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PROTOINDUSTRIALIZACIÓN
El siglo XVIII prepara el posterior proceso de industrialización gracias a los intercambios
comerciales realizados por los Estados comerciantes hegemónicos, que eran Francia e
Inglaterra –una vez superada la hegemonía de Holanda como potencia comercial– y gracias
a la aparición de una potente economía agraria de carácter doméstico: LA
PROTOINDUSTRIALIZACIÓN. Los países europeos importaban bienes de consumo de las
Américas (café, té, especias, azúcar, cacao, etc.) y exportaban por todo el mundo bienes
manufacturados: textiles producidos en la India, pero sobre todo elaborados por la industria
textil doméstica europea.
No existe relación mecánica de continuidad entre protoindutrialización e industrialización,
pero esta industria rural está en la base del desarrollo del gran comercio, de la
especialización agraria de carácter interregional y de la acumulación de capital comercial.
En determinados territorios europeos, el capital comercial de comerciantes y productores
(verlenger) comienza a penetrar en la esfera de la producción manufacturera textil. La
penetración del capitalismo comercial en el industrial se produjo a través del mundo rural,
donde había trabajo en abundancia y a bajo coste que estimuló la inversión del capital
mercantil y posibilitó el desarrollo industrial.
La industria rural se basa en la actividad rural y doméstica, sin concentración fabril
(manejaba una dotación tecnológica escasa), especializada en el sector textil de lana y lino
y en una producción orientada al mercado extrarregional. Su organización depende
directamente del capital mercantil, que le surte de materias primas y se encarga luego de
su comercialización, es decir, hay capital mercantil que es una inversión en materias primas
realizada por comerciantes que luego serán transformadas en la industria rural doméstica y
comercializadas. Esa producción era distribuída a través de circuitos comerciales que
alcanzaban mercados comarcales, nacionales e internacionales.
Había dos modelos de organización protoindustrial:
-Verlagssystem: pequeños productores (familias extensas, en realidad) trabajaban
por encargo del comerciante que les proporcionaba los medios de producción.
-Kaufsystem: pequeños productores artesanos eran los dueños de los medios de
producción y luego vendían sus productos al comerciante.
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La mano de obra protoindustrial provenía de las necesidades de ingresos de las familias de
los subsegmento inferiores de la sociedad rural: campesinos con poca tierra incapaces de
subsistir con los productos o rentas de esa tierra y campesinos sin tierra incapaces de
subsistir con los ingresos del trabajo agrario. Todos los miembros de la familia (hombres,
mujeres, niños, ancianos) buscaban ingresos que complementaran o suplieran a los
escasos o inexistentes provenientes de la actividad agraria, y los buscaban donde podían,
ya fuera en las manufacturas rurales, en el servicio doméstico, en la caridad, etc. No
obstante, los ingresos de la tierra o del trabajo agrícola continuaban aportando una parte
fundamental de los ingresos del presupuesto familiar.
LA PROTOINDUSTRIALIZACIÓN SE REALIZÓ BAJO LA CONDICIONES (RELACIONES
DE PRODUCCIÓN E INTERCAMBIO) DEL CAPITALISMO.
La Revolución Industrial ocurrida en Gran Bretaña desde fines del siglo XVIII sería
inexplicable sin tener en cuenta la producción de bienes a pequeña escala, basada en
procesos mecánicos y manuales.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Es un hecho del siglo XVII aunque sus efectos no se hicieron patentes hasta el siglo XIX,
pero se caracterizó por haber iniciado un proceso: “tiene más importancia la profundidad de
los cambios que su rapidez” (David Landes). Hablamos de la transformación más
fundamental experimentada por la vida humana desde la época neolítica. Produjo una
aceleración del crecimiento económico, acompañada de una profunda transformación de la
producción y de la estructura de la sociedad, no sólo británica.
Pero, ¿por qué en Inglaterra? El Occidente europeo se hallaba, a mediados del siglo XVIII,
en una situación más próspera que cualquier otra región del mundo y mejor preparada
desde el punto de vista cultural y científico, además de su enorme expansión comercial.
Pero existen algunas razones que explican el éxito británico:
1ª Transformaciones en el mundo rural. La agricultura inglesa presentaba un
panorama diferente al del resto del continente (exceptuando a Francia y a Holanda), al
haber experimentado ya una primera revolución agrícola. En la distribución de la tierra
predominaba una alta y una baja nobleza, apenas la Iglesia ni los campesinos. Ésto fue
posible gracias al proceso de enclosures (cercamientos) que afectó a tierras cultivadas y a
comunales y supuso una mejor garantía de los derechos de propiedad y una limitación de
los derechos colectivos sobre la tierra. También hubo una serie de innovaciones técnicas
como la difusión del Norfolk system (sustitución del barbecho por la alternancia de los
cultivos de cereales con leguminosas) y una asociación estrecha entre agricultura y
ganadería, mediante la estabulación y la producción de forrajes. El incremento de la
productividad que se produjo permitió alimentar a una población en expansión sin depender
de la importación de materias primas. Ésta sería una de las ventajas fundamentales de
Inglaterra para afrontar su industrialización.
2ª “Política de la innovación tecnológica”. Se da una progresiva sustitución del
trabajo humano por el de las máquinas, de la energía animal por la mecánica y la utilización
de nuevas materias primas generalmente inorgánicas (minerales). Las nociones científicas y
los inventos pudieron ser convertidos en innovaciones. Los principales cambios
tecnológicos tuvieron lugar en el sector de la energía con la máquina de vapor de James
Watt, y esta tecnología de fuerza motriz fue la que concedió al mundo occidental su gran
superioridad sobre el resto del mundo. También se dieron innovaciones técnicas en la
metalurgia y en la industria textil (water frame, jenny, mule). Hay que tener en cuenta que lo
más importante de la revolución industrial fue su capacidad para integrar pequeñas mejoras.
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Es importante la conexión entre tradición, pequeña producción, saber técnico y capacidad
de renovación; características que florecieron en la Inglaterra de fines del siglo XVIII.
3 Tránsito hacia la producción para el mercado, en vez de para el consumo propio.
Es importante el papel de la demanda, es decir, la influencia de los consumidores en la
orientación de la producción. Para que esto tenga lugar es preciso que exista un mercado
integrado y esto es lo que sucede en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XVIII. Por
una parte, se configura un mercado interior, basado en una demografía en expansión y un
alto poder adquisitivo de la población, sin aduanas interiores y con una moderna red de
comunicaciones. Por otra parte, la economía inglesa se benefició de un amplio mercado
exterior, en constante expansión, basado en un gran poderío naval, un apoyo constante de
la política diplomática del gobierno y en el monopolio de las colonias ultramarinas. Se da la
suma de un lento crecimiento interior y una expansiva economía internacional, de modo que
la revolución industrial es a la vez un hecho profundamente insular y un hecho mundial.
LA INDUSTRIALIZACIÓN EN EL CONTINENTE
El proceso de industrialización en el continente europeo es un poco más tardío, presenta
modalidades nacionales y regionales muy diversas y, además, debe enfrentarse a la
posición privilegiada que había conseguido Gran Bretaña. La explicación del crecimiento
económico de Europa en el siglo XIX estaría en la existencia de factores de sustitución de
los británicos sean el Estado, la banca o la política económica (según Gerschenkron) o en la
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capacidad de emulación de la experiencia inglesa por parte del continente, lo que le habría
permitido incorporarse con más fuerza a una segunda fase de la economía industrial y así
acortar distancias (según Landes).
La Europa continental dispuso de la tecnología británica, pero tuvo que afrontar también
grandes transformaciones internas. Frente a la unidad nacional británica, la diversidad
continental suponía de entrada un factor limitador que, en la segunda mitad del siglo, acabó
siendo superado. A pesar de ser un proceso esencialmente diverso, según épocas y países,
hay algunas pautas comunes en la dinámica industrial europea y diferenciadoras del modelo
británico:
1. El sector lider ya no es la industria de bienes de consumo sino la industria de bienes
de equipo.
2. La financiación del proceso industrializador es más exógeno que en el caso
británico. En el continente es mucho más fuerte la integración entre la banca y la
industria frente a la vía inglesa, donde el ahorro producido en la propia industria era
el núcleo de la capacidad inversora. En el continente, la banca tiene un papel central
en la aportación de recursos con destino a la industria pesada.
3. Frente al protagonismo de la iniciativa privada británica, la transformación
económica en el continente no sería posible sin la participación activa de los
gobiernos en la dotación de recursos, captación de inversiones exteriores o en el
establecimiento de políticas proteccionistas.
4. A pesar de la influencia de los estados, la industrialización europea es, sobre todo,
un fenómeno regional. La existencia de desequilibrios territoriales en el ámbito
europeo y la diferenciación en el interior de los propios estados nacionales es una
consecuencia de la propia expansión del capitalismo, que genera la existencia de
regiones más adelantadas a costa de regiones atrasadas, que por lo general
suministran materias primas y mano de obra a las zonas industrializadas.
REVOLUCIONES AGRÍCOLAS
La modificación de las estructuras agrarias propias de una sociedad feudal fue lenta pero
decisiva para afrontar el proceso de diversificación económica que supone la
industrialización europea. Es evidente que la renovación de la agricultura europea
acompañó el proceso de industrialización, bien aportando mano de obra para la industria,
bien constituyendo un mercado en expansión para los productos manufacturados.
La dimensión de las mudanzas agrarias está en estrecha relación con el entorno social e
institucional en el que se producen y con la organización previa de la sociedad tardo-feudal,
en la que existían grandes diferencias –la más decisiva la que separaba a Europa
occidental de la oriental–. Al este del Elba predominaba un tipo de señorío que comportaba
la existencia de la servidumbre agraria y una gran prevalencia por parte de los señores
(Gutherrschaft). Al occidente del Elba, el tipo de señorío era el Grundherrschaft, bajo el cual
pudieron desarrollarse amplias capas de campesinos libres y grandes arrendatarios agrarios
que ejercieron un papel central en la transición del feudalismo al capitalismo en el seno de
las economías agrarias. Las transformaciones que tienen lugar durante el siglo XIX afectan
al ámbito de la propiedad de la tierra y su uso más que a las mejoras en su organización
productiva* y su integración en la economía capitalista*. Sólo a finales de siglo, la
agricultura europea afrontará medidas decisivas para su transformación, al convertirse en
asunto prioritario de las políticas estatales. Se crean ministerios, se fomenta el crédito
agrario, y aparecen grandes ligas agrarias que alcanzarán un gran protagonismo político.
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La abolición del feudalismo fue tarea prioritaria de todas las reformas liberales agrarias
europeas, a partir del ejemplo francés. La emancipación del campesinado en la Europa
central y oriental fue un proceso que duró medio siglo. Aunque los señores fueron
despojados de sus derechos políticos, pudieron convertirse, en muchos casos, en grandes
propietarios.
