decisiones y no decisiones: un marco analítico*
Peter Bachrach
Morton S. Baratz
Introducción
de los igualmente importantes conceptos de
fuerza, influencia y autoridad. Estas expresiones
tienen diversos significados y dispar relevancia;
y en casi todos los estudios de la comunidad de
la toma de decisiones publicados hasta la fecha,
poder e influencia son usados de forma intercambiable, y fuerza y autoridad se descuidan.1
de este modo, los investigadores se han puesto
en desventaja a sí mismos. Lo han hecho porque
usan conceptos que, a la vez, son demasiado
amplios y están trazados de manera muy estrecha: muy amplios, porque importantes distinciones entre poder e influencia son “barridas”; y demasiado estrechos, porque otros conceptos son
pasados por alto —conceptos que, de ser admitidos, podrían haber alterado los descubrimientos
radicalmente.
muchos investigadores, además, han asumido
equivocadamente que el poder y sus correlativos
e
n años recientes, una rica profusión de casos de estudio relacionados con la llamada
“comunidad de la toma de decisiones” se
ha combinado con una notable carencia de generalizaciones basadas en ellos. La razón de esto
es sencilla: no tenemos una teoría general, un
modelo de amplio alcance en cuyos términos los
muy diferentes casos de estudio puedan ser sistemáticamente comparados y contrastados.
entre los obstáculos para el desarrollo de tal
teoría está la gran confusión acerca de la naturaleza del poder y de las cosas que lo distinguen
* American Political Science Review, vol. 57,
núm. 3, septiembre de 1963, pp. 632-642,
Bryn mawr college.
81
núm. 35, enero / Junio 2009
traducción de
José Julio Zenil Reséndiz
Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Juan Carlos Ramírez Segura
Doctorante en Estudios Organizacionales, uam-i
núm. 35, enero / Junio 2009
peter Bachrach y morton s. Baratz
la cual puede pertenecer a un grupo o persona
considerado en sí mismo”.6
por al menos tres razones, este tratamiento
es inaceptable. primero, falla al distinguir claramente entre poder sobre la gente y poder sobre
la materia; y el “poder, en el sentido político (o
económico o social), no puede ser concebido
como la habilidad de producir los efectos deseados en general, tan sólo si estos involucran
a otras personas”.7 segundo, la visión de que el
poder de una persona es medido por el número total de deseos que logra cumplir, es errónea;
uno no puede tener poder en el vacío, sino sólo
en relación con alguien más. tercero y aún más
importante, la concepción común del fenómeno, implica equivocadamente, que la posesión
de (lo que parecen ser) los instrumentos de poder
es equivalente a la posesión del poder mismo.
tal noción es falsa, porque ignora el atributo
relacional fundamental del poder: que éste no
puede ser poseído; que, por el contrario, el ejercicio exitoso del poder depende de la relativa
importancia de valores en conflicto en la mente
del receptor durante la relación de poder.
Unas cuantas imágenes pueden clarificar y reforzar nuestra postura. imagine un centinela militar armado que ve acercarse a un hombre con
uniforme, pero desarmado. el centinela apunta
su arma al intruso y exclama: “¡alto o disparo!”
La orden es inmediatamente obedecida. ¿tuvo el
centinela poder y lo ejerció? Así parecería, pero
las apariencias engañan. Por supuesto que el intruso obedeció, no porque se haya sentido obligado a hacerlo de cara a la sanción proclamada,
sino porque él mismo es un soldado entrenado
para quien la obediencia inmediata a la orden
de un centinela es parte de un sistema de valores
que él aceptó por completo.8 si ése fue el caso,
no hay conflicto de metas o intereses entre los
dos protagonistas. La sanción proclamada por
el centinela fue irrelevante, y el resultado habría
sido el mismo si él, y no el intruso, hubiese estado desarmado. debido a que el soldado puso en
la cima de su sistema de valores la obediencia a la
orden de un centinela, la amenaza de severas
privaciones no tuvo que ver con su comporta-
se activan y se observan sólo en situaciones que
implican toma de decisiones. Han pasado por
alto un área igualmente importante —si no es
que más—,de lo que podría llamarse la “no toma
de decisiones”, por ejemplo: la práctica de limitar el alcance de la toma de decisión real hacia
temas “seguros”, manipulando los valores dominantes de la comunidad, los mitos, las instituciones y los procedimientos políticos. omitir esto es
negar una “cara” entera del poder.2 Finalmente,
los casos de estudio en ocasiones se basan en
premisas no articuladas, tal vez poco, que predeterminan los hallazgos “de facto”.3 Una variedad
de complejos factores afecta la toma de decisiones: los trasfondos sociales, culturales, económicos y políticos de los individuos participantes; los
valores del cuerpo de toma de decisiones como
una entidad en sí misma; las presiones puestas
sobre los que toman las decisiones, individual y
colectivamente, por los grupos de interés; y así
sucesivamente. decir, como algunos lo hacen,
que estos factores son tan importantes, es ir tan
lejos como asumir —como hacen otros— que
sólo uno es de primordial significación.4
Lo que se requiere, entonces, es un modelo en
cuyos términos se aprecien los determinantes de
la decisión y de la no toma de decisiones, dando
totalmente cuenta de los distintos conceptos de
poder, fuerza, influencia y autoridad. En este documento no somos tan ambiciosos. intentamos
solamente sentar algunas bases para un modelo, buscando (1) clarificar los atributos de lo que
consideramos conceptos clave para el estudio de
la toma de decisión y de no decisión, y las diferencias esenciales entre ellas, y (2) mostrar cómo
estos conceptos pueden ser utilizados más sistemática y efectivamente en casos de estudio.
I
es costumbre decir que esta o aquella persona o
grupo “tiene poder”, implicando que éste, como
la riqueza, es una posesión que permite a su propietario asegurarse algún aparente buen futuro.5
otra manera de expresar el mismo punto de vista
es decir que el poder es una “simple propiedad…
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decisiones y no decisiones: Un marco analítico, pp. 81-95
a) La persona amenazada es consciente de
lo que se espera de él. en una situación de
poder debe haber una comunicación clara
entre la persona que inicia la política y la
persona que debe cumplirla.14 si nuestro
centinela imaginario desafía a un hombre
que no entiende inglés, o que quizás es sordo, el centinela no tiene poder —al menos
no en el momento en que lanza su orden—.
en otras palabras, el poder tiene un atributo
racional: para que exista, la persona amenazada debe comprender las alternativas a
las que se enfrenta al elegir entre cumplir y
no cumplir.
