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Se desarrollan un conjunto de técnicas y consideraciones , que permiten desarrollar un convivir más adecuado. Útil tanto para psicólogos como para el lector no especialista.
La evolución del pensamiento occidental trae consigo una nueva manera de orientar el conocimiento colectivo y de procesar datos y gnosis ...
Se detecta su presencia en el año 415 en Hispania, pero no se establecerán definitivamente en la península hasta la derrota ante los francos en Vogladum o Vouillé (507).
Platón hace referencia a la capacidad creativa del poeta o artista como una inspiración divina. La concepción de que un individuo podía tener la capacidad de crear algo por sí solo o por el poder de su sola capacidad creadora no existía, sino más bien una que se centraba en un poeta que trabaja arduamente hasta que su entusiasmo lo lleve a un punto en que se salga de sí mismo2, concepto retomado por Kant en el siglo XVIII. Ese “salir de sí mismo” corresponde también al significado de éxtasis. Ese éxtasis en el que un artista dice sentirse, aún hoy, en los momentos en que su proceso de trabajo llega al máximo de su capacidad creativa.
Aplicación de los conceptos de Modernidad desbordada en ciertas condiciones de producción y de recepción de arte.
EL FENÓMENO ARTÍSTICO El fenómeno que llamamos arte es, desde luego, exclusivamente humano: sólo el hombre tiene conciencia de la emoción del arte, así como sólo el hombre tiene conciencia de la muerte. En todo fenómeno artístico encontramos la presencia de tres elementos: el creador, la obra y el contemplador. El creador está dotado de potencia, pero además, de la voluntad de crear la obra de arte, en la cual prolonga su espíritu. La obra es el vínculo que ata al creador con el mundo externo. El contemplador está dotado de una potencia o capacidad que le permite apreciar, juzgar, criticar, pero sobre todo sentir la emoción del arte. Sólo cuando estos tres factores existen y se contemplan, puede decirse con toda propiedad que se ha verificado íntegramente el fenómeno que llamamos arte.
INTRODUCCIÓN
Si algo hacemos los seres humanos es convivir. No siempre ese convivir es satisfactorio pero, como sea, es lo que hacemos y lo hacemos en busca de coordinar conductas con otros para lograr una vida placentera.
Hemos ideado toda clase de organizaciones que nos permitan tener un vivir en el convivir que nos haga sentir la armonía, el placer, la felicidad, en la interrelación con los otros. No siempre lo hemos logrado, tampoco todo fue un desastre, si miramos con detención veremos que las interrelaciones que establecimos son la base de las que ahora deseamos establecer, desde esa perspectiva fueron exitosas. Aprendimos. Es hora de aprender a aprender, de definir una nueva forma de conocer lo que conocemos. Saber cómo conocemos lo que conocemos nos permitirá avanzar y dar una mejor respuesta a nuestro ansiado deseo de vivir en armonía con otros y con nosotros mismos.
Bajo el título de El Arte Olvidado del Convivir, se pretende dejar a la mano herramientas que nos permitan generar: (1) interrelaciones capaces de hacernos transitar por un camino armónico en nuestro vivir en el convivir y (2) una intrarrelación armónica en nuestro vivir. Herramientas que nos pongan en el camino democrático, autónomo, solidario, activo, responsable de nuestros procesos de evolución personal así como de los procesos de evolución social o colectiva, según Ricard (1992) todo de la mano de la compasión. Por otra parte, que dichas herramientas nos hagan coherentes, que nuestras conductas sean propias de nuestros dichos, en un compromiso libremente elegido sin sustento en otra verdad que no sea la propia y teniendo el objetivo teleológico 1 de la felicidad en lo personal y en lo colectivo.
Espero que nos permita transformar los conflictos personales y colectivos, a partir de descubrir nuestras propias fortalezas y oportunidades que aparecen al cambiar nuestra manera de aprender a aprender de manera diferente a la que lo hacíamos. En otras palabras, definiendo cómo conocemos lo que conocemos (Maturana, 1996).
Lo que encontrará aquí es una forma de desenvolvernos en el convivir, cómo abordamos a las interrelaciones y a la intrarrelación y la manera en que las establecemos. Encontrará algunas consideraciones que derivarán en un favorable apoyo psicológico a través de lo más cercano a la consejería psicológica 2 , más que terapia psicológica. Sin embargo, conversaciones adecuadas serán terapéuticas más allá de si conversar sea una terapia o no.
AUSTROLOPHITECUS AFRICANUS
Corrió como alma que lleva el diablo. Desde lo alto, los rayos caían incendiando árboles y pastizales, los truenos avisaban el siguiente relámpago; y los rayos, que no daban tregua, lo obligaban a correr sin rumbo. Agotado, empezó a subir hacia una cueva cuya entrada podía ver con la misma intermitencia de los relámpagos. Entró y cayó extenuado.
El sol, dándole en los ojos, lo despertó. Con temor miró al exterior, donde algunos árboles ardían todavía. Escuchó atentamente pero, ya no había truenos ni rayos, los pájaros se atrevían nuevamente a hacer oír su canto. Volvió a dormirse.
Su pecho, más exactamente el centro del pechoentre las tetillas, ocultas por el pelaje -, le ardía de manera agradable, le gustaba lo que sentía en él, aunque casi se ahogaba de calor y placer. Nunca antes había experimentado esa sensación, su cuerpo se iba entibiando producto del calor en el pecho y lo invadía, haciendo que una sensación de levedad lo dominara totalmente. Iba a abrir los ojos pero, se resistió. No quería que, por abrirlos, se perdiera lo que sentía en su cuerpo, que dejara de sentir el calor en el pecho o que su cuerpo ya no estuviera tan ligero, libre de peso.
Sintió una respiración suave y pausada que no era la suya y que, con regularidad, penetraba los pelos de su cara hasta llegar a su piel. Esto le llamó la atención, tenía pelos fuertes y largos que lo protegían del frío y de las ramas de los árboles cuando corría por el bosque… ¿cómo era posible que algo tan suave traspasara esa verdadera armadura? El placer y la curiosidad de sentir lo que sentía en el centro del pecho y en su rostro la respiración suave y pausada, le hicieron abrir los ojos. Se encontró con un par de ojos frente a los suyos que lo miraban reflejando el mismo placer que sentía él. Hipnotizado por la dulzura, movió suavemente su mano derecha y tocó la cabeza dueña de esos ojos. Acarició el rostro peludo, alrededor de los ojos. Creyó ver que los ojos se volvían aún más dulces y sintió que una mano de pelos suaves, a su vez, lo acariciaba. Sintió que se le paraban los pelos de la cara, lo que produjo más de la sensación agradable. Acarició y se sintió acariciado, era otro igual que él al que acariciaba. Al pasar su mano por el pecho del otro se percató de que afloraba el mismo calor que en su pecho. Se inspeccionaron con las manos, descubrió que el otro no tenía ese apéndice entre las piernas por el cual salía el agua desde su interior, simplemente no tenía. Se alegro. Podría ponerle su apéndice dentro, tal como lo venía haciendo y lo habían hecho otros, por miles de años. Una cosa era diferente a sus antepasados, se podía parar en sus patas traseras y mirar al otro de frente, el otro también podía hacerlo.
Habían dejado de moverse en cuatro patas, les había costado muchos años, al menos unos dos y, aunque ellos no lo sabían, varios miles de años de su especie. Tampoco sabían que uno era macho y el otro hembra pero, eso no era motivo suficiente para no entenderse con las caricias, simplemente no era tema.
Una sensación diferente, pero más conocida, lo puso alerta: el estómago le avisaba que ya era hora de alimentarse. Caminó hacia la salida de la cueva y comenzó su búsqueda de alimento. No era tiempo de encontrar frutas pero, con los incendios, era muy probable que encontrara algunos animales muertos por las llamas. Una luna después lo encontró, un gigantesco pájaro en su mayor parte calcinado que, por alguna razón, no se quemó totalmente. Quizás se paró al borde del pantano, en el agua, lo que evitó que las piernas se quemaran. Dos piernas de ese pájaro serían suficientes para un buen tiempo. En los siguientes días se comió parte de una de ellas lo que le permitió llevar esa al hombro mientras, con mucho esfuerzo, arrastraba la otra. Fue cuando comenzó a llover. Se alegró de la lluvia. Recordaba que la vez anterior lo primero que vio era oscuridad en el cielo habitualmente azul, tiempo después, se desató la tormenta; truenos, relámpagos y rayos. Después de la primera lluvia vino la calma. Así que la lluvia era señal, para él, de que no habría truenos. Solo recordar truenos, relámpagos y rayos le producía escalofrío. Un fuerte ruido, como una explosión, producido por la caída de un árbol al borde del acantilado, lo hizo saltar y esconderse tiritando de miedo. Dos cosas le producían ese desagrado: los ruidos violentos y la altura cuando miraba hacia abajo en el acantilado. La respiración se tornaba agitada, le faltaba el aire y se le oprimía el estómago. Temía al dolor en el estómago, le producía náuseas y las náuseas, mucho desagrado. Esperaba que no hubiera más ruidos fuertes, no más truenos. Miró a su alrededor buscando el camino que lo podría llevar a la cueva y refugiarse. Caminó y caminó hasta llegar al pié de ésta, estaba cansado. Quería asegurarse de tener las fuerzas para llegar a la cueva. Compartieron la carne de ave, el hambre fue saciada. Desapareció el dolor en la boca del estómago. El fuego en el centro del pecho volvió a aparecer. Las caricias que dio y las recibidas fueron tan placenteras, que descansó.
DOS MILLONES QUINIENTOS MIL AÑOS DESPUÉS
Corría el año 1968 y me encontraba sentado en una banca del jardín de la universidad donde estudiaba ingeniería química, descansaba de una ardua labor matinal, cuando se sentó junto a mí un joven estudiante (unos dieciocho años, yo tenía veinte) que no conocía y sin más, comenzó a contarme el conflicto que tenía con su madre. No recuerdo cuál era pero, como no sabía que decirle, lo escuché durante unos quince o veinte minutos. Los ojos del joven brillaban por las lágrimas, la emoción lo embargaba. No pude decir palabra, mi formación era en las ciencias duras, menos mal. Sólo lo escuché, puse toda mi atención en lo que me contaba y mi actitud hizo que supiera que estaba dispuesto a escucharlo, que lo que le pasaba era importante y que, como yo no sabía qué podía hacer, él debería decidir sus próximas acciones, sus conductas. Tal como había llegado se fue, compungido. Me quedé con un vacío, me levanté y me fui al salón de clases donde ese día empecé a estudiar el Segundo Principio de la Termodinámica 3 . Ninguno de los dosni el joven ni yovolveríamos a ser lo que éramos antes de sentarnos en la banca del jardín. El ya no había estado solo en su conflicto, me había hecho parte y eso provocó la transformación. Según el segundo principio de la termodinámica: los sistemas aislados tienden al desorden. Al no sentirse aislado tendió al orden.
Unas semanas más tarde me crucé con el mismo joven en el pasillo que llevaba a los laboratorios de la Facultad. Al pasar me agradeció por haberlo ayudado y alejándose rumbo a su salón de clases, levantó la voz para decirme que ya todo estaba bien con su madre, no había conflicto. Se lo veía alegre, parecía que en cualquier momento se pondría a cantar. Volvió a agradecerme y desapareció por una puerta que decía Laboratorio de Química. Un corolario del segundo principio de la Termodinámica dice: ningún proceso cíclico es tal que el sistema en el que ocurre y su entorno puedan volver a la vez al mismo estado del que partieron. Nunca más supe de él. Yo había tenido mi primera experiencia de convivir terapéutico. Sonreí y seguí caminando hasta hoy.
Experiencias como la anterior se sucedieron, por mucho tiempo, sin consciencia de mi parte de la importancia que tenían en mi aprendizaje.
Sin pretender realizar una sistematización de lo vivido, debo hacer mención aquí de cinco momentos que son atingentes al tema que nos convoca: (Primer momento) En 1973, el 13 de septiembre -11 de septiembre de 1973, golpe de Estado en Chile -, comenzó mi etapa de prisionero y torturado por agentes del Estado de Chile en el Palacio de las Sonrisas. A partir de esta experiencia descubrí la importancia que tenía en el desarrollo humano la motivación y, posteriormente, la resiliencia. Sin importar los vejámenes físicos y psicológicos, la motivación hace aflorar 4 nuestras fortalezas, virtudes de las cuales, en las más de las ocasiones no tenemos consciencia; y, que nos permiten sobrevivir a las más ingratas experiencias y ser capaces de vivir con agrado en el convivir. Cuando surgen nos damos cuenta de que, a pesar de todo, tenemos expedita la facultad o potencia de hacer algo con la crisis. Surgen, o se desarrollan aún más, cuestiones como la autovaloración, produciéndose una espiral virtuosa. Entonces dejamos de sobrevivir pues encontramos lo necesario para vivir en el convivir. (Segundo momento) Mi matrimonio, que trajo para mí un largo tiempo de desamor, seguido de una separación que por mi ignorancia, en lo que se refiere al afrontamiento y, sin saber elegir adecuadamente las conductas, me alejó del amor de mis hijos. Amor que se desarrollo a la distancia y gracias a una comunicación manifestativa con ellosya trataremos esto más adelanteque permitió que hasta hoy tenga interrelaciones adecuadas con dos de ellos, el otro fue alejado por un fallido aprendizaje del amor producido por las conductas de sus padres. Nuestro principal medio para aprender sobre el amor, para consensuar conductas son, precisamente, las conductas que vemos en aquellos que nos rodean. Somos seres amorosos pero, dependemos de nuestras conversaciones, de los aprendizajes, del lenguaje, que es lo que nos hace humanos, lo que nos diferencia de los animales. No quiero decir que los animales sean peores que nosotros, solo que no tienen el lenguaje que les permita coordinaciones conductuales consensuales y la coordinación de coordinaciones conductuales consensuales en su vivir en el convivir. Los humanos, gracias al lenguaje, si. También desarrollaremos esto más adelante. Descubrí que el amor, como emoción base, es el que nos mueve, nos sustenta y, cuando no vivimos en un convivir que se funda en el amor, enfermamos. (Tercer momento) En 1991 mi resiliencia 5 , descubierta en el primer momento, actuó y volví a tener una pareja con la cual aprendí a amar y también volví a la experiencia de tener un hijo y otra hija que ella traía y aportó a la relación. Es en este momento en el que estoy haciendo las prácticas del vivir en el convivir, conociendo el amor. El aprendizaje continúa. (Cuarto momento) Viví, como todos en mi país, lo inhumano del consumismo y el mercado. En 1996 la empresa de producción televisiva y de vídeos educativos que dirigía como dueño, quebró. Es entonces cuando se hace evidente para mí lo similar a fuegos de artificio que es para el humano el éxito económico. Nuevamente la resiliencia y el andar hacen camino por la ruta de lo espiritual, de la importancia de ser mejor persona. Se reafirma la importancia del amor, que pasa a ser todo lo que tenía. Enfrentado a deudas y a tener que cubrir las necesidades diarias, pasé muchas noches conversando conmigo mismo. (Quinto momento) Una noche de un día, a eso de las 22:30 horas, después de días de conversar conmigo, mis manos se posaron sobre el teclado de la computadora y comencé a escribir sin mucha consciencia, nada diría yo. Solo escribí y escribí hasta eso de las 04:30 horas del día siguiente y me dormí. Al día siguiente leí lo escrito y lo que tenía frente a mis ojos era una práctica de imposición de manos, descrita en detalle para ayudar a la salud física y psicológica de las personas que la recibieran. Más tarde descubrí que unida a las conversaciones adecuadas, a veces solo las conversaciones, eran milagrosamente sanadoras. Hasta hoy casi cien personas la aprendieron y varios cientos se han beneficiado de la práctica que denominamos Asya o Reiki-Asya, por su similitud al Reiki Usui y a otras tantas prácticas de origen tibetano, chino o japonés. En el tiempo he descubierto que se acerca mucho a los masajes que se recomienda a las madres para sus bebés, a la reflexología, el shiatsu y otros. Ambasla imposición de manos y la conversaciónestán basadas en el amor y pueden complementarse.