El progreso del individualismo agrario es una constante de la sociedad rural
contemporánea. Se pone de relieve en la consolidación de la propiedad privada de la tierra
tras la abolición de los derechos feudales sobre la misma y la consagración de la figura del
propietario como titular único. Se manifiesta también en el denominado “ataque a los
comunales”, con los cercamientos de bienes y la eliminación de prácticas consuetudinarias.
Decrece, por tanto, el papel de la pequeña comunidad campesina, donde tenía lugar la
parte fundamental de la producción agraria europea y emergen las figuras del propietario
cultivador directo y el gran arrendatario.
Paul Bairoch ha individualizado dos revoluciones agrícolas que habrían tenido lugar desde
finales del XVIII hasta principios del siglo XX:
La primera revolución agrícola, iniciada en Inglaterra se manifiesta en los países
continentales con la supresión gradual del barbecho y mejora en la rotación de cultivos, con
introducción de las plantas forrajeras y con la generalización de productos de primavera
como la patata. También con la mejora del utillaje agrícola, todavía no motorizado y con la
introducción de nuevos fertilizantes como el guano peruano y el nitrato chileno.
La segunda revolución agrícola constituye la respuesta que la agricultura europea
ofreció a la invasión de productos agrarios procedentes de las “nuevas europas”
(Norteamérica, Argentina, Oceanía) que amenazaron con colapsar la producción agraria
europea. Se añade ahora la difusión de maquinaria agrícola que permite la mecanización de
parte de los trabajos agrarios (especialmente, la recolección) y la fuerte integración entre
agricultura e investigación científica.
*NOTAS:
La organización productiva se refiere a cómo se lleva a cabo la producción en el sector agrícola, incluyendo aspectos como las
técnicas de cultivo, la gestión de los recursos, la división del trabajo y la adopción de tecnologías agrícolas.
La integración de la tierra en la economía capitalista implica su participación activa en los procesos de inversión, producción y
comercio, donde los propietarios de tierras pueden buscar maximizar sus ganancias mediante el uso eficiente de los recursos
y la participación en los mercados agrícolas y financieros.
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en las relaciones entre Europa y el Extremo Oriente, al reducir a la mitad la duración de la
ruta.
ADELANTADOS Y REZAGADOS
Los ritmos de seguimiento del ejemplo británico por parte de los países europeos no fueron
uniformes en el tiempo. Algunos de ellos, como Bélgica, Francia o Alemania son
considerados los primeros en llegar (los first comers). Un segundo grupo, los late comers
(Rusia, Austria-Hungría y Escandinavia), se incorporaron al proceso de industrialización
muy avanzado el siglo XIX. También habría un tercer bloque, los Balcanes y el Mditerráneo,
aunque el norte de Italia, Cataluña y País Vasco no respondan exactamente a esta
tipología.
Bélgica es el país que, gracias a sus recursos energéticos y a su privilegiada posición
geográfica, en el centro de una gran región industrial franco-alemana, logra un nivel más
rápido de industrialización. Su estrecha vinculación con la economía francesa, que realizó
grandes inversiones en el sector carbonífero y el papel activo que el gobierno desempeñó
en el apoyo a la industria y en la construcción de ferrocarriles.
En Francia, el nivel de crecimiento no fue muy distante del británico, pero no logró alcanzar
a su competidor en todo el siglo XIX, a pesar de haber tenido lugar la transformación social
y política más importante del continente (tras la revolución francesa de 1789). Diversas
regiones francesas destacan en su papel industrializador: el norte fronterizo con Bélgica,
Alsacia y Lorena, y la región de Lyon. Al propio tiempo, extensas áreas del sur y del oeste
mantuvieron sus estructuras tradicionales, lo que debilitó su proceso industrializador. La
peculiaridad francesa reside en haber adaptado su nivel de desarrollo a un amplio mercado
interior de carácter rural, aunque de bajo crecimiento por el maltusianismo demográfico del
país desde el siglo XVIII, y, al propio tiempo en protagonizar grandes inversiones en la
Europa mediterránea y oriental. El crecimiento económico de estas zonas es inseparable de
la gran cantidad de capitales invertidos por la economía francesa, en la construcción de vías
de comunicación, establecimiento de sistemas bancarios o en la explotación de los recursos
naturales.
El caso de Alemania es más singular, dadas sus dimensiones y su tardía unificación política.
Concentrado su poderío industrial en el reino de Prusia, su crecimiento más espectacular
tiene lugar en el último tercio del siglo. Los ejes de su estructura industrial estaban basados
en la industria pesada (hierro y acero) y en la construcción de maquinaria. Pero lo más
decisivo de la estructura industrial alemana fueron los factores de carácter organizativo y
político: por la constitución de un gran mercado interior; por la alianza entre nobleza agraria,
la burguesía industrial y la política militarista del II Imperio, fundado por Bismark; y por una
gran concentración empresarial y financiera y por el potente desarrollo científico aplicado a
la estructura productiva, visible sobre todo en la industria química.
Hasta 1870, la mayor parte de los países europeos no conoció una auténtica
industrialización, salvo en ámbitos restringidos de dimensión regional.
En conjunto, el desarrollo económico de Europa en el siglo XIX muestra:
-la precocidad del oeste frente a los países de Centroeuropa y de la Europa oriental.
-un descenso de latitud desde el norte, más evolucionado hacia el Mediterráneo, que
se incorpora más tardíamente.
Estas diferencias derivan de raciones culturales y organizativas.
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Fuera de Europa tiene lugar un doble proceso, por una parte una progresiva
desindustrialización de economías como las de India o China, y por otra la emergencia de
una potente economía industrial en EEUU y la occidentalización de Japón.
EEUU: La transformación de una sociedad colonial, de base agraria y comercial, en una
sociedad altamente industrializada es un hecho que tiene lugar en EEUU durante el siglo
XIX. Las bases de la industrialización estadounidense, parcialmente diferentes de las
europeas descansan sobre varios pilares:
1. Una potente agricultura favorecida por abundancia de tierras y por una precoz
mecanización, debida a la escasez de mano de obra. Fue una agricultura organizada
por los pioneros que organizaron sus granjas como empresas agrícolas, altamente
mecanizadas y de producción masiva. La producción agraria no sólo fue capaz de
alimentar la población creciente de EEUU, sino que invadió los mercados europeos
provocando la crisis agraria de finales del siglo.
2. La formación de un inmenso mercado interior. Frente al modelo británico de
industrialización basada en la exportación de manufacturas, en EEUU el peso del
comercio exterior fue muy escaso.
3. La adopción de pautas de organización de la producción basadas en la aplicación
sistemática de innovaciones tecnológicas, en la combinación del trabajo mecánico y
el humano y, finalmente, en una fuerte concentración empresarial.
JAPÓN: A partir de 1868 y hasta principios del siglo XX tiene lugar un proceso de
industrialización de Japón que combina la permanencia de buena parte de sus tradiciones
con la incorporación de influencias y tecnología occidental, transferida mediante la
formación técnica en universidades extranjeras y una probada capacidad de los japoneses
para la imitación. Los fundamentos del despegue industrial japonés descansan en el apoyo
que el estado presta a las iniciativas industriales, en la sobreexplotación del campesinado
por vía fiscal para financiar las inversiones estatales en el sector industrial y en la
constitución de importantes grupos industriales que ejercen liderazgo sobre varios sectores
de la economía. El desarrollo de la industria de bienes de consumo (textil) se basa en su
capacidad de exportación mientras que el nacimiento de la industria pesada está vinculada
a las necesidades de expansión militar. Las razones que explican este rápido éxito del
Japón moderno son muy variadas:
1. la disciplina laboral y la capacidad de sacrificio de la población japonesa
2. las razones de tipo religioso y cultural como la jerarquía familiar y social, y la
lealtad a la comunidad y, sobre todo, al Estado. El capitalismo japonés
comenzó como un capitalismo de Estado.
En contra del nacimiento del capitalismo occidental, basado en el apogeo del individualismo,
en el caso japonés fueron los valores comunitarios los que se reforzaron,lo cual demuestra
que la vía japonesa al capitalismo, además de tardía, fue diferente de la seguida en
Occidente. El factor nacionalista logró una adhesión incondicional de la población a los
proyectos reformistas de los gobiernos.
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proceso de transición hacia nuevas formas organizativas, otros sectores productivos
que marcan la pauta del desarrollo económico y, la incorporación de nuevos países al
proceso que se suele denominar segunda revolución industrial.
El acero progresivamente sustituye al hierro en los sectores del transporte, la construcción,
maquinaria e incluso en bienes de consumo. La expansión de su producción es enorme.
Fue importante el convertidor inventado por Henry Bessemer, ya que antes no se podía
conseguir una producción masiva y barata. Esta eclosión del acero propició a la vez una
enorme expansión de la industria siderúrgica.
La industria química será uno de los sectores que marcan la pauta de las transformaciones
de la economía mundial hasta la Primera Guerra Mundial. Influye sobre ramas muy diversas
de la producción (metalurgia, papel, cemento, caucho, cerámica, vidrio…), y combinada con
las nuevas fuentes de energía, como la eléctrica electricidad o el petróleo, permite el
desarrollo de actividades como la petroquímica o la electrólisis. También está vinculada a la
química agrícola, la producción de ácido sulfúrico, la dinamita o la vulcanización del caucho.
Un grupo de químicos alemanes patentó el procedimiento para conseguir colorantes
artificiales y tintes sintéticos, lo que propició un desarrollo extraordinario de productos
químicos derivados y la constitución en Alemania de fuertes empresas que acabaron por
controlar el mercado mundial de la química.
Se dió una transición hacia otras fuentes energéticas que serán las protagonistas durante
todo el siglo XX como la electricidad y el petróleo, sustituyendo el carbón mineral como
combustible para la máquina de vapor y la calefacción.
La producción eléctrica comenzó para satisfacer la necesidad de iluminación (alumbrado
urbano) pero pronto se destinó a la industria, con ella no quedaba al margen de la
mecanización ninguna actividad productiva.
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de fuertes medidas proteccionistas, compatibles con la expansión imperialista y el dominio
europeo del mundo.
El proceso de industrialización experimentado por el mundo occidental durante todo el siglo XIX
tiene sus raíces en la revolución industrial iniciada en Inglaterra a finales del siglo XVIII. En este
mismo periodo se establecerán también las bases políticas y e ideológicas contemporáneas.
Lo que realmente movilizó al hombre del siglo XIX fue consolidar la libertad en todos sus órdenes
(político, económico, de ideas y nacional) y a la vez resolver el problema de la igualdad de las
personas, después de siglos de superioridad aristocrática, fundada en la existencia de privilegios y
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libertades específicas de estamentos y corporaciones. Estos pensamientos quedarían claramente
reflejados en las 3 corrientes ideológicas que dominan el siglo XIX por excelencia: el liberalismo, el
socialismo y el nacionalismo. Todas ellas surgen a partir de estas experiencias revolucionarias del
siglo XVIII.