b) La sanción emitida se asume realmente
como una privación por la persona amenazada. Una amenaza del presidente para
“purgar” a un congresista por fallar en el
apoyo al programa legislativo de la administración, no estaría disponible si el congresista calcula que sus oportunidades de
reelección se incrementarán, más que reducirse, ante la intervención del presidente.
c) La persona amenazada tiene un gran aprecio por el valor que debe sacrificar si desobedece, más que por cualquier otro valor
que obtendría si obedece. el temor a un
daño físico no disuade a los “participantes” del movimiento negro sureño, quienes
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der.11 tercero, una relación de poder es posible
sólo si una de las partes puede amenazar al invocar sanciones: poder es “el proceso de afectar las
políticas de otros con la ayuda de severas sanciones (...amenazando), por no estar conforme
con las políticas deseadas”.12 debe subrayarse,
sin embargo, que mientras que la disponibilidad
de sanciones —esto es, de cualquier recompensa prometida o penalización por la cual un actor
mantiene un control efectivo sobre la política—
es una condición necesaria para el poder, no es
suficiente. Es necesaria simplemente porque la
amenaza de sanciones es lo que hace diferente
al poder de la influencia;13 es insuficiente porque
la disponibilidad de una sanción dota a A de un
poder sobre B, sólo si se dan las siguientes condiciones:
miento. en tales circunstancias, no puede decirse que el guardia ejerciera poder.
permítanos ahora suponer que un segundo
hombre se aproxima al centinela y que, como
al primero, se le ordena detenerse o de lo contrario se abrirá fuego. el segundo intruso ignora
la orden, intenta pasar a través de la puerta y es
fatalmente herido en el acto. si asumimos que la
intención del intruso era sabotear la instalación
militar, no tendremos duda de que sus valores y
los del centinela estaban directamente en conflicto. Incluso así, el disparo fatal del centinela
no constituye un ejercicio de poder. El que lo
haya hecho no tiene que ver con el cumplimiento de su orden, y no porque aparentemente el
intruso diera más valor a entrar a la base militar
que a la obediencia de la orden del centinela, o
a su propio bienestar.
supongamos que un tercer intruso se aproxima al puesto del centinela, un hombre que quiere morir, pero que no puede llegar por sí mismo
al acto de autodestrucción. entonces, deliberadamente ignora la orden del centinela y es herido de muerte. ¿alguien en esta situación tiene
poder y lo ejercita? Como vemos, la “víctima”
lo tiene, porque él, consciente del conflicto de
valores entre él y el guardia, es quien utiliza la
posible sanción del centinela para alcanzar su
propio objetivo.9
reiteramos, el poder es relacional, opuesto a
lo posesivo y lo sustantivo. sus características relacionales se expresan por partida triple. primero, para que una relación de poder exista, debe
haber un conflicto de intereses o de valores entre dos o más personas o grupos. tal divergencia
es una condición necesaria de poder, porque,
como hemos sugerido, si A y B están de acuerdo
en cuanto a sus fines, B asentirá libremente el
curso de acción preferido por A; en dado caso, la
situación involucra autoridad más que poder.10
segundo, una relación de poder existe sólo si B
accede realmente a los deseos de A. Un conflicto de intereses es una condición insuficiente, ya
que A puede no prevalecer sobre B al modificar
su comportamiento. Y si B no cumple, la táctica
de A se volverá letra muerta, o se efectuará a
través del ejercicio de la fuerza más que del po-
peter Bachrach y morton s. Baratz
ejemplo, en el rango de valores afectados.19 así,
el poder de un policía de tránsito sobre un ciudadano está confinado a sus actividades como conductor, y a no más que eso. además, al apreciar
las relaciones de poder, debe darse cuenta de su
peso, por ejemplo el grado en que los valores son
afectados, y de su dominio, como el número de
personas afectadas.20 Por ejemplo, el poder del
presidente del comité de Vivienda y medios
de adquisición está limitado, principalmente, a
asuntos físicos; pero dentro de este ámbito, tiene
gran poder en la determinación de los impuestos
federales y políticas de gastos (peso), que afecta
a gran número de personas, incluyendo en ocasiones al mismo presidente (dominio).
Finalmente, debe darse cuenta de lo que Friedrich ha apodado la “regla de las reacciones
anticipadas”.21 el problema planteado por este
fenómeno es que una investigación debe revelar que, aunque B regularmente accede a los
cursos de acción preferidos por A, éste último,
de hecho, carece de poder sobre B, porque A
ajusta su demanda sólo a las dimensiones que
él cree que B aceptará. A manera de ejemplo, si el
presidente propone al congreso sólo aquellos
proyectos de ley que son propensos a ser aceptados por la mayoría de los magistrados, él apenas
podrá decir que tiene poder sobre el congreso,
simplemente porque todas sus propuestas están
promulgadas en la ley.
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ponen más empeño ante la honradez de su
causa. es digno notar en este punto que las
sanciones son, en ocasiones, inefectivas,
porque el iniciador de la política, al decidir
qué sanción invocará, proyecta de manera
equivocada sus propios valores en las mentes de los sujetos.15
d) La persona amenazada es persuadida de
que la amenaza en contra de él no es en
vano, que su antagonista no dudará en imponer realmente sanciones. Por ejemplo, si
un famoso general calcula que el presidente
carece de la voluntad o del apoyo popular
para emplear sus prerrogativas constitucionales, puede ignorar —incluso desafiar—
las instrucciones del presidente.16 o, en otro
caso, el éxito de un movimiento de resistencia basado en el principio de no violencia
descansa en gran medida en la suposición
de que quien puede invocar sanciones se
abstendrá de hacerlo, que los valores en
conflicto en A evitarán que cumpla su amenaza sobre B. en este punto está la gente de
la india, que se sentaba en la vía del tren en
señal de desafío en contra de los británicos,
y jugaban con ello, porque —como los de
la india bien saben—, los británicos dan un
gran valor a la vida humana en comparación con la obediencia a sus órdenes.17
Ahora trazaremos en conjunto los diferentes
elementos de nuestra concepción de poder. Una
relación de poder ocurre cuando (a) hay un conflicto acerca de valores o cursos de acción entre
A y B; (b) B cumple con los deseos de A; y (c) lo
hace porque teme que A lo prive de un valor o
valores que él, B, aprecia más que aquellos que
pudo haber alcanzado al no cumplir.18
Muchos señalamientos deben hacerse en referencia a esta definición. Primero, al hablar de relaciones de poder, se debe tener cuidado de no
exagerar el hecho al decir que A tiene poder sobre
B, simplemente porque B, ansioso de evitar sanciones, cumple con cierta política emitida por A.
