tuvo lugar en el contexto del coloquio internacional Entrelugar
y Traducción, organizado en conjunto por el Departamento de Filosofía de la Universidad
Metropolitana de Ciencias de la Educación, el Doctorado en Estética y Teoría del Arte
de la Universidad de Chile y el Magíster en Literatura Chilena y Latinoamericana de la
Universidad de Santiago, a principios de agosto del 2013. En esa ocasión conversamos
con el autor acerca de ciertas ideas que cruzan su obra, como el entre-lugar y el
cosmopolitismo, en relación con el campo cultural brasileño, la teoría postcolonial y el
panorama actual de la producción del saber.
RE-AF: Tanto en su obra crítica como en su obra literaria podemos observar
ciertas líneas mayores que permiten detectar un esfuerzo y una necesidad de
pensar desde lo que usted llama el “entre-lugar”. Asimismo, el afán por ocupar
el lugar de otro, por hablar desde o a partir de la voz de otro, como sucede en sus
obras Em Liberdade (1981) y Viagem ao México (1995), es un afán que reconoce
el lugar de la escritura como una doble prisión, tal como usted lo menciona
en “O iccionista como tradutor” 3; pero en el reconocimiento de esa prisión
transformada en lugar de creación y de escritura se opera una transgresión,
como bien señala usted en “Eça autor de Madame Bovary”. Esta transgresión
es mencionada por usted en su ensayo sobre el entre-lugar como un acto de
habla o de escritura que es siempre un hablar contra, un escribir contra. Mi
pregunta es cuál es el lugar que usted le asigna a la transgresión como práctica
creadora en la literatura latinoamericana y en la crítica, y cómo dar lugar a esa
transgresión al interior de un medio universitario crecientemente especializado,
que parece haber renunciado a esa posibilidad para plegarse a la retórica de la
producción de conocimiento “académico”.
SS: Se trata de una pregunta complicada, por lo que preiero responder por partes. En
primer lugar, tengo que decir que el entre-lugar debe ser comprendido, inicialmente,
en la perspectiva de lo que nosotros llamamos estudios postcoloniales. La conferencia
donde se desarrolla esa idea por primera vez fue escrita para hablar, por un lado, sobre
la condición de literaturas que fueron escritas en naciones colonizadas por Europa –en
el caso latinoamericano, por España y portugal– y, por otro lado, para indagar y develar
en qué sentido esta producción colonial podría tener signiicado para nosotros en la
actualidad. En otras palabras, no se trata de leer esta producción ni en el lugar europeo ni
en el lugar nacional, sino en el entre-lugar. Ese fue el sentido básico de mi idea en aquella
época: que el entre-lugar posibilitaría un juego de signiicaciones que no están limitadas
por lo nacional, lo que sería algo peligroso ya que puede conducir a un nacionalismo
estrecho y autosuiciente, que da la espalda a lo extranjero; ni tampoco por el lugar de
3
Texto leído durante el coloquio internacional Entrelugar y traducción, traducido
y publicado en la Revista Escrituras americanas no. 2, 2013. 11-16.
El entre-lugar como un pensamiento del riesgo. Entrevista a Silviano Santiago
311
lo europeo, ya que estaríamos tan solo insistiendo en la fuerza de la fuente y en la fuerza
de la inluencia, vale decir: en el silencio de los colonizados. En otras palabras, esa
producción sería ibérica pues estaría imitando los modelos europeos.
Entonces, lo entre surge como una postura que llamaría alternativa, ya que los estudios
literarios estaban alineados con un lado o con otro. pero surge también, más que como
alternativa, como una práctica de lectura para repensar la literatura comparada. Me parece
que ese es el segundo paso, repensar qué es y qué ha sido esa disciplina, ciertamente
europea, ciertamente eurocéntrica, que llamamos literatura comparada. Esto nos lleva
a reconsiderar las producciones posteriores a la independencia (en el caso de Brasil,
después de 1822) junto con las producciones propiamente coloniales (antes de 1822).
Dentro de esa producción post independencia, puede darse entonces una nueva lectura
y el ejemplo que di para no caer en un nacionalismo estrecho no fue uno brasileño sino
portugués, el de Eça de Queirós. La mirada del entre-lugar permite leer el siglo XIX y
permite también una relectura del modernismo brasileño4 que surge después de 1922 y que,
no por casualidad, se sitúa en el contexto del centenario de la independencia brasileña. Y
allí, en la lectura del modernismo brasileño, obviamente ya se percibe una aproximación
más nítida de la idea de entre-lugar con el ideario vanguardista europeo propiamente tal.
En segundo lugar está lo relativo a la creación literaria. No me gusta mucho asociarla,
pero sí aproximarla, al ensayismo. Hay una diferencia entre ese ensayismo, que es
nítidamente postcolonial, y mi creación literaria, en la que existe un deseo mayor de
diálogo con el modernismo brasileño de los años 1920, que ya no está tan marcada por
el postcolonialismo y sí por el postmodernismo. El modernismo brasileño presentaba
para mí, como joven escritor, la posibilidad de una tradición compatible con mis deseos
y ansiedades de escritor en los años 1970. Eran autores que yo admiraba. Retomando lo
escrito por Roland Barthes en S/Z 5, la producción modernista en Brasil me generaba un
deseo de reescribir lo ya escrito.
En ese sentido, si quizás el gesto dominante del pensamiento postcolonial del entrelugar es escribir contra, el de la creación literaria no es ese, sino el de escribir con afecto.
pero no para imitar. Yo no quería imitar a graciliano Ramos, por lo que debía entonces
buscar una brecha, un lugar entre. Si hubiera querido imitarlo hubiese escrito un ensayo
sobre graciliano Ramos, no una creación novelística, y esa creación debía ser pensada
y escrita desde ese lugar entre, justamente situado después del pasado reciente y terrible
de la represión, que incluyó torturas, interrogatorios, persecuciones, la misma prisión o el
exilio. Se trata de un momento histórico en que comienzan las ideas de apertura ideológica
4
En la literatura brasileña, el modernismo, que se inicia con la Semana de Arte
Moderno de São paulo en 1922, equivale a los movimientos de vanguardia hispanoamericanos.
Es importante no confundirlo con el modernismo hispanoamericano.
5
“pourquoi le scriptible est-il notre valeur? parce que l’enjeu du travail littéraire
(de la littérature comme travail), c’est de faire du lecteur, non plus un consommateur, mais
un producteur de texte”. En Barthes, Roland, S/Z. Essai sur Sarrasine d’Honoré de Balzac.
paris: Éditions du Seuil, 1970, p. 10.
312
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
en Brasil, entonces, de lo que se trata es de retirar del discurso político la cuestión de la
prisión para enfocarse en la de la libertad, en qué hacer cuando se está en libertad. Se
trataba de trabajar eso de forma aproximada, pero diferente. La elección de un autor de
la década del treinta no fue casual. No quise escoger un caso de 1964. Escogí un caso
de represión de esos años treinta y no de los sesenta o setenta, porque tuve el interés de
que la novela tuviese un valor simbólico o alegórico, por así decirlo, que pudiera mostrar
que en Brasil es natural –con todas las comillas del caso– la represión a los intelectuales
que no son conservadores. Entonces, de forma indirecta, simbólica o alegórica, según se
lea la novela, estaba hablando de los años sesenta y setenta. por otro lado, en la segunda
parte de la novela, me intereso por un episodio histórico semejante, ocurrido durante el
periodo colonial en Minas gerais. Hablo del acontecimiento que fue la inconidência
mineira 6 y del “suicidio” de Cláudio Manoel da Costa, y los comparo, en la novela, a lo
sucedido con el periodista Vladimir Herzog, “suicidado” por la represión en 1975. Mi
interés en la novela Em liberdade era dramatizar un panel amplio del papel del intelectual
brasileño en la política y no concentrarme simplemente en los acontecimientos ocurridos
durante los años 1960/1970. para eso fue necesario construir un lugar entre al interior
de los discursos autobiográicos de los jóvenes revolucionarios de los años 1960, ya
que estos discursos, como por ejemplo O qué é isso companheiro? (1979), de Fernando
gabeira, pueden tratar muy bien los acontecimientos de los años que relatan, pero no
poseen esa amplitud que la novela sí puede tener. Digo todo esto para remarcar que el
entre posee una polisemia que me gustaría que se preservara, sin un sentido estrecho
que limitase el juego, entendido en términos derridianos; y que debe ser circunscrito
con cierto cuidado para que no se vuelva algo caricaturesco que me transforme en algo
así como el pensador del entre.
¿Y cómo considera ese sentido transgresor, dentro de la crítica? ¿Puede tener
lugar hoy dentro de la academia y sus criterios –producidos muchas veces desde
las metrópolis– para distinguir y jerarquizar tipos de conocimientos, los que
parecen ir en desmedro de un género como el ensayo?
Creo que para eso tendríamos que remitirnos, en la reciente respuesta, al primer sentido
de lo entre, pensando cómo se podría plantear hoy en la discusión postcolonial. Sería
difícil para mí hacer un panorama completo del campo latinoamericano, pero en el espacio
brasilero puedo ser más especíico. En mi caso particular, estoy trabajando la idea de la
transgresión desde una relectura de la antropofagia7, que ciertamente debe ser diferente
6
La Conspiración Minera fue un movimiento de revuelta contra el dominio portugués
en la región aurífera de la entonces provincia de Minas gerais. La revuelta fue abortada por
la corona portuguesa en 1789. El poeta Cláudio Manoel da Costa, uno de los principales
rebeldes, fue dado como suicida por la historia, pero en realidad debe haber sido “suicidado”
en secreto, antes del inicio de la investigación policial.
7
Teoría desarrollada por Oswald de Andrade, en particular en sus maniiestos literarios
Manifesto Poesia Pau Brasil (1924) y Manifesto Antropófago (1928).
El entre-lugar como un pensamiento del riesgo. Entrevista a Silviano Santiago
313
de la concepción original de la antropofagia que está en Oswald de Andrade, pues si no
no haría más que monumentalizar, de forma imitativa, su obra. por el contrario, intento
llevar la antropofagia al siglo XXI, tratando cuestiones del pasado pero ya no en el contexto
del pasado, sino del presente. En mi caso, intento retomar una ligera nota cosmopolita
que existía ya en mis estudios de los años setenta y ochenta, en el contexto del nuevo
milenio y ante la globalización. Ahí, intento abrir una brecha desde el cosmopolitismo de
la élite para oponerlo al cosmopolitismo del pobre, que me permite aproximar la teoría
postcolonial de los años setenta y ochenta con los movimientos diaspóricos del nuevo
siglo. En ese sentido, por ejemplo, trabajo con las ideas de Stuart Hall, quien no estaba
en mi bibliografía de las décadas previas.
En la actual situación, son los antiguos países colonizadores los que, por así decirlo,
están siendo colonizados por los excolonos. No tanto desde América Latina porque ya
tenemos una situación económica y social que, sin ser la ideal, ha mejorado; pero desde
los países africanos y asiáticos donde la migración en dirección a los países colonizadores
ha aumentado. Entonces, desde ahí, me parece que nosotros podemos lanzar otras redes
para la disciplina de la literatura comparada, ya que poco podríamos comprender la nueva
producción proveniente de los países africanos, árabes o asiáticos desde una visión que
sea a priori exclusivamente latinoamericana o exclusivamente circunscrita a Europa. Esa
sería una forma de verlo, podemos continuar trabajando pero con el coraje de ensanchar
los corpus del trabajo.
En el caso latinoamericano en particular, quizás no se trata solo de analizar los
movimientos diaspóricos sino también la inserción de la cultura indígena en la cultura
nacional canónica y, especialmente en el caso de Brasil, de la cultura africana. Esta atención
es necesaria tanto en sus formas, digamos, más “puras”, ligadas a las contribuciones de
grupos indígenas o africanos, como en manifestaciones como una literatura afrobrasileña
actual, o una literatura indígena actual. Ahí, quizás, Oswald de Andrade –en la antropofagia–
sería menos importante que Mário de Andrade y su novela Macunaíma (1928), a quien se
puede entonces recuperar estratégicamente y continuaríamos de cierta manera hablando
de antropofagia.
También surgen en el espacio latinoamericano otras cuestiones que hoy pueden ser
discutidas. pienso, al menos, en dos: la ciudadanía y la democracia, temas que posibilitan
también una revisión de la teoría antropofágica, no solo la de los años veinte y treinta,
sino también la forma cómo retorna en los años setenta, ochenta y noventa, en particular
a partir del Tropicalismo y del Teatro Oicina, liderado por José Celso Martinez. En esa
discusión existe un elemento que aún no he aprehendido muy bien y que simplemente
lanzo en este momento, que es la posibilidad de trabajar desde los afectos. Ya no hay
necesidad de hostilizar a Europa, podemos establecer un diálogo no desde presupuestos
coloniales violentos –y es lo que hago en mi trabajo sobre Adriana Varejão–, sino a partir
de una política de la preferencia por el afecto, sin hostilidad con Europa. Yo preferiría,
como Bartleby, que nosotros no fuéramos eurocéntricos, sería mucho más interesante
para nosotros y para los europeos. Nuestro diálogo sería más fraterno, más afectuoso.
Entonces, existe algo que yo no sé muy bien aún cómo tratar, pero diría con toda sinceridad
que eso es un elemento nuevo.
314
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Me parece, por otro lado, que no hay necesidad de quedarse en los modelos pasados,
por ejemplo, en el modelo norteamericano de investigación sobre la cuestión homosexual
y de la producción universitaria correspondiente. Me parece que es cuestión de ir haciendo
dislocamientos y no repeticiones, de encontrar brechas signiicativas y trabajarlas de
manera creativa, inteligente.
Retomando esta idea de los diálogos a partir de los afectos en contraposición
al “hablar contra”, en el campo intelectual brasileño su igura como crítico
ha sido contrapuesta a la de la llamada escuela “uspiana”, principalmente en
contraste con la igura de Roberto Schwarz. Sin embargo, es posible leer vasos
comunicantes entre su trabajo y la obra de Antonio Candido, como lo hace Célia
Pedrosa. Me parece que Flora Süssekind hace otro tanto en su lectura de la igura
de Antonio Candido. Desde su posición ¿cree usted que esta llamada crítica
uspiana ha despojado a la obra de Candido de un posible carácter transgresor?
De partida, creo que no hay antagonismo, en el sentido guerrero, sino más bien una especie
de complementariedad, entre mi trabajo y el de Candido. Y considero algo exagerado
ese diagnóstico sobre la Universidad de São paulo, ya que hay trabajos extraordinarios
en la escuela uspiana.
Lo que diría es que tendríamos que analizar con mucho cuidado –y enfatizo ahí
los estudios sobre cosmopolitismo que estoy realizando actualmente–, la formación de
la USp, que es algo sobre lo que nadie habla8. Entonces, antes de hablar de Candido o
de una escuela literaria uspiana, habría que hablar de cómo la USp fue formada. Esta
universidad fue formada por jóvenes profesores franceses, quienes eran eurocéntricos
en su enseñanza, pero no así en su investigación sobre Brasil. Creo que lo que a la USp
le pesó y le sigue pesando fue su apego a la enseñanza de esos profesores franceses, sin
notar que Claude Lévi-Strauss pasó todo su tiempo en Brasil estudiando a los indígenas,
y Roger Bastide, a los afrobrasileños. Daban clases desde los presupuestos europeos
de las disciplinas, pero hacían un trabajo de campo no eurocéntrico. Creo que fue muy
difícil para la USp aceptar esta paradoja, ya que lo más importante era la formación de los
estudiantes brasileños, realizada de manera muy disciplinar por intelectuales europeos.
por ello la crítica que yo haría es que ese carácter disciplinario del trabajo de los
críticos literarios formados por USp –que debe ser aplaudido y que ciertamente ha sido
un aporte extraordinario porque en Brasil antes de ellos no había crítica literaria– resulta
un tanto intolerante con otras disciplinas, salvo con la sociología. Con la antropología,
por ejemplo, no hubo diálogo. Entonces, dentro de esa perspectiva, la de la USp es
todavía una crítica eurocéntrica. Creo que ahí hay también un problema –que no debe
trabajarse con insolencia sino con mucha delicadeza– y es que Roberto Schwarz es un
hombre europeo, no brasileño, y que resulta muy difícil entonces que no haya tenido
8
Recientemente, en el mes de octubre de 2014, nuestro entrevistado publicó el
ensayo “La literatura brasileña desde una perspectiva poscolonial – un relato”, presentado en
un simposio en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Buenos Aires).
El entre-lugar como un pensamiento del riesgo. Entrevista a Silviano Santiago
315
esa marca europea, tal como yo no dejé de trabajar a partir de mi propia experiencia
brasileña en Europa o Estados Unidos. El sentido disciplinar de la crítica literaria que
surge en la USp posee una nítida marca eurocéntrica, que tuvo la gran cualidad de dar
un estatuto de mucha seguridad a la disciplina de la teoría literaria y a la de la historia
de la literatura en Brasil, que tiene como mayor ejemplo la Formação da literatura
brasilera de Antonio Candido.
