Schmidt, Annie y Fiep Westendorp. Lucía
Manchitas: La escalera. Madrid: Lata de Sal, 2014.
Desde España a veces llegan buenas noticias. El rescate editorial de Lucía Manchitas: La escalera forma parte
de ese grupo. La editorial Lata de Sal lo incluyó en su colección Vintage,
integrada por libros inolvidables, libros para siempre.
Escrito e ilustrado por la famosa dupla de holandesas Annie Schmidt
(1911-1995) y Fiep Westendorp (1916-2004), este clásico de la literatura
infantil publicado por primera vez en los Países Bajos en 1968 recorre el mundo
y atraviesa generaciones. Ni el texto ni las ilustraciones perdieron vigencia o
exquisitez, y su originalidad perdura intacta en la lectura actuales, en este
nuevo contexto histórico y en cualquier idioma o país.
La autora del texto, Annie Schmidt también se dedicó al teatro, a la
televisión y a la radio, y fue reconocida en 1988 con el Premio Hans Christian
Andersen. Fiep Westendorp, por su parte, exploró con gran éxito y un estilo
único los campos de la publicidad, el diseño y la ilustración.
Lucía es una nena inquieta e intrépida que anda siempre toda manchada,
por eso la llaman Lucía Manchitas. Podemos decir que se apunta en la línea de
las antiprincesas. “Solo se veía limpia recién salida del baño, y nunca
aguataba así ni media hora”, nos dice el texto. Entonces, ella y su compañero
perruno Pegotes –también amigo de la suciedad, como debe ser– a cada rato son obligados a bañarse. Mucho más
cuando la madre de Lucía recibe invitados en su casa…
Con este panorama, ya nos imaginamos una historia toda manchada:
manchas en Lucía, en su perro, en las páginas. Manchas en la seriedad de la
reunión de los adultos. Y así es. El libro se va ensuciando, se van sumando
capas de pintura azul y pintura roja. La mancha roja sobre la mancha azul crea
otra mancha: la violeta. Y de la pulcritud otorgada por el baño y anhelada por
la madre de Lucía no va quedando nada.
(Es interesante que en la doble página de la escena previa a la caída
de la pintura, en donde todavía vemos a los protagonistas limpitos, se proponga
girar el libro para poder leerlo. El texto, por única vez, interpela al lector
y en cursiva le indica: “Ahora gira el libro”. Al dar vuelta la página, ya nada
será igual.)
Lucía recayó en la rebeldía y su madre tuvo que volver a bañarla a ella
y a su perro. En ese último baño, vemos cómo la mamá y la bañera se contagian
de toda esa suciedad.
Ahora es ella la que va a tener que recibir a sus
invitados en un estado manchado. El error se filtró. La inversión tuvo lugar. Y
es por eso que en el final del libro confirmamos una vez más algo de lo más
sabido: ¡que las apariencias engañan!
En la página de la editorial Lata de Sal se pueden ver las primeras
páginas del libro. Entren acá y giren.
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