esto bien puede ser una descripción inadecuada
de su relación, ya que el poder de A sobre B puede ser bastante limitado en cuanto alcance, por
II
en la opinión de robert Bierstedt, “forzar es manifestar poder [...] Fuerza […] significa la reducción, limitación, cierre o incluso eliminación total
de alternativas a la acción social de una persona
o grupo, por otra persona o grupo. ‘el dinero o la
vida’ simboliza una situación de fuerza al desnudo, la reducción de alternativas a sólo dos.”22 La
fuerza, en pocas palabras, es el poder ejercido.
nosotros rechazamos esta visión. La diferencia esencial entre poder y fuerza es simplemente
que en una relación de poder una parte obtiene
el cumplimiento de la otra, mientras que en una
situación que involucra fuerza, los objetivos de
uno deben cumplirse, si no del todo, al menos
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como resultado del no cumplimiento.23 así, si la
demanda de A requiriendo el dinero o la vida,
hace que B rápidamente le dé su billetera, A ha
ejercido poder, ha ganado el cumplimiento de B
al amenazarlo con sanciones incluso más severas. pero si A debe matar a B para tener el dinero, A ha tenido que recurrir a la fuerza —debe
realmente invocar la sanción amenazada—, y de
este modo, quizá, se exponga el mismo a privaciones más severas también. por la misma razón,
cuando las armas termonucleares se transforman
y pasan de ser instrumentos de una política de
disuasión a misiles agentes de muerte, el poder
se ha rendido ante la fuerza.
Hay otra diferencia entre los dos conceptos. el
alcance de la toma de decisión de una persona
está radicalmente reducido por la coacción de la
fuerza; ya sea que los puños, las balas o los misiles estén en juego, la víctima es despojada de la
elección entre cumplir y no cumplir. pero donde
se ejerce el poder, el individuo retiene esta elección. puesto de otra manera: en una relación de
poder, B es quien elige qué hacer; mientras que
en una relación de fuerza, quien lo hace es A.24
de lo anterior se sigue que la manipulación
es un aspecto de la fuerza, no del poder. Y esto es
así porque una vez que el sujeto está al alcance del manipulador, no tiene elección, en tanto
curso de acción. puede decirse, por lo tanto, que
la fuerza y la manipulación (como un subconcepto de ella) son, en contraste con el poder, no
racionales.
Un atributo distintivo adicional de la fuerza es
que, en algunas circunstancias, no es relacional.
Por ejemplo, si B recibe por la espalda un disparo de un ladrón desconocido, él y su asaltante
tienen apenas una mínima interrelación, especialmente cuando se compara con una confrontación de poder, donde B debe decidir si accede
a las demandas de A. Una mínima interrelación
similar se tiene en casos que involucran manipulación, donde el cumplimiento se alcanza en
ausencia de reconocimiento por parte de quien
cumple, o respecto de la fuente o la naturaleza
exacta de la demanda que se le exige.
en pocas palabras, fuerza y manipulación, al
igual que poder, involucran un conflicto de valo-
res; pero, a diferencia del poder, los primeros no
son racionales y tienden a ser no relacionales.
cierto número de implicaciones se extraen de
este razonamiento. Una es que la aplicación real
de sanciones es el reconocimiento de la derrota
por parte de quien podría detentar el poder. Y
esto es así, al grado de que la amenaza previa de
sanciones falla en obtener el comportamiento deseado. Un caso relacionado con este punto es la
acción del presidente Harry s. truman en 1951,
cuando relevó al general douglas macarthur de
su mando sobre las operaciones del Pacífico por
motivos de insubordinación. al continuar ventilando en público sus diferencias políticas con la
administración, macarthur obligó virtualmente a
truman a desecharlo. La decisión del presidente
de aplicar sanciones fue, sin embargo, un reconocimiento de la derrota, un reconocimiento implícito de que él no podía —ni por poder ni por
autoridad— obtener el cumplimiento de macarthur con la política de su administración acerca de
un cese negociado de hostilidades con corea del
norte. sin embargo, las derrotas políticas de este
tipo han probado que son sólo parciales. esto se
debe a que, cuando una de las partes recurre a
la fuerza determina, efectivamente, el no cumplimiento de la otra parte ahora o en el futuro,
por lo que el empleo de sanciones se vuelve una
declaración airada de la existencia de poder.
Ésta es, de hecho, la racionalidad de todo aquel
que emprende acciones punitivas contra otros:
el uso de la fuerza en una situación, incrementa
la credibilidad de las amenazas que serán usadas
en otros.
al mismo tiempo, es importante reconocer que
recurrir a la fuerza resulta en pérdida de poder.
se distinguen dos casos. primero, la invocación
de sanciones a veces provoca un reordenamiento
radical de valores en la persona que sufre la coerción (así como en las personas cercanas que se
identifican con él), socavando así la preexistencia de una relación de poder. Un buen ejemplo
es el abortado intento de los nazis durante la segunda Guerra Mundial, de pacificar los pueblos
de países ocupados al matar a prisioneros civiles.
de modo contrario a las expectativas alemanas,
esta política produjo un marcado ímpetu de re-
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de sanciones tácita o verdadera, hace que la segunda cambie su curso de acción. así el poder y
la influencia son parecidos en que cada uno tiene atributos racionales y relacionales, pero son
diferentes en que el ejercicio del poder depende
de sanciones potenciales, mientras que el ejercicio de la influencia no. Y hay una diferencia
importante entre influencia y manipulación: en
situaciones que involucran la última, pero no
la primera, A busca disfrazar la naturaleza y la
fuente de sus demandas sobre B, y si A tiene éxito, B estará totalmente desprevenido respecto de
que algo se está demandando de él.
A pesar de que el poder y la influencia pueden
y deben distinguirse, usualmente la línea entre
ellos es difícil de trazar. esto es especialmente
cierto cuando las razones de B para actuar de
acuerdo con los deseos de A son múltiples o
confusas; en tales circunstancias, el mismo B no
estará en posibilidad de decir honestamente si
su comportamiento se alteró por temor a las sanciones, o más que eso, por su aprecio a valores
más “elevados” (por ejemplo, la salud, el respeto, el poder, la sabiduría) que el que está inmediatamente en disputa. ¿Acaso el ambicioso joven que se somete infelizmente a cada orden de
su rico tío lo hace porque admira a los hombres
ricos? ¿o porque siente que una incuestionable
obediencia es el precio a pagar por una generosa
herencia en el futuro (poder)? el líder mayoritario
que de mala gana administra una partida en el
senado ¿lo hace porque teme a la presidencia y,
por lo tanto, al hombre que ocupa la oficina (influencia), o porque teme que el presidente realmente lo castigue por no cumplir (poder)? decir
que la prueba decisiva en situaciones como estas
gira en torno a si el cumplimiento es “voluntario”
o “involuntario” es, a nuestro juicio, poco útil.26
La dificultad para distinguir adecuada y claramente entre poder e influencia es aún más
complicada por el hecho de que los dos, en
ocasiones, se refuerzan mutuamente, esto es,
el poder genera frecuentemente influencia y
viceversa. a este respecto, el caso del senador
Joseph r. mccarthy de Wisconsin es especialmente instructivo.27 astutamente erigido como
el principal defensor de la seguridad nacional
sistencia; evidentemente, el número de “prisioneros” que dieron un valor más alto a la libertad
que a su vida misma emergió contundentemente.
