Por qué lo llaman tóxico cuando quieren decir hijo de puta.
Una persona tóxica es un
hijo de puta de toda la vida, que con este rollo de ser políticamente correctos,
estamos perdiendo la esencia de las cosas y lo que es, es.
El tóxico es un hijo de puta a jornada completa, es un egoísta tan pagado de sí mismo, que ni
siquiera es consciente de que es idiota.
Va por la vida con el yo por
delante, yo pienso, yo soy, yo quiero,
pues yo…
Tiene menos mundo interior que
Espinete, y no tiene ni puta idea de qué
significa la palabra empatía (ni resiliencia).
Abanderado del yoísmo, esta triste especie involutiva de la humanidad, enarbola el “los focos a mis persona” como premisa única de su patética existencia.
La enorme vacuidad de sus
palabras es un reflejo de la incoherente doble moral de su discurso: “lo ancho del embudo pa mí, lo estrecho, ya
si eso pa ti”
En su cabeza es una víctima (de
todo), su falta de madurez no le deja ver que la vida es eso: si algo tiene
solución, se soluciona, si no la tiene, se asume.
No soporta ver brillar a nadie, vilipendia
a los demás desde una fingida actitud de santidad que ríete tú de Ghandi.
Considera que tienes la puta
obligación de estar ahí, para escuchar sus mierdas, para enseñarte el cojín que
ha comprado, para que apoyes sus locas teorías conspiratorias sobre la vida de la gente que les rodea, y básicamente, para vomitar su basura emocional.
El hijoputismo emana por todos y cada uno de los poros de su piel, en forma de diálogo unidireccional, en el que el único protagonista en su persona.
Cotorrea sin parar, a veces se
digna a preguntarte algo, pero ten por
seguro que tu respuesta le da igual.
Tiene un discurso tan mediocre y absurdo
que ni siquiera se da cuenta de que tu única respuesta está siendo un leve cabeceo,
que bien podía ser una mezcla de sueño,
hastío y la educación de la que tienes que tirar, para no darle una patada
en la yugular.
Si le cuentas que te has roto,
pongamos por caso, un brazo, al lerdo, se la han roto siete (porque siempre más de
todo, de lo que sea, da igual)
Estoy en un momento de mi vida en el que, amo por encima de todas las cosas, el silencio.
Necesito esa callada quietud tan
poco valorada, esa calma, esa paz, ese alimento del alma para poder seguir
viviendo.
El silencio regenera las neuronas (y yo estoy perdiendo a un ritmo de miles por minuto), regenera la vida.
Empatizo con tu drama, lo siento, lo observo y lo dejo marchar porque no es mío, tu drama no me pertenece, me voy a imprimir un cartelito y me lo voy a colgar como una tarjetita de identificación.
Querida Alicia, has hecho una descripción perfecta de una persona toxica. Tu sigue con tu silencio, que el silencio da paz y muchas respuestas. Un abrazo
ResponderEliminara veces cuesta no asesinar a la gente...me está costando mantenerme en paz. Besos.
EliminarSi hubiese incluido que no se le cae de la boca la palabra libertad, juraría que estabas hablando de algún político.
ResponderEliminarBesos.
Pues sí, hablan de libertdad y de no encontrarse con lo ex...
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