Hay que sumar, además, otra manifestación eurocéntrica, y es que ellos tienen un
cierto recelo ante la vanguardia y a trabajar con lo contemporáneo, lo que obviamente
no tiene que ver con una cuestión de inteligencia, sino con que no tienen el instrumental
riguroso para analizar las producciones literarias nuevas y poco convencionales, ante las
cuales se sienten, creo yo, algo intimidados. Creo que esa timidez teórica y disciplinar
lleva a la crítica de la USp a preocuparse más por el pasado. por ejemplo, los estudios
más importantes de Schwarz, que ciertamente son una excelente contribución, son sobre
autores del siglo XIX. Y de este modo pueden trabajar ese corpus con mucha seguridad.
Si tomamos “Las ideas fuera de lugar”, de Roberto Schwarz, vemos que es sin duda una
gran contribución, pero es también dependiente de una lectura marxista del siglo XIX.
Pero, volviendo a Antonio Candido, tengo la impresión de que la de él es una
obra mucho más lexible, mucho más transgresora, en términos disciplinares,
que aquello en lo cual se transformó la crítica uspiana. Me llama la atención
ese contraste, que la crítica uspiana no ve ese carácter transgresor y, en lugar
de seguir ese ejemplo, quedó presa de la teoría, presa de la disciplina.
Ah, claro, sí, en ese sentido, así es.
Quizás esa tradición transgresora la retoma mucho mejor usted que sus discípulos
directos.
No sé si yo, necesariamente, pero muchos de mis discípulos sí, como, por ejemplo,
Flora Süssekind, particularmente en algunos de sus trabajos aún no publicados y que
me parece que serán deinitivos. Uno versa sobre el poema épico romántico brasilero
y sus relaciones con la pintura, y otro sobre un contrapunto entre Sousândrade y José
Martí en Nueva York, los que muestran otro siglo XIX, yendo más allá de lo brasileño en
sentido estrecho: por un lado, al plantear la relación de las letras con las artes; por otro, al
investigar la relación entre dos grandes intelectuales latinoamericanos en Manhattan. Ella
es una autora que en algún punto sigue su senda sin perjuicio de que yo, entre muchos
otros, fui uno de sus profesores, insistiendo siempre en que ella, al igual que el resto de
mis estudiantes, debía tener una mirada propia.
A propósito de su debate con Roberto Schwarz, pensando en que hoy, en el
contexto de la globalización, la crítica latinoamericana pareciera a veces estar
entrampada entre una posición identitaria que es más o menos esencialista o
bien una posición de apertura a la globalización que muchas veces termina
siendo cómplice del neoliberalismo ¿desde dónde cree usted que se podría pensar
políticamente el lugar del entre-lugar en un mundo en el cual, desde una lectura
316
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
apresurada e ingenua, se podría decir que todo ha devenido entre-lugar, por
las relaciones de migraciones y el progresivo desdibujamiento de las fronteras
nacionales duras versus la posición de la identidad que termina siendo a veces
excesivamente nacionalista?
Me parece que tendría que retomar mi primera respuesta: el entre-lugar debe ser leído
desde las teorías postcoloniales y tomando el debido cuidado para que éste no se confunda
con las formas identitarias del nacionalismo. El entre está allí justamente como el mejor
antídoto ante ese nacionalismo estrecho, que da la espalda a lo extranjero, sobre todo en
cultura, en arte, en educación o en la formación de los jóvenes; y que obviamente tiene
la actitud de un contra que no desconoce el hecho de que todos estamos, en primer lugar,
en un continente y en un mundo. Esa sería una primera actitud. La otra actitud, de la que
ya hablé y que es un poco caricaturesca, es aquella que asimila el entre lugar a todo y a
cualquier cosa. Es una lectura equivocada.
Esas distinciones son hechas de manera muy nítida en la misma teorización
del cosmopolitismo, no a partir de un cosmopolitismo de cuño romano, sino de un
cosmopolitismo que es pensado a partir de los movimientos diaspóricos. Y allí tenemos
varios pensadores de formación marxista, pero no marxista en un sentido eurocéntrico,
cuyo mejor ejemplo es el caso del jamaicano Stuart Hall. Si existe un pensamiento
identitario desde el entre-lugar, éste sería muy cercano a lo que Stuart Hall dice acerca
la cuestión del viaje, que ya existe en Roger Bastide cuando analiza a los afrobrasileños.
Bastide dice que el blanco no consigue entender que el negro pueda viajar del candomblé
a la fábrica y ser obrero. Es un viaje que el jamaicano también realiza cuando sale del
Caribe y va a vivir en Londres. El viaje perpetuo es la posibilidad de que dentro de un
mundo masivamente blanco y elitizado, como el europeo, se pueda crear un lugar allí
adentro donde el jamaicano tiene sus referencias africanas muy presentes.
Entonces, el entre-lugar, independiente de que pueda ser mal entendido o sobre
simpliicado, cuestión que ya no depende de mí, y más allá de que no sea perfecto, es un
pensamiento que se sostiene como una teoría no conservadora, no liberal ni neoliberal,
sino que intenta comprender una cosa que es muy difícil de comprender que es lo
contemporáneo. para comprender lo contemporáneo no basta un pensamiento enciclopédico,
que no avanza, que no es de vanguardia; que da cuenta de lo que está ocurriendo hoy
en día pero no lanza al lector hacia nuevas cuestiones, hacia nuevos puntos críticos. Lo
que es muy importante en el entre-lugar es que es una teoría del riesgo, del peligro, no
es una teoría de la tranquilidad y eso es lo que me parece más importante, es una teoría
donde estamos obligados a arriesgarnos, a construir un camino propio y abrir espacios de
discusión, que a veces pueden ser muy fructíferos y a veces no, porque no hay garantías.
Y eso está relacionado con lo que hablábamos hace un momento sobre el carácter
transgresor, con la necesidad de romper ciertos lugares de discusión, ciertas
teorías o pensamientos que se transforman en prisiones.
Es eso mismo. Hace un momento conversaba con uno de los participantes de mi mesa,
Andrés Claro, acerca de que hoy en día no existe un buen discípulo de Jacques Derrida,
El entre-lugar como un pensamiento del riesgo. Entrevista a Silviano Santiago
317
porque todos están hipnotizados por el pensamiento del propio Derrida. A diferencia
de Derrida, que hizo relecturas del pensamiento de Lacan, de Lévi-Strauss, de Michel
Foucault, en las cuales siempre existía una expansión de las fronteras, de las ideas. Y la
necesidad actual es justamente esa, la de crear una teoría como riesgo.
En ese sentido, ¿cómo evaluaría la relación que ha habido entre la deconstrucción
de Derrida y los estudios latinoamericanos?.
Me parece que lo más importante en Derrida es la cuestión de la lectura. Habría que
pasar mucho tiempo discutiendo en qué se transformó la lectura después de Derrida y
después del postestructuralismo. Y esto también es importante al interior del pensamiento
latinoamericano, pues nos impulsa a leer de manera diferente. Y me parece que esa es otra
de las cuestiones que se pueden examinar en la crítica uspiana en contraste con Antonio
Candido, y es que ellos no intentaron leer de manera diferente. Nuevamente es una teoría
muy disciplinar, que no intenta relacionarse con cuestiones como las artes o el cine, que
no abre los horizontes hacia nuevas posibilidades de lecturas, sino que tiene miras muy
estrechas. Yo, por ejemplo, trabajé como crítico de cine durante muchos años y aprendí
mucho sobre cine y sobre teoría cinematográica. Eso me permitió diferenciar entre tipos
de montajes como el de André Bazin, que privilegia el plano-secuencia, versus el de
Eisenstein, que trabaja con un montaje de choque. por eso no se puede hablar de montaje
sin deinirlo a priori. Adriana Varejão, por ejemplo, trabaja en sus obras de arte con un
tipo de montaje más cercano al de Eisenstein, lo que a su vez es una contribución hecha
en Brasil por la poesía concreta, que a su vez toma la idea de Ezra pound del ideograma.
Es eso lo que me parece importante hacer, posibilitar nuevas lecturas, en el caso de la
poesía concreta, más allá de su lugar en la tradición literaria brasileña, lo importante es
mostrar que era en su proyecto una poesía multi-artística, donde había una propuesta
que no era literaria en el sentido estrecho de la palabra.
Esa me parece que es la gran contribución de Derrida, la de abrir la posibilidad de
nuevas lecturas. Derrida tenía la ventaja de ser un lector extraordinario, no conozco mejor
lector que Derrida. para dar un ejemplo, tenemos su lectura de los diálogos de platón 9,
que ya habían sido ampliamente leídos e interpretados y, sin embargo, él fue capaz de
leer allí cuestiones de una novedad absoluta.
En segundo lugar, otra cosa que me parece importante es que las lecturas de Derrida
–y esto es algo que le ha causado problemas hasta el día de hoy– eran siempre lecturas
que buscaban desentrañar los espacios en blanco de las teorías ajenas, lo que permite no
monumentalizar las obras leídas y admiradas. por ejemplo, en el caso de Machado de
Assis, se vuelve un autor monumentalizado si leemos toda su obra desde Dom Casmurro,
y con ello Machado de Assis pierde su riqueza, gana forma, pero pierde fuerza, esa noción
de fuerza nítidamente nietzscheana. Eso es admirable, con Derrida se aprende a leer sin
hacer una mera repetición ni hacer simpliicaciones muy grandes.
9
Véase “La pharmacie de platon”. En Jacques Derrida La dissémination. paris:
Seuil, 1972.
318
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Como última pregunta, sus trabajos más recientes abordan la temática
cosmopolita desde una perspectiva literaria, recuperando el antiguo vínculo
entre cosmopolitismo y literatura que hoy no parece central en el debate europeo
que puede leerse en Ulrich Beck, Jürgen Habermas, Thomas Pogge, etc. ¿Por
qué cree que en el pensamiento europeo, después de Derrida, ese vínculo parece
haberse abandonado? ¿Qué relación cree que existe, por el contrario, entre
el pensamiento latinoamericano y el cosmopolitismo y qué papel juega allí la
escritura literaria?
Bueno, responder algo así da para un libro, pero puedo al menos mencionar algunos puntos
que me parecen importantes. En primer lugar, tenemos el surgimiento de la literatura
mundial, habría que pensar por qué y cómo surge, justamente en el momento en que los
nacionalismos europeos estaban a lor de piel. Por otro lado, habría que estudiar la historia
de la literatura comparada, pues la literatura comparada, a priori, ya es cosmopolita. Esa
idea, la del cosmopolitismo, para ser sincero, surgió de Antonio Candido, surgió del
prefacio de la Formação da literatura brasileira, donde dice que quien quiera conocer
bien la literatura brasileña, no basta con que conozca la literatura en lengua portuguesa,
porque la literatura portuguesa misma es una rama pobre en el árbol de la literatura.
Cuando Candido ganó el premio Camões yo estaba en portugal y el titular del diario era el
siguiente “Crítico brasileño desconocido gana el premio Camões”. Esa es mi gran deuda
con Candido, esa es la deuda del entre-lugar con Candido. Me parece que Formação da
literatura brasileira es un libro de una importancia extraordinaria, es un libro de 1959
y podemos ver su diferencia con A literatura no Brasil, de Afrânio Coutinho, publicado
en la misma época y que está escrito a partir de una división por estilos de épocas, como
el realismo, el naturalismo, el parnasianismo, etc., que es una estructura histórica/crítica
pobre. Lo que sería interesante discutir es el concepto de formación en Candido, en
particular a partir de la revolución de internet, pero eso es algo que no se hace. Y allí un
libro que sería indispensable para discutir la cuestión de la formación es el de Lyotard,
La condición postmoderna, que tiene dos capítulos sobre la formación a partir de las
nuevas formas de producción del saber en las sociedades informatizadas. No vamos a
discutir sobre el secuestro del barroco10, que dentro de esa propuesta no tendría sentido,
en cambio sí reconozco el mérito de Roberto Schwarz por su trabajo sobre Machado de
Assis, que es el gran ausente en Formação da literatura brasileira. El problema es que
estos estudios se han quedado un poco en el pasado, lo que en el caso de Candido se
comprende, pues debe tener a estas alturas unos 95 años. Roberto y yo tenemos 76, hay
entonces una diferencia de veinte años que debería ser signiicativa.
10
Referencia a la obra de Haroldo de Campos, O Seqüestro do Barroco na Formação
da Literatura Brasileira: o caso Gregório de Mattos (1989).
REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 319-334
TEORIzAR EN UN pAÍS pERIFÉRICO.
ENTREVISTA A LUIz COSTA LIMA1
Natalia López Rico
Universidad de Chile
[email protected]
Con una obra que partió en 1966 con el libro Por que literatura, Luiz Costa Lima se sitúa
como una referencia ineludible en el campo de la teoría y la crítica literarias realizada en
Brasil en las últimas décadas. Es profesor emérito de la Pontiicia Universidad Católica de
Rio de Janeiro y ha ejercido como profesor en importantes universidades norteamericanas
y europeas. Ha publicado más de una veintena de libros, de los cuales destacamos Mímesis
e modernidade; O controle do imaginário. Razão e imaginação nos tempos modernos;
Mímesis: desaio ao pensamento; História. Ficção. Literatura y Frestas. A teorização
em um pais periférico. Varios de sus libros han sido traducidos al inglés y al alemán.
En esta entrevista, Luiz Costa Lima nos habla de sus principales aportes en el ámbito
de la teoría y de la crítica literarias y deja establecido su posicionamiento frente al estado
de la teorización en Brasil y el resto de América Latina. La entrevista se realizó en Rio
de Janeiro en mayo de 2014.
1. A lo largo de su obra podemos observar una postura bastante crítica frente a las
interpretaciones nacionales en relación con la literatura y, en general, con la
cultura. Nos interesa saber, en primer lugar, de dónde surgen o a qué responden
estos reparos y, en segunda instancia, qué modelo de análisis subyace a este
posicionamiento intelectual.
¿Por qué no estoy de acuerdo con la manera tradicional de pensar la literatura, no solo
en Brasil sino en el resto de América Latina? Voy a intentar dividir esta respuesta en
dos partes, dos razones pensadas históricamente. La idea de literatura como un discurso
autónomo es una idea relativamente reciente que viene de las últimas décadas del siglo
XVIII con el llamado primer romanticismo alemán, la Frühromantik. Si uno lee, por
1
Agradezco al profesor Horst Nitschack el contacto con el profesor Luiz Costa Lima
y a Ney Fernandes la revisión y corrección del texto.
320
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
ejemplo, los fragmentos de Friedrich Schlegel, ve cómo es una idea que apenas surge, que
nace, que no está consolidada, la literatura es pensada como un discurso que básicamente
remite a la expresión subjetiva.
Segunda airmación: los fragmentos de Schlegel –quien es el inaugurador de la
preocupación autonomista, por llamarla de alguna manera, de la literatura–, son, si bien
recuerdo, de 1797 y 1798. Él era entonces muy joven y rebelde, en una Alemania que
tenía una fuerte tradición intelectual. Es el tiempo cercano a Kant, de la gran ilosofía
alemana, pero no existía todavía un Estado alemán; había solo una cantidad de pequeños
ducados y principados. Es decir, la condición del joven intelectual en Alemania era muy
difícil, especialmente la de un joven intelectual con intenciones revolucionarias. por
entonces publica la revista Athenäum junto a un pequeño grupo compuesto por Novalis
y su hermano August wilhelm, de la cual salen unos pocos números, y tienen que parar la
publicación porque no hay apoyo inanciero. Por entonces, Schlegel –tenía poco más de
veinte años–, ve que quedarse en el país no tiene sentido, viaja y cree que puede continuar
con la revista escrita en alemán pero en parís, así que se va a parís con la mujer con
quien vivía pero con quien no estaba casado, es decir, un crimen para la época. Una vez
en parís se da cuenta de que no puede mantener el plan de seguir publicando la revista y
que los desvíos políticos e intelectuales no le son favorables, así que sobrevive durante
algún tiempo dando un curso de historia de las literaturas a dos hijos de un comerciante
rico de Múnich que hacía el “viaje al mundo”, vive un poco tiempo con eso y, en pocas
palabras, desde el fracaso con la revista, conirma que debe regularizar, en primer
lugar, su situación matrimonial, segundo, convertirse al catolicismo y, tercero, volver a
Alemania y buscar un contacto con la pandilla de Metternich. Viaja a Viena y pasa, de
lo que podríamos considerar hoy en día como extrema izquierda, a formar parte de los
adeptos al Ancien Régime.
¿Por qué interesa ese cambio? Estos cambios ocurren en menos de diez años. Schlegel
tiene dos maneras de sobrevivir en Viena: como funcionario de la contrarrevolución y
dando cursos de historia de la literatura a la aristocracia. La historia de la literatura es
muy importante en oposición a un pensar la literatura como discurso autónomo. En la
introducción al curso que había dado a los hermanos en parís, Schlegel repite y desarrolla
la idea de que hay que tener una teoría de la literatura –la expresión teoría de la literatura
viene de él–, pero añade que el primer elemento de una teoría de la literatura es su historia.
Es decir, la historia de la literatura aparece como el fundamento de un camino teorético.
