Terminología cromática aleuta
José Andrés ALONSO DE LA FUENTE
Universidad Complutense de Madrid / Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea
[email protected]
Recibido: 13 de julio de 2007
Aceptado: 25 de septiembre de 2007
RESUME
El objetivo de este trabajo es analizar el vocabulario cromático aleuta para comprobar si respeta los supuestos universales defendidos por Berlin y Kay hace algunas décadas. Como se comprobará, el aleuta pertenece
a las lenguas que no los respetan. De hecho, mediante la etimología se demostrará que la formación de este
vocabulario cromático en aleuta es reciente y secundaria.
Palabras clave: Lengua aleuta, vocabulario especializado, colores, universales, etimología.
Aleut Chromatic Terminology
ABSTRACT
The scope of this paper is to analyze the Aleut chromatic lexicon in order to check whether it follows the
existing «universals» claimed by Berlin and Kay few decades ago. As it will be showed, Aleut belongs to
those languages that do not follow them. In fact, by means of etymology shall be demonstrated that the formation of such chromatic vocabulary in Aleut is recent and secondary.
Key words: Aleut language, specialized lexicon, colors, universals, etymology.
Sumario: 1. Introducción. 2. Presupuestos teóricos de la BCT. 3. Análisis del material lingüístico aleuta. 4.
Terminología cromática aleuta desde una perspectiva universalista. 5. Conclusiones. 6. Referencias bibliográficas.
1. Introducción
El ser humano, por defecto, considera que existen una serie de ideas o de conceptos que todas las lenguas deben reflejar por igual, tomando como base, lógicamente, la propia lengua. En opinión de muchos autores, la percepción de los colores
constituye uno de estos universales conceptuales, de consecuencias inmediatas en el
plano lingüístico. Así es como surge la teoría general de la terminología básica de
los colores o BCT, abreviatura del término inglés Basic Color Terms. Esta teoría
postula que todas las lenguas poseen una terminología mínima (común) especializada para nombrar algunos colores.1 Sin embargo, muchos otros autores consideran
que no existe tal universal, y que multitud de lenguas no respetan las generalidades
1
Berlin y Kay (1969) (y Kay y McDaniel [1978], una mejora de la primera monografía) pretendían con
esta monografía desterrar para siempre el concepto de «lingüística relativista» (Werner 1994; Gumperz y
Levinson 1996) y demostrar que en algunos ámbitos de la lingüística es posible detectar y describir patrones
universalistas. Sin embargo, aquella publicación sería el principio y el fin de aquella idea, porque uno tras
otro, aparecieron estudios posteriores desmontando punto por punto las bases teóricas (en ocasiones materiales) de los autores. MacLaury (1997) es un excelente repaso de la bibliografía hasta la fecha de su publicación. Saunders (1992) resulta también excepcionalmente útil para comprobar la recepción que tuvo la monografía de Berlin y Kay en el mundo académico.
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descritas por la BCT. El aleuta, miembro de la familia esquimal-aleuta, es una de
esas lenguas. En este artículo se analizará el vocabulario cromático aleuta contenido en el diccionario de Knut Bergsland (Bergsland 2001), con el objetivo de analizarlo sincrónica y diacrónicamente para discernir, si es posible, los motivos por los
cuales no verifica los principios de la BCT.2
2. Presupuestos teóricos de la BCT
Antes de analizar la terminología cromática aleuta, es necesario introducir varios
conceptos teóricos imprescindibles. Los seis colores elementales (aquellos que producen estímulos neuronales elementales o FNR, del inglés Fundamental euronal
Responses) o focos son: rojo, verde, azul, amarillo, blanco y negro.3 Para obtener
estos seis colores elementales normalmente se sigue un patrón evolutivo que, partiendo del blanco y el negro, establece diferentes focos4 en orden creciente:
1º blanco/rojo/amarillo vs. negro/azul/verde;
2º blanco vs. rojo/amarillo vs. negro/azul/verde;
3º blanco vs. rojo/amarillo vs. negro vs. azul/verde;
4º blanco vs. rojo vs. amarillo vs. negro vs. azul/verde;
5º blanco vs. rojo vs. amarillo vs. negro vs. azul vs. verde.
2
A modo de advertencia metodológica: aunque desde un punto de vista metodológico quizás habría sido
mejor llevar a cabo las habituales entrevistas con nativos, tal y como ha hecho por ejemplo Levinson (2000),
la situación un tanto particular de la lengua aleuta hace prohibitivos, al menos por el momento, este tipo de
requerimientos. Además de la complicada situación geográfica en el que se sitúa el universo lingüístico aleuta, deben tenerse en cuenta otros aspectos como el reducidísimo número de hablantes plenamente competentes en la lengua (Hallamaa 1997, 1998; Krauss 1973, 1979a, 1979b, 1980, 1990, 1997; Brenzinger 2007) y la
cada vez mayor influencia del inglés, antes del ruso, sobre los hablantes más jóvenes. En este sentido, el diccionario de Bergsland ofrece igualmente una ventaja abrumadora sobre el trabajo de campo: los cincuenta
años que Bergsland ha dedicado a su redacción han permitido dar cabida a materiales ciertamente antiguos
que aseguran una pureza relativamente marcada del vocabulario, evitando en la medida de lo posible los temidos anglicismos y rusismos. En general, la calidad excelsa de aquel diccionario soluciona la cuestión del trabajo de campo. En los detalladísimos artículos que se ocupan en la descripción del vocabulario cromático no
sólo se hace especial hincapié en las variedades dialectales, sino que además su autor presta una especial atención a las diferencias y matices de significado, es decir, justo a lo que más importa para este estudio. Por otro
lado, resulta dudoso que las entrevistas modifiquen o alteren de forma drástica las conclusiones alcanzadas en
este artículo.