segundo, la privación puede probar, en retrospectiva, ser menos efectiva de lo que aparentaba
al principio, como resultado de que un futuro incumplimiento no esté fundamentado, e incluso
sea fomentado. Por ejemplo, un niño cuyo castigo por portarse mal es la pérdida temporal de
un juguete querido, puede darse cuenta, ex post
facto, que la pérdida es enteramente soportable,
que las satisfacciones que gana por actuar así son
más grandes que la alternativa perdida. en tales
circunstancias, obviamente el desafío de las órdenes paternas es más probable.
de la misma manera en que el poder se reduce cuando se recurre a la fuerza, así también
se reduce cuando es ejercido efectivamente, por
ejemplo, cuando el cumplimiento se obtiene solamente por la amenaza de sanciones. a manera
de ejemplo: los presidentes de Estados Unidos
tradicionalmente han buscado ejercer poder
sobre congresistas reacios a mantener su patrocinio, pero como un presidente intercambia
un cargo por votos —esto es, en tanto que usa
efectivamente sus fuentes de poder—, sus reservas para efectuar el cumplimiento se esfuman.
como colofón, amenazas repetitivas invocando
sanciones —amenazas nunca cumplidas— perderán gradualmente credibilidad en las mentes
de los amenazados, al grado de que las amenazas no logren ya el comportamiento deseado.
esto, a la vista de muchos, fue el fallo principal
en la implementación de la política estadunidense establecida a finales de los años cincuenta,
de “masivas represalias en cuanto a tiempos y
lugares de nuestra propia elección”.25 el mismo
fenómeno se aplica a las relaciones interpersonales: una amenaza de abandonar a un amor por
otro, puede ser muy potente la primera vez, aunque prueba ser totalmente inefectiva si se usa de
manera repetida.
III
Una persona tiene influencia sobre otra en cierto
ámbito si la primera, sin recurrir a una amenaza
86
delinear los límites de la autoridad, lo que lleva
a decir que termina donde el “poder real” empieza. para aquellos que creen en un gobierno
constitucional, tal construcción es impensable.
Pero afirmar que el “poder formal” se circunscribe a la ley tampoco es la respuesta. no lo es
porque se asume sin garantizar la legitimidad de
esa ley. Un policía que demanda obediencia en
nombre de una ley que es considerada básicamente injusta, poseerá poca autoridad ante los
ojos de personas educadas en la tradición legal
angloamericana. el problema ni siquiera se resuelve completamente al concebir la autoridad
en términos de legitimidad constitucional. tal
concepción presupone que todos los miembros
de la comunidad dan reconocimiento a la constitución y a las cortes que la interpretan. ¿tienen
las cortes federales la autoridad para emitir leyes
pro segregación en distritos escolares del sur? de
acuerdo con muchos sureños, incluidos algunos
versados en la ley, la respuesta es en sentido negativo.
el análisis de Friedrich de la autoridad nos
parece el más apropiado. Él define al concepto como una “cualidad de comunicación” que
posee la “potencialidad de una elaboración
razonada”.31 como el poder, la autoridad es asumida en este caso como un concepto relacional:
no es que A posea autoridad, sino que B asume
que la comunicación con A es autoritaria. además, como el poder, una relación de autoridad
implica racionalidad —aunque de diferente orden—. esto es, en una situación que involucra
poder, B es racional en el sentido de que escoge
cumplir en lugar de resistirse porque le parece
el menor entre dos males.32 pero en una situación que involucre autoridad, B cumple porque
reconoce que la orden es razonable en términos
de sus propios valores; en otras palabras, B cede
ante A no porque tema severas privaciones, sino
porque su decisión puede ser racionalizada.33
no es esencial, sin embargo, que la orden de A
se apoye en el razonamiento; es suficiente que la
potencialidad de tal razonamiento esté presente
y sea reconocida.34
si B cree que la comunicación con A conlleva una razonada elaboración, cuando de hecho
en el momento preciso en que se volvía el valor
social dominante, en contra de la inviolabilidad
de las libertades civiles, mccarthy se las arregló
durante un periodo para sofocar cualquier oposición hacia sí mismo y lo que él entendía por
influencia. Y desde esta base, estaba en posición
de ganar poder, esto es, de afectar realmente la
toma de decisiones (votos en el senado, actos
del Ejecutivo, etc.) mediante amenazas de severas privaciones (intervención en las campañas
políticas del estado, destrucción de carreras de
oficiales por medio de acusaciones, etc.). De la
misma forma, como el público temía la seguridad nacional subsidiada y se preocupaba, además, por el crecimiento de las libertades civiles,
la capacidad de McCarthy para influir en otros
menguó de forma brusca, y con ello su poder.
sólo porque la distinción entre poder e influencia en ocasiones es confusa, no significa
que no importe hacer la distinción. nikita Krushchev tiene poca o ninguna influencia sobre los
estadunidenses, aunque es obvio que ejerce considerable poder sobre nosotros. por otro lado, la
suprema corte de estados Unidos ha extendido su
influencia (y autoridad) sobre nosotros, tanto individual como colectivamente; su poder es apreciable de hecho.