Desde el punto de vista de Europa en general, la decisión de Schlegel no tiene mayor
importancia, pero en cambio para la historia de la literatura tiene mucha relevancia en
toda Europa y, en consecuencia, en las excolonias, es decir, Hispanoamérica. Veamos
por qué. Cuando cae Napoleón, todos los antiguos reyes que reestablecen su poder se
preocupan por demostrar a la gente que ellos no están contra los ideales de los pueblos
que vuelven a ser suyos. El efecto que importa de la expansión napoleónica es que se
había desarrollado en todos esos pueblos, Italia, Alemania, en toda la Europa donde las
tropas y ejércitos de Napoleón habían estado, un sentimiento nacionalista muy fuerte;
es el efecto contrario que las invasiones napoleónicas provocan. Así que los reyes, o
algún ministro más hábil, dice a los reyes que es necesario aprovechar ese clima para
decir a la gente que se estaba del lado de ellos, y es exactamente en los primeros años
Teorizar en un país periférico. Entrevista a Luiz Costa Lima
321
del siglo XIX que se establecen los primeros cursos universitarios de literatura y, desde
luego, de historia nacional.
Es decir, en los primeros años en los que se propone la discusión del discurso autónomo
de la literatura, la preocupación teorética y estética rápidamente desaparece en favor de
una idea histórica, y eso es lo que me importa remarcar. Esta inluencia historicista llega
a América Latina, se impone y se establece. Sigamos en el campo de la historia, para
ver cómo ese principio historiográico fue determinante en todo el siglo XIX. Si uno
piensa en quiénes escribieron sobre literatura en este siglo, eran todos historiadores de la
literatura; desde luego los más destacados son los franceses, y cada uno es más estúpido
que el otro. Y si uno mira en todo el siglo XIX qué hay de distinto de esta aproximación
historiográica, aparecen algunos nombres, y es curioso que la gran mayoría de estos
nombres sean alemanes: Lukács (que no era alemán sino húngaro, pero hacía parte del
imperio austro húngaro). El primer Lukács, de El alma y las formas y Teoría de la novela.
Ese Lukács, antes de su conversión al marxismo, joven e inteligente, era una excepción,
así como walter Benjamin, que va a ser redescubierto solamente después de la Segunda
gran guerra, o André Jolles y Max Kommerell, pero son solo nombres aislados.
En pocas palabras, la historia de la literatura ha hecho sucumbir una preocupación
teórica sobre el discurso de la literatura en tanto discurso autónomo.
Ahora, si pensamos en términos de Brasil, la crítica, la historia literaria entre nosotros
(como en todo el continente) empieza con la Independencia, y todos los intelectuales
o eran historiadores o eran positivistas. El primer crítico importante en Brasil, desde
el punto de vista de renombre –no de la calidad–, Sílvio Romero, escribe un pequeño
libro contra Machado de Assis, en 1897, Machado que es el único escritor brasileño
del siglo XIX de hecho importante. El argumento de Romero contra Machado era que
lo que caracterizaba a su obra era el sentido del humor, y el humor no sería una cosa
de nosotros sino de los ingleses. Ahora, haciendo un salto, si Romero declara eso a
ines del XIX sobre Machado, el mítico sociólogo brasileño Gilberto Freyre tiene un
ensayo sobre Machado donde dice que su novelística le da la impresión de una “casa sin
patio”, una casa solo con personas pero sin paisaje, sin naturaleza, cuando la naturaleza
era considerada como el trazo o elemento distintivo de la americanidad. Esas son, a la
ligera, las razones por las cuales yo he venido asentando durante años mi postura contra
la aproximación usual a la literatura.
Ahora bien, ¿en favor de qué se desarrolla mi trabajo? La primera airmación, obvia,
sería en favor de retomar una concepción autonomista del lenguaje literario, es decir, ver
lo que hace que una novela no sea un tratado histórico, qué huellas tiene este discurso para
ser distinto de los otros. Eso de inmediato puede verse como un approach formalista, un
énfasis sobre el texto y su forma. Yo diría que no es así, y para eso me apoyo en una frase
del joven Lukács que aparece en el prefacio a Historia del desarrollo del drama moderno,
escrito en húngaro y publicado en 1909: “Lo que hay de social en la literatura es su forma”.
Es decir, tomar forma como opuesto al contenido es una idiotez. La forma es la manera
en que se conigura el pensar. Esto signiica que contra una aproximación historicista
yo no propongo una teorización de carácter formalista, aunque es una aproximación que
enfatiza y exalta la forma, sino, en este sentido, como algo que contiene en ella misma
322
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
el contenido. En palabras más concretas o técnicas, la aproximación que propongo es en
favor de lo que se puede llamar una antropología ilosóica.
Eso exigiría una explicación muy larga, pero en el caso de mi obra supone el
desarrollo de tres elementos: el primer elemento, en el que trabajo hace más de veinte
años, es un recuestionamiento de la idea de mímesis y lo que esa idea signiica. Desde
el momento en que se empezó a pensar en la literatura como discurso autónomo se dejó
de lado la idea de mímesis que viene de la antigüedad y que desde los latinos se entendía
como imitatio. Los románticos –Schlegel desde luego– van a decir que la literatura no
es imitatio, aunque nadie serio pensaría imitatio como copia, sino como adecuación a
un modelo ya establecido.
Ahora bien, nuestra tradición occidental siempre tomó el elemento de semejanza
como el decisivo, mientras que la mímesis efectivamente supone la relación tensa,
para no decir dialéctica, entre semejanza y diferencia. Así pues, uno no puede retomar
la cuestión de la mímesis sino invirtiendo sus vectores constitutivos. La semejanza es
un elemento que ofrece al receptor un horizonte para el reconocimiento del tema. Si la
semejanza básica no hace parte del horizonte del receptor, el sentido de la obra se le
escapa. pues la obra misma se desarrolla a partir del vector contrario, de la diferencia,
así que el primer gran elemento que busco trabajar, con esta vuelta a la mímesis, es este
cambio de perspectiva: semejanza remite a horizonte del receptor, lo que implica que la
obra es autónoma no por la obra, pero sí en relación con su recepción. En ese sentido,
debo mucho a un teórico alemán, amigo, que lamentablemente murió joven, wolfgang
Iser, la “importancia del efecto” (Wirkung), como él decía. El efecto del efecto es la
condición necesaria para la actualización de la obra que está solo en estado potencial
mientras texto, mientras cuadro, etc.
El segundo elemento tiene que ver con la idea del control del imaginario. Todos
sabemos que desde que hablamos de humanidad nunca hubo una sociedad igual, con
valores iguales. Ni el más utópico de los utópicos diría algo así. A esta diferencia interna
de la sociedad corresponde la diferencia de escala de valores de los grupos. Si el grupo
X con los valores z domina la sociedad, es “natural” que intente imponer sus valores a
la sociedad. por ejemplo, en el Renacimiento, la novela no tiene condición de desarrollo,
en cambio tenemos a la épica que ofrece las condiciones para que el protagonista sea
un héroe, generalmente cristiano, que lucha contra los moros. De las dos grandes épicas
renacentistas, Tasso y Ariosto, el primero es normalmente tomado como el gran épico, y
si uno lee con bastante cuidado Jerusalén liberada de Taso se comprueba esta fórmula:
el héroe cristiano que masacra a los moros y que no solo es heroico por su valor físico
sino por sus cualidades morales; está todo eso ahí. Mientras, Ariosto y su Orlando furioso
escapa del control. La fórmula no se realiza en él. Basta que diga que la heroína de su
épica, llamada Angélica, abandona y traiciona a su caballero cristiano para casarse con
un soldado moro. Recordemos que Ariosto era uno de los héroes favoritos de Cervantes,
y tanto Ariosto como Cervantes son igualmente tomados como iguras problemáticas.
¿Vamos a considerarlos serios o no? Esa indagación es hecha nada menos que por Erich
Auerbach. Cuando él escribe la primera edición de su Mímesis no presenta el capítulo
que todos conocemos sobre Cervantes. Desde esta pista fui en búsqueda de información
sobre Ariosto, quien divulgó su Orlando furioso como una obra que debía considerarse
Teorizar en un país periférico. Entrevista a Luiz Costa Lima
323
menos caliicada. Posiblemente es por eso que Ariosto logró escapar del control. Ahora
bien, control no es censura, es más grave. La censura no tiene duda, supone una norma
positiva implantada, no importa si se está de acuerdo o no. Ir contra la norma conlleva
ser censurado. El control, en cambio, es más sutil, supone que algo se impone contra
los valores establecidos pero no de manera tan lagrante como para ofenderlos. Añadiría
solamente que la idea del control no es inspirada en alguien sino en nuestra situación;
eso fue pensado durante la dictadura (en Brasil, desde 1964 hasta 1987).
El tercer elemento es un desarrollo de una tesis cuyo primer tratamiento importante
es hecho por wolfgang Iser. Literatura es una palabra ambigua: todo puede ser o dejar
de ser mientras que el trazo decisivo de una obra literaria es su iccionalidad.
Más recientemente, creo que en mi último libro, Frestas. A teorização em um país
periférico, digo que icción no es sinónimo de literatura. Lo que se llama literatura
constituye la icción interna, la icción que se desarrolla a partir de su forma en el sentido
que ya sabemos, pero al lado de esa icción interna hay una icción externa. Cuando vas
por la calle, te encuentras un amigo y tienes que saludarlo, y te responde que está bien y
no piensas efectivamente si todo está bien o no, ese sería el ejemplo de icción externa
más elemental, el ceremonial del cotidiano. No hay que pensar que lo que se dice en ese
ceremonial debe ser tomado como verdad. Quien saluda no está preocupado de saber si
el otro está bien o no, pero si no hay tal saludo quien no lo recibe se va a preguntar qué
pasó. Ese es el nivel más bajo de la icción externa. El extremo opuesto –a mis amigos
matemáticos no les gustará mucho escucharlo– es el cálculo de las probabilidades. El cálculo
de probabilidad es una aventura, pero normalmente nosotros tomamos las estadísticas
como verdad. Y avanzo un poco la cosa aquí: si nada va mal terminaré a ines del próximo
año un libro que desarrolla una idea que debo fundamentalmente a un ilósofo alemán
que murió hace diez años: Hans Blumenberg. Así como pasó con la mímesis, en que el
Occidente siempre privilegió la idea de similitud, la idea de lenguaje desde los griegos
se toma como teniendo un único eje cuyo ábside principal es el concepto; fuera del
concepto se tienen aproximaciones al concepto o se tiene la ornamentalidad metafórica.
Blumenberg es quien empezó a desarrollar la idea de que no era eso; la terminología la
doy yo pero la idea es de él. Uno de los ejes del lenguaje es efectivamente el concepto y
el otro eje es de la metaforicidad. Muchas cosas no caben en el concepto, sobre todo lo
que Blumenberg llamaba “metáfora absoluta”. La idea es desarrollar la cuestión de los
dos ejes y hacer una reapreciación del problema de la iccionalidad.
2. En 1980 publicó el libro Mímesis e modernidade, que usted considera su primer
libro maduro, y se abrió paso una de las líneas teóricas más fructíferas en su
quehacer intelectual, una búsqueda que, como usted bien acaba de señalar, osó
ir a contracorriente de la tradición europea de la mímesis. Dicho concepto a
lo largo de su obra se enriquece –casi diría que se disloca al desligarlo de la
imitatio– y tiene por lo menos dos aportes especíicos cardinales: la mímesis de
diferencia, a la que se reirió recientemente, y la mímesis de producción. ¿Podría
ampliarnos las referencias sobre esta propuesta de la mímesis de producción?
¿Dónde podemos hallar esa mímesis, por decir de alguna manera, en acción?
324
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Hay un equívoco generalizado que me gustaría denunciar. Normalmente las personas
que aceptan que hay dos tipos de mímesis, de la representación y de la producción, ven
las dos como pensadas jerárquicamente. Yo digo que no hay jerarquía alguna: lo que hay
es que el primer tipo de mímesis es más usual. ¿Qué quiere decir eso en relación con el
problema de la tensión entre semejanza y diferencia? Quiere decir que la semejanza es
bastante evidente para que uno reconozca en el fondo dónde la forma va a desarrollarse,
mientras que la mímesis de la producción es algo que se realiza en el momento mismo
de la narrativa.
Hay un ejemplo que creo que deja eso muy claro, un cuento de guimarães Rosa,
“Meu tio o Iauaretê”. La historia es muy sencilla. Es un hombre que es cazador de onças 2
y el cuento es todo narrado por el cazador, el onceiro. La narrativa presenta a este tío
monologando y, en la medida en que la caza del animal se vuelve más intensa, el portugués
se va transformando, se va, como decía el poeta Haroldo de Campos, tupinizando. Al
inal del cuento hay exclamaciones, sonidos separados; es como si el tío de tanto cazar
se vuelve semejante “a” el animal cazado. Eso es lo que llamo mímesis de la producción.
Es en la constitución misma de la obra donde se realiza esta mímesis.
3. ¿Y qué lugar ocupa la subjetividad en esta nueva interpretación de la mímesis?
La idea básica que nosotros, “modernos”, tenemos del sujeto viene de Descartes, el
cogito ergo sum, que supone un sujeto centrado cuyas actitudes aquí corresponden a
actitudes en otra situación, y en otra, etc. Yo digo que eso es una idealización arbitraria,
es lo que llaman sujeto solar. Es una idea arbitraria porque uno olvida que el sujeto
es una cristalización de fases y caras distintas, así que en lugar de este sujeto único
yo hablo de sujeto fracturado. La noción hoy no me parece la mejor porque fractura
supone ‘quiebre’, ‘ruptura’, y no es eso. Yo digo que es ruptura en relación con la
centralidad del sujeto, pero no es una ruptura interna. Es una fractura en el sentido de,
por ejemplo, imaginar a alguien que es comerciante, religioso y padre de familia a la
vez. Como padre de familia sería una persona muy rigurosa, la educación de los hijos
hombres sería diferente de la de las hijas, como religioso va a misa, comulga una vez
por año, pero al lado del riguroso padre de familia es alguien que mira a las mujeres.
Y como negociante, tratará de vender siempre al mejor precio. Es decir, todos nosotros
conocemos esa fractura del yo, pero como defensa sicológica pretendemos que somos
uno. Es esa la idea. La consecuencia de eso sería aquel sujeto que correspondería a la idea
tradicional que nosotros tenemos de ‘representación’, que supone ser ella la iguración
mental que uno establece de lo que se le presenta. La representación que yo tengo de
esta pared a nuestro lado, ocupada por libros, es que “a este hombre le gusta leer”. La
representación sería sencillamente la marca internalizada de algo externo en un sujeto,
un sujeto que ya es uno. Yo digo que es falsa la idea pues así como el sujeto es fracturado
la representación es una representación-efecto, es decir, yo te miro, miro los libros, de
manera no necesariamente igual a como otra persona podría verlo. Entonces, en la idea
2
Traducido comúnmente al español como jaguar.
Teorizar en un país periférico. Entrevista a Luiz Costa Lima
325
de representación-efecto, en vez de la geometrización del mundo, tienes una afectividad
globalizante en tus relaciones con el mundo.
4. Otro de sus principales aportes teóricos que surge, así como su interés por
la mímesis, de sus relexiones sobre la relación entre literatura y sociedad es,
como ya lo mencionó hace un momento, “el control del imaginario”, un tema
que vería la luz a partir del título homólogo O controle do imaginário. Razão e
imaginação nos tempos modernos, publicado por primera vez en 1984. Como
ya dejó establecido, estas inquietudes sobre el control se ligan al contexto de
producción de esos años y, más concretamente, al contexto dictatorial. Ahora
bien, ¿de qué modo se revela en sus trabajos cómo la literatura responde a este
control?
Es evidente que cuando se habla del control del imaginario se quiere decir que lo que
está implícito es que hay una divergencia entre los valores de la obra controlada y los
valores dominantes. En ese sentido, el control es un mecanismo contra la iccionalidad
no legitimada por la ortodoxia. Añadiría una observación de Borges no relacionada
directamente con el control sino contra los mecanismos contra la expresión escrita. Borges
decía algo como que “la censura no es necesariamente negativa porque puede llevar al
escritor a buscar mecanismos más sutiles de expresión”. Considerando las posiciones
conservadoras de Borges, uno puede ver eso con sospecha, pero es muy verdadero, y a
este respecto el ejemplo de Ariosto que yo daba es sintomático. De la misma manera, si
fuéramos a pensar en este sentido El Quijote, veríamos que uno no puede decir cuál es
la posición de Cervantes en relación con la situación efectiva de la España de entonces,
porque son posiciones conlictivas, y hay que leer con mucho cuidado para ver cómo esos
conlictos a veces disfrazan una posición verdadera. Si quisiéramos saber la posición más
probable de Cervantes contra la sociedad de su tiempo sería el episodio de los nobles que
reciben al Quijote y Sancho y hacen de Sancho gobernador de Barataria. Sería el ejemplo
más evidente. pero para que la obra de Cervantes pasara por la censura, fue necesario que
tuviera contrapartes que la hicieran parecer más simpáticas. Recuerdo, por ejemplo, el
capítulo del campesino judío que hace parte de la expulsión y que vuelve a España para
desenterrar un tesoro. El retorno puede verse como un acto subversivo, ese hombre no
podía estar ahí, pero la subversión que implica su retorno tiene como contrapeso el acto
criminal que él comete –un acto no muy bien visto– de desenterrar un tesoro. Yo diría, a
partir de ahí, que es evidente que hay una preocupación de caracterizar la autonomía del
discurso literario en relación con un enfoque histórico-sociológico y es su articulación
con su coniguración textual lo que motiva el acercamiento de la antropología ilosóica.