3
Ésta es la communis opinio tras el trabajo de Kay y Maffi (1999). El cuadro oficial y sistemático que recoge toda la escala cromática se denomina «tabla de Munsell», llamada así por su creador Albert Munsell. En
ella se reproducen hasta 330 colores. Ninguna lengua conocida emplea un vocabulario cromático para referirse a todas aquellas variedades, ni individual ni conjuntamente. En la actualidad existen varios proyectos que
buscan perfeccionar la «tabla de Munsell», como el «Swedish Natural Colour System» (Saunders 2000), más
conocido como «Natural Colour System» (=NCS), publicado por el Skandinaviska Färginstitute, en
Estocolmo. Por el momento, sin embargo, todavía sigue siendo vigente el uso de la tabla confeccionada por
el pinto norteamericano nacido en Boston.
4
Un «foco» es la elasticidad con la que uno y otro color pueden identificarse por medio de la misma palabra, p.ej. en nahuatl el verde y el azul se denominan conjuntamente chalchihuitl (Ferrer 2000: 215). Dicha
palabra tiene entonces dos focos, uno verde y otro azul. Es decir, la gama de colores que se identifica mediante chalchihuitl va del foco verde al foco azul. De hecho, ésta es una de las combinaciones focales más populares, que como se verá a continuación también presenta el aleuta.
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El orden y composición de estos estadios evolutivos se ha puesto en entredicho
tras la publicación de algunos estudios de campo, donde se observa que muchas lenguas no los siguen. A modo de ejemplo, la combinación amarillo-verde es frecuente, pese a que en teoría nunca se cruzan según el cuadro anterior.5
Sea como fuere, poco después de la aparición de la tabla anterior, y sin que por lo
visto importasen mucho las deficiencias de la misma, se propuso una segunda serie
evolutiva basada en implicativos, al estilo de los universales de Greenberg, según la
cual si una lengua dispone de n colores, entonces también tendrá (o generará) x, y
y/o z.
1º
negro /
blanco
2º
→
rojo
3º
4º
verde o
verde y
→
→
→
amarillo
amarillo
5º
azul
6º
→
marrón
7º
púrpura /
rosa /
→
naranja /
gris
La realidad material obligó a que se introdujeran algunas modificaciones. Así, fue
necesario reconocer que el gris puede aparecer mucho antes de la séptima etapa y
que el verde en las etapas tercera y cuarta en ocasiones debe considerarse «grue», es
decir, la suma de azul y verde.6
5
Existen algunos casos extremos, aunque algunos son decididamente erróneos. Uno de los más famosos
es el conocido término ainu hu que supuestamene significa ‘rojo-verde’ (Moss 1989). Sin embargo, ningún
diccionario ainu contiene semejante palabra (Alexander Vovin, c.p.). Desde un punto de vista formal, lo más
parecido es hure ‘rojo’ (en el dialecto de Raichiska huure), que nunca se confunde con siwnin ‘azul-verde’ (en
el dialecto de Bihoro suynin). El único punto de confusión imaginable podría estar motivado en las dudas que
genera a los hablantes contemporáneos la denominación del ‘púrpura’, que en los dialectos de Horobetsu,
Saru y Bihoro se define mediante siwnin o hure, mientras que en el de Yakumo sólo mediante siwnin. No obstante, el hecho de que el púrpura haya sido introducido recientemente en la vida ainu debería explicar este
fenómeno de forma satisfactoria. Otros ejemplos más fiables los proporcionan las lenguas dani, de Irian Jaya,
con sólo dos términos cromáticos, y el bonnani, hablada cerca del río Sepik, en Papúa Nueva Guinea (Papua
Niugini). En este último caso, sus hablantes no distinguen entre el verde y el azul, entendidos a la española,
sino entre el azul cielo y el caqui. Al margen de esta curiosidad descriptiva, diferentes experimentos llevados
a cabo con nativos de estos grupos poblacionales han favorecido la opinión de que la distinción de patrones
cromáticos no es un universal, sino que ésta depende de las formas lingüísticas de cada hablante. Un sencillo
ejercicio mnemotécnico ideado por Heider (1972) permite aseverar esta afirmación: el ejercicio consiste en
presentar a un sujeto dado la tabla de Munsell durante 5 segundos y pedirle que memorice todos los colores
posibles, para treinta segundos después pedirle que los recuerde. Del experimento se deduce no sólo que los
focos se recuerdan mejor que los no focos, sino que además el color con término cromático en la lengua se
identifica de inmediato. Sin embargo, cuando se enseña el patrón cromático lingüístico de otra lengua y se
pide al sujeto que identifique colores según ese nuevo patrón, el ejercicio se complica enormemente. Mientras
que Heider (1972) y Hardin y Maffi (1997a, 1997b) concluyen que los dani pueden aprender más o menos las
distinciones cromáticas del inglés, según la terminología cromática inglesa, Davidoff, Davies y Robertson
(1999) encuentran que los bonnani son incapaces. De aquí se deduce la no universalidad de los patrones cromáticos y la dependencia de las formas lingüísticas.
6
MacLaury (1997) advierte legitimamente que dentro de una misma lengua los hablantes exhiben muy a
menudo estadios evolutivos cromáticos distintos o incluso alguno que no ha sido descrito de forma teórica,
algo que obviamente no lo invalida.
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3. Análisis del material lingüístico aleuta
Como la gran mayoría de lenguas que no poseen tradición escrita, el aleuta no dispone de una palabra para ‘color’. Lo más parecido que puede encontrarse es la forma
verbal angali ̂xta-lix ‘tener el color de X’,7 donde X es cualquier objeto con el color
que desea expresarse, es decir, la sintaxis de este verbo obliga a construir metáforas
y lo que se traduce son símiles, no colores. Además, dicho verbo deriva claramente
de angali- ̂x ‘luz (del día)’, luego en sí misma también esta expresión es una metáfora que alude a los efectos ópticos que produce la luz para generar colores. La expresión de la tonalidad se hace mediante las palabras, en sí mismas términos cromáticos independientes, qaxchax ‘negro; oscuridad’, para los tonos oscuros, p.ej. en la
expresión chidgim
̂
qaxchaga ‘azul oscuro’, que traduce al ruso cиний sinij ‘azul
oscuro’, y tudu- ̂x ‘marrón, púrpura, azul rojizo, azul oscuro’ para los claros, p.ej. en
tigyu
̂ ̂x angali ̂xtam tuduu ‘verde claro’ (v. infra para la metáfora entre tigyu
̂ ̂x y ‘verde’) o uluudam tudagii ‘rosa, rojo claro’, con una forma analógica tuda-gi- ̂x.
