Ojeando las listas de las mejores lecturas del año que acaba de
terminar, me doy cuenta de que no coincido con la mayoría, por no decir
ninguna. Elaborar mi propia lista puede ser una buena forma de romper el mutismo de
los últimos meses.
No incluyo las relecturas -no sé que autor dijo que un libro que no merece la
pena ser leído dos veces, no merece serlo la primera- En cuanto al orden en que los menciono, se
corresponde con el de lectura.
El
espacio vacío, de Peter Brooks. Un libro interesantísimo, muy ameno y plenamente vigente a pesar de que se publicó por primera vez en
1968. Si os gusta el teatro, disfrutaréis con su lectura.
Intemperie,
de Jesús Carrasco. Mi escepticismo
inicial se ha convertido en asentimiento ante quienes la consideran una de las mejores novelas
españolas del 2013. Fue además uno de los títulos seleccionados para el club de
lectura.
En la
orilla, de Rafael Chirbes. La última novela de un magnífico autor
con una larga trayectoria, que apenas era conocido en España antes de la
adaptación televisiva de su anterior novela, Crematorio, también
excelente.
Ebano, de Kapucinsky.
¿Como pudo ser posible que tardara dos años en leer un libro que
disfruté tantísimo? Normalmente los
autores que hablan sobre Africa -ya sea Coetzee o Tom Sharpe– lo hacen desde el punto de
vista del blanco. Kapuscinsky le presta su voz a los negros.
El pequeño guardia rojo, de Wenguang Huang: A
los diez años, dormía al lado de un ataúd que Padre le regaló a Abuela cuando
cumplió setenta y tres años. Nos prohíbía que lo llamásemos “ataúd” e insistía
en que lo denominásemos shou mu, que viene a significar algo así como
“caja de longevidad”
De esta forma empieza esta pequeña joyita de libros del Asteroide. Además
de disfrutar, aprenderemos sobre las costumbres tradicionales de China y su
“convivencia” con las rígidas normas marcadas