Hasta aquí los momentos. Hay más pero, los anteriores son los que me parecen indispensables de mencionar.
Demás está decir que entre los momentos se encuentran miles, tal vez millones de aprendizajes y de trabajo y esfuerzo por comprender el origen y significado de dichos momentos. Desde una epistemología que explicaba las ocurrencias desde el primer orden, con mirada creacionista, positivista; hasta una gnoseología diferente, desde la cual intento explicar desde el segundo orden, con una postura más bien "elaboracionista 6 continua" entendida como proceso recursivo 7 , un tanto 6 Transformar algo mediante el tratamiento adecuado. 7 Que puede repetirse indefinidamente. ecléctico 8 y desde una comprensión de la totalidad como una unidad sinolótica 9 y, desde allí, elaborar nuestros significados. Desde las conversaciones tiránicas que tenían como explicación última de todo a Dios, una energía o una mente universal; transformando el vivir en una tragedia, donde el conflicto es teándrico 10 y no tiene solución humana dejándonos sin poder hacer por nosotros mismos; hasta devenir en las conversaciones democráticas, donde los conflictos serán fundamentalmente autándricos, sinándricos o cosmándricos, lo que deja en nuestras manos la resolución de los conflictos, entendiendo por resolución integrar y aprovechar el aprendizaje que él conlleva. Quedamos así en el territorio del drama 11 donde todo lo que tenemos son nuestros propios significados; no de la tragedia, donde quedamos en manos de lo que nos trasciende. Desde el elaboracionismo continuo el hacer pasa a tener mayor protagonismo. Entonces, la pregunta del ser en el hacer sería algo así como: ¿Quién salva de la desesperación final al humano? Y la respuesta la encontramos en el libro "Creaciones Humanas. 2. Drama" de Raimundo Kupareo O. P. (1966): "Es el amor, que no vive de abstracciones. (…) Es la dulce Solveig que espera al eterno errante Peer Gynt para mostrarle en el amor qué es el hombre" 8 Procuro conciliar las doctrinas que parecen mejores o más verosímiles, aunque procedan de diversos sistemas. 9 Un todo-límite sin partes, puesto que éstas han adquirido tal nivel de interdependencia que resulta imposible disociarlas. 10 René Le Senne, en su libro "La destinée personelle", habla de los conflictos autándricos (consigo mismo), cosmándricos (con el mundo), sinándricos (con otros hombres) y teándricos (con Dios). 11 La finalidad del drama es escudriñar al hombre en sí mismo y en sus relaciones con los demás.
VIVIR EN EL CONVIVIR
Nuestras vidas nos plantean infinidad de preguntas y, cada vez que respondemos a alguna de ellas, surgen nuevas. Sin embargo, es posible decir que, en general, en nuestro vivir, los seres humanos nos preguntamos por el hacer y el ser. Es el hacer el que nos convocará por ahora.
El hacer es el vivir en el convivir, el convivir con otros o con nosotros mismos tanto que, lo que denominamos vivir solo podemos experimentarlo en el convivir. Sin convivir no podemos saber del vivir, vivir que no es otra cosa que como convivimos con nosotros mismos y con otros.
Convivir es algo que ocurre en interrelación con otro, otra, otros o con nosotros mismos. Es un conjunto de conductas que manifestamos en la interrelación, conductas que consensuamos y desarrollamos con el objeto de sentirnos agradados (bienestar), placer 12 en nuestras relaciones (interrelaciones) con los demás y, principalmente con nosotros mismos. Cuando hablamos de sentirnos bien, lo que queremos decir es que lo que hacemos en la interrelación nos gusta, es agradable, placentero, que nos sentimos felices. No quiero decir eufóricos, solo armónicos, equilibrados en nuestras vidas cotidianas, nuestras vidas día a día, segundo a segundo, instante a instante 13 . Decir que nos gusta, que algo nos es agradable o que somos felices, es decir que las conductas que tenemos y las conductas que percibimos 14 en nuestras interrelaciones producen en nuestra biología, en nuestro cuerpo, sensaciones que no entran en conflicto con nuestro organismo y, posteriormente, tampoco lo hacen con lo que llamamos nuestro mundo psíquico y espiritual.
Todas las experiencias que vivimos las vivimos en nuestro cuerpo, nuestra biología diría Maturana (2002), "nos ocurren como aspectos de nuestro vivir humano en el fluir de nuestro vivir biológico". A partir de esto surgen las emociones como acciones que provocan el surgimiento de emociones en el otro, la otra o en nosotros mismos, dando origen a nuestras diferentes modos de vivir en el convivir.
Hay, entre las emociones, una que parece ser la base de todas las interrelaciones que tenemos en nuestro vivir, y lo parece por ser la que siempre genera armonía, placer, en nuestro vivir. A esta emoción base la hemos denominado amor y emana en y de nuestra biología, sin participación de nuestro análisis, sin intervención de consideraciones de ninguna especie, solo emana. Es esta emoción la que nos impulsa a interrelacionarnossiempre en busca de aquello que nos es placentero, felizdado que es impensable promover las relaciones o interrelaciones para algo que no nos guste. Porque nos gusta es que nos coordinamos para tenerlo, para tener lo que nos gusta es que consensuamos conductas con los demás, no nos pondríamos de acuerdo, no consensuaríamos conductas para algo que nos desagrade. Lo anterior no tiene relación con lo que vivimos, sino más bien con cómo vivimos lo que vivimos, esto será la clave de las prácticas que se desarrollarán en los apartados siguientes.
Es, entonces, hacia el amor o el acto de amar como fundamento de nuestra experiencia del vivir en el bienestar fisiológico, psíquico y espiritual en el convivir, hacia donde caminaremos por las experiencias.
Dicho de otra manera, buscaremos la manera de vivir en armonía con otro, otra, otros y con nosotros mismos, de estar contentosvale decir, alegres y satisfechosy de crear las más satisfactorias interrelaciones pero, especialmente, lo que intentaremos es encontrar la manera en que aquellos que hemos decidido ser alguna clase de terapeuta, encontremos un modo de pensar el vivir y el convivir que nos resulte y le resulte a otros, paciente o cliente, más sanador. Será una búsqueda que intente dar respuesta, a todo aquel que lo lea, a preguntas tales como: ¿Qué hago, o no hago, para lograr el bienestar propio y el de otros? ¿Qué hago, o dejo de hacer, para que las interrelaciones que establezco sean satisfactorias? ¿Cómo logro mi armonía y felicidad? ¿Puedo ayudar a otros en la obtención de su armonía y felicidad? ¿Qué debo hacer para estar "sano" y para que otros también lo estén? Por lo tanto, será determinante saber cómo aprendemos y aprender a aprender de ser necesario.
No importa si usted sabe que es "terapeuta" o no, o si cree que es "paciente" o no, desde la perspectiva que aquí encontrará, usted siempre es ambas cosas, tanto terapeuta como paciente, tanto maestro como discípulo. Igual que todos, usted está en constante aprendizaje y siempre siendo motivo de aprendizaje.
Hay variadas maneras de entender el aprendizaje, sus características y tipos; ya diremos algo más adelante. Sin embargo, aquí diré que siendo la experiencia, el vivir en el convivir, una de las maneras de aprender, mucho de lo que nos ocupará en el hacer será experiencial. Entenderemos que lo que queremos decir con aprender corresponde a constatar un cambio de conducta en el vivir producto de haber experimentado un cierto convivir.
Vivir en el convivir considera, cuando menos, dos aspectos: emocional y racional, en ese orden. Actuamos primero desde la emoción y más tarde desde la razón, de ahí la importancia de lo aisthesico 15 , dicho de otro modo, de lo relativo a la sensación y la sensibilidad; lo racional y lógico, vendrá después.
UN LUGAR EN LA VIDA
¿Con quién siento que tengo un lugar en la vida?
Responder a esta pregunta es clave en nuestra existencia. Dado que nos desarrollamos en las interrelaciones y, como dice Maturana, en el convivir. Resulta fundamental para nosotros saber quién nos hace sentir que tenemos un lugar en la vida. No quiero decir que dicho lugar lo tenemos con ese quién, solo quiero decir que él nos hace sentir que tenemos un lugar en la vida. No es ese quién el que nos da un lugar, eso nos haría dependientes, él nos hace sentir que tenemos un lugar en la vida que sólo depende de mí, pero reforzado por el otro y del cual soy independiente. Ya veremos cómo reforzamos y cómo somos reforzados. Antes quisiera plantear otra pregunta que ronda lo que llamamos autovaloración y que nos planteamos cuando respondemos a la primera.
Sin un lugar en la vida la pregunta ¿para quién soy realmente importante?, ni siquiera tiene sentido, tal vez ni existencia.
Cuando nos planteamos el ¿para quién soy realmente importante? estamos preguntándonos quién nos ama. Algunos autores consideran que amar conlleva incondicionalidad, cosa que considero poco probable ya que todo lo que hacemos, en particular en el mundo de las emociones, está influido por nuestros significados una vez que entramos en el mundo de lo explicativo, como ocurre con la idea de la incondicionalidad. Nuestros significados, es decir, aquello que creemos, nuestra historia, la cultura que constituye el mundo en que nos movemos, las verdades que tenemos y nos aprisionan sin permitirnos comprender desde otras verdades, todo, hace que la incondicionalidad me parezca imposible. Lo que hacemos está condicionado por lo dicho anteriormente, de una o de otra manera. Debemos aprender a interrelacionarnos con el otro de manera diferente, a amarlo desde una perspectiva distinta. Aceptarlo desde una mirada diferente. Desde lo que constituye el acto de amar.
Amar dice Maturana es una emoción y la emoción es una acción que gatilla otras acciones, por eso hablo aquí del acto de amar y no de amor. Según Maturana (2002) el amar ocurre en el fluir del vivir en que uno vive en el dominio de las conductas relacionales a través de las cuales la otra, el otro, lo otro, y uno mismo, surgen sin intención o propósito como legítimos otros en convivencia con uno. Aquí, solo para acercarnos, hablaremos de considerar 16 al otro un legítimo 17 otro en el convivir con el otro o con nosotros. Diremos que el amor, como emoción, es una acción. Una acción unidireccional, "solo ocurre en el espacio de las conductas relacionales que ocurren sin prejuicios, sin expectativas, sin generosidad, sin ambición… El amar no quiere ni busca las consecuencias del amar. El amar no es bueno ni malo, simplemente es el vivir en el bien-estar que trae el vivir sin el sufrimiento que trae el apego al valor o sentido que se ve en lo perdido o en lo que se puede perder." (Maturana, 2002) Así que no se trata de legitimar al otro, no es lo que debemos hacer, solo considerarlo un legítimo otro. Es el otro quien deberá legitimarse. Cada uno de nosotros se legitima. En la práctica esto puede notarse cuando no sentimos culpa por lo que hacemos. Cuando no tenemos la necesidad de dar explicaciones por lo que hacemos, decimos y somos. Es ahí cuando nos estamos legitimando. Cuando no nos legitimamos, lo que hacemos es no amarnos a nosotros mismos. Así que amarse a sí mismo, no es otra cosa que considerarnos legítimos en el convivir con nosotros mismos.
Desde lo anterior lo que cada uno de nosotros espera es "ser admitido 18 sin censere 19 "; primero, el "admitirme sin censere" y, luego, la "admisión sin censere" del otro, la otra o los otros, desde nuestra legitimidad. No deberíamos esperar que nos acepten incondicionalmente 20 , por imposible; ni siquiera nosotros nos aceptamos incondicionalmente a nosotros mismos. Lo que podemos esperar es lo que denominamos la "admisión sin censere" que legitima. Quiero decir con esto que el otro, la otra o los otros me reconozcan cómo legitimo y me "admitan sin censere". Eso hará que me legitime. No se trata de que validen mis actos y menos que los aprueben. El otro, la otra o los otros tienen su propia manera de entender a partir de sus significados, que debo considerar. Además, la incondicionalidad humana, la validación de los actos del otro, trae consigo la sensación de que ese otro no nos importa en realidad. Amar es considerar al otro un legítimo otro, no hacer lo que el otro desea. Necesito "ser admitido sin censere", no aplaudido por lo que hago. Pueden, y de seguro será así, estar en desacuerdo con lo que hago pero, en el convivir soy un legítimo otro a sus ojos. Si soy "admitido sin censere", podré externalizar o desarrollar las potencialidades necesarias para sortear los momentos de crisis y convivir, interrelacionarme con más éxito.
Así que todos necesitamos que nos amen, no queremos que nos dejen caminar por caminos pedregosos, ni que nos mantengan en la exaltación de una dulzura exacerbada. Queremos la dulce sensación de "ser admitidos sin censere". Considerados legítimos y, a partir de ahí, hacer. Hacer con suavidad, según somos y por tanto, según podemos. Hacer lo que más nos importa y es de mayor importancia en nuestras vidas: amar. Amar con toda nuestra fuerza, desde nuestra biología; como florecen los cerezos. Para eso, cada uno de nosotros, hará como dice Neruda: "Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos". 21 La primavera no juzga al cerezo. Lo deja resolver y no resuelve por él, no estima los resultados del cerezo al florecer, no piensa ni se acuerda de lo que cree o ella es, solo está para el cerezo. Lo "admite sin censere." Uso "admitir sin censere" para evitar la palabra "aceptar" que suele implicar que "se da por bueno" 22 , lo que pone al que acepta en un lugar por sobre el aceptado. Esto, a su vez, genera una situación de poder del primero sobre el segundo, poseedor de una verdad el primero; en fin; lejos del pensamiento de segundo orden.
El "ser admitidos sin censere" es lo que hace que nos legitimemos, la que hará que nos reforcemos, que manifestemos nuestras fortalezas, que podamos crear nuevas fortalezas y seamos capaces de ver y usar las oportunidades que esperan por nosotros. Sentir que somos felices.
