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¿Quiénes son los sujetos peligrosos?

2021, Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos

Reseñas ¿Quiénes son los sujetos peligrosos? Daniela Lechuga Herrero* Susana Sosenski y Gabriela Pulido Llano (coords.), Hampones, pelados y pecatrices. Sujetos peligrosos de la Ciudad de México (19401960), México, fce, 2019, 397 pp. V ampiresas, robachicos, pistoleros, tuberculosos, estudiantes, pobres, exóticas, extranjeros, comunistas, homosexuales, policías, drogadictos y traficantes se volvieron protagonistas de las calles en la Ciudad de México en la década de los cuarenta del siglo xx. En tanto sujetos peligrosos, ocuparon lugares centrales en los medios de comunicación, desde donde se conformaron representaciones que se materializaron, a su vez, en estos mismos personajes. Esta obra coordinada por Susana Sosenski y Gabriela Pulido busca entender cómo y desde dónde se construyeron las imágenes sobre todos estos grupos sociales. * Licenciada en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México y maestra en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto Mora. 122 Para explicar la génesis de las nuevas geografías encarnadas en estos sujetos peligrosos, los autores de los trece capítulos de este libro, tales como Martha Santillán, Víctor M. Macías-González, Pablo Piccato, Diego Pulido, Ricardo Pérez Monfort, Nadia Menéndez Di Pardo, Claudia Agostoni, Delia Salazar, Daniel Luna, Aymara Flores y Mario Barbosa plantean un complejo vínculo entre el comportamiento de los protagonistas de este libro, la ciudad y el cine. Es importante considerar que esta obra forma parte de la historia social que ha buscado —más allá de las historias oficiales, de las grandes proezas y de la historia política— dar visibilidad a los otros sujetos en la historiografía. Entonces, trabajadores, mujeres y niños comenzaron a aparecer en la historiografía a lo largo del siglo xx. De igual manera, los sujetos peligrosos tomaron parte en los libros de historia en México desde los años sesenta. Precisamente, esta obra vuelve al cuestionamiento inicial acerca de qué es lo que hace peligrosos a todos estos sujetos. Es más, indaga en diversas preguntas, tales como: ¿quiénes son los sujetos peligrosos y cuál es su lugar en la ciudad?, ¿cómo se comportaban y cómo se representaban?, ¿todos eran pobres y no productivos?, entre otras. Para dar respuesta a estas inquietudes, el libro nos abre la ventana hacia la Ciudad de México en la cuarta década del siglo xx. Entonces, aparece un espacio urbano que buscó ser planeado y reconfigurado. Con la extensión del centro de la capital mexicana, buscó articularse el centro y la periferia, también se reorganizó la geografía social de los diversos sectores sociales, ya se estaba pensando en el Distrito Federal como una unidad. Al norte y al oriente buscó ubicarse a los trabajadores, al poniente a las clases medias y altas y, al sur, también a sectores medios. Por supuesto, como Mario Barbosa lo ha propuesto, los límites siempre fueron porosos. La segregación social en la ciudad, según se postula a través de la experiencia de los diversos grupos que conforman los capítulos de este libro, fue mucho más contundente a partir de la década de los cuarenta del siglo pasado. Cada Reseñas día, con mayor claridad, fueron apareciendo espacios divididos por clase, género y también por apariencia. No obstante, la calle continuaba siendo un lugar de encuentro entre diferentes identidades sociales, más allá de las fronteras que se buscaban construir desde lo simbólico y lo político. Los medios informativos reflejaron las ansiedades de género y de clase que se iban transformando a partir de la segunda mitad del siglo xx, como queda patente en el capítulo referente a los homosexuales. Tanto los medios de comunicación, como el discurso de higiene social planteaban una problemática particular con relación a la imagen y a la ocupación de la ciudad de los distintos grupos que no se correspondían con los preceptos de los ciudadanos ideales de una nación moderna. El centro de la urbe, específicamente, estaba en disputa. El corazón urbano anidaba el centro de las discusiones en torno a la ciudad imaginada y la real. Ahí, vampiresas, pobres, estudiantes, homosexuales, entre otros sujetos sociales, circularon para trabajar, también para socializar y divertirse. No obstante, de manera paralela, el proyecto de modernización tomaba parte en este lugar, dado que se buscaba modificar los hábitos de consumo y ocio de las clases bajas y medias. Por otra parte, el planteamiento general del libro contribuye a vincular a la peligrosidad de estos sujetos con el concepto de marginalidad, utilizado sobre todo desde la disciplina sociológica. Los sujetos peligrosos, así como los marginados, no lograban pertenecer al sistema productivo, no cumplían con los preceptos ideales de los ciudadanos modernos y hacían uso errático de la ciudad. De manera general, incluso, los sujetos peligrosos, según se indica a partir de esta obra, aparecieron como un fracaso del “milagro mexicano”. Y no sólo eso, sino que, desde la americanización planteada desde el cine, los sujetos peligrosos, en sus diversas identidades, cuestionaron nuevos modelos de las familias nucleares y modernas que se buscaron imitar del vecino del norte. Así, estos personajes constituyeron formas distintas de vincularse de manera social y con el espacio urbano; también utilizaron códigos visuales autónomos. Por lo tanto, en la obra hay un diálogo permanente entre lo material y lo discursivo. Los sujetos peligrosos implicaban, claramente, una amenaza para el proceso de industrialización. Ya fuera porque padecían enfermedades infecciosas como la tuberculosis, porque mostraban su cuerpo, porque presentaban patologías sociales tales como el acoholismo o la drogadicción, estos grupos alteraban el orden