A continuación se analiza cada uno de los términos cromáticos documentados.
α. AZUL: El término principal es chidgi-lix
̂
[ADb 135: O 1805-, A 1780-, con
variante chiygî en Au 1952],8 en O ‘ser verde’, pero en A y Au ‘ser azul, tener un
moratón’. La forma substantiva chidgî ̂x significa en O ‘vena’ y en A ‘tipo de pez
(comestible) de color verde azulado’. Esta disparidad semántica dialectal podría
indicar que los objetos, es decir, las venas y los peces, fueron nombrados a partir del
color, y no viceversa. Al margen de varias expresiones compuestas, p.ej. chidgim
̂
qaxchaga ‘azul’, lit. ‘(azul/verde) oscuro’, inkam chidgii
̂ / inka(m) chiygii
̂ ‘cielo
azul’, Au yam chiyginaa
̂
‘ojo azul’, pero daa chidgiku
̂
̂x ‘tiene el ojo «oscuro»’ (es
decir, un moratón), o uuquchiingim chidgii
̂ ‘zorro azul’, parece ser que por defecto
chidgî tiene el valor de ‘verde’ y sólo adquiere el valor de ‘azul’ tras ciertos modificadores. También se utiliza tudax [ADa 401: A 1973] ‘brumoso’, a partir del cual
se genera el verbo intransitivo tudax-s ‘ser/tener azul (de los ojos)’. Con este último
puede estar relacionado tudu- ̂x ‘púrpura, azul oscuro, rojo azulado, marrón’ (v.
infra).
β. ROJO: el término más común es ulu-uda- ̂x [AD 436b: O 1778-, A 1840-] ‘rojo,
rosa’, un derivado claro de ulu- ̂x ‘carne’ mediante el sufijo -(a)ada-. El significado
7
La ortografía aleuta tiene las siguientes particularidades: < ̂x> = /χ/, <g>
̂ = /ʁ/, que indica articulación uvular, frente a <x> = /x/, <g> = /γ/ que indican articulación velar (en ambos casos los fonemas implicados son
fricativos). Hay dos digráfos: <ch> = /č/, <ng> = /ŋ/, y un trigráfo: <hng> = / ̥ŋ/. La letra <h> sola indica glotal, pero ante /m n w y l ŋ/, escritas <m n w y l ng> respectivamente, señala la condición sorda de aquellos
fonemas. La letra <d> equivale a /ð/, fonema que en la tradición esquimóloga europea suele escribirse <ř>,
p.ej. en los trabajos de Bergsland o en Woodbury, pero en la tradición americana se trascribe <ð>, p.ej. en
Fortescue, Jacobson y Kaplan (1994). En el dialecto Au <tr> indica un fonema de articulación compleja, definido por Bergsland como «a voiceless alveolar or postalveolar affricated stop» [AD xvii-a]. Por otro lado, en
la cita de materiales se adoptaran las siguientes abreviaturas bibliográficas: AD = Bergsland (2001), CED =
Fortescue, Jacobson y Kaplan (1994), y J = Bergsland y Dirks (1990). Las abreviaturas bíblicas son las habituales.
8
El diccionario de Bergsland proporciona todas las fechas en las que la forma de la entrada ha sido documentada. Para evitar enumeraciones inútiles a efectos prácticos, en este artículo sólo se citará la fecha más
antigua para cada dialecto.
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de ‘rosa’ es muy secundario y no se documentan expresiones compuestas a modo de
ejemplo. La palabra chiizana-l ‘ser brillante como el rojo (de la sangre)’ (como la
sangre en el agua cuando se alcanza a una foca durante la caza) [AD 145b: A 1952],
con variante dialectal nominal chiidana- ̂x ‘rojo (de la sangre)’ [A 1780, 1840], carece de etimología obvia. Otro término es ̂xani- ̂x [AD 166a: On 1948) ‘cielo rojo
durante la puesta’, del que deriva la forma verbal ̂xani-ku- ̂x ‘el sol o la luna se ponen
(haciendo el cielo rojo)’. Bergsland analiza esta palabra como ̂xa-ni- y la pone en
relación con ga-nâ
̂x ‘ignición (brillo)’, etimología ésta bastante plausible. Sea como
fuere, ̂xani ̂x sólo se emplea en el contexto aludido.
γ. BLANCO: sólo existe un término «puro» para denominar a este color: qu(h)mâx ‘blanco’ [AD 335b: O 1780-1909, Au 1909-52, Abm 1963]. Otro significado de
esta palabra es ‘brillo’, directamentre relacionado con el significado de la forma verbal qu(h)ma- ‘brillar, ser brillante; ser blanco’. Además de utilizarse en expresiones
más o menos populares como tayagum
̂
qumaa [Oa 1952, Au 1949] ‘hombre blanco’, saa(h)mlam qu(h)maa [O 1805, A 1950] ‘clara (del huevo)’ o dam quhmaa [A
1948], la palabra qu(h)ma ̂x reviste una importancia considerable en el ámbito cristiano al ser empleada en la primera traducción del término «Espíritu Santo»: Angim
̂
Quhmagan ilaan [O 1826], lit. ‘el Espíritu Blanco’, más tarde sustituida por Angim
̂
Angaligadigaasaadaa.