ESCUCHAR
EN EL CONVIVIR
Convivir es clave para nosotros. Convivir, entre otras muchas cosas, es destinarnos tiempo el uno al otro. Tiempo en el cual se produce formalmente la interrelación y la intrarrelación, ambas se manifiestan en la comunicación y, en especial en la conversación. Convivir es consensuar y, se realiza, como dice Maturana, "en el lenguajear" en el convivir.
Si bien la intrarrelación nos parece determinante, por ahora nos ocuparemos solo de la interrelación. Dejaremos para más adelante la intrarrelación. Por otra parte, aun cuando toda la comunicación debe ser considerada, pondremos ahora nuestra atención en la conversación.
De la comunicación en general solo adelantaremos que es una acción inevitable. Siempre estamos comunicando y siempre estamos recibiendo comunicaciones. Los actos de comunicación son, entonces, no solo parte de nuestro vivir y convivir sino, fundamentales en nuestra vida. En especial en la que llamamos nuestra vida afectiva. Lo comunicado y lo que nos comunican, constituyen nuestros recuerdos afectivos. Recibimos miles o millones de comunicacionesde todo tipoen el contacto con el otro, la otra, los otros, lo otro y con nosotros mismos. Necesitamos la presencia del otro, necesitamos convivir. Como dice Neruda: "Vagué toda la tarde por estas calles que tanto he visto… ¡Ah! Si tú estuvieras, Albertina… Si estuvieras con tus hermosos ojos tristes, con tu silencio que tanto me gusta…" 24 Bien, vamos a la interrelación. Cuando aquí hablamos de interrelación, lo que queremos decir es cómo nos estamos comunicando, cómo conversamos el uno con el otro, con los otros -dijimos que, por ahora, solo abordaremos el conversar como herramienta de la interrelación-, teniendo en cuenta la "admisión sin censere".
Decíamos que para cada uno de nosotros es importante con quién siento que tengo un lugar en la vida. Pues bien, siento que tengo un lugar en la vida con otro, cuando paso tiempoun cierto tiempocon él y en ese tiempo él me escucha y puedo escucharlo. Escuchar es uno de los factores significativos de la conversación y, curiosamente, de la resiliencia y, por tanto, escuchar y ser escuchado desarrolla en mítambién en el otrofortalezas afectivas y potencia la autoestima de quienes conversan. Claro, es necesario agregar que esto ocurre si, escuchar, se hace de la manera adecuada. Caso contrario, la conversación podría ser incluso funesta. 25 Escuchar de manera adecuada al otro no es cosa sencilla. Solemos creer que estamos escuchando adecuadamente cuando prestamos atención. No es esto lo que queremos decir.
Desde dónde estamos analizando la conversación, podremos considerar que existe un escuchar adecuado sólo si el otro es un "admitido" para nosotros y, a su vez, somos "admitido" por él. Dicho de otra manera, si el otro fue recibido voluntariamente por nosotros y si el otro nos recibió voluntariamente. Hay entonces, en la conversación y por ende, en el escuchar, un "admitido" y un "admitiente". En la conversación, uno y otro, cumplirán alternativamente ambos rolesambos serán "admitido" y "admitiente"o deberían. Sin embargo, un terapeutapara ellos hemos escritodeberá esforzarse por estar siempre en la posición de "admitiente" y hacer sentir al otro que es el "admitido". Hablaremos, entonces, de "admitido-admitiente" para referirnos a lo que se ha denominado paciente o cliente, términos que no nos parecen que vengan a propósito; y, de "admitiente-admitido" para referirme al que oficia de terapeuta y cuya función principal será escuchar. Usaré "admitido-admitiente" y "admitiente-admitido", entre comillas, para significar que se trata de admitido sin censere y admitiente sin censere, respectivamente. Simplifiquemos. Teniendo en cuenta todo lo anterior y para facilitar las cosas denominaremos Facilitador 26 al "admitiente-admitido" o terapeuta y Protagonista 27 al "admitido-admitiente" o paciente.
Una segunda cuestión a tener en cuenta es que no se trata de cualquier forma de escuchar. Hablo de escuchar a un Protagonistaadmitido sin censerepor lo tanto, hablo también de "escucha sin censere".
Otros autores hablan de escucha activa, en el sentido de ser eficaz. Sin embargo, creo que no refleja lo que en realidad se postula aquí. Se puede hacer escucha activa y aun así, estaremos interpretando lo que escuchamos. Colocando en lo que el otro nos dice los significados que tenemos de lo que nos dice y, entonces, no estamos escuchando, estamos interpretando. Cuando interpretamos lo hacemos desde una cierta verdad, desde cierta realidad y cierta objetividad: la nuestra. Es decir, al interpretar, lo hacemos desde una objetividad entre paréntesis -(objetividad) -cosa que nos aleja de considerar al otro un legítimo otro en el convivir. La consecuencia de esto es que el otro no siente que le estamos dando un lugar en la vida. Se siente cuestionado, descalificado y tiene la sensación de que no es escuchado. Cuando esto pasa, el otro no tiene los elementos necesarios para legitimarse, su autovaloración es menor y sus fortalezas quedan relegadas a un segundo plano.
Qué entendemos, entonces, por escucha sin censere.
Lo que llamamos escucha sin censere requiere que el Facilitador no sepapostura gnoseológica -, que no sea el poseedor de la verdad.
Escucha sin censere es escuchar sin juzgar lo escuchado. Escuchar sin intentar resolver lo que el otro nos cuenta y dejar que resuelva por él mismo, no estimar los resultados de la escucha o de la conversación, no pensar ni acordarse de nuestras creencias o de lo que somos, solo estar para el otro. Simplemente escuchar desde la no verdad, o mejor, desde la verdad del Protagonista y no de la nuestra como Facilitador. Nunca desde la verdad absoluta. Deberíamos, parafraseando a Maturana, usar verdad entre paréntesis (verdad) para las verdades del Protagonista y del Facilitador a fin de dejar verdadsin paréntesis -para otras formas de pensamiento en las que ella exista, si existe, per se.
HABLAR. DECIR 28 EN EL CONVIVIR.
Como contrapartida del escuchar sin censere, en el conversar 29 , está el decir o hablar. Tanto en el escuchar, como en el decir, el lenguaje nos conecta con una realidad independiente de nuestro hacer que devendrá en nuestro vivir en el convivir en la construcción de nuestra realidad. El lenguajear, al decir de Maturana (2002), crea realidad.
El lenguajear constituye un proceso que mezcla el decir de uno con el decir de otro, otra u otros y que de manera recursiva va entrelazando nuestros significados y emociones en nuestros haceres y en la coordinación de ellos así como la coordinación de coordinaciones de nuestros haceres. Es aquí, en dichas coordinaciones y conductas relacionales, donde ocurre nuestro vivir humano; lo cual define un conversar que muestra la naturaleza del convivir que vivimos y que es la base de lo que hacemos, pensamos y sentimos.
Dice Maturana (2002) que el mundo que vivimos y creamos no es ni bueno ni malo pero, puede devenir en lo uno o lo otro según el espacio psíquico emocional que defina nuestro conversar. De esta manera podemos generar un convivir en el bienestar material y espiritual en tanto no nos mintamos pretendiendo que somos mejores que otros seres humanos y, por el contrario, un convivir de malestar y de miseria material y espiritual porque creemosde alguna maneraque somos mejores que otros. "Esa es nuestra condición humana en toda su belleza: no podemos ocultar del todo el trasfondo emocional que guía todo lo que hacemos, pero podemos inventar teorías que ocultan y justifican ese trasfondo cuando no nos gusta."
Nos desarrollamos en el ámbito de lo relacional, lo que denominamos evolución se produce en dicho ámbitoen la interrelacióncon otro, otra, otros o uno mismo. Una interrelación se produce en la conversación, de la cual ya dijimos que una de sus partes más importantes es escuchar y vamos camino a encontrarnos con la segunda parte, hablar. En el ámbito de lo relacional sabemos si nos mentimos o no, sabemos cuándo generamos dolor en otros y cuándo estamos abriendo las puertas del bienestar. Siempre somos conscientes de lo que hacemos y del resultado que lo que hacemos tendrá. Al equivocarnosposibilidad cierta de todo humanoy darnos cuenta de nuestro error, nos volvemos conscientes de lo que hacemos en ese momento y de lo que haremos a futuro. Según Maturana esto es posible porque somos seres biológicamente amorosos, y, a menos que nos mintamos, e inventemos una teoría para justificar la rapiña, en último término nuestra condición amorosa nos llevará a buscar el bienestar en la convivencia.
El convivir se manifiesta en el conversar, que no es otra cosa que el efecto de hablar familiarmente una o varias personas con otra u otras (RAE). Escuchar y decir familiarmente, eso es conversar, así es como creamos el mundo en que vivimos, con nuestro vivir y convivir.
¿Qué decir del decir? ¿Cómo decir a otro, otra, otros o a nosotros mismos?
Neruda dice, en su poema "Amiga no te mueras", "Yo soy el que en los labios guarda sabor de uvas. / Racimos refregados. Mordeduras bermejas." (Loyola, H. 1923) 30 . ¿Cómo decir con sabor de uvas? ¿Qué decir de los racimos refregados y las mordeduras bermejas? ¿Debemos decir lo que sentimos, tal y como lo sentimos? ¿Debemos callar? Cuando se trata de decir lo que sentimos, algo que invariablemente ocurrirá, cuando conversamos con otro, otra, otros o nosotros mismos, suele recomendarse ser asertivo.
La asertividad como estrategia y estilo de comunicación, se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas: la agresividad y la pasividad. Suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro en el que la persona ni agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que expresa sus convicciones y defiende sus derechos.
Lo anterior es destacable como idea. Sin embargo, asertividad proviene de aserto que significa "proposición en que se da como cierto algo" (RAE) y, es entonces cuando se me produce un ruido. Cómo saber si algo es verdaderamente cierto o solo es como yo lo significo, lo entiendo, lo comprendo; no hay forma de saberlo. Pero, si asertividad proviene de una proposición en que se da por cierto algoasí que se considera correcto o incorrecto ese algo-, que está bien o mal, cuando menos puedo decir que me gusta o no me gusta. No me gusta asertividad, no me gusta usar un término que requiere de amplias explicaciones para decir lo que se espera que diga y, aún así, a la base lleva una verdad, una aparente verdad última. Verdad que no es verdad sino certeza y, una certeza bien puede estar sustentada en una creencia y, claro, en los significados que llevaron a dicha creencia. Se debe explicar demasiado, para mi gusto, lo que se entenderá por asertividad.
Para muestra un botón. Según Renny Yagosesky (2004), escritor y orientador de la conducta, "Se trata de una categoría de comunicación compleja vinculada con la alta autoestima y que puede aprenderse como parte de un proceso amplio de desarrollo emocional. La define como una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia. Plantea también, que la asertividad es necesaria y conveniente a causa de los beneficios que genera, entre los que destaca los siguientes: -Favorece enormemente la confianza en la capacidad expresiva.
-Potencia la autoimagen positiva, pues favorece el sentido de eficacia personal.
-Genera bienestar emocional.
-Mejora la imagen social pues promueve el respeto de los demás.
-Favorece las negociaciones y el logro de objetivos que dependan de la comunicación en general."
Todo lo cual no cambia mucho las cosas, seguimos sobre la base de una proposición en que algo se da por cierto. Así que la confianza en nuestra capacidad expresiva, nuestro sentido de eficacia personal, el bienestar emocional y la mejora de la imagen social promovida por el respeto de los demás, se sustentan en una conducta que incluye la expresión clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir pero, que no me gusta. Y no me gusta la existencia de una verdad defendida como correctaen el sentido de estar bien o mal -, lo que hace que cualquier acto devenga en manipulativo. Esto solo me hace un buen manipulador. Un poseedor de la verdad, vestido de amoroso. Un lobo con piel de oveja.
Reconozco que no contamos con muchas palabras que puedan resolver el dilema en que me encuentro pero, debo decir que hay una palabra que me gusta un poco más: manifestar 31 . Manifestar significa, según el diccionario de la RAE, dar a conocer, poner a la vista, y solo por eso derivaré una que no existe: manifestativo. Así, que mientras alguien no sugiera algo mejor, usaré manifestativo para decir cómo puedo decir al otro, la otra, los otros o uno mismo, algo.
Por lo tanto, cuando tenga la necesidad de decir lo que me pasa, lo que siento, en el fluir del lenguaje y la conversación, en la interrelación, seré manifestativo.
Los acercamientos en la interrelación tienen distintas características, según la emoción desde la cual se establece la conversación y, lo que me parece más importante, la epistemología o gnoseología, que sustenta mis dichos. Algunas de las principales características en la comunicación son: (1) Pasividad, propio de personas que evitan mostrar sus sentimientos o pensamientos por temor a ser rechazados o incomprendidos, o a ofender a otras personas. Infravaloran sus propias opiniones y necesidades, dan un valor superior a las de los demás. Negación de sí mismo. (2) Agresividad, se sitúa en un plano opuesto a la pasividad, caracterizándose por la sobrevaloración de las opiniones y sentimientos personales, obviando o incluso despreciando los de los demás. Negación del otro, la otra o los otros. (3) Pasivoagresivo, se evita el conflicto mediante la discreción, se eluden las situaciones que puedan resultar incómodas. Se enfrenta a los demás con excusas, falsos olvidos o retrasos entre otros medios. Así no se asume la necesidad de hacer valer los propios derechos 31 Dar a conocer, poner a la vista.
(pasividad), aunque tampoco se es receptivo hacia los de la otra parte (agresividad). Se niega a uno mismo y a los demás. (4) Asertividad, abierto a las opiniones ajenas, dándoles la misma importancia que a las propias. Parte del respeto hacia los demás y hacia uno mismo, aceptando que la postura de los demás no tiene por qué coincidir con la propia y evitando los conflictos sin por ello dejar de expresar lo que se quiere de forma directa, abierta y honesta. Todo lo anterior con la certeza de que se tiene una verdad, una base en la que da por cierto lo que piensa y cree, algo que es correcto, está bien. Hasta aquí características que puedo llamar de primer orden. La siguiente espero desarrollarla desde una mirada de segundo orden: (5) manifestativo, interesado en transmitir lo que siente, tiene igual interés en sus emociones como en las del otro, la otra o los otros. Entiende que sus opiniones solo son válidas para él y que las opiniones de los demás lo son para quien las emite, no son más que opiniones y por tanto, no tienen por qué coincidir y tampoco es importante que coincidan; lo que importa es el respeto de cada uno por la opinión del otro. Expresará lo que siente desde la idea de dar a conocer, poner a la vista, lo que siente; sin ninguna carga emocional, ni consideración ética adicional y sabiendo que lo que siente es su responsabilidad y de nadie más.