IV
mientras que la autoridad está relacionada estrechamente con el poder, no es una de sus formas;
de hecho, es antitética.28 al decir esto rechazamos tanto la definición tradicional de autoridad
en el sentido de “poder formal”,29 como la que la
concibe como “poder institucionalizado”.30
asumir la autoridad como una forma de poder, en primer lugar, no es operacionalmente
útil. si la autoridad es “poder formal”, entonces
uno tiende a perder de vista quién tiene la autoridad en las ocasiones en que el actor que tiene el
“poder formal” realmente carece de poder; decir
que el capitán Quegg continúa teniendo autoridad sobre el acorazado caine después de haber
sido relevado del mando por los amotinados es
crear una confusión innecesaria. Es más, definir
la autoridad como “poder formal” es fallar al
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ción de ciertas reglas del juego (autoridad). La
autoridad, en pocas palabras, se separa en dos
caminos. en una sociedad humana y saludable,
puede desempeñar la valiosa función de limitar
el comportamiento de los hombres, especialmente de aquellos que están en puestos oficiales, al legitimar sus actos; por eso sus acciones
deben estar potencialmente justificadas por una
“elaboración razonada” en términos de los valores de una sociedad sana. sin embargo, si el
marco de valores de la sociedad es patológico, la
autoridad, incluso como la hemos descrito, puede volverse una herramienta para acrecentar la
patología del estado.
no lo hace, entonces es una “falsa” autoridad.35
cuando la fuente de obediencia cambia de una
autoridad “genuina” a una “falsa”, y B se percata
de que la comunicación no puede ser elaborada
efectivamente, entonces una relación que inicialmente entrañaba autoridad se ha transformado
en una que involucra poder. Por ejemplo, si un
policía solicita entrar a su casa, usted probablemente cumpla, asumiendo implícitamente que
su demanda esta potencialmente apoyada en la
razón. sin embargo, si una vez dentro usted descubre que su demanda no era justificada, su posterior obediencia indudablemente derivará del
ejercicio del poder, no de la autoridad. El punto
es que la insignia, el uniforme y el arma del policía —sus símbolos de “poder formal”— no constituyen su autoridad. sí depende realmente de lo
autoritario de su comunicación, y esto, en grado
considerable, de lo razonable de su orden.
si la elaboración de la petición de entrada del
oficial resuena en términos de la ley, ¿no tiene
autoridad? En el marco de nuestro ejemplo, la
respuesta es tanto sí como no. no, en tanto se
esté involucrado, ya que la elaboración no tiene sentido en términos de los propios valores.
sí, en cuanto que la sociedad y sus cortes están
interesadas en probar que ellos mismos consideran la ley como autoritaria. como se observa en
esta situación —que ocurre frecuentemente—, la
autoridad es una fuente y una restricción para el
ejercicio del poder; ya que justifica como limita el uso del poder. para aquellos que creen en la
democracia, esto no es cómodo, a menos que
la autoridad en sí misma esté basada en un razonamiento significativo para la mayoría de la
gente.
Como nota final, es justo observar que al igual
que la autoridad puede ser transformada en poder, también puede darse lo inverso. “el lavado
de cerebro” a la manera del Big Brother de George orwell (y su contraparte comunista de la vida
real en china) es un caso extremo en cuanto a
este punto; obedecer al Big Brother no es suficiente; debes amarlo. Un tipo diferente de ejemplo sobre el mismo aspecto, es el del padre que
usa la amenaza de una zurra (poder) para disciplinar al hijo, lo cual está basado en la acepta-
V
Quizá la mejor manera de resumir nuestro esfuerzo por delinear cuidadosamente las diferencias entre el poder y sus conceptos relacionados
sea aplicarlos en un contexto del “mundo real”,
digamos, en una comunidad sureña donde los
ciudadanos blancos han decidido acatar una orden de la corte Federal en contra de la segregación racial. como resulta evidente en la tabla
correspondiente, asumimos que las diferentes
personas en la comunidad tienen distintas razones para someterse a dicha ley.
Los oficiales locales y los hombres de negocios, por ejemplo, estaban temerosos ante severas privaciones —ellos respondían a un ejercicio de poder—. aquella gente blanca a la que
nosotros llamamos “moderados”, por otro lado,
caen en dos grupos distintos: aquellos (grupo i)
que aceptan como legítima y razonable la lógica
sustantiva subyacente a la orden de la corte, y
aquellos (grupo ii) que la rechazan en lo sustantivo, pero aceptan el procedimiento judicial como
legítimo y razonable. ambos grupos responden a
la autoridad, en el importante sentido de que perciben a la corte como racional en cierto grado,
y ambos la consideran (aún con diferentes bases)
capaz de hacer una “elaboración razonada”.
Un tercer grupo de hombres blancos —a quienes, siguiendo a davis riesman, llamamos “los
dirigidos por otros”— cumple no porque tema
severas privaciones (poder) ni porque piense que
88
decisiones y no decisiones: Un marco analítico, pp. 81-95
tión general. Las masas, en otras palabras, no
hacen una elección consciente entre cumplir y
no cumplir con la orden de la corte; siguiendo
el patrón de manipulación, simplemente se conforman.
Bajo la tutela de los grupos que no cumplen
con la orden de la Corte, están los oficiales que
son encarcelados y multados por desacatos criminales (fuerza), y los grupos segregacionistas
que están más allá del alcance de la corte. es
suficiente decir que el comportamiento de esos
grupos —engranados como están en un diferente
conjunto de valores—, además, pueden ser analizados y categorizados en términos del poder y
sus conceptos relacionados.
la orden fue razonable y legítima (autoridad),
sino porque se siente obligado a seguir la tutela de aquellos de la comunidad a quienes más
respeta (influencia). Para ponerlo de otra forma,
aunque el grupo de los “dirigidos por otros” asumía a la corte como ilegítima y poco razonable
en lo sustantivo, así como en lo referido a los
procedimientos, “iba junto con los mejores”.
como aquellos que son “dirigidos por otros”,
las masas también difieren respecto del nuevo
punto de vista dominante en la comunidad.
pero, a diferencia de los primeros, los segundos
lo hacen con poca o ninguna conciencia de los
temas de interés, o del hecho de que estaban
claudicando de su postura respecto a la cues-
Concepto
Sujeto
poder
(relacional, demanda racionalmente
percibida, conflicto de valores, amenaza de
sanciones severas)
Grupos que eligen cumplir
Oficiales estatales y locales (amenaza de desacatos criminales)
Hombres de negocios (amenaza de boicot económico y
conflicto racial, resultando en pérdida de beneficios)
autoridad
(relacional, demanda racionalmente
percibida y considerada razonable, posible
conflicto de valores, no sanciones severas)
moderados i (motivos sustantivos para asumir a la corte como
razonable)
moderados ii (motivos sustantivos no razonables, pero
procesos judiciales legítimos y razonables)
Influencia
Personas “dirigidas por otras” (reglamentación judicial,
(relacional, demanda racionalmente
sustantiva y procesalmente no razonables, pero susceptibles de
percibida, conflicto de valores, no sanciones seguir a la comunidad)
severas)
manipulación
(no relacional, no racional, no conflicto de
valores ni de sanciones)
Grupos que no eligen cumplir ni no cumplir
masas (conformes con el comportamiento dominante de la
comunidad, con poco o ningún reconocimiento del problema
y no conscientes de cumplir)
Fuerza
(relacional a no relacional, no racional,
aplicación de sanciones severas)
Grupos que eligen no cumplir
Oficiales desafiantes sujetos a cargos de desacato por la
Corte (el encarcelamiento refleja que los valores subyacentes
ensombrecen los valores obtenidos al cumplir)
poder, autoridad, etcétera.