5. ¿Cómo se sitúa usted en el contexto de la teoría literaria internacional, o más
especíicamente, cómo deine su posición (u oposición)? Aquí le agradecería
que también se reiriera a quiénes considera como sus precursores a nivel
nacional e internacional y qué aportes de esos autores han tenido un impacto
en el desarrollo de su propia labor como crítico y teórico de la literatura. Es
conocida, por ejemplo, la inluencia de Lévi-Strauss en sus primeros trabajos…
326
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Hay dos autores importantes, ambos alemanes. El primero parecería paradójico: es
Auerbach. Paradójico porque al inal toda mi concepción de mímesis va contra Auerbach.
pero fue la lectura de su obra la que me dio la idea de una perspectiva social pero no
rígida, no sencillamente ideológica, o importando mecanismos sociológicos como clase
y concepción de clase, así que el primer aporte importante es Auerbach, aunque desde
una perspectiva opuesta.
La segunda inluencia es mucho más positiva, aunque también con diferencias:
wolfgang Iser. Incluso en nuestras discusiones personales Iser jamás aceptó revisar su
concepción contraria a la mímesis. Es muy difícil para un scholar europeo establecer
esta relexión porque se estableció por siglos que la mímesis es una porquería trasmitida
desde los antiguos. Si siempre nos vimos en lados distintos en la cuestión de la mímesis,
desde luego, como ya había mencionado, el tercer ingrediente que yo desarrollo, la idea
de una teoría de la iccionalidad, y cómo ella constituye el subsuelo (underground) de
la propia literatura, es sacada de su libro O ictício e o imaginário. Esos son, yo diría,
los dos precursores que me vienen a la cabeza.
Tú te referías a Lévi-Strauss, sin duda alguna, pero hay una cosa curiosa. Creo que
junto a Kant, el autor que he leído y estudiado por más tiempo es Lévi-Strauss. Yo sé
que estoy impregnado de Lévi-Strauss, pero no veo ni sé dónde.
Es posible que la inluencia más importante, de nuevo sin ninguna localización
especíica, sea el pensamiento de Kant, más propiamente la tercera crítica, la Crítica del
Juicio, donde Kant va más allá de sí mismo. Uno ve que hay una invención que él no está
en condiciones de acompañar, esta cuestión del genio que abre caminos sobre él mismo.
La segunda gran inluencia, no semejante a la de Kant pero muy importante para
mí, es Merleau-ponty, y entre los contemporáneos el primero es Hans Blumenberg y el
otro es una igura que no comprendo por qué no está tan divulgada como yo pienso que
debería. Es un ilósofo que impulsó la renovación de la antropología ilosóica a partir de
su obra maestra publicada en 1940 (Der Mensch, seine Natur und seine Stellung in der
Welt, traducido como El hombre, su naturaleza y su lugar en el mundo): Arnold Gehlen.
Fue traducido al español y al inglés en los años setenta.
En el próximo libro que va a salir establezco un vínculo entre tres iguras: Herder,
gehlen y Blumenberg. pero hay una cosa curiosa –dejemos a Blumenberg de lado,
quedémonos con Herder y gehlen–: el asunto fundamental que interesa es la idea misma de
hombre. Ya sabemos que la idea clásica del hombre es que es un animal racional. Aunque
no haya sido el primero que hablara de esto, Herder fue el primero que desarrolló la idea
contraria. Lo que caracteriza al hombre es que es un ser carente. La expresión en alemán
es: Mängelwesen, ‘criatura de carencias’. Si comparas un animal salvaje superior, el león,
el tigre, etc., son todos animales fuertes, con mecanismos de defensa y ataque seguros,
irmes, con un aparato instintivo muy bien desarrollado, pero toda esa estabilidad animal
supone una territorialidad precisa. El hombre es todo lo contrario, basta ver el tiempo
que llevamos para ser independientes. Eso aporta Herder, esta visión del hombre que
tiene un exceso de estímulos y una cantidad pequeña de respuestas a esos estímulos, un
desequilibrio entre impulsos y respuestas a ellos, de ahí la idea del hombre como un ente
carente. Eso ya está en platón, pero Herder es el primero que lo desarrolla y gehlen lo
Teorizar en un país periférico. Entrevista a Luiz Costa Lima
327
lleva adelante, y Blumenberg lo cita como fuente de su antropología ilosóica, es decir,
la idea de antropología ilosóica la debo a estos tres autores. Herder no sabía que era un
antropólogo ilosóico, pero Gehlen y Blumenberg se deinen a sí mismos de esa manera.
6. Pasando ahora a un ámbito más local y personal, sabemos que Antonio Candido
fue su orientador de doctorado. ¿Cuáles son los puntos de contacto o distancia
con la obra de Candido?
Lo primero que cabe decir en cuanto a mi relación con Antonio Candido es que le debo la
posibilidad de mantener una carrera académica. Yo había regresado de Europa en el año
1962, poco tiempo después fui a enseñar a la Universidad de Recife, en el Nordeste del país,
y trabajaba en el sistema de alfabetización de paulo Freire, quien fue mi vecino y amigo,
el primer padre intelectual que tuve. paulo Freire dirigía lo que se llamaba el Servicio de
Extensión Cultural de la Universidad, donde se desarrollaba el sistema de alfabetización
que él propuso, y yo daba clases a los futuros alfabetizadores y al mismo tiempo dirigía
la revista universitaria. Las dos cosas, la dirección de la revista y el trabajo con paulo
Freire, hicieron que yo fuera expulsado de la Universidad por el Acto Institucional n.º 1,
eso en 1964. por esa razón me vine a Rio de Janeiro y aquí me quedé. En los primeros
años de la dictadura se estableció la obligación de los programas de posgrado. Estaba en
Rio cuando empezaron los cursos de posgrado, mientras yo trabajaba en una enciclopedia
para poder sobrevivir, ya que estaba fuera de la universidad, así que le pedí a un colega
que trabajaba en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, donde ya había posgrado, que
se comunicara con el director para preguntarle cómo podría hacer para inscribirme. A
los pocos días mi amigo me dijo que no comprendía lo que pasaba pero que la respuesta
había sido exactamente esta: “Este señor fue expulsado de la universidad por nuestro
gobierno, así que él solo entrará aquí pasando sobre mi cadáver”. por suerte, yo había
sido profesor de una hija de Candido, Ana Luisa Escorel, así que la llamé, le expliqué
la situación y le pedí que me pusiera en contacto con Candido. Una semana después,
estuve con Candido en la Universidad de São paulo, él hizo todos los trámites y me abrió
el camino. Y aquí viene algo curioso: en Brasil, durante la dictadura, Lévi-Strauss y el
estructuralismo eran considerados instrumentos conservadores, reacios a la historia, y la
Universidad de São paulo era el centro de la resistencia a la dictadura y a su vez el centro
de estas airmaciones. Yo estaba estudiando estructuralismo y en ningún momento dudé
en hacer una tesis doctoral sobre este tema, era el inicio de mi pensamiento propio. Sin
eso yo no hubiera pensado por cuenta propia, diez años después. Ahora bien, mi segunda
prisión, estando en Rio –yo defendí mi tesis en 1972–, ocurrió dos o tres semanas antes
de la defensa de la tesis. Había otros motivos pero por suerte la razón de la prisión era
meramente ocasional. Salgo, por suerte, una semana o dos antes de la defensa de la tesis
doctoral. pero si esa prisión fue más difícil que la primera (pues durante la prisión del
año 64 la represión era más artesanal, mientras que en los años 70 se había soisticado),
aun con todas las diicultades de los nueve o diez días que estuve en la segunda prisión,
mi impresión es que la cosa fue menos difícil que el enfrentamiento de la defensa.
Con todo, lo primero que digo sobre Candido es que tengo un sentimiento de gratitud
enorme hacia él, pues sin su ayuda no habría podido tener una carrera académica.
328
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
En segundo lugar, independientemente del aspecto personal, Candido es, efectivamente,
como crítico literario, muy bueno, muy sensible, pero teóricamente es un desastre. Como
era el caso de Auerbach: críticamente fenomenal, pero declarademente no interesado en
teorías. El momento en el que la teoría volvió a tener importancia fue entre las décadas del
sesenta y del ochenta, exactamente a partir del estructuralismo al que se oponía Candido.
Así que si le debo algo a Candido, es menos por su libro mas famoso, A Formação
da literatura brasileira, que por los análisis concretos, por ejemplo el de graciliano
Ramos, que es precioso. Yo recomendaría todo lo que escribió como crítico, A educação
pela noite e outros ensaios; Literatura e sociedade, etc. Al mismo tiempo, pienso que
teóricamente es un desastre. Mi vocación desde el comienzo fue teorizar sobre literatura.
Eso ya se muestra en mi primer libro Por que literatura, un título interrogativo, y aquí
cuento algo que poca gente sabe. Soy hijo único, mi padre era ingeniero, un self made
man, hijo de un profesor primario del sertón, del Nordeste, es decir, muy pobre, que se
mudó a Recife y trabajaba en el día para estudiar ingeniería en las tardes. Así que hasta
los dieciséis años yo pensé que iba a ser matemático, de ahí viene la teoría. No pensaba
en ingeniería pero sí en matemática pura, y él veía esto con bastante entusiasmo. Hasta
que cayó en mis manos una traducción brasileña de un libro, extrañamente de un fraile
trapense, Thomas Merton, titulado La montaña de los siete círculos. Es la historia de
una conversión, un joven de izquierda liberal que sufre una crisis religiosa y se vuelve
trapense. El libro tuvo un enorme impacto sobre mí, pero no de orden religioso. por ese
libro me dije entonces que no quería ser matemático, sino que quería estudiar literatura.
Es curioso porque mis amigos de entonces querían ser casi todos poetas o novelistas, y
el candidato a poeta por lo general era el hombre de la bohemia. Aunque los acompañé
nunca tuve intenciones bohemias, nunca pensé en ser poeta o novelista. La única cosa
que salió del campo es un libro que hice sobre Lully, mi mascota, Me llamo Lully, y es
una historia de cómo Lully cuenta su historia en la computadora. En la primera edición
puse un pseudónimo y en la segunda puse mi nombre real. Así que creo que la vocación
teórica está allá atrás. Y el título Por que literatura salió de las discusiones con mi padre.
Él intentaba convencerme: “Literatura, ¿cómo se estudia eso?”. Y añadía: “Si estás seguro,
quiero que sepas que antes de tu decisión yo estaba dispuesto a pagarte estudios en el
extranjero, pero si insistes en la literatura, no lo haré”. Entonces, Por que literatura era
una referencia directa a esa discusión.
7. Según su punto de vista, ¿cuál es el estado de la crítica literaria que se realiza
en Brasil actualmente? ¿Cuáles son los debates pendientes, cuáles los desafíos?
Yo creo que la situación nuestra si no es tan terrible es porque es igualmente terrible
la situación mundial. No es que la literatura, la producción iccional que se hace en los
Estados Unidos o en los centros importantes de Europa, sea de mala calidad. Hay grandes
poetas, grandes novelistas, tanto estadounidenses como alemanes o italianos, pero hay
una crisis generalizada en la relexión sobre la teoría. Hubo ese momento áureo de los
años setenta y ochenta, y después la teoría decayó. Hay motivos coyunturales para eso.
Sabemos la importancia que el llamado deconstruccionismo francés ha tenido en los Estados
Unidos, la importancia de una igura, para mí detestable: Jacques Derrida, a quien nunca
Teorizar en un país periférico. Entrevista a Luiz Costa Lima
329
le he tenido paciencia o simpatía. pero fue el gran héroe de las grandes universidades
estadounidenses, y su representante local era paul de Man, el belga emigrado, que para
suerte suya solo después de morir se descubrió que era antisemita y tenía simpatías
nazis. Eso fue un golpe terrible en la academia estadounidense. Derrida, hoy en día, no
sé quién lo lee. Así que a esta crisis de la cumbre teorética de los años sesenta y ochenta,
a esta caída, corresponde el cuestionamiento mismo de la relexión sobre la literatura.
Además, aparece la contribución negativa estadounidense, el llamado culturalismo. Es
increíble, porque el inicio del culturalismo es el marxismo inglés. La idea era muy buena,
antes sociológica que relativa a la literatura misma. La idea era que los programas de
literatura siempre estaban centrados en los valores de la clase dominante y había que
dar sitio a las clases subalternas. El culturalismo emigra inicialmente de Inglaterra a
Canadá y Australia, luego invade los Estados Unidos y se vincula, por un lado, con el
political correcteness, y del otro con los movimientos minoritarios. Es decir, cada vez
más el culturalismo estadounidense es una gran porquería porque no es sociología, no
es historia, no es nada, pero es muy fácil. El nivel de ignorancia se generaliza. Algunas
semanas atrás estuve en São paulo y daba clases a un posgrado en derecho, y yo les decía
que me parecía curioso que estudiantes de posgrado de derecho hayan pedido una charla
de un profesor de una cosa tan distinta. pero alguien dijo que no era extraño, que antes
de ser juristas eran humanistas. Yo les decía que preguntaba eso porque me parecía que
en los últimos años nuestro país ha optado por la mediocridad. Cuando era joven me
impresionaba que los viejos siempre vieran sus tiempos de juventud como mejores; yo no
digo que eran mejores, pero efectivamente hay una cosa peor hoy en día. Siempre hubo
una mediocrización generalizada, pero ahora parece oicial: por un lado la capacidad de
armar patrañas y por otra la capacidad de no pensar. Hace poco leí dos libros de crítica
literaria contemporánea y son terribles.
8. Su apuesta por la teoría literaria es no solo un posicionamiento frente a algunas
cuestiones atingentes a la literatura como tal, sino también un posicionamiento
crítico del quehacer intelectual en un lugar o país periférico. De ahí que la
pregunta por lo que signiica “pensar en los trópicos” o “teorizar en un país
periférico” ocupe un lugar central en sus últimos libros, una inquietud que sin
duda comparte la relexión crítica latinoamericana de las últimas décadas. En
relación a esta cuestión, ¿cómo percibe la crítica y la teoría literaria que se ha
forjado desde América Latina?¿Además, percibe en ella la potencialidad crítica
o contestataria que se le ha endilgado?
Lamentablemente no lo veo como un elogio o algo positivo. Veo mi posición como
marginal dentro de la marginalidad, tanto en relación con Brasil como con el resto de
América Latina. Los intentos que he hecho de conocer la crítica latinoamericana reciente
no funcionaron. Doy solo un ejemplo. El año pasado fui invitado a un evento junto a una
profesora argentina, que fue profesora en Estados Unidos y luego volvió a Bueno Aires,
y un profesor catalán. La profesora expuso un trabajo en el cual su argumento era que
nosotros los profesores de literatura tenemos cada vez menos alumnos interesados en
estudiar literatura. Entonces, el problema era saber qué hacer con estos alumnos. Alguien
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
preguntó si lo que quería decir es cómo un profesor de literatura puede interesar a los
alumnos por la literatura. Respondió que es todo lo contrario, que si eso no interesaba
qué íbamos a hacer. Frente a eso dejé la presentación que había preparado y me propuse
hacer, frente a su exposición, una relexión sobre lo que signiicaba la palabra crítica:
crisis, separación, división de aguas, qué signiica la crítica en Kant. Si el océano va
contra la literatura y el profesor le da la espalda, dije que me parecía una traición. Así y
todo, la mitad de la audiencia estuvo a favor de la exposición de esa profesora.
9. Su análisis sobre Os sertões (1902) –al cual dedicó un libro completo: Terra
ignota. A construção de Os sertões (1997)– comprende, entre muchos otros, dos
temas que nos interesan. El primero se reiere a la posibilidad de que un discurso
de intención referencial sea considerado literatura (en este mismo sentido
analiza también Casa grande [1933]). Usted dice que, traspasado su propósito
de interpretación socio-histórica del país, en ellos sobresale una espesura del
lenguaje, y que por esa espesura del lenguaje la literatura entonces se tornará
su segunda morada. En primer lugar, ¿podría comentarnos a qué se reiere esta
espesura que ofrece una segunda vida a estos textos convirtiéndolos en textos
literarios? En segundo lugar, usted realizó una revisión pormenorizada de la
crítica canonizada de Os sertões y propuso una nueva lectura de la obra. ¿Cuáles
fueron sus principales conclusiones a este respecto?
Voy a empezar por la segunda parte. Me impresiona mucho porque Os sertões es de
comienzos del siglo XX y hay una bibliografía muy extensa sobre este libro. Casi sin
excepción es una apreciación laudatoria. Nadie ve los problemas que el libro presenta, que
son muchos. Y en principio, desde luego contra la idea del propio Euclides, unánimemente
es tomado como una obra literaria, cuando hay una carta muy sintomática de Euclides
donde dice aproximadamente eso: “Mi impresión es que lo que va a venir próximamente
serán cada vez más estudios cientíicos sobre un objeto con el lenguaje árido de la ciencia
y que hay que revestir este lenguaje con una capa literaria, y es eso lo que he querido
hacer”. Y esta referencia nadie la comenta.