Las transformaciones políticas del siglo XIX afectan a campos muy distintos. Las monarquías
absolutas del antiguo régimen son sustituidas por regímenes políticos de carácter constitucional y, en
algunas ocasiones, también parlamentario hasta acercarse a los principios de la democracia. Lo que
predomina, sin embargo, es la existencia de monarquías constitucionales y no parlamentarias, ya que
estas no se abren paso como tal hasta el periodo de entreguerras del siglo XX.
Desde el punto de vista territorial y político, la gran novedad del siglo XIX, es la constitución de los
estados nacionales, es decir, la diversidad de entidades políticas existente en la Europa del Siglo XVII
se reduce drásticamente (como pasa en Mitteleuropa, donde la influencia napoleónica termina
disolviendo docenas de principados y pequeños estados y se fortalece el papel de Austria y Prusia. El
mapa de Europa solo sufrirá modificaciones debido a diversos conflictos de carácter nacional, tanto
en Bélgica o los Balcanes como en Italia y Alemania. El diseño hecho en Viena se mantiene hasta la 1º
Guerra Mundial. Estos cambios también afectan al continente americano donde la independencia de
las colonias del imperio español alumbra un nuevo mapa político constituido por un grupo de
repúblicas de cultura común.
Cuando estalla la I Guerra Mundial, aunque Europa se quedad en un estado de “penumbra”, esta
poco tiene que ver con la Europa de Luis XVI, queriendo decir esto que la libertad había realizado
notables avances tanto en personas como en pueblos, convirtiéndose en uno de los símbolos de la
cultura política occidental. La igualdad, entendiéndola como un modelo de gobierno democrático,
había resultado un tanto menos exitosa, pero estaba claro que la moral aristocrática de finales del
siglo XVIII había quedado claramente erosionada, sino sustituida por el individualismo burgués. Un
autor (Toquecville) lo resume muy bien: “la aristocracia había muerto cuando yo nací y la democracia
aún no existía”.
El pensamiento político revolucionario planteado a finales del siglo XVIII, tiene su origen en
teóricos de los siglos XVII y XVIII. En Inglaterra tienen gran influencia las obras de Locke
asienta bases sobre la nueva legitimidad del poder político (deriva la soberanía no de la
voluntad divina, sino de la existencia previa de los derechos naturales del hombre.
En Francia las principales aportaciones políticas las llevan a cabo autores como Montesquieu
o Rousseau. El primero establece el famoso “espíritu de las leyes” que defendía la división
del poder para evitar el despotismo y poder limitar el poder. Mientras tanto Rousseau acuña
que el pueblo era la única fuente de soberanía política, que se expresa a través del principio
de la “voluntad general”. Estas corrientes se ponen a prueba en diferentes experiencias
históricas del siglo XVIII. También en lugares como América y Francia, así como en todos los
movimientos de orientación liberal propagados por América y Europa en el siglo XIX y que se
definen por su defensa al liberalismo, frente al absolutismo de las monarquías del Antiguo
Régimen.
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● La sustitución del concepto de súbdito, propio de la monarquía absoluta por el de
ciudadano que se convierte en sujeto de derechos innegables.
● En la abolición de libertades particulares de gremios y corporaciones en favor del
concepto universal de libertad, aplicado no solo en el ámbito político, sino en el
económico: laissez faire, laissez passer (dejen hacer, dejen pasar. Hace referencia al
libre mercado con una mínima implicación de los impuestos y el gobierno)
● Sustitución del origen divino de la soberanía para radicarla en la nación o en el
pueblo, en su versión más radical y democrática. Se pretende que el poder político
esté sujeto a una ley, o sea a una constitución. No es posible este ejercicio sin una
división de poderes que permitan su propio control y equilibrio.
Las consecuencias políticas de estos principios quedan reflejadas en escritos como la Constitución
estadounidense de 1787 y la de Francia de 1791.
Las Constituciones de Cádiz o Portugal (1812 y 1822 respectivamente) son quizá el mejor ejemplo de
esta práctica constitucionalista europea.
El liberalismo sin embargo se manifiesta asimismo en una nueva organización de la vida política a
través de la creación de estados nacionales, la regulación de la participación ciudadana a través a
través de partidos políticos y sistemas electorales junto con la aparición de estructuras
administrativas centralizadas.
Aunque el liberalismo no es muy estatal, sí que es cierto que hace que el Estado se convierta en el
titular de la soberanía nacional y en la instancia ejercer la dominación política incluida la violencia.
Tocqueville otra vez dice que esta no se hizo para perpetuar el desorden sino para aumentar el poder
y los derechos de la autoridad pública.
2. En el nombre de la revolución
Desde el último tercio del siglo XVIII tiene lugar un proceso de mudanzas políticas que constituyen
los orígenes del mundo contemporáneo. Estos cambios afectaron a muchos ámbitos, desde la
legitimidad del ejercicio del poder hasta la ordenación de los distintos poderes bajo el principio de la
responsabilidad y del control mutuo. El concepto de revolución (se llama así un poco porque para la
gente que estaba viviendo esto, suponían transformaciones muy profundas) ya era conocido desde
varios siglos antes (Países Bajos liberándose del dominio español, o Portugal recuperando la dinastía
de Braganza frente a la monarquía de Felipe IV. En este caso revolución significa restauración, volver
a una causa perdida. A partir de la Revolución Francesa el término para a designar procesos políticos
cuyo desencadenante podía estar al alcance de los individuos. El Gobierno de la época de la
Convención Francesa ante el peligro que se encontraba frente a la coalición de potencias extranjeras,
se pudo declarar “revolucionario hasta la paz”. La revolución, en cuanto a mudanza política se refería,
era algo que podía hacerse y defenderse. Quienes la defendían se llamaban revolucionarios y quienes
se oponían reaccionarios o refractarios. Este es el origen de la gran distinción política del mundo
contemporáneo entre izquierda y derecha. (Norberto Bobbio)
El gran primer legado de la revolución es situarla al alcance de los hombres, hacerles capaces de
pensar y organizar el futuro. La distinción entre pasado y futuro se aceleró con las experiencias
revolucionarias de finales del siglo XVIII, consolidando la noción del progreso, avance indefinido en
todos los sentidos, tanto materiales como intelectuales.
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3. La revolución americana
Las colonias inglesas en la costa Esta de América del Norte experimentaron un gran desarrollo
durante el siglo XVIII, pero a partir del 1763 tras la Guerra de los 7 Años (Francia, Gran Bretaña,
Austria y Prusia), las relaciones entre las metrópolis europeas y sus territorios coloniales se vieron
profundamente afectadas. En el caso británico cada vez eran más incompatibles los regímenes
políticos y económicos de las colonias con la política de la metrópoli.
Diversos incidentes como la Boston Tea Party (1773) fomentaron la toma de conciencia de las
diferentes asambleas políticas de las colonias sobre la necesidad de lograr la independencia.
La independencia de las trece colonias de la Corona británica tuvo lugar entre 1776 y 1783. En la
primera fecha se produce la Declaración de Derechos de Virginia y la Declaración de Independencia.
Comienza además la legitimización política de la posición de las trece colonias, el proceso de lucha
militar contra el ejército inglés que terminaría con el triunfo de las tropas americanas y el
reconocimiento internacional de los nuevos Estados Unidos de América. EN la guerra, dirigida por
George Washington, Francia y España fueron aliados de los americanos, lo que convirtió una rebelión
colonial en un asunto europeo. La declaración de la independencia de las 13 colonias queda reflejada
en el Tratado de Versalles.
La declaración de Virginia, redactada por Thomas Jefferson, es uno de los manifiestos políticos más
importantes que hayan sido concebidos en la época de la ilustración, dado que contiene los
principios básicos del liberalismo forjados por los teóricos ingleses del XVII, en especial por John
Locke. Los principios que establece son la soberanía nacional, igualdad entre todos los hombres y
gobiernos con responsabilidad, al tiempo que detalla una serie de libertades individuales. Estos
nuevos principios basados en la igualdad jurídica no tuvieron que enfrentarse (como era el caso del
continente europeo) a la existencia de estamentos sociales y monarquías, que provocaban una clara
heterogeneidad social previa a la experiencia revolucionaria. En los territorios de las trece colonias,
sin embargo, la homogeneidad social era la norma. Tos por igual y con el mismo objetivo.
El poder legislativo se organizaba en 2 cámaras: el Senado que representaría a los estados de modo
equiparado, y la Cámara de Representantes, fruto de la elección popular de acuerdo con el peso
demográfico de cada estado. Hubo equilibrio entre estas 2 cámaras y el presidente, sigue a día de
hoy, pero con modificaciones. Hubo un poco de disputa entre federalistas y anti federalistas, pero
gracias a Alexander Hamilton que era el secretario del Tesoro de George Washington, en torno al
1815, el sistema político de Estados Unidos se hallaba ya totalmente consolidado, con instituciones
estables y con los primeros partidos políticos en acción.
4. La revolución francesa
Comienza en Francia con la reunión de los Estados Generales en mayo de 1789, proceso
totalmente diferente al americano. Su objetivo no es lograr la independencia, sino la
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transformación de la sociedad del Antiguo Régimen, muy compleja en su estructura, que se
hallaba organizada en torno a diversos estamentos y en la que seguían manteniendo un
fuerte peso cultural los valores de carácter aristocrático.
La influencia de la Revolución Francesa a nivel mundial, pero sobretodo europeo fue enorme
hasta el punto de ser considerada como punto de arranque de la época contemporánea.
Total, inspiración para otros movimientos revolucionarios.
Las interpretaciones sobre las causas de la Revolución Francesa han sido numerosas, autores
como Engels y Marx afirman que la revolución habría sido la culminación del ascenso social y
económico de la burguesía cuyo desarrollo no podía continuar dentro de los márgenes del
Antiguo régimen. Autores románticos como Albert Mathiez y Geroges Lefevre dirían que el
estallido revolucionario vendría provocado por el creciente empobrecimiento de las clases
populares (artesanos urbanos, campesinos…) y las continuas crisis de subsistencia que se
suceden en las décadas anteriores a 1789.
El autor Ernest Labrousse en sus estudios dice que eran perfectamente conciliables las 2
tendencias: el enriquecimiento de la burguesía y el empobrecimiento de las clases
populares. Esta opinión será la más aceptada. Hay también autores que sudan polla de la
revolución y creen que su protagonismo ha quedado relegado a antaño (François Furet)
Aunque la revolución francesa debe ser comprendida como un bloque en sí, esta está
fragmentada en muchas fases
1º Se abre en mayo del 89 con la Reunión de los Estados Generales en Versalles. Es la época
de la creación de las principales instituciones de la revolución. Durante este periodo tiene
lugar la quiebra de las estructuras políticas y sociales del antiguo régimen, así como la
construcción de una nueva legitimidad política que desemboca en la Constitución de 1791.