̂
Bergsland descarta que en aquella primera traducción la
palabra qugmagan realmente fuera empleada en su acepción de ‘brillante’, y sólo
recoge ‘blanco’. Por otro lado, hay un término para el blanco de los huevos: qagama- ̂x [AD 295b: On 1982]. Sin ser un término ni mucho menos popular, deriva
metafóricamente del color carnecino de los cartílagos, tejido éste al que se alude en
el primer significado de la palabra, p.ej. tutusim qagamaa [A 1950] ‘cartílago del
oído’.
δ. NEGRO: la única palabra que alude a este color es qaxchax [AD 295b: O 1805,
A 1840, forma analógica qaxchagi- ̂x] ‘negro’, sin desarrollos paralelos del tipo
*‘anochecer, volverse oscuro’, lo cual favorece la hipótesis de que ‘negro’ es el significado original del término. Aunque tentativa, la etimología esquimal también
corrobora esta observación: PE *qirnər- ‘ser/estar oscuro’ [CED 308b].9 En este
punto es interesante comentar que la cualidad de los términos cromáticos, y la realidad de su uso, puede comprobarse fácilmente en la traducción bíblica, ya que
determinados pasajes de las Sagradas Escrituras hacen uso de colores, ya sea con
fines simbólicos o descriptivos. Así, con qaxchax se traduce el nombre del Mar
Rojo, alagum
̂
qachxan ilan [O 1870] (Act 7,36), lit. ‘el Mar Negro’. También se utiliza, ahora con la acepción de ‘negro’, en amlam qaxchaga ‘el valle oscuro’ (Jn 18,1,
referido al valle de Kedron), en qaxchxim ulagan il ‘en la casa de la oscuridad’, es
decir, ‘la prisión’ (Lc 3,20) o sitxan qaxchaxan il ‘en la oscuridad, en la sombra’ (Mc
4,32), todos en [A 1860]. Un término relacionado con esta palabra es qaxchagdux [O
9
Para comprender correctamente como la forma esquimal corresponde a la aleuta es necesario exponer
varios procesos técnicos de lingüística histórica esquimal-aleuta. En primer lugar, los grupos PEA *-nə- y *ŋə- caen en aleuta, luego de PEA *qirner- se obtiene una raíz PA *qix(x)- a la que se añaden los sufijos -t- y
-ag-, éste último con la capacidad de palatalizar a la dental anterior: PA *qix-t-ag- > *qix-chag-, que tras asimilación vocálica CiCa > CaCa, todavía observable a nivel sincrónico, obtenemos la forma documentada
qax-chax (g en posición final absoluta ensordece).
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1791] ‘azul, gris’, cuya derivación se ha practicado mediante el sufijo -dux, que
expresa el valor de aproximación al significado del sustantivo, p.ej. ali ̂x ‘anciano’ →
aligdux
̂
‘de mediana edad’, lit. ‘el que se aproxima a la ancianidad’. Este sufijo es
relativamente popular entre los términos cromáticos: simsi- [AD 361b: A 1948-52]
‘esponja marina amarilla (Traixonia o Tetraxonia)’ → O simsidux ‘amarillo (de
algunos frutos)’, lit. ‘lo que se parece al amarillo de las esponjas marinas’, chidgî
‘verdeazul’ → chidgidugis
̂
(pl.) hierba verde‘, lit. ‘lo que se parece al verdeazul’.
ε. VERDE: el mismo término que para ‘azul’: chidgî ̂x (v. supra). Empleado con el
̂
kungin [O
sufijo -aayu- para traducir un pasaje en (Mc 6,39): qiigam chidgaayugan
1860-70] ‘sobre la hierba verde’. Como forma verbal aparece en yaagam txin
chidgaayutxaligan
̂
kugan ‘en un árbol que ha empezado a verdear’ [O 1870] (Lc
23,31), en A hyaagam chidgii
̂ ‘en un árbol (de color) verde’. En forma de metáfora
se utiliza tigyu
̂ ̂x angali ̂xta ̂x o tigyum
̂
angaligii
̂ [A 1950-52] ‘que tiene el color del
centeno salvaje (Elymus mollis)’, o sea, ‘verde’. Aquí participa tigyû
̂x ‘centeno salvaje (cuando está fresco)’ [AD 398a], derivado claro de tiĝ ‘arrancar, extraer’.
ζ. AMARILLO: la única palabra que hace referencia a un color y no tiene más significados es chingàlu- ̂x [AD 144b] ‘amarillo’, un hapax legomenon documentado en
[Ob 1871], cuyo uso real, lógicamente, se desconoce. Pese a que Bergsland no señala ninguna etimología, lo cierto es que no resulta especialmente trabajoso relacionar
chingàlu- con chi(n)ki- ‘orinar’ [AD 144a: A 1952], aunque para aceptar semejante
propuesta sería necesario depurar la derivación de ambos términos. Una hipótesis de
trabajo inicial es que dicho sufijo debe presentar una forma *-Vlu- de tal modo que
explique la lenición -k- > -g-, como ocurre p.ej. con *-(a)lu- en hit- ‘ir afuera’ →
hidula- ‘ser llevado afuera’. Nótese, sin embargo, que en el caso de las velares y las
uvulares dicha lenición no es regular; lo regular es que la vocal indeterminada de los
sufijos adopte el timbre /a/, véase el mismo sufijo del ejemplo anterior en aluĝ
‘escribir’ → alug-alâ
‘ser escrito con’. Otro hapax legomenon es ̂xusax-six ‘ser
amarillo’ [AD 426a: A 1791], derivado de la raíz u ̂x-t-, u ̂x-six (con variantes qusix y
̂xusix) ‘blanquear(se), debilitar(se)’. Parece que su acepción ‘ser amarillo’ deriva del
color que adquiere la hierba cuando ésta comienza a morir. El término más común
es chumnux ‘amarillo’ [AD 153b: O 1878, A 1840], que lejos de ser un hapax o de
aludir exclusivamente al amarillo, también significa ‘marrón’, ‘rojo’ y casi todas las
combinaciones que se obtienen tras mezclar estos tres colores. Súmese el ‘gris canoso del cabello’ en imlim chumnuga [A 1950] o el tono blanquecino o grisaceo del
humo o de las nubes. Aunque Bergsland no señala ningún parentesco, lo cierto es
que resulta muy tentador el parecido formal entre chumnux y chumnax ‘madera de
pino’ [O 1834-1909, variante analógica chumna- ̂x en On 1948, A 1840], así como la
sencillez con la que puede derivarse un tono marrón-amarillento de la madera. La
palabra madalaagna- ̂x [AD 270b: O 1791] ‘oro’, sustituida por el préstamo ruso
suuluta- ̂x [AD 377a: O 1832, con al menos cinco variantes] ← золото zóloto ‘id’,10
se utiliza marginalmente para aludir al amarillo o al ocre. Además, el significado primario ‘oro’ también es metafórico, ya que la palabra deriva de madagna- ̂x ‘líquido
de la vesícula biliar’. El color ocre aparece en una palabra para ‘amarillo’, también
10
80
Para la transliteración del alfabeto cirílico se ha seguido Igartua y Alvarado (2007: 13).