Consideraremos manifestativo a alguien que mediante sus palabras y actos parece hacer declaraciones como estas: "Esto siento y me gusta" o "Esto me pasa y no me gusta". Una persona manifestativa no realiza juicio de valor, ni moral, ni ético, para él los actos y dichos no están bien o mal ya que eso presupondría que sabe lo que está bien o mal o lo que es bueno o malo, como una cuestión que tiene existencia por sí misma y, mientras él la sabe, otros no. Actúa sin censere. La persona manifestativa solo constata que hay dichos y actos, conductas, que le gustan y otras que no le gustan, a fin de darlo a conocer, ponerlo a la vista del otro, la otra, los otros o ante sí misma. Esta primera característica es, simplemente, estética. Una declaración estética no agrede ni ofende a nadie, no declara una verdad, no obliga; ni siquiera el otro debe pensarla si no lo desea. Simplemente es y eso no descalifica a las posturas que otro, otra u otros, pudieran tener. No niega al otro pero tampoco el manifestativo se niega a sí mismo en la pasividad o en la agresividad, tiene derecho a que algo le guste o no y a manifestarlo pero, no tiene necesidad, ni razón, para imponerlo a otros que a su vez podrán considerar lo que les guste pero, no podrán imponérselo.
Ser manifestativo será, a mi juicio, la manera en que en la conversación logremos una interrelación placentera, una interrelación que le guste al otro, la otra, los otros y a nosotros mismos. Por ahora, me gusta manifestativo.
CREER QUE SABEMOS Y SABER QUE CREEMOS
Todo en nuestro vivir en el convivir es aprendizaje, cuyo objeto está en el ámbito de la evolución, del pensamiento y la adaptación. Bateson (1991) dice que "Todo paso evolutivo es una adición de información de un sistema ya existente. Como esto es así, las combinaciones, las armonías y los desacuerdos entre sucesivas porciones y capas de información presentarán múltiples direcciones de cambio."
Así que el aprendizaje dará paso a una forma de pensamiento que nos permitirá la adaptación necesaria para lograr las interrelaciones que sentiremos armónicas en nuestro vivir. De los diferentes factores que gatillan nuestro aprendizaje quisiera destacar el cultural donde, en las interrelaciones, podemos reconocerlo en las conductas. Conductas que son modificadas por el aprendizaje. Las nuevas conductas, frente a nuevos aprendizajes, generarán nuevas conductas.
De lo anterior se podrá decir que no somos los humanos los que evolucionamos, lo que evoluciona son las interrelacioneslas relaciones que tenemos con otro, otra, otros y con nosotros mismosque experimentamos en nuestro vivir en el convivir, donde haremos la coordinación de conductas, donde consensuaremos coordinaciones de conductas y coordinación de coordinaciones de conductas consensuadas. Todos los cambios que experimentamosvivimos en constante cambioy, aunque parezca paradójico, los hacemos en busca de la estabilidad de la interrelación.
Los pensamientos, el lenguaje y las conversaciones; y, las conductas, están subordinados a significados propios de patrones que nos unen en la interrelación.
Cuando la interrelación se realiza entre dos humanos que culturalmente se sustentan en la misma ideología, entonces, si comparamos las conductas veremos que están cruzadas por el mismo patrón, por ejemplo: Si dos personas que profesan la fe Católica Apostólica Romana, entran en interrelación, por comparación una dirá que la otra es de tal o cual manera pecador o norespecto de ella misma y de los patrones que las conectansignificados, creencias y vivencias culturales -propios del catolicismo. Esta comparación es de primer orden. En el mismo tipo de relación pero, de una persona católica y otra budista o entre una marxista y otra liberal, se encontrarán relaciones muy similares entre las partes, generamos así las conexiones de segundo orden. Ahora, si comparamos la comparación entre un católico y un budista y la comparación entre un marxista y un liberal, tendremos una comparación de tercer orden. Todo lo anterior nos permitirá pensar en los patrones que nos sustentan, los significados. Nuestros significados culturales, constituyen patrones que nos conectan y con los que elaboramos nuestro mundo. Dónde estamos parados cuando observamos, cómo conocemos lo que conocemos, definirá cómo aprendemos.
Se puede definir el aprendizaje como el proceso mediante el cual se origina o se modifica una actividad. Podemos decir, entonces, que es el proceso por el cual se cambian nuestras conductas.
Aprendizaje viene de aprendiz (RAE), del latín apprehendere, que significa adquirir el conocimiento de un arte, oficio u otra cosa a través del estudio o la experiencia. El aprendizaje es el conjunto de procesos a través de los cuales hacemos nuestros una serie de conocimientos, conceptos, habilidades, etc. En psicología entendemos por aprendizaje la adquisición por la práctica de una conducta duradera. No comprende solo los procesos intelectuales o conceptuales, sino que también incluye aquello que aprehendemos (asimilar inmediatamente) en la propia experiencia del vivir en el convivir. La conducta de cada cual es el resultado de un continuo proceso de aprendizaje, que se inicia en la concepción y que nunca termina mientras vivimos. Existe un aprendizaje no sólo en la persona individual, sino también en cualquier tipo de colectividades humanas e incluso animales; éstos no se comportan exclusivamente llevados por sus instintos, sino que también aprenden de la observación de lo que hacen otros de su misma especie.
El aprendizaje implica, entonces, la idea de una adquisición intrínseca 32 , relativamente duradera, realizada por un individuo y que tiene como consecuencia un cambio en su conducta o en sus vivencias.
El aprendizaje es, entonces, un producto de los procesos interaccionales, las interrelaciones, entre el humano y el mundo que lo rodea según una pauta organizadora.
La idea principal que da origen a la Cibernética es que existe una pauta organizadora de los procesos físicos y mentales. Bateson (1979) adoptó esta idea y usándola como una metáfora la insertó para complementar sus explicaciones de procesos interaccionales que observaba en diversas culturas.
El concepto fundamental para darle cuerpo a esta concepción Cibernética es el de Autorregulación. Para dar cuenta de este concepto Wiener propone la Retroalimentación y la define de este modo:
"La retroalimentación es un método para controlar un sistema reintroduciéndole los resultados de su desempeño pasado. Si estos resultados son utilizados meramente como datos numéricos para evaluar el sistema y su regulación, tenemos la retroalimentación simple de los técnicos de control. Pero si esa información de retorno sobre el desempeño anterior del sistema puede modificar su método y pauta (pattern) general de desempeño actual, tenemos un proceso que puede llamarse aprendizaje."
Bateson pensó que en las interacciones humanas se corporizan los procesos de retroalimentación como eran descritos en la Cibernética. Estos proceso de retrolimentación son los que darían la estabilidad a la organización (sea una organización empresarial, una familia, una pareja o incluso una cultura). Esta organización se puede mantener gracias al control de los fragmentos intensificados de conducta, se dice que tal organización o sistema perdura pues es autocorrectivo.
Esta condición de estabilidad de un sistema siempre ha de ser analizada a la luz de los cambios que permiten tal estado. La Cibernética nos sugiere que puede entenderse todo cambio como el empeño por mantener una cierta constancia y puede interpretarse que toda constancia se mantiene a través del cambio. Para dar cuenta de estos juegos de estabilidad y cambio se han utilizado el término Homeostasis 33 . Wiener propuso de manera original que la estabilidad y el cambio son explicables por diferentes órdenes de control de la retroalimentación. En otros términos, la retroalimentación puede referirse al éxito o fracaso de un acto simple, o bien producirse en un nivel más alto, en el cual se retroalimenta la información correspondiente a toda una modalidad de conducta o pauta de comportamiento, permitiendo así al organismo cambiar la planificación estratégica de su acción futura.
Esta retroalimentación de orden superior suele ofrecer una manera de preservar y de cambiar una determinada organización social.
Si la retroalimentación no está sujeta a un control de orden superior, si no hay en la situación una retroalimentación de la retroalimentación, se conducirá inevitablemente a la intensificación descontrolada, y esta destruye al sistema. No obstante, el cambio en el sentido del aprendizaje, la adaptación y la evolución provienen del control del control, y no del cambio incontrolado por sí mismo.
En los comienzos de la cibernética, los ingenieros solían referirse al estudio de las "cajas negras". La ingeniería cibernética de las cajas negras se limitaba a examinar la relación entre lo que entra en un sistema (la entrada o insumo, input) y lo que sale de él (salida o producto, output). Dicha relación era cibernética cuando la salida actuaba de tal modo sobre la entrada que modificaba las salidas futuras.
La concepción de la caja negra, que postula que el observador se mantiene fuera del fenómeno observado, suele dar origen a la suposición de que aquél es capaz de manipular o controlar unilateralmente el sistema que está observando. Esta concepción es incompleta y sólo resulta útil en aquellas situaciones que exigen un manejo unilateral.
El salto desde la "caja negra" a la "caja negra más el observador", representa la evolución de la cibernética primitiva a lo que se ha dado en llamar "Cibernética de la Cibernética". Como dice von Foerster: en este punto de maduración nos lleva de la cibernética (en la cual el observador ingresa en el sistema sólo al estipular 34 la finalidad de éste) a la cibernética de la cibernética (en el cual el observador ingresa en el sistema estipulando su propia finalidad).
La "Cibernética de la Cibernética" es una manera de señalar la inclusión y participación de los observadores en el sistema. A diferencia del enfoque simplista de la caja negra, en el cual el observador externo procura discernir las redundancias (o reglas) en las relaciones entre la entrada y la salida, la cibernética de la cibernética sitúa al observador como parte integral del sistema observado.
Las consecuencias epistemológicas de la cibernética de la cibernética sustentan cada vez más la postura de que la pretensión de "objetividad" es errónea, pues se presume la separación entre el observador y lo observado. ¿Cómo sería posible efectuar una descripción si el observador no gozara de las propiedades que le permiten generar tales descripciones?
Por desgracia, en el trato del hombre con los sistemas suele prevalecer la noción de objetividad, con su concomitante descuido de la autorreferencia. Sin embargo, no quiero decir que por ello deba, necesariamente, adoptarse la idea de subjetividad como producto del sujeto. Von Foerster (1975) argumenta que no puede rechazarse la objetividad en favor de la subjetividad porque si se niega una proposición carente de sentido, el resultado es otra proposición carente de sentido. La "Objetividad" y la Subjetividad" representan una suerte de par complementario, como el día y la noche o la izquierda y la derecha. Así, si se demuestra que la idea de "objetividad" carece de sentido, esto sugiere implícitamente que también la "subjetividad" carece de sentido.
La cibernética de la cibernética propone que la alternativa es la ética. Desde una perspectiva ética no nos preguntamos si somos "objetivos" o "subjetivos"; en lugar de ello, admitimos el nexo necesario entre el observador y lo observado, y ello nos conduce a examinar cómo participa el observador en lo observado. Howe y Von Foerster (1975) señalan que el tránsito hacia una perspectiva participativa y ética es el pasaje de un pensamiento causal unidireccional, a un pensamiento sistémico mutualista, de la preocupación de las propiedades de lo observado al estudio de las propiedades del observador.
"Como cada cual prescribe determinadas maneras de puntuar el mundo, es importante examinar las intenciones que están en la base de esos hábitos de puntuación.
En Síntesis, las distinciones que establecemos a fin de conocer el mundo surgen de una base ética, no objetiva, no subjetiva. Porque lo que percibimos es trazado por nuestra manera de conducirnos y nuestra manera de conducirnos se atiene a las restricciones de lo que percibimos". (Keeney, 1991).
Según en el marco de lo consciente es el espacio en el que se presentaría el caso de una ordenación de las conductas o actos de acuerdo a los códigos o juegos de normas. Este nivel estaría emparentado con esa posición donde tenemos un horizonte de lo que pensamos que es posible, donde presumimos un cierto conocimiento de las respuestas que pueden ocurrir, donde entonces asumimos que es posible la acción planeada ya que tenemos el conocimiento de todas las variables en el campo y por tanto de sus posibles relaciones con otras variables.
Una aproximación a los criterios que anteceden a la determinación de los códigos, es decir de los criterios de los que nos valemos para decidir por un código u otro o por una serie de normas u otras. Este Diré que, para los presentes efectos, se reunirán bajo el nombre de significado a los códigos y normas que determinan nuestras conductas producto de la importancia que le damos a aquello que es conocido por nosotros. Son los significados los que harán que una cosa o persona represente una determinada cuestión para nosotros en nuestro vivir en el convivir, se generen las coordinaciones y consensuemos las conductas en la interrelación. Dichos significados dependerán de cómo conocemos lo que conocemos.
El vocablo epistemología procede del griego (episteme) que significa ciencia (conocimiento) y de logos, tratado, teoría; tratado de la ciencia. Viene a ser la teoría, la filosofía de la ciencia. En Inglaterra y Alemania se la utiliza para significar la parte de la lógica llamada Crítica, o también Criteriología. Significa, pues, ciencia del método y causas del conocimiento, especialmente con referencia a sus límites y validez.
Desirve Mercier (1851Mercier ( -1926, quien escribió Teoría del Conocimiento Cierto (1885), Del Fundamento de la Certeza (1889) y Criteriología General o Tratado General de la Certeza (1899), entre otras, sostuvo que la "verdad es una relación representativa", pues la verdad está en descubrir la correspondencia de la representación de la mente con el objeto representado.
El valor indiscutible de la Criteriología de Mercier está, de todos modos, en haber suscitado un interés vivo y eficaz por el estudio de los diversos y complejos problemas criteriológicos, mostrando que la 35 Modo de proceder en algo. 36 Disposición de las partes que componen una cosa y le dan su peculiar forma y propiedades. 37 Norma que sirve para gobernarse en la ejecución de algo. 38 Que proviene de lo sensible (Estético del gr. αἰσθητικός, sensible). gnoseología y la epistemología escolásticas pueden realmente hacer frente a la crítica positivista y neokantiana.
James Frederick Ferrier (1808-1864) en su obra Institutes of Metaphysic (1854) expone la doctrina mediante teoremas concatenados y la articula en tres partes:
-Una epistemología, o teoría del saber; -Una gnoseología, o teoría del no saber; y -Una ontología 39 . Sustenta que toda la construcción se funda en que cierto conocimiento, que todo ser inteligente tiene de sí mismo, es la condición gracias a la cual puede él conocer también las demás cosas.
La palabra epistemología se estructura con dos voces griegas: episteme, "conocimiento" y logos, "teoría". Se encarga del problema correspondiente a la relación sujeto-objeto. Entendiendo que el sujeto es el ser cognoscente y el objeto todo aquello sobre lo que el sujeto realiza su actividad cognitiva.
Por su parte, el objeto propio de la Gnoseología es el valor de nuestro conocimiento (en su verdad y en su certeza) y este mismo es el problema general de la Gnoseología. La teoría del conocimiento o gnoseología trata de los problemas del conocimiento de las relaciones entre el sujeto y el objeto en el plano más general y abstracto.
Que la verdad existe es una evidencia necesaria. Kant nos define la verdad como la concordancia del conocimiento con su objeto. Las cosas en sí son incognoscibles. La verdad lógica es la 39 Parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales.
adecuación entre nuestras enunciaciones y la realidad. La verdad ontológica es la verdad de las cosas mismas, reside en su auténtica esencia y ser. La verdad ontológica es la más profunda. La verdad lógica es una relación de adecuación entre la inteligencia y el ser. La definición clásica de la verdad según santo Tomás de Aquino es "adaequatio res et intellectus" 40 . Donde "Res" es el fundamento de la verdad es el ser del ente."Intellectus" es la verdad que reside en la inteligencia. La verdad lógica es una propiedad del juicio respecto a la realidad. La certeza, subjetiva y formal, es un estado del espíritu respecto de la verdad del juicio. La evidencia es una propiedad del objeto.