En segundo lugar, en las primeras páginas del libro, él se reiere a un sociólogo, Ludwig
gumplowicz, que nadie conoce hoy día y que yo encontré por los googles de la vida. Era
un polaco profesor de sociología en una pequeña ciudad de Austria y escribió en alemán
un libro sobre las razas. Esa referencia aparece en el comienzo de Os sertões. Euclides
dice que gumplowicz es en este punto mayor que Hobbes, que las razas son distintas, etc.
Quedé impresionado porque yo había leído lo que había podido sobre Euclides y nadie
se había referido a eso. Fui entonces invitado a dar un curso en Stanford, y sabemos que
la gran calidad de la universidad estadounidense son sus bibliotecas. Busqué allí el libro
y no estaba, pero un alumno japonés, viendo mi decepción al no encontrarlo, me dijo
que no me preocupara porque si alguna biblioteca estadounidense tenía el libro él me
enviaría una copia, y el libro me llegó dos semanas después. Yo sabía que Euclides no
leía alemán, así que tenía que haber leído una traducción. Él descubre La lutte des races,
la traducción francesa. Hice la comparación de las citas de Euclides con la traducción y
comprobé que la había leído. Lo más increíble es que el autor decía todo lo opuesto de
Teorizar en un país periférico. Entrevista a Luiz Costa Lima
331
lo que Euclides entendió. Sin que el libro sea gran cosa, la idea es interesante, porque
estaba contra lo que el evolucionismo normalmente postulaba en la época. Decía que
la diferencia de las razas sería semejante a las diferencias que hay entre los animales
de la misma especie, serían factores externos los que crearían modiicaciones sin que
las razas fueran superiores o inferiores. Euclides estaba de tal manera inmerso en el
evolucionismo que leyó lo que quiso en el texto y, con todo, un siglo después la gente
pasó por alto este detalle y nadie se preocupó por buscar el libro. De ahí la discordancia
con la interpretación del libro. Ahora bien, Os sertões no es, como el propio Euclides
decía, un libro de literatura sino un libro de interpretación histórico-social del Brasil
fundado en el evolucionismo. Eso quería decir, en las mismas palabras de Euclides: que
como éramos un pueblo mestizo y en nuestro mestizaje entraron razas inferiores, las
condiciones de progreso de la nación eran muy pequeñas. Teníamos que contar con que
el tiempo borrara las manchas de la inferioridad y el país pudiera progresar. Es terrible.
Recuerdo una entrevista a un dramaturgo que escuché hace algunos años, de Ariano
Suassuna: decía que no importaba lo que Euclides quería decir en Os sertões o lo que
Euclides quería que fuera Os sertões, pues era una novela y el gran protagonista era el país.
En cuanto a la segunda parte de la pregunta, el pobre Euclides era efectivamente
un hombre amargado. El esfuerzo que hizo en interpretar un objeto inexistente, ¡cómo
interpretar el país, el país que va del Río grande a Amazonas, cómo interpretar una unidad
si no hay tal! Siendo ingeniero en las márgenes de un río, tenía una cabaña pequeña
donde escribía, tenía algunos amigos que sabían latín y lo ayudaban. Las condiciones
de trabajo eran las peores posibles, quería ser poeta y era malísimo poeta. pero hay
pasajes en Os sertões donde él destraba los mecanismos evolucionistas y el personaje
se vuelve el lenguaje. Cuando así pasa, el lenguaje se vuelve espeso. Literatura es el tipo
de discurso que tiene como distintivo su carácter espeso. Cuando escribí eso no conocía
los trabajos de Blumenberg, pero diría que la idea de lenguaje espeso sería un ejemplo
de una formulación que no puede ser conceptualizada.
10. En los últimos años ha surgido en Brasil, con gran éxito, una literatura de corte
testimonial o documental (estamos pensando, por ejemplo, en Ferréz con Capão
pecado y Manual prático do ódio; Memórias de um sobreviviente de Luiz Alberto
Mendes o Cidade de Deus de Paulo Lins, etc.). ¿Cuál es su apreciación sobre
esta narrativa más reciente?
Esta literatura no forma parte de una tendencia reciente. La tradición brasileña desde el
siglo XIX era fundamentalmente de descripción de la naturaleza como prueba de que ella
era distinta de la literatura europea. No es por casualidad que Machado sea una excepción.
Es eso –lo que decía gilberto Freyre hablando de Machado–: una casa sin patio. Veo en
ese documentalismo o testimonialismo una vuelta a una vieja tradición nuestra, brasileña,
e incluso, diría, latinoamericana. Los grandes escritores latinoamericanos, por ejemplo
(Juan) Rulfo, hacen todo lo contrario al documentalismo. Esos escritores que hablan
desde sus cuevas, hablando de lo que está fuera, que es historia, o la revolución, pero
desde un enfoque contrario al enfoque historiográico.
332
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
En segundo lugar, hace pocos meses participé en un concurso literario, en la Bienal
del Libro de Brasilia. Leí unas cien novelas, la mayoría de muy mala calidad, pero me
encontré con cinco libros de los cuales la prensa no habla. Cuando tenga tiempo escribiré
sobre ellos, nadie los conoce. Cuando se habla de literatura reciente la gente dice: “¡Qué
maravilla! Tenemos el documentalismo, la favela de la cual se habla ahora claramente”.
Todo ese political correctness idiota. O se lamenta de que sea eso. Yo creo que ni eso ni
aquello. Yo creo que hay una parte resistente de muy buena calidad.
11. La Revista Chilena de Literatura publicó el año pasado un número dedicado
a pensar el espacio de las humanidades, una relexión en torno al “papel, el
lugar y la signiicación de las humanidades en el mundo de hoy, sobre todo
pensando en nuestra propia realidad universitaria (la chilena) y circunstancia
latinoamericana en general”. ¿Cuál es su visión de la situación brasileña a este
respecto?
El primer punto es obvio. Vivimos, todo el Occidente, y por lo visto no solo el occidente
sino China también, una globalización tecnicizante. Hay una relexión de un ilósofo
contemporáneo del nazismo, Edmund Husserl, un hombre que fue maestro de Martin
Heidegger. Husserl caracteriza en su último libro la crisis de las ciencias europeas y
la tecniicación como un desarrollo de las ciencias que establece que la teoría es algo
innecesario. Como todos vivimos bajo técnicas sabemos que esto es verdad. Nuestro
ejemplo aquí es la técnica de la computadora. ¿Qué sabemos sobre eso? ¿Qué sabemos
sobre la tecnología de la electrónica? No sabemos ni nos interesa. Brasil, como parte
del contexto global, vive la misma tecniicación, es decir, el desarrollo de las ciencias
llega a un punto que pone entre paréntesis la necesidad de teorizar sobre lo que se hace
técnicamente. Eso es tanto más grave, solo reiriéndome a Brasil, porque las elites políticas
de derecha, izquierda, centro, todas están de acuerdo en que el desarrollo del país depende
del incremento de la tecniicación, y las humanidades son desechadas. Por el contacto con
los alumnos veo que hay focos de resistencia a eso, pero son insigniicantes en relación
con la gran mayoría. Recuerdo cuando hablé dos horas y media a los futuros juristas en
São Paulo y al inal uno de ellos decía estar muy decepcionado y triste porque no veía
en mi presentación una perspectiva posible para las humanidades. Le dije que la única
discordancia con su idea era un recuerdo que tenía de gramsci prisionero, quien, para
tener material de publicación, tenía que pasar dinero a los guardias para contrabandear lo
que escribía. En uno de esos cuadernos él decía que, con relación a sí mismo, él era muy
pesimista –incluso porque murió en la cárcel–, pero ese pesimismo –decía gramsci– no
le impedía tener el valor de decir “estoy contra”. La única cosa que puedo decir es que,
aunque seamos la minoría de la minoría, el único camino que veo es el de desarrollar
esta resistencia, por la articulación de argumentos contrarios a ese statu quo.
12. Y para inalizar, ¿podría adelantarnos algo más de lo que será su próxima
publicación?
Mi próxima publicación pretende hacer más explícito lo que llamé, al principio de esta
entrevista, mi orientación antropológica-ilosóica. Cuando empecé a repensar la cuestión
Teorizar en un país periférico. Entrevista a Luiz Costa Lima
333
de la mímesis no tenía idea de adónde iba esto. El desarrollo se ha dado paso a paso, con
saltos, con interrupciones, con diferencias. Creo que elaborando ahora eso que yo llamaba
los dos ejes del lenguaje, que el lenguaje no tiene como su cumbre el concepto sino que
el concepto da cuenta de un tipo de experiencia del mundo y otra parte de la experiencia
del mundo no cabe en el concepto. Al inal, no lo había pensado, pero viéndolo así, es
retomar la tesis básica de Kant, lo que él llamaba el juicio determinante que termina en
una formulación cientíica, el objeto de la primera crítica, la Crítica de la razón pura, pero
la razón se hace preguntas que ella misma no es capaz de contestar. La crítica de la razón
pura, en otras palabras, pretende establecer los límites de la razón y los límites de la razón
dicen respecto a aquel aspecto en que ella hace preguntas que ella puede contestar. Es
decir, el campo de las preguntas y las respuestas posibles es el campo de la ciencia. pero
hay otro campo en la experiencia humana, desde luego, la pregunta bastante obvia, que
es tan obvia que ya no nos hacemos: ¿qué sentido tenemos? Esta pregunta no puede ser
contestada cientíicamente, más bien da lugar a lo que Blumenberg va a llamar “metáfora
absoluta”, que son básicamente preguntas que no admiten la mínima posibilidad de una
respuesta cientíica. Y, sin embargo, son decisivas para nuestras vidas. Así, en lugar de
suponer que el lenguaje tiene una meta, realizada por las técnicas cientíicas, se considera
que tiene dos metas, la de la conceptualidad y la de la metaforicidad.
BIBLIOgRAFÍA
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Tasso, Torquato. Jerusalén liberada. Madrid: Editorial Iberia, 2000.
IV. RESEÑAS
REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 337-348
passos, José Luiz. O sonámbulo amador. Río de Janeiro: Alfaguara, 2012. 271 pp.
No obstante su reciente carrera artística, el escritor brasileño José Luiz passos ya lista
entre sus distinciones el premio portugal Telecom 2013 de literatura en las categorías
“Novela” y “gran premio”, esta última disputada con los vencedores en “poesía” y
“Cuento/Crónica”. Junto con el Jabuti y el São paulo, el portugal Telecom es el mayor
reconocimiento al que un escritor brasileño puede aspirar con obras nuevas, habiendo
galardonado en once años de existencia a Bernardo Carvalho por Nove noites (2002),
Silviano Santiago por O falso mentiroso (2004), Milton Hatoum por Cinzas do norte
(2005), João Gilberto Noll por Acenos e afagos (2008), Chico Buarque por Leite
derramado (2009) y Marina Colasanti por Minha guerra alheia (2010), entre otros. El
nombre de passos fue añadido a este canon contemporáneo de la literatura brasileña
con O sonâmbulo amador, novela que se inscribe en una de las tradiciones más inas
de la prosa en portugués al tener entre sus fuentes muchas de las obsesiones del mayor
novelista en esa lengua, el carioca Joaquim Maria Machado de Assis. passos no niega
esta iliación pues, además de escribir icción, es profesor de literatura brasileña en la
Universidad de California, Los ángeles, y un experto en el autor de Dom Casmurro
que reunió hace poco sus estudios en el libro Romance com pessoas. A imaginação em
Machado de Assis (Alfaguara 2014). Reiriéndose a Machado, Passos parece confundir
deliberadamente sus propios intereses literarios con los de su antecesor pues airma
que “él es nuestro contemporáneo en el tratamiento de las motivaciones humanas por
la minuciosa composición de héroes que rehacen sus historias de vida en la medida que
son objeto de la mirada ajena” ocupándose de “emociones morales como los celos, la
vergüenza, la culpa, el remordimiento y el resentimiento”, razón por la cual sus personajes
“tienen una profunda dimensión moral”. De allí que, en vez de “personajes”, passos se
reiera a los habitantes del universo machadiano como “personas” en el sentido moderno
y weberiano del concepto. Así, en clave machadiana nos adentramos en las honduras
oníricas y morales de Jurandir, viejo obrero textil nordestino que, acosado por culpas y
accidentes del pasado, es instado a caligraiar su vida interior dando origen a la polimórica
voz narrativa de O sonámbulo amador.
A diferencia del español, el adjetivo amador en portugués significa también
“aicionado”, ambigüedad semántica con la cual el autor busca aludir, por un lado, a
los dolores del corazón que atormentan la existencia madura de Jurandir y, por otro, a
su aición tardía a relexionar sobre su “yo” creando recién a los sesenta y tantos años
una suerte de autobiografía mental destinada a reconciliarlo con episodios fallidos de su
juventud. La obsesión con ciertas memorias traumáticas y la relevancia psicoanalítica de
sus sueños en el contexto del tratamiento psiquiátrico prescrito por el Doctor Ênio, llevan
a Jurandir a suspender al sujeto histórico “diurno” y concentrarse en el sujeto psicológico
“nocturno” a in de registrar sus memorias, sueños, evocaciones y experiencias en
Bellavista –hospital psiquiátrico donde va a parar tras hacer explotar el auto de la empresa
donde había trabajado toda la vida. Éste es el sentido del título El sonámbulo amador,
narración con la cual José Luiz passos busca subrayar la fuerza inefable y balsámica
de la palabra literaria para cicatrizar experiencias lacerantes y crear mundos llevaderos.
338
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
En cuatro cuadernos y un epílogo sobre su quebrantado mundo interior, la prosa
inestable de Jurandir nos revela fragmentariamente el rostro de sus demonios, paradoja
signiicativa si consideramos que al iniciar sus “diarios” Jurandir ha alcanzado el clímax de
la pérdida de su propio ser, la alienación total respecto de su presente –metáfora sugerida
en la portada de la novela con la imagen de un obrero textil sin rostro. Asimismo, el
comienzo del psicoanálisis vía escritura es gatillado por la violenta suspensión de sus
lealtades a la empresa textil debido al accidente laboral de un joven operario que perdió
el rostro tras su exposición al vapor caliente. Como jefe de seguridad, Jurandir debe
representar a la empresa en los trámites judiciales, pero la desgracia del joven lo confronta
con sus propias pérdidas, razón por la cual cuando va camino a Recife para encontrarse
con los abogados sufre un colapso nervioso que desencadena la explosión deliberada del
vehículo institucional y su posterior internamiento en Bellavista. En consecuencia, los
cuatro cuadernos conforman una gran cartografía mental encargada de registrar la desigual
topografía moral de la vida fallida de Jurandir. En última instancia, el mapeo consciente
de sus accidentes mentales procura cerrar el capítulo de los desaciertos pasados a in de
reabrir la posibilidad de una vida afectiva en el presente. En este sentido se entiende el
carácter elusivo del espacio geográico nordestino y el contexto histórico dictatorial del
Brasil de ines de la década de 1960, vislumbrados desde la prosa de Jurandir, puesto
que también son “accidentes” –no menores, por cierto– de su propia topografía moral.
El primer epígrafe de la novela –¿Qué nos lleva a intentar nuevamente?– nos da la
clave de las “fallas” que atormentan a Jurandir. En el primer Cuaderno surge la silueta
de Minie, mujer joven que, pese a no ser buscada como amante, insta a Jurandir a
reintentar el amor de pareja especialmente después de la crisis matrimonial con Heloísa,
desencadenada por la muerte del hijo de ambos. La segunda oportunidad con Minie, sin
embargo, constituye un nuevo tropiezo: “Ese departamento de ella, que antes parecía ser
el trampolín para una vida libre y más tranquila, donde Minie y yo desilábamos nuestros
pesares y los sueños que queríamos ver realizados, ese inmueble se transformó después
en un claustro, lleno de cobranzas y privaciones” (35). El joven quemado en la empresa
textil, cuyo destino parece estar en las manos de Jurandir en tanto jefe de seguridad,
constituye una nueva incursión del protagonista en las demandas del amor paterno,
contexto en el que ha sufrido su más trascendental y tormentosa derrota. Recordando la
muerte de su hijo André por la negligencia del colega de éste, Kid Couto, quien conducía
la moto montada por ambos, Jurandir relexiona sobre la responsabilidad de algún tercero
en el accidente del operario: “La amistad y la competencia son lazos fuertes […] Me
pregunto si algún amigo del joven que se quemó el rostro no habrá estado involucrado
en esto” (43-44). La relexión de Jurandir sobre el amor entre amigos se da a lo largo
de toda la narración con el recuerdo recurrente de su propia infancia junto al hijo del
dueño de la empresa textil, Marco Moreno prado. El signo de la competencia atraviesa
no solo la amistad de ambos sino que marca a Jurandir de por vida, pues es Marco quien
provoca su primera experiencia traumática en una jugarreta con un carrito motorizado.