En agosto de 1789 se produce la abolición del feudalismo y la Declaración de los derechos
del hombre. En 1790 la Asamblea Constituyente aprueba la Constitución civil del clero, que
será el primer paso hacia la separación de la Iglesia y el Estado. Un año después se aprueba
la Constitución, que es la primera, de las constituciones realizadas en Francia y en Europa.
Triunfo del tercer estado, único estamento que se puede considerar como integrante de la
nación y por tanto lo es todo. Esta constitución sienta las bases de un sistema político
caracterizado por la división de poderes y previsión de una monarquía de carácter
constitucional sometida al poder legislativo. Acoge a su vez los principios del liberalismo
político: soberanía nacional, libertades individuales y defensa de la propiedad. El modelo
constitucional de esta fase revolucionaria se caracteriza por ser censitario y solo pueden
votar los hombres activos, o sea un 15% de la población.
2º Transcurre entre los años 1792 y 1795, se trata de la etapa más radical, en la que se
produce la caída de la monarquía y posterior ejecución del rey y una situación política de
emergencia nacional ante la guerra declarada por las monarquías europeas a los
revolucionarios franceses. Se adoptan entonces una serie de medidas políticas: Se proclama
la república y un gobierno de carácter dictatorial: un comité de la salud pública se queda con
todos los poderes y toma las principales decisiones de carácter radical: sufragio universal
masculino, control de precios y salarios, confiscación de bienes de la nobleza, apoyo al
proceso de conversión de los campesinos en pequeños propietarios y creación de un ejército
nacional. A partir de 1794, ante las dificultades económicas, la guerra y las luchas internas
entre diversas facciones de los revolucionarios se llega a lo que conocemos como “revolución
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congelada” oxease que había llegado a un punto muerto. Fue el punto de arranque de la
caída de los jacobinos.
A partir de 1795 se produce una nueva orientación de la revolución sobre las masas
moderadas, instaurando una auténtica república burguesa, se consolidan las conquistas
tanto el ámbito político como económico, quedando esto reflejado en la constitución de
1795. S crean las cámaras de los 500 y de los ancianos, debilitando el poder legislativo. El
poder ejecutivo se atribuye a un directorio. Se redacta en 1799 una nueva constitución, en la
que algunos principios constitucionales de 1791 quedan desnaturalizados. Se inicia la época
napoleónica.
5. La exportación de la revolución
La expansión de las ideas revolucionarias por el continente europeo está muy vinculada
al Imperio napoleónico. Por una parte, Napoleón lleva a cabo la consolidación de la
mayoría de las conquistas revolucionarias en el seno de la sociedad francesa, ya que su
objetivo es el de afirmar la nación francesa frente al exterior y el de asentar su estructura
política en el interior. Tanto normativa como administrativa. Esto supone la redacción del
Código de 1804, el código civil por excelencia en Europa; la firma del Concordato con la
Iglesia o la creación de un sistema educativo centralizado, desde la escuela primaria
hasta la universidad.
Por otra parte, tuvo lugar la exportación de los principios revolucionarios a muchos
países europeos. Las guerras napoleónicas poseen la novedad de que no solo eran
enfrentamientos entre potencias, sino entre sistemas políticos diferentes. La guerra fue
una de las vías de difusión de la Revolución. En sitios como Holanda, Italia o Alemania los
cambios institucionales fueron la consecuencia de las campañas de Napoleón. Se
produjo la abolición al feudalismo, se redactaron constituciones y se crearon las primeras
instituciones propias del liberalismo: asambleas políticas y gobiernos responsables.
La difusión de la Revolución es inseparable de la dominación francesa de buena parte de
Europa. La hegemonía europea de Napoleón termina con la derrota de Waterloo, pero a
pesar de esta derrota, el legado de Napoleón es esencial para comprender el mundo
contemporáneo.
14
Congreso de Viena (1815) en el que se establecieron las bases de la diplomacia europea
por parte de las grandes potencias. Surge así la práctica de la “Europa de los Congresos”,
cuya principal intervención hubo de emplearse con ocasión de las revoluciones de 1820.
El envío en 1823 a España del ejército conocido como los “cien mil hijos de San Luis” para
restaurar como monarca absoluto a Fernando VII (buen ejemplo de intervencionismo
legitimista) El segundo supuesto era la construcción de una alianza doctrinal de base
religiosa, que desembocó en la Santa Alianza formada por las monarquías de Prusia,
Rusia y Austria. Escasa eficacia.
A pesar de las precauciones ideológicas y de la represión de las ideas liberales por los
gobiernos legitimistas instalados en Europa a partir de 1815, los principios del liberalismo se
siguieron haciendo camino a través de dos grandes movimientos sociales y políticos contra
los regímenes absolutistas. Especial relevancia tienen las asociaciones secretas, como los
carbonarios o la masonería.
Fuera de Francia es donde más impronta han dejado los movimientos revolucionarios de
1848. A partir de marzo de este año estallan insurrecciones o movimientos revolucionarios
en las principales ciudades centro europeas (Berlín, Viena, Praga, Milán…) que tiene como
objetivo común el logro de los principios más básicos del liberalismo: libertades individuales,
gobiernos representativos y reconocimiento de los derechos nacionales. Aunque la represión
de estos movimientos fue general, las consecuencias son bastante diferentes. En el Imperio
Austriaco se abole la servidumbre de los campesinos. En los países alemanes y en los estados
italianos, la influencia de las revoluciones de 1848 está vinculada estrechamente a su
proceso de construcción nacional. En Italia, salvo en el Piamonte, la represión de las
insurrecciones o de las repúblicas constituidas fue obra de potencias extranjeras (Austria y
Francia) EL papel más destacado fue el desarrollo de las tropas austriacas en el norte de
Italia. El reino de Piamonte se convirtió en el punto de referencia del nacionalismo italiano y
es un ejemplo de monarquía constitucional.
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Los fundamentos de la solidez política británica fueron la aparición de los partidos
políticos, una estructura social de carácter trinitario (lores, clases medias, clases
trabajadoras) y la influencia de una religión individualista son los fundamentos de la
solidez política británica, esto dota de gran solidez a su sistema político, más reformista
que revolucionario.
9. La democracia norteamericana
El sistema político americano forjado en el periodo de la independencia, contiene dos
elementos específicos: la tradición política anglosajona, que le ha permitido afirmar las
libertades individuales, y la ausencia de una sociedad de Antiguo Régimen que destruir,
lo que facilitó la instalación más rápida de una política democrática. El autor que mejor
refleja este sistema americano en Europa es Tocqueville. La evolución política de Estados
Unidos, una vez consolidado el sistema a partir de 1815 en que terminan las guerras
napoleónicas está regido por dos grandes fuerzas, por una parte, la construcción
progresiva de la nación tanto en sus elementos identificadores como en la necesidad de
preservarlos dada la llegada de inmigrantes y la expansión territorial hacia el oeste. A
diferencia de Europa, donde tuvieron gran relevancia los aspectos étnicos, en el caso
americano adquirieron mayor relieve los componentes políticos e ideológicos: el
individualismo, la participación política, el ser “tierra de oportunidades”.
El estallido de la Guerra de Secesión no fue, pues algo fortuito debido a la elección como
presidente abolicionista de Abraham Lincoln en 1861. Se trataba de una confrontación
entre dos modelos diferentes de construir la nación americana. La guerra fue larga y
provocó un gran desgaste de ambos contendientes, así como importantes secuelas en los
estados sureños, entre las que no fue la menor la pervivencia de una fuerte segregación
racial cuyos ecos alcanzarán hasta la época de Martin Luther King. Pero el triunfo de las
tropas de la Unión abrió el camino para la consolidación de la nación estadounidense y la
continuidad de los principios ideológicos y políticos de la época fundacional.
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tarde casi todos estos grupos étnicos se han convertido en estados nacionales o al
menos han sido reconocidos como naciones, o sea, tienen identidad nacional.
Un rasgo esencial diferencia el nacionalismo en el siglo XIX y en el XX. En el primer siglo,
aunque las ideas nacionalistas calaron mucho, muy pocos grupos étnicos se convirtieron
en estado nación, fue a partir de la I Guerra Mundial cuando el principio wilsoniano de
autodeterminación creará numerosos estados-nación.
La ideología del nacionalismo confluye en ella una gran diversidad de tradiciones y de
pensamientos. La palabra nación en su origen medieval designaba a los nacidos en un
mismo lugar, pero carecía de dimensión política. Es en el tránsito de la Ilustración a la
sociedad liberal, cuando adquiere el sentido más preciso de una comunidad política
determinada. A partir del siglo XIX la palabra nación se identifica cada vez más con un
grupo étnico. Un tío que no voy a poner porque que pereza define nación como la
existencia de un grupo humano dotado no sólo de relaciones internas (económicas,
culturales y religiosas), sino por una conciencia colectiva de pertenencia al grupo y una
memoria compartida de un pasado común, real o imaginado, entendido como destino.
La nación se convierte por tanto en el lugar de encuentro de los que luchan contra el
absolutismo político, pero también de los que hablan una misma lengua y tienen una
misma cultura. Esta divergencia ideológica se puede rastrear ya en la propia Ilustración
europea con Locke y Montesquieu. EN general hay dos grandes tipos de ideología
nacionalista, la orgánico-historicista, de raíz cultural y la voluntarista de orientación
liberal. El nacionalismo de carácter orgánico tiene su mejor expresión en la corriente de
la Ilustración alemana, a través de la figura de Johann Herder, cuya posición defiende una
concepción de la humanidad formada por pueblos y no por individuos. Los pueblos
poseen ese espíritu propio que se manifiesta en sus realizaciones culturales. Fitcher
establece dos ideas de gran importancia, la primera es que ningún poder externo tiene
derecho a imponer sus normas a un pueblo, la segunda es que todo pueblo que dispone
de un carácter cultural propio tiene derecho a convertirse en estado nacional.
Herder por otro lado, establece que el concepto de pueblo viene dado por unos valores
culturales específicos, los cuales se habrían forjado a través de la historia y que solo se
podría explicar en virtud de la existencia de un alma o “espíritu” del pueblo. Todo pueblo
que ha sido capaz de forjar una cultura nacional debe adquirir su madurez histórica en la
forma de un estado-nacional.
La otra gran corriente ideológica del nacionalismo es la liberal, que dice que la nación
será la consecuencia de una decisión voluntaria de los miembros de la comunidad
política.