Decimos que hay certeza en nuestro entendimiento cuando éste, conociendo o creyendo conocer algún objeto con toda claridad y evidencia, forma acerca de él algún juicio acompañado de tal firmeza y seguridad, que excluye todo temor de que sea falso o erróneo. Corresponde, entonces, a la adhesión firme y estable del entendimiento a alguna cosa, de manera que excluya todo temor de lo contrario. Para Heidegger, la ontología se relaciona con su investigación acerca de lo que llamaba el Dasein, que podemos sintetizar como el modo particular de ser como somos los seres humanos. La ontología hace referencia a nuestra comprensiónnuestra interpretaciónde lo que significa ser humano. Cuando decimos de algo que es ontológico, hacemos referencia a nuestra interpretación de las dimensiones constituyentes que todos compartimos en tanto seres humanos y que nos confieren una particular forma de ser.
Cualquier postulado que hagamos sobre el ser humano está basado, a fin de cuentas, en una comprensión subyacente del ser que formula dicho postulado. Cada planteamiento hecho por un observador nos habla del tipo de observador que ese observador considera que es. Este es un principio fundamental en nuestro acercamiento al tema. Podemos no darnos cuenta de que al hablar o al actuar estamos revelando estos supuestos ontológicos subyacentes, pero lo hacemos a pesar de todo.
En resumen, observar tiene como objeto aprender.
Lo que observamos cuando observamosy estamos hablando de seres humanosson las conductas de lo observado. Nos importan las conductas del observado a fin de adaptarnos y lograr establecer consensos que sean agradables para nuestro vivir en el convivir con él.
A partir de conductas consensuadas podemos determinar desde qué emoción el observado se está interrelacionando con nosotros, cuánto influye el contexto en su vivir en el convivir y nuestro propio vivir en el convivir en la interrelación con él.
También sus historias, la del observado y la del observador, que son las responsables de los significados que cada uno de ellos tiene, tendrán una inevitable y gran relevancia. Veamos.
Cuando nos ponemos en la posición de observador externo lo que queremos decir es que tenemos el poder de estar en una posición privilegiada que nos permite aseverar que, como dice Echeverría (2003), los seres humanos podemos postular como son los seres humanos.
Vivir nuestro convivir en tal estado de poder, poseyendo verdades con las cuales comparamos las conductas del observado y, de tal comparación, sentirnos en capacidad y derecho de juzgar al otro, la otra, los otros o a nosotros mismos, da paso al aprendizaje de primer orden. Nos exime de responsabilidad frente al observado y nos hace dependientes de las verdades que han conformado nuestros significados hasta hacernos culpables de nuestras conductas si no respetamos las verdades que, además, pretendemos que el otroobservadocomprenda y respete. Certezas que están más allá de nosotros mismosnos trascienden -y que creemos y usamos como verdades. Sabemos.
Nos movemos desde una epistemología que, según Ferrier (1854), es la teoría del saber. En este caso, podemoscomo observadores externosacceder a la completitud del observado, incluso mejor de lo que lo puede hacer él mismo, incapacitado de poder observarse totalmente a sí mismo ya que no puede salir de sí para tomar la posición privilegiada de observador. Conocer su verdad y saber lo que le pasa en su mundo de lo aisthesicoy en cualquier otroserá, entonces, privilegio del observador externo. Creemos que sabemos de aquello que observamos.
Hay otra posición, tanto para el observador como para el observado, una que considera que las interrelaciones, nuestro vivir en el convivir, es un sistema. Un sistema tal, que es imposible ser observador externo y, por lo tanto, no tenemos el poder de ubicarnos en una posición privilegiada que nos permita aseverar que los seres humanos podamos postular como son los seres humanos. Muy por el contrario, aquí debemos pararnos desde el no saber, según Ferrier (1854), desde la gnoseología. Desde dentro del sistema en absoluto cambio y proceso de nuestro vivir en el convivir. Desde ésta perspectiva nuestro vivir en el convivir, nos obliga a estar siempre atentos a lo que el otro, la otra, los otros y nosotros mismos, experimentamos como proceso. Ser parte, como lo somos, del sistema nos enfrenta al cuestionamiento de lo objetivo.
Hacernos cargo de que nuestra participación en el convivir conlleva una intervención en el proceso y en nuestros significados, éstos son los que generan una interpretación de la interrelación que, cual velos de Isis, no nos dejan conocer una probable objetividad. También debemos reconocer que nuestras verdades y certezas son producto de dichos significados y que, cuando se producen variaciones en los significados, cambian nuestras propias verdades. Es aquí cuando nos estamos observando. Ahora no estamos aprendiendo una objetividad pre-existente, que está allí y la vamos conociendo, paso tras paso, como nos ocurría en el primer orden, propio de la causalidad 41 y el teleologismo 42 .
Lo más importante cuando somos parte del sistema es que aprendemos a aprender. Como observador que es parte del sistema nos hemos instalado en el segundo orden, dando paso a una forma de aprendizaje recurrente 43 . Sigue la forma de un espiral ascendente y, como ya se dijo, es un proceso. Lo sustantivo es aprender y cómo aprendemos; es parte de esto último lo adjetivo: la recurrencia.
Saber lo que sabemos y saber lo que creemos, será de la mayor importancia en nuestro vivir en el convivir. Como ya dijimos la cuestión es: Epistemología, paradigma y otras, que se mueven tras verdades y creyendo que se sabe, exigen que el otro, la otra, los otros y nosotros mismos, nos movamos en la ética y moral que dichas verdades establecen. Así que la cuestión es moverse desde el no saber, a fin de dar paso a las diferentes visiones permitiendo que el otro, la otra, los otros y nosotros mismos, nos movamos desde nuestra estética. 41 Ley en virtud de la cual se producen efectos. A cada causa le sigue un efecto o cada efecto es producto de una causa. 42 En el causalismo todo fenómeno es producto de los principios que lo generan: (1) a todo efecto lo precede una causa. Por su parte (2) en la teleología se postula que todo está regido por su finalidad y esto permitiría predecir el comportamiento de un objeto. El universo está organizado con una finalidad y en razón de ella, son explicables los objetos componentes. 43 Que vuelve a ocurrir.
Lo anterior no constituye una verdad, cuidado con pisarse la cola, solo es un punto desde dónde pararse a observar; solo eso. Dónde me paro como observador, si soy o no observado por mi mismo cuando observo lo que observo, si mi observación está condicionada o no por mis creencias y verdades, se torna de gran importancia en las conversaciones con el otro, la otra, los otros y conmigo mismo.
REFLEXIONAR
, CONVERSAR 45
Caminaremos rumbo a dos temas fundamentales: conversar y reflexionar como hecho reestructurador de nuestra aisthesis.
Lo primero será definir dónde me paro para reflexionar. Lo haré desde el interior del sistema, intentaré pensar desde el segundo orden, en el sentido de ser observador y observado al mismo tiempo. Si quiero hacer esto entiendo que lo haré considerándome la unidad sinolótica que, según ya anticipamos, sería un todo-límite sin partes, puesto que éstas han adquirido tal nivel de interdependencia que resulta imposible disociarlas. He dicho que considero la unidad sinolótica y no parte de ella pues, siendo ella la forma en que entiendo lo que entiendo por totalidad, me deja sin derecho a hablar de totalidad como sustantivo. No puedo hacerlo pues no sé si lo es o no lo es, dar por hecho la existencia de la totalidad como sustantivo me colocaría en la postura de observador externo, que me es imposible tener dado que me pondría fuera de la dicha totalidad, con lo cual ella dejaría de ser una totalidad pues habría algo fuera de ella: yo. Sólo puedo estar dentro y, cuando estoy dentro, todo mi organismo o, como diría Maturana, mi biología, es la que se encarga de percibir 46 . Lo que percibo es aquello que se produce en las interrelaciones; un otro, otra, otros o yo mismo, son percibidos por mi por los hechos, las conductas o, más exactamente, por las interpretaciones 47 que hago de dichas conductas. Un humano que no tuviera conducta algunacosa imposibleno existiría para mí, no tendría manera de saber que está, pues no habría interpretación posible. Desde esta perspectiva lo que trato de decir es que la totalidad es para cada uno de nosotros el conjunto de conductas, de hechos, de coordinaciones, que hemos manifestado en las interrelaciones de nuestro 44 Considerar nueva o detenidamente algo. 45 Hablar con otro, otra y otros. 46 Recibir sensaciones a través de los sentidos. 47 Explicar el sentido o significado de una cosa. vivir en el convivir y no el simple conjunto de nosotros y cosas. El filósofo Ludwig Wittgenstein (1921) afirma que "El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas. Así como no es posible pensar en objetos espaciales fuera del espacio y objetos temporales fuera del tiempo, no podemos pensar en ningún objeto fuera de la posibilidad de su conexión con otros". En fin, siendo como somos, hijos del lenguaje y nuestras conversaciones, cosa que hizo que deviniéramos en humanos, está fuera de toda posibilidad la existencia de un ser humano fuera de la conexión con otro, otra u otros seres humanos.
Los seres vivos en particular los seres humanos tenemos, entonces, dos dimensiones de existencia: la biológica, la estructural y, la otra, es su existencia como totalidad, sus relaciones con otros. La primera nos hace sentir individuos y en ella experimentamos las emociones, la segunda nos envía al mundo de las interrelaciones donde hará su labor el lenguaje y claro, las emociones que le preceden.
Otra cuestión que dejaré establecido es que, en lo sucesivo, me referiré a nosotros los seres humanos y sus relaciones, interrelaciones e intrarrelación, todo lo cual constituye la totalidad puesto que la interdependencia que existe entre ellas no permite que sean disociadas. Entre dos o más humanos no se puede eliminar la interrelación existente, no puede desaparecer, sólo se pueden cambiar las características de la interrelación.
Cuando empezamos, yo escribiendo y usted leyendo nos contactamos con el australophitecus, simio sudafricano que habitó nuestro planeta hace unos dos millones quinientos mil años, amoroso pero, no humano. Un homínido que tal vez dio origen al homo habilis, ¿quién sabe?, homo habilis con el cual podemos reconocer la aparición del lenguaje oral articulado hace unos dos millones de años. Así que al hombre de nuestro inicio le faltan unos quinientos millones de años para poder decirle a su interlocutor lo que siente, mucho que consensuar todavía.
Demos un salto y revisemos, brevemente, lo que entiendo por ser humano. Me gusta lo planteado por el doctor Maturana (1996) "como el convivir humano tiene lugar en el lenguaje, ocurre que el aprender a ser humanos lo aprendemos al mismo tiempo en un continuo entrelazamiento de nuestro lenguaje y emociones en nuestro vivir. Yo llamo conversar a este entrelazamiento del lenguaje y emociones 48 . Por esto el vivir humano se da, de hecho, en el conversar (…) Lo que vivimos lo traemos a la mano y configuramos en el conversar, y es en el conversar donde somos humanos".
De esto hablamos en los primeros apartados, de cómo conversar.
Nos adentraremos un poco más en las conversaciones y para ello, en primer lugar, diré algunas cosas mínimas respecto de las relaciones que establecemos.
48 El término emoción viene del latín emotĭo, -ōnis, que significa "el impulso que induce la acción". Las emociones son fenómenos psicofisiológicos que representan modos de adaptación a ciertos estímulos ambientales o de uno mismo. "Psicológicamente, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria. Fisiológicamente, las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del sistema nervioso autónomo y la del sistema endocrino, a fin de establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo. Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, y poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas" (Levenson, 1994). Emoción y sentimiento casi se utilizan como sinónimos en el lenguaje coloquial. Richard Lazarus (1991) define sentimiento como el componente subjetivo o cognitivo de las emociones, es decir la experiencia subjetiva de las emociones. En otras palabras, la etiqueta que la persona pone a la emoción. Maturana (2001) nos dice que el amor es la emoción que constituye las acciones de aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia; por lo tanto, amar es abrir un espacio de interacciones recurrentes con otro en el que su presencia es legítima sin exigencias.
EL AMOR, LAS RELACIONES SOCIALES Y NO SOCIALES
Los seres humanos existimos en el fluir de nuestras emociones que determinan diferentes clases de dominios de conductas relacionales. Maturana (1996) nos dice que lo anterior resulta el 'lenguajear' lo vivimos en la vida cotidiana entrelazado con el fluir de nuestras emociones en lo que llamamos conversar.
"Entre todas las emociones que vivimos en el fluir de nuestro 'emocionear', el amar es el fundamento del vivir en el 'bien-estar' en la aceptación implícita de la legitimidad de toda existencia" (Maturana, 1996) Aquello que distinguimos como amar en nuestro vivir en el convivir cotidiano son las conductas relacionales en las que el otro, la otra, los otros y nosotros mismos surgen como legitimo otro en coexistencia con uno.
El amor no es algo especial; es cotidiano y notarán que en todas las situaciones de crisis humanas, de crisis en las comunidades, de terremotos, de incendios, de situaciones extremas, las personas se encuentran en un nivel básico humano donde la solidaridad está presente y ni siquiera hay que recomendarla, surge sola ¿Por qué? Porque el amor nos pertenece como característica biológica que funda lo humano.
El acto de amar está constituido por las conductas relacionales en las que el otro, la otra, los otros y uno mismo surge como legítimo otro en el convivir con uno, el amar es unidireccional, no espera retribución y es negado por las expectativas. El amar no es generoso, ni altruista, ni solidario, simplemente no admite adjetivos. Según Maturana (1996) cuando usamos adjetivos que califican la naturaleza del amar al hablar de amar, revelamos que no hay amar. La intención de amar en el amar niega el amar y la conducta que queremos sea amorosa surge manipulativa.
El amar ocurre en el fluir del vivir en el presente en la legitimidad de todo, sin dualidad, sin hacer distinciones de bueno o malo, de hermoso y feo.
"¿Saben ustedes que la mayor parte de las enfermedades humanas tiene que ver con la negación del amor? Nos enfermamos si no nos quieren, si nos rechazan, si nos niegan, o si nos critican de una manera que nos parece injusta. Enfermamos porque la dinámica fisiológica tiene que ver con la dinámica emocional.
En lo que respecta al deseo de controlar las emociones, pienso que se trata de un planteamiento inadecuado, porque supone que hay que controlarlas por su carácter negativo. Pero no es así: las emociones constituyen el fundamento de todo nuestro quehacer. Lo que sí cabe es darse cuenta de ellas para actuar responsablemente, esto es, dándose cuenta de si uno quiere o no quiere las consecuencias de sus acciones. La responsabilidad tiene que ver con el darse cuenta de los propios deseos, y surge en la reflexión como un acto en el que uno pone sus deseos bajo el escrutinio de los deseos. En otras palabras, la responsabilidad no pertenece al dominio de la razón. Lo mismo ocurre con la libertad que surge con nuestra responsabilidad sobre nuestra responsabilidad.