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de uso restringido: akunga- ̂x [AD 47a: O 1791, Au 1952] ‘pintura amarilla, ocre’.
Pese a ello, aparece en un relato tradicional donde se mencionan otros colores. El
pasaje más significativo dice «[m]alix asxagung,
̂
chaayaking kayux qa ̂ganan: uluuda ̂x, quhma ̂x, akunga ̂x, qaxchax iliming axsix,
̂
agisang adugan nagan ting a ̂giimchi
a ̂gnaxtxichi»
̂
[J 71,4, pp. 462-3, cursiva del autor] ‘[a]sí que cuando muera deberás
depositarme en mi colina, dejando allí, a mi lado, mi tambor y [unas] pinturas: roja,
blanca, amarilla y negra’. Este texto, de recensión oriental, permite constatar en cierta medida cuáles son los términos básicos para aquellos cuatro colores. En cualquier
caso, se desconoce la etimología del término y Bergsland, durante una entrevista en
1971 en Atka, es incapaz de reafirmar su significado porque el nativo no reconoce
la palabra en absoluto.
Puesto que los seis colores elementales existen en aleuta, se supone que todavía
pueden obtenerse, por implicación, otros colores. En efecto, al menos otros cinco
colores están documentados en aleuta:
η. NARANJA: la palabra ka(h)nu(u)ya- ̂x [AD 230a: O 1778, A 1791-1950, Au
1952], cuyo significado principal es ‘cobre’, se emplea metafóricamente para referirse al color naranja. Lo que en infinidad de lenguas se solventa mediante el término correspondiente para la fruta, en aleuta se hace con el cobre, puesto que semejante alimento escasea en aquellas islas. Con la llegada de las poblaciones de origen
ruso y americano, la exportación de naranjas se hace realidad y, como consecuencia
del mercado, la palabra para referirse a esta fruta (¡pero no al color!) es, lógicamente, un préstamo: apalsiina- ̂x, del ruso апельсин apeľsín ‘naranja (fruta)’.11
θ. ROSA: se emplea tudax ‘azul’ y uduulax ‘rojo’ (para ambos v. supra). Para su
uso no parece existir ningún tipo de distribución complementaria, así que se distribuyen a gusto del hablante.
ι. GRIS: la palabra para el color gris es la misma que se utiliza para designar a la
niebla: ayangi- ̂x [AD 117b: ‘gris’ sólo en O 1909]. Su presencia en derivados del
tipo ayangidgaa ̂x-s [A 1952] ‘(estar) brumoso’ o ayangit- [O 1978] ‘comenzar a caer
la niebla’ indican clara y sorprendentemente que el valor original de ayangi- es cromático.
κ. MARRÓN: se emplea tudu- ̂x [AD 401a: O 1909], forma que posee los significados adicionales de ‘púrpura’, ‘azul oscuro’ o ‘rojo azulado’. Además, como ya se ha
apuntado, tudu ̂x se hace acompañar de otros colores para señalar sus tonalidades claras. En cuanto a su etimología, tudu- ̂x puede ser una forma analógica a partir de
*tudux, que de inmediato se relaciona con el verbo tudux-s ‘espeso, pesado’, aplicado al aceite o a las pinturas. Una hipótesis de trabajo más que aceptable es que el
color del aceite originó el valor cromático de esta palabra.
λ. PÚRPURA: las tres palabras que se conocen para aludir a este color se extraen
básicamente de las diferentes traducciones de un pasaje en (Mt 16,3), donde el texto
correspondiente ruso presenta багров-ый bagróv-yj ‘carmesí, púrpura, morado’. En
[O 1870] se utiliza tudu ̂x, en [A 1838-40] se decide utilizar daa ̂xtu-sa- ̂x [AD 160b]
11
Añádase a esto la ironía de los orígenes últimos del término ruso, que lo remontan a palabras como el
inglés apple ‘manzana’ < protogermánico *ab(a)laz < protoindoeuropeo *ab(e)l- (Watkins 2000: 1a; Pokorny
1959: 1), una fruta no caracterizada precisamente por el color naranja.
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y en [O 1832-38] mangayu- ̂x [AD 274a], palabra sin etimología visible que sólo significa ‘púrpura’, al menos según la documentación existente.12 Sin embargo, el
hecho de que no esté extendido y que sólo se registre en un par de ocasiones apunta a que su estatus es secundario. De estas tres palabras, sólo se conoce la etimología de daa ̂xtu-sa- ̂x, que deriva de da(a) ̂xtu- ̂x ‘hígado’, de PEA *tartu ‘id’ [CED
334a, PE *tartu], tras influencia de da- ̂x ‘ojo’, ésta a su vez de PE *əřə [CED 97a].