La pertenencia a la nación adopta por tanto un carácter voluntario. Esta corriente estaría
muy influenciada por el pensamiento revolucionario francés, dado que fue en ese
momento cuando se crean los principales elementos identificativos de la nación y el
Estado.
Dado que el objetivo es conseguir la autodeterminación o el autogobierno de los
pueblos, es precisa una organización política en que sustentarse, que esto va a ser lo que
configure la mayoría de movimientos de carácter nacionalista en el siglo XIX en la gran
mayoría de países europeos.
Hay naciones constituidas como estados como EEUU y Francia donde la nación es un
proceso de intensa nacionalización de sus habitantes a través de la escuela, el ejército o
la difusión de elementos simbólicos de carácter ritual. El nacionalismo se convierte en
una ideología que define el conjunto de grupos políticos que intervienen en el seno de la
nación.
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11. Procesos de unificación nacional
En el proceso de construcción de naciones de la Europa del siglo XIX los dos ejemplos
clásicos de nacionalismo que logra una unidad política a partir de varias entidades
previas son Italia y Alemania. Los dos presentan similitudes cronológicas, afrontan
conflictos bélicos con potencias externas y sobre todo cuentan con un agente unificador
importante, En reino de Prusia en Alemania y el de Piamonte en Italia. Figuras también
como Camillo Benso di Cavour y Otto von Bismarck. Los resultados históricos presentan
también algunos rasgos comunes: ambos se convierten en monarquías y desarrollan una
maquinaria estatal muy fuerte que ejerce un gran protagonismo, no solo en el proceso
de industrialización acelerada de ambos países sino también construye rápidamente los
mitos de la unificación. (no pienso describir cada uno son larguísimos no pasa nada)
Desde los tiempos de la Revolución Francesa, la lucha por la libertad estuvo acompañada
de la lucha por la igualdad. Los resultados de esta doble lucha se vieron plasmados en la
aparición del concepto de ciudadanía, nacido de la propia experiencia revolucionaria,
pero de desarrollo lento en el siglo XIX. Marshall dice que los logros de la ciudadanía
habrían hecho un recorrido de 3 fases, todas vinculadas a la igualdad. En 1º lugar, la
igualdad civil que garantiza la posesión de derechos individuales (pensamiento,
expresión.) igualdad política que se plasma en la posesión de derechos políticos (sobre
todo los electorales) y por último la igualdad social que sería uno de los logros del estado
del bienestar durante el siglo XX.
En el periodo que va desde los años 1870 hasta la Gran Guerra se produce un avance
significativo de la política democrática en la mayoría de los países europeos. Las
profundas transformaciones sociales que acompañan a la segunda revolución industrial.
Lenta transición desde el liberalismo moderado, de carácter restringido o censitario,
propio de los notables rurales, hacia la adopción de prácticas democráticas en las que se
integran cada vez con más fuerza las clases medias urbanas.
El primer indicador es sin duda la progresiva ampliación de derecho al voto. Aparte de la
precoz adopción del sufragio universal por la II República Francesa en 1848 o por la
democracia estadounidense es a partir de los años setenta cuando tiene lugar la
ampliación de derechos electorales. La creciente influencia de la opinión pública en la
marcha política, así como la aparición de los primeros partidos políticos de masas hacen
que haya un control más estricto de la acción de gobiernos. Esta ampliación de los
derechos políticos plantea nuevos, que son objeto de debate en todos los países. Lo más
importante es sin duda la desnaturalización de la participación electoral. Un segundo
indicador importante es la aparición de nuevos movimientos políticos y sociales que
exigen una participación en la vida política. Además de las elevadas cotas de partidos
socialistas en el Imperio Alemán. El movimiento más innovador fue el sufragismo
femenino. La reivindicación de los derechos políticos para la mujer ya contaba con
precedentes desde la época de la Revolución Francesa, pero es a finales del siglo XIX
cuando adquiere verdadera importancia. Aunque el reconocimiento de este derecho fue
lento, la irrupción de la mujer en la vida política no hacía sino mostrar la profundidad de
los cambios que estaban aconteciendo en las sociedades industriales. Naturalmente, el
sufragismo era una de las expresiones de la salida del hogar de la mujer, su acceso a la
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enseñanza se iría haciendo cada vez más viable a finales de siglo, también se modifica el
trabajo doméstico. Hay mucha diferencia entre Estados Unidos y Europa, pero se puede
concluir que un siglo después de la declaración de derechos para el hombre, la mayoría
de esos derechos se iban extendiendo a la mujer.
El avance de la democracia se complementó con otras iniciativas tomadas por los
gobiernos. Dos son las medidas tomadas, por una parte, se acentúan las políticas de
nacionalización de las masas buscándolos más variados instrumentos ideológicos y
culturales para lograr la cohesión política de la población. A esta necesidad responden
las fiestas políticas o la difusión de prácticas sociales nuevas como el deporte, además de
símbolos identificadores (tradiciones, banderas, himnos, estatuas). Por otra parte, se
adoptaron las primeras decisiones tendentes a la construcción de un Estado social. El
estado más adelantado fue el Imperio alemán.
El esfuerzo nacionalizador implicaba también una consecuencia del avance de la
democracia, expresado en la participación política y en la aparición de la ciudadanía
consciente. LA CONVERSIÓN DE SUBDITOS POLÍTICOS A CIUDADANOS ANCIONALES FUE
UN PROCESO QU EFAVORECIÓ la democratización política.
Para concluir, puede decirse que las transformaciones sociales y políticas inauguradas
por la doble revolución del siglo XVIII se hallaban plenamente desbordadas un siglo más
tarde. Muchas de estas transformaciones fueron fruto de memorables luchas sociales y
políticas, pero también consecuencia de la modernización económica que se había
abierto con la revolución industrial. Aunque a finales del siglo XIX, el ejercicio de la
política todavía parecía un coto reservado a la minoría de gobernantes de aire
aristocrático, su legitimidad dependía cada vez más del consenso de la ciudadanía y
consultas electorales.
LA EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA
La población mundial experimentó un importante crecimiento durante el siglo XIX, sobre
todo en el mundo occidental.
No obstante, este aumento resulta especialmente débil en países como Francia, moderado
en la Europa mediterránea y mucho más elevado en la Europa del Norte. Teniendo en
cuenta la elevada emigración de Europa a América, resulta evidente el dinamismo
demográfico europeo que acompaña a su proceso de industrialización. Se da, por tanto, una
transición a un sistema demográfico moderno basado en el mantenimiento, durante unas
décadas, de una elevada tasa de natalidad y en la reducción drástica de las tasas de
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mortalidad. La mortalidad bajó gracias a una mejor alimentación, avances en el campo de la
medicina y en el de la higiene.
El posterior descenso de la natalidad tardaría algún tiempo. De hecho, la natalidad
descendió muy lentamente hasta 1875, manteniéndose todavía entonces elevadas.
La combinación de ambas variables, además de una mayor esperanza de vida y una
tendencia al envejecimiento, permitió conseguir el gran incremento demográfico.
Es importante la consolidación de un modelo familiar europeo que consiste en el predominio
de la familia nuclear que sustituye a la familia extensa y en una llegada de los jóvenes al
matrimonio en una edad tardía. Esto supone un control indirecto sobre la fecundidad,
reforzado por una alta proporción de personas célibes.
Entre las consecuencias que esta estructura familiar tuvo en la configuración de una
sociedad industrial cabe destacar la existencia de una gran reserva de fuerza de trabajo,
incluida la femenina, dispuesta a la movilidad, la especialización y la ocupación en el trabajo
artesanal e industrial.
En la estructura ocupacional de la población de Europa occidental hay una alta tasa de
ocupación en el sector secundario (sector industrial).
tuvo lugar el abandono definitivo de los campos europeos por parte de millones de
campesinos en dirección a los países americanos o a las concentraciones urbanas
europeas. Este abandono rural fue un proceso lento y gradual más intenso en la Europa
nórdica que en la mediterránea, donde países como España o Italia mantienen hasta
principios del siglo XX una alta tasa de activos agrarios. A pesar de que la población rural
comenzó a descender, la desacralización masiva no ocurre hasta el siglo XX.
Conviene señalar la tendencia a una progresiva terciarización de la estructura ocupacional
de la población fruto de la urbanización y del crecimiento de las tareas administrativas, de
los comienzos de una sociedad de consumo de masas y de la incipiente incorporación de la
mujer al mercado laboral. La terciarización es más intensa en América.
¡AMÉRICA, AMÉRICA!
Durante el siglo XIX hay grandes desplazamientos, destacando la emigración transoceánica
europea hacia las nuevas europas, especialmente hacia Estados Unidos. Se debe al
abaratamiento de los transportes marítimos, el apoyo de los gobiernos, a las crisis agrarias
y a las miserables condiciones de vida de millones de campesinos europeos. Las
consecuencias son explotación de nuevas tierras, apertura de nuevos mercados, flujo de
capitales y desarrollo de una economía de carácter mundial.
una de las caras del dominio europeo del mundo es, justamente, esa capacidad de poblar
amplios territorios en un periodo histórico de gran expansión económica dentro del
continente. No es casual que sea la cuna de la industrialización, Gran Bretaña, el país que
mayores contingentes migratorios aporta a este enorme trasvase demográfico.
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La urbanización no fue un proceso homogéneo, las divergencias entre países eran
importantes. Inglaterra podía considerarse ya un territorio plenamente urbanizado en la
segunda mitad del siglo XIX y con una población industrial que superaba desde 1851 a la
ocupada en la agricultura. hay una evidente correlación entre industrialización y
urbanización. Una de las razones es la ubicación de los centros fabriles en las propias
ciudades. Pero la ciudad del siglo XIX no fue sólo un centro fabril. algunos núcleos urbanos
crecieron por su condición de ser grandes puertos sonoros ferroviarios, alojar guarniciones
militares o haberse convertido en centros de ocio y turismo. Además, fue muy importante la
concentración administrativa que lograron las capitales de los principales estados.
La fluencia de la población a las ciudades propició, en un primer momento, un crecimiento
desordenado de las mismas, con la creación de barrios obreros insalubres y contaminados.
Pero a partir de mediados del siglo XIX comenzó un proceso de transformación de los
centros urbanos, naciendo así propiamente una cultura urbana y una cierta ordenación de
su expansión. La planificación, que fue mucho más frecuente y racional en América,
tampoco fue desconocida en Europa, a pesar de la notable importancia que tenía en
algunas ciudades, con estructura urbana medieval.
El ensanche de las ciudades conlleva la necesidad de planificar su expansión y la dotación
de los servicios adecuados. Este problema obliga a que los gobiernos intervengan
políticamente en el diseño de las ciudades. Gran parte de las urbes europeas tienen, en
esta época, un plan especial de ensanche y de actuación sobre su estructura urbana.
Las concentraciones metropolitanas características del siglo XX comienzan a forjarse en
este periodo.