El deseo de control es un deseo de dominio que surge de nuestra falta de confianza ante lo natural y ante nuestra capacidad de convivencia con lo natural. En el deseo de control se constituye la ceguera ante el otro o lo otro, y ante sí mismo, que no me permite ver las posibilidades de convivencia. Por ejemplo, si yo no pretendo controlar el clima, o el caudal del río Mapocho, las únicas preguntas que me puedo hacer son ¿qué cambios han ocurrido, y qué cambios tendría que hacer para que cambie la dinámica del río Mapocho, de tal manera que no sucedan ciertas catástrofes? Al aceptar al río Mapocho sin intentar controlarlo, no me pongo a luchar contra él y puedo ocuparme de la reforestación de la cordillera que resultaría en la regulación natural de su caudal. Así, por ejemplo, si me ocupo de la reforestación para que los cerros retengan más agua cuando llueve y no la entreguen inmediatamente toda al río, no quiere decir que esté "controlando" el río, porque no estoy en lucha con él. Lo que hago, al modificar las circunstancias de la constitución del río, es convivir con él en un continuo darme cuenta de cuándo la cosa va siendo adecuada o no para esa convivencia. Porque acepto al río me doy cuenta de que él, las montañas, nosotros, etc., formamos un sistema de coexistencia que no se puede alterar sin negar a uno u otro." (Maturana, 1996) Cuando uno abandona la noción de control y acepta la noción de cooperación o convivencia, aparece el sistema. Uno se da cuenta de él.
En resumen, cuando nuestras relaciones pertenecen al dominio relacional de la legitimidad, del amor, el convivir deviene en un adecuado reestructurador humano que nos permite vivir nuestro vivir en el convivir de manera armónica y dormir cada noche en paz. Por el contrario, cuando nos movemos en interrelaciones en el dominio relacional de la negación, nuestro vivir en el convivir se torna agresivo, conflictivo y no descansamos cada noche.
Si bien el amor es la emoción fundamental que gatilló la evolución de lo humano por medio del lenguaje, también lo es para los fenómenos sociales. Al aceptar al otro como en legítimo otro en la convivencianuestro vivir en el convivirestamos dando por sentado que todo proceso social se funda en el amor.
Las relaciones humanas que no se basan en el amor, no son relaciones sociales.
Cuando las personas se encuentran aparece la dinámica de la biología del amor. Se encuentran, conversan, se respetan o se rechazan.
El amor no es un fenómeno biológico raro ni especial, es un fenómeno biológico cotidiano. Más aún, el amor es un fenómeno biológico tan básico y cotidiano en lo humano, que frecuentemente lo negamos culturalmente creando límites en la legitimidad de la convivencia en función de otras emociones. Por ejemplo en Chile, durante la dictadura, se creó consciencia de guerra. Dice Maturana (2001) que cuando hay una lucha con otro, consiste en la negación del amor que abre paso a la indiferencia, y luego en el cultivo del rechazo y del odio que niegan al otro y permiten o llevan a su destrucción. Si no se hace así, la biología del amor deshace al enemigo.
Si los miembros de la derecha política, o los militares, hubieran conversado con los miembros de la Unidad Popular en el Chile de los setenta en el siglo pasado, se acababa la idea de la guerra. Había que prohibir el encuentro de los enemigos fuera de la lucha. Es por esto que el torturador tiene que insultar y denigrar al torturado. Si no lo niega, no podría torturarlo. Se lo impediría el amor.
Según Maturana (2001) hacemos posible la negación del otro inventando discursos racionales que niegan al amor. De esta manera, negando al otro a partir de negar al amor, la negación del otro se torna culturalmente legítimo, ya que en lo espontaneo de nuestra biología estamos dispuestos a la aceptación del otro como un legítimo otro en el convivir. Según Maturana, "esta disposición biológica básica es básica en nosotros, porque es el fundamento de nuestra historia homínida."
La "negación" del otro o la "no negación"legitimización del otrodefinirá, en último término, el tipo de relación que establecemos.
Adscribo a lo dicho por Maturana (2001) Nuestro problema está en que confundimos dominios, porque funcionamos como si todas las relaciones humanas fuesen de la misma clase, y no lo son. Las relaciones humanas que no se fundan en la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia, no son relaciones sociales. Las de trabajo no son relaciones sociales. Lo mismo ocurre con las relaciones jerárquicas, pues éstas se fundan en la negación mutua implícita, en la exigencia de obediencia y entrega de poder que traen consigo. El poder surge con la obediencia y la obediencia constituye el poder como relaciones de mutua negación. Las relaciones jerárquicas son relaciones fundadas en la sobrevaloración y en la desvaluación que constituyen el poder y la obediencia y, por lo tanto, no son relaciones sociales.
Corrientemente hablamos como si el poder lo tuviese el otro, y en verdad no es así. El poder no es algo que uno u otro tiene, es una relación en la que se concede algo a alguien a través de la obediencia, y la obediencia se constituye cuando uno hace algo que no quiere hacer cumpliendo una petición. El que obedece se niega a sí mismo, porque por salvar u obtener algo hace lo que no quiere a petición del otro. El que obedece actúa con enojo, y en el enojo niega al otro porque lo rechaza y no lo acepta como un legítimo otro en la convivencia. Al mismo tiempo, el que obedece se niega a sí mismo al obedecer y decirse: 'no quiero hacer esto, pero si no obedezco me expulsan o me castigan, y no quiero que me expulsen o castiguen'. Pero, el que manda también niega al otro y se niega a sí mismo al no encontrarse con el otro como un legítimo otro en la convivencia. Se niega a sí mismo porque justifica la legitimidad de la obediencia del otro en su sobrevaloración, y niega al otro porque justifica la legitimidad de la obediencia en la inferioridad del otro.
De modo que las relaciones de poder y de obediencia, las relaciones jerárquicas, no son relaciones sociales. Los seres humanos no somos todo el tiempo sociales; lo somos sólo en la dinámica de las relaciones de aceptación mutua. Sin acciones de aceptación mutua no somos sociales. Sin embargo, en la biología humana lo social es tan fundamental que aparece a cada rato y por todas partes.
En el marco de las relaciones sociales no caben los sistemas legales, porque las relaciones humanas se dan en la aceptación mutua y, por lo tanto, en el respeto mutuo.
Los sistemas legales se constituyen como mecanismos de coordinación conductual entre personas que no constituyen sistemas sociales. Dentro del sistema social se opera en una congruencia conductual que se vive como espontánea, porque es el resultado de la convivencia en aceptación mutua.
Yo digo que los fenómenos sociales tienen que ver con la biología, y que la aceptación del otro no es un fenómeno cultural. Más aún, mantengo que lo cultural, en lo social, tiene que ver con la acotación o restricción de la aceptación del otro. Es en la justificación racional de los modos de convivencia donde inventamos discursos o desarrollamos argumentos que justifican la negación del otro.
Las relaciones humanas se dan siempre desde una base emocional que define el ámbito de convivencia. Por esto, la convivencia de personas que pertenecen a dominios sociales y no sociales distintos requiere de la estipulación de una legalidad que opera definiendo el espacio de convivencia como un dominio emocional declarativo que especifica los deseos de convivencia y así el espacio de acciones que lo realizan."
Según todo lo anterior las interrelaciones humanas son muy dependientes de los consensos que hacemos en nuestro vivir en el convivir y esto lo hacemos en las conversaciones. Es el lenguaje lo que nos hace humanos, es a través del lenguaje que las emociones devienen en sentimientos, propios del humano que somos. Es, entonces, indispensable que revisemos algo de lenguaje y conversaciones; y, qué entendemos como tales.
LENGUAJE.
49
El lenguaje como fenómeno en las interrelaciones consiste, al decir de Maturana (2001), en un operar recurrente, en coordinaciones de coordinaciones conductuales consensuales. De esto resulta que las palabras son nodos en redes de coordinación de acciones. De aquí se deduce que el contenido de conversar no es inocuo en una interrelación, una intrarrelación o en una tertulia; en definitiva, no es inocua en una comunidad por la condición de unidad sinolótica de ésta.
"Las conversaciones, como un entrelazamiento del emocionar y el "lenguajear" en que vivimos, constituyen y configuran el mundo en que vivimos como un mundo de acciones posibles en la concreción de nuestra transformación corporal al vivir en ellas. Los seres humanos somos lo que conversamos, es así como la cultura y la historia se encarnan en nuestro presente.
Para que haya historia de interacciones recurrentes tiene que haber una emoción que constituya las conductas que resultan en interacciones recurrentes. Si esa emoción no se da, no hay historia de interacciones recurrentes, y sólo hay encuentros casuales y separaciones.
Hay dos emociones pre lenguaje que hacen eso posible. Estas son el rechazo y el amor. El rechazo constituye el espacio de conductas que niegan al otro como legítimo otro en la convivencia; el amor constituye el 49 El origen de lo humano se da en el lenguaje (Maturana H. "Emociones y Lenguaje en Educación y Política") El lenguaje está relacionado con el emocionar y el emocionear. El lenguaje es dinámico, cambiante, ya que depende de mi relación con el medio y cómo mi estructura se adapta a él. En el convivir con otros establecemos el lenguajear. espacio de conductas que aceptan al otro como un legítimo otro en la convivencia. El rechazo y el amor, sin embargo, no son alternos, porque la ausencia de uno no lleva al otro y ambos tienen como alternativa a la indiferencia. Rechazo y amor, sin embargo, son opuestos en sus consecuencias en el ámbito de la convivencia; el rechazo la niega y el amor la constituye. El rechazo constituye un espacio de interacciones recurrentes que culmina en la separación; el amor constituye un espacio de interacciones recurrentes que se amplía y puede estabilizarse como tal. Es por esto último que el amor constituye un espacio de interacciones recurrentes en el que se abre un espacio de convivencia donde pueden darse las coordinaciones conductuales de coordinaciones conductuales consensuales que constituyen el lenguaje que funda lo humano, y es por esto que el amor es la emoción fundamental en la historia del linaje homínido a que pertenecemos." (Maturana, 2001)
CONVERSACIONES.
Postulo aquí que los seres humanos no somos otra cosa que seres lingüísticos, a la manera que lo explica Echeverría (1994), vivimos constreñidos a nuestra capacidad de generarle sentido a nuestras vidas. Lo hacemos interpretándonos a nosotros mismos y a lo que nos rodea, constantemente. La interpretación del mundo que nos rodea así como la de nosotros, la hacemos cuando operamos en el lenguaje.
Sobre esta base hemos visto hasta ahora dos facetas del lenguaje: escuchar y decir o hablar 50 . No existe en la comunicación humana un hablar sin un escuchar. Cuando alguien habla hay alguien escuchando, pudiendo ser ese alguien uno mismo cuando no hay otra persona. Por lo tanto, no se da el hablar sin el escuchar. Cuando el hablar y el escuchar están interactuando juntos, estamos en presencia del conversar. Es en el contexto del conversar cuando podemos decir que en la comunicación humana no existe un escuchar sin un hablar, así como antes aseveramos que no existe un hablar sin un escuchar.
Antes de continuar con las conversaciones, haré un paréntesis referido al quiebre como conflicto, lo que permitirá avanzar en revisar las distintas conversaciones producto del conflicto.
En consideración a los énfasis propuestos por las distintas disciplinas respecto del conflicto, y en el espíritu de ampliar la perspectiva de profesionales que trabajen directamente en este campo, propongo trasladar la mirada a un concepto de carácter interaccional donde más que hablar de conflictos podría hablarse de interacciones conflictivas en la interrelación.
Por otra parte, trasladar la conceptualización de conflicto desde una visión de "constructo" casi ajeno a los procesos de relación entre las personas y atribuido a ciertos resultados externos al contexto en que ese comportamiento se generó a una perspectiva que incorpora la dimensión relacional: "El conflicto no tiene origen en una parte, se genera en la lucha entre dos partes que en algún sector son incompatibles (ya sea en el sector de las creencias, las acciones, las cogniciones, las conductas, etc.)" (Suares, M. 1996). Suares (1996) propone hablar de proceso conflictivo más que de conflicto. En consecuencia, el proceso conflictivo es el resultado de un proceso coconstruido entre las partes involucradas y no son sólo responsabilidad de una persona de manera exclusiva, en perjuicio de la otra. "Habría involucración y no necesariamente consentimiento" La definición de conflicto interpersonal incluye (Walton, R. 1973):
"1.-Desacuerdos interpersonales sobre cuestiones sustanciales o arraigado en la sustancia de la tarea. Los problemas sustantivos consisten en desacuerdos sobre políticas y prácticas, competencias por los mismos recursos y concepciones discrepantes sobre los papeles o funciones y las relaciones entre éstos (Likert, R. 1986).
2.-Antagonismos interpersonales, es decir, diferencias personales y emocionales, que surgen de las relaciones interpersonales entre seres humanos interdependientes. Los problemas emocionales implican sentimientos negativos entre las partes (ira, desconfianza, desprecio, resentimiento, temor, rechazo). La privación de necesidad personal o quedar sin satisfacer alguna necesidad personal notoria; presencia de necesidades personales incompatibles (pedir cosas contradictorias de acuerdo a las propias necesidades personales) o diferencias y semejanzas de estilos personales que pueden volverse amenazadoras pueden llegar a convertirse en conflictos emocionales. Suponen procesos de resolución de corte más afectivo."
En resumen, los quiebres y/o conflictos, son el resultado de interrelaciones que no están basadas en el respeto por el otro, en no considerar al otro un legítimo otro, ya sea que se trate de relaciones sociales o no sociales, ya sea una interrelaciónentre dos personas -, en una multirrelaciónen el caso de grupos -, o en la intrarrelacióncon uno mismo -, con las características que cada una tiene.
Finalmente, al ser poseedores de la verdad esta choca con otras verdades, ya sea la de otra persona o con las históricas y culturales propias. Esto hace surgir el conflicto.
El conflicto crea oportunidades para adquirir poder, clarificando de manera autónoma qué causa insatisfacción y qué contribuiría a dar satisfacción y como resultado de la capacidad de realizar y fortalecer la capacidad y los recursos personales para encarar preocupaciones sustantivas y cuestiones relacionales, permite desarrollar y ejercitar la autodeterminación. Entendida esta última como la capacidad de decidir por sí mismo la definición y las formas de enfrentar y resolver las dificultades.
Los conflictos nos llaman a la acción, quiero decir, devienen en una emoción que promueve otras acciones y que se desarrollan conforme se estructuran los sentimientos. Es así como las conversaciones se tornan determinantes en lo que somos y del grado de satisfacción que sentimos en nuestro vivir en el convivir. De cómo sean nuestros significados y de las conversaciones que tengamos dependerá, entonces, cómo será nuestro vivir y si éste será un reestructurador emocional y conductual que nos haga sentir el placer de vivir o el displacer del mismo.