social y se apartaban de los modelos normativos convencionales. Incluso, los sujetos peligrosos cuestionaron el lugar de la ciudad que había sido designado para ellos. Se negaron a respetar los límites espaciales que se les imponían e interactuaron con miembros de otros sectores sociales. Los protagonistas de ese libro, en conjunto —aunque desde diferentes ámbitos— cuestionaron el statu quo y buscaron formas alternativas de habitar la ciudad en el México moderno. Estos personajes amenazaron el orden social en el siglo xx. En particular, esta obra propone que la problemática se fue incrementando, sobre todo a partir de la década de los cuarenta, dado que, como lo ha planteado la historiografía social y urbana en México, el proceso migratorio hacia la capital del país fue siendo cada vez más importante, e incorporó a más personas que buscaron tener un lugar para vivir, trabajar y divertirse en la metrópoli. En los capítulos iniciales, “Vampiresas” y “Exóticas”, se retoman los preceptos construidos en torno a la feminidad y cómo esas mujeres, percibidas como peligrosas, comenzaron a trastocarlos. En el caso de las vampiresas, se les condenaba porque tenían lo peor de la feminidad y porque poseían cualidades masculinas. Las exóticas, en cambio, porque revelaron su cuerpo y se convirtieron también en trabajadoras del mundo del espectáculo, provocando el escándalo social al no ajustarse a las normas morales. De manera similar, en el capítulo referente a los “Homosexuales”, la cuestión de género y de clase aparece de manera incisiva para intervenir en la experiencia que estos sujetos tenían en el espacio público. Entonces, el autor explica cómo figuran nuevos lugares de socialización hacia la mitad del siglo xx en la capital, separando a quienes mantenían una relación erótica entre los sectores populares y los que formaron parte de grupos más favorecidos económicamente. Por otra parte, en el libro se representan sujetos peligrosos en tanto cometían delitos y no sólo faltas a la moral. Los robachicos 123 Reseñas formaban parte de los mensajes que desde la prensa y el cine aparecieron para que los niños no circularan por la ciudad. Los casos de secuestros y robos de menores fueron comunes y contribuyeron a transformar las dinámicas infantiles en el espacio público. Los “Pistoleros”, en cambio, tuvieron un papel importante en el México posrevolucionario, puesto que fungieron como otra de las vías tolerada para mantener el orden en la capital. Así, funcionaban como el apoyo armado de políticos importantes y comenzaron a construir una identidad propia cuando, por ejemplo, estudiaban abogacía y se convertían en “abogánsters”. Los “Policías”, por su parte, también fueron sujetos que contribuyeron a construir una segregación espacial en la ciudad. Los sectores privilegiados podían tener acceso a “bonos” de seguridad, por lo que las colonias en las que residían, y que eran vigiladas por estos trabajadores, se convertían en zonas tranquilas, mientras que en las populares el crimen seguía siendo cosa de todos los días. También había sujetos peligrosos por las sustancias que consumían o las enfermedades que contraían. En el capítulo acerca de los “Ebrios” y los “Drogadictos y traficantes”, los sujetos aparecen como un riesgo en la medida en que, en tanto enfermos, podían 124 contagiar a otros miembros de la sociedad. Además, junto con los “Tuberculosos”, representaron un gran problema social, pues a pesar de ser sujetos en edad productiva mayoritariamente, no contribuían con la sociedad debido a los problemas de salud que presentaban. Según se puntualiza en esta obra, en el ámbito político también se percibía amenaza al orden público. Los “Comunistas”, “Extranjeros” y “Estudiantes” cuestionaban los valores nacionales e, inclusive, los traicionaban. Estos tres grupos formaban parte de la vida política y se vinculaban, aunque no siempre, entre ellos. Por último, en el libro se recupera el caso de los “Pobres” en el que retoman preguntas fundamentales que tienen que ver con quiénes eran estos sujetos, en qué espacios habitaban y cómo fueron representados en el cine. El estereotipo creado a partir de la gran pantalla presentaba a los pobres como honrados y trabajadores, en contraposición de los pobres que circulaban por las calles y que se percibían como peligrosos. Entonces, los individuos de quienes se da cuenta a lo largo de los capítulos preocuparon por los desórdenes morales, políticos o legales. Así, los autores, a través de distintas categorías de análisis como la clase o el género, abordaron las trayectorias de estos sujetos por la ciudad, así como la forma en que fueron representados por los medios de comunicación más importantes, particularmente desde el cine. Existen diversas líneas de investigación que se sugieren a partir de este libro. Es importante indagar, por ejemplo, en los sujetos peligrosos de otros sectores sociales, porque en la obra se sugiere que desde distintos lugares que se ocupan en la sociedad se puede amenazar el orden social, aunque por distintos motivos. En resumen, es esencial precisar que la historia de los estudiantes, robachicos, tuberculosos, pistoleros, vampiresas, entre otros, sigue siendo esencial para reconstruir la historia de la ciudad hacia la segunda mitad del siglo xx, también para conocer las nuevas identidades que perduraron hacia el final de la centuria. En ese sentido, el libro aquí reseñado nos interpela a propósito de las premisas más importantes de la historia social; a saber: reincorporar a sujetos no visibilizados con anterioridad en la historia, mirar la historia nacional —en este caso el “milagro mexicano”— desde abajo y, también, nos reubica en las preguntas que desde el presente podemos hacerle al pasado, como el cuestionamiento con relación a la creciente desigualdad y segregación social que impera en el país, pero, sobre todo, en la Ciudad de México.