Una vez presentado y analizado el material disponible sincrónica y diacrónicamente, a continuación será insertado en el contexto universalista para así comprobar
si en efecto se ajusta o no a los requisitos impuestos por la BCT.
4. Terminología cromática aleuta desde una perspectiva universalista
Los requisitos para que un término se considere «cromático» son los siguientes
(Berlin y Kay 1969: 6-7):
(a) que sea un único lexema, es decir, que su significado no pueda deducirse por
los significados de sus partes;
(b) que su significado no esté entre los significados de otros colores;
(c) que su aplicación no esté limitada a un conjunto concreto de objetos;
(d) que sea relevante desde el punto de vista psicológico de los informantes. Esto
significa que: (1) debe aparecer con frecuencia al principio de las listas elaboradas
para enumerar colores, (2) ser un término general y estable entre diferentes informantes y (3) aparecer en los ideolectos de todos los informantes.
En caso de dudas, se recurre a otras características:
(e) la distribución del caso dudoso debe ser similar a la de los casos que se consideran seguros;
(f) si el nombre del color es también el de un objeto, y no puede establecer la cronología relativa de ambos (es decir, el color fue primero que el objeto o el objeto primero que el color), entonces es muy dudoso;
(g) si es un préstamo (reciente), muy dudoso;
(h) en el caso de que el requisito (a) sea difícil de discernir, debe recurrirse al contexto morfológico de la palabra, es decir, averiguar si aparece sólo o siempre acompañado por otro término, en qué contextos sintáctos (minisintáxis) se emplea y
cómo.
Pocos son los términos cromáticos aludidos en las secciones α.-λ. que cumplen el
conjunto de los cuatro primeros puntos.13 En lo que respecta a los puntos dudosos,
los términos aleutas se ajustan a la parte negativa de aquellos, es decir, o bien resulta imposible establecer una cronología relativa entre el color y el objeto al que alude
12
Sin que por el momento merezca mayor atención, obsérvese la sospechosa semejanza entre maanguĝ
[AD 274b: A 1860] ‘administar los sacramentos’, mangi- [AD 274a: A 1840-60] ‘pedir, rezar’ y manaa ̂xa[AD 273a: On 1983] ‘monje’ ← ruso монах monáx ‘monje’, que como mangayu- ‘púrpura’, son términos en
teoría artificiales empleados en la evangelización de los aleutas. ¿Resultaría demasiado especulativo ver en
los colores de los atuendos eclesiásticos el origen de mangayu- ‘púrpura’?
13
Resulta obvio que el cuarto punto es inútil sin la participación conjunta de los otros tres. Incluso si varios
hablantes coinciden en la popularidad de un término dado, dicho dato no arroja ninguna luz sobre los oríge-
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(y cuando es posible, el objeto antecede al color) o bien la minisintaxis refleja que
sólo se habla de color en un contexto determinado; fuera de éste el término adquiere otro significado no cromático.
En la siguiente lista se resume la situación particular de cada término. En la
columna «Naturaleza» se concluye «original» si el término se ajusta completa o parcialmente a las exigencias de la BCT, «desconocido» si el término está documentado en un par de ocasiones sin un contexto determinado, con el añadido eventual de
que su etimología es incierta, sino inexcrutable, y «secundario» cuando el valor cromático del término se ha obtenido por extracción, bien de forma metafórica, bien
tras elípsis en una situación de minisintaxis. No existen préstamos, ni rusos ni ingleses. Sólo la palabra apalsiina- ̂x, que deriva del ruso апельсин apeľsín, podría citarse, pero esta palabra sólo se utiliza para referirse a la fruta, nunca al color.
akungaayangichidgî
chiizanachingàluchumnux(-)
daa ̂xtu-saka(h)nu(u)yamadalaagnamangayuqaga-maqaxchax(-)
qu(h)masimsidux
tigyû
tudax
tuduulu-udâxanîxusax
Color
Metáfora
Minisintaxis
aturaleza
‘amarillo/ocre’
‘gris’
’verdeazul’
‘rojo’
‘amarillo’
‘amarillo/marrón’
‘púrpura’
‘naranja’
‘ocre’
‘púrpura’
‘blanco’
‘negro’
‘blanco’
‘amarillo’
‘verde claro’
‘azul’
‘marrón’
‘rojo’
‘rojo’
‘amarillo’
X
X
X
¿’orina’?
¿’orina’?
¿’madera’?
‘hígado’
‘cobre’
‘líquido biliar’
X
‘cartílago’
X
‘brillo’
‘esponja marina’
‘centeno salvaje’
‘bruma’
¿’aceite’?
‘carne’
‘brillo/ignición’
‘marchitar’
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
‘huevo’
X
X
X
X
X
X
X
‘atardecer’
X
desconocido
original
original
desconocido
desconocido
¿secundario?
secundario
secundario
secundario
desconocido
secundario
original
¿original?
secundario
secundario
secundario
¿secundario?
secundario
secundario
secundario
Los términos originales chid ̂gi- ‘verdeazul’, qaxchax ‘negro’ y ayangi- ‘gris’ forman parte activa del léxico aleuta en el sentido de que las metáforas se construyen a
partir de ellos y no viceversa, lo cual implica una jerarquía semántica predominante
del aspecto cromático. Las etimologías aquí propuestas para chiizana- ‘rojo’, tudu‘marrón’ y chumnux ‘amarillo/marrón’, aunque tentativas, generan dudas comprensibles que evitan poder asegurar a ciencia cierta su estatus original cromático. En
nes y motivaciones del término en cuestión. Es decir, gran parte de la definición de «término cromático»
depende de la calidad del análisis etimológico.