Diré, entonces, que habrá conversaciones que serán "terapéuticas" para nosotros y otras que no lo serán, por lo tanto, si bien no puedo aseverar que el convivir pueda usarse como terapia; un adecuado convivir, con las conversaciones desde el respeto y el amor, será generador y regulador de nuestro vivir afectivo o, cuando menos, transformador de aquello que nos afecta y no es placentero y, por tanto, deseamos cambiar.
Cambiar es algo que hacemos cada uno de nosotros por si mismo, no puede hacerlo otro por nosotros. Nosotros nos reestructuramos.
REESTRUCTURACIÓN HUMANA
La tarea del Facilitador, como lo hemos denominado, es facilitar al Protagonista su crecimiento como ser humano que se respeta a sí mismo y al otro, la otra o los otros, con consciencia social a fin de que puedan actuar con responsabilidad en la comunidad a la que pertenece. Según Maturana (1995) la responsabilidad y la libertad solo son posibles desde el respeto por si mismo que permite escoger desde si y no movido por presiones externas.
Trabajamos con seres humanos, así que solo podemos aspirar a colaborar en la reestructuración del mismo y, en particular, la reestructuración de los afectos 51 , de los sentimientos. Hablamos de formación humana donde la persona es capaz de ser cocreadora con otros de un espacio humano de convivencia social deseable, agradable a ella y al otro, la otra y los otros. Creadora de interrelaciones armónicas, que sean generadoras de tranquilidad, de paz o, como ya dijimos, agradables. Como dice Víctor Arroyo 52 (2011) personas que se acuesten en la noche y puedan dormir tranquilas y profundamente, en paz consigo mismas.
Para lograr lo anterior, el ámbito que debemos generar y en el que debemos actuar como Facilitadores, debe darse en la admisión del protagonista como un ser legítimo en su totalidad en cada instante y no como un tránsito a obtener ciertas conductas que reemplacen a las conductas no deseadas por las cuales está con nosotros. Esto implica no dirigir la mirada al resultado a obtener sino, a acoger al otro, la otra o los otros en su legitimidad, aunque el Facilitador actúe consciente de lo que espera del protagonista.
Esto significa que los cambios de conducta deben estar centrados en la formación humana y no en la formación técnico-cognitiva. Por ejemplo, si tratamos a jóvenes que presentan consumo de drogas, buscaremos los cambios de conducta a partir de la formación humana y no desde el simple conocimiento del daño que produce el consumo de drogas. Esto último no es materia de los Facilitadores, es materia de capacitación que podrán realizar los equipos técnicos si fuere necesario.
Dirigiremos nuestra acción hacia crear las condiciones que le permitan al Protagonista ampliar su capacidad de acción y reflexión en el mundo en que vive, de manera que pueda contribuir a su conservación y transformación de manera responsable. Lo que se pone en juego es la capacidad de hacer y reflexionar del Protagonista y no la transformación o cambio de su ser.
Lo que esperamos es que el Protagonista se transforme en su vivir en conexión con el vivir del Facilitador, produciéndose así el proceso de transformación en la interrelación del convivir. Esta transformación ocurre en dimensiones explícitasconscientesy también implícitasinconscientesque son propias del convivir. El Facilitador debe saber que el Protagonista se transforma en coherencia con su emocionar. Las dimensiones mencionadas modulan el emocionar y especifican lo que el Protagonista puede oír, entender o hacer desde el razonar. Será el Protagonista quien elabore su vivir en el convivir desde el placer intelectual y sensorial simultáneo e inseparable, como un arte, desde su estética. Arte viene de 'Agere' que el latín significa hacer, realizar, elaborar. Elaborar según Rafael Sánchez (1971) es la mejor traducción del 'agere' latino. Es como "sacar de". Todo ser humano puede sacar algo nuevo de sí mismo, su largo aprendizaje está destinado a adquirir la habilidad 'artesanal' para imprimir forma a lo que no lo tiene, particularmente en el ámbito de las emociones.
La vida humana ha seguido el curso de las emociones y no el de la razón. Al decir de Maturana (1994) las emociones son dinámicas corporales que especifican las clases de acciones que un animal puede realizar en cada instante en su ámbito relacional.
"El amor, por ejemplo, es el dominio de conductas relacionales a través de las cuales el otro surge como un legítimo otro en convivencia con uno; y la agresión es el dominio de las conductas relacionales a través de las cuales el otro es negado como un legítimo otro en convivencia con uno." (Maturana, 1994) Los seres humanos somos el producto de una historia amorosa y no de una agresiva o de competencia. Tanto que, cuando se nos niega el amor en el convivir, enfermamos. De aquí la importancia que el ámbito de desarrollo de la actividad del Facilitador y su Protagonista debe ser amoroso, en el que se reestructure el hacer y no el ser del Protagonista. Generamos así lo que podemos denominar como el espacio de convivencia.
Las dificultades del Protagonista no surgen de características intrínsecas de su personalidad u otro orden como el intelectual, surgen de la negación del amor como espacio de su convivir y esto se parte corrigiendo al generar un espacio de convivencia con el Facilitador en el que es un legítimo otro, en un espacio amoroso.
AMARSE A SI MISMO. INTRARRELACIÓN.
Clyde Kluckhohn decía, con insistencia, que los seres humanos no terminan en su propia piel; son expresión de la cultura. Considerar el mundo como un flujo indiferente de información que es procesada por individuos, cada uno actuando a su manera, supone perder de vista cómo se forman y funcionan los individuos. O, como dice Geertz, "no existe una naturaleza humana independiente de la cultura". Agregaré, por si lo dicho anteriormente deja afuera algún aspecto, que la condición humana se elaboraelaboracionismo continuo en la unidad sinolótica de la que somos parte, por lo tanto lo que mal denominamos naturaleza humana, está formada por las multirrelaciones, el multiverso que constituye la unidad sinolótica, con lo cual incluimos además de la historia del Protagonista, su cultura, sus interrelaciones sociales todas, tanto conscientes como inconscientes.
Según Jerome Bruner (1990) una psicología sensible a la cultura (especialmente si otorga un papel fundamental a la psicología popular como factor mediador) está y debe estar basada no sólo en lo que hace la gente, sino también en lo que dicen que hacen, y en lo que dicen que los llevó a hacer lo que hicieron.
También se ocupa de lo que la gente dice que han hecho los otros y por qué. Y, por encima de todo, se ocupa de cómo dice la gente que es su mundo.
Entonces, lo que quiero dejar establecido es que los Facilitadores nos ocupamos de los significados que tenemos e interpretaciones que, a partir de ellos, hacemos. Esto constituye la verdad -(verdad) -, o las creencias, de cada uno de nosotros, nuestra realidad y desde ella, actuamos y entendemos que somos objetivos.
No importa cuán ilusoria pueda parecerle a un observador externo nuestra verdad, o lo que podamos pensar posteriormente de ella nosotros mismos, en el momento que la estamos viviendo es real. Y será así mientras no tengamos otros significados que nos permitan transmutarla 53 . Esos nuevos significados el Protagonista los puede encontrar en sus conversaciones con el Facilitador o en cualquier conversación que tenga con otro, otra u otros. A este proceso de transmutación lo hemos denominado desarrollo personal, desarrollo evolutivo, iniciación y quizás cuántas cosas más. Es simplemente aprendizaje o, como en el caso de la iniciación, aprendizaje significativo. Todo en las interrelaciones propias de la unidad sinolótica de la que somos parte.
Lo
anterior lo realizamos en las conversaciones. Las conversaciones son el momento de la interrelación en que negociamos y renegociamos significados con otro, otra, otros y nosotros mismos; esto último, en la intrarrelación. Así se produce el aprendizaje en cada uno de nosotros.
El aprendizaje es una transformación en la convivencia. Y el Protagonistatambién el Facilitadorse transforman en personas de una clase u otra según haya vivido esa transformación. Aprenden el vivir que conviven con el otro.
La mayor dificultad de negociación y renegociación se presentará en las negociaciones y renegociaciones con nosotros mismos, en lo que denominamos intrarrelación. Veamos.
Pienso. Me hablo a mí mismo. Me planteo dudas y me respondo, me digo que puedo hacerlo y me respondo que tal vez no podré. En fin, todos hemos pasado por esto:
Me acuesto a eso de las diez de la noche pensando cómo enfrentar el quiebre que he tenido en mi relación de pareja, me veo enfrentado a una interacción conflictiva. Algo en la interrelación cambió, debo decir cambió la interrelación y se produjo una dificultad en la coordinación que no nos permitió consensuar. No pudimos consensuar, no logramos la coordinación de conductas y mucho menos coordinación de coordinaciones.
Me pregunto en qué momento la negué, dejé de relacionarme con ella como una legítima otra. En qué momento me negué a mí mismo, cuándo dejé de considerarme legítimo y me relacioné conmigo mismo desde la negación.
Reviso todo lo ocurrido, le doy vueltas al asunto una y otra vez y… nada, invariablemente vuelvo al punto de partida, no logro ver, no logro saber, no logro cambiar la perspectiva y amanezco en el punto en que me acosté la noche anterior.
Era de esperar, no sólo no me he respetado a mí mismo, además pocos significados nuevos me acompañaron en la conversación conmigo mismo. Falla mi intrarrelación, eso es.
La
intrarrelación tiene las mismas características que la interrelación, la única diferencia es que, mientras la segunda la establezco con otro, otra u otros; la primera la establezco conmigo mismo.
Cuando hablamos de interrelación, hablamos de negociar y renegociar significados entre dos personas cuando menos. Los significados del otro, la otra u otros, vienen a integrarse a los significados que tengo y podré pasar por un aprendizaje que se traduzca en una transmutación de mis significados, una reestructuración en lo aisthesico y eso traerá consigo resignificaciones que me permitirán realizar coordinación de coordinaciones consensuadas con el otro, la otra u otros, en mi vivir en el convivir.
Por su parte la intrarrelación se da en la conversación conmigo mismo. Debo, entonces, negociar y renegociar conmigo. He aquí la dificultad, los significados que pondré en juego en las negociaciones serán los mismosen el ámbito relacional conscientepara mis partes en negociación, lo cual ayuda muy poco a consensuar nuevas coordinaciones conductuales, con lo que mi vivir en el convivir conmigo mismo no cambiará por esta acción y en mi ámbito relacional afectivo todo seguirá igual. Sin embargo, hay significados que no son conscientes para mí, están en el ámbito de lo inconsciente y, cuando afloran, se hacen conscientes, si aportan a la resignificación. Es, entonces, cuando puedo realizar coordinación de coordinaciones consensuadas conmigo mismo, poniendo en juego los nuevos significados que he hecho conscientes. Esto es lo que se logra en la meditación.
Lo anterior exige las mismas consideraciones que hemos hecho para las interrelaciones: escucha sin censere, decir o hablar siendo manifestativo, considerar cada una de mis partes en conversación como legítima, etc. Nada de controlar, nada de eliminar de mí. Simplemente adicionar significados y resignificar, lo que hará que se reestructuren o transmuten mis conductas. Habré evolucionado a partir del nuevo aprendizaje que agregó significados.
Considerarme un legítimo otro interlocutor en la intrarrelación, no es otra cosa que respetar todos los planteamientos que me hago, doy paso a los nuevos que afloran en meditación y los integro al juego de los significados si me gustan, si me hacen sentido y, entonces, resignifico. Hacerlo así es lo que llamamos "amarse a sí mismo". Me trato, converso conmigo, sin censere. Se produce en mi una intrarrelación que produce armonía en mi, puedo acostarme en la noche y dormir tranquilo.
¿Por qué puedo dormir tranquilo? Porque me he tratado con amor, porque he crecido al elaborarme a partir de la integración de nuevos significados que me gustan y que vinieron a reemplazar o transmutar las conductas que eran producto de los significados anteriores y ya no me gustaban, o me di cuenta de que gustaban menos que las nuevas producto del aprendizaje. Como me gustan las nuevas conductas, me gusta haber resignificado y me he puesto en armonía conmigo mismo cosa que me gusta de sobremanerami vivir en el convivir conmigo mismo es placentero. Por tanto, repetiré la experiencia de resignificar. Volveré a meditar.
Finalmente, debo decir que si el humano es producto de las conversaciones, cuando en el pensamiento converso conmigo mismo, acabo siendo lo que pienso: un humano feliz o infeliz, dependiendo de mis conversaciones en la intrarrelación y no producto de las interrelaciones. Dicho de otra manera, soy lo pienso que soy y, por lo tanto, lo que me digo que soy; sin importar que los significados, que hacen que me piense de cierta forma o que me diga lo que me digo, sean producto de interrelaciones.
LO QUE SI SABEMOS DEL PROTAGONISTA.
Si tengo al Protagonista frente a mí, conversando aquello que le interesa conversar de su vivir en el convivir, lo que tengo al frente es un ser humano. Ningún otro tipo de ser podría estar conversando conmigo como Facilitador, creando una interrelación por medio del lenguaje, sólo un humano.
Una de las cuestiones que sabemos de ese ser humano es que manifiesta dos características que lo hacen tal: (1) puede emocionar, de él surge al menos una emoción cuando busca interrelacionarse conmigo, el amor. Precisamente por amar, puede consensuar conmigo y realizar coordinaciones conductuales. (2) Usa el lenguaje y puede conversar.
Hay una segunda emoción que puede surgir en el Protagonista: el rechazo pero, en este caso queda cerrada la posibilidad de realizar coordinaciones conductuales consensuales puesto que se produce la negación. Aunque no debería, el rechazo podría presentarse también en el Facilitador. Si así fuera, habrá que derivar al Protagonista con otro Facilitador.
Sabemos, además, que tiene tres derechos frente al proceso y que son:
1. Derecho a equivocarse, a cometer errores. Cometer errores o equivocarse es lo que le permite aprender al corregir. Maturana dice que el derecho a equivocarse es fundamental, porque si uno no tiene derecho a equivocarse no tiene cómo corregir los errores porque no tiene cómo verlos. Para equivocarse se tiene que aceptar que no se es dueño de la verdad.
2. Derecho a cambiar de opinión. He aquí el reconocimiento de estar en un proceso de desarrollo humano que, como tal, es cambiante o no sería proceso.
Además, será un proceso. El Protagonista es un ser que en su hacer está en constante cambio, en elaboracionismo continuo.
Hasta aquí lo que sabemos que sabemos.
Cualquier otra cosa que digamos de él, no es más que una interpretación que hacemos a partir de nuestros propios significados. Cualquier otra cosa será, entonces, una representación social, una etiqueta puesta desde la mirada privilegiada del observador externo que creemos ser.
Como somos parte del sistema, parte de la unidad sinolótica, no tenemos posición de privilegio y nada sabemos del Protagonista. Así que sabemos que nada sabemos del Protagonista salvo lo dicho.
CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO.
Cuando hablamos de reestructuración, de transmutación, estamos haciendo mención a un proceso que tiene ciertas características que se tendrán en cuenta en el ámbito relacional.
Mencionaré aquí las que me parecen que el Facilitador deberá tener siempre en cuenta:
1. En el desarrollo de estas actitudes el protagonismo de los implicados acaba compartiéndose: es un proceso de transformación mutua.