segregacionistas extremos
VI
la elección de una alternativa sobre de otra”36
o, de manera más simple, “una elección entre
modos alternativos de acción”.37 así, diferimos
para nuestros propósitos, una decisión es “un
conjunto de acciones relacionadas que incluyen
89
núm. 35, enero / Junio 2009
Tabla 1
Comportamiento hipotético de las personas blancas del sur de EUA
ante una orden de la Corte en contra de la segregación racial
peter Bachrach y morton s. Baratz
ejemplo, si B cede a los deseos de A porque éste
ha amenazado con sanciones que B desea evitar,
la decisión resultante es de poder “puro”; ambos
participantes hacen sus elecciones dentro del
mismo marco de referencia. por otro lado, si el
cumplimiento de B está basado no en el temor a
privaciones, sino en la aceptación de los valores
de A, la decisión es un caso híbrido, en el sentido de que A busca ejercer poder, pero de hecho
ejerce autoridad. De manera similar, se identifican casos en los que A busca ejercer autoridad,
mientras que el cumplimiento de B se da porque
él fue influido (véase el diagrama). Las combinaciones son muchas, particularmente si el análisis
toma en cuenta, además, situaciones en que dos
o más fenómenos entran en juego de manera simultánea.39 el punto es, en todos los casos, que
no puede decirse que una decisión sea resultado
del poder, la influencia, la autoridad o la fuerza, al menos hasta qué se especifique desde qué
punto de vista se está examinando la decisión;
por ejemplo, desde del que busca el cumplimiento, o del que la otorga.
Se puede objetar que este acercamiento es poco
desarrollable para el análisis empírico porque se
necesita la facultad de leer la mente. creemos
que no. Las cortes de la ley distinguen, y así lo
hacemos nosotros, entre intentos “específicos”
núm. 35, enero / Junio 2009
marcadamente de Laswell y Kaplan, para los que
una decisión es “una política que involucra sanciones severas (privaciones)”.38 La base para el
contraste entre su definición y la nuestra es clara:
ellos sostienen que las decisiones son llevadas a
cabo sólo a través del ejercicio del poder, mientras que nosotros creemos que el poder no es ni
el único ni el más importante factor que subyace
en el proceso de toma de decisiones y reacciones
afines. Creemos, de hecho, que en algunas situaciones el poder no está involucrado del todo, y
que el comportamiento de los decisores y sus sujetos relacionados pueden ser explicados parcial
o totalmente en términos de fuerza, influencia o
autoridad.
nuestra postura se aclara con el diagrama de la
figura 1, donde se concluyen dos puntos importantes. primero, cada decisión social involucra
la interacción entre una o más personas que buscan una meta, y de una o más cuyo cumplimiento debe ser obtenido. así, si el intento de A por
ejercer poder o influencia sobre B es ignorado,
no hay decisión.
segundo, el cumplimiento puede buscarse a
través del ejercicio de uno o de cualquier combinación de los cuatro fenómenos indicados en
el diagrama. sin embargo, si el cumplimiento
se da, puede o no fluir de la misma fuente. Por
Figura 1
Diagrama de impulso y respuesta
Medios por los cuales se
busca el cumplimiento
Razón por la cual se da el
cumplimiento
1. Poder
1. Poder
2. Influencia
2. Influencia
DECISIÓN
3. Autoridad
3. Autoridad
4. Fuerza
4. Fuerza
90
Se puede objetar que, puesto que una falta de
decisión por definición es un “no evento”, no es
observable, y que, por lo tanto, no es un concepto operacionalmente útil. a pesar de que es
cierto que una no decisión no es visible a simple
vista, un tema latente es discernible, y también la
movilización de preferencias. así, puede decirse
que el proceso de no toma de decisión (el impacto de la movilización de preferencias sobre
un tema latente), a diferencia de la no decisión,
está de hecho sujeto a la observación y al análisis.
en su perceptivo estudio, Small Town in Mass
Society, Vidich y Bensman, sin llamarlo como
tal, analizan el proceso de no toma de decisiones en springdale.41 Por ejemplo, relatan que los
administradores de la escuela en la comunidad
tienen discrepancias elementales, pero conscientes de los valores rurales prevalecientes en
la comunidad, la tradición establecida de decidir
todos los asuntos del pueblo mediante el voto
unánime, y el predominio de no profesionales en
puestos de liderazgo, los oficiales escolares prudentemente guardan sus discrepancias para ellos.
pero esto no fue fruto de una decisión o de una
combinación de decisiones de otros respecto de
sus discrepancias. Por el contrario, ello refleja la
concientización por parte de los administradores
escolares de que, al mantener la movilización de
preferencias, los líderes de la comunidad —incluso indirecta e inconscientemente— podrían,
en ocasiones, ejercer autoridad, poder e influencia en contra de ellos.
e intentos inferidos del comportamiento real.
creemos, en otras palabras, que es factible y necesario deducir, a partir de la observación detallada de la situación, por qué las personas actúan
como lo hacen.40 para ponerlo de otra manera,
no hay un atajo, no hay un método simple y mecánico para obtener una comprensión total del
proceso de toma de decisiones.
concedemos que nuestro acercamiento es menos accesible que el de Laswell y Kaplan, dahl
y otros de esta “escuela”. por otro lado, a causa
de que el nuestro provee un marco conceptual
más amplio en el cual analizar la toma de decisiones, hace más fácil el estudio comparativo de
los factores que subyacen a diferentes decisiones
en circunstancias diversas. se abre un camino
aquí para el desarrollo de un cuerpo de teoría
general respecto del proceso de toma de decisiones. además, como distinguimos cuidadosamente entre las fuerzas que trabajan en una situación
dada, minimizamos el riesgo de poner un énfasis no necesario en un solo factor, hasta excluir,
parcial o totalmente, a los demás. estableciéndolo de una manera más franca, ponemos el
fenómeno del poder en una perspectiva propia:
reconocemos que mientras que la toma de decisiones frecuentemente involucra relaciones de
poder, en muchas ocasiones no lo hace.
VII
La otra cara de la moneda es cuando no hay toma
de decisiones. cuando los valores dominantes,
las reglas aceptadas del juego, las relaciones de
poder entre grupos y los instrumentos de fuerza por sí solos o combinados evitan de manera
efectiva que ciertas discrepancias se conviertan
en problemas bien desarrollados que pudieran
invocar una decisión, entonces podemos decir
que hay una situación de no toma de decisión.
este fenómeno es claramente distinguible de los
aspectos negativos de la toma de decisión (decidir no actuar o decidir no decidir), por la simple
existencia de la “movilización de preferencias”,
para usar la frase de schattschneider, lo que es
suficiente para evitar que un asunto latente se
vuelva cuestión de decisión.