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cuanto a qu(h)ma- ‘blanco’, su naturaleza original, aunque descrita como interrogante, es una mera formalidad al existir muchos paralelos etimológicos en multitud de
lenguas del mundo en los que se unen los significados de ‘brillar’, ‘brillo, luz’ y
‘blanco’,14 sin que pueda decirse objetivamente qué fue antes: la luz y el blanco. En
el caso aleuta, esta duda se hace extensible incluso cuando se inserta en el contexto
esquimal-aleuta, ya que como se verá a continuación sus cognados esquimales también reflejan esta variación semántica.
Echar un vistazo a lo que ocurre en la rama esquimal no tiene sentido, nada más
que para confirmar la nula existencia de terminología cromática especializada en
aleuta. Ninguno de los términos cromáticos esquimales tiene cognado en aleuta, y
viceversa. En este sentido, se oponen dos bloques lingüísticos claramente diferenciados. La evolución desde la etapa PE hasta la lengua YAC, por ejemplo, es muy
uniforme: PE *qiyu(γ)- ‘(ser) azul’ [CED 310b] > YAC qiug-liq ‘cosa azul’, PE
*kavir ‘(ser) rojo’ [CED 162a] > YAC kavir-liq ‘cosa roja’, PE *qakcur- ‘(ser) blanco’ [CED 278a] > YAC qater- ‘ser blanco’, PE *cunar/γ- ‘verde’ [CED 93b] > YAC
cungag-liq ‘cosa verde’, PI *quqcuq ‘ser amarillo’ [CED 319b].15 La particularidad
del YAC es tungu- ‘(ser) negro’ deriva de PE *tuŋu- ‘azul oscuro’ [CED 352b],
mientras que de PE *qirnər ‘(ser) oscuro o negro’ [CED 308b] se obtiene en YAC
‘zorro azul’. Esta misma homogeneidad vale en general para toda la rama esquimal,
luego los motivos que deben explicar la total ausencia de esta terminología común
en aleuta quizás vayan más allá de la simple cronología profunda.16
Los únicos «términos cromáticos» aleutas que poseen etimología esquimal son
qu(h)ma ̂x ‘blanco’ y ka(h)nu(u)ya ̂x ‘naranja’. En el primero, el ejercicio etimológico depara una sorpresa cuando menos curiosa: el término esquimal con el que se
relaciona, *qəvlər- ‘destellar’ [CED 301a], documentado ampliamente tanto en la
rama yupik como en la inuit, incide exclusivamente en su significación luminosa. Ni
una sóla lengua esquimal ha desarrollado el significado de ‘blanco’, sino que ha continuado la evolución semántica de la familia léxica ‘brillar, brillo, luz’. En IPS incluso ha pasado a aludir al aceite, al ser éste un líquido que refleja la luz de forma considerable. No obstante, del mismo modo que en aleuta el blanco ha sido utilizado
con fines religiosos, en groenlandés septentrional se documenta, en las listas de
Kroeber, el término qeblâ ‘cuchillo’, sólo empleado por los shamanes. Esta acepción
14
La raíz indoeuropea *kweit- ‘blanco; brillar, luz’ continúa en las lenguas históricas tomando cualquiera
de aquellos significados, p.ej. inglés white, antiguo alto alemán (h)wīʒ, gótico hweits ‘blanco’, frente a indio
antiguo śvētá- ‘id’ vs. śvētya- ‘blanco, luz’, lituano šviečiù, šviẽsti ‘brillar’, antiguo eslavo eclesiástico švětъ
‘luz, mundo’. Véase inter alia Watkins (2000: 33b) o Pokorny (1959: 628-9).
15
El término para ‘amarillo’, inexistente en yupik, deriva de PE *qurə- ‘orina’ (que sí continúa en yupik,
por necesidades más que obvias) [CED 319a-b], mientras que ‘verde’ deriva de PE *cuŋar ‘líquido de la vesícula biliar’ [CED 93a], término que, recuérdese, en aleuta se utiliza para obtener la palabra ‘oro’, y de aquella, ‘amarillo’.
16
En cualquier caso, el tema cromático ha pasado completamente inadvertido entre los especialistas, única
explicación a la total ausencia de trabajos monográficos sobre la cuestión. Se han publicado artículos sobre
los colores en esquimal (uno de los primeros intereses, si no el inicial, de Boas por los esquimales fue su concepción cromática), pero nada sobre los colores en aleuta. Es probable que la homogeneidad de los datos
esquimales los haya hecho extensivos en la imaginación de muchos especialistas, considerando innecesaria
una investigación en profundidad de lo que ocurre en esta lengua.
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no se documenta en ninguna otra lengua esquimal. Dentro del ámbito groenlandés,
desde una perspectiva religiosa, el significado de qeblâ resulta ciertamente complicado de explicar. Pese a que ni la palabra aleuta para ‘blanco’ tiene paralelo en esquimal, ni la palabra correspondiente en esquimal tiene paralelo en aleuta, ambas han
sido introducidas, sea por las vías que sean, en el ámbito religioso. Idéntica situación
puede observarse con respecto a la etimología de ka(h)nu(u)ya ̂x, expresado a través
de una metáfora con el cobre. El nombre del cobre, ka(h)nu(u)ya ̂x, se relaciona claramente con PE *kannutyaγ ‘id’ [CED 156b].17 Fortescue, Jacobson y Kaplan consideran que la palabra aleuta quizás sea un préstamo, opción que Bergsland parece
compartir, seleccionando como fuente YAA kanuyaq.18 Sea como fuere, en las lenguas esquimales sólo se documenta el significado ‘cobre’, no habiendo lugar para la
metáfora cromática. Lo que se deduce de ambas etimologías es que en origen ninguna de las palabras aleutas aludía a un color y que lo que se observa en las etapas
históricas es una evolución semántica, con el añadido de que aquellas palabras todavía poseen ambas significaciones: la original y la metafórica cromática.