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progresivamente en torno al concepto de clases sociales, aunque esto no suponga la
igualdad económica. La quiebra del modelo estamental se vio favorecida, además, por la
formación de los estados nacionales y todo su aparato administrativo, que ejercieron una
considerable movilización de la población y una fuerte integración cultural de la misma, a
través de mecanismos como la escuela, el ejército o el sistema tributario. Los individuos
pertenecientes a una clase se definen por su relación con los medios de producción. Esto
permite diferenciar a los propietarios de bienes (capitalistas) y los que solo poseen su fuerza
de trabajo (proletarios). para autores de tradición socialista la división social fundamental en
la Europa del siglo XIX se establece entre burgueses y proletarios.
en conjunto, podríamos decir que el universo social del siglo XIX se caracteriza por una
secuencia de cambios, pero también de per vivencias, cuando donó de resistencias a estas
transformaciones. Se desmantelan los corsés heredados del antiguo régimen, pero también
permanecen muchos obstáculos para hacer efectiva una movilidad social basada en la
capacidad, el trabajo y el talento. La sociedad del siglo XIX se caracteriza, pues, por
hallarse en proceso de transición desde las estructuras feudales hasta las propiamente
burguesas y capitalistas, en una dinámica que no se consolida definitivamente hasta la
época de la Primera Guerra Mundial.
Los efectos del crecimiento económico propiciado por el proceso industrializador no
supusieron una amortiguación de las desigualdades económicas. estas constataciones han
planteado un largo debate sobre los niveles de vida de la población, Como consecuencia de
la industrialización. Las interpretaciones han sido contrapuestas, dividiéndose entre
optimistas y pesimistas, a la hora de valorar si mejoraron o no las condiciones de trabajo y
la remuneración salarial de los trabajadores. Algunos informes han insistido en los efectos
negativos de la industrialización sobre las clases trabajadoras. Pero también está admitido
que a partir de mediados del siglo mejoraron notablemente las condiciones de vida y la
capacidad adquisitiva de los obreros europeos.
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La heterogeneidad de la burguesía es mayor que la de la nobleza. De la burguesía forman
parte los empresarios comerciantes y banqueros, pero también los profesionales liberales
son los altos cargos de las incipientes administraciones estatales. Bajo la denominación de
burguesía se esconden realidades bien distintas, que dificultan tanto su consideración de
una clase social estricta como la catalogación de estamento. la burguesía logró forjar una
cierta identidad, análoga a la nobiliar, pero más urbana. lo que mejor define a la burguesía
europea del siglo XIX es su pluralidad interna, una cierta cultura común y la existencia de
antagonismos sociales precisos tanto hacia arriba como hacia abajo. Podemos distinguir
varios grupos o categorías:
1. la alta burguesía de los negocios industriales, financieras o comerciantes a la que se
añade la burguesía agraria que se asienta con fuerza en la sociedad rural europea.
2. la clase media de comerciantes, artesanos y notables rurales.
3. la burguesía culta de altos funcionarios, intelectuales y miembros de las profesiones
liberales.
UN CONTINENTE DE CAMPESINOS
A pesar de la industrialización y del éxodo rural hacia las ciudades o hacia América, la
Europa del siglo XIX continuó siendo continente de campesinos. La condición de
campesinos venía determinada por la ocupación en la actividad agraria y también por su
estilo de vida. Tenían formas de vida comunitarias en aldeas y pueblos, era una sociedad
rural. La situación del campesinado es muy diversa en el continente europeo.
DE ARTESANOS A OBREROS
El contrapunto a la emergencia social de las burguesías fue la configuración de una variada
gama de trabajadores, urbanas, industriales o de servicios, que tendieron a ser clasificados
como proletariado o como clases trabajadoras. Gran parte de la población europea del siglo
XIX, cerca de la mitad, se agrupa bajo este rubro de trabajadores que, en su estancia, solo
disponían de su fuerza de trabajo para subsistir y mantener a su familia. Eran asalariados
pero tenían diversidad interna. Había trabajadores de la gran industria fabril, trabajadores a
domicilio, criados de servicio doméstico.
aunque la ocupación de la industria ha sido históricamente más fuerte en la economía
europea que ninguna otra región del mundo, durante el siglo XIX la ocupación laboral en las
fábricas era un hecho minoritario. El número de artesanos suponía todavía 1/3 del total de
trabajadores en el sector industrial. El trabajador de oficio se mantuvo, pues, con gran vigor
en la Europa del siglo XIX y ello explica buena parte de la historia del sindicalismo europeo,
que en sus orígenes era, sobre todo, agrupación por oficios. Solo una tendencia fue clara en
el seno de las clases trabajadoras del siglo XIX: el progresivo avance del trabajo asalariado,
fruto tanto de la nueva reglamentación del trabajo (abolición de gremios), como de la
consolidación de la economía capitalista de mercado. Incluso los trabajadores a domicilio, a
pesar de disponer de algunos medios de producción propios, eran fundamentalmente
asalariados. Las peores ocupaciones se fueron adjudicando a los inmigrantes. Poco a poco
se fue formando un grupo de trabajadores cualificados que acabaron por construir la
aristocracia obrera, dada su capacidad de mejora de sus niveles salariales y de
incorporarse a tareas propias del sector servicios (gestión y administración pública); frente a
ella, siguieron existiendo muchas formas de explotación del trabajador, como en el caso de
las mujeres y los niños, cuyos salarios eran mucho más bajos que los de los hombres (en
torno a la mitad).
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EL PENSAMIENTO SOCIALISTA
El socialismo es la decantación de ideas de larga tradición en el pensamiento europeo y de
nuevas realidades surgidas en el curso de la revolución industrial y de la construcción de las
sociedades políticas liberales. Nace movido por la idea de conseguir una mayor igualdad
social.
La preocupación por la situación de la clase obrera fue simultánea al avance de la
industrialización y la transformación de la sociedad surgida de las revoluciones liberales.
esta ruptura del orden feudal provocó una toma de conciencia sobre los efectos más visibles
de estos cambios: injusticia social y, sobre todo, pobreza, lo que dió lugar a una larga
tradición de estudio del pauperismo y de sus causas. Las doctrinas sociales comienzan a
ser sistematizadas en torno a 1820 y 1830, coincidiendo con las revoluciones liberales de
aquellos años. El término “socialismo” comienza a ser usado en esta época para
contraponerse al término “individualismo”; significaba lucha por la igualdad, pero también
cooperación asociativa frente a la libre empresa.
Las primeras teorías socialistas hablaban sobre los efectos del capitalismo más que sobre
las causas. Hay una influencia muy fuerte del cristianismo en las primeras doctrinas
socialistas. Sus propuestas se centraban en la defensa de acciones filantrópicas o
caritativas. Es la época del socialismo utópico. Se imaginaban soluciones ideales para
remediar la situación. En general aceptan las novedades introducidas por la revolución
industrial. Surgieron propuestas que tenían en común la preocupación por la igualdad
social, aspiración que podía alcanzarse mediante un nuevo reparto de los frutos del trabajo,
realizado de forma colectiva. Fueron, en general, experiencias que no tuvieron continuidad,
pero ponen de relieve que estaban haciendo una poderosa corriente ideológica.
El tránsito entre estas doctrinas utópicos al socialismo científico tiene lugar en la década de
1840. Se da una maduración del pensamiento socialista muy influida por la capacidad
teórica de pensadores procedentes del mundo alemán, la experiencia política forjada en las
luchas revolucionarias en Francia y el conocimiento de la economía capitalista inglesa.
Así, surgen dos corrientes ideológicas: el marxismo y el anarquismo.
El Marxismo fue elaborado por Karl Marx y Friedrich Engels.
1. El marxismo concibe la sociedad capitalista como un antagonismo entre clase
burguesa y clase obrera y dice que el proletariado sólo podrá derrocar a la burguesía
mediante la conquista del poder político. Esta posición desemboca en la creación de
los partidos políticos obreros y en la postulación de una sociedad futura de carácter
comunista, concebida como alternativa a la sociedad capitalista y burguesa. Las
obras de Marx y Engels constituyen un análisis completo de la estructura y
naturaleza de la sociedad burguesa y capitalista del siglo XIX, una crítica radical de
sus contradicciones y una propuesta de transformación de la misma. A través de
conceptos como plusvalía y revolución social fundó las bases del materialismo
histórico y dialéctico. Marx fue un activo dirigente político del movimiento obrero
europeo, contribuyendo de forma muy directa a la fundación de la asociación
internacional de los trabajadores.
2. El marxismo hace un análisis crítico de la economía capitalista, e identifica así las
causas de la miseria del proletariado, que son la apropiación por el capitalista de un
plusproducto producido por el trabajo del obrero que solo dispone de su fuerza de
trabajo. El origen del problema sería la apropiación de ese trabajo, en forma de
plusvalía, por parte de los propietarios de los medios de producción. De esta idea
concluye que la superación de la opresión de la clase obrera sólo puede lograrse
mediante la supresión de la propiedad privada de los medios de producción y su
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conversión en propiedad colectiva, y para ello será necesaria una revolución social
en la que se debe conquistar el poder político del Estado e implantar de forma
temporal una dictadura del proletariado.
El anarquismo se fundamenta menos en la organización del partido obrero y más en la
capacidad del individuo para lograr su libertad y una relación igualitaria con sus semejantes.
Rechaza la autoridad, negando al Estado como forma política y pretendiendo la abolición de
la propiedad privada, considerada como un robo.
El enfrentamiento entre marxismo y anarquismo estará presente en los grandes debates del
movimiento obrero de la segunda mitad del siglo XIX, especialmente durante la época de la
primera internacional.
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necesario los partidos socialistas, cuya fundación es posterior a la aparición de los
sindicatos generales, pero están íntimamente vinculados a ellos. La organización partidaria
más poderosa fue el SPD alemán, que ejerció una considerable influencia en el imperio
austrohúngaro, en los países escandinavos e incluso en España.
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RESUMEN INDUSTRIALIZACIÓN ANTES DE LA INDUSTRIALIZACIÓN. LA ECONOMÍA
FAMILIAR PROTOINDUSTRIAL
Pregunta: ¿Conviene tener hijos? Se veían obligados a tenerlos? Era preferible tener hijos o
hijas? El hombre no puede trabajar solo porque no puede producir los beneficios suficientes
para subsistir
CRISTI La diferencia entre la industria doméstica con los gremios urbanos es que los
gremios no tienen capacidad de autoexplotación y que no trabajaban las mujeres ni los
niños. Sus ganancias eran también más altas. Además el beneficio del empresario era
menor que en la industria rural. Por ello, el empresario mezclaba ambas formas de trabajo,
la industria rural era para los primeros pasos de la producción, mientras que la producción
centralizada era la que realizaba el acabado del producto. Por eso había más trabajadores
rurales que urbanos.