Conclusiones
en aquellas instancias donde un problema latente, del tipo que usualmente es mantenido en
el trasfondo, es exitosamente traído a la luz y
emerge como un asunto público (por ejemplo,
demandas por parte de los negros en el sur), es
muy posible que la movilización de preferencias
sea directa y conscientemente empleada en contra de aquellos que demandan una resolución de
sus discrepancias por parte del órgano de toma
de decisiones. en tales instancias, el proceso de
toma de decisiones ocupa el lugar en que previa-
91
núm. 35, enero / Junio 2009
decisiones y no decisiones: Un marco analítico, pp. 81-95
peter Bachrach y morton s. Baratz
objeción pasa por alto un punto obvio: la
“víctima” amenaza al guardia con severas
privaciones (deshonor, amenaza de ir a prisión) si el guardia no desempeña apropiadamente su deber de soldado al cumplir con
la orden de la “víctima”, de que él (la “víctima”) sea asesinado.
10
Véase la parte iV, más adelante.
11
Véase la parte ii, más adelante.
12
Laswell y Kaplan, op. cit., p. 76. Hemos
borrado la palabra “real o” de la expresión
entre paréntesis porque una sanción real
por disentir es una propiedad de fuerza más
que de poder. este punto será discutido
más adelante.
La definición de Laswell y Kaplan está sujeta a otra crítica. ellos observan (p. 77) que
“tener poder es ser tomado en cuenta en
los actos (políticas) de otros”. interpretado
estrictamente, esto significa que cualquier
persona o grupo involucrado en la toma de
decisiones —sea cual sea el grado— debe
tener poder. Pero ¿es el granjero cuyo mercado representa el 0.001 por ciento del suministro total de trigo “tomado en cuenta”
por otros vendedores y compradores en el
mismo sentido —aunque no en el mismo
grado— como lo es General motors corporation en la determinación de los precios de
automóviles? O, para cambiar de ejemplo,
¿no es el caso, en la interpretación literal del
término, que los no votantes, tanto como los
votantes “participan” y, por lo tanto, tienen
poder al decidir elecciones muy cerradas?
debemos pensarlo así. pero si eso es lo que
se está entendiendo por poder, ¿cómo evitar
concluir que no importa hacia donde miremos, siempre encontraremos que el poder
está ampliamente difundido? para expresarlo de otro modo, si a) analizamos la distribución de poder solamente en términos de
la toma de decisiones y b) otorgamos poder
a todo aquel que participa en la medida que
sea, o el “peso” que sea (“el peso del poder
es el grado de participación en la toma de
decisión...”) [ibid.], entonces c) ¿no debemos necesariamente juzgar de antemano
mente estaba el proceso de no toma de decisiones. Y, al hacerlo, necesariamente pone en juego la movilización de preferencias previamente
establecida.
si el concepto de no toma de decisiones provee
una útil herramienta de análisis, nos parece a estas alturas que puede ser estudiado efectivamente
en términos de las categorías sugeridas en este documento para el examen de toma de decisiones.
Notas
Véase, por ejemplo, Floyd Hunter, (1953)
Community Power Structure, chappel Hill,
y robert a. dahl (1961), Who’s Governs?,
new Haven.
2
peter Bachrach y morton s. Baratz (1962),
“two Faces of power”, en American Political Science Review, vol. 56, diciembre, pp.
947-952. Una visión un tanto similar alcanzada de manera independiente se encuentra
en thomas J. anton (1963), “power, pluralism, and Local politics”, en Administrative
Science Quarterly, vol. 7, marzo, p. 453.
3
Véase Bachrach y Baratz, op. cit., pp. 947952.
4
Cf. peter rossi (1958), “community decisión-making”, en roland Young (ed.), Approaches in the Study of Politics. evaston,
iii., p. 359.
5
thomas Hobbes (1937), parafraseado por c.
J. Friedrich, Constitutional Govern and Politics, nueva York, p. 12.
6
Harold d. Laswell y abraham Kaplan (1950),
Power and Society, new Haven, p. 75, extraen esta implicación de la definición de
poder, por ejemplo, “la producción de efectos deseados” en Bertrand russell (1938),
Power, A New Social Análisis, nueva York,
p. 35.
7
Laswell y Kaplan, loc. cit.
8
el acuerdo con base en la razón representa
otro tipo de relación interpersonal —la autoridad—, que será tratada más adelante.
9
podría argumentarse que la “víctima” no
tiene poder porque no disponía de ninguna sanción para amenazar al centinela. esta
núm. 35, enero / Junio 2009
1
92
decisiones y no decisiones: Un marco analítico, pp. 81-95
independientes, estados Unidos quedó atrapado en el dilema en cuanto a sus acuerdos
con el general de Gaulle. en palabras de un
observador contemporáneo:
que el poder en situaciones reales estará
ampliamente disperso? para una discusión
más amplia de esta cuestión general, véase
Bachrach y Baratz, op. cit.
13
Véase la parte iii.
14
Véase richard neustadt (1960), Presidential
Power, nueva York, p. 21. compárese con
thomas c. schelling (1960), The Strategy of
Conflict, cambridge, mass., pp. 38-39.
15
este error, agravado por los que ven el poder
como algo que se posee, bien puede haber
estado detrás de la política de eUa hacia
chiang Kai-shek durante el periodo de la
guerra civil china (1944-1949). es posible
decir que, al proveer sustanciosas cantidades
de armamento al régimen del Kuomintang,
confundimos los instrumentos de poder con
el poder mismo; y, además, al interpretar la
lucha entre el Kuomintang y los comunistas
en términos de nuestros propios valores, interpretamos completamente mal el temple
de la mayoría del pueblo chino.
La abortada invasión a cuba en abril de
1961 es, tal vez, otro ejemplo de los peligros inherentes a proteger nuestros valores
por encima de una población apoyando
una colección diferente de intereses. mirando la gran cantidad de cubanos que fueron
privados aparentemente tanto de su libertad
individual como de su dignidad personal,
concluimos que necesitábamos sólo proveer la oportunidad, la chispa que encendería levantamientos a lo largo de la nación
en contra del régimen de castro, pero la
comprensión retrospectiva ha indicado qué
tan mal leímos el sentir popular en cuba.
Veáse stewart alsop (1961), “Lessons of the
cuban disaster”, en Saturday Evening Post,
24 de junio, pp. 26-27.
16
neustadt, op. cit., pp. 12-13. sobre este
punto en general, véase, además, schelling,
op. cit., p. 6.