2. Es un camino que funda las bases de la seguridad afectiva y permite la autorregulación de la propia acción, contenida en una buena aceptación de los límites.
3. Permite pasar de las relaciones de poder a las relaciones de reconocimiento: lo que facilita el paso del trauma a la resiliencia creativa.
4. Nos ayuda a recuperar la confianza en nosotros mismos, en los otros, y en el valor de los vínculos afectivos.
5. Es un proceso que trasciende la visión monolítica e instrumental de los valores porque permite construirlos desde la dimensión de la complejidad, evitando, a su vez, culpabilidades instaladas en una cultura arcaica.
Al decir de Cáceres "el papel de los valores aparece en el mismo centro de su desarrollo, referido al proceso vital de convertirse en persona, que de alguna manera podríamos concretar en un itinerario de diferenciación y descentración, de separación, que permita a los niños, en el fondo, a todo el mundo, afianzar su identidad personal, social y ecológica, así como la consolidación de los aprendizajes (hacer, conocer, ser, convivir), y pasar por un itinerario de crecimiento personal que desarrolle: la autonomía, la creatividad, la metacognición, la responsabilidad y la trascendencia." (pdf s/fecha) Desde siempre hemos reconocido la cualidad humana de la resiliencia. Esta cualidad nos muestra algunos matices que debo dejar aquí como una manera de insistir ante el Facilitador y el Protagonista, para que el primero no se pierda y crea que él está "sanando" y para que el segundo sepa que puede reestructurarse.
Debemos considerar: (1) Se trata de una capacidad para sobreponerse a las dificultades y de crecer en la duración de las mismas. (2) Esta capacidad se apoya menos en la fuerza que en una serie de elementos positivos como la amistad, el proyecto de vida, una espiritualidad... que permitan la elaboración o la reelaboración de la vida. (3) Esta capacidad nunca es absoluta. (4) Esta capacidad se presenta bajo la forma de un proceso de vida que se construye con otras personas del entorno, y que permanece siempre variable. (5) Normalmente este proceso necesita la articulación de responsabilidades entre diferentes personas, diferentes grupos, diferentes niveles en la sociedad y comprende la responsabilidad -a veces pequeña pero siempre bien real-de la víctima para con su propio futuro. (6) La realidad humana de la resiliencia es verdaderamente un proceso de crecimiento, una evolución positiva a través de grandes dificultades, un crecimiento hacia una nueva etapa de vida, y no únicamente un simple rebote como el de un resorte que vuelve a su forma original o como el concepto físico de la resiliencia. (7) Es un proceso orientado por una ética 54 profunda, basada en la estética de quien la ejerce. (Stefan Vanistendael, 2005)
EL FACILITADOR. COACHING AISTHESICO.
Lo primero es que no debemos olvidar como Facilitador todo lo antes dicho y, en particular, deseo reiterar lo que sigue:
1. Tener en cuenta lo que sabemos que sabemos, según el apartado anterior y desechar lo que creemos que sabemos en las conversaciones o tertulias con el o los Protagonistas.
2. El Protagonista será para el Facilitador un legítimo otro con el que se realizarán coordinaciones conductuales consensuales.
3. Los seres humanos no terminan en su propia piel; son expresión de la cultura.
4. La condición humana se elabora elaboracionismo continuoen la unidad sinolótica de la que somos parte.
Tener en cuenta no sólo lo que hace el
Protagonista, sino también lo que dice que hace, y en lo que dice que lo llevó a hacer lo que hizo.
6. Escuchar lo que el Protagonista dice que han hecho los otros y por qué. Cómo dice el Protagonista que es su mundo.
7. Los Facilitadores nos ocupamos de los significados que tiene el Protagonista y las interpretaciones que, a partir de ellos, hace. Esto constituye la verdad -(verdad) -, o las creencias, del Protagonista 8. No importa cuán ilusoria pueda parecerle al Facilitador externo la verdad del Protagonista, en el momento que éste la está viviendo es real.
9. Los nuevos significados el Protagonista los puede encontrar en sus conversaciones con el Facilitador o en cualquier conversación que tenga con otro, otra u otros.
10. Las conversaciones serán nuestra manera de relacionarnos con el Protagonista, son el momento de la interrelación en que negociamos y renegociamos significados con otro, otra, otros; en negociaciones que podemos denominar "asistidas" (mediación) cuando está presente el Facilitador.
11. El Facilitador no olvidará que la mayor dificultad de negociación y renegociación se presentará en las negociaciones y renegociaciones del Protagonista consigo mismo, en lo que denominamos intrarrelación. Si es posible, que el primer contacto con el Protagonista sea personal, quiero decir, "cuerpo a cuerpo", no telefónico, ni de ninguna otra manera. Sin palabras. Reciba al Protagonista con un abrazo acogedor, profundo, amoroso. También tomar la mano o saludar de mano afectuosamente, en fin.
Como lo que usted como Facilitador desea que surja es una emoción, en particular amor, asegúrese de que su biología esté manifestándose en ese ámbito relacional. Para lograrlo recurra, antes del encuentro con el Protagonista, a su memoria emotiva y, si puede, use su sistema energético, activando el centro de su pecho. Recuerde al austrolopithecus africanus del comienzo.
Sienta el resultado y suelte el abrazo y todo contacto con el Protagonista, dejando que la emoción haga lo suyo.
Si constató que la emoción surgida en usted como Facilitador fue de rechazo, derive al Protagonista a otro terapeuta, declarando su propia incapacidad para seguir el proceso.
EL CONTEXTO. El lugar de la conversación del Facilitador con el Protagonista debe ser acogedor, hogar más que consulta. Todo sirve, menos la consulta tradicional o aquel lugar en que el Protagonista se sienta alejado del Facilitador o por debajo, en cualquier sentido, de él.
Nunca olvide que usted no enseña, sólo debe generar las condiciones más favorables para que se genere el aprendizaje.
SEGUNDO PASO. Pregunte por el nombre del Protagonista, no el del registro civil, el que le gusta a él. Antes de saberlo use amigo o amiga para tratarlo o tratarla, recuerde que es en la amistad dónde se da mejor el escuchar sin censere y el hablar o decir manifestativo.
TERCER PASO. Es hora de conversar. Escuche muchísimo más de lo que hable. Que hablar sirva para incentivar la reflexión del Protagonista en torno a sus propios dichos. Por ejemplo: Me dijiste tal o cual cosa, podrías ayudarme a comprender mejor explicándome lo que quieres decir. Recuerde que usted nada sabe de lo que le pasa o tiene el Protagonista. Cualquier cosa que usted deduzca ya no se trata del Protagonista, se trata de usted como Facilitador que cambió su posición como observador. Usted no es poseedor de la verdad, si es así, si usted cree que si posee la verdad use un método sustentado por una epistemología, no éste. Recuerde que aquí hay una postura gnoseológica.
CUARTO PASO. Camine con el Protagonista por el camino que él va elaborando. Siempre conversando. Lo menos que caminará con él serán unas veinte sesiones. Sin embargo, el Facilitador no debe interrumpir las caminatas. No habrá peligro de dependencia si se tomó en cuenta todo lo expuesto. He aquí el elaboracionismo continuo.
El Protagonista decidirá cuándo dejar de caminar juntos.
La transformación del Protagonista, su reestructuración afectiva, será evidente en sus nuevas conductas y se producirá por si sola en la medida que el Protagonista vaya resignificando
INTERVENCIÓN GRUPAL. TERTULIA
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.
Se tendrá en consideración todo lo expuesto con anterioridad, en el entendido de que ahora se trata de un grupo de protagonistas.
El Facilitador organizará y moderará las Tertulias cada semana y, digo cada semana, porque no parece recomendable realizar más de una semanal con el mismo grupo. Tampoco se recomienda que un participante lo sea de más de un grupo.
Debe estar concebido como un lugar de intercambio de ideas, donde los Protagonistas puedan negociar y renegociar sus significados.
En primera instancia debo decir que ojalá se realice la actividad en un café o, al menos, alrededor de un café con galletitas o algo. Cuanto más amable el lugar de la reunión y la reunión, mejor.
Dejaremos que el mismo grupo plantee el tema a conversar en cada tertulia pero, solo le daremos cinco minutos para ponerse de acuerdo. Si no logran ponerse de acuerdo en el tema, será el Facilitador el que lo fije.
Se podrá discutir toda clase de tema, nada está vedado, mucho menos, prohibido. puntillosos. Escuchar otras perspectivas no obligan a nadie a cambiar de opinión, pero al menos harán pensar a algunos.
Una última reiteración útil para conversaciones y tertulias:
1. El Facilitador escuchará sin censere y será manifestativo al hablar.
2. No olvide que como Facilitador no va tras una meta particular. Usted sólo se ocupa del punto anterior y de su labor de moderador, a fin de que el Protagonista se sienta respetado y considerado en la conversación, que sienta que no se lo descalifica con etiquetas médicas o representaciones sociales.
3. Cuando más, usted puede esperar que el Protagonista aprenda a escuchar a otro, otra, otros o a sí mismo y ser capaz de hablar, decir, ser manifestativo. Si llegan a esto, los Protagonistas, podrán replicarlo en su ámbito relacional, en las interrelaciones que establezca en su vivir en el convivir.
DOS CUESTIONES FUNDAMENTALES: QUIEBRE Y CONTEXTO.
Hemos señalado que el coaching aisthesico es un proceso de aprendizaje a través del cual transformamos el tipo de observador que somos con la ayuda de una persona que sirve de Facilitador.
Salvo condiciones excepcionales, normalmente el quiebre lo declara el Protagonista.
Junto con la declaración de quiebre, la persona suele declarar también la necesidad de que otra persona le sirva de Facilitador o mediador.
En el caso de las organizaciones, por ejemplo las deportivas, el quiebre puede ser detectado por el entrenador o el equipo técnico, son estos los que declaran la necesidad y, entonces, el protagonista será enviado por ellos al trabajo con el Facilitador.
En cualquier caso, le corresponde al Facilitador identificar con claridad cuál es el quiebre declarado.
Para tener un quiebre se requieren dos elementos que se fusionan: una determinada situación o experiencia y una forma de interpretarla. Situación e interpretación representan dos dominios diferentes que no pueden confundirse.
Tener un quiebre es hacer un juicio de una situación o experiencia, juicio que precisamente convierte tal situación o experiencia en el quiebre declarado. La separación de la experiencia de su explicación, de los hechos de su interpretación, es uno de los recursos más importantes del proceso.
Otro de los recursos es el contexto.
El factor más importante de todo contexto es la emocionalidad, al punto que podemos señalar que un contexto se mide y se entiende de acuerdo a la emocionalidad que irradia.
Pero no es posible reducir el contexto a mera emocionalidad. Se debe prestar atención al contexto físico en el que se realice el proceso de mediación. En ciertos lugares, la mediación puede resultar particularmente difícil o pesada, mientras que en otros, toma un vuelo inesperado y genera otros resultados.
Dado que el coaching aisthesico es un proceso abierto, es importante que el Facilitador verifique si cuenta con el permiso de parte del Protagonista para conducir su indagación y hasta dónde puede llegar en ella.
En el caso de deportistas, o miembros de una organización, se recomienda que quien realice la tarea de Facilitador no sea también el entrenador, dirigentes u otros que ostenten cargos que puedan ser amenazantes para el Protagonista.
EL VIVIR COTIDIANO.
El vivir cotidiano ocurre en el convivir, en las interrelaciones con otro, otra u otros, también en la intrarrelación con nosotros mismos.
Como ya se dijo antes, todos somos Facilitadores y Protagonistas al mismo tiempo y todo el tiempo, así que todo lo dicho anteriormente no debe ser entendido como útil sólo para aquellos que son Facilitadores profesionales, tampoco sólo para quienes conscientemente deseen cambiar algo de su vivir en el convivir y recurren a un "Terapeuta", "Psicólogo" o Facilitador a fin de mejorar su ámbito relacional, sus interrelaciones con hijos, pareja y otros.
Si usted es uno o una de los o las anteriores, o sea un ser humano que no se considera Facilitador ni Protagonista, sepa que tiene en sus manos una manera de interrelacionarse que aplicada en su vida cotidiana puede evitarle tener que recurrir a terapeutas varios. Y no solo a usted, también a quienes se relacionen con usted. ¿Cómo hacerlo?
Muy fácil, cada vez que converse con alguien una personause las consideraciones para lo que se denominó Intervención Individual, cuando se reúna con sus amigos o, en general, en grupo, use lo que se denominó Intervención grupal. Hacer esto lo mantendrá a usted y ayudará a mantener a los otros armónicos y agradados. Sin necesidad de terapeutas.
EPÍLOGO.
"Incluso en un palacio es posible vivir bien" (Marco Aurelio, La cuestión no es si tenemos otras verdades. Lo que puede hacer que nuestro vivir en el convivir cambie si lo deseamos, es cómo aprendemos, desde que posición observamos la interrelación, las interrelaciones, si somos observador externo o no, si tenemos una posición de privilegio al observar o si al observar también nos estamos observando. Si somos individuos inmersos en la dualidad o si nos consideramos parte de la unidad sinolótica. Si sabemos y nos aferramos a la episteme o si, más bien, lo hacemos desde la gnoseología, desde el no saber. Si somos poseedores de la verdad o no. Si el otro, la otra, los otros y nosotros mismo somos un legítimo otro en el ámbito relacional o, por el contrario, no nos amamos ni amamos. Si vivimos desde el placer del amor o desde el displacer del rechazo, si somos manifestativos o agresivos en nuestras conversaciones, si damos preferencia a las conversaciones democráticas o las tiránicas, si sabemos claramente cuándo estamos estableciendo una relación no-social o una relación social.
No podemos volver a vivir como nuestro antepasado australophitecus, ni siquiera de vuelta a la naturaleza. Vivimos en las ciudades y nos comunicamos a través de las redes sociales. Vivimos en un mundo que estamos elaborando cada día al interrelacionarnos como lo hacemos y, ese mundo, puede ser tan agradable como queramos. Si no ha sido todo lo agradable que hubiéramos querido, entonces, debemos revisar nuestro vivir en el convivir con el otro, la otra, los otros o nosotros mismos; es probable que descubramos que no hemos sabido convivir. Sin embargo, el arte de convivir no desapareció, no lo hemos perdido, solamente lo hemos olvidado y podemos revivirlo desde los más recónditos lugares de nuestra memoria. En aquel punto donde no
Cambridge History of China (Six Dynasties Period), 2019
Fossil Studies, 2024
Porta Linguarum, 2019
Journal of Public Administration and Governance, 2019
Synthesis: an Anglophone Journal of Comparative Literary Studies, 2017
Concepts in Magnetic Resonance Part A, 2016
Biomacromolecules, 2006
2004 IEEE/RSJ International Conference on Intelligent Robots and Systems (IROS) (IEEE Cat. No.04CH37566)
Cadernos De Pesquisa, 2019
Journal of Autism and Developmental Disorders
"Kampania polska 1939 roku. Studia" Tom 1, 2024