Marco, quien empuja obsesivamente el carrito que lleva a Jurandir, hace que éste pierda
el control y se reviente la rodilla, quedando cojo de por vida. Marco deja el pueblo para
radicarse en Recife donde es un abogado de éxito, tornándose así en un fantasma cuya
brillante memoria subraya la opacidad de la vida frustrada de Jurandir –“pensaba en
Reseñas
339
cuánto me había alejado de los planes que hice en la juventud” (63), relexiona este
último. Sin embargo, la amistad también le ofrece una segunda oportunidad durante la
estadía en Bellavista, donde el enfermero Ramires se convierte en conidente y cómplice
del proceso de recuperación de Jurandir.
Como ha sido destacado por varios críticos literarios brasileños, uno de los mayores
logros de la prosa de José Luiz passos en O sonâmbulo amador es su talento para entretejer
los diversos retazos textuales de la mente de Jurandir, resultando una narración que,
aunque polimórica, no carece de luidez. Como señaló el propio autor en entrevista con
Rodrigo Simón (UNIVESP TV), los cuatro cuadernos que absorben la terapia escritural
de Jurandir están organizados de manera más o menos cronológica. En este contexto,
no extraña que el Tercer Cuaderno, además de contener los momentos decisivos de la
narración, constituya el mejor despliegue de técnicas narrativas de la novela. Este segmento
incluye la confesión clave de Jurandir a sus colegas de Bellavista, apertura que provoca
un colapso determinante para su salud y la habilísima narración de la experiencia del
alienado ante su propia crisis y los efectos perturbadores de los psicotrópicos. El carácter
culminante del Tercer Cuaderno lo convierte en una exuberante muestra de registros
lingüísticos con logros notables como la conmovedora escena de amor entre Jurandir y
su hijo André; el caótico accidente del padre de Marco Moreno prado, donde el autor
involucra al lector en el vertiginoso caos familiar; y la fugaz pero intensa irrupción del
personaje popular Averrós en la diégesis de los acontecimientos recordados por Jurandir.
La prosa de José Luiz passos no comienza en O sonâmbulo amador –antes publicó la
novela Nosso grão mais ino (Alfaguara 2009)– ni termina allí. Como su maestro Machado
de Assis, passos nos promete nuevas aventuras con los personajes de sus novelas pues
el cuento “Averrós”, que este año inauguró la serie digital “Formas Breves”, profundiza
la exploración de esta suerte de leyenda rural nordestina apodada Chupeta de Satã. Los
lectores hispanohablantes tendremos oportunidad de conocer a estos héroes brasileños a
partir del segundo semestre de 2015, fecha en que la editorial argentina Edhasa lanzará
O sonâmbulo amador en español. Aunque su obra ya ha sido galardonada, passos es un
escritor joven cuya dedicación y amor a las letras permiten anticipar que su mejor obra
está todavía por venir.
MóNICA GoNzáLEz GARCíA
Universidad de Talca
[email protected]
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Schwarcz, Lilia Moritz. Nem preto nem branco, muito pelo contrário. Cor e raça na
sociabilidade brasileira. São paulo: Claro Enigma, 2012. 152 pp.
Lilia Moritz Schwarcz es investigadora del Conselho Nacional de Desenvolvimento
Cientíico e Tecnológico (CNPq) de Brasil y profesora titular de la Universidade de São
Paulo (USP). Este libro representa una relectura y actualización de otros textos de la misma
Schwarcz. Es largamente pautado en el ensayo homónimo a este, escrito originalmente
para el cuarto volumen de História da vida privada no Brasil: Contrastes da intimidade
contemporânea. Asimismo, recupera relexiones del ensayo “Nina Rodrigues: um radical
do pesimismo”, incluido en la compilación Um enigma chamado Brasil.
Nem preto nem branco, muito pelo contrário ofrece, de partida, una imagen: la
portada de la primera edición del libro de cuentos infantiles que trae la aventura de “La
princesa negrina”. Con este gesto, Schwarcz introduce su investigación proponiendo
dos importantes mensajes. Recuerda, primero, el largo recorrido del racismo. Contos
para crianças, publicado en 1912 en Brasil, contiene una serie de historias cuyo tema
central se repite: cómo una persona negra puede tornarse blanca. Simultáneamente, hace
constatar la importancia del cuento o, como dirá después, del mito, en la propagación de
los valores culturales de la nación: “Dicen que “quem conta um conto aumenta um ponto”.
Si el dicho es verdadero, la insistencia en la idea de blanqueamiento, el supuesto de que
cuanto más blanco mejor, habla no apenas de un azar o de una ingenua coincidencia en
una narrativa infantil, sino que de una serie de valores dispersos en nuestra sociedad y
presente en los espacios supuestamente más impropios” (11). En este marco, el cuento
puede ser tomado como metáfora y ejempliica las muchas facetas del discurso del
racismo. Como se veriica en el estudio de la antropóloga, después de tantos movimientos
de una pretendida inclusión racial, el mito del “blanqueamiento” sigue vigente y un
destino “negro no sólo en el color” se mantiene como la realidad de muchos brasileños.
Darcy Ribeiro inicia el prólogo de la edición castellana de Casa-grande y Senzala
(Biblioteca Ayacucho, 1973) explicitando una constatación que le parece hostil:
“Efectivamente, Casa-grande y Senzala es el más grande de los libros brasileños y el
más brasileño de los libros que hemos escrito. ¿Por qué? Siempre me intrigó y aún me
intriga que gilberto Freyre, siendo tan reaccionario en el plano político […] haya podido
escribir ese libro generoso, tolerante, fuerte y bello. Creo que podríamos prescindir
de cualquiera de nuestros ensayos y novelas, aun cuando fuese lo mejor que hayamos
escrito. pero no pasaríamos sin Casa-grande y Senzala de manera indiferente. En cierta
medida, gilberto Freire fundó el Brasil en el plano cultural tal como Cervantes lo hizo
con España, Camões con portugal, Tolstoi con Rusia, Sartre con Francia. […] Casagrande y Senzala es una hazaña de la cultura brasileña” (Ix-x).
La enunciación del autor de O povo brasileiro. A formação e o sentido do Brasil
(1995) –obra capital de la etnografía nacional– da cuenta de cómo las ideas de Freyre se
propagaron de manera tan inevitable como potente. gracias a eso, una de las preocupaciones
centrales de Schwarcz en Nem preto nem branco, muito pelo contrário será demostrar
la persistencia y la capacidad de reinvención del mito de la democracia racial. En
esta tarea, la antropóloga busca las raíces más profundas del problema y recupera las
Reseñas
341
historias de los primeros viajeros que, en una mirada ambivalente, siempre destacaban
la existencia de una naturaleza paradisíaca y, al mismo tiempo, lamentaban la “extrañeza
de las gentes”. Uno de los ejemplos que trae a la luz, el Tratado da Província do Brasil
de pero Magalhães de gândavo, ofrece una síntesis que se convirtió en una máxima
sobre los naturales: pueblos sin F, sin L y sin R: sin fe, sin ley, sin rey. La antropóloga
también pone en evidencia la visión positiva de Montaigne que, en el capítulo de sus
Essais, “Des cannibales”, realiza un ejercicio de relatividad encontrando más lógica en
la práctica guerrera de los Tupinambás que en las guerras de la Religión en Europa. Aun
así, el conocido texto revela la diferenciación: “por cierto en relación a nosotros son
realmente salvajes, pues entre sus maneras y las nuestras hay tan grande diferencia que
o lo son o somos nosotros” (cit. en Schwarcz 15). Como se atestigua en Nem preto nem
branco, muito pelo contrário, la imagen del “hombre brasileño” desde el extrañamiento
sigue vigente y gana nuevo aliento con el mito del buen salvaje de Rousseau. En 1794
se publican los tres primeros volúmenes de Histoire naturelle del conde de Buffon que
lanza la tesis sobre la debilidad o inmadurez del continente americano. Frente a este
conjunto de crónicas, Schwarcz constata que tanto en las versiones positivas como en
las evidentemente negativas, el Nuevo Mundo siempre fue Otro. Concluye: “De esta
forma, a pesar del elogio a la naturaleza tropical contenido en los relatos de estos ‘viajeros
ilósofos’, la humanidad de aquel lugar parecía representar algo por demás diverso para que
la percepción europea encontrara lugar certero, o incluso humanizado, en su deinición,
mostrándose más dispuesta a apuntar lo exótico que a dar lugar a la alteridad” (18).
Como sugiere la investigadora en el inicio de su libro, las ideas sobre la diferencia,
imperfección, inmadurez e inferioridad de América son los antecedentes del darwinismo
racial, propagado a partir del siglo XIX, que encuentra, en Brasil, un gran “laboratorio”.
Muestra también que, en este momento, la raza se impone como concepto, vinculándose
a los destinos de la nación. Como indica Schwarcz, en su vertiente negativa, el mestizaje
atestiguaba la falencia del país. Un importante representante de este modelo, Nina
Rodrigues se oponía al libre arbitrio y a la igualdad por entender que “de ciertas razas
se podría esperar responsabilidad; de otras no”. por otro lado –explica la investigadora–
hacia 1844 circula una interpretación más positiva y alentadora a través del ensayo del
alemán Carl von Martius, vencedor del concurso “Cómo se debe escribir una historia de
Brasil”, realizado por el Instituto Histórico e Geográico Brasileño (IHGB). Criticando
los objetivos de esta iniciativa pionera que, según Schwarcz, sería mejor comprendida en
la formulación “como se debe inventar una historia de y para el Brasil”, la antropóloga
recuerda la posición de Martius. Usando la metáfora de un poderoso río, correspondiente
a la herencia portuguesa que debería absorber los “pequeños ríos conluentes de las razas
india y ethiopica”, Brasil resurgía representado por la particularidad del mestizaje. La
antropóloga aclara que, desde los primeros momentos como país independiente, una
cuestión acompaña los debates locales: “¿Finalmente, cómo Brazil se hace Brasil?”.
La investigadora revela en Nem preto nem branco, muito pelo contrário que la cuestión
racial se vinculó de forma inmediata al tema de la identidad. No obstante, de acuerdo
con Schwarcz, si en el exterior made in Brazil es sinónimo de la reproducción de los
“exóticos productos culturales mestizos”, dentro del país el asunto es casi un tabú. Esto
se debe –explica– a una idea de que la situación está estabilizada y naturalizada, como
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
si las posiciones sociales desiguales fueran innatas y las actitudes racistas minoritarias
y excepcionales. En la ausencia de una política discriminatoria oicial se prolifera en el
país la “buena consciencia” que niega el prejuicio o lo reconoce como “más blando”.
para Schwarcz, en Brasil, nadie niega que exista discriminación pero su práctica siempre
es atribuida al otro. Esto explica los resultados de una investigación realizada en 1988,
en São Paulo, en la cual 97% de los entrevistados airmaron no tener prejuicio y 98%
de los mismos dijeron conocer personas prejuiciosas. por otro lado, de acuerdo con la
antropóloga, en la cultura jurídica la raza también es tratada como silencio y airmación:
“Una de las especiicidades del prejuicio vigente en el país, como vimos, es su carácter
no oicial. En cuanto otros países adoptaron estrategias jurídicas que garantizaban la
discriminación dentro de la legalidad –sea por medio de políticas oiciales del apartheid,
sea estableciendo cuotas étnicas–, en Brasil, desde la proclamación de la República,
la universalidad de la ley fue airmada de manera taxativa: ninguna cláusula, ninguna
referencia explícita a cualquier tipo de diferenciación pautada en la raza” (79). No
obstante, como silencio no es sinónimo de inexistencia, el racismo fue siendo repuesto,
primero de forma ‘cientíica’, luego, por orden de la costumbre, asegura Schwarcz. La
Lei Afonso Arinos, instituida en 1951, al punir la discriminación terminaba por formalizar
su existencia. Empero –como apunta certeramente– a falta de cláusulas impositivas y
de puniciones más severas, la medida se mostró ineicaz, incluso, en los casos bien
divulgados de discriminación en el trabajo, en las escuelas y en los servicios públicos.
Un ejemplo aún más signiicativo, de acuerdo con Schwarcz, es el de la Constitución
de 1988, reglamentada por la Lei n. 7716, de 5 de enero de 1989, en que el racismo es
considerado crimen sin ianza. Como desvela críticamente la antropóloga, de este texto
se desprende una reiteración de un “prejuicio à la brasileña” pues solo son consideradas
discriminatorias actitudes tomadas en público. No obstante, sugiere: “Tal vez, hoy en
día, sea más fácil criticar el mito de la democracia racial que enfrentar su manutención”
(112). Pero reconocer la existencia del racismo no lleva a su comprensión, tampoco a la
percepción de su especiicidad, concluye Schwarcz.
La interesante investigación realizada en Nem preto nem branco, muito pelo contrário
permite no solo pensar las especiicidades del racismo, sino también el problema más
extenso de la diferencia. porque, si es innegable que el racismo y –el racismo brasileño–
explicita, en su trayectoria, sus complejidades, es veriicable que la discriminación empieza
en cómo se mira al otro. Eso explica, además, que los antagonismos que acompañan el
contacto con la diferencia ganen nueva forma de enunciación en la contemporaneidad.
Siendo así, es posible establecer otro paralelismo. Si, como nos recuerda Schwarcz, en
el pasado colonial la exuberancia del paisaje permitió la propaganda del Nuevo Mundo,
en las primeras décadas del siglo XX se promueve la estetización de la democracia
racial. Sin embargo, como indica certeramente la investigadora, este proceso no se da
de manera aleatoria o meramente manipuladora: “En el Brasil de los años 1930, dos
grandes núcleos aglutinan contenidos particulares de nacionalidad: el nacional-popular
y sobre todo el mestizaje, no tanto biológico sino cada vez más cultural […]” (47). En
este momento nacen instituciones que visan ‘rescatar’ (lo que muchas veces signiicó
‘inventar’, o a lo mejor, ‘seleccionar y recrear’) costumbres y iestas, así como un cierto
tipo de historia. La operación es ideológica y tiene el objetivo de recolectar elementos
Reseñas
343
de la identidad, coniriéndoles una dimensión grandiosa. La emblemática publicación
de Casa Grande y Senzala, en 1933, también señala este movimiento de conformación
de los íconos de la identidad. Como advierte Schwarcz, no es que la tesis de Freyre,
de la ‘buena esclavitud’, fuera realmente nueva. Su novedad estaba en destacar la
intimidad del hogar –en contraposición a la (omitida) vida dura del esclavo– y hacer
de este mundo privado materia de ciencia. De la esclavitud –una experiencia histórica
inaguantablemente positiva– se destaca su lado ‘integracionista’ y, una vez más, Brasil
se convierte en un modelo de convivencia racial. En 1939 se crea el Día de la Raza, en
1938 el candomblé ya puede ser tocado sin interferencia policial. El fútbol, de origen
inglés, pasa a ser progresivamente asociado a los negros. Nossa Senhora da Conceição
Aparecida –mitad blanca, mitad negra– es escogida como la patrona de Brasil. Surge la
igura del malandro, que se consolida en los sambas del momento. La feijoada, comida
de esclavos, pasa a ser el “plato típico de la culinaria brasileña”. En el discurso oicial,
el mestizo se convierte en nacional y, simultáneamente, se realiza un proceso de desafricanización de varios elementos culturales.
Al mismo tiempo, los símbolos del mestizaje se convierten en producto de exportación.
No obstante, más allá del apelo nacional-publicitario, ¿es posible pensar en igualdad en
las esferas de producción de la diferencia: justicia, nacimiento, muerte, trabajo, ocio?
Lilia Moritz Schwarcz destaca que, buscando dar cuenta de la realidad más profunda del
racismo, varios estudios, a partir de los años 1980, empezaron a oponerse al discurso oicial
de cierta “blandura” de las relaciones raciales. Florestan Fernandes, uno de los exponentes
de este cambio de perspectiva, diagnosticó un racismo disimulado y asistemático a partir
de los datos del censo de 1950 que desnudaba no solo diferencias regionales (constatando
una gran mayoría de negros y mulatos en el Nordeste) como concentraciones raciales
de privilegios económicos, sociales y culturales. Reiriéndose a estos estudios, asegura
Schwarcz: “El conjunto de las investigaciones apuntaba, por lo tanto, a nuevas facetas
de la ‘miscigenação brasileira’. Sobrevivía como legado histórico un sistema enraizado
de jerarquización social que introducía gradaciones de prestigio con base en criterios
como clase social, educación formal, localización regional, género y origen social en
todo un carrefour de colores y tonalidades” (72). La metamorfosis del esclavo –como
nombró Fernandes sobre el caso brasileño– alcanzó tal punto que los términos negro o
prieto llegaron a ser utilizados como sinónimo de clase subalterna, un movimiento que,
con frecuencia, borra el conlicto y la diferencia.