17
este punto está bien ilustrado por las diferencias políticas entre Francia y estados Unidos
a principios de 1960. Empeñados en la defensa de la europa occidental y en restringir
el número de naciones con fuerza nuclear
De Gaulle […] le ha aplicado una llave de judo
a estados Unidos. [Él] quería hacer a su manera
su ‘construcción europea’, basada en la fuerza
de ataque del eje franco-germano, excluyendo a
los británicos y a los americanos. Y quería hacer
todo esto bajo el auspicio del poderío nuclear
americano… había muy poco que hacer por parte de la administración Kennedy en contra de tal
llave de judo, a menos que fuera retirar el apoyo
nuclear. Y eso no había sido ni siquiera considerado seriamente... ‘estábamos un poco como
aquel niño holandés intentando tapar con su
dedo el hoyo en el dique’, dijo al respecto un
consejero de Kennedy. Si se removía el apoyo
americano para la defensa de europa, el resultado habría sido un completo riesgo, no sólo para
europa, sino también para estados Unidos. así, al
igual que el niño holandés, Estados Unidos está
inmovilizado. el más poderoso en la alianza occidental, sorprendentemente, tiene poco poder
de negociación en la alianza.
el asunto principal es expuesto más sustanciosamente por el “presidente Hudson” en
la novela de allen drury (1962), A Shade of
Difference, nueva York, p. 82: “entre más
poder real tengas, menos podrás hacer para
ejercerlo; y entre menos poder real tengas,
más podrás esparcirlo”.
para una discusión adicional entre poder
y compromiso, véase e. abramson et al.,
en American Sociological Review, vol. 23,
(1958), febrero, pp. 15-22.
18
como Laswell y Kaplan, op. cit., p. 16, definimos un valor como “un evento deseado
—una meta—. Que X valore Y significa que
X actúe para conseguir la consumación de
Y”.
93
núm. 35, enero / Junio 2009
stuart alsop (1963), “should We pull out of
europe?” en Saturday Evening Post, 13 de abril,
p. 80. subrayado en el original.
peter Bachrach y morton s. Baratz
19
plo, la relación no involucra ni poder ni influencia, sino autoridad. Véase la parte IV.
27
Véase richard H. rovere (1959), Senator
Joe McCarthy, nueva York.
28
c. J. Friedrich (1958), “authority, reason
and discretion”, en c.J. Friedrich (ed.), Authority, cambridge, mass., p. 37.
29
Laswell y Kaplan, op. cit., p. 133.
30
Bierstedt, op. cit., p. 733.
31
Authority, pp. 36, 35.
32
como quizá sea obvio, si B elige desafiar a
A, la relación ya no involucra poder. esta
noción de racionalidad de elección es análoga al tratamiento que thomas Hobbes
hace de la relación entre miedo y libertad.
Ibid., p. 76.
Ibid., p. 77.
21
Op. cit., pp. 17-18. Una proposición que
se sigue de la anterior puede ser llamada
la “regla de las reacciones no anticipadas”.
nos referimos a la situación en que una
persona se conforma de mala gana con lo
que cree que otra persona quiere, pero que
después se da cuenta, incluso, de que leyó
de manera equivocada las preferencias del
otro, o que éste nunca intento invocar sanciones para comportarse en contra de sus
propias preferencias.
22
“an análysis of social power”, en American
Sociological Review, vol. 15, diciembre de
1950, p. 733.
23
Un defecto importante de la concepción
de poder de Lord russell (véase más arriba,
nota 6), es que ignora por completo esta distinción. Uno puede producir un “efecto intencional”, ya sea a través del ejercicio del
poder o de la fuerza.
24
es cierto en ocasiones, cuando la fuerza
está operando, que A le da a B la opción
de cumplir con sus demandas “entre cada
golpe”. pero en tales circunstancias, cuando
B se doblega ante los deseos de A, lo hace
temeroso de sanciones adicionales, en cuyo
caso la fuerza se transforma en poder.
25
Una de las críticas más penetrantes acerca
de esto se encuentra en General maxwell
taylor (1959), The Uncertain Trumpet,
nueva York.
26
de acuerdo con Bierstedt, op. cit., p. 731,
“la influencia es persuasiva, mientras que
el poder es coercitivo. nos sometemos voluntariamente a la influencia, mientras que
el poder requiere sumisión”. desde nuestra
perspectiva, si B se somete voluntariamente,
el poder opera; pero si se somete bajo coerción, la fuerza es la que opera.
Es justo notar que según nuestra definición
sería incorrecto decir que Marx “influyó” a
Lenin o que Haydn “influyó” a Mozart, o
que Jesucristo “influyó” a los conquistadores. en cada uno de estos casos, el segundo
comparte los valores del primero, por ejem-
núm. 35, enero / Junio 2009
20
miedo y libertad —escribió— son consistentes;
tanto cuando un hombre lanza sus cosas al mar
por temor a que el barco pueda hundirse, lo
hace, no obstante, de manera bastante voluntaria, y quizá podría rehusarse a hacerlo si quisiera:
es, por lo tanto, la acción de alguien que es libre,
(Leviatán, everyman, p. 110).
33
Friedrich, Authority, p. 36. el razonamiento
subraya, además, la diferencia entre autoridad e influencia. Así, si B cumple con la demanda de A no es porque tema privaciones,
ni porque su cumplimiento esté basado en
la razón, B ha sido influido. Esta distinción
se elabora más adelante.
34
Ibid., p. 38.
35
Ibid., p. 47.
36
Robert A. Dahl, “The Analysis of Influence
in Local communities”, en charles adrian
(ed.), Social Science and Community Action, east Lansing, mich., 1960, p. 26.
37
peter rossi, “community decision-making”, en roland Young (ed.), Approaches to
the Studies of Politics, evanston, iii, 1958,
p. 364.
38
Op. cit., p. 74.
39
Por ejemplo, A puede emplear tanto la autoridad como el poder para ganar el acuerdo
de B, y la respuesta de B puede tener una
base dual similar. Un caso evidente en este
punto es el de la relación entre adolfo Hitler
94
decisiones y no decisiones: Un marco analítico, pp. 81-95
hecho por Joseph Vidich y arthur Bensman,
Small Town in Mass Society, princeton, n.J.,
1958. para una mayor discusión de este
punto, véase la siguiente sección.
41
Ibid. p.
y algunos de sus líderes militares durante la
segunda Guerra mundial. sobre esto, consúltese William L. shirer, The Rise and Fall
of the Third Reich, nueva York, 1960, pp.
366 passim.
40
La propuesta que tenemos en mente es ejemplificada por el no muy dirigido, pero no
menos interesante, estudio de “springdale”
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