5. Conclusiones
Analizado el material desde todas las perspectivas posibles, los términos originales cromáticos de la lengua aleuta parecen ser el gris, blanco, negro y verdeazul. El
resto, claramente secundario, no puede denominarse bajo ninguna circunstancia
«vocabulario cromático puro», al menos aplicando las normas antes enumeradas.
Además, según los presupuestos de la BCT el rojo y el amarillo aparecen inmediatamente tras el blanco y el negro. Sin embargo, en el caso aleuta son el gris y el verdeazul los que debieron obtener entidad propia tras el blanco y el negro. Los datos
lingüísticos son claros al respecto: la BCT no se cumple en absoluto en la lengua
aleuta. Pese a lo discordante de estos datos, lo cierto es que se ajustan perfectamente a la situación registrada en otras lenguas. Así, el yélî dnye, la lengua estudiada a
este respecto por Levinson, testimonia exactamente las mismas «lacras y deficiencias» que el aleuta. Algunos autores, como Kay (1975), han intentado explicar este
tipo de anomalías universalistas como producto de cambios (socio)lingüísticos
importantes experimentados por las comunidades que hablan estas lenguas. No obstante, y de nuevo como en el caso del yélî dnye, en aleuta no hay rastro de cambios
(socio)lingüísticos que pudieran o puedan estar afectando a la configuración cromática del aleuta: no hay préstamos y no se identifica ningún tipo de patrón cromático
idéntico al del ruso o el inglés, las dos lenguas que más en contacto han estado y
están con el aleuta, que pudiera haber sido calcado o copiado. Aquellos neologismos
que se emplean en la traducción bíblica no pasan al léxico activo de la lengua, y por
17
Aunque los editores del CED ofrecen como primera reconstrucción *kannutar, rápidamente postulan
esta segunda a partir de las formas IG kannussak e IGO kaŋŋutsak ‘id’.
18
La evolución exacta en aleuta del grupo consonántico PEA *-ty- sólo se conoce en aquellos casos donde
la sílaba inicial cae, dejando *ty en posición inicial, que se soluciona en y- o Y- (/y/ aspirada), p.ej. PEA (verbal) *mətyu(γ) / (nominal) *mətyur ‘líquido’ > PE *məcu(γ)- / *məcur, pero A Yu- ‘id’ [CED 196b, AD 465a].
Para más información, véase Alonso de la Fuente (2007).
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ello Bergsland anota en las entradas correspondientes de su diccionario que durante
las entrevistas los nativos no identifican estos términos, creados exclusivamente en
el proceso de evangelización. Huelga decir, además, que los susodichos cambios
(socio)lingüísticos deben manifestarse en más ámbitos, no sólo en el cromático. En
ese sentido, el aleuta no sirve en absoluto de ejemplo, al no registrar cambios semejantes.
Como alternativa, el propio Kay (1999a, 1999b) ha desarrollado en fechas recientes la denominada «teoría emergente», una especie de entramado teórico paralelo a
la BCT que busca dar respuesta a aquellos sistemas que no se ajustan a esta ultima
teoría. En opinión de Kay, si los hablantes de algunas lenguas no han creado un
campo semántico especializado para los colores es porque sencillamente no les ha
sido necesario. El arte aleuta por ejemplo no juega tanto con los colores, como con
las formas. Asimismo, el entorno ecológico no sólo de las islas Aleutianas, sino de
prácticamente todo el Círculo Polar Ártico, no puede calificarse de otra forma que
no sea «monocromático».19 Por lo tanto, desde un punto de vista antropológico –un
tanto inocente– la afirmación de que «no (les) ha sido necesario» se torna en parte
verdadera. El uso «emergente» de expresiones alternativas no especializadas y de
metáforas constantes no sería otra cosa más que la respuesta natural de los hablantes ante la necesidad de expresar o describir algún color. Pero dado que esa necesidad es inmediata, puntual, es decir, no está sujeta a consideraciones reflexivas, la
creación de un léxico especializado es superflua. El aleuta, como el yélî dnye u otras
lenguas más populares, como el propio latín clásico, reflejan exactamente esta situación. Por supuesto, la llamada «teoría emergente» debe ser trabajada y todavía científicamente definida, ya que por el momento sólo parece un «cajón desastre» donde
localizar los casos que no sirven para demostrar la validez de la BCT.
Los autores que rechazan el universalismo lingüístico, al menos en lo concerniente a los colores, parecen estar en lo cierto. Si bien existen una serie de patrones más
o menos populares o extendidos (el aleuta, como otras muchas lenguas, posee una
única palabra para los colores verde y azul [Polomé 1990: 460-1]), bajo ningún concepto pueden considerarse universales a todas las lenguas y culturas. La «teoría
emergente», más que la BCT, podría jugar un papel importante en la definición de
los sistemas cromáticos de gran parte de las lenguas del mundo y quizás una colaboración estrecha con la BCT, adaptando y refinando algunos de sus presupuestos
vitales, podría servir como esqueleto teórico-práctico para el análisis del léxico cromático de cualquier lengua. Sea como fuere, es de esperar que los resultados aquí
expuestos contribuyan de algún modo a la mejora en el entendimiento no sólo de los
sistemas cromáticos, sino del concepto general de «universal (antropológico lingüístico)».
Abreviaturas
A = aleuta de Atka; O = aleuta oriental; Ab = aleuta de Bering (subdialecto de A); Am = aleuta de Copper (subdialecto de Au); Au = aleuta de Attua; I = inuit / inupiaq; IPS = inupiaq de
19
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Para una muestra incomparable del arte aleuta véase la monografía definitiva de Black (2003).
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la península de Sewart; IG(O) = inuit de Groenlandia (occidental); Oa = aleuta de Akutan
(islas Akun y otras del grupo Krenitzin); On = aleuta de Nikolski y Umnak; P = proto (+Y,
I, E = esquimal, EA = esquimal-aleuta, A = aleuta); Y = yupik; YAA = alutiiq; YAC = yup’ik
de Alaska central.
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