La familia era fundamental para la protoindustrializacion porque seguía buscando la
subsistencia de su familia tradicional. Así, parece que el origen del capitalismo se encuentra
en la resistencia del trabajador precapitalista a su economía familiar. (Entiendo como k los
productores rurales en vez d pedir un mínimo sueldo o unos limites d produccion como en
los gremios, ellos trabajaban hasta k les daban lo necesario pa sobrevivir, y asi se
aprovechaban pa pagarles menos k a los urbanos). Los productores rurales no podían ni
intentaban obtener su propio capital lo que beneficia a los empresarios.
Gracias a este beneficio diferencial se pudo desarrollar la protoindustrialización. Pero, las
relaciones de producción protoindustriales eran contradictorias, ya que se formó una
relación de simbiosis entre el productor doméstico y el comerciante capitalista (verlerger).
La contradicción reside en que el modo de producción familiar es antagónico al incremento
de la productividad y a la producción de excedentes, es decir, cuando el comerciante
necesitaba un excedente los trabajadores no lo proporcionaban porque no lo necesitaban,
pues su lógica se basaba en la subsistencia.
“A largo plazo esta contradicción resultó ser incompatible con la dinámica de reproducción y
expansión del sistema protoindustrial, llevando al sistema a traspasar sus propios límites,
hacia el capitalismo industrial o hacia un proceso de desindustrialización”
Nuria: Mediante la propia presión ejercida en los artesanos rurales por las circunstancias
marginales de su trabajo y existencia, pues están limitados en cuanto a la producción y el
aumento de gastos en recursos por la alta reproducción interna en la familia, os hogares
son extendidos. Esta extensión Interfamiliar se debe a varios factores así como, la
compensación de la miseria primaria o a pobreza secundaria debido al aumento de la
familia y la ausencia de sindicatos reguladores.
Las familias de artesanos rurales tendían a organizarse de una forma más compleja que las
familias protoindustriales.
También se dan hogares formados por sirvientes y aprendices pertenecientes a familias de
artesanos rurales.
Podemos indicar a los pequeños comerciantes que poseían tierras y se dedicaban a la
distribución y producción de mercancía.
Las familias del subcampesinado se agrupaban en granjas alrededor de las tierras.
Las familias extendidas se pueden agrupar en 2 grupos: los productores pequeños del
campesinado y el subcampesinado. Hay varios factores en los que fluctúan sus diferencias
en cuanto a la estructura familiar, pero esencialmente se diferencia sus materiales legales e
institucionales. Los trabajadores de la industria doméstica desarrollan una familia extendida
a consecuencia del empobrecimiento, sobre todo la pobreza secundaria por el devenir del
propio ciclo vital. La familia extendida de los manufactureros se puede considerar más como
propulsora del hogar proletario.
En general, la familia protoindustrial no funcionaba como una fuerza para ayudar a los más
ancianos o para el bienestar común sino como una forma de distribuir la pobreza de la
familia nuclear. Esto podía darse en una situación puntual en la vida de estas familias o
como una situación permanente. Una situación en la cual esta percepción de familia y estas
condiciones se hace permanente es en la fase final de la protoindustrialización, la
desindustrialización.
Gullickson hace una revisión de un artículo de Medick donde este último planteaba que la
protoindustrialización, al proporcionar empleo a las mujeres, incrementó la posición social
de estas en el seno de la familia y de la comunidad. Gullickson se opone a esto, pues
cuenta que ninguna de las tareas protoindustriales confería una alta categoría laboral. El
autor trata de analizar en qué medida mejoró o no la posición social de las mujeres
comparándola con la de los hombres. Con posición social se refiere a: un acceso a salarios
más altos, al poder dentro de la familia y de la comunidad, el acceso al ocio y al consumo
públicos, la independencia y el respeto.
Los datos con los que mayoritariamente trabajará Gullickson en el artículo son de Caux, de
la Alta Normandía, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.
El autor plantea que la posición social de las mujeres mejoró poco o nada, y que no
podemos detectar cambios en las relaciones de amor y poder en la familia.
El siglo XIX. En las postrimerías del siglo XVIII, las máquinas sustituyeron a las ruecas y la
hilatura se trasladó a las fábricas, cuya ubicación ya no era determinada por la presencia de
una población activa, sino por la presencia de corrientes de agua. Es decir, ya en el siglo
XIX las máquinas sustituyeron el trabajo de las mujeres hilanderas. Esto trajo
consecuencias migratorias. Se perdió la pequeña granja que combinaba la producción con
la hilatura.
No obstante, algunas regiones protoindustriales se salvaron de los efectos de la
mecanización gracias a la expansión de los puestos de trabajo en a tejedura a mano. Los
hombres, por tanto, no habían perdido sus empleos tradicionales, y ante la cada vez mayor
cantidad de hilo generado por las fábricas, se recurrió a la mano de obra femenina para
tejer y hacer punto. Ahora había más mujeres tejedoras que hombres. Algunas familias
deseaban tener hijas por los ingresos que podrían producir tejiendo.
Es probable que hubiese un disgusto masculino con la entrada de las mujeres a la tejedura.
También hay que saber que hombres y mujeres tejían distintos tipos de telas, y que las
mujeres, nuevamente, ganaban menos, posiblemente debido a que continuaron al cuidado
de los hijos y del hogar.
CRISTI La diferencia entre la industria doméstica con los gremios urbanos es que los
gremios no tienen capacidad de autoexplotación y que no trabajaban las mujeres ni los
niños. Sus ganancias eran también más altas. Además el beneficio del empresario era
menor que en la industria rural. Por ello, el empresario mezclaba ambas formas de trabajo,
la industria rural era para los primeros pasos de la producción, mientras que la producción
centralizada era la que realizaba el acabado del producto. Por eso había más trabajadores
rurales que urbanos.
La familia era fundamental para la protoindustrializacion porque seguía buscando la
subsistencia de su familia tradicional. Así, parece que el origen del capitalismo se encuentra
en la resistencia del trabajador precapitalista a su economía familiar. (Entiendo como k los
productores rurales en vez d pedir un mínimo sueldo o unos limites d produccion como en
los gremios, ellos trabajaban hasta k les daban lo necesario pa sobrevivir, y asi se
aprovechaban pa pagarles menos k a los urbanos). Los productores rurales no podían ni
intentaban obtener su propio capital lo que beneficia a los empresarios.
Gracias a este beneficio diferencial se pudo desarrollar la protoindustrialización. Pero, las
relaciones de producción protoindustriales eran contradictorias, ya que se formó una
relación de simbiosis entre el productor doméstico y el comerciante capitalista (verlerger).
La contradicción reside en que el modo de producción familiar es antagónico al incremento
de la productividad y a la producción de excedentes, es decir, cuando el comerciante
necesitaba un excedente los trabajadores no lo proporcionaban porque no lo necesitaban,
pues su lógica se basaba en la subsistencia.
“A largo plazo esta contradicción resultó ser incompatible con la dinámica de reproducción y
expansión del sistema protoindustrial, llevando al sistema a traspasar sus propios límites,
hacia el capitalismo industrial o hacia un proceso de desindustrialización”
Nuria: Mediante la propia presión ejercida en los artesanos rurales por las circunstancias
marginales de su trabajo y existencia, pues están limitados en cuanto a la producción y el
aumento de gastos en recursos por la alta reproducción interna en la familia, os hogares
son extendidos. Esta extensión Interfamiliar se debe a varios factores así como, la
compensación de la miseria primaria o a pobreza secundaria debido al aumento de la
familia y la ausencia de sindicatos reguladores.
Las familias de artesanos rurales tendían a organizarse de una forma más compleja que las
familias protoindustriales.
También se dan hogares formados por sirvientes y aprendices pertenecientes a familias de
artesanos rurales.
Podemos indicar a los pequeños comerciantes que poseían tierras y se dedicaban a la
distribución y producción de mercancía.
Las familias del subcampesinado se agrupaban en granjas alrededor de las tierras.
Las familias extendidas se pueden agrupar en 2 grupos: los productores pequeños del
campesinado y el subcampesinado. Hay varios factores en los que fluctúan sus diferencias
en cuanto a la estructura familiar, pero esencialmente se diferencia sus materiales legales e
institucionales. Los trabajadores de la industria doméstica desarrollan una familia extendida
a consecuencia del empobrecimiento, sobre todo la pobreza secundaria por el devenir del
propio ciclo vital. La familia extendida de los manufactureros se puede considerar más como
propulsora del hogar proletario.
En general, la familia protoindustrial no funcionaba como una fuerza para ayudar a los más
ancianos o para el bienestar común sino como una forma de distribuir la pobreza de la
familia nuclear. Esto podía darse en una situación puntual en la vida de estas familias o
como una situación permanente. Una situación en la cual esta percepción de familia y estas
condiciones se hace permanente es en la fase final de la protoindustrialización, la
desindustrialización.
Una revolución política se da por concluida cuando ha sido derrotada o cuando esta a salvo
de serlo, sin embargo una revolución social necesita de un entorno internacional favorable,
sin presión extranjera, y también en un entorno interno favorable. "Sólo cuando el efecto
acumulativo de varias revoluciones ha establecido un nuevo sistema social puede este
sentirse a salvo".
RESULTADOS NECESARIOS
Las dinámicas capitalistas no implican necesariamente la liquidación total de las relaciones
de producción feudales.
Lo que define la naturaleza de clase de una sociedad es cómo obtiene su posición la clase
dominante. Pero puede haber modos de producción capitalistas en sistemas precapitalistas
y viveversa.
En el nuevo sistema se producen adaptaciones, y, aunque radicalmente hay diferencias
entre un sistema capitalista y los modos de producción anteriores, no hay que olvidar todo lo
que el capitalismo tiene en común con otros sistemas clasistas explotadores.
El Estado burgués conlleva la existencia de una revolución burguesa y la creación desde
cero de una instancia pública es decir se produce una ruptura del poder personal absolutista
y del poder público capitalista.
El capitalismo es un sistema de acumulación competitiva basado en el trabajo asalariado.
Necesita contar con una organización territorial con propósitos competitivos y que ese
territorio disponga de una base ideológica nacionalista que vincule a la clase obrera con el
Estado y, por tanto, con el capital.
Los dirigentes estatales no tienen porque ser capitalistas porque sino la política estaría
determinada por los intereses de un sector capitalista concreto, siendo un problema para la
clase capitalista local. Los políticos y administradores estatales tienen que identificarse con
la totalidad del capital nacional.
Una sociedad burguesa podía ser gobernada sin problemas por grandes señores
hereditarios (Hobsbawm), los burgueses conocían sus propios intereses y eran capaces de
hacer creer a los terratenientes que el interés general público o del país coincidía con esos
mismos intereses, cuando realmente muchas veces era lo opuesto (Adam Smith).