En la misma línea de asociación raza-clase, el intelectual haitiano René Depestre
ofrece un análisis oportuno en Buenos días y adiós a la negritud: “El racismo, tal como lo
conocemos, es una superestructura congénita del capitalismo. Es su proceso de fetichización
de las relaciones sociales, de los productos del trabajo humano, el que se ha trasladado a
las relaciones ‘raciales’ en un cuadro colonial entre amos “blancos” europeos y esclavos
‘negros’ africanos. Como en otras expresiones históricas, el capitalismo ha invertido
los órdenes del tener y del ser, de las apariencias y de la esencia de los hombres, de las
relaciones “raciales” y sociales haciendo de “uno y otro color” (el blanco y el negro),
que no tiene en sí ninguna signiicación, ni en bien ni en mal, criterios de evaluación
y de jerarquización de las relaciones humanas” (25, énfasis del autor). Pensando esta
perspectiva desde la realidad brasileña, es evidente que el país no es un caso ejemplar
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
de convivencia racial. Nem preto nem branco, muito pelo contrário trae a la luz una
investigación amplia y minuciosa que incluye la recuperación de los censos demográicos
de 1872, 1890, 1900, 1920, 1940, 1950, 1970 y 1980; los cambios legalistas desde la
abolición de la esclavitud; estudios etnográicos del siglo XX; datos del reciente censo
de 2010 sobre la distribución socioeconómica e índices de escolaridad de la población
negra; y, inalmente, las medidas de reparación implementadas desde el gobierno Lula.
Todos los indicios concretos nos invitan a pensar la profundidad y la relatividad del
problema racial que, si no se resume en una cuestión económica, no puede ser limitado
a una explicación cultural que termina por esencializar y sacar la cultura de su historia.
Lo mejor, aconseja Schwarcz, es mezclar todos estos marcadores. Más que conclusiones
categóricas, este libro es un llamado de atención para retomar el debate del racismo
que está muy lejos de una solución. En lo público y en lo privado es preciso superar la
retórica de la democracia racial y asumir los derroteros del antagonismo brasileño en
que la exclusión social se da en la misma potencia que la inclusión cultural. ¿Somos
todos mulatos? parece que sí y cada vez más. Sin duda, el samba y el candomblé –que
siempre serán negros– ganaron la batalla simbólica. Falta, no obstante, derrumbar la tesis
de inclusión cultural como social. Falta romper un círculo histórico y vicioso para pintar
un futuro igualitario. Y que la dicotomía entre ‘emblanquecerse’ y ‘un destino negro no
solo en el color’ no condicione a los millones de niños marginados, esparcidos por el país.
RENAtA poNtES
Pontiicia Universidad Católica de Chile
[email protected]
Reseñas
345
wisnik, José Miguel. Veneno remédio. O futebol e o Brasil. São paulo: Companhia das
Letras, 2013. 446 pp.
El principal reto al que se enfrenta José Miguel wisnik en este ensayo es la posibilidad
de desarrollar un lenguaje crítico desde los estudios culturales latinoamericanos para
abarcar ese fenómeno (hoy omnipresente gracias a los medios masivos de comunicación)
que es el fútbol. El punto de partida de su relexión consiste en rebatir la idea de que
el fútbol, en tanto que se halla apresado desde hace un buen tiempo por la industria del
espectáculo y es un producto de consumo masivo en el mercado global postindustrial,
es una materia que no merece siquiera la atención de las disciplinas humanísticas ni
de la academia. La propuesta es encontrar un modo de análisis que supere el vaivén
entre la apología gratuita y el facilismo del desprecio habitual entre los intelectuales
latinoamericanos (ejempliicados, por lo demás, según Wisnik en el libro de Juan José
Sebreli, La era del fútbol) que reducen al fútbol al factor alienante contemporáneo de
las masas, es decir, “al nuevo opio del pueblo”. En ese sentido, lo primero que hay
que señalar es que el libro logra efectivamente apropiarse del fútbol desde una mirada
que combina en su análisis diversas disciplinas como la antropología, la historia social
y cultural, la literatura, la crítica de las artes y, fundamentalmente, el psicoanálisis.
para wisnik el fútbol –el juego en sí mismo, pero también los efectos que tiene en la
sociedad– constituye un entramado simbólico (un “campo de conlicto transcultural”,
llega a decir) que abre la posibilidad de articular narrativas que van desde la construcción
de identidades colectivas y nacionales, a entretejer características culturales arraigadas
en las sociedades latinoamericanas de nuestro tiempo.
En particular, wisnik hurga en la conformación histórica de Brasil dialogando con
autores como Machado de Assis, Mario y Oswald de Andrade, gilberto Freyre o Sérgio
Buarque de Holanda para ir discutiendo y criticando las imágenes que de ese proceso
se han construido desde la sociología, la historia o la literatura brasileñas (desde la
cultura letrada, digamos). La posición de Wisnik, sin embargo, no es la de adoptar
la exhaustividad historiográica o la rigurosidad empírica de la sociología, sino la de
hablar desde la libertad y el goce estético de un amante del fútbol. En este sentido,
el libro aporta la riqueza de su prosa al gran caudal de la mejor tradición ensayística
latinoamericana. El sesgo autobiográico no se esconde en ningún momento: Wisnik se
asume como un analista lejos de la objetividad, que ha visto y jugado al fútbol desde
muy niño por haber crecido en una de las zonas de Brasil donde el deporte inglés arraigó
más pronto (la región metropolitana de São paulo, más precisamente en São Vicente, al
lado de Santos), en la que además loreció uno de los mejores equipos de la historia –el
“Santos”, donde jugaba pelé. La importancia del fútbol en Brasil, según el autor, supera
la simple explicación identitaria (frecuente en Europa) según la cual los ciudadanos
se identiican con el equipo nacional a partir de su pertenencia a un país; para Wisnik,
en cambio, Brasil existe como país, se constituye modernamente como tal, gracias, en
buena medida, al fútbol.
La propuesta de wisnik consiste en dos ensayos mayores, independientes entre sí,
pero que se iluminan mutuamente y funcionan de manera orgánica. El primero expone,
por decirlo de alguna manera,“la teoría” –en el capítulo 2 “A quadratura do circo: a
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
invenção do futebol”– y el otro profundiza sobre la realización de esas ideas en el caso
de Brasil –en el capítulo 3 “A elipse: o futebol brasileiro”. El análisis del primer gran
ensayo (conformado a su vez por pequeñas relexiones que van desmenuzando cada
aspecto del juego) se monta en una línea cronológica que busca en los orígenes europeos
del juego –particularmente en el caso de Inglaterra, que lo institucionaliza y le da forma
en un código reglamentario–, sus peculiaridades y, más aún, las razones de su rápida
y extendida popularización. La relexión retrocede incluso al sustrato de las culturas
mesoamericanas para rescatar de ellas los aspectos rituales y religiosos del juego en sí
mismo, e incluso revalorizar el aspecto antropológicamente encantador de la pelota.
wisnik se revela aquí como un gran observador de los aspectos lúdicos del fútbol,
que lo atan a impulsos atávicos (los orígenes tribales de los juegos de pelota como
recreación de la caza o el carácter ritual del juego de pelota entre los mayas para sostener
el equilibrio del cosmos) y los actualiza en el deporte institucionalizado de nuestros
días. Su tesis es que si el fútbol, el deporte moderno codiicado y dispersado por el
imperialismo británico en la segunda mitad del siglo XIX, arraigó tanto y tan pronto en
sociedades altamente desarrolladas como las de la Europa continental y en sociedades
menos industrializadas como las latinoamericanas es porque se trata de un juego que
aglutina esos valores premodernos, –el contacto con la tierra (se juega al aire libre y en
cualquier campo, tenga césped o no) o el poder hipnótico de la redondez de la pelota–
con los valores modernizadores, civilizatorios (muy en la lógica positivista e higienista
del cambio de siglo) que representan tanto el deporte como la actividad física. Es en
ese sentido que el fútbol representa “la cuadratura del círculo” a la que alude el título
del capítulo segundo: un deporte que fascina por su capacidad de replicar el azar de la
vida a partir de las múltiples posibilidades generadas por su carácter indeterminado y
abierto (en oposición a los deportes más racionales y urbanos, como el básquetbol, el
béisbol o el fútbol americano).
En Brasil, en particular, el juego pasó muy pronto de ser practicado exclusivamente
por las elites anglóilas de Río y São Paulo, a popularizarse masivamente entre los
estratos medios y bajos en una sociedad altamente polarizada y recién salida de la
esclavitud. Es aquí donde el ensayo de wisnik entronca con discusiones de más largo
aliento como las que incumben a las teorías de la modernidad en América Latina, que
discuten la transferencias culturales europeas en términos de transculturación, transplante
o mestizaje. Para Wisnik, en deinitiva, el deporte, tal como lo concibieron los ingleses,
es reinventado por sus practicantes en el Brasil, añadiéndole una gran cantidad de matices
y rasgos particulares. De Chico Buarque, por ejemplo, toma la idea de que hay “donos de
campo” y “donos da bola” en el fútbol, dependiendo de si los que lo juegan son “ricos”
o “pobres”: los primeros privilegian el control de la pelota en función de ir ganando
territorio –el espacio entre jugadores es más amplio; en cambio, los segundos tienden
a apropiarse de la pelota y retenerla lo más posible gracias a toda suerte de malabares
y habilidades que incluyen regates y intas (hay que pensar en Maradona o Ronaldinho
Gaúcho como dos exponentes de esa cultura de la pobreza).
En esa adaptación del juego británico en Brasil radica, según el autor, el signiicado
que representa la encrucijada del fútbol para el país: la disyuntiva que expresa una
Reseñas
347
ambivalencia y que da nombre al libro. El fútbol en Brasil es el veneno remedio (el
veneno y su antídoto) a partir del cual se anudan y resuelven alternativamente las
múltiples complejidades que implican la constitución histórica de una nación multicultural
y socialmente desigual. En la utilización de esa fórmula (“veneno remedio”) Wisnik
dialoga abiertamente con gilberto Freyre quien veía en la versión brasileña del fútbol
(más curvilínea y sinuosa, por oposición a la rectitud y la rigidez europeas) la inluencia
decisiva de las expresiones corporales de la cultura mulata ejempliicadas en la capoeira
(esa danza practicada por afrodescendientes y mulatos –esclavos recién liberados– que
se desarrolla como una forma de acrobática autodefensa en los márgenes de la ciudad,
a inales del siglo XIX). Para el autor, la observación de Freyre es innovadora porque
extrae del veneno, el remedio: es decir, de los propios estigmas de la esclavitud surgen
las peculiaridades expresivas del fútbol brasileño que lo vinculan con la estética y la
plástica de la danza. El fútbol, para wisnik, al igual que la música popular, tiene ese
valor liberador y expresivo en la conformación de la cultura brasileña contemporánea.
El autor valora muy positivamente, a través de la idea de la “prontidão” (que describe
como una “inteligencia del cuerpo”), el aporte de las culturas afrodescendiente y mulata
por medio del deporte y la expresiones musicales a la constitución cultural del Brasil
moderno. En términos de la historia del fútbol brasileño (materia del mencionado segundo
gran ensayo del libro), Pelé y Garrincha son las iguras decisivas en la consagración de
Brasil como campeón mundial en 1958. En la “prontidão”, wisnik conceptualiza una
vez más una igura ambivalente: la del ingenio que proviene de la escasez material. Y
ese carácter ambivalente se mantiene en constante tensión a lo largo de su relexión: unas
veces en la historia contemporánea de Brasil el fútbol es veneno, y en otras remedio. No
se le escapa a wisnik, por ejemplo, el hecho de que durante un buen tiempo el fútbol
fue una expresión de cultura de masas ajena al inlujo imperialista estadounidense,
en un momento (a raíz de la segunda posguerra, sobre todo) en que las películas de
Hollywood y las estrellas musicales imponían un modelo de vida y consumo en el resto
del continente (y del mundo). El fútbol es, en ese sentido, un vehículo de expresión de
la propia cultura brasileña.
Al mantener abierta la tensión en la fórmula “veneno remedio”, wisnik intenta
no caer en una celebración ingenua de la productividad del mestizaje cultural o, más
especíicamente, en una intelectualización y estetización de lo irrelevante (el fútbol).
Más bien intenta problematizar la imbricación del fútbol con la cultura en la construcción
moderna de Brasil a través de esa tensión oscilante que permanece irresuelta. wisnik
se niega a una visión del fútbol y la cultura musical brasileña como una compensación
simbólica por todo lo que el país no logra en otros niveles. Más bien, eso lo subraya el
texto, extrae de esas expresiones culturales múltiples claves para una mejor comprensión
de las complejidades de la experiencia brasileña contemporánea.
No hay duda de que la forma en que wisnik articula su análisis de un fenómeno
popular como el fútbol, recurriendo a una compleja red de relaciones entre la literatura,
la música y los registros psicoanáliticos y antropológicos, resulta muy sugerente e
inspirador para analizar realidades sociales análogas en el ámbito latinoamericano. La
prosa ensayística de wisnik, caracterizada en este libro por la permanente iluminación
348
REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
mutua entre conceptos provenientes de muy diversos ámbitos disciplinares, es quizá
el mejor ejemplo de lo productivo que resultan la creatividad y el ingenio que él tanto
admira en pelé, Tostão, zico o Rivaldo.
IVáN péREz DANIEL
Universidad de Talca
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V. RED DE REVISTAS
REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Diciembre 2014, Número 88, 351-366
Desde el año 2012 hemos iniciado una Red de colaboración con revistas
literarias y culturales publicadas en América Latina, Europa y Estados
Unidos (hemos seleccionado un total de 25 revistas). Dicha Red implica
canje, intercambio de avisos con las revistas que así lo estimen, colaboración
ocasional con respecto a pares evaluadores y también estudiar la posibilidad
de realizar dossiers o números en conjunto.
En números recientes de Hispamérica nuestros suscriptores han podido leer
ensayos y notas
Borges, Arlt, Vallejo, Arreola, Wilcock, Neruda, Cortázar, Carpentier, Mariátegui, Parra, Silvina Ocampo,
Puig, Pauls, Lamborghini, Ribeyro, Vargas Llosa, Monsiváis, Diamela Eltit, Viñas, Lucio V. Mansilla…
entrevistas
a Sergio Ramírez, Ena Lucía Portela, Leonardo Valencia, Leopoldo Brizuela, Edgardo Rodríguez Juliá,
Isaac Goldemberg, Esther Cross, Amir Hamed…
poesía
de Cristina Peri Rossi, Raúl Zurita, Félix de Guaranía, Ernesto Cardenal, Darío Jaramillo Agudelo,
Verónica Zondek, David Huerta, Luisa Futoransky, Julio Pazos Barrera, Diana Bellessi, Mónica Sifrim,
Jorge Boccanera, Rocío Cerón, Myriam Moscona, Claribel Alegría…
documentos
que incluyen textos sobre Horacio Coppola, Enrique Espinoza-Samuel Glusberg, Héctor Libertella…
testimonios
de Iris Zavala, Mario Satz, Leonel Giacometto, Abdón Ubidia, Manuel Mujica Lainez…
teatro
revista de literatura
de Patricia Suárez, Ariel Barchilón, Laura Coton…
ficción
de Luisa Valenzuela, Bárbara Jacobs, Rafael Courtoisie, Mario Szichman, Elvio Gandolfo, Claudia Piñeiro,
Mario Goloboff, Sylvia Iparraguirre, Margo Glantz, Juan Martini, Eduardo Berti, Liliana Heer,
Teresa Porzecanski, Gloria Guardia…
Suscripciones y correspondencia a: Saúl Sosnowski
P.O. Box 2009, Rockville, MD 20847 — U.S.A.
e-mail:
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Suscripción anual: Personales: US$ 33.00
Instituciones y bibliotecas: US$ 45.00
Patrocinadores: US$ 75.00
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IBEROAMERICANA
A MÉRICA L ATINA
E SPAÑA - P ORTUGAL
IBEROAMERICANA es una revista inter-
Ensayos sobre letras
historia y sociedad
Notas. Reseñas
iberoamericanas
el Instituto Ibero-Americano de Berlín
disciplinaria e internacional de historia,
literatura y ciencias sociales, editada por
(IAI), el GIGA - Instituto de Estudios
Latinoamericanos de Hamburgo y la
Editorial Iberoamericana / Vervuert,
Madrid y Frankfurt.
IBEROAMERICANA aparece en forma trimestral e incluye cuatro secciones:
Artículos y ensayos de crítica literaria y cultural, historia y ciencias sociales. Los
Dossiers que en cada número se dedican a un tema específico. El Foro de debate con
ÚLTIMOS NÚMEROS PUBLICADOS: Nº 53: América Latina y la
análisis de actualidad, comentarios, informes, entrevistas y ensayos. Reseñas y Notas
bibliográficas.
Primera Guerra Mundial, nuevos estudios, nuevas interpretaciones. Nº 54: Fronteras
nebulosas: El potencial de los espacios ambiguos.