CUESTIONES DE TÉRMINOS
Hemos recorrido a grandes rasgos el proceso de formación de una identidad colectiva antes
de la era contemporánea. ¿Cuál sería el nombre adecuado para describir esta identidad y
las expresiones y sentimientos de orgullo generados alrededor de ella? Se habla de
naciones extranjeras o extrañas ante la nuestra, pero ¿en qué sentido usan la palabra
“nación”? ¿Estamos acaso hablando de nacionalismo?
La respuesta debe ser, en principio, negativa. En la Antigüedad y en el Medievo, por
“nación” se entendía un conjunto humano que había nacido en un mismo territorio y hablaba
la misma lengua. Para llegar desde la nación así entendida al nacionalismo habría que
cubrir muchas etapas. En primer lugar, habría que atribuir a esas naciones o pueblos rasgos
psicológicos comunes que envolvían valoraciones éticas (ocurrió durante el siglo XVI).
Habría que convertir a esos pueblos en “voz de Dios”, enfrentándolos con el monarca, lo
que ocurrió durante la revolución inglesa del siglo XVII. Más tarde, este proceso habría de
ser elaborado intelectualmente. El ambiente intelectual ilustrado (Hobbes, Locke, Rousseau)
dio lugar a un convencimiento de que el ente colectivo era el único sujeto legítimo de la
soberanía, en contraposición de los monarcas, y preparó las revoluciones de EEUU en 1776
y Francia en 1789. Sólo una vez convertido el conjunto en sujeto de derechos políticos se
llegaría al principio de las nacionalidades, o exigencia de adecuación de cada unidad estatal
a esas unidades étnicas previamente definidas. Esta necesidad no se sintió hasta el siglo
XIX y no se intentó aplicar de manera sistemática hasta después de la I Guerra Mundial.
Sólo en estas últimas fases puede en puridad (pureza) hablarse de nacionalismo, una
doctrina cuyo núcleo fundamental consiste en hacer de la nación el depositario del poder
político supremo. Fue entonces cuando los Estados adoptaron como oficial y favorecieron
de mil maneras una cultura que identificaba con aquel pueblo o etnia de quien se creían
representantes.
La nación no se puede inventar o construir de la nada. El término Hispania es el origen de
España, vocablo que designa la entidad cultural y política cuya evolución en el siglo XIX es
el tema de este libro. El latín se convertiría con el paso de los siglos en castellano o
“español”, una de las bases culturales de la identidad nacional que aquí se estudia. En el
mundo premoderno no hay nacionalismo, pero sí identidades colectivas cuyos componentes
culturales habrían de ser utilizados posteriormente por los nacionalistas como ingredientes
de su propuesta política.
Aunque aquellas identidades fueran antecedente del nacionalismo no debemos hablar de
protonacionalismo, porque estos fenómenos culminaron en el nacionalismo de los siglos XIX
y XX; pero podrían no haberlo hecho. Por eso definirlo así es inadecuado: supone
predeterminar un proceso que no siempre sigue su curso esperado e implica una carencia
conceptual (es referirse a una ausencia, definir algo por lo que todavía no es).
A lo largo de la Edad Moderna, la idea de “patria” se fue refiriendo cada vez más a la unidad
política global de la que se formaba parte. En el siglo XVIII surgió la palabra “patriotismo”,
una palabra aceptable para designar aquel tipo de sentimientos. Podemos hablar de un
creciente patriotismo étnico, porque se relaciona con un linaje o “nación” pero no es
nacionalista, ya que faltan dos conexiones cruciales: la conexión entre cultura oficial y el
poder estatal, y la conexión entre la legitimidad de este último y su sanción por la
personalidad colectiva o popular. Un grupo humano que se cree dotado de identidad cultural
propia y se va empezando a confundir con la estructura política de la monarquía puede
entenderse con mayor exactitud si recibe el nombre de “patriotismo étnico” que si se le llama
“nacionalismo” o “prenacionalismo”.
aunque si habia tradiciones parlamentarias en las monarquías peninsulares que tenían algo
de poder aunque este no era comparable con el de la iglesia. este “poder” desemboco en
unaguerra de las ciudades castellanas contra Carlos de Gante. despues del resultado de
esta guerra fue el contrario al esperado ya que al contrario de la evolucion que hubo en
inglaterra aqui se reforzó el poder del absolutismo quedando que ademas de reducirse
desaparecieron de las cortes castellanas los representantes de la nobleza y el clero en el
1538.
en comparación con otras aristocraias la española estuvo mucho mas dmesticada (antonio
dominguez ortiz), carente de las instituciones estamentales de tipo corporativo como la
iglesia, y sufriendo un creciente recorte de sus poderes politico a media que aumnetaban los
del monarca. lo unico que se les ocurrio fue refeudalizar o directamente fragmentar el
estado. ante las reformas borbonicas la aristocracia s eopuso tenazmente a la recuperacion
deregadias emprendida por la monarquía. solo a finales de este siglo algun sector nobiliario
intento presentar al estamento como el rpeservador de la libertad frente al abosultismo
tambien fracasaron en españa los intentos, sirifidos en ciertos momentos por la propia
monarquia, de convertir a los vastagos de las grandes familias en funcionarios o mandos
militares, en linea semejante a los ejemplos ruso o prusiano. tuvieron poco exito los colegios
para la nobleza orientados a esta subida asi como con la profesionalizacion del ejercito y la
marina se fue perdiendo importancia de las carreras de las clases nobiliarias.
aunque los datos que tenemos son limitados es indiscutible que la nobleza española era un
sistema desacreditado, desde el punto de vista de la construcción de la identidad colectiva.
mientras que la noblezza era sinonimo de guerra y descontrol, la monarquia es sinonimo de
paz interna y unidad, lo unico que se le reprochaba al rey seria repartir su reino entre sus
hijos. la alta nobleza asi ponia una chinitas en el camino de la primera gran historia general
de España.
La nobleza llegó cargada con una imagen negativa al siglo XIX y que no pudo ser
modificada posteriormente a pesar de los intentos. durante el resto del siglo XIX, algo
general será la desaparicion de los privilegios reales. la nobleza no titulada se esfumo de la
escena y la titulada tendió a renunciar sus antiguas formas de vida y a integrarse en lo
centros urbanos como clase alta, y la pequeña nobleza local, en la medida en que
sobrevivió, se resistió, desde sus reductos de poder, a la modernización del estado y la
nacionalización de la política, bien apoyando la causa carlista o bien enfocándose en el
caciquismo.
un dato contradictorio con todo lo anterior, sera en relación con la nobleza y los orígenes de
la vida política española contemporanea: el curiosos contraste entre esta pobre aristocracia
como grupo social y agente histórico y la sobreabundancia de retorica nobiliario en el
discurso político. durante el conflicto con Napoleón, las expresiones mas repetidas de
repulsa hacia la agresión francesa la tildan de falta de limpieza y honorabilidad, en la linea
mas tradicional de la ética social nobiliaria.
mucho podría discutirse sobre el buen comportamiento de las tropas españolas en las
guerras napoleónicas, ya no solo por todos los sucesos típico de las guerras de guerrillas
sino por el objetivo principal que llevó a la guerra que fue la conquista de portugal y que se
tiende a omitir en todas las versiones nacionalistas.
una cosa era, la retórica nobiliaria, aceptada e interiorizada por todo s y otra la opinión
sobre la nobleza como grupo social, en general mu negativa. tanto es asi que las cortes de
cádiz decidieron, simplemente, eliminarla como actor político. los privilegios nobiliarios
asociados con la desigualdad y las querellas internas, tenian que ser destruidas para
construir la nacion.
Había otros factores que condicionaban y limitaban el desarrollo de una identidad “española”
durante el Antiguo Régimen como El elitismo o escasa difusión popular de las imágenes que
estaban transformando la representación del ente colectivo. Esto es debido a que
inicialmente emanaron de círculos muy reducidos: cancillerías regias, obispados o
monasterios. Los sectores populares de la población no parece que se adscribieran a
identidades políticas, sus nombres incluían localizaciones territoriales pero de aldeas, villas,
comarcas o valles.
En los dos últimos tercios del XVII y en todo el XVIII, de estos factores nacionalizadores sólo
permanece constante el de la guerra.
Hablamos de una pérdida de poder de la monarquía católica pero, ¿cómo entender que,
siendo la monarquía hispánica fiel ejecutora de los designios de un Dios todopoderoso, le
fueran las guerras tan poco favorables? Podría deberse, según Quevedo, a la corrupción
inevitable de las cosas humanas, a la introducción de la “molicie” (término atribuido al
imperio romano decadente y a los últimos reinados de los godos, en el caso hispánico las
riquezas americanas habrían corrompido la moral y las virtudes españolas), o, a poderes
demoníacos (influencias extranjeras que traen vicios ajenos o las mujeres con su necesidad
de galas y joyas).
[12:10, 17/5/2023] Hope: País de los valores nobiliarios y desprecio a los trabajos útiles,
incultura, superstición y la intolerancia católica
[12:20, 17/5/2023] Hope: No solo tenía malas costumbres, sino que además, el español era
visto por varios autores ( Montesquieu, Shakespeare, Beumarchais) como un personaje
rídiculo, del que reirse por sus anticuadas tradiciones. España en teoría se centraba más en
tesoros ficticios (oro y riquezas) que en riquezas reales (trigo, telas)El vicio interior del
sistema habría hecho que España no sacara adelante sus riquezas sacadas en la India.
[12:59, 17/5/2023] Hope: Desde hace dos siglos, desde hace cuatro, desde hace diez, ¿que
ha hecho España por Europa? (esta frase al parecer es muy icónica por eso la pongo.
[13:01, 17/5/2023] Hope: En 1783 la gente se ofusca y varios autores se ponen a defender a
Españita , llegando la academia real española a hacer un concurso para el mejor discurso
que defendiara a españa solo por sus meritos artísticos y cientificos
[13:08, 17/5/2023] Hope: Forner que es el que gana el concurso relata que, España no
habrá tenido newtones, pero siq ue ha tenido muy buenos legisladores y creadores de
soluciones para inconvenientes de mundos reales y efectivos
España se respalda un poco en la xenofobia que sentian por parte de los Franceses y en
que, los diversos autores que se quejaban de españa solo repetian lo que decian los
franceses, y les dieron la vuelta a la tortilla, surgiendo el término afarncesado y otras
expresiones despectivas, desprestigiando a los franceses.
Las protestas e intentos de mejoría de España no sirvieron de mucho, era imposible unirse
todos no pudieron. Incluso los constitucionalistas gaditanos se rindieron y Cuando
Fernando VII regresó anuló todas las cortes gaditanas y los encarceló. Algunos celebraban
la vuelta a la monarquía pero esto solo volvía a probar el claro receso ideológico español