54
Suscripción anual (4 números):
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CUADERNOS
AMERICANOS
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Abril-Junio de 2014
Literatura poLiciaL en américa Latina
DesDe eL miraDor De Cuadernos ameriCanos
Gerardo Pignatiello. Facundo y los orígenes del
policial campero argentino
Persephone Braham. Problemas de género: narrativa policial y ciencia icción en Puerto Rico,
1872-2014
Román Setton. Gamboa, primer detective literario
platense
Paula garcía talaván. La novela neopolicial
latinoamericana: una revuelta ético-estética
del género
Mónica Quijano. Convergencias genéricas: anticipación y enigma en La ciudad ausente de
Ricardo Piglia
Homero Quezada. Persona y representación: Virgilio Piñera en Máscaras de Leonardo Padura
Héctor Fernando vizcarra. Investigadores y detectives literarios: analogías y resonancias
Martín cortéS. Contactos y diferencias: la “crisis
del marxismo” en América Latina y en Europa
Alonso rodríguez chaveS. Parlamento Centroamericano: historia sin in
Tania carranza. América Latina y Brasil: entre
la complejidad, el conlicto y las nuevas formas
políticas
Documentos
Gabriel garcía márQuez. La soledad de América
Latina
in memoriam
Gabriel García Márquez (1928-2014)
Salvador Méndez Reyes (1961-2014)
Cuadernos Americanos
Revista dedicada a la discusión de temas de y sobre América Latina
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Red de Revistas
Bulletin of Hispanic Studies
This Bulletin has been published continuously from Liverpool
since its foundation by Edgar Allison Peers in 1923.
Edited in one of the leading British University Departments
of Hispanic Studies by an editorial team specializing in a
wide range of Hispanic scholarship, and supported by a
distinguished international Editorial Committee, the Bulletin
of Hispanic Studies is the foremost journal published in Britain
devoted to the languages, literatures and civilizations of Spain,
Portugal and Latin America. It is recognized across the world
as one of the front-ranking journals in the fi eld of Hispanic
scholarship.
The journal’s interests are broad-ranging and cover the
linguistic areas of Spanish, Portuguese, Galician, Catalan, Basque
and Amerindian. While contributions are mainly in the areas
of literature, linguistics, cultural history, film and visual arts,
cultural and gender studies, it likes to reflect and engage with
all aspects of ‘Hispanic Studies’, both traditional and modern.
Editor: Prof. Claire Taylor, University of Liverpool
ISSN: 1475-3839 (Print), 1478-3398 (Online)
Liverpool University Press
Tel: +44 (0)151 794 2233 Email:
[email protected]
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Universidad Nacional de Colombia
Literatura: teoría, historia, crítica
Revista literaria
Literatura: teoría, historia, crítica es
una publicación semestral del
Departamento de Literatura de la
Universidad Nacional de Colombia
que se propone principalmente
impulsar y presentar trabajos de
investigación sobre literatura. Son
bienvenidas todas las colaboraciones
de rigor académico que debatan
cuestiones relativas a la teoría y crítica
literarias, y a la historia de la
literatura. En el pasado hemos
publicado ensayos de académicos y
críticos como Esther Paglialunga,
Jean-Frédéric Chevallier, Eduardo
Camacho Guizado y Vladimir Just, y
artículos y entrevistas de escritores
como Nuno Júdice, Eduardo Chirinos,
Ricardo Cano Gaviria y Roberto
Burgos Cantor.
Recibimos únicamente trabajos originales e inéditos, así como traducciones de trabajos
destacados en el campo de los estudios literarios o reseñas de libros especializados en el
ámbito de la crítica, la historiografía y la historia literaria. La revista utiliza la citación
por autor y año según los lineamientos del Chicago Manual of Style.
Editora: Patricia Trujillo Montón
Correo electrónico:
[email protected]
Red de Revistas
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
CO N FLUEN C I A
REVISTA HISPANICA DE CULTURA Y LITERATURA
Confluencia is a journal that
publishes scholarly articles and
notes in Spanish and English.
It encompasses the three
principal areas of the Hispanic
world: Spain, Latin America,
and the United States.
Submission guidelines and subscription
information can be found at:
http://hss.unco.edu/confluencia
Red de Revistas
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U N I V E R S I T Y O F P E N N S Y LVA N I A
PRESS
Journals
Hispanic Review
edited by román de la campa
Hispanic Review is a quarterly journal devoted
to research in Hispanic and Luso-Brazilian
literary and cultural studies. Published by the
University of Pennsylvania since 1933, Hispanic Review features essays and book reviews
on the diverse cultural manifestations of
Iberia and Latin America, from the medieval
period to the present.
Recent and forthcoming HR articles:
Checkmate: The Gifting Game and
Gender Performance Anxiety in Lope
de Vega’s La Dorotea
by Jennifer E. Barlow
Fabric Frontiers: Thread, Cloth, Body, Self
in Latina Literature and Film
by Mihaela P. Harper
A Threat to the Nation: México
marimacho and Female Masculinities
in Postrevolutionary Mexico
by Sofia Ruiz-Alfaro
Cuzco, Urbs et Orbis: Rome and Garcilaso de
la Vega’s Self-Classicalization
by Germán Campos-Muñoz
El sueño de la modernidad produce monstruos: el cómic disidente de Enric Sió en el
tardofranquismo
by Alberto Villamados
Subscribe ONLINE:
http://hr.pennpress.org
Subscribe by PHONE:
call 717-632-3535 and ask
for subscriber services
EMAIL requests to
[email protected]
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payable to “University of
Pennsylvania Press” with
HR14 in the memo line to:
The Sheridan Press
Attn: Penn Press Journals
P. O. Box 465
Hanover, PA 17331
2014 Subscription Rates
Quarterly • ISSN: 0018-2176
Print and Online
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to non–U.S. addresses)
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on the web at
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Red de Revistas
ISSN 0210-4547
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ISSN-e 1988-2351
Anales de Literatura
Hispanoamericana
Publicación del Departamento de
Filología Española IV
Universidad Complutense de Madrid
Fundada en 1972, Anales de Literatura
Hispanoamericana es una revista de
periodicidad anual que publica estudios
especializados en Literatura Hispanoamericana.
Presencia en Bases de datos y directorios: Arts & Humanities Citation Index,
L’Année Philologique (APH), Dialnet,
Francis, ISOC-Ciencias Sociales y Humanidades, Periodicals Index Online (PIO),
Philosopher’s Index (PHI), Repertoire Bibliographique de la Philosophie de Louvain
(RBPH), Ulrich’s.
Plataformas de evaluación: CIRC, DICE,
RESH, MIAR, IN-RECH, Latindex.
Enlace:
http://revistas.ucm.es/index.php/ALHI/
PUBLICACIONES UNIVERSIDAD
COMPLUTENSE DE MADRID
Colaboraciones:
[email protected]
Suscripciones:
http://www.ucm.es/pedidos-suscripcion
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
Red de Revistas
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Red de Revistas
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REVIStA CHILENA DE LItERAtURA Nº 88, 2014
La Revista de Literaturas Modernas (RLM), ISSN 0556-6134,
está dedicada a la difusión de investigaciones literarias,
que atiendan tanto a los problemas teórico-críticos y metodológicos
inherentes a la especificidad de su objeto de estudio,
como a las interrelaciones con otras disciplinas.
Publicación semestral.
También en <www.bdigital.uncu.edu.ar>.
Contacto:
[email protected]
Vol. 43, n° 2 (jul.-dic. 2013)
ARANCET RUDA, MARÍA AMELIA. Desde adentro del libro
de Job. La lectura como clave de interpretación en
tres textos tardíos de Osvaldo Horacio Dondo.
GARNICA DE BERTONA, CLAUDIA. La imagen de Argentina
hacia los festejos del primer Centenario: La mirada
germana en los escritos de Johann, Theodor y
Ernesto Alemann.
LUZI, ALFREDO. Héroe y gente en el Resurgimiento
italiano: el caso Garibaldi.
MC CALISTER, RICK. Liberación y exquizofrenia en
“Tengo” por Nicolás Guillén.
ROGNA, JUAN EZEQUIEL. Distantes espejos y el reflejo
de un mismo sol: El ‘sentimiento solar’ de Julio
Cortázar como culminación de su antropología
poética en poética histórica.
Vol. 43, n° 1 (ene.-jun. 2013)
BRUNO, MARÍA SILVINA. Desenmascarando la domesticación
de las mujeres: Graciela Cabal y el recurso a la “mimicry”.
CRESPO, NATALIA. La chiriguana, de Josefina Pelliza: Un
melodrama eclesiástico.
GONZÁLEZ-DIETER, GISELA. “Idolatrado ancón”:
Identificación con la nación panameña desde la
subjetividad femenina de los versos de Amelia Denis de
Icaza.
MAÍZ, CLAUDIO. Tarja (Jujuy, 1955-1960): La cultura de los
bordes.
PÉREZ GRAS, MARÍA LAURA. La visión y la vocación del
excautivo Santiago Avendaño: Acerca de la cuestión del
indio.
SANTOS-ALVES, JOSÉ AUGUSTO DOS. Liberdade – Ponto de
chegada de uma criação contínua: Os Portuguez (18141826).
SOLANES, CARLOS ALEJANDRO. El concepto cristiano de
Patria: Francisco L. Bernárdez y Leopoldo Marechal.
DOCUMENTO: Homenaje a Lucio Victorio Mansilla
(1831-1913), en el centenario de su fallecimiento.
MANSILLA, LUCIO VICTORIO. “Ensayo sobre la novela en
la Democracia”. Ed. crítica a cargo de Pablo Colombi
y Natalia Crespo.
Revista Chilena de Literatura
Alcance y política editorial
La Revista Chilena de Literatura, fundada en 1970, depende de la Rectoría de la
Universidad de Chile y está adscrita a la Facultad de Filosofía y Humanidades.
Esta Revista aparece con regularidad, dos veces al año. publica escritos inéditos
y en castellano. Su temática es amplia, en cuanto abarca el estudio de escritores y
obras literarias y aines, tanto de Chile como del extranjero, de épocas anteriores
o actuales, siempre desde una perspectiva literaria. La Revista se estructura en
cuatro secciones: 1) Estudios: artículos cientíicos sobre literatura que hagan
avanzar los conocimientos de la materia abordada; 2) Notas: de ordinario más
breves y sin todo el aparato cientíico propio de los Estudios, pero igualmente
coherentes y adecuadamente fundados; 3) Documentos relativos a autores y sus
obras, como entrevistas, nuevas traducciones, inéditos que faciliten o estimulen su
mejor conocimiento, y 4) Reseñas bibliográicas de obras de reciente publicación:
escritos en los que se haga una descripción de obras literarias y libros o revistas
especializados en temas vinculados a la literatura, en un tono neutro, esto es, que
no evidencie una preferencia por el autor y que constituya un primer acercamiento
crítico a la obra.
La Revista cuenta con un Comité de Redacción que podrá aceptar o rechazar
los trabajos enviados, así como hacer pequeñas modiicaciones formales antes
de enviarlos a especialistas. Luego de esta primera instancia, los escritos serán
sometidos a evaluación externa de pares (sistema “doble ciego”), con una tercera
opinión en caso necesario. La decisión inal se comunica al autor o autora en un
plazo que suele tardar entre seis meses y un año; si se determina que el texto debe
ser mejorado, contará con un plazo de alrededor de un mes para hacerlo. Una vez
arreglado, deberá hacer un nuevo envío del escrito, con una lista que permita cotejar
los cambios respecto de la primera versión. por otra parte, un artículo rechazado no
podrá ser enviado nuevamente.
1) Forma y preparación de manuscritos
Formato: El autor titulará su trabajo de la forma más breve posible, sin nombre
ni iliación. El texto no deberá exceder de 25 páginas (Times New Roman 12) a
espacio y medio, incluyendo notas, bibliografía y anexos. El envío debe incluir un
resumen en castellano y un abstract en inglés que no exceda las 10 líneas. El autor
debe sugerir, además, las 5 palabras clave de su artículo en castellano y en inglés.
En el caso de las reseñas críticas, el título deberá consignar: nombre del autor del
libro reseñado, título del libro y los datos de publicación. Al inal de la reseña,
el nombre del autor de la reseña, su correo electrónico y la institución, cuando
corresponda. Su extensión no debe exceder las 5 páginas.
2) Presentación del texto: Formalmente, el texto debe ajustarse, en lo posible, a
las normas establecidas por MLA Style Manual 2003. Las notas a pie de página
deben ser solo notas de contenido o de comentario bibliográico. Las referencias
bibliográicas de las citas textuales, indirectas y remisiones, deberán señalarse entre
paréntesis indicando apellido del autor y páginas (Mignolo 151) o, en el caso de que
se indique claramente en el texto el autor de la fuente, solo el número de páginas.
En el caso de trabajar con varias obras de un mismo autor, se agregará el inicio
del título correspondiente, en cursiva, separado por un espacio de la indicación de
páginas (Ortiz, Contrapunteo 29-32). Especiicamos a continuación algunos usos:
Una fuente con dos autores: (Altamirano y Sarlo 45)
Una fuente con más de tres autores: (Debesa et al. 113-32)
Citando una fuente indirecta: (Cit. en Montes 206)
Citando obras literarias: (Wolff 321; esc. 2)
Citas textuales e intratextuales
Las citas breves, cuando no sobrepasen cuatro líneas, deberán ir entre comillas en
el texto. Las más extensas deberán ir en párrafos marcados por medio de sangría a
la izquierda del texto. Al inal debe colocarse la referencia bibliográica según las
indicaciones señaladas en el punto anterior.
Ejemplos:
Como señala ángel Rama, “dentro de ese cauce del saber, gracias a él, surgirán esas
ciudades ideales de la inmensa extensión americana” (38).
Como señala ángel Rama en La ciudad letrada:
Desde la remodelación de Tenochtitlan, luego de su destrucción por Hernán
Cortés en 1521, hasta la inauguración en 1960 del más fabuloso sueño de urbe
de que han sido capaces los americanos, la Brasilia de Lucio Costa y Oscar
Niemeyer, la ciudad latinoamericana ha venido siendo básicamente un parto de
la inteligencia... (35)
Las comilllas de las citas y las llamadas a pie de página que se reieran a comentarios,
explicaciones o notas bibliográicas, se anotarán de la siguiente manera:
“…la inmensa extensión americana” (38).
...problema que ha sido objeto de extensa bibliografía².
Bibliografía
La bibliografía, al inal del texto, deberá incluir solo las obras efectivamente citadas.
A continuación se indicarán las principales modalidades de citación en ejemplos.
a) Cita de libros
Debe incluir los datos en el orden y formato que sigue:
Apellido del autor, nombre. Título del libro (cursivas). Lugar de publicación:
Editorial, año.
Ejemplos:
Autor individual:
zea, Leopoldo. Discurso desde la marginación y la barbarie. Barcelona: Anthropos,
1988.
Mención año primera edición:
Donoso, José. El obsceno pájaro de la noche. 1970. Santiago: Alfaguara, 1997.
Obra de dos autores:
Altamirano, Carlos y Beatriz Sarlo. Ensayos argentinos: de Sarmiento a la
vanguardia. Buenos Aires: Ariel, 1997.
Obras de varios autores:
zea, Leopoldo, et al. José Martí a cien años de Nuestra América. México:
Universidad Autónoma de México, 1993.
Editor o compilador:
Colón, Cristóbal. Textos y documentos completos. Ed. Consuelo Varela. Madrid:
Alianza, 1984.
zea, Leopoldo, comp. Sentido y proyección de la conquista. México: Fondo de
Cultura Económica, 1993.
Traductor:
Lispector, Clarice. Lazos de familia. Trad. Cristina peri Rossi. Barcelona:
Montesinos, 1988.
Capítulos de libros:
goic, Cedomil. “La novela hispanoamericana colonial”. Historia de la literatura
hispanoamericana. Tomo I. Época Colonial. Coord. Luis Iñigo Madrigal. Madrid:
Cátedra, 1982. 369-406.
Tesis no publicada:
Suárez, Mariana Libertad. “Dos veces mujer: representación del sujeto femenino
en la novela hispanoamericana inisecular escrita por mujeres”. Tesis Doctoral.
Universidad Complutense de Madrid, 2002.
b) Cita de artículo en revistas y publicaciones periódicas
Debe incluir los datos en el orden y formato que sigue:
Apellido del autor, nombre. Título del artículo (entre comillas). Nombre de la
revista (cursiva) volumen/número (año de publicación): páginas.
Artículo en revista:
Invernizzi, Lucía. “Imágenes de mujer en testamentos chilenos del siglo XVII”.
Revista Chilena de Literatura 61 (2002): 21-37.
c) Cita de publicaciones electrónicas
Debe incluir los datos en el orden y formato que sigue:
Apellido del autor, nombre. Título del artículo (entre comillas). Nombre del sitio
(cursiva). Fecha de publicación o última actualización. Indicación URL
Ejemplo:
Villoro, Juan. “El cielo artiicial”. MEXartes-berlín.de Septiembre-diciembre 2002
http://www.mexartes-berlin.de/esp/02/villoro-print.html
Reproducción
Los autores que publican en esta Revista ceden sus derechos a la Universidad
de Chile. Los artículos publicados pueden ser reproducidos previa solicitud a la
Revista, siempre que se indique la fuente y que, posteriormente, se envíen tres
ejemplares.
Envío de artículos
Las colaboraciones se enviarán en dos ejemplares en papel a Revista Chilena
de Literatura, Av. Ignacio Carrera pinto 1025 ñuñoa – Santiago – Chile y su
correspondiente versión electrónica al correo electrónico de la revista: rchilite@
gmail.com. Se debe indicar, en documento aparte, el nombre del autor, el título del
trabajo, la institución a la que pertenece, su dirección postal y electrónica. No se
devolverán los artículos originales, ni los CD, independientemente de que sean o
no publicados. El autor recibirá un ejemplar del número en que aparece su artículo
y las separatas correspondientes.
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